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41 El Príncipe Prisionero Cuento

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EL PRÍNCIPE PRISIONERO (Cuento)

En la torre blanca de un castillo vivía, solo ytriste el príncipe


Ignacio. Su única compañía eran un gavilán y una golondrina,
pues el sirviente que le llevaba las comidas nunca hablaba
' con
.
él.
Ignacio sabía que el mund� es grande y que en él vivían
hombres y mujeres. Cuando era pequeño viví� rodeado de
gente en el palacio de su padre. Pero esto lo recordaba como
en un sueño. También recordaba a un señor de barba blanca,
que . un día, mientras jugaba en el jardín del palacio, se acercó
y le dijo:
-ve·n conmigo. Te llevaré. a un sitio donde hay unos lindos
peces azules que, en lugar de ojos, tienen dos caramelos.
El principito, sin saber que aquer hombre era un mago ene­
migo de su padre, lo siguió hasta la torre blanca, de donde no
pudo volver a salir. Apenas llegaron el mago -desapareció y
, con él desapareció también la puerta de salida. El niño lloró y
gritó llamando a sus padres y por último, acabó por resignarse.
Pasaron diez años y volvieron a pasar otros diez. El criado
le preparaba al príncipe las com,idas; era atento y servicial.
Pero ya el príncipe no intentaba preguntarle nada, pues sabía
que no·1e dirigiría la palabra. Por fortuna el gavilán y la golon­
drina lo distraían un poco con su charla.

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A menudo el príncipe pensaba cómo serían los hombres y
las mujeres allá afuera en el mundo. ¿Serían generosos y
justos? O, por el contrario, ¿tendrían un alma cruel y egoísta?
No podía saber si estaba perdiendo al vivir apartado de la
gente, ó si más bien e·ra una suerte vivir así.
Deseoso de conocer cómo· son los seres humanos, un día
. le dijo a la golondrina: -Ve por el mundo y escucha �tentamente
todo lo. que digan hombres y mujeres. A tu regreso deberás
repetirme fielmente todo lo que hayas oído.
La golondrina salió por la ventana y se perdió entre las nubes.
Después de un mes regresó a la torre y dijo al príncipe:
-Los hombres y las mujeres son buenos y generósos. Conocí
a un joven que decía a un viejecito: "No se fatigue,. usted está
cansado.. Usted ·es débil y necesita reposo. Yo trabajaré por
usted". Y un hermano decía a otro más pequeño: "¿Ve? Estoy
'a su lado para ayudarlo y protegerlo. Lo que es mío es suyo
también". Un amigo aseguraba a otro: "Es un placer sacrifi­
carme por usted". También escuché a un niño decir: "Mi madre
· es tan hermosa como una flor". Otro decía: "Si tuviera un avión
subiría hasta el cielo a buscar una estrella para regalársela a
mi padre". Y no te puedes imaginar, Ignacio, hasta qué punto
conmueven las palabras de
una madre.. Son más dulces
que la miel, más perfumadas
que la rosa y más refulgentes·
_que el mismo sor.
· El príncipe suspiró diciendo:
�Qué pena tan grande·no poder
vivir entre lós hombres de alma
tan noble y generosa:
El gavilán, que era un animal
maligno, se rio: -¿Estás seguro
de que la golondrina te ha dicho
la verdad? -le preguntó-. Eres
muy inocente si le crees.
-Ve . tú, entonces, entre la
gente -=-le rogó el.príncipe-. Ve
y escucha atentamente todo
cuanto digan.
El gavilán salió volando y re­
gresb apenas transcurridos
veinte días. En cuanto llegó le_
dijo al príncipe:

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-Los seres humanos son mal­
vados. He oído cosas que te
hubieran puesto los pelos de
punta. Un hijo decía a su padre:
"Déjeme en libertad, siquiera
una vez. Quiero vivir a mi mane­
ra". ¿Crees, Ignacio, que los
hermano$ se aman, se ayudan
y se respetan? Ni lo sueñes. Es­
cuché a uno decir al otro: "Us­
ted está ·robándose lo que es
mío, usted se come mi parte,
vive a mis costilla$". Y los jóve­
nes, Ignacio, no respetan a los·
mayores. Escuché a uno de­
cirle a un anciano: "Usted no
hace más que estorbarme. Us­
ted sólo es una carga inútil. La
muerte debería llevárselo para
así tibrarme de su presencia".
También te digo, Ignacio, que
la amistad es una ilusión. Escu­
ché a un amigo decirle a otro:
"Le ayudaré, pero espero que
recompense mis esfuerzos vaciando sus bolsillos". Hasta los
niños son malvados. ¿Sabes cuále� son sus palabras más·
frecuentes?: "Usted no sabe hacer nada, yo en cambio lo sé
hacer todo". "Esto es mío, pobre de usted si lo toca". Y �as
madres no hacen más que lamentarse: "Cuántos sacrificios
nos imponen los hijos. Mejor sería no tener esa carga. La vida
sin ellos sería tranquila, feliz..."
-¡Basta,. basta...! -rogó Ignacio, entristecido ante aquellas
palabras que le revelaban la maldad de los hombres. Después,
volviéndose a la golondrina le dijo:
-Amiga mía, ¿por qué ms has mentido?
-¡He dicho la verdad! �se defendió la golondrina.
-¡Mentira! Yo soy quien dice la verdad -gritó el gavilán.
La duda siguió reinando en el corazón del príncipe y así
pasaron otros cuantos años más de encierro. Pero un día se
presentó en la torre un duende que al ver a Ignacio le dijo:
-¡Oh príncipe! El mago, tu malvado enemigo, duerme en el
fondo del lago. No despertará hasta que hayan pasado cuatro
siglos. Por eso he venido a liberarte. Te llevaré junto a tus

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padres, que ya están ancianos y no hacen más que recordarte.
Volverás a ver el ·palacio donde naciste.._ .
El príncipe lo interrumpió diciéndole: -Sé generoso y sácame
de una duda. Debo sab�rlo todo. La golondrina me ha repetido
frases _que ha oído por el mundo y que demuestran que los
hor11bres tiene� una generosidad de corazón sin límites. El
gavilán, en cambio, me ha repetido frases que demuestran
hasta qué. punto son malvados los hombres. ¿Quién miente
entonces, fa golondrina o el gavil�n? ¿Debo alegrarme o entris:.
tecerme más bien de la libertad que me ofreces?
-No te han mentido ni la golondrina ni el gavilán -aseguró
el duende-. Hay muchos hombres malvados y muchos hombres
buenos; .Y hay también muchos un poco buenos y muchos un
poco malos. Las criaturas qt1e son buenas y generosas como
la golondrina, no escuchan más que la voz de la bondad; Los
malvados, en cambio, como el gavilán, sólo oyen la voz de la
maldad. Pero tú puedes estar tranquilo. Tu alma es generosa.
Verás crecer las rosas y los lirios en este curioso mundo
de - los hombres, y no te darás cuenta de las hierbas vene­
nosas.
El príncipe regresó ai mundo de los hombres. Y, como la
golondtina; sólo escuchó la voz de la bondad y fue, por tanto
feliz, muy feliz.

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