CUARESMA

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 22

¿Qué es la Cuaresma?

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la


Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para
arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para
ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina


antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de
este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo
por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos
vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y


penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión
espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos


invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo,
escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y
haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes
cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por
acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación


fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros
corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a
nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a
conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a
tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la
resurrección.

40 días

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número


cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio,
de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de
los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta
días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública,
de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido


de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de
pruebas y dificultades.

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la


tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para
toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las
iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada
vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu
penitencial y de conversión.

Miércoles de Ceniza

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual


particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse
dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte
y Resurrección del Señor Jesús.

Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje


bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es
decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los
fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con
las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión
"Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a
reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable
caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la


realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega
de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a
Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su
verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más
diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario
sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a
fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su
justicia.

Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"...


Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de
libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

Tradición

En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero


eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua.
Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los
domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer
domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para
imitar el ayuno de Cristo en el desierto.

Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su


penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de
cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se
reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la
Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X),
el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada
colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.

Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe


una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas
usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha
quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes
como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la
cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.

¿Cómo se impondrá la ceniza en pandemia?


Con el fin de evitar contagios de COVID-19 durante el Miércoles de
Ceniza -que en este 2021 se celebrará el 17 de febrero-, la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Curia
Romana publicó una nota sobre la modificación del rito empleado.

De acuerdo con esta información, tras ser pronunciada la oración de


bendición de las cenizas y asperjarlas con el agua bendita, sin decir
más el sacerdote se dirigirá a los presentes para expresar, a una sola
voz y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: “Conviértanse
y crean en el Evangelio”, o bien, “Polvo eres y en polvo te convertirás”.

Acto seguido, el sacerdote deberá limpiarse las manos y colocarse la


mascarilla cubriéndose adecuadamente boca y nariz. Posteriormente,
impondrá la ceniza a cuantos se acerquen a él. Si es oportuno, él se
acercará a los fieles que estén de pie en su lugar, tomará la ceniza y la
dejará caer sobre la cabeza de cada uno sin decir nada.

La nota sobre la modificación del rito de Miércoles de Ceniza fue


firmada en la sede de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos el 12 de enero de 2021 por el cardenal
Robert Sarah, prefecto de dicha congregación desde 2014, así como por
el Arzobispo Secretario, monseñor Arthur Roche.

Significado simbólico de la Ceniza

La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por


el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte,
caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás
3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de
Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy
polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el
anterior al primer domingo de Cuaresma, realizamos el gesto simbólico
de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las
palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios
que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno
cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma
empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia
Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo-
para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones,


alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y
"Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19):
un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad,
nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de
vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.

¿Y la ceniza?

Los católicos debemos aclarar que la ceniza no es algo mágico que


borre algún pecado. Seguramente los ignorantes creen que si reciben la
cruz de ceniza han quedado limpiados y purificados. La cruz de ceniza
es un sacramental y vamos a colocar la definición según el Catecismo
de la Iglesia Católica:

1667…Estos son signos sagrados con los que, imitando de alguna


manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo
espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los
hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y
se santifican las diversas circunstancias de la vida" (SC 60; CIC can
1166; CO can 867)

1668 Han sido instituidos por la Iglesia en orden a la santificación de


ciertos ministerios eclesiales, de ciertos estados de vida, de
circunstancias muy variadas de la vida cristiana, así como del uso de
cosas útiles al hombre. Según las decisiones pastorales de los obispos
pueden también responder a las necesidades, a la cultura, y a la historia
propias del pueblo cristiano de una región o de una época. Comprenden
siempre una oración, con frecuencia acompañada de un signo
determinado, como la imposición de la mano, la señal de la cruz, la
aspersión con agua bendita (que recuerda el Bautismo).

1670 Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la


manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a
recibirla y disponen a cooperar con a ella.

De lo anterior entendemos que la cruz colocada es sólo un signo


exterior acompañado de una oración que nos preparan y disponen a
recibir la gracia que se nos concede en la Resurrección de Cristo. Por
eso no debemos angustiarnos por encontrar un texto bíblico donde
alguien esté colocando una cruz de ceniza a otra persona.

Otras citas que nos muestran el sentido de la ceniza de forma


penitencial son:

Yo volví mi rostro hacia el Señor Dios para obtener una respuesta,


con oraciones y súplicas, mediante el ayuno, el cilicio y las cenizas.
(Dan 9, 3)

Y todos los israelitas que habitaban en Jerusalén, hombres, mujeres


y niños, se postraron ante el Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y
extendieron sus sayales ante la presencia del Señor.(Jdt 4, 11)

Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza (Job 42,


6)
Sobre el significado de la ceniza traemos una explicación práctica[4]:
Prácticamente se le asocia al polvo, simbolizando a la vez el pecado
y la fragilidad humana. En el Antiguo Testamento también prevalece
esta idea. El pecador es ceniza (Cfr. Sab 15,10; Ez 28,18) Para simbolizar
esto, el pecador se sienta sobre la ceniza (Job 42,6; Jon 3,6; Mt 11,21) y
se cubre con ella la cabeza (Jdt 4,11-15; 9,1; Ez 27,30).

También ha sido empleada para significar la tristeza del hombre


abrumado por la desgracia (Cfr. 2Sam 13,19) y, sobre todo, del hombre
que se ve afligido por el luto y expresa así su nada (Cfr. Jer 6,26).

La ceniza finalmente nos recuerda que somos mortales, que fuimos


creados del polvo y a él volveremos (Gen 3, 19), por lo cual, debemos
aspirar a vivir la resurrección del Señor, como un signo de victoria
sobre el mal, el cual no tendría mejor señal para nosotros que la cruz de
Cristo (Col 2, 14-15)

Abraham mismo le dirá al Señor:

Replicó Abraham: "¡Mira que soy atrevido de interpelar a mi Señor,


yo que soy polvo y ceniza! (Gen 18, 27)
El protestante citado vuelve y arremete contra los católicos la decir lo
siguiente:

En un discurso de Juan Pablo II, se dice que la práctica del miércoles


de ceniza, está estrechamente relacionada con el “arrepentimiento” y la
“penitencia”. Desde luego, cuando hablamos de tales actos en relación
con la iglesia, nos encontramos con la sorpresa que ninguno de ellos
es descrito de tal forma en el Nuevo Testamento. Sí, el arrepentimiento
es una doctrina bíblica, pero la manera en que este es manifestado, es a
través de los frutos, de los hechos que el individuo manifiesta después
del arrepentimiento, y no por un acto subjetivo, como lo es la ceniza
sobre la frente en forma de cruz (Hechos 26:19, 20). Como la misma
palabra lo indica, el arrepentimiento es una acción del corazón y la
mente, de hecho, es un cambio de mente, donde la persona deja de
hacer su voluntad para hacer la voluntad de Dios (Mateo 21:28, 29). El
arrepentimiento se hace presente no por acciones subjetivas externas,
sino por oír la Palabra de Dios (Mateo 3:1; 4:17; Marcos 1:15; Hechos
2:37, 38). Así que, a la luz de la Biblia, el arrepentimiento y el poner
ceniza sobre la frente no tienen ninguna relación. ¡Mucho menos la
“penitencia”

El autor parte de un supuesto equivocado, y es afirmar que en la


Iglesia Católica el arrepentimiento se logra por la cruz de ceniza, lo cual
es falso ya que expusimos que los sacramentales no confieren gracia.
Esto solamente denota que el autor escribe de lo que no sabe.

Cómo vivir la Cuaresma

1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome


Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele
haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen
momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de
corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder
hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu
confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.

2. Luchando por cambiar


Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte
propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste.
Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil
cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un
escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto
dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser
realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

3. Haciendo sacrificios
La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa
"hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa
sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer
a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser
amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo.
A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la
vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor,
estamos haciendo sacrificio.

4. Haciendo oración
Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle
que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen
libro de meditación para Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes
relacionados con la Cuaresma.

Ayuno y Abstinencia en la Iglesia Católica

Es una doctrina tradicional de la espiritualidad Cristiana que es un


componente del arrepentimiento, de alejarse del pecado y volverse a
Dios, incluye alguna forma de penitencia, sin la cual al Cristiano le es
difícil permanecer en el camino angosto y ser salvado ( Jer 18:11, 25:5;
Ez 18:30, 33:11-15; Jl 2:12; Mt 3:2; Mt 4:17; He 2:38 ). Cristo mismo dijo
que sus discípulos ayunarían una vez que Él partiera ( Lc 5:35 ). La ley
general de la penitencia, por ello, es parte de la ley de Dios para el
hombre.

La Iglesia por su parte ha especificado ciertas formas de penitencia,


para asegurarse de que los católicos hagan algo, como lo requiere la
ley divina, y a la vez hacerle más fácil al católico cumplir la obligación.
El Código de Derecho Canónico de 1983 especifíca las obligaciones de
los católicos de Rito Latino (Los católicos de Rito Oriental tienen sus
propias prácticas penitenciales como se especifica en el Código
Canónico de las Iglesias Orientales).

Canon 1250 En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales


todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.

Canon 1251 Todos los viernes, a no ser que coincidan con una
solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne o de otro alimento
que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se
guardarán el Miercoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Canon 1252 La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido


catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que
hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los
pastores de almas y los padres de que también se formen en un
auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la
edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.

Canon 1253 La Conferencia Episcopal puede determinar con más


detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como
sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre
todo por obras de caridad y prácticas de piedad.

La Iglesia tiene por lo tanto, dos formas oficiales de prácticas


penitenciales - tres si se incluye el ayuno Eucarístico de una hora antes
de la Comunión.

Abstinencia: La ley de abstinencia exige a un Católico de 14 años de


edad y hasta su muerte, a abstenerse de comer carne los Viernes en
honor a la Pasión de Jesús el Viernes Santo. La carne es considerada
carne y órganos de mamíferos y aves de corral. También se encuentran
prohibidas las sopas y cremas de ellos. Peces de mar y de agua dulce,
anfibios, reptiles y mariscos son permitidos, así como productos
derivados de animales como margarina y gelatina sin sabor a carne.

Ayuno: La ley de ayuno requiere que el Católico desde los 18 hasta


los 59 años reduzca la cantidad de comida usual. La Iglesia define esto
como una comida más dos comidas pequeñas que sumadas no
sobrepasen la comida principal en cantidad. Este ayuno es obligatorio
el Miercoles de Ceniza y el Viernes Santo. El ayuno se rompe si se come
entre comidas o se toma algún líquido que es considerado comida
( batidos, pero no leche ). Bebidas alcoholicas no rompen el ayuno;
pero parecieran contrarias al espíritu de hacer penitencia.

Aquellos excluídos del ayuno y la abstinencia aparte de los ya


excluídos por su edad, aquellos que tienen problemas mentales, los
enfermos, los frágiles, mujeres en estado o que alimentan a los bebés
de acuerdo a la alimentación que necesitan para criar, obreros de
acuerdo a su necesidad, invitados a comidas que no pueden excusarse
sin ofender gravemente causando enemistad u otras situaciones
morales o imposibilidad física de mantener el ayuno.

Aparte de estos requisitos mínimos penitenciales, los católicos son


motivados a imponerse algunas penitencias personales así mismos en
ciertas oportunidades. Pueden ser modeladas basadas en la penitencia
y el ayuno. Una persona puede por ejemplo, aumentar el número de
días de la abstención. Algunas personas dejan completamente de
comer carne por motivos religiosos (en oposición de aquellos que lo
hacen por razones de salud u otros). Algunas órdenes religiosas nunca
comen carne. Igualmente, uno pudiera hacer más ayuno que el
requerido. La Iglesia primitiva practicaba el ayuno los Miércoles y
Sábados. Este ayuno podía ser igual a la ley de la Iglesia (una comida
más otras dos pequeñas) o aún más estricto, como pan y agua. Este
ayuno libremente escogido puede consistir en abstenerse de algo que a
uno le gusta- dulces, refrescos, cigarillo, ese cocktail antes de la cena
etc. Esto se le deja a cada individuo.

Antes que nada estamos obligados a cumplir con nuestras


obligaciones en la vida. Cualquier abstención que nos impida
seriamente llevar adelante nuestro trabajo como estudiantes,
empleados o parientes serían contrarias a la voluntad de Dios.

¿Por qué los católicos hacen ayuno y abstinencia en Cuaresma?

Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que


quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la
transformación espiritual que acerca el hombre a Dios.
El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en
la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el
desprendimiento de lo que se podría definir como "actitud
consumística".

Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las


características de Ia civilización occidental. El hombre, orientado hacia
los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La
civilización se mide entonces según Ia cantidad y Ia calidad de las
cosas que están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con
el metro adecuado al hombre.

Esta civilización de consumo suministra los bienes materiales no


solo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades
creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los sentidos, Ia
excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación de
sensaciones cada vez mayor.

El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo,


de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa
abstenerse de algo. El hombre es él mismo solo cuando logra decirse a
sí mismo: No.

No es Ia renuncia por Ia renuncia: sino para el mejor y más


equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores
superiores, para el dominio de sí mismo.

¿Cómo vivían los primeros cristianos la Cuaresma?


¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la Cuaresma? ¿Por qué 40 días?
¿Por qué la penitencia y el ayuno? ¿Por qué la imposición de la
ceniza?

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta


primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia
comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la
necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del
ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa
costumbre del ayuno Infra-pascual del viernes y sábado santos, como
preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de


preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la
realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma.
Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la
disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de


un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha
conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de


comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo
ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra
parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas
relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las
fiestas pascuales.
En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia,


habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos
de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo,
mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las
Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de
preparación pascual se circunscribía en Roma a tres semanas de ayuno
diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno pre-pascual de tres
semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV,
la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació


probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes
comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de
Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación,
que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como
este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de
Quadragesima o cuaresma.

Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban


tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana
existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.

Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes
celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas
eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo
el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un
formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.
¿Por qué la ceniza?

Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer


domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse como si formaran parte
del período penitencial, probablemente como medio de compensar los
domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza,


ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.

Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a


toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o
«Feria IV anerum».

El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma


irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmal no es una práctica
exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas
regiones de Occidente.

Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis


monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque
resulte difícil conocer sus características.

¿Por qué cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de


cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.
En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a
lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la
tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli¬ma de
ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares¬mal supone desde el
principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado
simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición


occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las
tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye,
pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor,
se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como


tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta
años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte


en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de
preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de
Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia
y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su
ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la
celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y
reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número


cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del
mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la
Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha
subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un
clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la


Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus
presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus
presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo.
Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se
consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza


hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es
día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la
abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la
abstinencia.

3 puntos importantes del mensaje del Papa para la Cuaresma 2021


En esta ocasión, el Papa Francisco nos invita a renovar nuestra fe,
saciar nuestra sed con la esperanza y recibir el amor de Dios.

El Papa Francisco publicó el pasado viernes 12 de febrero su


Mensaje para la Cuaresma 2021, en el que nos recuerda que este tiempo
litúrgico es tiempo de conversión, “renovando nuestra fe, saciando
nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibiendo con el
corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y
hermanas en Cristo.
Las virtudes teologales son el centro del mensaje del Santo Padre,
quien nos invita también a hacer vida las condiciones de conversión
propuestas por Jesús hace más de 2000 años: el ayuno, oración y
limosna.
Estos son los 3 puntos fundamentales del mensaje del Santo Padre
para la Cuaresma 2021:

1. La fe nos llama a acoger la Verdad y ser testigos


“En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se
manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra
de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación (…)
Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra
humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva
a la plenitud de la Vida”.

“La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios


en nuestra vida y permitirle ‘poner su morada’ en nosotros. Ayunar
significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la
saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de
consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a
nosotros pobre de todo, pero ‘lleno de gracia y de verdad’: el Hijo de
Dios Salvador”.

El ayuno –nos dice el Papa- vivido como experiencia de privación,


para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de
nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que,
a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento.

2. La esperanza como ‘agua viva’ que nos permite seguir nuestro


camino
“En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que
todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una
provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para
volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de
su Creación”.

“En la Cuaresma, estemos más atentos a decir palabras de aliento,


que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan, en lugar
de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian”.

Mensaje completo del Papa Francisco para la Cuaresma 2021

En el recogimiento y el silencio de la oración –agrega el Papa- se nos


da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos
y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse
en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la
ternura.

3. La caridad, la expresión más alta de nuestra fe y esperanza


“Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se
encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a
causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el
futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: ‘No temas,
que te he redimido’ (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una
palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un
hijo”.

“La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este


consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro
de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo
compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en
una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite
de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías; y con los panes
que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los
distribuyeran entre la gente”

Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la


damos con gozo y sencillez.

Por último, el Papa Francisco nos invita a vivir esta Cuaresma 2021
“como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros
bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y
personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el
soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón
misericordioso del Padre”.

También podría gustarte