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©2021 THRU THE BIBLE RADIO NETWORK
Primera Edición en Español
Traducido de materiales escritos en inglés por J. Vernon McGee
Al menos que se indique lo contrario, el texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-
Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina;
© renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Reina-Valera 1960TM es una marca registrada de la American Bible Society,
y puede ser usada solamente bajo licencia.
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Capítulo 2 39
El milagro en la boda en Caná (La primera obra) 39
La purificación del templo 44
Capítulo 3 49
Jesús con Nicodemo (La segunda palabra) 49
El testimonio de Juan el Bautista 60
Capítulo 4 62
Jesús y la mujer samaritana (La tercera palabra) 63
Jesús sana al hijo de un noble (La segunda obra) 72
Capítulo 5 75
La curación del paralítico 75
Las alegaciones de Jesús 81
La segunda alegación o declaración 82
La tercera gran alegación o declaración 82
Capítulo 6 90
La alimentación de los cinco mil (La cuarta obra y palabra) 90
Jesús da un discurso sobre el Pan de Vida 97
Capítulo 7 110
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Capítulo 8 121
Jesús es la Luz del mundo (La sexta palabra) 125
Capítulo 9 138
Jesús abre los ojos de un hombre nacido ciego en Jerusalén (quinta obra) 139
Récord del milagro 140
Reacciones a este milagro 145
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Jesús enviará al Espíritu Santo durante Su ausencia—El nuevo ministerio del
Espíritu Santo 253
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Juan
INTRODUCCIÓN
E
l evangelio de Juan, a veces se llama el “evangelio sencillo”.
Pero no creo que sea tan sencillo. Es verdad que la sencillez
del lenguaje que se usa aquí ha sido la razón para que muchos
designen el relato de Juan, como el evangelio sencillo. Pues es un hecho,
que hay muchas palabras monosílabas y bisílabas en este evangelio. En
realidad, es raro encontrar una que tenga tres o cuatro sílabas. Fíjese
en las palabras del siguiente versículo: A lo Suyo vino, y los Suyos no
le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en
Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Jn. 1:11-12)
No hay problema en entender las palabras mismas, pero de hecho
estamos tratando aquí con el evangelio más profundo. Considere
esta expresión, una de las frases más sencillas que se encuentran en el
evangelio según San Juan ...y vosotros en Mí, y Yo en vosotros. (14:20)
No sé si usted se ha fijado que casi todas estas palabras son palabras
de una sola sílaba. Hay una conjunción, dos preposiciones y cuatro
pronombres, y algunas palabras tienen sólo dos letras. Solamente dos
palabras tienen tres sílabas: vosotros. Cualquier niño del cuatro grado
podría decirle el significado de cualquiera de estas palabras. Pero al
juntar estas palabras y vosotros en Mí, y Yo en vosotros, al filósofo o
al teólogo más sagaz, nunca le será posible sondear las profundidades
del significado de esta frase. Vosotros en Mí, sabemos que significa
salvación; y Yo en vosotros significa santificación, pero nadie puede
sondearlo más allá de ese significado. A veces pensamos que si
entendemos el significado de las palabras que sabemos lo que se está
diciendo. Las palabras son sencillas, pero el significado es profundo.
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Juan Un Comentario
La pregunta más importante es: ¿Por qué escribió Juan este evangelio?
Permítame llamar su atención a ciertos rasgos interesantes, en cuanto
a la estructura de este evangelio. Usted recordará, que el evangelio
de Mateo fue dirigido a, y escrito para, el judío; que el evangelio de
Marcos fue dirigido a, y escrito para, el romano; y que el evangelio de
Lucas fue dirigido y escrito para el griego, y para los que tienen aquel
tipo de mentalidad clásica hoy en día.
El evangelio de Juan fue escrito para suplir la necesidad de las grandes
masas del Oriente. Éstos eran hombres miserables. Es verdad que
muchos eran ricos, muy ricos. Pero, muchos más, vivían en la más
abyecta pobreza. Sin embargo, todos tenían gran necesidad y mucha
hambre espiritual. Fue del Oriente de donde vinieron los magos
haciendo la pregunta: ¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido?
Porque Su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
(Mt. 2:2) Juan suple la necesidad de este tipo de mentalidad.
Después de todo, los antecesores de todos nosotros, realmente,
provenían de aquella región. Cam, Sem, y Jafet vivieron en el Oriente.
El reino de Babilonia era un gran reino camítico. Abraham, hijo de
Sem, venía de esa región. Desde aquella región vinieron los hijos de
Jafet. Todos, pues, provenimos de esta región y siempre hemos sido un
pueblo necesitado. Hoy en día, esto habla de usted y de mí, y puede ser
que es precisamente por esto que el evangelio de Juan ha sido recibido
y estudiado tan universalmente.
Cuando yo estudiaba en la universidad, trabajaba para un periódico
local y por eso, he tratado de dividir los evangelios en estos estudios
bíblicos, más o menos como se divide un diario en sus partes. Después
de todo, la palabra evangelio significa buenas nuevas, o sea buenas
noticias. Claro que los diarios generalmente contienen las peores
noticias, incluyendo las noticias en cuanto a las defunciones. Pero
bueno, tenemos aquí una división: Mateo, es la página que lleva los
avisos y los anuncios— “He aquí, el reino de los cielos se ha acercado”.
Lucas, por su parte, lleva las ediciones extras. Lucas es el único que relata
los cánticos de la Natividad, y las parábolas del buen samaritano, y del
hijo pródigo. Marcos, lleva los encabezamientos, es decir, los titulares
llamativos. Dice: “¡He aquí Mi siervo!” Juan, escribe los editoriales. Ha
escrito en cuanto al Pan de vida, el Agua de vida, la Vid verdadera, y la
vida cristiana.
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la verdad sublime.
Estas cosas son todas relatadas con un fin específico: para engendrar fe
en el corazón del hombre. La palabra “cree”, por ejemplo, se usa más
de cien veces en este evangelio de Juan. Pero, en contraste, aparece
menos de cuarenta veces en los evangelios sinópticos. La palabra “fe” no
aparece aquí en Juan, pero se halla en los otros evangelios. La expresión
“vida eterna”, aparece treinta y cinco veces, pero solamente doce veces
en los evangelios sinópticos. De modo que lo que tenemos aquí en este
evangelio es el verbo activo “cree”, el que se usa generalmente con “cree
en” o “cree a”. Es un acto de la voluntad y no un consentimiento estático.
No significa sólo el hacer una seña afirmativa o aceptar solamente con
el intelecto las verdades del evangelio. Significa que cuando usted,
escucha las verdades del evangelio, se da cuenta de que Jesús murió por
sus pecados conforme a las Escrituras, y eso significa que usted confía
personalmente en Él como su Salvador, el que murió para pagar la pena
de sus pecados. Es muy importante que veamos esto.
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BOSQUEJO
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CAPÍTULO 1
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quizás mucho más antes. El Señor Jesús viene desde la eternidad y Él
ya es tiempo pasado. En el principio era el Verbo. Si volvemos a hace
billones y trillones de años antes de la creación, Jesús todavía sale
desde la eternidad anterior. Por tanto, aquí, tenemos un principio,
que en realidad no es un principio. Es un principio al cual no nos
es posible ni siquiera comenzar a regresar, ni formarnos una idea
de ello. Él es el Anciano de Días, y Su cabello es tan blanco como la
nieve, y ya lo era hace billones y trillones de años. En aquel entonces,
ya era.
En el principio era el Verbo... En el griego original son solamente
cinco palabras, y no hay ni un solo hombre en toda la tierra que
pueda ponerle fecha, ni comprender o sondear esta frase. Así es que,
con esta primera declaración tremenda, comienza este estudio en la
infinidad del tiempo y del espacio.
Ahora, la segunda declaración es ésta: Y el Verbo era con Dios. Esta
expresión aclara que Jesús es diferente y distinto a Dios el Padre. No
se puede identificarlo como Dios el Padre, porque Él es con Dios.
Pero, alguien dirá que, si Él es con Dios, entonces, Él no es Dios.
Pero, la tercera declaración aclara esto también: Y el Verbo era Dios.
Ésta es una declaración clara y enfática, la cual expresa que el Señor
Jesucristo es Dios. El hecho es que el griego es aun más específico
que esto, porque en el idioma griego, la palabra que lleva importancia
se coloca al principio de la oración. En el griego, esta frase se lee así:
“Dios era el Verbo”. Y, ¡eso es enfático! No se puede ser más enfático
que eso. ¿Cree usted que se pueda negar la Deidad de Cristo? No le es
posible negar la Deidad de Cristo. ¡Las primeras tres declaraciones en
el evangelio según San Juan lo resumen todo! En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Ahora, es verdad
que hay algunas sectas que tratan de negar la Deidad de Jesucristo,
pero para tratar de afirmar tal cosa, han tenido que recurrir a un
estratagema realmente diabólico y engañoso: es la estratagema
de publicar su propia supuesta “traducción” de la Biblia, en la que
presentan su propio punto de vista, en lugar de lo que dice el griego
original en este pasaje.
Ahora, fíjese usted también que Jesús es el Creador. Los versículos
2 y 3, dicen: Éste era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él
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fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. ¿Se fija
usted? Todas las cosas por El fueron hechas. ¡Jesús es el Creador!
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
[Jn. 1:4]
Ahora, esto no significa simplemente que Él estaba vivo, aunque
claro es que eso es verdad. ¡Había vida en Él! Pero, el hecho es que los
hombres necesitan de vida. Todos están muertos en delitos y pecados,
según lo que dice la Biblia en Efesios 2:1: Y Él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Lo que los
hombres necesitan aun hoy en día, amigo, es la vida. En Él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella. [Jn. 1:5]
La palabra, prevalecieron, en griego es katalambano, o tomar
anhelante, i.e. apoderarse, poseer (Lit. o Fig.): alcanzar, asir,
comprender. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no pueden
apoderarse de ella. Cuando usted entra en un cuarto oscuro y prende
la luz, las tinieblas desaparecen. Las tinieblas y la luz no pueden
existir juntas. Tan pronto se prende la luz, las tinieblas huyen.
Tan pronto como se apaga la luz, las tinieblas vuelven. Pero luz
espiritual y tinieblas existen juntas. A veces hay un marido que es
salvo y una esposa que no es salva—o viceversa. Un obrero cristiano
puede trabajar al lado de un obrero inconverso. “¿Qué quieres decir
cuando dices que eres cristiano? Yo hago lo mejor que pueda. ¿No
soy yo cristiano también?” Ahí usted tiene un ejemplo de la luz y
las tinieblas lado a lado y las tinieblas no pueden comprender la luz.
Eso es exactamente lo que dice este versículo. La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
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persona del Rey. Por eso les dice: “enderezad”. Esto equivaldría a
decirles: “Que quiten las cosas malas de sus vidas, que pongan sus vidas
en orden”. Cuando hacemos eso, amigo, entonces tenemos comunión
con Dios. 1 Jn. 1:6-7, dice: Si decimos que tenemos comunión con Él,
y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero
si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado.
Continúa Juan, enseñándonos en los versículos 8-9, que necesitamos
limpiar nuestras vidas mediante la confesión. Dice: Si decimos que
no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad
no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Volviendo ahora al capítulo 1 de Juan, notará usted que, él está
citando al profeta Isaías, allí en el versículo 23. Ahora, Isaías 40:3, dice:
...Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro
Dios.
Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos. Y
le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si
tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? [Jn. 1:24-25]
Ahora, le presentan una cosa técnica. Le dicen, bueno, “Si no eres uno
de éstos, entonces, ¿por qué bautizas?”
Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua;
mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no
conocéis. [Jn. 1:26]
Hoy en día, llamamos a este hombre Juan el Bautista. Pero, la realidad
es que él negó que de veras era el Bautista. Dijo que meramente usaba
agua, pero, añadió que había Uno que venía después de él, y que Éste
bautizaría en fuego y en Espíritu Santo (Mateo 3:11). Ése es, pues,
el bautismo de juicio que ha de venir sobre la tierra, mientras que
el bautismo del Espíritu Santo tuvo lugar en el día de Pentecostés.
Ahora, quizás Ud. se pregunte si en aquel día Cristo ¿no estaría
allí entre la multitud? ¿Si El no estaría allí mientras le hacían estas
preguntas a Juan? Bueno, la verdad es que no se sabe, pero bien pudo
haber estado allí.
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Caín había hecho lo malo y que Abel había hecho lo bueno. Abel trajo
un corderito. Todos los corderos que fueron matados durante tantos
siglos en los altares judíos ahora hallan su cumplimiento en Él. Y Juan
le señala: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Éste es aquél de quien yo dije: Después de mí viene un
varón, el cual es antes de mí: porque era primero que yo.
Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado a
Israel, por eso vine yo bautizando con agua. [Jn. 1:30-31]
Juan está diciendo que Jesús es el que bautiza en verdad. Podemos
llamarle Jesús el Bautista. Él es quien bautizará en Espíritu Santo y
en fuego. El bautismo del Espíritu Santo fue cumplido en el día de
Pentecostés, y el de fuego, es el juicio que todavía ha de venir sobre
esta tierra.
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu
que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre
él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio
que éste es el Hijo de Dios. El siguiente día otra vez
estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando á Jesús
que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
[Jn. 1:32-36]
Desde mucho antes, Jesucristo ya era el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Esto es en cuanto a la obra de Cristo. Ahora dice:
He aquí el Cordero de Dios. Es decir, Él es el Cordero en persona.
Vemos que Juan bautizó a Jesús, y que Jesús fue identificado por el
Espíritu Santo. De modo que, al ver a Jesús caminando por allí, Juan
dice: He aquí el Cordero de Dios.
Continuemos ahora con los versículos 37 al 39, y veamos el principio
del ministerio de Jesús.
El testimonio de Andrés
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo:
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El testimonio de Felipe
El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe,
al cual dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad
de Andrés y Pedro. [Jn. 1:43-44]
Betsaida está en el mar de Galilea. Sabemos que Pedro, Andrés, y
Felipe vivían allí, y que eran pescadores.
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El testimonio de Natanael
Felipe halló á Natanael, y le dijo: Hemos hallado a
aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como en los
profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael
le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo
Felipe: Ven y ve. [Jn. 1:45-46]
Natanael es uno que presume ser sabio, y aquí, cree decir una agudeza.
¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Tal vez se rió de su propio
chiste. Pero Felipe no se rió. Simplemente le dijo: Ven y ve. Y eso en
realidad es lo importante. Ven a Cristo.
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo
de él: He aquí un verdadero Israelita, en quien no hay
engaño. [Jn. 1:47]
También podríamos decir que Jesús dijo: “Aquí hay un israelita
en quien no hay Jacob”. Ya que el nombre de Jacob significaba
“suplantador” o “engañador” en el hebreo. Jesús se refiere al hecho de
que el nombre de Jacob fue cambiado a Israel, que significa “gobernará
como Dios”. Natanael, acostumbraba a decir cosas ingeniosas y
chistosas, pero nunca con alguna mala intención. Como él hay
muchos. Siempre nos agradan las personas que tienen un sentido del
buen humor. Pero, la verdad es que tememos al hombre que no lo
tiene. Por eso nos gusta Natanael. No hay Jacob en este hombre; un
Israelita, en quien no hay engaño.
Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió
Jesús, y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael
y le dijo: Rabi, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de
Israel. [Jn. 1:48-49]
El Señor Jesucristo tuvo dos discípulos que tuvieron muchas dudas.
Uno, que las tuvo al principio de su discipulado, fue Natanael; y el
otro, que las tuvo al final, fue Tomás. Este hombre, éste que duda,
éste que se pregunta si ¿algo de bueno puede salir de Nazaret? confiesa
inmediatamente que Jesús es el Hijo de Dios, el Rey de Israel. Son
muchos los hombres que hoy en día, todavía hacen la misma pregunta:
¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Nuestro Señor Jesucristo pasó
allí treinta años.
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CAPÍTULO 2
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Ahora, no quisiera que nos desviemos del tema aquí, y que entremos
en discusiones en cuanto a si éste era vino embriagador o no. No creo
que tal tipo de discusiones sean provechosas, y más que eso, ésta no es
la cuestión de importancia en este pasaje.
Note usted, que hay algo aquí que se omite. ¿Dónde está la novia? No
la encontramos en ninguna parte. Y, ¿cómo era el traje de la novia?
¿No era esto, acaso, lo más importante de la boda? Quizá usted, al
igual que yo, ha presenciado muchas bodas y se habrá dado cuenta
que, cuando el predicador entra en la iglesia, nadie tiene verdadero
interés en el predicador. Luego, entra el novio y francamente,
tampoco tienen mucho interés en él. La única persona que le da
una sonrisa al novio es la madre de él. Pero entonces entra la novia
y todo el mundo la mira. Ahora, ¿qué tipo de traje tenía esta novia
aquí? Bueno, no lo sabemos. Jesús y esas tinajas de agua, son lo más
importante aquí. Aquí hay algo que es maravilloso. Tomó unas tinajas
y mandó que las llenaran de agua. Luego, sirvieron el agua y creo
que el milagro tuvo lugar, cuando llevaron el agua y la sirvieron a
los convidados. Se cambió en vino. Creo que así fue como el milagro
tuvo lugar.
Aquí tenemos una gran lección espiritual para nosotros. Jesús nos
usa hoy en día, como usó aquellas tinajas de agua. Somos como
tinajas que son golpeadas y batidas. No somos atractivos, y por eso
debemos ser apartados y ocultados de la vista. Pero, Él quiere usarnos.
Quiere llenarnos de agua. Ahora, ¿cuál es el agua? El agua, amigo, es
la Palabra de Dios. Quiere llenarnos del agua de la Palabra de Dios.
Luego, después que nos llena del agua de la Palabra de Dios, quiere
que la compartamos. Cuando hacemos esto, no sé cómo explicarlo;
pero, cuando el agua es vaciada de las tinajas y llega hasta los
sedientos, es entonces cambiada en vino. Es cambiada en el vino de la
alegría, por medio de la operación del Espíritu Santo. Se nos manda:
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed
llenos del Espíritu. (Ef. 5:18) El Espíritu Santo, toma esa agua y hace
un milagro en la vida del individuo. No lo puedo explicar, pero sé que
sí sucede.
Son varias las personas que han escrito y que han contado que han
sido salvadas, simplemente al escuchar la Palabra de Dios, por medio
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CAPÍTULO 3
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a Jesús: Bueno, “Y ¿cómo puede ser esto? ¿Cómo puede uno que ya es
adulto volver al vientre de su madre para entonces, nacer de nuevo?”
Es que Jesucristo no estaba hablando en cuanto a un nacimiento físico,
sino más bien, de un nacimiento espiritual. El motivo de la confusión
de Nicodemo era que aparentemente él no tenía ninguna capacidad
espiritual para comprender lo que Jesús le estaba diciendo. Así es que
Jesús trata de aclarar lo que decía.
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. [Jn. 3:5]
Quizá usted se esté preguntando, y bueno, ¿qué significa eso de ser
nacido de agua y del Espíritu? Por una parte, hay quienes creen que
el ser nacido de agua es una referencia al bautismo, pero, permítame
decir amigo, que ésta sería una expresión muy extraña, si fuese una
referencia a tal cosa. Por otra parte, tenemos el caso de muchos
médicos que dicen que ésta es una referencia al nacimiento físico, ya
que es un nacimiento en agua, y el feto en el vientre está rodeado por
agua. Sea lo que fuere, no creo que “nacer de agua” signifique ninguna
de estas dos cosas. Creo que Jesús no estaba hablando aquí, de las
diferencias entre el nacimiento natural y el nacimiento espiritual, sino
que estaba explicando cómo un hombre puede ser nacido “de lo alto” o
sea, “renacido”. Al hacerlo, dijo entonces que este nuevo nacimiento es
producto del agua y del Espíritu.
Más adelante en este evangelio, Jesús dice: Santifícalos en Tu verdad;
Tu palabra es verdad. (Jn. 17:17) La Palabra es la que puede limpiar
y santificar. En el 15:3 Jesús dice: Ya vosotros estáis limpios por la
palabra que os he hablado. O sea que, en muchas maneras y en muchos
pasajes de las Escrituras, la Palabra es comparada con el agua, es decir,
la Palabra de Dios. Creo entonces, que el nacer de agua en este pasaje,
significa que una persona sólo puede nacer de nuevo mediante la
acción de la Palabra, o sea las Sagradas Escrituras. El Espíritu Santo
es quien toma las Escrituras y las usa. Creo de todo corazón que nadie
puede ser renacido sin la acción de la Palabra de Dios. Creo que es
por esto que Jesús le da tanta importancia al ser nacido del agua y del
Espíritu. Si estudiamos los Hechos de los Apóstoles, encontraremos
que hay tres relatos sobresalientes sobre tres personas que se
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Juan Un Comentario
convierten, es decir, que nacen de nuevo. Creo que estos relatos nos
han sido dados como ilustraciones. Primero tenemos la conversión
del eunuco etíope, luego la conversión de Cornelio, y entonces la
conversión del Apóstol Pablo.
Estas tres personas son representantes de las tres familias de Noé: uno
es hijo de Sem, otro es hijo de Cam, y el tercero es hijo de Jafet. En la
conversión de cada uno de estos tres, la Palabra de Dios fue utilizada
por el Espíritu de Dios. El método de Dios parece ser éste: La Palabra
de Dios, usada por el Espíritu de Dios, dada mediante un hombre de
Dios. Estoy confiado de que nuestro Señor Jesucristo estaba diciendo,
que es necesario nacer de agua y del Espíritu, y que esto significa la
acción del Espíritu de Dios, quien usa la Palabra de Dios. Sin este
renacimiento no se puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es. [Jn. 3:6]
La intención de Dios no es la de cambiar esta vieja naturaleza que
usted y yo tenemos. El hecho es que no puede ser cambiada. Es
imposible. La Palabra de Dios tiene mucho que decir en cuanto
a esta vieja naturaleza que tenemos. Por cuanto la mente carnal
es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni
tampoco puede; y los que viven según la carne no pueden agradar
a Dios. (Romanos 8:7-8) Dios no tiene un programa para esta vieja
naturaleza que tenemos. No piensa recuperarla, ni mejorarla, ni
desarrollarla, ni salvarla. Esa vieja naturaleza tiene que descender al
sepulcro con nosotros. Y, si el Señor viene antes de que descendamos
al sepulcro, entonces tendremos que ser transformados. Eso significa
que Él acabará con esa vieja naturaleza. Pues ésta, nunca, nunca jamás
podrá ser obligada a ser obediente a Dios. El Señor Jesucristo dijo: Lo
que es nacido de la carne, carne es. Éste es un axioma y por esto Dios
no intenta salvar la carne de ninguna manera. Esta vieja naturaleza
será reemplazada por la nueva naturaleza. Amigo, es por esto que
el nacimiento espiritual es necesario, a fin de que podamos recibir
una nueva naturaleza. La vieja naturaleza es categóricamente una
naturaleza que no puede ser recuperada.
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Juan Un Comentario
cómo estas cosas pueden ser, y veremos que nuestro Señor le habla
muy claro. A propósito, a usted y a mí, nos es posible ponernos las
máscaras cuando estamos los unos con los otros, y hoy en día, hay
muchos que las llevan puestas. Cuando están con cierto grupo, se
portan de cierta manera. La máscara, amigo, esconde cómo somos en
verdad. Pero, cuando venimos al Señor Jesús, tenemos que quitarnos
todas nuestras máscaras. Jesús nos verá tal como somos en realidad, y
tratará a cada uno de nosotros de conformidad. Así trató a Nicodemo.
Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y
no sabes esto? [Jn. 3:10]
Nuestro Señor aquí, hace uso de la sátira. Le está diciendo a
Nicodemo que Él creía que Nicodemo era principal entre los judíos,
y, sin embargo, ahora se estaba portando como si Jesús le estuviera
diciendo algo que no podía ser verdad. Dice que, si esto es verdad,
Nicodemo debe de haberlo sabido. Y entonces, Jesús le pregunta: “¿No
sabes esto, Nicodemo?”
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos,
y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro
testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis,
¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al
cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre,
que está en el cielo. [Jn. 3:11-13]
Jesús le dice a Nicodemo que él no había recibido su testimonio, ni
aun lo que le había estado hablando ahora. Después de esto, vemos
que hay un gran movimiento que se presenta aquí, en el evangelio
según San Juan. Usted recordará que, en la introducción al estudio de
este evangelio, dirigí nuestra atención a lo que Jesús dijo en Jn. 16:28,
cuando dijo: Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el
mundo, y voy al Padre. Ahora dice: Nadie subió al cielo, sino el que
descendió del cielo.
Ésa es la respuesta para quienes hoy en día, creen que Elías y Enoc
fueron al cielo cuando fueron traspuestos. No creo que fueron al
cielo, porque hasta aquí el Señor Jesús dice que: Nadie subió al cielo,
sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el
cielo. En otras palabras, dice que Él es el Único que puede hablar en
cuanto al cielo, porque El es el Único que ha subido al cielo. Ahora, es
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verdad que hay muchos que han ido al cielo después de Cristo; pero,
en el Antiguo Testamento cuando un santo moría, es decir, uno de
los hijos de Dios moría, iba a un lugar que se llamaba el Paraíso o el
seno de Abraham. Nuestro Señor lo llamó así en Lucas 16:22. No fue
sino hasta después que Cristo murió y subió al cielo, y llevó cautiva la
cautividad, cuando llevó a aquéllos que estaban allí a la presencia de
Dios. Desde entonces, para el hijo de Dios siempre ha sido verdad que
estar ausentes del cuerpo, es estar presentes al Señor, como dice Pablo,
en 2 Corintios 5:8. ¡Qué cuadro tan glorioso tenemos aquí!
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así
es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para
que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. [Jn. 3:14-15]
Cuando Moisés puso aquella serpiente sobre la asta, debido al pecado
del pueblo, todo lo que tenía que hacer uno que fuese mordido, era
mirarla. Como Moisés levantó la serpiente, así es necesario que Cristo
sea levantado. Como usted ve, amigo, esa serpiente representaba el
pecado del pueblo. Cristo fue hecho pecado por nosotros en la cruz.
Llevó allí nuestros pecados. Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.
Nuestro Señor le dice ahora a Nicodemo, las palabras que
probablemente son las más conocidas en toda la Biblia.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. [Jn. 3:16]
Hay dos cosas que necesitamos notar aquí. La primera es que nos dice
que es necesario nacer de nuevo. La otra es, que es necesario que el
Hijo del Hombre sea levantado. Estas dos cosas están relacionadas.
Se necesita ambas cosas: la muerte y la resurrección de Cristo. Es
necesario que Él sea levantado. Y siendo que Él ya ha sido levantado,
y que ya ha llevado nuestro castigo; ahora, el Espíritu de Dios puede
regenerarnos, puede hacernos nacer de nuevo. Pero, no nos olvidemos
que es necesario, imprescindible, nacer de nuevo. Ésa es la única
manera por la cual Dios nos puede recibir.
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CAPÍTULO 4
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Jesús pudiera venir otra vez. Si viniera, este hombre se daba cuenta
de que se hallaría en un gran apuro. Y amigo, es muy cierto que se
hallaría en muchos apuros. Note ahora que esta mujer samaritana
tiene un interés profundo y un anhelo ávido en su corazón.
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado
el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. [Jn. 4:25-26]
¡Cuán majestuosa y sublime es esta declaración! Esta mujer ahora se
halla cara a cara con el Salvador del mundo y con el Mesías. Amigo,
la pregunta que nos gustaría hacerle a usted hoy en día, no importa
dónde esté, ni quién sea, o cómo esté, es: ¿se ha hallado usted alguna
vez cara a cara con el Señor Jesucristo? Amigo, esta mujer se halló
en Su presencia. Yo soy, el que habla contigo, le respondió el Señor
Jesús.
En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de
que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo:
¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella? Entonces la
mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los
hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? [Jn. 4:27-29]
Esta mujer había aceptado como Salvador y Mesías al Señor Jesús
por fe, y ahora corre a la ciudad para contárselo a otros. Fíjese usted
que no habló con las mujeres porque no se hablaban. Algunos de
esos hombres tenían tratos con ella y tenían mucho interés en saber
si este Jesús de quien ella hablaba, podía de veras contar todo lo que
ella había hecho. Por tanto, aquí tiene Usted lo que sucedió, en el
versículo 30:
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. [Jn. 4:30]
Los hombres vinieron a causa del testimonio de la mujer. Es muy
importante que veamos eso. El hecho de que la mujer testificó a otros
es evidencia de su fe.
Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí,
come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que
vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos
a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
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padre esperaba que toda su casa conociera a Cristo. Cada uno tendría
que ejercer una fe personal, pero este hombre, había ejercido su
influencia en ellos para Cristo. Ésta es pues, la segunda señal que hizo
Jesús.
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CAPÍTULO 5
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que quizá fue colocado allí por un escriba, como palabra explicativa.
Creo que esto puede ser verdad, pero si pertenece a las Escrituras o
no, es otra cosa. Para mí eso no es lo esencial, porque hay algo aquí
que tiene mucha más importancia. Pero esta palabra aquí está a modo
de explicación.
Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al
estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía
al estanque después del movimiento del agua, quedaba
sano de cualquier enfermedad que tuviese. [Jn. 5:4]
Ésta es pues la explicación de la razón por la cual estaban todos
reunidos allí. La creencia era que, en ciertas ocasiones, un ángel
agitaba el agua. Ahora, personalmente creo que muchísimas
curaciones de tipo psicológico se registraron allí. Hay algunas
personas hoy en día, así como había en aquel entonces, que están
enfermas en la mente. Personas ignorantes y supersticiosas. Hay
muchos que van a los llamados sanadores divinos hoy en día, y según
dicen, hasta se sanan. Pero siempre hay una duda en cuanto a si
habían estado realmente enfermos. Otra pregunta es si continúan
sanos permanentemente. El punto es que el Señor Jesucristo sí sana
hoy en día, así como sanó cuando estuvo en la tierra, y el paralítico
aquí no fue sanado por algún movimiento del agua.
Hace algún tiempo me escribió una oyente algo disgustada porque
según ella, dije en alguna ocasión que no creía que el Señor sanara
hoy en día. Pero amigo, lejos esté de mí decir tal cosa. Porque estoy
completamente convencido que el Señor Jesucristo, sí sana hoy en
día. Ahora, si el Señor sana hoy en día, para qué entonces acudir a
otra persona, cuando podemos ir directamente a Él, presentándole
nuestro caso.
Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años
que estaba enfermo. [Jn. 5:5]
Nuestra atención se dirige ahora, a un solo hombre. No sabemos
si había estado al lado del estanque todo este tiempo, o no. Había
sufrido de esa enfermedad por treinta y ocho años, y al parecer, no
podía moverse. Diríamos que el caso era el peor de los que había allí.
Piense usted en la frustración que debe haber asediado a este pobre
hombre. Si es que no había estado allí durante todos los treinta y
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ocho años de su enfermedad, por lo menos debe haber estado allí por
algunos años. Debe haber tenido más de 38 años, y según dice aquí,
su condición fue el resultado de su propio pecado. En el versículo 14,
el Señor Jesucristo le dice: Mira, has sido sanado; no peques más, para
que no te venga alguna cosa peor.
Usted bien puede imaginarse a este pobre hombre acostado allí, con
los ojos puestos sobre el agua, esperando el movimiento del agua.
Esperaría que, de alguna manera u otra, él pudiera ser el primero en
bajar al agua y debe haberse sentido decepcionado una y otra vez.
Estaba en una condición tan mala, que los demás siempre se metían
primero en el agua. Estoy seguro de que él vio muchas curaciones allí.
El Señor sabía que él había estado enfermo por mucho tiempo y que
por mucho tiempo había esperado al lado del estanque. Ahora, fíjese
usted, cómo se acerca el Señor al enfermo.
Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya
mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? [Jn. 5:6]
Ésa es una pregunta algo extraña para un enfermo. Parece algo
absurda, ¿no le parece? Ése no era el problema de este hombre. Por
supuesto que él quería ser sano, pero el Señor le hizo la pregunta
con dos motivos. En primer lugar, quería producir esperanza en el
hombre. Su caso era desesperado, y creo que esa luz de esperanza se
había ido de su vida, dejándolo muy desesperado. En segundo lugar,
y éste es el motivo más importante, Jesús quería que este hombre
quitara los ojos del estanque. Jesús quería que le mirara a Él, y por eso
sorprendió al hombre. Creo que este hombre nunca se había fijado
en los otros enfermos que venían allí. Nunca miraba a otra parte,
sus ojos estaban fijos en el estanque. De modo que, nuestro Señor ¡le
sorprendió!
Cuando el Señor le preguntó que si de veras quería ser sano, creo
que el hombre normal y naturalmente reaccionó con una mirada
que expresaba sorpresa. ¿Quién haría una pregunta como ésa? Su
contestación fue: “Claro que quiero ser sano. Pero, ése no es mi
problema. Lo que necesito es que alguien me meta en el agua”.
La condición de muchos hoy en día, amigo, es como la de ese hombre
que vigilaba aquel estanque esperando que algo pasara. Me atrevo
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llevados allá, y ellos serán juzgados según sus obras, porque hay grados
de castigo. (Véase Lc. 12:47-48)
No puedo yo hacer nada por mí mismo: según oigo, así
juzgo; y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió, la del Padre. [Jn. 5:30]
Jesús dice aquí, que Él se ha autolimitado, que cuando vino a esta
tierra se hizo hombre, vino como hombre, no para hacer Su propia
voluntad, sino la voluntad del Padre. En Su humanidad adoptó esta
auto limitación.
Éste es el ejemplo para nosotros hoy en día. Usted y yo tenemos
una voluntad, una vieja naturaleza que no es obediente a Dios. No
podemos ser obedientes a Dios porque realmente por naturaleza
somos rebeldes en cuanto a Dios. Ésa es la condición natural de todos
los hombres. Es por eso que nuestro Señor Jesucristo, tuvo que decirle
a Nicodemo, que le era necesario nacer otra vez. Aquellos que están en
la carne, no pueden agradar a Dios. Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (Jn. 3:6)
Por tanto, hoy en día, es necesario nacer otra vez, porque esta vieja
naturaleza es incorregible. Es rebelde. La humanidad ha estado
alzando una bandera de protesta ante las puertas del cielo, desde el día
en que Adán salió de las puertas del paraíso, allá en el huerto de Edén.
Ahora, nuestro Señor mostrará que hay testigos en cuanto a Sus
reclamos de Divinidad, de ser Dios hecho carne; y que estos testigos le
respaldan diciendo que tales alegaciones son la verdad.
Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio
no es verdadero. Otro es el que da testimonio acerca de
mí; y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. [Jn.
5:31, 32]
La Escritura enseña que, en boca de dos o tres testigos, consta toda
palabra. (Mateo 18:16 y Deuteronomio 17:6) Jesús sabe que, si Él
diera testimonio de Sí Mismo, no sería válido en una Corte de la ley.
El testigo a quien se refiere aquí no es Juan el Bautista. Seguramente
que los que le escuchaban, pensarían que era a él a quien se refería;
pero Jesucristo aclara esto inmediatamente e indica que no se refiere a
ningún testigo humano.
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CAPÍTULO 6
Jesús alimenta a cinco mil cerca del Mar de Galilea (cuarta obra y
palabra)
Llegamos ahora a la alimentación milagrosa de los cinco mil. Éste es
el único milagro de Jesús que todos los cuatro evangelios relatan. En
el evangelio según San Juan, como resultado de este milagro, nuestro
Señor da un discurso sobre el Pan de Vida. Éste es el método que Juan
emplea. Llama a los milagros “señales”, pues indican que cumplen
cierto propósito. Juan también escoge sólo ciertos milagros. Usted
recordará que Juan dijo en el capítulo 20:30, 31: Hizo además Jesús
muchas otras señales en presencia de Sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida
en Su nombre. (Jn. 20:30-31) En verdad, ésta es la clave del evangelio
según San Juan.
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hizo así. Me dijo que fuera a predicar a toda criatura, y todo aquél que
quiere, puede venir. Esto es lo que dice Jesús en nuestro versículo:
...y al que a Mí viene, no le echo fuera. Por lo tanto, amigo, se puede
discutir en cuanto a la predestinación todo lo que se quiera, pero
siempre se puede venir. Y si uno viene, tiene la promesa solemne de
Cristo Mismo, de que no le echará fuera.
Alguien preguntará: “Quiere usted decir, que si no soy predestinado,
¿todavía puedo venir?” Amigo, si usted viene, será predestinado. ¡Cuán
tremendo es esto!
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió. [Jn. 6:38]
Cuán maravilloso es esto, que la voluntad de Dios sea que usted
venga. Sí, amigo, ésta es la voluntad de Dios y de eso, estoy seguro.
Jesucristo dijo: “Yo he venido del cielo porque es necesario que el Hijo
del Hombre sea levantado”. Pero, es necesario también que usted,
nazca de nuevo. Él vino para hacer la voluntad del Padre en todo, y es
la voluntad de Dios que usted, sea nacido de nuevo. Usted tiene que
venir a Él, amigo, ésa es la única manera. Tiene que venir al Señor
Jesús por la fe.
Y ésta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que
de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo
resucite en el día postrero. [Jn. 6:39]
El término “predestinación” se aplica solamente a los que ya han
sido salvados. Significa exactamente lo que Él dice aquí. Cuando
una persona acepta a Cristo es justificada, y si ha sido justificada, es
igualmente segura que será glorificada. Cuando Jesús comienza con
cien ovejas, termina con cien ovejas. No pierde ninguna. Eso es lo
que esto significa. Todos los que creen en Cristo tienen vida eterna, y
todos serán resucitados en el día postrero.
Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo
aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo
le resucitaré en el día postrero. Murmuraban entonces
de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que
descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de
José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo,
pues, dice éste: Del cielo he descendido? [Jn. 6:40-42]
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No había duda alguna aquí, que Jesús les está enseñando que Él era
Dios y que había descendido del cielo. Permítame decirle, que en esta
sección Él está enseñando Su nacimiento virginal. Hay quienes dicen
que el Señor Jesús nunca enseñó Su nacimiento virginal. ¿Qué es lo
cree usted que está diciendo aquí, amigo? Los judíos entendieron
muy bien lo que Él decía. Preguntaron cómo podía ser verdad lo que
Él decía, siendo que conocían a Su padre y a Su madre. ¿Cómo podía
haber bajado del cielo? Bueno, fue por Su nacimiento virginal. Como
el ángel le dijo a María, fue el Espíritu Santo quien concibió aquel
Santo Ser en ella. (Véase Lc. 1:35) Esta sección aquí mismo es un
complemento, o una confirmación del nacimiento virginal, y necesita
ser añadida a las otras porciones de la Escritura que lo tratan.
Del cielo he descendido: Ésa es la historia de la Navidad. “Glorias
magníficas El dejó, para buscarme a mí. Sólo Su incomparable amor le
hizo venir aquí”. Vino de la gloria del cielo. Descendió del trono para
ascender a la cruz por usted y por mí, amigo. Esto lo hizo mediante
el nacimiento virginal. Ésa es la historia de la Navidad, y amigo, no
habría ninguna historia navideña sin este nacimiento virginal.
Aquí, pues, los que escuchaban a Jesús entendieron inmediatamente y
preguntaron: “Bueno, ¿y, no es éste Jesús, el hijo de José?” Ellos creían
que conocían a Su padre y a Su madre, pero la verdad es que no los
conocían. Porque Jesús no era el hijo de José. El había descendido del
cielo.
Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no
le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. [Jn. 6:43-
44]
Ésta es la elección divina. ¿Quiere usted que se la explique? No se la
puedo explicar. Dios le hace a usted, responsable de ello, y usted sabe
que es responsable. Sabe ahora mismo, que usted es el que tiene que
decidir si va a venir a Jesús o no.
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por
Dios. Así que, todo aquél que oyó al Padre, y aprendió de
él, viene a mí. [Jn. 6:45]
Son casi innumerables los pasajes en el Antiguo Testamento que se
refieren a esto. Por ejemplo, Isaías 54:13, dice: Y todos tus hijos serán
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que hace que la maldad, sea tan atractiva. Supóngase usted que ahora
mismo le decimos que tenemos dos palitos. Y le decimos que uno de
los palitos, es perfectamente recto porque es una regla. Ahora, ¿puede
usted imaginarse la apariencia de esta regla? Estoy seguro de que no
tendría ninguna dificultad en imaginarlo, porque una regla puede ser
recta de una sola manera. Ahora, supóngase usted que le decimos que
también tenemos en la mano, un palito torcido. Si le pedimos que
dibuje una descripción de cómo cree usted que ese palito esté torcido,
pues quizá dibujará usted un palito torcido de mil maneras. Porque
puede ser torcido de mil maneras.
Es que, la maldad, tiene un misterio en cuanto a su naturaleza. Debo
confesar que este hombre Judas Iscariote, camina así a través de las
páginas de la Escritura. Es difícil interpretarlo. Aquí, nuestro Señor
habla esta cosa extraña en cuanto a él, diciendo que es diablo. Qué
contraste a esto presenta el testimonio de Simón Pedro. El dijo:
...nosotros hemos creído y conocemos que Tú eres el Cristo, el Hijo
del Dios Viviente. Amigo, ¿puede usted decir genuinamente, lo que
dijo Simón Pedro?
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CAPÍTULO 7
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en ese pueblo tan pequeño. No fue como los cuadros bonitos que
usted ve en las tarjetas de Navidad. Es verdad que nació en Belén,
pero no se quedó allí para Su ministerio terrenal. Si estos hombres en
verdad hubieran querido saberlo, hubieran podido enterarse de que
Su nacimiento tuvo lugar en Belén y que sí cumplió las profecías. Era
pues el Cristo, o sea el Mesías quien les estaba convidando a venir y
a beber, pero ellos rehusaron, colocando por delante esta objeción
infundada. Siempre habrá una división entre los hombres en cuanto a
la identidad de Jesús, hasta cuando El venga a reinar.
Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le
echó mano. [Jn. 7:44]
Ahora, no les fue posible prenderle, porque Su hora aún no había
llegado.
Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y
a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis
traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre
alguno ha hablado como este hombre! [Jn. 7:45-46]
¡Qué testimonio dieron estos hombres en cuanto a Jesús! ¡Jamás
hombre alguno ha hablado como este Hombre! El era el Gran
Maestro, pero no es mediante Sus enseñanzas que somos salvos. Nos
salva mediante Su muerte y resurrección.
Entonces los fariseos les respondieron: ¿También
vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él
alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta
gente que no sabe la ley, maldita es. Les dijo Nicodemo,
el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: ¿Juzga
acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y
sabe lo que ha hecho? Respondieron y le dijeron: ¿Eres
tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca
se ha levantado profeta. Cada uno se fue a su casa. [Jn.
7:47-53]
Este Nicodemo es el mismo que vino a Jesús de noche. Creo que
Nicodemo confió en el Señor aquella noche. Pues, aunque era fariseo
Nicodemo defendió a Jesús. Ellos se mofaron de él, preguntándole:
“¿Eres tú también galileo?” Era como los de las grandes ciudades
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CAPÍTULO 8
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había casado con ella, y él creía que nadie sabía nada sobre este asunto.
Creo que el Señor escribió el nombre de la joven y junto al nombre de
ella, el nombre del escriba.
Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les
dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo
hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al
oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno,
comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y
quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. [Jn.
8:7-9]
Jesús da los requisitos para ser Juez, y esto es algo que todos nosotros
necesitamos. Podemos tener el derecho de ser jueces de otros, con
tal que cumplamos el requisito, y este requisito es la impecabilidad.
Amigo, yo no sé en cuanto a usted, pero eso me quita de una vez por
todas, el oficio de arrojar piedras.
Un viejo comentarista escocés dice en cuanto a este incidente de
la mujer adúltera, que los viejos salían primero porque tenían más
juicio que los jóvenes. Los jóvenes se quedaron hasta cuando vieron
su propio nombre y luego por fin cayeron en cuenta, y también
salieron. De modo que no hubo ni un solo hombre que se quedara
para apedrear a esta mujer, con la excepción de Uno, y ése fue Jesús.
Él sí pudo haberla apedreado. Todos los demás se habían ido. ¡Qué
hipócritas!
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la
mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques
más. [Jn. 8:10-11]
Esta mujer era culpable de pecado y según la ley de Moisés, en Levítico
20:10, una adúltera debía ser apedreada. ¿Estaba entonces Jesús
anulando el sistema mosaico? Claro que no. Él estaba poniendo Su
cruz entre la mujer y su pecado. Éste, que es el Hijo de la virgen, que se
vio asediado por una nube de incrédulos, va a la cruz aún para cubrir
el pecado de esta mujer. ¡Vino al mundo para ser Salvador!
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Son muchos los que creen que se pierden porque han cometido cierto
pecado. Si usted, amigo, es uno que los que cree esto, tengo noticias
para usted. Uno no se pierde por ser asesino, ni por ser mentiroso,
ni por ser ladrón, ni adúltero, ni por cometer otros pecados. Una
persona se pierde sólo porque no cree en Jesucristo. Jesucristo
perdona los pecados, todos los pecados. Él es el Salvador. Murió
por todos los pecados del mundo. Cualquier persona que acuda al
Salvador, será perdonada. No importa cuál sea su pecado.
¡Qué regalo más glorioso y maravilloso tiene Dios para usted! La vida
eterna se encuentra en Cristo Jesús. El perdón del pecado se halla en
Cristo Jesús.
Como usted ve, amigo, el conocer a Dios como Uno que tiene
existencia propia, todavía no nos revela mucho. Existe sin tener que
respirar, comer, ni beber. Pero estas cosas sí son necesarias para
sostener la vida en nosotros. Jesús nos da una revelación de Dios
cuando nos dice que Él es el Pan, que Él es el Agua, y que Él es la Vida.
Entonces comprendemos que Dios no tan sólo tiene existencia propia,
sino que también suple todas nuestras necesidades. Observe usted
algunas de las alegaciones de Cristo:
Jn. 6:35: Yo soy el Pan de Vida. Jn. 8:12: Yo soy la Luz del mundo.
Jn. 10:7: Yo soy la Puerta de las ovejas. Jn. 10:9: Yo soy la Puerta. Jn.
10:11: Yo soy el buen Pastor. Jn. 11:25: Yo soy la Resurrección y la
Vida. Jn. 14:6: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Jn. 15:5: Yo
soy la Vid, vosotros los pámpanos.
Aquí, Jesús está diciendo: Yo soy la Luz del mundo. Acaba de exponer
el pecado de los escribas y los fariseos, que le habían traído a esta
mujer sorprendida en adulterio. Eran tan culpables como ella, pero
ellos tuvieron que huir. Cuando uno prende la luz, todas las ratas, los
murciélagos, y los chinches, salen corriendo. Porque la luz expone el
pecado, y es por eso que los escribas y los fariseos tuvieron que salir.
Jesús dice que Él es la Luz, y ésta es la alegación o la declaración
más elevada que ha hecho acerca de Sí Mismo, hasta aquí, en este
evangelio de Juan. Una de las definiciones de Dios es que Él es Luz,
según 1 Jn. 1:5. Es perfecto en Su santidad y en Su justicia. Aun la
luz física es una de las cosas tanto más complicadas, como una de las
cosas más esenciales para nosotros. ¿Quién en verdad sabe lo que es?
Algunas veces funciona como ondas y otras funciona como partículas
de materia. Lo sobresaliente es que los hombres, actuando sobre
estas dos definiciones o principios, han podido lograr invenciones
y descubrimientos extraordinarios. Algunos dicen que las dos cosas
son verdad, y sin embargo, hay otros que dicen que ambas no pueden
ser verdad. ¿Es la luz la ausencia de tinieblas? ¿O son las tinieblas
la ausencia de la luz? Decimos que un cuarto se llena de luz. ¿Qué
queremos decir? ¿Pesa más cuando se llena de luz?
Pues bien, no comprendemos la luz, y es cierto que un niño no
comprende la luz, pero sí sabe lo suficiente en cuanto a ella, como para
encender la luz para que haya luz al entrar en un cuarto. Jesucristo
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Hay un refrán que dice: “De tal palo, tal astilla”. Aquí, estos príncipes
religiosos, tratan de alegar que son hijos de Abraham, pero Jesús les
dice que, si fueran verdaderos hijos de Abraham, se portarían como
lo hizo Abraham. Pero, en lugar de actuar así, tratan de matarle.
Comprueban pues, por sus hechos, que, en lugar de ser hijos de
Abraham, son hijos del diablo. Él es el autor del asesinato y de la
mentira y sus hijos, le estaban imitando. Vosotros, dice Jesús, hacéis
las obras de vuestro padre.
Note usted que nuevamente traen a discusión el tema del nacimiento
extraordinario de Jesús. Nosotros no somos nacidos de fornicación...
dicen. Hay quienes afirman que es posible negar el nacimiento virginal
y todavía ser cristiano. Pero, si negamos el nacimiento virginal
de Cristo, creo que es lo mismo que asociarnos con esta multitud
insultante que le dice: Nosotros no somos nacidos de fornicación. Sin
embargo, esta misma multitud insultante quiere alegar que Dios es
su Padre. Jesús les dice: Si vuestro Padre fuese Dios, ciertamente Me
amaríais; porque Yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido
de Mí Mismo, sino que Él Me envió.
¿Cómo sabemos nosotros que Dios es nuestro Padre? Todo aquél que
cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquél que ama al
que engendró, ama también al que ha sido engendrado por Él. (1 Jn.
5:1)
Estos judíos creían que eran hijos de Dios, cuando en realidad eran
hijos del diablo. Hoy en día, hallamos esta misma creencia. Esta
doctrina de la paternidad universal de Dios y la fraternidad universal
de los hombres nos ha metido en mucha dificultad, aun como
naciones. Nos sentamos en la mesa de conferencias para hablar de la
paz con los hijos del diablo, y nos llamamos hijos de Dios. La Biblia no
enseña la paternidad universal de Dios, ni la hermandad universal de
los hombres. Hay quienes son hijos del diablo. Uno llega a ser hijo de
Dios mediante la fe en el Señor Jesucristo y ésa es la única manera.
Las palabras de Jesús hicieron que estos hombres se pusieran
antagónicos. Sin embargo, Jesús insistió en que Sus palabras eran la
verdad. También insistió en que ninguno de ellos podía probar que
Él era pecador. Jesús es de Dios y cualquiera que sea hijo de Dios,
escuchará a Jesucristo.
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Hay quienes no les gusta escuchar esto. Muchos creen que todos
somos hermanos y hablan del amor, del amor, y del amor. Y amigo, si
usted se declara a favor de la verdad hoy en día, tendrá que denunciar
la maldad, así como lo hizo nuestro Señor Jesucristo. Y eso, téngalo
por seguro, causará antagonismo.
Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. [Jn. 8:45]
¿No es interesante que Jesús puede hablar la verdad a los hombres
y que éstos, no le crean? Estas palabras de Jesús excitaron su
antagonismo más intenso. Sin embargo, los hombres siempre
creen los rumores más insensatos y las mentiras más grandes. Los
dictadores han aprendido esto. La televisión ha descubierto esto
también. Hitler era muy franco en cuanto a esto en su libro, cuando
dijo, que, si una mentira grande se cuenta muchas veces, por fin los
hombres la creerán.
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si
digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que
es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís
vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces
los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que
tú eres samaritano, y que tienes demonio? [Jn. 8:46-48]
Jesús se arriesga Su propia vida al preguntar, ¿Quién de vosotros
Me redarguye de pecado? Ésta es una de las grandes pruebas de
la Deidad de Cristo. Créame, si alguno de Sus enemigos hubiera
tenido evidencia cualquiera contra Él, la habría usado. Ellos no
tenían respuestas lógicas para Sus preguntas. Así que, ¿qué hicieron?
Inventaron algo ridículo. Aprendí este método hace mucho tiempo
cuando yo era miembro de un equipo de debate. Cuando los
contrarios no tienen respuestas lógicas, hacen uso de lo ridículo.
Escuche a los judíos. “Tú eres samaritano; tiene de demonio”. Esto es
ponerle nombre nada más y es pura ridiculez.
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a
mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco
mi gloria; hay quien la busca, y juzga. De cierto, de
cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá
muerte. [Jn. 8:46-51]
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Ojalá pudiéramos ver a Jesús, parado allí entre esa multitud. Le odian
tanto que quieren matarle. Ellos tienen homicidio en sus corazones.
Pero Él no tiene nada más que amor en Su corazón, e irá hasta la cruz
para morir por ellos. Conspiran para matarle, pero Él les ofrece la
Vida. Jesús dice: El que guarda Mi palabra, nunca verá muerte. Les
está ofreciendo la vida eterna, la vida espiritual. Amigo, este Jesús es
más que hombre. Leamos ahora los versículos finales de este capítulo
8 de San Juan.
Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que
tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú
dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte.
¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el
cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti
mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo,
mi gloria nada es; mi Padre es el que me gloria, el que
vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le
conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco,
sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo
su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había
de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron
los judíos: aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto
a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo:
Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces
piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió
del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
[Jn. 8:52-59]
¿Jamás vio Abraham a Cristo? Por cierto, que sí le vio. Las apariciones
de Dios en el Antiguo Testamento eran apariciones de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, Él le ha dado a conocer. (Jn. 1:18) Además, aunque el cuerpo
de Abraham había sido sepultado allí, Abraham no estaba muerto de
veras, sino que estaba en la presencia de Dios. Como dijo el mismo
Señor Jesucristo, en Lucas: ...Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de
Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él
todos viven. (Lc. 20:37, 38)
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CAPÍTULO 9
Jesús le abre los ojos al hombre que nació ciego en Jerusalén (quinta
obra); la historia del milagro; reacción al milagro
El Señor había estado dando Su discurso sobre la Luz del mundo.
Alegó que él era Dios, y los judíos precisamente por esto querían
matarle. Cuando Jesús se escondió y salió del templo atravesando
en medio de ellos, fue sólo por un milagro que pudo escapar de la
multitud tan airada. Su hora aún no había llegado, y por tanto no
podían prenderle.
El incidente que sigue ahora es realmente una prolongación del
discurso sobre la Luz del mundo. Los enemigos del Señor Jesús no
podían ver, porque eran ciegos espiritualmente. De modo que Jesús se
escondió de ellos y pasó por entre todos ellos, sin que nadie le viera.
El ciego aquí tampoco podía ver, aunque la Luz del mundo se paró
delante de él. Pero veremos que Jesús se revelará a él. Antes de que el
ciego pueda ver, necesita tener restaurados los ojos. La luz debe ser
recibida. Tiene que haber un receptor, tanto como un remitente de la
luz.
Quizá usted haya escuchado este argumento clásico en cuanto al
sonido. Si un árbol cae en el bosque y nadie está presente para oírlo
caer, ¿hubo un sonido? La respuesta obvia es que hubo ondas sonoras,
pero si no había ningún oído allí para recibir el sonido e interpretarlo,
nadie oye el sonido.
La luz revela la condición del ojo. La Luz del mundo revela la
condición del alma. Los fariseos, por ejemplo, creían que veían, pero
eran ciegos. Hay una historia que se cuenta en cuanto a una explosión
en una mina de carbón en el estado de Virginia occidental en los
Estados Unidos. Cuando habían rescatado a los mineros y los habían
traído afuera a un lugar seguro, uno de los jóvenes dijo: “prendan la
luz”. Todos le miraron sorprendidos y se dieron cuenta entonces, de
que la explosión le había cegado. En las tinieblas, adentro, ni él ni ellos
se habían dado cuenta de que era ciego. Pero la luz le reveló tanto a él,
como a los demás, que había quedado ciego.
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Esto es lo que Jesús quiere decir en Juan 8:39: Para juicio he venido
Yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean
cegados. La luz revela la verdadera condición. Entonces, aquéllos
que son ciegos, pero que no se han dado cuenta, pueden saber que
son verdaderamente ciegos. Un miembro eminente del parlamento
inglés llevó al Sr. Burke, un gran estadista y orador, a escuchar al Dr.
Black, uno de los más grandes predicadores en las Islas Británicas. El
Dr. Black predicó un sermón potente que exaltó al Señor Jesucristo.
El amigo esperó la reacción del Sr. Burke al sermón, y por fin, el Sr.
Burke dijo: “Es un gran orador, pero ¿de qué hablo?” Aquí pues, había
un hombre de gran talento, pero era ciego.
Nuestro deber es predicar la Palabra de Dios, y allí termina nuestra
responsabilidad, si es que hemos rogado que el Espíritu Santo
la bendiga. Es la obra del Espíritu Santo, la de abrir el corazón
del oyente y motivarle a obedecer la Palabra. Nosotros debemos
presentar la Luz del mundo a los hombres, pero es el Espíritu Santo
quien puede abrir sus ojos. Esto es lo que significa estas palabras:
Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan,
y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para
muerte, y a aquéllos olor de vida para vida... (2 Co. 2:15-16) Somos
simplemente tan “exitosos” cuando no ganamos un alma, como
cuando la ganamos. Simplemente debemos brillar como luces, para
presentar a Jesucristo, la Luz del mundo. Alguien nos dirá: “¿Dónde
está la luz?” Tendremos que decir: “El pobre es ciego”. Otro nos dirá:
“Gracias por enseñarme la luz. Yo era ciego, pero ahora veo”.
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2:12) Ésa es la condición de todos, antes de ser salvos: ¡sin Dios, sin
esperanza, excluidos!
2. El hombre era ciego. No le era posible ver al Salvador. Se dice
que un hombre escuchó una vez un sermón que predicó un tal Juan
Witherspoon sobre el texto que dice: Yo soy la Puerta; el que por
Mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Jn. 10:9)
Al regresar a su casa aquella noche, se dijo a sí mismo: “Siempre he
admirado a Juan Witherspoon, pero esta noche no le podía seguir.
Siempre ha sido mi impresión que él es un gran predicador, pero esta
noche no pude comprender lo que dijo”. Al llegar a su casa, metió
la llave en la cerradura y abrió la gran puerta de su casa colonial y
dijo: “Ah, ¡ahora veo!” Su familia que estaba adentro se sorprendió y
riendo le dijo: “Claro que ves. Estabas afuera en la oscuridad y ahora
has entrado en la luz”. Y él contestó: “No. No es eso. Ahora veo que
Jesús es la Puerta y que la fe es la llave que abre la puerta. Acabo de
abrir esta puerta, y cuando hice eso, la abrí con la llave de la fe, y he
confiado en Cristo, y ahora veo”.
Éramos ciegos cuando estábamos sin Cristo. ¿Le vio usted como su
propio Salvador antes de ser salvo? ¿Era maravilloso para usted en
aquel entonces? Claro que no, porque éramos ciegos.
3. Este hombre era ciego de nacimiento. Nosotros nacimos en pecado.
Entramos en el mundo como pecadores.
4. La condición de este ciego era tal, que estaba fuera del alcance de la
ayuda humana. Nadie tenía una cura para su ceguera. Nosotros por
nuestra parte, éramos pecadores irremediables en este mundo y nadie
tenía una curación para nosotros.
5. Este hombre era mendigo y esto sí que le cae mal a muchos. No
les gusta admitir que son dispuestos a pagar por la salvación, pero
el caso es que no están en venta. Uno tiene que venir a Dios, amigo,
para recibir la salvación, así como vino este mendigo ciego. Dios da
la salvación, la regala. Este mendigo nunca podría haber comprado
la salvación porque no tenía nada con qué comprarla. A todos los
sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid,
comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y
leche. (Isaías 55:1)
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Así son los pasos que todo pecador debe dar. En el principio todos
somos ciegos. Somos pecadores perdidos, y ni aun vemos nuestra
condición perdida. Luego llegamos a Cristo. Él se revela a nosotros y
nuestros ojos son entonces abiertos y vemos Quién es y lo que Él ha
hecho por nosotros. Luego la pregunta es: ¿Cree usted? La respuesta
de este hombre también puede ser la respuesta suya, amigo, si es que
usted quiere ser salvo. “Creo, Señor”. Usted entonces se postrará
delante de Él para adorarle.
Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para
que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. [Jn.
9:39]
Esta declaración parece extraña. El Señor dice que hay quienes tienen
ojos pero que no ven. Tienen los ojos físicos y ven las cosas sólo
desde el punto de vista físico, pero son ciegos espiritualmente. Si un
hombre confiesa que es ciego y viene a Jesús como ciego, Jesús le
da discernimiento espiritual. Pablo escribe: Pero el hombre natural
no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él
son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente. (1 Co. 2:14) Amigo, si usted ha entrado en la
presencia del Señor Jesús, si ha entrado en la presencia de la Luz del
mundo, pero todavía dice “¿Qué es la verdad?” O simplemente, “No
veo que Él sea mi Salvador”. O, simplemente, “No comprendo de lo
que se trata”. Entonces, no ve. Todavía es ciego espiritualmente. Los
fariseos tenían ojos. Creían que veían. Eran hombres religiosos y
celosos, pero continuaban siendo ciegos.
Los paganos están perdidos. Están en las tinieblas. Sin embargo, el
Señor lleva a cada hombre por una serie de pasos. Si hay cualquier
hombre que quiera saber de Jesús y que viva en una tierra pagana,
estoy seguro de que el Señor le alcanzará con el evangelio. El hombre
que se sienta en un banco de la iglesia y oye predicar la Palabra de Dios
y la proclamación del evangelio, está en la presencia de la Luz. Esa Luz
revela su ceguera. Jesús dijo allá en Mateo 6:23: Así que, si la luz que
en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Si usted
sabe las verdades en cuanto a Jesucristo, la Luz del mundo, pero no las
cree, amigo, es ciego y absolutamente no hay nada más que ofrecerle.
Si usted ha estado en la presencia del Salvador del mundo y le ha
rechazado, no hay entonces otro Salvador que ofrecerle.
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CAPÍTULO 10
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que Pedro predicó que: ...en ningún otro hay salvación; porque no
hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos
ser salvos. (Hechos 4:12)
El ladrón viene para hurtar, para matar y para destruir. Y creo
que ésta es una buena prueba que se puede aplicar a una iglesia u
organización, o programa radial que se diga ser evangélico. ¿Se
está enriqueciendo alguien de ello? Jesús, amigo, vino a salvar a los
pecadores. Vino para darnos vida, una vida abundante.
Hagamos ahora un breve repaso de este pasaje.
La Puerta del redil. (V. 1) El redil es la nación de Israel. Jesús saca a
Sus ovejas del judaísmo, del dominio de la ley.
La Puerta de las ovejas. (V. 7) Jesús es la Puerta para los que salen
del judaísmo. Por ejemplo, el ciego no tuvo a dónde ir después de la
excomunión. ...Sed salvos de esta perversa generación. (Hch. 2:40)
La Puerta misma. (V. 9) Él es la Puerta de la salvación, tanto para el
judío, como para el gentil. Él les da a los hijos de Dios libertad para
entrar y salir y hallar pastos.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien
no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las
ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le
importan las ovejas. [Jn. 10:11-13]
¿Cómo es posible que Jesús sea la Puerta y el Pastor al mismo tiempo?
Bueno, no había puertas como las que tenemos en las casas hoy
en día, ni tenían candado para guardar el redil. El hombre que lo
guardaba dormía atravesado en la entrada, de modo que él mismo
era la puerta. Jesús no es solamente la Puerta, sino que también es el
que se queda allí mismo en la entrada. Él es la Puerta que conduce a la
vida eterna, y también es el que protege a los Suyos.
Jesús también es llamado el Cordero de Dios. Ahora, ¿Cómo puede
ser el Cordero de Dios y al mismo tiempo el Buen Pastor? Esto puede
parecer una metáfora mixta, pero es una de las verdades más gloriosa
en las Escrituras. Jesús es ...el Cordero de Dios, que quita el pecado
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Fíjese usted que ésta es la tercera vez que Jesús dice que Sus ovejas le
conocen. Conocer a Jesucristo amigo, es lo de mayor importancia;
todo lo demás llega a ser cosa secundaria. Por eso mismo he dejado
de disputar en cuanto a pequeños detalles. Voy a dejar de disputar en
cuanto a la religión y en cuanto a los detalles. Lo importante amigo,
lo verdaderamente importante, es conocer a Jesucristo. ¿Le conoce
usted? ¿Conoce Su voz y oye al Pastor?
No hay ningún Pastor como Éste. David arriesgó su vida para salvar
a sus ovejas de un oso y de un león. Pero el Hijo de David muere por
Sus ovejas. Fue a la cruz por Sus ovejas y después las trae a la cruz
para que sean salvas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil;
aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un
rebaño, y un pastor. [Jn. 10:16]
Hay otras ovejas, las cuales no son de este redil, dice el Señor.
Aquel redil era Israel. Pero estas otras también oirán Su voz y habrá
entonces, un sólo rebaño y un sólo Pastor. Ha habido el redil de
Israel, pero ahora habrá un sólo rebaño que incluirá al judío, al gentil,
al rico, al pobre, al siervo y libre, al varón y la hembra, al negro y al
blanco. Es decir, gente de todas las naciones y de todas las lenguas y
tribus.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí
mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo
poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí
de mi Padre. [Jn. 10:17-18]
Dice que todo esto es la voluntad del Padre. El Padre le ama porque
murió por nosotros. Nosotros también pues, debemos amarle porque
Él murió por nosotros. Ofreció Su alma en ofrenda por el pecado.
Durante esas tres horas de tinieblas, Dios el Padre puso sobre Él, el
pecado del mundo, y sufrió el castigo por usted y por mí. El Buen
Pastor dio Su vida por las ovejas.
El Señor Jesús declara aquí en el versículo 18 con toda claridad, que Él
da Su vida voluntariamente. Jesucristo mantuvo el completo control
de cada aspecto de Su propio juicio. Él fijó la hora de Su muerte. Los
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quién era, y también el ciego aquí. Pero estos líderes religiosos con
sus preguntas sutiles realmente tratan de culpar a Jesús. Hacen creer
que Jesús es culpable de no dar suficiente información, cuando la
verdad es que la culpa es de ellos, por no querer creer lo que Dios les
había revelado. Pues bien, Él ha revelado que Él es el Mesías. Ahora lo
declara una vez más.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras
que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio
de mí; Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis
ovejas, como os he dicho. [Jn. 10:25-26]
Jesús les dice que Él tiene las evidencias de que es el Mesías. Sus obras
dan testimonio de ello. Había nacido en el linaje de David, conforme a
la profecía. Fue presentado por Juan el Bautista. Ningún hombre jamás
enseñó como Él enseñó. Ningún hombre había podido redargüirle de
pecado. Cuando Juan el Bautista envió a sus discípulos a que indagaran
si Jesús era el Mesías o si debían buscar a otro, Jesús les mandó que
fueran y contaran a Juan el Bautista, las obras que Él hacía. Así, Juan el
Bautista sabría si Él tenía las credenciales del Mesías, o no. Es que Su
enseñanza, Su vida, y Sus milagros, demostraron que Él era el Mesías.
El problema no radicaba en la falta de credenciales por parte de Jesús.
El problema estaba en el corazón que no cree. No creyeron, y el hecho
de que no creyeron, demostraba que no eran Sus ovejas.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie
las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es
mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano
de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. [Jn. 10:27-30]
Sus ovejas oyen Su voz. Le siguen. Es decir, que la marca de
pertenencia en las ovejas es la obediencia. ¿Quiere usted saber si una
persona es salva o no? Entonces fíjese cómo es su relación con Cristo
y si le está obedeciendo. Recuerde usted que el sacerdote en el Antiguo
Testamento tenía que tener puesta la sangre sobre el lóbulo de su
oreja derecha. Cuando era consagrado, la sangre era puesta sobre el
lóbulo de la oreja derecha. El Espíritu de Dios tenía que abrir su oído
porque, como dice Pablo: ...Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los
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que le aman. (1 Co. 2:9) Dios tiene que revelárnoslas por Su Espíritu.
Nosotros también tenemos que tener puesta la sangre sobre el lóbulo
de la oreja derecha. Proverbios 20:12, dice: El oído que oye, y el ojo
que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
Y Yo las conozco. Me alegro de que Alguien me conozca. A veces, mis
amigos me entienden mal y tengo que explicarme. Pero nunca me es
necesario explicarme a Jesús, porque Él siempre me comprende, me
conoce.
Y Me siguen. Creo en la seguridad eterna del creyente y en la
inseguridad de los que profesan ser creyentes, pero que no lo son. Y
Me siguen, dice el Señor. Así de simple es. Si el pastor llamara por la
mañana y comenzara a caminar por la colina hacia arriba, y si de unas
quinientas ovejas en el redil, cien salieran y le siguieran, tendríamos
que llegar a la conclusión de que esas cien ovejas, eran Sus ovejas.
También llegaríamos a la conclusión de que las otras cuatrocientas no
eran Sus ovejas.
Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás. Amigo, cuando Él les
da vida eterna, eso quiere decir que no la pueden ganar, ni trabajar
para obtenerla. Es gratuita. Es vida eterna. Es para siempre. No
podrían ser Sus ovejas, si la vida no durara para siempre. Las ovejas
pueden hallarse en peligro, pero el Pastor proveerá. Pueden estar
esparcidas, pero Él las juntará de nuevo. Nunca perecerán. Ahora,
¿pueden descarriarse? Sí. Pueden descarriarse. Pero ¿perecerán? No.
Las ovejas pueden meterse en el chiquero, pero nunca ha habido
oveja que se quede en el chiquero. Las ovejas y los cerdos no viven
juntos. La oveja siempre es oveja. Nadie las arrebatará de la mano
del Salvador. Ningún enemigo, ningún hombre, ningún ser creado,
puede arrebatarlas de Su mano. ¡Esto es maravilloso!
Cierta vez alguien argumentaba que uno mismo puede saltar y salir
de Su mano, porque somos libres agentes morales. Pero escuche usted
el pasaje. Realmente dice: “Ningún ser creado las arrebatará de Mi
mano”. Él es el Pastor. Él es Dios. Si usted cree que puede saltar para
salirse, el Padre cierra las manos y usted no puede salir. Hermano:
Dios le tiene a usted en Su mano y no puede salir de ella. Ambas
manos son las manos de la Deidad. Ningún ser creado puede arrebatar
las ovejas de Su mano.
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ame. Sí puede preguntar por qué es que Él permite que ciertas cosas le
pasen, y francamente no sé el porqué. Pero, sí sé que le ama. Le ama
ya sea usted cristiano, o no. Usted no puede impedir que Él le ame;
pero sí le es posible a usted, poner obstáculos que impidan que el
amor de Dios le favorezca. No se puede impedir brillar el sol, pero sí
puede uno ocultarse de la luz del sol.
Debido a que es un hecho que Él nos ama, debemos acercarnos
confiadamente para presentarle nuestros problemas. Ahora,
confiadamente quiere decir, con la libertad de palabra, el abrirle el
corazón a Él. No significa que nuestras peticiones sean demandas.
Estas pruebas de nuestra fe nos obligan a postrarnos sobre nuestras
rodillas. Moisés clamó al Señor. Ezequías tomó las cartas de mano
de los embajadores asirios y las extendió delante del Señor. Los
discípulos de Juan el Bautista vinieron a Jesús y le dieron las nuevas
de que Juan había sido decapitado. María, la que lloró, le dijo a Jesús
al lado de la tumba, que estaba llorando porque no podía hallar el
cuerpo de su Señor.
Es allí en el oscuro valle, aún en el valle de sombra de muerte, donde
debemos aprender a confiar en Él. Las pruebas nos enseñan que nos
es posible descansar en Él. Nos enseñan que todas las cosas les ayudan
a bien, a aquéllos que aman a Dios. Tenemos que mirar más allá de
las lágrimas, las tristezas y las pruebas de la vida, y ver que Dios tiene
un propósito en todo lo que permite que nos ocurra. El Señor dijo:
Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios. Jesús
permite que esto pase para que Dios reciba la gloria. Tenemos que
aprender que nosotros no somos el centro del universo, tampoco lo
es nuestro hogar, ni nuestra iglesia, ni nuestro pueblo. El centro de
dirección de todo está en el cielo, y todo ocurre para Su gloria. Nada
nos pasará sin el permiso de Dios, y si Él permite que ocurra, será
para Su gloria.
Deseo que usted se fije que el Señor amaba a Marta. A veces nos
portamos muy mal con Marta y la criticamos mucho. Muchos de los
comentarios bíblicos que se han escrito, no le han tratado con mucha
bondad. Es verdad que ella se afanó con mucho servicio, y que, en
una ocasión, ella no escogió la buena parte, pero eso no impidió que
nuestro Señor le amara.
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¿Le parece a usted cruel que Jesús dejara morir a Lázaro? Pues bien,
hay aquí un mensaje para nosotros. El Señor Jesús no se guiaba por
sentimentalismos, sino que estaba sujeto a la voluntad del Padre. El
sentimentalismo humano le habría impulsado a ir en seguida. Pero, Él
las amaba, y por tanto dice este pasaje, que se quedó en el lugar donde
estaba, aún dos días.
¿Recuerda usted que en el pasado he dicho que la ofrenda de alimento
era una descripción de Cristo? Pero había dos cosas que eran excluidas
de esta ofrenda. Una de ellas era la levadura, que en la Biblia simboliza
la maldad. La otra era la miel, la cual habla de la leche de la bondad
humana, el sentimentalismo humano. Jesús nunca se dejó guiar por un
mero sentimentalismo. Eso es lo que produce personas malcriadas. Y
es por eso, por el sentimentalismo, que los padres echan a perder a sus
hijos. Jesús siempre fue guiado por el amor, y ese amor siempre estuvo
interesado en el bien del individuo, y en la gloria de Dios.
Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a
Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora
procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
[Jn. 11:7-8]
No pierda usted de vista amigo, esas palabras otra vez. Jesús había
estado allí y le habían obligado a apartarse. Ahora regresa, y esta vez
Jesús va con Sus discípulos a la zona peligrosa.
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que
anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
Pero el que anda de noche tropieza, porque no hay luz en
él. [Jn. 11:9-10]
Hay doce horas en el día, y eso no puede cambiar. El Padre ha dado al
Hijo una obra que hacer, y nada le puede impedir que la haga. Hay aquí
un gran principio. Dios le ha dado a cada hombre una obra principal
para cumplir en su vida. A usted, no le será posible extender esa
labor, ni siquiera un día más. Como tampoco le será posible impedir
que el sol se ponga en la tarde. Pero, por otra parte, gracias a Dios,
usted permanece categóricamente invulnerable hasta que su obra esté
cumplida. Nadie le puede tocar. Ni aún Satanás le puede tocar.
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Ah, amigo, cuánto necesitamos pasar un rato a los pies del Señor Jesús.
Cuánto necesitamos oír Sus palabras.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo
sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree
en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquél que vive
y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? [Jn.
11:23-26]
Marta creía en una resurrección. Pero, escuche, se requiere menos
fe para creer que en algún día futuro recibiremos los cuerpos
glorificados, que para descansar ahora, en la seguridad de que los que
esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas. Es más fácil creer que el
Señor viene y que los muertos serán levantados, que creer que mañana
puedo vivir para Dios. Es tan fácil consolar a los que se lamentan,
diciéndoles: “Bueno, algún día pronto verás a tu ser querido”. Bueno,
eso no requiere mucha fe. Se requiere más fe para decir: “Acabo de
perder a mi ser querido, pero estoy consolado en la seguridad, en la
certeza de que Dios está conmigo, y que Él hace bien todas las cosas”.
Amigo, Marta sabía desde el Antiguo Testamento, que habría una
resurrección de los muertos. Pero, no creyó que Jesús le podría ayudar
allí mismo, en ese momento.
Jesús le dice a ella: “Marta, ¿no sabes que Yo soy la Resurrección y la
Vida?” Si tenemos a Jesús, tenemos la vida. El que cree en Mí, aunque
esté muerto, vivirá. Luego, Él mira al futuro y dice que el que ha
confiado en Él, nunca morirá. La vida comienza en el momento en
que una persona acepta al Salvador. De modo que el que vive y cree en
Jesús, nunca morirá, porque Jesús ya ha muerto por él. Nunca morirá
una muerte de castigo por sus pecados. Nunca será separado de Dios.
Luego Jesús hace la pregunta: ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios, que has venido al mundo. [Jn. 11:27]
Marta da la misma confesión que dio Pedro. Ella comprende que Él,
Jesús, es el Mesías.
Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana,
diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
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fue quitada para que los que estaban fuera pudieran mirar adentro
y ver que la tumba estaba vacía. Su cuerpo glorificado pudo salir del
sepulcro sellado, y pudo entrar sin problema alguno en un cuarto con
las puertas trancadas.
Hay en esto un cuadro bello de la salvación. Nosotros estábamos
muertos en delitos y pecados, muertos ante Dios. Pero, ahora hemos
sido vivificados para con Dios, en Cristo Jesús. Pero amigo, esta
mortaja, nuestra naturaleza humana, nos retiene. Pablo dijo en
Romanos 7:15, 24a: Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… ¡Miserable de mí!
Éste no es un inconverso el que habla; es un creyente. Jesús quiere que
estemos libres de esta mortaja. El dice: Desatadle, y dejadle ir.
Entonces muchos de los judíos que habían venido para
acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron
en él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les
dijeron lo que Jesús había hecho. [Jn. 11:45-46]
Estos hombres no pueden ignorar este milagro. Esto pone a los
sabuesos de odio, una vez más, sobre Su pista, y puede usted estar
seguro de que no cesarán de seguirle hasta cuando le pongan en la
cruz. Quizás le sorprenderá saber que este incidente marca el final
del ministerio público de Jesús. Especialmente cuando se dé cuenta
de que no estamos ni siquiera cerca al final de este evangelio según
San Juan. El hecho es que solamente hemos llegado hasta la mitad. El
ministerio público de Jesús comenzó cuando Juan el Bautista le señaló
como el Cordero de Dios, y ahora hemos llegado a Su fin. Es que Juan
dedica casi tanto tiempo a las últimas 48 horas de nuestro Señor, antes
de la cruz, como el que emplea en los primeros 32 años, 11 meses, 3
semanas y 5 días de Su vida.
En realidad, así fue como escribieron también los otros evangelistas.
Ponen un mayor énfasis sobre los últimos ocho días. Fíjese usted
que hay 89 capítulos en los cuatro evangelios. De estos 89 capítulos,
4 tratan los primeros 30 años de la vida de Cristo. Los 85 capítulos
restantes, abordan los últimos 3 años de Su vida. De esos 85 capítulos,
27 tratan los últimos ocho días de Su vida. Por tanto, una tercera
parte de los evangelios tiene como tema central, los sucesos de los
últimos días de Jesús, y ponen su mayor énfasis sobre Su muerte y Su
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CAPÍTULO 12
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llegaron por curiosidad de ver a Lázaro más bien que para ver a Jesús,
y que la fe que se describe aquí es muy similar a la fe de la multitud,
cuando Jesús primero subió a Jerusalén. Recuerden que la multitud
creyó en Él, pero que Él no se fiaba de ellos. Fue una credulidad basada
en la curiosidad. La credulidad aquí no tenía como su eje al Señor
Jesús, sino un interés basado en la curiosidad por ver a Lázaro.
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Jesús les respondió. Creo que la palabra “les” incluye a los discípulos,
y también a los griegos. Creo que Jesús salió para hablarles. No creo
que Jesús haya rehusado acudir a cualquiera que le buscara.
Los griegos deseaban ver a Jesús porque habían oído acerca de Él,
probablemente de Sus milagros, y especialmente el de levantar a
Lázaro de los muertos. Ahora Jesús dirige la atención de los griegos
hacia la cruz. Está en la sombra de la cruz y está muy consciente de la
hora. ¿De cuál hora? La hora de crisis para la cual había salido de la
eternidad, hoy en día, y hacia la cual toda Su vida se había movido.
Usted recuerda que Él le había dicho a Su madre temprano en Su
ministerio, que Su hora aún no había venido. (Jn. 2:4) Pero ahora, Su
hora en verdad había venido. Va a la cruz.
Su concepto de la cruz fue muy diferente al del pueblo romano. Para
los romanos, la cruz fue un lugar de infamia, oprobio y vergüenza.
La cruz equivalía al dogal del verdugo, la silla eléctrica, o la cámara
de gas. Jesucristo se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz, para redimirnos de la maldición de la ley. Cristo nos redimió
de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero). (Gá.
3:13) Luego, en el tercer día fue levantado de los muertos y fue
coronado de gloria y honra. Sufrió la cruz por el gozo puesto de Él,
menospreciando el oprobio. (Véase He. 12:2) La gloria de Dios se ve
en aquella cruz. Es por eso que pudo decir que la hora había llegado
para que fuera glorificado. Amigo, Jesucristo fue glorificado cuando
murió por usted y por cada uno de nosotros. Fue glorificado cuando
resucitó de los muertos. La misericordia y el perdón se hallan en
aquella cruz.
Luego, nuestro Señor declara un gran principio, haciendo uso de la
analogía física de un grano de trigo. Un grano de trigo muere en la
tierra, pero produce la mata, la mazorca y la cosecha. Tiene que morir
para poder llevar fruto. Muchos creen que han visto a Jesús porque
han leído los evangelios y han estudiado Su vida. Ven a un Jesús
histórico. Amigo, usted no puede ver a Jesús, hasta que comprenda
Su muerte y Su resurrección. Murió una muerte redentora. Dio Su
vida en muerte para que tuviéramos vida. No ha visto a Jesús hasta
que haya visto que Él es el que murió por usted en la cruz. Él es el que
murió por los pecados del mundo.
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Parece extraño que Él hable estas palabras a los griegos que han
llegado para verle. Les está diciendo que hay algo que es más
importante, que simplemente verle físicamente, o verle en el
Evangelio. Lo importante para ellos era ver que Él iba a morir. Iba a
ser sepultado en la tierra. Pero cuando aquel grano de trigo murió,
produjo la vida. Murió, pero resucitó. Esto es lo que reviste verdadera
importancia.
El Señor, pues, continúa explicándoles a los griegos un gran axioma.
Hay dos clases de vida, y aquí las pone en contraste. Hay la vida que se
conoce como la vida psicológica; la vida que se goza de las cosas de este
mundo y que encuentra satisfacción en la gratificación de los sentidos.
Es la clase de vida que en verdad se la pasa de parranda, por decirlo así.
El Señor dice: El que ama la vida, refiriéndose a la vida física y natural
que tenemos. Amigo, es posible que usted se emborrache, tome
drogas, vaya de parranda, pero ¿sabe lo que le va a pasar? Algún día se
va a morir. Perderá este tipo de vida. Siento mucho, pero la perderá,
amigo.
Una vez, le solicitaron a un gran predicador, que hablara en el funeral
de un rico del pueblo, a una persona que había sido miembro de una
iglesia, pero que había violado toda la ley de Dios y de los hombres,
y quien había vivido en el pecado y en la embriaguez. Muchos de sus
amigos, igualmente ricos, habían venido al funeral, y todos igualmente
se gozaban de ese mismo tipo de vida. Ahora, este predicador hizo
una cosa muy interesante. Predicó primero un mensaje evangelístico
y luego, descendió hasta donde estaba el féretro y predicó en cuanto
a lo que el pecado puede hacerle al individuo, diciéndoles a los
reunidos que el pecado acaba enviando al infierno al hombre. Amigo,
todos estos amigos del difunto, se estaban poniendo algo molestos.
Luego, el predicador les dijo a los allí presentes, que el quería que
pasaran para mirar al hombre en el féretro. Y les dijo que su vida ya
había terminado. Había despreciado a Dios y había vuelto su espalda
a Jesucristo. Entonces dijo: “Así morirán también todos ustedes, a
menos que se vuelvan a Jesucristo”. Ahora, amigo, ¿no le parece a
usted que este predicador habló con suma claridad y sin rodeos? Pues
bien, necesitamos hablar muy claro. Esto es lo que el Señor Jesucristo
quiere decir, cuando expresó: El que ama la vida, la perderá.
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Esta hora, pues, fue repugnante para nuestro Señor. Si le hubiera sido
posible, habría deseado que el Padre le salvara de aquella hora, aunque
sabía que éste era el motivo por el cual había venido al mundo. Pero
luego Él dice: Padre, glorifica Tu nombre. Vuelve a la gloria de Dios.
¡Qué lección es ésta para nosotros! Estamos tan propensos a gimotear,
y a lloriquear, y a quejarnos, preguntándole a Dios, por qué deja que
ciertas cosas ocurran en nuestra vida. Pero, con Cristo, debemos
aprender a decir: “¡Padre, por medio de este sufrimiento y dolor,
glorifícate!”
El cielo no pudo quedarse callado, sino que tuvo que responder. Dios
respondió audiblemente. ¿Ha notado usted que Dios le habló del
cielo a Jesucristo en tres ocasiones? Al principio de Su ministerio, a
la mitad de Su ministerio y al final de Su ministerio. ¿Se ha fijado que
todas estas tres ocasiones tienen que ver con la muerte de Cristo? La
primera fue Su bautismo. Jesús había dicho: Deja ahora, porque así
conviene que cumplamos toda justicia. (Mt. 3:15b) Allí Jesús estaba
tomando el lugar del pecador e identificándose con la humanidad
pecadora. La segunda ocasión fue durante la transfiguración, y el
doctor Lucas nos dice que ocurrió mientras que Elías, Moisés y el
Señor Jesús estaban hablando en cuanto a la muerte que Jesús iba
a cumplir en Jerusalén. (Véase Lc. 9:30-31) Y en esta tercera vez
aquí, al final de Su ministerio, el Señor está hablando en cuanto a Su
muerte porque Su hora ha llegado.
Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía
que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha
hablado. Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz
por causa mía, sino por causa de vosotros. [Jn. 12:29-30]
Ahora, ¿cuál grupo tenía razón? En verdad, ninguno de los dos
tenía razón. No había sido un ángel, sino el Padre quien había
hablado. Sí, creían en lo sobrenatural. Sabían que habían oído una
voz sobrenatural. Sabían del ministerio de los ángeles por medio
del Antiguo Testamento, y comprendían que cuando Dios tenía un
mensaje que darle al hombre, generalmente venía como “el Ángel de
Jehová”. Pero, no comprendían que éste era el Cristo pre-encarnado.
Sin embargo, reconocieron que la voz del cielo había traído un
mensaje de Dios.
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Los otros dijeron que había sido un trueno. Trataron de darle una
explicación natural. Dijeron: “Claro, oímos un sonido, y todo esto en
verdad tuvo lugar, pero fue simplemente un trueno”. Eso es lo que
muchos todavía dicen hoy en día. Dicen que la Palabra de Dios está
llena de errores, a fin de que no se confíe en ella, y que los milagros allí
registrados no pueden ser verídicos. Siendo pues, que son incrédulos,
dicen que esto simplemente había sido un trueno.
En cierta ocasión algunas personas asistían a una clase bíblica, donde
escucharon algunas lecciones grabadas en cinta magnetofónica sobre el
libro de Apocalipsis. Había allí un predicador que les había informado
que era cosa imposible que alguien comprendiera el libro de
Apocalipsis. Dijo que no tenía sentido. Pues, lo que pasó fue que este
señor reveló su propia ignorancia, porque el libro del Apocalipsis es
un libro muy lógico. Pero, no ve usted que para él sólo era un trueno.
Era simplemente un ruido. Si usted, amigo, niega lo sobrenatural y
trata de darle a toda una explicación natural, será simplemente un
trueno.
La Palabra de Dios dice que el nacimiento de Jesús fue sobrenatural. Su
vida estaba colmada de milagros y Su muerte fue como la de un grano
de trigo. No se quedó en la tierra. Él brotó como lo hace el grano de
trigo. Ahora, el teólogo liberal que ha dicho que “los huesos de Jesús
duermen en alguna parte bajo los cielos sirios”, tiene realmente un
problema en sus manos. ¿Dónde están esos huesos? La resurrección
de Cristo no fue un fenómeno puramente espiritual. Fue Su cuerpo
lo que fue levantado, y Sus huesos simplemente no están en ninguna
parte. Sin embargo, éste es el mismo timo o estribillo viejo que ha
sido usado por años. “Fue un trueno”. Cualquiera puede decir esto.
El decir tal cosa, no es señal de inteligencia. Tenemos que tener una
percepción y apreciación de lo espiritual, para escuchar, saber y ver la
Palabra de Dios. Necesitamos reconocer que el Espíritu de Dios debe
de alumbrarnos cuando abrimos la Palabra de Dios.
Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de
este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de
la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando
a entender de qué muerte iba a morir. [Jn. 12:31-33]
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Esto concluye esta sección del evangelio según San Juan. Los hombres
han vuelto sus espaldas a aquella voz; han rechazado al Rey. Al
rechazarle ellos, Él, el Rey, les rechaza a ellos también. ¡El es siempre
Rey!
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Jesús tiene mucho cuidado ahora, y les dice que no habla en cuanto a
todos ellos. Él acaba de decirles que serán bienaventurados si hacen
estas cosas, pero añade que hay un hombre entre ellos que no las
puede hacer. ¿Y sabe por qué no? Simplemente porque no ha creído.
Jesús ya les ha dicho que todos no estaban limpios. Jesús les había
dicho: Vosotros Me llamáis Maestro, y Señor. Ahora, un amo es un
maestro y debe ser creído. Un señor por su parte debe ser obedecido.
La fe y la obediencia tienen que ir juntas. La fe salvadora y viva
conduce a la obediencia. Judas no tenía esta fe.
Jesús cita del Salmo 41:9, cuando dice: ...el que de mi pan comía, alzó
contra mí el calcañar. Y ésta refiriéndose a Judas. No es cuestión de
si este hombre está perdiendo su vida espiritual. Es más bien una
revelación de que él nunca ha tenido una vida espiritual. No es una
oveja que se ha ensuciado. Es, como dice la Escritura, una puerca
que ha vuelto a revolcarse en el cieno, o un perro que ha vuelto a
su vómito. Ésa es la descripción de Judas Iscariote. Sin embargo,
él estuvo allí en el Aposento Alto y Jesús también lavó los pies de
él. Recibió el lavamiento por la Palabra de Dios, pero lo rechazó
totalmente.
Vamos a repasar esto de nuevo, para ver si lo aclaramos un poco más.
La sangre de Jesucristo es para la expiación de nuestro pecado. La
sangre ha cancelado toda mi culpa y ha lavado aquella cuenta mala
que había contra mí. Me ha dado una posición ante Dios porque ha
borrado toda mi transgresión. La sangre es para la expiación penal. El
limpiamiento por agua es para nuestra purificación moral. Después
que tengamos nuestra posición ante Dios en la base de la sangre de
Jesucristo, el agua nos da nuestra purificación moral durante nuestro
caminar diario.
Jesús les dice luego a Sus discípulos que uno de ellos levantará contra
Él su calcañar, a fin de que cuando suceda no sean escandalizados.
Luego, no podrán decir que fue una lástima que Jesús no se hubiera
dado cuenta de lo que venía. ¿Ha notado usted, que el Señor Jesucristo
es traicionado desde adentro? Esto todavía es cierto hoy en día. Existe
la queja en cuanto al pecado fuera de la iglesia. Pero eso, no daña a la
iglesia. El hecho es que algunos de esos pecadores se salvan. El daño
viene cuando Jesucristo es traicionado desde adentro.
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era sincero.
Luego, el Señor le dijo a Pedro que le negaría tres veces antes de
que el gallo cantara. Ya estaba oscuro. Estoy seguro de que Pedro
simplemente no pudo creer que antes del amanecer, negaría al Señor.
¿Qué lección hay aquí para nosotros? Pedro confiaba demasiado en
sí mismo. Debemos aprender de esto, que no debemos confiar en la
carne. Pablo dice en 2 Corintios 12:10: ...porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte. ¿Reconoce usted amigo, su propia debilidad, o
cree que es fuerte? Alguien le preguntó al gran evangelista Dwight
L. Moody, si él tenía suficiente gracia como para morir por Jesús. Él
contestó: “No. Pues Cristo no me ha pedido morir por Él. Pero si me
lo pide, sé que me dará la gracia para morir por Él”. Nuestra propia
carne es débil, pero Dios nos dará la gracia para suplir todas nuestras
necesidades.
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Permítame decir aquí otra cosa más. Judas representa al diablo, porque
el diablo entró en él y Judas fue vencido por el diablo. Simón Pedro,
por su parte, fue vencido por la carne y, confiando en su propia carne,
negó a nuestro Señor Jesucristo. Tomás es vencido por el mundo.
Las consideraciones espirituales eran oscuras y no reales para Tomás.
Es posible que esté equivocados, pero creo que Tomás empezó a
comprender en el Aposento Alto. Creo que Tomás era sabio en cuanto
a las cosas de este mundo, y que era materialista. Había sido apóstol
por tres años, pero todavía no comprendía las cosas espirituales. Jesús
le da esta maravillosa respuesta y abre sus ojos a la realidad espiritual.
Hay muchos hoy en día que son religiosos; que han sido miembros de
una iglesia por muchos años, y sin embargo, nunca han sido salvados.
Si usted se halla entre estas personas, entonces escuche la Palabra
de Dios. El Espíritu de Dios tomará esta Palabra y abrirá sus ojos.
¡Jesucristo es el Camino, y la Verdad, y la Vida!
Ahora, Felipe hace otra pregunta.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais: y
desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo:
Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. [Jn. 14:7-8]
Felipe era un individuo muy callado, lo opuesto del locuaz Pedro.
Creo que Felipe habló muy rara vez. Tenía un nombre griego y
algunos creen que era griego, y bien pudo haberlo sido, pero también
pudo haber sido un judío con nombre griego. Felipe era un hombre
extraordinario, porque cada vez que le vemos está trayendo a otros a
Jesús. Usted recordará que él fue quien trajo a Natanael. Felipe era un
tipo callado, mientras que Natanael era una persona que siempre tenía
una palabra o un proverbio listo. Felipe era el hombre serio, mientras
que Natanael era más bien humorista. Me he dado cuenta de que a
veces los cónyuges son así; uno es muy hablador, mientras que el otro
es muy calmado, muy quieto. Pero Felipe fue quien trajo a los hombres
a Jesús. Recuerde usted que los griegos vinieron a él diciendo que
querían ver a Jesús. Aquí, en este versículo, Felipe expresa la ambición
más alta que pueda tener un hombre, el deseo más noble expresado
por cualquier persona en toda la Biblia: Señor, muéstranos el Padre.
Permítame hacerle una pregunta personal. ¿Cual es el deseo de
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perro que agarra un hueso y corre con él. Dicen que oraron, pero que
Dios simplemente no contestó su oración. Algunos hermanos dicen
que tomaron ese versículo según su significado literal y oraron, y que
Dios no contestó su oración. Luego preguntan qué fue lo que pasó.
Bueno, lo que ocurre es que están leyendo algo en el versículo que en
realidad no está allí. Necesitan continuar leyendo. Todo esto forma
parte de un solo paquete.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. [Jn. 14:15]
Considere lo que estos tres versículos dicen. ¿Qué significa pedir en el
nombre de Cristo? Orar en Su Persona significa pararse en Su lugar.
Significa estar completamente identificados con Él, y significa estar
unidos a Cristo. Significa que usted y yo imploramos los méritos de
Su bendito Hijo cuando nos paramos delante de Dios. No tenemos
ningún mérito ni ninguna posición propia ante Dios. Él no oye mi
oración porque yo soy J. Vernon McGee. Él no oye su oración porque
usted es quien es. Él oye nuestras oraciones cuando se elevan en el
nombre de Cristo. Ésta no es simplemente una frasecita que añadimos
al fin de la oración, terminando con las palabras: “en el nombre de
Jesús”. Orar en Su nombre es presentar la oración en los méritos de
Jesús y para Su gloria.
Lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Una oración que
permita que Dios sea glorificado en el Hijo, es una oración que con
toda seguridad Él contestará. Debe ser una oración para Su honra y Su
gloria, y no para nuestros fines egoístas. Cuando oramos en el nombre
de Jesús y para la gloria de Dios, no estamos orando egoístamente para
nosotros mismos; estamos orando para Él. Estamos orando para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.
También depende de nuestra obediencia a Cristo. Esta promesa es
dada a aquéllos que le aman, y la evidencia de su amor es el guardar
Sus mandamientos. El amor será demostrado por la obediencia a
Cristo. Un cristiano indisciplinado no puede decir que ama al Señor
Jesús. ¿Cómo le está yendo a usted en este punto, amigo? ¿Ama usted
al Señor Jesús? ¿Está usted guardando Sus mandamientos porque le
ama?
Una noche el Dr. Harry Ironside estaba sentado en una plataforma
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CAPÍTULO 15
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El Salmo 80:8-9, por ejemplo, dice: Hiciste venir una vid de Egipto;
echaste las naciones, y la plantaste. Limpiaste sitio delante de ella, e
hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra. Isaías, dice: Ahora cantaré
por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado
una viña en una ladera fértil... Ciertamente la viña de Jehová de los
ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa
Suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
(Is. 5:1, 7) Jeremías 2:21, dice: Te planté de vid escogida, simiente
verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te Me has vuelto sarmiento de
vid extraña? Oseas 10:1, dice: Israel es una frondosa viña, que da
abundante fruto para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto
multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra
aumentaron sus ídolos. Creo que es muy evidente, que la vid, es una
descripción de la nación de Israel.
Ahora, amigo, nuestro Señor está diciendo una de las cosas más
revolucionarias que aquellos hombres jamás hubieran oído. Esto me
parece algo muy conocido para nosotros hoy en día, pero era algo
muy extraño para ellos. ¿Quiere escuchar Sus palabras?
Jesús es la vid verdadera, los discípulos son los pámpanos: una nueva
relación
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. [Jn.
15:1]
La palabra para verdadera en este versículo es alethinos que significa
“genuina”. Ahora, una cosa puede ser verdadera, comparada con
el error y la falsedad. O una cosa puede ser verdadera, comparada
con lo que sea una falsificación. Este último es el sentido en que es
usada aquí. Ya hemos visto esta palabra usada de la misma manera
en el evangelio de Juan. Juan el Bautista era una luz reflectora, pero
Jesucristo es la Luz verdadera. Moisés dio pan en el desierto, pero
Jesucristo es el verdadero Pan. Por tanto, Jesús está diciendo: “Yo soy
la Vid genuina”.
Estos discípulos pensaban según su mentalidad judía, y su modo
de pensar había sido gobernado por el Antiguo Testamento. Jesús
les está diciendo ahora, que la nación de Israel no es la vid genuina.
Su identificación con la nación judía y con la religión judía no es lo
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esencial. “Yo soy la Vid genuina”, dice Él. Lo importante ahora es que
los discípulos estén relacionados con Jesucristo.
Nuestro Señor usó aquí, una maravillosa figura, y la expresó con toda
claridad. Era revolucionaria en aquel entonces, y hoy en día, todavía
esto es cierto. No es su identificación con una religión, o ceremonia,
u organización, lo que es esencial. ¡Usted, amigo, tiene que estar
identificado con Cristo Mismo! Usted está en Cristo por medio del
bautismo del Espíritu Santo, el momento en que confía en Cristo
como su Salvador personal y es renacido como hijo de Dios.
“Mi Padre”, dice el Señor, “es el Labrador”. Ésta, también es una
palabra de suma importancia. En los pasajes del Antiguo Testamento y
en las parábolas, Dios es el Dueño de la vid. Aquí, Él es el Labrador, el
que cuida de la viña. Jesús es la Vid genuina y el Padre cuida de Él.
Se dice en el Antiguo Testamento que el Señor Jesús, Subirá cual
renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca. (Is. 53: 2a) Piense
usted, cuántas veces el Padre intervino para salvar a Jesús del diablo,
de aquél que quiso matarle. El Padre es quien cuida de la Vid, y cuidará
también de los pámpanos.
Los pámpanos o pequeñas ramas tienen que estar unidas a la vid.
¿Para qué? Para llevar fruto. Hay tres palabras o frases que son muy
importantes y las estudiaremos al seguir leyendo el capítulo.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará; y
todo aquél que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve
más fruto. [Jn. 15:2]
En Mí, dice aquí; es decir, en Cristo. Esto es lo que significa ser
salvado. Hay grandes palabras como: propiciación, reconciliación,
salvación; pero éstas abarcan aspectos particulares de la salvación.
Todo el espectro de la salvación se halla en la frase, “en Cristo”. Hay
sólo dos grupos de personas: los que están en Cristo, y aquéllos que
no están en Cristo. Ya hemos mencionado que uno llega a estar en
Cristo al confiar en Él como Salvador personal. Así llega a ser hijo
de Dios por la fe. Un creyente es renacido por el Espíritu de Dios,
y luego el Espíritu mora en el creyente. El Espíritu Santo hace otra
cosa: También bautiza a cada creyente en el cuerpo de Cristo. “Todo
pámpano en Mí”.
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Ahora, éstos son los frutos que se mencionan aquí, y hemos leído los
que son mencionados por Pablo, como el fruto del Espíritu. Ahora,
si una persona tiene tal fruto en su vida, estará llevando a muchos
hombres a la presencia de Dios, mediante el testimonio de su misma
vida. Eso, por supuesto, hace que el ganar almas, sea el subproducto.
Todo pámpano que en Mi no lleva fruto, lo quitará. Él quiere que
llevemos fruto en nuestras vidas. Si un pámpano no lleva fruto, ¿cómo
lo quita? Una de las maneras de quitarlo, es quitando a tal persona
del lugar en que pueda llevar fruto. Conozco a muchos que han sido
apartados hoy en día, de diversos ministerios, porque ya no eran
efectivos para Dios. Hay predicadores y laicos así también. El quitar tal
pámpano, no significa que pierde la salvación, sino que es apartado del
lugar en que puede llevar fruto.
A veces, esta separación del lugar en el que uno pueda dar fruto ocurre
por medio de la muerte física. Creo que eso es lo que Juan quiere decir
en su primera epístola, cuando dice que hay pecado de muerte. (1 Jn.
5:16) Un cristiano puede caer en pecado y seguir en ese pecado, hasta
cuando Dios le quite por medio de la muerte, del lugar de llevar fruto.
Ananías y Safira, por ejemplo, fueron quitados de la iglesia primitiva,
una iglesia que era santa, una iglesia que llevaba fruto. Estos dos
mentirosos no podían quedarse en esa iglesia. Temo que ellos podrían
haberse sentido un poco más cómodos en algunas de nuestras iglesias
hoy en día. Pero Dios no les permitió quedarse en la iglesia primitiva.
El Señor continúa diciendo: Y todo aquél que lleva fruto, lo limpiará,
para que lleve más fruto. La palabra usada en griego es kathairo que
significa “limpiar”. Algunos consideran que esta limpieza se logra
podando la vid con un cuchillo, y Él hace eso. Pero en verdad significa
limpiar, en un sentido más amplio de la palabra.
El Señor corta, eso es, corta. Entra en nuestras vidas y quita de ellas
aquellas cosas que le ofenden, y ese corte a veces duele. Quita aquellas
cosas que nos estorban. Él entra y corta.
Una de las razones por la cual tantos hijos de Dios sienten dolor por
este método de cortar, es porque se han alejado mucho de Dios; están
muy lejos de la comunión con Él. Cuanto más cerca estemos de Dios,
amigo, tanto mejor será para nosotros, y sufriremos menos dolor.
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podamos ser útiles. No creo que usted jamás será limpio ante Dios,
si no llega a la Palabra de Dios, para estudiarla. Creo que los que son
en verdad peligrosos, son aquéllos que son tan activos en las iglesias
hoy en día; pero quienes no están dispuestos a estudiar la Palabra
de Dios. Siempre aceptan los oficios y los cargos públicos, y por eso
precisamente son tan peligrosos. Los consideramos el elemento más
peligroso contra la Palabra de Dios, y contra la causa de Cristo en este
mundo. Amigo, necesitamos estudiar la Palabra de Dios y aplicarla a
nuestras vidas.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano
no puede llevar fruto de sí mismo, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
[Jn. 15:4]
Hemos llegado ahora a la tercera palabra que deseo que usted
subraye, y esa palabra es permaneced. Permanecer en Cristo significa
mantener comunión constante con Él todo el tiempo. Acabamos de
hablar del poder limpiador de la Palabra de Dios. Ésa es una parte del
permanecer en Cristo. Debemos ser limpiados diariamente.
Hay una anécdota que está relacionada con el famoso predicador
Charles Spurgeon, según la cual, él se paró en medio de la calle un
día, se quitó el sombrero y se puso a orar. Uno de sus diáconos vio
esto y le preguntó que, si en verdad estaba orando allí, en pleno
tráfico. Ahora, recuerde usted que el tráfico en aquel entonces no era
como lo es ahora. El Sr. Spurgeon dijo que sí, que había orado. Dijo
que una nube había pasado entre él y su Señor, y que había querido
quitarla, y que por tanto se paró para confesar a Dios su pensamiento
malo. Necesitamos ser limpios para poder permanecer. Necesitamos
confesar nuestro pecado al Señor y quedarnos en comunión con Él.
Luego, debemos guardar Sus mandamientos.
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; así como yo también he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis las cosas que yo os
mando. [Jn. 15:10, 14]
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CAPÍTULO 16
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sea bien atractiva para el mundo. Usted notará que hoy en día, hay
iglesias que hacen uso de todo tipo de inventos y tretas y trucos, para
atraer a los impíos. Demasiadas personas dicen que hacen estas cosas
para poder ganar al mundo.
Permítame decirle que, si usted se declara a favor de la Palabra de
Dios, tendrá enemigos y éstos le atacarán. Aún hay líderes en la iglesia
y miembros prominentes de iglesias, que tratan de manejar la iglesia.
No lanzan un ataque directo contra la Biblia, sino contra los que tratan
de enseñar la Biblia. Ojalá, que usted asista a una iglesia donde se
enseña la Palabra de Dios. Porque necesita de su apoyo.
Hay historias trágicas en todas partes. Un diácono de una iglesia, por
ejemplo, ha acabado ya con tres predicadores. Uno, salió quebrantado
de salud. Otro, simplemente se marchó del ministerio. El tercero,
renunció. También un Pastor, está hoy vendiendo automóviles usados.
Dice que prefiere más bien tratar con los automóviles usados, que con
los cristianos usados.
Jesús amonesta pues a Sus discípulos en cuanto a todo esto. La
palabra que usa es “tropezar” o “ser escandalizados”. Les amonesta de
antemano para fortalecerles y dejarles saber acerca de lo que les espera.
Les ama hasta el fin y por eso les deja saber que estará con ellos, y que
comprende muy bien lo que les va a pasar.
Él sabía que llegarían momentos cuando ellos serían ofendidos a causa
de Él. Sabía que Pedro, por ejemplo, le iba a negar aquella misma
noche. Les dijo a Sus discípulos lo que sucedería, para alentarlos y
dejarles saber que Él les sostendría en todo. Quería que aprendieran su
responsabilidad para con Dios y a no sentirse ofendidos por las cosas
que los hombres les harían.
Cuando les dice que serán expulsados de las sinagogas, les está
advirtiendo en cuanto a una cosa terrible, porque en aquel entonces,
el ser excomulgado era lo peor que podría suceder a un judío religioso.
En otras palabras, estos hombres tendrían que pagar un alto precio,
al declararse a favor del Señor Jesucristo. Los judíos religiosos los
expulsarían. Y amigo, una vez más deseo hablar con toda franqueza. Si
usted se declara a favor de Cristo Jesús, le costará algo.
Jesús determina una vez más la causa del odio del mundo. Y dice que
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Hoy Dios quiere oír y responder oraciones, que vienen del corazón de
alguien que ama a Cristo, y que tiene compañerismo con Él.
Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el
mundo, y voy al Padre. [Jn. 16:28]
Considero que éste es el versículo clave del evangelio de San Juan.
El Hijo eterno vino a la tierra con un solo propósito: redimir a los
hombres. Cuando Su misión se realizó, volvió al Padre. Éste es
el movimiento en el evangelio de Juan. Ha dado una descripción
espantosa y tétrica acerca de la persecución venidera, pero concluye el
capítulo con victoria. ¡Y la victoria de Él, es nuestra victoria!
Este versículo es más grande que Belén; es más ancho que el espacio.
Se extiende hasta la eternidad, más allá de los límites del espacio,
hasta el mismo trono de Dios. Vino desde la eternidad y volvió a la
eternidad.
Le dijeron sus discípulos: He aquí, ahora hablas
claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos
que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te
pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. [Jn.
16:29-30]
Debemos comprender claramente que el Señor Jesús es Dios
manifestado en la carne. Los discípulos llegan ahora al punto del
convencimiento. Están convencidos de los hechos. Han visto que
Él ha venido del Padre y que ha venido al mundo. Él es el Mesías,
es el Salvador que alega ser. Todavía no comprenden el trance de la
muerte por el cual debe pasar, y luego la puerta de la resurrección
y de la ascensión, para volver a la gloria del Padre. Todavía no lo
comprenden. Pero, en realidad, ¿hasta qué punto lo comprendemos
nosotros?
Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene,
y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su
lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el
Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado, para que
en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo. [Jn. 16:31-33]
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CAPÍTULO 17
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extinta.
El Discurso del Aposento Alto es como subir una escalera, o como
subir un monte, culminando en esta oración. Me gustaría citar de
otros hombres que han expresado algo en cuanto a este gran capítulo
de San Juan.
Matthew Henry, por ejemplo, dijo: “Es la oración más extraordinaria,
la cual sigue al discurso más completo y consolador que jamás haya
sido expresado en la tierra”.
Por su parte, Martín Lutero dijo: “En verdad esta oración es
sobremanera conmovedora y sincera. Nos revela lo más íntimo, tanto
en cuanto a nosotros, como en cuanto al Padre. Es tan sincera y tan
simple. Es tan profunda, tan rica, y tan amplia, que nadie la puede
sondear”.
Philip Melanchthon, otro reformista dijo: “No hay ninguna voz que
jamás haya sido oída en el cielo ni en la tierra, que sea más exaltada,
más santa, más fructuosa, más sublime, que la oración ofrecida por el
Hijo de Dios Mismo”.
Ésta es la oración que Juan Knox leía muchas veces durante su vida.
Cuando estaba en su lecho de muerte, su esposa le preguntó: “¿En
que parte quieres que te lea yo?” El contestó: “Lee donde primero
cometí mi vida a Cristo, en el capítulo 17 del evangelio de Juan”. Hay
muchos más que han leído esta porción muchas veces. El Dr. Fisher,
por ejemplo, quien era obispo de Rochester bajo el reinado de Enrique
VIII, pidió que fuera leída esta porción de la Escritura, antes de su
martirio.
Me siento entera y totalmente incapaz de tratar esta oración. Es la
intercesión sumo sacerdotal de Jesús por nosotros. Nos revela la
comunión, que creo yo, hay constantemente entre el Señor Jesús y el
Padre en el cielo. Toda Su vida fue una vida de oración. Comenzó Su
ministerio yendo a un lugar solitario para orar. Muchas veces subió
a un monte para orar y pasó la noche en oración. Él es nuestro gran
Intercesor. Ora por usted y ora también por mí. Si a usted se le olvidó
orar esta mañana, a Él no se le olvidó. Él oró por usted hoy.
Dios siempre oye y contesta la oración de Jesús, así de la manera que
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ojos abiertos y levantó los ojos al cielo. Ahora, es posible orar mientras
uno camina, o aún mientras uno maneja en la autopista. La oración de
un creyente amigo es la comunión con Dios de una manera informal.
Esta oración fue elevada así, de esa manera.
El Señor dice luego: Padre, la hora ha llegado. La hora había sido
determinada por la eternidad, antes de la fundación del mundo. Él es el
Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo, conforme a
Apocalipsis 13:8. Usted recordará que cuando comenzó Su ministerio
público, su madre le dijo que no tenían vino en la boda de Caná de
Galilea. Entonces, Él le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha
venido Mi hora. ¿Lo recuerda? (En Juan 2:4.) La hora que iba a venir,
era la hora en la cruz. Es la hora cuando Jesús pagó los pecados suyos
y los míos. Es la hora cuando toda la creación de Dios vio manifestado
el amor de Dios, cuando Jesús llevó los pecados suyos y los míos,
sufriendo una muerte vicaria, una muerte substitutiva y redentora,
por usted y por mí. Sin embargo, no terminó en la cruz. Terminó en la
Resurrección.
Luego el Señor dice: Glorifica a Tu Hijo, para que también Tu Hijo te
glorifique a Ti. La muerte de Cristo demostrará que Dios no es el cruel
matón del Antiguo Testamento que muchos tratan de decir que es,
sino más bien un bondadoso Padre, el cual siempre es Padre. Porque
de tal manera amó el Padre al mundo, que dio a Su Hijo Unigénito.
Aquel Hijo resucitará de los muertos y subirá al cielo. Le ha sido dado
un nombre que es sobre todo nombre, y toda rodilla se doblará delante
de Él. ¡Será glorificado!
El fin principal de nuestra oración debe ser siempre, glorificar a Dios.
Opino que ninguna de nuestras oraciones son contestadas, a menos
que el fin de esa oración, sea el de glorificar a Dios. Cuando usted
pide algo amigo, pide algo de Dios en la oración, pida que le conteste
a fin de que Él sea glorificado por medio de usted. Hay maravillosas
lecciones aquí para nosotros. Es por eso que el Señor oró, a fin de que
Sus discípulos le pudieran escuchar. Ellos debían aprender de Él.
Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé
vida eterna a todos los que le diste. [Jn. 17:2]
Ésta es una declaración que causa sobresalto. ¡Jesús tiene potestad
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CAPÍTULO 18
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que el querer estaba en él, pero que no hallaba cómo hacerlo. Es sólo el
poder del Espíritu Santo que puede producir la vida que es entregada
a Cristo. Creo que Pedro se sentía atribulado interiormente y pensaba,
“Yo le mostraré que moriré por Él”.
Pedro es un buen pescador. Puede tirar una red con pericia, pero no
es un buen espadachín. Le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote,
aunque quizá lo que quería era cortarle la cabeza. Nuestro Señor le
manda entonces a Pedro a que meta su espada en la vaina, porque
Él se está entregando en manos de sus apresadores. Antes les había
aconsejado tener espadas, pero era para su propia protección, no para
defenderle a Él. Se está preparando, como Él dice, para beber la copa
que Su Padre le ha dado.
Hay varias copas que se mencionan en las Escrituras. Hay la copa de
la salvación. El Salmo 116:13, dice: Tomaré la copa de la salvación,
e invocaré el nombre de Jehová. Luego, hay la copa de consolación.
Jeremías 16:7: ...ni les darán a beber vaso de consolaciones por su
padre o por su madre. Cuando hablaba de la bondad del Señor, David
dice en el Salmo 23:5: Mi copa está rebosando. Esta copa que nuestro
Señor había de beber, le fue dada por el Padre. Fue una copa terrible,
y Jesús oró en Getsemaní que, si fuera posible, la copa pasara de Él.
Ésta es la copa de juicio. La bebió por nosotros en la cruz. Todos
aquéllos que vuelven la espalda a Jesucristo, han de beber ellos mismos
aquella copa de juicio. Jesús la bebió por nosotros, y le fue totalmente
repulsiva. Recuerde usted que Él es la humanidad perfecta, impecable,
y sin embargo, bebió la copa a causa de nuestro pecado.
Hay la copa de juicio que todavía debe venir al mundo. Creo que
ésta es representada por las siete copas, las siete plagas postreras en
las cuales se consumaba la ira de Dios, y que deben ser derramadas
sobre los malos según se describe en Apocalipsis capítulos 15-16. El
Salmo 11:6: Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y
viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Y Jeremías 25:15,
dice: Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de Mi mano la
copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las
cuales Yo te envío.
Jesús dijo: La copa que el Padre Me ha dado, ¿no la he de beber?
No hay ninguna buena voluntad que sea mayor que esa. No nos
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Los únicos que daba muerte por crucifixión eran los romanos. Jesús
tuvo que ser entregado a los romanos para cumplir la profecía del
Antiguo Testamento.
Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó
a Jesús, y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús
le respondió: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo dicho
otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu
nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a
mí. ¿Qué has hecho? [Jn. 18:33-35]
Pilato quedó pasmado. No pudo creer que hubiera alguien que
alegaría ser el Rey de los judíos, ni que ellos tendrían la audacia de
lanzar tal acusación. Pilato quiere salir de esto. Le gustaría ayudar a
Jesús. Está adentro en la corte a solas con Jesús; los judíos esperan
afuera a causa de que tenían escrúpulos en cuanto a contaminarse.
Pilato estaría feliz si Jesús simplemente dijera que no es un Rey, y
entonces podía salir de eso. ¿Quién es juzgado? ¿Pilato, o Jesús? Los
otros evangelios nos dicen como Pilato tomó agua y se lavó las manos
delante del pueblo. Se lavó las manos, pero nunca le fue posible
quitar con agua la culpa de su corazón. El credo más antiguo de la
cristiandad declara que Jesús fue crucificado bajo Poncio Pilato.
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi
reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían
para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi
reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres
tu rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para
esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio a la verdad. Todo aquél que es de la verdad,
oye mi voz. [Jn. 18:36-37]
Jesús había apelado a la cabeza de este hombre Pilato. Le hizo la
pregunta lógica en cuanto al origen de su evidencia. Pilato se mofó
de aquello y dijo que los judíos habían lanzado la acusación. Ahora,
Jesús apelará al corazón de este hombre. Jesús tratará con él, hombre
a hombre.
Mi reino no es de este mundo. Jesús no dijo que Su reino no estaría
en este mundo. Reinará como Rey de reyes y Señor de señores, y la
tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren
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y la Vida. Juan nos dice más tarde, que ha escrito todas estas cosas
para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. ¿Trata usted
de decir que Dios está muerto? ¿Trata usted de decir que la Biblia no
es digna de confianza? ¿Qué es la verdad? ¿Es Cristo la verdad para
usted? ¿Ha enfrentado la realidad con Él?
Pilato, pues, salió de nuevo y dijo a los judíos que no halló
en Él ningún delito. Pero vosotros tenéis la costumbre
de que os suelte uno en la pascua: ¿Queréis, pues, que
os suelte al Rey de los judíos? Entonces todos dieron
voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y
Barrabás era ladrón. [Jn. 18:39-40]
Pilato nunca soñó que estas autoridades religiosas se esforzarían para
convencer al pueblo que demandara la libertad de Barrabás. Trató
mucho de evadir la decisión. La Biblia deja en claro que Pilato estaba
seguro de que Jesucristo era inocente.
Porque sabía que por envidia le habían entregado. (Mt. 27:18)
...Inocente soy yo de la sangre de este justo... (Mt. 27:24)
Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales
sacerdotes. (Mr.15:10)
Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús. (Lc. 23:20)
...Ningún delito digno de muerte he hallado en él... (Lc. 23.22b)
...Yo no hallo en él ningún delito. (Jn. 18:38b)
Desde entonces procuraba Pilato soltarle... (Jn. 19:12)
...Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. (Hch. 3:13)
La Biblia establece con claridad que Pilato estaba seguro de que Jesús
era inocente.
A pesar de todo esto, Pilato no tuvo valentía para soltarle.
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CAPÍTULO 19
Ahora, veremos una gran farsa de la justicia. Roma fue célebre por su
justicia en todo el mundo. En todo escritorio oficial romano, había
una figurita de Jano, el dios con dos cabezas. Una cabeza miraba hacia
adelante y la otra miraba hacia atrás. Es de esta palabra que derivamos
el nombre de enero, el mes que mira hacia atrás, al año viejo y que
mira hacia adelante, al año nuevo. Jano debía recordar al juez que
mirara los dos lados del punto en cuestión.
Roma gobernó el mundo por casi mil años. Cuando tomaba posesión
de un pueblo, Roma prometía que le daría buenas carreteras, la ley y
el orden, la protección y la paz; pero la vida seguía bajo una dictadura.
¿Se da usted cuenta que las Naciones Unidas se esfuerza para dar al
mundo exactamente lo que Roma dio al mundo? Sin embargo, el
mundo se alegró de librarse de la dictadura romana, la que trajo la paz
al mundo. Un pájaro ni aun se atrevía a piar, en el imperio romano,
sin recibir permiso de César. ¡Él gobernaba! Fue Roma que preservó
la ley y el orden. En la Corte romana, recibía justicia, y el culpable
también recibía justicia y no misericordia. Lo interesante en todo esto
es que el juicio de Jesús fue una de las farsas más grandes de la justicia.
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crucifixión que nos están vedadas. Dios bajó un velo sobre muchos
de los detalles. Las tinieblas cubrían la tierra para que los hombres
no vieran. En primer lugar, Dios no nos dará los detalles mórbidos,
simplemente para satisfacer nuestra curiosidad ociosa. En segundo
lugar, se realizó allí una transacción entre el Padre y el Hijo. Fue una
transacción por los pecados del mundo, y nosotros simplemente
hemos de hacernos a un lado. Lo único que podemos hacer es aceptar
por la fe, el perdón que se nos concede mediante la muerte de Cristo
en la cruz. Aquélla es la única manera en que usted y yo penetraremos
aquellas tinieblas.
Al parecer, Su ropa era de aldeano, pero muy buena. Alguien se la
había dado. Echaron suertes sobre ella al pie de la cruz. Estos romanos
no lo sabían, pero estaban cumpliendo las Escrituras. Repartieron
entre sí Mis vestidos, y sobre Mi ropa echaron suertes. (Sal. 22:18)
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de
su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él
amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he
ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. [Jn.
19:25-27]
Jesús llama a María Mujer, así como la había llamado en las bodas
de Caná que se relata en Juan el capítulo 2. Su hora había llegado.
Debe morir, pero resucitará. Será glorificado. Su relación con ella
se romperá, y para ella, tanto como para nosotros, Él será el Cristo
glorificado. Su resurrección vindicará el nombre de ella para siempre;
es decir, la reputación de ella quedará vindicada. Pero ella tiene que
venir a Cristo por la fe, así como todos los demás creyentes. Mientras
Él muere por los pecados del mundo, Él no la olvida. Sabemos que
María oraba con los discípulos en el Aposento Alto, después de Su
resurrección (véase Hch. 1:14), y después de eso ella no figura ya en el
asunto. Mientras ella viviera, Juan la tendría en su casa y cuidaría de
ella, así como el Señor le pidió que hiciera.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese:
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CAPÍTULO 20
La resurrección de Jesús
El primer día de la semana, María Magdalena fue de
mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada
la piedra del sepulcro. [Jn. 20:1]
El primer día de la semana, es decir el domingo, María Magdalena
vino a la tumba. No tenía ningún pensamiento de que Jesús se
levantara de los muertos. Llegó a la tumba antes de que los discípulos
vinieran. Según lo que sabemos, los discípulos ni aun intentaron
llegar a la tumba.
¿Cuándo se cambió el día de reposo de sábado a domingo? Se cambió
cuando Jesucristo resucitó de los muertos. Estuvo muerto durante el
sábado. Resucitó el domingo. De allí en adelante, los creyentes se han
reunido en el primer día de la semana.
El sábado pertenece a la vieja creación. Después de que Dios creó
todo, reposó el sábado. Ahora, hemos llegado a la nueva creación
en Cristo Jesús. El día de Pentecostés fue el domingo, el primer día
de la semana. Es interesante que Juan, el último de los escritores del
evangelio, pone énfasis en que fue el primer día de la semana que
Jesús resucitó de los muertos.
María Magdalena llegó antes que las otras mujeres. El Señor había
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Aparición a Tomás
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba
con ellos cuando Jesús vino. [Jn. 20:24]
Nos es posible simplemente conjeturar la razón por la cual Tomás no
estaba allí. Creo que era introvertido y pesimista. Emitiría tristeza en
toda situación. Creo que los otros diez discípulos estaban hablando
agitadamente en cuanto al hecho de que Jesús resucitó de los muertos,
y que Tomás simplemente no lo podía creer.
Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos
visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de
los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos,
y metiere mi mano en su costado, no creeré. [Jn. 20:25]
¡Verdad que es escéptico! Tiene la suficiente evidencia como para
creer, pero no cree. Pero, por lo menos parece que ahora se junta
con los otros discípulos. Amigo, si es que usted va a crecer en la
gracia, tendrá que juntarse con los santos y crecer con ellos. Creo que
usted tiene que compartir lo que aprende de la Palabra de Dios. …
no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
(He. 10:25) Dios no tenía ninguna verdad nueva para Abraham, hasta
cuando Abraham obedeciera lo que Dios le había mandado la última
vez que se le había aparecido. Dios nos dice que debemos juntarnos
para que crezcamos juntos.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las
puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira
mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado;
y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás
respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! [Jn. 20:26-
28]
El registro no nos informa que Tomás jamás extendiera su mano
para tocarle. No hubo realmente ninguna necesidad. Sé que hoy en
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día, hay quienes dicen: “Si solamente le pudiera ver, si sólo le pudiera
tocar, entonces sí creería”. El problema, amigo, no se halla en la falta
de evidencia disponible. El problema está en el corazón humano.
Dios tratará personalmente la duda sincera de un hombre, pero no
creo que trate con las dudas falsas. Muchos dicen que no les es posible
creer en la Biblia. Dicen que su problema es intelectual. Amigo, la
mayoría no creerá en la Biblia a causa de los problemas morales. Un
señor, por ejemplo, dijo una vez que no podía creer en el Antiguo
Testamento. Más tarde resultó que estaba viviendo en adulterio.
Bueno, creo que no quiere creer en el Antiguo Testamento. Ex.
20:14, dice: No cometerás adulterio. No les gusta eso. Pero creo que
Dios siempre trata personalmente con el escéptico que es sincero.
Nunca encontrará usted un testimonio más supremo en cuanto
a Jesús, que el que fue dado por Tomás. Es una de las grandes
confesiones en la Escritura. Para un judío, el decir, “¡Señor mío,
y Dios mío!” es el clímax absoluto. Esto sale de los labios de aquel
escéptico Tomás.
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron. [Jn.
20:29]
Hay una bendición especial para nosotros hoy que creemos la
evidencia para la muerte y la resurrección de Cristo.
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de
sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis
vida en su nombre. [Jn. 20:30-31]
Ésta es la clave del evangelio. El Señor hizo muchas señales que
no se registran. Sanó a multitudes de enfermos. Creo que Juan
también quiere decir que hizo muchas otras señales después de Su
resurrección, las cuales no están escritas. Juan ha seleccionado al
escribir este evangelio. Ha escogido el material que ha escrito porque
tenía en consideración un fin definido.
Juan no trató de escribir una biografía de Jesucristo. Ni siquiera
trató de insertar incidentes en la vida de Cristo, que no habían sido
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abordados por los otros evangelios. Escribe para que creamos que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos
vida en Su nombre. Amigo, es mediante el creer, que recibimos la
vida y somos renacidos. Llegamos a ser hijos de Dios por la fe en el
Señor Jesucristo.
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CAPÍTULO 21
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Hay varias cosas aquí, a las cuales nos gustaría que usted prestara
atención. ¿Ha notado usted que el Señor usa lo que tienen las
personas, como la base de Sus milagros? Los discípulos están
pescando y no tienen éxito. El Señor Jesús les da entonces una gran
cantidad de peces. En Caná, las tinajas de agua estaban vacías. El
Señor manda que llenen las tinajas con agua, y luego cambia el agua
en vino. Pregunta a Moisés lo que tiene en la mano. Moisés dice
que es una vara, y con aquella vara Dios hace Sus milagros a favor
de Israel. David es fiel como pastor con su cayado, y Dios le da un
cetro. Es interesante que lo que uno tenga en la mano, ha de ser usado
para Dios. Tantas personas desean hallarse en otra parte o en otras
circunstancias. Pero amigo, si Dios no le puede usar allí mismo donde
usted está, no creo que le pueda usar en otra parte.
Además, ¿ha notado usted que lo que Dios hace, lo hace en
abundancia? Las tinajas, por ejemplo, estaban llenas de vino. Había
también cestas de comida que sobraba después de la alimentación de
los cinco mil. Las redes por su parte estaban llenas de peces.
Fíjese también en lo siguiente. Jesús había preparado pescado para
ellos, pero también pide que le den algunos de los peces que habían
pescado. Es decir, Él acepta su servicio. Cuando pescan a Su mandato,
acepta lo que traen. ¡Qué bendita comunión se encuentra en este tipo
de servicio!
Hubo otro tiempo cuando Pedro tuvo una maravillosa red llena de
peces. Cristo estaba en la tierra como hombre, y estaba llamando a
Pedro que fuera pescador de hombres. Aquella vez la red se rompió.
Creo que Pedro vería que muchos seguirían a Jesús, pero no todos
serían creyentes. La red se rompería y muchos peces se escaparían.
Pero, esta vez la red no se rompió, sino que fue traída a la tierra,
llena de una gran cantidad de peces. Pedro está siendo llamado para
alimentar las ovejas y los corderos. ¿Con qué va a alimentarlos?
Con la Palabra de Dios. Con el evangelio de un Cristo resucitado
y glorificado. Este evangelio no tan sólo salvará, sino que también
guardará, amigo. Aun en sus fracasos, los creyentes son guardados
por el poder de Dios mediante la fe. Vemos en este incidente que
Jesucristo tiene un propósito para los Suyos. Dirige sus vidas y deben
obedecer. Bendecirá y tendrá una comunión maravillosa con ellos. Él
es el Señor de sus voluntades.
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