Abelardo Alvarez Avila. (2016) - Cultura e Identidad Frente A La Globalización

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En Available, La cultura en función del trabajo comunitario.

Barcelona (España):
Editorial Académica Española.

Cultura e identidad frente a la


globalización.

Abelardo Alvarez Avila.

Cita:
Abelardo Alvarez Avila. (2016). Cultura e identidad frente a la
globalización. En Available La cultura en función del trabajo
comunitario. Barcelona (España): Editorial Académica Española.

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Tema. Cultura e identidad un desafío ante la globalización.
Resumen:
En los comienzos del siglo XXI, la sociedad humana se encuentra ante un complejo panorama,
caracterizado por la presencia simultánea de riesgos y oportunidades para la cultura y la
identidad nacional. Los procesos de globalización en la economía, las tecnologías de la
informática y la cultura, junto a la recurrente crisis económica y financiera, las guerras, los
cambios climáticos y demás procesos contemporáneos son problemas recurrentes de interés
para los estudios de cambios culturales y sociales. Hasta que punto hay beneficios y perjuicios
para la cultura y la identidad de nuestros pueblos.
Las cont radicciones entre la dinámica y la conservación de los ras gos socioculturales de los
pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del planeta, cada día s e complejisa aun más,
los avanc es tecnológicos permiten un acelerado proceso de transculturación, posibilitando que
la cultura de los pueblos más atrasados sean absorbidos por otros de mayor des arrollo
económic o- social. El dilema ¿Qué hacer para conservar las tradiciones originarias? ¿Hasta
que punto se puede cont rarrestar los efectos de estos procesos contemporáneos? El objetivo
de este trabajo es antes que todo polemizar, exponer criterios de cientistas sociales que
abordan de disímiles aristas el problema de la cultura y la identidad ante el proceso de
globalización cultural.
Palabras claves. Cultura, identidad cultural, comunidad, globalización y valores.
Desarrollo.
Los factores culturales tienen relación con componente estructurales que califican la identidad
de los grupos, comunidades, comarcas o pueblos, posibilitando distinguir a estos en las
dimensiones espacio temporales, por otra parte constituyen el esqueleto funcional que fortalece
el aspecto de la subjetividad de la que forman parte los valores, los cuales, a partir de la
conciencia pueden ser estimulados y favorecer a su desarrollo.
Para el caso tomemos la identidad, todos la buscan y creen hallarla, piensa haberla perdido y
poder recuperarla. Pero, sobre todo, se cree en la existencia de la identidad, una identidad
propia frente a las otras ajenas. En ella se cifra el sostén de derec hos, la pretendida legitimid ad
de aspiraciones y privilegios. Normalmente se ciñe a una variedad de calificativos, tales como,
la identidad cultural, la identidad étnica, la identidad popular, la identidad nacional, etcétera.
Pero la cultura y la identidad están expuestas a elementos nuevos que se suman al
entramado que se ha ido cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a nuevas
cualidades, sin perder lo originario, lo que constituye la dinámica y conservación que
caracteriza el proceso de formación y desarrollo de la identidad cultural. He ahí el carácter
dinámico de la identidad cultural.
La identidad va a depender fuertemente del contexto donde el individuo se este relacionando
pues el lente contextual le ayudará a definir en cada momento o situación frente a quiénes se
enfrenta, con qué otras culturas se interrelaciona y sobre la base de qué rasgos significativos
se definen los recortes de la realidad s ociocultural que sustentan su identidad. Se es diferent e,
pero también son iguales y así, sucesivamente.
Los estudios del cambio cultural o social se enfocan en preocupaciones básicas, sobre las
innovaciones en culturas particulares, es pecialmente cuando se relacionan en variaciones
culturales; o de acult uración que ocurren con varias formas de contacto cultural, que facilitan o
inhiben c ambios al interior de la cultura, contrastados con c ambios inducidos por el contacto
desde fuera.
El individuo puede resistirse a los cambios en la es fera cultural, pero no puede evitar la
influencia constante de elementos culturales nuevos, para ir cambiando elementos como la
moda, lenguaje, comportamientos, estilos, arte, costumbres y disímiles formas de la cultura.
En la medida en que las comunidades estén dotadas de mayor grado de conocimientos de s us
raíces, así crecerá el desarrollo aut óctono y formativo cultural; el resultado podría s er, una
paulatina disminución de la capacidad de manipulación por los centros culturales del mundo
desarrollado y una reafirmación de la propia identidad nacional.
Esto tiene su base en el argumento de que "la cultura del desarrollo parte del desarrollo de la
cultura y para que perdure el modelo de desarrollo, tiene que afirmarse en la identidad y en los
valores autóctonos" (Rodríguez: 1995. 23)
La globalización cultural y el desarrollo sostenible deberán c onvert irse en la práctica real, en
una unidad dialéctica, teniendo como centro al hombre y su entorno. La relación entre la
globalización cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un elemento estratégico. A
través de ella, se pueden abordar respuestas a importantes problemas de las presentes y

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futuras generaciones al tomar en consideración a la cultura como el instrumento de la calidad
del desarrollo.
Los fenómenos culturales requieren un enfoque integral debido a que la propia cultura es un
sistema complejo que funciona con integralidad y dinamismo y necesita de una adec uada y
específica comunicación, en la creación, difusión e int ercambio de valores espirituales.
Asumimos con Pogolotti (1991: 35) que una cult ura vive en la historia y encarna
irrenunciablemente en un pueblo, haciéndos e reconocible por ir marcando cierto perfil ético,
estético, vital, social, religioso y aún epistemológico y filosófico.
Así la cultura constituye motivo y momento de participación comunitaria, donde afloran valores,
tradiciones, memoria histórica, costumbres, que pasan de generación en generación para
convertirse en verdadero patrimonio, el que no es fácil de deshacer, pero factores externos o
internos de los procesos del desarrollo pueden lesionarlos hasta llegar a perders e, si no se
tiene en cuenta su preservación para beneficio de sus creadores.
Generalment e las comunidades son identificadas por una cultura determinada. Emile Durkheim
aseveró que las costumbres y creencias como elementos sociales y culturales “mantienen
juntas a las sociedades primitivas y parec en ayudarlas a sobrevivir”. (En Kroeber; 1998: 104)
Si se estima que en la definición ofrecida por Moré, el proceso identitario no es algo estático,
sino que los elementos socioculturales aludidos como la lengua, la religión, las costumbres, las
instituciones y todas las estructuras sociales están expuestas a los distintos procesos
históricos, entonces el patrimonio aporta la memoria histórica y la identidad cultural de la
comunidad. Conceptualmente, la identidad cultural es la condición del ser humano que
caracteriza la manera común de vivir en el tiempo y el espacio, el quehacer concreto del
hombre en el proceso de producción y reproducción de la cultura en la sociedad misma.
La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio es todo aquel complejo que incluy e el
conocimient o, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y c ualesquiera otros
hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad. (Tylor;
2003: 61-63).
En este concepto se expresan elementos sustanciales al valorar la cult ura c omo un todo que
engloba una serie de as pectos del fenómeno cultural, sin dejar a un lado la sociedad, como
rasgo colectivo y social, así como el resultado del proc eso históric o. Este concept o, abarcador,
concluye precisamente con la palabra sociedad para dejar de forma explícita, la relación que
existe con el hombre como port ador de cultura.
Es interesante al incluir en su c ontenido a la comunidad y las reacciones del individuo como
parte de ella, al ser afectadas por las costumbres de ese grupo donde vive, es entonces un
aporte significativo al concepto del aut or: la cultura incluye todas las manifestaciones de los
hábitos sociales de una comunidad, las reacciones por las costumbres del grupo en que vive, y
los productos de las actividades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas
costumbres de los individuos.( Boas; 2003 : 85 - 88)
El cuadro cultural del mundo ha cambiado intensamente. Sus cambios son tan reveladores que
obligan a valorar la influencia de los factores culturales en el perfeccionamiento de los pueblos,
como aspecto importante para comprender en su profundidad el contenido. El enfoque activo
de la cultura, permite comprender que ella se ha transformado como consecuencia de las
“mutaciones históricas y, por tanto, como actividad sobre la cual la humanidad casi no podía
ejercer ningún cont rol, hoy día se la c onsidera cada vez más como causa fundamental de es as
mutaciones, y también como una actividad sobre la cual la humanidad ejerce un control
considerable”. Según Paúl Schafer.
La cultura y la identidad están expuestas a constantes bombardeos. La globalización cultural,
los medios de comunicación, el desarrollo de las tecnologías de la in formática, la Internet, y
otros medios, posibilitan aun más rápido el intercambio cultural. ¿Qué beneficios y perjuicios
tiene esta situación?
Pues la propia dinámica nos demuestra que nada se puede hac er; el des arrollo se impone,
los perjuicios están cuando se impone los intereses culturales foráneos, cuando no se tiene en
cuenta el desarrollo autóctono, cuando hay manipulación, cuando no se tiene en cuent a la
historia, las costumbres, los valores en fin su identidad, pero c uando hay elementos que
enriquecen, comparten y existe intercambio sobre la base del respeto, pues la globalización
cultural bienvenida sea.
Como plant eara nuestro apóstol José Martí: Las puertas de cada nación deben estar abiert as
a la actividad fecundant e y legítima de todos los pueblos. Las manos de cada nación deben
estar libres para desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su naturaleza distintiva y a s us
elementos propios. Los pueblos todos deben reunirse en amistad y con la mayor frecuencia

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dable, para ir reemplazando, con el sistema del acercamiento universal, por sobre la lengua de
los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos.
(José Mart í; 1963: 153).
Estos argument os martianos, hacen pens ar en la situación que c onfrontarán América Latina, y
particularmente Cuba en el siglo XXI, en el contexto de las profundas transformaciones que se
están operando en la cultura global. ¿Cambiará nuestras costumbres y tradiciones?, ¿Serán
sumidas las culturas locales por el avance de lo global?
Nuestro país se encuentra inmerso en el fortalecimiento y preservación de la cultura nacional
como escudo ideológico, que proporciona la conservación, revitalización, enriquecimiento y
difusión del patrimonio cult ural, lo que favorece el protagonismo de las comunidades en su
desarrollo.
Porque la identidad cultural es un proceso abiert o por ello c oincido con los autores Arias;
Castro y Sánchez (2010: 37), la identidad: …es un proc eso de formación y transformación, un
proceso abierto, inacabado (…) y ese espacio convertido en una pradera dispuesta a recibir
todas las lluvias, los vientos y las brisas, las semillas venidas de todas partes, sobre el
fundamento de una capacidad de selección que asimila las influencias provechosas y se cierra
a lo que pudiera dañarnos.
Para otros aut ores como este considera que: “La culturas también pueden tener un tamaño
menor al nacional. Aunque las personas de una misma sociedad o nación comparten una
tradición cultural, todas las culturas contienen también diversidad. Los individuos, las familias,
los pueblos, las regiones, las clases y otros subgrupos dentro de una cultura tienen diferent es
experiencias de aprendizaje al mismo tiempo que comparten ot ras." (Conrad P. Kotak, 1994,
40)
He aquí la diversidad cultural, hasta dentro de un mismo país existen diferencias culturales, se
compart e y se retroalimenta para si mismo y a la misma vez recibe influencia foránea.
Es asimismo innegable que el mundo moderno impone c ada vez más la necesidad de una
cultura planetaria. Y el avance de ésta, en alguna medida, conlleva la reestructuración de
aquéllas. Lo que no está decidido es el modelo a seguir, que no tiene por qué ser el de la
homogeneización tecnoindustrial y cultural.
« ¿No podemos extraer de cada una y generalizar lo más rico que aporta? ¿Cómo integrar
entonces los valores y tesoros culturales de las culturas que se desintegran? Debemos afrontar
las dos conminaciones contradictorias: Salvar la extraordinaria diversidad cultural que creó la
diáspora de la humanidad y, al mismo tiempo, nutrir una cultura planetaria común a todos»
(Morin 1993: 97).
La humanidad se debate entre la tendencia a instaurar la unificación y la t endencia a mantener
la diversificación, en una evolución cont radictoria que, sin embargo, puede y debe ser
complementaria. Ahora bien, en último término, como señalaba eruditamente Lévi -Strauss: «Lo
que debe ser salvado es el hecho de la diversidad, no el contenido histórico que cada época le
dio, y que ninguna conseguiría prolongar más allá de sí misma» (1973: 339). Porque un estado
óptimo de variedad es inevitable como mecanismo de avance, para que la humanidad no se
osifique; y porque un grado óptimo de unidad resulta imprescindible para conseguir el equilibrio
del que depende cada día más la supervivencia cultural de todos.
Como subraya un autor suramericano: «La globalización no va a desaparecer a las culturas
locales; todo lo que haya en ellas de valioso y digno de s obrevivir encontrará en el marco de la
apertura mundial un terreno propicio para germinar (...) Un renacimiento de las pequeñas
culturas locales devolverá a la humanidad esa rica multiplicidad de comportamientos y
expresiones, que (...) el Estado-nación aniquiló» (Vargas Llos a 2000: 14).
«Asistimos a un proceso en el cual la globalización se convierte en alimento de la diversidad.
La circulación extensiva de información por todo el mundo es cons umida ahora por identidades
dispares que incorporan al discurso global su propia disparidad (.. .) El nuevo estadio de
globalización supone una oportunidad extraordinaria» (Biondi 2000: 28).
La trama de la cultura conforma un todo complejo, a modo de estructura multinivel de
(sub)sistemas culturales, que, des de el más cercano al individuo hasta la globalización
planetaria, anidan o encajan unos dentro de otros: como redes en el interior de otra red más
amplia, cada una de las cuales opera con un cierto grado de autonomía, a la vez que es
interdependiente de las demás y del sistema global. (Gómez García; 2009)
En un planeta donde el ent ramado cultural se está efectuando no sólo entre comunidades a
corto y a largo plazo, sino incluso directamente entre individuos por los medio del mercado,
los viajes, Internet, poniendo de manifiesto la comunidad cultural de toda la humanidad, la

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cuestión no es ya discutir si tiene sentido la unificación planetaria, sino cómo compensar las
fluctuaciones que amenazan con hacerla detonar.
Hay hechos dolorosos, porque toda evolución admite desastres. No t odo podrá ser co nservado
en los procesos de modernización, y no sólo porque se desencadenen genocidios y etnocidios,
o se provoque esclavitud, pobrez a y enfermedad. El destino de las sociedades de bandas y
tribus preestatales es trágico, por más que se reconozca el derecho de las culturas a no
cambiar su modo de vida si no quieren (Harris 1979: 404-406). Las culturas indígenas, que ya
apenas abarc an a trescientos millones de personas, agonizan; y sólo alargará su agonía el
confinarlas en reservas selladas a todo contacto exterior. Respecto a éstas y a otras muchas
culturas tradicionales, tampoco parec e mejor solución promoverlas a estados soberanos, lo que
supondría fundar más de seis mil estados «étnicos», cuyas front eras resultaría imposible trazar
en la mayor parte de los casos, para regenerar a escala mundial un feudalismo sombrío, que
únicamente sería viable a condición de suprimir las libertades individuales y toda dis ensión, en
nombre de los dioses de la tribu, es decir, de una «identidad cultural» c olectiva, excluyente.(
Vargas Llosa, 2000 )
Porque el intercambio global de elementos culturales permite una recombinación cultural
generalizada. Aún, cuando opera un mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas
socioculturales mediante asociación permanente entre tradiciones diferentes, los sistemas
socioculturales son c apaces de integrar rasgos provenientes de otros . Cada vez más los
mecanismos adaptativos producidos estarán a disposición de todos. El conjunto de las
variantes culturales conforman as í un dominio único. Aunque, como es evidente, su distribución
no sea justa, tiende a serlo por la globalización de las redes de comunicación.
EL desarrollo local ante la globalización también es un tema recurrente de cientistas,
economistas, políticos y actores sociales en general porque hay una realidad evident e frente a
la cual se está y que trasciende. ¿Cómo hacer para dialogar de desarrollo local en una época
en la que la globalización parece ser la tónica básica de nuestra sociedad contemporánea?
Se está delante de un tema de debate que atraviesa toda la sociedad contemporánea, plantea
(José Arocena; 2008) se busca explicitar ese debate de esta forma: ¿estamos viviendo en una
sociedad en la que los determinismos globales condicionan completamente la acción del ser
humano?, ¿nos determina en nuestro comportamiento, de tal manera que entonc es conociendo
las mecánicas de la globalización vamos a conocer absolutamente todo lo que el ser humano
es?, si es así, tal vez sea suficiente que estudiemos las macronacionalid ades de la sociedad
contemporánea, los macromovimientos, las principales influencias que s e mueven en el mundo
contemporáneo en términos de globalización, y después, simplement e, lo que constataremos a
nivel local y regional será la simple reproducción de esas macronacionalidades. Vamos a
encontrar en cada ciudad, en cada localidad, reproducido lo que hemos definido como proceso
de globalización. Esto sería la globalización como factor determinante fundamental de toda
actividad humana.
Porque la globalización reproduce las lógicas de dominación y de poder en el mundo.
Solamente acentuando las autonomías locales se va ha poder generar estructuras
comunitarias capaces de defenderse de es as lógicas que vienen de los procesos de
globalización. Esta es la posición contraria, es la que esta llamada la identidad y las culturas
nacionales en defens a propia.
La capacidad que tienen los pueblos originarios de defender la diferencia dentro de un modelo
global, es el desafío fundamental de la sociedad cont emporánea. Si el problema cent ral es la
articulación entre lo global y lo local, se puede hablar de identidades locales, de identidades
regionales que sean generadas por las comunidades para su propio desarrollo. Así los
procesos de desarrollo que se han producido y se producen en lo local hay que analizarlos
desde la pers pectiva cultural.
El intercambio cultural que se produce en estos momentos a nivel planetario se le puede definir
también como aculturación que debe ser distinguida como cambio cultural, del c ual solo es
un aspecto y de asimilación. La interacción en la que desarrollan sus actividades los pueblos,
propicia los préstamos culturales o la transculturación. E n ot ros casos se produce otros
fenómenos como: la aculturación proceso que indica también necesariamente la pérdida o
desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse, una parcial deculturación, y
además, significa la creación de nuevos fenómenos cult urales que pudieran denominarse
neoculturación. Es no solo un fenómeno que con frecuencia tiene lugar sino que representa un
aspecto importante del cambio cultural distinguiéndose de la palabra difusión.
Para otros autores como (Bervejillo; 2011) este proceso globalizador abre oportunidades para
las localidades, así como también plantea nuevas amenazas, continua…desde el punto de

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vista de las amenazas este autor identific a cuat ro manifestaciones: en primer lugar, se
encuentra la amenaz a de marginación o exclusión para aquellas localidades o áreas que no
llegan a ser –o dejan de serlo- atractivas y relevant es; al disminuir las prot ecciones estatales
muchas localidades enfrentan la posibilidad real de caer en el estancamiento, retroceso o
abandono. En segundo lugar, existe la posibilidad de que algunas regiones se vean
enfrentadas a una integración subordinada al depender de actores globales externos, que
además de no cont ar con arraigo territorial carecen de responsabilidad frente a la sociedad
local con la cual mantienen lazos sumamente frágiles, lo que les permite el retiro de sus
inversiones atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios. En tercer lugar, se
destaca la posibilidad de fragmentación, desmembramiento y desintegración de ciert as
unidades territoriales, regiones o ciudades, dependiendo de la diferente inscripci ón en el
sistema global; en algunas ciudades esta fragmentación puede traducirse en una dualización
entre capas de población “globalizadas” y las restantes. Final mente, existe una amenaza de
carácter ambiental producto de la imposición de un modelo de des arrollo no sustentable.
Ante el imperativo de dar una respuesta eficiente a las necesidades socioculturales de la
población con la urgencia de preservar las identidades nacionales se ha condicionado
principalmente en los últimos años de globalización, una acelerada configuración de la
denominada y cont roversial gestión de la cultura con base en el trabajo comunitario, de la cual
pueden forman parte los proyectos sociales y culturales, como una alternativa para paliar los
efectos antes expuestos por el mencionado autor ..
La modalidad de proyectos socioculturales se caracteriza por ofrecer una cobertura global, al ser
la sociedad y la cultura, formaciones de cobertura total, cuyas áreas de apoyo oscilan entre dos
esferas básicas: la administración y el quehacer culturales, las que en su conjunto conforman
parte de la actividad humana. (Moreno; 2006: 34)
Puede ser los proyectos socioculturales una alternativa para preservar las identidades
nacionales, tan amenazadas por la globalización cultural a la que está n expuestos nuestros
países llamados en vía de desarrollo, pero serán efectivos en la medida que las
administraciones sepan conjugar los intereses nacionales y la influencia foránea a la se
estamos expuestos en estos momentos de globalización.
Las acciones a t ener en cuenta en defensa de las culturas e identidades nacionales, no puede
faltar la preservación de tradiciones, flolklor, costumbres, arte, estilos, valores, historia, y demás
componentes socioculturales, para evitar la amenaza de marginación, exclusión,
estancamiento, retroceso o abandono que posibilita la fragmentación, desmembramiento y
desintegración de nuestras comunidades, la prioridad está en el desarrollo sustentable de las
localidades en vía de desarrollo.

Conclusiones.

 Los procesos de globalización en la economía, las tecnologías de la informática y la


cultura, y demás procesos contemporáneos son problemas rec urrentes de interés para
los estudios de cambios culturales y sociales.
 Cada vez más se acentúan las contradicciones entre la dinámica y la conservación de
los rasgos sociocult urales de los pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del
planeta a raíz de la globalización.
 La cultura y la identidad están expuestas a elementos nuevos que se suman al
entramado que se ha ido cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a
nuevas cualidades culturales.
 La cultura constituye motivo y momento de participación comunitaria, verdadero
patrimonio, el que no es fácil de deshacer, pero pueden lesionarse hasta llegar a
perderse, si no se tiene en cuenta su pres ervación para beneficio de sus creadores.
 La identidad cultural es un proceso abierto proces o de formación y trans formación,
abierto, inacabado.
 La capacidad que tienen los pueblos originarios de defen der la diferencia dent ro de un
modelo global, es el desafío fundamental de la sociedad contemporánea.
 El intercambio global de elementos culturales permite una recombinación cultural
generalizada, mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas socioc ulturales,
aunque es evidente, su distribución no sea justa, tiende a serlo por la globalización de
las redes de comunicación.

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 El intercambio cultural que s e produce en estos momentos a nivel planet ario se le
puede definir también como aculturación, cambio cultural, asimilación, préstamos
culturales, transculturación, deculturación y neoc ulturación.
 En los últimos años de globalización, una acelerada configuración de la denominada y
controversial gestión de la cultura con base en el trabajo comunitario, la puede
forman parte los proyectos sociales y culturales, para preservar las identidades
nacionales.
 Ante la marginación, estancamient o, y retroceso que posibilita el desmembramiento y
desintegración de nuestras comunidades, la formula está en el desarrollo sustentable
de las localidades en vía de desarrollo.
 El proceso globalizador abre nuevas oportunidades para nuestros pueblos, pero
también nuevas amenazas en el campo de la cultura y las identidades nacionales.

Bibliografía.

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Perspectivas No. 9, Colombia, 2011.
 Biondi Shaw, Juan J. «Globalidad y diversidad cultural», Parlant e (Cuzco), nº 70: 27 -
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 Kroeber, Alfred Louis: “El concepto de cultura en la ciencia”. Editorial McGraw, Madrid,
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 Macías Reyes Rafaela: Compilación sobre estudios culturales de comunidades, Las
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 Morin, Edgar. «La unidualidad del hombre», Gazeta de Antropología, nº13, 1998: 5-9.
 Ritzer George: “Teoría social cont emporánea”, Ed. Félix Varela, La Habana, 2003.
 Rodríguez Chávez, Ernesto: “Notas sobre la identidad cubana en su relación con la
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 Vargas Llosa, Mario. «Las culturas y la globalización», El País (Madrid), 16 abril: 13-14.
2000

MS.c. Abelardo Álvarez Á vila. i


[email protected]

i
Abelardo Álvarez Á vila. Licenciado en Historia y Ciencias S oc iales. MS.c. en Desarrollo
Cultural Comunitario. Profesor Auxiliar Universidad Oscar Lucero Moya. Holguín. Cuba.

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