Guia de Educación
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La acumulación de habilidades y conocimiento está ligada a una mejor distribución del ingreso y a
un mayor crecimiento económico. De acuerdo con Hanushek (2012), la capacidad de una
economía para crecer, innovar y aumentar tanto la productividad como los ingresos reales está
fuertemente asociada a la calidad de la educación y formación a la que tenga acceso la fuerza
laboral.
En las últimas décadas Colombia ha hecho grandes avances en términos de acceso, cobertura y
aumentos en los niveles de escolaridad de la población, aunque persisten amplias brechas a nivel
regional y por niveles socioeconómicos. En términos de calidad, los resultados de las pruebas PISA
2018 revelan que, pese a haber mantenido la tendencia positiva de largo plazo, el país disminuyó
el puntaje promedio obtenido respecto a 2015 y sigue teniendo un bajo desempeño relativo al
promedio de la OCDE.
A estos problemas estructurales se suman los efectos disruptivos de la crisis por el COVID-19.
Debido al cierre de los centros educativos, cerca de 10 millones de niños, niñas y adolescentes en
los niveles de preescolar, básica y media tuvieron que transitar de manera acelerada hacia
esquemas de enseñanza a distancia, lo que, en presencia de grandes rezagos regionales de
conectividad y de alta heterogeneidad en la calidad de educación impartida, tendrá un gran
impacto sobre sus procesos de aprendizaje, bienestar emocional y niveles de nutrición,
particularmente en el caso de los estudiantes más vulnerables.
Cobertura
Gráfica 1
Sin embargo, y pese a los avances, existen brechas significativas entre los niveles de cobertura de
Colombia respecto al valor
medio de la OCDE y otros países de América Latina. Específicamente, las tasas netas de cobertura
en primaria, secundaria y
Gráfica 2
Por otro lado, al comparar el desempeño de este indicador con la región, se observa que Colombia
se encuentra significativamente por debajo de países como Chile y Argentina (Gráfica 2).
No obstante, es importante resaltar que la cobertura bruta en estos niveles educativos se ubica en
niveles cercanos a los de los países de referencia y el promedio de la OCDE1 . Las diferencias
observadas entre las tasas netas y brutas en el país se deben, entre otros factores, a la “extra
edad”, las altas tasas de repitencia y la deserción.
Gráfica 3
Gráfica 4
Sin embargo, la oferta educativa y formativa virtual sigue teniendo limitaciones. En primer lugar, y
pese a que por su naturaleza podría tener la capacidad de trascender limitaciones geográficas, la
oferta en esta modalidad se encuentra altamente concentrada. De acuerdo con un estudio del
DNP (2020) usando datos del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES),
los departamentos Antioquia, Santander, Valle del Cauca, Boyacá, Cundinamarca y Bogotá
representan el 68 % de la matrícula en las modalidades a distancia y virtual, de los cuales Bogotá
concentra el 42 %.
Tabla 1
Gráfica 5
Por su parte, existe una alta heterogeneidad en acceso y cobertura educativa en todos los niveles
educativos a nivel regional. En el caso de la media, mientras que la cobertura neta en la región
central es alta para el estándar nacional, los departamentos del sur del país muestran rezagos
significativos (Gráfica 5a). De acuerdo con Forero y Saavedra (2019), en Colombia no se ha
garantizado que la oferta de cupos en la educación media sea suficiente para cubrir la demanda.
Según las estimaciones de estos autores, solo 15 % del total de sedes educativas ofrece este nivel
educativo, y únicamente 9 % en territorios Rurales.
Gráfica 6
La permanencia en el sistema representa uno de los grandes retos de la política pública educativa
en el país. Por un lado, la deserción intraanual en el sector oficial a 2016 —esto es, la proporción
de estudiantes que dejan el sistema escolar antes de que finalice el año lectivo— para los niveles
de primaria, secundaria y media alcanzó 2,46 %, 3,94 % y 2,65 %, respectivamente, mientras que
en el caso de la educación no oficial estos porcentajes equivalen a 2,21 %, 1,67 % y 0,79 %. Así
mismo, para 2016, tan solo 44 de cada 100 estudiantes que ingresaron a grado primero lograron
culminar la educación media. La mayor probabilidad de deserción se encuentra en la transición
entre los grados sexto y séptimo, cuando la tasa de supervivencia cae en 11 puntos porcentuales
(Gráfica 6)
Gráfica 7
De acuerdo con la OCDE (2018), la educación inicial y la EDUCACIÓN atención integral a la primera
infancia son una importante plataforma para el desarrollo de los niños. Tener acceso a programas
de alta calidad en la primera infancia puede ayudar a los niños y niñas, particularmente a aquellos
que provienen de contextos socioeconómicos desfavorables, a construir bases sólidas para
adquirir las habilidades necesarias para la vida. En Colombia, sin embargo, la educación inicial y la
atención integral a la primera infancia no están suficientemente desarrolladas en tanto prestan
escasa atención al desarrollo de competencias cognitivas, sociales y emocionales que favorecen las
trayectorias educativas y personales de la población (OCDE, 2016b). Una forma de aproximarse a
la medición de la calidad en el nivel preescolar es a través del grado de formación de su personal
docente. Según datos de Mineducación, en 2019 el porcentaje de docentes de preescolar oficial
que cuentan con educación universitaria o superior representan el 44,9 % y 48,5 % del total,
respectivamente. Sin embargo, en el caso de los docentes vinculados en las modalidades de
atención integral (MEI) —la cual atiende cerca del 14,5 % de la matrícula oficial total en preescolar
—, estos porcentajes equivalen a 18,7 % y 0,8 % (Tabla 2).
Gráfica 8
En educación superior se tiene que el país, a través de la EDUCACIÓN creación del Sistema
Nacional de Acreditación (artículos 53, 54 y 55 de la Ley 30 de 1992), adoptó un esquema de
reconocimiento estatal que acredita el cumplimiento de estándares de calidad superiores a los
exigidos a las IES y programas académicos para poder obtener el registro calificado. Este
reconocimiento, al que las IES se someten de manera voluntaria, es expedido por el Consejo
Nacional de Acreditación (CNA) bajo criterios como recursos físicos y tecnológicos, resultados del
aprendizaje y aportes a la investigación y la innovación. Pese a sus limitaciones6 , la acreditación
de calidad ha tenido impactos positivos sobre variables que se relacionan con la calidad educativa.
En este sentido, Bedoya-Rodríguez et al. (2018) encuentran que la acreditación de alta calidad está
positivamente relacionada con mayor inclusión social en las IES, calidad de los nuevos estudiantes
y graduados (medida a través de las mejoras en las pruebas Saber 11 y Saber Pro), calidad de los
profesores y la tasa de graduación. Según datos de SNIES, en 2019 el 45,1 % de la matrícula en
pregrado y posgrado tuvo acceso a programas e IES certificadas de alta calidad, de los cuales 82 %
correspondió a matrícula universitaria. En términos de IES, el 22 % del total cuenta con
acreditación de alta calidad, siendo las universitarias las que más aportan a este porcentaje. En
cuanto a programas, solo el 15 % del total cuentan con acreditación de calidad y, mientras que
cerca del 41 % de los programas profesionales universitarios están acreditados, solo el 6 % de los
técnicos profesionales lo están. En el caso de las 3.936 instituciones y los 19.779 programas
registrados de ETDH en el país, solo el 8,3 % y el 9 % contaban con certificado de calidad vigente
en 2019, respectivamente.
PERTINENCIA
Gráfica 9
El aumento en la cobertura educativa de las últimas décadas EDUCACIÓN se refleja a su vez en un
mayor nivel de escolaridad de la fuerza laboral. De acuerdo con el DANE (2019), la proporción de
la población económicamente activa (PEA) que cuenta con educación posmedia pasó de 16,7 % en
2010 a 23,3 % en 2018, con importantes incrementos en el porcentaje de personas cuyo máximo
nivel educativo alcanzado es la educación universitaria, técnica profesional y tecnológica (Gráfica
9a).
Sin embargo, la proporción de personas con posgrado continúa siendo baja y representa
únicamente el 3,5 % de la PEA, mientras que aquellas que cuentan con menos de secundaria
constituyen el 43 %. Por otro lado, al comparar la distribución de la población ocupada en
Colombia por nivel educativo con el estándar internacional se observa que, si bien esta es similar
al promedio de América Latina, el porcentaje de personas con algún tipo de educación posmedia
es 16,3 puntos porcentuales menor que el promedio de los países de la OCDE. Resalta, además,
que la proporción de los ocupados con bajos niveles educativos en el país es de alrededor de 44 %,
en contraste con 19 % en el caso de la OCDE (Gráfica 9b).
Estos relativamente bajos niveles de escolaridad (considerados como una proxy de las habilidades
de los individuos), así como las deficiencias en calidad y pertinencia de la oferta educativa y
formativa, hacen parte de las razones detrás de la baja productividad laboral en el país.
Gráfica 11
Por su parte, según la encuesta Manpowergroup Talent Shortage 2019 el 54 % de los empleadores
en Colombia reportan dificultades para llenar sus vacantes. Si bien este porcentaje ha mostrado
alta variabilidad desde la primera edición de la encuesta en 2009, la tendencia observada en los
últimos años indica que esta dificultad ha sido persistente y alta (Gráfica 11). Por tamaño de
empresa, los resultados de la encuesta muestran que las microempresas (menos de 5
trabajadores) reportan los mayores niveles de dificultad para llenar posiciones (67 %), seguidas
por las empresas grandes o de más de 250 trabajadores (63 %), mientras que cerca de la mitad de
las empresas pequeñas (5-50 trabajadores) y medianas (50-250 trabajadores) tienen problemas
para llenar vacantes (52 % y 50 % en cada caso).