Carol Lynne - Serie Cattle Valley - 29 Encontrando La Absolución
Carol Lynne - Serie Cattle Valley - 29 Encontrando La Absolución
Carol Lynne - Serie Cattle Valley - 29 Encontrando La Absolución
Dulce Glasé - 3
Dura Monta - 4
Terapia Física - 5
Fuera de la Sombra - 6
Chico Malo - 7
Sonido el Blanco - 8
Vamos a Sulfear - 9
El último Ramo - 10
Doblado, No caído – 13
Dulce Decoración – 14
Recetas de Amor - 15
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Con Honores- 19
Servicio y Protección - 20
A la manera de O’Brien - 21
Fantasmas del Pasado - 22
El Descanso de Hawk - 23
Estrella Fugaz - 24
Confesiones - 25
Solo en la Multitud - 27
Segundas Oportunidades – 28
3
Encontrando la Absolución - 29
Carol Lynne
Sinopsis
¿Cómo pueden encontrar dos hombres un término medio cuando uno se gana
la vida en tierra y el otro con el surf?
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Presionado por sus amigos Kai y Quade, Van Duggins viaja de Oahu a
Wyoming para la celebración anual del Cattle Valley Days. Acostumbrado a surfear
cada día, Van espera aburrirse sin el océano a la vista. Lo que no esperaba era conocer
a un hombre que cambiaría su vida para siempre.
Criado por sus abuelos, Jon Porter vuelve a casa después de la universidad para
ayudar a su abuelo enfermo a cuidar de la granja de la familia. No le importaba dejar
su carrera para ayudar al hombre que lo había criado, pero su situación había sido
dura para su vida amorosa.
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—¿Kai te habló sobre Wyoming? —preguntó Quade Madison, el compañero de
Kai.
—Lo mencionó. —Van miró a Quade. Odiaba admitirlo, pero al final el tipo le
gustaba, y Kai definitivamente surfeaba mejor con Quade alrededor. Por desgracia,
que le gustara Quade y seguirlo con Kai a Cattle Valley no era lo mismo. Nunca en su
vida había estado rodeado de tierra. La mera idea de no ser capaz de ver el brillante
azul del océano hacía que a Van se le retorciera el estómago—. No es mi idea de unas
vacaciones —masculló.
—No tienes que preocuparte de eso, en Wyoming también hay aire. —Quade
se rió y palmeó la espalda de Van—. Significaría mucho para Kai que vinieras con
nosotros.
—Que gracioso, Kai me dijo que esto significaba mucho para ti. —Sonrió
Van—. ¿Entonces cuál es la verdadera razón por la que queréis que vaya a ese
festival en medio de ninguna parte?
Van había preparado una excusa para librarse de las vacaciones planeadas, pero
no podía poner las palabras en su boca. Quade no había hecho más que apoyar el
entrenamiento y la carrera de Kai, y raramente pedía algo a cambio.
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—Tendré que irme justo cuando acabe el carnaval o lo que sea.
Quade se rió.
Van gruñó.
Kai sonrió.
—Casi me cago con esa última ola, pero recordé lo que me enseñaste y golpeé
la orilla perfectamente.
No había mucho que no le hubiera enseñado a Kai, y el chico nunca olvidaba
una sola lección. En poco tiempo Van se volvería obsoleto para el hombre que había
crecido a su lado. Sin embargo, había todavía una cosa que la rata de plata se negaba
a meter en su cabeza.
—El lenguaje —advirtió. ¿Cuántas veces le había explicado a Kai que odiaba
la jerga?
Van abrazo a Kai. Ambos sabían la verdad, pero era bueno escuchar esas
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palabras.
—Será mejor que aproveches para comer algo mientras puedas. —Soltó a Kai
y dio un paso atrás.
—Creo que iré a casa y pillaré algunas olas mientras pueda. —Le guiñó el ojo
a Kai—. No hay muchas de esas en Wyoming.
—He decidido que no puedo irme a la tumba sin haber visto un rodeo. —Van
se bajó las gafas de sol—. ¿Cuándo nos vamos?
—El miércoles —contestó Kai—. Te reservé un asiento solo por si acaso.
Asintiendo, Van se dirigió a su Jeep. Se quitó la coleta que sostenía el pelo que
le llegaba por los hombros y se dirigió al aparcamiento. Conducir por la costa con la
brisa del océano en su rostro siempre hacía que se sintiera libre. Pasó los primeros
ocho años de su vida en un apartamento deprimente en Central Park West en
Manhattan con su madre que solo lo usaba para conseguir dinero de su padre
mensualmente.
Van había crecido creyendo que su padre era un rico hijo de puta que no se
preocupaba por él. No fue hasta que su madre había sido invitada a Europa durante el
verano con su nuevo amante cuando informó a Van que tenía que ir a Oahu para
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quedarse con su padre, cuando conoció al hombre por primera vez.
Había quedado claro en su primera visita a Oahu que su padre no era el hombre
rico que pensaba que era. En su lugar, Jimmy Duggins había tenido dos trabajos,
cultivado su propia comida y vivido en una casa que apenas era más que una choza
para poder pagar el dinero que la madre de Van había pedido como ayuda para
criarlo.
—Me voy a Wyoming —le dijo Van a la casa. Por petición de su padre, Van
había incinerado el cuerpo de su padre después de que muriera y había esparcido las
cenizas alrededor del patio y en la playa, convirtiendo el maldito lugar en suyo para
siempre—. ¿Alguna vez pensaste que me verías en un rodeo? —Van se negaba a
admitirlo ante Quade, pero contra más pensaba en ir a la competición más
entusiasmado se ponía.
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cabaña era su aislamiento, algo que anhelaba cuando no lo tenía.
La fila de tablas de surf que se apoyaban contra la casa eran como antiguos
guerreros que diariamente le recordaban su pasado. Pasó una mano por la tabla
amarillo pálido que era la favorita de su padre antes de pasar por delante de la cara
tabla que su ex-estudiante y amante, Blain Hardesty, le había dado como
agradecimiento.
Blain. Van envolvió sus brazos alrededor de la larga tabla y colocó su mejilla
contra la suave superficie. No pasaba un día sin que echara de menos a Blain.
Muchos en la comunidad del surf todavía culpaban a Van por la muerte de Blain, y
había días en que estaba de acuerdo con ellos. El día antes de la competición, Van
había sido forzado a decirle a Blain que no era lo bastante bueno para hacer el
Duggin's Slide, una maniobra que Van había hecho famosa cuando había competido.
Surgió una gran pelea entre ellos y Blain había salido corriendo del bar. Cuando había
llegado a la competición, todavía sufría los efectos del alcohol que se había bebido.
Cuando Van intentó convencer a Blain de que no estaba en forma para surfear, se
encendió y le dijo que era un surfero eliminado que no quería compartir la gloria.
Herido y enfadado, Van soltó muchos improperios antes de irse.
Van jadeó por los recuerdos que amenazaban con hacerlo vomitar. Blain había
muerto ocho años antes y no había ni una sola noche en la que Van no estirara la
mano por la noche mientras dormía para alcanzarlo.
Demonios, quizá le vendría bien estar un poco de tiempo alejado del agua, de
los recuerdos. Soltó esa tabla y cogió la más fea bajo su brazo. Su padre le había dado
la tabla de competición cuando se dio cuenta del potencial de Van.
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Corrió hacia el agua. Y giró su tabla para mirar a la cabaña. La soledad que su
casa le ofrecía siempre había hecho un buen trabajo para tranquilizarlo más que los
caros loqueros a los que había ido después de la tragedia que se había llevado la vida
de Blain. Se preguntó cómo le iría en un pueblo sin océano.
Jon Porter se quitó las sucias botas antes de correr por la puerta de atrás. Abrió
la nevera y sacó las sobras de lasaña.
—Sí. El rodeo empieza esta noche. Pensé que te lo había dicho esta mañana. —
Sabía de hecho que le había contado los planes a su abuelo durante el desayuno.
Infiernos, habían pasado casi veinte minutos recordando los días de gloria del abuelo
Porter en el circuito de rodeo. Por supuesto, eso fue antes de que su abuelo se
asentara y comprara la granja con Dorothy, su mujer durante cincuenta y ocho años.
Habían pasado seis años desde que el cáncer acabó con la vida de la abuela, cinco
desde que Jon había dejado el trabajo de sus sueños en una agencia de publicidad
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para volver a casa y cuidar del abuelo después de que un accidente lo dejara
necesitado de ayuda.
Jon sacó la comida del microondas segundos antes de que el tiempo acabara.
Colocó el plato delante de su abuelo.
Dejando a su abuelo con sus recuerdos, Jon subió las escaleras de atrás hacia su
habitación del segundo piso. Se quitó la ropa sucia de trabajo y la tiró en el cesto. Ya
que su abuelo usaba una silla de ruedas, habían colocado su cuarto en la vieja cocina
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de abajo, dejando todo el segundo piso para Jon.
Cuando estuvo limpio, Jon volvió a su dormitorio. Sacó su caja secreta del
armario y la colocó en el colchón. Con la tapa abierta, pasó las manos por la suave
ropa interior de satén, seda y de poliester que había dentro. Cuando un poco de encaje
se enredó en sus callos, apartó la mano.
Si pudiera hacer lo que quisiera, llevaría estas prendas sexys cada día, pero
para el duro trabajo que hacía cada día era más adecuado el aburrido algodón. Se
preguntó cuál de estas le gustaría más a Guy. No es como si alguna vez tuviera alguna
oportunidad con el atleta, pero en su mente, todos los hombres tenían que igualar a
Guy. Seleccionando un par de shorts de chico rojos de seda, se los puso. Suspiró
cuando el material acarició su polla y bolas.
Sonriendo, flexionó sus músculos. Podía ser más bajo y delgado que muchos
hombres, pero su cuerpo era una roca dura y definida después de horas trabajando en
la granja. Su gusto en ropa interior no tenía nada que ver con la necesidad de sentirse
como una mujer más que por sus deseos por los hombres. Era simplemente el modo
en que era, y aunque nunca había confesado su amor por la suave ropa interior,
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sospechaba que su abuelo sabía que era gay. No era algo que hubieran hablado, pero
sus abuelos lo habían criado desde que tenía ocho años, por lo que... ¿cómo podrían
no saberlo?
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Vaqueros
—No me importa mientras pueda conseguir algo de comer en la siguiente hora
o así —contestó Van. El vuelo había sido demasiado malo, pero la comida que habían
servido en la primera clase apestaba. Aún así, hasta ahora el escenario era decente.
No había esperado tantas colinas y montañas, pero sabía muy poco de Wyoming.
Van devolvió su atención al paisaje. Eran unos minutos después de las ocho y
el sol estaba empezando a bajar en el cielo, dándole a todo el valle un tono rosado.
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Las luces en la distancia captaron su atención.
—Esos son los terrenos del rodeo. Deberían estar haciendo las preliminares
ahora.
—¿Te importaría dejarme allí antes de que vayáis al pueblo? Supongo que
tendrán perritos calientes y mierdas. —Van sacó una goma de pelo del bolsillo de su
maleta de mano y reunió su cabello en la nuca.
—No me importa. Suelo ir a las seis noches de rodeo, pero no quiero obligaros
a ninguno de vosotros —contestó Quade. Alzó la mano de Kai a su boca y la besó—.
¿Te apetece ver a unos cowboy, cariño? —Sonrió—. Venden los mejores buñuelos al
oeste de Mississippi.
—¡Vendido! —declaró Kai.
—Sí, bueno, así voy a sobresalir demasiado. —Van salió del vehículo y abrió el
maletero. Abrió la maleta y cogió el único par de jeans que había empacado. Suave
tela desteñida rozó sus manos y lo agarró—. Lo tengo.
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Los calcetines fueron fáciles, esos que siempre dejaba en el bolsillo lateral. Por
primera vez en su vida, deseaba tener un par de botas de cowboy, pero las botas en
Oahu sobresalían tanto como las sandalias en Wyoming. Sacó un par de zapatillas y
decidió que tenían que valer. Moviéndose al lado de la SUV, no perdió tiempo en
quitarse los shorts, y en menos de un minuto volvió al vehículo.
—Vale.
—No, pero no quiero verme como un idiota. —Van movió su asiento tan atrás
como pudo y se puso los calcetines y las bambas. Se negó a sentirse culpable por
cambiarse. Se había prometido que aprovecharía la semana y por Dios que eso era
exactamente lo que haría.
Un hombre guapo en la entrada empezó a reír cuando notó a Quade. Se acercó
a la SUV y se inclinó contra la ventana abierta.
—Bien.
Rio rió.
—¿Cuál?
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—El diminuto que se preocupa más por verse bien que hacer las cosas bien —
contestó Quade.
—Nate está haciendo un mejor trabajo del que tú hiciste, hijo de puta. —Miró
al rededor de Quade a Kai—. Es bueno tenerte de vuelta en el pueblo. Vi tu nombre
en el periódico aquí hace poco. Parece que el surf te va bien.
—Ha sido un buen año. —Kai señaló a Van—. Este es mi entrenador, Van
Duggins. Finalmente lo convencimos de que viniera con nosotros tierra adentro.
Rio metió el brazo por la ventana, rozando el rostro de Quade, y alcanzó a Van.
—Entonces has venido al lugar adecuado. —Un claxon sonó tras la SUV,
llamando la atención de Rio—. Sí, sí, agarrad vuestros caballos. —Palmeó a Quade
en el hombro—. Llámame por la mañana. Quizá puedas convencerme para pescar
mientras estás aquí.
Van había escuchado a ambos hablando del trío, pero todavía no creía que fuera
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posible que tres hombres se enamoraran. Joder, quizá, pero no el tipo de amor “para
siempre” necesario para que una relación funcionara. Salió de la SUV y estiró los
brazos sobre la cabeza.
—Creo que daré una vuelta para ver que hay para comer antes de sentarme en
esas gradas.
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tan malo. Solo estaba molido por los años en la tabla de surf.
Van se detuvo junto a unos toros y se maravilló por su tamaño. Había buscado
online antes del viaje para saber qué había en un rodeo para poder seguir las
competiciones con algún sentido de lo que pasaba. Sin embargo los toros de su
portátil de trece pulgadas no se veían tan grandes como los que tenía delante.
—Solía. —Extendió su mano—. Shep Black —se presentó—. Esos son mis
toros.
Shep sonrió.
—Quade es uno de mis viejos amigos. Después de que empezara a salir con
Kai, empecé a seguir los resultados de las competiciones. —Shep miró alrededor—.
¿Están aquí?
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—Sí. —Van asintió hacia la arena—. En las gradas supongo.
—Por cierto, los peores toros están allí en rediles individuales. —Shep
sonrió—. Solo no te acerques demasiado.
Van rió.
Van cambió su atención a los rediles que Shep había señalado. Estaba pasando
por un granero abierto cuando escuchó un fuerte gemido. Asustado de que alguien
estuviera herido, decidió investigar.
—Deja de luchar, pequeña puta —contestó otro hombre. Estaba claro por su
vocabulario que había bebido demasiados vasos de cerveza.
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—No es asunto tuyo —dijo el hombre, con su cabeza cayendo a un lado por su
estado ebrio.
Van intentó mirar alrededor del idiota hacia el hombre en el suelo. Los ojos del
tipo estaban llenos de miedo.
El hombre resopló.
—Dije, ¡no te metas! Jon ha estado suplicando por esto toda la noche. —Miró
al hombre atrapado bajo él—. Se me prometió un culo, y no me voy a ir hasta que
descubra qué se esconde debajo de estos shorts femeninos.
El golpe hizo que el cowboy perdiera el equilibrio, pero antes de que Jon
pudiera salir de debajo de él, el cowboy se las arregló para golpear con su puño la
cara de Jon.
Van apretó sus puños. Habían pasado años desde que había estado en una
pelea, pero no había forma de que permitiera que el idiota le pusiera otra mano
encima de Jon.
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El cowboy grande se levantó y se volvió a meter la polla en los jeans.
Van sabía por Kai que Ryan Blackfeather era el sheriff, y por lo que había
escuchado el cowboy tenía razón en preocuparse. Se arrodilló junto a Jon. Aunque
más que apreciar la vista, se sintió un pervertido comiéndoselo con los ojos. Sea
dicho, dudaba que pudiera olvidar nunca esos shorts sexys.
—¿Estás bien?
Van se levantó.
—No tienes nada que lamentar. —Ladeó la mandíbula de Jon hacia la derecha
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y arriba—. Vas a tener un hematoma. ¿Quién coño era ese tipo?
—Sí, ese tipo que estaba aquí. ¿Cuál es su nombre? —reiteró Van.
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Guy también significa tipo, de ahí la confusión
—Joder, ahora le dirá a todo el mundo que se aleje de mí.
—Lo dudo. Tienes todo el derecho a poner una queja con la policía por lo que
hizo. —Van cogió otro fardo y lo llevó junto a Jon para sentarse—. ¿Por qué te
preocuparías por lo que ese cabrón piensa o dice?
—Van Duggins.
—¿Dónde estás? Te lo estás perdiendo —dijo Quade tan pronto como Van
contestó.
—Solo hablando con un nuevo amigo. Llegaré pronto. —Van sonrió a Jon y
puso los ojos en blanco.
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Jon se levantó y cogió su sombrero de cowboy que obviamente había caído
detrás de los fardos en la escaramuza con Guy.
—Creo que he tenido suficiente por una noche. —Se puso el sombrero—. Por
favor hazme un favor y no le digas a nadie lo de la ropa interior.
Jon se encogió.
—¿Vives allí? —Van esperaba ver a Jon alrededor el siguiente día o dos.
Jon rió.
—Gay. Seriamente dudo que haya muchos hombres por aquí a los que les guste
la ropa interior de seda. —Se mordió el labio—. Tomé un gran riesgo incluso
llevándola esta noche, pero esperaba... —Su voz cayó mientras sacudía la cabeza—.
Debes pensar que soy algún tipo de rarito.
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—¿De verdad lo piensas?
Jon sacó su cartera del bolsillo trasero y le dio a Van una carta de presentación.
—Solo por si te aburres mientras estás aquí. Si mi abuelo contesta dile que
necesitas hablar conmigo sobre el heno.
Jon asintió.
—Pero no siempre estoy allí. Tengo una señora que la lleva por mi cuando
estoy fuera en los campos. —Le habló a Van sobre dejar su trabajo y volver a la
granja cuando su abuelo se puso enfermo. Era obvio para Van que Jon preferiría usar
su talento en diseños gráficos, pero nunca dijo nada sobre lamentar su decisión.
—¿Qué pasa con Guy? ¿Quieres que vaya contigo a poner una denuncia?
—No. No creo que lo hubiera hecho si no hubiera estado borracho. Por lo que
he escuchado normalmente es un buen hombre. Lo último que quiero es causarle
problemas.
—Eres mejor persona que yo, eso seguro. —Van se levantó y extendió su
mano. Aunque conocía a Jon de muy poco, respetaba al hombre—. Si cambias de
opinión y necesitas un testigo me hospedo en la cabaña.
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decidió vestirse y visitar el bar de la cabaña, pasando el grupo de Quade y sus amigos
para sentarse junto a la gran chimenea de piedra. Miró al fuego y bebió de su vaso de
ginger ale para relajar su estómago. No habían sido las salchichas que había comido
antes lo que le molestaba, era Jon.
—Jon —Van susurró para sí mismo. Con sus grandes ojos avellana y sus
hoyuelos gemelos, Jon había confiado en la persona equivocada y casi había acabado
trágicamente.
Según Rio y Shep, Guy estaba al borde de perder todo por lo que había
trabajado tan duro. No estaban seguros de si la bebida era la causa o el resultado, pero
evidentemente la cabaña estaba perdiendo dinero rápido, y el constante estado
borracho de Guy no ayudaba.
—Pensé que te habías ido a la cama —dijo Kai, colocándose en la silla alta de
cuero frente a Van.
—No podía dormir —contestó Van—. Sigo pensando en lo que podría haberle
pasado a Jon si yo no hubiera estado allí.
—Guy es un perdedor. Viste de primera mano lo que hizo. —Kai cruzó sus
piernas y colocó su pie en la chimenea de piedra.
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—Sé lo que estás pensando, y no puedes ayudar a Guy más de lo que pudiste
con Blain. La regla número uno en intentar salvar a alguien de sí mismo...primero
tienen que abrirse a ello. Blain no lo hizo, y por lo que he escuchado, tampoco Guy
—discutió Kai.
Van se levantó. Kai estaba equivocado. Van debería haber sido capaz de ayudar
a Blain. La verdad era, que se había dado por vencido unas semanas antes, después de
que Blain le hubiera engañado. Van nunca le había confiado a nadie los detalles de su
vida sexual con Blain y no planeaba empezar ahora. Con la necesidad de ayudar a
Guy en su mente, su interés en Jon podía esperar—. Creo que intentaré dormir un
poco.
—No lo hiciste. Solo no esperes que me sienta y vea como se repite la historia.
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La violencia por parte de Guy no había sido necesaria. Jon habría dejado que el
hombre lo follara si Guy no hubiera estado tan impaciente y acaparador. Era una
maldita vergüenza que hubiera pasado porque Jon dudaba que fuera capaz de encarar
a Guy de nuevo sin una combinación de miedo y vergüenza. Lo único bueno de toda
la noche había sido conocer a Van. No sabía mucho del surfero, pero le gustaría
volver a verlo.
—No soy completamente inútil. Además, no llegaste hasta casi las dos, supuse
que necesitabas dormir.
Realmente Jon había llegado a casa a las once y media, pero pasó varias horas
junto al arroyo en un viejo banco que había hecho su abuelo. Era su lugar de pensar,
el mismo lugar donde pensaba en sus preocupaciones desde que era un niño.
Jon bebió café. Iba a mentir al único hombre en el mundo que amaba, y se
odiaba por ello.
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antes de conducir a casa.
—Lo dudo —dijo Jon honestamente—. Son casi las ocho. Voy con tres horas
de retraso, y no tengo ni idea de lo que traerá el resto del día. —En realidad, la idea
de toparse con Guy era suficiente para mantenerlo alejado.
Bill sacudió la cabeza.
—Necesitas hacer tiempo. El heno casi está listo. El trigo no estará hasta
dentro de unas semanas, por lo que todo lo que tienes que hacer es cosechar los
vegetales que estén maduros.
Aunque Jon dudaba que pudiera acabar el trabajo a tiempo, era bueno saber
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que su abuelo le entendía.
—Van —llamó Kai, corriendo por el caro césped—. Creo que vamos a ir al
Martes de Tacos en el O'Brien's.
Van asintió, guardando la tarjeta de negocios en el bolsillo delantero de sus
shorts de camuflaje.
Kai sonrió.
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—Hey, no es problema. Podemos pasar por el rodeo. Solo tiraba de tu cadena
—dijo Kai, alcanzándolo.
Van paró de caminar. Con las manos en sus bolsillos, se giró para encarar a
Kai.
—Los amigos de Quade son muy amables, pero para ser honesto, hay otras
cosas que me gustaría explorar a parte del porche delantero de la casa de alguien.
—No, no del todo, pero no soy demasiado de seguir a la gente. —Van suavizó
lo que dijo con una sonrisa fácil—. El paisaje aquí es sorprendentemente hermoso.
Me gustaría ir por mi cuenta y mirar mejor.
—¿Tu necesidad por un coche tiene algo que ver con Guy? ¿Te sientes atraído
por él?
—Todavía tengo que tener una o dos palabras con Guy pero no es mi tipo.
—¿Y el otro chico? ¿Cómo decías que se llamaba? —Kai continuó probando.
Kai sonrió.
Van siguió a Trick por el patio. Imaginaba que el gran garaje tendría coches
deportivos y de lujo, caros, ninguno de los cuales era de su estilo.
—No tienes que hacer esto. Soy capaz de ir a alquilar algo por ahí.
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usan de vez en cuando, y yo estoy demasiado de gira para hacerles justicia. —Las
luces se encendieron automáticamente mientras la puerta se abría.
Van sabía que no era educado, pero no pudo evitar pasar la mano por la pintura
brillante.
—¿Puedo?
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—Perfecto. —Podía decir cuan orgulloso estaba Trick del coche, y casi se
sentía culpable por cogerlo, pero no lo bastante como para rechazar la oferta.
—¿Sabes dónde está esto? Me gustaría comprobarlo, pero estoy seguro de que
no querrás que conduzca por carreteras de grava.
—George o Carol lo deben saber, pero yo soy el chico nuevo del edificio.
—Gracias. —De repente ir con los otros para comer tacos era lo último que
Van quería hacer—. ¿Te ofenderías si me salto el Martes de tacos?
—Parece que tienes algo más importante en mente. Ve a por ello. Yo manejaré
a los demás.
—¿Hola?
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Pensando rápido, Van recordó lo que Trick le pidió.
—¿Solo me preguntaba si los Peaches 'n' Cream estaban listos? —Cruzó los
dedos, rezando para no sonar como un completo idiota.
—Sé que cogió unos ayer pero no sé que se vende estos días. Puedo hacer que
Jon te llame.
Van no podía darle al hombre mayor su número o sería obvio que no era de la
zona.
—Gracias por su tiempo. Creo que me pasaré mañana por la tienda y veré lo
que puedo encontrar.
Era la primera vez en años que alguien se refería a Van como joven, lo que lo
hizo sonreír.
—Usted también, señor.
—Hey.
—Para nada. —Se movió un poco aunque había mucho espacio libre junto a él.
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Es un evento que consiste en un ternero y un hombre a caballo, la meta es que el que cabalga atrape al ternero
tirando un lazo de cuerda alrededor del cuello de la ternera, desmontar del caballo y correr a la ternera e impedir que
se mueva atando sus piernas en el menor tiempo posible.
—Como un constante recordatorio de mi estupidez —contestó Jon
honestamente—. Mentí a mi abuelo y le dije que estaba borracho y me caí. —Tragó
alrededor del nudo de su garganta—. No fue correcto ni fácil, pero creo que era
necesario.
—¿Por qué no quieres que descubra que eres gay? —preguntó Van.
—Porque no quiero que me vea como si fuera débil —confesó Jon—. Ya fue
bastante malo no poder vivir con el legado de mi padre en fútbol y béisbol, pero dejar
que mi abuelo sepa que dejé que alguien me pegara mientras tenía los pantalones en
los tobillos es impensable. —Rápidamente miró alrededor, temeroso de que otros
hubieran escuchado. Cuando nadie pareció que les prestara atención, acabó su
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pensamiento—. Mi abuelo me mira con respeto y eso lo significa todo para mí.
—En parte. —Con pensamientos de Van corriendo por su mente todo el día,
Jon no había pensado demasiado en Guy—. No me desagrada Guy, y no estoy seguro
de culparle por lo que pasó.
—No puedo hablar de esto aquí —dijo Jon cuando notó que dos personas
delante de ellos se giraron.
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creo, porque quiero ver los caballos salvajes y los toros después.
—Suena bien. —Van dirigió el camino bajando por las gradas hacia el
aparcamiento—. Un amigo me ha prestado esto mientras estoy aquí. ¿No es hermosa?
Jon asintió. Había visto el Jeep en Cattle Valley hacía un año, por lo que sabía
perfectamente de quien era.
—No sabía que eras amigo de Trick Allen. —Se metió en el vehículo y estiró la
mano hacia el cinturón de seguridad para no encontrar nada.
Con sus ojos cerrados, Jon dejó que el profundo timbre de la voz de Van lo
inundara.
—¿Te estás durmiendo? —preguntó Van. Jon abrió sus ojos y sonrió a Van.
—Sip. Cuando era un adolescente, una tormenta grande apagó las luces de toda
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la isla. Cuando pasó la lluvia, mi padre me llevó afuera y los dos miramos las
estrellas durante horas.
—Sí. —Jon no quería nada más que conocer a Van. Infiernos, la oportunidad
de ver a Van de nuevo era la única razón por la que había trabajado tan duro para
acabar sus tareas para llegar al rodeo—. ¿Durante cuánto tiempo estarás aquí?
—Una semana. —Van se inclinó y rozó los labios de Jon con los suyos—. Pero
puedo extenderlo unos días más.
Una semana. Jon gimió. Era más tiempo del que había tenido con un solo
compañero desde que había vuelto a la granja.
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Capítulo Tres
Van evaluó los riesgos de pasar toda la semana con Jon. El modo en que su
cuerpo respondía cada vez que le miraba lo decía todo. Deseaba al granjero como a
nadie más en mucho tiempo, pero su deseo sin duda vendría con un precio si lo
permitía.
—Realmente tengo que volver a casa en diez días como mucho. Kai tiene otra
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competición y necesita entrenarse.
Van echó su cabeza para atrás mientras sus manos aterrizaban en el culo de
Jon.
Con un profundo gemido, Van se entregó al beso de Jon. Apretó las caderas de
Jon hasta que el pequeño y apretado culo se colocó donde Van más lo necesitaba.
Fue el turno de Jon de gemir mientras ponía su culo en movimiento,
restregándose contra la polla de Van. Rompiendo el beso, Jon subió la camiseta de
Van y se la quitó por la cabeza.
Jon se desabrochó la camisa escocesa. Tenía unos pocos pelos marrones en sus
pectorales y un bonito camino del tesoro que bajaba más allá de su ombligo.
—No me crece mucho, pero lo que crece lo mantengo corto por el calor de los
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campos. —Presionó su pecho contra el de Van y se movió de un lado al otro—. Me
gusta la forma en que te sientes.
—No puedo decir que lo haya hecho. —Van encendió el motor—. ¿Qué pasa
con tu abuelo? —preguntó volviendo a la carretera.
—El abuelo me escucha volver, pero he aprendido como volver sin que lo sepa.
—Jon le guiñó un ojo—. Era el típico adolescente a pesar del hecho de que fui virgen
hasta el primer año de universidad.
Van rió. No se atrevía a decirle a Jon que había perdido su virginidad a la tierna
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edad de quince años con un surfero que competía contra su padre. Ni siquiera cuando
creció culpó al otro hombre. Después de todo, no era como si se hubieran
aprovechado de él. A los quince, sabía perfectamente lo que deseaba, y colocó su
vista en el surfero más grande y caliente de la isla. Había necesitado convencerlo,
pero después de un par de semanas, el cachas no había sido capaz de negarse.
—Nada. —Van sabía que era mejor no hablar de amantes pasados. Disminuyó
la velocidad en la parte baja de la montaña—. ¿Qué camino?
—Suena bien. —Van sabía que Jon cuidaba de la granja y de su abuelo, pero
no tenía ni idea de lo que había dejado.
—Así es. —La voz de Jon sonaba un poco gruesa por la emoción.
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Van apretó el hombro de Jon.
—Lo siento.
—No lo sientas. Mis abuelos se dejaron sus vidas y casi todos sus ahorros por
criarme después de que mis padres murieran. Todavía soy joven. Habrá mucho
tiempo para ser egoísta, pero no ahora, es cómo se lo devuelvo.
Van pensó en su propio padre y hasta donde habría ido por el hombre que había
sido todo su mundo.
A Van le parecía como que Jon había tenido amigos de mierda, pero no iba a
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Equipo de dicha universidad
decirlo.
—Creo que la gente no sabe de lo que es capaz hasta que se encaran con una
situación que requiere lo mejor de ellos.
Con su pasión enfriada un poco por la conducción, Van tomó una decisión.
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Aparcó el Jeep y apagó el motor.
—Vamos a mirar.
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—Hey, Van. —Alguien le llamó.
—En el Jeep. Eres más alto que yo, por lo que si lo llevara apuesto no podría
verte fácilmente. —Jon echó su cabeza atrás, colocándola contra la polla de Van, y
restregándola—. Además, no podría hacer esto.
Jon se levantó.
—Ven conmigo.
Van se ajustó la erección antes de levantarse y bajar. Se unió con Jon en las
escaleras y alcanzó su mano. Cerca del final, escuchó un familiar silbido lobuno. No
estaba seguro de donde estaban sentados Quade y Kai, pero no dudaba que se reirían
de él la próxima vez que los viera.
—Creo que necesito dejar algo claro antes de que vayamos más allá.
Van no podía creer que Jon quisiera tomarse un momento para hablar mientras
el presemen caía de la punta de su polla.
—Vale.
—No soy un putón. Sé que podría parecerlo después de lo que pasó anoche y
todo, pero realmente no lo soy.
La primera reacción de Van fue decirle a Jon que le gustaban los putones pero
la obvia angustia en el rostro de Jon lo detuvo.
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—Pero, mañana, necesito que recuerdes esta conversación, ¿vale?
Joder. Se sentía mejor de lo que Van había imaginado. Putón o no, Jon
definitivamente sabía cómo chupar una polla. Cuando Jon agarró el culo de Van en un
movimiento invitador, no pudo resistirse. Mantuvo sus profundas embestidas hasta
que determinó que Jon podía tomar incluso más de él.
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Van mientras Jon cabalgaba en su clímax.
—Bueno.
Jon rió.
Antes de que Jon tuviera la oportunidad de subirse los jeans y la ropa interior,
Van paró sus manos.
—Lo suponía, que es por lo que intentaré ayudar tanto como pueda. Después
de que acabemos lo que se necesite hacer, me gustaría llevaros a ti y a tu abuelo a
algún sitio bonito a cenar y luego volver aquí al rodeo.
—¿No puedes contratar a alguien que te ayude con eso? —preguntó Van.
Estaba perfectamente contento de sostener a Jon y hablar con él mientras se lo
permitiera.
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Jon sacudió la cabeza.
—La granja no ha sido rentable en años. Hago lo suficiente para pagar las
facturas pero no sobra mucho más. —Besó el cuello de Van—. Tienes que meterte en
la mentalidad de granjero. Ahorra dinero un año rentable por si el siguiente año no lo
es.
Van no necesitaba preguntar por qué Jon trabajaba tanto. El hombre realmente
se sacrificaba para pagar la deuda de gratitud.
—¿Sabes qué? Si esta semana va bien, y no has conocido al Sr. Correcto para
la siguiente temporada, volaré aquí y te ayudaré.
—Buenas.
Bill rodó con la silla hacia la mesa usando su pie y mano buena.
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—Te ves muy bien estos días, viejo. —Jon llenó la taza de su abuelo de café y
la colocó delante de él.
—Nunca estás por aquí, por lo que es hacer las cosas por mí mismo o sentarme
en el mismo sitio todo el día. —Bill intentó mantener una cara seria, pero lo arruinó
cuando cogió la taza, mostrando su sonrisa.
—¿Algo te preocupa? —preguntó Bill antes de que Jon pudiera reunir el valor.
—Tengo un amigo que vendrá esta mañana para ayudarme a recoger los
últimos espárragos —empezó Jon.
—Sí. Ha venido desde Oahu para visitar a unos amigos. No creo que haya
estado nunca en una granja, por lo que será una buena experiencia para él. —Había
más, pero Jon decidió dar pasitos pequeños en su explicación.
—Deberías llevarlo a las bayas, pero asegúrate de que no se come todo lo que
recoge —ofreció Bill.
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—A Van también le gustaría llevarnos a cenar esta noche.
—¿Nosotros?
—Tu abuela y yo. No era cosa nuestra especular, pero nos conoces, lo hicimos
de todas formas —confesó Bill sin apartar los ojos del periódico.
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¿Estás listo para más café?
—Rellénamela.
Así, la discusión que Jon había aplazado había acabado. Miró a su abuelo antes
de abrir la nevera.
—¿Huevos?
—Para nada.
—Buenas —saludó.
—Me sorprende que estés levantado tan pronto —dijo Kai antes de meterse un
trozo de melón en la boca. Su mandíbula cayó cuando alzó la mirada hacia Van—.
¿Qué te has hecho en el pelo?
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—¿Con qué? —preguntó Quade.
Van se sentó el tiempo suficiente para untar mermelada de uva en los triángulos
gemelos.
—No es exactamente corto. —Su pelo todavía le llegaba a los hombros. Era
necesario que pudiera apartárselo de la cara—. Voy a ayudar a Jon a recoger
vegetales.
Las cejas de Kai se alzaron pero Quade fue quien puso voz a su sorpresa.
—¿Tienes alguna idea de cómo se hace eso?
—Nop. —Van se comió cada triángulo en dos mordiscos antes de quitarse las
migas de las manos—. Pero no sabía cómo surfear hasta que mi padre me enseñó.
—Jon se da cuenta de que estás aquí solo por las vacaciones, ¿verdad?
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—Ya veremos. —Van se fue rápidamente. Se sentía bien, maldición—. Nos
vemos después.
Van dejó la cabaña y siguió las direcciones precisas de Jon hacia la granja.
Cuando estaba a unas pocas millas notó un pequeño motel junto a la carretera y paró.
En diez minutos, tenía una llave de una vieja habitación en su bolsillo. No tenía ni
idea de si Jon sería capaz o no de unirse a él, pero sino al menos estaría más cerca.
Jon no estaba convencido con el corte, pero Van todavía se veía sexy como el
infierno.
—En ningún sitio, lo hice yo mismo esta mañana. —Van se quitó la coleta del
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pelo y se pasó los dedos antes de ponérsela de nuevo—. No quería que tu abuelo
pensara que tenías un amigo hippy.
Jon no podía creer que Van se hubiera cortado el cabello para causar una mejor
impresión a su abuelo. Le encantaba el nuevo estilo incluso más ahora que sabía por
qué Van lo había hecho.
—No creo que piense menos de ti, pero gracias por pensar en él.
—¿Dónde está?
Van se encogió.
—Depende de ti
—Está bien, estaremos allí en un segundo. —Jon abrió la nevera y sacó dos
botellas de agua antes de pasarle una a Van. Abrió la suya y le dio un trago mientras
caminaba a través del comedor hacia el salón—. Abuelo, este es mi amigo Van
Duggins. Van este es Bill.
—Bueno, será mejor que acabemos con esos espárragos antes de que haga más
calor.
Bill asintió.
—Vale, llevaremos unos cuantos tan pronto como acabemos con los
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espárragos. —Jon bebió más—. ¿Tienes todo lo necesario para unas horas?
Jon podría haberse pateado. Sabía cuan orgulloso era su abuelo y señalar sus
discapacidades delante de Van había sido lo peor que podía hacer.
—Van, por qué no vas a por dos botellas más de agua en la nevera. Ahora voy.
—Claro. Le veo después, Sr. Porter. —Van se despidió del abuelo de Jon.
—Lo siento —dijo Jon tan pronto como estuvo a solas con su abuelo—. No
quería herir tus sentimientos.
—Te quiero.
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—También te quiero. —Bill sonrió a Jon antes de devolver su atención a la
televisión.
—Suficientes por ahora. —Jon se puso tras el volante mientras Van subía en el
asiento del pasajero.
—No vi ninguna tienda de camino aquí —dijo Van mientras Jon salía del
granero.
—No deberías haberlo encontrado viniendo desde esa dirección. Está más
arriba de la carretera en la intersección. No es nada especial. Antes de que la abuela
Dorothy enfermara, siempre se encargaba de cuidar del jardín y el abuelo se ocupaba
del ganado y los campos. Después de que ella muriera, el abuelo no podía mantener
las dos cosas por sí mismo. Por lo que en lugar de dejar que se pusieran mal, vendió
unas cuantas vacas y se concentró en la producción. —Jon miró a Van—.
Financieramente, no fue el movimiento más inteligente, pero creo que era importante
para él sentirse cerca de la abuela.
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—Puedo entenderlo. He vivido en la misma casa desde que tenía ocho años.
Estaba bastante ruinosa en aquel momento y probablemente ahora más. Hay cosas
que deberían hacerse, pero aparte de poner un techo nuevo y agregar algunas
aplicaciones nuevas no puedo hacer los cambios necesarios —confesó Van—.
Supongo que temo interrumpir el chi de la casa o algo. —Sonrió—. Mi padre murió
hace unos diez años, pero hay partes de la casa que todavía huelen como él. Me
sorprende cuando menos lo espero. Estoy ocupado haciendo algo cuando camino por
el pasillo hacia el dormitorio, cuando pasa.
Jon miró a Van y notó que sus ojos estaban cerrados, como si estuviera
recordando la esencia de su padre.
—Cuando mi abuela limpió nuestra casa después de que mis padres murieran,
se llevó varias cajas de cosas que pensó que querría cuando fuera mayor. Había una
camiseta del oeste de satén que mi madre había hecho para mi padre. No era para
competir ni nada, solo para ceremonias, bailes y fiestas, ese tipo de cosas. Todavía
recuerdo como los ojos de mamá se iluminaban cada vez que papá la llevaba. Le
decía cómo de guapo y sexy estaba y que sería mejor que permaneciera cerca de ella
cuando salieran. Incluso tan joven como era notaba el modo en que otras mujeres lo
miraban cuando la llevaba.
—¿Es por eso por lo que llevas la ropa interior sexy? ¿Por qué te recuerda a tu
padre? —preguntó Van. Jon rió.
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parara. La noche después de llegar a la universidad, mi compañero de habitación me
preguntó si quería salir con él para comprobar un par de bares locales. —Rió de
nuevo—. Por lo que me puse la camisa de mi padre, y me sentí como el hombre más
sexy del mundo. Eso fue hasta que mi compañero de cuarto estalló en risas. Me dijo
que no podía llevar algo tan gay si quería salir con él.
—Después de eso decidí que necesitaba esconder lo que me hacía sentir sexy.
Encontré mi primer par de ropa interior de seda en internet y las he llevado desde
entonces.
—Gracias. —Lo besó de nuevo antes de apartarse—. Por lo que vale la pena,
también creo que son sexys.
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Capítulo Cuatro
—¿Jon te dijo que sus padres fueron a Hawaii en su luna de miel? —preguntó
67
Bill.
Jon resopló.
—¿En serio?
Van asintió.
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—¿Está bien? —Aguantó la respiración, esperando que Jon se sintiera de la
misma manera. Era la primera vez en su vida que se preocupaba por alguien sin que
el sexo estuviera involucrado. Los sentimientos que tenía por Jon eran puros. Era una
nueva experiencia y encontró que le gustaba la idea de aprender más de Jon antes de
que tuvieran sexo por primera vez.
Jon soltó los frenos de la silla de ruedas y empujó a su abuelo hacia arriba en la
rampa.
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—Solo será un minuto —dijo Jon antes de desaparecer escaleras arriba.
—Claro. —Van no veía mucho la televisión pero había visto la serie un o dos
veces.
—Yo los veo todos, pero soy demasiado viejo para recordar todos los detalles,
por lo que normalmente es como verlos por primera vez. —Bill bajó el volumen—.
¿Vives en Oahu?
—Si la situación de Jon cambia alguna vez, ¿tendrías sitio en tu vida para mi
nieto?
—No planeo decirle adiós a Jon cuando me vaya la semana que viene, si eso es
lo que preguntas. —Van había estudiado el calendario de torneos esa mañana
intentando planear viajes de vuelta a Wyoming. Sus sentimientos por Jon todavía
estaban en los primeros niveles, pero eran reales que era más de lo que Van había
sentido desde que perdió a Blain.
70
—¿Lo amas? —preguntó Bill.
—Está bien —dijo Van, intentando evitar una discusión. Miró a Bill y sacudió
la cabeza—. Para contestar a tu pregunta, no todavía, pero estoy llegando a ello.
Jon colocó sus manos a cada lado del rostro de Bill y se inclinó para besar su
frente.
—Te quiero, pero no le hagas más preguntas personales a Van. ¿Vale?
—Lo siento, Van. Ahora vuelvo. —Jon volvió a subir las escaleras.
Después de que Jon estuviera fuera de la vista, Van podía decir que Bill estaba
incómodo. Decidió tranquilizar la mente del hombre.
—Yo soy el afortunado. Fui egoísta permitiendo que volviera aquí, pero lo
necesitaba tanto... —Bill se aclaró la garganta—. No es por la granja. Es por Jon y lo
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que trae con él cuando pasa por esa puerta cada noche. —Miró por encima de su
hombro, obviamente asegurándose de que Jon no estaba alrededor—. No encontrarás
un hombre mejor.
Van asintió.
—Alquilé una habitación en el Buck Wild5, por lo que podemos hacer ambos si
5
El ciervo salvaje
quieres.
—Sé que no es tan lujosos como el Tall Pines6, pero está más cerca de ti. Eso
es todo lo que me importa. —Alcanzaron la camioneta y Van abrió la puerta del lado
del conductor.
Van gimió.
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—Sube.
—Mierda. No, pero las cosas están en el Jeep. —Salió y corrió hacia el
vehículo.
Jon se bajó la cremallera de sus jeans lo bastante para darle a Van una vistazo
del rojo satén y lazos. Aunque sus amantes del pasado no se quejaban de la rareza de
Jon, nunca lo aceptaban como Van parecía hacerlo. Jon no podía esperar a hacer más
compras online ahora que tenía una persona en concreto en mente para quien
6
Pinos Altos, la “cabaña” donde se aloja
llevarlas.
Jon alzó sus caderas y se bajó los pantalones hasta los tobillos, exponiendo su
73
ropa interior baja. Su polla ya tiraba la delicada tela y no estaba completamente dura.
—No creo que pueda esperar otros cuarenta y cinco minutos. —Jon se abrió la
camisa y la apartó, dándole a Van una mejor vista.
—Demonios, no sé si podré aguantar los cinco minutos que nos llevará entrar
en el motel.
El dedo medio de Van se presionó contra el agujero de Jon hasta que entró
tanto como la tela permitió. Gimió y se echó para atrás.
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—Mmm —gimió—. Estoy listo para ti.
—Déjame ver.
Jon se reposicionó hasta que sus rodillas estuvieron en el asiento con su cabeza
hacia la puerta del pasajero. Con el culo al aire, continuó follándose a sí mismo.
Van sacó una mano del volante. Apartó la mano de Jon y le metió dos dedos.
Cuando Jon empezó a quitarse la ropa interior, Van alzó sus manos.
75
—Déjatela puesta.
Jon sonrió antes de girarse para colocar sus brazos al final de la cama.
—No la rompas.
—Eres el hombre más sexy que he conocido nunca —masculló entre besos.
—Necesito que me folles —suplicó Jon por segunda vez en menos de treinta
minutos.
—Online. —Jon rió—. Hay algunos incluso más sexys, pero nunca he tenido el
valor de comprarlos.
Van se inclinó hacia delante y lamió el estirado agujero de Jon con su lengua
antes de levantarse. Cogió la botella de lubricante y derramó un generoso montón en
la palma de su mano.
—No tienes que comprarme cosas. —Las caderas de Jon iban adelante y atrás
76
mientras Van le lubricaba el agujero. Sosteniendo su polla, Van guió la cabeza hacia
el agujero de Jon.
—Lo que compre será tanto para mí como para ti. —Se inclinó y besó la
mejilla de Jon mientras empujaba adentro centímetro a centímetro—. Anoche soñé
contigo —susurró mientras se enterraba dentro de Jon.
—¿Sobre qué? —preguntó Jon, exponiendo su cuello para los labios de Van.
—Tú estabas sobre mí, montando mi polla con la brisa del mar moviendo tu
pelo y yo recuerdo pensar que estarías conmigo, que pertenecías a la playa. —A pesar
de las duras embestidas de sus caderas, los labios de Van se sellaron sobre los de Jon
en un gentil beso. Contra más follaban más fuerte era su resolución de que un día
haría su sueño realidad. Solo había habido un amante con el que había soñado pasar
sus días, y le había fallado a ese hombre. Se juró que cuidaría mejor de Jon.
Van colocó su frente entre los omóplatos de Jon. Antes de volver a Oahu,
tendría que asegurarse de que Guy nunca se volviera a acercar a Jon nada más que
para disculparse. Besó el cuello de Jon mientras sus bolas se apretaban.
77
Envuelto en los brazos de Van, Jon alzó la mirada a la cabeza de ciervo que
había sobre la cama.
—¿Crees que los cazadores pasan aquí la noche y se masturban mirando esa
cosa?
—No tengo ni idea de lo que hacen los heteros para masturbarse. —Van besó la
frente de Jon—. ¿Qué imaginas cuando te tocas?
—¿Ahora o antes de conocerte? —preguntó Jon, sus dedos tirando del pelo
corto del pecho de Van. Éste se rió.
—Esa es la respuesta que yo habría dado. —Le dio a Jon otro beso en la
7
Te amo en hawaiano
frente—. Vale. ¿Qué pensamientos te excitaban lo suficiente como para correrte antes
de conocerme?
Jon cerró sus ojos y recordó las horas de darse placer durante los años. Aunque
sabía que la conversación se suponía que tenía que ser placentera, el tiempo lo
atrapaba y le dijo a Van la verdad.
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Van se apartó lo bastante para mirar a Jon a los ojos. Pasó el pulgar por la
herida del rostro de Jon.
—Acabo de admitir que hace tres días estaba fantaseando con otro hombre.
—Y hace tres días, Blain era el único hombre que pensé que amaría —contestó
Van—. Durante años, he estado pensando en el pasado. No vine a Wyoming buscando
la felicidad. Vine porque significaba mucho para mis amigos. Pero estar aquí contigo
me ha hecho más feliz de lo que he estado en años.
—Un chico imprudente que vino a montar las olas a las islas Hawaianas. Blain
era arrogante y hermoso, pero vi un talento en crudo en él que no había visto antes.
Pasé los siguientes ocho años enseñándole todo lo que sabía sobre surfear y follar. —
79
La voz de Van se apagó mientras miraba al techo sin parpadear.
—¿Todavía lo amas?
Van soltó la polla de Jon y se movió para rodear el círculo del bien follado
agujero de Jon con su dedo.
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—Siempre he estado enamorado de quien quería que Blain fuera no de quien
era. No puedo culparle por quedarse corto en mis expectativas. Pedía demasiado.
—¿Qué pedías que no fuera razonable? —A pesar de haber tenido a Van dentro
de él dos veces, Jon quería más. Colocó su pie en el colchón, silenciosamente
animando a Van a explorar más.
—Compromiso.
Mientras Jon se vestía para el baile callejero en Cattle Valley, Van se sentó con
Bill. Había pasado otro día ayudando a Jon mientras intentaban descubrir como estar
juntos durante una noche entera.
81
—Mañana hay un gran picnic después del desfile. ¿Crees que podrías quedarte
aquí solo esta noche? Con el baile y las actividades de mañana temprano, sería más
fácil, y probablemente más seguro, si Jon se queda en Cattle Valley esta noche.
—Jon dejó una carrera que amaba para pagarme algún tipo de deuda
sobrentendida, una deuda que nunca existió en primer lugar. Lo criamos por amor, no
porque esperáramos que se ocupara de nosotros cuando fuéramos mayores. Ahora
temo que haya renunciado incluso más en su búsqueda de la absolución. —Para
cuando Bill acabó de hablar, parecía que se había quedado sin energía—. ¿Me
ayudarías a ir a mi habitación?
—¿Te sientes bien? —preguntó Van, moviéndose para estar delante de Bill.
Bill asintió.
—Gracias.
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—Está cansado, dijo que quería pasar la noche viendo la televisión en la cama.
—Le dio a Jon un rápido beso antes de pasarle la bandeja—. Llévale esto y dile
buenas noches.
—Vale. —Jon llevó la bandeja al dormitorio—. Van hizo que te trajera sopa —
anunció.
—Solo déjala en la mesa —dijo Bill—. Creo que antes de comer me echaré
una siesta.
83
Bill cogió la mano de Jon.
—Pasé la tarde mirando los viejos álbumes de Dorothy. Supongo que eso me
agotó.
Jon solo conocía otro momento desde que su abuela había muerto que Bill
hubiera sentido el deseo de revivir viejos recuerdos.
—Pero estoy justo aquí. No tienes que mirar fotos para eso.
—Lo soy.
—Lo sé. —Kai apoyó la mano por la silla vacía de Jon y se inclinó hacia
Van—. Estás enamorado de él.
—Unos días, pero esa fue la parte fácil. No lo olvides, Quade me dejó para
volver a casa. —Kai se enderezó cuando Quade y George volvieron a la mesa—. Fue
el error más estúpido que hizo alguna vez. —Le dio un codazo a Quade en las
costillas—. Solo pregúntale.
—¿Preguntarme qué? —Quade le pasó el vaso de vino a Kai.
—Dile a Van por qué me dejaste después de que nos enamoráramos. —Kai le
dio un sorbo a su vino y esperó a que Quade contestara.
—Pensé que mis sentimientos no podían ser reales. Fue demasiado rápido y
creció mucho. También pensé que la gente de aquí me necesitaba.
—Que amarte era lo que quería hacer. —Quade le devolvió el beso a Kai.
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—Piénsatelo mucho y bien antes de irte, —Kai advirtió cuando Jon volvía a la
mesa.
—¿Bailas?
—Sí.
—Tonterías. Vas dando pasos de un lado al otro como si fueras demasiado guay
para realmente soltarte y disfrutar de ti mismo —contestó Quade.
Van se levantó y se bebió la cerveza hasta que el vaso estuvo vacío. Extendió
su mano hacia Jon.
—Bailemos.
Jon abandonó su cerveza llena para unirse a Van. No fue hasta que llegaron al
borde de la pista de baile que Van se dio cuenta de que nunca había bailado música
country.
—No hay necesidad. —Jon atrajo a Van al centro de la pista mientras las
parejas seguían bailando en círculos alrededor del perímetro. A pesar del ritmo, Jon
extendió sus manos y atrajo a Van a un ritmo lento.
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culo de Jon y apretó.
—Me he estado muriendo por saber que tienes bajo estos jeans.
Cuando Van se dio cuenta de que Jon se desnudaría delante de todo el pueblo,
cogió las manos de Jon.
—Deja que me lo pregunte un rato más, pero hazme el favor de mantener esa
camisa así y el botón desabrochado.
Van se acercó más y bajó la mano por la parte de delante de los jeans de Jon,
acariciando la suave y fina seda.
—¿Rojo?
—Cada vez que me tocas, puedes probar y cuando lo adivines puedes tenerme.
Van acarició la polla de Jon una vez más antes de apartar la mano.
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—Un paseo. Aquí hay mucha gente fantástica, pero quiero más tiempo a solas
contigo. —Van necesitaba pensar en la conversación que había tenido con Kai y
Quade. ¿Sería un tonto si se iba aunque hubiera prometido volver?
—Suena bien para mí. —Con su camisa por fuera, Jon dejó la pista de baile.
No fue hasta que dejaron la multitud atrás que Van escuchó su móvil sonando.
Lo sacó del bolsillo trasero y miró la pantalla.
—Hey.
—¿Dónde?
—En el bar, a veinte metros de nuestra mesa. Solo pensé en decírtelo en caso
de que planees volver pronto —explicó Quade.
—No estoy asustado de él, y no quiero irme solo porqué él esté aquí. —Jon
pasó los brazos sobre los hombros de Van y empezó a jugar con su pelo—. Pero si te
quieres ir está bien.
A Van le preocupaba que Jon pensara que solo quería sexo si se lo llevaba a la
cabaña ya. Quería experimentar la celebración, pero no quería a Jon alrededor cuando
confrontara a Guy, lo que definitivamente planeaba hacer antes de irse del pueblo.
—Caminemos un poco más y veamos qué pasa.
Jon le dio a Van un profundo beso antes de soltarlo. Se dieron la mano mientras
bajaban por el camino hacia el ayuntamiento.
Van había escuchado las terribles historias. Incluso había visto algunos
programas sobre el colapso que había matado a varias personas, herido a muchas más
y que acercó más a la gente del pueblo.
89
Jon se llevó la mano de Van a la boca y la besó.
—Lo estaba. —Alzó la barbilla y apuntó hacia delgada cicatriz blanca—. Fui
uno de los que tuvo suerte. Todo el tiempo estuve ayudando a sacar a gente, todo en
lo que podía pensar era en el abuelo y en qué le habría pasado si hubiera muerto.
Van se sintió mal del estómago. Incluso enfrentándose a su propia muerte, Jon
había pensado antes en su abuelo.
—De todas formas, esto era lo que quería enseñarte. —Jon apuntó a la estatua
alzada delante del ayuntamiento—. Hay una gran placa en el estadio del rodeo pero
no sabía si habías vito esto.
—No. —Van se acercó al cowboy de bronce con alas. Era solo de un metro
veinte de altura, pero en una base de mármol había una gran placa debajo. Pasó la
mano por los jeans del cowboy, asombrado por los detalles—. Es preciosa.
—Un artista de Pennsylvania la donó para la ciudad —explicó Jon.
Van leyó los nombres, agradecido de que Jon no estuviera entre ellos. Bajó a la
hierba y atrajo a Jon a sus brazos. A pesar de las noticias y lo que contó Quade, el
colapso no había parecido real hasta ese momento.
—Pero no lo hiciste. Quizá fui salvado para que pudieras encontrarme. —Jon
se lamió los labios—. No puedo creer que vaya a decir esto, pero quizá Blain se
encontró con mis padres en el cielo y decidieron conspirar para juntarnos.
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alguien más que en sí mismo.
—¿Tus padres eran del tipo que intentarían juntarte con alguien?
—¿Sabes cómo ocurrió el accidente? —Van odiaba presionar. Jon le había dijo
que tenía pocos recuerdos, pero en los pocos días anteriores, Jon había compartido
pocas cosas sobre ellos. Van tenía la sensación de que Jon recordaba más cosas de las
que pensaba.
—Sí, pero aún te niegas a presentar cargos contra Guy, —apuntó Van—. ¿No
debería él tomar responsabilidad por lo que te hizo?
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—Claro, pero eso es cosa suya. Todo lo que puedo hacer yo es
responsabilizarme de mi parte en lo que pasó, y creo que lo he hecho. Ya te lo dije, no
tengo ningún problema con Guy. Nunca seré lo bastante idiota como para estar a
solas con él de nuevo, pero no soy el tipo de personas que se lo guarda.
—¿En serio? —Van no lo creía—. Porque tu abuelo me dijo esta noche que
volviste de Seattle para pagar algún tipo de deuda que sentías que le debías.
—¿Él te dijo eso? —Jon se sentó para mirar a Van—. ¿Qué más te dijo?
—Qué lo que él y tu abuela hicieron fue por amor, nada más. —Van besó a Jon.
—¿Entonces por qué no puede ver que yo volví por amor? —preguntó Jon,
más para sí mismo que para Van.
—Él sabe que le quieres, pero creo que también se siente culpable porque no
intentó hablar contigo sobre ello —explicó Van.
—Debes pensar que estamos bastante jodidos, ¿huh?
Jon se encogió.
—Supongo que no pienso mucho en todo lo que hago durante el día, solo lo
92
hago porque tiene que hacerse. —Suspiró—. Y no puedo pensar en nada mejor que
estirarme en la playa toda la noche.
—Puedo estarlo. Todo lo que tienes que hacer es llamarme y cerrar los ojos, y
estaré contigo.
Van sabía que una llamada no sería suficiente. Solo necesitaba descubrir qué
hacer.
Capítulo Cinco
Con los ojos cerrados, Jon estaba a punto de dormirse cuando Van lo empujó.
—¿Huh?
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—La hierba. Mi culo se está mojando por el rocío —informó Van.
—Oh. —Jon se levantó y estiró su mano hacia Van—. Deberías haber dicho
algo antes.
Van estaba nervioso por encontrarse a Guy, eso era obvio, pero Jon odiaba
acabar la noche por eso.
—Está bien. —Van miró la estatua por encima de su hombro—. Mientras estés
cerca, podemos hacer lo que quieras.
Mientras se dirigían a la fiesta, Jon apuntó a diferentes tiendas del camino. Era
patético cuando sabía del pueblo sin haber conocido a sus residentes. Infiernos, Van
conocía a más gente que Jon y solo llevaba en el pueblo unos días.
Jon puso los ojos en blanco cuando notó quienes eran los hombres. Nunca
había conocido a Ryan Blackfeather o a Nate Gillis, pero definitivamente sabía cómo
eran el sheriff y el alcalde de Cattle Valley.
—¿Dónde os conocisteis?
—En el rodeo —contestó Van. Miró a Jon—. Jon tuvo un pequeño problema
con Guy, y yo me metí en medio.
Jon no podía creer lo que Van acababa de hacer. Van sabía que Jon no quería
involucrar a la policía, y eso era exactamente lo que había hecho.
Ryan miró a Jon mientras metía la mano en el bolsillo del pecho. Sacó una
tarjeta de negocios y se la pasó a Jon.
95
—Gracias, pero solo fue un malentendido.
—¿Dónde está?
—Te veo luego —gritó Nate mientras Ryan desaparecía en la multitud. Se giró
hacia Van y Jon—. ¿Dónde os sentáis?
96
Van apuntó a la parte derecha del escenario.
Jon rió.
—Vale.
Mientras pasaban entre la multitud, Nate acabó al lado de Jon mientras Van
caminaba delante de ellos aclarando el camino. Nate se inclinó más cerca de Jon para
escuchar sobre la música alta.
—Es caliente.
97
Jon ya lo sabía, pero era bueno tener una confirmación del hombre que dormía
con dos de los hombres más guapos del pueblo.
—Sí, lo es.
—Entonces, ¿me vas a contar lo que pasó con Guy? —preguntó Nate.
—No importa. Guy estaba borracho, y yo acabé conociendo a Van, por lo que
está bien.
Van se detuvo de repente, haciendo que Jon chocara con él. Van estiró la mano
hacia atrás y envolvió su brazo alrededor de Jon. Asintió hacia el grupo que estaba en
su camino.
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Jon giró su cabeza mientras se acercaban a la mesa de Guy. Con Nate a su lado,
lo último que quería era llamar más la atención.
—Te lo dije antes, estoy bien. —Jon besó suavemente la mandíbula de Van. —
Creo que quizá tú eres el único con el problema.
Van llevó a Jon hacia allí. Posicionó a Jon delante de él y se presionó contra su
espalda.
99
Van salió de la ducha y agarró dos toallas, pasándole una a Jon, antes de
quitarse el condón lleno y tirarlo al váter. Habían decidido ducharse antes de comerse
la bolsa de algodón de azúcar, pero estaba seguro de que necesitarían al menos una
más antes de que la noche acabara.
—Sé que no querías que le dijera nada a Ryan, pero realmente pensé que
necesitaba saber que Guy se pasó de la línea contigo. De esa forma si algo más pasa
con Guy, Ryan sabrá que no es la primera vez.
Jon colocó los dos vasos en la mesilla de noche. Tiró la bolsa de algodón de
azúcar hacia Van antes de dejar caer su toalla y saltar a la cama junto a él.
—La cosa es, que tú pareces más preocupado por Guy desde que te dije que
solía masturbarme pensando en él de lo que estabas antes de que pasara eso.
100
Van bajó la sábana hasta medio muslo y se acarició la flácida polla.
—Ven aquí.
—¿Tengo razón?
Van colocó el culo de Jon sobre su polla antes de alzar la sábana alrededor de
ellos. Estaba dejando pasar el asunto, y lo sabía, pero no estaba seguro de qué decir.
Sin decir nada Jon se inclinó hacia delante y capturó uno de los pezones de Van
entre sus labios. Van enterró sus dedos en el cabello de Jon mientras dirigía su boca
desde un pezón al otro.
101
Van alcanzó la botella de lubricante. Era demasiado pronto desde que salieron
de la ducha para que se pusiera duro de nuevo, pero eso no significaba que no pudiera
jugar mientras esperaba. Se mojó los dedos y alcanzó el agujero de Jon. Cerrando sus
ojos, se los imaginó a los dos en su hamaca, follando todo el día.
—Sí, más o menos. Cuando era niño en Nueva York, solía salir a la terraza a
hacer bolas de nieve para tirárselas a la gente que pasaba. Si recuerdo bien, la nieve
normalmente acababa metiéndome en problemas.
—Si realmente vienes para navidad, encontraré una forma de que montes en
trineo. El abuelo todavía tiene su viejo trineo en el cobertizo, pero vendimos los
caballos, por lo que tendré que pedirle alguno a alguien. —Jon alcanzó el algodón de
azúcar y abrió la bolsa. Sacó un poco del azúcar rosa y lo sostuvo en los labios de
Van.
Van sacó la lengua y Jon colocó el dulce en el centro. Van sonrió mientras el
azúcar se disolvía. Bajó por el colchón hasta que estuvo estirado con la cabeza en la
almohada.
102
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Van, complacido con la vista del culo de
Jon.
—Entonces date la vuelta un poco más para que yo también pueda jugar. —Van
hizo como Jon y sacó un puñado de algodón de azúcar. Llenó el agujero de Jon con
un poco del azúcar. Antes de inclinarse para comérselo, alcanzó el teléfono en la
mesilla de noche.
Mientras la polla de Van protagonizaba las fotos de Jon, Van empezó a lamer el
dulce de entre las nalgas de Jon.
103
Van nunca en su vida se había fotografiado comiendo algodón de azúcar del
culo de alguien, pero Jon le hacía querer cosas en las que nunca había pensado antes.
Aunque quería un compromiso con Blain, realmente nunca se había imaginado con él
juntos como una vieja pareja casada, pero eso era exactamente lo que quería con Jon.
¿Entonces por qué coño me voy? No era como si tuviera un trabajo, y sabía
desde antes e irse de casa que Kai realmente no lo necesitaba más. Van lamió el
agujero de Jon hasta limpiarlo antes de darle una palmada juguetona en el culo.
—Gírate.
—¿Huh? —Jon soltó la polla de Van y lo miró por encima del hombro—. ¿No
te gusta?
—Yo igual. Siempre me digo que me reservo para el único. —Miró a Van—.
104
¿Eres el único?
Aunque Van todavía tenía que declarar su amor, sabía en su corazón que Jon
definitivamente era el único a quien siempre había esperado encontrar.
—Eso me gustaría también. Creo que sería más fácil para mí cuando nos
separemos si sé que no te voy a perder por alguien más.
—Nunca tienes que preocuparme por que encuentre a alguien más. —Van
atrajo a Jon para un beso. Había comprobado la programación de las temporadas y de
lo que tenía que ocuparse en casa para mudarse a Wyoming en el futuro próximo.
Acabando el beso, reposicionó a Jon. Cuando su polla se deslizó dentro fácilmente,
gruñó por la sensación añadida de piel con piel. Estaba agradecido de no conocer la
diferencia antes—. Tengo que acabar la temporada con Kai, pero cuando vuelva en
diciembre, me gustaría quedarme. Puedo alquilar algún lugar cerca si crees que sería
lo mejor, pero sé que no querré dejarte de nuevo.
Jon apoyó sus manos en el colchón sobre los hombros de van, dándole a Van
más sitio para entrar y salir de su culo.
—Te amo, y te quiero conmigo, pero veo la mirada en tu rostro cuando hablas
de casa. No puedo pedirte que lo dejes todo para mudarte a Wyoming.
105
Jon enganchó sus piernas juntas por los tobillos y los movió más arriba
alrededor de la espalda de Van.
Van empezó a follar a Jon más duro y rápido, separando las piernas de Jon. Se
detuvo un momento para subir. Colocó los pies de Jon contra sus hombros antes de
volver al ritmo anterior.
—Conseguiré una habitación un tiempo cuando vuelva. Mejor ver cómo van
las cosas con Bill que arriesgarme a que me eche con una escopeta. —Miró donde se
unían y suspiró—. Mi polla se ve bien en tu culo.
Jon cubrió sus dedos de semen antes de alzarlos a la boca de Van. Lentamente
y metódicamente, Van lamió los dedos de Jon hasta limpiarlos mientras disparaba su
semilla dentro de Jon por primera vez. La sensación de su polla deslizándose adelante
y atrás a través del semen resbaladizo que llenaba el culo de Jon no era como nada
que hubiera experimentado antes. Solo esperaba disfrutar de la sensación muchas más
veces durante los siguientes cuarenta o cincuenta años.
106
—¿Dónde está Jon? —preguntó Kai cuando Van se unió a él y Quade para el
desayuno.
—Sírvase —contestó ella después de ponerle más café a Van—. Ahora vuelvo.
—Van se tomó su tiempo en el buffet intentando posponer la necesitada conversación
tanto como pudiera. Estaba, sin duda, tomando la decisión correcta, pero también
sabía que la transición sería difícil.
—Más beicon —declaró Quade—. Kai solo me deja comerlo cuando estamos
de vacaciones.
107
bastante pronto la noche pasada. ¿Pasó algo?
—No realmente. Vimos a Guy, pero estaba ocupado con unos gemelos.
Decidimos disfrutar de nuestra primera noche entera juntos aquí.
—¿Por favor dime que estás planeando venir al picnic hoy? Quade estaría con
el corazón destrozado si no lo haces. Deberías escucharle hablar sobre ti a sus amigos
toda la semana. Todos quieren conocerte, y Trick me dijo que te dijera que está
trayendo a un cocinero especial para que pueda preparar esa cosa de maíz que le
trajiste ayer.
—Estaremos allí. —Al menos Van esperaba que fuera así. Dependería de como
Kai se tomara las noticias que Van estaba a punto de decirle—. No creo que tenga que
decirte cuanto me importa Jon —empezó.
—No, es obvio para cualquiera a vuestro alrededor, —contestó Kai.
Kai no dijo nada hasta que Quade volvió a la mesa. En el momento en que
Quade se sentó, Kai extendió su mano.
108
—¿Te quedas?
—Idiotas.
Kai sonrió.
—Bueno, ambos os equivocáis, por lo que ¿qué tal si ambos me pagáis a mí?.
Sé exactamente lo que quiero y es quedarme, pero primero voy a acabar la temporada
y dejar las cosas listas en casa. Le dije a Jon que volvería en diciembre para
quedarme.
—No me necesitas —aclaró Van—. No lo has hecho por un largo tiempo, pero
necesitaba mucho que lo dijeras.
109
Van sacudió la cabeza.
Van entrecerró sus ojos. Quade había querido la propiedad de Van desde la
primera vez que la vio.
—No. Mi padre me hizo prometer antes de que muriera que vendiera un riñón
antes de vender la casa. —Se rascó la mandíbula—. Nunca he dicho nada de esto
delante de Jon, pero después de que su abuelo muera, espero que venda la granja y se
mude conmigo a Oahu.
—Entonces tendremos que pensar algo, porque, de todas formas, quiero estar
con él. —Van se metió poco de sus huevos revueltos en la boca mientras podía. Decir
que estaba asustado por los cambios que llegarían a su vida sería quedarse corto.
Aunque disfrutaba ayudando a Jon en la granja, no tenía ni idea de cómo se sentiría
cuando esa fuera su ocupación a tiempo completo.
—Jon tardará como mínimo otros cuarenta y cinco minutos o así. Sería mejor
que vayáis sin nosotros. Jon y yo veremos qué sitio podemos encontrar cuando
lleguemos. ¿Por qué zona estaréis? Os buscaremos.
—Vale. —Van no se había dado cuenta de que había algún tipo de regla no
expresada de que el ex-alcalde se suponía que tenía que ver el desfile desde el
ayuntamiento.
Kai se levantó.
Quade señaló los tres trozos de beicon que todavía estaban en su plato.
111
Van acababa de volver a su desayuno cuando Quade volvió.
—Guy está aquí. Está delante del escritorio gritando a Chad. Pensé que
deberías saberlo. —Antes de irse, Quade extendió la mano y le robó a Van un trozo
de beicon.
Quade había tenido razón. Guy estaba en la cara del mánager del hotel. Chad,
por su parte, no parecía anonadado por su diferencia de tamaño o por la estridente
voz.
—Disculpe —dijo Van, cortando a Guy. Este miró a Van. Obviamente el atleta
no lo reconoció. No era de los que se apartaba de las situaciones difíciles, Van
extendió la mano—. Soy Van Duggins, el hombre que evitó que violaras a Jon Porter
hace unas noches.
—Si no recuerdas lo que has hecho y lo que casi hiciste, necesitas ayuda
seriamente.
—Un amigo tiene morados similares en la mejilla, y para ser honesto, intenté
hacer que presentara cargos. Por suerte para ti, no quería hacer nada para herir tu
reputación.
Van sacudió la cabeza. Los ojos de Guy estaban rojos, indicando otra resaca.
La furia lo atravesó.
—No creo que lo sientas. —Señaló con el dedo la puerta principal—. Vamos a
fuera a menos que quieras que todos los del vestíbulo sepan exactamente el pedazo de
mierda que eres realmente.
Van dejó el hotel sin mirar atrás. No le importaba si Guy era propietario de la
cabaña o que hubiera ganado medallas de oro que colgaban de trofeos en algún sitio.
El hecho de que Guy no pudiera recordar que casi había violado a alguien era
inexcusable.
113
ni siquiera te conozco. —Guy discutió, siguiendo a Van.
—Has pasado años entrenando. Dejaste las fiestas con tus amigos, bailes y
probablemente la graduación para ser excelente en un deporte para el que tenías un
don, y en algún lugar del camino, perdiste el sentido de la humanidad que tuviste una
vez. Te convertiste en la superestrella que los fans y reporteros hicieron de ti, pero el
problema con eso es que siempre hay alguien más joven acercándose. No conozco las
circunstancias de tu retiro, pero sé que en tu corazón cuando dejaste de esquiar,
dejaste de ser quien pensabas que eras. Ahora estás vagando, intentando descubrir tu
lugar en la vida. Por desgracia, has remplazado la disciplina con la que solías vivir
por el alcohol y el sexo.
114
hacerlo. —Van sabía cómo se sentía dejar un deporte que habías amado, por razones
equivocadas—. Piensa en el tiempo en que amabas estar encima de la montaña y
mirando abajo a la nieve fresca. Si eres como yo, probablemente perdiste ese
sentimiento cuando todos a tu alrededor empezaron a presionarte sobre entrenarte y
ser el mejor. Esos tiempos han acabado. Vuelve al deporte que amabas por ti y nadie
más y la necesidad del alcohol se irá sola.
—¿Qué pasa con el sexo? —preguntó Guy, ya sin discutir con Van.
—Digamos que estoy muy agradecido de que solo falten treinta minutos —dijo
Van mientras se metía en el tráfico abarrotado.
115
gruñón durante la pasada hora—. ¿Has cambiado de idea sobre mudarte aquí?
—Olvida el estúpido desfile. Solo dime lo que te pasa. Si he hecho algo que te
haya enfadado, dime que es. —Jon miró alrededor para asegurarse de que nadie
estaba escuchando su conversación. No estaba acostumbrado a conducir en un Jeep
abierto.
—No has hecho nada malo. Supongo que no entiendo por qué perdemos dos
horas y media de nuestro tiempo esperando para que empiece un desfile de treinta
minutos —se quejó Van.
—Si pasar tres horas conmigo sin hacer nada te irrita, quizá debas pensarte lo
de mudarte aquí, porque no hay demasiada excitación por aquí.
Van no dijo nada, y Jon estaba empezando a pensar que realmente estaba
reconsiderando su decisión de mudarse.
—Estaría en el cielo ahora mismo si hubiera pasado esas tres horas solo
contigo, pero no es el caso. Estas mirando a un hombre que no hay nada que le guste
más que ir a la playa y pasar días sin ver o hablar con otra gente. Todo lo que quiero
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ahora es estar contigo. Aunque aprecio la cálida bienvenida que he recibido de la
mitad del pueblo, no estoy acostumbrado a ello, y no puedo decir que lo disfrute. Por
lo que de nuevo, mi humor no tiene nada que ver con estar contigo, es solo un
resultado de la situación. Por favor intenta entender eso.
Jon alcanzó el asiento de atrás y agarró una gran manta que había traído de
casa.
Después de diez minutos, Jon paró bajo la sombra de un gran árbol y estiró la
manta. Estudió la zona mientras Van llegaba y pudo ver que no había nadie más a la
vista.
—¿Qué tal?
—Perfecto.
Jon se sentó y se quitó las botas antes de dejar su sombrero de cowboy encima.
Se estiró sobre su espalda, usando las manos como almohadas.
Van se quitó las sandalias y sacó quitó la negra camiseta sin mangas. Sacó el
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móvil del bolsillo y se lo pasó a Jon, estirándose junto a su amante.
Jon rodó a un lado y colocó su mejilla en el pecho de Van. Bajó por la lista de
contactos de Van hasta que apareció el número de Kai y apretó enviar.
—Soy Jon. Van está sobresaturado de gente, por lo que lo he traído al parque
para que se relaje un poco. Iremos cuando se calme.
Kai rió.
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—No tienes que disculparte, pero si me dices lo que va mal, puedo intentar
arreglarlo.
—No quería decir que tuvieras que parar de hacer eso —masculló van
adormilado.
—No puedo creer que vayas a estar en un avión en menos de noventa minutos.
—Jon miró a Van.
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—Siempre he odiado volar, pero no creo que nunca haya temido tanto un
vuelo. —Alcanzó detrás del asiento y sin mirar buscó en el bolsillo interior de su
maleta hasta que encontró una bolsa de plástico—. Te he traído algo.
—No tenías que hacerlo. Podrías haber enviado las fotos a mi ordenador.
—Sí, pero el otro día noté cuando me duchaba que no tienes un teléfono arriba.
—Van encendió el teléfono y bajó por las fotos que habían tomado hacía unos días
junto a otras que había añadido antes de él solo—. Planeo tener mucho sexo
telefónico contigo durante los próximos meses, pensé que sería mejor si tenías la
privacidad de tu dormitorio. —Sostuvo una de las nuevas fotos delante e Jon para que
la viera—. ¿Te gusta?
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—Si prometes hacerte alguna en tu hamaca, me haré alguna en el banco del
riachuelo —ofreció Jon.
—Trato. —La conversación era fácil, pero Van sabía que ambos la usaban para
esconder el modo en que se sentían por su marcha—. Solo prométeme que no dejarás
tu móvil por ahí para que Bill lo vea.
—Oh, dios. No puedo ni imaginar que haría si el abuelo las viera. ¿Es el tipo
de teléfono en el que puedes poner contraseña? —preguntó Jon.
—Sip. —Van tocó la pantalla—. ¿Un número de cuatro dígitos que recuerdes?
Van pesó en todas las historias negativas que habían escrito de él.
—Probablemente no deberías haberlo hecho.
—Si no lo hubiera hecho, no habría sabido que mi hombre había sido uno de
los mejores surferos del mundo durante casi diez años seguidos. Lo que no puedo
entender es por qué te retiraste mientras podías seguir ganando.
—Supongo que no lo leíste todo. —Van gruñó. Sabía que Jon podía encontrar
fácilmente la respuesta si lo buscaba, por lo que decidió ser honesto—. Me retiré para
entrenar a Blain. Me enamoré de él para entonces, y no quería competir contra él.
—Sí, y el ego de Blain era demasiado frágil como para manejarlo, por lo que
121
me retiré y le convertí en un campeón. —Van sacudió la cabeza—. La parte patética
es que a pesar de como acabó todo, lo haría de nuevo.
—No tienes que dejar tu trabajo con Kai por mí. Sabes eso, ¿verdad? Podemos
hacer que funcione si ambos lo queremos lo suficiente.
—Creo que probablemente es lo más bonito que alguien me haya dicho. —Las
lágrimas llenaron los ojos de Jon—. Maldición, me prometí que no iba a llorar.
122
Jon—. Así es como acabé en el lugar oscuro del que me has sacado.
Van salió de la camioneta y cogió su maleta del asiento trasero. Cruzó la calle
con Jon hacia el pequeño aeropuerto. Antes de ponerse en la cola para pasar la
seguridad, se movió para quedar delante de Jon y presionó el teléfono en la mano del
hombre.
—Probablemente deberías esperar hasta que llegues a casa para mirar las fotos.
—Te amo —susurró, las lágrimas llenando sus ojos de nuevo—. Gracias por
tomarte la oportunidad y venir a Wyoming.
—No es posible. —Van le dio a Jon otro rápido beso antes de dar un paso
atrás—. Cuida de Bill, y dile cuanto lo quiero.
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Jon esperó hasta que Van pasó la seguridad. Se despidió con la mano y se giró
para irse.
Van movió su mano desde su corazón a sus labios y le bufó al hombre que
amaba un beso. Jon contestó derramando más lágrimas. Para su sorpresa, Van sentía
que sus ojos le picaban por la respuesta. Jon realmente era el hombre que repararía su
alma rota.
Capítulo Seis
Jon estaba levantado y fuera de la casa antes de que Bill se despertara. Colocó
los cereales, un cuenco y una cuchara junto a una corta nota. Renovando el stock de
la tienda. Vuelvo más tarde, te quiero, Jon.
124
Rápidamente cogió otra caja de tomates y la cargó en la camioneta con los
otros vegetales. El verano había sido increíblemente seco y la recogida era corta, pero
se sentía confiado en que sería suficiente para que pasaran hasta las calabazas de
otoño y los calabacines estaban listos para cosecharlos.
Después de dos horas llenando las estanterías, Jon finalmente dejó sus tareas
mientras Judy llegaba para empezar su turno.
—Probablemente conseguiré las últimas judías verdes hoy, por lo que cuando
se acaben, se acaban —le dijo.
Despidiéndose, Jon volvió a la camioneta para ir a la granja. Había trabajado
horas de más en los campos, esperando conseguir todos los vegetales que pudiera
antes de que Van viniera. En menos de tres semanas, sería capaz de nuevo de estirarse
en sus brazos.
Jon bajó la mirada a la piel de gallina que se le había puesto por pensarlo. Sip,
era un jodido cachondo, pero nunca se sentía completamente satisfecho después de
las llamadas o videos sexuales con Van. Necesitaba lo de verdad.
125
pero se sentía más cerca aún de su abuelo. Un punto para Van.
Bill estaba estirado de espaldas con sus ojos abiertos, pero no se movió para
responder. La respiración de Jon se quedó atascada mientras se movía hacia su
abuelo. Estiró una temblorosa mano y la colocó en el pecho de Bill.
—¿Abuelo?
Entre olas, Van se apartó de la multitud reunida e intentó alcanzar a Jon de
nuevo. Ya le había dejado cuatro mensajes en el teléfono de Jon y tres en el
contestador de su casa y estaba empezando a asustarse.
—Soy Van de nuevo. Estoy preocupado por ti. Por favor llámame tan pronto
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como recibas esto.
Van colgó y miró su teléfono. Las llamadas eran caras, pero seguiría
intentándolo hasta que finalmente alcanzara al hombre que amaba. El hecho de que
Bill no contestara en el teléfono de la casa asustaba a Van más que nada.
—No. —Van se pasó la mano por el pelo—. Algo va mal. Lo siento. —La bilis
le subía por la garganta mientras mentalmente imaginaba varios escenarios. Con las
manos temblorosas, le dio su móvil a Kai—. ¿Me harías un favor y llamarías a
algunos de los hospitales más grandes de Sheridan?
—Puedo hacer algo mejor —dijo Quade, uniéndose a ellos. Sacó una lista de
contactos y apretó un botón—. Hola, Ryan, soy Quade. Necesito que me hagas un
favor.
—Lo sé, pero espera hasta que Quade acabe con Ryan. Quizá sea algo tan
simple como una tormenta en camino que ha acabado con la electricidad. —Kai
colocó su cabeza contra el hombro de Van.
—No hasta que descubramos qué pasa. —Kai besó la mejilla de Van antes de ir
hacia Quade.
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Van estaba lo bastante lejos para no poder escuchar el lado de la conversación
de Quade, pero supo el momento en que su amigo recibió malas noticias. Las cejas de
Quade se juntaron y alcanzó a Kai.
¡Joder! Las lágrimas picaban en los ojos de Van mientras esperaba que Quade
acabara con la maldita llamada telefónica y le dijera algo.
—Bill Porter está en la UCI en el Hospital Sheridan Memorial. Ryan dice que
conducirá hasta allí para estar con Jon hasta que podamos llegar —dijo Quade,
acabando la llamada.
—Yo, no nosotros. Kai tiene un torneo que ganar. —Van le cogió su teléfono
que le había dado a Kai.
—No lo haré —discutió Kai—. Eres familia y eso es más que cualquier jodido
torneo de cualquier día de la semana.
Van raramente escuchaba a Kai maldecir, pero la vehemencia tras las palabras
le sorprendió incluso más. Se sentía bien saber que era considerado parte de una
familia y con ese honor venían muchas responsabilidades.
—Te quiero.
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Después de treinta y cinco horas seguidas de vuelo y escalas, Van salió del
avión en Sheridan, Wyoming. A pesar de volar en primera clase, apenas había
dormido y estaba seguro de que salía un extraño olor a viaje de él.
En cada parada del camino, Quade había hablado con Ryan. El sheriff había
hecho lo que pudo para conseguir información del personal médico, pero su placa
solo lo llevó hasta allí. Según Ryan, Bill todavía estaba vivo, pero el pronóstico no
era favorable. Él, Nate y Rio se habían turnado para sentarse en el hospital en caso de
que Jon los necesitara, pero hasta el momento Jon se había negado a dejar a su abuelo
para nada más que ir al baño de vez en cuando. Cuando Van le preguntó a Ryan si Jon
estaba comiendo o no, Ryan confirmó que Jon había rechazado la comida ofrecida.
129
que le diera el mensaje de Jo de que lo llamara por favor, pero cada vez que Van
comprobaba su móvil descubría que tenía mensajes de todos menos de Jon.
¿Qué pasa si Jon no me quiere allí? Mala suerte, decidió mientras se apartó del
espejo para salir del baño.
Cuando Kai se movió hacia él, Van dio un paso atrás. Era obvio por la
expresión en el rostro de Kai que las noticias no eran buenas.
—¿Ha muerto?
—No, pero le dijeron a Ryan que Bill había dejado claro anteriormente al
hospital que no lo pusieran en un respirador o le administraran nutrición por un
tubo—. Kai sacudió la cabeza—. No lo va a conseguir.
—¿Y Jon?
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ese lugar oscuro. A veces, las palabras de consuelo hacían más daño que bien, pero un
abrazo podía decir mucho más sin sonido.
—Cinco minutos, por favor, —suplicó Van a la enfermera. Eran más de las diez
de la noche, y el hospital tenía reglas estrictas contra los no miembros de familia
inmediata en la habitación de los pacientes después de las horas de visita—. Solo
necesito que sepa que estoy aquí para él.
Bill había sido movido de la UCI a una habitación normal después de que la
declaración de voluntades hubiera salido a la luz. Cathy, la enfermera a cargo, estudió
a Van unos minutos.
—Cinco minutos. —Estuvo de acuerdo—. No lo alargues.
—Gracias.
—Haznos a todos un favor y consigue que Jon coma algo. Estamos empezando
a preocuparnos más por él que por su abuelo —dijo Cathy antes de llevar a Van por el
pasillo.
131
desde que había estado lo bastante cerca como para tocar al hombre que amaba, pero
aunque solo estaba a unos pies de él, Van odiaba la idea de despertar a Jon.
Con el reloj corriendo, Van fue incapaz de resistirse. Se arrodilló junto a la silla
de Jon y apartó el cabello oscuro de la frente de su amante.
—Jon.
Jon saltó y se sentó recto mientras se restregaba los ojos. Parpadeó varias veces
antes de enfocarse en Van.
—¿Estás aquí?
Jon enterró su rostro contra el rostro de Van y colapsó, cayendo de la silla a los
brazos de Van. Sacudió la cabeza.
—Él no...
—Lo sé. —Van se suavizó cuando Jon se rompió. Con solo un momento, Van
no tenía tiempo de convencer a Jon de que comiera, pero algo le dijo que Jon
necesitaba más ser sostenido que la necesidad de un bol de sopa.
Van siguió meciendo a Jon adelante y atrás hasta que la puerta se abrió. Miró a
Cathy y silenciosamente le suplicó que le diera más tiempo.
Cathy miró a Bill. Comprobó las vitales y colocó las mantas antes de salir de la
habitación sin una palabra, cerrando la puerta tras ella.
Con Jon en su regazo, Van se echó atrás hasta que fue capaz de apoyarse en la
132
pared. Lentamente, Jon se durmió, todavía encima de Van.
133
—Nate tiene la comida lista —le dijo a Jon.
—Estaré allí en unos minutos. —Jon le dio a Van un rápido beso antes de
volver a su abuelo. Sabía que en un día o dos más, tendría que facilitar la muerte de
su abuelo con palabras de valentía, pero todavía no estaba listo. Podría parecer
egoísta, pero necesitaba un poco más de tiempo para despedirse. Antes de dejar la
habitación, Jon encendió la televisión y abrió las cortinas—. Se acerca una tormenta.
Sé cuánto te gusta el sonido de la lluvia y los truenos, por lo que abriré un poco la
ventana. —Encontró una toalla y la colocó bajo la ventana para atrapar las gotas de
lluvia que entraran—. Voy a comer, pero volveré para sentarme contigo más tarde.
—Te estábamos esperando —dijo Van, apartando una silla para Jon.
Jon odiaba decirle a Van que no tenía hambre. Había hecho lo que pudo los
otros días para comer algo para tranquilizar la mente de Van, pero la comida no le
sabía a nada.
—Gracias. —Se sentó y alcanzó la olla, sabiendo que la sopa bajaría mejor que
un sándwich—. ¿Has escuchado alguna novedad del tiempo?
134
rápido y pasará.
—Llueve casi cada día en Oahu —dijo Kai antes de darle un mordisco a su
sándwich.
—Otro día o dos. El cuerpo humano puede sobrevivir mucho sin fluidos —
George explicó. Colocó sus antebrazos en la mesa y se inclinó hacia Jon—. Por lo
que parece, en este tipo de situación, creo que contra más rápido se va alguien, es lo
mejor.
Jon sabía que George estaba intentando hacerle sentir mejor por su decisión de
llevar a su abuelo a casa. Bill había sido específico en su declaración de voluntades
anticipadas, por lo que realmente no era el lugar de Jon el opinar sobre ello.
135
Un trueno sonó en la distancia. Jon se levantó y cogió una gran taza del
armario.
—Si no os importa, creo que me tomaré mi sopa afuera. —Colocó la sopa del
cuenco a la taza y dejó la cocina sin otra palabra.
Jon tenía que darle a Van el crédito que merecía. Raramente Van ofrecía su
opinión sobre el cuidado de Bill a menos que se la pidiera expresamente. Parecía que
todo lo que le preocupaba a Van era asegurarse de estar ahí ara Jon, y Jon no podía
haberlo apreciado más.
—Necesito hacerlo.
—Vale, pero ten cuidado. Cuando los truenos se acerquen tienes que entrar.
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Jon se inclinó y le dio a Van un suave beso.
—Te amo.
Mientras George se sentaba con Bill, Van se levantó del porche a pesar del
torrente de lluvia que le mojaba la cara y la ropa. Observó a Jon llevando pepinos,
berenjenas, coles y delicadas hierbas al granero.
—Esto te está matando, ¿no? —preguntó Kai desde la puerta.
—Es lo que necesita —contestó Van. Mirando por encima del hombro a su
amigo—. Pero sí, no hay nada que quisiera hacer más que ayudarlo.
A pesar de la suplica anterior de Van, sabía que Jon no pararía hasta que tuviera
todo lo que pudiera meter con seguridad en el granero.
137
—¿Qué pasa con nosotros? —preguntó Kai.
—¿Fieltro o paja?
Van cogió el Stetson de fieltro, sabiendo que lo protegería más. Supuso que
probablemente también se arruinaría, pero le compraría otro a Jon si lo necesitaba. Se
dirigió hacia el jardín en busca de Jon.
Van rodeó la esquina del granero y se detuvo. Jon estaba inclinado sobre un
cajón de plástico de melones con su rostro en las manos. Van podía decir por el modo
en que todo el cuerpo de Jon temblaba que estaba llorando.
—Acaba con los pepinos. Los melones pueden ser engañosos si no sabes
cuando están maduros.
Así, Jon aceptó el lugar de Van a su lado en el jardín. Van siguió recogiendo
pepinos hasta que solo quedaron los más pequeños. Llevó el cajón al granero antes de
volver al jardín.
—¿Qué más?
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Jon le pasó a Van un pequeño cuchillo apuntando al brócoli.
—Corta toda la planta desde la base si las cabezas son lo bastante grandes —
gritó por encima de la furiosa tormenta.
Jon sabía que la determinación de Jon crecía más por la pena que por la
necesidad, y mientras estuvieran fuera e intentara darle a Jon lo que necesitaba, Van
no podía dejarlo. Esperó hasta que Jon recogió la mayoría de melones antes de volver
a avisarle.
—¡Jon! Es suficiente.
Jon saltó mientras un fuerte trueno llenaba el aire. Echó la cabeza atrás, miró al
cielo y sonrió.
Era la primera vez desde que Van había llegado que había visto otra emoción a
parte del dolor y la pena en el hermoso rostro de Jon. Van tomó la oportunidad de
coger el cajón de melones.
139
—Vamos al granero.
—No parece que vaya a parar pronto —comentó, colocándose junto a Jon.
Van recordó lo que el doctor le había dicho a Jon antes de que dejaran el
hospital. Envolvió sus brazos alrededor de Jon y le besó el la mojada cabeza.
140
Mojado, Jon entró en la habitación de su abuelo y de inmediato notó la ventana
cerrada. Aunque apreciaba que George pensara en los suelos de cien años, no era lo
que su abuelo hubiera querido.
—¿Cómo está?
Jon tiró el sombrero al suelo y caminó hacia el baño. Con un tirón arrancó la
cortina de la ducha de los ganchos y la llevó al dormitorio.
—Claro.
141
—No creo que vuelva a sentir nunca la lluvia sin pensar en mis abuelos —
susurró.
Van apartó a Jon de la ventana y gentilmente lo secó con una toalla antes de
ayudarle a ponerse los pantalones.
—Un poco agridulce, pero sí. —Subió a la cama y abrazó a su abuelo antes de
poner espacio entre ellos.
142
—Sí, pero no fue el azote lo que me enseñó una lección. Fueron las lágrimas
que bajaban por las mejillas de mi abuelo mientras me lo daba. —Jon se secó sus
propias lágrimas mientras recordaba—. Esa fue la última vez que lo hizo.
Van llegó a la granja para encontrar la casa vacía. Sabía que Jon estaba
esperando la visita del abogado de Bill, por lo que su amor tenía que estar por los
alrededores. Después de comprobar el granero y los jardines, Van se dirigió al arroyo.
Como esperaba, Jon estaba sentado en el banco que su abuelo había hecho.
—Tengo que venderla. —Jon miró a Van por primera vez desde que se sentó—.
No tiene sentido.
Aunque Jon no conocía a Bill tan bien como Jon, pensó que podía entenderlo.
Tragó alrededor del nudo en su garganta por la emoción.
—Bill no quería que te quedaras en la granja como una obligación. Sabía que
volviste por él, y no quería que te quedaras después de su muerte por la misma razón.
Jon tiró los papeles al suelo.
—Porque sabía que tú debías ser algo más que un granjero. No estoy diciendo
que haya nada de malo en trabajar en la tierra, pero sabía que no te apasionaba —
intentó explicar Van, esperando hacerlo bien.
—Pero aquí es donde están mis recuerdos. Aquí es donde me siento más
cercano a ellos. ¿Cómo puedo solo alejarme de ellos?
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Van pensó en su propia casa y en todas las razones por las que se negaba a
tirarla y construir algo más bonito en su lugar. Se inclinó y recogió los papeles.
—Mejor aún, quizá podamos alquilar la tierra a uno de los granjeros de los
alrededores y solo mantener la casa con acceso al resto de las tierras —ofreció Jon.
—Claro.
En el mes que llevaba viviendo con Van, Jon se había acostumbrado a la vida
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relajada que disfrutaba Van y la mayoría de los otros residentes de la isla. Se las había
arreglado para encontrar un trabajo de cuatro horas al día en una pequeña emisora de
radio. El trabajo le permitía no solo ganar lo suficiente para vivir sino que además le
daba tiempo para sus otras pasiones, básicamente el sexo con Van y aprender surf.
Todavía era malo surfeando, pero ya se había convertido en un profesional
complaciendo a Van en el dormitorio y donde sea que acabaran.
Le tomó a Jon dos segundos notar a Van a través de la ventana trasera. Estirado
desnudo en una hamaca, Van estaba disfrutando de la fría brisa del océano mientras
se mecía adelante y atrás. Jon se bajó los pantalones, se ató un pareo alrededor de la
cintura, y alcanzó la botella de lubricante que mantenían en uno de los cajones de la
cocina.
—Nadie más. —Van dio un par de tragos a su agua antes de taparla y colocarla
en la mesilla junto a la hamaca—. ¿Por qué estás tapado?
—Vi a un par de personas caminando por la playa cuando conducía hacia casa.
—Jon colocó su botella junto a Van antes de estirarse para colocarse sobre el hombre
que amaba—. ¿Qué has hecho hoy?
Van apartó la parte de atrás del pareo de Jon y empezó a meter un dedo en su
agujero lubricado.
—Vi la grabación del último torneo de Kai. Nos pidió que nos reuniéramos con
ellos en Portugal para el siguiente, pero le dije que teníamos que pasar esta vez.
—Podemos ir si quieres. —Jon removió su culo, silenciosamente pidiendo
más. Le encantaba la facilidad con la que hacían el amor.
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Jon había decidido animarlo a que entrenara a mujeres.
Van rió y quitó sus dedos para remplazarlos por su polla. Sus sesiones de la
tarde en la hamaca no eran tanto para correrse como para sentirse conectados el uno
con el otro.
Fin
Coordinación de Proyectos
Pervy
Traductora
Vero
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Correctora
Laavic
Pervy
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