Escuchar A Dios
Escuchar A Dios
Escuchar A Dios
ESCUCHAR A DIOS
La escucha brota del amor. Somos todo ojos y oídos para quien amamos o
nos interesa. Para poder, pues, escuchar a Dios, tendríamos que aprender a poner
nuestra mente y corazón en Dios, presente en el aquí y en el ahora. En él vivimos,
nos movemos y existimos" (Hb 17, 28). Cuando la experiencia de Dios es luminosa,
fuerte y transformante se cumple lo que decía Job: "Yo te conocía sólo de oídas,
mas ahora te han visto mis ojos" (Jb 42, 5).
Orar es, simplemente, vivir en esta referencia de todo mi ser a Dios. Desde
que me levanto hasta que me acuesto y cuando me acuesto, en todo momento y
ocasión vivo desde Dios, en Dios y para Dios.
Orar es una de las actividades más bellas y profundas que puede hacer el
ser humano. A través de la oración descubrimos a Dios, lo escuchamos y nos
abrimos a la Luz, a la Verdad y a la Vida.
San Agustín es consciente de esta misma realidad cuando dice: "Y ahora,
¡aquí estoy yo! Vuelvo a tu fuente, ardiendo de calor y sin respiración. Nadie ni nada
me lo puede prohibir. Yo voy a beber de ella y por ella encontrar mi auténtica vida.
Mi vida no va a ser yo mismo. He experimentado el mal de mí mismo, yo mismo me
he convertido en muerte. Pero ahora ya vivo en ti. Dirígete a mí, Señor, y háblame,
y lléname".
Quédate en mi corazón con una unión tan íntima, que quienes tengan
contacto conmigo puedan sentir en mí tu presencia, y que al mirarme olviden
que yo existo, y no piensen sino en ti.