Carol Lynne - Serie Cattle Valley - 29 Encontrando La Absolución

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Serie Cattle Valley

Mucha diversión y poco trabajo -1


1
Muerdago - 2

Dulce Glasé - 3

Dura Monta - 4

Terapia Física - 5

Fuera de la Sombra - 6

Chico Malo - 7

Sonido el Blanco - 8
Vamos a Sulfear - 9

El último Ramo - 10

La mirada del Observador - 11

Los Días de Cattle Valley - 12

Doblado, No caído – 13

Dulce Decoración – 14

Recetas de Amor - 15
2

Estación de Bomberos Calientes - 16

El Ángel Guardián de Neil - 17

Marcado con Cicatrices - 18

Con Honores- 19

Servicio y Protección - 20

A la manera de O’Brien - 21
Fantasmas del Pasado - 22

El Descanso de Hawk - 23

Estrella Fugaz - 24

Confesiones - 25

La Sombra del Soldado - 26

Solo en la Multitud - 27

Segundas Oportunidades – 28
3

Encontrando la Absolución - 29

Carol Lynne
Sinopsis

¿Cómo pueden encontrar dos hombres un término medio cuando uno se gana
la vida en tierra y el otro con el surf?

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Presionado por sus amigos Kai y Quade, Van Duggins viaja de Oahu a
Wyoming para la celebración anual del Cattle Valley Days. Acostumbrado a surfear
cada día, Van espera aburrirse sin el océano a la vista. Lo que no esperaba era conocer
a un hombre que cambiaría su vida para siempre.

Criado por sus abuelos, Jon Porter vuelve a casa después de la universidad para
ayudar a su abuelo enfermo a cuidar de la granja de la familia. No le importaba dejar
su carrera para ayudar al hombre que lo había criado, pero su situación había sido
dura para su vida amorosa.

Durante una semana al año, Jon es capaz de liberarse de sus responsabilidades


durante el tiempo suficiente como para disfrutar del rodeo de Cattle Valley. Es su
oportunidad de ser el hombre que ha nacido para ser, y se niega a perderse un
segundo de ello. Cuando los problemas lo encuentran en la primera noche del rodeo,
un extraño con largo cabello oscuro y una sonrisa pícara lo rescata.
Capítulo Uno

El orgullo llenó a Van Duggins cuando su estudiante, Kai Hachiya, recibió su


trofeo de ganador del primer puesto y su cheque. Era su tercera victoria de las cuatro
competiciones de surf, y Van estaba empezando a pensar que ya no era necesario.

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—¿Kai te habló sobre Wyoming? —preguntó Quade Madison, el compañero de
Kai.

—Lo mencionó. —Van miró a Quade. Odiaba admitirlo, pero al final el tipo le
gustaba, y Kai definitivamente surfeaba mejor con Quade alrededor. Por desgracia,
que le gustara Quade y seguirlo con Kai a Cattle Valley no era lo mismo. Nunca en su
vida había estado rodeado de tierra. La mera idea de no ser capaz de ver el brillante
azul del océano hacía que a Van se le retorciera el estómago—. No es mi idea de unas
vacaciones —masculló.

—Quizá no, pero no lo sabrás hasta que lo intentes —contestó Quade.

—No seré capaz de respirar —contestó Van.

—No tienes que preocuparte de eso, en Wyoming también hay aire. —Quade
se rió y palmeó la espalda de Van—. Significaría mucho para Kai que vinieras con
nosotros.
—Que gracioso, Kai me dijo que esto significaba mucho para ti. —Sonrió
Van—. ¿Entonces cuál es la verdadera razón por la que queréis que vaya a ese
festival en medio de ninguna parte?

Quade se quitó el sombrero y se secó el sudor de la frente.

—Estoy orgulloso de Cattle Valley. Supongo que solo me gustaría compartirlo


contigo.

Van había preparado una excusa para librarse de las vacaciones planeadas, pero
no podía poner las palabras en su boca. Quade no había hecho más que apoyar el
entrenamiento y la carrera de Kai, y raramente pedía algo a cambio.

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—Tendré que irme justo cuando acabe el carnaval o lo que sea.

Quade se rió.

—No te entusiasmes tanto. —Golpeó el hombro de Van con el suyo—.


Probablemente no lo admitirás, pero el rodeo te va a encantar.

Van gruñó.

—Me muero de hambre —anunció Kai cuando finalmente se unió a ellos—.


Tengo una entrevista en una hora, pero pensé que podríamos comer algo primero.

—Lo has bordado —felicitó Van a Kai.

Kai sonrió.

—Casi me cago con esa última ola, pero recordé lo que me enseñaste y golpeé
la orilla perfectamente.
No había mucho que no le hubiera enseñado a Kai, y el chico nunca olvidaba
una sola lección. En poco tiempo Van se volvería obsoleto para el hombre que había
crecido a su lado. Sin embargo, había todavía una cosa que la rata de plata se negaba
a meter en su cabeza.

—El lenguaje —advirtió. ¿Cuántas veces le había explicado a Kai que odiaba
la jerga?

—Lo siento. —Kai se apartó de Quade y envolvió su brazo alrededor de Van—


. No podría haber ganado sin ti.

Van abrazo a Kai. Ambos sabían la verdad, pero era bueno escuchar esas

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palabras.

—Será mejor que aproveches para comer algo mientras puedas. —Soltó a Kai
y dio un paso atrás.

—¿No vienes con nosotros? —preguntó Quade.

Van miró el océano.

—Creo que iré a casa y pillaré algunas olas mientras pueda. —Le guiñó el ojo
a Kai—. No hay muchas de esas en Wyoming.

El hermoso rostro de Kai se iluminó como si Van le hubiera dado el mundo.

—¿En serio? ¿Vienes con nosotros?

—He decidido que no puedo irme a la tumba sin haber visto un rodeo. —Van
se bajó las gafas de sol—. ¿Cuándo nos vamos?
—El miércoles —contestó Kai—. Te reservé un asiento solo por si acaso.

Asintiendo, Van se dirigió a su Jeep. Se quitó la coleta que sostenía el pelo que
le llegaba por los hombros y se dirigió al aparcamiento. Conducir por la costa con la
brisa del océano en su rostro siempre hacía que se sintiera libre. Pasó los primeros
ocho años de su vida en un apartamento deprimente en Central Park West en
Manhattan con su madre que solo lo usaba para conseguir dinero de su padre
mensualmente.

Van había crecido creyendo que su padre era un rico hijo de puta que no se
preocupaba por él. No fue hasta que su madre había sido invitada a Europa durante el
verano con su nuevo amante cuando informó a Van que tenía que ir a Oahu para

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quedarse con su padre, cuando conoció al hombre por primera vez.

Girando en la entrada, Van volvió a la pequeña cabaña escondida tras años de


matorrales y árboles. La casa que su padre tenía y el único lugar en el mundo donde
Van había encontrado el verdadero amor y la aceptación.

Había quedado claro en su primera visita a Oahu que su padre no era el hombre
rico que pensaba que era. En su lugar, Jimmy Duggins había tenido dos trabajos,
cultivado su propia comida y vivido en una casa que apenas era más que una choza
para poder pagar el dinero que la madre de Van había pedido como ayuda para
criarlo.

Sonriendo por el recuerdo de la gran sonrisa de su padre cuando lo conoció,


Van aparcó delante de la casa. Había hecho unas cuantas renovaciones desde que
puso sus ojos en la cabaña de la playa, pero las campanillas de viento y el arte eran
cien por cien originales. Dios, echaba de menos al hombre, el experto surfero se había
tomado su tiempo en enseñarle a Van todo lo que sabía de la isla, del océano y lo que
significaba ser un hombre.

—Me voy a Wyoming —le dijo Van a la casa. Por petición de su padre, Van
había incinerado el cuerpo de su padre después de que muriera y había esparcido las
cenizas alrededor del patio y en la playa, convirtiendo el maldito lugar en suyo para
siempre—. ¿Alguna vez pensaste que me verías en un rodeo? —Van se negaba a
admitirlo ante Quade, pero contra más pensaba en ir a la competición más
entusiasmado se ponía.

Van salió del Jeep y se dirigió a la parte de atrás de la casa. Se desnudó y


agarró un par de shorts del tendedero. La verdadera belleza de la localización de la

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cabaña era su aislamiento, algo que anhelaba cuando no lo tenía.

La fila de tablas de surf que se apoyaban contra la casa eran como antiguos
guerreros que diariamente le recordaban su pasado. Pasó una mano por la tabla
amarillo pálido que era la favorita de su padre antes de pasar por delante de la cara
tabla que su ex-estudiante y amante, Blain Hardesty, le había dado como
agradecimiento.

Blain. Van envolvió sus brazos alrededor de la larga tabla y colocó su mejilla
contra la suave superficie. No pasaba un día sin que echara de menos a Blain.
Muchos en la comunidad del surf todavía culpaban a Van por la muerte de Blain, y
había días en que estaba de acuerdo con ellos. El día antes de la competición, Van
había sido forzado a decirle a Blain que no era lo bastante bueno para hacer el
Duggin's Slide, una maniobra que Van había hecho famosa cuando había competido.
Surgió una gran pelea entre ellos y Blain había salido corriendo del bar. Cuando había
llegado a la competición, todavía sufría los efectos del alcohol que se había bebido.
Cuando Van intentó convencer a Blain de que no estaba en forma para surfear, se
encendió y le dijo que era un surfero eliminado que no quería compartir la gloria.
Herido y enfadado, Van soltó muchos improperios antes de irse.

Van jadeó por los recuerdos que amenazaban con hacerlo vomitar. Blain había
muerto ocho años antes y no había ni una sola noche en la que Van no estirara la
mano por la noche mientras dormía para alcanzarlo.

Demonios, quizá le vendría bien estar un poco de tiempo alejado del agua, de
los recuerdos. Soltó esa tabla y cogió la más fea bajo su brazo. Su padre le había dado
la tabla de competición cuando se dio cuenta del potencial de Van.

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Corrió hacia el agua. Y giró su tabla para mirar a la cabaña. La soledad que su
casa le ofrecía siempre había hecho un buen trabajo para tranquilizarlo más que los
caros loqueros a los que había ido después de la tragedia que se había llevado la vida
de Blain. Se preguntó cómo le iría en un pueblo sin océano.

Jon Porter se quitó las sucias botas antes de correr por la puerta de atrás. Abrió
la nevera y sacó las sobras de lasaña.

—Lo siento, abuelo, pero la comida de hoy tendrá que calentarse en el


microondas. Llegaré tarde al primer evento si no me doy prisa.

—¿Vas a salir? —preguntó Bill Porter, alzando la mirada de su crucigrama.


Jon puso una buena cantidad de pasta en un plato antes de meterlo en el
microondas. No era el mejor cocinero del mundo, ni de cerca como su abuela
Dorothy había sido, pero tenía algunas comidas que al abuelo le gustaban.

—Sí. El rodeo empieza esta noche. Pensé que te lo había dicho esta mañana. —
Sabía de hecho que le había contado los planes a su abuelo durante el desayuno.
Infiernos, habían pasado casi veinte minutos recordando los días de gloria del abuelo
Porter en el circuito de rodeo. Por supuesto, eso fue antes de que su abuelo se
asentara y comprara la granja con Dorothy, su mujer durante cincuenta y ocho años.
Habían pasado seis años desde que el cáncer acabó con la vida de la abuela, cinco
desde que Jon había dejado el trabajo de sus sueños en una agencia de publicidad

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para volver a casa y cuidar del abuelo después de que un accidente lo dejara
necesitado de ayuda.

Jon sacó la comida del microondas segundos antes de que el tiempo acabara.
Colocó el plato delante de su abuelo.

—¿Qué te gustaría beber?

—Té. —contestó Bill.

—¿Quieres venir conmigo? —preguntó Jon mientras rellenaba el vaso de Bill.

—No. Solo me recordaría mejores tiempos. —Bill cogió el tenedor y movió la


comida—. No tengo mucha hambre. Creo que lo guardaré para más tarde.

Mierda. Jon besó la cabeza de Bill.

—También la echo de menos.


Bill asintió mientras empujaba el plato al centro de la mesa.

—Ve, será mejor que te des prisa si quieres llegar a tiempo.

Jon odiaba dejar a su abuelo solo cuando el hombre mayor se sentía


desanimado, pero no se había alejado de la granja a excepción de para ir a buscar
comidas desde antes del invierno. Los Cattle Valley Days eran la única vez al año que
tenía una excusa para conducir cuarenta minutos.

Dejando a su abuelo con sus recuerdos, Jon subió las escaleras de atrás hacia su
habitación del segundo piso. Se quitó la ropa sucia de trabajo y la tiró en el cesto. Ya
que su abuelo usaba una silla de ruedas, habían colocado su cuarto en la vieja cocina

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de abajo, dejando todo el segundo piso para Jon.

Desnudo, se dirigió al baño. No tendría tiempo para el tipo de ducha que


disfrutaba, pero definitivamente haría tiempo para una limpieza minuciosa.
Promiscuo no sería una palabra que usaría para sí mismo, pero al menos una vez al
año, era libre de vivir la vida que habría tenido si su abuelo no hubiera tenido su
accidente.

Cuando estuvo limpio, Jon volvió a su dormitorio. Sacó su caja secreta del
armario y la colocó en el colchón. Con la tapa abierta, pasó las manos por la suave
ropa interior de satén, seda y de poliester que había dentro. Cuando un poco de encaje
se enredó en sus callos, apartó la mano.

Si pudiera hacer lo que quisiera, llevaría estas prendas sexys cada día, pero
para el duro trabajo que hacía cada día era más adecuado el aburrido algodón. Se
preguntó cuál de estas le gustaría más a Guy. No es como si alguna vez tuviera alguna
oportunidad con el atleta, pero en su mente, todos los hombres tenían que igualar a
Guy. Seleccionando un par de shorts de chico rojos de seda, se los puso. Suspiró
cuando el material acarició su polla y bolas.

Jon se acercó al espejo largo que había pertenecido a su abuela, y miró su


reflejo. “Sexy” era la palabra que le venía a la mente. Le ponía cachondo llevar el
artículo femenino de ropa interior bajo sus Wranglers1 y sus camisas escocesas.

Sonriendo, flexionó sus músculos. Podía ser más bajo y delgado que muchos
hombres, pero su cuerpo era una roca dura y definida después de horas trabajando en
la granja. Su gusto en ropa interior no tenía nada que ver con la necesidad de sentirse
como una mujer más que por sus deseos por los hombres. Era simplemente el modo
en que era, y aunque nunca había confesado su amor por la suave ropa interior,

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sospechaba que su abuelo sabía que era gay. No era algo que hubieran hablado, pero
sus abuelos lo habían criado desde que tenía ocho años, por lo que... ¿cómo podrían
no saberlo?

Se vistió rápido antes de correr a cepillarse el pelo. Seleccionando el Stetson,


Jon lo colocó en su cabeza y se miró al espejo una última vez.

—Deséame suerte —susurró a su reflejo antes de salir de su habitación.

—¿Te importa si paramos en el pueblo antes de ir a la cabaña? —preguntó


Quade.

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Vaqueros
—No me importa mientras pueda conseguir algo de comer en la siguiente hora
o así —contestó Van. El vuelo había sido demasiado malo, pero la comida que habían
servido en la primera clase apestaba. Aún así, hasta ahora el escenario era decente.
No había esperado tantas colinas y montañas, pero sabía muy poco de Wyoming.

Kai estiró el brazo y despeinó a Quade.

—Estoy seguro de que podemos pillar algo en el O'Briens.

—Esperaba que dijeras eso. —Sonrió Quade.

Van devolvió su atención al paisaje. Eran unos minutos después de las ocho y
el sol estaba empezando a bajar en el cielo, dándole a todo el valle un tono rosado.

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Las luces en la distancia captaron su atención.

—¿Es ese el pueblo?

Quade sacudió la cabeza.

—Esos son los terrenos del rodeo. Deberían estar haciendo las preliminares
ahora.

—¿Te importaría dejarme allí antes de que vayáis al pueblo? Supongo que
tendrán perritos calientes y mierdas. —Van sacó una goma de pelo del bolsillo de su
maleta de mano y reunió su cabello en la nuca.

—No me importa. Suelo ir a las seis noches de rodeo, pero no quiero obligaros
a ninguno de vosotros —contestó Quade. Alzó la mano de Kai a su boca y la besó—.
¿Te apetece ver a unos cowboy, cariño? —Sonrió—. Venden los mejores buñuelos al
oeste de Mississippi.
—¡Vendido! —declaró Kai.

Van miró sus shorts y sandalias.

—Para un minuto para que me pueda cambiar.

Quade paró la SUV alquilada junto a la carretera.

—No hay código de vestimenta.

—Sí, bueno, así voy a sobresalir demasiado. —Van salió del vehículo y abrió el
maletero. Abrió la maleta y cogió el único par de jeans que había empacado. Suave
tela desteñida rozó sus manos y lo agarró—. Lo tengo.

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Los calcetines fueron fáciles, esos que siempre dejaba en el bolsillo lateral. Por
primera vez en su vida, deseaba tener un par de botas de cowboy, pero las botas en
Oahu sobresalían tanto como las sandalias en Wyoming. Sacó un par de zapatillas y
decidió que tenían que valer. Moviéndose al lado de la SUV, no perdió tiempo en
quitarse los shorts, y en menos de un minuto volvió al vehículo.

—Vale.

Kai miró por encima de su hombro a Van y sacudió la cabeza.

—Te estás tomando esto en serio.

—No, pero no quiero verme como un idiota. —Van movió su asiento tan atrás
como pudo y se puso los calcetines y las bambas. Se negó a sentirse culpable por
cambiarse. Se había prometido que aprovecharía la semana y por Dios que eso era
exactamente lo que haría.
Un hombre guapo en la entrada empezó a reír cuando notó a Quade. Se acercó
a la SUV y se inclinó contra la ventana abierta.

—¿Qué infiernos ha traído el gato?

Quade extendió la mano y estrechó la del hombre.

—¿Cómo te va, Rio?

—Bien.

—¿Cómo le va a tu compañero malhumorado? —preguntó Quade.

Rio rió.

—¿Cuál?
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—El diminuto que se preocupa más por verse bien que hacer las cosas bien —
contestó Quade.

—Nate está haciendo un mejor trabajo del que tú hiciste, hijo de puta. —Miró
al rededor de Quade a Kai—. Es bueno tenerte de vuelta en el pueblo. Vi tu nombre
en el periódico aquí hace poco. Parece que el surf te va bien.

—Ha sido un buen año. —Kai señaló a Van—. Este es mi entrenador, Van
Duggins. Finalmente lo convencimos de que viniera con nosotros tierra adentro.

Rio metió el brazo por la ventana, rozando el rostro de Quade, y alcanzó a Van.

—Bienvenido a Cattle Valley.

Van estrechó la mano de Rio.


—Gracias. Espero ver el rodeo. Nunca he estado antes en uno.

—Entonces has venido al lugar adecuado. —Un claxon sonó tras la SUV,
llamando la atención de Rio—. Sí, sí, agarrad vuestros caballos. —Palmeó a Quade
en el hombro—. Llámame por la mañana. Quizá puedas convencerme para pescar
mientras estás aquí.

—Suena bien. —Quade puso la SUV en marcha y se alejó—. El compañero de


Rio, Nate, es el alcalde y su otro compañero, Ryan es el sheriff —explicó mientras
encontraban aparcamiento en el gran campo.

Van había escuchado a ambos hablando del trío, pero todavía no creía que fuera

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posible que tres hombres se enamoraran. Joder, quizá, pero no el tipo de amor “para
siempre” necesario para que una relación funcionara. Salió de la SUV y estiró los
brazos sobre la cabeza.

—Creo que daré una vuelta para ver que hay para comer antes de sentarme en
esas gradas.

Quade envolvió su brazo alrededor de la cintura de Kai.

—Tengo mi teléfono si necesitas encontrarnos más tarde.

Van se dirigió a la zona circular de vagones de comida. Pasó los dulces, el


algodón de azúcar y los copos no iban a llenarlo. El olor de carne ahumada llamó su
atención y siguió su nariz a una tienda colocada delante de un gran horno para
ahumar carne. Se cruzó de brazos mientras miraba el menú. Las costillas sonaban
malditamente bien, pero por cómo se veían, todas las mesas estaban ocupadas. Pilló
dos salchichas ahumadas y una cerveza.
Después de pagar su comida, Van buscó un lugar para colocar su cerveza
mientras comía. Pasó entre la multitud hacia unas caravanas grandes. Usando uno de
los huecos de la rueda dejó su vaso rojo.

El primer mordisco de salchicha le hizo gemir. Maldición. Tendría que haber


comprado tres. Un sorbo de cerveza bajó la comida bien y antes de darse cuenta, se
había comido ambas y había acabado su vaso. Van se lamió los dedos y volvió a por
otra cerveza. Esperó un poco antes de comer nada más en caso de encontrar algo que
le llamara la atención.

Decidió comprobar los animales. Las horas de sentarse en un avión tensarían


su cuerpo si no hacía algo de ejercicio. No era que fuera viejo, cuarenta y seis no era

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tan malo. Solo estaba molido por los años en la tabla de surf.

Van se detuvo junto a unos toros y se maravilló por su tamaño. Había buscado
online antes del viaje para saber qué había en un rodeo para poder seguir las
competiciones con algún sentido de lo que pasaba. Sin embargo los toros de su
portátil de trece pulgadas no se veían tan grandes como los que tenía delante.

—No te acerques demasiado —le advirtió un hombre, moviéndose junto a Van.

—No. —Van miró al hombre—. ¿Montas?

El hombre sacudió la cabeza.

—Solía. —Extendió su mano—. Shep Black —se presentó—. Esos son mis
toros.

Van estrechó la mano de Shep.


—Van Duggins —respondió—. Encantado de conocerte.

Shep sonrió.

—Eres el entrenador de Kai.

Van estaba impresionado.

—Me sorprende que sepas eso.

—Quade es uno de mis viejos amigos. Después de que empezara a salir con
Kai, empecé a seguir los resultados de las competiciones. —Shep miró alrededor—.
¿Están aquí?

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—Sí. —Van asintió hacia la arena—. En las gradas supongo.

—Creo que los buscaré. —Shep extendió su mano de nuevo—. Ha sido un


placer conocerte.

—Lo mismo digo.

—Por cierto, los peores toros están allí en rediles individuales. —Shep
sonrió—. Solo no te acerques demasiado.

Van rió.

—No hay de qué preocuparse, nunca he sido estúpido. —Débil, indulgente y


cobarde, quizá, pero nunca estúpido.

Shep palmeó el hombro de Van mientras se dirigía a las gradas.

Van cambió su atención a los rediles que Shep había señalado. Estaba pasando
por un granero abierto cuando escuchó un fuerte gemido. Asustado de que alguien
estuviera herido, decidió investigar.

—Ouch. No tan duro, vas a partirme.

—Deja de luchar, pequeña puta —contestó otro hombre. Estaba claro por su
vocabulario que había bebido demasiados vasos de cerveza.

Un fuerte golpe y un grito de dolor hicieron que Van entrara en acción.

—¿Qué pasa aquí?

Un cowboy miró por encima de su hombro a Van.

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—No es asunto tuyo —dijo el hombre, con su cabeza cayendo a un lado por su
estado ebrio.

Van intentó mirar alrededor del idiota hacia el hombre en el suelo. Los ojos del
tipo estaban llenos de miedo.

—Creo que sí —dijo. Apuntó al hermoso hombre—. Creo que ha tenido


suficiente.

El hombre resopló.

—Dije, ¡no te metas! Jon ha estado suplicando por esto toda la noche. —Miró
al hombre atrapado bajo él—. Se me prometió un culo, y no me voy a ir hasta que
descubra qué se esconde debajo de estos shorts femeninos.

Jon entrecerró los ojos y se giró, golpeando la mandíbula del cowboy.


—¡Que te jodan, Guy!

El golpe hizo que el cowboy perdiera el equilibrio, pero antes de que Jon
pudiera salir de debajo de él, el cowboy se las arregló para golpear con su puño la
cara de Jon.

Van apretó sus puños. Habían pasado años desde que había estado en una
pelea, pero no había forma de que permitiera que el idiota le pusiera otra mano
encima de Jon.

—Apártate mientras puedas —advirtió, dando un paso adelante. Sacó su


móvil—. ¿Qué será?

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El cowboy grande se levantó y se volvió a meter la polla en los jeans.

—No quiero problemas con Ryan. —Apuntó a Jon mientras se alejaba—. Te


pillaré luego.

Van sabía por Kai que Ryan Blackfeather era el sheriff, y por lo que había
escuchado el cowboy tenía razón en preocuparse. Se arrodilló junto a Jon. Aunque
más que apreciar la vista, se sintió un pervertido comiéndoselo con los ojos. Sea
dicho, dudaba que pudiera olvidar nunca esos shorts sexys.

—¿Estás bien?

Jon intentó meter sus pies debajo de él.

—Sí, sólo ayúdame a levantarme.

Van agarró a Jon bajo las axilas y fácilmente lo levantó.


—Gracias —masculló Jon. Se inclinó para coger sus jeans y casi se cae de
nuevo—. Mierda.

—Espera. —Van se arrodilló y desenredó los jeans de Jon de sus botas. La


posición lo puso a la altura de la polla hermosamente envuelta. Silenciosamente
maldijo para sí mismo mientras subía los jeans de Jon—. Dejaré que tú te subas la
cremallera.

Jon con cuidado se subió la cremallera de sus jeans.

—Lo siento tanto.

Van se levantó.

—No tienes nada que lamentar. —Ladeó la mandíbula de Jon hacia la derecha
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y arriba—. Vas a tener un hematoma. ¿Quién coño era ese tipo?

—Guy —contestó Jon.

—Sí, ese tipo que estaba aquí. ¿Cuál es su nombre? —reiteró Van.

—Guy2. Guy Hoisington. —Jon sacudió la cabeza—. He tenido un flechazo


por él desde hace años, pero nunca me daba ni la hora. Debí saber cuando me recogió
antes que no acabaría bien. Nunca es así para mí.

Van envolvió un brazo en apoyo alrededor de la cintura de Jon y lo llevó a una


de los fardos de heno.

—Aquí, siéntate un minuto.

Jon se dejó caer en el fardo.

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Guy también significa tipo, de ahí la confusión
—Joder, ahora le dirá a todo el mundo que se aleje de mí.

—Lo dudo. Tienes todo el derecho a poner una queja con la policía por lo que
hizo. —Van cogió otro fardo y lo llevó junto a Jon para sentarse—. ¿Por qué te
preocuparías por lo que ese cabrón piensa o dice?

—Porque es Guy. Es un medallista de oro de las olimpiadas en esquí, y es


propietario de la cabaña de las montañas. Es, como...famoso. —Jon miró a Van—. Lo
siento, no sé tu nombre.

—Van Duggins.

—¿Vives por aquí?

Van sacudió la cabeza.


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—Vivo en Oahu. Vine para el rodeo y cosas con un amigo que es de Cattle
Valley.

—Oahu —suspiró Jon—. Apuesto a que es bonito.

—Lo es. —Estuvo de acuerdo Van. Su móvil empezó a sonar—.


Probablemente sean mis amigos.

—Oh —contestó Jon—. Estoy bien si tienes que ir a encontrarlos.

—Está bien. —Van se puso el móvil en la oreja—. Hola.

—¿Dónde estás? Te lo estás perdiendo —dijo Quade tan pronto como Van
contestó.

—Estoy en el granero. —Van decidió no mencionar el problema de Jon con


Guy. Probablemente se lo contaría a Quade y Kai pero no delante de Jon.

—¿Qué pasa? —preguntó Quade.

—Solo hablando con un nuevo amigo. Llegaré pronto. —Van sonrió a Jon y
puso los ojos en blanco.

—Trae a tu nuevo amigo si es lo que se necesita, pero te estás perdiendo unas


monturas muy buenas —dijo Quade.

—Preguntaré. —Van acabó la llamada sin sus cumplidos habituales—. ¿Te


apetece ver el rodeo?

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Jon se levantó y cogió su sombrero de cowboy que obviamente había caído
detrás de los fardos en la escaramuza con Guy.

—Creo que he tenido suficiente por una noche. —Se puso el sombrero—. Por
favor hazme un favor y no le digas a nadie lo de la ropa interior.

—¿Por qué haría eso? —preguntó Van.

Jon se encogió.

—Cattle Valley es un pueblo pequeño.

—¿Vives allí? —Van esperaba ver a Jon alrededor el siguiente día o dos.

—No. Me ocupo de la granja de mi abuelo. Está a cuarenta y cinco minutos,


pero no hay muchos sitios por aquí donde encontrar hombres como yo, —explicó
Jon.
—¿Quieres decir gay o lo de la ropa interior?

Jon rió.

—Gay. Seriamente dudo que haya muchos hombres por aquí a los que les guste
la ropa interior de seda. —Se mordió el labio—. Tomé un gran riesgo incluso
llevándola esta noche, pero esperaba... —Su voz cayó mientras sacudía la cabeza—.
Debes pensar que soy algún tipo de rarito.

—Para nada. —Van pensó que decir—. Realmente, es bonita.

El rostro de Jon se sonrojó.

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—¿De verdad lo piensas?

—Sí —confesó Van.

Jon sacó su cartera del bolsillo trasero y le dio a Van una carta de presentación.

—Solo por si te aburres mientras estás aquí. Si mi abuelo contesta dile que
necesitas hablar conmigo sobre el heno.

Van miró la tarjeta.

—¿Tienes una tienda?

Jon asintió.

—Pero no siempre estoy allí. Tengo una señora que la lleva por mi cuando
estoy fuera en los campos. —Le habló a Van sobre dejar su trabajo y volver a la
granja cuando su abuelo se puso enfermo. Era obvio para Van que Jon preferiría usar
su talento en diseños gráficos, pero nunca dijo nada sobre lamentar su decisión.

Van se metió la tarjeta en el bolsillo.

—¿Qué pasa con Guy? ¿Quieres que vaya contigo a poner una denuncia?

—No. No creo que lo hubiera hecho si no hubiera estado borracho. Por lo que
he escuchado normalmente es un buen hombre. Lo último que quiero es causarle
problemas.

—Eres mejor persona que yo, eso seguro. —Van se levantó y extendió su
mano. Aunque conocía a Jon de muy poco, respetaba al hombre—. Si cambias de
opinión y necesitas un testigo me hospedo en la cabaña.

—Gracias. —Jon sonrió—. Desearía que nos hubiéramos conocido bajo


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circunstancias diferentes.

—Lo importante es que nos conocimos. —Van se inclinó y besó la mejilla


herida de Jon—. Vamos, te acompañaré al coche.
Capítulo Dos

Van se sentó en el Bar Grizzly, reflexionando sobre las actividades de la noche.


Había intentado dormir, pero imágenes de Jon sin nada más que esa ropa interior roja
lo habían mantenido despierto. Después de una hora de revolverse y dar vueltas,
intentó hacerse una paja, pero eso solo había empeorado las cosas. Finalmente,

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decidió vestirse y visitar el bar de la cabaña, pasando el grupo de Quade y sus amigos
para sentarse junto a la gran chimenea de piedra. Miró al fuego y bebió de su vaso de
ginger ale para relajar su estómago. No habían sido las salchichas que había comido
antes lo que le molestaba, era Jon.

—Jon —Van susurró para sí mismo. Con sus grandes ojos avellana y sus
hoyuelos gemelos, Jon había confiado en la persona equivocada y casi había acabado
trágicamente.

Según Rio y Shep, Guy estaba al borde de perder todo por lo que había
trabajado tan duro. No estaban seguros de si la bebida era la causa o el resultado, pero
evidentemente la cabaña estaba perdiendo dinero rápido, y el constante estado
borracho de Guy no ayudaba.

—Pensé que te habías ido a la cama —dijo Kai, colocándose en la silla alta de
cuero frente a Van.
—No podía dormir —contestó Van—. Sigo pensando en lo que podría haberle
pasado a Jon si yo no hubiera estado allí.

—Guy es un perdedor. Viste de primera mano lo que hizo. —Kai cruzó sus
piernas y colocó su pie en la chimenea de piedra.

Van no estaba seguro en estar de acuerdo.

—No puedo parar de pensar en Blain. —Durante meses había observado a su


amante beber hasta que perdió el control, tan borracho que pensó que era invencible.
El arrecife que había acabado con la vida de Blain solo había sido una de la larga
línea de pérdidas.

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—Sé lo que estás pensando, y no puedes ayudar a Guy más de lo que pudiste
con Blain. La regla número uno en intentar salvar a alguien de sí mismo...primero
tienen que abrirse a ello. Blain no lo hizo, y por lo que he escuchado, tampoco Guy
—discutió Kai.

Van se levantó. Kai estaba equivocado. Van debería haber sido capaz de ayudar
a Blain. La verdad era, que se había dado por vencido unas semanas antes, después de
que Blain le hubiera engañado. Van nunca le había confiado a nadie los detalles de su
vida sexual con Blain y no planeaba empezar ahora. Con la necesidad de ayudar a
Guy en su mente, su interés en Jon podía esperar—. Creo que intentaré dormir un
poco.

Kai se levantó y le abrazó.

—Espero no haber herido tus sentimientos.


Van apretó a Kai.

—No lo hiciste. Solo no esperes que me sienta y vea como se repite la historia.

Jon hizo una mueca mientras estudiaba su rostro en el espejo sobre el


lavamanos. Había aplazado el preparar el desayuno del abuelo bastante. Habría
preguntas, y esperaba que sus respuestas fueran suficientes.

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La violencia por parte de Guy no había sido necesaria. Jon habría dejado que el
hombre lo follara si Guy no hubiera estado tan impaciente y acaparador. Era una
maldita vergüenza que hubiera pasado porque Jon dudaba que fuera capaz de encarar
a Guy de nuevo sin una combinación de miedo y vergüenza. Lo único bueno de toda
la noche había sido conocer a Van. No sabía mucho del surfero, pero le gustaría
volver a verlo.

Jon se apartó del lavamanos. Se paró en cada paso de camino abajo.

—Buenos días, abuelo. —Jon se inclinó y besó la mejilla de Bill.

—¿Cómo estuvo el rodeo?

Jon se movió a la encimera y agarró una taza del armario.

—Siento que tuvieras que hacer el café.


Bill rió.

—No soy completamente inútil. Además, no llegaste hasta casi las dos, supuse
que necesitabas dormir.

Realmente Jon había llegado a casa a las once y media, pero pasó varias horas
junto al arroyo en un viejo banco que había hecho su abuelo. Era su lugar de pensar,
el mismo lugar donde pensaba en sus preocupaciones desde que era un niño.

Jon bebió café. Iba a mentir al único hombre en el mundo que amaba, y se
odiaba por ello.

—Bueno, bebí y me caí en el rodeo. Un par de amigos me pusieron sobrio

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antes de conducir a casa.

—Sabes que no tienes que beber demasiado —regañó Bill.

—Lo sé. —Jon llevó su taza a la mesa.

—Oh dios mío. —Bill alcanzó la herida de Jon, Jon se apartó.

—Está bien mientras no lo toques.

—¿Te pusiste alguna pomada? —Bill se inclinó en la silla de ruedas—. Eso es


feo. Supongo que te enseñará que no debes beber y caminar. —Rió—. ¿Vuelves esta
noche?

—Lo dudo —dijo Jon honestamente—. Son casi las ocho. Voy con tres horas
de retraso, y no tengo ni idea de lo que traerá el resto del día. —En realidad, la idea
de toparse con Guy era suficiente para mantenerlo alejado.
Bill sacudió la cabeza.

—Necesitas hacer tiempo. El heno casi está listo. El trigo no estará hasta
dentro de unas semanas, por lo que todo lo que tienes que hacer es cosechar los
vegetales que estén maduros.

Jon no podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Quieres que vaya?

—Claro. Lo esperas cada año —explicó Bill.

Aunque Jon dudaba que pudiera acabar el trabajo a tiempo, era bueno saber

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que su abuelo le entendía.

—Ya veremos. —Alcanzó la mano del abuelo y apretó gentilmente—. Ahora,


¿qué te apetece desayunar?

Mientras Quade y Kai visitaban a la ex-secretaria de Quade, Carol, y sus dos


maridos, Van decidió echarle un vistazo a la propiedad. Nunca había sido de los que
se sentaban y visitaban durante horas, prefería hacer algo más físico con su tiempo
libre.

—Van —llamó Kai, corriendo por el caro césped—. Creo que vamos a ir al
Martes de Tacos en el O'Brien's.
Van asintió, guardando la tarjeta de negocios en el bolsillo delantero de sus
shorts de camuflaje.

—¿Podemos ir al rodeo después de que comamos?

Kai sonrió.

—¿Alguien en particular a quien quieras ver en el rodeo?

—No —contestó Van. Soltó la tarjeta de negocios y se dirigió hacia la gran


casa—. Mañana, me gustaría que alguien me llevara a Sheridan. Creo que estas
vacaciones serían mejores si tuviera coche.

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—Hey, no es problema. Podemos pasar por el rodeo. Solo tiraba de tu cadena
—dijo Kai, alcanzándolo.

Van paró de caminar. Con las manos en sus bolsillos, se giró para encarar a
Kai.

—Los amigos de Quade son muy amables, pero para ser honesto, hay otras
cosas que me gustaría explorar a parte del porche delantero de la casa de alguien.

Kai se mordió el labio inferior.

—¿Te arrepientes de haber venido?

—No, no del todo, pero no soy demasiado de seguir a la gente. —Van suavizó
lo que dijo con una sonrisa fácil—. El paisaje aquí es sorprendentemente hermoso.
Me gustaría ir por mi cuenta y mirar mejor.

Kai pareció estudiar a Van unos momentos antes de asentir.


—Te llevaré a Sheridan mañana por la mañana.

—Gracias. —Van fue al porche con Kai a su lado.

Antes de que llegaran al porche, Kai le dio un codazo a Van.

—¿Tu necesidad por un coche tiene algo que ver con Guy? ¿Te sientes atraído
por él?

Van sacudió la cabeza.

—Todavía tengo que tener una o dos palabras con Guy pero no es mi tipo.

—¿Y el otro chico? ¿Cómo decías que se llamaba? —Kai continuó probando.

—Jon —masculló Van. Se negaba a mentirle a Kai sobre su atracción por el


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granjero pero siempre había sido intensamente privado sobre su vida personal.

Kai sonrió.

—¿Es tan mono como su nombre?

—Déjalo —advirtió Van mientras se acercaban a los otros—. Todo lo que


necesito es que me lleves a Sheridan a por un coche de alquiler.

—¿Necesitas un coche? —preguntó Trick Allen. Era uno de los maridos de


Carol y el cantante de una banda de country popular que actuaría la última noche del
fin de semana de las vacaciones.

—Sí —contestó Van.

George Manning el jefe local de bomberos, rió.


—Viniste al lugar adecuado. Trick puede arreglarlo.

Trick se levantó, cerveza en mano, y señaló el gran edificio de metal.

—Entra a mi sala de muestras.

Van siguió a Trick por el patio. Imaginaba que el gran garaje tendría coches
deportivos y de lujo, caros, ninguno de los cuales era de su estilo.

—No tienes que hacer esto. Soy capaz de ir a alquilar algo por ahí.

Trick sacó un llavero y abrió la gran puerta.

—Para ser honestos, me estarías haciendo un favor. Estos corren mejor si se

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usan de vez en cuando, y yo estoy demasiado de gira para hacerles justicia. —Las
luces se encendieron automáticamente mientras la puerta se abría.

—Maldición. —Van quedó encandilado con el Jeep rojo fuego. No era un


experto pero suponía que era de los años cincuenta—. ¿Qué año?

—Cincuenta y dos —contestó Trick, cruzándose de brazos—. Lo encontré hace


unos tres años en un pueblecito de Kansas. Estaba en un campo junto a la autopista y
golpeado. Hice que el conductor del autobús saliera de la autopista para poder
encontrar al propietario.

Van sabía que no era educado, pero no pudo evitar pasar la mano por la pintura
brillante.

—¿Has pensado alguna vez en venderlo?

Trick sacudió la cabeza.


—No, pero te lo prestaré durante la semana. —Fue a mostrarle a Van como
alzar y bajar el limpiaparabrisas—. No tengo una funda para él, pero no será el fin del
mundo si se moja con la lluvia.

Van señaló el asiento del conductor.

—¿Puedo?

—Absolutamente. —Trick abrió la puerta y le dio la llave.

Van cogió la llave. La piel de su brazo se le puso de gallina mientras encendía


el motor.

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—Perfecto. —Podía decir cuan orgulloso estaba Trick del coche, y casi se
sentía culpable por cogerlo, pero no lo bastante como para rechazar la oferta.

—Disfrútalo —dijo Trick.

Un pensamiento golpeó a Van. Sacó la tarjeta de negocios de su bolsillo.

—¿Sabes dónde está esto? Me gustaría comprobarlo, pero estoy seguro de que
no querrás que conduzca por carreteras de grava.

Trick cogió la tarjeta de Jon. La estudió unos momentos antes de sacudir la


cabeza.

—George o Carol lo deben saber, pero yo soy el chico nuevo del edificio.

—Oh. —Van cogió la tarjeta—. No importa entonces.

Trick puso su mano en las caderas.


—Es un Jeep, no un Cadillac. Si no puedes apartarlo de una calle pavimentada,
¿cuál es el punto?

—Gracias. —De repente ir con los otros para comer tacos era lo último que
Van quería hacer—. ¿Te ofenderías si me salto el Martes de tacos?

Trick señaló la tarjeta de negocios que todavía estaba apretada en la mano de


Van.

—Parece que tienes algo más importante en mente. Ve a por ello. Yo manejaré
a los demás.

Van extendió su mano vacía.

—No puedo agradecerte lo suficiente por esto.


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—Si encuentras ese sitio, tráeme algunos Peaches 'n' Cream y estaremos en
paz.

—Absolutamente. —Estuvo de acuerdo Van—. No tengo ni idea de lo que es,


pero le preguntaré a Jon.

—Es un tipo de mazorca de maíz, dulce como el azúcar —contestó Trick,


apretando los labios—. Coge algunas de más, y haré que Carol te cocine algunas para
ti.

—Lo haré. —Van puso el Jeep en marcha—. Hazme un favor. No le hables a


Kai ni Quade sobre esto. —Alzó la tarjeta.

Trick hizo como que se cerraba la boca con cremallera.


Van salió con cuidado del edificio antes de alzar su mano y saludar mientras
pasaba al grupo del porche. Esperó hasta que estuvo fuera de la vista para parar a un
lado de la carretera. Después de sacar su móvil del bolsillo, marcó el número de la
tarjeta de negocios. Después de cinco tonos, estaba listo para colgar.

—¿Hola?

Van supo inmediatamente que era el abuelo de Jon.

—Hola, señor, ¿está Jon disponible?

—Ha ido al rodeo. ¿Puedo tomar el mensaje?

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Pensando rápido, Van recordó lo que Trick le pidió.

—¿Solo me preguntaba si los Peaches 'n' Cream estaban listos? —Cruzó los
dedos, rezando para no sonar como un completo idiota.

—Sé que cogió unos ayer pero no sé que se vende estos días. Puedo hacer que
Jon te llame.

Van no podía darle al hombre mayor su número o sería obvio que no era de la
zona.

—Gracias por su tiempo. Creo que me pasaré mañana por la tienda y veré lo
que puedo encontrar.

—Ten una buena noche, joven.

Era la primera vez en años que alguien se refería a Van como joven, lo que lo
hizo sonreír.
—Usted también, señor.

A diferencia de la noche anterior, Jon compró una cerveza, un perrito caliente y


fue de inmediato a las gradas. Con su sombrero de cowboy bajo en su frente,
esperaba esconder el hematoma bajo la sombra del ala del sombrero. No fue difícil
encontrar un asiento arriba porque los eventos que reunían a más gente no
empezarían hasta dentro de otros noventa minutos.

Jon se apoyó en la valla de seguridad y disfrutó de la cena mientras observaba


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el evento de coger terneros3. Cuando notó a un hermoso hombre con largo cabello
negro sedoso subiendo las gradas, sonrió y secretamente esperando a que Van se
dirigiera hacia él. Aguantó la respiración hasta que Van estuvo junto a él.

—Hey.

—¿Te importa si me uno? —preguntó Van.

Jon sacudió la cabeza.

—Para nada. —Se movió un poco aunque había mucho espacio libre junto a él.

Van se sentó y alzó el ala del sombrero de Jon.

—Se ve mejor de lo que esperaba. ¿Cómo se siente?

3
Es un evento que consiste en un ternero y un hombre a caballo, la meta es que el que cabalga atrape al ternero
tirando un lazo de cuerda alrededor del cuello de la ternera, desmontar del caballo y correr a la ternera e impedir que
se mueva atando sus piernas en el menor tiempo posible.
—Como un constante recordatorio de mi estupidez —contestó Jon
honestamente—. Mentí a mi abuelo y le dije que estaba borracho y me caí. —Tragó
alrededor del nudo de su garganta—. No fue correcto ni fácil, pero creo que era
necesario.

—¿Por qué no quieres que descubra que eres gay? —preguntó Van.

—Porque no quiero que me vea como si fuera débil —confesó Jon—. Ya fue
bastante malo no poder vivir con el legado de mi padre en fútbol y béisbol, pero dejar
que mi abuelo sepa que dejé que alguien me pegara mientras tenía los pantalones en
los tobillos es impensable. —Rápidamente miró alrededor, temeroso de que otros
hubieran escuchado. Cuando nadie pareció que les prestara atención, acabó su

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pensamiento—. Mi abuelo me mira con respeto y eso lo significa todo para mí.

Van pareció considerar lo que Jon decía.

—¿Y es por eso que no quisiste denunciar a Guy?

—En parte. —Con pensamientos de Van corriendo por su mente todo el día,
Jon no había pensado demasiado en Guy—. No me desagrada Guy, y no estoy seguro
de culparle por lo que pasó.

—Bueno, yo lo hago —contestó Van—. La gente que no puede soportar el


alcohol no debería beber, y por lo que he escuchado, las borracheras de Guy han
estado fuera de control demasiado tiempo.

Jon decidió poner voz a su vergonzosa situación con Guy.

—No debería haberle permitido ir y luego echarme para atrás en el último


minuto.

Van acarició la mejilla herida de Jon con los dedos.

—A una persona se le debería permitir cambiar de idea sin conseguir algo


como esto a cambio.

—No puedo hablar de esto aquí —dijo Jon cuando notó que dos personas
delante de ellos se giraron.

—¿Te apetece ir a conducir? —preguntó Van.

—Claro. —Jon se levantó—. Me gustaría que me pusieran el sello en la mano,

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creo, porque quiero ver los caballos salvajes y los toros después.

—Suena bien. —Van dirigió el camino bajando por las gradas hacia el
aparcamiento—. Un amigo me ha prestado esto mientras estoy aquí. ¿No es hermosa?

Jon asintió. Había visto el Jeep en Cattle Valley hacía un año, por lo que sabía
perfectamente de quien era.

—No sabía que eras amigo de Trick Allen. —Se metió en el vehículo y estiró la
mano hacia el cinturón de seguridad para no encontrar nada.

—Sí, también me costó un poco encontrarlos. No son originales del coche,


pero Trick obviamente los puso. —Van alzó una solapa del asiento de vinilo negro y
sacó la mitad de un cinturón de cintura—. Hay uno en cada lado.

Cuando Jon se puso el cinturón, Van salió del aparcamiento.

—¿Este u oeste? —preguntó Van.


—Norte, hacia la montaña. Hay una carretera que lleva a un hermoso lugar con
vistas. —Jon se quitó el sombrero y lo dejó en su regazo. Mientras el viento le
desordenaba el cabello, echó su cabeza atrás y cerró sus ojos. Había pasado mucho
tiempo desde que realmente había disfrutado una cálida noche de verano. Le
encantaba trabajar en la granja, pero el estrés de ser responsable de su éxito o fracaso
combinado con su preocupación y amor por su abuelo era mucho para un hombre a
mitad de sus veinte.

—¿Vamos a algún sitio en particular? —preguntó Van.

Con sus ojos cerrados, Jon dejó que el profundo timbre de la voz de Van lo
inundara.

—Solo sigue por esta carretera y empezará a subir la montaña. A mitad de


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camino, hay un sitio para detenerse.

—¿Te estás durmiendo? —preguntó Van. Jon abrió sus ojos y sonrió a Van.

—Disfruto de tu compañía demasiado como para dormirme.

Van asintió mientras seguía por la carretera.

—El sentimiento es mutuo. —Se aclaró la garganta—. Llamé a tu casa y hable


con tu abuelo.

Jon se sentó recto en su asiento.

—No te preocupes, después de que me dijera dónde estabas, le pregunté si


tenías algunas Peaches 'n' Cream en venta —explicó Van—. Le prometí a Trick que le
daría algunas a cambio de usar el Jeep.
—Bueno, entonces supongo que tendrás que venir a la tienda mañana. —A Jon
le gustaba la idea de que Van comprara en su pequeña tienda. Vio el lugar y apuntó a
la izquierda—. Para allí.

Van aparcó junto a la gran valla de madera.

—No puedo ver mucho —notó.

—Con todo en el pueblo, no deberían molestarnos aquí arriba en toda la noche


—dijo Jon mientras se desabrochaba el cinturón. Apuntando al cielo, suspiró—.
Además, mi vista favorita es hacia arriba.

Van echó la cabeza atrás.

—Sip. Cuando era un adolescente, una tormenta grande apagó las luces de toda
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la isla. Cuando pasó la lluvia, mi padre me llevó afuera y los dos miramos las
estrellas durante horas.

—Suena bien. —Jon no tenía muchos recuerdos de su madre y padre. Sus


abuelos culpaban a su edad en el momento de sus muertes, pero Jon sabía la verdad.
Era más fácil olvidarlos que echarlos de menos—. Todavía es un poco pronto. A
medianoche, el cielo estará más oscuro y serás capaz de ver miles de estrellas.

—Ya habremos vuelto al rodeo para entonces. —Van colocó su mano en el


hombro de Jon. Acarició la mandíbula de Jon con el pulgar—. ¿A menos que
prefieras quedarte por aquí para ver las luces?

—Sí. —Jon no quería nada más que conocer a Van. Infiernos, la oportunidad
de ver a Van de nuevo era la única razón por la que había trabajado tan duro para
acabar sus tareas para llegar al rodeo—. ¿Durante cuánto tiempo estarás aquí?

—Una semana. —Van se inclinó y rozó los labios de Jon con los suyos—. Pero
puedo extenderlo unos días más.

Una semana. Jon gimió. Era más tiempo del que había tenido con un solo
compañero desde que había vuelto a la granja.

—¿Y estarías interesado en pasarlo conmigo?

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Capítulo Tres

Van evaluó los riesgos de pasar toda la semana con Jon. El modo en que su
cuerpo respondía cada vez que le miraba lo decía todo. Deseaba al granjero como a
nadie más en mucho tiempo, pero su deseo sin duda vendría con un precio si lo
permitía.

—Realmente tengo que volver a casa en diez días como mucho. Kai tiene otra
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competición y necesita entrenarse.

—Vale —contestó Jon, moviéndose para montar el regazo de Van—. Entre


ocuparme de la granja y del abuelo, de todas formas es todo el tiempo que tendré.

Van echó su cabeza para atrás mientras sus manos aterrizaban en el culo de
Jon.

—¿Qué pasa con el rodeo?

Jon le dio varios besos al rostro de Van antes de ir a sus labios.

—¿Qué rodeo? —selló su boca sobre la de Van y empujó su lengua dentro.

Con un profundo gemido, Van se entregó al beso de Jon. Apretó las caderas de
Jon hasta que el pequeño y apretado culo se colocó donde Van más lo necesitaba.
Fue el turno de Jon de gemir mientras ponía su culo en movimiento,
restregándose contra la polla de Van. Rompiendo el beso, Jon subió la camiseta de
Van y se la quitó por la cabeza.

—Me he estado preguntando todo el día si tendrías pelo en el pecho o no.

Van bajó la mirada al corto y oscuro pelo que cubría su pecho.

—Lo mantengo recortado. —Se encogió inseguro de las preferencias de Jon—.


Me paso el noventa por ciento del tiempo sin llevar nada más que unos shorts.

Jon se desabrochó la camisa escocesa. Tenía unos pocos pelos marrones en sus
pectorales y un bonito camino del tesoro que bajaba más allá de su ombligo.

—No me crece mucho, pero lo que crece lo mantengo corto por el calor de los
45
campos. —Presionó su pecho contra el de Van y se movió de un lado al otro—. Me
gusta la forma en que te sientes.

Van pasó sus palmas por el culo de Jon.

—Podría decir lo mismo. —Los diminutos shorts rojos de Jon le vinieron a la


mente. No se atrevía a admitir que se había masturbado pensando en la ropa interior
femenina, pero no podía evitar preguntarse que llevaba Jon bajo esos apretados jeans.
Sus manos temblaron con la necesidad de bajarle los jeans descoloridos por las
caderas—. Sé que esta es técnicamente nuestra primera cita, pero ¿te gustaría volver a
la habitación conmigo?

Jon metió la mano entre ellos y la colocó sobre la erección de Van.

—No puedo pasar la noche en Cattle Valley, pero si te gusta la aventura...


—Sí —contestó Van rápidamente. Tan duro como estaba iría a cualquier sitio
mientras acabara con la polla enterrada dentro de Jon.

Jon sonrió y se movió al asiento del pasajero.

—¿Alguna vez has tenido sexo en un pajar?

—No puedo decir que lo haya hecho. —Van encendió el motor—. ¿Qué pasa
con tu abuelo? —preguntó volviendo a la carretera.

—El abuelo me escucha volver, pero he aprendido como volver sin que lo sepa.
—Jon le guiñó un ojo—. Era el típico adolescente a pesar del hecho de que fui virgen
hasta el primer año de universidad.

Van rió. No se atrevía a decirle a Jon que había perdido su virginidad a la tierna
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edad de quince años con un surfero que competía contra su padre. Ni siquiera cuando
creció culpó al otro hombre. Después de todo, no era como si se hubieran
aprovechado de él. A los quince, sabía perfectamente lo que deseaba, y colocó su
vista en el surfero más grande y caliente de la isla. Había necesitado convencerlo,
pero después de un par de semanas, el cachas no había sido capaz de negarse.

—¿En qué piensas? —preguntó Jon.

—Nada. —Van sabía que era mejor no hablar de amantes pasados. Disminuyó
la velocidad en la parte baja de la montaña—. ¿Qué camino?

—Tenemos que volver al rodeo a por mi camioneta —dijo Jon.

—Háblame de la universidad. ¿Te graduaste? —Van nunca había lamentado su


decisión de seguir con su educación en el océano en lugar de en una clase, pero a
menudo se preguntaba qué camino habría tomado si se hubiera quedado con su madre
en Nueva York.

—Sip. Tengo un máster en administración de negocios con especialidad en


marketing de la universidad de Washington. Arriba los Huskies4 —Jon alzó su puño
en el aire con ánimo—. Después de graduarme, conseguí un trabajo de ensueño y me
compré un apartamento en el centro de Seattle.

—Suena bien. —Van sabía que Jon cuidaba de la granja y de su abuelo, pero
no tenía ni idea de lo que había dejado.

—Así es. —La voz de Jon sonaba un poco gruesa por la emoción.

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Van apretó el hombro de Jon.

—Lo siento.

Jon sacudió la cabeza.

—No lo sientas. Mis abuelos se dejaron sus vidas y casi todos sus ahorros por
criarme después de que mis padres murieran. Todavía soy joven. Habrá mucho
tiempo para ser egoísta, pero no ahora, es cómo se lo devuelvo.

Van pensó en su propio padre y hasta donde habría ido por el hombre que había
sido todo su mundo.

—Sí, lo entiendo. Yo haría lo mismo.

—¿En serio? Porque ninguno de mis antiguos amigos parece entenderlo.

A Van le parecía como que Jon había tenido amigos de mierda, pero no iba a

4
Equipo de dicha universidad
decirlo.

—Creo que la gente no sabe de lo que es capaz hasta que se encaran con una
situación que requiere lo mejor de ellos.

—Supongo que nunca lo pensé de ese modo.

Condujeron en silencio durante unos momentos antes de que Van parara en el


aparcamiento de grava del rodeo. Se escuchaban ánimos, llenando el aire con sonidos
de celebración.

—Alguien debe tener un infierno de montura —dijo Jon, mirando hacia la


arena.

Con su pasión enfriada un poco por la conducción, Van tomó una decisión.
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Aparcó el Jeep y apagó el motor.

—Vamos a mirar.

—¿Qué pasa con el pajar?

—A tu alrededor, mi deseo no se acabará, y has venido dos veces al rodeo sin


verlo realmente. —Van sonrió—. Además realmente nunca he visto a un hombre
montando un toro.

Jon se desabrochó el cinturón y le dio a Van un profundo beso.

—En ese caso, ¿a qué estamos esperando?


Las gradas estaban llenas de gente, pero Van finalmente encontró sitios vacíos
en la zona del medio. Por desgracia, los espacios no estaban en la misma fila. Sería
capaz de sentarse cerca de Jon pero no a su lado.

—Ahí —le dijo a Jon—. Estaré justo detrás de ti.

Jon asintió y bajó la fila, excusándose mientras iba.

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—Hey, Van. —Alguien le llamó.

Van miró alrededor, su mirada aterrizó finalmente en Rio y otro hermoso


hombre. Lo saludó con la mano antes de sentarse. Colocando sus pies a cada lado de
las caderas de Jon, colocó su sexy espalda de granjero entre sus piernas. Van se
inclinó hacia delante y besó la cabeza de Jon. No se había dado cuenta hasta entonces
de que Jon no se había vuelto a poner el sombrero.

—¿Dónde está tu sombrero?

—En el Jeep. Eres más alto que yo, por lo que si lo llevara apuesto no podría
verte fácilmente. —Jon echó su cabeza atrás, colocándola contra la polla de Van, y
restregándola—. Además, no podría hacer esto.

Van acarició la oreja de Jon con sus labios.

—Y me alegro de que puedas hacerlo —susurró. Su polla se estaba poniendo


más dura a cada segundo—. De hecho, creo que debería conducir directamente a ese
maldito pajar y prometerte el rodeo mañana.

Jon se levantó.

—Ven conmigo.

Van se ajustó la erección antes de levantarse y bajar. Se unió con Jon en las
escaleras y alcanzó su mano. Cerca del final, escuchó un familiar silbido lobuno. No
estaba seguro de donde estaban sentados Quade y Kai, pero no dudaba que se reirían
de él la próxima vez que los viera.

Cuando Van se dirigió al Jeep, Jon tiró de él en otra dirección.

—¿A dónde vamos? —preguntó Van, envolviendo su brazo alrededor de Jon.


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Jon atrajo a Van tras uno de los edificios de mantenimiento.

—Aquí. —Se arrodilló y alcanzó la cremallera de Van. Después de bajarla,


metió la mano y sacó su erección por la abertura.

—Cristo. —Van soltó mientras observaba la lengua de Jon saboreando la


cabeza de su polla. Estiró la mano para agarrarse a algo y acabó con las manos en los
hombros de Jon.

Jon detuvo sus traviesas atenciones para mirar a Van.

—Creo que necesito dejar algo claro antes de que vayamos más allá.

Van no podía creer que Jon quisiera tomarse un momento para hablar mientras
el presemen caía de la punta de su polla.
—Vale.

—No soy un putón. Sé que podría parecerlo después de lo que pasó anoche y
todo, pero realmente no lo soy.

La primera reacción de Van fue decirle a Jon que le gustaban los putones pero
la obvia angustia en el rostro de Jon lo detuvo.

—Tus correrías sexuales pasadas están lo más lejos de mi mente en este


momento.

Jon lamió la punta de la polla de Van.

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—Pero, mañana, necesito que recuerdes esta conversación, ¿vale?

—Lo prometo. —Van acarició la mandíbula de Jon con el pulgar. Nunca se


había considerado un cerdo, pero todo lo que quería era sentir el calor de la garganta
de Jon mientras apretaba su polla. No fue hasta que se dio cuenta de que no quería
cualquier boca, sino la de Jon, que se sintió mejor.

—Gracias —dijo Jon, respiró antes de tomar la cabeza de la polla de Van en su


boca.

Joder. Se sentía mejor de lo que Van había imaginado. Putón o no, Jon
definitivamente sabía cómo chupar una polla. Cuando Jon agarró el culo de Van en un
movimiento invitador, no pudo resistirse. Mantuvo sus profundas embestidas hasta
que determinó que Jon podía tomar incluso más de él.

—Ahhh, bebé, eso es bueno —gimió.

Jon soltó el culo de Van y se bajó la cremallera de sus jeans. Tomándose en la


mano, siseó.

La vibración se disparó desde la polla de Van a sus pelotas, enviando su cuerpo


a toda prisa.

—Me corro —advirtió mientras se salía y disparaba su semilla en la hierba


entre ellos. Se deslizó al suelo, esperando darle placer a Jon. Con la mano de Jon ya
trabajando en su polla, Van optó por ahuecar y acariciar el saco de Jon.

—Bésame —jadeó Jon, inclinándose hacia Van.

Van cerró la distancia entre ellos y empujó su lengua dentro de la talentosa


boca de Jon. Jon soltó un gemido sin romper el beso y el calor llenó la muñeca de

52
Van mientras Jon cabalgaba en su clímax.

Van se apartó y se llevó la muñeca a la boca. Lamió el semen de Jon de su piel


y sonrió.

—Bueno.

—¿Por qué me saborearías a mí, pero no me dejarías saborearte? ¿Hay algo


que no me hayas contado? —preguntó Jon.

—Estoy limpio —aclaró Van—. Solo que no quería presionarte a que te lo


tragaras.

Jon rió.

—Si no hubiera querido tragarlo, no te hubiera chupado la polla en primer


lugar.
—Lo recordaré. —Van se levantó y se metió la polla en los pantalones antes de
estirar la mano para ayudar a Jon a levantarse.

Antes de que Jon tuviera la oportunidad de subirse los jeans y la ropa interior,
Van paró sus manos.

—Permíteme. —Gentilmente ajustó los shorts azules sobre la flácida polla de


Jon. La ropa interior podría considerarse femenina, pero Van podía decir que estaban
hechas para un hombre. Se tomó un momento para apreciar la suave seda contra sus
dedos. Con todo lo que Jon había dejado para mudarse a Wyoming, Van quería darle
una semana que los dos recordaran durante años—. No quiero escabullirme de tu
abuelo. Quiero conocerlo.

—¿Esta noche? —Jon parecía en pánico.


53
—No. Si me das indicaciones, iré a tu casa a primera hora de la mañana —
explicó Van.

—Pero tengo que trabajar mañana.

—Lo suponía, que es por lo que intentaré ayudar tanto como pueda. Después
de que acabemos lo que se necesite hacer, me gustaría llevaros a ti y a tu abuelo a
algún sitio bonito a cenar y luego volver aquí al rodeo.

Jon sacudió la cabeza.

—El abuelo no vendrá al rodeo. Le recuerda demasiado a mi abuela, pero


podría disfrutar de la cena.

—Vale. —Estuvo de acuerdo Van. Subió la cremallera de los pantalones de Jon


antes de atraerlo a sus brazos—. Te lo advierto ahora, no sé absolutamente nada sobre
las granjas.

—Solo es recoger vegetales. Es caliente y sudoroso, pero hay un arroyo donde


podemos refrescarnos a la hora de la comida. —Jon colocó su mejilla contra el
hombro de Van—. Eres la primera persona que se ha ofrecido a ayudarme. Deberías
haberme visto intentando alzar el heno yo solo a principios de mes.

—¿No puedes contratar a alguien que te ayude con eso? —preguntó Van.
Estaba perfectamente contento de sostener a Jon y hablar con él mientras se lo
permitiera.

54
Jon sacudió la cabeza.

—La granja no ha sido rentable en años. Hago lo suficiente para pagar las
facturas pero no sobra mucho más. —Besó el cuello de Van—. Tienes que meterte en
la mentalidad de granjero. Ahorra dinero un año rentable por si el siguiente año no lo
es.

Van no necesitaba preguntar por qué Jon trabajaba tanto. El hombre realmente
se sacrificaba para pagar la deuda de gratitud.

—¿Sabes qué? Si esta semana va bien, y no has conocido al Sr. Correcto para
la siguiente temporada, volaré aquí y te ayudaré.

—Entonces tendré que asegurarme de que el resto de la semana acabe de la


forma que queremos. —Jon mordió la mandíbula de Van.
Jon se levantó temprano, esperando hablar con su abuelo antes de que Van
llegara. Se duchó, se vistió e hizo una jarra de café. Para cuando su abuelo entró en la
cocina, Jon ya iba por su tercer café.

—Buenas.

Bill rodó con la silla hacia la mesa usando su pie y mano buena.

55
—Te ves muy bien estos días, viejo. —Jon llenó la taza de su abuelo de café y
la colocó delante de él.

—Nunca estás por aquí, por lo que es hacer las cosas por mí mismo o sentarme
en el mismo sitio todo el día. —Bill intentó mantener una cara seria, pero lo arruinó
cuando cogió la taza, mostrando su sonrisa.

La traviesa sonrisa le recordó a Jon momentos mejores. Sus abuelos tenían un


extraño modo de comunicarse. Para su abuelo, todo era sobre irritar a su mujer. Lo
único que el abuelo parecía amar más que bromear con la abuela era reconciliarse con
ella. Jon envolvió sus manos alrededor de la taza de cerámica. Había practicado lo
que iba a decirle a su abuelo durante horas pero decirlo en su mente y decir las
palabras en voz alta eran dos cosas diferentes.

—¿Algo te preocupa? —preguntó Bill antes de que Jon pudiera reunir el valor.

—Tengo un amigo que vendrá esta mañana para ayudarme a recoger los
últimos espárragos —empezó Jon.

—¿Es el mismo hombre que llamó por ti anoche?

—Sí. Ha venido desde Oahu para visitar a unos amigos. No creo que haya
estado nunca en una granja, por lo que será una buena experiencia para él. —Había
más, pero Jon decidió dar pasitos pequeños en su explicación.

—Deberías llevarlo a las bayas, pero asegúrate de que no se come todo lo que
recoge —ofreció Bill.

Jon le dio un trago a su café.

56
—A Van también le gustaría llevarnos a cenar esta noche.

Bill no dijo nada durante unos momentos. Alcanzó el periódico de la mañana y


lo colocó delante de él. Finalmente, se aclaró la garganta.

—Este hombre no es solo un amigo, ¿verdad?

Jon sacudió la cabeza.

—Realmente me gusta. Sé que lo acabo de conocer, pero me escucha.

—Realmente nunca hablamos de estas cosas —dijo Bill—. Desearía que


Dorothy estuviera aquí. Sería mejor con este tipo de cosas.

—Siento si te sientes decepcionado conmigo. —Jon respiró profundamente—.


Pero Van es la primera persona que he conocido que parece entenderme.

—No lo estoy —dijo Bill simplemente—. Esperábamos que conocieras a


alguien que pudiera hacerte feliz.

—¿Nosotros?

—Tu abuela y yo. No era cosa nuestra especular, pero nos conoces, lo hicimos
de todas formas —confesó Bill sin apartar los ojos del periódico.

—Gracias. —Jon alcanzó la mano frágil de su padre y la apretó tanto como se


atrevió.

—No me gusta la comida mejicana. ¿Sabe tu amigo eso? —preguntó Bill.

—No, pero se lo diré. —Jon se levantó y llevó su taza vacía al fregadero—.

57
¿Estás listo para más café?

—Rellénamela.

Así, la discusión que Jon había aplazado había acabado. Miró a su abuelo antes
de abrir la nevera.

—¿Huevos?

—Cocidos, ¿si no te importa?

—Para nada.

De camino a la cabaña, Van se detuvo en el comedor para informar a Kai y


Quade de sus planes para el día.

—Buenas —saludó.

—Me sorprende que estés levantado tan pronto —dijo Kai antes de meterse un
trozo de melón en la boca. Su mandíbula cayó cuando alzó la mirada hacia Van—.
¿Qué te has hecho en el pelo?

Van se tocó la corta coleta en la nuca.

—Me lo corté. —Decidió de camino a la cabaña que si iba a conocer al abuelo


de Jon, necesitaba hacer algunos cambios.

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—¿Con qué? —preguntó Quade.

—Tijeras, idiota. Se las pedí a David en la entrada. —Van apuntó a la tostada


de Kai—. ¿Vas a comerte eso?

Kai empujó el plato hacia Van.

—Nunca te había visto con el pelo corto.

Van se sentó el tiempo suficiente para untar mermelada de uva en los triángulos
gemelos.

—No es exactamente corto. —Su pelo todavía le llegaba a los hombros. Era
necesario que pudiera apartárselo de la cara—. Voy a ayudar a Jon a recoger
vegetales.

Las cejas de Kai se alzaron pero Quade fue quien puso voz a su sorpresa.
—¿Tienes alguna idea de cómo se hace eso?

—Nop. —Van se comió cada triángulo en dos mordiscos antes de quitarse las
migas de las manos—. Pero no sabía cómo surfear hasta que mi padre me enseñó.

Antes de que Van pudiera salir Kai habló.

—Jon se da cuenta de que estás aquí solo por las vacaciones, ¿verdad?

—Lo sabe —informó Van a sus amigos.

—El gran baile callejero es mañana por la noche y el desfile el sábado.


¿Aparecerás, verdad? —preguntó Kai.

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—Ya veremos. —Van se fue rápidamente. Se sentía bien, maldición—. Nos
vemos después.

Van dejó la cabaña y siguió las direcciones precisas de Jon hacia la granja.
Cuando estaba a unas pocas millas notó un pequeño motel junto a la carretera y paró.
En diez minutos, tenía una llave de una vieja habitación en su bolsillo. No tenía ni
idea de si Jon sería capaz o no de unirse a él, pero sino al menos estaría más cerca.

Jon escuchó el Jeep acercándose antes de que parara delante de la casa. Ya


había empezado con los espárragos, pero la mañana todavía era lo bastante fría por lo
que no sudaba.
—Hey —saludó, acercándose al vehículo.

—Siento llegar tarde —contestó Van.

Jon se detuvo cuando notó el cambio en la apariencia de Van.

—¿Te cortaste el pelo?

—Sip. —Van salió del Jeep—. ¿Te gusta?

Jon no estaba convencido con el corte, pero Van todavía se veía sexy como el
infierno.

—Por supuesto. ¿Dónde encontraste una tienda abierta tan pronto?

—En ningún sitio, lo hice yo mismo esta mañana. —Van se quitó la coleta del
60
pelo y se pasó los dedos antes de ponérsela de nuevo—. No quería que tu abuelo
pensara que tenías un amigo hippy.

Jon no podía creer que Van se hubiera cortado el cabello para causar una mejor
impresión a su abuelo. Le encantaba el nuevo estilo incluso más ahora que sabía por
qué Van lo había hecho.

—No creo que piense menos de ti, pero gracias por pensar en él.

Van rozó la mano de Jon.

—¿Dónde está?

—Probablemente viendo las noticias de la mañana en la tele. —Jon bajó la


cabeza de Van para un profundo beso, rezando para que su abuelo no los estuviera
mirando. Soltó a Van y dio un paso atrás—. ¿Quieres conocerlo ahora o después de
que acabemos?

Van se encogió.

—Depende de ti

Antes de que sus nervios se apoderaran de él, Jon asintió.

—Vale, vamos a por un par de botellas de agua de la nevera, y puedes


conocerlo.

Van apretó la mano de Jon.

—No tengo que hacerlo si es demasiado.

—No lo es. Además, es el momento. —Jon dirigió el camino alrededor de la


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esquina de la casa hacia el vestíbulo. Abrió la pantalla de la puerta y anunció su
presencia—. ¿Abuelo? —Sonrió a Van por encima de su hombro.

—Aquí —gritó Bill.

—Está bien, estaremos allí en un segundo. —Jon abrió la nevera y sacó dos
botellas de agua antes de pasarle una a Van. Abrió la suya y le dio un trago mientras
caminaba a través del comedor hacia el salón—. Abuelo, este es mi amigo Van
Duggins. Van este es Bill.

—Encantado de conocerlo, señor. —Van dio un paso adelante y estrechó la


mano de Bill.

Cuando Van empezó a ir para atrás, Bill lo abrazó.


—Es bueno conocerte finalmente —contestó Bill.

Jon no estaba seguro de que significaba eso. Acababa de hablarle a su abuelo


de la existencia de Van hacía unas horas.

—Bueno, será mejor que acabemos con esos espárragos antes de que haga más
calor.

Bill asintió.

—Jenny llamó. Dijo que casi no quedan tomates.

—Vale, llevaremos unos cuantos tan pronto como acabemos con los

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espárragos. —Jon bebió más—. ¿Tienes todo lo necesario para unas horas?

—Puedo cuidarme —gruñó Bill.

Jon podría haberse pateado. Sabía cuan orgulloso era su abuelo y señalar sus
discapacidades delante de Van había sido lo peor que podía hacer.

—Van, por qué no vas a por dos botellas más de agua en la nevera. Ahora voy.

—Claro. Le veo después, Sr. Porter. —Van se despidió del abuelo de Jon.

—Llámame Bill —corrigió Bill.

—Vale. —Estuvo de acuerdo Van antes de salir de la sala.

—Lo siento —dijo Jon tan pronto como estuvo a solas con su abuelo—. No
quería herir tus sentimientos.

—¿Por qué pensarías eso? —preguntó Bill.


—No debería haberte tratado como si necesitaras ayuda delante de Van —
explicó Jon.

Bill alejó las preocupaciones de Jon.

—Eso ya no me molesta. Soy demasiado viejo para preocuparme por las


primeras impresiones. Es solo que no quiero que te preocupes por mí. Ve a hacer lo
que tengas que hacer.

Jon se inclinó y besó la mejilla de Bill.

—Te quiero.

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—También te quiero. —Bill sonrió a Jon antes de devolver su atención a la
televisión.

Jon se unió a Van en la cocina.

—¿Listo para cortar algunos espárragos?

Van ayudó a Jon a cargar varias cajas de tomates en la camioneta.

—¿Estos son todos?

—Suficientes por ahora. —Jon se puso tras el volante mientras Van subía en el
asiento del pasajero.
—No vi ninguna tienda de camino aquí —dijo Van mientras Jon salía del
granero.

—No deberías haberlo encontrado viniendo desde esa dirección. Está más
arriba de la carretera en la intersección. No es nada especial. Antes de que la abuela
Dorothy enfermara, siempre se encargaba de cuidar del jardín y el abuelo se ocupaba
del ganado y los campos. Después de que ella muriera, el abuelo no podía mantener
las dos cosas por sí mismo. Por lo que en lugar de dejar que se pusieran mal, vendió
unas cuantas vacas y se concentró en la producción. —Jon miró a Van—.
Financieramente, no fue el movimiento más inteligente, pero creo que era importante
para él sentirse cerca de la abuela.

64
—Puedo entenderlo. He vivido en la misma casa desde que tenía ocho años.
Estaba bastante ruinosa en aquel momento y probablemente ahora más. Hay cosas
que deberían hacerse, pero aparte de poner un techo nuevo y agregar algunas
aplicaciones nuevas no puedo hacer los cambios necesarios —confesó Van—.
Supongo que temo interrumpir el chi de la casa o algo. —Sonrió—. Mi padre murió
hace unos diez años, pero hay partes de la casa que todavía huelen como él. Me
sorprende cuando menos lo espero. Estoy ocupado haciendo algo cuando camino por
el pasillo hacia el dormitorio, cuando pasa.

Jon miró a Van y notó que sus ojos estaban cerrados, como si estuviera
recordando la esencia de su padre.

—Cuando mi abuela limpió nuestra casa después de que mis padres murieran,
se llevó varias cajas de cosas que pensó que querría cuando fuera mayor. Había una
camiseta del oeste de satén que mi madre había hecho para mi padre. No era para
competir ni nada, solo para ceremonias, bailes y fiestas, ese tipo de cosas. Todavía
recuerdo como los ojos de mamá se iluminaban cada vez que papá la llevaba. Le
decía cómo de guapo y sexy estaba y que sería mejor que permaneciera cerca de ella
cuando salieran. Incluso tan joven como era notaba el modo en que otras mujeres lo
miraban cuando la llevaba.

—¿Es por eso por lo que llevas la ropa interior sexy? ¿Por qué te recuerda a tu
padre? —preguntó Van. Jon rió.

—Más o menos, supongo, pero no pienso en mi padre cuando la llevo. Eso


sería enfermo. —Se encogió—. Me llevé esa camisa conmigo cuando fui a la
universidad. No me atrevía a llevarla por aquí porque sabía que les recordaría a la
abuela y al abuelo sobre mi padre. Pero, cuando estuve fuera, no había nada que me

65
parara. La noche después de llegar a la universidad, mi compañero de habitación me
preguntó si quería salir con él para comprobar un par de bares locales. —Rió de
nuevo—. Por lo que me puse la camisa de mi padre, y me sentí como el hombre más
sexy del mundo. Eso fue hasta que mi compañero de cuarto estalló en risas. Me dijo
que no podía llevar algo tan gay si quería salir con él.

Van estiró la mano y la colocó en el muslo de Jon en apoyo silencioso.

Jon paró delante de la tienda.

—Después de eso decidí que necesitaba esconder lo que me hacía sentir sexy.
Encontré mi primer par de ropa interior de seda en internet y las he llevado desde
entonces.

Jon apagó el motor. Él y Van se sentaron en silencio durante unos momentos.

—Nunca le he contado a nadie esa historia.


Van estudió el aparcamiento de grava antes de inclinarse para besar a Jon.

—Gracias. —Lo besó de nuevo antes de apartarse—. Por lo que vale la pena,
también creo que son sexys.

66
Capítulo Cuatro

Después de una cena placentera en el lugar familiar de pollo frito, estaban de


camino hacia la granja. Van no estaba seguro de si le gustaba a Bill o no, pero seguro
que disfrutó escuchando sus historias. El hombre mayor definitivamente había vivido
mucho a sus setenta y cuatro años.

—¿Jon te dijo que sus padres fueron a Hawaii en su luna de miel? —preguntó
67
Bill.

Van sacudió la cabeza.

—No. —Miró a Jon—. ¿Has estado alguna vez allí?

Jon resopló.

—Difícilmente. Lo más lejos que he ido es Washington.

—Quizá deberías ir este invierno —sugirió Bill—. Después de que las


calabazas estén listas, no hay mucho que hacer hasta la primavera cuando hay que
plantar.

—Quizá algún día —contestó Jon, aparcando junto a la rampa de sillas de


ruedas que había construido en el lateral de la casa.
Van sabía que Jon nunca dejaría a Bill el tiempo suficiente para volar a las
islas, y, para ser honesto, no podía culparlo. Ya había decidido volver a Wyoming
como prometió. Extrañamente, disfrutaba trabajando junto a Jon a pesar del calor y
del sucio trabajo.

—Volveré el verano que viene a ayudar a Jon con el heno —anunció.

Jon paró en el proceso de salir de la camioneta.

—¿En serio?

Van asintió.

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—¿Está bien? —Aguantó la respiración, esperando que Jon se sintiera de la
misma manera. Era la primera vez en su vida que se preocupaba por alguien sin que
el sexo estuviera involucrado. Los sentimientos que tenía por Jon eran puros. Era una
nueva experiencia y encontró que le gustaba la idea de aprender más de Jon antes de
que tuvieran sexo por primera vez.

—Sí. —Jon sonrió—. Cuando quieras.

—Entonces está decidido —confirmó Van. Se deslizó en el asiento y salió por


el lado del conductor. Jon estaba en el proceso de bajar la silla de ruedas a la parte de
atrás de la camioneta—. ¿Necesitas ayuda con eso?

—Lo tengo. —Jon colocó la pesada silla en el suelo y la desdobló.

—¿Vosotros dos vais a ir al rodeo esta noche de nuevo? —preguntó Bill


mientras se sentaba en la silla.

Jon soltó los frenos de la silla de ruedas y empujó a su abuelo hacia arriba en la
rampa.

—Probablemente —contestó—, pero primero me gustaría darme una ducha


rápida. ¿Te importa Van?

—Para nada. —Van mantuvo la puerta abierta. No tenía intención de ir al


rodeo, pero le daría a Jon la elección de ver a cowboys o dormir con un surfero.

—¿Estás cansado o te apetece ver la tele? —preguntó Jon a Bill.

—El salón está bien —contestó Bill.

Van se sentó en el reclinable al otro lado de la pequeña mesa delante de Bill.

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—Solo será un minuto —dijo Jon antes de desaparecer escaleras arriba.

—¿Te gusta Mentes Criminales? —preguntó Bill.

—Claro. —Van no veía mucho la televisión pero había visto la serie un o dos
veces.

—Yo los veo todos, pero soy demasiado viejo para recordar todos los detalles,
por lo que normalmente es como verlos por primera vez. —Bill bajó el volumen—.
¿Vives en Oahu?

Van se sorprendió por la pregunta.

—Es donde está mi trabajo.

—Sí supongo que un entrenador de surf no tendría trabajo en Wyoming. —Bill


se sacó un pañuelo blanco del bolsillo y se sonó la nariz.
—No, no lo creo. —Estuvo de acuerdo Van.

Bill observó la tele unos minutos antes de volver a hablar.

—Si la situación de Jon cambia alguna vez, ¿tendrías sitio en tu vida para mi
nieto?

—No planeo decirle adiós a Jon cuando me vaya la semana que viene, si eso es
lo que preguntas. —Van había estudiado el calendario de torneos esa mañana
intentando planear viajes de vuelta a Wyoming. Sus sentimientos por Jon todavía
estaban en los primeros niveles, pero eran reales que era más de lo que Van había
sentido desde que perdió a Blain.

70
—¿Lo amas? —preguntó Bill.

—¡Abuelo! —Jon gritó desde arriba de las escaleras. Obviamente había


escuchado la última parte de su conversación.

—Está bien —dijo Van, intentando evitar una discusión. Miró a Bill y sacudió
la cabeza—. Para contestar a tu pregunta, no todavía, pero estoy llegando a ello.

Jon bajó los escalones con una toalla envuelta en su cintura.

—Por favor para —suplicó a su abuelo—. Me estás avergonzando.

—Lo siento. Esa no era mi intención —contestó Bill—. He esperado mucho


tiempo para que encuentres a alguien que te haga feliz. Me he dejado llevar.

Jon colocó sus manos a cada lado del rostro de Bill y se inclinó para besar su
frente.
—Te quiero, pero no le hagas más preguntas personales a Van. ¿Vale?

—Será mejor que te pongas algo de ropa —ordenó Bill.

—Lo siento, Van. Ahora vuelvo. —Jon volvió a subir las escaleras.

Después de que Jon estuviera fuera de la vista, Van podía decir que Bill estaba
incómodo. Decidió tranquilizar la mente del hombre.

—Jon tiene suerte de tenerte.

—Yo soy el afortunado. Fui egoísta permitiendo que volviera aquí, pero lo
necesitaba tanto... —Bill se aclaró la garganta—. No es por la granja. Es por Jon y lo

71
que trae con él cuando pasa por esa puerta cada noche. —Miró por encima de su
hombro, obviamente asegurándose de que Jon no estaba alrededor—. No encontrarás
un hombre mejor.

Van asintió.

—Estoy empezando a verlo.

Cuando salieron de la casa, Jon cogió a Van de la mano.

—Saltémonos el rodeo y vamos a tu habitación en la cabaña.

—Alquilé una habitación en el Buck Wild5, por lo que podemos hacer ambos si

5
El ciervo salvaje
quieres.

—¿El Buck Wild? —Jon rió—. Ese es un motel para cazadores.

—Sé que no es tan lujosos como el Tall Pines6, pero está más cerca de ti. Eso
es todo lo que me importa. —Alcanzaron la camioneta y Van abrió la puerta del lado
del conductor.

Antes de subir, Jon se presionó contra Van.

—No me importa dónde esté la habitación mientras podamos estar juntos. —


Escudado de la casa por la puerta abierta, Jon se volvió más atrevido. Palmeó la polla
de Van—. Tú conduces.

Van gimió.
72
—Sube.

Jon subió y se deslizó al otro lado para hacerle sitio a Van.

—¿Tenemos que ir a la tienda?

Van puso en marcha la camioneta.

—Mierda. No, pero las cosas están en el Jeep. —Salió y corrió hacia el
vehículo.

Jon se bajó la cremallera de sus jeans lo bastante para darle a Van una vistazo
del rojo satén y lazos. Aunque sus amantes del pasado no se quejaban de la rareza de
Jon, nunca lo aceptaban como Van parecía hacerlo. Jon no podía esperar a hacer más
compras online ahora que tenía una persona en concreto en mente para quien

6
Pinos Altos, la “cabaña” donde se aloja
llevarlas.

Van volvió a la camioneta y tiró una pequeña bolsa de la farmacia al suelo.

—Joder —dijo, notando los shorts de Jon.

—Tócame —suplicó Jon.

—Oh, planeo hacerlo, pero primero alejémonos un kilómetro de la casa. —Van


dio la vuelta. Le lanzó miradas al regazo de Jon mientras conducía por la entrada—.
Bájate los jeans.

Jon alzó sus caderas y se bajó los pantalones hasta los tobillos, exponiendo su

73
ropa interior baja. Su polla ya tiraba la delicada tela y no estaba completamente dura.

—Debería pensarme el llevar esta ropa interior a tu alrededor.

Van se detuvo al final de la larga carretera y aparcó la camioneta.

—No te atrevas. —Acarició la cabeza de la polla de Jon a través del material


fino hasta que apareció una gran marca mojada—. Quizá deberíamos ir a la cabaña.
Estos son demasiado buenos para el Buck Wild.

—No creo que pueda esperar otros cuarenta y cinco minutos. —Jon se abrió la
camisa y la apartó, dándole a Van una mejor vista.

Van siseó mientras seguía tocando la mojada polla de Jon.

—Demonios, no sé si podré aguantar los cinco minutos que nos llevará entrar
en el motel.

Jon se movió en el asiento y puso su bota en el salpicadero. Dirigió el toque de


Van hacia su agujero.

—Necesito que me folles.

El dedo medio de Van se presionó contra el agujero de Jon hasta que entró
tanto como la tela permitió. Gimió y se echó para atrás.

—Motel —dijo encendiendo el motor.

Con su pie todavía en el salpicadero, Jon decidió mantener a Van interesado


mientras se acercaban al motel. Se escupió en los dedos antes de deslizar la mano
dentro de la ropa interior para meterse el dedo en su agujero.

74
—Mmm —gimió—. Estoy listo para ti.

Van pisó el acelerador y se reajustó la polla.

—Déjame ver.

Jon se reposicionó hasta que sus rodillas estuvieron en el asiento con su cabeza
hacia la puerta del pasajero. Con el culo al aire, continuó follándose a sí mismo.

—¿Es esto lo que deseas?

Van sacó una mano del volante. Apartó la mano de Jon y le metió dos dedos.

—Justo lo que necesito, y más de lo que merezco.


—Desnudo —ordenó Van mientras cerraba la puerta de la habitación del motel
y luchaba por desnudarse. Pateó sus zapatos quitándoselos y se bajó los jeans,
exponiendo su polla. Incapaz de esperar, recuperó la bolsa del suelo y abrió la caja de
condones.

Cuando Jon empezó a quitarse la ropa interior, Van alzó sus manos.

75
—Déjatela puesta.

Jon sonrió antes de girarse para colocar sus brazos al final de la cama.

—No la rompas.

Enfundado, Van sacó la botella de lubricante de la bolsa y la tiró encima del


colchón. Se arrodilló y empezó a besar y tocar las nalgas cubiertas de satén de Jon. El
suave material contra sus labios era tan deliciosamente erótico que se preguntó si se
podría controlar lo suficiente como para darle a Jon algo más que una rápida y dura
follada.

—Eres el hombre más sexy que he conocido nunca —masculló entre besos.

—Necesito que me folles —suplicó Jon por segunda vez en menos de treinta
minutos.

Van bajó la ropa interior de Jon con cuidado.


—¿Dónde los compras? —preguntó mientras Jon salía de la delicada ropa
interior.

—Online. —Jon rió—. Hay algunos incluso más sexys, pero nunca he tenido el
valor de comprarlos.

Van se inclinó hacia delante y lamió el estirado agujero de Jon con su lengua
antes de levantarse. Cogió la botella de lubricante y derramó un generoso montón en
la palma de su mano.

—Dime el nombre de la página, y te los compraré.

—No tienes que comprarme cosas. —Las caderas de Jon iban adelante y atrás

76
mientras Van le lubricaba el agujero. Sosteniendo su polla, Van guió la cabeza hacia
el agujero de Jon.

—Lo que compre será tanto para mí como para ti. —Se inclinó y besó la
mejilla de Jon mientras empujaba adentro centímetro a centímetro—. Anoche soñé
contigo —susurró mientras se enterraba dentro de Jon.

—¿Sobre qué? —preguntó Jon, exponiendo su cuello para los labios de Van.

—Estábamos en mi playa, follando en una hamaca. —El sueño todavía estaba


tan vívido en la mente de Van que juraría que podía oler la sal del pacífico.

—Hmmm, eso podría ser complicado.

—Tú estabas sobre mí, montando mi polla con la brisa del mar moviendo tu
pelo y yo recuerdo pensar que estarías conmigo, que pertenecías a la playa. —A pesar
de las duras embestidas de sus caderas, los labios de Van se sellaron sobre los de Jon
en un gentil beso. Contra más follaban más fuerte era su resolución de que un día
haría su sueño realidad. Solo había habido un amante con el que había soñado pasar
sus días, y le había fallado a ese hombre. Se juró que cuidaría mejor de Jon.

—Me corro —advirtió Jon, restregando su polla contra el colchón.

Van colocó su frente entre los omóplatos de Jon. Antes de volver a Oahu,
tendría que asegurarse de que Guy nunca se volviera a acercar a Jon nada más que
para disculparse. Besó el cuello de Jon mientras sus bolas se apretaban.

—Aloha au ia 'oe7 —susurró mientras se corría.

77

Envuelto en los brazos de Van, Jon alzó la mirada a la cabeza de ciervo que
había sobre la cama.

—¿Crees que los cazadores pasan aquí la noche y se masturban mirando esa
cosa?

—No tengo ni idea de lo que hacen los heteros para masturbarse. —Van besó la
frente de Jon—. ¿Qué imaginas cuando te tocas?

—¿Ahora o antes de conocerte? —preguntó Jon, sus dedos tirando del pelo
corto del pecho de Van. Éste se rió.

—Esa es la respuesta que yo habría dado. —Le dio a Jon otro beso en la

7
Te amo en hawaiano
frente—. Vale. ¿Qué pensamientos te excitaban lo suficiente como para correrte antes
de conocerme?

Jon cerró sus ojos y recordó las horas de darse placer durante los años. Aunque
sabía que la conversación se suponía que tenía que ser placentera, el tiempo lo
atrapaba y le dijo a Van la verdad.

—Mis fantasías han cambiado. Al principio, se basaban en alguna estrella de la


tele, luego hombres del pueblo y recientemente... —miró a Van—. Guy decía la
verdad cuando dijo que me tiré a por él. Solo quería verlo esa noche, pero cuando
realmente se me acercó, pensé que había ganado la lotería o algo.

78
Van se apartó lo bastante para mirar a Jon a los ojos. Pasó el pulgar por la
herida del rostro de Jon.

—¿Es por eso por lo que te negaste a presentar cargos?

—Guy estaba borracho pero dudo que me hubiera notado si no lo hubiera


estado. Fui con él al establo sabiendo lo que haríamos. Sí, fue más rudo de lo que
pensé que sería, y en ese punto, me di cuenta de que no quería seguir, pero él no me
obligó a ir a ese granero. —Jon respiró profundamente. No culparía a Van si volvía a
Oahu y nunca volvía—. ¿He arruinado todo entre nosotros?

Las cejas de Van se juntaron.

—¿Por qué pensarías eso?

Fue el turno de Jon de sentirse confuso.

—Acabo de admitir que hace tres días estaba fantaseando con otro hombre.
—Y hace tres días, Blain era el único hombre que pensé que amaría —contestó
Van—. Durante años, he estado pensando en el pasado. No vine a Wyoming buscando
la felicidad. Vine porque significaba mucho para mis amigos. Pero estar aquí contigo
me ha hecho más feliz de lo que he estado en años.

—¿Quién es Blain? —preguntó Jon. Era la primera mención de Van a un


amante específico. También era la primera vez que Jon había sentido los celos
atravesando sus venas para envolver su corazón.

—Un chico imprudente que vino a montar las olas a las islas Hawaianas. Blain
era arrogante y hermoso, pero vi un talento en crudo en él que no había visto antes.
Pasé los siguientes ocho años enseñándole todo lo que sabía sobre surfear y follar. —

79
La voz de Van se apagó mientras miraba al techo sin parpadear.

—¿Qué pasó entre vosotros? —se atrevió Jon a preguntar.

—A Blain le gustaba beber. Resultó que también le gustaba follar a otros


hombres a mis espaldas. —Van alcanzó la polla de Jon ausentemente y empezó a
acariciarla mientras hablaba—. Había un gran torneo en la isla que quería ganar, pero
para entonces sus borracheras habían empezaron a afectar sus demostraciones. Llegué
con un bonito movimiento muy difícil, pero cuanto más lo practicaba, más seguro
estaba de que Blain no podría hacerlo, y así se lo dije. Intenté evitar que compitiera,
pero me despidió como entrenador y me dijo que no quería volver a verme nunca
más. Dijo que no podía estar alrededor de alguien que no creía en él.

—¿Y? —preguntó Jon cuando pareció que Van no seguiría.

—Golpeó el arrecife y murió delante de mí y cientos de personas más —Van


susurró—. Mucha gente me culpó porque era mi estudiante, y sentían que yo lo había
obligado a hacer ese movimiento.

—¿Todavía te culpan? —preguntó Jon.

—Algunos. No me dicen nada directamente, pero puedo verlo en sus rostros


cuando Kai y yo aparecemos en una competición.

Jon tenía una pregunta con respecto a Blain.

—¿Todavía lo amas?

Van soltó la polla de Jon y se movió para rodear el círculo del bien follado
agujero de Jon con su dedo.

80
—Siempre he estado enamorado de quien quería que Blain fuera no de quien
era. No puedo culparle por quedarse corto en mis expectativas. Pedía demasiado.

—¿Qué pedías que no fuera razonable? —A pesar de haber tenido a Van dentro
de él dos veces, Jon quería más. Colocó su pie en el colchón, silenciosamente
animando a Van a explorar más.

Van pasó su mano.

—Compromiso.

Jon alcanzó un condón y la botella de lubricante. Abrió el envoltorio y devolvió


su atención a la polla medio erecta de Van. Sus crecientes sentimientos por Van eran
demasiado nuevos para decirlos, pero permitiría que su cuerpo le dijera a Van lo que
su boca no podía. Montó el musculoso cuerpo de Van y se empaló en la creciente
erección. Colocando sus manos en el pecho de Van, empezó a montar al único
hombre con el que sabía que fantasearía el resto de su vida. Sin importar si Van
estaba en los campos con él o en su casa en Oahu, Jon sabía que el hombre dentro de
él siempre estaría en su corazón.

Mientras Jon se vestía para el baile callejero en Cattle Valley, Van se sentó con
Bill. Había pasado otro día ayudando a Jon mientras intentaban descubrir como estar
juntos durante una noche entera.

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—Mañana hay un gran picnic después del desfile. ¿Crees que podrías quedarte
aquí solo esta noche? Con el baile y las actividades de mañana temprano, sería más
fácil, y probablemente más seguro, si Jon se queda en Cattle Valley esta noche.

Bill se giró y se sentó recto en su silla de ruedas.

—Jon es mi nieto, no mi enfermera. Estaré bien.

Joder. Van se inclinó hacia delante hacia el hombre mayor.

—Lo siento. ¿Te he ofendido?

Bill sacudió la cabeza.

—Jon dejó una carrera que amaba para pagarme algún tipo de deuda
sobrentendida, una deuda que nunca existió en primer lugar. Lo criamos por amor, no
porque esperáramos que se ocupara de nosotros cuando fuéramos mayores. Ahora
temo que haya renunciado incluso más en su búsqueda de la absolución. —Para
cuando Bill acabó de hablar, parecía que se había quedado sin energía—. ¿Me
ayudarías a ir a mi habitación?

—¿Te sientes bien? —preguntó Van, moviéndose para estar delante de Bill.

—Estoy bien. Solo he tenido un día largo.

Van se movió para colocarse detrás de la silla de ruedas de Bill.

—Te ayudaré a llegar al dormitorio y te traeré algo ligero para cenar.

Bill asintió.

—Gracias.

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—¿Dónde está el abuelo? —preguntó Jon, uniéndose a Van en la cocina.

Van acabó de poner la sopa en un cuenco antes de colocarlo en la bandeja.

—Está cansado, dijo que quería pasar la noche viendo la televisión en la cama.
—Le dio a Jon un rápido beso antes de pasarle la bandeja—. Llévale esto y dile
buenas noches.

Jon miró a la bolsa de ropa que había dejado en la mesa.

—¿Quizá debería quedarme en casa?


—Habla con él si te hace sentir mejor, pero dijo que estaría bien aquí solo esta
noche.

—Vale. —Jon llevó la bandeja al dormitorio—. Van hizo que te trajera sopa —
anunció.

—Solo déjala en la mesa —dijo Bill—. Creo que antes de comer me echaré
una siesta.

Jon dejó la bandeja antes de sentarse en la cama.

—¿Por qué estás tan cansado esta noche?

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Bill cogió la mano de Jon.

—Pasé la tarde mirando los viejos álbumes de Dorothy. Supongo que eso me
agotó.

Jon solo conocía otro momento desde que su abuela había muerto que Bill
hubiera sentido el deseo de revivir viejos recuerdos.

—¿Estabas pensando en papá de nuevo?

—No —contestó Bill—. Estaba pensando en ti.

—Pero estoy justo aquí. No tienes que mirar fotos para eso.

—Antes os vi a ti y a Van a través de la ventana. Quería ver si alguna vez había


sido capaz de ver tanta felicidad en tu rostro. —Bill lentamente sacudió la cabeza—.
Siempre has sido un niño dulce pero taciturno.
—Me encantaba vivir aquí contigo y la abuela —dijo Jon gentilmente.

—Lo sé —le aseguró Bill—. Solo quiero que seas feliz.

—Lo soy.

—Lo sé. —Bill sonrió—. Ve a tu baile y disfruta de tu felicidad mientras


puedas.

Van observó a Jon mientras compraba las bebidas en el bar improvisado.


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—Me gusta —dijo Kai, intentando llamar la atención de Van.

—A mi también. —Van odiaba pensar en dejar a Jon.

—Lo sé. —Kai apoyó la mano por la silla vacía de Jon y se inclinó hacia
Van—. Estás enamorado de él.

Van apartó la mirada de Jon por primera vez.

—¿Cuánto tiempo te tomó enamorarte de Quade?

—Unos días, pero esa fue la parte fácil. No lo olvides, Quade me dejó para
volver a casa. —Kai se enderezó cuando Quade y George volvieron a la mesa—. Fue
el error más estúpido que hizo alguna vez. —Le dio un codazo a Quade en las
costillas—. Solo pregúntale.
—¿Preguntarme qué? —Quade le pasó el vaso de vino a Kai.

—Dile a Van por qué me dejaste después de que nos enamoráramos. —Kai le
dio un sorbo a su vino y esperó a que Quade contestara.

—Pensé que mis sentimientos no podían ser reales. Fue demasiado rápido y
creció mucho. También pensé que la gente de aquí me necesitaba.

—¿Y qué descubriste? —Kai se echó para atrás y besó a Quade en la


mandíbula.

—Que amarte era lo que quería hacer. —Quade le devolvió el beso a Kai.

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—Piénsatelo mucho y bien antes de irte, —Kai advirtió cuando Jon volvía a la
mesa.

Jon le pasó a Van su cerveza.

—¿Bailas?

—Sí.

—No. —Quade contestó contra la opinión que Van tenía de sí mismo.

—Bailo. —discutió Van.

—Tonterías. Vas dando pasos de un lado al otro como si fueras demasiado guay
para realmente soltarte y disfrutar de ti mismo —contestó Quade.

Van se levantó y se bebió la cerveza hasta que el vaso estuvo vacío. Extendió
su mano hacia Jon.
—Bailemos.

Jon abandonó su cerveza llena para unirse a Van. No fue hasta que llegaron al
borde de la pista de baile que Van se dio cuenta de que nunca había bailado música
country.

—Quizá deberíamos esperar a una canción lenta.

—No hay necesidad. —Jon atrajo a Van al centro de la pista mientras las
parejas seguían bailando en círculos alrededor del perímetro. A pesar del ritmo, Jon
extendió sus manos y atrajo a Van a un ritmo lento.

Van se inclinó y presionó su mejilla contra la de Jon. Colocó sus manos en el

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culo de Jon y apretó.

—Me he estado muriendo por saber que tienes bajo estos jeans.

—Entonces te lo mostraré. —Sin aviso, Jon se sacó la camisa del pantalón y se


desabrochó los jeans.

Cuando Van se dio cuenta de que Jon se desnudaría delante de todo el pueblo,
cogió las manos de Jon.

—Deja que me lo pregunte un rato más, pero hazme el favor de mantener esa
camisa así y el botón desabrochado.

Jon rió y miró abajo.

—Me veo desaliñado.

Van se acercó más y bajó la mano por la parte de delante de los jeans de Jon,
acariciando la suave y fina seda.

—¿Rojo?

Jon sacudió la cabeza.

—Cada vez que me tocas, puedes probar y cuando lo adivines puedes tenerme.

Van acarició la polla de Jon una vez más antes de apartar la mano.

—¿Has tenido suficiente baile?

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Jon.

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—Un paseo. Aquí hay mucha gente fantástica, pero quiero más tiempo a solas
contigo. —Van necesitaba pensar en la conversación que había tenido con Kai y
Quade. ¿Sería un tonto si se iba aunque hubiera prometido volver?

—Suena bien para mí. —Con su camisa por fuera, Jon dejó la pista de baile.

No fue hasta que dejaron la multitud atrás que Van escuchó su móvil sonando.
Lo sacó del bolsillo trasero y miró la pantalla.

—Hey.

—Atento, Guy está aquí —anunció Quade.

Van soltó la mano de Jon y se giró para mirar por la zona.

—¿Dónde?

—En el bar, a veinte metros de nuestra mesa. Solo pensé en decírtelo en caso
de que planees volver pronto —explicó Quade.

Van pensó en lo que Jon había admitido. Incluso si Guy ya no era el


protagonista de las fantasías de Jon, Van todavía no quería al atleta o su polla cerca de
Jon.

—Gracias por decírmelo.

—Está borracho, por lo que si te lo encuentras, no hagas nada estúpido.

—No tengo intención de encontrármelo. De hecho, creo que Jon y yo


deberíamos subir a la cabaña. —Van atrajo a Jon hacia él—. Os veremos por la
mañana.

—Sí, desayunaremos antes de irnos de ir al desfile a pillar un buen sitio —le


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recordó Quade a Van.

—Sí, estaremos allí. —Van colgó y se metió el móvil en el bolsillo.

—¿Guy? —preguntó Jon.

—Está aquí, y según Quade, está borracho de nuevo.

—No estoy asustado de él, y no quiero irme solo porqué él esté aquí. —Jon
pasó los brazos sobre los hombros de Van y empezó a jugar con su pelo—. Pero si te
quieres ir está bien.

A Van le preocupaba que Jon pensara que solo quería sexo si se lo llevaba a la
cabaña ya. Quería experimentar la celebración, pero no quería a Jon alrededor cuando
confrontara a Guy, lo que definitivamente planeaba hacer antes de irse del pueblo.
—Caminemos un poco más y veamos qué pasa.

Jon le dio a Van un profundo beso antes de soltarlo. Se dieron la mano mientras
bajaban por el camino hacia el ayuntamiento.

—¿Quade te habló del colapso de las gradas de hace un par de años?

Van había escuchado las terribles historias. Incluso había visto algunos
programas sobre el colapso que había matado a varias personas, herido a muchas más
y que acercó más a la gente del pueblo.

—Por favor dime que no estabas allí.

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Jon se llevó la mano de Van a la boca y la besó.

—Lo estaba. —Alzó la barbilla y apuntó hacia delgada cicatriz blanca—. Fui
uno de los que tuvo suerte. Todo el tiempo estuve ayudando a sacar a gente, todo en
lo que podía pensar era en el abuelo y en qué le habría pasado si hubiera muerto.

Van se sintió mal del estómago. Incluso enfrentándose a su propia muerte, Jon
había pensado antes en su abuelo.

—De todas formas, esto era lo que quería enseñarte. —Jon apuntó a la estatua
alzada delante del ayuntamiento—. Hay una gran placa en el estadio del rodeo pero
no sabía si habías vito esto.

—No. —Van se acercó al cowboy de bronce con alas. Era solo de un metro
veinte de altura, pero en una base de mármol había una gran placa debajo. Pasó la
mano por los jeans del cowboy, asombrado por los detalles—. Es preciosa.
—Un artista de Pennsylvania la donó para la ciudad —explicó Jon.

Van leyó los nombres, agradecido de que Jon no estuviera entre ellos. Bajó a la
hierba y atrajo a Jon a sus brazos. A pesar de las noticias y lo que contó Quade, el
colapso no había parecido real hasta ese momento.

—Podría haberte perdido antes de encontrarte.

—Pero no lo hiciste. Quizá fui salvado para que pudieras encontrarme. —Jon
se lamió los labios—. No puedo creer que vaya a decir esto, pero quizá Blain se
encontró con mis padres en el cielo y decidieron conspirar para juntarnos.

Van lo dudaba. Hacia el final de su relación, Blain raramente pensaba en

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alguien más que en sí mismo.

—¿Tus padres eran del tipo que intentarían juntarte con alguien?

—Para ser honesto, no lo sé. Siempre tenían amigos alrededor, y a la gente


parecía gustarles, por lo que asumo que eran queridos. Su funeral estuvo muy lleno.
No recuerdo mucho.

—¿Sabes cómo ocurrió el accidente? —Van odiaba presionar. Jon le había dijo
que tenía pocos recuerdos, pero en los pocos días anteriores, Jon había compartido
pocas cosas sobre ellos. Van tenía la sensación de que Jon recordaba más cosas de las
que pensaba.

—No. Nadie lo sabe realmente. Encontraron la camioneta de mi padre en el


fondo del barranco. La patrulla de la autopista supone que algo se puso delante de
ellos y que papá giró para evitarlo y que perdió el control. Dicen que fue un
accidente. —Jon miró a Van—. Descubrí algo años después. La peor parte de un
accidente es que no hay nadie a quien culpar.

—Ellos me culparon —masculló Van—. Decían que la muerte de Blain fue un


accidente, pero eso no detuvo a la gente de apuntarme con el dedo. Lo que estaba
bien, supongo, porque yo también me culpaba.

—No deberías. Lo dijiste tu mismo, Blain estaba borracho y le dijiste que


dejara la competición. Si hay alguien a quien culpar es a él. La gente debe tomar
responsabilidad de sus acciones sin esperar que otros lo hagan por ellos.

—Sí, pero aún te niegas a presentar cargos contra Guy, —apuntó Van—. ¿No
debería él tomar responsabilidad por lo que te hizo?

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—Claro, pero eso es cosa suya. Todo lo que puedo hacer yo es
responsabilizarme de mi parte en lo que pasó, y creo que lo he hecho. Ya te lo dije, no
tengo ningún problema con Guy. Nunca seré lo bastante idiota como para estar a
solas con él de nuevo, pero no soy el tipo de personas que se lo guarda.

—¿En serio? —Van no lo creía—. Porque tu abuelo me dijo esta noche que
volviste de Seattle para pagar algún tipo de deuda que sentías que le debías.

—¿Él te dijo eso? —Jon se sentó para mirar a Van—. ¿Qué más te dijo?

—Qué lo que él y tu abuela hicieron fue por amor, nada más. —Van besó a Jon.

—¿Entonces por qué no puede ver que yo volví por amor? —preguntó Jon,
más para sí mismo que para Van.

—Él sabe que le quieres, pero creo que también se siente culpable porque no
intentó hablar contigo sobre ello —explicó Van.
—Debes pensar que estamos bastante jodidos, ¿huh?

Van atrajo a Jon una vez más.

—Para nada. Realmente, te admiro. Solo he vivido tu vida dos días, y no sé


como infiernos lo haces solo. Me avergüenzo de admitirlo, pero cuando estoy en casa,
trabajo con Kai cuatro o cinco horas y normalmente acabo surfeando o estirado en la
hamaca el resto del día. Comparado contigo, realmente soy uno de esos tíos vagos de
la playa de los que hablan.

Jon se encogió.

—Supongo que no pienso mucho en todo lo que hago durante el día, solo lo

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hago porque tiene que hacerse. —Suspiró—. Y no puedo pensar en nada mejor que
estirarme en la playa toda la noche.

—Durante los últimos años, he aprendido a amar la soledad que mi casa me


proporciona, pero ahora me lo has arruinado. Sé que nunca veré una puesta de sol de
nuevo o me estiraré en la hamaca sin desear que estuvieras conmigo.

—Puedo estarlo. Todo lo que tienes que hacer es llamarme y cerrar los ojos, y
estaré contigo.

Van sabía que una llamada no sería suficiente. Solo necesitaba descubrir qué
hacer.
Capítulo Cinco

Con los ojos cerrados, Jon estaba a punto de dormirse cuando Van lo empujó.

—Me estoy mojando.

Confuso por el anuncio, Jon abrió sus ojos.

—¿Huh?
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—La hierba. Mi culo se está mojando por el rocío —informó Van.

—Oh. —Jon se levantó y estiró su mano hacia Van—. Deberías haber dicho
algo antes.

—Estaba disfrutando demasiado, pero ahora se está volviendo incómodo. —


Van se levantó—. ¿Entonces, qué piensas, deberíamos volver a la fiesta o ir a la
cabaña?

Van estaba nervioso por encontrarse a Guy, eso era obvio, pero Jon odiaba
acabar la noche por eso.

—Me gustaría volver al baile un rato si no te importa.

—Está bien. —Van miró la estatua por encima de su hombro—. Mientras estés
cerca, podemos hacer lo que quieras.

Mientras se dirigían a la fiesta, Jon apuntó a diferentes tiendas del camino. Era
patético cuando sabía del pueblo sin haber conocido a sus residentes. Infiernos, Van
conocía a más gente que Jon y solo llevaba en el pueblo unos días.

Dos hombres salieron de las sombras y casi chocan con ellos.

—Wua. —Van inmediatamente se movió para proteger a Jon.

Jon puso los ojos en blanco cuando notó quienes eran los hombres. Nunca
había conocido a Ryan Blackfeather o a Nate Gillis, pero definitivamente sabía cómo
eran el sheriff y el alcalde de Cattle Valley.

—Nos pillaste —dijo Ryan. Se giró hacia su compañero—. Este es Van, el


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entrenador de Kai.

—Encantado de conocerte. —Van estrechó la mano de Nate—. ¿Conoces a Jon


Porter?

—No. —Nate extendió la mano hacia Jon—. ¿También eres de Hawaii?

Jon se sintió como un idiota.

—No, vivo a cuarenta y cinco minutos de aquí.

Nate miró al brazo protector de Van alrededor de Jon y sonrió.

—¿Dónde os conocisteis?

—En el rodeo —contestó Van. Miró a Jon—. Jon tuvo un pequeño problema
con Guy, y yo me metí en medio.

Jon no podía creer lo que Van acababa de hacer. Van sabía que Jon no quería
involucrar a la policía, y eso era exactamente lo que había hecho.

—No fue nada realmente.

Ryan miró a Jon mientras metía la mano en el bolsillo del pecho. Sacó una
tarjeta de negocios y se la pasó a Jon.

—Aquí, en caso que alguna vez necesites algo.

Jon asintió en agradecimiento mientras se metía la tarjeta en su bolsillo.

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—Gracias, pero solo fue un malentendido.

Van se aclaró la garganta, claramente infeliz por la negación de Jon.

—¿Dónde está Rio? —preguntó Van.

—Está de voluntario en la parada de comida del Racho Segundas


Oportunidades. Es una de nuestras organizaciones locales de caridad, un lugar para
los jóvenes gay sin casa —explicó Nate—. Y creo que hicieron que Rio llevara la
máquina de algodón de azúcar.

A Jon le encantaba el algodón de azúcar.

—¿Dónde está?

—En el aparcamiento de la gasolinera —contestó Nate—. Realmente tienes


que ir. Vale la pena el viaje para ver a Rio con una redecilla en la cabeza.
Sin hablarlo, los cuatro siguieron caminando por la calle. Jon todavía no estaba
complacido con la gran boca de Van y Van parecía saberlo. Definitivamente iban a
discutir tan pronto como se alejaran de Ryan y Nate.

En la esquina de la multitud, Ryan estrechó la mano de Van y de Jon una vez


más.

—Encantado de conocerte —le dijo a Jon antes de inclinarse para darle un


profundo beso a Nate—. Se acabó el descanso. Tengo que volver a trabajar.

—Te veo luego —gritó Nate mientras Ryan desaparecía en la multitud. Se giró
hacia Van y Jon—. ¿Dónde os sentáis?

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Van apuntó a la parte derecha del escenario.

—Por ahí con Kai, Quade, George y Carol.

La nariz de Nate se arrugó.

—Carol y yo a penas conseguimos planear esto sin matarnos el uno al otro.


Dudo que me quiera cerca de ella en su noche libre. Probablemente iré a atormentar a
Rio un rato.

Jon rió.

—Espera, y te seguiremos. —Miró a Van—. Por qué no vas a buscarnos un par


de cervezas frescas, y yo voy a comprar algodón de azúcar.

—O... —enfatizó Van—, puedo ir con vosotros dos a buscar el algodón de


azúcar y podemos pillar la cerveza cuando volvamos.
Jon desearía saber si Van estaba siendo atento o sobreprotector. Miró a Van
unos momentos antes de asentir. Claro, todavía estaba tocado por que Van hubiera
mencionado a Guy delante de Ryan, pero con tan poco tiempo para ellos, decidió que
no valía la pena estropearlo.

—Vale.

Mientras pasaban entre la multitud, Nate acabó al lado de Jon mientras Van
caminaba delante de ellos aclarando el camino. Nate se inclinó más cerca de Jon para
escuchar sobre la música alta.

—Es caliente.

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Jon ya lo sabía, pero era bueno tener una confirmación del hombre que dormía
con dos de los hombres más guapos del pueblo.

—Sí, lo es.

—Entonces, ¿me vas a contar lo que pasó con Guy? —preguntó Nate.

Jon sacudió la cabeza.

—No importa. Guy estaba borracho, y yo acabé conociendo a Van, por lo que
está bien.

Van se detuvo de repente, haciendo que Jon chocara con él. Van estiró la mano
hacia atrás y envolvió su brazo alrededor de Jon. Asintió hacia el grupo que estaba en
su camino.

—Vamos a dar un rodeo —dijo por encima de su hombro.


Guy estaba en una de las mesas con dos gemelos idénticos en su regazo, uno en
cada rodilla. Gemelos que magreaban abiertamente a Guy y el uno al otro mientras
los tres compartían besos.

—Es es desagradable —declaró Nate—. Al menos podrían tener la decencia de


encontrar un callejón como Ryan y yo hicimos.

Jon abrazó a Van.

—Guy tiene sus manos llenas. Ni siquiera nos ha visto.

—Permanece cerca. —Van alcanzó la mano de Jon.

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Jon giró su cabeza mientras se acercaban a la mesa de Guy. Con Nate a su lado,
lo último que quería era llamar más la atención.

El momento en que pasaron por la multitud, Van se detuvo y atrajo a Jon a un


apretado abrazo.

—¿Bien? —le preguntó antes de besarlo.

—Te lo dije antes, estoy bien. —Jon besó suavemente la mandíbula de Van. —
Creo que quizá tú eres el único con el problema.

—Hablaremos de eso luego. —Después de otro profundo beso, Van soltó a


Jon—. Vamos a por el algodón de azúcar.

Jon notó a Nate en la parte de atrás de una de las tiendas de comida.

—Debe de ser por ahí.

Van llevó a Jon hacia allí. Posicionó a Jon delante de él y se presionó contra su
espalda.

—¿Estás seguro de que no quieres coger una bolsa de algodón de azúcar e ir a


mi habitación? Podría pensar en algunas cosas que me gustaría hacer con él —susurró
en la oreja de Jon.

Jon sintió la erección de Van contra él y asintió.

—Suena como un buen plan.

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Van salió de la ducha y agarró dos toallas, pasándole una a Jon, antes de
quitarse el condón lleno y tirarlo al váter. Habían decidido ducharse antes de comerse
la bolsa de algodón de azúcar, pero estaba seguro de que necesitarían al menos una
más antes de que la noche acabara.

Jon salió del baño con su toalla envuelta en la cintura.

—¿Quieres una Coca-Cola? —preguntó desde el dormitorio.

—Claro. —Van colgó su toalla en la parte de atrás de la puerta. Cogió la


botella de lubricante del estante del jabón antes de unirse a Jon en el dormitorio. A
pesar de su polvo entusiasta de unos minutos antes, podía decir que las cosas todavía
no estaban bien entre ellos. Aunque Van odiaba hacer de ello algo grande, sabía que
necesitaba aclararlo.
Van apartó las sabanas y se metió debajo. Cogió varias almohadas y apoyó su
espalda contra el cabecero de la cama mientras Jon acababa de servir las bebidas.

—Sé que no querías que le dijera nada a Ryan, pero realmente pensé que
necesitaba saber que Guy se pasó de la línea contigo. De esa forma si algo más pasa
con Guy, Ryan sabrá que no es la primera vez.

Jon colocó los dos vasos en la mesilla de noche. Tiró la bolsa de algodón de
azúcar hacia Van antes de dejar caer su toalla y saltar a la cama junto a él.

—La cosa es, que tú pareces más preocupado por Guy desde que te dije que
solía masturbarme pensando en él de lo que estabas antes de que pasara eso.

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Van bajó la sábana hasta medio muslo y se acarició la flácida polla.

—Ven aquí.

Jon se movió para montar el regazo de Van.

—¿Tengo razón?

Van colocó el culo de Jon sobre su polla antes de alzar la sábana alrededor de
ellos. Estaba dejando pasar el asunto, y lo sabía, pero no estaba seguro de qué decir.

—Me voy en unos días.

—¿Seguirás recordándome eso? —dijo Jon. Tomó una profunda respiración y


la soltó lentamente—. Lo siento. Solo quiero disfrutar del tiempo que tenemos sin
preocuparme de lo que pasará cuando te vayas.

—¿Ayudaría si te dijera que ya he reservado mi viaje para volver en


septiembre? —Van se había estado guardando la sorpresa, pero parecía el mejor
momento para contarle a Jon la verdad—. Y aunque todavía no he comprado el
billete, también me gustaría volver cuando Kai acabe su torneo de diciembre para
pasarlas vacaciones contigo y tu abuelo.

Sin decir nada Jon se inclinó hacia delante y capturó uno de los pezones de Van
entre sus labios. Van enterró sus dedos en el cabello de Jon mientras dirigía su boca
desde un pezón al otro.

—¿Puedo tomarme eso como un sí?

Jon asintió sin soltar el apretado pezón entre sus dientes.

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Van alcanzó la botella de lubricante. Era demasiado pronto desde que salieron
de la ducha para que se pusiera duro de nuevo, pero eso no significaba que no pudiera
jugar mientras esperaba. Se mojó los dedos y alcanzó el agujero de Jon. Cerrando sus
ojos, se los imaginó a los dos en su hamaca, follando todo el día.

Jon soltó el pezón de Van y besó el camino hacia su boca.

—¿Alguna vez has jugado en la nieve?

—Sí, más o menos. Cuando era niño en Nueva York, solía salir a la terraza a
hacer bolas de nieve para tirárselas a la gente que pasaba. Si recuerdo bien, la nieve
normalmente acababa metiéndome en problemas.

—Si realmente vienes para navidad, encontraré una forma de que montes en
trineo. El abuelo todavía tiene su viejo trineo en el cobertizo, pero vendimos los
caballos, por lo que tendré que pedirle alguno a alguien. —Jon alcanzó el algodón de
azúcar y abrió la bolsa. Sacó un poco del azúcar rosa y lo sostuvo en los labios de
Van.

Van sacó la lengua y Jon colocó el dulce en el centro. Van sonrió mientras el
azúcar se disolvía. Bajó por el colchón hasta que estuvo estirado con la cabeza en la
almohada.

—¿Qué más haces en invierno?

—Nada realmente. Aparte de asegurarme de que tenemos leña suficiente a


mano y limpiar la entrada, no hay mucho que hacer fuera. Por lo que el abuelo y yo
vemos películas y jugamos a cartas. —Jon se sentó y se giró para mirar la polla de
Van. Buscó en la bolsa de nuevo y sacó la mano llena de algodón de azúcar.

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—¿Qué estás haciendo? —preguntó Van, complacido con la vista del culo de
Jon.

—Jugar —contestó Jon, envolviendo el algodón de azúcar alrededor de la polla


de Van.

—Entonces date la vuelta un poco más para que yo también pueda jugar. —Van
hizo como Jon y sacó un puñado de algodón de azúcar. Llenó el agujero de Jon con
un poco del azúcar. Antes de inclinarse para comérselo, alcanzó el teléfono en la
mesilla de noche.

Jon paró de lamer el dulce de la polla de Van.

—¿Qué vas a hacer ahora?

—Material de masturbación —dijo Van, tomando varias fotos.


—No es justo. Yo no tengo uno de esos.

Van le pasó el teléfono a Jon.

—Toma las que quieras, y te las enviaré por mail.

Mientras la polla de Van protagonizaba las fotos de Jon, Van empezó a lamer el
dulce de entre las nalgas de Jon.

—Esto sabe mucho mejor que comerlo en un cono, —declaró.

—Mmm-hmm —estuvo de acuerdo Jon, lamiendo el algodón de azúcar de la


dura polla de Van.

103
Van nunca en su vida se había fotografiado comiendo algodón de azúcar del
culo de alguien, pero Jon le hacía querer cosas en las que nunca había pensado antes.
Aunque quería un compromiso con Blain, realmente nunca se había imaginado con él
juntos como una vieja pareja casada, pero eso era exactamente lo que quería con Jon.

¿Entonces por qué coño me voy? No era como si tuviera un trabajo, y sabía
desde antes e irse de casa que Kai realmente no lo necesitaba más. Van lamió el
agujero de Jon hasta limpiarlo antes de darle una palmada juguetona en el culo.

—Gírate.

—¿Huh? —Jon soltó la polla de Van y lo miró por encima del hombro—. ¿No
te gusta?

La polla de Van se había convertido en duro acero, por lo que la pregunta no


era en serio.
—Quiero estar dentro de ti —explicó.

Jon salió y fue a por un condón.

—Todavía estás bastante pegajoso, por lo que no estoy seguro de si se va a


enrollar o no.

—Entonces si no quieres no lo pongas —contestó Van—. Nunca he follado sin


uno, y me hago pruebas regularmente.

Jon miró el condón abierto en su mano.

—Yo igual. Siempre me digo que me reservo para el único. —Miró a Van—.

104
¿Eres el único?

Aunque Van todavía tenía que declarar su amor, sabía en su corazón que Jon
definitivamente era el único a quien siempre había esperado encontrar.

—Me gustaría serlo.

Jon tiró el condón a un lado y puso lubricante directamente en la polla de Van.

—Eso me gustaría también. Creo que sería más fácil para mí cuando nos
separemos si sé que no te voy a perder por alguien más.

—Nunca tienes que preocuparme por que encuentre a alguien más. —Van
atrajo a Jon para un beso. Había comprobado la programación de las temporadas y de
lo que tenía que ocuparse en casa para mudarse a Wyoming en el futuro próximo.
Acabando el beso, reposicionó a Jon. Cuando su polla se deslizó dentro fácilmente,
gruñó por la sensación añadida de piel con piel. Estaba agradecido de no conocer la
diferencia antes—. Tengo que acabar la temporada con Kai, pero cuando vuelva en
diciembre, me gustaría quedarme. Puedo alquilar algún lugar cerca si crees que sería
lo mejor, pero sé que no querré dejarte de nuevo.

Jon apoyó sus manos en el colchón sobre los hombros de van, dándole a Van
más sitio para entrar y salir de su culo.

—Te amo, y te quiero conmigo, pero veo la mirada en tu rostro cuando hablas
de casa. No puedo pedirte que lo dejes todo para mudarte a Wyoming.

—No lo pediste. —Van apretó el culo de Jon mientras seguían follando—. Y


me he dado cuenta de que esa casa ya no lo será si no estás allí. —Van atrajo a Jon
contra su pecho y rodó hasta que él estuvo arriba.

105
Jon enganchó sus piernas juntas por los tobillos y los movió más arriba
alrededor de la espalda de Van.

—Quiero que te quedes conmigo en la granja, pero primero tengo que


discutirlo con el abuelo. Parece que le gustas mucho, pero no estoy seguro de hasta
dónde llega eso.

Van empezó a follar a Jon más duro y rápido, separando las piernas de Jon. Se
detuvo un momento para subir. Colocó los pies de Jon contra sus hombros antes de
volver al ritmo anterior.

—Conseguiré una habitación un tiempo cuando vuelva. Mejor ver cómo van
las cosas con Bill que arriesgarme a que me eche con una escopeta. —Miró donde se
unían y suspiró—. Mi polla se ve bien en tu culo.

Jon alcanzó su polla y gimió mientras se corría.


—Maldición, dices las cosas más sexys —jadeó mientras montaba el clímax.

—Aliméntame —instruyó Van. Estaba cerca de correrse, pero quería el sabor


de Jon en la lengua cuando lo hiciera.

Jon cubrió sus dedos de semen antes de alzarlos a la boca de Van. Lentamente
y metódicamente, Van lamió los dedos de Jon hasta limpiarlos mientras disparaba su
semilla dentro de Jon por primera vez. La sensación de su polla deslizándose adelante
y atrás a través del semen resbaladizo que llenaba el culo de Jon no era como nada
que hubiera experimentado antes. Solo esperaba disfrutar de la sensación muchas más
veces durante los siguientes cuarenta o cincuenta años.

106

—¿Dónde está Jon? —preguntó Kai cuando Van se unió a él y Quade para el
desayuno.

—Decidió ir a casa y comprobar cómo estaba su abuelo antes del desfile. —


Aunque era la verdad, solo era una de las razones por las que Jon había dejado a Van
solo para encarar a Kai y Quade. Van giró su taza de café cuando la camarera vino a
tomar su pedido—. Yo sólo el buffet —le dijo.

—Sírvase —contestó ella después de ponerle más café a Van—. Ahora vuelvo.
—Van se tomó su tiempo en el buffet intentando posponer la necesitada conversación
tanto como pudiera. Estaba, sin duda, tomando la decisión correcta, pero también
sabía que la transición sería difícil.

Volviendo a la mesa, Van pasó a Quade.

—¿Segundo? —preguntó Van.

—Más beicon —declaró Quade—. Kai solo me deja comerlo cuando estamos
de vacaciones.

Van colocó el plato en la mesa.

—¿Quieres algo mientras estoy de pie?

—No, gracias. —Kai se limpió la boca con la servilleta—. Dejaste el baile

107
bastante pronto la noche pasada. ¿Pasó algo?

—No realmente. Vimos a Guy, pero estaba ocupado con unos gemelos.
Decidimos disfrutar de nuestra primera noche entera juntos aquí.

Kai empujó su plato vacío y colocó sus antebrazos en la mesa.

—¿Por favor dime que estás planeando venir al picnic hoy? Quade estaría con
el corazón destrozado si no lo haces. Deberías escucharle hablar sobre ti a sus amigos
toda la semana. Todos quieren conocerte, y Trick me dijo que te dijera que está
trayendo a un cocinero especial para que pueda preparar esa cosa de maíz que le
trajiste ayer.

—Estaremos allí. —Al menos Van esperaba que fuera así. Dependería de como
Kai se tomara las noticias que Van estaba a punto de decirle—. No creo que tenga que
decirte cuanto me importa Jon —empezó.
—No, es obvio para cualquiera a vuestro alrededor, —contestó Kai.

—Bueno, creo que me voy a retirar de entrenar después de la temporada, y


mudarme aquí para ayudar a Jon en la granja. —Van aguantó la respiración,
esperando la respuesta de Kai.

Kai no dijo nada hasta que Quade volvió a la mesa. En el momento en que
Quade se sentó, Kai extendió su mano.

—Me debes cien pavos.

Quade miró a Van.

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—¿Te quedas?

Van no podía creer que hubieran apostado sobre si se enamoraría y decidía


dejar su vida en Oahu.

—Idiotas.

Kai sonrió.

—No te enfades. Quade es el que dijo que volverías a Oahu.

—Mentiroso —acusó Quade—. Dije que volvería a Oahu y pensaría en ello un


tiempo antes de darse cuenta de que había cometido un gran error al irse.

Van extendió su mano.

—Bueno, ambos os equivocáis, por lo que ¿qué tal si ambos me pagáis a mí?.
Sé exactamente lo que quiero y es quedarme, pero primero voy a acabar la temporada
y dejar las cosas listas en casa. Le dije a Jon que volvería en diciembre para
quedarme.

Kai suspiró y se recostó en la silla. Se hizo una coleta en la nuca antes de


cruzarse de brazos.

—Aunque te necesito todavía, estoy feliz por ti.

—No me necesitas —aclaró Van—. No lo has hecho por un largo tiempo, pero
necesitaba mucho que lo dijeras.

Los ojos de Kai se llenaron de preocupación.

—¿Tienes problemas financieros? Deberías habérmelo dicho.

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Van sacudió la cabeza.

—Todavía tengo cada centavo de lo que me pagaste en la cuenta. No he


empezado a trabajar por el dinero. Lo hice porque estar a tu alrededor me recordó
cómo me enamoré del surf en primer lugar. Después de que Blain muriera, no me
acerqué al océano en años, pero todo cambió el día en que te vi en la primera
competición. —Aunque Kai no era lo bastante joven como para ser el hijo de Van,
Van pensaba en él con todo el orgullo y afecto que un padre tendría. Van se levantó y
se inclinó sobre la mesa para darle a Kai un beso en la frente—. Te he enseñado todo
lo que sé, y has tomado todas esas lecciones y las has perfeccionado como solo tú
podrías hacer.

—¿Venderás la casa? —preguntó Quade.

Van entrecerró sus ojos. Quade había querido la propiedad de Van desde la
primera vez que la vio.
—No. Mi padre me hizo prometer antes de que muriera que vendiera un riñón
antes de vender la casa. —Se rascó la mandíbula—. Nunca he dicho nada de esto
delante de Jon, pero después de que su abuelo muera, espero que venda la granja y se
mude conmigo a Oahu.

—¿Qué pasa si se niega? —preguntó Kai.

—Entonces tendremos que pensar algo, porque, de todas formas, quiero estar
con él. —Van se metió poco de sus huevos revueltos en la boca mientras podía. Decir
que estaba asustado por los cambios que llegarían a su vida sería quedarse corto.
Aunque disfrutaba ayudando a Jon en la granja, no tenía ni idea de cómo se sentiría
cuando esa fuera su ocupación a tiempo completo.

—¿Vendrás con nosotros al desfile? —preguntó Quade.


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—No estoy seguro. ¿A qué hora os vais?

Quade miró su reloj.

—En veinte minutos. Tienes que ir pronto si quieres un buen sitio.

—Jon tardará como mínimo otros cuarenta y cinco minutos o así. Sería mejor
que vayáis sin nosotros. Jon y yo veremos qué sitio podemos encontrar cuando
lleguemos. ¿Por qué zona estaréis? Os buscaremos.

Quade miró a Van como si se hubiera vuelto loco.

—Estaremos bajo una de le las grandes sombras de árboles delante del


ayuntamiento.

—Vale. —Van no se había dado cuenta de que había algún tipo de regla no
expresada de que el ex-alcalde se suponía que tenía que ver el desfile desde el
ayuntamiento.

Kai se levantó.

—¿Estás listo? Me gustaría volver arriba antes de que nos fuéramos.

Quade señaló los tres trozos de beicon que todavía estaban en su plato.

—Déjalos —ordenó Kai.

—Una mierda. —Quade cogió el beicon y se metió un trozo entero en la boca


mientras se levantaba—. Nos vemos después —masculló mientras se alejaba.

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Van acababa de volver a su desayuno cuando Quade volvió.

—Ni se te ocurra mirar mi beicon —advirtió Van.

—Guy está aquí. Está delante del escritorio gritando a Chad. Pensé que
deberías saberlo. —Antes de irse, Quade extendió la mano y le robó a Van un trozo
de beicon.

Después de escuchar el nombre de Guy, Van no pensó en el beicon. Se llenó la


boca y acabó su café antes de ir en busca de Guy.

—Puedes facturar mi desayuno en la cuenta de mi habitación, número cuatro


dieciocho. —Le pasó un billete de cinco dólares—. Propina —aclaró.

Quade había tenido razón. Guy estaba en la cara del mánager del hotel. Chad,
por su parte, no parecía anonadado por su diferencia de tamaño o por la estridente
voz.
—Disculpe —dijo Van, cortando a Guy. Este miró a Van. Obviamente el atleta
no lo reconoció. No era de los que se apartaba de las situaciones difíciles, Van
extendió la mano—. Soy Van Duggins, el hombre que evitó que violaras a Jon Porter
hace unas noches.

Chad jadeó y se colocó delante del mostrador entre ellos.

—¿Disculpa? —Guy sonaba insultado por la acusación.

Van miró a Chad antes de dar un paso más cerca de Guy.

—Si no recuerdas lo que has hecho y lo que casi hiciste, necesitas ayuda
seriamente.

Guy miró a Van.


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—Honestamente no tengo ni idea de lo que estás hablando. —Miró su mano
antes de alzarla—. ¿Tiene algo que ver con esto?

Van miró los nudillos amarillos heridos de la mano derecha de Guy.

—Un amigo tiene morados similares en la mejilla, y para ser honesto, intenté
hacer que presentara cargos. Por suerte para ti, no quería hacer nada para herir tu
reputación.

Guy se metió las manos en los bolsillos.

—Dile a tu amigo que lo siento. Últimamente he estado bebiendo demasiado, y


a veces no sé lo que hago.

Van sacudió la cabeza. Los ojos de Guy estaban rojos, indicando otra resaca.
La furia lo atravesó.

—No creo que lo sientas. —Señaló con el dedo la puerta principal—. Vamos a
fuera a menos que quieras que todos los del vestíbulo sepan exactamente el pedazo de
mierda que eres realmente.

Van dejó el hotel sin mirar atrás. No le importaba si Guy era propietario de la
cabaña o que hubiera ganado medallas de oro que colgaban de trofeos en algún sitio.
El hecho de que Guy no pudiera recordar que casi había violado a alguien era
inexcusable.

—Mira, parece que me he pasado de la raya, y me he disculpado por ello, pero

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ni siquiera te conozco. —Guy discutió, siguiendo a Van.

Van esperó hasta que estuvieron a solas antes de encarar a Guy.

—Tienes razón, no me conoces, pero presta atención a lo que voy a decir.

—Que te jodan. —Guy se giró hacia la cabaña.

Van se movió para bloquear el camino de Guy.

—Has pasado años entrenando. Dejaste las fiestas con tus amigos, bailes y
probablemente la graduación para ser excelente en un deporte para el que tenías un
don, y en algún lugar del camino, perdiste el sentido de la humanidad que tuviste una
vez. Te convertiste en la superestrella que los fans y reporteros hicieron de ti, pero el
problema con eso es que siempre hay alguien más joven acercándose. No conozco las
circunstancias de tu retiro, pero sé que en tu corazón cuando dejaste de esquiar,
dejaste de ser quien pensabas que eras. Ahora estás vagando, intentando descubrir tu
lugar en la vida. Por desgracia, has remplazado la disciplina con la que solías vivir
por el alcohol y el sexo.

—No sabes nada de mí.

—Te equivocas. He visto hombres como tú toda mi vida, infiernos, en su


momento yo fui uno, pero nunca me permití emborracharme tanto como para perder
el control de mí mismo y no recordarlo al día siguiente. —Van cogió aire
profundamente. Colocó una mano en el hombro de Guy—. Tienes que juntar toda tu
mierda antes de que acabes muerto o en la cárcel. Eres un atleta, por el amor de dios.

—Estoy retirado, ¿recuerdas?

—Solo porque ya no cobres por esquiar no significa que debas dejar de

114
hacerlo. —Van sabía cómo se sentía dejar un deporte que habías amado, por razones
equivocadas—. Piensa en el tiempo en que amabas estar encima de la montaña y
mirando abajo a la nieve fresca. Si eres como yo, probablemente perdiste ese
sentimiento cuando todos a tu alrededor empezaron a presionarte sobre entrenarte y
ser el mejor. Esos tiempos han acabado. Vuelve al deporte que amabas por ti y nadie
más y la necesidad del alcohol se irá sola.

—¿Qué pasa con el sexo? —preguntó Guy, ya sin discutir con Van.

—El sexo es fantástico. No le pediría a nadie que lo dejara. Solo asegúrate de


que sea consensual. —Van apretó el hombro de Guy—. Y si alguna vez vuelves a
ponerle un dedo encima a Jon Porter, te mataré —advirtió todo serio.
—¿Te gusta? —preguntó Jon a Van de camino al picnic.

—Digamos que estoy muy agradecido de que solo falten treinta minutos —dijo
Van mientras se metía en el tráfico abarrotado.

—¿Qué más esperabas? Cattle Valley es un pueblo pequeño. —Jon no estaba


seguro de qué pasaba con Van. No lo había notado antes, pero Van había estado

115
gruñón durante la pasada hora—. ¿Has cambiado de idea sobre mudarte aquí?

Van miró a Jon.

—¿Por este estúpido desfile?

—Olvida el estúpido desfile. Solo dime lo que te pasa. Si he hecho algo que te
haya enfadado, dime que es. —Jon miró alrededor para asegurarse de que nadie
estaba escuchando su conversación. No estaba acostumbrado a conducir en un Jeep
abierto.

—No has hecho nada malo. Supongo que no entiendo por qué perdemos dos
horas y media de nuestro tiempo esperando para que empiece un desfile de treinta
minutos —se quejó Van.

Jon se bajó el sombrero en la frente.

—Si pasar tres horas conmigo sin hacer nada te irrita, quizá debas pensarte lo
de mudarte aquí, porque no hay demasiada excitación por aquí.

Van no dijo nada, y Jon estaba empezando a pensar que realmente estaba
reconsiderando su decisión de mudarse.

Van giró en el parque y condujo hacia el gran aparcamiento donde se suponía


que encontrarían a Quade y Kai. Paró en un sitio libre y apagó el motor.
Desabrochándose el cinturón de seguridad, se giró para encarar a Jon.

—Estaría en el cielo ahora mismo si hubiera pasado esas tres horas solo
contigo, pero no es el caso. Estas mirando a un hombre que no hay nada que le guste
más que ir a la playa y pasar días sin ver o hablar con otra gente. Todo lo que quiero

116
ahora es estar contigo. Aunque aprecio la cálida bienvenida que he recibido de la
mitad del pueblo, no estoy acostumbrado a ello, y no puedo decir que lo disfrute. Por
lo que de nuevo, mi humor no tiene nada que ver con estar contigo, es solo un
resultado de la situación. Por favor intenta entender eso.

Jon alcanzó el asiento de atrás y agarró una gran manta que había traído de
casa.

—Coge la nevera y sígueme. —Miró por encima de su hombro para asegurarse


de que Van le seguía mientras fue en dirección opuesta a todos los demás. Había
conducido hasta el parque en varias ocasiones durante años, pero realmente nunca
había paseado por él. Aún así, estaba seguro de que encontraría lo que estaba
buscando.

Después de diez minutos, Jon paró bajo la sombra de un gran árbol y estiró la
manta. Estudió la zona mientras Van llegaba y pudo ver que no había nadie más a la
vista.

—¿Qué tal?

Van sonrió y dejó la nevera.

—Perfecto.

Jon se sentó y se quitó las botas antes de dejar su sombrero de cowboy encima.
Se estiró sobre su espalda, usando las manos como almohadas.

—¿Puedo usar tu móvil?

Van se quitó las sandalias y sacó quitó la negra camiseta sin mangas. Sacó el

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móvil del bolsillo y se lo pasó a Jon, estirándose junto a su amante.

—¿Para ver cómo está Bill?

Jon rodó a un lado y colocó su mejilla en el pecho de Van. Bajó por la lista de
contactos de Van hasta que apareció el número de Kai y apretó enviar.

—¿Dónde estáis? —preguntó Kai, cogiendo el teléfono.

—Soy Jon. Van está sobresaturado de gente, por lo que lo he traído al parque
para que se relaje un poco. Iremos cuando se calme.

Kai rió.

—Me preguntaba cuando su lado antisocial golpearía. Todavía no empezarán a


servir comida hasta dentro de otra hora y media. Primero, juegan al fútbol.
Realmente, dime dónde estás y quizá me una a vosotros.
—Mis labios están sellados. —Rió Jon.—. Pero os veremos en un rato.

—Gracias por cuidar de él. Sé cómo se pone. Créeme, no te envidio.

—Deberías —dijo Jon antes de colgar. Tiró el teléfono en la manta y besó el


pezón derecho de Van—. Ya me he encargado. Lo único que nos perderemos será el
fútbol.

Van hizo círculos en la espalda de Jon.

—Gracias —susurró—. Siento si me comporté como un idiota.

Jon lamió el pezón de Van.

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—No tienes que disculparte, pero si me dices lo que va mal, puedo intentar
arreglarlo.

Van cerró los ojos.

—¿Podemos solo estirarnos aquí y olvidarnos de todos los demás en el mundo?

—Claro. —Jon dejó de intentar excitarlo y colocó su mejilla en el pecho de


Van de nuevo.

—No quería decir que tuvieras que parar de hacer eso —masculló van
adormilado.

—Está bien. Estás cansado y si sigo, probablemente te suplicaré que me folles


aquí. Por supuesto eso probablemente nos llevaría a la cárcel y posiblemente a
prisión. Estaríamos rodeados toda la noche y el día por otros presos, lo que
significaría que estarías malhumorado todo el tiempo. —Jon suspiró—. Es más fácil
que te deje echar una siesta.

—No puedo creer que vayas a estar en un avión en menos de noventa minutos.
—Jon miró a Van.

Van se desabrochó el cinturón de seguridad y se deslizó en el asiento junto a


Jon.

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—Siempre he odiado volar, pero no creo que nunca haya temido tanto un
vuelo. —Alcanzó detrás del asiento y sin mirar buscó en el bolsillo interior de su
maleta hasta que encontró una bolsa de plástico—. Te he traído algo.

—¿Lo hiciste? —Jon miró arriba.

Van sacó un nuevo móvil de la bolsa.

—He puesto algunas fotos para ti.

Jon miró el teléfono.

—No tenías que hacerlo. Podrías haber enviado las fotos a mi ordenador.

—Sí, pero el otro día noté cuando me duchaba que no tienes un teléfono arriba.
—Van encendió el teléfono y bajó por las fotos que habían tomado hacía unos días
junto a otras que había añadido antes de él solo—. Planeo tener mucho sexo
telefónico contigo durante los próximos meses, pensé que sería mejor si tenías la
privacidad de tu dormitorio. —Sostuvo una de las nuevas fotos delante e Jon para que
la viera—. ¿Te gusta?

—¡Joder! —juró Jon, casi sacando la camioneta del camino—. ¿Cuándo la


tomaste?

—Esta mañana antes de que me recogieras. También hay un video de mí


masturbándome por si acaso necesitas inspiración adicional. —Van había disfrutado
tomando fotos y videos. Nunca le había permitido a un amante tomar fotos guarras de
él porque no confiaba lo suficiente como para que no las compartiera, pero no se
había preocupado de eso con Jon.

120
—Si prometes hacerte alguna en tu hamaca, me haré alguna en el banco del
riachuelo —ofreció Jon.

—Trato. —La conversación era fácil, pero Van sabía que ambos la usaban para
esconder el modo en que se sentían por su marcha—. Solo prométeme que no dejarás
tu móvil por ahí para que Bill lo vea.

—Oh, dios. No puedo ni imaginar que haría si el abuelo las viera. ¿Es el tipo
de teléfono en el que puedes poner contraseña? —preguntó Jon.

—Sip. —Van tocó la pantalla—. ¿Un número de cuatro dígitos que recuerdes?

—Diecinueve noventa y dos, el año en que mi compañero ganó su primera


competición profesional. —Jon miró a Van y sonrió—. Te busqué por internet anoche
después de que me dejaras en casa.

Van pesó en todas las historias negativas que habían escrito de él.
—Probablemente no deberías haberlo hecho.

—Si no lo hubiera hecho, no habría sabido que mi hombre había sido uno de
los mejores surferos del mundo durante casi diez años seguidos. Lo que no puedo
entender es por qué te retiraste mientras podías seguir ganando.

—Supongo que no lo leíste todo. —Van gruñó. Sabía que Jon podía encontrar
fácilmente la respuesta si lo buscaba, por lo que decidió ser honesto—. Me retiré para
entrenar a Blain. Me enamoré de él para entonces, y no quería competir contra él.

—Eras mejor que él, ¿no? —preguntó Jon.

—Sí, y el ego de Blain era demasiado frágil como para manejarlo, por lo que

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me retiré y le convertí en un campeón. —Van sacudió la cabeza—. La parte patética
es que a pesar de como acabó todo, lo haría de nuevo.

Jon estuvo en silencio unos momentos. Finalmente colocó su mano en el muslo


de Van.

—No tienes que dejar tu trabajo con Kai por mí. Sabes eso, ¿verdad? Podemos
hacer que funcione si ambos lo queremos lo suficiente.

—Empecé a entrenar a Kai porque estaba intentando encontrar una forma de


salir de un lugar realmente oscuro. Todavía me sorprende como pasó, como saber que
Kai me llevó a Quade y Quade a Cattle Valley y Cattle Valley me llevó a ti y tú me
sacaste de la oscuridad y me trajiste a la luz de nuevo. —Van puso los ojos en
blanco—. Eso sonaba mucho mejor en mi cabeza que cuando lo he dicho, por cierto.

—Creo que probablemente es lo más bonito que alguien me haya dicho. —Las
lágrimas llenaron los ojos de Jon—. Maldición, me prometí que no iba a llorar.

Van apartó las lágrimas de Jon mientras caían.

—Dice mucho de ti que todavía puedas. No he llorado desde el día en que mi


padre murió.

—¿Incluso después de Blain?

Van sacudió la cabeza.

—Después de que papá muriera. Empecé apartándome y cerrándome cuando


algo tenía el potencial de herirme, pero no lloré. —Se inclinó y besó el cuello de

122
Jon—. Así es como acabé en el lugar oscuro del que me has sacado.

Jon siguió las señales hacia el aparcamiento de la terminal del aeropuerto.

—No tienes que entrar —dijo Van.

—Sí, lo haré. —Jon se metió las llaves en el bolsillo y abrió la puerta—. Te


besaría, pero si empiezo temo que no te dejaré ir.

Van salió de la camioneta y cogió su maleta del asiento trasero. Cruzó la calle
con Jon hacia el pequeño aeropuerto. Antes de ponerse en la cola para pasar la
seguridad, se movió para quedar delante de Jon y presionó el teléfono en la mano del
hombre.

—Probablemente deberías esperar hasta que llegues a casa para mirar las fotos.

Jon miró a Van.

—Te amo —susurró, las lágrimas llenando sus ojos de nuevo—. Gracias por
tomarte la oportunidad y venir a Wyoming.

A pesar de la gente conservadora a su alrededor, Van atrajo a Jon a sus brazos y


lo besó.

—También te amo. —Restregó sus nudillos a través del morado que


desaparecía en la mejilla de Jon—. Llámame.

—Probablemente te llamaré tan a menudo que te cansarás de mí.

—No es posible. —Van le dio a Jon otro rápido beso antes de dar un paso
atrás—. Cuida de Bill, y dile cuanto lo quiero.

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Jon esperó hasta que Van pasó la seguridad. Se despidió con la mano y se giró
para irse.

—¡Jon! —gritó Van.

Jon se detuvo y se giró.

Van movió su mano desde su corazón a sus labios y le bufó al hombre que
amaba un beso. Jon contestó derramando más lágrimas. Para su sorpresa, Van sentía
que sus ojos le picaban por la respuesta. Jon realmente era el hombre que repararía su
alma rota.
Capítulo Seis

Jon estaba levantado y fuera de la casa antes de que Bill se despertara. Colocó
los cereales, un cuenco y una cuchara junto a una corta nota. Renovando el stock de
la tienda. Vuelvo más tarde, te quiero, Jon.

124
Rápidamente cogió otra caja de tomates y la cargó en la camioneta con los
otros vegetales. El verano había sido increíblemente seco y la recogida era corta, pero
se sentía confiado en que sería suficiente para que pasaran hasta las calabazas de
otoño y los calabacines estaban listos para cosecharlos.

Todavía le sorprendía cuan diferente se sentía sobre sí mismo y la granja desde


que había conocido y se había enamorado de Van. Odiaba admitirlo, incluso para sí
mismo, pero había veces en que se sentía atrapado por sus responsabilidades. Nunca
había pensado que podría ocuparse de la granja y de su abuelo y todavía tener sitio
para el amor, pero de alguna forma sus sueños se habían vuelto realidad.

Después de dos horas llenando las estanterías, Jon finalmente dejó sus tareas
mientras Judy llegaba para empezar su turno.

—Probablemente conseguiré las últimas judías verdes hoy, por lo que cuando
se acaben, se acaban —le dijo.
Despidiéndose, Jon volvió a la camioneta para ir a la granja. Había trabajado
horas de más en los campos, esperando conseguir todos los vegetales que pudiera
antes de que Van viniera. En menos de tres semanas, sería capaz de nuevo de estirarse
en sus brazos.

Jon bajó la mirada a la piel de gallina que se le había puesto por pensarlo. Sip,
era un jodido cachondo, pero nunca se sentía completamente satisfecho después de
las llamadas o videos sexuales con Van. Necesitaba lo de verdad.

Aparcando la camioneta en el granero, Jon decidió entrar y tomarse una taza de


café con su abuelo. Había seguido el consejo de Van y había empezado a hablar
realmente a su abuelo de sus sentimientos. Nunca había pensado que fuera posible,

125
pero se sentía más cerca aún de su abuelo. Un punto para Van.

—Abuelo —gritó, entrando en la casa.

Cuando su mirada aterrizó en el cuenco sin usar y la cuchara, llamó de nuevo.

—¿Abuelo? —Jon llamó ligeramente a la puerta de Bill y esperó a que


respondiera—. ¿Te sientes bien? —Preguntó mientras entraba en el dormitorio.

Bill estaba estirado de espaldas con sus ojos abiertos, pero no se movió para
responder. La respiración de Jon se quedó atascada mientras se movía hacia su
abuelo. Estiró una temblorosa mano y la colocó en el pecho de Bill.

—¿Abuelo?
Entre olas, Van se apartó de la multitud reunida e intentó alcanzar a Jon de
nuevo. Ya le había dejado cuatro mensajes en el teléfono de Jon y tres en el
contestador de su casa y estaba empezando a asustarse.

De nuevo, el mensaje grabado de Jon sonó en su oreja.

—Soy Van de nuevo. Estoy preocupado por ti. Por favor llámame tan pronto

126
como recibas esto.

Van colgó y miró su teléfono. Las llamadas eran caras, pero seguiría
intentándolo hasta que finalmente alcanzara al hombre que amaba. El hecho de que
Bill no contestara en el teléfono de la casa asustaba a Van más que nada.

—¿Has tenido suerte? —preguntó Kai, acercándose a Van.

—No. —Van se pasó la mano por el pelo—. Algo va mal. Lo siento. —La bilis
le subía por la garganta mientras mentalmente imaginaba varios escenarios. Con las
manos temblorosas, le dio su móvil a Kai—. ¿Me harías un favor y llamarías a
algunos de los hospitales más grandes de Sheridan?

—Puedo hacer algo mejor —dijo Quade, uniéndose a ellos. Sacó una lista de
contactos y apretó un botón—. Hola, Ryan, soy Quade. Necesito que me hagas un
favor.

Van se alejó, incapaz de quedarse a escuchar. No le costó mucho tomar una


decisión.

—Me tengo que ir —le dijo a Kai.

—Lo sé, pero espera hasta que Quade acabe con Ryan. Quizá sea algo tan
simple como una tormenta en camino que ha acabado con la electricidad. —Kai
colocó su cabeza contra el hombro de Van.

—Deberías ir a prepararte para la próxima ola —le recordó Van a su estudiante.

—No hasta que descubramos qué pasa. —Kai besó la mejilla de Van antes de ir
hacia Quade.

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Van estaba lo bastante lejos para no poder escuchar el lado de la conversación
de Quade, pero supo el momento en que su amigo recibió malas noticias. Las cejas de
Quade se juntaron y alcanzó a Kai.

¡Joder! Las lágrimas picaban en los ojos de Van mientras esperaba que Quade
acabara con la maldita llamada telefónica y le dijera algo.

—Bill Porter está en la UCI en el Hospital Sheridan Memorial. Ryan dice que
conducirá hasta allí para estar con Jon hasta que podamos llegar —dijo Quade,
acabando la llamada.

—Yo, no nosotros. Kai tiene un torneo que ganar. —Van le cogió su teléfono
que le había dado a Kai.

—No lo haré —discutió Kai—. Eres familia y eso es más que cualquier jodido
torneo de cualquier día de la semana.

Van raramente escuchaba a Kai maldecir, pero la vehemencia tras las palabras
le sorprendió incluso más. Se sentía bien saber que era considerado parte de una
familia y con ese honor venían muchas responsabilidades.

—Vale —dijo—. Ve a retirarte de la competición, y veré si puedo meternos en


el próximo vuelo.

Kai envolvió sus brazos alrededor de Van.

—Te quiero.

Van le devolvió el abrazo a Kai.

—También te quiero, mocoso.

128

Después de treinta y cinco horas seguidas de vuelo y escalas, Van salió del
avión en Sheridan, Wyoming. A pesar de volar en primera clase, apenas había
dormido y estaba seguro de que salía un extraño olor a viaje de él.

—Rio debería esperarnos en la recogida de equipajes —anunció Quade.

—Vosotros id delante. Necesito usar el baño. —Sin esperar respuesta, Van se


metió en el servicio de hombres más cercano. Sacó un montón de toallitas de papel
del dispensador y se dio un baño de esponja. Sabía que no olería como una rosa
cuando acabara, pero al menos no atraería moscas.

En cada parada del camino, Quade había hablado con Ryan. El sheriff había
hecho lo que pudo para conseguir información del personal médico, pero su placa
solo lo llevó hasta allí. Según Ryan, Bill todavía estaba vivo, pero el pronóstico no
era favorable. Él, Nate y Rio se habían turnado para sentarse en el hospital en caso de
que Jon los necesitara, pero hasta el momento Jon se había negado a dejar a su abuelo
para nada más que ir al baño de vez en cuando. Cuando Van le preguntó a Ryan si Jon
estaba comiendo o no, Ryan confirmó que Jon había rechazado la comida ofrecida.

Van tiró la última toalla mojada a la papelera antes de hacerse la cola de


caballo. Mientras se miraba en el espejo, se dio cuenta de que estaba exhausto. Había
volado noche y día para estar al lado de Jon aunque había una parte de él que temía
hacer la última parte del viaje. En más de una ocasión, le había preguntado a Ryan

129
que le diera el mensaje de Jo de que lo llamara por favor, pero cada vez que Van
comprobaba su móvil descubría que tenía mensajes de todos menos de Jon.

¿Qué pasa si Jon no me quiere allí? Mala suerte, decidió mientras se apartó del
espejo para salir del baño.

Para cuando Van llegó a la zona de equipaje, Rio ya se había encargado de la


maleta de Van y estaba hablando tranquilamente con Quade y Kai.

—Gracias —dijo Van, alcanzando el asa de su bolsa—. ¿Alguna noticia?

Cuando Kai se movió hacia él, Van dio un paso atrás. Era obvio por la
expresión en el rostro de Kai que las noticias no eran buenas.

—¿Ha muerto?

—No, pero le dijeron a Ryan que Bill había dejado claro anteriormente al
hospital que no lo pusieran en un respirador o le administraran nutrición por un
tubo—. Kai sacudió la cabeza—. No lo va a conseguir.

Van tragó alrededor del nudo en su garganta.

—¿Y Jon?

—Todavía se niega a dejar a Bill, —contestó Kai.

Asintiendo, Van se dirigió al aparcamiento, esperando que los demás lo


alcanzaran. Aunque estaba muy herido porque Jon se negara a hablarle, se seguía
diciendo que Jon necesitaba sentirlo, no hablar con él. Recordó como había
reaccionado él a la muerte de su padre. Su necesidad de apartarse de la realidad para
absorber el dolor que lo abrumaba. Van también recordó lo que lo había apartad de

130
ese lugar oscuro. A veces, las palabras de consuelo hacían más daño que bien, pero un
abrazo podía decir mucho más sin sonido.

—Cinco minutos, por favor, —suplicó Van a la enfermera. Eran más de las diez
de la noche, y el hospital tenía reglas estrictas contra los no miembros de familia
inmediata en la habitación de los pacientes después de las horas de visita—. Solo
necesito que sepa que estoy aquí para él.

Bill había sido movido de la UCI a una habitación normal después de que la
declaración de voluntades hubiera salido a la luz. Cathy, la enfermera a cargo, estudió
a Van unos minutos.
—Cinco minutos. —Estuvo de acuerdo—. No lo alargues.

Van tiró sus brazos alrededor de la enfermera y la abrazó.

—Gracias.

—Haznos a todos un favor y consigue que Jon coma algo. Estamos empezando
a preocuparnos más por él que por su abuelo —dijo Cathy antes de llevar a Van por el
pasillo.

Van entró en la habitación de Bill silenciosamente y se dirigió hacia la cama.


Su garganta se apretó mientras veía a Jon, su cabeza descansando en el colchón junto
a la cadera de Bill, su mano cubriendo la de su abuelo. Habían pasado casi dos meses

131
desde que había estado lo bastante cerca como para tocar al hombre que amaba, pero
aunque solo estaba a unos pies de él, Van odiaba la idea de despertar a Jon.

Con el reloj corriendo, Van fue incapaz de resistirse. Se arrodilló junto a la silla
de Jon y apartó el cabello oscuro de la frente de su amante.

—Jon.

Jon saltó y se sentó recto mientras se restregaba los ojos. Parpadeó varias veces
antes de enfocarse en Van.

—¿Estás aquí?

Van asintió y lentamente envolvió sus brazos alrededor de Jon.

—Estoy aquí —susurró, abrazándolo fuerte.

Jon enterró su rostro contra el rostro de Van y colapsó, cayendo de la silla a los
brazos de Van. Sacudió la cabeza.

—Él no...

—Lo sé. —Van se suavizó cuando Jon se rompió. Con solo un momento, Van
no tenía tiempo de convencer a Jon de que comiera, pero algo le dijo que Jon
necesitaba más ser sostenido que la necesidad de un bol de sopa.

Van siguió meciendo a Jon adelante y atrás hasta que la puerta se abrió. Miró a
Cathy y silenciosamente le suplicó que le diera más tiempo.

Cathy miró a Bill. Comprobó las vitales y colocó las mantas antes de salir de la
habitación sin una palabra, cerrando la puerta tras ella.

Con Jon en su regazo, Van se echó atrás hasta que fue capaz de apoyarse en la
132
pared. Lentamente, Jon se durmió, todavía encima de Van.

Jon dejó a Van de pie en la puerta mientras seguía a los paramédicos a la


habitación de Bill. Sin más seguro que el del programa de asistencia para mayores de
sesenta y cinco años y sin razón para mantener a su abuelo en el hospital, Jon tomó la
decisión de llevar a Bill a casa. Había necesitado tener una orden de no resucitar por
el Dr. Rouche, pero Abe Rouche había sido el médico de Bill durante años y había
estado de acuerdo en que Bill debería morir en la granja.

—Gracias —le dijo Jon al hombre después de que colocaran a su abuelo en la


cama grande.

—Cuídate —dijo uno de los hombres antes de que salieran de la habitación.

Jon ajustó las mantas de su abuelo antes de de sacar un ungüento labial de su


bolsillo, aplicando una cantidad generosa en los labios de Bill.

—Estás en casa, abuelo. No estoy seguro de si puedes escucharme, pero en mi


corazón, creo que puedes. Van está aquí conmigo junto a sus amigos, por lo que tú y
yo ya no estamos solos.

La mano de Van aterrizó en la cadera de Jon.

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—Nate tiene la comida lista —le dijo a Jon.

—Estaré allí en unos minutos. —Jon le dio a Van un rápido beso antes de
volver a su abuelo. Sabía que en un día o dos más, tendría que facilitar la muerte de
su abuelo con palabras de valentía, pero todavía no estaba listo. Podría parecer
egoísta, pero necesitaba un poco más de tiempo para despedirse. Antes de dejar la
habitación, Jon encendió la televisión y abrió las cortinas—. Se acerca una tormenta.
Sé cuánto te gusta el sonido de la lluvia y los truenos, por lo que abriré un poco la
ventana. —Encontró una toalla y la colocó bajo la ventana para atrapar las gotas de
lluvia que entraran—. Voy a comer, pero volveré para sentarme contigo más tarde.

Jon cerró la puerta tras él mientras dejaba la habitación. Entró en la cocina y


respiró profundamente. Kai, Quade, George y Ryan estaban sentados en la mesa
mientras Nate hacía una gran jarra de té helado. Un gran plato de sándwiches y una
olla de sopa caliente estaba ya en la mesa pero nadie se había movido para comer.
—La sopa se va a enfriar si no coméis.

—Te estábamos esperando —dijo Van, apartando una silla para Jon.

Jon odiaba decirle a Van que no tenía hambre. Había hecho lo que pudo los
otros días para comer algo para tranquilizar la mente de Van, pero la comida no le
sabía a nada.

—Gracias. —Se sentó y alcanzó la olla, sabiendo que la sopa bajaría mejor que
un sándwich—. ¿Has escuchado alguna novedad del tiempo?

—Nada nuevo —contestó Ryan—. Alertas de tormenta, pero la lluvia se


supone que no caerá hasta dentro de unas horas. Evidentemente va a golpear fuerte,

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rápido y pasará.

Jon miró a Van después de llenar su cuenco.

—La abuela y el abuelo solían sentarse en el porche delantero antes de una


tormenta. Decían que les gustaba el olor del aire viciado porque les recordaba al
campo.

—Llueve casi cada día en Oahu —dijo Kai antes de darle un mordisco a su
sándwich.

Nate colocó un vaso de té delante de Jon.

—Gracias. —Jon le dio un sorbo. Normalmente estaba en contra del te


endulzado, pero se bebió lo que Nate había preparado. Sabía que George había
venido a apoyar a Van, pero también porque estaba entrenado en manejar
emergencias. Jon estaba seguro de que como el jefe de bomberos de Cattle Valley,
George había visto muchas situaciones similares.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó sin añadir el resto de la obvia pregunta.

—Otro día o dos. El cuerpo humano puede sobrevivir mucho sin fluidos —
George explicó. Colocó sus antebrazos en la mesa y se inclinó hacia Jon—. Por lo
que parece, en este tipo de situación, creo que contra más rápido se va alguien, es lo
mejor.

Jon sabía que George estaba intentando hacerle sentir mejor por su decisión de
llevar a su abuelo a casa. Bill había sido específico en su declaración de voluntades
anticipadas, por lo que realmente no era el lugar de Jon el opinar sobre ello.

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Un trueno sonó en la distancia. Jon se levantó y cogió una gran taza del
armario.

—Si no os importa, creo que me tomaré mi sopa afuera. —Colocó la sopa del
cuenco a la taza y dejó la cocina sin otra palabra.

No le llevó mucho tiempo a Van seguirle. Se sentó junto a Jon en el balancín


del porche y colocó un brazo en su espalda.

Jon tenía que darle a Van el crédito que merecía. Raramente Van ofrecía su
opinión sobre el cuidado de Bill a menos que se la pidiera expresamente. Parecía que
todo lo que le preocupaba a Van era asegurarse de estar ahí ara Jon, y Jon no podía
haberlo apreciado más.

George salió de la casa.

—Acabo de recibir noticias de la tormenta. Ha habido daños por el viento a


una hora de aquí.

Jon le pasó la taza sin tocar de sopa a Van.

—Necesito recoger tantos vegetales como pueda.

—Déjanos hacerlo a nosotros —ofreció Van—. Puedes quedarte dentro con


Bill.

Jon se levantó sacudiendo la cabeza.

—Necesito hacerlo.

Van miró a Jon unos momentos antes de asentir.

—Vale, pero ten cuidado. Cuando los truenos se acerquen tienes que entrar.
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Jon se inclinó y le dio a Van un suave beso.

—Te amo.

—Y yo a ti —Van susurró contra los labios de Jon.

Mientras George se sentaba con Bill, Van se levantó del porche a pesar del
torrente de lluvia que le mojaba la cara y la ropa. Observó a Jon llevando pepinos,
berenjenas, coles y delicadas hierbas al granero.
—Esto te está matando, ¿no? —preguntó Kai desde la puerta.

—Es lo que necesita —contestó Van. Mirando por encima del hombro a su
amigo—. Pero sí, no hay nada que quisiera hacer más que ayudarlo.

—Está bastante mal aquí fuera. Quizá es el momento de que lo convenzas de


que entre.

A pesar de la suplica anterior de Van, sabía que Jon no pararía hasta que tuviera
todo lo que pudiera meter con seguridad en el granero.

—No, pero creo que es el momento de ayudarle.

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—¿Qué pasa con nosotros? —preguntó Kai.

—Será lo bastante duro si le ayudo. Creo que lo mejor sería si os quedáis


dentro —dijo Van—. Dame uno de esos sombreros del vestíbulo.

Kai desapareció pero volvió en segundos. Tenía dos sombreros.

—¿Fieltro o paja?

Van cogió el Stetson de fieltro, sabiendo que lo protegería más. Supuso que
probablemente también se arruinaría, pero le compraría otro a Jon si lo necesitaba. Se
dirigió hacia el jardín en busca de Jon.

Van rodeó la esquina del granero y se detuvo. Jon estaba inclinado sobre un
cajón de plástico de melones con su rostro en las manos. Van podía decir por el modo
en que todo el cuerpo de Jon temblaba que estaba llorando.

Sin decir nada, Van gentilmente colocó el sombrero de Cowboy en la cabeza de


Jon antes de moverse hacia la siguiente vid.

Jon agarró la muñeca de Van antes de que pudiera coger nada.

—Acaba con los pepinos. Los melones pueden ser engañosos si no sabes
cuando están maduros.

Así, Jon aceptó el lugar de Van a su lado en el jardín. Van siguió recogiendo
pepinos hasta que solo quedaron los más pequeños. Llevó el cajón al granero antes de
volver al jardín.

—¿Qué más?

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Jon le pasó a Van un pequeño cuchillo apuntando al brócoli.

—Corta toda la planta desde la base si las cabezas son lo bastante grandes —
gritó por encima de la furiosa tormenta.

Van hizo lo que le dijo. La mayoría de las cabezas parecían demasiado


pequeñas para recogerlas, por lo que hizo lo mejor para decidirse, recordando los
brócolis que veía en las tiendas para coger los de tamaño correcto. Cuando un rayo
sonó cerca, Van cogió el cajón y se acercó a Jon.

—Se está poniendo peligroso.

—Casi acabo —le dijo Jon.

Jon sabía que la determinación de Jon crecía más por la pena que por la
necesidad, y mientras estuvieran fuera e intentara darle a Jon lo que necesitaba, Van
no podía dejarlo. Esperó hasta que Jon recogió la mayoría de melones antes de volver
a avisarle.

—¡Jon! Es suficiente.

Jon saltó mientras un fuerte trueno llenaba el aire. Echó la cabeza atrás, miró al
cielo y sonrió.

—La abuela debe estar de acuerdo contigo.

Era la primera vez desde que Van había llegado que había visto otra emoción a
parte del dolor y la pena en el hermoso rostro de Jon. Van tomó la oportunidad de
coger el cajón de melones.

139
—Vamos al granero.

Jon asintió y lo siguió.

Cuando estuvieron dentro de la seguridad de la vieja estructura de madera, Van


encontró una caja de trapos limpios y los usó para secar el rostro de Jon antes de
ocuparse del suyo. Jon sacudió su sombrero y lo colgó en un gancho mientras Van
colocaba dos balas de heno lo bastante lejos de la puerta como para mantenerlos
secos.

—No parece que vaya a parar pronto —comentó, colocándose junto a Jon.

—Sí. Creo que es el regalo de la abuela al abuelo. —Jon se inclinó a un lado


hasta que colocó su cabeza en Van—. No quiero que me deje, pero creo que la abuela
está lista para él.

Van recordó lo que el doctor le había dicho a Jon antes de que dejaran el
hospital. Envolvió sus brazos alrededor de Jon y le besó el la mojada cabeza.

—¿Quizá deberías decirle eso?

—Sí. —Jon se apartó de los brazos de Van y se levantó—. ¿Te quedarás


conmigo mientras lo hago?

—Por supuesto. —Van cogió el sombrero de Jon y se lo colocó en la cabeza de


nuevo—. No te dejaré de nuevo, a menos que me lo pidas.

140
Mojado, Jon entró en la habitación de su abuelo y de inmediato notó la ventana
cerrada. Aunque apreciaba que George pensara en los suelos de cien años, no era lo
que su abuelo hubiera querido.

—¿Cómo está?

George sacudió la cabeza.

—Su pulso se ha ralentizado y su respiración es más irregular.

Jon tiró el sombrero al suelo y caminó hacia el baño. Con un tirón arrancó la
cortina de la ducha de los ganchos y la llevó al dormitorio.

—Aprecio que te sentaras con él, pero ahora y me encargaré yo.

George apretó la mano de Bill antes de asentir hacia Jon.


—Estaré en la cocina.

—Gracias. —Jon estiró la cortina de plástico en el suelo y abrió la ventana


tanto como pudo. Miró a Van que había empezado a desnudarse.

—¿Me harías un favor e irías a mi habitación y pillarías un par de pantalones?

—Claro.

Jon se quitó la ropa mojada y la tiró en la ducha de discapacitados junto a sus


botas. Cuando Van llegó, con un par de pantalones, Jon estaba desnudo delante de la
ventana.

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—No creo que vuelva a sentir nunca la lluvia sin pensar en mis abuelos —
susurró.

Van apartó a Jon de la ventana y gentilmente lo secó con una toalla antes de
ayudarle a ponerse los pantalones.

—¿Eso es algo bueno?

Jon sonrió a Van.

—Un poco agridulce, pero sí. —Subió a la cama y abrazó a su abuelo antes de
poner espacio entre ellos.

Van no perdió tiempo en presionarse contra la espalda de Jon. Sintiéndose


amado y a salvo, Jon cerró sus ojos. No quería que las últimas horas de Bill en la
Tierra fueran tristes. Estaba agradecido de que su abuelo no pareciera sufrir ningún
dolor a pesar del hecho de que su cuerpo estaba empezando a apagarse.
—Recuerdo la primera vez que mi abuelo me dio un azote después de que
viniera a vivir con ellos. —Jon sonrió—. Lo merecía completamente. Realmente,
creo que necesitaba saber cuánto podía empujarlos antes de que me lo devolvieran.
La abuela Dorothy me dijo que no podía salir de mi habitación hasta que no la
hubiera limpiado, pero no quería hacerlo, por lo que salté por la ventana y subí al
tejado. —Jon abrazó a su abuelo—. ¿Lo recuerdas? Cuando fue la hora de la cena, el
abuelo subió para encontrar que la habitación todavía era un desastre pero no estaba
su nieto. Ambos se pusieron frenéticos llamándome dentro de la casa luego fuera,
mientras estaba sentado en el techo riendo y viéndolo todo.

—Sí, creo que te merecías un azote por eso.

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—Sí, pero no fue el azote lo que me enseñó una lección. Fueron las lágrimas
que bajaban por las mejillas de mi abuelo mientras me lo daba. —Jon se secó sus
propias lágrimas mientras recordaba—. Esa fue la última vez que lo hizo.

Van besó a Jon en el cuello pero no dijo nada.

—No fui exactamente un ángel después de eso, pero el abuelo rápidamente


descubrió que castigarme y ponerme a trabajar era el mejor disuasivo cuando me
pasaba de la raya. —Jon cogió aire profundamente antes de seguir con otra historia.
Tenía muchas. La mayoría de sus recuerdos centrados en sus abuelos y esperaba
recordarle a su abuelo tantos como pudiera antes de que cogiera su último aliento.
Dos días después del funeral de Bill, Van llevó a Kai y Quade al aeropuerto.
Apreciaba el apoyo de sus amigos más de lo podría expresarlo nunca, pero era el
momento de que él y Jon pensaran en qué vendría después.

Van llegó a la granja para encontrar la casa vacía. Sabía que Jon estaba
esperando la visita del abogado de Bill, por lo que su amor tenía que estar por los
alrededores. Después de comprobar el granero y los jardines, Van se dirigió al arroyo.

Como esperaba, Jon estaba sentado en el banco que su abuelo había hecho.

—Hey —dijo Van, anunciando su presencia—. ¿Te importa si me uno?

Jon se echó a un lado.

—¿Llegaron Kai y Quade bien?


143
—Sí. —Van notó los papeles apretados en la mano de Jon y asumió que era el
testamento de Bill.

—El abuelo me dejó la granja con una condición —empezó Jon.

—Vale. —Van esperó a que Jon continuara.

—Tengo que venderla. —Jon miró a Van por primera vez desde que se sentó—.
No tiene sentido.

Aunque Jon no conocía a Bill tan bien como Jon, pensó que podía entenderlo.
Tragó alrededor del nudo en su garganta por la emoción.

—Bill no quería que te quedaras en la granja como una obligación. Sabía que
volviste por él, y no quería que te quedaras después de su muerte por la misma razón.
Jon tiró los papeles al suelo.

—¿Por qué eso debería ser elección suya?

—Porque sabía que tú debías ser algo más que un granjero. No estoy diciendo
que haya nada de malo en trabajar en la tierra, pero sabía que no te apasionaba —
intentó explicar Van, esperando hacerlo bien.

Jon señaló el arroyo y los árboles que los rodeaban.

—Pero aquí es donde están mis recuerdos. Aquí es donde me siento más
cercano a ellos. ¿Cómo puedo solo alejarme de ellos?

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Van pensó en su propia casa y en todas las razones por las que se negaba a
tirarla y construir algo más bonito en su lugar. Se inclinó y recogió los papeles.

—Dice que debes venderla, pero no dice que yo no pueda comprarla y


devolvértela.

—¿Harías eso? No pensé que te gustara trabajar en el jardín.

—¿Honestamente? La única parte que me gusta es estar contigo, pero esto no


se trata de los vegetales, ¿no? —Van no sentía la conexión con la graja como Jon lo
hacía, pero estaba seguro de que Jon no se sentiría tan conectado a su choza como
Van. El compromiso era la clave de la situación si ambos podían mantener las casas
que amaban—. Podemos dividir nuestro tiempo entre aquí y Oahu si queremos. No
estoy seguro de querer pasar todo el verano trabajando en los jardines, pero sí al
menos unos meses antes de que se ponga realmente caliente.

—Mejor aún, quizá podamos alquilar la tierra a uno de los granjeros de los
alrededores y solo mantener la casa con acceso al resto de las tierras —ofreció Jon.

—Esa idea me gusta más —admitió Van.

Jon cogió el testamento de la mano de Van y lo tiró al banco antes de moverse


para montar el regazo de Van.

—¿Puedo hacer una confesión ahora?

Van ajustó a Jon a una posición más cómoda.

—Claro.

—No puedo esperar a mudarme a Oahu.

—Y yo no puedo esperar a compartir mi casa contigo —susurró Van antes de


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inclinarse para un profundo beso.
Epílogo

Jon sacó de la camioneta las bolsas reutilizables de la tienda. Las llevó a la


casa, parándose lo bastante para sacudirse la tierra de las sandalias antes de entrar.
Después de colocar la compra en la encimera, guardó los alimentos perecederos antes
de ir a buscar a Van.

En el mes que llevaba viviendo con Van, Jon se había acostumbrado a la vida
146
relajada que disfrutaba Van y la mayoría de los otros residentes de la isla. Se las había
arreglado para encontrar un trabajo de cuatro horas al día en una pequeña emisora de
radio. El trabajo le permitía no solo ganar lo suficiente para vivir sino que además le
daba tiempo para sus otras pasiones, básicamente el sexo con Van y aprender surf.
Todavía era malo surfeando, pero ya se había convertido en un profesional
complaciendo a Van en el dormitorio y donde sea que acabaran.

Le tomó a Jon dos segundos notar a Van a través de la ventana trasera. Estirado
desnudo en una hamaca, Van estaba disfrutando de la fría brisa del océano mientras
se mecía adelante y atrás. Jon se bajó los pantalones, se ató un pareo alrededor de la
cintura, y alcanzó la botella de lubricante que mantenían en uno de los cajones de la
cocina.

—¿Necesitas una bebida? —gritó desde la ventana.


—Agua sería genial —contestó Van, su mano alcanzando su polla.

Jon sonrió mientras se lubricaba su agujero. Follar en la hamaca rápidamente


se había convertido en uno de sus pasatiempos favoritos y lo hacían a menudo.
Preparado, agarró dos botellas de agua de la nevera y las llevó fuera.

Aunque las playas en Oahu no eran privadas, en la remota propiedad de Van


raramente había visitantes. Aunque si algún turista ocasional o nativo pasaba, no
parecía importarles si Jon o Van llevaban ropa o no. Jon todavía no estaba seguro de
si era porque habían crecido acostumbrados a Van y su padre corriendo desnudos o si
era otra elección de estilo de vida que los isleños aceptaban. Dicho eso, los dos
todavía no habían sido atrapados follando, y pretendía que siguiera siendo así.

Jon le pasó a Van la botella y miró la erección de Van en su mano.


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—¿Eso es por mí?

—Nadie más. —Van dio un par de tragos a su agua antes de taparla y colocarla
en la mesilla junto a la hamaca—. ¿Por qué estás tapado?

—Vi a un par de personas caminando por la playa cuando conducía hacia casa.
—Jon colocó su botella junto a Van antes de estirarse para colocarse sobre el hombre
que amaba—. ¿Qué has hecho hoy?

Van apartó la parte de atrás del pareo de Jon y empezó a meter un dedo en su
agujero lubricado.

—Vi la grabación del último torneo de Kai. Nos pidió que nos reuniéramos con
ellos en Portugal para el siguiente, pero le dije que teníamos que pasar esta vez.
—Podemos ir si quieres. —Jon removió su culo, silenciosamente pidiendo
más. Le encantaba la facilidad con la que hacían el amor.

Van obedeció los deseos de Jon y añadió otro dedo.

—Estoy disfrutando aquí. Además, estarán en casa después del torneo. El


último es aquí en Oahu antes de que empiece el parón de invierno.

Jon suspiró. A menudo se preguntaba si Van empezaría a echar de menos el ser


entrenador, pero le había dejado claro a Van que lo apoyaría decidiera lo que
decidiera. Aunque para ser honestos, realmente no le gustaba la idea de que Van
trabajara con un joven semental. Si llegaba el momento en que Van quisiera volver,

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Jon había decidido animarlo a que entrenara a mujeres.

—Dentro —masculló mientras el cálido día empezaba a debilitar su energía.

Van rió y quitó sus dedos para remplazarlos por su polla. Sus sesiones de la
tarde en la hamaca no eran tanto para correrse como para sentirse conectados el uno
con el otro.

—Perfecto —gimió Jon. La hamaca se mecía adelante y atrás lo bastante para


recordarle que estaba lleno con la polla de Van pero no lo bastante como para
adormilarse. Era su forma, la forma fácil, la forma de la isla.

Fin
Coordinación de Proyectos

Pervy

Traductora

Vero
149
Correctora

Laavic

Portada, Diseño y Formato

Pervy
150

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Marzo 2014

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