Qué Fueron Las Cruzadas
Qué Fueron Las Cruzadas
Qué Fueron Las Cruzadas
Su nombre proviene de la cruz roja que se cosía en la ropa de quienes participaban en las cruzadas,
a los que se llamaba cruzados. Podían ser laicos, religiosos o miembros de órdenes religioso-
militares, como la del Santo Sepulcro de Jerusalén, la del Temple y la de los Hospitalarios de San
Juan, entre otras.
El Papado también llamó cruzadas a otras campañas militares y religiosas llevadas a cabo durante
la Edad Media, por ejemplo, las que se realizaron en la península ibérica, en Europa Oriental y en el
sur de Francia contra los cátaros. Este artículo se refiere exclusivamente a las cruzadas a Tierra
Santa.
ANTECEDENTES.
En 1095, Urbano II convocó un concilio en la ciudad de Plasencia. Allí expuso la propuesta del
Emperador, pero el conflicto de los obispos asistentes al concilio, incluido el papa, con el Sacro
Emperador Romano Germánico, Enrique IV (quien estaba apoyando a un antipapa), primaron sobre
el estudio de la petición de Constantinopla. Alejo tendría que esperar.
La sociedad europea, en su devenir, había ido acumulando un considerable potencial bélico. Por
otra parte, el islam se había erigido en un peligroso y fuerte enemigo. Ambas cosas se aunaron y
dieron origen a las cruzadas, proyectadas por la cristiandad occidental para salvar a la cristiandad
oriental de los musulmanes. El resultado, sin embargo, quedó lejos de los propósitos y, en puridad,
el movimiento cruzado, considerado históricamente, fue un fracaso discutible (aunque más de cien
años de comercio demuestren lo contrario).
Steven Runciman lo resume así:[cita requerida] Cuando Urbano II predicó su magno sermón en
Clermont, los turcos estaban a punto de amenazar el Bósforo. Cuando el papa Pío II predicó la
última cruzada, los turcos estaban cruzando el Danubio. Rodas, uno de los últimos frutos del
movimiento, cayó en poder de los turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las guerras con Egipto y
Génova, y anexionada finalmente a Venecia, pasó a ellos en 1570. Todo lo que quedó para los
conquistadores de Occidente fue un puñado de islas griegas que Venecia mantuvo precariamente en
su poder.
El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de la cristiandad, y por la acción de los
Estados a quienes atañía más de cerca, Venecia y el Imperio de los Habsburgo, con Francia, la
antigua protagonista de la guerra santa, ayudando al infiel de modo continuado.
El origen de las cruzadas se remonta a finales del siglo XI, cuando el papa Urbano II convocó al
Concilio de Piacenza (1095), en el que recibió al embajador del Imperio bizantino. Éste solicitó ayuda
para frenar el avance de los turcos selyúcidas, que habían ocupado casi toda Anatolia y se
mostraban intolerantes con los cristianos. Ante estas noticias, Urbano II convocó al Concilio de
Clermont (1095), en el que convocó a la primera cruzada.
El objetivo proclamado por el Papado era recuperar el Santo Sepulcro de Jesucristo, que había caído
en manos de los turcos. Como Jerusalén y sus alrededores son de carácter sagrado tanto para
cristianos como para musulmanes, los creyentes de ambas religiones se enfrentaron con gran fervor
para proteger sus ideales, su fe y sus lugares santos.
Aunque las cruzadas tuvieron una motivación religiosa, también fueron importantes otros factores,
como las ambiciones de los nobles feudales europeos, que deseaban conquistar nuevos territorios, y
las aspiraciones de los comerciantes italianos, que querían ampliar sus redes mercantiles.
Tras el fracaso de la cuarta, el espíritu cruzado se había apagado casi por completo, pese al interés
de algunos papas y reyes por reavivarlo. Si los Estados francos sobrevivieron hasta 1291 fue por la
intervención de los mongoles que, al acabar con el califato abasí en 1258 y conquistar la región de
Oriente Medio, dieron un respiro a los latinos, al no ser los mongoles hostiles al cristianismo.
La convicción de que los reiterados fracasos se debían a la falta de inocencia de los cruzados, llevó a
la conclusión de que solo los puros podrían reconquistar Jerusalén. En 1212 un predicador de 12
años organizó la llamada cruzada de los niños, en la que miles de niños y jóvenes[cita requerida]
recorrieron Francia y embarcaron en sus puertos para ir a liberar Tierra Santa. Fueron capturados
por capitanes desaprensivos y vendidos como esclavos. Tan solo algunos consiguieron regresar al
cabo de los años.
Quinta cruzada
La quinta cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los auspicios de
Honorio III, uniéndose al rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó hacia oriente el ejército más
grande en toda la historia de las cruzadas. Como la cuarta cruzada, tenía como objetivo conquistar
Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista de Damieta en la desembocadura del Nilo, que aseguraba
la supervivencia de los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El
Cairo, fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221.
Sexta cruzada
La organización de la sexta cruzada fue un tanto audaz. El papa había ordenado al emperador
Federico II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El emperador había asentido,
pero había ido demorando la partida, lo que le valió la excomunión. Finalmente, Federico II (que
tenía pretensiones propias sobre el trono de Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso del papa.
Sorprendentemente, el emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático.
Se autoproclamó rey de Jerusalén en 1229 y también obtuvo Belén y Nazaret.
Séptima cruzada
En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto rey Luis IX de
Francia (san Luis) a organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se dirigió contra
Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero en El Mansurá (Egipto) con todo su ejército. Caída
de Acre, en 1291.
Octava cruzada
25 años después; Luis IX de Francia una vez más organizó otra cruzada, la octava (1269), el plan era
desembarcar en Túnez y moverse en tierra hasta Egipto; esto fue propuesto por Carlos de Anjou rey
de Nápoles, con la intención de reunir las tropas en la próspera región comercial de Túnez dónde se
obtendría fondos para la invasión. Desembarcaron desconociendo que había una epidemia de
disentería en la región, Luis fue infectado y murió a los pocos días. (1270).
Novena cruzada
Aunque Eduardo y algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya no se organizaron más y,
en mayo de 1291, tras la caída de Acre, los cruzados evacuaron sus últimas posesiones en Tiro,
Sidón y Beirut. A fin de cuentas, el único triunfo relevante de la cristiandad durante los dos siglos de
más de ocho cruzadas fue la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera cruzada en
el año 1099, la cual, a pesar de las matanzas de sarracenos y judíos (hombres, mujeres y niños),
logró sostener la Ciudad Santa por muchos años, y encontró los objetivos marcados inicialmente por
los defensores de la idea de reconquistar la tierra llamada santa para los cristianos de Europa.