Artes Abya Yala

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El Barroco Andino o arquitectura mestiza es un movimiento artístico que apareció en el Virreinato del Perú

(América del Sur) entre 1680 y 1780. Está ubicado geográficamente entre Arequipa y el Lago Titicaca en lo que ahora
es Perú y Bolivia, donde las reglas sobre las tierras altas y se extiende por todo el altiplano. De la palabra portuguesa
barrueco significa impuro, moteado, extravagante, atrevido, el ejemplo más llamativo del arte barroco andino es en
la arquitectura religiosa, donde los artesanos indígenas le dieron un carácter único, como sucedió en el Nuevo
Barroco español.

Origen
El primero de la arquitectura barroca en el Virreinato del Perú en 1630 y desarrollado sobre el modelo español
hasta finales del siglo XVII. Desde 1690, las diferencias aparecen en algunas regiones.

Elementos decorativos
La originalidad de este estilo radica en la decoración, variada, y cuyos motivos responden a cuatro tipos básicos:

Flora y fauna tropical


Manierismo motivos como sirenas, máscaras, etc.
Motivos americanos: sol, luna, pumas, etc.
Elementos cristianos prerrenacentistas.
La sirena aparece en las iglesias que bordean el lago Titicaca y, aunque es un elemento de la antigüedad clásica,
recuerda la tradición india de dos peces mujeres que sedujeron al dios Tunupa.

Variantes regionales

Arequipa
En Arequipa, el edificio clave de la arquitectura mestiza es la iglesia de la Compañía del arquitecto Gaspar Báez,
construida en 1578.

Barroco de Quito
La extensión del barroco de Quito cubre los territorios de la antigua Real Audiencia de Quito en la época colonial
española. Especialmente el Altiplano de Quito y los Andes desde Pasto en Colombia a Cajamarca en Perú.
Representado en las artes llamado «Quito School», que se caracterizó por una alta proporción de representaciones
quichwas indígenas.

Las características que caracterizan las raíces indígenas en el arte andino de Quito son:

Hay una «totalización» de los personajes, muchos tienen características mixtas y vestimenta local
Estos a menudo aparecen costumbres ancestrales aborígenes;
Las escenas están ubicadas en el ambiente del paisaje andino, sus ciudades, su arquitectura;
Hay una presencia de fauna local (llamas en lugar de caballos y camellos, conejillo de indias en lugar del cordero
pascual, monos, zarigüeyas, tapires, gatos, junto con ovejas clásicas de los pastores, etc.), y se encuentra flora nativa
en guirnaldas, bordados, incrustaciones, plata, tallas, etc.) así como la adopción de la planta vernácula
reemplazando la iconografía tradicional de Europa; en escultura y pintura están presentes personajes y costumbres
características del entorno; el ejecutor del arte de la obra es el artesano local de la antigua tradición artística, hay
una adopción de la «naturalización» de los santos europeos, por ejemplo, el polaco San Jacinto se llama San Jacinto
de Yaguachi.
La arquitectura barroca en Quito destaca la Iglesia de San Francisco, la Compañía de Jesús, la Catedral de Quito,
entre otros.

Iglesias del Valle del Colca


En la provincia de Cailloma se encuentra el valle de Collaguas evangelizado por los franciscanos, destaca varias
iglesias católicas ubicadas en los pueblos de Yanque (Iglesia de la Inmaculada Concepción de Yanque) Coporaque,
Cabanaconde, Chivay, Madrigal y Silvayo.

Lago Titicaca y El Collao


Los grupos indígenas que habitan la región son los Kollas y Lupacas en el territorio peruano actual y Omasuyos y
los pacajes en Bolivia. Todos estaban sujetos a la Mita de Potosí y periódicamente migraban a los valles y tierras
bajas costeras.
El Barroco de Arequipa y Potosí es una conjunción en esta región con un fuerte sabor precolombino. La Catedral de
Puno recoge elementos iconográficos como sirenas, pumas, papayas y un mono e incluso el charango. El lago
Titicaca fue nombrado en honor del puma, Titi, en aymara, debido a su forma.

En la región de lupacas se elevan los tres grupos de iglesias barrocas: Juli, Pomata y Zepita.

Juli ha sido el gran centro misionero jesuita del altiplano, tenía cuatro iglesias: San Juan de Letrán, Santa Cruz de
Jerusalén, Nuestra Señora de la Asunción y San Pedro Mártir.

Los dominicos poseían el Santuario de Pomata donde veneran a Nuestra Señora del Rosario, la más famosa de esta
región después de la Basílica de Nuestra Señora de Copacabana que estaba a cargo de los agustinos. La iglesia de
Santiago de Pomata marca la culminación del estilo mestizo.

El surgimiento urbano espontáneo


La ciudad de Potosí tuvo su génesis el año 1545 gracias al descubrimiento de plata por los españoles, una
inagotable veta que brotaba del cerro llamado Sumaj Orcko (en lengua quechua significa cerro grandioso),
marcó el inicio de una prosperidad que levantó la economía de la región y llenó las arcas del imperio español. La
bonanza económica hizo posible que el modesto asiento minero adquiriera importancia, es menester mencionar
que el propio Miguel de Cervantes, en Don Quijote de la Mancha, señalaba: “vale un potosí” cuando se refería a
algo que tenía mucho valor.
Tras la explotación de plata, el asiento minero de Potosí comenzó a crecer de una manera desordenada debido
al alto flujo de personas que deseaban hacer fortuna, llegaban desde diferentes partes del mundo. La
planificación de la urbe no fue posible por la velocidad con que se fue poblando, hasta que alcanzó
aproximadamente los 160 000 habitantes en 1625, convirtiéndose en la urbe más poblada del continente
americano en el siglo XVII. A Potosí, la Corona Española le otorgó el título de Villa Imperial, gracias a la
cuantiosa riqueza que generó con sus minas argentíferas.  
La construcción de templos
La edificación de arquitectura religiosa fue importante para la consolidación del poder, se erigieron varios
templos de diferentes estilos en los que se destaca el barroco mestizo, muy propio de la zona andina, con el
propósito de evangelizar a los indígenas y generar mano de obra para las minas de plata.
Resulta interesante saber que con la rapidez con la que Potosí comenzó a construir su ciudad y a poblarse
densamente, ya para el siglo XVIII había perdido más de la mitad de su población y reducción de productividad
minera: “Potosí conoció en el siglo XVIII una auténtica fiebre edilicia, remodelando obras existentes y
levantando otras nuevas, en un proceso paradójico en apariencia, ya que esta centuria significó para la Villa
Imperial el tiempo de su progresiva decadencia, ante el agotamiento de sus ricos filones…”. (TORREJÓN, Juan.
1992: 172).
Los templos se constituyeron en un importante espacio de evangelización y sincretismo cultural y religioso, en
ellos convivieron elementos indígenas y europeos, nacieron diferentes estilos artísticos y arquitectónicos, entre
los más importantes por su riqueza ornamental destacan los templos de: la Merced, San Bernardo, San Lorenzo,
Santa Teresa, la Compañía de Jesús y San Francisco.      
EL BARROCO MESTIZO          
La importancia del estilo barroco mestizo fue la fusión de elementos indígenas propios de la región con el
barroco europeo, se caracteriza por su decoración que evoca una vegetación exótica, con figuras mitológicas
como: atlantes, cariátides, sirenas, ángeles y animales (toros, monos, aves). Esta decoración impropia del
entorno geográfico potosino probablemente compensa la escasez de una vegetación variada y exuberante.
La sociedad potosina hizo del barroco mestizo una característica suya en sus construcciones, aunque
inicialmente las construcciones se hicieron en el estilo renacentista, se prefirió la utilización de formas
recargadas, con mucho movimiento y exceso, tal vez evocando el espíritu de la Villa Imperial de aquel momento
que sorprendía con su riqueza, derroche y excesos.
“Uno de los primeros ejemplos donde el barroco aflora es la iglesia de la Merced, cuya construcción estuvo
sujeta a un largo proceso. Es de una nave cubierta con artesonado mudéjar, el mejor de la Villa y el mejor de
toda Bolivia. Tiene restos de pintura mural en el coro, lo que indica que la actual iglesia es la primitiva, a la que
se le ha añadido, a fines, del siglo XVII una portada barroca” (Potosí. Guía de Arquitectura. 2004: 64).
PORTADA SUPERIOR DE LA MERCED
Sin duda, la iglesia de la Merced es un importante ejemplo de este interesante estilo nacido en América, pero
una de las obras más impactantes y ricas de la Villa Imperial es la fachada de la iglesia de San Lorenzo de
Carangas en la cual convergen un mundo de fantasía lleno de simbolismo y riqueza ornamental en su plenitud.
“El momento culminante del barroco potosino, de esta fusión cultural entre lo indígena y lo español que
representa el arte mestizo, llegó con la nueva fachada del pequeño templo de San Lorenzo (1728-1744), donde
un erudito programa de raíz europea quedó asimilado y transformado por la sensibilidad americana […] de
profunda simbología: columnas salomónicas, cuyos tercios superiores se ocupan por cuerpos de indígenas con
faldellines, símbolos celestes, sirenas que tocan el charango, y ángeles que tañen la vihuela y el arpa”
(TORREJÓN, Juan. 1992: 172).

DETALLE DE LA PORTADA DEL TEMPLO DE SAN LORENZO


La incursión de la Compañía de Jesús a la Villa Imperial de Potosí se dio a fines del siglo XVI con el
establecimiento de centros educativos, pero no será hasta el siglo XVIII (1700-1707) que se construya el templo
de la Compañía de Jesús en estilo barroco mestizo, nunca antes visto en la Real Audiencia de Charcas (se refiere
al territorio que actualmente comprende el Estado Plurinacional de Bolivia), junto con la iglesia de San Lorenzo
se constituyeron en los ejemplos más importantes del Barroco mestizo potosino, sobre su construcción se dice
que fue:  
“[…] construida gracias a la generosidad del minero Quirós y a las capacidades arquitectónica y decoradora
del cantero indio Sebastián de la Cruz […] La magnífica torre-espadaña que remata su fachada, sin antecedentes
en el arte virreinal, imita un arco de triunfo romano con cubierta de tres cúpulas; estando los cuatro frentes
horadados por los vanos para las campanas, flanqueadas por columnas salomónicas” (TORREJÓN, Juan. 1992:
172).

TORRE DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS


Para inicios del siglo XIX, la Villa Imperial de Potosí había perdido su importancia como motor económico y
productivo del Virreinato, su población disminuyó drásticamente comparada con la que tuvo siglos atrás. Es de
notar también que, en el ámbito artístico, el gusto por el barroco mestizo se fue perdiendo para dar paso al estilo
neoclásico impulsado por la monarquía borbónica. En este sentido las construcciones reflejaron el espíritu
constructivo neoclásico que se caracterizaba por la vuelta al canon, tener formas simétricas, mostrando una
“vuelta al orden”, un ejemplo es la catedral de Potosí que se convertía en una de las últimas grandes obras del
legado español en la actual Bolivia.
“ […] Iniciado ya el siglo XIX, comenzó a edificarse la iglesia mayor de Potosí, la última de las catedrales
españolas en América. Diseñada por el arquitecto y lego franciscano fray Manuel de Sanahuja, volvió la espalda
a la inmediata y rica experiencia arquitectónica de la Villa Imperial, siguiendo el viejo modelo de las catedrales
renacentistas andaluzas de Jaén y Granada, que tan grandes influencias tuvieron en las del Nuevo Mundo”
(TORREJÓN, Juan. 1992: 173).

CATEDRAL DE POTOSÍ
Potosí era conocida como una sociedad de pompa y excesos, por el boato de sus fiestas patronales habituales,
una de ellas la fiesta de Corpus Christi, donde se derrochaba solemnidad y riqueza en platería. Una descripción
de una procesión de fiesta patronal hacia 1556 mencionaba: “Se adornaron las calles con espejos, láminas,
pinturas de santos y colgaduras. El suelo con mantas de lana y se hizo una calle de enramada (Potosí carece de
vegetación) … Era el centro del desfile un carro triunfal con el cerro de Potosí y la Virgen de Plata encima…
Por la noche hubo ‘luminarias’ debiendo entenderse por luminarias, los hachones que alumbran las mascaradas y
desfiles y, también, los fuegos artificiales” (GISBERT, Teresa. 2007: 35-36).
A modo de conclusión, se puede afirmar que la Villa Imperial de Potosí durante el periodo colonial, que va
desde fines del siglo XVI hasta principios del siglo XIX, se caracterizó por la riqueza y productividad de sus
minas de plata, surgiendo una sociedad que buscaba hacerse grandes fortunas, sus fiestas patronales fueron un
reflejo de ello, donde existió un derroche de lujo y excesos, de igual manera aquel espíritu estuvo plasmado en
su arquitectura que hizo del barroco mestizo una característica, se observó la portada de la iglesia de San
Lorenzo como obra cumbre de este estilo al igual que la torre de la Compañía de Jesús, como mejores
construcciones barrocas en la Villa Imperial y la Real Audiencia de Charcas. Aquel mundo lleno de bonanza en
otrora, con fiestas grandiosas y una rica arquitectura que se mantiene a lo largo de los años se le llama Potosí.

INTRODUCCION menú
olivia fue fundada sobre el territorio que pertenecía a la Audiencia de Charcas. Hasta 1776, Charcas formó parte
del Virreinato del Perú, antes de ser anexada al Virreinato de Buenos Aires. Sus expresiones culturales y artísticas
están ligadas a las regiones andinas; a fines del siglo XVIII, Charcas se transformó en un centro intelectual muy
importante para las regiones meridionales, en razón particularmente de la existencia de la Universidad San Francisco
Xavier en la ciudad de La Plata (hoy día Sucre).

Del siglo XVI al XVIII, Charcas, al igual que los otros Virreinatos, recibió todo tipo de influencias artísticas, reflejando
las tendencias del Occidente, en particular los estilos manierista, barroco y neoclásico.

El manierismo apareció alrededor de 1590, con la llegada de varios pintores italianos impregnados de las ideas de
Zuccari, del arte de Vasari y de la influencia tardía de Miguel Angel. Anteriormente, el manierismo estaba presente
por intermedio de grabados flamencos e hispano - flamencos: pequeñas obras de arte, fácilmente transportables,
introducidas por los primeros conquistadores y que todavía se pueden encontrar en nuestros museos. De acuerdo a
nuestros conocimientos actuales, ninguna influencia indígena puede ser detectada en las pinturas de este primer
periodo. Sin embargo, a fines del siglo XVI, Guamán Poma y otros españoles arcaizantes como Diego de Ocaña,
establecieron un estilo caracterizado por cierto planismo e ingen uidad, que se mantendría durante todo el periodo
del Virreinato.

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EL MANIERISMO menú

El manierismo es una de las tendencias artísticas más importantes de América Latina. Podríamos decir que el
Renacimiento no llegó a este continente. La pintura del Virreinato recibió la influencia directa de Zuccari y de Vasari,
y la arquitectura, la de Sebastian Serlio. En lo que concierne a la pintura, esta influencia fue introducida por el jesuita
Bemardo Bitti(1575), Mateo Pérez de Alesio (15is)y Angelino Medoro(1600). Unicamente Bernardo Bitti vivió en
Charcas, trabajó en las misiones jesuitas del lago Titicaca, especialmente en Juli. Vivió en La Paz, Potosí y Chuquisaca
y envió sus obras a Santa Cruz de la Sierra. Medoro y Alesio ejercieron su influencia a través de sus obras y de sus
discípulos.

Bitti es el pintor más importante de América del Sur en el siglo XVI y a principios del XVII. Tenia 28 años cuando
llegó a América y murió en Lima (Perú) en 1610. Sus obras muestran personajes idealizados, cuidadosamente
estructurados, cuyas actitudes y costumbres nos recuerdan a Miguel Angel. los rostros, en particular los de la Virgen,
son tan dulces como los de Rafael su colorido es contrapuesto y no es extraño encontrar sombras verdes sobre
paños ocres. Prefiere los colores verde y azul. su sentido de las proporciones, como en el caso del Permegianino y
del Greco, muestra un arte refinado. Bitti trabajó la mayor parte del tiempo en pueblos indígenas y en centros
urbanos que reagrupaban a extensas poblaciones igualmente indígenas, como ser Cuzco y Potosí. Este es el motivo
por el cual su pintura ejerció una gran influencia en el arte popular de estos territorios. Sus obras luminosas
gustaban a los indígenas, quienes también preferían los personajes idealizados y los rostros estereotipados. Las
escuelas de arte indígena más importantes, las de Cuzco y del Collao, mostraron cierta reticencia hacia el realismo y
el claroscuro, lo cual se puede en parte explicar tanto por la influencia de Bitti, como por las tradiciones incaica y
tiahuanacota, en las que el arte era estilizado y carecía de realismo.

Uno de los seguidores más cercanos de Bitti es Gregorio Gamarra, activo entre 1600 y 1630. Trabajó la mayor parte
del tiempo para los franciscanos y sus obras se conservan en La Paz, Cuzco y Potosí. Gamarra es un pintor manierista
de la generación de Padilla y Montúfar. Estos maestros se caracterizan por la precisión de su dibujo y sus colores
secos. Gamarra es el más sobresaliente de ellos y en sus últimas obras, entre ellas La Epifanía (Museo de La Paz), se
puede percibir la influencia de grabados flamencos y del claroscuro. Se debe mencionar en particular a la Virgen con
la cabeza inclinada, típica de las obras de Bitti, el costurero en primer plano y, a un costado de la firma, la cabeza del
perro que, por más paradójico que parezca, es sin duda alguna un autorretrato. La Virgen de Guadalupe, del
Monasterio franciscano de La Paz, datada de 1609, su iconografía al Jerónimo Diego de Ocaña, a quien se le atribuye
la introducción de este culto a Charcas.

Los artistas, desde Bitti hasta Ocaña, eran trashumantes y es así que se los veía tanto en Lima como en Cuzco o en
Potosí. Pintores, escultores y arquitectos atravesaron las tierras altas de norte a sur, realizando diferentes obras.
Estos continuos vaivenes contribuían a la unificación de los conceptos artísticos en todo el Virreinato. Es igualmente
en esta época que fueron establecidos los principios de las diferentes escuelas artísticas y que los artistas indígenas
aprendieron su arte de los europeos. La influencia de Bitti sobre Cusi Guamán es evidente. El indígena Pedro de
Loayza trabajaba en el taller de Medoro y el escultor Tito Yupanqui se trasladó a Potosí para tomar lecciones con el
español Diego de Ortiz.

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EL BARROCO menú

El manierismo domina los Andes desde 1580 hasta la primera mitad del siglo XVII. Pinturas fechadas de 1660 aún
están marcadas por este estilo, que se enfrenta a una decadencia lenta y larga. Podemos, sin embargo, considerar
que el barroco aparece en la Audiencia de Charcas entre 1630 y 1640. Este cambio es motivado por el ingreso de
obras de Zurbarán, que llegan a Lima y a Bolivia sobrepasando la centena. Zurbarán es el pintor que más influye en
América. Sus obras se encuentran en Chuquisaca y en las iglesias de las tierras altas. Su influencia es esencial en la
escuela de Potosí, que se transformará más tarde en un centro artístico importante, muy ligado al gusto español. En
esta época, Potosí era la ciudad más grande de América. Su población alcanzaba los 160 000 habitantes, tratándose
de españoles en una gran proporción. La población indígena estaba compuesta esencialmente por mitayos,
distribuidos en 14 parroquias de acuerdo a su origen.

Las estampas flamencas, especialmente las de Collaert, los hermanos Wierix y Rafael Sadeler, se propagaron
profusamente a partir de 1600. Las órdenes religiosas confiaron a los artistas locales la reproducción de series de
grabados. Es por este medía que las obras de Rubens se harían célebres en América. También llegaron al continente
obras de artistas menos importantes como Martín de Vos y Forchaudt. Este último era un respetado vendedor de
arte que vivía en Amberes y cuyas únicas obras firmadas se conservan en Sucre, Juli y La Paz.

Si bien está claro que la influencia española es fundamental en Potosí, no sucede lo mismo en el Collao, en donde
las composiciones flamencas constituyeron la fuente principal de inspiración. Lo vemos en la obra de Leonardo
Flores, el pintor más importante de esta región.

Con el barroco desaparece la unidad artística que existía en el Virreinato en la época de Manierismo y comienzan a
surgir escuelas locales de pintura. En Charcas existen dos: Potosí, que abarca igualmente Chuquisaca y el Collao, que
cubre La Paz y los pueblos de las alturas a orillas del lago Titicaca.

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LA ESCUELA DE POTOSI menú

El último manierista en Potosí es Nicolás Chávez de Villafuerte (activo en 1600). Dos pintores españoles
pertenecientes a las nuevas tendencias son sus contemporáneos: Francisco López de Castro y Francisco de Herrera y
Velarde, este último nacido en Extremadura. Castro está muy ligado a la escuela Sevillana, siendo evidente en sus
obras la influencia de Murillo. Herrera, por el contrario, es un discípulo de Zurbarán, gusto del claroscuro, de la luz y
de las sombras. La dureza de su estilo nos recuerda al Cavaggio. Los maestros de esta generación dieron origen a la
escuela de Potosí, muy diferente de las otras escuelas del Virreinato. El Collao y Cuzco tienen una estética planista y
prefieren los personajes idealizados provenientes del manierismo. En esta época, Charcas y Lima están en
decadencia, por lo que adquieren obras de artistas de Potosí y de Cuzco, respectivamente.

Bajo la tutela de uno de estos maestros se formó el pintor barroco más importante del Virreinato, Melchor Pérez
de Holguín. Se fue muy joven a Potosí, y allí aprendió el arte de la pintura. Nacido alrededor de 1660, firma su
primera obra en la Villa Imperial de Potosí en 1687. Nueve años más tarde, ya cuenta con un taller propio en esta
ciudad. La obra de Holguín puede ser seguida paso a paso hasta 1732, año en que firma su último cuadro. Contrajo
matrimonio y tuvo descendencia en Potosí y al parecer jamás dejó esta ciudad. Incluso sus obras que se encuentran
en La Plata (Sucre) fueron firmadas en Potosí. A su muerte, deja numerosos discípulos e imitadores y un siglo más
tarde será recordado bajo el sobrenombre de "Brocha de oro". Considerando las obras de Holguín en su conjunto,
nos llama la atención su composición. su tendencia a achatar los personajes y su universo. Este estilo de
achatamiento, a veces llevado al extremo de lo inverosímil, sobre todo en sus cuadros de gran tamaño, da fuerza y
firmeza y originalidad a su pintura. Sin duda alguna, en ningún otro lugar del mundo más que en los Andes, región
dura, salvaje, ruda, rodeada de altos nevados, en donde el viento sopla y la vida, casi desconocida, se oculta en sus
formas más elementales, podríamos encontrar una tal estilización aquí, el hombre se sienta aplastado por la
naturaleza, por su hostilidad y su inmensidad, se siente insignificante y se refugia en las profundidades de su
espíritu, solo frente a Dios Todopoderoso.

Podemos distinguir tres etapas en la obra de Holguín la primera se caracteriza por tonos grises y temas inmutables:
asambleas y ascetas. Hacia 1708 su pincel se ilumina con las grandes composiciones de San Lorenzo. La serie de la
Merced en Sucre, pertenece a este periodo. A partir de 1714, sus pinturas se hacen más delicadas, sus personajes
más achatados. De esta época datan sus diferentes series de evangelistas, las Santas Familias rodeadas de paisajes
idílicos, obras en las que se observa la influencia flamenca.

Una de sus obras más representativas del primer periodo es la del Cristo alimentando a San Pedro de Alcántara. El
personaje de San Juan de Dios rodeado de flores y de pan, es característico de su estilo realista. La soltura del pincel
y las magnificas expresiones de los personajes hacen de esta pintura una obra maestra. Entre los evangelistas, se
debe mencionar a San.Juan y, entre las Santas Familias, a la Virgen Lavandera.

El discípulo más destacado de Holguín es Gaspar Melchor de Berrío, nacido en 1708 en el pequeño pueblo de
Puno. En sus primeras obras, sigue de cerca a su maestro, pero con el tiempo crea su propio estilo, ligado a las
escuelas de Cuzco y del Lago Titicaca. Sus cuadros de transición, como ser El Patrocinio de San José en el convento
de Santa Mónica de Potosí, describen dos mundos diferentes. uno terrestre, en el cual los personajes están
estructurados a la manera de Holguín, el otro celestial, con figuras brillantes y más convencionales, recordando las
escuelas de Cuzco y del Collao.

Berrío abandona luego el estilo de Holguín para dedicarse a una pintura convencional, revestida de oro. Es un
maestro singular, que trabaja hasta 1761. Sus mejores obras son La Adoración de los Pastores y La Coronación de la
Virgen.

El indígena Luis Niño es contemporáneo de Berrío. Estudia y obtiene el título de pintor y escultor en madera, oro y
plata. Dos de sus obras son conocidas, representando ambas a la Virgen de .Sabaya que reflejan el gusto indígena
convencional al que también se sumó Berrío. La Virgen de la Victoria en Málaga, permite comprender el estilo de
Niño y la nueva estética de un barroco americanizado. Niño trabajó para el Obispo de Charcas y para los mitayos de
la iglesia de San Lorenzo, indígenas como el. Los otros discípulos de Holguín son imitadores desprovistos de genio.
Podemos citar a Nicolás Ecoz y a Joaquín Carabal. Los anónimos que copian a los personajes de Holguín son
numerosos.

menú

LA ESCUELA DEL COLLAO menú

A fines del siglo XVII desaparecieron los artistas italianos y flamencos que fueron tan numerosos en el siglo XVI y a
principios del XVII los pintores españoles son dueños y señores del arte hasta 1650, pero después empiezan a
escasear.

Por el contrario, los artistas indígenas y mestizos son cada vez más numerosos. Es entonces que la pintura salvo en
Potosí en donde Holguín imprime la marca de un arte diferente - comienza a asumir su propia identidad y a alejarse
de los modelos europeos. Cuzco y el Collao son los centros de esta nueva tendencia. Las pinturas más apreciadas son
aquellas que carecen de perspectiva, con escenas variadas y anecdóticas y personajes de be1leza convencional. El
oro, utilizado profusamente en los primeros años, pero luego desaparecido con el manierismo, vuelve a escena y los
cuadros revestidos de él son altamente valorados. Berrío utiliza el oro en Potosí, Cuzco y el Collao. El gusto indígena
se impone y un gran número de pinturas presentan estas características.

El siglo XVIII está marcado por un interés creciente hacia la historia incaica. Numerosas piezas de teatro recuerdan
la fundación del imperio incaico, la muerte de Atahuallpa, la lucha heroica de Huayna Kapac, etc. Las obras no están
destinadas únicamente a los conventos y a las iglesias: los arrieros, que en ese entonces hacían de mercaderes,
compraban en ocasiones hasta 200 obras al mes para venderlas a los indígenas de las tierras altas. La pintura se hace
popular y los centros indígenas del Collao y de Cuzco monopolizan la producción, especialmente en esta última
ciudad, en donde los pintores realizan un trabajo masivo. El proceso de mestizaje es largo: comienza hacia 1680,
durante el periodo barroco, creando formas diferentes a las que se acostumbra en Europa, y termina alrededor de
1780, cuando el estilo neoclásico llega a América. En los pueblos indígenas se sigue pintando bajo este estilo hasta
fines del siglo XIX.

Los primeros pintores del Collao son Leonardo Flores y el Maestro de Calamarca. El primero trabaja alrededor de
1684 en los pueblos que se encuentran a orillas del Lago Titicaca, como Yunguyo, Puerto Acosta e Italaque. Debe su
estilo a los grabados flamencos. Pinta escenas anecdóticas, sus reyes llevan trajes lujosos y joyas, las vestimentas
flotan cual si fueran nubes. Estas características son exageradas por los pintores del Collao que suceden a Flores,
como su discípulo Juan Ramos. Si bien ciertas obras de Flores son realmente barrocas. Flores trabajó para el Obispo
de La Paz, Queipo del Llano. Sus cartas al obispo revelan un personaje seguro de si mismo y muy orgulloso de su
trabajo. Esta era en general la idea que los pintores tenían entonces de si mismos. Muchos de ellos al firmar sus
obras, precisaban donde y cuando habían sido éstas realizadas, consignando igualmente su condición social.

Después de Flores, la pintura del Collao se hace grandilocuente y se dirige a las masas. La Asunción de la Virgen es
un tema recurrente y un carro triunfal es jalado por serpientes y sirenas. Esta última, símbolo del pecado. es uno de
los motivos acostumbrados del arte barroco, especialmente en arquitectura.
Otro tema favorito es el de Las Postrimerías. Las más celebres pinturas sobre este tema se encuentran en la iglesia
de Carabuco, firmadas por Juan López de Los Ríos. Algunas representan al demonio tentando a mujeres indígenas
mientras escuchan un sermón.
En todas estas obras volvemos a encontrar la influencia flamenca. El infierno, en particular, nos recuerda al Bosco.
La serie más famosa después de la de Carabuco se encuentra en Caquiaviri, fechada en 1739. En Carabuco es donde
aparecen los primeros ángeles vestidos a la usanza del siglo XVII. Estos ángeles serán más tarde el tema favorito de
los cultores de las tierras altas. En Bolivia existen varios series de ángeles, siendo la más famosa la que se encuentra
en la iglesia de Calamarca. Está compuesta de 36 cuadros que podemos agrupar en tres series: los arcabuceros, los
que están vestidos de Romanos y los serafines, con vestimenta de mujer. Esta iconografía proviene, por una parte,
de Dionisio el Areopagita y por otra, de los tratados militares del siglo XVII.

La serie de Calamarca fue encargada en 1680. Los personajes carecen de relieve, los rostros son infantiles y
convencionales, las vestimentas minuciosamente pintadas. Las otras series de ángeles se encuentran en Peñas
(departamento de La Paz), Yarvicolla (Oruro), en la iglesia de San Martín (Potosí) y Pomata (Puno). Muy
probablemente estas pinturas de ángel es nacieron en el Collao. Las "Madronas", que son copias de imágenes
populares de la Virgen, se expandieron igualmente en la región y además se siguen haciendo en la actualidad. Las
más antiguas se remontan a 1680. Como en el caso de los ángeles, este tema se originó seguramente en el Collao y
Cuzco, regiones en las que fue creado, así como en Potosí, donde Luis Niño y Ecoz pintaron "Madonas" de este
estilo. Encontramos en Cuzco las obras de Chilli Tupac y de innumerables anónimos con este tema. las "Madonas
más conocidas son las de Cocharcas y Pomata. Esta última proviene de la misión dominicana del lago Titicaca.
Pomata es un pueblo cerca de Copacabana, en donde las Vírgenes tienen una belleza singular. Junto con los ángeles,
estas obras son testimonio del alto nivel que podía alcanzar la pintura americana en su interpretación del barroco. Si
las comparamos con las que eran realizadas en la misma época en España y en el resto de Europa, podemos ver cuan
lejos se llegó: luego de haber importado al siglo XVI las formas artísticas, los Americanos las adaptaron a su propia
sensibilidad para crear un arte original y diferente.

Si bien no existe influencia española en el Collao, Zurbarán está ahí presente, con sus imágenes de santas pintadas
por los pintores locales. Además de los ángeles. existen numerosas series de santos, Santa Casílda, por ejemplo,
cuyas joyas nos recuerdan a Flores.

LA PINTURA POPULAR

Se acostumbra pretender que la pintura más antigua es igualmente la más ingenua o la más primitiva. Este no es el
caso en el Virreinato del Perú, en donde las obras más antiguas son, por el contrario, las más eruditas y las que más
se asemejan a las europeas. A medida que pasa el tiempo, los americanos asimilan los estilos importados y crean el
suyo propio. Un arte original aparece a fines del siglo XVII, se populariza y se hace artesanal hacia 1740. Cuando el
estilo neoclásico invade América, el barroco se refugia en los pueblos indígenas, en donde nace el arte popular. Las
obras que admiramos hay día por su ingenuidad datan del siglo XIX. Santa Ana o la Peregrina del Museo de La Paz
son ejemplos claros de este arte ingenuo.

EL ESTILO NEOCLASICO

Las reformas del Rey Carlos III marcan un cambio fundamental en América. En el campo artístico, se crean
Academias que substituyen a las asociaciones de artesanos. El arte se hace erudito y el barroco es rechazado. la
Iglesia y las autoridades se dedican a eliminarlo, ya que se lo considera un arte decadente. La Paz, Cuzco y Potosí ya
no son los centros artísticos, y capitales como Lima y Chuquisaca, seguidas por algunas ciudades de los valles como
Cochabamba, encabezan el movimiento neoclásico. A fines del siglo XVIII, Lima vive un verdadero renacimiento. No
podemos decir lo mismo de Charcas, cuya decadencia en esta época es evidente.
LA ESCUELA CUSQUEÑA DE
PINTURA

La Escuela Cusqueña de Pintura;  conjuga de forma armoniosa lo autóctono con lo


occidental, lo histórico con el presente, es el núcleo de la sociedad cultural misionera y el
occidental europeo.
Al momento de la conquista ya existía en el Imperio Inca una significativa actividad
plástica que perduró hasta la colonia, lo demuestran en sus ceramios, huacos, keros; así
como también en las culturas pre incas, sus tejidos, murales, etc.
Es así que las primeras décadas del virreinato estuvo vinculado netamente a la difusión
de la fe católica, por lo tanto, el arte se convirtió en un extraordinario soporte didáctico
para las explicaciones de los catequistas.
Es así que la denominación “Escuela Cusqueña”, surge de los pintores artistas en
Cusco, influenciado en las obras del Padre Jesuita Bernardo Bitti (1548 – 1610), es
considerada como el primer centro artístico organizado en el Nuevo Mundo.
CARACTERÍSTICAS:
 Las pinturas de la Escuela Cusqueña se caracterizan por la utilización exclusiva
de temas religiosos, su falta de perspectiva, y el predominio de rojos, amarillos y colores
tierra.
 También utilizaron una gran cantidad de oro, especialmente con imágenes de la
Virgen María.
 Aunque los pintores cusqueños estudiaron el arte bizantino flamenco, de Andorra
y el renacimiento italiano, sus obras eran más libres que las de sus tutores europeos que
usaron colores brillantes y distorsionados, imágenes dramáticas.
 Representaron la flora y fauna nativa como telón de fondo en sus obras.

FUNDADORES DE LA ESCUELA CUSQUEÑA


Esta sensibilidad especial para comprender la fe y la compasión de los momentos de la
vida de Cristo fue celebrada por los sacerdotes que comisionaron la pintura de murales
en sus templos.
 BERNARDO BITTI (1548 – 1610)
Además de pintor, fué sacerdote jesuita y llegó a Perú en 1575, de un estilo “contra
maniera” y “anti maniera”. Su obra cumbre fue “Coronación de la Virgen” (1580);se
exhibe en la iglesia San Pedro. En 1592 se encuentra con Mateo Pérez de Alesio; de
quien recibe la influencia de pintar las “madonas”.
 MATEO PEREZ DE ALESIO (1547 – 1606)
Llegó a Lima en 1588, su pintura más celebre es “La virgen de la Leche”;  cuyas
réplicas fue venerada por Santa Rosa de Lima y aún se conserva en su santuario. Antes
de llegar al Perú, en 1572,pintó un fresco a la entrada de la Capilla Sixtina “La Disputa del
Cuerpo de Moisés”.
 ANGELINO MEDORO (1567 – 1633)
Antes de llegar al Perú estuvo en Bogotá, Cali y Quito, en Lima estuvo entre 1600 a
1620. Pintó la “Inmaculada Concepción” (1618) en el convento San Agustín, tuvo
amistad con Santa Rosa de Lima, a quien llegó a retratarla poco después de su muerte.

LOS MAESTROS INDÍGENAS


 DIEGO QUISPE TITO (1611 – 1681)
De una noble familia autóctona, establecida en el barrio de San Sebastián. Pintó la serie
del zodiaco (1681) para la catedral cusqueña, pero sólo se han conservado ocho,
posiblemente porque el artista murió antes de culminar su obra.
 BASILIO DE SANTA CRUZ PUMACALLAO (1661 – 1700)
En 1667 participó en la ejecución de la serie sobre la vida de San Francisco de Asis;
para el convento Franciscano en Cusco, esta obra fue elogiada por el virrey “Conde de
Lemos”. En 1690, el obispo Mollinedo lo designa para hacerse cargo de las obras de
decoración de la Imponente Catedral.
Hoy en día todas estas decenas de murales, y cuadros de dicha escuela, están
ubicadas desde la imponente Catedral de Cusco hasta en pequeñas iglesias a lo largo de
la ciudad imperial de Cusco.

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