10 Tabues Sobre El Noviazgo - Yoselman R. Mirabal

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10 TABÚES

SOBRE EL NOVIAZGO Y
LA RELACIÓN DE PAREJAS
CRISTIANAS

Dr. Yoselman R. Mirabal


10 TABÚES
SOBRE EL NOVIAZGO Y LA RELACIÓN
DE PAREJAS CRISTIANAS

Dr. Yoselman R. Mirabal


Derechos Reservados 2016

Producciones Mirabal
Ministerio de Publicaciones Cristianas, Inc.
C/ Respaldo 4 #142, Las Palmas, Herrera,
Santo Domingo Oeste, Rep. Dom.
www.produccionesmirabal.com
E-mail: [email protected]
Tels: 809-334-4063 / 829-683-6821

ISBN: 978-9945-8979-3-7

Diagramación:
Baldomero Quezada

Corrección y estilo:
Rev. Jerson Carvajal, M. A.
Dr. Francisco Pablo Fortuna

Primera edición: 5,000 ejemplares

Santo Domingo, D. N.
República Dominicana, Año 2016

Impreso en la editora La Unión


C/ 1° #1, Reparto Rosa, Las Palmas de Herrera,
Santo Domingo Oeste, Rep. Dom.
Tel: 809-537-4711
«Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los
rudimentos del mundo, ¿Por qué, como si vivieseis
en el mundo, os sometéis a preceptos, tales como:
No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformi-
dad a mandamientos y doctrinas de hombres), co-
sas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas
tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría
en culto voluntario, en humildad y en duro trato
del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne».
Colosenses 2:20-23
Reina-Valera 1960
ÍNDICE

Propósitos del libro..............................................................11

Introducción..............................................................................13

Antes de empezar.....................................................................17

Primer tabú:
La decisión o iniciativa debe ser del hombre, no de la mujer
1.1. ¿Qué es una decisión?..................................................................24
1.2. ¿Cómo influyen los aspectos socio-culturales en cuanto
al noviazgo y la relación de parejas?.................................................25
1.3. La elección de la pareja...............................................................26
1.4. La cuestión del género en la relación de parejas........................27
1.5. ¿Quién debe tomar la decisión o iniciativa,
el hombre o la mujer?........................................................................30

Segundo tabú:
La diferencia de edades.....................................................................35

Tercer tabú:
Con esa o ese te tienes que casar.......................................................41

Cuarto tabú:
El amor verdadero se conoce desde el primer encuentro.................47

Quinto tabú:
Si en verdad estás enamorado(a), no te sentirás
atraído(a) por otras personas............................................................51

Sexto tabú:
Amar requiere adivinar lo que el otro quiere y necesita..................55
10 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

SÉPTimo TABÚ:
Es mejor contarlo todo ....................................................................61

ocTAVo TABÚ:
Los problemas de pareja durante el noviazgo se terminan
cuando los novios conviven o se casan ...........................................67

noVEno TABÚ:
Es necesaria una “prueba de amor” ................................................73

dÉcimo TABÚ:
La belleza lo es todo.........................................................................79

rEFErEnciAS BiBliogrÁFicAS..............................................85

oTroS liBroS dEl AuTor .......................................................87


PRoPÓSIToS DEl lIBRo
1. Orientar a las parejas y solteros cristianos para que entiendan que la de-
cisión o iniciativa para iniciar o mantener una relación «amorosa» no debe
ser necesariamente del hombre; la mujer si así lo desea puede ejercer su
derecho a dar el primer paso, tomando en cuenta una serie de consejos que
se explican sobre este particular.
2. Presentar de manera práctica y objetiva todo lo relacionado a la diferencia
de edades en la relación de parejas y lo referente a la exigencia que hacen
algunas iglesias y líderes cristianos en cuanto al noviazgo, en el sentido de
que con la persona con la que se formalice el noviazgo se deben casar, a fin
de arrojar luz sobre el particular.
3. Destacar que aunque en verdad se esté enamorado(a) de la pareja, eso no
impedirá que en algún momento se sienta atracción por otras personas, ex-
plicando lo que se debe hacer frente a esa situación.
4. Insistir en que los problemas de pareja durante el noviazgo no se terminan
cuando los novios conviven o se casan, al contrario, existen nuevos desafíos
que deben afrontar juntos, en su nueva etapa como parejas, los cuales se
pueden superar si existe entre ambos «amor» verdadero.
5. Establecer que no es necesaria una «prueba de amor» entre quienes verda-
deramente se aman y tienen una relación formal de noviazgo, cuyos princi-
pios y fundamentos están contenidos en las Sagradas Escrituras.
6. Mostrar que la «belleza» no lo es todo a la hora de elegir o permanecer con
una pareja. Existen una serie de cualidades internas que deben ser tomadas
en cuenta por encima de las externas.
7. Producir una nueva forma de ver, conceptualizar y abordar el tema de la re-
lación de pareja, en especial la del noviazgo cristiano, a los fines de quitarle
«presión» a la relación de parejas, aun después de haberse casado.
INTRoDuCCIÓN

H
ablar sobre el noviazgo y la relación entre parejas cristianas
en este tiempo es un gran desafío. Las ya conocidas «orien-
taciones clásicas» sobre el particular están muy lejos de la
realidad que se vive hoy en día, creando confusiones y malestar en-
tre aquellos que pretenden establecer una relación formal. Sin lugar
a dudas, los matrimonios y la juventud cristiana de hoy se encuen-
tra viviendo tiempos adversos, llenos de incógnitas y cargados de
prohibiciones que pueden entorpecer el desarrollo efectivo en cuan-
to a su relación de parejas.
Existen muchas iglesias cristianas «conservadoras», que en su
afán y anhelo de mantener la familia, y en especial a los jóvenes, en
un ambiente espiritual sano (lo cual no está mal) reprimen directa
o indirectamente las emociones y sentimientos propios de esta eta-
pa y no los canalizan adecuadamente. Esto ha creado un «abismo»
entre el discurso que se mantiene desde el púlpito y la realidad que
se da en las relaciones entre ellos, los cuales por miedo o respeto a
sus líderes e iglesias a las que pertenecen, se mantienen sumisos y
como oyentes pasivos.

Sin embargo, la realidad está ahí, los tiempos han cambia-


do bastante, ya la iglesia como institución, y sus líderes,
no están ejerciendo esa influencia, dominio o control que
antes tenían sobre sus miembros, ya que en otros tiempos
se les tenía hasta «miedo» y se les obedecía como si fuesen
«pequeños dioses».

Esta realidad requiere de una revisión a una serie de «dogmas»


(normas establecidas por los hombres) que durante décadas se han
14 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

enseñado en lo referente al tema del noviazgo y las relaciones de pa-


rejas en sentido general. El gran desafío es, que sin perder la esencia
de la identidad cristiana, se pueda dialogar e interactuar sobre este
tema, que en otros tiempos se manejaban sin mayores obstáculos.
Todo esto, sin que este «diálogo» o «revisión» se convierta en un
relativismo moral, en una religión a la carta, superflua y vana.
La Biblia ha de ser entendida en su contexto, pero también vi-
vida en un entorno particular. Las iglesias cristianas no pueden se-
guir pretendiendo «escapar» del mundo, como si esto las hiciera
más «santas». Todo lo contrario, es en ese contexto en que las igle-
sias están insertas, en el cual la vida y misión toman relevancia y
pertinencia. Ciertamente el «mundo» sigue representando ese lugar
de tinieblas, pecado y rechazo del Dios verdadero, pero, ¿No es aca-
so este el campo «fértil» en el que el Señor ha dejado la iglesia para
ser sal y luz? No se puede seguir visualizando al «mundo» como
enemigo del cual hay que escapar. Debe ser lo inverso, ha de verse,
como ese lugar, que está repleto de hombres y mujeres necesitados;
urgentemente del amor, la paz, y la justicia de Jesucristo.
Si la iglesia no juega un papel activo en cuanto al tema de las
relaciones de parejas, capaz de ofrecer una pastoral juvenil y fami-
liar «contextualizada» en la que los jóvenes y las parejas se sientan
en confianza de acercarse y exteriorizar sus sentimientos, luchas y
situaciones propias de su edad y necesidades fundamentales de las
parejas, puede pasarle como a esos padres que, a partir de una serie
de «criterios» y «creencias» rechazan darles orientación sexual a
sus hijos, por creer o entender que no tienen la edad o madurez ne-
cesaria para ese tipo de contenidos, provocando que estos busquen
«orientación» o «consejos» con otras personas, las cuales no son las
más adecuadas para entregárselas, obteniendo así ideas distorsio-
nadas, mal entendidas e incompletas sobre este particular.
La manera de ser y hacer iglesia hoy se ha revolucionado de tal
manera que, es inaplazable hacer los «ajustes» necesarios a esas
formas de ver y manejar el tema de las relaciones amorosas, que
sin relación con el contexto actual, se mantienen como la «única»
manera de ver o entender el noviazgo y la relación de parejas den-
tro del cristianismo. Toca ahora a las iglesias cristianas, hacer una
reflexión profunda para llegar a una «nueva concepción» que, sin
perder las bases y orientaciones bíblicas, sí pueda ser representativa
de la realidad del mundo actual.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 15

¿Qué sucederá con aquellas iglesias que, en vez de ver en este


contexto una oportunidad para ser de influencia con el mensaje cris-
tiano, lo ven con miedo, sospechoso y peligroso, lo cual les motiva a
encerrarse en su «propio mundo»? ¿Se aprovechará fielmente este
tiempo como una oportunidad de Dios, para más que nunca, hacer
pertinente y relevante el mensaje de salvación y la orientación efec-
tiva a quienes establecen una relación amorosa? La realidad actual
de la iglesia, ha llegado para quedarse por mucho tiempo, ignorarla,
es el principio del fin. Hoy más que nunca, no se puede pasar por
alto el anhelo expresado en la oración de Jesús, cuando dijo: «Pa-
dre, no te pido que los saques del mundo sino que los guardes del
mal. Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es verdad» (Jn. 17:15,17).

En ese sentido se pretende, (entre otras cosas) tratar de


arrojar luz sobre una serie de temas o asuntos, los cua-
les para los fines de esta pequeña obra, son denominados
«tabúes»; que durante décadas se han convertido en con-
cepciones «dogmáticas», que según el momento y el lugar
se les impone a los que se comprometen en una relación
formal de noviazgo, y a las parejas en sentido general. Este
libro titulado: «10 tabúes sobre el noviazgo y la relación
de parejas cristianas» ha sido concebido no solo para «jó-
venes» o «solteros», es de gran utilidad para los «recién
casados», así como a los que ya tienen mucho tiempo de
matrimonio.

A pesar de todo esto, es importante destacar (antes de entrar en


detalles), que el entorno socio-cultural en el que se nace es muy in-
fluyente, debido a que ellos imponen una serie de normas, creencias
y prácticas que se convierten en normas de comportamiento. En
ese sentido, los «tabúes» están integrados en la creencia de un pue-
blo, grupo o comunidad. Por tanto, pueden formar parte del sistema
religioso, político y cultural de un país, el cual los considera como
concepciones o ideas buenas y verdaderas, ya que dan un respaldo a
las creencias fundamentales de dicha comunidad.
La presente obra da inicio con algunas consideraciones previas,
antes de empezar, tratando de precisar algunos términos que serán
recurrentes durante el desarrollo de la misma, a los fines de fijar el
punto de vista del autor sobre los mismos. Luego se da apertura a
16 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

las ideas sobre el primer tabú, el cual indica que la decisión o inicia-
tiva a la hora de querer iniciar o mantener una relación «amorosa»
debe ser del hombre, no de la mujer.
El segundo tabú hace referencia a la diferencia de edades, lo
cual se explica con el propósito de arrojar luz sobre el particular. En
cuanto al tercer tabú, este habla de esa amenaza o camisa de fuerza
que se les pone a los que formalizan un noviazgo, en el sentido de
que con «esa» o «ese» se tiene que casar. El cuarto tabú indica que
el amor verdadero se conoce desde el primer encuentro, lo cual no
necesariamente es así, y esto no representa una señal clara de que
sea o no la persona indicada.
Más adelante, se presenta el quinto tabú, que dice: «Si en ver-
dad estás enamorado(a), no te sentirás atraído por otras personas»,
lo cual es falso. «Amor no quita conocimiento», dice la expresión
popular. El sexto tabú, muy común en el noviazgo, es que: «Amar
requiere adivinar lo que el otro quiere y necesita». La adivinación o
poderes psíquicos no es una práctica de las personas cristianas, por
tanto, no se puede esperar que tal cosa suceda en una relación de
noviazgo o de parejas cristianas.
«Es mejor contarlo todo» es el séptimo tabú, donde se hace una
profunda reflexión sobre qué tan complicado pudiera ser el tener
que exteriorizar algunas cosas. Los problemas de pareja durante el
noviazgo no se terminan cuando los novios conviven o se casan, es
el tema del octavo tabú, donde se explica lo que sucede realmente
cuando se pasa de novios a esposos. El noveno tabú indica que: Es
necesaria una «prueba de amor», una estrategia maliciosa que al-
gunas parejas suelen utilizar para satisfacer sus deseos egoístas.
Finalmente, se presenta el décimo tabú, el cual hace alusión a
que la belleza lo es todo para muchos en el día de hoy, y como esto
ha llegado a trazar los parámetros a la hora de elegir o permanecer
con una pareja aun en el ámbito cristiano. El autor de la presente
obra espera que las ideas presentadas en el interior de la misma,
sean valoradas en su justa dimensión y se reflexione sobre la ne-
cesidad de una pastoral juvenil y familiar que atienda de manera
efectiva el tema de las relaciones amorosas.

Dr. Yoselman Rodwin Mirabal


Marzo de 2016
ANTES DE EMPEZAR

P
revio a la presentación de lo que se denomina en esta obra
como «tabúes», y aun cuando la misma no es un tratado am-
plio sobre el noviazgo y las relaciones de parejas propiamente
dicho, es necesario puntualizar algunas ideas o conceptos a cerca de
lo que el autor considera sobre las palabras noviazgo, tabú, pareja
y cristiano. Esto es necesario, ya que todo término que se emplea
tiene a su vez diferentes formas de apreciación, según el contexto
o ambiente de vida; sea religioso, político, económico o social en
el que se utilice, el uso común de cada pueblo, y el área del saber al
que se aplique.

Para Miguel Martin (2015), el noviazgo es la relación


transitoria entre un hombre y una mujer, la cual les brinda
la oportunidad de conocerse más a fondo para decidir en
un determinado momento pasar a la siguiente fase que es
el matrimonio. En el noviazgo se pasa de la mera simpatía
o del simple «gustarse», a una nueva relación de mayor
conocimiento y que a su vez debe estar inspirada por el es-
píritu de entrega, comprensión, respeto y delicadeza. 1

En ese sentido, es necesario destacar que la Biblia no ofrece


guías puntuales sobre el noviazgo, ni habla explícitamente en cuan-
to a lo que ahora se conoce como «noviazgo». La única costumbre
de la que habla las Sagradas Escrituras era el «desposorio», el cual
representaba un compromiso para casarse. La palabra «desposar»
habla del compromiso matrimonial de un hijo o hija. Aparece a tra-
vés de la ley de Moisés (Éxodo 21:8-9; Levítico 19:20; Deuterono-
mio 22:25; 28:30) y es usado también poéticamente por los profe-
18 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

tas. Dios, hablando a través de Oseas, dijo: «y te desposaré conmigo


para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad
y misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a
Jehová». (Oseas 2:19-20).
Lo que se sabe de estas prácticas viene de los estudios de las
costumbres judías primitivas, las cuales no deben ser vistas como
un sustituto de la revelación bíblica, ni como patrones a seguir por
los cristianos de hoy en día. Los historiadores judíos consideraron
el «desposorio» como un acto formal de transferencia de propieda-
des, en donde el novio daba a su novia dinero o algo más de valor
monetario, para asegurarla. A cambio, alguien de la familia de la
novia (usualmente el padre) daba una declaración por escrito, que
se daba a conocer como el contrato de matrimonio.

Ahora bien, hoy en día el noviazgo es una relación formal


de un muchacho y una muchacha que, después de un pe-
ríodo en el cual fueron amigos, comprenden que hay algo
más que una amistad. El noviazgo es fruto y expresión de
amor, de algo que inició con compañerismo, amistad, y por
el descubrimiento de su compatibilidad en este tiempo,
ellos se hacen novios porque están pensando posterior-
mente en casarse.

Es un tiempo ideal y lindísimo para dialogar, conocerse mejor y


comprenderse más. Durante el noviazgo, es maravilloso descubrir
quién es la otra persona y para eso se necesita tiempo. Una de las
características principales del noviazgo es el enamoramiento, que
incluye varias actitudes, entre ellas: pensamiento frecuente en la
persona amada, que se presenta idealizada y maravillosa; deseo de
verse; conversar y agradar a quien se ama. Además, sentimientos y
emociones intensos ante la presencia real o imaginada de esa per-
sona y buscar el bien del amado o amada.
Existen muchos tipos de noviazgos; algunos se viven como un
juego, otros son más cercanos y profundos. Muchos adolescentes
confunden sentimientos de amistad y amor, queman etapas sin sa-
borear bien lo que es una auténtica amistad y no dan tiempo para
que esta dé frutos. Piensan que porque se entienden bien con su
nueva amistad inmediatamente tienen que ser novios.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 19

En tal sentido, el noviazgo ayuda a conocerse en cuanto


a carácter, sentimientos, gustos, aficiones, ideales de vida,
entre otras. Permite la formación de la voluntad, combate
el egoísmo, fomenta la generosidad, confianza, honesti-
dad, el respeto; estimula la reflexión y el sentido de res-
ponsabilidad.

Con el noviazgo se puede practicar la habilidad de resolver con-


flictos sin el compromiso obligatorio del matrimonio, provee la
oportunidad de encontrar una pareja apropiada; ofrece el beneficio
de llegar a ser una persona más fuerte y lograr madurar en varios
aspectos, ayudando a ver las cosas de distintas maneras.
Según Luis Palau (1986), el noviazgo tiene o consta de cinco eta-
pas básicas, que son:
1. Atracción: que puede ser física, emocional o ambas.
2. Incertidumbre: es cuando se presenta la duda de si la pareja
elegida es la adecuada.
3. Exclusividad: permite salir solo con una persona, dar y reci-
bir de ella y para ella.
4. Intimidad: ambos se entregan a la relación, se sueltan y co-
mienzan a mostrar los aspectos positivos y negativos.
5. Compromiso: la relación se torna más profunda y existe la
convicción de que se está con la persona correcta para una
relación más formal, como lo es el matrimonio. 2

Por lo antes dicho, el noviazgo cristiano es una relación amorosa


mantenida entre dos personas de sexos opuestos con o sin la inten-
ción de casarse; es un proceso por el cual dos personas desarrollan
una asociación íntima más allá de la mera amistad. A las personas
que mantienen un noviazgo se les denominan novios.

Por su lado, la palabra «cristiano» aparece en la Biblia en


tres ocasiones (Hechos 11:26; 26:28; 1 Pedro 4:16). El
nombre fue dado por primera vez a los seguidores de Cris-
to en Antioquía y se usó originalmente como apodo. Fue
luego, en época posterior, adoptado por aquellos a quienes
les fue aplicado, y por su significado esencial «bueno, ama-
ble» daban la imagen de gente confiable.
20 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

Por tanto, cuando se habla del «noviazgo cristiano», se hace


referencia a esa relación amorosa previa al matrimonio que em-
prenden dos personas del sexo opuesto que profesan la fe cristiana.
El cristianismo tiene como texto sagrado la Biblia, la cual como ya
se indicó, no provee lineamientos puntuales sobre el noviazgo, aun
cuando a partir de los fundamentos bíblicos generales sobre el ma-
trimonio, se podría construir y encontrar algunas orientaciones, las
cuales no son el eje central de este libro.
El término «pareja», hace referencia a un conjunto de dos per-
sonas en una relación afectiva más o menos formalizada: noviazgo,
matrimonio o pareja de hecho. El término también se utiliza para
nombrar a cada uno de los integrantes de una «pareja» en relación
con la otra; esto se puede apreciar, por ejemplo, cuando alguien ha-
bla de su novio(a) o de su prometido(a) refiriéndose a él como «mi
pareja». Además, se utiliza en la actualidad para referirse a perso-
nas que tienen una unión «conyugal» consensuada y que no están
debidamente casados.

En cuanto a la palabra «tabú», designa a una conducta,


actividad o costumbre prohibida, moralmente inaceptable,
impuesta por una sociedad, grupo humano o religión. Es
la prohibición de algo natural, de contenido religioso, eco-
nómico, político, social o cultural por una razón no justi-
ficada, basada en prejuicios infundados. Una cosa que no
se puede decir, hacer o tratar debido a ciertos prejuicios o
convenciones religiosas, sociales o culturales. 3

Romper un «tabú», es considerado como una falta imperdona-


ble por la sociedad o grupo que lo impone. Los «tabúes» pueden in-
cluir: restricciones alimentarias, sobre actividades y relaciones, y en
el uso del lenguaje. Mantener los «tabúes» implica seguir viviendo
en la ignorancia. Limitar el conocimiento y permitir que éstos sub-
sistan, solo ocasiona que una expresión humana como el «amor o
la amistad sincera» sufra distorsiones y desviaciones innecesarias.
La sociedad hoy en día está controlando la manera en que hace-
mos las cosas, en cuanto al cómo educamos a nuestros hijos, sobre
el noviazgo y como deben ser las relaciones de parejas. La iglesia
en Colosas, antigua ciudad de Frigia, según el pasaje bíblico que
aparece en una de las páginas al inicio de este libro (en Colosenses
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 21

2:20-23), estaba en un momento en el cual crecían en conocimiento


y comunión con Cristo, pero querían seguir utilizando o agregando
costumbres, tradiciones o ritos. Se prohibían «tocar» o «probar»
cosas y se restringían de ciertas actividades. Lo más sorprendente
de todo esto, es que el día de hoy estemos igual que hace dos mil
años. Al parecer seguimos queriendo aumentar sacrificios y «ritua-
les» a la vida cristiana, así como a todo lo que esto representa.

Una vez que es aceptado Jesús en el corazón, se comienza


una nueva vida. El seguir a Jesús significa dar la espalda al
mundo y dejar atrás aquello que interrumpe tu comunión
y deleite con Él. Se deben analizar nuestras costumbres y
ver si están basadas o no en la Biblia. No debe ser lo que
la sociedad o la cultura impongan. Como dice el versículo
23, «tales cosas tienen, a la verdad, cierta reputación de
sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato
del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos
de la carne».

Las pautas indicadas en este pasaje de la Biblia, hacen referen-


cia a los reglamentos «ascéticos» (doctrina filosófica y religiosa que
busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres
materiales o abstinencia). Por ejemplo: los «esenios» enseñaban que
se debería evitar el aceite, la carne, el matrimonio y el contacto con
extranjeros. Jesús dijo lo mismo que Pablo en contra de los fariseos,
los cuales enseñaban que para ser salvos era necesario lavarse las
manos antes de comer (Mar. 7:14-19). La idea de que la «pobreza» es
«esencial» para la piedad viene de la misma concepción.

Recuérdese que tales reglamentos enseñados por los escri-


bas y fariseos tenían el propósito de producir más santidad
y consagración, pero sólo producían orgullo e hipocresía
(Mat. 6:1-18; 23:4, 25-28). Pablo condena todas estas en-
señanzas y prácticas humanas, las cuales no se correspon-
den con la gracia de Cristo. Aunque parezcan muy buenas,
sabias, lógicas y necesarias, deben ser evaluadas.

Cuando se trata del noviazgo y las relaciones de parejas cris-


tianas y lo que se debe o no hacer, es recomendable hacerse estas
22 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

preguntas: ¿Está prohibido en la Biblia? ¿Viola los mandamientos


de Dios? ¿Le causa daño a usted o a la otra persona? ¿Hay riesgos
involucrados? Usar estas preguntas puede ayudar a descubrir los
parámetros más adecuados en cuanto a la relación de parejas.

Finalmente, se debe reconocer que la cristiandad (en


sentido general) está llena de «tabúes» y enseñanzas de
hombres que, bien intencionadas o no, están muy lejos de
lo que la Biblia ordena, y esto provoca confusión y diver-
gencias conceptuales en el pueblo de Dios. Por tanto, es
necesario arrojar luz sobre algunos «tabúes» que se han
creado sobre el noviazgo y las relaciones de parejas, para
de esa manera quitarle esa «camisa de fuerza» que duran-
te décadas se les ha impuesto a los creyentes que desean
establecer, o mantener a plenitud y disfrutar una relación
de pareja.
1 Tabú
er

lA DECISIÓN o INICIATIVA DEBE


SER DEl HoMBRE, No DE lA MuJER

D
esde que tenemos uso de razón, de una u otra manera he-
mos tenido que tomar decisiones en diferentes ámbitos, cir-
cunstancias y realidades que nos han retado. Ciertamente,
algunas de estas decisiones marcaron nuestras vidas hasta el sol de
hoy. No ha sido posible librarnos de los recuerdos de muchos de esos
momentos de los cuales nos preguntamos una y otra vez ¿Por qué
lo hice? ¿Qué estaba pensando en ese momento? ¿Por qué me dejé
arrastrar hasta ese punto? Estas y tantas otras interrogantes nos gol-
pean y en algunos casos nos hacen sentir mal, y en otros satisfechos
por el rumbo que tomaron las cosas, pues el tiempo nos dio la razón.

En sentido general, tomar decisiones es una realidad con


la que tenemos que trabajar todos los días y a cada mo-
mento, y se requiere en algunos casos mucha reflexión y
en otros buen juicio, tacto y prontitud.En lo referente al
noviazgo y la relación de parejas, existe una tendencia a
que la decisión o iniciativa debe ser del hombre y no de la
mujer, la cual es fundada en una serie de cuestiones vincu-
ladas a la cultura de los pueblos, y que sin lugar a dudas, ha
venido cambiando al transcurrir el tiempo.

Estos cambios requieren una nueva orientación sobre este par-


ticular, la cual permita viabilizar el entendimiento de los procesos
previos a una relación formal de noviazgo y aun después del ma-
trimonio entre los cristianos. Por tanto, en este capítulo se hará un
24 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

pequeño abordaje de algunos de esos aspectos que han influido, y


cuál es nuestra posición sobre el particular. ¡A ver!

1.1. ¿Qué es una decisión?

Una decisión es una determinación que fija una posición o curso


sobre algo y define el camino a seguir en un asunto. La vida está
llena de decisiones, las cuales debemos tomar en un momento dado.
Estas pueden ser en lo material, espiritual, ministerial, familiar,
personal, entre otros. Por tanto, una decisión es la iniciativa final
que se toma en un proceso de evaluación de las diferentes facetas
de un asunto o problema y después de haber estudiado las múltiples
opciones que se ofrecen. Las decisiones son un acto de la voluntad,
y siempre son influenciadas por la mente o por las emociones. En
última instancia, las decisiones son el producto o resultado de lo
que usted más desea. 4
En ese sentido, las decisiones son «elecciones» tomadas con
base en propósitos, son «acciones» orientadas para determinado
objetivo y el alcance de este objetivo determina la eficiencia del pro-
ceso de toma de decisión. Por tanto, tomar decisiones es un proceso
activo, voluntario y consciente, que se basa en la elección personal
fundamentada en nuestros criterios, opiniones y valores. Una deci-
sión, por lo general consta de tres etapas:
1. El reconocimiento o identificación de una necesidad, es de-
cir, la sensación de insatisfacción con uno mismo; sensación
de vacío o necesidad.
2. La idea de cambiar, para llenar el vacío o la necesidad.
3. La dedicación consciente para implementar la decisión.

Con frecuencia, las decisiones de rutina se toman rápidamen-


te, quizás inconscientemente, sin necesidad de elaborar un proceso
detallado de consideración. Sin embargo, cuando las decisiones son
complejas, críticas o importantes, como lo es la de elegir o perma-
necer con una pareja, es necesario tomarse el tiempo adecuado para
decidir sistemáticamente. Tomar decisiones requiere pensar, hablar
y buscar información relacionada al asunto o problema.
Para esto, se requiere que la persona reúna toda la información
que pueda ayudarle en las decisiones que necesita tomar. En ese or-
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 25

den, colecta información hablando con otras personas que conocen


el tema y pensando en dos o más posibles soluciones. Las decisiones
toman lugar cuando las necesidades, situaciones, hábitos y patrones
de vida cambian o requieren de una iniciativa.

1.2. ¿Cómo influyen los aspectos


socio-culturales en cuanto al
noviazgo y la relación de parejas?

Muchas personas, sean cristianas o no, desconocen qué es (en tér-


minos socio-culturales), concretamente, el noviazgo y lo que im-
plica una relación de pareja, así como las diferentes etapas por las
que estas deben atravesar. Además, la mayoría ignora los términos
como: cultura y sociedad, los cuales influyen en la percepción y
construcción de una relación de noviazgo o de parejas.

Según el Diccionario de la Lengua Española de la Real


Academia, «cultura» es el «conjunto de modos de vida y
costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico,
científico, industrial, en una época o grupo social». 5

Según algunos expertos, la cultura se puede definir como: «de-


sarrollo de los usos, costumbres, religiones, valores, organización
social, tecnología, leyes, lenguajes, artefactos, herramientas, trans-
portes, y se desarrolla por la acumulación y transmisión de cono-
cimientos para la mejor adaptación al medio ambiente. Es aquel
conjunto de todo que incluye conocimiento, creencia, arte, moral,
ley, costumbre u otras capacidades y hábitos adquiridos por el ser
humano como miembro de la sociedad». 6
Por otro lado, se puede decir que la cultura es un sistema de
valores y normas que comparte un grupo y que, cuando se toman
en conjunto, constituyen un esquema para la vida. Por valores se
entiende, las ideas abstractas sobre lo que un grupo considera bue-
no, correcto y deseable. Por normas se entiende, las reglas y guías
sociales que prescriben el comportamiento adecuado en situaciones
determinadas. Y por sociedad se entiende, un grupo de personas
que comparte un grupo de valores y normas.
26 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

En ese sentido, los valores son la base de una cultura, proveen


el contexto en el que se establecen y se justifican las normas de una
sociedad. Los valores tienen además, un significado emocional que
está expresado en el sistema político, religioso y económico de una
sociedad. Las normas son las reglas sociales que rigen los actos de
las personas entre sí. Presentan dos categorías: usos y costumbres.
Los usos son acuerdos para la vida diaria con poco significado mo-
ral y las costumbres son normas que se consideran esenciales para
el funcionamiento de una sociedad y de la vida social.
Sin lugar a dudas, los individuos sienten un apego emocional
profundo hacia su grupo, y la identificación con este puede llegar a
ser lo más importante en la vida. Por tanto, el noviazgo, la relación
de parejas y todo lo que esto representa en cuanto a su forma y de-
sarrollo, está íntimamente vinculado a esas prácticas y creencias de
las cuales los cristianos no somos ajenos, ya que formamos parte de
la sociedad y esta modela nuestras acciones en sentido general.

1.3. La elección de la pareja

La mayor parte de las personas, al llegar a la madurez juvenil,


afrontan la delicada elección de su pareja. No debe subestimarse
la profundidad, hermosura e importancia de este paso en la vida,
especialmente en una era en la que esta institución humana fun-
damental (la familia) sufre violencia y distorsión. La elección del
«cónyuge» sobrepasa infinitamente cualquier compra. Se trata de
encontrar un compañero(a) para toda la vida, alguien con quien
compartir las alegrías y tristezas, un amigo(a) del todo especial.

Muchos se dejan guiar por criterios periféricos para de-


cidir con quién establecer un noviazgo para luego casar-
se, reflejo de la concepción tan superficial que tienen del
matrimonio. Pasan por alto las cuestiones más profundas
y prestan más atención a aspectos frívolos y secundarios.

Según Jeffrey y Wenona De León (2010), el amor es y debe ser la


motivación principal y eje central a la hora de tomar la decisión de
establecer un noviazgo y formar una familia. Ese debe ser, sin lugar
a dudas, el punto principal a la hora de decidir. Este ingrediente
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 27

primordial debe contribuir para hacer coincidir su visión de la vida,


de la fe, de los ideales y objetivos para su futuro hogar. Cuando hay
unidad en lo que es fundamental y esencial (el amor), podrán so-
lucionarse con el diálogo otros aspectos menos importantes en los
que puedan llegar a un acuerdo. 7

1.4. La cuestión del género en


la relación de parejas

Las expectativas socio-culturales estereotipadas sobre el papel que


jugamos hombres y mujeres en nuestras culturas occidentales in-
ducen a participar de sistemas de creencias y supuestos que a veces
nos anestesian y nos hacen tomar decisiones que no favorecen ade-
cuadamente a quienes nos rodean.

Nuestra cultura prescribe continuamente las conductas


que considera «adecuadas» para las personas, que son dis-
tintas según se trate de hombres o de mujeres, y según a
qué clase social, religión, edad, entre otras, pertenezcan.

La distinción en la que acá nos concentramos, es la que nos se-


ñala cómo debemos comportarnos si somos mujeres y cómo debe-
mos hacerlo si somos hombres, en cuanto al noviazgo y la relación
de parejas, y las implicaciones valorativas de tales distinciones, así
como las consecuencias. En ese sentido «género» es un término
que puede usarse para categorizar las distintas funciones que des-
empeñan los hombres y las mujeres, según lo determina la socie-
dad en la que viven.

Según T. G. Morrow (2008), el sexo de un niño se deter-


mina antes del nacimiento, pero el género se aprende. A lo
largo de la niñez, los niños y las niñas reciben diferentes
mensajes acerca de los comportamientos que se esperan
de ellos (mensajes de los padres, la sociedad, los compa-
ñeros, los medios de información); se les dice que algunos
comportamientos son aceptables en los varones y no en las
hembras, y viceversa. 8
28 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

En la mayoría de las sociedades se valora más a los hom-


bres que a las mujeres. Desde la infancia, es posible que
las niñas reciban menos alimentos que los niños y menos
atención médica cuando están enfermas. Por lo menos en
nueve países de África, al sur del Sahara, se expulsa tem-
poral o permanentemente de la escuela a las jovencitas que
quedan embarazadas, pero no se adoptan medidas puniti-
vas contra los jovencitos que se hacen padres.

Por otro lado, es importante reconocer algunas características


propias del hombre y la mujer, los cuales nos diferencian y comple-
mentan: La mujer es inductiva/el hombre deductivo: Una mente in-
ductiva significa que va de un pequeño detalle a la toma de una gran
decisión. Mujer: divergente/hombre: convergente: El pensamien-
to divergente es poder estar pensando en muchas cosas al mismo
tiempo, por ejemplo: la mujer está trabajando en la oficina, piensa
en el hijo, en la escuela, comprar comida, en el yogurt que le gusta al
marido y en llevarle el remedio a su suegra. Ellas se ocupan de diez
cosas al mismo tiempo.

El hombre es convergente, sólo piensa en una cosa a la vez.


Dicen nadie me interrumpa que estoy pensando en algo,
así cuando encuentra la solución se le acaba el problema,
pero para la mujer el problema nunca se acaba porque ella
encuentra una solución, pero sigue buscando algo mejor.
La mujer: orientada a relaciones, el hombre orientado
a objetivos.

La mujer habla mucho, el hombre habla poco: la mujer utiliza


el lenguaje como una manera de generar relaciones y vínculos con
otras personas; el hombre habla cuando tiene algo que considera
importante decir. Cuando un hombre tiene problemas serios, no
habla, llega más silencioso a la casa, pero es asediado por la mujer
que le pregunta, qué le pasa, porque ella lo conoce. Pero cuando la
mujer tiene problemas, llama a su amiga y esta solo la escucha y ella
los resuelve.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 29

Como se ha observado, existen diversos factores que influyen en


la toma de decisiones e iniciativa a partir del género, los cuales no
necesariamente se limitan a aspectos culturales y de medio ambien-
te, sino de carácter genético que no deben pasarse por alto.

Antonio Cruz (2003), dice: «Desafortunadamente en el


ámbito religioso se refleja una marcada transferencia de
esta tendencia de los géneros y esto se debe a la introduc-
ción a nuestro esquema de doctrinas, valores, prácticas,
culturas y creencias de los escritores sagrados y las comu-
nidades donde tuvo su origen la Biblia, cuyo contenido re-
fleja esa tendencia un tanto machista y que hoy en día se
mantiene muy latente en el quehacer diario de los creyen-
tes de la iglesia». 9

En ese sentido, la labor de contextualización del Texto Sagrado


es necesaria, a fin de hacer posible la igualdad de «género» en cuan-
to a la relación formal de parejas entre los cristianos. Los que hemos
madurado sobre el tema sabemos que nunca fue el deseo de Dios de
que el hombre tuviera la última «palabra» e «iniciativa» en todo.
Hay que elaborar una teología que equipare el papel de la mu-
jer a la par al hombre en todos los sentidos y ámbitos de la vida, a
los fines de mejorar las relaciones interpersonales, crear un abanico
más amplio de análisis y discusión que permita aprovechar en su
justa dimensión el potencial que Dios colocó en la mujer. Existe una
deuda histórica que los hombres tenemos con las mujeres, que sin
lugar a dudas, tenemos que saldar.

Tomar la iniciativa en cuanto a la relación de parejas, sea


cristiana o no, no es cuestión de género; tanto hombres
como mujeres pueden y deben tener la libertad de expre-
sar sus deseos en igualdad de oportunidades y según las
circunstancias. Esto les permitirá sentirse más libre, ya
que es necesario dejar atrás esos «tabúes» que nos han
impuesto durante tanto tiempo.
30 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

1.5. ¿Quién debe tomar la decisión o


iniciativa, el hombre o la mujer?

En tiempos antiguos el hombre debía tomar la iniciativa (en todos


los sentidos) para comenzar y mantener una relación amorosa con
una mujer. La mujer estaría esperando su primera llamada, una in-
vitación a una cita, una confesión de amor y luego de un tiempo una
propuesta de matrimonio.

Sin embargo, hoy en día la mujer tiene más confianza en sí


misma; porque en este tiempo el hombre tiene menos ini-
ciativa a la hora de tomar decisiones, sea en cuanto al no-
viazgo o estando ya casados. Actualmente, las mujeres tie-
nen acceso a áreas que hasta hace poco eran consideradas
por su naturaleza exclusivamente para el sexo masculino;
a estas les gusta adoptar responsabilidades y no olvidar su
capacidad femenina.

En los casos en los que una mujer toma la iniciativa en su área


de trabajo, todos los elogios son bien merecidos, pero no se aprecia
así en lo relativo a relaciones interpersonales, ya que se insiste en la
idea de que el hombre debe ser el que inicie y más adelante lidere la
relación, y no la mujer.
Sin duda, una mujer desea amar y ser amada, ella quiere tener
a su lado un verdadero hombre, que sea paciente e inteligente y que
la apoye en cualquier circunstancia. Que demuestre energía e ini-
ciativa, ya que si el comportamiento de un hombre es pasivo y sin
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 31

iniciativa, algunas mujeres piensan que definitivamente él no es el


mejor candidato para ella.
Hace alrededor de veinte años era una verdadera vergüenza que
una mujer tomara la iniciativa, pero los estereotipos han cambiado,
y hoy en día una mujer puede tomar la iniciativa si realmente le
gusta algún hombre y quiere estar o permanecer con él. Aun así, no
existe una receta para tener una relación amorosa excelente. Eso es
porque cada persona es única. Un hombre y una mujer usualmente
construyen su relación particular de acuerdo a circunstancias, de-
seos personales, preferencias generales y compatibilidad.

Si un hombre hace las cosas de esta manera y toma él sólo


la iniciativa, cuando sea necesario, es posible que encuen-
tre a su «alma gemela». No obstante, las cosas han cam-
biado mucho, las mujeres ahora son más liberadas, y están
a punto de extinguirse los «galanes» que daban rosas y
decían: ¿Quieres ser mi novia? O ¿Has lo que tú quieras,
eres mi dueña?

Hoy en día, si se espera que el hombre se acerque, y le hable a


una mujer como ella quiere o desea que lo haga y la invite a salir
o le declare su interés de una relación formal, puede que se quede
esperando un largo tiempo. Por eso, cada vez son más las mujeres
que dejan de lado los prejuicios, y se animan a tomar la iniciativa.
Además, no todos los hombres prefieren tener que tomar la iniciati-
va para mantener o conquistar a una mujer.

Algunos prefieren tener que ahorrarse ese esfuerzo o paso,


y que la mujer sea quien dé el primer paso de seducción.
Además, les resulta halagador, y entienden que es una mu-
jer segura de lo que quiere.

Y es que en cuestiones de amor, no hay «deberías» o reglas ina-


movibles, excepto las que están en la Biblia. Es cierto que la mayoría
de las mujeres prefieren (dada la influencia cultural) que él sea la
«cabeza», el que siempre lleve la iniciativa. Pero, si ella da el primer
paso no significa que está «mal» e indique que, según el caso, es
«dominante», «fácil» o promiscua. Si la mujer se siente segura de
sí misma, sabe lo que quiere, tiene ganas de disfrutar y de conocer
32 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

a alguien especial, es alegre e inteligente… A él le encantará que


le abordes. Eso sí, debe ser inteligente y abordarle de una manera
divertida y sutil. Lo importante es que no te quedes lamentando lo
que podría haber ocurrido si te hubieras saltado las convenciones
sociales y atrevido a dar el primer paso.

G. Donner Theo (2004), dice: «Es evidente que a través de


los años, como parte de una cultura heredada y aprendida,
nos han dicho hasta la saciedad que el hombre siempre
debe dar el primer paso cuando hay un interés romántico
o de pareja, lo cual no debe ser así». 10

Sin embargo, en tiempos como los de «hoy», cambiantes, mo-


dernos y vertiginosos, pero por sobre todo efímeros; me pregunto:
¿Por qué todavía hay quienes siguen atados a la premisa de que es
el hombre quien debe tomar la iniciativa en cuanto a lo amoroso, y
de cuyo enunciado se desprende que la mujer no debería hacer más
que esperar ser invitada a tomar algo, ir al cine o pasear, para que
luego él le declare su interés en una relación de noviazgo? ¿Por qué
no pueden ser ellas las que den un paso al frente con una propuesta,
quizás inesperada o deseada?

Sin lugar a dudas, en la sociedad «machista» en la que vi-


vimos, está casi escrito en piedra que son los hombres los
que deben tomar la iniciativa cuando están interesados en
una relación de pareja. Pero… ¿Qué pasa cuando a ellas les
interesa alguien? ¿Simplemente se deben quedar sentadas
con los brazos cruzados esperando que ellos las tomen en
cuenta? Todo el problema está en que de acuerdo a las «re-
glas» de nuestra sociedad tradicional y conservadora, no
es correcto que una mujer exprese sus sentimientos hacia
un hombre, porque puede parecer una persona «fácil» y
éste por su lado, ya no la va a tomar en serio ni la va a res-
petar, y eso es absurdo.

Hoy, después de 25 años de estar casado, ha evolucionado mi


forma de pensar sobre este particular, ya que he podido viajar, co-
nocer otras culturas y tener una visión más amplia del mundo. No
le veo nada de malo a que una mujer tome la iniciativa a la hora de
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 33

querer una relación formal de noviazgo con un hombre. Eso no le


resta valor, siguen mereciendo respeto, admiración y cuidado. Con-
tinúan siendo las mismas mujeres con principios y valores cristia-
nos. Tomar la iniciativa no significa que le van a saltar encima al
hombre, es sencillamente atreverse a ser decididas y tener el coraje
y determinación de expresar lo que sienten.

Que la mujer dé el primer paso cuando se siente atraída


por un hombre, no es un pecado, ni está mal, ni bíblica ni
legalmente. No obstante, se recomienda que primero la jo-
ven interesada haga una especie de investigación del joven
que le gusta para saber cómo proceder. Hay que hacer un
pequeño trabajo de investigación, averiguar qué cosas le
gustan o qué no le gustan, porque lo puede espantar. Una
vez se conoce un poco más de él puede arriesgarse y tomar
la iniciativa.

Ahora bien, si decides ir de frente, tienes que llevar contigo un


«saco» o «bolso» para perder y otro para ganar. Saber que el recha-
zo es una posibilidad, algo que debes tener siempre presente y estar
segura de que lo puedes manejar. La desilusión es un sentimiento
que de inmediato puede presentarse, pero a la larga son experien-
cias que te hacen ser más juiciosa.

Para una mujer, ciertamente, puede ser desesperante te-


ner que aguardar a que el hombre que le atrae la invite a
salir. Sin embargo, hay una cosa que se llama «lenguaje de
atracción», y si la joven puede detectar algunos de los sig-
nos de este lenguaje en el hombre que le gusta, no pierde
nada dando ese primer paso.

Por ejemplo: si la mujer percibe que el hombre que le gusta res-


pira más rápido cuando ella habla con él, que sus pupilas se dilatan,
que sus manos comienzan a sudar, que le brillan los ojos, que le
sube la presión arterial o que se pone nervioso, existe una gran po-
sibilidad de que él tenga un interés romántico. Todas estas son reac-
ciones químicas que ocurren en nuestro cuerpo cuando hablamos o
estamos cerca de una persona que nos gusta.
34 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

La sutilidad, sinceridad, honestidad y la dulzura son las


mejores aliadas de una mujer. Antes de poner en acción
esas «armas» de mujer, hay que tener en cuenta varios
aspectos, entre ellos: ¿Tiene novia? ¿Le gustan las chicas
atrevidas? ¿Es tímido o extrovertido? La información es
«poder» y hay que recopilar tanta información como sea
posible para que la declaración e iniciativa no le intimi-
de, ni se quiera morir de la vergüenza por algo que se le
haya escapado.

Para las más tímidas o conservadoras, una buena opción es es-


cribir una carta en la que expreses tus sentimientos. Para decírselo
personalmente, lo mejor es hacerlo en un lugar tranquilo con frases
más directas como: «hace tiempo que estoy enamorada de ti» o «me
gustas más de lo normal» o «quiero besarte, pero no me atrevo». Si
le rechaza, hay que ser sincera y decirle que «solo querías que su-
piera lo que sientes, pero que no quieres que se pierda o estropee la
relación de amigos». Si la mujer no se siente preparada, con fuerzas
o es demasiado tímida, sólo le queda esperar que él se fije en ella y
que este se decida a declararle su amor, aunque siempre puede for-
zar esa atracción «coqueteando» con él y/0 mandándole señales que
le hagan sentirse atraído por ella.

Finalmente, no permitas que nadie decida por ti, ya que la


decisión de formalizar o no un noviazgo es responsabili-
dad única y exclusivamente tuya. Muchas veces sabemos
exactamente qué es lo que debemos hacer, cómo debemos
hacerlo, y somos conscientes de los beneficios y las cosas
que están en juego. Aun así, no lo hacemos, permitiendo
que otros tengan la iniciativa y decidan por nosotros en
un tema tan personal e íntimo como lo es el noviazgo y la
relación de parejas.
2 Tabú
do

lA DIfERENCIA DE EDADES

L
a cuestión de la diferencia de edades a la hora de iniciar, es-
tablecer y mantener una relación «amorosa» ha sido un tema
«tabú» en casi todas las sociedades y culturas. En el ámbito
cristiano (como es natural) se le da seguimiento a esta práctica, lle-
gando al extremo de fijar términos o parámetros y puntualizar so-
bre cuál sería el máximo de dicha diferencias de edades al momento
de aprobar o no una relación de noviazgo o de pareja para luego
ser consideradas como «aceptable» por la comunidad cristiana en
sentido general.
La pregunta que hacemos de entrada es: ¿Es bueno o positivo
establecer una relación de noviazgo o de pareja con personas de ma-
yor edad que la nuestra o viceversa? Si nos remontamos a la histo-
ria, en las relaciones de parejas, muy especialmente en Latinoamé-
rica, observamos cómo estas y los matrimonios eran arreglados. En
su generalidad, el novio, aventajaba en edad a su pareja en 15, 20, y
hasta 30 años, aproximadamente.

Por ejemplo: a una joven de 13 años, se le comprometía


con un hombre de 40, hecho que era aprobado, aceptado,
bien visto, y dejaba en la familia de la joven la grata satis-
facción de un buen parentesco y la seguridad de que su
hija no solo se iba a casar, sino también, tendría una casa,
un patrimonio y un hogar asegurado, sin importar las cir-
cunstancias que rodearan el mismo.

El «amor» en esta época no entraba en juego, carecía de vali-


dez y de importancia, más aun, cuando los padres por experiencia
propia, afirmaban que éste (el amor) nacía a través del tiempo. Es
36 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

así como encontramos mujeres muy jóvenes, casadas con hombres


que bien pudieron ser sus propios abuelos, pero para la época era
normal y estaba bien, la mujer carecía de voz y voto, su sumisión
no tenía precedentes y la resignación frente a la vida que le habían
organizado era total.

Hoy, y con base en investigaciones previamente realizadas,


no existen muchas parejas con marcadas diferencias, entre
ellas las de la edad, ya que la historia y las experiencias han
hablado bastante y han dejado muchas evidencias que no
siempre «más es mejor». En la actualidad, los matrimo-
nios se unen de todas las formas y modelos, y por supuesto
personas con mucha diferencia de edad, y aunque antes
todo esto era un gran problema, pues estaba mal conside-
rado por una parte de la sociedad, en el presente no es así
en su totalidad, pues se va aceptando cada día más.

De acuerdo a investigaciones realizadas por sociólogos, psicólo-


gos y antropólogos, la mujer elige a su compañero de acuerdo a sus
necesidades materiales y afectivas, ya que es importante para ella
contar con equilibrio y estabilidad, sobre todo en el campo emocio-
nal. De otro lado, los hombres buscan dinamismo sexual, además
de encontrar una compañera inteligente y con ganas de asumir ries-
gos en diferentes campos. 11
Las parejas que tienen diferencias de edad manifiestan sentirse
mutuamente atraídos por la dimensión social, emocional, cultural
y sexual de sus parejas, para la persona que es más joven, prima el
nivel de experiencia y la capacidad de enseñanza que una perso-
na de mayor edad puede brindar. Y para el mayor es una forma de
encontrar nuevas motivaciones a partir de una visión diferente del
mundo. La concordancia que pueden lograr, el manejo de puntos en
común y la creación de marcos de referencia mutuos, les permite
consolidar una relación colmada de entendimiento y comprensión.
Según destaca G. Hernández Rojas (1998), debido a la acepta-
ción, y que las barreras de edad en el matrimonio se están disipan-
do poco a poco, las personas cada vez son más atrevidas y aventu-
reras. No siempre es el caso, este tipo de relaciones van unidas y
vinculadas a unos menesteres, necesidades y carencias de la niñez
no solventadas ni aclaradas. 12
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 37

Por tanto, cuando se unen dos personas en una relación de pare-


ja o noviazgo que tienen mucha diferencia de edad, normalmente no
se fijan solo en el físico, sino en el saber, la experiencia, la personali-
dad o el poder en sí que tiene la madurez, o por el contrario, buscan
la emoción, el entusiasmo, la vitalidad y fogosidad de la juventud o
incluso tener al lado a alguien que acepte sus normas, su estilo de
vida, o inclusive, la reputación, respeto y prestigio social por estar
con una persona joven.

Este, como muchos otros temas, al ser abordado, genera con-


troversia, puntos a favor y en contra entre los cristianos; por lo cual
es necesario comprenderlo y entenderlo, sin adoptar una posición
rígida o reacia sobre este asunto, más bien de tolerancia. Al abor-
darlo, inevitablemente se debe fundamentar en la evolución que ha
tenido la mujer en la historia, ya que desde este punto de partida,
comprenderemos la diferencia en el antes y el presente de este tipo
de relaciones.

En la actualidad, y a pesar de la palpable evolución en los


códigos y normas sociales, todavía existen algunas restric-
ciones. Por lo regular, si el hombres es hasta 10 años ma-
yor que la mujer, no suele haber problema. A nivel social,
está bien aceptado, pero si el hombre es 20 años mayor,
aquí si hay un salto generacional importante y la sociedad
lo ve como algo negativo.

Sin embargo, para que una pareja funcione y permanezca ha-


biendo una cierta, o importante diferencia de edad, no se trata sólo
de los años de diferencia, sino del contexto social, de las historias
38 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

vividas, de la educación y los valores recibidos a lo largo de la vida.


Los problemas entre la pareja no están necesariamente en la dife-
rencia de edad, sino en la mentalidad de ambos. Por tanto, los valo-
res y la forma de ver la vida en común ocupan un lugar fundamental
dentro de las parejas, más que la edad en sí.

La diferencia de edad no debe ser un «obstáculo» para


una relación de pareja o noviazgo cristiano, siempre que se
conserven ciertos parámetros, entre ellos: una diferencia
de edad tolerable más no excesiva, un nivel de madurez
equilibrado entre ambos o respetar el ciclo que ya fue pro-
pio de los 20 en adelante y otro de los 40 en adelante, por
poner un ejemplo.

Según Fernando Coraminas (2005), el hombre, generalmente, a


partir de los 45-50 años, tiene una necesidad de reafirme, y buscan
relaciones con personas más jóvenes. Por su parte, las mujeres a
esa edad, la necesidad de reafirmarse viene dada por el hecho de
la conquista en sí, por tanto, la edad no tiene tanto que ver en este
caso. Su autoestima se refuerza en base a la conquista. Y no tanto en
el sexo: como suele suceder en el caso de los hombres. Pero esto no
tiene siempre por qué ser así. 13

Aun con todo esto, es necesario destacar que la edad es un


factor de riesgo en sí, y está relacionado con otros cuatro
elementos fundamentales para tener éxito en las relacio-
nes de parejas. Estos son: acoplamiento sexual (en el caso
de los que ya están casados), carácter complementario,
escala similar de valores y proyecto de vida convergente.
La edad en sí no es un motivo de conflictos, lo realmente
importante en las relaciones es tener una escala de valores
similares, una ideología afín, unos gustos parecidos o com-
plementarios y la idea de un futuro común parecido.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 39

Las Sagradas Escrituras no establecen ningún parámetro sobre


las diferencias de edades a la hora de establecer una relación formal
de parejas o noviazgo, como tampoco intervienen en otros aspectos
de carácter socio-cultural indicando lo que se deba o no hacer en lo
referente a este tema. Tampoco existen normas legales que impidan
que se formalice una relación amorosa o de matrimonio con perso-
nas mayores de edad que poseen diferencias de edades, ese es un
«tabú» propio de nuestras culturas.
3 Tabú
er

CoN ESA o ESE TE


TIENES QuE CASAR

D
urante décadas, ha existido en el ámbito cristiano una mar-
cada tendencia en algunos sectores conservadores, los cua-
les ejercen «presiones» en los que tienen una relación de
noviazgo formal, a los fines de que estos rápidamente contraigan
matrimonio. Esto ha llegado al extremo, que condicionan la acep-
tación pública de dicha relación a que se fije la fecha de la boda, la
cual no debe rebasar (según ellos) los seis meses, máximo un año.

El noviazgo, como se indicó al inicio, es una «relación


transitoria» que ayuda a las parejas a conocerse en cuanto
a carácter, sentimientos, gustos, aficiones, ideales de vida,
entre otras. Por tanto, se requiere de suficiente tiempo y
una firme convicción de que se está con la persona indi-
cada, ya que el matrimonio cristiano es un mandato del
Señor, y debe ser duradero, hasta que la muerte los separe.
Por tanto, no debe tomarse esa decisión a la ligera ni por
«presiones» de nadie.

Para casarse o contraer matrimonio, se deben conjugar una se-


rie de factores y condiciones que permitan la estabilidad y dura-
ción de dicha unión. Por esta razón es necesario que las parejas se
hagan una serie de preguntas que son fundamentales, antes de dar
ese gran paso. Entre ellas está: ¿Por qué quieren casarse? Esta pre-
gunta es para entender los planes del futuro matrimonio. El primer
motivo de quererse casar es: «por amor»; esta debe ser la respuesta,
42 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

ya que los novios tendrán una muy buena razón para estar juntos
(pase lo que pase) para siempre.

Según Warren Neil Clark (2014), en muchos casos existen


otras razones por lo que las parejas se quieren o les obligan
a casarse. Entre ellas: «intereses», «presiones», «circuns-
tancias», «por haberse adelantado y ya han tenido relacio-
nes sexuales», «un embarazo», entre otras, las cuales no
deben ser razones ni condiciones «capitales» para casarse,
ya que el casamiento en estos casos no resuelve esos pro-
blemas, solo es una solución transitoria y el matrimonio
debe ser algo permanente. 14

Otra pregunta importante es: ¿Cuánto tiempo tienen de novios?


Ya que las parejas en ocasiones tienen muy poco tiempo de cono-
cerse. Si es así, deben esperar y madurar esta idea, o esta forma de
definir sus vidas. Los novios antes de casarse deben de conocerse
y tratarse el tiempo que necesiten. No todas las parejas requerirán
del mismo tiempo, dada una serie de condiciones particulares que
se conjugan en ese sentido. De manera que, decir que la boda debe
ser un año, dos, o cinco, es poner una «camisa de fuerza» a quienes
finalmente pueden o no llegar al matrimonio.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 43

Por otro lado, está la cuestión de ¿A dónde van a vivir?. Ya que


muchos recién casados van a vivir con los padres, ya sea con los de
él o con los de ella. Es de suma importancia que la nueva familia
viva solas, sin que ningún familiar esté necesariamente cerca; esto
para evitar que terceras personas se introduzcan en la vida de los
casados. Para esto se requiere preparación previa que permita al-
canzar este objetivo.

Ahora bien, existen otras condiciones que son necesarias


para mantener una relación «amorosa» para luego casarse,
las cuales no deben ser pasadas por alto, estas están vincu-
ladas a la relación misma entre ambos y los intereses que
están de por medio. Estas, según Claudio y Natalia Fer-
nández (2012), deben ser consideradas previas a tomar la
firme decisión de contraer matrimonio. Entre ellas están:

1. Tener el mismo propósito en la vida


Con esto no nos referimos a que tengan que trabajar en lo mismo,
hacer las mismas actividades, tener los mismos intereses o practi-
car las mismas cosas. Con tener el mismo propósito en la vida nos
referimos a que busquen objetivos compatibles como: el número de
hijos que quieren, el tipo de casa que van a compartir, cómo preten-
den dividir los gastos y tareas en la casa, si quieren mascotas o no,
si antes de que la familia sea más grande o los niños crezcan ¿Qué
van a querer hacer juntos? Viajar, trabajar, ahorrar o disfrutarse
el uno al otro. Hay muchas cosas involucradas en la dinámica del
funcionamiento de un matrimonio, más allá de estar enamorados.

2. Buena comunicación
Aunque pensemos en un final feliz, siempre habrá diferencias
en el camino. Si durante tu noviazgo era poco fácil resolver los
problemas porque no se escuchaban, se ocultaban algunas cosas,
empeoraba la situación o no llegaban a una sana conclusión, aho-
ra piensa cuando vivan bajo el mismo techo y surja una discusión,
¿Serán capaces de resolverlo juntos? Si la respuesta es no, estás a
tiempo de buscar a alguien que te comprenda y con quien tengas la
confianza de hablar sobre la relación o cualquier otra cosa que pase,
con la seguridad de que estarán bien al final del día.
44 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

3. Aceptar a tu pareja tal y como es


No pienses que al vivir junto con el hombre o la mujer que
«amas», las cosas van a cambiar tan solo porque se lo pides, o que
después de la boda él o ella serán diferentes. Si estás dispuesto(a)
a compartir tus días con alguien, busca que sea una persona que
te guste con todo y sus defectos, porque de otro modo te la pasarás
todo el tiempo molesto(a), por cualquier actitud o comportamiento
que no cumpla tus expectativas.

4. Estar en las buenas y en las malas


Bien lo mencionan al momento de la ceremonia: «En lo prós-
pero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad». Si no estás
seguro(a) de querer estar con esa persona en caso de que se quede
sin trabajo, de que por alguna circunstancia no esté saludable y no
estés dispuesto(a) a sacrificarte si algo le pasa, busca a una persona
a la que si quieras entregarle lo mejor de ti en todo momento para
que puedas estar feliz, aun cuando no tengan «ni qué comer».

5. Establecer las mismas reglas


Aunque fueron educados por diferentes familias, eso no implica
que les hayan inculcado e impuesto diferentes valores, límites, reli-
gión y obligaciones. Para vivir bajo el mismo techo con alguien más
y criar a los hijos del mismo modo, es importante haber crecido con
los mismos ideales o al menos parecidos. Compartir costumbres
como: pasar las fiestas en casa de tu familia o en de él y hasta comer
con la televisión prendida o con el celular en la mesa, son factores
que también influyen para una buena convivencia y matrimonio. 15

Finalmente, si la persona con la que sostienes un noviazgo


posee sabiduría y discernimiento, tiene el corazón dispues-
to en buscar lo mejor para ti, disfruta de buena reputación
por cumplir sus compromisos, termina con responsabili-
dad lo que comienza, muestra respeto hacia todos, tiene
una actitud positiva hacia la vida, vive en disciplina y do-
minio propio, administra bien el dinero, tiene una vida es-
piritual activa de estudio de la Biblia y oración y es amable
en su trato con los demás, estas frente a un o una buen
candidato(a) para el matrimonio.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 45

Aun con todo esto, es necesario entender que la decisión de con-


traer matrimonio es una cuestión «personal» de quienes están in-
teresados en hacerlo. Ni las familias, ni la iglesia o cualquier otra
institución o grupo deben imponer condiciones o trazar pautas para
que esto sea una realidad. El hecho de tener una relación formal de
noviazgo no implica necesariamente el cumplimiento estricto de un
«contrato», sea este moral, social o espiritual que obligue a las par-
tes a tener que casarse.

Hoy en día, existe una gran cantidad de matrimonios que


fueron «víctimas» de presiones sociales, culturales y reli-
giosas, las cuales viven una relación basada solo en el com-
promiso «moral», pero carecen de la fuerza vital que debe
sostenerlo, el «amor», el cual debe ser la base fundamen-
tal de toda relación de parejas. Muchas de estas parejas al
poco tiempo se divorcian o conviven en condiciones muy
desafortunadas.

Esa condición para los que tienen noviazgo, de que «con esa te
tienes que casar», es un «tabú» que debe ser superado en el ámbito
cristiano, permitiendo mayor espacio y nivel de opciones para quie-
nes desean hacer las cosas «bien», a fin de que estas (las parejas)
perduren para siempre.
4 Tabú
to

El AMoR VERDADERo SE CoNoCE


DESDE El PRIMER ENCuENTRo

S
eguro que habrá oído hablar de una frase muy popular que
dice: «la primera impresión es la que cuenta» y si esta es po-
sitiva, hay mucho terreno ganado; en cambio, si ocurre al con-
trario, se tarda el doble de tiempo para intentar cambiar la opinión
del otro. Sin embargo, las primeras impresiones pueden ser total-
mente artificiales y engañosas, y más cuando las personas preten-
den aparentar algo que no son. Por esta razón, lejos de juzgar a al-
guien por su apariencia, date la oportunidad de conocerle de verdad
de una forma más profunda.

Desde el punto de vista científico, lo que cuenta es la rea-


lidad de las cosas y las personas, y esto no necesariamente
es aprehendido en un primer encuentro o contacto, se re-
quiere de tiempo y un mayor acercamiento para precisar-
lo mejor. Con frecuencia, la primera impresión que una
persona se lleva de otra es totalmente equivocada, ya que
para conocer y amar a alguien de verdad, es fundamen-
tal dedicar «tiempo» a esa relación. Juzgar a partir de las
apariencias en la mayoría de las ocasiones induce a error.
Por esta razón, conviene eliminar los prejuicios que son
limitantes e irracionales.

Según T. Donner (2004), una primera impresión puede ser im-


portante, pero pronto quedará refutada o respaldada por la expe-
riencia de posteriores ocasiones, ya que esta tiene un efecto directo,
el cual no se puede negar, pero no tiene por qué ser determinante.
48 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

Nunca sabemos qué se esconde tras una imagen, y puede que no


haya mejor aventura que descubrir qué hay tras esa apariencia. 16
La satisfacción de haber encontrado a tu «media naranja», el
agradecimiento a Dios por haberte puesto delante la persona ideal
y la felicidad plena que sientes por haber descubierto al amor de tu
vida, es uno de los momentos más interesantes de la vida. Sin em-
bargo, esto no necesariamente sucede en un primer encuentro. El
amor verdadero, profundo y sólido es (en sentido general) el resul-
tado de una «construcción» que toma su tiempo, el cual varía según
las circunstancias que rodeen a la pareja.

Muchos hacen referencia al «amor a primera vista», otros al


famoso «flechazo de cupido» cargado de intensidad de sentimien-
tos y el elevado grado de pasión. No obstante, el amor a primera
vista es «insostenible», ya que se sabe que el enamoramiento, sea a
primera vista o no, se pasa. Ese es el principal problema de las pa-
rejas que ven cómo la pasión va disminuyendo y cómo a ese hom-
bre o mujer ideal le empiezan a salir defectos insoportables. En
ese momento, depende de cada pareja ser capaces de transformar
ese «ideal» en una «realidad» y de convertir el enamoramiento en
amor verdadero.
Existen marcadas diferencias entre el «enamoramiento» y el
«amor», las cuales son necesarias identificar de manera puntual en
cuanto una relación amorosa. A continuación un cuadro que resu-
me las principales diferencias entre ambos:
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 49

Enamoramiento Amor
Repentino, a primera vista Gradual, toma tiempo
Altamente emocional Fiel y consistente
Idealista Realista
Basado en las emociones Basado en un compromiso
Se debilita por la distancia Se fortalece en la separación
Quiere que lo hagan feliz Quiere hacer feliz a la otra persona
Se centra en las características Se fija más en el carácter interno
externas
Quiere recibir Quiere dar
Es posesivo Libera
Enamorado de los «sentimientos» Enamorado de la «contemplación»

Por tanto, el amor no es un «flechazo accidental» que nos atra-


viesa el corazón de lado a lado, sino que es algo que se puede apren-
der y construir. No se trata de encontrar a la «persona ideal» sino
de una habilidad que hay que adquirir. Los jóvenes inmaduros ex-
perimentan el amor mientras que las personas maduras aprenden
a amar, porque la «madurez» afectiva se caracteriza por la estabili-
dad emocional.
El amor no es un sentimiento fácil, ya que requiere previamente
un desarrollo personal que permita una disposición desinteresada
hacia los demás solamente por amor, con una actitud de humildad,
confianza y férrea voluntad. Quien es capaz de comprender a otro
también lo ama, y comprender significa conocer.
Erich Fromm (2000), afirma que el amor es un arte que requie-
re conocimiento y esfuerzo. La mayoría cree solo en el amor román-
tico y la preocupación se centra en la búsqueda de alguien que los
ame en lugar de encontrar a alguien para amar, porque el que da
amor verdadero, no posesivo, recibe también amor genuino. Puede
ocurrirle a cualquiera el milagro de «enamorarse» perdidamente,
pero ese sentimiento de unidad y de intimidad único es, por su mis-
ma naturaleza, poco duradero, hasta que llegan a conocerse bien y
se dan cuenta que no se toleran, se aburren, y se desilusionan. 17
Por lo regular, nadie puede creer que el «amor verdadero» sea
un arte que haya que aprender, porque algunos se confunden y bus-
can una pareja como quien busca un departamento o un auto, es
50 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

decir, que le produzca la sensación de haber hecho un buen negocio,


y la pareja resulta ser un bien más en un mercado donde todo se
compra y se vende. En tales casos, es una empresa que esta desti-
nada al fracaso más rotundo que en cualquier otra actividad y más
difícil de evaluar.
«No es bueno que el hombre o la mujer esté solo(a)» dice la Bi-
blia, escrita por sabios de la antigüedad, inspirados por revelación
divina. Sin embargo, hoy en día el ser humano prefiere el aislamien-
to y el culto al cuerpo, renunciando a la posibilidad de compartir su
vida con alguien verdaderamente significativa.
El amor verdadero y maduro significa unión, pero conservando
ambos la propia individualidad. El amor es posible sólo en libertad.
La envidia, los celos, la ambición, son pasiones, y el amor no es
sólo una pasión, es una actitud, una capacidad humana, no com-
pulsiva. No es un arrebato súbito, sino una disposición permanente
que consiste más en dar que en recibir. Aunque no se trata de dar-
se mutuamente cosas materiales solamente, sino de darse también
la propia fuerza, lo que está vivo en cada uno, su alegría, interés,
comprensión, conocimiento, humor, tristeza y todas las expresio-
nes propias de cada uno.

Por tanto, el amor «verdadero» no es posible identificarlo


o conocerlo desde el primer encuentro, y mucho menos
mantenerlo, ya que es el resultado de una «construcción»
permanente adjunto de la persona con la cual se desea per-
manecer o formalizar un noviazgo, el cual a su tiempo per-
mitirá la unión matrimonial: una que deberá entender las
dificultades propias de la nueva etapa.

Hay parejas (cristianas o no) que en algún momento de su re-


lación han dicho: «Es que ya no siento «amor» por él o ella». Lo
cierto es que existen «momentos» en los cuales pareciera que así es,
sin embargo, lo que se requiere es volver al principio. Preguntarse:
¿Cuáles fueron las cosas que al principio de la relación le enamora-
ron? Identificar las cosas positivas más que las negativas, puede ser
un buen comienzo para reiniciar, reavivar o reconstruir ese «amor»
que se ha perdido.
5 Tabú
to

SI EN VERDAD ESTáS
ENAMoR ADo(A), No TE SENTIR áS
ATR AÍDo(A) PoR oTR AS PERSoNAS

P
or años he escuchado a muchas personas decir: «yo solo ten-
go ojos para mi pareja», tratando de destacar que no se han
sentido atraídos y mucho menos «enamorados» de otra per-
sona al mismo tiempo. Sin embargo, la realidad está ahí, estudios,
investigaciones y casos de la vida diaria demuestran todo lo con-
trario. Usted y yo sabemos que eso es un «tabú», que no es posible
permanecer todo el tiempo con los «ojos fijos» sobre una sola pareja
sin que en algún momento se desvíe la mirada, aun sea para ver las
«aves volando», las cuales lo harán todo el tiempo.

En ese sentido, hemos de tener claro que no está bien vis-


to por la sociedad ni por la iglesia cristiana mantener un
compromiso con dos personas a la vez. Por lo tanto, no es
concebible que alguien manifieste abiertamente que está
«enamorado(a)» de dos personas. Una realidad así sue-
le conllevar bastantes problemas, sufrimiento personal y
presión religiosa y social. Claro está, no estoy hablando
únicamente de infidelidades sentimentales, de aventuras
extramatrimoniales en las que un miembro de la pareja
engaña a su cónyuge abierta o discretamente.

Además, la mayoría de los seres humanos tienen una herencia


cultural, sentimientos, pensamientos y conductas aprendidas que
prevalecen sobre el comportamiento de los instintos, lo cual impide
la manifestación o declaración abierta de «amar» a dos personas
52 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

al mismo tiempo. En ese sentido, hay personas que experimentan


inseguridad, baja autoestima, carencias afectivas desde la infancia,
que sienten un vacío muy grande y se enfrentan a soledad extrema,
por lo cual, tienden a aferrarse a dos «amores» al mismo tiempo,
debido a que su pareja en particular no llena completamente todas
sus necesidades y expectativas.

Según José Luis Correa Lira (2008), son muchos los ca-
sos que llegan a las consultas de los terapeutas; personas
y parejas que simplemente, declaran que sí, que están ver-
daderamente «enamoradas» de dos personas, que sien-
ten las mismas vivencias afectivas y cognitivas, la misma
«emoción en el estómago», pero eso sí, sufren una pola-
ridad proporcionada donde no se excluye el conflicto. Un
profundo «conflicto» porque ellos/as mismas aceptan y
entienden que no es lo correcto ni lo ideal. Es posible amar
dos personas a la vez… lo difícil es sostenerlo en el tiempo.
Quien se «enamora» de una segunda persona puede estar
viendo en ésta aspectos que la primera no llena, de ahí que
sienta sensaciones especiales por ambas. 18

El amor no te ciega ni te hace inmune a sentirte «atraído(a)» por


otras personas, como dice un adagio dominicano bastante popular:
«amor no quita conocimiento», para ilustrar que el hecho de estar
enamorado no impide que estemos conscientes de los defectos de
nuestra pareja y las «bondades» que poseen otras, sin embargo, ello
no significa necesariamente que no «ames» a tu pareja o que estés
dejando de amarla.

Mantener tu compromiso de exclusividad pese a sentir-


te atraído(a) hacia otras personas, da cuenta de que el
«amor» prima sobre la «fisiología» que alienta ese tipo
de atracción. Amar verdaderamente, es elegir a diario a tu
pareja pese a las oportunidades y tentaciones que siempre
estarán a la vuelta de la esquina.

Por tanto, es perfectamente normal (lo cual no quiere decir ideal)


sentirse atraído o estar «enamorado» de dos personas a la vez. La
idea de que existe solo un alma gemela o que «si realmente amas a
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 53

alguien no te sentirás atraído(a) por otros» es un tabú. Emocional


y biológicamente, es posible «enamorarse» o sentir «atracción» por
dos personas a la vez. Si te ves enfrentado(a) con sentimientos por
dos personas, debes reflexionar, tratar de entender qué clase de sen-
timientos estás experimentando y luego tratar de decidir con cuál
de las dos personas, si no estás casado(a), deberías comprometerte
en una relación formal de parejas. Sentir atracción o amor no es un
estado permanente de la mente y tienes que aclararte a ti mismo(a)
cuál relación quieres llevar a un nivel más profundo.

Ahora bien, ¿Qué hacer si esto sucede cuando ya se está


casada(a)? Enamorarse estando casado no es difícil, sea
cristiano o no; lo complicado es saber cómo actuar, toman-
do en cuenta que la relación matrimonial entre cristianos
tiene unas normas bíblicas que se deben observar. Sin em-
bargo, es evidente que la rutina y el estar durante años con
la misma persona, puede producir en ocasiones que nos
sintamos «atraídos» cuando alguien interesante aparece
en nuestra vida. Ese interés puede convertirse en algo más,
y es en esa transición donde debemos centrarnos.

Lo «ideal» en estos casos es cortarlo de raíz. Ser estrictos desde


el primer minuto. En realidad, cuando un «amor» se acerca, se le ve
venir. Puede ser que tenga o no pareja. Somos nosotros quienes te-
nemos que poner una barrera. Antes de dejarnos llevar por el volcán
«emocional», siempre hay un punto en el que podemos y debemos
54 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

hacer algo para convertirlo en un punto y final. Si por el contrario


decidimos que sea un punto y coma, debemos ser conscientes que
el sufrimiento está más que asegurado y podemos caer con mucha
seguridad en una dependencia «emocional» de la que nos cueste
mucho desengancharnos.

En ese sentido, es necesario recordar que el verdadero


«amor» lleva su tiempo, es como una flor a la que se le
tiene que regar constantemente y poco a poco por miedo a
no ahogarla. El deseo, en cambio, es una «llama» que nace
repentinamente y en la cual nosotros decidimos incen-
diarnos o no. El deseo, por más fuerte que sea, nunca invo-
lucra amor. El amor no es así. El «amor» toma su tiempo
y, aunque sea reconocible en épocas tempranas, la mayoría
de las veces es algo en lo que decidimos meternos de lleno.

La persona que en verdad «ama» se encuentra en un «dilema»


cuando empieza a sentir un poco de afecto por otra persona: si huir
o quedarse «a ver qué pasa». Cuando una persona está en una re-
lación y aun así sigue visitando a la persona por la que va sintiendo
cada vez más cosas, le hace falta «dominio propio», ya que decide
traicionar su verdadero amor, al invertir y hacer crecer un nuevo
sentimiento que ha nacido.
Si eres cristiano(a) sabrás encontrar la respuesta que necesitas,
la cual la puedes encontrar en las Sagradas Escrituras, las cuales
son inspiradas por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre (y la mu-
jer) de Dios sea perfecto, enteramente preparado(a) para toda bue-
na obra.

2 Timoteo 3:16-17, Reina-Valera 1960


6 Tabú
to

AMAR REQuIERE ADIVINAR lo


QuE El oTRo QuIERE Y NECESITA

E
l amor es un arte, una acción que se decide, elige y requie-
re de una actitud de empatía, consciencia, respeto, esfuer-
zo, concentración, paciencia, admiración y también es una
necesidad, claro, como respirar. Es todo eso simultáneamente.
El enamoramiento producto del «flechazo» sólo se convertirá en
amor genuino y compartido si ambas partes deciden y eligen a su
contraparte, y tienen una actitud personal y recíproca como la des-
crita arriba.

Sin embargo, creer que por «amor» la pareja sabrá de qué


estamos necesitados sin expresárselo abiertamente, es un
error común que suele ser frecuente entre las parejas, ya
que creen que se poseen «habilidades empáticas», cuando
la gran mayoría no es tan hábil. Pensar, alimentar expec-
tativas y reaccionar con frustración o agresión cuando no
se concretan, es un clásico error del que se responsabiliza
a quien (sin lugar a dudas) no tiene una bolita de cristal,
y por tanto, se enloquece y no se siente amado o amada.

La adivinación de pensamiento no existe. Eso de pensar que


por «amor» el otro llenará todas nuestras expectativas, no es real
ni funciona así en las parejas. La persona que piensa esto no se ex-
presa abiertamente y sólo espera con grandes expectativas que el
otro le responda como ella o él quieren. En una relación de pareja
nunca se debe asumir nada, ni debe darse nada por sentado, no hay
nada escrito, y todo hay que decirlo, conversarlo. La comunicación
56 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

es clave en el proceso de no pedir imposibles, de no pelear por algo


que él o ella debió entender, o que tenía que ser de una u otra forma.

Según Gerson Morey (2013), hay parejas a las que les


cuesta mucho «comunicarse» uno al otro, decir qué pien-
san o qué sienten. También puede ocurrir que lo hagan
pero que el otro miembro de la pareja reciba un «mensaje»
completamente distinto al que intenta mandar el otro. Los
problemas en la comunicación son fundamentales y con-
tribuyen al deterioro de la relación de pareja. Los rodeos
que ambos dan para decir lo que realmente quieren decir
es una de las fuentes de los malentendidos. 19

El lenguaje en el ser humano es, sin duda, uno de los sistemas


más eficaces para resolver conflictos y una de las fuentes de grati-
ficación más significativas para el ser humano. Sin embargo, el len-
guaje es, a la vez, un arma de ataque que puede convertirse en pre-
cursor y mantenedor de problemas. Tanto lo que se dice, como lo que
no se dice y cómo se dice, pueden incrementar o generar una situa-
ción conflictiva en una relación, sea de noviazgo o en el matrimonio.

Algunas parejas les encanta «suponer y pensar» que el otro


debe «adivinar» sus pensamientos. Nos vendieron la idea de que
para que una relación de pareja funcione o sea «perfecta», ambas
partes deben conocer lo que el otro quiere o necesita antes de que se
lo comunique. Sin embargo, los hombres, sobre todo, no funcionan
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 57

así, ellos no creen mucho en la «magia» y en el «romanticismo» de


las sorpresas, prefieren que las mujeres les comuniquen lo que quie-
ren o necesitan y punto. No son, ni quieren ser adivinos.

Por lo regular, ellos quieren complacer a su pareja el 80%


del tiempo y el otro 20% dedicarlo a sus funciones básicas:
comer, ir al baño, jugar, trabajar, intimidad y repetir. Por
tanto, mujer, ayúdalo a complacerte, dile claramente lo que
quieres. Quiérete a ti misma y a él lo suficiente como para
que la comunicación sea lo esencial en su relación. Todo
aquello que lo involucra, en lo cual necesitas su ayuda o
simplemente quieres que te apoye, pídeselo, comunícaselo.

Por tanto, invita a tu pareja diciéndole que quieres hablarle algo


que te preocupa, y que quieres buscar el momento idóneo para ha-
cerlo. Inclusive, si sabes cuál será el momento que escoja, trata de
hacer la invitación con poca antelación, a fin de no crear tanta an-
siedad al respecto. En todo caso, la manera como plantees el tema
debe ser buscando cooperación. Por ejemplo, la famosa frase «te-
nemos que hablar» le sube la tensión a más de uno, por lo que un
«quisiera comentarte algo que me tiene preocupado(a) desde hace
unos días, y quisiera saber tu opinión», es quizás el otro extremo;
trata de hacerlo natural y espontáneo.

El error más común es pensar que sabemos cómo va a re-


accionar nuestra pareja ante un determinado tema, sea o
no delicado. Así como tú no puedes «leer la mente» y los
sentimientos, no esperes que tu pareja lo haga; no solo ha-
bla del asunto o conflicto y de lo que harías para resolverlo,
sino también de lo que te hace sentir el mismo. Después
de que has planteado ese tema que tanto te costó sacar a
colación, viene la parte más difícil: la reacción o la opinión
de tu pareja al respecto.

Por tanto, debes recordar siempre que tu pareja no necesaria-


mente piensa igual que tú, y la primera reacción de cualquier ser
humano sobre un tema desagradable nunca es la más acertada ni
refleja a cabalidad su postura final al respecto. Hasta es posible que
no puedan llegar a un acuerdo en esa «sesión», y deban continuar la
58 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

conversación luego, cuando tu pareja haya tenido tiempo de anali-


zar mejor el problema. Ciertamente, los problemas de comunicación
surgen en todas las relaciones interpersonales, pero se «magnifi-
can» en el ámbito amoroso. Por mucho que dos personas se quieran,
es muy difícil convivir a diario con alguien y no «discutir» de vez
en cuando.

Es necesario que evites los reproches, desprecios y acusa-


ciones al hablar con tu pareja. Estos sólo dejan los frentes
abiertos, los problemas quedan sin resolver y se agudizan.
En lugar de discutir sobre quién es el responsable de un
problema, se debe mirar hacia adelante, considerar esa si-
tuación concreta con cuidado y pensar juntos cómo evitar
que se repita. La comunicación empieza con el necesario
respeto e interés de los interlocutores en la conversación.
Esto significa que es necesario tomarse tiempo suficien-
te para «hablar» con la pareja y para ello se deben evitar
distracciones como la televisión, el teléfono, el ordenador
o la lectura. Sólo entonces la pareja sentirá que se le ha
tomado en serio.

La escucha activa, también evita que los interlocutores hagan


«suposiciones» mutuas sobre determinadas actitudes y pensamien-
tos del otro. A menudo, la pareja duda de las afirmaciones del otro,
porque piensa que ha leído sus pensamientos «reales», asumiendo
que su interlocutor no ha dicho lo que realmente piensa porque no
se atreve. Nunca debemos «suponer» lo que el otro piensa, siempre
es necesario preguntar y esperar la respuesta de nuestro interlocu-
tor. Las preguntas y respuestas son lo que ayudan a entender los
motivos, no las suposiciones.

Según Antonio Vázquez Vega (2010), el diálogo en una


relación de pareja es imprescindible para expresar las in-
quietudes que puedan surgir a lo largo de la relación, para
explicar los miedos que se puedan tener sobre el futuro o
para hacerle ver al otro lo que nos gusta o no –de él o de la
relación en cuestión–. Evitar un diálogo o discusión sólo
llevará a la falta de comunicación, y esto es un problema
porque una pareja debe trabajar su relación día a día y te-
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 59

ner voluntad, por ambas partes, para entenderse el uno al


otro. Sentándose a hablar, explicando lo que cada uno de-
sea mejorar, es la única forma de que la relación sea sana. 20

No podemos establecer una buena relación de pareja si la basa-


mos en nuestra capacidad de «adivinar» lo que la otra persona quie-
re, siente y piensa, o si queremos que ella actúe de tal o cual manera.
Por lo tanto, tan importante como preguntar, es expresar nuestros
pensamientos, y sobre todo, nuestros sentimientos. Recuerda que es
a través de la «comunicación» como conocemos a nuestra pareja, su
vida, deseos, valores, inquietudes, entre otras cosas, y permitimos
que ella nos conozca; por lo que puede ser, también, una de las mejo-
res herramientas para resolver muchos de nuestros problemas.

Una buena «comunicación» fortalece una relación de pa-


reja, y cuando esto se da, la relación mejora, establecién-
dose un círculo virtuoso que mejora la calidad de nuestra
vida. Para todo esto es necesario aprender a establecer
un «diálogo» respetuoso y fluido y que vaya acompañado
de una comunicación corporal congruente. Necesitamos
mantener viva nuestra comunicación, es decir, conversar
todos los días, hablando sobre lo que nos interesa o lo que
le interesa a nuestra pareja, animándola a que ella haga lo
mismo, a pesar del cansancio, las discrepancias y de los
problemas de la vida diaria.

Para que una «comunicación» sea agradable, no es necesario


buscar temas de gran importancia o grandes problemas; con com-
partir el día a día de manera adecuada, puede ser suficiente. Es ne-
cesario entender, que cuando nosotros expresamos algo, verbal o
corporalmente, la persona que recibe el mensaje va a tener una re-
acción o respuesta y esta puede no ser la que esperábamos. Esto se
debe a las experiencias pasadas, valores y creencias personales que
pueden estar afectándole. Por lo tanto, en la relación de noviazgo
o matrimonio es necesario hablar con claridad y preguntar todo lo
que no nos quede claro.
7 Tabú
mo

ES MEJoR CoNTARlo ToDo

C
omo se indicó en el capítulo anterior, la comunicación es uno
de los «pilares» para una buena relación de pareja, sea de
noviazgo o matrimonio, a fin de que sea agradable y dura-
dera. La comunicación es fundamental entre dos individuos que se
quieren, puesto que hablar es una herramienta constructiva en la
creación de un proyecto de vida en común, donde es trascendental
negociar, ceder, llegar a acuerdos y reforzar la empatía.

Pero, ¿Qué y cuánto contar? ¿Hay que contarlo todo a la


persona que de manera estable forma parte de nuestra
vida? ¿Es necesario decirle todo lo que se piensa de ella
o él y compartir todo lo que sucede en el interior de cada
uno? Edgar Reyna (2015), terapista familiar señala: «Es
necesario contar solo lo importante, es decir, ser abierto
con su otra mitad, pero evaluar qué es lo que cuenta. La
comunicación deber ser amplia, profunda y clara». 21

Sin embargo, si bien es cierto que la base «emocional» de una


pareja radica en el amor, la comunicación y el respeto, esto no im-
plica que perdamos nuestro individualismo e identidad dentro de la
misma al tener que compartirlo todo. Ambos necesitan «una cierta
intimidad», un espacio psíquico íntimo. De todas maneras todo esto
es algo que debería «hablarse» de antemano para no levantar sus-
picacias en la pareja. Hay que aclararlo desde el principio. Aún así,
es muy complicado. Es fácil decir que tiene que hablarse todo, pero
pocas veces sucede de forma plena. Por tanto, es mejor aprender
62 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

a gestionar la relación respetando esa intimidad personal. Pero la


realidad es que no es fácil, ya que despierta ciertos temores.

Según T. G. Morrow (2008), hay relaciones amorosas


que se obsesionan en querer saberlo o decirlo «todo» a
la pareja. Existen personas que no paran de hablar y ha-
blar, explicándolo todo con pelos y señales, pero tal vez
la pareja tampoco quiera saber tanto. El querer «saberlo
todo» o no, depende de cada persona. Hay personas que
saben encargarse muy bien de sus emociones, no coartan-
do la libertad de su pareja, y hay otras que sufren de una
dependencia «emocional» que les determina su vida en
función de lo que piensa o siente su compañero(a) senti-
mental. Son estas últimas las que precisan más de querer
«saber todo», porque el hecho de no saberlo les crea in-
seguridad, sin embargo, este tipo de relación no es emo-
cionalmente sana, ya que conlleva a continuos malestares
y frustraciones. 22

En una relación de pareja no es estrictamente necesario con-


tarlo todo. La unión con otra persona es posible desde la indivi-
dualidad. Es muy importante que en una pareja, cada uno tenga
su espacio particular e individual, porque cada uno tiene su propio
proceso vital. Hay que aprender a respetar ese espacio. Uno de los
«tabúes» que se nos ha infundido es que hay que «contarlo todo»,
y eso no es verdad. No está reñido con comunicarse y compartir,
ni con la sinceridad ni la honestidad. Que el otro te diga «todo» es
una idea romántica que en la práctica no funciona, se corresponde
con la realidad.
La persona que necesita saber «todo» del otro, indicando que
así es el verdadero amor, generalmente tiene un problema de querer
manipular o controlar, se siente insegura y no amada, y la reciproci-
dad con el otro no es eso, no es quedarse disuelto en el otro y el otro
en ti, ya que eso no se corresponde con la realidad. El pasaje bíblico
que dice: «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya
más dos, sino uno», Marcos 10:7-8 (RVR1960), de ninguna manera
debe tomarse en el sentido de perder la individualidad en una rela-
ción amorosa.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 63

Hay que ser honesto, hay que ser auténtico, pero eso no
significa que el otro deba saber todo de ti. Aunque la co-
municación es imprescindible cuando compartimos sen-
timentalmente la vida con alguien, el omitir ciertos mo-
mentos de esta no quiere decir que se esté «engañando»
o «desconsiderando» a esa persona, sino que es un «espa-
cio» que necesitamos para protegernos emocionalmente a
título individual.

Para quienes depositaron todo en su pareja y dieron detalles de


su vida, y luego este voto fue violado, hay que saber por qué no se
cuenta algo, ya que hay aspectos de la vida que han causado heridas
o dejado huellas, y en ocasiones la mejor manera de lograr que ya no
influyan en uno mismo y sanar es exteriorizarlas. A veces, no con-
tarlo «todo» puede ser confundido con mentir, hay que tener mucho
cuidado con esto. Es necesario que se respondan las preguntas con
sinceridad y no se omita información que sea relevante.

Según Warren Neil Clark (2014), existen sectores de la


«intimidad» del ser humano que es bueno y saludable pre-
servar. Además, hay cosas que una persona siente y que si
las dice puede herir al otro. Lo primordial es pensar antes
de hablar, ya sea para no causar daño o porque realmente
lo que se piensa decir no va a ayudar a la plena edificación
de la pareja. 23

Hay personas que suelen decir: «yo digo lo que siento», lo cual
pareciera ser muy valiente o coherencia consigo mismo. Sin em-
bargo, a través del tiempo he aprendido que hay «cosas» que no se
dicen, más aún, hay «verdades» o «secretos» que no debiéramos
divulgar nunca, sea de cualquier naturaleza, y que deben ir con uno
a la tumba. Debemos ser cautos y entender que a las personas (aun-
que sea su pareja) no se les debe dar más información que la necesa-
ria y en su momento. A veces somos muy «elocuentes» cuando nos
cuestionan sobre algo y esto más adelante nos compromete, ya que
revela cosas que no estábamos obligados a compartir o divulgar.
Alguien dijo: «uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice».
64 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

En mi experiencia cristiana, relaciones interpersonales y


amorosas, he sido traicionado muchas veces. He sido sor-
prendido en mi buena fe por algunos a quienes consideré
«buenos amigos», muchos de los cuales instruí en los ca-
minos del Señor o contribuí de muchas formas en su bien-
estar económico y socio-espiritual. Cuando se revelan «co-
sas» a ciertas personas, (incluyendo a la pareja), somos (en
algunos casos) victimas de «manipulación» o «chantajes»,
en momentos en que no atendemos algunos reclamos, o
cuando por alguna razón ya no les «simpatizamos», pu-
diendo producirse una situación muy dolorosa.

Por otro lado, existen parejas que no permanecen en armonía,


porque pierden mucho tiempo y energía en discusiones estériles; les
encanta llevar la contraria a todo. Hay cosas y situaciones que de-
bemos pasarlas por alto y evitar enfrentamientos innecesarios con
quienes verdaderamente amamos y que más adelante vamos a nece-
sitar. Un gran pensador dijo: «El respeto al derecho ajeno es la paz».

Las personas tienen la libertad de hablar, dialogar, comu-


nicarse pero en el marco de la prudencia, y evitar en el mo-
mento enfrentamientos, hasta esperar reflexionar mejor y
luego hacer el análisis de lugar y tomar la decisión que más
convenga a los dos. La forma de expresar nuestras ideas
debe contener algunos «parámetros» que debemos obser-
var. Por tanto, es necesario aplicar la «ley de la pérdida
por la ganancia», ya que para ganar, muchas veces hay que
perder. Pérdidas que luego se convierten en inversiones, al
ver los resultados de las mismas.

Una comunicación «efectiva» entre las parejas requiere (ante


todo) de un alto contenido de relaciones humanas, cortesía, ama-
bilidad, educación, entre otras cosas, aspectos básicos a la hora de
establecer una relación de noviazgo. Hablemos, la otra persona que
nos ama quiere escucharnos, pero hagámoslo de manera efectiva.
Si queremos tener éxito en nuestra relación de noviazgo o de pare-
jas debemos ser «perseverantes» en nuestros propósitos. Muchas
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 65

parejas fracasan porque simplemente se rinden ante los primeros


obstáculos que se presentan.
La perseverancia es tener firmeza en lo que se ha empezado,
es tener paciencia hasta lograr nuestro objetivo, atender constante-
mente nuestra visión sin desvíos y adherirnos fuertemente, a cada
momento, a nuestro propósito. Para mantener la perseverancia en
una relación de noviazgo, según Miguel Martin (2015), debemos to-
mar en cuenta lo siguiente:
1. Relajarse: Cuando las cosas se pongan difíciles o tensas,
trate de «botar el golpe» a como dé lugar. Esto permitirá
entender con más quietud cuál debe ser la decisión que más
conviene a los dos.

2. Sea sabio(a): La persona debe saber cómo, cuándo y dónde


hablar. Respetar las opiniones del otro y acoger opiniones
constructivas aun cuando se mantenga una posición o pos-
tura firme. Entender que todo es un proceso y que debemos
ser pacientes con el otro en cada paso. Asumir nuestra reali-
dad y no rebasar sus límites. Ser conocedores de las costum-
bres y tradiciones de su pareja y manejar adecuadamente
cualquier escenario. La «sabiduría» es una pieza clave para
el éxito de la relación de pareja; usémosla para gloria de
Dios y beneficio de todos. 24

Proverbios 2:10-11 dice: «Cuando la sabiduría entrare en tu co-


razón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará;
Te preservará la inteligencia…»
8 Tabú
vo

loS PRoBlEMAS DE PAREJA


DuR ANTE El NoVIAZgo SE
TERMINAN CuANDo loS NoVIoS
CoNVIVEN o SE CASAN

E
n esto del amor y las relaciones de parejas, aseguran algu-
nos expertos, no hay verdades universales: cada pareja es un
mundo y como tal debe ser sólo ella la que tome sus propias
decisiones sobre su vínculo. En ese sentido, el noviazgo es un «es-
pacio» de preparación; debe ser un tiempo para conocerse el uno al
otro en un nivel mental, emocional y espiritual; es una época para
ser amigos, para aprender a hablar, para compartir ideas, sueños
y metas. Debe tener una duración suficiente, que permita que los
novios puedan conocerse bien para decidir responsablemente si se
casarán o no, y para prepararse para la futura convivencia.

En ese sentido, muchas personas, cuando llevan un tiem-


po de casados dicen: «Yo no conozco a mi pareja, no la
entiendo». Es entonces cuando surgen preguntas como:
¿De qué sirvió el noviazgo? ¿Qué hicieron? ¿De qué ha-
blaron? ¿Tan solo se decían cosas como: «qué hermoso(a)
estas hoy», «cada día te veo más bello(a)», «te adoro», «te
quiero», entre otras…?

Por tanto, es necesario aclarar que el matrimonio es un «esce-


nario» totalmente diferente al noviazgo, que implica un compromi-
so de ambos. Desafortunadamente, las relaciones de hoy son muy
frágiles, incluso entre los cristianos que llevan muchos años juntos,
porque no se asume el compromiso, no se lucha lo suficiente por
68 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

mantener lazos; se vive con la idea de lo desechable. Cada día las


personas están más individualistas y sin deseos de asumir respon-
sabilidades. Muchas veces optan por decir: «estemos juntos y pasé-
mosla bien, pero cuando esto ya no funcione, nos separamos y cada
uno para su casa».

Esa idea de que los problemas de pareja durante el noviaz-


go se terminan cuando los novios conviven o se casan, es
un «tabú» basado en la creencia de que durante la convi-
vencia matrimonial se va a lograr «cambiar» al otro. Eso
es un gran error, porque nadie tiene que cambiar a nadie.
En realidad, para que una pareja «funcione», lo básico es
respetar al otro tal como es y poder llegar a negociaciones
para adaptarse a las diferencias que incomodan.

Para Claudio y Natalia Fernández (2012), un noviazgo demasia-


do corto «uno a dos años», como uno demasiado largo «seis a diez
años», se corre el riesgo de fracasar en el matrimonio, ya que se da
un proceso de adaptabilidad vital al proyecto de la otra persona y
viceversa. Cada uno tiene su lugar de residencia, su trabajo y su cír-
culo social bien definido y establecido. Esto conlleva a que cada uno
se intente adaptar a la otra persona y buscar tiempo para compartir
experiencias y crecer como pareja. Sin embargo, ese compartir ex-
periencias y crecer como pareja durante un largo periodo de tiempo
genera nuevos hábitos, lo cual podríamos llamar, «convivencia se-
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 69

parada» que influyen en la forma de vivir de cada uno. Finalmente,


se llega al matrimonio y a la vida en común con unos hábitos y unos
caracteres fuertemente establecidos, cuya superación resulta ser
algo complejo y difícil. 25

Gran parte de las parejas con noviazgos largos llega a este


punto y deciden seguir adelante, aunque ya no sientan el
«amor» intenso que una vez sintieron; otros consideran
que «después de tantos años simplemente el matrimonio
es lo que queda», y lo hacen, precisamente para no dañar
emocionalmente a nadie. La cobardía, el miedo, lo que di-
rán los demás, entre otras cosas, le gana a los sentimientos.
La pareja sabe que cayeron en una «rutina» pero no hay
marcha atrás, y más aún, después que han hecho planes
como: comprar una casa, tener hijos, formar una familia,
entre otras.

Por otro lado, existen casos de matrimonios que tuvieron un


largo noviazgo y ahora son ancianitos que continúan «enamorados»
y felices y con una gran descendencia. Lo importante es que durante
el noviazgo se pueda identificar «el área problema de la pareja» y se
acepte vivir con ella, o ambos decidan trabajarla sin importar lo que
eso conlleve.
Además, existen ciertos «mitos románticos», es decir, un con-
junto de creencias socialmente compartidas sobre la naturaleza del
amor, que pueden ser irracionales o imposibles de cumplir. El hecho
de considerar estos «mitos» como verdades universales puede lle-
gar a causar diversos problemas e insatisfacción general. Algunos
de los mitos existentes sobre las relaciones de pareja, según Enrique
Monterroza (2012), son los siguientes:
1. El mito de la equivalencia. Se cree que el «amor» (senti-
miento) y «estar enamorado» (estado más o menos durade-
ro) son equivalentes. Por lo que si una persona deja de estar
apasionadamente «enamorada» de su pareja, es que ya no la
ama y debe poner fin a la relación. Hoy en día, se sabe que
los procesos psicológicos de las fases de «enamoramiento»
intenso van modificándose con el tiempo, dando lugar a otro
tipo de proceso.
70 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

2. El mito de «la media naranja». Sugiere que existe alguien


predeterminado para cada persona y que es la única elec-
ción posible. Esto puede generar un nivel de excesiva «exi-
gencia» en la relación de pareja, y por consiguiente un riesgo
de decepción; o una tolerancia excesiva, ya que si se está con
la «pareja ideal» habrá que permitirle más o esforzarse más
uno mismo para que las cosas funcionen.

3. El mito de la exclusividad al estar enamorado. Asume


que es imposible estar «enamorados» de dos personas al
mismo tiempo. Creerse esta idea puede generar conflictos
internos para la persona, y por tanto en la relación de pareja;
ya que el amor no atrofia la capacidad de «atracción» hacia
las otras personas, es algo natural y no tiene por qué signifi-
car que se ame menos a la pareja.

4. El mito de la pasión eterna. Creer que la «pasión» (ese sen-


timiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y pertur-
bar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos)
de los primeros momentos de la relación amorosa, si es au-
téntica, debe o debería durar para siempre.

5. El mito de la omnipotencia: «el amor lo puede todo».


Sugiere que el verdadero amor (entre las parejas) superará
toda clase de obstáculos. Aun cuando esto puede darse en
algunos casos muy excepcionales, existe el riesgo de utili-
zarlo como excusa para no modificar determinados compor-
tamientos o actitudes, o llevar a la negación de los conflictos
de pareja, lo que dificulta así su posible afrontamiento.

6. El mito de la fidelidad. Implica que si se está verdadera-


mente «enamorado(a)» será siempre fiel a su pareja, por
tanto, si le es infiel es que no se amaba verdaderamente a
la pareja. Da por hecho (lo cual no necesariamente es así en
la vida real) que todos los deseos pasionales, románticos y
eróticos deben y pueden satisfacerse con una única persona
si se le ama de verdad.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 71

7. El mito de los celos. Es la creencia de que los «celos» son


un signo inequívoco de amor. «Si no siento celos, es que no
amo de verdad a mi pareja». Si ambos cónyuges se sienten
seguros el uno del otro, no tienen por qué aparecer los ce-
los, ya que cuando aparecen nos indican una percepción de
amenaza, de que se podría perder o compartir al otro. 26

Por tanto, existen una serie de creencias irracionales y mal fun-


dadas derivadas de estos mitos, entre ellas están:
1. Amar significa adivinar lo que el otro quiere y necesita.
2. Si el amor es verdadero, se sabrá desde el primer encuentro.
3. Si el amor es verdadero, el sexo será siempre maravilloso.
4. Los «opuestos» se atraen y se complementan.
5. La convivencia sexual prematrimonial asegura un matrimo-
nio más satisfactorio y duradero.
6. Los problemas de pareja durante el noviazgo se terminan
cuando los novios conviven o se casan.
7. Un matrimonio infeliz es mejor que un hogar roto.
8. Puedo transformar a mi pareja en alguien mejor.
9. La llegada de los hijos resuelve los problemas de la pareja.
10. Marido y mujer deberían hacer todo juntos.

El tiempo de luna de miel se estima entre nueve meses y un año


más o menos, al principio de la convivencia. Durante ese tiempo,
todo es nuevo y ambos disfrutan de la novedad, las compras son
divertidas y lo estrenan todo. Luego comienzan a surgir los dife-
rentes puntos de vista y las dificultades, propios de la convivencia
en pareja, con los cuales hay que trabajar como un solo equipo. Por
tanto, los problemas de pareja durante el noviazgo no se terminan
cuando los novios conviven o se casan, seguirán todo el tiempo que
permanezcan juntos, lo cual es totalmente normal.
9 Tabú
no

ES NECESARIA uNA
«PRuEBA DE AMoR»

S
i me amas demuéstramelo...», pensaríamos que esta frase ya
no se escucha entre las parejas; sin embargo todavía hay quie-
nes funcionan y exigen esta forma de demostración de amor.
Aún es frecuente que en muchos noviazgos y relaciones de pareja
(incluyendo cristianos) se pida la famosa «prueba de amor» y se
conteste «sí» aunque no se quiera ni se esté preparado. Pero ¿En
qué consiste la prueba de amor en el caso de los que solo son novios?

Generalmente se refiere a tener sexo antes del matrimonio


(aunque también a alguna acción que pueda dañar a otras
personas), y es que se supone que en este encuentro «ínti-
mo» se demuestra lo mucho que se «ama» a la otra perso-
na, ya que esto significa una entrega total, es decir, ahora
no sólo te pertenece mi corazón, sino también mi cuerpo.
No obstante, ¿Realmente es necesario tener relaciones se-
xuales antes del matrimonio solo para afirmar o demostrar
el amor por alguien?

Según José Luis Correa Lira (2008), el pedirle a la pareja que


entregue algo muy suyo como lo es su cuerpo y hasta en algunos
casos la «virginidad», es todo lo apuesto a una demostración de
amor, ya que es una actitud engañosa, abusiva y egoísta, dado que
esa persona se está aprovechando de lo que siente la otra persona,
para satisfacer sus deseos, sin importar lo que se piense o sienta al
respecto. En el caso de los varones, muchas veces exigen la prueba
de amor por presión de algunos amigos. Frases como: ¿Aun no lo
74 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

has hecho? ¿En qué mundo vives? «A mí se me haces que eres gay».
Este tipo de comentarios circulan entre los jóvenes, los cuales pien-
san que por no tener una «vida sexual» activa antes del matrimo-
nio, serán calificados de anticuados, santurrones, tontos o bobos. 27

Las estadísticas locales no abundan, pero es evidente el


aumento de las relaciones sexuales prematrimoniales. Al
menos es la experiencia que se recoge en los diferentes
«escenarios» donde son tratados los problemas propios
de la adolescencia y de las parejas. El alto índice de jóvenes
solteras embarazadas es una muestra elocuente y objetiva
que avala esta afirmación. Ciertamente, la relación sexual
afirma nuestra autoestima, nuestra condición de ser hom-
bre o mujer, y ejerce una «dinámica central que permite
estimular y recrear el amor matrimonial.

Sin embargo, llegar a un plano íntimo (es decir tener relaciones


sexuales o algo parecido) en una relación de noviazgo, requiere para
los que son cristianos, estar casados, además de tiempo para definir
los sentimientos, conocer y valorar los de la otra persona, tiempo
para sentirse seguro(a) y preparado(a), ya que esto representa un
nivel más cercano que desde luego crea lazos muy fuertes; quien in-
tenta acelerar ese proceso por medio de un «chantaje» o «manipu-
lación» como lo es la «prueba de amor» no nos ama, y por lo tanto la
respuesta debe ser un firme no, y sería recomendable poner límites
y distancia del otro si se insiste sobre el particular.
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 75

Tampoco se trata de «escandalizarse» por lo que la pareja ha


pedido, pero sí de poner más atención en sus verdaderas intencio-
nes y por supuesto de ir más despacio, ya que el tiempo mismo nos
dirá que nuestra respuesta fue la correcta.
Ahora bien, tu pareja te pidió que hicieras algo para demos-
trarle tu amor, accediste y después de un tiempo sientes que no
fue una buena decisión, ya que la relación ha cambiado, pues no
te trata igual, te sientes culpable, arrepentida(o), molesta(o) contigo
misma(o), entre otras cosas. Tienes que estar consciente de que lo
que hiciste no se va a borrar, pero si puedes aprender de esa «expe-
riencia» para no repetirla cualesquiera sean las circunstancias. Por
tanto, es necesario que dialogues con tu pareja y le digas cómo te
sientes, habla también con alguien de confianza y si lo crees necesa-
rio dale una revisión a tu relación.

El amor es mucho más que pasión o sexo. Tiene como


punto de partida el enamoramiento, esa primera expe-
riencia de atracción entre un hombre y una mujer, y que
se caracteriza por la compulsiva «atracción» hacia el otro,
con un fuerte sentido de exclusividad y de endiosamiento,
que lleva a sobrevalorar los aspectos positivos del otro y
a subestimar sus aristas negativas. El enamoramiento es
transitorio y tarde o temprano se esfuma. Si desaparece
totalmente, se apaga la atracción que unía a la pareja.

Amar es querer compartir con la pareja las mutuas existencias,


caminar juntos, buscando potenciar lo positivo y minimizar lo ne-
gativo. Obviar las diferencias que puedan atentar contra la unión
y puesta en común. Es un proyecto de vida que se construye sobre
la base del sentimiento mutuo, pero con la convicción de que es el
camino elegido, y que sólo la voluntad de querer llegar a la meta
juntos permite superar las dificultades que inevitablemente se van
a presentar en el camino. Por ende, «sentimiento» y «voluntad» son
dos constituyentes fundamentales y complementarios del amor.

No es necesario poner a «prueba» el amor a través de las


relaciones «sexuales» antes del matrimonio, sino afirmar-
lo, alimentarlo, pulirlo y liberarlo del desgaste que produ-
ce las relaciones de pareja. Para tener relaciones «sexua-
76 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

les» se requiere estar casado y poseer un amor establecido,


con un mínimo de madurez en el vínculo, y un proyecto de
vida en común. Por estos motivos el ejercicio precoz de la
relación sexual, sin estos requisitos mínimos, en un víncu-
lo de pareja, desvirtúa su verdadero sentido.
Existen muchas maneras de probar que «amamos» a nuestra
pareja, como por ejemplo: al mostrarle respeto, el preocuparse por
esa persona y no sólo por uno mismo, al tomar muy en cuenta su
forma de pensar y sus decisiones, al interesarnos por conocer más
de esa persona, al ser sinceros y comprometidos. El saber auto con-
trolarse y tener paciencia es otra forma de mostrar que «amamos» a
nuestra pareja, porque sabemos que ese momento tan especial, tan
íntimo, llegará cuando estén ya casados, y no por presión.
El noviazgo es un período de prueba donde se valoran los sen-
timientos, la compatibilidad de caracteres y la comunidad de ob-
jetivos. Una vez establecidos estos requisitos básicos se accede al
vínculo definitivo, que no en vano merece el nombre de compromi-
so matrimonial. La expresión «sexual» de los afectos de los novios
necesita crecer, expresarse con gestos progresivamente mayores.
Lamentablemente la mayoría de las parejas debe postergar el casa-
miento por la realidad económica y la necesidad de completar sus
estudios. Esta postergación introduce un factor temporal adicional,
que hace aún más difícil acondicionar esa necesidad de crecimiento
de la expresión sexual, entre los que deben acogerse a los principios
y valores cristianos.

Henry Cloud y John Townsend (2004), dicen que la reali-


dad de hoy nos muestra que desafortunadamente una gran
mayoría de los jóvenes (cristianos o no) tienen relaciones
sexuales durante el noviazgo. El argumento que se esgrime
con mayor frecuencia para justificar esta conducta, es que
la relación sexual permite valorar la compatibilidad y cer-
tificar la profundidad del amor que los une. Caen así, sin
saberlo, en una trampa, ya que el «silencio genital» permi-
te apreciar con mayor certeza el valor del amor. Las rela-
ciones sexuales en el noviazgo pueden confundir. Los no-
vios pueden llegar a creer que esa «atracción sexual» que
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 77

los une es verdadero amor, cuando sabemos que el «amor»


es algo mucho más rico, más profundo y permanente. 28
Tristemente, la pastoral cristiana sobre sexualidad y relaciones
de pareja tradicionalmente se ha basado en argumentos negativos
y represores. De esa manera, el mensaje, además de ser pobre, des-
de el punto de vista didáctico, está mal enfocado y condenado al
fracaso. La visión positiva de la sexualidad y la valorización de su
enorme riqueza, es relativamente reciente en el pensamiento de la
iglesia cristiana. Esta dimensión gradualmente se va incorporando
a la pastoral actual.

Por otro lado, no todas las parejas que llegan «vírgenes»


al matrimonio tienen absolutamente claro el valor de esa
abstinencia. Suelen abstenerse sobre la base de una actitud
fuertemente represiva, más que merced a una sólida visión
positiva de su castidad. Y esa estructura «represiva» pue-
de también ocasionar trastornos sexuales, aún en el marco
matrimonial. La castidad, sobre todo si es construida so-
bre la base de la represión, no es pasaporte absoluto para
el éxito matrimonial.

Por tanto, no debemos dejar que nuestros «sentimientos» nos


confundan y nos cieguen, llevándonos a tomar decisiones de las que
luego nos tengamos que arrepentir, y aunque nos duela debemos
aceptar cuando la otra persona nos ha mostrado sus verdaderos
intereses al querer convertir el «amor» sólo en deseo y placer. Por
tanto, no es necesario tener relaciones sexuales antes del matrimo-
nio para demostrar que hay verdadero amor, ni para comprobar que
son compatibles, ni para demostrar absolutamente nada, ese es un
«tabú» que se debe superar.

El apóstol Pablo le dice de manera clara a Timoteo lo si-


guiente: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue
la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón
limpio invocan al Señor».
10 Tabú mo

lA BEllEZA lo ES ToDo

A
l cierre de esta pequeña obra he querido abordar uno de los
«tabúes» más contextuales y que sin lugar a dudas represen-
ta un obstáculo en cuanto a las relaciones de parejas, sea de
noviazgo o matrimonio. No cabe dudas de que hoy en día, pareciera
que la «belleza» lo es todo al elegir o permanecer con una pare-
ja. Cuando reflexionamos sobre la enorme cantidad de dinero que
mueve la industria de la belleza, desde la cosmética a la cirugía plás-
tica o la moda, se hace evidente que el «atractivo físico» es un tema
que nos preocupa mucho. Es erróneo pensar que esta preocupación
es algo exclusivo de las sociedades occidentales actuales.

Sin lugar a dudas, vivimos en una sociedad donde se pro-


mueve mucho el «culto al cuerpo», la parte estética. Los
famosos, actores, políticos y modelos, casi siempre son re-
tocados a través de programas computacionales especiales
que utilizan las revistas para perfeccionar más la imagen;
con o sin la intención, nos hacen creer que lo más impor-
tante es la imagen, que si somos «bellos(as)» tendremos
más éxito en la vida.

Belleza es una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de


la existencia humana. Esto es estudiado principalmente por la dis-
ciplina filosófica de la estética, pero también es abordado por otras
disciplinas como: la historia, la sociología y la psicología social. Vul-
garmente la belleza se define como: «la característica de una cosa
que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una
sensación de placer o un sentimiento de satisfacción».
80 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

Generalmente, la belleza no es un concepto aislado de


otros parámetros. El asunto de las preferencias cultura-
les está asociado a un conjunto de modelos no siempre
fácilmente identificado o sistematizado. A lo largo de la
historia, es posible notar que el modelo de «belleza» está
asociado a las prioridades y valores sociales. En este senti-
do, la «belleza» emana de manifestaciones tales como: la
forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido. En esta
línea y haciendo hincapié en el aspecto visual, Tomás de
Aquino (1225-1274), definió lo «bello» como aquello que
agrada a la vista (quae visa placet). 29
De acuerdo con un estudio reciente, publicado por la revista
«Psychological Science (PSS) (2015)», la apariencia física se encuen-
tra íntimamente ligada al trato que recibe una persona desde su in-
fancia e incluso al nivel de éxito o fracaso que alcance a lo largo de
su vida, ya que los niños(as) con mayor «belleza» física no sólo son
favorecidos(as) por sus profesores al momento de juzgar su inteli-
gencia, sino que incluso reciben una mayor cantidad de afectos por
parte de sus madres.

Una vez que llegan a la edad adulta, estos niños se convierten


en personas «atractivas» y reciben un mejor salario a cambio de
su trabajo y tienen éxito en el noviazgo. Según la información de
«Psychological Science (PSS)», existen diversos factores, además de
las características físicas, que influyen en la percepción de la «belle-
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 81

za», como son: la forma de vestir, actuar e interactuar con el entor-


no, e incluso la posición social. 30
Otros estudios realizados sobre las preferencias a la hora de
«elegir pareja» de hombres y mujeres de culturas muy diversas, han
demostrado que las mujeres colocan entre los primeros lugares los
recursos que puede aportar el hombre, mientras que los hombres
valoran la «belleza». Pero, ¿Qué rasgos resultan «bellos» a los ojos
de los hombres? De forma universal, las mujeres más atractivas,
más sexys, son aquellas que exhiben caracteres que indican un alto
valor reproductivo.

Los hombres aprecian aquellas características físicas que se co-


rrelacionan con la juventud, como la nariz y el mentón pequeño, los
labios gruesos y la piel tersa, y con la fertilidad, además, una cintura
estrecha y unas caderas amplias (una relación cintura-cadera de 0.7
es considerada sexy).
Curiosamente las mujeres encuentran «atractivos» distintos en
los rasgos masculinos, dependiendo del momento del ciclo mens-
trual. Aunque en general prefieren hombres con rasgos faciales
suaves, algo feminizados, en el momento de máxima fertilidad del
ciclo menstrual eligen hombres con rasgos faciales y corporales más
masculinizados (indicadores de niveles elevados de testosterona).
Ahora bien, ¿Por qué tantos hombres y mujeres a la hora de es-
coger su pareja se preocupan en exceso por su aspecto físico? Es-
tamos en una época donde el número de personas que recurren a
operaciones estéticas aumenta considerablemente. Por lo regular,
intentamos presentarnos ante los demás lo más favorables posible.
82 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

¿Realmente es verdad eso que dicen de que nos arreglamos para


sentirnos nosotros bien? ¿O inconscientemente lo hacemos para
agradar a los demás?
Algunas personas, al momento de establecer una relación amo-
rosa, sin darse cuenta se obsesionan con el aspecto físico, toda la
«felicidad» gira en torno a si la otra persona se ve presentable o no.
Está claro que el aspecto o apariencia en un primer momento llama
la atención, pero al final lo que llega a «enamorar» son una serie
de cosas como: la personalidad, valores, actitudes, trato personal,
atención, entre otros. Sin embargo, muchas parejas quieren funda-
mentar su felicidad en el aspecto exterior.

El verdadero valor de las personas estará siempre en su


esencia, sus valores, en la forma de tratar a los demás, en
la manera de comportarse, en todas esas pequeñas cosas
que forman nuestra personalidad. Si somos capaces de
darnos cuenta de que lo más importante de todo está en el
interior, podremos dejar atrás esa dependencia de querer
«gustar» a todo el mundo, de buscar halagos, de querer
estar siempre bellos(as), de frustrarnos cuando nuestro
aspecto no nos agrada o que por alguna razón se nos vaya
deteriorando con los años.

Sin lugar a dudas, a nadie le gusta tener mal aspecto, pero las
personas que tienen dependencia a «gustar», cuando se ven con mal
aspecto se les arruina el día, no son capaces de disfrutar, ni de so-
cializar con normalidad y aparece la frustración consigo mismo. En
cambio quien tiene como prioridad el interior, puede considerar o
entender que tiene mal «aspecto» pero lo acepta y eso no le impide
para nada llevar una relación de pareja y disfrutar del día y de las
relaciones sociales.
Según Claudio y Natalia Fernández (2012), la mayoría en la ado-
lescencia, le dan una altísima prioridad a la apariencia física y si no
consiguen lo deseado (el más o la más bella-bello) les baja la auto-
estima, parece que todo ronda entorno a la estética, esto es debido
a que todavía con esa edad no se ha desarrollado una personalidad
estable y satisfactoria. 31
Sin embargo, entrar en la edad adulta tampoco garantiza que
se haya superado esa dependencia a dejarse arrastrar por lo «bello»
10 tabúes sobre el noviazgo y la relación de parejas cristianas 83

o estar lo más presentables posible, porque muchas veces la perso-


nalidad formada tiene vacíos, conflictos, problemas de autoestima,
entre otras, y eso hace que lo único que se haga, es aferrarse a estar
«bellos(as)» para que los demás nos quieran, cuando en realidad la
forma de ser es lo que en realidad sensibiliza a la gente y une más a
las personas.
No es necesario que el exterior sea un reflejo del interior, ni
tampoco es verdad lo inverso, que el interior se corresponda con el
exterior. Pero a veces sucede que tu «belleza» interior es tanta, tu
luz interior es tan grande que comienza a irradiar desde tu cuerpo
exterior. Tu cuerpo exterior puede no ser «hermoso», pero la luz que
viene de ti, de lo más profundo, harán incluso que un cuerpo que no
es considerado «hermoso» en el sentido común, parezca atractivo,
hermoso y radiante.

La caracterización de una persona como «bella», ya sea de


forma individual o por consenso de la comunidad, a menu-
do se basa en una combinación de belleza interior, que in-
cluye los factores psicológicos —tales como congruencia,
elegancia, espiritualidad, encanto, gracia, integridad, inte-
ligencia, personalidad y simpatía—, y belleza exterior, es
decir, atractivo físico, que incluye factores físicos —tales
como juventud, medianidad, salud corporal, sensualidad
y simetría—.

Comúnmente se mide la «belleza» externa con base en la opi-


nión general o el consenso de un grupo de personas. Un ejemplo
de ello son los concursos de belleza, como el de Miss Mundo y Miss
Universo. La belleza interna, sin embargo, es más difícil de cuantifi-
car, aunque en los concursos de belleza a menudo se afirma tomarla
en consideración.

Por otra parte, la «fealdad» es una propiedad de una per-


sona o cosa que no es agradable de mirar y trae como con-
secuencia, una evaluación muy desfavorable. En muchas
sociedades, el juicio de ser considerado «feo» equivale a
ser poco estético, repulsivo u ofensivo.
84 Dr. Yoselman Rodwin Mirabal

Al igual que su opuesto, la «belleza», la «fealdad» implica un


juicio subjetivo y está, por lo menos en parte, en el «ojo del obser-
vador». Tampoco se debe olvidar la influencia ejercida por la cul-
tura del «observador», ya que, la percepción de la «fealdad» puede
ser errónea o miope, como en el cuento de «El patito feo» de Hans
Christian Andersen.

A pesar de que la «fealdad» es normalmente considerada como


una característica visible, también es un atributo interno. Por ejem-
plo, una persona se puede considerar «atractiva» por fuera pero por
dentro irreflexiva y cruel. También es posible estar de «mal humor»,
que es un estado interno de desagrado temporal. La «fealdad» es
algo que está en la mente, esta tiene su origen en la consideración
del «ojo observador» y de la autoestima que se desarrolla en las
personas al ver los estereotipos de hombres y mujeres agradables
a nuestros sentidos de percepción. Por tanto, acéptate tal cual eres,
con lo que tengas, lo ideal sería bajar las exigencias «estéticas» y
aumentarlas en cuanto a forma de ser.
La mayoría de los hombres y mujeres se peina todos los días,
se viste elegante, se maquilla, pero ¿Se hace lo mismo con el inte-
rior? Nutrimos nuestra piel para que luzca «bella», pero ¿Nutrimos
nuestra alma? Al final lo que más felicidad aporta en una relación
de pareja es una personalidad bien desarrollada, estable, con bue-
nos valores, mucho más que la apariencia, ya que es poco estable y
puede variar de unos días a otros y se va deteriorando con el tiempo.
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