Historia de Las Epistemologas Metodologa

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Historia de las epistemólogas, metodólogas

y feministas en México y Centroamérica


Dra. Marisa Ruiz Trejo
Investigadora Posdoctoral1
Programa Universitario de Estudios de Género
Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen de la ponencia: Desde principios de siglo XX, la selección de los problemas de


investigación y la manera de construir y concebir el «objeto» de estudio han ido cambiando
así como los sujetos de investigación: las investigadoras. En este trabajo pretendemos
reflexionar sobre los procesos que han ido constituyendo conocimiento feminista, tanto en
México como en la región centroamericana, espacios geográficos históricamente relegados
dentro del sistema global de producción de conocimiento. Nos interesa rescatar las
estrategias que han utilizado las investigadoras en sus trabajos para visibilizar las violencias
hacia las mujeres en México y Centroamérica. Tanto sus habitantes como sus relaciones
económicas, políticas y culturales, han sido seleccionados como «objeto» de estudio en
numerosas investigaciones escritas por antropólogas, etnógrafas, arqueólogas, sociólogas y
pensadoras diversas, escasamente visibilizadas en el espacio académico dominante. En ese
sentido, pretendemos dar cuenta de nuestras primeras aproximaciones a un proyecto de
investigación posdoctoral que analiza las temáticas, las teorías, las metodologías, las
técnicas así como las prácticas feministas de investigación.

Palabras clave: epistemología feminista, teoría crítica feminista; prácticas feministas,


México, Centroamérica.

Preparado para presentar en el III Congreso de Historia Intelectual de América Latina,


“Formas de historia intelectual. Teoría y praxis”, en el panel: "Historia de las
epistemologías, teorías y prácticas feministas en México y Centroamérica". Otras
ponentes del panel: Dra. Ana Lau Jaiven (UAM-X) y Dra. María Teresa Fernández Aceves
(Ciesas-Occidente). Ciudad de México 8, 9, 10 y 11 de noviembre de 2016. Colegio de
México.

1
"UNAM, Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Becaria del Programa Universitario de Estudios
de Género".

1
INTRODUCCIÓN
El sureste mexicano y la región centroamericana han sido dos espacios geográficos
sobre y desde los que se ha producido conocimiento y práctica feminista. Sin embargo,
existe escasa teorización sobre la contribución, desde principios del siglo XX, de las
teóricas feministas de la región del sureste mexicano y centroamericana en la construcción
de una “epistemología del sur” (de Sousa Santos, 2014). Además, los trabajos producidos
en esta región han sido escasamente analizados. La ausencia de referencias a autoras
feministas de la región es notoria en las teorías que se tejen en las Ciencias Sociales.
Asimismo, no existe teorización que profundice en la historia de la experiencia colonial y
postcolonial de la teoría feminista centroamericana.
En ese sentido, este trabajo intenta cubrir dos objetivos. En primer lugar, recuperar
algunas obras de historiadoras, antropólogas, etnógrafas, investigadoras y pensadoras
feministas que han trabajado en el sureste mexicano y en la región centroamericana. En
segundo lugar, hacer una reflexión epistemológica y política sobre la manera en que cómo
se ha venido produciendo conocimiento científico social feminista, repensar las vivencias
intergeneracionales y analizar la manera en cómo han ido cambiando los intereses, la
selección de los temas de estudio, las herramientas de investigación, las maneras de hacer
trabajo de campo, las formas de concebir el “objeto de estudio” así como las prácticas
feministas de investigación.
Las herramientas de investigación de este trabajo se han basado en 18 entrevistas
semi-estructuradas que he realizado, desde el año 2012 a la fecha, a científicas sociales
feministas2. Estas entrevistas han abordado los cruces entre las trayectorias académicas y
las trayectorias vitales de las investigadoras y cómo sus cuerpos se han visto expuestos y
cuáles han sido las emociones que han atravesado sus investigaciones. Además, estas
entrevistas han tenido la particularidad de que se han difundido a través del programa
radiofónico del Colectivo “Contratiempo: historia y memoria”, del cual formo parte, y en el
que trabajamos por la democratización del conocimiento histórico3. Algunas otras de las

2
Marta Casaús, Mercedes Olivera, Aida Hernández, Morna Macleod, Lucía Rayas, Yuderkys Espinosa, Lucía
Cuevas, Petrona de la Cruz, Victoria Sandford, Gladys Tzul Tzul, Aura Cumes, Patricia Castañeda, Ana
Silvia Monzón, Carolina Rivera Farfán, Xochitl Leyva, Florencia Mercado, Pamela Calla, Lucas Platero,
María Rosón, etc.
3
“Contratiempo: historia y memoria. Por la democratización del conocimiento histórico”. Contratiempo es un
espacio de reflexión, difusión y debate para hacer la representación del pasado más plural, para abrirla a la

2
entrevistas se han videograbado y serán difundidas a través del Canal de Youtube del
PUEG-UNAM, con la intención de hacer circular y democratizar radicalmente la
producción de las prácticas científico-sociales feministas4. No solo se trata de difundir un
conocimiento histórico planteado en el proceso de escritura de un producto académico, sino
también en otros espacios como medios de comunicación, talleres, redes, etc. Se trata de
otros canales de devolución/revolución, con distintos fines y momentos.
Así también me he basado en las reflexiones que hemos discutido en el Seminario
de investigación “Estudios Críticos Feministas a las Ciencias Sociales en México y
Centroamérica”, que coordino en el PUEG, en el que han asistido varias historiadoras,
antropólogas, sociólogas y politólogas feministas como invitadas especiales5 para discutir
colectivamente algunas de las preguntas que he planteado en esta investigación y en donde,
además, hemos hecho lecturas de algunas de las autoras a las que hago referencia en este
trabajo. Por su parte, las asistentes a este seminario, muchas de ellas feministas, son quienes
están aportando puntos interesantes a las discusiones y a los debates de la historia
intelectual del feminismo del sureste mexicano y de la región centroamericana. Dichos
debates no pueden estar disociados de la relación que existe entre historia y política porque
son los movimientos feministas y las resistencias de los pueblos en pie de lucha quienes
han generado un mayor número de críticas a la manera en que se entiende esta y otras
disciplinas y las prácticas feministas.
Por otro lado, como el feminismo es una forma de intervención social, para mí los
talleres corporales-epistémicos han sido dentro de la universidad una forma de intervenir
en la academia. Estos talleres han estado dirigidos a investigadores/as en Ciencias Sociales
y se han basado en las epistemologías feministas que rompen con la idea de la separación
estricta entre “sujeto” y “objeto de investigación”; señalan la importancia de la articulación
y las alianzas estratégicas, la construcción colectiva de conocimiento, del cuerpo y de las

ciudadanía y establecer puentes entre memoria, historia y cultura. Este colectivo está integrado por: Noelia
Adanez, Jesús Izquierdo, Esther Pascua, Noelia Pena, Saúl Martínez Bermejo, Carolina Espinoza, Marisa
Ruiz Trejo y Pedro Tena. www.contratiempohistoria.org
4
Una clave para esta restructuración inclusiva y democratizadora del conocimiento, ha sido la ampliación del
acceso, la producción y la distribución del conocimiento científico a un mayor número de personas y
colectivos sociales.
5
Hasta el mes de noviembre 2016 han participado Ana Lau Jaiven, Patricia Castañeda, Xochitl Leyva, Silvia
Soriano y Mary Goldsmith. En los siguientes meses participaran: Marta Casaús, María Teresa Fernández
Aceves, Victoria Sanford, Morna Macleod, Patricia Arroyo, Jessica Marjane, Marco Chivalán, entre otras.

3
emociones en las investigaciones feministas así como la relevancia de que éstas apunten a
la transformación social.

HISTORIA Y FEMINISMOS

Mi interés por este tema comenzó analizando un argumento extendido en los


círculos académicos dominantes en los que se considera que la ciencia no debe tener
vínculo con lo político. Sin embargo, existe una relación entre ciencia y feminismos y
también estudios sobre las contribuciones que las feministas han hecho para construir una
ciencia más crítica y reflexiva, que denuncia, los usos y los abusos que históricamente han
tenido las ciencias. Este campo de conocimiento se conoce como estudios críticos
feministas de las ciencias o críticas feministas de las ciencias (Harding, 1996) y en este
apartado nos ayudan a pensar en los vínculos entre historia y feminismo. Los feminismos,
que son teorías y movimientos políticos, han cuestionado la situación de desigualdad,
violencia y dominación que viven las mujeres pero también otros sujetos y han utilizado
algunas preguntas para revelar la desigualdad a través de algunas preguntas como: ¿dónde
están las mujeres?, ¿cuál es su situación? o ¿todas las mujeres son iguales? En este trabajo,
las respuestas a estas preguntas tienen que ver con una exclusión de las mujeres en el
ámbito de las ciencias (la medicina, la biología, las ciencias naturales) así como de las
ciencias sociales (la historia, la antropología, la sociología, etc.) que las ha relegado
históricamente al lugar de “objetos de conocimiento”. Así en la historia de las ciencias y de
las ciencias sociales encontramos frecuentemente “mentes y razones masculinas que
conocen naturalezas femeninas” y “mentes blancas que intentan conocer cuerpos de
mujeres negras” (García Dauder, 2016). Al analizar casi cualquier narrativa de la historia
de las ciencias y de las ciencias sociales encontramos la alusión a “los padres de la física”,
“de las ciencias naturales”, “de la biología”, “de la antropología”, “de la sociología”, “de la
historia”, etc. En los libros de historia oficial son recurrentes las fotografías de “los
precursores” de las disciplinas en las que mayoritariamente aparecen varones y, en cambio,
escasamente encontramos imágenes que representen a las mujeres que hacen ciencia y
ciencias sociales (ibídem). Esto ha generado que distintas teóricas feministas se pregunten
qué pasaría si en las ciencias los roles se invirtieran y si cambiaría en algo o no el hecho de

4
que sean mujeres las que investigan. Algunos cuestionamientos desde este campo de
conocimiento se han preguntado ¿hasta qué punto influye el hecho de “ser mujeres” sobre
la selección de los temas, los intereses, los métodos, conceptos y maneras de hacer ciencia?
Y ¿en qué medida la subjetividad y el contexto social de quien investiga es importante?
Por otro lado, algunos movimientos sociales han denunciado los usos y los abusos
de las ciencias y de las ciencias sociales, manifestando cómo éstas han estado al servicio de
proyectos sociales sexistas, racistas, homofóbicos, clasistas y desarrollistas. En ese sentido,
tanto las ciencias como las ciencias sociales - entre ellas la historia - y el feminismo tienen
una estrecha relación (Lau Jaiven, Ana, 1998). En esa misma línea, este trabajo se enmarca
dentro de los estudios feministas de la ciencia o crítica feminista de la ciencia (Harding,
1996), que se iniciaron de manera sistemática a fines de los setenta y han producido una
gran cantidad y variedad de investigaciones donde participan filósofas y científicas, tanto
de las áreas naturales y sociales, como de las humanidades (Blázquez, 2010: 21).

DIÁLOGOS Y TENSIONES DE LAS TEORÍAS Y PRÁCTICAS FEMINISTAS EN


EL SURESTE MEXICANO Y EN CENTROAMÉRICA (SIGLO XX Y XXI)

De acuerdo a las epistemologías y a las teorías críticas feministas es importante


generar vínculos entre las discusiones académicas, filosóficas y epistemológicas con el
contexto social en el cual están viviendo las personas y las comunidades epistémicas.
Chiapas y Centroamérica han sido espacios en los que se han dado procesos complejos de
conflicto, desplazamiento y despojo de las tierras. Numerosos trabajos en Ciencias Sociales
han analizado la historia del colonialismo, los problemas interreligiosos, la colonización de
espacios territoriales, los cambios políticos y económicos, los procesos de conformación de
las identidades así como los movimientos sociales en resistencia, entre otros. Sin embargo,
gran parte de los nombres más conocidos de estos estudios son nombres de autores varones
y existen escasas investigaciones sobre el trabajo de etnógrafas, historiadoras y pensadoras
que también han producido conocimiento, que si bien no todas se identifican abiertamente
como feministas, su trabajo constituye una contribución importante a campos que aportan a
los debates feministas como la teoría antirracista, anticlasista y antidesarrollista.

5
En la línea de vincular las teorías y prácticas feministas a las condiciones
socioeconómicas y políticas de los contextos en los que se desarrollan, Patricia Castañeda
(2016)6, quien participó en el Seminario de Investigación que coordino en el PUEG y cuyo
trabajo es un referente de las iniciadoras de la antropología feminista en México (2006;
2012), planteó una pregunta importante en relación a si la teoría feminista latinoamericana
ha tenido algunos cruces cronológicos y temáticos de intereses con el feminismo académico
anglosajón; si existen diálogos o no, cambios o adopciones. En ese sentido, Castañeda hizo
una reflexión sobre cómo la teoría feminista anglosajona ha acompañado el proceso de
institucionalización de la academia feminista en América Latina. A partir de su trabajo de
investigación con etnógrafas y antropólogas feministas, fijó la atención en cómo la teoría
feminista latinoamericana no quedó formalizada bajo el término de discusión
epistemológica, sino que se ha desarrollado bajo otros parámetros de discusión. Para
Castañeda, esto se debe al hecho de que, en gran medida, la academia anglosajona ha tenido
las condiciones asentadas para poder hacer avanzar los estudios de la mujer, de las mujeres,
mientras que en la academia latinoamericana se han vivido contextos convulsos. En este
trabajo me interesa particularmente el desarrollo del feminismo académico y no académico
centroamericano por lo que se debe mencionar que en dicho contexto, particularmente a
partir de los años setenta, se ha estado luchando por sobrevivir en medio de conflictos
armados internos, de guerras civiles y de un genocidio, como el que se vivió en Guatemala.
Esto quiere decir de que además de que la lucha de las mujeres por acceder a las ciencias y
a las ciencias sociales en países como Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras ha
sido difícil, destinar esfuerzos a la reflexión epistemológica sobre cómo se produce el
conocimiento feminista ha resultado aún más complejo en medio de las guerras
centroamericanas.
Si bien existe mucha teorización sobre la elaboración teórica histórica feminista y
sobre los estudios entorno a la diversidad cultural y la complejidad social, existe escasa
reflexión sobre cómo se generaron esos conocimientos en las diferentes trincheras
(academia, movimientos feministas, lucha social y debate político), contextos y momentos

6
Las epistemologías feministas en México y Centroamérica. Sesión inaugural a cargo de la Dra. Patricia
Castañeda, CEIICH, UNAM, Seminario de Estudios Críticos Feministas a las Ciencias Sociales en México y
Centroamérica, coordinado por Dra. Marisa Ruiz Trejo, PUEG-UNAM. 6 de septiembre de 2006.
https://www.youtube.com/watch?v=mlZumlHrB_s

6
históricos en los que las científicas sociales feministas han realizado sus quehaceres. En
ese sentido, este trabajo busca responder preguntas en donde las trayectorias políticas y
personales de los sujetos de investigación no son cuestiones menos importantes. Por el
contrario, nos ayudan a entender cómo las Ciencias Sociales han servido para perpetuar los
privilegios de las clases dominantes, a través del androcentrismo, sexismo, racismo y
clasismo, pretendiendo ser neutrales, por lo que necesitan ser repensadas.

ALGUNOS PUNTOS CLAVE DE LA HISTORIA DE LA TEORÍA FEMINISTA EN


MÉXICO Y CENTROAMÉRICA (1900-1970)

Desde principios de siglo XX, la selección de los problemas de investigación y la


manera de construir y concebir el «objeto de estudio» han ido cambiando, así como los
propios sujetos de investigación, las investigadoras, hasta romper con la separación estricta
del «sujeto de investigación» y el «objeto de estudio». En ese sentido, en una primera etapa
cronológica de la teoría feminista en México y Centroamérica encontramos la inclusión de
las mujeres en la investigación científico-social. En esta etapa varias antropólogas,
etnógrafas, fotógrafas y escritoras, entre ellas, Gertrude Duby (1901-1993), Johana
Faulhaber (1911-2000), Calixta Guiteras Holmes (1905-1988), Eva Verbitsky Hunt (1934-
1980), Esther Hermitte (1921-1990), June Nash (1927), Rosario Castellanos (1925-1974),
Alaide Foppa (1914-1980), Mercedes Olivera (1934) y Marta Casaús (1948), entre otras,
merecen una mención especial sobre todo por lo que significaba para una mujer, en aquella
época, hacer «trabajo de campo» e integrarse al espacio académico dominado por los
varones; por los obstáculos por los que pasaron para llegar a convertirse en científicas
sociales así como por las dificultades que vivieron para ganar la aceptación de sus colegas
en distintos campos disciplinarios de las Ciencias Sociales y en las universidades a los que
se incorporaron, ya que en esa época no habían mujeres como miembros académicos de los
departamentos.
En el sureste mexicano, hasta antes de la aparición de algunos trabajos como los de
Duby (1946), Guiteras (1965), Faulhaber, Verbitsky Hunt (1961), Hermitte (1960) y Nash
(1970), el «trabajo de campo» se había realizado mayoritariamente por varones, por lo que
conocer el punto de vista de estas etnógrafas representó una ruptura y una riqueza en el

7
quehacer antropológico y de las Ciencias Sociales en general. Cabe destacar que por
aquella misma época, bajo las presiones de la política indigenista del Estado nacional
mexicano en Chiapas y de los intereses de las universidades norteamericanas, como la de
Chicago y la de Harvard, que han tenido largos periodos de estancia en la región (Fábregas,
2015), algunos/as antropólogos/as reprodujeron formas etnocéntricas en sus trabajos. El
trabajo de las cinco últimas etnógrafas y fotógrafas mencionadas es amplio y heterogéneo y
requiere de un análisis más amplio y complejo en relación al etnocentrismo. Sin embargo,
uno de los puntos que tienen en común es que sus trabajos se relacionan con la etnohistoria,
estudios sobre simbolismo, estudios de parentesco e investigación sobre la región
centroamericana. La primera mitad del siglo XX en la región centroamericana, se trata de
una etapa en la que se impulsa un cambio paradigmático que altera la relación de los
científicos sociales con los campos disciplinarios en los que se desenvuelven; los roles se
invierten y las mujeres pasan de ser “objeto de conocimiento científico” a ser “sujetos de
investigación”. Sin embargo, persiste el interés por la construcción de la “otredad” en un
sentido clásico que propone la separación estricta entre “sujeto” y “objeto” y no en todos
los casos se toma en cuenta la experiencia de las mujeres como interés de estudio. Otro
punto en común que comparten algunas de estas etnógrafas de la primera mitad de siglo
XX que trabajaron en esta región, tiene que ver con sus identidades sociales -varias de ellas
europeas, “blancas” y “mestizas”- y políticas –algunas de ellas comunistas, refugiadas
judías y exiliadas organizadas contra el régimen fascista.
A partir de la década de los cincuenta, tenemos que considerar otra etapa en la que
las investigadoras comienzan a producir teorías y análisis de clase y del racismo, así como
del androcentrismo y del sexismo en las Ciencias Sociales y los espacios sociales. El 23 de
junio de 1950, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se aprobó por unanimidad
la tesis de Rosario Castellanos (1950) para obtener el grado de maestra en filosofía. El
trabajo titulado ¿Existe una cultura femenina? fue contemporáneo al Segundo Sexo de
Simone de Beauvoir de 1949, por lo que el trabajo de Castellanos podría considerarse como
una obra original y vanguardista para la teoría feminista en América Latina, ya que
denuncia el androcentrismo y sexismo en la obra de algunos autores. Cabe destacar que
Castellanos (1950), Foppa (1976; 1977; 1978; 1980; 1990) y Olivera (1975; 1979) se
identifican abiertamente como feministas y Foppa, Olivera y Casaús son teóricas

8
influenciadas por el marxismo y por la lucha contra la represión a las mujeres indígenas y
campesinas. Castellanos, Foppa y Casaús pertenecen a las oligarquías y familias de
hacendados de Chiapas y Guatemala. Sin embargo, su obra refleja un pensamiento crítico a
su propia clase social. Estas cuatro investigadoras aportan análisis en torno a las culturas
dominantes en Centroamérica, sea la cultura dominante masculina o la cultura dominante
racista, y ante la situación de desigualdad y represión se organizan en las luchas
centroamericanas. Los hijos de Foppa participan en el Ejército Guerrillero de los Pobres
(EGP) y en busca de sus hijos, Alaide desaparece a plena luz del día, en 1980, mientras
hacía un reportaje sobre la situación de mujeres indígenas. Más tarde, el ejército
guatemalteco fue señalado como responsable de su asesinato pero aún se espera el
esclarecimiento total de su desaparición y muerte. Años atrás, en 1974, murió Rosario
Castellanos. Algunas versiones señalan que Rosario se suicidó, pero ella en su poesía
reflejaba que el suicidio era una tontería y que es más fácil deslizarse en patines sobre hielo
o morir electrocutada al tocar una lámpara encendida, tal como sugiere en su poema
Apuntes para una Declaración de fe (1948). Otras versiones dan a entender los riesgos que
Rosario Castellanos tomó al criticar al Estado de Israel cuando fue embajadora de México
en Telaviv (Reyes, 2013). También tenemos que considerar que al igual que Alaíde, su
muerte tampoco fue esclarecida. En 2014, la fotografía de Marta Casaús, perito del juicio
en Guatemala por genocidio contra Efraín Ríos Montt7, junto a la de muchas otras personas
que hicieron posible el juicio histórico, como la de Rigoberta Menchú, Yassmin Barrios y
Claudia Paz y Paz, fueron exhibidas como “terroristas” durante el proceso judicial
mundialmente conocido8. Las fotografías exponían los rostros de las participantes en el
juicio de una manera análoga a las imágenes de desaparecidos durante los años del
conflicto en Guatemala por lo que pueden ser leídas como amenazas frontales de muerte.

7
Ver: Ruiz Trejo, M., Peritaje de Marta Elena Casaús Arzú sobre genocidio y racismo en Guatemala,
Biblioteca Sonora de la Red Nosotras en el Mundo, (18 de abril de 2013).
http://www.rednosotrasenelmundo.org/spip.php?article3102 y Ruiz Trejo, M. y Álvaro Ruiz Rodilla (2013),
“Entrevista a Marta Casaús Arzú autora de uno de los informes sobre la matanza del pueblo ixil”, Sección
Global del Periódico Diagonal, Madrid, España. Edición impresa. Número 197. 7 de mayo de 2013. Versión
digital e impresa. https://www.diagonalperiodico.net/global/aunque-se-les-sentencie-no-van-ir-la-carcel.html
8
Ríos Montt, expresidente de Guatemala, que llegó al poder a través de un golpe de Estado, fue enjuiciado
por ser el responsable de las atrocidades, masacres y violaciones sexuales a mujeres indígenas que cometió el
ejército guatemalteco en los años ochenta. El juicio fue mundialmente conocido, ya que por primera vez se
juzgó por genocidio a un exmilitar en los marcos de un estado nación. Anteriormente se habían realizado
estos juicios por genocidios pero a través de la jurisprudencia internacional.

9
Estas aproximaciones a los contextos en los que se produjeron algunos trabajos importantes
de la teoría feminista centroamericana nos hablan de la importancia de las conexiones
entre producción de conocimiento y los cruces con las identidades sociales y políticas de
quienes investigan, ya que estos vínculos no son elementos menos importantes en la
selección de temas, los diseños metodológicos, los conceptos y las maneras de hacer
investigación y trabajo de campo.

ESTUDIOS SOBRE VIOLENCIA, OPRESIÓN Y DESPOSESIÓN FEMENINA


(1970-1990)

Desde la primera centuria del siglo XX, Guatemala, El Salvador y Nicaragua


vivieron problemas de reparto y desigualdad en la distribución de las tierras, propiciados
por dictadores populares y regímenes políticos militares. Los intentos de impulsar políticas
sociales y de reparto más equitativo de las tierras fueron neutralizados por contrarreformas
agrarias y las intervenciones de Estados Unidos trajeron a la región inestabilidad política.
El terror y la violencia se instalaron desde mediados del siglo XX en la historia
centroamericana. Así en las naciones centroamericanas aparecieron grupos armados
revolucionarios, cuyas luchas se extendieron hasta por treinta años. En la búsqueda del
socialismo muchos de ellos vivieron la presión y una política de contrainsurgencia. Debido
a esta situación, varias investigadoras marxistas se interesaron por estudiar las luchas por
los territorios, contra los despojos y la desposesión. En la década de los setenta, la
problematización de la situación de las mujeres indígenas y campesinas en México y
Centroamérica se expuso a través de los primeros análisis intereseccionales en América
Latina como los de Mercedes Olivera: “Sobre la explotación y la opresión de las mujeres
acasilladas en Chiapas” (1975) y sobre “La opresión de la mujer en el sistema capitalista”
(1979). Olivera aportó un concepto importante para la teoría feminista centroamericana,
que define el efecto de un proceso histórico en el que la fuerza de trabajo que producen las
mujeres, no se reconoce como trabajo y, por tanto, no se paga:
Este último nivel de la explotación capitalista – la del hombre sobre la mujer – que
aquí llamamos opresión femenina para distinguirla de su explotación como
trabajadora, sólo muy excepcionalmente se ha tomado en consideración como parte
de los mecanismos de explotación económica del sistema, y a nuestro juicio es un
pilar no solo muy importante sino indispensable para su funcionamiento que debe
10
analizarse con mucha profundidad, para buscarle solución y lograr realmente la
liberación íntegra de la mujer: pues sino se cambian las raíces estructurales de su
explotación, la misma mujer seguirá ayudando a reproducir su sistema (Olivera,
1979: 206)

La idea de la “opresión femenina” contribuyó al entendimiento de que “la mujer”


está relegada a la producción y al mantenimiento de la fuerza de trabajo a través de las
labores domésticas que sirven para la reproducción de la vida y, sin embargo, su
contribución no se reconoce como productiva aunque sí es un trabajo útil del que el
empresariado se aprovecha para obtener mayor plusvalía. En ese sentido, para esta autora
“el trabajo de la mujer está subsidiando al empresariado” (1979: 212). No obstante, el
ingreso de la mujer al trabajo productivo no es un buen indicativo, sino sobreexplotación de
trabajo. Olivera (1979) también señaló cómo, en otros casos, se da una de las formas de
relación clasista cuando la mujer se incorpora al trabajo productivo y contrata a otra mujer
para que haga las “labores domésticas”, es decir, se da “explotación de la mujer por la
mujer” (1979: 207). Así se entendió que no es lo mismo la “opresión femenina” para unas
mujeres que para otras.
A partir de la década de los setenta y a pesar de ser frecuentemente vigiladas por los
regímenes militares y paramilitares, del riesgo y la persecución, la academia feminista del
sureste mexicano y centroamericano comenzó a cuestionar más ampliamente el
androcentrismo, el clasismo y el racismo epistémico. En esta década, los conflictos
centroamericanos se acrecentaron y las organizaciones guerrilleras se vieron influenciadas
por el triunfo de la Revolución cubana. Los conflictos armados guatemaltecos,
salvadoreños y nicaragüenses fueron narrados y analizados mayoritariamente por varones a
pesar de que muchas mujeres también participaron con su fuerza de trabajo, tomaron las
armas y tuvieron un papel importante en las insurgencias (Rayas, Lucía 2009)9. Por su
parte, la investigación de Silvia Soriano (2006) aportó reflexiones activas sobre la
particularidad de la participación de las mujeres, en su mayoría campesinas e indígenas, en
los conflictos bélicos en Guatemala y en Chiapas y los estereotipos que asocian lo femenino
con la idea de “pasivas” y “víctimas”.

9
Ver: Ruiz Trejo, M y Nacy Wence, Mujeres armadas, guerra y procesos de justicia en El Salvador y en
México. Entrevista a Lucía Rayas, Programa de Radio Contratiempo, número 187, 16/03/2014
http://www.contratiempohistoria.org/?p=3902

11
Entre 1982 y 1983, Guatemala atravesó una de las etapas más desgarradoras de la
historia centroamericana. Aunque el conflicto armado en Guatemala se extendió treinta y
seis años, entre 1960 y 1996, un momento histórico sin comparación comenzó en marzo de
1982 cuando la oligarquía militar guatemalteca obtuvo el poder político, económico y
social a través de un golpe de Estado, encabezado por Efraín Ríos Montt10. La represión se
sistematizó a través de las Patrullas de Autodefensa Civil, controladas por los escuadrones
de la muerte, que impusieron una política de violencia y tierra arrasada. Durante este
periodo, el Ejército y los paramilitares cometieron matanzas como las de Nebaj, en el
departamento del Quiché, contra diferentes comunidades del triángulo ixil. Los militares
atentaron contra ciertos grupos indígenas, principalmente ixiles y q’eqchi’. El ejército
guatemalteco arrasó pueblos enteros11 y perpetró violencia sexual sistemática contra
mujeres ixiles y q’eqchi’ que fueron sometidas a esclavitud doméstica y sexual, torturadas,
violadas, arrebatadas de sus hijos/as, convertidas en viudas y muchas asesinadas12. A través
de planes de seguridad se adoptaron medidas destinadas a impedir nacimientos, agrediendo
a mujeres embarazadas, abriéndoles el vientre y estrellando a los fetos contra los árboles.
Se trasladaron por la fuerza a cientos de niños y niñas. Marta Casaús Arzú (2006; 2007;
2008), politóloga e historiadora guatemalteca, ha dedicado sus investigaciones a analizar
cómo el racismo en Centroamérica de las élites dominantes produjo el genocidio en
Guatemala. A su vez, esto hizo que muchos hombres, mujeres y niños centroamericanos se
refugiaran en México, particularmente en Chiapas. Los procesos de refugio fueron
analizados y acompañados por diferentes investigadoras que observaron los cambios y
transformaciones políticas y sociales que se vivieron en México durante aquella época
(Freyermut, Graciela y Hernández, Aida, 1991).
Con la coyuntura de los conflictos centroamericanos en los años ochenta, la
violencia se convirtió en uno de los retos de los análisis de las investigadoras. Así también
dedicaron sus estudios a reflexionar sobre los desplazamientos masivos de poblaciones. En

10
Ver: Ruiz Trejo, M. y Álvaro Ruiz Rodilla, 2013b, “Genocidio en Guatemala: “Nosotras, todas somos
ixiles”. Sección Global del Periódico Diagonal, Madrid, España. 6 de mayo de 2013, versión digital.
https://www.diagonalperiodico.net/global/genocidio-guatemala-nosotras-todas-somos-ixiles.html
11
Ver: Ruiz Trejo, M. y Álvaro Ruiz Rodilla, 2013c, “En Guatemala sí hubo genocidio”, Sección Global del
Periódico Diagonal, Madrid, España, 22 de abril de 2013.
http://www.diagonalperiodico.net/global/guatemala-si-hubo-genocidio.html
12
Ver: Ruiz Trejo, M. 2016. Justicia al fin para las mujeres q´eqchi´. Ojarasca, suplemento mensual número
27, marzo 2016. Diario “La Jornada”. México. http://www.jornada.unam.mx/2016/03/12/oja-mujeres.html

12
Chiapas, estas investigaciones surgieron principalmente a partir de 1994 con el
levantamiento zapatista, los conflictos interreligiosos y la presión militar y paramilitar. La
masacre de Acteal de 1997, que intentó ser construida por la antropología anglosajona
como una guerra fratricida de «pugnas intrafamiliares», ha sido trabajada por la
antropóloga Aida Hernández (2002) quien ha explicado la estrategia de etnocidio en el
conflicto en un Estado militarizado13. La violencia sexual como arma de guerra ha sido
además otro de los problemas seleccionados por las investigadoras de México y
Centroamérica que han propuesto diferentes análisis histórico-políticos para entender por
qué han sido mayoritariamente mujeres las agredidas, violadas y asesinadas en aquellas
masacres (Fulchirone, Amandine, Paz, Olga Alicia, López, Angélica et. al., 2011). Otras
investigadoras (Marcos, Sylvia, 2011; Macleod, Morna, 2011, Leyva, Xochitl, 2015 ; etc.)
han elaborado también investigaciones sobre los procesos políticos y sociales de las
mujeres indígenas mesoamericanas.

INVESTIGADORAS DE PUEBLOS INDÍGENAS Y EN PIE DE LUCHA

Más recientemente, las críticas feministas contemporáneas al etnocentrismo en las


Ciencias Sociales han generado la construcción de herramientas de trabajo cultural entre las
investigadoras y sus comunidades, mediante un registro riguroso de las prácticas culturales
y de las formas de vida indígenas, migrantes y locales que, de otro modo, se perderían para
la posteridad. Esto ha significado el inicio de una conexión estrecha entre procesos
personales, políticos y representacionales. Las críticas feministas y no identificadas como
feministas sobre el proceso de producción de conocimiento científico-social y sobre los
sujetos que producen dicho conocimiento habían dado escasa relevancia a las voces de
mujeres indígenas y, en la última década (sobre todo a partir de 1998 con el otorgamiento
del premio nobel de la paz a Rigoberta Menchú) hemos visto cada vez más la inclusión de
trabajos académicos como los de investigadoras aymaras como Julieta Paredes (1999;

13
Ver: Ruiz Trejo, M. 2013b. Historia y memoria de la antropología feminista mexicana. Entrevista a la
antropóloga Rosalva Aída Hernández Castillo. Programa de Radio Contratiempo: historia y memoria, número
169. 21/10/2013 http://www.contratiempohistoria.org/?p=3459

13
2000; 2008; 2014)14 y Adriana Guzmán (Paredes y Guzmán, 2014); kaqchikeles como
Filomena Mena y Aura Cumes (2014), Ema Chirix (2014); también las investigadoras
maya k´iche´ como Irma Alicia Nimatuj, Gladys Tzul Tzul (2014)15, y Hermelinda Magzul;
académicas xincas como Lorena Cabnal (2010); investigadoras de origen ch´ol como
Georgina Méndez Torres (2011); zapotecas como Alicia Martínez Cruz y Judith Bautista
Pérez (2008; 2012; 2013), hñãndús como Lizbeth Hernández Cruz; mixtecas como Mónica
Elena Ríos y Carmen Osorio Hernández; purépechas como Gisele Emos Jiménez. Algunas
de las investigadoras mencionadas se definen como feministas y otras no. Otros trabajos de
mujeres mayas feministas son: Amanda Pop (2000), Adela Delgado, Lucía Willis,
Francisca Álvarez, Alma López y Carmen Álvarez, entre muchas otras. Estas voces han
representado una ruptura epistemológica con las teorías feministas que habían venido
reproduciendo formas de colonialidad etnocéntrica y clasista. Estas rupturas han significado
también una lucha contra las violencias históricas de opresión tanto en el nivel de
representación como en los modos visuales de observación. Las estrategias de análisis y
conocimientos –a veces ambivalentes o contradictorios- han representado históricamente un
asedio contra el poder.
Por último, la crítica a la esencia y la identidad natural, incluyendo la de feminidad
y de mujer ha comenzado a aparecer más recientemente y algunas categorías antropológicas
y de análisis histórico que han aportado nuevas formas de pensar la naturaleza y la cultura,
lo público y lo privado; han señalado la invisibilización de las mujeres, feministas y
lesbianas en la escritura de la historia, destacando sus aportes en distintos campos de
conocimiento (Jaiven, 2011; Careaga, Gloria 2011; Fuentes Ponce, Adriana, 2016) y han
puesto en cuestión el sistema sexo-género (Alcántara, Eva 2016). Estos estudios más
recientes han denunciado los usos y los abusos de las ciencias y las ciencias sociales y han
revelado que muchos de los proyectos científicos-sociales han estado al servicio de
proyectos sociales sexistas, racistas, homofóbicos y clasistas. Además, han señalado cómo
estos proyectos dominantes han beneficiado a los grupos de poder a los que nos les

14
Ver: Ruiz Trejo, M y Kusisita, Warmi, 2013. “Historia y memoria del feminismo comunitario” y entrevista
a Julieta Paredes. Sección Saberes del Periódico quincenal Diagonal, Número 211, Del 5 al 18 de diciembre
de 2013, pp. 24-25, versión digital e impresa.
http://www.diagonalperiodico.net/saberes/21007-somos-parte-sueno-revolucion.html
15
Ver: Ruiz Trejo, M. 2015, Los sistemas de gobierno comunal. Entrevista a Gladys Tzul Tzul, investigadora
maya quiché de la Universidad de Puebla, Programa de Radio Contratiempo: historia y memoria, Número
216, 09-02-2015. http://www.contratiempohistoria.org/?p=4558

14
conviene reconocer los usos y los abusos de las ciencias sociales ya que eso significaría
renunciar a sus propios privilegios.

CONCLUSIONES
En resumen, desde principios de siglo XX, la selección de los problemas de
investigación y la manera de construir y concebir el «objeto» de estudio han ido cambiando
así como los sujetos de investigación: las investigadoras. En esta ponencia hemos
intentando reflexionar sobre los procesos, los contextos y las subjetividades que han ido
constituyendo las teorías feministas, tanto en México como en la región centroamericana,
espacios geográficos históricamente relegados dentro del sistema global de producción de
conocimiento. Hemos abordado algunos de los intereses y temas que algunas investigadoras
han seleccionado en sus trabajos para visibilizar las violencias hacia las mujeres en México
y Centroamérica. Tanto sus habitantes como sus relaciones económicas, políticas y
culturales, han sido seleccionados como «objeto» de estudio en numerosas investigaciones
escritas por arqueólogas, antropólogas, etnógrafas, historiadoras, sociólogas y pensadoras
diversas, escasamente visibilizadas en el espacio académico dominante. En ese sentido,
intentamos dar cuenta de nuestras primeras aproximaciones a una investigación posdoctoral
que analiza las temáticas, las teorías, las metodologías, las técnicas así como las prácticas
feministas de investigación durante el siglo XX y XXI.

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