Rupes Tre

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Las manifestaciones

rupestres en México
Técnica, iconografía y paisaje
Aline Lara Galicia
coordinadora

Albert Rubio Mora


Ramon Viñas Vallverdú
compiladores
Comité Asesor
© 2019 Dora Arizaga Guzmán, arquitecta. Quito, Ecuador
AcerVos Alicia Cámara. Universidad Nacional de Educación a
7º volumen Distancia (UNED). Madrid, España
Elena Díez Jorge. Universidad de Granada, España
Marcello Fagiolo. Centro Studi Cultura e Immagine di
Roma, Italia
Martha Fernández. Universidad Nacional Autónoma
Coordinadora de México. México DF, México
Aline Lara Galicia Jaime García Bernal. Universidad de Sevilla, España
María Pilar García Cuetos. Universidad de Oviedo,
España
Compiladores Lena Saladina Iglesias Rouco. Universidad de Burgos,
España
Albert Rubio Mora Ilona Katzew. Curator and Department Head of Latin
Ramon Viñas Vallverdú American Art. Los Angeles County Museum of Art
(LACMA). Los Ángeles, Estados Unidos
Mercedes Elizabeth Kuon Arce. Antropóloga. Cusco,
Director de la colección Perú
Fernando Quiles García Luciano Migliaccio. Universidade de São Paulo, Brasil
Víctor Mínguez Cornelles. Universitat Jaume I.
Castellón, España
Coordinador editorial Macarena Moralejo. Universidad de Granada, España
Ramón Mújica Pinilla. Lima, Perú
Juan Ramón Rodríguez-Mateo Francisco Javier Pizarro. Universidad de Extremadura.
Cáceres, España
Ana Cielo Quiñones Aguilar. Pontificia Universidad
Javeriana. Bogotá. Colombia
Diseño editorial Delfín Rodríguez. Universidad Complutense de
Madrid, España
Marcelo Martín Janeth Rodriguez Nóbrega. Universidad Central de
Venezuela. Caracas, Venezuela
Maquetación
Olaya Sanfuentes. Pontificia Universidad Católica de
Laboratorio de las artes Chile. Santiago, Chile
Pedro Flor. Univ. Aberta / Instituto de História da Arte -
Imagen de portada
NOVA/FCSH, Portugal
Interpretación de pinturas de impresiones de manos de color rojo Comité Evaluador
sobre base blanca, Sierra de la Giganta, Baja California Sur, México. Antonio Acosta Rodríguez, Beatriz Barba Ahuatzin,
Fotografías y dibujos Ernesto González Licón, Eva Bravo García, Geoffrey
De los autores, excepto que se especifique el autor de la imagen McCafferty, José Luis Anta, Karina Croucher, Maria J.
Rodríguez- Shadow, Pablo Palenzuela Chamorro, Pia
Moya, Rosemary Joyce.

© de los textos e imágenes: los autores Financiado por el Vicerrectorado de Relaciones


© de la edición: Institucionales de la Universidad Pablo de Olavide,
E.R.A. Arte, Creación y Patrimonio Iberoamericanos en en el marco de los acuerdos con la Asociación del
Redes / Universidad Pablo de Olavide Cuerpo Consular de Sevilla

ISBN: 978-84-09-13369-7
Depósito Legal: SE 1668-2019
2019, Sevilla, España
Índice

Presentación 8
Eduardo González Biedma

Introducción 10
Aline Lara / Albert Rubio / Ramon Viñas

Pasado y futuro del arte rupestre en México 14


María del Pilar Casado López

Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso 37


de culturización del paisaje en Baja California Central, México
María de la Luz Gutiérrez Martínez

Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural: Cuevas de La pintada, 60


y El ratón. Sierra de San Francisco, Baja California Sur, México
Ramon Viñas, Albert Rubio, Larissa Mendoza

S itios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas, Baja California Sur, México 89


Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta, 114


Baja California Sur, México
Carlos Mandujano Álvarez

Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes 138


entre las manifestaciones del conjunto rupestre del Arroyo de las flechas
(Caborca, Sonora, México)
Beatriz Menéndez, Ramon Viñas Vallverdú, Alejandro Terrazas
Mata, Martha E. Benavente Sanvicente y Albert Rubio Mora

Forma - asociación - contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre 162


en el occidente mexicano
Efraín Cárdenas García
5
Arroyo de las flechas (Caborca, Sonora, México) (Foto: B. Menéndez).
| Índice

Algunas manifestaciones gráfico-rupestres 190


de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán
Eugenia Fernández-Villanueva

Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales 210


de observación astronómica
Mario A. Rétiz García y Efraín Cárdenas García

Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental 223


en Puebla, México
Erika Morales Vigil

El entorno natural como representación del espacio mesoamericano 245


en las manifestaciones rupestres del Valle del Mezquital
Aline Lara Galicia

El camino de los días: las representaciones rupestres 260


del movimiento solar en Xihuingo y otros sitios del sur de Hidalgo (México)
Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü-otomí 281


en la pintura rupestre del Mezquital, Hidalgo (México)
David Lagunas y Aline Lara

Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología 296


del paisaje. El caso de El Ocote, Aguascalientes, México
Mario Arturo Palacios Díaz

La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos: 316


la reutilización ritual de un petrograbado prehispánico
Miguel Pérez

7
Presentación

Eduardo González Biedma


Cónsul Honorario de México en Andalucía
Catedrático de la Universidad de Sevilla

Debo unas palabras de presentación a esta obra de tanta calidad en la


que un grupo de investigadores del primer nivel ha dedicado su esfuerzo
y sus probados conocimientos a un tema tan apasionante como es el del
arte rupestre en el territorio actual de México. Esta obra es el fruto de
muchos elementos positivos: la primera, la pasión investigadora de un
grupo de profesores en plena madurez de su carrera. La segunda, el in-
terés por México, y no sólo en este caso por parte de expertos mexicanos,
sino también españoles y de otros países. Una vez más, la cooperación de
investigadores de distintos lugares da excelentes resultados. La tercera,
es el interés y esfuerzo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla para
que esta obra viese la luz –hago mención expresa a su equipo rectoral
y en especial a la vicerrectora Pilar Rodriguez– proceso en el que este
Consulado ha tenido el honor de poder participar.

De esta manera, se ha podido llevar a la luz esta obra de investi-


gación que hace ver una faceta del patrimonio mexicano no tan conocido,
como es su enorme riqueza en cuanto al arte rupestre y a esta etapa de
su rica prehistoria.

Como Cónsul Honorario de México en Andalucía me produce


una enorme satisfacción que precisamente en Sevilla se haya concen-
trado, de la mano de los doctores Lara, Rubio y Viñas, el esfuerzo de
coordinación de una obra que ha reunido trabajos de tanto rigor, interés
y profundidad. Gestar y coordinar una obra de estas características no
es fácil y basta abrir este libro para comprobar que en este caso se ha
hecho con un total acierto.

8
Presentación | Eduardo González Biedma

Así que poco me queda más que dar la bienvenida a esta nueva
obra que está llamada a ser imprescindible en las estanterías de los es-
pecialistas y que sirve para mostrar, de nuevo, la profundidad cultural y
los tesoros que tiene México, aún más a la vista de todo el que se quiera
acercar a ellos.

9
Introducción

Aline Lara
Albert Rubio, Ramon Viñas

La siguiente publicación es una compilación de las recientes investiga-


ciones y descubrimientos sobre las manifestaciones rupestres en México
y que fueron presentadas en 2015, durante el XIX Congreso International
Federation of Rock Art Organisations (IFRAO), Cáceres, España. Los
autores plantearon diferentes enfoques teóricos y científicos en torno a
la lectura y significación de las tradiciones rupestres de México.

El volumen presenta ejemplos de los estados de Baja California,


Sonora, Michoacán, Hidalgo, Puebla, Aguascalientes y Guerrero; descri-
biendo distintas temporalidades de la ejecución de las pinturas y petro-
grabados de diferentes sociedades, desde cazadoras recolectoras hasta
prehispánicas y relacionando la prehistoria con aspectos interdisciplina-
rios como: la etnohistoria, la antropología y la arqueoastronomía (Fig. 1).

El primer capítulo realizado por María del Pilar Casado López


“Pasado y futuro del arte rupestre en México” nos describe la historia
de los trabajos llevados desde el siglo XIX, con una reflexión teórico-
metodológica de las investigaciones en México. María de la Luz Gutiérrez
Martínez en su capítulo “Los volcanes tres vírgenes: agentes sociales en
el proceso de culturización del paisaje en Baja California Central, México”
interpreta los elementos naturales vinculados al arte rupestre desde la
arqueología del paisaje, proponiendo una interpretación de su significado
en la cosmovisión de los grupos que lo crearon.

Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza presentan “Los


elementos reticulados del conjunto rupestre del Arcaico Gran Mural en las
Cuevas de La Pintada y El Ratón. Sierra de San Francisco, Baja California
Sur, México”, asociando estos símbolos a la imaginería y cosmovisión de
las etapas del Arcaico Gran Mural. Y los motivos abstractos que aparecen
10
Introducción |

tanto en el Arte Paleolítico Europeo o con otras tradiciones rupestres.


Harumi Fujita y Karim Bulhusen describen los “Sitios pictográficos en la
Sierra de las Cacachilas, Baja California Sur”, conjuntos rupestres que
se asocian a un paisaje de culto con lugares ceremoniales.

Carlos Mandujano en su estudio “Un acercamiento a la pintura


rupestre de la Sierra de la Giganta, Baja California Sur”, se refiere al
estilo Sierra de La Giganta presente en sitios y que por sus caracterís-
ticas particulares adquieren un fuerte simbolismo paisajístico. Beatriz
Menéndez, Ramon Viñas, Alejandro Terrazas, Martha Benavente y Albert
Rubio, apuntan en el avance sobre “Grabados y astros: el papel de los sím-
bolos celestes entre las manifestaciones grabadas del conjunto rupestre
del Arroyo de las Flechas (Caborca, Sonora, México)” la importancia que
tuvieron estos lugares destinados a los ritos de fertilidad y asociados con
el culto solar y lunar.

Efraín Cárdenas García nos presenta “Forma-asociación-


contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexi-
cano”, un registro amplio de los grabados rupestres de esta área y su
asociación con el contexto geográfico-cultural y arqueológico. En la
misma línea Eugenia Fernández-Villanueva Medina en “Algunas ma-
nifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénega de Zacapu, Michoacán”
examina la ubicación, descripción y características principales de otros
conjuntos de la región, correlacionando los motivos con el entorno
natural y cultural. Mario A. Rétiz García y Efraín Cárdenas García en
su trabajo sobre “Las cruces punteadas, evidencias de interacción y
tradiciones regionales de observación astronómica”, interpretan des-
de la perspectiva astronómica en arqueología los distintos símbolos
relacionados con los fenómenos celestes.
11
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Erika Morales en su estudio “Las pinturas y gra-


bados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental
en Puebla”, relata el registro de los sitios con
manifestaciones rupestres alrededor del sitio
arqueológico de Cantona y su relación con el pai-
saje y la materia prima de la región para unifi-
car una propuesta de interpretación y asociación
temporal con el auge del centro ceremonial.

Aline Lara Galicia en su estudio “El entorno


natural como representación del espacio me-
soamericano en las manifestaciones rupestres
del Valle del Mezquital”, interpreta la ubicación
de los conjuntos rupestres como parte de una
geografía sagrada para los antiguos grupos de la región. Alfonso Torres
Rodríguez y Carlos Alberto Arriaga Mejía en su trabajo “El camino de los
días: las representaciones rupestres del movimiento solar en Xihuingo
y otros sitios del sur de Hidalgo”, describen la representación del astro
solar y de su movimiento, presente en diversas tipologías al sur del ac-
tual estado de Hidalgo. David Lagunas Arias y Aline Lara Galicia presen-
tan en su capítulo “Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión
hñähñü- otomí en la pintura rupestre del Valle del Mezquital, Hidalgo”,
una interpretación desde la vertiente etnoarqueológica y las diversas
similitudes desde los grupos antiguos hasta los indígenas actuales,
entre los símbolos representados en las manifestaciones rupestres.

Mario Arturo Palacios Díaz en su estudio sobre el “Arte rupestre


del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisa-
je. El caso de Aguascalientes, México”, relata el uso del paisaje como
aplicación a la gráfica rupestre, su iconografía y su asociación con el
contexto arqueológico. Finalmente, Miguel Pérez Negrete nos presenta
“La comunidad afroamericana de los metates y el culto a San Marcos:
la reutilización ritual de un petrograbado prehispánico”, donde trata la
forma en que grupos de la región, actualmente usan diversos petrogra-
bados antiguos como parte de sus rituales y ceremonias.

La investigación descrita en este libro contribuye a divulgar el


conocimiento que hemos adquirido de las manifestaciones rupestres
existente en distintas regiones de México, aportando nuevos plantea-
mientos y claves para su entendimiento.

12
Introducción |

Agradecemos al Área de Historia del Arte de la Universidad


Pablo de Olavide y el Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y
Comunicación; el departamento de Humanidades de la Universidad Pablo
de Olavide (UPO), al Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques de la
Universitat de Barcelona (UB), Instituto Catalán de Paleoecología Humana
y Evolución Social, de la Universitat Rivira I Virgili (IPHES), al Instituto de
Estudios sobre América Latina (IEAL) y Consulado Honorario de México
en Andalucía por el apoyo para la realización de esta edición.

13
Pasado y futuro del arte rupestre en México

María del Pilar Casado López


Dirección de Planeación, Evaluación y Coordinación de Proyectos.
Coordinación Nacional de Arqueología. INAH. (México)

Resumen
Las primeras referencias escritas acerca del arte rupestre en territorio
mexicano son realmente antiguas, de momentos históricos posteriores a
la conquista, hechas por viajeros, científicos y religiosos que recorrieron
el territorio e hicieron de ellas una reseña narrativa y anecdótica de lo
que veían representado. Durante los inicios del siglo XX, la profusión y
majestuosidad de sitios monumentales mesoamericanos y la exuberancia
de los materiales arqueológicos ensombrecieron y soslayaron el estudio
de algunos materiales como las manifestaciones rupestres. En la actuali-
dad se intensifican y diversifican los trabajos. El futuro de la investigación
para resolver algunos de los problemas que plantea ha de pasar por la
intensificación del registro de yacimientos; por atender los estudios regio-
nales; por la integración del arte rupestre a la temporalidad y contextos
culturales; por profundizar en los análisis etnográficos y continuar con la
atención a la preservación y conservación del arte rupestre.
Palabras clave: México, Historia , Investigación, rupestre

Abstract
The earliest written references to rock art in Mexican territory are really
ancient, made after the Spanish conquest by travelers, scientists and mis-
sionaries. They traveled all over the territory and narrated the drawings
that they saw. During the beginning of the XX century, because of the wealth
and magnificence of Mesoamerican monumental sites and the abundance
of archaeological materials, the study of some materials, such as the cave
manifestations, declined. In present day, scholars have again intensified and
diversified the study of rock art. The future of this research lies in trying to
solve some of the following problems: the intensification of the record of
deposits, the consideration of regional studies, the integration of rock art into

14
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

temporal and cultural contexts, the deepening of ethnographic analysis and


the continuation of attention to the preservation and conservation of rock art.
Keywords: Mexico, History, Investigation, rock art

La atracción y atención hacia las pinturas y grabados depositados en las


rocas tanto al interior de cuevas como en oquedades o bloques pétreos
al aire libre ha sido un hecho constante desde la antigüedad, y con ello
me refiero a prácticamente el momento de su realización, es decir, en la
línea del tiempo de su propia ejecución. El testimonio y la crónica de la
gráfica rupestre es un hecho que tiene como punto de partida las figuras
repintadas en un mismo panel o cueva, una y otra vez como elemento
conocido al que se le ha otorgado determinada carga simbólica, y no solo
válido para ser reconstruido a través del tiempo, sino para ser usado y
recordado con la misma afectación de origen o dándole un nuevo trata-
miento para rituales y eventos específicos de una comunidad. Asimismo,
la narración y memoria de sitios y figuras rupestres pasa por el uso y
reúso de los mismos lugares en los que se deposita la gráfica rupestre,
por la repetida elección de un sitio, panel o punto especial a través del
tiempo, posiblemente con alteraciones en la intención o en la donación
de la carga simbólica, pero, sin duda, especial para ser elegido una y
otra vez, desde los grupos cazadores recolectores hasta época colonial
y posteriores en el caso que nos ocupa. De igual modo, una forma de
memoria histórica que hoy no conservamos y no podemos recomponer
en toda la extensión temporal, es la tradición oral, desconocida para la
gráfica más antigua, aunque si evocada y recuperada para los grupos
que tuvieron contacto con el mundo colonial.

15
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Al igual que en el recuento histórico de hechos y acontecimientos


de la humanidad, la reseña de los eventos rupestres tiene un carácter
subjetivo difícil de desentrañar por la distancia temporal que nos sepa-
ra y por el contenido; son figuras dispuestas y realizadas por grupos y
seres humanos distintos, por lo que la narración que se hizo en tiempos
antiguos o que hagamos hoy no puede desprenderse de la carga sub-
jetiva, aunque su estudio desde la perspectiva del investigador quiera y
deba estar permeada de objetividad. Hacer un recuento historiográfico
del acontecer en esta materia nos llevará a una comprensión mayor del
fenómeno arte rupestre e igualmente dará claridad para focalizar la
proyección de su estudio a futuro.

Hemos manifestado en otros documentos que el arte rupestre


en cualquier punto del mundo donde existe, con sus formas de expre-
sión, modalidades espaciales y de medio ambiente, intencionalidades y
desarrollos distintos, es un fenómeno ligado al pensamiento y al proceso
mental humano, a la evolución intelectiva, emocional y social del ser, y
no solo como poblador de una región aunque esto determine y sea factor
contingente para algunos aspectos de su expresión1.

La presencia de manifestaciones gráficas rupestres abarca los


cinco continentes, con núcleos especiales en Europa y Asia, donde existen
numerosos yacimientos de arte parietal y mobiliar con una asignación
paleolítica y concentraciones específicas en ciertas regiones francesas;
en la costa cantábrica española y puntos del centro y sur peninsular
ibérico, y en áreas de Europa central y oriental. Las manifestaciones post
paleolíticas con grupos de sitios que forman el Arco Mediterráneo; las
asignadas a edad de los metales con formas y temporalidad del mundo
metalúrgico (bronce o hierro) y epicentros prácticamente a lo largo de
toda Europa, los distribuidos en la línea de la costa atlántica, en Italia, la
nutrida muestra de Valcamónica; y en buena parte de los países europeos
con especificidad en yacimientos de la Europa nórdica. Es considerable

1. Comentarios en torno a la visión del arte rupestre por parte de la autora se han ver-
tido, entre otros, en los documentos: Casado López, M.P. 2015. “El arte rupestre en
México”, en Arqueología Mexicana. Ed. Raíces 61 especial, pp. 8-90. México. Casado
López, M.P. 2005. “Una década en la investigación del arte rupestre en México”, pp.
25-72. Comp. Mirambel L. Coord. Arte Rupestre en México. Ensayos 1990-2004. Obra
diversa. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México y Casado López, M.P.
2015. “La diversidad de paisajes y las representaciones en el Arte Rupestre en Méxi-
co”, Actas XIX International Rock Art Conference, IFRAO 2015, Cáceres (Extremadura,
Spain). Symbols in the Landscape: Rock Art and its Context, Universidad de Extrema-
dura e Instituto de Estudios Prehistóricos (ACINEP). Sesión: Expresiones rupestres de
México: Investigación, Conservación y metodologías de registro. Cáceres, Ed. H. Collado
y J.J. García (Arkeos 37), pp. 971-992. España
16
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

el incremento de sitios con arte rupestre que, desde el siglo pasado,


se produjo en la extensa área de Eurasia, algunos de los cuales por la
magnitud del sitio y del contenido alcanzan el rango de patrimoniales.
Las regiones meridionales asiáticas están proveyendo al contexto del
arte rupestre una serie de sitios con tipologías singulares e incluso con
dataciones novedosas y sorprendentes para la región. Asimismo, con
cronología, expresión técnica y temática diferentes son las muestras
gráfico-rupestres en África, presentando núcleos en el entorno del Atlas,
franja sahariana, los recientes repertorios del África subsahariana y el
rico contexto rupestre de Sudáfrica.

El continente americano se ve salpicado de sitios con gráfi-


ca rupestre en prácticamente toda su geografía, número de sitios que
crece de forma rauda. La región septentrional continental ofrece si-
tios dispersos en el centro y suroeste del territorio de Estados Unidos;
en prácticamente toda la extensión de México, con mayor profusión en
el norte, deslizándose hasta occidente, el Altiplano y el Sureste para
continuar por Centroamérica y las muy interesantes muestras de arte
rupestre de las islas caribeñas, a destacar la riqueza de Cuba. Para el
territorio meridional, mencionamos especialmente el nutrido y fecundo
grupo de investigadores de Colombia, Perú (geoglifos, Nazca), Brasil
(Parque Nacional de Sierra de Capibara, Piaui) y Chile (Atacama) con
sitios de gran interés y relevancia a los que se suman las dos grandes
concentraciones argentinas, al noroeste y la de Patagonia (Cueva de
las Manos, Río Pinturas), en el extremo austral del continente, entre
otras. En Australia el arte rupestre constituye un fenómeno especial,
consecuencia de la ocupación de sitios desde la antigüedad a tiempos
modernos, con vigencia en la actualidad. El fenómeno rupestre refrenda
el hecho de que, en el desarrollo del hombre hay estructuras similares
y formas comunes de expresar la realidad, el pensamiento y la vivencia
sin que necesariamente haya conexión en el espacio ni en el tiempo.

La dispersión del arte rupestre en México muestra que fue un


elemento asociado al desarrollo de grupos cazadores recolectores a
grupos con caracteres de vida sedentaria, perviviendo en ciertas áreas
hasta tiempos históricos y en otros construyendo la base del desarrollo
mesoamericano con iconografía propia (Fig. 1).

La presencia de grupos cazadores recolectores, en la amplia


región septentrional del país y zonas circunvecinas, pervive hasta aden-
trados los tiempos de la conquista; el contacto entre los grupos existentes
y los religiosos, viajeros, científicos y naturalistas que recorrieron el te-
17
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1. Distribución
cronológica de conjuntos
rupestres en México
rritorio posibilitó el conocimiento de modos de vida y costumbres vistas u
oídas de primera mano pero también mediante la trasmisión de leyendas
contadas en su momento, permeando, a través de ellas, los elementos
vivenciales que sobrevivieron en momentos inmediatos.

La llegada de un cúmulo importante de religiosos, en un primer


momento, descubrió y describió en las regiones recorridas las caracte-
rísticas geográficas, ambientales y de igual modo las de sus habitantes.
En las descripciones ya se mencionaban, de forma narrativa y anecdótica,
la existencia de figuras dibujadas en las paredes que asociaban a los
pueblos que conocieron o referidos a los existentes con anterioridad;
de entre ellas destacamos, para algunas regiones, las narradas por los
jesuitas desde el siglo XVIII.

El siglo XX ofreció un panorama, como punto de partida, que


mostraba interés por el quehacer de registro y la aplicación de mode-
18
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

los metodológicos en el análisis del arte rupestre, todavía débil pero


significativo. En 1939 se crea el Instituto Nacional de Antropología e
Historia con la finalidad de atender la investigación, conservación y di-
fusión de los vestigios arqueológicos. La profusión y majestuosidad de
sitios monumentales mesoamericanos y la exuberancia de los materia-
les arqueológicos existentes soslayaron el estudio de otros materiales
como las manifestaciones rupestres. La dedicación y el esfuerzo de los
investigadores se enfocaron especialmente a la investigación de las
culturas mesoamericanas, iniciándose tímidamente una loable labor
de documentación y de análisis del arte rupestre con frutos importantes
hacia mediados de la centuria pasada; será en el último tercio del siglo
cuando se descubran sitios y se intensifiquen los estudios.

M. Messmacher en su tesis sobre la cueva La Pintada, Sonora,


analizó las manifestaciones con criterios y metodología usados para el
estudio de arte prehistórico europeo. En el mismo periodo se planteó el
Proyecto Atlas de Pictografías y Petrograbados del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (1987), con el objetivo de cubrir una necesidad, la
de incrementar y sistematizar el registro de sitios y figuras de la gráfica
rupestre, como aporte básico donde se asentaran trabajos y análisis que
fomentaran el conocimiento y comprensión del tema. En el proyecto se
precisó la metodología de trabajo y diseñó la cédula de registro, con los
elementos imprescindibles para procurar un registro propio y definido
para la gráfica rupestre, advirtiendo de la diversidad de tipos y modos de
representación en un espectro espacial y una línea temporal tan amplias.
El inicio lo constituyó el trabajo bibliográfico y el impulso de los recorridos
lo que permitió un importante incremento en el registro de sitios.

Es en estos momentos en los que se percibe un florecimiento y


aliciente hacia el tema, no solo de especialista sino de arqueólogos que
en el desempeño de su actividad investigadora cotidiana incluyeron el
registro y análisis de las pinturas o grabado rupestres. En los noventa
se protegió y alentó la investigación para sitios emblemáticos, específi-
camente para las pinturas de la Sierra de San Francisco, Baja California
Sur, que concluyó con la declaratoria de la zona como Patrimonio de la
Humanidad (1993). En 2010, las cuevas de Yagul y Mitla con muestras
de arte rupestre y con elementos arqueológicos de primer orden para el
acontecimiento que rigió cambios en el devenir de los grupos humanos,
como fue la domesticación de algunas plantas, ingresaron en la lista de
sitios Patrimonio de la Humanidad.

19
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 2. Publicaciones
acerca de las manifestaciones
rupestres en México

En el límite de la centuria se defienden tesis, se llevan a cabo


reuniones nacionales e internacionales donde los investigadores plas-
man los avances de su trabajo, a las que se suman las publicaciones
monográficas y síntesis bibliográficas que apoyan y sistematizan los
títulos editados sobre el tema. Todo este sustento hace que el tema arte
rupestre constituya un nicho importante en el desempeño arqueológico
del país2 (Fig. 2).

Las definiciones dadas para la identificación arqueológica regio-


nal de México, que han servido como marco referencial en la historiografía
arqueológica mexicana, son las mismas a utilizar para el estudio del
arte rupestre con ligeras variaciones de acuerdo con la singularidad de
su comportamiento. El norte, asociado al término de Aridoamérica y la
región de occidente con límites de variabilidad sutil según los autores,
mantienen cierto grado de singularidad; ponemos el acento en la región

2. Además de la bibliografía incluida en los textos fruto de la investigación, existen


repertorios bibliográficos y síntesis sobre el arte rupestre en México, mismos que
brindan información compilada. Hasta 1987, año de edición, en Casado López M.P.
1987, Proyecto Atlas de Pictografías y Petrograbados. México. Departamento de Regis-
tro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos. Cuaderno de Trabajo 39. México.
Valencia, D. 1992, El arte rupestre en México. ENAH. México; en los artículos que
componen la obra de Casado López y L. Mirambel Arte Rupestre en México. Ensayos
1990-2004. Obra Diversa. INAH. México 2005; y recientemente en Rodríguez Mota,
F. 2014, Bibliografía comentada sobre estudios de manifestaciones gráficas rupestres en
México. El Colegio de Michoacán, México.
20
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

limítrofe denominada centro-norte área de contacto con el Altiplano


central y mundo mesoamericano; hacia el este y sur, las regiones de
la Costa del Golfo, Oaxaca y la región maya, con comportamientos bien
diferenciados. La presencia de elementos mesoamericanos invade el
desempeño del arte rupestre desde el Altiplano central hasta las regiones
más meridionales del país.

El norte, bajo de la denominación de Aridoamérica, y las zonas


de confluencia con el área mesoamericana están referidas a la amplia
franja relacionada con grupos de cazadores-recolectores-pescadores
previos a la agricultura y a grupos que mantienen la caza y la recolección
pero diversifican su modo de vida (cultivo, cerámica, sedentarismo) y que
perviven en tiempos históricos.

No podría estudiarse el arte rupestre del noroeste del país sin


ponerlo en relación con sitios existentes más allá de la frontera, en es-
tados del suroeste de Estados Unidos (Arizona y Nuevo México, además
de los colindantes). Las referencias a grupos pobladores de la región
existen desde el siglo XVII, así como las menciones a manifestaciones
rupestres, como las del jesuita Andrés Pérez de Rivas, con posterioridad
las de Jacobo Sedelmair y para finales del siglo XIX las del noruego C.
Lumholtz. A lo largo del siglo XX la investigación y los trabajos de re-
gistro se prodigan alcanzando a sitios distantes en el extenso estado de
Sonora, los situados en la línea fronteriza; los grabados y geoglifos en la
región del Pinacate; se estudiaron los grabados de la Proveedora por D.
Ballereau; el comparativo con elementos de la cultura Cerro Trincheras
elaborado por E. Villalpando; las pinturas de la cueva La Pintada sobre
la que Miguel Messmacher realizó su tesis, analizó superposiciones e
identificó periodos de ejecución. Los paneles de este sitio sufrieron los
embates del vandalismo y se prevé que en breve culminen los trabajos
del Proyecto de Protección y Conservación de Patrimonio Rupestre del
INAH, que sobre el sitio se realizan. Es destacado el trabajo de B. Braniff,
C. Quijada, E. Contreras e investigadores del Centro INAH Sonora y re-
cientemente la atención a sitios por el Proyecto Poblamiento Temprano
en el Noroeste de Sonora (PTNOS) e integrantes el Institut Catalá de
Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES).

Áreas de los estados de Chihuahua, Durango y Coahuila fueron


recorridas por el jesuita Andrés Pérez Ribas dejando notas que definía el
carácter “bárbaro y fiero” de los habitantes. A principios de la centuria, el
trabajo de recorridos para Chihuahua fue protagonizado por D. Brand, E.
Sayles, y A.T. Jackson. Se destacan dos investigadores de gran prestigio
21
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3. Cueva de Los


Remedios, Jiménez Chihuahua.
Foto: Luis Aveleyra Arroyo de en el estudio de los grupos cazadores recolectores y arte rupestre del
Anda.
territorio que nos ocupa; nos referimos a Pablo Martínez del Río y a Luis
Aveleyra Arroyo de Anda que mediante impecables recorridos y registros
enriquecieron el conocimiento de los grupos cazadores recolectores y
del arte rupestre de la región3. El acervo de publicaciones y estudios se
ve incrementado con la obra de A. Guevara, P. Schaafsma, F. Mendiola
Galván y E. Gamboa.

3. Las menciones históricas generales para los grupos que se incluyen, las hallamos en
el jesuita Pérez Ribas, Andrés. 1944, Triunfos de nuestra santa fe entre las más bárba-
ras y fieras del Nuevo Orbe. México. Se hicieron recorridos en el estado de Chihuahua
desde los años 20 por D. Brand y E. Sayles, 1943 “The Chihuahua Culture Area”,
New Mexico Anthropologist vol 6-7 pp. 115-158 y en Sayles, E. 1936 “An Archeolo-
gical Survey of Chihuahua, Mexico”. Medallion Papers, XXII, Gilda Pueblo Az., en
Jackson, A.T. 1938 “Picture-Writing of Texas Indians”, Anthropological Papers, Vol II,
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22
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

Figura 4. Boca de Potrerillos,


Mina, Nuevo León. Foto: Javier
Una recopilación bibliográfica de la arqueología de Coahuila se Sánchez G.
puede consultar en R.B. Brown y el estudio de los grabados de la región
seguirse a través de los artículos de L. González Arriata, a los que se su-
man los producidos por la labor incansable de otros investigadores de los
centros INAH Chihuahua, Coahuila y Durango (E. Chacón, Y. de la Rosa, C.
Cárdenas, C. Sandoval, S. Rincón, por mencionar algunos4) (Fig. 3).

Desde el siglo XVI, las citas refieren la presencia de conquistado-


res en la zona noreste del país en sucesivas expediciones que alcanzaron

4. La riqueza bibliográfica para la zona es significativa, incluimos solamente algunos


títulos. Como muestra de la extensa obra de Schaafsma, P. “The Paquime Rock Art
Style, Chihuahua Mexico” Rock Art of the Chihuahuan Desert Borderlands, Texas 1995,
1988. pp. 33. R. B. Brown 1987, Bibliografía selecta de la arqueología antropología e
historia del Estado de Coahuila. Cuaderno de Trabajo 37, INAH, México. Es importan-
te mencionar la obra bien conocida de A. Guevara y F. Mendiola para Chihuahua y
de L. González para Coahuila Se atendieron sitios en el estado de Durango entre los
que destaco el de La Ferrería, recientemente estudiado por J.L. Punzo, con grabados
y en el que destaca ciertas características que hacen de él un sitio de la frontera
norte mesoamericana.
23
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. Mural de las Manos,


Tamaulipas. Foto: Ma. del Pilar
Casado.

los estados de Nuevo León y Tamaulipas. Para el territorio tamaulipeco,


son ilustrativas las narraciones de Benito A. de Castañeda (1726) y Juan
Lozada (1729), pero no sería hasta 1746 que se consolidaría la conquis-
ta, con enfrentamientos y movimientos de resistencia por parte de los
pobladores. Las expediciones ofrecieron comentarios sobre aspectos
de los grupos humanos existentes que atendían a los modos de vida
y de conducta. Será a mediados del siglo XX que florezca el registro y
conocimiento de sitios con arte rupestre, incrementado con los trabajos
24
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

de W. B. Murray para los grabados de Nuevo León, de M. Valadez para


el emblemático sitio de Boca de Potrerillos y S. Turpin sobre las figuras
enmarcadas en el estilo Chiquihuitillos (Fig. 4).

A mediados de los cincuenta, en que la obra de R. Mac Neish


aportara datos sobre el arte rupestre de sitios de la Sierra de Tamaulipas
y ya en los setenta sobre San Antonio de Nogalar por parte de G. Stresser
Pean, se estimuló el interés en el estado por este elemento arqueológico.
25
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Recientemente, han sido identificados numerosos sitios con


extraordinarias pinturas en varios puntos de la Sierra de San Carlos
(Sierra de Tamaulipas) de difícil acceso, sobre los que existen registro
y trabajos de J.L. Lacaille, G. Ramírez, F. Mendoza y M. García que han
dedicado parte de su investigación a la imaginería rupestre local, que en
breve aportara datos de gran interés. (Fig. 5).

El entorno, los habitantes y las pinturas rupestres de la península


de Baja California son conocidos por los escritos de Francisco X. Clavijero
(1789), y otros jesuitas que a lo largo del siglo XVIII recorrieron la penín-
sula. Hubo reseñas singulares como las escritas por Miguel Barco en
las que señalaba la gran talla de los habitantes que alcanzaban a pintar
las partes altas de la cueva; o las de Joseph M. Rothea que también
mencionaba la existencia de las pinturas.

En el siglo XIX arribaron a la península naturalistas y antropó-


logos como H. Ten Kate en 1864, L. Belding, E. Palmer o el francés L. G.
Diguet, quien en 1895 evocó y redescubrió lo que ya se había mencio-
nado en el siglo anterior. Es notable la descripción de las pinturas, no
sólo por el tratamiento que hace de ellas sino por el momento en que lo
hace, cuando en Europa se cuestionaba la autenticidad de las pinturas
paleolíticas, discusión a la que se añade la prestigiosa la revista que
publicó el trabajo de Diguet, la de mayor prestigio en este tiempo para
la materia, nos referimos a su artículo, “Note sur la pictographie de la
Basse-Californie” (1895) en la prestigiosa revista L´Anthropologie de
París.

Posteriormente, una pléyade de autores ha dedicado su investi-


gación al denominado Estilo Mural: B. Dahlgren y J. Romero, H. Crosby,
W Massey, E. Stanley Gardner, R. Heizer y M. Baumhoff, K. Hedges, C. W.
Meighan o C. Grant. En los ochenta se efectuaron registros importantes
en la Sierra de San Francisco por un equipo que coordinó B. García y
en los años noventa el Proyecto de investigación de la Universidad de
Barcelona registró y excavó algunos sitios que aportaron datos crono-
lógicos de interés. En el último cuarto del siglo pasado y principios del
presente, son numerosos los autores dedicados a la región y amplía la
bibliografía E. Hambleton, M. L. Gutiérrez, R. Viñas, A. Rubio o T. Uriarte
que junto a un nutrido grupo de investigadores californianos han hecho
destacar de forma notable las pinturas del estilo Gran Mural. En 1993
la UNESCO otorgó la declaratoria para ser inscrito en la lista de sitios
Patrimonio de la Humanidad.

26
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

No podemos obviar que además de este excepcional núcleo de


pinturas y grabados, a lo largo de toda la península existen otros con arte
rupestre, al norte, el conjunto de El Vallecito con pinturas interpretadas
en relación con la arqueoastronomía o Cueva de Cataviña; los grupos de
pinturas y grabados a lo largo de las serranías circundantes al núcleo
de S. Francisco se alargan hasta la región de los Cabos5.

La conexión del noroeste continental con el norte del estado


de Sinaloa y este a su vez inmerso en Occidente le dan una connotación
especial, los sitios en los que predomina el grabado suelen asociarse a
grupos agrícolas y la consecuente afinidad al sol, al agua, a la fertilidad de
la tierra, al conocimiento de los ciclos naturales y del entorno ambiental.
Riqueza bien reflejada desde el siglo XIX en escritos de O.H. Howarth en el
que se mencionan algunos de los enclaves más importantes del estado,
como el sitio de Las Labradas. En el siglo XX las obras de G. Ortiz Zarate
y M. Bonilla sistematizan la información para posteriormente iniciar una
expansión en la investigación y por ende en la presencia bibliográfica.
F. Mendiola trabaja sobre el arte rupestre del norte de Sinaloa; para el
sitio de Las Labradas, compuesto por más de 300 bloques de grabados
y con declaratoria de Zona Arqueológica, existe una extensa bibliografía
fruto de la investigación de V. J. Santos Ramírez y J. Vicente López. La
amplia región occidental ha ofrecido y sigue aportando nucleaciones muy
numerosas, como los conjuntos estudiados por J. Mountjoy, los grabados
de Nayarit o los de áreas de contacto, es el caso de Michoacán, sobre
el que existen trabajos de investigadores del Centre Français d´Etudes
Mexicaines et Centraméricaines. El comportamiento y tipología dan a la
zona personalidad y conforman una modalidad representativa del área6.

Las zonas meridionales de la gran región norte, que hemos


denominado región centro-norte, participan de las características de

5. Hay referencia a las pinturas en menciones históricas, Barco, M. Historia Natural


y Crónica de la Antigua California, y en Joseph M. Rothea J. M. (1759), algunas re-
membranzas de interés sobre la evocación histórica en Uriarte, M. T. 2013. Historia
y Arte de la baja California. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México.
Son numerosos los autores que han trabajado sobre la región generando un cúmulo
considerable de bibliografía.
6. Bonilla, M. De Atatlan a México. 1980 (1907), Col. Rescate 5, Universidad Autóno-
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Sinaloa (West Coast of Mexico)”, Royal Anthropological Institute of Great Britain and
Ireland Journal, vol. VII pp 225-232, London. Ortiz de Zárate, G. 1976, Petroglifos de
Sinaloa. Ed. Fomento Cultural Banamex, México. Una síntesis en Casado López M.P.,
1991, “Presencia de arte rupestre en el Occidente de México” en Anales de la Real
Academia de Cultura Valenciana, Valencia pp. 30-60. Destacamos la tesis sobre el arte
rupestre en el norte de Sinaloa de F. Mendiola y la dilatada obra de Víctor J. Santos,
especialmente, sobre el sitio de Las Labradas.
27
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 6. Cueva Los Machines,


Unión Zapata, Oaxaca Foto:
Tania Escobar. Aridoamérica, mantiene relaciones con occidente y presentan elementos
propios del entorno arqueológico mesoamericano. Esta franja tiene un
soporte multiétnico que le da caracteres constitutivos. Hay referencias
históricas sobre la existencia de grupos en relación con el quehacer ru-
pestre del área, que muestran una nucleación importante en torno a cier-
tos territorios de los estados de San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro.
La investigación se ha centrado en el grupo de sitios de la cuenca del
río Victoria, en el estado de Guanajuato, sobre los que el registro está
avanzado y C. Viramontes y L.M. Flores intensifican los análisis de las
figuras en esta tan específica región y gráfica rupestre. Los recorridos
hechos en zonas circunvecinas hacen que se descubran nuevos sitios y
se fortalezca la investigación como la que atiende el sitio de El Ocote en
Aguascalientes u otros en el estado de Zacatecas. Existen núcleos de
investigadores que desarrollan un trabajo decidido, como los del estado
de Hidalgo, Puebla-Tlaxcala y hacia el oriente el registro de sitios en
Veracruz. Las manifestaciones gráfico-rupestres hacia el sur y sureste
participan y se ven influidas por elementos propios de la iconografía,
imaginería y cosmovisión mesoamericana, por lo que correspondería a
un rubro más complejo del estudio historiográfico (Fig. 6).
28
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

Ante el soporte histórico y contemporáneo mostrado en estas


líneas, el cuestionamiento inmediato es claro, ¿cuáles serían los retos
para enfrentar y rutas a seguir en el estudio del arte rupestre para un
futuro inmediato? Haciendo un análisis del desempeño de la investigación
sobre el tema y sin ser pretenciosos en el señalamiento, creo que es
ineludible atender carencias o insuficiencias del trabajo sobre la gráfi-
ca rupestre, hoy evidentes, de modo que puedan darse pasos amplios
y seguros en el camino de acercarnos a decodificar las incógnitas que
todavía presenta el estudio de este elemento arqueológico.

El primer ejercicio en el estudio del arte rupestre, una vez


conocidos los sitios y las figuras, es el registro, paso inicial atraído por
la percepción del investigador, tomado como herramienta de conoci-
miento y documentación de los sitios, mediante el que se preserva el
capital de la información, se identifican los sitios y se documentan. La
idea de registro como paso inicial del estudio del material y soporte de
las tareas de protección y conservación se expone de forma precisa en
el Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Arqueológico e
Histórico de 1984.

De la forma convencional, aun siendo básica e insustituible, el


registro ha sufrido una importante evolución: del modo descriptivo de
formas, técnicas y datos identificativos de localización del sitio y conte-
nido general que el investigador necesita para los análisis de su trabajo
y para cumplir con la cédula del “Registro Público de Monumentos y
Zonas Arqueológicos”, se pasa a considerar aspectos que acentúan otros
factores en función y directriz del planteamiento teórico general que el
investigador proyecta para el análisis del sitio o área.

El registro se completa con la introducción de procesos técnicos


que aportan una visión más cercana a la realidad de lo que encontramos
dibujado. Las nuevas tecnologías hacen que el registro sea efectivo sin
perder la objetividad del estudio. La aplicación del programa ImageJ y
D-Stretch permite una visión más definida y clara de las figuras, recu-
perando información perdida con el tiempo, pero existente y plasmada
por el hombre. Actualmente, también se utilizan para el análisis y re-
producción de las figuras los barridos con microscopios sencillos o con
microscopios electrónicos, la reproducción de las figuras con un alto
grado de resolución y resalte de los colores que influye en el estudio
general, además de los modelos y reproducciones en 3D que permite
reproducir las figuras, el sitio y el entorno.

29
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La aplicación de Modelos de predicción para registro de sitios con


arte rupestre, que se lleva a cabo en la Coordinación Nacional de Arqueología,
apoya y reduce el tiempo y los recursos del investigador en esta fase inicial
de trabajo. Se trata de un modelo de terreno generado mediante tecnología
LIDAR y procesado a través de sistemas de información geográfica aprove-
chando el material y los productos cartográficos de INEGI disponibles a la
investigación. El objetivo es la identificación de sitios con manifestaciones
rupestres en un SIG por medio de factores geográficos (Fig. 7).

El registro nos aporta el sujeto de estudio que nos lleva de for-


ma directa al segundo paso, la investigación como base obligada para
cualquier otra acción o toma de decisión en torno a la conservación. La
investigación sobre el arte rupestre atiende numerosas conceptualiza-
ciones, se analizan los patrones cromáticos, los tipos representados, su
relación con el medio y con las necesidades físicas y anímicas del ser
humano, la carga simbólica que el hombre de forma individual o colectiva
asigna a las figuras que no solo son el reflejo de una realidad sino la
percepción de ideas que debemos desentrañar.

De todos los enunciados en los que la investigación puede incidir


hay dos que creo deben ser considerados prioritarios, el primero es el
relacionado con la asignación temporal y el enmarque en el desarrollo
cultural de los pueblos que lo generaron. Las aplicaciones de técnicas
para la datación deben ser implementadas de forma usual, si se quiere ir
tejiendo la urdimbre de la cronología. Las fechas obtenidas de forma di-
recta sobre la pintura rupestre o la indirecta proveniente del trabajo sobre
la estratigrafía arqueológica puesta en relación con el hecho rupestre es
realmente escasa. El segundo punto, es el relativo a la intensificación de
los estudios de carácter etnológico o etnohistórico que pueda llevarnos, a
través del conocimiento del patrimonio intangible y de cómo lo asumieron
los grupos sujetos de estudio, a establecer un nexo que presumiblemente
alcance cierto grado de comprensión de la mentalidad de los herederos
de aquellos que realizaron las manifestaciones rupestres.

De la investigación emanarán las medidas de protección técnica y


legal y las acciones administrativas y de conservación directa, intentando
equilibrar el imperativo de la conservación y conocimiento con el derecho
al disfrute de este patrimonio.

Como parte del patrimonio arqueológico de la nación, los si-


tios y manifestaciones gráficas son protegidos por la Ley Federal de
Monumentos y Zonas Arqueológicos en los diferentes órdenes y niveles
30
Pasado y futuro del arte rupestre en México | María del Pilar Casado López

Figura 7. Aplicación de
modelos predictivos en
de autoridad. La declaratoria de zona arqueológica conlleva atención, arqueología.
mantenimiento y apoyo jurídico a los sitios, lo que ha permitido abrir una
docena de sitios en los que hay presencia de pintura o grabado rupestres
en distintos estados del país y con asignación temporal diversa. Incluir
los sitios con arte rupestre en la Lista de Patrimonio de la Humanidad
de la UNESCO es garantía de interés y atención de los organismos na-
cionales e internacionales implicados en la declaratoria. En México se
cuenta con dos sitios de estas características, Las Pinturas de la Sierra de
San Francisco en Baja California, cuevas con pinturas características del
estilo Gran Mural, inscrito en el año de 1993 y Las Cuevas Prehistóricas
de Yagul y Mitla en el Valle de Oaxaca, bien patrimonial mixto, cuevas con
pinturas y grabados de cazadores recolectores que evolucionaron hasta
la primera agricultura con hallazgos de la domesticación de plantas,
especialmente el maíz, inscritas en la Lista de la UNESCO en 20107.

7. Florescano, E. 1997 El Patrimonio Nacional de México, Coord. vols. I y II, Biblioteca


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31
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

En el rubro de la protección y conservación es urgente atender


los deterioros sufridos por este tan vulnerable elemento arqueológico.
Los factores de deterioro más frecuentes son los relacionados con la
afectación natural (factores climáticos, geológicos y biológicos); en estos
casos se atenderá el origen del deterioro para aplicar, por especialistas,
las medidas puntuales a cada caso.

Entre las causas antrópicas señalamos las derivadas de ac-


tividades industriales, la realización de obras de infraestructura y las
derivadas de acciones de vandalismo como los grafitis, los impactos,
el expolio y saqueo debidos a diversas causas como, el abrumador cre-
cimiento urbano, la ausencia de personal de custodia de los sitios o la
supuesta puesta en valor de los sitios que atrae un importante número
de visitantes sin control.

La apropiación identitaria de los sitios y del patrimonio por las


comunidades circundantes es uno de los hechos más fructíferos para
reservar y proteger los sitios. No se puede pensar en proteger o conservar
si no se establece una alianza entre la comunidad académica, la sociedad
en general y las fuerzas sociales locales.

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36
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales
en el proceso de culturización del paisaje
en Baja California Central, México
María de la Luz Gutiérrez Martínez
Centro INAH – Baja California Sur (México)

Resumen
Dentro del sistema volcánico Tres Vírgenes, localizado en el “ombligo”
de la península de Baja California, existe evidencia de elementos natu-
rales vinculados a un abrigo rocoso insólito que exhibe un arte rupestre
totalmente diferente al que se manifiesta en las montañas circundantes.
Los volcanes, tuvieron un profundo significado en la cosmovisión de estos
pueblos a lo largo de milenios.
Palabras clave: Cazadores-Recolectores, Arte Rupestre, Identidad, Paisaje,
Agencia

Abstract
Within the Tres Virgenes volcanic system, located in the “navel” Baja California,
there is evidence of natural elements linked to an unusual rock shelter which
exhibits an entirely different rock art which manifests itself in the surrounding
mountains. Volcanoes, had a profound meaning in the worldview of these peoples
over millennia. Within the Tres Virgenes volcanic system, located in the “navel”
Baja California, there is evidence of natural elements linked to an unusual rock
shelter which exhibits an entirely different rock art which manifests itself in the
surrounding mountains. Volcanoes, had a profound meaning in the worldview
of these peoples over millennia.
Keywords: Hunter-Gatherers, Rock Art, Identity, Landscape, Agency.

Introducción
El sistema volcánico Tres Vírgenes, localizado en la parte central de la
península de Baja California, es por mucho el rasgo fisiográfico más
conspicuo en la región (Fig. 1). Su imponente elevación y la manifesta-
ción de antiguos eventos eruptivos y tectónicos pudo haber sido razón
37
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1. El Sistema Volcánico


Tres Vírgenes se localiza en el suficiente para que los antiguos moradores de estas tierras le asignaran
“ombligo” de la península de un significado especial por derecho propio. Sin embargo existe evidencia
Baja California, México adicional que enfatiza la importancia de estas montañas. Hacia sus estri-
baciones occidentales se localizan algunos rasgos de naturaleza excep-
cional: yacimientos de materias primas como piedra pómez, obsidiana y
pigmentos minerales (óxidos de hierro y yeso) así como un manantial de
aguas termales vinculado a un abrigo rocoso que exhibe un arte rupestre
insólito, totalmente diferente al que se manifiesta en la región.

¿Cómo fueron percibidos estos lugares en el pasado? ¿Fueron


objeto de una veneración especial? ¿Cómo las personas interactuaron
con estos dominios sagrados y estructuraron sus actividades habituales
y rituales? Este trabajo tratará de demostrar que los volcanes y sus pro-
ductos eruptivos detentaron un profundo simbolismo en la cosmovisión
de estos pueblos y actuaron como agentes sociales en la formación y
reafirmación de sus identidades personales y grupales, y en la integración
del proceso de su reproducción social.

38
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Paisaje e identidad
La construcción de la identidad social precisa de la relación que las per-
sonas establecen con otras personas y con el mundo que perciben, con-
trolan, ordenan y representan (Hernando, 2002). De este modo puede
decirse que las sociedades del pasado fueron moldeadas por sus paisajes
a la vez que los paisajes fueron usados y modificados por las personas
para inscribir, comunicar y negociar su identidad; es decir, los paisajes
y las personas que los habitan se encuentran inmersos en un proceso
de constante y mutuo “moldeamiento” (Basso 1996: 55, citado en Knapp
and Ashmore 1999). Los grupos humanos organizaron sus espacios y
alteraron sus paisajes a través de una diversidad de procesos y con una
infinidad de propósitos. Esta antropomorfización se logró mediante la
construcción de estructuras, la significación de rasgos monumentales,
o simplemente nombrando o marcando los lugares y los espacios que
detentaban cierto simbolismo y/o poder.

La relación entre espacio y lugar ha sido discutida y teorizada


desde una perspectiva particular dentro de la escuela fenomenológica
de la investigación geográfica (Tilley 1994) El conocimiento del lugar
deriva de las experiencias humanas, las sentidas y las pensadas. El
espacio es una construcción mucho más abstracta que proporciona un
contexto situacional para los lugares, pero deriva sus significados desde
los lugares particulares (Relph 1976: 8, citado en Tilley 1994: 15).

La identidad personal y cultural está vinculada con los lugares.


Hacia ellos puede desarrollarse un fuerte afecto o una profunda aversión,
pero siempre serán más que simples puntos o locales en el espacio y
serán percibidos, valorados y significados de distintas maneras por las
personas. La experiencia geográfica inicia en los lugares, se extiende
hacia otros lugares a través de los espacios y crea paisajes o regiones
para la existencia humana; “Sin lugares no podría haber espacios y lo
anterior tiene un significado ontológico primario como centro de actividad
corporal, significado humano y accesorio emocional” (Tilley 1994:15)

El espacio adquiere significado en la medida que se crean re-


laciones entre las personas y los lugares, y entonces el paisaje será
conformado de acuerdo con la manera como las personas lo perciben y
experimentan. Desde este enfoque el paisaje es constituido por la acción
humana de “habitar o residir en él”, es decir, de “ser y estar en el mundo”
lo que implica estar asociado con objetos, sujetos, sentimientos y me-
morias a través de vínculos indisolubles. La fenomenología involucra el
39
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 2. Panorámica de
los Volcanes Tres Vírgenes intento por describir los objetos de conocimiento en la manera en que son
desde las planicies desérticas
occidentales que colindan con
percibidos por la conciencia humana y aspira describir el mundo a través
la Sierra de San Francisco, Baja del modo en que los seres humanos lo experimentan La fenomenología
California Sur, México. es un estilo de pensamiento, un modo de estar en el mundo (Being in the
world) y un modo de pensar en él (Tilley 2004).

Los lugares naturales


Los lugares naturales son lugares de culto que se vinculan a rasgos del
entorno ambiental, presentan escaso o nulo registro arqueológico y en
ellos predomina el elemento natural. Existe una amplia gama de estos
lugares: montañas, cerros y colinas, manantiales, ríos, lagos y cascadas,
cuevas, ínsulas y penínsulas, y afloramientos de materias primas. Son
sitios alejados de las comunidades y al margen del “mundo de la vida
cotidiana” y en ellos se veneran elementos del paisaje que detentan un
profundo significado cultural. Los lugares naturales prácticamente no
están afectados por las actividades que sucedieron en ellos y pueden
pasar desapercibidos para aquellos que no saben dónde se ubican (Fig. 2).

40
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 3. El Sistema Volcánico


Tres Vírgenes se eleva a 1940
m.s.n.m. y está conformado
por tres volcanes: El Viejo, El
Azufre y La Virgen, los cuales
siguen un eje noreste-suroeste
(Fotografía por cortesía de
Harry Crosby).

Un lugar natural no puede ser considerado un monumento pues


no es resultado de la acción humana. Entonces, en muchas ocasiones
su “origen” puede ser explicado en términos mitológicos: “estos lugares
pudieron haber sido formados por los ancestros o por fuerzas sobrenaturales”
y “tienen una arqueología porque alcanzaron un significado para las perso-
nas del pasado” (Bradley 2002:35). Pero, ¿cómo demostrarlo? Lo ideal es
encontrar en ellos evidencia de actividad humana, aunque sea mínima.

Los lugares naturales han conservado sus formas a través de


largos periodos de tiempo, sin embargo, el modo en el que han sido
percibidos los ha “alterado” en cierta medida (Bradley, 2002:33). ¿Cómo
los indígenas experimentaron y percibieron el vasto espacio que ocupan
estos volcanes?, ¿cómo fueron vinculados a ellos los lugares en donde
se concentran productos de antiguos eventos eruptivos?, ¿constituyeron
“centros de actividad corporal, significado humano y accesorio emocional?”
(Tilley 1994:15) La clave en esta aproximación será tratar de percibir la
manera en que estos lugares se constituyeron en centros de significa-
ción humana.

41
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Propuesta hipotética
El sistema volcánico Tres Vírgenes se eleva a 1940 m.s.n.m. en la parte
este-central de la península de Baja California. Está conformado por
tres volcanes: El Viejo, El Azufre, y La Virgen, los cuales siguen un eje
noreste-suroeste (Fig. 3). El volcán más joven, La Virgen, es un estrato-
volcán andesítico con numerosos domos y flujos de lava en sus flancos.
Una gran erupción explosiva en su flanco suroeste ha sido fechada por
radiocarbono en alrededor 6500 años AP, pero la exposición de helio
y de uranio dan una serie de fechas que colocan este evento a finales
del Pleistoceno. Un sacerdote jesuita español reportó una columna de
cenizas para el volcán Tres Vírgenes mientras navegaba por el Golfo de
California en 1746; sin embargo, no se han encontrado depósitos de una
erupción tan reciente. No obstante, en la cumbre, flujos de lava andesítica
que no han sido fechados podrían estar relacionados con este suceso.
Actualmente en el extremo norte del complejo, cerca del borde de la
caldera Pleistocénica de El Aguajito, opera una planta geotérmica de la
Comisión Federal de Electricidad.

En las planicies desérticas aledañas a estos volcanes se han


localizado numerosos sitios arqueológicos, especialmente en el Valle
de la Virgen, donde son comunes los campamentos habitacionales y
yacimientos de piedra pómez y basaltos, algunos de considerables di-
mensiones; antiguas puntas de proyectil han sido localizadas sobre este
valle (Gutiérrez en preparación).

En abril de 2009 realizamos el ascenso a la cumbre del volcán La


Virgen. Nuestro objetivo fue detectar la presencia de actividad humana en la
cima de la montaña y a lo largo de la vereda que nos condujo hasta allí. La
cumbre más alta y el cono principal carecieron de vestigios arqueológicos,
–si los hubo fueron removidos por actividad humana reciente, basta decir
que ahí están ubicadas dos antenas de repetidores de radio–. No obstante,
casi al llegar a la cúspide encontramos dos artefactos de obsidiana: una
lasca con retoque y una punta de proyectil. Esto nos indica que los nativos
visitaban esporádicamente estos elevados parajes, quizá para la cacería
del borrego cimarrón, muy abundante en estas abruptas montañas. El
borrego cimarrón representa también un elemento que pudo haber sido
relacionado con deidades o ancestros fundadores. En las pinturas rupestres
de toda la región es uno de los animales más abundantes (Fig. 4). Durante
la travesía observamos algunos ejemplares. Desde la cumbre de La Virgen
se domina una espectacular panorámica de las sierras de San Francisco
y Guadalupe, el Golfo de California y el Océano Pacífico.
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Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 4. Algunos ejemplos de


cabezas de borrego cimarrón
representados en el arte
rupestre Gran Mural.
43
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. Todo parece indicar


que la explotación intensiva
del yacimiento de obsidiana Estos volcanes ocupan un espacio prístino natural que se ha
Valle del Azufre inició al mantenido casi inalterado a lo largo de milenios, y proponemos que su
menos hace 10000 años, tal y
significado e importancia simbólica en la cosmogonía de los indígenas
como lo demuestra una punta
acanalada (Clovis) realizada no solo derivó de su prominente ubicación en este paisaje semidesértico,
con obsidiana procedente de sino también de los significados particulares que fueron asignados a los
dicho yacimiento.
lugares naturales que alberga y articula a través de diversos contextos
situacionales. A continuación, los describiremos brevemente.

El yacimiento de obsidiana Valle del Azufre


Dada la abundancia de artefactos de obsidiana que comúnmente pueden
observarse en los contextos arqueológicos de la región, antes de 1992 ya
había sido propuesta la existencia de una o más fuentes de este vidrio
volcánico dentro de los límites de Baja California central (Aschmann 1959:
105; Banks 1971: 25; Bouey 1984: 55, Pastrana 1989), sin embargo, la
ubicación precisa de la fuente geológica no había sido reportada.

En la península de Baja California, la mayoría de las fuentes


de obsidiana para la elaboración de artefactos parecen ser de origen
Terciario, dichas fuentes solo producen nódulos remanentes relativa-
mente pequeños (marekenitas o Lágrimas de Apache “Apache Tears”)
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Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 6. Pigmentos rojo y


amarillo (óxidos de hierro) y
(Banks 1971; Douglas 1981; Shackley 1994a). Estos pequeños nódulos, si blanco (yeso) en el yacimiento
bien son una fuente valiosa de materia prima para manufacturar herra- del Cañón del Azufre.
mientas, pueden requerir de una reducción bipolar y de la conservación
del material a lo largo de todo el proceso de producción del artefacto. El
sistema volcánico Tres Vírgenes, principalmente Cuaternario, compuesto
de basalto, andesita y riolita, constituía un área de mucha probabilidad
para la localización del yacimiento, lo cual se logró en noviembre de
1992; éste se localiza al norte del Volcán Viejo (Gutiérrez y Hyland 1994;
Hyland y Gutiérrez 1995, 1996) (Fig. 5).

Sabemos que este yacimiento tuvo una explotación intensiva


desde por lo menos hace 10,000 años, tal y como lo demuestra una punta
acanalada (Clovis) realizada en este vidrio volcánico que fue encontrada
en el rancho El Batequi, cerca de San Ignacio. El registro arqueológico
de la obsidiana proveniente de este yacimiento está bien documentado
y su distribución alcanzó lugares tan lejanos hacia el sur como la región
de Loreto (Gutiérrez y Hyland 2002; Shackley et al 1996).

45
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 7. El sitio Rupestre


“El Viejo” su sitúa
aproximadamente a 700
metros de la Boca del Cañón
del Azufre, sobre su ladera sur.

El yacimiento de pigmentos del Cañón del Azufre


En el Cañón del Azufre, localizado entre el volcán El Azufre y el volcán
El Viejo se ubican los yacimientos de pigmentos más abundantes de la
región. Por el momento, la única fuente conocida para el yeso blanco más
puro se localiza en la boca de este cañón. Esta misma fuente también
contiene el óxido de hierro rojo más intenso del que se tiene conocimiento.
Resulta muy interesante que los pigmentos están a tan solo 3.6 kilómetros
del yacimiento de obsidiana Valle del Azufre y es muy probable que el
abastecimiento de ambos recursos minerales haya sido programado para
realizarse al mismo tiempo, a través de viajes específicos para efectuar
el acopio de estas materias primas (Gutiérrez y Hyland 2002) (Fig. 6).

Actualmente sabemos que los pigmentos con los que fue ela-
borada la pintura rupestre de toda la región son de origen mineral, y
estudios especializados han revelado que se trata de óxidos de hierro
para el rojo y amarillo, óxidos de manganeso para el negro y yeso para
el blanco. La ubicación de un sitio con pintura rupestre en este cañón,
asociado a los pigmentos y a un manantial de aguas termales, es un
claro indicio de que este lugar constituyó un capital simbólico de tras-
cendental importancia en la cosmovisión de estas sociedades. Hacia
la desembocadura de este cañón, en una parte elevada del terreno, se
localizó un lugar con evidencia arqueológica relacionada con la extracción
del pigmento. Pudimos observar lascas de obsidiana, dos tajadores de
basalto y uno de obsidiana. Cabe destacar que sobre el lecho del arroyo
46
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 8. Panel rupestre de


no se conserva ninguna evidencia arqueológica debido a las constantes “El Viejo”. En la composición
avenidas del arroyo durante la época de lluvias. destaca un motivo que ha
sido denominado bastón
ceremonial-símbolo fálico, el
cual es recurrente en muchos
Sitio con pintura rupestre Boca del Cañón del Azufre sitios pintados o grabados de
Aproximadamente a 700 metros de la Boca del Cañón del Azufre, sobre las sierras de San Francisco y
su ladera sur se localiza el pequeño abrigo rocoso con pintura rupestre Guadalupe (Realce obtenido
con D-Stretch).
al que me he referido (Fig. 7). Este sitio fue registrado por primera vez
en 1992 y hasta el momento es el único reportado para este cañón y
para el área de los volcanes El panel rupestre que exhibe es totalmente
atípico, si lo comparamos con los estilos pictóricos que predominan en la
región. Cabe destacar que el Cañón del Azufre se localiza a una distan-
cia equidistante de las sierras de San Francisco y Guadalupe, donde se
manifiesta principalmente la tradición pictórica de los Grandes Murales
(Crosby 1970).

No obstante, a pesar de su contenido inusual, en el panel destaca


un motivo que es recurrente en muchos de los lugares con pintura ru-
pestre de las sierras mencionadas; es lo que hemos denominado bastón
47
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 9. Panel rupestre de


“El Viejo”. En esta intrigante
escena destacan dos motivos-
compuestos conformados cada
uno por tres antropomorfos
muy estilizados tomados
de las manos y rodeados
por un ave y los bastones
ceremoniales-símbolos
fálicos (realce obtenido con
D-Stretch).

ceremonial-símbolo fálico (Gutiérrez y Hyland 2002; Gutiérrez 2007): en


el panel de pinturas aparecen por lo menos diez veces estos singulares
motivos (Fig. 8). Indudablemente, la profusa representación de este signo
en el pequeño panel rupestre lo vincula con las sierras aledañas donde
su manifestación es muy recurrente, tanto en pintura rupestre como
en petrograbado. Esto le otorga al lugar un poderoso simbolismo que
trasciende más allá del tiempo y el espacio, y nos permite “conectarlo”
con las montañas aledañas, donde los indígenas estructuraron otras
actividades habituales y rituales, entre las que destaca la producción de
pintura rupestre monumental.

Por el momento es muy difícil tratar de explicar el contenido del


panel debido al predominio de motivos abstractos. Solo aparecen en esta
48
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

intrigante escena dos motivos compuestos conformados cada uno por


tres antropomorfos muy estilizados, tomados de las manos y rodeados
por un ave y los bastones ceremoniales-símbolos fálicos (figura 9). No
obstante, es innegable la importancia de este lugar, no solo porque
se ubica adyacente a la fuente de pigmentos, sino también por estar
justo frente al manantial de aguas termales. Cabe destacar que hacia
el extremo izquierdo del abrigo rocoso fue diseñado en rojo un motivo
compuesto por círculos concéntricos y en algunas tinajas de las sierras
de San Francisco y Guadalupe, que contienen petrograbados, se han
registrado motivos similares. Este signo podría estar relacionado con el
agua, conectándose simbólicamente al manantial.

49
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

El manantial de aguas termales


Cuando en 1992 se visitó por primera vez este manantial, se encontraba
rodeado de gran cantidad de mezquites y piedras de gran tamaño, sin
embargo, la incidencia de los huracanes que han impactado la región en
los últimos años ha transformado varias veces la topografía del cauce en
esta parte del arroyo debido a las fuertes avenidas. No obstante, el agua
sulfurosa sigue fluyendo del manantial, aunque ahora casi no presenta
vegetación en su entorno.

Independientemente de la importancia que esta fuente de agua


pudo tener para saciar la sed durante las expediciones al cañón para el
abastecimiento de los pigmentos, definitivamente tuvo que haber deten-
tado un profundo simbolismo para los antiguos moradores de la región.
Agua caliente brotando de la piedra, olor a azufre y pequeñas columnas
de vapor. Fuente inagotable de vida en un constante fluir y abrevadero
del borrego cimarrón. Desde el manantial se observa el sitio con arte
rupestre y viceversa, reitero, el vínculo es innegable y los círculos con-
céntricos pintados en el abrigo rocoso parecen confirmar esta idea.

Los volcanes: agentes sociales en la formación


y consolidación de la identidad
Los rasgos naturales, los lugares y el arte rupestre fueron un medio por
el cual las relaciones sociales y los vínculos con la tierra fueron “mapea-
dos” sobre el paisaje. Pero hablamos de un paisaje dinámico; en su uso
repetitivo, cada estructura, tanto de conocimiento como física, impulsó las
acciones y prácticas de los grupos sociales y de los individuos. El paisaje
entonces es reconocido, ante todo, como una construcción social, como
el más importante producto cultural de la humanidad y “nuestro sistema
de signos más abundante”.

Según Knapp y Ashmore (1999) en los paisajes conceptualizados


e idealizados, los rasgos naturales fueron investidos de poderes religio-
sos, artísticos o de otros significados culturales. Tales rasgos y sus sig-
nificados actuaron como mediadores en la selección, uso, modificación,
veneración o evasión de lugares particulares. Existe un creciente empeño
por considerar que los rasgos topográficos y fisiográficos fueron fuente
de inspiración y proporcionaron los temas para la generación de símbolos
y que éstos, en ocasiones, estuvieron vinculados a los seres ancestra-
les. (Morphy 1995:186-8, citado en Knapp and Ashmore 1999:8); en este
50
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

sentido, las identidades sociales, el lugar y los ancestros comunes se


construyen en la interrelación de los unos con los otros. (Smith, 1999).

Entre algunos grupos aborígenes australianos los paisajes del


presente se originaron cuando los ancestros salieron de la tierra, la
recorrieron y en sus andanzas crearon su fisonomía, “fijándose” a sí
mismos sobre ella (Smith 1999). Por tanto, el vínculo mitológico con el
pasado otorga al paisaje aborigen una connotación afectiva, emocional
y simbólica, y lo colma de tradiciones, memorias y sentimiento. En este
sentido el paisaje se constituye en un sistema de signos, en un material
mnemónico que permite crear, recrear y recordar historias y eventos
mitológicos, y a la vez, en un sistema de referencia fundamental en el
que la conciencia individual del mundo y las identidades sociales son
construidas y consolidadas. (Tilley 1994).

Es desde esta perspectiva que intentamos entender el paisaje


que dominan los volcanes Tres Vírgenes, el cual, definitivamente, está
imbuido de significado. Intentamos visualizar la manera como sus anti-
guos moradores experimentaron y entendieron este mundo de agudos
contrastes y como proyectaron sobre él sus ideas y emociones y reafirma-
ron, en el día a día, su vínculo con la tierra y con sus poderosos muertos.

La memoria de un evento eruptivo, aun cuando solo se trate de


un temblor, una fumarola o la expulsión de una columna de ceniza, puede
ser un poderoso elemento en la construcción de los paisajes culturales.
Los volcanes, así como los significados asignados a los materiales vol-
cánicos proporcionaron poderosos símbolos en la cosmovisión de los
grupos indígenas (Torrence 2008:335).

Si como hemos argumentado, los imponentes volcanes por de-


recho propio representaron un importante rasgo en medio de un paisaje
formado por los ancestros o por fuerzas sobrenaturales, cuyo origen
fue explicado en términos mitológicos, los significados asignados a los
materiales volcánicos (obsidiana, pigmentos y el manantial de aguas
termales) proporcionaron valores simbólicos adicionales a este lugar
natural. Los volcanes entonces, actuaron como agentes sociales, desde
el momento en que las personas los invistieron de poderes divinos y por
lo tanto fueron capaces de “actuar”, “influir” e “integrar” a la sociedad.

Las redes de intercambio pudieron haber sido también una parte


integral de la vida social. Vínculos sociales pueden ser inferidos a través

51
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

del movimiento de la obsidiana (Torrence 2008:339). En el caso que nos


ocupa, a pesar de la alta calidad del vidrio y la evidencia de producción
masiva, la distribución de la obsidiana del Valle del Azufre parece estar
restringida en términos generales a un radio de 200 km a partir de la
fuente. La obsidiana no parece presentarse en sitios al sur de la Misión
de San Javier (ver Carmean 1994) o al norte de Laguna Ojo de Liebre,
sugiriéndose que la interacción e intercambio en la península general-
mente ocurría en regiones relativamente circunscritas, que estaban
52
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 10. Ejemplos de sitios


distantes del Cañón del
Azufre con poca pintura o sólo
bosquejados. a) El Dipugón,
b) El Chavalito, c) El Pilo, d)
Agua Fría, todos en el sector
sur de la Sierra de Guadalupe
(Fotografías por cortesía del
Dr. Jon Harman).

enfocadas de costa a costa, más bien que longitudinalmente de norte a


sur (Hyland y Gutiérrez 1994).

A pesar de que aún no hemos realizado estudios para identificar


el origen de los pigmentos en lugares con pinturas rupestres alejados de
la fuente del Cañón del Azufre, proponemos que muchos de ellos fueron
pintados con pigmentos provenientes de este yacimiento. A medida que
los sitios pictóricos se alejan hacia el sur y el norte del yacimiento, los
53
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 11. El Sistema Volcánico


Tres Vírgenes visto desde un
sector elevado del Arroyo de
El Parral, al sur de la Sierra de
San Francisco, Baja California
Sur, México (Fotografía por
cortesía de Harry Crosby).

motivos rupestres exhiben menos cantidad de pintura y muchos de ellos


solo fueron bosquejados. De hecho, un atributo que define a los estilos
meridionales es precisamente que la mayoría de las formas no están
pintadas densamente. Tal vez la distancia a la que se encuentran las
fuentes de pigmento provocó que los grupos que vivían en el lejano sur
no pudieran abastecerse con regularidad de esta materia prima, por lo
que el pigmento debió ser utilizado con racionalidad y austeridad. No
sabemos si, como en el caso de la obsidiana, viajaban durante largas
jornadas al yacimiento, lo adquirían a través de intercambio, o bien por
ambos métodos; sin embargo, es evidente que debió ser una materia
prima muy apreciada y usada con mesura por estos grupos. Este podría
ser uno de los motivos que determinó los cambios en el componente
cromático de los subestilos sureños pues, como mencionamos, disminuye
la cantidad de pintura aplicada en los paneles (Fig. 10).
54
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

En este sentido proponemos que la obsidiana y los pigmentos


minerales fueron materias primas muy apreciadas. Por un lado, debido
a su escasez (en toda esta vasta región solo existe un yacimiento de
obsidiana y uno de pigmentos de alta calidad), por el otro, debido a su
relación simbólica con los volcanes y su origen mítico. Consideramos
que ambas fuentes fueron altamente valoradas y nuestra intención es
demostrar más adelante que el uso de pigmentos originarios del Cañón
del Azufre para la elaboración de las pinturas rupestres y la pintura
corporal tuvo un poderoso significado, ya que vinculaba o conectaba a
los nativos a través de la práctica ritual de pintar y pintarse con el lugar
sagrado donde emergió la “sangre de los dioses”.

En algunas culturas, el ocre es considerado un poderoso símbolo


asociado a la sangre de la creación ancestral (Tilley 2004: 143), la vida y
el renacimiento (Cohen: 2). Esto podría demostrar que la proximidad a
una fuente puede ser el factor menos importante en la elección de las
materias primas; más valoradas fueron las relaciones sociales creadas
a través del intercambio (Torrence 2008: 339) o el valor simbólico de
forjar los artefactos de obsidiana o las pinturas rupestres y corporales
con materias primas originarias de este dominio sagrado.

Por su parte, lo inusual que resulta el lugar con pinturas ru-


pestres El Viejo del Cañón del Azufre y su aislamiento nos indica que
está marcando el lugar y posiblemente fue creado para “conmemorar” o
“fijar” un evento legendario que se vincula a la fuente de los pigmentos
y al manantial de aguas termales. Indudablemente, la elección de este
pequeño abrigo rocoso que se ubica precisamente frente al manan-
tial fue intencional, y constituyó un lugar con alto contenido simbólico.
Siguiendo esta línea, es probable que el acopio de los pigmentos tuviese
un carácter ritual.

El manantial de aguas termales es otro elemento del paisaje


que debió tener un gran significado. Sabemos que el agua proporciona
un vasto potencial imaginativo para expresar significados culturales
(Douglas 1973, en Strang 2008: 124). Illich observa que el “agua tiene una
habilidad casi ilimitada para portar metáforas” (1986:24). Sus caracterís-
ticas de mutabilidad y fluidez son perfectas para describir ideas com-
plejas acerca del cambio, transformación, humor y movimiento. Porque
puede transformarse de un extremo al otro, expresa fácilmente todas
las oposiciones binarias a través de las cuales las personas construyen
significados y valores. Según Strang (2008: 124), de los elementos del
55
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

medioambiente, es el más apropiado para expresar significado en todos


los aspectos de la vida humana.

La conciencia de que el agua es la sustancia más vital de uno


mismo, así como la asociación esperanzadora entre los seres espirituales,
sociales y físicos, proporciona metáforas poderosas acerca de la identidad
humana. Un importante aspecto del humano “estar en el mundo” es el
sentido de sí mismo como un ser físico, compuesto de sustancias parti-
culares que tiene una identidad definible. (Strang, 2008: 124).

A manera de conclusión
Ascender el volcán La Virgen y observar desde su cumbre los mares,
planicies desérticas y montañas que lo rodean, nos permitió percibir y
experimentar el paisaje desde otra perspectiva. Antes solo habíamos
observado la visión panorámica de este paisaje y sus destacados volcanes
desde el sentido opuesto, es decir, desde las cumbres elevadas de las
sierras de San Francisco y Guadalupe (Fig. 11).

Desde este punto tuvimos la sensación de estar en el centro de


un espacio organizado, de un majestuoso dominio sagrado excepcional,
donde cada rasgo topográfico y fisiográfico, cada lugar “natural”, cada
localidad arqueológica y cada panel con manifestaciones rupestres
actuaron en diversas narrativas que nos es imposible comprender
del todo, pero que igual es posible distinguirlas. El paisaje adquiere
entonces un sentido cultural desde el momento en que lo percibimos
como el extenso espacio que fue estructurado por las prácticas sociales
(Fig. 12).

Los volcanes eran visitados periódicamente por los indígenas


para abastecerse de las materias primas que hemos descrito. Los yaci-
mientos simbolizaron lugares donde los ancestros y las deidades de las
montañas se fijaron a sí mismos o dejaron su rastro. El abrigo rocoso
con pinturas rupestres del Cañón del Azufre puede ser considerado
un lugar sagrado, quizás de peregrinaje, donde se realizaban actos de
veneración hacia las fuerzas naturales o divinas que encontraron re-
currente manifestación en este lugar “natural”: temblores frecuentes,
géiseres, aguas termales, la obsidiana y los apreciados pigmentos.
Especialmente estos últimos ocuparon un importante lugar en el mundo
de la vida indígena, pues fueron esenciales para la producción de las
56
Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

Figura 12. Panorámica de


pinturas rupestres y para desarrollar la práctica de la pintura corporal, la Sierra de San Francisco
muy común en estas sociedades. desde la cumbre del Volcán
La Virgen; al fondo se
observa un sector del Golfo
Sabemos que uno de los rasgos más sobresalientes de la ar- de California, a la derecha el
queología de esta región es que estos pueblos promovieron la producción Volcán El Azufre. Desde aquí
masiva de arte rupestre desde tiempos muy remotos. La imaginería se el paisaje simbólico se percibe
y experimenta desde otra
manifiesta en una diversidad de contextos, estilos y circunstancias, y esto perspectiva.
puede significar que quienes la generaron encontraron en la práctica de
pintar y grabar un importantísimo medio de expresión ritualizada y, en el
arte rupestre resultante, un extraordinario instrumento de comunicación
persistente, consistente y de amplia distribución.

De este modo la simbología expresada en el arte rupestre es un


elemento esencial que contribuyó en la construcción, permanencia y rea-
firmación de las identidades sociales a lo largo de milenios. Sin embargo,
como hemos enfatizado, existe evidencia adicional que demuestra la
importancia que tuvieron los volcanes en la formación de estas identida-
des, especialmente con respecto a la elaboración de pinturas rupestres:
57
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

el origen divino de los pigmentos del Cañón del Azufre, la sangre de los
ancestros. Atribuirle poderes a las montañas y sus lugares sagrados de-
mandó el uso de objetos simbólicos: en este caso las pinturas del pequeño
abrigo rocoso las cuales fueron esenciales en la construcción cultural de
este paisaje. Las dinámicas de este proceso pueden ser comprendidas
más claramente a través de un enfoque sobre el papel que jugaron estos
dominios sagrados –los volcanes– como agentes sociales en la integra-
ción de las identidades individuales y grupales, y la reproducción social
de estos enigmáticos pueblos.

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Los volcanes Tres Vírgenes: agentes sociales en el proceso de culturización... | María de la Luz Gutiérrez Martínez

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59
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural:
Cuevas de La pintada y El ratón.
Sierra de San Francisco, Baja California Sur, México
Ramon Viñas
Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) (España)
Albert Rubio
Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques (SERP), UB (España)
Larissa Mendoza
Universidad de Leiden (Holanda)
Resumen
El conjunto rupestre del Arcaico Gran Mural, situado en las sierras cen-
trales de la península de Baja California (México), integra manifestaciones
rupestres figurativas, de gran tamaño (figuras de animales y humanas),
asociadas a diversos elementos abstractos, entre los que destacan las
formas reticuladas, divulgadas como “estructuras rectangulares, cua-
drículas, dameros y parrillas” las cuales adoptan formas elipsoidales,
ovaladas y rectangulares. La vinculación de estos signos abstractos, con
las grandes representaciones, muestran figurativas, ocupa un porcentaje
muy bajo entre estos conjuntos rupestres, sin embargo, estas asociacio-
nes desempeñan nos parece de un papel muy significativo y gran interés
para el estudio de las expresiones simbólicas de América.
Palabras clave: Arcaico Gran Mural, Arte rupestre, Retículas, Asociaciones,
Simbolismo, Abstracción

Abstract
The bodyset of Archaic Great Mural rock art Archaic Great Mural, located in
the central sierrasmountains of the peninsula of Baja California (Mexico),
integrates figurative rock art motifs of a, large size (figures of animals and
human figures) associated with various abstract elements, including cross-
linkedhighlight the crosslinked forms usually described, released as “grids,
checkerboards and grills”, which vary in shape fromadopt ellipsoidal tosha-
pes, oval toand rectangular. The link betweenLinking these abstract signs and
the, with large figurativefigural representations in rock art, has not received
much attention. However, this association of forms isa very low among these
rocks joint index, however it seems of great interest for the study of symbolic
expressions in the Americas. of America.
Keywords: Archaic Great Mural, Rock Art, Grids, Associations, Symbolism,
Abstraction
60
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Introducción
La tradición “Arcaico Gran Mural, o los Grandes Murales”, se distri-
buye por las sierras centrales de la península de Baja California: San
Francisco, San Borja, San Juan y Guadalupe, constituyen uno de los
conjuntos rupestres más emblemáticos del continente americano, de-
clarados Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1993. Su contenido te-
mático está formado por representaciones humanas (hombres, mujeres
y niños), instrumentos (primordialmente dardos), animales de tierra y
mar (mamíferos, aves, reptiles, cetáceos y peces), elementos astrales
y celestes, y formas abstractas entre las que predominan los tipos re-
ticulados, divulgados como “estructuras rectangulares, cuadrículas,
dameros y parrillas” y que presentan un contorno elipsoidal, ovalado y
rectangular. Este tipo de signos está presente en la gráfica rupestre en
todos los continentes. En este trabajo nos referiremos a los representa-
dos en las cuevas de La Pintada y El Ratón en la sierra de San Francisco.

Se trata de representaciones de diseño cerrado, divididas en


su interior por cuadros, rectángulos, segmentos y franjas que, gene-
ralmente, aparecen asociadas a determinados animales y personajes
particulares. Habitualmente, los segmentos internos están pintados con
dos tonos alternos y a veces perfilados con un tercer color. En cierto
modo se asemejan a determinados signos del arte paleolítico, como
algunas formas geométricas divulgadas como “tectiformes” de las cue-
vas de Altamira, El Castillo o Lascaux (Fig. 1), y que en opinión de D.
Lewis-Williams: “Resulta tentador considerar estos signos cuadriláteros
como representaciones formalizadas y elaboradas del fenómeno entópico
en forma de cuadrícula” (Williams 2005: 263).

61
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Asimismo, formas similares se hallan entre los signos rupestres


de cronología mucho más reciente, pintados en cuevas como La Pintada
del Condado de Santa Bárbara (California EE.U.) antiguo territorio de los
grupos Chumash y donde ciertas pinturas, relacionadas con el culto al
toloache (Datura stramonium, Datura meteloides y otras especies), apa-
recen vinculadas a formas reticuladas. La infusión resultante de estas
plantas psicotrópicas induce a visiones y alucinaciones. Actualmente,
en la región de los Dogon se localiza otro abrigo, conocido como Kondi
Pegue (Songo, Malí) donde se lleva a cabo el ritual de la circuncisión de
los jóvenes, y donde se pintan, en las paredes de la cavidad, máscaras,
antropomorfos y retículas entre otros elementos asociados. El uso de
estos elementos reticulados y simbólicos está muy presente en diversas
tradiciones rupestres del Planeta.

En la península de Baja California, el misionero jesuita Joseph


Mariano Rothea que entre los años 1759 y 1768 estuvo en San Ignacio de
Kadakaamán señaló la existencia de las primeras manifestaciones rupes-
tres del territorio sudcaliforniano. A su llegada, los misioneros encontraron
diversas naciones indígenas que se distribuían en tres unidades lingüísticas
designadas de norte a sur como: cochimí, guaycura y pericú. El primer grupo
se extendía por el norte, ocupando una tercera parte de la península, y el
resto habitaba el extremo meridional. Estos grupos fueron considerados
entre los más “primitivos” de América (Piccolo 1962; Rubio 1991).

Las características geográficas y climáticas de la península, cada


vez más áridas, favorecieron desde el final del Pleistoceno la pervivencia
de culturas de Cazadores del Desierto. Sociedades que prosiguieron con
sus costumbres y explotaban, con una estrategia de economía de amplio
espectro basada en la caza, pesca y recolección, los recursos naturales
que ofrecían los diversos ecosistemas peninsulares, hasta su ocaso en
los siglos XIX y XX. Los métodos agrarios se introdujeron tardíamente por
el norte, a través de los grupos yumanos, así como por la misma acción
misional y colonizadora que acabó con el sistema tradicional de caza y
recolección de las comunidades indígenas.

Desde 1966 el Arcaico Gran Mural fue considerado como la obra


de grupos “Comondú” (sustrato de los cochimís de la época misional). El
arqueólogo Clement W. Meighan de la Universidad de California excavó
en Cueva Pintada o La Pintada registrando diversos materiales obtuvo, a
partir de unos fragmentos de madera y carrizo, una primera fecha de C14.
La datación 530 ±80 AP., situaba de forma indirecta, los murales de este

62
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura 1. Cueva de Lascaux,


(Dordogne, Francia) obsérvese
conjunto rupestre en el siglo XIV (Meighan, 1966 y 1969). La propuesta
las retículas sobre las patas
fue retomada y defendida más tarde por otros autores como Grant (1974), traseras del gran uro (dibujo
Ritter (1977) y Gutiérrez y Hyland (2002). según Leroi-Gourhan y Allain
1979).

Sin embargo, otros proyectos llevados a cabo por el Departamento


de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de
Barcelona, y desarrollados entre los años 1990-1992, aportaron nuevas
evidencias; en particular, fechas directas de las pinturas rupestres que
cuestionaron la atribución cronológica de los murales de Meighan (Fullola,
et al. 1991, 1993; 1994; Petit et al. 1995 a y b; Rubio, et al. 2000; Viñas 2000;
Larissa 2004). Los resultados obtenidos en este proyecto de la UB, provoca-
ron el rechazo de los que promulgaban la cronología tardía “Comondú” para
el Gran Mural. Las fechas obtenidas en la cueva de El Ratón, establecieron
un rango de casi 5.000 años para este mural, instaurado como mínimo
desde principios del III milenio a.C. Los nuevos datos hicieron retroceder
el origen de los Grandes Murales hacia las etapas del Arcaico.

63
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Posteriormente, nuevas dataciones obtenidas por los arqueólo-


gos del INAH han reafirmado la cronología de los Grandes Murales dentro
del Arcaico (Gutiérrez, Hernández y Watchman 2003).

Antecedentes
En 1895 el químico francés León Diguet emprendió las exploraciones del
área central y redescubrió las pinturas rupestres citadas por los jesui-
tas. Este autor difundió los murales a través de la revista L’Anthropologie
(Diguet 1895). Su inventario, con 30 lugares con manifestaciones rupes-
tres, estableció el punto de partida para los trabajos de Barbro Dahlgren,
JavierRomero y Fernando Jordán que, a mediados del siglo XX, fueron
enviados a la península por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
de México para estudiar el mural de la cueva de San Borjita (Dahlgren
y Romero 1951).

En un artículo de E. Stanley Gardner, publicado en la revista Life


en 1962, se divulgó por primera vez la existencia de Cueva Pintada. En sus
viajes, Gardner estuvo acompañado del arqueólogo Clement W. Meighan
de la Universidad de California, quien realizó la primera intervención
arqueológica en Cueva Pintada (Gardner 1962, y Meighan 1966).

Poco después, Pedro Bosch Gimpera recopiló, en un artículo


sobre el arte rupestre de América, las referencias de Diguet y comentó
que en diversas localidades de la parte central de la península se conocía
un conjunto de cuevas con pinturas especialmente importante (Bosch
Gimpera 1964).

Posteriormente, Harry Crosby y Enrique Hambleton exploraron


las cañadas de las serranías centrales y, en seis años, catalogaron más
de 200 cuevas con Grandes Murales (Crosby 1975; Hambleton 1979).
Con estas publicaciones, el fenómeno muralista empezó a tomar una
popularidad sin precedentes.

En 1981 Ramon Viñas inició sus campañas de registro y docu-


mentación por la sierra de San Francisco, las cuales constituyeron la
base del proyecto arqueológico del Departamento de Prehistoria, Historia
Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona (1990-1992); un
proyecto destinado a investigar el área rupestre. (Fullola, et al. 1991,

64
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

1993, 1994; Petit, et al. 1995 a y b; Castillo, et al. 1995; Rubio, et al. 2000;
Rubio 2013; Viñas, et al. 1984-1985 y 2010; Viñas 2010 a y b, y 2013).

El Arcaico Gran Mural


Entre las diversas tradiciones rupestres del norte de México destaca
el Arcaico Gran Mural1. Estas expresiones se resguardan al amparo de
cuevas, covachas, abrigos, respaldos y bloques, generalmente a cielo
abierto. Aparecen integradas por figuras humanas, instrumentos, ani-
males, cuerpos celestes y elementos abstractos, que cubren paredes y
techos de las cavidades. Diseños de gran tamaño, en torno a los 2 m y, en
casos particulares, hasta 4 m. Asimismo, las grandes figuras se hallan
asociadas a numerosas imágenes medianas y de pequeño tamaño que
oscilan entre los 100 cm y los 20 cm.

En distintas cuevas se advierte la altura donde fueron ejecutadas


las pinturas, en la bóveda y a más de 10 m del suelo. Esta situación ele-
vada de las pictografías indica que sus creadores emplearon escaleras y
andamios, fabricados con las palmas que crecen en los cañones (aunque
tales estructuras nunca se han encontrado).

Los protagonistas humanos configuran un modelo estático


en visión frontal, con tronco rectangular que les confiere un aspecto
compacto y macizo, rematado por cabezas redondeadas, acampanadas
o cuadradas, sin rasgos faciales. Los brazos aparecen alzados como en
actitud de orar, cantar o implorar, e incluso caídos, con las palmas de
las manos abiertas. Las piernas se representan rectas, algo separadas,
o completamente abiertas, y casi siempre mostrando las plantas de
los pies con sus dedos. La diferencia entre géneros se produce por los
senos en las mujeres, indicados bajo las axilas y, en casos excepciona-
les, se manifiesta el estado de gestación, remarcado por los salientes
rocosos de la pared. En cambio, los atributos masculinos se limitan a
personajes particulares, y los hombres se definen por la ausencia de
los rasgos femeninos.

1. Como sucede en 1975, H. W. Crosby denominó a esta tradición rupestre como Gran
Mural y la dividió en escuelas o subestilos. A partir del año 2005 R. Viñas la de-
nominó Arcaico Gran Mural con algunos leones marinos, pisciformes o serpientes
simbióticas.
65
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

En cuanto a las representaciones humanas de menor tamaño,


son muy abundantes dentro de los frisos del Arcaico Gran Mural y se
concentran al amparo de las grandes representaciones.

Un cierto número de figuras humanas adornan sus cabezas con


variados tocados y, con frecuencia, presiden abigarradas composiciones
donde proliferan los animales, en particular: ciervos, ciervas, cervatos,
carneros, pumas y cetáceos, entre otros. Algunos de estos individuos
han sido interpretados como especialistas rituales. No obstante, y a
pesar de que varios parecen avalar esta condición, no deben descartarse
otras consideraciones como integrantes de ceremonias, divinidades,
ancestros o seres míticos. Aunque muy rara vez sostienen algún instru-
mento, algunos de ellos se hallan atravesados por dardos o lanzas, del
mismo modo que ciertos animales, sugiriendo contenidos mitológicos,
sacrificios rituales e incluso aspectos relacionados con el dominio de
los chamanes.

El diseño de los ejemplares faunísticos depende de cada especie.


Por lo general, estos expresan más fuerza y vitalidad que los personajes,
en particular los cuadrúpedos que establecen un modelo opuesto a los
humanos: en acción y vistos de perfil, a menudo con las patas delanteras
dobladas en posición de carrera o salto, con las pezuñas de frente y los
corvejones a ambos lados de las patas. Algunos de estos ejemplares
muestran sus vientres prominentes para manifestar la fertilidad. En cam-
bio, en las aves se recurre al diseño frontal con la cabeza de lado, el pico
abierto y las alas extendidas. Por el contrario, los reptiles, las tortugas y
los especímenes marinos se visualizan desde arriba y, en ocasiones, de
perfil, como en el caso de algunos peces.

En el repertorio faunístico destaca, por un lado, la presencia


de animales terrestres, primordialmente mamíferos: cérvidos, borre-
gos (carneros cimarrones), berrendos, coyotes, pumas, gatos monteses,
linces, conejos y liebres; seguidos de las aves: zopilotes, pelícanos y
águilas; en menor cantidad por reptiles: serpientes, y, por otra parte,
las especies marinas, donde proliferan peces, grandes cetáceos, leones
marinos, tortugas, pulpos, rayas y tiburones.

Este muestrario iconográfico se completa con astros y un ima-


ginario abstracto donde despuntan las retículas que no llegan a superar
el 15% de las composiciones.

66
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura 2. Situación del


conjunto rupestre del arroyo
En cuanto a la paleta de colores, se han registrado cuatro gamas San Pablo, con recuadro rojo
básicas: rojo-castaño, negro, amarillo y blanco, con una variante de caqui en el mapa de la península de
que a menudo sustituyen el negro. En las cuevas de El Ratón y La Pintada Baja California: 1 Cueva de El
Ratón (en las proximidades
hemos verificado el uso de unas 25 tonalidades distintas. del rancho San Francisco), 5.
Cueva La Pintada. 9 Cueva
de los Músicos (se cita en el
Las representaciones pueden estar pintadas siguiendo una fór-
texto) . (foto península:
mula monocroma, bicroma o policroma, que puede incluir hasta cuatro wikimedia commons.
colores planos en una misma figura y que combinan con decoraciones
internas: líneas, franjas, puntos, perfiles o varios delineados externos
(Viñas et al. 1984-85, Viñas 2013, Rubio 2013).

Situación de las cuevas de La Pintada y El Ratón


Las cuevas de El Ratón y La Pintada forman parte del conjunto rupestre
del Arroyo San Pablo. La cueva de El Ratón se localiza en las proximida-
des de la ranchería de San Francisco, en concreto en las estribaciones
de la sierra de Agua Verde, a unos 1.120 msnm y en la cabecera de la
67
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3. Vista de la cueva de


El Ratón (margen izquierdo del
cantil) (foto A. Rubio). barranca, mientras que La Pintada se localiza a unos 7 km, en línea recta
de la citada ranchería y en la ladera SO del cerro de los Gajos, dentro del
arroyo a unos 540 msnm (Viñas, 2013, y Rubio, 2013) (Fig. 2).

El conjunto rupestre de la Cueva de El Ratón está constitui-


do por una cavidad de unos 84 m de largo, 10 m de alto, y 18 m de
profundidad, orientada al NE, con 194 unidades pictóricas repartidas
en 4 sectores, y Cueva La Pintada presenta una serie de cavidades
orientadas al SO, y distribuidas a lo largo de unos 212 m, con 10 m de
profundidad y entre 3 y 15 m de altura, contiene 9 sectores con 1.494
unidades pictóricas.

Abstractos
Ya hemos comentado que la dicotomía figurativa (humana-animal) trae
consigo, y desde antiguo, un reparto de elementos geométricos y abs-
tractos, que se diversifican tardíamente, mientras que ingresan otras
tradiciones culturales que se mezclan en la zona del Arcaico Gran Mural
y se perpetúan hasta época misional (Fig. 6).

68
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura 4. Cueva de El Ratón


con el panel principal del
sector II (foto A. Rubio).
69
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. Vista de la situación


de la Cueva Pintada en el Estas representaciones abstractas comprenden: puntos, di-
arroyo San Pablo y detalle del gitaciones, rectángulos, triángulos, posibles marcas, trazos, retículas
sector IX (fotos Viñas y J.M.
Fullola).
(estructuras, cuadrículas, dameros y parrillas, con formas elipsoidales,
70
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura 6. Elementos
abstractos: retículas ovaladas,
círculos con puntos, parrillas,
trazos, digitaciones, puntos,
“fitomorfos o ramiformes”,
astros, cérvidos asociados
a círculos o elementos
“astronómicos” (dibujo según
R. Viñas).

ovaladas y rectangulares), interpretadas como: “estructuras rituales rela-


cionadas con petición de lluvia” (Viñas, 2010); “cómputos de tiempo, aspectos
numéricos y sistemas binarios” (Moore 1985), “niveles del universo y rumbos
cardinales, conceptos territoriales, míticos y cosmogónicos” (Viñas, et al.
1984-1985, 2013, Rubio 2013), “visiones o fenómenos entópicos y relaciones
con el trance chamánico” (Lewis- Willimas 2005).

Las retículas
Los elementos geométricos parecen surgir en oposición y como comple-
mento asociado a formas figurativas, en particular los tipos reticulados
(cuadrículas, dameros, parrillas y formas cerradas complejas). En su con-
junto muestran un cierto proceso evolutivo. Por ejemplo: las más antiguas
combinan varios colores y se mezclan con las grandes representaciones
de animales y/o personajes. Algunas de estas retículas exhiben figuras
71
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 7. Retículas de la cueva


de La Candelaria (fotos A. sobrepuestas (cérvidos en particular) o incorporan puntos blancos en su
Rubio).
interior; en cambio, las más recientes aparecen encimadas a las grandes
figuras monocromas, mayoritariamente en color blanco.

En el conjunto de La Pintada se han registrado 24 retículas, al-


gunas de ellas degradadas o infrapuestas a grandes figuras que impiden
72
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura 8. Estructuras o
reconocer la forma y totalidad de sus diseños y compartimentos internos. rectángulos con franjas y
Pese a ello, hemos verificado ciertas tipologías que se expresan en la retículas de Cuerva del Ratón
(la numeración corresponde al
tabla adjunta.
inventario, según A. Rubio)

En el registro se indica un predominio de retículas con seis


recuadros internos (5 unidades) seguidos de cuatro recuadros (cuatro
unidades),12 recuadros (2 unidades), y las menos frecuentes integran
8, 9, 10 y 15 recuadros (con una sola unidad) (Figs. 9 y 10) (Viñas 2013).
En cambio, en el conjunto de El Ratón se cuenta con 10 retículas donde
observamos un porcentaje casi inverso, es decir, compartimentos divi-
didos en 8 espacios (3 unidades), 4 celdas (2 unidades), 6 y 7 (1 unidad),
y más de 20 celdas (3 unidades) (Rubio 2013) (Figs. 8 y 11).

Retículas (La Pintada) Nº de cuadros o franjas


Silueteadas en blanco (con puntos blancos) 6, 6, 12
Silueteadas en blanco 6 o 9 (?), 4, 4
Silueteadas en blanco (con puntos blancos) y cuadros alternos rojizos 6,4
Silueteadas en blanco y cuadros en amarillo 9
Silueteadas en blanco (con puntos blancos) y cuadros alternos castaño claro (?)
Silueteadas en blanco con franja periférica amarilla y cuadros alternos rojos 6
Silueteadas en amarillo (con puntos blancos) y cuadros alternos rojos 12
Silueteadas en amarillo y cuadros alternos amarillos 15
Silueteadas en amarillo y cuadros alternos amarillos y rojos 8
Silueteadas en amarillo y cuadros alternos rojos 6, 4, (?)
Silueteadas en castaño oscuro y cuadros alternos en castaño 10
73
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Retículas (El Ratón) Nº de cuadros o franjas


Silueteadas en amarillo (con puntos blancos) y franjas rojas y negras 8, 8
Silueteadas en amarillo (con puntos blancos) y franjas rojas y negras 7,
Silueteadas en amarillo (con puntos blancos) y cuadros alternos rojos y negros 26,
Silueteadas en amarillo y cuadros alternos rojos y negros 8
Silueteadas en anaranjado (con puntos blancos) y cuadros alternos rojos y negros 30, 6
Silueteadas en amarillo y cuadros alternos amarillos y castaño rojizo 20
Silueteadas en amarillo naranja y cuadros alternos rojos 4
Silueteadas en rojo castaño y cuadros alternos rojo castaño 4

Retículas y asociaciones
A continuación, se indican las retículas y estructuras cuadrangulares con
el súmero de registro del inventario de cada cavidad.

Cueva de La Pintada
Retículas elipsoidales y ovalas:
129. Sobre el cuerpo del ciervo 128 y la cierva 130. Forma ovalada de 93
cm, dividida en seis cuadros. Silueteado y puntos en blanco, celdas
en rojo castaño oscuro.
134. Sobre la parte posterior del ciervo 128 y asociada al cervato 132.
Forma ovalada de 56 cm, con seis celdas. Silueteado blanco, celdas
en ocre amarillo y rojizo.
269. Sobre el dorso del carnero 260 y asociada a las figuras humanas
263-264. Zona con abundantes representaciones. Forma ovalada de
80 cm, dividida por ocho compartimentos. Silueteado blanco.
270 (2). Sobre la parte inferior del carnero 260 y asociada a figuras de
cérvidos, peces y humana. Se trata de un elemento doble de contorno
ovalado de 125 cm, con ocho recuadros por unidad. Silueta blanca.
Uno de los compartimentos basales presenta dos franjas amarillas.
296. Por encima de la cabeza del personaje 297. Forma ovalada de 95 cm,
con 8 celdas o compartimentos. Silueta amarillo anaranjado, celdas
amarillo anaranjado y rojo castaño.
307. A la derecha del personaje 297, asociado al ciervo 298 y los cer-
vatos 309- 310. Forma elipsoidal de 104 cm, dividida en 6 cuadros.
Silueteado amarillo anaranjado, celdas alternas en rojo carmín.
321. Sobre la cabeza y patas del ciervo 313 y asociado al cervato 319.
Forma ovalada de 87 cm, dividida en 4 cuadros. Silueteado y puntos
en blanco, celdas rojo carmín.

74
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Figura. 9. Ciervo 313


(Sector II). Se observa la
322. Sobre el cuerpo del ciervo 313. Asociada a peces 346-350, cervatos
acumulación de figuras
327 y 344, y la figura humana 347. Panel con gran concentración humanas, cervatos, peces, y
de figuras. Forma elipsoidal de 107 cm, similar a un pez o concha reticulados intercalados (los
números expresan momentos
de tortuga. Se halla dividida en 6 compartimentos y muestra una pictóricos) (dibujo según R.
franja periférica. Algunas celdas están llenas con puntos blancos. Viñas).
Silueteado y puntos blancos, franja periférica en amarillo anaranjado,
y celdas en rojo carmín y crema.

Retículas rectangulares:
34. Cubre la mitad del cervato 33 y la totalidad del 35. Forma rectangular
de 80 cm, con 10 celdas alternas en color rojo castaño oscuro.
221. Sobre los cérvidos 214, 215, 219, y 220. Asociado a la humana 213.
Forma rectangular de 156 cm, dividida en seis compartimentos o
celdas. Silueteado en blanco.
251. Sobre las humanas 246-249. Forma rectangular de 90 cm, dividida
en seis compartimentos. Silueteado y punteado en blanco.
252. Bajo el pez 250, asociado a cérvidos y figuras humanas. Forma rec-
tangular de cantos curvos de 127 cm, recubierto por varias figuras.
Silueteado amarillo anaranjado, celdas rojo castaño.
75
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 10. Ciervas y cervatos


(Sector II). Se observa la
acumulación de cérvidos y 295. Sobre la cabeza de la cierva 290. Asociado a la batea 294. Forma
algunas figuras humanas
rectangular de 143 cm, dividida en 4 celdas. Silueteado y puntos en
recubiertas por reticulados
de color blanco (los números blanco, celdas amarillo anaranjado.
expresan momentos 359. Sobre la cierva 354. Asociada a ciervas y otra retícula. Forma rectan-
pictóricos) (dibujo según R.
Viñas).
gular tipo parrilla vertical con cantos redondeados de 100 cm, dividida
en 4 franjas verticales. Silueteado blanco, franjas castaño claro.
360. Sobre la cierva 355. Asociada a ciervas y otra retícula. Forma rec-
tangular ligeramente redondeada de 120 cm., dividida en 4 celdas.
Silueteado y punteado blanco, franjas castaño claro.

Retículas incompletas:
222. Restos de la silueta de una retícula de color blanco sobre el personaje
429. Entre las aves 423-424 y el personaje 439. Forma cuadrada con 15
compartimentos, uno de ellos cubierto de pigmento y con restos en
otras celdas. 27 cm. Color amarillo caqui oscuro.
449. Sobrepuesto al personaje 458. Rectángulo vertical con 12 compar-
timentos divididos en tres secciones de cuatro espacios. 180 cm.
Color blanco.
453. Asociado al cervato 452 y a los personajes 439 y 450-451. Forma
de escudo con el extremo inferior ovalado con 4 celdas. 30 cm.
Silueteado en amarillo anaranjado, compartimentos rosos oscuro.

76
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

1033. Se observa por debajo de la parte trasera del carnero 1022 y a la


izquierda del personaje 1026. Color: Silueteado: Amarillo anaranjado,
interior con celdas roja y negra.

Rectángulos:
239. Sobre el cérvido 239. Rectángulo incompleto, silueteado en blanco.
253. Rectángulo incompleto, silueteado en blanco, celdas amarillo ana-
ranjado. 1025. Cubre la parte posterior del carneo 1022. Forma rec-
tangular de unos 60 cm, realizado a base de trazos verticales (7) y
horizontales (4), alternados en rojo y negro.
1062. Sobre los cuartos traseros del carnero 1032. Similar al 1025.

Cueva de El Ratón
Retículas rectangulares
31. En la base del sector II y cerca de las humanas 28-30 y retícula 54.
Forma rectangular en vertical de 100 cm, tipo parrilla, con 8 franjas
atravesadas, por la mitad, con un trazo rojo. Silueteado amarillo
anaranjado, franjas alternando rojo y negro, y puntos blancos.
42. Forma parte de cuatro estructuras que rodean la parte posterior
del puma 41 y bajo la cierva 63. En su base se acumula un grupo de
cervatos. Forma rectangular en vertical de 65 cm, tipo parrilla con
8 franjas. Silueteado amarillo anaranjado, franjas alternando rojo y
negro, y puntos blancos.
44. Entre la cola del Puma y el dorso de la cierva 63. Forma rectangular
en vertical de 60 cm, tipo parrilla con 7 franjas. Silueteado amarillo
anaranjado, franjas alternas castaño rojizo y negro, y puntos blancos.
Muestra un par de extremidades a modo de patas con garras de ave
en color blanco.
48. Bajo el abdomen del puma 41 y las patas delanteras de la cierva 63.
Forma rectangular en vertical de unos 50 cm, con unas 26 celdas
deterioradas. Silueteado amarillo anaranjado, celdas alternas rojo
y negro, y puntos blancos.
53. En la parte posterior del puma 41 y junto a los cérvidos 38, 43, 50 y
54. Forma rectangular en vertical de unos 40 cm, con unas 20 cel-
das deterioradas. Silueteado amarillo anaranjado, celdas alternas
castaño rojizo oscuro y amarillo anaranjado.
57. Linda con el cervato 59. Forma rectangular en vertical de unos 46
cm, con 4 celdas. Silueteado amarillo anaranjado, celdas alternas
rojo castaño oscuro.

77
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 11. Composición


principal del Sector II de la
Cueva de El Ratón y detalle
del área donde se pintaron
la mayoría de estructuras
reticuladas y parrillas (dibujo
según A. Rubio).

62. Junto a las patas traseras del puma y asociada a retículas, ciervas
y cervatos. Forma rectangular en vertical de unos 75 cm, con 30 o
40 celdas. Silueteado anaranjado, celdas alternas rojas y negras, y
puntos blancos.
63. Sobre el puma y asociada a retículas, ciervas y cervatos. Forma rec-
tangular en vertical de unos 75 cm, con unas 8 celdas. Silueteado
anaranjado, celdas alternas rojas y negras.
79. Junto al venado 78, asociada a retículas, ciervas y cervatos. Forma
rectangular en vertical de unos 18 cm, con unas 4 celdas. Silueteado
rojo castaño, celdas rojo castaño, puntos blancos.

78
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Fig. 12. Panel de la Cueva de


los Músicos (foto y dibujo
Viñas, 1981-2010).

95. Situada entre las ciervas 85, 88 y 93 y por debajo del lomo de la fi-
gura 87, asociada a ciervo, cierva, y cervatos. Forma rectangular en
vertical de unos 70 cm, con unas 6 celdas. Silueteado anaranjado,
celdas rojas y negruzcas, y puntos blancos.
25. Carnero con cuerpo reticulado. En otros conjuntos se localizan figuras
humanas con retículas en el cuerpo.

79
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Discusión
Parte de las retículas y estructuras cuadrangulares pueden corresponder
simbólicamente a elementos constructivos propiamente dichos, como
varios centros ceremoniales que fueron levantados en forma de enra-
madas por distintos pueblos de Baja California, y otras pueden partir de
visiones psicotrópicas y corresponder a elementos simbólicos sin otro
referente material.

Entre las cuevas pintadas de la sierra de San Francisco tenemos


el caso de la cueva de Los Músicos en la que uno de los autores propuso
que, en este caso concreto, la representación de una estructura reticular
blanca, con celdas en color rojizo claro, puede pertenecer a una forma
constructiva típica de enramada de las que se levantaron como centros
ceremoniales en el norte de México y suroeste de EE.UU. (Viñas 2010 a,
Viñas 2013, Rubio 2013) (Fig. 12).

En los rituales de caza celebrados en los tiempos de solsticio


entre los zuñis se formaban recintos circulares u ovalados, con aberturas
orientadas a la salida del sol, hacia los cuales el chamán puma atrae a
los ciervos mediante bocanadas de humo y simulaciones de rugidos. El
chamán marca el camino, y el simbolismo del que se acompaña se refiere
a los puntos cardinales y al rayo. En estos rituales de solsticio se trata
80
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Fig. 13. Parrilla silueteada en


amarillo y con franjas rojas
y negras de la Cueva de El
Ratón. El diseño se halla
superpuesto a la cola del
puma núm. 41. A la derecha
fotografía tratada con Dstrech
(foto A. Rubio 2013).

al sol como un animal de caza al que se marca la trayectoria para que


realice su camino de regreso (Jones 1995).

Entre los kiliwas se documenta la ceremonia ñiwey, que se ce-


lebran en honor a los muertos. Para estos encuentros se construye una
enramada con la puerta abierta al este y un poste central pintado con los
cuatro colores. En ella se reúnen los parientes varones del fallecido; los
jóvenes representan a los muertos. Durante el ñiwey se hacen ofrendas a
los muertos, se entonan cantos acompañados por sonajas de caparazón
de tortuga. Estos eventos se prolongan durante tres días. Clavijero descri-
be una fiesta similar entre los cochimís, en la que los jóvenes ataviados
desempeñan el papel de los muertos, que vienen de visita desde tierras
septentrionales y se reúnen con los varones del grupo en una enramada
construida para la ocasión (Clavijero, 1982: 66).

Los cochimís de San Ignacio de Kadakaaman celebraban unas


fiestas en las que limpiaban unos caminos para la celebración de ca-
rreras y distribuían las pieles de ciervos cazados durante el año. Estas
celebraciones fueron descritas por el misionero jesuita F.M. Píccolo y
recogidas en la crónica de M. del Barco:
“Juntábanse en un lugar determinado las rancherías y allí formaban,
de ramos de árboles y matorrales una casita o choza redonda!Traían
aquí todas las pieles de los venados que habían cazado aquel año, y
81
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Fig. 14. Retículas silueteadas


en amarillo y con celdas
amarillas y rojo-castaño
oscuro de la Cueva de El
Ratón. Sobre las mismas
aparecen restos de cervatos.
En la parte inferior fotografía
tratada con DStrecht (foto A.
Rubio 2013).

con ellas se alfombraba el camino. Entraban los principales dentro


de la choza y, acabado el convite de sus cazas, pescas y frutas, se
medio emborrachaban, chupando del tabaco cimarrón. Entretanto
los demás indios iban y venían, corriendo como locos sobre las
pieles, y las mujeres daban vueltas alrededor cantando y bailando.”
(Barco1988:187).

Rituales parecidos se celebraban entre los grupos Pueblo, en


los que después de los bailes se distribuían pieles de ciervo entre las
mujeres (Jones, 1995).
82
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

Las estructuras o retículas identificadas en El Ratón y la Pintada


no tienen la misma forma que la cueva de Los Músicos, ni son como los
círculos u óvalos de los centros ceremoniales comentados. Consisten
en parrillas a base de franjas o retículas compuestas por tres o cuatro
colores, que a menudo, están asociadas a animales que están insertos
en ellas o parecen atravesarlas.

Conclusiones
Estos diseños reticulados merecen especial atención ya que, además de
su múltiple y compleja interpretación, exponen diferentes secuencias
en la cifra de cuadros y franjas alternas y en la oposición de los colores
aplicados. Su delineado recalca, frecuentemente, el trazado en ocre-
amarillo o blanco y se combinan los recuadros en rojo-negro, amarillo-
negro, blanco-rojo, y también del mismo color del contorno con celdas
vacías y semiplenas (Figs.13 y 14).

En La Pintada y el Ratón son evidentes las asociaciones entre


retículas, cérvidos y personajes particulares, tal vez especialistas rituales
o personajes míticos, los cuales indican acumulaciones de figuras, par-
ticularmente pequeños cervatos, ciervos y figuras humanas en posición
de orar, dando la sensación de ritos y ceremonias dentro de una fecunda
cosmovisión simbólica. Además en el Ratón se encuentra un carnero con
el cuerpo reticulado.

Hay ciertas similitudes entre las retículas de ambos conjuntos,


en particular las ejecutadas en dos colores: silueteadas en amarillo
y cuadros alternos rojos, y las silueteadas en rojo castaño y cuadros
alternos rojo castaño, así como los puntos blancos son comunes en
ambos lugares. Sin embargo, existen notables diferencias en la forma
y técnica de las retículas de El Ratón y La Pintada, tal como puede
apreciarse en las gráficas del anexo. Por ejemplo, en El Ratón no figu-
ran las retículas o estructuras con franjas silueteadas solamente con
blanco, muy abundantes en La Pintada en los momentos álgidos del
Arcaico Gran Mural.

En definitiva, correspondan o no a estructuras materiales con-


cretas como las enramadas ceremoniales, pensamos que las retículas
de La Pintada y El Ratón son un referente alusivo a conceptos simbólicos
abstractos de la imaginería y cosmovisión del Arcaico Gran Mural, como
83
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

puede suceder con el arte rupestre del Paleolítico europeo o con otras
culturas posteriores.

En nuestra opinión, consideramos que estos tipos están asocia-


dos míticamente con el territorio, los rumbos cardinales, la fecundidad,
el agua, la vida, y relacionados con el tránsito por las rutas simbólicas
(Rubio 2013 y Viñas 2013). Un tema que seguiremos abordando en próxi-
mos trabajos.

Anexo. Gráficas

84
Los elementos reticulados del Arcaico Gran Mural... | Ramon Viñas, Albert Rubio y Larissa Mendoza

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88
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas,
Baja California Sur, México

Harumi Fujita
Centro INAH, B.C.S. (México)
Karim Bulhusen Muñoz
Centro INAH, B.C.S. (México)

Resumen
El área de La Paz en la parte austral de la península de Baja California
ha sido una de las áreas más importantes para los antiguos pobladores.
La zona costera cumple con los factores favorables para asentamientos,
tales como la disponibilidad de recursos alimenticios de origen tanto
marino como terrestre, abundancia de materia prima para manufacturar
herramientas de piedra, concha, madera y hueso, la seguridad de asenta-
miento por estar en la bahía de La Paz y la abundancia de cuevas y abrigos
rocosos para refugio. Por otra parte, la sierra de las Cacachilas al este de
La Paz hacía formar algún culto de montaña, creando lugares sagrados
o ceremoniales, representados en los sitios pictográficos y los sitios con
números morteros fijos. Las evidencias arqueológicas indican la alta
densidad de sitios cerca de la zona costera, compuestas principalmente
por los campamentos habitacionales y cantera-talleres líticos; mientras
que, en las zonas montañosas, se registraron varios sitios pictográficos y
pocos campamentos habitacionales. Los motivos de las pinturas reflejan
la vida y la cosmovisión de los antiguos pobladores de la región.
Palabras clave: patrón de asentamiento, sitios pictográficos, paisaje cul-
tural, culto de montaña, Baja California Sur

Abstract
Area of La Paz in the southern portion of the peninsula of Baja California
has been considered one of the most important areas for the ancient inhabi-
tants. The coastal zone satisfies the favorable factors for settlements, such
as the availability for food resources of both marine and terrestrial origins,
the abundance of the raw material to make tools from stone, wood, shell
and bone, the security of the settlements, protected by La Paz Bay, and the
abundance of rock shelters or caves. On the other hand, the Sierra de Las
Cacachilas, located to the east of La Paz, seems to form some kind of cult
89
Figura 1 Sitios arqueológicos
en las sierras de Las Cacachilas
y El Novillo.
of mountain, creating sacred and ceremonial places, represented by picto-
graphic sites and sites with numerous fixed mortars and metates.
The archaeological sites indicate the high densities of sites near the coast,
composed principally by habitation campsites and lithic quarries and work-
shops; while in the mountain zones many pictographic sites and a few habi-
tation campsites were recorded. The motives of the paintings reflect the life
and cosmovision of the ancient inhabitants of the region.
Keywords: settlement patterns, pictographic sites, cultural landscape, cult of
mountain, Baja California Sur

Introducción
Desde hace aproximadamente 10,000 años el área de La Paz (Fig. 1) ha
sido una de las más importantes para los antiguos pobladores del sur
de la península de Baja California (Fujita y Bulhusen, 2014b). La zona
costera brinda condiciones favorables para los asentamientos humanos,
90
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

tales como la disponibilidad de recursos alimenticios de origen tanto


marino como terrestre y la abundancia de rocas ígneas extrusivas, uti-
lizadas como materia prima para manufacturar herramientas de pie-
dra. También otros materiales de fácil acceso en la zona como concha,
madera y hueso fueron aprovechados para la elaboración de artefactos.
Su ubicación en una amplia bahía, así como la abundancia de cuevas
y abrigos rocosos para refugio ofrece seguridad a los asentamientos.

Hacia el este y el sureste se observan las sierras de Las


Cacachilas y El Novillo, donde se encuentran los cerros más altos de toda
el área. Ambas sierras son parte de una formación geológica distinta en
la que predominan rocas plutónicas como el granito y granodiorita, que
además de crear un paisaje característico, fueron aprovechadas para
metates y manos o percutores sin modificación.

En estas sierras nacen varios arroyos, algunos de los cuales


mantienen agua en el subsuelo aún en la época de sequía y existen tina-
jas que conservan agua en superficie después de las lluvias. La flora en
la parte baja o en la zona costera es una mezcla de matorral sarcocaule,
selva baja caducifolia y matorral xerófito. La sierra de Las Cacachilas
tiene además especies vegetales propias, sobre todo de árboles como
encino (Quercus brandegei), corcho (Erythrina flabelliformis) y palo Brasil
(Haematoxylon brasiletto) que además de haber sido utilizados como
leña, algunas de sus partes (incluyendo en algunos casos las resinas)
fueron aprovechadas para consumo alimenticio y para la elaboración
de herramientas (León et al., 2014). La fauna, lo mismo que la flora, es
más variada que en la zona costera.

Existen varios aspectos que permiten contrastar el área costera


y las sierras. Vamos a enfocarnos en los siguientes temas, paisaje, mito,
leyendas, materia prima y patrón de asentamiento.

Paisaje, mito y leyendas


Para arqueólogos como Masato Anzai (2010:403) y Felipe Criado (1999)
el concepto de paisaje no se refiere únicamente a los aspectos geomor-
fológicos de los entornos físicos, sino a la producción, construcción y
apropiación social de los espacios en los niveles material y simbólico.
Es decir, el paisaje es la concepción de la naturaleza, del espacio y del
tiempo que elaboran los individuos y los grupos sociales a través de sus
91
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

sentidos y todas las actividades cotidianas, de culto y cosmovisión a tra-


vés de las cuales el espacio físico se convierte en un lugar significativo.
En otras palabras, el paisaje es la naturaleza socializada.

De acuerdo con varios mitos y leyendas de la parte sur de la pe-


nínsula, existió un culto a las montañas, asociado a la creación del dios
conocido como “Niparajá”, quien llegó a la cima de una montaña desde
una de las estrellas del Cinturón de Orión (Reyes Silva 2005: 27-30). Según
el mito, este dios creó la vegetación espinosa, animales, el primer hombre
y la primera mujer de esta región. Este dios necesitaba ser adorado, ser
amado, recordado, invocado y venerado, ser percibido en su creación, así
como que alguien le implore, le clame, le cuente los secretos, las penas y
las glorias. Por este motivo Niparajá creó al primer hombre y la primera
mujer y colocó las hojas de Damiana (Turnera diffusa) para proliferar.
Otras leyendas narran la celebración para recibir al dios que desciende
del cielo a la montaña. Los antiguos habitantes tenían que recolectar
previamente frutas y semillas tales como pitahaya (Stenocereus thurberi)
y medesá (Cercidium microphyllum) para depositarlas en una choza como
ofrenda (Barco 1974). Como este dios traía lluvia, era importante celebrar
este evento cada año. Así, mitos y leyendas muestran que los indígenas
de la península rendían culto a las montañas y asociaban la lluvia a ellas.

Por esta razón, es probable que esta sierra fuera objeto de algún
culto de montaña, donde se ubicaran lugares sagrados o ceremoniales
para los antiguos pobladores del área de La Paz (Fujita y Bulhusen 2014a).
La abundancia de sitios pictográficos en una zona con formas del relieve
que han sido relacionadas con los dioses sugiere alguna conexión entre
estas manifestaciones y la naturaleza de los sitios y los motivos pintados
en ellos.

Los cerros del Puerto (1260 msnm) y de la Ciénega son las eleva-
ciones más altas de la sierra de las Cacachilas y pueden ser observados
desde diferentes puntos del área de La Paz y sus alrededores. Esta sierra
se encuentra entre la ciudad de La Paz y el poblado de Los Planes, ubicado
en la bahía de La Ventana, por lo que algunos sitios pictográficos también
pudieron haber servido como marcador, para guiar la localidad de algunos
arroyos principales con respecto a los cerros El Puerto y la Ciénaga. En
este sentido, la ruta de tránsito entre las dos áreas costeras es en general
tránsito para transportar productos marinos y materiales líticos desde la
costa hacia la sierra, y viceversa, por lo que algunos sitios pictográficos
pudieron haber servido como marcador de tránsito. Las herramientas

92
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

líticas como puntas con aletas y pedúnculo contraído conocidas como


punta tipo “La Paz” y cuchillos bifaciales foliáceas de grandes dimensio-
nes, manufacturadas en el área costera al noreste de La Paz, encontradas
en esta sierra, así como las manos de metate recuperadas en los sitios
costeros indica esta movilidad (Fujita y Bulhusen, 2014a).

Materia prima
El área costera que de La Paz al Pulguero se caracteriza por la presencia
de rocas ígneas extrusivas. En términos de presencia de materia prima
para la manufactura de herramientas, es la zona más importante en
toda la Región del Cabo debido a la accesibilidad a rocas y minerales
de buena calidad como toba vítrea, riolita y basalto (Hammond, 1954),
cuarzo y calcedonia. Se registraron varias canteras y talleres líticos en
esta área (Fujita 2003, Fujita y Bulhusen 2013a).

En cambio, el área de la sierra de las Cacachilas y El Novillo está


conformada por rocas de granito y granodiorita. Los antiguos habitantes
aprovecharon estas rocas con alto índice de dureza como piedras de
molienda: metates, manos y percutores (Fujita y Bulhusen 2013b). Los
percutores y manos de estas materias primas pueden encontrarse en
sitios de la costa e incluso de la isla Espíritu Santo.

Patrón de asentamiento
Durante varias temporadas de recorrido sistemático en el área costera
de La Paz a El Pulguero en la parte oriental de la bahía de La Paz, se
registraron 173 sitios: 109 campamentos habitacionales al aire libre y en
cuevas y abrigos rocosos, 18 campamentos no habitacionales, 30 con-
cheros, una cantera, dos cantera-taller de lítica, 10 talleres líticos, una
cueva funeraria, dos sitios con varios amontonamientos de rocas y un sitio
cuya funcionalidad no se ha identificado. Ningún sitio pictográfico se ha
registrado hasta la fecha (Fujita, 1985, 2003; Fujita y Bulhusen 2013a).
Por otra parte, el recorrido no sistemático en el área de las sierras La
Cacachila y El Novillo reveló la presencia de 34 sitios: 25 sitios pictográ-
ficos y un sitio de petrograbados, un sitio con abundancia de metates y
morteros fijos, 6 sitios habitacionales al aire libre, un sitio no habitacional,
posiblemente el sitio de caza y taller (Fujita 2008, Fujita y Bulhusen 2013b).

93
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 2a Cerro de la Pintada


#1, figuras zoomorfas, En general, los motivos pictográficos se encuentran sobre blo-
geométricas, antropomorfas ques de granito de gran tamaño, sin asociación a otros materiales o
(manos izquierdas) e
implemento (flecha). elementos. Sin embargo, tenemos el caso de un sitio pictográfico donde
se registraron numerosos morteros fijos; es un ejemplo de sitio cere-
monial donde posiblemente se hayan reunido muchas personas que
pudieron haber realizado actividades rituales y domésticas incluyendo la
molienda de algunas semillas, más que la preparación de pigmento para
las pinturas, ya que, en ese sitio, solo hay dos figuras pintadas sobre la
roca, un pez y otra no identificada. Para Porcayo (2006), un sitio al aire
libre con abundancia de metates y morteros fijos, puede considerarse
como un espacio de reunión de varios grupos de carácter estacional e
incluso ceremonial.

Estas composiciones de tipo de sitios muy distintas en la costa y


en la sierra indican que hay diferente concepto del área para los antiguos
pobladores. Es posible que la vida cotidiana fuera realizada durante la
mayor parte del año en la cercanía de la costa y que en algunas tempo-
radas los grupos se trasladaran a la sierra para obtener frutas, semillas,
maderas, animales, piedras de granito y para realizar diversos eventos
ceremoniales que involucraban a varios grupos.

94
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

Figura 2b Cerro de la Pintada


#1, dibujos de las figuras
zoomorfas, geométricas,
antropomorfas (manos
izquierdas) e implemento
(flecha).

Características de los sitios pictográficos


de la Sierra de las Cacachilas
El estilo pictográfico de la región austral de la península de Baja California
fue clasificado por Ritter (1991:23 y 24) como “estilo Región del Cabo”
compuesto por figuras representacionales y abstractas. La sierra de las
Cacachilas es el área donde se ubica el mayor número de sitios picto-
gráficos reportados en la región del Cabo (Diguet 1905, Fujita y Bulhusen
2013). El color empleado es varias tonalidades de rojo. La mayoría de los
motivos sufren de intemperismo y no se observan bien a simple vista, por
lo que se utilizó el programa DStretch para poder analizar los elementos.
Se registraron 24 sitios pictográficos en la sierra de las Cacachilas y dos
en la sierra de El Novillo. Se analizó el tipo y el número de los elementos
pintados en estas dos sierras, incluyendo una figura hecha por el grabado
con la técnica de raspado en un sitio en El Novillo.

Los sitios pictográficos de estas sierras se caracterizan por la


alta frecuencia de representaciones zoomorfas y abstractas (geométri-
cas) y la escasez de motivos antropomorfos (Figs. 2-4). Se registraron
dos sitios con figura antropomorfa: cuatro manos izquierdas pintadas en
positivo y el cuerpo de una figura antropomorfa con dos piernas.
De los motivos zoomorfos, el número de la fauna marina –representada
por peces y tortugas– es casi igual al de la fauna terrestre, representada
principalmente por venado, cuadrúpedo, además de liebre, gato montés
y lagartija.

95
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3a. Un venado macho


pintado del sitio Z-27 El
En cuanto a representación de implementos, hay dos sitios con
Cajoncito #2
figura de una flecha, un dardo o una lanza. De los motivos abstractos,
Figura 3b Un pez pintado en
base a líneas en el sitio Z-21 abunda el conjunto de líneas verticales paralelas y otros motivos como
Palmerito #2. óvalo con líneas verticales, líneas radiales, entre otras.

Las figuras están pintadas en color sólido, excepto las dos figuras
de peces que fueron pintadas con base en varias líneas. Solo se observó
una figura de una venada con contorno del cuerpo. Los motivos de los
venados, liebres y un gato montés están ejecutados en perfil, mientras
que las de peces y una lagartija están pintadas en planta. En caso de las
figuras de tortugas, se pintaron tanto en planta como en perfil.

De los 26 sitios pictográficos, ocho solo tienen una figura y seis


con dos figuras. En cambio, hay uno o dos sitios que contienen entre tres
y ocho figuras. El número máximo de figuras es 12 y hay dos sitios. Los
sitios con una y dos figuras ocupan el 56% del total.

Sitios sobre el arroyo Tamales


Hay dos sitios pictográficos. En el sitio Z-11 Tamales #1 hay una figura
de venado pintada en rojo sobre una enorme roca de granito con 6.8 m
de altura y 2 m de ancho (Fig. 5a). La figura de venado está descolorida
por el intemperismo, además de que está sobre el bordo de un arroyo
que corre agua y en la época de lluvias puede llegar a cierta altura, afec-
tando algunas pinturas. En la imagen modificada utilizando DStretch, se
logra observar varias líneas diagonales paralelas en fondo de la figura
de venado. La figura de venado tiene 53 cm de largo y 36 cm del lomo a
la pata trasera.
El sitio Z-12 Tamales #2 contiene pinturas de varias líneas ver-
ticales en la parte izquierda de una roca alargada de granito (Fig. 5b). La

96
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

dimensión de la roca que tiene pinturas es 1.9


m de alto, 1.9 m de ancho en la parte superior y
1.6 m de ancho en la parte inferior. La zona de
pinturas es de 1.6 m de largo y 1.10 m de altura.
El grupo izquierdo se compone de 11 líneas ver-
ticales en serie, mientras que el grupo derecho
se compone de 38 líneas verticales entre 12 y 17
cm de largo en serie. El conjunto de líneas del
grupo está curvado formando un arco.

Sitios sobre el arroyo de Agua del Potrero


Se registraron tres sitios pictográficos con
una figura zoomorfa cada uno, aunque la fi-
gura zoomorfa del sitio Z-14 está sumamente
intemperizada.
El sitio Z-13 Agua del Potrero #1 contie-
ne una figura de pez alargado en forma vertical,
cuya cabeza está orientada hacia arriba y pintado
en rojo sobre la pared de una roca de granito
(Figs. 5c y 5d). La figura de pez tiene 67 cm de
largo y 20 cm de ancho máximo por 8 cm de an-
cho mínimo. Se observan las dos aletas caudales
y apenas se observa el pico, por lo que podría
tratarse de un pez espada. Las aletas dorsales
no se observan bien.
El sitio Z-15 Agua del Potrero #3 es el
sitio pictográfico cuya altitud alcanza los 695
m.s.n.m. Contiene una pintura roja de pez sobre
una gran roca de granito (Figs. 5e y 5f). La ca-
beza del pez está pintada hacia abajo, diferente
a otros casos de figura de pez. Se observan las
aletas caudales y un pectoral. La pintura está
erosionada y ejecutada en la parte inferior de una
enorme roca de granito que mide 5 m de largo
y 3.5 m de alto. La figura de pez tiene 33 cm de Figura 3c. Una tortuga del sitio
largo por 11 cm de ancho. Z-32 Cieneguita #2 con DStretch.
Figura 3d. Conjunto de líneas
verticales paralelas del sitio
Sitio Z-4 Cerro La Pintada #1
Z-23 Huerta #2 con DStretch.
Este sitio se encuentra en la ladera sur del cerro del mismo nombre y al Figura 3e. Círculo con líneas
norte del arroyo El Cajoncito, a una altitud de 670 m.s.n.m. Se trata de un verticales y otras líneas
enorme bloque de granito que mide 5.6 m de altura y 6 m de largo. Todas verticales del sitio Z-23 Huerta
#2 con DStretch.
97
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

las pinturas están realizadas en la pared exterior, excepto una figura de


liebre que se halla en el techo de la covacha (Figs. 2a y 2b). Los motivos
son: una venada, un pez en forma vertical con una aleta, una liebre, 4
manos izquierdas, una figura fusiforme en forma vertical con una línea
vertical en el medio y cuatro líneas curvadas en el interior; 14 líneas en
forma radial que parecen representar al sol y 8 verticales; la que está
más a la izquierda tiene una punta dirigida a la cola de la venada. Diguet
(1895) fue el primero que reportó este sitio.

Sitio Z-17 Castreña #1


Este sitio está sobre un promontorio con una altitud de 511 m.s.n.m. y
consiste en una gran roca de granito que tiene las pinturas en la parte sur.
La dimensión aproximada de esta roca es 8.6 m de largo y 6 m de altura.
La zona de la pintura mide 70 cm por 90 cm. Hay una representación con
3 líneas horizontales que miden 30 cm de largo y otras 5 líneas verticales
que miden 20 cm de largo (Fig. 5g).

Sitio Z-16 La Joyita de la sierra de La Huerta


Este sitio tiene pinturas que consisten en un pez completo en forma
vertical con las aletas caudales, pectorales, dorsales y la cabeza hacia
arriba (Fig. 5h). La definición de color de esta figura es la mejor entre
todas las figuras observadas en esta sierra. Este pez mide 24 cm de largo
y 12 cm de ancho máximo, y 10 cm en la aleta caudal. A la izquierda de
esta hay un venado con dos patas traseras y rabo. El cuerpo mide 38 cm
de largo y 26 cm de alto. Las patas miden 13 cm de largo. Más hacia la
izquierda, hay pinturas de 4 líneas de 23 cm de largo y otras cuatro de
11 cm de largo.
Debajo de estas líneas hay una mancha roja. Hay una parte de
la roca en el piso que está más pulida que la otra y podría tratarse de un
metate para preparar el pigmento.

Sitio Z-18 Castreña #2


Este sitio tiene varias pinturas en las paredes sureste, sur y oeste de
una gran roca de granito que mide aproximadamente 10.5 m de largo y
4.5 m de altura. En la pared este hay dos liebres pintadas de rojo (Fig.
5i), una en forma vertical con la cabeza hacia abajo, que mide 46 cm
de largo por 33 cm de ancho. La otra liebre mide 50 cm de largo por
36 cm de alto. Hay una mancha a la derecha superior de esta figura de
liebre. En la pared oeste hay una zona de pinturas con figuras abstractas
que se pueden identificar como diferentes bifurcaciones de un arroyo,
ramificaciones de un árbol o una llama de fuego (Fig. 5j). Esta zona de

98
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

pintura tiene 2.2 m de altura por 1.2 m de largo. En ella se observaron


muchas partes extraídas, tanto en forma natural como por vandalis-
mo. Hacia la izquierda de esta pared hay una oquedad en donde está
impregnado el pigmento rojo en toda la pared. La profundidad es de
20 cm. Tiene 42 cm de largo y 25 cm de ancho, y forma de un mortero
invertido. La pared sur es la que recibe la radiación solar con mayor
intensidad, por lo que las figuras pintadas están muy erosionadas y
apenas se observaba una figura amorfa que podría tratarse de un pez
que mide 40 cm de largo por 25 cm de ancho, y otra de cuadrúpedo que
mide 67 cm. Sobre una de las rocas de granito se observó un metate
fijo con pigmento rojo impregnado.

Sitio Z-10 Los Tepetates


Es un sitio con pintura rupestre ejecutada sobre una pared de granito
con una superficie plana. Se pintaron motivos geométricos y zoomorfos
en color rojo.
El conjunto número 1, representa posiblemente un pez visto
en planta, formado por ocho líneas que convergen en los extremos; del
extremo inferior, que presenta relleno sólido del mismo color, parten un
par de líneas diagonales que forman la aleta caudal.
El conjunto número 2 posiblemente representaba un pez, similar
al número 1, pero solo se aprecia la parte media. Se han conservado cinco
líneas en color rojo (Fig. 5k).
El conjunto 3 está formado por 14 líneas paralelas ligeramente
inclinadas a la izquierda. Este grupo fue afectado por un grafiti moderno
en color negro que dice: “En Quetito”.
El conjunto número 5 está formado por tres figuras zoomorfas,
representadas de perfil, pintadas en color rojo, sólido (es decir, no se
distingue la silueta del relleno). Las dos primeras son representaciones
de cuadrúpedos, en actitud dinámica; ambas tienen orejas. La tercera
podría ser un ave, se observa una pequeña cola (Fig. 5l).

Sitio Z-19 Los Guayabitos


El sitio, también conocido como Piedra Gorda, se encuentra en el cauce
de un arroyo intermitente en un lomerío fuertemente erosionado por
corrientes estacionales (Fig. 6a). La altitud es de 680 m.s.n.m. El asen-
tamiento se distribuye alrededor de un bloque de granito. En la pared
este se pintaron un par de figuras en color rojo, sólido (Figs. 6b y 6c).
El primero es un motivo zoomorfo en planta (pez). Aproximadamente

99
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figuras 4a y 4b. Número de


sitios por figuras. Figuras 4a
y 4b. Número de sitios por
número de figuras de la Sierra
de Cacachilas y el Novillo
(figuras antropomorfas,
zoomorfas, geométricas e
implementos, “A” significa
figura antropomorfa, “Z” se
refiere a figura zoomorfa,
“G” es figura geométrica
e “I” significa figura de
implemento).

5 m al norte de las figuras, se registró un mortero con 11 horada-


ciones de formas circular y ovalada, hechas en un bloque de granito
de forma semi ovalada. En el frente oeste se encuentra un mortero
con 6 horadaciones circulares, elaboradas sobre un bloque de forma
rectangular (Fig. 6a). Sobre otros siete bloques de granito se tallaron
metates y morteros.

Sitio Z-21 Palmerito 2


El sitio se encuentra en la parte alta de una loma aproximadamente 250
m al sur del cauce del arroyo El Cajoncito a 302 m.s.n.m. Desde lo alto
de la loma se domina visualmente la entrada a un cañón con orientación
noroeste-sureste. El sitio es un área plana y limpia, entre los que so-
bresale un bloque rectangular con caras planas. En la esquina superior
izquierda de la cara sur se pintó un motivo zoomorfo en planta (pez), en
100
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

Figuras 4c y 4d. Número de


sitios por tipos de figura de
la Sierra de Cacachilas y el
Novillo.

color rojo ejecutado a base de líneas (Fig. 3b). A la izquierda de esta figura
se advierte un manchón del mismo color que pudo haber sido otra figura,
pero está muy intemperizado para distinguir su forma. Diguet (1895) fue
el primero que reportó este sitio.

Sitio Z-23 La Huerta 2


El sitio se encuentra en el cauce de un arroyo intermitente al noreste de
la loma a altitud de 523 m.s.n.m. El cauce del arroyo ha sido excavado
por corrientes intermitentes sobre lomeríos de granito donde se forman
bloques disgregados y paredones. Sobre la pared de estos bloques, se
pintaron tres conjuntos de motivos abstractos compuestos por líneas
paralelas de color rojo.
El primer conjunto se compone de cinco líneas verticales parale-
las, pintadas en color rojo (Fig. 3d). El conjunto número dos se compone
de un círculo con cinco líneas verticales paralelas en el interior; en el
101
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5 Representaciones zoomorfas y geométricas en la sierra de las Cacachilas, BCS. a: venada sobre líneas diagonales
paralelas con DStretch, b: serie de líneas paralelas identificadas con DStretch, c y d: figura de pez pintada e identificada
con DStretch, e y f: figura de pez pintada e identificada con DStretch, g: líneas semi horizontales y otras verticales paralelas
con DStretch, h: figura de un pez y una venada pintada, i: figura de una venada pintada, j: un conjunto de líneas en distintas
direcciones, k: peces formados por líneas identificadas con DStretch, l: tres zoomorfas que podrían ser dos cuadrúpedos y un
ave con DStretch.
102
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

exterior, a la izquierda del círculo, se pintaron en rojo dos pares de líneas


paralelas verticales (Fig. 3e). El tercer conjunto es un grupo de cuatro
líneas diagonales, unidas por la parte superior; en la parte inferior iz-
quierda se pintaron un par de líneas con la misma dirección.

Sitio Z-26 El Cajoncito 1


Este sitio está compuesto de 4 grupos de pinturas rupestres de color rojo
bastante decolorado por la exposición directa del sol. Este sitio se encuentra
al norte del arroyo El Cajoncito y al oeste del arroyo que afluye a El Cajoncito.
La altitud es 230 m.s.n.m. El grupo 1 contiene unas cinco líneas verticales
pintadas de rojo anaranjado que posiblemente se trate de la parte media de
una hoja de palma, aunque ambos lados no se observan para determinar
con seguridad. La pintura se encuentra sobre la pared de una roca cuadrada
grande. El área pintada mide 55 cm de largo por 75 cm de alto.
El grupo 2 se encuentra aproximadamente a 15 m al oeste del
grupo 1 en donde apenas se observan las extremidades de una figura
zoomorfa, posiblemente se trate de un venado, aunque no se observe
la cabeza, así como el cuerpo alargado de una figura antropomorfa,
aunque sus extremidades no están muy claras (Figs. 6d y 6e). A la altura
del brazo, se observa una línea recta hacia la figura antropomorfa, que
podría tratarse tanto de un brazo estilizado como de una lanza. La división
de dos extremidades inferiores apenas se observa y no se observan los
pies. La figura zoomorfa mide 1 m de alto y 90 cm de ancho y la figura
antropomorfa mide 2 m de alto y 55 cm de ancho.
El grupo 3 se compone de dos paneles. El panel sur contiene
varias figuras borrosas, entre ellas se observa una venada con dos ex-
tremidades traseras y las cabezas relativamente claras. Otras figuras
pueden tratarse de dos zoomorfas y una antropomorfa. El área pintada
de este panel mide 450 cm de largo por 110 cm. El panel este contiene
dos figuras zoomorfas, probablemente se traten de venados. La figura
de la parte izquierda inferior tiene cuatro extremidades y posiblemente
una extremidad de otra. Esta figura mide 1,40 m de largo por 90 cm de
alto. De la figura de la parte derecha superior solo se observa las dos
extremidades traseras y parte del cuerpo que mide 1,90 m de largo por
1,30 m de alto. El grupo 4 es en realidad una sola figura zoomorfa, que
se trata de las dos extremidades y una parte del cuerpo de un venado
que mide 1,20 m de largo y 90 cm de alto.

Sitio Z-27 El Cajoncito 2


El sitio se encuentra en el cauce del arroyo El Cajoncito, en la vertien-
te oeste de Las Cacachilas, a 230 m.s.n.m. Sobre la pared norte del
103
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

cauce se pintaron, en un par de bloques de granito, figuras zoomorfas


pintadas en color rojo. El conjunto número 1 representa un corpulento
venado, posiblemente adulto, con astas (Fig. 3a). La figura mide 150
cm (cabeza a cola) x 90 cm (alto). El estado de conservación es en
general bueno.

Sitio Z-30 Palmilla Cuata


El sitio se encuentra en uno de los cauces del arroyo estacional llamado
El Puerto, formado por bloques de granito. La elevación es 753 m.s.n.m.
En un frente rocoso formado por un bloque, se pintaron motivos zoomor-
fos y geométricos con pigmento color rojo. En el extremo izquierdo se
encuentra la representación de un pez orientado en sentido vertical, vista
en planta, con relleno sólido. A la mitad superior del cuerpo del pez, se
pintó una flecha con la punta hacia arriba; del extremo distal parten dos
líneas diagonales. A la derecha de la flecha fue pintado un cuadrúpedo en
planta, posiblemente una tortuga. El frente rocoso se inclina ligeramente
al noroeste y sobre esa pared se pintó, en color rojo sólido, de perfil, un
cuadrúpedo de patas y orejas alargadas (Figs. 6f y 6g).

Sitio Z-31 El Agua de Arriba


El sitio se encuentra en uno de los cauces del arroyo estacional llamado
El Puerto, formado por bloques de granito. La altitud es de 726 m.s.n.m.
En la cara sur de un bloque de granito se pintó una figura sólida en color
rojo, que representa un cuadrúpedo (posiblemente un venado). El animal
fue pintado de perfil, en posición dinámica, se observan las cuatro patas
y ambas orejas (Fig. 7e).

Sitio Z-32 La Cieneguita 1


El sitio se encuentra en el cauce de uno de los afluentes del Arroyo El
Puerto. La altitud es de 680 m.s.n.m. Sobre un bloque de granito se
pintaron dos conjuntos de figuras geométricas y zoomorfas, todas en
color rojo. En la cara norte se pintaron al menos dos figuras zoomorfas:
la primera es similar a una liebre, se observa su cuerpo encorvado, de
perfil y un par de orejas. Producto de la exfoliación del granito, parece
haberse desprendido una parte de la roca, que tal vez sostenía una eta-
pa previa de la misma figura. El siguiente animal, cuadrúpedo, parece
ser una tortuga, pintada de perfil; se observa la cabeza, el caparazón,
cuatro patas largas y una pequeña cola (Fig. 3c). Una parte de la pintura
de relleno del caparazón se ha perdido a causa de un proceso similar al
sufrido por la figura número uno. La silueta de la figura fue elaborada
con base en líneas y se pintó el interior en el mismo tono.
104
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

Figura 6. Representaciones zoomorfas, geométricas, una antropomorfa e implemento en la Sierra de las Cacachilas, BCS.
Arriba. a: Varias horadaciones utilizadas como morteros fijos, b: un pez pintado, c: dos peces pintados, identificados con DStretch.
Enmedio. d: una antropomorfa y una zoomorfa pintada, foto tomada por Aníbal López, e: una antropomorfa y una zoomorfa
pintadas, identificadas con DStretch.
Abajo. f: dos zoomorfas y una flecha pintadas, g: dos zoomorfas y una flecha pintadas identificadas con DStretch.

105
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 7 Representaciones zoomorfas y geométricas en la sierra de las Cacachilas y El Novillo, BCS. a: gato montés identificado
con DStretch, b: lagartija identificada con DStretch, c: cuatro peces pintadas, d: figura de cuatro peces identificados con
DStretch, e: figura de una venada idfentificada con Dstretch, f: petrograbado de una venada por técnica de raspado.

106
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

Sitio Z-35 El Ranchito 1


El sitio se encuentra en una loma, entre el límite noreste de la sierra de
las Cacachilas y la cuenca de Los Planes, junto al cauce del arroyo El Jato,
a altitud de 589 m.s.n.m. Este sitio es de los más complejos registrados
en esta sierra, debido a la cantidad y variedad de motivos rupestres
representados y la larga ocupación que ha tenido a lo largo del tiempo,
desde época prehispánica hasta principios del siglo XX.
Las caras más largas del bloque son las este y oeste. En ambas
se pintaron conjuntos de figuras en color rojo, sólido (es decir, con relleno
del mismo color). Los motivos son zoomorfos y geométricos (Figs. 7a y
7b). El estado general de conservación es regular: el escurrimiento sobre
la roca y el desprendimiento por exfoliación del granito dañan las pintu-
ras desgastándolas o desprendiendo fragmentos. Sin embargo, algunos
motivos aún son plenamente distinguibles. En total, se registraron dos
conjuntos sobre la cara este y seis sobre la Oeste. Entre los motivos, se
reconocen pez, lagartija y gato montés. La representación de los últimos
dos motivos zoomorfos son los únicos registrados en la Región del Cabo
hasta el momento.

Sitio Z-36 El Ranchito 2


El sitio es un campamento habitacional al aire libre, localizado aproxi-
madamente a 250 m al sur del sitio pictográfico anterior (Z-35), sobre
una loma, en la vertiente sureste de la sierra de las Cacachilas. En este
punto el arroyo termina su paso por el cañón y comienza su descenso
al abanico aluvial de la bahía la Ventana. La altitud es de 603 m.s.n.m.
Se registraron principalmente piedras de molienda de granito (manos y
metates), escasos elementos de lítica tallada de riolita (raedera y raspa-
dor) y conchas de moluscos. Una concha (Ostrea fisheri) de la superficie
fue fechada en 8955 ±84 BP (INAH-3108).

Sitio Z-24 El Novillo 1


El sitio se encuentra sobre una loma que forma una especie de portezuelo
entre dos elevaciones de granodiorita al pie de la vertiente noroeste de
la sierra El Novillo. La altitud es de 311 m.s.n.m. Este sitio está en un
área limpia, con una extensión total de 25 m², en torno a un bloque de
granodiorita (2,9 m diámetro x 7,5 m altura) en cuyas caras este y sur se
pintaron motivos zoomorfos y geométricos en color rojo. Se registraron
siete conjuntos de motivos, la mayoría de los cuales son poco visibles
debido al intemperismo y exposición al sol (Figs. 7c y 7d). El grosor de los
trazos de algunos también dificulta la identificación de formas concretas.

107
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Entre los motivos pintados, destacan los cuatro peces, ubicados en la


esquina inferior izquierda del bloque, elaborados con pigmento rojo, orien-
tados de forma vertical (cola hacia abajo, cabeza hacia arriba) y vistos en
planta. Miden entre 12.5 y 20 cm de ancho por entre 50 y 60 cm de largo.

Sitio Z-29 Rancho La Palma


El sitio se encuentra en el cauce del arroyo La Palma. Es una zona geo-
morfológicamente interesante, ya que a la altura del sitio termina un
ensanchamiento del cauce del arroyo y deja al descubierto una formación
rocosa volcánica color gris oscuro sobre la cual probablemente se forma
una cascada cuando hay mucha corriente. La altitud es 293 m.s.n.m. En
el paredón se encuentran varias figuras zoomorfas, geométricas y letras
ejecutadas con técnica de grabado. Se raspó la roca, sobre la pátina color
negro, para dibujar, entre otras menos visibles. Del grupo, la única que
comparte rasgos estilísticos con las encontradas en otros sitios pictó-
ricos prehispánicos, es la del cuadrúpedo del conjunto 1 (posiblemente
un venado con astas) ejecutado sobre la pared noreste-suroeste (Fig. 7f).
El resto parece grafitis recientes.

Discusiones y consideraciones finales


La sierra de las Cacachilas fue ocupada por lo menos desde hace aproxi-
madamente 9.000 años según una fecha obtenida por C14 en un campa-
mento habitacional al aire libre localizado a una distancia de 200 m de un
sitio pictográfico. Sin embargo, todavía no sabemos la antigüedad de la
tradición pictórica y si esta tradición continuó después del contacto con
los primeros europeos a partir del siglo XVI. Otras preguntas que surgen
sobre estos sitios son: ¿en qué ocasiones se ejecutaron las pinturas?,
¿los sitios con una o dos figuras tienen el mismo significado que los que
tienen más figuras?, ¿qué significa cada figura? y ¿cuál es la relación en-
tre la tradición rupestre de la sierra de Las Cacachilas y la de otras áreas
de la región del Cabo, y la de otras regiones norteñas de la península?

Pensamos que la mayoría de los motivos plasmados en el panel


rocoso están reflejando la vida y la cosmovisión de los antiguos habitantes
de esta región; es decir la relación entre los seres humanos y la natu-
raleza, en el aspecto tanto ideológico como socioeconómico de los gru-
pos cazadores-recolectores-pescadores de esta región, aunque en este
momento todavía carecemos de evidencias suficientes para completar
esta idea. El contraste de la abundancia de sitios pictográficos y la baja
108
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

presencia de campamentos al aire libre en la sierra de las Cacachilas


contraponiéndose a la ausencia de sitios pictóricos en la zona costera
puede indicar el carácter ceremonial de los sitios serranos.

Los sitios pictográficos en estas sierras podrían estar relaciona-


dos con el culto a las montañas y las ceremonias para venerar y festejar
la llegada de los dioses y la petición o agradecimiento por la lluvia que
resulta vital en el clima desértico de esta región.

Ya que en la mayoría de los grupos cazadores-recolectores del


mundo se celebran ceremonias de iniciación, matrimonios y nacimien-
tos de bebés o rituales de fertilidad para asegurar la supervivencia o la
manutención de un grupo (Ritter, 1991) podemos pensar que los habi-
tantes de esta región también participaron en eventos similares. Por ello,
opinamos que los sitios pictográficos de estas sierras muestran la vida
y la ideología de los antiguos pobladores del área de La Paz.

La abundancia de figuras de animales marinos y terrestres en


números casi iguales sugieren la importancia de la fauna del mar y de
la tierra en estas sierras y que los pobladores del área de La Paz tenían
cierto grado de movilidad entre la costa y la sierra. Es probable que los
antiguos pobladores hayan manifestado el deseo de la abundancia de
caza y pesca, así como la seguridad en la caza y la pesca, probablemente
reflejando la importancia de alimentos marinos y terrestres para su
vida. La presencia de motivos marinos pintados en la sierra, una zona
donde tienen origen casi todos los arroyos que desembocan en el mar
en la bahía de La Paz, podrían sugerir algún vínculo entre el agua del
ambiente marino y el agua procedente de la lluvia, que en forma de
arroyo o espejos de agua (lagunas temporales y tinajas) llega al área
de La Paz desde la sierra. Los animales marinos son, posiblemente, la
representación más simbólica del agua en general. Llenar la sierra, el
lugar de origen del agua, de seres habitantes del agua podría ser una
práctica propiciatoria.

También podemos pensar en la armonía entre el hombre y los


animales que comparten el mismo mundo. Otros investigadores asocian
el arte rupestre con el chamanismo o con el registro astronómico. Hedges
(1975 en Schaafsma, 1980) opina que algunos artes rupestres pueden
ser el resultado de prácticas chamanísticas en el sur de California y
otras partes de EE.UU. Schaafsma (1980: 71) señala que el espíritu de
los animales simboliza el poder de los chamanes. Viñas y Rosell (2009)

109
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

proponen que algunas figuras de cérvidos de la cueva Pintada en la Sierra


de San Francisco están asociadas con la deidad solar, basada en la ob-
servación de algunas figuras de cérvidos iluminadas con el movimiento
solar, aunque este fenómeno puede suceder en cualquier figura y no limita
a los cérvidos, además de que no tiene suficientes argumentos sobre la
asociación de cérvidos con la deidad solar. Desde luego, nos faltan estudios
filosóficos, metodológicos y etnográficos para desarrollar estos temas y
el simbolismo para aproximar el significado verdadero de las figuras.

En relación con los motivos abstractos, algunos investigadores


(Ritter, 1991: 8, 1993; Gutiérrez y Hyland, 2002) que estudian las mani-
festaciones gráfico-rupestres de la península opinan que estas figuras
abstractas se producen cuando el pintor o los pintores consumen una
alta cantidad de substancias alucinógenos, tales como tabaco silvestre
(Nicotina sp.) o toloache (Datura discolor), entre otras plantas; a tal grado
que se puede llegar al estado de trance o estado alterado de conciencia
basado en la hipótesis neuropsicológica presentada por Lewis-Williams
y Dowson (1988: 203), por lo que podemos imaginar la presencia de un
chamán dirigiendo alguna ceremonia.

El hecho de que perduraron las diversas tradiciones culturales


por lo menos 10.000 años en esta región sur de la península, las acti-
vidades religiosas y reuniones pudieron haber desempeñado un papel
muy importante. En caso contrario, las tradiciones culturales no habrían
continuado hasta después de los primeros contactos con los europeos
entre los siglos XVI y XVII.

Mediante diversas ceremonias y eventos, los grupos pudieron


haber consolidado la unión y manifestaron en discursos y eventos rituales,
incluyendo la ejecución de las pinturas rupestres, deseando, por ejemplo,
la abundancia del agua, los alimentos de origen marino y terrestre, y la
seguridad durante la caza-recolección-pesca, así como la celebración
de iniciación de los jóvenes, de matrimonio y de nacimiento de bebés.

Estas reuniones también sirvieron para mitigar tensiones socia-


les dentro de uno o varios grupos, intercambiar ideas, técnicas y diversas
informaciones, así como generar oportunidades para conocer los futuros
cónyuges con el fin de asegurar la supervivencia y continuidad del grupo.

Los sitios pictográficos ofrecen varias claves para estimar las


actividades de subsistencia, las relaciones sociales que existieron en uno

110
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

o varios grupos, así como las relaciones entre etnias distintas a través
del estilo y la técnica aplicada, y la ideología del grupo hasta cierto grado.
Así, la semejanza de las figuras con los diferentes subáreas de la región
del Cabo, así como con la sierra de la Giganta (Carmean, 1994; Fujita,
1995; Mandujano, 2009: 175-180) se puede adjudicar al intercambio de
ideas entre los grupos diferentes en forma pacífica, aunque también pudo
haber ocurrido de manera violenta, de acuerdo a varias descripciones
etnohistóricas y testimonios de los primeros europeos que visitaron la
parte sur de la península, en los cuales hablan de los conflictos entre
los Guaycuras y los Pericúes (Barco, 1973; Mathes, 1980).

En caso de una o dos figuras, pensamos que estos lugares pue-


den ser marcadores para indicar rutas de tránsito a ciertos destinos,
o lugares importantes como pozos o tinajas de agua, algún árbol en
especial, ciertos parajes en donde es buena la caza y otras áreas en
donde hay materia prima disponible, etc. La función ceremonial es la
otra posibilidad.

Estos son los resultados y los acercamientos que hasta ahora


tenemos para interpretar los sitios pictográficos de las sierras de las
Cacachilas y El Novillo cercanas a La Paz, Baja California Sur, México.
Se requiere profundizar más sobre los usos de sitios pictográficos. Las
futuras investigaciones deberán encaminar para resolver varias pregun-
tas mencionadas.

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112
Sitios pictográficos en la Sierra de las Cacachilas... | Harumi Fujita y Karim Bulhusen Muñoz

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113
Un acercamiento a la pintura rupestre
de la Sierra de la Giganta, Baja California Sur, México

Carlos Mandujano Álvarez


Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro INAH-B.C.S. (México)

Resumen
Uno de los objetivos del proyecto arqueológico sierra de La Giganta, es
localizar y registrar la gran variedad de sitios arqueológicos en la sierra
que lleva el mismo nombre. Dentro de la clasificación de los sitios ar-
queológicos, encontramos campamentos tanto al aire libre como en cue-
vas, concheros y sitios con arte rupestre, dentro de los que se incluyen
los petroglifos y los sitios con pintura rupestre. En estos últimos sitios,
pondremos particular interés en esta presentación, en donde se explicará
a grandes rasgos el estilo sierra de La Giganta, haciendo un recorrido
por cada uno de ellos, presentando sus características particulares así
como sus componentes arqueológicos y asociaciones con el paisaje.
Palabras clave: Pintura rupestre, sierra de la Giganta, Baja California Sur,
Conservación, México

Abstract
One of the objectives of the sierra de La Giganta Archaeological Project is to
locate and record the variety of archaeological sites in the sierra of the same
name. Within the classification of archaeological sites, open camps sites, and
in caves, middens and rock art sites, within which the petroglyphs and rock
art sites are included. Will particularly interest in this presentation, where
they explain roughly the sierra de La Giganta style and we will review each
where they present their particular characteristics and their components and
associations with landscape.
Keywords: rock art, La Giganta style, Baja California Sur, conservation, México.

114
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Introducción
Con este trabajo, se presenta por primera vez una recopilación de sitios
arqueológicos en el que se ofrece un panorama del arte rupestre clasi-
ficado como “estilo sierra de La Giganta”; en esta área, no había habido
estudios de carácter regional que recopilaran la información no solo de
los sitios arqueológicos con pintura rupestre, sino de los yacimientos
arqueológicos en general. Esto se dio a partir del 2004 con el proyecto
arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
“Sierra de La Giganta” a cargo del arqueólogo Carlos Mandujano (2004,
2005, 2009a, 2009b), desde entonces se ha comenzado a caracterizar
arqueológicamente un área poco conocida.

Eric Ritter (1991), propuso seis principales zonas rupestres


(Fig.1) para la península en las que advierte que no se debe confundir
estilo con regiones geográficas o asumir que son excluyentes. Entre estos
estilos, se encuentra el que nos interesa en este trabajo: el estilo sierra
de La Giganta, el cual está compuesto principalmente por pictografías
abstractas geométricas y también representaciones naturalistas. (Ritter
1991: 24; Gutiérrez y Hyland 2000: 73-75).

Las representaciones del estilo sierra de la Giganta están pre-


sentes en muy diversos lugares, que se encuentran desde la costa hasta
el interior de la sierra. También en cada uno de los sitios, se presentan
muy particulares características, aunque todos ellos son abrigos rocosos
o pequeñas cuevas. La cantidad de diseños, colores y calidad en los trazos
varía en cada uno de estos sitios. Describiremos primero los sitios con
pintura más sencillos para terminar con los de mayor complejidad.

115
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Sitio B39
Se localiza a 3,5 km de la
costa; se trata de un cam-
pamento habitacional de
un abrigo rocoso que está
orientado de norte a sur
con el frente hacia el este;
tiene una longitud de 6 m en
el frente y una profundidad
máxima de 2 m que se en-
cuentra en la parte central.

Debido a las caracterís-


ticas de la pared del abri-
go, el piso tiene una buena
cantidad de rocas de de-
rrumbe, pero el piso es re-
lativamente plano antes de
inclinarse por el talud. Se
localizaron tres metates, de
los cuales solo uno, que se
localiza en la parte central
dentro de la línea de goteo,
está completo y presenta un
desgaste plano marcado. Un
segundo metate solo es un
fragmento y presenta res-
tos de pigmento rojo, este
se ubicó fuera de la línea de
goteo de la parte central. El
Figura 1. Principales zonas tercer metate también es un
de arte rupestre en Baja fragmento de granito y presenta desgaste en una de sus superficies. En
California según Ritter (1991).
cuanto a la lítica tallada, se localizó una cantidad muy reducida de lascas
así como unos fragmentos de concha.

El abrigo también presenta pintura rupestre con motivos abs-


tractos en color rojo en dos zonas de la parte central. El diseño más claro
y mejor conservado es una cuadrícula formada por seis líneas verticales
de 30 cm de largo y cuatro horizontales de 20 cm y que, a juzgar por
la forma y espesor de las líneas, fueron pintadas con los dedos (Fig.
2). Alrededor de esta pintura solo se aprecian manchas de color rojo
116
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

que pudieron haber sido


algún otro diseño de la
cual ahora solo podemos
ver el color deslavado. En
el otro extremo de la sec-
ción central también hay
otra mancha de este tipo.

Sitio B26 Agua de la


Piedra
Se localiza aproxima-
damente a 10 km al sur
de San Javier y a 1 km
al sur del rancho Agua
Escondida, en el arro-
yo conocido localmente
como “Agua de la Piedra”.
Se trata de un sitio con
pintura rupestre y pe-
troglifos en un pequeño
abrigo rocoso orienta-
do de norte a sur con el
frente hacia el oeste, con
una longitud de 3 m en
el frente y 2 m de pro-
fundidad. La cavidad es
relativamente simétrica, Figura 2 Cuadrícula pintada
así que la parte más profunda se encuentra en el centro. También al con líneas en color rojo.

centro, a 2.20 m de altura pero cerca de la línea de goteo, se localiza una


manifestación gráfica abstracta en color rojo que se encuentra en un
bloque de la matriz que forma el techo del abrigo. Desafortunadamente
está incompleta debido a que una parte se colapsó y posiblemente esté
enterrada. Se trata de dos líneas que se unen en un vértice y forman una
especie de triángulo o rombo; de esta figura se desprenden siete líneas
casi verticales hacia arriba y tres hacia abajo de la figura solamente
debido a la fractura de la roca (Fig. 3).

En la pared del fondo hay diversas incisiones lineales y hora-


daciones circulares. Más del 95 por ciento de las líneas incisas están
117
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3. Trazo abstracto


pintado en color rojo. en posición vertical; algunas están agrupadas y aisladas del resto de
los demás elementos en las que es difícil establecer grupos. Son líneas
paralelas entre sí de diferentes anchuras: desde 1 mm hasta los 3 cm,
estas últimas junto con la gran mayoría presentan el corte transversal
en forma de “V”, lo que al parecer indica que pudieron haber sido hechas
con el filo de una lasca.

Las horadaciones por el contrario están en grupos bien defini-


dos (por lo menos cuatro) y tienen un promedio de 2 cm de diámetro y la
profundidad varía desde unos cuantos milímetros hasta poco más de 1
cm. Dos de estos grupos están en la pared norte y los otros en la pared
este. Existe una misma zona en la que se pueden contar siete grupos
de puntos que están mezclados con incisiones verticales. El segundo
grupo es un conjunto de tres filas de horadaciones; la primera y superior
tiene siete, la segunda hacia abajo tiene ocho y la tercera tiene solo
dos. Hacia la derecha de este conjunto hay otras dos horadaciones un
poco desligadas de este conjunto haciendo un total de 19 horadaciones.
Sobre este conjunto hay otro más con cinco horadaciones que difieren
mucho del estilo de las anteriores, por lo que pensamos que estas y
118
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

otras dos que se encuentran a la derecha son producto de una mala


falsificación moderna.

El tercer grupo se localiza en la pared este y contiene 67 hora-


daciones de un promedio de 5 mm de diámetro, no tan profundas como
las anteriores y los puntos están dispuestos en líneas verticales curvas y
en la parte derecha está formada por conjuntos alrededor de diez puntos
en una línea horizontal.

El cuarto grupo se localiza en el lado derecho del mismo panel,


quedando entre los dos conjuntos de puntos una serie de líneas incisas
verticales. Este cuarto grupo está formado por alrededor de 30 puntos
de 5 mm de diámetro acomodados en un área de 36 cm.

Casi en el fondo, pero en lo que vendría siendo una parte del


techo, hay una serie de líneas incisas paralelas y otras perpendiculares a
la orientación del abrigo, que forman una semicuadrícula. Las primeras
miden más de 50 cm y las segundas alrededor de 25 cm.

Sitio B8 El Rincón
Se localiza a 830 m de la costa y es una cueva que se utilizó como cam-
pamento habitacional que además presenta manifestaciones de pintura
rupestre. Está orientada de este a oeste con el frente hacia el norte, tiene
15 m de frente, una profundidad máxima de 12 m en desnivel hacia arriba
y el techo llega a tener 8 m de altura. El sitio tiene una extensión de 225
m. Muestra diversas evidencias de ocupación; la estructura que tiene la
cueva presenta en su interior un nivel principal y cuatro nichos; el piso
principal es un espacio en donde se realizó la mayoría de las activida-
des, es plano y ocupa gran parte del área de la cueva, además es la que
presenta mayor cantidad de evidencias como lascas, núcleos, algunas
conchas y ceniza. El piso de la cueva se encuentra relativamente limpio,
aunque hay rocas de derrumbe del techo. Fuera de la línea de goteo la
cantidad de concha se incrementa y sobre el talud se puede observar
una cantidad importante de estas.

También se encontraron sobre este piso y cerca de la línea de


goteo dos metates tipo mortero con mucho desgaste; se localizó también
un metate portátil cerca de la pared del fondo, elaborado sobre una laja
de roca de 45 cm de largo por 25 cm de ancho, en la que utilizaron ambas
119
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

caras como superficie de molienda. También se encontró un mortero fijo


doble sobre una gran roca, cada uno de los morteros tiene un diámetro
de 18 cm.

Uno de los nichos se encuentra en la parte exterior de la cámara


principal pero no así de la cueva. Se encuentra en el extremo oeste y se
accede a él por una pendiente de roca firme; aquí se encuentra una roca
que forma parte del acceso al nicho y que presenta desgaste y restos
de pigmento rojo lo que indica que también fue utilizada como piedra
de molienda. Al pie de dicho acceso se localiza otra roca que también
muestra desgaste y restos de pigmento rojo.

En las paredes de la cueva hay restos de pintura de color rojo,


pero en su mayoría no se distingue el diseño que tuvieron originalmente
—si es que lo hubo— actualmente solo se pueden observar manchas;
otros son líneas, y solo un diseño se distingue como una línea horizontal
con cinco líneas oblicuas por encima de esta y otras cinco por debajo;
todas parten por pares del mismo punto de la línea horizontal (figura 4).

Sitio B3 El Saucito
Este sitio se localiza en las cercanías del rancho El Saucito a unos 6 km
de la costa siguiendo el cauce del arroyo el Tular. Es un sitio con pintura
rupestre cuyos motivos se encuentran plasmadas en un frente rocoso
vertical de roca ígnea que se encuentra del lado oeste del cauce del
arroyo; dicho paredón tiene un eje norte-sur con el frente rocoso hacia
el este, todos los motivos son monocromos de color rojo y los más bajos
se encuentran a 1.80 m de altura y los más altos a 4 m (Fig. 5).

Se localizaron cinco conjuntos de pinturas; de derecha a izquier-


da, el primer grupo —que además es el que se encuentra más arriba y
que mide 40 cm de altura por 30 cm de ancho— está compuesto por un
elemento antropomorfo que se encuentra en el extremo derecho del
conjunto y se trata de una línea vertical con tres pares de líneas cortas
que salen oblicuas a esta línea; el primer par se localiza en el extremo
inferior de la línea principal a manera de piernas; el segundo se localiza
en la parte media formando los brazos, y un tercer par se encuentra en
el extremo superior de la línea principal, pero estas son líneas cortas
curva orientada hacia arriba y forman un tocado. Hacia la izquierda de
esta figura se plasmaron seis líneas verticales del mismo tamaño que
120
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Figura 4. Representación
abstracta en color rojo.

Figura 5. Vista general del


panel.
la figura anterior; de la base de la línea extrema izquierda, salen dos
líneas oblicuas hacia arriba que se van separando una de la otra y que
en el espacio que hay entre estas se presentan por lo menos tres líneas
verticales, posiblemente hubo más, pero esta parte la roca está erosio-
nada. Por arriba de estas líneas se aprecian algunas manchas del mismo
color, pero no se puede distinguir la forma precisa.

El segundo conjunto se localiza abajo del primero y un poco


cargado hacia la izquierda. Está formado por un antropomorfo similar
121
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 6. Representaciones de
vulvas pintadas en color rojo

al descrito para el primer conjunto pero mide 30 cm de largo; es decir,


que se trata de una línea vertical con dos pares de líneas cortas que sa-
len oblicuas hacia abajo. El primer par se localiza en el extremo inferior
de la línea principal y el segundo en la parte media; un tercer par se
encuentra en el extremo superior de la línea principal, pero estas son
líneas cortas curvas hacia arriba formando el tocado. Adyacente a este
elemento y hacia la izquierda se localiza otro motivo que se compone
de cinco líneas verticales paralelas de 50 cm de longitud; de la base de
estas se intersecta otro grupo de por lo menos siete líneas horizontales
paralelas de 40 cm de longitud que se desarrollan hacia la izquierda y
forman un ángulo de 90 grados.

El tercer conjunto mide 1 m en el eje horizontal y 1,40 m en el eje


vertical. Está compuesto por un grupo de tres pares de manos de adulto
en positivo, bien definidas, que están dispuestas verticalmente por pares;
es decir, mano derecha y mano izquierda a un mismo nivel, formando
de esta manera tres niveles. A la derecha de las manos superiores se
localiza una serie de líneas paralelas que podría tratarse también de
manos, pero no se distingue bien porque se está perdiendo el color. Más
hacia la izquierda se encuentra otra serie de 14 líneas paralelas verticales.
Estas se aprecian mejor en la parte superior, ya que al ir bajando se van
mezclando en una mancha que hace que se integren.

El cuarto conjunto en realidad es un elemento que se distingue


claramente, aunque en dos zonas presenta exfoliaciones. Es un círculo de
122
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

9 cm de diámetro con cuatro líneas verticales paralelas en su interior. A la


derecha de este elemento se pueden distinguir algunas líneas muy tenues.

El quinto conjunto se encuentra en la parte superior en el ex-


tremo sur. Aunque no se distinguen claramente los elementos que lo
conforman, aún se perciben restos de pintura que por su ubicación, se
tomó como un conjunto aparte.

El segundo paso
Se localiza a 2.5 km al suroeste del poblado de San Javier. Se trata de un
abrigo rocoso de 12 m de frente por 5.80 m de fondo y una altura máxima
de 3 m, situado unos metros antes de llegar a la meseta de la serranía
que forma la cañada San Javier, al oeste del rancho El Segundo Paso.
En el interior del abrigo se localizan 11 metates y fuera de la línea de
goteo solamente dos. Para tres de estos, se utilizaron grandes rocas de
derrumbe localizadas cerca de la línea de goteo, dos al interior y una
al exterior. Al menos en cinco metates, se pueden apreciar restos de
pigmento rojo; también se registró la presencia de al menos dos manos
de metate completas y dos fragmentos. También se registraron algunas
lascas y fragmentos de núcleo de basalto y fragmentos de valvas de
Dosinia ponderosa, Pecten vogdesi y Modiolus capax.

En las paredes que forman la parte exterior del abrigo, principal-


mente en la del lado derecho o sur, se localizan trazos monocromos de
carácter abstracto, naturalista y posiblemente un antropomorfo o un pez
en color rojo. En la mayoría de los casos apenas se aprecian y distinguen
algunas líneas con manchas difusas, pero algunas se distinguen mejor,
como es el caso de dos o tres vulvas, líneas verticales pintadas parale-
lamente con los dedos, algunos conjuntos de pequeñas líneas aislados
y una rejilla (Fig. 6).

Sitio 112 Cueva de las Manos


Este sitio se localiza en una cueva localizada en la ladera sureste del
cerro que forma Punta Aguja, en el área de Agua Verde, a unos 200 m
de la playa. Sus dimensiones son 15 m de frente por 12,10 m de ancho.

123
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 7. Impresiones de
manos de color rojo sobre El acceso a la cueva es muy difícil y pronunciado. El frente de
base blanca.
la cueva tiene dos accesos hacia el interior: uno de 8,60 m de frente por
4,2 m de fondo y otro de 8,20 m de frente por 5,80 m de fondo. En medio
de estos se presenta un derrumbe antiguo de varios bloques grandes
que, al menos uno de ellos, quedó recargado en la pared baja que forma
el techo de la cueva formando los dos accesos descritos. En esta parte
central se presenta un panel de pintura que tiene una preparación de base
blanca de 2,50 m de alto por 1,40 m de ancho, que sirvió para plasmar
manos en positivo de color rojo. La mayoría de las manos se encuentran
orientadas hacia arriba y conforme van descendiendo van girando hacia
la derecha hasta quedar algunas incluso con los dedos totalmente hacia
abajo (Fig. 7).

Los materiales arqueológicos presentes en este sitio son restos


de moluscos de las especies Strombus gracilior, Strombus galeatus, Chama
mexicana, Spondylus princeps, Megapitaria squalida y Anadara multicostata,
entre otras especies. También se reconocieron lascas de retoque, vér-
tebras de pescado, huesos de liebre y una placa de tortuga marina; así
como metates y manos de metate con concavidades en su extremo.

124
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Figura 8. Representación
abstracta con líneas
San Luis Gonzaga geométricas.

Este sitio se localiza a 3 km al noreste de la misión de San Luis Gonzaga.


Se trata de un abrigo rocoso de 8,50 m de frente por 3 m de profundidad
y 5 m de altura. En la línea de goteo se localizaron tres metates.

Este es un buen ejemplo del típico panel rupestre del estilo


Sierra de La Giganta, donde se combinan los diseños abstractos con al-
gunos de carácter naturalista. Lo que más destaca a la vista son grandes
áreas de manchas en color rojo de las cuales no podemos distinguir las
formas originales si es que alguna vez las tuvieron. También se pueden
apreciar mejor definidos una cuadricula, un círculo con líneas radiales
que pudiera estar representando un sol o estrella, un semicírculo con
cuatro puntos cruzado por una línea vertical, un triángulo, líneas en “V”
rodeando un par de líneas paralelas y trazos de líneas burdas no muy
bien definidas (Fig. 8).

125
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Caguama Cave
Este sitio trabajado prime-
ro por William Massey en
la década de 1950 y pos-
teriormente por Donald
Tuohy, en la década de
1960 y 1970 (Tuohy 1979).
Se localiza en la parte
sur de los llanos de San
Julio en el municipio de
Comondú. Se trata de
una cueva habitacional
en la que aún se pueden
apreciar lascas, núcleos,
metates y manos. En el
exterior de esta cueva se
encuentra plasmada una
figura de una tortuga de
1.52 m de altura (Fig. 9) y
muy cerca de ahí, en una
roca, también se encuen-
tra plasmada otra tortuga
de menor tamaño, ambas
en color rojo, aunque la de
la cueva está rellenada con
líneas verticales, mientras
que la otra está con color
sólido como relleno.

Figura 9. Tortuga en color rojo.

Las Parras
Debajo de una gran roca de granito que alguna vez rodó por la ladera del
picacho llamado Pilón de Las Parras, en su lado este, se formó un abrigo
que fue aprovechado como refugio por los antiguos pobladores de esta
zona, en el cual plasmaron algunos diseños abstractos, geométricos y
naturalistas, todos monocromos en color rojo. El piso es plano de tierra y
se aprecia un metate. Posiblemente haya más materiales arqueológicos
enterrados ya que hay sedimentación.

126
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Figura 10. Representaciones


A la izquierda del panel, primero se encuentran una serie de abstractas.

líneas paralelas verticales pintadas con los dedos, son alrededor de veinte
trazos gruesos de 16 cm de largo. Un poco más a la derecha hay dos
pares de líneas paralelas que se cruzan perpendicularmente a manera
del símbolo de “gato” con alrededor de treinta puntos entre sus divisio-
nes; esta figura mide 18 cm de largo por 15 cm de alto. Inmediatamente
a este, a la derecha, se encuentra lo que se podría referir como una
figura antropomorfa formada mediante una línea para formar el cuerpo,
otras dos líneas oblicuas de 18 cm a manera de brazos y tres líneas en
cada una para formar las manos; las piernas y los pies están formados
igualmente por tres líneas que salen desde el eje principal de la línea
del cuerpo. Cabe destacar que no hay claramente una cabeza. La altura
total de esta figura es de 30 cm.

Continuando hacia la derecha hay una figura que está compuesta


por una línea vertical de 20 cm con otras trece perpendiculares más
pequeñas a lo largo de esta, que van desde las superiores de 2 cm, las
medias de 4,5 cm y las más bajas de 3 cm. Hay otra figura compuesta
por puntos bien definidos y puntos jalados hacia abajo que fueron hechos
con los dedos. Este conjunto de puntos forma un óvalo de 37 cm; en la

127
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 11. Antropomorfos en


una representación dinámica.
parte superior salen dos líneas paralelas verticales de 12 cm de largo,
para formar una especie de antenas. Todo el conjunto tiene un ancho de
18 cm y 49 cm de alto (Fig. 10).
También hay una figura antropomorfa formada con un óvalo relleno con
dos líneas perpendiculares hacia arriba a manera de brazos y tres líneas
al final de estas a manera de manos. Este conjunto mide 20 cm de altura.

Hacia el lado derecho del abrigo hay una serie de líneas verticales
pintadas con los dedos, en las que se aprecia claramente que la mayoría
fueron hechas con los dedos índice, medio y anular. Son alrededor de
veintiocho conjuntos de tres dedos; el área de este conjunto mide 90 cm
por 90 cm por cada lado y la longitud de los trazos mide en promedio 8 cm.

A la derecha del conjunto hay una mancha de la que ya no se


distingue su forma original; después de esta, hay un rectángulo horizontal
de 13 cm de largo por 29 cm de largo con 14 líneas verticales y por encima
de este conjunto salen 11 líneas perpendiculares de 11 cm. Por debajo
128
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

de esta hay una línea vertical de 34 cm de largo de la cual salen pares de


líneas oblicuas hacia arriba que forman una figura de 40 cm de ancho.

San José de Comondú


Este sitio se localiza al este del poblado de San José de Comondú y
fue registrado por la arqueóloga Laura Esquivel (1992). Se trata de un
abrigo rocoso de 60 m de longitud que presenta un panel con diseños
en su mayoría abstractos y algunos antropomorfos pequeños, todos
monocromos en color rojo.

Hay algunos trazos de líneas rectas paralelas rematadas con


otra línea horizontal de forma vertical; también hay líneas hechas con los
dedos jaladas hacia abajo; rectángulos rellenos formando cuadrículas y
líneas onduladas. Hay que destacar tres conjuntos de figuras antropo-
morfas, dos de estos son un par de figuras antropomorfas de unos 30 cm
de altura y uno de ellos parecen estarse tocando una mano; el tercero,
son 10 figuras antropomorfas de la misma medida que las anteriores,
pero estas parecen como si se estuvieran abrazadas por los hombros en
alguna actitud de baile (Fig. 11).

El piso del abrigo es plano y bastante amplio, en algunas partes


llega a medir hasta 5 m de ancho hasta el comienzo del escombro de
derrumbe que se encuentra justo en la orilla del talud, mismo que le
sirve al abrigo para quedar más protegido.

Los materiales arqueológicos que aún se pueden ver son lascas


de basalto de retoque y adelgazamiento, y localizamos durante la visita
una punta de proyectil tipo comondú aserrada con reavivamiento de los
filos de 2,5 cm de longitud.

Cueva de la Serpiente
Este sitio se localiza en las inmediaciones del rancho Santo Domingo.
En el interior de la cueva se localizan nueve metates y al menos nueve
manos; otro metate más se ubica en el exterior y también se localizó un
área de talla de basalto cerca de la línea de goteo. Presenta un muro
construido mediante la colocación de rocas para alargar una cámara que
se forma en el fondo de la parte norte de la cueva.
129
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 12. Figuras geométricas


y mancha de color rojo. Las representaciones en el panel de pintura son abstractas,
geométricas y naturalistas, en las que predomina el color rojo, aunque
hay también trazos de color negro. El sitio recibe su nombre por una
serpiente pintada en color rojo localizada en una de las rocas grandes de
derrumbe del techo que se encuentran en el exterior, tiene una longitud
de 80 cm y un ancho de 25 cm. La serpiente está realizada mediante
cuatro líneas paralelas onduladas que la forman desde la cabeza hasta
la cola; de la cabeza pareciera salir también una lengua.

Continuando con los diseños naturalistas, tenemos representa-


ciones de peces, en uno de los cuales aprovecharon la forma de las grietas
para delimitar la forma de parte del cuerpo y rellenarla de color rojo;
otro pez está orientado con la cabeza hacia arriba, presenta el contorno
del cuerpo delineado, en su interior tiene unas líneas paralelas oblicuas
descendentes de izquierda a derecha y del cuerpo le salen dos pares de
aletas de cada lado y la cola. Hay otros peces menos nítidos, pero sola-
mente están delineados. También hay lo que parece ser un pulpo, una
tortuga y un animal cuadrúpedo.

130
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Figura 13. Vista general de


En cuanto a las formas geométricas, destacan seis triángulos peces y figuras antropomorfas.
distribuidos a lo largo de una grieta horizontal que se conectan con esta
mediante una línea recta vertical. Hay una parrilla en color negro y líneas
paralelas verticales, unas en color negro y otras en color rojo. También
destacan dos manchas de color rojo conectadas entre sí por una mancha
alargada en la parte inferior que le da forma al conjunto, por debajo de
los triángulos ya mencionados, y sobre la cual se aprecian otros dos
triángulos. Sobre esta gran mancha se plasmaron algunas de las líneas
paralelas verticales descritas (Fig. 12).

Además hay un óvalo delineado seccionado por una línea ho-


rizontal y otra vertical que los dividen en cuatro. Está relleno mediante
líneas pintadas con dedos jalados hacia abajo.

Otro diseño que llama la atención es un trapecio alargado con


la parte angosta hacia abajo. En la parte superior están añadidos tres
trapecios más a manera de abanico y rodeando a toda la figura hay una
línea ondulante que diera la apariencia de que el conjunto de trapecios
estuviera destellando o en movimiento.
131
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

El Batequito
Se localiza en las cercanías del rancho La Linterna, en el área conocida
como el Batequito. Se trata de dos abrigos rocosos separados por un
espacio de unos 5 m de pared rocosa. Uno mide 9 m de longitud y 5 m de
profundidad en el que se aprecian 4 metates, tres de estos en la línea de
goteo y uno más en el interior. El otro abrigo tiene una longitud de 12 m
de longitud por 6 m de profundidad. En este se localiza una roca grande
de derrumbe del techo de 4,10 m de altura por 2,6 m de ancho, sobre la
cual se plasmaron la mayoría de los diseños de este sitio.

En uno de sus lados predominan 14 peces de los cuales cuatro


parecen ser una mezcla de pez con rasgos antropomorfos, todos pintados
y rellenos en color rojo. Los más pequeños miden 15 cm de largo y los
más grandes oscilan entre los 60 cm y los 70 cm de largo. En esta misma
cara hay un conjunto de seis figuras en color negro, de las cuales cinco
son líneas que parecen representar figuras antropomorfas y otra es un
triángulo (Fig. 13).

En la otra cara de la gran roca hay líneas, en su mayoría vertica-


les, paralelas, pintadas con los dedos, una gran mancha y cuatro peces.

Cuevas Pintas
El sitio se localiza en el kilómetro 13,5 del camino que lleva al poblado
de San Javier desde Loreto. Se trata de un abrigo rocoso, adyacente al
cauce del arroyo estacional que localmente se conoce como el arroyo de
Las Parras. El panel de pintura está compuesto de unas 25 figuras en
su mayoría abstractas (Fig. 14), pintadas en rojo, naranja, negro, blanco
y amarillo, que cubren un área de 10 m2 (Gutiérrez 2000; Gutiérrez y
Castro 2000).

Destaca entre los diseños de este sitio una parrilla formada por
líneas rojas y negras. También sobresale una figura formada por tres
rectángulos rellenos en negro delineados por una línea también en color
negro que los rodea a los tres juntos y entre cada uno de estos también
los separa una línea negra y otra naranja y, a manera de destello, tiene
líneas rojas paralelas y puntos que rodean el conjunto.

132
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

Figura 14. Vista general del


Otro diseño emblemático de este sitio es lo que parece ser un panel rupestre de Cuevas
peto de tortuga pintado con líneas negras delineadas con otras más finas Pintas.
en blanco y relleno de amarillo.

La Pingüica
El sitio se localiza en el extremo norte de la Sierra de la Giganta a unos
8 km del entronque de la carretera transpeninsular y la terracería que
lleva hacia La Purísima.

A este sitio lo menciona Eric Ritter (1991:26-27) como “Cueva


Pinta”, al que pone como ejemplo del estilo Sierra de La Giganta.
También, según la cédula en el Registro Público de Monumentos y Zonas
Arqueológicos del INAH, fue registrado en 1992 por la arqueóloga Laura
Esquivel con el nombre de Canipolé; y María de la Luz Gutiérrez (2001)
realizó un diagnóstico del sitio denominándolo Pingüica (Fig. 15).

133
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 15. Vista parcial del


panel rupestre en La Pingüica.

Es un panel de pintura rupestre del estilo Sierra de La Giganta, ubicado


en un abrigo rocoso de 36 m de largo. La distribución de las pinturas
se da desde el contacto de la pared con el piso hasta una altura de 3 m
(Gutiérrez 2001:3), en el que se plasmaron figuras abstractas y natura-
listas. Los motivos van desde conjuntos de puntos y líneas paralelas,
hasta círculos con cuadrícula, cuadrículas rectas y formas irregulares
134
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

no definidas; las imágenes naturalistas son desde minúsculas figuras


antropomorfas que parece que avanzan en una fila, conjuntos de lo que
parecen ser insectos plasmados en un conjunto rectangular equidistante,
tortugas, peces, mamíferos y aves (Fig. 15).

135
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Los colores utilizados son principalmente el rojo y el negro,


aunque también aparece el anaranjado, el amarillo, el blanco y el verde.
A unos metros del panel se localizan al menos nueve rocas grandes las
cuales tienen plasmados conjuntos de petrograbados que en su mayor
parte representan fauna principalmente marina, como peces, tortugas,
tiburones, pez espada y hasta una ballena; en cuanto a las especies
terrestres están representadas las serpientes y las arañas.

Finalmente, aquí se presentó un panorama general del arte


rupestre en la sierra de La Giganta; sin embargo, queda mucho por hacer
con la interpretación misma de la imaginería que plasmaron los antiguos
pobladores en estos sitios. Sin embargo, ampliar el registro de los sitios
es el primer paso para tener un mejor entendimiento de las sociedades
que las plasmaron.

Referencias bibliográficas
Esquivel, Laura, 1992, Cédula de registro G12A77-03-002. Dirección de Registro
Público de Monumentos y Zonas arqueológicas, INAH, México.
Gutiérrez Martínez, María de la Luz, 2000, Ficha técnica Cuevas Pintas. Instituto
Nacional de Antropología e Historia, La Paz Baja California Sur.
Gutiérrez Martínez, María de la Luz. 2001, Informe de la Comisión de Trabajo
Realizada en el Complejo Arqueológico Rupestre La Pingüica, Municipio de
Loreto, Baja California Sur. Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México.
Gutiérrez Martínez, María de la Luz, José M. Castro Jordán, 1999, Informe de la
Comisión de Trabajo Realizada el 23 y 24 de abril de 1999 en el Sitio Rupestre
Cuevas Pintas, Municipio de Loreto B.C.S. Instituto Nacional de Antropología
e Historia, México.
Gutiérrez María de la Luz y Justine Hyland, 2002, Arqueología de la Sierra de San
Francisco: Dos décadas de investigación del fenómeno Gran Mural. Instituto
Nacional de Antropología e Historia. México.
Mandujano Álvarez, Carlos, 2004, Informe de la Primera Temporada del Proyecto:
Recorrido de Superficie para la Identificación, Registro e Investigación de
Sitios Arqueológicos en la Sierra de la Giganta, Baja California Sur. Consejo
de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología, México.
Mandujano Álvarez, Carlos. 2005, Informe de la segunda temporada del proyecto:
Recorrido de superficie para la identificación, registro e investigación de si-

136
Un acercamiento a la pintura rupestre de la Sierra de la Giganta...| C. Mandujano, A.J. Romero, S.Mª Mattiussi y A. Feria

tios arqueológicos en la Sierra de la Giganta, Baja California Sur. Consejo de


Arqueología del Instituto Nacional de Antropología, México.
Mandujano Álvarez, Carlos. 2009 a, Patrón de Asentamiento en La Sierra de La
Giganta. Estudio de los sitios arqueológicos del municipio de Loreto Baja
California Sur. Tesis de Maestría en Antropología, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, México.
Mandujano Álvarez, Carlos. 2009b, “Sitios arqueológicos de la Sierra de la Giganta.
Un primer acercamiento al patrón de asentamiento en el área de Loreto,”
B.C.S. Arqueología, 41, mayo-agosto, pp.7-21.
Ritter, Eric Willy, 1991, “Baja California Rock Art: Problems, Progress, and
Prospects”. Rock Art Papers, Ken Hedges ed. Papers 27, vol 8, San Diego
Museum, pp. 21-36.
Tuohy, Donald Raymond. 1978, Culture History in the Comondú Region, Baja
California, México, tesis doctoral, University of Nevada, Las Vegas.

137
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes
entre las manifestaciones del conjunto rupestre
del Arroyo de las flechas (Caborca, Sonora, México)
Beatriz Menéndez Iglesias
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Antropológicas (México)
Ramon Viñas Vallverdú
Universitat Rovira i Virgili, Institut Català de Paleoecologia Humana
i Evolució Social (España)
Alejandro Terrazas Mata
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Antropológicas (México)
Martha E. Benavente Sanvicente
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Antropológicas (México)
Albert Rubio Mora
Universitat de Barcelona, Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques
(España)

Resumen
Este trabajo se centra en las representaciones grabadas de carácter as-
tral del Arroyo de las Flechas, con una propuesta interpretativa sobre su
contexto espacial, temático y cultural. Este conjunto rupestre se localiza
en la Sierra de El Álamo (noroeste de Sonora), un sitio conocido también
como Aguaje de las Palomas. La primera referencia a este conjunto de
petroglifos corresponde a D. Ballereau (1991), quien realizó un primer
inventario y clasificación iconográfica. En el año 2013 hemos reempren-
dido el estudio de este yacimiento, con la reelaboración del inventario y
el estudio temático de sus representaciones, en el ámbito del proyecto
“Ocupaciones Humanas durante el Cuaternario en el Noroeste de Sonora
(OHCNS-Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México)” Su contenido está constituido por fi-
guras humanas, animales, objetos o instrumentos (flechas y puntas de
proyectil), elementos abstractos y astronómicos. El arroyo de las Flechas
parece haber desempeñado el papel de espacio ceremonial destinado a
ritos de fertilidad, asociados al culto solar y lunar.
Palabras clave: Arroyo de las Flechas, Grabados rupestres, Elementos
astrales, Asociaciones temáticas, Espacio ceremonial, Contexto cultural

138
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Abstract
This paper is focused on the rock art engravings representations of astral cha-
racter in the Arroyo de las Flechas, with an interpretative proposal in its spatial,
thematic and cultural context. This rupestrian set is located in the Sierra de El
Álamo (northwestern Sonora), a site also known as Aguaje de las Palomas. The
first reference to this petroglyphs set corresponds to D. Ballereau (1991) who
made a preliminary inventory and an iconographic classification. In 2013 we
have taken up again the study of this site, with the reworking of the inventory
and the thematic study of its representations within the project “Ocupaciones
Humanas durante el Cuaternario en el Noroeste de Sonora (OHCNS- Instituto
de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México)”. Its content is composed by human figures, animals, objects or ins-
truments (arrows and arrowheads), abstracts and astronomical elements.
The Arroyo de las Flechas seems to have played the role of ceremonial space
for fertility rites associated with the solar and lunar cult.
Keywords: Arroyo de las Flechas, Rock art engravings, Astral elements,
Thematic associations, Ceremonial space, Cultural context.

Introducción
Sonora reúne una alta concentración de manifestaciones gráfico-rupes-
tres dentro del Noroeste de México y de Norteamérica. Dentro del estado
sonorense se han diferenciado un mínimo de ocho áreas o regiones
(Contreras y Quijada 1999). El arroyo de Las Flechas pertenece a el área 2
de estos autores, junto a los cerros de La Proveedora y La Calera o Cerro
San José en la región de Caborca (Ballereau 1987; Braniff, 1992) los cuales
se han vinculado a la tradición arqueológica Trincheras (Villalpando 1997).

139
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Este contexto arqueoló-


gico es un referente cro-
no-cultural para estos
conjuntos de grabados,
sin embargo, habrá que
analizar otras áreas de
influencia, como el gru-
po Hohokam, así como
las etapas arqueológicas
precedentes, dentro del
noroeste de México y su-
roeste de EE. UU (Fig. 1).

El estudio de
este sitio se enmarca en
Figura. 1. Localización del el proyecto “Ocupación
Arroyo de Las Flechas, Humana durante el Cuaternario en el Noroeste de Sonora (OHCNS)” di-
La Proveedora, La Calera rigido por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad
y Caborca, así como el
yacimiento arqueológico de Nacional Autónoma de México (IIA-UNAM) bajo la dirección del Dr.
Trincheras, núcleo central de Alejandro Terrazas del Área de Prehistoria y Evolución Humana del IIA-
esta tradición cultural (Mapa: UNAM y en el que colabora el Institut Català de Paleoecologia Humana
J.F. Ruiz).
i Evolució Social de Tarragona (IPHES), concretamente en el registro, la
documentación y el estudio de las manifestaciones rupestres, bajo la
supervisión del Dr. Ramón Viñas del área de Cognición del IPHES.

En este capítulo se presenta un estudio preliminar de los ele-


mentos astrales del Arroyo de Las Flechas a partir de los datos obtenidos
durante el trabajo de campo (2013). La temática del conjunto pone de
manifiesto la presencia de un lugar vinculado a ceremonias de fertilidad
asociadas al culto solar y lunar, entre otros aspectos.

Área de estudio: Sierra de El Álamo


La sierra de El Álamo forma parte de la Región Minera de Caborca que
abarca los municipios de Caborca, Pitiquito, Trincheras, Altar y Benjamín
Hill, en la provincia fisiográfica del Desierto de Sonora (Consejo de
Recursos Minerales 1992). El macizo presenta una forma elipsoidal que
se extiende por unos 15 km de diámetro máximo y con una altura que
alcanza los 900 m.s.n.m. (Fig. 2).

140
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

El sitio en el que
se centra la presente in-
vestigación es conocido
por los habitantes como
el Arroyo de Las Flechas
o Aguaje de las Palomas,
al oeste de la ciudad de
Caborca, en el municipio
del mismo nombre.

El conjunto se
encuentra en un punto
geográfico estratégico:
un paso natural entre el
desierto y la costa, y cer- Figura 2. Límite del proyecto
OHCNS (indicado con línea
ca de los cerros con petrograbados de La Proveedora y La Calera, que
negra) y localización del
concentran el registro de arte rupestre más extenso de la zona. También Arroyo de Las Flechas en
está próximo al yacimiento arqueológico de Trincheras, a cuya tradición la sierra de El Álamo (carta
topográfica H12A65 - INEGI)
cultural se atribuyen las manifestaciones rupestres de la región.
(Elaboración: A. Terrazas).

En 1987, D. Ballereau realizó un primer registro del Arroyo de Las


Flechas tras unas prospecciones realizadas en la zona. Esta es la única
referencia que se conoce del lugar. Este autor realizó un primer análisis de
los datos obtenidos en sus recorridos y contabilizó alrededor de 300 figuras
dentro de lo que sería el panel principal del conjunto (Ballereau 1991).

Descripción del conjunto rupestre


Durante la campaña del 2013 del proyecto OHCNS (Terrazas, 2013), se
registró y documentó el afloramiento rocoso que conforma el sitio. Se
trata de un frente de 32 m de longitud y 5 m de altura, cuya naturaleza
geológica es de origen sedimentario. Se localiza en el margen derecho
del arroyo en dirección N-S y contiene 766 unidades distribuidas en 55
paneles o rocas. Para facilitar el registro de los grabados, el frente rocoso
se dividió en 3 sectores:
Sector 1. Contiene 5 paneles con 11 unidades y una temática
integrada por figuras humanas, antropomorfos y algunos signos
geométricos.
Sector 2. Contiene el mayor número de representaciones dis-
tribuidas en 31 paneles y 631 unidades. En sus asociaciones se
141
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3. Vista general del


panel principal del Arroyo
de Las Flechas (Foto: B. han registrado figuras humanas, antropomorfos, proyectiles,
Menéndez). pies, astros y signos geométricos.
Sector 3. Contiene 19 paneles con 124 unidades. Algunos ele-
mentos presentes en el sector anterior se repiten. Entre los
motivos representados destaca una danza faunística formada
por tres cuadrúpedos, cérvidos y un posible cáprido.

Estos bloques presentan numerosas fracturas naturales, en


algunos casos, posteriores a los grabados. Debido a la erosión, algunas
rocas o paneles han sufrido desplazamiento o caída y es posible que haya
grabados ocultos bajo algunas rocas de la base (Fig. 3). Sin embargo, y a
pesar del mal estado de conservación del soporte, los diseños se ven con
claridad y permiten observar la distribución de los motivos y un cierto
ordenamiento de la temática.

Los grabados: técnica y tipología


El Arroyo de Las Flechas contiene principalmente dos tipos de técnicas:
picoteado y rayado. La técnica más utilizada en la elaboración de las ma-
142
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Figura 4. Panel núm 40.


Diferentes grados de
nifestaciones rupestres fue el piqueteado directo e indirecto, con algún patinación de los grabados
utensilio lítico puntiagudo y un percutor. En cambio, en la técnica del raya- (figuras no 10 a 18): pátina
oscura (recuadro amarillo), sin
do se empleó un elemento metálico, utilizado principalmente para algunos
patina (recuadro azul claro)
grabados tardíos y grafitis recientes que, por otra parte, son escasos. (Foto: B. Menéndez).

Entre figuras contiguas hemos observado distintos grados de


patinación en los surcos, lo que muestra un proceso en el desarro-
llo del conjunto. Esta consideración también ha sido señalada en La
Proveedora y La Calera (Amador y Medina 2013), donde la coloración
o patinación de los grabados sugiere que estos fueron realizados en
diferentes etapas (Fig. 4).

Por otro lado, cabe anotar la existencia de una figura pintada en


color rojizo en el panel 25, actualmente en mal estado de conservación
y poco visible. Se halla situada en la parte alta y por debajo de un grupo
de elementos astrales del panel 26. Dicha figura consiste en un trazo
horizontal con incisiones cortas y perpendiculares adosadas al eje (ver
figura 17), un elemento común en toda el área del Suroeste (Grant 1967;
Schaafsma 1980; Rubio et. al. 2014).

143
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. Panel 7. Elementos


geométricos junto a manos o
pies (foto: B. Menéndez).

Respecto a la tipología, Ballereau estableció una clasificación


que tomó como referencia de los cerros de La Proveedora y La Calera
(Ballereau 1988). A partir de esta primera categorización, hemos elabo-
rado una nueva sistematización de los motivos (Menéndez et al. 2014).
Dentro de esta tipología se incluyen las grafías con carácter estelar como
lunas, soles, estrellas, “Venus” y posibles constelaciones. Los elementos
astrales desempeñan un papel significativo dentro del contenido temático
de los grabados. Consideramos que la representación de esteliformes
constituyen signos calendáricos y referentes de posibles marcadores, los
cuales forman parte del imaginario y la cosmovisión de los autores.

Los elementos más predominantes en el conjunto son los geomé-


tricos entre los que se encuentran: cuadrados, rectángulos, espirales,
círculos, círculos unidos por un eje (“halteriformes”), barras, trazos, ce-
nefas, formas punteadas y elementos en “S”, entre otros (Fig. 5).

144
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Ciertos caracteres geométricos dan lugar a figuras de mayor


complejidad, que combinan trazos rectos y curvos, y a los que se les ha
clasificado como laberintos. Estos, al igual que las estructuras, son las
tipologías menos representadas en el Arroyo de Las Flechas.

Después de los geométricos despuntan las figuras humanas y


los antropomorfos que presentan rasgos o formas humanas, pero que
pueden, o no, representar a personajes, como es el caso de los denomi-
nados “hombre-lagarto”. Dentro de las figuras humanas destacan las
masculinas con sexo marcado y las femeninas que muestran un mayor
volumen corporal. Algunas figuras femeninas parecen estar embaraza-
das, lo que se relacionaría con el tema de la fertilidad (Fig. 6).

Los animales son la tercera tipología más representada. Entre


ellos distinguimos cérvidos, cápridos –muchos de ellos con panza pro-
minente, triangular o semicircular que podrían sugerir el estado de
gestación–, tortugas, lagartos, alguna serpiente, carnívoro (¿puma?) y
145
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 6. Panel 17. Se observa


una gran variedad de tipos,
entre los que se localizan las un posible arácnido. Se documentó también una cabra junto a dos ca-
figuras femeninas núm. 28 y
britillos que sugiere la etapa de crianza. Los zoomorfos indeterminados
73: una situada en la parte
más alta (derecha) y otra en el son principalmente cuadrúpedos y están poco representados.
centro de la imagen (foto: B.
Menéndez).
Se han documentado instrumentos como ganchos y puntas de
proyectil, así como un arco y un carcaj con varios astiles de flechas y dos
figuras de arqueros (Fig. 7). Sin embargo, no se ha representado ningún
animal flechado o asociado a temática cinegética.

146
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Figura 7. Panel 32.


Representación de un carcaj
con astiles de flechas y por
encima un arco (foto: B.
Menéndez).

Los astros: símbolos celestes


Los elementos astrales constituyen, en el Arroyo de Las Flechas, un
grupo compuesto por 44 figuras distribuidas en los tres sectores. Si
bien el panel principal situado en el sector 2, engloba la mayor parte
de figuras de este tipo, en cambio, los otros sectores sólo contienen un
elemento de carácter astral.

En este grupo se incluyen las formas de estrellas (o estelifor-


mes), soles (o soliformes), lunas y cruces.

Esteliformes
El primer grupo lo forman las estrellas de las cuales se ha identificado
un número total de seis unidades. En su mayoría se trata de esteliformes
sin determinar, aunque hemos registrado una que corresponde a una
etapa tardía, pues se realizó con técnica de rayado, y formada por dos
triángulos equiláteros opuestos, con un punto central; un hexagrama

147
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 8. Panel 4. Estrella


realizada mediante técnica
de rayado y cuya forma
corresponde a la estrella de
David (foto: B. Menéndez).

Figura 9. Panel 21, figura


que representa un elemento
esteliforme (foto: B.
Menéndez).

148
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

característico conocido
como estrella de David
(Fig. 8).

Según la cla-
sificación de Ballereau
los motivos estelifor-
mes se diferencian de
los elementos solares
por ser de menor tama-
ño y por no estar repre-
sentados con rayos. En
este trabajo, hemos se-
guido esta descripción y
hemos registrado, en el
Arroyo de Las Flechas,
dos esteliformes y dos
Figura 10. Panel 25 y 26.
signos solares (Figs. 9 y 10). Soliformes (foto: B. Menéndez).

Soliformes
Los motivos de soles o círculos radiados son escasos; tan sólo se han
registrado dos unidades, en los paneles 25 y 26. Estas representaciones
están formadas por un círculo radiado cuyos rayos externos son de
número variable.

En el panel 25, se localiza la figura 30 correspondiente a un


soliforme representado por un círculo con cinco rayos, mientras que en
la figura 14 del panel 26, el círculo presenta seis rayos (Fig. 10). Ninguno
de ellos tiene el círculo interior vaciado. La figura 14 del panel 26 forma
parte de una composición donde predominan los elementos astrales, y
dada su posición en el frente rocoso parece simbolizar la cúpula celeste.

Cruciformes
En la categoría de los cruciformes, que engloba un total de 30 motivos,
se han podido diferenciar cuatro grupos cuyas representaciones se cla-
sifican en:
a) Cruz simple: presenta dos trazos cruzados simples y se docu-
mentaron 13 unidades. Suelen ser de pequeñas dimensiones y
no se encuentran asociadas a ningún otro elemento astronómico,
al menos en este conjunto.

149
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 11. Cruciformes: a)


Cruz simple; b) Cruz doble;
c) Cruz de trazos angulosos
b) Cruz doble: solo se ha identificado una cruz de este tipo cuyos
y triangulares; y d) Cruz brazos terminan en círculo (semeja las formas “pometeadas”).
perfilada o “americana” (fotos: La terminación en bola en cada uno de los extremos podría iden-
B. Menéndez).
tificarse con los cuatro puntos cardinales. c) Cruz de trazos an-
gulosos (semeja una “X”): al igual que el grupo anterior, tan sólo
se ha identificado un motivo con estas características. Se trata
de diversos trazos angulosos o triangulares concéntricos que no
llegan a cerrar el motivo. Este tipo de cruciforme o en forma de
aspa se identifica en otros conjuntos de la región de Caborca y
del Suroeste. d) Cruz perfilada (denominada cruz “americana”):
este tipo es el más frecuente en el Arroyo de Las Flechas. Se
representan con un diseño simple, doble o perfilado (Fig. 11).
Lunas
Las representaciones lunares se encuentran compuestas por siete uni-
dades que, al igual que el grupo anterior, han sido divididos en cuatro
grupos diferentes:
150
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Figura 12. Representación


de luna llena en el panel
a) Luna menguante: se han documentado tres unidades. Se
23, figura 6. El círculo se
caracterizan por la orientación en la que se grabaron con los encuentra vaciado y sin rayos
cuernos hacia arriba o hacia la derecha, al revés de la luna externos (foto: B. Menéndez).
creciente.
b) Luna creciente: se han documentado dos unidades. Se carac-
terizan por la orientación semicircular en la que se grabaron, con
los cuernos o extremos hacia abajo o hacia la izquierda.
c) Luna llena: se han registrado dos unidades y se caracterizan por
un círculo completamente vaciado y sin rayos exteriores (Fig. 12).
d) Luna nueva (círculo simple): se ha documentado una sola
unidad en el sector 3. Se trata de una forma circular simple que
interpretamos como la Luna nueva, es decir, sólo perfilada, sin
vaciado interior y sin rayos (Fig. 13).

Discusión y primeras consideraciones


Sin duda, los elementos astrales han desempeñado un papel significativo
entre los antiguos grupos de cazadores–recolectores y sociedades agríco-
las–pastoriles a nivel mundial. Estas sociedades observaban el firmamento
151
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 13. Elementos astrales:


la serie 1 (azul) representa
el número de unidades de
cada tipo. La serie 2 (rojo) el
porcentaje de cada categoría
con respecto al total de los
motivos astrales.

Figura 14. Asociaciones


documentadas en el conjunto
del Arroyo de Las Flechas.
Se observa principalmente
la asociación de astros
con geométricos (AST-
GEO), y astros, geométricos,
antropomorfos y humanas
(AST-GEO-ANT y GEO-AST-
HUM).

sin instrumento alguno, a través de lo que veían sus ojos. Los ciclos anuales
basados en las observaciones del movimiento solar y lunar, así como la
posición de los distintos cuerpos celestes que conforman la bóveda celeste,
debieron haber constituido marcadores primordiales para conocer y prever
las estaciones del año, para organizar sus actividades como la caza de de-
terminadas especies, la recolección de alimentos, el cultivo de plantas, el
traslado de rebaños, la llegada o nacimiento de ciertos animales y plantas,
y por ende, las fechas de celebración de ceremonias y rituales. Por esta
152
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

Figura 15. Panel 25. Asociación


formada por elementos
razón, los cambios estacionales y los ciclos anuales, manifiestos por el mo- geométricos, un soliforme y
vimiento de los astros, formaron una parte fundamental de la cosmovisión una figura humana (foto: B.
de estas antiguas sociedades; un indicador de la vida y la fertilidad de la Menéndez).

naturaleza, esencial para la estabilidad de las sociedades. En palabras del


investigador William Breen Murray: “Para ellos, el conocimiento del cielo no
era una mera curiosidad, sino un asunto de vida o muerte, íntimamente ligado
a la subsistencia y la sobrevivencia del grupo...” (Murray 2014).

En el conjunto del Arroyo de Las Flechas hemos observado


asociaciones que relacionan los elementos geométricos con figuras hu-
manas o antropomorfos; estructuras; manos; objetos e instrumentos y
elementos estelares, entre otros. Aunque los astros no llegan al 6 % del
total del conjunto, son fundamentales para comprender las relaciones
temáticas que se establecieron dentro del conjunto y, con ello, acercarnos
al contenido de este frente rocoso (Fig. 14).

Entre las asociaciones tipológicas se encuentran cinco que in-


cluyen elementos astrales: dos que combinan astro y geométrico (panel
17); dos que asocian geométrico, astro y humana (panel 25) y una que
relaciona astro, geométrico y antropomorfo (panel 26). Muy posiblemente,
a medida que ampliemos la documentación con los calcos y el estudio de
los tipos, podremos determinar otras asociaciones con tema astronómico.
Sin embargo, en esta primera revisión mostramos las cinco asociaciones
señaladas (Fig. 15).

La peculiaridad de la asociación astro, geométrico y antropo-


morfo puede considerarse significativa, aunque solamente se halla do-
153
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 16. Panel 26. Elementos


astrales, geométricos y cumentado en una sola ocasión, esta escasez puede indicar un tema
figura humana. Por debajo
se observan los restos del trascendente. Además, la situación del sitio, dentro de un arroyo, con
único motivo pintado (zona no características espaciales y ambientales excepcionales, hace compren-
patinada), difícil de observar sible su elección como un lugar sagrado para desarrollar ceremonias
por su estado de conservación
(foto: B. Menéndez). y ritos (Burkert 2005). En este caso concreto, recordemos que nos en-
contramos ante un curso que muy probablemente, resguardó el agua
de las lluvias y avenidas torrenciales (actualmente aparece rodeado de
vegetación indicando la presencia de un cierto grado de humedad, algo
a considerar en una región desértica). Por lo tanto, estaríamos ante un
lugar que debió ser elegido por sus características geológicas –frente
rocoso– y condiciones ambientales (contener pequeños embalses con
agua: “Aguaje de las Palomas”).

Por otra parte, en la composición del panel 26, situado en la


parte más elevada del afloramiento rocoso, se localiza una cruz perfi-
lada o “cruz americana” que aparece junto a un círculo vaciado (posible
representación de luna llena), un soliforme, un antropomorfo con cuer-
nos y varios diseños geométricos, entre los que destacan un elemento
154
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

cuadrangular con líneas verticales tipo “parrilla”, quizás


la representación simbólica de lluvia (Fig. 16).

En diversos paneles destaca la “cruz ameri-


cana” que concierne a un tipo de cruciforme perfilado
(un signo que abunda en grandes áreas del continente).
Algunos investigadores relacionan estas cruces con
el planeta Venus (Sánchez 2006). Esto podría hacer
pensar que este signo está relacionado con la peti-
ción de lluvia puesto que investigadores, como Iván
Sprajc, consideran la vinculación del planeta Venus
con la lluvia y la agricultura, un componente muy pre-
sente en la fertilidad de la tierra, entre las culturas de
Mesoamérica (Sprajc 1996; 2011; Schaafsma 2010). Figura 17. Presa de La Mula
(superior). Los investigadores
Debemos mencionar que por debajo del panel 26 aparece la úni- sostienen una relación
con el conteo de las fases
ca figura pintada de todo el conjunto. Se trata de una línea horizontal con lunares. Arroyo de Las Flechas
líneas cortas perpendiculares que es bastante común en la iconografía (inferior). Los trazos de la
pintura semejan los del conteo
tanto de Sonora y el Norte de México como de todo el Suroeste. Algunos
de la Presa de La Mula (foto
estudiosos que han trabajado en los conjuntos rupestres de Nuevo León superior: L. Encinas, extraído
y Coahuila (Boca de Potrerillos, Presa de La Mula o Icamole, El Pelillal, de http://www.rupestreweb.
info/astronomiamexico.html.
Cerro Bola y Puerto Carmona) han señalado, a partir de elementos si-
Foto inferior: B. Menéndez).
milares, la posible relación con cuentas referentes al movimiento solar
y lunar: líneas y puntos (Murray 2007; Encinas 2014). El recuento de los
pequeños trazos verticales de la figura pintada del Panel 26 proporcio-
na un número de entre 25 y 30 trazos, lo que podría indicar una cuenta
relacionada con el ciclo sinódico de la luna –mes lunar de entre 27 y 30
días–. Para Murray, existen semejanzas entre el conteo de la roca de
Presa de la Mula con los que se plasma en el Códice Dresde (elaborado
por los mayas) y nos plantea que la roca marca las fechas en las que se
producirían eclipses lunares (Murray 2007) (Fig. 17).

Por otro lado, la asociación entre una cruz perfilada junto a


dos elementos geométricos, concretamente cuadrados concéntricos,
localizada en lo alto del panel 17 (ver Fig. 9d), guarda cierta semejanza
compositiva con la “cruz maya” que representa a Venus y que aparece
en el Códice Dresde (Fig. 18).

Es evidente que este signo de Venus sobrevivió en el tiempo ya


que fue utilizado por diferentes culturas americanas. En el caso de los
mayas, vemos a Venus asociado al dios de la lluvia Chaac y asimismo

155
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

vinculado a la serpiente emplumada


de los mayas “Kukulcan”, con carac-
terísticas similares a “Quetzalcoáltl”
Izq.Figura 18. Jeroglífico maya de los aztecas (Sánchez 2002). Por lo
de Venus en el Códice Dresde tanto, un elemento vinculado con el agua, la fertilidad y ocupando una
(Aveni 2005; Sánchez 2002).
posición destacada en la iconografía del Arroyo de Las Flechas.
Dcha. Figura 19.
Representación de tres
cruces perfiladas, que Dentro del mismo panel 27, se identificó otra asociación entre
podrían representar a una figura geométrica, concretamente una cenefa de trazos angulosos,
las “Tres Marías” en la
constelación de Orión, junto aparentes motivos vegetales, junto a tres cruces perfiladas. En este caso,
a un elemento geométrico en la cruz americana podría representar a otros cuerpos estelares, quizás
zigzag bordeado de motivos las Tres Marías –Alnitak (estrella triple), Almilan y Mitaka– localizadas
vegetales (foto: B. Menéndez).
en el cinturón de Orión, junto a la Vía Láctea, que también podría estar
representado por el zigzag adjunto a las cruces (Fig. 19).

En el entorno de los elementos astrales aparecen también ser-


pentiformes, cuadrúpedos con panzas abultadas, mujeres de cuerpos
voluptuosos que podrían estar embarazadas, danza de venados o la es-
cena de un personaje tocando un tambor junto a un “hombre-lagarto” y
una tortuga, que apoyan la idea de un sitio con carácter ritual.

Entre los pueblos actuales de Sonora, como los mayos y los


yaquis, el venado sigue estando presente en sus fiestas tradicionales
donde se baila la “Danza del Venado” (Moctezuma 1996; Moctezuma y
López 2005) que simboliza el paso de la juventud a la edad adulta, lo cual
se relaciona directamente con la fertilidad (Viñas y Saucedo 2000).

No es de extrañar que el investigador Anthony F. Aveni (2005)


encontrara similitud entre los grupos de cazadores-recolectores del
norte de México y las grandes culturas mesoamericanas, que a través
156
Grabados y astros: el papel de los símbolos celestes... | B. Menéndez, R. Viñas, A. Terrazas, M. Benavente y A. Rubio

de monumentos, estelas y códices dejaron parte de su conocimiento


cosmológico y calendárico.

Conclusión
Tal como hemos señalado en este trabajo, los elementos tipológicos
aparecen repartidos en dos concepciones complementarias: la repre-
sentación figurativa y las formas abstractas; un modo muy habitual de
expresar el imaginario en toda esta región de México e incluso en otras
partes del Mundo.

A partir de este primer examen, hemos comprobado que una


de las temáticas principales está sujeta, por un lado, a los elementos
geométricos y astrales, y por otro, a las figuras humanas y los anima-
les, algunos de ellos con signos de embarazo y además asociados a
composiciones donde despuntan: serpientes, serpentiformes, zigzags,
y agrupamientos de trazos verticales, entre otros signos, que revelan el
interés por el agua, la lluvia y la fertilidad de la naturaleza.

Sprajc (2011), al tratar la astronomía mesoamericana, señala


que las alineaciones astronómicas, al igual que otras evidencias, mues-
tran claramente su uso práctico, vinculado en el ritual e íntimamente
relacionado con la organización social, la religión y la ideología política
de las sociedades prehispánicas. Por lo tanto, y salvando las diferencias
que les puedan separar con las grandes culturas mesoamericanas, las
representaciones astrales del Arroyo de Las Flechas no solo se realizaron
por motivos rituales, sino que descubren un mundo de creencias y una
organización social que debemos investigar crono- culturalmente.

En esta área de Norteamérica, la etnología y la etnohistoria


todavía nos pueden aportar abundantes pistas para la comprensión e
interpretación de la iconografía rupestre. Tal como ha señalado Olavarría:
Entre la mitología del noroeste mexicano y la mesoamericana existe
una relación que no sólo la proximidad geográfica explica, sino que
es posible establecer la cadena de transformaciones y relaciones
que unen, por un lado, la mitología de los indios-pueblo con la
de los grupos sonorenses (de los cuales los mitos pima y pápago
presentan ejemplos concluyentes) y por otro lado, la relación con
los temas mesoamericanos que se vislumbran a partir de los mitos
tarahumaras y tepehuanes (Olavarría 1987).
157
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La autora deja patente que un análisis de las relaciones entre


los diferentes mitos que existen en esta área cultural puede aclarar el
significado de las creencias, costumbres, juegos, rituales y festividades,
y que en este caso presentan una clara analogía desde el Mar de Cortés
hasta la Sierra Madre Occidental.

En este sentido, Braniff (2009) hace referencia a las relaciones


entre las culturas de Arizona y Chihuahua, donde las vinculaciones con
Mesoamérica se remontan al 2100 a. C., si bien en Sonora estas relaciones
serían más tardías, acompañadas de la primera entrada hacia el sur de
las lenguas yutonahuas hacia el 1500 a. C.

Para algunos investigadores que estudian los grupos Hohokam


(Arizona), relacionados crono-culturalmente con la tradición Trincheras
–estos últimos, posibles autores de las manifestaciones rupestres del
Arroyo de Las Flechas–, la relación con Mesoamérica queda patente en
los restos arqueológicos que se han conservado (Paul R. Fish y Suzanne
K. Fish 2009). Las analogías con las culturas mesoamericanas quedan
reflejadas en estos aspectos de la vida de los grupos prehispánicos de El
Norte a través de ideas y creencias que afectarían a las manifestaciones
rupestres y, por tanto, algunos aspectos mesoamericanos se reflejarían
en los elementos rupestres.

En definitiva, las complejas asociaciones de carácter ritual y


simbólico sitúan a este núcleo rupestre entre los referentes significativos
de la región. Su contenido temático nos ha llevado a plantear la presencia
de un nuevo espacio sagrado en el área del desierto sonorense. Un sitio
donde se debieron llevar a cabo ceremonias y peticiones destinadas a
propiciar la lluvia y la fertilidad de la naturaleza y en consecuencia la
reproducción y supervivencia del grupo, todo ello vinculado a su particular
cosmovisión.

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161
Forma - asociación - contexto.
Estrategia de estudio del arte rupestre
en el occidente mexicano
Efraín Cárdenas García
El Colegio de Michoacán. Centro de Estudios Arqueológicos (México)

Resumen
El estudio de las manifestaciones gráfico-rupestres en el occidente mexi-
cano se ha concretado en la identificación y registro de paneles o elementos
disgregados, prestando poca atención a la ubicación, distribución y aso-
ciación de elementos como cerámica, lítica o arquitectura. En la presente
ponencia se exponen las características de arte rupestre en los estados de
Michoacán y Guanajuato (porción central de México) siguiendo la estrate-
gia básica de analizar la forma, la asociación de materiales y el contexto
geográfico-cultural.
Palabras clave: Forma, Asociación, Contexto, Arte Rupestre, Occidente
de México

Abstract
Analyses of the manifestations of graphic-rock art in Western Mexico have been
largely limited to identifying and recording disaggregated panels or elements,
while paying little attention to their location, distribution, and association with
such elements as ceramics, lithics, and architecture. This paper discusses the
characteristics of rock art found in the states of Michoacán and Guanajuato
(central Mexico) by adopting a strategy based on an analysis of the form, asso-
ciations of materials, and the geographical-cultural context..
Keywords: Form, Association, Context, Rock Art, West Mexico

Introducción
Entre los años de 1984 y 1988 el Proyecto Atlas Arqueológico Nacional
bajo la dirección de Enrique Nalda, Javier López, Margarita Gaxiola y Pilar
Casado, se propuso llevar a cabo el registro y catalogación de los sitios
arqueológicos del país con el objetivo mayor de procurar su conservación
y protección. Antes de este proyecto la idea central del INAH era que el
162
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

inventario nacional de sitios y monumentos debería ser resultado de


los proyectos de investigación, pero esa visión tenía un gran problema:
mientras que los proyectos de investigación son pocos, la destrucción
se produce a una gran velocidad por la expansión urbana y el saqueo
(v. Nalda 2009: 99 y Gaxiola 2009:107). En el caso de los sitios con arte
rupestre o manifestaciones grafico rupestres (MGR) fueron incluidos en
este proyecto y se localizaron y registraron oficialmente para proponer su
conservación. En aquel momento el objetivo del proyecto era claramente
conservacionista al menos durante la primera etapa, de tal manera que
al salir a campo no teníamos preguntas concretas de investigación, pero
sí un manejo cuidadoso de las técnicas arqueológicas y nos respaldaba
la experiencia de la Dra. Casado. Podemos decir entonces que el traba-
jo fue sistemático, contamos con una estrategia básica para localizar,
identificar, registrar y analizar en el sitio mismo las formas y trazos;
usamos la cédula oficial de registro y se formó la primera base de da-
tos oficial de pictografías y petrograbados. Con el paso del tiempo esta
información ha sido de gran utilidad, pues podemos saber con precisión
las técnicas, diseños y ubicación geográfica de los principales sitios y
símbolos rupestres; podemos ahora analizar la información disponible,
comparando rasgos, diseños, colores, orientaciones y definiendo las rela-
ciones espaciales entre las formas, los paneles, los sitios y las regiones.
En términos prácticos, la estrategia metodológica que hemos usado es la
misma que se emplea en cualquier investigación arqueológica. Se trata
de un análisis espacial en dos sentidos o etapas: de la forma (trazos,
colores, técnicas) a la asociación de rasgos y al contexto ambiental/
regional y, viceversa, de la región al sitio, a los paneles o escenas y a las
formas-figuras como unidad mínima de análisis.

163
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1. Mapa con la


distribución de los sitios
con MGR en Guanajuato y Con la información disponible en este momento, la cual consiste
Michoacán. Mapa base: Marco
en 85 sitios estudiados y su ubicación en espacios geográficos diferentes
A. Hdz
(Fig. 1), en este capítulo se propone una primera interpretación de las
agrupaciones regionales, su asociación a determinados contextos cul-
turales y naturales, y se describen casos ejemplares de formas, sitios y
funciones de algunas de las MGR. Estamos frente a una pregunta central,
metodológicamente hablando, que también es el tema general que nos ha
convocado a este evento académico: ¿De qué manera podemos establecer
la relación entre forma, contextos y significados de las MGR?

El manejo de una serie de premisas nos permitirá avanzar en


la interpretación y en las implicaciones teórico-metodológicas de este
tipo de estudios. Primera, si las formas y diseños tienen un significado
cultural más allá de los contextos ambientales donde se ubican (las
escenas de cacería, por ejemplo) entonces podemos asumir que hay
expresiones generales y con mayores implicaciones en el arte rupes-
164
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

tre, en las cuales se pondera un determinado modo de vida muy por


encima de nuestras consideraciones espaciales como territorialidad,
ritualidad o chamanismo. Segundo, por el contrario, si logramos iden-
tificar variaciones y agrupaciones de figuras en determinados espacios
geográficos, entonces podríamos deducir que algunos significados de
las MGR están relacionados directamente con su entorno inmediato.
Tercera, cuando se propone una relación directa entre pintura rupestre
con la presencia de grupos de cazadores-recolectores, es necesario
recuperar información más amplia, los recursos disponibles, sus posi-
bles áreas de captación de recursos y los artefactos asociados. Cuarta,
no todos los elementos trazados en un determinado panel pueden ser
identificados claramente, pero este nivel de análisis puede hacerse
reconociendo y jerarquizando los elementos centrales o sobresalientes
como figuras antropomorfas, formas geométricas, manchas, manos al
negativo o improntas. Quinta, aunque hay avances valiosos por clasificar
las formas y las técnicas para definir estilos o tradiciones regionales
de la gráfica rupestre, sigue faltando el dato físicoquímico para iden-
tificar los pigmentos, minerales y microrestos, reconocer las huellas
de los artefactos usados, así como la procedencia y distribución de los
minerales y rocas utilizados.

Antecedentes de investigación
La porción occidental de México es un área cultural relacionada con las
sociedades de la Mesoamérica nuclear de P. Kirchoff, pero también con-
tiene rasgos que la separan y la propone como un área cultural distinta:
el idioma purépecha, la arquitectura mixta de los templos purépecha, la
metalurgia, la arquitectura funeraria de tumbas de escalera y tumbas
de tiro, los complejos circulares como patrón constructivo, el diseño de
patios rodeados de habitaciones tipo Palacio y las tradiciones alfareras
como Chupícuaro, Morales y Loma Alta. Beatriz Braniff identificó este
grupo de rasgos como “la tradición cultural de occidente”, su profun-
didad cultural se compara con la sociedad como la Olmeca de la costa
del Golfo de México en el Formativo medio. Quienes participamos de
la hipótesis de Braniff (1972) de la existencia de un sustrato cultural
occidental integrado a la Mesoamérica nuclear, coincidimos que esta
área cultural tiene dos rasgos culturales fundamentales: primero, el
desarrollo de singulares principios culturales —constructivos, tec-
nológicos y lingüísticos— que posteriormente se expanden y cobran
fuerza en otras áreas culturales y, segundo, la notable pervivencia y
165
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

continuidad de rasgos culturales pasando de una sociedad a sociedad a


lo largo de 3500 años. La cerámica al negativo y sus diseños naturalistas
son el mejor ejemplo de una pervivencia cultural distintiva del occiden-
te mexicano, situación comparable con la pervivencia y repetición de
motivos de la gráfica rupestre.

Entre los estudios previos sobre MGR destaca el trabajo de


Blancas Tomé quien logró formar el primer inventario de sitios en
Guanajuato, con gran imaginación recuperó la información de cronis-
tas y lugareños, y sus datos fueron de gran ayuda para formar el Atlas
Arqueológico de Guanajuato (Cárdenas 1988). Cinco estudios regionales
destacan por la gran cantidad de información generada; siendo la forma-
ción de bases de datos un paso fundamental de estos estudios podemos
decir que estas contribuciones son fundamentales para los estudios del
arte rupestre o MGR. Me refiero los estudios de Mountjoy en la sierra
de Jalisco (1987, 2001, 2005), el Proyecto Atlas Arqueológico Nacional
bajo la coordinación inicial de Emma Marmolejo y posteriormente a mi
cargo (Cárdenas, 1988), la publicación de López (2009) sistematizando
la información del archivo de la Dirección de Salvamento Arqueológico
del INAH, la búsqueda afanosa de las “cruces punteadas” de Rétiz (a
presentarse en este mismo espacio) y los trabajos recientes de Esparza y
Rodríguez (2014) en el municipio de Jesús María, Jalisco. Estos proyectos
generaron un acervo importante para la investigación.
Otros especialistas que han rebasado el nivel descriptivo en sus trabajos
y se preocupan por los temas metodológicos son Mendiola (2002), Nicolau
(2002), Faugüere (1997 y 2005) y González (2010). Cuando leemos estos
trabajos es una constante la coincidencia en la búsqueda de relaciones
sociales a partir de reconocer la espacialidad y temporalidad. Este es
el caso de Mendiola quien, preocupado por entender las pautas y con-
ductas sociales, identifica como camino a seguir, la identificación de las
regularidades morfológico-técnicas de las formas en su asociación a un
contexto natural y cultural.

La investigación de Nicolau (2002) en el sitio de Zaragoza, en La


Piedad, Michoacán, destaca por el registro sistemático de un poco más
de cien bloques con petrograbados dentro del asentamiento arqueológico
conformado por terrazas de cultivo y habitacionales, basamentos y una
cancha para juego de pelota como rasgos arquitectónicos sobresalientes.
Para Nicolau los petrograbados forman parte de un sistema de comuni-
cación y se pueden entender a partir de su relación con los espacios que
forman este sitio, pero también con elementos del paisaje. Visto así, la

166
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

arquitectura y los petrograbados integran o se articulan con su contexto


natural y social.

González (2010), en su tesis de maestría, hace un estudio sis-


temático en los sitios con pintura y grabado rupestre en el estado de
Aguascalientes y su relación con el medio ambiente. Emplea los criterios
de la llamada arqueología del paisaje cuidando los aspectos técnicos de
un registro ordenado e integrando los elementos culturales asociados.
Quizá es el mejor ejemplo de un registro con mapas y gráficos de muy
buena calidad.

A nivel de sitio los trabajos han sido más frecuentes. Las explo-
raciones en Cerro del Sombrero, (Taladoire 1999), Cerro del Chivo (Hyslop
1971), Zaragoza (Nicolau 2002, Fernández-V. 2004), Cóporo (Nicolau 2014,
Torreblanca 2015), Cerro Curutarán (Oliveros 2006, Cárdenas 2004,
Camacho 2010) y Tzintzuntzan (Olmos 2010) han mostrado la asociación
de petrograbados integrados a la arquitectura y petrograbados en los
asentamientos, conformando una más de las tradiciones culturales del
occidente mexicano.

Para terminar con estas referencias, señalo dos proyectos muy


importantes en proceso. Plazuelas, dirigido por Carlos Castañeda, que
corrobora la existencia de una gran cantidad de petrograbados integrados
al sitio ceremonial de Plazuelas-El Cobre, como lo denominaron Sánchez
y Zepeda en 1981, asociados con una serie de maquetas arquitectónicas,
esculturas representativas de serpientes emplumadas y símbolos de
fertilidad como los atados de cañas y el gran falo localizado en la entra-
da poniente del conjunto Casas Tapadas. Estamos frente a un sitio con
grandes posibilidades de investigación, solo interesaría destacar en este
momento que se trata de manifestaciones culturales de lo que venimos
llamando “tradiciones culturales”, en Plazuelas coinciden, por lo tanto,
la tradición de occidente con la tradición cultural del centro de México.
El segundo proyecto está dirigido por Carlos Viramontes y se realiza en
el área de Arroyo Seco, en Victoria, Gto. Este trabajo es una continuación
de sus investigaciones en Querétaro donde ha publicado sus resultados
(Viramontes, 2005). Para el estudio de los sitios de Victoria, este proyecto
significa la continuidad del Proyecto Atlas Arqueológico de Guanajuato;
sus resultados seguramente enriquecerán la información regional y
precisarán las observaciones y el registro de los paneles y sitios en las
estribaciones de la Sierra Gorda de Guanajuato.

167
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Como hemos podido cons-


tatar, estamos frente a un cú-
mulo de información, de regis-
tros detallados y acervos bien
conformados, lo que hace in-
eludibles la reflexión teórica, la
búsqueda de explicaciones que
rebasen el mero nivel descripti-
vo y la argumentación aplicando
razonamientos lógicos y datos
comparativos.

Resultados preliminares
Los primeros resultados de la
clasificación y agrupación de
rasgos por sitios, contexto y tipo
de manifestación gráfico rupes-
tre nos muestras las siguientes
siete categorías de análisis.

1. Pintura en abrigos, cuevas y
frentes rocosos.
2. Grupos de petrograbados.
3. Combinación de pintura y
grabado en abrigos y cuevas.
Figura 2. (a) Cueva de los 4. Petrograbados en la arquitec-
Hernández, (b) Cueva de la tura y en los asentamientos prehispánicos.
Peña Agujereada, (c) El Chorro
de las Cabras. 5. Trabajo escultórico: dioses, símbolos y estelas.
6. Maquetas y planos arquitectónicos.
7. Referentes astronómicos: las cruces punteadas.

1. Pintura en abrigos, cuevas y frentes rocosos


Esta tradición pictórica estuvo presente en diferentes momentos en la
región, desde épocas muy remotas evidenciadas en las improntas de
manos y manos al negativo, prolongándose hasta los primeros siglos
posteriores a la conquista española. La pintura rupestre en abrigos y
frentes rocosos es un rasgo generalizado pero podemos intentar, como lo
hace Fagüere-Kalfón (1997), reconocer figuras, composiciones y técnicas
distintas, para hablar de estilos o “tradiciones” regionales con variaciones
locales o rasgos marcadamente únicos.
168
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Figura 3. (a) La región


volcánica de Valle de Santiago,
Gto., (b) interior de la Hoya de
Paragueo desde la cueva sur,
(c) Cueva de los Diablos, (d) La
Alberca noreste.

169
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La planicie aluvial llamada Bajío tiene una


extensión aproximada de 11.000 km2, está de-
limitada por una serie de frentes rocosos como
testigos del gran hundimiento que formó el valle
en épocas geológicas. Estos frentes y abrigos,
mantienen una posición en lo alto de las laderas
desde donde se domina el gran valle aluvial. En
estos contextos se trazaron figuras antropomor-
fas y zoomorfas, representaciones solares y for-
mas geométricas como círculos y líneas; otras
formas son irregulares cuyo significado será di-
fícil de establecer. Los sitios con arte rupestre
son los siguientes: Peña del Meco, El Chorro de
las Cabras, Cueva Pintada los Hernández, Cueva
de la Peña Agujerada, El Huerto de los Cuicillos,
Cueva de Estrella, Cueva Grande y Cueva de la
Tia Matiana (figura 2a).

En la parte sur del Bajío existe una intere-


sante asociación de cuevas y abrigos rocosos
Figura 4. Cazador portando
una red o escudo, Hoya del
con pintura rupestre al interior de los cráteres
Rincón de Paragueo, Valle de volcánicos de Valle de Santiago (figura 3a). Esta región tiene la particu-
Santiago, Gto. laridad de tener un conjunto de siete volcanes cuyas erupciones de tipo
explosivo dejaron hueco el interior. El manto freático en algunos de ellos
se encargó de formar pequeños lagos. Una situación similar se observa
en los ajalapazcos de Veracruz, las albercas de Yuriria, Gto., Los Espinos
y Villa Jiménez, en Michoacán.

Para las sociedades antiguas, estos lugares tuvieron un carácter


mítico, posiblemente religioso. En la cosmovisión mesoamericana los ca-
sos mejor estudiados son los cenotes sagrados del mundo maya. Ciertas
semejanzas podemos plantear para los volcanes de Valle de Santiago;
las pinturas rupestres se ubican en las cuevas y abrigos dentro de los
cráteres a media altura y desde donde se puede observar todo el interior
del volcán (figura 3b). En la Alberca, uno de los volcanes más grandes,
detectamos durante las exploraciones del Proyecto Atlas Arqueológico
restos de cerámica dentro y fuera de los cráteres. Particularmente sig-
nificativo es el hecho de haber encontrado restos de incensarios y lítica
en el interior y exterior de las “Hoyas” como se denomina localmente a
estos volcanes. Las pinturas rupestres en este tipo de contextos tienen
una dosis de misticismo (contemplación o religiosidad). Los sitios iden-
tificados son los siguientes: Abrigo Sur Hoya del Rincón, Cueva de Las
170
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Pinturas Hoya del Rincón, Abrigo la Alberca, Cueva de la Estrella, La


Cuevita, Abrigo de las Herraduras, Cueva de los Diablos, Cueva de los
Cuernos, Hoya de Solís (figuras 3c y 3d).

Los grafismos en estos sitios expresan información diversa, vida


cotidiana como las figuras antropomorfas con las manos levantadas y al-
gunas con cuatro manos, peines, círculos, círculos concéntricos y un círcu-
lo concéntrico dividido en 8 partes en el espacio entre ambos círculos. En
la hoya del Rincón de Paragueo destaca la presencia un cazador portando
una red o escudo y un mazo (figura 4), así como una figura antropomorfa
portando una especie de túnica y una greca. En la misma Hoya, pero en
el lado exterior, una cueva pequeña contiene figuras antropomorfas con
los brazos levantados, antropomorfos estilizados, formas geométricas
irregulares y representaciones del Sol o posiblemente la Luna.

En de La Alberca, en lado noreste, hay un abrigo con cuatro


conjuntos de pinturas; en el primero destacan 14 figuras antropomorfas
y a su lado hay varios círculos pequeños pintados, dos de las figuras
portan una especie de estandarte con un círculo en la parte superior. En
el conjunto 2 hay 18 figuras antropomorfas tomadas de las manos, tres
figuras son singulares, una trae un círculo o escudo, una más, ubicada
en la parte central del conjunto, tiene una forma semicircular y una más
tiene cuatro manos y cuatro pies y una representación zoormorfa. En la
parte inferior del conjunto hay otras 5 figuras antropomorfas pintadas
desde la cintura hacia arriba.

El conjunto 3 está formado por dos figuras: una antropomorfa


que nos hace pensar en una mujer embarazada y a su lado un figura
zoormorfa. El conjunto 4 son dos pares de líneas (Fig. 3d).

En la Hoya de Cíntora se pintó un panel con expresiones de tipo


religioso. Se trata de un personaje portando una máscara y una serpiente
pintada al lado derecho; esta pintura en color blanco, es ejemplar úni-
co. Considerando el contexto ambiental y cultural donde se ubica, este
panel establece una relación directa con el pensamiento religioso y con
el inframundo, no sólo por estar en una cueva en el interior del volcán y
dentro de la tierra sino también por la serpiente asociada como deidad
de la tierra (Fig. 5).

En varios lugares se distinguen manchas de color rojo. Por


las observaciones que logramos hacer en la Cueva Grande al sur de
La Piedad, pudimos saber que una de las dos manchas rojas de entre
171
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

70 y 80 cm están tapando
improntas de manos muy
pequeñas, como de niños.
Es posible también que
hayan tapado otras figuras
solo que al ser del mismo
color será casi imposible
reconocerlas.

2.- Grupos
de petrograbados
Esta categoría correspon-
de a sitios separados espa-
cialmente de los contextos
habitacionales o ceremo-
niales. Tienden a ubicarse
en espacios estratégicos
como manantiales, arroyos
y caídas de agua, y forman
conjuntos de diseños que
guardan cierta homogenei-
dad en los cuales pueden
identificarse uno o más tra-
zos elementales, espirales,
diseños geométricos, an-
tropomorfos y zoomorfos.
Sin embargo, es necesario
Figura 5. Personaje portando
un mascara localizado en la
conocer los elementos y
Hoya de Cíntora. sitios asociados geográficamente para intentar comprender el papel
de este tipo de MGR en una estructura regional de asentamientos. Por
ejemplo, los dos sitios de Ciénega de Zacapu estudiados por Fernández-
Villanueva (en este mismo libro) forman parte de una práctica cultural
donde las poblaciones del formativo tardío (fase Loma Alta) transfor-
maron el medio ambiente lacustre creando las lomas funerarias den-
tro del lago. Posteriormente en la época clásica, aparecen grupos de
petrograbados en los lugares situados muy cerca e incluso dentro de la
planicie de inundación del ex lago de Zacapu.

Las características y ubicación de dos sitios más apoyan la idea


de la existencia de lugares con sendas concentraciones de símbolos en
espacios naturales y de abastecimiento de agua. Las Pintadas (Chávez
172
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

y Ortiz 2011) y el sitio de Altavista en


Nayarit (Zepeda 2013) se encuentran
junto a un arroyo, cerca de una caída
de agua y tienen un patrón semejante
en técnica de elaboración y tipo de gra-
fismos (Fig. 6a y 6b). Desconocemos los
sitios asociados a estos “santuarios” de
petrograbados y por lo mismo podemos
explicar muy poco sobre las implicacio-
nes territoriales. Es necesario avanzar
las investigaciones de estos grupos de
petrograbados en relación con los sitios
y el medio ambiente.

3. Combinación mixta de pintura y


grabado en cuevas, abrigos
y frentes rocosos

Hay pocos ejemplos de esta variante.
Figuras antropomorfas talladas en la
roca y pintadas generalmente con co-
lor rojo, se ha detectado en tres lugares
principales. La Cueva de los Indios, en
San Felipe, Guanajuato, Cerro Curutarán,
municipio de Jacona y Puerto de Lucas
en Santiago Tangamandapio, Michoacán.

Arriba Figura 6. Las Pintadas,


Lombardía, Mich. Fotografías E.
Cárdenas.
Figura 6b: Las Pintadas,
Lombardía, Michoacán.
Fotografías E. Cárdenas.

173
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 7. La Cueva de los


Indios, San Felipe, Gto. Dibujo
y fotografía de E. Cárdenas. En la región que se conoce como Mesa del Centro, en el valle de
San Felipe, Guanajuato, existe un sitio donde se presenta una singular
combinación de grabados y pinturas rupestres (Crespo y Castañeda,
1999). El lugar se conoce como La Cueva de los Indios, está formado por
4 conjuntos de pinturas distribuidos en un frente rocoso. El conjunto 1
presenta diseños antropomorfos y formas que aprovechan las caracte-
rísticas de la roca (esferulita) para trazar las figuras y posteriormente
pintar algunas de ellas. Destacan dos trazos antropomorfos abstractos
y una serie de líneas rematas con una oquedad. Hay diseños abstractos,
círculos complejos y líneas onduladas. La suavidad de la roca permitió el
desgaste y se lograran trazos muy finos, para luego pintarse y reslatarse
con color rojo. (Fig. 7).

De esta combinación de técnicas existen dos casos en el estado


de Michoacán. El Cerro Curutarán ubicado al sur del valle de Jacona y
Zamora es un cerro de baja altura en medio del valle, tiene un frente
rocoso que rodea la parte alta y fueron trazados 51 paneles o bloques
pétreos (figura 8). La diversidad de motivos incluye petrograbados como
líneas irregulares, zoormorfos (aves, venados, perros), antropomorfos
174
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Figura 8. (a) Distribución de


los 51 paneles o bloques
pétreos en el sitio Cerro
Curutarán, (b) cara suroeste
de la tradición Lerma (véase, Faugère 1991) con las manos levantadas, del Curutaran, dibujos de
formas irregulares, líneas rectas y formas irregulares. En los pane- Marco A. Hdz. (c) el uso de
calcos para registro de los
les solo algunos de los petrograbados fueron pintados con color rojo,
petrogrados, (d) Figuras
destacando ciertas figuras, especialmente antropomorfas, zoomorfas y antropomorfas tomado de:
representaciones solares. Algunas figuras antropomorfas se representan Vázquez 2010, (f) Figuras
zoormorfas tomado de:
en movimiento, con los pies abiertos, una mano levanta y la otra hacia
Vázquez 2010.
abajo; la forma de la cabeza se representa de cuatro maneras: redon-
deada, tabular erecta, con los cabellos levantados y con cuernos (Fig. 8).

El Puerto de Lucas es un frente rocoso muy escondido, ubicado al


suroeste del valle de Jacona-Zamora y contiene tres paneles de pinturas y
grabados. Destaca un grupo de figuras zoormorfas y antropomorfos per-
cutidos o tallados. Otro de los paneles tiene pintada una figura zoomorfa
y una representación solar. Algunas figuras esquemáticas y geométricas
son difíciles de describir, señalarlas como formas irregulares parece lo
más correcto (Fig. 9).

175
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 9. Sitio Puerto de Lucas,


Fotografías de Marisol Gama y
Tania Duarte.

4. Petrograbados en la arquitectura
y en los asentamientos prehispánicos
Una de las tradiciones culturales del occidente mesoamericano es
la presencia de petrograbados asociados a los sitios ceremoniales y
algunas veces integrados a las estructuras arquitectónicas (Hyslop,
1975; Taladoire, 1999; Fernández-V., 1991; Brambila y Castañeda, 1999;
Faugère, 1997). Esta particularidad se presenta en sitios del periodo
Clásico y continúa hasta el Postclásico tardío en distintos puntos de los
estados de Michoacán, Guanajuato, Jalisco y Nayarit. En el Bajío destacan
los siguientes: Zaragoza, Cerro del Sombrero (figura 10a, 10b), Cerro El
Chivo (Fig. 10c), Nogales, El Chato, Peralta y Plazuelas. En todos estos
lugares, con excepción de Nogales y Peralta, hay una gran coincidencia
en cuanto a la posición y asociación de los petrograbados: todos son
asentamientos del periodo Clásico y Epiclásico, tienen espacios habita-
cionales y ceremoniales, se ubican en laderas y partes altas de cerros,
presentan una alta cantidad de petrograbados siendo más frecuentes las
espirales simples y complejas.

En Michoacán, esta tradición de combinar e integrar los petro-


grabados en la arquitectura y en los distintos espacios que integran los
asentamientos tiene una gran presencia en los sitios del Postclásico tardío
como Tzintzuntzan (Fig. 10d) y San Felipe los Alzatí. A nivel de regiones,
destacan la cuenca del Lago de Pátzcuaro, la cuenca de Zacapu y la ver-
tiente del Lerma medio.

176
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

5. Trabajo escultórico:
dioses, símbolos
y estelas
El trabajo escultórico en
el Bajío es escaso y suele
concentrarse en la por-
ción suroeste muy cerca
de la colindancia de los
estados de Guanajuato,
Michoacán y Jalisco. En
esta porción de la pla-
nicie aluvial se ubican
sitios importantes como
Zaragoza, Plazuelas y la Figura 10. (a) Cerro del
región volcánica antes mencionada. Los dos primeros tienen una gran Sombrero, (b) Petrograbado en
el Cerro del Sombrero.
cantidad de petrograbados, juego de pelota, esculturas de dioses colo-
cados en los marcadores para juego de pelota, sistema constructivo y
los materiales cerámicos también son similares.

177
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 10 (c) Petrograbado del


Cerro del Chivo. En sitio de Zaragoza se encontraron dos marcadores de jue-
go de pelota. Se desconoce con exactitud su procedencia aunque el Sr.
Crescencio Martínez, quien reportó el hallazgo, asegura que proceden del
sitio de Zaragoza. En la población de El Mármol al sur del Cerro Barajas,
fue encontrada una pieza muy parecida a las esculturas de Plazuelas y a
los marcadores de Zaragoza (Fig. 11).

Dentro de esta combinación de rasgos culturales con oríge-


nes y significados culturales tan distintos, Plazuelas merece un estudio
exclusivo ya que constituye el lugar ideal para entender las dinámicas
poblacionales en una región de tránsito y confluencia de distintas socie-
dades durante los periodos Clásico y Postclásico temprano. Al trabajo
escultórico de gran calidad, también asocian maquetas, petrograbados
con espirales, figuras abstractas, secuencias de horadaciones, líneas de
puntos que atraviesan las maquetas y un diseño de arquitectura prehis-
pánica donde sobreponen espirales y formas irregulares. Esta comple-
jidad de rasgos es altamente significativa por su posición geográfica y la
complejidad-diversidad de los grafismos.

178
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Las piezas que


corresponden a los mar-
cadores de juego de pe-
lota de Plazuelas y de
Zaragoza muestran ras-
gos estilísticos de origen
externo al Bajío y su aso-
ciación con canchas para
la práctica del juego de
pelota permite suponer
la existencia de ciertos
contactos entre las so-
ciedades locales del valle
de Aramútaro (entre La
Piedad y Pénjamo) con las
poblaciones de otras re-
giones de Mesoamérica,
hacia finales del periodo
Clásico, es decir, pos-
terior al año 700 d.C.
El marcador no. 1 de
Zaragoza es una pieza en
forma de clavo similar a
los de Plazuelas y, aso-
ciado al juego de pelota,
muestra la figura de una Figura 11. (a) Pieza encontrada
serpiente emplumada tallada en riolita (Fig. 12). en la población de El
Mármol, Pénjamo, Gto., (b) y
(c) Escultura de Plazuelas,
Un tema poco estudiado en el occidente mexicano se refiere a las (d) Escultura asociada al
piezas escultóricas. Los petrograbados y esculturas de menores dimen- juego de pelota de Plazuelas.
Fotografías de E. Cárdenas.
siones estudiadas por Williams (1992) y Defois (1996) siguen esperando
un estudio comparativo de rasgos, de distribución de las formas y una
propuesta de los posibles lugares de procedencia a partir de los rasgos
iconográficos; sólo de esta manera lograremos explicar el carácter y
significado de los objetos.

En el ámbito regional, existen dos esculturas muy importantes


por su forma y motivos iconográficos. Se trata dos “estelas”, la prime-
ra fue encontrada en el rancho y exhacienda de Pantoja, en Valle de
Santiago y la segunda, se dice que apareció en Huetamo, Michoacán.
Estos raros y magníficos ejemplares proceden de colecciones par-
ticulares, razón por la cual su procedencia es dudosa. Si asuminos
179
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 12. Dibujo de uno


de los marcadores de juego
de pelota procedente de
Zaragoza, Mich. Dibujo de
Mario Rétiz.

que efectivamente fueron encontradas en los lugares donde se dice,


entonces, debemos reconocer que en las poblaciones asentadas en el
sur del Bajío y en el oriente de Michoacán existe un sustrato cultural
poco estudiado y nos hace suponer la existencia de redes de interacción
durante el Postclásico temprano.
La Estela de Pantoja es una pieza notable por su tamaño, complejidad
iconográfica y por la ubicación misma del hallazgo en medio de la
planicie aluvial del río Lerma, es decir, donde no hay sitios arqueoló-
gicos cercanos y el resto de las evidencias no muestran la presencia
de influencias externas tan significativas. La segunda pieza escultó-
rica que vale la pena destacar se conoce como la Estela de Huetamo,
procedente de las cercanías del río Balsas en el estado de Michoacán
y actualmente se encuentra en exhibición en el Museo Michoacano en
Morelia (Fig. 13). Sus rasgos tienen cierta semejanza con las figuras
de tradición Mazapa y nos remite al periodo Postclásico temprano
(años 900 a 1200 d.C.).

6. Maquetas y planos arquitectónicos


Antes de las exploraciones de Plazuelas, las perspectivas de investiga-
ción de maquetas y planos en la arqueología mesoamericana estaban
concentradas en sitios como Xochicalco y en el Planchón de las figuras
en Chiapas. Aunque se reconocía una amplia distribución de rasgos arqui-
tectónicos tallados o esculpidos en rocas cuando menos en esta porción
de México, no había despertado mucho interés. Debido a la cantidad y
diversidad de maquetas y petrograbados en Zaragoza y en Plazuelas,
180
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Figura 13. La Estela de


Huetamo, Museo Michoacano,
Morelia, Mich.
181
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 14. Plano de la Ciudad,


petrograbado de Zaragoza
usando la técnica de planta y
planos abatidos. Fotografía de
Armando Nicolau.

adquirimos el “síndrome de los petros”; es decir, después de trabajar


ambos sitios comenzamos a ver maquetas, escaleras por todos lados.
Con esta aclaración, se propone que las escaleras grabadas en las ro-
cas de diferentes sitios pueden tener un significado comparable con las
maquetas; los bloques pétreos podrían simular los cerros de agua donde
las escaleras eran los caminos para llegar a ellos. Las maquetas de
Plazuelas y el “mapa de la ciudad” de Zaragoza son ejemplares únicos
que nos permiten repensar el concepto de urbanismo: las maquetas
como evidencia de planeación urbana y como evidencias de una posible
territorialidad (Fig. 14).

182
Forma-asociación-contexto. Estrategia de estudio del arte rupestre en el occidente mexicano | Efraín Cárdenas García

Figura 15. Ejemplo de una


de las cruces punteadas, sitio
Presa de la Luz, Jesús María,
7. Elementos de observación astronómica: cruces punteadas Jal. Dibujo de Mario Rétiz,
fotografía de Rodrigo Esparza.
Esta categoría es la más reciente que hemos logrado identificar para el
occidente mexicano y más específicamente para la cuenca del río Lerma
(Alto Lerma y Lerma-Chapala). El interés por estas cruces punteadas se
inició con los estudios en Teotihuacán y Xihuingo donde se les asigna-
ron funciones de observación astronómica y elementos de planificación
urbana; se les reconoció desde entonces como una clara evidencia de
conocimiento de origen teotihuacano, aunque otros más aventurados
pensaron en migraciones y testimonios de influencias culturales. Desde
el primer hallazgo de dos petrograbados con cruces punteadas durante el
Atlas Arqueológico en el sitio de Quiringüicharo-Rincón Grande (Nicolau,
Rétiz y Cárdenas, 2003) nos dimos a la tarea de seguir la extensión de
estos diseños, logrando un inventario de 29 sitios en la región.

Nos planteamos una pregunta inicial ¿qué significa esta notable


presencia de cruces en una región donde hay pocas evidencias teotihua-
canas?, ¿acaso solo llegaba el conocimiento astronómico? Nuestra hipó-
tesis, menos difusionista, propone que se trata de distintas tradiciones de
observación astronómica. Aunque no descartamos la interacción con las
sociedades del centro del México, la cantidad y diversidad de sitios con
estos petrograbados así como las combinaciones circulares y cuadradas
en las cruces punteadas, debilita el argumento de centralidad y fortalece
la idea de variantes regionales e interacciones en ambos sentidos del
183
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

occidente hacia la cuenca de México y viceversa. En este mismo espacio


se presenta mayor información sobre este tema. (Fig. 15).

A manera de conclusiones
Los estudios sobre arte rupestre o MGR en el occidente mexicano han
tenido importantes avances particularmente en el registro y catalogación
de los sitios. Se han hecho propuestas para clasificar por regiones y tipos
de figuras la información disponible y se reconoce la necesidad de nuevos
registros y estudios sistemáticos. Desafortunadamente se conservan
interpretaciones de chamanismo, ritualidad y territorialidad sin definir
claramente sus argumentos y lo que estos conceptos implican cultu-
ralmente. Es preciso explicar a qué tipo de rituales se hace referencia y
cuáles son sus indicadores arqueológicos. Con este trabajo he retomado
la información que obtuvimos en Atlas Arqueológico Nacional con el fin
formular una estrategia metodológica que nos permita interpretar las
figuras, paneles, sitios y regiones. La premisa empleada aquí es que el
significado de las MGR y la función de los sitios están en relacionadas
directa con el espacio donde se ubican; los elementos naturales y las
asociaciones culturales regionales son determinantes para entender la
espacialidad y el carácter de los sitios.

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189
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres
de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán

Eugenia Fernández-Villanueva
Instituto Nacional De Antropología e Historia, Centro INAH-Michoacán
(México)

Resumen
La historia prehispánica de la Ciénega de Zacapu, Michoacán es conocida
por asentamientos como Loma Alta, Potrero de Guadalupe, Milpillas, El
Palacio y el Malpaís Prieto. Si bien se ha reportado la existencia de mani-
festaciones gráfico rupestres en algunos de los sitios de la región, existen
varios conjuntos de ellas, independientes de espacios arquitectónicos,
que no han sido estudiadas. En este trabajo se muestra su ubicación y
características principales y se intenta correlacionar los motivos con el
entorno natural y cultural.
Palabras clave: Ciénega de Zacapu, correlacionar, entorno natural, en-
torno cultural

Abstract
The prehispanic history of the Ciénega de Zacapu, Michoacan is known for
settlements such as LomaAlta, Potrero de Guadalupe, Milpillas, El Palacio y
el Malpaís Prieto. Although it has been reported the existence of cave graphic
manifestations on some of the sites in the region, there are several sets of
them, independent of architectural spaces, which have not been studied. This
paper shows its location and main characteristics and attempts to correlate
the designs with the natural and the cultural environment.
Keywords: Ciénega de Zacapu, correlate, natural environment, cultural
environment

Introducción
El estudio de las manifestaciones gráfico-rupestres en Michoacán ha
cobrado fuerza en los últimos años, hay evidencias de este tipo en prác-
ticamente todo el territorio estatal; una investigación reciente (Olmos
190
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

2014:279) apunta que hay algún tipo de Manifestaciones Gráfico-


Rupestres (MGR), como piedras grabadas, pintadas o esculpidas, en
por menos 45 de los 113 municipios estado y que se encuentran distri-
buidos principalmente en las regiones norte y centro. Resume el tipo
de estudios sistemáticos que se han llevado a cabo en lo que se refiere
a petrograbado (Olmos 2014:281-292). En este capítulo se describe y
trataré de hacer una interpretación preliminar sobre las MRG ubicadas
en la Ciénega de Zacapu localizada al norte del estado.

Desde los años cuarenta se ha considerado a Zacapu como un


área estratégica para entender el pasado prehispánico de la zona lacus-
tre de Michoacán; así da cuenta el Boletín Bibliográfico de Antropología
Americana (1946:33) en el siguiente párrafo se señala que: “Las provin-
cias de Zamora, Tzintzuntzan y Lerma Medio se superponen en la región de
Zacapu. Es posible que allí se puedan establecer las relaciones temporales
entre las distintas fases de cada una de esas provincias”.

La región ha sido estudiada sistemáticamente por el el Centro


de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) con el Proyecto
Michoacán (PM) desde los años 80 y fue objeto de recorridos de superficie
por el DIAENAH, con el proyecto Pátzcuaro-Cuitzeo (PPC), en el primer
lustro de la misma década. Estos últimos trabajos permitieron un re-
gistro detallado de gran cantidad de sitios con evidencias de ocupación
prehispánica, junto con las excavaciones llevadas a cabo sistemática-
mente desde 1983 dan sustento al conocimiento profundo de aquella.
Es justo mencionar los registros hechos con anterioridad por viajeros y
especialistas y que sirvieron de base para las investigaciones sistemá-
ticas sobre la región. Entre ellos se encuentran: Lumholtz (1904), Caso
(1930) y Freddolino (1973).
191
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La información arqueológica sobre la región es abundante y


da cuenta de la ubicación y las características principales de los sitios
arqueológicos ubicados en la misma, además, ha sido el sustento para
responder a diversas problemáticas de investigación. Una de ellas es
precisamente la que tiene que ver con la tradición de las MGR tanto pin-
tadas como grabadas en piedra que logró identificar y cuyos resultados
publicaría posteriormente (Faugère 1997). En dicho trabajo, Faugère
menciona que el sector de la Vertiente Lerma es en el que hubo mayor
cantidad de representaciones rupestres. Sin embargo, la existencia de
este tipo de evidencias culturales también es importante en las otras
zonas, principalmente en la Zona Lago, que es justamente donde se
ubican los sitios mencionados en este trabajo y que no fueron registradas
por el PM.

Mi objetivo aquí es un primer acercamiento a los sitios con


petrograbados, no con otro tipo de MGR, que hay en la Zona Lago, con-
siderando aspectos como su ubicación espacial, las características del
soporte sobre el que fueron elaborados, la naturaleza de los diseños
plasmados en los bloques pétreos y su asociación con otras evidencias de
ocupación humana, así como hacer una interpretación preliminar sobre
ellos. La intención es generar un corpus de información pues permita
posteriormente hacer un estudio completo sobre sus implicaciones cul-
turales. Para ello, aunque mencionó en total cuatro sitios con evidencias
rupestres, hago énfasis en el sitio CITIRS, en el que predominan las
representaciones de puntos dispuestos en varias filas y columnas.

Al comparar la información publicada, queda claro que el tipo


de representaciones identificadas como parte de las tradiciones Lerma
y Malpaís, estudiadas por Faugère (1997: 2-93) en la Zona Vertiente
del Lerma es diferente al de las de la Zona Lago, dando cuenta de la
existencia de una tercera tradición, a la que -siguiendo la nomenclatura
propuesta- podríamos llamar tradición Lago y que podría relacionarse
con los asentamientos más tempranos de la región principalmente en
las Lomas y en la ribera de la antigua laguna.

En el noroeste de Michoacán y suroeste de Guanajuato se ha


reportado un buen número de sitios en los que existen MGR en su mo-
dalidad de petrograbado (Faugère 1997; Nicolau 2002; González 2009;
Rodríguez 2011), algunas de ellas fueron hechas en bloques aislados,
otras en conjuntos en afloramientos naturales de roca y otras en bloques
que forman parte de los edificios en sitios con arquitectura. No obstante,

192
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

su cercanía geográfica, aquellas parecen tener diferencias significativas


con las que nos ocupan, tanto en los motivos representados como en la
ubicación y distribución de los grafismos.

Contexto cronológico cultural


Los cuatro conjuntos de petrograbados a los que se hace referencia en
este trabajo: La Angostura, Pueblo Viejo 1, Pueblo Viejo 2 y CIITIRS, se
localizan al oeste de la Ciénega de Zacapu, casi al pie del malpaís que
la bordea por su lado poniente.

La región es rica en vestigios arqueológicos, tanto en la zona


de las Lomas, como en el malpaís y abarca una cronología que va desde
el año 100 AC, hasta el 1500 DC. La ocupación más temprana se dio en
la parte baja, es decir, en lo que fuera la laguna de Zacapu, desecada
artificialmente en el siglo XIX. Dicha zona fue habitada durante las fases
Loma Alta, Jarácuaro y Lupe, es decir, desde el año 100 a.n.e. hasta el
850 d.n.e.

La cronología establecida para la región de Zacapu es la pro-


puesta por Michelet y su equipo en los años 80 (Michelet et al 1989):

Fase Loma Alta Fase Lupe Interfase Fase Palacio Fase Milpillas
Loma Alta 1: Lupe Temprano: La Joya: 850 a 900 900 a 1200 1200 a 1450
100 a 0 600 a 700
Loma Alta 2: 0 a Lupe Tardío:
350 700 a 850
Loma Alta 3: 350
a 550
I n te r fa s e
Jarácuaro:
550 a 600

La Lomas fueron espacios utilizados con fines esencialmente


rituales y funerarios (Arnauld et al. 1993: 208). El sitio explorado más
conocido es Loma Alta, construido por una sociedad agraria sedentaria
que formaba parte de una red de relaciones manifiesta en la cultura
material, entre la que se encuentran objetos elaborados en concha ma-
rina de ambos océanos, obsidiana, amazonita y otras materias primas
alóctonas (1993: 210). En los contextos funerarios explorados en Loma

193
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Alta y en Guadalupe, en la misma zona Lago, se encontraron evidencias


de fauna: ranas, tortugas, tuzas, conejos, liebres, venados, perros, pez
blanco, bagre y pez negro (Arnauld et al. 1993: 214-215). Este dato re-
sulta interesante, pues los petrograbados de los sitios Pueblo Nuevo 1 y
2 tienen motivos naturalistas de muy buena factura, que retratan parte
del entorno en el que se movían los antiguos pobladores de la Ciénega.

La ocupación tardía de la Ciénega de Zacapu tuvo lugar prin-


cipalmente en la zona del malpaís localizado al poniente del antiguo
lago, donde destacan los asentamientos de El Palacio, Las Milpillas, el
Infiernillo y el Malpaís Prieto, entre otros. En el malpaís se manifiesta
un proceso muy interesante en términos del desarrollo de la sociedad
tarasca, como dan cuenta los trabajos de Migeon (1998), Michelet, Pereira
y Migeon (2005), y de Forest (2014). Como se mencionó la Fase Palacio,
que coincide con el poblamiento masivo del malpaís, inicia hacia el año
900 de nuestra era.

Los trabajos exhaustivos en la zona del malpaís permitieron


el registro de una serie de complejos arquitectónicos monumentales,
espacios habitacionales, terrazas, estructuras de almacenamiento, can-
chas para juego de pelota y otras evidencias a partir de las cuales se
reconstruyó el proceso de poblamiento en la zona.

Las exploraciones llevadas a cabo en los años 80 muestran que


la mayoría de las representaciones gráficorupestres se ubican principal-
mente al noroeste del antiguo lago de Zacapu, sin embargo, la mayoría
de ellas están alejadas de los conjuntos tratados en este trabajo. Faugère
menciona y analiza cuatro sitios con petroglifos agrupados en la zona
de malpaís, y otros cuatro con representaciones aisladas ubicados en
las estribaciones sureñas de la zona lago. No obstante, pese a su cer-
canía con los sitios de pueblo Viejo 1 y 2, CITIRS y La Angostura, tanto
la ubicación y la distribución como los grafismos identificados, son muy
diferentes. Excepcionalmente se menciona la existencia de petrograba-
dos con puntos en los sitios tardíos de El Palacio (Caso 1930; Faugère
1997), Milpillas (Faugère 1997), La Ordeña y Malpais Prieto (Forest 2014:
244), sin embargo, pese a compartir la representación de puntos con los
sitios de la zona lago, no comparten el patrón de puntos característico
de CITIRS.

Así pues, se observa una distinción entre las MGR del malpaís
inmediato a la Zona Lomas y los conjuntos que nos ocupan. En cambio, es

194
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

patente la similitud entre el estilo de los grafismos y la técnica empleada


entre estos últimos, aunque existen especificidades que probablemente
tienen que ver con la función que cada uno de los conjuntos de petrogra-
bados desempeñaba para los antiguos pobladores de la Ciénega.

Un dato interesante de resaltar es la ubicación topográfica de


los sitios. Los cuatro se ubican por arriba de la cota dos mil, misma que
parce coincidir con la expansión máxima de la antigua laguna de Zacapu.

El presente estudio se centra en el conjunto denominado CITIRS,


donde se ubicó cada piedra grabada y se intentó establecer patrones, así
como esbozar una interpretación de estos. A manera de comparación
se mostrarán algunos de los ejemplares de los otros tres conjuntos de
mencionados en este trabajo.

Sitio CITIRS
El sitio denominado CITIRS recibió ese nombre por encontrarse en el
límite del terreno donde pretende construirse un Centro Intermunicipal
de Tratamiento Integral de Residuos Sólidos (CITIRS por sus siglas). Está
localizado en las coordenadas UTM 14Q 208790.96 m E, 2199174.13 m N,
a 2022 msnm, muy cerca de la población de Santa Gertrudis, municipio
de Zacapu, Michoacán. En el Mapa 1 se ubica tanto este sitio como los
otros tres sitios con MGR localizados en la zona Lago, así como los
asentamientos registrados por el PM que se mencionan en el texto y
aquellos que pudieron tener relación directa con CITIRS (Fig. 1).

Geológicamente, se trata de una zona de vulcanismo cuaternario


del eje Neovolcánico, donde existen andesitas y dacitas. (Demant 1992: 61)
y los suelos eran muy fértiles, por lo tanto, potencialmente cultivables.

En ese lugar se identificó un total de veintiuno grabados, distri-


buidos en una superficie aproximada de treinta y cuatro mil trescientos
veinte metros cuadrados. A diferencia del conjunto de Pueblo Viejo 1,
en Pueblo Viejo 2, en la Angostura y en CITIRS los bloques grabados no
forman un aglomerado de rocas, sino que se trata de afloramientos re-
lativamente aislados entre sí, pero que se ubican en un mismo contexto
natural (Fig. 2).

195
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La dimensión de
las rocas varía entre los
89 cm y los 2.25 m de lar-
go y los 60 cm y 2 m de
ancho. En ellas se dibu-
jaron los motivos con las
técnicas de percusión y
abrasión y los grafismos
pueden clasificarse de la
siguiente manera:
1) Antropomorfos figura-
tivos: Las piedras con di-
seños antropomorfos son
dos. Ambas muestran,
figuras muy realistas,
como puede observarse
en las imágenes. (Figs. 3
y 4). El primero de ellos
se encuentra asociado
directamente con otro
petrograbado en el que
hay hileras de puntos,
mientras que el segundo
está aislado.
Sin duda, las represen-
taciones antropomorfas
figurativas son comunes
Arriba Figura 1. Localización
de los sitios con MGR a prácticamente todas las sociedades humanas a lo largo de la historia.
ubicados en la zona Lago y
asentamientos prehispánicos 2) Puntos: En este sitio predominan los petrograbados que representan
mencionados en el texto,
algunos de ellos posiblemente puntos, ya sea formando filas y columnas, líneas, rombos, círculos o
relacionados con CITIRS. de manera aislada. Aunque en número variable, los puntos son una
Abajo Figura 2. Vista del sitio constante en doce de los veintiún ejemplares registrados. (Figs. 5-10).
CITIRS.
En promedio miden 3.5 centímetros de diámetro.

Como mencioné anteriormente, en la región se han reportado


pocos casos de piedras con puntos en el malpaís de Zacapu, uno de ellos
en el sitio Milpillas, es un bloque de 23 x 21 centímetros con 17 puntos
que forman una espiral (Faugère 1997: 27), el segundo, en el sitio cono-
cido como La Ordeña es una cruz punteada (Migeon, 2014 comunicación
personal); otros dos se ubican en El Palacio, donde se encontró un bloque

196
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

con 26 puntos rodeando a una


luna en menguante o creciente
(Faugère 1997) y otro, reportado
por Caso (1930: 59) consistente
en un bloque trabajado por dos
de sus caras, ambas tienen un
diseño abstracto curvilíneo ocu-
pando casi dos terceras partes de
la escena con cuatro grandes cír-
culos alineados de manera verti-
cal, muy profundos, al lado de los
cuales se observa una hilera de
pequeños puntos ordenados de
igual manera y aparentemente en
mismo número (Fig. 11).

Lamentablemente, las
imágenes con que se cuenta
son antiguas y de no muy bue-
na calidad como para notar los
detalles. No obstante, como pue-
de observarse, ni la técnica, ni
el soporte, ni los motivos tienen
algo que ver con los puntos gra-
bados en el conjunto CITIRS y en
general con los de la zona Lago.
Forest reporta la existencia de
patrones de puntos en un par de
grabados en la zona ceremonial
del sitio El Malpaís Prieto, sin
embargo, tampoco tienen nada
que ver con los que nos ocupan
(Forest 2014: 244).

En cambio, aunque pa-


rezca extraño, la secuencia de
puntos formando filas y colum-
nas a la manera de CITIRS, es un
arreglo común en los petrogra- Arriba Figura 3. Petrograbado
bados del noreste del país concretamente en el estado de Nuevo León, CITIRS 8ª

donde se han reportado una gran cantidad de ejemplos en sitios como Abajo Figura 4. Petrograbado
CITIRS1.

197
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figuras 5 a 8. Petrograbados
CITIRS 2, CITIRS 4, CITIRS 5 y Boca de Potrerillos, Cerro Bola (Encinas 2014), el Cañón de Icamole
CITIRS 16. (Murray 1985) y San Bernabé (Murray 1999), en este sitio se menciona
entre otras, una piedra que muestra algunas superposiciones en los
motivos, donde los puntos corresponderían con la tradición más antigua.
Recientemente, Murray apunta lo siguiente:

198
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

“Hay que reconocer que


los puntos configurados
y rayas secuenciadas
son motivos comunes en
todas las Américas y su
antigüedad gráfica re-
monta al Paleolítico. Los
motivos punteados no
siempre manifiestan se-
cuencias ordenadas pero
su significado numérico
puede ser inferido. Aun
cuando no sabemos lo
que estaban contando,
ni mucho menos por qué,
se puede confirmar una
numeración intencional
a través de secuencias y
patrones repetidos, es-
pecialmente si cuentan 9. Petrograbado CITIRS 8B.
los ciclos del cielo.” (Murray 2015).

En el estado de Guerrero, también se reporta la existencia de


rocas grabadas con líneas de puntos, aunque formando parte de una
10. Petrograbado encontrado
por Caso en el sitio El Palacio.

199
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 11. Sitio El Palacio.

escena, tal es el caso del Panel N del sitio registrado como Los Soles
(Calderón 2013).

Geométricos y abstractos
Los diseños geométricos también se presentan en algunas de las piedras,
entre ellos estoy considerando a los círculos, conjuntos de líneas, cruces
y rombos. Los abstractos incluyen líneas curvas y otro tipo de figuras
a las que no puede atribuírseles una descripción precisa (Figs. 12-19).

Como puede verse en el mapa general de distribución, en


CITIRS las piedras grabadas se distribuyen en dos concentraciones
claras, otras dos un poco más dispersas y cuatro piedras relativamente
aisladas (Fig. 20).

A lo que denomino conjunto 1 se localiza al poniente del área y


está conformado únicamente por dos ejemplares, el 1 y el 2. En ambos
predominan los puntos.
El conjunto 2 está compuesto por los petrograbados 3, 4, 5, 6,
7 8A, 8B y 21. Por ser el más complejo éste será descrito con un poco
más de detalle que el resto.

El petrograbado 3 está conformado por dos motivos: una figura


antropomorfa esquematizada y un círculo. Ambos en la cara de la piedra

200
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

que da hacia el noroeste. El nú-


mero 4 consiste en una línea on-
dulada descendente compuesta
por una sucesión de siete puntos
grabada en la cara oriente de la
piedra. El petrograbado 5 es una
piedra con diseños en su cara
poniente, donde pueden identi-
ficarse seis líneas de puntos con
entre 9 y 12 de ellos cada una y
otra pequeña hilera de 5. La pie-
dra numerada como 6, está tra-
bajada por la cara sur, en la que
encontramos, al igual que en el
caso anterior, veintiuno puntos
distribuidos en alineamientos
rectos o circulares y otros cua-
tro menos definidos formando
un posible círculo. Es notoria
la diferencia en el detalle con
el que están hechos los puntos
en este ejemplar con respecto a
la perfección técnica mostrada
por otros de los petrograbados,
considerando sobre todo la pro-
fundidad de las horadaciones. El
petrograbado número 7 presen-
ta en su cara sur una serie de
puntos y un desgaste ovalado. La
piedra está muy intemperizada y
agrietada, de modo que es difícil
detallar su descripción.

En este conjunto, la
asociación más clara es la exis-
tente entre los petrograbados
8A y 8B que, aunque son piedras
separadas, se encuentran a sólo
60 cm de distancia entre sí. La
De arriba abajo Figuras 12,
8A es un bloque de ciento doce cm de largo por 48 de ancho. El grafismo
13 y 14. Petrograbado CITIRS
es una figura humana con los brazos flexionados, uno hacia abajo y otro 10, Petrograbado CITIRS 11 y
Petrograbado CITIRS 19.
201
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 15. Petrograbado


CITIRS 18. hacia arriba, con el que sostiene algo. Al lado izquierdo de la figura se
observan un par de puntos. Dicho motivo se hizo en la cara oriente de
la piedra.

El petrograbado 8B mide ciento treinta y ocho cm de largo por


103 de ancho es el que tiene más representaciones de puntos, éstos se
distribuyen en dos de las caras de la piedra, la cara sur tiene 106 puntos
202
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

visibles, algunos de ellos muy


profundos, otros más planos.
Los puntos de esta cara forman
9 columnas bien definidas con
otras 7 más sutiles intercaladas
con las columnas principales. La
cara norte de este petrograba-
do también tiene columnas de
puntos, pero incluye otros dos
grafismos que simulan soles.

Estas dos piedras for-


man parte de la concentración
mayor en la que la separación
entre los petrograbados es de
alrededor de diez a quince me-
tros en promedio. Por último, la
piedra 21, tiene cinco puntos en
su cara oeste, una hilera de tres
y otra de dos en sentido vertical.

El tercer grupo, formado


por las piedras 10, 11 y 16 tam-
bién presenta mayoritariamente
diseños geométricos y abstrac-
tos y aunque en dos de ellas se
tallaron puntos, no tienen ni la
misma profundidad y tamaño, ni
la distribución de los puntos ali-
neados en columnas presentes
en el primer conjunto descrito.
El cuarto grupo está compuesto
por los petrograbados 12, 13, 14
y 15, incluye puntos únicamente
en la piedra 14, el resto presen-
tan predominantemente figuras
geométricas.

Las piedras aisladas


son las numeradas del 17 al 20 entre las que destaca la número 17 Figuras 16 y 17. Petrograbado
CITIRS 12, Petrograbado
por ser, junto con la 8A, la que presenta motivos antropomorfos figura-
CITIRS 7,.

203
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

tivos, dando lugar a una


escena muy interesante.
Puede observarse un in-
dividuo de pie, de cerca
de veinte por once cen-
tímetros, que tiene uno
de los brazos estirado
hacia arriba y el otro
hacia abajo. En la parte
superior derecha de esta
primera figura antropo-
morfa se observa una
línea curva de aproxima-
damente 26 centímetros
de largo, formada por
puntos y líneas. En la

Figuras 18 y 19. Petrograbado


CITIRS 15 y Petrograbado
CITIRS 16.
204
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

Figura 20. Mapa de


distribución de los
parte izquierda de la figura antropomorfa se observa un punto y abajo petrograbados en el sitio
se puede apreciar una segunda figura humana que aparentemente CITIRS.

yace en el suelo.

El análisis de las combinaciones de orientación, diseños y con-


juntos, con la finalidad de avanzar en la interpretación del sitio CITIRS
está en marcha.

Sitios Pueblo Viejo 1, Pueblo Viejo 2 y La Angostura


El sitio Pueblo Viejo 1 se localiza muy cerca de la carretera Zacapu-Villa
Jiménez, aproximadamente doscientos metros hacia el poniente, a la
altura de la colonia Ignacio Zaragoza, misma que se asentó prácticamen-
te sobre el sitio Pueblo Viejo 2. A diferencia de CITIRS, el afloramiento
que se aprovechó para hacer los petrograbados en Pueblo Viejo 1 es
nucleado; cubre una superficie aproximada de dos mil quinientos metros
cuadrados. Hasta el momento sólo se han hecho visitas esporádicas y
no se ha realizado un registro preciso ni conteo de los petrograbados
existentes en el lugar.

No obstante, esas visitas han permitido detectar el tipo de gra-


fismos empleados y confirmar que la técnica de grabado es similar a
la de las piedras de CITIRS, incluidos los puntos, aunque no hay filas
y columnas de ellos. En ambos sitios, al igual que en La Angostura, la
presencia de motivos naturalistas es mucho mayor. En Pueblo Viejo 1

205
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 21. Ejemplos de los


motivos naturalistas presentes
en el sitio Pueblo Viejo 1.
206
Algunas manifestaciones gráfico-rupestres de la Ciénaga de Zacapu, Michoacán | Eugenia Fernández-Villanueva

se plasmaron huellas (humanas y de animal), tortugas, seres humanos,


geometrías, mientras que en Pueblo Viejo 2 se hallaron además de las
anteriores, algunas representaciones de aves. (Fig. 21).

Conclusiones preliminares
El registro inicial de los grabados de la orilla poniente del ex lago de
Zacapu permite esbozar una interpretación sobre su relación con el
entorno natural y cultural. A diferencia de los petrograbados repor-
tados en la zona del Malpaís y en La vertiente del Lerma, en los de la
zona Lago hay más representaciones antropomorfas y naturalistas. Una
segunda diferencia es que éstos están ajenos a sitios monumentales y
concentrados en zonas de afloramientos naturales. Existe una probable
estructura arquitectónica cerca del sitio Pueblo Viejo 2, pero falta realizar
una exploración sistemática para poder comprobarlo.

Una veta de investigación interesante es comprobar la posibili-


dad de que las representaciones de puntos recurrentes en la zona, sobre
todo en el sitio CITIRS, sean un sistema de cuenta, similar al planteado
por Murray para el noreste.

El registro preliminar de las MGR del ex lago de Zacapu permite,


sin lugar a duda, plantear la existencia de una tradición compartida por
la población temprana de la Ciénega de Zacapu. Los motivos figurativos
representados tienen que ver directamente con el entorno y muy pro-
bablemente con el modo de vida de la población.

La concentración de petrograbados con un posible sistema de


cuenta en un solo sitio, podría hablarnos de la función de aquél, en tér-
minos de la organización interna de la población asentada en la cuenca
hacia las fases Loma Alta y Lupe.

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209
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Las cruces punteadas, evidencias de interacción


y tradiciones regionales de observación astronómica

Mario A. Rétiz García


Efraín Cárdenas García
Centro de Estudios Arqueológicos de El Colegio de Michoacán (México)

Resumen
Las cruces punteadas o pecked cross generalmente son círculos con-
céntricos trazados por una serie de horadaciones en la roca y divididos
en cuadrantes por una cruz orientada a los puntos cardinales. La li-
teratura arqueológica los considera elementos culturales ligados con
la planeación urbana de ciudades antiguas como Teotihuacan o Alta
Vista, Zacatecas; también han sido considerados como marcadores as-
tronómicos e incluso evidencia de interacción o influencia cultural desde
Teotihuacan hacia el norte de México. Este trabajo presenta la información
obtenida en la cuenca del Río Lerma en la porción central de México, los
resultados obtenidos incluyen unas 50 cruces punteadas ubicadas en 29
sitios. Proponemos que la distribución geográfica, la diversidad de formas
y trazos así como los elementos culturales prehispánicos (ausentes o
asociados) revelan la existencia de distintas tradiciones culturales de
observación astronómica y flujos de información entre el centro de México
y la cuenca Lerma-Chapala.
Palabras clave: cruces punteadas, interacción, análisis regional, oeste
de México

Abstract
Pecked crosses are usually found in association with a series of concentric
circles made by borings in rocks which they divide into quadrants. Because
these pecked crosses tend to be oriented towards the cardinal points, the
archaeological literature has interpreted them as cultural elements linked to
urban planning in ancient cities such as Teotihuacan or Alta Vista, Zacatecas,
though it has also been argued that they are astronomical markers, or even
evidence of interaction with Teotihuacan, or of the spread of cultural influen-
ces from that city towards northern Mexico. We discuss these explanation
on the basis of information obtained in the Lerma River Basin of central
210
Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales... | Mario A. Rétiz y Efraín Cárdenas

Mexico, where findings include 50 pecked crosses located at 29 sites. We


propose that the geographical distribution, diversity of forms and patterns,
and the absence or association of pre-Hispanic cultural elements, reveal
the existence of distinct cultural traditions of astronomical observation
and flow of information between, central Mexico and the Lerma-Chapala-
Santiago Basin.
Keywords: Pecked crosses, interaction, regional analysis, west Mexico.

Introducción
En esta presentación reflexionamos sobre uno de los rasgos culturales
que manejamos como un indicador emblemático de Teotihuacán, nos
referimos a los petrograbados conocidos como “cruces punteadas” o
pecked cross.

El interés por los estudios sobre las cruces punteadas surge a


partir de los años setenta con los primeros trabajos de Anthony Aveni
(1975,1980), a quien posteriormente se une Horst Hartung (1979, 1982a,
1982b, 1985), y Beth Buckingham (1978) (la gran mayoría de estos es-
tudios se realizan en la ciudad prehispánica de Teotihuacán, Estado de
México), y ya para la década de 1980, junto a Hartung y Avenny se une
J. Charles Kelley y trabajan en el área de Alta Vista Zacatecas. Por las
mismas fechas Wallrath y Rangel presentan un trabajo sobre la zona
arqueológica de Xihuingo en Hidalgo que no saldría publicada hasta 1991;
otros investigadores como Zeilik (1980), Folan y Ruiz (1980), Iwaniszewsky
(1982), Ruggles y Saunders (1984), Whorty y Dickens (1983) publican
nuevos datos e interpretaciones de las grafías punteadas. En la década
211
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1. La cruz punteada


en la cuenca Lerma-Chapala:
A) Quiringüicharo, Mich.;
de 1990, aunque aislados, se presentan nuevos trabajos para el esta-
B) Yurécuaro, Mich.; C) El do de México: Zimbrón Romero (1992) y Morante (1996); en el estado
Platanal, Mich., D) Degollado, de Michoacán, los investigadores del Centro de Estudios Mexicanos y
Jal.; E) Presa La Luz, Jal.
( Dibujo cortesía de Rodrigo
Centroamericanos CEMCA, Michelet, Migeon y Péreira (1995), Faugère
Esparza). (1997) hacen alguna mención sobre grabados relacionados con cuestio-

212
Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales... | Mario A. Rétiz y Efraín Cárdenas

nes astronómicas y después del 2000, Nicolau, Cárdenas y Rétiz (2003),


y por último y para Zacatecas y Durango, Caretta (2011), Flores Gutiérrez
(2010) y Areti Hers y Flores Gutiérrez (2011, 2013).

Es a partir de las primeras investigaciones realizadas en el cen-


tro de México por Avenny y Hartung y posteriormente Wallrath y Rangel,
que las cruces punteadas toman una singular importancia para entender
el desarrollo de las poblaciones que habitaron Mesoamérica desde los
primeros siglos de nuestra era, hasta probablemente los inicios de la
época posclásica.

Generalmente las cruces punteadas son diseños formados por


dos o tres círculos o bien dos cuadrados concéntricos divididos en cua-
drantes por dos ejes entrelazados formando una cruz. Casos excepcio-
nales se presentan en figuras como la cruz de malta o una flor de cuatro
pétalos sustituyendo el círculo interior; todas las líneas de las figuras
están definidas por una secuencia de oquedades, actualmente solo te-
nemos conocimiento de una pecked cross donde se sustituyó el círculo
interior por una especie de laberinto realizado mediante una acanala-
dura continua siguiendo las mismas técnicas de trabajo y respetando la
homogeneidad de la representación de la cruz punteada. Los grabados
han sido manufacturados en roca o en pisos de estuco y barro cocido. Las
funciones y significados atribuidos a estas representaciones son diversas:
se les consideran como marcadores astronómicos, marcadores solares
o marcadores de horizonte, como elementos de orientación y planeación
urbano arquitectónica, incluso las representaciones existentes en el cerro
El Chapín, Zacatecas soportan todo el peso de la “presencia teotihuacana”
en la región (Fig. 1).

El propósito de este trabajo es analizar el contexto cultural donde


se presentan estas importantes representaciones. Aplicamos el principio
elemental de la arqueología, donde las interpretaciones y explicaciones
deben partir de considerar las distintas evidencias materiales que forman
parte de un mismo fenómeno o hecho cultural y solo mediante una lectura
integral podrán generarse explicaciones coherentes y contrastables.

Durante los últimos años hemos reunido información sobre


este tipo de petrograbados: ubicación, asociación con asentamientos
prehispánicos y con otros materiales arqueológicos. Proponemos la
existencia de diversas tradiciones astronómicas regionales que se ven
materializadas en las cruces punteadas, además del fenómeno migra-

213
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

torio, las redes de interacción y, en general, las dinámicas poblacionales


en Mesoamérica, que son aspectos de la historia prehispánica donde se
refleja en mayor medida la falta de información derivada de contextos y
exploraciones sistemáticas. Aún existen áreas geográficas prácticamente
desconocidas desde el punto de vista arqueológico y, en algunos casos,
las referencias son parciales obtenidas de informes de exploraciones
eventuales o hallazgos fortuitos. Metodológicamente los trabajos previos
y publicados muestran algunos problemas al presentar parcialmente
sus datos sin considerar y exponer la asociación de elementos y rasgos
culturales que definen este fenómeno en particular.

La mayor imprecisión en las interpretaciones suele deberse


a la carencia de un esquema comparativo donde las afirmaciones de
semejanzas y diferencias adquieran un determinado valor de certeza y
confiabilidad. Hasta ahora problematizamos y generamos respuestas hi-
potéticas con base en la experiencia, en el sentido lógico y en una notable
intuición. Pero el tema de los movimientos poblacionales (migraciones),
como cualquier otro tema cuyos argumentos dependen de la comparación
de rasgos en la cultura material, merece un análisis cuidadoso de los
indicadores arqueológicos y una lectura integral de los contextos.

La literatura sobre las cruces punteadas se ha proyectado ha-


cia distintos frentes de investigación. En primer lugar, se han llevado a
cabo estudios interesantes sobre astronomía prehispánica y el papel de
estas cruces como calendarios e instrumentos para manejar el tiempo,
que incluye algo de suma importancia para los estudiosos del tema, ya
que denota el alto grado de desarrollo alcanzado por los astrónomos
prehispánicos: “Es probable que los petroglifos y el sitio se hayan ubicado
conscientemente en el Trópico de Cáncer para marcar el lugar en el imperio
teotihuacano donde el sol se ‘Regresa’.” Aveni y Hartung (1985), refirién-
dose a la relación entre la zona arqueológica de Alta Vista, las cruces
punteadas del Cerro El Chapín y el pico más elevado del Cerro El Picacho,
edificios arqueológicos, representaciones gráficas y rasgos geográficos
localizados en el estado de Zacatecas.

En segundo lugar, hay situaciones donde las cruces punteadas


claramente se relacionan con el urbanismo antiguo. Los mejores ejemplos
son las poblaciones prehispánicas de Teotihuacán en el estado de México,
Altavista en Zacatecas, posiblemente Huandacareo en Michoacán —donde
en fechas recientes el arqueólogo Ramiro Aguayo localizó un marcador
en el área de edificios— y Momáx en Zacatecas (Hers y Flores, 2013).

214
Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales... | Mario A. Rétiz y Efraín Cárdenas

En tercer lugar, se han buscado explicaciones relacionadas con Figura 2. Regionalización de


líneas punteadas
las redes y movimientos poblacionales, donde el discurso hegemónico ha
sido el origen teotihuacano de las cruces punteadas, misma que ha tenido
mayor interés en fechas recientes. Sin embargo no hay que olvidar que
las primeras representaciones de las cruces punteadas se encuentran en
la zona arqueológica de Tlalancaleca, en el estado de Puebla, fechadas
relativamente por asociación a los edificios en el periodo preclásico.
En la presente investigación hemos intentado controlar primero la ubica-
ción geográfica, asociación (contexto) y caracterización de las variantes
de cruces punteadas para poder entender los distintos significados y
funciones de este tipo de manifestaciones gráficas.

Las grafías identificadas hasta ahora por distintos investiga-


dores suman más de un centenar, localizadas a lo largo y ancho de
Mesoamérica, sobre todo en el altiplano central y en el occidente. La
distribución regional de estas cruces puede leerse de dos maneras.

1) Búsqueda de concentraciones
Con la información disponible podemos definir claramente seis regiones:
cuenca de México, cuenca Lerma-Chapala, sierra de Mascota, Jalisco, el

215
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 3. Distribución de
cruces punteadas y su
septentrión mesoamericano y hacia el sur también se han identificado
coincidencia con el comercio estas evidencias en la Zona Zapoteca-Chantina, estado de Oaxaca, en los
de turquesa sitios de Cerro de la Tortuga, Rivera Guzmán (2011), y Río Grande, Zárate
Morán (1986), que presentan un grabado de este tipo por sitio y por últi-
mo al sureste mexicano (zona maya), donde se mencionan los sitios de
Dzibilnocac y Uaxactún. Tenemos informes de una representación más,
aparentemente aislada, en la cuenca del Río Balsas ubicada en la loca-
lidad de Limón Grande, estado de Guerrero (Hers y Flores 2013) (Fig. 2).

2) Definición de rutas:
La recopilación de información y su vaciado sobre un mapa nos ha permi-
tido correlacionar nuestras grafías y las rutas de la turquesa sugeridas
por el Dr. Weigand, y en este caso se corresponde con las delimitadas
temporalmente al periodo clásico. Aunque en la ciudad prehispánica de
Teotihuacán es relativamente nula la presencia de este mineral, si es
muy probable que haya sido un punto nodal en el comercio de la turque-
sa; baste conocer la magnífica máscara de Malinaltepec, Guerrero de
estilo claramente teotihuacano, compuesta principalmente de turquesa
y amazonita además de obsidiana y concha (Fig. 3).

216
Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales... | Mario A. Rétiz y Efraín Cárdenas

La notable concentración de cruces en la cuenca Lerma-Chapala


nos obliga a pensar en otras explicaciones posibles tales como: a) la
existencia de tradiciones culturales de observación y conocimientos astro-
nómicos de carácter regional, lo que fortalece la idea de una interacción
entre Teotihuacán y otras regiones de Mesoamérica, con una diferencia
fundamental, hablamos de redes sociales, movimientos poblacionales,
flujos de información y bienes materiales en ambas direcciones, y b) las
evidencias observadas en otras regiones muestran los marcadores en
contextos diferentes: 1) Integrados a los asentamientos, 2) localizados
en la cercanía de poblaciones prehispánicas (por ejemplo, El Platanal y
Presa La Luz), y 3) en otros casos están asociados con otros petrograbados
como Quringuicharo-Rincón Grande, Michoacán, o en degollado, Jalisco.

En un solo caso se tiene evidencia de una variante de cruz pun-


teada creada en el piso de una construcción del epiclásico en la región
de Zacapu, Michoacán.

Relación de sitios con cruces punteadas

SITIO ARQUEOLÓGICO FUENTE


1 Teotihuacán, México (30) Gómez, 1998;
2 Xihuingo, Hidalgo (50) Wallrath y Rangel 1991
3 Tlalancaleca, Puebla (3) García Cook, 1972
4 Santa Cruz Acalpixcan, D.F. (3) Zimbrón 1992
5 Villa Victoria, México (1) Rétiz 2014
6 Angangueo, Michoacán (1) Fauguere 1997
7 Temascaltzingo, México (7) Folan y Ruiz 1980
8 Los Rayados, Álvaro Obregón, Mich. (1) Pulido 1995
9 La Nopalera, Huandacareo, Mich. (1) Aguayo y Rétiz 2015*
10 Yácata la Ordeña, Zacapu, Mich. (1) Michelet, el al., 1995
11 El Platanal, Jacona, Mich. (1) Rétiz, 2014*
12 Quiringuicharo-Rincón Grande, Ecuadureo, Nicolau, Cárdenas y Rétiz, 2003*
Mich. (2)
13 Las Piedras Caracoledas, Yurécuaro, Mich. (6) Colaboración de Soledad Ramírez S. y Rétiz
2013 *
14 Degollado, Jalisco (2) Colaboración de Alfonso Fuentes y Rétiz
2013*
15 Presa la Luz, Jesús María, Jalisco (9) Esparza, Rodríguez, Macias y Rétiz 2012*
16 La China, Marcos Castellanos, Mich. (1) Fernán González, Alejandro Olmos 2012
17 Poncitlán, Jalisco (1) Aveni , et al., 1985
217
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

18 Momax, Durango (1) Hers y Flores 2013


19 C. El Chapin, Zacatecas (2) Aveni y Kelly 1982
20 Tuitan, Durango (2) Hers y Flores 2013
21 Purépero, Mich. (1) Faüguere 1997
22 Villa Purificación, Jalisco (1) Mountjoy, 2001
23 Mascota, Jalisco (1) Mountjoy, 2001
24 Cerro de la Tortuga, Oax. (1) Rivera Guzmán 2011
25 Río Grande Oaxaca (1) Zárate Morán 1986
26 Limón Grande, Guerrero (1) Hers y Flores 2013
27 Uaxactun, Yucatán (1) Smith, 1950; Aveni y Hartung, 1985
28 Dzibilnocac, Yucatán (1) Ojeda 2012
*Información verificada en campo

A manera de conclusión
Investigaciones previas han demostrado la existencia de un fuerte vínculo
entre las regiones del sur, sureste, centro, occidente y norte de México;
más aun, los datos que ahora sintetizamos y complementamos apoyan
antiguas hipótesis como las “rutas sugeridas de comercio/intercambio
para la turquesa a través de mesoamérica prehispánica”, (Weigand, 1991)
o la colonización del septentrión por grupos mesoamericanos propuesta
inicialmente por J. C. Kelly. Pero también amplían la discusión hacia el
reconocimiento de varias tradiciones o escuelas astronómicas. Es difícil
imaginar que esta notable cantidad de sitios y marcadores astronómicos
se explique solamente como resultado de una o dos migraciones. Nos
encontramos frente a un hecho cultural resultante de un proceso de inte-
racción histórico y antes de las cruces punteadas hubo otros intercambios
culturales; la historia de contactos entre las cuencas Lerma y México
datan del periodo formativo medio con el nexo entre El Opeño y Tlatilco,
y se continua con la interacción entre Chupícuaro y sitios como Cuicilco,
Ticomán, El arbolillo y Zacatenco donde las figurillas Choker y H4 hacen
evidente esta relación. En el periodo Clásico temprano las redes entre
estas cuencas continúa, Teresa Cabrero (1989) señala la interacción o
relación establecida entre pueblos del occidente (Zacatecas y Durango),
con el centro de Jalisco (estructuras circulares]) a través del paso del
Cañón de Bolaños, o los trabajos de Sergio Gómez (1995) en el barrio de
La Ventilla, que han demostrado la presencia de dos grupos culturales
diferentes: uno de Michoacanos y el otro Zapoteco establecidos en la
urbe teotihuacana.
218
Las cruces punteadas, evidencias de interacción y tradiciones regionales... | Mario A. Rétiz y Efraín Cárdenas

Otros estudios han incursionado en el tema de la identidad enun-


ciando una conexión histórica directa entre los grupos étnicos actuales
y el material arqueológico. Pero muchas de estas propuestas deben
precisarse. Hablamos de una serie de hipótesis o lecturas interesantes
e imaginativas que ayudan a interpretar nuestras observaciones, aunque
desafortunadamente, el contenido ideológico y mítico subyacente hace
imposible su contraste con la evidencia material. Pedro Armillas tenía
razón cuando señalaba la necesidad de no ponerle nombres étnicos a
los restos arqueológicos, ahora entendemos mejor esta afirmación, pues
los problemas no solo atañen a cuestiones académicas sino que pueden
derivar en problemas políticos y conflictos sociales.

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222
Las pinturas y grabados rupestres
al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México

Erika Morales Vigil


Universidad Nacional Autónoma de México.
Posgrado en Estudios Mesoamericanos (México)

Resumen
Este trabajo presenta los resultados del primer nivel de investigación de
este tipo de manifestaciones culturales, conformando un corpus general
de los signos y estilos que se pueden encontrar en esta región. Se trata
de los resultados de varias temporadas de campo del Proyecto Norte de
la Cuenca de Oriental (PNCO), realizando recorridos de superficie para
determinar el patrón de asentamiento como parte de un estudio de área.
Los sitios que aquí se tratan corresponden a indicadores arqueológicos de
contextos asociados al Período Formativo Medio y Tardío mesoamericano
(900 ane. a 50 dne.).
Palabras clave: Pinturas, grabados, arte rupestre, Mesoamérica, periodo
Formativo.

Abstract
The next article, presents the results of the first stage of analysis for this type
of cultural manifestations, including a general corpus of signs and styles that
can be found at this region. This work is based on the results of several field
seasons of the North of Cuenca de Oriental Project (PNCO), documenting
archaeological sites as part of a settlement pattern study. The sites described
at this paper are part of the archaeological indicators associated to the Middle
and Late Formative Period at Mesoamerica (900 BC. - 50 AD.).
Keywords: Paintings, carvings, rock art, mesoamerican, formative period.

223
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Introducción
En las últimas décadas, el estudio de las manifestaciones gráfico-rupestres
en México ha ido evolucionando en cuanto a las técnicas, métodos y con-
ceptos aplicados para su registro, análisis e interpretación. Se ha avanzado
mucho desde aquellas primeras hipótesis que planteaban el origen de este
fenómeno como un impulso simplemente estético o aquellos que incluso
dudaban de su autenticidad1. Hoy, a través de la aplicación de distintos
marcos teóricos, técnicas arqueométricas, análisis químicos y tecnologías
digitales, se pueden conocer mejor estos vestigios arqueológicos, acercán-
donos a su explicación como producto plástico y como lenguaje simbólico2.

Las manifestaciones gráfico-rupestres plasmadas en los acan-


tilados, abrigos rocosos y bloques aislados que serán objeto de este
estudio, se componen principalmente de pinturas y grabados que reflejan
las creencias y costumbres de los grupos humanos que habitaron al norte
de la Cuenca de Oriental, cerca de Cantona, en la época prehispánica.

Al ser escasa la iconografía y casi nula la presencia de docu-


mentos etnohistóricos en esta región, las manifestaciones rupestres se
convierten en un medio único de aproximación al pensamiento de sus
poblaciones prehispánicas. Es de interés el estudio de estos restos de
pinturas y grabados en roca, ya que probablemente pertenecen a aquellos
que fundaron la ciudad de Cantona hace aproximadamente 2.600 años y
también a los que continuaron habitándola por más de 1.000 años desa-
rrollando un sistema económico, social e ideológico, que se ve reflejado
en algunas de estas figuras y su contexto arqueológico.

Planteamiento general
Se consideran manifestaciones gráfico-rupestres a todas aquellas fi-
guras realizadas sobre un soporte rocoso, ya sea muro, afloramiento,

1. “… fueron los defensores del evolucionismo y el difusionismo cultural del siglo XIX los
que negaron la autenticidad de las pinturas paleolíticas...” (Viñas, et.al, 1990:199-200)
2. Mágico ceremonial (Levy-Bruhl,1978; Martínez del Río,1940; Ortiz de Zárate,1976;
Campbell Grant,1967; Mountjoy 1974) Escritura pictográfica (Pompa y Pompa,
1954;1956;1960;1974) Registro cartográfico (Mathes 1977; Darrás 1989) Registro as-
tronómico (Hoyle,1950; Hambleton,1979; Crosby, Murray, 1982; García Cook,1973)
Marcas numéricas y marcas de indentidad (Mc Neish,1958; Murray, 1979; Aveni y
Hartung, 1985; Meighan,1978) Lúdico (Aveni, Hartung y Buckingham,1978) Trazo
aislado (Campbell Grant,1977) Didácticos. Mantenimiento y transporte de tradicio-
nes. (Schobinger,1982) (en: Valencia, 1992).
224
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

acantilado, peña, abrigo, cueva o bloque aislado; que ha sido intervenido,


pintando o grabando sobre su superficie a través de distintas técnicas
sin modificar la forma original, el volumen o la condición natural del
soporte. También se incluyen en este concepto, las figuras que fueron
trazadas alineando rocas o a través de surcos en la tierra. Así, estas
manifestaciones se dividen principalmente en tres categorías: Pinturas,
Grabados y Geoglifos3.

Las pinturas rupestres, también conocidas como pictografías, se


tratan de figuras realizadas a través de la aplicación de pintura vegetal o
mineral sobre soportes de roca fija. Pueden ser monocromas o policro-
mas y haber sido realizadas a través de distintas técnicas y empleando
diversos instrumentos como pinceles, hisopos, cerbatanas, o incluso de
manera digital4.

Es importante señalar que todas estas manifestaciones, más que


una expresión artística, se consideran “como un artefacto arqueológico
susceptible de ser estudiado desde múltiples perspectivas, y como tal,
se pretende profundizar en su contenido, abarcando tanto el plano su-
perficial, a través del estudio de atributos formales, como el profundo,
que podrá aproximarnos a lo que fue la función tanto de los paneles ru-
pestres como de los sitios en donde están plasmados.” (Gutiérrez 1994:
61). Por eso, para estudiar este fenómeno, es necesario considerar la
correspondencia entre las manifestaciones rupestres y los niveles de
desarrollo de las formaciones sociales a las que pertenecen los grupos
que las crearon (Messmacher 1981). Para esto, debemos entender que
las manifestaciones rupestres
“son el resultado de una actividad social y por lo tanto se encuentran
articuladas con la dinámica de una formación social dada, aunque
no de manera evidente … formaron parte, al igual que otras ma-
nifestaciones bien documentadas por la etnología, … de situacio-
nes especiales, no cotidianas, asociadas a un ritual que pretende
establecer lazos de comunicación o de identificación con seres
o eventos sobrenaturales, con la finalidad de controlar, vía uno
o varios representantes humanos, … tanto los eventos naturales
como los sobrenaturales, así como la acción de individuos vivos o

3. El arte mobiliar constituye una cuarta categoría que no se tomará en cuenta en este
trabajo por razones de extensión.
4. Por ejemplo, en la cueva de Toquepala, en Tacna, Perú se localizaron dos palillos
consistentes en “delgadas ramitas en uno de cuyos extremos se ha enrollado un mechón
de lana, que muestran restos evidentes del pigmento rojo marciano” (Muelle 1969:191).
También se han localizado lascas con restos de pintura negra y roja.
225
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

la de personajes míticos y/o sobrenaturales … con el objetivo de


asegurar positivamente la reproducción cotidiana de las condiciones
de la producción, básicamente las relacionadas con la subsistencia.”
(González 1987: 31-32)

Esto es lo que nos interesa conocer acerca de las pinturas y gra-


bados rupestres del norte de la Cuenca de Oriental y para lograrlo será
necesario analizar, sintetizar e interpretar todo el corpus rupestre acu-
mulado a lo largo de varios años de investigación (Merino y García 1997,
1999, 2002) (Merino, et. al. 2000) (García 2003) (Montero 2003) (García y
Martínez 2004, 2007, 2008 a, 2008 b) (García, et. al. 2005; 2006) (Valencia
2008, 2010). En este trabajo realizaremos un primer acercamiento al
corpus general registrado en esta área, a través de una clasificación y
análisis preliminar.

El Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental (PNCO)


A lo largo de todas estas temporadas de campo, se localizaron más de
trescientos sitios y se obtuvieron cientos de muestras de carbón que
han permitido corroborar una ocupación muy larga de casi 2000 años,
abarcando distintas fases culturales que García Cook (2009) definió para
esta área de la siguiente manera:
Fase Sotolaco (900 – 600 aC.)
Fase Tezontepec (600 – 300 aC.)
Fase Payuca (300 aC – 0)
Fase Alchichica (0 – 600 dC.)
Fase Xaltepec (600 – 900 dC.)

Presentan restos de manifestaciones gráfico rupestres, diez con


pinturas y tres con grabados. Creemos que estos sitios, al ser estudiados
en su conjunto y a través de su contexto, arrojarán información relevante
sobre las creencias y costumbres de los grupos humanos que habitaron
esta región a la par del desarrollo de Cantona; así como información de
los recursos naturales que explotaron a lo largo de su ocupación.

Registro de sitios con manifestaciones gráfico-rupestres


El registro de las manifestaciones rupestres implica diversos métodos
y técnicas que son aplicados en respuesta a las condiciones específicas
226
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

de cada sitio y proyecto. Es importante considerar la importancia que


tiene la tarea de documentar esta clase de manifestaciones, porque a
lo largo del tiempo, se van perdiendo y lo que nosotros registremos en
nuestro momento; posiblemente en unos años será la única evidencia que
nos quede. Es por esto que, al registrar cualquier tipo de manifestación
rupestre, se debe ser lo más objetivo posible evitando utilizar términos
interpretativos que provoquen la pérdida de validez en los datos o méto-
dos que atenten contra la conservación de este patrimonio.

Así, desde que surgió el interés por el estudio de las manifesta-


ciones rupestres, se han aplicado distintos métodos que antes se consi-
deraban óptimos para obtener mejores resultados en la documentación y
que a lo largo del tiempo se han dejado atrás debido al daño irreversible
que causan. Por lo mismo, nunca aplica gis, agua, pintura u otra sustancia
para resaltar los signos. Tampoco se hacen moldes tomando la muestra
del original y se evita tocarlos o pisarlos.

El trabajo siempre inicia con un reconocimiento general del sitio.


Mientras se hace el recorrido, se lleva a cabo un muestreo del material
cerámico y lítico presente en superficie. Al terminar la prospección se
establecen los límites y dimensiones del sitio, así como, la ubicación de
todos los soportes y zonas con motivos rupestres y se llenan las cédulas
respectivas. Cada afloramiento se nombra e identifica con un número
de unidad o sitio y cada figura se registra individualmente con una letra
mayúscula por conjunto y un número consecutivo por signo. Tanto el sitio
como el afloramiento y cada una de las figuras cuentan con una cédula
de registro diseñada especialmente para este tipo de manifestaciones.

El dibujo de las pinturas rupestres consistió en el registro de


cada elemento, a distintas escalas; así como, su ubicación topográfica
dentro del soporte, aplicando la siguiente fórmula trigonométrica para
proyectarlos sobre el papel. Las medidas y orientaciones del afloramiento
y de los signos, se tomaron por medio de brújula, clisímetro y cinta métri-
ca; estableciendo varios “puntos cero” a lo largo del perfil, que sirvieron
como puntos de referencia para triangular las medidas de la siguiente
manera (Figs. 1 y 2):

Por otro lado, el dibujo individual de la mayoría de los signos, se


realizó colocando una retícula de hilo sobre el soporte5 (evitando pegar la
cinta adhesiva sobre la pintura). Las figuras que por encontrarse fuera

5. Jane Kolber, 2000.


227
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

de nuestro alcance no pudieron ser di-


bujadas directamente en campo, se re-
produjeron cuadriculando una fotografía
con escala.
En el caso de las fotografías, los ele-
mentos de un mismo conjunto, panel, y/o
afloramiento rocoso que no pudieron ser
registrados en una misma imagen debido
a su tamaño, se dividieron en cuadrantes
de acuerdo a su distribución o al soporte
que los alberga; así como, conforme lo iba
marcando la retícula de hilo.

Para acceder a los motivos más al-


tos, se utilizó una escalera de 7 m. y un
sistema improvisado con una cubeta y
cuerda para subir la herramienta necesa-
ria, como las cámaras y la tabla Munsell.
La documentación gráfica en general, se
efectuó mediante dibujos a distintas es-
calas y perspectivas, fotografías a color,
blanco y negro, dependiendo de las nece-
sidades particulares.
En cuanto a los signos, en cada
afloramiento se denominó “conjunto” al
grupo de elementos que por su proximi-
dad guardaran alguna relación entre sí6. A
cada conjunto se le asignó una letra ma-
yúscula consecutiva y a cada elemento un
número progresivo dentro de su conjunto.
Cabe mencionar que la letra y el número
asignado, no corresponden a un orden
jerárquico específico, sino simplemente
al orden en que fueron registrados. Dos
o más conjuntos pueden pertenecer a un
mismo panel, el cual se delimita a través
de las características del soporte natural
Arriba Figura 1. Ejemplo de del conjunto. Por lo tanto las claves de
registro de pinturas a través registro quedan de la siguiente manera:
de retícula de hilo.
Abajo Figura 2. Levantamiento
para obtener la planta y el 6. En el caso de los bloques aislados, éstos se registran por caras, considerando a cada
corte del abrigo rocoso. uno de ellos como un afloramiento distinto.
228
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

- Clave del afloramiento: clave del sitio + número de unidad.


- Clave del conjunto o cara: clave del afloramiento + letra
mayúscula.
- Clave del signo: clave del conjunto o cara + número de signo.

Las pinturas y grabados al poniente de Cantona


El Cerro Las Águilas
A escasos 300 metros al poniente de la Unidad Sur de Cantona y co-
municado por una antigua calle, se localiza el Cerro Las Águilas. Este
cerro, conocido también como Cuahtepec, fue muy importante para
los primeros habitantes de la ciudad, ya que albergaba tres aldeas del
Formativo que se establecieron del 900 ane. hacia inicio de nuestra era
(Fase Sotolaco, Tezontepec y Payuca) alrededor de sus laderas, comuni-
cadas por una calle que rodeaba el cerro y al margen de dos acantilados
opuestos, en los que plasmaron pinturas rupestres. Aquí explotaron
un yacimiento de toba para la construcción de Cantona, habitaron en
terrazas y obtuvieron agua de un manantial que alimentaba pequeñas
pozas y una caída de agua muy cerca de unas de las pinturas (Fig. 3).

Son dos los sitios que nos interesan en este cerro, uno el
Voladero del Coyote (Sitio 26-U7) y el otro, el Acantilado del Águila (Sitio
96). Estos parecen estar muy relacionados con la vida cotidiana de las
aldeas del Formativo y la extracción de toba para la construcción de la
ciudad. Pero también hay evidencia de un estilo posterior representado
por rostros humanos, círculos concéntricos y una representación de
Xippe-Tótec, que corresponden a una etapa más tardía, cuando las
aldeas ya habían sido abandonadas y en Cantona hay evidencia de una
revuelta interna, ya funcionando únicamente como lugar ceremonial
(Fase Xaltepec 600-900 dne.).

Voladero del Coyote


Se trata de un peñasco de formación conglomerada, que mide 36 m de
largo por 20 m de altura, levantado sobre la ladera media del cerro. Se
ubica a 2.563 msnm. Éste alberga, en la parte baja y media de su perfil,
diez conjuntos de pinturas rupestres en distintas tonalidades de rojo
(7.5R 3/4,3/6, 4/4, 4/6, 4/8, 5/8), representando motivos antropomorfos,
fitomorfos, geométricos, zoomorfos y amorfos. Su estado de conservación
no es muy bueno, ya que aparte de la erosión eólica y pluvial, este lugar ha
229
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

sido objeto de prácticas de tiro al


blanco y de montañismo, eventos
que han derivado en el derrum-
be y desprendimiento de algunas
partes de su superficie. Además,
la orientación del acantilado per-
mite la intensa exposición al sol
durante varias horas al día, lo
que ha provocado el decoloro de
las pinturas (Figs. 4-6).

Abajo Figura 3. Ubicación del Acantilado del Águila


Cerro las Águilas al poniente Se trata de otro conglomerado de toba, que alcanza los 150 m de largo
de la unidad sur de Cantona
por 100 m de altura, a 2580 - 2600 msnm. Se ubica al poniente del Cerro
Las Águilas, exactamente del lado opuesto al Voladero del Coyote. Está
asociado a una calle que rodea el cerro por la ladera baja hasta llegar
a las pinturas, específicamente al Conjunto B. Entre los motivos se en-
cuentran figuras geométricas, antropomorfas, zoomorfas, y fitomorfas;
así como manchas que parecen haber pertenecido al diseño de otros
motivos. La mayoría se encuentran pintados en distintas tonalidades de
rojo (7.5R 3/4,3/6, 4/6, 6/6; 10R 6/6), a excepción de tres manos negras
en negativo.
En la cima del acantilado, en su extremo sur, se encuentran
una serie de pozas naturales que almacenan el agua en época de lluvias.
Al parecer, en otros tiempos, estas pozas alimentaban una caída de agua
que se encuentra 29 m al sur de uno de los conjuntos.

El estado de conservación de las pinturas varía según su ubi-


cación. El conjunto B es el más deteriorado, presentando huellas de
picoteo en su superficie y una alcayata para escalar clavada en una de
las grietas. Por otro lado, a partir del mediodía, el sol comienza a pegar
directamente sobre los motivos de los conjuntos A, B, C, E, F; lo que ha
provocado su decoloración. En cambio, el conjunto D se mantiene bien
conservado gracias a su altura y a la protección solar que recibe del
pequeño nicho en el que se encuentra (Figs. 7 y 8).

Cerro de las Águilas VIII


Se trata de un conjunto de terrazas y basamentos asociados a un yaci-
miento de toba con restos de esculturas en proceso de elaboración; así
como dos conjuntos de petrograbados con figuras humanas y geométri-

230
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

Izquierda Figura 4. Posibles


pinturas tardías y no auténticas,
cas. Está comunicado con el Voladero del Coyote a través de la calle que ubicadas en el Voladero del
rodea al cerro (Montero 2004) (Figs. 9 y 10). Coyote. (Dibujo: Erika Morales)
Arriba Figura 5. Figuras
humanas esquemáticas
pintadas en el Voladero del
Las Canoas Coyote. (Dibujo: Erika Morales)
Las pinturas de este sitio se encuentran a 2330 msnm sobre la pared Abajo Figura 6. Representación
de un pequeño abrigo rocoso de aproximadamente 2 X 7 m. La roca es del dios Xipe Totec.
Comparación entre las
de origen volcánico. El grupo de pinturas está conformado por cuatro
pinturas H3 y F del Voladero
figuras rojas, una secuencia de tres cuadros de distintos tamaños y una del Coyote (Dibujo: Erika
figura antropomorfa asociados a un manantial.
Todo el conjunto está muy Morales)
deteriorado por el grafiti actual y la figura antropomorfa está perdiendo
pigmento (Laurel 2010).

Los Muñecos
Es un abrigo rocoso sedimentario con intrusiones de roca volcánica (con-
glomerado) en cuyas paredes se localizan pinturas rupestres. Este abrigo
tiene una longitud de 20 metros X 4 metros de profundidad, desde la línea
de goteo. La altura es de 5 m en su parte más alta, cerca de esta línea y
de 2,50 m. hacia el fondo. La cantidad de sedimento acumulado dentro
231
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

del abrigo es de 20 a 30 cm de
espesor (Fig. 11).

Las pinturas son rojas y


están distribuidas en la pared
del fondo a una altura que va
desde 1.80 m. a los 3 m. Las fi-
guras son antropomorfas, zoo-
morfas y algunas representacio-
nes geométricas como círculos
y líneas entre cruzadas. En total
fueron identificados 25 elemen-
tos agrupados en 10 conjuntos.
El primero está compuesto por
una sola figura zoomorfa que
parece ser un reptil. El segun-
do se trata de algunas manchas
apenas distinguibles. El tercero
y el cuarto también son figuras
antropomorfas. El quinto y sexto
conjunto son manchas casi im-
perceptibles. Y el séptimo con-
junto está conformado por una
escena con 2 figuras antropo-
morfas, 2 figuras zoomorfas, 3
círculos, y 2 figuras compuestas
por líneas cortas perpendicula-
res a una línea larga. El octavo
conjunto es una figura antro-
Arriba Figura 7. Impresiones pomorfa y el siguiente, es una
de manos negras negativas figura zoomorfa. Y el último conjunto es otra escena compuesta por
localizadas en el Acantilado
del Águila. (Dibujo: E. Morales) una figura antropomorfa, una zoomorfa y una figura formada por líneas
Abajo Figura 8. Bloque careado cortas perpendiculares a una línea larga (Laurel 2010) (Figs. 11 y 12).
localizado en el Acantilado
del Águila, entre las manos
negativas. (Dibujo: E. Morales).

El Cerro Tenampulco
En la Sierra Norte de Puebla se localizó un asentamiento que ocupa un
área aproximada de 200 x 700 m. Se trata de una villa prehispánica que
ocupó la ladera baja y parte del valle que rodean al Cerro Tenampulco
(Fig. 13). La mayoría de los restos arqueológicos se encuentran dis-
232
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

persos hacia el norte y oriente del cerro, y lo


mismo sucede con los dos afloramientos que
resguardan a las pinturas rupestres, al nor-
te el “Abrigo de Taques” y al oriente el “Perfil
Tenampolica”. En superficie se pueden observar
restos de materiales arqueológicos cerámicos
y líticos (obsidiana y basalto). En cuanto a la
arquitectura, sobre la ladera se distinguen los
restos de terrazas y algunos muros; sobre el
valle, hacia el norte se pueden observar cinco
montículos que se levantan entre terrazas y
campos de cultivo.

Abrigo de Taques
Este abrigo abarca 7 m de largo por 15 m de
altura, aproximadamente. Presenta una su-
perficie plana de textura rasposa y de color
amarillento (10YR 6/3, 7/3), sobre la cual se
encuentran plasmados dos conjuntos de pin-
turas rupestres, en dos paneles distintos con
un total de 49 signos. Destaca la presencia de
antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos, geomé-
tricos y amorfos. Al parecer todos fueron ejecu-
tados bajo una técnica dactilar de tipo relleno
monocromo con pigmento rojo. Al pie de este
abrigo se encuentra una terraza prehispánica
desde la cual se contempla parte de la cadena
montañosa de la sierra, la que junto con esta
parte del cerro, encierra al centro un pequeño
valle (Morales y Lara 2005). En esta terraza se
excavó un pozo de sondeo de 1 x 2 m., en el Arriba Figura 9. Petrograbados
que se localizó muy poco material arqueológico consistente en algunos del Sitio 98. (Dibujo: Donají
Montero).
fragmentos pequeños de cerámica y de lascas de obsidiana negra, lo
Abajo Figura 10. Pinturas
cual no aportó mucha información. Pero, siguiendo esta terraza y esca- del sitio 299. (dibujo: Álvaro
lonándose a lo largo de la pendiente baja, se localizan varias terrazas Laurel).
más, alineadas de norte a este, a lo largo del contorno del cerro hasta
llegar al valle. Se realizó un sondeo en la terraza ubicada en el desplante
del abrigo; sin embargo la excavación no arrojó información relevante
(Figs. 13 - 15).

233
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Perfil Tenampolica
En la ladera baja del Cerro Tenampulco, se desplanta un perfil rocoso
de 25 m. de largo por 46 m. de alto a 1981 mnsm.; conformado por roca
ígnea que subyace a otro macizo rocoso de toba andesítica, que es el que
le da forma al abrigo. Este perfil alberga alrededor de 150 signos pintados
en distintas tonalidades de rojo, plasmados en tres paneles distintos.

De sur a norte, el primer panel consta de un pequeño abrigo


en forma de arco, con cuatro metros de altura, ocho metros de largo y
un metro de profundidad aproximadamente; aquí se localiza el conjunto
A. El siguiente panel, se trata de una pared con una cavidad romboidal
excavada en la roca. En éste se encuentran los conjuntos B y E. Y por
último, separado del anterior por una grieta natural, se encuentra otra
pared en donde están pintados los conjuntos C y D (Figs. 16-20).

En general, la superficie es plana y rasposa, con excepción del


abultamiento natural sobre el que se encuentra parte del conjunto E y la
cavidad romboidal que contiene algunos signos del conjunto B. El color
varía del gris (10 YR 7/2, 5/1) al café amarillento (10 YR 5/4).

Al parecer, la mayoría de las pictografías fueron realizadas bajo


una técnica dactilar de tipo relleno monocromo con pintura roja en dis-
tintas tonalidades; ya que al parecer el resto fueron realizadas con un
instrumento, posiblemente un pincel.

Los factores de alteración que afectan la conservación de estas


pinturas, causan deterioros que se observan en forma de fisuras, frac-
turas, desprendimientos, escurrimientos, carbonatos, pérdida de capa
pictórica, y graffiti. Éstos se deben principalmente a fenómenos naturales
como el viento, los hongos, la flora, los animales, la lluvia, la radiación
solar , así como a fenómenos antrópicos.

Las pinturas y grabados al oriente de Cantona

Mano pintada
Se trata de un abrigo rocoso conformado por un afloramiento de toba de
6,20 metros de largo por 4,20 metros de altura, con superficie porosa
y rugosa, de color amarillento (10YR 8/2, 7/2) localizado a 2.600 msnm.
Sobre una de sus caras tiene un panel integrado por un conjunto de seis
234
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

Izquierda Figura 11. Figuras


antropomorfas localizadas en
el abrigo rocoso Los Muñecos.
(Dibujo: Á. Laurel).
Derecha Figura 12. Figuras
signos. Se trata de cuatro figuras humanas sencillas de color rojo (7.5R antropomorfas, zoomorfas y
4/4, 4/6), una mano roja (7.5R 3/6, 3/8) impresa al negativo y otra figura geométricas del abrigo rocoso
Los Muñecos. (Dibujo: Á. Laurel).
humana compuesta (con tocado y en actitud dinámica) de color blanco
(10YR 8/1), sobrepuesta en una mancha roja (7.5R 4/4, 4/6).

Al frente del abrigo se observan los restos de un muro, que


al parecer delimitaba el acceso al abrigo, formando una terraza.
Desafortunadamente la afectación más latente que ha sufrido este aflo-
ramiento ha sido causada por las prácticas de tiro al blanco que se han
llevado a cabo en este lugar, teniendo como blanco principal a las figuras,
lo que ha provocado fisuras y desprendimientos. Además, también se
pueden observar escurrimientos, carbonatos, disgregación granular y
hollín provocados por agentes naturales.

El abrigo rocoso del Rincón de las víboras


Se trata de 21 manchas de color rojo (7.5R 4/6) distribuidas sobre la
superficie de algunas rocas, que a manera de conglomerado forman un
abrigo rocoso de toba que mide 8,60 metros de largo por 10,10 metros de
altura y al que se accede por medio de una calle prehispánica que pasa al
frente. El afloramiento se ve afectado por factores como la precipitación,
la capilaridad, radiación solar, el viento, los hongos y ha sido deteriorado
por escurrimientos, hollín y pérdida de capa pictórica (Fig. 21 y 22).
235
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Las manifestaciones rupestres


al sur de Cantona

PNCO 2006 SITIO 160


Se trata de otra concentración cerámica
dispersa sobre la superficie de una loma,
que abraca 12 has. Está asociada a un
Arriba izquierda Figura 13. poco de material lítico y a una piedra gra-
Vista general del Abrigo de bada sobre un bloque perteneciente a un afloramiento de toba, adaptado
Taques y ubicación de ambos como plataforma. Es una ocupación similar a otras localizadas sobre la
conjuntos de pinturas.
ladera baja del cerro Sotolaco, sobre campos de cultivo a 2.400 msnm. Se
Arriba derecha Figura 14.
Conjunto B del Abrigo de cree importante excavar alrededor de la piedra grabada para determinar
Taques. si ésta funge como estela (Figs. 23 y 24).
Abajo Figura 15 Conjunto A
del Abrigo de Taques.
(Dibujos: Erika Morales).
PNCO 2006 SITIO 174
Este sitio se encuentra muy cerca del anterior, de hecho únicamente los se-
para una barranca, sin embargo se registró aparte ya que la concentración
de material cerámico es continua, a diferencia del sitio 173 en donde las
concentraciones se encuentran bien delimitadas y separadas por tramos
sin material (Fig. 25).
236
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

Aquí, se localizó un conjunto ar-


quitectónico conformado por tres alinea-
mientos cuadrangulares, uno circular y tres
muros alineados, asociados a una alta fre-
cuencia de material cerámico en superficie
(Unidad A). En otras partes del sitio, entre
este material también se pueden observar
algunos restos de muros de 12 metros de
largo, 0,25 metros de altura y 0,16 metros
de ancho, por ejemplificar uno de ellos.

Por otro lado, sobre un frente roco-


so de toba basáltica que se levanta a todo lo
largo de la ladera Sur de la loma, se locali- Arriba izquierda Figura 16. Perfil
Tenampolica; levantamiento
zaron cinco agujeros alineados que posiblemente hayan sido excavados
topográfico frontal; B. corte
en esta parte intencionalmente, como marcadores o indicadores de algo. horizontal a 1.90 m; A. planta y
línea de goteo.
Arriba derecha Figura 17. Perfil
Tenampolica. Ubicación de
Loma La Colorinera los 5 conjuntos de pinturas
Se trata de un abrigo rocoso a 2425 msnm. que mide 15 m de largo x 3 rupestres.
m de altura formado por toba basáltica que presenta sobre su superficie Abajo Figura 18. Conjunto B del
varios signos pintados en rojo, entre los que destacan manos al positivo Perfil Tenampolica.
(Dibujos: Erika Morales).
237
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

y negativo, dedos, un círculo y manchas.


Alrededor de éste se localizaron algunos
tepalcates (Fig. 26).

Cerro Teoloyucan 1
Este sitio fue registrado por José
Pérez en 1979 como Teoloyucan IV.
Es un abrigo rocoso con pinturas ru-
pestres que se localiza a 2375 msnm.
Desafortunadamente, las paredes
presentan un grado de sedimentación
avanzando, por lo cual las pinturas son
difíciles de distinguir.
Las principales
formas identificadas corresponden a
figuras antropomorfas esquemáticas.
Una de ellas se trata de una figura hu-
mana con los brazos flexionados y las
palmas de las manos orientadas hacia
la parte superior, a la altura de la cabeza
(Laurel 2008).

Cerro Teoloyucan 2
De acuerdo al registro que realizó
Álvaro Laurel en 2008, este sitio se
encuentra a 2376 msnm. Se trata de
un abrigo de mayores dimensiones: 70
Arriba Figura 19. m de largo por 15 de ancho, con una
Levantamiento topográfico altura aproximada de 15 m. En su extremo sur, se encuentran siete
frontal; Corte A–B, planta y
línea de goteo. conjuntos de pinturas rupestres rojas entre las que destacan figuras
Abajo Figura 20. Ubicación geométricas y antropomorfas. En las paredes de este abrigo existe
de las pinturas rupestres del acumulación de algunos minerales y sales. La zona de las pinturas
abrigo rocoso Mano Pintada.
no está exenta de este fenómeno, por lo cual existen partes en donde
(Dibujos: Erika Morales).
las pinturas ya no se distinguen (Laurel 2008).

Comentarios finales
Este trabajo es un primer corpus de todos los sitios con manifestaciones
rupestres alrededor de Cantona que en general se encuentran relaciona-
238
Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

dos con puntos de obtención de recursos


naturales como el agua, arcilla, toba o
tezontle que conforman los resultados
preliminares de la primera fase de inves-
tigación que atañe a las manifestaciones
gráfico-rupestres al Norte de la Cuenca
de Oriental. Como pudo observarse, la in-
formación recabada a través de los regis-
tros realizados por distintos arqueólogos
a lo largo de varias temporadas de campo,
requiere ser unificado y aún falta precisar
varios datos y hacer el levantamiento y
dibujo tanto de afloramientos como de
algunas pinturas y grabados.

Para alcanzar el siguiente ni-


vel de investigación que de acuerdo con
Castellano y Consens (1995) es el esta-
blecimiento de la tipología, en un futuro
trabajo se pretende continuar con el ca-
tálogo de signos, agrupados en catego-
rías según su técnica, forma y composición. Para esto, se procesarán Arriba Figura 21. Vista general
del abrigo rocoso del Sitio 134
los datos obtenidos a través de la digitalización de los levantamientos
Abajo Figura 22. Vista en
y dibujos, la clasificación preliminar del contexto arqueológico regis- planta de una estructura y
trado en cada caso; así como la planimetría necesaria para establecer calle del Sitio 134. (Dibujo:
Erika Morales).
239
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

la correlación espacial
de todos los asenta-
mientos y de todos los
afloramientos. Se lleva-
rá a cabo análisis de los
contextos arqueológicos
asociados a cada sitio;
así como las lecturas de
cada afloramiento. Se
tomarán en cuenta los
materiales cerámicos y
líticos obtenidos en los
recorridos de superfi-
cie y en las excavacio-
nes, según sea el caso.
También se analizarán
los elementos y áreas
de actividad presentes
en los asentamientos
arqueológicos cercanos,
estableciendo posibles
relaciones con los aflora-
mientos rupestres y sus
motivos. Así, se llegará
a la síntesis e interpre-
tación de todos los datos
para definir estilos, fun-
ciones y significados, en
la medida de lo posible.
Arriba Figura 23. Vista general
del petrograbado del Sitio 160
Abajo Figura 24. Detalle del
petrograbado del Sitio 160
Bibliografía
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Las pinturas y grabados rupestres al norte de la Cuenca de Oriental en Puebla, México | Erika Morales Vigil

El entorno natural como representación del espacio


mesoamericano, en las manifestaciones rupestres
del Valle del Mezquital
Aline Lara Galicia
École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia)
Universidad de Sevilla (España)

Resumen
El entorno natural del Valle del Mezquital, Hidalgo durante la época
prehispánica hasta la conquista europea, tuvo su construcción cultural
de lo simbólico a través de las manifestaciones rupestres; evocando la
ideología global de Mesoamérica junto con las identidades propias de
los grupos locales que habitaron la región. La relación entre la ubica-
ción de las pinturas y su distribución geográfica, ofrece la ubicación
de las pinturas y su distribución geográfica, ofrece una percepción
del espacio tiempo simbólico mesoamericano: su centro, sus esqui-
nas y sus cerros sagrados que junto con el patrón rupestre alrededor
del Hualtepec, evidencia la superficie terrestre, el plano terrestre del
mundo mesoamericano.
Palabras clave: Mesoamérica, espacio-tiempo sagrado, cosmovisión, plano
terrestre

Abstract
The landscape of the Mezquital Valley, Hidalgo during the pre-Hispanic age
until the European conquest, had its cultural construction of the symbolic
through rock art, which evoked the global ideology of Mesoamerica and, in
turn, that of the local groups that inhabited the region. The relation between
the location that the location of the paintings and their geographic distribu-
tion, offers a perception of Mesoamerican symbolic space-time: yours center,
yours corners and its sacred hills that together with the rock pattern around
the Hualtepec, evidence the terrestrial surface, the terrestrial plane of the
Mesoamerican world.
Keywords: Mesoamerica, space_time sacred, worldview, landscape, rock art

245
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Introducción
El Valle del Mezquital se localiza en el estado de Hidalgo en un territorio
que cuenta con una geografía muy particular; se conforma por cadenas
montañosas, algunos valles y cañones, originados por diversas explo-
siones volcánicas que conforman una barrera territorial natural. Las
pinturas rupestres localizadas en dicha región comprenden más de 100
conjuntos agrupados en una región que circunda en una gran caldera
volcánica nombrada como el Hualtepec (López 1991; 1992). Conforme a
su contextualización arqueológica, las pictografías se ubican cronológica-
mente entre la época IV a V (900 a. C.) con una continuidad de la utilización
de estos espacios pictóricos hasta principios del siglo XVI (1519 d. C.).

Es una amplia zona integrada por cinco subregiones de gran


diversidad geográfica, una semidesértica y otra de riego. Sus límites del
Valle no son estrictamente geográficos, a veces son etnográficos, otros
botánicos o geológicos, aunque un último estudio parece acercar al Valle
del Mezquital y sus limites por medio de las descripciones de las fuentes
históricas y los patrones de asentamiento de los grupos que lo habitaron
(López, et al. 2006).

Los distintos íconos rupestres que se documentan en la zona de


asentamiento responderían a un esquema cultural dual de poblamiento y
formación socioeconómica de poblaciones azteca y hñähñü- otomí, con-
tenidas en pinturas en color blanco y una iconografía netamente mesoa-
mericana, donde el medio natural fue clave para entender su distribución
simbólica. Se plantea así, que el entorno natural es la representación de
un territorio reconocido como propio, pero sin la separación de cultura y
naturaleza. Estas representaciones rupestres funcionaron como símbolos
de identidad, donde las representaciones sociales reconocerían como
propios “lugares de determinación social” (Giménez 1996), simbolizando
una diferencia que fuese visible o ausente ante otros grupos (Fig. 1).

Al margen de cualquier tipología de representación del entorno


durante la época prehispánica, diversas culturas reconocían el altépetl y
altepeme, como las unidades que integra entidades políticas y territorios
estructurados (Reyes 2000), donde el entorno contenía una valoración
simbólica; es decir, formas en las rocas y en el relieve; arroyos, barran-
cas, y formaciones geológicas sugerentes en su ubicación, marcaban un
entorno para ser sacralizadas ritualmente como “un paisaje primordial”
(García 2001).

246
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

En concreto la
problemática de la cons-
trucción del entorno y su
relación con un espacio
de carácter simbólico
en la época prehispáni-
ca, parte de una extensa
investigación de estudios
previos más allá del his-
tórico y su comparación
con el entorno actual.
La elección del “paisa-
je”, entendido como esta
culturización del entorno,
fue la representación de
un territorio reconocido
como propio y con víncu-
los que aparecen en las
representaciones de ma-
nera constantemente, en
la función y simbolismo
de la representación del Figura 1. El Quincunce en los
rumbos del Universo. Códice
espacio. A partir de estas características geográficas y la relación del Fejérváry-Mayer.
territorio dentro de la religión, se indaga en cómo fue representado y
culturizado el entorno natural en un espacio prehispánico rupestre. Se
describe cuáles fueron las formas geológicas donde fueron pintadas, su
ubicación y su relación con otros elementos del entorno paisajístico, así
como la asociación con otros elementos arqueológicos para representar
la cosmovisión mesoamericana en el Valle del Mezquital.

Un estudio previo de la lectura de sitios rupestres del Mezquital


detalló que la relación de los conjuntos pictóricos conformaba diver-
sos esquemas de carácter ideológico en el que, gracias al sistema de
escritura inmerso en las pinturas, confería una distribución espacial
establecida por las relaciones de direcciones, primeramente, y esquinas
rituales con los cerros en torno a ellos; seguidamente de un punto cen-
tral confinado al cerro principal como representante del altépetl. Estos
conjuntos rupestres contenían así, los elementos o rasgos comunes para
definir la definición de espacio simbólico religioso del sustrato común
mesoamericano (Lara 2016).

247
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

El espacio-tiempo
La representación de la cosmo-
visión mesoamericana se visua-
lizaba a través de la religión, del
tiempo y del espacio: un proceso
por el cual un individuo adquie-
re recopila, almacena, recupera
y decodifica información sobre
ubicaciones relativas y atributos
de fenómenos en su ambiente co-
tidiano (Downs y Stea 2011: 313).

Dicho entorno fue parte


de una forma de apropiación de
regiones y fronteras simbólicas
en la red social que se reconoce
en el Valle del Mezquital. Estos
espacios se incorporaron en las
nociones tipológicas de su cos-
Figura 2. La representación del movisión; es decir, la articula-
espacio sagrado en el Valle del
Mezquital según López, Tavera ción de diferenciar y establecer parámetros mediante la ubicación de
y Botho (2005). símbolos para identificar territorios.

Conforme con Rodrigo Vilanova (2001) a la llegada de los mexicas


los altepeme, es decir, sociedades de menor tamaño, se reorganizaron y
resurgieron otros en pequeña escala. A pesar de la existencia de alianzas
matrimoniales entre aztecas y el resto de las sociedades mesoameri-
canas, con la idea de establecer dobles cabeceras de carácter político
económico, coaliciones y tributaciones, el hñähñü prehispánico fundó su
nueva cabecera en Xaltocan (López, Fournier y Paz 1988) como parte de
una identidad reforzada. Con ello, tanto las fronteras como los territorios
establecidos por los grupos locales en el Mezquital no fueron alterados
por las nuevas disposiciones mexicas; al contrario, dicho mantenimiento
logró una fuerte reafirmación de los hñähñü (López 2005) estableciendo
nuevos espacios simbólicos en la región.

Esta sacralización del espacio también se representó en la in-


finidad de conjuntos rupestres en las barrancas del Hualtepec (López
2005, 2007, 2010) en las que las manifestaciones rupestres fueron parte
de un código dinámico y en transformación, sin peligro de un cambio de
“identidad” (Bateson 1979).
248
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

Ante las evidencias de elementos culturales mesoamericanos


en la región, dichas manifestaciones rupestres fueron conferidas a los
grupos nahuas y hñähñü; tomando en cuenta que las pinturas relataban
festividades propiamente aztecas, pero que la identidad hñähñü se pro-
yectó tanto en la forma de pintar (Lara 2014), en otros ejemplos gráficos
prehispánicos de la región como los petrograbados y sobretodo, en el
detalle de las fiestas propias de dioses atribuidos a los Otomí- hñähñü y
su ubicación muy cercana a los centros y cerros ceremoniales.

Las investigaciones referentes al espacio mesoamericano des-


criben un territorio con un centro con una división cuatripartita, y con
dos divisiones de dos, donde pueden sobreponerse una a otra. Uno de los
ejemplos más representativos de la organización del espacio, se localiza
en el Códice Fejérváy-Mayer, manuscrito prehispánico que pertenece al
grupo denominado códices Borgia, siendo similar al Códice Laud. En su
tradición se encuentra una mezcla de los estilos mixteco, maya y nahua.
Su primera página hace evidente la división de cuatro rumbos: Oriente
(Tlahuiztlampa) por donde sale el Sol: el oeste (Cihutlampa) el rumbo
de las mujeres, lugar de las esencias femeninas, lugar de Xipe Tote y
lugar de Mixcoatl. Al norte (Mictlampa) lugar de los muertos, lugar de
Mictlantecuhtli y Mictlantecihuatl. Finalmente, al sur (Huitzitlampa) lugar
de las espinas, de la lluvia (Fig. 2).

Este espacio simbólico se le conoce como el Quincunce, que


cuenta con cuatro divisiones y cuatro esquinas, y cada una de estas di-
recciones se simbolizaba con un glifo emblema: el norte, el pedernal;
la casa, el occidente; el conejo al sur, y la caña al oriente (López 1980).
Según las investigaciones realizadas dentro de la región del Valle del
Mezquita acerca de la estructura del cosmos mesoamericano, López
argumenta que, para los grupos prehispánicos el espacio estaba dividido
en una especie de cruz o de X, con un centro llamada flor Tutu: “El centro,
el ombligo, se representa con una piedra preciosa horadada, en la que
se unían cuatro pétalos de una gigantesca flor” (López 2006: 5) (Fig. 3).

Esta asociación de humanos con el lugar y las localidades pai-


sajísticas que definieron a diversos intereses políticos, sociales e ideo-
lógicos, se representaron en distintos contextos a través del tiempo y
el espacio. Estas zonas fueron separadas por agrupaciones espaciales,
pero también por un centro geográfico, en este caso, un cerro (caldera
volcánica) llamado actualmente Hualtepec y que fue “designado” como
sagrado a través de los mitos de fundación.

249
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Para comprender la cosmovisión de cómo se percibió el espacio


mesoamericano en el área de las pinturas rupestres y su entorno geográ-
fico y en los distintos contextos prehispánicos, se considera una serie de
aspectos que pueden ser tomados en cuenta desde una teoría cognitiva.

En primer lugar, entendemos que el entorno debía de cumplir


ciertas características para ser establecido como un lugar con conno-
taciones religiosas. Se referencia un lugar ceremonial a un cerro que,
por sus características geomorfológicas, ubicación y relación con otros
elementos naturales (como el agua) fuese este el elemento central para
la traza de los altépetl, y sus representaciones simbólicas.

Las limitaciones de este espacio en realidad no son visuales


territorialmente, aunque la “circunscripción” de la traza simbólica pudo
ser representada por cerros de menor tamaño y/o centros ceremoniales,
es decir, elementos naturales de carácter secundario que también fueron
sacralizados y fundados internamente en el territorio de cada altépetl, o
en esta región, de la doble cabecera prehispánica.

Sobre el terreno donde se localizan las manifestaciones rupes-


tres, las barrancas forman micro espacios de delimitación al interior de
los conjuntos, por ejemplo, abrigos junto a pozas con agua de temporal
cerradas por el final de la barranca y que conforme a sus ubicaciones la
interpretación sugiere que dichos espacios geográficos fueron utilizados
como fronteras liminales para “hacer entender” una lectura de tiempo y
una continuación de un espacio diseño para representar a su vez, cuatro
puntos cardinales con relación al establecimiento de la ubicación de los
abrigos rocosos. Así, el carácter del entorno conformó una serie de pa-
trones simbólicos dado por cuatro rumbos del universo espacio temporal.

Por otra parte, la definición de altépetl como “agua-montaña” es


una fuerte razón para establecer los elementos de dos sentidos o direc-
ciones, uno vertical y otro horizontal. Y finalmente la configuración de un
cerro, como representación de altépetl y su significación como axis mundis.

El entorno entonces tiene una fase de designación donde la


geografía es elegida y a su vez “excluida” simbólicamente.

Dentro de esta primera fase, se delimitó el área elegida que


incluía la localización de todos los conjuntos rupestres. La distribución
por medio de barrancas, mesas y pequeños cerros elegidos como límites
liminales, se conjuntan con las mesas donde se localizan los centros cere-
250
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

Figura 3. Distribución de los


conjuntos rupestres alrededor
del Hualtepec. Imagen
moniales. La división por área de las barrancas rupestres sirvió para que modificada de Google maps.
la lectura de los conjuntos se limitara también con la geografía y permitió
observar las “ausencias” de conjuntos rupestres en barrancas, elección
de soportes, pero, sobre todo, espacios que conducen a una limitación
de dichas áreas para formar cuatro espacios religiosos.

Esta cosmogonía se introduce en las manifestaciones rupestres


como una representación de un sistema de escritura, que expone la forma
en la que fue identificada y transformada la naturaleza.

El Hualtepec: el cerro sagrado y mítico del centro


En Mesoamérica se han atribuido eventos de carácter religioso a los
cerros, escenificados como el altépetl. Sus características geográficas
establecen que los espacios del cielo, los niveles del inframundo y a su
vez lo terrestre se representaban en la realidad donde se sacralizaba
dicho cerro. Las montañas se consideraban “el corazón de la tierra”, el
Tlalokan, lugar ubicado al oriente en el que habitan los dioses creados
251
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 4. El cerro principal


y sus cuatro cerros en cada y se depositan grandes riquezas (López Austin 2003) Johanna Broda en
esquina. Todos con presencia su investigación acerca de los cultos a los cerros de grupos indígenas
de pintura rupestre a su
alrededor. actuales, compara dichas expresiones en las que “El culto prehispánico,
tenía una estrecha relación con la naturaleza […], existe una relación dia-
léctica entre el desarrollo de la observación concisa de la naturaleza y su
transformación a partir de cierto punto, en mito y religión” (Broda 1991: 462).

Uno de los elementos más importantes en el paisaje simbólico


donde se ubican las manifestaciones rupestres fue el cerro o caldera
Hualtepec, considerado como el cerro mítico del Coatepec (López y Gelo
1998) y descrito en las fuentes históricas como el lugar mítico del naci-
miento de Huitzilopochtli.

Investigaciones anteriores localizaron en la cima de la caldera


Hualtepec-Coatepec, un sitio arqueológico conformado de dos pequeñas
prominencias naturales con espacios de agua y con dos estructuras que
dividen el espacio “a través de dos conjuntos unidos por una larga calzada
orientada al norte” (López y Fournier 1992), definiendo sus ejes, su centro
y sus esquinas.
252
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

La aplicación simbólica del modelo espacial de los pueblos me-


soamericanos en el Hualtepec/ Coatepec, funcionó no solo como la ele-
vación más representativa del paisaje (por su prominencia, su ubicación y
sus afluentes permanentes) y representante del centro territorial, el axis
mundis; sino que además fue sacralizado para simbolizar la Tlaltícpac
(la Tierra) y sus cuatro esquinas orientadas a la figura del quincunce,
(Lara 2016) (Fig. 4).

El Hualtepec desempeñó su papel de altépetl como centro natu-


ral que es “transformado” simbólicamente con la construcción del centro
ceremonial. A partir de este centro la lectura toma forma al incluir los
conjuntos rupestres y los cerros que funcionaron como esquinas.

Los cerros secundarios en cada esquina


A partir de la distribución de las pinturas en las barrancas del Hualtepec,
y la caldera misma, fue interesante observar que algunos de los con-
juntos que pertenecen a un mismo “diálogo” de lectura (Lara 2016), se
distribuyen alrededor de cerros y mesas.

Fernando López (2009) registra en los cerros el Calvario, las


Cruces, la Cruz, Colorado, de las Brujas, Ñatú, Maravillas y Nopala,
adoratorios prehispánicos que pudieron funcionar como cerros sagrados.

A partir de los límites que forman la distribución de las pinturas,


se interpreta que los siguientes funcionaron como esquinas: la parte
superior del Cerro Bothé y la Mesa de Tecozautla, lugares donde se
ubican centros ceremoniales como Pahñü. En su extremo contrario se
localiza el cerro Xithá, sagrado y utilizado por comunidades indígenas
hoy día, para sus ceremonias y también un pequeño cerro, El Bahjí. En
la parte inferior, los límites son marcados por cerro La Estancia y cerro
Tezcaltepec (Fig. 5).

Dentro de la cosmogonía azteca, el Tezcaltepec fue mencionado


por Bernardino de Sahagún como el cerro donde se realizaba la “gran
cacería” durante la celebración del Quecholli. A raíz de un estudio a pro-
fundidad de todos los conjuntos rupestres, la ubicación de dichas pinturas
que celebraban la festividad del Quecholli (Lara 2016), es justamente en
las inmediaciones de un cerro nombrado con este calificativo. Con lo que
respecta al cerro La Estancia creemos que tuvo su nombre nahua hasta la
253
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. La delimitación
de los cuatro cuadrantes, su
centro y su división interna época colonial. Aunque no tenemos por el momento dicho dato, es impor-
divina, como representación tante recalcar que los elementos dedicados a Tláloc se localizan en este
del quincunce en el Mezquital.
promontorio, y que al igual que el Cerro Juárez son elevaciones que según
Jaime Cedeño (1997) marcaban un punto de carácter astronómico desde el
centro ceremonial el Pahñü. Además de la limitación espacial con un asen-
tamiento o los centros ceremoniales de dos cabeceras, antes mencionada.

Las referencias en torno al Coatépetl no solo míticas sino tam-


bién geográficas, pudieron hacer de éste el lugar central para la posición
de los conjuntos rupestres. Su altura y su característica visualización a
lejanos territorios fueron evidentes para los grupos que habitaron cerca
al macizo rocoso, añadiendo otros cerros menores como parte de un
espacio sagrado.

La distribución de los elementos rupestres conllevó a una lectura


de interpretación que configuraba las festividades del calendario azteca
mesoamericano (Lara 2016). Cada una de las festividades estaba dedicada
a cada Dios y su complejo. Con ello se estableció que, si cada agrupación
establecía un mes, también fundaba una orientación del Tonalpohualli y
por ende a espacios limitados para dicha simbología.
254
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

Así el entorno natural fue clave para dichas disposiciones sim-


bólicas. Primeramente, se localizaron coincidencias o características
por conjunto rupestre, patrones en cuanto a la lectura macro de diversos
conjuntos rupestres y su delimitación geográfica y posteriormente con-
llevó al manejo del espacio correspondiente a cada rumbo del universo,
teniendo en una “orilla” un centro ceremonial y del otro extremo los inicios
del cerro Hualtepec. Con todas estas agrupaciones de los conjuntos por
áreas: Mandodo, Xindho, Huitsí y Dextha se demostró la división de cuatro
espacios o la estructura básica del universo mesoamericano (Fig. 6).

La representación agua/fuego: El cerro mítico


El altépetl, cerro sagrado, fue la máxima representación del espacio
mesoamericano. Significaba el poblado, la ciudad, la frontera, el límite y
también el símbolo religioso más importante. Lo que describe la imagen
del altépetl es un cerro con una organización simbólica dividida en dos:
agua y tierra; el lugar de fundación y el lugar sagrado.

Según Federico Fernández el altépetl posee cinco características


en el entorno simbólico:
1. Es un microcosmos que reproduce la estructura general del
universo, es decir el centro.
2. Es una entidad de larga duración, que al ser transmitido por
generaciones puede convertirse en pueblo.
3. Es un espacio modelado tanto por la naturaleza, como por
la cultura.
4. Es una extensión física más o menos medible con elementos
igualmente constatables por medio de los sentidos.
5. Posee una escala humana, es decir, es movible (Fernández
2006: 239).

Añadiríamos entonces que la estructura del quincunce también


fue reflejada en diversas microescalas donde la cosmogonía del entorno
fue vista en todas las manifestaciones culturales de la sociedad.

En relación con el contexto geográfico en las comunidades indí-


genas existe una tendencia a dividir de forma bipartita como lo cultural y
lo natural, que no corresponde en realidad a ninguna expresión humana.
Así una cosmología rupestre podría entenderse como “una organización
del mundo dentro de la cual los “existentes” mantienen cierto tipo de re-
255
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 6. El altépetl Coatepec.


Códice Ramírez
lación” (Descola, 2005) y que influye directamente en el desarrollo de los
pueblos y sociedades prehispánicos sin encontrar una división tajante de
ambos. En el aspecto arqueológico, las interpretaciones pueden entonces
girar en torno a que los mesoamericanos entendían su espacio no sólo
con observaciones astronómicas, sino que culturalmente posicionaban
y erigían rumbos para un ordenamiento territorial.

En la pintura mesoamericana, tanto en códices como en piedra,


se representa el altépetl como un cerro dividido en dos partes: la parte
acuática que se localiza en la parte inferior con íconos de peces y agua; y
la Tierra, con símbolos de serpientes, glifos del lugar y la tierra o rocas en
la parte superior. En el códice Ramírez, Cohuatepec fue la reminiscencia
del lugar de origen de los aztecas llamado Cerro de las Serpientes. En
Coatepec de esta región es el Hualtepec y se propone que las serpientes
fueron los desagües que se producían en las barrancas (Fig. 7).

El Coatepec- Hualtepec representaba así, no sólo un punto geo-


gráfico, sino su conjunción de Tlaltícpac y Ateotl (Fernández 1998), “agua
divina” que divide el arriba, el cielo y los elementos de fuego con el mundo
256
El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

de abajo y los elementos


de agua. Aunado a ello,
los elementos rupestres
dedicados a los dioses del
complejo de Xiuhtecuhtli,
tierra y fuego se localiza-
ron en la parte superior,
mientras que los elemen-
tos acuáticos dedicados
al complejo de Tláloc se
ubican en la parte inferior
(Lara 2016).

La aplicación
del espacio simbólico se
Figura 7. Representación del
aplica a que el Hualtepec sin duda funcionó como el altépetl mítico de altépetl rupestre a través de
la región del Mezquital y según López el antiguo Coatepec. Aunque pro- la división del espacio agua-
bablemente sea también el Coahuatepec de la región, que junto con fuego.

las pinturas funcionaron como parte de una estructuración del espacio


mesoamericano por el atl tlachinolli, es decir el agua fuego, el arriba y
abajo y las cuatro divisiones del quincunce.

Así, la geografía ha ofrecido una importante articulación espacial


de las reacciones a la diferencia, ya que, en la cosmovisión prehispánica,
la elección de la naturaleza era cultural.

La iconografía rupestre integró evocaciones narrativas, reflejan-


do una parte de la vida y sus diversos eventos. Son fundamentalmente
simbólicos, imaginativos y en conjunción o sin vínculos explícitos.

Son también la figuración de paisajes, de vegetación, de despro-


porciones constantes entre las figuras animales y humanas, así como
una infinidad de signos geométricos; es decir, son formas donde las
palabras que representan están detrás de cada uno de ellos. Montañas,
templos, personajes míticos, paisajes rupestres, grutas, abrigos y cuevas
conducen a la interpretación espacio temporal y a la identificación de una
codificación. Intrínsecamente, esta cosmovisión fundada entre los grupos
ya establecidos en los territorios, los aztecas y los hñähñü- otomí, tenían
claro el simbolismo de un espacio natural para ser fundado.

Así, las manifestaciones rupestres detallaron toda la concep-


ción simbólica del espacio mesoamericano en un lenguaje codificado.
257
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Primero debemos entender las pinturas como emblema del calendario


mesoamericano, y, por otro lado, marcar los dioses y sus festividades en
su cosmogonía. A partir de estas deducciones, los usos de la escritura
pudieron depender del carácter restrictivo y sagrado como del ritual y/o
el uso público que se desarrolló en el área rupestre.

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El entorno natural como representación del espacio mesoamericano... | Aline Lara Galicia

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259
El camino de los días: las representaciones rupestres
del movimiento solar en Xihuingo
y otros sitios del sur de Hidalgo (México)
Alfonso Torres
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Centro INAH-Hidalgo (México)

Carlos A. Arriaga
Universidad Nacional Autónoma de México. Posgrado en Estudios
Mesoamericanos (México)

Resumen
Desde el 2008 comenzamos un proyecto de registro y estudio de la grá-
fica rupestre presente en el sitio arqueológico de Tepeapulco, también
conocido con el nombre de Xihuingo, así como el registro y comparación
con motivos rupestres de la cultura Xajay en el sur y occidente del estado
de Hidalgo, en el norte del Altiplano Central Mexicano. A partir de 2012
tuvimos la oportunidad nuevamente de realizar prospección de superficie
con motivo de la construcción de la presa El Yathe donde se registraron
más de una cincuentena de sitios con gráfica rupestre. Este trabajo trata
acerca de estas representaciones gráficas rupestres, sus semejanzas y
diferencias con otras representaciones gráficas del movimiento solar, así
como su relación con las concepciones del espacio-tiempo calendárico
en la Mesoamérica prehispánica.
Palabras clave: México central, gráfica rupestre, astronomía cultural.

Abstract
In the year 2008 we started a project of recording and study of rock art in the
archaeological site of Tepeapulco, also known by the name of Xihuingo, as well
as recording and comparison with the rupestre motifs of the Xajay culture in the
south and west of the state of Hidalgo, in the North Central Mexican Plateau.
Furthermore, in the year 2012 we had the opportunity again to perform surface
survey by reason of the construction of the dam El Yathe where more than
fifty sites with rock graph were recorded. This paper discusses these parietal
graphical representations, their similarities and differences with other graphic
representations of solar motion and its relation to the concepts of space-time
calendrical in prehispanic Mesoamerica.
Keywords: central Mexico, graphic rock, cultural astronomy

260
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

Introducción
En la porción meridional del estado de Hidalgo se localiza el sitio arqueo-
lógico monumental de Tepeapulco, también conocido localmente como
Xihuingo y que, amén de ser un importante asentamiento del periodo
Clásico con una extensión del alrededor de 1.05 km (López Aguilar 1988),
destaca también por la amplia presencia de numerosos monumentos
grabados rupestres, así como un par de paneles de gráfica pintada loca-
lizados sobre las paredes y conjuntos rocosos que conforman el paisaje
cultural del sitio. Xihuingo destaca por tener la mayor cantidad de petro-
grabados asociados a un sitio arqueológico monumental conocido en el
estado de Hidalgo, los mismos que han sido estudiados desde fines de
la década de 1970 por diversos investigadores; en especial por el finado
Mathew Wallrath y colaboradores quienes han reportado la existencia
de más de mil petroglifos en el sitio (Galindo et al. 1997 y 2002; Lorenzo
1991; Sánchez 2007, 2015; Wallrath 2001; Wallrath y Rangel 1991).

En el año de 2008 propusimos ante el consejo de arqueología un


proyecto de investigación que permitiera elaborar el catálogo completo,
tanto de los monumentos grabados en piedra como de los motivos grá-
ficos rupestres en su totalidad (cf. Torres 2008); todo ello con el fin de
tener elementos para la discusión de las tradiciones gráficas rupestres
presentes en el sitio, su comparación con otras prácticas gráficas en
el estado de Hidalgo, así como el análisis de los temas y motivos, pues
suponíamos, como se ha señalado en otras partes (Sánchez 2007, 2015),
que el sitio presenta una variabilidad temática que rebasa el tema de las
cruces punteadas que le son tan preciadas.

261
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1.- Vista de la


pirámide principal del sitio
arqueológico de Xihuingo,
Tepeapulco, Hidalgo. Desde finales del 2008 hasta mediados del 2010, llevamos a cabo
temporadas no continuas de trabajo de campo que estuvieron enfocadas
en el registro de la gráfica rupestre presente en el sitio de Xihuingo y sus
alrededores. En estos trabajos se registraron un total de 145 monumen-
tos y 486 motivos gráficos rupestres (Torres y Arriaga 2012). Ya en otro
trabajo hemos presentado avances del estudio acerca de los registros
calendáricos del sitio (Torres y Rodriguez 2012). En esta ocasión pre-
sentaremos los motivos rupestres de Xihuingo y otros sitios del sur del
estado de Hidalgo que creemos vinculados al concepto del camino del
sol por la bóveda celeste, tanto en su recorrido diario como en su ciclo
anual (Fig. 1).

Uno de los motivos que aparecen en este sitio y que no había


sido reportado hasta el momento es el que hemos denominado “edifi-
cación escalonada” o bien simplemente “escalera”. Este se encuentra
estrechamente vinculado a diseños tipo motivos circulares, en un caso
en su variante de círculo simple y en otros en la variante conocida como
“pocitos”. Ambos tipos de motivos, las escaleras y los diseños circulares,
se encuentran generalmente elaborados mediante la técnica del raspado
y se están representados en 13 de los monumentos grabados rupestres

262
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

Figura 2.- Escalinata y


oquedades en el monumento
XIH092 de Xihuingo.

Figura 3.- Escalinata y pocitos


en el monumento XIH098 de
Xihuingo.

del sitio, es decir, en poco menos de 10 % del universo conocido rupestre


grabado de Xihuingo (Figs. 2 y 3).

Tal como se puede apreciar, la asociación más recurrente es la de


escaleras con pocitos y al menos dos veces aparece el diseño escalonado
en relación con el motivo de la cruz punteada: una vez con diseños antro-
pomorfos que resultan ser representaciones de deidades agrícolas y en
un par de ocasiones con elementos curvilíneos abiertos. Su significado,
sin embargo, puede ser propuesto sobre todo a partir de su asociación
contextual con los elementos gráficos circulares tipo pocitos en nueve
de los trece casos (Tabla 1).

263
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Propuestas de función y significado


de las pocitas en el centro de México
No es la primera vez que es reportada en el centro de México esta aso-
ciación de escaleras grabadas y pocitos. Se le halla en sitios tan diversos
como el de Santa Cruz Acalpixcan en Xochimilco (Cook 1955; Zimbrón
1992), en el Cerro Metécatl en Tetzcotzingo, Estado de México (Domínguez
2007) y en San Miguel Ixtapan, Estado de México (Hernández 2009) entre
otros. También en el occidente y centro-norte de México se ha localizado
este complejo de escalinatas y pocitos, específicamente en el suroeste de
Guerrero, sur de Guanajuato y Querétaro asociados a la tradición grabada
Lerma (Hyslop 1975; Oettinger 1983:72 y foto 8; Viramontes 2006).

Tabla 1. Presencia del motivo “escaleras” en la gráfica rupestre de Xihuingo


y su asociación contextual con otros elementos gráficos.
Petrograbado Escalera Círculo Simple Pocito Cruz Punteada Curvilíneo Antropomorfo
XIH061 X X
XIH063 X X X
XIH064 X X
XIH066 X X X
XIH069 X X
XIH091 X
XIH092 X X
XIH093 X X
XIH098 X X
XIH099 X X
XIH104 X X
XIH110 X X
XIH145 X X

Dos propuestas se han realizado básicamente para acercase al


uso y el significado de dicha asociación. La primera es la que adelantó
la arqueóloga Cook de Leonard (Cook 1955) a mediados de los cincuenta
en relación con los escalonamientos y pocitas de Santa Cruz Acalpixcan,
para los cuales desecha el carácter de maqueta o de representación ar-
quitectónica realista del petrograbado. Ella lo interpreta como un espacio
o locus ritual de tradición prehispánica y relaciona específicamente las
pocitas con una práctica ritual referida por Hernándo Ruiz de Alarcón a
principios del siglo XVII entre los penitentes nahuas. Asimismo, propo-
ne que los pocitos de la maqueta de Acalpixcan sirvieron para verter la
sangre de los penitentes en los actos de autosacrificio ritual.

264
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

La segunda propuesta acerca del significado de las escaleras y


pocitas es que éstos sean representaciones en miniatura de un sistema
agrícola de terrazas, canales y pozos. Las representaciones tipo pocitas
servirían como pequeños recipientes para recoger el agua de lluvia y fun-
cionan simbólicamente como representaciones de un sistema hidráulico
durante las temporadas de lluvias (Zimbrón 1992:62). Esta propuesta de
asociación de pocitas y escalinatas con la temporada de lluvias parece
reforzarse por la asociación de estas últimas con representaciones de
deidades agrícolas, así como su presencia en sitios con conocidos sistema
de riego y canalización como es el caso de Tezcotzingo en el Estado de
México, o bien de recursos freáticos potenciales y/o manantiales como
en las pocitas de Texcoco, Acalpixan y San Miguel Ixtapan (Hernández
2009). En Xihuingo, al menos en el monumento XIH061, la imagen de la
escalinata aparece asociada a una representación de Tláloc y a otra de
Chalchitlicue, es decir, la escalera aparece vinculada a una forma de las
deidades de la temporada de lluvias. Sin embargo, el pocito no aparece
en este monumento. En ese sentido, y como complemento a la propuesta
de la representación tipo maqueta de un sistema hidraúlico en miniatura,
López Austin (citado en Hernández Rivero, 2009:25) señala que para el
caso de la maqueta de San Miguel Ixtapan —y por extensión agregamos
aquí el sistema escalinatas-pocitas— pudieron haberse tratado de altares
dedicados a deidades relacionadas con el agua.

La idea de que el motivo rupestre de escaleras y pocitas grabado


en el paisaje rocoso del centro de México fuera un locus ritual donde no
solamente se realizaban ceremonias propiciatorias para el advenimiento
de las lluvias, sino que algunos de esos lugares fueran también utilizados
como sitios de observación astronómica fue adelantada por Zimbrón
(1997). Rivas (2006) por su parte propone que ese conjunto de motivos
rupestres eran señales que formaban parte de los antiguos circuitos
rituales donde se llevaban a cabo diversas ceremonias periódicas de
acuerdo con las fechas del calendario agrícola mesoamericano. Estos
lugares también servirían como “mesas de ofrenda” o altares para co-
locar en ellos todos los elementos sacros del ritual de petición.

Debe señalarse que existe una tercera propuesta de interpre-


tación específicamente para el uso de las pocitas por parte de Rivas
Castro (s/f) y es que estas pudieran haber funcionado en ceremonias
propiciatorias nocturnas y que, al verter en ellas agua, funcionarían como
espejos donde se reflejaran los conjuntos de estrellas y astros. Rivas
Castro y Lechuga van más allá, incluso, y proponen el uso de algunas

265
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

de las pocitas como representaciones de cuerpos celestes nocturnos; es


decir, constelaciones y estrellas, como interpretan el petrograbado del
Cerro del Cabrito que representaría a la constelación azteca del Xonecuilli
(Rivas y Lechuga 2002).

Una propuesta figurativa de las pocitas


en el sistema escalinata-pocitas de Xihuingo
Debemos señalar que el motivo de este capítulo no es solo reportar la
presencia del complejo escalinata pocitos sino señalar el valor de repre-
sentación que tiene el motivo circular. En las hipótesis planteadas por
los autores citados se da una significación al pocito como contenedor de
líquidos -sea este sangre, agua o pulque incluso- pues, en los ejemplos
mencionados por los especialistas, las pocitas se hallan labradas sobre
una superficie horizontal, por lo general en la parte superior de las
escalinatas, y presentan ciertas dimensiones que las hacen funcionales
para tal fin. Esta horizontalidad y tamaño de las pocitas refuerzan el
argumento funcional de su interpretación y soslaya un poco el carácter
figurativo que tiene la misma.

En el caso de Xihuingo, las pocitas asociadas a escaleras no


se hayan mayoritariamente en posición horizontal (Fig. 5). De los nueve
ejemplos localizados en Xihuingo solo XIH066 y XIH098 tienen pocitos
colocados en posición horizontal. Es más, las pequeñas depresiones
circulares de las escalinatas de Xihuingo apenas podrían ser calificadas
de pocitos pues, en la mayoría de los casos, no rebasan el medio centí-
metro de profundidad y los 2.5 a 3 centímetros de diámetro. En los casos
de los pocitos ubicados en posición horizontal, tanto el tamaño como la
profundidad de las depresiones aumentan comparativamente. En ese
sentido, la mayoría de las depresiones circulares asociadas al complejo
escalera-pocitos en Xihuingo parecen tener un valor más representacio-
nal que funcional, esto es, que no pueden servir como repositorios de
líquidos tanto por su posición inclinada como por sus escasas dimensio-
nes y profundidades.

A pesar de su posición mayoritaria no funcional, los círculos


representados en el sistema escaleras-pocitos de Xihuingo, aunque no
estén en posición horizontal aparecen siempre en la sección superior a la
escalera en un tramo donde ya no se representa la escalinata o bien la de-
presión circular aparece sobre la escalinata en el último tramo superior.

266
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

Solo en un caso, el pocito XIH099


aparece en posición inferior a la
escalera. Se nota que existe en-
tonces una intención de colocar,
a pesar de la no horizontalidad
los elementos circulares, en una
posición preferentemente en la
parte superior de la escalera.

Si no existe una función


exclusivamente repositoria del
pocito en los petrograbados de
Xihuingo ¿que representa enton-
ces este elemento circular aso-
ciado a la escalera o escalinatas?
De acuerdo con las propuestas
previas, se piensa en el pocito
como la representación de ma-
nantiales o pozos como señala
Zimbrón (1992), o bien como po-
sible representación de cuerpos
celestes, específicamente cons-
telaciones o estrellas (cf. Rivas
s/f). En el caso de Xihuingo los
elementos circulares asociados
a las escalinatas no rebasan por
lo general el número de uno por
escalinatas, o, cuando mucho
dos por escalinata como sucede
Figura 4. Representación del
en XIH092b y XIH104. El número se dispara a cinco precisamente en el binomio escaleras y pocitos
único ejemplo que tenemos de escalinatas con pocitos horizontales y en el sitio arqueológico de
Xihuingo
que presenta, además, una inclinación en el talud donde se representa
la escalinata (XIH098). Es decir, el número de elementos circulares aso-
ciados a las escalinatas es demasiado bajo para considerar la hipótesis
de una representación tipo constelación.

Si de un cuerpo celeste se trata, la representación del elemento


circular de las escalinatas solo puede tener dos candidatos: la luna y el
sol. La concepción de las pocitas como repositorios de agua a semejanza
de la luna, que en la tradición religiosa mesoamericana aparece como
vasija de agua tal como nos señalan los códices y la etnografía indígena

267
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

(cf. Torres 2004:162-166), es muy sugerente, pues está en concordancia


con la hipótesis general del uso ritual propiciatorio de las lluvias que se
ha propuesto para el complejo escalinatas-pocitas.

Otra posibilidad que explica mejor, a nuestro entender, la aso-


ciación entre pocitas y escalinatas en Xihuingo es que el elemento re-
presentado por la pocita sea el numen solar; hipótesis ya adelantada por
Joseph Mountjoy (1987:41) para explicarse la presencia de esta forma
rupestre en el Occidente de México: “el pocito parece ser la forma más
sencilla de representar el ojo o la cara del dios solar (entre los huicholes),
así como al sol mismo”. De acuerdo con esta hipótesis, si el pocito vertical
u horizontal representa al numen solar, entonces la escalinata asociada
a éste representa el camino de ascenso del sol en su devenir diario a la
posición del medio día o, bien, a su posición cenital. Veamos con cuidado
ambas hipótesis.

La asociación escalinata-numen solar


A favor de la hipótesis de la escalinata como representación del camino
del sol se encuentra la descripción de los tzotziles de San José Larrainzar
en Chiapas y que fue descrita por William Holland en la década de 1960,
donde se describe que “...el cielo es como una enorme montaña (o pirámide)
con trece escalones, seis en el oriente, seis en el poniente y el decimotercero
escalón en medio formando la punta del cielo” (Holland 1963:69 citado en
Leon Portilla 1986:145). Por este cielo escalonado recorre el sol un ca-
mino lleno de flores y va avanzando un escalón cada hora hasta alcanzar
el cenit o corazón del cielo (León-Portilla 1986:145-146).

Dada esta concepción del cielo como una pirámide escalonada


por la que cada día tiene que ascender el sol, y debido a la importancia
de la simbología solar para las sociedades agrícolas mesoamericanas, no
es extraño que hayan existido rituales donde se representaba el ascenso
del sol por la escalera del cielo y su posterior descenso al inframundo.
León Portilla señala, citando a Fray Diego Durán, que en el recinto del
Templo Mayor de Tenochtitlan existía una pequeña pirámide escalonada
dedicada al sol donde sacrificaban a un representante del sol que figuraba
el ascenso y descenso diario del astro (Durán 1951, Tomo I, Cap. XXIII, p.
197-198 cit. en León-Portilla 1986:146). De acuerdo con Krickeberg, los
antiguos mayas representaban esas escaleras solares como estructuras
piramidales en miniatura hechas de tierra o madera, las cuales ponían en
268
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

sus templos para celebrar fiestas especiales (Krickeberg 1961, citado en


León-Portilla, 1986:147). En el ámbito de la iconografía mesoamericana
debemos recordar la imagen ya señalada por Furst y Scott (1975) acerca
del disco solar en medio de dos estructuras escalonadas que aparece
en el dintel norte del patio I del Grupo del Arroyo en Mitla, Oaxaca (cf.
Seler 1904 citado en Furst y Scoot 1975). Muy probablemente se trate
de la representación del sol en su recorrido por el cielo escalonado tal
como aún lo perciben los mayas.

La concepción de recorrido solar como un ascenso y descenso


por un cuerpo escalonado o escalera se encuentra también en el no-
roccidente de México, entre los huicholes. Un objeto ceremonial de los
huicholes recuperado por Lumholtz, refleja esta idea del ascenso solar:
se trata de una escalera de piedra (cf. Lumholtz 1900:62, figura 49, ci-
tado en Mathiowetz 2011:1255). De acuerdo con Lumholtz, la escalera
significa viaje; cada grada una etapa de la jornada del dios solar. Por otro
lado, en la colección Preuss del Museo Etnológico de Berlín se localiza
una pirámide escalonada de madera de origen huichol, pintada en los
colores de rojo, amarillo y negro (cf. Valdovinos y Neurath 2007:51). A
decir de Preuss estas pirámides escalonadas “...simbolizan el ascenso
y descenso del sol en el cielo” (cf. Preuss 1998:196 citado en Jáuriegui y
Magriñá 2007:70). León Diguet señala entre los huicholes esta asociación
entre las estructuras piramidales pequeñas y los adoratorios dedicados
al sol (cf. Diguet 1899 citado en Jáuriegui y Magriña 2007). De acuerdo
con las concepciones de los huicholes del cosmos “...la escalera le sirvió
al padre-sol para salir del mar cuando nació”. A la escalera los huicholes
la nombran como imumui (escalera) y es la que usó el padre sol para
salir del mundo subterráneo trepando por ella (cf. Zinng 1982 tomo II).

Asimismo, esta asociación entre el sol y las escaleras aparece


también entre los otomíes del sur de la Huasteca, en especial en la
ceremonia de la Santa Cruz del 3 de mayo. La cruz principal de la cere-
monia es la llamada cruz de Cristo hecha con la madera rojiza del árbol
Möint ‘tzá —el árbol del corazón— y de esta cruz se entiende que “... es
la escalera por donde Cristo ascendió al cielo para convertirse en sol, en
el amanecer del mundo” (cf. Lazcarro 2014). En este y todos los rituales
otomíes de la región la ofrenda baadëni, “ofrenda de flores”, es también
conocida con el nombre de escaleras y se entiende que representan
la escalera por donde el Cristo-Sol ascendió al cielo. Estas ofrendas
de escaleras son por donde suben las plegarias que van de la tierra al
cielo y se supone que cuantas más escaleras haya, mayor es la fuerza

269
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

y el poder de la plegaria. La escalera celeste y el ascenso del sol es


entonces una asociación presente aún entre los grupos otomianos en
tiempos actuales y, muy posiblemente, en los tiempos prehispánicos no
fuera una concepción desconocida entre los grupos otopames del centro
de México.

El pocito como representación solar


Joseph Mountjoy fue el primero en relacionar los pocitos con la iconogra-
fía solar en el ámbito de los petrograbados de Occidente. De acuerdo con
sus observaciones, el pocito simple y aislado era la manera más sencilla
de representar el concepto de cara del sol, ojo del sol o al sol mismo.
En su forma más elaborada, el pocito aparece como elemento central
de una serie de diseños que él comparó con los esbozos huicholes que
reporta Lumholtz para el escudo del padre sol (1900: figuras 119-120
y 121-131 citado en Mountjoy 1987:41). En el análisis del simbolismo
huichol Lumhotlz (1900:223 citado en Mountjoy:1987) relacionó el diseño
circular con representaciones solares, ya sea en asociación con círculos
concéntricos o con diseños radiales, pero Mountjoy señala también la
relación de los pocitos de Tomatlán no solo con los diseños anteriores
sino con diseños antropomorfos o bien en el centro de una espiral. Todos
estos pocitos simples o en asociación con otros diseños representan para
Mountjoy el numen solar.

Resulta interesante que el mismo Mountjoy (1987: figura 3.10


citado en Mathiowetz 2011:1255) ha propuesto también la presencia del
complejo escalera-sol en la gráfica rupestre de la costa de Nayarit en
tiempos tan tempranos como el periodo Clásico (200-600 d. c.). Al igual
que en el sitio de Xihuingo los motivos circulares presentes en el sitio
de La Coba se presentan por lo regular en número de uno y se hallan
colocados en la parte superior de representaciones de escalinatas en
las paredes rocosas del sitio. Los pequeños círculos grabados tanto de
la costa de Nayarit como los de la mayoría de Xihuingo son solitarios y
simples, y no presentan otros elementos gráficos que permitan identifi-
carlos como soles, de ahí que la propuesta de Mountjoy —y por ende la
que aquí se presenta— se considere endeble (cf. Mathiowetz 2011:265)
y está sujeta a debate.

A favor de que el círculo simple simboliza en principio al astro


solar o a un aspecto de este en cierta tradición iconográfica mesoame-
270
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

ricana, tenemos la asociación del círculo simple a otros elementos que


han sido también propuestos como signos que representan simbología
solar (Vega 1984). Como argumento básico tenemos la presencia del
círculo simple como elemento central del signo del sol tanto en la tradi-
ción de petrograbados de Tomatlán en el occidente de México, como en
la iconografía del Códice Magliabechiano (cf. Mountjoy 1975; Vega 1984).
También encontramos el círculo simple que se presenta en ocasiones
en relación al signo ilhuitl —fiesta, día—, tal como se puede apreciar,
por ejemplo, en la lámina 1 del Códice en Cruz de la región texcocana
(Códice en Cruz: Lám. 1). El círculo simple es también constitutivo de
otro importante glifo de simbología solar que es el tonalli o tonallo que
está constituido gráficamente por cuatro elementos circulares y que se
encuentra asociado al concepto de tona, el destino y el calendario sa-
grado (cf. Códice Mendocino Lámina 7; Cf. Johansonn 2003). Desde otra
perspectiva, el círculo simple denota el paso del tiempo, el curso de los
días, tal como se puede apreciar en la lámina 1 del Códice Fejervary-
Mayer, donde puntos de colores van recorriendo los diversos sectores
del espacio-tiempo y forman la cuenta calendárica de los días sagrados
(Códice Fejérváry-Mayer: Lám. 1).

La espiral doble y el curso del año solar


El círculo simple también se encuentra en Xihuingo asociado al diseño
de doble espiral. El diseño de la doble espiral ha sido interpretado pre-
viamente por Charles Ross como una representación del curso anual del
sol (Ross 1980 citado en Vega 1984) por lo que le llama la forma del año
y donde los solsticios se encuentran representados en ambos extremos
de la espiral y los equinoccios se hallan en la parte media del diseño. De
acuerdo con Martin Brennan (1986) esta figura de la doble espiral está
estrechamente relacionada con el recorrido anual del sol, con el patrón
en forma de ocho, conocido con el nombre de analemma e incorpora en
su forma el juego diferencial de sombras largas y cortas que se forman
durante los solsticios, siendo las sombras largas y el arco formado por
su trayectoria cóncavas las asociadas al solsticio de invierno y las cortas
con arco convexo asociadas al solsticio de verano.

La hipótesis del significado solar de la doble espiral y su presen-


cia en la tradición iconográfica mesoamericana parece reforzarse en el
análisis que realiza Constanza Vega de la cerámica ritual del Postclásico
Tardío proveniente de la Plaza del Volador y que, de acuerdo con la autora,
271
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 6.- Representación del


motivo espiral desdoblada en formaría parte de un depósito ritual asociado a las ceremonias aztecas
el sitio arqueológico de Zidada
de fin de ciclo (Vega 1984). El diseño de la doble espiral o espiral desdo-
blada como le llama la autora aparece asociado a los glifos solares de
flores y círculos concéntricos en la cerámica azteca y parece haber dado
origen o estar relacionado iconográficamente con el glifo de doble voluta
intermitente o ihuitl que se usa en el centro de México para denotar la
fiesta o día de la veintena.

Cabe señalar que el motivo de la doble espiral aparece en la grá-


fica rupestre del sur de Hidalgo asociada al círculo simple o pocito. Dada
la hipótesis del simbolismo solar del mismo, su asociación no es entonces
extraña. Es el caso de las representaciones rupestres del sitio arqueoló-
gico de Zidada, un sitio del periodo Epiclásico ubicado en el occidente del
estado de Hidalgo, y en donde el motivo de la doble espiral se encuentra
presente de manera abundante (Figs. 6 y 7). En la mayoría de las ocasio-
nes en que aparece el motivo de la espiral desdoblada aparece asociado
a un elemento gráfico circular, un pequeño diseño de tipo circular —tipo
pocito— que aparece inflijo o asociado al diseño de la doble espiral (cf.

272
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

Torres y Arriaga 2011).


En ocasiones, el peque-
ño diseño circular aso-
ciado a la doble espiral
es un pozo más grande o
bien es sustituido por un
elemento circular simple
o bien un diseño en es-
piral de menor tamaño.
Los pocitos, por su parte,
aparecen siempre infijos
al diseño de doble espiral
y en varias ocasiones apa-
recen en la parte media
del diseño.

Dada la hipóte-
sis previa del significado
solsticial de los extremos
de la espiral desdoblada
que retomó Vega para la
iconografía de la cerámi-
ca azteca, proponemos
aquí que el pocito asocia-
do a este diseño en Zidada Figura 7.- Presencia del motivo
refuerza la hipótesis del carácter solar del mismo. O sea, que el pocito o espiral desdoblada y pocitos
elemento circular estaría fungiendo como representación solar, solo que en el sitio arqueológico de
Zidada
en lugar de privilegiar el recorrido diario del sol por la bóveda celeste o
bien su ascenso cenital como es el caso en el sistema escalera-pocitos
de Xihuingo, el complejo doble espiral-pocito de Zidada estaría relacio-
nado más bien con el devenir anual del sol, así como con el registro de
sus extremos solsticiales y posiciones equinocciales, donde las espirales
representan los solsticios y la parte media los puntos equinocciales.

En Xihuingo también contamos con la representación de la


doble espiral asociada con pocitos (Figs. 8 y 9). Se trata de los monu-
mentos XIH027, XIH101a y XIH102a donde se representa el concepto
espiral desdoblada-pocito, pero, a diferencia del sitio de Zidada, el
pocito no aparece infijo a la doble espiral sino solamente asociado y es
de mayores dimensiones.

273
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 8.- Presencia del motivo


espiral desdoblada en el Existe además un ejemplo de asociación de la doble espiral y
monumento XIH088 del sitio
diseño circular simple que pensamos sustituye al pocito y que se en-
arqueológico de Xihuingo
cuentra en XIH023b. Es importante señalar que, ante la falta de pocito
infijo, el diseño de doble espiral en Xihuingo aparece al menos en tres
ocasiones con una o dos líneas perpendiculares al eje de la espiral que
creemos representan la posición equinoccial. Existe un solo ejemplo de
pocito infijo a la manera del sitio Xajay de Zidada que sucede en XIH088,
solo que aquí aparece con la particularidad de ser una doble espiral des-
doblada. Cabe señalar que la mayoría de los ejemplos aquí citados, tanto
de Zidada como de Xihuingo, poseen la orientación general norte- sur o
bien noreste-suroeste, lo cual refuerza a nuestro parecer la hipótesis del
carácter simbólico y representacional del motivo de la espiral desdoblada
en relación al movimiento solar entre solsticios, y del pocito o diseño
circular infijo o asociado como representación solar.

Conclusiones
Hemos presentado ejemplos de la presencia de los motivos escalera-
pocitos y doble espiral-pocitos tanto en el sitio teotihuacano de Xihuingo,

274
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

en el sureste del estado


de Hidalgo, como en el
de Zidada, un sitio de la
cultura Xajay del nor-
poniente del Valle del
Mezquital. La presencia
de ambos conjuntos de
motivos rupestres no se
limita a estos dos sitios.
Por ejemplo, en el sitio
del Pahñu, el asenta-
miento principal Xajay
en el Valle del Mezquital,
se localiza al menos un
ejemplo de petrograbado
con el motivo escalinata-
pocito (Fig. 10).

Dada la etimo-
logía solar y calendárica
de todos estos sitios no
es extraño que aparezcan Figura 9.- Presencia del
binomio espiral desdoblada
estos símbolos grabados en su paisaje rocoso y que hemos propuesto y pocitos en el sitio
como representaciones del camino del sol. Zidada por ejemplo, es el arqueológico de Xihuingo
nombre con que se le conoce al padre sol entre los otomíes del Valle del
Mezquital: Zidada Hyadi; Pahñu significa literalmente el camino del calor,
el camino de los días y Xihuingo significa el lugar del año, es decir, otro
ciclo solar por excelencia. Esta etimología solar se ve reforzada por los
motivos rupestres señalados presentes en los sitios de Zidada, Pahñu y
Xihuingo, en especial los binomios representacionales escalera-pocitos
y doble espiral-pocitos.

El sistema escalera pocitos estaría representando por un lado


el recorrido diario del sol por la bóveda celeste, su ascenso hacia el me-
diodía, pero sobre todo y de manera no menos importante, su recorrido
a su posición cenital en el cielo, que en las latitudes de Mesoamérica
Central se ubica alrededor de los meses de mayo-junio, es decir, con
la llegada de las primeras lluvias y la intensificación de las mismas (cf.
Broda 1996). De ahí la relación del sistema escalera-pocitos con los
rituales de pedimento de lluvias: se trata de un locus ritual grabado en
piedra donde se representaba el ascenso del sol a su posición cenital,

275
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 10.- Presencia del


binomio escalinata-pocitos en
punto máximo vertical de ascenso del sol antes de su descenso mortecino
el sitio arqueológico de Pañhu al tiempo-espacio de la llegada de las aguas celestiales.

Por otro lado, el sistema doble espiral-pocitos estaría repre-


sentando el recorrido anual del sol, es decir, su movimiento de los ex-
tremos solsticiales norte-sur y viceversa, pasando por los equinoccios
en su recorrido anual. Estaría más vinculado al concepto de nacimiento
y muerte del sol durante su recorrido anual, concibiendo el solsticio de
invierno como el espacio de nacimiento ascenso del sol en el rumbo sur
y concibiendo el solsticio de verano como el de la parada en el extremo
norte y el regreso del sol rumbo de nuevo hacia el sur.
La presencia de los binomios escalera-pocitos y doble espiral
pocitos tanto en el sitio teotihuacano de Xihuingo del sureste de Hidalgo,
como en los sitios Xajay del norponiente del Valle del Mezquital, nos habla
de la importancia que tuvo la observación del sol en su recorrido anual,
de los pasos cenitales, de sus extremos solsticiales y de los equinoccios.
Dada la importancia de la observación solar en las poblaciones agrícolas
de Mesoamérica para su supervivencia social, no es de extrañar que se
haya desarrollado al menos desde el periodo Clásico en el centro-norte y
occidente de México un sistema representacional de estas observaciones

276
El camino de los días: las representaciones rupestres del movimiento solar... | Alfonso Torres y Carlos A. Arriaga

y conceptos del movimiento solar y plasmado en el paisaje ritual prehis-


pánico. Más allá de las diferencias de cultura material arqueológica y
de estilo entre regiones, ciertos símbolos utilizados en el paisaje rocoso
rebasaron las fronteras étnicas y conformaron parte de un sustrato co-
mún de ritual y de cosmovisión entre las poblaciones del centro-norte
y occidente de México, donde los binomios rupestres escalera-pocitos y
espiral doble-pocitos formaron parte de la representación del curso solar,
eje fundamental para entender la ritualidad agrícola mesoamericana.

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Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

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280
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión
hñähñü-otomí en la pintura rupestre
del Mezquital, Hidalgo (México)
David Lagunas
Universidad de Sevilla (España)

Aline Lara
École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia)
Universidad de Sevilla (España)

Resumen
El cosmos y la cosmovisión en Mesoamérica se percibía como una estruc-
tura de duales y opuestos, que explicaban su concepción de cómo era su
mundo, sus dioses, su espacio y su tiempo: Hombre: mujer, frío: caliente,
noche: día, dioses: diosas: agua: fuego; todas estas oposiciones, se mez-
claban en la representación del cuerpo, el nagualismo, el sacrificio y por
ende, en los complejos de dioses y sus lugares sagrados. Proponemos
que estos desdoblamientos contrarios y complementaros, se enmarca-
ron en los conjuntos rupestres del Valle del Mezquital, continuando en
elementos rupestres del siglo XVI e incluso con huellas evidentes en
fiestas y rituales de las comunidad hñahñü y otomí de grupos actuales.
Palabras clave: cosmos, cosmovisión, sistemas duales, género, naguales,
rupestre, Otomí-Hñahñü

Abstract
The cosmos and cosmovision in Mesoamerica was perceived as a dual struc-
ture and opposite, explaining his conception of how his world, their gods,
their space and time: Male: female, cold: hot, night day, the gods: goddesses:
water: fire; all these oppositions, mingled in the representation of the body,
nagualism, sacrifice and therefore, in the complexes of gods and sacred
sites. We propose that these splits and complementary contrary were part
of the cave art of Valle del Mezquital, continuing in rock elements of the
sixteenth century and even evident traces in festivals and rituals of groups
Otomi Hñähñu contemporary.
Keywords: cosmos, cosmovision, dual systems, gender, nagaules, rock art,
Otomi-Hñähñu

281
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Introducción
El Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo, fue históricamente una
región ocupada por grupos aztecas y hñähñü- otomí durante la época
prehispánica, donde la relación social y religiosa de ambos grupos, per-
maneció hasta la llegada de los españoles. Estas sociedades indígenas
reprodujeron y reconstruyeron prácticas culturales de origen prehispá-
nico, con una mezcolanza de tradiciones cristianas (Villaseñor 1746), las
cuales se reflejan en su vida cotidiana y en sus tradiciones como fiestas y
carnavales en cada región; y que algunas de ellas incluyen y se practican
en sitios con pintura rupestre cercana a dichas poblaciones.

La pintura rupestre en el Valle del Mezquital fue una de las


formas simbólicas expresivas de las prácticas sociales de grupos étni-
cos que habitaron Mesoamérica entre los siglos IX y XVI. En esta área,
más de cien conjuntos rupestres conformaron un sistema de tradiciones
pictóricas que codificaron los sistemas de significados compartidos de
las comunidades hñähñü-otomí, semejantes a otros sitios rupestres de
la huasteca hidalguense y la sierra otomí-tepehua.

Los códigos simbólicos de los conjuntos rupestres enunciaron


una identidad cultural que se caracterizó principalmente por atender a la
memoria de lo vivido, a sus repercusiones afectivas, y a los sentimientos
y derechos de arraigo y vinculación que dicha memoria solicita (Terradas
2004); esta identidad continuó hasta la actualidad, una vida de los hñähñü-
otomí, el amor de su tiempo y espacio y su respeto a los antepasados. En
estos conjuntos pictóricos predominó un tipo de identidad religiosa, trans-
versal (Prat 2013), la cual abarcaba actividades de la vida cotidiana, fiestas
dedicadas a sus dioses y en general su concepción del espacio-tiempo.
Al igual que en otras regiones en México, argumentamos que se pueden
rastrear las huellas de tradiciones prehispánicas en representaciones
culturales de los hñähñü existentes a pesar de sus influencias religiosas.

Una de las hipótesis conforme a nuestra investigación, fue plan-


tear cómo esta identidad religiosa prehispánica, representada en los
conjuntos rupestres, se reprodujo en estas comunidades actuales con una
indudable continuidad cultural. Un elemento clave del mantenimiento de
la estabilidad y la continuidad de la cultura hñähñü- otomí de generación
en generación, probablemente fue el arte verbal, la cual preservó las
instituciones y costumbres, frente a todo cambio o ataque directo, a través
de la educación, la conformidad con las normas culturales aceptadas y
la ratificación de las instituciones sociales y religiosas (Bascom 1981).
282
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

Nuestra reflexión de continuidad simbólica, parte del concepto


antropológico de cultura el cual se desdobla en dos aspectos siguiendo
a Alberto Cardin (1988): cultura inercial y cultura positiva, distinción que
procede de la experiencia de las sociedades complejas o históricas. La
cultura inercial hace referencia a todas aquellas actitudes, a todos aque-
llos modos de pensar que se reproducen estructuralmente idénticos, dada
su probada eficacia, por encima de los cambios formales; mientras que
cultura positiva hace referencia a esas innovaciones formales o modales
que, siempre sobre la base de las actitudes atávicas o inerciales, intentan
modificarlas de manera consciente o reflexiva. La cultura no es en ningún
caso “sustancia” o “esencia” sino es todo lo más invariancia de los rasgos
exitosos, descrita a posteriori. Por tanto, el concepto antropológico de
cultura viene a incluir así tanto los aspectos socioculturales de las culturas
hñähñü- otomí, los cuales se reproducen de manera más o menos fiel a
la tradición y el comportamiento aprendido, como los procesos dinámicos
de cambio cultural, esto es, la dimensión humanista de cultura.

En este sentido, partimos de la definición de tradición de Eric


Hobsbawn (1988) como invariabilidad a partir de un pasado (real o ficticio)
que impone prácticas simbólicas ritualísticas fijas como elemento ideoló-
gico. No se trata, por tanto, de una mera convención o rutina de carácter
técnico y formalizada como resultado de una práctica reiterada o buro-
cratizada, sino de un ejercicio ritual con contenidos y acciones simbólicas
que puede adquirir inercia y resistencia emocional a cualquier innovación.

Los trabajos antropológicos sobre las comunidades hñähñü-


otomí revelan permanencias de esta cosmovisión antigua en ceremonias
y elementos rituales presentes incluso en las actividades que ejecutan
los curanderos de las localidades de Hidalgo. Algunos de los trabajos
más relevantes respecto a la cosmovisión hñähñü- otomí son las inves-
tigaciones antropológicas de Jaques Galinier (1987, 1990) para la región
Huasteca y los estudios etnoarqueológicos de comunidades del Valle
del Mezquital realizado por Fernando López (2006, 2007). Ambos des-
criben rituales y festividades católicas con presencia de simbolismos de
dioses y fechas prehispánicas que se manifiestan en su diversidad local
pero también muestran concomitancias y semejanzas en relación con
las danzas y rituales de ambas regiones. En este trabajo enumeramos
algunos acercamientos de fusión simbólica de pueblos originarios y que
culturalmente pudiesen haber permanecido desde la época prehispánica.

283
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figuras 1a-1d. Configuración


de la representación del
espacio simbólico en la
La cosmovisión y el carnaval
iconografía de otomí- hñähñü.
El primer elemento se plantea en el ámbito espacio temporal de las
1 a. La bandera otomí y
1 b. Representación en sociedades hñähñü- otomí cuya cosmovisión acerca de la estructura
textiles actuales otomíes del cosmos ubica a la comunidad en dos mitades, las cuales “apare-
(wikipedia commons), 1 c. La
cen sujetas a un principio de jerarquía. Ya sea del tipo mayor/menor, o
representación del quincunce
rupestre (Lara 2016) 1d. La simplemente arriba/abajo. Esta asimetría viene a superponerse a una
distribución del espacio oposición de tipo masculino/femenino” (Galinier 1990: 212).
simbólico prehispánico en la
región hñähñü en forma de
flor (López 2007). A pesar de que en dichas comunidades la organización territo-
rial varía de una localidad a otra (Galinier 2008) el pueblo es siempre el
centro. En algunas poblaciones del Valle del Mezquital se observa una
configuración de la organización simbólica del espacio a partir de la plaza
central, de la cual se desprenden cuatro puntos en forma de X con sus
cuatro esquinas. Dicha forma espacial y de acuerdo con Fernando López
(2006), se concebía en la época prehispánica en forma de flor Tutu según
los hñähñü, e interpretada a la distribución de los conjuntos rupestres
como el quincunce mesoamericano (Lara 2016). Esta ambivalencia de
los opuestos se proyecta “simétricamente” con esta figura también en

284
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

Figura 2. 2a – 2d. Imágenes


rupestres de la lucha de
águilas y jaguares durante el
mes de Tlacaxipehualiztli /
Anthayo y la presentación del
coyote (2 b) que se traslada
al carnaval en lugares de
bordados de mujeres hñähñü y en la cerámica actual, configurando una Hidalgo (2 c) como esta
percepción de ordenamientos cosmogónicos (Figs. 1a - 1d). representación tomada por
J. Galinier y descrita como
“hmũyãnt’ϕ, Señor del
En relación con la concepción del Tiempo éste se proyecta en Carnaval”. (1990, open edition;
una de las festividades más sobresalientes de la mezcla de fiestas es- generado el 27 marzo 2019);
y hombres disfrazados con
pañolas y prehispánicas: el carnaval. Esta conmemoración realizada
máscaras de venado- coyote
en febrero en la región del Mezquital se desarrolla a la llegada de la (2 d) donde se personifica una
cuaresma cristiana y se celebra en muchas otras regiones mexicanas lucha con varas de madera
y cuerdas de mezquite (Foto,
con creencias y rituales prehispánicos, donde las comunidades hñänhü CRESPIAL).
se representan en hombres viejos; es decir, reminiscencias simbólicas
que se relacionan con la ceremonia de Xippe Tótec durante el mes de
Tlacaxipehualiztli y con el nombre de Anthayo en hñähñü que significa
“An” (partícula locativa), “tha” o “hta” que puede derivar de “ihta” (lo
viejo) y “yo” (lo nuevo) como describe Patrick Encina (2011). En otra
comparación, Jaques Galinier describe el carnaval como un espejo de
la recreación de un drama de la vida y de la muerte, y a su vez del juego,
esa práctica recreativa con un carácter sagrado. El holgorio en muchas
regiones culmina con la bajada de personas disfrazadas de “dioses”
desde la cima de los cerros principales y religiosos, tal como sucede en
comunidades del Valle del Mezquital (López et al. 2007), comunidades
otomí huastecas (Galinier 1990) y comunidades otomi tepehua (Lagunas
285
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figuras 3a. Tepeyollotl en


pintura rupestre (Lara 2016).
3b. Códice Telleriano Remensis.
3c. Como hombre viejo
(Galinier 1990).

2004); regiones visiblemente enmarcadas y con tradiciones prehispánicas


referidas como principales para los otomíes, según las fuentes coloniales
(Carrasco 1950). En las colectividades sociales del Mezquital cercanas al
cerro Hualtepec, se realiza no sólo la bajada de dichos personajes, sino
que también a la llegada a los pueblos personifican una batalla con la
participación de hombres enmascarados como un tlacuache y se efectúan
actividades como combates entre contrarios (águilas y jaguares), así
como la representación del desollamiento de un animal (López Aguilar
et al. 2007) como en tiempos prehispánicos (Figs. 2a – 2d). En conjuntos
rupestres se localiza también esta batalla de contrarios como la describe
Bernardino de Sahagún (Lara 2016).

En la figura 3 comparamos las diversas representaciones que


se trasladaron de estos dioses viejos, a las imágenes de códices y de
figuras en papel que los “hombres sabios y viejos” conocidos también
como curanderos, dibujan muy al estilo de dioses prehispánicos. En
“La mitad del mundo”, Jaques Galinier (1990) presenta una imagen del
señor del carnaval, donde la figura muestra rasgos como la piel deso-
llada y el hombre sin pie y con piel de animal. A pesar de sus rasgos de
cara más humana, aunque de máscara, las evocaciones relacionadas
con Tezcalitpoca-Xippe Tótec son particularidades muy bien definidas
cuando se realizaban sacrificios por desollamiento en su honor. Pero
sobre todo una parte del carnaval representa a Tepeyollótl, “El corazón
de las montañas”, personificado en las figuras de papel muy típicas en

286
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

las regiones otomíes. Dicha deidad se representa en lo rupestre (Lara


2016) y en su aspecto figurativo en códices como el Telleriano Remensis
(Figs. 3a - 3c).

En esta festividad la actividad más importante y con la que culmi-


na la ceremonia, es la del palo encebado. En ésta los hombres del pueblo
concursan por subir en un palo en vertical, que en ocasiones se encuentra
con sebo u otro material escurridizo para aumentar su dificultad, y llegar
a la cima donde les espera bolsas con diversos productos comestibles.
Esta ceremonia se describe en las fuentes del siglo XVI, se representa en
códices y también es dibujada en las pinturas rupestres del Mezquital.
En ella, los hombres se tomaban de la mano mientras otros ayudaban a
subir desde el suelo a los competidores. Bernardino de Sahagún (2000
[1547]) describe esta ceremonia con gran ímpetu durante la kalenda del
Xocol Uetsi, dedicada al dios Xiuhtecuhtli donde se ofrecía la caída de
los frutos y el Hueymiccaihuitl “el gran festín de los muertos”:
“[…] y toda la otra gente se reunían en el patio de Xiuhtecuthli , Y los
capitanes de los mancebos estaban enderredor del árbol para que
nadie subiese hasta que fuese tiempo, y defendían la subida a garro-
tazos, y los mancebos que iban a determinados al árbol, apartaban
a empellones á los que defendían.” (de Sahagún 1547: 143- 144).

Con el ejemplo en códices y en las pinturas, en la fiesta de la


caída de los frutos hombres luchan por subir y obtener telas que detiene
una figura que representaba al dios. Una vez que una persona obtenía el
“trofeo”, era aplaudido y llenado de regalos por las máximas autorida-
des. El ritual se efectuaba en el mes de abril, que también era fiesta en
honor a los guerreros muertos y al dios Yozipa-Otontecuhtli, creador de
los otomí-hñähñü.

Esta ceremonia del palo encebado simboliza los espacios de los


humanos, los espacios celestes y el inframundo a través de un tronco
a través del cual las personas se elevan desde el suelo, mientras otros
tratan de tirarlo o ayudarle a subir para finalmente al llegar a la cúspide
recibir el regalo o el trofeo. Actualmente, además de practicar el palo en-
cebado en las comunidades del Mezquital, y que durante el carnaval los
hombres se disfrazan con máscaras y trajes simulando la piel de animal
de jaguar y águilas o coyote, existe un momento dentro de la ceremonia
en que los hombres se visten de mujeres, lo cual hace referencia a su
ambivalencia con las diosas –su otredad– y a la sustitución del deso-
llamiento de la mujer sacrificada durante la fiesta de Tlacaxipehualiztli

287
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

que culminaba con la puesta de la piel de esta representación femenina


en los sacerdotes. Jaques Galinier y Fernando López, en sus respectivos
estudios, subrayan la relación de esta festividad con la celebración en
honor a Xippe Tótec (Figs. 4a - 4d). Pero siguiendo a Guilhem Olivier
(2001) esta ceremonia no solo representaba una festividad en honor a
este dios o Mimixcoa –Mixcóatl–, sino también se asociaba con la par-
te femenina, presente en un modelo cinegético que se localiza en los
abrigos rocosos rupestres con la representación de las mujeres como
venados/ coyote (Lara 2016).

El señor del mundo


La relación del “Señor del Pie Podrido” representa la evocación más
importante de las divinidades hñähñü- otomí con relación al mundo pre-
hispánico. En las manifestaciones rupestres el “pie podrido” fue una pro-
clamación del dios Tezcatlipoca, el hijo de la pareja creadora, Ometecuhtli
y Omecíhuatl, los creadores y principales dioses otomí.

Las diversas imágenes del nombrado “Señor del Pie Podrido” en


las pinturas rupestres, son matizadas con una pierna “cortada” hasta el
extremo de la rodilla. Dicha característica se expresa en una continuidad
de figuras de papel que utilizan los curanderos de las regiones otomí y
tepehua, para realizar “bienes o males” a quienes acuden a ellos. En
ocasiones la simetría de estas figuras de papel es anulada por la falta de
un pie. En las manifestaciones rupestres, localizamos también que los
pies son mostrados como elementos esenciales y en algunos conjuntos
pictóricos los pies son representados igual que las manos (Figs. 5a - 5c).

Al respecto de los brazos y de las manos en la escritura meso-


americana, se indicaba que las posiciones de las manos también tenían
que ser leídas. Algunas de ellas son permanentes en los glifos que evocan
a Tezcatlipoca, brazos extendidos con las manos hacia arriba y abiertas,
al igual que las piernas en la misma posición identifican a este dios en
su diversa complejidad como con su relación con Xippe Tótec.

Galinier (1990) lo refiere como el “Señor del Mundo”, el tã”kwa,


el “gran pie podrido”. En una de sus representaciones en papel recortado
aparece con una sola pierna donde se asocia también a tokwa, el “pie
amputado”. El autor le atribuye una potencia en relación con la fertilidad
y a escenas de la creación, el falo y las tres piedras del fogón.

288
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

Figura 4. Danza de Xocol


Uetsi en pintura rupestre
prehispánica (Lara, 2016).
Fotografía de la fiesta
del palo encebado en la
El nagualismo comunidad de San Pedro la
Paz, Hidalgo (Juan Tavera,
En diversas culturas la relación hombre- recurso electrónico http://
mapio.net/pic/p-70055170/),
dios-animal está presente en las ontologías cuando el hombre se donde los hombres portan
transforma en un ser, un animal y viceversa. El nagualismo proviene máscaras de animales durante
el Carnaval. Imágenes del
de la palabra nahua nahualtocaitl, nahualli y tocaitl, para referirse a la
palo encebado durante la
acción de “esconderse, encubriéndose o disfrazándose o arrebolándose” fiesta del Xocol Uetsi en el
(Serna 1953: 90). Códice Ixtlixóchitl, y Códice
Borbónico, respectivamente,
wikimedia commons)
Los animales en la cosmogonía mesoamericana simbolizaban el
otro y el ser fantástico. Se asoció también a diversos eventos y “sus cuer-
pos representaban la expresión transformada de seres sobrenaturales
que pasaron por una transfiguración al principio del tiempo” (González
2001: 12). Otra de las acepciones relacionadas con el nahualismo es el
nahuallatolli que se refiere al lenguaje cubierto, lenguaje de los brujos
o lenguaje mágico (López 1967).

Galinier considera el nagualismo otomí como una posesión


indisociable del chamanismo. Dentro de su aspecto ritual dos persona-
jes juegan un papel importante, en su semejanza con la Mesoamérica
prehispánica, el bãdi y el nyoki. El bãdi se convierte, en un “doble
de los dioses” y se relaciona con la fiesta de día de muertos, puesto
que ambos tipos de actos ceremoniales se basan en una concepción
similar del intercambio “simbólico” (Galinier 1990). Entre las diversas
289
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. 5a y 5b. Tezcatlipoca,


Xippe Totec en manifestación definiciones en Mesoamérica el bãdi funcionó como la representación
rupestre como pie podrido,
(Lara, 2016). 5.c. El “aire sin del otro, su representación de la naturaleza, el reemplazo de hombres
pie” (tokwantãhi) en figura de y mujeres, dioses y diosas. En este sentido, las manifestaciones ru-
papel, según Galinier (1990).
pestres presentaron al ser humano como representante de los dioses
5d. Tezcatlipoca (códice
Borgia) y mostraron cómo estos realizaban un ritual para ser dignos de esta
“transformación”.

El autor describe la divinidad de nyoki, el antiguo o el ancestro,


relacionando sus caras con el jaguar, el “devorador de vida”, el cual
evoca esos mitos escatológicos sobre las fuerzas devoradoras nocturnas
que proyecta la dualidad de contrarios, hombre y mujer. (Galinier 1990:
54). Imágenes similares en figuras de papel aparecen entre los otomí-
tepehuas, donde las mismas figuras sí presentan sexo (Lagunas 2004).
Estas figuras se identifican en las pinturas rupestres con Tlaltecuhtli,
representado sólo por caras. Tlaltecuhtli fue un dios muy antiguo que se
290
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

Figura 6a. Escultura mexica


de Tlaltecuhtli. 6b. Figura
representaba como monstruo acuático, el que debía alimentarse para de papel; representa la
que el caos no reinara en ese mundo. Estas caras fueron pintadas con muerte: los “antiguas”, N´yoki,
dientes filosos, nariz triangular y en algunas con la lengua saliendo de fundadores de linajes en la
comunidad (Galinier 1990),
la boca (Figs. 6a- 6d). 3. Tlaltecuhtli en Códice
Borbónico.
Paralelamente, en la parte suroeste del Mezquital se constatan
los elementos rituales de las festividades a Tláloc, en la que los seres
nahuales en realidad representan a los seres de las aguas, los tlaloques,
que son pintados como diablitos. Se trata de “seres traviesos y malignos,
todos los caminantes se escondían de miedo de ellos, y si con alguno
encontraban, tomabanle [sic] cuanto traía hasta dejarlo en pelo y si se
defendía maltratabanle [sic] de tal manera que le dejaban por muerto”
(Sahagún 1999: 111). Los nahuales en los hñähñü pertenecen a los cerros
de la localidad y son relacionados con los ancestros, los uemas, aquellos
seres enanos de fuerzas negativas (Fournier 2001).

En la comunidad de Taxhué, Chapantongo, existen relatos acerca


de los uemalitos, los tlaloques prehispánicos, y que en continuidad con
los nahuales o creencias de los hñähñü se afirma que son “duendes que
291
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

los ven los borrachitos y que primero se disfrazan como bebés, pero
que después muestran los dientotes grandes, esos que dan mal aire”
(Fournier ibíd.: 75) (Figs. 7a y 7b).

Consideraciones finales
Tras el análisis de las representaciones rupestres y comunidades an-
tropológicamente estudiadas en el Valle del Mezquital y la huasteca
otomí- tepehua, se observan continuidades en lo que respecta a la cos-
movisión en forma de una estructura de elementos duales y opuestos.
La concepción de cómo era y cómo funcionaba el mundo, sus dioses, su
espacio y su tiempo, se entremezclaban con los aspectos sagrados de
la vida cotidiana: el hombre y la mujer, lo frío y lo caliente, la noche y el
día, y el agua y el fuego. Todas estas articulaciones se fusionaban en la
Figura 7. 7a. Tlaloques
rupestres (Lopez 1994). 7b. representación del cuerpo, el nagualismo, el sacrificio y, por ende, en
Diablito acuático otomí los complejos de dioses y sus lugares sagrados. Este sería el espejo en
(Galinier 1990).
el cual diversas festividades representadas en las pinturas rupestres
permanecen aún en las tradiciones hñähñü-otomí del Valle del Mezquital.
Dichos desdoblamientos se manifestaron en los conjuntos rupestres del
Mezquital hasta el siglo XVI y posteriormente a la conquista europea.

Como es sabido, las festividades se entremezclaron con la reli-


gión católica dejando evidentes huellas de fiestas y rituales prehispánicos
que hoy practican las comunidades hñähñü-otomí del Mezquital y otras
regiones circundantes.

Por tanto, a pesar del sincretismo entre las culturas prehispáni-


cas y los conquistadores europeos, la identificación de ciertas reminiscen-
cias antiguas se puede rastrear en al menos dos formas: la identificación
de pertenencia y la identificación por referencia (Gallisot 2000).

La temporalidad y espacio simbólico en las pinturas y las diver-


sas muestras aquí presentadas, son una reproducción donde “las perso-

292
Algunos datos etnoarqueológicos de la cosmovisión hñähñü- otomí... | David Lagunas y Aline Lara

nas construyeron las identidades étnicas en un proceso, por así decirlo,


de “desculturalizarse” de la homogenización; la producción deliberada
y sistemática requiere esfuerzo de diferenciarse entre ellas” (Harrison
2003: 349).

Desde la perspectiva de la reproducción de la identidad cultural,


los hñähñü-otomí construyeron elementos simbólicos que los identifica-
ban como un grupo semejante frente a los otros. No es que los elementos
culturales existieran antes del proceso de diferenciación, sino que el
grupo étnico seleccionaba los elementos que los hacía diferentes.

Muchos de los iconos persistieron en fiestas muy particulares


de estas comunidades, que aún basan su tiempo en dichas imágenes y
festividades, a pesar de la colonización parcial del imaginario católico. Es
decir, que las tradiciones hñähñü-otomí subsistieron o se reinventaron,
en ocasiones sin que sus propios ejecutantes supieran explicar su origen
o significado.

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295
Arte rupestre del septentrión mesoamericano.
Iconografía y arqueología del paisaje.
El caso de El Ocote, Aguascalientes, México
Mario Arturo Palacios Díaz
Universidad Nacional Autónoma de México. Estudios mesoamericanos (México)

Resumen
El presente escrito tiene como objetivo dar a conocer una propuesta de
análisis, con enfoque interdisciplinario, de un sitio con arte rupestre en el
Centro-Norte de México. A partir de la selección precisa de escuelas de
la arqueología del paisaje y las herramientas que ofrece la arqueometría,
El Ocote es tratado con amplias posibilidades para el estudio rupestre
y su contexto cultural y natural. De esta manera, este tipo de trabajos
son una forma para acercarse a la comprensión de las sociedades más
antiguas que habitaron una región en específico.
Palabras clave: Arte rupestre, Aguascalientes, México, arqueometría, ar-
queología del paisaje, mesoamérica, El Ocote.

Abstract
The objective of this paper is to present an analysis proposal, with an inter-
disciplinary approach, of a site with rock art in North Center of Mexico. From
an accurate selection of theoretical schools of landscape archeology and the
tools that archeometry offers, El Ocote is treated with varied possibilities for
the art rock study and its cultural-natural context. In this way, this type of work
is a way to try to understand the oldest societies that inhabited this region.
Keywords: art rock, Aguascalientes, México, archeometry, landscape archeo-
logy, mesoamerica, El Ocote.

Introducción
Entre las dos comunidades ejidales El Ocote y El Centro, a orillas de un
arroyo de bajo caudal, un ojo de agua y una presa construida a mediados
del siglo XX (conocida como Tolimique), existe una formación rocosa

296
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

que recuerda a una península. Es un cerro que lleva por nombre Los
Tecuanes, que se inserta en las inmediaciones de la Sierra del Laurel,
que es parte de la Sierra Madre Occidental. Justo en ese lugar, se distri-
buyen las evidencias de un antiguo poblado prehispánico que desarrolló
un modo de vida complejo. Ahora se conoce como sitio arqueológico
El Ocote que, en términos arqueológicos (poligonal), se distribuye a
lo largo y ancho de dicho cerro, tanto en la cima como en las laderas
(Pelz 2010: 2-3).

De acuerdo con los datos correspondientes al proyecto


Áreas naturales prioritarias para la conservación en el municipio de
Aguascalientes, el espacio asociado al cerro son diversas topoformas,
que son sierra baja, valle abierto de montaña con lomeríos, lomeríos con
cañada, aluvión y también sierra alta con mesetas. Por lo tanto, el sitio
arqueológico se encuentra en un valle abierto de montaña con lomeríos
que oscila con una altura de casi 2,000 msnm. Asimismo, el estudio
coordinado por Sandra Cruz Flores señala que dicha parte del estado, y
en palabras de Aldo Ramos (Cruz et al. 2013: 6), existe una gran estruc-
tura volcánica llamada Caldera, que se le nombró Caldera de Malpaso,
depresión volcano-tectónica formada por el colapso que provocó una
gran erupción volcánica. La caldera es parte de la Sierra Madre, donde
la consecuencia más notable fue el emplazamiento de una toba cristalina
altamente soldada denominada ignimbrita El Ocote.

En un carácter más amplio, El Ocote se encuentra al surocciden-


te del estado de Aguascalientes, ubicado en el Centro-Norte de México.
Geológicamente, el estado tiene tres provincias: la citada Sierra Madre
Occidental, la Mesa Central y una pequeña porción del Eje Neovolcánico.
En concordancia con los datos suministrados por el Instituto Nacional
297
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 1. Ubicación geográfica


del sitio arqueológico El Ocote,
de Estadística y Geografía (INEGI), que se muestran en la publicación
Aguascalientes, México, de intitulada Biodiversidad en Aguascalientes: Estudio de Estado, indica que
acuerdo con las características la región presenta afloramientos de rocas ígneas extrusivas ácidas con
geológicas. La imagen de
fondo es de Google Maps y el mayor predominio en la región, rocas ígneas intrusivas, rocas sedimen-
mapa de Aguascalientes está tarias de origen continental y marino, rocas metamórficas, así como
basado en recurso electrónico depósitos aluviales. Para complementar la información, la hidrología de
INEGI.
la zona que nos compete se caracteriza por corrientes que confluyen al
sur, destacándose el río Juchipila y sus afluentes, en este caso el arroyo
Tolimique, que pasa muy cerca del sitio arqueológico -que en tiempos
prehispánicos seguramente tuvo mayor caudal- y que forma parte de la
microcuenca conocida como Río Aguascalientes. Además, como se dijo
al principio, existe un ojo de agua. La vegetación corresponde al men-
cionado bosque desértico espinoso. Entre las especies más importantes
de este tipo son: huizaches, nopal, nopal cardón, mezquite, entre otros.
En cuanto a la fauna, se aprecian aves como codorniz, ganso, paloma,
zopilote, águila real, lechuza, correcaminos. Por lo que se refiere a los
mamíferos, destacan el puma, venado de cola blanca, zorra gris, coyote,
jabalí de collar, liebre, ardilla, conejo, mapache, tlacuache y armadillo,
entre otras. Para el caso de los reptiles y anfibios sobresalen tortugas
terrestres, escorpión, falso coralillo, víbora de cascabel, culebra corre-
dora, rana, camaleón y lagartija (Cruz 2003: 4) (Fig. 1).

Ahora bien, en términos arqueológicos El Ocote se distribuye


a lo largo y ancho del cerro Los Tecuanes, tanto en la cima como en las

298
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

Figura 2. Algunos de los


laderas. Las exploraciones efectuadas han estado a cargo de los inves- hallazgos arqueológicos
en El Ocote. 1. Cerro los
tigadores del Instituto Nacional de Antropología (INAH) Ana Pelz Marín y
Tecuanes, vista desde el
Jorge Jiménez Meza. Entre los resultados preliminares obtenidos hasta sur; 2. Enterramientos; 3.
el momento, destacan las siguientes características: Fragmento de piedra verde; 4.
Lineamientos; 5. Herramientas
1) Se han identificado diversas áreas de actividad. En la corres- fabricadas en hueso; 6.
pondiente a la zona ceremonial se exploraron una plataforma y Fragmentos cerámicos; 7.
dos estructuras, y se localizaron materiales cerámicos, líticos, Restos de concha, y 7. Restos
orgánicos de semillas de
bajareque y restos humanos, entre otros. frijol. Foto 1 de Mario Palacios
2) La zona considerada como habitacional-doméstica se loca- Díaz y las fotos de la 2 a 8
liza al pie del cerro, en los costados oriente, sur y poniente. pertenecen al Proyecto de
Investigación Arqueológico El
Presenta restos de cimentaciones y una superficie considera- Ocote, Aguascalientes, dirigido
blemente saqueada. Los materiales se asocian principalmente por Ana Pelz Marín y Jorge
con actividades domésticas: fogones, objetos relacionados con la Jiménez Meza (con permiso de
los titulares)
molienda, restos óseos animales (conejo, tortuga, venado y algu-
nas aves), herramientas manufacturadas en diferentes piedras
(riolita, sílex y obsidiana), objetos de barro (vasijas y figurillas) e
instrumentos de hueso. Es fundamental mencionar la presencia
de restos de semillas quemadas y restos de mazorca asociadas
a pisos de tierra apisonada, con firme de gravilla. Además, se
hallaron huellas de poste, bases de columnas, desniveles entre

299
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

los cuartos, escalones y herramientas relacionadas con la acti-


vidad constructiva, como pulidores de pisos y paredes, hachas
y plomadas (Pelz et al. 2011).

En conclusión, los avances llevados a cabo (exploración, pros-


pección, análisis de materiales) confirma día a día la participación de los
sitios arqueológicos del estado de Aguascalientes —y en lo particular El
Ocote— en la dinámica cultural que envuelve a la región Centro-norte-
occidente durante el periodo Epiclásico (Pelz 2013: 9) (Fig. 2).

Proceso metodológico en el análisis iconográfico rupestre


desde la arqueología del paisaje
Los ejes que conducen este trabajo son: 1) el registro, documentación
y tratamiento iconográfico de los motivos rupestres; 2) el análisis de
los materiales arqueológicos asociados, que forman parte de un asen-
tamiento prehispánico mesoamericano, y 3) los usos y sucesión del
espacio y su relación con la gráfica rupestre (Arqueología del paisaje).
Es fundamental mencionar en este momento que esta propuesta está en
coordinación académica con otros proyectos de investigación, donde cada
grupo de trabajo ha contribuído al conocimiento del desarrollo cultural
de El Ocote. En el siguiente esquema se muestra con más claridad cómo
este proyecto se enlaza con otros.

Respecto al registro y clasificación de los motivos rupestres en


el paisaje asociado, se consideraron dos enfoques metodológicos: pri-
mero, de GIPRI Colombia (2014) y Martínez Celis, et al. (2011); segundo,
Criado (1996 y 1999), Berrocal (2004) y Seoane-Vega (2009). Por su parte,
lo referente a los análisis de materiales arqueológicos vinculados a los
registros rupestres, fueron tratados por varios de los laboratorios con los
que cuenta el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Además, la sección de Arqueología del Centro INAH Aguascalientes
también brindó numerosas facilidades para trabajar. Los aspectos con-
siderados para el estudio del paisaje circundante a cada motivo rupestre
son: accesibilidad y senderismo, visibilidad, recursos cercanos, entorno
arqueológico y usos del espacio (Fig. 3).

300
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

Repertorio rupestre Figura 3. Elementos generales


considerados para este caso
concreto. Foto y edición de
El repertorio gráfico rupestre se encuentra distribuido dentro y fuera de
Mario Palacios Díaz, 2016.
la delimitación arqueológica del sitio (Pelz 2010:4). Hasta el momento
se han identificado y confirmado once registros rupestres; cinco de
pintura y seis de petrograbado. Cabe mencionar que recientemente se
registraron otros tres puntos con posible presencia de pintura. Hace falta
realizar estudios especializados por parte del equipo de Sandra Cruz
Flores para ratificar su autenticidad. No obstante, se presentan como
“dos posibles registros pictóricos”. El repertorio, además de encontrarse
inmerso en el paisaje abrupto del sitio, está asociado al asentamiento
prehispánico que se describió anteriormente (Fig. 4).

Pinturas rupestres
La composición temática de las pinturas rupestres es esencialmente
naturalista. Destacan las figuras antropomorfas de diferentes forma-
tos en dos tonalidades de rojo, con cabezas triangulares o cuadradas
y los brazos flexionados hacia los lados. En segundo lugar, aparecen
los motivos considerados como geométrico-abstractos, que son líneas
horizontales y verticales, en espiral o líneas onduladas; aquí también se
integran los llamados fitomorfos. Finalmente, en tercer lugar, aparecen
figuras antropomorfas, especialmente en el sitio El Cánido.

301
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

La localización de
los registros rupestres
dentro del asentamien-
to hace hincapié, desde
nuestro punto de vista a
tres aspectos: 1) zonas
próximas a recursos na-
turales de determinado
tipo; 2) marcadores te-
rritoriales o de caminos,
y 3) espacios para la
comunicación histórico-
ritual. Por esa razón se
Figura 4. Mapa de análisis cree que el uso y conocimiento del paisaje mediato e inmediato influyó
del paisaje que se desarrolló
en esta investigación. Las
en la elaboración de los motivos rupestres. Otra consideración de suma
bases teórico-metodológicas importancia, y que tiene que ver con uno de los objetivos planteados acer-
provienen de la Arqueología ca de la relación cultural entre los registros rupestres y el asentamiento
del paisaje y la escuela
colombiana. Foto: Google
sedentario, es la evidencia de materiales arqueológicos asociados. Por
Earth. Modificación: Mario ejemplo, en el registro 1, se localizaron restos de cerámica, lítica y una
Palacios Díaz, 2016. piedra de molienda (que se verá más adelante) que contiene restos de
pigmento. Estos materiales fueron rescatados gracias a los trabajos de
prospección efectuados por Ana Pelz Marín y Jorge Jiménez Meza en el
año 2000, lo cual les confiere mayor relevancia a estos artefactos, ya que
aparecieron en estratigrafías identificadas arqueológicamente.

Registro 1. Frente rocoso o Panel principal


Este registro corresponde al más representativo del lugar, tanto en tér-
minos de cantidad como de temática. Se trata de un friso (largo 6.90 m,
alto 6.60 m) que se sitúa en la ladera poniente del cerro de Los Tecuanes.
La superficie rocosa, como ya se indicó, corresponde geológicamente a
ignimbrita, y con una forma de frente rocoso. La visibilidad imperante
es destacable: pueden observarse diferentes direcciones y puntos de la
Sierra Madre Occidental y valles cercanos, lomeríos y una considerable
red de caminos actuales de terracería, así como una zona amplia de
siembra, que se considera que también pudo haber sido de uso durante
tiempos prehispánicos.

Respecto a la composición del friso, y para tener una mejor


comprensión de estos, se dividió en tres grupos. El grupo I (de izquierda a
derecha, teniendo frente a nosotros el friso) contiene una serie de figuras
antropomorfas, zoomorfas y geométrico-abstractas. El tratamiento de
302
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

las imágenes para un análisis iconográfico se realizó en tres formas:


fotografía digital, dibujo y manipulación de imagen a través de D-Strech
y GIMP 2. La forma de las figuras humanas alude a un comportamien-
to en movimiento, donde la mayoría muestran los brazos levantados y
curvados hacia abajo, y las cabezas tienen dos formas diferentes: rec-
tangular y triangular. Se detectó únicamente un zoomorfo, que bien
puede representar un cánido en posición aparentemente rígida y situado
en el centro del grupo de antropomorfos. Cuenta con dos tonalidades
de rojo, una más fuerte que la otra, que Valencia (1994) propone que
corresponden dos momentos de elaboración. El grupo II, parte central
del friso, muestra varios motivos antropomorfos y una representación
compleja que se ha catalogado como zoomorfa, quizás un posible ciem-
piés, aunque también se ha considerado como un elemento fitomorfo,
tal como un árbol o una planta. Para el caso del grupo III, que cuenta con
la mayor cantidad de motivos del friso, se han descrito las tres variables
temáticas que proponemos en este trabajo: antropomorfos, zoomorfos
y elementos geométrico-abstractos. Las tonalidades, al igual que el
grupo I y II, son dos. Una de ellas presenta un rojo muy intenso, incluso
puede considerarse que fue remarcado. Respecto a los motivos huma-
nos, las cabezas siguen variadas (rectangulares y triangulares), igual
que las extremidades del cuerpo –que muestran movimiento– con otros
atributos asociados. A la izquierda del grupo, en lo alto de esa porción,
aparece lo que se piensa es un espiral, también aparecen dos figuras
humanas de un tamaño mucho más grande que el resto y ambas tienen
una cabeza triangular. Existen otros motivos, pero debido a las películas
de líquenes y otros agentes es muy complicado identificarlos. En la parte
central del grupo, aparecen imágenes humanas con atributos que van
desde el tipo de cabeza (rectangular y triangular), pasando por los tipos
de movimientos de las extremidades y una en especial tiene una línea
entre las dos piernas. Un elemento, justo por debajo de este último, son
líneas en zigzag, que pueden estar asociadas con cuestiones de fertili-
dad y el agua. Debajo están una serie de figuras humanas que parecen
estar merodeando a las figuras cánidas y a otra geométrica, similar a
los triángulos encontrados del bloque aislado o Registro 3.

En relación con los cánidos, no se ha querido aventurar en con-


firmar qué representa, sin embargo, y tomando en cuenta los materia-
les recuperados en el asentamiento y el análisis del motivo, estarían
representando a un perro, coyote o lobo. Los tres que han sido identifi-
cados presentan un atributo adicional: el primero, tiene una línea que
se asemeja a una lanza, pues está incrustada en su lomo, además hay

303
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 5. Panel principal o


Registro N.º. 1. Fotos: Mario otros motivos muy cerca de su hocico, pero no han podido identificarse
Palacios Díaz (2014-2015) con claridad; el segundo, carga con su hocico un motivo que tampoco
ha podido determinarse con precisión; el tercero tiene entre sus fauces
a una figura humana de tonalidad diferente, y de los tres es el de mayor
tamaño. Del lado derecho aparece otro antropomorfo que se asemeja
mucho a la anterior y justo debajo de ésta, se vislumbra una especie de
escalera, elemento muy recurrente en la distribución arquitectónica del
asentamiento prehispánico, ya que se han detectado arqueológicamente
varios accesos a diferentes partes del cerro mediante el uso de esca-
leras (Pelz y Jiménez 2011). Posteriormente, aparecen otras figuras de
las que no es fácil su identificación, pero parecen ser humanoides. En
balance, puede decirse que la representación humana con cabeza en
forma triangular es parte de un estilo propio del sitio, ya que no tenemos
información de la existencia de otro motivo similar en la región adyacente
geográficamente (Fig. 5).

304
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

Registro 2. Promontorio norte


En la cima del cerro hay dos
enormes bloques de piedra y jus-
to en el centro existe una especie
de pasillo, del lado derecho, en
dirección de sur a norte, donde
hay pintura rupestre; se trata,
probablemente, de un único mo-
tivo geométrico. Recientemente,
el grupo de Sandra Cruz (2013)
propuso que se trata de un ca-
racol, aunque también puede
tratarse de un espiral con un
atributo asociado o una serpien-
te enroscada. Asociado a esto,
en el sitio El Tepozán, Calvillo,
Aguascalientes, se localiza un
motivo que podría estar aludien-
do a una serpiente; sin embargo,
ese motivo está en color blanco y
aparece en una escena con más
diseños vinculados que consis-
ten en una serie de personajes
antropomorfos con diferentes
atributos (Fig. 6). Aunado a este
registro, se localizan dos estruc-
turas prehispánicas y un petro-
grabado que fueron intervenidos por el proyecto dirigido por Ana Pelz y Figura 6. Registro 2.
Fotos: Mario Palacios Díaz
Jorge Jiménez (2010). (2015). Pintura asociada a
arquitectura prehispánica.

Registro 3. Bloque aislado


Consiste en dos figuras humanas y otro motivo geométrico conformado
por dos triángulos encontrados en su punta (bautizado entre nosotros
como “mariposa”). Se localiza cerca de los registros 1 y 6; respecto al
1, aproximadamente a 100 m hacia el sureste siguiendo la vereda que
rodea el cerro en su parte media, y respecto al 6, en el siguiente bloque
aislado. También se puede acceder subiendo aproximadamente 50 m por
el costado poniente de la excavación arqueológica, es decir, de la zona
doméstica-habitacional (a pies del cerro). Un elemento importante en
relación con el paisaje es que también parece estar indicando senderos

305
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

o conexión a otros pun-


tos. Podría representar
un marcador territorial.
Su visibilidad es impor-
tante, ya que permite ver
el horizonte y la parte
doméstica-habitacional
mencionada (Fig. 7).

Registro 4.
Conjunto La Troja I
El conjunto denominado
La Troja I se encuentra
aproximadamente a 1 km
de la zona nuclear del sitio
arqueológico, siguiendo
un camino de terracería
hacia el noroeste. La ico-
nografía de este registro
también es ciertamente
diferente a los anteriores
casos. Consiste en una
serie de líneas verticales
y horizontales delgadas,
además de la presencia
de un posible antropo-
morfo. El estado de con-
servación es muy preca-
Figura 7. Registro 3. Fotos:
Mario Palacios Díaz (2009 y rio, por lo que es complicado hacer un registro más cuidadoso. En cuanto
2013). a la superficie rocosa, se trata de un gran bloque que seguramente se
desprendió del cerro Los Tecuanes y que fue aprovechado para plasmar
los motivos; su orientación es hacia el poniente. En términos de paisaje,
el sendero por el cual se llega al conjunto bien pudo ser elaborado en
tiempos prehispánicos, donde, además de conectar con este, también
puede observarse en el camino un ojo de agua y un petrograbado (Fig. 8).

Registro 5. Conjunto La Troja II


A espaldas del registro 4, aproximadamente a unos 100 m en línea recta,
se encuentra un conjunto de motivos en un abrigo rocoso. Los diseños

306
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

que se identifican son


geométrico-abstractos,
donde también aparecen
líneas delgadas vertica-
les y horizontales. Sus
inmediaciones paisajísti-
cas son únicas, como lo
es la mayoría de los re-
gistros del sitio arqueoló-
gico. Tiene una visibilidad
oculta, ya que no puede
observarse a simple vis-
ta. Presenta un alto grado
de complejidad temática
y contiene motivos dife-
rentes a los vistos en los
anteriores registros, ya
que sus diseños tienden
a ser más geométrico-
abstractos, situación que
no es común en la región,
tomando en cuenta otros
sitios cercanos con pintu- Figura 8. Registro 4. Fotos:
ra rupestre, como El Huipil, por ejemplo. Muestra claras evidencias de Mario Palacios Díaz (2015).
saqueo y su estado de conservación es muy preocupante (Fig. 9).

Registro 6. Bloque aislado II


Observando el registro 3 de frente, del lado izquierdo se encuentra otro
bloque exento del cerro Los Tecuanes. En la parte baja del bloque se
localizó otro posible motivo pictórico. Presenta un lamentable estado
de conservación y muy poco se puede apreciar de él, lo que hace más
complicada su identificación. Aparentemente, se trata de una figura
antropomorfa con los brazos flexionados hacia sus piernas. La tonalidad
es de color rojo.

Vinculado a este registro, además del Registro 3, se han locali-


zado tiestos cerámicos que han llegado a ese punto debido posiblemente
al deslave ocasionado durante las lluvias. La visibilidad es prácticamente
igual a la del registro 3. Es importante indicar que no ha sido confirma-
do como pintura rupestre por parte del grupo especialista de Sandra

307
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Cruz y equipo. Sin embargo, las


características del entorno po-
drían indicar que efectivamente
se refiera a un motivo (Fig. 10).

Petrograbados
Los petrograbados registrados
dentro de la poligonal del sitio
son cinco. Predomina el tipo co-
nocido como ‘pocito’, que sirvió
para almacenar agua en peque-
ñas cantidades, aunque no se
descarta otra finalidad. También
hay otro con una figura antropo-
morfa y un círculo con una línea
atravesada en su eje norte-sur.
A continuación, se presentan los
registros de petrograbados. Se
Figura 9. Registro 5. Fotos: discurre en que los petrograba-
Mario Palacios Díaz (2015). dos tuvieron una función estrecha
con la dinámica cultural del asen-
tamiento sedentario, ya que tanto
su posición y función responden a
características propias del lugar.

Registro A (1).
Grabado en piedra aislada
Este grabado fue localizado en
las inmediaciones de la zona
habitacional-doméstica. Sin
embargo, y debido a la alteración
sufrida por la introducción de ga-
nado vacuno, fue difícil posicio-
narla en el plano arqueológico,
así que se trasladó a las instala-
ciones del Instituto Nacional de
Figura 10. Registro 6. Fotos:
Antropología e Historia, sede de
Mario Palacios Díaz (2015).
308
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

Figura 11. Registro 1 de


petrograbados. Fotos: Mario
Palacios Díaz (2011).

Figura 12. Grabado 2. Fotos:


Mario Palacios Díaz (2015).
Aguascalientes. El motivo consiste en una línea vertical que atraviesa un
círculo. Este símbolo es único en el sitio y bien puede estar representando
algo importante para aquellos antiguos pobladores. Dicho símbolo se
encuentra en estudios comparativos para saber cuáles pudieron haber
sido sus usos e importancia cultural (Fig. 11).

Registro B (2). Grabado en la cima del cerro Los Tecuanes


En la cima del cerro, además de contar con elementos arquitectónicos y
de pintura rupestre, en su parte central, justo entre las dos estructuras
citadas en párrafos anteriores, se registró un grabado que puede estar
haciendo alusión a un ‘pocito’, aunque sus dimensiones tan pequeñas,
apenas 8 cm de diámetro, parecen indicar que quedó inconcluso. Es
importante mencionar que, en la región cercana al sitio, en otros cerros
tanto del estado de Aguascalientes como de Zacatecas, se han registrado
este tipo de representaciones. Su función, al parecer, está concernida
como receptores de agua para fines rituales (Fig. 12).
309
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 13. Grabado 3. Camino a


La Troja. Fotos: Mario Palacios Registro C (3). Grabado en camino hacia La Troja I y II
Díaz (2015).
Cuando se realizaba una visita al conjunto pictórico de La Troja I, al
transitar por el camino mencionado antes, se localizó un grabado. Su
posición puede ser intencional, ya que muy cerca está una caída de agua
(temporal) y del camino de terracería que también pudo haber sido uti-
lizado en tiempos prehispánicos. Se trata también de un ‘pocito’. Tanto
este registro como el anterior están elaborados directamente sobre la
roca madre, y destaca que este grabado es el de mayores dimensiones
de los localizados hasta el momento (153 cm de diámetro y 55 cm de
profundidad) (Fig. 13).

Registro D (4). Antropomorfo en Comunidad Ejidal El Ocote


El siguiente registro constituye un elemento simbólico e iconográfico
importante. Este registro está fuera del contexto arqueológico, ya que se
localizó en la jamba de acceso a una casa en la Comunidad de El Ocote,
a unos 2.3 km del asentamiento prehispánico.

Los habitantes de la comunidad nos informaron que el elemen-


to fue sustraído del sitio para llevarlo a la entrada de su portón. Este
petrograbado representa una figura humana con sus extremidades en
posible movimiento, pero sin la presencia de brazos y una cabeza circular.
Lamentablemente, investigaciones posteriores registraron que el petro-
grabado se encontraba cubierto por un enjarre de cemento, ya que los
dueños de la casa hicieron arreglos en la fachada, cubriendo totalmente
el grabado (Fig. 14).

310
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

Registro E (5). Grabado en ladera


poniente del cerro Los Tecuanes
Este registro fue el último reali-
zado (2013) y su descubrimiento
estuvo a cargo del arqueólogo
Jorge Jiménez. Según lo obser-
vado, el contexto rocoso donde
se encuentra el petrograbado
es de un bloque disgregado del
mismo cerro Los Tecuanes, por
tanto, se desconoce si su ubica-
ción original es la presente o fue
plasmado anteriormente. A juz-
gar por su forma (posible mor-
tero o ‘pocito’), es muy similar a
los registros B y C, sin embargo
su contexto es diferente, ya que
uno se encuentra más alejado al
cerro y el otro está en la cima,
asociado a las construcciones
presentes. El desgaste también
es similar al del C. En la siguien-
te imagen se muestra el contexto
en el que se encuentra el petrograbado, así como el mismo (Fig. 15). Figura 14. Grabado 4. Ubicado
en una casa particular. Foto:
Mario Palacios Díaz (2009).

Registro F (6). Dos grabados cercanos a la Presa Tolimique


Estos grabados tienen una posición sumamente interesante, ya que están
aproximadamente a la mitad del camino entre el sitio arqueológico y la
Comunidad Ejidal, solo que no están sobre el camino, sino que se debe
ingresar al margen derecho pasando la caseta de cobro. Su visibilidad
es privilegiada ya que se observan los otros cerros comarcanos a Los
Tecuanes (Fig. 16).

Primeros resultados. Iconología y materiales asociados


En un balance general y valiéndose de la información que proporciona
el estudio del paisaje y las características del asentamiento asociado,
así como los registros rupestres documentados hasta el momento, nos
llevan a pensar en varios aspectos.
311
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 15. Grabado 5. Fotos:


Mario Palacios Díaz (2015) En primer lugar, el patrón estilístico del sitio puede caracteri-
zarse como naturalista, donde predomina la figura humana en cuerpo
completo, ya sea de complexión delgada o gruesa. El resto de los motivos,
antropomorfos y geométrico-abstractos, parecen acompañar al antro-
pomorfo. Es importante destacar que, para el estado de Aguascalientes,
solo en El Ocote se presenta el cánido.

El acceso a los registros con pintura rupestre tienen cierta difi-


cultad, aunque hay veredas para llegar a ellos; situación que lleva a pen-
sar que esos senderos bien pudieron haber sido los prehispánicos, hecho
que queda demostrado por la gran presencia de material arqueológico en
superficie (cerámica, lítica, concha). Además, hay varios petrograbados en
estos mismos caminos, lo que también estaría indicando algo importante.

Respecto a la visibilidad, es una situación que ocupa únicamente


a ciertos motivos, como el caso del Registro 1. En él, la visión periférica
es sumamente interesante pues, como ya se dijo, tiene un amplio dominio
de los alrededores (ver figuras del Registro 1).

Conforme con Carlos Viramontes (1999: 63) el uso o función de


algunos sitios con pintura y petrograbado de sociedades de recolectores-
cazadores, integraban el entorno natural a su cosmovisión, transformán-
dolo conceptualmente en paisaje sagrado. Aunque la situación de El Ocote
es presumiblemente diferente respecto a la forma de vida de los grupos
que menciona Viramontes, pensamos que coincide, ya que no es un hecho
tajante que las pinturas rupestres hayan sido elaboradas por los habi-
312
Arte rupestre del septentrión mesoamericano. Iconografía y arqueología del paisaje... | Mario Arturo Palacios Díaz

tantes del asentamiento


Epiclásico. Otro aspecto
que nos resulta impor-
tante considerar es que
indica que el ritual era
una actividad básica para
la reproducción social y, a
través del arte rupestre,
“se manifiesta en espa-
cios rituales específicos,
generalmente vinculados
a elementos conspicuos
de la naturaleza como
manantiales, ríos, arroyos,
abrigos, cuevas, frentes y
afloramientos rocosos y en
general, lugares con una
significación especial en el
marco de la cosmovisión”
Figura 16. Grabados en las
(Viramontes 1999). Al observar los registros realizados, notamos que afueras del sitio arqueológico.
cada elemento que indica el investigador es coherente con nuestro caso, Fotos: Mario Palacios Díaz
(2015).
ya que la mayoría de los petrograbados, al ser considerados pocitos, le
confieren una situación vinculada al agua, y la mayoría de los registros
de pintura, tienen un elemento de la naturaleza asociado.

Tomando como base los valores mencionados (accesibilidad,


visibilidad y uso), creemos que el sitio estuvo interconectado entre el
asentamiento prehispánico Epiclásico y los registros rupestres a través
de senderos intencionados. Esto no quiere decir que sean producciones
culturales contemporáneas. Lo que es evidente es que los registros
rupestres, tanto de petrograbado como de pintura, responden a determi-
nados atributos del lugar, tanto en puntos de presencia de algún aspecto
natural (recursos) como del entorno cultural del asentamiento, como los
senderos y las diferentes construcciones (basamentos, alineamientos, te-
rrazas). Por su parte, los análisis de materiales arqueológicos asociados
a los registros rupestres han arrojado resultados significativos. Además
de la cerámica antes mencionada, una mano de metate, localizada en
asociación al Registro No. 1 de El Ocote, fue analizada por el Laboratorio
de Fitolitos, y el Área de Prehistoria y Evolución Humana. Judith Zurita
y Rogelio Santiago son los que trabajan en la obtención de fitolitos que
permitan dar a conocer más información acerca del paleopaisaje del

313
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

sitio, pero en este momento lo que se confirmó fue la presencia de fibras


de algodón que muy posiblemente son de uso prehispánico. Guillermo
Acosta, del segundo laboratorio mencionado, colabora en los estudios a
través de la técnica de fluorescencia de rayos X, y los primeros resultados
que se obtuvieron, una vez que la piedra fue sometida, son:
1. Entre los elementos que destacan en los pigmentos son: hierro
y titanio, por lo que apunta a ser hematita.
2. En la parte trasera (donde no existe pigmento), aparece cla-
ramente Fe en menor cantidad, con aumento de calcio, lo que
indica que no es parte de la roca ni del sedimento incorporado
a la superficie.
3. En una comparativa de espectros de las dos zonas analizadas,
el espectro es prácticamente idéntico, sólo con ligeras variacio-
nes en la intensidad, posiblemente debido a la concentración
del pigmento. El equipo empleado por Guillermo Acosta fue un
XRF, marca Brucker, modelo Tracer III-SD, con una exposición
de 60 segundos.

La investigación en el sitio arqueológico El Ocote, en


Aguascalientes, sigue en proceso. Mientras sigan existiendo nuevos in-
terrogantes alrededor de estos antiguos pobladores, los estudios conti-
nuarán efectuándose. La gráfica rupestre, el asentamiento prehispánico
y el entorno natural son un espacio que debe investigarse, protegerse
y divulgarse. Su pérdida parcial o total sería sumamente preocupante
para la historiografía regional de la región de Aguascalientes y para el
impacto del cuidado del medio ambiente.

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317
La comunidad afroamericana de Los Metates
y el culto a San Marcos: la reutilización ritual
de un petrograbado prehispánico
Miguel Pérez
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Centro INAH-Guerrero (México)

Resumen
Durante una temporada de sequía, se acompañó a pobladores de la comu-
nidad de Los Metates, municipio de Azoyú, a realizar una ofrenda de agua al
altar de su santo San Marcos, lugar que resultó ser un petrograbado olmeca
en la cima de un cerro. Se aborda brevemente el caso de esta reutilización
ritual por parte de los grupos afromexicanos, quienes han asimilado parte
del sincretismo entre la religión mesoamericana y la católica.
Palabras clave: Afromexicanos, olmecas, reutilización ritual, culto al agua.

Abstract
During a dry season, residents of the community of Los Metates, municipality
of Azoyú, were accompanied to make an offering of water to the altar of their
Saint San Marcos, a place that turned out to be an Olmec petroglyph on the
top of a hill. The case of this ritual reuse by Afro-Mexican groups, who have
assimilated part of the syncretism between the Mesoamerican religion and
the Catholic religion, is briefly addressed.
Keywords: afroamericans, olmecs, reuse ritual, water cult.

Introducción
Una de las regiones que poseen gran potencial de investigación antropo-
lógica es la Costa Chica del estado de Guerrero, en la República Mexicana.
Los elementos geográficos con que se define esta región, entre el mar y
las cimas de la Sierra Madre del Sur, permitieron gradientes altitudinales
donde progresaron diversos grupos en áreas con variedad ambiental y
abundante agua, ya sea de grandes afluentes, humedales, esteros, la-
gunas costeras y mantos freáticos superficiales (Fig. 1).

318
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

La Costa Chica ha sido tan poco investigada que hace 10 años se


poseían registrados solo 17 sitios arqueológicos, de casi 1500 del total
para el estado de Guerrero, lo cual motivó que se le diera prioridad a
nivel institucional para conocer más sobre los valores culturales, carac-
terísticas formales de los sitios y la densidad de presencia de vestigios,
teniendo en primer plano el establecimiento de estrategias de salva-
guarda y protección. Por ello, se realizó durante algunos años el Atlas
Arqueológico de las Costas de Guerrero, cuyos resultados asombraron
por la vasta existencia de sitios monumentales (López y López 2009;
Román 2012).

Además, sabemos del gran mosaico étnico de esta región en


tiempos de la conquista española, a partir de las fuentes históricas, prin-
cipalmente de la Relación Geográfica de Xalapa, Cintla y Acatlán, escrita
en el año de 1582 (Acuña 1984:277-294), así como algunos estudios del
señorío tlapaneco de Tlapa Tlachinollan, cuyo dominio sur abarcaba parte
de la Costa Chica (Gutiérrez y Brito 2014). Aquí existieron al menos 13
grupos: camotecas, yopes, zapotecos, tlapanecos, acatecos, nahuas de
la costa, nahuas del altiplano, cintecos, amuzgos, mixtecos, cuauhtecos,
ayacatecos y para el lugar que nos interesa, los huehuetecos (Fig. 2).
Hoy la mayoría los 13 grupos se han extinguido, quedando únicamente
nahuas, tlapanecos, mixtecos y amuzgos, ocupando porciones muy re-
ducidas con respecto a sus territorios del siglo XVI.

A la par, hay que agregar la aculturación ocurrida durante el


régimen novohispano y la conformación de localidades que sirvieron de
refugio y estancia para las personas traídas de África en la Colonia y su
descendencia; los que reciben actualmente el nombre de afroamericanos,
afromexicanos o afromestizos, siendo en efecto, la Costa Chica, una de las
319
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

áreas a nivel nacional con


mayor presencia de ellos.
En su momento aporta-
ron riquezas a los hacen-
dados que los subyugaron
en calidad de esclavos y
con el transcurrir de los
siglos establecieron lo-
calidades propias ante el
constante ambiente hostil
con las etnias y grupos ya
existentes, y que, si bien
aún existe una disputa y
competencia sobre todo
territorial, es innegable
que hubo intercambio
de rasgos culturales en-
tre todos los habitantes
de esta región (Aparicio
2013).

En este entorno,
se emprendió la reali-
Arriba Figura 1. Mapa de zación del guion para el
la Costa Chica de Guerrero, museo arqueológico de la Costa Chica en Azoyú por quien esto escribe,
realizado por el autor en lo cual se asumió como una gran oportunidad de acceder a esta parte de
Plataforma Bing.
Guerrero para conocer el desarrollo sociocultural. Asimismo, se buscó
Abajo Figura 2. Localización de
las etnias y grupos de la Costa recuperar información de la ocupación detectada en las inmediaciones
Chica existentes en el siglo y que data de hace 3000 años, con vestigios olmecas. Este museo fue un
XVI, realizado por el autor en
esfuerzo entre el Ayuntamiento de Azoyú y la Secretaría de Cultura del
Plataforma Bing
Gobierno del Estado de Guerrero, contando con la asesoría del INAH para
el manejo de colecciones arqueológicas.

Además, se atenderían denuncias de presencia de vestigios pre-


hispánicos en en el “Proyecto protección técnica y legal del patrimonio
arqueológico”, entre las que se encontraba la comunidad de Los Metates.
En ese lugar, el señor Raúl Evaristo Abundis, oriundo de Azoyú, nos había
mencionado que estaban apareciendo piezas arqueológicas de forma recu-
rrente en donde está emplazada la población actual; también nos mostró
un par de fotografías antiguas de un petrograbado plasmado en la cara de
una gran laja de piedra (Figs. 3 y 4).

320
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

La inspección a Los
Metates se hizo el sábado 8 de
agosto de 2015. Para llegar hay
que contactar a los habitantes
del lugar vía telefónica para
avisar del ingreso de personas
externas, ya que el entorno de
inseguridad que actualmente
se vive en Guerrero hace que el
camino Huehuetán-Los Metates
sea muy peligroso, y de esta for-
ma se corre la voz que andarán
por esas brechas personas con
un interés netamente antropoló-
gico. Fuimos recibidos en el lugar
con una cálida bienvenida por el
señor Ángel Graciano. Aquí las
personas mostraron benepláci-
to por nuestra presencia y dieron
gracias por visitarlos, menciona-
do que éramos los primeros in-
vestigadores en llegar y, en efec-
to, no se habían hecho trabajos
arqueológicos en esta parte del
área afroamericana.

Los Metates Arriba Figura 3. Fotografía


antigua del señor Raúl
Los Metates se localiza en el municipio de Azoyú, en las inmediaciones Evaristo Abundis donde se
de la comunidad de Huehuetán, ya en territorio afroamericano y que observa la forma de la laja
antiguamente pertenecía al señorío de los huehuetecos. Con 20 metros donde fue plasmado un
petrograbado, en la comunidad
de altitud con respecto al nivel del mar, sus coordenadas geográficas son de Los Metates.
las siguientes: 16º 34’ 44.52” Norte y 98º 33’ 53.07” (Fig. 5). Abajo Figura 4. Detalle del
petrograbado en Los Metates,
en la fotografía del señor Raúl
Sobre un lomerío bajo se asentó la población. Es un promontorio
Evaristo Abundis.
con una superficie de 30 hectáreas que en época de lluvias se convierte
en una isla al estar rodeado de terrenos de inundación o bajiales del
río Santa Catarina. Se observan algunos afloramientos de granito y el
suelo formado de compactaciones de esa misma piedra intemperizada,
pero la mayor parte del material es el remanente de ocupaciones pro-
321
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

gresivas y vestigios de muros y


desplantes de plataformas, con
materiales arqueológicos cerá-
micos del Preclásico, Epiclásico
y Posclásico, en lo que parece
ser una ocupación desde el 1000
a. C. al 1521.

Además, se observó una


gran densidad de cerámica que
presenta decoraciones por mo-
delado, pastillaje, esgrafiado
y punzonado, y es común que
aparezcan figurillas. El señor
Ángel Graciano nos mencionó
que en las inmediaciones de la
localidad había unas “piedras
paradas”, lo cual se constató al
registrarse en la porción sureste
y este del lomerío al menos tres
estelas lisas, la más alta de 1.35
metros (Fig. 6), en una porción
de terreno que todavía no tiene
casas modernas, lo que permitió
ver que la densidad de cerámica
Figura 5. Localización de Los también es muy alta ahí (Fig. 7).
Metates, Municipio de Azoyú,
Guerrero. El plano de Azoyú
procede del INEGI (2009) e La cerámica hallada en Los Metates permite incluirlo en una
imagen satelital BING. franja de pantanales, vinculados al río Santa Catarina, que abarca a
otras ocupaciones más extensas como el sitio de Las Trancas al oriente
y que forman el área con mayor amplitud temporal de presencia huma-
na en esta parte de la Costa Chica, desde el Preclásico Medio hasta el
Posclásico Tardío con un posible hiato cultural en el periodo Clásico. Por
ello, el denominativo de huehuetecos se podría referir a esa continuidad
cultural, donde las otras etnias reconocían a los habitantes de esta área
como los viejos, del náhuatl huehuétl que significa anciano, los que habían
existido en este lugar por siglos.

Se le preguntó al señor Ángel Graciano sobre la piedra con gra-


bados que el señor Evaristo Abundis nos había comentado y se refirió a
que seguramente se trataba de su patrono San Marcos, al que no podría
llevarnos por estar convaleciente de la enfermedad del chikungunya, pero
322
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

que otras personas de la comu-


nidad nos llevarían con gusto. Y
servía que íbamos para llevarle
una manda de agua, ya que no
había querido llover. Es decir, lle-
varían agua en cubetas para mo-
jar al santo y de esa forma San
Marcos les daría en reciprocidad
la lluvia.

Y tras caminar por 15


minutos, 600 metros al norte,
ya subiendo a las estribaciones
bajas de la Sierra Madre del
Sur, observamos una loma con
una techumbre que cubre un
conjunto de piedras de granito
donde está San Marcos (Fig. 8).
En el desplante sur de la loma
se detectó un sitio arqueológico
formado de plataformas bajas y
remanentes de muros prehispá-
nicos, sin que al momento pudié-
ramos determinar su cronología.

Una vez que llegamos


con San Marcos, a primera vista
se observó que era un petrogra-
bado zoomorfo que delinea un
lagarto, al que denominamos
Elemento 1 y, en uno de los blo-
ques al frente, estaba represen-
tada una deidad de la lluvia con
forma de cerro, el Elemento 2.
Este lugar se localiza a 30 metros Figura 6. Estela lisa ubicada
sobre el nivel del mar, en las coordenadas geográficas 16º 35’ 5.59” Norte al sureste de Los Metates.
De derecha a izquierda: Luis
y 98º 34’ 0.21 Oeste.
Alcantar, Elisa Muñoz, el
profesor José Justo y el señor
Ángel Graciano.
Elemento 1: El Lagarto Figura 7. Densidad cerámica
en superficie en el lomerío
El Elemento 1 posee su único panel grabado en la cara sur de un bloque con ocupación prehispánica.
de piedra vertical con la parte superior angular y, en este mismo lado, Nótese la cerámica decorada.
323
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 8. Para la comunidad de


Los Metates el petrograbado se asocia a un bloque de 2.5 m de ancho que fue colocado en disposi-
es San Marcos ción horizontal para servir de altar (Fig. 9). Tanto la piedra del grabado
como la piedra horizontal fueron colocadas en la época prehispánica, al
estar integradas en un núcleo compacto que forma una pequeña plata-
forma; además, la gente menciona que desde sus ancestros ya estaba
así puesta. El mover el bloque horizontal de varias toneladas a la cima
de una pequeña loma, usando sólo fuerza humana, requirió de un gran
número de personas.

El grabado mide 1 m de ancho por 1,10 m de alto. Fue manufac-


turado mediante percusión y abrasión, para crear el motivo observable.
Presenta un elemento ovalado que es un ojo en la parte central derecha y
en la parte baja izquierda dos hileras de cuadros a manera de los dientes
que junto con las mandíbulas forman el hocico de la figura. Frente al ojo
se aprecia una esfera que debiera ser la nariz y en la parte superior de
la composición del rostro hay una amplia placa horizontal que forman
sus cejas. El diseño este coronado por 5 figuras geométricas con forma
de aspas, todas ellas terminadas en la parte superior en pico (Fig. 9).

324
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

Lo que es el hocico y na-


riz, así como los dientes, no se
encuentran bien definidos, pero
nos llamó la atención que no pre-
sentaba pátina en esas partes y
en realidad los surcos originales
mostraban huellas de haber sido
rayados, por lo que se preguntó
a las personas de la comunidad
si alguien había alterado el di-
seño, a lo que nos comentaron
que sí. Ya hace algunos años, al
estar la piedra ennegrecida por
las veladoras, alguien decidió
limpiarlo tallando las líneas que
Figura 9. Dibujo del
se notaban.
petrograbado contenido en el
Elemento 1.
Cuando comparamos la fotografía antigua del señor Evaristo
Abundis, notamos que antes las fauces tenían los dientes bien alineados y
la nariz dejaba ver una clara fosa nasal (Fig. 4), a diferencia de los trazos
en la actualidad, con los dientes desalineados, más pequeños y el área
de la nariz confusa.

El grabado continuaba hacia la esquina inferior derecha del


mismo, pero se encontró tan deteriorada esa parte que fue imposible
reconocer los trazos.

La fosa nasal sobre la nariz, el hocico, la ausencia de colmillos y


los ojos con la pupila vertical nos llevó a identificar a este zoomorfo como
un lagarto o cocodrilo, que no es una especie ajena a la región. Todavía hay
un gran número de cocodrilos en los terrenos de Los Metates cercanos
al río de Santa Catarina y hay que andar con cuidado en los alrededores
ya que es posible encontrar un animal de esos, en especial en época de
lluvias cuando el terreno se inunda. Son comunes los relatos de ataques
de estos reptiles a personas del lugar, lo cual no es extraño si tenemos en
consideración que el cocodrilo de pantano (Crocodylus moreletti) alcanza
los 3.5 m de longitud y el cocodrilo de río (Crocodylus acutus) los 6 m de
largo (Araujo 2003: 31).

Lo que más llama la atención son las cejas, que reúnen todas
las características de las llamadas “cejas flamígeras” usadas en la ico-
nografía olmeca, lo que ofrece una clara pista del vínculo cultural del
325
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Figura 10. Figurillas olmecas


grabado, así como su cronología. Algunos consideran que estas cejas
procedentes de Juchitán.
son una estilizada cresta de plumas de águila arpía (Furst 2008: 191).
Por su estilo, se estima que fue realizado entre los años 1000 a 800 a. C.
(Preclásico Medio) y se suma al otro petrograbado olmeca que se tiene
registro en el estado de Guerrero: La Texayac de Mochitlán (Villela 1989),
únicamente que este último es prácticamente un trabajo escultórico en
326
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

la pared de piedra y aquí en Los Metates, se puede considerar como una


representación esquemática.

Aún es muy aventurado considerar que este petrograbado pueda


representar al dios olmeca del maíz por la franja central de las cejas, que
al estar más marcada que el resto de las líneas podría ser la incisión en
la frente y los elementos en punta de la parte superior que aluden a las
hojas de maíz en brote (Taube y Saturno 2008).

La cultura olmeca, que irradió desde la costa del Golfo de México


a gran parte de Mesoamérica, también tiene presencia en la Costa Chica
de Guerrero: desde San Marcos hasta Ometepec, se detecta a partir
de un sitio con arquitectura en San Luis Acatlán, en la comunidad de
Yoloxóchitl, hasta más de una docena de sitios arqueológicos registrados
por el autor de donde proceden figurillas de ese estilo y el petrograbado
que damos a conocer en este capítulo; algunas de las figurillas olmecas
que se han visto proceden de algunos kilómetros en dirección noroeste,
en las cercanías de Juchitán (Fig. 10).

Este grabado dentro de la cosmovisión olmeca podría ser la


representación de un dios, un símbolo totémico (Clark 2008), o un ele-
mento de reiteración de un espacio sagrado, aunque recalco que por el
momento esa adopción y recreación que hacen los pobladores actuales,
dentro de la construcción legítima de un espacio religioso, fue creado
milenios atrás.

Elemento 2: Deidad de la lluvia


El Elemento 2 es un bloque de granito expuesto por intemperismo con
los cantos redondeados, con su único panel trabajado hacia el sur, donde
está un motivo de 0.55 m de ancho por 0.50 m de alto, manufacturado
por desgaste. En la parte superior del diseño sobresalen dos grandes
círculos, uno al lado del otro y cada uno formado de dos circunferencias
concéntricas y al centro de ellos, un punto más profundo; bajo el ojo
que está del lado izquierdo del observador, hay una vírgula horizontal.
La parte baja del motivo es una figura trapezoidal con la parte superior
más angosta que la inferior (Figs. 11 y 12).

Inmediatamente se puede reconocer la representación del dios


de la lluvia, conocido con el nombre de Tláloc por los nahuas, cuyo prin-
cipal atributo son las anteojeras circulares y la bigotera y en este caso,
se encuentra con la advocación de cerro sagrado.
327
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Los elementos presentes


están muy sintetizados, única-
mente los ojos, la bigotera y el
cuerpo de cerro, lo cual es co-
mún en escultura, ya que en los
códices al dios Tláloc lo dibujan
antropomorfizado, ya sea solo
con sus atributos o vinculado al
cerro, como en la lámina 48v del
Códice Vaticano A (Fig. 13).

Tláloc o Tlaloque
Tlamacazqui era la deidad prin-
cipal de los pueblos mesoame-
ricanos y, de acuerdo con Fray
Bernardino de Sahagún en su
obra del siglo XVI, le atribuían
la lluvia, los truenos, rayos, gra-
nizo y todas las cosas de man-
tenimientos que se crían sobre
la tierra (Sahagún 2000: 120).
Sobre esta deidad han versado
decenas de estudios, centrán-
dose en los ritos de petición de
lluvia y los espacios geográficos
sagrados donde se realizaban
las ceremonias, siendo uno de
los trabajos más importantes el
de Broda (1971).

Los cerros enfocan el ma-


yor ceremonial vinculado a la
deidad acuática al poseer, en la
cosmovisión mesoamericana,
una conformación que incluye el
cuerpo que sirve de contenedor
de agua, una parte inferior que
une al agua interna con el mar,
un inframundo al que se accede
Figuras 11 y 12. Elemento 2
que posee una imagen sintética
por sus cuevas -que a su vez son
de la deidad de la lluvia. útero de la tierra- los manantia-
328
La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

Figura 13. Dios Tláloc


les que pueden brotar de él y la cima. Esta última es el espacio liminar representado con su cerro
donde vive la deidad o las deidades acuáticas y, por lo tanto, las peticiones en el folio 48v del Códice
Vaticano (Anders et al. 1996).
de lluvia, buenas cosechas y de mantenimientos suele hacerse principal-
mente en ese lugar, donde fueron construidos, y aún se hacen, templos,
plataformas, santuarios, altares y redondeles de piedra. Por ello, la pre-
sencia del dios de la lluvia nos lleva a inferir que este pequeño lomerío
al norte de Los Metates fue sede de rituales agrícolas por pueblos del
periodo Posclásico.

El Elemento 2 al ser propio del Posclásico mesoamericano, es


decir, fue grabado entre los años 950 a 1521 d. C., tiene una diferencia
temporal mínima de 1.550 años con respecto al Elemento 1. Esta conti-
nuidad en el uso ritual es una reconstrucción y adopción de este espacio
sagrado, aunque desconocemos el sentido real que tuvo en tiempo olme-
ca, la reutilización de petrograbados por diferentes culturas es evidente,
donde se incorporan al espacio liminar nuevos elementos.

329
Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

El ritual de petición de lluvia


Es de notar que el grabado del Elemento 2 es conocido por los pobladores,
pero no recibe ningún tipo de atención ritual, ni siquiera está techado,
siendo el Elemento 1 en el que se concentran las creencias. Aunque no
distinguen claramente el motivo, señalan fervientemente que se trata
de una representación de San Marcos, quien es a su vez el santo patrón
del pueblo de Los Metates y lo tienen en gran estima. El grabado es la
materialización y presencia del santo, por ello se le debe tener gran
respeto y mostrar reverencia.

Además del papel de procurarles la lluvia para el mantenimiento


de sus cosechas, es también un numen milagroso, al que se le puede
pedir mejorías en la vida, favores y sanación de enfermedades.

De igual forma se le atribuye a San Marcos un carácter fuerte,


enérgico y hasta vengativo. Recomiendan las personas del pueblo que
en el espacio circundante, delimitado propiamente con un enrejado, no
debe de haber nadie de poca fe, y menos aquellos que se burlen de la
religión, ya que puede generar represalias por parte del santo, tal como
se narra en las historias que los pobladores cuentan de aquellos a los
que llevó a la ruina.

Este vestigio olmeca ha sido revalorizado por la población actual


y le han integrado otros objetos efímeros para la conformación de este
lugar de culto (Fig. 8):
- Pequeñas piedras en la parte frontal al grabado donde se co-
locan veladoras.
- Estrellas de papel dorado que parecen representar el firma-
mento en las partes frontales del bloque erguido y el bloque
horizontal.
- Ramas colocadas verticalmente para colgar flores de plástico
y papel.
- Canastas de cestería que cuelgan del techo, llenas de flores
de plástico.
- Enramadas de palma para proteger de los rayos de sol, ra-
santes a la piedra.
- Una banca de madera en el borde poniente del área techada y
otras sillas de plástico.
- La reja circundante protectora.

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La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

Es necesario mencionar que en muchas comunidades en el


estado de Guerrero se encuentran altares a la lluvia y a los santos, donde
se integran los elementos prehispánicos o que en torno a estos últimos
giran los rituales agrícolas que aún perduran, los que se realizan prin-
cipalmente en las fiestas de San Marcos y la Santa Cruz.

El día de San Marcos y la fiesta de la Santa Cruz, ocurren a


finales de abril y principios de mayo. Uno es el 25 de abril y el otro el
3 de mayo respectivamente. Son de las fechas más importantes en el
calendario cívico religioso de los pueblos indígenas y mestizos, y como
observamos, también de los afroamericanos. En el sincretismo cultural
surgido entre la base cultural mesoamericana con el catolicismo, las
fiestas mencionadas son la esencia del inicio del calendario agrícola y
los rituales propiciatorios para la petición de lluvia.

En Los Metates, se celebra a San Marcos y los preparativos


empiezan en lo que llaman “las vísperas” que ocurren el 23 y 24 de abril,
y su fiesta el 25 es la principal, como se mencionó. De acuerdo con la
información proporcionada por el señor Baloi Graciano Morán, a la par de
la procesión y la fiesta en la comunidad, los campesinos realizan rituales
en la piedra horizontal frente a San Marcos, colocan las veladoras y piden
favores (Fig. 15); ahí se sacrifican gallinas cuya sangre se esparce en el
altar y, posteriormente, quien hace la ofrenda se llevan el cuerpo de su
ave para cocinarla e invitan a la familia a degustar de esa carne como
platillo principal, al haber sido consagrada al petrograbado.

En cuanto a la ceremonia que nos tocó observar en el 2015 para


propiciar la lluvia, se llevó a cabo por las condiciones extraordinarias de
una sequía que amenazaba con matar los cultivos. Desde mayo hasta
principios de agosto ya habían pasado tres meses que debía haber llovido,
agravando la necesidad de agua una onda de calor que afectaba todo
Guerrero. Acudimos a San Marcos un señor, un joven y un niño del lugar,
más el equipo de trabajo y se llevaron dos cubetas llenas de agua.

Desde atrás de la piedra del grabado del Elemento 1, cada una


de las personas mayores que nos acompañaron se turnaron para vaciar
paulatinamente las cubetas, mojando todo el bloque erguido y algunas
veces tomando agua con la mano para arrojarla sobre la misma piedra.
Le daban agua a San Marcos para que el santo les diera agua a ellos (Fig.
15). Posteriormente, las personas de la comunidad, incluyendo al niño,
se hincaron con mucha reverencia frente al bloque horizontal para rezar
y pedir.
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Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

Al respecto, el etnólogo
Samuel Villela Flores, con el
que se está realizando un estudio
mayor de carácter etnográfico y
de sincretismo de este culto a
San Marcos, hizo la observación
inicial que este altar pertene-
ciente a afroamericanos difiere
por completo de los que se co-
nocen de otras etnias y en Los
Metates su principal caracterís-
tica es la ausencia de la cruz de
cerro.

En el caso de la Montaña
de Guerrero o Mixteca nahua tla-
paneca, una de las modalidades
en que Samuel Villela clasifica el
culto a los cerros, son las cum-
bres como espacios liminares
donde se aposentan las cruces.
En nuestro caso, existe el lugar
liminal en la pequeña cima de la
loma, pero como se dijo, sin la
cruz del cerro que es un “objeto
Figura 14. D. Baloi Graciano sincrético de advocación mesoa-
Morán proporcionando mericana y una de las principales entidades sagradas a las que se remite
información sobre los festejos el ritual” (Villela 2009:332-333).
a San Marcos.

San Marcos es en general el santo que por sincretismo fue con-


sagrado con el poder propiciatorio de las deidades de la lluvia, aunque
ignoramos de que forma la comunidad afroamericana absorbió las no-
ciones de la base cultural mesoamericana y construyó a partir de ellas
su sistema de creencias, segregando motivos tan importantes como la
cruz del cerro de su complejo ceremonial de culto a la lluvia. Y de la
misma forma que se eliminaron componentes, se integraron otros, como
el poder curativo del petrograbado que “encarna” a San Marcos, lo cual
parece ser aportación de las manifestaciones culturales de la población
africana a la llegada de América, entre las que se encontraban la cura-
ción, la adivinación y la hechicería (Aparicio 2013).

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La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

Así, el Elemento
1, procedente de la cul-
tura olmeca, adquiere en
la actualidad significado,
y forma parte del entor-
no social vivo de la co-
munidad y de su cuerpo
de creencias. Además,
los habitantes de Los
Metates al realizar el ras-
pado de las líneas, ya se
integraron a la secuencia
cultural plasmada en el
petrograbado.

La reutilización ritual
Con la información que
poseemos hasta el mo-
mento, la loma donde se
halla San Marcos con los
Elementos 1 y 2 presen-
ta una secuencia cultu-
ral desglosada en tres
épocas:
- Primer época:
se configura la
loma como un
centro de culto olmeca con la creación del Elemento 1, entre el Figura 15. Los pobladores
mojando la piedra de San
1000 a 800 a. C., representando un lagarto.
Marcos para propiciar la lluvia.
- Segunda época: se manufactura una deidad de la lluvia entre
los años 950 al 1521 por grupos del Posclásico, como parte de
la instauración de centros ceremoniales agrícolas en la cima
de cerros y lomeríos. Se asume por el momento que fueron los
huehuetecos quienes lo realizaron.
- Tercera época: el lugar se convierte en santuario a San Marcos,
venerado por los pobladores actuales en Los Metates, quienes
retocan el Elemento 1 y, a pesar de la discontinuidad cultural,
los afroamericanos adoptan, asimilan y convierten el lugar en
centro de culto al agua, incorporando nuevos elementos como la
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Las manifestaciones rupestres en México. Técnica, iconografía y paisaje

sanación al lugar, segregando elemento como la cruz, posible-


mente como resistencia ante los grupos tlapanecos, mixtecos y
nahuas con los que siempre han tenido disputas.

Recalcamos el hecho de la desarticulación entre los pobladores


actuales de Los Metates y el significado original de los petrograbados,
al grado que la deidad de la lluvia contenida en el Elemento 2 no es
considerada en ningún momento para los rituales propiciatorios.

Y aunque no hay una continuidad lineal en la concepción ritual


de estos petrograbados, podemos ver como las nociones religiosas de los
pueblos agrícolas prehispánicos poseen tal intensidad y estructuración,
que impactaron en su reutilización del Posclásico y actualmente por los
grupos afroamericanos, al remitirse ambas reutilizaciones al conjunto
de lugares de culto acuático.

En esto hay que considerar la incorporación de los rasgos del


paisaje a la construcción cultural, donde un lugar con marcas especí-
ficas en el paisaje es reinterpretado y adoptado por grupos ajenos a su
creación, y las cualidades naturales juegan un papel importante en la
repetición de un concepto similar al original.

La incorporación de petrograbados prehispánicos a las prácticas


religiosas de indígenas y mestizos también se observa en otras partes
del estado de Guerrero, como la Texayac de Chilapa, que es una figura
antropomorfa tallada en la pared de un cerro que suele ser decorada con
flores y se acompañada con una cruz; o los petrograbados de La Gloria en
Atoyac, donde peones llevados desde Chilapa a trabajar en los cafetales,
ponían velas, comida y flores a las piedras con motivos, “para hacer sus
brujerías”, como le dijeron al autor los dueños de los campos del café,
cuando detectamos los vasos de las veladoras al pie de las rocas.

Es necesario abundar y sistematizar el estudio de estos lugares,


para integrar a las manifestaciones rupestres, los aspectos religiosos de
la comunidad actual. Los datos etnográficos y su definición como parte de
la secuencia de utilización nos acercan al entendimiento de los procesos
de construcción y reconstrucción de la cultura, sincretismos, relaciones
de producción, resistencia, tradición e innovación.

Por supuesto que, con la desarticulación entre la población


actual y esos vestigios prehispánicos, no podemos acceder directamen-
te a los aspectos significativos del cual emanaron los petrograbados y
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La comunidad afroamericana de Los Metates y el culto a San Marcos... | Miguel Pérez

pinturas rupestres, en ocasiones creados hace milenios, para lo cual se


han establecido metodologías y técnicas para abordar su complejidad
(Viramontes 1999).

Por último, se pidió a la comunidad que retiren las veladoras


de la piedra para evitar que se siga afectando por exfoliación debido al
calor reiterativo de las llamas y que no vuelvan a limpiar la piedra o a
rayarla. Fue muy significativo que ellos solicitaran que, al regresar de
nuevo a Los Metates, se les obsequiaran las fotos de San Marcos, para
poder poner altares en sus casas. Y respecto a la petición de agua a la
que acudimos, coincidió que a los pocos días empezaran las lluvias,
arreciando para fines de agosto los aguaceros.

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