La Evolución de La Democracia Hasta La Actualidad

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LA EVOLUCIÓN DE LA DEMOCRACIA HASTA LA ACTUALIDAD

Por Bernardo Ríos / 7 minutos de lectura

El mundo se enorgullece de la democracia. La consideramos el gran logro de los tiempos


modernos. El menos malo de los sistemas de gobierno, como dijo Churchill. Algunos países,
sobre todo en América, ya nacieron como democracias, aunque en muchos casos hubo que
reconquistarla después del alzamiento de dictaduras. En Europa, sin embargo, las democracias
son consecuencia, casi siempre, de un lento proceso que va de la monarquía absoluta a la
parlamentaria y después a la república. Algunos seguimos en la segunda fase.

En el Viejo Continente la democracia se consiguió con sangre, guerras, revoluciones, agitaciones


sociales, reclamación de derechos políticos y civiles. Es, por lo tanto, normal que sean algo de
lo que enorgullecerse. Algunos países hemos pasado por la etapa más oscura de toda nuestra
historia para conseguirlas.

DEMOCRACIAS ANTIGUAS

Democracia es una palabra de origen griego. Demo– parece que fue un neologismo en griego
antiguo, la unión entre demiurgos y geomoros, es decir, artesanos y campesinos. La segunda
parte, –cracia, significa fuerza, dominio, poder. Así, en la época clásica el demos era todo el
conjunto de ciudadanos libres, varones y no extranjeros. Los eupátridas, que eran la clase
aristocrática, también participaban en la democracia, aunque etimológicamente no formen
parte de la palabra.

Si bien la ateniense es la más famosa y es en la que vemos reflejadas las actuales, no fue, ni
mucho menos, la primera. Los sistemas de gobierno tribales eran asamblearios, y, a pesar del
aumento de la población, se siguieron usando en muchas organizaciones políticas en época
antigua. Entre los descendientes de los pueblos indoeuropeos tenemos muchos ejemplos de
democracias: desde las repúblicas del norte de la India entre los siglos -VIII a -III hasta Irlanda.
Las asambleas en las que toda la población (aquí habría que matizar, y, según cada caso, habría
que matizar mucho) podía participar eran muy comunes.

• La democracia en Atenas
El sistema democrático ateniense no tenía nada que ver con el nuestro. De hecho, si hablamos
de gobierno del pueblo, que es lo que todos entendemos por democracia, el ateniense lo era, el
nuestro no. Pero la cantidad de gente que participaba era muy inferior.

Solo el demos podía votar, este era, como he indicado antes, el conjuntos de varones libres,
mayores de edad y nacionales. Los extranjeros, las mujeres y los esclavos no podían participar
en política. Se calcula que solo el 20% de los habitantes de la Atenas del siglo -V gobernaba, y
es una cifra generosa.

La democracia ateniense se basa en la asamblea, que era la que tenía el dominio y el gobierno
real de la ciudad. Cualquier ciudadano tenía libre acceso y participación. Es decir, cualquiera
podía ir y hablar en la asamblea. No había representación, cada ciudadano expresaba su opinión
si así lo deseaba. Es cierto que se escogían cargos y un gobierno, pero la forma de elección era
muy diferente.

Actualmente contamos con partidos políticos a los que votamos. Estos partidos políticos se
alimentan, directamente, de fracturar, dividir y enfrentar a la sociedad, de crear bandos,
intentando que su bando sea mayor. Si lo consigue, obtendrá más votos. Los niveles de tensión
y fragmentación a la que los partidos políticos, todos, pueden llevar a la sociedad pueden
alcanzar cotas de irresponsabilidad asombrosas.

En Atenas no existían los partidos políticos, los cargos eran sorteados. Sí, sorteados. Era la única
forma, consideraban, de que no se votara siempre a los ricos, ya que al contar con mayores
riquezas partían con una ventaja obvia.

Podemos pensar que es un peligro dejar en manos de cualquiera el gobierno de una ciudad,
pero eso también estaba previsto. Realmente no se elegía una persona para un cargo, sino un
grupo de personas, en el que cada individuo observaba y vigilaba a los demás.

El Partenón de Atenas se construyó en la época de mayor esplendor de la ciudad, que coincidió


con su etapa democrática.

En nuestro discurso político, nosotros otorgamos la confianza a una persona para que haga lo
que quiera. Los atenienses hacían todo lo contrario: sorteaban un cargo y desconfiaban. Se le
sometía a controles; primero, el de su equipo, con el que trabajaba, y, segundo, el de la asamblea.
Ninguna ley, ni una sola, de las elaboradas por los cargos elegidos por sorteo podía aprobarse
sin pasar por la asamblea, en la que, recordemos, no había representantes, estaban los
ciudadanos.
Había, además, funcionarios. Personas que trabajaban en el gobierno de la ciudad después de
pasar exámenes de aptitud. Muy pocos cargos eran directamente elegidos: los tesoreros y los
altos cargos militares, porque se consideraba que el conocimiento y la formación en estas áreas
sí era imprescindible.

• Roma y Edad Media

La República romana tenía un cierto parecido a la democracia ateniense, aunque en este caso sí
se votaba a dos cónsules que tenían amplios poderes. El cargo era de un año y no podían ser
escogidos dos años seguidos.

La gran diferencia con Atenas es que en Roma las leyes se llevaban a los comicios tribunados,
asambleas en las que se dividía la población de la ciudad y a la que podían asistir todos: mujeres,
esclavos y extranjeros incluidos, y todos podían debatir y opinar. El voto, eso sí, solo lo ejercían
los hombres romanos mayores de edad.

Durante la Edad Media podemos encontrar gobiernos democráticos en la Irlanda celta o en la


Islandia vikinga. También en los municipios de los reinos de Castilla y de León. Hubo varios
estados europeos llamados repúblicas en época medieval: Génova, Venecia, Polonia-Lituania…
pero en realidad eran regímenes aristocráticos en las que gobernaban las grandes familias.

• Democracias en Estados Unidos y Francia

La primera constitución de un país, en el formato en que la conocemos hoy día (hay muchos
documentos parecidos anteriores, pero no eran constituciones como las de ahora) es la de EE.
UU., del año 1787. En su texto no aparece la palabra democracia ni una sola vez. En las
constituciones de Francia de los años 1791 y 1793 tampoco la encontramos. En estos textos se
fundamentan todas las cartas magnas que se desarrollaron más tarde, hasta hoy.

John Adams, presidente de EE. UU. y uno de sus padres fundadores, decía: “la democracia nunca
dura mucho. Nunca hubo una democracia que no se suicidara”; o también: “la democracia
degenera en anarquía”. Benjamin Franklin, por su parte: “la democracia es dos lobos y un
cordero diciendo qué se va comer”. Thomas Jefferson: “la democracia no es más que el gobierno
de las masas, donde un cincuenta y uno por ciento puede lanzar por la borda los derechos del
otro cuarenta y nueve por ciento”.

Cuando se independizó el país norteamericano, sus fundadores sabían lo que era la democracia,
su referente era Atenas, y la rechazaron. No les parecía un buen sistema, por eso crearon uno
representativo, que es lo que tenemos hoy día. Con el tiempo, se le ha llamado democracia
representativa, pero si comparamos la organización y el funcionamiento de la democracia, la
que era el referente, la ateniense, y le añadimos el adjetivo representativa, tenemos un
oxímoron, es decir, una democracia que no lo es.

• ¿Democracias en el siglo XXI?

Las palabras pierden su significado con el tiempo. Que un término empiece a usarse, como símil
o metáfora, para nombrar un concepto alejado de su significado original es muy común. Fascista
y comunista, por ejemplo, hoy día se usan como insulto para cualquier persona que sea de
derechas o de izquierda, respectivamente, sin importar lo que fueron realmente estos
regímenes e ideales tan extremos y dañinos. Hoy, todos somos fascistas y comunistas.

Con el término democracia ha pasado lo mismo. Prácticamente todos los países actuales se
autodenominan democracia por alguna razón, ¡incluso China! Pero, ¿cuántas democracias, en
su sentido original, hay realmente en el mundo? Nosotros damos poder a los políticos, no lo
ostentamos. ¿Hay algún país donde el poder lo ejerza de verdad el pueblo?

Algunos consideran que Suiza es una democracia directa. Sin embargo, si comparamos su
sistema con el de otros países europeos, veremos que no hay gran diferencia, salvo una mayor
tradición de convocar referéndum, obligatorio en casos puntuales. El poder, en Suiza, sigue
estando en los políticos.

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