Globalización y Cultura

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Globalización y Política

Mundial

Globalización y política

1
1. Globalización y cultura
Del mismo modo que es criticable ensalzar exageradamente las bondades de la
globalización o pretender defender la objetividad del discurso sobre la misma
por parte de determinados sectores e intereses económicos y políticos, tampoco
podemos creer que las dificultades sean tan extremas como para que no sea
posible modificar determinadas tendencias negativas que se desarrollan en la
actualidad.

La cultura no es ajena a la influencia de la globalización y trae consigo un


constante proceso de imbricaciones mutuas que debe ser objeto de un
profundo análisis. Sin esconder los riesgos que entraña la homogeneización
cultural, las respuestas a las dinámicas perjudiciales de la globalización sobre la
cultura existen en todo el mundo.

Seguidores y opositores al fenómeno de la globalización encuentran en el


terreno cultural un nuevo motivo de discordia que les permita manifestar sus
opiniones y conceptos.

Entendiendo a la globalización cultural como una dimensión de la globalización,


surge, en primer lugar, la necesidad de definir de una manera adecuada el

3
concepto de cultura como contexto en el que se desenvuelve el proceso de la
globalización. BARKER1 la define como:

«Una variedad de prácticas generadoras de significado».

TOMLISON2 no se aleja demasiado al afirmar que es:

«El orden de vida en el que los seres humanos conferimos significados a través de la
representación simbólica».

Este carácter dinámico y variable de la cultura se desprende del hecho de


interrelacionar con los demás fenómenos, entre ellos la globalización, a través
de una intensa relación dialéctica que posibilita la evolución de su contenido y
su significado3.

A esto debe añadirse una creciente aceleración de los flujos culturales o, en


palabras de GIDDENS4:

«La intensificación de las relaciones sociales en todo el mundo, por las que se ligan lugares
lejanos de tal manera que los acontecimientos locales están configurados por
acontecimientos que suceden a muchos kilómetros de distancia».

La relación entre globalización y cultura convierte a la cultura, según TOMLISON5,


en un aspecto intrínseco del proceso total de conectividad que caracteriza a la
globalización. La cultura, además de formar parte de ese proceso de
conectividad, lo alimenta y lo fomenta, es decir, se caracteriza por ser, a su vez,
«constitutiva de la conectividad» que se desprende de la globalización6.

1
Barker, C. (2003). Televisión, globalización e identidades culturales. Barcelona, Paidós, p.31.
2
Tomlinson, J. (2001). Globalización y cultura. México, Oxford University Press, p. 21.
3
En este sentido se expresa Beck al afirmar que la cultura global no puede entenderse estáticamente, sino
solo como un proceso contingente y dialéctico (Beck, U. Op. Cit., pp. 79 y ss.
4
Lucas, J. de (2003). Globalización e identidades. Barcelona, Icaria, p. 29.
5
Este autor define a la globalización en virtud de su «creciente conectividad», es decir, de la cada vez
mayor proximidad espacial del mundo (Tomlinson, J. Op. Cit., p. 3).
6
Ibíd, p. 25.

4
1.1. Características de la globalización cultural

Entre las múltiples definiciones que ULRICH BECK da sobre la globalización, existe
una que analiza las consecuencias del fenómeno sobre la interrelación de las
diferentes culturas. En este sentido7:

«La globalización también es un proceso que crea vínculos y espacios sociales


transnacionales, revaloriza culturas locales y trae a un primer plano terceras culturas, pues se
acompaña también de ―olas de transformación cultural‖ en un proceso que se denomina
―globalización cultural‖».

El estudio empírico sobre la influencia de la globalización cultural en diferentes


países del planeta, realizado por BERGER Y HUNTINGTON8, fundamenta su
metodología en la aproximación a cuatro procesos y fenómenos diferenciados
(cultura de los negocios, cultura popular, cultura intelectual y cultura religiosa)
que están relacionados entre sí e interactúan con las culturas autóctonas en las
que inciden. Los autores analizan la realidad de diferentes países dividiendo el
estudio en cuatro apartados según la participación de dichos países en el
proceso de globalización.

Aunque los más críticos consideren que la dimensión cultural de la globalización


se caracteriza por una tendencia hacia la «homogeneización de los usos y
costumbres de las sociedades industriales occidentales»9, hay que reconocer
que este proceso se combina con otros que favorecen la difusión de valores,
gustos y tradiciones no pertenecientes a estos países.

La idea ampliamente difundida de la homogeneidad cultural no reflexiona, en


opinión de BECK10, sobre las «paradojas y ambivalencias» que existen en el
marco de la globalización, entre las que él incluye el concepto de localización.
Este concepto es definido por BERGER11 como la aceptación de la cultura global,
pero con significativas modificaciones locales. Este autor ejemplifica esta
definición de localización con las especificidades introducidas por MCDONALD’S en
sus diferentes franquicias por todo el mundo. Aunque esta empresa impone
determinadas condiciones con carácter general, es un hecho que las diferencias

7
Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización .
Barcelona, Paidós, p. 71.
8
Berger, P. L., Huntington, S. P. (2002). Globalizaciones múltiples. La diversidad cultural en el mundo
contemporáneo. Barcelona, Paidós.
9
García Segura, C. Op. Cit., pp. 325 y ss.
10
Beck, U. Op. Cit., pp. 75 y ss.
11
Berger, P. L. y Huntington, S. P. Op. Cit., pp. 23 y 120.

5
locales encuentran un espacio de desarrollo en su seno, por ejemplo, a través
de la instalación de doble cocina en sus establecimientos de la India, para
separar la comida vegetariana de la no vegetariana.

Pero no puede ni debe obviarse el carácter conflictivo de la interrelación


cultural, pues la tensión entre culturas globales y autóctonas puede derivar en
un «choque de civilizaciones» como resultado del enfrentamiento de las
culturas implicadas. BERGER se refiere al concepto acuñado por SAMUEL
HUNTINGTON (coautor, junto a BERGER, del análisis comparado sobre el impacto
de la globalización en diferentes culturas)12:

1.2. Globalizaciones alternativas

El término globalizaciones alternativas hace referencia a aquellos «movimientos


de alcance global que tienen su origen fuera del mundo occidental, pero que
ejercen un impacto definitivo en él»13. Este fenómeno supone una contestación
ante las fuerzas de la globalización cultural y reconoce la existencia de
alternativas a la globalización. Ejemplos de estas globalizaciones alternativas
son los movimientos religiosos organizados procedentes de Asia (hinduismo,
budismo, etc.), la influencia, tanto en la industria occidental como el
comportamiento de los consumidores, de las técnicas japonesas de control de
calidad, o la cultura New Age.

Esta globalización alternativa se completa con lo que GARCÍA SEGURA entiende


como el nuevo regionalismo14:

«Basado en la participación de varios actores en un área geográfica dada, mediante una


creciente red de interacciones en diferentes ámbitos gracias a la que se generan y comparten
una serie de valores fundamentales».

1.3. La influencia de la globalización en la cultura

La mayor crítica que se realiza a la globalización en su dimensión cultural es la


relativa a la homogeneización cultural15 que la globalización arrastra consigo.

12
Ibíd, p. 28.
13
Ibíd, p. 25.
14
García Segura, C. (1999). ―La globalización en la sociedad internacional contemporánea: dimensiones y
problemas desde la perspectiva de las relaciones internacionales‖. En: Cursos de Derecho Internacional de
Vitoria–Gasteiz 1998. Madrid, Tecnos, p. 320.

6
Muchos autores ven a este fenómeno no como una posibilidad de mutuo
enriquecimiento intercultural, sino como un riesgo, aprovechado principalmente
por las empresas transnacionales para introducir una dinámica de
uniformización cultural.

Críticos como LÓPEZ SEGRERA16 e ISIDORO MORENO17 coinciden en considerar que


los efectos de la globalización
sobre la cultura se reducen a la
persecución de la diversidad
cultural y a un incipiente proceso
de homogeneización cultural.

La manifestación extrema de este


proceso de homogeneización
viene expresada de la mano del
concepto de imperialismo
cultural, que supone el dominio
de una cultura por otra, es decir,
la imposición de una determinada
cultura nacional que penetra y
domina las culturas de las
naciones subordinadas.18 Los
autores que apoyan esta idea
identifican este ataque a las
culturas dominadas como una
estrategia que lleva aparejada la
difusión del capitalismo, y que es ejecutada por los grandes grupos de
comunicación y las corporaciones transnacionales.

En opinión de Isidoro Moreno, el proceso globalizador no supone en absoluto


interculturalidad, sino más bien la imposición de una cultura determinada,
justificada y alentada por la lógica del mercado y que él identifica con la cultura
occidental, y más específicamente la estadounidense, admitiendo de forma
limitada elementos integrantes de otras culturas.

15
En este sentido se expresa, por ejemplo, Fernández de Rota, J. A., (2002). ―Identidad y ciudadanía en
un mundo pluricultural‖. En: Alvárez Munárriz, L., Antón Hurtado, F. (Eds.). Identidad y pluriculturalidad
en un mundo globalizado. Murcia, Godoy, p. 45.
16
López Segrera, F. (1999). ―Globalización y diversidad cultural‖. En: Brovetto, J., Rojas Mix, M.,
Globalización e identidad. Cáceres, Universidad Iberoamericana, Cexeci, p. 159.
17
Moreno, I. (2002). ―Globalización y localización. Las dinámicas de nuestro tiempo‖. En: Alvárez
Munárriz, L., Antón Hurtado, F. (Eds.). Identidad y pluriculturalidad en un mundo globalizado. Murcia,
Godoy, p. 22.
18
Barker, C. Op. Cit., pp. 74.

7
En el otro lado de las posiciones mencionadas con anterioridad, se sitúan
posiciones mucho menos críticas con los efectos de la globalización sobre la
cultura. Entre estos autores se sitúa, por ejemplo, VARGAS LLOSA, para quien la
invocación por parte de determinados sectores del riesgo de homogeneización
cultural no es sino19:

«Una concepción inmovilista de la cultura expresada a través de una ―paranoia ideológica‖».

En su opinión, no admite dudas el hecho de que se está produciendo una


pérdida de diversidad cultural y lingüística en el mundo, pero con cierto aire de
resignación alude al carácter de inevitabilidad de la globalización para obviar las
consideraciones negativas que de esta manifestación se podrían desprender.

La extendida creencia sobre la inevitabilidad de la globalización es una


característica fundamental de la globalización neoliberal que defiende que nos
encontramos ante un proceso cuasinatural contra el que no se puede luchar.

En palabras de SEGURA20:

«La inevitabilidad de la globalización, unida a su irreversibilidad son dos de las premisas


fundamentales del pensamiento único, impulsor del discurso bondadoso y acrítico con la
globalización».

Asimismo, argumenta las bondades de la globalización cultural a través de dos


ideas. Por un lado, la interconexión del planeta supone una posibilidad única
para los individuos de construir su propia identidad cultural, es decir, aumenta
su «horizonte de libertad individual». Por otro, defiende la idea de que la
globalización no va a provocar la desaparición de las culturas locales, ya que
«todo lo que hay en ellas de valioso y digno de sobrevivir encontrará en el
marco de la apertura mundial un terreno propicio para germinar».

ULRICH BECK21 también critica la asunción más o menos generalizada, de lo que


él denomina la «tesis de la convergencia de la cultura global». Esta tesis

19
Gómez Isa, F. Derechos humanos y globalización. Mimeo, p. 8.
20
García Segura, C. (1999). ―La globalización en la sociedad internacional contemporánea: dimensiones y
problemas desde la perspectiva de las relaciones internacionales‖. En: Vitoria-Gasteiz (1998). Cursos de
Derecho Internacional. Madrid, Tecnos, pp. 341 y ss.

8
defiende que se está produciendo en la actualidad una paulatina
universalización de modos de vida, símbolos culturales y modos de conducta
transnacionales.

Existe otra visión que defiende que el mundo continúa mostrando una
extraordinaria diversidad cultural. Se afirma que el resultado de la globalización
en este ámbito específico no sería una uniformidad cultural, sino una
«diversidad cultural crecientemente interconectada». La opinión de FERNÁNDEZ
22
DE ROTA sirve de síntesis de las posturas principales mantenidas en torno a
esta cuestión.

Otros autores defienden esta misma postura, aunque mediante el empleo de


diferentes argumentos. En este sentido, ISIDORO MORENO considera que la
reafirmación de los referentes culturales de las «identidades colectivas
diferenciadas» adquiere, en el marco de la «cultura mundial», un eco sin
precedentes y, paradójicamente, estos procesos de identificación cultural no
están reñidos con el cada vez mayor uso instrumental que estos actores
realizan de elementos y dinámicas pertenecientes al propio proceso de
globalización.

Por ejemplo, la utilización de Internet por el movimiento zapatista de Chiapas23.


Otro ejemplo lo constituiría la incipiente instrumentalización de las nuevas
tecnologías por parte de los denominados smart-mobs o flash-mobs
(movilizaciones organizadas, generalmente por grupos antiglobalización, a
través de Internet y de la telefonía móvil).

En la situación actual, indudablemente las diferencias en este sentido


permitirían establecer una determinada jerarquía entre los emisores, ya que no
todos cuentan con las mismas oportunidades de incidir en el proceso.

Asimismo, esta dicotomía existente entre las posibilidades de los emisores tiene
su reflejo en la otra cara de la moneda. En palabras de ANN BERNSTEIN24:

«La difusión de las fuerzas culturales globales se produce con mayor facilidad en unos niveles
que en otros».

21
Beck, U. (1998). ¿Qué es la Globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización .
Barcelona, Paidós, pp. 71 y ss.
22
Fernández de Rota, J. A. (2002). ―Identidad y ciudadanía en un mundo pluricultural‖. En: Alvárez
Munárriz, l., Antón Hurtado, F. (Eds.). Identidad y pluriculturalidad en un mundo globalizado. Murcia,
Godoy, pp. 45-57.
23
Moreno, I. (2002). ―Globalización y localización. Las dinámicas de nuestro tiempo‖. En: Alvárez
Munárriz, L., Antón Hurtado, F. (Eds.). Identidad y pluriculturalidad en un mundo globalizado. Godoy,
Murcia, p. 37.
92
Berger, P. L., Huntington, S. P. Op. Cit., pp. 221 y ss.

9
Es decir, los receptores de la cultura (las culturas autóctonas) tampoco cuentan
con la misma capacidad de reacción
e incidencia frente a la influencia de
las culturas emisoras. Esta
argumentación permite a
HUNTINGTON diferenciar entre
culturas «fuertes» y «débiles». De
igual modo, se afirma que el
establecimiento de esta
diferenciación se basa
exclusivamente en la creación de
categorías descriptivas, pero no en
la elaboración de juicios de valor.

Aunque los más críticos consideren


que la dimensión cultural de la
globalización se caracteriza por una
tendencia hacia la
«homogeneización de los usos y
costumbres de las sociedades industriales occidentales», hay que reconocer que
este proceso se combina con otros que favorecen la difusión de valores, gustos
y tradiciones no pertenecientes a estos países.25

Asimismo, ambos autores coinciden al considerar que aunque «las influencias


globales pueden originar la revitalización de las formas culturales
autóctonas»,26 esto no implica necesariamente el renacimiento de la cultura
local. Es decir, la localización no supone forzosamente un impulso de la cultura
local.

BECK27, siguiendo a ROBERTSON, defiende la idea de que «lo local y lo global no


se excluyen mutuamente», sino que, muy por lo contrario, lo local debe
entenderse como un aspecto de lo global ya que «la globalización significa
también acercamiento y mutuo encuentro de las culturas locales».

Por otro lado, en cuanto a las influencias externas que pueden alentar el
proceso globalizador destacan las argumentaciones, generalmente defendidas

25
García Segura, C. (1999). ―La globalización en la sociedad internacional contemporánea: dimensiones y
problemas desde la perspectiva de las relaciones internacionales‖. En: Vitoria-Gasteiz (1998). Cursos de
Derecho Internacional, Barcelona, Tecnos, pp. 325 y ss.
26
Berger, P. L., Huntington, S. P., Op. Cit., p. 23.
27
Beck, U. Op. Cit., p. 79.

10
por los grupos económicos e informativos interesados en las dinámicas
económicas que la globalización arrastra, que presentan a este fenómeno como
un discurso hegemónico.

Aunque MORENO28 no admite la interdependencia cultural, tampoco niega la


existencia de factores de fragmentación, ya referidos, ni de reacciones exitosas
de las culturas autóctonas para intervenir en el proceso cultural mundial.

Surge una nueva dimensión, la lucha por el derecho a la identidad de pueblos y


grupos sociales que se sienten amenazados por la tendencia a la
homogeneización cultural que
impone la globalización, y frente al
desarrollo de los medios de
comunicación que, según los más
críticos, agiganta la brecha entre
los cánones culturales y atenta
contra el ideal de diversidad
cultural.

La tendencia actual es la
concentración de los medios de
comunicación en grupos
multimedia, con sede en países
occidentales y que controlan la
mayor parte del mercado cultural
mundial. Asimismo, los flujos de
información tienen, en su mayor
parte, una única dirección, de norte a sur.

Determinados autores han acudido al concepto de imperialismo cultural para


caracterizar el proceso de globalización cultural como unidireccional,
refiriéndose a la existencia de una cultura dominante que impone las
directrices, como única interlocutora válida en este proceso.

Se podría acudir en este punto a los conceptos, acuñados por FEDERICO MAYOR
ZARAGOZA29, de «globalizadores» y «globalizados», es decir, a los dominadores y
los excluidos del proceso de la globalización. No hay que olvidar que entre los
«globalizados» se encuentran más de tres cuartas partes de la población
mundial.

28
Moreno, I. (2002). ―Globalización y localización. Las dinámicas de nuestro tiempo‖. En: Alvárez
Munárriz, Antón Hurtado, F. (Eds.). Identidad y pluriculturalidad en un mundo globalizado. Murcia, Godoy,
pp. 19-43.
29
Gómez Isa, F. Derechos humanos y globalización. Mimeo, p. 4.

11
BARKER30 cuestiona esta consideración al estimar que, incluso en el caso de que
«el flujo del discurso cultural imperante sea de occidente a oriente y de norte a
sur, esto no debe entenderse necesariamente como una forma de dominación».
Este autor considera que el proceso de globalización es cada vez menos
unidireccional, y se configura como «un proceso de desigual desarrollo que se
fragmenta al combinarse e introduce nuevas formas de interdependencia
mundial». Estas ideas llevan al autor a cuestionar la idea de la
unidireccionalidad del proceso de globalización cultural basándose en la
existencia de un «flujo (cultural) inverso», es decir, de un impacto en occidente
de las ideas y prácticas culturales no occidentales. Coincide con él TULASI
SRINIVAS31 cuando pone como ejemplo la manifiesta e importante presencia de
aportaciones no occidentales al proceso de globalización, que lo convierten en
bidireccional.

Este autor, encargado específicamente de analizar el impacto de la


globalización cultural en la India, pone claros ejemplos para justificar su
argumento de la bidireccionalidad cultural de la globalización. Entre ellos,
nuevamente, la introducción de las prácticas New Age (meditación, yoga,
tantrismo, curación espiritual, etc.) en la cultura occidental.

1.4. Debate doctrinal sobre la globalización

En el debate acerca de la globalización cultural existen dos posturas básicas.

1.4.1. Globalización como uniformización cultural en un mundo


culturalmente homogéneo

Esta postura, la más difundida, reconoce la tensión generada entre esta


concepción de la globalización y fenómenos tales como la reivindicación de
tradiciones culturales particulares, la reafirmación de identidades locales, o el
auge de nacionalismos periféricos.

Se acerca bastante a la tesis de la convergencia de la cultura global32 según la


cual:

30
Barker, C. (2003). Televisión, globalización e identidades culturales. Barcelona, Paidós, p. 81.
31
Berger, P. L., Huntington, S. P. (2002). Globalizaciones múltiples. La diversidad cultural en el mundo
contemporáneo. Barcelona, Paidós, p. 112.
32
BECK, Ulrich (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización.
Barcelona, Paidós, p. 71.

12
«Se está produciendo una paulatina universalización, en el sentido de unificación de modos de
vida, símbolos culturales y modos de conducta transnacionales. (...) En una palabra: que la
industria de la cultura global significa cada vez más la convergencia de símbolos culturales y
de formas de vida».

CASTELLS escribe en su introducción al 2.o volumen de la Era de la información:


que «la oposición entre globalización e identidad está dando forma a nuestro
mundo y a nuestras vidas».

Según este autor, ha habido:

«Una marejada de vigorosas expresiones de identidad colectiva que desafían la globalización y


el cosmopolitismo en nombre de la singularidad cultural y del control de la gente sobre sus
vidas y entornos».

Es el caso de los movimientos


proactivos, como el feminismo o el
ecologismo, pero también de
movimientos reactivos que
construyen trincheras de resistencia
en nombre de dios, la nación, la
etnia, la familia, la localidad, esto es,
las categorías fundamentales de la
existencia milenaria, ahora
amenazadas bajo el asalto
combinado y contradictorio de las
fuerzas tecnoeconómicas y los
movimientos sociales transformadores.

Así pues, un amplio abanico de movimientos sociales se constituye en torno a lo


que el autor denomina identidad de resistencia. El nacionalismo étnico, el
fundamentalismo religioso o las comunidades territoriales serían ejemplos de
este fenómeno.

En lo cultural, frente a la difusión del american way of life (estilo de vida


americano) a todo el planeta, surge la reafirmación de identidades
diferenciadas y una valoración de contenidos culturales diversos, que no
renuncian a ciertos usos culturales, de tipo instrumental, que están
globalizados.

13
BENJAMIN BARBER33, por su parte, afirma que los dos ejes axiales de nuestro
tiempo son:

 El tribalismo. Se compone de las fuerzas del renacer étnico,


nacionalista y fundamentalista.
 El globalismo. Supone la extensión mundial del mercado.

En medio de estas tendencias, amenazadas por su choque dialéctico, se


encuentran las democracias y la sociedad civil. La globalización como lo opuesto
de la localización. Cuatro imperativos constituyen la dinámica de lo que se
denomina McMundo:

 De mercado.
 De recursos.
 Tecnológico-
informacional.
 Ecológico.

Todos ellos empequeñecen


el mundo y anulan la
importancia de las
fronteras.

Por otro lado, este


monopolio del mercado
cultural e informativo
puede convertirse en un
caldo de cultivo idóneo
para una homogeneización
cultural y una
estandarización de los hábitos de consumo. En este punto, GÓMEZ ISA se refiere
al concepto ampliamente divulgado de «mcdonalización», acuñado por MARTA
HARNECKER.

El planteamiento de MORENO34 es distinto y pasa por considerar la distinción


terminológica que emplea entre mundialización y globalización:

33
Barber, Benjamin R. Jihad vs. McWorld (1996). How globalism and tribalism are reshaping the world.
Toronto, Ballantine Books.
34
Moreno, Isidoro. Los nacionalismos: globalización y crisis del Estado-nación. En: Corcuera Atienza,
Javier (1999). (Dir.). Mundialización y nacionalismos: la quiebra del modelo de Estado-nación. Madrid,
Consejo General del Poder Judicial, pp. 11-33.

14
 La mundialización es un proceso iniciado en el siglo XVI, con los
orígenes del desarrollo capitalista, por el cual el mundo deviene cada vez
más interdependiente en lo económico, aunque sobre la base de una
lógica asimétrica.

Es inevitable referirse a WALLERSTEIN en este punto. Para este autor, el


proceso de mundialización supone la creación de un sistema mundial, en
el que existe división extensiva del trabajo, tanto funcional (ocupacional)
como geográfica. El sistema mundial se caracteriza por la desigualdad.
Así, WALLERSTEIN habla de Estados centrales y áreas periféricas y
semiperiféricas.

 La globalización es la fase actual del desarrollo capitalista, y supone la


culminación del proceso de
mundialización. Según MORENO,
en contra de lo que afirma el
discurso hegemónico del
pensamiento único, la
mundialización no ha implicado
solo un proceso de globalización,
sino también otro opuesto de
resistencia por parte de los
colectivos más desfavorecidos.

A esta forma de pensamiento la


denomina GARCÍA SEGURA como
«pensamiento único»35. La globalización cobra una dimensión ideológica
que no permite diferenciar entre la realidad del fenómeno y el grado de
adhesión al mismo, ya que su discurso se dirige a enraizar y legitimar la
globalización.

Asimismo, esta dinámica tiene dos objetivos fundamentales36:

 Por un lado, la defensa de la idea de inevitabilidad e


irreversibilidad de la globalización; es decir, un marcado determinismo
de sus dinámicas.

35
García Segura, C. Op. Cit., pp. 341 y ss.
36
Diferentes autores coinciden en considerar estos dos objetivos del discurso del ―pensamiento único‖
como los más peligrosos para las culturas receptoras por la carga acrítica que encierran respecto del
fenómeno: Moreno, I. Op. Cit, pp. 37 y 38; Berger, P. L., Huntington, S. P. Op. Cit., pp. 141 y 142; García
Segura, C. Op. Cit., p. 341.

15
 Por otro, la proclamación de la objetividad de los discursos
bondadosos sobre la globalización. En este sentido, este fenómeno se
manifiesta como inherentemente bueno y deseable, y no susceptible de
ser discutido ni cuestionado porque se legitima a sí mismo.

La pasividad ante esta forma de pensamiento supone un peligro evidente, ya


que, como afirma ROBERT COX37, las construcciones teóricas siguen a la realidad,
pero también puede formarla, orientando la conducta de quienes la reproducen
o la alteran. Gran parte de los autores se enfrentan con firmeza a esta forma de
pensamiento, solicitando una visión más crítica del fenómeno y sus dinámicas,
negando la sacralización del mismo y defendiendo el papel del pensamiento
crítico como respuesta al «pensamiento único»38.

1.4.2. Globalización y localización cultural como parte del mismo


proceso

Lo local y lo global son fenómenos interrelacionados, pues nada puede ser


creado globalmente, sino que ha de ser generado localmente.

Reseñar, en primer lugar, la aportación teórica realizada por ROLAND


ROBERTSON39, quien parte de la crítica de las nociones más comunes de la
globalización para crear su propio concepto.

Considera erróneas las interpretaciones hechas sobre la globalización por dos


motivos:

 A menudo, lo local es construido sobre la base de lo translocal. Lo local


es la expresión de recetas generalizadas y globalmente difundidas de lo
que es la localidad.
 El segundo argumento tiene que ver con la idea de relacionar el debate
entre el universalismo (o lo global) y el particularismo (o lo local) con el
debate tiempo-espacio.

Para ello, resulta de utilidad distinguir entre globalización y globalidad:

37
Este autor profundiza sobre la cuestión al considerar una concepción utilitarista de la teoría, ―la teoría
siempre está al servicio de alguien y de algún objetivo‖: García Segura, C. Op. Cit., p. 343.
38
Ibíd, p. 342.
39
Robertson, R. (1997). Glocalization: Time-Space and Homogeneity-Heterogeneity. In: Featherstone,
Mike; Lash, Scott y Robertson, Roland. (Eds.). Global modernities. London, Sage, pp. 25-44.

16
 El primer concepto implica la creciente homogeneización de experiencias
básicas e instituciones en el transcurso de la modernidad. Por su parte,
la globalidad alude a un conjunto de condiciones que son diferenciables
o distinguibles de las de la modernidad.
 La globalidad es entendida como la condición general que facilita la
difusión de la modernidad y permite separar, como relativamente
independientes, las dimensiones de tiempo (evolución histórica) y
espacio (geografía).

El mismo ROBERTSON40 critica las nociones comunes del imperialismo cultural por
asociar globalización con homogeneización. Este enfatiza cuatro aspectos:

 La capacidad de los grupos locales de procesar de muy distintas formas


la comunicación que reciben desde el centro.
 La forma en que los mayores productores de cultura global (Hollywood,
CNN) adaptan sus productos a los mercados locales.
 Cómo símbolos nacionales se convierten en objeto de interpretación y
consumo globales, perdiendo así su «esencia nacional».
 La importancia de los flujos de ideas y prácticas provenientes del Tercer
Mundo.

BECK41 comparte, grosso modo, las teorías desarrolladas por ROBERTSON. La


siguiente cita así lo pone de manifiesto:

«(..) Las generalizaciones a nivel mundial, así como la unificación de instituciones, símbolos
y modos de conducta (por ejemplo, McDonald, los vaqueros, la democracia, la tecnología de
la información, la banca, los derechos humanos, etc.) y el nuevo énfasis, descubrimiento e
incluso defensa de las culturas e identidades culturales (islamización, renacionalización, pop
alemán y rai norteafricano, carnaval africano en Londres o la salchicha blanca de Hawai), no
constituyen alguna contradicción».

NEDERVEEN PIETERSE42, por su parte, entiende a la globalización como un proceso


de hibridación, pues la idea de que las experiencias culturales, presentes o
pasadas, hayan caminado solo en la dirección de la uniformidad y la

40
Robertson, R. (1997). Glocalization: Time-Space and Homogeneity-Heterogeneity. En: Featherstone,
Mike; Lash, Scott y Robertson, Roland. (Eds.). Global modernities. London, Sage, pp. 37-40.
41
Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización .
Barcelona, Paidós, p.80.
42
Nederveen P., Jan. (1997). Globalization as Hybridization. En: Featherstone, Mike; Lash, Scott y
Robertson, Roland. (Eds.). Global modernities. London, Sage, p. 62.

17
estandarización le parece incompleta. La hibridación cultural supone la mezcla
de todas las culturas continentales con la consiguiente generación de
resistencia locales, de tipo étnico, nacionalista o religioso.

Este argumento se puede justificar por el hecho de que las continuas mezclas e
intercambios desdibujan los contornos de las culturas, suponen incorporar
nuevas prácticas, adaptar otras. Sitúa el multiculturalismo en un primer plano,
muy próximo al interculturalismo, desde el momento en que se considera que
existen relaciones culturales fluidas, mezcla e interrelación.

18

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