Sobre La Doctrina de Los Axiomata A Partir de Anal Post (Mombello)

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SOBRE LA DOCTRINA DE LOS ΑΞIΩMATA

A PARTIR DE APO. 72A14-18*

Eduardo Mombello
Universidad Nacional del Comahue

§ 1. RECONSTRUCCIÓN Y PROBLEMAS
En las últimas décadas, diferentes estudiosos han reiniciado, y suge-
rido con mayor o menor énfasis la necesidad de la rehabilitación de, un
programa de reconstrucción de la concepción axiomática de Aristóteles
o de aspectos de ella1. El programa aspira, como es natural, a un resul-
tado comprensivo y sintético del tema. Pero, en algunos pasos de su
realización, visiones diferentes arrojan resultados muy disímiles e
incompatibles entre sí; lo cual, a pesar de todo, es evidencia de que
aquel programa no está, en absoluto, cerrado.
Para quien se propone el estudio de la axiomática aristotélica o aun
la participación –por modesta que sea– en el programa de su recons-
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* El presente trabajo se inscribe en el marco de las actividades del proyecto de
investigación plurianual “Dialéctica y epistemología en Aristóteles. Investigaciones
sobre problemas metodológicos relativos a los principios en la filosofía de Aristóteles”
(112-200801-02100), financiado por CONICET y dirigido por F. G. Mié. Una ver-
sión parcial fue presentada en las Jornadas Internacionales Ordia Prima (2007).
Agradezco las valiosas observaciones del auditorio presente entonces y, particular-
mente, las de Marcelo D. Boeri y Fabián Mié, con quienes estoy en deuda por bas-
tante más que por la sola razón antedicha. Quiero agradecer, también, el apoyo del
Centro de Estudios Clásicos y Medievales (UNCo) y de María I. Santa Cruz.
Finalmente, acerco mi especial gratitud a los evaluadores anónimos de la publicación
Ordia Prima por su iluminadora labor, sobre la base de la cual he podido mejorar la
versión final de este trabajo. Los errores que subsisten en él, naturalmente, me perte-
necen con exclusividad.
1 Véase v.g. Leszl (1981:274), Barnes (1969:131ss.), Cassini (1986),
McKirahan (1992:68ss.), et alii.

ORDIA PRIMA 7 (2008) 39-103


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trucción, aquellos resultados de los especialistas sobre la teoría axiomá-


tica de Aristóteles constituyen elementos en la extensión de una canti-
dad de problemas interpretativos, antes que en la de la teoría misma2 de
los axiómata. Tres de esos grandes problemas generales, que tienen
relación entre sí, me parecen destacables, y los bosquejo como sigue.

§ 1.1 UN GRUPO DE DIFICULTADES

En primer lugar, está el problema que podría llamarse del “teórico


desmañado”3. En un extremo de éste se encuentra la idea de que (T1)
un filosóficamente maduro Aristóteles ha establecido el término ἀξίωμα
como técnico4 (naturalmente, para el marco de su teoría de la ciencia
demostrativa) en la definición ofrecida en APo. 72a14-18 (en adelante
aludida por “DT”)5:

(C1) Al principio inmediato silogístico lo llamo “tesis”, cuando no


es posible probarlo, ni es necesario que el que habrá de aprender
algo lo capte. En cambio, al <principio inmediato silogístico> que
es necesario que capte el que habrá de aprender cualquier cosa, <lo
llamo> “axioma” (pues, hay algunas cosas de esa índole: ciertamen-
te, estamos acostumbrados a decir ese nombre, sobre todo, en rela-
ción con cosas de tal índole)6.

DT es, sin dudas, el inicio obligado de toda reconstrucción de la teoría


axiomática de Aristóteles. En la frontera opuesta, el problema del teóri-
co desmañado se termina de manifestar con la idea de que (T2) la cons-
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2 Los problemas interpretativos no son aristotélicos. Pero la reconstrucción de
una teoría no presentada explícita y acabadamente en una única obra –como ocurre
con casi todas las teorías de Aristóteles– requiere, por variadas y conocidas razones
sobre todo metodológicas, el estudio atento de esas interpretaciones.
3 No todas las tesis (T1-6) que componen estos problemas han sido defendi-
das argumentalmente, pero en cada caso remito a posiciones más o menos próximas,
o que podrían resultar sustento para su admisión.
4 Ross (1949:510).
5 Sigo la edición de Ross (1991). Las abreviaturas de obras antiguas son las de
LSJ.
6 Salvo mención en contrario, las traducciones que presento me pertenecen.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 41

trucción y utilización terminológica (incluyendo la de ‘axíoma’) de


Aristóteles en APo. es conceptualmente vacilante y tentativa7, mostran-
do finalmente un cuadro –por así decir– algo surrealista: la «brusque-
dad, digresión, repetición e incongruencia», debidas a la índole del
escrito, caracterizan o desfiguran muchos de los argumentos de Aristó-
teles8, dejando ver el todo de una obra «desordenada»9. Este carácter
enredado del escrito explica razonablemente10, pues, que la pretendida
definición de axíoma como término técnico fuera presentada en forma
teóricamente incompleta. En efecto, DT, con un silencio que aturde, no
está determinada explícitamente por la función central de los axiómata
para la apódeixis en sentido técnico (75a39-b2), ni para la ciencia
demostrativa (76b11-21), entre otras notables ausencias11. Ésta puede
considerarse la carencia técnica e insuficiencia teórica central de DT.
En segundo lugar, está el conocido problema de la “originalidad” de
la teoría axiomática. En tensión se encuentran aquí, por una parte, la
idea de que Aristóteles ha llegado a ser, quizá por simples avatares de la
historia, el difusor de la axiomática conceptualmente elaborada por los
matemáticos de su tiempo o anteriores, sin realizar un aporte suficiente
de su parte que le valga el derecho a ser considerado el fundador de la
axiomática de la época actual, (T3) puesto que el término axíoma12 ya
era utilizado –incluso, según Aristóteles, antes de la presentación de
DT– precisamente (málista) para designar las cosas descriptas en su
definiens (72a18) por los destinatarios de su escrito o por los matemáti-
cos coevos13. Por otra parte, se encuentra la idea entusiasta de que (T4)
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7 Ross (1949:21).
8 Barnes (2002:xiv y 99).
9 Ferejohn (1991:15) quien muestra uno de los más robustos argumentos en
contra de la “desorganización” del tratado.
10 Es posible que, desde algún punto de vista, la discusión sobre si los enredos
de APo. son o no nimios o carentes de interés sea poco sistemática (cf. Barnes
(2002:xiv)), pero la que corresponde a los supuestos metodológicos que subyacen a
ciertos modos de interpretación que pueden empeorar aquel cuadro enredado, en la
medida en que obligan a su adopción o rechazo, no debería ser eludida, independien-
temente de si debe ser sistemática o no.
11 §5.2.
12 Ross (1949:202).
13 Barnes (2002:99); véase también la presentación de esta posición en Leszl
(1981:271ss.) y en la actualidad, v.g. Kenny (2005:97): «[1] Los Analíticos pos-
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Aristóteles ha sido realmente el fundador de la axiomática moderna14.


Él habría aportado así una doctrina original o novedosa (aunque no
haya sido la primera) sobre los axiómata, puesto que «fue el primero
en producir una teoría filosófica con todas las letras de la ciencia axio-
matizada; […] en investigar, con algún intento de rigor lógico, la
estructura de un sistema axiomático […] y en discutir la naturaleza de
los axiomas»15.
Derivado de este último extremo, en el lugar final se halla quizá el pro-
blema más interesante: el de la “axiomaticidad” –por así decir– que los
axiómata presentan en relación con la teoría de la ciencia demostrativa.
En este problema se encuentran, por un lado, la idea de que (T5) los
axiómata –y consecuentemente la axiomática– aristotélicos no tienen
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teriores nos explican cómo funciona la lógica en las ciencias. Quienes hayan estudiado
geometría euclidiana en la escuela recordarán cómo muchas verdades geométricas o
teoremas se derivaban mediante razonamientos deductivos a partir de un pequeño
conjunto inicial de otras verdades llamadas axiomas. Aunque Euclides no nació hasta
que Aristóteles tenía una edad avanzada, [2] este método axiomático resultaba fami-
liar para los geómetras, y [3] Aristóteles creía que era susceptible de una amplia apli-
cación. [4] La lógica proporcionaba las reglas para la derivación de teoremas a partir
de axiomas, y [5] cada ciencia había de tener su propio conjunto de axiomas. Las cien-
cias podían ordenarse jerárquicamente, de manera que [6] las ciencias de rango infe-
rior podían tratar como axiomas proposiciones que podían ser teoremas en otras cien-
cias de rango superior». Alineados en esta posición, al afirmar que «en el interior de
la Academia antigua se asiste a la discusión […] de la confiabilidad de aquello que
Platón llama las hipótesis de la geometría: su punto de partida, o sea definiciones,
axiomas y postulados» se encuentran Cattanei (2002:129), Morrow (1992:lx n.40),
quien le adscribe a Platón la contribución de la «estructura axiomática de la prueba»,
y quizá Düring (2000:157). Contra la idea de Cattanei de que «en el interior de la
Academia antigua habría acontecido la redacción de los primeros Elementos pre-
euclidianos de geometría», cf. Fowler (2003:384) quien la describe –y reconstruye–
como la “opinión general” acerca de los Elementos pre-euclidianos y de los de
Euclides, y cuyos argumentos en contra difícilmente sean rebatibles.
14 Incluso, «Se puede considerar a Aristóteles como el padre fundador del
método axiomático porque fue él quien presentó por primera vez la idea de sistema-
tización deductiva de una teoría tomando como punto de partida un conjunto redu-
cido de principios, de los cuales se infieren los restantes enunciados de la teoría»,
Cassini (2006:21). En otras palabras, Aristóteles es la primera de las «etapas que lle-
varon a la construcción del método axiomático formal tal como se practica en la actua-
lidad», Cassini (2006:19).
15 Barnes (2002:xx-nB). Cf. la posición de Elisabetta Cattanei en n. 13.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 43

mucho que ver con nuestra noción general de axioma16 y, por el otro, la
de que (T6) corresponde incluir a los axiómata en lo que nosotros «lla-
mamos genéricamente axiomas»17, pues, como suele decirse, «una teo-
ría científica, según Aristóteles, es una estructura ordenada deductiva-
mente formada por los principios o verdades indemostrables y por todos
los enunciados deducidos válidamente de tales principios»18.

Si bien esos problemas son básicamente interpretativos y resultado


de opciones metodológicas de los intérpretes, sus consecuencias son, en
la parte que me resulta relevante para el programa mencionado, princi-
palmente filosóficas y de valoración doctrinal. Cada uno de aquellos
tres grandes problemas globales tiene su punto neurálgico. En el centro
del problema del “teórico desmañado” se encuentra la cuestión de (P1)
cómo se debe explicar la ya mencionada insuficiencia teórica de DT.
Esta cuestión es probablemente la que más inclina nuestra comprensión
hacia la búsqueda sintética de todos los elementos que componen la
doctrina de los axiómata en el resto de la obra y que permitirían recons-
truirla. Pero esa misma cuestión parece implicar al corazón mismo del
problema de la originalidad: el de (P2) cuál es, para nosotros, el tipo de
definición al que pertenece DT, en su propio marco expositivo, i.e., si se
trata de una definición teórica de un término técnico, en el marco de su
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16 Contra la asimilación de la axiomática aristotélica a una idea contemporánea
casi escolar como la que describe Kenny en n. 13, podrían incluirse a Hintikka
(1999:781; cf. n. 17) y Leszl (1981:273ss.). Más adelante (§5.3), las concepciones
sobre los axiómata podrían mostrar una base más clara para la defensa de esta idea.
17 Esto es, «a todos los enunciados que se aceptan sin demostración y constitu-
yen el punto de partida de las demostraciones de una teoría determinada», Cassini
(2006:22). Véase que su posición sobre la razón por la cual Aristóteles merece ser
considerado el padre fundador del método axiomático (en n. 14) se apoya en la inter-
pretación de una función particular de los principios (y por ende de los axiómata) en
la sistematización (silogísticamente) deductiva de una teoría, a lo cual Hintikka
(1999:781), naturalmente, observa que Aristóteles «nowhere does he say or imply
that there is a stage in the development of a science when those principles are all
known to the scientist in such a way that all the rest could be proved syllogistically
from those premises, and those premises only. Of course, from the interrogative view-
point there is little reason to expect that there should exist such a privileged stage».
18 Cassini (2006:22); nótese que la posición (4-6) de Kenny en n. 13 resulta
concordante.
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original teoría de la ciencia demostrativa (así como ‘privación’ podría


decirse que lo es de la física aristotélica) o si simplemente la doctrina
que resume DT fue tomada de otro ámbito y utilizada en su contexto
como una pieza incompleta en la reflexión sobre un tema muy difícil.
Desde luego, en el corazón del inconveniente de la “axiomaticidad”
de la axiomática de Aristóteles se encuentra uno de los problemas teóri-
cos más significativos y estimulantes de la doctrina de la ciencia demos-
trativa de Aristóteles: (P3) el de la naturaleza y función de los axióma-
ta. Sin embargo, éste no parece poder desvincularse del que constituye
el meollo de la cuestión del “teórico desmañado”: dar una respuesta a la
cuestión de la axiomaticidad implica apoyarse en bases que permitan
explicar –o dar por supuesta una explicación para– P1, la cual debe
encajar con la solución anterior al de la originalidad, P2. En otras pala-
bras, pienso que –aunque no sea completamente determinante– la
manera en que comprendamos el tipo definicional de DT podría afectar
tanto nuestra explicación de la propia insuficiencia teórica de DT, como
nuestra concepción sobre la naturaleza y función de los axiómata.
Puesto que el dictum de la tecnicidad teorética que aporta DT al tér-
mino axíoma choca aparentemente con lo que DT misma expresa, i.e.,
con la letra de Aristóteles en T3, no parece arbitrario considerar un punto
de vista reconstructivo que se ciña más a lo que T3 expresa y sugiere.

§ 1.2 «DEJA QUE EL USO TE ENSEÑE EL SIGNIFICADO»19

Antes que defender, pues, in medio foro una tesis para P3, partiendo
de los mismos supuestos y bases asumidos por la perspectiva sintética
de la tradición interpretativa especializada (método con el que creo que
difícilmente podría aportar algo de peso a la comprensión buscada), en
el presente estudio me propongo proceder, en principio, de manera
más analítica20, no sólo en cuanto a la revisión textual relevante, sino al
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19 «Laß dich die Bedeutung durch den Gebrauch lehren», Wittgenstein
(1988:486-7; II, xi).
20 Puesto que enormes dificultades persisten en las reconstrucciones sintéticas
o comprensivas de la doctrina (cf. §5.3), ensayo aquí un comienzo diferente, por con-
traposición, “analítico”: intentando el tratamiento de un pasaje textual a la luz de las
indicaciones contextuales más o menos próximas, no sólo de índole conceptual, sino
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 45

estudio de algunas de las bases sobre las que se pueden o no edificar los
tres grandes problemas iniciales. Pienso que antes de delinear una com-
prensión sintética y abierta del significado aristotélico de axíoma, es
necesario, incluso, mínimamente tener presente también el peso de la
carga semántica que los usos –aristotélicos y no aristotélicos– relacio-
nados del término enseñan. Mostraré sólo un bosquejo suficiente,
tanto desde la perspectiva filológica como de la filosófica, de la espesu-
ra de su tradición en §2, a fin de presentar y discutir algunas de las
influencias centrales que operan como base de las perspectivas de inter-
pretación usualmente sintéticas.
En la parte principal de este trabajo (§3), intentaré buscar un nuevo
punto de apoyo y enfoque en virtud del cual comenzar a desandar aquel
camino de entrañamientos problemáticos de P1-P3. Me propongo, así,
revisar qué papel desempeña DT en la exposición que Aristóteles prepa-
ró de su doctrina de los axiómata, i.e., cuál es el valor de aquella defini-
ción por la que axíoma es señalado como un término técnico de la teoría
de la ciencia demostrativa desplegada en Analíticos segundos. Por ello, mi
análisis se encaminará, sobre todo, a un estudio del significado de DT
considerada en sus propios términos contextuales. Defenderé la idea de
que su papel es el que actualmente atribuimos a las definiciones de carác-
ter ‘lexicográfico’21: el de evitar ambigüedades o enriquecer el vocabula-
rio del auditorio para el cual ella se elabora, sobre la base de un término
en uso, el que antes podría haberse caracterizado de manera imprecisa-
mente afín, y que en la versión formularia explícita ofrecida en el texto,
desde el punto de vista de Aristóteles, informa acerca de la elección de
un significado que el término –aceptablemente– ya tiene. Aunque esta
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histórico-programáticas y, sobre todo, expositivas. No es mi intención desmantelar el
texto, sino revisar la fortaleza de algunas de las bases sobre las cuales puede edificarse
una reconstrucción menos conflictiva de la axiomática aristotélica. Pero, contra este
procedimiento, cf. McKirahan (1992:5). A pesar de su tipo, creo que este modo de
proceder podría contribuir en algo, en la etapa inicial de un programa de revisión
reconstructiva como el mencionado al comienzo, que cuenta con tantas dificultades
desde el arranque.
21 A veces estas definiciones son llamadas –con cierta oscuridad– ‘reales’, por
oposición a las definiciones estipulativas, a las que se designa como ‘nominales’ o ‘ver-
bales’. Sobre los tipos de definición siempre pueden verse Copi (1971:100-106) o
Hospers (1982:51-60).
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tesis es bastante elemental, hasta donde sé, ni se ha expuesto abierta-


mente, ni se han ofrecido argumentos en su favor. Sin dudas, uno podría
preguntar: “¿qué otra cosa pudo haber hecho Aristóteles más que ofre-
cer una definición de carácter ‘lexicográfico’?”. Pero la respuesta a ella
no resulta tan obvia –ni directa– como un simple “nada”.
En efecto, contrariamente a lo que defiendo, DT se toma implícita e
influyentemente como de carácter ‘teórico’ (i.e., la que supone la explí-
cita aceptación de una teoría, en este caso, la relativa a la ciencia demos-
trativa de APo.), suponiendo incluso, en algunos casos, que la caracte-
rización de los objetos a los cuales se aplica no era familiar para su audi-
torio, lo que en tales visiones implica que el término o bien estaba sin
definición, o sin una definición generalmente aceptada, o bien tuvo
otra definición previa22. El hecho de que el término “axíoma” sea seña-
lado como conceptualmente ‘técnico’ obliga, por cierto, a comprender
que aquél fue definido –en APo. 72a16-18– y empleado allí «exclusiva-
mente, y con sentido distinto del vulgar, en el lenguaje propio de»23 la
filosofía aristotélica (y no en el de sus geómetras o académicos coevos,
por ejemplo). La caracterización del término como ‘técnico’ excluye,
entonces, la posibilidad de que Aristóteles lo haya definido en ese pasa-
je con la intención de informar cuál era el significado seleccionado para
el definiendum de ‘axíoma’, entre los establecidos en el uso de su tiem-
po, a fin de tenerlo presente en su exposición ulterior de APo. Con esa
intención, dicho uso podría haber sido restringidamente matemático
pero, de cualquier manera, no habría podido ser exclusivamente aristo-
télico. En otras palabras, afirmar secamente –como hace Ross– que
“axíoma” es definido en aquel pasaje de Analíticos como un término
técnico impide comprender su definición como lexicográfica y obliga a
entenderla como teórica, diluyéndose –en tal caso– la referencia explí-
cita de Aristóteles acerca de que la noción que presenta se adecua al uso
regular del nombre por parte de sus colegas.
De este modo, en el caso de enfrentarnos a un tecnicismo, princi-
palmente, o bien Aristóteles habría estipulado un nuevo y exclusivo sen-
tido para el término (lo que nos obligaría a entender su definición
como de carácter ‘estipulativo’), o bien habría formulado una caracte-
__________________
22 Cf. v.g. McKirahan (1992:43).
23 RAE (2001:2144).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 47

rización teóricamente (i.e., en el marco de su exclusiva teoría de la cien-


cia demostrativa) adecuada de los objetos a los cuales pretendió apli-
carse (lo que equivale a decir que su definición ha sido de tipo ‘teóri-
co’). De las dos posibilidades anteriores, la primera debe ser, y mayori-
tariamente24 es, descartada redondamente; pues, en todo caso –aun en
el de aquellos que parecen dejar abierta su posibilidad– es claro que los
intérpretes concuerdan –sobre la base de la evidencia de Metaph.
1005a20– con que Aristóteles no introduce con “axíoma” por vez pri-
mera un término nuevo en el contexto de discusión (condición sine qua
non de toda definición estipulativa) acerca de las pruebas rigurosas de
ciertos cuerpos de conocimiento (como el de las matemáticas).
De lo dicho se siguen algunas consecuencias no menores para la
interpretación y relectura posterior y comprensiva de los axiómata (§4)
pero, centralmente, ya puede verse que, si la tesis que defiendo fuese
acertada, cualquier especulación sobre la naturaleza o función de los
axiómata que se apoye en la suposición de que el término “axíoma” ha
sido determinado por Aristóteles como técnico en APo. 72a16-18 estaría
descaminada desde el comienzo. Puesto que DT no determina ipso facto
a “axíoma” como técnico, intentaré mostrar una manera en que puede
reconstruirse una teoría aristotélica de los axiómata, entendidos como
koiná, partiendo de DT en relación con la restante evidencia textual.
Entre las consecuencias del carácter de DT está naturalmente la que
atañe a la cuestión de la originalidad de la doctrina, y a una guía para su
lectura y reconstrucción al menos en dos niveles de profundidad teóri-
co-expositiva (§5.1-§5.2). La desatención a estos niveles, sólo detecta-
bles en el estudio nunca realizado sobre el carácter de DT, ha sido la
fuente central, pienso, de irreconciliables posturas sobre P3 (§5.3). La
distinción de avances teóricos por etapas, en la exposición doctrinal de
Aristóteles, puede ofrecer una salida al problema del teórico desmaña-
do; y el estudio de los ejemplos relacionados con el uso del término
__________________
24 Puesto que para que una definición sea considerada estipulativa no es nece-
sario que el definiendum sea una fórmula completamente nueva, sino nueva en el con-
texto dentro del cual se da, la sola conclusión de McKirahan (1992:43) de que el tér-
mino “axíoma” estaba en uso sin una definición generalmente aceptada («so that
Aristotle is filling a gap»), conclusión que se apoya en la evidencia única de que Arist.
necesitó señalar esa definición, parece dejar abierta la posibilidad de considerar a esta
definición de 72a16-18 como estipulativa.
48 Eduardo Mombello

(§5.4), aportes decisivos para la elucidación de P3. Finalmente, el


esquema de una síntesis que sigue ese enfoque reconstructivo es lo que
ocupa la última parte de este trabajo (§5.5-§5.7).

§ 2. AXÍOMA Y AXIOMA, LA CARGA SEMÁNTICA


Desde el punto de vista filológico25, hay dos valores semánticos de
“axíoma” que tienen su origen más inmediato en el verbo axióo (o
axióomai), que significa ‘juzgar digno de’ o ‘aceptar’ como tal. De aquí,
“axíoma” obtiene su sentido primero y más generalizado de ‘estima’26 o
‘valor’27, entre otros matices afines. Podría decirse que este primer uso
es descriptivo en relación con cierto carácter dado, por el que se aprecia
o acepta aquello que lo posee.
Es algo más raro, en cambio, un segundo uso de “axíoma” en el sen-
tido más normativo de ‘exigencia’28, o de ‘aquello que se piensa apropia-
do’, en virtud del cual llega a significar ‘veredicto’29, por ejemplo. Dentro
de este contorno normativo, a partir de Aristóteles, razones filológicas
nos habilitarían a entender “axíoma” tal como entendemos actualmente
“axioma”30. En efecto, el diccionario oxoniense registra el uso generali-
zado en el ámbito de la “ciencia” al que describe como ‘aquello que se
asume como la base de demostración’ o ‘principio auto-evidente’31.
Nuevamente, esta utilización generalizada en el marco científico se
bifurca y “axíoma” cuenta con las dos significaciones más específicas de
‘axioma’ y de ‘doctrina’32. La primera corresponde a un uso exclusivo
del ámbito de las matemáticas, al cual se recurre en pasajes como
__________________
25 No elucido aquí la compleja multivocidad en la que el término se ramificó a
lo largo del tiempo; en lugar de esto me ocupo de describir solamente las ramas prin-
cipales que conducen a su aparición en obras como Analíticos y Metafísica.
26 Ch.
27 LSJ I.4 o «aquello de lo cual uno se cree digno» (op. cit. I).
28 Ch., también ‘decisión’.
29 LSJ II.1
30 Cf. Ch. p. 94. Y así lo entendió influyentemente Ross (1949:452 ad 62a13).
31 Cf. LSJ II.2. Así se sugiere que lo emplea Aristóteles –v.g.– en Metaph. 997a7,
1005b33 y APo. 72a17.
32 Más tarde, para el estoicismo, aparecerá su uso como el de “proposición lógica”.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 49

Metaph. 1005a20. La significación segunda de ‘doctrina’ pertenece al


mismo ámbito científico, pero alude algo más indefinidamente a una
posición –particularmente– filosófica. Así la utiliza Aristóteles, en pasa-
jes como Metaph. 1001b7-14 33, para referirse a una cierta opinión de
Zenón, según la cual «si lo uno en sí fuera indivisible, no existiría nada».
Para Aristóteles, este axíoma es el resultado de un hombre que teoriza
de manera vulgar o tosca, phortikós. Por tanto, si el uso de “axíoma” en
este pasaje no es uno descriptivamente irónico (y al parecer no lo es), él
admite un uso normativo del término muy distante del descriptivo que se
relaciona con un valor aceptado o dado. Esto es, para él, axíoma puede
entrañar, como en este caso, una exigencia de valoración no aceptable.
Por otra parte, la revisión del ‘archivo histórico’ pertinente es, des-
afortunadamente, decepcionante. En efecto, no contamos con ningún
registro textual del uso científico y normativo de la palabra axíoma que
pueda vincularla inequívocamente al vocabulario más o menos técnico de
una disciplina matemática de carácter axiomático pre-aristotélico34. Ni en
el ámbito de la filosofía presocrática35, ni en Platón36, ni en los pasajes
relevantes de los comentadores tardíos del quehacer antiguo de las mate-
__________________
33 Cf. otras referencias en Bonitz (1955:70; #2).
34 Sobre la falta de evidencia textual, dentro de los escritos matemáticos que con-
servamos, para hablar –incluso– de axiomatización en la práctica de Euclides, cf. Leszl
(1981:273); véanse también Ross (1949:56), Barnes (1969:130-2): «Este punto es de
crucial importancia, ya que es el método, y no la sustancia del avance matemático, lo que
se alega que ha influenciado a Aristóteles» (p. 131), Hintikka (1974:94), et alii. Aun así
existen todavía notables esfuerzos en sentido contrario. Sobre la base de la interpreta-
ción de que las hypothéseis no son enunciados de existencia (v.g. “la línea recta existe”),
sino enunciados declarativos cuyo sujeto apunta a un diagrama (v.g. “sea esto una línea
recta”), Gómez-Lobo (1977:436ss.) intentó mostrar que «se puede ver que la axiomá-
tica aristotélica refleja ciertos aspectos de la práctica de los matemáticos griegos como
es conocida para nosotros en Euclides». Cf. también una reconstrucción de la axiomá-
tica antigua sobre la base de la axiomática de Aristóteles en Scholz (1975:52ss.).
35 Sólo dos veces, y sin sentido matemático, aparece la palabra en el Wortindex
de W. Kranz en Diels (1975:57).
36 Platón lo utiliza en varias ocasiones en el sentido descriptivo más usual de
“dignidad” o “reputación” de una cosa (cf. Smp. 220e5; Prt 337e1; R. 495d6, 611a6),
o de “principio” o “máxima” (de acción moral o política) (cf. Lg. 690a1, 4, b9, d3).
Podría argüirse –lo que aquí no haré– que este último sentido corresponde a un uso
fronterizo entre el descriptivo y el normativo. Aquí, axíoma es una “opinión” (cf. LSJ
III) más o menos colegida por alguien, que se estima digna de regir la conducta pero
50 Eduardo Mombello

máticas, Proclo37 y Simplicio38, se menciona una sola vez el término “axí-


oma” en el sentido buscado, i.e., en el matemático pre-aristotélico39. De
hecho, la evidencia textual primera que conservamos de que éste es un
término que perteneció al vocabulario matemático –quizá pre-aristotéli-
co– es la que el mismo Aristóteles anota en Metaph. 1005a20.
__________________
que, a la vez, puede comportar cierta exigencia para quienes quedan comprendidos en
su esfera de aplicación. Para la obra de Platón sigo la edición de Burnet (1900).
37 In primum Euclidis elementorum librum commentarii, 64.7ss. (Friedlein, G.
(ed.)).
38 In Aristotelis physicorum libros commentaria, 60.22-68.32 (Diels, H. (ed.)).
39 Esto no implica, desde luego, que el mismo Proclo no haya utilizado el térmi-
no axíoma una cantidad de veces en un sentido que se ve fuertemente influenciado por
la doctrina misma de daimónios –así lo llama– Aristóteles. Pero nada de ello es eviden-
cia, en absoluto, de un uso matemático pre-aristotélico del término. (Cf. por ejemplo
In Euc. 57-58; 76-77, aquí, especialmente, deja ver su explícita deuda con Aristóteles al
mencionarlo como fuente de su interpretación; 178-184; 188.5, 193-197 et passim. En
194.4-8 Proclo adscribe la idea de que un axíoma es una premisa inmediata y autoevi-
dente a Aristóteles y a los geómetras: al margen de que la idea no es directamente de
Aristóteles sino fruto de la misma interpretación del comentarista sobre el carácter de
la disposición de antemano que el axíoma tiene en la idea de Aristóteles –cf. In Euc. 76–,
la referencia a los geómetras no implica que se trate de coevos o predecesores de
Aristóteles; antes bien, el contexto –en el que también se menciona a los estoicos– pare-
ce sugerir lo contrario. En cualquier caso, nada sabemos acerca de a qué geómetras se
refiere como no sea al mismo Euclides). Por su parte, Simplicio resulta una fuente indi-
recta relevante pues, según él mismo nos confiesa en su comentario a la Física (In Phys.
9.60.27-30), cita textualmente una parte de la Historía geometriké del discípulo de
Aristóteles, Eudemo. Simplicio intercala deliberadamente comentarios propios extraí-
dos de los Elementos de Euclides con fines exegéticos que hacen difícil extraer lo que
perteneció realmente a Eudemo. Por supuesto, la reconstrucción se ha realizado, pero
las valoraciones de los helenistas sobre los resultados son disímiles. Fowler (2003:283)
muestra (p. 391) que aunque unos pocos enunciados iniciales del “fragmento de
Eudemo” tienen el característico estilo “prótasis” (que a partir de Proclo se adscribe a
los Elementos de Euclides –véase una discusión sobre el punto en op. cit. 385 y ss.–),
parecen haber sido introducidos por la interpretación de Simplicio, pues la exposición
continúa no en el estilo característico de prótasis y pruebas, sino en uno vagamente dis-
cursivo. Si esto es así, la forma arcaica de las matemáticas que puede exhibir el “frag-
mento de Eudemo” poco se parece a la que se atribuye a los Elementos de Euclides. Cf.
también n. 34. Aun así, para muchos historiógrafos de las matemáticas el testimonio de
Simplicio es crucial porque se describen allí las pruebas sobre la cuadratura de las lúnu-
las efectuadas por Hipócrates de Quíos: un influyente matemático contemporáneo de
Sócrates. Desde una visión optimista de la historiografía de las matemáticas podría
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 51

Más contemporáneamente, desde el punto de vista filosófico, puede


verse que Aristóteles hace un doble uso de la palabra “axíoma” en
Analíticos40. Ambos pertenecen a la carga semántica del término que aca-
bamos de ver como normativa y científicamente relevante. En rigor, sólo
una vez –en APr. 62a13– la palabra aparece con la significación de “doc-
trina” que, como Ross prefiere, podría traducirse por “suposición”41 o
“sententia”42. En el resto de los lugares en que aparece (72a17, 75a41 y
76b14), tiene el presunto sentido técnico dado por Aristóteles43 que es
el aquí me interesará resaltar (sobre todo en su relación propia con
Analíticos segundos), i.e., que, cuando Aristóteles utiliza el término con-
forme a DT, éste significa directamente lo que “axioma”44. En cualquier
caso, de manera ortodoxa, a la luz de una visión sintética de la doctrina
de los axiómata, se acepta que, para Aristóteles, “koiná” (cosas comunes,
APo. 76a38, 77a27, 30), “koinaì archaí” (principios comunes, 88b28),
“koinaì dóxai” (opiniones comunes, Metaph. 996b28) son expresiones
intercambiables con “axiómata” en sentido técnico45. Ello mostraría que
la terminología es fluctuante en su propia obra, y –ciertamente– parecen
encontrarse indicios de su construcción continua a lo largo de APo.46.
También se admite que la vacilación terminológica alcanza al ámbito de
la tradición matemática47 y, sumando la observable afinidad entre los
__________________
decirse: «Para nosotros su primordial importancia procede de que, hasta Euclides, es
el único texto matemático auténtico y formando un todo completo que poseamos y
que, de esta manera, nos pueda proporcionar –como también lo subraya Simplicio– la
forma arcaica, anterior a Euclides, de la geometría griega», Rey (1962:53); cf. también
Heath (1998:34-35); contra lo que dice Rey sobre la “forma arcaica” está, desde luego,
la observación recién mencionada de Fowler. En cualquier caso, de manera decepcio-
nante, en la extensa “cita” de Simplicio (In Phys. 60.22-68.32) no aparece ni una vez la
palabra “axíoma”.
40 Ross (1949:452).
41 Ross (1949:452). Cf. Bonitz (1955:70; #2) = placitum
42 Cf. Ross (1924:503).
43 Cf. Ross (1949:452, 510).
44 Cf. Ross (1949:452).
45 Cf. Ross (1949:55, 511), McKirahan (1992:68) y otras referencias en Barnes
(2002:99).
46 Cf. Ross (1949:540) et passim.
47 Según Heath (1998:57), la terminología en ese ámbito no permanece estable
hasta Arquímedes (287-212 a.C.). Debe observarse que esto no implica en absoluto
52 Eduardo Mombello

tratamientos de Aristóteles y Euclides, se termina por aceptar implícita-


mente cierta equiparación entre los koiná axiómata (76b14) y las koinaì
énnoiai que se atribuyen a Euclides48.

Entonces, el criterio usual de traducción del término está claramen-


te determinado por aquella visión filosófica, la que de esta manera rea-
firma el dictum filológico según el cual, en contextos científicos de índo-
le matemática, el término tiene el mismo significado que tiene “axio-
ma”. De estas solas indicaciones (i.e., aun sin tener en cuenta lo que
Aristóteles sugiere en DT), se podrían extraer dos conclusiones preli-
minares que deben ser seriamente revisadas:
A DT no pudo hacer más que expresar el uso matemático
corriente del término. El llamado “sentido técnico” de “axío-
ma”, en Aristóteles, no lo es más que el que acostumbraba a
mentar cualquier matemático contemporáneo suyo, cuando
utilizaba “axíoma”. En la definición del término, Aristóteles
asume, pues, sin discusión la naturaleza de los axiómata.
B Toda vez que la traducción de la palabra ha de ser directa, en
definitiva, su concepto no deber ser sustancialmente distinto
de lo que hoy podemos entender por “axioma”.
La visión que la conclusión A presenta no es incompatible con –y
quizá sea parte de la fuente de– la que ha dominado la exégesis de
Analíticos segundos, conforme a la cual –como señala Leszl (1981:271)–
las matemáticas se consideraron como proveyendo el paradigma de
cualquier ciencia bien organizada. Interpretación de la que resulta el
locus virtualmente classicus de que Aristóteles estuvo familiarizado con
ciertos tratados pre-euclidianos sobre los “elementos” matemáticos,
__________________
que Aristóteles no haya fijado su propia terminología técnica en relación con su teo-
ría de la ciencia demostrativa en general.
48 Véanse Ross (1949:56-57), Barnes (2002:99), Cattanei (2002:134), et alii.
Un estudio detallado de los comentadores antiguos, v.g Proclo (referencias principa-
les en n. 39), Filópono (in APo. [Wallies] 13,3.8.22, 13,3.73.15, 13,3.377.1, 13,3.34.9
y 13,3.127.2, 13,3.3.23-24, 13,3.20.22 (=13,3.39.27); in Cat. [Busse] 13,1.141.6-8), y
Temistio (in Apo. [Wallies] 5.1.6.32-7.3), en principio revelador, podría matizar –o
ser directamente la base para parte del rechazo de– esta equiparación. Aun así, desde
el punto de vista filológico, las koinaì énnoiai de Euclides se identifican con “axiomas”
(LSJ 2).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 53

«que inspiraron su elaboración de una teoría de la ciencia que intenta


extender la axiomatización a cualquier ciencia digna de ese nombre».
Esta visión puede recusarse de diferentes maneras49, y es argüible que lo
mismo podría hacerse con sus probables fuentes, a saber, las sugerencias
implícitas, tanto en clasificaciones semánticas del estudio filológico,
como en la posición filosófica que ilumina la fijación del texto. Pero aun
así, persistiría el problema de que la conclusión A tiene cierto sustento
textual en el contexto inmediato de la presentación “técnica” de los axió-
mata: Aristóteles reconoce que –al menos él y los potenciales asistentes
a sus lecciones– están habituados a utilizar la palabra “axíoma” precisa o
especialmente (málista) tal como él la presenta en su definición: la índo-
le de los axiómata –podemos concluir– no es algo que esté en discusión,
al menos, no en la presentación del sentido “técnico” del término.
Para quienes nos interesamos por observar los límites del aporte de
Aristóteles a la axiomática contemporánea, esto podría resultar filosófi-
camente decepcionante, en la medida en que adhiramos, al menos en
parte, a una posición como la de Barnes50 en T4, por ejemplo. Es cierto
que DT obliga a afrontar P1: cómo explicar la insuficiencia teórica de
DT. Pero aun cuando la naturaleza básica de los axiómata y los sistemas
justificativos a los que pertenecerían no estuviesen allí en discusión, y
precisamente por ello, creo que sería igualmente posible observar, en el
resto de la obra, un grado de profundización y reelaboración filosófica
de este material teórico recibido de las matemáticas de su tiempo sin
precedentes textuales. Nada impediría –en tal caso– que, de la lectura
de su obra, se pueda seguir infiriendo, con Barnes, que
La práctica balbuceante de los matemáticos y las nociones grandio-
sas y programáticas de la Academia fueron reemplazadas por teori-
zaciones filosóficas detalladas y rigurosas.51

En efecto, pienso que antes y después de la definición que estudio,


el Corpus permite reconstruir una doctrina filosóficamente estimulante
de los axiómata (y, con ella, probablemente, una definición –aristotéli-
camente– teórica u operacional), cuya exclusiva propiedad es atribuible
__________________
49 V.g. Leszl (1981:275 ss.) e Hintikka (1999:781). Pero cf. Kenny en n. 13.
50 Cf. n. 15.
51 Ibid.
54 Eduardo Mombello

a Aristóteles, aun cuando ella concentre en DT, con cierto valor metodo-
lógico52, la concepción usualmente aceptada por sus coetáneos exper-
tos53. A modo de ejemplo, en §5.2, señalo algunos de los rasgos centra-
les de aquella doctrina más avanzada, no presentes en su primera defi-
nición que, como precisiones técnicas ulteriores respecto de DT, insi-
núan, también, parte de las dificultades que pueden aparecer en las eta-
pas del programa acabado de reconstrucción.

Por otra parte, las diferentes traducciones e interpretaciones de la


obra de Aristóteles que recurren al cultismo “axioma” para verter axío-
ma podrían inducirnos a suponer la implícita defensa de la conclusión
B anterior. Sin embargo, aquella asimilación directa del concepto de
axíoma (que puede reconstruirse como técnicamente aristotélico) al
nuestro puede prestarse a confusiones no menores.
Ciertamente, es correcto considerar –en nuestros términos– a los
axiómata aristotélicos como básicos en varios sentidos, relacionados
con cierta concepción actual capaz de expresar la estructura de las rela-
ciones que mantienen entre sí las afirmaciones científicamente relevan-
tes sobre un determinado ámbito de lo real, concepción que puede
resultar con un sesgo semántico, por una parte, y sintáctico, por la otra.
Pero debemos tener presente que hay insalvables diferencias –para una
asimilación directa de sus conceptos– entre los axiómata y los axiomas
actuales. Quien se remita a la consulta elemental sobre cómo debe
entenderse el concepto de axioma en la actualidad, se encontrará con
una interesante y profunda discusión, en la que probablemente preva-
lecerá cierta concepción ampliamente admitida sobre la axiomática for-
mal moderna54. El hallazgo no será irrelevante para comprender cómo
__________________
52 Esto será parte de las conclusiones que pueden extraerse del análisis del valor
definicional de DT. Trato el asunto en §3 y §4 (esp. §4.6).
53 Cf. en Barnes (2002:99) la sugerencia –en la remisión a Einarson– de que
quizá el uso terminológico acostumbrado que menciona Aristóteles no perteneció al
ámbito de las matemáticos.
54 Una idea básica actual sobre el método axiomático formal indica que los axio-
mas son proposiciones que resultan fundamentales en la presentación de dos tipos de
cosas: (1) la lógica subyacente a una teoría, a los que llamamos “axiomas lógicos”, y
(2) verdades no-lógicas o sustantivas de la teoría, a los que llamamos “axiomas pro-
pios”. La llamada ley del tercio excluso es un ejemplo de lo que los primeros repre-
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 55

podría entenderse el llamado “método científico” de Aristóteles. En


efecto, considérese –v.g.– la influyente reconstrucción de Barnes: «una
ciencia demostrativa es un sistema deductivo axiomatizado que consta de
una serie finita de apodeíxeis (o demostraciones) conectadas»55. Así, las
ciencias demostrativas pueden exponerse: «Sn: an0 ├ an1 ├ . . . ├ anmn
Cada Si es una ciencia independiente que consiste en la serie de propo-
siciones ai0 . . . aimi. Sus axiomas son representados por el primer miem-
bro de la serie y cada miembro subsiguiente se sigue de su predecesor de
acuerdo con las reglas de la inferencia silogística. Hay n ciencias, y la
totalidad de los hechos cognoscibles es n + m1 + m2 + ... + mn»56.
Además, «Aristóteles ofrece una explicación formal y precisa de la
demostración en los Analíticos segundos»57; en suma, nos enfrentamos a
«una teoría altamente formalizada de la metodología científica»58.
__________________
sentan. La ley de que cero no tiene predecesor, en la axiomatización usual de la arit-
mética de los números naturales, es un ejemplo de lo que el segundo tipo de axiomas
representa. En cualquier caso, resultará provechoso para completar el análisis de las
diferencias que expongo considerar que «What sets apart the formal axiomatic
method from the earlier axiomatic thinking of, say, Euclid’s geometry is that the prim-
itive terms occurring in the axioms are uninterpreted and the axioms devoid of any
meaning; and that the rules of reasoning have been made completely explicit and for-
mal. The axioms state purely formal relationships between the terms. This suffices for
the purpose of deducing theorems from the axioms by rigorous reasoning. [...] In the
formal axiomatic method the subject matter is provided from the outside by an inter-
pretation of the primitive terms of the theory. One and the same theory may be open
to radically diverse interpretations. A perspicuous system of axioms requires under
the formal axiomatic method the independence of each axiom from the others: a
dependent axiom can be dropped without loss of content» Swijtink (1998:§1 ‘The
axiomatic method’). Los términos (primitivos) no son interpretados y, consecuente-
mente, los axiomas carecen de significación. Una aguda discusión sobre la axiomati-
zación aplicada al caso Aristóteles en Leszl (1981:275 ss.), y sobre la axiomatización
relacionada con los Elementos de Euclides, en Mueller (1969:289 ss.).
55 Barnes (1969:123). El énfasis es mío.
56 Op. cit. 148.
57 Op. cit. 126. En el artículo citado, Barnes utiliza la palabra “formal” en una
variedad de sentidos, por ejemplo, para referirse a la estructura de la enseñanza más
allá de sus contenidos, pero no parece ser el caso en las líneas que aquí cito, las cuales
se refieren al hecho de que la exposición aristotélica de la metodología científico
demostrativa abstrae de sus contenidos posibles y procede utilizando un lenguaje
simbólico artificial (lo cual es mucho decir para la exposición de APo., naturalmente).
58 Op. cit. 124.
56 Eduardo Mombello

Sin embargo, las concepciones acerca de la formalización de siste-


mas y de la axiomática formal moderna establecen una serie de incom-
patibilidades básicas con el concepto de axíoma, tal como mayoritaria
e influyentemente la crítica aristotélica lo ha interpretado. Al margen
de las obvias diferencias en su ámbito de aplicación –teorías (científi-
cas) modernas59 versus ciencia demostrativa o demostración aristotéli-
ca–, quiero destacar sólo algunas diferencias que –pienso– están entre
las más importantes:
1. Una cosa es que una reconstrucción –como la anterior de
Barnes– de la presunta “metodología científica” muestre un carácter
formalizado y otra que lo que Aristóteles ha pensado sobre cada ciencia
demostrativa sea asimilable a una teoría científica entendida como un
sistema axiomático o un sistema axiomático formal60. Ninguna de las
dos últimas variantes es aristotélica. La primera, porque los axiómata
no pueden ser consecuencias lógicas (silogísticas) de sí mismos61. La
segunda, por lo mismo y porque los axiómata nunca son presentados
como proposiciones formales62 (aunque así pudiéramos reformular-
los).
2. El hecho de que nuestros axiomas sean fundamentales significa
que ellos no admiten prueba deductiva a partir de otros enunciados de
__________________
59 Cuyo contenido (o información ofrecida) podría ser concebido como «el
conjunto de consecuencias lógicas de los axiomas» (Díez (1999:268)) propios. «Un
sistema axiomático es una teoría organizada axiomáticamente», lo que implica que en
la teoría de que se trate se incluyen sus axiomas (cuando se trata de una teoría axio-
mática) (Cassini (2006:55); cf. lo citado por n. 18). El asunto de cómo caracterizar,
desde un punto de vista formal, (1) el papel que desempeñan los axiomas en la base
axiomática de una teoría, y (2) a una teoría en relación o no con sus axiomas, implica
un enorme desarrollo y discusión entre diferentes versiones de enfoques sintáctico-
axiomáticos y semánticos o modeloteóricos, asunto que no sólo es irrelevante, sino
que es imposible de abordar aquí. Un panorama del asunto puede verse en Díez
(1999:267-366)
60 Sobre estas nociones puede verse Cassini (2006:55ss.).
61 Cassini (2006:22) reconoce esta “seria limitación” del silogismo como herra-
mienta lógica.
62 ¿Ha de resultar extraño que quien es considerado el iniciador de la lógica for-
mal por la introducción de variables en las leyes de su silogística, al percibir «con
intuitiva seguridad qué es lo que pertenece a la lógica» (Łukasiewicz (1997:22)), no
haya preferido exponer formal o simbólicamente –prescindiendo de la dimensión
semántica– al menos algunos de los ejemplos ofrecidos de expresiones axiomáticas?
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 57

una misma formulación axiomática dada para una teoría, i.e., que podría
decirse que son –desde el punto de vista del método axiomático– meto-
dológicamente básicos. Pero, (a) para cualquier perspectiva axiomática
actual, los axiomas no son lógicamente (mucho menos, ‘silogística-
mente’) básicos en el sentido de que no admitan prueba deductiva en
absoluto, tal como parece implicar la imposibilidad de prueba estable-
cida en DT63: actualmente, no sólo todo axioma es una consecuencia
lógica de sí mismo, sino también un teorema de otra posible formula-
ción de la base axiomática de una misma teoría. Tampoco –el que sean
metodológicamente básicos– implica que los axiómata sean –como se
interpreta usualmente a los de Aristóteles– epistémicamente básicos,
por ejemplo. Así, (b) la condición de auto-evidentes (si fuese defendi-
ble en términos aristotélicos y, en parte, así se la ha considerado) no es
algo que esté implicado en nuestro actual concepto de axioma64.
Además, (c) puesto que los términos primitivos –todos o algunos– que
constituyen axiomas no requieren de interpretación (tanto para un sis-
tema axiomático formal como formalizado, lo cual los diferencia en
parte de un sistema “material” como el de Euclides)65, la condición de
__________________
63 Véase la condición (ii) para ser axíoma en IV.
64 Véase n.94. Cf. Proclo In Euc. 76.13 y 194.6. No quiero sugerir aquí que, para
Aristóteles, los axiómata no sean cosas auto-evidentes en algún sentido –quizá en el
sentido en que resultan auto-explicativos como piensa Barnes o, quizá, simplemente
creídos en virtud de sí mismos («pues es preciso que, en los principios para la ciencia,
el porqué no sea cuestión de duda, sino que cada uno de los principios sea, él mismo
por sí, una prueba [no-demostrativa](pístis)» cf. Top. 100a25-b23 (ed. Ross
(1970)); para una discusión de los tipos y el papel de las písteis en contextos argu-
mentativos, cf. Rh. 1355b35-39, 1356a1-4, 20-21; sobre el valor de pístis en contextos
similares cf. LSJ II.2)– sino que la traducción directa por “principio auto-evidente”
–autópiston en la terminología tardía de Proclo y Simplicio– sugerida por el léxico
oxoniense podría no ser la más transparente para nosotros.
65 «Nótese que, por más que dispongamos de cierta “preconcepción” del signi-
ficado de los términos primitivos, ello corresponde al estadio intuitivo o preaxiomáti-
co de la teoría. Desde una perspectiva axiomática, lo único que especifica explícita-
mente la teoría al fijar los términos primitivos es su categoría lógica, esto es, si se trata
de relatores, functores o términos singulares, categoría que nos permite combinarlos
correctamente de acuerdo con la gramática del lenguaje lógico que se utilice. En cuan-
to a las afirmaciones primitivas, lo único que hace la teoría desde un punto de vista
formal es elegir, de entre las infinitas combinaciones bien formadas de términos pri-
mitivos y signos complementarios (lógico-matemáticos según la teoría formal que se
58 Eduardo Mombello

veracidad tampoco es actualmente requerida66; y (d) puesto que una


misma teoría admite formulaciones axiomáticas diversas, de los axio-
mas que componen cada una de esas formulaciones de la teoría no
puede requerirse que revistan el carácter de necesarios para esa teoría.
No en todas las interpretaciones de la crítica los axiómata aristotélicos
conservan, entre otros, esos cuatro requisitos simultáneamente, pero sí
todos se han considerado en alguna.
3. A primera vista, y en los propios términos de Aristóteles, podría
verse que los ejemplos de axiómata tienen significación, pues ellos pare-
cen ser protáseis (si son principios de demostración67; 72a7) y, por ende,
un tipo de lógoi. El mismo desarrollo posterior de la doctrina confirma,
al menos, la lectura de que tienen significación. En efecto, puesto que lo
que las cosas comunes (o axiómata) significan es conocido, no hay que
interpretar68 qué cosa significan (tí semaínei; APo. 76b20-21), observa
Aristóteles. En otras palabras, uno no tiene que interpretar qué es lo
denotado por la proposición axiomática “es imposible afirmar y negar”,
porque ello es conocido (gnórimon). Los axiómata, para Aristóteles, evi-
dentemente, tienen siempre cierto significado. Ésta es, como las anterio-
res, otra diferencia sustancial con los axiomas desde la perspectiva
(sobre todo sintáctica) del método axiomático formal.

Finalmente, creo que nada de lo anterior implica que “axioma” no


sea la palabra más adecuada para verter axíoma en el sentido técnico
que, asimilándolos a koiná, puede reconstruirse como aristotélico, sino
que la traducción directa podría resultar, racionalmente, un cultismo
opaco y una de las fuentes de potenciales confusiones, por ejemplo,
como la señalada por Hintikka (1999:781), consistente en «proyectar
la idea –euclidiana, por no decir hilbertiana– de una ciencia axiomática
__________________
presuponga), algunas de ellas para fijarlas como axiomas. La pregunta por el signifi-
cado de los términos primitivos y por la justificación de los axiomas de la teoría surge
pues inmediatamente al contemplar las teorías como sistemas axiomáticos» (Díez
(1999:272-3)). Véase también Cassini (2006:37ss.).
66 Para algunas discusiones modernas –Carnap, Hilbert– acerca de la atribución
de valor veritativo a los axiomas relacionado con la forma en que éstos “definen implí-
citamente los términos”, véase Diez (1999:288).
67 McKirahan (1992:41).
68 Cf. n. 184 infra.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 59

de vuelta hacia Aristóteles»69, que pueden observarse en erradas visio-


nes como las de T4.

§ 3. DT EN SU TINTA I (VALOR DEFINICIONAL EN CONTEXTO)


A fin de considerar su tipo definicional, me concentro aquí en el con-
texto próximo y en un único aspecto textual de DT70: el relacionado con
la mención del hábito o costumbre de llamar “axíoma” a la clase de obje-
tos definidos. Sobre esto ya he observado que la naturaleza de los artí-
culos en su extensión no es algo que esté en discusión71 a esa altura de
la exposición de APo. Como hiciera en otros campos de estudio,
Aristóteles «presupone un buen tratamiento de conocimiento pre-exis-
tente de parte de su audiencia»72 y, por ende, ciertos acuerdos implíci-
tos de todos los asistentes. Dicho conocimiento puede mentar tanto el
uso de cierta terminología básica, como la comprensión de algunas de
las notas esenciales de aquello a lo que la terminología remite.
Ciertamente, él creyó que las conferencias o lecciones (akroáseis)
salían bien cuando eran conformes a los hábitos lingüísticos y de com-
prensión, a las jergas particulares –podría decirse– y expectativas del
auditorio de expertos:
(C2) Los unos no se contentan con las cosas que se dicen, si no se
dice algo de manera matemática, los otros, si no <se dice> por
medio de ejemplos, y otros exigen que se aduzca el testimonio de
un poeta (Metaph. 995a6-8).

Asimismo, DT, con una estructura de género-diferencia, sugiere que


está construida para un cierto tipo de expertos no sólo familiarizados
__________________
69 Pero de «teoría científica» y de «teoría axiomática, como el conjunto de
todos los enunciados deducibles de los axiomas» para, en parte, «caracterizar una
ciencia aristotélica», todavía se sigue hablando (Cassini (2006:22-23)).
70 Para los aportes teóricos que DT en sí misma ofrece para el programa de
reconstrucción, véase §5.1.
71 En la medida en que Aristóteles advierte que –cuanto menos– él y los poten-
ciales asistentes a sus lecciones están completamente habituados a utilizar la palabra
axíoma tal como se la presenta en DT.
72 Burnyeat (1981:118).
60 Eduardo Mombello

con cierta terminología básica, sino capaces, también, de comprender,


de manera semejante, sus significados73.
Considérese, además, que, en APo. A2, Aristóteles va a anticipar los
requisitos generales implicados en su concepto central de ciencia
demostrativa74 de un modo particular. Desde el comienzo, el tipo de
redacción y el modo de argumentación, caracterizados por cierta repeti-
ción de la primera persona del plural75, la reiteración de algunas tesis que
debieron resultar familiares a los alumnos de la Academia76, y el hecho
observado de que él y su auditorio parecen sostener cierto acuerdo ter-
minológico y conceptual latente como parte del conocimiento previo a
su lección, son elementos textuales que sugieren que Aristóteles procede
con decisión a la presentación constructiva77 de aquella doctrina, a partir
__________________
73 En efecto, Tópicos (141b15-142a11) enseña que el definiens con aquella
estructura es un ítem de conocimiento que presenta directamente lo más conocido en
sentido estricto (haplós) en lugar de lo más conocido para cada uno de nosotros
(141b25-34). Éste es, ciertamente, el único modo de definir, en ocasión de un legíti-
mo proceso de enseñanza y aprendizaje (141a28-31). Pero, por ello mismo, no es
apto para cualquiera. Una definición, como la del término axíoma, no está preparada
para ser presentada a un auditorio de “principiantes” que –a su juicio– quizá podrían
no tener la capacidad de conocer por ese medio (141b17), sino para sujetos más rigu-
rosos (142a4), o que tienen bien dispuesto el pensamiento (142a10).
74 Ferejohn (1991:140 n. 1) defiende agudamente la idea de que en A2 y, cier-
tamente, en los tres primeros capítulos de la obra, Aristóteles está interesado en la ela-
boración de un grupo de condiciones epistemológicas que él cree que debe satisfacer
cualquier teoría de la justificación (i.e., apódeixis en sentido no técnico), mientras que
en A10 está interesado en una teoría específica que ha diseñado para satisfacer esos
requerimientos.
75 Sobre el recurso frecuente a los argumentos de consensus para sentar posicio-
nes, cf. Barnes (2002:91). Otras veces, contextos similares son llamados ‘pasajes-nos-
otros’, como hace Düring (2000:446). Tales pasajes han sido fuente de diversas inter-
pretaciones –no más aceptadas que sugestivas– relacionadas, por ejemplo, con la
determinación del período cronológico y conceptual de un escrito en cuestión, en
particular, interpretaciones tendientes a establecer la adscripción o no de Aristóteles
a la teoría de las ideas (cf. Jaeger (1997:199 y n. 6) y la refutación que Düring
(2000:446) apoya en Cherniss (en op. cit. n. 249)). En cualquier caso, es plausible
que en algunos de estos pasajes la palabra “nosotros” signifique “nosotros los investi-
gadores de la Academia”; cf. Ross (1924:xxii).
76 Cf. Ferejohn (1991:6-9).
77 El carácter progresivo de la presentación de las doctrinas de Analíticos segun-
dos es una interpretación admisible de los varios lugares en que la terminología técni-
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 61

de cierto tipo de consensus omnium78. Esto es, él avanza sobre una base de
evidencia79 constituida por algunas opiniones reputadas (éndoxa) –al
menos– en la esfera de su auditorio. Éste es un recurso al que –se ha
dicho80– Aristóteles apela casi obsesivamente en sus lecciones81.
Más allá de estas fundadas concepciones, pienso que hay indicios muy
claros en el contexto cercano a DT de que Aristóteles procede a la cons-
trucción de la exposición de la teoría sobre una base de evidencia común,
la cual no debería dejar de tenerse en cuenta. En parte, podría decirse que
esa base –en Alfa 2– está constituida por un cierto consensus –en primer
lugar– acerca de una idea pre-aristotélica de conocer con certeza (epístas-
thai), more scientium82. En segundo lugar, por una idea no técnica acerca
de las relaciones entre los principios de la justificación (silogística) y las
conclusiones alcanzadas, en un determinado ámbito de estudio (quizá,
matemático). En efecto, el texto muestra que su auditorio tenía una con-
cepción pre-aristotélica de arché deductivo (o silogístico), según la cual los
principios deberían ser apropiados (oikeîai) a lo deducido (71b23)83, pues
__________________
ca que emplea Aristóteles se presenta vacilante. Cf. v.g. Ross (1949:540), quien supu-
so que lo que estaba en construcción era, antes que la exposición de la teoría, la ter-
minología teórica misma.
78 Típicamente aristotélico, este modo de proceder establece el argumentum e
consensu omnium para aprovecharlo como elemento de prueba (cf. Oehler (1961)
“Der consensus omnium als Kriterium der Wahrheit in der antiken Philosophie und der
Patristik” en Antike und Abendland 10, 103-129, cit. en Düring (2000:626 n. 23). Cf.
también Düring (2000:710 y 771).
79 Cf. una explicación del procedimiento expositivo, de investigación, sobre la
base de evidencia y del valor del acuerdo (krátiston mèn gàr pántas anthrópous phaí-
nesthai synomologoûntas toîs rethesoménois), en el logro de convicción, en relación con
los lógoi philosóphos legómenoi en EE 1216b26-39.
80 Cf. Burnyeat (1981:117).
81 Sobre el carácter y aplicación de las éndoxa y phainómena como puntos de
partida dialécticos, cf. Irwin (1995:37ss.); sobre su valor epistemológico, véase Berti
(2002). Sobre el recurso característico de comenzar su argumentación constructiva
“con un punto que no está en disputa”, cf. Irwin op. cit. p. 44. Una cantidad de trata-
mientos relevantes sobre las éndoxa se han desarrollado desde Owen (1961), cf. v.g.
Nussbaum (1982), Pritzl (1999) y Berti (2002).
82 Es decir, conocer científicamente con certeza, a la manera de los expertos (hoi
epistámenoi; 71b14) reputados de tales (tal como parecen haber sido los matemáticos).
83 Cf. antecedentes de formas diversas de afinidad entre los puntos de partida y
lo derivado, en Platón, Plt. 280b4-9 (aquí, un concepto inferido, o conceptualmente
62 Eduardo Mombello

Aristóteles se esfuerza por presentar las condiciones de producción de la


ciencia demostrativa como garantía de ese requisito de idoneidad (APo.
71b19-22). Y no es una exigencia exclusiva de la concepción aristotélica
de principio deductivo el que su referente sea concebido como un artícu-
lo apropiado para algo: como se puede ver, ésta es tanto –en el registro
filológico– una nota general del sentido normativo de “axíoma”, como
una nota cercana a la que conceptualmente se registra en el hecho de
que los axiómata (en sentido no técnico, i.e., los supuestos) fueran con-
cebidos como estrechamente afines (sýnengys) o apropiados (oikeîai),
i.e., propiamente relativos a la conclusión o al argumento84 por el audi-
torio próximo al círculo platónico de Tópicos85. En tercer lugar, es claro
que su auditorio tiene una noción pre-aristotélica de apódeixis, la que
claramente no se denominaba –ni se asimilaba inequívocamente al–
“silogismo científico”86, puesto que él necesita, precisamente, darle ese
bautismo teorético aquí. Esa noción le permite a Aristóteles organizar su
tesis de que, entre los modos de conocer con certeza more scientium
(epístasthai), se encuentra el de conocer en virtud de la demostración
((di’apodeíxeos eidénai) 71b16-17). Si esto es así, no veo razón para no
seguir la indicación de Aristóteles: él presupuso, al menos, que su audi-
torio estaba habituado a utilizar el término axíoma de la forma en que lo
definió, tal como presupuso como conocidas o familiares otras nociones.
Y si el término fue tomado de las matemáticas, el uso habitual al que
alude puede ser ejemplificado con el que hicieron los matemáticos, i.e.,
__________________
separado, tiene una conexión con (oikeióteta), o es apropiado a, aquello a partir de lo
cual fue inferido); Phd 100a3-7, 101c9-e3 (aquí, entre el punto de partida –un enun-
ciado o hypóthesis sólida– y los enunciados subsecuentes existe una relación de con-
cordancia (symphoneîn); en otro lugar he defendido la idea de que esa relación es
interpretable lógicamente como una relación de entrañamiento entre el punto de par-
tida y los enunciados subsecuentes, la cual funciona como criterio veritativo (cf.
Mombello (2003)); sobre la valoración del “segundo rumbo” de Phd. en relación con
el papel que juegan las hipótesis en las discusiones filosóficas relativas a la axiomática
griega, véase Mueller (1969:292)).
84 Cf. 155b15, 156a23-26 y 160a6-7.
85 Tópicos «se mueve más completamente que los Analíticos dentro del círculo
de pensamiento platónico» (Ross (1949:6)); cf. también Düring (2000:121).
86 Cf. Top. 155b15-16 donde los silogismos científicos se producen a partir de
ciertos axiómata –quizá, como en el resto del libro viii, se trate de protáseis. Cf.
Slomkowski (1999:29 n. 101)–.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 63

no es incompatible con el de aquéllos –lo que no implica que ni ellos, ni


su auditorio, supieran responder con precisión teorética aristotélica a la
pregunta socrática “¿qué es axíoma?”, naturalmente–.

Sea que la lección en la que aparece DT estuviera preparada para


expertos matemáticos o no, lo cierto es que Aristóteles parece estar intro-
duciendo un concepto comprensible, que no aporta mucha más novedad
que su clarificación y precisión, a un auditorio –que él creyó– habituado
a utilizarlo, precisamente, en el sentido establecido. Un auditorio que no
necesita tener más conocimientos matemáticos que los que un investiga-
dor de la Academia –como él mismo– pudiera haber tenido87. En térmi-
nos actuales, su definición de axíoma corresponde a lo que solemos lla-
mar “definición lexicográfica”. Preparada para el auditorio que ha tenido
en mente una vaga idea de “experto”, el cual conoce con certeza –more
scientium– lo referente a cierto dominio de cosas y efectúa pruebas
deductivas rigurosas (a veces llamadas ‘demostraciones’88 –en sentido no
técnico–) acerca de esa esfera de su saber (a la manera de los matemáti-
cos), la definición de Aristóteles aporta, desde luego, ciertas precisas fija-
ciones teoréticamente básicas al concepto genérico de principio de una
deducción: precisa que éste es inmediato (i.e, que no hay otro anterior
(72a8) –o sea, que es causa de lo probado (71a31)– o más conocido en
algún sentido (71b35-72a5)), que no lo es de cualquier inferencia sino
del silogismo, y llega a diferenciar la especie de los axiómata por su con-
dición de conocimiento previo a todo aprendizaje –hasta aquí, plausible-
mente deductivo o silogístico–. Pero ninguna de estas ideas, en forma
individual, debió resultar completamente ajena a su auditorio, si estaba
cercano al círculo platónico o, al menos, había asistido a algunas de sus
lecciones de Analíticos primeros y había escuchado la revisión que
comienza en APo. A1.
Aristóteles esperó que su auditorio comprendiera los límites de lo
que estaba diciendo, tanto como pensó que comprendería su mención
del rompecabezas de Menón 80e (71a29) en relación con el tipo de cono-
cimiento previo que requiere todo saber de cierto valor epistémico, y como
__________________
87 Una defensa del talento matemático de Aristóteles en Ross (1949:59).
88 Cf. Phd. 73a, 77c, 92d (aquí las demostraciones son las pruebas que parten de
hypothéseis); passim en Platón.
64 Eduardo Mombello

su auditorio debió comprender lo interesante del asunto que lo com-


prometió desde la primera línea de APo. (71a y ss.): el establecimiento de
la necesidad del conocimiento preexistente (o que necesariamente hay que
tener de antemano (71a11)), que está presente en el fenómeno de toda
enseñanza y todo aprendizaje intelectual de algún valor reconocido para su
equipo de colegas (tal es lo que sucede con las matemáticas, los argu-
mentos deductivos e inductivos, e incluso los retóricos). La existencia
del axíoma TE89 (APo. 71a14) es un ejemplo de ese conocimiento. En
pocas palabras, la evocación presente en DT le evita a Aristóteles el tener
que recurrir a otros tipos de evidencia en relación con la exigencia de
partir de conocimientos preexistentes, por ejemplo, a la que presenta la
conocida pirueta con compromiso innatista que Sócrates efectúa sobre
el esclavo del Men. Aristóteles no está preocupado –momentáneamen-
te– por establecer claramente la función propia que los axiómata pue-
dan cumplir, el “origen” de donde puedan proceder o su naturaleza,
desde el punto de vista de su propia teoría de la ciencia demostrativa
(todo lo que, mediado por una cantidad de difíciles desarrollos argu-
mentales y precisiones teoréticas, no cerrará su primer tratamiento
hasta APo. B19). De ninguna manera, tampoco, se preocupa aquí por la
importancia que ellos pueden tener para la filosofía en general90.
Por el momento, él parece estar más preocupado por recordar que
artículos con esas características definidas son algo dado en, y valorado
como, el origen de toda empresa de enseñanza intelectual –y más que
nada en la de base silogística– de cada epistéme, aun en sentido no aris-
totélico.
Como otras veces, Aristóteles sólo creyó poner un poco de orden
teóricamente incontaminado en la masa conceptual recibida; pero, esta
vez, intenta desambiguar su vocabulario por el uso “establecido” del tér-
mino “axíoma”. Que lograra o no tal asepsia teorética es harina de otro
costal. Pero, naturalmente, tanto el característico labrar cierta materia
prima conceptual ya discutida –evidente en Tópicos y APr.–, como la
precisión resultante del orden en que dispone los conceptos para lograr
la determinación conveniente de los objetos a los que apunta la defini-
ción, son inconfundible, normativa y originalmente aristotélicos.
__________________
89 Para los ejemplos de axiómata utilizo la nomenclatura de §5.4.
90 Véase §5.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 65

§ 4. LOS SALDOS PRIMEROS DE ENTENDER DT


COMO LEXICOGRÁFICA

§ 4.1 EXPOSICIÓN GRADUAL DE UNA TEORÍA REFINADA (SOBRE P1)

Cualquier estudio del desarrollo de la teoría aristotélica de los axió-


mata puede tener presente las visiones T3 y T4, que resultarían ele-
mentos vitales del problema de la originalidad de la axiomática. Pero
ellas, aunque han discurrido paralelamente sin entrar de lleno en con-
frontación, no encajarán nada bien, a no ser que esa definición tenga un
carácter lexicográfico. En tal caso, sugiero que convendría comprender
que Aristóteles desarrolla la exposición de su doctrina –al menos– en
dos niveles. En el primero de ellos se expresan las bases de lo que se des-
envolverá luego, en un segundo nivel. Este último es aquel en el que se
registran varias precisiones teóricas91 para la comprensión acabada de la
significación de axíoma, a medida que él describe los avances de la teo-
ría de la ciencia demostrativa. El nivel primero estaría característica-
mente determinado por lo que Aristóteles creyó era el uso establecido
y preexistente del término, apto para sentar las bases de una doctrina de
los axiómata comprensiva, apropiada para, e incluida en, su teoría de la
ciencia demostrativa. La presentación del término “axíoma” tiene lugar
en el desarrollo introductorio de la teoría de la ciencia demostrativa de
APo. A2.
El problema P1 muestra claramente que (T7) varias determinacio-
nes conceptuales que habitualmente cuentan como centrales en las
interpretaciones de la doctrina de los axiómata (veracidad, ser prima-
rio, relación indisoluble y constitutivamente recíproca con la demos-
tración y la ciencia demostrativa, i.e., su poco claro papel “originario”92,
etc.) no están explícitas en la definición del término “técnico” que la
presenta y supuestamente debería sintetizar. Puede haber diferentes
razones para ello, entre las que pienso que cuenta centralmente el tipo
y función de la definición por la que Aristóteles presenta y estructura
elementos basales de su doctrina, en un primer nivel. Antes que una

__________________
91 §5.2.
92 Abordo algunas de estas determinaciones en §5.2.
66 Eduardo Mombello

definición imprecisamente teórica para un término técnico utilizado


con vacilación, una definición lexicográfica en la metodología expositi-
va de Aristóteles torna naturales aquellas ausencias, que dejarán de ser
tales en el nivel avanzado de exposición de ciertas precisiones. Así, en
este enfoque, P1 deja de ser un problema potencial para el programa de
reconstrucción doctrinal. Es claro, también, que estas determinaciones
de T7 no resultan conceptualmente incompatibles con las que explíci-
tamente constituyen a DT93, aun cuando, en relación con algunas deter-
minaciones que la completan, no sea perfectamente visible cuál es el
lugar –si lo tienen94– que ocupan.

§ 4.2 SOBRE EL PROBLEMA DE LA “ORIGINALIDAD” (LEJOS DE T3)

Es evidente, por tanto, que el examen precedente deja una cantidad


de cuestiones por analizar y un amplio saldo prospectivo. De manera
negativa, se pueden computar además dos limitaciones básicas que afec-
tan el orden metodológico. Primero, no conservamos actualmente regis-
tros textuales95 que precedan al uso aristotélico del término “axíoma”
sobre la base de los cuales defender seriamente la controvertida idea de
(T8) la existencia de un modelo axiomático pre-aristotélico
obrante en las matemáticas que Aristóteles pudo observar, y una
reconstrucción plausible de ese presunto modelo.
En segundo lugar habría que considerar el hecho de que no existe
evidencia de peso, ni en el nivel de la exposición de la doctrina que ocu-
__________________
93 Véase (i-iii) en §5.1.
94 Por ejemplo, en contra de la inclusión de la auto-evidencia en esa recons-
trucción, Barnes (2002:97) es extremo: «se debería enfatizar que Aristóteles no
requiere que sus principios sean ‘auto-evidentes’ [...] la noción tardía de que los axio-
mas de una ciencia pueden ser, en algún sentido, evidentemente y a todas luces ver-
daderos no es en absoluto aristotélica». Pero cf. n. 64.
95 Aunque hay indicios –ciertamente, muy discutibles, a su vez– de que esto no
fue así en tiempos de la Academia. Véanse argumentos concordantes –y que siguen la
idea de Heath (1921), A History of Greek Mathematics, Oxford, p. 217– contra la
supuesta evidencia disponible para hablar de una metodología axiomática pre-aristo-
télica en Barnes (1969:130-2, punto iii’): «Este punto es de crucial importancia, ya
que es el método, y no la sustancia del avance matemático, lo que se alega que ha
influenciado a Aristóteles» (p. 131).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 67

pa a la definición por la que se establece el llamado concepto técnico de


axíoma, ni en el nivel de la exposición más expresa y avanzada de las exi-
gencias ulteriores de la teoría, a favor de la suposición –todavía operan-
te en actuales y sobresalientes explicaciones– de que
(T9) la intención de Aristóteles en APo. pudo haber sido la de
extender la aplicación de la dudosamente existente y difícilmen-
te reconstruíble axiomatización del modelo matemático pre-
euclideano al dominio entero de la ciencia96.
Pero estas mismas razones ofrecen su costado constructivo.

§ 4.3 LO QUE EVOCA EL TÉRMINO: UN NUEVO PUNTO DE PARTIDA PARA LA


RECONSTRUCCIÓN DE LA DOCTRINA

Ciertamente, las limitaciones recién señaladas abonan la idea, ya


expresada por Leszl97 (sobre la base de la multiplicidad de severas dudas
persistentes en la explicación de APo. en términos de axiomatización
matemática), de que se justifica una nueva mirada sobre el asunto. Pero
aquella mirada puede reconstruir el sentido aristotélico de ‘axíoma’ y
sus implicancias nuevamente, sin considerar DT como teórica, ni el tér-
mino como técnico en ese pasaje. Para el intento de una relectura (§4.4-
§5.2) en estos términos, corresponde recordar que lo visto en §3 hace
plausible la idea de que el uso del vocablo “axíoma” es un recurso de
Aristóteles para evocar instantáneamente en su auditorio el tipo y la fun-
ción (en el razonamiento y en el aprendizaje) basales, i.e., conocidos y
aceptados (en 72a14-18), que algunos principios constitutivos de las
pruebas reputadas entre los expertos tienen. Sin perjuicio para la evoca-
ción de otras notas conceptuales operantes, con el sólo uso del término
Aristóteles pone de relieve, así, sobre todo, la necesidad de contar con cier-
tos conocimientos de antemano a cualquier saber científicamente relevante
(y, por ende, intelectualmente enseñable98). Esta evocación implica que el
__________________
96 Cf. n. 13. Por supuesto, esto no implica que Aristóteles no haya pretendido
extender su propio modelo axiomático al dominio entero de la ciencia demostrativa.
Pero la reconstrucción de ese modelo es harina de otro costal.
97 Op. cit. 274.
98 Para Aristóteles y sus oyentes al menos conocedores de la existencia del
Menón y sus planteos pertinentes, la epistéme siempre está platónicamente vinculada
68 Eduardo Mombello

término ha tenido cierta función en el filosofar teórico de Aristóteles, la


cual retomo a partir de §5.5.

§ 4.4 RELECTURA DE LOS PASAJES EVOCATIVOS


Con naturalidad, entonces, aunque otras lecturas del pasaje son
posibles, pienso que no es mucho más que esta sola evocación la que ha
de prevalecer en 76b14: «las koiná que se llaman [habitualmente entre
nosotros, los matemáticos-académicos] “axiómata”»99, si –como Ross
(1949:540)100– conectamos el pasaje con el paralelo evocativo de
Metaph. 1005a20 (y por qué no con el de 72a14-18). Así, la idea de
__________________
con las tareas del aprendizaje y la enseñanza. Véase el origen platónico de estas rela-
ciones en Menón 87c1-3 y 89b9-c4. Cf. también tratamientos posteriores en de An.
417b12-13 y Rh. 1355a26. De manera convincente, Ferejohn (1991:15ss.) encuentra
en las investigaciones iniciadas en Men., R.. y Tht. de Platón el motivo de la organiza-
ción de APo., en el cual Aristóteles intenta responder cuáles son las características
esenciales del conocimiento en sentido no-cualificado y cómo pueden asegurarse esas
características dentro del contexto de las propias lógica y teoría de la predicación de
Aristóteles.
99 Ésta no es la única traducción de la cláusula, pero es literal y sigue el mismo
criterio de la lectura aplicada a Metaph. 1005a20. En un argumento sintético,
McKirahan(1992:39) llega a una conclusión semejante: «In “the common principles,
called axioms” (tà koinà legómena axiómata), “axioms” should be understood as a
gloss on “common principles,” the term that has been used until now in this chapter
(76a38, a41, b10)». Pienso que los problemas con esta traducción son que, al intro-
ducir la palabra “principio” –palabra que no acompaña en el texto a “koiná”– se pre-
supone que el auditorio de Aristóteles –y no nosotros– entiende que todas las koinà
de las que él está hablando son principios sin necesidad de aclaración y, entonces, (1)
se impide ver el límite bastante preciso trazado por él aquí sobre el extenso suelo de
las koiná (i.e., sobre la base de lo que su auditorio básicamente comprende) al intro-
ducir la determinación ‘axiómata’; (2) se presupone –al introducir la palabra “princi-
pio”– lo mismo que quiere interpretar: que Aristóteles se estuvo refiriendo a princi-
pios comunes, identificados por su auditorio como axiómata sin necesidad de aclara-
ción (lo que vuelve ociosa la glosa “axiómata”); este último presupuesto es, por lo
demás, bastante improbable: desde el comienzo del capítulo Aristóteles utiliza la pala-
bra “principio” para mentar “esas cosas que no es lícito probar que existen” (76a31-
2), entre las cuales caen los géneros de unidad y magnitud (34-5), los cuales no son
koiná (axiómata). En ibíd. véanse otras variantes, más libres, de traducción.
100 Aunque allí Ross invierte inexplicablemente –contra su propia y natural inter-
pretación de Metaph. 1005a20 («the things that are in mathematics called axioms»;
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 69

76b14 (parte del segundo nivel de exposición de la doctrina) puede


leerse como una especificación de las koiná –aplicable a ciertos instru-
mentos (76a37) de producción de ciencias demostrativas– concordan-
te con las expectativas de su auditorio. En tal caso, por tanto, está justi-
ficada la desconfianza (y a ella me sumo) frente a la idea de que el tér-
mino “axíoma” tiene, en rigor, un valor filosófico-aristotélico decidida-
mente técnico-teórico –al menos– dentro del marco de Analíticos.
Pero, según se verá, tanto la relación entre koiná y axiómata, que es téc-
nicamente mejor precisada por Aristóteles en el transcurso del segundo
nivel de su exposición (§5.2), como el énfasis puesto en la existencia de
axiómata (§5.7) con inusuales características (§5.6), podrían sugerir
profundas direcciones para la retrotracción interpretativa en Analíticos.

§ 4.5 RELECTURA DE LA ORIGINALIDAD DE LA DOCTRINA SIN T3 NI T4

Por otra parte, pienso que aquella nueva mirada sobre la doctrina de
los axiómata de APo. debe poder explicar su originalidad –o no– toman-
do como punto de partida las afirmaciones de Aristóteles en su propio
contexto. Básicamente, puede argüirse en favor de esa perspectiva que
(T10) no parece razonable dudar de que Aristóteles ha creído
que él tomaba la palabra101 “axíoma” y su aristotélicamente
impreciso concepto del dominio de los expertos en matemática,
para utilizarlo decisivamente como parte basal del concierto de
su teoría de la ciencia demostrativa, y que lo ha tomado y expre-
sado tal como sólo él podía verlo, antes de alcanzar la exposición
de los avances de la investigación102 sobre la teoría de la demos-
tración y la ciencia demostrativa que desarrollará en APo., des-
pués de sentar los fundamentos de éstas en A1 y 2; y
(T11) es el registro de su propia pluma el que para nosotros
cuenta como evidencia primera de un uso matemático (pre-aris-
totélico) del término.
__________________
Ross (1924:261))– la lectura de APo. 76b14 al traducir «the axioms which the mathe-
maticians call common». Cf. también con Barnes (2002:99), el cual sigue a Bonitz.
101 Ross (1949:511).
102 APr. A1,24a1-2.
70 Eduardo Mombello

Sin embargo, contra lo que podría suponerse, ni de T7103 ni de T11


pueden colegirse T8-T9104, si la definición de APo. estudiada aquí es
lexicográfica antes que imprecisamente teórica: el uso en “ciencias” de
principios probatorios conocidos de antemano al aprendizaje razonado
no implica la existencia de un modelo axiomático pre-aristotélico, ni
como el tripartito que Aristóteles se afana en describir como natural-
mente constitutivo de la ciencia demostrativa (76b11-21) que se ocupa
de las demostraciones (75a39-b2), ni mucho menos semejante al eucli-
diano o posterior.

§ 4.6 LA FUNCIÓN DE DT IMPLICA ORIGINALIDAD PARA NOSOTROS, NO


PARA ARISTÓTELES

Toda definición lexicográfica, como puede considerarse a DT, es un


informe acerca del uso más o menos ortodoxo del término en cierto
ámbito y, en cuanto tal, puede resultar –con reservas obvias– verdadera
o falsa. En cualquier caso, ella tiene –sin dudas– algo más que aportar a
las discusiones actuales sobre la historia –o prehistoria– de la axiomáti-
ca y sobre el valor de Aristóteles como historiador de las ideas.
Constructivamente, también, T10 y T11 implican que Aristóteles no
creyó ser, o no fue105, original al elaborar las bases de su propia doctrina
de los axiómata. En parte, eso no sería nada sorprendente: él no parece
haber creído ser original –aunque lo haya sido– en relación con varios de
sus términos técnicos implantados a la base de sus altas construcciones
teóricas. En efecto, ha visto que Sócrates se había ocupado con la ética
(tà ethiká), fijando su atención por primera vez en la definición (horis-
mós) e investigando lo universal (kathólou)106, y que filósofos anteriores
a él107 habían postulado la materia (hýle), por ejemplo108. Por ello,
__________________
103 Cf. §4.1.
104 Cf. §4.2.
105 De esto –por T11– no hay evidencia.
106 Cf. Metaph. 987b1-4, 1078b17-31.
107 «Tales, Anaxímenes, Anaxágoras, Empédocles, Anaximandro, Heráclito y el
mismo Platón» (Boeri (1993:144) ad Ph. 187a12).
108 Este enfoque distorsionado –tan visible en Física I 4– de Arist. es un proble-
ma clásico de la exégesis presocrática de Cherniss en adelante (cf. v.g. Kirk (1999:18),
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 71

de las ensordecedoras ausencias de T7 lo más que podría especularse


–si el informe de uso del término que Aristóteles realiza en su definición
fuese verdadero– es la existencia de una manera habitual de impartir
conocimiento de cualquier tipo (en un aristocrático círculo de expertos,
quizá matemáticos), consistente –en parte– en considerar como axió-
mata a ciertos puntos de partida argumentativos que han de ser necesa-
riamente conocidos de antemano por el que aprende intelectualmente,
aun si es capaz de aprender a partir de su propia investigación:

(C3) El filósofo, es decir, el que investiga por sí mismo, no se pre-


ocupa en absoluto, toda vez que el silogismo se ocupa con cosas que
<son> verdaderas y bien conocidas, […] pero igualmente se esfor-
zaría en que los postulados (tà axiómata)109 sean indudablemente

__________________
Eggers Lan (1986:28-33) y Boeri (1993:22 n. 19)). Sobre la distorsión aplicada al
caso de la actividad filosófica de Sócrates, cf. v.g. Vlastos (1992:93).
109 Slomkowski (1999:33) prefiere “protáseis”; Pickard-Cambridge en Ross
(1952:211), “axioms”, lo cual reproduce sin enmiendas Barnes (1995:261), aunque
en su registro “altamente selectivo” (p. 2467) de “axioms”, prefiere registrar como
única entrada de Top. el pasaje de 156a23 (p. 2472). El pasaje parece ser una interpo-
lación pero, en cualquier caso, sin contar aún con una teoría de los axiómata para la
ciencia demostrativa que los diferencie de las hypothéseis y los aitémata (APo. 73b23-
24; cf. Bonitz (1958:70)), el término axíoma tiene aquí un sentido normativo no téc-
nico, que quizá sea próximo al que los expertos contemporáneos han utilizado, según
sugiere Aristóteles. En español, “postulado” es una traducción de compromiso que
necesita una justificación filológica que no es posible ofrecer aquí. Téngase en cuenta
que, en APr. 62a11-19, Aristóteles dio una muestra de cómo, en un tipo particular de
uso, un axíoma –un postulado que si es utilizado para probar la verdad tiene que ser
una consideración necesariamente falsa– resulta una opinión reputada (éndoxon) sólo
para quien la admite (Ross (1949:452) ad 15) y contradictoria de lo que se concluirá,
para su aplicación silogística en la prueba de reducción al absurdo. No deja de ser lla-
mativo, y un dato para un estudio más profundo, que, en esta significación, el término
axíoma en ocasiones parece haber podido ser comprendido como tan próximo al de
hypóthesis (“suposición”, cf. v.g. Metaph. 1005a13; 1055b34; 1013a16, b20; 1083b6,
1086a10, 15; 1090a27) que, cuando le es necesario referirse a las características técni-
cas que él atribuye a los axiómata en una exposición teórica, Aristóteles necesita des-
pegarlos conceptualmente de las hypothéseis (APo. 76b23-24, Metaph. 1005b8-18)
entendidas como postulados o suposiciones, generalmente, pertenecientes a la esfera
de conocimiento de alguna disciplina más o menos rigurosa, como la geometría que
Platón describe en R. 510c.
72 Eduardo Mombello

bien conocidos y próximos, pues de ellos se producen los silogis-


mos para la ciencia110 (Top. 155b10-16).

Si se considera, junto con el análisis contextual, el marco histórico-


filosófico plausible que puede dar sentido –en la medida de lo posible–
también al orden expositivo (a primera vista, enredado) de la doctrina
original, tal como se lo ha considerado en relación con el orden de la
resolución de los problemas filosóficos a los que APo. parece dar res-
puesta111, entonces la originalidad de la doctrina de los axiómata no
encuentra conflictos con su primera presentación en sociedad. La con-
dición para esto es que la definición de axíoma sea considerada de tipo
lexicográfica, la cual o bien lleva implícitas una serie de determinaciones
aristotélicas fundamentales para la doctrina, o bien prepara el terreno,
por medio de cierta ordenación conceptual, para otras. En este caso, la
concepción usualmente aceptada por sus coetáneos expertos funciona
–para Aristóteles– como núcleo metodológico para el ulterior desarrollo
sistemático de la doctrina acabada.

Adicionalmente, si la definición de axíoma reviste el carácter expo-


sitivo que he indicado, el programa de reconstrucción de la doctrina
puede seguir contando con la originalidad de Aristóteles en APo. sobre
el asunto, sin apelar a la habitual adhesión a T2. Vista así, esta defini-
ción teóricamente insuficiente no sólo puede ser considerada como un
legítimo aporte de Aristóteles al desarrollo posterior de la axiomática
(el primero que conservamos), sino también como una más de sus refi-
nadas contribuciones a nuestra disposición de estrategias relacionadas
con los modos de introducción, presentación y argumentación en favor
de una doctrina original.

§ 5. AXÍOMA: FUNCIONES GENERALES Y NATURALEZA


La importancia que Aristóteles otorga, finalmente, a los axiómata en
la investigación del filósofo es conocida: están a un mismo nivel con la
__________________
110 Sobre eînai ek toutôn, “de ellos se producen”, cf. §5.2.
111 En esta dirección véase v.g. Ferejohn (1991:15-16).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 73

ousía. También es claro por qué tienen tal relevancia: son los principios
de todas las cosas sin excepción y, razonablemente, por tanto, univer-
sales en el más alto grado112. El punto es ¿cómo conciliar esto con nues-
tra comprensión de los axiómata como principios pertenecientes a cada
ciencia?113 En una parte no menor, la respuesta implica, evidentemen-
te, un compromiso con el núcleo problemático P3.
Conforme al enfoque reconstructivo que el análisis sobre el carácter
de DT parece sugerir, hay dos grandes etapas de la teoría que conciliar
para cualquier visión sintética de la cuestión. Presento partes decisivas de
sus contenidos en §5.1 y §5.2, respectivamente. Dadas las limitaciones de
espacio de un trabajo como el presente, sólo presentaré, en segundo
lugar, tres respuestas influyentes y discordantes para P3 (§5.3), práctica-
mente sin discusión. Sobre la base de los contenidos doctrinales que he
distinguido y el estudio de las sugerencias de los propios ejemplos regis-
trados por Aristóteles (§5.4), muestro finalmente (en §5.5-§5.7) la visión
sintética que me parece aristotélicamente más natural y plausible para P3.

§ 5.1 DT EN SU TINTA II (PRESENTACIÓN INICIAL DE LA DOCTRINA)

En mi interpretación, la determinación de un principio P como axí-


oma, considerando el aporte que DT en sí misma hace al programa de
reconstrucción, está dada por la conjunción de tres circunstancias que
pueden esquematizarse así:
i) P es un principio inmediato silogístico, y
ii) no hay un silogismo tal que P sea su conclusión114, y
__________________
112 Metaph. 997a12-13, 1005a20-21. Cf. (C5) infra.
113 Creo que esta misma pregunta bien ha podido ser una inquietud prevista por
Aristóteles entre los expertos frente a los cuales presentó Analíticos segundos. De allí la
necesidad del tratamiento teórico y el nivel de importancia metafísica en los que
Aristóteles ubica, finalmente, a los axiómata junto con la ousía.
114 Al ofrecer su definición de axíoma, Aristóteles procede a dar una primera
división (“por dicotomía” (cf. McKirahan (1992:43)), distinguiendo théseis de axió-
mata. Las interpretaciones, de manera unánime, acuerdan en que ambas especies son
principios inmediatos silogísticos y han desestimado el asunto de que ambas tengan,
además, la propiedad de no poder ser probadas (me ésti deîxai). Aun cuando los intér-
pretes dan por supuesto que es así, no incluyen esta propiedad en sus esquematiza-
74 Eduardo Mombello

iii) si un individuo x aprenderá C115, entonces capta P.


Cuando P puede ser llamado “axíoma” con aristotélica legitimidad,
las tres premisas anteriores son verdaderas. Si P se llama “thésis”, enton-
ces las premisas son verdaderas a excepción de iii. Éste es el prisma a
través del cual Aristóteles conceptualiza los objetos en la extensión del
término en uso pre-aristotélico.
Hay una cantidad de asuntos que podrían resultar no del todo claros
que se hallan involucrados en esta presentación de thésis y axíoma, cuya
elucidación puede conducir al descubrimiento de nuevos artículos
–dignos de elucidación a su vez– a niveles más profundos de la doctri-
na. Por su importancia en la revalorización de DT, sólo me concentro
en el siguiente.
Captar, échein, un P (principio inmediato silogístico) equivale a que P
sea gnórimon (76b21), i.e., conocido116. La necesidad de la captación de
aquel P por parte del que aprende es el discrimen que Aristóteles utiliza
para decidir el nombre específico que a P le conviene: “tesis” en el caso
__________________
ciones de lo que cuenta como axíoma. La gramática no ofrece señales inequívocas,
pero quizá dé algún apoyo a la idea de que la propiedad en cuestión pertenezca sólo a
lo que se llama thésis. Esta visión implica que sería posible encontrar alguna deduc-
ción que tuviera alguno de los axiómata como conclusión. En cambio, una económi-
ca interpretación filosófica sugiere que, si Aristóteles, al presentar la condición iii de
mi esquema, está procediendo a mostrar la differentia entre ambas especies de una
misma clase de cosas, entonces la clase de las cosas que está dividiendo por dicotomía
es la de los principios inmediatos silogísticos no-deducibles. En mi interpretación, me
inclino por esta última opción.
115 Para los fines esquemáticos presentes, por el momento, es indiferente si C es
una proposición u objeto de conocimiento determinado, o es cualquier objeto de
conocimiento en general; sin embargo, pienso que la última lectura –absoluta– se
aproxima más a lo que Aristóteles quiere decir en la definición. Véase la alternativa de
formulaciones de Barnes (2002:99-100), en la que se discuten los alcances de cada
una de ellas, en relación con el asunto de si lo que se conoce es una proposición o cual-
quier cosa en general. En cualquier caso, las figuras definicionales que allí se ofrecen
omiten la proposición ii de mi esquema. En relación con ella, McKirahan (1992:43)
señala que la interpretación de Barnes sobre la definición de axioma «falla al capturar
la idea de que los axiomas se aplican en más de una ciencia». Pero la objeción de
McKirahan falla al pretender que Barnes registre tal sobre-interpretación en el
comentario a un pasaje textual en el cual Aristóteles nada dice sobre el asunto.
116 Cf. también Top. 155b15. (Tópicos theta no es posterior a Analíticos: cf.
Slomkowski (1999:11, n. 13), Ross (1949:6)).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 75

de que no exista esa necesidad, “axioma” en el caso contrario. El ser un


conocimiento pre-requerido por todo aprendizaje es la differentia que
divide aguas en favor de los axiómata, dentro del género de los princi-
pios inmediatos silogísticos no deductibles. El conocimiento de los
axiómata es un pre-requisito de todo aprendizaje.
Pienso, desde luego, que es un error inferir117 que iii no es la carac-
terística determinante de los axiómata. Me refiero a la de que el cono-
cimiento de ellos sea un pre-requisito de todo aprendizaje. Al decir que
«estamos acostumbrados a decir ese nombre, sobre todo, en relación
con cosas de tal índole», Aristóteles no quiere decir que hay otras cosas
–al margen de las aquí referidas– llamadas técnicamente axiómata a las
que el nombre no es tan comúnmente adscripto118 y, por ello, no es líci-
to interpretar que él insinúa que la necesidad de la captación no es un
requisito absoluto para designar un ítem P como axíoma. La falla con-
siste en subrayar con un énfasis indebido la siguiente expresión: «sobre
todo, en relación con cosas de tal índole». Al hacerlo, se cambia el sig-
nificado de la oración de Aristóteles, convirtiéndola en una premisa
diferente. En efecto, en tal caso (infiriendo, como lo hace McKirahan),
la definición de axíoma ya no vale como tal, pues se diluye su differentia
con el ítem thésis que en DT también se define119.

__________________
117 Tal como lo hace McKirahan (1992:71).
118 Pienso que, más naturalmente, él podría querer implicar que hay otros usos
(normativos y descriptivos) de la palabra que son diferentes de aquel al que él y el
grupo de expertos o estudiosos que constituye su auditorio acuden normalmente en
sus discusiones de estudio: “axíoma”, en el sentido definido, es parte de nuestra jerga,
parece sugerir simplemente Aristóteles.
119 Quizá pueda verse mejor la inconsecuencia por énfasis con un paralelo. Si,
por ejemplo, para ser designados como benévolos (éunous), el enunciado determi-
nante de Aristóteles hubiese sido “se deben desear las cosas buenas para los amigos”
y subrayásemos con un énfasis ilegítimo la expresión “para los amigos”, podríamos
inferir falazmente que Aristóteles sugiere que –siendo igualmente benévolos– pode-
mos sentirnos libres de desear las cosas malas para los no-amigos. Pero esto no es
parte del compromiso de la supuesta ley moral de Aristóteles de Ética Nicomaquea
1155b31 (Bywater (ed.)), la que ya no valdría como tal, pues, de hecho, al realizar
aquella inferencia incorrecta hemos convertido, ipso facto, la ley en una premisa dife-
rente. Premisa con la cual –claramente– él no estuvo comprometido (cf. 1155b32-3).
76 Eduardo Mombello

§ 5.2 PRECISIONES TÉCNICAS: ALGUNOS AVANCES DE LA TEORÍA

En un segundo nivel, la exposición de la doctrina avanza, sobre


pasos argumentativos imposibles de reconstruir en este espacio, expli-
citando nociones no presentes en su definición inicial DT. Estas nocio-
nes insinúan, a la vez, parte de las dificultades que pueden aparecer en
la reconstrucción de la doctrina más acabada.

1 Desde Top. 155b15-16120, un axíoma es ya aquello a partir de lo


cual (ex hoû) se produce el silogismo científico (syllogismós epistemoni-
kós), vale decir, demostración (apódeixis) (APo. 71b17-18). Se trata de
la condición y función “originaria” –ciertamente conflictiva– de los
axiómata121. En efecto, los axiómata son algo que –de algún modo– ori-
gina las demostraciones en sentido técnico. Ya en APo., Aristóteles
caracteriza a los axiómata como ex hôn (75a42, 76b14 y 88b28) en rela-
ción con los artículos involucrados necesaria o naturalmente en la cien-
cia que se alcanza por demostración122. Es difícil expedirse sobre este
asunto aquí. Pero cualquiera sea la posición adoptada, ésta debería
poder explicar al menos por qué no se caracteriza con la misma expre-
sión, ni con el mismo énfasis, a los restantes principios de la demostra-
ción (tesis, hipótesis y el género temático que subyace a los objetos de
estudio de cada ciencia). Por mi parte, pienso que este rasgo de los
axiómata está íntimamente relacionado con la función natural que cada
uno de ellos posee, como se verá en §5.6.
En relación con el modo de originar que los axiómata tienen, un
problema se encuentra ya enraizado en la misma fórmula elegida por
Aristóteles para expresarlo. El valor semántico de la preposición “ek”
con genitivo que da mejor sentido al texto es, ciertamente, el relaciona-
do con el origen, lo que aplicado a los axiómata vale como el origen de
las demostraciones y, por ende, de la ciencia demostrativa. Pero el tipo
de origen del que se trata es muy ambiguo. Entre otros, podría ser un
origen (a) material, como aquello de lo cual o a partir de lo cual se hacen
las demostraciones, (a’) o instrumental, como aquello mediante lo cual se
__________________
120 Cf. n. 116.
121 Sobre este carácter discutido de los axiómata y sus potenciales implicacio-
nes, véanse v.g. Ross (1949:56 y 531) y Cassini (1986:80-82).
122 Véanse (C6) y (C7) infra.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 77

demuestra, esto es, resaltando su carácter de proposiciones o premisas y,


por ende, tratarse de un simple origen lógico y constitutivo de las demos-
traciones; (b) pero también las demostraciones –passim– surgen o se pro-
ducen (eînai ek) de conocimientos previos, mejor conocidos que la con-
clusión (72a25-b4), en cuyo caso el carácter originario podría ser cog-
noscitivo y productivo (en cuanto sería origen de un conocimiento
nuevo). Además, podría ser (c), vagamente causal o consecuencial, como
aquello a consecuencia de lo cual se demuestra, lo que podría indicar que
se trata de un origen eficiente y necesario del demostrar; (d) o incluso
estar revestido por un aura vagamente legal y, así, ser aquello de acuerdo
con, conforme a, o según lo cual, se demuestra, como si se tratara de un
principio legal del demostrar. Tal vez, incluso, el carácter reúna todos
estos aspectos. En cualquier caso, esto muestra parte de los problemas
decisivos a los que se enfrenta cualquier reconstrucción de la doctrina.

2 “Axiómata” será un término cuya extensión se solapará en parte


–o coincidirá123– con la clase de lo que Aristóteles llamó “cosas comunes”,
koiná (APo. 76b14); éste es el término que Aristóteles utiliza con más fre-
cuencia en APo. para referirse a los axiomas. Estas cosas comunes son rela-
tivas a toda ciencia demostrativa (76b11-12), a partir de las cuales (ex
hôn) se demuestra o prueba deductivamente (76b14, 22)124. La palabra
“axíoma” ha sido tomada –sin duda– de las matemáticas125. En Analíticos
segundos, es bastante claro, además, que su auditorio de expertos entendió
lo que Aristóteles mentaba con koiná y que estaban familiarizados con el
hecho de que los matemáticos utilizaran algo que llamaban axíoma en sus
pruebas. Pero no es tan claro que ellos identificaran fácilmente axiómata
(en el sentido registrado definicionalmente por Aristóteles) con koiná,
puesto que Aristóteles necesitó (a) especificar aquello a lo que se refería al
utilizar “koiná” acudiendo a la palabra que utilizaban los matemáticos, (b)
dar ejemplos reiterados de koiná (nunca de axiómata) con casos de RI,
TE y NC126, y (c) especificar su función en relación con diversas ciencias.
__________________
123 Cf. Barnes (2002:99) y Ross (1949:511).
124 Cf. también Metaph. 997a7, 11; 1005a20, b33; 1090a36.
125 Cf. Metaph. 1005a20 y Ross (1949:511).
126 Con RI, TE y NC abrevio las expresiones de los axiómata considerados tra-
dicionalmente como el principio de restos iguales, de tercio excluso y de no contra-
dicción, cf. §5.4.
78 Eduardo Mombello

En efecto, si no se adhiere a la presuposición tradicional T2, no es


fácil responder con seriedad al asunto de por qué Aristóteles prefirió
comenzar a llamar “koiná”, en Analíticos, a los ejemplos de RI, TE y NC
antes que “axiómata”. Pero ello encuentra una explicación obvia, si se
considera DT como lexicográfica. Según mi cálculo, en APo., Aristóteles
utiliza sólo cuatro veces la palabra “axíoma” y al menos en veinticinco
ocasiones “koinón”, trece de las cuales son tradicionalmente considera-
das sin vacilar como queriendo decir “axíoma” en sentido técnico (así
en 76a38 (dos veces); 76a41; 76b10, 14, 20; 77a27 (dos veces), 30;
88a36, 37, b3 y 28).
Además, APo. A 11, donde expresamente son mencionados RI, NC
y TE juntos, parece estar dedicado expresamente a la «función de los
axiomas más generales en la demostración» (Ross (1949:542)), pero
allí no se utiliza ni una vez la palabra “axíoma”. En todo caso, es claro
que si RI, NC y TE son axiómata, lo son sólo por ser koiná –pues así los
designa Aristóteles– a partir de los cuales (ex hôn) se demuestra127. Esto
es, aquellos casos ejemplares son koiná en el sentido específico de la
definición teórica de 77a27:

(C4) llamo “comunes” a las cosas que ellas [i.e., las ciencias] utili-
zan a fin de demostrar a partir de esas cosas (ek toúton) –pero no
acerca de las cuales (perì hôn) ellas prueban, ni lo que prueban–
(77a27-8).

Este sentido es el que los marca con el carácter funcional de los prin-
cipios de las demostraciones de cada cosa (75b37-8) y que, por ello,
pudieron constituirse, también, tal como su auditorio de expertos supo
reconocer, en una de las tres componentes teóricas de las demostracio-
nes: los axiómata ex hôn (75a39-b2). Sin embargo, en (C4), Aristóteles
no necesita aclararle a su auditorio –como hizo en el primer momento
de la doctrina– que se refiere a lo que los expertos matemáticos cono-
cen como axiómata, pero enseguida necesitará aclarar que se refiere a
koiná del tipo de TE y RI (30-31). Pues no está interesado en resaltar
su papel de saberes necesariamente previos –en el orden del conocimien-
__________________
127 El uso de los ejemplos en sí mismo sugiere interesantes datos ulteriores para
la interpretación (véase §5.4).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 79

to– a la prueba que se efectúa a fin de demostrar (algo que la evocación


matemática del término “axíoma” parece resaltar), sino en poner de
relieve que todas las ciencias los utilizan y que, conforme a ellos (katà tà
koiná), están en contacto recíprocamente (26-27). Podría decirse, grosso
modo, que, para subrayar el carácter “interdisciplinario” de los axióma-
ta, él prefiere designarlos como “koiná”, mientras que utiliza “axióma-
ta” para subrayar su carácter de conocimientos necesariamente tenidos
de antemano a la adquisición de los restantes.
Sin dudas, si en Analíticos hay un término técnico caracterizado
mediante una definición teórica que esté relacionado explícitamente
con los artículos en discusión para la teoría de la ciencia demostrativa,
éste ha de ser “koinón” antes que “axíoma”.

3 Además, un axíoma no será un simple enunciado probable,


hipótesis, o postulado a partir del cual ofrecer una prueba deductiva;
será, en cambio, «lo que es necesario que sea en virtud de sí mismo y
que es necesario que sea un parecer establecido» (APo. 76b23-24)128.
El generalizado sentido normativo de la palabra “axíoma” no implica
la aceptación del carácter valioso de su referente129. Esto quizá explique,
en primer lugar, el desconcertante énfasis puesto en estas líneas por
Aristóteles: lo que él considera axíoma, en el sentido en que lo utilizan
los expertos, nunca hará depender su carácter de veredicto o exigencia
científica de la potencialmente errada teorización de un pensador (el
que podría –como Zenón– obtener doctrinas, i.e., axiómata, de manera
tosca): esto necesariamente es lo que es en virtud de sí mismo y (tal vez
por ello mismo130) necesariamente lo parece. Es, sin dudas, una altísima
exigencia teórica –y por ello discutible– de carácter ontológico (“ser
necesariamente”) y fenomenológico (“parecer necesariamente”) la que
Aristóteles imprimirá al axíoma, el que ya en su presentación inicial

__________________
128 Cf. Ross (1949:540). Con toda claridad, Barnes (2002:140-1) aduce que
esta descripción podría serlo tanto de “los principios de la ciencia en cuestión”, i.e., sin
tener en cuenta los “axiomas comunes”, como específicamente de los “axiomas comu-
nes” y no de los “principios en general”. Ésta última es la lectura más natural –admi-
te– aunque no es la que da mejor sentido al pasaje.
129 Véase §2.
130 Véase la preferencia de Barnes (2002:141) por esta interpretación del pasaje.
80 Eduardo Mombello

mostraba su carácter lógico, comprensiblemente matemático.


Exigencia plausiblemente derivada, en segundo lugar, de la índole ambi-
gua de la inmediatez demandada a cualquier principio inmediato en
general: por un lado, el que no tenga un término medio, por el otro, que
no tenga un causante131 externo, en virtud de lo cual no habrá demos-
tración (apódeixis) de éste (APo. 84b21-24; 72b18-25). Sin embargo, en
la presentación inicial de DT, para expertos en algún tipo de justifica-
ción deductiva, Aristóteles –sin recurrir a una doctrina de la demostra-
ción, cuya presentación aún está en construcción– sólo pide que se con-
ceda que esta clase de ítem pueda ser llamado “tesis” o “axioma”, cuan-
do no haya prueba deductiva de él. Pero el objeto x, tal que x será un axí-
oma, en la doctrina más acabada, no tendrá un causante diferente de él
mismo (héteron; aítion állo); en cambio, el x habrá de ser di’hautó: esta
exigencia lo excluirá, definitivamente, de las cosas demostrables (APo.
93b18-22).

4 Finalmente, en este nivel de exposición, debe contarse otra


precisión aislada y conflictiva: la de que, toda vez que los axiómata se
asimilan a principios comunes132, desde A10 76a37-40 éstos se
muestran como comunes analógicamente (kat’analogían), por
contraposición a los principios propios (definiciones y afirmaciones de
existencia133), aun cuando Aristóteles indica que ambos tipos «se
emplean en las ciencias demostrativas» (a37). La manera de
comprender el pasaje de la comunidad analógica de los principios
divide aguas en la interpretación de la función y naturaleza de los
axiómata, asuntos sobre los cuales Aristóteles no parece haber dejado
evidencia textual suficiente.

__________________
131 APo. B2. De la idea de que los principios inmediatos no tienen un causante
se seguiría que los principios no tienen causa alguna. Aristóteles precisa el alcance de
esta implicación en B9: hay algunas cosas –los principios– que no tienen una causa
externa a ellas, son causa de sí mismas y es de éstas de las que dirá que no tienen
medio, i.e., que son inmediatas; otras –en cambio– tienen una causa externa y, por
ende, tienen un medio.
132 Véase el punto de vista filológico en §2.
133 Éste es el sentido tradicional en el que se entienden las hipótesis, pero debe
tomarse con cierta cautela: véase Gómez-Lobo (1977).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 81

§ 5.3 LAS POSICIONES PRINCIPALES SOBRE LA NATURALEZA Y LA FUNCIÓN


DE LOS AXIÓMATA

McKirahan (1992:75) señala que un axíoma134 es un principio


(arché) simple que se usa en diferentes ciencias y cumple un papel dis-
tintivo como premisa de las demostraciones135 en las ciencias a las cuales
se aplica, «aproximadamente al mismo nivel que los principios propios
de una ciencia». Pero esta función lógica, no es explícita en la definición
DT por la que axíoma vale como término técnico de la teoría aristotéli-
ca de la ciencia demostrativa. Puesto que, en la visión de McKirahan, la
comunidad analógica de estos principios significa –simplemente– que
ellos juegan un papel diferente al de los principios propios, los axióma-
ta pueden considerarse con la sola naturaleza lógica de los «principios
regulativos o reglas de inferencia»136, tal como la ley del tercio excluso,
utilizados para inferir teoremas137 en el interior del mismo género de
cosas que corresponde a una ciencia determinada138.
La interpretación de Ross (1949:511) da –en cambio– a los refe-
rentes de “axíoma” el carácter de lo mental: «Aristóteles aquí [i.e., en
__________________
134 En APo. 72a17, 75a41, 76b14.
135 Desde Bonitz (1955:70), en las apariciones recién mencionadas, el término
es comprendido como significando un principio a partir del cual se deriva la demostra-
ción («principium, ex quo demonstratio ducitur»; cf. también Bonitz (1955:400a2-5)).
Entre otras cosas, la fórmula anterior puede resultar filosóficamente ambigua, según
se pre-comprenda el ámbito de aplicación de la función que se otorga a un axíoma: el
plano estrictamente formal de la lógica (operante explícitamente en el ejercicio cien-
tífico o subyacente a él), o el más amplio del pensamiento lógico (que podría abarcar
ciertas funciones psíquicas, entre las cuales contaría relevantemente aquí la demons-
tratio). De aquel tipo de ambigüedad podría resultar el apoyo a algunos influyentes
desacuerdos interpretativos como los que presento, ninguno de los cuales entra de
lleno en conflicto con la concepción de Bonitz.
136 Cf. p.71.
137 Cf. p.72.
138 De esta visión se seguiría que Aristóteles no ha advertido la diferencia entre
las reglas de inferencia que constituyen parte de un lenguaje formal (en su caso, silo-
gístico) y las premisas –y, por ende, las fórmulas– que pertenecen a él por ser forma-
das siguiendo sus reglas; o –al menos– no ha advertido la diferencia entre las expre-
siones de un lenguaje y la gramática de ese lenguaje. Ambas cosas pueden ser recusa-
das –lo que no es relevante para este examen– de modos diferentes, incluso, aducien-
do anacronismos ‘post-fregeanos’ imaginables.
82 Eduardo Mombello

DT] restringe estrictamente (málista) el nombre axíoma a proposicio-


nes semejantes a “leyes del pensamiento”, las cuales subyacen a todos
los razonamientos». La idea de Ross (1949:56) parece139 ser que los
axiómata140 son correlatos mentales de leyes del ser, y no premisas de
una deducción141, sino principios conforme a los cuales razonamos, los
que están implícitamente supuestos en todas las demostraciones. Estos
artículos mentales parecen tener, sobre todo, una función instrumental
intracientífica. Pues, desde el punto de vista de Ross, que el carácter
común a diferentes ciencias sea un rasgo analógico de los axiomas
implica que una ciencia no supone los axiomas “en toda su generali-
dad”, sino únicamente en la medida en que se aplica a su contenido; los
primeros principios comunes «son útiles, precisamente, en todo aque-
llo que pertenece al género estudiado»142.

Dando un paso más en esa línea de interpretación, Cassini (1986:84-


5) sostiene que «un axioma aplicado a un género dado de entes se con-
vierte en un principio propio». En la medida en que el rasgo analógico
de los axiómata implica «que su uso en la demostración vale exclusiva-
mente para el género bajo el cual cae una ciencia», su interpretación
__________________
139 Lo que Ross dice en esta página podría verse jaqueado por una lectura rápi-
da del comienzo de su comentario: “Aristotle turns now [72a14-24] to distinguish the
various kinds of premiss that scientific demonstration needs. There are, first of all,
axiómata…» (p. 55, el énfasis es mío); y por su interpretación del argumento de
Metaph. 997a2-11: Ross (1924:230) («Now all demonstrative sciences use the
axioms as their premises...»). Aunque me convence su argumento de que los axióma-
ta no pueden ser premisas de una demostración (cf. también la paráfrasis de Apostle
(1965:43)) y es sugerente su idea de que quizá ellos se aproximen a correlatos menta-
les de cierta legalidad operante entre los entes, este tipo de indefinición en un erudito
de la talla de Ross no sólo puede resultar una muestra interesante de las dificultades de
interpretación que presentan los argumentos de Aristóteles en relación con la índole
de los axiómata, sino que ha producido consecuentes confusiones en otros agudos
especialistas. Un ejemplo de esto en Ferejohn (1991:145 n. 43): «Indeed, it appears
that Ross ... is [not] ready to saddle Aristotle with the highly dubious contention that
the common axioms are ultimate syllogistic premises» (énfasis mío).
140 Al menos los completamente universales.
141 Esta razonable idea se funda en el hecho de que Aristóteles afirma que «no
proof expressly assumes the law of contradiction, unless it is wished to establish a con-
clusion of the form ‘S is P and not no-P’» (=APo. 77a10-12).
142 Ross (1949:538).
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 83

no permite que un enunciado axiomático expresado en su “forma uni-


versal” (como “todo es afirmado o negado”) entre en la cadena de pre-
misas de una demostración143: sólo puede entrar en la medida en que se
convierta en “una instancia genérica” –i.e., adaptado al género-temáti-
co en cuestión144–. Un ejemplo –aunque ficticio– de instanciación de
aquel axioma para el caso de la biología sería «todo ser vivo es animal
o no animal» (ibíd.). Esto da como resultado145 que «los axiomas no
son por sí mismos susceptibles de ser utilizados como premisas en nin-
guna demostración»146 y, en definitiva, que «en el proceso de demos-
tración propiamente147 dicho148, los principios comunes no desempe-
ñan ningún papel»149. Pero lejos de pensar que los referentes de los
axiómata sean principalmente artículos mentales (como correlatos de
la legalidad del ser), o reglas lógicas de inferencia, Cassini cree que se
trata de «reglas metacientíficas», las cuales «prescriben condiciones
mínimas que deben reunir los enunciados o sistemas de enunciados
que componen toda ciencia particular»150.

Puede verse, entonces, que a los axiómata, por lo general, se los ubica
entre los entes del plano del lenguaje (acaso correlatos de artículos
__________________
143 Cf. también Irwin (1995:144).
144 En este sentido su posición, antes que a la justificada pero ambigua perspec-
tiva de Ross, es más próxima a la especulación de Tricot (1966: 44 n. 2): «Los axio-
mas [...], son, no ciertas premisas de la demostración [...], sino ciertos principios en
virtud de los cuales la conclusión deriva de las premisas». Al decir “aplicado” o “ins-
tanciado”, Cassini quiere decir lo que Wilson (2000:92) quiere decir con “adaptado”
y, así, las posiciones de ambos sobre lo que implica el uso de los axiómata en las pro-
pias disciplinas científicas se presentan como idénticas.
145 Contra McKirahan y quizá contra Ross (1949:56) también, véase n. 139.
146 Ibid.
147 Pero cf. Barnes (1969:147-8).
148 I.e., qua derivación o deducción.
149 Cf. p. 87. Sin embargo, parece haber cambiado radicalmente de posición en
Cassini (2006:21-22).
150 Ibid. Nótese que, si se ve a los axiómata como expresiones de las condiciones
de cientificidad de toda epistéme y demostración en sentido estricto, se presenta el
siguiente problema: esas condiciones están expresamente indicadas en A2, 71b9-
72a14 (esp. 71b10-12 y 19-22), y ninguna de ellas se ejemplifica con un axíoma, ni
ninguno de los ejemplos que encontramos en APo. de axíoma (cf. §5.4) corresponde
expresamente a ninguna de esas condiciones.
84 Eduardo Mombello

mentales o de la legalidad del ser), dentro de la provincia de las propo-


siciones legales de la lógica, o del pensamiento lógicamente –y quizá
realmente– orientado, o de los enunciados normativos de una filosofía
de la ciencia que establece con ellas las condiciones de “cientificidad”
de las demostraciones, con NC151 como paradigma (las disyunciones
de la cláusula anterior son, respetando el punto de vista de los autores
citados aquí, lógicamente ‘exclusivas’). Aunque se aplique a dominios
diferentes, es evidente que, en cualquiera de los tres casos, su papel es
“regulativo”152: en un caso, regula el modo de obtener teoremas dentro
de una ciencia dada, en otro, los modos del pensamiento racional del
científico, y, en el último, las condiciones de cientificidad en general.
Además, cuando se considera que cumple la función de premisa, ella
cobra sentido con exclusividad en el marco de un método de justifica-
ción deductiva –en el mejor de los casos– del tipo silogístico a cuyos
resultados, las deducciones silogísticas153, este tipo de premisa aportará
–quizá con los restantes principios– sobre todo su veracidad154.
__________________
151 Cf. §5.4 (a).
152 Este carácter regulativo adscripto por los intérpretes a los axiómata no debe
confundirse con el carácter normativo general del uso del término axíoma, el cual sólo
indica la exigencia de admisión que cualquier axíoma (en sentido técnico o no) pare-
ce demandar, aun cuando esa exigencia pueda ser completamente infundada desde el
punto de vista de Aristóteles (cf. §2). La función regulativa, contemporáneamente
comprensible pero alejada de una mirada textualista de la teoría de los axiómata, impli-
ca acercar su naturaleza a la de las reglas de algún tipo de inferencia o cientificidad. Pero
la evidencia disponible para esta retrotracción es incierta, y apunta más bien en otra
dirección: a la de artículos relacionales extendidos en conexión próxima con todos los
hechos (cf. §5.7), con cierta función naturalmente dada en la empresa probatoria habi-
tual de ciertos expertos (§5.6), por lo cual parecen haber merecido, para Aristóteles,
un lugar fundamental entre sus principios teórico-filosóficos (§5.5) más notables.
153 Al fin y al cabo, nos guste o no la retrotracción implícita –hasta APr.– de los
desarrollos iniciados por Frege que terminan en la “Teoría de la deducción” de
Whitehead y Russell, el registro filológico sustenta esta visión: apódeixis significa
“prueba deductiva por silogismo” (ver LSJ I.3).
154 La línea que sostiene que los axiomas son proposiciones o premisas de las
demostraciones (v.g. Ross (1949:55 y 53), Barnes (2002:99 y 93), McKirahan
(1992:75 y 24)) cuenta con que las seis características descriptas en 71b20-22 lo son
de estas premisas o proposiciones. De esta manera encuentra apoyo, también, una ten-
dencia generalizada que ve a la demostración –sobre todo– como a un artículo lógico
del tipo del actual razonamiento sólido, v.g. Ferejohn (1991:21). Véase, además, una
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 85

§ 5.4 CASOS DE AXIÓMATA EN APO.

Usualmente155 se reconoce que, en APo., Aristóteles menciona sólo


tres ejemplos completos de principios comunes o “axiomas” (lo que no
significa que hayan sido los únicos tenidos en cuenta por él156):
a. En 77a10, la llamada ley o principio de no contradicción (NC):
«el que no sea posible afirmar y negar a la vez».
b. En 77a22-25, la llamada ley del tercero excluido (TE): «el que
se afirme o se niegue cada cosa, [exclusivamente]».
c. En 76a41, menciona el principio de los restos iguales (RI): «el
que las cosas restantes son iguales, cuando de cosas iguales se
sustraen cosas iguales».
Frecuentemente, se utilizan diferentes nomenclaturas para referirse
a estos enunciados, como lo he hecho yo mismo aquí, pero Aristóteles
nunca les puso nombre.
Como se verá enseguida, strictu sensu, se debe distinguir entre las
fórmulas universales de los axiómata que son utilizadas explícitamente
por Aristóteles para ilustrar, según sea el caso, el tipo de constituyente
teórico de la doctrina de la demostración al que se refiere (77a30, 88b1,
71a14, 76b10 y 77a31), y las restantes apariciones de aquellos axióma-
ta en los que son puestos a trabajar, a veces como instancias de NC, TE
o RI para un dominio científico, y a veces no, sino en cuanto tales, i.e.,
en toda su generalidad. En este sentido, hay algunos datos acerca de la
aparición de estos enunciados “axiomáticos” en el texto que pueden
resultar interesantes para su estudio ulterior.
Acerca de NC, Aristóteles ofrece un caso que muestra su aplicación
en una demostración en 77a12-13, el cual parece corresponder –qua
aplicado– mejor con TE que con NC; también parece estar presupues-
to en el argumento de 89a38-b. NC, además, parece guardar –entre
otras– relaciones, dignas de ser estudiadas con una profundidad que
aquí no es posible, con los siguientes argumentos: (1) el de APr. 51b5-

__________________
presentación de dos corrientes de interpretación contrarias (la de los “syllogisticists” y
la de los “antisyllogisticists”) acerca de la relación entre la doctrina del silogismo y de
la demostración, en Ferejohn (1991:17-19).
155 V.g. Ross (1949:55), McKirahan (1992:68-71), Cassini (1986:78), et alii.
156 Cassini ibid.
86 Eduardo Mombello

35 sobre la diferencia de significado entre ‘no ser x’ y ‘ser no-x’, en el que


Aristóteles aduce la siguiente razón básica: «la afirmación y negación
opuestas no se dan a la vez en lo mismo» (51b20-22); (2) el de 52a2-7,
en el que se deduce, de la imposibilidad de ser x y ser no-x a la vez, el
darse, o bien de la afirmación, o bien de la negación (pero no ambas res-
pecto de lo mismo), es decir, TE (antes que NC); y, quizá, (3) el de
52a39ss., en el que se esquematiza un tipo de inferencia a partir de dos
pares de términos contradictorios relacionados consecutivamente.
Aristóteles utiliza, visiblemente, TE para la construcción de teoría
en 73b23; lo menciona como ejemplo de koiná en 77a30 y en 88b1, y
advierte la necesidad de conocer su existencia (o de su ser el caso),
como ejemplo de conocimiento que hay que tener de antemano respec-
to de la demostración, en 71a14. Esto es algo que no presenta conflic-
tos con la interpretación de DT que he defendido, aunque –junto con
el caso que mostraré a continuación– no encaje nada bien en algunas
interpretaciones tradicionales sobre la función de los axiómata157.
Por último, acerca de RI, Aristóteles sugiere su uso como compo-
nente universal de un razonamiento en APr. 41b20-22 y también lo
menciona como ejemplo de koiná en APo. 76b20 y 77a31. A pesar de
esto, Ross (1924:262 ad 1005a20) señala que, en sentido estricto, éste
es un principio de un tipo “intermedio” entre los principios propios
(ídiai) y los comunes (koinaí): aunque RI amplía los límites de cual-
quier ciencia, no se extiende más allá de las ciencias de la cantidad, ya
que la igualdad –involucrada en RI– es un proprium del género de la
categoría de la ‘cantidad’158. Pero si ésta fuera una razón de peso para
__________________
157 Cf. §5.3.
158 Hay tipos de igualdades que se hace difícil creer que Aristóteles haya pensa-
do en ubicar en la cantidad, como la que se identifica con lo justo en EN. 1132a17 (en
Cat. 8 la justicia se ubica en la cualidad). Sobre la base de una lectura enfática de
Metaph. 1061b20 (κοινὸν μέν ἐστιν ἐπὶ πάντων τῶν ποσῶν), Ross (1924:314 ad loc.)
infirió que «esta proposición ni es un principio común a todas las ciencias, ni pecu-
liar a una de ellas; es común a todas las ciencias de la cantidad. Así, éste pertenece a
un tipo no reconocido en la clasificación de Aristóteles sobre los ἀρχαί, APo. 76a38».
Es claro, sin embargo, que el texto no dice que RI no se extienda más allá de la canti-
dad (salvo que se lea “ἐπὶ πάντων τῶν ποσῶν” con un énfasis que no parece justifica-
do, cf. n.119), sino sólo que, para todas las cantidades, incluso para las que el mate-
mático deja de lado cuando se enfoca en alguna de ellas (v.g. en los ángulos), RI es un
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 87

considerarlo intermedio, habría que considerar intermedios también a


TE y NC, puesto que el afirmar y el negar son acciones y, por ende,
cosas que –al menos– se dan con propiedad en la categoría de la ‘acti-
vidad’ (poieîn)159. ¿Cuáles serían los axiómata realmente comunes
entonces? El fondo de este problema es, en rigor, el que origina las irre-
conciliables interpretaciones sobre la naturaleza y función de los axió-
mata: el de cómo hay que entender el carácter común de un axíoma.
__________________
principio común; cf. n. 174. En el pasaje de Metaph., Aristóteles está sólo interesado
en mostrar (1) que los principios habitualmente considerados por los expertos como
axiómata son cosas comunes y (2) que corresponde estudiarlas en cuanto tales a la
filosofía primera, aun cuando el experto matemático no perciba (1) debido a que se
enfoca sólo en la parte material que le interesa a su aplicación. Este ejemplo inmedia-
tamente obvio para su auditorio de desatención a la universalidad de aplicación de las
koiná realizado por experto es la prueba para (1) que le permite la defensa de la tesis
de la división del trabajo intelectual de (2). Por lo demás, en §5.6, muestro un uso de
RI en toda su generalidad, en el que Aristóteles rechaza la utilidad de una instancia
matemática suya. Ello prueba que el matemático no necesariamente ha de restringir
su actividad a la aplicación de “instancias” de RI, i.e., podría utilizarlo con plena cons-
ciencia de que trata con un principio común. Si esto es así, el ejemplo del matemáti-
co del pasaje de Metaph. no es la descripción canónica del proceder por “instancias”
de su disciplina en relación con los axiómata, sino, únicamente, del proceder con
koiná sin tenerlas como objeto de su consideración y sin considerar tampoco sus obje-
tos materiales como cosas que son simpliciter.
159 Una posible réplica a mi argumento –el que podría comportar una cierta
confusión entre la faz pragmática y la semántica– es la siguiente: lo relevante es lo que
se afirma o se niega, al igual que lo es lo que se sustrae y no lo que se hace. Sobre esto,
pienso, habría que tener en cuenta: (1) He mostrado mis reservas en relación con el
tipo de argumento de Ross, y no intento establecer con este argumento la posición de
Aristóteles sobre si RI es un principio intermedio o no, aunque creo que todos los
axiómata –o mejor, las koiná– fueron concebidos por él como universalmente aplica-
bles a todas las disciplinas en su propia medida (véase la posibilidad de esta interpre-
tación más adelante); (2) Lo que se sustrae es lo igual, y en el argumento de Ross es
esa “igualdad” lo que cuenta como determinante para decir que pertenece a la cate-
goría de la cantidad. Lo que se afirma, por su parte, es la afirmación (¿cuál sería el ser
de esa cosa?: ¿la “afirmatividad”?), ¿a qué categoría pertenecería o de cuál sería un
proprium tal cosa? Si, en cambio, intentáramos seguir a Aristóteles, y ‘lo afirmado’
fuese un lógos, entonces, el llamado principio de no contradicción también pertene-
cería a la cantidad, pues el lógos pertenece a lo discreto (como ‘número’; Cat. 6), y ésa
es una de las dos subdivisiones primeras de la categoría de la cantidad, con lo cual ese
principio también sería ‘intermedio’. ¿Y –de manera diferente– si ‘lo afirmado’ fuese
–no un lógos sino– un referente del dominio de la ousía, v.g., como en “hay una casa”?,
88 Eduardo Mombello

§ 5.5 LA FUNCIÓN TEÓRICA DEL VOCABLO “AXÍOMA”


He mostrado que160, en la medida en que Aristóteles advierte que él
y los potenciales asistentes a sus lecciones están completamente habi-
tuados a utilizar el término axíoma tal como se lo presenta en DT, la
naturaleza de los artículos en su extensión no es algo que esté allí en dis-
cusión. El término axíoma que se presenta en DT le permite evocar la
exigencia de partir de conocimientos preexistentes en relación con el cono-
cimiento demostrativo161. De esta manera, se puede considerar que el
vocablo “axíoma” es utilizado por Aristóteles con la función teórico-filo-
sófica de describir un tipo de principio necesario en la explicación última
de la enseñanza y el aprendizaje intelectuales, que proceden de conoci-
mientos preexistentes, por la vía de la ciencia demostrativa. Pero la
cuestión es a qué tipo162 se asemeja el de los analógicamente comunes.
__________________
entonces ¿de qué dominio o categoría sería ‘lo negado’? Me parece que este tipo de
argumentos enreda sin remedio la comprensión sobre la función de los axiómata.
Pienso que las koiná no clasifican la extensión de su aplicación por el tema del que pare-
cen tratar por sí mismas: se aplican, son comunes, nos guste o no, dice Aristóteles, a
todas las ciencias (por analogía); aunque esto no implica en absoluto que las discipli-
nas científicas sí se clasifiquen –como parece haber sido su idea– por el género de
cosas sobre el que versan, en relación con el cual las koiná deben tener algún tipo de
aplicación distintiva, naturalmente (Cf. APo. 76a39-42, 77a22-29; Metaph. 1061b20-
4; y n. 174 y 180).
160 §3.
161 §4.
162 En APo. 88b27-29 se distinguen los dos tipos de principios de todas las cosas
verdaderas, que pueden ser establecidas en cada uno de los silogismos verdaderos
(88a18-20, a31). Los unos son principios comunes “a partir de los cuales”, los otros prin-
cipios propios (ídiai) acerca de lo cual se prueba. Este pasaje repite casi textualmente la
distinción de 76a37-40 entre los tipos de principios que se utilizan en las ciencias demos-
trativas en general: «en efecto, los principios son de dos clases, ‘ex hôn’ y ‘perì hó’: ahora
bien, unos son [principios] comunes ‘a partir de los cuales’, en cambio los otros son
[principios] propios (ídiai) ‘acerca de lo cual’; v.g. número, magnitud» (88b27-29).
Este pasaje fundamenta el hecho de que los principios de las cosas diferentes en
género son diferentes en género (88b26), siendo imposible que los principios de
todas las cosas pertenezcan a un mismo género (syngeneîs; 24). El énfasis está puesto,
evidentemente, en los principios propios de cosas que pertenecen a un género exclu-
sivo, como muestran también sus ejemplos. Y dado que principios de tal índole exis-
ten como una de las dos clases de principios, no es posible que todos los principios de
las cosas pertenezcan a un mismo género. Cf. la posición de Cassini en §5.3.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 89

Los axiómata, aunque se emplean (chrôntai)163 en las ciencias demos-


trativas, son comunes por analogía debido a que para una ciencia parti-
cular es útil (chrésimon) en todo caso (ge) lo que está en el género sub-
ordinado a la disciplina. Por ende, estos principios mantienen su
influencia general en virtud de una relación analógica –la que habría
que aclarar– con la totalidad de las ciencias demostrativas, pero tienen
poca utilidad científico-demostrativa particular.

Ahora bien, en un caso de APo.164, Aristóteles utiliza la relación ana-


lógica como explicación de uno de los modos de establecer una realidad
genérica virtual para la que no hay un nombre establecido y de la cual se
puedan seguir otras cosas dignas de ser investigadas y probadas como
propiedades comunes a sus especies165. Lo importante es que la relación
conecta individuos disímiles en género o especie, con una presunta rea-
lidad o naturaleza y con propiedades suyas analógicamente comunes166.
Si la relación es aplicable al caso de los axiómata en estos términos,
entonces significa que cada uno de ellos es parte común presupuesta de
–o pre-dada para– todos los géneros-temáticos que dividen las discipli-
nas científicas, tal como se presentan en sus fórmulas generales, aun
cuando no haya un género único para todas las ciencias. La comunica-
ción o el contacto recíproco (77a26-27) de las ciencias de los géneros
temáticos aislados que dividen el estudio de lo que es está garantizada por
la relación con los principios axiomáticos originarios analógicamente
__________________
163 APo. 76a37.
164 Un estudio de los pasajes en que Aristóteles utiliza la analogía en APo. en
Wilson (2000:91-99). Él cree, también, que el pasaje al que me refiero suministra
alguna clarificación a los problemas que suscita el uso en APo. de la relación analógi-
ca (93).
165 Así, aunque no es posible tomar una única y misma realidad a la que desig-
nar como “esqueleto de la jibia”, “espina” y “hueso”, sí es posible que algunas propie-
dades sigan a todas éstas como si existiera una cierta naturaleza única de índole gené-
rica que las abarque (98a20-23). De esta manera, “esqueleto de la jibia”, “espina” y
“hueso”, si fuesen virtuales especies, contarían con un género común –con sus pro-
piedades compartidas– por analogía.
166 De manera general, Wilson (2000:239) piensa que la «Analogía le permite
a Aristóteles permanecer dentro de las limitaciones de los requerimientos-qua y aun
así considerar características compartidas (commonalities) entre géneros diferentes
pero relacionados».
90 Eduardo Mombello

comunes. Esto parece ya comenzar a dar cuenta de la curiosa impor-


tancia que los axiómata tienen, a un mismo nivel con la ousía, en el estu-
dio dialéctico del filósofo.
Otro caso conocido del uso teórico de la analogía, como el de
Metaph. 1070a30ss., puede ser también revelador. Aristóteles se referi-
ría al hecho de que, hablando en el sentido general, todos los axiómata
tienen ese cierto carácter “originario” y preexistente a cualquier apren-
dizaje demostrativo. Este carácter común de los axiómata resultaría
explicable de modo paralelo al modo en que resulta explicable el carác-
ter de identidad analógica que tienen las causas y los principios de cosas
reales que son sustancialmente diferentes. Incluso, la materia de una
estatua no es la misma que la de un enunciado definicional167, sin
embargo, ambos tienen –considerado el asunto analógicamente– un
mismo principio: a saber, materia, por ejemplo168. Esto le permite a
Aristóteles afirmar que las causas y los principios de cosas diferentes
son ciertamente diferentes (álla), pero, a la vez, los mismos (tautá)
analógicamente.

Al trasladar esto al asunto de los axiómata, no hay necesidad de pen-


sar –por ejemplo– que RI no es un caso de axíoma común, y en sentido
estricto169, debido a que sólo parece ser170 aplicable a las matemáticas y
las ciencias subordinadas a ella: RI es un axíoma analógicamente koinón
en la medida en que cumple la misma función teórico-filosófica que otros
axiómata, para ciencias genéricamente disímiles; así puede ser conside-
rado, como todo principio, con ese carácter común171, sin que ello trai-
ga como consecuencia el error probatorio de metábasis por inadecua-
__________________
167 Cf. Metaph. 1038a5-9.
168 De hecho, las cosas diferentes son explicadas por los mismos principios teo-
réticos: materia, forma y privación, aunque cada uno de ellos es distinto para cada
género de cosas.
169 Así Cassini (1986:78). Debido a la pertenencia potencial de los axiómata a
géneros disímiles, él infiere que “axioma” en Aristóteles tiene dos significados distin-
tos (1) «principios válidos para todo conocimiento científico» (en los que caerían
sólo NC y TE) y (2) «todos los principios comunes incluidos los axiomas en el sen-
tido anterior» (en los que caería, además de los anteriores, RI).
170 Cf. n. 158 y 174.
171 APo. 76a15.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 91

ción a la disciplina: pues conserva la posibilidad de ser utilizado con


propiedad en ámbitos genéricamente diferentes de otros tantos (88a31-
32, b26-27), siendo –con todo– funcionalmente idéntico como princi-
pio ex hoû. Pues, resulta idóneo en un género de entes (y los subordi-
nados a él) (88b1) acerca del cual (perì hó) se prueba, i.e., aquel para el
cual el axíoma resulta lo primero y principio apropiado (74b24-26).
Esta forma de concebir el conflictivo semblante comunitario de los
axiómata muestra con claridad la razón por la cual ellos son mejor des-
criptos como comunes por analogía172: no hay cosa que se pueda apren-
der intelectualmente de manera silogística, sea de la índole que fuere,
que no esté regida por un principio constitutivo axiomático, así como
no hay cosa sujeta al cambio que no pueda considerarse constituida por
un principio como la materia.
Si esto es así, considerando el asunto en general, se puede concebir
axíoma como un artículo teórico (paralelo a hýle) genuinamente aris-
totélico, perteneciente a los fundamentos de la filosofía de la ciencia
demostrativa, con la precisa función explicativa que señalé antes173.
Naturalmente, en cuanto principio filosófico, resulta completamente
inútil para las demostraciones de las ciencias particulares.
La interpretación anterior no prueba la existencia de registros tex-
tuales sobre la aplicación analógica de RI fuera del dominio de las mate-
máticas174, pero sí muestra que es aristotélicamente consistente com-
__________________
172 Cf. la discusión sobre la interpretación del carácter analógico en Barnes
(2002:138).
173 Un principio filosófico de la ciencia capaz de hacer referencia a la totalidad de
ciertos elementos primitivos conocidos de antemano al aprendizaje intelectual sobre
cualquier asunto pertinente, de los que echaban mano los expertos coetáneos en dife-
rentes disciplinas, en el marco de las pruebas razonadas que Aristóteles consideró
como demostraciones. Un principio de la filosofía de Aristóteles, como lo es el de
materia o el de axíoma, no es una mera opinión reputada (éndoxon), antes bien es un
resultado teórico refinado –quizá dialécticamente obtenido (cf. Top. I.2; APo. 77a29)
a partir de éndoxa (cf. §3)– por el cual la filosofía de Aristóteles vale en cuanto tal.
174 Metaph. 1061b17-24 muestra con bastante claridad que RI se extiende más
allá de las fronteras de las matemáticas, las cuales juzgan el objeto de su consideración
(ποιεῖται τὴν θεωρίαν) –separadamente de RI (ἀπολαβοῦσα)– con relación a alguna
parte de la materia apropiada a la disciplina, por ejemplo con relación a las líneas,
ángulos o números o alguna de las restantes cantidades. El pasaje no es claro en cuan-
to a si la matemática se relaciona con la extensión toda de la cantidad y nada más. Si
92 Eduardo Mombello

prender que RI está en un mismo nivel de principios filosóficos junto


con TE y NC175, en términos de comunidad analógica, y en relación
con su carácter de axíoma, en cuanto todos ellos cumplen la misma fun-
ción teórica en áreas disciplinares paralelas.

§ 5.6 LA FUNCIÓN NATURAL DE UN AXÍOMA

Ciertamente, muchos de los ejemplos en los textos de Aristóteles pare-


cen oscurecer sus ideas más de lo que las aclaran. Pero creo que ése no es
el caso en los que he presentado (§5.4). Ellos dan señales importantes
sobre la función y naturaleza estructurante de los axiómata. Aristóteles
los presenta y utiliza expresamente –y de un modo enredado de recons-
truir– como si fueran términos (hóroi) universales o predicativos176,

__________________
ése fuera el caso, entonces RI –según la utilización peculiar (ἰδίως) que hace el mate-
mático– debería extenderse también más allá de las fronteras de la cantidad. Por otra
parte, lo igual puede identificarse, según el caso, con proporciones geométricas (EN
1131a31, 1131b12-13) o aritméticas (1131b32-34), y cada uno de estos tipos de
igualdad, a su vez, puede identificarse con un tipo de justicia. Y, dado que la igualdad
entendida como proporción no es un propio del número abstracto que utilizan los
matemáticos, sino del número en general (1131a30-31), ella puede aplicarse a cual-
quier tipo de ámbito más allá de las fronteras de las matemáticas (sobre la posibilidad
de que se extienda aun fuera de la categoría de la cantidad, cf. también n. 158). En el
siguiente apartado mostraré, además, el caso de un uso explícito de RI (en toda su
generalidad) en una prueba geométrica, en la cual no puede ser reemplazado –para la
conclusividad del razonamiento– por una “instancia” suya, a la manera de un princi-
pio propio de la geometría. Cf. n. 180. Estos casos, finalmente, despejan toda duda
acerca de (1) si las pruebas matemáticas necesitan contener solamente instancias de
RI, acerca de (2) si deben contenerlas y acerca de si (3) no debe contener RI en toda
su generalidad: ninguna de las tres cosas parece ser una exigencia aristotélica exclu-
yente. Las pruebas matemáticas pueden incluir explícitamente RI a secas y eso debe
ser ya una utilización del axíoma en relación con la materia apropiada de la ciencia,
aun cuando no se trata con una “instancia” de RI. Para el planteo de las dudas ante-
riores, cf. Barnes (2002:138-139).
175 Y esto es lo sustancial, pues es lo que se objeta cuando se sostiene que RI es
un principio intermedio entre comunes y propios.
176 Cosas que están en, y se predican de, la totalidad de otra (APr. 24b26-28),
i.e., términos que incluyen en su extensión la totalidad de los miembros de la clase
correspondiente al término del cual se predican.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 93

antes que como proposiciones (premisas)177. Esto sucede claramente


en la segunda ejemplificación de la constitución correcta de silogismos
universalmente concluyentes de APr. A24178.
Aristóteles está interesado en fundamentar la universalidad de las
proposiciones necesarias para la existencia, pertinencia y corrección
(no circularidad) del silogismo (41b6-9) en la universalidad de los tér-
minos componentes (41b22-35), y el axíoma RI es utilizado179 como
__________________
177 En esta línea de interpretación, véase Heath (1998:23). Apostle (1965:43)
interpreta que los axiomas no son premisas que sirvan como material para derivar con-
clusiones (sino principios a partir de los cuales o de acuerdo a los cuales procede la
demostración); pero su ejemplificación perifrástica de pp. 43-44 sugiere la idea de
que “axiomas de todas las cosas” (viz. “comunes”) y “axiomas propios a cada género
de cosas” pueden ser utilizados como premisas universales, al menos así los hace fun-
cionar Apostle allí. Por lo demás, cabe aclarar que, desde el punto de vista textual, no
parece haber nada que pueda identificarse como ‘axioma propio’ en un sentido técni-
co de Aristóteles, y que “axioma de todas las cosas” parece ser una expresión cuyo
alcance es redundante, por definición de axíoma.
178 El primer ejemplo, un silogismo en el que el término mayor es placer, mues-
tra la necesidad de reparar en el hecho de la cuantificación universal, en considerar sin
vaguedad toda la extensión del término placer, a fin de atribuirle una propiedad
común (como el ser honesto), cuando se debe establecer correctamente la premisa
mayor. Este primer ejemplo se reconstruye más fácilmente que el segundo, aun cuan-
do se acerque menos, quizá, a la forma del silogismo científico, que el segundo pare-
ce querer mostrar.
179 Su aplicación al caso en 41b19-22 prueba que RI pudo estar relacionado
–antes que con su sola aplicación aritmética– con el método de evaluación exhaustiva
de superficies geométricas (a veces llamado con el neologismo “exhaustion”, prove-
niente del verbo latino “exhaurire”) por medio de su vaciado completo, quitando polí-
gonos con áreas conocidas (en el ejemplo de Aristóteles, quizá triángulos; cf. Ross
(1949:374-6)). Rey Pastor (2006:65-66) señala que el método de “exhaución” no es
un método de descubrimiento, ni uno constructivo, sino puramente de «demostra-
ción que no pretende descubrir una nueva verdad, sino demostrarla, circunstancia que
pone de relieve una característica de la matemática griega» ya que «el resultado al que
debe llegarse se da por admitido». Se trata de un método cuyo origen se atribuye a
Eudoxo y que se reconoce como el antecedente del cálculo moderno, en la medida en
que filósofos como Newton y Leibniz basaron en él sus trabajos sobre la integral defi-
nida de una función f, en un cierto intervalo dado. Según Heath (1998:1, 97, 107), el
mismo método fue aplicado por Eudoxo para el cálculo de volúmenes. El profesor
Heath (pp. 111-12) pensó, incluso, que Eudoxo fundó ese método sobre la base de un
‘axioma o postulado’ explicitado por Aristóteles en Ph. 207b27-b34; lo que a su juicio
prueba también que Aristóteles conoció el método de Eudoxo. Sin embargo, la auto-
94 Eduardo Mombello

constituyente180 no-proposicional ni propio181 de la geometría, de un


caso de silogismo geométrico que ejemplifica el origen básico de la uni-
versalidad conclusiva estructural y de la corrección que aquél tiene182.
Aunque la ejemplificación resulte enmarañada, la aparición de RI
como caso de hóros183 parece echar por tierra, desde el principio, las
posiciones que atribuyen principalmente o restringen la función de los
axiómata a la de ser premisas; también, aquellas que impiden que los
__________________
ridad de Arquímedes, en la que apoya su argumentación, es algo lejana y, aunque éste
menciona a Eudoxo en relación con el origen de pruebas que utilizan ese método, no
sabemos qué tan bueno haya sido Arquímedes como historiador. Lo más que esto
podría probar es que Arquímedes conoció alguna versión del postulado indicado por
Aristóteles.
180 En efecto, cada caso del suceso típico de (A) “al sustraer ángulos iguales (los
cuales son complementarios a los de la base de un isósceles inscrito en una circunfe-
rencia) de ángulos completos (i.e., los de la base del isósceles más sus complementa-
rios) iguales, los que restan (los de la base del isósceles) son iguales” es tratado como
un miembro –entre muchos de diversa índole (v.g., relacionados con ángulos como
aquí, o con puntos o pesos (De Caelo 299b22-23), unidades (EN 1132a32-b6), líne-
as o números u otros tipos de cantidad (Metaph. 1061b23), incluso con posesiones
sociales de diversa naturaleza (EN 1132b6-20; entre los cuales deben poder conside-
rarse eventos impensados como el recibir y dar golpes, matar o morir (1132a8), asun-
tos en los cuales el juez debe buscar la igualdad de la justicia correctiva presuponien-
do el mismo axíoma de restos iguales))– de la clase denotada por el axíoma RI.
Aristóteles procede como si RI oficiara de término medio, cuya extensión incluyera la
extensión de A y fuese incluido (en rigor, identificado) extensionalmente, a su vez, en
la gran clase de las cosas iguales. Él hace esto a fin de probar silogísticamente con
corrección que los ángulos [restantes] a la base del isósceles son iguales (de manera
enredadamente semejante a como trata al placer en general –el término medio– cuya
extensión incluye al placer-musical, y la clase del placer en general como parte de lo
bueno, para su ejemplo de probar que el placer dado por la música es bueno).
181 Si en cambio se transformara a RI en un principio propio de la geometría –a
la manera del ejemplo ficticio de Cassini– , y así se aceptara «que las cosas restantes
–E y Z– son iguales, por haber sustraído los ángulos completos e iguales de <los ángu-
los> que son iguales», –advierte Aristóteles– se consumaría una petitio principii (19-
21). Un axíoma como RI puede ser utilizado peculiarmente (ídios, i.e., con particulari-
dad, a la manera de un propio) por el matemático, sin que por ello Aristóteles deje de
considerar a RI como común (Metaph. 1061b18) y, en cambio, a la materia genérica
(hýle), líneas, ángulos, números, etc., como apropiada (oikeía; b22); cf. n. 174.
182 Aristóteles pretende tratar con un silogismo del modo AIA.
183 Tal como el término ‘placer’, si se estableciese –axióseien– considerado en su
totalidad; 41b10.
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 95

axiómata en su formulación universal no puedan cumplir ninguna fun-


ción explícita en las cadenas proposicionales de un silogismo. Por lo
demás, el caso textual de aplicación de los axiómata en su formulación
máximamente universal (sin adaptación o “instanciación” al género
temático) refuta, también, la inferencia a priori derivada de esta prime-
ra idea acertada: «el principio común será analógico sólo a causa de
que los géneros en los cuales se usa son diferentes y no a causa de que
el principio en sí mismo es ambiguo. Si esto es así, entonces la causa de
la analogía de los principios en este caso la constituyen los géneros
temáticos a los cuales son adaptados, y el principio común, aun cuando
admita una explicación general, se presenta como formulaciones analó-
gicas únicamente a causa de que los sujetos a los cuales se adjunta son
análogos» (Wilson (2000:92)): ciertamente, un principio común axio-
mático no es ambiguo y probablemente sea analógico debido a que
alcanza géneros disímiles, pero no se presenta únicamente en formulacio-
nes adaptadas analógicamente, sino que puede presentarse en toda su
generalidad dentro de silogismos científicos.
Una segunda evidencia, más lacónica, en APo. A11, es la de la acla-
ración de que NC se utiliza en las demostraciones, de cualquier género
temático, cuando la conclusión requiere la estructura relacional de NC;
y la aclaración de que la demostración por el absurdo utiliza TE.
Ninguno de estos casos son registrados como proposiciones. Aunque
los usos explícitos de los axiómata sean esporádicos, y debido a que por
su utilidad intracientífica originaria, principalmente implícita, no exhi-
ban su presencia evidente en las demostraciones por encima de la de los
principios propios más manifiestos, de todas maneras hay que concluir
que ellos pueden ser utilizados explícitamente en los silogismos sin ser
premisas, en toda su generalidad.
Puesto que el fundamento último de la universalidad de los silogis-
mos científicos está dado en parte por la universalidad estructural de los
axiómata, y que
(C5) los axiómata son, pues, sumamente universales, i.e., princi-
pios de todas las cosas (Metaph. 997a13).

resulta razonable la idea de que todo axíoma cumple una función de


donación de universalidad inevitablemente originaria para la constitu-
96 Eduardo Mombello

ción de silogismos legítimos (APr. 41b6-9) en ciencias. Plausiblemen-


te, (C5) resuma –si se tiene en cuenta, también, la naturaleza de cada
uno de los axiómata184– la razón por la cual los axiómata son capaces de
garantizar la universalidad de ciertas pruebas como la recién menciona-
da de APr. A24.
Aristóteles se aferró a la posición de que por naturaleza los axióma-
ta eran una de las tres cosas con las que se ocupa cualquier ciencia
demostrativa.

(C6) Ciertamente, toda ciencia demostrativa se ocupa de tres


cosas, cuantas se considera que son el caso –y estas cosas son el géne-
ro, del cual [cada ciencia] es contemplativa en lo que se refiere a las
afecciones por sí (kath’hautá)–; también las cosas comunes (koiná)
que se llaman “axiómata”, a partir de las que –por ser anteriores– se
demuestra, y tercero las afecciones, de las cuales se interpreta185 qué
__________________
184 Cf. §5.7.
185 Lambánein, el verbo que traduzco por “interpretar”, es el elegido por
Aristóteles aquí para indicar el proceso de captación mental (cf. LSJ I.9.b) o compren-
sión que el que aprende por demostración debe operar en relación con las afecciones,
algo que no se realiza nunca con los axiómata que son siempre conocidos de antema-
no. Aristóteles apela a esta característica de los axiómata que resulta evidente para su
auditorio a fin de identificarlos con lo que él prefiere describir como koiná y de lo cual
no hay nada que decir con relación a cómo se captan, pues ya son conocidos. Algunas
ciencias proceden en sus demostraciones sin explicar que el género temático del que
se trata existe, y pueden proceder, incluso, sin ofrecer una interpretación de lo que
denotan las afecciones por sí (v.g. qué denota la propiedad de que la suma de los ángu-
los interiores al triángulo sea igual a dos rectos), cuando esto es manifiesto. Ellas pue-
den hacer tal cosa, sobre la misma base, i.e., la de ser un dato ya conocido, que se uti-
liza en relación con los axiómata: no hay ninguna necesidad de que el que aprende
interprete (o de que al que aprende se le ofrezca una interpretación acerca de) qué
denota la fórmula o parte de la fórmula, de un axíoma como RI. En una lectura estric-
tamente lógica del pasaje (la cual no parece apropiada al contexto de la teoría de la
ciencia que desarrolla Aristóteles aquí), lambánein podría significar ‘dar por supues-
to’. Pero esto no forma buen sentido a la idea del argumento aclaratorio final que, en
esta visión, debería quedar más o menos así: ya que es conocido qué significa o deno-
ta la fórmula parcial de RI, por tanto lo denotado por esa fórmula no se da por supues-
to. En efecto, suponer algo parece implicar que uno lo da, precisamente, por ya cono-
cido. Incluso, la comprensión de lambánein que propongo da mejor sentido –que el
que forma la de “dar por supuesto”– a la idea de que, en cada género temático de una
disciplina, tanto lo que significan los términos primitivos (v.g. unidad) y derivados
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 97

denota cada una. Por otro lado, nada impide a algunas ciencias que se
descuide alguna de estas cosas, v.g. que no se explique como prolegó-
meno186 que el género es el caso, cuando es evidente que es el caso
(pues que un número es el caso no es manifiesto de la misma mane-
ra que lo son frío y caliente), y que no se interprete qué denotan las
afecciones, cuando son cosas manifiestas: de igual modo, tampoco se
interpreta –en cuanto a las cosas comunes (koiná)– qué denota “el
quitar cosas iguales de cosas iguales”, puesto que es conocido. Sin
embargo, esas cosas no son menos de tres ni un ápice, al menos, por
naturaleza: acerca de lo cual (perí hó) se prueba, las que se prueban y
a partir de las cuales (ex hôn) [se demuestra] (76b11-21).

Esta perspectiva, puesta en relación con la expresión “por naturale-


za”, podría significar varias cosas187, quizá que es parte de la realidad
(ousía) de la ciencia demostrativa188, pero lo más seguro es que señala
que la existencia teórica relacional tripartita de la ciencia demostrativa
no fue para Aristóteles un asunto de consensus metodológico entre los
expertos de su auditorio.
(C7) En efecto, tres cosas están comprometidas en las demostra-
ciones: uno es lo que se demuestra, la conclusión (ésta es la [afec-
ción] que se da por sí en algún género); lo otro, en cambio, son los

__________________
(v.g. triángulo), como que los puntos de partida (la unidad) son el caso, ambos son
asuntos interpretados, plausiblemente sobre la base de diagramas, antes de proceder a
probar los teoremas (APo. 76a31-36 y Gómez-Lobo (1977:437)). Si se admite mi lec-
tura, lo que sucede en relación con las afecciones por sí, en el marco de la empresa
científica demostrativa en general, es precisamente lo opuesto a suponer su significa-
do; en otras palabras, debe hacerse explícito lo denotado por ellas, i.e., aquello que se
va a concluir por demostración (cf. (C7)), salvo que ya sea evidente. Este procedi-
miento, al menos, es coherente con parte de la práctica demostrativa que se atribuye
a los matemáticos antiguos como Eudoxo (cf. n. 179).
186 Un caso de explicación preliminar puede verse, por ejemplo, en Cael. 269b20;
cuando se parte de los principios inmediatos el procedimiento habitual del experto
parece haber sido explicar preliminarmente o hacer manifiesto de alguna manera en
qué consiste el género temático que oficia de principio y que tal cosa es el caso, para
proceder a la demostración que permite aprender intelectualmente (cf. APo. B9).
187 Barnes (2002:139) piensa que se refiere al hecho de que los tres componen-
tes se presentan en la fórmula completa –no abreviada– de la demostración.
188 Cf. Metaph.1015a11-13.
98 Eduardo Mombello

axiómata (en efecto, axiómata de los cuales se produce [la demos-


tración]); tercero es el género que subyace del cual la demostración
manifiesta las afecciones, i.e., los accidentes por sí (75a39-b2).

En este sentido, pues, un axíoma cumple, en la empresa de cada una


de las ciencias demostrativas efectivamente practicadas, de manera origi-
naria, la función natural consistente en la aportación última de la univer-
salidad necesaria y propia de sus conclusiones universales, función a la
que se subordina sin conflicto la función lógica de intervenir –explícita o
implícitamente– como término (hóros) universal en las premisas silogís-
ticas. Ambas funciones resaltan el papel intracientífico de los axiómata.
La función de un axíoma es natural debido a que la aportación de uni-
versalidad para cada una de las ciencias se realiza en la medida en que los
axiómata son una parte naturalmente dada en la constitución de la cien-
cia demostrativa en general. La función de un axíoma es lógica, desde el
punto de vista de que, dentro del cumplimiento de su función natural, un
axíoma puede aparecer implícita o explícitamente en un silogismo cientí-
fico (pero siempre ha de estar presente, pues es él el que posee el carác-
ter originario para toda demostración). Ambas funciones constituyen
aspectos de un único papel previsto por Aristóteles para los axiómata en
el sentido que la ciencia demostrativa, a su juicio, requiere.

§ 5.7 LA NATURALEZA DE CADA UNO DE LOS AXIÓMATA

La visión de Ross muestra la posibilidad de un argumento en favor


de la realidad de los axiómata como artículos dados o conectados más
allá del plano del lenguaje y del conceptual. Ella se apoya, sobre todo, en
la visión fuertemente realista de Aristóteles y en sugerencias indirectas
de la evidencia textual. El ejemplo de la existencia de TE (71a14) es
conocido. Según un primer argumento débil189, los axiómata podrían
__________________
189 Este argumento, aunque me convence, podría considerarse también en esta
clase: si el término axíoma fue tomado de las matemáticas para señalar la evidencia de
que hay (véanse afirmaciones de existencia de los referentes de los axiómata, v.g., en
APo. 71a14, 72a17, 75a42) artículos con características de utilidad primaria en las cien-
cias demostrativas, los cuales tienen una cierta naturaleza dada, y puesto que al menos
la parte relevante para Aristóteles de esa naturaleza ha sido directamente comprensible
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 99

referir a existentes relacionales, lo que en la actualidad identificaríamos


como cierto tipo de “legalidad”: “cosas” que –de manera muy extendi-
da– son el caso en los entes físicos, pues los axiómata –parece haber
pensado Aristóteles– existen en una relación próxima con los entes sen-
soperceptibles (epì tôn aisthetôn), la cual comporta una ambigüedad
difícil de precisar190. Al menos, con posterioridad, la posibilidad del sos-
tenimiento de la tesis contraria por parte de «los que asumen que hay
separación», como fundamento de la existencia de los números y las
magnitudes matemáticas separadas (no conceptualmente) de los sen-
soperceptibles, ha sido criticada elípticamente por él (Metaph.
1090a35-b5191).
Por otro lado, es más seguro aun –pero también puede resultar más
confuso– afirmar respecto de los axiómata sólo lo que en (C5) y que se
dan en todos los entes (Metaph.1005a22-23); como si cada axíoma fuese
–en el fondo– un principio relacional genéricamente transfronterizo,
aun cuando el matemático los utilice con particularidad (1061b18)192.
Al menos, con nada de esto resulta incompatible la idea de donación de
universalidad a todas las cosas de las que hay ciencia demostrativa.

En nuestros términos, según entraña DT, la clase denotada por “axío-


ma” es coextensiva con la gran clase de las cosas que hay por aprender.
Además, las circunstancias relacionales señaladas por cada uno de los
enunciados axiomáticos, para los miembros ontológicamente diversos de
la clase de las cosas por aprender, pueden considerarse como partes mani-
__________________
para un matemático por ser los axiómata un tipo de los objetos con los que trata,
entonces la índole de los axiómata como los matemáticos la entendieron se extiende,
en el programa de Aristóteles, a todas las ciencias. En otras palabras, la naturaleza de
cada uno de los axiómata no diferiría sustancialmente de la de los objetos matemáticos
como Aristóteles los entendió (Metaph. 1077b32-34). Entender esa parte de su natu-
raleza equivale a entender cuál es la naturaleza general de los objetos matemáticos, los
que, ciertamente, son existentes reales, aunque al modo de la materia.
190 Metaph. 1090a35-6. Epí con genitivo «denota relaciones familiares y posi-
ción natural» (Smyth(1984:378)) y así se manifiesta en las construcciones con eînai
(LSJ C.IV.5): v.g. “eînai eph’heautes”.
191 Cf. también Metaph. M3.
192 Utilizando a veces sólo RI –de entre los axiómata– en la medida en que le
resulta apropiado en relación con ciertas clases de individuos (líneas, ángulos, etc.) de
la categoría de la cantidad. Cf. n. 174.
100 Eduardo Mombello

fiestas de la intensión común de aquella gran clase. RI puede ser utilizado


con particularidad por el matemático, pero su inutilidad probatoria en la
labor investigativa de otros tipos de expertos no implica, ni una reduc-
ción de la extensión del axíoma a una parte (matemática) de la totalidad
de las cosas conocibles, ni la ausencia del rasgo relacional señalado por
su intensión como característica constitutiva y estructurante en las cosas
no matemáticas. Es razonable que la universalidad que puede donar RI
a demostraciones no-matemáticas sea mayormente desestimable por
inútil para el género temático o el tipo de prueba del que se trata. Pero
de la influencia desestimable de RI para la actividad propia de un exper-
to en cuestiones no-matemáticas, como de la desestimable influencia
del agua que compone su material para quien esculpe el mármol o el
bronce, no se sigue la ausencia de ese elemento en la esfera de su empre-
sa. Ciertamente, los axiómata se dan en todas cosas que son, igual que
la ousía, y no en algún género aislado con exclusión de los demás
(Metaph. 1005a22-23).

La reconstrucción más acabada de la doctrina de los axiómata es difí-


cil, pero ella no tiene por qué “ver” en cada uno de sus ejemplos una mera
fórmula constituida por términos primitivos y conectivos de algún tipo
lógico. La axiomática aristotélica, claramente, no es formal, ni fue pro-
puesta normativamente para formalización de las ciencias. Por el contra-
rio, parece haber sido concebida como la razón última del orden y comu-
nicación que las ciencias tienen entre sí. Los que aprenden una discipli-
na A no necesitan conocer los principios propios de A, pueden apren-
derlos y convertirse en expertos que demuestran, si tienen una condición
básica de todo científico: el conocimiento de los axiómata. Los expertos
(hoi epistámenoi; 71b14) tampoco necesitan conocer los principios de
otras disciplinas fuera de su área de dominio, pero, si aprendieron,
entonces conocen los axiómata que conocen todos los expertos. Los
axiómata son el suelo común a todas las ciencias, a partir del cual es posi-
ble iniciar la adquisición intelectual de la ciencia demostrativa y con rela-
ción al cual todas las disciplinas científicas se conectan recíprocamente
por el origen común de principios análogamente aplicables.
Entonces, pienso que en cada uno de los axiómata puede verse, sin
dificultad, un lógos semánticamente conectado con cierta circunstancia
de toda cosa del mundo que pueda ser intelectualmente aprendida, aun
Sobre la doctrina de los ἀξιώματα a partir de APo. 72a14-18 101

cuando los tipos ontológicos de esas cosas sean tan diversos como lo
son el tipo del eclipse y el de las propiedades del triángulo. Más allá de
su utilidad demostrativa en cada género de estudio, pero no indepen-
dientemente de ella, la mencionada circunstancia parece imprimir su
carácter universalmente superior y estructurante a toda cosa del mundo
que puede ser conocida de manera demostrativa.
La naturaleza de cada uno de los axiómata puede ser comprendida,
en tal caso, como una estructura originaria, relacional y unitaria, gené-
ricamente transfronteriza (aun cuando, por su utilización en relación
con entes genéricamente diferentes, pudiera presentarse ella misma al
experto como genéricamente distinguible o determinada), sin que nada
de ello implique el error probatorio de metábasis.

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