Modulo 3 Lectura 4 Emociones Personalidad
Modulo 3 Lectura 4 Emociones Personalidad
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4.1
Emoción.
4.1.1 Función de las emociones
4.1.2 Clasificación de las emociones
4.1.3 El proceso emocional
4.1.4 Inteligencia emocional
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La personalidad.
4.2.1 ¿Qué es la personalidad?
4.2.2 Definición de personalidad
4.2.3 Temperamento, carácter y personalidad
4.2.4 Teorías de la personalidad
4.2.4.1 Teorías psicoanalíticas
4.2.4.2 Teorías de los rasgos
4.2.4.3 Teorías humanistas
4.1 EMOCIÓN
Según el diccionario de la RAE, la emoción puede definirse como una alteración del ánimo
intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática (es
decir, que se percibe de manera física y que se expresa en alguna parte del organismo). Otras
definiciones afirman que la emoción es una variación profunda pero efímera del ánimo, o una
conmoción afectiva de carácter intenso. También se define la emoción como un conjunto
complejo de respuestas químicas y neuronales que aportan una respuesta distintiva y brusca
ante el hecho que la provoca. Parece claro, pues, que todas las definiciones concuerdan en la
intensidad y en la brevedad de la experiencia emocional, así como en el hecho de que se
producen dentro del sujeto.
Sin embargo, existen otros conceptos similares a la emoción que frecuentemente se confunden
o se utilizan como sinónimos. No es fácil diferenciar algunos de ellos, pero vamos a intentar
aclararlos a continuación. Mientras que la emoción es una reacción afectiva brusca y aguda
acompañada de síntomas somáticos, el sentimiento es la evaluación consciente que la persona
hace de la percepción de su estado corporal durante una respuesta emocional. El sentimiento
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es más difuso y más duradero que la emoción, y no comporta una reacción somática tan
intensa. La emoción se relaciona con el cuerpo, mientras que el sentimiento lo está con la
mente. Por otra parte, el afecto es un proceso de interacción social entre personas. El afecto se
da y se recibe, mientras que las emociones sólo se experimentan en uno mismo. Finalmente, la
actitud emocional es el estado emocional y afectivo basal del sujeto que le conduce a
reaccionar de un modo similar ante ciertos sucesos vitales.
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4.1.2. Clasificación de las emociones
Una cuestión controvertida es si existen o no determinadas emociones básicas o universales.
Algunos defienden la existencia de las emociones básicas o universales, mientras que otros
investigadores concluyen que no existe universalidad en el reconocimiento y en la expresión de
las emociones.
A pesar de ello, vamos a exponer brevemente una clasificación según la cual, las emociones se
dividen en:
Emociones primarias: surgen como fruto del desarrollo evolutivo del sujeto en los primeros
momentos de la vida, como la sorpresa, el asco, el miedo, la alegría, la tristeza y la ira. Cada una
de ellas tiene una función adaptativa y se diferencian entre sí en cuanto a procesamiento
cognitivo, experiencia subjetiva, comunicación no verbal, afrontamiento, y activación
fisiológica.
Emociones secundarias: son aquellas que aparecen en la infancia intermedia (2,5 - 3 años)
como consecuencia de la maduración y de los procesos sociales. Ejemplos de ellas son la culpa,
la vergüenza, el orgullo, los celos, la arrogancia, el bochorno, etc. Sin emociones primarias no
pueden surgir las secundarias. Además, para que aparezcan las emociones secundarias es
necesario que el niño esté aprendiendo las normas sociales y que sea capaz de evaluar su
identidad personal de acuerdo a ellas. Las emociones secundarias dependen de la cultura y de
la propia historia personal del sujeto. Pueden ser una mezcla de emociones primarias (por
ejemplo: celos = ira + tristeza + miedo) y su manifestación depende de cada sujeto. Por
ejemplo, ante los celos una persona puede reaccionar espiando a su pareja, intentando
reconquistarla, etc.
En relación al cerebro humano, la sede principal de las emociones se halla en el sistema límbico,
también llamado cerebro medio. Esta parte del cerebro es una de las más primitivas y se sitúa
inmediatamente debajo de la corteza cerebral. Comprende centros como el hipotálamo, el
hipocampo y la amígdala cerebral.
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4.1.4. Inteligencia emocional
Aunque las definiciones populares de inteligencia hacen hincapié especialmente en los aspectos
cognitivos (como la capacidad matemática, verbal, lógica, etc.), varios investigadores
influyentes en la psicología actual reconocen desde hace tiempo la importancia de otros
aspectos no cognitivos en ella. El concepto tradicional de inteligencia no permite explicar por
qué algunas personas parecen dotadas de un don que les permite vivir felizmente sin destacar
por sus capacidades cognitivas, o por qué los alumnos más brillantes no siempre terminan
siendo los más exitosos en la vida. Por otra parte, no existe una relación entre inteligencia
tradicional y capacidad para enfrentar contratiempos o superar las dificultades de la vida.
Las primeras raíces del concepto inteligencia emocional pueden hallarse en los tratados de
Darwin, quien afirmaba que la expresión de los sentimientos era clave para la supervivencia de
la especie humana. En 1983, Howard Gardner (1943-) introdujo la idea de incluir tanto la
inteligencia interpersonal (capacidad para comprender las intenciones, motivaciones y deseos
de otras personas) como la inteligencia intrapersonal (capacidad para comprenderse uno
mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios) en el concepto global de
inteligencia. Sin embargo, en 1995 Daniel Goleman (1947- ) popularizó la inteligencia emocional
gracias a sus libros, que se convirtieron en best sellers en todo el mundo.
Goleman indica que poseer inteligencia emocional no significa simplemente “ser amable”, sino
que a veces hay que afrontar realidades incómodas que no es posible evadir por más tiempo.
También señala que tener inteligencia emocional no implica dar rienda suelta a los
sentimientos, sino expresarlos eficazmente. Goleman remarca que, en general, mujeres y
hombres comparten más similitudes que diferencias, aunque, por término medio, las mujeres
muestran mayor empatía y son más conscientes de sus emociones, mientras que los hombres
son más optimistas y tienen una mayor capacidad de adaptación. Por último, el autor apunta
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que este tipo de inteligencia no está determinado genéticamente, sino que se adquiere a lo
largo de toda la vida, siendo un aprendizaje lento.
Así, podemos definir la inteligencia emocional como la capacidad humana de sentir, entender,
controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. La inteligencia
emocional nos permite tomar conciencia de las propias emociones, comprender los
sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones en el trabajo, acentuar la
capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, lo que brindará
mayores posibilidades de desarrollo personal.
4.2 LA PERSONALIDAD
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Actualmente, el término personalidad hace referencia al conjunto integrado y organizado de
características de un individuo que caracterizan su peculiar ajuste al medio. Es el sello
psicológico exclusivo de cada uno que persiste a lo largo del tiempo y que distingue a un
individuo de otro.
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vital de un individuo, a la vez que consideramos esas fluctuaciones e inestabilidades
como formas superficiales y no profundas del cambio de personalidad.
Es evidente que las personalidades no son nunca estables ni absolutamente consistentes, pero
esperamos que la personalidad de la gente sea relativamente constante de un día a otro y de
una situación a otra. Cuanto más estable y consistente es una persona, más fácil resulta poder
imaginar qué hará en el futuro, ante una situación nueva, es decir, más fácil resultará predecir
su comportamiento.
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• El temperamento es la disposición innata que nos induce a reaccionar de forma
particular a los estímulos ambientales. Está determinado genéticamente y, por tanto, es
difícil de modificar.
En esta lectura no nos extenderemos mucho en las distintas teorías, solamente revisaremos
algunos aspectos que pueden ser de más interés dentro de esta asignatura.
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4.2.4.1 Teorías psicodinámicas.
Según estas teorías, la conducta es el resultado fuerzas psicológicas que operan dentro del
individuo. A menudo, son procesos de los cuales no somos conscientes.
Para explicar la personalidad, Freud, fundador del psicoanálisis, se centra en la influencia de las
experiencias infantiles tempranas, en los motivos y conflictos inconscientes y en los métodos
con que la gente enfrenta sus impulsos sexuales y agresivos.
1) Consciente: Aquella región psíquica en la que las percepciones que provienen del
mundo exterior, del propio cuerpo y de la mente, se hacen presentes (consciente), es
decir, pueden comunicarse por medio del lenguaje y la conducta.
2) Preconsciente: Aquellos sucesos, procesos y contenidos mentales que son capaces de
alcanzar o llegar a la conciencia a través de la memoria, si se realiza un esfuerzo para
concentrar la atención.
3) Inconsciente: Se rige por el principio del placer. Es la suma total de todos los impulsos,
deseos y sucesos que quedan fuera de la consciencia y que son incapaces de llegar a ella
a causa de una contra-fuerza que es la censura o represión.
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Estructura de la personalidad. Modelo estructural.
Años más tarde, Freud introdujo importantes modificaciones proponiendo un nuevo modelo
(modelo estructural). Según este, la personalidad consta de tres estructuras.
• El ello, (id), la única estructura presente al momento de nacer. Se trata de una energía
psíquica inconsciente que influye en la dinámica de la personalidad tratando de
satisfacer los impulsos instintivos de supervivencia, reproducción y agresión
persiguiendo siempre su satisfacción inmediata.
• El yo, (ego), enlace del ello con el mundo real, controla las actividades conscientes del
pensamiento y del razonamiento. Trata de posponer el cumplimiento de los deseos del
ello hasta que pueda hacerlo de forma segura y eficaz en el mundo real. El yo se
desarrolla después del nacimiento, cuando el niño se da cuenta de que no todo lo que
quiere lo obtiene automáticamente y por tanto tendrá que buscar la manera de
conseguirlo.
El yo está formado por aspectos conscientes, como los procesos intelectuales o las
propias percepciones, pero también tiene un mecanismo inconsciente: los mecanismos
de defensa (cuya definición ampliaremos en la siguiente sección).
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preocupación. Para reducir la incomodidad causada por la ansiedad, el yo recurre a una
variedad de mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa son reacciones generalmente
inconscientes que protegen contra emociones desagradables como la ansiedad y la culpa.
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Los rasgos son características definitorias del individuo que son relativamente estables y
generales, es decir, un rasgo es una disposición a comportarse de manera estable en diversas
circunstancias. Hay personas mentirosas, habladoras, valientes, etcétera.
El grado en que un rasgo está presente en cada persona se sitúa en un continuo que va desde la
afirmación plena en un extremo hasta su término opuesto en el otro.
Durante el siglo pasado se realizaron varios intentos de reducir los rasgos individuales de la
personalidad a un número limitado de categorías o tipos. Gordon Allport señaló que podrían
utilizarse miles de palabras para describirlos. Raymond Cattell identificó 16 rasgos básicos.
Los cinco grandes rasgos de la personalidad (Goldberg, McRae)
Se centra en la importancia de cinco rasgos esenciales. Los cinco grandes rasgos son
extroversión, afabilidad, escrupulosidad, estabilidad emocional y cultura o apertura. Estos
rasgos parecen ser universales entre las culturas, y algunas investigaciones indican que, en
parte, pueden ser de origen fisiológico.
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Así, los psicólogos humanistas, a diferencia de los conductistas y psicodinámicos, adoptan una
visión optimista de la naturaleza humana:
• Las personas pueden superar su herencia animal primitiva y controlar sus impulsos
biológicos.
• Son seres racionales y conscientes que no están dominados por necesidades y conflictos
irracionales e inconscientes.
Para Rogers, el ser humano desarrolla su personalidad al servicio de metas positivas: todo
organismo nace con ciertas capacidades, aptitudes o potencialidades innatas, que tiende a
desarrollar a lo largo de la vida convirtiéndose en lo mejor que puede llegar a ser.
Además de tratar de cumplir el potencial biológico innato, los seres humanos tratamos de hacer
realidad nuestro autoconcepto, nuestro sentido consciente de quiénes somos y qué deseamos
hacer con nuestra vida, a lo que Rogers dio el nombre de tendencia a la autorrealización. La
personalidad se constituye como resultado del propio proceso de autorrealización: si un sujeto
la alcanza, su personalidad será madura y equilibrada; en caso contrario, nos hallaremos ante
personalidades insatisfechas y, por tanto, desequilibradas.
Los conflictos surgen por la presión social ejercida sobre el individuo. Éste, según Rogers, posee
un yo auténtico que se debe desarrollar en libertad, siguiendo sus genuinos intereses y
expectativas si quiere autorrealizarse. Pero en muchas ocasiones, los intereses de ese yo
personal no coinciden con los de las personas que le rodean, las cuales le fuerzan a seguir
caminos diferentes a los de sus deseos. De esa manera, la familia, el colegio, los amigos, etc.,
presionan para que el individuo se adapte a los intereses sociales dominantes.
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Si el sujeto renuncia a su autenticidad por complacer a los demás, aparecen la insatisfacción y el
descontento con uno mismo. Si, por el contrario, el sujeto desarrolla plenamente su vocación,
estará en el camino correcto para poder sentirse plenamente satisfecho y realizado.
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BIBLIOGRAFÍA:
• CIENCIAS PSICOSOCIALES APLICADAS A LA SALUD. Llor, B., Abad, M.A., García, M. y Nieto, J.
Madrid: McGraw Hill, 1995.
• PROCESOS PSICOLÓGICOS BÁSICOS. Santiago, J., Tornay, F., Gómez,E., Elosúa, MªR. Madrid:
Mc.Graw-Hill, 2006.
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