Arte y Estética
Arte y Estética
Arte y Estética
Apunte hecho a base de: “Expresión y Apreciación Artística”, Juan Acha, Ed. Trillas, 2a edición, 1994 y “Curso de
Estética General”, Milán Ivelic, Ed. Universitaria, 2a edición, 1984.
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Por otro lado, los sentimientos estéticos son, a su vez, conocimientos, porque constituyen
patrones, conceptos o abstracciones que sirven para catalogar las cosas y los fenómenos en bellos o
feos, cómicos o dramáticos, por ejemplo. Sirven para identificar realidades de acuerdo a una escala
particular de valores. En nuestra vida diaria, elegimos a menudo aquellos productos que más nos
satisfacen. Poseemos un gusto o una sensibilidad, que es la capacidad de sentir.
Por lo tanto, el gusto influye en las decisiones personales. Lo importante de nuestra
sensibilidad estética es que complementa a nuestra razón cuando ésta agota sus recursos ante una
elección o una decisión práctica que debemos tomar.
La sensibilidad es una facultad humana que todos poseemos y, como tal, se expresa o
materializa en diferentes formas y de acuerdo con el modo de sentir de un país, de un grupo social o
la familia a la que pertenece una persona. Estas diferentes formas constituyen la cultura estética,
que todos poseemos.
3. ¿Qué es la estética?
El término “estética” deriva del griego “aisthesis” (percibir por los sentidos) y se utilizó por
primera vez en el siglo XVIII, cuando el filósofo alemán Alejandro Baumgarten (1714-1762)
publicó su obra “Aesthetica”. El mérito de Baumgarten fue haber rescatado un término clásico para
designar a una nueva disciplina y considerar que la reflexión en torno a lo bello merecía una
preocupación especial de la filosofía.
En la actualidad, la estética se ha definido como una disciplina autónoma cuyo objeto es la
obra de arte. Es disciplina, porque es portadora de un saber específico y un método de investigación
abierto; es autónoma, porque ha dejado de pertenecer a la filosofía.
Otra causa de la autonomía radica en el hecho de que el objeto propio de la estética, la obra
de arte, ha tenido una evolución notablemente rápida en el siglo XX.
En el curso de la historia, el objeto ha sufrido modificaciones importantes que han
modificado la actitud del observador (esteta) respecto a ese mismo objeto.
Para la tradición platónica, para la Edad Media, para los clásicos en general, el objeto de la
estética no era la obra de arte en sí, sino que la idea de belleza se viera plasmada en la obra, se
entendiera. Se buscaba la belleza y no la obra bella.
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Para Kant, el objeto de la estética es el sentimiento subjetivo de lo bello. No le interesaba la
belleza como substancia, sino que descubrir lo que permitía la belleza, es decir, una actitud que
califica de desinteresada.
Es en la estética contemporánea donde el objeto y la actitud se relacionan mutuamente. El
objeto de la estética pasa a ser la obra de arte, tal cual es contemplada según una actitud específica
(tanto desde el punto de vista del creador como desde el punto de vista del contemplador).
4. Estética y semiótica
Para entender y valorar la obra de arte debemos estudiar los signos que la componen y, por
ende, el lenguaje usado en la expresión artística. La Semiótica es una doctrina amplia y general de
los signos, dedicada al estudio de todo sistema comunicativo basado en la articulación de dichos
signos o grupos de signos. La rama o sección destinada al análisis del lenguaje artístico se
denomina semiótica estética.
4.1. El signo
El lenguaje, en su definición general, es un conjunto de signos por los que se establece la
comunicación. El lenguaje se convierte en el signo de la realidad, designa a un objeto, es decir,
tiene una función significativa, las palabras son sustitutos de la imágenes, ideas y percepciones.
Entendemos por signo la asociación entre un significante (contenedor) y un significado
(contenido). Esta asociación tiende a ser arbitraria, ya que un significante puede tener varios
significados y viceversa.
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4.4. Lo figurativo y lo no figurativo
Las obras figurativas identifican hechos, acciones u objetos reales, los que serán
representados, descritos o explicados por la obra en sí. Esta actitud está estrechamente ligada a
nuestra tendencia a dirigir nuestras facultades y actividades hacia el mundo exterior. Abordamos el
arte buscado un reflejo fiel del mundo exterior, olvidando que la obra de arte tiene por finalidad
presentar su propio mundo.
La manifestación artística que más se ha resentido con esa actitud es la pintura,
especialmente con la incorporación de la perspectiva. A primera vista, la perspectiva venía a
reforzar la tridimensionalidad del espacio real y para la actitud natural esto era una clara
demostración que la pintura era un sustituto de la realidad.
Si lo vemos desde el punto de vista del pintor, la perspectiva era un procedimiento
inventado por el autor para proyectar el mundo percibido y no para copiarlo.
Un criterio similar ocurrió en el cine, cuando los adelantos técnicos permitieron introducir el
color: para muchos, el film ganaba en “realidad”; reproducía con absoluta fidelidad los objetos
coloreados y, por ende, el color en el cine se volvía una duplicación del color real.
Sin embargo, el color en el cine puede o no ser incorporado, su inclusión es facultativa y su
valor estético reside en la posibilidad de contribuir a sugerir el mundo que el cineasta quiere
revelar, a través de las imágenes en movimiento.
¿Qué pensar del arte no figurativo? En primer lugar, puso en tela de juicio todo aquello que
la estética tradicional había elaborado hasta entonces, porque se basaba en una tradición figurativa
que ahora desaparecía.
En segundo lugar, fue necesario repensar el lenguaje artístico con el fin de interpretarlo con
los nuevos criterios, que derivaron en una evolución del lenguaje.
En tercer lugar, se produjo una oposición aún existente entre los que rechazan y los que
aceptan el arte no figurativo, siendo éstos últimos los que plantean que el arte al fin encontró su
sentido: el arte es la expresión de un individuo creador.
Sin embargo, a juicio de Milán Ivelic, la distinción de figurativo y no figurativo es errónea,
ya que el arte nunca ha tenido por misión la figuración o duplicación de la realidad, sino que es una
respuesta a una visión del mundo percibido, donde el uso de modelos de la realidad no constituye
su duplicación. En el caso de lo no figurativo, éste parece haber renunciado a toda naturaleza o
realidad preestablecida y nos plantea el problema de cómo entrar en relación con la obra sin la
ayuda de referencias.
Producto de lo anterior, el lenguaje artístico ha evolucionado, es decir, se ha renovado
conforme a sí mismo, siguiendo el marco cultural de su tiempo y sin perder su carácter artístico. Es
el permanente redescubrimiento del arte.
Distingue un juego de apariencias sensibles que son propias de toda obra de arte. A estas
cualidades sensoriales las denomina “qualia”, teniendo cada arte su propio qualia, cuya
especificidad las distingue de las otras. A demás, las artes se clasifican en diversos grados,
dependiendo si los qualia se organizan de manera representativa o presentativa.
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La representación es a través de un círculo y es significativa, porque destaca los medios de
expresión (qualia) de cada manifestación artística.
Al igual que en la clasificación del arte anterior, ésta tiene como base los medios de
expresión. Esquemáticamente, es la siguiente:
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La interacción de las artes
Cada clase de arte posee su medio de expresión específico; no obstante, existe
evidentemente interacción entre ellas: la pintura con el volumen, la escultura con el espacio, la
arquitectura con la luz, etc. En muchos casos, una clase de arte hace uso de variados métodos de
expresión que corresponden a otras manifestaciones artísticas, como el cine, por ejemplo: diálogo,
personajes, color, sonido, etc.
5.3. Los límites de la clasificación
Hoy nadie puede dudar de la amplitud que ha alcanzado el concepto de arte con el
surgimiento de nuevas formas de expresión. Aun cuando sea discutible considerar como “artísticas”
ciertas manifestaciones propuestas por el arte moderno.
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Desde fines del siglo XIX se produjo una profunda fractura en la evolución artística que
derivó en un arte contemporáneo donde el artista se aleja de los medios tradicionales de expresión.
Así, por ejemplo, el pintor se aparta de la tela y los pinceles y utiliza en sus obras objetos, collage,
materiales toscos y pobres, interviene la fotografía, se usa el video. El escultor, por su parte, se
aleja de los materiales “nobles” (piedra, madera, mármol, bronce) y del talento manual, para usar
medios mecánicos de reproducción.
Por otro lado, un número estimable de personas se consideran a sí mismas artistas y
participan en acciones pasajeras, extemporáneas, improvisadas: happening, enviroments,
instalaciones, que no buscan lo perdurable o lo permanente. Hechos muy diferentes e inclusive
opuestos a los identificables como arte en el pasado reciente. Existen obras actuales catalogadas
como “obras de arte” sólo porque han ingresado a un circuito que así las ha proclamado.
Esta ruptura obliga a una nueva interpretación de los objetos, de los acontecimientos, de las
situaciones, de los comportamientos humanos. Exige la participación, provoca tensiones, remueve
la conciencia y pretende destruir esquemas preconcebidos.
¿Es posible ingresar estas proposiciones en alguna de las clasificaciones del arte? Responder
a esta interrogante supone haber acotado definitivamente los límites del arte. Sin embargo, no hay
seguridad que su territorio esté, perfecta y absolutamente, delimitado.