La Sorpresa Del Jardinero
La Sorpresa Del Jardinero
La Sorpresa Del Jardinero
Andrés no era solo mecánico. También era jardinero a medias. Una de esas
personas que cuidan las plantas, se maravillan con los colores y las formas de
las flores y conocen de memoria nombres y especies.
A
lguna noche, Andrés y su familia habían cenado en compañía de un
grupo de tulipanes amarillos.
S
us jefes solían decir que Andrés era un mecánico capaz de resucitar
cualquier locomotora destinada a convertirse en chatarra.
U n día, su jefe le contó que una gran empresa buscaba a los mejores
mecánicos de la zona. Andrés era uno de ellos. Le ofrecieron, además
de un buen sueldo, una casa con un gran jardín... Y aceptó.
L
a primera sorpresa no tardó en llegar. Ya no entregaría sus horas a
viejos trenes y esqueletos de locomotoras. Ahora las dedicaría a los
aviones.
Esta nueva situación lo asustó un poco, pero se dijo: «En realidad son
conjuntos de tornillos, hierro y paciencia. No importa demasiado la forma». Y
Andrés empezó a imaginar que el taller se llenaba de azucenas, lirios y
caléndulas. Caléndulas oficinistas, claveles barbudos, claveles con plumas.
L a segunda sorpresa fue aún mayor. No solo iba a reparar aviones, sino
aviones de guerra. Andrés fue contratado para colocar bombas en los
aviones que partían a la guerra. Una guerra que se había declarado entre varios
países lejanos. Unos países cuyos nombres apenas podía pronunciar. Entonces,
se suponía que sus manos debían preparar los aviones para que lanzaran
bombas sobre campos y bosques. Pero también sobre ciudades, edificios,
escuelas, personas, vidas.
Pensaba en esas bombas que arrasarían con todo. Imaginaba esas amplias
extensiones de tierra muerta en las que ya nunca volverían a nacer brotes
nuevos.
L a tercera sorpresa decidió darla él. De repente empezó a mostrarse
alegre y entusiasta. Se esmeraba en aprender cada paso del proceso
de montaje, cada circuito eléctrico
que daba la orden al lanzamiento.
Trabajaba día y noche, noche y día,
sin apenas descansar.
Andrés había encontrado un jardín aún más grande. Una amplia extensión
de tierra fértil. Tierra negra y húmeda que miraba al cielo esperando una lluvia
de semillas.
Carla Balzaretti
La sorpresa del jardinero
New York, Cuento de Luz, 2014