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Sociedad Secreta

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Abril-agosto, 2008. Nos. 4 y 5.

ISSN-1870-7289
Derechos Reservados UAEH

La Sociedad Secreta Abakuá de Cuba

Viridiana Tamorri

viridianat@libero.it

Licenciatura en Letres y Filosofia. Universidad “La Sapienza”, Roma.


Especialización en Antropología de las Religiones y Etnología. Área de
conocimiento: Iberoamérica y Africa. Culturas afroamericanas y indígenas de
América y Africa.

Con la llegada a América, España inició el proceso de colonización y


explotación de las tierras del Nuevo Mundo. Debido a la exterminación de los
indios, para los colonizadores se hizo indispensable la utilización de la mano de
obra que fue llevada forzosamente a América a través de la trata de seres
humanos de África, así pues, el empleo de esclavitud negra sirvió para la
explotación de las nuevas posesiones que garantizaron el enriquecimiento de
la Metrópoli.
La repoblación de las tierras del Nuevo Mundo estimuló un proceso de
fusión y superposición etno-cultural entre la multitud de culturas indígenas
americanas y africanas con las españolas, con el objetivo final de adecuarlas al
modelo cultural europeo de la Metrópoli.

En el caso de Cuba, dicha superposición dio lugar al fenómeno de la


transculturación1, cuyo fruto fue la cultura cubana. La complejidad cultural que
presenta Cuba es el resultado de procesos sociales y político- económicos que
se han sucedido en la isla y en toda Latinoamérica durante más de cuatro
siglos.

Las cifras de esclavos2 que llegaron a Cuba con la trata, nos dan una idea
de la magnitud de la presencia africana en la isla caribeña y de la gran variedad
étnica ahí presente, la cual contribuyó de manera substancial a la amalgama
cultural cubana, aportando elementos culturales desiguales que en el contexto
caribeño se superpusieron entre ellos y con la cultura de los colonizadores.

Las tradicionales culturas africanas sufrieron en América una intensa


destrucción y se interrelacionaron con las costumbres europeas impuestas por
la cultura dominante hispano-católica.

Cuando los representantes de las religiones africanas fueron trasladados


de su ambiente natural, se vieron sometidos a un intenso proceso deculturativo,
mientras que sus religiones sufrieron sustanciales modificaciones tanto en la
estructura mitológica como en la ritual.

1
Concepto acuñado por Don Fernando Ortiz en 1940, que lo utiliza en lugar de aculturación
para describir los múltiples fenómenos que se produjeron en Cuba, debido a las complejas
trasmutaciones de culturas. Según el estudioso, dicho concepto es más adecuado para
describir las distintas fases del proceso transitivo de una cultura a otra. Don Ortiz escribe: “[…]
Éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz
angloamericana acculturation, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o
desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y,
además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran
denominarse neoculturación. [...] En conjunto, el proceso es una transculturación, y este
vocablo comprende todas las fases de su parábola”. (Ortiz, 1963).
2
La estimación de Roger Bastide (1970: 36) acerca del número de esclavos llevados a América
entre 1666 y 1800 supera los 10 millones de individuos. Según Guanche (1983: 219) el dato se
aproximaría a los 15 millones, al cual habría que añadir las muertes ocurridas durante la
travesía, lo que nos daría una cifra final de 60 millones. Solo a Cuba llegaron más de un millón
quinientos mil esclavos en cuatro siglos y solo del Calabar más de 400 mil esclavos.
Del encuentro entre europeos y africanos derivó un proceso sincrético 3
afrohispánico. Son ejemplos de este sincretismo las religiones aún presentes
en Cuba, las cuales juegan un papel vital y dinámico en la construcción de la
identidad de la isla:

 Palo Monte, o Regla Conga: religión procedente del área bantú,


basada en el culto a los muertos (Nfuri, Mfumbe) y a las fuerzas
sobrenaturales, existentes tanto en la naturaleza orgánica como en
la inorgánica, localizadas en las plantas, en el agua de los ríos y del
mar, y en la tierra donde residen los antepasados.

 Regla Ocha: popularmente conocida como Santería, deriva de las


culturas Yoruba de Nigeria, basadas en el culto a un panteón de
divinidades, orishas, y antepasados, eggun. Cada orisha es objeto
de culto, sacrificios, ofrendas y oraciones. La máxima autoridad
sacerdotal es el babalawo, encargado del culto de Ifá- Orúnmila,
dueño de la adivinación.

 Regla Arará: expresión religiosa de los negros del Dahomey (Benin).


El Creador es Mawu-Lisa que junto a las divinidades -vudún- y los
antepasados -kotoko- es solicitado y propiciado en las ceremonias
rituales.

Entre esta realidad cultural-religiosa se sitúa la Sociedad Secreta Abakuá, o


Ñáñiga, que representa la fusión africana de las culturas presentes en el
Calabar, región que abarca desde la zona sudoriental de Nigeria hasta
Camerún. Las étnias procedentes de esta área fueron agrupadas en Cuba bajo
el topónimo de carabalíes, anotado por Lopéz Valdés (1985: 57-58), que
comprende los grupos más importantes de la zona, Efik, Efor y Oru 4, las tres
grandes tribus poseedoras del secreto en el que se basa la religión Abakuá.

3
El sincretismo es uno de los resultados de la aculturación, donde se verifica una fusión entre
elementos culturales heterogéneos que dan vida a nuevas formas de religiosidad.
4
Respectivamente de filiación ibibio, ekoi e ibo.
Estas tribus, desplazadas a lo largo del río Níger, tenían una economía de
subsistencia, cuya base era la explotación pesquera y todas las actividades
relacionadas con el río. Entre estas sociedades tribales el hombre, cazador,
tenía su tótem en el Leopardo mientras que el de la mujer era el Pez.

La mujer, la cual era la encargada de la pesca, gozaba en el ámbito tribal


de varios beneficios derivados de la posición que desempeñaba dentro de la
esfera económica, y practicaba una serie de complejas ceremonias para
mantener la afinidad con su tótem.

El destacado estatus social de la mujer provocó una tensión social entre los
sexos, que en el mito acabó con la apropiación masculina del tótem femenino
del Pez, lo que representa el pasaje de una sociedad matrilinear a una
patrilinear.

Los jefes tribales del Calabar, que estaban organizados en la Sociedad


secreta del Leopardo (ekpe in efik, ngo in efor), sincretizaron su culto totémico
masculino con el femenino del Pez, consiguiendo progresivamente monopolizar
el poder comunitario en dicha región.

La estratificación social en base al género y la constitución de un grupo de


élite masculino en el ámbito de la comunidad tribal, fue agudizado por la
llegada de los colonizadores los cuales impusieron un cambio del modelo social
que llevó al desarrollo de la Sociedad Secreta Ekpe, el antecedente africano de
Abakuá.

Estructura y desarrollo de la religión Abakuá en Cuba

La Sociedad secreta Abakuá representa un fenómeno que fuera de África


solo se puede encontrar en Cuba. En el Calabar, como ya he dicho, esta
religión deriva del encuentro y sincretización de los cultos desarrollados por las
tribus Efik, Efor y Oru, las cuales compartían el culto totémico de los
antepasados y de las fuerzas de la naturaleza y las prácticas de organizarse en
sociedades secretas exclusivas.

Las tribus mencionadas anteriormente se encontraron entonces obligadas,


debido a migraciones y guerras intertribales, a compartir un territorio y a
fusionar sus culturas.

Según cuenta el mito de fundación, se puede deducir su origen femenino


centrado en el culto al pez, tótem de las mujeres del cual se apropiaron los
hombres fusionándolo con el propio del leopardo.

De hecho la sociedad Abakuá representa la transculturación cubana de la


sociedad africana del Leopardo, conocida entre los efik como Ekpe y entre los
efor como Ngbe.
Esta religión en Cuba responde a una sociedad secreta exclusivamente
masculina5, con función de socorro y ayuda mutua, cuyas motivaciones
sociales de reorganización en un ámbito ajeno, fuera del originario africano, se
hallan en la necesidad de protección del negro en el nuevo contexto americano.

La conservación y evolución de la religión Abakuá en Cuba en las primeras


etapas de la colonización, es debida a la existencia de los Cabildos 6, en
particular al cabildo Áppapa Efó, bajo el amparo del cual se formó en 1836 en
Regla, en la bahía de La Habana, el primer Juego 7 Abakuá denominado Efí
Butón: desde entonces tuvo una evolución ascendente 8.

5
Herencia africana. En África occidental está muy difundido el fenómeno de las sociedades
secretas, que por lo general derivan de las age-sets y de las sociedades diferenciadas por
género.
6
Cabildo: organización socio-religiosa mutualista, instituida por la Corona española en sus
posesiones y basada en el origen étnico de sus integrantes. Se debe a la existencia de estas
organizaciones el mantenimiento de la diferenciación étnica africana presente en la isla. Estas
asociaciones desempeñaban una función de cohesión social, conservación cultural y protección
del esclavo, estimulando el mantenimiento de las representaciones simbólicas de las religiones
africanas, y su transmisión a los descendientes a través de la reconstrucción de los atributos
litúrgicos, de los instrumentos musicales, cantos, bailes y la utilización de las lenguas
originarias.
7
Juego o Potencia es la agrupación abakuá de cofrades.
8
Se expandió de tal forma que en 1863 se formó el primer juego de blancos, llamado Acanarán
Efó Ocobio Mucarará, bajo la iniciativa de Andrés Facundo de los Dolores Petit.
De la originaria religión africana Abakuá ha mantenido la estructura de
sociedad secreta, los varios mitos9 desarrollados y puestos en escena dentro
de los rituales10 y la organización interna, concebida como una jerarquía de 13
dignatarios – plazas- y de los cofrades abanekues.

Estas plazas están divididas en 4 principales –obones 11- que son:

Iyamba: es el encargado del Secreto, lo que hace hablar a Ekue. Es el


responsables de los iniciados – indisemes- de los nacimientos en abakuá, que
vienen aprobadas por la voz del tambor dentro del fambá.

Mokongo: el Gran Guerrero de los Efor; en la sociedad encarna el


concepto de poder absoluto e ilimitado de la fuerza y de la justicia al servicio de
Ekue.

Isué: es el cura de los bautizos de los indisemes. Es el responsable


del tambor Seseribó, que representa en el juego a Sikán 12.

9
La historia fantástica que cuenta el mito ñáñigo consiste en el hallazgo de un Pez, Tanze, en el
río sagrado Oddán, por parte de una muchacha llamada Sikán, ella no sabía que este
encarnara al Ser Supremo Abasí. Los hombres de las tres tribus Efik, Efor y Oru esperaban la
aparición del Ser Supremo y, al darse cuenta de lo que la princesa había encontrado, le
robaron el Pez a través de engaños. Tanze, por supuesto, no era un pez cualquiera, su aspecto
particular y el sonido ronco que emitía fuera del agua, infundía miedo a los pescadores.
10
Fernando Ortiz destacó la teatralidad y la dramaturgía intrínseca de cada ritual abakuá en “La
tragedia de los ñáñigos, 1993. Y en “Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba”,
1981.
11
Obon en efik significa rey. Los símbolos de estos cuatro obones son los muñones, plumeros,
que adornan el tambor Seséribó.
12
Su figura está envuelta en el misterio porque para algunos era una mujer o vestía de mujer,
para otros fue raptado por mujeres de las que obtuvo el Sectero. Esta plaza no puede
transformarse en íreme, pues según las palabras de Ramón Torres “Todas las plazas, excepto
Isué y Abasí, pueden transformarse en íremes. Todos son, pues, antepasados, incluso los que
no se transforman en íremes. Isué, porque, según la tradición vestía piezas femeninas.
Algunos, incluso, piensan que era una mujer. Abasí, porque es un invento cubano, la
cristianización del abakuá. Ahora bien, las demás plazas pueden convertirse en íremes, así
como también hay íremes que siempre tienen que funcionar como tal. Por ejemplo,
Eribangandó, que es el de la purificación o limpieza, siempre es íreme. Pero, según la leyenda,
ya lo era cuando se descubrió el Secreto. Fue el íreme quien salvó a Sikán de las serpientes al
descubrírsele Tanze” (comunicación personal).
Isunékue: es el representante de Sikán en el juego y es el guardian
de la Voz.

A éstas van añadidas las otras tres que componen las siete plazas
principales: Empegó, Ekueñon, Nkricamo13.

La integración en la sociedad prevé el cumplimento de determinadas


normas, mandamientos, y el respeto constante de unas reglas.

En Abakuá todo es críptico y exclusivo, también la integración de neófitos,


que son apadrinados por los integrantes 14. La aceptación prevé el cumplimento
de determinados requisitos, mientras que la permanencia en el juego requiere
el respeto constante de unas normas, mandamientos, entre los cuales está
guardar el secreto, bajo pena de expulsión.

Los mandamientos son siete15:

˚ Guardar el secreto y no revelarlo;


˚ Matar, si es necesario, para Ekue. Defenderlo hasta la muerte;
˚ Respetar y obedecer a los cuatro obones y a las plazas más
importantes;
˚ Ser buen hijo y no ofender a su propia madre;
˚ Ser buen padre;
˚ Ser buen hermano en la religión;
˚ Ser hombre, valiente y no afeminado. No dejar que nadie le maltrate y
sobretodo una mujer.

La creencia religiosa está basada en la conexión entre el mundo de los


vivos y el de los muertos, personificados ritualmente por las plazas. Esta

13
Complementadas con otras 6 que son secundarias, juntas a las cuales se constituyen las 13
palzas.
14
Las nuevas potencias nacen a través del apadrinamiento de las que ya existen.
15
Estos mandamientos se han de entender sobretodo dentro de la religión, aunque los abakuás
los ponen en práctica en la vida cotidiana.
conexión se verifica a partir de la reproducción de la “voz” del Ser
Todopoderoso Abasí mediante el sonido de Ekue, el tambor más sagrado, que
habla en los rituales, los cuales son secretos para los que no están jurados (no
iniciados), que se desarrollan en la casa-templo fambá.

El sonido de Ekue crea, por un lado, un cierto miedo reverencial hacia lo


que es sagrado e inframundano, mientras que por el otro, estimula un efecto
místico consolidando la unión entre los que pueden escucharlo, y exaltando el
sentimiento de cohesión y participación empática al ritual.

Plante es el nombre genérico con el cual se denominan los rituales de


iniciación; baroko es la consagración de nuevas plazas y nyoró (o enlloro) es el
ritual fúnebre, para los hermanos muertos.

Todos estos rituales son muy articulados, se desarrollan a lo largo de dos


días y tienen un significado simbólico muy complejo y críptico 16.

En la parte pública de los rituales, que son puras fiestas abiertas a todos,
se desarrollan varios pasajes de la leyenda, narrada a través de largos cuentos
y parlas -enkames-, cantos (a cappella, con la estructura de solista y coro) y
bailes, acompañados por el sonido de los tambores y de los demás
instrumentos17 que componen la orquesta ñáñiga. Parte imprescindible de los
rituales es la marcación de las firmas de las plazas -anaforuana- y de los
signos gráficos -gandó-18 que recorren la historia sagrada abakuá y que tienen
el poder mágico de poner en conexión el mundo de los vivos con el mítico de
los muertos.

16
Todos los rituales prevén diferentes actos, entre los cuales el sacrificio del macho cabrío,
denominado mbori mapá.
17
Existen dos categorías de instrumentos: los tambores tocados por las plazas, adornados con
plumas y atributos mágicos, y que tienen un valor simbólico (empegó, ekueñón, enkríkamo,
seseribó e l’ekue, el más sagrado y que queda siempre ocultado de la vista de los que no están
jurados, detrás de una cortina en el fambá); y los biankomeko, que forman la orquesta de
acompañamiento en las procesiones y rituales y están formados por cencerros o sonajas
(erikundi), palos (itones), campanas (ekón) y por una segunda serie de tambores: bonkó-
enchemiyá, biankomé, obí-apá, kuchi-yerem.
18
Las firmas y los signos recorren todo el fambá, el iriongo (cuarto donde está ocultado el Ekue)
y el isaroko (patio exterior del fambá) incluyendo la sacra ceiba, que siempre está presente en
los juegos abakuá.
El personaje más característico es el íreme o diablito, que hace su
aparición en el ritual a través de una serie de acciones codificadas y prescritas
míticamente por su papel de representante de los espíritus de los antepasados.
Según mi interpretación, los abakuás que “visten el saco”, o sea que se vuelven
íremes, se convierten en los representantes del originario culto totémico
femenino y masculino, que posteriormente fue estructurado en sociedad
secreta. El diablito, lleva una máscara en la cual son reconocibles los
elementos animales y naturales propios de las creencias totémicas africanas
dichas anteriormente, pero este al ser un espíritu no puede hablar con los
vivos19, así pues su forma de comunicarse es mediante una serie de
movimientos miméticos20, cada uno con un sentido exacto, reconocible y
traducible por los presentes. El íreme baila con el objetivo de mostrar alegría
por la compañía de los demás abanekues o de rendir homenaje al difunto en
los rituales fúnebres. El clima que crea el movimiento armonioso y animado de
sus bailes, produce una euforia general en la que los músicos y el coro de la
orquesta ñáñiga aceleran los ritmos de los tambores y de las voces, pero sin
llegar a un epílogo místico. El íreme está presente en todos los rituales y, sin
embargo, un adepto que aspira a tener esta plaza tendrá que demostrar su
maestría como bailarín.

Conclusiones: análisis e interpretación de la función social abakuá

La función social de la hermandad Abakuá ha estado determinada por los


acontecimientos histórico-sociales que se han sucedido en Cuba. Examinando
su trayectoria evolutiva, se tiene la impresión de que esta religión, para
sobrevivir en el nuevo contexto se haya disimulado según la necesidad,
utilizando los elementos insitos en su naturaleza. En su evolución histórica en
un contexto que culturalmente no le era favorable, tuvo que evolucionar y
oponerse amoldando sus rasgos típicos y reforzando sus características de
socorro. Desde sus principios, en la etapa colonial, se organizó como sociedad
de mutuo socorro y resistencia de los esclavos en busca de protección y de la

19
La plaza del Moruá es la que comunica con los diablitos, lo que los manda o los atrae con su
tambor Nkricamo.
20
Imitativos del leopardo.
adquisición de la libertad21; consecuentemente en una sociedad de resistencia
contra las agresiones del colonizador y de su cultura, y en el siglo XIX actuó
como una especie de sindicato para los trabajadores portuarios, gozando del
monopolio carabalí de los muelles habaneros.
Desde los años ’60 del siglo pasado, empezó un proceso de
institucionalización22 de las numerosas agrupaciones presentes en el territorio
cubano, que culminó con la constitución en 1995 de la OUA, Organización
Unidad Abakuá23, que cuenta con el apoyo del estado y de las autoridades
políticas.

Su desarrollo cubano parece responder a la necesidad de ocultar su


naturaleza religiosa, en un ámbito social que intentaba aniquilar las minorías
culturales de procedencia africana y, por ende, no católicas 24.

En la actualidad, pese a los cambios histórico-sociales de Cuba, la función


de esta hermandad religiosa ha cambiado, pero la constante que se puede
destacar es su fuerte referencia a África, sea como expediente de preservación
de la cultura del Calabar, sea como “ostentación” de la antigüedad de
procedencia de cada juego, cualidad que los abakuás perciben como razón de
orgullo y de pertenencia cultural y que, sin embargo, nos indica el profundo
conocimiento que tienen de su propio pasado africano.

A diferencia de otras expresiones religiosas afrocubanas, la religión Abakuá


hasta la actualidad ha sufrido marginalmente los cambios impuestos por la
globalización y la mercantilización religioso-cultural, que producen una gran
curiosidad hacia las religiones afrocubanas, que se puede intuir del gran

21
“Cuando en las primeras décadas del siglo XIX aparece la Sociedad Abakuá, lo hace de
forma secreta por razones obvias: el colonizador no iba a tolerar una organización cuyos
principios fundamentales descansaban en la emancipación de la esclavitud”. Torres, R., 2007:
118.
22
En 1960 se organizó del primer Congreso Nacional de las sociedades abakuá, y en 1965 fue
constituida la Comisión Central de Unidad Abakuá, compuestas por 43 potencias de La
Habana, Guanabacoa y Marianao.
23
La OUA está organizada en buroes municipales, dirigidos por el Buró Provincial de Ciudad de
La Habana.
24
Solo a mediados del siglo pasado, con el triunfo de la Revolución (1959) se desarrolló un
proceso de integración étnica y racial del cual pudieron sacar beneficio las expresiones
religiosas de origen africano, objeto de revaloración debido al establecimiento de la libertad de
culto.
incremento del turismo religioso hacia Cuba. La religión Abakuá, debida a su
carácter críptico y cerrado hacia el exterior, no ha sufrido una degeneración
conceptual.

Actualmente la presencia de la Sociedad Abakuá está localizada en la zona


occidental de Cuba: La Habana, con los municipios de Regla, Guanabacoa,
Marianao y Arroyo Naranjo, Matanzas y Cárdenas. Según los últimos datos
oficiales, en 2007 se cuentan 153 potencias compuestas por más de 20 mil
miembros.

Su función social de agregación, cooperación y ayuda mutua entre sus


miembros ha permitido a esta religión evolucionar y encontrar una adhesión
vertical en la sociedad cubana, atrayendo adeptos -ekobios- de varios sectores
profesionales y clases sociales.

Abakuá ya no es sinónimo de arrastrado y marginalizado, aunque persiste


una idea que los aproxima a la criminalidad, y siguen sufriendo las
discriminaciones y los prejuicios de la opinión pública.

La sociedad Abakuá promueve una serie de valores morales que tienen


una función reguladora sobre los adeptos, porque les proporciona pautas e
indicaciones comportamentales válidas en el ámbito social cotidiano, a través
del respeto a los mandamientos y compartiendo valores ético-sociales entre los
hermanos en la religión. La agrupación religiosa se configura como institución
dinámica, que impulsa la asociación y la participación de una dada visión del
mundo determinada por la liturgia, los ritos, etc..., y que se enfrenta con la
realidad externa, brindando la solución a los problemas de identidad presentes
en una sociedad como la cubana que, si por un lado contempla la igualdad
social, trayendo consigo una nivelación socio-identitaria, por el otro aún
agudiza las diferencias raciales y de status.

Los rituales Abakuá constituyen para los fieles la salida temporal de la


realidad circundante: ellos se encuentran momentáneamente en la tierra del
mito y los dignatarios son, a todos los efectos, sus progenitores. Esto tiene el
poder de consolidar los lazos entre los adeptos, creando una entidad compacta
capaz de afrontar las tensiones sociales. El sentimiento que se produce en
determinadas situaciones de reunión social y proximidad emotiva, fue definido
por Durkheim como “efervescencia colectiva”, donde el sujeto percibe una
fuerza superior mediante la cual “sus representaciones individuales están
sustituidas por las colectivas, caracterizadas por una notable intensidad y una
extraordinaria capacidad de envolvimiento” (Ciattini, 1998: 77).

En los rituales abakuás se desencadena, sin embargo, una gran fuerza


cohesiva entre los presentes que tienen la impresión de estar envueltos en una
energía ultramundana, que los hace sentir parte integrante y fundamental de
algo que ellos perciben como místico y superior; este lazo actúa como
“compensador psicológico”, enajenando a los hombres de las presiones
cotidianas y brindándoles un espacio simbólico en que desahogar las tensiones
sociales, destacando del anonimato.

La gran fuerza emotiva y moral de esta religión, a la vez que refuerza las
dinámicas identitarias dentro y fuera del grupo, afianza los vínculos entre los
cofrades teniendo un gran éxito entre los jóvenes. Esto nos puede indicar la
necesidad que tienen de encontrar formas asociativas, en las que marcar su
identidad consolidando la pertenencia a grupos fuertemente exclusivos que de
hecho son marginalizados por el resto de la sociedad cubana. Pero esta
marginalización refuerza los lazos entre sus integrantes que perciben su
agrupación como una entidad que se coloca fuera de la sociedad circunstante,
fomentando una sorta de autoexclusión, remarcada por unos comportamientos
exclusivos y distintivos, funcionales al mantenimiento de los preceptos
religiosos.

Así, se puede ver la creación de una especie de subcultura que atrae a los
jóvenes en busca de pertenencia y de protagonismo social en un contexto
donde no es fácil encontrar espacios en que destacar socialmente. Sobre su
caracterización de subcultura, añadimos lo subrayado acertadamente por la
estudiosa cubana Odalys Pérez Martínez “Los estereotipos existentes
consideran a la Sociedad Abacuá como una subcultura, un grupo de individuos
con creencias, actitudes, costumbres y formas de comportamiento diferentes a
las dominantes en la sociedad, aunque participen de ella. Este etiquetamiento
puede estar produciendo que los lazos entre sus integrantes se vean
reforzados a partir de una percepción de enfrentamiento a los valores y
comportamientos de la sociedad, creándose de esta manera un mecanismo de
autoexclusión y haciendo hincapié en ciertas características como la forma del
lenguaje25 o de un determinado tipo de proyección social para mantener la
diferencia frente a la cultura que los margina, reafirmando de esta forma el
orgullo individual y de pertenencia a un grupo” (2006: 80).

Sin embargo, las distintas generaciones de adeptos se colocan de manera


diferente hacia su sociedad religiosa, siendo los viejos más ortodoxos, como
destaca Pérez Martínez “El valor o importancia que para el iniciado representa
su pertenencia al grupo, muchas veces en preponderancia con lo que a la
religión en abstracto se refiere, puede incidir en los criterios que sustentan que
no se trata de una manifestación de carácter religioso o que, en alguna medida,
este carácter ha ido en detrimento” (2006: 24).

De hecho se conocen acontecimientos de violencia y de retos que ocurren


entre jóvenes pertenecientes a grupos distintos, que utilizan la afiliación a un
juego como motivo de guapería. Estas actitudes son denunciadas por las viejas
generaciones de fieles, que encuentran en esta sociedad la posibilidad de
conciliar aspectos religiosos, sociales y de continuidad cultural.

Se puede afirmar que la sociedad Abakuá tiene una doble función


protectiva: una de protección en el contexto social, a través de la ayuda mutua
y de la reciprocidad entre hermanos, y una en la esfera religiosa, del secreto
compartido, debido a la alianza con los poderes espirituales y las fuerzas
sobrehumanas.
Para concluir, la originaria sociedad africana de Ekpe ha evolucionado en la
Cuba post- revolucionaria pudiendo encontrar una correspondencia ético-
ideológica con los principios de un país socialista.

25
La lengua esotérica, ritual con la que comunican los hermanos abakuas es el efik, idioma
africano del Calabar.
Dicha correspondencia está representada por la condivisión de preceptos
(religiosos por un lado, políticos por el otro) como la ayuda mutua, la
reciprocidad y la equidad social.

Compartiendo con la sociedad cubana tales principios básicos, la religión


abakuá ha podido mantenerse vital en la estructura social de la isla,
permaneciendo en el exterior de la esfera política pero encontrando
compromisos funcionales y, como hemos visto, el apoyo de las instituciones.

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