Metáforas Biogeográficas Del Imperialismo

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del imperialismo

Metáforas biogeográficas
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Ciencias 84 OCTUBRE DICIEMBRE 2006


A. Alfredo Bueno Hernández y Carlos Pérez Malváez

En la segunda mitad del siglo xix, los ¿Por qué había regiones con climas ca­ biogeografía fue Edward Forbes. En la
bio­geógrafos tuvieron el objetivo co­ si idénticos que prácticamente no com­ década de 1840 intentó explicar el ori­
mún de elaborar una visión integrada partían especies?, ¿por qué al­gu­nas gen de la flora de las Islas Británicas
del mundo. La fría descripción de los áreas con condiciones físicas di­fe­ren­ postulando la existencia de una masa
hechos requería ser interpretada. El tes tenían biotas muy similares?, ¿por terrestre ubicada en lo que hoy es el
co­nocimiento empírico disperso, pro­ qué existían formas muy parecidas en océano Atlántico, a través de la cual las
ducto de las travesías patrocinadas por áreas separadas por grandes distan­ plantas migraron desde España hasta
los estados europeos, fue racionalizado cias? El determinismo ecológico linnea­ Irlanda. Darwin rechazó la existencia
por los naturalistas para redistribuir­ no, según el cual cada especie se disper­ de esas hipotéticas uniones, al menos
lo a sus contemporáneos en la forma só desde una isla-montaña primigenia en un pasado geológico reciente. En
concreta de mapas de regiones biogeo­ hasta encontrar las áreas que les fue­ los capítulos dedicados a la biogeogra­
gráficas, los cuales representaban patro­ ran propicias, se mostraba claramente fía de El Origen de las Especies, él defen­
nes, que a su vez implican causalidad. insuficiente para explicar la regiona­ dió la hipótesis monofilética: cada es­
La distribución geográfica de la vi­ lización de la biota y las distribuciones pecie se originaba a partir de un par de
da fue una de las líneas clásicas de evi­ disyuntas. individuos en una sola localidad, des­
den­cia en los estudios de evolución. A El periodo de explosivo interés que de donde se expandía hasta alcanzar
me­diados del siglo xix, los naturalistas se despertó por la biogeografía entre su distribución actual. Resulta así que
in­gleses reconocían que la distribución fi­nes del siglo xix y principios del si­ el compromiso con el principio mono­
geográfica de la vida era un factor cla­ glo xx se ha estudiado poco. No obstan­ filético generó la necesidad de la dis­
ve para comprender el mundo natu­ral. te, abordar este tema conlleva un ries­ persión. Esta idea se remonta al menos
En una carta fechada en 1845 dirigida go, pues sabemos que los debates sobre a Linneo, además del obvio anteceden­
a Hooker, Darwin se refería al estudio los continentes hundidos se volvie­ te bíblico. En sus Fundamenta Botani­
de la distribución geográfica como “la ron fútiles a mediados del siglo xx, al ca, Linneo afirmaba: El único par se­
piedra angular de las leyes de la crea­ confir­marse la teoría de la deriva con­ xuado, de todas las especies vivientes,
ción”. Aunque desde inicios de ese si­glo tinental. fue creado en el inicio de las cosas. El
se conocían los principales patrones bio­ Uno de los primeros naturalistas razonamiento era puramente lógico; si
geográficos, faltaban las explicacio­nes. que adoptó un enfoque histórico en la se admite que las especies crecen geo­
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métricamente, entonces cuanto más A pesar de la férrea oposición de sus seis regiones representaba un área
se vaya hacia el pasado más decrece el Dar­win, el enfoque extensionista se sos­ de creación particular. Su sistema fue
número de individuos de cada especie, tuvo como una influyente corriente en la base del esquema que propondría
hasta llegar al límite de su origen mis­ las últimas décadas del siglo xix. Jo­ Alfred Russel Wallace en 1876, en su
mo, donde habría un solo par —o un seph Dalton Hooker, amigo y admira­ clá­sica obra The Geographical Distribu­
solo individuo en el caso de las espe­ dor de Darwin, fue uno de sus princi­ tion of Animals. Sin embargo, Wallace
cies hermafroditas. Así, para alcanzar pales proponentes. Sustentado en una no aceptó la explicación teista de Scla­
su área actual de distribución, la disper­ amplia experiencia de campo, Hoo­ker ter. Rectificando sus primeras ideas
sión era indispensable, ya fuera como concluyó que las dispersiones a gran ex­tensionistas, terminó explicando la
mera expansión de las poblaciones o distancia no eran una causa suficiente composición de cada región biogeográ­
bien mediante grandes saltos sobre ba­ para explicar los patrones biogeográ­ fica mediante migración y divergen­
rreras físicas en el caso de las distribu­ ficos de las floras sureñas. Con base en cia, añadiendo la idea de que los nue­
cio­nes disyuntas, en ese tiempo llama­ la evidencia florística propuso la hipó­ vos grupos se originaban en un centro
das anómalas. tesis de que todos los componentes de norteño de evolución progresiva.
Los extensionistas como Forbes no las floras del hemisferio sur habían es­ En 1886, Andrew Murray negó ex­
aceptaban que las dispersiones a gran tado una vez unidos en un gran con­ plí­citamente que las poblaciones tu­
distancia pudieran explicar las distri­ tinente austral. vieran cualquier tendencia automática
buciones disyuntas. Creían que las es­ Un destacado ornitólogo inglés, Phi­ hacia la expansión. Creía que las pro­
pecies se habían extendido a través de lip Lutley Sclater, le respondió. En su vin­cias biogeográficas se mantenían
puentes terrestres y continentes an­ cé­lebre trabajo On the general distribu­ por cierto instinto individual que hacía
tiguos actualmente sumergidos. Por tion of the members of the class Aves, que cada criatura se mantuviera en el
su parte, Darwin sostenía una postura pre­sentado en 1857 ante la Linnean So­ mismo lugar donde se había origina­do.
per­manentista, es decir, que los prin­ ciety of London y publicado el año si­ Los animales sólo se movían forzados
cipa­les rasgos de la superficie terres­ guiente, propuso “las divisiones onto­ por los cambios geológicos. El rechazo
tre ha­bían pemanecido invariables en lógicas más fundamentales y naturales a este concepto de inercia de Murray,
el pasado geológico reciente. de la superficie terrestre”. Cada una de así como la aceptación de la presión
mal­thusiana, algo que ha sido señala­
do por Bowler fueron en parte el éxito
de la visión dar­winiana del mundo.
Al final del siglo xix, la idea de que
la población de cualquier especie ten­
día a crecer era aceptada incluso por
na­turalistas que rechazaban la teoría
de la selección natural como mecanis­
mo evolutivo. La literatura biogeográfi­
ca estuvo dominada por metáforas pro­
pias de una era en la cual los estados
occidentales buscaban deliberadamen­
te dominar el resto del mundo. Las es­
pecies surgían y se extinguían guiadas
por la urgencia de conquistar y domi­
nar nuevos territorios. Entendida la
dis­persión en un sentido laxo, no sólo
como dispersión por saltos sino tam­
bién como expansión, tanto los biogeó­
grafos extensionistas como sus rivales
antipuentistas eran dispersionistas.
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Am­bos compartían la idea de que las
especies se originaban en una sola lo­
calidad y tenían una tendencia natural
a expandirse. Por ello, el centro de la
discusión fue determinar cuáles eran
las áreas donde aparecían las innova­
ciones evolutivas.
Los antidarwinistas cuestionaron
la tesis monofilética. La expresión más
clara del enfoque de evolución inde­
pen­diente provino de Angelo Heilprin,
quien sostenía que la misma especie
podía evolucionar no sólo en distintas
áreas, sino también en diferentes épo­
cas geológicas. El renombrado masto­
zoólogo Richard Lydekker aceptaba
que los caballos habían evolucionado
en ambos lados del Atlántico. Karl von
Zittel arguyó que las similitudes entre
las faunas del Eoceno de Norte­amé­ri­
ca y de Europa se explicaban por una
evolución paralela y no por migración.
Es significativo que Croizat, fundador
de la escuela moderna antidispersio­
nista, también recurrió al paralelismo
para crear un modelo antidarwinista
de la historia de la vida, el cual rechaza que­ría establecer con certeza cuáles sobre la existencia de continentes de­sa­
la búsqueda de centros de origen. Pe­ estra­tos se habían depositado al mismo parecidos. Darwin y Wallace primero,
ro la implicación era grave para el dar­ tiem­po en Europa y en América, tarea y Matthew después, afirmaron que, al
winismo, si las especies no se origina­ a la cual se abocaron coordinadamen­ menos en el Terciario, los rasgos de los
ban sólo en un área puntual, sino que te una serie de paleontólogos europeos continentes y océanos no habían su­
podían evolucionar independiente­ y norteamericanos durante los últimos frido cambios importantes y negaron
mente en más de una localidad, el fun­ años del siglo xix. la posibilidad de que el lecho profundo
­da­mento de todo el programa dar­wi­nis­ En la segunda década del siglo xx, del océano hubiera quedado expuesto.
ta se derrumbaba. Perdía todo sentido la idea popularizada por Wallace fue La escuela rival de geología, encabeza­
trazar las migraciones y se volvía im­ re­vivida por William D. Matthew. Los da por Eduard Suess, sostenía que ha­
posible distinguir entre los efectos de grandes continentes norteños, Eurasia bía ocurrido una subsidencia constante
la evolución paralela y la dispersión. y Norteamérica, constituían las áreas en ciertas áreas de la corteza de la Tie­
Así, enfatizar el poder de la dispersión de evolución progresiva. Sin embargo, rra a lo largo de su historia y por tanto,
se convirtió en una necesidad urgen­ permanecía latente la hipótesis rival de podían haber existido grandes continen­
te para Darwin. Hooker sobre la existencia de un gran tes en donde actualmente hay océanos
Los evolucionistas de fines del si­ continente sureño, la cual implicaba profundos.
glo xix y principios del xx concluyeron que el sur también habría sido un im­ Quienes apoyaban la permanen­
que el debate sólo podía zanjarse con por­tante centro de evolución. cia de continentes y océanos sólo po­
una mejor taxonomía y con co­rre­la­cio­ El debate sobre la importancia re­ dían explicar las distribuciones dis­yun­
nes estratigráficas más precisas. Para lativa del norte y el sur como centros tas mediante dispersiones accidentales
trazar las migraciones pasadas se re­ evolutivos estuvo ligado a la discusión a grandes saltos. En cambio, los exten­
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y el continen­te tendría que haber si­do
repoblado en tiempos relativamente
modernos.
A pesar de los argumentos de
M’Coy, la expedición pionera de Mu­
rray en 1866 reforzó la mayoría de los
prejuicios tradicionales. Murray creía
en el enfriamiento gradual de la Tierra
y en la existencia de grandes masas te­
rrestres sureñas desde el Mesozoico.
Australia había preservado formas de
vi­da del Eoceno hasta la actualidad. Es­
ta idea de refugios que protegían a sus
habitantes de la invasión de formas
más avanzadas fue parte importante de
la teoría que desarrollaría Matthew.

Los orígenes norteños

La teoría de las invasiones norteñas


apa­reció en las discusiones paleonto­
ló­gi­cas y después se popularizó hasta
con­vertirse en una poderosa aunque
con­tro­versial herramienta explicativa.
Es obvia su afinidad con la ideología de
sio­nistas creían que todos esos casos do formas características de etapas an­ que los europeos estaban destinados
anó­malos podían explicarse por expan­ teriores de la historia de la vida fue otro a gobernar el mundo. En 1865, Os­wald
sión a través de tierra emergida. Cada ingrediente del modelo dispersionis­ Herr, paleobotánico de Zurich, notó
parte podía acusar a su rival de soñar ta. Las formas evolutivamente inferio­ que las plantas del Mioceno de Euro­
hipóte­sis acomodaticias. Siempre era res eran desplazadas hacia el sur por pa eran equivalentes a las de los trópi­
posible postular conexiones hipotéti­ los nue­vos grupos. Australia era el ca­ cos modernos. A finales de ese siglo,
cas o migraciones accidentales entre so pa­radigmático. Muchos científicos la evi­dencia de que había habido cli­
dos áreas cualesquiera de la superficie creían que los organismos de este con­ mas fríos desde el Paleozoico puso en
te­rrestre. tinente —incluidos sus habitantes hu­ en­tre­di­cho la teoría de Suess sobre el
En 1882, Angelo Heilprin propuso ma­nos— eran primitivos y por tanto en­fria­miento continuo. Más que un en­
que Norte­américa y Eurasia debían in­capaces de competir con los invaso­ fria­miento progresivo, ocurrieron fluc­
unir­se en una sola región a la que de­ res europeos. Sin embargo, los hechos tuaciones cíclicas entre climas tem­
no­minó Holártica. Aunque Wallace se pronto desvanecieron las esperanzas. plados y severos. Entonces se volvió
opu­so, finalmente el concepto de re­ Desde 1862, el naturalista australiano po­pular asociar los episodios de evolu­
gión ho­lártica fue la base sobre la que Frederick M’Coy había protestado con­ ción progresiva con los periodos de cli­
Matthew propuso su modelo disper­ tra la creencia casi universal del ca­ mas severos.
sionista. rác­ter pri­mitivo de la biota de Austra­ La mejor versión de las oleadas su­
lia. Los da­tos geológicos revelaban que cesivas de migración que barrían a sus
Los mundos perdidos Aus­tralia había estado bajo el mar du­ predecesores hasta los márgenes me­
ran­te gran parte del Terciario. Cuales­ ridionales terrestres fue articulada por
La creencia popular de que en ciertas quiera que hu­bieran sido sus habitan­ Matthew en su Climate and Evolution
áreas del mundo se habían preserva­ tes antiguos, habrían sido destruidos, de 1915, quien fue tanto el paleontó­
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lo­go de vertebrados más importante Sudamérica era el hogar de una fau­ cuen­cas oceánicas profundas fueran
co­mo el zoogeógrafo teórico más in­ na única de edentados que surgieron intercambiables. Reintepretó la eviden­
flu­yen­te de su tiempo. Con base en la du­rante su aislamiento en el Terciario. cia de las relaciones intercontinentales
evidencia paleontológica disponible, Después de su reconexión con Norte­ en términos de su propia teoría, conclu­
sostuvo que los vertebrados se habían amé­rica a través del istmo de Panamá yendo que la unión fue directa y no
originado en los climas rigurosos de las ocurrió un intercambio en ambos sen­ me­diante puentes. La deriva continen­
áreas del norte y después se dispersa­ ti­dos y algunos de los tipos sureños se tal proporcionaba la mejor explicación
ron en oleadas sucesivas para llenar los dispersaron exitosamente hacia el nor­ para la distribución disyunta de la flo­
nichos de las tierras sureñas. A tra­vés te. La radiación desde Sudamérica no ra de Glossoopteris y de Mesosauridae
de George Gaylor Simpson, las ideas de fue de ningún modo un fracaso evo­ en Sudamérica y África.
Matthew sobre la evolución y el clima lutivo. La escuela de los puentes terres­
se mantuvieron como la explicación es­ A principios del siglo xx, los paleo­ tres se defendió vigorosamente de los
tándar en biogeografía, hasta que ocu­ botánicos disponían de una evidencia ataques tanto de Matthew como de We­
rrió la revolución de la tectónica de pla­ más sólida de la que tenía Hooker so­ ge­ner. En América, uno de los líderes
cas en la década de 1960. bre la existencia de una flora continua puen­tistas, opositores a Wegener, era
Matthew hizo una sólida defensa en el hemisferio sur a fines del Paleo­ Charles Schuchert, quien extendió las
de la permanencia de los continentes zoi­co. Se habían hallado semillas fó­siles hipótesis puentistas hasta el Ceno­zoi­
con base en la diferente naturaleza de del helecho Glossopteris en Sud­amé­ri­ co, entrando en conflicto directo con
las rocas continentales y las del lecho ca, África, Australia e incluso en la mis­ Mat­thew. En una nota póstuma de la
marino. Al igual que Darwin y Wallace, ma Antártida. Muchos aceptaban que edición de 1939 de Climate and Evolu­
recurrió al transporte accidental para estas uniones habían existido hasta el tion, Matthew admitió que si se encon­
explicar anomalías ocasionales. La su­ Mesozoico, pero la pregunta crucial era tra­ra un mecanismo geofísicamente
posición común de que el área actual si habían perdurado hasta principios plau­si­ble para la hipótesis de Wegener,
de distribución de un grupo fue alguna del Terciario. se re­solverían los casos de distribucio­
vez su hogar ancestral era exactamen­ Alfred Lothar Wegener rechazó la nes anómalas en el Paleozoico y Me­
te lo opuesto a la verdad, según Mat­ idea de que la tierra emergida y las so­zoico.
thew. Como muchos de sus contempo­
ráneos, creía que Asia central era la
cu­na evolutiva de la humanidad y que
la raza blanca era el último y el más
al­to producto de la evolución.
La alternativa más simple a la tesis
de los orígenes norteños fue la teo­ría
bipolar, la cual proponía que los conti­
nentes sureños también fueron cen­
tros de evolución importantes. El des­
cubrimiento de reptiles semejantes a
mamíferos sugirió que habían ocurri­
do episodios evolutivos relevantes en
el sur de África durante el Paleozoico.
En 1876, W. T. Blanford sostuvo que la
fauna de la India tenía un origen afri­
cano más que asiático. Se propuso que
África había sido un gran centro de evo­
lución independiente desde el cual de­
rivaron antílopes, jirafas, elefantes e
hipopótamos.
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partían el uso de conceptos tales como
progreso, lucha y conquista. Varios de
los científicos que empleaban este len­
guaje no creían que la selección natu­
ral fuera el mecanismo del cambio evo­
lutivo e incluso algunos eran oponentes
activos del seleccionismo.
Así, en esa misma época, muy po­
cos evolucionistas podían tolerar la
idea de que la especie humana no fue­
ra superior a todas las demás en varios
sentidos importantes, a pesar de que
el modelo de evolución progresiva li­
neal estaba ya desacreditado. De cual­
quier forma, el antropocentrismo re­
surgió en una versión más sutil, si bien
varias ramas principales del árbol de
la vida habían progresado hacia nive­
les superiores de complejidad, la nues­
tra avanzó más que cualquier otra. En
su versión simplificada, esta idea se re­
presentó mediante un árbol de la vida
con un tronco principal que conducía
a la especie humana, mientras que to­
das las demás formas de vida se ubi­
La progresión lineal encubierta sis biogeográficas de esa época fueran caban en ramas laterales que al sepa­
ajenas a la ideología imperialista pre­ rarse del tronco principal cesaban de
Las metáforas que emplearon los na­ valeciente. progresar.
turalistas de fines del siglo xix y prin­ Si las metáforas resultan heurísti­ Los evolucionistas modernos re­cha­
cipios del xx para describir la historia cas, su uso se justifica. Lo lamentable zan frontalmente la idea de que exis­tan
de la vida reflejaron sus sentimientos sería que se retuvieran modelos malos ramas que hayan cambiado tan len­ta­
sobre la naturaleza humana y la socie­ por razones ideológicas; aunque, co­mo mente que puedan emplearse para ilus­
dad. Particularmente, en la discusión señala Bowler, siempre es polémi­co de­ trar estadios tempranos de la evolución.
bio­geográfica se usó un lenguaje que cidir cuáles son los modelos ma­los. Es Sin embargo, desde Haeckel hasta prin­
mostraba las aspiraciones colonialistas innegable que los debates biogeográ­ cipios del siglo xx, la tentación de usar
de los estados europeos. ficos efectuados alrededor de 1900 es­ formas vivientes como representan­
Aunque es común que los cientí­ tuvieron influídos por factores exter­ tes de los estadios tempranos de la evo­
ficos no admitan que sus ideas están nos, aunque no habría que caer en la lución fue muy grande, especialmente
in­fluidas por conceptos derivados de burda simplificación de creer que to­ en el caso de la evolución humana.
otras áreas de la cultura humana, es da la empresa no fue más que una pura El gran énfasis que los paleontólo­
evi­dente que muchos biólogos emplea­ imposición de metáforas sociales a la gos del siglo xx, como Matthew y Hen­
ron metáforas provenientes de asun­tos naturaleza. ry F. Osborn, proporcionaron a las es­
hu­manos. Tal prurito parece excesivo, Bowler ha hecho notar que en los pecializaciones divergentes representó
pues de hecho se han usado metáfo­ debates sobre la historia de la vida par­ un rompimiento importante con la tra­
ras no sólo en la biología, sino en todas ticiparon naturalistas que no estaban dición establecida en tiempos de Hae­
las áreas del conocimiento humano. comprometidos con un mecanismo ckel. En lugar de tratar la evolución en
Lo ex­traordinario sería que las hipóte­ evo­lutivo particular. Sin embargo, com­ secuencia lineal, los biólogos resalta­
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ron deliberadamente la diversidad de La historia de la vida ya no se enten­ decible. Si bien para la mayoría de los
la vida en cada periodo geológico. El día en términos de fuerzas progresivas darwinistas modernos el azar es parte
en­foque de Osborn sobre la divergen­ que surgían del interior de los organis­ integral de su visión del mundo, al prin­
cia fue el fundamento para concebir a mos. Creció la con­vicción de que el cipio esta idea encontró una gran resis­
las razas humanas como especies dis­ ca­rácter episó­dico de la evolución re­ tencia.
tintas, lo cual resultaba particularmen­ flejaba el de la his­toria física de la Tie­
te adecuado para establecer el carácter rra. Esta idea concordaba con el recha­ El reemplazo de las civilizaciones
único de la raza blanca. zo de Darwin a cualquier noción de
A las condiciones ambientales se una tendencia interna de los organis­ Para explicar la historia de la vida, otra
les asignó un papel fundamental en la mos hacia la per­fección y con su idea imagen a la que se recurrió con fre­
evolución. El ambiente físico era esen­ de que la evolución era esencialmente cuen­cia fue la del surgimiento y la caí­
cialmente cambiante y las poblacio­ una respuesta al ambiente, que incluía da de los grandes imperios de la his­
nes luchaban contra los desafíos que a otras especies en el mismo proceso. toria hu­mana. El modelo cíclico de la
éste les imponía. Según la intensidad Los lamar­ckistas también considera­ historia, con su sucesión de razas y ci­
de los cambios, las migraciones ocu­ ron al estímu­lo ambiental como el fac­ vilizaciones dominantes, fue un ele­
rrían lentamente o con celeridad. De tor clave del progreso. Los evolucionis­ men­to cen­tral de la historiografía con­
ahí que el progreso fuera más rápido tas, darwi­nia­nos o no, terminaron por ser­vadora del siglo xix. Algunas de las
en un ambiente severo y sujeto a rápi­ aceptar que a las principales innova­ versiones del darwinismo se adapta­
das fluctuaciones. Los habitantes de ciones le seguían un proceso de per­fec­ ron para responder a las demandas
ambientes más estimulantes tendrían cionamien­to y refinación que gene­raba de un imperialismo nuevo y más ma­
mayores probabilidades de progresar. las diver­sas especializaciones dentro terialista, que requería mantener las
Por el contrario, los ambientes constan­ de cada clase. di­visiones y rivalidades entre los gru­
tes podían conducir a la degeneración Un corolario de esta idea era la im­ pos humanos.
—los parásitos eran el caso paradigmá­ pre­decibilidad de la evolución, pues si Muchos científicos británicos sa­
tico. El estímulo ambiental resul­taba estaba condicionada por cambios am­ bían que su trabajo era parte de la em­
un arma de dos filos. El prominente bientales azarosos entonces era impre­ presa imperial. Jugaron su papel en la
dar­winiano de Oxford, E. Ray Lankes­
ter creía firmemente que la civiliza­
ción humana comenzó a degenerar
cuan­do dejó de enfrentarse a nuevos
desafíos. E. William MacBride, destaca­
do la­mar­ckista y discípulo de Sedwick,
propuso la teoría de que los inverte­
brados eran vertebrados que habían
degenerado por su poco estimulante
hábito de arras­trarse sobre el lecho
marino. Convencido eugenecista, Mac­
Bride también planteó limitar la re­
producción de los irlandeses, porque
los consideraba in­fe­riores en virtud
de haber evoluciona­do en ambientes
menos estimu­lantes.
En los inicios del siglo xx, los pa­
leon­tólogos enfatizaron la idea de que
el poder activo de los ambientes cam­
biantes constituyen el verdadero deto­
na­dor de los cambios en la vida ani­mal.
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apropiación de las áreas vírgenes del tabilidad se volvía eventualmente tan la historia de la vida. La declinación
mundo por parte de los estados euro­ rígida que producía resultados dañi­ de la morfología condujo al desuso del
peos. Los grandes museos de historia nos. Había una cau­sa interna de decli­ modelo lineal de evolución, mientras
natural, las universidades, los zoológi­ namiento inser­ta en cada grupo des­ que el desarrollo de la paleontología y
cos y los jardines botánicos de las prin­ de su origen y nin­guno podía escapar de la biogeografía histórica promovió
ci­pales ciudades del mundo occiden­ a sus consecuencias. la articulación de nuevas metáforas im­
tal, simbolizaron la participación de la Aunque la teoría del sobredesarro­ perialistas. Al inicio del siglo xx, los evo­
ciencia en el uso y el control del mun­ llo como resultado de la ortogénesis lucionistas percibieron la historia de la
do natural. Esta política imperialista man­tuvo cierta popularidad, los evolu­ evolución de una forma claramen­te
tam­bién permitió adquirir una preci­ cionistas se fueron apartando de esta diferente de como la concebían los de
sión sin precedente en los datos bio­geo­ interpretación, adoptando un enfoque la primera generación.
gráficos y geológicos de áreas re­mo­tas. cada vez más darwiniano. La causa del Según la historiografía darwinista
Así, las metáforas del imperialismo no ascenso y la caída era la competencia tradicional, la teoría sintética surgió
surgieron simplemente de modelos que ejercían los nuevos grupos incesan­ a partir de la asimilación de la gené­tica
trans­plantados de la historia humana temente generados por la evolución. de poblaciones a la teoría dar­wi­nis­ta.
hacia la biología, sino también de nue­ La declinación de un grupo es­taba ín­ En su clásico Tempo and Mode in Evo­
va evidencia empírica. ti­mamente ligado al surgimiento de lution de 1944, Simpson afirmó que el
Con el ciclo de juventud, madurez otro. La historia de la vida podía expli­ nuevo desarrollo de la teoría genética
y muerte de los individuos se hizo la car­se como una permanente lucha por de la selección natural sirvió para qui­
ana­logía entre el surgimiento y la caí­ la supremacía, con especies exitosas tar toda la paja de las explicaciones evo­
da de los grupos biológicos, tornán­do­ que tendían de manera natural a ex­ lucionistas. Sin embargo, el análisis de
se común la noción de que cada era pan­dirse en un área cada vez mayor, Bowler apunta hacia una opinión muy
geo­lógica se caracterizaba por la domi­ y con consecuencias a me­nudo desas­ diferente. La interpretación convencio­
nancia de ciertos grupos, como la fa­ tro­sas para los habitantes de las áreas nal de la teoría sintética ignora una se­
mosa edad de los reptiles. La historia invadidas. El éxito inicial conducía in­ rie de desarrollos en la investigación
de la vida podía dividirse en varias épo­ evi­tablemente a la sobreespecializa­ filogenética que sentaron las bases pa­
cas discretas, concepción que estaba ción y finalmente a la extinción. ra una forma de pensamiento darwi­
en consonancia con una filosofía más La metáfora de la invasión se vol­ nia­no más moderna. Los filogenetistas
general que afirmaba el carácter cí­cli­ vió un lugar común en las descripcio­ de inicios del siglo xx desarrollaron la
co y discontinuo de la naturaleza. El nes paleontológicas y biogeográficas importante idea de que la selección
in­terés por conocer las causas del ori­ de alrededor de 1900. En su discusión na­tural podía ser, después de todo, la
gen, declinación y extinción de los prin­ sobre Sudamérica, Matthew narraba có­ ex­plicación más efectiva sobre cómo
cipales grupos promovió un modelo de mo la gran invasión de los animales ope­raba la evolución. Su influencia es
la historia de la vida análogo al usado norteños había barrido todos los gru­ innegable, pese a que no se involucra­
para describir el surgimiento y la caí­ pos de animales de pezuña y todos los ron en la síntesis de la genética y el
da de los grandes imperios de la civi­ carnívoros marsupiales. La expansión dar­winismo. Pero la conclusión más
lización humana. de los blancos europeos en América y im­portante de Bowler es la afirmación
Apareció la propuesta de que cada Australia, con el subsiguiente extermi­ de que el darwinismo incluye algo más
nuevo grupo estaba dotado de cierta nio de los pueblos aborígenes que­da­ba que una simple lealtad a la teoría de
can­tidad de energía evolutiva, la cual así explicada no por la codicia de los la selección. El darwinismo moderno
iba gastando gradualmente hasta final­ es­tados europeos, sino como con­se­ mantiene ciertas ideas claves que fue­
mente agotarla, idea que adoptaron los cuen­cia de una ley natural. ron desarrolladas explícita o implícita­
paleontólogos alemanes durante la era mente por el mismo Dar­win y luego
nazi. Entre ellos, Othenio Abel pensa­ Conclusiones ignoradas por muchos biólogos de la
ba que el periodo de de­clinación ­estaba generación posterior. La investigación
marcado por un au­mento en el nú­me­ Bowler sostiene que hubo un cambio filogenética contribuyó a la articula­
ro de individuos de­generados. La adap­ en las metáforas usadas para ilustrar ción de estas concepciones generales
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en forma completamente independien­ los organismos a los cambios perennes siglo xx, de que los ma­míferos no pu­
te del surgimiento de la nueva teoría del ambiente, lo que la hace un pro­ce­ dieron dominar la Tierra hasta la elimi­
ge­nética de la selección, y en ella par­ so divergente y esencialmente im­pre­ nación de los repti­les, denota el apre­
ticiparon incluso evolucionistas no se­ de­cible. Los filogenetistas de princi­ cio por el viejo y sim­ple progresio­nismo,
leccionistas. pios del siglo xx reincorporaron este aun cuando se ad­mite que la evo­lución
Esta revaloración de la historia aspecto, contribuyendo así a la articu­ tenía un curso imprevi­sible.
mues­tra que gran parte del evolucio­ lación de la visión darwiniana moder­ En Estados Unidos, una nueva gene­
nis­mo de fines del siglo xix tomó un na del mundo. ración de paleontólogos encabe­za­dos
rum­bo más desarrollista que dar­wi­nia­ Las metáforas cambiaron según por Matthew se deshizo de los gri­lle­tes
no. Los primeros evolucionistas adop­ esta nueva concepción, pro­por­cio­nan­ del viejo enfoque no dar­winiano, y con­
ta­ron un enfoque que presentaba la do imágenes de conquista geo­grá­fica tribuyeron, en buena medida, a la de­
vida como un proceso, en buena medi­ y de eliminación de tipos in­feriores. Se rro­ta de gran parte de la vieja con­cep­
da, predeterminado y dirigido casi in­ despertó un creciente in­terés por co­ ción antiseleccionista. Bowler se­ña­la
evitablemente hacia el surgimiento de nocer posibles detonantes ambientales que la visión darwiniana de la na­tura­le­
la humanidad. Sin embargo, este enfo­ de novedades evolutivas. Sin embargo, za, más allá de su apego a la selección
que pasó por alto una de las ideas cru­ permanecieron viejas ideas arro­padas natural, representa un desafío mu­cho
cia­les de Darwin, según la cual la evo­ sutilmente. La acep­ta­ción, por parte más básico al viejo pensamiento desa­
lu­ción era guiada por las respuestas de de la mayoría de los evo­lucionistas del rrollista del mundo, pues niega metas
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predeterminadas y fuerzas internas ocurrieron en la paleontología y la bio­ los últimos vestigios de las teorías la­
que dirijan la evolución. geografía durante las primeras déca­ marckistas y ortogenetistas.
Si bien es claro que la principal das del siglo xx, cuando se concibió la Así, el desarrollo continuo de la in­
fuen­te de la síntesis moderna no pro­ historia de la vida de una forma signi­ vestigación filogenética, entendida en
vino de la investigación filogenética, ficativamente diferente a la que tuvie­ su sentido amplio como la reconstruc­
ello no invalida el argumento de Bow­ ron los evolucionistas de las décadas de ción del espléndido drama de la vida,
ler, a saber, que el camino hacia una 1870 y 1880. Las nuevas preguntas fue­ desde 1860 hasta 1940, representó un
acep­tación más amplia de la síntesis ron importantes para crear un clima factor significativo en la consolidación
fue pavimentado por desarrollos que de opinión propicio que desmantelara de la revolución darwiniana.

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Palabras clave: dispersión, evolución paralela, centro de origen


Key words: Dispersal, parallell evolution center of origin

Resumen: En ����������������������������������������������������������������������������������������������������������
este artículo se revisan las diversas explicaciones sobre los patrones biogeográficos elaboradas entre fines
����������������
del siglo xix y las primeras décadas del siglo xx, enfatizando los cambios
en las metáforas empleadas por los evolucionistas para reconstruir la historia de la vida.
Abstract: In this paper we go through the different explanations about the biogeographical models shaped between the end of the 19th century and the beginning of the 20th, with special em­phasis
on the changes in the metaphors used by the evolutionists in order to explain the history of life.

Antonio Alfredo Bueno Hernández obtuvo el doctorado en la Facultad de Ciencias de la unam. Actualmente es profesor de carrera titular del Museo de Zoología de la fes Zaragoza y responsable
de un proyecto sobre los modelos de biogeografía histórica que se desarrollaron en torno al darwinismo.
Carlos Pérez Malváez obtuvo la Maestría en Ciencias en la Facultad de Ciencias de la unam. Actualmente es profesor de carrera Asociado C de tiempo completo en la fes Zaragoza. Recibió el
premio José Antonio Alzate 2004 en la categoría mejor artículo de divulgación.

Recepción: 02 de junio de 2006, aceptado 02 agosto de 2006.


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