Alternativas y Transformaciones en El Manejo de Recursos Naturales
Alternativas y Transformaciones en El Manejo de Recursos Naturales
Alternativas y Transformaciones en El Manejo de Recursos Naturales
ALTERNATIVAS Y
TRANSFORMACIONES EN
EL MANEJO DE RECURSOS
NATURALES
Marie Claude Brunel Manse, Nohora Beatriz Guzmán
Ramírez y Rosalía Vázquez Toríz
(Coordinadoras)
ASOCIACIÓN MEXICANA DE ESTUDIOS RURALES
(Coordinadores de la Colección)
VOLUMEN III
ALTERNATIVAS Y TRANSFORMACIONES EN EL
MANEJO DE RECURSOS NATURALES
(Coordinadoras)
VOLUMEN III
ALTERNATIVAS Y TRANSFORMACIONES EN EL
MANEJO DE RECURSOS NATURALES
Coordinadores de la Colección:
Campesinos y Procesos Rurales. Diversidad, disputas y alternativas
Elsa Guzmán Gómez
Gisela Espinosa Damián
Roberto Diego Quintana
ISBN: 978-607-9293-10-9
ISBN de la colección Campesinos y Procesos Rurales: 978-607-9293-05-5
Digitalizado en México
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución No Comercial
Licenciamiento Recíproco.
ÍNDICE
Marie Claude Brunel Manse, Nohora Beatriz Guzmán Ramírez y Rosalía Vázquez Toríz
(Coordinadores)
PRIMERA SECCIÓN
AGRODIVERSIDAD: AGRICULTURA CAMPESINA Y URBANA
Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
SEGUNDA SECCION
CONSERVACIÓN Y APROVECHAMIENTO DE RECURSOS: EL AGUA, RECURSO EN DISPUTA
TERCERA SECCION
SUSTENTABILIDAD Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL
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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y
PROCESOS RURALES
DIVERSIDAD, DISPUTAS Y
ALTERNATIVAS
—7—
PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
Los trabajos del Congreso se llevaron a cabo en 104 Mesas temáticas donde se expu-
sieron 530 ponencias relacionadas con los diez ejes temáticos del Congreso: Sistemas
agroalimentarios, cambios tecnológicos y globalización; Educación, saberes locales y
formación para el desarrollo rural; Estado, políticas públicas y respuestas sociales; Ac-
tores sociales: estrategias y modos de vida; Migración y mercados de trabajo; Pueblos
indios, autonomías y derechos; Movimientos y organizaciones sociales; Configuraciones
rurales, territorio y regiones; Recursos naturales, sustentabilidad y patrimonio cultural,
y Teoría y metodología de los estudios rurales. La Colección que ahora presentamos
consta de diez volúmenes digitales integrados por 81 artículos que originalmente fueron
ponencias y luego de pasar por dictamen, se elaboraron para esta publicación.
—8—
PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES
a lo anterior, para ese año se vivía intensamente el drama la violencia de Estado de “la
guerra contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno federal; así como la descom-
posición social y la delincuencia organizada que va gestándose en este marco adverso
para la satisfacción de necesidades y expectativas de vida de la gente del campo.
Ante este escenario, una parte importante de las ponencias puso énfasis en la resis-
tencia de las sociedades rurales frente a los embates del modelo neoliberal sobre sus
territorios, así como en los esfuerzos por desarrollar estrategias, prácticas colectivas en
torno al saber tradicional, formas creativas de inserción en el mercado global, creación
de mercados orgánicos, agricultura urbana; también se abordaron problemas, experien-
cias y luchas de los pueblos indígenas; y se analizó la presencia y los papeles y proble-
mas emergentes de las mujeres rurales, cuya presencia es cada vez más relevante en el
escenario rural y son las que más sufren los efectos de la violencia y del desgarramiento
del tejido familiar y comunitario. Todo ello, con el afán de generar procesos de cambio
interculturales más equitativos, así como de alcanzar la plena ciudadanización de los
actores rurales y defender el enorme y variado patrimonio natural que nutre las identi-
dades culturales del campo mexicano.
—9—
PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
ALTERNATIVAS Y TRANSFORMACIONES
EN EL MANEJO DE RECURSOS
NATURALES
ALTERNATIVAS Y TRANSFORMACIONES EN EL
MANEJO DE RECURSOS NATURALES
E
l estudio del manejo de los recursos naturales ha sido un tema recurrente en
los análisis en ciencias sociales de los últimos años, sin embargo pareciese ser
que aún tenemos mucho que decir. Afirmación que podemos hacer al revisar el
gran número de trabajos que se presentan en los diferentes eventos de antropología,
sociología, política, economía, entre otros, pareciese ser que los recursos naturales son
reconocidos nuevamente como la fuerza motriz de los procesos productivos. Si bien es
cierto que observamos una creciente presión sobre su explotación, también lo es que
existe una lucha constante por conservarlos, renovarlos y restaurarlos, todo ello cruza-
do por múltiples visiones e intereses de cómo debería hacerse.
Para una presentación más articulada y con el objetivo de mostrar las particulari-
dades, similitudes y heterogeneidades de estas problemáticas, los documentos se han
agrupado en tres secciones. La primera de ellas, compuesta por tres documentos, refiere
a la agricultura campesina y urbana como prácticas y espacios de reproducción social,
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
cargados de cultura e historias locales, así como una de las bases para la búsqueda de
alternativas frente a la crisis alimentaria y ambiental contemporánea.
Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero, en su
texto “Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto en el Distrito
Federal, México”, analizan a la agricultura en un espacio geográfico en el que se enfrenta
con el avance acelerado de la mancha urbana: la zona sureste del Distrito Federal. Aquí,
como en otras regiones del centro del país, el amaranto (Amaranthus spp.) se adaptó y
estableció gracias a la práctica agrícola desarrollada por las culturas mesoamericanas.
Actualmente y de forma casi heroica, el pueblo de Tulyehualco mantiene sus tradiciones
de siembra del amaranto asociado a otros cultivos, constituyendo una amplia diversidad
en el agroecosistema que incluye cultivos nativos como el maíz, frijol, calabaza, chile,
huauzontle y nopal. Con base en una caracterización morfológica de las poblaciones
de amaranto de nueve parcelas productivas de la comunidad -donde se registraron 36
características de la planta, panoja y semilla, así como las especies que se cultivan en
parcelas adyacentes o en rotación-, en el artículo se da cuenta de la existencia de seis
grupos de elementos distintivos de la planta, lo que podrá orientar la colecta del germo-
plasma con fines de conservación y pre-mejoramiento.
En el trabajo “Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de
vida sustentables”, de la autoría de Rosalía Vázquez Toríz y Susana Rappo Miguez, se
retoma de forma amplia datos que evidencian una crisis alimentaria global, para jus-
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
En la tercera sección, cuatro de los artículos que conforman este libro dan cuenta
de los diferentes significados y usos otorgados al agua, convirtiéndola en un recurso
disputado por diferentes actores sociales a nivel local y regional. Acela Montes de Oca
Hernández, en “Organización vernácula y burocrática. El caso de un módulo transferido
del distrito de riego 033”, analiza la estructura y acción social de las organizaciones que
intervienen en la gestión del agua para riego. De manera particular revisa el traslado
de un sistema organizativo vernáculo a un espacio de riego con control administrativo
contemporáneo, y por otro, los vínculos que éste establece con la organización burocrá-
tica. La pregunta que conduce el artículo es ¿la existencia de organización vernácula,
en la Unidad de Riego de Tepetitlán, fortalece la capacidad asociativa de los regantes,
generando alianzas con la organización burócrata?
Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández, con la ponencia “Hacia la identifica-
ción de la gobernanza local del agua en localidades indígenas de la sierra Nororiental de
Puebla”, explican que en esta región han existido desde hace años un intenso movimien-
to social entre grupos de productores, indígenas y Organizaciones no Gubernamentales
con fines de acción ambiental. En resonancia con esta situación, en el trabajo se abordan
algunos elementos ligados con la organización social a través de la gobernanza del agua
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
y, en específico, mediante la gobernanza local del agua, tomando en cuenta que los re-
cursos naturales, en especial el agua, es manejado a niveles locales, en torno a la figura
de los manantiales y de los comités de agua respectivos.
Finalmente la tercera sección del libro trata un tema central y motivo de permanente
debate: la sustentabilidad y la transformación social. Se presentan cinco estudios que
además abordan la conservación y aprovechamiento de los recursos naturales que para
los actores sociales involucrados en estas experiencias han significado confrontaciones
y retos al mismo tiempo que construcción de nuevas propuestas.
María Evelinda Santiago Jiménez y María del Carmen Morfín Herrera, en su artículo
“Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla”,
argumentan sobre los alcances de la alfabetización como una estrategia para que el tu-
rista aprenda a leer la compleja realidad de su destino turístico y actuar en consecuencia.
Exponen de manera detallada que a diferencia de la mirada modernizante, en los últimos
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
En “Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático”, Luz María
Vázquez García reflexiona sobre la relación entre adaptación y desarrollo, considerando
esencial tomar en cuenta que en los hechos la adaptación se realiza dentro de un sis-
tema económico dado, sin tomar en cuenta los problemas estructurales preexistentes.
Este hecho dificulta el cumplimiento de su objetivo de disminuir la vulnerabilidad de la
población a los cambios climáticos. Se presenta una serie de preguntas detonadoras,
para llegar a algunas conclusiones sobre el divorcio entre el discurso general y la vi-
vencia local, teniendo como uno de sus argumentos centrales la necesidad de analizar
críticamente el tema en contextos como el de México, donde problemas estructurales de
carácter económico, social, político y ambiental, están determinando el grado de vulne-
rabilidad de la población y los ecosistemas naturales a distintos cambios ambientales,
no solo climático.
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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN III
Por su parte, Ana Lid Del Ángel-Pérez y Bárbara C. Linares-Bravo presentan la proble-
mática del cambio climática desde una perspectiva regional. En su documento “Factores
de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos en el Golfo de Mé-
xico” analizan de forma muy clara los elementos que favorecen la vulnerabilidad social
frente a los desastres naturales. Toman como base territorial el estado de Veracruz y con
un amplio trabajo de campo (309 grupos familiares entrevistados), construyen un índice
de vulnerabilidad, compuesto de factores tanto económicos como sociales, culturales e
institucionales. El estudio confirma que los factores físicos no son los únicos causantes
de desastres, sino que se alían con los lastres de un desarrollo excluyente e inequitativo.
Para disminuir esta vulnerabilidad, es substancial diseñar políticas públicas incluyentes,
que reviertan la pobreza y acompañen a la población en la reconstrucción de su tejido
social y cultural, además de mejorar la economía regional.
3 Profesora-Investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social de la Facultad de Economía de la
Universidad Autónoma de Puebla. Correo electrónico: [email protected]
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PRIMERA SECCIÓN
AGRODIVERSIDAD:
AGRICULTURA CAMPESINA
Y URBANA
LA MILPA Y EL SOLAR: MANEJO
DE LA AGROBIODIVERSIDAD
Y EL PAPEL EN LA VIDA
SOCIOCULTURAL DE LOS
PRODUCTORES DE SAN FELIPE
DEL PROGRESO, MÉXICO
Jesús Castillo Nonato
LA MILPA Y EL SOLAR: MANEJO DE LA
AGROBIODIVERSIDAD Y EL PAPEL EN LA VIDA
SOCIOCULTURAL DE LOS PRODUCTORES DE SAN
FELIPE DEL PROGRESO, MÉXICO
Resumen
S
e ofrece una descripción del papel activo de la milpa y el solar en la vida so-
cial y cultural de los mazahuas, pueblo indígena que habita el municipio de San
Felipe del Progreso, Estado de México; de manera concreta, las diferentes fun-
ciones y actividades que tienen lugar dentro de estos espacios, lugares de aprendizaje
y realización de los conocimientos y prácticas agrícolas. Así, la milpa y el solar tienen,
representan y presentan un valor económico, social y cultural. La organización familiar
y las rutinas diarias están en función de las actividades necesarias para que se realicen
en la milpa o en solar el cultivo, la selección y la diversificación de los cultivos. Cumplen
ambos espacios un valor fundamental como baluarte de conservación de la diversidad
1 Doctor en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales. Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo Sustentable
(CEDES) Universidad Autónoma del Estado de México. Agustín Gasca M. No. 208. Col. Francisco Murguía, Toluca, Estado de
México. C.P. 50130. Tel. (01722) 2277811 y 2277812 [email protected]
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
del maíz: en México las variedades de maíz dan lugar a dos particularidades, una rela-
cionada con la diversidad de solares y de milpas en el territorio nacional, y otra ligada
a las concepciones sociales, económicas y culturales que manifiesta la gente que vive y
reproduce estos espacios. Bajo esta óptica, la milpa y el solar son, sin duda, una muestra
del manejo de la agrobiodiversidad que a lo largo de milenios el ser humano ha trabaja-
do para sobrevivir sin destruirla.
Introducción
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Jesús Castillo Nonato
Para Guerrero (2007), los solares son considerados como unos de los sistemas agrí-
colas más productivos, ya que los campesinos han logrado desarrollar y conservar una
alta agrobiodiversidad. Espejel (1993) señala que representan también una de las princi-
pales bases de alimentos, combustible y medicina en Puebla, de manera especifica para
las familias de San Juan Epatlán. Similar función encontró López (1996) en los solares
de Cerro Clarín, Oaxaca, mediante la venta y consumo de los elementos vegetales y ani-
males de estos espacios. Por estas razones, las plantas y animales que sustentan el
manejo cultural de la agrobiodiversidad en los solares proveen, al igual que en la milpa,
recursos para la alimentación y salud, y contribuyen al ahorro económico.
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
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Jesús Castillo Nonato
1. Lugar de estudio
El municipio de San Felipe del Progreso se localiza en el noroeste del Estado de México
(figura 1). Tiene una superficie de 856.05km2 (Gobierno del Estado de México, 2012). El
clima predominante es templado subhúmedo con lluvias en verano C (w2) (w). La tempe-
ratura anual varía de 12 a 18°C, con una mínima de dos y una máxima de 28°C. Febrero
y marzo son de vientos y tolvaneras, mientras que en diciembre, enero, febrero y marzo
se registran heladas. Las lluvias son abundantes en julio, agosto y septiembre (Gobierno
del Estado de México, 2012). En cuanto a la precipitación promedio, ésta se establece en
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
842.2mm. al año. La máxima incidencia de lluvias sucede en julio, fluctuando entre 150
y 160mm anuales. El período de sequía va de diciembre a abril, con una precipitación
menor de 10 mm (Secretaría de Desarrollo Urbano, 2012).
De acuerdo con el censo del año 2000 (Secretaría de Desarrollo Urbano, 2012), dentro
del municipio se identifica la existencia de 94 localidades. La población total del mu-
nicipio es de 103 576 habitantes, que representa 0.79% de la población del Estado de
México. En el caso concreto del ejido de San Pablo Tlalchichilpa, éste cuenta con 1 235
habitantes, mientras que la tasa de crecimiento del municipio de San Felipe del Progreso
en el periodo 1995-20002 fue de 3.04%, cifra ligeramente superior al promedio estatal,
que fue de 2.65%.
FIGURA 1. Ubicación del municipio de San Felipe del Progreso (elaboración propia con
base en cartografía del INEGI).
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Jesús Castillo Nonato
El estudio se realizó en un ejido del municipio de San Felipe del Progreso, Estado
de México. Las entrevistas se aplicaron a cien productores, quienes presentaron dentro
de la milpa el mayor número de variedades nativas, durante el ciclo agrícola primave-
ra–verano 2010. Las preguntas se relacionaron con los siguientes aspectos: extensión
de la propiedad, posesión, tipo de cultivo, variedades, producción, distribución, manejo y
organización familiar.
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
Cada integrante de la familia realiza labores específicas dentro del ciclo agrícola con
ayuda de animales, principalmente yunta de caballos, acémilas y burros para la carga.
El cultivo predominante es el maíz en diversos colores: blanco, que es un maíz de ciclo
largo, mientras que el negro, rosado y amarillo son de ciclo corto. El productor para
siembra en uno o más terrenos esta variedad con la finalidad de garantizar la obtención
del grano en condiciones climáticas adversas, como la falta de lluvia o las temporadas
de fuerte precipitación (junio-agosto). En este tenor, se pueden identificar cuatro formas
de sembrar en función del ciclo se presenten:
1. Los sembrados en superficies variadas que van de los 30 a 100m, media hectárea
y tres cuartos de hectárea. El productor comienza con la siembra de maíz de ciclo
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Jesús Castillo Nonato
3. Siembra de terrenos completos, para lo que se debe contar con tres o cuatro te-
rrenos. En los casos de 50 a 100m, no deben exceder la mitad de hectárea; en los
casos de media hectárea, el productor dedica el espacio a un solo color de maíz,
negro, rosado o amarillo; y la milpa de una hectárea la dedica al cultivo del maíz
blanco, al igual que el cultivo de avena, chícharo y papa.
A la par de las actividades del ciclo agrícola, los implementos tecnológicos con que se
desarrollan las actividades marcan la actividad productiva dentro de los ejidos; en este
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
sentido, a pesar de que existen yuntas de acémilas en San Pablo Tlalchichilpa, los pro-
ductores optan por el pago en las labores de barbecho, ya que el precio que se maneja
es por día, lo que resultaría en un desembolso doble si se realizara con tractor, además
de que el trabajo realizado con tractor es para superficies planas y de mayor extensión,
para que convenga el pago que se realiza por esta actividad, que junto a las que se desa-
rrollan en el ciclo agrícola y sus costos se observan en la tabla 2.
El ciclo agrícola inicia con el barbecho. Comprende el periodo que va de enero a febrero,
y la mayoría de las veces, realizarla depende de los recursos económicos y de la dispo-
nibilidad del tiempo del productor. La labor consiste en el rompimiento de la tierra con
el propósito de retirar las malezas y los surcos con las respectivas raíces de la planta
anterior, también conocida como pata de gallo; de esta manera, la tierra se voltea, per-
mitiendo su ventilación, lo que elimina la necesidad de suministrar materia orgánica
y erradica algunas plagas que viven en la tierra y que los guajolotes, gallos y gallinas
ayudan también a eliminar junto a los rayos del sol. La labor se lleva a cabo mediante
la ayuda del tractor en aquellos terrenos que se encuentran en planicies, escasos en el
ejido, ya que la mayor parte de ellos se ubican en pendientes y laderas, lo que dificulta
el acceso y labor de la maquinaria agrícola, por lo que se hace necesaria la intervención
de la yunta de acémilas o de caballos que mediante su fuerza física arrastran el arado
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Jesús Castillo Nonato
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
La siembra presenta un manejo de la semilla por parte de los productores, pero la acción
de depositar la semilla en la tierra después de que la yunta la trabaja para buscar la
humedad es una labor femenina, pues las agricultoras han desarrollado la habilidad de
depositar cuatro semillas por mata y desplazarse al ritmo que impone la yunta.
• Longitud.
• Brillo y color.
• Tamaño del grano.
• Numero de hileras.
• Grosor del olote.
• Mazorcas libres de plagas.
Los productores toman en cuenta una combinación particular de estas cualidades según
sus preferencias o necesidades: 20 productores elijen sus mazorcas en función de una
sola característica; 30 elijen con base en dos; y 50 productores opta por tres cualidades
o más de la mazorca, dando por resultado las siguientes combinaciones.
3. Una cualidad: destaca la elección por la longitud de la mazorca, tamaño del grano,
número de hileras y grosor del olote.
La selección de la semilla se da en mayor proporción por las mujeres (60%). Los hom-
bres, por su parte (40%), hacen referencia a que el conocimiento para la selección les fue
transmitido por:
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Jesús Castillo Nonato
• Madre
• Padre
• Abuela
• Abuelo
• Tío u otro familiar
Además de los consanguíneos anteriores, se hace también mención de los amigos, com-
padres y vecinos como transmisores el conocimiento. Todo lo anterior da lugar no sólo
al enriquecimiento tradicional del manejo del grano, sino al intercambio de materiales,
situación que deriva en la conservación de las variedades de semilla.
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
Posterior a la siembra, una vez que el maíz ha alcanzado una altura de veinte a treinta
centímetros, se realiza la primera escarda durante junio o julio, dependiendo del creci-
miento de la variedad que se sembró, de ciclo corto, intermedio y largo. La labor consiste
en colocar tierra a la planta para permitir el anclaje de sus raíces, dando a la vez forma
al surco, que tendrá su forma final con la realización de la segunda escarda, ocho días
después de realizada la primera.
Las escardas son realizadas por la yunta para dar soporte y cierta resistencia al
embate de las lluvias y vientos, tratando de aminorar el acame. En la segunda se agrega
el abono urea, sal y tierra; pero ante los altos costos del fertilizante químico (500 pesos
el bulto de 50 kilos en 2009) se utiliza el abono orgánico de res, cuyo uso es el más
ampliamente difundido. Los abonos, ya sean químicos u orgánicos, son agregados al
maíz de forma manual, mata por mata de maíz. En el caso de los fertilizantes químicos,
se tratan las malezas en agosto y septiembre, haciendo uso de las soluciones acuosas
como el gramoxone y gesaprim; se puede también combinar con el deshierbe manual en
las milpas. En la tabla 4 se mencionan los principales factores que emplean los produc-
tores en el ciclo agrícola.
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Jesús Castillo Nonato
Así, la cosecha se presenta como uno de las labores culminantes del ciclo agrícola.
Es, por otra parte, una labor que requiere una inversión considerable de dinero a fin de
cubrir el salario, la preparación de los alimentos y bebidas que se da a los peones que la
hacen posible.
El cierre del ciclo de cultivo lo marca el corte de zacate, es decir la planta seca o des-
hidratada plenamente que sirve de alimento a los animales. El corte se realiza durante
diciembre, siendo una labor completamente masculina efectuada en un horario matutino
de las seis a las diez de la mañana; máximo, hasta las once. La labor dentro de este ho-
rario obedece a dos factores: los rayos solares no son tan intensos en dichas horas y el
cansancio es menor que al realizar la labor después del mediodía, cuando la intensidad
del sol es mayor; también, la planta o zacate se puede cortar con mayor facilidad por
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
contener mayor humedad del roció matutino que cuando los rayos del sol los afectan,
volviendo la planta quebradiza.
Entre los principales usos que se da al maíz está el consumo de tortillas; de manera
particular, el maíz blanco es la variedad de mayor preferencia entre los productores de
este producto, quienes lo consideran un grano fundamental en la alimentación humana
y de animales, cualidad atribuida principalmente por sus características de rendimiento,
peso y sabor. Las familias productoras hacen de este grano una parte fundamental en
su dieta, razón por la cual sobresalen los siguientes usos: elaboración de tortillas, pino-
le, atole, tamales, hojas para tamal, alimento de animales y elaboración de gorditas. El
maíz negro o azul y el rosado se utilizan con las mismas finalidades, aunque en menor
medida. El maíz amarillo es considerado un grano duro con el cual pueden elaborarse
tortillas, pero su principal uso es el consumo para los animales. Los cultivos anexos al
maíz son consumidos en platillos acompañados de salsa verde, roja o caldillo: haba,
chícharo, frijol y calabaza; por su parte, la avena, al igual que el maíz amarillo, sirve de
alimento a los animales.
La avena, además de ser forraje y alimento para los animales se combina con la
maza del maíz blanco y rosado para preparar tortillas, que de acuerdo con las mujeres,
además de dar otro sabor, aumentan su grosor, y la cantidad preparada rinde más. Re-
cordaron las mujeres que existía una variedad de avena que conocida como “morada”
que le daba un sabor y color especial a las tortillas, pero que se dejó de sembrar, y poco
a poco se fue perdiendo la semilla. La tabla 5 muestra la diversidad del maíz y cultivos
que se encuentran en San Pablo Tlalchichilpa.
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Jesús Castillo Nonato
Maíz Uso
Blanco Consumo humano (tortillas)
Consumo humano y de animales (borregos,
Amarillo
pollos, guajolotes, burros y cerdos)
Negro Consumo humano (tortillas, atole)
Rosado Consumo humano (tortillas)
Frijol Consumo humano
Haba y calabaza Consumo humano
Chícharo Venta local
Papa Consumo y venta local
Consumo humano y de animales (borregos,
Avena
burros y caballos)
Arvenses Quelites, nabos, malvas,
Consumo humano
quintoniles
En el solar del ejido de San Pablo Tlalchichilpa se encuentra una agrobiodiversidad rela-
cionada con el uso de alimentos, medicamentos y ornamenta.
Al ser un espacio identificado y manejado por las mujeres, son ellas quienes ejercen
el papel de propietarias del solar, razón por la cual la toma de decisiones sobre el mane-
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La milpa y el solar: manejo de la agrobiodiversidad y el papel en la vida sociocultural
jo del mismo es responsabilidad de ellas. En este caso la mujer de mayor edad es quien
maneja el solar, sus plantas y frutos, y quien a fin de cuentas introduce o retira deter-
minada planta que no es considerada como apta para seguir dentro del cultivo. Al ser la
mujer mayor quien conoce y maneja esta agrobiodiversidad, es ella quien transmite los
conocimientos y saberes a sus hijas, nietas o nueras, relaciones familiares que marcan
la continuidad de la agrobiodiversidad del solar. Entre madre, hijas y nietas se transmite
de manera fluida el conocimiento, mientras que en el caso de la madres y nueras, éstas
no siempre están dispuesta a dar continuidad al solar o a algunas de las especies, sobre
todo en aquellas que son utilizadas en remedios caseros para el tratamiento de algunas
enfermedades que las nueras consideran que es mejor tratarlas con medicamento más
convencionales. A pesar de este tipo de relaciones, las mujeres saben que la conserva-
ción de plantas y frutos dentro del solar es importante, pues proveen no sólo de alimen-
tos, sino de remedios y de ornamento.
Conclusiones
Los productores en el ejido de San Pablo Tlalchichilpa son una muestra del manejo
del maíz, sus variedades y sus cultivos asociados, considerando para ello las condicio-
nes climáticas, el tipo de suelo, las cualidades del maíz. Este tipo de características son
importantes para potenciar el crecimiento de las plantas en sus diversas fases de de-
sarrollo, de lo cual se obtendrá el grano para el consumo familiar y de los animales, lo
cuales ayudan en las labores agrícolas; los caballos de manera especial son una fuente
de ahorro en los momentos de apremio económico, pues ayudan a solventar el gasto en
algún compromiso de tipo social.
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Jesús Castillo Nonato
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del Progreso, Estado de México.
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DIVERSIDAD BIOLÓGICA EN EL
AGROECOSISTEMA PERIURBANO
DEL AMARANTO EN EL DISTRITO
FEDERAL, MÉXICO
Sara Hirán Moran Bañuelos , Ramón Soriano Robles y Gerardo
Ramírez Romero
DIVERSIDAD BIOLÓGICA EN EL AGROECOSISTEMA
PERIURBANO DEL AMARANTO EN EL DISTRITO
FEDERAL, MÉXICO
Resumen
M
éxico es centro de origen y domesticación de una amplia diversidad de cultivos
que ahora son consumidos alrededor del mundo, uno de los cuales, el amaran-
to (Amaranthus spp.), se adaptó y estableció en el centro del país gracias a la
práctica agrícola desarrollada por las culturas mesoamericanas que ahí florecieron. Con
el objetivo de conocer la diversidad del amaranto presente en la zona sureste del Dis-
trito Federal, y los cultivos asociados con éste, se realizó la caracterización morfológica
de poblaciones de amaranto de nueve parcelas productivas, para lo que se registraron
treinta y seis características de la planta, panoja y semilla, así como las especies que
se cultivan en parcelas adyacentes o en rotación. Los resultados permitieron identificar
seis grupos con características distintivas, el número de ramas y el color de la pano-
ja. La diversidad observada permitirá dirigir la colecta del germoplasma con fines de
conservación y mejoramiento de este cultivo. Al mismo tiempo, se observó una amplia
1 Investigadora en estancia postdoctoral en el Departamento de Biotecnología de la UAM-Iztapalapa. [email protected]
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
Introducción
En los años setenta surgió la biología de la conservación como una disciplina científica
que respondía a la preocupación por la inminente pérdida de la diversidad biológica. Des-
de entonces se ocupa en explorar las causas de la disminución y la rareza de especies,
así como de disminuir los problemas de las poblaciones amenazadas. En un principio,
la disciplina se enfocó a la conservación de la diversidad en estado silvestre; pero con
la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agri-
cultura de 1983, y la Convención para la Diversidad Biológica de 1992 (Naciones Unidas,
1992), se reconoció la importancia de conservar y aprovechar la agrobiodiversidad o bio-
diversidad agrícola, que incluye el conjunto de vegetales cultivados y silvestres, animales
domésticos y en estado salvaje, y microorganismos de relevancia para la alimentación
y la agricultura, mismos que aseguran la productividad, estabilidad y sustentabilidad de
los agroecosistemas. Estos recursos han sido resultado no sólo de la selección natural,
sino también de las actividades humanas que, desde hace miles de años, buscaron su
bienestar social en los recursos biológicos disponibles (Simberloff, 1988: 473; Collins y
Hawtin, 1999: 268; Negri, 2005: 4).
Los recursos fitogenéticos son todas aquellas especies vegetales que tienen impor-
tancia actual o potencial para la alimentación y la agricultura; incluyen las variedades
tradicionales o nativas que se caracterizan geográfica o ecológicamente. En este grupo,
la composición genética es muy diversa debido a la selección llevada a cabo por los pro-
ductores durante siglos, o incluso milenios (Rhoades y Nazarea, 1999: 216). Desde hace
más de dos décadas se ha llamado la atención sobre la tasa de pérdida de las variedades
locales, intensificada en gran medida por la modernización de la agricultura. Su perma-
nencia en la actualidad depende inicialmente de acciones en el nivel local, basadas en
la conservación de los conocimientos y experiencia de los productores, apoyados con
la información científica que permita mejorar sus prácticas de cultivo y diversificar pro-
ductos y oportunidades de ingresos económicos (Cleveland, et al., 1994: 740; Jana, 1999:
564-567; Arias, et al., 2004: 36-37; Granados, et al., 2004: 108).
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
Tanto las chinampas como las terrazas se mantienen hasta nuestros días en siete de
las dieciséis delegaciones del Distrito Federal. Ahí se desarrollan actividades de produc-
ción primaria reconocidas como agricultura urbana (Mougeot, 2001: 7). En algunos sitios
se siguen esquemas tradicionales de cultivo, y en otros se complementan con nuevas
prácticas agrícolas que permitan consolidar sistemas que generen ingresos para las
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
1. Área de estudio
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
2. Metodología
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
Por otro lado, para el estudio de la diversidad dentro del agroecosistema y los elementos
de sustentabilidad presentes se realizaron recorridos de campo y entrevistas semies-
tructuradas tanto a los productores responsables de las parcelas seleccionadas como a
otros productores cooperantes. Se registraron los cultivos presentes en parcelas aleda-
ñas, asociados a la misma parcela, y cultivos de rotación. Se acompañó a los productores
en cada una de las etapas del ciclo de cultivo y se asistió a reuniones colectivas de su
grupo de trabajo.
Los resultados obtenidos indican que los productores identificaron más de dos tipos de
amaranto en sus parcelas, mismos que reconocieron como criollos o nativos de Tulye-
hualco; todos ellos clasifican las plantas por el color que presenta la estructura repro-
ductiva (inflorescencia), denominada localmente como “panoja”, y acostumbran nombrar
a las variantes como rojita o morada, café o aladrillada y blanca o verde, denominaciones
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
registradas también por Tristán (1994) y Ramírez (2007) (Véase figura 1). Aunque al final
del ciclo todas las plantas generaron semilla de color marfil, la información de la carac-
terización morfológica señala una amplia variabilidad en las estructuras vegetativas y
reproductivas.
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
La dispersión de los individuos con base en los primeros dos componentes (figura 2)
indica que, a pesar de que existe una continua variación morfológica, que inicia desde
los materiales sin ramificación y una sola panoja hasta los ramificados con más de una
panoja y amplia gama de colores, es posible identificar seis grupos con características
distintivas: 1) sin ramas y panoja púrpura; 2) sin ramas y panoja verde; 3) con pocas
ramas; 4) con ramas y panoja púrpura; 5) con ramas y panoja aladrillada; y 6) con ramas
y panoja verde. En los tres primeros grupos se ubicó la mayor cantidad de individuos,
debido posiblemente a que los productores han dirigido su proceso de selección hacia el
fenotipo con poca ramificación y las plantas llegan a alcanzar alturas de 2.9m con pano-
jas de 83cm de largo, en promedio. También hay productores que señalaron su preferen-
cia por materiales ramificados (cinco ramas en promedio) que, aunque alcanzan alturas
alrededor de 1.7m, pueden “cargar más” y se logra una mayor producción de semilla
4 CP1: Componente principal 1; CP2: Componente principal 2; NR: Número de ramas; NPAN: Número de panojas; DP: Diámetro
de panoja; CPA: Color de la panoja; ICP: Intensidad del color de la panoja.
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
indeterminado con ramificaciones cortas, sus flores tienen brácteas cortas y son espi-
nosas al tacto (como las variedades nativas), y es de ciclo intermedio, es decir, alcanza
su madurez en un promedio de 130 días. De igual manera, los materiales con panoja
púrpura intenso pueden asociarse a la raza “azteca” de la misma especie; su represen-
tante comercial es la variedad Nutrisol, que se caracteriza por presentar pigmentación
púrpura en la raíz, en el hipocotilo y en el tallo; su inflorescencia es de crecimiento in-
determinado con ramificaciones y brácteas largas que se vuelven espinosas al tacto en
la madurez. Son plantas de porte alto (hasta 2.5m) y su ciclo vegetativo se considera
largo (175 días en promedio). Por otro lado, las plantas reconocidas por los agricultores
como “aladrillada” pueden asociarse con la raza “nepal”, caracterizada por presentar
pigmentación en la raíz y en el hipocotilo; su follaje y tallo son verdes. De igual manera
su inflorescencia es espinosa a la madurez y se considera la más precoz.
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
con acceso y pendiente propicia para el avance y maniobras con esta maquinaria. Aplican
también abono orgánico, como excremento de borrego, de caballo, vacuno o lombricom-
posta, el uso de agroquímicos depende de la capacidad de compra de las familias.
Una vez que las plántulas alcanzan los 15cm de altura se extraen cuidadosamente del
chapín y se transportan a las terrazas con parcelas ya preparadas donde continuará
su crecimiento. Los agricultores han comprobado que la práctica del trasplante ofrece
ventajas en el desarrollo y producción final de las plantas en comparación con los re-
sultados obtenidos al sembrar directamente en los surcos (Granados y López, 1990: 44).
Los factores químico-biológicos que intervienen en este proceso aún no se han analizado
a profundidad, pero son muestra del conocimiento tradicional que se ha acumulado en
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
Figura 4. Las plantas con panoja seca (A) son cortadas y amontonadas a lo largo de los
surcos (B) y se libera la semilla azotándola de forma manual (C) o con ayuda de una
máquina trilladora (D).
Una vez que se obtiene la semilla limpia, se integra al proceso de transformación en las
unidades productoras dentro del mismo pueblo de Tulyehualco. El proceso consiste en
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
reventar la semilla, ya sea en comales puestos al fuego, o dentro de máquinas con flujo
de aire caliente. Con la semilla reventada se preparan las diferentes presentaciones de
alegrías y una amplia gama de productos que incluye atoles, pinoles, tamales, harina
como base para la elaboración de tortilla, pan, galletas, pastas y mazapanes (Morán-Ba-
ñuelos, et al., 2012: 24). Estos productos se pueden degustar en la Feria del Amaranto,
realizada en el mismo pueblo cada año durante febrero. La producción y transformación
del amaranto también se ha difundido en la última década hacia otros estados de la Re-
pública (Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México, Guanajuato, San Luis Potosí, Que-
rétaro y Oaxaca), superando algunos de ellos la producción del Distrito Federal (ACDI/
VOCA, 2013: 13), por lo que en la actualidad la oferta de alimentos que integran amaranto
en su composición es amplia y diversa.
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
sativa L.), el haba (Vicia faba), el huauzontle (Chenopodium nutalliae) y el nopal (Opuntia
spp.) (figura 5). Este conjunto de especies tiene diferentes ciclos de producción y hábitos
de desarrollo, lo que les permite contar con materias primas que complementan la dieta
del núcleo familiar a lo largo del año, e incluso los excedentes pueden ofrecerse en el
mercado local para obtener un ingreso adicional.
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Sara Hirán Moran Bañuelos, Ramón Soriano Robles y Gerardo Ramírez Romero
constituyentes del centro de diversificación del complejo Mesa Central (Mera y Mapes,
2009: 28). La historia oral que se registró durante los recorridos de campo señala que,
respecto del maíz y el amaranto, los productores cuidan el origen de sus semillas y el
destino de sus cosechas, que es básicamente para el autoconsumo, venta en el mercado
local y para la siembra del año siguiente.
La tradición de sembrar amaranto y maíz con otras plantas como prácticas de poli-
cultivo, asociación de cultivos y rotación de cultivos, constituye parte del conocimiento
mesoamericano transmitido oralmente de generación en generación que prevalece en
la agricultura periurbana de Tulyehualco, donde se siembran desde tres hasta doce cul-
tivos. Las ventajas que ofrece esta práctica son la obtención de una mayor producción,
reducción del riesgo de ataque de plagas y conservación de la calidad nutricional de
los suelos. Ejemplo de ello es la rotación con ebol y haba, que además de servir como
cobertura de las parcelas para evitar su erosión, son consideradas como abono verde y
restauradoras del suelo. Es ampliamente conocida la capacidad de las raíces del frijol,
ebol y haba para fijar el nitrógeno atmosférico y para evitar la proliferación de malezas,
al mismo tiempo que favorecen la penetración del agua en subsuelo (Ferrera y Alarcón,
2001: 178; Navarro, et al., 2007: 152); incluso se conservan las especies de frijol silvestre
Phaseolus esperanzae y P. pluriflorus como otro elemento de diversidad nativa (Ramírez,
2007: 217).
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Diversidad biológica en el agroecosistema periurbano del amaranto
requieren de apoyo institucional para el fomento del cultivo, conservación in situ de sus
variedades locales y promoción del consumo de sus productos.
Conclusiones
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LOS HUERTOS FAMILIARES
COMO UNA ESTRATEGIA PARA
CONSTRUIR FORMAS DE VIDA
SUSTENTABLES
Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
LOS HUERTOS FAMILIARES COMO UNA
ESTRATEGIA PARA CONSTRUIR FORMAS DE VIDA
SUSTENTABLES
Resumen
T
eniendo como contexto a las crisis alimentaria y ambiental, en esta ponencia se
expondrán las principales ideas que sustentan la posibilidad de transformar un
huerto de producción de alimentos a escala familiar, ubicado en una de las áreas
verdes de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
manejado por estudiantes y profesores de la misma, en una Unidad de Formación para la
Construcción de Modos de Vida Sustentable (UFCMVS). Entendiendo a esta unidad como
un espacio de ensayo y recuperación de una cultura agrícola de autosubsistencia —con
base en la producción de alimentos orgánicos a pequeña escala—, se propone que me-
diante la vinculación universidad-sociedad y la construcción de redes sociales de apoyo
mutuo converjan distintos actores sociales, recursos, saberes y tecnologías se dé res-
puesta a los problemas de alimentación que enfrenta la población de escasos recursos y
1 Profesor Investigador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social, Facultad de Economía, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Correo electrónico: [email protected].
2 Profesor Investigador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social, Facultad de Economía, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla. Correo electrónico: [email protected].
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
se coadyuven las estrategias puestas en práctica por las familias rurales y periurbanas,
de tal manera que se amortigüen y adapten al calentamiento global, haciendo uso de sus
propios recursos y de los que puedan obtener de las instituciones gubernamentales.
Introducción
En octubre de 2009, con recursos propios derivados de uno de los proyectos del Cuerpo
Académico “Desarrollo del Capitalismo Contemporáneo: actores sociales y la construc-
ción de opciones de vida en el mundo rural” de la Facultad de Economía de la BUAP y
del Programa de Seguridad Alimentaria de la Secretaría de Desarrollo Rural del estado
de Puebla, instalamos en las áreas verdes de nuestra Facultad una pequeña unidad de
producción de alimentos con seis módulos de producción. Desde un inicio consideramos
que este pequeño huerto3, más que cumplir funciones productivas estrictamente, debía
inscribirse en el quehacer académico de la Facultad de Economía, particularmente en
las actividades de vinculación social de su Centro de Estudios del Desarrollo Económi-
co y Social (CEDES). En este sentido concebimos a nuestro huerto como una Unidad de
Formación para un Modo de Vida Sustentable (UFMVS), un espacio donde podríamos re-
lacionarnos con distintas instituciones y grupos de académicos para ofrecer programas
de educación continua, así como vincularnos con otros actores sociales4 en un proceso
de colaboración, intercambio y diálogo.
3 Partimos del hecho de que los traspatios o huertos familiares existen en Puebla en una multitud de variantes, dependiendo
de las condiciones agroecológicas de las regiones y las características de las familias y unidades domésticas, al igual que en
otros estados del país. En este trabajo no es nuestro interés documentar la existencia de los traspatios campesinos o huertos
familiares —aunque partimos de la existencia diversa de los mismos—, sino de compartir una experiencia que puede potenciar
acciones que estrechan los lazos de vinculación entre la universidad y la sociedad, en la perspectiva de la construcción de un
poder social, como lo propone Víctor Toledo (2009) y que comienza en la familia. En Puebla, como en muchas otros estados
y regiones de México, la política social a partir de los diversos programas de combate a la pobreza y de desarrollo rural de
las últimas décadas, retomando discursos y financiamientos internacionales, implicó la intervención gubernamental a todos
los niveles —muchas de ellas fallidas—, promoviendo los huertos familiares como una estrategia para resolver o apoyar la
alimentación de las familias. El PESA-FAO es uno de los programas más recientemente aplicados. Puebla, en materia agrícola
corresponde a lo que se conoce como la Región Fundamental de Economía Campesina, una de cuyas características es la
dependencia del temporal, así como las dificultades de las comunidades para acceder al agua. Proponer y dotar de micro
invernaderos en zonas de muy baja disponibilidad de agua implicó una dificultad imposible de superar.
4 En un comienzo pensamos en organizaciones, familias y personas de comunidades y colonias con las que hemos tenido
relaciones de colaboración en diferentes momentos y proyectos. Lo anterior implica que existe una relación de confianza ya
construida a lo largo de varios años.
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
6 El índice de la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación para los precios de los alimentos
se calcula sobre la base de la media de los índices de precios de 5 grupos de productos básicos (cereales, lácteos, aceites y
grasas, carne y azúcar), ponderados por las cuotas medias de exportación de cada uno de los grupos para 2002-2004: en el
índice general figuran en total 55 precios que los especialistas en productos básicos de la FAO consideran representativos de
los precios internacionales de los productos alimenticios. http://www.fao.org/worldfoodsituation/wfs-home/foodpricesindex/
es/
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
y los productos lácteos (mantequilla, leche desnata en polvo, lecha entera en polvo, que-
so y caseína) los que más subieron. Este comportamiento en los precios de los alimentos
no sólo contradice las predicciones de disminución de la desnutrición en el mundo que
la misma FAO esperaba para el 2010, sino que ratifica la existencia de serios obstáculos
para acabar con el hambre de casi mil millones de personas alrededor del planeta. En su
documento El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, la FAO afirmaba:
7 Ingesta de alimentos que es insuficiente para satisfacer las necesidades de energía alimentaria de manera continua.
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
TABLA 1. Índice de la FAO para los precios de ltos alimentos. 3 de Marzo de 2011
2002-2004=100
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
Esta crisis alimentaria, causada por el pronunciado incremento de los precios de los ali-
mentos, más una oferta internacional insuficiente con efectos negativos sobre amplios
sectores de la población mundial (que empezó a observarse más agudamente en 2008
y en la actualidad parece reactivarse), tiene como unas de sus principales causas el
desarrollo de la industria de los biocombustibles, que destina parte de la producción de
cereales a la producción de energéticos como el etanol. El incremento de los precios de
los energéticos, principalmente petróleo, impacta directamente los precios de los agro-
químicos y el transporte, la demanda creciente de productos agropecuarios por parte de
países emergentes como China y la India, y el cambio climático que genera condiciones
poco propicias (inundaciones y sequias) para la producción agropecuaria.
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
Considerando sólo los ingresos con los que cuentan las familias mexicanas, y de
acuerdo con las estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desa-
rrollo Social (Coneval) sobre la pobreza por ingresos8, en México, durante 1992, el 21.4%
del total de la población se encontraba en situación de pobreza alimentaria. Para 2008,
aun cuando ese porcentaje disminuyó hasta a 18.2, en términos absolutos la cantidad de
personas en situación de pobreza alimentaria se incrementó de 18.6 a 19.5 millones, lo
que significa que de 1992 a 2008 hubo un aumento de 879.9 mil personas en pobreza
alimentaria: 427.9 mil en el área urbana y 452 mil en el área rural (Coneval, 2008a).
Desde unos años antes de que a nivel internacional se empezaran a observar las
primeras manifestaciones de la actual crisis alimentaria, en 2000, más del 50% de la
población no contaba con los ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de
alimentos en Chiapas, Guerrero y Oaxaca. En Puebla, el estado mejor posiciónado del
grupo, el porcentaje era 40%. No obstante, esos porcentajes disminuyeron para 2005,
como se observa en la tabla 2; en ese año, en Chiapas había un poco más de dos millones
de personas en situación de pobreza alimentaria, mientras que en Guerrero y Oaxaca
eran 1 millón 300 mil, y en Puebla sumaban cerca del millón y medio de personas (Co-
neval, 2008b).
8 De acuerdo con el Coneval, la pobreza por ingresos está integrada por: pobreza alimentaria (incapacidad para obtener una
canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar en comprar sólo los bienes de
dicha canasta); pobreza de capacidades (insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y
efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más que para estos
fines); y la pobreza de patrimonio (insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como realizar
los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera
utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios).
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
Esta crisis (hambre, precios altos, oferta insuficiente y pocos recursos para acceder a
los alimentos), que padecen extensos sectores sociales en el mundo, es acompañada y
agudizada por una crisis ambiental que hace aún más difícil las posibilidades de satisfa-
cer la necesidad de alimentos no sólo en cantidades suficientes, sino en condiciones de
inocuidad que permitan la sana nutrición de la población.
Así, entendemos que la crisis ambiental y la crisis alimentaria son dos caras de una
misma moneda. Ambas responden a un patrón de desarrollo urbano industrial que ha
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
Frente a una crisis alimentaria y ambiental que ha agudizado el hambre de más de mil
millones de personas en el mundo y que ha colocado a otros tantos en condición de ries-
go y vulnerabilidad alimentaria, nos preguntamos sobre la posibilidad de revertir estos
problemas con base en los recursos materiales y no materiales con los que cuentan las
personas tanto en el medio rural como urbano.
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
leza y con otros grupos sociales, que al igual que nosotros tienen derecho a desarrollar
una vida de acuerdo con sus propias expectativas y proyectos de bienestar.
Bajo esta idea es que reconocemos y valoramos el potencial de los huertos familia-
res10, no sólo como espacios en los que las familias, principalmente de zonas urbanas
y periurbanas, pueden producir alimentos sanos; también como espacios desde los que
estas mismas familias, en una micro política doméstica (Toledo, 2009), pueden construir
formas de vida sustentables.
Revisemos este par de ideas. El huerto familiar, entendido como un ecosistema agrí-
cola situado cerca del lugar de residencia permanente o temporal donde encontramos
una combinación de árboles, arbustos, verduras, tubérculos y raíces comestibles gramí-
neas y hierbas que proporcionan alimentos, condimentos, medicamentos y materiales
de construcción (GTZ, 2011), o como una parcela en la que se cultivan hortalizas frescas
en forma intensiva y continua durante el año que se puede establecer en pequeños
espacios de tierra en algún lote cercano a la casa, cuyos productos se reservan para
necesidades alimenticias de la familia del productor (SAGARPA, 2011), ofrece diversas
ventajas para las familias de escasos recursos económicos y que se encuentran formal-
mente fuera del circuito de la producción agrícola:
— 72 —
Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
En relación con la relevancia que pueden tener los ingresos y ahorros económicos que
ofrecen los huertos de producción de alimentos a una familia rural o urbana, es impor-
tante mencionar que de acuerdo con la Secretaria de Desarrollo Rural (SDR) del Estado
de Puebla, el costo anual aproximado de la canasta básica en las zonas urbanas ascien-
de a $16 890.00, y en las zonas rurales es de $15 720.00 (SDR, 2005).
TABLA 3
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
Según información del Programa de Seguridad Alimentaria de la SDR del Estado de Pue-
bla, los rendimientos que se pueden esperar en cada uno de estos módulos de produc-
ción son (SDR, 2005):
Ante cantidades nada despreciables de diferentes hortalizas, es posible que las familias
tengan excedentes que bien pueden vender o intercambiar por otros alimentos o pro-
ductos. Pero antes de empezar a consumir, vender o intercambiar, ¿cómo las familias
en condición de pobreza logran transformar su traspatio, por pequeño que pueda ser, en
una unidad de producción de alimentos? Consideramos que hay más de una posibilidad,
y las distintas experiencias y ejercicios autogestivos de agricultura urbana y periurbana
en nuestro país son muestra de ello. También, con sus particularidades y dificultades
propias, es posible hacerse con los recursos mínimos para instalar una pequeña unidad
de producción de alimentos mediante el acceso a recursos de programas gubernamen-
tales.
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
Regresando a los primeros párrafos de este apartado en los que proponíamos que
a los huertos familiares no sólo debemos verlos como espacios para hacerle frente a
la crisis alimentaria sino también como espacios desde los que las familias pueden ir
construyendo formas alternativas de vida, a los que nos atrevimos a llamar formas de
vida sustentables y de buen vivir, nos preguntamos cómo una familia puede trascender
la producción técnica de sus alimentos y transformarla o vivirla como un hecho social
transgresor y constructor de dichos paradigmas. Sin proponernos dar una respuesta de-
finitiva, nos parece interesante retomar a Eduardo Gudynas (2011) cuando afirma que el
Buen Vivir es un concepto plural, una plataforma en la que se comparten elementos con
una mirada puesta en el futuro. En tanto concepto plural, podría decirse que en sentido
riguroso nos estamos refiriendo a “buenos vivires” que adoptan distintas formulaciones
en cada circunstancia social y ambiental. Si bien todas y cada una de las manifestaciones
concretas no se pueden reducir entre sí, de todos modos es posible identificar elemen-
tos comunes que permiten referirnos a esta plataforma múltiple. Más allá del acuerdo
en rechazar el desarrollo convencional y denunciar sus efectos negativos, el buen vivir
muestra otras concordancias.
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
11 En relación con la alimentación, el hogar debe alcanzar hasta donde le sea posible el auto-abasto de alimentos sanos,
nutritivos y producidos bajo esquemas ecológicamente adecuados (agricultura orgánica o sustentable) y su obtención desde
redes y mercados solidarios, justos y orgánicos. El hogar también debe buscar la autosuficiencia en agua y energía, lo cual
implica la adopción de tecnologías adecuadas, limpias, baratas y seguras. La vivienda debe estar construida con materiales
locales, no tóxicos y producidos ecológicamente. La salud se alcanza por el consumo de alimentos sanos, materiales no
tóxicos, agua limpia, adecuados dispositivos sanitarios, y el empleo no de una sino de varia tradiciones médicas. (Toledo,
2009:8)
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
En octubre de 2009, con recursos propios derivados de uno de los proyectos del Cuerpo
Académico “Desarrollo del Capitalismo Contemporáneo: actores sociales y la construc-
ción de opciones de vida en el mundo rural” de la Facultad de Economía12 de la BUAP y
del Programa de Seguridad Alimentaria de la Secretaría de Desarrollo Rural del Estado
de Puebla, instalamos en las áreas verdes de nuestra Facultad una pequeña unidad de
producción de alimentos de cien metros con seis módulos de producción.
Desde el inicio consideramos que este pequeño huerto, más que cumplir con funcio-
nes productivas, debía inscribirse en el quehacer académico de la Facultad de Econo-
mía, particularmente en las actividades de vinculación social de su Centro de Estudios
del Desarrollo Económico y Social (CEDES). Así concebimos a nuestro huerto como una
UFMVS, un espacio donde los que conformamos el CEDES (académicos, estudiantes y
administrativos) podríamos relacionarnos con distintas instituciones y grupos de aca-
démicos para ofrecer programas de educación continua, además de vincularnos con
otros actores sociales en un proceso de colaboración, intercambio y diálogo, con el fin de
contribuir a la búsqueda de soluciones a las crisis alimentaria y ambiental, y la posibili-
dad de construir un desarrollo alternativo y modos de vida sustentables que permitan a
las familias de escasos recursos acceder a alimentos en cantidad y calidad adecuados,
generar fuentes de ingresos complementarios en un entorno ecológicamente sano y de
bienestar social, bajo las siguientes consideraciones:
12 Cuestión inédita para una Facultad de Economía, pero comprensible por la existencia desde la década de los ochenta de
una inicial Área Agraria de investigación, docencia y vinculación, que se ha mantenido y modificado con base en cambios en
el medio rural, así como en el ámbito educativo, pero que hoy tiene presencia no sólo en la licenciatura sino en los posgrados.
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
ÁREA DE CAPACITACIÓN
PRODUCCIÓN INTENSIVA DE
ALIMENTOS A ESCALA FAMILIAR
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
Para el logro del primer objetivo, la Facultad de Economía, en particular el CEDES, es-
tableció un convenio de colaboración con el Programa de Seguridad Alimentaria de la
Secretaria de Desarrollo Rural del Estado de Puebla, que le ha significado la obtención
de la infraestructura para la instalación de un huerto de producción de alimentos y ase-
soría básica para su manejo. Asimismo se ha establecido contacto con el Instituto de
Ciencias de la BUAP, y mediante investigadores de sus departamentos de Microbiología,
Agroecología y Ambiente y Desarrollo Sustentable, se ha obtenido asesoría específica
para el control biológico de insectos y enfermedades en las plantas y la aplicación y
manejo de biofertilizantes. Asimismo, la Unión Campesina Emiliano Zapata (UCEZV), or-
ganización con la que investigadores del CEDES tienen relación académica desde hace
varios años, proporcionó el sustrato orgánico (tierra) para la instalación de los módulos
de producción agrícola. De igual forma, la UCEZV manifestó su interés por colaborar en
las actividades de la Unidad de Formación para un Modo de Vida Sustentable.
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
los estudiantes, la cual no sólo ha sido relevante para la instalación y desarrollo de las
actividades productivas; fundamentalmente ha tenido que ver con la forma y sentido
que va adquiriendo el mismo proyecto. Desde esta particular forma de construcción, la
instalación y funcionamiento integral del Área de Capacitación en Producción Intensiva
de Alimentos se piensa logar en tres etapas: (I) Capacitación inicial e instalación del
huerto; (II) elaboración de plan de manejo y definición del programa de capacitación; y
(III) funcionamiento integral, producción permanente y capacitación a grupos y familias
de bajos ingresos.
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Rosalía Vázquez Toríz y Susana Edith Rappo Miguez
Con esta experiencia, suponemos que el plan de Manejo y definición del programa de
capacitación (Etapa dos) incluirá no sólo aspectos técnicos relativos a la organización
de la producción y administración eficiente del proyecto, sino también aquéllos relacio-
nados con la organización del grupo promotor o beneficiario. También prevemos que
las actividades del área de capacitación estarán organizadas desde cuatro dimensiones:
económica, ecológica, social y cultural, buscando la rentabilidad económica (generación
de ingresos complementarios o empleo para las familias), el beneficio social (acceso a
alimentos inocuos), una relación favorable con el ambiente y ser una propuesta cultural-
mente adecuada para la población beneficiada.
Conclusiones
La puesta en marcha de lo que hemos denominado Unidad de Formación para una Vida
Sustentable en su primera etapa ha implicado una serie de aprendizajes compartidos
que nos permiten valorar con una mirada distinta los esfuerzos que las familias y unida-
des domésticas realizan para proveer alimentos para el autoconsumo. La permanencia
de proyectos de este tipo implica un proceso organizativo y disponibilidad de recursos y
tiempo de acuerdo al ciclo de vida de los cultivos que pone a prueba al equipo promotor,
generando una serie de conflictos que deben resolverse en la marcha y que nos permi-
ten valorar a partir de la práctica las dificultades y potencialidades que encierran este
tipo de proyectos, más cuando se han convertido en parte de las políticas públicas.
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Los huertos familiares como una estrategia para construir formas de vida sustentables
— 82 —
BIBLIOGRAFÍA
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Consejo Latinoamericano de Desarrollo Sustentable CLADES, núm. 5/6, www.clades.cl/
revistas/5/rev5.htm (consultado el 1 de marzo de 2011)
— 84 —
SEGUNDA SECCIÓN
CONSERVACIÓN Y APROVECHAMIENTO DE
RECURSOS: EL AGUA, RECURSO EN DISPUTA
ORGANIZACIÓN VERNÁCULA Y
BUROCRÁTICA: EL CASO DE UN
MÓDULO TRANSFERIDO DEL
DISTRITO DE RIEGO 033
Acela Montes de Oca Hernández
ORGANIZACIÓN VERNÁCULA Y BUROCRÁTICA:
EL CASO DE UN MÓDULO TRANSFERIDO DEL
DISTRITO DE RIEGO 033
Resumen
D
el contexto de la organización, presente en contextos rurales, se analizan dos
elementos en este artículo: el tema de los recursos naturales, en particular el
agua; segundo, dos tipos de organización presentes después de la transferencia
de distritos de riego. Así pues, el objetivo del artículo es conocer y analizar la estructura
y acciones sociales de las organizaciones que intervienen en la gestión del agua para
riego. Se considera, por un lado, el traslado de un sistema organizativo vernáculo a un
espacio de riego con control administrativo contemporáneo, y por otro, los vínculos que
éste establece con la organización burocrática. La pregunta que conduce el artículo refe-
rente a la existencia de organización vernácula en la Unidad de Riego de Tepetitlán pre-
tende responder al ¿por qué se fortalece la capacidad asociativa de los regantes cuando
éstos generan alianzas con la organización burócrata?
1 Profesora-investigadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma del
Estado de México (CICSyH-UAEMex.. Paseo Tollocan s/n, Ciudad Universitaria, Edificio Ex-planetario, Toluca Estado de México,
C.P. 50110. Teléfonos directos: (722) 213-27-28, 213-14-71. [email protected]
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
Introducción
El agua es un elemento de apropiación cultural, mediante este recurso los grupos hu-
manos han implementado reglas para proveerse del líquido, reglas que han emergido
desde la base social de la organización. Los estudios clásicos antropológicos han defi-
nido a la organización social desde el ámbito de la comunidad, aquella que crea lazos
de pertenencia y valores comunes; los estudios han puntualizado en relacionarla con la
estructura de parentesco (Firth, 2004). Por su parte, otros investigadores se han ocu-
pado de integrar un análisis minucioso del tema de la organización social del trabajo,
tan necesario para la subsistencia en sociedades con tamaños de grupo y composición
diferenciados (Steward, 1972).
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Acela Montes de Oca Hernández
1990). Por lo tanto, entendemos por organización vernácula a un colectivo local, vincula-
do históricamente, que conserva algunas de sus tradiciones, cuyos principios se basan
en necesidades comunes, donde los individuos participan y obedecen en mayor medida
a las reglas autónomas cuando estas han sido establecidas en común acuerdo; tienen
mayor presencia en el ámbito rural.
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
Metodología
La Unidad de Riego Tepetitlán (URT) comprende una población de 9 764 usuarios, ubica-
dos en cuarenta y seis ejidos y pequeñas propiedades de tres municipios del Estado de
México. Para el objetivo propuesto se seleccionó a un sector de población y el diseño de la
muestra se enfocó a la organización; ésta a su vez fue segmentada en dos: los regantes
y el personal de la Comisión Nacional del Agua (CNA). En el primer caso, se entrevistaron
a autoridades actuales y pasadas del riego; en el segundo, a las autoridades presen-
tes desde la transferencia (cargos relativamente constantes). Se aplicaron entrevistas a
profundidad a las diversas autoridades de la unidad de riego, siguiendo el modelo de una
conversación normal, cotidiana. A los integrantes de la Asociación Civil se les aplicaron
entrevistas individuales; cuando no accedieron, éstas fueron grupales.
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Acela Montes de Oca Hernández
La política hídrica del siglo XX en México, especialmente a partir de 1926, tuvo al menos
tres características esenciales. En primer lugar, el agua fue uno de los recursos más
atendidos por el gobierno federal; éste diseminó recursos financieros y humanos en
pro de la ciencia hidráulica, cuya aplicación esta constatada en la creación de presas y
la consecuente institución de distritos de riego. Durante el gobierno de Ávila Camacho,
el total de hectáreas beneficiadas por las obras de riego se incrementó de 267 mil a 3
millones (Rodríguez, 1942; Meyer, 2000). En segundo lugar, se erigió en el gobierno fede-
ral una abundante mano de obra especializada en proyectar y construir obra hidráulica,
promoviendo la discusión entre un tipo de gobierno centralizado (Aboites; 1998, 2009). Y
en tercer lugar, la operación de la mayoría los distritos de riego (control manual de com-
puertas, establecimiento de fechas de riego, fijación de pago de cuota de riego) originó
la marginación participativa de los usuarios, aún en lugares donde ya existían derechos
reconocidos de agua (Tula, Hgo., el Alto Lerma, Gto., El Rodeo, Mor., Arroyozarco, Méx.)
(Rodríguez, 1942).
El caso de estudio, la URT, tiene antecedentes de operación desde 1800. Mediante una
obra de presa construida con capital privado, la cual funcionaría hasta el año 1946. Años
antes, a razón de los objetivos de la revolución mexicana, esta unidad fue afectada te-
rritorialmente, por lo que surgieron numerosos grupos de campesinos que demandaron
agua y tierra, constituyendo una unidad con diversos ejidos, pequeñas propiedades y una
propiedad privada. Prevaleciendo en mayor número, los ejidos exigían a las autoridades
agrarias (Departamento Agrario) y del agua (Secretaría de Agricultura y Fomento) la re-
glamentación de sus aguas.
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
La respuesta de las autoridades federales fue aglutinar esta unidad con otras más
para integrar el distrito de riego 033, denominado Estado de México. Los distritos de rie-
go, de ese tiempo y de acuerdo al Ing. Rodríguez (1942), se regían por una Gerencia que a
su cargo tenía la dirección y vigilancia de los trabajos técnicos y administrativos de cada
distrito. La Oficina (o Sección, según la extensión del sistema) de Distribución de Aguas
tenía a su cargo el reparto material y entrega de agua a los usuarios en los términos de
los reglamentos respectivos, la operación de presas y canales, la supervisión y contacto
con Juntas de Aguas o Sociedades de Regantes, la cooperación con las instituciones
de crédito para la formulación de los calendarios de riego respectivos, la estadística
de riego y otras funciones especiales que se detallaban según las condiciones de cada
distrito. La Oficina o Sección de Conservación tenía e a su cargo la conservación de las
obras hidráulicas, tales como desazolve y limpia de canales, red de drenaje, red tele-
fónica, etc., y la ejecución de las obras de mejoramiento, tales como defensas, tomas,
represas y caminos. Todo lo anterior lo ejecutaba esta dependencia de acuerdo con los
planos y presupuestos formulados por la Oficina o Sección de Ingeniería en Operación,
debidamente aprobados por la gerencia y las oficinas centrales.
En los ochenta y principios de los noventa, en el riego, da inicio un programa que bus-
caba la mayor participación de los regantes2 o usuarios en la administración del agua. El
Programa de Transferencia de los Distritos de Riego a los usuarios en México seguía la
recomendación del Banco Mundial. El Estado visualizó una nueva forma de administrar
los distritos de riego, lo que motivó la segmentación del distrito 033 en unidades de riego
denominadas módulos. El principal objetivo fue transferir las funciones administrati-
2 El significado usual del término, no definido en la Ley de Aguas Nacionales (LAN, 1992), refiere quien por actividad riega un
terreno de cultivo. Sin embargo, en la URT, muchos de ellos son contratados por los dueños del terreno sólo para uno o varios
días, dependiendo del tamaño del predio y de la cantidad de agua suministrada. En este caso hacemos referencia a la persona
que está registrada en el padrón de usuarios, que tiene derecho al acceso del agua de una o varias fuentes (siempre y cuando
sea viable), la obligación de contribuir con dinero o en especie a la conservación del agua y su red hidráulica, y a elegir y ser
electo para ocupar un cargo de autoridad en el riego.
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Acela Montes de Oca Hernández
vas de cada unidad a una organización de regantes, catalogada como asociación civil
(Kloezen, et al., 1994). El distrito de riego 033 fue dividido en cuatro módulos, constitu-
yéndose cuatro asociaciones civiles.
Bajo mandato legal, los gerentes de la (CNA) llevaron a cabo el proceso informativo
de integración de una asociación civil, remarcando un aumento de cuota de riego en un
500%. El objetivo fue que los regantes asumieran el costo financiero de la administración
del regadío. En tres módulos, este principio lo acataron los regantes, con la salvedad de
continuar obteniendo el apoyo técnico de los gerentes estatales de la CNA, así como la
entrega de maquinaria. Para el módulo II “Tepetitlán” no fue así; los usuarios manifes-
taron su inconformidad al aumentó de cuota de riego. Dicha negativa de los usuarios se
sustentaba en el poco o nulo apoyo recibido por parte de los gerentes a las peticiones de
mejoramiento en la infraestructura hidráulica, así como a la falta de entrega de agua, en
mayor medida en las localidades ubicadas lejos de la presa. El resultado fue la desin-
corporación administrativa del distrito de riego 033 (negativa de la CNA a enviar apoyo
técnico y a entregar maquinaria). La respuesta de los usuarios, previa búsqueda de in-
formación con diversos abogados, fue constituirse como Unidad de Riego Tepetitlán. A.C.
Pero, ¿qué trascendencia tienen las unidades de riego en México? La unidad de riego
oficialmente es concebida como “la organización del ejido o comunidad para el agua de
riego” (Palerm, 2009: 207). Son obras de pequeña irrigación, generalmente pequeños
aprovechamientos de agua construidas con capital privado o comunitario. De hecho,
estas obras favorecían usualmente a la población rural y contaban con organización
autogestiva (Valladares, 2008). En 1967, la Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH),
estableció el Plan Nacional de Pequeña Irrigación, financiado con fondos federales y del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para incorporar a la población campesina a
la vida económica del país. Fundamentados en un tipo de administración del agua como
recurso en manos de los regantes, dio inicio la continuidad de Sociedades de Usuarios y
Juntas de Agua, organizaciones previstas por lo dispuesto en la Ley de Aguas de Propie-
dad Nacional de 1934 (Palacios, 1997).
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
vechamiento de agua integrado con obras del gobierno federal, de los gobiernos de los
estados, ayuntamientos, organismos y empresas del sector público, ejidos, comunidades
y particulares; es decir, dentro de estas unidades se podía considerar prácticamente
cualquier tipo de obra de riego y drenaje.
Pese a los apoyos técnicos ofrecidos a las Urderales, estás presentaban serios pro-
blemas técnicos, productivos y financieros, además de no cumplir el objetivo inicial de
arraigar a la población migrante. En este contexto de origen y desarrollo de unidades de
riego, la URT no tomó parte; durante estos años, dicha unidad perteneció al distrito de
riego 033. En tanto, a raíz del proceso de transferencia de 1989 se vislumbró una cons-
tante deferencia administrativa entre regantes y gerentes de la CNA, lo que dio origen a
la constitución de una asociación civil. Dicha unidad se integra, en términos generales,
por un comité directivo y un comité de vigilancia.
La URT se localiza en la Cuenca Alta del río Lerma-Santiago. Sus principales fuentes
son el río Jaltepec y distintos afluentes que almacenan sus aguas en la presa3 de Tepe-
titlán. Ésta es la de mayor capacidad en lo que respecta a la cuenca hidrológica Lerma;
en relación con la totalidad de las cuencas hidrológicas del Estado de México, es la que
tienen el mayor porcentaje de almacenamiento, 58% (cuadro 1)
3 En ingeniería se denomina presa o represa a un muro grueso de piedra u otro material, como hormigón, que se construye a
través de un río, arroyo o canal para almacenar el agua y elevar su nivel con el fin de regular el caudal para su aprovechamiento
en el riego de terrenos, generación de energía eléctrica o uso doméstico.
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Acela Montes de Oca Hernández
Capacidad
Cuenca Llenado de
Presas Total (Millones Almacenamiento
Hidrológica la Presa (%)
de m³) (Millones de m³)
José Antonio Alzate 35 312 4 811 13.62
Ignacio Ramírez 20 499 9 933 48.46
Lerma
Tepetitlán 68 098 39,627 58.60
Fco. Trinidad Fabela 9 927 3 180 32.03
Danxhó 31 046 12 564 40.47
Huapango 122 37 851 31.21
Pánuco El Molino 7 700 1 182 15.35
Ñado 16 800 6 237 37.13
Taxhimay 51 000 17 854 41.81
Guadalupe 66 200 33 298 50.30
Madín 24 700 14 104 57.10
Valle de México
La Concepción 12 155 6 634 54.58
Laguna de Zumpango 100 000 s/d s/d
Villa Victoria 185 731 39 836 21.45
Balsas Valle de Bravo 39 000 202 434 51.3
**El Bosque 248 700 74 857 30.10
Total Estatal 1 384 783 504 410 36.43
Fuente: Comisión Nacional del Agua, Subdirección de Asistencia Técnica OWperativa, Departamento de Aguas
Superficiales e Ingeniería de Ríos, 2012.
**La presa El Bosque que pertenece a la Cuenca del Balsas, está en territorio del municipio de Zitácuaro, Michoacán.
La Unidad de Riego de Tepetitlán está conformada por una presa, su derivadora y tres
canales principales con un entramado de canales secundarios y algunos jagüeyes como
lo muestra el mapa 1.
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
Los campesinos mazahuas siembran maíz (criollo e híbrido), frijol, calabaza, avena, ce-
bada, tomate y flor en el ciclo primavera-verano; en el ciclo otoño-invierno o cultivos
invernales, siembran cebada, avena y haba. El precio que pagan por el riego es de $10.00
por hectárea en maíz y de 15 a 45 pesos por las hortalizas. En total riegan cerca de 9
721 ha con un volumen de agua concesionado de 45mm³ anuales (entrevista a secretario
de consejo directivo de la URT, 12 de febrero de 2009). Este hecho obliga a los regantes
con terrenos alejados de la presa a regar de día y de noche. Además, deben realizar coo-
peraciones anuales para conservar la infraestructura hidráulica que usualmente oscila
entre 50 y 700 pesos. Cabe aclarar que dichas cooperaciones no se colectan por unidad
de riego sino por segmentos de la unidad; estos recursos financieros se utilizan para
reparar tramos de canal a fin de mejorar los tiempos de riego. En estos casos sólo coo-
peran los regantes donde se realiza la obra; los delegados de riego convocan a reunión
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Acela Montes de Oca Hernández
para formar una comisión de riego, éstas se integran por regantes de varios ejidos para
administrar los recursos financieros y humanos a fin de organizar la obra. Tal comisión
es la encargada de informar al comité directivo de la asociación civil de dichos acuerdos.
3. La organización vernácula
La URT surgió en el año 2000, previas pláticas informativas que tuvieron los gerentes de
la CNA con los usuarios de las cuarenta y seis localidades de tres municipios del Estado
de México desde 1992 (San Felipe del Progreso, Jocotilán e Ixtlahuaca). Los regantes de
esta unidad pertenecen a la etnia mazahua4, cuyo arraigo cultural se vislumbra en su
fenotipo, lengua, vestimenta, pero sobre todo en la continuidad del trabajo cooperativo y
colaborativo. La información referente a los pueblos mazahuas refiere a sus tradiciones,
cultos, fiestas religiosas, danzas, forma de sepultar a sus muertos, bordados, y escasa-
mente se habla de organización vernácula aplicada a problemas actuales de la política
mundial, como la gestión integral del agua.
Los mazahuas de la URT, igual que los mazahuas del sistema Cutzamala, protegen su
derecho al agua con una combinación de variedad de comportamientos. Con los primeros
destaca la necesidad de seguridad alimentaria, vía cultivos agrícolas; con los segundos,
seguridad para la obtención de agua doméstica. Sin embargo, la búsqueda de solucio-
nes, a problemas comunes ha sido importante en el impulso de la población mazahua.
4 Laregión mazahua se localiza al noroeste del Estado de México; los municipios con mayor número de mazahuas son:
Atlacomulco, Temascalcingo, El Oro, San Felipe del Progreso, Jocotitlán, Ixtlahuaca. En mediana proporción: Almoloya de
Juárez, Villa Victoria, Villa de Allende, Donato Guerra y una parte de Amanalco. Y en menor número: Zitácuaro y Michoacán
(Chávez, 2001; INEGI, 2009).
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
por parte de la CNA, de un título de concesión para usar y aprovechar el agua en actividad
agrícola. El objetivo, en principio de la transferencia, fue crear un sistema de administra-
ción compartido entre las autoridades de la CNA y los productores agrícolas (CNA, 2010).
Sin embargo, en la práctica los regantes mazahuas del distrito 033 mostraron su
descontento con la transferencia por el incremento de la cuota de riego y por la informa-
ción sesgada y deficiente que los gerentes les presentaban. Los regantes mazahuas son
bilingües, pero debían interrumpir constantemente las pláticas de los gerentes cuando
estos mostraban las bondades de la transferencia para pedir claridad en los términos de
aumento de cuota de riego; además cuestionaban la falta de apoyo al mejoramiento de la
infraestructura hidráulica. Estos hechos provocaban altercados de palabra: los gerentes
superponiendo sus conocimientos técnicos y los regantes cuestionándolos.
En estos escenarios, el retiro del personal gerencial de la URT fue obligado por los
regantes, escenario que no resulta excepcional (Whiteford y Bernal, 1996). La opción que
encontraron, a razón de la baja cuota de riego, fue el trabajo rotativo entre regantes. Para
suplir la falta de conocimiento técnico, los regantes de Tepetitlán emplearon el trabajo
comunitario y las asambleas públicas para operar y controlar el regadío.
Administrar la URT requiere por parte de la organización vernácula cumplir una di-
versidad de tareas técnicas, políticas y sociales. En principio, deben gestionar ante la
CNA el volumen de agua, establecido en el título de concesión, regular el paso de agua
de la presa a los canales, distribuirla en cantidad y tiempo, vigilar que el pago de agua de
los usuarios sea hecho directamente con las autoridades que la asociación civil reconoce
y vigilar que los regantes accedan al agua regidos por un calendario de riegos, estable-
cidos previamente por la CNA, con opción a modificaciones.
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Acela Montes de Oca Hernández
Por otra parte, el sistema de cargos implementado en las mayordomías, definido an-
tropológicamente, vino a apoyar la distribución de funciones y elección de autoridades
en el riego. Es relevante señalar que la religión evangélica5 gana adeptos en esta unidad,
y normalmente las personas que han asumido un cargo religioso (católico o evangélico),
con goce de prestigio social, han sido propuestas como delegados de riego o integrantes
del comité directivo y de vigilancia, muchos de ellos cumpliendo ambas funciones.
Por otra parte, es importante para las autoridades de la asociación civil mantener
alianzas con otras autoridades locales del riego (delegados), pues son puentes de infor-
mación que permiten a los regantes cumplir con sus funciones, y también conservar su
autonomía, al no debilitar las estructuras internas de las autoridades ejidales.
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Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
El regadío no demanda trabajo anual de las autoridades, pero en fechas de riego (fe-
brero-mayo) requiere jornadas laborales que sobrepasan las ocho horas oficiales para
las siguientes actividades: elaboración de oficios para la gestión del agua ante instancias
estatales y federales, apertura y cierre de compuertas, distribución de agua en treinta y
dos ejidos y catorce pequeñas propiedades, monitoreo de la conducción del agua a nivel
de ejido, rehabilitación de canales, cobro de cuotas de riego a nivel de usuario, recepción
de oficios de solicitud de agua en las comunidades de regantes, planeación y realización
de asambleas comunitarias, monitoreo de tomas de agua a nivel de compuertas, válvulas
y terreno de cultivo, limpieza de canales, recorrido de los canales de riego para detectar
irregularidades en las compuertas y tomas de agua, gestión de recursos materiales para
realizar obras de revestimiento de canal e implementación de sanciones a los regantes
que no realizan limpieza de canal, dañen a las compuertas o no paguen el agua.
El agua como recurso común implica una serie de tareas, principios y reglas de orga-
nización comunitaria, como menciona Ostrom (2000), para cumplir con el manejo susten-
table del agua. Los vínculos entre los regantes son personales y familiares; por tal razón,
los regantes son los principales vigilantes de las acciones de sus autoridades. Al interior
de los ejidos, los delegados de riego son electos bajo el criterio de afinidad: la conexión
puede ser consanguínea o de vecindad, fundadas sus relaciones en el compromiso y
responsabilidad de gestionar el recurso. Son organizaciones que nacen a partir de la vo-
luntad de los regantes, pero que tienen claros objetivos de su necesidad de agrupación.
Por otra parte, hablar de unidad de riego no equivale a suponer una relación armo-
niosa de los regantes; uno de variados problemas ha sido la cesión del poder político; se
enfrentan grupos de poder bien definidos, en torno a la administración del agua. En el
caso de la URT, la confrontación entre dos asociaciones civiles, denominadas URT, ambas
con documentos de acreditación jurídica entregados por la CNA, es continua. La conten-
— 100 —
Acela Montes de Oca Hernández
ción del poder de una de ellas es detentada por los mismos regantes, que finalmente son
quienes los legitiman.
El agua de la URT depende de la presa de Tepetitlán. Para medir, registrar y calcular los
volúmenes de agua, la gerencia de distritos de riego del Estado de México cuenta con un
empleado, quien sólo recibe y acata órdenes del gerente del distrito de riego 033 para
apertura o cierre de la compuerta principal. Otro empleado es el aforador, encargado
de la estación hidrométrica del río, la presa de almacenamiento, las compuertas de la
estructura de captación o de toma, las obras de toma del canal principal, las caídas,
vertedero, el medidor Parshall, etc. Ambos técnicos, denominados personal de campo,
reciben cursos en tecnología hidráulica por parte de la CNA para resolver los problemas
operativos de la presa.
— 101 —
Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
— 102 —
Acela Montes de Oca Hernández
y nos recibió, pero dijo que el documento de transferencia estaba en las oficinas de Gua-
dalajara, que nos prestaban la camioneta para ir. Lo platicamos y aceptamos. Fuimos a
Guadalajara por él” (Entrevista grupal a regantes de diversos ejidos, 2012).
A pesar de ello, la gestión del riego en Tepetitlán no acaba donde termina la injerencia
del personal burócrata; al contrario, es el inicio de la participación de usuarios en todas y
cada una de las fases de la distribución del agua. Por otro lado, la desvinculación de or-
ganización vernácula y burocrática se ejemplifica en la frecuencia de respuesta negativa
dada por los cuarenta y seis delegados de riego ante la pregunta “¿conoce a los gerentes
del distrito de riego 033?”.
Por otro lado, los gerentes del distrito reconocen mayoritariamente a los integrantes
del comité directivo de ambas asociaciones civiles, pero desconocen totalmente a los
delegados de riego. Ante estos datos, referimos que la organización burocrática, desco-
noce formas de organización vernácula; por tanto, al no ser visibles, les niega todo apoyo
financiero que contribuya a mejorar su sistema productivo. La organización vernácula,
por su parte, tiene un accionar centrado en la URT, lo que limita su integración e inter-
cambio de información con asociaciones civiles de módulos de riego o unidades de riego
estatales y nacionales.
— 103 —
Organización vernácula y burocrática: el caso de un módulo transferido del distrito de riego 033
Conclusiones
El agua no debe contemplarse sólo desde un ángulo técnico o meramente político, pues
su función no termina cuando tal infraestructura está consumada, sino que a partir de
entonces inicia el reto de las organizaciones para incrementar la producción agrícola y
mejorar las condiciones de la población.
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LA CAÑADA DE HUAMUXTITLÁN,
TERRITORIO Y RIEGO COMO
EXPRESIÓN CULTURAL
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
LA CAÑADA DE HUAMUXTITLÁN, TERRITORIO Y
RIEGO COMO EXPRESIÓN CULTURAL
Introducción
L
a Cañada de Huamuxtitlán es un espacio naturalmente privilegiado para la agricul-
tura. Desde tiempos precolombinos se ha utilizado para este fin, implementando
tecnología e infraestructura hidráulica para aprovechar el río Tlapaneco para una
agricultura de riego. Desde entonces la zona ha sido propicia para tal actividad debido
a que reúne ciertas condiciones climáticas y posición geográfica que los pueblos que se
han desarrollado ahí han sabido utilizar y potenciar, lo que ha dado pie a la construcción
de un territorio único.
2 Profesora
investigadora de la Unidad Académica de Desarrollo Rural de la Universidad Autónoma de Guerrero. Correo:
[email protected]
— 109 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
Con base en esta experiencia sobre el río y el manejo del agua para asimilarlos en
sus actividades cotidianas es que la Cañada de Huamuxtitlán expresa su cultura, signi-
ficados, valores, símbolos y conocimientos que desde la óptica del desarrollo no se ha
incluido en los procesos de planificación del territorio. Aquí podemos encontramos una
visión alternativa que se basa en la disponibilidad de los recursos, no en la súper explo-
tación ni en la presión de los mismos.
Este trabajo tiene como objetivo reflexionar acerca de las formas en las que en la
Cañada de Huamuxtitlán se han creado estrategias adaptativas al medio, aprovechando
sus recursos naturales disponibles a través de una organización social para desarrollar
una agricultura de riego que da identidad al lugar.
1. Territorio
Si bien es cierto que siempre se valoran ciertos recursos según los intereses domi-
nantes, Malinowsky (en Tomé, 2005), plantea que esos intereses son económicos. Por su
lado, Huntington (op. cit.), plantea que la naturaleza es quien determina qué se da y qué
no, pero para los autores de la ecología humana (Park, 1936; Ernest Burgess, 1923),
— 110 —
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
Sin embargo, en la actualidad los estudiosos del tema ya no se plantean cómo el am-
biente modela a las sociedades o éstas a aquél, sino las formas en que las culturas o los
individuos piensan y expresan su interrelación con el entorno (Tomé, 2005: 53); es decir,
un paisaje multidimensional, complejo, que se complementa con muchas características
y que se transforma en el tiempo. Julian Steward (1955) plantea que las relaciones entre
una sociedad dada y su medio ambiente, las formas de vida y los ecosistemas, dan so-
porte a sus modos de vida (Pinkoski, 2008).
Un territorio es apropiado por dos aspectos: por su valor utilitario o por su valor
simbólico; es decir, por su valor económico o su valor identitario y cultural, que no se
encuentra vacío, y que es el “resultado de un proceso histórico” (Gurevich, 2005). Son los
actores sociales, económicos, culturales, y políticos quienes transforman y construyen
los territorios.
La naturaleza no es captada desde la las lógicas físico-naturales per se, sino desde
los procesos sociales de apropiación y transformación que van modificando y artificiali-
zando progresivamente los elementos naturales del planeta (op. cit.:61), dándole el valor
simbólico o utilitario del que habla Giménez (2000).
— 111 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
2. La Cañada de Huamuxtitlán
Localiza al noreste del estado de Guerrero, en los límites entre Puebla y Oaxaca, la
Cañada es un valle de origen sedimentario o valle aluvial, que ostenta un fondo plano y
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Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
amplio. Allí concurren los escurrimientos colectados cuenca arriba en el río Tlapaneco,
así como los sedimentos aluviales arrastrados por la corriente durante las lluvias du-
rante junio a agosto, todos ellos recursos de gran valor que han hecho de esta cañada
un nicho ecológico privilegiado. Este valle se encuentra a una altura promedio de 1100m
sobre el nivel del mar. Los dos macizo-montañosos que rodean la Cañada tienen alturas
máximas de 1800msnm. Localmente llevan los nombres de Cerro Chulaltepec, Los Bo-
netes y cerro El Aguacate, cuyas laderas se consideran no aptas para la agricultura por
sus pendientes de hasta 45 grados.
La fuente principal de agua es el río Tlapaneco, el cual tiene una superficie estimada de
5133km3. Se origina en la parte alta de la Montaña de Guerrero, a una altitud superior
a los tres mil metros, recorriendo una distancia de 148km desde su nacimiento hasta
desembocar en el río Atoyac, en Puebla. Se ubica en tercer lugar de importancia dentro
de la región hidrológica. En su recorrido pasa por los municipios de Zapotitlán Tablas,
Copanatoyac, Tlapa de Comonfort, Alpoyeca y Huamuxtitlán, y es un afluente de los ríos
.Mezcala y Balsas
— 113 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
— 114 —
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
Ya durante la Colonia fue el ganado y sus derivaciones, la caña de azúcar y sus deri-
vados, así como diversas frutas; la zona principal de riego de la Montaña fue la Cañada
de Huamuxtitlán, en donde había un acueducto de la muy productiva hacienda del mismo
nombre, a lo largo del siglo XVII esas haciendas se dedicaron principalmente a la pro-
ducción de ganado y después a la caña de azúcar, donde se combinó con cacao, frutas y
hortalizas (Bustamante, 2009:55).
En la descripción que nos dejó Villaseñor y Sánchez en 1745, se informa que Al-
puyeca (Alpoyeca), Ayeticpac (San Pedro Aytec), Tlalquizala (Tlalquetzala), Tlaquiltepec
(Tlaquiltepec) y Huamoxtitlán (Huamuxtitlán), cultivaban la caña de azúcar. Durante todo
ese siglo, el valle de la cañada sería el principal centro regional de fabricación de panela.
Cabe destacar que esta producción estaba fundamentalmente en manos de españoles
y de criollos; ya en 1886, un siglo después, el municipio de Huamuxtitlán albergaba 3
importantes haciendas de caña de azúcar: las de San Librado, San José Pastrana y San
José de la Escalera (Arce, en Martínez Rescalvo, 2004:92)
— 115 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
Pero este cultivo se viene abajo con la entrada del Tratado de Libre Comercio entre
México, Estados Unidos y Canadá, cuando nuestros productores no pudieron competir
con los precios bajos del arroz que entraba de estos países. Así, de 265 has. que se co-
sechaban, después de 1994 bajó a 88 has. y de ahí no se recuperó más (Sagarpa, 2005).
La quiebra fue inminente, y los productores de la Cañada fueron defraudados por el
acaparador de toda la producción de la zona, un señor Rojas, quien no les pagó la última
entrega que los campesinos le hicieron. Esto representó la quiebra, y el arroz se dejó se
sembrar.
Otro cultivo que merece mención especial son las huertas de frutales, específicamen-
te el mamey, anualmente se produce en promedio en Alpoyeca y Huamuxtitlán un total
de dos mil quinientas toneladas, y cuenta con gran prestigio en calidad, esto ha permitido
en la Cañada tener una mejor calidad de vida.
— 116 —
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
La agricultura de riego marca la pauta en la zona, todo esto de la mano con la gestión
del agua, cuya presencia en la zona es muy importante.
El Tlapaneco da vida a los pueblos de La Montaña, “tiene tanto significado simbólico, ríos
y lagos proyectan valores de identidad territorial y colectiva de las comunidades que
viven en sus riberas” (Bustamante, 2009:13); el agua es también un elemento social y
cultural. También tiene un valor más práctico, al ser en algunas comunidades detonador
de la economía. En su recorrido da vida a diversas localidades que en las riberas y vegas
se practica la agricultura de pequeño riego
— 117 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
Es común que durante la época de lluvias el rio crezca y que en ocasiones se desborde
debido a la gran corriente que baja con mucha fuerza, colectando aguas desde la mon-
taña alta, la zona de la cañada, y en la parte baja. Geográficamente es susceptible a los
embates de la crecida que año con año suceden, existe entre los pobladores experien-
cia ante este evento ya que la zona es influenciada por las tormentas y huracanes del
océano Pacifico, tan sólo de 1981 a 2005, se registraron 51 tormentas y huracanes se
crearon en este océano, de los cuales 7 han sido fuertes huracanes que han asolado el
estado (CNA, 2009). Específicamente del huracán Cosme en 1989; la gente recuerda los
estragos ocurridos en ese entonces.
Los derrumbes en la región de la Montaña son cosa común durante las lluvias, aunque
también lo son las inundaciones en las partes bajas por los desbordamientos de los ríos;
tal es el caso del Tlapaneco en la ciudad de Tlapa, la última sucedida en 1986, cuando
el agua del río Tlapaneco se junto con la del río Jale (tributario del Tlapaneco), llegando
hasta el zócalo de la población de Tlapa, la parte más afectada fueron los terrenos ale-
daños al río ya que quedaron cubiertos de arena y grava. Esto también ha sucedido en la
comunidad de Ixcateopan, en el municipio de Alpoyeca en 1866, lo que motivó mover el
pueblo hacia el cerro, en el margen derecho del rio Tlapaneco, y de lo que ahora queda
vestigio es una torre de la antigua parroquia del lugar localizada en lo que ahora son
tierras de riego. Más recientemente, en 1989, durante el huracán Cosme el pueblo de
Tlaquiltepec también tuvo que moverse hacia el cerro debido a una fuerte inundación a
consecuencia de la corriente; muchas tierras agrícolas se perdieron. Lo mismo sucedió
por las mismas causas en Alpoyeca, y San Pedro Aytec.
Es de notar que en esas ocasiones el desbordamiento del rio alcanzó los asentamien-
tos humanos, aunque año tras año los campesinos son los más interesados en proteger
los campos, eventualmente amenazado por las inundaciones y el riesgo de pérdida de
sus cosechas.
En aras de proteger tanto los campos como a las comunidades existe una respuesta
ante la amenaza. Desde tiempos inmemoriales se recurrió a una técnica de construcción
de muros de piedra, estacas y sauces formando estructuras destinadas a contener la
fuerza del río (Gutiérrez, 2005) esta misma tecnología actualizada es denominada por
— 118 —
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
los locales “trompezones o sauceras”, y que encontramos en las márgenes del río for-
mando barreras, que conducen y enmarcan al río.
Los “trompezones”, “sauceras” o protección ribereña son una construcción hecha a base
de estacas, ramas, piedras o costales de arena y varas de sauce, razón por la cual les
dicen localmente “sauceras”. Forman una barrera a lo largo de la ribera del río colocada
en una de las márgenes a lo largo de varios metros; ya que la longitud puede variar a
veces van cada 50 metros y en otras cada 200 metros.
La manera de construirse más común son las barreras que corren junto al río, pero
hay dos maneras más: a) barreras que se construyen adentrándose en el río, con lo cual
se desvía la corriente del mismo, a estas construcciones no se les siembran sauces; y
— 119 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
3.2 El enlamado
Ahora bien, el enlamada se usa conjuntamente con los trompezones, ya que ambas ac-
tividades se requieren para que las parcelas de cultivo se acondicionen óptimamente.
Después de que queda listo el “trompezón”, los terrenos se inundan para retener los
sedimentos aluviales.
Esta es una forma tradicional de mejorar con nutrientes naturales las parcelas de
cultivo es mediante la “lama”, sedimentos aluviales que arrastra el río a través de la
erosión hídrica. “Enlamar” es una técnica que se complementa con una de las funciones
del “trompezón”, mejorar y ampliar la zona agrícola, espacios ganados al lecho del río,
localmente a estos espacios se les dice “xale”, que significa arenal.
Enlamar consiste en conducir el agua revuelta del rio hasta ciertas parcelas (las que
se desea fertilizar), a través de los canales; se aprovecha la infraestructura que ya esta,
pero en los casos de un nuevo acondicionamiento, a parte de los “trompezones” se re-
quiere de tomas y canales nuevos, ya que se trata de un nuevo espacio.
— 120 —
Berenise Hernández Rodríguez y América Rodríguez Herrera
El perfil del suelo de la Cañada es variable: las parcelas más antiguas tienen alrede-
dor de 5 metros de lama, mientras que las de reciente incorporación, que están a la orilla
del rio, pueden llegar a tener solamente 30 centímetros.
Mediante el uso de estas dos técnicas la adaptación del medio ambiente ha sido a
base de pruebas y observación, la cual lleva muchos años, y ha contribuido al manteni-
miento del agrocecosistema de la Cañada, dando sustento a las familias agricultoras, y
también un estatus superior dentro de la región Montaña.
5.- Conclusiones
Se puede decir que en la Cañada las comunidades establecidas han definido que ha-
cer con su territorio, de tal forma que la implementación de las tecnologías tradicionales
han contribuido evidentemente a la consolidación y mantenimiento de la agricultura en
la zona, en tanto que al disponer de una capacidad para acomodarse al medio físico me-
diante dispositivos tecnológicos se expresan las organizaciones autogestivas, fuertes y
consolidadas; siendo que la tecnología se considera como expresión del conocimiento y
manipulación del hombre de las características de la naturaleza, además del desarrollo
de métodos, procedimientos, herramientas, técnicas y equipos para su aprovechamien-
to, se deduce que existe un amplio conocimiento comunal sobre el uso y gestión del agua,
en este caso, del rio Tlapaneco. Su comportamiento y mejor aprovechamiento enfocados
al mantenimiento de un sistema de riego y la planificación del territorio es un proceso
voluntario de intervención que amplía las posibilidades de éxito productivo y reproduc-
ción social de los regantes.
— 121 —
La Cañada de Huamuxtitlán, territorio y riego como expresión cultural
Hoy más que nunca se menciona en los discursos teóricos y programas políticos el
concepto de la “sustentabilidad”, que eventualmente podría resultar contradictoria con
el discurso de lo moderno como paradigma dominante, sobre todo si lo vemos desde la
perspectiva agroecológica, donde se prevén ambientes balanceados, rendimientos sus-
tentables, una fertilidad del suelo biológicamente obtenida y una regulación natural de
plagas, ya que se trata de agroecosistemas diversificados, que de cierta forma imitan los
procesos ecológicos naturales.
— 122 —
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— 124 —
HACIA LA IDENTIFICACIÓN DE LA
GOBERNANZA LOCAL DEL AGUA
EN LOCALIDADES INDÍGENAS
DE LA SIERRA NORORIENTAL DE
PUEBLA
Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
HACIA LA IDENTIFICACIÓN DE LA GOBERNANZA
LOCAL DEL AGUA EN LOCALIDADES INDÍGENAS
DE LA SIERRA NORORIENTAL DE PUEBLA
Resumen
L
a región de la sierra nororiental del estado de Puebla limita al norte y al este con
el estado de Veracruz, al sur con la región Valle Serdán, y al oeste con la Sierra
Norte de Puebla. Agrupa veintiocho municipios y se ubica en las cuencas de la
región hidrológica Tuxpan-Nautla (RH-27). La población indígena se asienta en diecisiete
de los veintiocho municipios de la región nororiental. En la zona de estudio ha existido
desde hace años un intenso movimiento social entre grupos de productores, indígenas
y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) con fines de acción ambiental. Ya que la
organización social en la zona es importante, en este trabajo se abordan algunos ele-
mentos ligados con ésta a través de la gobernanza del agua, en específico la gobernanza
local, tomando en cuenta que los recursos naturales son manejados a niveles locales,
en especial el agua, en torno a la figura de los manantiales y de los comités de agua
respectivos. Este ensayo parte del trabajo de campo (2003-2005) para una investigación
1 Doctor en Ciencias Sociales, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social,
Unidad D.F.
— 126 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
La región de la sierra nororiental del estado de Puebla se localiza en los 20° 15’ 25” de
latitud norte, 19° 36’ 57” de latitud sur, en los 97° 46’ 33” de longitud poniente y 97° 7’
13” de longitud oriente. Esta región limita al norte y al este con el estado de Veracruz, al
sur con la región Valle Serdán, y al oeste con la región Sierra Norte de Puebla. La región
agrupa veintiocho municipios y abarca en su conjunto una superficie de 2641km2.
Según el XII Censo General de Población y Vivienda del INEGI, habitan en la región 251
079 personas (124 349 hombres y 126730 mujeres), que representan el 52% con res-
pecto de la población total de la región, y el 4.9% con respecto de la población total del
estado. La población indígena (nahuas y totonacos) se distribuye en diecisiete de los
veintiocho municipios, de los que destacan, por su concentración de población, Zacapo-
axtla, Tlatlauquitepec, Cuetzalan, Chignautla, Atempan y Huitzilan de Serdán, pues tan
— 127 —
Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
En estos diecisiete municipios, del total de las viviendas particulares, el 71.3% (33
529 casas) tienen servicio sanitario exclusivo; un 28.7% (13 509) de las viviendas no lo
tienen. Por otro lado, analizando este servicio a nivel municipal, tenemos que Atempan,
Chignautla y Yahonáhuac tienen los más altos porcentajes de viviendas con servicio sa-
nitario exclusivo del total de viviendas en los municipios, con el 83.8%, 88.6% y 83.7%,
respectivamente. En el otro extremo se encuentran Hueytlalpan, Huitzilan de Serdán y
Jonotla, con el 52.2%, 57.1% y 56.7% del total de cada municipio, respectivamente (INEGI,
2000).
También se observa que el 60.7% de las casas (28 547) tienen agua entubada; ello
significa que el 39.3% de las viviendas no cuenta con este servicio (18 491). Los muni-
cipios donde se encuentran los más altos porcentajes de viviendas con agua entubada
son Atempan, Chignautla y Yahonáhuac, con 84.8%, 85% y 82.3%, respectivamente; ello
implica que en esos municipios el servicio de agua entubada está más extendido. Por
— 128 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
otra parte, los municipios más deficitarios de ese servicio son Caxhuacan, Hueytlalpan
e Ixtepec, con 21.7%, 15.7% y 7.6% del total de viviendas, de modo respectivo, en cada
municipio (INEGI, 2000).
En el caso del drenaje, se aprecia que sólo el 36.2% (17 049) de las viviendas en la re-
gión cuenta con el servicio, lo que manifiesta un alarmante 63.8% de viviendas carentes
de tan significativo beneficio. Los municipios menos favorecidos en relación con el total
de viviendas en sus localidades son Huehuetla, Hueyapan y Hueytlalpan, con el 13.8%,
17.1% y 16.7 %, de forma respectiva3 (INEGI, 2000).
Es en esta región en donde se intentará una identificación de los elementos que sub-
yacen al manejo del agua a través del enfoque de gobernanza del agua, abordaje que
merece ser puntualizado y que es el tema del siguiente apartado.
Es a partir de estas dos grandes corrientes conceptuales que se han buscado definir
una multiplicidad de “gobernanzas”: del agua, ambiental, local, ecológica, de gestión hí-
drica, etcétera, provocando una confusión en la definición conceptual y en su aplicación.
3 Es en esta región donde se hizo, entre 2003 y 2005, una serie de estudios e investigaciones relativas al agua, la organización
y la participación social, mediante un proyecto financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Puebla y ejecutado
por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.
— 129 —
Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
— 130 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
Pero queremos dar una vuelta de tuerca más (con perdón y en homenaje a Henry
James), un giro local al concepto de gobernanza, y hablar, precisamente, de gobernanza
local del agua. A este respecto, nos referiremos no sólo a un cambio de escala, sino
que proponemos definirla, entonces, como la suma de los modos en que los individuos
y las instituciones, tanto públicas como comunitarias, planifican y manejan sus recur-
sos hídricos en un espacio, región o territorio determinado (espacio local), así como el
involucramiento y la participación de los grupos sociales en la toma de decisiones a
través del proceso en el que entran en juego intereses diversos o conflictivos, y se puede
emprender una acción conjunta. En este enfoque se incluyen tanto instituciones como
acuerdos formales e informales de los ciudadanos.
El tema de gobernanza local del agua no es, tampoco, un tema nuevo, ya que hay
autores que han llevado sus análisis de gobernanza del agua a ámbitos locales (Román,
et al., 2001; Decoster, 2003; Gascó, et al., 2002). En este enfoque hay dimensiones impor-
tantes que debemos señalar y que serán referidas en el siguiente apartado; a saber: la
rendición de cuentas, la organización, la identidad, la comunalidad y la pertenencia a un
territorio determinado (en muchas ocasiones) por los manantiales que se encuentran en
la zona de estudio.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
— 132 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
misión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas-CDI) XECTZ, Xanay Tiyat, Red
Ambiental de Cuetzalan, Participación Ciudadana, Yancuic Masehual Nemilis,
Taputsama Takxtumit, Mujeres Indígenas Tejedoras en Flor, Palhu Xanat, Grupo
de Productores Orgánicos Xatlankapin, Sasti Talhtsi y Vivero La esperanza del
mañana.
Estas organizaciones están formadas, en su mayoría, por grupos indígenas que impul-
san proyectos productivos y de desarrollo. La ecología y el desarrollo sustentable son
dos temas presentes en muchas organizaciones de este tipo, y sus acciones se sitúan
dentro de ese marco de acción. Las organizaciones pueden tener objetivos claros y rea-
lizar actividades que estén encaminadas al logro de sus metas, pero no cuentan con los
recursos apropiados. Una situación similar prevalece en las ONG “mestizas” de la zona,
las que también tienen un magro apoyo y pocos recursos. Sólo la organización que ad-
ministra el vivero La esperanza del mañana se ha ligado con un “padrino” y ha ampliado
su margen de acción a once municipios de la región nororiental. Los proyectos de esta
organización cubren temas como educación, salud, ecología, turismo, proyectos sociales
y agrícolas. En la zona, a través de este vivero, se ha realizado un importante esfuerzo de
reforestación: en 2002 habían sido reforestadas noventa y siete hectáreas; en 2003, 263,
y en 2004 se reforestaron 233 hectáreas más. Entre otros de sus proyectos importantes
está el impulso a la medicina tradicional, que opera en colaboración con la organización
Masehualpajti. Muchas de estas acciones están orientadas al combate contra la pobreza
y a beneficiar comunidades a través de medios organizativos, de servicios básicos y de
producción.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
En resumen, existen tres grandes rubros sobre los que se ha organizado la sociedad
civil en la región: pueblos indígenas, medio ambiente y mujeres. La presencia de estos
grupos de mujeres es notoria en los foros organizados por la Red Ambiental. En 2004 se
organizó un foro específico para revisar la problemática del medio ambiente y proponer
el diseño de un área natural protegida. El foro atrajo a diversas organizaciones no sólo
del municipio de Cuetzalan, sino de otros municipios de la región, a jueces y autoridades
de comunidades indígenas, al componente de Áreas Naturales Protegidas de la Semar-
nat, a investigadores de la Universidad Iberoamericana, a investigadores del Instituto
Mexicano de Tecnología del Agua y al ayuntamiento de Cuetzalan.
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Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
al., 2010). En la zona no sólo existen comités comunitarios (locales) de manejo del agua,
sino que también existe la figura de comités intercomunitarios (Acaxiloco, Tepetzintan,
Pinahuistla, entre otras), cuyo funcionamiento se ha dado bajo un estricto reglamento y
la definición de derechos de usos del agua. En otros municipios, los comités también son
formas de organización comunitaria para el manejo del agua potable. Mencionaremos
en este artículo, por cuestiones de espacio, sólo el caso de los comités en un municipio:
Chignautla4.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
Otro de los comités que operan en Chignautla es el de Coahuixco. Esta localidad toma
parte del agua del Tauyocanapan; la red completa abastece a cuando menos 340 casas;
cerca de sesenta viviendas adicionales carecen del servicio.
El comité se integra con seis vocales, además de las personas que detentan los car-
gos centrales. Los integrantes actuales llevan siete años en funciones; los anteriores
fueron reemplazados a petición de los usuarios ya que su desempeño parecía no respon-
der a un eficiente manejo financiero ni a las necesidades de mantenimiento y ampliación
requeridas por los pobladores. El cambio de la directiva anterior fue bien aceptado en su
comienzo; bajo el mando de la mesa actual mejoró el servicio y comenzó a disponerse
de mayores fondos.
— 136 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
El comité está estructurado para asegurar un control preciso del agua, para ello fun-
cionan diez representantes de calle y “valvuleros”. El suministro es terciado, asignando
entre cuatro y cinco horas de servicio alternadamente entre unas y otras calles. Algunos
vecinos califican como oportunistas a ciertos miembros del comité; difunden la idea de
que las recaudaciones son desviadas en beneficio personal. Los miembros también son
responsabilizados de una distribución de agua que privilegia las manzanas donde están
sus casas. El comité, por su parte, afirma que las reparaciones de fugas y el manteni-
miento de la red son eficientes, pero que el desperdicio de agua dentro de las casas es
significativo.
Por su parte, los Nueve Manantiales entregan agua a la ciudad de Teziutlán con base
en un convenio suscrito entre el ayuntamiento del propio Teziutlán y el de Chignautla.
Los términos de este convenio estipulan que el municipio de Atempan financiaría o en-
tregaría materiales para la construcción de una escuela primaria en Chignautla como
pago por la entrega de agua. La escuela aparentemente ya está terminada, pero no es
funcional. Obviamente los términos del convenio son desproporcionados, ya que, como
valor de cambio, la disposición de la escuela no se corresponde con la disponibilidad
segura de agua.
— 138 —
Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
ayuntamiento sus consumos de agua con tarifas presumiblemente similares a las de los
usuarios y consumiendo volúmenes mayores.
Según autoridades del Ayuntamiento de Chignautla, éste recibe una cuota anual por
la entrega de agua a la ciudad de Teziutlán, que se incrementa cinco por ciento anual-
mente. Por lo demás, también de acuerdo con la alcaldía, los comités administran defi-
cientemente las redes de agua, ponen la recaudación de cuotas y la venta de tomas por
delante de una distribución óptima y equitativa, y se limitan a proporcionar servicios
técnicos apenas elementales: los comités “hacen negocio” con el agua mientras algunos
habitantes no cuentan con el servicio. No obstante, se admite que los comités gozan de
una importante jerarquía en las comunidades y que algunos pueden entablar lazos de
confianza con los pobladores. En todo caso, para el gobierno municipal, los comités se
perciben a sí mismos como dueños del agua.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
desde grupos indígenas hasta ONG; y por otra, enmarca un gran despliegue de energías
sociales, entendiendo por ello un alto grado de participación social y de potencialidad.
Las dos condiciones anteriores constituyen una oportunidad de desarrollo que puede
aprovecharse para impulsar todo tipo de proyectos en la región.
Desde la óptica de la gobernanza local del agua, podemos afirmar que este espacio
organizativo presenta estructuras grupales y sociales que responden a diferentes inten-
cionalidades, y sugerimos que pueden agruparse en una tipología. Existe la intención de
responder a necesidades propias de los pobladores. A este primer caso corresponden
varios grupos de mujeres y de productores orgánicos agrupados en torno a un tipo de
organización autogestiva.
El último grupo, que se diferencia por tipo de actividad, escala y apoyo entre orga-
nizaciones (la mayoría emanadas de la sociedad civil, autogestivas o inducidas) puede
inscribirse en la categoría de redes; engloba, por ejemplo, entidades que aumentan su
relevancia en virtud de sus vastas articulaciones, como la cooperativa Tosepan Titata-
niske y la Red Ambiental de Cuetzalan (extendida en varios municipios) o la Organización
Independiente Totonaca (OIT). Estos tres grupos se orientan, mayoritariamente a respon-
der a las necesidades de la población, generalmente atendiendo cuestiones ambientales
y, dentro de ellas, el agua.
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Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
Las localidades rurales están situadas en las montañas de la sierra o en sus in-
mediaciones, y se abastecen generalmente de ojos de agua y manantiales. A principios
de la década del 2000, los volúmenes distribuidos comenzaron a dejar insatisfechas la
cobertura y la continuidad del servicio, como se refleja en la percepción de los habitan-
tes. Cinco factores, al menos, determinaron este hecho: el crecimiento demográfico, la
irregularidad de la topografía y la distribución natural de los nacimientos de agua, la
ubicación de los poblados respecto de las fuentes de abasto en una geografía acciden-
tada, la inutilización de manantiales por el meteoro que dañó a la región en 1999, y una
administración del recurso que no es consecuente con tales factores.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
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Hacia la identificación de la gobernanza local del agua
El abuso y el proceder correcto de los miembros del comité alternan ante el escru-
tinio de los pobladores, la convalidación social de la dimensión orgánica del comité y la
realización de su imagen grupal e individual en la localidad. Lo que está de por medio
en el tejido de los elementos anteriores es un umbral extremo de confianza, el delinea-
miento de tal umbral y el grado en el que su trasgresión podría o no permitir tolerancia.
Puede perderse la confianza en los miembros del comité, o en uno de ellos, pero no pue-
de perderse la confianza en el comité mismo, en tanto forma social y órgano legitimado.
Los valores implicados en esta estructura están expuestos a una confrontación con los
valores que lleva consigo la municipalización del servicio de agua potable o, en todo
caso, la intervención de los ayuntamientos en la vida local.
Los modos de actuación de los comités están configurados sobre un grupo de corre-
laciones: a) el agua y la tierra: el manantial-la identidad; b) el bienestar colectivo y los
bienes comunes: la territorialidad; c) la representatividad y la legitimidad: la autono-
mía. Las tres series de correlaciones inscritas en el sentido comunitario de lo local, las
maneras de actuación de los comités configuradas con esas series, las escalas locales
de identidad y la autonomía de los grupos ocupados del agua entran especialmente en
juego en las localidades cuando los comités interactúan entre sí y cuando se relacionan
con los ayuntamientos.
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Daniel Murillo Licea y Pablo Chávez Hernández
Por otro lado, por lo expuesto en el presente artículo, hemos visto que hay mecanis-
mos de potencial efectividad en la gobernanza local del agua, mecanismos que podrían
ser reconocidos en un campo más regional o estatal desde el foco de la sociedad y las
instituciones, lo que todavía ofrece un campo fértil y complejo sobre el cual trabajar en
vías de lograr, al mediano y largo plazo, los mecanismos tanto suficientes como adecua-
dos para la negociación entre instituciones y sociedad. Un camino largo por andar en la
zona indígena de la región nororiental de Puebla.
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AGUAS NEGRAS DE LA CIUDAD
PARA LA AGRICULTURA EN
CINCO CASOS: MÉXICO, 2010
Jaime Peña Ramírez
AGUAS NEGRAS DE LA CIUDAD PARA LA
AGRICULTURA EN CINCO CASOS: MÉXICO, 20101
Resumen
L
a crisis del agua ha sido atendida por el Estado y el capital a través de la crea-
ción del agua-mercancía y, a nivel espacial, mediante la constitución de las ciuda-
des-cuenca. Estas formas de atención a la crisis han conducido a serias contra-
dicciones con lo rural y lo agrícola, de tal manera que nos encontramos ya en un camino
sin retorno del deterioro del recurso hídrico que impacta sobre la cantidad y calidad de
alimentos para nuestro país, agudizando la crisis alimentaria que inició en 2008. En este
capítulo se analizan los casos de la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, León y
San Luis Potosí, con la intención de graficar las tendencias del comportamiento de la
crisis de la relación del hombre con el agua, tanto en el campo como en la ciudad.
Introducción
El riesgo de que el hambre se agudice en nuestro país se hace presente como resultado
1 El capítulo se apoya en la tesis doctoral del autor elaborada en la UAM Azcapotzalco: (2010) Crisis del agua en México. Una
interpretación sobre sus orígenes desde la ecología política (1950-2010).
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
Hemos llamado ciudad-cuenca a los conglomerados urbanos que acuden a otras cuen-
cas para satisfacer sus necesidades hídricas, habiendo acabado y contaminado el agua
disponible en su espacio, sus aguas residuales contaminadas las expulsan hacia otras
cuencas sin preocuparse de su tratamiento, sus propios acuíferos corren el riesgo de
contaminación y se explotan por encima de su recarga. Ante ello, acuden a otras cuencas
para seguir creciendo, contaminando y demandando mayores volúmenes de agua (Peña,
2010) por un camino identificado como despojo hídrico en cantidad y calidad. Esta Ley de
comportamiento de las urbes frente al agua tiene diferentes impactos ecológicos, socia-
les y políticos que aquí no podemos agotar, pero interesa indagar sobre uno de ellos: la
contaminación de las aguas destinadas a la agricultura y la competencia por el recurso
entre el campo y la ciudad.
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Jaime Peña Ramírez
La aportación de otras cuencas a la sedienta comunidad urbana deja sin agua los há-
bitats fuente, de tal modo que se tiende a desecar el área afectada como resultado del
desajuste hidrológico provocado por los trasvases. En tales ecosistemas hay vida en
el agua, por lo que disminuir su presencia reduce tal vitalidad, la cual no renace en las
urbes; por el contrario, éstas arrojarán mayores volúmenes de agua contaminada.
En un rápido vistazo a los casos elegidos, tenemos el siguiente cuadro en el tema del
abasto urbano externo, partiendo de los casos sencillos a los de mayor complejidad.
San Luis Potosí ha sustituido su uso el agua limpia del subsuelo, actualmente desti-
nada a la generación de energía eléctrica (CFE), que se extrae en Villa de Reyes por agua
residual producida y semitratada en su zona industrial. Este intercambio “sustentable”
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
En Guadalajara, la aportación futura será del mismo río Verde mencionado para León,
pero en la actualidad se provee de Chapala, con agua bastante peleada que sostiene el
hábitat de pescadores y agricultores de la propia entidad y de vecinos de Michoacán
y Guanajuato (Durán, 2005; Bravo, et. al., 2006; Wario, 2004; Graizbord, 2004; Lezama,
2004).
En Monterrey, las crisis recurrentes de abasto se han sorteado por la previsión opor-
tuna, primero acudiendo a la propia cuenca con la construcción de la presa La Boca;
en paralelo, recurriendo a los acuíferos propios y luego a los vecinos de Mina y Huas-
teca, así como a galerías filtrantes. La ciudad no se descuidó en los ochenta, ligándose
mediante acueducto a una subcuenca vecina del sur (Río Conchos-San Fernando), en
donde se construyó la presa Cerro Prieto en Linares, ubicada a 110km de la ciudad.
Posteriormente, en los noventa, Monterrey construyó la presa El Cuchillo sobre el río San
Juan para recibir agua expulsada de su propia cuenca y contaminada por la ciudad que
regresaría a la urbe para ser tratada y reciclada. En la actualidad, ha ganado tres metros
cúbicos más para sus necesidades, procedentes de la cuenca del Pánuco, ubicada a más
de cuatrocientos kilómetros (Aguilar, 2006; Bennett, 1995; Garza, 1995; Graizbord, 2004;
Torres, 1985; Peña, 2010).
El caso “madre” es la Ciudad de México por ser ejemplo nacional a seguir, con una
larga historia de abasto-desabasto y expulsión del agua denominada “excedentaria”, en
cuanto constituye un límite al crecimiento de la ciudad sobre áreas lacustres, desde el
tajo de Nochistongo, impulsado por Enrico Martínez al inicio del siglo XVII, cuando se
inició una política de desecación de la cuenca que pervive hasta nuestros días como
política pública. A partir de la mitad del siglo XX inició el abasto de fuentes externas
a la cuenca al notarse el acelerado hundimiento de la gran urbe como resultado de la
extracción del agua del subsuelo. Este fenómeno había iniciado un siglo antes, pero se
recrudecía desde los inicios del XX y, sobre todo, a partir del crecimiento de la urbe en los
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Jaime Peña Ramírez
cuarenta (Ezcurra, 1991, 2006; Perló, 1999, 2005; Tortolero, 2000; Ávila, 2002; Jiménez,
2007; Martínez, 1997, 2002; Restrepo, 1990). Este siglo fue testigo de varios procesos:
la sobreexplotación del acuífero, la extrema contaminación del agua, la virtual extinción
de las zonas lacustres que permitían la recarga de los acuíferos, así como la acelerada
construcción de una moderna infraestructura hidráulica de desalojo que contribuye en
mucho a la desecación. En paralelo, se acudió al agua del exterior, primero de la vecina
cuenca alta del río Lerma a mediados de siglo (inicialmente de manantiales y después de
pozos profundos), enseguida del Cutzamala y actualmente del Temascaltepec. Después,
se explotó también el alto Tula, sin dejar de suspirar por el agua del oriente con destino
al río Tecolutla que corre hacia el Golfo de México o del alto Amacuzac, afluente del
Balsas. En fin, la ciudad mira a todos los confines para su abasto e impacta dos grandes
cuencas con destino a la vertiente del Pacífico y una más para abasto y expulsión de
aguas residuales por el río Tula-Moctezuma-Pánuco en la vertiente del Atlántico hacia el
Golfo de México. Describir los impactos ambientales de estos escurrimientos requiere de
un documento amplio, más allá de lo que podemos abarcar en este pequeño escrito, de
tal modo que se describe aquí sólo lo que sucede en las áreas rurales y en la agricultura
del entorno urbano.
En general, las ciudades mencionadas resuelven las recurrentes crisis del agua en el
tenor del abasto suficiente y oportuno del recurso, agudizando la llamada crisis del agua
porque esta incluye la sobreexplotación de los acuíferos y el agudo proceso de contami-
nación que no se detiene ni con el tratamiento de las aguas residuales. El abastecimiento
por medio de fuentes externas tiene como justificación “sustentable” dejar de sobreex-
plotar el acuífero interno de cada urbe, pero en los hechos, esto nunca sucede; a su vez,
la contaminación que se presenta en el aire tampoco deja en su tendencia destructora
de la calidad del agua. Además, las ciudades e industrias generan un enorme cúmulo de
basura biodegradable, no biodegradable y tóxica cuyo destino son los cuerpos de agua
nacionales. Las urbes, por lo demás, son ejemplo de la mejor atención a su ciudadanía en
los servicios de agua potable y alcantarillado. No hay manera de comparar estos servi-
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
cios urbanos con lo que sucede en lo rural, en donde están ausentes tales privilegios. Se
adivina que el campesino está lejos de ser un ciudadano de semejante categoría, hasta
que se “descampesiniza” y demanda, desde la ciudad, el agua que le robaron.
Enseguida hacemos un breve recuento del impacto de las urbes elegidas en las áreas
de abastecimiento del recurso, para luego abordar el resultado de expulsar las aguas
residuales con y sin tratamiento hacia los campos agrícolas.
El agua azul (Clarke, 2004) que corre hacia las grandes urbes ha sido producto de una
política estatal que privilegia el uso del agua urbana sobre la rural y la conformación de
la ciudad cuenca. En los casos seleccionados podemos observar sin esfuerzo alguno que
la decisión primaria es del Estado. Así, el impulso de los acueductos y la sobreexplota-
ción de los acuíferos que le precede son producto de la práctica estatal, apoyada con el
financiamiento de los organismos internacionales durante la segunda mitad del siglo XX.
En el caso de la Ciudad de México, misma que inaugura esta solución a la crisis del
agua, se postulan los acueductos del exterior bajo el discurso de subsanar el hundimien-
to de la ciudad producto de la sobreexplotación. El agua azul del exterior ha representa-
do un porcentaje variable sobre el consumo de la ciudad, que oscila alrededor del 30%
del volumen total consumido. La diferencia se cubre con el agua del subsuelo en una
altísima proporción; no obstante, los acueductos no detienen la sobreexplotación de los
acuíferos de la cuenca. Este proceso es paralelo a la construcción del sistema de drenaje
profundo. Ambos se aceleraron en los setenta y han continuado hasta la fecha sin que la
política hidráulica tenga claro que se trae agua del exterior para expulsar a su vez, la del
interior. La justificación para sostener esta ambivalencia y confusión la ofrecen, por una
parte, la carencia temporal del agua, y por otra, el exceso de ella con sus inundaciones,
que dañan grandes espacios urbanos antes cubiertos por agua, es decir, que eran parte
del lago.
Los efectos negativos por el saqueo del agua azul de otros contornos se resienten
en la desecación de las áreas fuente y, sobre todo, en las luchas de los habitantes que
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Jaime Peña Ramírez
se quedaron y siguen quedándose sin el recurso, viendo pasar el agua a la gran urbe.
En el caso de la Ciudad de México, las protestas son latentes en cada ciclo agrícola: los
campesinos del estado de México nunca han mostrado conformidad con el envío del
agua a la ciudad porque la desecación suprimió primero la pesca en los lagos, luego los
bosques y después los suelos que tienden a erosionarse. Los hundimientos de las áreas
aportadoras de agua subterránea cierran el ciclo de desecación, lo cual ha conducido a
buscar nuevas fuentes de abastecimiento en el río Temascalepec, en el más lejano alto
Amacuzac o el Tecolutla. Todos ellos garantizan la vida rural y agriculturas precarias, de
tal suerte que las protestas ante el saqueo del agua del arroyo o manantial acompañan
siempre a los ingenieros desde la formulación de sus proyectos. En el Cutzamala, las
indígenas mazahuas desnudaron las políticas de despojo durante los inicios del siglo y
los campesinos michoacanos enarbolaron las luchas hídricas al inicio del 2010 (Peña,
2010: 133-60).
Los conflictos sociales surgen invariablemente en cada una de las áreas aportadoras.
Guadalajara enfrenta protestas sistemáticas por el saqueo de Chapala, mismas que se
agudizan con el devenir de las sequías. Ante la opción del río Verde con la presa El Za-
potillo, Conagua ha tenido que enfrentar las protestas y amenazas de los habitantes con
respecto del embalse de esta presa de almacenamiento, que dará servicio a Guadalajara
(tres metros cúbicos por segundo) y a León (un metro cúbico por segundo). Los pueblos
de Temacapulín, Palmarejo y Acásica del estado de Jalisco mantienen sus protestas en
la actualidad. León ha enfrentado la resistencia contra la explotación del acuífero de los
habitantes de Romita, un pequeño pero activo pueblo agricultor vecino. Monterrey ha
tenido serios conflictos con los agricultores de El Bajo San Juan como resultado de la
construcción de la presa El Cuchillo, que retuvo arbitrariamente el agua concesionada a
la agricultura tamaulipeca. Las protestas de los habitantes vecinos de San Luis Potosí
por el agua limpia a extraer de Villa de Reyes, son comunes y acalladas.
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
En general, son las entidades del centro del país las que utilizan aguas negras:
Guanajuato (4 257 unidades) Michoacán (5 747) e Hidalgo, con 27 633. Ensegui-
da tenemos otro grupo formado por Puebla (13 338), Tlaxcala (2 338) y Morelos
con 1 379 unidades. La proporción de las unidades que riegan con aguas
negras sobre el total de unidades de producción ofrece un cuadro extremo en
los estados de Hidalgo (60%), Tlaxcala (35%) puebla (25%), México (14%), sigue
Veracruz con un 13% de unidades y enseguida, Guanajuato, Michoacán y Mo-
relos, cuyas cifras rondan el 9%. […] Elaborando un promedio de la superficie
por unidad a nivel estado y multiplicando por el número de unidades irrigadas
con el agua negra, tenemos una cifra total estimada de 268 684ha irrigadas
con aguas negras; 42 138 ha con aguas residuales tratadas y una superficie
donde no saben la calidad del agua que utilizan de 59 566ha. Así, el proceso de
deterioro de la calidad del agua en esta gruesa estimación, toca más de 300
000ha (Peña, 2010: 57).
Los casos de las ciudades cuenca que tratamos están muy ligados a las cifras anteriores,
con excepción de Morelos, Puebla y Tlaxcala, cuyas capitales explican en gran parte la
producción de las aguas residuales, y en Veracruz, la presencia de Pemex y los ingenios
azucareros. La ciudad de México expulsa aguas residuales al norte de la cuenca hacia el
Estado de México e Hidalgo desde inicios del siglo XX; ya expulsaba aguas excedentarias
desde tres siglo atrás, pero la diferencia estriba en que este afluente empezó a ser cada
día más negro durante el siglo mencionado, como resultado de que el área concentra el
30% de la industria nacional y 20 millones de habitantes. Al término del siglo, e inclusi-
ve en la actualidad, todavía hablamos de agua cruda sin tratamiento, expulsada por el
drenaje profundo (en El Salto Tlamaco, antiguo tajo de Nochistongo, cerca de Tula) y por
el gran canal de desagüe con destino a los túneles de Tequixquiac, construidos uno a
principios y otro a mediados del siglo. De esta manera, la Ciudad de México genera una
— 156 —
Jaime Peña Ramírez
agricultura abastecida con aguas negras en los estados de Hidalgo y México, de aproxi-
madamente 100 000ha. Esta agricultura puede calificarse de suburbana contaminada
y es creada por la ciudad con un doble fondo: por un lado, atenúa las necesidades de
empleo y alimentos de áreas empobrecidas indígenas ñañus del norte de la cuenca, que
no contaban con riego; pero a su vez impulsa un proceso de contaminación extremo al
distribuir gran cantidad de componentes peligrosos que acompañan al agua expulsada
de la ciudad. Hasta finales de los ochenta, en el área se producían hortalizas para la ciu-
dad, por lo que se produjo una sutil venganza campesina por el envío de contaminantes
de aquélla a estas regiones; sin embargo, es precisamente a fines de esta década que se
empieza a legislar en relación al uso de aguas residuales crudas para la agricultura, res-
tringiendo la producción de algunas hortalizas. Con todo ello, se siguen sembrando frijol,
calabazas y otros cultivos prohibidos en la legislación. Los campesinos se ven forzados
a luchar por el agua residual dadas las condiciones de irregularidad del abasto durante
el ciclo agrícola. En los cultivos comerciales hortícolas dominan capitales de importancia
que salen ganando con esta lucha campesina. Las aguas negras de la Ciudad de México
siguen corriendo después de esta área de riego, por el río Tula, el Moctezuma y el Pá-
nuco, para alimentar el Golfo de México. No hay estudios del grado de contaminación y
sus efectos a lo largo de esta vena vital dañada, pero sin duda se afectan los hábitats
en su recorrido. Las sesenta especies de peces de escama del Pánuco, por ejemplo, han
sido dañadas durante el siglo pasado por esta corriente contaminada hacia el mar. Los
campesinos, por lo demás, son pescadores por tradición cultural o “porque el hambre
aprieta”.
En el caso San Luis Potosí, las aguas residuales crudas se utilizaron desde su expul-
sión por la urbe desde mitad del siglo XIX en los campos vecinos del norte de la cuenca
cerrada, donde se asienta la ciudad (Cirelli, 1999; Camacho, 2001). Esto sigue vigente con
aproximadamente 3 000 hectáreas de cultivo, donde tampoco se respeta del todo las
restricciones a la producción de algunas siembras. Los productores del área están bien
organizados como usuarios del agua residual y han ganado un volumen importante para
sostener su producción como campesinos subsumidos a la ciudad (Cirelli, 1999; Peña,
2006). Sobresale también aquí la presencia de capitales de importancia en la producción
de flores y de algunas hortalizas. En León tenemos una superficie agrícola ubicada al
suroeste, semejante a la del caso anterior, y una producción hortícola de importancia en
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
ella, aun con las prohibiciones. Aquí se percibe la influencia como productor y comprador
del expresidente Fox, cuyo rancho San Cristóbal se localiza en estos contornos. Con la
planta instalada en el 2008 para tratar el agua expulsada de la ciudad, los campesinos
se han beneficiado por el caudal más regular y la mejoría de la calidad del agua, la cual
justificará más adelante la siembra de hortalizas.
Finalmente, Monterrey expulsa sus aguas contaminadas por el río San Juan, afluente
del río Bravo. Parte de estas aguas se regresan a la ciudad para su tratamiento, reen-
viando la mitad del caudal tratado a la cuenca del San Juan (cinco metros cúbicos que
se envían a la presa Marte R. Gómez, cabeza infraestructural del distrito de riego Bajo
Río San Juan, que riega una superficie de 70 000 hectáreas en Tamaulipas, a 170km de
Monterrey, aproximadamente) como resultado de los acuerdos con los productores ta-
maulipecos. Estos productores agrícolas recibían agua de aceptable calidad de la presa
mencionada; sin embargo, con el crecimiento urbano e industrial de Monterrey se agudizó
la expulsión de agua contaminada, dañando el hábitat del Bajo Río San Juan, adherido al
río Bravo. A la contaminación se sumó la retención de agua para la gran urbe norteña en
la presa El Cuchillo a mitad de los noventa, de tal modo que los agricultores impulsaron
un movimiento de protesta que derivó en algunos acuerdos relativamente aceptables
en términos de cantidad de agua que la ciudad se compromete a ceder al distrito, sin
precisar acuerdos claros sobre su calidad. Esto es muy importante para los productores
— 158 —
Jaime Peña Ramírez
del área porque los suelos del distrito son de buena calidad, arcillo-arenosos con buen
drenaje interno, lo que permitía producir hortalizas para la exportación. Aun así, la baja
calidad del agua puede eventualmente bloquear la alternativa de sembrar cultivos co-
merciales y reducir las opciones a la siembra de granos, tal como se hace en la región
adyacente del Bajo Río Bravo.
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
Visión de conjunto
Las grandes urbes que hemos tocado han tenido un comportamiento típico de ciu-
dad-cuenca: depredando el recurso en su interior hasta su agotamiento, o bien, hasta
que es inminente, transformando los ríos en vías rápidas por donde corren automóviles
o sobreexplotando al extremo el agua subterránea, arriesgando su contaminación, el
hundimiento de la misma urbe, impulsando los acueductos para traer agua de otras
cuencas y contaminando otros contornos. Las ciudades-cuenca generan una agricultura
un tanto perversa que tiende a deteriorar la calidad de los alimentos, inclusive las urbes
compiten con el agua vital de la ruralidad sin culpa alguna. La presión que ejercen sobre
el agua va más rápido de la que ejercen sobre el suelo que ganan cada día en su espacio,
de tal modo que la cantidad de agua para la irrigación tiende a reducirse y la calidad a
deteriorarse.
Por su parte, el tratamiento “sustentable” de las aguas que expulsan las grandes
urbes no tiene el sentido ético de resolver el problema de la contaminación que envían
aguas abajo, sino el aspecto lógico de garantizar la provisión de agua para su crecimiento.
Las metas del milenio fijadas como compromiso para tratar las aguas residuales de uso
público, adquirido por nuestro país ante organismos internacionales (que últimamente
signan nuestro destino), se aceleran con sólo atender Guadalajara y Ciudad de México.
Esto cubre la parcela estética del asunto; sin embargo, reproduce también la tradición
contaminante porque no se repara en su origen, además de ser una opción concentrado-
ra e inequitativa a favor de las grandes urbes nacionales.
Remitiéndonos a su calidad, las agua negras para la agricultura crecerán, tal como
hasta ahora, más rápido que el crecimiento de la superficie irrigada, de tal modo que las
seis millones de hectáreas bajo irrigación tenderán a mantenerse constantes, pero se
ennegrecerán todos los caudales destinados al uso agrícola. El volumen de agua azul
destinado a los dos millones de hectáreas irrigadas con agua del subsuelo tenderá a
cambiarse por agua sucia tratada o no por las ciudades.
Así, seguir los cauces del agua expulsada por las ciudades nos permite asegurar
que el agua de riego, el uso que emplea el mayor volumen y el que mayor desperdicio
tiene según los analistas de los organismos internacionales, tiende a cambiar su calidad,
como lo indican los casos analizados. León cuenta en su alrededor, dentro de su muni-
— 160 —
Jaime Peña Ramírez
Monterrey creó una agricultura suburbana contaminada por la ciudad con menos im-
portancia y estabilidad que León y San Luis Potosí; no obstante, empezó a contaminar de
manera extrema una región más lejana (situada aguas abajo, a doscientos kilómetros)
con el avance impresionante de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX, derivado de
las actividades industriales que atraen a cuatro millones de personas, más que las 3.5
de Guadalajara. Esta contaminación tuvo que atenderse; y al practicarse la solución, la
ciudad descubrió que puede “descontaminar” el agua y regresarla para su crecimiento
en los usos industriales. Los agricultores tamaulipecos tienen que aceptar los hechos
consumados de intercambiar agua azul por agua residual tratada de la gran urbe y re-
signarse a recibir en cada avenida del San Juan y del corajudo Santa Catarina grandes
cantidades de contaminantes de la ciudad, y también de Cadereyta, ciudad petrolera ins-
talada en la parte baja, al oriente de Monterrey (60km).
Conclusiones
Así, las aguas negras pueden ser una bendición para regiones empobrecidas dispuestas
a resistir la afrenta de la ciudad produciendo alimentos y flores contaminados para ella;
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Aguas negras de la ciudad para la agricultura en cinco casos: México, 2010
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— 167 —
TERCERA SECCIÓN
SUSTENTABILIDAD Y
TRANSFORMACIÓN SOCIAL
ELEMENTOS COMUNES EN LOS
MOVIMIENTOS DE ECONOMÍA
SOLIDARIA Y SUSTENTABILIDAD
AMBIENTAL EN MÉXICO
Boris Marañón Pimentel
ELEMENTOS COMUNES EN LOS MOVIMIENTOS
DE ECONOMÍA SOLIDARIA Y SUSTENTABILIDAD
AMBIENTAL EN MÉXICO1
Resumen
L
as alternativas a la crisis civilizatoria a la que nos ha conducido la irracionalidad
capitalista encuentran un territorio fértil en las prácticas sociales de quienes se
organizan cotidianamente para vivir a partir de la reciprocidad y la sustentabi-
lidad ambiental. Nos referimos a los movimientos sociales que abarcan a la economía
solidaria y la defensa del medio ambiente, los mismos que plantean modos de vida que
tendrían elementos comunes: la corresponsabilidad con la naturaleza, la producción de
valores de uso, la reciprocidad como eje de las relaciones sociales y el autogobierno. Este
artículo está orientado a discutir los elementos comunes en ambas propuestas, tratando
de indagar, además, si concurren en una idea o imagen común de transformación social.
1 Esta capítulo es uno de los resultados del proyecto de investigación DGAPA-PAPIME/UNAM “Racionalidades productivas en
sectores sociales no asalariados o parcialmente asalariados y su aporte al Buen Vivir ante la crisis ambiental actual”, clave
PE302410, concluido en 2012.
— 170 —
Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
Introducción
El presente artículo pretende sostener que en los movimientos sociales recientes, entre
ellos los de economía solidaria y de sustentabilidad ambiental, existen elementos de
confluencia discursiva y práctica que tienen como eje la solidaridad entre las personas y
con la naturaleza. Este espacio común se ubica en el marco de propuestas más amplias
de transformación y descolonización que expresan una nueva racionalidad social que
transite de la moral del interés a la moral de la solidaridad, entre las personas y con la
naturaleza.
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Boris Marañón Pimentel
La amplia crisis actual del capitalismo se expresa en la catástrofe ambiental y social que
enfrentamos, en un desencanto respecto de las promesas emancipadoras de las moder-
nidad/colonialidad basadas en las ideas de desarrollo, evolución, progreso, mercado y
Estado. Al mismo tiempo, se ha desarrollado una crítica sistemática a los fundamentos
epistemológicos de las ciencias sociales dominantes, desde una perspectiva anticolo-
nial, distante del eurocentrismo.
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
medios y fines sin discutir los últimos; esto es, la racionalidad instrumental como una
manera de actuar donde se sopesan medios, fines y consecuencias para definir cuáles
son los medios más adecuados para alcanzar los fines sin cuestionar las repercusiones
de la acción en sí mismos (Germaná, 2002; Leff, 2004). En este sentido, en la moderni-
dad/colonialidad hay un abandono del sentido de la acción en términos de lo bueno y
lo justo, y de la ética, para plantearse un tipo de racionalidad basada solamente en la
forma en que se define la acción, la racionalidad instrumental que subyace a la acción
social y a la acción política, que se torna legitimadora del orden social capitalista, y que
presenta la realidad social como algo natural (Germaná, 2002). d) La separación entre
sociedad y naturaleza, haciendo de esta última un objeto de dominación y explotación, a
partir de los desarrollos científicos y tecnológicos, sin considerar los equilibrios ecoló-
gicos básicos (Lander, 2000; Escobar, 2009; Leff, 2004). e) La separación de la realidad
en ámbitos compartimentalizados que no tienen relaciones entre sí; economía, política
y cultura donde cada uno se rige por sus propias pautas de desenvolvimiento y la na-
turalización y despolitización de la vida social, pues no hay discusión alguna del poder.
f) La separación entre ética y política, pues al dejarse de lado la búsqueda de la justicia
y regirse la acción social por la racionalidad instrumental, la política se vuelve también
instrumental, ya que su práctica no tiene ninguna relación con ayudar a las personas
a solucionar sus necesidades más importantes. g) La separación entre logos y mito, al
sostenerse que toda posibilidad de conocimiento de la realidad pasa por la utilización
del método científico, del método experimental, esto es, por procedimientos racionales,
y que la intuición y los sentidos no pueden ser considerados mecanismos para generar
conocimiento válido y legítimo.
El eurocentrismo plantea, además, una narrativa universal, una sola historia váli-
da para la humanidad, sosteniendo que la modernidad se encuentra en las prácticas
sociales, en las ideas, en las instituciones, logros materiales y culturales alcanzados
en Europa y Estados Unidos; de modo que según este planteamiento, la modernidad
significa mirarse en el espejo de Europa y caminar para alcanzar sus modos y niveles
de vida (Quijano, 2000 y 2009; Dussel, 2000). Los países “atrasados”, según esta visión
dualista, deben pugnar por ser “desarrollados”, modernizarse, seguir una ruta evolucio-
nista de menos a más, construyendo instituciones, consolidando valores que favorezcan
la modernización. Así se debe promover la libre empresa, el mercado, consolidar la de-
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Boris Marañón Pimentel
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
Ante esta concepción teórica y el deterioro creciente de los ecosistemas, está sur-
giendo una propuesta desde los movimientos sociales indígenas y de los “campesin-
dios”5, la cual tiene como eje la crítica a la racionalidad instrumental, a las nociones
de “explotación de la naturaleza”, de progreso y desarrollo (material y acumulativo),
4 “La partición interna entre humanos y no humanos define una segunda partición —una externa esta vez— a través de la cual
los modernos se han puesto a sí mismos en un plano diferente de los premodernos.” (Lander, 2000: 8).
5 Se refiere a la articulación de la pertenencia a una clase social y a la identidad étnica de los actores rurales en el capitalismo,
según Bartra (2010).
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Boris Marañón Pimentel
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
Así, Toledo y Bassols (2008) sostienen que los hogares indígenas tienden a realizar una
producción no especializada basada en el principio de la diversidad de recursos y prácti-
cas, lo que implica la utilización al máximo de todos los métodos disponibles del reciclaje
de materiales, energía y desperdicios, de la diversificación de los productos obtenidos y,
especialmente, de la integración de diferentes prácticas: agricultura, recolección, extrac-
ción forestal, agroforestería, pesca, caza, ganadería y artesanía. Para los indígenas, la
tierra y la naturaleza tienen una cualidad sagrada ausente en el pensamiento occidental;
la tierra es venerada y respetada, no considerada meramente como un recurso natural
y económico. La naturaleza es la fuente primaria de la vida, nutre, sostiene y enseña; y
no sólo es una fuente productiva, sino el centro del universo, el núcleo de la cultura y el
origen de la identidad étnica. En el corazón de este profundo lazo está la percepción de
que todas las cosas vivas y no vivas y los mundos social y natural están intrínsecamente
ligados (principio de reciprocidad). En la cosmovisión indígena, todo acto de apropiación
de la naturaleza tiene que ser negociado con todas las cosas existentes (vivas y no vivas),
mediante diferentes mecanismos como rituales agrícolas y diversos actos chamánicos
(intercambio simbólico). Finalmente, en la concepción indígena, naturaleza, cultura y
producción son aspectos inseparables que permiten la construcción de saberes locales,
mismos que se basan en las experiencias individuales y sociales desarrolladas en con-
textos locales dinámicos, regulados por las instituciones sociales.
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Boris Marañón Pimentel
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
Kawsay o Buen Vivir que pone como punto de partida de la vida humana la pertenencia
de la especie a la naturaleza, planteando que ésta no sólo tiene derecho a la existen-
cia sino también a la reparación y reproducción, como se establece en la Constitución
Ecuatoriana aprobada en 2008. Según dicha Carta Magna, el objetivo del desarrollo es
el Sumak Kawsay o Buen Vivir, eje transversal de la Constitución, concepto articulador
e integrador que enlaza a los seres humanos con su entorno, que mueve y sustenta
la interculturalización en el contexto de la Constitución ecuatoriana (Walsh, 2008). El
Buen Vivir es el resultado de una larga lucha social, política y epistémica del movimiento
indígena en las últimas dos décadas, y responde a la urgencia de un contrato social ra-
dicalmente diferente que presenta alternativas al capitalismo. Es una oportunidad para
construir colectivamente un nuevo modelo de desarrollo, basado en la generación de
nuevos equilibrios, incluyendo la calidad de vida, la democratización del estado y la aten-
ción a las preocupaciones biocéntricas. Las bases de este nuevo modelo se evidencian
en la relación triangular que la Constitución Ecuatoriana construye entre los derechos
de la naturaleza, el Buen Vivir y el régimen de desarrollo. Así, la Carta Constitucional
establece: i) La naturaleza o Pachamama donde la vida es reproducida y realizada tiene
el derecho a un respeto integral de su existencia y el mantenimiento y regeneración de
sus ciclos de vida, estructuras, funciones y procesos evolutivos (Art. 71). La Pachamama
tiene también el derecho a la reparación o restauración (Art. 72); ii) El Buen Vivir, además
de ser un eje transversal, tiene su propio régimen con más de 75 artículos que incluyen
el agua y alimentos, la naturaleza, educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda,
cultura, comunicación social, ciencia, tecnología, conocimientos ancestrales, biodiversi-
dad, sistemas ecológicos, energías alternativas, y derechos individuales y colectivos para
los grupos históricamente desprotegidos. Lo que sobresale es la significación social,
económica y epistémica del Buen Vivir y la relación integral que éste construye entre los
seres humanos, el conocimiento y la naturaleza. La naturaleza es entendida extensamen-
te como la condición esencial de las prácticas socioculturales, territoriales, espirituales,
ancestrales, éticas, estéticas y epistémicas de la vida misma; iii) El tercer y punto final
del triángulo es el Régimen de Desarrollo, descrito en la Constitución como la articula-
ción organizada, sostenible y dinámica de los sistemas económico, político, sociocultural
y ambiental que garantice el logro del Buen Vivir o Sumak Kawsay. El Buen Vivir requiere
que las personas, nacionalidades indígenas y pueblos efectivamente disfruten sus dere-
chos y ejerzan sus responsabilidades en el marco de la interculturalidad, respeto por la
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Boris Marañón Pimentel
diversidad y coexistencia armónica con la naturaleza (Art. 275). Siete objetivos organizan
el Régimen de Desarrollo: mejora en la calidad de vida; un sistema económico basado en
la solidaridad, justicia, democracia, con igual distribución de los beneficios del desarrollo
y trabajo digno y estable; la promoción de la participación y control social incluyendo una
equitativa representación de la diversidad de identidades en todas las áreas del poder
público; la recuperación y conservación de la naturaleza y el mantenimiento de un medio
ambiente sano y sostenible, garantizando un acceso igual para todos; la garantía de la
soberanía nacional y la integración latinoamericana; la promoción de un ordenamiento
territorial equitativo, balanceado y articulado; y la promoción de la diversidad cultural,
la memoria social y el patrimonio cultural. La visión que se establece en la Carta Cons-
titucional con respecto al desarrollo es la de una nueva sociedad basada en la igualdad,
fraternidad, solidaridad, complementariedad, igual acceso, participación, control social y
responsabilidad. Está orientada hacia un nuevo modo de desarrollo económico, social y
político basado en la naturaleza, que toma distancia del capitalismo (Walsh, 2010)6.
4. La economía solidaria
La economía solidaria, si bien tiene sus raíces en los esfuerzos de los trabajadores por
resolver sus necesidades básicas a partir de la organización de cooperativas en los albo-
res del capitalismo, experimenta desde los años ochenta un fuerte impulso en el mundo
debido, por un lado, al crecimiento del desempleo estructural y, por otro, al “malestar del
capitalismo”. Lo primero significa la consolidación de las tendencias esbozadas desde
los sesenta a la disminución drástica de la creación de empleo asalariado debido a la
sustitución de trabajo vivo por trabajo muerto en los procesos productivos, tendencia
que se acentuó con la aplicación de las tecnologías de la información a la producción y
los procesos de desregulación de la economía (neoliberalismo) y de privatización cre-
ciente del estado, que significó el recorte de los derechos laborales y la ampliación de
relaciones salariales basadas en la plusvalía absoluta. Lo segundo refiere a un malestar
creciente entre los trabajadores respecto de las tendencias a la destrucción de los eco-
sistemas, a la mercantilización de la naturaleza y de la vida en general, y al desprestigio
de la política ejercida de modo institucional y representativo.
6 Sobre el Buen Vivir (Sumak Kawsay) o el Vivir Bien (Sumaq Qamaña), ver también Acosta (2010), Bautista (2010) y Huanacuni
(2010).
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
El profesor Luis Razeto fue el primero en América Latina en teorizar sobre estas
prácticas sociales a partir de los impactos registrados en Gran Santiago, Chile, con la
aplicación del neoliberalismo, luego del golpe de Estado contra el gobierno democrático
de Allende en los setenta. Razeto sostuvo que en los sectores populares de Santiago
los trabajadores y trabajadoras enfrentaron la desocupación y el recorte de los dere-
chos básicos, entre ellos del acceso a la alimentación, salud y vivienda, a partir de la
organización colectiva, de la creación de organizaciones económicas de diverso tipo, ca-
racterizadas por la reciprocidad y la democracia directa, el sentido de pertenencia y la
identidad de grupo, proponiendo el surgimiento de la denominada “economía popular de
solidaridad”. Se trataba, entonces, de organizaciones económicas populares formadas
por iniciativa de los trabajadores y trabajadoras con sus propios aportes para beneficio
común, con decisiones colectivas, sin presencia del capital en la creación, decisión y
reparto de los excedentes. Son, en suma organizaciones económicas creadas, contro-
ladas y conducidas a partir del trabajo, para beneficio del trabajador y no del capital, lo
que evidencia la existencia de una racionalidad no instrumental (Razeto, 2007, 1990 y
1984)7. Será con Singer (2007, 2006 y 2002) que la problemática de la economía solida-
ria adquirirá una dimensión política, al planteársela como una alternativa económica y
política al capitalismo, con base en la organización cooperativa como institución básica,
y el cooperativismo como el sujeto social central del proyecto autogestionario (Marañón,
2009). Como afirma el Prof. Guerra al comentar el crecimiento de las prácticas y discur-
sos de economía solidaria en Brasil:
Sin intención de ignorar las diferencias que encontramos entre tantas posturas,
podríamos decir que les une a cada una de ellas la lectura especialmente crítica
que hacen de las estructuras económicas contemporáneas y el rescate de la
autogestión y el asociacionismo en las clases populares. En ese sentido, la eco-
nomía de la solidaridad adquiere características más radicales que las que se
encuentran en otros contextos, y por lo general con un discurso marcadamente
más político. Claramente, sus defensores ubican esta corriente y sus experien-
cias como contrarreferentes al neoliberalismo, e incluso al capitalismo. (Guerra;
s/f: 6)
7 El profesor Coraggio, desde Argentina, ha hecho una notable contribución a este debate desde la perspectiva de la economía
del trabajo. Ver Coraggio (2007 y 2009).
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Boris Marañón Pimentel
Por su parte, el profesor Quijano (2008, 2007 y 1988) ha llamado la atención res-
pecto de las diferencias entre economía popular de solidaridad y la economía solidaria,
enfatizando el carácter político-ideológico de la segunda, así como de la necesidad de
examinar si estas experiencias son realmente alternativas en términos de las relaciones
sociales que van construyendo, y de su capacidad para lograr la viabilidad económica de
modo autónomo.
8 En esta orientación es indispensable destacar el trabajo desarrollado por el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones
Indígenas (CNAMI), Desarrollo Económico Social de los Mexicanos Indígenas (DESMI) y el Centro de Desarrollo Agropecuario
(CEDESA), desde la década de los sesenta en zonas rurales, campesindias, del país.
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
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Boris Marañón Pimentel
El espacio colectivo más importante en el que confluyen los sujetos que impulsan la
economía solidaria en México es Ecosol, que agrupa a un significativo número de redes
y organizaciones que desarrollan actividades económicas de producción y comerciali-
zación, así como algunas que impulsan una moneda comunitaria y el trueque. En 2003,
los integrantes de Ecosol acordaron una carta compromiso en la que se fijaron sus ejes
de actividad fundamental: a) identidad, conciencia y educación: ética y valores medula-
res; b) producción, comercialización y consumo organizados en red; c) finanzas, crédito,
dinero convencional y alternativo; y d) sinergias en pro de una Mesoeconomía Solidaria,
integrando a todas las ramas de la actividad económica.
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
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Boris Marañón Pimentel
Entre los movimientos campesindios, a pesar del deterioro de sus formas materiales
de vida, prevalece un espíritu colectivo, la organización del trabajo con prácticas de reci-
procidad (ayuda mutua, en general), la relación de reciprocidad y complementariedad con
la naturaleza, respetando su capacidad de regeneración y estableciendo con ella un vín-
culo relacional y no de exterioridad. Pese a la desestructuración material que enfrentan
a consecuencia de la explotación y dominación del capitalismo, los campesindios siguen
reproduciéndose de manera comunitaria y familiar, organizando sus decisiones sobre
la producción y la reproducción a partir de una tensión entre patrones de reciprocidad y
mercado, tratando de mantener su autonomía respecto del Estado. Como resultado de
estas prácticas, se ha ido formulando una propuesta, el Buen Vivir, que cuestiona radi-
calmente las múltiples separaciones que se establecen en el capitalismo para explotar a
las personas y la naturaleza, entre ellas las de sujeto-objeto, cultura/naturaleza. El Buen
Vivir propone otra racionalidad, no instrumental, como eje de convivencia, teniendo como
punto de partida los derechos de la naturaleza a la existencia y reparación, y planteando
la búsqueda del bienestar humano en sus múltiples dimensiones, a partir de un nuevo
régimen de desarrollo que respete tanto a los ecosistemas como a las personas.
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Elementos comunes en los movimientos de economía solidaria y sustentabilidad ambiental en México
9 Sobre este punto puede verse el debate entre Víctor Toledo y el EZLN. Ver de Toledo, V., (s/f), El zapatismo rebasado:
sustentabilidad,resistencias indígenas y neoliberalismo, http://www.ecologiasocial.com/biblioteca/ToledoZapatismoRebasado.
htm (2 de febrero 2011), del Subcomandante Marcos, 2006, Un pingüino en la selva lacandona, http://www.submarcos.org/un-
pinguino-selva-1.html ( 2 de febrero 2011) y de Harvey, N., (2005) Zapatismo y sustentabilidad, http://www.clajadep.lahaine.
org/articulo.php?p=4808&more=1&c=1 (2 de febrero de 2011)
10 Una discusión preliminar sobre estos aspectos puede verse en Marañón y López (2010). Estas son también algunas de
las preocupaciones centrales de la discusión en el Grupo de Trabajo Economía solidaria, creado en diciembre de 2010, en
CLACSO.
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Boris Marañón Pimentel
capitalismo, tendría que enfrentar de manera simultánea, en sus ritmos propios, los
cinco ejes del patrón de poder colonial mencionados para tratar de ir plasmando en la
práctica, en la teoría, en el vivir, en el sentir, en el pensar, en el conocer, en la forma de
hacer economía, política, cultura, los elementos de una racionalidad liberadora-solidaria.
Así, la descolonización supone la erradicación de las relaciones de explotación-domina-
ción-conflicto respecto del sexo, de la autoridad colectiva, del trabajo, de la naturaleza
y de la subjetividad. Por tanto, se deberían ir construyendo en la vida cotidiana nuevas
relaciones sociales, nuevas estructuras de autoridad, una nueva relación con la natura-
leza y los elementos de un nuevo régimen de desarrollo, así como las bases de un nuevo
conocimiento no eurocéntrico que integre y no separe el logos del mito.
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ALFABETIZAR
SOCIOECOLÓGICAMENTE AL
TURISTA EN EL DESTINO: SAN
ANDRÉS CHOLULA, PUEBLA
María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín
Herrera
ALFABETIZAR SOCIOECOLÓGICAMENTE
AL TURISTA EN EL DESTINO: SAN ANDRÉS
CHOLULA, PUEBLA
Resumen
E
l modelo de alfabetización se ha desarrollado como una estrategia que busca
educar a la sociedad a través de métodos lineales y estructurados con el afán
de formar mano de obra que le imprima fuerza a la industrialización. En este
sentido, la alfabetización, desde la mirada de la modernización es un conjunto de des-
trezas técnicas para la escritura, la lectura y la aritmética. Sin embargo, en los últimos
años, la concepción de alfabetización se ha ido transformando para darle un sentido más
metafórico donde el ámbito del aprendizaje, comprensión y reflexión son el eje central.
El concepto ampliado expone que a partir de la consideración de que la alfabetización
es un proceso que permite a los individuos apropiarse de conocimiento durante su vida,
también los posibilita, a través de reflexiones críticas e internalizadoras, a aprender a
1 Doctora en Ciencias en Planificación de Empresas y Desarrollo Regional por el Instituto Tecnológico de Oaxaca. Profesora-
investigadora adscrita a la División de Estudios de Posgrado e Investigación y catedrática en el Departamento Económico-
Administrativas del Instituto Tecnológico de Puebla. Profesora-investigadora de tiempo parcial en la Universidad Popular
Autónoma de Puebla. Domicilio ITPuebla: Avenida Tecnológico 420. Colonia Maravillas. Puebla, Pue 72220. Tel: 222.2298810
Correo electrónico: [email protected]
2 Hotel, restaurant and institute Management Master Degree. Profesora-investigadora de Tiempo Completo del Depto. Turismo.
Universidad de las Américas, Puebla. Ex-hacienda Sta. Catarina Mártir. Cholula, Puebla. 72810. México, Tel: 222.2292059
Correo electrónico: [email protected]
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
“leer” la compleja realidad de la diversidad social y ecológica; para el caso del turismo,
la complejidad de la diversidad socioecológica del destino. En este sentido, para hacer
que el turista viva una experiencia pedagógica, la metáfora de la alfabetización es una
estrategia que se concreta a través de la animación turística dentro de un marco de
recuperación de la memoria histórica en San Andrés Cholula, Puebla.
Introducción
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
Es posible considerar que esa labor, aliviar esta ceguera, la tendría que realizar la
escuela; pero, regularmente, ella está febrilmente ocupada en formar mano de obra ca-
pacitada para las ofertas de trabajos asalariados, agotadores y mal pagados (Santiago,
et al., 2012). Sin embargo, este vacío, puede ser llenado por otras áreas, como el turis-
mo, creando espacios de reflexión crítica para que la sociedad pueda hacer una lectura
más nítida de su realidad. Por lo tanto, es necesaria una nueva forma de alfabetizar a
la sociedad, mediante la que se promueva “la autoafirmación de los sujetos, contribuya
en la restauración del tejido social, nos devuelva el sentido de nuestra vida individual
y colectiva, y nos religue con del mundo biológico que hace posible nuestra existencia”
(Conde, 2011: 2).
Es decir, se reconoce que no existe una sola forma de concebir la vida. Esto da pie
a mirar el mundo desde la diversidad. La alfabetización, desde esta mirada, ofrece un
cambio radical para dejar de evaluar a las culturas a partir de los valores de la propia
cultura del que la mira, ya que si los parámetros están fincados en la comodidad del
que evalúa; compara y coloca en la desventaja a los que podrían considerarse los otros.
Sin embargo, si la comparación es desde los mismos parámetros, entonces se podría
decir que no existen culturas mejores o peores (Leví-Strauss, 2008); sino que cada una
ha labrado su historia a través de la relación que ha tenido con su ecosistema; ya sea
de manera abrasiva o de manera racional (Leff, 2008) o quizá de manera intermedia o
culturalmente híbrida (García Canclini, 2005), ese recuento estará visible en el paisaje
donde se encuentre inmersa una sociedad determinada.
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Por otra parte, la crisis social y ecológica que aquejan a la humanidad en realidad
es una crisis cultural, inmersa en una crisis cognitiva, afectiva y vivencial, misma que
se ha convertido en una práctica cultural debido a la percepción que la especie humana
tiene de sí misma: “el ser humano se entiende a sí mismo como un ser sobre las cosas,
disponiendo de ellas a placer, y nunca como alguien que está junto a las cosas, como
miembro de una comunidad mayor, planetaria y cósmica” (Boof, 1996: 14). En otras pa-
labras, la especie humana no tiene registrada la posibilidad de concebir a la flora y a la
fauna como ciudadanos del planeta; por lo tanto no considera importantes los procesos
vitales y es impensable desarrollar una relación de convivencia justa y democrática con
las otras especies. Independiente de lo anterior, reflexionando se podría decir que si la
crisis en cuestión está fincada sobre las crisis cognitiva, afectiva y vivencial, entonces
es importante y vital dotar a la educación formal de espacios de informalidad a través
de estrategias que construyan una convivencia pedagógica entre la misma sociedad y
entre la sociedad y los ecosistemas. No podemos olvidar que nuestro conocimiento de la
naturaleza hoy en día está interpretada por los medios de comunicación, por realidades
y relaciones virtuales. Sin embargo, una educación in situ catalizaría una reconstrucción
cognitiva, afectiva y vivencial del ser humano para que tenga un reencuentro lúdico con
la naturaleza y con las culturas tradicionales que se encuentran relacionadas con ella.
Acorde con lo anterior, se plantea que los atributos del turismo pueden convertirlo en
catalizador de nuevas formas de comportamiento del ser humano, por lo que la activi-
dad tiene que ser, además de lúdica y recreacional, pedagógica (ver figura 1). En esta
encomienda se deberá considerar, de manera muy especial, que la sociedad ha sido
aleccionada dentro de las escuelas para esforzarse en convertirse en un empleado,
creyente de que la única salida que tiene la humanidad es a través de la extracción de
los recursos naturales para convertirlos en artefactos tecnológicos o conocimientos que
servirán para crear polos industriales o turísticos ―según sea el caso―, donde naturaleza
y sociedad son subyugadas. No obstante, la actividad turística puede cambiar su destino
manifiesto si decide impregnarse de conceptos pedagógicos para alfabetizar social y
ecológicamente al turista en el destino.
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
SOCIEDADES Y ECOSISTEMAS
ESPECIE HUMANA SUBYUGADOS, ARRAZADOS PARA
ALFABETIZACIÓN INSTRUMENTALMENTE LISTA; CONVERTIRSE EN MATERIA PRIMA
INSTRUMENTAL PERO DESHUMANIZADA DE LA MODERNIDAD Y LA
INDUSTRIALIZACIÓN
TURISMO EN FORMATO
PEDAGÓGICO COMO CATALIZACIÓN DE
ESTRATEGIA PARA HUMANIZAR PROCESOS DE
A LA SOCIEDAD DURANTE LIBERACIÓN
SU TIEMPO LIBRE
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Si la realidad local incursiona para mejorar su ambiente y que su destino sea ade-
cuado al imaginario del turista, acude —la mayoría de las veces— a una educación am-
biental; ésta sólo se refiere a la conservación de la naturaleza, pero ello puede prescindir
de ciertos grupos humanos y, por llevar a cabo esta preservación, los destierra o los
subyuga argumentando que ellos son los culpables de la crisis que se vive en el planeta.
Contrariamente, la alfabetización socioecológica está articulada hacia lo político y lo éti-
co, la responsabilidad y el respeto, la democracia y la justicia social. Además, el sentido
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
En años recientes, la concepción como espacios vacíos de los lugares donde la mo-
dernización no se ha enseñoreado ha cambiado. En este sentido, Llanos (2013) interpreta
la propuesta hecha por Miltón Santos, de quien expone:
Define el espacio como categoría analítica que explica una dimensión más en
la que se desenvuelve la sociedad, que describe y analiza el soporte material
que ha creado la humanidad, su relación con la naturaleza y el sentido de las
acciones sociales presentes en la sociedad. Esta corriente [la geografía crítica]
ha superado las visiones empíricas que identifican al espacio como un vacío.
(Llanos, 2013:27)
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
Las Señoras Cihuame San Andrés A.C. es un grupo de mujeres dedicadas a trabajar va-
lerosamente para mantener usos y costumbres a través del rescate del Exconvento. Es
importante resaltar que las costumbres religiosas en las tres Cholulas (San Pedro, San
Andrés y Santa Isabel) aún están presentes y es la práctica social que abriga a la mayo-
ría de los habitantes. La religión es la mística que motiva a este grupo de mujeres a crear
la organización en octubre el 2009 con el objetivo de rescatar y restaurar el Exconvento3
dieguino de San Andrés Cholula y salvaguardar la riqueza cultural y arquitectónica de
su municipio, y además, tener un lugar digno para su grupo de oración. Fabiola Zepeda
3 Saenz Serdio (2004), en su trabajo Vida cural doméstica en la parroquia de San Andrés Cholula durante los siglos XVII y XVIII:
estudio de caso de arqueología histórica, detalla que el Exconvento fue construido en 1557 con autorización de la cédula de la
princesa doña Juana, hermana del rey Felipe II, emitida el 9 de abril en Valladolid.
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
hace un recuento histórico de los inicios de las Señoras Cihuame en su reporte de inves-
tigación “Proyecto Rescate del ex - Convento Franciscano San Andrés Cholula, Puebla.
Centro Cultural como Agente de Cambio Social y Desarrollo” (documento no publicado
aún):
—Hay que formar grupos de 5 personas y le tocarán 20 mil pesos a cada gru-
po—dijo el representante al párroco. Doña Cata, que es activista de las cuestio-
nes parroquiales, fue convocada a la reunión. Llegó acompañada de su esposo,
don Gumaro, en el mes de febrero, escucharon la “plática” y antes de irse pidió
una solicitud pensando en esa pared a punto de caerse.
—Toma una Gumaro, quién quita y nos dan a los dos llenaron la solicitud. Pido
120 mil pesos para que nos den unos 100 mil—le dijo a su esposo. Apuntó a sus
amigas del grupo de la iglesia, quienes no entendían muy bien para qué serviría
el dinero, juntaron otro grupo de 5 y en el mes abril recibían 20 mil pesos por
cada solicitud.
—¡Solo 40 mil!—exclamó doña Cata y suspiró— Bueno, con esto vamos a empe-
zar. (Zepeda, S/F: 1)
En San Andrés Cholula, las relaciones con las iglesias están constituidas por los barrios;
cada barrio debe atender su parroquia. Arellano (2009: 29) explica que “[el barrio está
constituido por] tres elementos: la iglesia y el Santo Patrón, las familias y las autorida-
des religiosas, los solares y los terrenos de cultivo4”. Cada barrio tiene el compromiso
de cuidar a la iglesia y al Santo Patrón que le corresponde. Doña Cata vive en el Barrio
San Andresito, mismo donde se encuentra la parroquia y el Exconvento.
Los esfuerzos del grupo de Señoras Cihuame se vieron coronados en marzo del 2012,
cuando se cortó el listón como símbolo del inicio para la segunda etapa de las labores de
restauración:
4 Elautor está considerando como un elemento al conjunto de dos aspectos, por ejemplo, la iglesia y el Santo Patrón. Las
familias y las autoridades religiosas es el elemento dos y el tres son los solares y los terrenos de cultivo. Nota aclararatoria
de las autoras.
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
Con el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y con recur-
sos por 200 mil pesos provenientes del programa federal FOREMOBA (siglas
del Fondo de apoyo a comunidades para la restauración de monumentos histó-
ricos y bienes artísticos de propiedad federal) y la misma suma aportada por el
ayuntamiento (Carrizoza, 2012).
Sin embargo, todo proyecto tiene que ver con las reglas de las instituciones, así que las
Señoras Cihuame, ante esta limitante, dieron un nuevo enfoque a su proyecto:
Reunión tras reunión, reflexión tras reflexión, semana tras semana, las mujeres
pensaron en la importancia de restaurar el Portal de los Peregrinos, pero tam-
bién sabían que había muchas piezas coloniales que tenía el INAH en su poder.
Doña Blanca les pregunto:
—¿Y por qué no hacemos un museo para que toda la gente pueda ver la riqueza
que han encontrado en la obra de la iglesia?
Georgina exclamó.
Este cambio llevó a definir cuál era el fin de la recuperación del monumento histórico,
culminando en la inauguración como Centro Cultural Cihuame5 el 30 de noviembre de
2012. Aún falta otro espacio del monumento por restaurar, ante lo cual las Señoras Ci-
huame siguen haciendo alianzas de saberes y relaciones de intercambio.
Se ha encontrado que para estos procesos sean exitosos es relevante hacer coincidir a
los turista interesado en sumergirse en expresiones culturales de la sociedad local, pero
sobre todo a aquéllos que estén interesados en la historia local, porque es a través de
ese proceso que empieza un sentimiento de empatía por un territorio que no está vacío,
sino que es orgánico y dinámico. En este sentido, resulta vital hacer visible al visitante o
turista que el monumento es un patrimonio cultural importante de San Andrés Cholula.
De hecho, se libraron luchas políticas encarnizadas para que la comunidad, netamente
indígena en época de la colonia no perdiera un patrimonio que los volvía autónomos de
5 Tantola reconstrucción del Ex – Convento como la animación turística están siendo documentadas a través de fotos en la
página: https://www.facebook.com/AlfabetizacionSocioecologicaCholula?fref=ts
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Debido a lo anterior, se cree significativo presentar una breve reseña de cómo fue cons-
truido el Exconvento y las razones por las que fue abandonado. Las Señoras Cihuame
están rescatando no sólo su memoria histórica, también están abriendo una ventana
hacia ese pasado colonial y sus luchas de poder.
A inicios de la Colonia, en el siglo XVI, había seis cabeceras en Cholula, de las cuales dos
tenían una filiación étnica Olmeca-Xicalanca, a diferencia de las otras de origen nahua.
Estas dos cabeceras se convertirían en las actuales San Andrés y San Pablo Tecamac
(Alvarez, Corro, y Lorandi, 1992). Esto explica por qué en la actualidad se puede observar
que en celebraciones conjuntas de San Andrés Cholula también se cuenta con la partici-
pación de vecinos de San Pablo Tecamac. A su llegada, los Franciscanos ya sabían de las
diferencias entre los dos grupos étnicos principales del área de Cholula, San Pedro y San
Andrés, y decidieron tratarlos por separado en el proceso de evangelización. Esta situa-
ción de diferencias entre los habitantes creó un caso único en el siglo XVI: se instalaron
dos conventos franciscanos a menos de dos kilómetros de distancia: el de San Gabriel y
el de San Diego de Alcalá. Además de la Ciudad de México, por la cantidad de pobladores,
no hubo otro caso así durante la Colonia española.
El convento de San Diego de Alcalá fue fundado por cédula real en 1557. En un prin-
cipio fue usado sólo para la evangelización, y una pequeña capilla era utilizada para las
misas (Gallegos T., 2010). El convento de San Diego debe es considerado como un símbo-
lo para San Andrés Cholula, ya que demarca el momento en que se inicia la separación
formal de San Pedro y el reconocimiento de sus habitantes como un pueblo diferente.
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
[Cholula ha tenido] el auge del comercio desde tiempo inmemorial. […] Además
de ser centro religioso, la ciudad sagrada era también emporio comercial. Tal
función se mantuvo en la región desde los inicios de la Colonia, [pero más tarde]
no fue más Cholula el centro de mercadeo, sino la ciudad española, la Puebla
de los Ángeles. (1988: 25)
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Colonia, San Pedro ejerce el poder y control en Cholula. Esta situación provoca que el
resto sea más vulnerable. Sin embargo, para bien o para mal, en San Andrés Cholula la
modernidad y la globalización se han asentado en su territorio, albergando diferentes
tipos de instituciones, tanto de Educación Superior como centros comerciales, construi-
dos a través de compras de territorio que han sido cuestionadas en su momento (este
documento no hará un análisis de esos procesos). Este conjunto de “mundos” hace que
San Andrés sea un lugar de contrastes culturales profundos donde conviven los espacios
globalizados con espacios inmersos en las tradiciones.
Dentro del mercado de Cholula se hace presente la complejidad de las relaciones que
se dan a través de los intercambios materiales, pero que tienen un significado social y
cultural. En este sentido, Bernard (2009) describe, en su trabajo titulado Un espacio de
resistencia cultural que protege tradiciones. Estudio de un caso: el mercado de Cholula,
que el comercio dentro del mercado está basado en relaciones sociales donde se inter-
cambian mercancías y servicios. Esta comercialización socializada la realizan mujeres
que rebasan los cincuenta años. Pero muchas de ellas no sólo se dedican a realizar acti-
vidades comerciales, sino que también dedican gran parte de su tiempo a las actividades
religiosas. Como se mencionó antes, Cholula es un lugar visiblemente religioso; Arellano
(2009: 26) cita a Ana María Ashwell, quien describe esta particularidad de Cholula: “Es
el lugar del delirio obsesivo que tuvieron unos hombres por Dios y el cielo que cubre la
ciudad, el espacio en el que lo encarcelaron”.
Las comunidades rurales son lugares donde los problemas de salud tienen mucho que
ver con la contaminación ambiental y con la falta de servicios médicos, sin dejar de
mencionar la escases de medios económicos para atender las medidas de salubridad
mínimas. Es decir, existe un gran número de razones para iniciar procesos que mitiguen
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
los problemas sociales y ecológicos que las comunidades enfrentan; sin embargo, no
deben de establecerse desde una mirada caritativa, sino leerse con ojos de realidad para
después reflexionar sobre la forma de planear ese acercamiento. La lectura de la reali-
dad se convierte en un evento crucial:
La resiliencia nos invita a desbloquear la mirada paralizada, dar vuelta atrás del
callejón sin salida y encontrar nuevas salidas, nuevas posibilidades. Consiste en
reanimar lo que creemos acabado, sortear aquello que parecía que no se podía
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Las Señoras Cihuame encontraron en la indiferencia del pueblo una barrera a la que ro-
dearon por su fuerte deseo de rescatar su historia y su patrimonio cultural. Gracias a ese
interés también tuvieron la apertura para incursionar en la construcción de la animación
turística.
Es por ello que la animación se concibe como una estrategia educativa de intercambios
y aprendizajes entre las distintas culturas que contribuyen al desarrollo humano; por lo
tanto, el turismo en el mundo ha pasado a ser un fenómeno que provoca la atención y
despierta las expectativas, no sólo de aquellos que trabajan directamente en la actividad,
sino también de la sociedad en su conjunto. Un aspecto básico de la animación es que
ninguna actividad es en sí misma una forma de animación, sino que es en su conjunto
que logran un mejor resultado. Todo ello aunado a de técnicas por utilizar dentro de la
animación, es decir, la forma en que se van a realizar dichas actividades; esto ayuda a
fomentar el interés del turista para que participe en las activiades que se están desa-
rrollando. El aspecto operativo de la herramienta es que es una técnica de intervención
social con la finalidad de promover la cultura popular a través de ejercicios lúdicos. Es
importante resaltar esta parte porque sólo se podrá alcanzar el objetivo planteado si se
cuenta con una forma de organización adecuada para que la gente participe en las acti-
vidades socioculturales; por lo tanto, se requiere crear un proceso de desarrollo donde
el individuo o grupo tome parte activa en una actividad que le proporcione un desarrollo
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
La libertad valga más que la opresión: cuanto más grande sea el campo de expe-
riencias de un individuo, mayor será su libertad. La experiencia activa es preferible a la
pasiva. El compromiso social y la participación crítica en la colectividad y en la sociedad
son preferibles a la total absorción en la persecución de logros privados. Todo lo que
despierta una acción sincera en el espíritu o en el corazón es preferible a lo que se limita
a divertir, distraer o entretener.
Hacer posible una animación turística que no sólo alfabetice al turista en el destino, sino
que catalice procesos de resiliencia, es un reto, pues representa crear una estrategia
que intervenga las formas culturales de las personas. La animación tiene, además, el
compromiso de convertir los destinos en lugares atractivos. Esto regularmente se lo-
gra mediante actividades de diversión como concursos acuáticos o aeróbicos o esculpir
frutas y hielo, como en algunos de los casos considerados; a esto podría denominarse
animación turística sin un objetivo de aprendizaje. Por el otro lado, si se le imprimen
aspectos que tengan que ver con la democracia y la participación activa de los actores
locales, entonces la animación turística es una herramienta pedagógica que puede ense-
ñar a los turistas a tener una lectura más cercana a la realidad local.
Es en este espíritu que se creó una animación turística basada en la lucha de las
Señoras Cihuame, que se identifica con el rescate del patrimonio cultural olvidado por
la comunidad de San Andrés Cholula. Es importante hacer hincapié en que las Señoras
Cihuame acostumbran elaborar mole de la manera más fiel posible a la tradición ances-
tral. La llegada de los molinos de nixtamal representó una gran ayuda, pero al mismo
tiempo rompieron con la tradición de las jóvenes casaderas que molían los ingredientes
en el metate; además de ayudar en la elaboración del mole, las jóvenes participaban
porque tenían el interés de ver sus enamorados. Esa tradición, hoy ya no es vigente;
sin embargo, cuando se realiza una boda, quince años, defunciones, debido a la carga
cultural que tiene el mole en la sociedad cholulteca, se decidió, conjuntamente con las
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Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
La animación consiste en recibir a los turistas en el mercado Cosme del Razo, ubica-
do en San Pedro Cholula, lugar donde se realizan las compras. Una representación de la
animación del taller del mole está grabada en el programa del 15 de enero del 2013 de
la Ruta del Sabor del Canal Once6. En este reportaje se recrean las actividades que los
turistas realizan en la experiencia gastronómica. Después de visitar el mercado, inician
el aprendizaje de la preparación del mole estilo San Andrés Cholula en la cocina de doña
Cata. Debido a que la cocina es un espacio pequeño, el taller sólo puede albergar a diez
personas, por lo que esta actividad en particular es de bajo impacto7. El día termina
con la representación de una boda estilo ancestral, no sin antes visitar el museo del Ex-
convento dieguino que las Señoras Cihuame muestran orgullosas porque ellas mismas
lo han decorado con elementos olvidados de este monumento histórico. Es importante
hacer notar que algunas de las figuras y muebles requieren reparación por manos ex-
pertas; aun así, tales piezas, permanecen en el recinto8.
Por otro lado, la parte ecológica se sustenta, en este momento, en la actitud que las
Señoras Cihuame tienen para con salvaguardar los ecosistemas, mayormente implícita
en sus propias actividades cotidianas, por lo que de manera natural tienden a incluirlas
en el taller; por ejemplo, separan la basura, cultivan algunas de sus hierbas de olor y me-
dicinales, acostumbran el trueque y caminan por las calles o utilizan la bicicleta en lugar
de utilizar el automóvil constantemente. Es cierto que la sustentabilidad es algo más que
eso, pero se considera que todo lo anterior es una base que servirá de plataforma para
incluir otros aspectos que se relacionen con tecnologías alternativas y la recuperación
de ecosistemas severamente impactados, entre otros aspectos relevantes. Esto es parte
6 Doña Catalina Meza, líder del grupo Cihuame, muestra su habilidad para hacer el mole para el programa La Ruta del Sabor
del Canal Once: http://www.youtube.com/watch?v=iz84uq5PrRg
7 Eldiagnóstico y las propuestas de cambio al proceso que implica el taller han sido elaboradas por alumnos de servicio
social y residencias profesionales tanto de la Universidad de las Américas, Puebla, como del Instituto Tecnológico de Puebla,
a través de diálogos con las Señoras Cihuame, lo que hace que este proyecto de investigación tenga un acercamiento a los
procesos transdisciplinarios.
8 Se sugiere visitar las fotos colocadas en el siguiente perfil de Facebook para apreciar el museo y las actividades que los
turistas realizan en el taller del mole: https://www.facebook.com/AlfabetizacionSocioecologicaCholula/photos_stream
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María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
de una evolución que quizá lleve algunos años para ser introducida. Si bien este tipo de
proyectos son potencialmente instrumentos para que los pueblos originarios concreten
sus sueños o reconstruyan sus proyectos de vida, la complejidad social algunas veces
hace que se tengan impasses y parezca que llegó a su etapa final. Solamente el interés
de todos los involucrados hace que el proyecto siga avanzando. Se reconoce que los
turistas no van a llegar por ellos mismos: el reto es lograr entrar a ese mercado donde
existen personas a quienes les interesa la cultura, la gastronomía, y se interesan por co-
nocer acerca de mujeres valerosas que han decidido dejar a su comunidad, el orgullo de
ser de San Andrés, Cholula, pueblo ubicado a las espaldas de la pirámide por procesos
históricos injustos.
Es importante hacer ver que este proyecto no sólo ha sido benéfico para las Señoras
Cihuame, sino que más de trescientos alumnos de servicio social de diferentes licencia-
turas, tanto técnicas como humanísticas, han podido concluir este requisito universitario
aplicando sus conocimientos en la consolidación de la animación; pero además, se han
alfabetizado sobre lo qué es y no es Cholula. Para los alumnos que han participado,
Cholula ha dejado de ser un lugar donde se encontraba una gama de centros de espar-
cimiento, y que la pirámide no es el único lugar que se debe visitar. Es importante hacer
mención de que aún no se cuenta con un impacto importante entre los turistas porque
no llegan en grandes cantidades; pero sí se ha logrado penetrar en el ámbito acadé-
mico, especialmente en la Licenciatura en Gastronomía. Se tiene claro que gestionar
un trabajo de esta envergadura lleva tiempo, tal vez largo, incluso el resto de la vida
académica de un investigador. Los talleres han sido pruebas piloto para que las Señoras
Cihuame se capaciten en todos aquellos aspectos que no conocen, especialmente los
que conciernen a las cuestiones de mercadotecnia y planes de negocio, así como como
presentarse ante los visitantes. Se ha procurado no impactar sus formas de vida a través
de un diálogo abierto donde la opinión de las Señoras es la pauta que define cuáles serán
las siguientes disciplinas que intervendrán en la solución del problema. En esto último,
les ha sido necesario hacer ver que su conocimiento, tal como lo presentan, es valioso,
y que no tienen por qué presentarlo de una manera diferente. La complejidad en la que
está inmersa esta propuesta lleva a afirmar que este tipo de investigación es de largo
aliento, y que los resultados pueden emerger de manera imprevista; pero se reconoce
que sólo con paciencia de investigador se verá madurar, mantenerse y replicarse. Ir al
— 212 —
Alfabetizar socioecológicamente al turista en el destino: San Andrés Cholula, Puebla
Conclusiones
— 213 —
María Evelinda Santiago Jiménez y Ma. del Carmen Morfín Herrera
— 214 —
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— 218 —
RELACIONES INTERINSTITUCIONALES
Y APROVECHAMIENTO COMUNITARIO
DE LOS RECURSOS NATURALES
EN LAS ÁREAS NATURALES
PROTEGIDAS: EL CASO DE LA
RESERVA DE LA BIOSFERA
CALAKMUL
Mauricio Sosa-Montes , Miguel Ángel Hernández-García y
Pedro Durán-Férman
RELACIONES INTERINSTITUCIONALES Y
APROVECHAMIENTO COMUNITARIO DE LOS
RECURSOS NATURALES EN LAS ÁREAS
NATURALES PROTEGIDAS: EL CASO DE LA
RESERVA DE LA BIOSFERA CALAKMUL
Resumen
E
n esta investigación se sostiene que, cuando se decreta un Área Natural Protegida
(ANP), en la mayoría de los casos se afectan negativamente intereses de las co-
munidades rurales establecidas en tales áreas, desde el cambio de sus patrones
de aprovechamiento y explotación hasta su reubicación geográfica si es necesaria.
— 220 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
uso del suelo y actividades productivas que por ley se les han impuesto a los ejidatarios
y a las comunidades rurales de la región de Calakmul. El objetivo de la investigación rea-
lizada fue encontrar las causas principales de dicho conflicto. Se aplicaron cinco tipos de
cuestionarios; dentro de las variables estudiadas estuvieron la relación entre ejidatarios
y la DRBC, la relación entre los ejidatarios y los recursos forestales de su comunidad
o ejido, la relación entre las organizaciones y/o asociaciones campesinas locales y los
recursos forestales del área de la RBC. Con sustento en los resultados obtenidos, se
encontró que el conflicto entre las comunidades rurales y la DRBC se debe a que los pro-
ductores o comunidades rurales no participan en los procesos de planeación y de toma,
ejecución y evaluación de las decisiones relacionadas con las acciones que lleva a cabo
la DRBC en el área de la RBC.
Introducción
Es importante mencionar que más del 50% de la población de las regiones forestales
mexicanas vive en extrema pobreza. Las condiciones de salud, salubridad, nutrición y
comunicación son generalmente muy deficientes y las estadísticas que las documentan
revelan valores inferiores a los promedios nacionales. Por ejemplo, el promedio de años
escolares cursados es de 3.3 en las zonas forestales, y el promedio nacional es de 7%
(Merino, 2002). Por otro lado, la deforestación en el país se estimó, de 1993 a 2002, en
una pérdida de entre 348 a 776 mil hectáreas anuales (SEMARNAT, 2005).
Una de las estrategias que se plantean en la política ambiental para lograr la conser-
— 221 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
vación de la biodiversidad y los recursos naturales, así como frenar los procesos de de-
terioro, son las Áreas Naturales Protegidas (ANP). En este caso, uno de los instrumentos
es el Programa de Manejo de la Reserva de la Biosfera Calakmul (INE-SEMARNAP, 2000).
Tal situación se confirma por lo que indica Beaucage: “el proceso de creación de la
Reserva de los Tuxtlas produjo consecuencias ecológicas y sociales que discrepan mu-
cho de la visión bucólica asociada desde fuera a ciertos proyectos” (2010: 343-53). Esto
generó profundas divisiones entre las comunidades, y hacia dentro de cada una, en re-
lación con la situación socioeconómica diferenciada que opera en el campo. En el ejido
Península de Moreno, los pequeños ganaderos no tienen prisa en resolver el conflicto,
debido a los ingresos que obtienen de sus potreros, entre otras circunstancias similares.
El anterior autor se opone al hecho de formar ANP por medio del mecanismo clásico
de expropiación (que crea fuertes antagonismos), proponiendo más bien la adhesión vo-
luntaria de los ejidatarios y la anulación de los ejidos no ocupados. Sin embargo, en 1996
el gobierno de Veracruz propuso la creación de la Reserva de la Biosfera de los Tuxtlas,
de tipo clásico en la zona, a base de expropiaciones “para limpiar las zonas montañosas
de población”. En realidad, la expropiación de más de nueve mil hectáreas, que afectó a
250 propietarios, creó una situación caótica, con una comunidad expropiada totalmente,
algunas parcialmente, mientras otras veían sus tierras de uso común expropiadas por
— 222 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
el Estado sin compensación alguna. El resultado global fue que la población, a la que se
quería implicar, se sintió ajena al proceso y muchos se desinteresaron por completo.
1. Metodología
Marco de muestreo
n0 = t2*S2 n0
entonces: = 33.0503, pero como = 0.1317 es apreciable,
r *Y
2 2
N
n0
n=
1 + n0 /N
En donde: Donde:
n = 29.2041
— 224 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
Por lo anterior, el tamaño de muestra para cada uno de los ejidos seleccionados, quedo
como sigue:
n 30
Estrato 1 (Centauro del Norte) = -------- = --------- = 0.119522 X 29.2041 = 3.4905
N 251
Aunque el tamaño de muestra resultó suficiente con las encuestas aplicadas a 29 eji-
datarios, en el presente trabajo se levantaron un total de 42, lo cual permite una mayor
confiabilidad de los resultados obtenidos.
— 225 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
finales del año 2003 y principios de 2004, y a partir de esa fecha se han realizado algunas
entrevistas no estructuradas con informantes clave para ver cómo se sigue percibiendo
la relación de conflicto estudiada.
2. Resultados y discusión
Como se puede ver, estas restricciones obstaculizan en gran medida las actividades
de los productores; aunque según los mismos, estas restricciones son respetadas en
la medida de lo posible, ya que, por ejemplo, deben matar los animales que perjudican
sus cultivos para poder levantar algo de cosecha. Es necesario remarcar que mientras
el gobierno no les ofrezca alguna otra alternativa de sobrevivencia, ellos seguirán reali-
zando estas mismas actividades. Algunos de los productores están consientes de que es
necesario conservar sus recursos naturales para que en futuro cercano sus hijos puedan
seguir viviendo de ellos.
— 226 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
Participación relativa
Frecuencia respecto al total de
Alternativas productivas (No. de productores entrevistados
productores)
(%)
Apicultura 21 50.00
Agroforestería 5 11.91
Reforestación 35 83.33
Plantaciones frutales 4 9.52
Huertos familiares 10 23.81
Siembra de chile jalapeño (picante) 24 57.14
Siembra de diversa hortalizas (tomate,
6 14.28
chile, calabaza, etc.)
Milpa (siembra de maíz y chihua o
42 100
fríjol)
Ganadería 5 11.91
Otras (plátano) 1 2.38
— 227 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
que tienen o han tenido con ella, 80.95% respondieron que se han relacionado principal-
mente por medio de apoyos recibidos del Programa de Empleo Temporal (PET), con el
compromiso de llevar a cabo diversas actividades o proyectos en pro de la conservación
del área de la RBC.
La característica principal del PET es que se otorga en dos rubros, uno para pago de
jornales y el otro para compra de materiales y herramientas de trabajo necesarias para
realizar cada proyecto. Según información proporcionada por los mismos empleados
de la DRBC, el apoyo que llevan a los ejidos no es sólo para los ejidatarios sino también
para los pobladores en general, aunque en todos los proyectos que ha apoyado la DRBC
en Calakmul primero se atiende a ejidatarios, y éstos deciden si entra algún poblador;
regularmente han sido beneficiados solamente los ejidatarios.
Otros datos importantes para determinar el tipo de relación que se tiene entre eji-
datarios y la DRBC son: el empleado más conocido de la DRBC es el subdirector, ya que
un 73% de los entrevistados mencionó que lo identifica; el 67.65% de los productores
que han tenido apoyo para algún proyecto por parte de la DRBC respondieron que los
empleados de ésta sólo los han visitado dos veces por proyecto; el 100% de los produc-
tores respondió que la decisión de llevar a cabo cada proyecto se toma en la asamblea
ejidal, aunque el 47.62% respondió que a veces vota a favor de algo con lo que no está de
acuerdo, principalmente porque la mayoría acepta.
— 228 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
mencionó que sólo participan en la etapa de ejecución de los proyectos apoyados a sus
comunidades o ejidos, y hubo un 40.48% de productores que participan desde la formu-
lación hasta la ejecución de los proyectos, aunque esto se debe a que cuando solicitan
apoyo a la DRBC lo hacen sobre proyectos que ya saben que van a apoyar, pero en reali-
dad estos proyectos ya están formulados por los empleados de la DRBC y aprobados por
la CONANP; es decir, que también este porcentaje correspondería al punto de ejecución
de los proyectos.
En lo que respecta, a los conflictos legales a nivel ejido con la DRBC o SEMARNAT, el
14.29% de los productores entrevistados mencionaron que su ejido tuvo problemas con
SEMARNAT-PROFEPA. De los seis ejidos entrevistados sólo en tres se registraron proble-
mas: la tala no autorizada de madera, lo cual se dio en el año 2001, aunque en cada uno
de los ejidos se dio de diferente forma. En los tres ejidos que presentaron conflictos con
SEMARNAT-PROFEPA se les suspendió provisionalmente el permiso para esta actividad.
Cabe resaltar que, dada la situación tan precaria de la región de estudio, de alguna
manera los pocos recursos económicos que les llegan a los productores para apoyos de
proyectos los consideran de gran ayuda, ya que en muchos de los casos utilizan el dinero
para pagar deudas o para comprar algún producto básico necesario para la subsistencia.
Lo anterior no significa, sin embargo, que con apoyos económicos se soluciona el prob-
lema o conflicto sobre la participación en la toma de decisiones.
El objetivo en este apartado observar alguna posible diferencia en las relaciones entre
ejidatarios de la región de Calakmul y los recursos naturales de la zona como resultado
del Decreto Presidencial de la RBC en 1989. Para lo anterior, fue necesario recopilar la
siguiente información: el 57.14% de los entrevistados ya vivían en la región de Calakmul
— 229 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
antes del decreto de la RBC. Además, de los productores entrevistados, la mayor remesa
llegó entre las décadas de 1980 y 1990, representando el 71.43%, los cuales tuvieron
que aprender a realizar las actividades productivas y de recolección propias de la zona,
en este caso, las relacionadas con la explotación y extracción de algunos recursos natu-
rales, entre las que destacan la apicultura (57.14%), corta de madera (30.95%), corta de
durmientes (26.19%) y extracción de chicle (19.05%).
Desde que empezaron a poblar la región de Calakmul, los habitantes utilizaron y si-
guen utilizando los recursos naturales para poder subsistir. Los principales productos
para autoconsumo que se recogen son diversas especies vegetales, de las cuales extraen
madera, palizada, leña, guano, frutas como guaya y chicozapote, especias como pimienta
gorda y especies melíferas para la producción de miel, además de diversas especies
animales, entre las que destacan el venado, puerco de monte, pavo de monte, faisán, te-
pescuincle, armadillo, tlacuache y jabalí. La extracción de productos para autoconsumo
no está normada, los pobladores pueden extraer la cantidad y las veces que consideren
necesarias; los productos son extraídos principalmente de sus parcelas. Para el caso de
la leña, cada familia puede extraerla de todas las áreas del ejido.
Los productos que han extraído para la venta son madera en rollo, durmientes, loros,
y chicle. Para los primeros tres es necesario obtener un permiso por parte de SEMAR-
NAT-PROFEPA, y lo único que se puede extraer por año debe estar autorizado. Para la
extracción de chicle es necesario pagar un derecho de monte al ejido del que se quiera
extraer. Los productos para la venta generalmente se extraen del área común del ejido y,
en algunos casos, de sus propias parcelas.
— 230 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
En la región de Calakmul, por la naturaleza del lugar, tanto a nivel de ejidatario como
de ejido, se ha creado la necesidad de aprovechar y conservar los recursos naturales.
Las principales actividades a nivel de ejidatario en favor de la conservación son la limpia
de caminos, guardarrayas en sus parcelas, reforestación y brechas cortafuego. A nivel
ejido sobresalen las mismas actividades que a nivel individual.
Como se mencionó antes, la creación de la RBC fue dada por decreto presidencial; es
decir, que no se consultó a ninguno de los productores o ejidatarios de la región de Ca-
lakmul sobre si querían o no que se creara dicha área natural protegida. No obstante, el
14.29% de los entrevistados respondieron que a ellos sí se les consultó sobre la creación
de la RBC. Se les preguntó si estaban de acuerdo con la creación de la RBC y la respuesta
en su gran mayoría fue aprobatoria según el 76.19% de los 42 entrevistados; aunque las
respuestas particulares fueron muy diversas.
Con base a la LGEEPA (Dardón, 1996), la DRBC se dio a la tarea de coordinar acciones
para elaborar un plan de manejo para la RBC. Pero al igual que en la toma de decisiones
de la DRBC, la gran mayoría de los productores no tuvieron ninguna participación, ya que
sólo se invitó a productores líderes de su ejido o región de Calakmul.
— 231 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
tivos de la RBC son aquellas en las que se practica la roza-tumba-quema y en las que se
aplica gran cantidad de agroquímicos (Zapata, 2003). En estos casos se habla de la siem-
bra de chile jalapeño y la milpa (siembra de maíz con chihua o fríjol), y otras actividades
como la explotación extensiva de ganado mayor y la caza de especies animales para
la venta (como venado, pavo y puerco de monte, pericos, tepeiscuincle, faisán, y otras).
Estas actividades perjudican o destruyen varios de los hábitats de especies tanto vege-
tales como animales, pero son consideradas básicas por los campesinos que se resisten
a dejar de realizarlas. Dentro del reglamento del Programa de Manejo de la Reserva de
la Biosfera Calakmul y de la LGEEPA (1998), se menciona el tipo de actividades que se
pueden realizar dentro del área de la RBC.
Con respecto de los datos generales del comisario y de la relación que tiene el mismo
con la Dirección de la Reserva de la Biosfera Calakmul, la información recabada es simi-
lar a la presentada a nivel de ejidatarios, ya que el mismo comisario es un ejidatario. La
única diferencia es que el comisario, ante la DRBC, funge como representante del ejido,
respaldando los proyectos o actividades que se realizan en su ejido.
En caso que algún ejidatario o poblador hiciera mal uso de los recursos forestales,
el Comisario expondría el problema ante la Asamblea Ejidal, y de ser necesario lo pre-
sentaría a las oficinas de PROFEPA-SEMARNAT. Según las respuestas de los propios
comisarios, hasta la fecha de este trabajo no se ha presentado ningún problema de dicha
índole.
— 232 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
El 100% de los representantes son invitados generalmente a las reuniones del conse-
jo asesor de la DRBC, de los cuales el 40% tiene voz y voto, otro 40% sólo tiene voz, y el
— 233 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
20% únicamente escucha. Aunque este tipo de reuniones son para tomar las decisiones
sobre los programas o proyectos que se deben desarrollar en el área de la RBC, en reali-
dad no funciona así, según la versión de la mayoría de los representantes entrevistados.
Los programas y proyectos son propuestos por la DRBC, y la CONANP se encarga de
aprobarlos y de hacer llegar el presupuesto disponible; es decir, las decisiones sobre el
quehacer en la RBC es de carácter oficial y gubernamental.
Cada institución o asociación tiene sus propios objetivos, lo cual incluye cierta libertad
para tomar y ejecutar sus propias decisiones. Pero cuando comparten o trabajan en un
área afín, en este caso la RBC, sí es importante que se coordinen en ciertas acciones con
el fin de no duplicar funciones y, a la vez, que las acciones conjuntas logren tener mayor
impacto en las comunidades participantes, y por ende, a nivel de la región de Calakmul.
Según el subdirector de la DRBC, se estaba trabajando en el aspecto de la coordinación
con las demás instituciones locales, ya que en cierto grado reconocen que anteriormente
no se había dado una relación muy cercana, es decir, que cada asociación realizaba sus
actividades de forma muy independiente.
Conforme sus correspondientes objetivos, cada una de las instituciones locales cumple
ciertas funciones en relación con el aprovechamiento y conservación de los recursos fo-
restales. Dentro de las principales actividades que realizan a favor de la conservación se
encuentra el fomento a la reforestación, extracción regulada del chicle, control de plagas
y enfermedades forestales, y aprovechamiento forestal supervisado por un responsable
técnico.
— 234 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
— 235 —
Mauricio Sosa-Montes, Miguel Ángel Hernández-García, Pedro Durán-Férman
9. Análisis cualitativo
Conclusiones
— 236 —
Relaciones interinstitucionales y aprovechamiento comunitario de los recursos naturales
decisiones relacionadas con las acciones que lleva a cabo dicha dirección.
El tipo de relación que hasta el momento se ha dado entre los ejidos y la DRBC es
motivada por los apoyos a proyectos en favor de la conservación que esta última formula
y opera, y que los ejidos o comunidades rurales ejecutan. La Comisión Nacional de Áreas
Naturales Protegidas se encarga de aprobar los programas y proyectos, y de hacer lle-
gar el presupuesto disponible para el área de la RBC; es decir, que las decisiones sobre
el quehacer en la RBC son de carácter oficial y gubernamental.
Cada institución y asociación tiene sus propios objetivos, lo cual incluye cierta liber-
tad para tomar y ejecutar sus propias decisiones. Pero cuando comparten o trabajan en
un área afín con la DRBC, en este caso la RBC, ambas se coordinan en ciertas acciones
que llevan a cabo con el fin de no duplicar funciones o actividades, y a la vez, que las
acciones conjuntas logren mayor impacto en las comunidades participantes, y por ende
a nivel de la región de Calakmul.
— 237 —
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— 238 —
ANÁLISIS CRÍTICO DEL
DISCURSO SOBRE LA
ADAPTACIÓN AL CAMBIO
CLIMÁTICO
Luz María Vázquez García
ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO SOBRE LA
ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO
Resumen
E
ste artículo tiene como objetivo introducir algunas críticas generales que el dis-
curso sobre la adaptación al cambio climático ha generado a nivel internacional.
En particular exploro ideas que estudiosos y miembros de organizaciones no gu-
bernamentales e instituciones abocadas al desarrollo han expresado respecto al tema
de la adaptación. El escrito también discute algunas ideas de carácter más estructural
y radical que algunos autores han vertido en torno al tema, particularmente en lo que
se refiere al rol de discursos globales como el del cambio climático en la promoción de
iniciativas como la mitigación y la adaptación para la perpetuación del sistema produc-
tivo capitalista actual. Un argumento central que planteo es la necesidad de analizar
críticamente el tema en contextos como el de México, donde problemas estructurales de
carácter económico, social, político y ambiental están determinando el grado de vulnera-
bilidad de la población y los ecosistemas naturales a distintos cambios ambientales, no
solo climático.
1 Candidata al doctorado en sociología. Departamento de Sociología, Universidad de York, Canadá. Correo electrónico: vazquez.
[email protected]
— 240 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
Introducción
Este artículo tiene como objetivo introducir el concepto de la adaptación al cambio cli-
mático y discutir algunas críticas vertidas sobre este concepto y sobre el discurso acer-
ca del cambio climático en general2. Las críticas analizadas en este artículo provienen
de dos fuentes. La primera son las ideas de los estudiosos del tema de la intersección
adaptación y desarrollo. Este grupo lo conforman académicos y miembros de organi-
zaciones de desarrollo internacional, quienes han vertido algunas preguntas claves a
discutir sobre el tema: ¿en qué medida el discurso y las estrategias sobre adaptación
diseñados a nivel internacional toman en cuenta algunos de los problemas claves sobre
desarrollo ya debatidos por la comunidad de académicos y organizaciones civiles?, ¿cuál
es el significado de la adaptación al cambio climático en el contexto de las estrategias de
promoción del desarrollo?, ¿hay algo nuevo en el discurso sobre adaptación, o más bien
solamente se está debatiendo sobre viejos problemas? y ¿la adaptación al cambio climá-
tico representa una oportunidad para revisitar algunos de los problemas estructurales
y de largo plazo sobre medio ambiente y desarrollo de manera innovadora? (Schipper,
2007: 3; Hedger, et al., 2008; Lemos, et al. 2007; Mitchell y Tanner, 2008).
La segunda fuente de análisis son los estudios de investigadores que analizan críti-
camente el discurso global sobre el cambio climático y la adaptación, principalmente de
geógrafos y antropólogos que estudian la experiencia de las comunidades indígenas del
norte de Estados Unidos y en Canadá. Este grupo también incluye estudios en aquellos
países calificados como altamente vulnerables al cambio climático —al incremento del
nivel del mar, en particular— como aquellos de las islas del Pacífico (Bravo, 2009; Came-
ron, 2012; Barnett y Campbell, 2010; Farbotko y Lazrus, 2012). Este conjunto de análisis
critica el discurso global del cambio climático como un marco normativo elaborado des-
de arriba y desde afuera de las comunidades locales que experimentan directamente
distintos tipos de cambios ambientales —no solo climáticos—, las cuales han sido rele-
gadas de dicha discusión.
— 241 —
Luz María Vázquez García
El presente trabajo es una aproximación general al tema desde las obras generadas
en Estados Unidos, Canadá y Europa. En la primera parte de este ensayo introduciré el
tema de adaptación al cambio climático, analizando algunas de las definiciones y ejem-
plificando medidas de adaptación. En la segunda sección exploro la discusión de la adap-
— 242 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
tación y la mitigación, como las estrategias que en política internacional se han delineado
para frenar y enfrentar el cambio climático. En la tercera parte discuto algunos de los
retos que desde lo local se plantean al tema de la adaptación. En la cuarta sección par-
ticularmente se analiza la vinculación entre adaptación y desarrollo. El quinto apartado
discute la necesidad de replantear el análisis de la adaptación abordando los problemas
de carácter estructural que están determinando las capacidades de la población local de
hacer frente no solo al cambio climático, sino a muchos otros retos. En el último apartado
se delinean algunas reflexiones finales.
— 243 —
Luz María Vázquez García
— 244 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
Es importante señalar que existe un interesante debate sobre la mejor estrategia para
enfrentar el problema del cambio climático que refleja las diferentes percepciones del
fenómeno y, consecuentemente, sus posibles soluciones. Orlove, por ejemplo, explica
que muchos analistas y políticos tienen una posición escéptica sobre la conveniencia de
impulsar políticas de adaptación, porque tal parece que el tema sólo sirve para desviar
la discusión sobre uno de los problemas más importantes y políticamente más graves,
la negociación sobre mitigación y las cuotas de emisión de gases de efecto invernadero
(2009). Para otros actores, sin embargo, independientemente de las negociaciones sobre
emisiones de gases, una tarea importante y urgente es la de promover el financiamiento
de proyectos de adaptación, puesto que, hoy por hoy, muchas comunidades están ya
sufriendo las consecuencias del calentamiento global (Ibid). Esta posición sigue el argu-
mento de expertos que explican que si hoy en día se dejaran de emitir gases de efecto
invernadero, de cualquier manera nuestras sociedades necesitan enfrentar el cambio
climático generado por los gases ya emitidos en el pasado.
— 245 —
Luz María Vázquez García
Para muchos críticos del tema, el concepto de adaptación tiene un sentido regulatorio in-
corporado en procesos de gobernabilidad ambiental internacional. Shipper, por ejemplo,
explica que el concepto de adaptación ha pasado de ser un proceso natural que plantas
y animales (incluido el ser humano) han adoptado desde su aparición en la tierra como
parte del proceso evolutivo de las especies frente a los cambios en el medio ambiente,
a ser promovido como un concepto que delinea específicas políticas regulatorias a nivel
internacional para asegurar el desarrollo sustentable, reducir la vulnerabilidad de algu-
nas poblaciones y para minimizar los riesgos ante el cambio climático (2007).
Este discurso sobre la necesidad de adaptarse está siendo justificado con base en
los datos arrojados por modelos climáticos predictivos globales. La incertidumbre en la
información y en el uso de ciertos modelos para explicar el escenario futuro es un ingre-
diente importante a tomarse en cuenta en esta discusión. La falta de datos que arrojen
predicciones más claras en el ámbito local por ejemplo, es un problema a considerar
cuando se piensa en diseñar programas de adaptación. Este elemento de la incertidum-
bre en la información existente es tema de discusión: para algunos, la incertidumbre no
debe ser pretexto para dejar de actuar; para otros, sin embargo, y dados los escasos re-
cursos con los que países en vías de desarrollo cuentan, es riesgoso diseñar programas
de adaptación cuando no se sabe con certeza el tipo de cambios esperado en el mediano
y largo plazo. Otra elemento en esta discusión es la pregunta, ¿a qué nos adaptamos:
a los cambios de ahora o a los cambios que los escenarios climáticos indican para el
futuro?
— 246 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
4. Adaptación y Desarrollo
— 247 —
Luz María Vázquez García
atender los problemas generados por el calentamiento global (Lemos, et al., 2007). La
organización internacional no gubernamental Oxfam expresa en un documento que la
idea es fortalecer las capacidades de las comunidades vulnerables para transformarlas
en entidades más resilientes ante el cambio climático; al mismo tiempo, que se atiendan
sus necesidades para superar sus condiciones de pobreza en el largo plazo (Siedenburg
et al., 2009).
Una de las críticas más importantes vertidas sobre el tema del cambio climático es la
posición que explica que éste es un discurso que intenta acomodar los intereses del
sistema capitalista imperante. La promoción de políticas públicas para la generación de
un “sujeto adaptativo” (McNamara, 2006) que se adapte a las nuevas condiciones gene-
radas por el cambio climático representaría un objetivo en ese sentido. La promoción
de adaptaciones desde el ámbito público se suma así a la lista de políticas y estrategias
— 248 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
— 249 —
Luz María Vázquez García
— 250 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
— 251 —
Luz María Vázquez García
que pueden presentarse; así como tampoco representa certeramente las percepciones
de la gente afectada por tales impactos ni las alternativas que la gente misma vislumbra
para sobreponerse a estos cambios (Orlove, 2009).
Conclusiones
Este artículo intenta contribuir a la discusión general que enfatiza la necesidad de ana-
lizar cómo es que la adaptación está siendo definida y por quién, cómo estos marcos
interpretativos aterrizan y se traducen en concreto a través de proyectos de adapta-
ción específicos y sus impactos materiales en comunidades locales. Como ya mencioné
anteriormente, la importancia del tema radica en el hecho de que hoy los gobiernos,
instituciones internacionales y organizaciones no gubernamentales están destinando
recursos financieros, humanos e institucionales para el diseño e implementación de di-
chos proyectos en comunidades locales. De acuerdo con los estudios sobre desarrollo,
la comunidad de autores y críticos del tema están también contribuyendo en cierta me-
dida en “repensar” el proceso de adaptación de una forma más elaborada y compleja,
integrando aspectos fundamentales como la desigualdad social y la pobreza. Por otro
lado, otras críticas enfatizan revisar a profundidad los discursos sobre cambio climáti-
co que se están generando en instancias internacionales como el IPCC, que promueven
mecanismos de mitigación y adaptación con la finalidad última de perpetuar el sistema
capitalista actual.
— 252 —
Análisis crítico del discurso sobre la adaptación al cambio climático
— 253 —
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FACTORES DE VULNERABILIDAD
SOCIAL EN ÁREAS DE DESASTRES
HIDROMETEOROLÓGICOS EN EL
GOLFO DE MÉXICO
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
FACTORES DE VULNERABILIDAD SOCIAL EN
ÁREAS DE DESASTRES HIDROMETEOROLÓGICOS
EN EL GOLFO DE MÉXICO
Resumen
C
on objeto de identificar los factores de vulnerabilidad social asociados con desas-
tres naturales en cinco localidades del estado de Veracruz, México, impactadas
por desastres de origen hidrometeorológico, se aplicó un cuestionario a 309 gru-
pos familiares durante los años 2009 y 2010. La vulnerabilidad se desagregó en factores
y variables (sociales, económicos, culturales, de infraestructura e institucionales) y con
base en ello se construyeron índices de vulnerabilidad de las áreas en riesgo a lo largo
del Golfo de México, así como un mapa de vulnerabilidad en función de algunas variables
físicas y socioeconómicas. Los mayores índices se asociaron con factores económicos,
culturales e institucionales. Entre los factores culturales destacaron la disminución del
capital social, consecuencia de cambios familiares y de la ausencia de mecanismos de
ayuda comunitaria, del incremento de hogares monoparentales, de una mínima cultura
de prevención y de ingresos marginales. Estos factores determinan una exclusión social
que indica una débil sostenibilidad en la estructura socioeconómica regional, y que re-
1 Investigadoras en Socioeconomía, Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP-Veracruz).
[email protected]; [email protected]
— 258 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
Introducción
Debido a su ubicación, la población que habita las costas del Golfo de México enfrenta
de forma continua la severidad de diferentes fenómenos naturales: ciclones tropicales
y frentes polares con fuertes precipitaciones, o eventos intensos de poca duración, ade-
más de las consecuencias de la deforestación y del deficiente manejo de los recursos
naturales que son variables importantes para el riesgo de desastres.
— 259 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
Desde estos puntos de vista, la vulnerabilidad de una región puede determinarse por
métodos indirectos basados en factores que definen el medio físico (Galán, et al., 2009), y
puede definirse como una condición de carácter genérico, intrínseca al territorio, donde
se observan índices que señalan los valores inherentes al deterioro natural, cultural
y visual de los valores percibidos, y medidos directamente en el campo (Claval, 2002;
Martínez et al., 2003) u obtenidos de estadísticas, sin olvidar la dinámica de las mismas
(Cardona, 2003:8; Rodríguez-Loinaz et al., 2007).
— 260 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
Diseño de la investigación
Durante 2009 y 2010 se aplicó una encuesta a grupos familiares que fueron selecciona-
dos de manera aleatoria en estos municipios. El cuestionario contenía varias categorías
de preguntas: factores sociales (educación escolar, servicio médico, acceso a medios de
comunicación, tipo de hogar, ya sea monoparental o biparental, acciones predesastre
y acciones posdesastre); factores culturales (reciprocidad comunitaria, redes familia-
res de ayuda, presencia o ausencia de familia extensa, actitud y potencial organizativo);
factores económicos (capacidad económica, desempleo, seguridad social, migración, te-
nencia de vehículos y capacidad de movilización); factores institucionales (con permisos
para construcción, sin obras sanitarias, infraestructura y mantenimiento, ayuda guber-
namental sin acciones participativas) y factores físicos (material de los techos, material
de las paredes, lugares de asentamiento de las viviendas).
— 261 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
valor xi
índice xi =
max( xi )
Donde:
índice xi es el valor del índice que corresponde al municipio i ;
valor xi representa el valor absoluto del indicador xi del municipio i y
max( xi ) es el valor máximo del indicador i .
Se calculó la media aritmética para cada indicador, se realizó una prueba de bondad
de ajuste (distribución de Weibull, p>0.5) y se calcularon los percentiles 33, 66 y 99, lo
que permitió clasificar los límites de los niveles de vulnerabilidad en tres categorías:
alta, media y baja. Así, los municipios de Coatzacoalcos y Tuxpan se clasificaron con
vulnerabilidad baja, Tecolutla con media, y Poza Rica y Pánuco con vulnerabilidad alta.
Para analizar una serie de factores de vulnerabilidad con sus respectivas variables,
que permitieran generar índices para cada uno de los casos, se construyeron índices de
vulnerabilidad como valor numérico que permitieran hacer comparaciones objetivas a
través del tiempo.
Los índices se generaron a partir de los datos colectados en los cuestionarios y las
entrevistas. Estos se representaron como factores sociales (Fs), económicos (Fe), cultu-
rales (Fc), institucionales (Fi) y físicos (Ff). Cada uno de los factores fue explicado por va-
riables que, de acuerdo al caso, generan vulnerabilidad, y se ponderaron de acuerdo con
su aporte a la misma, lo que permitió definir una escala lineal con cinco niveles, donde la
vulnerabilidad más alta se evalúa numéricamente con un 5 (Jamrah et al., 2008; Reyes,
2003). Los índices de vulnerabilidad local se obtuvieron a partir de la siguiente fórmula:
— 262 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
(QPobln.VaPon)
IVL =
PoM
Donde:
IVL = índice de vulnerabilidad local; QPobIn = población del indicador (%);
VaPon = Valor de ponderación; PoM = Población muestreada.
Tras calcular los valores de vulnerabilidad local, se obtuvieron los valores para la vulne-
rabilidad global (VSG), en función de la siguiente ecuación:
n
VSG =
n=1
Σ(a.F + b.F + c.F + d.F + e.F)
N
n
Σ
n=1
(Fk Pi)
N
Dónde:
a = factor social; b = factor económico; c = factor cultural;
d = factor infraestructura; e = factor institucional; F = influencia según su
porcentaje de contribución a la vulnerabilidad global.
Resultados y discusión
— 263 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
La tabla 1 condensa los resultados de los estudios de caso realizados en los cinco muni-
cipios. En términos generales, en el factor social (Fs) destacan las siguientes variables:
educación, debido a la gran cantidad de población que señaló contar solo con educación
primaria o menor (40-50%) y el porcentaje de analfabetismo (2-27%); así como la ausen-
cia de acciones pre y postdesastre efectuadas por las familias encuestadas (44 a 54% y
33 a 62%, respectivamente).
— 264 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
De la misma forma, destaca la presencia de un gran sector sin acceso a servicio médico,
14 a 60%, y la existencia de un alto número de familias monoparentales (jefaturas feme-
ninas o masculinas), 12 a 30%, lo cual constituye una variable que vulnera aún más a la
población.
— 265 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
El factor cultural (Fc), mostró en casi todas las variables analizadas vulnerabilidades
mayores al 50%, que las coloca en las categorías de medias a altas. En este caso, los
aspectos culturales que normalmente constituyen recursos o fortalezas de los grupos
humanos (Harris, 1981) se han erosionado, sobre todo en aquellos rasgos que en cierto
momento y en algunas familias locales han funcionado como mecanismos de solvencia
en casos de riesgo o desastre, tales como la solidaridad familiar, la ayuda mutua y la
reciprocidad comunitaria. Vale mencionar que el potencial organizativo que se encontró
podría constituir una fortaleza comunitaria, en particular en las localidades de Coatza-
coalcos, Tecolutla y Tuxpan.
2 El autoempleo especializado, como es el caso de aquellas personas que desempeñan oficios por su cuenta, no fue
contabilizado; sin embargo, en esta situación surge otra problemática cuyos altos costos (papeleo, burocracia, seguro social)
de legalización obligan a la población a mantenerse al margen de la economía formal e integrar un fuerte sector desamparado,
sin seguridad social.
— 266 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
Índices de vulnerabilidad
FIGURA 2. Índices de vulnerabilidad social por factor en cinco localidades selectas del
estado de Veracruz, México, 2011
5
4,5
4
3,5
3
2,5
2
1,5
1
0,5
0
Social Cultural Económico Institucional Físico
Al considerar los factores incluidos en el análisis de manera global en las cinco loca-
lidades del estudio, el factor económico sobresale fuertemente por su aportación a la
vulnerabilidad total, mientras que el institucional y el cultural presentan valores muy
cercanos entre ellos (figura 3). En contraste, el factor físico tuvo la menor proporción,
lo cual apunta a que además de los factores naturales, existen otros, ajenos a ellos, que
pueden incrementar el riesgo de desastre.
— 267 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
Físico; 16%
Institucional; 20%
Social; 14%
Económico; 28%
Cultural; 22%
Factores económicos
— 268 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
rrollo de la economía, pues permitiría mejorar el consumo que se retrae con la falta de
ingresos, e incrementaría la confianza y el compromiso de la población para capacitarse
y obtener empleo, reduciendo la vulnerabilidad de los hogares (Ward y Zurbruegg, 2000).
Los ingresos que en promedio percibe la población son menores a cuatro salarios
mínimos mensuales ($708 USD); dicho monto representa la suma del ingreso familiar en
el 44% de los casos, ya que el mismo se complementa con la aportación económica de
varios miembros del hogar, muchos de los cuáles son migrantes internacionales (25% de
las familias entrevistadas cuentan con migrantes indocumentados). Esto indica que un
solo salario es incapaz de lograr la supervivencia familiar. No se encontró gran variabi-
lidad del ingreso, lo que pone de manifiesto que una proporción elevada —y por desgra-
cia creciente— del empleo, especialmente el proveniente del comercio y servicios, tiene
características precarias. Tanto la migración internacional como el aumento del sector
informal marcan la incapacidad de la economía mexicana para ofrecer oportunidades
de empleo de calidad que garanticen una buena calidad de vida a la población, lo cual
incrementa al mismo tiempo la vulnerabilidad social (Cortés, et al., 2003). De hecho, los
detonantes de la migración son el desempleo, los bajos ingresos, la ausencia de segu-
ridad social, las jornadas laborales muy largas y la falta de capacitación para ejercer
empleos mejor remunerados. Todo ello remite a una frágil sostenibilidad económica
regional como indicador de una política de desarrollo con baja previsión, y aunque se
considera la asistencia social (Holzmann y Jørgensen, 2003), no se incluye el desarrollo
o potenciación de las capacidades de la población como una medida para disminuir la
vulnerabilidad actual. De igual modo, el crecimiento económico derivado de un modelo
de utilización de la fuerza de trabajo que garantiza la pobreza de muchos y el desarro-
llo de sus vidas en condiciones de marginación, refuerza el riesgo de desastre (Lavell,
1999). Al parecer, esta condición es el resultado de una economía de mercado abierta
al mundo, la cual, aunada al repliegue productivo y social del Estado, ha generado un
aumento en la indefensión y en la inseguridad, no sólo en las áreas rurales sino también
en las urbanas, lo que se apareja también con un incremento en la exclusión social.
Por lo anterior, existen fuertes vínculos entre la desigualdad y la falta de diversificación
de las fuentes de ingresos. Por otra parte, aunque los datos muestran que en algunos
sectores de la población —sobre todo en áreas petroleras—, existen varias familias con
ingresos mayores a cinco salarios mínimos, esto no es consecuencia del empleo, pues
— 269 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
se encontró que el 65% de las familias que habitan en estas áreas están inscritas en
uno o más de los programas sociales gubernamentales, y consideran o contabilizan el
dinero recibido como un ingreso, lo que en apariencia es una disminución de la pobreza;
sin embargo, tales programas son temporales, y se refieren sólo a algunos aspectos de
la población. Además, debe considerarse que dichos programas opacan e inhiben las
capacidades personales y el potencial de gestión del capital social, lo que genera depen-
dencia de las decisiones hacia los programas gubernamentales. Lo anterior fue evidente
cuando se encontró que la población manifiesta una fuerte reacción ante la presencia de
los fenómenos hidrometeorológicos, señalando que es de competencia del gobierno su
prevención y mitigación.
Factores Sociales
Entre las variables sociales con mayor aporte a la vulnerabilidad se encuentra la falta de
educación, pues como ya se mencionó, existe una alta proporción de la población con un
nivel de escolaridad igual o inferior al primario. Esto, aunado a la cantidad de personas
analfabetas, a las escasas acciones de mitigación y prevención que se llevan a cabo en
los hogares, y a la presencia de hogares monoparentales, apuntan a la existencia de un
sector de hogares más vulnerables, que merecen atención focalizada en las políticas de
asistencia social y en la construcción o reforzamiento de sus capacidades.
Factores culturales
Las variables redes comunitarias y familiares, así como la baja cantidad de familias ex-
tensas y el sentimiento de autovulneración, determinan una vulnerabilidad alta y enfati-
zan que ha ocurrido una modificación en la organización familiar, pues ahora está domi-
nada por valores individuales más que por valores colectivos o comunitarios. La familia y
la comunidad inciden en la dimensión de la vulnerabilidad, pues son elementos centrales
en la percepción del riesgo y otorgan sentido y fortaleza a las prácticas para enfrentarlo
(Christiaensen y Subbarao, 2005). La vulnerabilidad cultural, catalogada como percep-
ciones y valores, muestra la imagen de autovulneración, e indica que los valores intangi-
bles constituyen un abanico de posibilidades para evitar o mitigar el riesgo, lo cual suele
ser diferente de la visión que tienen técnicos y políticos, y es un elemento decisivo a la
hora de dar respuestas a un evento de estrés. Esto que influye no sólo en los costos que
— 270 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
se provocan, sino en todas las actividades de la vida de un grupo (Reyes, 2003; Evans,
1994). Por ello, el reconocimiento de las características y diferencias culturales es la
punta de lanza para fortalecer las capacidades humanas (Milfont y Cameron, 2006), y
constituye una oportunidad para disminuir el riesgo. En esta investigación, al estudiar el
efecto que las inundaciones generan en la respuesta familiar, se observó una relación
de dependencia estadísticamente significativa entre algunas variables con respecto al
tipo de familia (nuclear y extensa) y la jefatura familiar (masculina o femenina). Para el
caso de las familias de tipo nuclear, la ocurrencia de pérdida de la vivienda fue mayor
(56%) que en las extensas (44%, p=0.016). De la misma manera, el nivel de sentimiento
de las pérdidas materiales como ropa, muebles y animales fue distinto, pues 65.2%, lo
consideró con alto grado de importancia, señalando contar sólo con sus propios medios
para recuperarse, pues no cuentan con el apoyo económico de la parentela, como sucede
en grupos de familias extensas (p=0.015). El apoyo del gobierno para reconstrucción de
viviendas dañadas (p=0.028) y para recuperar mobiliario (p=0.021) fue más importante
en familias nucleares (84 y 77 % respectivamente). La ocurrencia de pérdidas humanas
se asoció con el tipo de familia y con el número de familias que viven en el solar, por
lo que se reportaron pérdidas humanas en grupos de familias nucleares (p=0.05). Por
ello, las agrupaciones familiares complejas o extensas, aparecen como una forma de
acción colectiva, que garantiza y capitaliza el esfuerzo en favor de la seguridad común.
En teoría, estas son estrategias que funcionan como soporte ante situaciones críticas,
en las que todos los miembros absorben el impacto de las pérdidas y la prevención de
eventos que afectan la reproducción del grupo (Del Angel y Mendoza, 2007). De esta
manera, la reciprocidad aparece en la configuración de las redes de ayuda dentro de
los grupos familiares, y la estructura de hogares y el tipo de jefatura familiar definen el
nivel de reciprocidad y ayuda de la parentela, ya que en grupos familiares extensos, con
diferentes niveles de parentesco y edad, en el caso de los y las cohortes, se favorece la
supervivencia de los miembros. La reciprocidad como indicador cultural de ayuda mutua
supone que todo bien o servicio recibido ha de ser devuelto en la misma medida, con lo
cual el balance económico del flujo entre grupos o personas en el largo plazo tiende a
cero, sin déficit ni superávit por ninguna parte, en lo que únicamente media la igualdad
de condiciones de riesgo (Harris, 1981).
— 271 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
asociación significativa con la pérdida de viviendas y bienes (p=0.041), ya que el 69% fue-
ron hogares con jefatura masculina, y sólo el 29% de hogares tuvieron jefatura femenina.
En este caso, se argumenta que los varones que comandan una familia no solicitan ayuda
de la parentela por cuestiones culturales, como el generado por su papel patriarcal como
proveedores económicos del hogar; en el caso de las mujeres, quienes culturalmente
son más vulnerables, normalmente buscan la ayuda familiar o de los vecinos.
Factor institucional
Este aspecto señala que la ayuda que el gobierno debe otorgar al ciudadano para recu-
perarse, la corresponsabilidad ciudadana para la mitigación del riesgo, y el deslinda-
miento de responsabilidad, adjudicado solo al gobierno sobre mitigación y prevención,
son rasgos que favorecen una alta vulnerabilidad social.
Políticas públicas
La acelerada dinámica de nuestra sociedad en todos los ámbitos marca desfases que
permiten a los procesos económicos y tecnológicos avanzar más rápido que los políticos
y culturales. En el caso de las políticas públicas en México, la descentralización e intro-
ducción de reformas para promover la participación social buscó aumentar la flexibili-
dad y el acercamiento con la población; sin embargo, en su formulación han sido deter-
— 272 —
Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
minantes las decisiones verticales originadas en las legislaturas, de poco contacto con
la población, por lo que la participación y receptividad de la sociedad aún es muy difusa
(Vázquez, et al., 2002). Uno de los casos más importantes está en el ámbito de mitigación
y prevención de desastres naturales, donde poco se ha avanzado en cuestión de partici-
pación social, y la capacidad de reconocer, promover y desarrollar las capacidades de los
grupos afectados son incipientes, aunque oficialmente se acuda a portales y foros de dis-
cusión, donde dominan las iniciativas académicas y oficiales. Es importante destacar que
en México han surgido casos de participación comunitaria o social, promovidas de forma
institucional, que aunque responden a necesidades reales, no implican la participación
social activa, voluntaria y comprometida de los protagonistas; tales son los casos de los
programas de la Secretaría de Desarrollo Social. Estos programas dependen de fondos
federales (fiscales), con pagos mensuales a los participantes como un subsidio ligado a
una actividad, pero de actitud pasiva que no incide en el mejoramiento de la calidad de
vida de la sociedad, y cuya debilidad es la dependencia directa del sector gubernamen-
tal, pues no se impactan los indicadores sociales y económicos (Fuentes-Pangtay, 2008).
Por lo mismo, este tipo de subsidios han creado una cultura de recursos a fondo perdido,
con prácticas arraigadas sin compromiso a largo plazo o indicadores verificables, lo que
ha originado más conflictos que disminución de la pobreza, exclusión o vulnerabilidad.
Al analizar el uso del suelo en las áreas de trabajo, las irregularidades en los per-
misos de construcción y uso del suelo de áreas de riesgo marcaron el destino de las
familias que ocupan tales zonas. La mayor parte de los asentamientos son de interés
social, construidos con capital privado o gubernamental, y se erigieron en las orillas de
cauces, en lechos secos o en áreas inundables, pero donde el precio de las viviendas
atrajo a un público de bajos ingresos, altamente vulnerable, que no puede comprobar
ingresos fijos, pero que obtuvo créditos para viviendas fabricadas con materiales de baja
calidad. Aunque en México existe una normatividad para el uso del suelo (SEMARNAT,
1988), su existencia es oscura, en parte por la falta de interés en su cumplimiento, per-
meada por la ausencia de integración entre gobierno y gobernados, y de mecanismos de
retroalimentación, demandas, soluciones y oportunidades de colaboración; por lo tanto,
las lluvias intensas, la localización de viviendas, los materiales de baja calidad usados, el
poco interés del Estado en aplicar de manera rigurosa la normatividad y la regulación en
el uso del suelo, así como la existencia de una fuerte exclusión social, forman parte de un
— 273 —
Ana Lid del Angel-Pérez y Bárbara Linares-Bravo
escenario de alto riesgo que genera desastres de forma cíclica (Martínez, et al., 2006). La
participación social conlleva el uso de recursos entre los distintos grupos implicados en
las decisiones, por lo que con la apertura de espacios de participación, las instituciones
pierden su monopolio en la toma de decisiones, las cuales tendrán que ser consensua-
das entre los diversos agentes (Akpabio y Ekanem, 2009).
Los datos analizados en este estudio permiten deducir que en la solución de los pro-
blemas sobre desastres naturales es esencial la inclusión de la población para poten-
ciar el capital humano, no solo como espectadores de iniciativas magistrales oficiales,
sino con base en el diálogo que fundamentará la mitigación de los problemas que se
enfrentarán con el cambio climático y el incremento de intensidad de los desastres na-
turales (Clark, et al., 2002). Para ello, debe mediar un compromiso adquirido a través
del reconocimiento mutuo (gobierno, sociedad, normas) para la creación de espacios y
la redistribución del poder y de los recursos. Mientras no existan espacios para la par-
ticipación social efectiva que disminuyan el monopolio oficial en la toma de decisiones
y el uso de los recursos públicos, no deben esperarse políticas públicas eficientes. Es
preciso un cambio orientado a los valores básicos universales, que concreten nuevos
derechos y deberes tanto en el pueblo como en el gobierno, para responder a viejas
y nuevas desigualdades y exclusiones. No hay procesos de cambio sin un proceso de
legitimación y concreción de nuevos paradigmas, y no puede desarrollarse un proceso
de integración de la voluntad pública con los mismos contenidos ni del mismo modo que
en el pasado (Vázquez, et al., 2002). Es importante considerar una adecuada retroalimen-
tación entre oferta pública y demandas sociales, debido a que ya no es posible limitarse
a la continuidad de los programas sociales y subsidios operados por inercias adminis-
trativas y presupuestarias, debido a que los cambios económicos y culturales imponen
nuevos desafíos, y las demandas de la población van más allá de aquéllas que se limitan
a la sola cobertura de las necesidades básicas; ahora se debe enfatizar la búsqueda de
adaptación al cambio climático (Huda, et al., 2009) mediante la integración de políticas
públicas intersectorales.
Conclusiones
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Factores de vulnerabilidad social en áreas de desastres hidrometeorológicos
que los factores naturales y antropogénicos no son los únicos causantes de los desas-
tres, ya que la pobreza, la migración, el desmantelamiento de redes sociales y culturales,
y las transformaciones económicas remiten a reconsiderar el modelo de desarrollo de
México. El incremento en las brechas de exclusión, el hacinamiento en las ciudades y
el asentamiento en áreas de alto riesgo, aunadas a políticas de desarrollo que no con-
sideran el acceso a actividades y empleos que favorezcan la equidad socioeconómica
y la participación social, disminuyen la oportunidad de reducir la vulnerabilidad de los
sectores de la población que habitan en áreas de riesgo de desastres naturales.
La exclusión social como uno de los elementos más críticos indica que la vulnera-
bilidad no se refiere solamente a la privación de las necesidades básicas, sino que se
conecta con obstáculos sociales, económicos y culturales que invalidan a los individuos
para alcanzar su potencial, así como previenen que se manifiesten todas aquellas condi-
ciones que conducen a su bienestar.
— 275 —
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