Momento 1 Reconocer El Problema - Karent Vallejo

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Momento 1 Reconocer el Problema

Karent Lizeth Vallejo Tello 403023_219

CC 1107509507

Teléfono 3106518300

Universidad Nacional Abierta y a Distancia

Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades

Cead: Palmira

Programa-Psicología

Paradigmas de Investigación

Febrero-2022
Elabore un escrito donde identifique las principales características de

dimensión epistemológica, ética y política y su relación entre las mismas en la

investigación.

Características

Dimensión Epistemológica:

Volvamos al primero de los aspectos enunciados. En términos generales, se

plantean tres entradas epistemológicas para reconocer la producción de conocimiento, que

coinciden composiciones distintas del sujeto investigador (J. Ibáñez, 1994). La primera,

propia del paradigma tradicional, sustenta una relación unidireccional entre sujeto y objeto;

el sujeto "investigador “mantiene distancia con lo investigado, se trata de una relación que

se basa en la metáfora de la labor del científico en el laboratorio con su microscopio

estudiando una especie distinta a éste (sujeto absoluto). La segunda fórmula una relación

interdependiente sujeto-objeto; esta postura frente al conocimiento evidencia que el sujeto

"investigador" es influenciado por el objeto “Investigado" dado que se le da valor en el

proceso al papel del contexto (sujeto relativo). La tercera entrada hace referencia a una

relación sujeto – sujeto en el cual es sujeto investigador le confiere el estatus a lo

investigado de sujeto (sujeto interdependiente). Cada una de estas posiciones evidencia

posicionamientos diferenciales sobre la investigación y su relación con la acción social.

Es importante resaltar que, desde el paradigma tradicional denominado por muchos

autores de control, el investigador y la investigación tienen un papel muy débil, casi nulo

para un desarrollo deseable al conjunto de la sociedad. Sin embargo, son numerosos los
filósofos de la ciencia que coinciden en señalar que la crisis del paradigma tradicional, cuya

más acabada expresión es la del positivismo lógico, dio paso a una nueva manera de pensar

no solo el problema del conocimiento sino también a nosotros mismos, nuestra relación

mutua y la sociedad en general (B. Parece, 1998).A su vez La mencionada crisis del

paradigma clásico de la modernidad —con sus nociones de ciencia, técnica y racionalidad

— ha con llevado la disolución de los principios y fundamentos de las ciencias sociales y

humanas en lo que tiene que ver con aspectos de sus disposiciones.

Dimensión Ética:

Conduce a preguntar sobre el sentido de las formas de concreción de la reflexión y

acción social de las comunidades del conocimiento (comunidades que dialogan con saberes

académicos, empíricos, estéticos, religiosos, entre otros). Funtowicz y Ravetz1 (1999) han

acuñado el término de ciencia pasnormal para denominar la praxis científica que, superando

la concepción “normal” de la ciencia (Kuhn, 1971) como progreso racional de resolución

de problemas, incluye también los aspectos éticos. Lo que esta noción problematiza tiene

que ver con la “aplicación” simple y mecanicista del conocimiento (ciencia aplicada) que se

extiende hacia otros tipos de praxis (como el asesoramiento científico y técnico).

Desde el punto de vista ético, la crisis de la razón y del paradigma tradicional

muestra que las nociones guía de ciencia, técnica y racionalidad aparecen como nociones

ciegas; hace también crisis, el supuesto ético conforme al cual las sociedades pueden y

deben ser racionalmente fundadas en orden a una única finalidad, que en este caso es

traducida en lógica de la dominación y deviene en un orden racionalizador que estigmatiza


y excluye como irracional y no verdadero todo lo que se resiste a ser encerrado en ese

orden, es decir, todo lo singular, contingente, el arte, la pasión, etc. (M. Téllez, 1995).

Conocimiento que se expresa en las creencias sociales compartidas que configuran

el sentido común de los individuos el cual es fruto de la interacción social y de la influencia

pasada y presente de distintas corrientes de pensamiento, ideologías, etc. Al respecto,

Gramsci afirma “el sentido común no es algo rígido e inamovible, sino que está

continuamente transformándose, enriqueciéndose con las ideas científicas y con las

opiniones, filosóficas que han entrado en la vida ordinaria” (Sabucedo, 1998).

La necesidad de crear alternativas al desarrollo convencional por vía de la defensa

de la diferencia cultural implica visibilizar los procesos de construcción de identidad

colectiva. La identidad colectiva como proceso se distancia de aquella concepción que la

considera como algo unitario y coherente. Según Benjamín Tejerina (1998), la identidad

colectiva tiene tres elementos constitutivos. En primer lugar, supone la presencia de

aspectos cognitivos que se refieren a una definición sobre los fines, medios y el ámbito de

la acción colectiva. En segundo lugar, hace referencia a una red de relaciones entre actores

que comunican, influencian, interactúan, negocian entre sí y adoptan decisiones. En tercer

lugar, requiere cierto grado de implicación emocional, posibilitando a los actores sentirse

parte de un “nosotros” (Tejerina, 1998). Desde este planteamiento se hace visible la

dimensión construccionista de la acción colectiva.

Seguir el rastro de los movimientos sociales desde este enfoque de la acción

colectiva que presta atención a los aspectos simbólicos y culturales (también presentes en el

proceso de movilización colectiva) impulsa una forma “novedosa” de renovación de los

valores sociales que la modernidad erige como exclusivos. En relación con esto, Manuel
Castell afirma que lo característico de los movimientos sociales y proyectos culturales

construidos en torno a identidades en la era de la información es que no se originan dentro

de instituciones predominantes de la sociedad civil. Introducen, desde el principio, una

lógica social alternativa, distinta a los principios de actuación en torno a los cuales se erigen

las instituciones dominantes de la sociedad (Castells, 1997).

Dimensión Política:

En la relación entre investigación y transformación social esta dimensión se

presenta diferencialmente según la perspectiva que se asuma de esta noción. De algunas

orientaciones, sobre todo de corte positivista, se infiere un carácter neutral o apolítico de la

investigación. Posturas de este tipo se basan en la concepción clásica de la ciencia, en la

idea de que el sujeto perturba el conocimiento, por tanto para tener una visión objetiva es

necesario excluir, “borrar”, al sujeto (Schnitman, 1995). Esta elisión se hizo inevitable en la

medida en que obedecía al paradigma cartesiano: el mundo de la cientificidad es el mundo

del objeto, y el mundo de la subjetividad es el mundo de la filosofía, de la reflexión. Ambos

dominios quedaban legitimados, pero eran mutuamente excluyentes: el sujeto metafísico no

integrable dentro de la concepción científica y la objetividad científica no integrable dentro

de la concepción metafísica del sujeto.

Concepciones críticas a la anterior invitan a visibilizar los referentes de la

dimensión política del ser humano, consideración insustituible para dar sentido a la

reflexión y acción social desarrollada desde la investigación y en su proyección social.


Chantal Mouffe (1999) plantea una sugestiva distinción entre las nociones de “lo político”

y “la política”; confrontando el liberalismo clásico, esta autora define “lo político” como la

dimensión antagónica inherente a toda sociedad humana, antagonismo que puede tomar

formas muy diferentes y que puede situarse en relaciones sociales diversas. En contraste

“la política” se toma como algo referido al conjunto de prácticas, discursos e instituciones

que buscan establecer un cierto orden y organizar la vida social en condiciones que

siempre están sujetas, de manera potencial, al conflicto, precisamente porque se ven

afectadas por la dimensión de “lo político”. Desde esta perspectiva, la política puede ser

vista como un intento de pacificar lo político, se refiere a la instalación y encarnación del

orden y las prácticas sedimentadas por determinada sociedad (Slater, 2001).

Lo anterior supone aceptar que la investigación social, como toda práctica humana,

es parcial y limitada, debido a que en ella es imposible distinguir claramente entre

objetividad y poder. Si se admite que aquello que se denomina “exterior constitutivo” es lo

que permite establecer un consenso, tras del cual existe siempre un acto de exclusión, en el

saber social nunca podrá existir entonces un acuerdo “racional” totalmente inclusivo, entre

otras razones porque hay que preguntarse siempre quién decide qué es y qué no es

razonable: la demarcación de este límite es completamente política, resultado de un acto de

hegemonía (Mouffe, 1999).

Hace una década todavía se dudaba de que la tendencia por buscar que las

investigaciones conllevaran su aplicación directa en la realidad, en lo que se llamó la

ingeniería política y social, tuviera consecuencias sobre el carácter crítico de los resultados

de la investigación y sobre el tipo de estudios que se desarrollaban para ajustarse a la

demanda del Estado o las organizaciones privadas. Destacando la participación de un nuevo


tipo de “analista simbólico” en los procesos de organización social, se insistía en que lo

fundamental del trabajo científico radicaba en la acción de explicar el mundo social en

orden de transformarlo (J. Brunner, 1992). Sin embargo, lo que ha pasado recientemente

con la investigación social muestra una situación aparentemente antagónica: en contraste

con los espectaculares logros de la ciencia y la tecnología, los males sociales y la capacidad

de la ciencia de actuar por el bien común, principalmente por los más necesitados, resultan

impactantes (V. González, 2002).

Relación entre las dimensiones:

Según las lecturas realizadas, no hay relación entre estas dimensiones ya que las

dimensiones ética y política son desconocidas a diferencia de la epistemológica, Sin

embargo, tal imprecisión y borrosidad es engañosa, pues toda construcción del

conocimiento las incluye, pero naturalizándolas como si fuesen aspectos propios del objeto

conocido, intrínsecos a él, o bien como si fuesen parte del ritual de investigación, de los

múltiples gestos de la cotidianeidad científica, como si fuesen esencia del ser y del vivir.
Bibliografía

Cubides C. & Durán, A. (2002). Epistemología, ética y política de la relación entre

investigación y transformación social. Nómadas, 17, páginas 11-22. Recuperado de

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3991459

• Montero, M. (2001). Ética y política en Psicología. Las dimensiones no

reconocidas, páginas 1-9. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?

codigo=1226775

• González, S. (2020) Comprensión paradigmática. El análisis de la realidad.

[OVI]. Recuperado de https://repository.unad.edu.co/handle/10596/36148

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