Boletín de La Academia Nacional de La Historia #381
Boletín de La Academia Nacional de La Historia #381
Boletín de La Academia Nacional de La Historia #381
DE LA
ACADEMIA
NACIONAL
DE LA
HISTORIA
Nº 381
TOMO XCV
ENERO-MARZO
2014
Nº 381
COMISIÓN DE PUBLICACIONES
MANUEL DONÍS RÍOS
ELÍAS PINO ITURRIETA
PEDRO CUNILL GRAU
INÉS QUINTERO
GERMÁN CARRERA DAMAS
DEPÓSITO LEGAL
19123DF132
ISSN
0254-7325
ÍNDICE
PÁG. 7 PRESENTACIÓN
............................
PÁG. 9 DISCURSO DE INCORPORACIÓN
...........................................................
PÁG. 11 LA REPÚBLICA CUANDO QUISIMOS SER LIBERALES
DISCURSO DE INCORPORACIÓN COMO INDIVIDUO
DE NÚMERO EN LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
DRA. MARÍA ELENA PLAZA DE PALACIOS
PÁG. 65 ESTUDIOS
...................
PÁG. 67 LA (CONTRA) REVOLUCIÓN DE LAS REFORMAS
SIMÓN ALBERTO CONSALVI
PÁG. 107 VALORACIÓN DE LAS FUENTES DOCUMENTALES PARA EL ESTUDIO DEL REAL
COLEGIO SEMINARIO DE SAN BUENAVENTURA DE MÉRIDA
MARÍA SOBEIRA NIETO ARDILA
PÁG. 121 UNA VISIÓN DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA
EN LA OBRA DE JOSÉ DE OVIEDO Y BAÑOS
MARÍA SOLEDAD HERNÁNDEZ BENCID
Pocas publicaciones han alcanzado tan larga vida en Venezuela. Son cien años de
ininterrumpida labor, con cuatro ediciones trimestrales por año, exceptuando la bre-
ve interrupción de tres años (1916, 1917 y 1920) por causas ajenas a la Academia,
como fue la escasez de papel en los mercados internacionales a raíz de la I Guerra
Mundial. Entonces se publicó un solo número por año. En 1921 se regularizó su cir-
culación trimestral.
5
PRESENTACIÓN
Incluimos en este Boletín la última contribución que hiciera el Dr. Consalvi, quien en
vida fuera uno de los miembros de la corporación más activo en lo que a contribuciones
al Boletín se refiere. En esta ocasión su trabajo versa sobre la revolución de las reformas,
o como él la llama, la (contra) revolución de las reformas. Rescata la figura del presidente
Vargas, su actitud y la de algunos de sus ministros, en uno de los episodios más oscuros
de nuestro devenir republicano. Reflexiones interesantes se desprenden de este ensayo.
7
Publicamos en esta ocasión un texto curioso: “A propósito de Vestigios de la Atlán-
tida”. El proyecto de discurso de Incorporación del Dr. Rafael Requena, electo el 23 de
febrero de 1933 y nunca incorporado a esta Corporación. El trabajo está acompañado
de una presentación de Álvaro Gonzalo Requena y Jaime Requena, con la que el lec-
tor podrá situar al autor, su contexto y la peculiaridad del trabajo que proyectaba leer
en su incorporación.
El trabajo “Valoración de las fuentes documentales para el estudio del Real Cole-
gio Seminario de San Buenaventura de Mérida” es una investigación de María Sobeira
Nieto Ardila con arqueo de fuentes, y valoración de las mismas, trabaja documentos
útiles para la historia del Seminario que fue semilla de la Universidad de los Andes
(ULA). El arqueo no se limita a fuentes nacionales, sino que rastrea documentos en
archivos españoles y colombianos. Resulta muy útil para quienes decidan emprender
investigaciones sobre la ULA, el Seminario o los estudios coloniales en general.
SALUTACIÓN
Señor Director de la Academia Nacional de la Historia
Señores Individuos de Número y Socios Correspondientes de la Academia
Nacional de la Historia y demás Academias Nacionales
Honorable familia del General Héctor Bencomo Barrios
Autoridades Universitarias
Señores invitados especiales
Colegas miembros del personal docente y de investigación de las universidades nacionales
Señoras, señores.
AGRADECIMIENTOS
Es un honor para mí el haber sido electa como Individuo de Número por la Acade-
mia Nacional de la Historia, institución que respetamos y apreciamos todos aquellos
quienes, como yo, vivimos en el mundo de la investigación histórica.
11
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Entre otras actividades no castrenses que desarrolló durante su vida destacan las
siguientes: curador del Archivo del Libertador desde 2003; dictó un curso de paleo-
grafía bajo los auspicios de la Sociedad de Archiveros de Venezuela en 1980; profesor
de la Cátedra Bolivariana en el Instituto Universitario de la Policía Metropolitana
de Caracas entre los años 1987 y 1997; miembro de la Comisión Nacional para la
conmemoración del 190º aniversario de la Declaración de la Independencia de Vene-
zuela en 2001; y miembro de la Comisión Nacional para la conmemoración del 180º
aniversario de la Batalla de Carabobo en 2001.
Fue autor de una extensa obra de historia militar que privilegió la época de la Inde-
pendencia, tanto de Venezuela como de Hispanoamérica, y que pasaremos a mencio-
nar brevemente organizándola en los siguientes ejes temáticos:
12
Discurso De incorporación
6. Un eje en el cual incluiré un conjunto grande de obras diversas que por razones
de espacio no podemos detenernos en mencionar, tales como su producción de fol-
letos, compilaciones, estudios preliminares y prólogos, obras colectivas y en colabo-
ración, publicaciones en boletines, revistas y periódicos. En este grupo de su produc-
ción queremos hacer especial mención de sus publicaciones dedicadas a la divulgación
de la historia militar del país. En primer lugar, su columna titulada “El día histórico”
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
que apareció en el diario El Universal entre 1987 y 1989, en las cuales reseñaba distin-
tos acontecimientos militares de la historia nacional. En segundo lugar, no podemos
dejar de mencionar sus colaboraciones con el Diccionario de Historia de Venezuela
editado por la Fundación Polar, obra para la cual desarrolló un gran número de voces,
ciento noventa y cinco en total. En este extenso número se encuentran reseñas sobre
batallas y combates en la historia nacional, así como una buena cantidad de biografías
de importantes próceres de la Independencia venezolana y de militares del siglo XIX.
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DISERTACIÓN
INTRODUCCIÓN
Hoy, cuando me incorporo a este ilustre cuerpo, he escogido como tema de mi dis-
ertación el desarrollo de una de las inquietudes intelectuales que me ha acompañado
a lo largo de mi carrera académica: cómo fue la reflexión sobre lo público durante el
siglo XIX, desde que nos refundamos como Estado separado de la unión colombiana
en 1830 hasta que finaliza el siglo. La he titulado “La república cuando quisimos ser
liberales”.
En este intento de síntesis he partido de una de las tres acepciones del concepto de
República que se instalan en la reflexión política venezolana en 1830. Estas fueron las
siguientes: la república como forma de gobierno opuesta a la monarquía; la república
en tanto que espacio en donde transcurría la vida política de los ciudadanos vene-
zolanos; y la república como el producto de la reflexión en torno a la cosa pública
(Leal Curiel, C.; Guerrero, C.; Plaza, E. 2009, p. 1375). Dentro de este tercer y úl-
timo significado, quiero presentar una visión general de los polos intelectuales que
articularon la reflexión sobre la cosa pública a partir de la época que se abre en 1830.
La primera, liberal, se iría construyendo a medida de se organizaba el nuevo Estado
y florecía la deliberación política como resultado de la acción constante y persistente
de la opinión pública. La segunda, positivista, surgió en el ocaso del siglo y, a partir de
un balance pesimista, como diría don Augusto Mijares de la historia republicana del
país en su ensayo liberal, pasaría a plantearse una nueva forma de entender lo público.
15
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
La Constitución del Estado de Venezuela de 1830 esbozó las bases de la nueva repú-
blica en el Art. 6. Por primera vez en la historia constitucional del país, el gobierno
fue definido como “republicano, popular, representativo, responsable y alternativo”1.
Cada uno de esos términos debe ser ubicado en el lenguaje político del momento.
Republicano, porque se refería al abandono definitivo de la forma monárquica consi-
derada como una alternativa posible en distintos momentos, particularmente en los
años finales desde la crisis institucional de la unión colombiana profundizada por el
fracaso de la Convención de Ocaña. Popular, al entender el concepto de “pueblo”
como el conjunto de los ciudadanos de la república que gozan de derechos políticos,
es decir, una concepción de la ciudadanía cónsona con el pensamiento liberal de la
época2. Representativo, porque era la forma de gobierno en sintonía con aquellas ten-
dencias del pensamiento político ilustrado y liberal que sostenían que la democracia,
tal y como la conocían los antiguos, no era practicable en las sociedades comerciales
modernas. Responsable, porque se basaba en la existencia de ciudadanos con derechos,
1
Constitución del Estado de Venezuela de 1830, Título II, Art. 6°; en: Academia de Ciencias Políticas y
Sociales, 1983, Vol. 1, p. 1.
2
El artículo 13 precisa quiénes son los ciudadanos.
16
Discurso De incorporación
pero también con deberes; y, alternativo, con lo que se subrayaba el rechazo a fórmu-
las contrarias a la alternabilidad en el ejercicio del poder político, tales como la idea
de la presidencia vitalicia.
En 1840 Antonio Leocadio Guzmán, desde las filas del recién fundado Partido
Liberal, escribiría:
“ (…) Lo que antes había parecido a pocos un error, a pocos una temeridad, y a al-
gunos un bello ideal (…) vino a ser, por la enérgica ilustración y civismo del pueblo
venezolano, una realidad: la república, la patria, ya independiente, ya soberana,
por sus leyes y por los hechos. (…)” (Guzmán, Antonio Leocadio. “Programa”;
en: El Venezolano, N° 1, (24.08.1840). También: Presidencia de la Repú-
blica, 1961: Vol. 5, Tomo I, pp. 159-74).
17
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Se trató de una prolífica y rica reflexión política, hecha en libertad, a pesar de los
vaivenes del “proyecto liberal” y de las enormes limitaciones que se le han señalado
desde distintas posturas historiográficas. Comencemos por el primero de los polos
mencionados.
EL PENSAMIENTO LIBERAL
Entre 1830 y el fin del siglo hubo siete procesos constituyentes (1830, 1858,1863,
1881, 1882, 1893) y cuatro reformas constitucionales (1857, 1874, 1881, 1892). En
todos ellos se debatió en torno al Estado y su organización. Cumplieron diversas fun-
ciones políticas, además fundar o refundar el Estado, producir o reformar constitucio-
nes. Una amplia gama de estas funciones estuvo vinculada a las distintas necesidades
del personalismo político de los gobernantes del momento: cómo permanecer en el
18
Discurso De incorporación
Las dos refundaciones del Estado ocurrieron en 1830 y 1863. La primera como
resultado de la separación de la antigua Venezuela de la República de Colombia, orga-
nizándose el poder bajo la fórmula mixta o centro-federal y el gobierno representativo.
Se consideraba que el gobierno representativo era el único que podía aplicarse a todas
las naciones: una forma de gobierno en la cual los individuos preservaban sus derechos
y que, a su vez, “moderaba” la democracia “pura”, entendida esta última como la habían
practicado los antiguos. En fin, la mayor suma de poder se unía en el gobierno represen-
tativo a la mayor suma de libertad de los individuos (Yanes, Francisco Javier, 1839).
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
La segunda refundación del Estado, que, como dije, ocurrió en 1863, tuvo lugar
como consecuencia del fin de la Guerra Federal y el último régimen personalista del
General José Antonio Páez, organizándose el poder bajo la forma de la federación.
Entre 1870 y el final del siglo, época conocida como el “liberalismo amarillo”, el
Estado federal venezolano sufrirá tres reformas (1874, 1881, 1892). Ninguna de ellas
llevó a nuevas refundaciones, sino fueron, más bien, consecuencia del voluntarismo
personalista de los presidentes del turno, todos ellos provenientes de la generación de
caudillos y miembros del Partido Liberal que apostaron al triunfo de la “Federación”.
20
Discurso De incorporación
2. El segundo grupo de temas está constituido por la reflexión sobre quién y cómo se
debe gobernar, presente desde el nacimiento de la república en 1830, cuando el Gen-
eral José Antonio Páez le anunció al congreso constituyente su decisión de someterse
“(…) con la más respetuosa obediencia a las decisiones de la ley” (Páez, 1830, 35). Sin
embargo, sería ingenuo pensar que lo que fue una decisión propia del voluntarismo
institucionalizador del General en esa época de su vida pública, fuese a convertirse en
la norma de conducta de los gobernantes venezolanos de la época. Ya en 1835 se en-
frentaron, por primera vez, dos visiones en conflicto respecto a quién debía gobernar.
Por una parte, el agonizante republicanismo antiguo sostenido por algunos secto-
res militares y, por la otra, el liberalismo sostenido por los civiles. Ambas posturas se
concretaron en las candidaturas presidenciales del General Santiago Mariño y del Dr.
José María Vargas, y el General Carlos Soublette respectivamente.
La primera describía al General Mariño como “el hombre que nació republicano”3
y exaltaba las virtudes del prócer: sus servicios a la causa de la Independencia, el haber
sido uno de los fundadores de la patria, su desprendimiento personal, su generosidad
y carácter eminentemente popular. Mariño era un hombre amado por sus compañeros
de armas, “que le aman tanto, como odian al general Soublette” (“Segunda Presiden-
cia de Venezuela”; en: El Republicano, N° 6, Caracas, 1834. Citado por Gabaldón,
117). Estas cualidades lo hacían el candidato necesario y apto para gobernar el país.
“No son las leyes las que consolidan los gobiernos”, dirán, “sino los hombres de ascen-
dencia y prestigio, que haciendo respetar las nuevas formas gubernativas aseguran la
marcha política de las sociedades (...)” (Ídem.) .
21
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
José Antonio Páez, en un gesto político que lo honra, entregó el poder al candidato
triunfante, que era de la oposición. Con ello garantizó el cambio político en paz y
puso en práctica el principio de la alternabilidad en el ejercicio del poder por primera
vez en la historia del país.
3. Una tercera línea de reflexión, muy amplia, tiene que ver con la economía del
país y, como parte importante de esta, las necesidades de la república. Esta reflexión
tocó temas tales como:
r-BJNQPSUBODJBEFGPNFOUBSFMBNPSBMUSBCBKPZMBSFEVDDJÓOEFMPTEÎBTGFTUJWPT
con el fin de promover la industriosidad de los trabajadores venezolanos aplicados al
campo.
rFMGPNFOUPBMBJONJHSBDJÓO
RVFQFSNJUJFSBUSBFSBMQBÎTIPNCSFTMBCPSJPTPTRVFQSP-
porcionaran los brazos necesarios para sacar la economía nacional del estado de pos-
tración en que se encontraba.
r-BDPOTUSVDDJÓOEFDBNJOPT
RVFFSBOQFSDJCJEPTDPNPVOBEFMBTWÎBTNÃTJNQPSUBO-
tes para alcanzar el progreso.
r&MiMJCFSBMJTNPBHSBSJPuFYQSFTBEPFOFMBQPZPBMBBHSJDVMUVSB
EBEPRVFMBFDPOPNÎB
del país se fundamentaba más en esa actividad que en el comercio.
r&MQSPZFDUPEFDSFBDJÓOEFVO*OTUJUVUPEF$SÊEJUP5FSSJUPSJBMDPNPJOTUJUVDJÓOEFT-
tinada a estimular la agricultura.
r&MMJCFSBMJTNPDPNPQSPCMFNBFOWJTJÓODPNQBSBEBFOUSF&VSPQBZ"NÊSJDB
r-BBVTFODJBEFDPNVOJDBDJPOFTFOFMUFSSJUPSJPEFMBSFQÙCMJDBRVFGBDJMJUBSBOFMJOUFS-
cambio económico y la circulación de los bienes.
22
Discurso De incorporación
r&MQSPCMFNBEFMBBVTFODJBEFJONJHSBOUFTRVFDPNQMFUBSBOMBTOFDFTJEBEFTEFNBOP
de obra.
r-BFYJTUFODJBEFHSBOEFTFYUFOTJPOFTEFUJFSSBTPDJPTBTZiDBNQPTJODVMUPTu
r-PTMÎNJUFTEFMDSFDJNJFOUPFDPOÓNJDPEFMQBÎT
En dos lúcidos textos, el primero titulado Paz, libertad y progreso escrito en 1844, y
el segundo titulado Venezuela desde 1836 hasta 1847 publicado ese último año, Juan
Vicente González se preguntaba si las instituciones venezolanas que existían ya finali-
zando la década de los años cuarenta respondían cabalmente a las creadas en 1830,
si eran fuertes y si habían sido útiles a la República. También se preguntaba por qué
se había dividido el liberalismo venezolano, enfatizando que había sido la economía
lo que los había separado. Concluía que Venezuela se había dado en 1830 el más
importante tratado de paz de la República, un pacto que consagraba las más bellas
ideas del pensamiento moderno en un país pobre en riquezas y habitantes: división
de poderes, independencia de los empleados, mejora progresiva de las leyes, libertad
individual, libertad de industria y libertad de imprenta; pero tenía que reconocer que
nuestras instituciones eran débiles, y esa debilidad había quedado al descubierto en
1835; paradójicamente, había sido el pueblo, con todas sus limitaciones, el que había
salvado con sus fuerzas, a las jóvenes instituciones de la República.
23
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Un año más tarde, en 1845, Felipe Larrazábal, prominente miembro del Partido
Liberal, ofrecía un lúcido texto titulado Ojeada histórico-política sobre Venezuela en
los catorce años de su administración constitucional (Larrazábal, 22.02.1845). Ese
mismo año, Francisco Machado, también liberal, publicaba un texto titulado Pensa-
mientos Políticos (Machado, 1845). Para ambos, junto con la gran mayoría de los
políticos identificados con el Partido Liberal, los problemas no se hallaban en las in-
stituciones que se había dado la República en 1830, sino en la forma de ejercer el
poder por parte de los políticos que habían gobernado la nación, a quienes llamaron
“oligarquía”. Ellos habían sido los fundadores de la patria, los que habían conseguido
su independencia y los que le habían dado sus mejores instituciones; pero, si bien
habían sido los fundadores de la República, si bien habían gobernado con el concurso
de los mejores, si bien habían sido nuestra aristocracia, en la acepción clásica de la
palabra, con el paso del tiempo habían degenerado en una oligarquía. ¿Por qué no le
cedían el paso a las nuevas generaciones de venezolanos interesados en la cosa públi-
ca? ¿ Es que, acaso, no tenían suficiente con los grandes bienes que le habían deparado
a la nación, nada más y nada menos que su independencia de la monarquía española y
sus instituciones republicanas?
Durante la década de los años treinta y cuarenta, la reflexión política venezolana so-
bre la república veía en las nuevas instituciones y las leyes la concreción del orden. El or-
den público era entendido como la obediencia a las leyes, el respeto a las personas y a la
propiedad, bases sin las cuales no podía concebirse la existencia de un Estado moderno.
A medida que se instalaban los gobiernos personalistas de José Tadeo y José Grego-
rio Monagas, la reflexión sobre el orden público se orientó hacia los riesgos que para
24
Discurso De incorporación
Durante las décadas de los setenta, ochenta y noventa, la visión del orden público
incluye al pacto caudillista y su formalización en las reformas constitucionales como
condición sine qua non del orden.
Dos años más tarde, en 1846, Juan Vicente González describía al partido que hoy
en día la historiografía llama “conservador” en los siguientes términos:
“ Para ilustrar a las masas, para desvirtuar el efecto de las opiniones divulgadas por
la demagogia, (…) es indispensable que todos los hombres identificados por su amor
al orden y la elección de los medios para conservarlo, constituyan un partido grande
y poderoso que pueda luchar con la desmoralización de los ambiciosos, imponerles y
asegurar la paz y el orden público, bases necesarias para el progreso de la sociedad.”
(González, Juan Vicente. (16.11.1846).
25
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
adolecer del mismo mal que consumió a la de Atenas y a las repúblicas italianas: el
personalismo y la demagogia, que conducirían indefectiblemente a su corrupción.
(González, Juan Vicente, 05.07.1847).
El Partido Liberal, por su parte, comienza a fragmentarse a partir del fin de la déca-
da de los años cuarenta, entre un pensamiento vinculado a los años fundacionales del
partido y uno más radical o exaltado que predicará la difusión del “evangelio liberal”.
A partir de los sucesos ocurridos el 24 de enero de 1848, la reflexión política del Par-
tido Liberal se prestará a la justificación del régimen personalista del General José
Tadeo Monagas, convirtiéndose en la base de apoyo del gobierno.
La desaparición del bipartidismo durante las tres últimas décadas del siglo arrojó
como consecuencia el empobrecimiento del debate político-partidista en la Venezu-
ela “liberal amarilla”.
5. Por último, la quinta línea de reflexión tiene que hacer con los peligros que en-
frentaba la república.
Se trata de una reflexión particularmente importante, aún desde las primeras déca-
das a partir de 1830. En ese entonces se ventilaron temas tales como los efectos del
personalismo político, la tentación de acceder al poder por vías que estaban al margen
de la constitución y las leyes, y la política como resultado de las pasiones y el resen-
timiento.
26
Discurso De incorporación
Respecto a los golpes de estado dados siempre por facciones del ejército perman-
ente, el primero ocurre, tal y como vimos, en 1835. El segundo tuvo lugar en el mes de
marzo de 1858, cuando un sector del ejército permanente con apoyo político de los
partidos del momento, conservadores y liberales, desalojó del poder al recién reelecto
general José Tadeo Monagas. El tercero tuvo lugar en el mes de agosto de 1861. Ese
día, el batallón Convención del ejército permanente, encabezado por el coronel José
Echezuría, proclamó la “dictadura” del General José Antonio Páez.
Ya desde 1835 se señalaba el peligro que los golpes de estado suponían para la re-
pública, siendo tal vez el más lúcido texto al respecto el que escribiera Francisco Javier
Yanes (hijo) ese mismo año. Yanes reflexionaba amargamente sobre las consecuencias
que acarrearía el golpe de estado de 1835 en la república:
“ (…) ningún país del mundo ha pagado con más profusión los servicios que se le
han hecho como el nuestro; pero la corrupción, la disipación, han dejado a muchos
de ellos (se refiere a los golpistas, E.P.) en una situación de [la] que ahora no en-
cuentran otro modo de libertarse que haciendo revoluciones a costa del propietario
honrado y pacífico. Las ideas de Bolívar no son más que el pretexto: la comodidad
de vivir (…) el verdadero móvil. (…)” (Yanes, 1835: 25).
Y continuaba:
“El descrédito internacional en que va a caer Venezuela (…) es un mal tan evidente
como fatal por sus resultados. Nosotros gozábamos ya de una reputación honrosa
(…) era un cuadro verdaderamente halagüeño para todos (…) Yo no abandonaré
mi patria, dirá con razón un extranjero, para transportar mi capital a un país
en que de un día para otro las personas y propiedades se encuentran a merced de
una facción; en que los soldados pagados y mantenidos por el pueblo para que sean
custodios de su seguridad, conviertan las armas que él puso en sus manos en ins-
trumentos de opresión (…) y en que los mismos agentes del gobierno, burlando sus
juramentos, (…) conspiran contra su propia existencia. Yo me guardaré bien de
habitar una tierra en que a cada momento se invoca el derecho sagrado de la insu-
rrección, y en que la impunidad de todo crimen se ha erigido en sistema.” (Yanes,
1835:44).
Los peligros que albergaba la idea de la política como producto del fanatismo son
señalados por Cecilio Acosta en un texto escrito en 1847. ¿A qué pasiones no ha dado
margen, se pregunta, la mala inteligencia del vocablo pueblo? ¿Cuánto no abusan del
“pueblo” quienes aspiran a imponer su proyecto político a costa de la destrucción de las in-
stituciones? Para Acosta, el pueblo era el conjunto de los ciudadanos de una república,
27
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
pero las facciones políticas se apropiaban indebidamente del “pueblo” al presentar sus
acciones y aspiraciones como el resultado de la voluntad popular, cuando en realidad
de lo que se trataba era de una parcialidad. (Acosta, 8.01. 1847).
EL PENSAMIENTO POSITIVISTA
Dentro de lo que fue el mapa intelectual del pensamiento positivista venezolano del
siglo XIX, la reflexión sobre la república nos lleva a considerar la teoría del caudillismo,
concebida y formulada en las últimas décadas del siglo XIX, y luego como forma de le-
gitimación de regímenes personalistas en los primeros treinta y cinco años del siglo XX.
28
Discurso De incorporación
En las últimas tres décadas del siglo XIX se instala en Venezuela una “república”
de caudillos. Es el triunfo del voluntarismo personalista, expresado en la instrumen-
talización de la constitución y las leyes con miras a lograr el consenso necesario para
gobernar. Se trata de una “república” muy peculiar: las constituciones cumplían con
la función de formalizar el caudillismo, incluyéndose allí las manipulaciones de las
divisiones político-territoriales y el voluntarismo de los presidentes, con lo cual el de-
recho, en general, estaba al servicio de la política. Fue una época en la cual se dio el fin
del bipartidismo, del debate entre partidos y la instalación de la hegemonía del Partido
Liberal. Será esta “realidad”, esta peculiar forma de “república”, con sus características
y supuestas causas, la fuente de inspiración de una nueva generación de intelectuales
que, bajo la influencia de corrientes de pensamiento provenientes del evolucionismo
social europeo, el positivismo histórico y el pensamiento político bolivariano, harán
un balance del siglo que estaba por finalizar, en sus logros y desaciertos, lo que los
llevaría a formular una nueva forma de entender la república.
Como es bien sabido, la teoría de la evolución fue formulada por primera vez por
los antiguos, como parte de su reflexión dentro de lo que llamaron “filosofía natural”.
En efecto, la voz latina “evolutio” significaba el acto de desenvolver algo. En la filoso-
fía natural significó el acto de apertura o desenvolvimiento de las partes de algo que
existía ya en forma compacta, es decir, el acto de expansión de partes pre-existentes,
lo que implicaba que las especies habían aparecido en la naturaleza desde el comien-
zo con todas y cada una de las partes que las formaban. Este sentido del concepto de
evolución fue común hasta el siglo XVIII y recibió el nombre de “pre-formación”. A
partir de este siglo el concepto se resemantiza y pasa a convertirse en la explicación de
un proceso que implicaba la creación de nuevas partes o entidades. Durante el siglo
XIX muchos científicos pensaron que cualquier ser vivo o especie sujeto a la evolución
necesariamente tenía que atravesar un proceso de complejidad creciente y de creación
de nuevas partes en su adaptación al medio ambiente. A esta nueva concepción se le
llamó “transmutación”, “epigénesis” o “transformismo”. (Bowler, 1975).
4
En este punto sigo de cerca mi obra La tragedia de una amarga convicción, historia y política en Laureano Vallenilla
Lanz (1870-11936), citada en la bibliografía.
29
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
La resemantización del concepto, unida a los hallazgos realizados tanto por la vía
del darwinismo social como por vía del organicismo social, permiten su aplicación
en muy diversas teorías de análisis sociológico. De allí saltará a la historia. La evolu-
ción será, entonces, un proceso de complejidad creciente, en la adaptación al medio
ambiente, que permite analizar el presente, conocer el pasado y predecir el futuro,
tanto en los seres vivos como en las sociedades que, para algunos, serán “organismos
sociales”. Es la transmutación por medio de la adaptación.
Proponer que la sociedad era análoga a los organismos vivos permitía asumir un
piso común con la biología y, por lo tanto, adoptar conceptos, categorías y métodos
provenientes de las ciencias naturales para el análisis de las sociedades y su historia.
Implicaba también la visión de la sociedad como un “hecho natural” y no como un
“artefacto”, tal cual la visualizaba el liberalismo. Los sociólogos e historiadores organi-
cistas no compartían el contractualismo ni ninguna de las consecuencias constitucio-
nales y legislativas que se derivaban de él.
Esta visión del concepto de evolución y su confusión con una poco ajustada inter-
pretación del darwinismo conformaron lo que se conoce como evolucionismo social
en diversos contextos intelectuales europeos durante la segunda mitad del siglo XIX,
concepción que fue particularmente importante en el pensamiento positivista vene-
zolano. Era una corriente de pensamiento eminentemente ecléctica, muy heterogénea
en cuanto a sus fuentes intelectuales, y que terminó siendo derrotada en el debate
académico de las nacientes ciencias sociales en Europa.
Hacia finales del siglo XIX, el método crítico apoyado en las técnicas de investiga-
ción documental adelantadas en Francia por Charles Langlois y Charles Seignobos se
30
Discurso De incorporación
31
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Para la teoría del caudillismo las sociedades, en sus lentos y complejos procesos de
evolución, generan de forma “natural” sus propias formas de organización política,
que poco tienen que ver con el constitucionalismo liberal. Es lo que Vallenilla Lanz
llamó “constitución orgánica” o “constitución efectiva”, expresiones que utilizaba in-
distintamente para oponerlas al constitucionalismo liberal.
Siendo esto así, las necesidades de la república se reducen, para la teoría del caudi-
llismo, a la consecución de aquellas condiciones que hacen posible el progreso: paz y
orden en todas sus manifestaciones: social, político, económico; educación, e inmi-
gración. Esto último favorecería un mestizaje que permitiría transmitir a las nuevas
generaciones hábitos y costumbres propias de sociedades industriosas y civilizadas.
32
Discurso De incorporación
Así, pues, en sus reflexiones sobre la historia de la república, los positivistas “com-
probaban” que el caudillo había sido en Venezuela e Hispanoamérica una necesidad
social; era la inevitable conclusión política producto de la “observación científica y
objetiva” del medio social venezolano y su historia. Era un razonamiento que ig-
noraba la revolución epistemológica kantiana. Es por ello que en su texto titulado
“Cesarismo democrático y Cesarismo Teocrático”, en respuesta a las críticas escritas por
Eduardo Santos desde el diario El Tiempo en Colombia, Vallenilla diría lo siguiente:
“Yo no concibo al bacteriólogo que odie a unos microbios y sienta amor por otros….
Hay que estudiarlos, analizarlos, seguirlos en su evolución, sin otra pasión, sin otro
interés que los de extraer de la observación toda la utilidad posible en bien de la
humanidad; y es también ésta la misión del historiador y del sociólogo” (Vallenilla
Lanz, 1920, Ed. 1991, p. 164).
Llegados a las conclusiones, recapitulemos las dos falacias a las que hemos hecho
mención:
2. ¿Era la barbarie caudillista la única alternativa política posible en lugar del orden
liberal, que postulaba una forma ideal de gobierno en una sociedad atrasada?
Como decía al inicio de este ensayo, la visión que presenta la disolución de la unión
colombiana y el nacimiento de la república como el resultado de un acto de traición
a los ideales bolivarianos y, por tanto a la república, parte de una visión sentimental y
no política de ese proceso. Se trata de una visión que desemboca en una manipulación
maniquea de los hechos que tuvieron lugar al interpretarlos a partir de categorías que, o
son sentimentales o se basan en valoraciones “buenas” o “malas” del acontecer político
que allí tuvo lugar. Ni lo uno ni lo otro debe formar parte del análisis político que debe
llevar a cabo si que aspira a hacer una historia política de ese episodio.
También como decía al inicio, lo que verdaderamente ocurrió en 1830 fue la de-
rrota política del Libertador Simón Bolívar frente al liberalismo, que así se consolidó
como corriente hegemónica del pensamiento político, tanto en Venezuela como en
la recién fundada República de la Nueva Granada. Es evidente que no resulta fácil
33
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Para la “teoría del caudillismo” son las sociedades, en sus lentos procesos de evolu-
ción, las que generan sus propias formas de organización política. Siendo la sociedad
venezolana una que –según la óptica de ese positivismo evolutivo- se encontraba aún
en una etapa evolutiva cercana a la barbarie, el caudillismo bárbaro era la forma de or-
ganización política que “naturalmente” se correspondía con ese estadio de evolución,
y no la teoría moderna de la representación política. Para el positivismo, si se conoce
“científicamente” una determinada realidad social y unas supuestas tendencias histó-
ricas se puede, a partir de ellas, postular un fin al cual esas tendencias “fatalmente” se
dirigen. Si en “nuestra América” las instituciones y costumbres propias de la demo-
cracia liberal son débiles y de precaria existencia, ello se debe a que tales instituciones
y costumbres nos serían “ajenas”, en tanto que propias de sociedades de evolución
histórica distinta de la nuestra, aquéllas en cuyo seno surgieron: los países de Europa
occidental y los Estados Unidos. Por ende, el intento de “imponerlas” entre nosotros
no pasaría de ser un ejercicio de voluntad política, vano e ímprobo, fatalmente desti-
nado al fracaso, de injertar artificialmente instituciones “foráneas” en el tronco de una
herencia social y cultural con la cual serían incompatibles (Palacios, 1998).
34
Discurso De incorporación
Pero resulta cuando menos irónico postular una concepción “autóctona” de nues-
tras formas políticas cuando esta concepción se construye a partir de conceptos y ca-
tegorías que también han sido importados del pensamiento europeo a una reflexión
que aspira a ser local. Al ignorar, entre otros importantes avances en el pensamiento
político y filosófico, la revolución epistemológica kantiana, y al no distinguir entre el
ser y el deber ser, la teoría del caudillismo descansa en la ingenua presunción de que es
posible alcanzar la constatación inmediata del ser. Más aún, ya en aquél tiempo, cuan-
do esa peculiar visión de la historia y de la sociedad fue elaborada y presentada ante las
sociedades hispanoamericanas, debería haber sido suficientemente obvio – y hoy lo es
aún mucho más- que los principios y criterios ético-políticos no dependen fatalmente
del devenir histórico. Las premisas del razonamiento son insuficientes, porque entre
ellas no se incluye el valor de la libertad –colectiva, individual- y de la democracia
como un bien en sí mismo, como objetivo a ser perseguido arduamente y conseguido
por toda la comunidad (Palacios, Op. Cit.).
35
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
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39
CONTESTACIÓN DE LA ACADÉMICA
DOÑA MARÍA ELENA GONZÁLEZ DELUCA
Como acabamos de escuchar en el discurso de Elena, esta es una de las falacias his-
toriográficas que han servido para construir una visión dominante y distorsionada de
ese período de la historia venezolana. La otra falacia, y yo diría que no son sólo dos, es
la que señala a la república del 30 como el producto de una traición, de una conjura
que reúne en un acto deleznable de deslealtad, a los enemigos de Bolívar.
Esta deformación de la historia, sobre todo la que resalta esta última falacia, la
traición, redobla en nuestros días su empeño en imponerse como “la verdad” repetida
como cantilena en textos escolares, discursos y propaganda. La muletilla de la traición,
con su efecto manipulador que busca equiparar el disenso con los peores desvalores
personales, no es una equivocada pero inocente interpretación de la historia, sino una
perversa argucia para desalentar las ideas, que son siempre manifestaciones de la di-
versidad, de las divergencias, del debate entre los opuestos. Por eso no tiene sentido la
expresión “idea única” que no es otra cosa sino la negación de la idea, porque aunque
gramaticalmente “la idea” sea singular, su esencia es siempre plural.
41
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Y es precisamente esa pluralidad, ese debate de ideas lo que está presente desde el
nacimiento de la república, tanto en 1811, como en 1819 y 1830. La batuta en esos
acontecimientos no la llevó ningún caudillo bárbaro, ninguna montonera en armas,
sino los ciudadanos civiles que estrenaban su nueva condición como representantes a
las convenciones constituyentes, sin ensayo previo, debatiendo sus ideas, dirimiendo
sus diferencias libremente con la palabra, para llegar a un consenso que pasó a ser san-
cionado en la ley constitucional.
Para su discurso de incorporación Elena escogió como tema la reflexión sobre los
asuntos públicos que desde 1830 hasta el siguiente siglo moldeó tanto el debate como
las instituciones, a través de la prensa, los discursos, la diatriba. Esa reflexión discurre
desde dos perspectivas de análisis: una la del pensamiento liberal que domina buena
parte del siglo xix, la otra es la visión positivista predominante desde el final del siglo.
Ésta tuvo como resultado fundamental la teoría del caudillismo en la completa y tras-
cendente formulación de Laureano Vallenilla Lanz, el tema central de la tesis doctoral
de Elena Plaza, en 1994. Esas dos visiones forman dos polos intelectuales. Aunque
sería adecuado precisar que dado que corresponden a tiempos distintos no tuvieron
efectos polarizadores sobre la política.
El rico pensamiento político del siglo XIX, que Elena reconoce en los principales
temas de la época, pone de manifiesto la importancia del debate de las ideas sobre
las formas de organizar el Estado, y sobre otros temas relacionados con el ejercicio
del poder. Debates siempre mediatizados, o tal vez debiera decir moldeados por las
exigencias de una realidad a la que el atuendo liberal no le acomodaba plenamente.
Los temas revelan la constante tensión entre unas ideas abanderadas por una elite de
42
Discurso De incorporación
Francisco Javier Yanes en sus Epístolas Catilinarias con aguda visión desnudó las
miserias de la llamada “revolución de las reformas”, que fue la primera manifestación
del peligro para las formas republicanas de quienes añoraban las garantías del gobier-
no autoritario. La primera “revolución” lanzada en Venezuela de las tantas que hasta
nuestros días se hacen para salvar al país.
El 8 de julio de 1835, los que se decían sus seguidores del rango militar, protegidos
por la invocación de las ideas de Bolívar, se lanzaron contra la república a la recon-
quista de sus privilegios, unidos a quien en su momento conspirara contra Bolívar y
atentara contra su vida. El general Pedro Briceño Méndez, sobrino, secretario y alba-
cea del Libertador, el General Diego Ibarra, edecán y favorito de Bolívar, convertidos
en “revolucionarios” al lado de Carujo ¿Qué buscaban? Buscaban la “revolución”, que
es según la lúcida observación de Yanes …”el modo de vivir más conocido en nuestro
país”… 1. Ya entonces.
1
Pensamiento Politico Venzolano del siglo XIX. Caracas, 1983, vol. 12, p. 25.
43
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Estos son los intereses que defiende la Revolución, pese a que el “Manifiesto de
los Reformistas de Venezuela”, presumiblemente escrito en 1836 desde el exilio en
Curazao, es un compendio de exaltación de los principios y virtudes republicanas,
supuestamente mancillados por el gobierno de José María Vargas y las insidias del
general José Antonio Páez.
Las “Epístolas” de Francisco Javier Yanes, son parte del debate de las ideas que forma
la respuesta ciudadana a la “Revolución de las Reformas”. Bajo la forma de cartas a un
amigo y con el pretexto de expresar sus opiniones sobre la rebelión del 8 de julio, van
apareciendo los temas centrales de las ideas políticas venezolanas: las formas de organi-
zación del Estado, el personalismo, el federalismo vs. centralismo, la revolución.
Nuevamente esto reafirma que la lucha armada no fue en el siglo xix protagonista
absoluta de la política. No hubo ningún movimiento armado de cierta significación
que no estuviera acompañado de un debate que casi siempre discurre sobre la historia
como sustento de las ideas. La reflexión sobre las formas del Estado se apoya en los
ejemplos de la Europa moderna o de las formas de la política en la antigüedad, o del
contraste con las experiencias de Estados Unidos, o de algún país de la región. El cons-
tante debate sobre el federalismo tiene como referente a Estados Unidos, casi siempre
como ejemplo de las bondades de ese sistema, entendido como descentralización o
como una forma de limitar o restringir las facultades del poder central en favor de las
provincias o estados.
Pedro Gual es uno de los pocos políticos que entendió el federalismo norteame-
ricano y sus diferencias con el venezolano e hispanoamericano. En la Convención de
Valencia, en 1858, Gual señalaba correctamente dos cosas: que el éxito de Estados Uni-
dos, poco tiene que ver con el federalismo y que el federalismo de Estados Unidos es
un pacto de unión, un débil mecanismo centralizador que buscaba crear un poder fe-
deral, es decir central, para corregir la fragilidad de la estructura confederada, heredera
directa de la autonomía de las 13 colonias. En tanto que en Venezuela, y en el resto de
Hispanoamérica, el federalismo era una forma política que intentaba limitar el poder
central, el poder nacional heredero de la tradición centralista del régimen español.
El debate del siglo XIX sobre el federalismo todavía tiende a subvaluarse, al citar
a Antonio Leocadio Guzmán, quien supuestamente le habría quitado importancia al
federalismo como ideal de la Guerra Federal, diciendo que había sido sólo una ban-
dera adoptada para diferenciarse del enemigo. Sin embargo, el binomio federalismo-
centralismo es uno de los temas centrales y relevantes de la historia política venezolana
y de la historia de las ideas desde los inicios de la República.
44
Discurso De incorporación
Elena Plaza tituló su discurso: La República cuando quisimos ser liberales, que indi-
caría el ideal no alcanzado, quisimos y no pudimos, que también podría ser quisimos
y escribimos. Porque si bien no pudo constituirse un estado liberal en forma, han
quedado los textos de esa experiencia que forman la historia de las ideas políticas ve-
nezolanas, en busca de un autor/a.
45
HOMENAJE A DON BLAS BRUNI CELLI
BLAS BRUNI CELLI*
SIMÓN ALBERTO CONSALVI**
No puede decirse que Blas duró poco porque murió a los 87 años, pero mu-
rió en la plenitud de sus facultades, con la ambición de crear, imaginar, hacer,
enseñar, escribir, que dominó su vida desde la adolescencia. Y si se mide su vida
con lo que hizo y quería hacer no cabe duda de que fue breve, y como escribió
Montejo, se apagó con un soplo.
No imagino cuánto tiempo pasará para que los venezolanos sepamos quién
fue Blas Bruni Celli y para que podamos medir o comprender las dimensiones
de su obra. No es simple verla en su conjunto por lo diversa, vasta y compleja.
Baste decir, por ejemplo, que en 200 años de artes y letras en nuestro país, uno
solo de sus libros marcó un hito excepcional. No creo que una obra como Vene-
zuela en 5 siglos de imprenta tenga antecedentes en nuestra historia. Es como un
fantástico autorretrato de su sabiduría, de su capacidad de investigador, de su
voluntad de piedra, donde también concurren su dominio de las técnicas más
contemporáneas de diseño porque él mismo asumía ese papel que consideraba
complementario. Era como un artesano medieval con los instrumentos más so-
49
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Editor y analista de las Obras completas de José Vargas, científico, primer pre-
sidente civil de Venezuela, pero sobre todo un hombre de pensamiento e ilus-
tración, adelantado de su tiempo e incompatible con los sargentos que lo derro-
caron en 1835. También fue Blas el editor y comentarista de las Obras Completas
del sabio alemán Adolfo Ernst, profesor de la UCV, y fundador de la escuela
positivista. De la vasta obra del doctor Bruni Celli es preciso consignar la gran
investigación que dejó inédita, en proceso editorial, Relaciones de méritos y servi-
cios. Servidores de España en Venezuela.
Un buen día, Blas dio con los papeles extraviados de un fraile travieso e ima-
ginativo llamado Juan Antonio Navarrete, nacido en una hacienda de Guama,
Yaracuy, en 1749. Quiso el fraile que sus papeles fueran quemados y su nombre
borrado. “El destino pareció obedecerle, escribió el ensayista José Balza, porque desde
entonces el silencio cubrió la obra y la erudición excepcional de fray Juan Antonio”. Y
añadió: “Felizmente después de una admirable investigación y transcripción, Blas Bruni
Celli nos entregó en las publicaciones de la Academia de la Historia (1993) una edición
monumental”.
Quizás el testimonio de Balza sea pertinente para trazar un breve perfil del
fraile rescatado por Blas, porque lo ha estudiado a fondo y, sin duda, lo admira
sin reservas. “El Arca de letras y teatro universal de Juan Antonio Navarrete es,
sencillamente, alucinante. [...] Dentro del Arca, el «Libro único» quiere ser un diario,
50
Homenaje a Don Blas Bruni Celli
una historia, un recuento; fija sucesos y noticias, observa la vida de los vecinos, pero tam-
bién posee esos momentos en que un detalle de la realidad, transfigurado por la escritura
(o la fantasía) se convierte en cuento. El padre Navarrete podría ser un puro precursor del
cuento venezolano”.
Para indagar y conocer, el historiador visitó las grandes bibliotecas del mun-
do y consultó a todos aquellos que lo podían orientar a través de los 5 siglos en
busca de referencias venezolanas. Fue como un gran viaje en el tiempo, un re-
encuentro con épocas y personajes. Lo llamó “espejismo”, dadas sus dificultades,
pero coronó la aventura.
“Dura menos un hombre que una vela”, es cierto, pero concluyamos también con
el poeta: “Y, sin embargo, cuando parte / siempre deja la tierra más clara”.
51
BLAS BRUNI CELLI (1925-2013)*
FRANCISCO JAVIER PÉREZ**
Despedir al maestro nunca resulta tarea sencilla o grata. Una larga deuda parece ser
la motivación que por mucho tiempo se tendrá para este estudioso de grandes quila-
tes. Fueron muchos los saberes que animaron su curiosidad intelectual y su erudición.
En todos los casos, la honestidad y la modestia consolidaron el carácter de su trabajo
(lugares comunes que se hicieron en él hábito de permanencia). Fue impenitente en
su compromiso por el estudio, al punto de entender la exigencia de la peculiar natu-
raleza de su vocación.
*
Publicado originalmente en El Nacional. Caracas, 21 de enero de 2013, cuerpo ESCENA, p. 4.
**
Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.
53
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Supo, como el que más, cuánto podían los libros actuar para la curación del espí-
ritu y esa práctica fue siempre modo vivificador y motivo de vida (su prodigiosa obra
Venezuela en cinco siglos de imprenta da cuenta virtuosa de cómo para el maestro los
libros y su estudio eran magma vital).
La síntesis sólo quiere hoy facilitar la despedida al maestro y evadir el doloroso luto
que su partida nos deja.
54
BLAS BRUNI CELLI, EL ÚLTIMO RENACENTISTA*
ATANASIO ALEGRE**
Decir que con el fallecimiento de Blas Bruni Celli el país acaba de perder a uno de sus
médicos más ilustres (se asegura que fue el patólogo más importante en la historia de la
medicina venezolana) es mentar solo una parte de lo que fue este venezolano sin fisuras.
Son muchos, realmente, los alumnos –pasados y actuales– que deben lamentar la
muerte de uno de los grandes maestros de griego clásico que quedan en el país. Claro
que para quienes no lo conocían, la pregunta podría ser: ¿Y qué tiene que ver una es-
pecialidad con la otra, a saber, la de médico con la de helenista?
Pues, sencillamente que Blas Bruni Celli se convirtió, a raíz de sus estudios tardíos
de filosofía, en uno de los humanistas más importantes, con cátedra de tal, en Vene-
zuela. Se especializó en griego clásico, y de hecho, la muerte le ha sorprendido en la
traducción de uno de los autores griegos más complejos, inédito hasta este momento
en castellano.
*
Publicado originalmente en El Nacional. Caracas, 24 de enero de 2013, cuerpo NACIÓN, p. 6.
*
Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.
55
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Como dije, deja alumnos importante en los campos en que fue experto, deja ami-
gos y colegas que seguimos cada cual en nuestros empeños, pero ese recuerdo lo acri-
sola su sentido del humor, su humildad, su capacidad para orientar una investigación,
su forma de abordar la metodología. De ello queda sobrada constancia –entre otras
publicaciones– en esa obra monumental sobre la historia de la imprenta y de los im-
presoresvenezolanos desde la colonia.
Por todo ello, no está de más decir que en ese trasfondo que existe en la cultura
y en la inteligencia venezolanas, tan venidas a menos, una figura como la de Bruni
Celli es una luz que no deja de parpadear animando a quienes fueron y a quienes eran
actualmente sus alumnos (nunca abandonó la docencia a pesar de su avanzada edad)
que ni los tiempos son unos ni que todo se desvanece cuando la cultura viene a menos.
Eso pasó ya al final de la Edad Media cuando se creía que no quedaba otro horizon-
te que el desierto y el Renacimiento comenzó con imponer de nuevo la cultura griega
a través de la traducción de la obra de Hermes Trimegisto.
Algo similar a lo que venía haciendo este renacentista que fue en el fondo Blas Bru-
ni Celli, este gran maestro que acaba de pasar a ese misterioso lugar en el que todo
acaece y del que tan poco se sabe.
56
HOMENAJE A DON SIMÓN ALBERTO CONSALVI
57
CONSALVI LA LIBERTAD Y LA TOLERANCIA*
ELÍAS PINO ITURRIETA**
Y lo que uno escribe libremente se relaciona con lo que Simón Alberto Consalvi
hizo por la libertad desde su juventud. Activista de la lucha contra Pérez Jiménez,
compañero de las acciones de Leonardo Ruiz Pineda, preso y exiliado de la militarada
de entonces, en el sacrificio de guerreros valientes como él se forja la posibilidad de
que en el futuro se escriba y se publique sin cortapisas. Que hoy digamos o escribamos
lo que queramos es un hecho inevitable cuyo origen se encuentra en los sacrificios
de pioneros como él, tan importantes que, pese a que no falta en nuestro días quien
pretenda secar la tinta de las críticas o ponerle uniforme al pensamiento, le pone ma-
quillaje a sus ganas o apenas lo intenta sin resultados porque no puede oponerse a una
conquista irrebatible de la sociedad.
*
Publicado originalmente en El Universal. Caracas, 17 de marzo de 2013, cuerpo 4, p. 6.
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Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, Sillón Letra “N”.
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Lo que fue una batalla de unos pocos durante la dictadura se convirtió en realidad
indiscutible después, en los tiempos del país violento que enfrentó nuevas militaradas
y la inestabilidad provocada por el movimiento guerrillero, hecho trascendental en el
que fue determinante la conducta del mismo hombre que luchó antes desde los escon-
drijos de la clandestinidad. Ahora en el poder abrió espacios estables para el pensa-
miento de los disidentes, a través de los cuales se cambiaron la hostilidad y la sangre por
el combate de ideas o por el florecimiento de la creatividad de autores que se sentían
arrinconados. El Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, del que fue promotor,
devino domicilio hospitalario para la recepción de los intelectuales y los artistas que es-
peraban la oportunidad de influir con mayor intensidad y carecían de espacios dignos
y remuneradores para su trabajo. Puente hacia la convivencia pacífica que en breve se
transformó en realidad, lo que al principio fue una invitación oportuna a la pluralidad
condujo a la fundación de un medio de difusión sin precedentes, la Editorial Monte
Ávila, que catapultó a los escritores que apenas se conocían en el contorno. Como la
catapulta no seleccionó mediante filtros políticos ni ideológicos los libros que lanzaba,
se perfeccionó una faena de inclusión sin la cual no se puede entender la evolución de
la cultura venezolana de la segunda mitad del siglo xx, signada por la bendición de la
tolerancia y abierta sin prevención a las influencias del exterior.
El movimiento promovido por la editorial del Estado ascendió hasta escalas de exce-
lencia debido a la creación de la Biblioteca Ayacucho, proyecto igualmente acariciado por
Consalvi junto con otros colegas esclarecidos, gracias al que se demostró la madurez de
nuestros estudios humanísticos y se estableció conexión orgánica con la cultura continen-
tal mediante la formación del repertorio de los autores de mayor trascendencia en nuestros
territorios desde la antigüedad precolonial. Trabajo de madurez hecho en Venezuela, pero
también evidencia de contactos sólidos con los investigadores del vecindario, es el esfuerzo
canónico de fijación de las figuras imprescindibles de la sensibilidad latinoamericana que
jamás se había hecho y que no encuentra todavía adecuado parangón. Si se agregan a sus
contribuciones la creación del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, el alien-
to de espacios para la exhibición de artes plásticas, la creación de la Biblioteca Biográfica
Venezolana, la ayuda que prodigó a escritores y artistas jóvenes y una destacable cosecha
personal que incluye textos dedicados a figuras como Picón Salas, Gallegos, Betancourt,
Parra Pérez, Juan Vicente Gómez y George Washington, pero también acuciosos análisis
sobre el panorama internacional y una infinita cantidad de colaboraciones en la prensa, se
está ante el legado de uno de las protagonistas ineludibles de nuestra contemporaneidad.
Colaborador cercano de los presidentes Pérez y Lusinchi, uno se pregunta cómo pudo
hacer lo que hizo en materia cultural sin desatender sus obligaciones políticas ni su fe en
el ejercicio de la democracia. No sólo lo extrañará quien escribe, sino también la sociedad
a la que se pretende escamotear una parte esencial de su historia.
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SAC*
EDGARDO MONDOLFI GUDAT**
Conocí a Simón Alberto Consalvi en los años en que yo trabajaba para Monte
Ávila Editores, muy a comienzos de la década de 1990. Él era por aquel entonces em-
bajador de Venezuela en Washington y yo, en cambio, un recién graduado, y a pesar
de tan abismales diferencias, entre ambos comenzó a anudarse una amistad que giró
en torno a un libro que MAE acababa de editarle, y que recuerdo haber leído con el
desvelo con que suelen leerse los buenos libros: La Paz Nuclear, un análisis de la situa-
ción mundial, cuyo título no podía resultar más atractivo a la luz de los desenfrenos
planteados por lo que había sido la rivalidad entre las dos potencias más colosales del
planeta durante los delirios de la Guerra Fría.
Quiso entonces la casualidad que, dos años más tarde, mis estudios de posgrado
me llevaran hasta aquella ciudad a orillas del Potomac y, desde luego, a reencontrar-
me con quien continuabasiendo nuestro embajador en aquellas latitudes. Nunca han
sido fáciles las tareas para ningún embajador en la capital del Norte; pero algo que
sin duda se abona a su cuenta particular es que, al margen de los temas que marcaban
en aquel tiempo los insólitos vaivenes de la dinámica diplomática, Consalvi le robaba
horas a la noche para encaminar tres largos estudios que, a la larga, formarían parte de
su extensa obra bibliográfica.
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Por si fuera poco, tuvo el rigor de cultivar un género algo ajeno a nosotros: un dia-
rio, el Diario de Washington, donde fue consignando pacientementelos grandes mo-
mentos de aquel tránsito clave del nuevo orden internacional, entre finales de 1980
y comienzos de 1990, desde la perspectiva del testigo que veía todo a unas cuantas
cuadras del epicentro mundial del poder.
Seguramente jamás pasó inadvertido, para todo aquel quehubiese tenido la suerte
de conocerlo, su carácter severo y reservado; pero bastaban unos minutos de trato
para que de él emergiera el conversador perspicaz, el practicante de un sentido muy
acabado del humor, el hombre que sabía domiciliarse con gusto en los predios de la
ironía, el interlocutor a la vez exigente y bondadoso en el arte del trato humano.
A mediados de febrero fui una tarde a la casa de Simón Alberto Consalvi. Me contó
que estaba releyendo la biografía de Bolívar de Salvador de Madariaga. Le comenté que
tenía el libro en mi biblioteca pero no lo había leído porque entendía que se trataba
de un ataque injusto al Libertador. Narré una anécdota de mi madre, quien sí lo había
leído. Ella era una admiradora ferviente de Simón Bolívar. Un día había conocido a un
hermano del autor de la biografía y le había hecho un comentario sarcástico sobre la
obra. Recibió la siguiente respuesta: “Señora, yo soy hermano de Salvador de Mada-
riaga, pero no soy tío de su Bolívar”. Consalvi se rió y me dijo que la biografía pudiera
escandalizar a los bolivarianos a la antigua, pero que se trataba de un estudio fascinante
y bien documentado sobre la Independencia de América del Sur y su máximo líder.
Ante esa recomendación del maestro, a los pocos días comencé a leerla. Aún no
la había terminado y ya Simón Alberto no estaba entre nosotros. Lo curioso es que
cuando iba por la mitad del libro se me ocurrió una idea para el próximo artículo. Lo
escribí un sábado y al día siguiente, cuando abrí el periódico, me encontré con que
la columna de Consalvi del 3 de marzo, su penúltima, abordaba el mismo tema. Se
titulaba “La guerra a muerte y otras guerras”. Sus citas sobre la proclama de Bolívar y
sobre el macabro plan de Antonio Nicolás Briceño, que prometía ascensos militares a
quienes entregaran más de veinte cabezas de españoles e isleños, eran las mismas que
yo había utilizado. Su análisis, como siempre, era oportuno y esclarecedor.
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Publicado originalmente en El Nacional. Caracas, 22 de marzo de 2013, cuerpo Nación, p. 4.
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Fue un apaciguador. Tanto entre sus compatriotas como en las relaciones interna-
cionales. Sin renunciar jamás a sus convicciones ni dejar de promoverlas. Buscó una
paz que permitiera el pluralismo y no fuera neutra en cuanto a la justicia social y el
progreso económico. Fue un adalid de la integración de América Latina, siempre que
fuera democrática. Como lo demostró en su empeño de lograr la paz de Centroamé-
rica a través del Grupo Contadora, base de los mejores esfuerzos de integración del
continente. Paz que fue un logro concreto y la cual ojalá acompañe a su memoria. Sólo
queda decir adiós a un buen amigo.
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ESTUDIOS
LA (CONTRA) REVOLUCIÓN DE LAS REFORMAS
SIMÓN ALBERTO CONSALVI
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Según Gil Fortoul, Páez prefería a Soublette, a quien consideraba “el único hombre
de la época capaz de mantenerse a igual distancia de las tendencias extremas de los ci-
vilistas y de los militares”. En su Autobiografía, el Centauro confiesa su preferencia de
Soublette, pero no explica por qué se abstuvo de ser más beligerante en la escogencia
del sucesor. Quienes alentaban la esperanza de consolidar la alternación republicana,
pensaban prudentemente que lo aconsejable era elegir un sucesor dentro del propio
círculo de Páez. Pero, al parecer, el caudillo no movió las piezas de su ajedrez y dejó
que el azar de la política resolviera la sucesión.
“El nombre del doctor José Vargas juntaba los votos de la Universidad, de los pro-
pietarios y agricultores, del comercio, de cuantos en suma querían ya sustraer la
República de toda tutela personal, para confiarla al exclusivo amparo de la Cons-
titución, o en otros términos, para sobreponer definitivamente el Poder Civil a las
agitaciones armadas”.
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ESTUDIOS
“Señor, grave es sin duda el peso que el pueblo de Venezuela acaba de poner en vues-
tros hombros. Después de veinticuatro años, esta es la primera vez que el jefe de la
administración es sacado de fuera del círculo de sus fundadores. Llegada Venezuela
a su mayor edad, justo es que salga de la patria potestad, y que sin ver con tedio a
los ilustres campeones que le dieron el ser, pruebe a gobernarse por sí misma bajo los
auspicios y consejos de sus padres”.
“Los adversarios del Doctor Vargas, pues no contaba ni con un solo enemigo perso-
nal, decían que él no pertenecía a nuestra revolución, que ser hombre de talento,
probidad e ilustración no bastaba para ser el segundo Presidente constitucional,
que Vargas debía haberse consagrado totalmente a la patria y sacrificado su bienes-
tar para que hubiera comprobado su patriotismo, pero que habiendo consumido su
tiempo en aprender ciencias en Europa cuando otros peleaban por defender el suelo
sería escandaloso que se le colocara en la Presidencia”.
Luego el General ensaya un retrato del sabio que niega la percepción de que no
había participado en las luchas porque, por ejemplo, en el peligroso año 14 había
estado preso en las bóvedas de La Guaira y tuvo que huir de Venezuela para escapar
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“Al tomar en mis débiles e ineptas manos las riendas del Gobierno que acaban de
dejar las poderosa y expertas de mi antecesor, veo con asombro esta súbita transi-
ción. Mas vos así lo queréis. La ley, apoyada en vuestro querer, es lo único que me
inspira aliento, porque me imponéis deberes al mismo tiempo que me dais derechos”.
“Haré, yo os lo prometo, por verme libre de remordimientos, pero en caso que esté
en los decretos de la Providencia que algunos males hayan de afligir a Venezuela
durante el periodo de mi administración, sin que mis esfuerzos y sacrificios basten
a evitarlos, pueda yo, exento de todo esto, implorar en mi favor la justicia nacional
delante del Supremo Juez y Legislador del Mundo”.
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ESTUDIOS
se pondrá a prueba, y el ministro confrontará desafíos que lo separaban del gran des-
tino y de la gran pasión de su vida, como era contribuir a la organización económica
de la República.
Vargas ensaya una democracia ajena a los políticos venezolanos, civiles o militares.
Asistía a las sesiones del Congreso y observaba los debates, se enteraba de los proble-
mas, asistía a encuentros con agentes diplomáticos en compañía de Michelena, iba a
los cuarteles, a las escuelas, a la Universidad, y de allí a los hospitales. Estaba pendien-
te, además, de las Sociedades de Amigos del País. Practicaba en la política sus hábitos
de médico.
Demasiada modestia, quizás, para un país que se rendía ante el boato o la lejanía
del poder. A manera de epitafio, José Gil Fortoul escribió: “Vargas fue un meteoro en
la Presidencia de la República; y, valga la verdad, su carácter era más para director de
entendimientos en la cátedra universitaria que para director de pueblos”.
Vargas y el ministro Michelena, no obstante, trabajan con una armonía que no era
imaginable con el otro personaje del equipo, el camaleónico y poco predecible don
Antonio Leocadio, el hombre que más danzó en campos distintos, dijo y se contradi-
jo, durante el siglo, y sobrevivió a todos para contar la historia a su manera e intereses,
como está redactada en Datos históricos suramericanos. Vargas y Michelena trabajan,
mientras casi todos los demás conspiran.
Otros pueden hacer política de camarillas, intrigar o jugar al azar. O perder el tiem-
po, pero al ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores estos afanes le están vedados.
Tiene que avanzar en la organización de la administración pública, presentar leyes,
proveer ingresos, pagar deudas, la nacional y la externa, velar por la ejecución del Pre-
supuesto que ese año 1835-1836 según lo estima el ministro es de 1.414.110,33 pesos.
Las cifras le permitían confiar en el éxito de su misión. La balanza comercial arrojaba
buenos índices. Las importaciones durante el último año económico habían ascendi-
do a 2.453.984,85 pesos, pero las exportaciones las superaban por más de un millón
de pesos. Habían sido de 3.394.483,41. Al café y al cacao, al tabaco, a los cueros de
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
res, a otros productos de la tierra, pero sobre todo a la paz se debían aquellos primeros
frutos de la estabilidad política, sin la cual el ministro liberal comprendía que era un
pasaporte al fracaso.
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ESTUDIOS
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Según Guzmán, él fue el único testigo del diálogo, sostuvo que estaba solo con
Vargas en la sala. La versión contradice otros testimonios, pues también se encon-
traban presentes el vicepresidente Narvarte y el secretario Michelena. Era muy poco
probable que en un momento como ese, consejeros, secretarios de Estado y edecanes
hubiesen dejado solo al Presidente. El historiador Parra Pérez recoge también frag-
mentos de la versión del propio Vargas, y anota con sarcasmo: “Así, pues, el heroísmo
de Guzmán no fue exclusivo”. Vargas había recibido en ese momento a los generales
Briceño Méndez, Justo Briceño y José Laurencio Silva. Entre los papeles de la época,
Parra Pérez privilegia al cónsul británico Robert Ker Porter y cita sus despachos a lord
Palmerston, a quien le otorga validez, no así al Encargado de Negocios de Estados
74
ESTUDIOS
Unidos, Mr. Williamson, a quien llama “procaz extranjero”, por su persistente menos-
precio de lo venezolano.
PISTOLA EN MANO
Los conspiradores dieron palos de ciego. Nombraron al general Mariño jefe supe-
rior y otros generales se repartieron cargos, y el más intrépido, Pedro Carujo, saltó de
teniente coronel a general como recompensa de sus proezas. Derrocar a un presidente
civil no era ninguna hazaña, la piedra de tranca era el general Páez, al cual trataron de
seducir designándolo jefe supremo de la República. El centauro que también era zorro
viejo percibió la maniobra, él jefe supremo y el general Mariño a cargo del Ejército.
Cuando se enteró de los sucesos y de que el Presidente Vargas lo había autorizado para
que levantara una fuerza de 10.000 hombres, no vaciló y se puso en marcha desde su
hato de San Pablo con cincuenta hombres que se fueron convirtiendo en río a medida
que pasaban por los pueblos y se le iban enrolando.
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Páez persiste, se queja de los insultos y maltratos que recibe, traidor, o tantos otros,
y muestra resentimiento por la ruptura de la vieja amistad. Toca todas las teclas posi-
bles. Explica por qué defiende la causa que lo compromete:
Páez definitivamente no cree en la guerra. Sus numerosas cartas para Monagas son
persuasivas, a veces íntimas. Recurre, no obstante, y obligado, a ciertas acciones bélicas
que van señalando el ocaso de la Revolución de las reformas. Monagas lo comprende,
y quiere beneficiarse de los ofrecimientos de Páez en vísperas de perderlo todo. En El
Pirital se reúnen comisionados de las partes. El general oriental envía sus propuestas
que dicen:
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ESTUDIOS
Las cartas de Monagas eran las de un vencedor, pues convertía la derrota en triun-
fo, al menos en escape. Páez, como jefe del Ejército constitucional, modificó levemen-
te el texto original, y el 3 de noviembre decretó el fin de la guerra en términos que
González Guinán recoge de esta manera;
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“Páez, dice Parra Pérez, invitó a Mariño a entrar en conversación con el fin de ter-
minar el conflicto de modo honroso. Mariño aceptó, y ambos generales tuvieron una
entrevista, probablemente el 27 o 28 de diciembre, en la línea de San Esteban”. Al
poco tiempo, el general oriental viajó a Curazao, y quedó el castillo Libertador a cargo
del general Carabaño.
EL DECRETO MONSTRUO
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ESTUDIOS
“1-. Los indultados perderán todos sus empleos, grados, y títulos, pensiones, goces y
condecoraciones. 2-. Serán expulsados perpetuamente del territorio de la República
todos los que con el carácter de generales, jefes y oficiales, se encuentren en la plaza,
y los demás individuos, sean o no militares, que a juicio del Poder Ejecutivo deben
serlo por convenir así a la seguridad del país. Los comprendidos en esta condición
no podrán ser destinados a las Antillas, sino a lugares más distantes. 3-. Los indivi-
duos que no quedaren incluidos en la condición anterior, serán expulsados tempo-
ralmente o confinados dentro del territorio nacional, a juicio del Poder Ejecutivo.
4-. Los que quebrantasen la expulsión o confinación perderán la gracia y quedarán
sujetos a todo el rigor de las leyes. 5-. Se entregará a los vecinos todo lo que se les
haya quitado y exista, sin permitir que ninguno de los indultados lleve cosa alguna
que sea de su propiedad”.
No fue esto suficiente. Dominado por el furor de las pasiones, el Congreso conti-
nuó imaginando castigos. Ángel Quintero, anota Parra Pérez, implacable y seguido de
exigua mayoría, llevó al Congreso a violar los principios más elementales, el respeto
debido a “hombres que no cedían en gloria, patriotismo y servicios a ninguno de sus
perseguidores”. El decreto aprobado por el Congreso fue sancionado y reglamentado
por el Presidente José Vargas el 21 de marzo, y pasó a la historia con el mote de “De-
creto Monstruo”.
¿Por qué suscribió Vargas algo tan ajeno a su personalidad, a sus ideas, a su talante
de hombre civilizado y tolerante, de principios humanistas? Démosle una mirada a
su texto. Concedía al Ejecutivo el ejercicio de la facultad cuarta del artículo 118 de
la Constitución contra los comprometidos en el movimiento de las Reformas que no
hubieran sido indultados. Al general Mariño se le excluía del indulto, lo que quiere
decir que sería sentenciado a muerte. A los generales que suscribieron las “Proposicio-
nes” o sea, el ultimátum del 8 de julio, se les expulsaba permanentemente del país. Al
que violare la expulsión perpetua se le juzgaría de acuerdo con la ley, vale decir, pena
de muerte.
El terror desatado por el Decreto Monstruo despertó una fuerte reacción que lo re-
chazaba, y abogaba por clemencia. En Caracas se conmovió la opinión pública, escribe
González Guinán, pronunciándose a favor de la absoluta clemencia, y señala que entre
los primeros en interpretarla, en difundirla, en pedirle al Presidente de la República
rectificación, figuró Tomás Lander. En el folleto Prensa clemente compiló sus textos
de entonces. El fundador del partido liberal dejó testimonios que lo califican como
gran precursor de los derechos humanos. Lander le dice al Presidente Vargas: “No
hay Constitución en todo el mundo hispanoamericano que merezca el holocausto de
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
vidas humanas”. “A dónde iríamos hoy si hubiéramos decapitado a los jefes o notables
de todas las conspiraciones colombinas o venezolanas?” “Es perjudicial, es feroz que
nos transformemos hoy en jueces implacables y sanguinarios…” Le dice al Presidente:
“Vuecencia es ilustrado, y cuando los hombres no son malignos, o cuando las pasiones
no ofuscan las luces de su razón, se manifiestan siempre tanto más indulgentes, cuan-
do mayor es la ilustración que han adquirido”. Lander le reitera a Vargas:
“Suplico respetuosamente a Vuecencia que, sin pérdida de tiempo, revoque con otro
decreto el inconstitucional que ha librado con fecha de 21 del corriente, exigiendo
luego de la Legislatura una autorización clemente y filantrópica. (…) En nuestro
país se ha matado demasiado para que se mate más, y ya me he explicado ante Vue-
cencia con entera libertad porque no lo creo un tirano. Si lo creyera, tendría muy
presente el consejo de Raynal: “Nadie está obligado a decir la verdad a los tiranos”.
“De esta opinión se hizo eco el ministro Michelena. Votó en el Consejo de Gobierno
y en el de Ministros contra el artículo del decreto de El Pirital que reconocía sus
grados militares a los jefes y oficiales sublevados, porque según sus palabras, eran
reincidentes en el delito de traición”, y como su voto fuese contradictorio con el de sus
colegas, presentó su renuncia el 19 de noviembre. No la aceptó el Presidente, pero
Michelena insistió el 24 diciendo: “Si, como lo propuse a su debido tiempo, la cues-
tión de los grados militares se remite al Congreso para ratificación o rectificación,
continuaré en el Ministerio…, pero, si quedan aprobados expresa o tácitamente, no
permaneceré ni un día más”. El 26 le manifiesta Vargas en carta particular: “La
condición que usted ha establecido en su insistencia a la renuncia del Ministerio,
para continuar en su servicio, es de tal naturaleza que prueba bien que su determi-
nación de retirarse es irrevocable. Usted mismo en mi destino no habría admitido
tal condición”. El mismo 26 se nombró a José Eusebio Gallegos, ministro de Ha-
cienda y Relaciones Exteriores”.
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ESTUDIOS
La Revolución de las Reformas, aunque con nombres distintos, tuvo dos etapas,
y en 1835 no fue sino la continuidad de los sucesos de 1831. El hecho de que un
civil hubiera ascendido a la presidencia, escandalizó aún más a los militares, que se
sintieron definitivamente amenazados en su poder e influencia. Para establecer la vin-
culación entre 1831 y 1835, podemos remitirnos al historiador Rafael María Baralt,
testigo y primera víctima del militarismo que, por haber relatado los sucesos con obje-
tividad, tuvo que irse de Venezuela para no volver. La primera rebelión no fue contra
un civil, sino contra el militar más poderoso de todos, y contra la Constitución de
1830. Leamos a Baralt:
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“He visto a Michelena esta mañana, y me dice que a pesar de que el Presidente y
sus colegas del poder están convencidos del mal que se ha hecho al acceder el general
Páez a todo lo que ha querido Monagas, no tienen el valor (y bien flacos princi-
pios) de decirle a ese jefe el daño que resultará para el país. Quieren aprobarlo, y al
mismo tiempo quieren que el señor Michelena permanezca en el cargo. Dice que
no lo hará si el Consejo y el ejecutivo toman la responsabilidad de sancionar el in-
dulto, un indulto contrario a la Constitución y a las leyes sobre los conspiradores,
según las cuales todos los jefes revoltosos deberían ser juzgados y sentenciados. Sin
embargo me dijo confidencialmente que había sometido una propuesta al Conse-
jo, y que si era aceptada, entonces permanecería en el cargo, y es que en este mo-
mento la única decisión que se tome sobre la cuestión sea la de dejarla totalmente
al arbitrio del próximo Congreso; y que sólo así permanecerá en su cargo. En el
curso del día vino a verme el Sr. P.P. Díaz, el caballero que cumplía los deberes
de Michelena mientras este estaba en Bogotá negociando los tratados dobles entre
Venezuela y Nueva Granada, sobre amistad y la división de las deudas nacio-
nales. Su objeto era el de pedirme que usara mi influencia tanto con el ejecutivo
como con Michelena para tratar de encontrar algún medio de evitar un suceso que
inevitablemente habrá de ocurrir si no se aprueba el decreto en cuestión porque,
si no se hace, evidentemente Páez se disgustará, y en las circunstancias existentes
los resultados podrían ser aun peores que los del 8 de julio. Este Sr. Díaz parece
un jesuita, y estoy seguro de que no es ni política ni patrióticamente venezolano
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ESTUDIOS
Para Sir Robert, la cuestión era inquietante por varias razones, y entre ellas, por-
que Michelena era “el único hombre de la República que tiene capacidad, rectitud y
conocimientos suficientes para desempeñar los dos agotadores cargos”. El sábado 21,
el inglés conversó con Michelena y éste le reitera sus puntos de vista, y le expresa que
Páez no ha comprendido el daño que resultará para el país de ese perdón. Michelena
no cedió, no hubo acuerdo y se fue del gobierno. Poco después, el Presidente Vargas
conversó con el inglés y, entrelíneas, le dejó ver las verdaderas razones de la transac-
ción de Páez con Monagas: el estado de sus tropas era lastimoso y el Centauro simple-
mente no quería tomar riesgos.
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“A PROPÓSITO DE VESTIGIOS DE LA ATLÁNTIDA”
PROYECTO DE DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL SEÑOR DOCTOR
RAFAEL REQUENA COMO INDIVIDUO DE NÚMERO
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA (1933)
ÁLVARO GONZALO REQUENA Y JAIME REQUENA
PERFIL
Durante su vida ocupó diversos cargos públicos entre los que destacan los de direc-
tor del Ministerio de Instrucción Pública (1909), interventor de aduanas en Puerto Ca-
bello y Maracaibo y los de Cónsul General en Trinidad (1911) y, años después, en Santo
Domingo. Fue también Director de la Biblioteca Nacional e Inspector General de los
hospitales del Distrito Federal. Como político llegó a ser senador, primero por el Dis-
trito Federal, luego por el estado Nueva Esparta y finalmente por el estado Aragua, del
cual, además, fue Presidente. Desde 1921 hasta 1923, presidió el Congreso Nacional.
En 1931 fue nombrado secretario privado del General Juan Vicente Gómez. A
finales de 1933 cayó en el disfavor del Dictador y se retiró de la política. Ello, aunado
al débil desempeño financiero de sus haciendas y negocios –afectados por la terrible
merma de la economía mundial que siguió a la debacle de 1928– le obligaron a liqui-
dar sus bienes y, a finales del año 1935, partió al exilio en los Estados Unidos de Norte
América. Vivió en Nueva York y en Madison (Connecticut), manteniendo estrecha
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
relación con la Universidad de Yale en New Haven, donde en varias ocasiones fue Pro-
fesor Invitado. Allí se dedicó a promocionar sus ideas sobre la población de América
y a estimular y apoyar las iniciativas arqueológicas y antropológicas relacionadas con
Venezuela y América en general.
Rafael Requena creía en la Causa Rehabilitadora como era conocida la actitud pre-
conizada por Gómez. Estaba convencido de que la batalla de Ciudad Bolívar había
dado al traste con nuestro belicoso pasado y que la actitud dominante y militarista
del General Gómez era necesaria y útil para mantener la paz en la Nación, fomentar
el orden y abrir nuevas y mejores fuentes de trabajo: Paz, Orden y Trabajo, eran los
principios fundamentales que compartía con pasión y orgullo con el General Juan Vi-
cente Gómez y así lo decía con frecuencia en todos los ambientes en los que le tocaba
hablar de política.
86
ESTUDIOS
Muy impresionado estuvo siempre del buen juicio y acertada opinión del General
Gómez a quien consideraba “fuente de experiencia” siempre dispuesto al “consejo edi-
ficante”. Compartió también la búsqueda incesante de personas para el servicio públi-
co que estuviesen imbuidas de bondad, fuesen honradas y profundamente patriotas,
además de desprendidas de egoísmos personalistas. Razón por la cual, por ejemplo,
celebró tanto el nombramiento del Dr. Juan Bautista Pérez, en quien reconocía esas
condiciones y además le consideraba un hombre libre de pasiones.
EL ACADÉMICO
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
VESTIGIOS DE LA ATLÁNTIDA
Una personalidad de intereses tan variados, y que como buen médico era un apa-
sionado del Homo sapiens, no es extraño que encontrase fascinación en escudriñar la
historia y terminar vertiendo su creatividad sobre la arqueología. Sus investigaciones
y hallazgos en este campo lo llevan al desarrollo de una teoría poblacional de América
–dada como origen y sustancia de nuestros antepasados indígenas– que quedó plas-
mada en su libro Vestigios de la Atlántida (1932). Allí, reporta con lujo de detalles los
trabajos de excavación arqueológica de cientos de tumbas que exploró en la zona sur
oriental aledaña al lago Tacarigua o de Valencia –como es conocido hoy– en el sitio
llamado Los Cerritos, dentro de la hacienda La Mata, propiedad del General Juan
Vicente Gómez.
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ESTUDIOS
“Su tesis sobre el origen atlantídeo de los indígenas, específicamente que los antiguos
aborígenes de la región que rodeaba al Lago de Valencia eran descendientes de los
habitantes del Continente perdido de la Atlántida, por sorprendente que parezca,
dio motivo a numerosas discusiones entre eminentes científicos extranjeros y cons-
tituyó ‘por largo tiempo tema de intenso interés como lo muestra el hecho de haber
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
sido vertido dicho libro al inglés, francés, italiano, alemán y japonés1’ [Dupouy,
1946]. [Rafael] Requena era consciente de lo polémico del tema, y de la validez va-
riable de sus argumentos, pero no era el único que creía en esta curiosa hipótesis. En
épocas anteriores otros autores europeos como J.R. Carli y Brasseur de Bourbourg
apoyaron esta tesis, que estaba mucho más extendida de lo que suponemos actual-
mente [Canals Frau, 1976]. A la larga, la obra de [Rafael] Requena, en nuestra
opinión, tendía más bien a apoyar el origen del hombre en América, pues se decla-
raba seguidor de Florentino Ameghino, el célebre paleontólogo argentino, a quien
citara extensamente, utilizando para ello un vasto cúmulo de información, a veces
de manera confusa, pero que sorprende par su magnitud y variedad. [p. 217]”.
La más importante de las críticas al trabajo de Rafael Requena se refería a que –en
sus inicios– las excavaciones estuvieron dominadas por el empirismo; no se aplicaron
estrictamente los nóveles métodos y técnicas que estaban siendo aplicadas en otras
latitudes para darle a la investigación arqueológica el beneficio del conocimiento de-
rivable de otras ciencias auxiliares como la geología. Es así que los grandes geólogos
de la época consideraban como imposible la existencia de dinosaurios en el lago de
Valencia hace unos pocos miles de años como afirmó Rafael Requena en su libro.
1
Aunque no existen registros del libro publicado en otros idiomas, entre los documentos de Rafael Requena se en-
cuentran galeradas del libro en inglés y un recibo de las pruebas de imprenta en francés.
90
ESTUDIOS
Aun cuando esa interacción académica entre Venezuela y los Estados Unidos ori-
ginada en los predios de Tacarigua llevó a desestimar la existencia de la Atlántida, ella
trajo insospechables consecuencias. Es el inicio de lo que se ha postulado como la
Arqueología del Buen Vecino (Meneses Pacheco, 2010), parte integral de la “Política
del Buen Vecino” del gobierno de los Estados Unidos bajo las administraciones de
Franklin D. Roosvelt y de Hasrry S. Truman (Sáez Mérida, 1979). Ese viraje inte-
lectual hacia el norte se asume como el primer estadio de lo que ha sido llamada la
“Teoría de la Dependencia” de nuestra moderna actividad científica’ (Gasson y Wag-
ner, 1994) y, de paso, una de las raíces de la Escuela la Sociología y Antropología de la
Universidad Central de Venezuela, cuya creación entre los año 1951/1953, marcó el
inicio de la profesionalización de la investigación en ciencias sociales en el país.
Sin duda alguna, Vestigios de la Atlántida ha sido un libro polémico. A todo lo largo
y ancho del planeta se ha discutido la teoría poblacionista de América allí expuesta
(por ejemplo en El Universal de 1932 o el New York Times de 1934). Voces en contra
91
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
y a favor se han levantado constantemente, aun hoy día que está tan de moda el tema
de las civilizaciones perdidas y hasta el de los visitantes extraterrestres, que son, con in-
usitada frecuencia, ligados y entremezclados en las publicaciones sobre el tema con los
términos y descripciones hechas por tantos autores de la antigüedad sobre la Atlántida
y otros continentes perdidos.
92
ESTUDIOS
Si bien este tratamiento de los textos presupone que la última versión del discurso
debió ser la mecanografiada, también le confiere valor a las manuscritas. Ninguna de
las versiones tiene fecha de elaboración, aunque sí mucho cuidado en la secuencia y
numeración de las páginas. Al texto que presentamos se le hicieron correcciones me-
nores ajustados a la usanza actual de ortografía. Finalmente, el autor sólo incluyo en la
bibliografía su libro, Vestigios de la Atlántida y el de Huxley (1863).
DISCURSO
Señores Académicos,
Señoras, Señores:
Pero antes de exponer algunos nuevos puntos de vista y daros cuenta de algunas
observaciones posteriores a la aparición de mi obra, voy a cumplir con el deber de
hacer el panegírico del ilustre desaparecido, cuyo sillón me ha sido señalado en el seno
de esta Academia.
93
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
La apología del Licenciado Francisco González Guinán es una tarea grata a mis
más íntimos sentimientos. Hombre de una sola pieza, liberal intransigente hasta el
punto de aconsejar los furores de la demagogia en contra aquellos de sus correligio-
narios en quienes creyó ver la falta de fe, que en el Apóstol Pedro castigan con azote
las Escrituras, él hizo honor al partido a que perteneció, porque nunca traicionó sus
convicciones, ni apostató de su credo ni por un minuto de su vida pública, hasta tal
punto que, cuando esas luchas empezaron a quedar relegadas en el olvido, cuando en
vez del Gobierno de la República por las camarillas, se llamó a todos, sin distinción de
colores y credos políticos, cuando el corazón grande la Patria pudo abrigar a todos sus
hijos de buena voluntad, cuando esas luchas decía, quedaron como un fenómeno de
incomprensión del Pasado, fue nuestro ilustre predecesor a laborar en alta escala en la
Política y allí, cual libélula encandilada revoloteó confusamente y cayó poco tiempo
después. Elevado en alas de los prejuicios, afectos y preferencias de que adolecen los
miembros de un partido, aquellas alas, al sentirse fuera de su medio no pudieron me-
nos que derretirse, como las de Ícaro, al calor de la ecuanimidad, sin las preferencias ni
desigualdades, que caracterizan a todo aquel que en un cargo sólo sirve a su Patria. Y
fue que los tiempos en que se habían formado estos hombres eran otros, la nueva épo-
ca demandaba otras orientaciones. Los partidos habían muerto por asfixia, los hom-
bres educados en la lucha candente de los colores ya no tenían razón de ser; un nuevo
Hombre llegaba a la palestra animado por una voluntad firme, un empeño tenaz y un
deseo infinito de labor, de labor grande y fecunda en un afán generoso de rehabilitar
la Patria y congregó alrededor suyo los nuevos hombres de buena voluntad.
Por esto, es por lo que no quiero considerar al doctor González Guinán en ese
aspecto de su actuación, que cronológicamente pertenece a la segunda mitad del si-
glo pasado y está escrita por él mismo y elogiada en su Historia del Gobierno de la
Aclamación, ni analizaré su obra como autor de la Historia Contemporánea, sino en la
parte en que ésta deja de ser tal, o sea en el primer tomo y me fijaré más en su aspecto
como filósofo y moralista, que culmina en El Consejero de la Juventud libro en el cual
se palpa el deseo del hombre privado, del padre de familia, del verdadero patriota, de
tratar de salvar con sus prudentes consejos a una juventud incipiente, que bulliciosa y
vocinglera crecía lejos de los libros, mortificada tal vez por el atávico impulso de toda
94
ESTUDIOS
una falange de ignotos abuelos, que en sus buenos días se enrolaron con entusiasmo
en aquellas valientes cruzadas contra el derecho de propiedad, que se denominaron
“alzamientos”. Toda aquella galería de antepasados: los héroes de la guerra civil, los
cultores del matonismo oficial, cuyas veras efigies muy bien hubieran podido ilustrar
uno de los capítulos de la obra de Lombroso, pareció que querían revivir y agitarse
por un momento en sus descendientes y se sintió la necesidad de la obra de índole
filosófica y moral.
Y fue bajo este severo aspecto del moralista que su nombre se ligó a mis primeras
impresiones de la niñez, en ni ciudad natal, en los bancos escolares. A través del ges-
to adusto de mi primer Maestro, señor Martínez Mata, a quién, dicho sea de paso,
recuerdo con verdadero cariño y veneración y convencido hoy, de que no era una gra-
tuita enemiga con sus discípulos la que inspiraba sus frecuentes castigos, sino el deseo
de refrenar la perversidad natural de la niñez, yo me forjé la personalidad del autor
parecida a la de mi entonces aborrecido maestro; muy distinta a como la conocí des-
pués en mi juventud y edad madura. Luego en los frecuentes viajes que éste hizo en sus
últimos años a la floreciente capital aragüeña, allí departíamos amistosamente largas
horas y cuando sacaba a relucir sus recuerdos, yo me complacía en avizorar todo aquel
entusiasmo suyo al margen de aquellas rápidas evocaciones y como daba rienda suelto
a su guzmancismo, descubría la profunda influencia que aquel líder ejerció sobre él;
en fin, él evocaba toda una época que iba quedando envuelta en las sombras protecto-
ras del olvido. Sin embargo, no todo en él eran nostalgias de lo pasado, porque al con-
templar la Patria tranquila y feliz de hoy, me hablaba con entusiasmo de la portentosa
obra llevada a cabo por el Gobierno del General Gómez.
95
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
II) Lo que podemos llamar nuestra Prehistoria, que abarca miles de años, a la cual
me he dedicado con entusiasmo y la he convertido en el tópico principal de mis es-
tudios y trabajos, reclama vuestro ilustrado concurso. Yo creo que ya están reunidos
los materiales para formar el gran cuadro de la Independencia, con sus principales
actores. Creo también que hemos adelantado muchísimo por obra del acendrado bo-
livarianismo del General Juan Vicente Gómez, en la obra de glorificar a los actores de
aquel gran drama y en particular al Libertador. Para llevar a cabo lo primero no falta
sino la pluma de un Maestro, que bien hubiera sido mi ilustre predecesor, a quién
96
ESTUDIOS
hubiera podido el pueblo señalar por su proficua labor como señalaba el pueblo inglés
a Lord Macaulay con aquellas palabras que son la consagración definitiva de su obra:
“Ahí va el que escribió la historia”. Le faltó, desgraciadamente, serenidad para juzgar
los hombres y las cosas. Por lo demás, su intenso estudio sobre nuestro pasado históri-
co, su indiscutible opulencia de conocimientos, lo hacían acreedor a que ya en nuestra
generación, libre el corazón de pasiones banderizas, al verlo pasar por las calles, en-
corvado por el fardo de los años, con su semblante de seráfica unción franciscana, se le
señalara con una aureola de sabio, que concitaban el respeto y la veneración.
Los recuerdos de la Colonia, evocados casi siempre por aquellos que disfrutaban
las regalías y privilegios de aquel régimen nos presentan mistificada la historia, un
cuadro que no se compadece con la verdad. Política y socialmente considerada, es la
Colonia la organización cabal de un sistema castocratico bien definido, suerte de pirá-
mide cuya cúspide estaba formada por el elemento venido de España y cuya base eran
los aborígenes y los negros, victimas éstos últimos de lo que se ha dado en llamar, la fi-
lantropía y el humanismo del Padre Fray Bartolomé de las Casas. Estas últimas clases,
especie de sudras o de parias, para los que no existía ningún derecho ni facultad, sino
la contribución y el látigo, tuvieron en el pardo, andando el tiempo, como un paño de
lágrimas, al principio, y un sombrío vengador, después. Esto nos explica perfectamen-
te porque preocupaba tanto a las Autoridades coloniales, el que los pardos se pusieran
en contacto con los núcleos de población aborigen y las severas prohibiciones que
imponían, de las que ha quedado más de una constancia.
Muchos son los rasgos de notable parecimiento entre el período Colonial y la Edad
Media. En primer lugar, la pre-existencia de una civilización que desaparece bajo el
casco de los caballos del conquistador, no sin que se afirme antes y como siempre:
el Væ Victis de Breno, pues como tal, puede perfectamente considerarse aquella si-
niestra puja con que los Pizarros elevaron a voluntad el rescate del desgraciado Rey
Atahualpa y la ulterior ejecución de este. En defensa del indígena recordemos que las
hordas de bárbaros que inundaron el Mediodía de Europa, combatían en buena lid,
pues armados de picas, para herir tenían que acercarse con gran riesgo mientras que
el hispano vino a América auxiliado con el caballo, que multiplicaba su agilidad, el
arcabuz y el perro de presa, con todo lo cual herían a distancia. Pasada la tragedia de la
Conquista, se hacen lugar lo ímpetus anárquicos del súbdito que se siente lejos de su
97
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Meditando en todo esto, siento veneración por la Patria de nuestros abuelos los
indígenas y me complazco en rememorar aquellos tiempos en que ondeaba el ai-
rón guerrero del cacique y el arco, las flechas y las macanas eran los instrumentos de
prodigar la muerte o recibirla. De aquí mi creciente interés por remontarme al co-
mienzo de aquellas civilizaciones y conocer todo lo que influyó para dar a los Caribes,
98
ESTUDIOS
por ejemplo, aquella fisonomía tan peculiar que describe magistralmente Alejandro
de Humboldt en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente: “son serios
y ceremoniosos, y recuerdan a ciertos personajes de la alta política del Viejo Continente”.
No perdamos de vista que bajo las banderas de Zaraza se agruparon las tribus de Tu-
pepe y Manaure y que pasaban de quinientos los flecheros que a las órdenes de Piar
triunfaron en San Félix.
La mayor dificultad con que tropieza el que investiga los orígenes americanos se
debe al celo, digno a la verdad de mejor causa, que emplearon los religiosos venidos de
Ultramar en los comienzos de la Conquista en destruir todos los materiales que pu-
dieran servir a los cronistas para trazar un cuadro acabado de aquellas organizaciones
sociales y de sus antecedentes. La Compañía de Jesús diseminó por todo el territorio
del Perú, comisiones de Padres con el especial encargo de: “ir destruyendo y quemando
a todo lo largo y lo ancho de la tierra peruana” todo lo que tuviera alguna relación con el
pasado de los indios. En el libro titulado Extirpación de la Idolatría del Perú, el Padre
Joseph de Arriaga detalla minuciosamente la sistemática y poco noble labor suya y de
5 de sus compañeros durante año y medio, y afirma: “todo lo que se puede quemar se
quema luego y lo demás hace pedazos”. Y en Méjico, el celo de otro religioso: Monseñor
Juan de Zumárraga, primer Arzobispo, reunió las pintura y manuscritos existentes en
todos los puntos del país y principalmente en Texcuco, que era la ciudad más culta del
Anahuac y el gran depósito de los archivos nacionales, y después de haberlos hecho
amontonar, como una montaña, en la plaza del mercado de Tlatelolco, los redujo a ce-
nizas. Lo propio sucedió con ligeras variantes de forma, en todos los demás países con-
quistados. El Santo Oficio, cuyos frailes se habían curtido al rescoldo de las hogueras
que formaban las aldeas de Flandes incendiadas por el Duque de Alba y con el humo de
los sacrificios humanos, no negaba los honores del fuego a los archivos públicos, ni a los
tesoros arqueológicos y se mantuvo consecuente consigo mismo en América.
99
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
III) Entre todas las teorías que se han formulado acerca del primitivo poblador
de América, yo me he encariñado con aquella de su remoto origen atlante, porque es
la que cuenta con más fundamentos científicos y la que nos atribuye un pasado más
noble. Sin ella, no se explicarían verosímilmente las huellas del gran cataclismo de la
naturaleza que yo he descubierto en las costas de Turiamo y Ocumare y en los valles
de Aragua, ni el grado de avanzada cultura de algunas civilizaciones de América para
la época del descubrimiento. Además, las tradiciones autóctonas, particularmente los
100
ESTUDIOS
Los tesoros megalíticos de las ruinas americanas imponen desde luego la certeza,
de que todo aquello perteneció a maravillosas civilizaciones cuyo apogeo hay que si-
tuar en apartadísimas edades. Muchos de los idolillos de barro se encuentran en mi
Museo, revisten carácter propiciatorio y talismánico, lo cual perfectamente se explica,
por un deseo de calmar a una Divinidad irritada a cuya acción se atribuían los des-
prendimientos y las catástrofes de la Naturaleza,
101
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
también insólito, que fue lo que encontraron los Conquistadores. Por esto, el celo
religioso no tuvo aquí tanto que romper quemar corno en el Perú y los tesoros ar-
queológicos, bastante removidos allá, yacen aún inexplorados aquí. Acá tampoco se
ejercitaron en gran escala, las fuerzas destructoras de la codicia, como aquellas que
se desplegaron en el Perú, cuan se buscaba con ahínco la cadena de oro de Huayna
Capac; ni la fe heliolátrica dejó signos visibles, que eran como otras tantas silenciosas
sugerencias, como eslabones perdidos en la meta del oro, que incitaban a internarse en
las selvas amazónicas a los que saquearon a Roma, a los que bajo el comando de Fili-
berto humillaron a los galos en San Quintín; a los triunfadores en Lepanto y testigos
del desastre de la Invencible, a los que sobrevivieron a las matanzas de cristianos en
Argel, Túnez y La Goleta y a los que a las órdenes de Alejandro Farnesio, rindieron a
la inexpugnable Amberes.
IV) Y antes de concluir, permitidme unos breves conceptos sobre el método que
he seguido en mis estudios acerca del origen del hombre americano. Apoyado en los
datos que suministran la Arqueología, la Zoología, la Antropometría y los principios
y conclusiones biológicas, he abordado este interesante estudio. Abrigo la esperanza,
hija de convicciones personalísimas, de que la nueva teoría está destinada a suplantar
102
ESTUDIOS
todas las concepciones dominantes en la materia, porque éstas, casi sin excepción han
sido fruto de lucubraciones místicas y metafísicas y el método que yo he adoptado
es el experimental. Ante el problema, para referirme a un solo caso, de los cráneos
achatados en su parte anterior, yo no me he guiado por el conocido atajo de afirmar
en presencia de la anomalía y para salir del paso, que se trataba simplemente de defor-
maciones artificiales o provocadas, sino que he sostenido la tesis contraria apoyándola
en los principios científicos y en pruebas irrebatibles que se encuentran en mi Museo,
a la orden de todos aquellos que quieran verificarlas.
103
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Señores, Señoras.
BIBLIOGRAFÍA
104
ESTUDIOS
Meneses Pacheco, Lino y Gordones Rojas, Gladys. (2007). “La Necesaria Repatriación y Restitución de
las Colecciones Arqueológicas Venezolanas para la Construcción de la Red de Museos de Historia de Vene-
zuela”. Boletín Antropológico. Año 25, Nº 70 (Mayo-Agosto). Universidad de Los Andes. Mérida. pp.
153-214.
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82-83. También en: http://blog.modernmechanix.com/2008/01/08/scien tists-find-traces-of-two-
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Venezuela was Civilization’s Cradle. Edición del 12 de Junio, pg. E4. New York,
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24 de octubre del ‘Nuevo Diario’ de Caracas.
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Caracas.
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dicina. Universidad Central de Venezuela. J.M. Herrera Irigoyen. Caracas. 93 pp.
Requena, Rafael. (1932a). “Vestigios de la Atlántida”. Tipografía Americana, Caracas. 264 pp.
Sáez Mérida. Simón. (1979). “El Mito Roosvelt”. Ensayos Venezolanos. pp. 155-186. Editorial Ateneo.
Caracas.
105
VALORACIÓN DE LAS FUENTES DOCUMENTALES
PARA EL ESTUDIO DEL REAL COLEGIO SEMINARIO
DE SAN BUENAVENTURA DE MÉRIDA
MARÍA SOBEIRA NIETO ARDILA*
*
Licenciada en Educación, Mención Historia (1997) y en Historia (2007) de la Universidad de Los Andes. Analista
Documentalista (2001). Referencista de Biblioteca Nacional-Biblioteca Febres Cordero. Cursante de la Maestría en
Historia de Venezuela de la Universidad de Los Andes. Pertenece al Programa de Estímulo al Investigador en el Nivel
A, del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología e Industrias Básicas. email: [email protected].
1
Con la revisión y ampliación correspondiente, este artículo fue presentado originalmente como ponencia en las IV
Lecciones de Historia Universitaria: “El Real Colegio Seminario Conciliar de San Buenaventura de Mérida, reali-
zadas en Mérida los días 17 y 18 de junio de 2010, bajo el auspicio de la Cátedra Libre de Historia de la Universidad
de Los Andes”; y forma parte del Proyecto de Investigación H-1366-11-06-B, financiado por el CDCHTA-ULA
bajo la coordinación del profesor Alí Enrique López Bohórquez.
2
En realidad lo que hizo el obispo en esa fecha fue dictar unas Constituciones para una Casa de Educación destinada
a los “…jóvenes inclinados a seguir el estado Eclesiástico, en donde se les imprima máximas de religión y se les enseñe
la lengua latina, e instruya en las materia morales , hasta tanto se practican las diligencias correspondientes a que se
107
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Cédula de Carlos III del 9 de junio de 1787, debemos señalar inicialmente algunas
características de las fuentes documentales requeridas para la reconstrucción de su
proceso histórico en cuanto al período 1785-1832. En primer lugar, existe un volu-
men considerable de documentos para que se cumplan las exigencias antes indicadas;
segundo, que los mismos se localizan en archivos locales, nacionales y extranjeros;
tercero, que algunos autores han utilizado y publicado manuscritos fundamentales
en sus estudios; y en cuarto lugar, que la revisión historiográfica permite advertir que
son pocos los historiadores que han hecho uso de fuentes documentales, mas si las
historiográficas precedentes, con lo cual la exposición e interpretación de la trayecto-
ria histórica de este importante instituto educativo eclesiástico se reduce en muchos
casos a una repetición mecánica de lo antes dicho por otros autores. Veamos entonces
cuál es el estado actual de las fuentes documentales para el estudio del Colegio Semi-
nario de Mérida en el período indicado, advirtiéndose que se trata de una valoración
de conjunto de las mismas y de la presentación de un inventario de los documentos
que hemos localizado, como contribución a futuras investigaciones al respecto, ya que
nos proponemos su publicación de forma conjunta.
Los manuscritos originales y copias de algunos de éstos para el estudio del Real
Colegio Seminario Conciliar de San Buenaventura de Mérida, entre 1785 y 1832,
se localizan en el Archivo General de Indias (Sevilla, España), el Archivo General
de la Nación (Caracas), el Archivo Arquidiocesano de Mérida, el Archivo Histórico
de la Universidad de Los Andes y el Archivo Histórico de la Universidad Central de
Venezuela, con la presunción de que también existan documentos en el Archivo His-
tórico Nacional de España (Madrid) y en el Archivo Histórico Nacional de Colombia
(Bogotá) por ser repositorios documentales para los que se destinaban copias de los
mismos o se generaban en instituciones metropolitanas o coloniales radicadas en esas
ciudades, aunque autores que nos preceden en la tarea de inventariar las fuentes no
hacen señalamiento alguno al respecto. De igual manera, en el Archivo General de Si-
mancas (España) se localizan documentos, toda vez que en su Sección Títulos de Indias
establezca, y funde el Seminario Colegio con todas las formalidades que dispone el Santo Concilio de Trento…” Sobre
ambas instituciones remitimos particularmente a El Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida, 1785-
1810…Caracas, Biblioteca de Temas y Autores Merideños, 1963; Eloi Chalbaud Cardona: Historia de la Universi-
dad de Los Andes. Mérida, Ediciones del Rectorado/Universidad de Los Andes, 1966, Tomo I, pp. 21-268; Odilio
Gómez Parente: Ilustrísimo padre Fray Juan Ramos de Lora: fundador de la Universidad de Los Andes. Caracas,
Universidad Católica Andrés Bello, 1974, pp. 66-123; Lucas Guillermo Castillo Lara: “La buenaventura del San
Buenaventura”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 270 (Caracas, abril-junio de 1985), pp. 331-368.
108
ESTUDIOS
109
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
3
En cuanto a las posiciones de la autoridad gubernamental marabina y los doctores del claustro caraqueño, con la in-
dicación de los documentos correspondientes, ha escrito Alí Enrique López Bohórquez: “El Gobernador Fernando
Miyares se opone a la creación de una Universidad en Mérida y la pide para Maracaibo”, Acervo. Revista de Estudios
Históricos y Documentales, Vol. IV, Nº 2 (Maracaibo, julio-diciembre de 2005), pp. 111-121; “Maracaibo se opone
al establecimiento de una Universidad en Mérida y solicita el Colegio Seminario Conciliar de San Buenaventura”,
Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 361 (Caracas, enero-marzo de 2008), pp. 79-99; “Oposición del
Claustro Pleno de Caracas a la creación de una universidad en Mérida”, Ensayos Históricos. Anuario del Instituto de
Estudios Hispanoamericanos, 20 (Caracas, 2008), pp. 99-121 y “El Deán Francisco Javier de Irastorza: Verdadero
promotor del establecimiento de una universidad en Mérida (1800-1806)” en Un siglo de historia de la Universidad
de Los Andes. Mérida, Vicerrectorado Administrativo/Cátedra Libre de Historia de la Universidad de Los Andes,
2011, pp. 17-47.
4
Antonio Ramón Silva: Documentos para la historia de la diócesis de Mérida. Mérida-Caracas, Imprenta de la Dióce-
sis /Tipografía Americana, 1908-1927, 6 Volúmenes.
5
Eloi Chalbaud Cardona: Historia de la Universidad de Los Andes. Mérida, Ediciones del Rectorado/Universidad de
Los Andes, 1967, Tomos I-III.
6
Odilio Gómez Parente: Fray Juan ramos de Lora, obispo insigne y sembrador de cultura. Documentos inéditos sobre su
vida y actividad al frente de la diócesis de Mérida de Maracaibo. Caracas, Italgráfica, 1972.
110
ESTUDIOS
que Gómez Parente tuvo la oportunidad, hace más de cuatro décadas, de revisar sin
inconveniente alguno sus fuentes, afirmando que “…en este archivo quedan muchos do-
cumentos de importancia para estudiar la actuación de Ramos de Lora y para rehacer la
vida del Seminario de San Buenaventura en sus primeros años. Hay expedientes relativos
tanto al Seminario como a los primeros seminaristas…”7
En cuanto a los documentos impresos, existen tres vías para su conocimiento y uti-
lización: índices de archivos, compilaciones documentales y estudios especializados
en el Colegio Seminario, en los Obispos de la Diócesis de Mérida, en la historia de la
Universidad de Los Andes o en otros temas referidos a la Iglesia y a la educación co-
lonial en Venezuela. Para tener una visión de cómo se fueron conociendo las fuentes
documentales, vamos a referirnos en orden cronológico a las obras que registran las
mismas. Dos son los índices de documentos hasta ahora publicados. En el Catálogo
de los documentos referentes a la antigua provincia de Maracaibo, existentes en el Ar-
chivo General de Indias de Sevilla, el Hermano Nectario María registró un número
considerable de testimonios de la Sección Audiencia de Caracas referidos de manera
general a los obispos Ramos de Lora, Torrijos, Hernández Milanés y Lasso de la Vega
con limitadas noticias del Colegio Seminario de Mérida, siendo su etapa inicial la
mayormente considerada por las autoridades metropolitanas: Carlos III, Carlos IV, el
Consejo de Indias y la Contaduría General. De igual manera, este autor indica docu-
mentos sobre algunos importantes funcionarios de la Iglesia Merideña que estuvieron
vinculados como autoridades o catedráticos de aquel instituto eclesiástico, como lo
fueron Buenaventura Arias, Francisco Antonio Uzcátegui, Francisco Javier de Irastor-
za, Juan José Mendoza, Luis Dionisio Villamizar, Mateo José Mas y Rubí, y Mariano
de Talavera8.
Por su parte, Odilio Gómez Parente en el citado libro incluyó un amplio inventa-
rio de “fuentes documentales inéditas” relativas a la vida y obra del primer obispo de la
diócesis de Mérida de Maracaibo existentes en el Archivo General de Indias, Archivo
General de la Nación y Archivo Arquidiocesano de Mérida, con una característica que
cabe destacar en cuanto al Colegio Seminario: presta más atención a las existentes en
el archivo sevillano que a las que se localizan en el archivo merideño. Curioso hecho
7
Ibid., p. LXXIX.
8
Hermano Nectario María: Catálogo de los documentos referentes a la antigua provincia de Maracaibo, existentes en
el Archivo General de Indias de Sevilla. Caracas, Universidad Católica “Andrés Bello”/Instituto de Investigaciones
Históricas, 1973.
111
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
si se toma en cuenta, como lo refiere en su libro, que tuvo acceso a todas las fuentes
disponibles en ese repositorio documental en su condición de religioso que realizaba
una investigación con autorización de la máxima jerarquía eclesiástica de Mérida para
1972, Monseñor Domingo Roa Pérez, encargado entonces de la arquidiócesis meri-
deña, y el apoyo del archivero, el Padre Luis Eduardo Cardona Meyer9. Para entonces,
al decir de algunos investigadores, eran pocas las restricciones que existían para la con-
sulta en este archivo, aunque con las exigencias del caso por parte de dicha autoridad.
Después de del inventario documental reseñado, Gómez Parente se propuso escribir
una biografía que tituló Ilustrísimo padre Fray Juan Ramos de Lora: fundador de la
Universidad de Los Andes10. El lo que se refiere al Colegio Seminario, el autor utilizó
documentos anteriormente reproducidos por él, Héctor García Chuecos y Eloi Chal-
baud Cardona, mediante extracto de algunos y transcripción completa de otros11.
Los documentos publicados por Antonio Ramón Silva, Odilio Gómez Parente y
Eloi Chalbaud Cardona fueron inventariados totalmente por Héctor Silva González
en Contribución a la interpretación del contenido documental perteneciente al Obispo
Fray Juan Ramos de Lora en Mérida (La renta eclesiástica)12. En esta Memoria de Gra-
do de la Escuela de Historia de la ULA de 1993 se presentan las minutas de los textos,
indicándose las páginas de las obras de esos autores, clasificadas temática y cronológi-
camente. Metodología a la cual recurrió Silva González en razón de no haber podido
hacer consulta directa de esos documentos en el Archivo Arquidiocesano de Mérida.
Representa una buena guía directa para ubicar los referidos al Seminario y otros as-
pectos de la actuación del primer obispo de la diócesis merideña en lo que a renta
eclesiástica se refiere, aunque se indicaron también documentos ajenos a este aspecto.
9
Odilio Gómez Parente: Op. Cit., p.
10
Odilio Gómez Parente: Ilustrísimo padre Fray Juan Ramos de Lora: fundador de la Universidad de Los Andes.
Caracas, Universidad Católica Andrés Bello/Instituto de Investigaciones Históricas, 1974. Este estudio fue original
mente publicado en Montalbán, 3 (Caracas, 1974), pp. 473-591.
11
Ibid. pp. 66-
12
Héctor Silva González: Contribución a la interpretación del contenido documental perteneciente al Obispo Fray Juan
Ramos de Lora en Mérida (La renta eclesiástica). Mérida, Escuela de Historia/Universidad de Los Andes, 1993.
112
ESTUDIOS
Una de las mejores contribuciones para el conocimiento inicial del Seminario fue
la publicación del Arzobispo Antonio Ramón Silva de Documentos para la historia de
la diócesis de Mérida antes citado, algunos de los cuales fueron incluidos también en
Patriotismo del Clero de la Diócesis de Mérida14. En ambas obras transcribió un buen
número de documentos, sin identificación alguna de su localización en el Archivo
Arquidiocesano, relativos sobre todo a las actuaciones de los obispos Ramos de Lora,
Torrijos, Hernández Milanés y Lasso de la Vega a favor de ese instituto de educación
eclesiástica, conversión de la casa de educación en seminario, asignación de bienes
urbanos y rurales, edificio, primeros alumnos, catedráticos, cuentas y situación econó-
mica en determinados momentos, reformas de sus constituciones, establecimiento de
una escuela de primeras letras, gestiones para la conversión del Seminario en Univer-
sidad, la negativa del rey para dicha conversión, grados mayores y menores otorgados,
traslado a Maracaibo como consecuencia de la guerra de independencia y su restable-
cimiento en Mérida. Ambos libros fueron utilizados ampliamente por los autores que
luego intentaron divulgar parte de la historia del Colegio Seminario, y siguen siendo
de obligada consulta para quienes busquen reinterpretar el papel que éste cumplió
durante la dominación colonial y primeras décadas del régimen republicano.
Una evidencia de ello es el libro de Gabriel Picón Febres, hijo, editado en 1916,
Documentos para la historia de la diócesis de Mérida15, en el que su autor cita documen-
tos completos o extractos de algunos para hacer señalamientos específicos sobre el
Seminario en cuanto a su creación y hechos relevantes relacionados con los obispos de
13
Juan Nepomuceno Pagés Monsant: “Resumen histórico de la Universidad de Los Andes”, Anuario de la Universidad
de Los Andes, Tomo 1 (Mérida, abril de 1891), pp. 6-38. Otras ediciones: Mérida, Editorial Salirrod, 1950; Mérida,
Dirección de Cultura de la Universidad de Los Andes, 1951; Mérida, Concejo Municipal del Distrito Libertador,
1983.
14
Antonio Ramón Silva: Patriotismo del Clero de la Diócesis de Mérida. Mérida, Imprenta Diocesana, 1911, pp. 151-
171.
15
Gabriel Picón Febres, hijo: Documentos para la historia de la diócesis de Mérida. Datos para la historia de la Diócesis
de Mérida [1916]. Segunda edición: Mérida,. Fondo Editorial Solar/ CDCHT-ULA, 1998.
113
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Mérida entre 1785 y 1816. Picón Febres dice que la fuente principal de los testimonios
documentales que “ilustran su narración” fue la primera de las obras de Antonio Ra-
món Silva, pero también de los contenidos en los trabajos de Enrique María Castro16,
Mariano de Talavera17 y Juan Nepomuceno Pagés Monsant, sin hacer cita directa de
la localización en el escaso aparato crítico de su estudio. Mas de tres décadas transcu-
rrieron para se tuviera nuevamente acceso a la publicación de documentos sobre el Se-
minario, resultando de difícil consulta los autores antes mencionados para 1950. Esto
vino a subsanarse en parte con el folleto editado por Luis Spinetti Dini: Documentos
para la Historia de la Universidad de Los Ande18s, quien se propuso “poner al alcance
de los estudiosos de la historia de nuestro primer centro docente la documentación básica
en torno a los orígenes y primer período histórico.” Se trata de dieciséis documentos que
abarcan los años de 1785 a 1810, comprendiendo asuntos académicos y administrati-
vos del Seminario, sus constituciones, títulos de sus propiedades rurales, construcción
de su edificio, cuentas, gestiones para su conversión en universidad, concesión real
para otorgar grados mayores y menores y el decreto de la Junta Patriótica que creaba
la Universidad de Mérida.
16
Enrique María Castro: Historia de los Obispos de Mérida de Maracaibo. Valencia, Tip. De Fernando Rodríguez,
1888.
17
Mariano de Talavera y Garcés: Apuntes de Historia Eclesiástica de Venezuela. Caracas, Tipografía Americana, 1929.
18
Luis Spinetti Dini: Documentos para la Historia de la Universidad de Los Andes. Mérida, Universidad de Los Andes/
Dirección de Cultura, 1950.
19
Héctor García Chuecos: El Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida. Caracas, Gobernación del
Estado Mérida, 1963. Este libro comprende también el trabajo Cultura intelectual de Venezuela desde su descubri-
miento hasta 1810, pp. 195-318.
114
ESTUDIOS
Juan José Mendoza sobre el estado del instituto de 1802, la nómina de los alumnos de
medicina en 1805 y los primeros grados conferidos por el Real Colegio Seminario en
1808. Lo novedoso de este trabajo, en lo documental, fue la inclusión de manuscritos
del Archivo General de Indias, del Archivo General de la Nación y del Archivo de la
Universidad de Los Andes, hasta entonces no conocidos ni utilizados por otros auto-
res20. Cabe agregar sobre este autor que en Estudios de Historia Colonial Venezolana
remite a fuentes documentales del Archivo General de la Nación, de sus Secciones Go-
bernación y Capitanía General, Real Hacienda, Gastos Públicos, Negocios Eclesiásticos,
Diversos y Secretaría del Interior y Justicia, al incluir notas biográficas o actuación de
los obispos de Mérida, de otros eclesiásticos vinculados al Colegio Seminario, su Bi-
blioteca y la enseñanza del derecho y de la medicina, extractando o glosando algunos
documentos21.
Ildefonso Leal también hizo contribución documental para el estudio del Semina-
rio con la publicación del “Inventario y avalúo de la biblioteca del Colegio Seminario
de San Buenaventura de Mérida. Año 1791”, copiado del Archivo Arquidiocesano de
Mérida22, y las Actas de las reuniones del Claustro Pleno de Caracas de 1801 y 1802
en las que se debatió la propuesta del Deán Irastorza de conversión del instituto ecle-
siástico en instituto universitario, las cuales influyeron en la negativa del Rey Carlos
IV de acceder a tal solicitud por Real Cédula del 18 de junio de 1806. Dichas actas
contienen valiosa información con respecto al origen, evolución y estado del Colegio
Seminario para cuando se hizo aquella petición23. Esas actas de los doctores de la Uni-
versidad de Caracas habían sido anteriormente publicadas por Juan de Dios Méndez
y Mendoza en Historia de la Universidad Central de Venezuela, junto con la Real Cé-
dula de Carlos IV del 18 de junio de 1806, antes mencionada24.
20
Ibid., pp. 165-185.
21
Héctor García Chuecos: Estudios de Historia Colonial de Venezuela. Caracas, Tipografía Americana, 1931, Tomo I,
pp. 166-249.
22
Ildefonso Leal (Introducción y Notas): “Inventario y avalúo de la biblioteca del Colegio Seminario de San Buena-
ventura de Mérida. Año 1791”, Revista de Historia, 26-27 (Caracas, 1966), pp. 63-87; también incluido en Docu-
mentos para la historia de la educación en Venezuela (Época Colonial). Caracas, Academia Nacional de la Historia,
1987 (BANH. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 87), pp. 313-331.
23
Ildefonso Leal: La Universidad de Caracas en los años de Bolívar. Caracas, Ediciones del Rectorado de la UCV,
1983, Tomo II, pp. 16-23. En la segunda edición Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2010
24
Juan de Dios Méndez y Mendoza: Historia de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1910, Tomo I.
115
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Así, al iniciarse la década de los sesenta del siglo XX se conocían más los docu-
mentos del Seminario que los de la Universidad, por lo que, entre otras razones, Eloi
Chalbaud Cardona se propuso iniciar el trabajo de escribir una Historia de la Univer-
sidad de Los Andes26, la cual terminó siendo básicamente una compilación documen-
tal que se ha convertido en la obra más importante que da cuenta del devenir histó-
rico tanto del Seminario como de la Universidad. En casi todos los diez volúmenes,
comprendiendo el período de 1778 a 1928, que Chalbaud Cardona publicó entre
1967 y 1985, incluyó significativa información sobre el Colegio Seminario Conciliar
de Mérida, con mayor profusión en los tres primeros volúmenes. Representa la edi-
ción de importantes documentos de consulta obligada, pues registró buena parte de
los incluidos por Juan Nepomuceno Pagés Monsant, Antonio Ramón Silva y Héctor
García Chuecos, pero con el defecto de que Chalbaud no indicó la localización exac-
ta de las fuentes, como igualmente ocurre con los que proceden de los archivos de
Mérida, Caracas y España. Debemos señalar que éste transcribió textos del Archivo
Arquidiocesano que no fueron publicados por el Arzobispo Silva, sin la referencia de
su ubicación en este repositorio documental.
25
Guillermo Figueras (Estudio Preliminar): en Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 1965 (BANH. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, 74-75), Tomo I,
pp. 295, 325, 328, 333; Tomo II, 237, 308, 332 y 337.
26
Eloi Chalbaud Cardona: Historia de la Universidad de Los Andes. Mérida, Ediciones del Rectorado, 1967-1985, 10
Tomos.
116
ESTUDIOS
La prematura muerte del obispo Torrijos no restringió las actividades del Semina-
rio, asumiendo la rectoría del mismo el Presbítero Dr. Juan José Mendoza. Los do-
cumentos muestran a los catedráticos, cátedras y alumnos. De suma importancia es
la publicación por parte de Eloi Chalbaud de buena parte del expediente originado
por la propuesta del Deán de la Catedral Francisco Javier de Irastorza y del Cabildo
Eclesiástico para que el Real Colegio Seminario Conciliar fuera convertido en la Real
y Pontificia Universidad de San Buenaventura, incluyendo además las posiciones al
respecto del Gobernador de Maracaibo, del Claustro Pleno de la Universidad de Ca-
racas y del Ayuntamiento de Mérida en pro de la erección de un instituto universitario
en la ciudad30. Se cierra el primer tomo de Chalbaud Cardona con los documentos re-
lativos a la actuación del Obispo Santiago Hernández Milanés en cuanto a la gestión
rectoral del Dr. Ramón Ignacio Méndez; la Real Cédula de Carlos IV que concede al
Colegio Seminario la facultad de conferir grados mayores y menores, negando la pe-
tición de que se convierta en Universidad; distintas actividades del obispo a favor de
la institución, actitud del ayuntamiento de Mérida ante las noticias de la mencionada
disposición real y los primeros graduados del Seminario31.
27
Ibid., Tomo I, Capítulo Segundo, pp. 83-112.
28
Ibid., pp. 221-258.
29
Ibid., Capítulo Sexto Quinto, pp. 275-286.
30
Ibid., Capítulos Sexto y Séptimo, pp. 303-325 y 335-352.
31
Ibid., Capítulo Octavo, pp. 384-402.
117
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
32
Ibid., Tomo II, pp. 17-367.
33
Véase particularmente lo referente a los inventarios de separación de bienes del Seminario y la Universidad en Ibid.,
Tomo IV, pp. 231-355.
34
Deysi Valencia: Libro [Copiador] de Órdenes y Decretos Superiores de los Obispos Santiago Hernández Milanés y
Rafael Lasso de la Vega, Vicaría Capitular Francisco Javier de Irastorza 1803-1828. Mérida, Escuela de Historia/
Universidad de Los Andes, 2006 (Memoria de Grado presentada para la obtención del título de Licenciada en
Historia). Documentos 19, 22, 23, 30 y 31.
118
ESTUDIOS
La consideración general que vamos a realizar sobre las fuentes documentales par-
te de dos aspectos fundamentales: Localización y acceso de consulta a las mismas y su
valoración para la reconstrucción del proceso histórico del Real Colegio Seminario
Conciliar de San Buenaventura. En cuanto a lo primero debemos señalar que a través
de los autores que han inventariado y compilado documentos se tiene conocimiento
y acceso a los mismos, pudiendo ser utilizados confiablemente en las investigaciones.
Una indagación en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y en el Archivo Histó-
rico Nacional de Colombia seguramente permitirá conocer otros manuscritos, pero
estos no harían mayores aportes al estudio del instituto eclesiástico merideño, pues los
fundamentales se localizan en el Archivo General de Indias, en el Archivo General de
la Nación y en el Archivo Arquidiocesano de Mérida.
Llama la atención que Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo en sus libros sobre
los obispos Fray Juan Ramos de Lora y Fray Manuel Cándido de Torrijos no hizo uso
directo, ni señalamiento, de los documentos que deben existir en el referido archivo
eclesiástico, sino de la historiografía que había biografiado estos importantes persona-
jes de la Diócesis de Mérida, siendo el historiador que ha podido dar a conocer otros
manuscritos que pudieran revelar aspectos desconocidos de la historia del Colegio
Seminario35. Como indicamos, los documentos existentes en el Archivo Histórico de
35
Baltazar E. Porras Cardozo: El Ciclo Vital de Fray Juan Ramos de Lora. Mérida, Ediciones del Rectorado/Universi-
dad de Los Andes, 1992 y Torrijos y Espinoza. Dos breves episcopados merideños. Mérida, Arquidiócesis de Mérida/
Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, 1994.
119
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
120
UNA VISIÓN DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA
EN LA OBRA DE JOSÉ DE OVIEDO Y BAÑOS
MARÍA SOLEDAD HERNÁNDEZ BENCID*
*
Doctor en Historia (2010) UCAB, Magister en Historia de las Américas (1989) UCAB, Investigador en el Centro
de Investigación de la Comunicación (CIC-UCAB), Docente en las Escuelas de Filosofía y Comunicación Social
de la UCAB. Es autora de: La Prensa Eclesiástica y de Opinión Religiosa a través de la obra periodística de Mariano
de Talavera y Garcés (2011) UCAB, coautora en publicaciones diversas y revistas especializadas.
1
Henri See, Orígenes del Capitalismo Moderno, Fondo de Cultura Económica de México, México, 1974, p.46.
121
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Frente a esta fiebre por los metales, se generaliza la subestimación por la agricultura y
solo se fomenta, con desgano, en los lugares poco o nada propicios para la actividad ex-
tractiva. Bajo esta orientación, maneja la metrópoli española sus posesiones en ultramar.
Sin embargo, nacida del propio seno del mercantilismo, a partir de 1750, la fisio-
cracia comienza a modificar los patrones que dominan el sistema económico. Es en
este momento, cuando la idea del libre cambio sustituye a la furia de los monopolios,
y la presencia del Estado como regulador de la oferta y la demanda se convierte en fun-
damento de los escritos de la especialidad. Ahora la tierra vale per se, y no solo por el
oro y la plata que pueda madurar en sus entrañas, en el proceso de perfeccionamiento
de los fundamentos reales de una productividad sana y heterogénea2.
122
ESTUDIOS
UN PANORAMA DE TRANSICIÓN
Quien pretenda encontrar en la Historia de Oviedo y Baños los datos precisos para
la reconstrucción del desarrollo económico de Venezuela durante el proceso de con-
quista y poblamiento, ha de fracasar en su objetivo. En la óptica del historiador todavía
no ocupa la parte medular, lo que tiene que ver con la forma de producción y la distri-
bución de las riquezas. Su trabajo es esencialmente descriptivo. A lo largo de la obra,
éste se dedica a mostrar y resaltar, de alguna manera, las bellezas naturales del país y
mencionar los numerosos productos que se dan en las diferentes regiones geográficas.
123
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En esencia, no se trata de que el autor subestima una parcela determinada del pa-
sado, sino que desarrolla una concepción que superpone lo global en perjuicio de lo
particular. Aunque es una obra, hermosamente redactada, al final se esboza un gran
paisaje que no se puede apreciar en sus detalles, ya que no presenta evidencias concre-
tas y precisas, que permitan acercarse a la reconstrucción del pasado en su totalidad.
5
José de Oviedo y Baños, Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, Tomo I, Ediciones de la
Fundación Cadafe, Caracas, 1982, p.3-4
124
ESTUDIOS
No eran de tan poco provecho las minas de S. Felipe para los vecinos de la nueva
ciudad de Segovia, que no fuesen experimentando con ellas aumento conocido en
sus caudales, y animados con el interés que ya gozaban, tuvieron disposición de
poner mas de ochenta negros esclavos, que acompañados de algunos indios de las
encomiendas, trabajasen en el beneficio de los metales al cuidado de los mineros
españoles7.
Ambos aspectos apenas quedan esbozados en la obra, sin embargo, pueden enten-
derse como una novedad susceptible de ser punto de partida, en la construcción de
una visión diferente de la Historia de Venezuela.
6
Ibídem, p. 5.
7
Ibídem, p. 209.
125
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
8
Así titula una de sus obras el escritor Rufino Blanco Fombona.
9
José de Oviedo y Baños, Ob. cit., p. 94.
126
ESTUDIOS
Al describir un encuentro entre los indígenas y los hombres de Don Diego García
de Paredes10, reconoce el agravio a que fueron sometidos los nativos y sus mujeres por
parte de los españoles:
Habiendo salido el Capitan Martin de Proveda con alguna jente armada al descu-
brimiento de nuevas conquistas, pasada la Cordillera de los Andes…vino a salir por
S.Juan de los llanos á la ciudad de Santafe, sin mas fruto de su jornada, que haber
adquirido noticias de algunos indios que encontró, de que caminando mas al norte
10
Fundador de la ciudad de Trujillo en 1556.
11
Op. cit., p. 226.
127
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
por el mismo viaje que llevaba, hallaría provincias muy pobladas, y tan ricas, que
todo el homenaje de las casas era labrado de oro, con otras mil grandezas, y men-
tiras, que aquellos salvajes de los llanos, por echarlos cuanto antes de sus tierras, les
supieron fingir para engañarlos12.
Llevado del mismo fin, habia pasado por allí Hernan Perez de Quesada con dos-
cientos y cincuenta hombres, y porción considerable de caballos; porque engañado
también de la ponderación y circunstancias con que los soldados de Benalcazar
pintaban en el Nuevo Reino los tesoros, y excelencias de su mentido Dorado, aban-
donó la felicidad, y conveniencias que gozaban, gobernando sus provincias en au-
sencia de su hermano D. Gonzalo, por seguir la incertidumbre de una dudosa espe-
ranza: inadvertencia, que cuando no tuvo remedio le dio a conocer su desengaño,
pues derrotado y perdido, estimó, por particular favor su fortuna, el poder salir á
la ciudad de Pasto en la Gobernacion de Popayan, despues de consumidos dos años
en excesivos trabajos, sin conseguir otro fruto, que haber comprado á precio de su
constancia las veras de un escarmiento13.
12
Ibídem, p.466.
13
Ibídem, p. 134.
14
Ibídem, p. 93.
128
ESTUDIOS
Tal y como se desprende de los párrafos anteriores, Oviedo trata de manera tangen-
cial estos asuntos, además, ocupan poco espacio en su crónica. Sin embargo, traslucen
una aproximación más acertada en torno a las raíces de la Conquista de América.
Llama la atención, el énfasis que da, el autor, a la motivación económica del con-
quistador, cuando se refiere a los Belzares15. En el caso de los alemanes, censura con
dureza la desmedida apetencia, de éstos, hacia los metales preciosos, así como resalta
su trato despiadado hacia el indígena. En diversos pasajes de la obra, se deja ver esta
orientación.
En uno de los pueblos de esta provincia se alojó por algunos días Felipe de Utre: y
como entre sus vecinos hallase un indio, que según la madurez de sus acciones, sosie-
go de sus palabras,… procuró informarse de él muy por extenso… y satisfaciendo el
bárbaro á sus preguntas con aquella ingenuidad que es propia de un pecho noble, le
advirtió el error que cometia en seguir el rumbo que llevaba…pero que si tomando
su consejo quisiese volver atrás, hallaria lo que deseaba, pues él se ofrecia á acompa-
ñarlo hasta dejarlo introducido en unas tierras muy ricas, pobladas de mucha jente,
y abundantes de oro y plata; para lo cual era necesario caminar desde aquel sitio,
llevando siempre la cara al nacimiento del sol, hasta dar con la ciudad de Macatoa,
fundada sobre las riveras del celebrado rio Guayuare; y en prueba de la verdad en
que fundaba su oferta, enseñó á Felipe de Utre unas manzanas, ó nísperos de oro,
que dijo haber traido un hermano suyo, que habia venido de ella18.
15
Castellanización de los mercaderes y banqueros alemanes Welser de Augsburgo
16
Ibídem, p. 20-21.
17
Felipe de Hutten.
18
Ibídem, p. 135-136.
129
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
19
Ibídem, p. 182-183.
130
ESTUDIOS
La descripción que realiza el autor, sobre las comarcas más importantes de Vene-
zuela, no es nada común, hasta entonces. Aquí puede estar expresado, el otro indicio
de novedad en su Historia.
¿Dónde está la novedad? En sus inicios, la visión que dan los europeos de estas tie-
rras, es algo poco menos que fabulosa. Sus crónicas giran alrededor de elementos mi-
tológicos, personajes mágicos y caballeros andantes. Posteriormente, las versiones se
moderan y son más reales, pero frías, distantes, como hechas desde afuera, sin mayores
muestras de afecto por la tierra que era objeto de sus crónicas. Con Oviedo se observa
un proceso que, si bien no es destacadamente particular, en relación a esa segunda fase
de la historiografía, al menos comienza a esgrimir una visión positiva en la que parece
compenetrarse, porque se siente parte de ella.
En un hermoso valle, tan fértil como alegre, y tan ameno como deleitable… tiene
su situación la ciudad de Carácas en un temperamento tan del cielo, que sin com-
petencia es el mejor de cuantos tiene la América, pues ademas de ser muy saluda-
ble, parece que lo escojió la primavera para su habitación continua, pues en igual
templanza todo el año, ni el frio molesta, ni el calor enfada, ni los bochornos del
estío fatigan…su comarca fértil, y abundante de cuanto se puede apetecer para el
regalo: produce excelentes verduras de cuantas especies hay con abundancia, y todo
el año frutas,… granadas excelentes, sazonados membrillos, manzanas, higos, uvas,
limas, limones, melones y zandias, tan perfectas todas en el gusto, como si no tuvie-
ran nada de extranjeras, lábrase azúcar mucha, y de buen temple de que se hacen
exquisitas y regaladas conservas, sus cosechas rinden a centenares por fanegas; sus
pastos multiplican á millares los ganados20.
20
Ibídem, p. 419-420, 431.
131
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
mucho trato que mantiene con Cartajena, Sto. Domingo, Carácas, y otras partes,
trasportando a ellas gran cantidad de quesos, mulas y cordobanes, es lugar rico,
aunque su vecindad es corta21.
Provincia pingüe, fertil de todo genero de frutos, y muy abundante de algodón, que
era lo que por entónces apetecían mas los del Tocuyo, por haberse aplicado á la labor
de los lienzos de este jénero, que tejidos con primor, les servían de mercancía para
traficarlos á otras partes donde tenían expendio, y estimación22.
En el párrafo anterior, por vez primera, el autor menciona la existencia de una es-
pecie de fábrica, quizá de tipo doméstico, pero sin dar más detalle acerca de esta infor-
mación. No aporta nada nuevo a lo ya señalado por los cronistas: Aguado, Piedrahita,
Castellanos, quienes se refieren al extenso cultivo de algodón en los territorios de Cui-
cas y Timotes, pero sin hablar de la forma como lo procesan.
Tiene su asiento esta ciudad en un hermoso valle, á quien da nombre el rio To-
cuyo, que lo fecunda con sus aguas siempre cristalinas, delgadas, y gustosas; su
temperamento es templado, aunque mas toca en cálido, que en frio; su comarca
abundante, y su terreno fértil; produce mucho trigo, algodón, azucar, maíz y otras
semillas;cójense muchas frutas, asi criollas, como extranjeras, y en particular ri-
cas manzanas, y muy fragantes rosas; sus pastos son muy adecuados para ganado
cabrío, en que es imponderable el multiplico, de cuyas pieles benefician muchos, y
buenos cordobanes, que sirven de mercancía a sus moradores23.
21
Ibídem, p. 15-16.
22
Ibídem, p. 223-224.
23
Ibídem, p. 180.
132
ESTUDIOS
comarca muy estéril, y solo acomodada para criar ganados, asi vacuno, como cabrio,
de que es notable el multiplico… el lugar es rico por el mucho comercio que mantiene
con la nueva España, Sto. Domingo, Cartajena, islas de Canaria, y otras provin-
cias ultramarinas; el puerto es muy seguro, y acomodado para fabricar embarca-
ciones, por la abundancia que se goza de excelentes maderas, y asi continuamente
están embarazados sus hastilleros24.
BALANCE
La Historia que escribe Oviedo y Baños, es la Historia típica del siglo XVIII.
Orientándose hacia los vistazos generales, en perjuicio de lo particular. Es la tenden-
cia predominante de la Ilustración europea e hispanoamericana. Tal y como señala
Arcila Farías, el autor se inscribe dentro de esta tendencia como miembro de la escuela
“erudita”. De la misma forma, Julio Planchart, lo ubica en el marco de la historiografía
clásica, fundamentalmente vinculada a la narración de lo político y bélico.
24
Ibídem, p. 498-499.
25
Elías Pino Iturrieta, La mentalidad venezolana de la Emancipación (1810-1812), Ediciones de la Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, p.117.
133
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
acertada se asoma tímidamente a ese camino que otros transitan posteriormente, mos-
trando las bellezas de una geografía que van más allá de la simple acumulación de me-
tales preciosos, objetivo primigenio de la empresa conquistadora. Su obra figura entre
los textos clásicos de lectura obligada para los estudiosos de la Historia venezolana.
BIBLIOGRAFÍA
-Arcila Farías, Eduardo (1961) Ubicación de Oviedo y Baños en la Historiografía, En: Carrera Damas,
Germán: Historia de la Historiografía Venezolana, Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad
Central de Venezuela.
-Arcila Farías, Eduardo (1973) Economía Colonial de Venezuela, Tomo I, Caracas, Italgráfica.
-Arellano Moreno, Antonio (1974) Breve Historia de Venezuela 1492-1958. Caracas, Italgráfica.
-Bitar, Marcelo (1968) Economistas Españoles del siglo XVIII, Madrid. Ediciones Cultura Hispánica.
-Gabaldón Márquez, Joaquín (1948) Muestrario de Historiadores Coloniales de Venezuela, Caracas, Co-
lección Biblioteca Popular Venezolana, Nº 26, Ministerio de Educación.
-Gerbi, Antonello (1960) La Disputa del Nuevo Mundo, México, Fondo de Cultura Económica.
-Oviedo y Baños, José (1941) Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, Repro-
ducción facsimilar de la edición hecha en Caracas en 1824 por Domingo Navas Spínola.
-Pino Iturrieta, Elías (1971) La Mentalidad Venezolana de la Emancipación (1810-1812). Caracas, Edi-
ciones de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.
-Planchart, Julio (1941) Oviedo y Baños y su Historia de la Conquista y Población de la Provincia Ve-
nezolana, Discurso pronunciado en la recepción como individuo de número de la Academia Nacional
de la Historia.
-Rodríguez, Ida (1986) Amadises de América, Caracas, Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo
Gallegos.
-See, Henri (1974) Orígenes del Capitalismo Moderno, México, Fondo de Cultura Económica.
134
DOCUMENTOS
Los vecinos principales de la ciudad de Caracas organizaron la recaudación de fon-
dos y activaron las diligencias en la Corte de Madrid para la creación de una universi-
dad en la ciudad. El Obispo Juan José de Escalona y Calatayud, los alcaldes del Cabil-
do de Caracas y los canónigos de la catedral, fueron los principales promotores de la
iniciativa ante el Rey. Así Felipe V, en real cédula fechada en Lerma el 22 de diciembre
de 1721, decretó la erección de La Real y Pontificia Universidad de Santiago de León
de Caracas, con las cátedras de teología de víspera y moral, cánones, instituta o leyes,
filosofía, gramática de menores y música o canto llano.
El estatuto universitario fue redactada por el Obispo Juan José Escalona, el rector
Francisco Martínez y cinco miembros del Cabildo Eclesiástico, quienes estudiando
los de las universidades de México, Universidad Real de Santo Domingo y la Univer-
sida de Sam Marco en Lima, así como la constitución del Seminario de Santa Rosa
de Lima, presentaron al Rey y fueron aprobadas por Real Cédula dada en Aranjuez el
8 de mayo de 1727 las “Constituciones de la Universidad Real y Pontificia fundada en
el magnífico Real Seminario Colegio de Santa Rosa de Lima de la ciudad de Santiago
de León de Caracas de la provincia de Venezuela”. Los estatutos fundamentalmente
defendían los fueros y regalías del Rey y de la Iglesia por ello se denominaba Real y
Pontifica. Velaba por la pureza de la religión católica y por la formación profesional
útil a ambas instituciones. El ingreso de estudiantes estaba signado por su condición
social y económica, debía presentar una relación detallada de su vida y buenas cos-
tumbres, así como la presentación de testigos y documentos que avalasen su condi-
ción de persona blanca, hijo de legítimo matrimonio, cristiano y limpio de toda mala
raza. Excluía a negros, zambos, mulatos o personas con alguna tacha pública inmoral.
137
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
138
REORGANIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD
DE CARACAS 1827
Simón Bolívar
Libertador Presidente, etc.
Importando a la más cumplida ejecución de la ley de 18 de marzo de 1826,
sobre la organización y arreglo de la instrucción pública, adaptar mejor aquella
disposición al clima, usos y costumbres de estos departamentos; dar a esta Uni-
versidad Central y a los estudios en ella la planta que más conviene al presente;
DECRETO
CAPÍTULO I
Artículo 2º. No se tratará en las Juntas Generales sino del asunto a que se con-
vocal el día antes, dejándose copia de ella en el Libro de Actas, autorizada por
el Secretario.
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 4º. El que estando en la ciudad, y habiéndosele citado, falte a los actos
generales de la Universidad, en el espacio de un año, al número mayor de todos
ellos, y el que resista a pagar la multa serán privados por el espacio del año si-
guiente de voz activa y pasiva.
Artículo 5º. Esta inasistencia punible y la renuencia al pago de las multas serán
Artículo 10. Ningún Claustro Pleno o Junta General, podrá celebrarse con me-
nos de doce individuos, entre los cuales ha de haber por lo menos cuatro cate-
dráticos.
Artículo 11. A la Junta no concurrirá persona alguna que no tenga voto, sino el
Secretario, cuando no fuere miembro de la Universidad. El bedel estará del lado
140
DOCUMENTOS
fuera de la puerta para mantenerla cerrada y para avisar al Rector cuando llegue
alguno de los vocales después de comenzada la discusión, y en virtud de su or-
den permitirá la entrada; pero si a petición de un individuo acordare el Claustro
que la sesión sea pública, podrá así hacerse.
Artículo 12. Las Juntas se celebrarán con el orden y decoro propios de un cuer-
-
da a su dirección. El Rector hará observar en todo caso el orden con el toque de
una campanilla.
Artículo 13. La Junta General no podrá revocar, alterar, ni dispensar ley alguna
ni resolución del Gobierno; sólo tiene derecho para promover y celar su cumpli-
miento, y para consultar y suplicar por medio de la Dirección Departamental lo
que estime conveniente para la mejora o reforma de la Universidad.
Artículo 14. Lo que se determine por una Junta, no podrá ser revocado por otra,
a menos que para este segundo acto se reúna la opinión de las dos terceras par-
tes de los concurrentes y que se haya hecho una citación previa y expresa para
tratar de la revocatoria.
Artículo 16. Siempre que haya temor fundado de que la publicación de los su-
fragios en el caso precedente o en cualquiera otro pueda causar disensiones o
resentimientos de los mismos miembros de la Universidad, o entre cualesquiera
otras personas, el Rector podrá exigir a los concurrentes juramento de no revelar
lo que allí se haya tratado, después que el Claustro convenga en que así lo exige
lo arduo de la materia.
Artículo 17. La Junta General no podrá elegir para enviar a negocios fuera de la
ciudad a ningún catedrático en propiedad, a menos que haya urgentísimas cau-
Artículo 18. Tampoco podrá la Junta General acordar que se hagan de los fon-
dos de la Universidad gastos extraordinarios o diferentes de los que se prescri-
ben por esta Constitución.
Artículo 19. No podrá darse sueldo a persona alguna ni aumentar los asignados
sin aprobación de la Junta General y de la Dirección Departamental; ni dispen-
sarse derecho alguno a los que se gradúen, sea de la caja o de los examinados.
141
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
votos particulares.
CAPÍTULO II
De las Juntas Particulares o Claustros de Catedráticos
Artículo 23. Las Juntas Particulares se formarán del Rector, Vicerrector y seis
catedráticos propietarios o, en su falta, los sustitutos de estas mismas personas,
además de los dos primeros aun cuando sean catedráticos. Compondrá la Junta
de Inspección y Gobierno encargada de velar en la exactitud de la enseñanza, y
que se observen los reglamentos y leyes académicas.
Artículo 24. La Junta Particular deberá celebrar sus sesiones con cinco de sus
miembros por lo menos, en los jueves de cada semana, y comenzarán a las 10
de la mañana.
Artículo 25. La Junta de Gobierno acordará: primero, todos los negocios re-
lativos a la economía y buen manejo de las rentas; segundo, lo que mire a la
Secretaría y a la policía de la Universidad; tercero, resolverán cuáles asuntos
sean arduos e importantes, que por su gravedad exijan la resolución de la Junta
General.
Artículo 26. La Junta Particular tendrá también un libro de actas y acuerdos que
custodiará el Secretario. No podrá sacarse testimonio alguno de tales actas sin
mandato del Rector.
142
DOCUMENTOS
CAPÍTULO III
De la Junta de los Miembros de cada Facultad
Artículo 29
catedráticos examinadores, la Dirección Departamental, a propuesta de la Junta
de cada Facultad, elegirá un número de examinadores, que con los catedráticos
exceda en dos, por lo menos, al necesario para los exámenes de cursantes, as-
pirantes a grados y opositores a cátedra.
Artículo 30. Para que los exámenes se hagan del modo más prolijo y capaz de
-
cipio de cada bienio académico en Juntas Particulares, los miembros de cada
Facultad de las que se enseñan en esta Universidad y escogerán hasta treinta
cuestiones, o más si se consideran necesarias, de las materias que se hayan leído
en los cursos, que designará esta Constitución; cada cuestión o proposición se
extenderá en billete separado en el cual se expresará también el texto de donde
se ha tomado, e incluidas las de cada Facultad en un pliego cerrado, sellado y
rubricado al reverso por el Rector con el rótulo de Proposiciones de tal Facultad,
se entregará al Secretario para que lo custodie cuidadosamente en el archivo, y
lo presente a la Junta de Examinadores cuando tenga que dar puntos para grados
de bachiller o licenciado, y para oposiciones a cátedras.
Artículo 31. Los miembros de cada Facultad, al reunirse para escoger las pro-
posiciones de que trata el artículo anterior, juraran ante el Rector, que presidirá
el acto, no haber comunicado, ni comunicar en adelante las proposiciones que
se escogieren.
Artículo 32. Los autores que deban servir de texto para la enseñanza en cada
clase, serán también designados por los miembros de la Facultad, que al efecto
-
menes públicos, en el día que señale el Rector, o siempre que se estime necesa-
rio por consultas que promuevan ante él los catedráticos.
Artículo 33. Las disposiciones de los artículos 3º, 4º, 5º, 6º, 7º, 8º y 9º tendrán
también lugar en estas Juntas.
143
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
CAPÍTULO IV
Del Rector
Artículo 34. La elección de Rector se hará el 20 de diciembre de cada tres años
en Junta General entre los doctores de la Universidad, sean o no catedráticos, y
estén éstos en ejercicio o ya jubilados. Para la elección de Rector entre los cate-
dráticos bastará la pluralidad absoluta; para que sea elegido entre los doctores
serán necesarios los dos tercios de los votos. Ninguno podrá excusarse a menos
que sea catedrático jubilado. Esta elección será participada al electo, en el mis-
mo día, por dos miembros del cuerpo.
Artículo 35. Reunida toda la Universidad con sus insignias, y presente el cuerpo
escolar, irán cuatro miembros, dos doctores y dos maestros, los menos antiguos,
a buscarle a su casa y le acompañarán hasta la Capilla, en donde le recibirán
también a la entrada los dos catedráticos menos antiguos con el Secretario, y le
conducirán todos hasta la mesa rectoral, ocupando en seguida sus asientos res-
pectivos; el electo, arrodillado, prestará juramento sobre los Santos Evangelios,
en la forma siguiente: “Yo, N
Constitución de la República y los reglamentos y leyes académicos y desempe-
ñar con toda la exactitud posible los deberes del empleo de Rector para que he
sido nombrado». Concluido este acto y colocado en su silla por el Rector que
acaba, dará posesión al Vicerrector.
Artículo 38. Además de las visitas que el Rector hará a las clases cuando se lo
sugiera su celo, elegirá en cada bimestre dos estudiantes de cada clase para que
144
DOCUMENTOS
Artículo 39. Esta visita bimestral será hecha por el Rector, acompañado del
catedrático más antiguo, o del próximo en antigüedad (cuando la conducta de
éste haya de ser investigada), y el Secretario. Esta antigüedad será graduada por
la data en que entró a servir la cátedra, sea temporalmente o en propiedad,
siempre que haya sido dada por oposición y el catedrático no se haya distraído
de la carrera.
Artículo 40. El Rector será juez privativo, como lo ha sido hasta ahora el cance-
lario en los negocios académicos, de los doctores, maestros y cursantes.
Artículo 41. De las providencias del Rector, habrá recurso a un Tribunal aca-
démico, compuesto de cinco miembros elegidos en la Junta General el mismo
día que el Rector, y continuarán en su comisión por un trienio. Todos los cinco
serán elegidos por la primera vez; mas en los trienios siguientes se renovarán por
elección, en el primero, tres; en el segundo, dos, y así sucesivamente; decidien-
CAPÍTULO V
Del Vicerrector
Artículo 42. Habrá un Vicerrector que supla cualquiera falta del Rector; tendrá
las mismas calidades y será elegido por la Junta General cada tres años, el mis-
mo día que el Rector, quien dándole posesión con las mismas formalidades que
se usaron con él, lo colocará en el lugar que le designa el artículo 221 de las
precedencias.
Artículo 43. Las renuncias de los Vicerrectores se decidirán lo mismo que las de
los Rectores.
145
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 49
conducta y buen desempeño de los catedráticos y discípulos, para hacer a los
primeros los descuentos de sus rentas, y comprobar los cursos de los segundos,
del modo que se dirá después.
CAPÍTULO VI
De las matrículas
Artículo 50. Atendiendo a que en los meses de noviembre y diciembre reina en
esta capital la estación más hermosa y fresca de todo el año, y que sería sensible
pasarla en vacaciones, cuando por otra parte es también la más a propósito para
las lecciones de anatomía y cirugía, comenzará desde ahora en adelante el año
académico en 1º de septiembre, y se abrirá la matrícula el 5 de agosto anterior,
que quieran matricularse en cualquiera clase deben hacerlo desde aquel día
hasta el último del mismo agosto ante el Secretario de la Universidad, quien
-
te, su edad, patria, padres, tutores o personas a quienes esté inmediatamente
encomendado en esta ciudad, la fecha en que se matricule y la clase en que va
a cursar; al efecto, cada estudiante concurrirá a matricularse acompañado de
146
DOCUMENTOS
dar a cada uno para manifestarla al catedrático, y que éste haga la anotación
correspondiente en su libro.
Artículo 51. Por justa causa probada por el Rector, podrán algunos matricularse
hasta el 15 de septiembre; y si lo hicieren después de este término hasta dos me-
ses, deberán reponer el tiempo que hayan faltado a los cursos, con un examen
de las materias leídas durante su ausencia, el cual deberán desempeñar dentro
de los dos meses siguientes a satisfacción del catedrático. Este examen será
Artículo 52
CAPÍTULO VII
De los cursantes
Artículo 54. Cursantes son los que habiéndose matriculado en la Universidad, se
sujetan a ganar cursos literarios bajo la enseñanza de un catedrático cualquiera
que concurra a la clase; sin estos requisitos, se reputará por mero asistente, bajo
cuyo concepto no se impedirá a ninguno oír lecciones de un catedrático.
Artículo 55. Para ser cursante en una clase superior es necesario haber obtenido
aprobación en la anterior. Asimismo no será matriculado en la Universidad sin
que haya sufrido examen en que acredite saber leer y escribir correctamente, los
principios elementales de la gramática castellana y aritmética, habiendo obteni-
do la competente aprobación.
147
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 56. Para oír ciencias naturales, debe preceder examen y aprobación de
la gramática latina combinada con la castellana, de rudimentos de poesía latina
y de retórica.
Artículo 58. Los discípulos deben ser muy exactos en el cumplimiento de sus
obligaciones. El que faltare voluntariamente a las clases de latinidad, quedará
sujeto a la reprensión del catedrático y a la pena que le imponga, que deberá
ser proporcionada a la falta. Si ésta llegare a ocho días se le aplicará una pena
mayor a juicio del catedrático; y si reincidiere podrá ser expulsado con previo
Artículo 59 -
yores por enfermedad u otro motivo justo, siempre que puedan suplirse con la
aplicación y buena conducta del discípulo, se le pasarán como si hubiese cur-
sado; lo que se deja a la discreción prudente del catedrático respectivo y de la
Junta de Gobierno, que resolverá en cada caso, según todas las circunstancias.
CAPÍTULO VIII
De las cátedras de la Universidad y tiempo de su lectura
Artículo 61. Se leerán en esta Universidad dos cátedras de gramática latina,
una de literatura, una de ideología y metafísica, gramática general, lógica, física
general y particular; otra de matemática, geografía y cronología; una de ética y
derecho natural; cuatro de medicina, cuatro de jurisprudencia civil y cuatro de
ciencias exactas.
Artículo 62. Habrá dos clases de latinidad, una de mínimos y menores, y otra
de mayores.
148
DOCUMENTOS
enseñanza.
Artículo 66. Ningún alumno podrá estudiar en una clase las materias que co-
rresponden a otra.
Literatura
Artículo 67. La enseñanza de la literatura comprenderá un curso de retórica
en que después de examinados los principios generales del gusto, se formará
el análisis de la oratoria en sus diversas acepciones. En esta clase se enseñarán
también la poesía latina y castellana en todas sus composiciones y se darán unas
breves lecciones de literatura antigua y moderna.
Artículo 68 -
quirir el buen gusto tan necesario a la profesión literaria, se ocuparán con toda
asiduidad: primero, en la versión de los autores latinos de mejor nota; segundo,
en las composiciones latinas y castellanas, así en prosa como en verso, sirviendo
de objetos a tan interesantes ensayos, el esplendor y grandeza de la religión, o
las diversas perspectivas de la naturaleza.
149
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 70 -
cado por una comisión compuesta de los dos catedráticos de latinidad y del de
retórica, presididos por el Rector.
Artículo 71
Artículo 72. El que haya cursado estas materias fuera de la Universidad y pre-
Filosofía
Artículo 73
de la apertura de los demás y en un mismo acto, después de pronunciado el dis-
curso, que se dirá en el título de los catedráticos, tomará el de lógica la cátedra
y pronunciará en voz clara las primeras cláusulas ele estas lecciones.
Artículo 74
gramática general, lógica y matemáticas.
Artículo 75. Los estudiantes oirán por la mañana en las horas designadas por
esta Constitución, las lecciones de las tres primeras materias, y por la tarde las
de matemáticas, que precisamente dará otro catedrático.
Artículo 77. El primer catedrático continuará leyendo en el segundo año las dos
primeras materias; y el de matemáticas las otras dos.
Artículo 78. En el tercer año concluirá las lecciones de física el primer catedrá-
tico por la tarde, ocupando las horas de la mañana en dar lecciones de lógica a
los nuevos cursantes, que para entonces habrán entrado en esta clase.
Artículo 79. El de matemáticas leerá por la mañana en este mismo año un curso
de ética y de derecho natural; y por la tarde dará la lección de matemáticas a los
estudiantes del nuevo curso.
Artículo 80
cada seis meses privadamente por una comisión que nombrará el Rector, en las
materias que hayan cursado en este tiempo, porque si por desaplicación u otros
motivos se encuentran algunos atrasados se tome en consideración por la Junta
de Gobierno que inmediatamente dictará las providencias más enérgicas sobre
150
DOCUMENTOS
Artículo 81. Con igual solemnidad, y omitiendo los gastos que hasta aquí se han
Medicina
Artículo 83. Las clases de medicina se dividirán por el orden siguiente: primero,
Artículo 84. Luego que haya con que dotar un catedrático más de medicina, éste
leerá en el tercer año y al mismo tiempo que se siguen los cursos de medicina
práctica y cirugía, uno de instituciones de medicina o patología general en sus
tres ramos: primero, de patología propiamente dicha, o tratado de la naturaleza,
causas y efectos de las enfermedades; segundo, de semeyología o signos de és-
tas, y de sus pronósticos; tercero, de terapéutica general, o modos de curarlas.
151
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
deberán ser siempre ilustradas por la vista de los órganos o de las partes del
cuerpo humano, de que se haga la descripción; ellas serán preparadas al prin-
cipio por un demostrador anatómico que deberá haber para que auxilie al cate-
piezas de cera que hay en algunos gabinetes de las escuelas de medicina, y aun
las preservadas en espíritu. Pero los verdaderos anatómicos se formarán hacien-
do disecciones del cuerpo humano y de animales para perfeccionarse en la ana-
tomía comparada. Los jóvenes cursantes se ocuparán, pues, en las disecciones
pasados los primeros cinco meses de su curso de anatomía, dedicando todos los
días el tiempo necesario para ellas en el teatro anatómico, bajo la inspección
del catedrático; el demostrador los enseñará a dar los cortes para descubrir los
órganos; conservará en la sala el orden y la decencia, cuidando de que los ca-
dáveres no se desperdicien y que se entierren cuando ya no sirvan.
Artículo 87. Nosografía y Patología interna. En esta clase se explicarán todos los
ramos que comprende su asignatura. En ella se enseñará a conocer las diferentes
clases de enfermedades internas, por el método más natural, conforme al carác-
ter de la dolencia, desenvolviendo después sus causas, síntomas y señales con
que se distinguen.
Artículo 88. Nosografía y Patología externa. En esta cátedra se enseñarán las en-
fermedades externas o efectos quirúrgicos de sus principios elementales, teorías
y operaciones prácticas de cirugía.
152
DOCUMENTOS
Artículo 91. Clínica médica y quirúrgica y Medicina legal. En esta clase se en-
señará la clínica médica o la aplicación de los principios teóricos a la práctica.
Igualmente, la clínica quirúrgica o externa en todos sus ramos; por consiguien-
te, el estudio de estos cursos no podrá hacerse con utilidad si no se reúnen los
conocimientos teóricos y una práctica asidua. Los mismos catedráticos darán
también lecciones de medicina legal, en las épocas que lo exija la distribución
de los cursos. Para los de clínica médica y quirúrgica los respectivos profesores,
que serán empleados en los hospitales, preferirán dar a los estudiantes un re-
sumen de las mejores doctrinas que hallen en los autores más selectos de estos
ramos.
Artículo 94. Seguirán al mismo tiempo los que se hayan de graduar en medicina
los dos años últimos, la clínica médica del hospital, y los que hayan de ser ciru-
janos, los dos años de clínica quirúrgica, y todos, la medicina legal.
153
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Jurisprudencia
Artículo 96. La Facultad de Jurisprudencia se divide para su enseñanza en canó-
nica y civil; pero se estudiarán al mismo tiempo de la manera siguiente.
Artículo 97. El primer año del primer bienio de jurisprudencia canónica se ense-
ñarán por la mañana fundamentos y apología de la religión, lugares comunes o
canónicos y la historia eclesiástica de los tres primeros siglos; en el segundo año
la de los siglos posteriores hasta el presente, haciendo notar a los estudiantes
Artículo 99. El primer año del primer bienio de jurisprudencia civil se contraerá
a las instituciones de Justiniano, y la historia del derecho civil romano; en el se-
gundo año se estudiará el derecho patrio, que comprende las leyes vigentes de
España y las civiles de la República.
Artículo 101. En el tercer bienio, los que aspiren a ser abogados, deberán ins-
truirse en la elocuencia del foro y concurrir a las clases de idiomas que se hallen
establecidas.
Artículo 102. Los estudiantes que después de haber concluido sus cursos de
jurisprudencia quisieran oír teología, tendrán la obligación de ganar los cursos
de instituciones teológicas e historia sagrada por dos años, al cabo de los cuales
podrán recibir el grado de bachiller en teología.
154
DOCUMENTOS
Teología
Artículo 103. La Facultad de Teología comprende tres cátedras, que se leerán
cada una por un bienio: la primera, de fundamentos y apología de la religión,
lugares comunes e historia eclesiástica, de que se ha hablado en el artículo 97
de jurisprudencia canónica, por ser esta cátedra común a los teólogos y cano-
nistas; la segunda, de historia sagrada; y la tercera de instituciones teológicas.
Artículo 104 -
toria eclesiástica. La de historia sagrada comenzará el primer año por los pro-
legómenos de la Escritura, la historia y exposición de los libros sagrados desde
el Génesis hasta el primero de los profetas; y en segundo continuará desde el
primero de los profetas hasta el apocalipsis, teniendo siempre a la vista el mapa
correspondiente.
Artículo 106. Concluidos y comprobados estos cursos, podrán solicitar los estu-
diantes el grado de bachiller en teología, y continuarán por dos años la pasan-
155
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 110. Las lecciones diarias de las cátedras de latinidad y literatura dura-
rán desde las siete y media a las nueve de la mañana, y por la tarde de las tres
a las cinco.
Artículo 111
y de las tres a las cuatro y media de la tarde.
CAPÍTULO IX
De los certámenes públicos o semanales
Artículo 116. En cada año habrá certámenes públicos mayores de todas las Fa-
cultades, en días feriados que comenzarán desde el primer domingo de marzo
hasta el último de mayo, quedando a juicio del Rector y de la Junta de Gobierno
hacer la distribución conveniente, que se publicará oportunamente a las puertas
de las clases respectivas de modo que se guarden el mismo período de uno a
otro certamen, y quede libre el tiempo restante hasta julio para que los concur-
santes se preparen a los exámenes.
Artículo 117. Cada catedrático propondrá para defender las materias que haya
enseñado hasta el día en que le toque su certamen, eligiendo para sostenerlo a
mañana y tarde, dos estudiantes, ninguno de los cuales podrá excusarse.
Artículo 118. Se escogerán para los certámenes las materias más propias para
dar a conocer los progresos que hacen los jóvenes y el estado que tienen los
estudios en la Universidad.
156
DOCUMENTOS
Artículo 122. Quince días antes de cualquier certamen se pasarán las proposi-
ciones o materias sobre que se ha de versar al Rector, para que dentro de cuatro
días a lo más tarde las mande circular si no las encuentra opuestas al tenor del
artículo 119.
Artículo 124
cada semana. En las de derecho práctico y legislación universal, los lunes. En las
de medicina, los martes y viernes. En las de historia sagrada y derecho canóni-
co, el martes. En la de historia eclesiástica, el miércoles. En la de derecho civil
patrio el viernes. En la de instituciones teológicas y derecho público, el sábado.
CAPÍTULO X
De los exámenes, premios y vacaciones
Artículo 125
cursantes y sobre todos los ramos que se hayan estudiado en cada una de las
Facultades. Comenzarán los de ciencias el 15 de julio, y concluirán a lo más
tarde el 31 del mismo mes. Los de gramática latina y literatura comenzarán el 6
157
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 126
queda detallado para los certámenes públicos; se reducirán a preguntas y obje-
ciones en castellano o en latín; concluido que sea cada examen, conferenciarán
entre sí los examinadores, y procederán a la votación pública o reservada, según
lo creyeren conveniente.
Artículo 127. El que fuese aprobado ganará el curso, y el reprobado tendrá que
estudiar otro año la misma materia, y sufrir nuevo examen. El resultado de todo
se extenderá en el Libro de Exámenes y Cursantes, que debe llevar el Secretario,
-
cos más antiguos y el mismo Secretario. Éste expresará también la calidad del
Artículo 129. De cada clase se escogerán los tres estudiantes más sobresalientes
a juicio del Rector y examinadores, y hecha la graduación de su mérito por los
conocimientos que hayan manifestado, se reservarán estas actas en un pliego
cerrado y sellado por el Rector, para publicarlas con la mayor solemnidad y del
modo más imponente el día 8 de diciembre, en que se celebra la festividad de la
Inmaculada Concepción, conservándose así la costumbre de esta Ilustre Univer-
sidad y la grata memoria del señor don Juan Agustín de la Torre, fundador de los
premios de este Cuerpo. Con este objeto podrá tomar el Rector anualmente de
las Cajas la cantidad que la Junta Gubernativa juzgue conveniente para invertirla
en obras elementales, o medallas con emblemas o inscripciones alusivas, que
distribuirá a los que hayan merecido premio por su aplicación, con calidad de
que puedan usar las medallas en los actos académicos. El universitario que sea
nombrado por el Rector, pronunciará la oración acostumbrada en elogio de las
Ciencias.
Artículo 130. Esta distribución que resultará de los exámenes generales no im-
pedirá que algunos amantes de la instrucción pública ofrezcan otros premios
para el mismo día 8 de diciembre, bien sea sobre las materias que se hayan
enseñado hasta entonces en las clases, o bien por otras extraordinarias, que no
sea posible leer por ahora, y que algunos estudiantes aplicados puedan estudiar
sin perjuicio de los cursos que hayan de ganar en su Facultad. Tampoco habrá
inconveniente en que se ofrezcan otros premios y se hagan exámenes públicos
en otros períodos, como las festividades de los Patronos de la Universidad.
158
Artículo 131. Se conservará como útil a la moral y conducente a los progresos
de la instrucción de los escolares, el establecimiento que tuvo principio en 7
de marzo de 1825 y fue aprobado posteriormente por el Claustro Pleno, de las
medallas de costumbres y aplicación destinadas a cada clase de Latinidad.
Artículo 132. Las vacaciones generales de cada año serán desde el día en que
se concluyan los exámenes de cada Facultad en el mes de julio hasta el 1º de se-
tiembre próximo; y las de los gramáticos desde el 12 de agosto hasta esta última
CAPÍTULO XI
De los Grados
Artículo 133
académicos o condecoraciones a los que, habiendo ganado los cursos necesa-
rios, dan una prueba pública y cierta de la instrucción y aptitud que pide cada
grado. Ellos habilitan para diferentes efectos civiles y eclesiásticos y continuarán
-
nónica y Civil, en Medicina y Teología, y los de Bachiller, Licenciado y Maestro
en Filosofía.
Artículo 134. El grado igual preferirá por razón de su antigüedad, y el grado ma-
yor al menor, sin distinción en las Facultades de Jurisprudencia Canónica y Civil,
Medicina y Teología; pero los Maestros preferirán solamente a los Bachilleres y
Licenciados, aunque lo sean en Facultad mayor.
159
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
CAPÍTULO XII
De los requisitos necesarios para obtener Grados
Artículo 136. Los pretendientes de grados de Bachiller en cualquier Facultad,
-
Artículo 138 -
tensión; en seguida, designará día y hora para el examen, poniéndolo todo en
noticia del pretendiente por medio del Secretario.
Artículo 139. El acto será presidido por el Rector, con asistencia de los catedrá-
ticos, examinadores en la Facultad, secretarios, bedeles y demás personas que
2º Veinticuatro horas antes del examen concurrirán los dos catedráticos más
antiguos, junto con el Rector, a la Capilla de la Universidad, y a puerta abierta
rasgará el Rector el sello del pliego de proposiciones de la Facultad, que le
entregará el Secretario, y tomando doblados, como deberán estar los billetes
que se hallen dentro de él, los incluirá del mismo modo en una de las cajillas
en que se recogen las votaciones, y la presentará al aspirante para que por sí
mismo saque un billete. La proposición que estuviere escrita en él será la que
debe sostener a las veinticuatro horas. El Rector hará en aquel mismo mo-
mento cerrar, como se ha dicho antes, y sellar los billetes que quedan, y los
devolverá al Secretario para que los custodie. Desde este momento hasta des-
160
DOCUMENTOS
vaciará las letras sobre la mesa, y reconocidas por el Rector, el Secretario y los
dos catedráticos más antiguos, resultará la aprobación a pluralidad absoluta de
votos. Cuando por sufragar también el Rector se halle casada la votación, será
él quien dirima la discordia.
161
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 145
Rector, con los dos catedráticos más antiguos, autorizándolo el Secretario con
el sello de la Universidad.
Artículo 146. Para solicitar la licenciatura debe acompañarse el título que acre-
cursos que deben ganarse después, o los de pasantía que haya seguido el pre-
tendiente. Se observarán las mismas solemnidades que quedan prescritas para
el grado de Bachiller, con la diferencia de que la oración será por el espacio de
media hora, y que han de ser siete los examinadores. Los dos menos antiguos
argüirán sobre la cuestión que haya tocado en suerte al candidato, hasta que
satisfaga sus objeciones, no pudiendo pasar de un cuarto de hora, y los cinco
más antiguos harán después preguntas por media hora cada uno, contrayéndose
los catedráticos con especialidad a las materias que enseñan, como se ha dicho
en el grado de Bachiller.
162
DOCUMENTOS
Artículo 149. Supuesto que los grados de Licenciado son los que habilitan para
los efectos civiles y eclesiásticos con exclusión del de Medicina, se expedirá el
título correspondiente a los que lo hayan obtenido conforme a esta Constitu-
por el Secretario; pero no serán miembros de la Universidad sino los que hayan
recibido el grado de Doctor en Jurisprudencia Civil o Canónica, Medicina o
Teología o el de Maestro en Filosofía.
Artículo 150. El que aspire a recibir estos grados se presentará por escrito ante
el Rector, acompañando el título de Licenciado con calidad de devolución y pi-
Artículo 152
bedeles con cuarenta toques pausados de la campana grande de la Universi-
dad. Los Doctores se reunirán en la Sala de sesiones de la misma, adonde debe
venir el Rector acompañado del aspirante, los doctores y los dos maestros más
modernos, a quienes los bedeles recordarán esta obligación al acto de citarlos
para el grado.
163
Artículo 153. Si los doctores o maestros más modernos estuvieren ausentes o
legítimamente impedidos de concurrir, recaerá esta obligación en los que siguen
en turno, de modo que nunca falten cuatro universitarios que con el aspirante
acompañen al Rector.
Artículo 154 -
quier Facultad, deberán asistir todos los miembros de la Universidad que se
hallaren en esta capital y no tuvieren impedimento legítimo. Los que lo tuvieren
deberán manifestarlo al Rector del mismo modo que para dejar de concurrir a
las Juntas Generales, y no haciéndolo, incurrirán en la multa de cuatro reales,
3º y 8º.
Artículo 158. Los dos doctores y los dos maestros más modernos, sin concurren-
cia del graduando, volverán a acompañar al Rector hasta su casa.
CAPÍTULO XIII
De las Contribuciones que han de hacer los que quieran graduarse
de bachiller, licenciado, maestro o doctor
Artículo 161. Los que aspiren al grado de bachiller en Filosofía, luego que haya
sido admitida la solicitud por el Rector, depositarán en poder del Administrador
de la Universidad cuarenta pesos.
Artículo 162. El Rector y los examinadores disfrutarán por este grado tres pesos
cada uno, un peso cada bedel y seis el Secretario por su asistencia, gastos de
Secretaría y título que debe despachar al graduado; los catorce pesos restantes
se aplican a los fondos de la Universidad.
Artículo 166
anunciando la solicitud de los aspirantes a grados, ni practicar las diligencias
que se prescriben en los artículos 138, 146, 150 y 151, sin que se acredite con
recibo del Administrador de la Universidad haberse depositado la cantidad de-
signada para el grado que se solicita.
166
DOCUMENTOS
Artículo 168. Los estudiantes pobres que de ningún modo puedan satisfacer las
cantidades expresadas y que lo hayan comprobado con documentos fehacientes
a juicio de la Junta de Gobierno, deberán ser admitidos a los grados de bachiller
o licenciado sin pagar nada; pero nunca se graduarán de balde más de dos en
cada diez que obtengan los grados académicos, ni se extenderá esta gracia a los
grados de doctor o maestro, pues sólo podrán recibirlos aquellos que contribu-
yan con la cantidad designada. Se conserva, no obstante, la gracia de las dos
borlas de que gozan los colegiales.
CAPÍTULO XIV
De la incorporación de grados
Artículo 169. Para ser incorporado en esta Universidad cualquiera que haya
obtenido sus grados académicos en país extranjero, después de acreditarlo de-
bidamente sufrirá en la Universidad el mismo examen, y hará el depósito que se
exige para el grado en que pretende incorporarse. Resultando aprobado, presta-
rá el juramento correspondiente a su grado, según dispone esta Constitución y
se le expedirá el título.
Artículo 170. Mas si hubiere algún licenciado o doctor extranjero, cuya adqui-
sición convenga a esta Universidad para la enseñanza pública, especialmente
-
sores, o por algún otro motivo grave, podrá ser incorporado sin sufrir examen, ni
pagar derechos, siempre que así lo delibere la Junta General de la Universidad
por el sufragio de las dos terceras partes de los concurrentes.
Artículo 171. Los que habiendo recibido grado de licenciado y doctor o maestro
en otra Universidad de Colombia quisieren incorporarse en ésta para ser miem-
bros de ella, deberán dirigir su solicitud documentada con sus títulos a la Junta
General; y si fuere admitida por las dos terceras partes de los vocales, practica-
rán los pretendientes las diligencias y ejercicios literarios que se prescriben para
el grado de doctor o maestro, haciendo también las mismas contribuciones.
167
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
CAPÍTULO XV
De las oposiciones a cátedras
Artículo 172. Cuando vacare cualquiera de las cátedras de la Universidad el
Artículo 174. El Rector asignará día y hora para comenzar los actos de oposi-
ción por el orden y turno de la antigüedad del grado de los opositores, princi-
Artículo 177. Respecto a que los opositores a las cátedras de la Facultad en que
168
DOCUMENTOS
la oposición a recibir puntos del modo que se ha dicho para el grado de bachi-
ller; a hacer a las veinticuatro horas una oración exornada sobre la proposición
que le haya tocado en suerte, por el espacio de media hora, y a satisfacer las
objeciones que propongan los dos opositores más antiguos hasta que se hayan
repuesto, no pudiendo pasar de media hora cada uno, y precediendo el jura-
mento por los Santos Evangelios de no haber revelado sus argumentos.
Artículo 178. Para las oposiciones a las cátedras de Gramática Latina, se darán
puntos por la obra de Virgilio, y a las veinticuatro horas el opositor pronunciará
una oración por media hora y sufrirá un examen de preguntas que le harán dos
de los opositores por un cuarto de hora cada uno, acerca de los diez versos pri-
meros de la égloga o Eneida que le hubieren tocado en suerte.
Artículo 182. Concluido el ejercicio de cada opositor, que no sea cuando me-
nos licenciado, se le mandará retirar de la Capilla y a puerta cerrada se hará la
-
que sólo deberá servir de gobierno para la provisión de la cátedra y para conce-
169
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
prevendrá el Rector a los opositores que dentro de tres días presenten los docu-
mentos que acrediten sus servicios a la enseñanza pública y especialmente los
prestados a la Universidad.
Artículo 183. El Rector reunirá el cuerpo examinador luego que los opositores
hayan producido sus documentos; se examinarán detenidamente los de cada
uno, y en atención a ellos, a la aptitud y principalmente a las ventajas de uno
u otro, procederá el cuerpo examinador de la Facultad a elegir el catedrático.
Artículo 184
conferencia privada entre los individuos del cuerpo examinador, si la estimaren
necesaria; y en seguida se procederá a la elección públicamente, si conviniere
en esto el cuerpo, o en reserva si así lo exigiere alguno de los vocales; en cuyo
caso formara el Secretario, por separado, billetes de los nombres de los oposito-
res y entregará a cada examinador tantos cuantos sean los opositores.
Artículo 187. El provisto comparecerá con su título a presencia del Rector y Jun-
ta de Gobierno, quienes le darán posesión, previo el juramento de observar la
Constitución de la República y de cumplir con todos los deberes que le impone
el destino de catedrático, enseñando conforme a las leyes de la República. En
el mismo acto mandará el Rector al mayordomo que tome razón del título del
nuevo catedrático, para que le asista con su renta.
Artículo 188. Cuando el provisto para servir una cátedra sólo tuviere el grado de
licenciado en la Facultad, deberá recibir dentro de un año la borla de maestro o
doctor en la misma, bajo la pena indicada en el artículo 180.
170
DOCUMENTOS
CAPÍTULO XVI
De los catedráticos
Artículo 189. Desde el día de la posesión dada al provisto para una cátedra,
principian sus obligaciones y sus derechos. Los catedráticos deben concurrir
a sus clases con mucha exactitud en todos los días y horas prescritas para la
enseñanza. Cuidarán del aprovechamiento, asistencia y buena conducta de sus
discípulos, dándoles ejemplo con su buen porte, y con su puntual concurrencia
a todos los actos, juntas y ejercicios de la Universidad a que deban asistir.
Artículo 190. La falta de asistencia personal a la cátedra, por una cuarta parte
del año escolar, sin que sea por impedimento físico u otra causa legítima apro-
-
dra, haciéndose la declaratoria por la misma Junta; y obtenida la aprobación de
la Dirección Departamental, se procederá a la provisión de la cátedra.
Artículo 191. Los catedráticos, mientras duren las horas de sus lecciones, no po-
drán separarse de su cátedra, sino por causa urgentísima, y las faltas voluntarias
que hicieren se anotarán por el bedel, para participarlas al Vicerrector Inspector,
quien las anotará en su libro secreto.
Artículo 192
su enseñanza; la decencia, el decoro, la urbanidad, la cultura en el idioma, todo
buenos discípulos.
De este libro extractarán una lista de solos los nombres de los cursantes para
leerla diariamente en sus clases en períodos determinados de las horas de lec-
turas; y anotarán la falta de asistencia de sus discípulos. En el mismo libro se
pondrán las notas de aplicación, aprovechamiento, conducta, talento pequeño,
mediano o sobresaliente con lo demás que convenga para informar cada tres
meses a la Junta de Gobierno de lo que resulte de dichas notas.
Artículo 194. Cuando de éstas aparezca que el cursante ha faltado por un es-
pacio de tiempo considerable por enfermedad o causa aprobada a juicio del
-
dividuo, para que se observe lo que se ha dicho en el capítulo de los cursantes.
171
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 195. La renta de que debe disfrutar cada catedrático, será señalada
por la Junta General y aprobada por el Gobierno en vista de la participación e
informes que se le hagan.
Artículo 196. A los veinte años de enseñanza en una misma cátedra sin inte-
rrupción que cause vacante, serán jubilados los catedráticos con renta entera,
debiéndose comenzar a contar dicho término desde el día en que cada uno haya
tomado posesión de la cátedra, bien sea en propiedad o por sustitución, con tal
que haya sido dada por oposición. Todas las cátedras de Latinidad se reputarán
como una misma.
Artículo 197. El que haya servido cátedras diferentes por veinte años, bien sea
en propiedad o por sustitución, podrá retirarse con la mitad de la renta y el título
de Catedrático Benemérito. Si las hubiese servido veinticinco años, se retirará
con las dos terceras partes; y si treinta, con toda la renta, expidiéndole el título
de jubilado en la cátedra que haya regentado más tiempo; mas si éste fuere igual
en dos cátedras, el mismo catedrático elegirá la que sea de su agrado.
Artículo 198. Por el tenor de los dos artículos antecedentes será computado el
tiempo de los actuales catedráticos que hayan de jubilarse, según el primero, o
de retirarse, según el segundo.
Artículo 199. El que componga una obra elemental aprobada por la Universi-
dad y por la Dirección Departamental, ganará para el efecto de su jubilación
el tiempo que la Junta gradúe según el mérito de la obra, con advertencia de
que no podrá exceder de ocho años; y el que en los mismos términos haga una
traducción e impresión de una obra clásica para uso de la Universidad, siendo
igualmente aprobada, ganará sólo dos años. Un mismo catedrático podrá obte-
ner estos dos premios por una sola vez. El catedrático que después de diez años
de enseñar perdiere su salud y quedare inhábil, será retirado con un tercio de
su renta.
Artículo 201. El Rector expedirá el título de jubilado en virtud de los actos pre-
172
DOCUMENTOS
Artículo 203. Siempre que la cátedra vaque y el jubilado en ella quiera volver a
desempeñarla, tendrá derecho a hacerlo sin nueva oposición.
CAPÍTULO XVII
De los sustitutos
Artículo 205. Sustitutos son los que leen las cátedras en las ausencias, enferme-
dades u otros impedimentos legítimos de los catedráticos y cuando por algún
motivo vacare la cátedra.
Artículo 206. Cuando la ausencia fuere por menos de quince días, será nombra-
do el sustituto por el catedrático con acuerdo del Rector.
Artículo 207. Cuando haya de ser más de quince días, o cuando vaque la cáte-
dra, lo nombrará el Rector con la Junta de Gobierno, pudiendo en el primer caso
proponer el propietario al que haya de servirla en su lugar.
Artículo 208. Siempre que el sustituto supla la falta de asistencia del catedráti-
co, se le abonará la tercera parte de la renta correspondiente al tiempo que sirva;
pero en la vacante absoluta de las cátedras se le dará la mitad de la renta.
Artículo 209. Los doctores serán preferidos para sustitutos en las clases de medi-
cina y jurisprudencia canónica o civil y teología, así como los maestros para las
respecto de la enseñanza.
Artículo 210. Cuando concurran los sustitutos a los exámenes o cualquiera otro
acto literario, ocuparán el asiento que les corresponde según la antigüedad de
sus grados.
173
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 213. Para separar al Secretario de su destino con causa justa, deberá
preceder la aprobación de la misma Junta General.
Artículo 215. El Secretario no puede dar copia alguna de los documentos, actas
-
Artículo 216. El Secretario no podrá ausentarse de esta capital sin causa urgen-
tísima que deberá manifestar al Rector, proponiéndole el que haya de desempe-
ñar entretanto su destino. Si la causa pareciere justa al Rector, y se conformare
con el propuesto, podrá conceder el permiso hasta por un mes; pero cuando
la ausencia haya de ser por más tiempo, se obtendrá el permiso de la Junta de
Gobierno, a quien se hará también la propuesta del interino.
Artículo 217. Si la Secretaría vacare por muerte u otra causa, nombrará el Rec-
tor, hasta la celebración de la primera Junta de Gobierno, al que deba servirla
en clase de interino, mientras se provee en propiedad conforme a esta Consti-
tución.
174
DOCUMENTOS
Archivo
Artículo 218. El archivo de la Universidad será una pieza segura que estará al
cargo inmediato del Secretario. Los papeles, libros y expedientes concluidos,
se colocarán en legajos en el archivo y en armarios que tengan las seguridades
necesarias. Un índice exacto debe manifestar cuanto encierra el archivo.
Artículo 219. Los documentos archivados que se necesitan para despachar co-
municaciones de la Universidad, de la Dirección Departamental, etc., se fran-
quearán en copia u originales bajo la responsabilidad del Secretario archivero.
El mismo debe hacerse cargo de los papeles del archivo por formal inventario,
y anual mente agregará los papeles y expedientes que de nuevo se hubieren
creado.
Sello
Artículo 220. Mientras se reciba en esta Universidad el sello que debe remitir
el Gobierno, igual al de las otras de Colombia, se continuará usando del mismo
que hasta hoy, en clase de provisional. El Secretario cuidará de la conservación
del sello, y de sellar los títulos y demás documentos que lo exijan.
CAPÍTULO XIX
De las precedencias y ceremonias
Artículo 221. En todos los actos de la Universidad presidirá el Rector a todos los
doctores y concurrentes de cualquiera dignidad que sean; cuando las Juntas se
celebren en la Sala de sesiones de la Universidad, se sentará el Rector bajo el
dosel en la testera principal; a su izquierda el Vicerrector, y los demás universi-
tarios a los costados por el orden de su antigüedad. Cuando se reúna el Cuerpo
en la Capilla, se sentará el Rector bajo su dosel al lado del Evangelio, teniendo
por delante una mesa con carpeta, y al pie de su silla alfombra y cojín, como
se ha usado hasta ahora. Le seguirá inmediatamente el Vicerrector y, después,
los doctores y maestros por la antigüedad de sus grados, sin que ninguno pueda
ceder su lugar a otra persona por cortesía o atención.
Artículo 222. Los doctores en Medicina que hasta aquí se han graduado y en
adelante se graduaren, gozarán de la antigüedad que según la data de su título
le corresponda.
175
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 227. Sobre la mesa del Rector habrá en todas las funciones una escri-
banía; y en las de grados se pondrá además una cruz, el libro de los Evangelios
y el formulario de los juramentos.
Artículo 229. En cualquiera de estos actos que haya de proferirse alguna arenga,
se hará la venia primero al Rector, después a la Universidad o al Cuerpo de exa-
minadores, y por último, a todos los concurrentes. A la venia debida al Rector,
sólo proferirá la que se haga al Presidente o Vicepresidente de la República y al
Arzobispo, cuando ellos también asistan.
176
DOCUMENTOS
Artículo 233. A los grados de doctor o maestro, festividades de los Santos Pa-
tronos, u otros actos semejantes, asistirán todos con sus insignias. Los doctores
y maestros seculares se presentarán en tales actos vestidos de negro con ropilla
igual a la de los abogados.
CAPÍTULO XX
Del maestro de ceremonias
Artículo 235. Se conservará en la Universidad un maestro de ceremonias, cuya
elección se hará con las mismas formalidades que la del Secretario; deberá te-
llevará en la mano una varilla de plata. Tendrá obligación de concurrir a los cer-
Artículo 236. No consentirá que en los actos de Universidad se mezcle con los
miembros de ella persona alguna a quien no se lo permita esta Constitución.
177
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
CAPÍTULO XXI
De los bedeles
Artículo 239. Los dos bedeles que debe haber en la Universidad serán nombra-
Artículo 240. Es obligación de los bedeles asistir a todos los actos de la Univer-
sidad, así literarios como los demás a que ella concurra en Juntas Generales o
Particulares; citar a los catedráticos, doctores, maestros y cursantes por mandato
del Rector, Secretario o preceptores y ejecutar las órdenes del Vicerrector Ins-
pector; cuidar del silencio en la Universidad, anotar la falta de asistencia de los
catedráticos en el libro que deberán llevar, dando aviso al Inspector; distribuir
las copias de las proposiciones de los que hayan de graduarse de bachilleres y
licenciados, como también los derechos asignados al Rector, examinadores y
Secretario.
Artículo 241. A los actos literarios y Juntas de la Universidad, asistirán los bede-
les vestidos de negro y de casaca, con mazas para acompañar al Rector desde la
puerta del Seminario hasta la Sala de Sesiones, y de allí irán delante del Cuerpo
de la Universidad hasta la capilla, cuando en ella deba celebrarse el acto aca-
démico.
Artículo 242. Los bedeles alternarán por semana en la concurrencia a las horas
de lecciones diarias a abrir y cerrar las puertas de las aulas y a mantenerlas con
aseo y limpieza, e impedir todo alboroto cerca de la Universidad, y el que en-
tren a ella personas que puedan causar distracción.
Artículo 243. El bedel de semana publicará en las aulas los días de asueto o el en
que deban comenzar y concluirse las vacaciones que señala esta Constitución.
CAPÍTULO XXII
Artículo 244
Lima, de la Concepción de Nuestra Señora y del angélico doctor Santo Tomás,
que ha celebrado esta Universidad desde su erección, pagándolas de sus fondos,
y de los del Seminario como hasta ahora; y si alguna otra quisiere hacer la Junta
178
DOCUMENTOS
CAPÍTULO XXIII
De los entierros y honras
Artículo 246. Luego que muera algún doctor o maestro, o se reciba la noticia
de haber acaecido su muerte fuera de esta ciudad, se hará seña con el doble de
campanas por un cuarto de hora. El Maestro de Ceremonias será obligado a in-
formarse de la hora en que ha de hacerse el entierro y avisarlo al Rector para que
prevenga a los bedeles y citen a todos los miembros de la Universidad, quienes
deberán concurrir a la casa del difunto y acompañar el entierro con hachas en
las manos. Asistirán igualmente a la vigilia y misa de cuerpo presente si la hubie-
re, distribuyendo los bedeles también velas encendidas al tiempo del responso.
Artículo 249. El día 10 de noviembre de cada año se celebrarán exequias por los
universitarios difuntos conforme a la fundación de un particular, que ha acepta-
do el Claustro pleno. Serán preferidos para cantar la misa y para hacer la oración
fúnebre, los catedráticos, y por su defecto nombrará el Rector.
CAPÍTULO XXIV
De las rentas y gastos de la Universidad y de su deuda activa y pasiva
Artículo 250. Son rentas de la Universidad:
179
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
razón de 100 pesos a cada una y que continúan conforme al número 1º artí-
culo 72 de la ley de estudios de 10 de marzo de 1826.
6º La cantidad de 674 pesos, cuatro reales, rédito anual del capital de 15.487
pesos, parte de las rentas originales de la Universidad que está en un estado
litigioso, a proporción que se vaya poniendo corriente.
8º Las rentas de la obra pía de Chuao después de cumplir con los gravámenes
de limosnas a pobres, a cera u otros objetos del culto.
180
DOCUMENTOS
11. Las rentas anuales sobrantes de los resguardos de los indígenas, deducida
la dotación de las escuelas de primeras letras que deberán establecerse en las
mismas poblaciones.
-
tros y licenciados de la Universidad en su favor, y que será considerada como
circunstancia necesaria para la validez de sus testamentos.
14. La cantidad de 363 pesos, cinco reales y tres cuartillos, rédito anual del
capital de 7.275 pesos, seis reales, fundados para las clases de Derecho Canó-
nico y Civil y Filosofía que corren a cargo del administrador del Seminario de
esta ciudad, y deben ser incorporados a la de Administración de la Universi-
dad con arreglo al número 2º artículo 72 de la citada ley.
a las demostraciones de esta ciencia, 600 pesos para los dos bedeles a razón
3º Los gastos extraordinarios grandes que acuerde el Claustro pleno con apro-
bación de la Subdirección y los pequeños que ordene el Rector con acuerdo
de la Junta gubernativa.
181
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
2º Con el sobrante que resulte anualmente después de haber llenado todos sus
la Subdirección.
Artículo 254
en el capítulo siguiente, se hará cargo de los documentos y expedientes de to-
Artículo 256. De esta misma suma sobrante se destinará anualmente una can-
tidad por lo menos de 200 pesos para comprar aquellas obras de costo que no
-
mente formando una biblioteca de la Universidad.
182
DOCUMENTOS
CAPÍTULO XXV
Del Administrador
Artículo 257. Habrá un Administrador, elegido el día 20 de diciembre, cada dos
años, por la Junta General, de su mismo seno o fuera de él, pudiendo el mismo
-
ción las mismas formalidades que para el Secretario, participándolo solamente
al Intendente Departamental y a las Tesorerías con las cuales la Universidad
tenga relaciones.
Artículo 260 -
tida en su libro, no se cobrare efectivamente la cantidad, se descargará de ella
el Administrador, produciendo el mismo recibo. Para examinar las cuentas del
Administrador, se tendrá a la vista el libro del Secretario, y con arreglo a él se le
formarán los cargos.
Artículo 261. El Administrador pagará los gastos ordinarios que establece este
Reglamento sin necesidad de orden, y sólo con el requisito previo de obtener
puntual informe del Secretario acerca de las personas de los catedráticos y de-
más empleados de la Corporación y del tiempo que sirvan. Abonará los gastos
extraordinarios pequeños y del momento, en virtud de orden del Rector fundado
en acuerdo previo de la Junta de Gobierno, y eventuales de Constitución; v. gr., de
los aniversarios de los doctores y maestros que fallezcan, la cuota designada para
premios, etc. Pagará los extraordinarios de alguna cuantía en virtud de acuerdo
183
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Artículo 262. Cada seis meses presentará un estado del ingreso y egreso de las
rentas de la Universidad, y otro de las causas que haya pendientes relativas al
aseguramiento de censos, sus réditos o cobros de cualquiera otra calidad; con
Artículo 265. Sin que sean presentadas y aprobadas las cuentas, ningún Admi-
nistrador podrá continuar en su destino.
CAPÍTULO XXVI
De los derechos que se pagan en esta Universidad
Artículo 267. El Rector y examinadores gozarán de los derechos que se han es-
Artículo 268. El Secretario, además de los derechos que se le han asignado por
la colación de grados, llevará los siguientes:
Artículo 271. Por asistir a los ejercicios literarios de cada opositor a cátedras, 2
pesos; y además las costas del expediente que se formare con arreglo al arancel
de la República, las cuales se cobrarán siempre del nombrado para leer cátedras.
184
DOCUMENTOS
Artículo 275
diligencias no expresadas en estas Constituciones se arreglará el Secretario al
arancel de la República.
CAPÍTULO XXVII
De las Academias
Artículo 276. La Universidad irá planteando sucesivamente las demás cátedras
y establecimientos que le permitan sus fondos. Procurará formar a la mayor
brevedad posible la Academia de Emulación, dividida en las cuatro secciones
de Literatura y Bellas Letras, Ciencias Naturales, Ciencias Políticas y Morales y
Ciencias Eclesiásticas. Cada una de ellas en los dos meses primeros, después de
haberse instalado, hará un Reglamento para su organización interior y para el
mejor fomento de sus estudios, y con informe del Rector lo aprobará o reforma-
rá; mas respecto a que el bien general exige la más pronta organización de la
Medicina en sus diversos ramos, se establece la sección de las Ciencias Médicas
bajo las reglas siguientes:
Artículo 277. Cualquiera que haya hecho sus cursos en otras Universidades de
Colombia, y recibido el grado de Doctor en Medicina, queda habilitado para ejer-
cer su profesión en los Departamentos de Venezuela, Maturín, Orinoco y Zulia.
Artículo 278. Todos los que hayan hecho sus estudios de Medicina, de Cirugía
y de Farmacia en países extranjeros, y que en ellos hayan recibido los corres-
pondientes grados que habilitan para ejercer la profesión, de ningún modo la
ejercerán en estos Departamentos sin que hayan sido habilitados por la Facultad
de Medicina de esta capital, precediendo el examen que abajo se expresará;
cualquiera que contraviniere incurrirá en las penas establecidas por las leyes 5a
y 6a, títulos 11 y l2, libro 10 de la novísima recopilación.
185
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Serán miembros natos de ella los catedráticos y los nombrados para examina-
dores conforme a las Constituciones de esta Universidad. Por la primera vez la
Dirección Departamental completará el número de propietarios. Los miembros
honorarios y los reemplazos de los miembros que no sean catedráticos o exami-
nadores, se harán en lo venidero por la Facultad a mayoría absoluta de votos; la
misma nombrará un Director y un Vice-director bienales con un Secretario que
deberá permanecer durante su buen comportamiento.
186
DOCUMENTOS
El de los Sangradores y Parteras podrá ser por uno o tres Examinadores y durará
media hora. Todos los Examinados tendrán el respectivo diploma que se presen-
tará a las autoridades locales. Acerca de los que fueren reprobados, se observará
lo que dispone la ley 4a, título 12, libro 8º de la novísima recopilación.
examen y aprobación que darán los Examinadores. Cuando sean tres, presidirá
el más antiguo.
187
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
sufrir todos los boticarios, se observen las leyes vigentes, especialmente las con-
tenidas en el título 13 de la novísima recopilación. Todos los derechos de visita
quedan reducidos a 9 pesos.
3º Formar y publicar los métodos curativos que mejor convengan, cuando haya
enfermedades epidémicas o contagiosas.
Artículo 288. La Facultad Médica procurará formar una colección de todos los
artículos de la materia médica pertenecientes a los tres reinos, animal, vegetal
y mineral.
Simón Bolívar
Por el Libertador Presidente,
188
VIDA DE LA ACADEMIA
Se presentó la obra Pro Religione et Patria. República u religión en la crisis de la so-
ciedad colonial venezolana (1810-1834) de Guillermo Aveledo Coll. Analiza el traba-
jo las relaciones entre la república y la iglesia, descubriendo que, a contracorriente de
las tesis del liberalismo, en Venezuela se hicieron importantes esfuerzos para conciliar
la república y la religión. Lo que pone en revisión muchas de las certezas de la histo-
riografía venezolana acerca de la República en este periodo. El libro es una coedición
entre la Academia y la Universidad Metropolitana.
191
COLECCIÓN BICENTENARIO
DE LA INDEPEDENCIA
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
202
COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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AVISO
BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
SERIE FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
DISTRIBUCIÓN: PALACIO DE LAS ACADEMIAS. BOLSA A SAN FRANCISCO, PLANTA BAJA.
DISTRIBUIDORA: TELF.: 482.27.06
LIBRERÍA: TELF.: 745.40.64
Vol. 54: Descubrimiento y conquista de Venezuela. Estudio preliminar de Joaquín Gabaldón Már-
quez. Tomo I.
Vol. 55: Descubrimiento y conquista de Venezuela.. Advertencia del compilador: Joaquín Gabal-
dón Márquez. Tomo II.
Vol. 56: Tratado de Indias y el doctor Sepúlveda. Fray Bartolomé de las Casas. Estudio preliminar
de Manuel Giménez Fernández.
Vol. 57: Elegías de varones ilustres de Indias. Juan de Castellanos. Estudio preliminar de Isaac J.
Pardo.
Vol. 58: Venezuela en los cronistas generales de Indias. Estudio preliminar de Carlos Felice Cardot.
Tomo I.
Vol. 59: Venezuela en los cronistas generales de Indias. Tomo II.
Vol. 60: Arca de letras y teatro universal. Juan Antonio Navarrete. Estudio preliminar de José Anto-
nio Calcaño.
Vol. 61: Libro de la razón general de la Real Hacienda del departamento de Caracas. José de Li-
monta. Estudio preliminar de Mario Briceño Perozo.
Vol. 62: Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Estudio preliminar de Guiller-
mo Morón. Tomo I.
Vol. 63: Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Tomo II.
Vol. 64: Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Estudio preliminar de Manuel Pérez Vila. Tomo
I (1580-1770).
Vol. 65: Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Tomo II (1771-1808).
Vol. 66: Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Edición restablecida en su texto ori-
ginal, por vez primera por Demetrio Ramos Pérez, con Estudio preliminar y notas. Tomo I.
Vol. 67: Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Idem, también anotado por Deme-
trio Ramos Pérez. Tomo II.
Vol. 68: El Orinoco ilustrado. José Gumilla. Comentario preliminar de José Nucete Sardi y Estudio
Vol. 69: Los primeros historiadores de las misiones capuchinas en Venezuela. Presentación y estu-
dios preliminares sobre cada autor de P. Buenaventura de Carrocera, O.F.M.
Vol. 70: siglos XVI, XVII y XVIII. Estudio preliminar
y notas de Antonio Arellano Moreno.
Vol. 71: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Traducción y estudio preliminar de
Antonio Tovar. Tomo I.
Vol. 72: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo II.
Vol. 73: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo III.
Vol. 74: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Estudio preliminar y se-
lección del Padre Guillermo Figuera. Tomo I.
Vol. 75: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Tomo II.
Vol. 76: Instrucción general y particular del estado presente de la provincia de Venezuela en los
años de 1720 y 1721. Pedro José de Olavarriaga. Estudio preliminar de Mario Briceño
Perozo.
Vol. 77: Relato de las misiones de los padres de la Compañía de Jesús en las islas y en Tierra Firme
de América Meridional. P. Pierre Pelleprat, S.J. Estudio preliminar del Padre José del Rey.
Vol. 78: Conversión de Píritu. P. Matías Ruiz Blanco. Tratado histórico. P. Ramón Bueno. Estudio
preliminar y notas de P. Fidel de Lejarza, O.F.M.
Vol. 79: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. Estu-
dio preliminar del P. José del Rey S.J.
Vol. 80: Protocolo del siglo XVI. Estudio preliminar de Agustín Millares Carlo.
Vol. 81: Historia de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. Estudio preliminar y edición crítica
de P. Pablo Ojer, S.J. Tomo I.
Vol. 82: Estudio de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. (Texto y Notas). Tomo II.
Vol. 83: Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Selección y estudio preliminar de
Lino Gómez Canedo, O.F.M. Tomo I.
Vol. 84: Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Tomo II.
Vol. 85: Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la Amé-
rica. P. Joseph Cassani. S.J. Estudio preliminar y anotaciones al texto del P. José del Rey, S.J.
Vol. 86: La historia del Mundo Nuevo. M. Girolano Benzoni. Traducción y Notas de Marisa Vanni-
ni de Gerulewicz. Estudio preliminar de León Croizat.
Vol. 87: Documentos para la historia de la educación en Venezuela. Estudio preliminar y compila-
ción de Ildefonso Leal.
Vol. 88: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo I.
Vol. 89: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo II.
Vol. 90: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo III.
Vol. 91: Historia documentada de los agustinos en Venezuela durante la época colonial. Estudio
preliminar de Fernando Campo del Pozo, Agust.
Vol. 92: Las instituciones militares venezolanas del período hispánico en los archivos. Selección y
estudio preliminar de Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 93: Documentos para la historia económica en la época colonial, viajes e informes. Selección
y estudio preliminar de Antonio Arellano Moreno.
Vol. 94: Escritos Varios. José Gumilla. Selección y estudio preliminar de José del Rey, S.J.
Vol. 95: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Libro personal. Estudio preliminar de Lino Gómez Canedo, O.F.M. Tomo I.
Vol. 96: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Libro personal. Tomo II.
Vol. 97: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo III.
Vol. 98: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo IV.
Vol. 99: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de Providencias. Tomo V.
Vol.100: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán. Tomo VI.
Vol. 101: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo
Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán, Tomo VII.
Vol. 102: La Gobernación de Venezuela en el siglo XVII. José Llavador Mira.
Vol. 103: Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Selección y estudio
preliminar de Ermila Troconis de Veracoechea.
Vol. 104: Materiales para la historia de las artes decorativas en Venezuela. Carlos E. Duarte.
Vol. 105: Las obras pías en la Iglesia colonial venezolana. Selección y estudio preliminar de Ermila
Troconis de Veracoechea.
Vol. 106: El real consulado de Caracas (1793-1810). Manuel Nunes Días.
Vol. 107: El ordenamiento militar de Indias. Selección y estudio preliminar de Santiago-Gerardo
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Vol. 108: Crónica de la provincia franciscana de Santa Cruz de la Española y Caracas. José Torrubia.
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Vol. 109: Trinidad, Provincia de Venezuela. Historia de la administración española de Trinidad. Jes-
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Vol. 110: Colón descubrió América del Sur en 1494. Juan Manzano Manzano.
Vol. 111: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Introducción y resumen histórico.
Documentos (1657-1699). de R. P. Fray Buenaventura de Carrocera. O.F.M. Capuchino.
Tomo I.
Vol. 112: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Documentos (1700-1750). de R. P.
Fray Buenaventura de Carrocera. O. F. M. Capuchino. Tomo II.
Vol. 113: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Documentos (1750-1820). de R. P.
Fray Buenaventura de Carrocera. O. F. M. Capuchino. Tomo III.
Vol. 114: Población de origen europeo de Coro en la época colonial. Pedro M. Arcaya.
Vol. 115: Carlos Felice Cardot.
Vol. 116: El mito de El Dorado. Su génesis y proceso. Demetrio Ramos Pérez.
Vol. 117: Seis primeros obispos de la Iglesia venezolana en la época hispánica (1532-1600). Mons.
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Vol. 118: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. José
del Rey Fajardo, S. J. Tomo II.
Vol. 119: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. José
del Rey Fajardo, S. J. Tomo III.
Vol. 120: Hernández de Serpa y su “Hueste” de l569 con destino a la Nueva Andalucía. Jesús María
G. López Ruiz.
Vol. 121: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria (1513-1837). Selección, estudio preliminar, introducciones especiales, edición y notas
de Lino Gómez Canedo.
Vol. 122: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria. Consolidación y expansión (1593-1696). Selección, estudio preliminar, introduccio-
nes especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo.
Vol. 123: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria. Florecimiento, crisis y extinción (1703-1837). Selección, estudio preliminar, introduc-
ciones especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo.
Vol. 124: El sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración canónica del
regio placet a las constituciones sinodales indianas. Manuel Gutiérrez de Arce. Tomo I.
Vol. 125: Apéndices a el sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración
canónica del regio placet a las constituciones sinodales indianas. Manuel Gutiérrez de
Arce. Tomo II.
Vol. 126: Estudios de historia venezolana. Demetrio Ramos Pérez.
Vol. 127: Los orígenes venezolanos (Ensayo sobre la colonización española en Venezuela). Jules
Humbert. Traducción Feliciana de Casas
Vol. 128: Materiales para la Historia Provincial de Aragua. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 129: El Oriente venezolano a mediados del siglo XVIII, a través de la visita del Gobernador
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Vol. 130: Juicios de Residencia en la provincia de Venezuela. I. Los Welser. Estudio preliminar de
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Vol. 131: Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 132: Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767). Siglo XVII (1633-1699). Ildefonso
Leal. Tomo I.
Vol. 133: Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767). Siglo XVII (1727-1767). Ildefonso
Leal. Tomo II.
Vol. 134: Las acciones militares del Gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor (1637-1644). Lucas
Guillermo Castillo Lara.
Vol. 135: El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. Santos
Rodulfo Cortés. Tomo I.
Vol. 136: El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. (Docu-
mentos anexos). Santos Rodulfo Cortés. Tomo II.
Vol. 137: Las Fuerzas Armadas Venezolanas en la Colonia. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 138: La Pedagogía Jesuítica en la Venezuela Hispánica. José del Rey Fajardo, S. J.
Vol. 139: Misión de los Capuchinos en Guayana. Introducción y resumen histórico. Documentos,
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Vol. 140: Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1760-1785). R. P. Fray Buenaventu-
ra de Carrocera, O. F. M. Capuchino. Tomo II.
Vol. 141: Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1785-1819). R. P. Fray Buenaventu-
ra de Carrocera, O. F. M. Capuchino. Tomo III.
Vol. 142: La defensa de la integridad territorial de Guayana en tiempos de Carlos III. María Consuelo
Cal Martínez.
Vol. 143: Los Mercedarios y la política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Lucas G. Castillo
Lara. Tomo I.
Vol. 144: Los Mercedarios y la vida política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Lucas G.
Castillo Lara. Tomo II.
Vol. 145: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II - Juan Pérez de Tolosa y Juan de Ville-
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Vol. 146: Las salinas de Araya y el origen de la Armada de Barlovento. Jesús Varela Marcos.
Vol. 147: Los extranjeros con carta de naturaleza de las Indias, durante la segunda mitad del siglo
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Vol. 148: Fray Pedro de Aguado: Lengua y Etnografía. María T. Vaquero de Ramírez.
Vol. 149: Descripción exacta de la Provincia de Venezuela. Joseph Luis de Cisneros. Estudio preli-
minar de Pedro Grases.
Vol. 150: Temas de Historia Colonial Venezolana. Mario Briceño Perozo.
Vol. 151: Apuntes para la Historia Colonial de Barlovento. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 152: Los comuneros de Mérida (Estudio). Edición conmemorativa del bicentenario del movi-
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Vol. 153: Los censos en la Iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Estudio
preliminar y recopilación de Ermila Troconis de Veracoechea. Tomo I.
Vol. 154: Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Recopila-
ción de Gladis Veracoechea y Euclides Fuguett. Tomo II.
Vol. 155: Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Recopila-
ción de Euclides Fuguett. Tomo III.
Vol. 156: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo I (A-C).
Vol. 157: La ocupación alemana de Venezuela en el siglo XVI. Período llamado de los Welser (1558-
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Vol. 158: Historia del periodismo y de la imprenta en Venezuela. Tulio Febres Cordero G.
Vol. 159: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo II (CH-K).
Vol. 160: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. I- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
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Vaccari S. M.
Vol. 161: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
tón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental, de Letizia
Vaccari S. M.
Vol. 162: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. III- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
tón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Letizia
Vaccari S. M.
Vol. 163: La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan Francisco de León. Lucas Guiller-
mo Castillo Lara.
Vol. 164: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo III (L-P).
Vol. 165: La unidad regional. Caracas-La Guaira-Valles, de 1775 a 1825. Diana Rengifo.
Vol. 166: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo IV (Q-Z).
Vol. 167: Materiales para el estudio de las relaciones inter-étnicas en la Guajira, siglo XVIII. Docu-
mentos y mapas de P.
Vol. 168: El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Celestino
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Vol. 169: El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Celestino
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Vol. 170: Guayana y el Gobernador Centurión (1766-1776). María Isabel Martínez del Campo.
Vol. 171: Las Milicias. Instituciones militares hispanoamericanas. Santiago-Gerardo Suárez.
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Vol. 174: Los Ministros de la Audiencia de Caracas (1786-1776). Caracterización de una élite buro-
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Vol. 175: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
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Vol. 176: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
González Torres de Navarra. Marianela Ponce. Tomo II.
Vol. 177: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
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Vol. 178: Historia de Colombia y de Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Jules Hum-
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Vol. 179: Noticias historiales de Nueva Barcelona. Fernando del Bastardo y Loayza. Estudio prelimi-
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Vol. 185: La esclavitud indígena en Venezuela (siglo XVI). Morella A. Jiménez G.
Vol. 186: Memorias del Regente Heredia. José Francisco Heredia. Prólogo de Blas Bruni Celli.
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Vol. 188: Familias coloniales de San Carlos. Diego Jorge Herrera-Vegas. Tomo I (A-H).
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Vol. 201: San Cristóbal, Siglo XVII. Tiempo de aleudar. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 202: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Traslado y estudio preliminar
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Vol. 203: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo II.
Vol. 204: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo III.
Vol. 205: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo IV.
Vol. 206: Simón Rodríguez maestro de escuela de primeras letras. Gustavo Adolfo Ruiz.
Vol. 207: Linajes calaboceños. Jesús Loreto Loreto.
Vol. 208:
(Venezuela siglo XVIII). Carole Leal Curiel.
Vol. 209: Contribución al estudio de la “aristocracia territorial” en Venezuela colonial. La familia
Xerez de Aristeguieta. Siglo XVIII. Elizabeth Ladera de Diez.
Vol. 210: Capacho. Un pueblo de indios en la Jurisdicción de la Villa de San Cristóbal. Inés Cecilia
Ferrero Kelleroff.
Vol. 211: Juan de Castellanos. Estudios de las Elegías de Varones Ilustres. Isaac J. Pardo.
Vol. 212: Historia de Barinas (1893-1910). Virgilio Tosta. Tomo IV.
Vol. 213: La Nueva Segovia de Barquisimeto. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo I.
Vol. 214: La Nueva Segovia de Barquisimeto. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo II.
Vol. 215: El Régimen de la Encomienda en Barquisimeto colonial, 1530-1810. Reinaldo Rojas.
Vol. 216: Crítica y descolonización. El sujeto colonial en la cultura latinoamericana. Beatriz Gonzá-
lez Stephan y Lucía Helena Costigan (Coordinadoras).
Vol. 217: Sobre Gobernadores y Residencias en la Provincia de Venezuela. (Siglos XVI, XVII, XVIII).
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Vol. 218: Paleografía Práctica (su aplicación en el estudio de los documentos históricos venezola-
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Vol. 219: Tierra, gobierno local y actividad misionera en la comunidad indígena del Oriente venezo-
lano: La visita a la Provincia de Cumaná de don Luis de Chávez y Mendoza (1783-1784).
Antonio Ignacio Laserna Gaitán.
Vol. 220: Miguel José Sanz. La realidad entre el mito y la leyenda. Lenín Molina Peñaloza.
Vol. 221: Historia de Barinas (1911-1928). Virgilio Tosta. Tomo V.
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Vol. 226: El ordenamiento jurídico y el ejercicio del derecho de libertad de los esclavos en la provin-
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Vol. 232: En la ciudad de El Tocuyo. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo I.
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Vol. 234: La conspiración de Gual y España y el ideario de la Independencia. Pedro Grases.
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Vol. 236: Aportes documentales a la historia de la arquitectura del período hispánico venezolano.
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Vol. 237: El mayorazgo de los Cornieles. Zulay Rojo.
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Aurelio Vila.
Vol. 239: Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Ana Cecilia Peña Var-
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Vol. 240: Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Ana Cecilia Peña Var-
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Vol. 242: . Carlos Duarte.
Vol. 243: Dos pueblos del sur de Aragua: La Purísima Concepción de Camatagua y Nuestra Señora
del Carmen de Cura. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 244: Conquista espiritual de Tierra Firme. Rafael Fernández Heres.
Vol. 245: El Mayorazgo del Padre Aristiguieta. Primera herencia del Libertador. Juan M. Morales.
Vol. 246: De la soltería a la viudez. La condición jurídica de la mujer en la provincia de Venezuela en
razón de su estado civil. Estudio preliminar y selección de textos legales. Marianela Ponce.
Vol. 247: Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. José del Rey Fajardo, S. J. Tomo I.
Vol. 248: Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. José del Rey Fajardo, S. J. Tomo II.
Vol. 249: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo I.
Vol. 250: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo II.
Vol. 251: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo III.
Vol. 252: Aristócratas, honor y subversión en la Venezuela del Siglo XVIII. Frédérique Langue.
Vol. 253: Noticia del principio y progreso del establecimiento de las misiones de gentiles en río
Orinoco, por la Compañía de Jesús. Agustín de Vega. Estudio introductorio de José del Rey
Fajardo, S. J. y Daniel Barandiarán.
Vol. 254: Patrimonio hispánico venezolano perdido (con un apéndice sobre el arte de la sastrería).
Carlos F. Duarte.
Vol. 255: Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao
y Zepe. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo I.
Vol. 256: Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao
y Zepe. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo II.
Vol. 257: Separación matrimonial y su proceso en la época colonial.
Restaino.
Vol. 258: Niebla en las sierras. Los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela 1550-1625.
Horacio Biord.
Vol. 259: Asentamiento español y articulación interétnica en Cumaná (1560-1620). Ricardo Igna-
cio Castillo Hidalgo.
Vol. 260: Francisco de Miranda y su ruptura con España. Manuel Hernández González.
Vol. 261: De la Ermita de Ntra. Sra. Del Pilar de Zaragoza al convento de San Francisco. Edda Samu-
dio.
Vol. 262: La República de las Letras en la Venezuela Colonial (la enseñanza de las Humanidades en
los colegios jesuíticos). José del Rey Fajardo S.J.
Vol. 263: La estirpe de las Rojas. Antonio Herrera-Vaillant B.
Vol. 264: La estirpe de las Rojas. Antonio Herrera-Vaillant B.
Vol. 265: La artesanía colonial en Mérida (1556-1700). Luis Alberto Ramírez Méndez.
Vol. 266: El Cabildo de Caracas. Período de la colonia (1568-1810). Pedro Manuel Arcaya.
Vol. 267: Nuevos aportes documentales a la historia de las artes en la provincia de Venezuela (pe-
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Vol. 268: A son de caja de guerra y voz de pregonero. Los Bandos de Buen Gobierno de Mérida.
Venezuela 1770-1810. Edda O. Samudio y David J. Robinson.
Vol. 269: El Nudo Deshecho: compendio genealógico de el Libertador. Antonio A. Herrera-Vaillant B.
Vol. 270: Los Jesuitas en Venezuela. Nosotros también somos gente. Indios y Jesuitas en la Orinoquia.
José del Rey Fajardo.
BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
SERIE FUENTES PARA LA HISTORIA REPUBLICANA DE VENEZUELA