Gutiérrez 2001. Llorent, Sonia Introducción A La Historia Material de Las Sociedades Del Pasado.

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Introducción a la historia material

de las sociedades del pasado


Sonia Gutiérrez Lloret
ARQUEOLOGÍA
Introducción a la historia material
de las sociedades del pasado
Sonia Gutiérrez Lloret

Introducción a la historia material


de las sociedades del pasado

UNNERSIDAD DE ALICANTE
I.S.B.N. eBook: 978-84-9717-100-7
A Lorenzo Abad, mi profesor de arqueología, y a todos
mis alumnos, en especial los del 5. curso de 1989-90,
O

que me enseñaron que para enseñar hay que seguir


aprendiendo.
Pág .

2.1. Los limites de la Arqdeologia ................................................................


2.1.1. La constmcción del documento arqueológico ...............................
2.2. Arqueología y Arqueologías .....................................................................
2.2.1. La Arqueología Prehistórica ..........................................................
2.2.1.1. Concepto...........................................................................
2.2.1.2. Desarrollo histórico..........................................................
2.2.2. La Arqueología Protohistórica .......................................................
2.2.2.1. Concepto..........................................................................
2.2.2.2. Penodización y desarrollo histórico................................
2.2.3. La Arqueología de las sociedades del Próximo Oriente antiguo ...
2.2.3.1. Concepto...........................................................................
2.2.3.2. Desarrollo histórico .........................................................
2.2.4. La Arqueología Clbsica .................................................................
2.2.4.1. Conceptoy desarrollo histórico .......................................
2.2.4.2. Perspectivas actrtales ......................................................
2.2.5. La Arqueología Medieval .............................................................
2.2.5.1. Concepto...........................................................................
2.2.5.2. La Arqueología del Altomedievo .....................................
2.2.5.2.1. Desarrollo histórico ........................................
2.2.5.2.2. El problema de la terminología ......................
2.2.5.3. Ln Arqueología del Pleno y Bajo Medievo ......................
2.2.5.4. La Arqueología de al-Andalus .........................................
2.2.5.5. Perspectivas actuales .......................................................
2.2.6. La Arqueología Postmedieval ......................................................
2.2.6.1. Desarrollo histórico .........................................................
10 Sonia Gutiérrez Lloret

Púg.

2.2.6.2. Concepto ..........................................................................


2.2.6.3. Perspectivas actuales ......................................................
2.2.7. La Arqueología Industrial ............................................................
2.2.7.1. Concepto tradicionaly desarrollo histórico ....................
2.2.7.2. Perspectivas actuales: hacia un nuevo concepto de la Ar-
queología de las sociedades contempordneas..................
2.3. El debate epistemológico actual sobre la naturaleza científica de la dis-
ciplina arqueológica ...............................................................................
2.3.1. Introducción: las comentes teóricas en Arqueología ....................
2.3.2. Del Evolucionismo a Gordon Childe: la arqueología positivista y
difusionista ...................................................................................
2.3.3. La "revolución epistemológica": la Nueva Arqueología y el enfo-
que analítico ...................................................................................
2.3.3.1 La Nueva Arqueología .......................................................
2.3.3.2 La Arqueología Analítica ...................................................
2.3.4. El Materialismo Histórico ..............................................................
2.3.5. La reacción idealista en Arqueología .............................................
2.3.5.1. El Estructuralismo ............................................................
2.3.5.2. El neohistoricismo postestructuralista y postprocesal .....
2.3.5.2.1. La Arqueología Contextual............................
2.3.5.2.2. Postestructuralisrno y deconstructivismo........
2.3.5.3. La cn'tica al relativismo extremo y las expectativas defu-

3.1. Tipos y naturaleza .....................................................................................


3.2. Las fuentes materiales .............................................................................
3.2.1. Las fuentes arqueológicas ..............................................................
3.2.2. Las fuentes artísticas. El problema de la arquitectura...................
3.2.3. Las fuentes etnográficas .................................................................
3.2.4. Las fuentes epigráficas .................................................................
3.2.5. Las fuentes numismáticas .............................................................
3.3. Las fuentes escritas ...................................................................................
3.3.1. Las fuentes documentales ..............................................................
3.3.2. Las fuentes cartográñcas y gráficas en general .............................
3.4. Las fuentes verbales .................................................................................
3.4.1. La historia oral .............................................................................
3.4.2. La toponimia ...............................................................................
3.5. Las fuentes visuales ..................................................................................

4.1. Las técnicas de excavación arqueológica ......................................................


4.1.1. Procesos y estrategias de excavación ............................................. 151
4.1.2. Sistemas de registro y documentación ........................................... 155
Arqueología de la muerte

Pág .
-
4.2. Las tbcnicas poco destructivas o "ligeras" de investigación arqueológica
4.2.1. La prospección ...............................................................................
4.2.2. La Arqueología de la arquitectura .................................................
4.3. Las técnicas de datación ..........................................................................
4.4. Las técnicas de catalogación. representación y clasificacibn de vestigios
arqueológicos ............................................................................................
4.5. Las técnicas de análisis .................................... .........................................
4.6. Las técnicas de la arqueología subacuiitica ...............................................

5 . LAARQUEOLOG~AY SUS RELACIONES CON OTRAS DISCIPLINAS ............................


5.1. Arqueología. Historia y Prehistoria ..........................................................
5.2. Arqueología. Antropología y otras ciencias sociales ................................
5.3. Arqueología e Historia del Arte ................................................................
5.4. Arqueología. Epigrafia y Numismática ....................................................
5.5. Arqueología y Filología ............................................................................

6. C O N C L U S ~ ~ NLOS
: RETOS DEL FUTT?Y10 ................................................................
6.1. La extensión temporal de la Arqueología .................................................
6.2. El ejercicio de la Arqueología como profesión liberal .............................
6.3. La valoración social de la Arqueología ....................................................
E STE libro es consecuencia de una propuesta docente emprendida cuan-
do comencé a enseñar Arqueología en la Universidad de Alicante, más
tarde contrastada en la práctica con la elaboración del nuevo Plan de Estu-
dios de la Licenciatura de Historia y que, por fin, cristalizó en el Proyecto
Docente presentado al concurso de provisión de la Plaza de Profesor Titular
de Arqueología que hoy ocupo en la Universidad de Alicante, celebrado en
septiembre de 1996. * En él se refleja, sobre todo, la reflexión interna que
generó esa empresa en el seno del Área de Arqueología de esta Universi-
da4 convencida, además, de la necesidad de replantear el objeto y los con-
tenidos comúnmente impartidos en la disciplina, obsoletos en relación con
su evolución científica, técnica y profesional; pero también expresa la enri-
quecedora dialéctica mantenida con colegas de otras áreas históricas, igual-
mente implicadas en el estudio de las sociedades desaparecidas. En esta
discusión participaron tanto historiadores empeñados en el análisis históri-
co del pasado de la humanidad a través de sus restos materiales, con los
que me une el uso de la técnica arqueológica, como historiadores que utili-
zan exclusivamente la documentación escrita y las técnicas de la Diplomá-
tica con idéntica finalidad, a los que me acercan problemas históricos CO-
munes. De todo ello surgió este ejercicio de reflexión, que no pretende ser
definitivo pero si útil para aquel que se aproxima por vez primera al estudio
material del pasado.
Una de las primeras cuestiones que se plantea en estas páginas es preci-
samente la de los limites de ese "pasado". Si preguntásemos a cualquiera
¿hasta dónde llega el pasado?, la respuesta sería, sin duda, ¡hasta hace un
momento! En tal caso, ¿por qué los límites de la Arqueología -que no es

* En esta publicación se recoge una versión resumida y actualizada de su funda-


mentación teórica.
14 Sonia Gutiérrez Lloret

otra cosa que el estudio material de las sociedades "pasadas" o, si se prefie-


re, desaparecidas- se fijan en un momento establecido arbitrariamente por
la tradición académica y la inexistencia o la poca relevancia, cuando la hay,
de documentación escrita? De esta forma, se consagra un prejuicio positi-
vista y obsoleto -"la historia se construye con documentos escritos"-, que
establece una prelación indebida entre las fuentes históricas, y del que to-
dos los historiadores somos responsables en una u otra medida.
Este libro no nace con vocación de manual; ni lo es, ni pretendió serlo
nunca. El lector no debe buscar en él temas correlativos donde se desmenu-
ce la historiografia de la Arqueología, se explique en detalle las diversas
técnicas arqueolbgicas de campo y laboratorio (excavación, prospección,
sistemas de documentación, técnicas de análisis, etc.) o se describa los pro-
cedimientos de datación. Para esto existen en el mercado excelentes ma-
nuales -como el de Víctor Fernández Martínez (Teon'a y Método de la
arqueología, 1990) o el de Colin Renfrew y Paul Bahn (Archeology. n e o -
ries, Methods and Practice, 1991), traducido al castellano en 1993- que en
conjunto resultan dificilmente superables, por más que se señalen algunas
de sus carencias. El libro que ahora se inicia pretende, eso sí, entrar en una
discusión más conceptual que técnica y, por tanto, discutible, y espero que
discutida. En él se quiere dar cuenta, en la medida de mis limitaciones y de
acuerdo con mi propia opinión, de algunos problemas a los que se enfrenta
la práctica de nuestra disciplina en el actual panorama cientifico, social y
académico, que a menudo se eluden en los manuales.
Y no es uno de los menores el problema de la extensión de la aplicación
de las técnicas arqueológicas a periodos caracterizados por la abundancia y
versatilidad de las fuentes escritas, superando la "tradicional" identifica-
ción de la Arqueología con la Antigüedad. Esto ha supuesto desde proble-
mas puramente técnicos -especialmente de adaptación y exploración de
nuevas tecnologías- a problemas profesionales y académicos, que no es po-
sible eludir por más tiempo con vagas referencias a los intereses corporati-
vos o a la compartimentación convencional del conocimiento. La asunción
de la raíz genética del problema no cuestiona ni contribuye a superar una
indefinición académica y social con la que docentes, investigadores y pro-
fesionales, presentes y futuros, tenemos que enfrentarnos día a día, ni tan
siquiera la explica. Por esta razón, se ha intentado tratar la Arqueología
desde una perspectiva diacrbnica, analizando todas las "arqueologías" que
la especialización temática, la periodización histórica, la compartimenta-
ción académica o la tradición científica han consolidado, por más que mu-
chas nos parezcan conceptualmente inadecuadas o poco rigurosas.
Soy consciente de que la parte del libro dedicada a la "Arqueología y
Arqueologías" está voluntariamente descompensada, ya que se ha prestado
Arqueología 15

mayor atención a la problemática de las arqueologías "postclásicas". Tras


esta decisión subyace seguramente mi condición de arqueóloga medievalis-
ta, interesada a pnori en todo aquello que supone la aplicación de las técni-
cas arqueológicas al estudio de sociedades que produjeron y conservaron
abundantes testimonios escritos; pero también está presente la evidencia de
que habitualmente son estas aplicaciones "postclásicas" de la Arqueología
las que se ignoran en las publicaciones especializadas, donde -por contra-
el lector interesado encontrará normalmente toda la información que persi-
ga sobre las sociedades antiguas, puesto que su historia se construye en
gran medida a través de la Arqueología. Comprender qué son, qué quieren
o qué deben ser estas arqueologías "más modernas" en un sentido tempo-
ral, precisa necesariamente analizar su origen y su evolución, y esa ha sido
mi intención al plantear sus problemas. Como además resulta que este "ser
o no ser" depende, en última instancia, de cómo se "piense" teóricamente
la Historia y, en consecuencia, la Arqueología, me ha parecido necesario
discutir las posiciones teóricas y, evidentemente, "posicionarme" en este
debate.
El convencimiento personal de que la Arqueología es necesariamente
una disciplina histórica -una especialización dentro de la ciencia de la His-
toria- y de que ésta no se construye ni se explica únicamente con los textos
escritos, nos lleva necesariamente a plantear el problema de la distinta na-
turaleza de las fuentes históricas. Esta discusión ha sido planteada para las
sociedades antiguas y medievales como una dialéctica sobre la complemen-
tariedad o no del documento escrito y del material como fuentes históricas,
pero al defender la potencialidad histórica del estudio arqueológico más
allá del Medievo, se hace necesario introducir también en la discusión
fuentes de diversa naturaleza, como las verbales o las visuales.
De otro lado, la creciente preocupación social por el patrimonio histó-
rico y el desarrollo de nuevas técnicas de documentación estratigráfica,
aplicables a los restos arquitectónicos emergentes, obliga a reformular una
discusión planteada hasta ahora en términos exclusivamente técnicos o es-
téticos. En este debate sobre la restauración y conservación del patrimonio
histórico "construido", los arqueólogos han comenzado a intervenir en pie de
igualdad con otros profesionales implicados -arquitectos, historiadores del
arte, abogados, etc.- y, en general, con toda la sociedad, que tiene derecho
a opinar sobre criterios que, las más de las veces, son exclusivamente jui-
cios -o prejuicios- estéticos. Por ello, mas que explicar en qué consisten
las diversas técnicas arqueológicas, en este libro se intenta reflexionar so-
bre los problemas y posibilidades de su aplicación, insistiendo en la impor-
tancia de la formación técnica del arqueólogo, en tanto que historiador es-
pecializado en la aplicación de técnicas que permiten convertir los vestigios
16 Sonia Gutiérrez Lloret

materiales en documentos históricos; esta formación, en razón precisamen-


te de su carácter empírico, no se adquiere -por más que se proclame- con
la lectura de un par de manuales al uso. El dato arqueológico se construye y
si no se sabe construirlo no hay más que discutir: el edificio histórico que
lo emplee está abocado a la ruina.
Cómo formar en Arqueología; cómo aunar la imprescindible formación
histórica con la no menos necesaria preparación de profesionales cualifica-
dos, sin olvidar la función científica e investigadora de la Universidad, son
algunas de las preguntas que se plantean ahora en la Arqueología. Sin duda
habrá que comenzar a discutirlas dentro y fuera de la disciplina, pero sin
crispar el debate, pues en los tiempos que se avecinan será necesario aunar
esfuerzos para defender la necesidad social del conocimiento histórico,
contra conocimientos tecnológicos mucho más "rentables". Este libro pre-
tende únicamente suscitar esa discusión y si lo logra, su autora estará ple-
namente satisfecha.
En último lugar, tengo que advertir que aunque sólo yo firmo este libro
-y, por tanto, sólo yo me hago responsable de sus equivocaciones-, en él
hay muchas voces y muchas reflexiones; tantas y tan profundas que en oca-
siones ni yo misma sé quién está detrás de cada una. Por ello debo de reco-
nocer y agradecer desde aquí todos esos diálogos, en unos casos "materia-
les" y en otros "escritos", que he recreado en estas páginas. En primer lugar
a Lorenzo Abad y a Manuel Acién, a quienes sí sé cuáhto debe este libro;
también a Juan Manuel Abascal, Carolina Doménech, Antonio Espinosa,
Franca Galiana, Antonio Guilabert, Mauro Hernández, Javier Jover, Juan
López Padilla, Alberto Lorrio, Feli Sala, José Luis Simón, Mercedes Ten-
dero y un largo etcétera que incluye a todos los compaiíeros de departa-
mento con los que he discutido, reflexionado y tomado demasiado café. Por
fin, a Rafael Azuar, Marga Borrego, Alberto Canto, Juan José Castillo, Pa-
&ice Cressier, Paolo Delogu, Patxuca De Miguel, Angel Fuentes, Blanca
Gamo, Carlos Gómez Bellard, José María Gurt, Rosana Gutiérrez, Héctor
Lillo, Consuelo Mata, Javier Martí, M.a Antonia Martínez, Lauro Olmo,
Pepa Pascual, Fernando Quesada, Sebastián Ramallo, Vicente Salvatierra,
Rubí Sanz, Begoña San Miguel, Trini Tortosa, Antonio Vallejo, y otro etcé-
tera, aún más largo, que incluye a todos aquellos amigos y colegas que co-
laboraron, aportaron, discutieron o simplemente opinaron sobre este ma-
nuscrito. A todos ellos, que en muchos casos se reconocerán en estas pági-
nas, mi gratitud.
LA ARQUEOLOGÍA, UNA DISCIPLINA HISTÓRICA

el seno de la disciplina arqueológica es notoria una cierta indefini-


E N
ción en su caracterización científica, que ha dado lugar a un profundo
y amplio debate epistemológico. Dicho debate adquiere una doble dimen-
sión de controversia teórica, cuando atañe "al concepto mismo de la disci-
plina", y de discusión metodológica cuando "hace referencia alproceso de
trabajo y a las técnicas de investigación" (Ruiz Rodnguez et alii, 1986,
47). Como A. Ruiz, M. Molinos y F. Hornos señalan, este debate concep-
tual se explica desde la caracterización de la "Arqueología como ciencia in-
tegrante de la Historia" o bien "ciencia histórica", parafraseando a R.
Bianchi Bandinelli (1982,27); ello nos obliga a situarnos en el marco de un
debate conceptual más amplio: el de la naturaleza y concepción del conoci-
miento histórico l .
El término Historia es ya ambiguo de por sí, puesto que, como señalaba
P. Vilar, designa a la vez el conocimiento de una materia y la materia de ese
conocimiento (Vilar, 1980, 17). No obstante, la Historia, como cualquier
otra ciencia, viene definida por su objeto de estudio, además de por sus
métodos y técnicas de análisis. Su objeto son los "hombres en el pasado"
(Bloch, 1975,24-6); en otras palabras, la Historia explica el cambio, "la di-
námica de las sociedades humanas" (Vilar, 1980, 43). Sin eml~argo,el es-
tudio de la transformación de las sociedades en el tiempo se convierte en
verdadera ciencia histórica cuando se basa en el conocimiento científico y
no en la especulación filosófica, la creencia religiosa o la intuición mágica,

La bibliografia sobre este particular es extensa y participa de diversos enfoques.


No obstante podemos destacar algunas de las aportaciones más significativas: AA.W.,
1976 a; Cardoso y Pérez Brignoli, 1976; Chesneaux, 1977; Le Goff y Nora, 1978-80;
Topolski, 1981; Fontana, 1982; Lozano, 1987; Heller, 1982; Dosse, 1988; Duby, 1988;
Fontana, 1992; Ruiz, 1993.
18 Sonia Gutiérrez Lloret

por mencionar otros tipos de conocimiento no científicos que ha empleado


el ser humano para comprender la realidad que le circunda.
El requisito fundamental de esa cientificidad es, al menos desde la "re-
volución cientifica moderna", el uso del método científico, es decir, una es-
trategia general, un conjunto de procedimientos ordenados que sirven para
plantear problemas históricos verificables, sometiendo a prueba las solu-
ciones propuestas (Cardoso, 1982, 54). El conocimiento así obtenido tiene
una lícita pretensión de objetividad, la aspiración de convertirse en "ver-
dad" cientifica, pero también es falible puesto que no formula verdades de-
finitivas, ni admite certezas o seguridades (Bunge, 1975, 9); de hecho, el
conocimiento científico es siempre histórico y provisional, su respuesta a
los problemas es diferente en cada época, como también lo son las pregun-
tas planteadas 2. Obviamente la ciencia histórica no puede revivir el pasado,
ni tan siquiera puede reconstruirlo certeramente, pero puede formular nue-
vas preguntas sobre su naturaleza, replantear las antiguas o simplemente
reinterpretarlo cuantas veces sea necesario en cada contexto histórico y cul-
tural (Ruiz Torres, 1993, 57 y 77).
Desde esta perspectiva, la Historia es una ciencia factual y humana, en
tanto que tiene un objeto definido y exclusivo -el pasado de la humanidad-
y una forma de proceder científica: un método. Dicha ciencia utiliza para
su construcción fuentes textuales -los documentos escritos- y fuentes no
textuales -los vestigios arqueológicos, los documentos visuales o los testi-
monios orales-, siendo precisamente la diversidad de estas fuentes la que
genera la necesidad de estrategias particulares dentro del método científico,
es decir, procedimientos y técnicas especiales que dependen de la naturale-
za específica de la fuente de información. La Arqueología es, por tanto,
una disciplina histórica, que se ocupa específicamente del estudio de las
sociedades del pasado mediante las fuentes materiales y busca el conoci-
miento científico de las mismas, utilizando para ello un conjunto de técni-
cas, llamadas en el seno de la disciplina, de forma genérica e imprecisa, el
"método arqueol6gico" 3. De la misma forma, otras fuentes requieren espe-

El desarrollo de una nueva conciencia histórica de la ciencia debe mucho a la re-


flexión de T. S. Kuhn, quien en su obra La estructura de las revoluciones cientificas
(1962) propone una concepción discontinuista del desarrollo histórico de las ciencias,
que niega la idea de su progreso lineal y acumulativo y cuestiona su paradigma de
racionalidad,.basado en la existencia de hechos objetivos independientes de la propia
investigacibn.Cfr. Ruiz Rodriguez ef alii, 1990,384 y Ruiz Torres, 1993,65 y SS.
Es necesario advertir que pese a lo usual de la expresión 'inétodo arqueológico",
ésta resulta en rigor conceptualmente impropia puesto que el método científico es uno y
la expresión designa en realidad el conjunto de técnicas y procedimientos específicos de
que se sirve la Arqueología.
Arqueologia 19

cializaciones distintas, como la Diplomática, que utiliza la crítica textual


interna y externa como procedimiento científico específico para abordar el
estudio de las fuentes escritas. El objetivo de ambas es pues idéntico y no
es otro que, en palabras de M. Barceló, el de '>producir informaciones ade-
cuadamente contrastadas sobre Ea estructura,funcionamiento y cambios de
las sociedades humanas" (Barceló et alii, 1988, 12).
De acuerdo con esta reflexión, no debería existir ningún inconveniente
conceptual en aceptar que la Arqueología es una disciplina histórica defini-
da por su dimensión técnica; es decir, la Arqueología es realmente una es-
pecialización de la Historia como ciencia global y única del pasado de la
humanidad, que pone al servicio de ésta un conjunto de técnicas y procedi-
mientos que permiten construir documentos históricos a partir de las fuen-
tes materiales. En este sentido la Arqueología sena una disciplina auxiliar
de la Historia, puesto que todas las técnicas lo son respecto a las ciencias,
equiparable en su finalidad y condición técnica a la Diplomática, mientras
que el arqueólogo sería un historiador especializado en la investigación his-
tórica realizada a través de las fuentes materiales. Sin embargo, a menudo
se observa una cierta reticencia por parte de los arqueólogos a la hora de
asumir de buen grado esa dimensión "técnica" de nuestra disciplina. Hay
que preguntarse, por tanto, cuál es la causa Última de esta prevención.
En realidad el problema parte de la identificación tradicional entre la
Historia como ciencia y una de sus fuentes -el texto escrito-, con la consi-
guiente asimilación de la Ciencia con las técnicas desarrolladas desde el si-
glo mr para el estudio crítico del documento escrito y agrupadas en el cor-
pus disciplinar de la Diplomática, hasta el punto de acabar identificando la
Historia con la investigación de las fuentes escritas (Salvatierra, 1990, 85).
Esta identificación arranca de una conceptuación histórica decimonónica,
empírica y positivista -supuestamente superada pero más extendida y acep-
tada de lo que se reconoce-, que hacía del documento escrito su única
fciente de conocimiento, como se proclama en la Introduction aux études
historiques de Langlois y Seignobos (1898): "La historia se hace con do-
cumentos... Porque nada suple a los documentos y donde no los hay no hay
historia" 4. Esta convención conduce a aceptar fuialmente que historiadores
son "...quienesímbajan con documentos escritos", por más que se conside-
re esta definición "sumamente restrictiva" (Malpica, 1993, 29), con lo que
se excluye de tal condición a quienes trabajan con documentos materiales,
esto es, los arqueólogos.
De esta forma, la historia construida exclusivamente con una de sus
técnicas, la Diplomática, adquiere un rango superior al de las otras formas

Citado en Ruiz Torres et alii, 1993,52.


20 Sonia Gutiérrez Lloret

de hacer historia, como la propia Arqueología, que en razón exclusivamen-


te de esta desfasada convención, queda constreñida a una conceptuación
peyorativa, que no entraña a p n o n la dimensión técnica de la disciplina
como tampoco la entraña en el caso de la Diplomática, pero que adquiere
de manera autombtica al subordinar su reflexión a otra de supuesto rango
cualitativo superior, capaz de formalizar problemas y producir un conoci-
miento histórico privilegiado, que únicamente puede emanar -aunque no se
reconozca- del documento escrito y ser construido por los historiadores
que con él trabajan. La consecuencia de este análisis es clara: la Arqueolo-
gía deja de ser lo que realmente es, una disciplina auxiliar de la Historia
como ciencia total, para convertirse en mera "técnica auxiliar" de una "his-
toria" donde se privilegia lo escrito, erróneamente identificada con una de
sus técnicas, como si el objeto de la Arqueología fuera ajeno al de la Histo-
ria. Este contenido peyorativo, implícito en la convención antes expresada,
es, en mi opinión, el que explica las reticencias de los arqueólogos ante el
epíteto "auxiliary', con que habitualmente la historia hecha desde los textos
escritos define su papel y su "oficio descriptivo" (Barceló, 1997, 11).
Por. esta razón, la Historia con mayúscula no debe confundirse nunca
con la historia construida únicamente con los documentos escritos, aunque
la convención habitual de designar esta Última práctica como Historia a se-
cas favorezca tal confusión. La Historia debe ser, como señaló Piene Vilar,
una ciencia "a la vez global y dinámica de las sociedades" y en consecuen-
';
cia la "única síntesis posible de las otras ciencias humanas" en otras pala-
bras, es la ciencia que se ocupa del proceso histórico en su conjunto, incor-
porando los discursos de todas las disciplinas o especialidades históricas: la
arqueología, la historia textual, la historia oral, etc. No obstante, antes de
adentrarnos en la naturaleza de la Arqueología, ahora ya definida como una
disciplina histórica, es necesario referirnos brevemente a algunos argumen-
tos que afectan a su condición científica, en tanto que cuestionan la cienti-
ficidad de la propia Historia.
Las objeciones epistemológicas más comunes a la cientificidad de la
Historia afectan a la ausencia de experimentación y a la imposibilidad de
establecer leyes generales del comportamiento humano o al menos regula-
ridades en la evolución social. El experimento es una modificación o repe-

P. Vilar, " ~ b l & m ethkoriques


s de l'histoire économique",Aujourd'hui 1 'histoire,
París, 1974, 121-2 (citado por Ciro F. S. Cardoso, 1982,99). Concepción globalizadora
de la historia compartida por el materialismo histórico (Thompson, 1981, 118) y por la
escuela francesa de los Annales, si bien abandonada totahente por los que se conside-
ran sus idtimos epigonos en lo que ha dado en llamarse la nouvelle histoire (sobre el
particular cfr. Dosse, 1988; Fontana, 1992,81 y SS.;Ruiz Torres, 1993,60).

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