LA CULTURA INSTITUCIONAL ESCOLAR Resumen-1
LA CULTURA INSTITUCIONAL ESCOLAR Resumen-1
LA CULTURA INSTITUCIONAL ESCOLAR Resumen-1
Cuando nos referimos a las instituciones solemos tener de ellas una “imagen-
representación”, que se trasluce en nuestro lenguaje. Podemos decir: es “tradicional”,
“progresista”, “moderna”, “no existe”, “es superconservadora”; o hacer referencia a sus
“estilos”: es una institución que siempre se caracterizó por “ser exigente”, es “lenta para
procesar cambios” o bien “que siempre fue igual”.
A veces recurrimos a los actores personajes para dar cuenta de su dinámica: “desde
que está la nueva directora la institución es otra cosa”, “esta escuela siempre tuvo
docentes excelentes”.
Estas y tantas otras expresiones, oídas por todos nosotros, son formas de señalar que
cada escuela tiene una “personalidad”, un “estilo”. El mismo se construye en un complejo
entramado en el que el proyecto fundacional va siendo moldeado por los actores, cuyas
prácticas son captadas en nuestra imagen-representación.
La imagen-representación de la institución no se compone solamente de sus aspectos
manifiestos, es decir aquellos que se imponen a la mirada: el edificio, la limpieza, el
comportamiento de los chicos en los momentos de entrada o salida, la recepción de la
que somos objeto cuando nos acercamos a ella, la importancia acordada a la tarea
específica, el grado de inserción de sus egresados en otras instituciones o en el mundo
laboral.
También la integran aquellos aspectos menos visibles: el estilo de los vínculos; los
modos en que se toman las decisiones, es decir, la percepción que los miembros de la
organización tienen de ella y de sus prácticas.
Cada institución posee rasgos de identidad y señas particulares que le son propios;
ambos constituyen y simultáneamente son aprehensibles en lo que denominaremos
CULTURA INSTITUCIONAL:
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El imaginario es el conjunto de imágenes y de representaciones –
generalmente inconscientes- que, producidas por cada sujeto y por cada
grupo social, se interponen entre el producto y los otros sujetos tiñendo
sus relaciones, sean estas interpersonales, sociales o vínculos con el
conocimiento.
Cada una de las culturas que se describirán a continuación puede ser directamente
vinculada a modelos de gestión de las instituciones educativas.
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- los descendientes, herederos del proyecto, diferenciados de aquellos que no lo
son, e intentan proponer el suyo,
- los niños que, como hijos, le son confiado a la escuela,
- querer como alguien de la familia (hijo/padre)
- más que… (un director/un profesor) soy su amigo.
Estas alusiones suelen hacerse más frecuentes frente a las situaciones de conflicto
interno o extremo.
Esto no significa afirmar que las actividades y las tareas se realicen con el compromiso
y el afecto de sus actores, pero debemos ser cuidadosos y no inducir a engaños o
trampas.
Si este tipo de cultura institucional se adoptara en bloque como modelo, sin reflexión,
correríamos el riesgo de querer volver contractual aquello que escapa justamente a toda
posibilidad de contrato voluntarista o laboral. Es imposible, casi perverso, contratar el
afecto. En cambio, es posible laboralmente establecer una cláusula de respeto.
En las instituciones educativas el respeto no se reduce a un buen trato o a la solicitud de
la participación activa pautada. El respeto debería incluir el tener presente la especificidad
de la institución y en consecuencia facilitar el cumplimiento del contrato de la escuela con
la sociedad.
Por supuesto los vínculos afectivos, cuando son positivos, son importantes como
facilitador de las actividades de aprendizaje, así como los no positivos obstaculizan y
pueden impedir la tarea. Pero aun los vínculos positivos están lejos de constituir en sí una
relación de aprendizaje que reemplace la adquisición sistemática de conocimientos.
Habitualmente en las instituciones que se acercan a este tipo de cultura no se recurre a
canales de comunicación formalmente establecidos. La circulación de la información se
realiza fundamentalmente a través de una red informal de articulaciones individuales y se
asienta en la interacción “espontánea” entre sus miembros. Por ello suele ocurrir que la
estructura comunicacional reproduce la relación/afectiva. Los grupos, las camarillas y sus
líderes controlan en consecuencia la comunicación institucional. Esto provoca circuitos de
circulación de la información segmentados según las posiciones de los miembros de la
institución.
En este tipo de cultura institucional los vínculos entre el personal de la escuela y entre
este y los alumnos pueden caracterizarse por la indiferenciación o por la dependencia.
En el primero de los casos, el grupo se concibe como una protección contra las
diferencias. Se priorizan la camaradería y la ideología igualitaria. Prevalecen conductas
de hermanos: celos, competencia, rivalidad.
Si los vínculos se cauterizan por la dependencia, encontramos grupos del
establecimiento en los que predomina una modalidad de relación paterno-filial. En algunos
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casos, se puede observar la aparición de conflictos intergeneracionales: “los viejos contra
los nuevos”.
Los vínculos en esta cultura institucional escolar, bajo una apariencia de relaciones de
buena voluntad, generan una fuerte competencia por el control de los espacios de poder.
Existen acuerdos tácitos que marcan liderazgos y privilegios .Si éstos son violados
aparecen conflictos y con éstos las relaciones de fuerza y poder para resolverlos.
Las reglas que norman una institución no alcanzan nunca abarcar o a incluir el conjunto
de situaciones que se generan en su interior, ni tampoco a pautar totalmente las
actividades que allí se desarrollan. Por muy minuciosa que sea la reglamentación hay
espacios no normados. Estos espacios permiten a los actores hacer uso de su libertad y
desarrollar comportamientos de cooperación o de resistencia a los objetivos
institucionales.
Los individuos pueden optar por uno u otro comportamiento; ello dependerá
básicamente de las motivaciones que tengan. Algunas de las posibles motivaciones que
mueven a los actores son las expectativas de recompensas de distinto tipo – materiales,
reconocimiento social, prestigio profesional, etc.-, la presión de sus pares –censura o
aprobación de los colegas-, los sentimientos personales –rencores o agradecimientos-,
los condicionamientos culturales o sociales.
En función de estas motivaciones, los miembros de una institución utilizan aquellos
espacios de libertad como un recurso que les permite concertar acciones a través de la
negociación.
La negociación constituye una práctica siempre presente en las instituciones.
El rol de la conducción es un rol de mediación en la negociación y de representación de
estos objetivos institucionales. La conducción organiza la negociación y establece las
materias y márgenes de la misma en atención al cumplimiento de un proyecto o plan
institucional.
La negociación debe entenderse como una actividad de resolución de problemas, a
través de la cual cada parte puede encontrar un beneficio.
Desde esta perspectiva los protagonistas se proponen buscar y encontrar juntos la
solución a aquello que se les plantea como dificultad, inconveniente o problema. En este
sentido, la negociación constituye también un conjunto de procesos y procedimientos de
aprendizajes.
Existen diferentes sistemas de poder, entre ellos el sistema de poder contractual. Este
sistema se basa en la adjudicación de poder, durante un tiempo preciso, a quien o a
quienes están en condiciones de resolver ciertos problemas específicos.
Por otra parte, se aceptan y reconocen las diferencias. Lo miembros de la institución son
considerados actores estratégicos: pueden sostener enfrentamientos, entrar en oposición,
establecer alianzas y coaliciones.
En consecuencia, el conflicto se visualiza como inherente al funcionamiento
institucional, pero la tarea se resguarda por sobre las relaciones interpersonales, aunque
sin desconocerse la importancia de éstas.
La información se constituye en un recurso indispensable para la toma de decisiones y
para crear condiciones de posibilidad para establecer consensos.
El equipo de conducción sustenta su poder en el saber experto; puede delegar tareas
pero no las responsabilidades que como conducción le compete. Explicita las normas que
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rigen el funcionamiento institucional para el desarrollo de la tarea y las cláusulas de los
contratos realizados entre las partes. Valoriza y promueve la continua evaluación de los
resultados de la práctica institucional, incorporando criterios técnicos para la realización
de estas evaluaciones.
¿Cuál es la importancia de la dimensión pedagógica-didáctica?
La dimensión pedagógico-didáctica es estructurante de las instituciones educativas
“profesionales”. El Curriculum prescripto funciona como organizador institucional, que
será moldeado por los actores a través del uso de los intersticios, sin perder por ello su
valor ni su carácter contractual, tanto en el interior del sistema educativo y de cada
institución, como en el vínculo escuela-comunidad.
Los modelos de gestión propios de este tipo de cultura institucional son modelos
profesionales.
En relación al curriculum, el equipo de conducción integrará las facetas de referentes,
consultor, asesor, orientador, coordinador, garante de los contratos pedagógicos-
didácticos y evaluador.
Este modelo de gestión profesional admite que los individuos tienen intereses,
propósitos y objetivos diferentes. Aquellos que la conduzcan tendrán que equilibrar y
coordinar la diversidad de intereses a fin de que los individuos puedan trabajar juntos en
las tareas sustantivas de la institución y en el cumplimiento del contrato global que liga la
escuela a la sociedad. Reconocerán el “pluralismo” institucional y desarrollarán una
gestión pluralista (Morgan, G. 1989) en la que se buscará, a través de la gestión de los
conflictos, que éstos favorezcan a la institución.