Siete Pilares de La Espiritualidad Católica

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Siete pilares de la espiritualidad católica

Parte de la teología que estudia el dinamismo que produce el Espíritu en la vida


del alma: cómo nace, crece, se desarrolla, hasta alcanzar la santidad a la que Dios
nos llama desde toda la eternidad, y transmitirla a los demás con la palabra, el
testimonio de vida y con el apostolado eficaz. La Espiritualidad de la Iglesia Católica
trata de ser equilibrada entre doctrina y vivencia, entre teoría y práctica, entre
contemplación y apostolado.

Si sólo optara por la doctrina teológica quitando la vivencia, tendríamos una


espiritualidad racional, intelectualista y sin repercusión en la propia vida. Y si sólo
optara por la vivencia cristiana, sin dar la doctrina teológica, la espiritualidad
quedaría reducida a un subjetivismo arbitrario, sujeta a las modas cambiantes y
expuesta al error. Así pues, la verdadera espiritualidad cristiana debe integrar
doctrina y vida, principios y experiencia.
Serán falsas todas aquellas espiritualidades que no conducen a la perfecta
santidad y al compromiso apostólico, produciendo cristianos cómodos, soberbios
intelectuales, o con ideas confusas, extravagantes y etéreas...Ya lo decía san
Pablo: “No soportan la doctrina sana; sino que, según sus caprichos, se rodean de
maestros que les halagan el oído” (2 Tm 4, 3). ¡Qué bueno es tener buenos guías
espirituales! San Juan de la Cruz recomienda mucho “mirar en qué manos se
pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo” (Llama de amor viva, 3,
30-31).
Hay muchas modalidades de vida cristiana, El cristiano, sin una espiritualidad
concreta, podría encontrarse dentro del ámbito inmenso de la espiritualidad católica como
a la intemperie. Cuando por don de Dios encuentra una espiritualidad que le es adecuada,
halla una casa espiritual donde vivir, halla un camino por el que andar con más facilidad,
seguridad y rapidez; halla, en fin, la compañía estimulante de aquellos hermanos que han
sido llamados por Dios a esa misma casa y a ese mismo camino.

1. Confesión (sacramento de la reconciliación)


Juan 20,21 “Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os
envío.» 22. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. 23.A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»"

Este pasaje revela tres cosas importantes sobre la institución de este sacramento. Primero, al
darles el don del Espíritu Santo, los envía específicamente a usar este poder para perdonar los
pecados de las personas usando las palabras "yo los envío" y "si perdonas los pecados de
cualquiera, ellos son perdonados". Además, Jesús especifica que este poder también se extiende a
situaciones donde no pueden perdonar los pecados de alguien usando la frase "si retiene los
pecados de alguien ..." ¿Por qué haría esto? ¿No quiere Jesús que todos reciban el perdón? Por
supuesto, Jesús (y sus sacerdotes) quieren que todos reciban la misericordia y el perdón de Dios.
Sin embargo, una parte esencial del intercambio de misericordia es lamentar los pecados y la
expresión del deseo de no volver a pecar. Si se descubre que esto es insuficiente, entonces el
confesor tiene la autoridad de no ofrecer la absolución. En situaciones donde esto sea apropiado,
el sacerdote proporcionará orientación al penitente sobre los obstáculos que quedan por superar
para recibir la absolución. Por último, el hecho de que el sacerdote tiene la autoridad y la
responsabilidad de perdonar o no perdonar los pecados confesados por cada persona, debe
escuchar los pecados específicos del penitente y su expresión de contrición (pena por sus pecados)
y sus resolución para evitar cometer esos pecados en el futuro (enmienda de la vida). Esta es la
diferencia esencial entre simplemente orar para que los pecados de uno sean perdonados y el
intercambio entre sacerdote y penitente en este sacramento.

Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el
instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin
embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico, que está encargado
del "ministerio de la reconciliación" (2 Co 5,18). El apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es
Dios mismo" quien, a través de él, exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20).

Como todos los a sacramentos, es un encuentro personal con Jesús. En Confesión, estamos
contando nuestros pecados al sacerdote que actúa en la persona de Cristo y con la autoridad de
Jesús para escuchar, ofrecer orientación, proporcionar una penitencia adecuada y pronunciar las
palabras de absolución. 

La reconciliación consta de cinco fases consecuentes: el examen de conciencia, el arrepentimiento,


la contrición, la confesión y la penitencia.

Contrición – penitencia interior

Los tres elementos de este concepto; sentimiento o dolor, rechazo o renuncia, propósito de
cambio, han sido y son elementos claves para autentificar el arrepentimiento. Entre los actos del
penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es "un dolor del alma y una detestación del
pecado cometido con la resolución de no volver a pecar"

Penitencia exterior: diversas formas: ayuno, la oración y la limosna: Tobías 12, 8-9

«Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad.
Mejor es hacer limosna que atesorar oro. 9.La limosna libra de la muerte y purifica de todo
pecado. Los limosneros tendrán larga vida".

“Es el movimiento de un 'corazón contrito' (Salmo 51:19) atraído por la gracia divina para
responder al amor misericordioso de Dios. Esto implica pena y aborrecimiento de los pecados
cometidos, un firme propósito de no volver a pecar en el futuro y confiar en la ayuda de Dios. Se
nutre de la esperanza en la divina misericordia. -Compendio del Catecismo, 300

Penitencia Exterior ...


“Se puede expresar de muchas maneras, pero sobre todo en ayuno, oración y limosna. Estas y
muchas otras formas de penitencia pueden practicarse en la vida diaria de un Cristiano,
particularmente durante el tiempo de Cuaresma y el día penitencial del viernes. -Compendio del
Catecismo, 301

También se le llama el Sacramento de la Reconciliación porque no solo restaura nuestra relación


como hijos e hijas de Dios, sino que también nos reconcilia entre nosotros restaurando nuestra
unión con el Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Entonces, además del perdón de los pecados, el
penitente, a través del sacerdote, se reconcilia con la Iglesia misma.

1. Oración
La oración es a la vez algo fácil y difícil. Fácil porque hablar con Dios es algo que
podemos hacer en cualquier momento, prácticamente en cualquier circunstancia.
Y es difícil porque a veces no sabemos exactamente qué es hacer oración, porque
las ocupaciones diarias nos absorben o simplemente porque hay una gran
resistencia a sentarse un rato para hablar con Dios.
Oración es comunicarnos con Dios, se aprende orando al orar, es un don que Dios
nos da al orar.Dios está en todas partes, y todas partes también es al lado
nuestro.
La oración purifica.  La oración nos ayuda a resistir las tentaciones.  La oración nos
da fortaleza en nuestras debilidades.  La oración remueve el temor, aumenta
nuestra fuerza, nos capacita para aguantar.  La oración nos hace felices. 
“El hombre no puede vivir sin orar, lo mismo que no puede vivir sin respirar” 
(Juan Pablo II).
 "Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración
de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas
de todos los días.  La oración es la respiración del alma y de la vida"
Sin la oración que pasa? Nos preocupamos inútilmente por los problemas y las
dificultades.Es necesario el silencio del corazón donde dios habla. Santa Teresa
de Calcuta.
La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu
Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros.  Al orar, permitimos a
Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir
adaptando nuestro ser a su Voluntad. (cfr. Catecismo de la iglesia católica #2825-
1827)
¿Cómo conocer y seguir la Voluntad de Dios? Orando de manera regular y
frecuente. Así estamos en sintonía con Dios y conoceremos sus deseos.

El camino de la oración es toda una aventura:  no conocemos todo lo que nos


espera.  Podemos atisbar algunas cosas, pero también habrá sorpresas. 
Por eso la oración requiere un verdadero deseo de estar con el Amigo.  Y ese
deseo no basta que sea un deseo fugaz, sino una verdadera decisión, clara y
firme, de relacionarse con el Amigo.
Y pueda que ese camino se dificulte a veces, pueden haber obstáculos y como es
un camino hacia arriba, se hará estrecho y empinado. 

2. Eucaristía (sacramento de la eucaristía)


Jesús que se nos entrega como alimento: porque Jesucristo viene a nosotros,
todo ha cambiado, y en nuestro ser se manifiestan fuerzas —la ayuda del
Espíritu Santo— que llenan el alma, que informan nuestras acciones, nuestro
modo de pensar y de sentir. 
 Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su
fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio
de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los
que viven de la vida de Cristo; "es el antídoto que nos libera de nuestras faltas
cotidianas y nos preserva de pecados mortales".
¿Por qué es importante la Eucaristía?

Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es «fuente y


cima de toda la vida cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien
espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida
a los hombres por medio del Espíritu Santo». Por tanto, la mirada de la Iglesia se dirige
continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la
plena manifestación de su inmenso amor.

¿Qué relación tiene con la Iglesia?

Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el
sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se
puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los
Hechos de los Apóstoles: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (2, 42). La «fracción del pan» evoca la
Eucaristía.

María y la Eucaristía

Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no
podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia. Efectivamente, Ella puede
guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él.

Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir


continuamente este don. Significa tomar con nosotros —a ejemplo de Juan— a quien una
vez nos fue entregada como Madre.

Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo


de su Madre y dejándonos acompañar por ella. María está presente con la Iglesia, y como
Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas.

3. Escrituras
4. Ayuno
5. Rosario
Es una práctica netamente católica, es una practica fundamentada en la palabra
de Dios, es contemplativa y para el católico es el arma mas poderosa para vencer
al demonio.
6. Lectura espiritual

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