Caso Nottebohm
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CASO NOTTEBOHM
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cienes de negocios. Hace algunas visitas a uno de sus hermanos que reside en
Licchtenstein desde 1931. Sus demás hermanos, parientes y amigos estaban unos en
Alemania, otros en Guatemala. El mismo continúa domiciliado en Guatemala hasta
w 1943^ es cíecir, hasta que ocurrieron los sucesos que constituyen la base del presente
~y jjtigjo.
Er(l 939^ después de haber dejado salvaguardados sus intereses en Guatemala
mediante un poder otorgado el 22 de marzo a la Sociedad Nottebohm Hermanos,
parte de ese país en una fecha que el abogado de Licchtenstein fija aproximada-
mente a fines de marzo o a principios de abril, fecha en que parece haberse trasla-
dado a Hamburgo y haber hecho después breves visitas a Vaduz, donde vuelve a
encontrarse a principios de octubre de 1939. Fue entonces, el.9 de octubre, poco
más de un mes después de la iniciación de la Segunda guerra mundial marcada
"portel ataque de Alemania a Polonia, cuando su abogado, el doctor Marxer, pre-
senta a nombre de Nottebohm una solicitud de naturalización.
La Ley de Liechtenstein del 4 de enero de 1934 determina las condiciones
requeridas para la naturalización de extranjeros, y especifica las pruebas que han
de presentarse, las obligaciones a contraer, los órganos competentes para resolverla,
así como el procedimiento a seguir. Esta ley exige entre otrp&,requisitos de manera
imperativa, que el candidato a la naturalización pruebe: ,\\o) "Que la vecindad
(Heimatverband), de una comuna de Liechtenstein le ha-^sido prometida para el
caso de que adquiera la nacionalidad liechtensteiniana",-í 2o/ Que perdería su anti-
gua nacionalidad por el hecho de su naturalización, aunque esta exigencia puede
ser objeto de dispensa bajo ciertas condiciones(r^Pone igualmente como condición
la exigencia de un domicilio legal en el territorio del Principado por lo menos de
tres años, agregando que "en casos particulares dignos de interés, y a título excep-
cional, esta condición puede no exigirse". Además, el candidato a la naturalización
debe presentar cierto número de documentos, entre otros: el atestado de un domi-
cilio legal en el territorio del Principado, un certificado de buena conducta extendido
por la autoridad competente del lugar del domicilio, documentos -concernientes a
su fortuna o ingresos, y si no tiene domicilio legal en el Principado, la prueba de
que ha celebrado un convenio con la Administración de contribuciones públicas "con
noticia de la comisión fiscal de su presunta comuna de origen". La ley, asimismo,
establece el pago por parte del candidato de . una tasa de naturalización cuyo
monto es fijado por el gobierno del Principado y que se eleva como mínimum, a
la mitad de la tasa pagada por la adquisición de la vecindad de una comuna
liechtensteiniana, constituyendo la promesa de esta adquisición según la ley, una
condición para el otorgamiento de la naturalización.
La ley releva la preocupación de que la naturalización únicamente debe
otorgarse a sabiendas cuando prescribe expresamente que se sometan a examen
las relaciones del candidato con el país de origen así como su situación personal y
familiar, agregando que "la naturalización queda excluida si sus relaciones y su
situación son de tal índole que den lugar a temer cualesquiera inconvenientes para
el Estado por el hecho de esta naturalización".
En cuanto al examen de la solicitud por los órganos competentes y al pro-
cedimiento a seguir por éstos, la ley dispone que el gobierno, después de haber
examinado la solicitud, y los documentos anexos, y después de haber recibido
información favorable respecto del candidato, someterá la petición a la/Uíetcu Si
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ésta aprueba la solicitud, el gobierno presenta una proposición en este sentido al
príncipe reinante quien es el único competente para conferir la nacionalidad de
tíechtenstein.
Finalmente la ley autoriza al gobierno del Principado, durante los cinco años
posteriores a la naturalización, para retirar la nacionalidad de Liechtenstein a quien
¡a hubiere adquirido si se establece que las condiciones exigidas según los términos
de la ley no han sido cumplidas; prevé, asimismo, que el gobierno puede cancelar
la nacionalidad en todo tiempo si la naturalización ha sido adquirida fraudulen-
tamente.
Tal era el régimen legal a que estaba sometida una solicitud de naturaliza-
ción en la época en que la solicitud de Nottebphm fue presentada.
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de la demanda, y de otra parte, de un reconocimiento no por todos los Estados,
sino solamente por Guatemala.
La corte no se propone salir del cuadro limitado de la cuestión que debe
resolver, a saber, si la nacionalidad conferida a Nottebohm puede invocarse frente
a Guatemala para justificar el presente procedimiento. Debe resolverla sobre la
base de Derecho internacional, lo cual es conforme con la naturaleza de la cues-
tión planteada y la de su propia misión.
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creyendo entender que los documentos de registro designaban a Nottebohm como
ciudadano-suizo de Liechtenstein, había manifestado en nota de 25 de septiembre
de 1943 su deseo de aclarar este punto. Se le £espondió que tal indicación de
nacionalidad suiza no figuraba en estos documentos y aunque el cónsul se refirió
á la representación de los intereses del Principado en el extranjero por los agentes
de la confederación, la respuesta no hace ninguna alusión al ejercicio, para o por
Liechtenstein, de la protección a favor de Nottebohm.
Cuando el 20 de octubre de 1943, el cónsul de Suiza solicitó que el "señor
Walter Schellenberg, de nacionalidad suiza, y e[ señor Federico Nottebohm de Liech-
tenstein", que habían sido transferidos a la baseT militar de Estados Unidos corT"~eÍ
objeto de deportarlos, fueran devueltos a sus hogares "por ser ciudadanos de países
neutrales", el ministro de relaciones exteriores de Guatema'la respondió el 22 de
octubre, manifestando que era un qcto de las autoridades de los Estados Unidos
y sin hacer por su parte ninguna alusión a la nacionalidad de Nottebohm^
En una nota del 15 de diciembre de li^4, del cónsul de Suiza al ministro de
relaciones exteriores, se hace mención de la inscripción de "Federico Nottebohm,
nacional de Liechtenstein" en las listas negras. Ni el texto de estas 'listas, ni un
extracto de las mismas han sido presentados, pero ello no guarda relación con el
asunto bajo examen. El hecho importante es que Guatemala, en su respuesta del
20 de diciembre de 1944, expresamente declaró no "reconocer que el señor Notte-
bclhin, cjucjadancí alemán, domiciliado en Guatemala, haya adquirido la nacionalidad
de—Uecjitensíeín sin haber tenido que cambiar de domicilio". La corte no tiene para
que apreciar en este momento la validez de las razones alegadas en apoyo de la
impugnación de la nacionalidad, las cuales fueron reiteradas para justificar la can-
celación del registro de Nottebohm como ciudadano del "Condado" de Liechtenstein.
Le basta anotar que se encuentra ante una denegatoria expresa por parte de Gua-
temala de la nacionalidad liechtensteiniana de Nottebohm.
Habiendo sido retirado el nombre de Nottebohm del Registro de extranjeros
domiciliados, su pariente Karl Heinz Nottebohm Stolz solicitó el 24 de julio de lífó,)
la revocatoria de esta decisión y su reinscripción como ciudadano de Leichtenstein,
haciendo valer diversas consideraciones fundadas especialmente sobre el derecho
exclusivo de Liechtenstein de decidir respecto a ía nacionalidad en cuestión y el
deber de Guatemala de conformarse a tal decisión. Lejos de aceptar 'las conside-
raciones así expuestas el ministro de relaciones exteriores rechazó esta solicitud el
lo. de agosto de 1946, limitándose a declararla sin lugar, ya que Nottebohm ya no
estaba domiciliado en Guatemala.
Nada hay en todo ello que demuestre que antes de la apertura de la instancia,
Guatemala haya reconocido a Liechtentein derecho para ejercer la protección en
favor de Nottebohm y que por lo tanto se encuentra impedida de negarle hoy \ql_
derecho.
^Tampoco puede la corte encontrar un reconocimiento de tal derecho en la
comunicación lirrriada por el ministro de relaciones exteriores con fecha^Jde^sep;
Jjembre de"u952, j dirigida al presidente de la corte. En esta comunicación se hace
mención de Tas medidas tomadas con relación a Nottebohm "quién se alega ser
ciudadano del Estado reclamante". Luego después de mencionar la reclamación
presentada por el gobierno del Principado de Liechteínstein respecto de estas medi-
das, se declara que el gobierno de Guatemala "está presto a entablar negociacio-
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nes con el gobierno de dicho Principado a fin de llegar a una solución amigable
fuere por vía de arreglo directo, del arbitraje o de la solución judicial". Sería
obstaculizar la apertura de negociaciones con el objeto de resolver una controversia
internacional o para concluir un compromiso de arbitraje^-v sería dificultar el empleo
de los métodos de arreglo recomendados por el artícyk/ 33 pe la carta de las Nacio-
nes Unidas, interpretar la oferta de recurrir a ellos, el consentimiento de tomar parte
en ettbs^o""el hecho de participar en los mismos como una implicación de renuncia
a tal medio de defensa que una parte cree tener o como que implican aceptación
de cualquiera pretensión de la otra parte, cuando tal cosa no ha sido expresada o
no resulta de manera incontestable de la actitud adoptada. La corte no^ye en \Q
comunicación de 9 de septiembre de 1952 la admisión por Guatemala a favor de
Nottebohm de una nacionalidad que está claramente impugnada en la última comu-
nicación oficial a este respecto, a saber, la nota de 20 de diciembre de 1944 al
cónsul de Suiza, y menos aún el reconocimiento del derecho que, basado encesta
nacionalidad, resultaría para Licchtenstein de ejercer su protección y someter a la
corte el presente caso.
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La naturalización de Nottebohm es un acto ejecutado por Liechtenstein en -
ejercicio de su jurisdicción nacional. Se trata de determinar si este acto produce el
efecto internacional aquí considerado.
La práctica internacional proporciona múltiples ejemplos de actos ejecutados
por un Estado en ejercicio de su jurisdicción nacional que no producen necesaria-
mente efecto internacional, no se imponen de pleno derecho a otros Estados ni resul-
tan obligatorios para ellos sino bajo ciertas condiciones. Tal. es el caso, por ejem-
plo, de un fallo pronunciado por el tribunal competente de un Estado, que se trata
de invocar en otro Estado.
O
, En el caso presente, se trata de determinar si la naturalización otorgada a /
slotteboTTm puede válidamente invocarse frente a Guatemala; si, como se ha_djchpj,
3uede oponérsele en tal forma que Liechtenstein resulte por ello autorizado para
¡jercer su protección en favor de Nottebohm contra Guatemala. ^ /
Cuando un Estado ha otorgado su nacionalidad a una persona y otro Estado
ha otorgado su propia nacionalidad a esa misma persona, ocurre que cada uno de
estos Estados, estimando que ha actuado en ejercicio de su jurisdicción nacional,
se atiene a su propio criterio y se conforma a él para normar sus propias acciones.
Cada uno de estos Estados permanece hasta ahí dentro de su propio orden jurídico.
Esta situación puede presentarse en el terreno internacional, y ser exam[nadc3
por un arbitro internacional o por el juez de un tercer Estado. Si el arbitro o el
Juez de un tercer Estado se atiene aquí al punto de vista de que 'la nacionalidad
está exclusivamente dentro de la jurisdicción nacional del Estado, debería constataT
que se halla en presencia de dos afirmaciones contradictorias que emanan de dos
Estados soberanos, lo cual lo llevaría a considerarlas como iguales, y, en consecuen-
cia, a dejar que subsista la contradicción sin resolver el conflicto que se le ha
sometido.
En la mayoría de los casos el arbitro internacional no ha tenido, estrictamente
\, que resolver un conflicto de nacionalidad entre los Estados en litigio, sino
que determinar si la nacionalidad invocada por el Estado demandante puede opo'- f^
nérsele al Estado demandado, es decir, si proporciona al Estado reclamante derecho
1 para ejercer la protección. En presencia de la pretensión de nacionalidad emanada
\l Estado demandante y de la oposición del Estado demandado, el arbitro interna-
cional ha procurado determinar si la nacionalidad fue otorgada por el Estado
demandante en condiciones tales que resultase para el Estado defensor la obligación
de reconocer el efecto de esa nacionalidad. Para resolver esta cuestión, los arbitros
han apelado a ciertos principios para establecer si a la nacionalidad invocada debe
reconocérsele pleno efecto internacional. La misma cuestión se presenta ahora
ante la corte: debe ser resuelta aplicando los mismos principios.
En presencia de la misma situación, el juez de un tercer Estado ha procedido
de igual manera. Lo ha hecho, no con relación al ejercicio de la protección, que
no estaba bajo su consideración, sino cuando invocándose dos nacionalidades dife-
rentes, le corresponde, no resolver tal controversia entre los Estados, sino determinar
si dicha nacionalidad extranjera invocada ante él debe ser reconocida por él.
los arbitros internacionales han resuelto en igual forma numerosos cas_os_de
doble nacionalidad en que se planteaba la cuestión a propósito del ejercicio de la
p^rotección. Han hecho prevalecer la nacionalidad efectiva, la que concuerda con
la situación de hecho, y que se basa en un vínculo de hechos más fuertes entre el
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interesado y un° de los Estados cuya nacionalidad está en disputa. Los factores
tomados en consideración son diversos y su importancia varía de un caso a otro:
el domicilio del interesado tiene una gran importancia, pero existe también la sede
de sus intereses, sus vínculos de familia, su participación en la vida pública, el amor
a un país determinado manifestado por él e inculcado a sus hijos, étcT~
De manera similar el juez de un tercer Estado, cuando tiene ante sí a un indi-
viduo que otros dos Estados reputan como su nacional, se esfuerza por resolver
el conflicto- apelando a criterios de orden internacional y su tendencia dominante es
hacer prevalecer la nacionalidad efectiva.
Tal es, asimismo, la tendencia que domina en la doctrina de los publicistas
y en la práctica. El artículo 3o., párrafo 2o. del estatuto de la corte se ha inspirado
en ella. Las leyes nacionales la reflejan cuando entre otras cosas, subordinan -la
naturalización a condiciones de vinculación variables en su objeto o en sus moda-
lidades pero que responden a esta preocupación. La ley de Licchtenstein del 4 de
enero de 1934 constituye un buen ejemplo.
La práctica de ciertos Estados que se abstienen de ejercer protección en favor
de un naturalizado cuando éste ha roto de hecho, por su alejamiento prolongado,
sus vínculos con aquella que no es para él más que una patria nominal, expresa^
en estos Estados, la convicción de que, para merecer ser invocada contra otro Estado,
la nacionalidad debe corresponder a la situación de hecho. La misma convicción - v
ha inspirado las disposiciones correspondientes que se encuentran en los tratados x^
bilaterales en materia de nacionalidad concluidos por los Estados Unidos de Amé-
rica con otros Estados desde 1868, como los llamados algunas veces Tratados. <N
Bancroft, y en la convención Panamericana sobre la situación de los ciudadanos ,-X
naturalizados que renuevan su residencia en su país de origen, suscrita en Rio de . N
Janeiro el 13 de agosto de 1906.
El carácter así reconocido a la nacionalidad en el orden internacional no se
contradice por el hecho de que el Derecho internacional deja a cada Estado el
cuidado -de reglamentar el otorgamiento de su propia nacionalidad. La razón de
esto estriba en la diversidad de condiciones demográficas que no ha permitido hasta
ahora la conclusión de un acuerdo general sobre las reglas concernientes a la
nacionalidad, aunque ésta, por su naturaleza, afecta las relaciones internacionales.
Se ha estimado que el ññe]or medio de hacer concordar estas reglas con las diver-
sas condiciones demográficas existentes en diferentes países, es el de dejar la deter-
minación de tales reglas a la competencia de cada Estado. Correlativamente, un
Estado no podría pretender que las normas así establecidas por él deberían ser
reconocidas por otro Estado, a menos que haya actuado de conformidad con este
propósito general de hacer concordar el vínculo jurídico de la nacionalidad con el
arraigo efectivo del individuo con el Estado que asume la defensa de sus ciudadanos
por medio de la protección ante otros Estados.
La necesidad de tal concordancia se encuentra en los trabajos llevados a
cabo en el curso de los últimos treinta años por iniciativa y bajo los auspicios de
la Sociedad de Naciones y de las Naciones Unidas. Ella explica la disposición
que la conferencia para la codificación del Derecho internacional, reunida en La
Haya en 1930, insertó en el primer artículo de la convención relativa a los conflic-
tos de leyes en materia de nacionalidad, la cual expresa que la legislación dictada
por un Estado para determinar qüTeñes" son sus nacionales "debe ser reconocida
por los otros Estados, en tanto que esté conforme con... la costumbre internacional
y los principios de Derecho generalmente reconocidos en materia de nacionalidad".
Dentro del mismo espíritu el artículo 5o. de esta convención se refiere a los criterios
de vinculación efectiva para resolver el problema de la doble nacionalidad que se
presenta a un tercer Estado.
De acuerdo con la práctica de los Estados, las decisiones arbitrales y judPV
cíales y las opiniones doctrinarias, la nacionalidad es un vínculo jurídico que tiene
por base un hecho social de arraigo, una solidaridad efectiva de existencia, de
intereses, de sentimientos, ¡unto a una reciprocidad de derechos y deberes. Puede
decirse que constituye la expresión jurídica del hecho que el individuo a quien se
' ,
le confiere, ya directamente por la ley o por un acto de la autoridad, queda de
1 hecho, más estrechamente vinculado a la población del Estado que se la confiere
que a la de cualquier otro Estado. Otorgada por un Estado, únicamente faculta a
dicho Estado para ejercer !a protección ante otro Estado si ella constituye una
traducción en términos jurídicos de la vinculación del individuo considerado al Estado
que lo ha hecho su nacional.
J La protección diplomática y la protección por la vía judicial internacional
constituyen una medida de defensa de los derechos del Estado. Como lo ha expre-
sado y repetido la Corte permanente de justicia internacional, "al abrazar la causa
de uno de los suyos y poner en movimiento en su favor la vía diplomática
o la acción judicial internacional, e! Estado está haciendo valer en realidad su pro-
pio derecho, el derecho que tiene de hacer respetar en la persona de sus naciona-
í les, el Derecho internacional". (C. P. J. I., Serie A No. 2, pág. 12 y Serie A-B, números
20-20, pág. 17).
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í. En el momento de su naturalización, ¿aparece Nottebohm más íntimamente
(¡gado por su tradición, sus establecimientos, sus intereses, sus actividades, sus vínculos
I familiares, sus intenciones para el porvenir al Liechtenstein que a cualquier otro
Estado?
Los hechos esenciales resaltan con suficiente claridad de los autos. La corte
juzga innecesario apreciar los documentos tendientes a probar que Nottebohm
conservó o no sus intereses en Alemania; es igualmente inútil considerar la conclu-
sión subsidiaria de Guatemala relativa a exigir a Liechtenstein la presentación de
nuevos documentos. Anota, además qu'e por su parte el gobierno de Liechtenstein,
a solicitar en sus conclusiones finales una suspensión del procedimiento oral y la
presentación de nuevos documentos, lo hizo únicamente para el caso de que 'la
demanda fuese declarada admisible y con miras a aportar nuevas luces sobre la
cuestión de su ¡nadmisibilidad.
Los hechos esenciales son los siguientes:
En la fecha en que Nottebohm solicitó su naturalización, tenía la nacionalidad
alemana desde su nacimiento. Había mantenido siempre relaciones con los miem-
bros de su familia que permanecían en Alemania y relaciones de negocios con dicho
país. Su patria estaba en guerra desde hacía más de un mes y no hay nada que
demuestre que la solicitud de naturalización presentada entonces por Nottebohm
haya sido motivada por un deseo de desvincularse del gobierno de su país.
Estaba radicado en Guatemala desde hacía 34 años. Allí desarrolló sus acti-
vidades. En ella estaba la sede principal de sus intereses. Regresó a ella poco
tiempo después de su naturalización y conservó allí el centro de sus intereses vj¿e
sus negocios. Permaneció allí hasta su expulsión como medida de guerra enTl943.
En seguida procuró regresar y ahora se queja de la negativa de Guatemalaa
admitirlo. Allí también se encuentran algunos miembros de su familia quienes se
esforzaron por tomar la defensa de sus intereses.
En oposición a ello, sus vínculos de hecho con Liechtenstein son extremada-
mente tenues. Ningún domicilio, ninguna residencia prolongada en dicho país al
momento de la solicitud de naturalización. La solicitud expresa que estaba de visita
y confirma el carácter de paso de ésta al pedir que el procedimiento de naturali-
zación fuese iniciado y concluido sin dilación. Ninguna intención manifestada de
radicarse alli entonces ni durante las semanas, meses y años siguientes, antes por
el contrario, su regreso a Guatemala poco después de obtener la naturalización,
con la intención manifiesta de permanecer en dicho país. Si Nottebohm se trasladó
a Liechtenstein en 1946, fue a consecuencia de la negativa de Guatemala a permi-
tirle reingresar. Ninguna indicación de los motivos que expliquen la dispensa que
implícitamente se le concedió del requisito de domicilio que establece la Ley de
nacionalidad de 1934. Ninguna consideración sobre intereses económicos ni de
actividad ejercida o a ejercer en Liechtenstein. Ninguna manifestación de una inten-
ción cualquiera de trasladar allí todo o parte de sus intereses y de sus negocios.
No hay que dar importancia a este respecto a la promesa de pagar impuestos per-
cibidos al tiempo de la naturalización. Los únicos vínculos que se ponen de relieve
entre el Principado y Nottebohm son, de un lado, las cortas permanencias ya indi-
cadas y la presencia en Vaduz de uno de sus hermanos; pero esta presencia no se
invoca en la solicitud de naturalización más que como referencia de moralidad.
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Aún más, otros miembros de su familia han afirmado el deseo de Nottebohm de
pasar su vejez en Guatemala.
Estos hechos establecen claramente por una parte la ausencia de todo vínculo
de unión entre Nottebohm y Licchtenstein y por otra, la existencia de una relación
antigua y estrecha entre él y Guatemala, lazos que su naturalización no ha debili-
tado en forma alguna. Dicha naturalización no se basa en una vinculación real
y anterior con Licchtenstein y en nada ha cambiado el género de vida de aquel a
quien se le otorgó en condiciones excepcionales de rapidez y benevolencia. £n
ambos aspectos, carece de la sinceridad que debe esperarse de un acto tan grave,
como para que fuera respetado por un Estado que se .encuentra en la posición
de Guatemala. Fue otorgada sin consideración al concepto que de la nacionalidad
- se tiene en las relaciones internacionales.
La naturalización se solicitó, no tanto con el propósito dé obtener el recono-
cimiento legal de la pertenencia de hecho de Nottebohm a la población de Liech-/
íenstein, como con el de permitirle sustituir su calidad de nacional de un Estado
beligerante por la de nacional de un Estado neutral, con el único propósito de pasa^
rj\í bajo la protección de Licchtenstein y no de abrazar las tradiciones, los intereses
y el género de. vida, o de asumir las obligaciones —fuera de las fiscales— y de\r los dere
POR TANTO:
LA C O R T E ,
El Presidente: El Escribano:
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Los jueces señores Klaestad y Read, y el señor Guggenheim, juez ad-hoc,
prevaliéndose del derecho que les confiere el artículo 57 del estatuto, agregan a
este fallo las exposiciones de sus votos disidentes.
Iniciales: G. H. H.
Iniciales: J. L. O.
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