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Surgimiento, Evolución y Desarrollo Del Coleccionismo y Los Museos en Cuba

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Doctorado Iberoamericano en Gestión y Conservación del Patrimonio

SURGIMIENTO, EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DEL


COLECCIONISMO Y LOS MUSEOS EN CUBA

Alumna: Lic. María Mercedes García Santana

Tutores: Dr. Ignacio Henares Cuéllar.

Dr. José Linares Ferrera.


Universidad de Granada, España.

Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarria, Cuba.

Colegio San Gerónimo, Universidad de La Habana, Cuba.

Asociación Universitaria Iberoamericana de Postgrado.

2010
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Es el Patrimonio, la herencia cultural la razón primera de la Museología y sus
evidencias, los materiales de que se nutren, de ahí su importancia, pues sin ellos no
podríamos reconstruir el desarrollo de la sociedad.

Dra. Marta Arjona Pérez.

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INDICE

1. INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………… 5
2. EL COLECCIONISMO EN CUBA DURANTE LA COLONIA ………………. 11
2.1 - Los siglos XVI, XVII y primera mitad del XVIII. Creación
de una base material de objetos valiosos sin intención de colección ……. 11
2.2 - Siglo XIX. Los objetos de uso cotidiano toman una dimensión
suntuaria ……………………………………………………………………………… 21
2.3 - La génesis del coleccionismo en Cuba en el siglo XVIII.
El coleccionismo científico del XIX ……………………………………………… 26
2.4- La fundación de museos vinculados a instituciones docentes
y científicas en el siglo XIX ………………………………………………………. 31
3. EL COLECCIONISMO PRIVADO EN LA PRIMERA MITAD
DEL SIGLO XX ………………………………………………………………………. 39
4. LOS MUSEOS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX …………………. 47
5. CONCLUSIONES ……………………………………………………………….. 91
6. BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………….. 100

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1. INTRODUCCIÓN

El Patrimonio Cultural constituye la herencia tangible heredada a lo largo del


devenir histórico de una sociedad dada y sobre la que descansa el sentido preciso de
su propia identidad. Desde los inicios de la historia de la humanidad, el hombre rindió
culto a determinados objetos que por una razón u otra eran apreciados por la
colectividad y que de forma espontánea, sin que existiera un proceso de
discriminación formal, artística histórica o de cualquier otra naturaleza, suponían un
legado colectivo en el que las sociedades pasadas reconocían el quehacer que
animaba la selección transformadora del hombre sobre el mundo circundante. Siglos
tardó la Humanidad en tomar conciencia de los valores inherentes a los testimonios
que, en el proceso de evolución social el hombre, fue dejando tras sí y por tal dichos
testimonios adquirieron con el tiempo un valor no solo para aquellos que se sirvieron
de los mismos, sino para las generaciones venideras.
La conquista del vasto territorio conocido en su época como el Nuevo Mundo se
produce cuando ya Europa comenzaba a tomar conciencia de su pasado histórico.
Este pasado histórico se puede remontar hasta los propios albores del nacimiento de
las primigenias civilizaciones. Sin embargo, los términos que hoy utilizamos para
identificar una colección, un museo, lo heredamos de la Antigua Grecia, el museion
griego, Templo de las Musas, término utilizado por Ptolomeo Filadelfo para designar
su centro cultural en Alejandría; allí coexistirían observatorios, salas de reuniones para
artistas, poetas, sabios, laboratorios, jardines zoológicos y botánicos y la conocida
Biblioteca de Alejandría, que llegó a acumular más de ochocientos mil manuscritos.
Sin embargo, se tiene referencias que en los peristilos de los templos más famosos de
Grecia (Delfos, Olimpia, Efeso, Samos) los griegos ofrecían a la admiración pública las
reliquias artísticas del pasado; la exhibición de tablillas, estandartes del que es
referente un Ala de los Propileos de la Acrópolis de Atenas; la acumulación de ex
votos de los fieles que visitaban estos templos griegos, conformando los tesauros, son
los primeros depósitos de obras de arte. Ejemplo de ello se puede citar el Templo de
Apolo en Delfos que ha podido ser reedificado. Todos ellos nos marcan un importante
punto de partida que ilustra este interés por coleccionar y más allá de ello, por

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conservar y en algunos casos exhibir. En este largo proceso histórico se fue afirmando
la palabra museion, de donde proviene el uso actual del término museo, después
museum, en Roma, donde adquiere, en ese preciso instante, un alto valor
contemporáneo: templo de las musas, escuelas filosóficas, centros de enseñanza e
investigación donde se pueden encontrar las más diversas formas de acercamiento a
las artes y en cuya génesis está centrada la actual tendencia de los más importantes
museos como centros culturales. Roma inicia una fórmula nueva, que después
aplicarían otras culturas, el coleccionismo formado por botines de guerra, que luego
eran exhibidos en lugares públicos como los pórticos de Catulo, Metelo, Pompeyo,
Livia o en el atrio de la Libertad. Las villas de los patricios romanos, convertidas en
auténticos museos de obras originales o réplicas griegas, orfebrería y otras
manifestaciones que propiciaron un genuino mercado de arte. Luego, las iglesias, los
monasterios medievales, crearon dentro de sus recintos importantes colecciones o
tesoros eclesiásticos que hoy podemos disfrutar en grandes museos y catedrales. El
llamado Descubrimiento del Nuevo Mundo, el reencuentro con la belleza clásica
griega y romana y la propia actitud del hombre en la búsqueda de sí mismo, permite
que se generen interesantes fenómenos que, en Europa, los identificamos con los
gabinetes de curiosidades y las cámaras del tesoro, donde se ubica la génesis de los
museos especializados en historia natural y de arte; sin menospreciar las excelentes
colecciones que se comenzaron a acumular en las castillos de la monarquía europea
que hoy constituyen los más importantes museos de arte europeos: el Louvre, El
Hermitage, El Prado, todos resultantes de este proceso acumulativo de objetos de arte
y que se convirtió, en muchos casos, en una pasión desmedida por tener
representados en su colección a los más grandes pintores europeos.
El Britihsh Museum de Londres fue el primer museo fundado en 1765 para
exhibir colecciones. La construcción del edificio que albergaría sus colecciones
concluiría en 1847, sin embargo, en realidad, la era moderna del museo, se data en
1793, cuando por decreto de Napoleón Bonaparte se decide que El Louvre sea un
museo público. A propuesta del pintor Louis David, es adoptado el acuerdo el 1ro. de
agosto de 1792, y el 27 de julio de 1793 la Convención Nacional decreta que todos los
objetos de arte procedentes de las requisas revolucionarias en los conventos, iglesias,

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castillos, así como en las casas reales, sean transportados al Louvre. En 28 de julio de
1798 llegan al Louvre las obras maestras de la Antigüedad y del Renacimiento
confiscadas en Italia por el General Bonaparte. El largo cortejo de carros desfiló a
través de París por el Campo de Marte como botín de guerra: los más bellos
ejemplares de la escultura antigua, los caballos de bronce de Venecia, la Venus del
Capitolio, el Lacoonte moribundo, que se exhibirían en la Galería de Apolo y el Salón
Cuadrado del Louvre. Poco duró esta alegría para los parisinos pues en 1815 estas
magníficas obras tuvieron que ser restituidas a Italia. Las razones ideológicas de la
Revolución Francesa, nos hacen encontrar en la apertura de este museo ese ideal
perseguido desde siempre por el hombre: libertad, igualdad y fraternidad, propiciando
este importante fenómeno cultural que es el museo, institución que perseguirá esos
sueños en una apertura al pueblo para que disfrute de la belleza que puede brindar el
arte. Sin embargo, este triunfo de la razón, que sucede en el Siglo XVIII, en el caso de
los museos, tuvo en los siglos anteriores antecedentes que son meritorios de destacar
como precursores de este interés: los Duques de Borgoña y de Berry, los Médicis,
sentaron un ejemplo que, favorecido por el sesgo general de los tiempos, produjo una
nueva clase de refinamiento en el vivir. Coleccionar obras de arte ya no era sólo un
legítimo entretenimiento, sino signo de distinción social y por un familiar proceso
sociológico, se convirtió en deber de las clases superiores y especialmente de los
príncipes gobernantes. Como sucede a menudo, la rivalidad actuó de acicate y en los
siglos XVI y XVII el mecenazgo de las artes, incluyendo el coleccionismo, se convirtió
en cuestión de prestigio.
La historia de cada museo serviría para ilustrar las diferentes formas que
revistió ese fenómeno en los distintos países. En general, al mismo cambio que se
opera en el papel del propio príncipe que, de gobernante absoluto en la época barroca
pasa gradualmente a ser el principal servidor del Estado en el Siglo de las Luces. Los
príncipes habían heredado la idea de que el mecenazgo de las artes constituía uno de
sus deberes, pero el espíritu de los nuevos tiempos les impuso un nuevo deber, el de
convertir en algo útil para sus súbditos los resultados de ese mecenazgo. Esa
transición, gradual, se vio favorecida por las diversas tendencias sociales, económicas
y culturales. El sólido principio dinástico de la autoglorificación pareció que sería mejor

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servido abriendo a los forasteros distinguidos las colecciones, que habían ido
adquiriendo fama en su reclusión. El número creciente de estos visitantes motivó la
apertura de las colecciones a ciertas horas regulares y de esta suerte y,
especialmente en los lugares de mayor tráfico turístico, el gran público fue poco a
poco admitido. Así sucedió en Florencia, donde las espléndidas colecciones de los
Médicis pasaron al estado toscano en 1737; en 1789, la galería de los Uffizi es abierta
al público por el Gran Duque. Lorenzo de Médicis adornó con antiguas estatuas el
jardín de San Marcos con el propósito de elevar la escultura contemporánea al mismo
nivel que había alcanzado la pintura, permitiendo la producción artística
contemporánea por medio de la creación de talleres palatinos y esta preocupación por
las necesidades del momento determinarán las pautas que regirán el mecenazgo
posterior que desarrollarían los Médicis.
Durante el reinado de Luis XIV de Francia se estableció este mismo sistema de
talleres palatinos llevado hasta el mínimo detalle por el clarividente mecenazgo de
Colbert. Las cuantiosas adquisiciones hechas por el rey, la fundación de Academias
en Francia y para artistas franceses en Roma, la creación de los talleres del Estado
para los tapices, los gobelinos y las porcelanas, respondería a un mismo sistema. Los
artistas se sentían estimulados por los modelos clásicos puestos a su disposición y
que podían transformar en obras propias, los artesanos, por su parte, se beneficiaban
de aquella atmósfera; unos y otros trabajaban para la gloria del monarca, pero su
producción rebasaba estos límites y de allí surge la tradición del arte francés del siglo
XIX y la indiscutible superioridad del arte decorativo francés del período está
cimentada en la primacía conquistada en la época de Luis XIV.
Aún prescindiendo de las ventajas prácticas, el arte del pasado se convirtió en
poderoso factor de la vida nacional. El clasicismo de las postrimerías del Siglo XVIII no
fue sólo un redescubrimiento del mundo antiguo, sino que tuvo diferentes causas.
Entre ellas, la conciencia de cierto agotamiento de las facultades creadoras; un
sensible aprecio de la humanidad y la naturaleza y el nacimiento del sentimiento
nacional fueron las dos fuerzas mayores que habían de dominar la complicada
escena del siglo XIX.

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Tras el arribo a la mayoría de edad de los pueblos y a la plena conciencia de sí
mismos, los vagos derechos que alegaba el hombre medio sobre las colecciones
reales se convirtió en un sentimiento de pleno dominio legal y de responsabilidad
moral sobre esas colecciones. Florencia marca el rumbo hacia el futuro, la gran
duquesa Ana María Luisa, última descendiente de los Médicis, estipuló en 1737 que
los tesoros acumulados por generaciones de esta importante familia pertenecerían
para siempre a Toscana como propiedad del Estado.
El paso decisivo fue dado como consecuencia de la Revolución Francesa,
cuando las colecciones de los destronados Borbones pasaron a propiedad pública. No
sólo fue el francés el primer pueblo de Europa que tomó en sus manos las riendas de
su destino sino, también y más aún, el primero que, por una serie de acontecimientos,
sin paralelo por su gravedad y rapidez, se convirtió en una nación consciente de su
propia personalidad. Su ejemplo e influencia se hicieron sentir en toda Europa y uno
de los resultados del recién exaltado sentimiento nacional fue la creación de Museos
Nacionales en varias capitales. Estas nuevas galerías nacionales fueron o bien
transformaciones de colecciones palaciegas ya existentes, como El Louvre, o
creaciones de nueva planta como la de Ámsterdam y, sobre todo, la de Londres;
incluso el Rijksmuseum tuvo como base las antiguas colecciones de la casa de
Orange, mientras que la National Gallery de Londres debe su existencia únicamente a
un acto de voluntad nacional, pues fue creada por medio de fondos públicos y para
uso público sin subvención alguna de los soberanos reinantes. Las excelentes
colecciones de los Estuardo habían sido dispersadas inmediatamente después de la
Guerra Civil y lo que de ellas pudo reunir Carlos II, así como también las nuevas
aportaciones hechas por él y sus sucesores, quedaron como propiedad exclusiva de la
Corona. El pueblo inglés creó, entonces, su propio museo y en 1753 las colecciones
de Sir Hans Sloane fueron adquiridas por acta del Parlamento y abiertas al público
para convertirse en el núcleo del British Museum y en el primer museo público en el
moderno sentido de la palabra, aunque es justo consignar que visitarlo se dificultaba y
se solicitaban visitas por escrito con semanas de anticipación. Los propios procesos
modernos que se establecen luego de la Revolución Francesa y más tarde reafirmada
por la Revolución Industrial, este reconocido siglo de los ilustrados, de la iluminación,

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permitirán que en el Siglo XIX cobre una mayor importancia los museos
enciclopedistas que identificaran esa centuria, se especializaran cada vez más los
museos y serán dedicados a arqueología, historia natural, arte y todas aquellas ramas
del saber que el hombre del XIX investigaba.
Como es lógico suponer, la naciente sociedad que en nuestros territorios
americanos habría de perfilarse, estuvo al margen por siglos de preocupaciones
teóricas conscientes, ocupadas por las múltiples tareas que exigía la colonización. No
obstante, tan pronto fue estabilizándose el proceso de ocupación territorial y al tiempo
conformándose la sociedad colonial, nuestros ancestros habrían de dejarnos las
huellas que hoy son parte de los que consideramos nuestro Patrimonio Cultural,
enriquecido con los aportes que generación tras generación fueran nutriendo las
evidencias del proceso de conformación histórica de la nación cubana.
Sin dudas el objeto museable es tal en la medida que la sociedad que lo
aprecia le reconoce un valor. Y los criterios axiológicos en que se apoya dicha
elección tienen un indudable sentido ideológico que responde a la proyección de clase
y a las circunstancias socio-económicas que determinan, en última instancia, dicha
conceptuación ideológica. Por tales motivos, al intentar esbozar la historia de los
museos cubanos, debemos tener en cuenta tanto las incidencias del proceso de
consolidación histórica del país, como los criterios vigentes en cada etapa que habría
de sustentar cómo fuimos transitando desde los primeros atisbos de coleccionismo, a
la fundación de museos dirigidos a una clase social cerrada, hasta la apertura del
museo para disfrute de todo el pueblo.

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2. EL COLECCIONISMO EN CUBA DURANTE LA COLONIA

2.1 - Los siglos XVI, XVII y primera mitad del siglo XVIII. Creación de una base
material de objetos valiosos sin intención de colección.

El coleccionismo en Cuba se inicia propiamente durante el siglo XIX, cuando el


país entra en la etapa del desarrollo de la economía de plantaciones y por
consecuencia se consolida una clase dominante que ejerce una acción rectora de las
actividades económicas y culturales. No obstante, la apropiación de objetos de cultura
considerados estos en sentido amplio, es decir, objetos de uso cotidiano u objetos de
cierta intención o connotación artística se conforman desde el mismo momento en que
se produce la ocupación de la Isla. Estos objetos podrían ser categorizados en tres
vertientes:
1- Los objetos del Homenaje de la casa
2- Los objetos del Homenaje de la Iglesia
3- El vestuario
Tanto dentro de los primeros como,
obviamente, en los segundos, eran objetos
mayoritariamente religiosos, objetos de plata para
el servicio de la Iglesia y también para el servicio
de la mesa. Objetos que evidenciaban, al menos
los de plata, la incipiente tendencia hacia la
ostentación en el homenaje de la casa y de la
Iglesia principal edificación de carácter urbano y
de proyección ideológica de la época.
La incipiente tendencia hacia la ostentación
fue el traslado literal de rituales de vida que no se
correspondían con un marco urbano emergente, lo
que obviamente provocó un marcado contraste
IGLESIA NUESTRA SEÑORA
ASUNCIÓN DE BARACOA entre personas y entorno físico, entre españoles y
CRUZ DE LA PARRA

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la desnuda población indígena que no entendía la necesidad de ser cubiertos con
telas, ajenos a los conceptos del “pudor” cristiano-europeo. Es difícil imaginar la
escena, de individuos vestidos a la usanza militar de la época, en ciudades por
construir, sin calles pavimentadas, rodeadas de espesos bosques, apenas talados en
los sitios del asentamiento, con mesas suntuosas servidas por hombres y mujeres casi
desnudos. Lo importante es que la diferencia, el rango se exteriorizaba por objetos de
uso personal, más que por la envergadura arquitectónica de las moradas y ello fue
condicionando una tendencia nunca traicionada a la suntuosidad, inherente a las
formas de vida de los miembros de la elite socioeconómica pero finalmente asimilada
como aspiración por todos los integrantes del cuerpo social puesto que la
preeminencia de los dueños se evidenciaba en el vestuario de sus siervos, adornados
de llamativa manera, terminando por asumirse un modo de vestir realmente
asombroso por parte de los esclavos
domésticos y un modo de proyectarse
ante los demás que casi ha pasado a
integrar la idiosincrasia colectiva del
cubano. Sobre esto los ejemplos pueden
ser numerosos: desde la mulata de rumbo,
al calesero, el ornamento de los caballos,
los siervos alquilados para acompañar un
MUSEO DE ARTE COLONIAL LIBREAS entierro, los prestados para ese mismo fin.

La tendencia hacia la ostentación es asunto del que se hace referencia en


documentos muy tempranos, inclusive estableciéndose prohibiciones en dicho sentido
para los miembros de las clases populares, habría de revelarse con toda propiedad en
los usos de vestuario, de los que tantas referencias se encuentran en la
documentación correspondiente a los primeros siglos del desarrollo histórico cubano.
Los referidos objetos son parte hoy de algunas de las colecciones de los museos
cubanos, pero han llegado a nosotros no por haber sido coleccionados en estos
primeros siglos, sino por la vía del interés despertado sobre los mismos en el presente
siglo.

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No se tienen noticias de que en los siglos XVI, XVII y primera mitad del siglo XVIII
existieron colecciones estructuradas con una finalidad definida. Sin embargo, el Dr.
Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, afirma, con admiración y curiosidad,
haber encontrado en las colecciones de los Museos del Vaticano “una rara pieza” y
dice: “De rara belleza y exotismo, ese objeto de madera- en forma de concha y con
incrustaciones de escamas y espinas de pescado- podría considerarse la obra de arte
cubana más antigua que se conserva, pero más interesante incluso resulta su
funcionalidad pues se afirma que es “un atril para el misal” que perteneció a uno de los
frailes que llegaron a nuestra Isla con Cristóbal Colón”.1 En este proceso de encuentro
de dos culturas se elaboraron objetos para el servicio de la iglesia de notable belleza
y exotismo, muestra de cómo se produjo el “intercambio” cultural que el sabio don
Fernando Ortiz definió como transculturación.
Pero la mayoría de las piezas fueron traídas de la Península u otras áreas del
Continente. Hay numerosas referencias documentales sobre ello. Entre otras y por
citar un ejemplo, el caso de la imagen del Cristo Ecce-Homo de la basílica de Santiago
de Cuba que vino de Cartagena de Indias hacia mediados de 1652, declarado patrón
de la ciudad. En 1939 se hallaba perdido y se desconocía su paradero.
Vale también aludir que cuando el famoso terremoto del 11 de febrero de 1678
en Santiago de Cuba, se sacó de entre los escombros de la antigua capilla del
Sagrario una preciosa talla de Nuestra Señora de la Candelaria que, en 1863, Jacobo
de la Pezuela reporta entre los objetos tradicionales de la catedral santiaguera.
Muchos de estos objetos se perdieron en los asaltos de corsarios, piratas y filibusteros
a nuestras ciudades y villas durante los siglos tempranos.
Con independencia del valor a atribuir a
dichos objetos, en la época no se tenía una clara
conciencia de su transcendencia cultural,
imágenes, tallas y cuadros religiosos realizados
por artistas de cierta calidad, apreciados por su
significado religioso, no por su proyección
artística. Merece destacarse, dentro de otros
FAMILIA CHACÓN
(EN RESTAURACIÓN)

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ejemplos Las Pechinas de la Iglesia de Santa
María del Rosario, cuyo autor José Nicolás de
Escalera (La Habana, 1734 - 1804) es uno de los
primeros pintores cubanos y cuya obra ha llegado
hasta nosotros.
En resumen, las iglesias, desde temprano
momento, fueron custodias de innumerables
objetos. Sirva de ejemplo la descripción del
homenaje de la iglesia habanera de San
Francisco, hecha por el obispo Pedro Agustín
Morell de San Cruz, en 1754, en la que con detalle
describe todo el continente de dicho templo:
SANTA MARÍA DEL ROSARIO La iglesia de San Francisco no tiene que
ALTAR MAYOR
invidiar a otra iglesia basta decir que en ella hecho
el resto un hijo de este Santo Patriarcal quiero decir el Reverendísimo Obispo Don
Fray Juan Lasse de Vega mi antecesor. (…) Encierra 23 alteres tan ricamente
adornados y alhajados que el primer y lo costoso se admiran con igualdad. El mayor
excede a los restantes. En este se ve con abundancia la Plata. El Frontal. Sagrario y
otras grandes y hermosas gradas con obras de este precioso metal. En la primera
capilla colateral hacia el lado del Evangelio, se venera en un altar poco inferior al
mayor, la efigie del glorioso San Francisco Xavier especial devoto del mismo Prelado:
hizo labrar en su sepulcro donde yace (…) Su sillería es de caoba primorosamente
labrada: Adornanla por los costados dos Organos Grandes y lucidos. La fachada
exterior de ellos es sobre dorada y matizada de Maque. En ambas se recrea la vista
con igualdad (…).2
No tenemos suficientes testimonios sobre la envergadura de las piezas de las
iglesias y sospechamos que eran las mejores entre lo mejor de la época y las
posibilidades de cada una de las villas que fueron fundándose y sus períodos de
esplendor económico. Todo depende del nivel de desarrollo económico de las
localidades. Si se trata de Bayamo a fines del siglo XVI o principios del XVII, de
Camaguey desde finales del XVII y durante el XVIII, de La Habana desde los

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mediados del siglo XVI o de Trinidad en la primera
mitad del XIX, fuera en una localidad u otra, la
tendencia de la iglesia, después del Concilio de
Trento, fue el de imponer su grandeza a través del
edificio y los objetos contenidos en los mismos
como vía de evangelización en contraste con la
simplicidad defendida por los protestantes, lo que
explica la extraordinaria dotación de los templos de
los virreinatos de México o Perú, y las
gobernaciones de Guatemala, Colombia o Quito.
Cuba nunca fue tan rica pero la propensión fue la
misma en todas partes y, según las posibilidades
CAPILLA DE DOLORES
PARROQUIAL MAYOR BAYAMO locales, se cumplió siempre que se pudo. En
conclusión fue la Iglesia la depositaria de los
bienes de mayor valor artístico o riqueza de elaboración de la época.
Por otra parte, los ciudadanos arreglaron sus asuntos con Dios, estableciendo a
la hora de la muerte importantes legados a las iglesias, para misas y otras devociones.
Detrás de ello, estaba el lógico temor a los castigos
por pecados cometidos y, también, en el caso
americano, cubano, un modo de ocultar
definitivamente un origen no cristiano. Muchos de
los legados más ricos fueron realizados por judíos
conversos. Este es un asunto que, en verdad, está
por estudiar y tiene enorme interés para la
comprensión de las mentalidades de la época. En
realidad, no puede afirmarse que fuera la regla
aunque si la tendencia, en particular de las
instituciones vinculadas a ordenes religiosas., sin
embargo, si fue una tendencia que aquellas piezas

LA SANTÍSIMA TRINIDAD
más valiosas fueran atesoradas en una iglesia,
CRISTO DE LA HUMILDAD

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como homenaje y devoción de tantas y tantas familias criollas: los ciborios de plata de
la Iglesia de Santiago de Cuba, el Santo Sepulcro de plata de la iglesia de la Merced
en Camagüey, el Cristo de la Humildad y Paciencia de la Iglesia de la Santísima
Trinidad, entre otros.
No puede dejar de señalarse que la vida
cotidiana en estos siglos estuvo pautada por las
oraciones y que el sentimiento de religiosidad y
creencia de los ciudadanos eran sinceras por lo
que las iglesias, las grandes mansiones, las
instituciones gubernamentales, se convirtieron, de
forma indirecta, en los museos de la época. Sirva
como uno de los ejemplos la siguiente nota tomada
del Acta de Cabildo del 24 de octubre de 1584: “En
SANTO SEPULCRO
este Cabildo se acordó que se comprase, para
IGLESIA DE LA MERCED
poner en las paredes de la casa de cabildo, una
ymagen a quien se haga orazion y ocho marcos pintados, e todo ello se concertó con
Gaspar de Avila en sesenta y dos ducados, de los quales se mando dar libranza para
que se pague del dinero del arca del consejo.”3
En el cabildo del 10 de febrero de 1586, se confirma que fueron compradas, en
este se recibe el aviso por un correo para España que los corsarios ingleses habían
tomado y saqueado la ciudad de Santo Domingo, por la cercanía y posibilidad de
ataques a La Habana, se decide poner a buen recaudo y que se saquen todas las
cosas libros y sisa de la casa de cabildo y “…que los lienzos e sillas e tapete e
ymagen le ponga en cobro el portero en parte queste seguro.”4
La confección de objetos relacionados con el culto nos van a legar un importante
patrimonio tanto los realizados por los plateros, carpinteros, que fueron la base del
artesanado artístico del país. Este verdadero sentimiento religioso tiene un
antecedente de obligada referencia: el retablo confeccionado por Juan de Salas para
el Convento de Santa Clara, del que sólo se tiene referencias documentales y que
fuera donado por su creador a cambio de ser enterrado en la propia iglesia de las
Clarisas. Las cubiertas de madera, fechadas en 1644, por Juan de Salas, es un

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testimonio vivo de la calidad del trabajo en la madera que fuera perfeccionándose por
años.
Los objetos de uso cotidiano de las viviendas de las clases altas e inclusive de
los sectores más modestos con el tiempo han adquirido valores patrimoniales. El
inventario de la casa del regidor José Martín Félix de Arrate, ubicada en la Plaza Vieja
en Muralla y Mercaderes, nos ilustra el tipo y la procedencia de los objetos del servicio
de una casa en el período de consolidación de la oligarquía criolla. En este valiosísimo
documento se relacionan los muebles de recibo del estrado (se desconocían entonces
lo que después denominamos muebles de salón), los destinados para escribir,
importante función en la época, del dormitorio, los del servicio para comer no
concebido éste en un espacio fijo casi todos de plata, los de cocina, el vestido de la
cama y las personas, muy caros entonces, las prendas y una enorme cantidad de
cuadros e imágenes religiosas que cubrían literalmente las paredes de la vivienda:
(…) una cama de madera del Norte bronceada y muy antigua, otra cama de
Granadillo antigua bien tratada, un catrecito de Granadillo pequeño con sus
barandillas en ocho pesos, otro catrecito de Granadillo y cuero, de una
caleza, Meza redonda de caoba antigua, de doze sillas con asientos de
Baqueta del Reyno bordadas y bien tratadas, cinco sillas antiguas
maltratadas seis reales, nueve taburetes de caoba antiguos, un Bufete de
caoba quadrado, dos Mesas iguales con sus Gavetones, otra Mesa de
Cahoba angosta de escriptorio, otra Mesa de Caoba muy vieja, otra Mesa
de Cedro antigua, otra Mesita de estrado son su Pie pintado,.escriptorio
antiguo con su contador y Mesa bien tratado, Imagen de Nro. Señor
Crucificado de marfil, papelerita de Campeche vieja, un Relox de sobremesa
y Nicho con su vidriera, Baúl de Campeche antiguo, dos Baulitos también
Campechano de Evano (...),una Mesita ochavada antigua, un Baldaquin con
su crucifijo de madera y algunas estampas, Papelera antigua quadrada de
caoba, otra dicha antigua con sus manigueticas de plata, otra dicha de
cedro mas pequeña, otra dicha de lino aloes mas pequeña, otra Mesa
mayorcita maltratada, una caxa de cedro con su serradura y llave, otra caxa
de cedro también con su serradura, otra dicha grande con su serradura y

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llave, otra caxa con su serradura y llave, Baul con su serradura y llave,
Armario viejo de Reposteria, dos Faroles de Puerta y Comedor, Banquito de
Campeche, caxa de cedro antigua, otra dicha mas pequeña con su
serradura, de otra dicha del mismo porte, otra dicha mayor con su
serradura, Quadro de dos varas de alto del Mysterio de la visión del
Apocalipsis, Quadro de marco dorado de Jesús Maria y Joseph, otro dho
también dorado de Nuestra Señora de Guadalupe, de otro dho de la Pura y
limpia Concepción, de otro Quadro de Santa Rita, dos Láminas doradas de
San Ignacio y San Javier, dos Laminas del Nacimiento y Anunciación, dos
dichas pintadas en latón y marcos ochavados, dos Laminas doradas del
señor Santo Domingo y Señor San Francisco, dos laminas pequeñas de
Jesús Maria y Jopseph Santa Anna y San Joachin, dos Repisitas doradas,
dos Laminas de lienzo y Papel con vidrieras y doradas, dos estampas
iluminadas y marcos dorados, otra estampa iluminada del Misterio de los
Cantares, otra Imagen de Nuestra Señora de la Concepción de medio
relieve, de una Imagen del Niño dormido, de quatro Laminas Francesas,
Retrato con su marco dorado y su vidriera, de un espejito con su penacho,
de una laminita del Padre Francisco Jerónimo, de seis laminitas de cristales
doradas, de dos tinajas de Castilla una mayor que otra, de una lamina
fazqueada (¿) de Jesús Nazareno, otra dicha de Nuestra Señora de la
Concepción con marco dorado, otra dicha de Nuestra Señora y Señor San
Joseph con su marco de evano y vidriera, otra dicha de Nuestra Señora de
Guadalupe con su marco dorado, otras dos dichas de papel con marcos
pintados, otra lamina de San Juan Baptista de Butigandor, otra dha con una
estampa de San Antonio ,dos dichas del Santo Cristo y la Magdalena, otras
quatro laminas con marcos (...),de catorce lienzos antiguos de dos varas de
alto y diferentes imágenes, ocho lienzos viejos de la casa de Austria, otra
laminita del Señor San Nicolás, un marco de cristal sin luz ni pintura,
Quadrito con estampas de papel de Santa Catalina, un Farol de vidrios
ordinarios de sobremesa, un tinajero, tinaja y Piedra de estila, un Pilón viejo
sin mano, Bandeja de maque colorado, tres bandejas de maque negro

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viejas y rompidas, una alfombra de Calimaco para estrado, Regador de
cobre, un chocolatero de cobre, de una tinaja de Santo Domingo, una fuente
de China azul, dos dichas medianas coloradas, dos conserveras de China
chicas, una salvilla de vidrio grande con sus vazos, otras salvillas medianas
ajardinada, dos calizes de vidrio grandes, un Aguamanil pegado por el Aza,
quatro sabanas de garlete, las dos guarnecidas, quatro dichas de Ruan fino,
viejas, quatro fundas de Almohada de olan y viejas, una mantilla de crocato
azul antigua, de un corte de Manto de Sevilla, unas naguas de tafetán
doblete verde con su randita,.una saya de tapapie amarillo, dos medios
pañuelitos de olan, dos pares de medias de seda y dos calzetas, tabla de
manteles con seis servilletas, otra dicha guarnecida de melindre con doze
servilletas y usada, unos Abanicos de papel viejos, una Peanita dorada, por
Francisco Pinto Maestro Platero (...) fue tazada y pesada una salvilla de
plata que tuvo onze marcos y seis onzas (...).una Palangana de plata
(...).dos fuentes de planta grandes que pesaron trece marcos seis onzas y
medias (...), quatro candeleros de plata iguales, con dos despaviladeras,
escribanía con su campanilla, una Basenica de plata, ocho tenedores,
quatro cucharas y un salero, una Lamina de planta cincelada, una Pileta y
una Cruz (...), una jeringuita, dos tachuelitas, un vasito y un collar todo de
plata (...), dos relicarios de plata de Copacabana, un baulito de carey con su
cerradura y cantoneritas de plata, varias piecesitas de plata de adorno de un
Nacimiento (...), rosario de oro con entrepiezas y medallas de calados, que
peso 16 castellanos a veinte reales cada uno, de otro dicho también de oro
y cuentas lisas, otro dicho de la casa Santa con su Cruz engastada, otro
dicho de perlas y oro, unos areticos con sus broqueles de piedra de
Amatista y pendientes de Perlas, otro par dicho con Aguacates de
esmeraldas y diamantes. otros dichos de oro, otros dichos de perlas con
broqueles de diamantes, otro par dicho de Perlas, cuatro entrepiezas de
Perlas ,tres entrepiezas de diamantes y cuatro engastes sueltos, una
manilla de Tumbaga con una esmeralda, una cadenita de media cana, una
cadenita de brazo con una medallita, otros dichos de diamantes, dos

19
Broches de diamantes montados en plata, una sortija de esmeralda, una
chamberga de las mismas piedras, una sortijita con una esmeraldita. otra
dicha con diamantico, unas Pulseras de Perlas gruesas, otras dichas de
aljófar. dos cadenas de perlas,.cuatro perlas gruesas sueltas (…).5
Revisando estos antiguos documentos nos preguntaríamos en el tiempo presente
si todos estos artículos descritos no sería posible considerarlos dentro de la colección
de un museo de Arte Colonial, tal y como en efecto, han llegado a nuestros días los
excelentes Museos de Arte Colonial de La Habana, Romántico de Trinidad o de
Ambiente Histórico Cubano de Santiago de Cuba, entre otros.
También podemos hacer referencia a determinados inventarios de casas más
modestas pero que poseen piezas, que para nuestros tiempos, tienen un alto valor:
Un Quadro de Sta Rosa, mas quatro catres de quero al pelo: por un tinajero,
con su tinaja y caracol mas tres bancos largos de sedro mas dos taburetes
Uno armado y otra la armadura, mas dos mesas, Un Sillero, mas un Cajon,
un martillo, un Barrill rompido, mas una tolla para leche, mas una lebisa con
su tabla, por un jibe por dos capones y una bateita para sal, por cuatro
hierros de tocer sogas, por una botijuela, por dos pilones, unas una
escalera, por una tasajera, por cuatro hachas, dos guatacas, una reja, un
hierro de tierras, dos machetes de trabajo, uno rompido y otro desbocado,
un navajon maltratado, dos lanzas, una barrera, por un romana de palo, por
un cepo de caoba bueno, por una oficina, mas un molejon un buren de
hierro (…).”6
En inventarios del siglo XIX se aprecia la suntuosidad que alcanzaron las
viviendas cubanas en el período del esplendor azucarero, como es ejemplo el de la
casa de la familia Junco de Matanzas:
Don Gavino Junco y Morejón, hacendado (…) habitante en su casa quinta
sita en el barrio de Pueblo Nuevo (….) calzada de Estaban numero siete
(…) dice:
Primero: Que vende realmente a D. Francisco Vega y Lozano los muebles
propios de su servicio que tiene en dicha casa consistentes en un juego de
sala de palo de rosa compuesto de veinticuatro sillas de rejilla, un sofá, una

20
mesa de dentro con jicotea de mármol, cuatro mecedoras y dos sillones,
cuatro esquineros, dos espejos ovalados, una mesa curvada con piedra de
mármol, un reloj con tres esferas de cristal de cuatro luces, una alfombra de
estrado, un aparador de palo rosa, otro más chico de palo rosa, un tinajero
de caoba, una mesa de extensión de caoba con diez tablas, otra araña de
cristal de dos luces, otra de tres y tres más de una, veinticuatro sillas y dos
mecedoras pintadas de negro, una mesa de centro de palo rosa con piedra
de mármol, dos mecedoras de caoba y dos butaquitas de madera y rejilla,
otra alfombra, cuatro lámparas de cristal, quince cuadros de diferentes
pintores, un escaparate de palo rosa con ojos de espejo, dos mas de caoba,
dos mesas de centro mas con piedra de mármol, un tocador de palo rosa,
otro de caoba y otro más chico con sus adornos, una cama de bronce de la
mejor clase, otra de bronce inferior y tres más chicas de hierro, un velador
de palo rosa con piedra de mármol en precio de venta de cuatro mil
quinientos pesos (….).7

2.2 – Siglo XIX. Los objetos de uso cotidiano toman una dimensión suntuaria.

Con la toma de La Habana por los ingleses la rada habanera se ve poblada de


innumerables naves que permitirían la apertura –aunque circunstancial, decisiva– de
los productos insulares, embotellados por las medidas restrictivas del monopolio
comercial español.
Desde 1740 el azúcar se había convertido en el principal rubro de la economía
cubana –desplazando al tabaco y a otros renglones– y a su empuje habrían de tener
una serie de medidas encaminadas hacia la eliminación de las limitaciones que
obstruían el comercio de la Isla. Cuba es devuelta por los ingleses pero la experiencia
de la apertura comercial no sería olvidada y es así que en 1789 se declara libre
introducción de esclavos, a partir de 1820 se autoriza la libre introducción de
maquinarias para ingenios, con lo que se eliminan las trabas que impedían el pleno
desarrollo de la industria. Con la ruina de Haití. Cuba ocuparía su lugar en el mercado
internacional y gracias a la violenta subida de los precios se produciría un rápido

21
enriquecimiento de los hacendados cubanos. Se da inicio a la etapa de la colonia de
plantaciones y se consolida el poder económico de la llamada sacarocracia cubana
que habría de jugar un papel de primordialísima importancia durante el siglo XIX.
Estos enriquecidos sacarócratas, se proyectan y conducen acorde con las pautas
culturales que dimanan de la Europa Occidental. Sus ideólogos fueron sin duda
individuos ilustrados que estaban al tanto de lo que acaecía en Europa
particularmente en Francia, capital cultural del mundo occidental.
Los sucesos de Haití a más de influir en el curso de la posición internacional del
azúcar cubano en el mercado internacional, provocarían un éxodo de emigrados
franceses que introducen tendencias, gustos y patrones artísticos vigentes entonces.
Pero tal como ocurrió en otras esferas de la cultura, los patrones foráneos serían
asumidos con cierto grado de desfasaje histórico. En el caso del coleccionismo, la
primera colección de pintura estructurada que se conoce fue la adquirida por la
Sociedad Económica de Amigos del País, por mediación de Pedro Téllez de Girón8,
príncipe de Anglona y marqués de Javalquito, en los mediados del siglo XIX. Esta
colección fue adquirida con la finalidad de servir de material de estudio de la
Academia de San Alejandro, institución auspiciada por la mencionada sociedad.
Sin embargo, el principal factor que
influye en el coleccionismo por parte de la
clase dominante cubana del siglo XIX
será el afán competitivo entre miembros
de dicha clase por atesorar objetos,
obras, bienes que pudieran servir a modo
de expresión de prestigio y poderío social,
que constituyen rasgos de una actitud
SALA AMBIENTADA SIGLO XIX señorial, iniciada en el Siglo XVIII,
MUSEO DE ARTE COLONIAL
heredada del Viejo continente y que se
manifestó en un gasto sin tasa y sin medida que los llevó a la ruina a muchos de ellos
ya en el siglo XIX. Así afirma Jorge Ibarra Cuesta:
La afición a la ostentación y al dispendio de los plantadores esclavistas
constituye uno de los hechos más acreditados en las fuentes históricas y

22
menos estudiadas por la historiografía cubana de la esclavitud. Los
plantadores consumían la mayor parte de sus ingresos en viajes a Europa,
construcción de mansiones señoriales, adquisición de títulos nobiliarios,
joyas y productos suntuarios, endeudando la mayor parte de sus
propiedades.9
Esta actitud, afirma Ibarra, fue criticada desde fines del siglo XVIII, desde Arango
y Parreño, el barón Alejandro de Humboldt, Bachiller y Morales, y por algunos de los
viajeros que nos visitaron durante estos siglos, entre otros. De esta forma se critica las
innumerables “extravagancias y lujos de los Iznaga”, acaudalada familia radicada en
Trinidad; comenta en su análisis las opiniones que sobre esta forma de vida dejaron el
duque de Orleans, el duque de Montpensier y el conde de Beaujolais quienes fueron
huéspedes, en 1798, de la condesa de Jibacoa y que les entregó de regalo de
despedida mil doblones a cada uno…, cifra exorbitante para cualquier época. La
propia condesa de Merlín, María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, ofrece su
testimonio sobre la desmedida ostentación de estas familias de la cual ella misma es
miembro: “no es nada extraño por pocos convidados que asistan, gastarse en una de
esas comidas de tres a cuatro mil duros. No hay casa opulenta que no tenga un
cocinero francés”10. La visita a Cuba de la regente española, Eulalia de Borbón, en
1893, provocó sus comentarios al respecto: “la ciudad rica, espléndida, galante, hecha
al derroche, suntuosidad y lujo, a las elegancias europeas y al señorío criollo.”11
Dentro de los múltiples agasajos que se le hicieron, estuvo la cena que le ofreció el III
conde de Fernandina que ya se encontraba en la ruina y había tenido que abandonar
la mansión construida por su antecesor.
El fastuoso amoblamiento, que poseía la casa construida por el segundo conde
de Fernandina, José María Herrera12, en la Calzada del Cerro provocó el asombro de
sus contemporáneos y de los muchos viajeros y personalidades que asistieron a las
recepciones ofrecidas en dicha residencia, merece destacar que se consideraba como
una de las mejores colecciones de la etapa colonial iniciada por él y continuada por su
sucesor: muebles de Boullé, confeccionados por los mejores fabricantes franceses,
óleos de Francisco de Goya, Lorraine y Murillo, una alegoría de Rubens sobre plancha
de cobre, el conocido cuadro de La Pericholi, la amante de Amat, virrey español del

23
Perú pintado por el peruano Luis Montero
y varios lienzos de mexicano Páez, entre
estos uno de sus célebres Cristos;
contaba, además, objetos provenientes de
viejas dinastías imperiales chinas,
gobelinos y abussones legítimos,
costosas alfombras persas, finas
porcelanas de Sevres, jarrones etruscos,
destacaba la platería martillada de la
DORMITORIO SIGLO XIX
MUSEO DE ARTE COLONIAL vajilla que procedían de las más
afamadas casas inglesas y francesas. Al
ser incautados sus bienes por los
tribunales, al declararse en la ruina, se
refleja en los inventarios cuadros sin
consignar nombres de los autores,
estatuas, cristales y muebles sin hacer
una descripción de los mismos, por lo que
es casi imposible llegar a conocer a fondo
a la colección que lograron reunir los

SALA AMBIENTADA SIGLO XIX


condes de Fernandina13. En el caso del II
MUSEO DE ARTE COLONIAL conde de Fernandina ha sido considerado
por investigadores de familias cubanas como “protector de las ciencias y de las artes,
conocedor y coleccionista de pinturas.”14
El marqués de Almendares, por su parte, compra en España cuadros atributos a
Goya y que en realidad resultaron ser de Eugenio Lucas y Velázquez. Casas como la
del marqués de Aguas Claras en la plaza de la Catedral se convertirían en modelos de
buen gusto, digno de ser imitado. En sentido general, puede afirmarse que los
miembros de la clase dominante cubana del siglo XIX no pretendían ser coleccionistas
por sí mismos, sin embargo, la acumulación de obras de merito artístico que llegaron a
poseer, los identifican como tales. Pero de hecho sus evidencias fueron construyendo
un importante legado artístico y cultural, no sólo por haber importado muebles, objetos

24
decorativos, entre otros, sino también y por sobre todo, por haber sido los principales
clientes del artesanado artístico criollo que tantas y tan importantes muestras nos
legaron, en particular, en lo referido al mueble.
Si no fueron coleccionistas por oficio, lo fueron por el empeño de rodearse de un
ostentoso amoblamiento familiar que en cierta medida podría ser considerado como
una colección. Estas colecciones carecieron de sentido selectivo desde el punto de
vista de la evaluación del mérito artístico. Al lado de obras de muy relevante calidad
coexistían obras menores, actitud que podríamos calificar como coleccionismo
indiscriminado y espontáneo. Responde tan solo a la necesidad de exteriorizar el
prestigio de una clase y por tales motivos los testimonios que de tales fuentes han
llegado a nosotros, guardan una exacta contemporaneidad con su momento de uso,
según modas y tiempos transcurridos. Por supuesto, estas costumbres eran por
demás una manera de reafirmar el crédito financiero de una elite preocupada por la
forma pero mucho más interesada en los aspectos concretos que garantizan su
pervivencia como clase dominante, lo que estaba directamente relacionado con las
actividades de carácter económico. Ello explica la atención brindada por la propia
Sociedad Económica y por todos aquellos interesados en el negocio azucarero en
propugnar el desarrollo de la experimentación en el campo de las Ciencias Naturales,
Físicas y Químicas. Se suceden durante todo el siglo XIX estudios sobre los procesos
tecnológicos, agro-industriales y químicos relacionados con la producción azucarera.
Se estimula y protege la labor de científicos vinculados a estas y otras ramas.
Según afirma Urbano Martínez Carmenate en su estudio sobre el coleccionismo
en Matanzas, se destaca la familia Ximeno Fuentes y de ellos, el hijo de Don
Francisco, José Manuel (1824-1883), logra estructurar una excelente pinacoteca no
sólo por la cantidad de obras que poseyó sino por el reconocido prestigio de sus
autores. Destaca Martínez Carmenate que esta colección “representaba a diversos
estilos y corrientes artísticas, desde el Renacimiento hasta el Barroco y el Clasicismo,
la mayor riqueza se manifestaba en los maestros italianos: Domenichino, Tiepolo,
Piazzeta, Bassano, Andrea del Sarto, Crivelli, Albano, Moretto da Brescia, Salvatore
Rossa.”15 Con esta información podemos asegurar que esta colección de José Manuel

25
Ximeno fue, sin lugar a dudas, la primera pinacoteca estructurada en nuestro país.
Lamentablemente ha desaparecido.
Por estas fechas se subraya la información brindada por los investigadores
Martínez Carmenate y Ruiz Rodríguez que en el Liceo Artístico y Literario de
Matanzas, inaugurado el 13 de febrero de 1859, se realiza, por primera vez en esta
ciudad la exposición de Bellas Artes, el 10 de octubre de 1862, las obras pictóricas
que fueron exhibidas están originales de Murillo, Zurbarán, Rivera, Carracci y El
Corregio.16
Ya en los finales del siglo XIX pueden mencionarse colecciones de temáticas
diversas: colecciones filatélicas de Don Tomás Terry17, hacendado cienfueguero;
colección numismática de la familia Domínguez Roldán y la magnifica pinacoteca del
Marques de Balboa que a más de contar con retratos familiares poseía un buen
número de obras europeas. Las colecciones mencionadas constituyen, entre otras
muchos ejemplos, expresiones de una intencionalidad consiente de reunir piezas de
determinadas temáticas con criterios de agrupamiento y selección.

2.3 - La génesis del coleccionismo en Cuba en el Siglo XVIII. El coleccionismo


científico del XIX.

La génesis del coleccionismo en Cuba parte del interés que despierta a mediados
del siglo XVIII y el XIX el conocimiento de la historia natural, que en la época así se
denominaba al conjunto de ciencias físicas, químicas y biológicas, ya en Europa
comenzaba a tenerse en cuenta los aportes de Carlos von Linneo (1707-1778),
naturalista sueco, quien desarrolló la nomenclatura binómica para clasificar y
organizar a los animales y las plantas. El aporte de Linneo a la clasificación de plantas
y animales revolucionaría el mundo de la historia natural, constituyendo, de hecho, un
instrumento importante para las clasificaciones que se realizaban en los museos
dedicados al tema.
España no estuvo exenta de este interés por las especies exóticas que llegaban
del Nuevo Mundo, los finales del Siglo XVIII español, demuestran esa inclinación de la
ilustración de traer y conformar colecciones de países allende los mares. Desde 1752

26
hubo el intento por crear el Gabinete de Historia Natural, propuesta realizada por
Antonio Ulloa a Fernando VI; este proyectó decayó y luego se retoma interés en él y
hacia 1766, el conde de Arana, el padre Enrique Flores y ya Carlos III, reúnen las
colecciones que se habían quedado olvidadas en un almacén y comenzaron a
incrementarlas con las “curiosidades” que venían de América y que se encontraban en
el Palacio Real. En esta época se intentaron adquirir colecciones en manos de
particulares y se comenzaron a encargar, otras, a las posesiones españolas de
ultramar.
Pedro de Dávila (1771-1786), ecuatoriano, radicado en París y estudioso de la
ciencias naturales, conocía, por su correspondencia con diversas personalidades
españolas del interés de incrementar los fondos del Real Gabinete. Dávila,
coleccionista, intentó vender sus piezas al gobierno español y logró luego de la
intersección de varias personalidades, donarlas al Real Gabinete de Historia Natural y
fue nombrado su director, el 17 de octubre de 1771.18 En 1778 se tiene constancia que
Dávila, en sus funciones del director de esta institución conoce “de las colecciones

ANTONIO PARRA ANTONIO PARRA


EDICIÓN FASCIMILAR EDICIÓN FASCIMILAR

que estaba realizando un tal Antonio, con el fin de entregárselas al rey,”19 Dávila logra
contactar con Antonio Parra, incitándolo a continuar su labor y en carta de 3 de

27
septiembre de 1770, éste responde “que es cierto que está concluyendo la colección
de peces para el Real Gabinete del Rey y piensa que será de su agrado por haberse
esmerado en la “disecación” y variedad de aquellos.”20
Don Antonio Parra, portugués nacionalizado en España que arriba a la isla en
1766, como soldado, comienza, en sus ratos libres, a coleccionar piezas relacionadas
con el reino animal. El naturalista español había trabajado incansablemente para crear
un Museo de Historia Natural de La Habana a lo que añadió el interesante escrito
Descripción de diferentes piezas de Historia Natural, las mas del ramo marítimo
representadas en setenta y cinco laminas, en la Havana ano de 1787, con las
licencias necesarias de la Capitanía General. En su dedicatoria el Rey de España,
Carlos III, escribe:
SEÑOR.
La multitud de producciones admirables, de que abundan en la Isla de
Cuba, y los mares que la rodean, en los tres Reynos Animal, Vegetal, y
Mineral, me inspiró desde los principios de mi entrada en ella, un deseo
grande de acopiar una colección. Convidabame la variedad y hermosura de
tantos primores, como sábia naturaleza produce de tierra y mar, dignas de
admiración de todo género humano. Con esto, movido de un genial apego á
todo lo que es objeto de la reflexión de un Naturalista, determiné ocupar los
ratos sobrantes de mis precisas obligaciones en la adquisición de algunas
de ellas.21
Fue Antonio Parra el iniciador del coleccionismo científico en nuestro país. Son
de destacar las vitrinas que elaboró su hijo para la exhibición de sus muestras. Vitrinas
muy ornamentadas que si bien desde el punto de vista actual son incorrectas, fueron
en extremo elocuentes pues ellas mismas ensalzaban el carácter de la muestra, tal
como era costumbre de la época en Europa. La colección de Historia Natural de de la
Parra se las ofreció al Rey de España, no sin destacar “que tengo el honor de
consagrar á V.M. Y si bien mi ánimo, no fue jamás presentar el uno sin el otro, espero
que V.M. recibirá benignamente esta corta demostración, y que atendidas las
circunstancias que me han obligado á no traer el todo, se dignará indemnizarme
(…).”22

28
Esta fue la primera colección estructurada,
pensada para la exhibición en nuestro país de la
que se tengan noticias. No sólo será la primera
colección estructurada y reconocida sino que, a
través de fuentes periódicas consultadas el
investigador García González demuestra que el
gabinete de don Antonio Parra era visitado por
ANTONIO PARRA curiosos nacional y extranjero.
MURCIÉLAGO
En una polémica que se desata en la
primera publicación periódica de la villa de San Cristóbal, El Papel periódico de La
Habana, sobre el desarrollo cultural o no de sus ciudadanos, aparece la siguiente cita
“véase en su comprobación la obra de Don Antonio Parra relativa a la Historia Natural
en la que se advierte la invención, zelo y luces de tan benemérito europeo, reluce
también el primor de los artífices havaneros, y el
conocimiento de muchos vecinos suyo en órden a los
descubrimientos que en ella se produce (…),”23 y más,
adelante, en el nombrado periódico, ante las quejas de los
vecinos por no haber podido conocer y visitar el gabinete
de Don Antonio, éste decide publicar una nota donde
afirma que:
D. Antonio Parra avisa á el Público que para el
Miércoles 23 del corriente (1791) expondrá en su casa la
segunda parte de la colección de Historia Natural por
espacio de seis días; el que gustare verla ocurra desde la
mañana 4 horas cómodas, hasta las nueve de la noche,
ANTONIO PARRA
PALMA ANIMAL halla por conveniente participarla en este Periódico, para
quitar motivos de disgustos o resentimientos de algunos
Señores que por falta de aviso no podrían gozar de visitarla.24.
Tanto la estructuración de la colección, como la concepción de exhibirla que tuvo
don Antonio Parra, lo hacen merecer del título de pionero en nuestra isla en el tema
analizado. No pasamos por alto que aún se conservan en el Museo de Ciencias

29
Naturales de Madrid, especimenes que fueron
parte de la colección que Parra depositó en el
Real Gabinete, por la cual fue remunerado por
Carlos IV. Los peces de Parra se identifican aún
por estar bien conservados, por el método que
utilizó para taxidermearlos y además por los
vivos colores que los destacan. La obra de Don
COLECCIÓN ANTONIO PARRA Antonio abre, en nuestro país, no sólo la
vertiente de un coleccionismo estructurado sobre bases científicas, sino que la propia
publicación que realiza es la primera dedicada a la Historia Natural y fue objeto de
estudio de otros grandes que le sucederían, como Don Felipe Poey, que estudia,
concienzudamente las descripciones de los peces realizados para poder incorporarlos
a su monumental obra Ictiología Cubana. Por otro lado, destacan los grabados
realizados por el hijo de Don Antonio, que se consideran, hasta ahora, entre los
primeros reconocidos realizados en Cuba. Por toda la labor realizada por Parra fue
nombrado como Miembro Correspondiente del Real Jardín Botánico de Madrid.
Por Real Cédula de fecha 15 de diciembre de 1792, el entonces rey de España,
Carlos IV, concedió autorización para establecer la Sociedad Patriótica de la
Havana,25 surgida al calor de otras similares ya existentes en España y en algunos
países suramericanos. Tras vencer ciertas dificultades de carácter administrativos-
legales, se celebró la primera sesión oficial el día 9 de enero de 1793, siendo
gobernador de la isla Luis de las Casas, a quien se designó en el acto de constitución
de la Sociedad como Socio y Primer Presidente de Honor y Socio Protector del
Cuerpo Patriótico.26
Otros antecedentes de esta preocupación con las ciencias más diversas los
encontramos en el siglo XVIII cuando se fundan diversos centros de enseñanza, La
Real Universidad Pontificia en 1728, el Real Seminario de San Carlos en 1773 y la
Academia Gratuita de Escultura y Pintura de San Alejandro en 1818 ésta última bajo el
amparo de la Sociedad Económica de Amigos del País. A principios del siglo se
conoce de muchos intentos por establecer academias y escuelas de ciencias,
matemática, idiomas y arquitectura. En 1826, miembros de la Sociedad Económica de

30
Amigos del País dirigen una solicitud a la Corona Española para fundar una Academia
de Ciencias Médicas. Se redactaron los reglamentos que tendría dicha academia por
iniciativa de Nicolás José Gutiérrez Herrera27.(1880-1890) Se insiste en varias
ocasiones ante la Corona española pero no da resultados esta iniciativa hasta que en
1860 se promulga el Real Decreto firmado por el Ministro de Guerra y Ultramar.
Leopoldo O´Donell, ordenando que se estableciera en la Habana una Real Academia
de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales.
Numerosos sabios prestaron su concurso al desarrollo de los estudios vinculados
con las Ciencias, basta nombrar a Ramón de la Sagra28 (1798-1871), Felipe Poey
Aloy,29 Álvaro Reinoso,30 Juan Cristóbal Gundlach31 (1810-1896) y otros de cuya
actividad se derivaría, en algunos casos, en lo que podríamos calificar de
coleccionismo científico dirigido al estudio y conocimiento de la flora, la fauna y otras
diversas ramas del saber humano.
Con la labor realiza por la Sociedad Económica de Amigos del País permitió que
se crearan otras instituciones científicas que serían de importancia capital para el
estudio de la antropología en Cuba: la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba,
fundada el 26 de julio de 1877, en ella se reunirían aquellos científicos que serían los
pioneros en el país en el estudio de la arqueología aborigen.

2.4 - La fundación de museos vinculados a instituciones docentes y científicas.

En 1817 se abrió el Jardín Botánico de La Habana en el lugar que hoy ocupa el


Capitolio Nacional a instancias de la Sociedad Económica de Amigos del País; los
jardines botánicos no son más que grandes museos a cielo abierto donde las
colecciones son las plantas y, visto esto con ojos de contemporaneidad y respetando
sus reglas, quizás estemos mencionando, entonces, el primer museo cubano.
Se tiene referencia de que en 1823 existió un Museo Nacional de Anatomía
Descriptiva de La Habana, perteneciente al hospital Militar de San Ambrosio que
radicaba en el convento de San Agustín. Su director era el eminente cirujano Nicolás
José Gutiérrez. En este museo trabajaron miembros de la Sociedad Económica de
Amigos del País quienes son los que toman la iniciativa de proponer la creación de la

31
Real Academia de las Ciencias Físicas y Naturales de La Habana de la que ya se hizo
referencia.
Según el viajero norteamericano John
G. Wurdemann, que nos visitó en 1843, el
Museo de Anatomía era un excelente
museo que contenía especímenes
anatómicos en cera, papier maché y unos
pocos disecados o conservados en alcohol.
Pero el historiador español Jacobo de la
Pezuela, en 1863, afirma en su Diccionario,
MUSEO DE ANATOMÍA. SIGLO XX
refiriéndose al museo y biblioteca del
antiguo hospital de San Ambrosio ”a pesar de contar bastantes años de duración
estas dependencias unidas aún no merecen su título ni una ni otra”.
Es significativa, para la historia de los museos en Cuba, la noticia publicada por
el diario de La Habana, el 4 de febrero de 1833, que se habla de que en la calle de
Acosta No.9, junto a la Plazuela del Espíritu Santo se había abierto un museo de
exquisitas pinturas al óleo, que estará a “la expectación pública desde las 7 a la 9 ½
de la noche, a 4 reales la entrada.” También añadía que el museo daba “una idea
aproximada de los maravillosos Museos de Europa (…).” ¿Eran reproducciones?
Nada más hemos encontrado. Sólo sabemos que el jueves 17 de octubre de 1833 se
anunciaba la rifa de los cuadros “del Museo de Pinturas”, lo cual prueba la desidia
oficial de la época, únicamente la iniciativa de unos pocos diletantes aupaba la cultura.
Con anterioridad a la fundación de la Real Academia de Ciencias Medicas,
Físicas y Naturales de La Habana, la Sociedad Económica de Amigos del País funda
el Museo de Historia Natural el 4 de abril de 1838, que estaría situado en los altos del
edificio de la Universidad, en el Convento de Santo Domingo, que sería dirigido por el
sabio cubano Don Felipe Poey. El interés de Felipe Poey por la historia natural lo
demuestra desde su propia niñez, según sus biógrafos disfrutaba con las bondades de
la naturaleza y con los pequeños animales que estaban en el patio de su casa; su
familia emigra a Francia, donde después de la muerte del padre, se queda estudiando
en una escuela francesa, hasta su regreso a Cuba, a instancias de su madre y por un

32
compromiso contraído con su padre estudia Leyes en el Real Seminario de San
Carlos y San Ambrosio, donde se relacionaría con profesores de la talla de Félix
Varela y compartiría sus conversaciones con José Antonio Saco, José de la Luz y
Caballero y Gaspar Cisneros Betancourt. Su inclinación por la Historia Natural nunca
lo abandonaría, se afirma que su admiración por el título publicado por don Antonio
Parra en el siglo anterior, lo inclinó al estudio de los peces cubanos; visitaba
diariamente las pescaderías habaneras al mediodía, hora en que llegaba la pesca y se
afirma que los propios pescadores le llevaban a su casa a aquellos ejemplares que
consideraban “raros” para que los identificara. Fue miembro de innumerables
Asociaciones Científicas cubanas y extranjeras, como reconocimiento a su admirable
labor científica. No puede extrañarnos entonces, sus palabras en el acto de
inauguración del museo donde se dirige al público y que aparece en las Memorias de
la Junta del 4 de abril de 1838, el sabio cubano afirma:
un museo de esta naturaleza presentando a
la juventud habanera una serie de
producciones indígenas y exóticas,
conservadas con limpieza y orden y
acompañadas de tarjetas instructivas, atraer
los ojos y luego los ánimos al estudio y
mayor conocimiento de dichos objetos. Es
indispensable que muchos por imitación y
MUSEO DE HISTORIA NATURAL por hallarse rodeados de producciones
UNIVERSIDAD DE LA HABANA
nuevas y preciosas, emprendan colecciones
semejantes; aprovechándose de la facilidad de determinar las especies y de
clasificarlas por el orden del gabinete patriótico, que ser un libro abierto a
todos. Cuando así se haya formado un cierto número de aficionados, se
formará una sociedad de historia natural, y los aficionados pasaran a ser
naturalistas; no sin haber juntado alguna copia de libros y periódicos
científicos, con los cuales los archivos se convertirán en bibliotecas, y la
sociedad, con estos materiales, emprender la publicación de sus
memorias.32

33
Esta osada idea de Poey tuvo su antecedente en el plan presentado por el Sr.
José María Zamora a la Sociedad Económica de abrir un Gabinete de Historia Natural,
este proyecto no tuvo el suficiente apoyo y el propio Poey volvería a presentar la
propuesta asegurando que era posible llevarlo a cabo. La proposición fue aprobada y
entre 1838 y 1840 se decide utilizar un salón en piso alto del convento de Santo
Domingo para poder acomodar las colecciones que Poey tenía almacenadas en su
casa; es justo reconocer que las aspiraciones de don Felipe no se pudieron realizar,
tal y como expuso en su discurso de inauguración pues las colecciones se
encontraban en calidad de depósito. Fracasó su intento de conseguir fondos para la
construcción del mobiliario necesario para la exhibición de las piezas colectadas,
Hasta 1849 el Museo perteneció a la Sociedad Económica y ésta la transfiere a la
Universidad, por falta de recursos, Poey siguió manteniendo su cargo de director por
algunos años más.
En la década del 80 el Museo fue visitado por el ictiólogo norteamericano David
S. Jordan y de su testimonio seleccionamos algunos párrafos
ocupa dos pequeños cuartos, uno dedicado principalmente a minerales cubanos,
el otro contiene sobre todo mamíferos, aves y peces, preparados personalmente
por Poey La cantidad de estos no es muy grande, ni les ha sido añadido mucho
en los últimos 20 años (…) los ejemplares descritos y representados por el
profesor Poey, han sido generalmente enviados a otros museos (…) el Museo
Nacional de Estados Unidos, el Museo de Zoología
comparada y el de Madrid. Pocas veces se han
guardado duplicados en La Habana, ya que el costo de
mantener una colección permanente es demasiado
grande.33
Merece destacarse, por la importancia de la pieza,
el hecho que en 1876, Miguel Rodríguez Ferrer,34
arqueólogo de origen español, deposita y luego dona el
ídolo de Bayamo al Museo de la Universidad. Esta
pieza, encontrada en 1848 en la hacienda Valenzuela,
ÍDOLO DE BAYAMO DONADO
POR RODRÍGUEZ FERRER
AL MUSEO FELIPE POEY

34
barrio Bueyecito, Bayamo, según expertos es la que inicia las colecciones de
prehistoria cubana que luego se exhibirían en el Museo Luis Montané de la actual
sede de la Universidad de La Habana.
La fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la
Habana, el 19 de mayo de 1861, por iniciativa de personalidades científicas de la
época el Doctor Francisco Alonso Fernández y Nicolás José Gutiérrez fue un hecho
importante dentro del desarrollo científico y cultural del país. El propio Nicolás
Gutiérrez Hernández justifica planteando:
Quisiera no fuera más que por orgullo nacional,
Debiera hacérsele entender a los forasteros y
Extranjeros principalmente, que nos ocupamos
Tan solo en hacer azúcar y cosechar tabaco, sino que
Cultivamos las ciencias.35
La Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, fue inaugurada en
la capilla de la Real y Literaria Universidad de la Habana, en el Convento dominico de
San Juan de Letrán. Les fue prestado por la Sociedad Económica de Amigos del País
un local para sesiones en Dragones No 62. A esta edificación se le construye un salón
y ante la imposibilidad de adecuar nuevos locales para una biblioteca y Museo se
demanda en 1867 la parte baja del ex convento de San Agustín y el salón de la parte
alta, que estaban aislados del edificio. Luego de diversos avatares para la ubicación
de esta institución, se reúne en 1868, por primera vez la sesión solemne, la Real
Academia de Ciencias Medicas, Físicas y Naturales de la Habana, en el salón
delantero, paralelo a la calle del convento de San Agustín y en la habitación anexa al
zaguán.
A partir de este momento el esfuerzo desplegado por Nicolás Gutiérrez, para
lograr la ampliación de los locales de la Real Academia fructifica y en 1873, el
gobierno accede a la petición de esta Institución y le concede las habitaciones
ubicadas en la parte alta del ex convento, a pesar de todas las dificultades
económicas demoliendo los tabiques del piso alto para crear allí un salón de
reuniones instalado en la parte alta el museo de Historia Natural y la Biblioteca, para
estar más al alcance del publico. Este museo abre definitivamente al público en el año

35
1874. En principio se le llamó Museo Indígena de Historia Natural de la Real
Academia de la Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana .Dentro de sus
colecciones se encuentran de aves y mamíferos donadas por Juan Cristóbal
Gundlach, además de la colección de peces que donó el sabio Felipe Poey, poseía
una colección con 462 muestras cubanas, 104 ejemplares de cera de frutas cubanas y
16 frascos de semillas de plantas también cubanas, como aparece relacionado en el
diccionario enciclopédico Ilustrado, Cuba en la Mano.
El museo exhibía también colecciones de mineralogía, paleontología,
antropología y arqueología aborigen. La relación de los primeros que donaron piezas
al museo nos indica la estrecha vinculación que tuvieron estos hombres con las
ciencias en Cuba, entre otros, Nicolás José Gutiérrez, Luis Montané, Andrés y Felipe
Poey, Juan C Gundlach, Jorge Le Roy, Joaquín Albarrán, Francisco Sauvalle, Carlos
J. Finlay, Antonio Mestre, entre otros, todos ellos, reconocidos hombres ilustrados que
aportaron, con su obra, a dar brillo a las ciencias cubanas en el Siglo XIX.
Este Museo Biblioteca dependió siempre de la Real Academia y sufrió los
altibajos a que estuvieron sometidas estas instituciones durante la república. Poco fue
el apoyo oficial que obtuvo la Real Academia y si se mantuvo funcionando fue porque
en ella se reunieron científicos que han dado gloria a nuestro país; Ovidio Pereyra,
afirma que ya para 1902, la Real Academia se sustentaba gracias a las herencias y
legados de académicos fallecidos.
En 1961 se disuelve La Real Academia, creándose en su lugar La Academia de
Ciencias de Cuba y se le da autonomía al museo y en honor del Científico Cubano J.
Finlay, se le pone su nombre. En la actualidad posee entre sus colecciones: objetos
personales de Felipe Poey, Carlos J. Finlay y otras de destacados hombres de
ciencias, más de 60, 000 ejemplares en libros donde se pueden ver colecciones
valiosas dedicadas a las diversas ramas del saber, muebles utilizados en las
reuniones de la Real Academia, entre ellos, el estrado donde defendió Carlos J. Finlay
en 1881 su tesis sobre la trasmisión de la fiebre amarilla por el mosquito aedes
aegypti, una colección de pomos de farmacia y diferentes objetos relacionados con las
Ciencias Medicas.

36
No sólo sería en La Habana donde se puede rastrear el interés por este
coleccionismo científico, en Matanzas la personalidad de Francisco Ximeno Fuentes,36
quien cultivó las ciencias naturales, la arqueología y la bibliografía y logró conformar
“un museo” en su residencia quien fuera visitado por personalidades como Don Felipe
Poey y Ramón de la Sagra. La colección de Ximeno Fuentes fue exhibida en la
Exposición Universal de París en 186737.
Se destaca en esta etapa la labor de Juan Cristóbal Gundlach que constituye un
ejemplo de esta tendencia hacia la colección de piezas de nuestra fauna. Gundlach se
radica en la zona de Cárdenas desde 1840 hasta 1883. Los estudios realizados por
Gundlach sobre la fauna y especialmente sus investigaciones sobre las aves fue
exhibida en 1847 en la finca El Refugio en Cárdenas, según datos tomados del
archivo del museo Oscar María de Rojas fue visitado por 3000 personas. En 1864,
Gundlach traslada la colección hacia el Ingenio La Ferminia, cerca de Jovellanos. La
colección zoológica que Gundlach logra formar es
seleccionada para representar a Cuba en la
exposición Universal en París donde es galardonada
con la medalla de plata.
El científico alemán recorre, también toda la
isla, en funciones de colecta, entre los territorios que
visitó fue la ciudad de Trinidad donde estuvo durante

PAJARERA GUNDLACH varios meses en la casa del Ingenio Magua


MUSEO MUNICIPAL TRINIDAD propiedad de don Justo Germán Cantero y María
Monserrate Fernández de Lara y Borrell, a quien le obsequia en 1856, un árbol donde
están representadas todas las aves que pudo colectar en su estancia en la casa-
vivienda. Además se conservan las colecciones de mariposas que también reunió.
Estas piezas son un excelente ejemplo de las técnicas taxidermistas que Gundlach
utilizó, como curiosidad y ya un objeto museable, es la dedicatoria de la pajarera, así
como las clasificaciones que son fácilmente identificables como de puño y letra del
científico alemán, que agregan un mayor valor a estos ejemplares. Se tiene el dato
que el 1856 existió un museo de Historia Natural en Trinidad ¿será otro museo que

37
organizó el investigador alemán tal y como hizo en El Refugio en Cárdenas? Es muy
probable pero es aún un dato que hay que investigar con mayor profundidad.

MARIPOSAS MARIPOSA CLASIFICADA POR GUNDLACH


MUSEO MUNICIPAL TRINIDAD QUE CONSERVA SU LETRA

En 1882 Don Carlos de la Torre38, propone la venta de la colección de Gundlach


al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. La colección es tasada en 10 000
pesos oro.
La colección estaba compuesta por:
235 especies de aves
22 especies de mamíferos, representados 37 ejemplares.
42 especies de reptiles con 70 ejemplares.
1 200 ejemplares de moluscos
3 802 ejemplares de insectos.39
En 1892 se concreta la compra y venta de la colección zoológica en 8 000 pesos
oro. Juan C. Gundlach es nombrado conservador de la colección y pone como
condición que la colección permaneciera siempre en esta institución educacional y que
tuviera el carácter de museo público.
En 1895 se inaugura el Museo Cubano de Zoología en el Instituto de Segunda
Enseñanza de La Habana.
Entre otras personalidades que descollaron en el siglo XIX como coleccionistas
debe mencionarse a Don Francisco Blanes,40 habanero radicado en Cárdenas, quien
logro reunir una de las mejores colecciones de América de caracoles marinos,

38
terrestres y fluviales. La colección de Blanes fue expuesta en una Universidad de
Estados Unidos, la que gestionó su comprador por varios miles de dólares.
También en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas existió un Museo de
Historia Natural., que en 1867 “reportaba dentro de sus fondos un conjunto de
maderas cubanas, minerales, multitud de aves, peces y crustáceos, entre otros.”41 El
Instituto de Segunda Enseñanza fue, posteriormente, clausurado por algunos años.
En esta misma ciudad se reporta que en el Liceo Artístico y Literario existía un
Museo de Historia Natural, que en 1868, ascendían sus fondos a 4,528 objetos.42
Fueron todas colecciones privadas de interesados en determinados aspectos de
la ciencia, desde el punto de vista del beneficio social, que poco pudieron trascender
el estrecho marco de la casa de su poseedor, aun cuando algunas de ellas fueran
exhibidas en exposiciones ocasionales, fue por tanto un coleccionismo cerrado dirigido
hacia los propios intereses de los científicos o personas que se ocuparon de reunir las
piezas que las conforman.
Los Institutos de Segunda Enseñanza descollaron dentro de las instituciones que
más influyeron en atesorar objetos relacionados con la Historia Natural, tradición que
se mantendría como un signo distintivo dentro de estas instituciones docentes hasta
bien entrado el Siglo XX. Algunas de estas colecciones integran, en la actualidad, los
fondos de historia natural nuestros museos municipales.

3. El coleccionismo privado en la primera mitad del Siglo XX

Con toda propiedad no se hace posible establecer una barrera que deslinde las
características del coleccionismo entre el siglo XIX y el siglo XX salvo aquella que
dimana de la lógica adecuación de la clase dominante a su propia circunstancia
histórica. Los coleccionistas del siglo XX son un tanto más coleccionistas disculpando
la perogrullada pero en esencia continúan las tendencias ya bien definidas durante el
periodo colonial de adquirir piezas que subrayan el prestigio social. No obstante
podemos apuntar algunas diferencias de matices que caracterizan al coleccionista de
la etapa de la república, en primer lugar, es un coleccionismo propiamente dicho, no

39
una acción de almacenamiento de bienes suntuarios como fuera el caso en el siglo
XIX, en segundo lugar, es un coleccionismo dirigido hacia la adquisición de piezas de
arte foráneo que anima los principios culturales de la burguesía nacional de la época.
Salvo excepciones de marcado sentido científico y transcendencia política en casos,
tales como la labor realizada por Emilio Roig de Leuchsenring, la gigantesca tarea
aportada por Don Fernando Ortiz y otros de similar mérito, las producciones de la
cultura nacional carecían de importancia, significado o valor para los coleccionistas
cubanos de esta época. Una de las primeras colecciones de arte foráneo que se
conoce, en los principios del siglo XX, es la de Lily Hidalgo de Conill que se dedicó a
coleccionar obras de arte francés que abarcaba casi todas las manifestaciones y fue
utilizada como ambientación en su casa del Vedado.
Los precios alcanzados por el azúcar,
después de la 1ra Guerra Mundial, favorecen
la entrada de numerosas obras de arte y
propicia la formación de diversas colecciones
de pintura Europea, como es el caso de las
colecciones de Dolores Machín de Upman,
COLECCIÓN JULIO LOBO
MUSEO NAPOLEÓNICO
José Gómez Mena, la marquesa de Pinar del
Río, Oscar B, Cintas, Tomas Felipe Camacho
y la que sería la de mayor cantidad: La colección de
Julio Lobo, la génesis de la misma se encuentra en
el hecho que en 1837 llega un importante personaje
a La Habana: el doctor Antonio Antomarchi, que
había sido el último médico de cabecera de
Napoleón Bonaparte y a quien había asistido hasta
el momento de su muerte. Antomarchi murió en
Santiago de Cuba un año después. A su paso por la
Isla rumbo a aquella ciudad, regaló a las familias
que lo recibieron diversos

COLECCIÓN JULIO LOBO


OBJETOS PERSONALES

40
recuerdos napoleónicos que trajo consigo: copias de su mascarilla mortuoria, la
sábana que cubrió su cadáver, bucles del cabello del emperador y un sello que le
perteneciera. Sin duda, en este hecho, de por si ocasional, estuvo la génesis de las
colecciones napoleónicas que más tarde Julio Lobo atesoraría y que hoy exhibe el
Museo Napoleónico de La Habana. Esta colección se calcula que posee más de 200
mil piezas, entre las que se destacan: pinturas, muebles, tapices, porcelanas, una
colección de medallas y unas 7 mil cartas, entre otras.
Durante la década del 20 existió una colección de arte erótico oriental, reunida
por Rafael González Carvajal, Marqués de Pinar del Río y de Avilés. Esta colección no
transcendió mucho por las características que poseía ya que existían objetos ligados
íntimamente al mundo sexual, a la muerte de su dueño fue vendida íntegramente a
una prestigiosa universidad de Estados Unidos.
La colección de María Luisa Gómez Mena, condesa de Revilla de Camargo,
constituye un típico ejemplo de cómo influye el auge azucarero en la actividad del
coleccionismo. Inmediatamente que se instaura la república, comienza a invertirse en
nuestro país capital norteamericano y en 1912 ya controla el 70% de la totalidad de la
zafra azucarera. La 1ra Guerra Mundial, con la consiguiente ruina de la industria de
azúcar de remolacha en Europa trajo como consecuencia el alza de los precios de
azúcar de caña en nuestro país. La posterior recuperación de la economía europea,
hace que los precios del azúcar cubana bajen considerablemente por lo que
desciende mucho más el nivel de vida de nuestra
población, ello propicia que un pequeño grupo
obtuviera altísimos ingresos y en contra de los
supuestos, en la propia crisis del capitalismo, aumente
su fortuna.
Este es el caso de María Luisa Gómez Mena. La
condesa de Revilla de Camargo al mudarse a la casa
de 17 y E se propone ambientarla con objetos de arte
decorativas, invierte en este propósito grandes sumas
de dinero, logrando una variada y rica colección de
SALÓN
MUSEO DE ARTES DECORATIVAS

41
esta temática. Sirva para ilustrar esta afirmación los ejemplos que a continuación
relacionamos: La Vajilla La Dama de Parasol que contaba con 350 piezas y tenía el
diseño del pintor holandés Cornelis Pronek, otra vajilla importante fue la conocida
como El Negrillón, hecha para la familia italiana
Paravicini di Capelli. Además poseía gran cantidad de
objetos de porcelana de Sevres, de indudable valor y
porcelana oriental, fundamentalmente china. También
tenía dentro de su colección obras de arte japonés. El
afán de ostentación que caracterizó a la burguesía hace
que se mandara a hacer objetos para su uso personal,
con el escudo de los Revilla de Camargo. Coleccionó
muebles, especialmente de estilo francés del siglo XVIII,
entre ellos es de destacar el secreter, estilo Luis XVI,
SECRETER ESTILO LUIS XVI
MUSEO DE ARTES creado por el ebanista Jean Henri Reinesor (1735-1806)
DECORATIVAS
que fue propiedad de la Reina María Antonieta.
Aunque lo mencionado no representa ni con mucho toda la colección de María L.
Gómez Mena, creemos que ejemplifica las características que poseerá el
coleccionismo en la primera mitad del siglo XX, gusto por lo foráneo y conocimiento de
lo que se adquiere lo que no quiere decir que se comportara igual en todos los casos
pues adquirían objetos de indudable valor pero también adquirían objetos de ninguna
o poca relevancia, cuando no reproducciones. Constituirán, entonces, el antecedente
de las excelentes colecciones que hoy muestran nuestros museos de Ambiente
Cubano: Arte Colonial, Romántico, Artes Decorativas, entre otros.
Este gusto por coleccionar alcanzaría su momento cumbre después de la 2da
Guerra Mundial, etapa en que los coleccionistas privados se aprovecharon de la crisis
europea, pues las obras de arte bajaron ostensiblemente de valor, coyuntura
propiciatoria que hace que las colecciones privadas aumenten, no solo en cantidad
sino en calidad. Alrededor e estos años es que comienza a formarse la colección de
arte antiguo del Dr. Joaquín Gumá Herrera, Conde de Lagunillas ( 1909-1980), la que
llegaría a ser la más amplia y reconocida en esta temática en América Latina. Según
el Lic. Miguel L. Núñez Gutiérrez, del Departamento de Colecciones y Curaduría del

42
Museo Nacional de Bellas Arte, el interés de Gumá Herrera por la temática surgió a
partir de la década del 40, ya en 1945 define su vocación y comienza a relacionarse
con arqueólogos. En 1946 es miembro de los museos británicos y de Bellas Artes de
Boston, lo que le permite relacionarse e intercambiar con reconocidas personalidades
de la arqueología a nivel mundial: William C. Hayes, Gisela Richter, Christiane
Alexander, George H. Chase y luego con Dietrich von-Bothmer, discípulo del afamado
arqueólogo John Beazley. Las piezas adquiridas por el Dr. Gumá eran estudiadas,
clasificadas y certificadas lo que le atribuía un mayor valor. La colección se comienza
a articular a partir de los vasos griegos de cerámica, que constituyen el núcleo
principal de la colección, completándola exponentes de Egipto, Etruria, Grecia y
Roma, así como pinturas funerarias de El Fayum43.
Don Fernando Ortiz y Fernández,
nacido en La Habana (1881-1969), ha
sido reconocido como el “tercer
descubridor” de Cuba, fue un sabio cuya
obra abarca múltiples campos del
conocimiento: antropología, etnología,
psicología social, música, historia y
ensayos literarios y políticos. Su labor en
la búsqueda de “lo cubano”, su definición
COLECCIÓN FERNANDO ORTIZ
del mestizaje cultural de nuestra isla y de
MUSEO CASA DE ÁFRICA
la América toda, sus aportes
conceptuales acerca del concepto de
transculturación, determinaron y aún
determinan que su obra sea de obligada
consulta. Sin proponérselo, quizás, y
como resultado de los estudios que
realiza sobre la influencia de la cultura
africana en Cuba y la mezcla que se
produce desde el punto de vista religioso
COLECCIÓN FERNANDO ORTIZ
MUSEO CASA DE ÁFRICA

43
lo llevó a ir coleccionando piezas de alto valor para
el desarrollo de los cultos afrocubanos, parte de
esta colección se encuentra custodiada en el Museo
de África de la Oficina del Historiador de la Ciudad,
la otra se exhibe en el Museo Nacional de la
Música. A nuestro juicio esta división temática de la
colección Fernando Ortiz le resta valor; la colección
se va formando, paulatinamente, en las
investigaciones que realiza el sabio cubano y que
tiene un marcado carácter antropológico y por
supuesto, etnológico.
La colección de don Fernando Ortiz debía ser
COLECCIÓN FERNANDO ORTIZ
MUSEO CASA DE ÁFRICA considerada una unidad indisoluble, no sólo por el
prestigio intelectual de su formador, sino que a
través de los instrumentos musicales, el vestuario, las máscaras y otros atributos que
corresponden al estudio de la influencia africana en Cuba y la conformación de lo afro-
cubano, la existencia material de esta colección permitió a don Fernando dejarnos
libros de textos de obligada referencia para el estudio de estas manifestaciones
religiosas. La división de la colección la ha “descontextualizado”, por decirlo de alguna
forma, no trasmite el mensaje que debiera pues con sólo identificar un atributo de la
religión pudiera pensarse que bastaría y si se agrega que perteneció a Fernando Ortiz,
aumenta su valor pero es que lo valioso y extraordinario da la colección es su unicidad
dentro de una exhibición dedicada a los estudios realizados
por Ortiz. La colección de don Fernando, si pudiéramos
apreciarla en su totalidad, nos acercaría a la génesis de lo
que conformaría la cubanía, “el ajiaco criollo”, como lo
definió, a la que dedicó tantos años de estudio.
Francisco Prat Puig (1906 –Santiago de Cuba, 1997),
nace en Lillet, en los Pirineos catalanes, España. Estudia
Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Barcelona.
COLECCIÓN PRAT PUIG
MARÍA ANTONIETA

44
Dedica su vida profesional a la docencia y al estudio de
la arqueología, las que desarrolla como profesor del
Instituto de Segunda Enseñanza de Mataró; en su
tiempo de vacaciones se dedicaba a recorrer la
localidad en la búsqueda de vestigios arqueológicos,
así descubre “ más de 20 estaciones prehistóricas y un
acueducto romano”44. En 1936 se incorpora al ejército
republicano. Al terminar la Guerra Civil, logra escapar a
Francia, donde es apresado y recluido en un campo de
concentración de Agde y allí, aún, en estado en prisión
COLECCIÓN PRAT PUIG realiza estudios arqueológicos y, entre otros, descubre
CÓMODO
“(…) en el patio de un convento de monjas una
45
necrópolis romana y visigoda.”
El investigador llega a Cuba en 1939 para radicarse, posteriormente, en Santiago
de Cuba, ciudad que lo acogería y a la que amaría, profundamente, hasta su muerte.
Los estudios realizados por el profesor Prat Puig con respecto a la arquitectura
cubana son de vital importancia y al publicar en 1947 El pre-Barroco en Cuba, una
escuela criolla de arquitectura morisca, Prat pudo explicar y reconocer en este título la
evolución de la arquitectura cubana, sentando las bases para el estudio de la misma,
desentrañando sus antecedentes hispánicos y otorgándole su justo valor en la isla de
Cuba.
Muchas fueron las intervenciones que realizó en
importantes monumentos de relevancia para el país:
castillo de la Real Fuerza, iglesia de Santa María del
Rosario, la fortaleza del Morro en Santiago de Cuba, la
que él identificó como casa de Diego Velázquez en
Santiago de Cuba, actual sede del Museo de Ambiente
Cubano, donde lograría reunir una importante y casi
excepcional muestra de colecciones de muebles
cubanos, colección a la que dedicó gran parte de su

COLECCIÓN PRAT PUIG


MUCHACHAS DESNUDAS 45
vida en clasificar e identificar. En ello hay, también un aporte importante de este
maestro, al conocimiento del mueble cubano.
La labor del doctor Prat se destacó en el ámbito intelectual, pedagógico y como
coleccionista de arte, pasión ésta, que realizaría con innumerables dificultades pues
su solvencia económica no era elevada, sin embargo, logró ir reuniendo, una
importante colección no por la cantidad sino por la excelente representatividad de los
diferentes estilos de la historia del arte y de la arqueología, según especialistas de la
Casa de Prat Puig en Santiago de Cuba, consta de 478 piezas. Esta colección la
destinaba, sobretodo, a apoyar sus clases de la especialidad en la Universidad de
Oriente, donde fue profesor, durante toda su vida en Cuba.
Participó en la exposición que se
realizó en el Palacio de Bellas Artes, en
1956, cuando Joaquín Gumá decide
mostrar su colección sobre arte antiguo;
recayó en Prat Puig la misión de la
selección y organización de los vasos
griegos que se iban a exponer y también
la distribución espacial en que se deberían
exhibir. Elaboró el catálogo que se editó
COLECCIÓN PRAT PUIG para esta exposición.
LA DIOSA ELITIA

La colección que estructuró la dividió por áreas y culturas, así, en prehistoria


tenía: “lanzas y hachas petaloides del Paleolítco y del Neolítico así como un hacha de
la Edad de Bronce.”46 Otras piezas de su colección están relacionadas con las
antiguas civilizaciones: la egipcia, los sumerios, los fenicios, los griegos con su
muestra del Apolo Citáreo; la cultura romana con un busto de mármol rosa y jaspe de
Faustina menor y la cabeza del emperador Cómodo. Otras piezas de su colección se
relacionaban con las culturas asiáticas y una colección de artes decorativas: caja
devocionaria, relicario de marfil, objetos de plata provenientes de España y Alemania,
piezas de biscuit donde destella el busto de María Antonieta. Además, una excelente
pinacoteca que recorre desde el siglo XV al XX, fundamentalmente, con piezas

46
europeas. Además coleccionó arqueología aborigen cubana. El mismo Prat al donar
su colección a la Universidad de Oriente para instalar un museo, afirmó: “Mi colección
la reuní con mucho sacrificio y esfuerzo, quiero que ahora pertenezca a mi pueblo, y si
en ella encuentran un grano de conocimiento o emoción artística entonces estaré
satisfecho.”.47

Ambos sabios, el Dr. Fernando Ortiz y el Dr. Francisco Prat Puig, nos han legado
con sus obras un mayor conocimiento de nuestra cultura, desde diferentes aristas
pero apuntan, siempre a destacar y reconocer los valores de la cultura cubana.

4. Los museos en la primera mitad del Siglo XX

Los países de América Latina comienzan a desarrollar sus gestas libertadoras a


principios del Siglo XIX, tomándose 1810 como la fecha donde se inicia este proceso
emancipador de la Corona Española, a pesar que, de hecho, el primer país que se
rebeló contra el Estado Francés, fue Saint Dominique, hoy Haití en 1804, se ha
generalizado el concepto de aceptar a 1810 como la fecha que inicia este despertar de
la América. Cuba llega tarde, es la última colonia de España y así se mantendrá hasta
finales de la centuria.
En estos procesos políticos que se suceden en nuestro continente comenzará a
destacarse la creación de Museo Nacionales, tal y como lo vimos en la Vieja Europa
como una necesidad del propio Estado por defender su nacionalidad.
De este modo comienzan a sucederse fundaciones de museos nacionales en
diferentes capitales de América Latina: en 1812 se funda en Argentina el Museo de
Ciencias Naturales, en Brasil, por selección de pinturas donadas por del rey de
Portugal abrió al público, en 1818, el Museo Nacional de Río de Janeiro, en 1823 se
funda el Museo Nacional de Colombia por Francisco de Paula Santander; el Museo
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Perú en 1822, por decreto
presidencial se funda en México el Museo Nacional y en 1830, Chile crea el Museo
Nacional de Historia Natural, entre otros.

47
En la segunda mitad del Siglo XIX comienza la apertura de museos en Estados
Unidos desde la iniciativa privada, en 1846, luego de aceptarse el legado del inglés
James Smithson por parte del Congreso americano, se crea el Smithsonian como
institución que representaría todos los objetos de arte e investigación de curiosidades
de historia natural, plantas y especímenes geológicos pertenecientes a Estados
Unidos.48
Sin embargo, en Cuba, encontramos las primeras menciones a la palabra museo,
en el siglo XIX, en el Regañón de La Habana de noviembre de 1801 cuando, al hablar
de los gabinetes de figuras de cera, le otorgan también el nombre de museos de cera.
En ellos se exhibían modelados de las grandes figuras del momento: Napoleón,
Josefina, reyes europeos, filósofos y pensadores greco-romanos, etc. Estas
instalaciones se pusieron de moda en todo el primer cuarto del siglo XIX y todavía en
1825 encontramos alusiones a “museos” de cera en La Habana y otras ciudades
principales de Cuba, entre otras, en Matanzas se refiere que en octubre de 1821,
Juan del Monte Picardo, dominicano, propone al Ayuntamiento: “traer una nueva
colección o gabinete de estatuas para ponerla a la expectación pública, habiendo
obtenido el permiso de los señores Jefe Político y alcalde de primera (….).”49 El autor
del libro infiere que ya había sido mostrado a la población y afirma que había sido
expuesta el año anterior en Puerto Príncipe. Estos museos de cera también habían
tenido su época de oro en capitales europeas destacándose el Museo de Cera de
Londres.
En Santiago de Cuba se tienen referencias de que existieron intentos de fundar
un museo en 1895, dedicado a José María Heredia, ubicado en la casa natal de este
insigne poeta, pero las actividades separatistas y el lógico recelo del gobierno
español, impidieron que fructificara esta idea.

- Museo de Santiago de Cuba luego Emilio Bacardí Moreau

El interés personal de Emilio Bacardí y el apoyo oficial que podía ofrecer, por ser
alcalde de la ciudad, permite que el 12 de febrero de 1899, con la asistencia del
gobierno militar, el arzobispo y otras personalidades, se inauguró el Museo- Biblioteca

48
Municipal de Santiago de Cuba. Se
nombra como director de esta institución
al Sr. José Bofill Gayal, quien fue un
activo colaborador de Emilio Bacardí en
este empeño. El propio Bacardí elaboraría
el Reglamento del Museo Biblioteca,
donde se define cuales deben ser las
funciones y la estructura de dicha
institución.
MUSEO EMILIO BACARDÍ Unos meses antes de la fundación
MAZAS DEL CABILDO
oficial del museo en diciembre de 1898,
alquilan las casas No. 25 y 27, en la calle Santo Tomás alta, para guardar las
colecciones que se exhibían en el Museo Biblioteca. En este mismo edificio se
inauguró, trasladándose en diciembre de 1900 a la calle San Francisco alta No. 13,
donde radicó hasta 1903, fecha en que sufre un nuevo cambio de local, esta vez a la
calle Enramadas bajos No. 26 Esta nueva ubicación
del museo biblioteca, no poseía ni las mínimas
condiciones para albergar las colecciones, era una
fabricación modesta con una distribución espacial
poco adecuada, más a pesar de todos estos
inconvenientes se mantuvo allí hasta noviembre de
1921 en que, en sesión del ayuntamiento, se votó
por la construcción de un nuevo edificio. Esta
iniciativa se acogió con calor y se creó, para lograr
este fin un Comité Pro Museo designado como
presidente de honor al gobernador Provincial,
Alcalde Municipal, Dr. Federico Henríquez Carvajal.
MUSEO EMILIO BACARDÍ
En este mismo mes de noviembre se propone
COLECCIÓN ANTONIO MACEO
ETAPA REPUBLICANA el arrendamiento del terreno que serviría para la
construcción del edificio, se acuerda que el terreno

49
fuera el situado en la parte sur de la calle
alta de Aguilera, entre Hartman y Pío
Rosado.
Se aprueban los planos constructivos
del edificio en 1922, propuesto por el
arquitecto Carlos Segrera y se determina
que el Museo Biblioteca llevará el nombre
del que fue su protector Emilio Bacardí. En
MUSEO EMILIO BACARDÍ
COLECCIÓN ANTONIO MACEO 1927 se culmina la construcción del edificio,
EN LA ACTUALIDAD
quedando ratificado como director José
Bofill. Poco fue el apoyo estatal que tuvo esta institución y el personal técnico que
trabajaba en él eran seleccionados por los alcaldes y políticos de turno. Eduardo Bofill
Roja, que había sustituido el primer director, hace constar sus criterios sobre este
asunto: “el alcalde a pesar de
las protestas del director,
nombra a individuos ineptos
para este cargo y la mayorías
de las veces, a botelleros.”50
Al ser nombrado
Fernando Boytel Jambú
director dirige una carta al
MUSEO EMILIO BACARDÍ
PINACOTECA ayuntamiento en 1945, para
informar las dificultades
encontradas en esta institución, señalando que existe:
- Deficiencia en el aspecto sanitario
- Escasez en los materiales de oficina y conservación de “reliquias”.
- Desperfectos en puertas y ventanas y tragaluces por donde penetra la
lluvia, lo que deteriora los objetos pertenecientes a las colecciones del
Museo.
Fernando Boytel no solo se interesó por las dificultades administrativas, sino se
pronunció por el trabajo técnico del museo, lo que se demuestra en carta dirigida a

50
Emilio Roig de Leuchsenring: “proponía una ley o conjunto de Leyes que amparasen
tanto a los museos, como sus dependencias y personal de las vicisitudes y
arbitrariedades de gober-nantes sin escrúpulos o de malas. Interpretaciones que
ocasionalmente se suscitan entre gobernantes, etc., y directores de museos,
zoológicos, etc.”51
Al triunfar la Revolución, Fernando Boytel, que había sido separado de su cargo
de director por algunos años, fue de nuevo nombrado para estas funciones y dirige un
informe en el mes de marzo de 1959 a los Comisionados Civiles Municipales, donde
plantea:
Que en el orden museístico el estado de las colecciones es desordenado,
caótico y escaso de arte. Los objetos han sido mudados de los sitios más
convenientes sin seguir pauta alguna de clasificación por lo que en lugar de
orientar desorientan y conturban el ánimo de los visitantes. Se ha tratado de
destacar y sacar valores de lo modesto y efímero, tratando de deslumbrar
en forma aparatosa y a sus últimos términos a valores cimeros del arte, la
historia y la ciencia. 52
Creemos importante destacar esta opinión, pues serán estas las características
que primaran en la mayoría e los museos que se fundaron en la República. Este será
su rasgo definitivo.
El proceso de coleccionar objetos
para el futuro museo, tuvo como
principales promotores a Emilio Bacardí,
Federico Carbó, José Bofill entre otros. Se
interesaron especialmente por recolectar
objetos representativos de las guerras de
independencia y objetos de significación
artística. Todo lo que podían colectar se
comienza a almacenar en Santo Tomás,
MUSEO EMILIO BACARDÍ
SALA DE ARMAS donde quedó inaugurado, posteriormente,
el museo-biblioteca. España envía a los
autonomistas una colección de obras procedentes del Museo del Prado, de ellas, 12

51
se destinaron a engrosar las colecciones que poseía el museo, gracias a la gestión
particular de Emilio Bacardí ante el gobierno español. Se recibieron donaciones de
patriotas santiagueros o de sus familiares conjuntamente con medallas provenientes
del Ayuntamiento, los trajes de maceros, el Pendón de Castilla y grabados de la
Diputación Provincial. La Biblioteca se nutrió de numerosos libros enviados por la
Sociedad Económica de Amigos del País. Luego de producirse la apertura oficial del
Museo-biblioteca aumentó considerablemente el número de las donaciones, en las
memorias del Museo-Biblioteca, que comenzara a escribir el que fuera su primer
director, José Bofill, aparece señalado que en 1901 el museo contaba con objetos de
historia, zoología, botánica, monedas billetes, condecoraciones, sellos y obras de arte.
En este manuscrito, su autor se queja del poco apoyo oficial que le es otorgado, lo que
influye considerablemente en las posibles donaciones que tendría el Museo. En 1905
refleja que ya el museo posee: una carpeta de objetos históricos donde se pueden ver
cartas de José Martí, Antonio Maceo y otros jefes cubanos, además de poseer una
colección de periódicos antiguos. En lo referido a zoología y botánica escribe:
Infinidad de ejemplares y entre los más notables, una colección de
caracoleas terrestres y marítimos, una colección de mariposas, una
colección de maderas, una colección de aves de todo el país”.
En Minerales y Fósiles
Una colección de minerales del país, una colección de minerales de
diferentes países, una colección de fósiles recopilados en esta población
Además: Monedas, medallas y condecoraciones, cuadros, esculturas, talla
Diversos Efectos
Armas y objetos de hierro, objetos de incalculable valor comprendidas las
reliquias de los héroes de la independencia, entre ellos polainas, hamaca,
silla de montar del General Maceo, efectos de Flor Crombet, de José Martí,
José Maceo, Francisco Vicente Aguilera, Bandejas de diferentes generales
de la guerra, imprenta del Cubano Libre”53
Como podemos ver el proceso de recolectar piezas en Santiago de Cuba y la
propuesta de fundar un museo abierto al público le otorgaba prestigio a la ciudad y por

52
consiguiente a sus ciudadanos, es obra de un grupo de santiagueros interesados por
la preservación de la memoria histórica de la nación.
Santiago de Cuba, situada en el Oriente del país, pudo conformar, a nuestro
juicio, la más completa colección de objetos relacionados con nuestras guerras de
Independencia. No sólo aquellas, ya mencionadas de patriotas que han trascendido
por su prestigio como conductores de esta gesta emancipadora, sino colecciones de
diversos participantes en las mismas, cuyos nombres, significativos para la ciudad,
quizás desconocidos para otros, nos muestran los objetos que utilizaron en campaña.
Colecciones de médicos con sus instrumentos de
curación, vestuario y tantos otros que nos hacen afirmar
que el museo posee la más significativa y estructurada
colección de patriotas cubanos. Como dato interesante se
debe reflejar la adquisición por Emilio Bacardí de un
sarcófago egipcio y una momia peruana y ya como
curiosidad, el hecho de que para poder entrarla a Cuba se
consignó en el puerto como “carne salada”, pues no existía
una clasificación, en la época, que contemplara una
MUSEO EMILIO BACARDÍ
SARCÓFAGO EGIPCIO
clasificación adecuada para estas piezas.

- Museo Oscar María de Rojas, Cárdenas, Matanzas

El museo Oscar María de Rojas, de Cárdenas se funda el 19 de marzo de 1900,


con la exposición de la colección de caracoles y conchas de Francisco Blanes en
salones cedidos por la casa de gobierno. Esta colección estaba clasificada
científicamente y poseía una estructura única como resultado del trabajo de Blanes a
lo largo de todos los años anteriores a la fundación del museo, así se mantuvo hasta
la muerte de su primer director, Oscar de Rojas, en 1920. La presencia de Francisco
Blanes Placencia en Cárdenas, fue decisiva para la fundación del museo-biblioteca, la
amistad que existía entre este joyero y malacólogo con Oscar María de Rojas, hace
posible que el proyecto de fundar el museo fructificara. Ambos habían conocido “el
museo” de Gundlach y deseaban dotar a la ciudad de esta institución. En carta escrita

53
por Blanes al Dr. Fernando Méndez Capote se atribuye la idea inicial de hacer este
museo y afirma:
estando yo en Cárdenas, allá por el año 1894, concebí un proyecto de un museo
de Historia Natural que quita por completo esa especie de lobreguez y monotonía
que se nota en casi todos los museos, en unos más y en otros menos, concebí
una reforma tan radical especialmente en cuanto a su interior, decorado y modo
de presentar los ejemplares que se puede decir que he inventado un nuevo
modelo de museo, y no crea Ud. Que no es costoso, pero si (sic) es agradable,
instructivo, recreativo y bello.54
A Oscar María y Blanes no le fue difícil entusiasmar a los vecinos en este
empeño pues aún estaba fresco en la memoria el museo de Gundlach en la Finca El
Refugio.
No se mantuvo ajeno este museo-Biblioteca de toda las dificultades de ubicación
que caracterizaron a estas instituciones en la etapa de la seudo república, el 5 de
octubre de 1903, con la asistencia del entonces presidente de la república, Tomás
Estrada Palma, se inauguraron nuevas instalaciones del museo en el antiguo Cuartel
de Infantería pero en diciembre de 1906, durante la Segunda Intervención
Norteamericana, la institución es desalojada de este local por la que los vecinos de la
localidad guardaron las colecciones en sus casas. Como resultado de esta situación
se inician las gestiones en 1907 de los habitantes de Cárdenas por hacer un edificio
para el museo- biblioteca y no verse sujeto a los constantes desalojos con peligro de
desaparecer la institución. En 1909 vuelve a ocupar el local del antiguo Cuartel de
Infantería, pero se mantiene el interés por realizar la obra propuesta en 1907, esta
idea fructifica el 20 de mayo de 1918. Esta reapertura significó un acontecimiento
para los pobladores de Cárdenas, pues ya no se trataba solamente del hecho
avanzado de que la Ciudad tenía un museo, sino que gracias a las presiones ejercidas
por el patronato en la municipalidad y la ayuda económica de poderosas familias, el
museo tenía su sede y esto serviría de orgullo a todos los ciudadanos que se sentían
como una ilustrada vanguardia de su país y su época. De las palabras pronunciadas
por el Alcalde durante este hecho, el director del Museo, recogía estas notas: “Nuestra
ciudad con esta obra se convierte en la capital de la cultura y la ilustración en Cuba a

54
la misma altura de las grandes capitales de Europa y todo ello gracias a la
colaboración que ha recibido de sus ciudadanos y el esfuerzo de su distinguido
Director, el Dr. Don Oscar M. de Rojas..55
Reabre el museo-biblioteca de Cárdenas. No sólo con un nuevo edificio sino con
una reorganización de las colecciones existentes, creándose diferentes secciones o
departamentos, entre ellos: Historia Natural, Numismática, Cerámica, Antiguallas,
Bellas Artes, Recuerdos de la dominación española, Recuerdos de la intervención
americana, Recuerdos de la guerra de independencia y Biblioteca; a pesar de esta
división que realiza su director de las colecciones que poseía el museo en la
exposición no se respetaba esta compartimentación y aparecen juntos indistintamente,
objetos de ciencias naturales, historia, arte y alguna otra antigualla sin valor museable
pues se mantenían el criterio de que no se podía defraudar a ningún donante, por lo
que todo debía ser expuesto en algún lugar. Además existe un personal específico
que se encargara de las actividades del Museo Biblioteca. La apertura del museo al
público, por disposición municipal, se hacia los martes y domingos de 12 am a 4 pm.
También se recibía al personal interesado y estudiantes, visitas donde se explicaban
las colecciones que poseían el museo, estas visitas eran pagadas, pues las personas
que se brindaban a hacerlas no estaban vinculadas a la plantilla del museo.
Este periodo de 1903-1932 es el de formación y desarrollo del museo-biblioteca,
pues de 1933-1958 hay una evidente decadencia, como resultado de la desidia oficial
y la carencia de recursos materiales y humanos. Al producirse el Triunfo de la
Revolución en la etapa que va de 1959-1963 se disuelve el patronato del museo por
decreto municipal el deterioro en que está el edificio provoca un incendio por lo que se
cierra el inmueble y las colecciones que poseía pasan a manos de instituciones
educacionales, hay perdida de los libros que componían la biblioteca. En el periodo
que va de 1963-1973, esta cerrada la institución no realizándose ningún trabajo que
promueva su apertura. El 10 de octubre de 1973 se inaugura la casa natal de José A.
Echeverría, como sección de historia del Museo Oscar M. de Rojas y el 19 de marzo
de 1979 se reinaugura la institución en el antiguo lugar donde se abrió por primera
vez.

55
El Museo Biblioteca de Cárdenas tuvo como
antecedente para la formación de sus colecciones
la labor desplegada por Juan Cristóbal Gundlach de
quien, como hemos mencionado anteriormente
expuso su colección de aves a mediados del siglo
XIX, lo que significó un incentivo para que los
vecinos de la ciudad se interesaran en guardar todos
los objetos que se consideraron de valor. Ya se
conocían las intenciones de Francisco Blanes de
donar su colección que contaba de 300 especies
MUSEO OSCAR MARÍA DE ROJAS
con 1000 piezas científicamente clasificadas,
COLECCIÓN FRANCISCO BLANES
comprometiéndose a dedicar todo su tiempo a la
conservación y aumento de colecciones de historia natural contando con
oferta de ayuda de otros naturalistas de Cuba y el extranjero.56
El Museo-Biblioteca abre sus puertas con esta colección de Blanes pero a partir
de 1903 se acepta comprar cualquier tipo de piezas que aumentara las colecciones
que poseía el museo. En esta fecha el propio Francisco Blanes realiza otra donación
importante a la institución que contaba con:
‐ 90 Monedas y camafeos de antiguos
‐ 1 Bastón chino
‐ 1 Sortija de corojo y oro
‐ Dientes fósiles de gran tamaño
‐ Piedras preciosas
‐ 1 Arca cepillo usado por el club 27 de noviembre en Kay West para recoger
fondos para la guerra de independencia.
‐ Reglamentos
‐ Fotografías
‐ Esponjas
La diversidad de la donación nos da la posibilidad de juzgar que no existía una
línea unida para la exposición que se realizaba en este museo, lo que no debe
asombrarnos pues tanto en el caso del Museo de Santiago de Cuba, como en este

56
museo de Cárdenas, no existían un conocimiento amplio de las actividades
museológicas y en ambos museos que se fundan con el objetivo de dar más prestigio
a la localidad consideraba que exhibiendo cualquier objeto raro o curiosidad cumplía,
el museo, con su función. Sin embargo, en el caso del museo de Cárdenas se percibe
que las colecciones relacionadas con la Historia Natural están perfectamente
identificadas y catalogadas.
En enero de 1900 el museo, aún no inaugurado, recibe una importante donación:
el primer ejemplar de Zun zún que capturó y taxidermia Juan Cristóbal
Gundalch. La donación realizada por Juan de Faz, a quien el sabio le
entregó la pequeña ave en 1890 daba continuidad, quizás sin proponérselo,
a la tradición museológica cardenense. Acompañaban a la pequeña ave dos
cartas autógrafas del científico. Poco después se recibía de manos de Julio
Cazimajou, un Querequeté preparado en 1890 por Gundlach en Varadero.57
Estas excelentes piezas aún hoy se exhiben en el museo.
La donación de Francisco Blanes, luego de fundado el museo promueve el
incremento de sus fondos, independien-temente de las relaciones que existían entre
los patrocinadores de la instituciones con personalidades que habían participado en
las guerras de independencia, entre ellas, merece destacarse a Máximo Gómez, el
Generalísimo, con el que Rojas se cartea solicitándole objetos históricos para las
colecciones del museo, todo ello permitió que las gestiones a favor del incremento de
las colecciones en el museo no solo se realizaría
sólo por interés filantrópico, sino que significaba
prestigio individual ante la población. No solo se
recibían piezas de los alrededores, sino que
incrementaron los fondos del museo, objetos
procedentes de todo el país e inclusive del
extranjero, de esta forma el museo se nutrió de todo
aquello que llegaba, formándose colecciones muy
MUSEO OSCAR MARÍA DE ROJAS
COLECCIÓN MALACOLOGÍA disímiles.

57
La comisión promotora inicia una ardua
labor para obtener objetos para las
colecciones del museo, entre otras
solicitudes vale la pena mencionar la
petición de colecciones y gabinetes
realizada a sociedades, colegios, entre ellas
a la Sociedad Anónima, colegio San Luis
Gonzaga, quien presta al Gabinete de
MUSEO OSCAR MARÍA DE ROJAS Física e Historia Natural para que sea
SALA PRECOLOMBINA
expuesto entre las colecciones que poseía
esta institución. En el periodo que comprende de 1933-1959 ha muerto el director del
museo por lo que se pierde el impulso que había existido en años anteriores, lo que
trae como resultado que la institución cae en un abandono total. La comisión creada
para la obtención de colecciones se ha disuelto, el museo no incrementa sus fondos
situación que se mantiene hasta 1973, con la apertura de la Casa Natal de José
Antonio Echevarria, como sección de historia del museo, estos años hasta 1979,
sirvieron para estudiar cada objeto que tenía el museo y poder así decantar toda una
cantidad de piezas que existían en el museo y que no poseían la categoría de objeto
museable. Este trabajo arrojó un total de 70 colecciones, algunas de ellas confinadas
al almacén, pero la mayoría con vistas a ser expuestas en la próxima apertura.
Si el Museo Bacardí fue el primer
museo de carácter general abierto en
nuestro país con colecciones mixtas, el de
Cárdenas fue el primero fundado en Cuba
con dinero del gobierno municipal, ya que el
museo de Santiago de Cuba fue inaugurado
por gestión privada. El Museo de Cárdenas
fue el primero que contó con un edificio
erigido especialmente para albergar sus
MUSEO OSCAR MARÍA DE ROJAS
SALA DE LOS FUNDADORES colecciones en 1918.

58
- Museo Antropológico Luis Montané Dardé. Universidad de La Habana.

A diferencia del siglo XIX, en el XX se vio impulsada otra vertiente del


coleccionismo, que fue la de arqueología aborigen, Ya se hizo mención de la
personalidad de Miguel Rodríguez Ferrer, geógrafo español, quien donó el Ídolo de
Bayamo al Museo de Historia Natural de la Universidad de La Habana, en este siglo
decimonónico, la arqueología aún no se estudiaba como una ciencia con objeto de
estudio propio, estaba concebida su estudio a través de la antropología, que en el país
estuvo influenciada por la tendencia historicista del positivismo y por las teorías
evolucionistas de Darwin. Los introductores de estas tendencias estuvieron formados
en Europa, el Dr. Luis Montané Dardé (1849-1936) graduado de Antropología en la
Universidad de París y Don Carlos de la Torre.

COLECCIÓN ORENCIO MIGUEL COLECCIÓN ORENCIO MIGUEL


ÍDOLO DE BANES MUSEO INDOCUBANO

En los primeros cincuenta años hubo connotados coleccionistas entre los que
sobresalen: Eduardo García Feria (1871-1941) en Holguín, junto a su hijo José García
Castañeda , Federico Rasco Ruiz en Pinar del Río a quien se le debe el dujo de
Jauco, objeto que es una auténtica bandeja de ceremonia, construida de guayacán,
Orencio Miguel, con la excelente colección que hoy exhibe el Museo Indocubano de

59
Banes, Holguín y el doctor Bernardo Utset en Manzanillo, sólo por mencionar algunos
que se destacaron en esta labor coleccionista y del estudio de la arqueología.
En 1902, siendo Enrique José Varona,
secretario de instrucción pública, firmó la
orden 226 en la que con respecto a la
Universidad, dispuso la creación de centros
de prácticas en todas las escuelas y la
creación y apertura del Museo
Antropológico y del Museo de Historia
Natural, el Jardín Botánico, el Laboratorio, el
SALA PRINCIPAL Museo de Mineralogía y el de Zoología o
MUSEO LUIS MONTANÉ
Museo Felipe Poey. En este último, en
1907, se depositaron los restos del insigne naturalista.
Durante el período de ocupación militar en
la isla (1899-1902) se produjo un proceso de
reorganización de los planes de estudios y las
cátedras universitarias. Producto de ello se
creó, en 1899, la Cátedra de Antropología y
Ejercicio Antropométricos, a cargo del Dr. Luis
Montané y Dardé; que inició sus funciones el 7
de julio de 1900 con dos cursos para los
MUSEO LUIS MONTANÉ
DUJO estudiantes de Derecho, uno de Antropología
Jurídica y otro de Antropología General, con
campos delimitados. La fundación de dicha cátedra alentó la creación de un museo y
biblioteca con el objetivo de conservar el patrimonio antropológico del país y organizar
mejor la enseñanza. De este modo el 29 de junio de 1903 se inauguró, por acuerdo de la
Facultad de Ciencias y Letras, el Museo Antropológico Montané, cuyo nombre honró la
amplia labor desplegada por Luis Montané en el campo de la antropología, quien
además compartió la responsabilidad de su dirección con Arístides Mestre Hevia.
Se estructuró en diversas secciones atendiendo a la naturaleza de sus colecciones:
Antropología Zoológica, Antropología Física, Prehistoria Europea, Etnología del Antiguo

60
Continente, Etnología Americana y de Cuba; y
Aborígenes de Cuba y de las Antillas. En esta
institución se formaron algunas de las figuras más
destacadas en el campo de la antropología y la
arqueología cubanas de la primera mitad del siglo XX
como Carlos García Robiou (1900-1960), René
Herrera Fritot (1895-1968) y Fernando Ortiz
Fernández (1886-1969), entre otros.
El museo Antropológico Montané fue sede de la
Comisión Nacional de Arqueología desde 1937
hasta 1946. Desde esta comisión se editó, con
MUSEO LUIS MONTANÉ frecuencia trimestral, la Revista de Arqueología. Este
ÍDOLO DEL TABACO
órgano jugó un papel fundamental en la divulgación
de diversos temas asociados a la antropología, recogió en sus páginas los
trascendentales hallazgos arqueológicos realizados en el momento, de los que
procedieron muchas de las piezas que integran la colección del museo.
En el documento se expresa que esta colección podía ser adquirida por 200
pesos, aunque su valor real era mucho mayor. Entre otras colecciones importantes
pertenecientes al Museo están la de M. R. Harrington y la de Baisi Facci, que
contienen valiosos objetos principalmente de Banes; las de Bencomo y Navarrete,
todas con objetos arqueológicos de Cuba.
Por gestiones del doctor Herrera
Fritot en el año 1936 fue adquirida de su
último propietario, el señor Snider para el
Museo Antropológico Montané, un hacha
de ceremonia. Este ejemplar, localizado
en 1860 por el Capitán del Ejército
Español, Don Lucas Xuajardo, en una
loma de Holguín; se trata probablemente

MUSEO LUIS MONTANÉ


COLLARES DE PIEDRA

61
de uno de los ejemplares más perfectos encontrados en las Antillas.
La institución se mantuvo abierta durante toda la república, excepto en los
momentos en que la Universidad se veía afectada por los movimientos revolucionarios
estudiantiles, ferozmente controlados por los gobiernos dictatoriales.
Quisiéramos apuntar que, al margen que el Museo Luis Montané fuera fundado
por Decreto para formar parte de instituciones vinculadas a la Universidad de La
Habana, haciendo un justo juicio de su labor, de sus colecciones, de los científicos
que aportaron sus colecciones, los que se formaron en sus salas, es un Museo que
puede, sin temor a equivocarnos ostentar la categoría de Museo Nacional de
Antropología.

- Museo Nacional de Cuba, La Habana

En 1910, el gobierno de José Miguel Gómez, nombra al arquitecto Emilio Heredia


Comisionado Honorífico, con la tarea de fundar un Museo Nacional en ese mismo año
Heredia publica en el diario habanero “La Discusión” una carta pública anunciando su
propósito y recabando la colaboración de todos aquellos interesados en su gestión. A
partir de aquí se crean las bases de la institución y se promueve la formación de las
colecciones.
En esta etapa inicial llama la atención la relación que se establece entre la acción
oficial y las iniciativas individuales, dada a través del carácter “honorífico” con que el
gobierno de Gómez inviste a Heredia y las gestiones independientes de todo sustento
oficial que comienza a realizar el propio Heredia, luego de la publicación de la carta
pública en el Diario La Discusión. Esta será la nota distintiva que caracterizará la
evolución de esta institución a lo largo de casi 40 años.
La creación del Museo Nacional data del 23 fe febrero de 1913, amparado por el
Decreto Ley No. 183. La apertura de este museo al público se produce el 28 de abril
de ese mismo año y se debió al esfuerzo del arquitecto Emilio Heredia Mora, que con
su interés intelectual, nacionalista, hace realidad uno de los hechos culturales de
mayor importancia durante este período. Ya se habían fundado en 1919 la Academia
Nacional de Historia y la Academia Nacional de Artes y Letras, según afirma José

62
Linares, la creación de estas instituciones tienen influencia en la decisión final de la
apertura de un museo nacional, se le había encomendado a Emilio Bobadilla que
redactara un proyecto de organización para llevar a cabo este empeño. Es indudable
que la inauguración del Museo Nacional no se produjo en una coyuntura política
cultural favorable y va a ser reflejo vivo del panorama histórico cubano de aquel
momento pues el Museo surge y se deshace en repetidas ocasiones en una época
convulsa y deprimente que caracterizó a los primeros cincuenta años de nuestra
historia
El Museo Nacional puede delimitarse en períodos: 1910-1955 y 1955-1959,
ambos períodos perfectamente diferenciados: el primero se destacará por la acción
personal de prestigiosos intelectuales enfrascados en la inmensa labor de rescatar del
olvido las posibles “reliquias” del pasado, formando las colecciones disímiles que tenía
el museo; el segundo período estará marcado por un interés coleccionista, mucho más
estructurado, pero con un fuerte carácter clasista, los donativos y las primeras
exposiciones que se realizaron , luego de la inauguración del Palacio de Bellas Artes,
así lo demuestran.
La sede inaugural se ubicó en el inadecuado edificio del frontón Jay-Alai, de la
calle Lucena esquina a Concordia. Dos años más tarde, el doctor Heredia Mora, pide
el traslado del museo para la Quinta de Toca, ubicada en Carlos III, debido a las
pésimas condiciones en que hallaba el local anterior, luego de una costosa reparación,
abre, nuevamente sus puertas en 1917.
Un año después asume la dirección del museo el profesor y pintor cubano
Antonio Rodríguez Morey, este año se caracteriza por el cierre y la apertura del museo
en repetidas ocasiones. Cuando se produce su reapertura en 1919, una nueva crisis
amenaza la existencia del Museo Nacional, pues su sede, la Quinta de Toca, es
arrendada por el gobierno y vendida a la orden religiosa Hermanos Lassalle para el
embellecimiento de un colegio. Este hecho conmociona a la ciudadanía y provoca una
demostración de la conciencia intelectual de quines lo protagonizaron, el Director del
Museo, dos estudiantes y otros empleados quines organizan la resistencia al desalojo,
empuñando armas de la Primera Guerra Mundial que pertenecían a los fondos de la
institución. Uno de los estudiantes es el comunista cubano Julio Antonio Mella.

63
Sobre el desalojo a que fuera sometido el Museo Nacional, Emilio Roig, en su
constante labor periodística dice, en uno de sus artículos:
En el mes de octubre de 1923 la Secretaría de Instrucción dejó dolosamente
de pagar el alquiler en que se encontraba instalado a fin de facilitar al dueño
el desahucio del Museo y la venta del edificio a los Hermanos de La Salle,
que lo adquirieron para establecer su colegio.
La casa donde se hallaba en la calle Aguiar, la alquiló la Secretaría para
almacenar los objetos históricos y artísticos que el Museo poseía y los
cuales pudieran ser exhibidos, a pesar de lo inadecuado y reducido del
local, gracias a la diligencia demostrada por su director, Antonio Rodríguez
Morey. Ha padecido el Museo el mismo proceso de disminución de sus
consignaciones (…).58

MUSEO NACIONAL EN LA MUSEO NACIONAL EN LA


QUINTA DE TOCA QUINTA DE TOCA
L
a destacada labor de Rodríguez Morey en cuanto a la conservación y cuidado de las
piezas que poseía el museo, amontonadas luego del desalojo, en el campamento
militar de Columbia, es lo que posibilita que no se extravíen los fondos que habían
sido posibles atesorar. Así queda clausurado el museo, una vez más, el 23 de febrero
de 1923. El interés del director por encontrar un nuevo local da como resultado, que,

64
en menos de un año, se encuentre un viejo
caserón, incómodo, inadecuado, situado en la
calle Aguiar No. 108 y medio, donde
permanecerá por treinta años.
La gestión personal de Emilio Heredia y
Antonio Rodríguez Morey hacen posible la
recuperación de piezas que integrarían los
MUSEO NACIONAL EN LA fondos del museo.
QUINTA DE TOCA
Cuando el museo abre sus puertas cuenta
ya con una considerable cantidad de objetos, que tendrían las mismas características,
desde el punto de vista de su selección, que los museos inaugurados anteriormente,
particularmente con el Emilio Bacardí y el Oscar María de Rojas. En el inventario más
antiguo que se conserva se refleja:
- Donativos de pintura colonial cubana realizada por los Esculapios de
Guanabacoa. El convento de Santa Clara y algunos particulares.
- Reproducción en foto-carbón del techo de la Capilla Sixtina.
- Una partida del periódico El Mundo de 1905.
- Grupo de medallas masónicas de fines del siglo XIX.
- Un huevo de avestruz con escenas mitológicas y monogramas.
- Maletín de campaña de Francisco Gómez Toro.
- Himno original “La Bayamesa” de Francisco Figueredo dedicado por el
autor a la Srta. Adela Morell, fechado el 10 de noviembre de 1869.
- Microscopio que utilizó Carlos J. Finlay.
- Carta de Ignacio Agramonte a Amalia Simoni.
- Escribanía donde se redactó el Manifiesto de Montecristi.
- Bote en el que cruzó la Trocha de Júcaro a Morón el General Antonio
Maceo.
- Figura de biscuit de Bohemia, marca Volkstadt.
Como se puede observar se unen varias colecciones dentro de los fondos del
museo: objetos históricos, artes plásticas, numismática, se mezclan objetos originales
con reproducciones, heredado del coleccionismo enciclopedista del XIX, lindando con

65
los gabinetes de curiosidades. Los objetos de valor histórico relacionados con
nuestras guerras independentistas del siglo anterior, son conservados a manera de
“reliquias” sin relación entre sí.
De nuevo, Emilio Roig, se expresa en la Revista Carteles sobre el tema en
cuestión:
Un solo Museo sostiene el Estado, si es que puede llamarse Museo al
amontonamiento en una casa pequeña y de propiedad particular, de las
grandes y muy valiosas cantidades de objetos históricos y artísticos que
posee ese establecimiento público de cultura, fundado durante el gobierno
del presidente José M. Gómez en 1913, por Emilio Heredia. Y tampoco
cuadra calificar de sostenimiento económico la miserable consignación
señalada al Museo Nacional.
Alguno museos municipales o particulares existen en la República,
sobresaliendo, entre otros, por su riqueza de fondos los de Santiago de
Cuba y Cárdenas, pero no disfrutan de la debida atención ni de créditos
para su funcionamiento y aumento59
En una visita realizada al museo en 1942, Gerardo Castellanos, escribe sobre el
estado desastroso en que se encuentra el edificio y agrega sus consideraciones con
relación a cómo están expuestas las colecciones:
…objetos capaces de distraer a los más exigentes visitantes a dar luces a
los buscadores de enseñanza… (…) por olvido de la importancia e
influencia de los museos con la cultura de los pueblos, forman un montón
casi uniforme de objetos; unos sobre los otros, a veces apilados,
obstruccionando el camino, empolvados en habitaciones sin luz. ¡Pena da
andar por entre ese cúmulo de manifestaciones de arte, riquezas y
habilidad humana!.60
La opinión de ambos intelectuales cubanos coincide punto por punto: valiosas
colecciones sin ningún amparo oficial, El propio Roig de Leuchsering confirma lo
expuesto sólo el Museo Nacional tenía “teóricamente” una asignación estatal para su
funcionamiento.

66
En la década del 40 el Museo poseía dos secciones fundamentales: Historia, que
como se refleja en el diccionario Enciclopédico Ilustrado Cuba en la Mano, contenía
tanto objetos personales pertenecientes a nuestros patriotas de las guerras de
independencia, de grandes poetas, músicos, escritores y científicos cubanos, como
los relacionados con la etnografía, así como “ objetos de curiosidad, nacionales y
extranjeras” y la sección de Bellas Artes, que contenía objetos originales de maestros
de la antigüedad, Murillo, Valentín, Carlos Van Lee, Zurbarán, Tintoretto, como
reproducciones de obras de Goya, Velázquez, El Greco, Botticelli, Rubens; “cuadros
de pintores extranjeros contemporáneos”, entre ellos, Delacroix y Madrazo, los que se
relacionan los de nuestros primeros pintores: José Nicolás de Escalera, Vicente
Escobar, Peoli, Landaluce, Guillermo Collazo, Melero y otros. Se incluye también en
esta sección de Arte: Esculturas, grabados antiguos y modernos, medallas, colección
de cerámica, cristales, bronces, marfiles, joyas, miniaturas, hierros, además, muebles,
tapices y bordados.
El coleccionismo privado en muy raras ocasiones se vinculó con los museos que
existían. Las colecciones de arte que logran reunir son fruto del interés de sus
directores, las grandes colecciones privadas cubanas, relacionadas con las artes, en
sentido general, se exhibían, en las casas de sus propietarios.
El 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista comienza su segunda dictadura en el
país y aprovecha la situación de desamparo en que se encuentra el museo para
impulsar una campaña de demagogia cultural por lo que firma el Decreto Ley 1317 del
26 de febrero de 1954 creando el Patronato de Bellas Artes y Museos Nacionales.
El primer proyecto para el edificio data de 1925, según nos asevera Linares
Ferrera, realizado por los prestigiosos arquitectos Emilio Govantes y Félix Covarroca,
respetaba la tradición ecléctica e introducía, como elemento importante, la
incorporación, al proyecto de algunas de las preexistencias arquitectónicas del
Mercado de Colón. Este proyecto no se llevó a cabo y fue objeto de numerosas
polémicas durante la época sobre lo adecuado o no de respetar las arcadas originales
del edificio anterior.61 En 1949, se retoma la propuesta de la construcción del museo y
el Ministro de Obras Públicas, arquitecto Manuel Febles, propone una nueva solución
bastante cerca a la propuesta inicial, tampoco fue ejecutada.

67
En 1951 el Patronato de Bellas Artes determina realizar el proyecto propuesto por
el arquitecto Alfonso Rodríguez Pichardo, desechando el proyecto inicial realizado por
los reconocidos arquitectos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas y en el año de la
conmemoración del Centenario del natalicio de José Martí se inaugura con la Segunda
Bienal Hispanoamericana de Arte, el recién bautizado Palacio de Bellas Artes. A
pesar del interés gubernamental en lograr una Bienal exitosa, los intelectuales de la
vanguardia cubana organizan una anti-bienal en el Lyceum de La Habana como una
muestra de repudio al gobierno de facto.
Esta nueva ubicación del Museo Nacional en el Palacio de Bellas Artes
representa un cambio en la concepción del museo que hasta el momento se seguía en
el país, pues la construcción de un edificio para estas funciones, que resultó para
algunos ostentoso, desproporcionado y poco funcional, marcó una huella en la
evolución de los museos en Cuba, podemos afirmar que la construcción, concepción y
despliegue de esta edificación marcará un hito en la historia del museo en Cuba, a
partir de la apertura del entonces llamado Palacio de Bellas Artes, el país entrará con
una concepción museológica que estará acorde a las exigencias del mundo
contemporáneo en la temática del museo y sus funciones.
De este nuevo edificio Loló de la Torriente escribió un artículo en la revista
Carteles del 18 de noviembre de 1959 “resultó feo, grandote, inadecuado, para
nuestras necesidades y nuestro clima. Con galerías enormes, techos altísimos y sin
locales ah-hoc para oficinas, carpinterías, ventas, publicaciones.”
El Museo Nacional ya tenía, entonces, un edificio propio. Sin embargo, Marta
Arjona afirmó:
Ni aún el Museo Nacional reinstalado en el flamante Palacio de Bellas Artes
en 1954, vano intento de la dictadura por demostrar su preocupación por las
bellas artes, respondía técnicamente a su condición de museo, ya que el
local no tenía almacén, no contaba con un taller de restauración
propiamente, ni poseía departamento de investigación. Quiere esto decir
que era un edificio para exposiciones y no verdaderamente un museo, aún
cuando fue construido expresamente con ese propósito.62

68
Esta opinión de la doctora Arjona Pérez se enmarca en un análisis que realiza
sobre los museos que existieron antes del Triunfo de la Revolución y la desidia oficial
permanente que tuvieron estas instituciones museables. No olvidemos que la autora
fue protagonista de estos hechos y que, además, fue una destacada intelectual, de
izquierda que no pudo estar de acuerdo con los intentos del entonces Presidente de la
República, Fulgencio Batista. Sin embargo, tuvo razón, el museo adoleció de poseer
estos espacios, necesarios para su buen funcionamiento, pero estos criterios los
manejamos hoy con facilidad pues son indispensables para poder desarrollar una
adecuada acción museológica
Evaluar un edificio de esta naturaleza, que había sustituido en la franja de las
murallas de La Habana, al antiguo mercado de Colón fue un desafío. Siempre es muy
difícil juzgar un hecho de esta envergadura, donde somos protagonistas, de manera
equitativa. Sobre la construcción del edifico también se pronunciaron figuras
importantes de nuestra intelectualidad con menos crudeza y con asombro y
beneplácito, por ejemplo, Alejo Carpentier escribe el 26 de mayo de 1957:
He tenido la sorpresa, en mi reciente paso por La Habana, de hallar un
hermoso edificio moderno, donde se alzara, antaño, el pintoresco y
maloliente Mercado del Polvorín; allí se encuentra, ahora, el Palacio de
Bellas de Artes de La Habana (…) En las salas consagradas a la plástica,
puede contemplarse un panorama completo de la pintura cubana
contemporánea y de su escultura, sin olvidarse la producción de los
precursores (…). No echen de menos, los viejos habaneros, la presencia del
vetusto mercado del Polvorín!. (…). A cambio de él, posee ahora la ciudad
uno de los mejores museos del continente.63
Al final, luego de polémicas a favor y en contra, Linares Ferrera demuestra que ni
aún el proyecto propuesto y ejecutado para Palacio de Bellas Artes, por Rodríguez
Pichardo fue realizado en su totalidad. Llega, entonces a nosotros, en la palabra del
profesor Enrique Caravia, su apreciación:

69
Pero entre los arquitectos hay quienes construyen eliminando todo adorno y
dejándose dominar por la estructura del edificio, y componen tratando de
lograr un conjunto armonioso con las calidades o textura de los materiales.
Este grupo generalmente tiene una formación científica y es de cultura
artística limitada. Otro grupo quizás utiliza como complemento de sus obras
a sus hermanas en la Bellas Artes: la Pintura y la Escultura.64
Cuando el Museo Nacional ocupa el
Palacio de Bellas Artes comienzan a
llegar donaciones de grandes
coleccionistas privados, por gestión del
doctor Octavio Montero Saladrigas,
presidente del Patronato de Bellas Artes,
se instala una galería de pinturas, se
expone la colección que había
pertenecido a la Escuela de Pintura y
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
EN LA ACTUALIDAD Dibujo de San Alejandro, que había sido
transferida en 1913 cuando se fundó la
institución. Consta, en sus archivos, que se recibió un importante legado del Sr.
González Carvajal con la colección de pintura de Eugenio Lucas Velázquez. Más
tarde, se exhibirá la famosa colección de arte de la Antigüedad de Joaquín Gumá
Herrera, Conde de Lagunillas, que aún
hoy se muestra como una de las más
completas en nuestro continente. Esta
exposición se inaugurará el 30 de junio de
1956, en la concepción expositiva de la
misma participaría el propio Dr. Joaquín
Gumá Herrera y el Dr. Francisco Prat
Puig. Asistiría como invitado el Dr.
Dietrich von- Bothmer del Metropolitan

COLECCIÓN CONDE DE LAGUNILLAS.


Museum of Art, que, como ya se señaló,
1956

70
había estado muy relacionado con el Conde de Lagunillas.
Aumentaron los fondos arqueológicos
provenientes del trabajo que realizó, durante
años, el grupo Guamá.
La existencia del Patronato de Bellas
Artes y el Museo Nacional propician que el
incremento de las colecciones se vaya
haciendo con una mayor selectividad,
comienza el aumento de los fondos de artes

COLECCIÓN DE ARQUEOLOGÍA
plásticas relacionadas con la pintura
europea; en 1955 se inaugura la sala
permanente relacionada con la pintura cubana, como resultado de los múltiples
salones realizados desde la década del 30 en La Habana. El personal que trabaja en
el museo se va especializando: se nombra un conservador de la sala de arte, un
técnico de exposición y un coordinador de prensa de la institución.
En agosto de 1958 se inaugura la sala “Julio Lobo”, el acaudalado azucarero
incrementa los fondos de la institución con 27 cuadros de grandes pintores europeos
del Siglo XV al XIX.
La Habana cuenta entonces, con un edificio moderno para su época, insertado
dentro de la trama urbana, que trató de acercarse a las propuestas que se estaban
desarrollando a nivel mundial en relación con la construcción de edificios para
museos, siempre nos asombrará, entre otros elementos, la rampa situada al final de la
entrada principal, que comunica verticalmente los diferentes pisos que posee el
inmueble, una versión cubana de lo que fuera la gran espiral que proyectó Frank Lloyd
Wright para el Museo Guggenheim en Nueva York y que fuera inaugurado en 1959;
nuestra edificación, entonces, se yergue, altiva, sobria, racionalista y ha sabido
desafiar, con su presencia y con su inmensa labor, la crítica del tiempo. Quizás, para
terminar la antaña polémica, en la restauración que se le realizó a fines de la década
del Siglo XX, se encontraron debajo de las piezas de mármol de la entrada, arcadas
pre-existentes que le sugieren a Linares Ferrera, dos explicaciones: o no se derrumbó
totalmente las arcadas del antiguo Mercado de Colón o pertenecen al proyecto inicial

71
que se comenzó a ejecutar parcial y lentamente y que realizaron la función de soporte
estructural de la viga de apoyo del mural de cerámica situado en la parte superior del
vestíbulo principal. . La decisión tomada, ante este hecho importante, fue incorporarlo
a la imagen de la fachada. Digamos, entonces, que se hizo justicia.

- Museo Casa Natal José Martí

El 10 de diciembre de 1900 se fundó


la “Asociación de señoras y caballeros por
Martí” con el propósito de adquirir la casa
donde naciera José Martí y crear un
museo a su memoria, así cumplían la
promesa realizada a los emigrados
revolucionarios de Cayo Hueso, antiguos
compañeros de Martí.
A pesar del interés de esta
CASA NATAL JOSÉ MARTÍ
Asociación que adquirió el inmueble en
1901, sólo lo lograron 24 años después. El rescate del edificio se llevó a cabo con el
resultado de colectas públicas y donativos particulares. Fue un museo que mitificó la
figura de José Martí, Marta Arjona lo define: “Su casa natal era un museo de tonos
rosa, donde se exhibían sus objetos personales, se leían sus poemas y se hablaba de
su participación en la guerra de
independencia, soslayando la raíz de su
proyección.”65
Ante este comentario, merece
realizarse una observación: Martí cae en
Dos Ríos en, lo que más se conoce de su
vida intelectual está relacionado con La
Edad de Oro, su periodismo, sus
actividades revolucionarias y creación del
CASA NATAL JOSÉ MARTÍ

72
partido Revolucionario Cubano, conocidos por todos
y su desprendida actitud ante cualquier circunstancia
que lo separara del objetivo de alcanzar la libertad
de Cuba, era razón más que suficiente para mitificar
su figura. Los estudios de la obra de José Martí se
realizaron luego de su muerte, el análisis de su
pensamiento político ha sido una constante en la
investigación de figuras de renombre intelectual y
político durante todo el Siglo XX; aún hoy se sigue
en esa labor.
José Martí no fue un hombre del siglo XIX, fue
CASA NATAL JOSÉ MARTÍ un hombre que, se adelantó, con su pensamiento y
RETRATO DEL APÓSTOL
acción a la época que le tocó vivir, por lo que es
razonable que a la fundación de este museo, los objetos que se comenzaron a
coleccionar, estuvieran relacionados, en principio con su niñez y que fueran, de a
poco, conformando una colección que representaría la vida del Apóstol. No es posible
pedir que en la República, y particularmente en 1925, a muy pocos años de su muerte,
se pudiera considerar el revolucionario pensamiento martiano; lo que no es
justificable, bajo ningún concepto, es la pereza oficial en que se mantuvo este Museo
por tantos años y sí es destacable el hecho que por el interés ciudadano hayamos
podido, conservar su Casa Natal.
Sobre el tema en cuestión se pronuncia Emilio Roig de Leuchsenring en la revista
Carteles, en un artículo que titula “Misérrimas consideraciones presupuestadas de
Bibliotecas, Museos y Archivos”.
(…) pues el llamado Museo Martí, o sea la Casa Natal del Apóstol, es la mínima
expresión de museo, ya que en él son escasísimas las reliquias de Martí que se
conserva. Y un solo archivo.
Las valiosas colecciones de Santiago de Cuba y de Cárdenas no reciben del Estado
un centavo.
El Museo José Martí goza (¿?) de $2, 090.00 para un conservador que es a
su vez mecanógrafo y guardián diurno, un copista, que es a su vez

73
mensajero y mozo de limpieza. A pesar de estos empleados tenemos noticia
de que el Museo José Martí sólo abre al público en muy contadas ocasiones
al año. Cuenta para material de escritorio, limpieza y gastos diversos
$240.00.66

CASA NATAL JOSÉ MARTÍ CASA NATAL JOSÉ MARTÍ


OBJETOS PERSONALES OBJETOS PERSONALES

Con esta opinión de Emilio Roig no puede extrañarnos que en la década del 40 el
museo cierra por la desidia oficial pues la exigua ayuda económica que recibía no
cubría los gastos de la institución. Se mantiene cerrado hasta 1964, donde reabre sus
puertas con otro enfoque mucho más cercano a la personalidad del revolucionario
cubano.

‐ Museo Francisco Javier Balmaseda, Remedios, Villa Clara

El museo Francisco Javier Balmaseda fue inaugurado el 24 de febrero de 1933,


en el centro mismo de la Isla, en la ciudad de Remedios. La iniciativa se debe al Dr.
Carlos A. Martínez Fortún, quien lo propuso, a través del periódico local “El Faro”. Se
creó una Asociación pro-museo que sería la que se encargaría de las cuestiones
organizativas previas a la fundación de la institución.

74
Por donación personal de Rogelio
Espinosa, se obtuvo la casa situada en
Maceo ·32, poniendo como condición a su
donativo que el museo llevara el nombre de
su padre. El Museo funcionó bajo la
presidencia del Patronato que dirigía
Martínez Fortún, sólo estaba abierto al
MUSEO FRANCISCO JAVIER público los sábados pues no se le asignaron
BALMASEDA
fondos para contratar a un personal fijo, las
actividades del museo la desarrollaban, gratuitamente, miembros del Patronato que lo
amparaba.
Las colecciones del museo se conformaron
a través de donaciones realizadas por los
vecinos del lugar, entre ellos se destacan
documentos, armas relacionadas con las
pasadas guerras de independencia y
arqueología. La figura del Dr. Francisco Javier
Balmaseda fue la que impulsó las acciones para
que se formaran las colecciones que exhibiría el
museo. Balmaseda, como Emilio Bacardí u
Oscar María de Rojas, fue, en realidad el alma
de la creación de la institución, por tal motivo, se
decidió cambiar el nombre original con que había
sido bautizado, José María Espinosa, y darle el
MUSEO FRANCISCO J. BALMASEDA
VIRGEN MARÍA nombre de aquel que, con absoluta dedicación,
se esmeró en este empeño.

- Museo de la Ciudad de La Habana

La labor realizada por Emilio Roig de Leuchsenring en aras de la protección y


conservación de la cultura cubana es incomparable. Don Emilio, periodista de la

75
Revista Carteles y Social, desarrolló una paciente y sostenida labor que asombra
cuando nos asomamos a ella.
En la reciente publicación del libro primero de su Epistolario, se puede ir
siguiendo lentamente, dentro de la vasta correspondencia que sostuvo con
intelectuales políticos y amigos de esta laboriosa actitud ante el trabajo.
En carta del 1ro de julio de 1936 firmada por el Secretario de la Administración
Municipal, J, Belt, se lee:
El Sr. Alcalde (Guillermo Belt Ramírez, Alcalde de La Habana de 1935-
1936) por decreto de esta fecha, se ha servido nombrar a usted para el
cargo de Historiador de la Ciudad del Departamento Alcaldía con el haber
mensual de $ 2 400”,67
El 28 de enero de 1938 en carta a Herminio Portell Vilá, Roig le comenta del
extraordinario hecho, sin precedentes en la historia de Cuba, de la fundación de una
biblioteca pública, instalada en los bajos del Palacio Municipal, y dice:
en ella tengo a mi custodia, (…) todo el Archivo histórico del Municipio:
Actas Capitulares desde 1550 hasta nuestros días., Actas de la Junta
Municipal, colección de Reales Órdenes, etc.
Además hace consideraciones con respecto a la conservación de estos fondos
(…) una estantería de metal, que ha quedado a la altura de las mejores
hechas en los Estados Unidos. La pared donde se ha colocado dicha
estantería, ha sido preparada especialmente contra la humedad, y la
instalación eléctrica tiene chuchos fuera del local, encajas metálicas con
llave, que guardo yo.68
Continúa explicándole a Portell Vilá la edición de ejemplares de Cuadernos para
la distribución en bibliotecas, instituciones culturales y educativas y a cuantas
personas interesen, sin embargo, es irresistible hacer referencia a la inauguración,
que le comunica se realizará en febrero, sobre la Biblioteca Histórica Cubana, ubicada
en su Oficina con carácter público y cito:
ha de constituir una verdadera originalidad por su organización y
funcionamiento, pues ha de estar integrada:
1. Por tres o cuatro mil volúmenes de mi biblioteca privada (….)

76
2. Por todos los restantes volúmenes de mi biblioteca particular, que
aunque los conservaré en mi domicilio, Cuba 19, serán facilitados
inmediatamente a quienes pidieren (…)
3. Por las bibliotecas particulares de un grupo de amigos como Santovenia,
Llaverías, Gay-Calbó, Peraza, Raquel Catalá, Gerardo Castellanos, Guiral
Moreno, Julio Villoldo, etc., cuyos libros al ser pedidos, se le indicará al
lector que, por no encontrarse entre los libros que figuran en los estantes de
mi Oficina ni en los de la biblioteca de mi casa, podrá consultarlo al día
siguiente; y entonces se envía a buscar a la casa del amigo que lo tenga,
devolviéndolo cuando el lector haya terminado de consultarla.
En esta forma los intelectuales, creo que por primera vez en la historia del
mundo, ponen sus bibliotecas particulares al servicio público, sin peligro ni
riesgo alguno, ya que los libros no serán prestados, sino que tendrán que
consultarse en mi Oficina, bajo la vigilancia estricta de los empleados de
ella.69
La biblioteca se llamaría, finalmente, Biblioteca Histórica Cubana Americana.
Esta extraordinaria idea del Dr. Roig denota la nobleza, el desprendimiento, el interés
por brindar espacios de conocimiento para los interesados. En este proyecto de
Biblioteca pública, Roig se erige como un precursor de los proyectos contemporáneos
de llevar los libros hasta los más recónditos lugares del país. La biblioteca fue
inaugurada el 11 de junio de 1938 con la presencia de importantes intelectuales
cubanos.
En la carta que envía al Sr. Arthur E. Cropp del 26 de febrero de 1940, le informa
del trabajo realizado por esta biblioteca con el objetivo de que sea inscrita en la
Sección de Bibliotecas de la edición del Handbook of Latin American Studies, en esta
larga misiva, sólo señalaremos algunas idea que plantea don Emilio:
aunque establecida en el Palacio Municipal, bajo auspicios y la garantía del
Municipio, es obra de iniciativa privada (…).
Puede considerarse como un ensayo, creemos que el primero en el mundo,
de socialización de la función de las bibliotecas privadas, con carácter
voluntario, puesto que el grupo de intelectuales (…) poseedores de

77
bibliotecas muy nutridas, especialmente de asuntos históricos, ponen todas
sus obras de su propiedad, incluso las más raras y valiosas, a disposición
de todo vecino o visitante de La Habana que desee consultarla. Esta
característica hace que nuestra Biblioteca preste servicio especial, no sólo a
estudiantes- niños, jóvenes y adultos- que la utilizan para complemento de
sus tareas, sino también a los escritores, periodistas e investigadores que
desean documentarse lo más posible para tratar asuntos históricos (…).70
Aunque pudiera suponerse que este es un comentario “curioso”, no es tal, en la
propia concepción del museion ptolomeico, están concebidas las Bibliotecas, sino
¿por qué recordamos con tanta nostalgia la pérdida de la biblioteca de Alejandría?.
Nuestros primeros museos se inauguraron como Museos-Biblioteca, las bibliotecas
poseen colecciones de libros y si la colección es la base de una institución museal,
entonces, una biblioteca, también puede considerarse dentro de esta categoría. Y ya
sobre el futuro museo, encontramos la carta de Roig, dirigida al Dr. Antonio Beruff
Mendieta, del 31 de agosto de 1942:
El Ayuntamiento de esta capital, en sesión celebrada en 13 del corriente
mes de agosto, acordó aprobar la recomendación que le hizo el Alcalde
Municipal, Dr. Raúl G. Menocal, a instancia de la Comisión de Monumentos,
Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, por mi presidida, de
crear el Museo de la Ciudad de La habana, encargándose la dirección del
mismo al Historiador de la Ciudad, para que investido de ese carácter,
realice cuantas gestiones sean necesarias para la organización y
conservación del Museo, así como para que recoja y conserve los
numerosos objetos de valor histórico y artístico que se hallen dispersos en
organismos oficiales o en poder de particulares.
A reserva de disponer de local propio, para cuya adquisición estoy ya
realizando gestiones, será inaugurado el 8 de octubre próximo,
aprovechando la oportunidad de la apertura del Primer Congreso nacional
de Historia, en los locales de que dispone, en el entresuelo del Palacio
Municipal, mi Oficina del Historiador de la Ciudad.

78
Este Museo de la Ciudad de La
Habana, que al fin he logrado lo apruebe
el Ayuntamiento, lo estoy desenvolviendo
y realizando como tú sabes he llevado mi
labor histórica y cultural en el Municipio,
de modo que la función cree en el órgano.
Como supondrás, no cuento por ahora
con presupuesto especial para el Museo,
por lo que he tenido que echar mano de
PALACIO DE LOS CAPITANES GENERALES
SALA AMBIENTADA los medios y recursos indirectos y de los
donativos de particulares e instituciones
oficiales, que han respondido espléndidamente a mis demandas.71
Existen numerosas cartas de Emilio
Roig, solicitando piezas para el Museo, entre
ellas la dirigida al Sr. Mario Betancourt,
Presidente del Patronato Pro Museo de
Ignacio Agramonte de Camagüey de un
ejemplar de cada una de las distintas balas
de cañón que existen en el patio del Hotel
Camagüey, para el Museo de la Ciudad de La
Habana. (…) Para nosotros sería un honor
poder exhibir durante los días-8 a 28 de
octubre- en que ha de celebrarse los tres
congresos históricos que estamos
organizando- Primer Congreso Nacional de
Historia, Primer Congreso Internacional de
SALÓN BLANCO
Archiveros, bibliotecarios y Conservadores de
PALACIO DE LOS CAPITANES
GENERALES Museo del Caribe y Primer Congreso
Municipal Interamericano- algunas reliquias- con carácter devolutivo, desde luego, del
inmortal Ignacio Agramonte, y yo me permito hacerle oficialmente, en nombre del

79
Municipio de La Habana, la solicitud del préstamo de esas reliquias, garantizándole la
absoluta integridad sobre las mismas.72
Emilio Roig mantuvo una estrecha relación con los directores de los museos ya
fundados y los que están por fundar, como es el, Museo Ignacio Agramonte, que se
inaugura en la década del 50. Mario Betancourt responde a esta solicitud de Emilio
Roig en carta fechada el 7 de octubre de 1942:
ofrecer a usted distintas cartas manuscritas de Ignacio Agramonte, el reloj
que él usaba, un alfiler de corbata de perlas de su uso personal, un cuadro
con el árbol genealógico de la familia, etc., que ella conserva73 en su poder
hasta que el Museo de Camagüey se establezca (…).”74
En este primer libro publicado hay diversas cartas brindándole donaciones para
el Museo de la Ciudad, sería imposible transcribirlas todas pero sí nos interesaría
destacar que, dentro de las múltiples condecoraciones que obtuvo, como
reconocimiento de su obra, está, también su inscripción en la Enciclopedia Biográfica
del Mundo, en la edición de 1943, carta enviada al Dr. Roig por S.A. Kaye del 22 de
diciembre de 1942.
Y ya en 1943, Oscar Soto,
Secretario de la Administración, le
comunica que por decreto del
Alcalde Municipal, que la plaza de
Historiador de la Habana, de la
Oficina del Historiador de la Ciudad,
del departamento de Cultura y
Turismo, aparece con el nombre de
Historiador de la Ciudad y Director

DESPACHO DE EMILIO ROIG. ENTRESUELO


del Museo de la Ciudad.75
PALACIO DE LOS CAPITANES GENERALES

En 1955 es invitado a representar al museo para la Reunión por el Cincuenta


Aniversario de Sociedad de Museos de Estado Unidos que se celebraría en
Washington D.C. de1 al 3 de junio de ese mismo año.

80
Por último, no queremos dejar de mencionar la donación que realizó Alba de
Céspedes y Bertini, hija de Carlos Manuel de Céspedes de: “una cabeza moldeada
por el hijo del prócer, del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes”76. Esta carta
está fechada el 26 de octubre de 1956 y firmada por el Dr. Charles A. Mendiola.
La labor infatigable del Dr. Roig hace que se cree por Decreto del Alcalde
Municipal, Raúl G. Menocal, la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares
Históricos y Artísticos Habaneros, dentro del Programa General de trabajo, citamos,
brevemente:
1. Defensa, conservación y restauración de edificios, monumentos y piezas
de valor histórico y artístico.
2. Defensa, conservación y restauración de bienes muebles.
3. Gestionar la construcción de edificios propios, adecuados y permanentes
para la instalación de la Biblioteca, el Museo, el Archivo Nacional,
creándose las carreras de bibliotecario, archiveros y conservador de
museos.
4. Creación del Museo de la Ciudad de La Habana.
En el artículo comentado se
hace especial mención al proyecto
del Museo de la Ciudad. Se
explican las gestiones que se han
realizado para la adquisición de
objetos, entre ellos, se menciona la
adquisición de un sillón de la
Audiencia de La Habana durante la
SALÓN DE LOS ESPEJOS
PALACIO DE LOS CAPITANES GENERALES época colonial y a sugerencia de
Evelio Govantes se pide la compra
o alquiler de una casa para el museo y la consignación de un crédito mensual para la
adquisición de objetos.77
Ya había sido aprobada por Decreto Ley 613 del 23 de octubre de 1934
Monumento Nacional a la Catedral de La Habana y los edificios que la circundan78.Y
mucho más nos propone el sabio:

81
Podrán ser clasificados como monumentos históricos por la Comisión
Nacional los objetos mobiliarios,
muebles propiamente dichos o
inmuebles por su destinación, cuya
conservación presente un interés
público desde el punto de vista
histórico o del arte. Si los objetos
mobiliarios pertenecieran a
particulares, la clasificación podrá
hacerse con el consentimiento del
propietario y a falta de este, por
GALERÍAS Y PATIO
PALACIO DE LOS CAPITANES GENERALES resolución conjunta de las Academias
de Historia y de Artes y Letras.79
Estas cartas, a las que hemos hecho referencia, no constituyen, ni por asomo, la
extraordinaria obra referida a la construcción de colecciones que logra conformar el
Dr. Emilio Roig, sólo nos permiten un acercamiento, casi fugaz, a esa asombrosa
personalidad y la alegría, para quienes trabajamos en estos menesteres, de la
existencia del excelente Museo de la Ciudad como continuador de esta insigne obra
del intelectual cubano.
El Dr. Emilio Roig de Leuchsenring se adelantó con una clara visión sobre la
conservación patrimonial y sentó las bases para la legislación cubana que plantearía
como fundamentos para la para la aprobación de la Ley 1 y 2 sobre la Protección del
Patrimonio Cultural Cubano, vigente hoy en día.

- Museo de Trinidad

En la ciudad de Trinidad también se constituye un Patronato Pro-Trinidad


presidido por el insigne historiador Manuel Bécquer, a quien la ciudad le debe, entre
tantos desvelos la declaratoria de Monumento Nacional que se logra con el apoyo de
Emilio Roig de Leuchsenring. Ambos historiadores, excelentes amigos, unidos,
además, por el interés común de salvar la añeja ciudad proponen, en 1944, a la

82
Junta Nacional de Arqueología y Etnología
presidida por Don Fernando Ortiz esta categoría que
a la postre significaría un documento legal que
amparara los valores de la villa, la propuesta fue
rápidamente aprobada y en ese mismo año se logra
la citada declaratoria. Las oficinas de la Asociación
Pro-Trinidad radicaron en el Palacio Brunet, edificio
que fue restaurado por Manolo Bécquer y donde
exhibiera, en 1948, en sus salones el Museo de
Trinidad que constituye el antecedente de lo que hoy
conocemos como Museo Romántico, reinaugurado en
PALACIO BRUNET
MUSEO ROMÁNTICO 1974, fueron muchos los aportes de este historiador a
la ciudad y dentro de ellas las relacionadas con la
protección del rico patrimonio arquitectónico trinitario acciones propiamente dirigidas a
la reparación del empedrado de la ciudad, la adquisición de edificios paradigmáticos-
compra de los Palacios Brunet y de Cantero y de las ruinas del teatro Brunet-, la
instalación de un museo en el Brunet y de la Escuela de Artes y Oficios, inicialmente
en Brunet y luego en Cantero, que fue un importantísimo centro docente para la
formación técnico-profesional de jóvenes de la ciudad; el rescate de tradiciones
locales: fiestas de carnavales, bailes africanos, ceremonias de la Semana Santa; la
obtención de muebles de época para la ambientación adecuada de las instalaciones.80

CAMA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX


MUSEO ROMÁNTICO

83
MUSEO ROMÁNTICO MUSEO ROMÁNTICO

Waldo Leiva lo caracteriza:


Y este Manolo Bécquer (…) de su tierra y sus gentes, de su ciudad enjoyada, es de
veras excelente por sus cuatros costados chorreantes de ejemplaridad sin quiebra ni
barnices (….).81

- Museo Finca el Abra, Isla de la Juventud.

El 28 de enero de ese mismo año, animado por


la gestión del Dr. Waldo Medina, se abrió el Museo
Finca El Abra, en Isla de Pinos, que guarda la
memoria de la presencia de nuestro Héroe Nacional
en aquellos parajes. Lo más curioso de este museo
es que coexistió el museo con los habitantes de la
MUSEO FINCA EL ABRA
casa que acogió a José Martí, la familia Sardá,
quienes han sido por generaciones los custodios de este emblemático sitio, condición
que va pasando de generación en generación y de lo cual se sienten profundamente
orgullosos. Es un sencillo espacio que se muestran objetos personales que utilizara
José Martí en esta casa: la cama donde durmió, artículos personales y algunos otros
objetos que recrean su presencia en esta casa hasta su salida al destierro en España.

84
CAMA UTILIZADA POR MARTÍ VAJILLA UTILIZADA POR MARTÍ

- Museo Ignacio Agramonte, Camagüey.

El museo Ignacio Agramonte se


inaugura el 23 de diciembre de 1955
en el antiguo cuartel de caballería del
Ejército Español, su construcción
data del año 1848. En este edificio
fueron encarcelados Joaquín Aguero,
Fernando Zayas, Miguel Fernández y
otros patriotas cubanos en julio de
1851. El 20 de julio de 1869 fue
MUSEO IGNACIO AGRAMONTE
tiroteado por las tropas del general
Ignacio Agramonte, años más tarde
es abandonado el edificio y en 1903 es cedido por el gobierno cubano al comercio de
ferrocarriles norteamericanos The Cuban Company. En 1905 se inaugura el Hotel
Camagüey perteneciente a esta misma compañía, después de adaptarlo para esta

85
función, función ésta que desempeñará hasta que en la década del 40 es cedido al
Patronato de museos para la futura inauguración del Museo Ignacio Agramonte.
Las gestiones para formar las
colecciones de este museo las comienza a
realizar en 1919, Mariana Betancourt
Garay, quien solicita al gobernador de la
provincia la creación de un comité gestor
para recolectar reliquias históricas y
artísticas, además de un local para
guardarlas, para ello le es concedido una
pequeña habitación en el edificio del
gobierno provincial donde se almacenaron
MUSEO IGNACIO AGRAMONTE
durante cuatro décadas las colecciones
que se exhibirían en el futuro museo.
Este interés de Mariana Betancourt recibe poco apoyo oficial y sólo se dedicación
personal hace que se vayan incrementando los fondos del museo.
El 15 de noviembre de 1941 se constituye el
Comité Pro-Museo y Biblioteca Ignacio Agramonte,
integrado por el que fue su primer director, Mario
Aguiles Betancourt, Mariana Betancourt, Ignacio
Eduardo Agramonte Betancourt, nieto del mayor y
otros veteranos de la guerra del 95.
En 1941 se organiza una exposición de
reliquias históricas en uno de los salones del
Hospital San Juan de Dios como celebración al
centenario del nacimiento del Mayor-General.
Ya en 1944 se le entrega el edificio del antiguo
cuartel de caballería al Patronato Pro-museos y
comienzan las obras para la adaptación del edificio
SALA AMBIENTADA a museo, se obtiene un crédito por intermedio de
MUSEO IGNACIO AGRAMONTE

86
Juan Marinello, entonces senador por el Partido Socialista Popular. Las obras de re-
acondicionamiento las acomete el ingeniero Raúl Otero Galarraga, quien destruye los
pisos originales, altera la fachada imprimiéndole su actual fisonomía neoclásica.
Finalmente el 23 de diciembre de 1955 se inaugura el Museo Ignacio Agramonte,
luego de 14 años de haber sido expuesto la primera exposición de sus fondos.
Mariana Betancourt realizará una recolección de objetos por más de 40 años.
Establece estrechas relaciones con el Museo Emilio Bacardí, especialmente con Elvira
Cape, viuda de Emilio Bacardí, quien no sólo la alienta sino que transfiere al futuro
museo piezas del propio Museo Emilio Bacardí.
Además de esta encomiable labor
desarrollada por Mariana Betancourt, la
fundación del museo camagüeyano se
debió a su primer director Mario Aquiles
Betancourt. Al abrir sus puertas muestra
diversas salas de exposición: Historia
Natural, Historia de Cuba, Artes Plásticas
e Historia local, además se dedica una

GALERÍA sala a la figura de Ignacio Agramonte y


MUSEO IGNACIO AGRAMONTE otra sala a Joaquín Agüero.
Se compra la colección privada de Carlos de la Torre con fondos provenientes
del Patronato Pro-museo, se adquieren piezas taxidermeadas por el naturalista José
Rodríguez Estrada.
En la década del 50 tiene intercambios con museos de los Estados Unidos
quienes transfieren una colección de mineralogía, además, se tienen documentos que
atestiguan el intercambio con diversas personalidades políticas de América Central
que aportan al museo objetos relacionados con el exilio de los patriotas cubanos de la
Guerra de los 10 años.
Es donada una valiosa colección de pintura cubana propiedad del coleccionista
privado, Oscar Loret de Mola Bueno, donde se encuentran obras de Peoli, Landaluce,
Chartrand, Melero, Rodríguez Morey, Víctor Manuel, Ponce de León, Carlos Enríquez.

87
‐ Museo de Matanzas

Como bien titula su libro Urbano Martínez Carmenate, Museo de Matanzas: una
batalla de más de un siglo, esta ciudad, descolló, a la par de La Habana en su intento
por lograr abrir un museo. Antecedentes tenía más que de sobra para ello, los
coleccionistas matanceros del siglo XIX aportaron su saber y su constancia a esta
encomiable labor. La presencia de Gundlach en Cárdenas a mediados del XIX, la
fundación del Museo Oscar María de Rojas, la influencia de don Carlos de la Torre,
matancero, la labor del Liceo Artístico y Literario, el Instituto de Segunda Enseñanza,
así lo confirman.
Muchos fueron los intentos, las propuestas, el entusiasmo, en 1935 la Asociación
Amigos de la Cultura Cubana proyectó en 1939 la creación de un Museo arqueológico
e histórico con el nombre de Francisco Ximeno Fuentes. Se hicieron innumerables
gestiones al frente de la cual destacó Israel Moliner Rendón y Luis Rodríguez Rivero.
Todo parece indicar que el entusiasmo no bastó para que le asignaran un local, sin
embargo, en 1952 parecería que podría hacerse realidad este sueño: se le asignó el
antiguo local de la notaría del Dr. Estorino, en los bajos del palacio, para un Museo
Histórico.82
A partir de 1950, en el vestíbulo del Palacio Municipal, la Escuela Provincial de
Artes Plásticas de Matanzas se hacían exhibiciones periódicas de obras de grandes
maestros y de artistas matanceros forjados en la localidad o fuera de ella. Allí,
también, la Asociación de Amigos de la Cultura Cubana tenía el proyecto de formar el
museo Arqueológico, Histórico y Artístico, que con el nombre del afamado
coleccionista Francisco Ximeno, recogiera la historia local.
Fue otro fallido intento, el golpe de Estado de Fulgencio Batista, impidió que se
concretara el proyecto.
Aún así no decayó el interés por fundar un museo, en el centenario del
nacimiento de José martí, se organizó, con piezas procedentes del Museo Oscar
María de Rojas, una exposición en conmemoración al aniversario del Apóstol en la
Escuela profesional de Comercio.

88
En 1954 se oficializa la constitución del Museo Histórico de Matanzas Francisco
Ximeno Fuentes en el Instituto de Segunda Enseñanza. Comienza la institución a
recibir donaciones para incrementar sus fondos, sin embargo, no fue posible exhibirlos
y sólo se lograba un almacenamiento de objetos museables. De esta forma, va
languideciendo una vez más este noble propósito que sólo podría hacerse efectivo en
septiembre de 1959, luego del Triunfo de la Revolución83. Es justo consignar,
entonces que el Museo de Matanzas fue el último Museo que se proyectó realizar en
la etapa de la República, conformando colecciones significativas que permitirían que
se le destaque como el primer Museo fundado después del Triunfo de la Revolución
Cubana. Se cerraba una etapa de la historia no sólo en la de los museos, se abre,
entonces, una nueva etapa donde las instituciones museables tendrían otro apoyo y
se multiplicarían a lo largo de la Isla de Cuba.

- Otros museos o salas de exposiciones vinculadas a instituciones


estatales o docentes:

En 1944 la doctora Hortensia Pichardo, insigne pedagoga e investigadora, dirigía


con eficacia el Museo de Geografía e Historia del Instituto de Segunda Enseñanza de
La Víbora, el cual se desempeñaba como aula y taller para los educandos.
En la Academia Naval del Mariel
se creó una Sala de Historia el 3 de
marzo de 1953, por la Orden General
No.26 del Estado Mayor General de
la Marina de Guerra, contenía una
colección de armas de distintas
épocas, objetos y documentos
pertenecientes a miembros del
Ejército Libertador; partes de buques
como el “Patria”, el “Maine”, el “Yara”,
ACADEMIA NAVAL DEL MARIEL varias condecoraciones y finalmente
SALA DE HISTORIA

89
se le agregó el bote que el General Antonio Maceo utilizara en 1896 para realizar la
histórica travesía con la cual burló a los españoles al cruzar la establecida Trocha
entre los puertos de Mariel y Majana, La Habana, en la famosa Invasión de Oriente a
Occidente realizada por el Titán de Bronce y el Generalísimo Máximo Gómez.
Como otro dato curioso, el Diario de la Marina, del 21 de enero de 1949, habla de
la creación del primer museo de música en nuestro país, el Museo del Conservatorio
Levy, en La Habana.
Ya para 1954, fundada la Universidad de Oriente, existía un Museo de Historia
Natural y otro de Arqueología.

90
5. CONCLUSIONES

La acción de coleccionar es tan antigua como lo puede ser la propia historia de la


Humanidad. Acción humana que depende de factores en principio subjetivos pues, a
veces, no sabemos por qué empezamos una colección; ahí interviene la cultura del
individuo, sus inclinaciones artísticas, científicas, culturales, que hacen que le
atribuyan un valor a determinado objeto y parte de él una colección estructurada que
siempre tiene, en sí misma, un alto valor para el conocimiento de la evolución histórica
del hombre y su paso por nuestro planeta.
El surgimiento y desarrollo del coleccionismo en Cuba, asentado sobre bases
económicas, obedeció a las mismas reglas por las cuales transitó en el resto del
mundo, especialmente el europeo.
Esta reglas, que marcaron su surgimiento y desarrollo desde la Antigüedad, que
tomaron cuerpo como leyes en el Imperio Romano, y que se extendieron por toda
Europa hasta el Renacimiento, fueron trasladadas al Nuevo Mundo por los
conquistadores hispanos y luego por portugueses, ingleses y franceses, y en nuestro
país se cumplieron casi rigurosamente, aún con las lógicas diferencias que imponen
mundos y épocas diferentes.
Descubrimiento, conquista, colonización y lento desarrollo económico en las
colonias hispanas de América- Cuba entre ellas- hicieron que no fuera sino hasta el
siglo XIX en que podamos pensar un coleccionismo como tal, pero a la vez, desde la
propia etapa de la colonización ya atisbamos los primeros signos de un coleccionismo
primario que de alguna manera sentaría bases para lo que más adelante se
reafirmaría en el Siglo XIX y en el propio XX entre algunos de los más destacados
representantes de la clase dominante cubana.
La obra de don Antonio Parra demuestra que esa colección de Historia Natural
fue la primera que salió hacia España como muestra de la riqueza del país en el tema.
Es una colección cubana pero que no se quedó en Cuba fue a incrementar los fondos
del Real Gabinete de Historia Natural, hoy Museo de Ciencias Naturales de Madrid,
lógica decisión, pues fue el objetivo para el cual se fue estructurando; ello no le resta

91
valor a este empeño, sólo abre una importante vertiente coleccionista que tendrá sus
exponentes paradigmáticos en el Siglo XIX.
En el orden de piezas de valor artístico podría hacerse una larga e incontable
lista donde se enumeran los protocolos notariales, escrituras públicas, testamentarías,
en las cuales se encuentran por decenas las muestras de este coleccionismo primario,
manifestado sobretodo en joyas, vestidos, muebles, objetos de homenaje religioso y
de homenaje a la casa, sólo mencionamos aquellos que nos parecieron más
ilustrativos.
No obstante, hay total ausencia – hasta ahora- de coleccionistas de cualquier tipo
y de colecciones conscientes y científicamente estructuradas en los siglos XVI, XVII y
primera mitad del XVIII. La colección de Antonio Parra es la que marca el inicio del
coleccionismo dirigido a la Historia Natural, abriendo, con sus colecciones una
importante vertiente que, después, sería seguida por otros científicos de reconocido
prestigio.
En la segunda mitad del siglo XVIII se fundaron importantes instituciones
culturales, docentes, científicas que tiene un papel protagónico en todos estos
procesos. Entre ellas, la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País
marcó un hito no sólo en el tema que nos ha ocupado sino en toda la vida cultural y
científica que tendrá implicaciones extraordinarias para el desarrollo del mismo. Los
miembros de esta importante institución representan para Cuba a los hombres
herederos de la Ilustración europea.
En sentido general podríamos afirmar que el coleccionismo y la fundación de sus
primeros museos estuvo signado por:
‐ Colecciones pertenecientes a instituciones científicas y educacionales
como al Real Academia de las Ciencias Médicas Físicas y Naturales, La
Sociedad Económica de Amigos del País, la Universidad de La Habana, la
Facultad de Medicina y los Institutos de Segunda Enseñanza, en ocasiones
llamados gabinetes, en franca oposición al término de museo. En estos
gabinetes se gestó el inicio de las concepciones museológicas de las cuales
somos herederos, precisamente, una de sus mayores virtudes fue la
organización, clasificación de especímenes por científicos de probada valía.

92
‐ Colecciones disímiles que abarcan un amplio espectro cultural,
recolectadas sin un criterio de selección y con un teórico apoyo estatal como
lo fue el Museo Nacional luego trasladado al flamante Palacio de Bellas
Artes, marcando, en este hecho un momento crucial para la historia de los
museos en Cuba.
‐ La acción de patronatos y asociaciones creadas con el fin de recolectar y
adquirir objetos y proteger edificios de valor histórico como lo fue el caso del
Museo Casa Natal José Martí, Ignacio Agramonte o el Palacio Brunet.
‐ Recolección de objetos por destacadas figuras de la localidad y que
conforman el núcleo de las excelentes colecciones de los Museos Emilio
Bacardí u Oscar María de Rojas.
‐ Coleccionismo privado, en manos de familias de la alta aristocracia
cubana, que nos legaron un importante patrimonio que hoy exhiben
nuestros museos (Conde de Lagunillas, Julio Lobo, María Luisa Gómez
Mena) y que en muchos casos son el embrión de los denominados Museos
de Ambiente Cubano.
‐ La participación activa de personalidades de la cultura cubana como Don
Fernando Ortiz, Emilio Roig de Leuchsenring, Francisco Prat Puig (español
pero por derecho propio cubano), Argeliers León, Manuel Bécquer y otros
que con sus aportes al conocimiento y defensa de nuestra cultura fueron
conformando colecciones que hoy son parte de las grandes colecciones
exhibidas en museos cubanos.
‐ Los museos fundados en esta primera mitad del Siglo XX y la
conformación de sus colecciones estuvieron signadas por un interés
marcado por piezas relacionadas con la historia natural y por otro elemento
de indiscutible valor: el rescate de las piezas que fueron testigos de
nuestras Guerras de Independencia comenzadas a mediados del Siglo XIX.
Los autores intelectuales de la formación de estas colecciones fueron
hombres que estuvieron, algunos relacionados directamente con la Guerra
del 95: Emilio Bacardí u Oscar María de Rojas, que trataron de obtener la
mayor cantidad de piezas de nuestros mambises y del ejército español. En

93
ello se manifiesta un coleccionismo que se evidencia por un fuerte
sentimiento nacionalista, cubano y de respeto por nuestros héroes de las
gestas emancipadoras: la colección Antonio Maceo y José Martí de
Santiago de Cuba, colección de Máximo Gómez y de José Martí reunida
para el Museo de Cárdenas, rescate y creación del museo Casa Natal José
Martí y Finca El Abra; colecciones de patriotas remedianos, la colección que
por más de 40 años fue formando Mariana Betancourt para el Museo
Ignacio Agramonte con excelentes piezas relacionas con el Mayor, la labor
desarrollada por Rodríguez Morey en el Museo Nacional también
encaminada a destacar, en las disímiles colecciones que se fueron
reuniendo, la historia patria.
‐ La desidia generalizada de los gobiernos de la República en apoyar a
estas instituciones culturales, signada, casi todas, por desalojos continuos
cuando no con el cierre al público por razones de hacinamiento de sus
colecciones.
Ha existido, durante años una tendencia a considerar o no los museos fundados
en el Siglo XIX como museos, las razones que más se esgrimen es que un museo
moderno tiene que tener la base de estar abierto al público. A nuestro juicio, la razón
primera para que exista un museo, es que exista una colección, el término de público
en el museo es una acepción contemporánea pues podríamos preguntarnos si
realmente el pueblo francés visitó “asiduamente” El Louvre; se conoce que visitar el
British Museum, primer museo moderno, según todos aceptamos, debía hacerse con
semanas de antelación para poder acceder a sus salas. Un museo se abre al público
para el cual está pensado, así el Museo de Anatomía Descriptiva tenía un público, los
estudiantes de medicina, el Museo de Gundlach en Cárdenas fue visitado por miles de
personas, no expertas pero sí con la curiosidad que debe despertar una institución de
esta especialidad, el Museo Indígena de Historia Natural se concibió para los
científicos que eran miembros de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y
Naturales de La Habana, sólo por citar algunos ejemplos. Los museos, según ICOM,
son instituciones “al servicio de la sociedad y su desarrollo” y además de brindar
deleite, deben educar. Toda colección exhibida con un mínimo de decencia y limpieza,

94
correctamente clasificada, adecuadamente expuesta, son instituciones que
contribuyen a la educación.
El concepto de público en el museo es un término que se comienza a acuñar con
mucha fuerza a partir de la década del 50 del siglo XX para llegar hoy en día a la visita
“turística” al museo, que tiene, a veces, un dejo de “estar a la moda”, no un sentido de
acercamiento a la historia de la cultura de la humanidad en sus múltiples acepciones.
La Museología, como ciencia, comienza a cobrar cuerpo teórico en la segunda mitad
del Siglo XX, sabemos entonces y juzgamos entonces como intelectuales de nuestros
tiempos: la conservación preventiva, el mal uso de la iluminación, las vitrinas con su
seguridad adecuada y hermeticidad protectora y otros elementos más que justifican la
existencia de la especialidad, hoy están presentes en nuestros análisis; todos estos
elementos no se tenían en cuenta en el período que estamos estudiando, por lo que, a
veces, debemos ser cuidadosos en argumentar de plano que “gabinetes”,”reliquias”
nos remiten rápidamente a lo viejo, lo desactualizado, “lo mal hecho”. Si nuestros
primeros museos hubieran estado tan mal concebidos no podríamos hoy sentir el sano
orgullo de contemplar sus primigenias colecciones.
No abogo por el museo enciclopedista, sólo abogo por la racionalidad en el
pensamiento sobre el fenómeno museo, debemos tratar de situarnos en época. Cuba
no tuvo muchos museos, pero los que tuvo, obviando el desinterés oficial, fueron
instituciones que marcaron un importante proceso en la historia de nuestro país,
fueron instituciones que siempre tuvieron como directores a personalidades de la
localidad o de prestigio nacional y en algunos casos internacionales que con su labor,
casi filantrópica, convocaban, solicitaban, intercambiaban criterios, hacían una labor
sistemática y paciente a favor de la institución que representaban.
Los museos o gabinetes del Siglo XIX fundados en Cuba y más tarde los que se
crearon hasta 1959 constituyen el basamento sobre el cual se erige el sistema de
museos que hoy posee el país, errado sería verlos como polvorientos espacios sin
utilidad. Los coleccionistas de ciencias naturales nos demostraron sus cualidades
extraordinarias para laborar en aras del conocimiento de la flora y la fauna cubana, los
coleccionistas de arte , mayoritariamente de familias de abolengo cubanas, nos
permiten exhibir en nuestras instituciones ese arte foráneo que de otra forma no

95
hubiese llegado a nosotros, las excelentes colecciones que poseyeron estas
instituciones relacionadas con las Guerras de Independencia Cubana, tanto de
personalidades de alto rango militar como de la tropa que constituyó nuestro Ejército
Libertador y las colecciones formadas por los estudios realizados por Don Fernando
Ortiz sobre las religiones afro-cubanas que nos acercaron más a nuestras raíces, nos
hicieron conocer de dónde venimos y lo que somos, la labor del Dr. Roig de
Leuchsenring nos enseña el verdadero concepto de hombre ilustrado y humanista,
cubanos ambos de raíz.

96
NOTAS

1
Leal Spengler,Eusebio. “Prólogo” en Eduardo Torres Cuevas y Edelberto Leiva Lajara. Historia de la
Iglesia Católica en Cuba. La iglesia en las patrias de los criollos (1515-1789), p. 8.
2
Archivo General de la Indias, Santo Domingo, 524:.”Relación de la Visita Eucarística de la Ciudad de
la Havana, y su partido en la Ysla de Cuva, hecha, á S:N:C ( que Dios guarde) en su Real y Supremo
Consejo de las Yndias. Por el Lizenciado Don Pedro de N. Agustín Morell de Santa Cruz.”
3
Archivo Histórico del Museo de la Ciudad de La Habana. Libro Trasuntado de Actas de Cabildo del
Ayuntamiento de La Habana de 11 de septiembre de 1584 a 21 de abril de 1587, acta de Cabildo de 24
de octubre de 1584 al folio 37v.
4
Ídem, f. 114v.
¡5 Archivo Nacional de Cuba (en lo adelante ANC). Protocolos de José Fornaris, escritura de 23 de
diciembre de 1753 folios 858 al 887
6
ANC. Protocolos de Junco de 1764: “Tasación y descripción de la hacienda El Copey”, f. 62.
7
ANC. Protocolos de Bonifacio Domínguez y Vallejo, escritura de 26 de junio de 1876 f. 460.
8
Capitán General de la Isla de Cuba en 1840, su mandato fue breve, protegió las artes y las letras.
9
Ibarra Cuesta, Jorge. Marx y los historiadores ante la hacienda y la plantación esclavista, p. 156.
10
Ibid. p. 167.
11
Ibid. p 164.
12
José María de Herrera y Herrera (1785-1864), ocupó cargos de importancia mayor, tales como los de
Senador Vitalicio y Prócer del Reino, en 1819 se le nombró Grande de España.
13
Bianchi, Ciro. “Fiesta en La Habana Colonial”,Juventud Rebelde, 10 de enero de 2010.
14
Cornide Hernández, María Teresa. De La Havana de siglos y de familias, p. 138.
15
Martínez Carmenate, Urbano. Museo de Matanzas: una batalla de más de un siglo, p.15.
16
Ibid., p. 106.
17
Rico hacendado cienfueguero a quien le debe el Museo Postal de La Habana el preciado penique
negro.
18
García González, Armando. Antonio Parra en la ciencia hispanoamericana del siglo XVIII, p. 31.
19
Ibid., p. 33.
20
Ibid. p. 33.
21
Parra, Antonio de la. Descripción de diferentes piezas de Historia Natural, las mas del ramo marítimo
representadas en setenta y cinco laminas, en la Havana ano de 1787, con las licencias necesarias de
la Capitanía General. Edición facsimilar, p. 1
22
Ibid., p. 4.
23
Ibid., p. 57.
24
Ibid., p. 59.
25
Durante su larga existencia tuvo diferentes nombres: Sociedad Patriótica de la Havana (1793-1795;
mayo 1838-abril 1843); Real Sociedad Económica de la Habana (1817-1823; enero 1846-junio 1849);
Sociedad Económica de la Habana (1824-1825; mayo 1843-noviembre 1845); Real Sociedad Patriótica
de la Habana (noviembre 1835-abril 1838); Real Sociedad Económica de la Habana (enero 1846-junio
1849); Reales Junta de Fomento y Sociedad Económica de la Habana ( julio 1849-1850); Real Junta de
Fomento y Sociedad Económica de la Habana (1851-1853); Real Junta de Fomento y Real Sociedad
Económica de la Habana (noviembre 1853-1857); Real Junta de Fomento y Real Sociedad Económica
(1858-1863); Real Sociedad Económica (1864-1866); Real Sociedad Económica de Amigos del País de
la Habana (noviembre 1877-diciembre 1896).
26
Los objetivos que llevaron a un grupo de habaneros ilustres a solicitar la creación de esta sociedad
pueden considerarse de índole económica, cultural y social, fundamentalmente. Dado el atraso
existente en la Cuba colonial, los Amigos del País se preocuparon por tratar de solucionar los
problemas que afectaban al desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio. Para lograr sus
propósitos nombraron comisiones que salieron al extranjero con el fin de estudiar los progresos
materiales de las naciones más adelantadas. Además, promovieron la enseñanza de la botánica,
importaron máquinas y utensilios hasta entonces desconocidos para labrar la tierra; introdujeron nuevos

97
métodos para el cultivo de la caña de azúcar y lucharon a favor del establecimiento del ferrocarril, por la
supresión de impuestos a las industrias nacientes y por el cese del estanco del tabaco.
27
Eminente cirujano que realizó estudios en París, miembro fundador del Instituto Cuvier, bajo su
auspicio se crea la Revista Repertorio Médico Habanero.
28
Nació en la Coruña, España, en 1825 recibió del gobierno español de la isla la tarea de dirigir el Real
Jardín Botánico de La Habana. Publicó en París el título Historia física, política y natural de la Isla de
Cuba.
29
Nació en La Habana en 1796. Naturalista y eminente investigador. Son notables aún sus estudios
ictiológicos, su obra cumbre es la Ictiología cubana. Decano de la Cátedra de Zoología y Anatomía
comparada de la Real y Literaria Universidad de La Habana. Muere en esta misma ciudad en 1891.
30
Nacido en 1829 y muerto en 1888. Químico fisiólogo, agrónomo y tecnólogo industrial. Se le
considera el Padre de la Agricultura Cuba. En 1862 demostró que con cambios adecuados en los
sistemas de cultivo se podía sembrar cañas en áreas cansadas y obtener rendimientos tres o cuatro
veces mayores que en los terrenos de tumba.
31
Nació en Marburgo, Alemania, se radicó en Cuba en 1839, desarrolló su pasión científica en toda la
isla en diversas expediciones, donde se destacan sus aportes en la clasificación de especímenes
endémicos, su estancia en la ciudad de Cárdenas, en el Ingenio La Ferminia, aún es recordada; fue el
primer extranjero en llegar a ser miembro de mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas
y Naturales de La Habana. Muere en Cuba en 1896.
32
Poey Aloy, Felipe. Obras, p. 324.
33
Ibid., p. 329.
34
Considerado por expertos arqueólogos en el tema se le reconoce como el fundador de nuestros
estudios prehistóricos, entre ellos así lo afirma Ernesto Álvarez Tabío.
35
Pereyra Ortega, Ovidio. Historia de la Real Academia de ciencias de La Habana, p. 10.
36
Distinguido científico nacido en Matanzas, cultivó las ciencias naturales, la arqueología y la
bibliografía, realizó una encomiable labor como coleccionista.(1825-1891)
37
Martínez Carmenate, Urbano y Raúl Ruiz Rodríguez. Las cifras del tiempo. Cronología Histórica de
Matanzas, 1494-1867, p. 67.
38
(1858-1959). Malacólogo, zoólogo. Eminente investigador, discípulo de Felipe Poey. Su extensa obra
comprende trabajos de Geología, Paleontología, Zoología, Arqueología e Historia. Su mayor aporte lo
realizó en el conocimiento de la fauna fósil cubana.
39
Wilfried, Dathe y , Rosa María González. Johann Christoph Gundlach (1810-1896). Un naturalista en
Cuba, p 14.
40
Don Francisco Blanes coleccionista habanero, radicado en Cárdenas, fue una de las primeras
personas que contribuyó a fomentar las futuras colecciones del Museo Oscar María de Rojas con su
colección de conchas terrestres y marinas que las había comenzado a reunir desde 1877.
41
Martínez Carmenate, Urbano. Museo de Matanzas: una batalla de más de un siglo. p. 17.
42
Ibid., p. 18.
43
Arte de la Antigüedad, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba. CD-Rom.
44
García Santana, Alicia. Prólogo a la segunda edición de El pre-Barroco en Cuba, una escuela cubana
de arquitectura morisca, p I.
45
Ibid.
46
Ayala Lafargue, Idania. “Francisco Prat Puig y el arte de coleccionar. La colección de arte de la
Universidad de Oriente” en Seis miradas a la obra de Prat Puig, p. 69.
47
Entrevista personal a especialistas del Centro Cultural Francisco Prat Puig en Santiago de Cuba.
48
Alonso Fernández, Luis. Museología, p. 90.
49
Martínez Carmenate, Museo de Matanzas …, ob.cit., p. 12.
50
Archivo del Museo Emilio Bacardí (en lo adelante AMB): “Carta de Eduardo Bofill a Douglas, julio 21
de 1949.”
51
AMB. “Carta de Fernando Boytel a Emilio Roig de Leuchsenring, 4 de marzo de 1954.”
52
AMB. Bofill, José. “Memorias del Museo-biblioteca de Santiago de Cuba”, manuscrito.
53
AMB. “Primer inventario del Museo-Biblioteca Emilio Bacardí Moreau”.
54
Álvarez Blanco, Ernesto. Oscar María de Rojas, p. 38

98
55
Libros de asiento del archivo del Museo Oscar María de Rojas, Cárdenas, Matanzas.
56
Álvarez Blanco, Ernesto., op. cit., p. 36.
57
Ibid., p. 50.
58
Revista Carteles, no. 40, p.. 50, 7 de abril de 1940.
59
“Por el mejoramiento y creación de Archivos y Museos”, Revista Carteles, no.14, pp.. 50-51, 6 de abril
de 1941.
60
Castellanos Gerardo. Atisbos de un lego a la apertura histórica cubana, pp. 5-60.
61
Para mayor información al respecto se sugiere consultar a José Linares Ferrera en su obra el Museo
Nacional de Bellas Artes. Historia de un proyecto, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La
habana, 2001.
62
Arjona Pérez, Marta. Museos ¿sólo para matar el aburrimiento?. Material de Estudio, Instituto
Politécnico de Museología, La Habana, 1981.
63
Citado por Linares Ferrera, Ob. cit. p. 53.
64
Citado por José Linares Ferrera, ibid., p. 51.
65
Arjona Pérez, Marta. Los museos en la solución de los problemas sociales y culturales.
66
Revista Carteles, vol XXIX, no.33, agosto 15 de 1937.
67
“Carta de J. Belt al Dr. Emilio Roig Leuchsrenring”, en Roig de Leuchsering, Emilio, Epistolario, Libro
Primero, p. 150.
68
Ibid., p. 165.
69
Idem.
70
Ibid., p.187.
71
Idem.
72
Ibid., p. 255.
73
Emma Betancourt, viuda de Ignacio Agramonte Simoni.
74
Ob. cit. . pp. 260.
75
Roig de Leuchsering, ob.cit., p. 283.
76
Ibid., p. 522.
77
Roig de Leuchsering, Emilio. “Defensa de La Habana Colonial”, Revista Carteles, no.1, p. 50, enero 5
de 1941.
78
Roig de Leuchsering, Emilio. “Necesidad de una legislación sobre Monumentos Nacionales”, Revista
Carteles, no.4., p. 46, enero 26 de 1941.
79
Roig de Leuchsering, Emilio. “Proyecto de legislación para proteger, defender y conservar los
monumentos históricos y artísticos”, Revista Carteles, no. 5, p. 50, 2 de febrero de 1941.
80
García Santana, Alicia. “Prólogo”, en Manuel Becquer y Medina. Trinidad de Cuba: historia, leyenda
y folklore, p. 15
81
Ibid., p. 7.
82
Martínez Carmenate, Museo de Matanzas …, ob cit., p. 55.
83
Para una mayor información se sugiere consultar el libro citado de Martínez Carmenate. Museo de
Matanzas….

99
BIBLIOGRAFÍA

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Ediciones Istmo, S.A, Madrid, España.
____________________Museos y Museología, dinamizadores de la cultura de
nuestro tiempo, 2 vols, Editorial de la Universidad Complutense, 1988, Madrid,
España.
Almodóvar, Carmen. “La fecunda labor de Hortensia Pichardo Viñals”, Revista de la
Universidad de La Habana, No. 223, sept-dic, 1984.
Álvarez Blanco, Ernesto. Oscar María de Rojas. Ediciones Matanzas, 2001.
Álvarez Conde, José. Arqueología Indocubana, La Habana, Publicaciones de la Junta
Nacional de Arqueología y Etnología, 1956.
Arjona Pérez, Marta. Museos ¿Solo para matar el aburrimiento?, en “Material de
Estudio No. 1 Animación Cultural”, Instituto Politécnico de Museología, La Habana,
1981.
__________________. “Los Museos en la solución de los problemas sociales y
culturales”, en Ibid.
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