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Anatomía regional
La anatomía regional (anatomía topográfica) considera la organización del cuerpo
humano en función de sus partes o segmentos principales (fig. 1-1): un cuerpo
principal, que se compone de la cabeza, el cuello y el tronco (subdividido en tórax,
abdomen, dorso y pelvis/periné), y las parejas de miembros superiores e inferiores.
Todas las partes principales pueden subdividirse en áreas y regiones. La anatomía
regional es el método para estudiar la estructura del organismo centrando la atención
en una determinada parte (p. ej., la cabeza), área (la cara) o región (orbitaria u
ocular), examinando la disposición y las relaciones de las diversas estructuras
sistémicas (músculos, nervios, arterias, etc.) que contienen, y luego habitualmente
con el estudio de las regiones adyacentes en una secuencia ordenada.
En esta obra se sigue el método regional; en cada capítulo se estudia la anatomía
de una parte principal del organismo. Este es el método que suele adoptarse en los
cursos de anatomía que disponen de un laboratorio de disección. Al estudiarla por
este método, es importante situar la anatomía regional en el contexto anatómico de las
regiones y partes adyacentes, así como en el organismo en su conjunto.
La anatomía regional reconoce también la organización corporal por capas: piel,
tejido subcutáneo y fascia profunda que cubren las estructuras más profundas de
músculos, huesos y cavidades que contienen vísceras (órganos internos). Muchas de
estas estructuras profundas son parcialmente evidentes bajo las cubiertas exteriores
del organismo, y pueden estudiarse y examinarse en el sujeto vivo mediante la
anatomía de superficie.
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FIGURA 1-1. Principales regiones del cuerpo y del miembro inferior. Descripción de la anatomía en
relación con la posición anatómica de referencia.
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consiste en visualizar (recordar las imágenes mentales definidas de) las estructuras
que confieren contorno a la superficie o que son palpables bajo ella, y en la práctica
clínica distinguir cualquier hallazgo inusual o anormal. En suma, la anatomía de
superficie requiere un conocimiento completo de la anatomía de las estructuras
situadas por debajo de la superficie. En las personas con heridas por arma blanca, por
ejemplo, el médico debe ser capaz de visualizar las estructuras profundas que pueden
haber resultado lesionadas. Además, el conocimiento de la anatomía de superficie
puede disminuir la necesidad de memorizar hechos, pues el cuerpo se halla siempre
disponible para observar y palpar.
La exploración física es la aplicación clínica de la anatomía de superficie. La
palpación es una técnica clínica que se utiliza junto con la inspección y la
auscultación para explorar el organismo. La palpación de los pulsos arteriales, por
ejemplo, forma parte de la exploración física. Los estudiantes de muchas ciencias de
la salud aprenden a utilizar instrumentos que facilitan la exploración del organismo
(como un oftalmoscopio para observar las características oculares) y la auscultación
de las partes funcionantes del cuerpo (un fonendoscopio para auscultar el corazón y
los pulmones).
Actualmente es posible el estudio regional de las estructuras profundas y de las
anomalías existentes en el sujeto vivo con los métodos de diagnóstico por la imagen y
con la endoscopia. La radiografía y otras técnicas de diagnóstico por la imagen
(anatomía radiográfica) proporcionan información útil sobre las estructuras normales
en el sujeto vivo, poniendo de manifiesto los efectos del tono muscular, de los
líquidos corporales, las presiones y la gravedad, lo que no puede lograrse en el
estudio del cadáver.
La radiología diagnóstica revela los efectos de los traumatismos, las
enfermedades y el envejecimiento sobre las estructuras normales. En esta obra, la
mayoría de las imágenes radiográficas y de otras técnicas radiológicas están
integradas en los capítulos correspondientes. Al final de cada capítulo, los apartados
de técnicas de diagnóstico por la imagen aportan una introducción a las técnicas que
se emplean en relación con ese capítulo. Las técnicas endoscópicas (con un
instrumento flexible de fibra óptica en uno de los agujeros corporales o mediante una
pequeña incisión quirúrgica [«puerto»] para examinar las estructuras internas como el
interior del estómago) también muestran la anatomía en tiempo real. El método
inicial idóneo para el aprendizaje detallado y completo de la anatomía tridimensional
de las estructuras profundas y sus relaciones es la disección. En la práctica clínica, la
anatomía de superficie, las imágenes radiográficas y de otras técnicas de diagnóstico
por la imagen, la endoscopia y la propia experiencia obtenida al estudiar anatomía, se
combinan para proporcionar conocimientos sobre la anatomía del paciente.
El ordenador es un elemento auxiliar útil para la enseñanza de la anatomía
regional, ya que facilita el aprendizaje al permitir la interactividad y la manipulación
de modelos gráficos bidimensionales y tridimensionales. Las prosecciones, o
disecciones cuidadosamente preparadas para demostrar las estructuras anatómicas,
son asimismo útiles. Sin embargo, el aprendizaje alcanza su máxima eficiencia y la
retención es también máxima cuando el estudio didáctico se combina con la
experiencia de primera mano de la disección real; es decir, el aprendizaje por la
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Anatomía sistémica
La anatomía sistémica es el estudio de los distintos sistemas orgánicos que
funcionan conjuntamente para llevar a cabo funciones complejas. Los sistemas
básicos y el campo de estudio o tratamiento de cada uno (entre paréntesis) son:
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sanguíneo.
El sistema alimentario o digestivo (gastroenterología) se compone del tracto
digestivo desde la boca hasta el ano, con todos sus órganos y glándulas
asociados que actúan en la ingestión, masticación, deglución, digestión y
absorción de los alimentos y la eliminación de los desechos sólidos (heces) que
quedan tras la absorción de los nutrientes.
El sistema respiratorio (neumología) se compone de las vías aéreas y los
pulmones, que aportan oxígeno a la sangre para la respiración celular y eliminan
de ella el dióxido de carbono. El diafragma y la laringe controlan el flujo de aire
a través del sistema; en la laringe también se producen sonidos, modificados
después por la lengua, los dientes y los labios para formar el habla.
El sistema urinario (urología) se compone de los riñones, los uréteres, la
vejiga urinaria y la uretra, que filtran la sangre y luego producen, transportan,
almacenan y excretan intermitentemente la orina (desecho de líquidos).
El sistema genital (reproductor) (ginecología en la mujer; andrología en el
hombre) se compone de las gónadas (ovarios y testículos) que producen
ovocitos y espermatozoides, los conductos que los transportan y los genitales
que posibilitan su unión. Después de la concepción, el tracto reproductor
femenino nutre al feto y realiza el trabajo del parto.
El sistema endocrino (endocrinología) se compone de estructuras
especializadas que secretan hormonas, como las distintas glándulas endocrinas
sin conductos (p. ej., la glándula tiroides), las células situadas en grupos
aislados en el intestino y en las paredes de los vasos sanguíneos, y las
terminaciones nerviosas especializadas. Las hormonas son moléculas orgánicas
que transporta el sistema circulatorio a células efectoras distantes en todas las
partes del organismo. Por lo tanto, la influencia del sistema endocrino es tan
amplia como la del sistema nervioso. Las hormonas influyen en el metabolismo
y en otros procesos, como el ciclo menstrual, el embarazo y el parto.
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Anatomía clínica
La anatomía clínica (aplicada) subraya aspectos de la estructura y la función
corporales que son importantes para la práctica de la medicina, la odontología y las
ciencias de la salud auxiliares. Incorpora los métodos regional y sistémico para
estudiar la anatomía y hace hincapié en su aplicación clínica.
En la anatomía clínica a menudo se invierte el curso del pensamiento que se sigue
al estudiar la anatomía regional o sistémica. Por ejemplo, en vez de pensar «La acción
de este músculo es...», la anatomía clínica pregunta «¿Cómo se manifestaría la
ausencia de actividad de este músculo?». En vez de señalar «El nervio... inerva esta
área de la piel», la anatomía clínica pregunta «¿Cuál es el nervio cuya lesión
provocaría el entumecimiento de esta zona?».
El aprendizaje de la anatomía clínica es apasionante, debido a su papel para
resolver problemas clínicos. Los «cuadros clínicos» (en azul) en toda la obra
describen aplicaciones prácticas de la anatomía. Los «estudios de casos», como los
presentados en la página web de Anatomía con orientación clínica
(http://thepoint.lww.com/espanol-Moore8e), son parte integrante del método clínico
para el estudio de la anatomía.
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Posición anatómica
Todas las descripciones anatómicas se expresan en relación con una posición
constante, para garantizar que no haya ambigüedad (figs. 1-1 y 1-2). Hay que tener en
la mente esa posición en la descripción del paciente (o cadáver), si está tendido de
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lado, en supino (tendido boca arriba) o en prono (tendido boca abajo). La posición
anatómica se refiere a la posición del cuerpo con el individuo de pie, con:
La cabeza, la mirada (ojos) y los dedos de los pies dirigidos hacia delante.
Los brazos adosados a los lados del cuerpo con las palmas hacia delante.
Los miembros inferiores juntos, con los pies paralelos.
Planos anatómicos
Las descripciones anatómicas se basan en cuatro planos imaginarios (medio, sagital,
frontal y transverso) que cruzan el organismo en la posición anatómica (fig. 1-2):
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Los anatomistas crean secciones del cuerpo y sus partes anatómicamente, y los
clínicos lo hacen mediante técnicas de obtención de imágenes planas, como la
tomografía computarizada (TC), para describir y presentar las estructuras internas.
FIGURA 1-2. Planos anatómicos. Principales planos del cuerpo: mediano y sagital (A), frontal o coronal (B
y C), y transversal (axial) (C).
Superior se refiere a una estructura que está más próxima al vértice (vértex), la
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parte más elevada del cráneo. Craneal se refiere al cráneo y es un término útil para
indicar la dirección, es decir, hacia la cabeza o el cráneo. Inferior se refiere a una
estructura situada más cerca de la planta de los pies. Caudal (del latín cauda, cola) es
un término direccional útil que indica hacia los pies o la región de la cola,
representada en el ser humano por el cóccix (hueso de la cola), el pequeño hueso
situado en el extremo inferior (caudal) de la columna vertebral.
Posterior (dorsal) indica la superficie dorsal del cuerpo o más próximo a ella.
Anterior (ventral) indica la superficie frontal del cuerpo. Rostral se utiliza a
menudo, en vez de anterior, al describir partes del cerebro; significa hacia el rostrum;
sin embargo, en el ser humano indica más cercano a la parte anterior de la cabeza (p.
ej., el lóbulo frontal del cerebro es rostral con respecto al cerebelo).
Medial se emplea para indicar que una estructura está más próxima al plano
medio del cuerpo. Por ejemplo, el 5.º dedo de la mano (dedo meñique) es medial a los
otros dedos. Por el contrario, lateral indica que una estructura está más alejada del
plano medio. El 1.er dedo de la mano (pulgar) es lateral con respecto a los otros
dedos.
FIGURA 1-3. Secciones de los miembros. Pueden obtenerse secciones mediante cortes anatómicos o
mediante técnicas de diagnóstico por la imagen.
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FIGURA 1-4. Términos de relación y comparación. Estos términos describen la posición de una estructura
respecto a otra.
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animal cuadrúpedo plantígrado que camina sobre sus palmas y plantas, como el oso.
La planta es la vista inferior del pie, opuesta al dorso, y su mayor parte está en
contacto con el suelo al estar de pie descalzo. La superficie de las manos y los pies, y
de los dedos de ambos, correspondiente al dorso es la superficie dorsal; la
correspondiente a la palma es la superficie palmar, y la superficie de los pies y de
sus dedos correspondiente a la planta es la superficie plantar.
Los términos combinados describen posiciones intermedias: inferomedial
significa más próximo a los pies y al plano medio; por ejemplo, las porciones
anteriores de las costillas discurren inferomedialmente; superolateral indica más
próximo a la cabeza y más lejos del plano medio.
Otros términos de relación y comparación son independientes de la posición o de
los planos anatómicos, y están relacionados principalmente con la superficie corporal
o su núcleo central:
Términos de lateralidad
Las estructuras pares con componentes derecho e izquierdo (p. ej., los riñones) son
bilaterales, y las que se encuentran en un solo lado (p. ej., el bazo) son unilaterales.
Especificar si se hace referencia al componente derecho o izquierdo de una estructura
bilateral puede tener una gran importancia y es un buen hábito que debe adquirirse al
comienzo del adiestramiento en ciencias de la salud. Algo que ocurre en el mismo
lado que otra estructura del cuerpo es ipsolateral u homolateral; por ejemplo, el
pulgar y el dedo gordo del pie derechos son homolaterales. Contralateral significa
que ocurre en el lado opuesto del cuerpo en relación con otra estructura: la mano
derecha es contralateral a la mano izquierda.
Términos de movimiento
Diversos términos describen movimientos de los miembros y de otras partes del
cuerpo (fig. 1-5). La mayoría de los movimientos se definen con respecto a la
posición anatómica; ocurren dentro de y en torno a los ejes alineados con planos
anatómicos específicos. Aunque la mayoría de los movimientos se producen en los
lugares donde dos o más huesos o cartílagos se articulan entre sí, diversas estructuras
no esqueléticas presentan movimientos (p. ej., la lengua, los labios, los párpados). A
menudo los términos de movimientos pueden considerarse en pares de movimientos
opuestos:
Los movimientos de flexión y extensión ocurren generalmente en los planos
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sagitales en torno a un eje transverso (fig. 1-5 A y B). La flexión indica doblamiento
o disminución del ángulo entre los huesos o partes del cuerpo. Para las articulaciones
por encima de la rodilla (p. ej., el codo), la flexión indica movimiento en una
dirección anterior. La extensión indica enderezamiento o aumento del ángulo entre
los huesos o partes del cuerpo. La extensión suele producirse en una dirección
posterior. La articulación de la rodilla, rotada 180º en relación con otras
articulaciones, constituye la excepción puesto que la flexión se realiza con un
movimiento posterior, y la extensión con uno anterior. La flexión dorsal
(dorsiflexión) describe la flexión en la articulación talocrural, que se produce al subir
una cuesta o al levantar del suelo la parte anterior del pie y los dedos (fig. 1-5 I). La
flexión plantar dobla el pie y los dedos hacia el suelo, como al ponerse de puntillas.
La extensión de un miembro, o de parte de él, más allá de los límites normales —
hiperextensión— puede producir lesiones, como ocurre en el «latigazo cervical»
(hiperextensión del cuello en una colisión de automóvil por alcance posterior).
Los movimientos de abducción y aducción ocurren generalmente en un plano
frontal en torno a un eje anteroposterior (fig. 1-5 E y G). Excepto en los dedos,
abducción significa alejamiento del plano medio (p. ej., al separar el brazo
lateralmente del cuerpo), y aducción indica el movimiento opuesto, de acercamiento
hacia el cuerpo. En la abducción de los dedos (manos o pies), el término indica la
separación entre ellos al alejarse del 3.er dedo (medio) de la mano situado en la
posición neutra, o del 2.º dedo del pie en posición neutra. El 3.er dedo de la mano y el
2.º dedo del pie se abducen medial o lateralmente al alejarse de la posición neutra. La
aducción de los dedos es el movimiento opuesto: los dedos, previamente separados,
se acercan al 3.er dedo de la mano, o al 2.º dedo del pie, situados en posición neutra.
La flexión lateral (inclinación lateral) a derecha o izquierda es una forma especial de
abducción que ocurre sólo en el cuello y el tronco (fig. 1-5 J). La cara y la parte
superior del tronco se dirigen anteriormente, mientras la cabeza y/o los hombros se
inclinan hacia la derecha o la izquierda, con lo cual la línea media del cuerpo se dobla
lateralmente. Es un movimiento compuesto que ocurre entre muchas vértebras
adyacentes.
El dedo pulgar se halla rotado 90º en relación con los otros dedos de la mano,
como puede apreciarse por la situación lateral de la uña, en vez de posterior, en la
posición anatómica (fig. 1-5 F). Por lo tanto, la flexión y la extensión del pulgar se
realizan en el plano frontal, y la abducción y la aducción en el plano sagital.
La circunducción es un movimiento circular en una secuencia de flexión,
abducción, extensión y aducción (o en el sentido opuesto), de tal modo que el
extremo distal de la parte se desplaza en círculo (fig. 1-5 H). La circunducción puede
ocurrir en cualquier articulación en que sean posibles todos estos movimientos (p. ej.,
en el hombro y la cadera).
La rotación indica el giro de una parte del cuerpo en torno a su eje longitudinal,
como al girar la cabeza hacia un lado (fig. 1-5 G). La rotación medial (rotación
interna) acerca la superficie anterior de un miembro al plano medio, mientras que la
rotación lateral (rotación externa) aleja la superficie anterior del plano medio.
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FIGURA 1-5. Términos de movimiento. A-M. Estos términos describen movimientos de los miembros y de
otras partes del cuerpo; la mayoría de los movimientos tiene lugar en las articulaciones, donde dos o más
huesos o cartílagos se articulan unos con otros.
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desplazarse (fig. 1-5 D). La pronación gira el radio medialmente, de modo que la
palma de la mano mira posteriormente y el dorso anteriormente. Cuando la
articulación del codo está flexionada, la pronación mueve la mano de modo que la
palma mira hacia abajo (p. ej., al poner las manos planas sobre la mesa). La
supinación es el movimiento rotatorio opuesto: el radio rota lateralmente y se
descruza de la ulna, y el antebrazo pronado vuelve a la posición anatómica. Cuando el
codo está flexionado, la supinación mueve la mano de modo que la palma mira hacia
arriba. (Mnemotecnia: se puede coger sopa en la palma de la mano con el antebrazo
en supinación, pero habrá propensión [probablemente] a que se derrame si luego se
sitúa el antebrazo en pronación.)
La eversión aleja la planta del pie del plano medio y la gira lateralmente (fig. 1-5
I). Cuando el pie está en eversión total, también se halla en dorsiflexión. La inversión
acerca la planta del pie hacia el plano medio (la planta mira medialmente). Cuando el
pie está en inversión total, también se halla en flexión plantar. La pronación del pie
en realidad se refiere a una combinación de eversión y abducción, cuyo resultado es
un descenso del borde medial del pie (los pies de un individuo con pies planos se
hallan en pronación), y la supinación del pie implica generalmente unos movimientos
que elevan el borde medial del pie, es decir, una combinación de inversión y
aducción.
La oposición es el movimiento que pone en contacto el pulpejo del 1.er dedo
(pulgar) con el de otro dedo (fig. 1-5 C). Este movimiento se utiliza para pellizcar,
abotonar una camisa o coger una taza por su asa. La reposición describe el
movimiento del pulgar desde la oposición hasta su posición anatómica.
La protrusión es un movimiento hacia delante, como al protruir la mandíbula
(mentón), los labios o la lengua (fig. 1-5 L). La retrusión es un movimiento hacia
atrás, como al retruir la mandíbula, los labios o la lengua. Los términos similares
protracción y retracción se utilizan más habitualmente para los movimientos
anterolaterales y posteromediales de la escápula sobre la pared torácica, cuya
consecuencia es el desplazamiento de la región del hombro anteriormente y
posteriormente (fig. 1-5 M).
La elevación asciende o mueve una parte hacia arriba, como ocurre en los
hombros al encogerlos, en el párpado superior al abrir el ojo, o en la lengua al
impulsarla contra el paladar (cielo de la boca) (fig. 1-5 K). La depresión desciende o
mueve una parte hacia abajo, como los hombros al deprimirlos buscando una postura
más cómoda al estar de pie, el párpado superior al cerrar el ojo o la lengua al alejarla
del paladar.
VARIANTES ANATÓMICAS
Las variantes estructurales se producen con diferentes grados de severidad y varían de
las normales a las incompatibles con la vida. Un cambio anatómico generalmente no
tiene efecto sobre la función normal. A menudo se descubren durante los estudios de
imagen o procedimientos quirúrgicos, la necropsia o durante el estudio anatómico de
individuos sin el conocimiento o efectos adversos de la variante. Una anomalía
congénita o defecto de nacimiento suele ser una variante evidente al nacer o poco
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FIGURA C1-3.
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FIGURA 1-9. Sección tridimensional de la pierna que muestra la fascia profunda y las formaciones
fasciales.
Habitualmente situadas en zonas sometidas a fricción, las bolsas permiten que una
estructura se mueva más libremente contra otra. Las bolsas subcutáneas se
encuentran en el tejido subcutáneo entre la piel y las prominencias óseas, como el
codo y la rodilla; las bolsas subfasciales se hallan por debajo de la fascia profunda;
las bolsas subtendinosas facilitan el movimiento de los tendones sobre el hueso. Las
vainas sinoviales tendinosas son un tipo especializado de bolsas alargadas que
envuelven los tendones y habitualmente los engloban cuando atraviesan los túneles
transversos osteofibrosos que fijan los tendones en su lugar (fig. 1-10 A).
Las bolsas a veces comunican con las cavidades sinoviales de las articulaciones.
Como están formadas por membranas serosas finas y transparentes y se hallan
colapsadas, no es fácil visualizarlas o disecarlas en el laboratorio, aunque pueden
ponerse de manifiesto al inyectar en su interior un líquido coloreado que las distienda.
Hay bolsas colapsadas en torno a muchos órganos importantes (p. ej., el corazón,
los pulmones y las vísceras abdominales) y estructuras (p. ej., porciones de tendones).
Esta configuración es muy semejante a la de un gran balón vacío que rodee una
estructura, como un puño (fig. 1-10 B). El puño queda así rodeado por dos capas del
balón vacío, pero no se halla dentro de este, que sigue vacío. Para una comparación
más exacta hay que llenar previamente el balón de agua y luego vaciarlo, lo que deja
su interior mojado. Exactamente de este modo, el corazón está rodeado por el saco
pericárdico (pero no en su interior). Cada pulmón está rodeado por un saco pleural
(pero no su interior), y lo mismo cabe decir de las vísceras abdominales con respecto
al saco peritoneal. En estos casos, la capa interna del balón o saco seroso (la
adyacente al puño o la víscera) se denomina lámina visceral; la capa externa del
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SISTEMA ESQUELÉTICO
El sistema esquelético puede dividirse en dos partes funcionales (fig. 1-11):
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FIGURA 1-10. Vainas sinoviales de los tendones y bolsas serosas. A) Las vainas sinoviales de los tendones
son bolsas longitudinales que rodean los tendones cuando éstos pasan profundamente al retináculo o a través
de vainas fibrosas de los dedos. B) Las bolsas serosas envuelven estructuras diversas, como el corazón, los
pulmones, las vísceras abdominales y los tendones, de manera similar a como este globo desinflado envuelve
al puño. Una fina película de líquido lubricante entre las láminas parietal y visceral confiere movilidad a la
estructura rodeada por la bolsa dentro de un compartimento cerrado. Los pliegues transicionales de membrana
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sinovial entre las láminas parietal y visceral continuas de la bolsa, que rodean el tallo conector (el carpo en el
ejemplo) y/o las estructuras vasculonerviosas para el tejido circundante, se denominan mesenterios. En el caso
de la vaina sinovial de un tendón, el mesenterio se denomina mesotendón.
CUADRO CLÍNICO
FASCIAS
Planos fasciales y cirugía
En el sujeto vivo, los planos fasciales (interfascial e intrafascial) son
espacios potenciales entre fascias adyacentes o estructuras tapizadas por
fascias, o dentro de fascias areolares laxas, como las fascias subserosas. Los
cirujanos aprovechan estos planos interfasciales para separar estructuras y crear
espacios que permitan acceder a otras estructuras más profundas. En ciertos
procedimientos, los cirujanos utilizan los planos fasciales extrapleurales o
extraperitoneales, lo que les permite operar por fuera de las membranas que
tapizan las cavidades corporales, minimizando la posible contaminación, la
diseminación de la infección y la consiguiente formación de adherencias dentro
de las cavidades. Lamentablemente, estos planos a menudo se hallan fusionados y
resulta difícil establecerlos o apreciarlos en cadáveres embalsamados.
Puntos fundamentales
Sistema tegumentario: el sistema tegumentario (la piel) está formado por la epidermis, dermis y
estructuras especializadas (folículos pilosos, glándulas sebáceas y glándulas sudoríparas). La piel: ●
cumple funciones importantes de protección, contención, regulación del calor y sensación; ● sintetiza y
almacena vitamina D; ● presenta líneas de tensión relacionadas con la dirección principal de las fibras de
colágeno en la piel, lo cual tiene consecuencias para la cirugía y la cicatrización de las heridas. ● El tejido
subcutáneo, localizado debajo de la dermis, contiene la mayoría de las reservas de grasa de la piel.
Fascias y bolsas. La fascia profunda es una capa organizada de tejido conectivo que envuelve
completamente el cuerpo por debajo del tejido subcutáneo que subyace a la piel. Extensiones y
modificaciones de la fascia profunda: ● divide los músculos en grupos (tabiques intermusculares), ●
reviste los distintos músculos y paquetes neurovasculares (fascia de revestimiento), ● está situada entre
las paredes musculoesqueléticas y las membranas serosas que tapizan las cavidades corporales (fascia
subserosa), y ● mantiene los tendones en su lugar durante los movimientos de la articulación
(retináculos). ● Las bolsas son sacos cerrados compuestos por membranas serosas y se hallan en los
lugares sometidos a fricción; permiten que una superficie se mueva libremente sobre otra.
Cartílagos y huesos
El esqueleto se compone de cartílagos y huesos. El cartílago es un tipo de tejido
conectivo semirrígido que forma las partes del esqueleto donde se requiere más
flexibilidad; por ejemplo, donde los cartílagos costales unen las costillas al esternón.
Asimismo, las superficies articulares de los huesos que intervienen en una
articulación sinovial están recubiertas por un cartílago articular que les proporciona
superficies lisas, de baja fricción y deslizantes para efectuar libremente los
movimientos (v. fig. 1-16 A). Los vasos sanguíneos no penetran en el cartílago (es
decir, es avascular); por lo tanto, sus células obtienen el oxígeno y los nutrientes por
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Un tejido conectivo fibroso cubre como una funda todos los elementos del
esqueleto, excepto donde hay cartílago articular; el que rodea los huesos es el
periostio (v. fig. 1-15), mientras que el que existe en torno al cartílago es el
pericondrio. El periostio y el pericondrio nutren las caras externas del tejido
esquelético. Pueden depositar más cartílago sobre el hueso (particularmente durante
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FIGURA 1-12. Secciones transversales del húmero. La diáfisis de un hueso vivo está formada por un tubo
de hueso compacto que rodea la cavidad medular.
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FIGURA 1-13. Detalles y formaciones óseas. En los huesos se encuentran detalles en los lugares de
inserción de tendones, ligamentos y fascias. Otras formaciones se relacionan con las articulaciones, el paso de
tendones y para mejorar la palanca.
Cabeza: extremo articular grande y redondeado (p. ej., la cabeza del húmero).
Línea: elevación lineal (p. ej., la línea del músculo sóleo de la tibia).
Maléolo: proceso (apófisis) redondeado (p. ej., el maléolo lateral de la fíbula
[peroné]).
Cuello: porción relativamente estrecha proximal a la cabeza.
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Desarrollo óseo
La mayoría de los huesos tarda muchos años en crecer y madurar. El húmero (hueso
del brazo), por ejemplo, comienza a osificarse al final del período embrionario (8
semanas); sin embargo, la osificación no se completa hasta los 20 años de edad.
Todos los huesos derivan del mesénquima (tejido conectivo embrionario) por dos
procesos diferentes: osificación intramembranosa (directamente desde el
mesénquima) y osificación endocondral (a partir del cartílago derivado del
mesénquima). La histología (estructura microscópica) de un hueso es la misma en
uno y otro proceso (Pawlina, 2016). Los dos procesos del desarrollo óseo se producen
como sigue:
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FIGURA 1-14. Desarrollo y crecimiento de un hueso largo. A) Formación de los centros de osificación
primario y secundarios. B) El crecimiento longitudinal se produce a ambos lados de las láminas (placas)
epifisarias cartilaginosas (flechas dobles). El hueso formado en el centro primario de la diáfisis no se fusiona
con el formado en los centros secundarios epifisarios hasta que el hueso ha alcanzado su talla adulta. Cuando
el crecimiento cesa, la lámina epifisaria agotada es reemplazada por una sinostosis (fusión de hueso con
hueso) que podemos observar, en las radiografías y en las secciones de hueso, como una línea en la epífisis.
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Las venas acompañan a las arterias a su paso por los forámenes nutricios. Muchas
venas gruesas salen también a través de forámenes cercanos a los extremos articulares
de los huesos. Los huesos con médula ósea roja contienen numerosas venas gruesas.
Los vasos linfáticos son también abundantes en el periostio.
Los nervios acompañan a los vasos sanguíneos óseos. El periostio está ricamente
inervado por nervios sensitivos —nervios periósticos— portadores de fibras de la
sensibilidad dolorosa. El periostio es especialmente sensible al desgarro y a la
tensión, lo que explica el dolor agudo que producen las fracturas óseas. El hueso
recibe un número escaso de terminaciones sensitivas. Dentro del hueso, los nervios
vasomotores causan constricción o dilatación de los vasos sanguíneos, lo que regula
el flujo sanguíneo a través de la médula.
CUADRO CLÍNICO
HUESOS
Huesos accesorios
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Huesos heterotópicos
A veces hay formación de hueso en el interior de los tejidos blandos, donde
no suele existir (p. ej., en las cicatrices). Los jinetes a menudo desarrollan
huesos heterotópicos en los muslos (huesos del jinete), probablemente por la
tensión muscular crónica que produce pequeñas áreas hemorrágicas, con
calcificación y posterior osificación.
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FIGURA C1-4.
Osteoporosis
Durante el proceso de envejecimiento disminuyen los componentes orgánico
e inorgánico del hueso, lo que a menudo produce osteoporosis, una
reducción de la cantidad de hueso o atrofia del tejido esquelético (fig. C1-5). A
consecuencia de ello, los huesos se vuelven quebradizos, pierden su elasticidad y
se fracturan fácilmente. La gammagrafía ósea es un método de diagnóstico que se
utiliza para valorar la masa ósea normal o disminuida (v. «Técnicas de
diagnóstico por la imagen» en este capítulo).
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FIGURA C1-5.
Punción esternal
El examen de la médula ósea proporciona una valiosa información para
evaluar las enfermedades hemáticas (de la sangre). Debido a su situación
inmediatamente debajo de la piel (subcutáneo) y a la facilidad de su acceso, el
esternón es un lugar que se suele utilizar para obtener muestras de médula ósea.
En la punción esternal se utiliza una aguja gruesa que se inserta a través del
delgado hueso cortical hasta el hueso esponjoso. Con una jeringa se aspira una
muestra de médula ósea roja para su examen en el laboratorio. El trasplante de
médula ósea se utiliza a veces en el tratamiento de la leucemia.
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FIGURA C1-6. Vista anteroposterior, mano derecha de (A) un niño de 2,5 años y (B) 11 años de
edad.
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Necrosis avascular
La pérdida de la irrigación arterial en una epífisis u otras partes del hueso
produce la muerte del tejido óseo, o necrosis avascular. En toda fractura hay
pequeñas áreas de necrosis en el hueso adyacente, y en algunos casos se produce
la necrosis avascular de un gran fragmento óseo. En el niño, diversos trastornos
clínicos epifisarios proceden de una necrosis avascular de causa desconocida.
Estos trastornos reciben colectivamente la denominación de osteocondrosis.
Articulaciones
Las articulaciones son las uniones entre dos o más huesos o partes rígidas del
esqueleto. Las articulaciones presentan distintas formas y funciones. Algunas carecen
de movilidad, como las láminas epifisarias, situadas entre las epífisis y la diáfisis de
un hueso largo en crecimiento; otras permiten sólo ligeros movimientos, como las de
los dientes dentro de sus alvéolos, y algunas se mueven libremente, como la
articulación del hombro.
1. Los huesos que se articulan con articulaciones sinoviales se unen mediante una
cápsula articular (compuesta por una membrana fibrosa externa tapizada por
una membrana sinovial serosa) que abarca y engloba una articulación o
cavidad articular. La cavidad articular de una articulación sinovial, como la
rodilla, es un espacio potencial que contiene una pequeña cantidad de líquido
sinovial lubrificante, secretado por la membrana sinovial. Dentro de la cápsula,
el cartílago articular cubre las superficies articulares de los huesos; todas las
demás superficies internas están revestidas por la membrana sinovial. Los
huesos de la figura 1-16 A, normalmente en estrecha aposición, se han separado
para ponerlos de manifiesto, y además se ha hinchado la cápsula articular; con
ello se ha exagerado la cavidad articular, normalmente potencial. El periostio
que reviste la parte extraarticular de los huesos participantes se une con la
membrana fibrosa de la cápsula articular.
2. Los huesos que se articulan con articulaciones fibrosas se unen mediante
tejido fibroso. La amplitud de los movimientos que se producen en una
articulación fibrosa depende, en la mayoría de los casos, de la longitud de las
fibras que unen los huesos articulados. Las suturas del cráneo son ejemplos de
articulaciones fibrosas (fig. 1-16 B). Estos huesos se unen entre sí, ya sea
entrelazados a lo largo de una línea sinuosa o bien por solapamiento. En una
articulación fibrosa de tipo sindesmosis se unen los huesos mediante una
lámina de tejido fibroso, ya sea un ligamento o una membrana fibrosa. Por lo
tanto, las articulaciones de este tipo son parcialmente móviles. La membrana
interósea del antebrazo es una lámina de tejido fibroso que une el radio y la ulna
mediante una sindesmosis. La dentoalveolar (gonfosis o alvéolo) es una
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FIGURA 1-16. A-C. Tres tipos de articulaciones. Ejemplos de cada uno de ellos. A) Dos modelos de
características básicas de una articulación sinovial.
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FIGURA 1-17. Los seis tipos de articulaciones sinoviales. Las articulaciones sinoviales se clasifican según
la forma de sus superficies articulares y/o el tipo de movimiento que éstas permiten.
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CUADRO CLÍNICO
ARTICULACIONES
Articulaciones del cráneo en el recién nacido
Los huesos de la calvaria (bóveda craneal) del recién nacido no establecen
un pleno contacto entre sí (fig. C1-7). En tres lugares, las suturas forman
unas amplias áreas de tejido fibroso denominadas fontanelas. La fontanela
anterior es la más importante. En el período neonatal inmediato, a menudo las
fontanelas se palpan en forma de crestas, a causa del solapamiento de los huesos
craneales a su paso por el canal del parto. Normalmente, la fontanela anterior es
plana. Su abombamiento puede indicar un aumento de la presión intracraneal,
aunque también suele abombarse durante el llanto. La pulsación de la fontanela
refleja el pulso de las arterias cerebrales. La fontanela puede estar deprimida si el
lactante está deshidratado (Swartz, 2014).
FIGURA C1-7.
Artropatías degenerativas
Las articulaciones sinoviales están diseñadas para resistir el desgaste, pero
su uso intenso a lo largo de los años puede producir cambios degenerativos.
Es inevitable cierto grado de destrucción en las actividades como el jogging, con
desgaste de los cartílagos articulares y, a veces, erosión de las superficies
articulares de los huesos. El envejecimiento normal del cartílago articular se
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Artroscopia
La cavidad de una articulación sinovial puede examinarse insertando en ella
una cánula y un artroscopio (un pequeño telescopio). Este procedimiento
quirúrgico —artroscopia— permite al cirujano ortopédico examinar las
articulaciones en busca de anomalías, como desgarros de los meniscos (discos
articulares parciales de la articulación de la rodilla). Durante la artroscopia
también pueden realizarse algunas intervenciones quirúrgicas (p. ej.,
introduciendo instrumentos a través de pequeñas incisiones). Debido a que la
abertura realizada en la cápsula articular para insertar el artroscopio es pequeña,
la curación es más rápida después de este procedimiento que tras la cirugía
articular tradicional.
Puntos fundamentales
Cartílago y huesos. El sistema esquelético puede dividirse en esqueleto axial (huesos de la cabeza, el
cuello y el tronco) y apendicular (huesos de los miembros). El esqueleto propiamente dicho se compone
de diversos tipos de tejidos: ● cartílago, un tejido conectivo semirrígido; ● hueso, un tipo de tejido
conectivo duro que proporciona soporte, protección, movilidad, almacenamiento (de ciertos electrólitos) y
síntesis de células sanguíneas; ● el periostio, que rodea los huesos, y el pericondrio, que rodea el
cartílago, aportan nutrición a estos tejidos y son los lugares de formación de hueso y cartílago. ● Dos
tipos de hueso, esponjoso y compacto, se diferencian por la cantidad de materia sólida que poseen y por el
tamaño y el número de los espacios que contienen. ● Los huesos pueden dividirse en largos, cortos,
planos, irregulares o sesamoideos. ● Al describir la estructura de los diferentes huesos se utilizan
términos estándar para los distintos detalles y características óseas. ● El crecimiento de la mayoría de los
huesos requiere muchos años. Los huesos crecen por: osificación intramembranosa, en la cual se forman
moldes de hueso mesenquimatoso durante los períodos embrionario y prenatal, y osificación endocondral,
en la cual se forman moldes cartilaginosos durante el período fetal y el hueso reemplaza al cartílago
después del nacimiento.
Articulaciones. Una articulación es la unión entre dos o más huesos o partes rígidas del esqueleto. Se
distinguen tres grandes clases de articulaciones: fibrosas, cartilaginosas y sinoviales. Las articulaciones
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sinoviales, con movimientos libres, ● son el tipo más frecuente; ● pueden dividirse en planas, gínglimos,
en silla de montar, elipsoideas, esferoideas y trocoides; ● reciben su irrigación sanguínea de las arterias
articulares, que a menudo constituyen una red; ● drenan mediante las venas articulares que se originan en
la membrana sinovial; ● se hallan ricamente inervadas por los nervios articulares que transmiten la
sensación propioceptiva, el conocimiento del movimiento y la posición de las partes del cuerpo.
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Músculos esqueléticos
MORFOLOGÍA, CARACTERÍSTICAS Y TERMINOLOGÍA DE LOS
MÚSCULOS
Todos los músculos esqueléticos, que suelen denominarse simplemente «músculos»,
poseen porciones contráctiles (una o más cabezas o vientres) carnosas y rojizas,
compuestas por músculo estriado esquelético. Algunos músculos son carnosos en su
totalidad, pero la mayoría presenta además otras porciones blancas no contráctiles
(tendones), formadas principalmente por haces de colágeno organizados, que
proporcionan un medio de fijación (fig. 1-18).
Al considerar la longitud de un músculo se incluyen el vientre muscular y los
tendones. Es decir, la longitud de un músculo es la distancia entre sus inserciones. La
mayoría de los músculos esqueléticos se insertan de manera directa o indirecta en los
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huesos, los cartílagos, los ligamentos o las fascias, o en alguna combinación de estas
estructuras. Algunos músculos se fijan en órganos (p. ej., el bulbo ocular), en la piel
(músculos faciales) o en las mucosas (músculos intrínsecos de la lengua). Los
músculos son órganos de locomoción (movimiento), pero también proporcionan
soporte estático, dan forma al cuerpo y aportan calor. En la figura 1-19 se identifican
los músculos esqueléticos situados más superficialmente. Los músculos profundos se
describen al estudiar cada región.
La estructura y la forma de los músculos son variables (fig. 1-18). Los tendones
de algunos músculos forman láminas planas, o aponeurosis, que fijan los músculos al
esqueleto (habitualmente en una cresta o serie de procesos espinosos) y/o la fascia
profunda (como el músculo dorsal ancho del dorso), o a la aponeurosis de otro
músculo (como los músculos oblicuos de la pared anterolateral del abdomen). La
denominación de la mayoría de los músculos se basa en su función o en los huesos
donde se insertan. Por ejemplo, el músculo abductor del dedo meñique realiza la
función de abducción de este dedo. El músculo esternocleidomastoideo se inserta
inferiormente en el esternón y en la clavícula, y superiormente en el proceso
mastoides del hueso temporal del cráneo. La denominación de otros músculos se basa
en su posición (medial, lateral, anterior, posterior) o en su longitud (corto, largo). Los
músculos pueden dividirse o clasificarse según su forma, y conforme a ella
denominarlos:
Los músculos planos tienen fibras paralelas, a menudo con una aponeurosis;
por ejemplo, el músculo oblicuo externo del abdomen (plano y ancho). El
sartorio es un músculo plano y estrecho con fibras paralelas.
Los músculos penniformes son semejantes a plumas en cuanto a la disposición
de sus fascículos. Pueden ser unipenniformes, bipenniformes o
multipenniformes; por ejemplo, el músculo extensor largo de los dedos
(unipenniforme), el recto femoral (bipenniforme) y el deltoides
(multipenniforme).
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FIGURA 1-18. Estructura y forma de los músculos esqueléticos. La estructura y la forma de los músculos
esqueléticos dependen de la disposición de sus fibras.
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FIGURA 1-19. Músculos esqueléticos superficiales. La mayoría de los músculos que se muestran mueven el
esqueleto para la locomoción, pero algunos —especialmente los de la cabeza— mueven otras estructuras (p.
ej., los bulbos oculares, la piel cabelluda, los párpados, la piel de la cara y la lengua). La vaina del recto del
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abdomen izquierdo, formada por las aponeurosis de los músculos planos abdominales, ha sido retirada para
mostrar el músculo.
CONTRACCIÓN MUSCULAR
Los músculos esqueléticos funcionan por contracción: traccionan, nunca empujan.
Sin embargo, ciertos fenómenos, como el «destaponamiento de los oídos» para
igualar la presión del aire, y la bomba musculovenosa (v. fig. 1-26), aprovechan la
expansión de los vientres musculares durante la contracción. Cuando un músculo se
contrae y se acorta, una de sus fijaciones suele permanecer estable y la otra (más
móvil) queda atraída hacia él, lo que a menudo produce un movimiento. Las
inserciones de los músculos se denominan habitualmente origen e inserción: el
origen suele ser el extremo proximal del músculo, que permanece fijo durante la
contracción muscular, mientras que la inserción suele ser el extremo distal, móvil.
Sin embargo, no siempre ocurre así, pues algunos músculos pueden actuar en ambas
direcciones en diferentes circunstancias. Por ejemplo, al realizar levantamientos del
tronco, los extremos distales de los miembros superiores (las manos) permanecen
fijos (sobre el suelo), y los extremos proximales de los miembros y el tronco (del
cuerpo) se desplazan. Así pues, en el texto se suelen utilizar los términos proximal y
distal, o medial y lateral, al describir la mayoría de las fijaciones musculares. Nótese
que si se conocen las fijaciones de un músculo, habitualmente puede deducirse su
acción (en vez de memorizarla). Al estudiar las inserciones musculares es útil realizar
la acción, pues es más probable que se aprendan las cosas que se experimentan
personalmente.
Contracción refleja. Aunque los músculos esqueléticos se denominan también
músculos voluntarios, ciertos aspectos de su actividad son automáticos (reflejos) y,
por lo tanto, fuera del control de la voluntad. Por ejemplo, los movimientos
respiratorios del diafragma, controlados la mayor parte del tiempo por reflejos
estimulados por las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre
(aunque podemos controlarlos voluntariamente dentro de ciertos límites), y el reflejo
miotático, que produce un movimiento al distenderse el músculo cuando se golpea su
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FIGURA 1-20. Contracciones isométricas e isotónicas. Las contracciones isométricas (A) mantienen la
posición de la articulación sin producir movimiento. Las contracciones concéntricas (B) y excéntricas (C) son
contracciones isotónicas en las cuales el músculo cambia de longitud: la contracción concéntrica por
acortamiento y la contracción excéntrica por alargamiento controlado activamente del músculo (relajación).
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FIGURA 1-21. Estructura del músculo esquelético y las unidades motoras. A) Una unidad motora consta
de una sola neurona motora y las fibras musculares que inerva. B) El epimisio es lo mismo que la fascia
superficial. Los filamentos de actina (delgados) y miosina (gruesos) son los elementos contráctiles en las
fibras musculares.
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CUADRO CLÍNICO
MÚSCULOS ESQUELÉTICOS
Pruebas musculares
Las pruebas musculares ayudan en el diagnóstico de las lesiones nerviosas.
Estas pruebas se realizan comúnmente por dos métodos:
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FIGURA C1-8.
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Músculo liso
El músculo liso, así denominado por la ausencia de estriaciones en las fibras
musculares al examen microscópico, forma una gran parte de la capa media (túnica
media) de las paredes vasculares (por encima del nivel capilar) (v. fig. 1-23 y tabla 1-
1). Por lo tanto, aparece en todo el tejido vascularizado. También compone las partes
musculares de las paredes del tubo digestivo y sus conductos. El músculo liso se
encuentra en la piel, donde forma los músculos erectores del pelo asociados con los
folículos pilosos (v. fig. 1-6), y en el bulbo ocular, donde controla el grosor del
cristalino y el tamaño de la pupila.
Al igual que el músculo estriado cardíaco, el músculo liso es un músculo
involuntario; sin embargo, está inervado directamente por el SNA. Su contracción
también puede iniciarse por acción hormonal o por estímulos locales, como el
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CUADRO CLÍNICO
MÚSCULO CARDÍACO Y MÚSCULO LISO
Hipertrofia del miocardio e infarto de miocardio
En la hipertrofia compensadora, el miocardio responde al aumento de las
demandas con un incremento en el tamaño de sus fibras. Cuando las fibras
musculares estriadas cardíacas se lesionan por pérdida de su irrigación sanguínea
durante un ataque cardíaco, el tejido se necrosa (muere) y el tejido fibroso
cicatricial que se desarrolla constituye un infarto de miocardio (IM), un área de
necrosis miocárdica (muerte patológica del tejido cardíaco). Las células
musculares que degeneran no son reemplazadas, pues las células musculares
cardíacas no se dividen. Además, no hay equivalentes de las células satélite del
músculo esquelético que puedan producir nuevas fibras musculares cardíacas.
Puntos fundamentales
Músculos esqueléticos. Los músculos se dividen en estriado esquelético, estriado cardíaco y liso. ● Los
músculos esqueléticos se subdividen a su vez, según su forma, en planos, penniformes, fusiformes,
cuadrados, circulares o esfinterianos y con cabezas o vientres múltiples. ● Las funciones del músculo
esquelético son las de contraerse, permitir los movimientos automáticos (reflejos), mantener el tono
muscular (contracción tónica) y realizar contracciones fásicas (activas), con cambio en la longitud del
músculo (isotónicas) o sin cambio (isométricas). ● Los movimientos isotónicos pueden ser concéntricos
(que producen movimiento por acortamiento) o excéntricos (que permiten el movimiento por relajación
controlada). ● Los motores principales son los músculos responsables de un determinado movimiento. ●
Los fijadores estabilizan una parte del miembro mientras otra parte de ella se mueve. ● Los sinergistas
aumentan la acción de los motores principales. ● Los antagonistas se oponen a la acción de otro músculo.
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Músculo cardíaco y músculo liso. El músculo cardíaco es un tipo de músculo estriado que se halla en
las paredes del corazón, o miocardio, así como en algunos de los principales vasos sanguíneos. ● La
contracción del músculo cardíaco no se halla bajo el control voluntario, sino que se activa por fibras
musculares cardíacas especializadas que constituyen el marcapasos, cuya actividad está regulada por el
SNA. ● El músculo liso carece de estrías. Se encuentra en todos los tejidos vasculares y en las paredes del
tubo digestivo y de otros órganos. ● El músculo liso está inervado directamente por el SNA; por lo tanto,
no se halla bajo control voluntario.
SISTEMA CARDIOVASCULAR
El sistema circulatorio, que transporta líquidos por todo el organismo, se compone
de los sistemas cardiovascular y linfático. El corazón y los vasos sanguíneos
componen la red de transporte de la sangre, o sistema cardiovascular, a través del
cual el corazón bombea la sangre por todo el vasto sistema de vasos sanguíneos del
cuerpo. La sangre lleva nutrientes, oxígeno y productos de desecho hacia y desde las
células.
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FIGURA 1-22. La circulación. A) Ilustración esquemática de la disposición anatómica de las dos bombas
musculares (corazón derecho e izquierdo) que impulsan la circulación pulmonar y sistémica. B) Ilustración
esquemática de la circulación del cuerpo, con el corazón derecho e izquierdo representados como dos bombas
en serie. La circulación pulmonar y la sistémica son en realidad componentes en serie en un circuito continuo.
C) Esquema más detallado que muestra que la circulación sistémica consiste en varios circuitos paralelos que
sirven a los distintos órganos y regiones del cuerpo.
Circuitos vasculares
El corazón se compone de dos bombas musculares que, aunque adyacentes, actúan en
serie y dividen la circulación en dos partes: las circulaciones o circuitos pulmonar y
sistémico (fig. 1-22 A y B). El ventrículo derecho del corazón impulsa la sangre
pobre en oxígeno que procede de la circulación sistémica y la lleva a los pulmones a
través de las arterias pulmonares. El dióxido de carbono se intercambia por oxígeno
en los capilares pulmonares, y luego la sangre rica en oxígeno vuelve por las venas
pulmonares al atrio (aurícula) izquierdo del corazón. Este circuito, desde el
ventrículo derecho a través de los pulmones hasta el atrio izquierdo, es la circulación
pulmonar. El ventrículo izquierdo impulsa la sangre rica en oxígeno, que vuelve al
corazón desde la circulación pulmonar, a través del sistema arterial (la aorta y sus
ramas), con intercambio de oxígeno y nutrientes por dióxido de carbono en los
capilares del resto del cuerpo. La sangre pobre en oxígeno vuelve al atrio derecho del
corazón por las venas sistémicas (tributarias de las venas cavas superior e inferior).
Este circuito desde el ventrículo izquierdo al atrio derecho es la circulación
sistémica.
La circulación sistémica consiste en realidad en muchos circuitos en paralelo que
sirven a las distintas regiones y/o sistemas orgánicos del cuerpo (fig. 1-22 C).
Vasos sanguíneos
Hay tres clases de vasos sanguíneos: arterias, venas y capilares (fig. 1-23). La
sangre, a alta presión, sale del corazón y se distribuye por todo el cuerpo mediante un
sistema ramificado de arterias de paredes gruesas. Los vasos de distribución finales, o
arteriolas, aportan la sangre rica en oxígeno a los capilares. Estos forman un lecho
capilar, en el cual se produce el intercambio de oxígeno, nutrientes, productos de
desecho y otras sustancias con el líquido extracelular. La sangre del lecho capilar
pasa a vénulas de paredes delgadas, semejantes a capilares amplios. Las vénulas
drenan en pequeñas venas que desembocan en otras mayores. Las venas de mayor
calibre, las venas cavas superior e inferior, llevan la sangre pobre en oxígeno al
corazón.
La mayoría de los vasos del sistema circulatorio tiene tres capas o túnicas:
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La túnica media es la más variable. Las arterias, las venas y los conductos
linfáticos se distinguen por el grosor de esta capa en relación con el diámetro de la
luz, así como por su organización y, en el caso de las arterias, por la presencia de
cantidades variables de fibras elásticas.
ARTERIAS
Las arterias son vasos sanguíneos que transportan la sangre a una presión
relativamente elevada (en comparación con las venas correspondientes), desde el
corazón, y la distribuyen por todo el organismo (fig. 1-24 A). La sangre pasa a través
de arterias de calibre decreciente. Los diferentes tipos de arterias se distinguen entre
sí por su tamaño global, por las cantidades relativas de tejido elástico o muscular en
la túnica media (fig. 1-23), por el grosor de sus paredes con respecto a la luz, y por su
función. El tamaño y el tipo de las arterias son un continuo; es decir, se observa un
cambio gradual de las características morfológicas de un tipo a otro. Hay tres tipos de
arterias:
FIGURA 1-23. Estructura de los vasos sanguíneos. Las paredes de la mayoría de los vasos sanguíneos
tienen tres capas concéntricas de tejido, llamadas túnicas. Con menos músculo, las paredes de las venas son
más delgadas en comparación con las arterias, y tienen una amplia luz que normalmente aparece aplanada en
las secciones de tejidos.
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FIGURA 1-24. Porción sistémica del sistema cardiovascular. Las arterias y las venas que se muestran en la
ilustración transportan sangre oxigenada desde el corazón hacia los lechos capilares sistémicos y devuelven
sangre pobre en oxígeno desde los lechos capilares hasta el corazón, respectivamente, constituyendo la
circulación sistémica. Aunque normalmente se representan y consideran como vasos únicos, como aquí, las
venas profundas de los miembros normalmente se presentan como pares de venas satélites.
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VENAS
Las venas generalmente devuelven la sangre pobre en oxígeno desde los lechos
capilares al corazón, lo que les confiere su aspecto de color azul oscuro (fig. 1-24 B).
Las grandes venas pulmonares son atípicas al llevar sangre rica en oxígeno desde los
pulmones al corazón. Debido a que la presión sanguínea es menor en el sistema
venoso, sus paredes (específicamente la túnica media) son más delgadas en
comparación con las de las arterias acompañantes (v. fig. 1-23). Normalmente las
venas no pulsan, ni tampoco emiten un chorro de sangre cuando se seccionan. Hay
tres tipos de venas:
Las vénulas son las venas de menor tamaño. Las vénulas drenan los lechos
capilares y se unen con otras similares para constituir las venas pequeñas. Para
observarlas es necesario emplear medios de aumento. Las venas pequeñas son
tributarias de venas mayores, que se unen para formar plexos venosos (red
venosa), como el arco venoso dorsal del pie (fig. 1-24 B). Las venas pequeñas
no reciben denominaciones específicas.
Las venas medias drenan los plexos venosos y acompañan a las arterias de
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Las venas son más abundantes que las arterias. Aunque sus paredes son más
delgadas, su diámetro suele ser mayor que el de las arterias acompañantes. Las
paredes delgadas de las venas les permiten tener una gran capacidad de expansión, lo
que utilizan cuando el retorno de sangre al corazón queda dificultado por compresión
o presiones internas (p. ej., tras inspirar profundamente y luego contener la
respiración; es decir, en la maniobra de Valsalva).
Dado que las arterias y las venas forman un circuito, cabría esperar que la mitad
del volumen sanguíneo se hallara en las arterias y la otra mitad en las venas. Sin
embargo, debido al mayor diámetro de las venas y a su capacidad para expandirse,
típicamente sólo el 20 % de la sangre se encuentra en las arterias y el 80 % en las
venas.
FIGURA 1-25. Venas satélites. A pesar de que la mayoría de las venas del tronco discurren como largos
vasos únicos, las venas de los miembros transcurren en forma de dos o más vasos más pequeños que
acompañan a una arteria en una vaina vascular común.
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Aunque en las ilustraciones para simplificar suelen dibujarse las venas como
vasos únicos, en realidad generalmente son dobles o múltiples. Las que acompañan a
las arterias profundas, o venas satélites, las rodean en una red irregular de
ramificaciones (fig. 1-25). Esta disposición sirve como intercambio de calor a
contracorriente: la sangre arterial caliente cede calor a la sangre venosa más fría
cuando esta vuelve al corazón desde un miembro frío. Las venas satélites ocupan una
fascia relativamente poco flexible, o vaina vascular, junto con la arteria que
acompañan. A consecuencia de ello, quedan estiradas y aplanadas cuando la arteria se
expande durante la contracción cardíaca, lo que ayuda a conducir la sangre hacia el
corazón y constituye una bomba arteriovenosa.
Las venas sistémicas son más variables que las arterias, y las anastomosis
venosas, o comunicaciones naturales directas o indirectas entre dos venas, son más
frecuentes. La expansión centrífuga de los vientres musculares que se contraen en los
miembros, limitados por la fascia profunda, comprime las venas y «ordeña» la sangre
hacia el corazón, lo que constituye otro tipo de bomba venosa (musculovenosa) (fig.
1-26). Las válvulas venosas fragmentan la columna de sangre, lo que evita una
presión excesiva en las partes más declives y permite que la sangre venosa fluya
hacia el corazón. La congestión venosa que sufren los pies calientes y cansados
después de un día fatigoso se alivia al descansarlos más altos que el tronco (del
cuerpo), lo que ayuda al retorno de la sangre venosa al corazón.
CAPILARES SANGUÍNEOS
Para que el oxígeno y los nutrientes que llegan por las arterias ejerzan su acción
beneficiosa en las células que componen los tejidos del cuerpo, deben salir de los
vasos que los transportan y penetrar en el espacio extravascular entre las células, es
decir, el espacio extracelular (intercelular) donde viven las células. Los capilares son
simples tubos endoteliales que conectan los lados arterial y venoso de la circulación y
permiten el intercambio de materiales con el líquido extracelular (LEC) o
intersticial. Los capilares se disponen generalmente en forma de lechos capilares, o
redes que conectan las arteriolas y las vénulas (v. fig. 1-23). La sangre entra en los
lechos capilares procedente de las arteriolas, que controlan el flujo, y drena en las
vénulas.
La presión hidrostática en las arteriolas impulsa la sangre al lecho capilar y a
través de este, y también impulsa la salida de oxígeno, nutrientes y otros materiales
celulares en el lado arterial de los capilares (corriente arriba) hacia los espacios
extracelulares, lo que permite el intercambio con las células del tejido circundante. En
cambio, las paredes capilares son relativamente impermeables a las proteínas del
plasma. Corriente abajo, en el lado venoso del lecho capilar, la mayor parte de este
LEC, que ahora contiene productos de desecho y dióxido de carbono, se reabsorbe
hacia la sangre a consecuencia de la presión osmótica por las concentraciones más
altas de proteínas dentro del capilar. (Aunque está firmemente establecido, este
principio se denomina hipótesis de Starling.)
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FIGURA 1-26. Bomba musculovenosa. Las contracciones musculares en los miembros actúan
conjuntamente con las válvulas venosas para movilizar la sangre hacia el corazón. La expansión hacia fuera de
los vientres contraídos de los músculos está limitada por la fascia profunda y se convierte en una fuerza
compresiva, impulsando la sangre en sentido contrario a la gravedad.
CUADRO CLÍNICO
SISTEMA CARDIOVASCULAR
Arterioesclerosis: isquemia e infarto
La afección arterial adquirida más común, y además un hallazgo frecuente
en la disección del cadáver, es la arterioesclerosis (endurecimiento de las
arterias), por engrosamiento y pérdida de elasticidad de las paredes arteriales.
Una forma común, la ateroesclerosis, se acompaña de la acumulación de grasa
(principalmente colesterol) en las paredes arteriales. El depósito de calcio forma
una placa ateromatosa (ateroma), o área amarillenta bien demarcada y dura, que
hace prominencia en la superficie íntima de las arterias (fig. C1-9 A). El
consiguiente estrechamiento arterial y la irregularidad de la superficie pueden
provocar una trombosis (formación de un coágulo intravascular local, o trombo),
que puede ocluir la arteria o discurrir por la corriente sanguínea y bloquear vasos
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sanguíneos más distales, lo que constituye un émbolo (tapón que ocluye un vaso)
(fig. C1-9 B). Las consecuencias de la ateroesclerosis incluyen la isquemia
(disminución del aporte sanguíneo a un órgano o región) y el infarto (muerte o
necrosis locales de un área de tejido o un órgano, por descenso de la irrigación
sanguínea). Estas consecuencias son particularmente importantes en el corazón
(cardiopatía isquémica e infarto de miocardio o ataque al corazón), el cerebro
(accidente cerebrovascular o ictus) y las partes distales de los miembros
(gangrena).
FIGURA C1-9.
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FIGURA C1-10.
En algunas regiones, como en los dedos de las manos, existen conexiones directas
entre las pequeñas arteriolas y las vénulas proximales al lecho capilar que irrigan y
drenan. Estas comunicaciones, o anastomosis arteriovenosas, permiten que la
sangre pase directamente desde el lado arterial de la circulación al venoso, sin
transcurrir por los capilares. Los cortocircuitos arteriovenosos son numerosos en la
piel, donde desempeñan un papel importante en la conservación del calor corporal.
En algunas situaciones, la sangre pasa a través de dos lechos capilares antes de
llegar al corazón; un sistema venoso que une dos lechos capilares constituye un
sistema venoso porta. El principal ejemplo es el del sistema venoso en el cual la
sangre rica en nutrientes pasa desde los lechos capilares del tubo digestivo a los
lechos capilares o sinusoides hepáticos, o sistema porta hepático (v. fig. 1-22 C).
SISTEMA LINFOIDE
Aunque se halla ampliamente distribuido por todo el cuerpo, la mayor parte del
sistema linfoide (linfático) no es aparente en el cadáver, aunque es esencial para la
supervivencia. El conocimiento de la anatomía del sistema linfático es importante
para el clínico. La hipótesis de Starling (v. «Capilares sanguíneos» en este capítulo)
explica que la mayor parte de los líquidos y electrólitos que penetran en el espacio
extracelular procedentes de los capilares sanguíneos se reabsorben también en estos.
Sin embargo, hasta 3 l diarios no se reabsorben en los capilares. Además, una cierta
cantidad de proteínas plasmáticas se filtran hacia el espacio extracelular, y algunos
materiales que se originan en las células de los tejidos que no pueden atravesar las
paredes capilares, como el citoplasma de las células desintegradas, penetran
continuamente en el espacio donde viven las células. Si estos materiales se
acumularan en el espacio extracelular se produciría una ósmosis inversa, acudiría aún
más líquido y se originaría un edema (exceso de líquido intersticial que se manifiesta
por tumefacción). Sin embargo, la cantidad de líquido intersticial permanece bastante
constante en condiciones normales, y las proteínas y los desechos celulares
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FIGURA 1-27. Sistema linfoide. A) Patrón de distribución del drenaje linfático. Excepto para el cuadrante
superior derecho del cuerpo (rosa), la linfa drena en última instancia al ángulo venoso izquierdo por el
conducto torácico. El cuadrante superior derecho drena en el ángulo venoso derecho, normalmente a través del
conducto linfático derecho. La linfa suele atravesar grupos de nódulos linfáticos, generalmente en un orden
predecible, antes de entrar en el sistema venoso. B) Ilustración esquemática del flujo linfático desde el espacio
extracelular a través de un nodo linfático. Las flechas pequeñas negras indican el flujo del líquido intersticial
hacia fuera de los capilares sanguíneos (filtración) y hacia dentro de los capilares linfáticos (absorción).
Los vasos linfáticos constituyen una amplia red distribuida por casi todo el
cuerpo, compuesta por vasos de paredes delgadas con abundantes válvulas
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Los vasos linfáticos superficiales son más numerosos que las venas en el tejido
subcutáneo, se anastomosan libremente, convergen hacia el drenaje venoso y lo
siguen. Estos vasos finalizan luego en los vasos linfáticos profundos, que
acompañan a las arterias y reciben además el drenaje de los órganos internos. Es
probable que los vasos linfáticos profundos sean también exprimidos por las arterias
que los acompañan, «ordeñando» la linfa a lo largo de estos vasos provistos de
válvulas, del mismo modo que antes hemos descrito para las venas satélites. Tanto los
vasos linfáticos superficiales como los profundos atraviesan los nódulos linfáticos
(habitualmente varios grupos) a medida que se dirigen proximalmente, y van
aumentando de calibre al ir uniéndose con los vasos que drenan otras regiones
adyacentes. Los vasos linfáticos grandes desembocan en los grandes vasos colectores,
denominados troncos linfáticos, que se unen para formar el conducto linfático
derecho o el conducto torácico (fig. 1-27 A):
El conducto linfático derecho drena la linfa que procede del cuadrante superior
derecho del cuerpo (lado derecho de la cabeza, del cuello y del tórax, además
del miembro superior derecho). En la base del cuello penetra la unión de las
venas yugular interna y subclavia derechas, o ángulo venoso derecho.
El conducto torácico drena la linfa del resto del cuerpo. Los troncos linfáticos
que drenan la mitad inferior del cuerpo se unen en el abdomen, donde a veces
forman un saco colector dilatado, o cisterna del quilo. Desde este saco (si está
presente) o desde la unión de los troncos, el conducto torácico asciende hasta el
tórax, lo atraviesa y penetra en el ángulo venoso izquierdo (la unión de las
venas yugular interna y subclavia izquierdas).
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Aunque este drenaje es el típico para la mayor parte de la linfa, los vasos
linfáticos comunican libremente con las venas en muchas partes del cuerpo. Por lo
tanto, la ligadura de un tronco linfático, o incluso del propio conducto torácico, puede
tener sólo un efecto transitorio, ya que se establece un nuevo patrón de drenaje a
través de anastomosis linfaticovenosas más periféricas, y posteriormente
interlinfáticas.
CUADRO CLÍNICO
SISTEMA LINFOIDE
Propagación del cáncer
El cáncer invade el organismo por contigüidad (crecimiento hacia los
tejidos adyacentes) o por metástasis (diseminación de células tumorales a
lugares distantes del tumor primario original). Las metástasis pueden producirse
por uno de tres mecanismos:
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Puntos fundamentales
Sistema cardiovascular. El sistema cardiovascular se compone del corazón y los vasos sanguíneos:
arterias, venas y capilares. ● Las arterias y las venas (y los linfáticos) tienen tres capas o túnicas: íntima,
media y adventicia. ● Las arterias tienen fibras elásticas y musculares en sus paredes, que les permiten
impulsar la sangre a través del sistema cardiovascular. ● Las venas tienen paredes más delgadas que las
arterias y se distinguen por la presencia de válvulas, que impiden el reflujo de sangre. ● Como simples
tubos endoteliales, los capilares son los vasos sanguíneos más pequeños y constituyen la unión entre las
arterias de calibre más reducido (arteriolas) y las venas (vénulas).
Sistema linfoide. El sistema linfoide drena el exceso de líquido de los espacios extracelulares al
torrente sanguíneo. ● El sistema linfoide constituye además una parte importante del sistema de defensa
del organismo. ● Componentes importantes del sistema linfoide son las redes de capilares linfáticos o
plexos linfáticos, los vasos linfáticos, la linfa, los nódulos linfáticos, los linfocitos y los órganos linfoides.
● El sistema linfoide aporta una vía predecible (relativamente) para la diseminación de ciertos tipos de
células cancerosas por todo el organismo. ● La inflamación de los vasos linfáticos y/o el aumento de
tamaño de los nódulos linfáticos constituyen un indicador importante de una posible lesión, infección o
enfermedad (p. ej., cáncer).
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SISTEMA NERVIOSO
El sistema nervioso permite al organismo reaccionar frente a los continuos cambios
que se producen en el medio ambiente y en el medio interno. Además, controla e
integra las diversas actividades del organismo, como la circulación y la respiración.
Con fines descriptivos, el sistema nervioso se divide:
Las neuronas son las unidades estructurales y funcionales del sistema nervioso,
especializadas para una rápida comunicación (figs. 1-28 y 1-29). Una neurona
se compone del cuerpo celular, con prolongaciones (extensiones) denominadas
dendritas y un axón, que llevan los impulsos hacia y desde el cuerpo celular,
respectivamente. La mielina, capas de sustancias lipídicas y proteicas, forma
una vaina de mielina en torno a algunos axones, lo que aumenta
considerablemente la velocidad de conducción de los impulsos. Dos tipos de
neuronas constituyen la mayoría de las existentes en el SNC (y en particular en
el SNP) (fig. 1-28):
1. Las neuronas motoras multipolares poseen dos o más dendritas y un
solo axón, que puede tener uno o más ramos colaterales. Son el tipo más
habitual de neurona en el sistema nervioso (SNC y SNP). Todas las
neuronas motoras que controlan los músculos esqueléticos y las que
componen el SNA son neuronas multipolares.
2. Las neuronas sensitivas seudomonopolares poseen una corta
prolongación, aparentemente única (pero en realidad doble), que se
extiende desde el cuerpo celular. Esta prolongación común se separa en
una prolongación periférica, que conduce los impulsos desde el órgano
receptor (p. ej., sensores del tacto, el dolor o la temperatura en la piel)
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procedentes de los órganos sensitivos periféricos. ● La neuroglia está constituida por células de sostén del
sistema nervioso, no neuronales. ● Dentro del SNC, un acúmulo de cuerpos de neuronas se denomina un
núcleo; en el SNP, este acúmulo (o incluso cuerpos celulares solitarios) constituye un ganglio. ● En el
SNC, un haz de fibras nerviosas que conecta los núcleos se denomina un tracto; en el SNP, un haz de
fibras nerviosas, el tejido conectivo que las engloba y mantiene unidas, y los vasos sanguíneos que las
irrigan (vasa nervorum) constituyen un nervio. ● Los nervios que salen del cráneo son los nervios
craneales; los que salen de la columna vertebral (antiguamente, la espina) son los nervios espinales. ●
Aunque algunos nervios craneales conducen un solo tipo de fibras, la mayoría transporta una diversidad
de fibras viscerales o somáticas, y sensitivas o motoras.
Sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo es una subdivisión del sistema nervioso
motor que controla las funciones del organismo sin control consciente. ● Dos neuronas, una fibra
presináptica y otra postsináptica, conectan el SNC con un órgano efector: músculo liso, glándulas o
músculo cardíaco modificado. ● Según la localización del cuerpo celular de las fibras presinápticas, en el
SNA pueden distinguirse dos divisiones: simpática y parasimpática. ● Los cuerpos celulares presinápticos
de la división simpática se hallan solamente en los núcleos celulares IML de la sustancia gris de la médula
espinal toracolumbar, que se encuentran organizados somatotópicamente. ● Las fibras nerviosas
simpáticas presinápticas finalizan en los ganglios simpáticos formados por los cuerpos celulares de las
neuronas simpáticas postsinápticas. ● Los ganglios simpáticos se hallan en los troncos simpáticos
(ganglios paravertebrales) o en torno a las raíces de las ramas principales de la aorta abdominal (ganglios
prevertebrales). ● Los cuerpos celulares de las neuronas presinápticas de la división parasimpática se
hallan en la sustancia gris del tronco del encéfalo y en los segmentos sacros de la médula espinal. ● Los
cuerpos celulares de las neuronas parasimpáticas postsinápticas del tronco se localizan en la estructura
inervada o sobre ella, mientras que los de la cabeza están organizados en ganglios separados. ● Las
divisiones simpática y parasimpática ejercen en general efectos opuestos, aunque coordinados. ● El
sistema simpático facilita las respuestas de urgencia (lucha o fuga). ● El sistema parasimpático, que se
distribuye únicamente en las vísceras de la cabeza, el cuello, las cavidades del tronco y los tejidos
eréctiles de los genitales, interviene sobre todo en la conservación del cuerpo, y a menudo contrarresta los
efectos de la estimulación simpática. ● Debido a su estructura única y su capacidad de funcionamiento
autónomo, el sistema nervioso entérico, que incluye neuronas parasimpáticas, postsinápticas y otras
neuronas que sirven al tracto gastrointestinal, se considera cada vez más como un componente separado
del sistema nervioso visceral. ● Algunos nervios que distribuyen fibras nerviosas autónomas a las
cavidades corporales llevan también fibras nerviosas de la sensibilidad visceral desde las vísceras, que
conducen los impulsos dolorosos o reflejos.
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permite reconocer anomalías congénitas, tumores y fracturas. Las que se utilizan con
más frecuencia son:
Aunque las técnicas difieren entre sí, todas se basan en la recepción de emisiones
atenuadas de energía que han atravesado los tejidos corporales o se han reflejado o
generado en ellos. Las técnicas de diagnóstico por la imagen permiten observar las
estructuras anatómicas en el sujeto vivo y estudiar sus movimientos en las actividades
normales y anormales (p. ej., el corazón y el estómago).
Radiografía convencional
Los estudios radiográficos convencionales que no emplean técnicas especiales, tales
como medios de contraste, se denominan clínicamente radiografías simples (fig. 1-
49), aunque en la actualidad la mayoría de las imágenes se producen y visualizan
digitalmente en monitores en vez de en placas radiográficas. En la exploración
radiológica, un haz muy penetrante de rayos X transilumina al paciente y muestra los
tejidos con masas de diferentes densidades como imágenes de distinta intensidad
(áreas con luces y sombras relativas) en la placa radiográfica o en el monitor (fig. 1-
50). Un tejido u órgano cuya masa sea relativamente densa (p. ej., el hueso compacto)
absorbe o refleja los rayos X más que otro tejido menos denso (p. ej., el hueso
esponjoso). Por lo tanto, un tejido u órgano denso produce un área algo transparente
en la radiografía, o un área brillante en el monitor, porque hay menos cantidad de
rayos X que alcanzan la placa o el detector. Una sustancia densa es radiopaca,
mientras que otra de menos densidad es radiotransparente.
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FIGURA 1-49. Radiografía PA del tórax (vista AP de una proyección PA). Esta imagen muestra
densidades óseas (claras) en las estructuras esqueléticas, densidades aéreas (oscuras) en pulmones y tráquea, y
densidades de tejido blando (intermedio) de los grandes vasos, el corazón y las cúpulas diafragmáticas.
Obsérvese que la cúpula derecha del diafragma está elevada por encima del hígado, mientras que la cúpula
izquierda es más baja, inferior al vértice del corazón.
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FIGURA 1-50. Principios de la formación de la imagen de rayos X. Partes del haz de rayos X que
atraviesa el cuerpo se atenúan en distinto grado dependiendo del espesor y de la densidad de los tejidos. Los
rayos disminuyen en las estructuras que los absorben o reflejan, causando menos reacción en la película
radiográfica o en el detector en comparación con las áreas que permiten el paso de los rayos de forma
relativamente ininterrumpida.
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paciente desde la parte posterior (P) hacia la anterior (A); el tubo de rayos X se halla
detrás del paciente, y la placa radiográfica o el detector delante (fig. 1-51 A). En una
radiografía en proyección anteroposterior (AP) ocurre lo contrario.
FIGURA 1-51. Orientación del tórax del paciente durante la radiografía. A) Cuando se realizan
proyecciones PA, los rayos X pasan desde el tubo de rayos X a través del tórax desde el dorso hasta alcanzar
la película o el detector situado anteriormente al sujeto. B) Cuando se realizan proyecciones laterales, los
rayos X pasan a través del tórax desde un lado alcanzando la película radiográfica adyacente al otro costado
del sujeto.
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tanto, suele ser necesaria más de una proyección para detectar y localizar con
precisión las anomalías.
Tomografía computarizada
En la tomografía computarizada (TC) se recogen imágenes radiográficas del
organismo que semejan secciones anatómicas transversales (fig. 1-53). En esta
técnica, un haz de rayos X pasa a través del cuerpo a medida que el tubo emisor y el
detector rotan alrededor del eje del cuerpo. Las múltiples absorciones de energía
radial superpuestas se miden, registran y comparan mediante un ordenador, con el fin
de determinar la radiodensidad de cada píxel volumétrico (vóxel) del plano corporal
elegido. La radiodensidad de cada vóxel, o cantidad de radiación absorbida por él,
depende de factores como la cantidad de aire, agua, grasa o hueso de cada elemento.
El ordenador elabora mapas de los vóxels en una imagen plana (corte) que se
visualiza en un monitor o se imprime. Las imágenes de TC guardan una buena
relación con las de una radiografía convencional, donde las áreas de mayor absorción
(p. ej., el hueso) son relativamente transparentes (blancas) y las de menor absorción
negras (fig. 1-53). Las imágenes de TC axial (y la RM; v. siguiente sección) siempre
se ven como si uno estuviera parado frente a los pies de un paciente en posición
supina, es decir, de una visión inferior. Las imágenes de TC coronal (y RM) se ven
como si el paciente estuviera de frente. La TC sagital (y la RM) suele verse como si
estuviera parado del lado izquierdo del paciente.
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FIGURA 1-52. Radiografía del estómago, el intestino delgado y la vesícula biliar. Obsérvense los pliegues
gástricos (pliegues longitudinales de la mucosa). También puede verse la onda peristáltica que desplaza el
contenido gástrico hacia el duodeno, el cual se encuentra muy próximo a la vesícula biliar.
Ecografía
La ecografía (ultrasonografía) es una técnica que permite visualizar las estructuras
superficiales o profundas del cuerpo mediante el registro de pulsos de ondas
ultrasónicas reflejadas por los tejidos (fig. 1-54). La ecografía tiene la ventaja de un
menor coste que la TC y la RM; además, el aparato es portátil. La técnica puede
realizarse casi en cualquier lugar, como en la sala de exploraciones, a la cabecera del
enfermo o en la mesa de operaciones. Un transductor, en contacto con la piel, genera
ondas de sonidos de alta frecuencia que pasan a través del cuerpo y reflejan las
interfases de los tejidos de diferentes características, como los tejidos blandos y el
hueso. Los ecos procedentes del cuerpo se reflejan en el transductor y se convierten
en energía eléctrica. Las señales eléctricas se registran y exponen en un monitor como
imágenes en corte transversal, que pueden visualizarse en tiempo real y registrarse
como imágenes únicas o en videograbación.
Una ventaja importante de la ecografía es su capacidad para producir imágenes en
tiempo real y poner de manifiesto los movimientos de las estructuras y el flujo
sanguíneo. En la ecografía Doppler, los cambios de frecuencia entre las ondas
ultrasónicas emitidas y sus ecos se utilizan para medir la velocidad de los objetos que
se mueven. Esta técnica se basa en el principio del efecto Doppler. La sangre que
fluye por los vasos se representa en color, superpuesta a la imagen bidimensional en
corte transversal.
Para la exploración de las vísceras pelvianas desde la superficie del abdomen es
necesario que la vejiga urinaria se halle completamente distendida. La orina actúa
como «ventana acústica», que transmite las ondas ultrasónicas hacia y desde las
vísceras pelvianas posteriores con una mínima atenuación. Además, la vejiga
distendida aparta de la pelvis las asas intestinales llenas de gas. La ecografía
transvaginal permite colocar el transductor más cerca del órgano de interés (p. ej., el
ovario), y evita la grasa y el gas, que absorben o reflejan las ondas ultrasónicas. El
hueso refleja casi todas las ondas ultrasónicas, mientras que el aire las conduce mal.
Por lo tanto, la ecografía no se utiliza habitualmente para examinar el SNC ni el
pulmón aireado del adulto.
El atractivo de la ecografía en obstetricia se debe a que es un procedimiento no
invasivo y que no utiliza radiación; puede aportar información útil sobre el embarazo,
por ejemplo determinar si es intrauterino o extrauterino (ectópico), y si el embrión o
feto está vivo. También se ha convertido en un método estándar para valorar el
crecimiento y el desarrollo del embrión y del feto.
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FIGURA 1-53. Técnica de realización de una TC. A) El tubo de rayos X gira alrededor de la persona
situada en el tomógrafo y envía un haz de rayos X en forma de abanico a través de la porción superior del
abdomen, desde una gran variedad de ángulos. Los detectores de rayos X en el lado opuesto del cuerpo de la
persona miden la cantidad de radiación que pasa a través de una sección transversal de ella. B) Un ordenador
reconstruye las imágenes obtenidas mediante varios barridos y se produce la TC. El tomógrafo se orienta de
manera que reproduzca el punto de vista que el examinador tendría si se situase a los pies de la cama y mirara
hacia la cabeza de la persona en decúbito supino. C) Al igual que con las «secciones» en 2D, las
exploraciones se pueden completar en el ordenador para generar una imagen reconstruida en 3D.
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FIGURA 1-54. Técnica de obtención por ultrasonidos de una imagen de la porción superior del
abdomen. A) La imagen es el resultado del eco de las ondas de ultrasonidos desde estructuras de densidades
diferentes. B) El monitor muestra la imagen del riñón derecho. C) El ultrasonido Doppler muestra el flujo
sanguíneo que se dirige hacia y se aleja del riñón. ARI, arteria renal izquierda; RD, riñón derecho; RI, riñón
izquierdo; VRI, vena renal izquierda.
Resonancia magnética
La resonancia magnética (RM) proporciona imágenes corporales similares a las que
se obtienen con la TC, pero la RM es mejor que esta última en la diferenciación de
los tejidos. Las imágenes de RM son muy semejantes a los cortes anatómicos,
especialmente en el encéfalo (fig. 1-55). El paciente se coloca en un aparato de
exploración con un fuerte campo magnético, y el cuerpo recibe pulsaciones de
radioondas. Las señales subsiguientes emitidas desde los tejidos del paciente se
almacenan en un ordenador y pueden reconstruirse para formar diversas imágenes
corporales. La apariencia de los tejidos en las imágenes generadas puede variarse
controlando la forma en que se envían y reciben los pulsos de radiofrecuencia.
FIGURA 1-55. RM sagital media de la cabeza. Pueden verse numerosos detalles del SNC, así como
estructuras de las cavidades oral y nasal, y de la porción superior del cuello. Las áreas negras hipointensas
superiores a las caras anterior y posterior de la cavidad nasal son los senos frontal y esfenoidal llenos de aire.
Los protones libres en los tejidos, que quedan alineados por la acción del campo
magnético circundante, se excitan mediante un pulso de radioondas. Cuando
desaparece dicha excitación, los protones emiten unas señales de energía de escasa
intensidad, pero mensurables. Los tejidos con alta densidad de protones, como la
grasa y el agua, emiten más señales que los tejidos cuya densidad de protones es baja.
La señal emitida por los tejidos se basa principalmente en tres propiedades de los
protones en una determinada región del cuerpo: relajación T1 y T2 (que producen
imágenes potenciadas en T1 y T2), y densidad de los protones. Aunque los líquidos
tienen una elevada densidad de protones libres, los protones libres en los líquidos en
movimiento, como la sangre, tienden a moverse fuera del campo antes de excitarse y
emitir su señal, y son reemplazados por protones no excitados. Por consiguiente, los
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FIGURA 1-56. Vista anterior (izquierda) y posterior (derecha) de todo el cuerpo de una gammagrafía
ósea con radionúclidos (gammagrafía planar). Se ha inyectado un radiofármaco por vía intravenosa en el
antebrazo izquierdo, donde parte del agente se ha adherido a las paredes venosas.
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Procedimientos diagnósticos
Ciclo vital
Procedimientos quirúrgicos
Traumatismo
Patología
VISIÓN GENERAL
La cabeza es la parte superior del cuerpo, unida al tronco por el cuello. Es el centro
de control y comunicación y el «área de carga y descarga» del organismo. Alberga el
cerebro y, por lo tanto, es el lugar de la ideación consciente, la creatividad, la
imaginación, las respuestas, la toma de decisiones y la memoria. Contiene receptores
sensoriales especiales (ojos, oídos, boca y nariz) e instrumentos para la emisión de la
voz y para la expresión; es la puerta de entrada para el combustible (alimentos), el
agua y el oxígeno, y la puerta de salida para el dióxido de carbono.
La cabeza contiene el encéfalo y sus cubiertas protectoras (cavidad craneal y
meninges), los oídos y la cara. La cara posee aberturas y vías de paso, con glándulas
lubrificantes y válvulas (sellos) para cerrar algunas de dichas aberturas; posee además
los elementos de la masticación y las órbitas, que albergan el aparato visual. La cara
nos aporta también la identidad individual. Las enfermedades, las malformaciones y
los traumatismos de las estructuras de la cabeza constituyen la base de muchas
especialidades, como odontología, cirugía maxilofacial, neurología, neurorradiología,
neurocirugía, oftalmología, cirugía oral, otología, rinología y psiquiatría.
CRÁNEO
El cráneo1 es el esqueleto de la cabeza (fig. 8-1 A). Está formado por 22 huesos
separados. Diversos huesos constituyen sus dos partes, el neurocráneo y el
viscerocráneo (fig. 8-1 B). El neurocráneo es la caja ósea del encéfalo y sus
cubiertas membranosas, las meninges craneales. Contiene también las porciones
proximales de los nervios craneales y los vasos encefálicos. El neurocráneo del adulto
está formado por una serie de ocho huesos: cuatro impares centrados en la línea
media (frontal, etmoides, esfenoides y occipital) y dos series de pares bilaterales
(temporal y parietal) (figs. 8-1 A, 8-2 A y 8-3).
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FIGURA 8-1. Cráneo del adulto I. A) En la posición anatómica, el borde inferior de la órbita y el borde
superior del meato acústico externo se encuentran en el mismo plano horizontal orbitomeatal (horizontal de
Frankfort). B) El neurocráneo y el viscerocráneo son las dos partes funcionales primarias del cráneo. En la
vista lateral se observa que el volumen del neurocráneo, que aloja el encéfalo, duplica aproximadamente el
volumen del viscerocráneo. C) Los huesos impares esfenoides y occipital contribuyen de forma importante a
la base del cráneo. La médula espinal se continúa con el encéfalo a través del foramen magno, la gran abertura
en la parte basal del hueso occipital.
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FIGURA 8-2. Cráneo del adulto II. A) El viscerocráneo, que alberga el aparato óptico, la cavidad nasal, los
senos paranasales y la cavidad bucal, domina la vista frontal (facial) del cráneo. B y C) La mandíbula es un
componente importante del viscerocráneo, y se articula con el resto del cráneo mediante la articulación
temporomandibular. En la ancha rama y el proceso coronoides de la mandíbula se insertan músculos potentes,
capaces de generar una gran fuerza relacionada con la mordida y la masticación.
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FIGURA 8-3. Cráneo del adulto III. Cada uno de los huesos del cráneo se identifica por un color. La
incisura supraorbitaria, el foramen infraorbitario y el foramen mentoniano, por los que pasan los principales
nervios sensitivos de la cara, se encuentran, aproximadamente, en una línea vertical.
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FIGURA 8-4. Cráneo del adulto IV. A) Cada uno de los huesos del cráneo se identifica por un color. Dentro
de la fosa temporal, el pterión es un punto craneométrico localizado en la unión del ala mayor del esfenoides,
la porción escamosa del temporal, el frontal y el hueso parietal. B y C) Huesos suturales que aparecen a lo
largo de las suturas temporoparietal (B) y lambdoidea (C).
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FIGURA 8-5. Radiografía de cráneo. Los huesos neumatizados (llenos de aire) contienen senos o celdillas
que aparecen radiotransparentes (áreas oscuras) y que reciben el nombre del hueso ocupado por ellos. Las
porciones orbitarias derecha e izquierda del hueso frontal no se superponen; así, la fosa craneal anterior
aparece como dos líneas (P). (Cortesía del Dr. E. Becker, Associate Professor of Medical Imaging, University
of Toronto, Toronto, Ontario, Canada.)
Varios huesos del cráneo (frontal, temporal, esfenoides y etmoides) son huesos
neumatizados, que contienen espacios aéreos (celdillas aéreas o grandes senos),
presumiblemente para reducir su peso (fig. 8-5). El volumen total de los espacios
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forman los bordes infraorbitarios medialmente. Poseen una amplia conexión con los
huesos cigomáticos lateralmente, y un foramen infraorbitario inferior a cada órbita
para el paso del nervio y los vasos infraorbitarios (fig. 8-3).
La mandíbula es un hueso en forma de U con un proceso (apófisis) alveolar que
soporta los dientes mandibulares. Consta de una parte horizontal, el cuerpo, y una
vertical, las ramas (v. fig. 8-2 B y C). Inferiormente a los segundos dientes
premolares se encuentran los forámenes mentonianos para los nervios y vasos
mentonianos (v. figs. 8-1 A, 8-2 B y 8-3). La protuberancia mentoniana, que forma
la prominencia del mentón, es una elevación ósea triangular inferior a la sínfisis
mandibular, unión ósea donde se fusionan las mitades de la mandíbula en el niño (v.
fig. 8-2 A y B).
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FIGURA 8-7. Cráneo del adulto V: vista occipital. A) La cara posterior del neurocráneo, u occipucio, está
formada por partes de los huesos parietales, el hueso occipital y las porciones mastoideas de los huesos
temporales. Las suturas sagital y lambdoidea coinciden en el punto lambda, que suele poder apreciarse como
una depresión en las personas vivas. B) Se ha retirado la porción escamosa del hueso occipital para exponer la
parte anterior de la fosa craneal anterior.
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los huesos parietales, y la sutura lambdoidea separa los huesos parietal y temporal
del hueso occipital (fig. 8-8 A a C). El bregma es el punto craneométrico formado
por la intersección de las suturas sagital y coronal (figs. 8-6 y 8-8 A; tabla 8-1). El
vértice (vértex), o punto más superior de la calvaria, está próximo al punto medio de
la sutura sagital (figs. 8-6 y 8-7 A).
El foramen parietal es un orificio pequeño e inconstante que está situado
posteriormente en el hueso parietal, cerca de la sutura sagital (fig. 8-8 A y C). A
menudo puede haber forámenes parietales pares. Los forámenes muy irregulares y
variables situados en el neurocráneo son los forámenes emisarios, atravesados por las
venas emisarias que conectan las venas de la piel cabelluda (o cuero cabelludo) con
los senos venosos de la duramadre (v. «Piel cabelluda»).
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FIGURA 8-8. Cráneo del adulto VI: calvaria. A) Las porciones escamosas de los huesos frontal y occipital,
y ambos huesos parietales, contribuyen a formar la calvaria. B) En la cara externa de la parte anterior de la
calvaria se encuentra el bregma, donde coinciden las suturas coronal y sagital, y el vértice o punto superior del
cráneo. C) Esta vista externa muestra un prominente foramen parietal unilateral. Aunque los forámenes de las
venas emisarias suelen observarse en esta localización general, puede haber una gran variación.
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FIGURA 8-9. Cráneo del adulto VI: cara externa de la base del cráneo. A) Cada uno de los huesos
integrantes se identifica por un color. B) El foramen magno se localiza a medio camino entre los procesos
mastoides y a su mismo nivel. El paladar duro constituye tanto una parte de la pared superior de la boca como
la pared inferior de la cavidad nasal. Las grandes coanas, a cada lado del vómer, constituyen la entrada
posterior a las cavidades nasales.
El paladar duro (paladar óseo) está formado por los procesos palatinos de los
maxilares anteriormente y las láminas horizontales de los huesos palatinos
posteriormente. El borde posterior libre del paladar duro se proyecta posteriormente
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FIGURA 8-10. Hueso esfenoides. El esfenoides es un hueso impar e irregular, lleno de aire (neumático). A)
Se han retirado partes de la delgada pared anterior del cuerpo del hueso para mostrar el interior del seno
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esfenoidal, que está típicamente dividido, de forma irregular, en cavidades derecha e izquierda. B) La fisura
orbitaria superior es un espacio entre las alas mayor y menor del esfenoides. Las láminas medial y lateral son
componentes de los procesos pterigoides. C) Detalles de la silla turca, formación de la línea media que rodea
la fosa hipofisaria.
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FIGURA 8-12. Cráneo del adulto IX: cara interna de la base del cráneo. A) Cara interna que muestra los
huesos que la componen y sus características. B) El piso de la cavidad craneal puede dividirse en tres niveles:
fosas craneales anterior, media y posterior.
A cada lado del cuerpo del esfenoides, una semiluna de cuatro forámenes perfora
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las raíces de las caras cerebrales de las alas mayores del esfenoides (figs. 8-10 C, 8-11
y 8-12 A); las estructuras que atraviesan estos forámenes se detallan en la tabla 18-2:
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FIGURA 8-13. Contrafuertes del cráneo. Son partes gruesas de hueso craneal que transmiten fuerzas
alrededor de regiones más débiles del cráneo.
Regiones de la cabeza
Para que exista una clara comunicación sobre la localización de las estructuras,
lesiones o patología, la cabeza se divide en regiones (fig. 8-14). El gran número de
regiones (ocho) en que se divide el área relativamente pequeña de la cara es reflejo de
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CUADRO CLÍNICO
CRÁNEO
Traumatismos craneales
Los traumatismos craneales son una causa importante de muerte y
discapacidad. Las complicaciones de los traumatismos craneales consisten
en hemorragia, infección y lesiones del encéfalo (p. ej., conmoción) y los nervios
craneales. El trastorno del nivel de consciencia es el síntoma más común de los
traumatismos craneales. En Estados Unidos, casi el 10% de todas las muertes se
producen por traumatismos craneales, y aproximadamente en la mitad de las
muertes de causa traumática está implicado el encéfalo (Louis et al., 2016). Los
traumatismos craneales ocurren sobre todo en individuos jóvenes, entre 15 y 24
años. La causa principal de las lesiones cerebrales es variable, pero destacan los
accidentes de automóvil y motocicleta.
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Los arcos superciliares son crestas óseas relativamente agudas (v. fig. 8-3); por lo
tanto, un golpe sobre ellos (p. ej., en el boxeo) puede desgarrar la piel y
producir una hemorragia. La magulladura de la piel que rodea la órbita
provoca la acumulación de sangre y líquido hístico en el tejido conectivo
circundante, que gravita sobre el párpado superior y en torno al ojo («ojo
morado»; v. fig. C8-12).
Enrojecimiento malar
El hueso cigomático se denominaba antes hueso malar; por lo tanto, es
probable que escuches el término clínico enrojecimiento malar. Este
enrojecimiento de la piel que cubre la prominencia cigomática (eminencia malar)
se asocia con la fiebre que acompaña a ciertas enfermedades, como la
tuberculosis y el lupus eritematoso sistémico.
Fracturas de la mandíbula
La fractura de mandíbula suele ser doble, con frecuencia en lados opuestos;
por lo tanto, si se observa una fractura, debe buscarse otra (p. ej., un fuerte
golpe en la mandíbula fractura a menudo el cuello de la mandíbula y su cuerpo en
la región de los dientes caninos opuestos).
Las fracturas de los procesos coronoides de la mandíbula son raras y suelen
ser únicas (fig. C8-2). Las fracturas del cuello de la mandíbula son a menudo
transversas y pueden acompañarse de luxación de la articulación
temporomandibular del mismo lado. Las fracturas del ángulo de la mandíbula
suelen ser oblicuas y pueden interesar el alvéolo óseo del 3.er molar (fig. C8-2,
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FIGURA C8-2. Fracturas de la mandíbula. Línea A, fractura del proceso coronoides; línea B, fractura
del cuello de la mandíbula; línea C, fractura del ángulo de la mandíbula; línea D, fractura del cuerpo de
la mandíbula.
Fracturas de la calvaria
La convexidad de la calvaria (bóveda craneal) distribuye los efectos de un
golpe en la cabeza, y por lo tanto suele minimizarlos. Sin embargo, es
probable que los golpes potentes en una zona delgada de la calvaria originen
fracturas con hundimiento, en las que un fragmento óseo queda deprimido hacia
dentro y comprime y/o lesiona el cerebro (fig. C8-4). Las fracturas lineales de la
calvaria, el tipo más frecuente, suelen ocurrir en el punto del impacto, aunque a
menudo irradian en dos o más direcciones. En las fracturas conminutas, el hueso
se rompe en varios fragmentos. Si el impacto se produce sobre una zona de
calvaria gruesa, el hueso puede combarse hacia dentro sin fracturarse; sin
embargo, puede producirse una fractura a una cierta distancia del lugar del trauma
directo, donde los huesos son más delgados. En una fractura por contragolpe no
hay fractura en el punto del impacto, pero sí en el lado opuesto del cráneo.
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FIGURA C8-8. Vista lateral izquierda de la dentición. Flechas, dientes permanentes no erupcionados.
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FIGURA C8-10. Cierre (sinostosis) de las suturas craneales. Flechas, sutura sagital; puntas de flecha,
sutura coronal.
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Puntos fundamentales
CRÁNEO
El cráneo es el esqueleto de la cabeza, una amalgama de componentes unidos para constituir una
formación esquelética. ● Los componentes funcionales básicos incluyen el neurocráneo, que contiene el
encéfalo y los oídos internos, y el viscerocráneo, compuesto por las órbitas, las cavidades nasales y las
láminas portadoras de los dientes (procesos alveolares) de la cavidad bucal. ● Aunque inicialmente hay
un cierto grado de movilidad entre los huesos craneales, ventajosa durante el parto, más tarde se fijan
entre sí mediante articulaciones esencialmente inmóviles (suturas), que sólo otorgan movilidad a la
mandíbula. ● Abundantes fisuras y forámenes facilitan la comunicación y el paso de las estructuras
vasculonerviosas entre los componentes funcionales. ● La sustancia ósea del cráneo está distribuida de un
modo desigual. Los relativamente delgados huesos planos (aunque la mayoría son curvados)
proporcionan la fuerza necesaria para mantener las cavidades y proteger su contenido. ● Sin embargo, los
huesos y los procesos del neurocráneo también proporcionan inserción proximal a los potentes músculos
masticadores que se insertan distalmente en la mandíbula. ● Las elevadas fuerzas de tracción que se
generan a través de las cavidades nasales y las órbitas, que están interpuestas entre las inserciones
musculares, se ejercen sobre porciones engrosadas y resistentes de los huesos, que forman potentes
pilares o contrafuertes. ● La parte más superficial del cráneo proporciona puntos de referencia visibles y
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palpables.
Las características internas de la base del cráneo reflejan las principales formaciones del cerebro que
descansan sobre ella. ● Las crestas óseas que irradian desde la silla turca o fosa hipofisaria, situada
centralmente, dividen el cráneo en tres fosas. ● Los lóbulos frontales del cerebro están situados en la fosa
craneal anterior. ● Los lóbulos temporales se hallan en la fosa craneal media. ● El rombencéfalo,
compuesto por el puente, el cerebelo y la médula oblongada, ocupa la fosa craneal posterior; la médula
oblongada continúa a través del foramen magno, donde establece continuidad con la médula espinal.
Cara
La cara es la superficie anterior de la cabeza, desde la frente hasta el mentón y de una
oreja a la otra. La cara nos proporciona identidad como individuos humanos. Por lo
tanto, los defectos en esta región u otras alteraciones resultantes de procesos
patológicos o traumatismos tienen importantes consecuencias, más allá de sus efectos
físicos.
La forma básica de la cara está determinada por los huesos subyacentes. La
individualidad de la cara se debe principalmente a variaciones anatómicas en la forma
y prominencia relativa del cráneo subyacente, en el depósito de tejido adiposo; en el
color y los efectos del envejecimiento sobre la piel suprayacente, y en la abundancia,
naturaleza y disposición del pelo sobre la cara y la piel cabelluda. El tamaño
relativamente grande de las almohadillas grasas de la mejilla en el lactante evita el
colapso de las mejillas durante la succión y confiere el aspecto de mejillas
rechonchas. El crecimiento de los huesos de la cara requiere más tiempo que el de los
huesos de la calvaria. El hueso etmoides, las cavidades orbitarias y las porciones
superiores de las cavidades nasales casi han completado su crecimiento hacia el 7.o
año. La expansión de las órbitas y el crecimiento del septo nasal desplazan los
maxilares inferoanteriormente. Durante la infancia se produce un considerable
crecimiento de la cara, al desarrollarse los senos paranasales y hacer erupción los
dientes permanentes.
La cara desempeña un importante papel en la comunicación. Nuestras
interacciones con otros tienen lugar en gran medida a través de la cara (incluidas las
orejas); de aquí el término interfaz para un punto de interacciones. Mientras que la
forma y los rasgos de la cara nos proporcionan nuestra identidad, gran parte de
nuestro estado afectivo hacia los demás y de sus percepciones sobre nosotros son
consecuencia del modo en que utilizamos los músculos faciales para establecer las
ligeras modificaciones de los rasgos que constituyen la expresión facial.
Piel cabelluda
La piel cabelluda se compone de piel (normalmente con cabello) y tejido subcutáneo
que cubre el neurocráneo desde las líneas nucales superiores en el hueso occipital
hasta los bordes supraorbitarios del hueso frontal (v. figs. 8-3 y 8-4 A). Lateralmente,
la piel cabelluda se extiende sobre la fascia temporal hasta los arcos cigomáticos.
La piel cabelluda se compone de cinco capas, de las cuales las tres primeras están
conectadas íntimamente y se mueven como una sola unidad (p. ej., al arrugar la frente
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Región parotídea
La región parotídea es la parte posterolateral de la región facial (v. fig. 8-23 A),
limitada por:
GLÁNDULA PARÓTIDA
La glándula parótida es la mayor de las tres glándulas salivares pares. Desde el
punto de vista funcional, parece lógico estudiar las tres glándulas simultáneamente en
asociación con la anatomía de la boca. Sin embargo, desde un punto de vista
anatómico, sobre todo en los cursos de disección, la glándula parótida suele
examinarse durante la disección de la cara o al exponer el nervio facial. Aunque el
plexo parotídeo del nervio facial (NC VII) se halla inmerso en la glándula parótida,
los ramos que se extienden fuera de ella para inervar los músculos de la expresión
facial se encuentran durante la disección de la cara, y se han descrito e ilustrado antes
en este capítulo. La disección de la región parotídea debe completarse antes de
disecar la región infratemporal y los músculos de la masticación o el triángulo
carotídeo del cuello. La glándula submandibular se encuentra principalmente durante
la disección del triángulo submandibular del cuello, y las glándulas sublinguales al
disecar la pared inferior de la boca.
La glándula parótida está rodeada por una cápsula fascial fuerte y resistente, la
fascia (vaina o cápsula) parotídea, que deriva de la lámina superficial. de la fascia
cervical profunda (figs. 8-65, 8-4 y 8-16). La glándula tiene una forma triangular
porque el área que ocupa, el lecho parotídeo, es anteroinferior al meato acústico
externo, donde forma una cuña entre la rama de la mandíbula y el proceso mastoides
(figs. 8-23 A y C, y 8-65). El tejido adiposo situado entre los lóbulos de la glándula le
confiere la flexibilidad necesaria para acomodarse al movimiento de la mandíbula. El
vértice de la glándula parótida es posterior al ángulo de la mandíbula, y su base
guarda relación con el arco cigomático. La superficie lateral subcutánea de la parótida
es casi plana.
El conducto parotídeo discurre horizontalmente desde el borde anterior de la
glándula (fig. 8-65). Al llegar al borde anterior del masetero, el conducto gira
medialmente, atraviesa el buccinador y penetra en la cavidad bucal por un pequeño
orificio, frente al 2.º molar maxilar. Inmersos en el parénquima de la glándula
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FIGURA 8-65. Relaciones de la glándula parótida. Un corte transversal a través del lecho de la glándula
parótida muestra la relación de esta con las estructuras circundantes. La glándula se encuentra profundamente
entre la rama de la mandíbula, flanqueada anteriormente por los músculos de la masticación y posteriormente
por el proceso mastoides y el músculo esternocleidomastoideo. Las dimensiones del lecho parotídeo cambian
con los movimientos de la mandíbula. La arteria carótida externa y el plexo periarterial, la vena
retromandibular y el plexo parotídeo del nervio facial (NC VII) quedan incluidos dentro de la propia glándula.
El conducto parotídeo discurre medialmente por el borde anterior del músculo masetero y atraviesa el músculo
buccinador.
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Región temporal
La región temporal incluye el área lateral de la piel cabelluda y los tejidos blandos
profundos que cubren la fosa temporal del cráneo, superiormente al arco cigomático
(figs. 8-14 y 8-67 A, recuadro). La fosa temporal, ocupada principalmente por la
porción superior del músculo temporal, está limitada (figs. 8-1 A y 8-67 A):
El piso de la fosa temporal está constituido por partes de los cuatro huesos que
forman el pterión: frontal, parietal, temporal y ala mayor del esfenoides. El músculo
temporal, en forma de abanico, se origina en el piso óseo y la fascia temporal
suprayacente (fig. 8-68), que constituye el techo de la fosa temporal. Esta potente
fascia cubre el temporal y se inserta superiormente en la línea temporal superior.
Inferiormente, la fascia se desdobla en dos capas, que se insertan en las caras lateral y
medial del arco cigomático. Además, la fascia temporal se fija superiormente en el
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Fosa infratemporal
La fosa infratemporal es un espacio de forma irregular situado profunda e
inferiormente al arco cigomático, profundamente a la rama de la mandíbula y
posteriormente al maxilar (fig. 8-67 B). Comunica con la fosa temporal a través del
espacio entre el (profundamente al) arco cigomático y (superficialmente a) los huesos
del cráneo.
Los límites de la fosa infratemporal son (fig. 8-67):
ARTICULACIÓN TEMPOROMANDIBULAR
La articulación temporomandibular es una articulación sinovial de tipo gínglimo
modificada, que permite los movimientos de deslizamiento (traslación) y un pequeño
grado de rotación (giro), además de los movimientos de flexión (elevación) y
extensión (descenso) que son típicos de los gínglimos. Las superficies articulares
óseas que intervienen son la fosa mandibular y el tubérculo articular del hueso
temporal superiormente, y la cabeza de la mandíbula inferiormente (figs. 8-9 B y 8-
69 A a D). La membrana fibrosa laxa de la cápsula articular se une a los bordes del
cartílago articular sobre el hueso temporal y en torno al cuello de la mandíbula (figs.
8-69 E y 8-70 A y C). Las dos superficies articulares óseas se hallan completamente
separadas por un fibrocartílago interpuesto, el disco arti cular, unido en su periferia
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secretomotoras que lleva el nervio facial al nervio lingual por la cuerda del tímpano,
que hacen sinapsis con neuronas postsinápticas en el ganglio submandibular (fig. 8-
95). Estas últimas fibras acompañan a las arterias y alcanzan la glándula, junto con
fibras simpáticas postsinápticas vasoconstrictoras desde el ganglio cervical superior.
GLÁNDULAS SUBLINGUALES
Las glándulas sublinguales son las glándulas salivares de menor tamaño y las
situadas más profundamente (fig. 8-96). Cada glándula, de forma almendrada, se
sitúa en la pared inferior de la boca entre la mandíbula y el músculo geniogloso. Las
glándulas de ambos lados se unen para constituir una masa en forma de herradura en
torno al núcleo de tejido conectivo del frenillo lingual. Numerosos conductos
sublinguales de pequeño tamaño se abren en la pared inferior de la boca a lo largo de
los pliegues sublinguales. La irrigación arterial de las glándulas sublinguales
proviene de las arterias sublingual y submentoniana, ramas de las arterias lingual y
facial, respectivamente (fig. 8-92). Los nervios de las glándulas acompañan a los de
la glándula submandibular. Fibras parasimpáticas presinápticas secretomotoras,
vehiculadas por los nervios facial, cuerda del tímpano y lingual, hacen sinapsis en el
ganglio submandibular (fig. 8-95).
FOSA PTERIGOPALATINA
La fosa pterigopalatina es un pequeño espacio piramidal, inferior al vértice de la
órbita y medial a la fosa infratemporal (fig. 8-97). Está situada entre el proceso
pterigoides del esfenoides posteriormente y la cara posterior redondeada del maxilar
anteriormente. La frágil lámina perpendicular del hueso palatino forma su pared
medial. La pared superior incompleta de la fosa pterigopalatina está constituida por
una continuación medial de la cara infratemporal del ala mayor del esfenoides. La
pared inferior está formada por el proceso piramidal del hueso palatino. Su amplio
extremo superior se abre anterosuperiormente en la fisura orbitaria inferior; su
extremo inferior es estrecho y se continúa con los conductos palatinos mayor y
menor. La fosa se comunica a través de muchas vías, con entrada y salida de nervios
y vasos desde o hacia la mayor parte de los principales compartimentos del
viscerocráneo (fig. 8-98 A).
CUADRO CLÍNICO
REGIÓN LABIAL
Fisura labial
La fisura labial (labio leporino) es una malformación congénita
(habitualmente del labio superior) que ocurre en 1 de cada 1 000
nacimientos. El 60% a 80% de los niños afectados son varones. Las fisuras
pueden variar desde una pequeña incisura en la zona de transición del labio y el
borde bermellón, a una fisura que se extiende a través de todo el labio hasta la
nariz (fig. C8-32). En los casos graves es aún más profunda y se continúa con una
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Nervio maxilar
El nervio maxilar discurre anteriormente a través del foramen redondo y penetra en
la fosa pterigopalatina por su pared posterior (figs. 8-98 C, 8-99 B y 8-100 C). Dentro
de la fosa, el nervio maxilar da origen al nervio cigomático, que se divide en los
nervios cigomaticofacial y cigomaticotemporal (figs. 8-99 B y 8-100 A). Estos
nervios, que surgen del hueso cigomático a través de los forámenes craneales
homónimos, aportan la sensibilidad general a la región lateral de la mejilla y la sien.
El nervio cigomaticotemporal también da origen a un ramo comunicante, que lleva
fibras parasimpáticas postsinápticas secretomotoras a la glándula lagrimal por medio
del nervio lagrimal del NC V1, que hasta ese punto es puramente sensitivo (fig. 8-100
A y B).
Todavía en la fosa pterigopalatina, el nervio maxilar emite además los dos ramos
ganglionares para el ganglio pterigopalatino (raíces sensitivas del ganglio
pterigopalatino), que sustentan el ganglio pterigopalatino parasimpático en la parte
superior de la fosa pterigopalatina (figs. 8-98 C y 8-100 A). Los nervios
pterigopalatinos transportan fibras sensitivas generales del nervio maxilar, que
atraviesan el ganglio pterigopalatino sin hacer sinapsis e inervan la nariz, el paladar y
la faringe (fig. 8-100 C). El nervio maxilar abandona la fosa pterigopalatina a través
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FIGURA 8-97. Fosas temporal, infratemporal y pterigopalatina. La fosa pterigopalatina se observa medial
a la fosa infratemporal a través de la fisura pterigomaxilar, entre el proceso pterigoides y el maxilar. El
foramen esfenopalatino es una abertura en la cavidad nasal en la parte superior del hueso palatino.
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8-100 C). Las fibras simpáticas postsinápticas pasan a las glándulas palatinas y
mucosas de la cavidad nasal y la porción superior de la faringe.
NARIZ
La nariz es la parte del tracto respiratorio superior al paladar duro y contiene el
órgano periférico del olfato. Incluye la nariz propiamente dicha y la cavidad nasal,
que está dividida en cavidades derecha a izquierda por el septo nasal (fig. 8-101 A).
Las funciones de la nariz son la olfacción, la respiración, la filtración del polvo, la
humidificación del aire inspirado, y la recepción y la eliminación de las secreciones
procedentes de los senos paranasales y los conductos nasolagrimales.
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FIGURA 8-99. Abordaje orbitario del contenido de la fosa pterigopalatina. A) La porción pterigopalatina
(3.ª) de la arteria maxilar se encuentra por delante del músculo pterigoideo lateral (tabla 8-12). Las ramas de
esta tercera porción se originan justo antes de entrar y en el interior de la fosa pterigopalatina. B) El nervio
maxilar (NC V2) atraviesa la pared posterior de la fosa pterigopalatina a través del foramen redondo,
proporcionando dos ramos al ganglio pterigopalatino en el interior de la fosa. Los ramos que surgen del
ganglio se consideran ramos del NC V2 .
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FIGURA 8-100. Ganglio pterigopalatino. A) Nervios que intervienen en la conducción de fibras nerviosas
hacia y desde el ganglio. B y C) El nervio del conducto pterigoideo conduce fibras parasimpáticas
presinápticas desde el nervio facial (a través de su ramo, el nervio petroso mayor) hasta el ganglio, donde
establecerán sinapsis con fibras postsinápticas. El nervio del conducto pterigoideo también conduce fibras
simpáticas postsinápticas hasta el ganglio desde el plexo carotídeo interno (a través del nervio petroso
profundo). Fibras sensitivas alcanzan el ganglio a través de ramos pterigopalatinos del nervio maxilar (NC
V2 ). Fibras parasimpáticas postsinápticas secretomotoras y fibras simpáticas postsinápticas vasoconstrictoras
se distribuyen hacia las glándulas lagrimales, nasales, palatinas y faríngeas. Del mismo modo, se distribuyen
fibras sensitivas hacia la mucosa de la cavidad nasal, el paladar y la parte más superior de la faringe.
CUADRO CLÍNICO
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FOSA PTERIGOPALATINA
Vía transantral a la fosa pterigopalatina
El abordaje quirúrgico a la fosa pterigopalatina, situada profundamente, se
logra a través del seno maxilar. Después de elevar el labio superior, se
atraviesan la encía maxilar y la pared anterior del seno y se penetra en este. A
continuación se perfora la pared posterior lo necesario para abrir la pared anterior
de la fosa pterigopalatina. En los casos de epistaxis (hemorragia nasal) crónica,
puede ligarse la tercera porción de la arteria maxilar en la fosa para controlar las
hemorragias.
Puntos fundamentales
FOSA PTERIGOPALATINA
La fosa pterigopalatina es un importante centro de distribución de los ramos del nervio maxilar y la
porción pterigopalatina (3.a) de la arteria maxilar. ● Está localizada entre la fosa infratemporal, la cavidad
nasal, la órbita, la fosa craneal media, la bóveda faríngea, el seno maxilar y la cavidad bucal (paladar), y
se comunica con todos ellos. ● La fosa pterigopalatina contiene el nervio maxilar (NC V 2), el ganglio
pterigopalatino parasimpático, la 3.a porción de la arteria maxilar y las venas satélites, así como una
matriz adiposa circundante.
ESQUELETO DE LA NARIZ
El esqueleto de soporte de la nariz se compone de hueso y cartílago hialino. La
porción ósea de la nariz (figs. 8-101 B y 8-102) consiste en los huesos nasales, los
procesos frontales de los maxilares, la porción nasal del hueso frontal y su espina
nasal, y las porciones óseas del septo nasal. La porción cartilaginosa de la nariz
está compuesta por cinco cartílagos principales: dos laterales, dos alares y un
cartílago del septo nasal. Los cartílagos alares, en forma de U, son libres y móviles;
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dilatan o contraen las narinas cuando se contraen los músculos que actúan sobre la
nariz.
SEPTO NASAL
El septo nasal divide la nariz en dos cavidades nasales. El septo posee una parte ósea
y un parte cartilatinosa, blanda y móvil. Los principales componentes del septo nasal
son la lámina perpendicular del etmoides, el vómer y el cartílago del septo. La
delgada lámina perpendicular del hueso etmoides, que constituye la parte superior
del septo nasal, desciende desde la lámina cribosa y se continúa, superiormente a esta
lámina, con la crista galli. El vómer, un hueso delgado y plano, forma la porción
posteroinferior del septo nasal, con una cierta contribución de las crestas nasales de
los huesos maxilar y palatino. El cartílago del septo posee una articulación tipo
esquindilesis (ranura-diente) con los bordes del septo óseo.
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FIGURA 8-101. Nariz. A) Anatomía de superficie de la nariz, que está fijada a la frente por su raíz. El borde
redondeado entre el ápice y la raíz se denomina dorso de la nariz. B) Se han traccionado hacia abajo los
cartílagos de la nariz para exponer los cartílagos accesorios. Los cartílagos nasales laterales se han fijado
mediante suturas a los huesos nasales, y se continúan con el cartílago del septo nasal.
Cavidades nasales
El término cavidad nasal se refiere a la totalidad o a sus mitades derecha o izquierda,
según el contexto. Las cavidades nasales tienen su entrada anteriormente a través de
las narinas, y posteriormente se abren en la nasofaringe por las coanas (v. fig. 8-9).
La mucosa tapiza las cavidades nasales, excepto el vestíbulo nasal, que está
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FIGURA 8-102. Paredes lateral y medial (septal) del lado derecho de la cavidad nasal. Se han separado
las paredes, mostrándose como páginas adyacentes de un libro. La vista medial muestra la pared lateral
derecha de la cavidad nasal, y la vista lateral muestra el septo nasal. Este cuenta con una parte dura (ósea),
localizada profundamente (posteriormente), donde está protegida, y una parte blanda y móvil, localizada
superficialmente (anteriormente), sobre todo en la parte externa y vulnerable de la nariz.
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FIGURA 8-103. Pared lateral de la cavidad nasal de la mitad derecha de la cabeza. A) Las conchas
nasales inferior y media, que se curvan medialmente e inferior-mente desde la pared lateral, dividen la pared
en tres partes casi iguales y cubren los meatos nasales inferior y medio, respectivamente. La concha nasal
superior es pequeña y anterior al seno esfenoidal, y la concha nasal media presenta un borde inferior angulado
y termina inferior al seno esfenoidal. La concha nasal inferior muestra un borde inferior ligeramente curvado,
y termina inferior a la concha nasal media, alrededor de 1 cm anteriormente al orificio de la tuba auditiva
(aproximadamente, la anchura de la lámina medial de la pterigoides). B) Esta disección de la pared lateral de
la cavidad nasal muestra las comunicaciones a través de la pared lateral de la cavidad nasal. Se han extirpado
partes de las conchas nasales superior, media e inferior. El seno esfenoidal ocupa el cuerpo del esfenoides; su
orificio, superior a la mitad de su pared anterior, se abre en el receso esfenoetmoidal. Los orificios de las
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celdillas etmoidales anteriores, medias y posteriores se abren en el meato nasal superior, el meato nasal medio
y el hiato semilunar, respectivamente.
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FIGURA 8-104. Sección frontal de la mitad derecha de la cabeza. A) El dibujo orientativo muestra el
plano de sección. Obsérvese la relación de la órbita, la cavidad nasal y los senos paranasales. El contenido de
la órbita, incluidos los cuatro músculos rectos y la fascia que los une, forma un círculo (un cono, cuando se
contempla en tres dimensiones) alrededor de la parte posterior (fondo) del bulbo ocular. B) Radiografía de
cráneo que muestra la cavidad nasal y los senos paranasales. Las letras señalan las estructuras indicadas en la
parte A.
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anterior del paladar duro. En la parte anterior del septo nasal existe un plexo (área de
Kiesselbach) donde se anastomosan las cinco arterias que irrigan el septo. La nariz
también recibe sangre de las arterias enumeradas primera y quinta, así como ramas
nasales de la arteria infraorbitaria y ramas nasales laterales de la arteria facial.
Un abundante plexo venoso submucoso, profundo a la mucosa nasal,
proporciona el drenaje venoso de la nariz de las venas esfenopalatina, facial y
oftálmica. Este plexo venoso es una parte importante del sistema termorregulador del
organismo, que intercambia calor y calienta el aire antes de que penetre en los
pulmones. La sangre venosa de la nariz drena principalmente en la vena facial, a
través de las venas angular y nasal lateral (v. fig. 8-25). Hay que recordar que esta
zona pertenece al «triángulo peligroso» de la cara, debido a las comunicaciones
existentes con el seno cavernoso (v. cuadro clínico «Tromboflebitis de la vena
facial»).
En cuanto a la inervación, la mucosa nasal puede dividirse en las porciones
posteroinferior y anterosuperior mediante una línea oblicua que pasa
aproximadamente a través de la espina nasal anterior y el receso esfenoetmoidal (fig.
8-106). La inervación de la porción posteroinferior de la mucosa nasal corre a cargo
principalmente del nervio maxilar, mediante el nervio nasopalatino para el septo
nasal, y los ramos nasales posteriores superiores laterales y nasales inferiores laterales
del nervio palatino mayor para la pared lateral. La inervación de la porción
anterosuperior proviene del nervio oftálmico (NC V1), mediante los nervios
etmoidales anterior y posterior, ramos del nervio nasociliar. La mayor parte de la
nariz (dorso y ápice) también recibe inervación del NC V1 (por vía del nervio infra-
troclear y el ramo nasal externo del nervio etmoidal anterior), pero las alas de la nariz
la reciben de los ramos nasales del nervio infraorbitario (NC V2). Los nervios
olfatorios, encargados de la olfacción, se originan en las células del epitelio
olfatorio, situadas en la parte superior de las paredes lateral y septal de la cavidad
nasal. Las prolongaciones centrales de estas células (que forman el nervio olfatorio)
atraviesan la lámina cribosa y finalizan en el bulbo olfatorio, expansión rostral del
tracto olfatorio (v. fig. 8-102 A).
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FIGURA 8-105. Arterias de la cavidad nasal. Vista a modo de libro abierto de las paredes lateral y medial
del lado derecho de la cavidad nasal. La «página» izquierda muestra la pared lateral de la cavidad nasal. La
arteria esfenopalatina (una rama de la arteria maxilar) y la arteria etmoidal anterior (una rama de la arteria
oftál-mica) son las dos arterias más importantes de la cavidad nasal. La «página» derecha muestra el septo
nasal, que está irrigado por una anastomosis de cuatro o cinco arterias que se encuentra en la porción
anteroinferior del septo nasal (área de Kiesselbach, en naranja), una zona que participa habitualmente en los
episodios de epistaxis crónica.
FIGURA 8-106. Inervación de la cavidad nasal. Vista a modo de libro abierto de las paredes lateral y
medial (septal) del lado derecho de la cavidad nasal. Una línea de trazos extrapolada aproximadamente desde
el receso esfenoetmoidal hasta el ápice de la nariz delimita los territorios de los nervios oftálmico (NC V1) y
maxilar (NC V2), que proporcionan la inervación sensitiva general tanto de la pared lateral como del septo
nasal. El nervio olfatorio (NC I) se distribuye hacia la mucosa olfatoria superior al nivel de la concha nasal
superior, tanto en la pared lateral como en el septo nasal.
Senos paranasales
Los senos paranasales, llenos de aire, son extensiones de la porción respiratoria de la
cavidad nasal en los huesos frontal, etmoides, esfenoides y maxilar. Su denominación
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SENOS FRONTALES
Los senos frontales derecho e izquierdo se hallan entre las tablas externa e interna
del hueso frontal, posteriormente a los arcos superciliares y a la raíz de la nariz (figs.
8-103, 8-104 y 8-107). Los senos frontales suelen detectarse en los niños hacia los 7
años de edad. Cada seno frontal drena a través de un conducto frontonasal en el
infundíbulo etmoidal, que se abre en el hiato semilunar del meato nasal medio. Los
senos frontales están inervados por ramos de los nervios supraorbitarios (NC V1).
Los dos senos frontales raras veces tienen el mismo tamaño, y el septo que los
divide no suele estar situado totalmente en el plano medio. El tamaño de los senos
frontales varía desde unos 5 mm hasta grandes espacios que se extienden lateralmente
hacia las alas mayores del esfenoides. A menudo un seno frontal está dividido en dos
partes: una parte vertical en la porción escamosa del hueso frontal, y una parte
horizontal en su porción orbitaria. Una o ambas partes pueden ser grandes o
pequeñas. Cuando la parte supraorbitaria es grande, su pared superior forma el piso
de la fosa craneal anterior, y su piso constituye la pared superior de la órbita.
CELDILLAS ETMOIDALES
Las celdillas (senos) etmoidales son pequeñas invaginaciones de la mucosa de los
meatos nasales medio y superior en el hueso etmoides, entre la cavidad nasal y la
órbita (figs. 8-104, 8-107 y 8-108). Las celdillas etmoidales no suelen verse en las
radiografías simples antes de los 2 años de edad, pero pueden reconocerse en las
exploraciones por TC. Las celdillas etmoi-dales anteriores drenan directa o
indirectamente en el meato nasal medio, a través del infundíbulo etmoidal. Las
celdillas etmoidales medias se abren directamente en el meato medio y a veces se
denominan «celdillas bullares» debido a que forman la bulla etmoidal, una
protuberancia situada en el borde superior del hiato semilunar (v. fig. 8-103 B). Las
celdillas etmoidales posteriores se abren directamente en el meato superior. Las
celdillas etmoidales están inervadas por los ramos etmoidales anterior y posterior de
los nervios nasociliares (NC V1) (figs. 8-19 y 8-106).
SENOS ESFENOIDALES
Los senos esfenoidales están localizados en el cuerpo del esfenoides y pueden
extenderse a sus alas (figs. 8-103 y 8-107). Se hallan divididos desigualmente y
separados por un septo óseo. Debido a esta extensa neumatización (formación de
celdillas aéreas), el cuerpo del esfenoides es frágil. Sólo hay unas delgadas láminas
óseas de separación entre los senos y varias estructuras importantes, como los nervios
ópticos, el quiasma óptico, la hipófisis, las arterias carótidas internas y los senos
cavernosos. Los senos esfenoidales derivan de una celdilla etmoidal posterior que
comienza a invadir el esfenoides hacia los 2 años de edad. En algunas personas, esta
invasión corre a cargo de varias celdillas etmoidales posteriores, lo que da lugar a la
formación de múltiples senos esfenoidales que se abren por separado en el receso
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esfenoetmoidal (v. fig. 8-103 A). Las arterias etmoidales posteriores, y los nervios
homónimos que las acompañan, irrigan e inervan, respectivamente, los senos
esfenoidales (v. fig. 8-105).
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FIGURA 8-107. Senos paranasales I. A) Los senos paranasales del lado derecho se han abierto, siguiendo
un abordaje nasal, y se han identificado por colores. Una celdilla etmoidal anterior (rosa) está invadiendo el
díploe del hueso frontal para convertirse en un seno frontal. Una rama (flecha de puntos) invade la lámina
orbitaria del hueso frontal. En esta imagen, el seno esfenoidal es amplio, extendiéndose: 1) posteriormente,
inferior con respecto a la hipófisis; 2) lateralmente, inferior con respecto al nervio óptico (NC II), en el
proceso clinoides anterior, y 3) inferior al proceso pterigoides, pero dejando el conducto pterigoideo y
ascendiendo como un reborde sobre el piso del seno. El seno maxilar es piramidal. B) Radiografía de cráneo
que muestra densidades de aire (áreas oscuras) asociadas a los senos paranasales, la cavidad nasal, la cavidad
bucal y la faringe. Las letras se definen en la parte A.
SENOS MAXILARES
Los senos maxilares son los senos paranasales de mayor tamaño. Ocupan el
cuerpo de los maxilares y comunican con el meato nasal medio (figs. 8-104, 8-107 y
8-108).
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FIGURA 8-108. Senos paranasales II. El dibujo orientativo muestra el plano de la sección que se ofrece en
ambas partes. A) El etmoides ocupa una posición central, con su componente horizontal formando la parte
central de la fosa craneal anterior, superiormente, y la cavidad nasal inferiormente. En las celdillas etmoidales
se fijan las conchas nasales superior y media, y forman parte de la pared medial de la órbita; la lámina
perpendicular del etmoides forma parte del septo nasal. El seno maxilar constituye la parte inferior de la pared
lateral de la nariz y comparte una pared común con la órbita. La concha nasal media protege el hiato
semilunar, en el cual se abre el orificio maxilar (flecha). B) La TC muestra cavidades llenas de aire de la
sección anatómica de la parte A. (Cortesía del Dr. D. Armstrong, Associate Professor of Medical Imaging,
University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada.)
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Cada seno maxilar drena por medio de una o más aberturas, el orificio del seno
maxilar (que puede ser múltiple), en el meato nasal medio de la cavidad nasal, a
través del hiato semilunar.
La irrigación arterial del seno maxilar procede principal-mente de ramas
alveolares superiores de la arteria maxilar (v. fig. 8-73; tabla 8-12), aunque el piso
del seno recibe irrigación de ramas de las arterias palatinas descendente y mayor(v.
fig. 8-98 B). La inervación del seno maxilar proviene de los nervios alveolares
superiores anterior, medio y posterior, ramos del nervio maxilar (v. fig. 8-79 A).
CUADRO CLÍNICO
NARIZ
Fracturas nasales
Debido a la prominencia de la nariz, las fracturas de los huesos nasales son
frecuentes en accidentes de auto-móvil y en la práctica deportiva (a menos
que se utilicen protectores faciales). Las fracturas suelen originar deformaciones
de la nariz, especialmente cuando se recibe una fuerza lateral con el codo de otra
persona, por ejemplo. Suele producirse una epis taxis (hemorragia nasal). En las
fracturas graves, la rotura de huesos y cartílagos origina un desplazamiento de la
nariz. Cuando la lesión es producto de un golpe directo, puede ocurrir también
una fractura de la lámina cribosa del etmoides.
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FIGURA 8-18. Disposición y acciones del músculo orbicular del ojo. A) Porciones orbitaria y palpebral del
orbicular del ojo. B) La porción palpebral cierra suavemente los párpados. C) La porción orbitaria cierra
fuertemente los ojos.
Diversos músculos dilatadores divergen desde los labios y los ángulos de la boca,
de modo algo parecido a los radios de una rueda, y retraen los distintos bordes de la
hendidura bucal, ya sea de forma colectiva, en grupos o de modo individual. Lateral-
mente a los ángulos de la boca, o comisuras de los labios (las uniones de los labios
superior e inferior), las fibras de hasta nueve músculos faciales se entrelazan o unen
en una formación muy diversa y multiplanar que se denomina modiolo, causante en
gran parte de la existencia de hoyuelos en muchos individuos.
El platisma es una lámina muscular ancha y delgada en el tejido subcutáneo del
cuello (fig. 8-16 A y B; tabla 8-3). Los bordes anteriores de los dos músculos se
decusan sobre el mentón y se mezclan con los músculos faciales. Al actuar desde su
inserción superior, el platisma tensa la piel, provoca crestas cutáneas verticales,
expresa un gran estrés y libera la presión sobre las venas superficiales. Al actuar
desde su inserción inferior, el platisma ayuda a deprimir la mandíbula y los ángulos
de la boca, como en una mueca.
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Cuando se contraen de modo simultáneo las tres porciones del orbicular, los ojos
quedan firmemente cerrados (figs. 8-17 y 8-18 C).
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FIGURA 8-19. Distribución del nervio trigémino (NC V). A) Las tres divisiones del NC V se originan a
partir del ganglio del trigémino. Además de este, un ganglio sensitivo (similar a los ganglios sensitivos de los
nervios espinales) y cuatro ganglios parasimpáticos (tres de los cuales se muestran aquí) se asocian a los
ramos del nervio trigémino. B) Ramos del nervio mandibular (NC V3) llegan a los músculos de la
masticación. C) Esta imagen a modo de «libro abierto» de la pared lateral y el septo de la cavidad nasal
derecha muestra la distribución superficial y profunda de las divisiones NC V1 y NC V2 (e incidentalmente
NC I) en la cavidad nasal y en la parte superior de la cavidad bucal, en y junto a la línea media de la cabeza.
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FIGURA 8-21. Nervios cutáneos de la región orbitaria/periorbitaria. Se muestran los nervios cutáneos
relacionados con las paredes y el borde de la órbita y el esqueleto fibroso de los párpados. La piel del párpado
superior está inervada por ramos del nervio oftálmico (NC V1), mientras que el párpado inferior está inervado
principalmente por ramos del nervio maxilar (NC V2).
FIGURA 8-22. Nervios de la piel cabelluda. Los nervios aparecen en orden: NC V1, NC V2, NC V3, ramos
anteriores de C2 y C3, y ramos posteriores de C2 y C3.
Los nervios cutáneos del cuello se solapan con los de la cara. Los ramos cutáneos
de los nervios cervicales procedentes del plexo cervical se extienden sobre la cara
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posterior del cuello y la piel cabelluda. El nervio auricular mayor inerva la cara
inferior de la oreja y gran parte de la región parotídea de la cara (el área que cubre el
ángulo de la mandíbula).
NERVIO OFTÁLMICO
El nervio oftálmico (NC V1), división superior del nervio trigémino, es la más
pequeña de las tres divisiones del NC V. Se ori-gina en el ganglio del trigémino como
un nervio totalmente sensitivo, e inerva el área de piel derivada de la prominencia
frontonasal embrionaria (Moore et al., 2016). Al penetrar en la órbita por la fisura
orbitaria superior, el NC V1 se trifurca en los nervios frontal, nasociliar y lagrimal
(fig. 8-19). A excepción del nervio nasal externo, los ramos cutáneos del NC V1
alcanzan la piel de la cara a través de la entrada de la órbita (fig. 8-21).
El nervio frontal, el ramo más voluminoso procedente de la trifurcación del NC
V1, discurre a lo largo de la pared superior de la órbita hacia la entrada de la órbita y
se bifurca aproximadamente a mitad de su camino en los nervios supraorbitario y
supratroclear, que se distribuyen por la frente y la piel cabelluda (figs. 8-21 y 8-22).
El nervio nasociliar, el ramo de tamaño intermedio de la trifurcación del NC V1,
suministra ramos al bulbo ocular y se divide dentro de la órbita en los nervios
etmoidal posterior, etmoidal anterior e infratroclear (fig. 8-19). Los nervios etmoi-
dales posterior y anterior abandonan la órbita; este último sigue un circuito que pasa
por las cavidades craneal y nasal. Su ramo terminal, el nervio nasal externo, es un
nervio cutáneo que inerva la parte externa de la nariz. El nervio infratroclear es un
ramo terminal del nervio nasociliar, del cual constituye su principal ramo cutáneo.
El nervio lagrimal, el ramo más pequeño que proviene de la trifurcación del NC
V1, es sobre todo un ramo cutáneo, pero también, por vía de un ramo comunicante,
lleva algunas fibras secretomotoras procedentes de un ganglio relacionado con el
nervio maxilar, para inervar la glándula lagrimal (figs. 8-20 y 8-21).
NERVIO MAXILAR
El nervio maxilar (NC V2), la división intermedia del nervio trigémino, se origina
también como un nervio completamente sensitivo (v. fig. 8-19 A), discurre
anteriormente al ganglio del trigémino y sale del cráneo a través del foramen
redondo, en la base del ala mayor del esfenoides. Penetra en la fosa pterigopalatina,
donde emite ramos para el ganglio pterigopalatino, y continúa anteriormente para
penetrar en la órbita a través de la fisura orbitaria inferior (v. fig. 8-19). Emite el
nervio cigomático y transcurre anteriormente por el surco y el foramen
infraorbitarios, donde toma el nombre de nervio infraorbitario (fig. 8-21).
El nervio cigomático llega a la pared lateral de la órbita y da lugar a dos de los
tres ramos cutáneos del NC V2, los nervios cigomaticofacial y cigomaticotemporal.
El nervio cigomático emite un ramo comunicante que lleva fibras secretoras al nervio
lagrimal. En su camino hacia la cara, el nervio infraorbitario emite ramos palatinos,
ramos para la mucosa del seno maxilar y ramos para los dientes superiores medios y
anteriores. Para alcanzar la piel de la cara atraviesa el foramen infraorbitario, en la
superficie infraorbitaria del maxilar. Los tres ramos cutáneos del nervio maxilar
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NERVIO MANDIBULAR
El nervio mandibular (NC V3) es la división inferior y de mayor tamaño del nervio
trigémino (v. fig. 8-19 A). Se forma por la unión de fibras sensitivas del ganglio
sensitivo y de la raíz motora del NC V en el foramen oval, en el ala mayor del
esfenoides, a través del cual sale del cráneo el NC V3. El NC V3 posee tres ramos
sensitivos que inervan el área de piel derivada de la prominencia mandibular
embrionaria. También emite fibras motoras a los músculos de la masticación (v. fig.
8-19 B). El NC V3 es la única división del NC V portadora de fibras motoras. Los
principales ramos cutáneos del NC V3 son los nervios auriculotemporal, bucal y
mentoniano. En su camino hacia la piel, el nervio auriculotemporal transcurre
profundamente respecto a la glándula parótida, a la que aporta fibras secretomotoras
procedentes de un ganglio relacionado con esta división del NC V.
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FIGURA 8-23. Ramos del nervio facial (NC VII). A) Los ramos terminales del NC VII se originan del
plexo parotídeo en el interior de la glándula parótida. Salen de la glándula cubiertos por su cara lateral e
irradian en una dirección generalmente anterior a través de la cara. Aunque está íntimamente relacionado con
la glándula parótida (y a menudo contacta con la glándula submandibular mediante uno o más de sus ramos
inferiores), el NC VII no envía fibras nerviosas a las glándulas salivares. También se muestran dos músculos
que representan los extremos de la distribución del NC VII, el occipitofrontal y el platisma. B) Método
sencillo para mostrar y recordar el trayecto general de los cinco ramos terminales del NC VII hacia la cara y el
cuello. C) Disección del lado derecho de la cabeza, que muestra el nervio auricular mayor (C2 y C3), que
inerva la vaina parotídea y la piel situada sobre el ángulo de la mandíbula, y ramos terminales del nervio
facial, que inervan los músculos de la expresión facial. B, bucal; C, cervical; M, marginal de la mandíbula; T,
temporal; Z, cigomático.
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Los nervios motores de la cara son el nervio facial, que inerva los músculos de la
expresión facial, y la raíz motora del nervio trigémino/nervio mandibular, que inerva
los músculos de la masticación (masetero, temporal, pterigoideos medial y lateral).
Estos nervios inervan también algunos músculos situados más profundamente
(descritos más adelante en este capítulo en relación con la boca, el oído medio y el
cuello) (v. fig. 8-19 A).
NERVIO FACIAL
El NC VII, el nervio facial, posee una raíz motora y una raíz sensitiva/parasimpática
(esta última es el nervio intermediario). La raíz motora del NC VII inerva los
músculos de la expresión facial, incluidos el músculo superficial del cuello
(platisma), los músculos auriculares, los músculos de la piel cabelluda y algunos otros
músculos derivados del mesodermo del segundo arco faríngeo embrionario (fig. 8-
23). Después de seguir un circuito a través del hueso temporal, el NC VII sale del
cráneo por el foramen estilomastoideo, localizado entre los procesos mastoides y
estiloides (v. figs. 8-9 B y 8-11). Justo después emite el nervio auricular posterior,
que transcurre posterosuperiormente a la oreja para inervar el músculo auricular
posterior y el vientre occipital del músculo occipitofrontal (fig. 8-23 A y C).
El tronco principal del NC VII discurre anteriormente y queda englobado en la
glándula parótida, en la cual forma el plexo parotídeo. Este plexo da lugar a los
cinco ramos terminales del nervio facial: temporal, cigomático, bucal, marginal de la
mandíbula y cervical. Los nombres de estos ramos hacen referencia a las regiones
que inervan. Los músculos específicos inervados por cada ramo se describen en la
tabla 8-3.
El ramo temporal del NC VII emerge del borde superior de la glándula parótida
y cruza el arco cigomático para inervar los músculos auricular superior, auricular
anterior, vientre frontal del occipitofrontal y, lo más importante, la parte superior del
orbicular del ojo.
El ramo cigomático del NC VII, mediante dos o tres ramos, discurre
superiormente y sobre todo inferiormente al ojo para inervar la parte inferior del
músculo orbicular del ojo y otros músculos de la cara inferiores a la órbita.
El ramo bucal del NC VII discurre externamente al músculo buccinador, al cual
inerva, así como a los músculos del labio superior (partes superiores del orbicular de
la boca y fibras inferiores del elevador del labio superior).
El ramo marginal de la mandíbula del NC VII inerva el músculo risorio y los
músculos del labio inferior y el mentón. Emerge del borde inferior de la glándula
parótida y cruza el borde inferior de la mandíbula, profundamente al platisma, para
alcanzar la cara. En un 20% de los individuos, este ramo discurre inferior al ángulo
de la mandíbula.
El ramo cervical del NC VII discurre inferiormente desde el borde inferior de la
glándula parótida, y luego posteriormente a la mandíbula para inervar el platisma (fig.
8-23).
Los ramos cutáneos del ganglio geniculado acompañan al ramo auricular del
nervio vago hacia la piel en ambos lados de la oreja en la región de la concha.
Aunque no es evidente anatómicamente, su existencia es más evidente por las
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manifestaciones clínicas.
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Las venas faciales, que discurren con las arterias faciales o paralelamente a ellas,
son venas sin válvulas que realizan el principal drenaje superficial de la cara. Las
tributarias de la vena facial incluyen la vena facial profunda, que drena el plexo
venoso pterigoideo de la fosa infratemporal. Inferiormente al borde de la mandíbula,
la vena facial se une con la rama (comunicante) anterior de la vena retromandibular.
La vena facial drena directa o indirectamente en la vena yugular interna. En el ángulo
medial del ojo, la vena facial comunica con la vena oftálmica superior, que drena en
el seno cavernoso.
La vena retromandibular es una vena profunda de la cara, formada por la unión
de la vena temporal superficial y la vena maxilar; esta última drena el plexo venoso
pterigoideo. La vena retromandibular discurre posteriormente a la rama de la
mandíbula, dentro del parénquima de la glándula parótida, superficialmente a la
arteria carótida externa y profunda respecto al nervio facial. Cuando emerge desde el
polo inferior de la glándula parótida, la vena retromandibular se divide en una rama
anterior, que se une con la vena facial, y una rama posterior, que se une con la vena
auricular posterior, inferiormente a la glándula parótida, para formar la vena yugular
externa. Esta vena discurre inferior y superficialmente en el cuello y desemboca en la
vena subclavia.
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FIGURA 8-26. Drenaje linfático de la cara y la piel cabelluda. A) Drenaje superficial. En la unión de la
cabeza y el cuello se forma un collar pericervical de nódulos linfáticos superficiales compuesto por los
nódulos submentonianos, submandibulares, parotídeos, mastoideos y occipitales. Estos nódulos reciben
inicialmente la mayor parte del drenaje linfático de la cara y la piel cabelluda. B) Drenaje profundo. Todos los
vasos linfáticos de la cabeza y el cuello drenan finalmente en los nódulos linfáticos cervicales profundos, ya
sea directamente, desde los tejidos, o indirectamente, tras pasar por el grupo de nódulos linfáticos próximo.
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CUADRO CLÍNICO
CARA Y PIEL CABELLUDA
Heridas e incisiones faciales
Debido a que no existe un neta fascia profunda en la cara y a que el tejido
subcutáneo situado entre las inserciones cutáneas de los músculos faciales
es laxo, las heridas de la cara tienden a abrirse ampliamente. Por lo tanto, debe
suturarse cuidadosamente la piel para evitar cicatrices. Esta laxitud del tejido
subcutáneo permite también que se acumulen líquidos y sangre tras una sufusión
hemorrágica en la cara.
De modo similar, la inflamación de la cara causa una tumefacción
considerable (p. ej., una picadura de avispa en la raíz de la nariz puede ocluir
ambos ojos). Al envejecer, la piel pierde su elasticidad y se producen crestas y
arrugas perpendiculares a la dirección de las fibras de los músculos faciales. Las
incisiones en la piel realizadas a lo largo de estas líneas de tensión o arrugas
(líneas de Langer) curan con una cicatriz mínima (v. cuadro clínico «Incisiones y
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Región temporal
La región temporal incluye el área lateral de la piel cabelluda y los tejidos blandos
profundos que cubren la fosa temporal del cráneo, superiormente al arco cigomático
(figs. 8-14 y 8-67 A, recuadro). La fosa temporal, ocupada principalmente por la
porción superior del músculo temporal, está limitada (figs. 8-1 A y 8-67 A):
El piso de la fosa temporal está constituido por partes de los cuatro huesos que
forman el pterión: frontal, parietal, temporal y ala mayor del esfenoides. El músculo
temporal, en forma de abanico, se origina en el piso óseo y la fascia temporal
suprayacente (fig. 8-68), que constituye el techo de la fosa temporal. Esta potente
fascia cubre el temporal y se inserta superiormente en la línea temporal superior.
Inferiormente, la fascia se desdobla en dos capas, que se insertan en las caras lateral y
medial del arco cigomático. Además, la fascia temporal se fija superiormente en el
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Fosa infratemporal
La fosa infratemporal es un espacio de forma irregular situado profunda e
inferiormente al arco cigomático, profundamente a la rama de la mandíbula y
posteriormente al maxilar (fig. 8-67 B). Comunica con la fosa temporal a través del
espacio entre el (profundamente al) arco cigomático y (superficialmente a) los huesos
del cráneo.
Los límites de la fosa infratemporal son (fig. 8-67):
ARTICULACIÓN TEMPOROMANDIBULAR
La articulación temporomandibular es una articulación sinovial de tipo gínglimo
modificada, que permite los movimientos de deslizamiento (traslación) y un pequeño
grado de rotación (giro), además de los movimientos de flexión (elevación) y
extensión (descenso) que son típicos de los gínglimos. Las superficies articulares
óseas que intervienen son la fosa mandibular y el tubérculo articular del hueso
temporal superiormente, y la cabeza de la mandíbula inferiormente (figs. 8-9 B y 8-
69 A a D). La membrana fibrosa laxa de la cápsula articular se une a los bordes del
cartílago articular sobre el hueso temporal y en torno al cuello de la mandíbula (figs.
8-69 E y 8-70 A y C). Las dos superficies articulares óseas se hallan completamente
separadas por un fibrocartílago interpuesto, el disco arti cular, unido en su periferia
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FIGURA 8-67. Límites óseos de las fosas temporal e infratemporal. A) La pared lateral de la fosa
infratemporal está formada por la rama de la mandíbula. El espacio es profundo con respecto al arco
cigomático, y es atravesado por el músculo temporal y nervios y vasos temporales profundos. A través de este
intervalo, la fosa temporal se comunica inferiormente con la fosa infratemporal. B) Pared superior y tres
paredes de la fosa infratemporal. La fosa es un espacio de forma irregular que se encuentra posterior al
maxilar (pared anterior). La pared superior de la fosa está formada por la cara infratemporal del ala mayor del
esfenoides. La pared medial la forma la lámina lateral de la pterigoides, y la pared posterior está formada por
la placa timpánica, el proceso estiloides y el proceso mastoides del hueso temporal. La fosa infratemporal se
comunica con la fosa pterigopalatina a través de la fisura pterigomaxilar.
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FIGURA 8-68. Disección de las regiones temporal e infratemporal. En esta disección superficial de los
grandes músculos del lado del cráneo se han extirpado la glándula parótida y la fascia temporal. Los músculos
temporal y masetero están inervados por el nervio trigémino (NC V), y ambos cierran la mandíbula. La arteria
facial discurre en profundidad con respecto a la glándula submandibular, mientras que la vena facial pasa
superficial a esta.
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MÚSCULOS DE LA MASTICACIÓN
Los movimientos de la articulación temporomandibular se deben principalmente a los
músculos de la masticación. Estos cuatro músculos (temporal, masetero y
pterigoideos medial y lateral) se desarrollan a partir del mesodermo del primer arco
faríngeo embrionario; por consiguiente, todos ellos reciben inervación por parte del
nervio de dicho arco, el nervio mandibular (motor de la mandíbula) (NC V3). Los
músculos de la masticación se muestran aisladamente en la figura 8-72, e in situ en
las figuras 8-68 y 8-74; sus inserciones, los detalles con respecto a su inervación y sus
principales acciones se describen en la tabla 8-11. Además de los movimientos
mencionados, algunos estudios indican que la cabeza superior del músculo
pterigoideo lateral desempeña un papel activo durante el movimiento de retracción
producido por las fibras posteriores del músculo temporal. Tracciona del disco
articular, de modo que no queda empujado posteriormente por delante de la
mandíbula retraída.
En general, el descenso de la mandíbula se produce por la fuerza de la gravedad.
Los músculos suprahioideos e infrahioideos son músculos semejantes a cintas a
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ambos lados del cuello (fig. 8-72 E; tabla 8-11), y sus acciones principales son elevar
y descender el hueso hioides y la laringe, respectivamente; por ejemplo, durante la
deglución (v. cap. 9). También pueden ayudar indirectamente a descender la
mandíbula, sobre todo al abrir la boca de forma brusca, o bien contra resistencia o al
hacer el pino. El músculo platisma también puede actuar de un modo similar.
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nervio lingual en la fosa infratemporal (fig. 8-74 B). La cuerda del tímpano también
lleva fibras secretomotoras para las glándulas salivares submandibular y sublingual.
El ganglio ótico (parasimpático) se localiza en la fosa infra-temporal, justo
inferior al foramen oval, medial al NC V3 y posterior al músculo pterigoideo medial
(fig. 8-75). Fibras parasimpáticas presinápticas, derivadas principalmente del nervio
glosofaríngeo, hacen sinapsis en el ganglio ótico (fig. 8-66). Fi-bras parasimpáticas
postsinápticas, secretoras para la glándula parótida, discurren desde el ganglio ótico
hasta dicha glándula, a través del nervio auriculotemporal.
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entre ellos el nervio auriculotemporal, y la segunda porción de la arteria maxilar pasan entre el ligamento
esfenomandibular y el cuello de la mandíbula.
CUADRO CLÍNICO
REGIONES PAROTÍDEA Y TEMPORAL, FOSA
INFRATEMPORAL Y ARTICULACIÓN
TEMPOROMANDIBULAR
Parotidectomía
La mayoría de los tumores de las glándulas parótidas son benignos. Sin
embargo, la mayoría (80% de ellos) de los tumores de las glándulas
salivares comienzan en las glándulas parótidas. La escisión quirúrgica de esta
glándula (parotidectomía) se realiza a menudo como parte del tratamiento. Dado
que el plexo parotídeo del NC VII se halla inmerso en la glándula parótida, dicho
plexo y sus ramos corren peligro en la intervención (v. fig. 8-23 A y C). Un paso
importante en la parotidectomía es el de identificar, disecar, aislar y preservar el
nervio facial. En la intervención se extirpa inicialmente una porción superficial de
la glándula (que a menudo se califica erróneamente de «lóbulo»), tras lo cual
puede retraerse el plexo parotídeo, que ocupa un plano bien definido dentro de la
glándula, y disecar la porción profunda de la glándula. La glándula parótida
aporta una importante contribución al contorno posterolateral de la cara, y el
grado de esta contribución se pone de manifiesto tras su extirpación. Véase
cuadro clínico «Parálisis de los músculos de la cara» para una explicación de las
consecuencias funcionales de la lesión del nervio facial.
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Puntos fundamentales
NARIZ
La nariz es el sistema de ventilación que atraviesa la cabeza y permite la creación de un flujo de aire entre
el ambiente externo y el sistema respiratorio inferior (pulmones). ● Cuando el aire penetra a través de la
nariz, se analiza su composición química (aumento de la olfacción y el gusto) y se calienta, humidifica y
filtra a su paso hacia los pulmones. Cuando sale, libera calor y humedad. ● La nariz también proporciona
una vía de drenaje para el moco y el líquido lagrimal.
Esqueleto de la nariz. En su abertura anterior a través de las narinas, la cavidad nasal queda
subdividida por un septo nasal medio. ● La nariz propiamente dicha y el septo anterior se benefician de la
flexibilidad que les proporciona un esqueleto cartilaginoso, que reduce la posibilidad de fracturas nasales.
● A excepción del septo y la pared inferior, las paredes de la cavidad nasal están muy neumatizadas por
los senos paranasales, y en sus paredes laterales se encuentran las conchas o cornetes.
Cavidades nasales. Tanto los senos como las conchas o cornetes aumentan la superficie secretora
para el intercambio de humedad y calor. ● Esencialmente, todas las superficies están recubiertas de una
mucosa secretora gruesa y vascularizada, cuya porción anterosuperior (incluida la mayor parte de la
mucosa de los senos paranasales) recibe la arteria y el nervio oftálmicos (NC V1), y la porción
posteroinferior (incluida la mucosa del seno maxilar) recibe la arteria y el nervio maxilares (NC V2 ). ● La
mucosa de la pared superior y las áreas adyacentes de las paredes y el septo reciben también inervación
sensitiva especial procedente del nervio olfatorio (NC I). ● Posteriormente, la cavidad nasal se continúa
con la nasofaringe a través de las coanas; el paladar blando sirve como válvula o puerta de entrada para
controlar el acceso de la vía aérea nasal. ● El hueso y la mucosa de las paredes laterales de esta vía
presentan perforaciones que corresponden a las aberturas de los conductos nasolagrimales, los senos
paranasales y la tuba auditiva. ● Sólo el hueso es perforado por el foramen pterigopalatino, a través del
cual pasan las estructuras vasculonerviosas hacia el interior de la mucosa nasal.
Senos paranasales. Los senos paranasales reciben la denominación correspondiente al hueso que los
aloja. ● El seno maxilar es el de mayor tamaño. ● La mayoría se abren en el meato nasal medio, a
excepción de los senos esfenoidales, que drenan en el receso esfenoetmoidal.
OÍDO
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Oído externo
El oído externo está compuesto por la oreja, que recoge el sonido, y el meato
acústico externo, que lo conduce hacia la membrana timpánica.
OREJA
La oreja se compone de una lámina de cartílago elástico de forma irregular, cubierto
por una piel delgada (fig. 8-110). La oreja presenta varias depresiones y elevaciones.
La concha de la oreja es la depresión más profunda. El borde elevado de la oreja es
el hélix. Las otras depresiones y elevaciones se exponen en la figura 8-110. El
lobulillo (lóbulo), no cartilaginoso, está formado por tejido fibroso, grasa y vasos
sanguíneos. Se perfora fácilmente para tomar pequeñas muestras de sangre o insertar
pendientes. El trago (del griego tragos, cabra; en alusión a los pelos que tienden a
crecer en esta formación, parecidos a la barba de una cabra) es una proyección en
forma de lengüeta que recubre el poro del meato acústico externo. La irrigación
arterial de la oreja deriva principalmente de las arterias auricular posterior y
temporal superficial (fig. 8-111 A).
Los principales nervios de la piel de la oreja son los nervios auricular mayor y
auriculotemporal. El nervio auricular mayor inerva la cara craneal (medial;
habitualmente denominada «dorso de la oreja») y la parte posterior (hélix, antihélix y
lóbulo) de la cara lateral («parte frontal del oído»). El nervio auriculotemporal, ramo
del NC V3, inerva la piel de la cara anterior de la superficie lateral de la aurícula,
incluyendo el borde de la concha, la cruz del hélix y el trago (figs. 8-109 y 8-111 A).
La piel de la concha está inervada en su mayoría por la rama auricular del vago, con
una contribución menor del nervio facial.
El drenaje linfático de la oreja se realiza, en la cara lateral de la mitad superior
de la oreja, hacia los nódulos linfáticos parotídeos superficiales (fig. 8-111 B); la cara
craneal de la mitad superior de la oreja drena en los nódulos linfáticos mastoideos y
en los nódulos linfáticos cervicales profundos; el resto de la oreja, incluido el lóbulo,
drena en los nódulos linfáticos cervicales superficiales.
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FIGURA 8-109. Partes del oído. Sección frontal del oído, con un dibujo orientativo acompañante, que
muestra que consta de tres partes: externa, media e interna. El oído externo está formado por la oreja y el
meato acústico externo. El oído medio es un espacio aéreo en el que se localizan los huesecillos del oído. El
oído interno contiene el laberinto membranoso, cuyas principales divisiones son el laberinto coclear y el
laberinto vestibular.
FIGURA 8-110. Oído externo. Partes de la oreja habitualmente utilizadas en la descripción clínica. El oído
externo está formado por la oreja y el meato acústico externo.
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con la piel de la oreja. Los dos tercios mediales son óseos y están revestidos de piel
delgada que se continúa con la capa externa de la membrana timpánica. Las glándulas
ceruminosas y sebáceas, en el tejido subcutáneo de la porción cartilaginosa, producen
cerumen.
La membrana timpánica (tímpano), aproximadamente de 1 cm de diámetro, es
delgada, de forma ovalada y semitransparente; se halla situada en el extremo medial
del meato acústico externo (figs. 8-109 y 8-112). La membrana establece una
separación entre el meato acústico externo y la cavidad timpánica del oído medio. La
membrana timpánica está recubierta de piel delgada externamente, y de la mucosa del
oído medio internamente. Observada a través de un otoscopio, presenta una
concavidad hacia el meato acústico externo, con una depresión cónica superficial en
el centro, el ombligo (fig. 8-112 A) (v. cuadro clínico «Exploración otoscópica»). El
eje central de la membrana timpánica discurre perpendicularmente a través del
ombligo como el mango de un paraguas, en sentido anteroinferior mientras se dirige
lateralmente. Así pues, la membrana timpánica está orientada como un minúsculo
radar para recibir las señales procedentes del ambiente situado delante y al lado de la
cabeza.
Superiormente al proceso lateral del martillo (uno de los huesecillos del oído
medio), la membrana es delgada y se denomina porción fláccida. Carece de las
fibras radiales y circulares que están presentes en el resto de la membrana,
denominada porción tensa. La porción fláccida forma la pared lateral del receso
superior de la cavidad timpánica.
La membrana timpánica se mueve en respuesta a las vibraciones del aire que
llegan hasta ella a través del meato acústico externo. Los movimientos de la
membrana se transmiten mediante los huesecillos del oído a través del oído medio
hacia el oído interno (fig. 8-109).
La piel de las paredes superior y anterior del meato acústico externo y los dos
tercios anterosuperiores de la superficie externa de la membrana timpánica son
inervados principalmente por el nervio auriculotemporal (fig. 8-111 A), un ramo del
NC V3. La piel de las paredes posterior e inferior del meato y el tercio posteroinferior
de la superficie externa de la membrana timpánica son inervados por el ramo
auricular del vago (NC X). La super-ficie interna de la membrana timpánica recibe
inervación del nervio glosofaríngeo (NC IX).
Oído medio
La cavidad timpánica, o cavidad del oído medio, es la estrecha cámara llena de aire
situada en la porción petrosa del hueso temporal (figs. 8-109 y 8-113). Tiene dos
porciones: la cavidad timpánica propiamente dicha, o espacio directamente interno
a la membrana timpánica, y el receso epitimpánico, o espacio superior a la
membrana. La cavidad timpánica está conectada anteromedialmente con la
nasofaringe por la tuba auditiva, y posterosuperiormente con las celdillas mastoideas
por el antro mastoideo (figs. 8-113 A y 8-114). La cavidad timpánica está revestida
de una mucosa que se continúa con la mucosa que recubre la tuba auditiva, las
celdillas mastoideas y el antro mastoideo.
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1. La pared tegmental (superior) está formada por una delgada lámina ósea, la
pared superior del tímpano, que separa la cavidad timpánica de la duramadre de
la fosa craneal media (fig. 8-114 A).
2. La pared yugular (piso) está formada por una capa ósea que separa la cavidad
timpánica del bulbo superior de la vena yugular interna (fig. 8-114 A y B).
3. La pared membranosa (pared lateral) está formada casi totalmente por la
convexidad picuda de la membrana timpánica; superiormente está formada por
la pared lateral ósea del receso epitimpánico. El manubrio del martillo está
unido a la membrana timpánica y su cabeza se extiende hacia el interior del
receso epitimpánico.
4. La pared laberíntica (pared medial) separa la cavidad timpánica del oído
interno. También presenta el promontorio de la pared laberíntica, formado por
la porción inicial (espira basal) de la cóclea y las ventanas coclear y vestibular,
que en el cráneo en seco se comunican con el oído interno.
5. La pared mastoidea (pared posterior) tiene una abertura en su parte superior,
la entrada al antro mastoideo, que conecta la cavidad timpánica con las
celdillas mastoideas; el conducto para el nervio facial desciende entre la pared
posterior y el antro, medialmente a la entrada a este último.
6. La pared carotídea, anterior, separa la cavidad timpánica del conducto
carotídeo; superiormente presenta el orificio de la tuba auditiva y el conducto
del tensor del tím
7. El antro mastoideo es una cavidad en el proceso mastoides del hueso temporal
(fig. 8-114 A). El antro, al igual que ocurre en la cavidad timpánica, está
separado de la fosa craneal media por una delgada lámina del hueso temporal,
denominada pared tegmental. Esta estructura constituye la pared tegmentaria
(techo) de las cavidades del oído, y también forma parte de la porción lateral de
la fosa craneal media. El antro mastoideo es la cavidad común en la cual se
abren las celdillas mastoideas. El antro y las celdillas mastoideas están
revestidos de una mucosa que se continúa con la que tapiza el oído medio.
Anteroinferiormente, el antro está relacionado con el conducto del nervio facial.
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FIGURA 8-111. Disección de la cara y drenaje linfático de la cabeza. A) Las arterias y venas auriculares
posteriores y temporales superficiales, y los nervios auricular mayor y auriculotemporal, proporcionan la
circulación y la inervación del oído externo. B) El drenaje linfático se dirige hacia los nódulos linfáticos
parotídeos, así como a los nódulos mastoideos y cervicales superficiales; todos ellos drenan en los nódulos
linfáticos cervicales profundos.
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en que los músculos faciales modifican los rasgos básicos es fundamental para la comunicación. ● Los
labios y la forma y el grado de apertura de la boca son componentes importantes del habla, pero el énfasis
y las sutilezas del significado vienen dados por nuestras expresiones faciales.
Estructura de la piel cabelluda. La piel cabelluda es un manto de tejido blando algo movible que
cubre la calvaria. ● El componente principal de la piel cabelluda es el epicráneo musculoaponeurótico, al
cual está firmemente adherida la piel suprayacente, aunque está separado del periostio externo del cráneo
(pericráneo) por un tejido areolar laxo. ● La capa areolar permite la movilidad de la piel cabelluda sobre
la calvaria, así como la separación traumática de la piel cabelluda y el cráneo. ● La fijación de la piel a la
aponeurosis epicraneal mantiene juntos los bordes de las heridas superficiales; en cambio, las heridas que
perforen dicha aponeurosis se abren ampliamente. ● Después de un traumatismo craneal puede
acumularse sangre en el espacio areolar, profundo a la aponeurosis.
Músculos de la cara y la piel cabelluda. Los músculos faciales desempeñan papeles importantes
como dilatadores y esfínteres de las puertas de entrada de los sistemas alimentario (digestivo), respiratorio
y visual (hendiduras bucal y ocular, y narinas), al controlar lo que entra, y algo de lo que sale, del
organismo. ● Otros músculos faciales ayudan a los músculos de la masticación, para lo cual mantienen el
alimento entre los dientes al masticar. ● Las partes carnosas de la cara (párpados, mejillas) forman
paredes para la contención dinámica de las órbitas y la cavidad bucal. ● Todos los músculos faciales
derivan del segundo arco faríngeo; por lo tanto, reciben inervación del nervio de este arco, el nervio facial
(NC VII). ● Los músculos faciales son subcutáneos, la mayoría con un origen esquelético y una inserción
cutánea. ● La cara carece de la fascia profunda que se halla presente en otros lugares del organismo.
Inervación de la cara y la piel cabelluda. La cara es muy sensible. Recibe inervación sensitiva de las
tres divisiones del nervio trigémino (NC V). ● Los principales ramos terminales de cada división llegan al
tejido subcutáneo de cada lado de la cara a través de tres forámenes que se hallan alineados verticalmente.
● Cada división inerva una determinada zona sensitiva, de modo similar a los dermatomas, pero sin que
haya solapamiento de los nervios adyacentes; por lo tanto, las lesiones dan lugar a unas áreas de
parestesia distintas y definidas. ● Las divisiones del NC V aportan sensibilidad no sólo a la piel
superficial de la cara sino también a las mucosas profundas de los sacos conjuntivales, la córnea, la
cavidad nasal y los senos paranasales, así como a la cavidad y el vestíbulo bucales. ● La piel que cubre el
ángulo de la mandíbula está inervada por el nervio auricular mayor, un ramo del plexo cervical. ● Ocho
nervios aportan sensibilidad a la piel cabelluda: anteriormente a la oreja mediante ramos procedentes de
las tres divisiones del NC V, y posteriormente a la oreja mediante ramos de los nervios espinales
cervicales. ● El nervio facial (NC VII) es el nervio motor de la cara; inerva todos los músculos de la
expresión facial, así como el platisma, el vientre occipital del occipitofrontal y los músculos de la oreja
que no forman parte propiamente de la cara. ● Estos músculos reciben inervación del NC VII
principalmente por cinco ramos del plexo nervioso parotídeo.
Vascularización de la cara y la piel cabelluda. La cara y la piel cabelluda están muy vascularizadas.
Las ramas terminales de las arterias de la cara se anastomosan libremente (incluso con anastomosis a
través de la línea media con sus homólogas contralaterales). Por lo tanto, las hemorragias por heridas de
la cara pueden ser difusas, pues el vaso seccionado sangra por ambos extremos. ● La mayoría de las
arterias de la cara son ramas, o derivan de ramas, de la arteria carótida externa; las arterias que se originan
en la arteria carótida interna que irrigan la frente constituyen excepciones. ● La principal arteria de la cara
es la arteria facial. ● Las arterias de la piel cabelluda se hallan firmemente inmersas en el tejido conectivo
denso que cubre la aponeurosis epicraneal. Por lo tanto, cuando se lesionan, estas arterias sangran desde
ambos extremos, al igual que las arterias de la cara, pero son menos capaces de contraerse o retraerse que
otros vasos superficiales; a consecuencia de ello, las hemorragias son profusas.
Las venas de la cara y la piel cabelluda acompañan en general a las arterias y proporcionan un drenaje
venoso principalmente superficial. ● Sin embargo, también se anastomosan con el plexo venoso
pterigoideo y con los senos venosos de la duramadre a través de venas emisarias, lo que constituye una
vía potencialmente peligrosa para la diseminación de las infecciones. ● La mayoría de los nervios y vasos
de la piel cabelluda discurren verticalmente hacia el vértice; así pues, una herida horizontal puede
producir más daño vasculonervioso que una vertical.
El drenaje linfático de la mayor parte de la cara sigue el drenaje venoso hasta los nódulos linfáticos
que rodean la base de la parte anterior de la cabeza (nódulos submandibulares, parotídeos y cervicales
superficiales). ● Una excepción a esta norma es el drenaje linfático de la parte central del labio y el
mentón, que inicialmente drena en los nódulos linfáticos submentonianos. Todos los nódulos de la cara
drenan a su vez en los nódulos linfáticos cervicales profundos.
MENINGES CRANEALES
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Las meninges craneales son unas coberturas membranosas del encéfalo que se hallan
inmediatamente por dentro del cráneo (figs. 8-15 A y 8-28). Las meninges craneales:
Protegen el encéfalo.
Constituyen la trama de soporte de arterias, venas y senos venosos.
Engloban una cavidad llena de líquido, el espacio subaracnoideo, que es vital
para la función normal del encéfalo.
Las meninges están compuestas por tres capas de tejido conectivo membranoso
(fig. 8-28 A, B y D):
Duramadre
La duramadre craneal es una membrana bilaminar, densa y gruesa; se denomina
también paquimeninge (fig. 8-28 A). Está adherida a la tabla interna de la calvaria.
Las dos capas de la duramadre craneal son una capa perióstica externa, formada por
el periostio que cubre la superficie interna de la calvaria, y una capa meníngea
interna, o membrana fibrosa fuerte que se continúa en el foramen magno con la
duramadre espinal que cubre la médula espinal.
La capa perióstica externa de la duramadre se adhiere a la superficie interna del
cráneo; su fijación es intensa a lo largo de las suturas y en la base del cráneo (Haines,
2013). La capa perióstica externa se continúa en los forámenes craneales con el
periostio de la superficie externa de la calvaria (fig. 8-28 C). Esta capa externa no
continúa con la duramadre de la médula espinal, que consta sólo de la capa meníngea.
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FIGURA 8-28. Meninges y relación con la calvaria, el encéfalo y la médula espinal. A) La duramadre y el
espacio subaracnoideo (lila) rodean el encéfalo y se continúan con los que rodean la médula espinal. B) Las
dos capas de la duramadre se separan para formar los senos venosos de la duramadre, como el seno sagital
superior. Las granulaciones aracnoideas sobresalen a través de la capa meníngea de la duramadre en los senos
venosos de la duramadre y transfieren líquido cerebroespinal (LCE) al sistema venoso. C) El espacio epidural
espinal normal (extradural) lleno de grasa y venas no se continúa con el espacio epidural craneal potencial o
patológico. La duramadre craneal tiene dos capas, mientras que la duramadre espinal sólo tiene una. D) Se ha
retirado la calvaria para mostrar la capa externa (perióstica) de la duramadre. En el plano medio, se ha cortado
y retirado una parte del grueso techo del seno sagital superior; lateralmente se reflejan partes del delgado
techo de dos lagunas laterales (L), para mostrar las abundantes granulaciones aracnoideas, que son las
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El borde anteromedial cóncavo del tentorio del cerebelo es libre y presenta una
hendidura denominada incisura del tentorio, a través de la cual el tronco del
encéfalo (mesencéfalo, puente y médula oblongada) se extiende desde la fosa craneal
posterior hasta la fosa craneal media (fig. 8-31 A y B).
La falce del cerebelo es un repliegue vertical de la duramadre que se sitúa
inferior al tentorio del cerebelo en la parte posterior de la fosa craneal posterior (figs.
8-29 y 8-30). Está unida a la cresta occipital interna y separa parcialmente los
hemisferios del cerebelo.
El diafragma de la silla, el menor de los repliegues de la duramadre, es una
lámina circular de duramadre que está suspendida entre los procesos clinoides,
formando un techo incompleto sobre la fosa hipofisaria en el esfenoides (fig. 8-29 A).
El diafragma de la silla cubre la hipófisis en esta fosa y tiene una abertura para el
paso del infundíbulo y las venas hipofisarias.
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FIGURA 8-29. Repliegues (reflexiones) y senos venosos de la duramadre. Se muestra el lado izquierdo
tras la bisección de la cabeza. A) En el plano medio se orientan verticalmente dos repliegues (septos) de la
duramadre en forma de falce: la falce del cerebro y la falce del cerebelo; horizontalmente se sitúan dos
pliegues a modo de techo: el tentorio del cerebelo y el diafragma de la silla. B) Senos venosos de la duramadre
y sus comunicaciones cercanas a la línea media.
El seno sagital inferior es mucho más pequeño que el seno sagital superior (fig.
8-29). Discurre por el borde libre cóncavo inferior de la falce del cerebro y finaliza en
el seno recto. El seno recto está formado por la unión del seno sagital inferior con la
vena cerebral magna. Discurre inferoposteriormente a lo largo de la línea de unión de
la falce del cerebro con el tentorio del cerebelo, donde se une a la confluencia de los
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senos.
FIGURA 8-30. Interior de la base del cráneo. La protuberancia occipital interna se forma en relación con la
confluencia de los senos (fig. 8-31 A), y los surcos se forman en la base del cráneo por los senos venosos de la
duramadre (p. ej., seno sigmoideo). El tentorio del cerebelo se fija a lo largo de la longitud de los senos
transversos y petrosos superiores (línea de trazos).
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FIGURA 8-31. Senos venosos de la duramadre. La sangre del encéfalo drena en los senos de la duramadre.
A) Se ha retirado el encéfalo y parte de la calvaria para mostrar los senos relacionados con la falce del cerebro
y el tentorio del cerebelo. B) La vista del interior de la base del cráneo muestra la mayoría de las
comunicaciones de los senos cavernosos (la comunicación inferior con el plexo venoso pterigoideo es una
excepción notable) y el drenaje de la confluencia de los senos. Las venas oftálmicas drenan en los senos
cavernosos. C) La orientación y la colocación de esta sección de los senos cavernosos y el cuerpo del
esfenoides se indican en las partes A y B. El seno cavernoso se sitúa de forma bilateral en la cara lateral del
cuerpo hueco del esfenoides y la fosa hipofisaria. Las arterias carótidas internas, que presentan ángulos
agudos, se han cortado dos veces. Inferiormente se han seccionado las partes cavernosas de las arterias a su
paso anteriormente a lo largo del surco carotídeo hacia el ángulo agudo de la arteria (algunos radiólogos
denominan a este ángulo «sifón carotídeo»); superiormente, las partes cerebrales de las arterias están
seccionadas al pasar posteriormente desde el ángulo para unirse al círculo arterial del cerebro.
Los senos petrosos superiores discurren desde los extremos posteriores de las
venas que componen los senos cavernosos hasta los senos transversos en el punto
donde estos senos se incurvan inferiormente para formar los senos sigmoideos (fig. 8-
32 B). Cada seno petroso superior está situado en el borde de adhesión anterolateral
del tentorio del cerebelo, que se une al borde superior (cresta) de la porción petrosa
del hueso temporal (v. fig. 8-30).
Los senos petrosos inferiores también comienzan en el extremo posterior de
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cada seno cavernoso (fig. 8-31 A y B). Cada seno petroso inferior discurre por un
surco situado entre la porción petrosa del hueso temporal y la porción basilar del
hueso occipital (v. fig. 8-30). El seno petroso inferior drena el seno cavernoso
directamente en la transición del seno sigmoideo a la vena yugular interna en el
foramen yugular (fig. 8-31 B). El plexo basilar conecta los senos petrosos inferiores
y comunica inferior-mente con el plexo venoso vertebral interno (figs. 8-29 B y 8-
33).
FIGURA 8-32. Proyección de máxima intensidad que muestra una venografía por RM de los senos
venosos durales y las venas cerebrales. Cuando existe sospecha de trombosis venosa intracraneal se pueden
observar los senos venosos durales y las venas cerebrales utilizando técnicas de RM que no requieren la
inyección de material de contraste. La señal brillante (blanca) está producida por la sangre venosa en los senos
y las venas.
Venas emisarias conectan los senos venosos de la duramadre con venas situadas
fuera del cráneo. Aunque carecen de válvulas y la sangre puede fluir en ambas
direcciones, el flujo en las venas emisarias habitualmente se aleja del encéfalo. El
tamaño y el número de las venas emisarias son variables; muchas pequeñas venas no
tienen nombre. Una vena emisaria frontal está presente en los niños y algunos
adultos. Atraviesa el foramen ciego del cráneo y conecta el seno sagital superior con
las venas del seno frontal y las cavidades nasales. Una vena emisaria parietal, que
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VASCULARIZACIÓN DE LA DURAMADRE
Las arterias de la duramadre aportan más sangre a la calvaria que a la duramadre.
El mayor de estos vasos, la arteria meníngea media, es una rama de la arteria
maxilar (v. fig. 8-28 D). Transcurre por la fosa craneal media a través del foramen
espinoso (v. fig. 8-30), discurre lateralmente en la fosa y gira superoanteriormente
sobre el ala mayor del esfenoides, donde se divide en las ramas anterior y posterior
(v. fig. 8-28 D). La rama frontal de la arteria meníngea media discurre
superiormente al pterión y luego se incurva posteriormente para ascender hacia el
vértice del cráneo. La rama parietal de la arteria meníngea media discurre
posterosuperiormente y se ramifica sobre la cara posterior del cráneo. Pequeñas áreas
de la duramadre reciben irrigación de otras arterias: ramas meníngeas de las arterias
oftálmicas, ramas de las arterias occipitales y pequeñas ramas de las arterias
vertebrales.
FIGURA 8-33. Disección profunda de la región suboccipital. El sistema venoso vertebral externo cuenta
con numerosas intercomunicaciones y conexiones, algunas de las cuales se muestran aquí. Superiormente, el
sistema se comunica con las venas de la piel cabelluda y los senos venosos intracraneales, a través del
foramen magno, los forámenes mastoideos y los conductos condíleos. En sentido anteromedial, pasa entre las
láminas y por los forámenes intervertebrales, para comunicarse con el plexo venoso vertebral interno y las
venas que rodean la arteria vertebral.
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INERVACIÓN DE LA DURAMADRE
La duramadre, que cubre la fosa craneal anterior y media y forma el tentorio (techo)
sobre la fosa craneal posterior, está inervada por ramos meníngeos que surgen directa
o indirectamente del nervio trigémino (NC V) (fig. 8-34). Existen tres divisiones del
NC V (NC V1, NC V2 y NC V3), cada una de las cuales aporta uno o varios ramos
meníngeos. Los ramos meníngeos anteriores de los nervios etmoidales (NC V1) y
los ramos meníngeos de los nervios maxilar (NC V2) y mandibular (NC V3)
inervan la duramadre de la fosa craneal anterior. Los dos últimos nervios inervan
también la duramadre de la fosa craneal media (fig. 8-34 B). Los ramos meníngeos de
NC V2 y NC V3 se distribuyen en forma de plexos periarteriales que acompañan a las
ramas de la arteria meníngea media (fig. 8-34 A, recuadro).
La duramadre que forma el tentorio de la fosa craneal posterior (tentorio del
cerebelo) y la parte posterior de la falce del cerebro está inervada por el nervio
tentorial (un ramo del nervio oftálmico), mientras que la parte anterior de la falce del
cerebro es inervada por ramos ascendentes de los ramos meníngeos anteriores (fig. 8-
34 A). La duramadre de la fosa craneal posterior recibe fibras sensitivas de los
ganglios espinales de C2 y C3, vehiculadas por dichos nervios espinales o por fibras
transferidas a ellos y que discurren centralmente con los nervios vago (NC X) e
hipogloso (NC XII). Las terminaciones sensitivas son más numerosas en la
duramadre a lo largo de ambos lados del seno sagital superior en el tentorio del
cerebelo que en las fosas del cráneo.
Las fibras de la sensibilidad dolorosa son más numerosas allí donde las arterias y
las venas discurren por la duramadre. El dolor de origen dural es en general referido,
percibido como una cefalea iniciada en las regiones cutáneas o mucosas inervadas por
el nervio cervical o la división del trigémino implicada.
Aracnoides y piamadre
La aracnoides y la piamadre (leptomeninges) se desarrollan a partir de una capa
única de mesénquima que rodea al encéfalo embrionario, y se convierten en las partes
parietal (aracnoides) y visceral (piamadre) de la leptomeninge (fig. 8-35). La
procedencia de la aracnoides-piamadre de una capa embrionaria única viene indicada
en el adulto por las numerosas trabéculas aracnoideas existentes entre la aracnoides
y la piamadre, que semejan una telaraña y otorgan su nombre a la aracnoides. Las
trabéculas se componen de fibroblastos aplanados de formas irregulares que hacen de
puente en el espacio subaracnoideo (Haines, 2013). La aracnoides y la piamadre están
en continuidad inmediatamente proximal a la salida de cada nervio craneal desde la
duramadre. La aracnoides contiene fibroblastos, fibras de colágeno y algunas fibras
elásticas. Aunque delgada, la aracnoides es lo suficientemente densa como para poder
manejarla con pinzas.
La aracnoides avascular, pese a que está estrechamente adosada a la capa
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FIGURA 8-35. Leptomeninges. La sección frontal (arriba) indica la localización del bloque tisular (abajo).
El espacio subaracnoideo separa las dos capas de las leptomeninges, la aracnoides y la piamadre. La presión
del LCE mantiene la aracnoides en aposición con la capa meníngea de la duramadre, y en la región del seno
sagital superior y de las lagunas venosas adyacentes (fig. 8-28 D) las granulaciones aracnoideas se proyectan a
través de la duramadre en el seno venoso de esta lleno de sangre.
CUADRO CLÍNICO
CAVIDAD CRANEAL Y MENINGES
Fractura del pterión
La fractura del pterión es potencialmente mortal por su localización
suprayacente a las ramas anteriores de los vasos meníngeos medios,
situadas en surcos sobre la cara interna de la pared lateral de la calvaria (v. fig.
C8-30). El pterión se halla a dos traveses de dedo superiormente al arco
cigomático, y a un través de pulgar posteriormente al proceso frontal del hueso
cigomático (fig. C8-16 A). Un golpe potente en el lado de la cabeza puede
fracturar los delgados huesos que forman el pterión (v. fig. 8-4 A) y desgarrar la
rama anterior de la arteria meníngea media, que cruza el pterión (fig. C8-16 B).
El hematoma resultante ejerce presión sobre la corteza cerebral subyacente (fig.
8-19 A). Una hemorragia de la arteria meníngea media que no se trate puede
ocasionar la muerte en unas pocas horas.
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interlaminares que alojan los senos venosos de la duramadre, que reciben el drenaje venoso del encéfalo
y, a su vez, drenan principalmente en la vena yugular interna.
Leptomeninge. La aracnoides y la piamadre son capas continuas, parietal y visceral respectivamente,
de la leptomeninge que rodea el espacio subaracnoideo lleno de LCE. ● La aracnoides y la piamadre están
conectadas entre sí por finas trabéculas que atraviesan el espacio subaracnoideo. ● El espacio
subaracnoideo de la cavidad craneal continúa con el del conducto vertebral. ● La aracnoides normalmente
está adosada a la superficie interna de la duramadre por la presión que ejerce el LCE. ● La piamadre
reviste íntimamente el tejido neural y sus vasos superficiales; discurre profundamente a lo largo de los
vasos a la entrada o salida de estos del sistema nervioso central.
Vasos y nervios de las meninges. Las meninges craneales reciben irrigación sanguínea
principalmente de las ramas meníngeas medias de las arterias maxilares. ● La duramadre recibe
inervación sensitiva de los ramos meníngeos de las tres divisiones del nervio trigémino, y fibras del
ganglio espinal C2.
Espacios meníngeos
De los tres «espacios» meníngeos que suelen mencionarse habitualmente en relación
con las meninges craneales, sólo uno de ellos existe realmente en ausencia de
patología:
ENCÉFALO
El encéfalo es el encargado de controlar y coordinar casi todas las funciones del
cuerpo. Es el órgano que elevó a la humanidad a la cima del mundo animal. Es una
estructura delicada que está encerrada en un cráneo rígido; sin embargo, puede
dañarse con un golpe en la cabeza, comprimirse por un tumor o privarse de oxígeno
por una fuga o coágulo de sangre en una de las arterias cerebrales.
Como el encéfalo suele estudiarse detalladamente por separado en un curso de
neuroanatomía, en un curso típico de anatomía tan sólo se realiza una descripción
superficial de su estructura macroscópica, con la atención dirigida sobre todo a la
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IX, X y XII están asociados con la médula oblongada, mientras que los NC VI-
VIII se asocian con la unión entre el puente y la médula oblongada.
El cerebelo es la gran masa encefálica que se sitúa posterior al puente y a la
médula oblongada, e inferior a la porción posterior del cerebro (fig. 8-36 A, C y
D). Se encuentra bajo el tentorio del cerebelo en la fosa craneal posterior y está
constituido por dos hemisferios laterales unidos por una estrecha porción media,
el vermis.
FIGURA 8-36. Estructuras del encéfalo. A) Superficie del cerebro mostrando los giros (circunvoluciones) y
los surcos de la corteza cerebral. B) Los lóbulos cerebrales se identifican por colores. Mientras que el lóbulo
frontal y los límites anteriores de los lóbulos parietal y temporal del cerebro están claramente señalados por
surcos, la identificación de los límites posteriores de este último y del lóbulo occipital es menos clara
externamente. C) Superficie medial del cerebro y partes más profundas del encéfalo (diencéfalo y tronco del
encéfalo) tras su bisección. En la cara medial del cerebro se observa el surco parietooccipital, que delimita los
lóbulos parietal y occipital. D) Partes del tronco del encéfalo.
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(figs. 8-37 y 8-38). El LCE, secretado en gran parte por los plexos coroideos de los
ventrículos, llena estas cavidades encefálicas y el espacio subaracnoideo del encéfalo
y la médula espinal.
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FIGURA 8-37. Ventrículos, espacios subaracnoideos y cisternas. A) Sistema ventricular y circulación del
LCE. El LCE se produce fundamentalmente en los plexos coroideos de los ventrículos laterales, 3.º y 4.º. Los
plexos de los ventrículos laterales son los de mayor tamaño e importancia. B) Las cisternas subaracnoideas,
regiones extendidas del espacio subaracnoideo, contienen cantidades más notables de LCE.
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Los ventrículos laterales (1.er y 2.º ventrículos) son las mayores cavidades del
sistema ventricular y ocupan grandes áreas de los hemisferios cerebrales. Cada
ventrículo lateral se abre en el 3.er ventrículo a través de un foramen
interventricular. El 3.er ventrículo, una cavidad en forma de hendidura entre las
mitades derecha e izquierda del diencéfalo, se continúa posteroinferiormente con el
acueducto mesencefálico (cerebral), un estrecho conducto en el mesencéfalo que
conecta los ventrículos 3.º y 4.º (figs. 8-36 C y 8-37 A y B).
El 4.º ventrículo, de forma piramidal, que se sitúa en la porción posterior del
puente y la médula oblongada, se extiende inferoposteriormente. Inferiormente se
adelgaza en forma de estrecho conducto que se continúa en el interior de la médula
espinal cervical como conducto central (fig. 8-37 A). El LCE drena desde el 4.º
ventrículo en el espacio subaracnoideo a través de una única abertura media y dos
aberturas laterales. Estas aberturas son las únicas a través de las cuales el LCE
drena en el espacio subaracnoideo. Si se bloquean, se acumula el LCE y los
ventrículos se distienden y comprimen los hemisferios cerebrales.
FIGURA 8-38. RM transversal del encéfalo. Se observa de color blanco brillante el LCE que rodea al
encéfalo, extendiéndose en los surcos y fisuras, y ocupando los ventrículos.
CISTERNAS SUBARACNOIDEAS
Aunque no es exacto afirmar que el encéfalo «flota» en el LCE, en realidad tiene unas
uniones mínimas con el neurocráneo. En ciertas áreas de la base del encéfalo, la
aracnoides y la piamadre se hallan ampliamente separadas por las cisternas
subaracnoideas (fig. 8-37 B), que contienen LCE, y por estructuras de tejidos blandos
que «anclan» el encéfalo, como las trabéculas aracnoideas, los vasos y, en algunos
casos, las raíces de los nervios craneales. Las cisternas suelen denominarse según las
estructuras relacionadas con ellas.
Las principales cisternas subaracnoideas intracraneales son:
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entre el cerebelo y la médula oblongada, recibe el LCE desde las aberturas del
4.º ventrículo. Está dividida en la cisterna cerebelomedular (cerebelobulbar)
posterior (cisterna magna) y la cisterna cerebelomedular (cerebelobulbar)
lateral.
La cisterna pontocerebelosa (cisterna pontina), un extenso espacio ventral al
puente, que se continúa inferiormente con el espacio subaracnoideo espinal.
La cisterna interpeduncular (cisterna basal), ubicada en la fosa
interpeduncular entre los pedúnculos cerebrales del mesencéfalo.
La cisterna quiasmática (cisterna del quiasma óptico), inferior y anterior al
quiasma óptico, lugar de cruce o decusación de las fibras de los nervios ópticos.
La cisterna cuadrigémina (cisterna de la vena cerebral magna), localizada
entre la porción posterior del cuerpo calloso y la cara superior del cerebelo;
contiene porciones de la vena cerebral magna (v. figs. 8-29 y 8-31 A y B).
La cisterna ambiens, localizada sobre la cara lateral del mesencéfalo, se
continúa posteriormente con la cisterna cuadrigémina (no ilustrado).
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FIGURA 8-39. Arterias que irrigan el encéfalo. Las dos arterias carótidas internas proporcionan
bilateralmente un abundante aporte de sangre rica en oxígeno.
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inferior del mesencéfalo, entre los pedúnculos cerebrales (figs. 8-42 y 8-43).
ARTERIAS VERTEBRALES
Las arterias vertebrales comienzan en la raíz del cuello (las porciones prevertebrales
de las arterias vertebrales) como las primeras ramas de la primera porción de las
arterias subclavias (fig. 8-39). Las dos arterias vertebrales suelen tener tamaños
desiguales: la izquierda es de mayor calibre que la derecha. Las porciones cervicales
de las arterias vertebrales ascienden a través de los forámenes transversos de las
seis primeras vérte-bras cervicales. Las porciones atloideas de las arterias
vertebrales (en relación con el atlas, vértebra C1) perforan la duramadre y la
aracnoides, y atraviesan el foramen magno. Las porciones intracraneales de las
arterias vertebrales se unen en el borde caudal del puente para formar la arteria
basilar (figs. 8-39, 8-42 y 8-43 C). El sistema arterial vertebrobasilar y sus ramas a
menudo se denominan clínicamente circulación posterior del encéfalo.
La arteria basilar, así llamada por su estrecha relación con la base del cráneo,
asciende por el clivus, la superficie inclinada desde el dorso de la silla hasta el
foramen magno, a través de la cisterna pontocerebelosa hasta el borde superior del
puente. Finaliza al dividirse en las dos arterias cerebrales posteriores.
FIGURA 8-40. Trayecto de la arteria carótida interna. El esquema orientativo (izquierda) indica el plano
de la sección frontal que forma una intersección con el conducto carotídeo (derecha). La porción cervical de la
arteria carótida interna asciende verticalmente por el cuello hasta la entrada del conducto carotídeo en la
porción petrosa del temporal. La porción petrosa de la arteria gira horizontal y medialmente en el conducto
carotídeo, hacia el vértice de la porción petrosa del temporal. Surge del conducto carotídeo a través del
foramen rasgado, cubierto en vida por cartílago, y entra en la cavidad craneal. La arteria discurre sobre el
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cartílago y, a continuación, la porción cavernosa de la arteria discurre a lo largo del surco carotídeo en la cara
lateral del cuerpo del esfenoides, atravesando el seno cavernoso. Inferiormente al proceso clinoides anterior, la
arteria realiza un giro de 180°, dirigiéndose su porción cerebral posteriormente para unirse al círculo arterial
del cerebro (figs. 8-42 y 8-43 C).
ARTERIAS CEREBRALES
Además de aportar ramas a las porciones más profundas del encéfalo, las ramas
corticales de las arterias cerebrales irrigan una superficie y un polo del cerebro (figs.
8-41 y 8-43 A y B; tabla 8-7). Las ramas corticales de:
Los diversos componentes del círculo arterial del cerebro emiten numerosas
ramas al encéfalo.
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FIGURA 8-42. Base del encéfalo y círculo arterial del cerebro. Las arterias carótidas internas y basilar
convergen, se dividen y se anastomosan para formar el círculo arterial del cerebro (de Willis). Se ha retirado el
polo temporal izquierdo para mostrar la arteria cerebral media en el surco lateral del cerebro. Se han separado
los lóbulos frontales para exponer las arterias cerebrales anteriores.
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CUADRO CLÍNICO
ENCÉFALO
Traumatismos cerebrales
La conmoción cerebral es una pérdida brusca de la consciencia, de breve
duración, justo después de un traumatismo craneal. Esta pérdida de
consciencia puede durar sólo unos 10 s, como ocurre en un fuera de combate en
el boxeo. Cuando el traumatismo es más grave, como en un accidente de
automóvil, la inconsciencia puede durar horas e incluso días. Si el sujeto recupera
la consciencia en el plazo de 6 h, el pronóstico a largo plazo es excelente (Louis,
2016); si el coma dura más de 6 h, suele haber lesiones del tejido cerebral.
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Puntos fundamentales
ENCÉFALO
Partes del encéfalo. Los dos hemisferios de la corteza cerebral, separados por la falce del cerebro, son
los rasgos dominantes del encéfalo humano. ● Aunque el patrón de giros y surcos es muy variable, otras
características del encéfalo, incluido su tamaño global, son muy constantes de un sujeto a otro. ● A
efectos descriptivos, cada hemisferio cerebral está dividido en cuatro lóbulos que están relacionados con
los huesos suprayacentes homónimos, aunque los límites de unos y otros no coinciden. ● El diencéfalo
constituye el núcleo central del encéfalo. El mesencéfalo, el puente y la médula oblongada componen el
tronco del encéfalo; la médula oblongada se continúa con la médula espinal. ● El cerebelo es la masa
encefálica subtentorial que ocupa la fosa craneal posterior.
Ventrículos del encéfalo. En el centro de cada hemisferio cerebral hay un ventrículo lateral; por lo
demás, el sistema ventricular del encéfalo es impar y está constituido por formaciones medias que se
comunican con el espacio subaracnoideo que rodea al encéfalo y a la médula espinal. ● Los plexos
coroideos secretan el LCE al interior de los ventrículos, y el líquido sale de ellos hacia el espacio
subaracnoideo. ● El LCE es absorbido hacia el sistema venoso, normalmente al mismo ritmo con que se
produce, a través de las granulaciones aracnoideas relacionadas con el seno sagital superior.
Irrigación arterial y drenaje venoso del encéfalo. El aporte continuo de oxígeno y nutrientes es
esencial para las funciones del encéfalo. ● El encéfalo recibe un doble aporte de sangre desde las ramas
cerebrales de las arterias carótidas internas y vertebrales. ● Las anastomosis entre estas arterias
constituyen el círculo arterial del cerebro. ● También existen anastomosis entre las ramas de las tres
arterias cerebrales sobre la superficie del cerebro. ● En el adulto, si se bloquea una de las cuatro arterias
que llevan sangre al encéfalo, las restantes no suelen ser capaces de aportar una circulación colateral
suficiente; por lo tanto, se produce un trastorno del flujo sanguíneo cerebral (isquemia) y un ictus
isquémico. ● El drenaje venoso del encéfalo se produce a través de los senos venosos de la duramadre y
las venas yugulares internas.
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FIGURA 8-44. Órbitas y ubicación en ellas de los bulbos oculares. A) Obsérvese la disposición de las
órbitas entre sí y con respecto a los ejes ópticos (línea de mirada). Las órbitas están separadas por celdillas
etmoidales y la parte superior del septo y la cavidad nasal. B) Paredes óseas de la órbita. La vista anterolateral
ofrece una imagen de la órbita y el vértice, que se encuentran en el plano sagital y no se aprecian bien en la
vista anterior.
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SISTEMA NERVIOSO
El sistema nervioso permite al organismo reaccionar frente a los continuos cambios
que se producen en el medio ambiente y en el medio interno. Además, controla e
integra las diversas actividades del organismo, como la circulación y la respiración.
Con fines descriptivos, el sistema nervioso se divide:
Las neuronas son las unidades estructurales y funcionales del sistema nervioso,
especializadas para una rápida comunicación (figs. 1-28 y 1-29). Una neurona
se compone del cuerpo celular, con prolongaciones (extensiones) denominadas
dendritas y un axón, que llevan los impulsos hacia y desde el cuerpo celular,
respectivamente. La mielina, capas de sustancias lipídicas y proteicas, forma
una vaina de mielina en torno a algunos axones, lo que aumenta
considerablemente la velocidad de conducción de los impulsos. Dos tipos de
neuronas constituyen la mayoría de las existentes en el SNC (y en particular en
el SNP) (fig. 1-28):
1. Las neuronas motoras multipolares poseen dos o más dendritas y un
solo axón, que puede tener uno o más ramos colaterales. Son el tipo más
habitual de neurona en el sistema nervioso (SNC y SNP). Todas las
neuronas motoras que controlan los músculos esqueléticos y las que
componen el SNA son neuronas multipolares.
2. Las neuronas sensitivas seudomonopolares poseen una corta
prolongación, aparentemente única (pero en realidad doble), que se
extiende desde el cuerpo celular. Esta prolongación común se separa en
una prolongación periférica, que conduce los impulsos desde el órgano
receptor (p. ej., sensores del tacto, el dolor o la temperatura en la piel)
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FIGURA 1-28. Neuronas. Se muestran los principales tipos de neuronas. A) Neuronas motoras multipolares.
Todas las motoneuronas que controlan la musculatura esquelética y las que constituyen el SNA son neuronas
multipolares. B) Excepto para algunos sentidos especiales (p. ej., el olfato y la vista), todas las neuronas
sensitivas del SNP son seudomonopolares con cuerpos celulares localizados en los ganglios sensitivos.
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FIGURA 1-29. Sinapsis entre neuronas motoras multipolares. Una neurona influye en otras neuronas en
las sinapsis. Recuadro: estructura detallada de una sinapsis axodendrítica. Los neurotransmisores difunden a
través de la hendidura sináptica entre las dos células y se unen a los receptores.
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FIGURA 1-30. Organización básica del sistema nervioso. El SNC está formado por el encéfalo y la médula
espinal. El SNP está formado por nervios y ganglios. Los nervios pueden ser craneales o espinales, o
derivados de ellos. Excepto en la región cervical, cada nervio espinal se designa con la misma letra y
numeración que la vértebra en cuyo borde superior se ha formado. En la región cervical, cada nervio espinal
recibe la misma letra y numeración que la vértebra en cuyo borde inferior se ha formado. El nervio espinal C8
sale entre las vértebras C7 y T1. Las intumescencias cervical y lumbar de la médula espinal se producen en
relación con la inervación de los miembros.
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FIGURA 1-31. Médula espinal y meninges. La duramadre y la aracnoides han sido seccionadas para mostrar
las raíces anteriores y posteriores y el ligamento dentado (un engrosamiento bilateral, longitudinal y dentado
de la piamadre que fija la médula en el centro del conducto vertebral). La médula espinal está seccionada para
mostrar los cuernos (astas) de sustancia gris. Las meninges se extienden a lo largo de las raíces nerviosas y
después se fusionan con el epineuro en el punto donde la raíz anterior y la posterior se juntan, formando la
vaina dural que encierra los ganglios sensitivos de las raíces posteriores de los nervios espinales.
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FIGURA 1-32. Fibras nerviosas mielinizadas y amielínicas. Las fibras nerviosas mielinizadas tienen una
vaina compuesta por una serie continua de células del neurilema (de Schwann) que rodean el axón y forman
una serie de segmentos de mielina. Las múltiples fibras amielínicas están individualmente incluidas dentro de
una única célula del neurilema que no produce mielina.
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Los nervios son bastante fuertes y resistentes, porque sus fibras reciben soporte y
protección de tres coberturas de tejido conectivo:
1. Endoneuro, tejido conectivo fino que rodea íntimamente las células del
neurilema y los axones.
2. Perineuro, una capa de tejido conectivo denso que engloba un fascículo de
fibras nerviosas y constituye una eficaz barrera contra las sustancias extrañas
que pudieran penetrar en dichas fibras.
3. Epineuro, una lámina gruesa de tejido conectivo que rodea y engloba un haz de
fascículos, y forma la cobertura más externa del nervio; incluye tejido adiposo,
vasos sanguíneos y linfáticos.
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FIGURA 1-33. Disposición y cubiertas de las fibras nerviosas mielinizadas. Los nervios constan de haces
de fibras nerviosas, las capas de tejido conectivo que las mantienen juntas, y los vasos sanguíneos (vasa
nervorum) que las irrigan. Todos los nervios, excepto los más pequeños, están dispuestos en haces
denominados fascículos.
TIPOS DE NERVIOS
El SNP se continúa anatómica y operativamente con el SNC (fig. 1-30). Sus fibras
aferentes (sensitivas) llevan los impulsos nerviosos al SNC, procedentes de los
órganos de los sentidos (p. ej., el ojo) y de los receptores sensitivos de diversas partes
del cuerpo (p. ej., en la piel). Sus fibras eferentes (motoras) conducen los impulsos
nerviosos desde el SNC a los órganos efectores (músculos y glándulas).
Los nervios se dividen en craneales o espinales, o derivados de ellos (fig. 1-30):
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Los nervios craneales salen de la cavidad craneal a través de los forámenes del
cráneo, y se identifican por su nombre descriptivo (p. ej., «nervio troclear») o
por un número romano (p. ej., «NC IV»). Sólo 11 de los 12 pares de nervios
craneales se originan en el encéfalo; el par restante (NC XI) surge de la parte
superior de la médula espinal.
Los nervios espinales (segmentarios) salen de la columna vertebral a través de
los forámenes intervertebrales. Los nervios espinales surgen en pares bilaterales
desde un segmento específico de la médula espinal. Los 31 segmentos
medulares y los 31 pares de nervios que surgen de ellos se identifican por una
letra y un número (p. ej., «T4») para designar la región de la médula espinal y
su orden de superior a inferior (C, cervical; T, torácica; L, lumbar; S, sacra, y
Co, coccígea).
1. Una raíz nerviosa anterior (ventral) compuesta por fibras motoras (eferentes)
que viajan desde los cuerpos de las neuronas del cuerno (asta) anterior de la
sustancia gris medular hasta los órganos efectores periféricos.
2. Una raíz nerviosa posterior (dorsal) formada por fibras sensitivas (aferentes)
desde los cuerpos celulares en los ganglios sensitivos de los nervios espinales o
de la raíz posterior (dorsal) que se extienden periféricamente a las terminaciones
sensitivas y centralmente al cuerno (asta) posterior de la sustancia gris medular.
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FIGURA 1-34. Sustancia gris de la médula espinal, raíces y nervios espinales. Las meninges han sido
seccionadas y reflejadas para mostrar la sustancia gris en forma de H de la médula espinal, así como los filetes
radiculares y las raíces posteriores y anteriores de dos nervios espinales. Los filetes radiculares posteriores y
anteriores entran y salen de los cuernos posterior y anterior de la sustancia gris, respectivamente. Las raíces
nerviosas posterior y anterior se unen lejos del ganglio sensitivo del nervio espinal formando un nervio espinal
mixto, el cual inmediatamente se divide en un ramo posterior y uno anterior.
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FIGURA 1-35. Dermatomas y miotomas. Representación esquemática del desarrollo de los dermatomas (el
área unilateral de la piel) y miotomas (porción unilateral del músculo esquelético) que reciben la inervación de
los nervios espinales únicos. A) Período somítico intermedio (25-28 días). Distribución segmentaria de los
miotomas (B) en el período temprano de las yemas de las extremidades (unas 5 semanas) y (C) a las 6
semanas.
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posterior y anterior llevan fibras motoras y sensitivas, al igual que todas sus
ramificaciones subsiguientes. Los términos nervio motor y nervio sensitivo son casi
siempre relativos y hacen referencia a la mayoría de los tipos de fibras que componen
ese nervio. Los nervios que inervan los músculos del tronco o de los miembros
(nervios motores) contienen también un 40 % de fibras sensitivas, que conducen la
sensibilidad dolorosa y la información propioceptiva. A la inversa, los nervios
cutáneos (sensitivos) contienen fibras motoras que inervan las glándulas sudoríparas
y los músculos lisos de los vasos sanguíneos y de los folículos pilosos.
La relación entre los nervios, la piel y el músculo se establece durante el
desarrollo inicial. Ciertamente, la estructura segmentaria y la organización de los
humanos no es tan evidente como en los anélidos, pero puede constatarse durante un
período del desarrollo conocido como período somítico. Después de este período
embrionario temprano, nuestra estructura segmentaria es más evidente en el esqueleto
(vértebras y costillas), los nervios y los músculos de la región torácica.
Durante el período somítico (fig. 1-35), el tejido que dará origen a los músculos,
huesos y otros tejidos conectivos (incluyendo la dermis de la piel), tiene la apariencia
de una fila bilateral de formaciones parecidas a galletas que rodean la médula espinal
primitiva (tubo neural). Estas formaciones se denominan somitas:
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FIGURA 1-36. Dermatomas (inervación cutánea segmentaria). Los mapas de dermatomas en el cuerpo
están basados en la recopilación de datos clínicos hallados en lesiones de los nervios espinales. Este mapa se
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basa en los estudios de Foerster (1933) y refleja tanto la distribución anatómica (real) o la inervación
segmentaria como la experiencia clínica. Otro mapa, más esquemático, es el de Keegan y Garrett (1948), que
resulta atractivo por su patrón uniforme y más fácilmente extrapolable. El nervio espinal C1 carece de
componente aferente significativo y no inerva la piel; por lo tanto, no se representa ningún dermatoma C1.
Obsérvese que en el mapa de Foerster, C5-T1 y L3-S1 están distribuidos casi exclusivamente en los miembros
(es decir, tienen poca o nula representación en el tronco).
FIGURA 1-37. Distribución de los nervios espinales. Casi tan pronto como se forman por la unión de las
raíces posterior y anterior, los nervios espinales se dividen en un ramo anterior y otro posterior (primarios).
Los ramos posteriores se distribuyen en las articulaciones sinoviales de la columna vertebral, los músculos
profundos del dorso y la piel suprayacente. El área restante anterolateral del cuerpo, incluidos los miembros,
está inervada por los ramos anteriores. Los ramos posteriores y anteriores de los nervios espinales T2-T12
generalmente no se unen con los ramos de los nervios espinales adyacentes para formar plexos.
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FIGURA 1-38. Distribución de los nervios cutáneos periféricos. Los mapas de la distribución cutánea de
los nervios periféricos se basan en disecciones y están respaldados por hallazgos clínicos.
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FIGURA 1-39. Ramos anteriores de los nervios espinales y su participación en la formación de plexos.
Aunque los ramos posteriores (que no se muestran) normalmente permanecen separados de los demás y
siguen un patrón de distribución segmentaria diferenciado, la mayoría de los ramos anteriores (20 de los 31
pares) participan en la formación de plexos, los cuales están implicados principalmente en la inervación de los
miembros. Sin embargo, los ramos anteriores que únicamente se distribuyen por el tronco, en general
permanecen separados y siguen una distribución segmentaria similar a la de los ramos posteriores.
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FIGURA 1-40. Formación de los plexos. Los ramos anteriores adyacentes se unen para formar plexos en los
cuales sus fibras se intercambian y se redistribuyen, formando nuevos grupos de nervios multisegmentarios
periféricos. A) Las fibras de un único nervio espinal que entran en el plexo se distribuyen en múltiples ramos
de éste. B) Los nervios periféricos derivados del plexo contienen fibras de múltiples nervios espinales. C)
Aunque los nervios segmentarios se unen y pierden su identidad cuando la formación del plexo da como
resultado nervios periféricos multisegmentarios, se mantiene el patrón segmentario (dermatoma) de la
distribución de las fibras nerviosas.
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FIGURA 1-41. Inervación somática y visceral a través de los nervios espinales, esplácnicos y craneales.
El sistema motor somático permite movimientos voluntarios y reflejos causados por la contracción de los
músculos esqueléticos, tal como sucede cuando tocamos una plancha caliente.
Fibras somáticas:
• Fibras sensitivas generales (fibras aferentes somáticas generales), que
transmiten las sensaciones corporales al SNC; pueden ser sensaciones
exteroceptivas de la piel (dolor, temperatura, tacto y presión) o dolorosas, y
sensaciones propioceptivas de los músculos, tendones y articulaciones. Las
sensaciones propioceptivas suelen ser subconscientes y proporcionan
información sobre la posición de las articulaciones y la tensión de los
tendones y músculos. Esta información se combina con la procedente del
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aparato vestibular del oído interno para conocer la orientación espacial del
cuerpo y los miembros, independientemente de la información visual.
• Fibras motoras somáticas (fibras eferentes somáticas generales), que
transmiten impulsos a los músculos esqueléticos (voluntarios).
Fibras viscerales:
• Fibras sensitivas viscerales (fibras aferentes viscerales generales), que
transmiten las sensaciones reflejas viscerales dolorosas o subconscientes (p.
ej., información sobre distensión, gases en sangre y presión arterial) de los
órganos huecos y los vasos sanguíneos, que llegan al SNC.
• Fibras motoras viscerales (fibras eferentes viscerales generales), que
transmiten impulsos a los músculos lisos (involuntarios) y a los tejidos
glandulares. Dos tipos de fibras, presinápticas y postsinápticas, actúan
conjuntamente para conducir los impulsos del SNC a los músculos lisos o a
las glándulas.
FIGURA 1-42. Neuronas del sistema nervioso periférico. Obsérvense los tipos de neuronas implicadas en
los sistemas somático y visceral, las localizaciones generales de sus cuerpos celulares en relación con el SNC,
y sus efectores y órganos receptores.
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CUADRO CLÍNICO
SISTEMA NERVIOSO CENTRAL Y PERIFÉRICO
Lesiones del SNC
Cuando se producen lesiones en el encéfalo o en la médula espinal, en la
mayoría de los casos no se recuperan los axones lesionados. Sus muñones
cercanos comienzan a regenerarse y a enviar brotes al área lesionada; sin
embargo, este crecimiento queda bloqueado por la proliferación de astrocitos en
dicho lugar, y los brotes axonales no tardan en retraerse. A consecuencia de ello,
se produce una discapacidad permanente tras la destrucción de un tracto en el
SNC.
Rizotomía
Las raíces anteriores y posteriores son los únicos lugares donde las fibras
motoras y sensitivas están separadas. Por lo tanto, sólo ahí puede el cirujano
seccionar selectivamente uno u otro elemento funcional para aliviar el dolor
intratable o la parálisis espástica (rizotomía).
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la neurona lesionada.
La afectación de la irrigación sanguínea de un nervio por un largo período de
compresión de los vasa nervorum (v. fig. 1-33) puede producir también una
degeneración nerviosa. La isquemia (insuficiente aporte sanguíneo) prolongada
de un nervio puede originar una lesión no menos grave que la producida por el
aplastamiento, o incluso por la sección. El síndrome del sábado por la noche, así
denominado cuando un individuo con intoxicación etílica queda sin conocimiento
con un miembro colgando del brazo de un sillón o del borde de la cama, es un
ejemplo de parestesia más grave, a menudo permanente. Este proceso también
puede ocurrir por el uso prolongado de un torniquete durante una intervención
quirúrgica. Si la isquemia no es demasiado prolongada se produce un
entumecimiento duradero o parestesia. Las parestesias transitorias son familiares
para quien haya recibido la inyección de un anestésico antes de una intervención
odontológica.
Además de las clases de fibras citadas, algunos nervios craneales llevan también
fibras sensitivas especiales para determinados sentidos (olfato, vista, oído, equilibrio
y gusto). Basándose en el origen embrionario/filogenético de ciertos músculos de la
cabeza y del cuello, algunas fibras motoras conducidas por los nervios craneales a los
músculos estriados se han calificado tradicionalmente como «viscerales especiales»;
pero, como la designación es confusa y no se aplica en clínica, aquí se omitirá. Estas
fibras se designan a veces como motoras branquiales, como referencia al tejido
muscular derivado de los arcos faríngeos embrionarios.
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Las fibras nerviosas eferentes y los ganglios del SNA están organizados en dos
sistemas o divisiones: la división simpática (toracolumbar) y la división
parasimpática (craneosacra). A diferencia de las inervaciones sensitiva y motora
somática, en las cuales interviene una sola neurona en el paso de los impulsos entre el
SNC y las terminaciones sensitivas o el órgano efector, en ambas divisiones del SNA
interviene una serie de dos neuronas multipolares para conducir los impulsos desde el
SNC al órgano efector (fig. 1-42). El cuerpo celular de la primera neurona
presináptica (preganglionar) está localizado en la sustancia gris del SNC. Su fibra
(axón) establece sinapsis sólo en el cuerpo celular de una neurona postsináptica
(posganglionar), la segunda neurona de la serie. Los cuerpos celulares de estas
segundas neuronas se hallan fuera del SNC, en los ganglios autónomos, con fibras
que finalizan en el órgano efector (músculo liso, músculo cardíaco modificado o
glándulas).
La distinción anatómica entre las divisiones simpática y parasimpática del SNA
se basa principalmente en:
FIGURA 1-43. Núcleos intermediolaterales. Cada núcleo IML constituye el cuerno lateral de sustancia gris
de los segmentos medulares T1-L2 o L3, y está formado por los cuerpos celulares de las neuronas
presinápticas del sistema nervioso simpático, que se disponen somatotópicamente.
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Los cuerpos celulares de las neuronas presinápticas de la división simpática del SNA
se hallan en un solo lugar: las columnas celulares o núcleos intermediolaterales
(IML) de la médula espinal (fig. 1-43). Los núcleos IML pares (derecho e izquierdo)
forman parte de la sustancia gris de los segmentos torácicos (T1-T12) y lumbares
altos (L1-L2 o L3) de la médula espinal (de aquí la denominación alternativa
«toracolumbar» para esta división). En los cortes transversales de esta parte de la
médula espinal, los núcleos IML aparecen como pequeños cuernos laterales en la H
que forma la sustancia gris, como una prolongación de la barra transversal de la H
entre los cuernos posterior y anterior. Los núcleos IML se hallan organizados
somatotópicamente (es decir, dispuestos de tal modo que los cuerpos celulares que
intervienen en la inervación de la cabeza están situados en la parte superior, y los que
se ocupan de inervar las vísceras pelvianas y los miembros inferiores se localizan en
la parte inferior). De este modo, es posible deducir la localización de los cuerpos
celulares simpáticos presinápticos que inervan una determinada parte del cuerpo.
Los cuerpos celulares de las neuronas postsinápticas del sistema nervioso
simpático se encuentran en dos localizaciones, los ganglios paravertebrales y
prevertebrales (fig. 1-44):
Los ganglios paravertebrales están unidos para formar los troncos (cadenas)
simpáticos derecho e izquierdo a cada lado de la columna vertebral y se
extienden a lo largo de esta. El ganglio paravertebral superior (el ganglio
cervical superior de cada tronco simpático) está situado en la base del cráneo. El
ganglio impar se forma en la parte inferior, donde se unen los dos troncos a
nivel del cóccix.
Los ganglios prevertebrales se hallan en los plexos que rodean los orígenes de
las ramas principales de la aorta abdominal (de las que toman su nombre), como
los dos grandes ganglios celíacos que rodean el origen del tronco celíaco (una
arteria principal que nace de la aorta).
Debido a que son fibras motoras, los axones de las neuronas presinápticas
abandonan la médula espinal a través de las raíces anteriores y penetran en los ramos
anteriores de los nervios espinales T1-L2 o L3 (v. figs. 1-45 y 1-46). Casi
inmediatamente después de penetrar, todas las fibras simpáticas presinápticas
abandonan los ramos anteriores de estos nervios espinales y pasan a los troncos
simpáticos a través de los ramos comunicantes blancos. Dentro de los troncos
simpáticos, las fibras presinápticas siguen uno de cuatro recorridos posibles:
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prevertebrales.
FIGURA 1-44. Ganglios del sistema nervioso simpático. En el sistema nervioso simpático, los cuerpos
celulares de las neuronas postsinápticas se encuentran en los ganglios paravertebrales de los troncos
simpáticos o en los ganglios prevertebrales que se sitúan fundamentalmente rodeando los orígenes de las
ramas principales de la aorta abdominal. Los ganglios prevertebrales están específicamente implicados en la
inervación de las vísceras abdominopélvicas. Los cuerpos celulares de las neuronas postsinápticas distribuidas
por el resto del cuerpo se encuentran en los ganglios paravertebrales. A) Ganglios simpáticos en relación con
la columna vertebral. B) Ganglios simpáticos de dos niveles adyacentes de la médula espinal y del nervio
espinal.
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los ramos de los 31 pares de nervios espinales, incluidos los ramos posteriores.
Las fibras simpáticas postsinápticas estimulan la contracción de los vasos
sanguíneos (vasomotricidad) y los músculos erectores del pelo (pilomotricidad, «piel
de gallina»); además, provocan la sudación. Todas las fibras simpáticas postsinápticas
que realizan estas funciones en la cabeza (más la inervación del músculo dilatador del
iris) tienen sus cuerpos celulares en el ganglio cervical superior, situado en el
extremo superior del tronco simpático. Desde dicho ganglio, pasan a través de una
rama arterial cefálica para formar plexos nerviosos periarteriales que siguen las
ramas de las arterias carótidas, o pasan directamente a los nervios craneales
próximos, para alcanzar su punto de destino en la cabeza (Maklad et al., 2001).
FIGURA 1-45. Recorridos de las fibras motoras simpáticas. Todas las fibras presinápticas siguen el mismo
recorrido hasta alcanzar los troncos simpáticos. En los troncos, siguen una de cuatro posibles vías. Las fibras
implicadas en la inervación simpática de la pared del cuerpo, de los miembros y de las vísceras situados por
encima del diafragma siguen los pasos 1-3 hasta hacer sinapsis en los ganglios paravertebrales de los troncos
simpáticos. Las fibras implicadas en la inervación de las vísceras abdominopélvicas siguen el paso 4 hasta el
ganglio prevertebral a través de los nervios esplácnicos abdominopélvicos.
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FIGURA 1-46. División simpática (toracolumbar) del sistema nervioso autónomo. La inervación
simpática periférica comienza en la médula espinal central (lámina médula interna T1-L2-L3) y se extiende a
través del tronco simpático, los nervios espinales y las ramas arteriales cefálicas para llegar a todas las partes
vascularizadas del cuerpo. Las fibras simpáticas postsinápticas salen de los troncos simpáticos de diferentes
maneras, dependiendo de su destino: las destinadas a la distribución parietal dentro del cuello, la pared
corporal y los miembros pasan desde los troncos simpáticos hacia los ramos anteriores adyacentes de todos los
nervios espinales a través de ramos comunicantes grises; las destinadas a la cabeza pasan desde los ganglios
cervicales a través de ramos arteriales cefálicos para formar un plexo periarterial carotídeo, y las destinadas a
las vísceras de la cavidad torácica (p. ej., el corazón) pasan a través de los nervios esplácnicos
cardiopulmonares. Las fibras simpáticas presinápticas implicadas en la inervación de las vísceras de la cavidad
abdominopélvica (p. ej., el estómago) pasan a través de los troncos simpáticos hacia los ganglios
prevertebrales por los nervios esplácnicos abdominopélvicos. Las fibras postsinápticas procedentes de los
ganglios prevertebrales forman plexos periarteriales, los cuales siguen las ramas de la aorta abdominal hasta
alcanzar su destino.
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En la sustancia gris del tronco del encéfalo, las fibras salen del SNC dentro de
los nervios craneales III, VII, IX y X; estas fibras constituyen la eferencia
parasimpática craneal.
En la sustancia gris de los segmentos sacros de la médula espinal (S2-S4), las
fibras salen del SNC a través de las raíces anteriores de los nervios espinales
sacros S2-S4 y los nervios esplácnicos pélvicos que se originan de sus ramos
anteriores; estas fibras constituyen la eferencia parasimpática sacra.
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papel mucho más sofisticado que simplemente recibir y transmitir la señal de las
fibras parasimpáticas presinápticas hacia el músculo liso y las glándulas. Estas
neuronas motoras son componentes importantes del sistema nervioso entérico (SNE)
y cada vez más se han identificado como un tercer componente del sistema motor
visceral o incluso un «segundo cerebro» debido a su complejidad, función integrativa
y capacidad de funcionar de forma autónoma, sin conexión con el SNC a través de
otras divisiones del SNA o las aferentes viscerales extrínsecas.
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FIGURA 1-48. División parasimpática (craneosacra) del sistema nervioso autónomo. Los cuerpos
celulares de las neuronas parasimpáticas presinápticas están localizados en los extremos opuestos del SNC y
sus fibras salen por dos rutas diferentes: 1) en la sustancia gris del tronco del encéfalo, con fibras que salen del
SNC dentro de los nervios craneales III, VII, IX y X (estas fibras constituyen la eferencia parasimpática
craneal), y 2) en la sustancia gris de los segmentos sacros (S2-S4) de la médula espinal, con fibras que salen
del SNC a través de las raíces anteriores de los nervios espinales S2-S4 y de los nervios esplácnicos que
surgen de sus ramos anteriores. La eferencia craneal proporciona inervación parasimpática a la cabeza, el
cuello y la mayor parte del tronco; la eferencia sacra proporciona inervación parasimpática a las vísceras
pélvicas. Las neuronas parasimpáticas postsinápticas del tracto gastrointestinal son componentes del SNE.
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se localiza por debajo del revestimiento intestinal o mucosa y la inerva (fig. 1-48,
recuadro). Además de las neuronas motoras, que están extensamente interconectadas
tanto directamente como entre las neuronas, el plexo incluye neuronas aferentes
primarias intrínsecas que reciben un impulso local y estimulan a las neuronas
motoras, formando circuitos reflejos locales que integran intrínsecamente la secreción
exocrina y endocrina, el efecto vasomotor, la micromotilidad y la actividad
inmunitaria del intestino. Esta actividad local sólo está modulada por el impulso
proveniente de las fibras parasimpáticas extrínsecas y simpáticas. En el capítulo 5 se
proporciona información más detallada sobre el SNE.
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SENSIBILIDAD VISCERAL
Las fibras aferentes viscerales poseen importantes relaciones en el SNA, tanto
anatómicas como funcionales. Habitualmente no percibimos los impulsos sensitivos
de estas fibras, que aportan información sobre el estado del medio interno del
organismo. Esta información se integra en el SNC y a menudo desencadena reflejos
viscerales o somáticos, o ambos. Los reflejos viscerales regulan la presión arterial y
la bioquímica sanguínea, al modificar ciertas funciones como las frecuencias cardíaca
y respiratoria y la resistencia vascular.
La sensibilidad visceral que alcanza el nivel de la consciencia se percibe
generalmente en forma de dolor, mal localizado o como calambres, o con sensaciones
de hambre, repleción o náusea. En las intervenciones practicadas con anestesia local,
el cirujano puede manejar, seccionar, pinzar o incluso quemar (cauterizar) los órganos
viscerales sin provocar sensaciones conscientes. En cambio, ciertas estimulaciones
pueden provocar dolor:
Distensión súbita.
Espasmos o contracciones intensas.
Irritantes químicos.
Estimulación mecánica, sobre todo cuando el órgano se halla activo.
Procesos patológicos (especialmente la isquemia) que disminuyen el umbral
normal de estimulación.
Puntos fundamentales
Sistema nervioso central y periférico. El sistema nervioso puede dividirse estructuralmente en sistema
nervioso central (SNC), compuesto por el encéfalo y la médula espinal, y sistema nervioso periférico
(SNP), que consta de las fibras nerviosas y sus cuerpos celulares, situados fuera del SNC. ● Las neuronas
son las unidades funcionales del sistema nervioso. Están compuestas por el cuerpo celular, las dendritas y
el axón. ● Los axones neuronales (fibras nerviosas) transmiten los impulsos a otras neuronas, o a un
órgano o músculo dianas; en el caso de los nervios sensitivos, transmiten los impulsos al SNC
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procedentes de los órganos sensitivos periféricos. ● La neuroglia está constituida por células de sostén del
sistema nervioso, no neuronales. ● Dentro del SNC, un acúmulo de cuerpos de neuronas se denomina un
núcleo; en el SNP, este acúmulo (o incluso cuerpos celulares solitarios) constituye un ganglio. ● En el
SNC, un haz de fibras nerviosas que conecta los núcleos se denomina un tracto; en el SNP, un haz de
fibras nerviosas, el tejido conectivo que las engloba y mantiene unidas, y los vasos sanguíneos que las
irrigan (vasa nervorum) constituyen un nervio. ● Los nervios que salen del cráneo son los nervios
craneales; los que salen de la columna vertebral (antiguamente, la espina) son los nervios espinales. ●
Aunque algunos nervios craneales conducen un solo tipo de fibras, la mayoría transporta una diversidad
de fibras viscerales o somáticas, y sensitivas o motoras.
Sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo es una subdivisión del sistema nervioso
motor que controla las funciones del organismo sin control consciente. ● Dos neuronas, una fibra
presináptica y otra postsináptica, conectan el SNC con un órgano efector: músculo liso, glándulas o
músculo cardíaco modificado. ● Según la localización del cuerpo celular de las fibras presinápticas, en el
SNA pueden distinguirse dos divisiones: simpática y parasimpática. ● Los cuerpos celulares presinápticos
de la división simpática se hallan solamente en los núcleos celulares IML de la sustancia gris de la médula
espinal toracolumbar, que se encuentran organizados somatotópicamente. ● Las fibras nerviosas
simpáticas presinápticas finalizan en los ganglios simpáticos formados por los cuerpos celulares de las
neuronas simpáticas postsinápticas. ● Los ganglios simpáticos se hallan en los troncos simpáticos
(ganglios paravertebrales) o en torno a las raíces de las ramas principales de la aorta abdominal (ganglios
prevertebrales). ● Los cuerpos celulares de las neuronas presinápticas de la división parasimpática se
hallan en la sustancia gris del tronco del encéfalo y en los segmentos sacros de la médula espinal. ● Los
cuerpos celulares de las neuronas parasimpáticas postsinápticas del tronco se localizan en la estructura
inervada o sobre ella, mientras que los de la cabeza están organizados en ganglios separados. ● Las
divisiones simpática y parasimpática ejercen en general efectos opuestos, aunque coordinados. ● El
sistema simpático facilita las respuestas de urgencia (lucha o fuga). ● El sistema parasimpático, que se
distribuye únicamente en las vísceras de la cabeza, el cuello, las cavidades del tronco y los tejidos
eréctiles de los genitales, interviene sobre todo en la conservación del cuerpo, y a menudo contrarresta los
efectos de la estimulación simpática. ● Debido a su estructura única y su capacidad de funcionamiento
autónomo, el sistema nervioso entérico, que incluye neuronas parasimpáticas, postsinápticas y otras
neuronas que sirven al tracto gastrointestinal, se considera cada vez más como un componente separado
del sistema nervioso visceral. ● Algunos nervios que distribuyen fibras nerviosas autónomas a las
cavidades corporales llevan también fibras nerviosas de la sensibilidad visceral desde las vísceras, que
conducen los impulsos dolorosos o reflejos.
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permite reconocer anomalías congénitas, tumores y fracturas. Las que se utilizan con
más frecuencia son:
Aunque las técnicas difieren entre sí, todas se basan en la recepción de emisiones
atenuadas de energía que han atravesado los tejidos corporales o se han reflejado o
generado en ellos. Las técnicas de diagnóstico por la imagen permiten observar las
estructuras anatómicas en el sujeto vivo y estudiar sus movimientos en las actividades
normales y anormales (p. ej., el corazón y el estómago).
Radiografía convencional
Los estudios radiográficos convencionales que no emplean técnicas especiales, tales
como medios de contraste, se denominan clínicamente radiografías simples (fig. 1-
49), aunque en la actualidad la mayoría de las imágenes se producen y visualizan
digitalmente en monitores en vez de en placas radiográficas. En la exploración
radiológica, un haz muy penetrante de rayos X transilumina al paciente y muestra los
tejidos con masas de diferentes densidades como imágenes de distinta intensidad
(áreas con luces y sombras relativas) en la placa radiográfica o en el monitor (fig. 1-
50). Un tejido u órgano cuya masa sea relativamente densa (p. ej., el hueso compacto)
absorbe o refleja los rayos X más que otro tejido menos denso (p. ej., el hueso
esponjoso). Por lo tanto, un tejido u órgano denso produce un área algo transparente
en la radiografía, o un área brillante en el monitor, porque hay menos cantidad de
rayos X que alcanzan la placa o el detector. Una sustancia densa es radiopaca,
mientras que otra de menos densidad es radiotransparente.
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