Revista de Lenguas Modernas 38 Segundo S
Revista de Lenguas Modernas 38 Segundo S
Revista de Lenguas Modernas 38 Segundo S
LENGUAS
Nº 38
MODERNAS
Nº 38
SEGUNDO SEMESTRE 2011
LENGUAS MODERNAS
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA
LENGUAS
MODERNAS
Nº 38
SEGUNDO SEMESTRE 2011
Número monográfico
“Lenguaje, cognición y cultura.
Nuevas perspectivas sobre el contacto lingüístico”
Guillermo Soto
Felipe Hasler
Editores
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA
UN I V ERS I D A D DE C HILE
Rector: Víctor Pérez
DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA
Director: Abelardo San Martín
LENGUAS MODERNAS
Lenguas Modernas invita a someter los manuscritos al Comité Editorial, según las
especificaciones consignadas en las últimas páginas.
Lenguas Modernas é uma revista de periodicidade semestral que publica trabalhos originais
nas áreas de aquisição e desenvolvimento da língua materna, aquisição e aprendizagem
de segundas línguas e de línguas estrangeiras, linguagem e cognição, e análise do
discurso. As colaborações podem apresentar resultados das descobertas originadas de
experimentações, observações ou de análises destas áreas e das teorias que fundamentam
os estudos dos respectivos campos. Da mesma forma, as contribuições podem informar
o nível de conhecimento nos ámbitos mencionados ou estar direcionadas às propostas
que, por sua generalidade, possam contribuir com a aproximação transdisciplinária das
questões em estudo.
Lenguas Modernas é publicado pelo Departamento de Lingüística na Facultade de
Filosofia e Ciências Humanas da Universidade do Chile. A Facultade de Filosofia e
Ciências Humanas foi fundada em 14 de novembro de 1842.
Lenguas Modernas convida a submissão de manuscritos ao Comitê Editorial, segundo as
especificações escritas nas últimas páginas.
ÍNDICE
Artículos
Azucena Palacios
Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto: hacia
un modelo dinámico del contacto de lenguas. ............................................. 17
Élodie Blestel
El pluscuamperfecto de indicativo en contacto
con tres lenguas amerindias. ........................................................................ 63
Reseñas
Farzad Sharifian
Cultural Conceptualisations and Language. Theoretical framework and
applications
(Cristian Prado) ............................................................................................ 149
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 9 - 16
Universidad de Chile
Introducción:
Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas
sobre el contacto lingüístico
Guillermo Soto
Universidad de Chile
Felipe Hasler
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Universidad de Chile
Resumen: Los últimos años han visto un resurgimiento en el estudio del contacto
lingüístico entre español y lenguas indígenas en América Latina. Este auge se ha
visto favorecido por cambios en el campo de la lingüística, las ciencias sociales
y las humanidades que han tenido por efecto una creciente preocupación por la
diversidad lingüística y el desarrollo de modos de aproximación más dinámicos y
situados a los hechos del lenguaje. También ha encontrado un clima favorable gracias
a las transformaciones ideológicas, sociales y políticas que han visibilizado tanto
las lenguas como los pueblos indígenas en la región. En este número de Lenguas
Modernas se presentan trabajos que exploran, desde nuevas perspectivas, el contacto
entre el español y las lenguas americanas.
Palabras clave: contacto lingüístico, lenguas americanas, español.
Introduction:
Language, cognition and culture. New perspectives on linguistic contact
Abstract: Recent years have seen a resurgence of language contact studies in Latin
America. This tendency has been favored by changes in the field of linguistics, the
social sciences and the humanities which have resulted in an increasing interest in
linguistic diversity and in the development of more dynamic and situated approaches
to language phenomena. These language contact studies have also been spurred
by ideological transformations and social policies that have given visibility to
both indigenous languages and peoples in the region. The papers in this issue of
Lenguas Modernas explore, from new perspectives, the contact between Spanish
and American languages.
Key words: language contact, American languages, Spanish.
Recibido: septiembre 2011 Aceptado: diciembre 2011
Los últimos años han visto un resurgimiento de los estudios de contacto en América
Latina, particularmente entre el castellano o español y las lenguas indígenas (De Granda
1994, 1995, Cerrón Palomino 2003, Contreras 2009, Palacios 2011, entre otros). Este
cambio ha sido motivado tanto por innovaciones teóricas y metodológicas en el campo
de la contactología y de la lingüística, como por el avance de nuevos paradigmas en las
ciencias sociales y humanas, y transformaciones sociales, ideológicas y políticas en la
región. La idea de que los usos lingüísticos son simples epifenómenos causados por un
sistema cerrado, sea este caracterizado como social, a la manera estructuralista, o como
mental, al modo generativista, ha sido fuertemente cuestionada desde distintas áreas
por su incapacidad para dar cuenta de los aspectos más dinámicos y los fenómenos no
siempre discretos que caracterizan las situaciones de contacto lingüístico (De Granda
1996, Thomason 2001, Martínez 2010, Aikhenvald y Dixon 2007, entre otros). Más
ampliamente, la influencia de interdisciplinas centradas en la relación entre lenguaje,
mente, sociedad y cultura –la psicolingüística, la sociolingüística y la antropología
lingüística– ha llevado a cambiar el foco de las estructuras inmanentes a sistemas
abiertos y de fronteras difusas, conectados con la experiencia psicológica, social y
cultural del ser humano (Evans y Levinson 2009, Tomasello 1998, Saville-Troike
1989, Duranti 2000). El desarrollo de campos multidisciplinarios como el análisis del
discurso, con herramientas metodológicas diseñadas no para observar lo invariable
y automático, sino, precisamente, lo variable en cuanto tal y las opciones que toman
los hablantes en situaciones determinadas para lograr fines específicos, ha permitido,
también, abordar problemas que trascienden los límites del código y se internan en las
cuestiones del uso del lenguaje y su vinculación con la sociedad, la cultura, la ideología
y la identidad (van Dijk 2000, Gee 2005). El análisis conversacional, en particular,
ha mostrado que la interacción verbal es sistemática, no caótica (Garfinkel 1964,
Duranti 2000), y, consecuentemente, que la regularidad que se observa en los actos
lingüísticos concretos no se explica simplemente por un sistema ideal previo al uso.
Las transformaciones hasta aquí expuestas han sido posibles, en gran medida, por
aquello que podríamos denominar el giro pragmático en los estudios del lenguaje –y,
más extensamente aún, en las ciencias humanas y en la filosofía (Cabanchik, Penelas y
Tozzi 2003) 1. No se trata tan solo de que hayan surgido nuevos problemas a preguntas
preexistentes, las mismas interrogantes se han reformulado y han aparecido áreas
completas de investigación que han significado nuevos desafíos. Este giro ha implicado
el resurgimiento de tres nociones que los enfoques estructuralistas y generativistas
habían soslayado: el uso, esto es, la interacción verbal concreta, situada contextual y
cognitivamente; la agentividad, entendida como el papel de los sujetos como actores
de los procesos lingüísticos; y el cambio, como un aspecto no escindible de la teoría
del lenguaje.
El desarrollo de corrientes como la lingüística cognitiva y los distintos tipos de
lingüística funcional (no estructuralista) con sus propuestas de gramática basada en el
1
Para un enfoque filosófico de las ciencias cognitivas que integra cognición, cerebro, cuerpo y mundo,
véase Clark (1997).
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 11
Por otro lado, la importancia de las lenguas y culturas de los pueblos indígenas,
su transmisión y revitalización ha sido reconocida en otros tratados y declaraciones
internacionales, como la Convención de los Derechos del Niño, de 1990, la
Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, de
2007, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, de 2009
(RED EIB 2010). Más allá de la aplicación concreta de las medidas en cada país,
la aprobación de estos tratados ha generado un marco legal amplio que otorga una
mayor posibilidad de actuar a favor del reposicionamiento de las lenguas y culturas
indígenas en la región.
En síntesis, el desarrollo actual de los estudios sobre lenguas en contacto en
América Latina se ha visto favorecido por cambios en el campo de la lingüística,
las ciencias sociales y las humanidades que han tenido por efecto una creciente
preocupación por la diversidad lingüística y el desarrollo de modos de aproximación
más dinámicos y situados a los hechos del lenguaje. También ha encontrado un clima
favorable gracias a las transformaciones ideológicas, sociales y políticas que han
visibilizado tanto las lenguas como los pueblos indígenas en la región. El presente
número de Lenguas Modernas, que hemos titulado “Lenguaje, cognición y cultura.
Nuevas perspectivas sobre el contacto lingüístico”, da cuenta, de modo, por cierto,
parcial y limitado, de estas transformaciones a partir de una selección de trabajos que
indagan, desde distintas perspectivas, en problemas relacionados con las lenguas en
contacto y, en particular, con el contacto entre el español y las lenguas indígenas.
En el primer trabajo del volumen, Azucena Palacios propone un modelo dinámico
de cambio inducido por contacto, en que este, sea directo o indirecto, se caracteriza
considerando no solo los códigos en juego sino también a los hablantes que los crean
y difunden. Su modelo permite observar el continuo cubierto por los cambios que
van contra las tendencias internas del sistema y aquellos que las potencian, fenómeno
que, en ocasiones, dificulta el establecimiento de fronteras nítidas entre las influencias
de las lenguas indígenas y las tendencias internas del español. La autora ilustra su
propuesta con ejemplos del español en contacto con el guaraní y en contacto con el
quechua de Chinchero, Perú, y el quichua de Ecuador.
Por su parte, Aldo Olate, Rodrigo Becerra y Paula Alonqueo revisan los cambios
que ha experimentado, en los últimos años, el estudio de las lenguas en contacto
en América. A juicio de los autores, el reciente desarrollo de enfoques cognitivos
y funcionales ha permitido pasar de una perspectiva que privilegiaba el estudio del
código a otra centrada en las interacciones y las conceptualizaciones de los hablantes.
Esta nueva perspectiva resulta especialmente fructífera para dar cuenta de fenómenos
discursivos, pragmáticos y de frecuencia que eran desestimados por los enfoques de
orientación estructural. Los autores ilustran su exposición con un breve análisis del
sintagma nominal de una variedad de español en contacto con mapudungun.
Élodie Blestel analiza dos usos no canónicos del pluscuamperfecto del indicativo
en el español andino y paraguayo actuales. Para la autora, los empleos admirativos y
evidenciales que se observan en estas variedades responden tanto a la influencia de las
lenguas de adstrato (familias Quechua y Aru en el área andina y guaraní en el Paraguay)
como a operaciones cognitivas propias del uso del pluscuamperfecto en español.
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 13
2
Para una revisión de los aportes de Lenz al estudio de la lengua y cultura mapuches, y la motivación
que tuvo para su estudio el lingüista alemán en relación con el español de Chile, véase Sánchez (1992).
14 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
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Bengoa, J. 2007. La emergencia indígena en América Latina. Santiago de Chile y México: Fondo
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3
Obsérvese, por ejemplo, su afirmación de que “Chile debe lo que es a su pueblo bajo, a esa raza de
sangre mezclada española y araucana” (1894: 132).
4
La posición dominante en la lingüística hispánica actual sigue siendo, en línea con la crítica de Alonso
(1940), contraria a la hipótesis indigenista formulada por Lenz. Así, Fontanella de Weinberg (1992) expresa:
“que a esta altura de los estudios del español americano resulta injustificable ya atribuir en términos generales
sus peculiaridades al influjo del sustrato” (31). Con todo, a fines del siglo pasado, De Granda (1995) volvió a
plantear la cuestión, dentro de ciertos límites, estableciendo escenarios que favorecerían la influencia de las
lenguas indígenas en el español americano. Específicamente, en contextos de bilingüismo, en ciertas zonas
como las andinas y en sectores socioculturales bajos (Sánchez Méndez 2003). Como sugieren trabajos de este
volumen, la influencia puede darse también en otras condiciones.
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 15
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16 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Azucena Palacios
Universidad Autónoma de Madrid, España
1. Introducción
2001; Zimmermann 1995 y 2001; Martínez 2000 y 2010; Thomason 2001; Pavlenko
y Jarvis 2002, Heine y Kuteva 2005; Palacios 2005, 2008, 2010, en prensa; Pfänder
2009; Matras y Sakel 2007; entre otros).
Quizá porque el tema es muy complejo y las perspectivas para abordarlo son
múltiples (adquisición de la lengua en contextos bilingües; cambio lingüístico y
tipología de lenguas; procesos, mecanismos y resultados lingüísticos del contacto;
restricciones, tendencias universales y escalas de jerarquías lingüísticas; ámbitos
de uso de las lenguas en contacto; desplazamiento, sustitución o mantenimiento de
las lenguas, etc.), no existe un único marco teórico que dé cuenta de los complejos
aspectos lingüísticos, psicolingüísticos o sociolingüísticos que intervienen en las
situaciones de contacto de lenguas. Sin embargo, son mayoría los autores que
constatan la diversidad lingüística como inherente a las situaciones de contacto,
incluso se explicita la necesidad de estudiar las modalidades locales donde tienen
lugar las variaciones lingüísticas debidas al contacto. En el caso de Hispanoamérica,
donde las situaciones de contacto lingüístico son tan ricas y complejas, es preciso
abordar estas situaciones desde una perspectiva libre de prejuicios heredados y de
concepciones apriorísticas sobre las lenguas indígenas y sus hablantes. Esa situación
era bien conocida por Manuel Alvar (2002: 155), quien instaba a conocer la realidad
lingüística hispanoamericana de las áreas de contacto de lenguas, donde las lenguas
indígenas ejercían sobre el español una constatable influencia:
[…] parece lógico conocer cuáles son las modalidades locales [de español] que esos hablantes
van a necesitar. Al menos en un primer nivel, la lengua que van a aprender se conformará con la
norma habitual de la región [...]. Hay que tener en cuenta esa modalidad –o las modalidades de
cada Estado– para poder resolver adecuadamente los numerosos problemas que el bilingüismo
va a plantear (interferencias de sistemas, rechazo de sonidos, usos sintácticos, modalidades
léxicas, etc.).
Ahora bien, no siempre se acepta este estudio como objeto per se; antes al contrario,
todavía se insiste en que las variaciones lingüísticas que aparecen en las situaciones
de contacto no afectan en ningún caso a la estructura de las lenguas. El mismo Alvar
(2002: 78) afirma, quizá por reminiscencia de postulados teóricos estructuralistas, que
“nada de esto [las variaciones lingüísticas] puede hacernos pensar en una alteración
de carácter sustancial; por el contrario, la tesis de la acción de los sustratos está cada
vez más desprestigiada”.
El postulado de que la variación lingüística pertenece a la periferia de la lengua
–es decir, al habla–, sigue permeando, pues, muchos de los trabajos que abordan
el contacto de lenguas, lo que implica una concepción de los cambios lingüísticos
inducidos por contacto como interferencias de la lengua materna en la lengua segunda,
esto es, en la variedad hablada de individuos cuya competencia en la lengua segunda
no es completa. Esto supone que esas interferencias podrían evitarse si estos hablantes
bilingües tuvieran competencia plena de las lenguas que manejan. Por otra parte, se
aceptan estas variaciones lingüísticas en tanto que pertenecientes a la esfera de lo
efímero e intrascendente, solo como cambios inestables que no afectarán en ningún
caso al sistema de la lengua. Y en efecto, la variación lingüística (y más en el caso de
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 19
En estas páginas propongo una visión más creativa y positiva del contacto lingüístico,
que no tome en cuenta las consideraciones sociales y que sea más cercana a los
1
Es un hecho ampliamente conocido que, en general, los cambios inducidos por contacto que se asocian
con población indígena tienen una menor difusión ya que suelen estar indexados socialmente. Véase, como
ejemplo, casos de cambios inducidos por contacto en la variedad andina ecuatoriana del tipo lo aplasto las
papas, asociados a hablantes indígenas bilingües, que están fuertemente estigmatizados y actualmente en franca
regresión, frente a casos del tipo le aplasto las papas, asociados a hablantes quiteños de instrucción media y
medio-alta, ampliamente difundidos y aceptados por la sociedad mayoritaria (Palacios 2006).
20 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
procesos de creación lingüística de los hablantes, que hacen aparecer nuevos usos
en sus prácticas lingüísticas cotidianas –usos “desviados” de las formas estándares–
quizá porque las formas canónicas pueden no ser suficientes para conseguir el éxito
comunicativo esperado. En este sentido, podemos pensar que el hablante bilingüe
de las áreas de contacto lingüístico en Hispanoamérica aprovecha las estructuras de
las lenguas que maneja, en nuestro caso lenguas indígenas y español, para introducir
diferencias, valores o matices que la variedad estándar no tiene pero sí las lenguas
indígenas (y viceversa). De esta manera, el hablante explota nuevas estrategias
comunicativas y las integra a sus prácticas de habla cotidianas.
La variación y el cambio lingüístico en estas áreas de contacto lingüístico intenso
deben vincularse, pues, con la variación y el contacto lingüístico diario que los
hablantes han mantenido históricamente, y que siguen manteniendo. Así, concibo la
variación y el cambio inducido por contacto como procesos dinámicos que implican
en muchos casos cambios conceptuales, cognitivos, culturales o pragmáticos; cambios
complejos, sistemáticos o individuales, en los que subyace una explicación racional,
sin importar si se trata de un hecho de lengua o de habla, si es un uso transitorio o se
ha difundido y ha pasado a toda la comunidad de manera relativamente permanente. Se
trata, en definitiva, de cambios lingüísticos en los que subyacen maneras distintas de
representar y concebir el mundo. En esta línea de pensamiento, hago mías las palabras
de Martínez (en prensa: 1) que reclama que la complejidad lingüística y cultural de
estas áreas de contacto “reproduce proximidades y alejamientos culturales en distintos
espacios comunicativos. En efecto, las soluciones sintácticas que encuentran los
hablantes a sus necesidades comunicativas no pueden disociarse de los contenidos
con que cada comunidad expresa su lugar en el mundo”.
Dentro de este marco, es preciso entender las situaciones de contacto lingüístico
como un continuum complejo donde se superponen, incluso en una misma comunidad,
hablantes con distinto grado de bilingüismo español/lenguas indígenas, lo que implica
la coexistencia de varias modalidades de habla como práctica cotidiana. Se trata de
un continuum de uso en donde los extremos presentan las situaciones más claras
(hablantes monolingües de lenguas indígenas y de castellano); por el contrario,
las modalidades de los hablantes bilingües simétricos y consecutivos (cuya lengua
materna puede ser el castellano o la lengua indígena) son las que están sujetas a
mayor variación por su propio carácter dinámico y gradual. El gráfico siguiente
intenta mostrar el carácter gradual, no discreto, de estas situaciones de contacto de
lenguas y su complejidad:
En este continuum se espera que tengan lugar todos los procesos de cambio lingüístico
inducidos por contacto que se describen en la bibliografía especializada, desde el
cambio de código al préstamo léxico. Dado que no existe una tipología consensuada
que describa y explique los distintos fenómenos que aparecen en las situaciones de
contacto lingüístico, propongo, reelaborando la propuesta de Auer (1999), una tipología
dinámica del cambio inducido por contacto, que permita una explicación general de
las variaciones y cambios lingüísticos de hablantes monolingües y bilingües de las
mismas áreas de contacto; esto es, el mismo modelo deberá dar cuenta de fenómenos
aparentemente tan diversos como: a) la incorporación tanto de elementos aislados
como de sintagmas y constituyentes mayores, así como de estructuras sintácticas
–a los que he denominado cambios directos–; b) la reelaboración de estructuras
ya existentes, la reorganización de elementos que formen un sistema o subsistema
lingüístico, la adopción de nuevos significados semánticos o pragmáticos, la variación
de frecuencias relativas de uso de un fenómeno lingüístico, la eliminación o ampliación
de restricciones lingüísticas que difundan o frenen un cambio en progreso, la
preferencia por una forma alternativa ya existente en la lengua porque tiene elementos
significativos o cognitivos comunes con formas similares en la lengua materna, entre
otros. A estos últimos cambios les he denominado cambios indirectos; c) el cambio de
código –la alternancia lingüística que obedece a intenciones significativas, pragmáticas
o identitarias– y d) la mezcla de códigos –alternancias que no tienen esa motivación.
Así, los fenómenos de cambio y de mezcla de códigos se situarán en las
modalidades bilingües, al igual que la incorporación tanto de elementos aislados
como de constituyentes mayores, de estructuras o incluso de sistemas o subsistemas
completos (cambios directos inducidos por contacto). En los extremos, podríamos
situar la inserción de elementos aislados, esto es, el préstamo ocasional según la
consideración tradicional.
En cuanto a las modalidades de habla de los monolingües (en ambos extremos del
continuum), los datos muestran que en estas variedades aparecen cambios inducidos
por contacto que afectan a reelaboraciones de estructuras gramaticales, a adopción
de nuevos usos semánticos o pragmáticos, a reorganizaciones de paradigmas, a
variación de frecuencias de uso, ampliación o eliminación de restricciones para que un
fenómeno tenga lugar, o selección congruente de usos lingüísticos de acuerdo con las
características de las lenguas en contacto (cambios indirectos inducidos por contacto).
Se trata de cambios muy extendidos entre la comunidad lingüística que pueden ser
adoptados incluso por hablantes de zonas en las que no ha habido un bilingüismo
histórico2. Por otra parte, estas modalidades de español monolingüe son estables y
se transmiten intergeneracionalmente, por lo que no puede hablarse de variedades
transicionales de aprendizaje de lengua segunda, aunque haya casos en que esto sea así.
2
Es el caso de la oposición de pretérito perfecto simple y compuesto que se da en la variedad de español
serrano ecuatoriano, donde se ha demostrado que la influencia del quichua ha potenciado la adopción de valores
evidenciales en estos usos verbales; usos que se han extendido a la variedad de español de la costa ecuatoriana,
donde la influencia del quichua no ha tenido una fuerza significativa (Bustamante 1991, Palacios 2007).
22 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Los cambios directos pueden definirse como aquellos en los que existe importación
de material ajeno a la lengua, ya sea este léxico o funcional, ya sea importación
de patrones o estructuras. Esta incorporación de elementos o la copia de patrones
inexistentes en la lengua meta (en el sentido de Heine y Kuteva 2005) pueden dar
lugar a reinterpretaciones funcionales o pragmáticas de estos elementos importados
para satisfacer mejor las necesidades comunicativas de los hablantes. Sus efectos
pueden llegar a variar los patrones de marcación del género, del número o incluso
del caso; pueden llegar incluso a crear un sistema completo de evidencialidad que
matice las órdenes, ruegos y mandatos, o la actitud y compromiso del hablante con
la información que transmite. Este tipo de cambios directos no son, en mi opinión,
3
Así ocurre, por ejemplo, en el caso del español serrano ecuatoriano, donde muchas de las variaciones
lingüísticas que aparecen en la modalidad de español de los monolingües de la sierra, y que se ha mostrado que
se deben al contacto con el quichua (dar + gerundio, gerundio de anterioridad, etc.), se constatan igualmente
en la variedad de español de los bilingües (De la Vega y Haboud 2008, Haboud 1998).
4
Thomason (2000:174) arguye que el cambio lingüístico es impredecible porque: “First, language change
is unpredictable because even the most natural changes often fail to occur; therefore, although it is often possible
to state necessary conditions for change, it is never possible to state sufficient conditions for change. And second,
since speakers can and do change their language deliberately, and since counterexamples have been provided
to all the linguistic constraints that have been proposed on contact-induced change, it is extremely unlikely that
there are nontrivial linguistic constraints on contact effects”.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 23
5
En la actualidad, este patrón a + OD se está extendiendo hasta objetos cuyos referentes son inanimados
en distintas variedades de español.
6
Estos ejemplos han sido extraídos del periódico paraguayo Popular, cuyos periodistas escriben en la
variedad de lo que podríamos llamar “español oral coloquial paraguayo”, donde el cambio de código español
y guaraní es constante. Su versión on line puede encontrarse en http://www.popular.com.py/ [consultado por
última vez el 9 de noviembre de 2011].
24 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Los marcadores katu y voi muestran el mismo valor de evidencial que tienen en
guaraní 7, esto es, la certeza de que la información que se transmite es confiable y
verdadera y el hablante se compromete con ella, mientras que ndaje implica que la
información transmitida es reportada y no ha sido experimentada personalmente, lo
que permite que el hablante no tenga ninguna responsabilidad sobre su veracidad.
La veracidad de los hechos que el hablante relata se puede cuestionar también
mediante el marcador gua’u, que aparece en el discurso para indicarle al oyente
que estos no son reales sino fingidos, como se muestra en el fragmento siguiente,
igualmente extraído del mismo periódico paraguayo, donde el periodista indica a los
lectores mediante gua’u que los individuos que entraron en el local fingen ser clientes:
(3) a. Tres delincuentes entraron a una despensa como clientes gua’u para luego
reducir al dueño y a toda su familia. Los mantuvieron cautivos por media
hora. Uno de los bandidos, para no despertar sospechas, cerró el local para
proceder a su gusto.
Quisiera mencionar, finalmente, la copia del esquema de atenuación de las peticiones
y ruegos dar + gerundio que los hablantes bilingües ecuatorianos han trasladado a
su español a partir del quichua (de la Vega y Haboud 2008: 178). Se trata de una
estructura muy productiva que se emplea mayoritariamente como imperativo atenuado
(no entiendo este juego; por favor dame saliendo ‘ayúdame a salir del juego’) y que
se ha extendido a los hablantes monolingües quiteños en situaciones informales,
incluso en construcciones que ya no implican una petición directa sino que expresan
la realización de un favor (me daba cuidando a mi hija mientras yo me iba a la
universidad ‘me cuidaba como favor a mi hija mientras yo me iba a la universidad’).
Puede, incluso, documentarse en anuncios publicitarios (damos comprando, damos
vendiendo ‘compramos, vendemos [propiedades] por/para usted’).
Es preciso hacer notar que, si bien los cambios directos son incorporaciones de
las lenguas indígenas al español, los más estigmatizados son precisamente los que
se asocian con las comunidades indígenas y son categorizados socialmente como de
bajo prestigio. Tomemos, como ejemplo, dos rasgos similares como la copia del orden
quechua en las estructuras posesivas de la variedad peruana (de María su casa ‘la
casa de María’) y la copia, también del quechua, de la estructura dar + gerundio de la
variedad ecuatoriana que acabamos de mencionar. Solo el primero, que se identifica
con el “español de indígenas”, es el que cuenta con mayor desprestigio entre la
sociedad mayoritaria; en el caso ecuatoriano, esta construcción se ha difundido entre la
población mestiza monolingüe de Quito y no se asocia con las comunidades indígenas.
Sin embargo, ambas estructuras son cambios directos del quechua al español.
En definitiva, los efectos lingüísticos del contacto de lenguas son tan complejos
que se pueden documentar alternancias de código, consideradas como la importación
de elementos llevada al extremo, constantes en el habla de los bilingües simétricos,
7
En el guaraní yopará actual los matices que diferenciaban katu y voi se están diluyendo, llegando a ser
considerados por los hablantes paraguayos casi como marcadores evidenciales sinónimos.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 25
Entiendo los cambios indirectos inducidos por contacto como cambios multicausales
compatibles con las tendencias internas del sistema. Este tipo de cambios ha sido
motivado tanto interna (evolución interna de la lengua) como externamente (por el
contacto con otras lenguas). No supone importación de material ajeno, ya que el
cambio lingüístico se produce a partir de una variación ya existente en la lengua.
Así, mediante la influencia indirecta de una lengua en contacto A surgen variaciones
gramaticales muy significativas, generalmente en el registro oral coloquial de la
8
Fragmento del periódico paraguayo Popular <http://www.popular.com.py/> [consultado por última
vez el 9 de noviembre de 2011].
26 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
lengua B, que aprovechan la propia evolución interna de esa lengua B para hacer
aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comunicativa obedece a procesos
cognitivos de la lengua A de contacto.
Estos cambios pueden implicar la aceleración de un cambio en proceso y
la eliminación de las restricciones lingüísticas que impidan su expansión, la
reestructuración de un sistema completo o la reasignación de nuevos valores a
estructuras existentes en la lengua, entre otros efectos. El mecanismo que actúa
en estos cambios es la convergencia lingüística, entendida esta como fue definida
primero por Gumperz y Wilson (1971) y matizada posteriormente por Granda (1996)
y Palacios (2005).
El papel que juega la lengua de contacto en este tipo de cambios es el de acelerador
del proceso de variación, produciendo un cambio lingüístico que puede llegar a
reorganizar un paradigma completo de la lengua, que se materializa en las prácticas
lingüísticas de la comunidad. En definitiva, se trata de cambios en los que se perciben
reajustes estructurales y funcionales a los que subyacen estructuras cognitivas ajenas
al español.
Es en estos cambios donde se observa que determinadas áreas de la gramática son
particularmente vulnerables, debido a su inestabilidad, por lo que están más expuestas
al cambio. Esto se traduce en que los hablantes de variedades distintas pueden hacer
categorizaciones diferentes sobre las mismas realidades, lo que tiene su reflejo en la
aparición de usos lingüísticos diferenciados. Y es precisamente la coexistencia de
las dos lenguas en una misma comunidad la que potencia esta posibilidad. En este
sentido, los efectos lingüísticos de estos cambios inducidos por contacto se apartan
de los resultados esperables en los cambios motivados internamente.
Un ejemplo de este tipo de cambios puede ser el comportamiento de los sistemas
pronominales átonos de tercera persona en distintas variedades de español, ya que en
estos sistemas se documenta variación desde la Edad Media. Para ilustrar mi propuesta,
mostraré qué cambios han tenido lugar en el sistema pronominal en la variedad de
español central de España y cuáles en las variedades de contacto de español y quechua;
es decir, cómo se han desarrollado algunos procesos de cambio producidos en la lengua
sin intervención de factores externos y cómo estos varían su comportamiento cuando
en estos mismos casos de variación intervienen factores externos.
En los sistemas pronominales de la variedad de español central peninsular,
Fernández Ordóñez (2001) o Klein-Andreu (2000) han constatado que existe una
tendencia de cambio que favorece el patrón de género por encima de cualquier otro.
Se trata de los sistemas referenciales donde se dan los llamados fenómenos de laísmo
y leísmo del tipo:
(6) a. La di un regalo a María / Le di un regalo a Juan.
b. La veo (a María) / Le veo (a Juan).
En opinión de Fernández Ordóñez (2001: 436), la génesis de estos sistemas
pronominales está en la propia evolución del sistema, en la adopción de patrones de
género en la categorización del referente que sustituyeron a los originarios patrones
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 27
de caso. Según esta autora “Esta etapa del cambio no parece estar condicionada
externamente, sino obedecer a un proceso de nivelación sincrética interna al paradigma
nominal […] esa reconstrucción, basada sobre datos modernos y antiguos, no sólo
no se contradice sino que se ajusta perfectamente a lo que predicen las tendencias
de cambio lingüístico construidas sobre la evidencia de la variación interlingüística”
(Fernández Ordóñez 2001: 438).
En definitiva, la autora considera que el cambio lingüístico experimentado por el
sistema referencial ha tenido lugar siguiendo las tendencias de cambio universales,
esto es, el cambio afecta a la marcación de las categorías menos nucleares en la lengua,
reforzándose las más nucleares o internas, como muestra la escala de jerarquías que
establece a partir de los universales 32, 36 y 39 de Greenberg 1963:
Número > Género > Caso 9.
Estos universales expresan la relación icónica existente entre la distancia de los afijos
con respecto al núcleo y su grado de cohesión con este. El carácter más externo del
caso parece incuestionable, puesto que relaciona predicados con argumentos, esto es,
no afecta a la semántica del núcleo, a diferencia del número o del género, sino que
establece una relación entre el evento verbal y el referente nominal participante en el
mismo. Siguiendo esta línea de argumentación, Mairal y Gil (2004: 75) afirman que
los principios que se han establecido para regular el orden de los constituyentes en las
lenguas, como la Primera Ley de Behael –que postula que aquellos constituyentes que
forman una unidad semántica y conceptual con sus núcleos deben estar más próximos
a este–, el Principio de la Distancia de Haiman (1985) –que indica que la proximidad
lingüística es un fiel reflejo de la distancia conceptual– o el Principio de Orientación
Centrípeta de Dik (1997), así parecen confirmarlo.
En un proceso de cambio lingüístico en el que se produce pérdida morfológica,
esta jerarquía predice que el caso se neutralice antes que el género y el número,
por su posición más externa, menos nuclear. En los cambios que se describen para
las variedades centrales peninsulares, la diferenciación del caso se perderá en el
sistema referencial en primer lugar, por lo que la selección pronominal no estará
ya condicionada por la distinción casual. El caso que prevalece en los procesos de
cambio, según las tendencias universales de cambio, es precisamente el no marcado,
ya que los procesos de cambio analógico parece que están orientados a favor de las
formas no marcadas. Fernández Ordóñez así lo considera tras apelar a la quinta ley
de Kurylowicz (1949: 31), que establece que “Pour rétablir une différence d’ordre
central la langue abandonne une différence d’ordre plus marginal” o al cuarto principio
del cambio analógico propuesto por Elvira (1998: 227) “El cambio analógico está
orientado desde las formas menos marcadas o más frecuentes hacia las marcadas o
menos frecuentes”. En el caso que nos ocupa, el dativo sería el caso marcado, –menos
nuclear que el acusativo, ya que este último es el caso distribucionalmente menos
9
En estas páginas hago una simplificación de su argumentación, mucho más compleja y exhaustiva.
28 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
10
Flores Farfán (1999) y García Tesoro (2005 y 2006) estudian el español hablado por nahuas o mayas;
Godenzzi (1986), Klee (1990), Calvo (1996-7), Martínez (2000), Granda (2001) o Palacios (2005 y 2006) se
han ocupado del español en contacto con el quechua en el área andina; o Granda (1996), Martínez (2000) y
Palacios (1998, 2000) del estudio del español en contacto con el guaraní.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 29
11
Datos tomados de hablantes de la zona de Otavalo, área bilingüe al norte de Quito.
12
Es bien sabida la situación de bilingüismo histórico quichua y español que se ha mantenido en la sierra
ecuatoriana y que llega hasta nuestros días. Esta situación ha servido para explicar distintos procesos de cambio
lingüístico que se dan en esta zona a diferencia de lo que ocurre en la costa ecuatoriana, donde tal situación de
bilingüismo histórico no se ha dado (véanse, entre otros, los trabajos de Haboud 1998, Olbertz y Muysken 2005
o Palacios 2006). La variedad ecuatoriana de quechua se denomina en este país quichua; en Perú se denomina
quechua.
30 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
13
Ejemplos tomados a partir del trabajo de campo realizado en Llanogrande, Ecuador, en 2011.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 31
14
Los sistemas bicasuales simplificados y de transición también muestran la misma tendencia a elidir
la forma pronominal de objeto directo cuando el referente es inanimado. Así, en todos ellos coexiste la forma
pronominal con el cero fonético. Para una explicación más detallada, véase Palacios 2006.
32 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Nótese que este segundo cambio contradice igualmente las tendencias de cambio
universales que apuntaban a la difusión de las categorías menos marcadas a costa
de las marcadas, pues el pronombre que se impone finalmente es el dativo sobre el
acusativo. Se ha producido una reorganización de los pronombres originarios, cuyo
efecto es que la forma le(s) se convierte en una unidad gramatical no referencial sin
especificación de género ni de caso. Se ha consolidado un proceso de gramaticalización
que abandona los parámetros esperables en el castellano (variedad central de España)
o en el resto de las lenguas románicas.
La razón que explica la dirección contraria de los cambios experimentados por
los sistemas pronominales átonos del español de áreas de contacto con lenguas
amerindias, a diferencia de los que han tenido lugar en el centro peninsular español,
es precisamente la intervención de un factor exógeno, el contacto intenso del
español con las lenguas amerindias en esas áreas, en nuestro caso el quechua. Las
características estructurales del quechua que permiten explicar hacia dónde se ha
producido el cambio en la variedad de español serrano ecuatoriano son, como ya ha
mostrado Palacios (2006: 225), las siguientes: a) el quechua no dispone de un sistema
pronominal átono de 3ª persona similar al español; b) no marca el género mediante
procedimientos morfológicos; c) los casos dativo y acusativo que explican el sistema
pronominal distinguidor del español no se corresponden con los casos morfológicos del
quechua; d) las marcas de concordancia de objeto que el quechua incorpora al verbo
son siempre animados; e) en la tercera persona esta incorporación del objeto es un
morfema cero en la tercera persona; f) esta elisión de la tercera persona se extiende a
las otras personas en el quichua ecuatoriano oral. Estas características explicarían los
cambios producidos en estos sistemas simplificados: los pronombres átonos pierden la
distinción de género y se convierten en auténticos marcadores de caso en los sistemas
bicasuales simplificados o marcadores de objeto en los monocasuales o leístas.
Mediante el mecanismo de la convergencia lingüística, el cambio registrado
induce e incentiva un acercamiento a los rasgos significativos de la lengua amerindia
implicados en el cambio. Así, si en los cambios de las variedades peninsulares
predomina un patrón de género por encima del caso; en los cambios inducidos por
contacto no hay un patrón de género establecido porque el género no es relevante
gramaticalmente en la lengua amerindia implicada, y sí lo es, por el contrario, los
rasgos de caso o de animacidad, que son los que deciden el patrón pronominal
resultante. La reorganización del sistema pronominal inducida por el contacto con el
quechua ha eliminado así distinciones funcionales existentes en el castellano general
que no son relevantes para esta lengua, lo que ha dado lugar a una recategorización
cuyos efectos lingüísticos, la simplificación parcial (sistemas loístas) o total (sistemas
leístas), obedecen a la aplicación de procesos generales que siguen pautas sistemáticas.
Esto apunta a que estamos ante un único proceso general de cambio inducido
por contacto, que supone la consolidación de un proceso de gramaticalización más
evolucionado que el que se da en los sistemas pronominales de España. En esta línea,
estos fenómenos de contacto suponen procesos generales de cambio, no locales,
comunes a todas las áreas de contacto, que tienen lugar en el mismo punto de la
estructura de la lengua y actúan en la misma dirección dado que se trata de procesos
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 33
de cambio generales en los que intervienen mecanismos similares, que dan lugar a
efectos o consecuencias lingüísticas similares también. En definitiva, en estos cambios
indirectos inducidos por contacto, los factores externos y los internos juegan papeles
esenciales, ambos, sin que la prevalencia de uno sobre otro sea relevante en el proceso
de cambio. Si uno de los factores tipificados no estuviera implicado (bien el externo,
bien el interno) el resultado del cambio sería completamente distinto, como hemos
visto en la evolución de los sistemas pronominales en las variedades peninsulares o
en la relativa fosilización que muestran los sistemas pronominales en las variedades
americanas de español sin contacto lingüístico. Así, el análisis de estos sistemas
pronominales permite contemplar la evolución gradual de los cambios de manera
sincrónica, desde los sistemas no simplificados que aún no han registrado cambios
lingüísticos (sistema etimológico) a los sistemas muy simplificados, resultado de
distintos procesos de cambio lingüístico (sistema simplificado leísta), pasando por
sistemas menos evolucionados que permanecen en un estado de evolución intermedio
(sistema simplificado bicasual y de transición).
En los cambios vistos en esta sección, el hablante acerca su variedad de castellano
a las lenguas indígenas y aprovecha las estructuras de las lenguas implicadas para
introducir diferencias, valores o matices que el castellano no tiene pero sí las lenguas
indígenas. De esta manera, el hablante explota nuevas estrategias comunicativas que
el castellano no tenía.
A modo de cierre
He de decir, a pesar de lo visto en estas páginas sobre los cambios directos e indirectos
inducidos por contacto, que los límites entre ambos no son siempre discretos; se trata
más bien de un continuum donde, en algunos casos, es difícil establecer una frontera
nítida entre unos y otros, coherentemente con la naturaleza de nuestra propuesta. A este
respecto, tomemos el caso de los hablantes del Nordeste argentino, zona de contacto
intenso con el guaraní, que muestran variaciones del régimen preposicional del tipo
apoyé la bici por la pared ‘apoyé la bici en la pared’. Se ha tomado esta construcción
como una copia del régimen posposicional guaraní (rehe ‘por’), esto es, un cambio
directo inducido por contacto. Ahora bien, cuando se pregunta a un hablante de estas
áreas por qué dice por la pared y no en la pared en estos casos, contesta de inmediato
que en significa dentro, en el interior, mientras que por implica en la superficie. Así,
no pueden decir “apoyar la bici en la pared” o “poner un prendedor en la cabeza de
alguien” porque significaría dentro de la pared o dentro de la cabeza, y no es eso lo
que quieren expresar. Una explicación alternativa supone que quizá las acepciones
que, según el Diccionario de la Lengua Española (2011), tiene por en español como
localización aproximada o como parte o lugar concreto sean más congruentes con
la reorganización que hacen los hablantes del Nordeste argentino en este tipo de
construcción. Así, no se trataría de un cambio directo sino de un cambio indirecto
inducido por contacto, cuyo efecto es una reorganización del sistema locativo (a
‘dirección’/ en ‘meta, interior’ / por ‘superficie’). El hablante aproximaría entonces
34 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
las estructuras del guaraní y del español para poder expresar un juego de elementos
locativos más rico que el que presenta el español estándar, aprovechando las estructuras
de ambas lenguas.
Como hemos visto en este repaso somero, en estas áreas de contacto intenso las
variedades de español han experimentado numerosos cambios por la influencia, directa
o indirecta, de las lenguas amerindias. Algunos de estos rasgos se han extendido a la
población monolingüe de estas áreas, debido probablemente a que son los que menos
se identifican con las lengua indígenas y, por tanto, con las comunidades indígenas.
Esos rasgos, aunque también son debidos a la influencia de las lenguas indígenas,
no están estigmatizados y han tenido amplia difusión entre la sociedad mayoritaria
(compárese el caso del español ecuatoriano serrano: lo veo a la niña, vinculado al
español de indígenas, y le veo a la niña, indexado con las clases mestizas de Quito).
En efecto, las lenguas indígenas no gozan de prestigio y, más allá de las políticas
oficiales, reales o ficticias, de cada país, como apunta Zimmermann (2001), es la
sociedad mayoritaria en sus actos cotidianos la que define las actitudes positivas o
negativas hacia las lenguas y culturas amerindias, pero también hacia la variedad de
español que se habla en estas zonas de contacto intenso. Un modelo dinámico como
el que he presentado pretende analizar el cambio lingüístico inducido por contacto sin
tener en cuenta los estereotipos negativos que se han generado y difundido sobre el
“español de indígenas”. Pretende igualmente explicar el cambio inducido por contacto
de una manera global, tomando en cuenta tanto las causas como los efectos del cambio
y centrando la atención no solo en los procesos de cambio sino en el propio hablante
que los crea y difunde. Aspira, en definitiva, a averiguar por qué los hablantes crean
nuevos usos lingüísticos y si estos obedecen a categorizaciones diferentes, o si en
esos usos subyacen estrategias cognitivas de la lengua de contacto que el hablante
explota para expresar de manera más efectiva aquello que necesita o quiere comunicar.
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36 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Universidad de La Frontera, Campus Integrado Andrés
Bello, Francisco Salazar 01145, Temuco, Chile o a los correos electrónicos: <[email protected]>, <robecerr@
udec.c> y <[email protected]>
38 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
1. Introducción
1
Entendido como un sistema de posibilidades que solo exige que no se afecten las condiciones funcionales
del instrumento lingüístico (Coseriu 1973).
2
Definida como el sistema de realizaciones obligadas que se impone según la región o situación (Coseriu
1973).
3
Referida a la actuación creativa por parte del hablante (Coseriu 1973).
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 41
4
A partir de este trabajo se activa en América Latina una fuerte corriente que expone las variedades del
español de América a la luz del contacto histórico de esta lengua con las lenguas indoamericanas.
42 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
La traducción es nuestra.
5
primero sería un tipo de transferencia directa, en los términos de Silva Corvalán (1994, 2001), mientras que el
segundo se comprende en el marco de las transferencias indirectas.
44 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
7
Así, en el estudio de los procesos de enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas comúnmente se utiliza
el término “interferencia”, puesto que se lo sitúa a un nivel individual (más que social) y se lo considera un
problema (más que un dato). Por el contrario, el estudio del contacto y el cambio lingüístico, desde un punto
de vista socio y etnolingüístico, lidia con fenómenos sociales (generalizados y frecuentes, aunque expresados
individual y contextualmente), a los que no considera como deficientes, sino como partes de un fenómeno
sociolingüístico que da cuenta de procesos multidimensionales.
8
Estos conceptos –préstamo e interferencia– aparecen en Weinreich (1968), quien vincula a la primera
con una transferencia estable en nivel de sistema y a la segunda con una anomalía pasajera en el nivel del habla.
9
Nuestra pregunta es: ¿Cuál es la definición de préstamos que utilizaremos en el presente trabajo?
Pues bien, hay diversas posturas respecto a dicho concepto. Sin embargo, en la actualidad, dado el carácter
confuso y vago de la noción de préstamo, se utiliza la noción de transferencia como idea general vinculada
al fenómeno particular del cambio inducido por contacto. Este concepto lo encontramos en Silva Corvalán
(1994, 2001); Moreno Fernández (2005); Heine y Kuteva (2005) y en Aikhenvald (2006), entre otros. De este
modo, para Aikhenvald, el concepto de préstamo debe entenderse en un marco amplio, es decir, se trataría de la
transferencia de un rasgo de cualquier tipo de una lengua a otra. Por otro lado, Heine y Kuteva también ocupan
la noción de transferencia en lugar de la de préstamo. La transferencia es para ellos un fenómeno amplio, que
involucra tanto patrones como significados gramaticales, lo que permite reconocer la réplica gramatical, que se
diferencia del préstamo por ser menos visible y muy frecuente en casos de contacto extendidos en el tiempo.
Estas reconceptualizaciones se distancian de las visiones clásicas de préstamo e interferencia (Weinreich 1968
[ver nota 7]).
10
Thomason y Kaufman llaman a este fenómeno “interferencia de sustrato” y lo definen como un sub-
tipo de interferencia. Como se señaló más arriba, en este artículo consideramos la noción de interferencia en
relación con la más general de transferencia.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 45
12
Debe señalarse que las nociones de lengua modelo y de lengua réplica son relativas, pues un sistema
lingüístico puede asumir ambos roles.
13
Sin embargo, resulta problemático interpretar cambios estructurales en una lengua receptora o réplica
a partir de la transferencia de significados gramaticales, ya que este proceso no conlleva en todos los casos la
incorporación en la lengua réplica de unidades significativas completas (Dreidemie 2010).
14
Dreidemie (2010) agrega que las réplicas son difícilmente controlables por ideologías o prácticas
puristas.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 47
15
Aikhenvald (2006) sostiene que si los rasgos lingüísticos están abiertos a la difusión, entonces puede
transferirse una forma, o bien puede traducirse dicha forma morfema por morfema de una lengua a otra.
48 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
por los modelos funcionalistas ligados al uso y al contexto, así como por los modelos
cognitivistas que defienden la dinamicidad de las representaciones (van Dijk 1993-
1994, 1996; Talmy 2000, 2006; Feldman 2006). En particular, para esta teoría, los
sistemas mixtos o entremezclados (intermixing) emergen de una serie de factores
sociolingüísticos particulares motivados por comportamientos semiconscientes de
los hablantes16. Así, estas lenguas son resultado de fuertes procesos de difusión de
rasgos y de elaboraciones creativas desarrolladas por grupos étnicos, relacionadas
con la prevalencia de su identidad17.
La difusión de rasgos inducida por contacto permite incorporar –o eliminar– una
forma o un patrón, a la vez que se puede mantener la forma o patrón original de la
lengua con una diferencia funcional, o bien, producir una forma o patrón híbrido.
En este contexto, los autores distinguen los “préstamos de sistemas gramaticales”18
de la “adición” de un elemento en un sistema ya existente19. Como resultado, el
cambio inducido por contacto implica la reestructuración de sistemas y subsistemas
gramaticales, lo que puede producir el cambio paulatino en el perfil tipológico de la
lengua.
16
En este caso, el ejemplo propuesto es el de la media lengua, sistema utilizado en la zona andina peruana
y que se caracteriza por tener vocabulario español y sistema gramatical quechua.
17
Aikhenvald y Dixon (2006) sostienen que estas lenguas son resultado de una ingeniería lingüística
semiconsciente realizada por los hablantes. Lo anterior refleja lealtad entre comunidades y mantención de una
conciencia étnica entre las minorías no territoriales.
18
Una lengua puede perder un subsistema gramatical cuando está en contacto, i.e., la marca de número.
19
Por ejemplo, una lengua puede marcar número singular y no-singular y una lengua vecina puede tener
marca de número dual. En este caso, el sistema que no tiene número dual puede innovar, a través de procesos
de gramaticalización o por préstamos.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 49
20
La primera etapa se produce durante los siglos XVI y XVII, época en la que se generaron varias
gramáticas de las lenguas indígenas más vitales de esos tiempos. La segunda etapa se produce durante la
colonia española, entre los siglos XVII y XVIII, período en que el contacto lingüístico se generó en razón de
tres contextos de interacción, a saber: (1) tipo de asentamiento hispánico, (2) su localización geográfica y (3)
el tamaño y complejidad de la comunidad. La tercera etapa comienza con la formación de los nuevos Estados
nacionales hispanohablantes durante el siglo XIX (Escobar 2010). Este hecho implicó un cambio en las relaciones
político-sociales, cuestión que llevó la promesa implícita de validar a los indígenas, sus culturas y lenguas, lo
que, sin embargo, no ocurrió. Como resultado, se produjeron diversos movimientos de los grupos indígenas
de América que manifestaron su disconformidad con el incumplimiento de dicha promesa. Estas protestas
trajeron consigo, durante el siglo XX, la atención de los Estados nacionales sobre políticas multiculturales,
multilingüísticas y multiétnicas, lo que generó un proceso de concientización por parte de algunos países en
relación con la mantención de la lengua y la identidad indígenas.
50 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
La hipótesis externista del cambio lingüístico ha tenido que competir, en América, con
visiones que la han criticado duramente. Baste recordar la controversia suscitada entre
el hispanista Amado Alonso y el indoamericanista Rodolfo Lenz. Para este último, se
debía “investigar hasta qué límites ha llegado esta mezcla del lenguaje español con el
indio en el territorio de la República de Chile” (Lenz 1912: 5). El programa propuesto
por este lingüista marcará la pauta de lo que años más tarde se reconocerá como la
postura que defiende la influencia de las lenguas indoamericanas en la lengua española.
Según Lenz (1912), la lengua española fue trasplantada a los vastos territorios de
América y en este contexto tuvo que amoldarse a la naturaleza de este nuevo mundo,
por lo cual debió adaptarse a otro sistema de vida, uno distinto del español original.
Como se planteó en páginas anteriores, la lingüística moderna desvalorizó la
postura de Lenz y las perspectivas afines. De este modo, en América se reaccionó
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 51
negativamente a los trabajos que defendían el influjo de sustrato por parte de las
lenguas indígenas sobre el español. Famosa es la tesis contraria de Alonso (1939), quien
desestimó los supuestos de Lenz y atribuyó las variaciones del sistema a fenómenos
genéticos internos. Esta controversia ha sido especialmente fuerte en América Latina,
donde continúa una fuerte pugna entre ambas visiones.
Sin embargo, las tesis de Lenz han sido revaloradas por diversos especialistas
(Granda 1994, 1996a; Escobar 2001; Godenzi 1995, 1996; Calvo Pérez 2000 entre
otros), situación que se ha replicado en Chile, donde han resurgido algunas posturas
que sostienen que el castellano local estaría profundamente influido por la lengua
mapuche.
Así, el panorama actual es más matizado y, aunque la tesis hispanista sigue siendo
hegemónica en muchos contextos, ésta ha debido replantear la discusión, asumiendo
las posibilidades de explicar los cambios a partir de factores externos al sistema.
Asimismo, las controversias han acercado las posiciones, por lo que, asumiéndose
la posibilidad del influjo de las lenguas indígenas, las discusiones se han centrado
en la relación entre factores sociales y cambio lingüístico, en el carácter “resistente”
del sistema gramatical y en la posibilidad de explicar las diferencias de patrones de
cambio, ya sea por factores socio-históricos, ya sea por aquéllos conjugados con
factores internos de la lengua meta.
En relación con la permeabilidad de los niveles lingüísticos al cambio, actualmente
la bibliografía del castellano reporta préstamos y transferencias en los distintos niveles
de la lengua, entre las que se distinguen transferencias fonológicas, morfológicas,
sintácticas y pragmático-comunicativas (Calvo Pérez 2000, Silva Corvalán 2001,
entre otros). Nuestra discusión se enfoca en el nivel gramatical, cuestión por la cual
desarrollaremos este punto con mayor especificidad. En particular, Silva Corvalán
afirma que el estudio de la transferencia sintáctica dependerá de la definición de
sintaxis que maneje el especialista. En este sentido, si se considera la noción de sintaxis
como un componente formal de estructuras y relaciones que contraen relaciones
sintagmáticas sin considerar su significado, entonces será imposible la identificación
de ejemplos de transferencia sintáctica. Por el contrario, considerando, afirma la autora,
que los bilingües no transfieren estructuras sintácticas, sino funciones pragmático-
discursivas, nos situamos desde una visión funcionalista, cognitiva y dinámica de la
sintaxis.
De acuerdo con lo anterior, la permeabilidad sintáctica será efectiva en algunos
casos, únicos según Silva Corvalán (2001)21. Sin embargo, según la autora, se
reconocen algunos fenómenos sintácticos al interior del estudio de la lingüística de
contacto, dentro de los cuales se cuentan: las relaciones de orden de constituyentes, la
21
Según Silva Corvalán (1994), el sistema sintáctico de las lenguas es muy resistente a la penetración
de elementos foráneos. El carácter resistente del sistema gramatical, coincidente con la postura tradicional, es
discutido en la bibliografía. Thomason y Kaufman (1988) señalan la permeabilidad del sistema gramatical,
defendiendo que puede transferirse cualquier elemento lingüístico. Se podría sostener que la diferencia de
opinión a este respecto tiene relación con las realidades de contacto y con los supuestos teóricos de los autores.
52 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
22
En términos de esta autora, “cambios directos” o “transferencias”, pues utiliza esta última noción como
equivalente a la de préstamo. Sin embargo, como se ha discutido en el apartado 2.2, creemos que el concepto
de transferencia corresponde a una noción amplia que contiene transferencias directas (préstamos) e indirectas
(que pueden considerarse fenómenos de convergencia y replicaciones).
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 53
que pueden ser influidas por el contacto. Dichos rasgos nucleares estarían integrados,
según Aikhenvald (2006), por la morfología flexiva, núcleo que sería difícilmente
influido, seguido luego por el núcleo del lexicón. Posteriormente, las construcciones
sintácticas ocupan el tercer lugar en la jerarquía, finalizando la estratificación con las
estructuras discursivas y las expresiones idiomáticas.
En esta misma línea, retomando los supuestos de Heine y Kuteva (2005), diremos
que el cambio gramatical es posible sobre la base de los patrones de uso y de las
categorías gramaticales. La transferencia no solo obedece a formas gramaticales
explícitas sino también a extensiones de los significados gramaticales y a la capacidad
de los hablantes para construir estructuras isomórficas de las lenguas en contacto. A
nivel gramatical, por tanto, son posibles las transferencias. Asimismo, en opinión
de Aikhenvald (2006), cada lengua tiene de forma subyacente alguna influencia de
sus vecinos, producida en un momento histórico particular. En conclusión, diversos
autores (Silva Corvalán 1994, 2001; Granda 1996b; Moreno Fernández 2005; entre
otros) afirman que el nivel morfosintáctico de una lengua A puede recibir influencias
de la lengua de contacto B. Esta influencia puede acelerar el cambio que estaba en
curso en la lengua A antes del contacto con B, pudiendo ser directo o indirecto, o bien,
dar inicio a un tipo de cambio lingüístico que haga derivar la lengua hacia patrones
y formas no contempladas en ningún prediseño. Por otro lado, la transferencia de
patrones y formas dependerá directamente de las expresiones y funciones que existan
en las lenguas en contacto. De este modo, si la lengua A posee elementos para expresar
algún rasgo de la lengua B, entonces los utilizará y traspasará un patrón, una forma
o un significado léxico o gramatical de B a su sistema.
Respecto a lo anterior, nuestra postura se distancia de la visión general adoptada
por los investigadores, pues concebimos que la estructura de la lengua receptora es
relevante, aunque no determinante en los procesos de cambios inducidos por contacto.
En este sentido, consideramos la lengua como un constructo activo y dinámico, no
rigidizado ni autocontenido. Este supuesto tiene tres consecuencias relevantes: i) la
codificación lingüística ofrece un sistema de opciones recurrentes que experimentan
“sedimentación” pero no “autonomización” de los procesos activos que la constituyen;
en consecuencia, ii) la variación y el cambio lingüístico son procesos constitutivos de
la historia de actualización del sistema lingüístico; y, en la práctica, iii) la gramática
corresponde a un sistema de estructuración conceptual (en términos de Talmy 2000)
y de automatización (del subsistema del código comunicativo, en términos de Givón
2001), que se presenta en un equilibrio dinámico, en el sentido de que, no siendo
rígida, tiende a la sedimentación y a la perduración mediante el uso de las mismas
estructuras para funciones pragmático-discursivas nuevas (Givón 2001). En este
sentido, reafirmamos que, junto a los factores lingüísticos, pragmáticos y discursivos,
los procesos sociolingüísticos, el desarrollo histórico-social y la dimensión socio-
cognitiva constituida en las comunidades son condiciones básicas y elementales para
la constitución del código y el estudio del cambio lingüístico.
En este marco, solo resta reafirmar que, a la luz de los hechos históricos y
del desarrollo teórico de la lingüística de contacto, son insostenibles las posturas
formuladas desde la visión hispanista. Así, el reconocimiento explícito de factores
54 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
23
Hernández y Ramos (1978, 1979 y 1984) llaman “castellano mapuchizado” a esta variedad. En este
artículo, le llamamos castellano hablado por mapuches o castellano de comunidades en contacto.
24
Álvarez-Santullano y Contreras (1995) presentan un trabajo vinculado con el español hablado por
huilliches; este trabajo es de naturaleza descriptiva, al igual que los desarrollados por Hernández y Ramos,
y se enfoca fundamentalmente en precisiones de naturaleza dialectológicas. En este sentido, se afirma que el
castellano hablado por huilliches presentará rasgos particulares que derivan del contacto con el tsesungun y
de la lateralidad de la zona con respecto a otros lugares donde se practica una versión más estandarizada del
castellano. Los fenómenos se describen de acuerdo con niveles del lenguaje; de esta forma, se consideran para
la descripción los niveles fonológicos, léxicos y morfosintácticos, siguiendo la pauta planteada por Hernández
y Ramos (1978, 1979).
25
La tesis fundamental que se propone en dichos estudios se vincula con la existencia de un castellano
que se aparta de la norma estándar, lo cual trae consigo problemas comunicativos y de aprendizaje entre los
niños. Se sostiene, además, que se requiere la implementación de planes y programas de enseñanza-aprendizaje
del castellano entre las comunidades rurales de la región. El bilingüismo, de este modo, representa, para estos
autores, un problema que repercute en las prácticas pedagógicas y en las interacciones comunicativas.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 55
1984; Lagos y Olivera 1988; Acuña y Menegotto 1996), pueden trazarse en nuevas
indagaciones.
En esta sección, se van a tratar tres aspectos gramaticales del sintagma nominal (formas
y patrones) cuya variación en el castellano de contacto con el mapudungun ha sido
estudiada en distinto grado: i) morfología de las palabras (Acuña y Menegotto 1996;
Lagos y Olivera 1988; Contreras 1999); ii) concordancia de género y número (v.gr.,
sustantivo-adjetivo) (Hernández y Ramos 1978, 1979; Lagos y Olivera 1988; Acuña
y Menegotto 1996; Contreras 1999; 2009); y iii) orden de palabras (Lagos y Olivera
1988; Acuña y Menegotto 1996; Contreras 1999). A continuación, se presentan las
similitudes y diferencias entre la organización sintagmática nominal en las lenguas
mapuche y castellana, con un énfasis en los aspectos en que se centra la discusión
de este artículo.
En primer lugar, a pesar del carácter polisintético de la lengua mapuche, que se
manifiesta mediante abundante sufijación, ésta es ostentada mayoritariamente por el
verbo (Salas 1992; Zúñiga 2006; Smeets 2008, de modo tal que, comparativamente,
la morfología nominal y adjetiva es reducida en cantidad de categorías/morfemas y
en frecuencia de uso. Así, la lengua mapuche concentra en el verbo –por contraste
con el sintagma nominal y adjetivo– la mayor carga en la expresión de las categorías
gramaticales. En particular, a diferencia del castellano, el mapudungun no marca género
ni número en la morfología nominal, y, en general, no marca género morfológicamente
en ninguna clase de palabras26. Por el contrario, la lengua mapuche puede marcar
número –gramatical– en algunos adjetivos, que, por tanto, no concuerdan en número
con ninguna marca morfológica del sustantivo27. Sin embargo, está sujeto a discusión
si los sustantivos, así como los adjetivos y pronombres, pueden exhibir otras categorías
gramaticales, a saber, evidencialidad (sufijo “-(ü)rke”) (1), énfasis (sufijo “-lle”) (2) e
implicación emotiva (sufijo “-(y)em”) (3), o bien, constituyen partículas libres cuyo
26
En el caso del número, éste se señala mediante distintos procedimientos, algunos de los cuales pueden ser
concurrentes: i) en sustantivos animados, preferentemente, por medio de la partícula “pu”; ii) con la anteposición
de lexemas que indican pluralidad (numerales, adjetivos pluralizados, formas adverbiales); iii) mediante la
formación de sustantivos de naturaleza colectiva (sufijos “-wen” ‘asociativo’ (Smeets, 2008) o ‘construcción
diádica’ (Evans, Golluscio y Mellico 2010) y “-(e)ntu” ‘colectividad de elementos naturales similares’); iv)
mediante el uso de los pronombres complementarios “engu” o “engün” (dual y plural, respectivamente); o v) en
ausencia de marcas en el sintagma nominal, mediante la indexación del referente en un morfema dual o plural
del verbo.
27
En el adjetivo, por otra parte, se puede utilizar el sufijo “–ke” como pluralizador (Salas 1992). Según
Smeets (2008), aunque tiene el resultado de pluralizar, este sufijo no es un real pluralizador, sino que cumple
una función distributiva. En definitiva, tanto la descripción expuesta en esta nota como en la nota anterior
demuestran que la categoría gramatical número –aunque en menor grado que el género– no es preeminente en
la lengua mapuche.
56 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
ámbito podría exceder el del sustantivo para extenderse, más ampliamente, sobre el
sintagma nominal en su conjunto28:
(1) Tami ñuke-rke tüfey
tumadre-EVI aquélla29
Ah, así que aquélla es tu madre.
(2) Tañi domo-lle küdaw-ke-y
mi mujer-ENF trabajar-HAB-3.IND
Mi mujer trabaja (habitualmente).
(3) Tañi ñuke-yem la-y
mi madre-EMO morir-3.IND
Mi mujer trabaja (habitualmente).
En segundo lugar, como fue expuesto en el párrafo anterior, el sintagma nominal
mapuche no requiere establecer concordancia entre sustantivo y determinantes,
adjetivos, ni algún otro modificador nominal. Así, a diferencia del español, cuyo
sistema de hiperconcordancia está bien descrito (Hernández 1996; Marcos Marín et
al. 2007; Asociación de Academias 2009; 2010) 30, el mapuche tiende a especificar
género31(3) y número (4) solo en algunos casos, y mediante procedimientos no siempre
concurrentes. En definitiva, no se establece concordancia, entendida ésta como la
manifestación de marcas morfológicas equivalentes y sistemáticas (3 y 4)32.
28
Si bien podría discutirse el carácter ligado de dichos morfemas (o, por el contrario, su carácter
de partículas libres), éste se podría sostener a partir de su dependencia fonológica y estructural. Un grupo
relativamente distinto de morfemas, que podrían identificarse como partículas libres, está integrado por “no”
`polaridad negativa’, “peno” ‘modalidad epistémica irrealis (duda/confirmación)’, “chi” ‘modalidad epistémica
irrealis (duda/posibilidad)’, “am” ‘presuposición’; “may” ‘confirmación de presuposición’, y algunas más.
29
En este trabajo se utilizan las siguientes abreviaciones gramaticales: 3: 3º persona gramatical; CAUS:
causativo; DEF: determinante definido; EMO: implicación emotiva; ENF: enfático; EVI: evidencialidad; HAB:
habitual, IND: modo indicativo; PL: plural.
30
Hernández (1996) sostiene que tanto el morfema de género como el de número deben considerarse
como morfemas de sintagma, esto es, morfemas que afectan a todo el sintagma nominal. En este caso, el género
operará como infraestructura de la frase nominal, mientras que el número lo hará superpuesto al género. Ambos
elementos conformarían el “entramado articulador” que soporta todo el grupo nominal funcional.
31
Como se dijo más arriba, el mapudungun no ostenta marcas morfológicas de género, y solo lo hace
marginalmente con el número. En cuanto al género, los procedimientos más comunes son la utilización de
nombres heterónimos (“domo” ‘mujer”, “kuse” ‘anciana’, “wentru” ‘hombre’, “peñi” ‘hermano hombre’),
algunos de los cuales pueden anteponerse a sustantivos de uso ambiguo (“domo wenüy” ‘mujer amig-’ versus
“wentru wenüy” ‘hombre amig-”), o de no especificación lingüística. Traducimos “wenüy” por ‘amig-‘, ya que
no indica género.
32
Aunque se presentan frecuentemente marcas morfológicas concurrentes en el número, tal concurrencia
no es obligatoria, y de hecho, según Smeets (2008), las marcas indican categorías diferentes (“pu” indicaría
‘colectividad’ (el conjunto de los x), en tanto “-ke” indicaría ‘distributividad’ (todos y cada uno de los x)). En
este artículo, no abundaremos en su especificidad, por lo que ambos serán traducidos como plural.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 57
33
Se ha discutido la propiedad de considerar la existencia de un artículo propiamente tal en la lengua
mapuche (Raguileo, s.f.; Hernández, Ramos y Huenchulaf 2006). Una opción es considerar dicha categoría como
producto de un proceso de emergencia diacrónica en marcha (Jacqueline Caniguan, comunicación personal),
relacionada a la historia de contacto con el castellano. Nuestra opinión es similar, en tanto el uso de alguno de
los determinantes (“artículos”) mapuches (“chi”, “ti”, “tichi”, “tati”, “tachi”, etc.) parece ser esporádico, poco
frecuente, y dependiente del contexto y del registro.
34
Solo algunas oraciones de relativo, que en su expresión más reducida pueden estar formadas por una
sola palabra (un verbo nominalizado), deben ir postpuestas al núcleo nominal.
35
Por otro lado, mientras en castellano las cláusulas relativas son postpuestas (en relación con el sustantivo),
la lengua mapuche acepta cláusulas relativas antepuestas y postpuestas.
58 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
A partir de los ejemplos anteriores, llama la atención que los autores denominen
“discordancias” a los casos de replicación gramatical que, a partir del modelo
mapuche, no indiquen las marcas morfológicas de género, al tiempo que llamen
“pseudodiscordancias” a la tendencia hacia la eliminación de las marcas de número (5.2
y 5.3). Tal como señalan los autores, en el segundo caso no solo intervienen factores
morfológicos, sino también –fuertemente– rasgos fonológicos muy extendidos en el
castellano de Chile. Por lo tanto, nuestra constatación de que el término “discordancia”
entrañaría una visión normativista se vería refrendada con el acomodo teórico que
proponen dichos textos para evitar desconocer la variante del castellano chileno general
como la estándar. Por el contrario, el señalamiento de elementos (transferencias)
que se han modificado en el castellano a partir del contacto con la lengua mapuche,
cuestionaría su carácter de “estándar”, denominación que, de mantenerse, supondría un
“estándar” dinámico, actualizado en la interacción real, abierto al cambio lingüístico
por contacto, y con probable influencia indígena. Desde una visión hispanista, se
podría argumentar, “en el mejor de los casos”, que el límite entre algunos rasgos
de la variante general no mapuche y de la variante mapuche comunitaria es difuso.
Uno de los objetivos de este trabajo fue el de explicitar el problema del contacto
lingüístico entre el castellano y las lenguas indoamericanas, con especial atención
a la interacción entre el mapudungun y el castellano de Chile. Para conseguir dicho
fin, presentamos y discutimos –en ocasiones críticamente– una serie de planteos
vinculados a la problemática, ejemplificamos, además, a través de un breve análisis
del SN del castellano de la comunidad o castellano de contacto.
Como hemos tratado de demostrar, el estudio de este fenómeno lingüístico debe
considerarse en el marco de la historia sociolingüística de los hablantes y, además, en
vinculación íntima con la dinámica sociohistórica e interactiva que se ha desarrollado
entre los códigos en contacto. Por lo anterior, sostenemos la necesidad de volver a
estudiar las influencias posibles –y comprobables– de la lengua mapuche sobre el
castellano de Chile.
Es en este contexto donde explicamos el castellano de contacto a partir de
la interacción de dos sistemas de lenguas tipológicamente diferentes, los cuales
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 59
organizan de forma distinta tanto las estructuras sintagmáticas como las categorías
gramaticales en la estructura del SN. Este hecho nos lleva a sostener la transferencia
de los significados gramaticales de género y número en forma de patrones (Aikhenvald
y Dixon 2006) desde la lengua mapuche al castellano de contacto. Según lo anterior,
la variedad de contacto prescinde de las categorías morfológicas en el adjetivo y,
en ocasiones, en los determinantes, lo que genera la restricción de las opciones del
inventario castellano a un único término, ambiguo en relación con el género, que
corresponde frecuentemente a la terminación masculina.
Por otra parte, desde la teoría de la replicación gramatical, se diría que los hablantes
mapuches de los ejemplos citados han establecido un cambio semántico a partir del
análisis e identificación (por lo tanto, de un procesamiento cognitivo) de las categorías
gramaticales de su segunda lengua en relación con las de su lengua materna. En este
sentido, los hablantes producirían un cambio en la distribución y organización de
algunos recursos semántico-gramaticales a partir de un modelo externo.
Sin embargo, ¿respecto a qué español hacer la comparación del español de
comunidades en contacto? ¿Cómo establecer una referencia válida? A partir de la
discusión que se llevó al final del apartado 4, nos parece problemático referirnos a
una “norma” española estable, identificando con ella el castellano de las élites. En
términos más generales, la norma i) es un constructo histórico e, incluso, político, por
lo que no es “aséptico” ni “imparcial”; ii) en tanto construcción social, es también una
expresión de las actitudes lingüísticas (por ende, puede acercarse más al ámbito del
deseo que al de la interacción real); iii) es una abstracción de la variación lingüística
generada en relación con los dialectos, registros, idiolectos, etc.; por lo tanto, iv) es
variable diacrónicamente y situacionalmente, y, finalmente, v) incluye elementos de
las variedades locales (por ejemplo, indígenas) en distinto grado, por lo que sería más
adecuado hablar de continuum entre variantes.
Así, incluso los enunciados lingüísticos que pueden considerarse como parte de la
“norma” o del “estándar” corresponden a variantes del castellano que pueden ostentar,
en distintos niveles lingüísticos y grados de abundancia y frecuencia, variables que
se han transferido desde las lenguas indígenas y, en el caso del castellano chileno,
desde la lengua mapuche, entre otras36. Por lo tanto, la tesis sostenida por Lenz (1912)
hoy vuelve a plantearse desde las teorías de la singularidad del español americano.
Con todo, este trabajo constituye un primer acercamiento al tema, ya que a través
de él fijamos las bases teóricas y los principios operativos que guiarán estudios futuros
del castellano de contacto.
36
Sin embargo, cabe retomar la problematicidad del estudio de las “discordancias” de número a que nos
referimos al final del apartado anterior, pues sostenemos que este tópico requiere de la máxima rigurosidad, ya
que, en su producción e interpretación no solo interviene el nivel morfológico, sino también el fonológico.
60 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
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Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 63 - 82
Universidad de Chile
Élodie Blestel
Universidad de Rennes 2 – Haute Bretagne, Francia
Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Departement de Langues Étrangères Appliquées, Université
de Rennes 2, 428, Bâtiment E, Site Rennes-Villejean, France o al correo electrónico: <[email protected]>
64 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
La NGLE no nos proporciona más explicaciones. Tras haber expuesto el valor que
considera como principal o básico para este tiempo verbal, describe lo que califica de
“variantes”: al igual que “la variante de cortesía”, el pluscuamperfecto es presentado
en su “variante” evidencial. Eso sí, el contexto evidencial es la última variante que se
nos presenta y no sabemos si se tiene que atribuir al hecho de que se trata de un uso
exclusivamente americano, o si es porque “Estas construcciones no han pasado a los
registros formales” (RAE 2009: 1789). En todo caso, lo que sí asoma es una voluntad
implícita de parte de la NGLE de presentarnos este fenómeno como una manifestación
periférica del pluscuamperfecto.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 65
Nosotros, en cambio, consideraremos este fenómeno con el mayor intéres, pues son
muchas las interrogantes que surgen ante semejantes manifestaciones discursivas. Si
no podemos considerar este pluscuamperfecto como la expresión de una anterioridad,
y tampoco la de un pasado, entonces ¿qué transmite este tiempo para que los
hablantes lo hayan elegido a pesar de todo? ¿Cuáles son los elementos inherentes al
pluscuamperfecto que contribuyen a expresar la idea de sorpresa en estos usos y la
de pasado de pasado en otros? La pregunta fundamental sería de índole teórica: ¿qué
lugar tienen que ocupar estos usos a la hora de hallar un significado que subsuma
todas las manifestaciones discursivas del pluscuamperfecto de indicativo?
Podríamos considerar que las manifestaciones discursivas antes expuestas son
excepciones que no ponen en tela de juicio el significado de lengua1 de “situación
pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada”. Ésta es la postura de la NGLE,
que, dicho sea de paso, es la única gramática general de la lengua española que
menciona estos giros problemáticos, ya que las demás los ocultan rotundamente2. En
este caso, le tocará al lingüista explicar el porqué de estas manifestaciones. Hasta ahora,
es lo que se ha ido haciendo, aunque de forma fragmentaria y dispersa, a la luz de las
hipótesis adstráticas, las cuales describiremos de manera detenida en la segunda parte
de este trabajo. Veremos sin embargo que si bien esas hipótesis ayudan a entender en
parte lo que se da en esas zonas de contacto de lenguas, no evitan el escollo de la unidad
de la lengua en un sentido más abstracto: en todos y cada uno de los casos, lo que se
usa es un mismo significante, o mejor dicho, la misma asociación de significantes,
a saber, el giro perifrástico conocido bajo el nombre de pretérito pluscuamperfecto
de indicativo. Esta unidad semiológica tiene que conllevar forzosamente una unidad
de significado, lo que supone que ninguna manifestación discursiva pueda entrar
en contradicción con este significado. Este escollo lo analizaremos, con otros, en la
tercera parte de nuestro estudio.
Ante estas manifestaciones diatópicas, optaremos por otro enfoque: el que
consiste en cuestionar ante todo el significado tradicionalmente admitido para el
pluscuamperfecto, pues nos parece que, antes de atribuirlo todo a la influencia de
las lenguas adstráticas, tal vez sea conveniente plantearse de nuevo lo que supone el
empleo del pluscuamperfecto a nivel cognitivo. Ello no implica necesariamente que
renunciemos a las hipótesis adstráticas que se han ido avanzando hasta ahora, sino
que nuestra propuesta pretende contribuir a la comprensión del fenómeno desde una
perspectiva más unitaria que dé cabida a las conclusiones necesarias pero, repitamos,
fragmentarias de los estudios dialectales que se han llevado a cabo hasta ahora. Esta
propuesta la presentaremos en la cuarta y última parte del presente estudio.
1
El término “lengua” ha de entenderse aquí en su acepción guillaumiana, es decir, por oposición a
“discurso”.
2
En efecto, el problema no se menciona en las gramáticas del español sino solamente en estudios
monográficos sobre la evidencialidad (Aikhenvald 2004), o, exceptuando el trabajo de F. Bermúdez (2008), en
estudios lingüísticos que tratan del español de América (véanse Lienhard 1992, Sánchez 2004, Navarro Gala
2006, Olbertz 2009, Speranza 2006 y 2010, además de los estudios que citaremos más adelante).
66 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
3
En este aspecto seguimos a S. DeLancey, el cual distingue la miratividad de las categorías epistémicas,
y evidenciales (véanse DeLancey 1997 y 2001).
4
Numerosos idiomas no tienen marcadores específicos de una u otra categoría y las dos se expresan
mediante el léxico o la sintaxis. En el caso de las lenguas amerindias, en cambio, estamos ante la presencia de
marcadores morfosintácticos específicos de la miratividad o de la evidencialidad. Ahora, como son dos categorías
muy próximas, a veces coinciden en un mismo marcador gramatical, pues uno puede caer en la cuenta de algo
porque adquiere la información de segunda mano.
5
Retomamos aquí las principales conclusiones que hemos expuesto en otro estudio aún por publicar:
Blestel É. Contact de langues et convergence morphosyntaxique: quelle est la nature du changement ? Le cas
de había sido au Paraguay [Comunicación presentada durante el XIII coloquio internacional de linguística
ibero-románica, universidad de Leuven, 3-5 febrero 2011]. Revue Romane (John Benjamins).
6
Se trata del corpus que sustenta nuestro trabajo de tesis “Pour une autre approche du plus-que-parfait :
le cas de la périphrase había sido en espagnol contemporain” para optar al grado de Doctor en Linguística,
Universidad de Rennes 2 – Haute Bretagne (Francia).
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 67
ha elegido para Ofelia son los que le quedan mejor. Se lo notifica a Ofelia mediante
un empleo adverbial del verbo ser conjugado en la tercera persona del singular del
pluscuamperfecto:
Los especialistas que han estudiado hasta ahora la variante dialectal del español de
Paraguay atribuyen este efecto discursivo a la traducción del morfema verbo-temporal
guaraní -ra’e 8. Ciertamente, en ciertos contextos, el morfema -ra’e y el giro había
sido parecen coincidir perfectamente tanto desde un punto de vista semántico como
sintáctico.
i. Afinidades semánticas
Aunque desconozcan los estudios lingüísticos mencionados, los hablantes bilingües
español-guaraní saben perfectamente que -ra’e puede ser traducido por había sido,
y a la inversa, pues los dos pueden, juntos o de manera separada, marcar la sorpresa
del hablante. Existen casos en los cuales, antes que recurrir al calco había sido, los
hablantes insertan el mismo préstamo guaraní en su oración castellana. Un buen
ejemplo se puede encontrar en este titular del Diario Popular 9:
(2) Los ronquidos pueden llegar a matar ra’e (Diario Popular, Paraguay, 2007).
Otras veces, los periodistas emplean uno para sustituirlo enseguida por el otro, siempre
con la intención de manifestar el descubrimiento de una realidad que los protagonistas
no habían tenido en cuenta:
(3) Buscaban como loco la cocaína y había sido estaba techo ári
7
En todos los ejemplos del corpus las cursivas son nuestras.
8
Se utiliza la expresión “verbo-temporal” para diferenciar estos morfemas de los morfemas nominales
que también pueden expresar tiempo en guaraní. En el caso de -ra’e, se trata de un morfema verbal retrospectivo
y evidencial que marca el acceso indirecto a una información pasada. En ciertos contextos, recubre una acepción
admirativa.
9
Numerosos ejemplos de nuestro corpus fueron sacados del Diario Popular en el cual encontramos una
variante del español paraguayo más bien coloquial y por consiguiente fuertemente marcada por las interferencias
del guaraní.
68 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
[…] Los agentes de la Senad se las arreglaron para encontrar la merca que ra’e
estaba escondida sobre el techo de la vivienda allanada (Diario Popular,
Paraguay, 2009)10.
Había sido y -ra’e también pueden aparecer juntos, como en este nuevo ejemplo del
mismo periódico:
(4) Y había sido ra’e cuando hacés dieta tu cuerpo debe acostumbrase a ella
para abandonarla o si no, subís el doble (Diario Popular, Paraguay, 2007).
La correspondencia es tal que numerosos son los estudiosos del guaraní que recurren
al calco para explicar el morfema -ra’e. Es el caso de N. Krivoshein de Canese y
F. Acosta que califican el morfema guaraní de “cognoscitivo” antes de traducirlo por
el giro antes descrito:
De ahí a afirmar que se trata de un guaranismo, hay poco trecho y es lo que tal vez
explique la aseveración de B. Usher en su estudio sobre el castellano paraguayo:
En el Paraguay es muy corriente “había sido”, en expresiones como éstas: “Estaba enfermo, había
sido” o “Había sido que estaba enfermo” = Hasy nipora’e, con la significación de “había estado
o estuvo enfermo verdaderamente”. [...]. Es de notar que la gramática guaraní del P. Restivo
(p. 304, año 1724) ya lo registra como traducción del nipora’e, lo cual autorizaría a pensar que
el giro “había sido que” es un guaranismo (Usher de Herreros 1976: 75).
Si bien los autores que han llegado a citar el estudio de B. Usher no se han pronunciado
sobre el origen del giro admirativo había sido, todos señalan que el verbo ser en
pluscuamperfecto es la forma más adecuada para traducir el morfema -ra’e en el
dialecto paraguayo (véanse Liuzzi 1987: 88, Liuzzi y Kirtchuk 1989: 13, Palacios
Alcaine 1999: 60 y 2008: 291).
10
Notemos que se da una alternancia análoga a la de “-ra’e” y “había sido” entre “techo ári” y “sobre el
techo”.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 69
La primera (5) no pone en tela de juicio las normas sintácticas del castellano, pues
aquí solamente el contexto de la enunciación nos permite tener la relación predicativa
por admirativa:
Al darse cuenta Florencia de que Mapa se expresa con fluidez en guaraní, lo califica de
verdadero “profesor”. Pero, desde un punto de vista puramente sintáctico, no contradice
la norma, pues podría entenderse también como una expresión de anterioridad.
Un segundo tipo de estructura es la del verbo cópula ser, conjugado en la tercera
persona del singular del pluscuamperfecto seguido de una oración subordinada
completiva introducida por el morfema que. Es así como se manifiesta el giro en la
nota publicada por Brigitte Colmán en el diario Última Hora a raíz de la elección de
un nuevo Jefe de Estado en Paraguay (6):
(7) Tú no podrás estar más cansado; más cansado no; y es que habrás caminado
mucho, a caballo, a pie (Fuentes, Artemio); Laura enseguida me lo nota. Has
estado de servicio. Y es que no lo aguanto, se me hunden los ojos y tardo
tres días en reponerme (Martín-Santos, Tiempo); Era casi un analfabeto. Y
casi lo sigo siendo. Y es que el que nace lechón muere cochino (Chamizo,
Paredes) (RAE 2009: 3484)12.
(8) Había sido se perdió su pasaporte, por eso no pudo viajar Marín (Diario
Popular, Paraguay, 2009).
(9) Ayer, de nuevo en el programa “Fútbol a lo grande”, que conduce Arturo
Máximo Rubín, volvieron a pasar la grabación de Roque [...]. También le
hicieron una nota al cantante Leo Barreto de “Los cucarachos del Paraguay”,
quien enseñó a vocalizar a Roque. Ellos había sido se reúnen siempre voi a
tocar la guitarra y darle con todo al canto (Diario Popular, Paraguay, 2004).
(10) “Yo seguía estudiando y había faltado a una clase de investigación en el
Archivo Nacional. Pensé que me iba a reclamar esa ausencia. ‘Buenas tardes,
profesor’ saludé. Desde el otro lado de la línea escucho: ‘Ya quisiera ser su
profesor’. Era, había sido, Gumersindo, quien me invitó a tomar un cafecito
en el centro”, cuenta la viuda del poeta (Villarik, Paraguay, 2004).
Desde un punto de vista funcional, había sido afecta aquí al conjunto del enunciado.
¿Acaso este fenómeno tiene que ser atribuido a la interferencia del morfema guaraní?
Podríamos afirmarlo a la vista de la sintaxis de los morfemas de tiempo de la lengua
indígena: estos afectan no solamente al verbo sino también al sistema deíctico y
nominal, como lo afirman S. Liuzzi y P. Kirtchuk:
Un hecho de gran importancia respecto a los morfemas de tiempo y de aspecto en este idioma es
que pueden afectar no solo a las partes de la oración generalmente designadas como “verbo”, sino
también a aquellas que forman parte del sistema deíctico y nominal (Liuzzi y Kirtchuk 1989: 3).
Tal vez sea esta posibilidad del guaraní la que ha llevado N. Krivoshein de Canese
y F. Acosta a identificar en un primer tiempo -ra’e como un adverbio para luego
documentarlo de nuevo entre los morfemas de modo sin mencionar la expresión del
pasado, contrariamente a la gran mayoría de los especialistas de la lengua guaraní 13 :
13
Véanse Guash 1948, Krivoshein de Canese 1998, Trinidad Sanabria 1998, Palacios Alcaine 1999 y
2008, Zarratea 2002, Silvero Sanz y Manfroni 2006, Verón 2006 o De Guarania 2008. Todos incluyen -ra’e
entre los morfemas de pasado.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 71
Esta incidencia de segundo grado bien podría ser un rasgo sintáctico prestado de la
sintaxis del guaraní: debido a su afinidad semántica, los hablantes amoldarían había
sido al modelo sintáctico de -ra’e. Sin embargo, vamos a ver más adelante que algunos
elementos nos invitan a matizar esta hipótesis.
14
Para un resumen sobre la cuestión de las denominaciones relativas a estas dos familias lingüísticas,
véase De Granda 2002: 258.
15
Sobre la diferenciación evidencial en quechua, véanse Cerrón Palomino 1976: 174-176, 1987: 273-274
y 1994: 109-111, Caravedo 1996: 165 y De Granda 1994, 2001 y 2002.
72 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
[…] En otros términos, el pasado compuesto (o simple) del español andino denota el
conocimiento directo por parte del hablante de la acción o circunstancia transmitida mientras
que el pluscuamperfecto indica el conocimiento indirecto, no personal, de la misma […] (De
Granda 1994 : 183-184 y 2002 : 261-262).
Mientras que De Granda atribuye este fenómeno a un calco funcional con los sufijos
verbales -šqa y -rqa, para A. M. Escobar, esta reinterpretación ha de ser atribuida a los
sufijos evidenciales -ši/-s y mi/-n, los cuales tienen carácter obligatorio en quechua:
The evidential use of the pluperfect, however, is attributed to the influence of the reportative
suffixes of Quechua (Schumacher) and Aymara (Hardman 152). The Quechua verbal system
includes two past suffixes. One is -rqa, which can appear with all persons and indicates a past
event; it is the past form which appears in verbs in propositions with the evidential morpheme
-m(i) for witnessed information. The second suffix is -sqa, which can appear with all persons
and is used to refer to past situations which describe myths, historical information, or reported
information. It ap-pears in verbs in propositions with the evidential morpheme -s(i) for reported
infor-mation. Since evidential markers are obligatory in Quechua, Wilck has suggested that for
past events, in particular, the main concern of Quechua speakers is “the reliability, validity, and
source of the information” (1991, 264; also Martin) (Escobar 1997: 865)16.
16
Las cursivas son nuestras.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 73
(12) Ahora que recuerdo, durante el último ciclo de vida estuve oliendo de
esos aromas de limpieza pero no lograba ubicar la fuente. Pensé que eran del
local de frascos y frasquitos […]. Pero ahora me doy cuenta de que había
sido que estaban limpiando el local este y no me había percatado de ello. En
realidad nadie se había percatado de ello, pues ni Toddy, ni la tropa de los
20 y por supuesto yo, nos habíamos dado cuenta de lo que estaba pasando
(Una marmota en el barrio de Lima, Perú, 2008).
(13) Por el lado de Chávez, informes de fuentes de inteligencia venezolanas
dicen que poseen pruebas de las relaciones del Gobierno de Uribe con las
desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Y la carta de
Correa es que, según las investigaciones de los ecuatorianos, la incursión,
que en un principio Colombia dijo que había sido que fue una persecución
en caliente, fue planeada y con ayuda de alguna “potencia extranjera”, desde
la base de Manta (Ecuador), operada por EE.UU. en virtud de un convenio
que no va a ser renovado (El Diario, Ecuador, 2008).
Si el ejemplo (11) es claramente mirativo, podríamos considerar que los dos siguientes
son reinterpretaciones evidenciales como se ha ido avanzando en los estudios
mencionados. No obstante, vamos a ver que algunos elementos no nos permiten
adherir completamente a esta hipótesis.
En todos los efectos discursivos descritos en estas tres distintas variantes del español
americano, el hablante tiene un uso del pluscuamperfecto que discrepa del valor
comúnmente admitido para este tiempo verbal, a saber, el que consiste en designar “una
situación pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada, que puede mencionarse
o no” (RAE 2009: 1786). Si seguimos a los partidarios de las hipótesis adstráticas,
estaríamos ante la aparición de nuevos empleos del pluscuamperfecto debidos a la
interferencia de las lenguas indígenas. Esta interferencia habría intervenido por lo
menos al principio, pues J. Dubois et al. definen ésta como un fenómeno “individual”
e “involuntario”, contrariamente al préstamo y al calco:
On dit qu’il y a interférence quand un sujet bilingue utilise dans une langue-cible A un trait
phonétique, morphologique, lexical ou syntaxique caractéristique de la langue B. L’emprunt et
le calque sont souvent dus, à l’origine, à des interférences. Mais l’interférence reste individuelle
et involontaire, alors que l’emprunt et le calque sont en cours d’intégration ou sont intégrés dans
la langue A (Dubois et al. 2007: 252-253).
Estas interferencias iniciales habrían dado lugar a los calcos que observamos ahora
en las variantes del español en contacto con el guaraní, el quechua o el aimara. Pero
si los hablantes traducen, “reproducen” o “imitan” – para retomar los términos de T.
74 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Lewandowski17 –, ¿cuáles son los elementos que reproducen? ¿Qué han reconocido
los hablantes en el pluscuamperfecto que los haya llevado a traducir las categorías
de la admiratividad o de la evidencialidad así? Si estos calcos introducen un cambio,
¿en qué consiste este cambio?
Si en castellano paraguayo el pluscuamperfecto mirativo es un “guaranismo”,
como se ha afirmado, se trataría entonces de un mecanismo de analogía: el morfema
retrospectivo -ra’e que contribuye en el discurso a expresar la categoría de la
admiratividad, habría originado esta posibilidad discursiva en el pluscuamperfecto.
Los hablantes atribuirían entonces al pluscuamperfecto un nuevo efecto discursivo
que habrían prestado de la lengua guaraní. Esta forma de préstamo sería pues el calco
que hemos descrito. Ahora bien, el calco, a diferencia del préstamo, está constituido
de elementos que ya forman parte del sistema lingüístico con sus valores y posibles
efectos discursivos. Esto no deja de plantear problemas, pues si el pluscuamperfecto
ha cambiado de “valor”, entonces estaríamos ante una reestructuración completa del
sistema verbal, pues el conjunto de las formas (imperfecto, pasado compuesto, etc.)
tendría que reorganizarse en función de este cambio.
Además, se plantea otro problema que es el del origen: admitamos que ahora se
haya dado un cambio en el significado del pluscuamperfecto en estos países, cosa
que no creemos, en el origen, ¿por qué los primeros hablantes han optado por el
pluscuamperfecto entonces para expresar la evidencialidad o la admiratividad? Pues
alguien ha de haber empezado algún día.
A. M. Escobar afirma que estos nuevos giros evidencian una forma de evolución del
pluscuamperfecto:
Historically, the pluperfect can develop an epistemic meaning and then become a subjunctive
(Klein-Andreu; Bybee et al. 234), as did the Latin indicative pluperfect, which became the
subjunctive imperfect (in -ra) in Spanish (Klein-Andreu). Conse-quently, we may regard the
evidential use of the pluperfect in Spanish in contact with Quechua (a use which marks a type
of epistemic meaning) as constituting a more advanced stage in the evolution of the pluperfect
in Spanish (Escobar 1997: 865-866).
Pero al optar por esta postura, A. M. Escobar no explica cómo este calco ha aparecido
en los primeros tiempos. Además, la autora no toma en cuenta que no todos los
estudiosos sacan las mismas conclusiones en cuanto a los empleos de los tiempos
verbales en los Andes. Constan las conclusiones de M. Manley para la zona del español
en contacto con el quechua:
The finding that these seventy participants seemed to avoid the use of the past perfect in Spanish
and clearly communicated information that was gathered through direct, firsthand experience
17
“Calco. 4. Traducción elemento a elemento, reproducción formal y semántica de unidades de la lengua
donante en la lengua propia, imitación del elemento extranjero […]” (Lewandowski 2000: 42).
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 75
in the few instances when the past perfect was employed contradicts the claim made by Klee
and Ocampo (1995), Lipski (1996), Escobar (1997), Lee (1997) and de Granda (2001), among
others, that the Spanish present perfect and past perfect verb tenses indicate a contrast in epistemic
meaning (Manley 2007: 16).
Por otra parte, si nos atenemos a las estudios que hemos llevado a cabo en Paraguay,
podemos percatarnos de que los dos tipos de empleos, es decir, pluscuamperfecto
admirativo y pluscuamperfecto “canónico” o normativo, todavía cohabitan sin
ocasionar ningún problema de identificación. Así, en el fragmento que sigue, el
periodista no vacila en emplear primero un había salido que designa una situación
anterior a otra designada por volvió, para luego seguir con un había sido que impersonal
e indiscutiblemente admirativo:
(14) Un extraño suceso ocurrió ayer a eso de las 8:30 horas, cuando tres sujetos
a cara descubierta llegaron a bordo de un automóvil [...]. La casa es propiedad
del médico Jesús Amarilla Núñez (61), quien minutos antes había salido
para ir a caminar y cuando volvió se encontró con el vehículo frente a su
residencia. Había sido que dos de los sujetos que portaban placas policiales
ya estaban dentro de su residencia, exigiendo a la empleada que le entregue
todo lo que había de valor en el sitio (Diario Popular, Paraguay, 2008).
Es más: si el origen de estos giros tiene que ser atribuido a una que otra presión
adstrática, entonces, ¿cómo explicar la existencia de esos usos en zonas que no
están en contacto con las lenguas indígenas mencionadas? En efecto, en su obra de
1969, C. Kany citaba a Tiscornia – el cual presumía que estaba ante un “uso típica
o exclusivamente gaucho” (!) – antes de enumerar todos los países en los cuales se
ha atestiguado este empleo del pluscuamperfecto: Bolivia, Perú, Ecuador, Chile,
Argentina, Uruguay… pero no el Paraguay. Luego, numerosos autores han mencionado
este giro desde entonces. Así, H. Toscano Mateus en 1953:
Paralelamente con el empleo de ha sido por es, el pluscuamperfecto suele reemplazar al
imperfecto de indicativo. Este uso está menos circunscrito que el anterior, pues hay ejemplos
de habla gauchesca (BDH, III, pág. 264) y en toda la Argentina, en el Uruguay, Bolivia y Perú.
Este uso tiene también sentido admirativo y supone ignorancia previa: “vino un nuevo al colegio;
había sido (era) negro”[...] (Toscano Mateus 1953: 260-261).
interpretada como una presencia simultánea de dos normas: una superada en el español general
y otra más moderna (Pérez Sáez 1996: 776).
(15) [Barteik - 23:28 - 2 nov 2008] Ya está retiré las plantillas, por cierto mil
disculpas, conosco a los dos, ya que yo tambien soy argentino. ¿Te parece
correcto que agregue un infobox a Aniceto Latorre? Quedaría mas completo.
Saludos, y mil veces disculpas, es un problema técnico.
[Marcelo - 23:34 - 2 nov 2008] Eso me pasa por mirar el primer mensaje en
lugar de tu página de usuario. Yo escribiéndote de tú y por poco no de vosotros
y vos habías sido argentino... Bueno, sobre las infobox, [...] (Wikipedia, La
enciclopedia libre, Argentina, 2010).
En la variedad del español chileno, N. Olguín y G. Soto ven en el giro del tipo
¡No se me había ocurrido nunca! una variante admirativa del pluscuamperfecto en
Chile. Aunque esta variante presente cierto número de restricciones con respecto a
sus equivalentes andinos y paraguayos, los autores llegan a sugerir “que el pretérito
pluscuamperfecto, por su estructura temporal, se presta para la expresión de este
significado” (Soto y Olguín 2010: 102). Esta es la idea desarrollada también por F.
Bermúdez en su estudio sobre el pluscuamperfecto de indicativo, en el cual el autor
no menciona las presiones adstráticas del todo sino que presume que se trata más
bien de la naturaleza del significado primario de este tiempo verbal la que explicaría
la existencia de estos giros:
Esto nos llevó a explorar la posibilidad de que el significado primario del PCP no fuera temporal
(ubicar un evento en un ámbito temporal determinado) sino evidencial, más concretamente
un marcador con el que el hablante se distancia epistémicamente de lo dicho en el enunciado,
asignándole una perspectiva evidencial (Bermúdez 2008).
Ya sea admirativa, evidencial, relativa o pasada, la perífrasis había sido, para seguir
con un ejemplo recurrente en el presente estudio, permanece sin cambios: que se
le atribuyan o no estas etiquetas, son estos dos mismos significantes los que la
lengua manifiesta en cada uno de los casos. Por lo tanto, proponemos caracterizar el
pluscuamperfecto no por lo que puede llegar a “designar” en el discurso –es decir una
situación pasada y terminada en la mayoría de los casos, pero también, a veces, una
situación presente como hemos podido comprobar– sino más bien en función de la
operación de conceptualización que permite la asociación de estos dos significantes.
El pluscuamperfecto es la combinación de dos elementos. Para definir el primer
elemento –había–, recurriremos a la terminología establecida por G. Luquet en su
nueva teoría de los modos en la descripción del verbo español, donde el autor pone en
tela de juicio la oposición tradicional entre modo indicativo y modo subjuntivo para
establecer otra entre las formas modalmente actualizadoras y las formas modalmente
inactualizadoras. Las primeras (actualizadoras) son las “formas que usa un hablante
cuando quiere (y puede) relacionar directamente un acontecimiento con su presente
de experiencia” (Luquet 2004: 63) cuando las formas modalmente inactualizadoras
son las “que usa un hablante cuando no quiere (o no puede) relacionar directamente
un acontecimiento con su presente de experiencia” (Luquet 2004: 64). Para establecer
esta dicotomía, el autor se basa en la distinción objetiva según la cual todos los
paradigmas verbales del modo actualizador evidencian una diferencia de significante
entre la persona 1 (yo) y la persona 3 (él, ella, usted), cuando los paradigmas del modo
inactualizador no diferencian las personas mencionadas18.
De esta manera, la forma –había– corresponde a lo que G. Luquet califica de
“presente inactualizador”, el cual permite al hablante conceptualizar “un presente
desligado de toda experiencia de tiempo” (Luquet 2004: 51). Esta forma inactualizadora
de presente conjugada en tercera persona se ve asociada en el discurso a un participio
con el cual se representa la relación predicativa como terminada. Con había sido por
ejemplo, el enunciador marca cierta distancia con la relación atributiva mediante un
doble movimiento de extracción con respecto al momento de habla: primero porque
decide relegar esta relación atributiva al modo inactualizador, entonces ya no la
considera como parte de su tiempo de experiencia. Por otra parte, marca de nuevo una
18
G. Luquet aclara que utiliza las expresiones de “formas actualizadoras” o “inactualizadoras” y no de
formas de “lo actual” o de “lo inactual” para “subrayar que, excepto en las condiciones sintácticas que imponen el
uso de unas u otras, la elección de un modo es una operación –es decir, un acto de lenguaje– que refleja el punto
de vista adoptado por un hablante en el momento de referir a una determinada situación de experiencia”. Señala
al respecto que en la historiografía gramatical española, las nociones de “actualidad” y de “inactualidad” han sido
utilizadas para ilustrar posiciones muy parecidas, y cita los trabajos de H. Weinrich (Le temps, 1973), Eugenio
Coseriu (Das romanische Verbalsystem, 1976) y Wolf Dietrich (“Zur Funktion der Spanischen Verbform auf
-ra” y “Actualité et inactualité de l’action: les fonctions modales dans le système verbal des langues romanes”,
1981) (véase Luquet 2004: 64, nota 42).
78 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
En cuanto a la sintaxis adverbial de había sido que hemos descrito en (8), (9),
y (10), parece ser que es exclusiva del español de Paraguay. ¿Acaso es un cambio
debido a la presión del guaraní? Una vez más, no podemos afirmarlo, ya que parece
que el significado de había sido tiene que ver con ello. Las pruebas aplicadas nos han
permitido afirmar que, desde un punto de vista funcional, estos empleos adverbiales
tienen una incidencia de segundo grado, pues afectan al conjunto del enunciado. Con
respecto al giro impersonal, observamos una desaparición del morfema que y una
mayor libertad en el orden de los constituyentes. Así:
Los significados de creo y de había sido tienen en común el hecho de que ponen en
perspectiva el contenido de la información, aparezca éste o no subordinado en una
oración principal. Este funcionamiento se encuentra en todos los verbos conocidos
bajo el término de parentéticos (Urmson 1952), entre los cuales podemos incluir
“me parece que/me parece”, “se me hace/se me hace que”, etc. Al fin y al cabo,
los empleos atípicos de había sido en Paraguay parecen manifestar un empleo de
convergencia morfosintáctica en el sentido de E. Prince, para quien “Speakers in a
80 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
contact situation attempt to “match up” forms in a source language with forms in a
borrowing language” (Prince 1992: 6).
5. Conclusión
Referencias
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Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 83 - 106
Universidad de Chile
Introducción
1
Producciones que estuvieron influenciadas por el magisterio de Bello en Chile, el cual da inicio a una serie
de codificaciones altamente prescriptivas, como el Diccionario de chilenismos (1875) de Zorobabel Rodríguez,
el Diccionario manual de locuciones viciosas y de correcciones de lenguaje (1893) de Camilo Ortúzar Montt,
el Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1918) de Manuel Antonio Román
o Chilenismos, apuntes lexicográficos (1928) de José Toribio Medina, entre otras.
2
De ahora en adelante nos referiremos a él como el Diccionario etimológico. Trabajamos para la siguiente
investigación con la edición de Mario Ferreccio (1979).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 85
no solo por los lexicógrafos, sino que por lingüistas, etnólogos y antropólogos, entre
otros3.
El autor señala en la Advertencia que una primera parte de su diccionario −la cual
llegaba hasta parte de la letra <m>− la hizo circular privadamente. Además, publicó
esta parte en una primera edición el año 1905, después de un trabajo de impresión que
tardó más de un año. Lenz pensó que a lo largo de 1906 completaría el diccionario,
pero no fue así 4: después de cinco años se tuvo acceso al diccionario completo, con
la edición de 1910.
La novedad del Diccionario etimológico radica en que es el primer trabajo
lexicográfico que da cuenta del contacto de una forma estrictamente lingüística5. El
autor fue detectando formas actuales y desusadas en el rastreo histórico de documentos,
además de aquellas voces que erróneamente han sido consideradas indigenismos, sin
ser tales6. Esto no significa que antes no se encontrara una codificación relacionada con
el mapudungun, sin embargo, la existente remite al trabajo realizado por misioneros,
obra fundamental dentro de los procesos estandarizadores coloniales, pero insuficiente
desde una perspectiva lingüística7.
3
Se presentan algunas referencias a este trabajo más extenso que iba a desarrollar y publicar Lenz
dentro de los paratextos del Diccionario, como: “En otra parte de mi trabajo daré un resumen estadístico sobre
la distribución de voces indias usadas en Chile que también se encuentran en otras regiones” (Introducción, p.
48); “Todas estas leyes de fonética tendré que exponerlas en el segundo tomo de mi libro, y entonces se hará
una revisión minuciosa de las etimologías” (Advertencia, vi); “He creído necesario además agregar una lista
estrictamente alfabética de todas las voces chilenas, americanas y, en general, castellanas que se tratan en el libro.
Esta lista aparecerá por separado y contendrá a la vez etimologías indias del mapuche en escritura fonética […]
En la lista alfabética de todas las palabras convendrá por eso escribir las etimologías en transcripción fonética, en
cuanto sea posible en vista de la falta de tipos en el imprenta, o, al menos, de un modo uniforme” (Advertencia,
vi). Esta lista, de alguna manera, vino a complementarla Ferreccio en la edición que hizo. Por otro lado, estas
referencias son absolutamente novedosas dentro de los estudios lingüísticos del español de Chile. El mismo
Lenz supone: “De este modo se ganará una base segura y cómoda para la consulta durante la prosecución de los
estudios lingüísticos y etnológicos con que espero continuar este trabajo conforme a lo expuesto en el Prólogo”
(Advertencia, vi).
4
“Desgraciadamente el mal estado de mi salud, quebrantada por el exceso de trabajo que me había
costado la preparación del libro, junto con una acumulación extraordinaria de tareas, a la que me obligaban
mis cátedras y una suplencia en el Instituto Pedagógico, no me permitieron seguir copiando y ordenando para
la imprenta mis papeletas. Solo en mayo de 1908, un tanto aliviado y más libre de obligaciones extraordinarias
pude volver a este trabajo. En agosto del mismo año comenzó la impresión de la segunda mitad (pág. 449 y sig.)
y desde entonces nunca ha faltado manuscrito en la imprenta. Por desgracia, a muy a pesar mío, la impresión
solo se hizo muy despacio, de modo que mis esperanzas de ver el libro concluido en septiembre o en último
caso en diciembre de 1909, como lo había anunciado, quedaron nuevamente frustradas” (Advertencia, v).
5
“Dejando a un lado todos los elementos de lenguaje que trajeron los conquistadores a Chile, quiero
estudiar cómo se refleja en el idioma actual del país el efecto del continuo roce con gentes de otros idiomas,
con los indígenas americanos” (Prólogo, p. 22).
6
“He tratado de juntar todas las palabras de origen indio que se usan en Chile entre gente de habla
castellana. Incluyo también voces de igual procedencia que se encuentran en los cronistas e historiadores del
país desde la conquista hasta nuestros días y que ya no están en uso corriente; agrego, además, algunas palabras
que se han creído o podrían fácilmente creerse de origen americano indio, por no ser manifiesta su relación con
la lengua castellana, aunque personalmente estoy convencido de que no son indias, sino por ejemplo, africanas”,
(Introducción, p. 47).
7
“Las obras publicadas, especialmente el Arte de la Lengua General del Reino de Chile por el padre
Andrés Febrés (Lima 1765) no contenían trozos en lenguaje fidedigno, sino casi solo traducciones sospechosas
86 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
del castellano al mapuche” (Prólogo, p. 23). Es más, el modelo en general de este tipo de trabajo de codificación
es criticado por Lenz: “Si bien el diccionario de Febrés me era de suma utilidad, la gramática, como todas las
gramáticas de los misioneros, presentaba solo un conjunto de reglas según el modelo de la gramática latina, que
evidentemente violentaba a la lengua” (Prólogo, p. 23).
8
“Tampoco escribo para los profesores de castellano que creen encontrar la salvación de la lengua
castellana en América en la corrección de lo que llaman vicios de lenguaje” (Prólogo, p. 40).
9
“Escribo para aquellas personas eruditas que desean saber cómo habla el pueblo chileno, y en particular,
cuántas cosas tuvieron que aprender los orgullosos castellanos de los pobres indios a quienes tanto despreciaban”
(Prólogo, pp. 40-41).
10
“Escribo para todos los que buscan el significado y el origen de tantas palabras que, por más que se
diga, forman parte del patrimonio chileno” (Prólogo, p. 41).
11
“Los que usan el lenguaje del cual el diccionario que sigue forma una parte integrante no son indios
sino chilenos puros, de los cuales muchos ni siquiera sospechan que las voces que usan pertenecieron a otra
lengua” (Prólogo, p. 41).
12
“Un número respetable de voces se ha sacado de la lectura de obras literarias chilenas, tanto históricas
como novelas de costumbres y poesías populares” (Introducción, p. 48).
13
“Pues muchas voces hay que en la conversación familiar y la vida doméstica son indispensables y de
frecuente uso, pero que rara vez se escriben [Prólogo, p. 12]. (…) he apuntado muchísimas palabras directamente
de fuente oral o de listas que me fueron entregadas por personas amigas, según dejé dicho en el Prólogo”
(Introducción, p. 48).
14
“En esta categoría habrá que contar la mayor parte de las voces que van sin ninguna cita [Introducción,
p. 48] (…) No se puede negar que tales palabras forman parte del diccionario común, aunque no aparezcan
nunca en obras de literatura propiamente tales; sobre todo si su uso es común” (Prólogo, p. 12).
15
“Como fuentes de las cuales he sacado las palabras reunidas en el Diccionario tengo que citar en primer
lugar los Diccionarios de chilenismos que se enumeran en la Bibliografía; en seguida he extractado algunas listas
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 87
con el trabajo de contrastividad que ha llevado a cabo, a partir del cotejo de diversos
diccionarios de americanismos y de las obras lexicográficas generales usadas a lo
largo de toda su investigación16. Este trabajo de contrastividad se ve, además, dentro
de la investigación etimológica misma. Es allí donde Lenz enfatiza la necesidad de un
diccionario del español medieval o un diccionario histórico de la lengua española, con
los que precisar y corroborar datos. Estas carencias, para Lenz, dificultan un trabajo
lexicográfico de este tipo17. El interés por la historia de la lengua española no se
queda solo en este tipo de reflexiones, sino que se hace presente en las observaciones
relacionadas con el contacto lingüístico18.
En síntesis, la metodología utilizada por Lenz da cuenta, tal como expresa en su
Prólogo e Introducción, de un constante manejo de la contrastividad lexicográfica,
metodología clave al momento de trabajar con lexicografía diferencial.
Por otra parte, Lenz hace mención a las zonas de Chile donde mejor obtuvo acopio
de voces, así como reconoce que hubo zonas donde no obtuvo informantes ni la
información necesaria19. Por esta misma razón, el diccionario tendría algunas lagunas
en relación con voces que provienen del contacto lingüístico en determinadas zonas 20.
Respecto al trabajo estrictamente etimológico, el autor es claro frente a las
problemáticas y dilemas de una disciplina como esta, sobre todo al no tener certeza
del origen de algunos étimos21. De todas formas, Lenz precisará, en la predicación,
cuándo se presenta una etimología exacta y será cuidadoso cuando esté insinuando o
de palabras dadas en obras gramaticales, históricas, etnográficas y literarias, y en particular las concordancias
de nombres vulgares de plantas y animales dadas por Gay” (Introducción, p. 48).
16
“Encontrándose una palabra en varios Diccionarios apunto generalmente solo el libro más antiguo
como fuente. Para poder juzgar de la expansión o área de distribución geográfica de cada palabra he registrado
concienzudamente todos los Diccionarios de Americanismos que enumero en la Bibliografía y que son casi
todos los que existen. También dejo apuntado con toda exactitud si un término se encuentra en el Diccionario
de la Real Academia (13a edición) o en el Diccionario Enciclopédico de la Lengua Castellana de Zerolo, que
es, sin duda alguna, la publicación que contiene mayor número de voces castellanas” (Introducción, p. 48).
17
“El número de las voces que no figuran en el Diccionario oficial y sin embargo parecen ser antigua
propiedad castellana es bastante elevado, por desgracia no existe, por ahora, un diccionario de todas las voces
conservadas en los documentos del castellano antiguo y anteclásico (¡hace falta un Godefroy!). Por este motivo,
en muchos casos, no es posible solucionar con todo acierto las cuestiones dudosas” (Advertencia: vi).
18
“Si queremos investigar cómo los castellanos de la época de la conquista asimilaron las voces americanas
a su propia pronunciación, será necesario explicar primero brevemente en qué se distinguió esa pronunciación
castellana de la de hoy. Veremos que las voces españolas aceptadas por los indios, hasta hoy llevan vestigios de
la fonética antigua del castellano” (Prólogo, p. 38).
19
“A este respecto tengo que decir que muy poco es lo que he tomado de fuente oral de las provincias
del norte. En cambio el centro y el sur del país (con excepción de las provincias de Valdivia y Llanquihue) y
también la isla de Chiloé me dieron muchísimas voces” (Introducción, p. 49). Algo que, después de la publicación
de 1905 se enmendó, en parte, al recibir información de las zonas menos informadas, tal como lo señala en el
Suplemento III.
20
“No me cabe la menor duda de que en el norte propiamente chileno, en las provincias de Atacama y
Coquimbo, existe un gran número de voces vulgares de origen quechua que no se han propagado hacia el centro.
No tuve ocasión de hacer estudios en esas regiones y solo pude aprovechar la colaboración de pocas personas
de por allá. Lo mismo tengo que decir de las provincias de Valdivia y Llanquihue en el sur, donde habrá muchas
palabras araucanas en uso que no llegaron a mi noticia” (Introducción, p. 49).
21
“No se me escapa que unas cuantas de las etimologías propuestas como posibles (¡no como seguras!),
sobre todo en la primera parte, parecerán a los filólogos competentes un tanto atrevidas. En algunos casos el
88 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
proponiendo alguna hipótesis. Él mismo hace referencia a las situaciones en las que
se ve enfrentado el etimólogo, como dar con un étimo al encontrar otro de otra voz o
dar con un étimo de manera absolutamente casual 22.
El autor explicita la planificación lexicográfica paso a paso, por lo que es fácil
comprender la estructura de la obra, es decir, el ordenamiento general de la macro y
microestructura.
La macroestructura se presenta del siguiente modo:
II. Introducción
1. Observaciones sobre el material del diccionario
2. Clasificación geográfica de las palabras
3. Admisión de palabras simples y derivadas
4. Clasificación social de las palabras
5. Orden y arreglo de los artículos
afán de proponer algo me ha seducido más allá tal vez de lo permitido. Ruego, sin embargo, a los críticos que
se fijen bien, si doy una etimología con el carácter de categoría o como mera insinuación” (Advertencia: vi).
22
“A veces descubrimientos posteriores de otros significados de alguna palabra han confirmado a posteriori
lo que en un principio parecía difícil. Además, antes de haber recogido y comparado todo el material para cada
fenómeno fonético, yo mismo carecía de base segura” (Advertencia: vi).
23
Dentro de los niveles paratextuales, se presenta un Prólogo, el cual lo sería de la obra completa −es
decir, de Los elementos indios del castellano de Chile−, frente a la Introducción, la cual lo es del diccionario
mismo. Esto explica su coexistencia y las temáticas de cada uno.
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 89
V. Autores citados
VI. Abreviaturas
VII. Signos
VIII. Cuerpo del diccionario
IX. Suplemento I (Palabras que se han omitido en su lugar alfabético
correspondiente)
X. Suplemento II (Correcciones y adiciones a las voces enumeradas en
el Diccionario Etimológico)
XI. Suplemento III (Correcciones y adiciones al prólogo y a la
introducción)
XII. Registro léxico integral 24
24
De autoría de Mario Ferreccio.
90 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
25
Para Lenz: “Vulgares denomino las palabras que pertenecen al dialecto vulgar de Chile, y no corren
entre gente de cierta educación. Muchos de estos términos aun serán desconocidos para la mayor parte de mis
lectores, y quizás solo tienen curso entre el pueblo bajo de ciertas regiones” (Introducción, p. 56).
26
De esta marcación, Lenz señala: “Literario es para mí todo término que se encuentra con cierta
frecuencia impreso o que no tendría ningún chileno educado escrúpulo en escribir; prescindo naturalmente de
todos los literatos y profesores que por razones teóricas creen que los provincialismos afean el lenguaje, y que
por eso no comen callampas sino hongos o setas, aunque ninguna cocinera sepa cocinar estos y ni siquiera se
vendan en los almacenes, donde andan como callampas o champiñones. Bajo este grupo comprendo también
las voces que doy como términos de historia (de los cronistas e historiadores de Chile) de botánica o zoología
(a no ser que haya otro nombre más usado entre la gente educada) de minería, etc.” (Introducción, p. 56). Con
este comentario, Lenz vuelve a dar cuenta de su actitud lingüística ante el español de Chile: la de no aceptar,
bajo ningún motivo, el purismo y monocentrismo lingüístico. Para los suplementos agregó, además, la marca
metafórico.
27
En esta marcación, Lenz integra dos tipos: “Familiar llamo a toda expresión cuyo uso no es raro en
boca de gente educada, pero que no se escribirían fácilmente porque la lengua común tiene otros términos más
o menos sinónimos” (Introducción, p. 56). Con esta afirmación, Lenz hace referencia, justamente, a aquellas
voces que tomó de ‘oídas’ y no de fuentes escritas. Además incluye −haciendo un gran avance respecto a la
pudibundez característica de los repertorios lexicográficos de la época− las voces tabuizadas: “Bajo es un término
que se evita en la buena sociedad y aun entre gente sin educación en presencia de personas de respeto. Algunos
de estos términos en el fondo son familiares, los más vulgares. Se refieren casi todos a las relaciones sexuales
del hombre” (Introducción, p. 56). Para los suplementos agregó, además, burlesco.
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 91
362. Charqui.
*charqui, m. – 1. lit. – carne (esp. de vaca, ocasionalmente tb. de otros animales
domésticos y de caza, como huanacos) cortada en lonjas delgadas, casi siempre
ligeramente salada, y secada al sol para conservarla; tasajo, cecina. Para consumir el
charqui se le asa un poco y se machaca o muele en la piedra; molido se come crudo,
machacado sirve para guisos, p. ej. el valdiviano: cp. Rodríguez 471. Por su fácil
conservación y valor alimenticio el charqui junto con la harina tostada todavía guarda su
importancia para la vida del chileno en el campo, las minas y sobre todo en viajes. ║2.
charqui de zapallo, tomate, membrillo, peras y otras frutas, se llaman lonjas espirales o
tajadas de las mismas que se ponen a secar para guardarlas para el tiempo en que no hay
fruta fresca. ║3. Se usa en sentido metaf. en muchos giros y adagios familiares como:
pan por charqui –que expresa que uno da algo para recibir otra cosa de igual valor;
‘dadivoso para recibir’, ‘donde las dan las toman’. ║4. ¡ojo al charqui! -¡ojo! ¡alerta!
¡cuidado! ║5. estar con el charqui largo – con el labio inferior colgando, haciendo
la mueca, estar de mal humor, descontento. ║6. hacer un charqui a uno –darle por
broma un golpe con el índice sobre la boca, haciendo doblarse el labio inferior. ║7.
darle vuelta al charqui – dedicarse con empeño a un asunto, esp. insistir a una niña
92 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
[Suplemento]
362. Charqui. – charqueo ║2. Edificio donde se prepara el charqui, y donde tb.
se vende la carne que no sirve para hacer charqui, la cual es muy barata [Llanquihue,
Valdivia].
28
Por diccionario completo Rabanales señala que es una obra: “sin exclusión, por lo tanto, del ‘vocabulario
familiar, vulgar, bajo y jergal’” (2002: 170).
29
“Un diccionario de la índole del presente solo puede ser obra colectiva, es inevitable que entre los
centenares de voces y acepciones que aquí se publican por primera vez en letras de molde, haya errores y
equivocaciones posibles” (Suplemento III, 901); “Ruego a todos los lectores chilenos e hispano americanos en
general, se sirvan mandarme directamente todas las observaciones acerca del uso de los indianismos castellanos
que puedan contribuir a completar y rectificar mi trabajo, Asimismo, quedaría muy agradecido a los críticos y
editores de revistas que se publiquen observaciones acerca de mi libro si quisieran hacerme llegar un ejemplar
de sus artículos, para poder tomarlos en cuenta para la continuación del trabajo” (Advertencia, vi).
30
Para una referencia más detallada de la obra de Lenz en Chile, remitirse a la Presentación de Ferreccio
al Diccionario etimológico (1979), Escudero (1963) y Rabanales (2002).
31
La conformación del Estado moderno requiere de una condición ciudadana: “patriotas capaces de admitir
y aceptar la identidad social que transmiten los grupos dirigentes a través de su acción nacionalista” (Pinto
2003: 90). De esta forma el Estado crea una nación política: “que permita a los grupos dirigentes transformar
a la población en un cuerpo social sobre el cual ejercer dominación” (Idem).
94 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
imponer cuál será su lengua nacional o sus lenguas nacionales (Metzeltin 2004) para,
posteriormente, producir este tipo de codificaciones32. El Estado moderno chileno no
impone un plurilingüismo, sino que un monolingüismo, con el español como única
lengua nacional.
Entra aquí a operar, por lo tanto, lo que Zimmermann (2003 y 2010) denomina
construcción del objeto lengua española, donde la disciplina de estudio −el español−
se organiza a partir de una dinámica lingüística de inclusión y exclusión. Además:
“valiéndose de una combinación de criterios estructurales, políticos e históricos”
(Zimmermann 2003: 511), se genera un movimiento dentro de la estandarización
donde la imposición del monolingüismo, por medio de diversos medios, ha sido la
tónica general en Latinoamérica después de los procesos independentistas.
En Chile este monolingüismo tendrá dos vertientes: por un lado, la del español de
Chile entendida como una variante viciosa, la cual hay que modificar a partir de un
modelo prestigioso y, por otro lado, la del español de Chile como una realidad que
hay que estudiar y analizar de una forma absolutamente lingüística y, de esta forma,
‘hispanizar’ con ella. En la primera vertiente, la lengua se prescribe y se impone por
medio de preceptores y maestros. La finalidad de la construcción del objeto lengua
española es, justamente, lograr una variedad estándar. Esta lengua española operó
con un objetivo: mantener la unidad idiomática por medio de una política lingüística
que intentara imponer un modelo considerado prestigioso. Este modelo es el español
centro-septentrional de la Península Ibérica, el cual es el difundido por una entidad:
la Real Academia Española y cada una de las academias correspondientes que se
fueron fundando en las excolonias. Por consiguiente, la necesidad de implementar
codificaciones como la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los
americanos de Andrés Bello o la elaboración de los primeros diccionarios diferenciales
formará parte del plan estandarizador que opera con esta lógica normativa (“la
corrección”, “el chilenismo como desviación”, “articular como se articula el español
peninsular en su realización centro-norteña”, entre otras posturas). La función
de este trabajo lexicográfico será mostrar los elementos léxicos diferenciales. La
distribución será binaria: por un lado, presentar todas las divergencias, entendidas como
barbarismos, exotismos, vicios o variantes que hay que frenar por medios normativos
y, por otro lado, presentar su equivalente, la norma prestigiosa, el español hablado
en España, entendido como el español estándar con el que, según la aspiración de los
hispanistas, habrá de expresarse la población americana. La codificación empezará a
operar, entonces, de esta forma. Con una lexicografía diferencial que es normativa y
está supeditada a una variante prestigiosa, monocentrista y absolutamente europeizante.
32
Suele suceder que la invención de estos Estados es producto de una elite o clase dominante, algo que
también sucede en Chile: “[…] tempranamente en nuestros países, tan pronto concluyó la Independencia. En
la mayoría de estos, los grupos dirigentes comprendieron que la creación del Estado era vital para darle forma
a sus proyectos políticos y económicos. Vale decir, tuvieron que fijar territorios, población, establecer cuerpos
legales, formar el aparato burocrático-militar y transformar a los antiguos súbditos de la corona en individuos
leales, obedientes y comprometidos con el proyecto que se les estaba imponiendo” (Pinto 2003: 94).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 95
33
“No se trata para mí de indicar que tal palabra sea recomendable, tal otra censurable” (Prólogo, p. 40).
Lo interesante es que renueva las lecturas de los fundamentos del prescriptivismo hispanoamericano, dándole
nuevos aires: “Yo digo con Andrés Bello: para mí la sola [autoridad] irrecusable en lo tocante a una lengua es
la lengua misma” (Prólogo, p. 10).
34
Lenz inicia sus estudios de mapudungun hacia 1890, con la lectura de la Gramática del padre Febrés.
Sin embargo era insuficiente este método, así que opta por la inmersión lingüística: “Además tenía que oír el
idioma de los indios mismos para juzgar de la pronunciación” (Prólogo, p. 23), señala Lenz y eso mismo hizo
en verano de 1891: fue a Collipulli a oír hablar mapudungun y entablando amistad con el cacique Juan Amasa.
Este tipo de viajes en vacaciones de verano se fueron repitiendo con los años a diferentes zonas (Perquenco,
Temuco, Cholchol, Nueva Imperial).
35
“[Los autores de los diccionarios prescriptivos] Quieren hacer distinción entre barbarismos,
provincialismos y castellano castizo sin advertir que primero habría que saber qué lenguaje merece el título de
castellano. Distinción de castellano, qué se entiende por ‘castellano’” (Prólogo, p. 10).
96 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
36
“[C]on lo que deberían haber comenzado los estudios sobre provincialismos es con establecer de una
manera clara qué se entiende por «castellano»” (Prólogo, p. 10).
37
“Por esto también hago entrar en mi estudio todas las voces de origen americano que se usan en Chile,
aunque sean igualmente usadas en España y estén en todos los léxicos” (Prólogo, p. 40).
38
Respecto al monolingüismo en Chile, frente a otras lenguas marginadas, Lenz es tajante: “Sobre mil
indios que hablan el castellano de una manera comprensible, no habrá ni un chileno siquiera que sepa expresarse
medianamente en lengua mapuche y esto hablando de la región al sur del Biobío, pues al norte de este río no
existe ningún resto inmediato de la lengua araucana” (Prólogo, p. 42).
39
La tesis del exterminio indígena se extiende a toda América. Allí donde la intelectualidad latinoamericana
está influenciada por el positivismo, se ve la europeización como la manera más eficaz de llegar al progreso. Bajo
esta lógica, el mundo indígena se establecía como un obstáculo que había que erradicar. Reflexiones como: “se
trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad” (Correspondencia de
El Mercurio, julio de 1859. Tomada de Pinto 2003: 154) o de “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente
y como animales selváticos, sin provecho del género humano y como una asociación de bárbaros, tan bárbaros
como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir
en el interés de la humanidad y en bien de la civilización” (Del reportaje de El Mercurio “La civilización y la
barbarie”, junio de 1859. Tomada de Pinto 2003: 154-155) eran usuales entre la intelectualidad chilena. Uno de
los mayores defensores del exterminio mapuche durante la segunda mitad del siglo XIX fue Vicuña Mackenna.
Para él, el mapuche: “no era sino un bruto indomable, enemigo de la civilización, porque solo adora los vicios
en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones
que constituyen la vida salvaje” (Benjamín Vicuña Mackenna, “Primer discurso sobre la pacificación de Arauco”
1868. Tomado de Pinto 2003: 168). Recordadas han sido sus vehementes palabras no solo en relación con
los mapuches, sino que con todo el mundo indígena en general: “aunque seamos solo dos millones de almas,
representamos una población casi tan grande como la de México, que tiene seis millones de indios, enteramente
inútiles para la civilización, y por consiguiente, más inclinados a combatirla que a aceptarla” (Benjamín Vicuña
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 97
Mackenna, “Conferencia ante el ‘Club de los viajeros’ de Nueva York sobre la condición presente y porvenir
de Chile”, 1866. Tomado de Pinto 2003: 172).
40
“Esta región fue solo pacificada después de duras luchas, pero está completamente castellanizada. No
quedará en ella hoy en día ningún individuo que hable el mapuche, pero las palabras araucanas que se usan solo
en esta región, sin pasar por el Maule al norte, son numerosas” (Introducción, p. 51).
41
“En cuanto al estado lingüístico de la antigua Araucanía es notable que en general el chileno no sepa
casi nada de la lengua de los indios” (Introducción, p. 52).
42
“Ojalá que mis estudios contribuyan a hacer simpática la figura del indio, para que se comprenda
que esos millares -más de cincuenta, quizás ochenta- no deben ser aniquilados cuanto antes, sino civilizados y
asimilados a la nación chilena” (Prólogo, p. 42). La postura de Lenz está relacionada con toda una tradición que
ve en el exterminio un proceder que hay que evitar. No hay que olvidar que el organismo precursor y difusor
de las ideas civilizatorias fue la Revista Católica, la cual argumentaba: “en que se pide a nuestro gobierno el
EXTERMINIO de los araucanos, sin más razón que la barbarie de sus habitantes y la conveniencia de apoderarnos
de su rico territorio, nuestro corazón latía indignado al presentarse a nuestra imaginación un lago de sangre
de los héroes araucanos, y que anhela revolcarse en ella en nombre de la civilización, es un amargo sarcasmo
en el siglo en que vivimos, es un insulto a las glorias de Chile; es el paganismo exhumado de su oscura tumba
que levanta su voz fatídica negando el derecho de respirar al pobre y desgraciado salvaje que no ha inclinado
todavía su altiva cerviz para recibir el yugo de la civilización” (Revista Católica, 1859: 90. Tomada de Pinto
2003: 164). Sin embargo, si bien la crítica va directamente hacia el empleo de la fuerza: “El hombre civilizado
se presenta al salvaje con espada en mano y le dice: yo te debo hacer partícipe de los favores de la civilización;
debo ilustrar tu ignorancia, y aunque no comprendas cuáles son las ventajas que te vengo a proporcionar, ten
entendido que una de ellas es perder la independencia de tu patria; pero, con todo, elije entre esta disyuntiva:
o te civilizo, o te mato. Tal es en buenos términos la civilización a mano armada” (Revista Católica n° 588.
Tomada de Pinto 2003: 165), la finalidad de la Iglesia era cristianizar al mapuche, es decir, aplicar “otro” tipo
de acto civilizatorio donde, veían ellos, se podía salvar el alma de muchísimos individuos. En el caso de Lenz,
la idea es occidentalizar como una forma de acceder al progreso, al conocimiento.
98 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
43
“El alcance de lo que acabo de decir quizás no sepan apreciarlo los mismos chilenos que no saben
cómo está la cuestión de razas y lenguas en la mayor parte de las demás naciones sudamericanas. Tal vez en
ningunas de ellas el indio de un modo tan completo ha dejado de ser un factor de importancia como en Chile,
donde solo en las provincias de la antigua frontera quedan indígenas cuya asimilación al chileno adelanta cada
año y cada día” (Prólogo, p. 42).
44
Por nación cultural se entiende a una “realidad histórica que otorga a sus miembros un sentido de
pertenencia por el territorio que habitan, el pasado común que comparten y ciertas prácticas sociales legitimadas
por la misma comunidad. Las naciones culturales surgen casi espontáneamente, existiendo más allá de la voluntad
de algunos individuos de crearla, otorgando a sus miembros un sentido de identidad que se reconoce o se vive,
sin que medie acción alguna tendiente a establecerla. Por eso mismo, la nación cultural pertenece, esencialmente,
a la comunidad.” (Pinto 2003: 90).
45
Lastarria señalaba, por ejemplo, que las “reducciones de chilenos naturales, que sin mezclarse con
la población española, mantenían como en depósito sagrado los recuerdos y parte de las costumbres de sus
antecesores” (Pinto 2003: 87) y Ramón Valentín García, de la Facultad de Teología y Ciencias Sagradas de la
Universidad de Chile, afirmaba que: “los araucanos deberían ser siempre recordados por nosotros por su valentía
y por los esfuerzos heroicos que hicieron por no subordinarse al poder de los conquistadores” (Íbid.).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 99
Según Arnoux (1992), tanto gramáticas, como ortografías y diccionarios, entre otros
productos de la gramatización46, deben entenderse como instrumentos lingüísticos, es
decir, como objetos que sirven de referencia para los usuarios en relación con el uso
de una lengua nacional. En el análisis histórico del discurso, tal y como lo plantea la
Escuela de Campinas (Orlandi 2000) y Arnoux (2008), los instrumentos lingüísticos
funcionan como discursos 47. Estos discursos, siguiendo la lectura de van Dijk (1999),
son las principales prácticas de la reproducción de la ideología48. Están, además,
directamente relacionados con las condiciones de producción, las cuales, en sentido
estricto, tienen que ver con la figura del lexicógrafo, su contexto y se manifiestan
de forma directa en los espacios paratextuales, como los que estamos analizando en
este ensayo.
De esta forma, el Diccionario etimológico, en cuanto discurso, dará cuenta de una
serie de aspectos relacionados con el tratamiento de la lengua y cómo esta es manejada
en los procesos de estandarización de las nuevas naciones americanas, pero no desde
la óptica detectada en la mayoría de los diccionarios diferenciales de la época, sino
que con una visión absolutamente novedosa y vigente hasta nuestros días.
En efecto, la tradición lexicográfica diferencial se ha establecido a partir de actos
de habla directivos 49, tanto en los paratextos como en la macro y microestructura.
Estos actos de habla no son más que una de las tantas formas en que se manifiesta el
trabajo estandarizador en pos de un ideal de lengua. El camino hacia la convergencia
lingüística implica imponer, por lo tanto, una norma prestigiosa que sea conocida por
la comunidad hablante. Para la construcción de la unidad idiomática española, ésta
se centrará en el español hablado en España, específicamente en Madrid. Se asignó,
entonces, el manejo de esta variedad lingüística estabilizada −una variedad−, para
constituir, de esta forma, una unidad dentro de la sociedad republicana. Esta variante
se establecerá, entonces, como el español estándar, algo que se reflejó en la producción
lexicográfica durante el siglo XIX.
Siguiendo la lógica de Arnoux (1997), se legitima la manipulación del
monolingüismo de un Estado-nación en particular, absolutamente centralista y
europeizante. Un monolingüismo que en el caso de Chile equivaldría al uso de esta
norma prestigiosa y a la eliminación de todo resabio de ‘diferencialidad’ entendida
como uso vicioso. Este tipo de práctica, en palabras de Zimmermann (2010: 47),
46
Arnoux entiende por gramatización: “[...] le processus qui conduit à décrire et à outiller une langue sur
la base des deux technologies, qui sont encore aujord’hui les piliers de notre savoir linguistique: la grammaire
et le dictionnaire” (1992 :28), por lo que es un proceso fundamental dentro de la estandarización.
47
Tal como lo platea Courtine (1981: 30), es decir, como objetos integralmente lingüísticos e históricos.
48
Es decir “creencias generales (conocimiento, opiniones, valores, criterios de verdad, etc.), de sociedades
enteras o de culturas” (van Dijk 1999: 92).
49
El propósito del acto de habla directivo es intentar que el oyente: “[…] actúe de tal modo que su
conducta concuerde con el contenido proposicional del acto de habla directivo” (Searle 2001: 134).
100 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
50
“Todos estos autores sustituyen el Diccionario de la Real Academia Española a la lengua, aceptando
como dogma que lo que está en ese Diccionario es castellano, lo que no está, no lo es. La prueba de la verdad
de tal aserción no la da nadie, y ¡difícil sería darla!” (Prólogo: 10).
51
“La mayor parte de los tratados sobre provincialismos de América no explican sino critican. Sus autores
parten de la base de corregir el lenguaje de sus connacionales en conformidad con lo que creen “el castellano
castizo”. En la mayor parte de ellos prevalece la charla literaria y algunos de esos tratados son verdaderas
caricaturas filológicas” (Prólogo: 8).
52
No se cambia el carácter social o estético de una palabra por el hecho de aparecer en el Diccionario de
la Academia desde cierta fecha. No se transforma así lo “vicioso” en “castizo”, como creen muchos literatos”.
(1927: 23).
53
Al hacer una crítica vigente hasta el día de hoy del DRAE: “Mientras esa corporación no comience su
diccionario con un prólogo que exponga con claridad según qué principios admite y excluye voces, no sabría
realmente qué provecho podría sacar de mi diccionario” (Prólogo, p. 40). Crítica que se extiende a los niveles
del lemario mismo del DRAE, al hacer notar la ausencia en este tipo de voces diferenciales diastráticas y
diafásicas hispanoamericanas: “Faltan por prurito de decencia en el Diccionario voces muy frecuentes y antiguas
como v. gr. aquel reniego tan usado por los españoles que en Chile ha llegado a ser apodo despreciativo para
los peninsulares (véase Echeverría, Voces usadas en Chile pág. 150 después de la palabra coñac)” (Prólogo,
p. 40). Frente a la presencia de otro tipo de voces: “en cambio se registran innumerables términos de germanía
solo conocidos entre gente de la peor especie, otros tantos provincialismos españoles y americanos de uso
limitadísimo y desconocidos fuera de estrechas regiones, y arcaísmos tan raros que no se encuentran en ningún
documento, aun de castellano antiguo, de mediana importancia” (Prólogo, p. 40).
54
“Sabido es que los Académicos intencionalmente han excluido muchas voces propuestas por miembros
correspondientes y que de hecho se emplean continuamente en todos los diarios castellanos del mundo” (Prólogo,
p. 40).
55
“Así como es, el Diccionario de la Academia no es ni un diccionario literario (que debería excluir todo
lo que no se puede usar por escrito) ni un diccionario completo de toda la lengua; es un libro sin principios
científicos claros” (Prólogo, p. 40).
56
“No aspiro a que la Real Academia Española tome nota del fruto de mis desvelos para decidirse a
aceptar en el Léxico oficial alguna voz que hasta hoy no figura en él” (Prólogo, p. 40).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 101
Los trabajos codificadores de Lenz presentan una nueva forma de construir el concepto
español de Chile. Nuestro autor, por ejemplo, retoma reflexiones y les entrega una
nueva mirada, además de inaugurar disciplinas de estudio en el panorama nacional.
Este tipo de actitud ante un objeto de estudio −el español de Chile− refleja, sin duda
alguna, un quehacer disciplinario que va más allá de meras metodologías. El trabajo
de Lenz da cuenta de un tipo de acto glotopolítico, siguiendo el término de Arnoux
(2008). Desde esta perspectiva, una herramienta lingüística como el Diccionario
etimológico refleja construcciones de identidades nacionales en relación con las
prácticas codificadoras. Por lo tanto, en función o en contenido, las codificaciones
serán fundamentales para ver cómo se construye el objeto español de Chile, cómo se
presenta la idea de lengua oficial o cómo se trata a una lengua marginada, a partir del
análisis de la obra lexicográfica en cuestión.
Asimismo, pensando ya en su recepción, las ideas lingüísticas de una herramienta
discursiva como este diccionario poseen una función totalmente estandarizadora no
57
“Si una palabra figura o no en el Diccionario de la Academia, no significa nada en absoluto ni con
respecto a su uso literario o vulgar, general o limitado, no aun para saber si es conocida en España” (Prólogo,
p. 40).
102 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
58
Lengua que Lenz aprecia, así como su cultura: “No hace un siglo todavía que los chilenos se gloriaban
de ser descendientes de la más valerosa raza americana por la mitad de su sangre. En mi libro verán sin falsa
vergüenza hasta qué grado le deben también a su lengua, su pensamiento” (Prólogo, p. 41).
59
En efecto, la tesis civilización y barbarie, que tuvo adeptos que buscaban la aniquilación de los
indígenas (cfr. nota 39), surge después de desgastadas las consignas independentistas que veían en las grandes
figuras indígenas, bastiones de identidad: “que los autores de americanos de himnos y de proclamas invocaban
durante la reyerta las sombras de Montezuma, de Guatimozin, de Atahualpa, de Caupolicán y de Lautaro, se
ostentaban como sus vengadores, y maldecían a sus verdugos; pero aquella era pura ilusión retórica que les
hacía desconocer extrañamente la verdad de las cosas”, decía con justa razón en la segunda mitad del siglo XIX
el historiador Miguel Luis Amunátegui (citado por Pinto 2003: 173). Frente a esta actitud, se pueden encontrar
posturas pacifistas pero no menos occidentalizantes, como la de la iglesia católica (cfr. nota 42) o la postura
más bien progresista, en casos como el mismo Lenz o en las ideas y discursos del presidente Balmaceda: “Hoy
invadimos el suelo de aquellos bravos, no para incendiar la montaña, ni para hacer cautivos, ni para derramar
la sangre de nuestros hermanos, ni para sembrar la desolación y el terror, con el ferrocarril llevamos a la región
del sur la población y el capital, y con la iniciativa del gobierno, el templo donde se aprende la moral y se
recibe la idea de Dios, la escuela en la cual se enseña la noción de la ciudadanía y el trabajo, y las instituciones
regulares a cuya sombra crece la industria” (José Manuel Balmaceda, discurso en la inauguración del viaducto
del Malleco publicado en El Colono de Angol, en diciembre de 1890. Tomado de Pinto 2003: 202).
60
“Verán cuántos útiles conocimientos del pueblo chileno actual son debidos al indio que puso nombre
a tantas plantas y a tantos animales” (Prólogo, pp. 40-41).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 103
factores. Con esto Lenz viene a inaugurar una disciplina en Chile: la de los estudios
de contacto lingüístico. Además, nos deja una obra que aun no ha sido superada: su
Diccionario etimológico.
En esta obra, además, se trabajará con un nuevo enfoque en relación con aspectos
sociolingüísticos conflictivos hasta el día de hoy en el quehacer lexicográfico. Tal
es el caso del concepto ‘vulgarismo’. Reflexiones como: “no es nunca el pueblo el
que corrompe la lengua, aunque introduzca vocablos vulgares para enriquecer el
vocabulario académico” (Lenz citado en Rabanales 2002: 178) son revolucionarias
en un medio académico que veía en estas voces vicios que había que expurgar, o bien,
realidades que no debían aparecer en un diccionario. Es más, afirmaciones como:
“Cambios que entran desde abajo, son siempre conformes al genio de la lengua.
Verdadera corrupción puede solo venir cuando los que se creen con el derecho de
gobernar la lengua, quieren imponerle sus caprichos como ‘reglas de la gramática’”
(Lenz citado por Rabanales 2002: 179) son discursos que hasta el día de hoy no son
del todo aceptados por la comunidad hablante.
En esto, justamente, radica la vigencia de las ideas lingüísticas de Lenz: en estudiar
el español de Chile bajo una óptica exenta de los prejuicios ideológicos de quienes
imponen una lengua estándar considerada prestigiosa. Su estudio se acerca más al que
tiene un lingüista con su disciplina, disciplina que entendemos como una construcción
social (Zimmermann 2003)61, la cual va reconstruyéndose y remodelándose con la
percepción de campos antes no tomados en cuenta.
La actualidad de Lenz en relación con la glotopolítica va, además, por otra de sus
adelantadas propuestas: la de presentar la idea de un diccionario integral y regional
en cada zona lingüística. Para él, solo de esta forma se podrá saber con certeza qué
es, exactamente, lo que se entiende por castellano62, asimismo, se podrá dar cuenta
de lo general y lo pluricéntrico en la lengua española. Una reflexión de este tipo
no solo es relevante para la lexicografía hispanoamericana, sino que es relevante
para la construcción de la identidad lingüística hispana en general. ¿Qué es lo que
nos une? ¿Qué es lo que nos diferencia? ¿Qué nos hermana con determinada zona
lingüística? Son reflexiones glotológicas que han tomado peso en los últimos lustros
en Hispanoamérica y en Lenz comprobamos a uno de sus precursores.
En síntesis, este instrumento lingüístico, de carácter histórico y contrastivo,
es uno de los elementos identitarios fundamentales dentro de una comunidad
lingüística pluricéntrica. Frente a un proceso de estandarización, donde la imposición
monolingüista se reducía a una variante prestigiosa, el Diccionario etimológico no
viene a ser complementario de una herramienta lingüística “mayor”, como lo es el
DRAE, tal como sucede con otro tipo de repertorios contrastivos. En efecto, las voces
61
“(…) un trabajo metadisciplinar continuo de delimitación, división, ampliación, renovación, justificación,
exclusión, inclusión” (Zimmermann 2003: 504).
62
“Más tarde cuando en todas las repúblicas americanas exista un diccionario nacional y cuando exista lo
mismo en España, entonces se podrá decidir cuáles voces son “castellanas” es decir pertenecen al tesoro común
de todas las naciones que creen hablar el idioma de Cervantes” (Prólogo, p. 20).
104 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
5. Conclusiones
63
De la lengua araucana (1894), Estudios araucanos (1895-1897), Araukanische Märchen (1896) y De
la literatura araucana (1897).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 105
este tipo de investigación, Lenz sienta las bases de lo que tendría que generarse en
los espacios académicos: codificaciones, estudios, investigaciones que no penan una
diatopía, sino que impulsan su estudio.
Por otro lado, con el Diccionario etimológico tenemos un claro ejemplo de lo que
puede generarse en una nación cultural desde un punto de vista lingüístico. Es decir, ya
no se está dentro del plan hispanizador que vela por un monolingüismo europeizante,
sino que ante un plan hispanizador que vela por el conocimiento de una diatopía.
Además, es el primer ejemplo que emana desde esta nación cultural 64, un ejemplo
que impulsa el estudio de las lenguas marginadas y cómo estas influyen en el español.
Así se comprueba la importancia de volver a estudiar una obra como el Diccionario
etimológico. Es decir, analizarla a la luz de nuevas perspectivas y metodologías
lingüísticas. De esta forma se demuestran su vigencia y su relevancia no solo para la
lexicografía histórica, sino para la historia del español de Chile y, sobre todo, para los
estudios de contacto lingüístico. Este es, entonces, el objetivo del presente ensayo.
Objetivo que nos muestra la riqueza de una obra como esta.
Referencias
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Lenz, R. 1979 [1ª edición 1905-1910]. Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de
las lenguas indígenas americanas. Edición dirigida por Mario Ferreccio. Santiago: Universidad
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1842-1862). Estudio glotopolítico. Buenos Aires: Santiago Arcos.
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Ferreccio, M. 1979. Presentación. En R. Lenz, Diccionario etimológico de las voces chilenas
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Seminario de Filología Hispánica.
Giddens, A. 1987. Contemporary Critique of Historical Materialism II. Cambridge: Polity Press.
Lara, L. 1997. Teoría del diccionario monolingüe. México: El Colegio de México.
64
Es por esta razón que lamentamos los conflictos que tuvo Lenz a lo largo de su vida académica en
Chile, respecto a su condición de ‘no ser chileno’, de ‘ser extranjero’ (cfr. Escudero 1963 y Ferreccio 1979).
Solo con este ejemplo, esta sola obra, su Diccionario etimológico, una cala de su gran labor de investigación,
se puede comprobar lo que hizo por Chile, desde los espacios universitarios.
106 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Lenz, R. 1927. Problemas del Diccionario Castellano en América. Buenos Aires: Imprenta de la
Universidad.
Metzeltin, M. 2004. Las lenguas románicas estándar. Historia de su formación y de su uso. Uviéu:
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Metzeltin, M. 2007. Del Renacimiento a la actualidad (I). Procesos de codificación de las lenguas
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154. Barcelona: Ariel.
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propuestas para una nueva cultura lingüísticas. En J. Ortega (Ed.), Nuevos hispanismos
interdisciplinarios y trasatlánticos. Pp. 44-59. Madrid: Iberoamericana-Vervuert.
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 107 - 120
Universidad de Chile
Abstract: This article reviews the main linguistic features associated with the
language-contact area between Quechua –mainly- and Spanish in the central-andean
region during the first centuries of the Colony. Through the analysis of documents,
some of them unpublished, it is postulated that it is possible to reconstruct the
development of castilianization imposed by evangelization and the regulations of
the Spanish crown.
Key words: Language contact, Colony, Quechua, Aymara, Spanish, documents.
Recibido: diciembre 2011 Aceptado: enero 2012
Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Universidad Autónoma de Chile, Pedro de Valdivia
641, Carlos Antúnez/Providencia, Santiago, Chile o al correo electrónico: <[email protected]>
1
Doctora (c) en Literatura (Universidad de Chile), docente en Universidad Autónoma de Chile. Este
artículo forma parte del proyecto Fondecyt 1090110 “Discursos andinos coloniales: soportes, confluencias,
transformaciones”.
108 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Hacia 1602, el español Dávalos y Figueroa reconocía que “es tan codiciosa la [lengua]
española de abraçar las [lenguas] estrañas, o nosotros de valernos dellas, que tenemos
ya por inseparables algunos vocablos destas barbaras, y los vsamos como si en la
nuestra faltasen mejores términos para aquello mesmo” (apud Cerrón Palomino
2003: 123). A pesar de la datación relativamente tardía del testimonio, los relatos de
una situación no solo de préstamos léxicos sino también de contactos en el plano de
la pronunciación, de la morfología y de la sintaxis, corrían ya desde prácticamente
los comienzos mismos de la dominación española. Independientemente de lo que
ocurriera en el ámbito judicial y legal2, la vida cotidiana generó una serie de espacios
que propiciaron rápidamente la profunda interacción y la consiguiente mixtura entre
las lenguas indígenas predominantes y la española. Las “mudanzas” o préstamos no
solo se dieron desde las lenguas indígenas hacia el español, también se produjeron
cambios estructurales en las lenguas amerindias. Sin embargo, tal como veremos más
adelante, con el correr del tiempo, no corresponderá referirse a las variedades nacidas
de este contacto como formas interferidas, sino ya como muestras de un nuevo dialecto
nacido de ellas: el castellano (o español) andino.
En este artículo se presentan fragmentos de crónicas, relaciones y documentos
legales de los siglos XVI y XVII donde conviven rasgos lingüísticos tanto de la variante
andina del español como de la andaluza (previamente koinizada3). Esta metodología,
ya puesta a prueba por Olga Cock (1969), permite constituir un corpus histórico a
partir de códices unicos donde se analizan fenómenos lingüísticos de distintos niveles4.
2
Ejemplo paradigmático es la 1ª constitución promulgada por el III Concilio limense donde se ordena
que “[siendo los indios de poco entendimiento], a todos los que entienden y entendieren en la doctrina de los
indios, en todo nuestro arzobispado e obispados a él sufragáneos, que les enseñen una misma doctrina, y las
pláticas que se les hicieren, unas y conformes a una Instrucción que está al cabo destas nuestras constituciones.
Y las oraciones comunes de Pater noster, Ave María, Credo, mandamientos e obras de misericordia, artículos de
la fee, etc., sean en nuestra lengua castellana, conforme a la Cartilla que esta Santa Sínodo [sic] tiene ordenada”
(Vargas Ugarte 1951, tomo I: 7).
3
Fontanella (1992: 2) señala que “Pese a que koiné es un término de larga tradición lingüística, que
fue aplicado con anterioridad al español de América (véase, entre otros, Catalán 1958; Boyd Bowman 1956, y
Guitarte 1959), el término koinización –y su estudio como proceso– es reciente en la bibliografía lingüística, ya
que fue introducido por Siegel (1985) y aplicado por primera vez al español de América dos años después por
Fontanella de Weinberg (1987). Siegel considera que una koiné «es el resultado estabilizado de la mezcla de
subsistemas lingüísticos, tales como dialectos regionales o literarios» (1985: 363). Estos procesos, de acuerdo
con los estudios y descripciones de los últimos años, son particularmente característicos de las situaciones en
las que inmigrantes procedentes de distintas regiones dialectales confluyen en nuevos territorios (Hock 1984:
128) tal como ocurrió en las distintas zonas americanas”. Muro y Chumaceiro (2004) añaden que a partir del
proceso de la koinización una nueva variedad es producida gracias a la confluencia de distintos dialectos donde
se reducen y simplifican algunos rasgos y donde algunos de ellos se vuelven predominantes. Posteriormente, “la
nueva variedad se convierte en la forma nativa de las nuevas generaciones” (Muro, A. y Chumaceiro, I. 2004:
59).
4
La propuesta de Cock, escasamente difundida en los estudios lingüísticos, apunta precisamente a
subsanar vacíos significativos en la historia lingüística. Tal como ha resumido Zimmermann (2011) al estudiar
las propuestas de historia de la lengua española de los últimos diez años, el problema del español andino solo ha
sido abordado profundamente por Lipski (1994) y en menor grado por Moreno de Alba (1993) y Sánchez Méndez
(2003). Si bien hay estudios de la variedad andina del español (véase Cerrón Palomino 2003), la sistematización
que ofrece Zimmermann (a partir de la comparación de obras como las de Juan A. Frago Gracia, Historia del
español de América, 1999; Juan A. Frago Gracia y Mariano Franco Figueroa, El español de América 2003; Juan
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 109
De acuerdo con Alfredo Torero (2002: 49), hacia el siglo VI d.C., las lenguas habladas
en la zona mesoandina eran, entre otras, quechua, arahuaco (arawak), aru (aimara),
puquina (Arequipa, Titicaca, Cusco), uruquilla (circumlacustre Titicaca), mochica
(Costa Norte del Perú), etc. (Torero 1989). Estas lenguas, gracias al imperio Huari,
habrían estado generando interacciones cuyo punto cúlmine ocurrió precisamente
entre los siglos VI y VII. Señala el lingüista que, a pesar de que no hay evidencias
de una “Lengua imperial”, la reconstrucción lingüística indicaría que de haber
existido una, no podría ser otra que el protoaymara, que corresponde al aru, utilizado
en la zona ayacuchana “[…] es a ese período que puede asignarse el inicio de un
nuevo movimiento expansivo del quechua de la costa central (quechua II) […] En
todo caso, aru y quechua, en intenso contacto por entonces, acentúan sus mutuas
influencias” (Torero 2002: 48). A partir de la fase Janabarriu –máxima expansión del
Horizonte Chavín– una serie de convergencias y de dinámicas de préstamo y difusión
comenzaron a ocurrir. Como consecuencia de ello, “de los idiomas testimoniados
hoy, se aproximaron uno a otro lingüísticamente el cholón, el quechua y el aru, con
el quechua entremedio” (Torero: 50), potenciándose la interpenetración entre el
quechua y el aru5, concomitancia que se perpetuaría también durante los períodos
Chavín, Huari-Tiahuanacu y Tahuantinsuyu (existente al momento de la conquista
española).
Sánchez Méndez, Historia de la lengua española en América, 2003; Irma Chumaceiro y Alexandra Álvarez, El
español de América: Historia del español en el continente americano, 2004; José L. Ramírez Luengo, Breve
historia del español de América, 2007; John M. Lipski, El español de América, 1994; José G. Moreno de Alba,
El español en América, 1993; Enrique Obediente, Biografía de una lengua. Nacimiento, desarrollo y expansión
del español, 2007) involucra un punto de vista de toda la lengua española y no solo en su variedad dialectal.
5
El aru, también denominado cauqui-aymara o jaqi-aru tiene una dsitribución geográfica que abarca el
sureste peruano, noroeste boliviano y algunas zonas del norte grande chileno. Tipológicamente es una lengua
aglutinante y sufijadora, al igual que el quechua.
110 LENGUAS MODERNAS 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
6
La forma Q.IIA también recibe el nombre de Límay, mientras que las formas QIIB y Q.IIC se agrupan
y denominan Chinchay, en virtud de su distribución geográfi ca.
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 111
7
Desde la constitución política peruana de 1993, el castellano es lengua oficial junto con el quechua –oficial
desde 1975–, aimara y las demás lenguas aborígenes. A pesar de ello, el doctor Cerrón Palomino considera que
estas disposiciones “no pasan de ser un saludo a la bandera” (Cerrón Palomino, 2003: 110).
8
“No obstante, como dialecto de superestrato en las zonas previamente quechuizadas, como segunda
lengua en los territorios de habla diferente, o como idioma de relaciones en los confines del imperio, la variedad
quechua koiné, por lo mismo llamada general, garantizaba plenamente la comunicación dentro de los ámbitos
del vasto imperio” (Calvo 2001: 521).
112 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Al respecto, Muro y Chumaceiro (2004: 59), a partir de los aportes de Guitarte 1980,
Fontanella 1992 y de Granda 1994, identifican tres etapas de nivelación lingüística.
En términos cronológicos y lingüísticos, la primera etapa –que es la de nuestro
interés– se habría desarrollado (aproximadamente) entre el desembarco (1492) y los
albores del siglo XVII (dependiendo de cada zona)9. Asimismo, señalan que a pesar
de que “no parece haber acuerdo entre los lingüistas, ni sobre el tiempo que duró el
proceso de formación de la koiné, ni sobre cuáles fueron las influencias dialectales
que prevalecieron, tampoco hay consenso sobre cómo fue la evolución de dicha koiné
en el continente”, sí parece haberlo con respecto a los rasgos lingüísticos que habrían
caracterizado a la koiné americana hasta 1650. Así, Fontanella (1992) señala que hacia
esa fecha ya la mayoría de las zonas americanas se encontraba superando la etapa
del multidialectalismo característico y pasando a la etapa de coexistencia de distintos
sistemas fonológicos, entre los cuales podemos considerar como más relevantes10 el
seseo (c.1), la aspiración o pérdida de inicial de /f-/ (c.2), la velarización del diptongo
inicial /ue-/ (c.3), la vacilación en el uso de /b/ y /g/ antes de vocal posterior (c.4), la
pérdida de /-d-/ intervocálica (c.5), la confusión de /r/ y /l/ (c.6), la pérdida y aspiración
de /-s/ implosiva (c.7), y el yeísmo (c.8).
Por otra parte, ya no desde el punto de vista de la evolución interna de la lengua,
sino desde su interacción con el sustrato o adstrato, es necesario relevar los rasgos
lingüísticos que permiten identificar la variedad andina del español. Previo a esta
identificación, hecha a partir de la visión que ofrece la lingüística de contacto,
deberemos revisar ciertos aspectos que pasan a ser relevantes para explicar la génesis
de una variante. Si bien el hecho de que dos lenguas distintas se encuentren en zonas
contiguas no implica que existan influencias de una sobre la otra, en el caso específico
de las lenguas indígenas americanas con respecto al español, y más concretamente aún,
del quechua sobre el español y viceversa, se ha corroborado la existencia de una serie
de factores y situaciones que permiten afirmar que ha habido contacto lingüístico desde
la llegada de los conquistadores. Según Azucena Palacios (1997: 4-5), algunos de los
factores11 que podemos mencionar son “el grado de adquisición del español y si esta
adquisición tiene lugar de manera formal o informal, los elementos socioculturales que
rodean la comunidad, el nivel de escolarización, el aislamiento geográfico o el nivel
socioeconómico”. Estos, según las dinámicas regionales con las que se desenvuelvan,
determinarán la variedad de español local así como también “el mantenimiento o
abandono de esa variedad subestándar, socialmente desprestigiada”. Con respecto al
9
La primera ocurre en la Península Ibérica, previo al embarque hacia América y sus principales focos
son Huelva, Sevilla y Cádiz; la segunda, corresponde a un período forzado de viaje de al menos cuarenta días
en alta mar; finalmente, en la tercera etapa, denominada antillana (en la isla La Española), los conquistadores
se veían forzados a detener su viaje para partir hacia las distintas zonas americanas.
10
Identificaremos los rasgos del castellano o español bajo la rúbrica “c”, mientras que para los rasgos
provenientes de lenguas indígenas será “i”.
11
Weinreich (1953) consideró imprescindibles los factores extralingüísticos para poder determinar el grado
de interferencia entre lenguas en contacto. Así, será necesario entonces analizar el tamaño del grupo bilingüe,
la homogeneidad o diferenciación sociocultural y las actitudes hacia las lenguas y culturas de cada comunidad
lingüística (cf. Cerrón Palomino 2003: 138 y ss.).
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 113
12
De esta manera, desde el comienzo de la conquista, la corona española consideró dentro de sus objetivos
la castellanización y evangelización de los naturales, ejemplo de lo cual es la ordenanza del 7 de junio de
1550 (la ley nº XIX [xviiii]), de Carlos I de Castilla, señor de las Indias, “que donde fuere possible se pongan
Escuelas de la lengua Castellana, para que la aprendan los Indios” donde se establece que: “Haviendo hecho
particular examen sobre si aun en la mas perfecta lẽgua de los Indios se pueden explicar bien, y con propiedad
los Misterios de Nuestra Santa Fe Catolica, se ha reconocido, que no es possible sin cometer grandes disonancias,
é imperfecciones, y aunque están fundadas Catedras, donde sean enseñados los Sacerdotes, que huvieren de
doctrinar á los Indios, no es remedio bastante, por ser mucha la variedad de lenguas. Y habiendo resuelto, que
convendrá introducir la Castellana, ordenamos, que á los Indios se les pongan Maestros, que enseñen á los que
voluntariamente la quisieren aprẽnder, como les sea de menos molestia, y sin costa: y ha parecido, que esto
podrían hazer bien los sacristanes, como en las Aldeas de estos reynos enseñan á leer, y escribir, la Doctrina
Christiana” (Citado en Cárdenas y Vincent 1988: 463, el destacado es nuestro).
13
Véase Martínez, p. 2011.
14
Para Navarro (2007: 87), este fenómeno es atribuible al contacto con el aymara, y que habría traspasado
al español andino a través de un proceso de retención por contacto.
114 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Veamos cómo se presentan estos rasgos, tanto de la variante koinizada del español
como de la andina15 en el presente documento16 autógrafo fechado para el año de 1666,
de don Diego de Alata, cacique principal y gobernador del corregimiento de Collana17:
Don Diego Alata cacique prin[ci]pal y gouernador deste rrepartimiento de collana aymara [i.9
“aymara de Collana] por el presente doy Poder [i.11, elisión “por quanto”] quan Bastante se
rrequiere de derecho a Don Diego rrozales cacique del pueblo de guaquirca para que presentado
como propio mi persona[i.2 “propia persona”, y i.9 “como mi propia persona”] en el pueblo de
mollebamba callcausso Y vito en ella haga delegençia pusible[i.1 “posible”] de cobrar las tasas
y Juntar [i.10 elisión de preposición “a”] los yndios alistados en la plassa [c.1 “plaza”]18 publica
en el pueblo de mollebamba para traer todo juntamente con sus comidas y carneros y mugeres
a guarquirca que, de an de ser despacho[i.2 “despachados”] en Lunes sin falta assi manda el
Señor Correg[id]or. Y assi los caciques y alcaldes de los d[ic]hos pueblostenga[i.2 “tengan”]
por su gouernador y acudan a su llamamiento rrespeten y acaten como a su mayor si algunos
contrario[i.2 “contrarios”, e i.11 “fuesen contrarios”] se hiziere pena que seran castigados con
todo rrigor de Justicia assi lo mando y firme en el pueblo de antabamba en siete días del mes
de enero de mill y seis cientos y sesenta y seis años.Diego Alata [rubricado].
Dos textos fechados entre 1613 y 1617 presentan rasgos similares. El primero,
terminado de escribir en 1613, es de autoría de Joan de Santacruz Pachacuti
Yamqui Salcamaygua y lleva por título (otorgado por la historiografía) Relación
de antigüedades deste Reyno del Pirú 19, obra que aun sin estar rubricada ha sido
considerada consensuadamente por la crítica20 como autógrafa. Pachacuti corresponde
a una cuarta generación de indios aculturizados “todos ellos caçiques principales que
fueron de la dicha prouinçia y cristianos profesos en las cosas de nuestra Santa Fe
15
El cruzar estos análisis, si bien por un lado puede ser riesgoso y discutible, apunta también por otra parte
a llenar un vacío epistémico y disciplinar desde la construcción del objeto de estudio –lengua. De tal manera lo
señala Zimmermann (2011: 11) cuando establece que “hoy en día es posible distinguir dos constructos/enfoques
diferentes del concepto de lengua: El enfoque estructuralista, que restringe el objeto de análisis al sistema
lingüístico, enfoque que excluye de su teoría la relación del ser humano como lugar y creador de este sistema,
y el enfoque contrario, que incluye todos los aspectos cognitivos, psicológicos, comunicativos y pragmáticos,
culturales, sociales, políticos y económicos del lenguaje: La forma de una lengua esta relacionada de manera
múltiple con los aspectos mencionados. La lengua es una creación específica de los seres humanos que viven
en comunidad y es su capacidad (e incapacidad) cognitiva (y articulatoria) e incluso la necesidad y el deseo
emocional de comunicación-interacción para sobrevivir, la que ha producido este fenómeno particular en el
mundo biológico”.
16
ADC, Colegio de Ciencias, leg. 76, cuad.8, 1 foja.
17
Nos amparamos en los postulados de Klaus Zimmermann (2011: 15) para revestir de la importancia
lingüística que goza a la descripción biográfica de los autores de estos documentos: “En la lingüística (en la
estructuralista) tiene vigencia la presuposición de que la estructura de la lengua y los procesos no tienen actores
o protagonistas. No comparto esta presuposición. El problema es más bien un problema metodológico: el que
muchas veces no podemos identificar a los innovadores y protagonistas. Este hecho, no puede, sin embargo,
llevarnos a transformarlo en la inexistencia de actores y protagonistas. En la historiografía de la lengua se debe
buscar tales actores y protagonistas en los momentos decisivos, e incluso emitir hipótesis sobre eventuales
grupos de interés o de provecho de un cambio lingüístico o política lingüística”.
18
Este es el único rasgo por evolución interna del español que encontramos en este documento.
19
El manuscrito consta de 43 folios recto y vuelto. Aquí presentamos un brevísimo fragmento con el
propósito de no abultar la lectura y de relevar rasgos distintos de los que aparecen en los otros documentos aquí
mismo incluídos.
20
Duviols e Itier (1993), Navarro Gala (2007).
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 115
Católica” (f. 1r) y era originario de los pueblos de Santiago de Hanan Wayua y Hurin
Wayua Canchi, del Orcosuyu, “entre Canas y Canchis Collasuyu”, en los límites
entre la Audiencia de Lima y del Obispado de Cuzco (Navarro Gala 2007: 25). Para
Navarro Gala (2007: 26), “cabe suponer que estamos frente a un hablante, que muy
posiblemente sabe quechua, pero cuya lengua de cultura es el castellano, un castellano
con el que debió de entrar en contacto ya en la cuna […] un castellano influido por
el quechua o el aimara”:
[Foja 21v]
Vbo un milagro que como vn yauarica o amaro abia salido del serro [c.1] de pachatuzan muy
fiera bestia media legua de largo y gruesso de dos braças y medio ancho y con orejas y colmillos.
Y viene por yuncay pampa y [12] sinca y de allí entra a la laguna de quibipay, y entonces salen
de aosancata Dos sacacas de fuego. Y passa a potina, y [i.12 “ahí”] otro viene para mas abaxo
de guamanca que esta y [i.12 “ahí”] tres o quatro serros muy altos y cubierto [c.7 e i.2]21 de
nieves los quales dizen [i.7]22 que eran animales con alas y orejas y quatro pies y encima de las
espaldas muchas espinas como de pescado y desde lejos dizen [i.7] que les pareçio todo fuego[…]
Dado que en este texto aparece un rasgo que puede ser atribuible a la acción del
sustrato aymara, mostramos a continuación el Mapa de lenguas recomendadas por
la catequización de 1580 (según AGI. Indif. gl. 532), donde podemos apreciar que en
la región correspondiente a la actual Bolivia, zona donde vivió el autor del fragmento
señalado, existía una predominancia del aymara (A) aunque el quechua (Q), y en
menor grado el puquina (P), no dejan de estar presentes, habiendo localidades, como
Camata, Ambana y Carabuco, donde se recomienda el uso de las 3.
21
Se puede interpretar este rasgo apelando a la explicación interna, es decir, como la pérdida de –s
implosiva; o bien por sustrato, como una discordancia en los morfemas numéricos nominales entre el sustantivo
y el adjetivo.
22
Una de las formas tradicionales de traducir al español el evidencial quechua es a través de la frase “dicen
que”, “se cuenta que”, etc. Lo que lleva a observar tipos de influencia. Se trata eso en el trabajo de Palacios.
116 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Mapa nº 2: Lenguas recomendadas por la catequización de 1580 (según AGI. Indif. gl. 532)
El texto de Pachacuti presenta rasgos que pueden ser adjudicables tanto al contacto
con el quechua como con el aymara –como es el caso del locativo -i-. Según Navarro,
la Relación corresponde a “una tipología intermedia entre la interferencia23 y la
convergencia por contacto [que] se denomina convergencia límite. […]. El permanente
contacto de estas dos lenguas deja indeleble huella en la fonética, morfosintaxis y
léxico de la obra de Pachacuti Yamqui” (2006: 79-80).
Ahora bien, señalamos al comienzo de este artículo que estos documentos nos
darían la posibilidad también de entrever algunas de las prácticas y espacios que
habrían posibilitado la difusión del castellano en la zona. En el caso del manuscrito
de Pachacuti, nos encontramos frente a la escritura de al menos dos amanuenses
que intervienen en distintas partes del documento. Estos datos nos24 han llevado a
23
Para Klee y Linch, “las situaciones de interferencia lingüística se caracterizan, en principio, por la
adquisición incompleta de una lengua meta entre miembros de un grupo muy numeroso, debido a factores como
la distancia social entre los dos grupos o la falta de instrucción o una isntrucción restringida en la lengua meta
[…] Según Thomason y Kaufman (1988), los cambios que caracterizan las situaciones de interferencia tienden
a darse principalmente en los planos fonológicos y sintácticos de la lengua, con pocas innovaciones léxicas. Esta
pauta es la opuesta a la que encontramos en una situación de préstamo, donde los primeros cambios principales
son léxicos” (2009: 16).
24
Véase Martínez, P. (2011). Al respecto, Navarro señala que “Aunque no se puede asegurar que Pachacuti
Yamqui escribiera de su puño y letra la Relación, por no presentar rúbrica alguna, no hay por qué desechar su
posible autoría. Muy por el contrario, la mayor participación del segundo amanuense […] hace presumible que
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 117
Pachacuti Yamqui comenzara confiando la escritura de este borrador en sus primeros folios a algún escribano,
tal vez próximo a su círculo familiar, para acabar concluyéndolo él mismo” (Navarro 2007: 15).
25
“Se sabe que alrededor de los curacas, principales e incluso algunos indios enriquecidos rápidamente
gracias al comercio, pululaban indígenas que ejercían de ayudantes, muchos de ellos, dedicados a labores
administrativas. Por otra parte estaban los sacerdotes, quienes, además de tener como ayudantes a indios,
parece que animaban a éstos a hacerse escribanos (estas labores exigían el conocimiento del castellano, pues su
función era la de ejercer de mediadores entre los colonizadores y las masas indígenas. Muchos de estos indios
no tardaron en adoptar la lengua y la técnica de los colonizadores junto a las costumbres exteriores) (Navarro
2007: 16).
26
Cerrón Palomino (1999) identifica dos grandes zonas aymaras: la sureña (zona circunlacustre del lago
Titicaca), cuyas subáreas corresponden a Lupaca (Puno), Collahua –o Collagua– (Arequipa), Cuzqueña, Pacasa
–o Pacaje– (La Paz), Variantes modernas collavinas; y la central (sierra de Lima), con las subáreas Jaqaru (Tupe,
en Yauyos) y Cauqui (Cachuy, en Yauyos).
118 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Que le daua el dicho exenplo y castigo y dotrina que le dio a su entenado Martín de Ayala,
mestizo sancto, y le enpuso y le metió a seruir a Dios. Y rrecibió el áuito de hermitaño de edad
de doze años y le puso en estudio y dotrina; con sus propias manos le castigaua, el qual por
dónde uino a creser.
Y el dicho sancto hombre le enseñó a sus hermanos y al autor deste dicho libro, por dónde se
bino a escriuirse la dicha Primer corónica por este dicho galardón mestizo, por los uertudes y
oraciones que hazía este dicho cacique prencipal y su señora.
En “Obeja chincando, pacat tuta buscando, mana tarinchos, uira cocha.”, encontramos
un caso de quechua criollizado, donde al lexema verbal quechua se le añade el morfema
de gerundio –ando: “Perdieron una oveja. Se escondió. La buscaron por la noche y
diz que no la encuentran, caballero” (Adorno 2001: 397).
El texto de Guamán Poma no es el único que demuestra los problemas a los que
se vieron enfrentados tanto españoles como andinos en el plano de la traducción. El
mismo párrafo ilustra la convergencia léxica entre el español, el quechua y el aymara,
27
Recordemos que Guamán Poma ya había participado previamente en la campaña iniciada por Cristóbal
de Albornoz, cuyas prácticas escriturarias parecen tener cierta relevancia en este contexto de estudio. Según
Urbano y Duviols, Albornoz “también alude a los Memoriales; es decir, a los papeles y documentos de su archivo
particular, los cuales podían incluir tanto sus apuntes personales como textos ajenos, versando sobre los ritos y
creencias, pasados o presentes, de los indígenas. Según declara él mismo al final, la Instrucción es un extracto
de aquellos memoriales. Es, pues, un compendio elaborado en base a otros informes más detallados” (Urbano
y Duviols 138). Una hipótesis plausible, entonces, es que Guamán Poma hubiese aprendido estas prácticas y
técnicas –o bien, las hubiese reforzado– en su estadía con Albornoz.
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 119
Referencias
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El español bonaerense. Cuatro siglos de evolución lingüística (1580-1980). Buenos Aires:
Hachette.
120 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Introducción
De acuerdo a la clasificación de Talmy (1991, 2000) las lenguas del mundo pueden
dividirse en lenguas del tipo V (verb-framed) que codifican el trayecto del movimiento
en el verbo principal o raíz verbal (por ejemplo, español, turco, hebreo) y aquellas
del tipo S (satellite-framed) que codifican el trayecto en elementos satélites, es
decir, partículas o preposiciones y/o componentes subordinados al verbo principal
(por ejemplo, inglés, ruso, alemán). Una tercera clasificación son las lenguas con
estructuras equilibradas (equipollently-framed), propuesta por Slobin (2004: 249),
y que es aplicable a aquellas lenguas con construcciones seriales, como el chino
mandarín, que permiten la expresión del trayecto y manera por medio de dos formas
lingüísticas que tienen el mismo nivel morfosintáctico.
En el caso de los verbos de movimiento, las diferencias observadas en la forma
en que las lenguas codifican la noción de manera parecerían indicar categorizaciones
diferentes de un mismo fenómeno físico. Algunas lenguas prefieren indicar el trayecto
y el punto de llegada de la acción, como en el caso de los verbos en español entrar,
salir, mientras que otras como el inglés destacan la manera en que se realiza el
movimiento, con verbos como crawl, run. La pregunta que surge es si estas diferencias
son el resultado de una conceptualización diferente u obedecen a condicionamientos
lingüísticos que impone la lengua que codifica ese concepto.
Berman y Slobin (1994), Slobin (1999, 2003), retomando la postura de relativismo
lingüístico débil de Lucy (1992) proponen la noción de “pensar para hablar” como
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 123
el resultado de hábitos lingüísticos que los hablantes adquieren por medio de rutinas
de preparación, producción e interpretación de mensajes verbales a lo largo de sus
vidas y que se basan principalmente en codificar mentalmente experiencias de manera
que podamos describirlas más tarde, de acuerdo a los limitaciones que nos impone
nuestra propia lengua.
De acuerdo a estos autores, el uso frecuente de determinadas formas dirige
la atención hacia su función semántica y discursiva, y hace que éstas sean más
prominentes a nivel conceptual. Estos sistemas están organizados en las lenguas
como sistemas compactos, que incluyen determinados rasgos y excluyen otros,
determinando la manera de pensar del hablante y condicionando las elecciones que éste
hace al momento de hablar la lengua. Desde una perspectiva psicolingüística, Levelt
(1989: 71) explica que para que el proceso de codificación de la emisión se inicie,
el hablante debe “ordenar” una especie de “formulador” (la estructura conceptual)
que realice la codificación de sus percepciones en forma de pensamientos y busque
las especificaciones léxicas semánticas que le permitan verbalizar sus pensamientos.
De esta manera, la información que se explicita a través del lenguaje reflejaría los
dominios que son más codificables y pueden expresarse a través de los patrones de
lexicalización o procesos de gramaticalización, que permitirían a los hablantes recordar
determinados rasgos de situaciones/eventos mejor que otros, por ser más accesibles
para el proceso de memorización.
Desde esta perspectiva “pensar para hablar” (Slobin 2003), el factor determinante al
momento de hablar sería la disponibilidad o accesibilidad lingüística que cada hablante
activa al momento de la codificación. La pregunta que surge es: ¿qué sucede en las
instancias en que uno de los rasgos –manera o trayecto– aparece como prominente
en el estímulo y dicho rasgo no está accesible en su propia lengua? ¿Es posible que al
momento de la categorización del evento predominen los rasgos del estímulo visual por
sobre los patrones lingüísticos del hablante? O es posible que el repertorio lingüístico
del hablante actúe como filtro selectivo en el proceso de categorización, atención,
creación de la imagen mental y la memoria sobre el evento percibido?
En caso que la lengua no presente las categorías para expresar lo que se percibe, ¿se
recurrirá a estructuras complementarias o periféricas para lograr una mayor precisión
o se adecuará la percepción a las categorías disponibles en la lengua en detrimento de
los rasgos del estímulo? En el caso que la lengua presente posibilidades de codificación
de toda la información, ¿se expresará todo o solo lo que el hablante perciba como
cognitivamente prominente?
Estudios recientes sobre categorización, relativismo lingüístico y memoria señalan
los efectos de la lengua sobre la categorización, procesamiento y memorización de
las percepciones. Los resultados muestran que las conceptualizaciones reales de
los eventos de movimiento difieren entre los hablantes de lenguas tipológicamente
diferentes al momento de verbalizarlas y que los dominios de la experiencia son
percibidos con mayor precisión si existe una habituación creada por las categorías de
la lengua que facilitan medios de expresión accesibles para describir sus propiedades
(Oh 2003).
124 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
2. Procesamiento de eventos
La Teoría de la Segmentación de eventos (Zacks et al. 2007) postula que los sistemas
de percepción segmentan de forma automática cualquier actividad en eventos como
una estrategia para guardar la información y así poder recuperarla y predecir futuras
ocurrencias en contextos similares. Como resultado de este tipo de procesamiento,
tendemos a marcar los límites de los eventos en las instancias en que percibimos
un cambio en el estímulo. Estos cambios pueden ser alteraciones en los objetivos o
propósitos de la actividad que realiza el sujeto, o bien de causalidad o cambios físicos
que afecten a los participantes. En el caso de cambios de locación o de movimiento
en el espacio, Zacks (2007) observó en tareas experimentales con videos que los
observadores tendían a segmentar secuencias de eventos cuando percibían cambios
en los parámetros de movimiento (mayor aceleración o lentitud), o cambios en la
posición entre los sujetos/objetos involucrados en la escena.
En las secuencias visuales, los eventos tienen una estructura jerárquica que va desde
los detalles mínimos o de grano fino que se acoplan a aquellos de rasgos más generales
para conformar una unidad eventiva. Por ejemplo, la actividad de hacer un sándwich
puede pensarse como un evento con dos subeventos: 1) retirar los ingredientes de
la heladera, 2) el “armado “ del sándwich, los cuales a su vez contienen subeventos
menores como cortar, untar, combinar los diferentes ingredientes. Cuando percibimos
y comprendemos actividades en general tendemos a agrupar la secuencias en eventos
generales o principales que subsumen subeventos que “suceden” dentro de ese marco.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 125
De esta manera, los límites de los eventos cumplen una doble función. Por un
lado, permiten que se mantenga la información “enmarcada” en la memoria activa
durante el procesamiento en línea; por otro lado, permiten que se guarde información
relevante que luego se recuperará de la memoria a largo plazo. Este proceso se realiza
de manera automática en cada límite de evento, que es utilizado por los sujetos para
“actualizar” la información entrante y “re adecuarla” a la ya guardada en la memoria
a largo plazo, un proceso que ocurre durante la comprensión de textos narrativos,
historias con dibujos y videos.
Nuestra propuesta a nivel cognitivo se enmarca en la metodología experimental
expuesta por Zacks en su Teoría de la Segmentación de eventos (Zacks et al. 2001,
2007; Tversky et al. 2008) y está organizada en base a las siguientes nociones sobre
procesamiento, a saber:
1.- Evento: La noción de evento en el contexto de este trabajo experimental refiere a un
segmento de tiempo en un determinado espacio que es concebido por el observador
con un inicio y un final. Algunos ejemplos de la vida real que se podrían denominar
eventos serían: la instancia de hacer la cama, preparar la comida, bañarse, entre
otros.
2.- Estructura jerárquica: Son representaciones de eventos organizados de manera
jerárquica que desarrollan las personas para entender y separar una actividad de
otra, las cuales ocurren de manera secuencial. Estos mecanismos son similares a la
formación de chunks o bloques de significado que se utilizan para el procesamiento
semántico y que tienen como objetivo conformar unidades de sentido que faciliten
el almacenamiento y el posterior recuerdo de lo visualizado. Los eventos en las
secuencias visuales tienen una estructura jerárquica que va desde los detalles
mínimos que se acoplan a aquellos de rasgos más generales para conformar una
unidad eventiva, que se denomina evento mayor. Por ejemplo, la actividad de
poner ropa a lavar puede pensarse como un evento mayor con 2 subeventos: 1)
“juntar la ropa sucia”, 2) “meterla al lavarropas”, los cuales a su vez contienen
subeventos menores que refieren a instancias más específicas del evento mayor,
como “enchufar el lavarropas”, “colocar el jabón en polvo” y “programar el
lavado de la prenda”, que constituyen los detalles mínimos. La figura 1 muestra
una representación de una jerarquía de eventos.
A los efectos del presente trabajo, nos interesa observar cómo los procesos de
organización del recuerdo pueden ser afectados por:
Las marcas aspectuales que un hablante decide codificar indican su perspectiva del
evento, el cual puede ser percibido como una actividad en desarrollo (imperfecto) o
como algo que ha concluido (perfectivo), lo que en español normalmente está expresado
en la flexión verbal o por medio de marcadores morfosintácticos. Denominamos
Aktionsart a la marca aspectual, a nivel léxico, que refleja la naturaleza temporal
intrínseca del evento, de acuerdo a una serie de rasgos binarios: [télico vs. atélico],
[durativo vs. no durativo], [estático vs. dinámico]. Estos rasgos léxicos se combinan
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 127
Definimos la categoría léxica de verbo como una eventualidad, es decir, una relación o
un conjunto de relaciones entre individuos que se mantiene o desarrolla en un período
de tiempo t (París 2007). La eventualidad es una supracategoría que subsume eventos y
estados. Los eventos se subclasifican a su vez en actividades, logros (achievements) y
realizaciones (accomplishments) (Vendler 1957). Las diferentes categorías del aspecto
léxico remiten a los distintos modos en que la(s) relación(es) denotada(s) por un verbo
se mantiene(n) o desarrolla(n) en ese intervalo t (París 2007:611). De acuerdo a París,
la relación entre este tiempo t y el desarrollo de la acción determina las categorías de
estados vs. logros y realizaciones. Cuando la relación se mantiene invariable en un
tiempo t hablamos de estado, porque es una relación homogénea, con una distribución
que no se altera con el paso del tiempo: los estados permanecen inalterables, como por
ejemplo, tener, ser, estar. En contraste, las nociones de logro y realización denotan
eventos que satisfacen descripciones ‘télicas’ que contienen intrínsecamente un cambio
de estado (al final de t) y son, por lo tanto, ‘heterogéneas’. Un logro es una clase de
128 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
evento télico que solo incluye eventos no durativos, instantáneos, que denotan solo
el cambio de estado, y que tiene lugar en un lapso de tiempo mínimo; por ejemplo,
estallar. En contraste, una realización consiste típicamente en un proceso y en un
cambio de estado; por ejemplo, construir.
París propone una segunda categorización que toma en cuenta la noción de cambio
intrínseco: tanto las actividades como los estados no presentan un cambio de estado
intrínseco y, en consecuencia, son atélicos, es decir, son homogéneos y distribuibles1,
como por ejemplo, correr. Sin embargo, los estados y actividades se diferencian entre
sí porque éstas últimas son ‘dinámicas’ mientras que los estados son todo lo contrario,
es decir estáticos. Según París y autores varios, el concepto de dinamicidad es la
característica que define las actividades, ya que esta noción está ligada a la liberación
de cierta energía por un participante (actor) al interior de un evento, sin la cual este
no se sostendría.
De esta manera, las aspectualidad léxica estaría determinada por la fijación de dos
parámetros semánticos que serían inherentes a los verbos. Por un lado, la presencia o
ausencia de límite intrínseco (es decir, verbos télicos vs. atélicos) y por otro la presencia
o ausencia de dinamismo (por ejemplo las actividades vs. Los estados). Las actividades
constituirían una categoría híbrida en cuanto son atélicas como los estados, pero con
propiedades dinámicas como los verbos télicos (París 2007: 610). Esta clasificación
daría 3 categorías de verbos que tendrían una representación semántica léxica (RSL)
más compleja, de acuerdo a la propuesta de París (2007), como lo muestra el Cuadro 2.
TÉLICO ATÉLICO
Logro
+ DINÁMICO Actividades
Realización
- DINÁMICO Estados
Cuadro 2. Representación Semántica Léxica compleja (RLS) propuesta por París (2007)
1
La noción de distribuible puede definirse en los siguientes términos: “La propiedad de ser ‘distribuibles’:
si la descripción de un Estado (codificada en una oración) es verdadera en relación a un periodo t, lo es también
de un periodo t’ tal que t’ es una parte propia de t” (París 2007: 612).
2
La noción del análisis composicional del aspecto (Krifka 1998; Verkuyl 1993) plantea que la clase
aspectual de una oración en su totalidad está determinada por la naturaleza semántica del verbo, por las
características de los sintagmas nominales que llenan los argumentos, y por la manera en que el verbo se relaciona
con sus argumentos (De Swart 1998: 350).
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 129
1. La semántica del pretérito simple (expresado por el morfema –ó-) que opera a
nivel de intervalos y refiere al evento en su máxima extensión: no marca tiempos
intermedios y tiene un inicio y final, es decir, es cerrado;
2. El aspecto imperfecto (expresado por el morfema –aba-) que asigna un intervalo
abierto al evento.
3
Para De Swart (1998) esta transición está motivada por las nociones aspectuales inherentes a la
eventualidad o Aktionsart y las restricciones que impone algún operarador aspectual a nivel oración que
fuerzan una reinterpretación o revaluación de las nociones aspectuales a nivel léxico con las que el hablante
está familiarizado. Esta reinterpretación se da en un contexto y está determinada por cuestiones pragmáticas
que operan sobre el nivel léxico y que De Swart denomina coerción.
130 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Ambos determinan una interpretación pragmática de los eventos –una implicatura– que
puede afectar las nociones semánticas inherentes siempre que no medie información
que la cancele. De esta manera, la oposición pretérito simple (perfectivo) vs. imperfecto
les permite a los hablantes nativos referir un evento como limitado (cerrado) o ilimitado
(abierto), independientemente de las propiedades de la RSL del verbo. La figura 2
muestra cómo la elección que realiza el hablante determina una conceptualización
diferente, de acuerdo al tipo aspectual que seleccione para expresar su percepción.
A nivel de procesamiento:
Si se utiliza un priming que destaque el Inicio (Origen)- y/o Meta, los sujetos
tenderán a evocar el evento en su totalidad porque el priming activaría el recuerdo
de los límites del evento. De acuerdo a la Teoría de la Segmentación, la recuperación
de la totalidad se da por activación de los límites. Si el priming activa un sub-evento
alejado de los límites, por ejemplo Trayecto, es muy probable que los sujetos
recuerden instancias parciales o subeventos y no la totalidad (Zacks et al. 2007).
132 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
A nivel léxico:
Si los sujetos observan un evento que presenta Inicio-Trayecto-Meta en su totalidad
o Inicio-Meta, la tendencia será conceptualizarlo como “limitado en un espacio
temporal de ocurrencia” (París 2007) y codificarlo en términos de intervalo
cerrado. Si en ese intervalo cerrado se observan eventualidades que tienen un
límite intrínseco, el hablante seleccionará verbos que expresen estas nociones (por
ejemplo, logros como salió, entró), o bien podrá combinar verbos que expresen
situaciones dinámicas, durativas y atélicas (por ejemplo, nadar, correr) con marcas
aspectuales (verbos inceptivos del tipo de empezar a) que introduzcan un límite
externo a las propiedades léxicas de la eventualidad, transformándola en télica
(por ejemplo, empezó a / terminó de /salió a + nadar/correr). Si el evento presenta
prominencia de Trayecto, la tendencia será al uso de verbos que no denoten límite
interno, es decir, actividades.
A nivel aspecto-gramatical:
El pretérito simple se usará para referir un evento desde una perspectiva temporal
pasada, que es percibido como en su máxima extensión, cerrado, y que no marca
tiempos intermedios. Por lo contrario, cuando el hablante necesite pragmáticamente
“abrir un evento cerrado” o mantener el evento como intervalo abierto, ya sea
como marco temporal o simplemente porque no percibe un intervalo cerrado
en lo que observa, recurrirá al imperfecto. Por ejemplo, bajaba+hasta …
(Realización+delimitador espacial+imperfecto), para expresar una acción que no
tiene límites inherentes, a la cual se le agrega composicionalmente el límite, pero
aun así, se deja el intervalo abierto con el uso del Imperfecto.
Por otro lado, si los sujetos observan un evento que presenta Trayecto como
característica más prominente, la tendencia será a conceptualizar el evento como
dinámico, atélico, sin límite intrínseco y como intervalo abierto, recurriendo al
uso de progresivo (perífrasis de gerundio con el verbo estar) que excluye toda
noción de finalización, aun con verbos télicos, al tiempo que diluye la noción de
temporalidad (presente, pasado) como anclaje referencial.
4. Desarrollo experimental
4
El modelo experimental piloto se encuentra disponible en el sitio http://sites.google.com/site/
lexicalpatterns/Home.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 133
Los datos obtenidos de las transcripciones se volcaron a una planilla Excel, computando
las variables de aspecto léxico de eventos (Aktionsart): actividad, realización y logro;
aspecto gramatical: presente, imperfecto, pretérito simple y progresivo y priming
visual: Origen, Trayecto, Meta, como lo muestra el cuadro 4.
5. Resultados
El gráfico 1 muestra que cuando el priming es Origen o Meta (Sec. 1.1 y Sec 1.3,
respectivamente), la selección léxica predominante es la de logros.
El análisis de los datos a nivel léxico nos muestra que en el caso de 3.3 aparecen
verbos con se (se centran, se tropiezan), o verbos del tipo (salir+corriendo,
venir+jugando) como combinaciones que introducen una noción de límite a partir
expresado en el verbo principal. Asimismo, el uso de marcadores aspectuales inceptivos
como empezar a +jugar denotan por parte del hablante la intención de introducir
un límite en el evento a narrar. La expresión de límite no es esperable cuando la
prominencia del evento mayor es Trayecto. Sin embargo, podría haber sido inducida
por la presencia del priming que muestra a los participantes finalizando la acción. De
acuerdo con nuestra hipótesis, habría una correlación entre la prominencia del evento
mayor (Trayecto) y la descripción de las acciones con verbos de tipo actividades
(evento durativo, dinámico, ilimitado) o realizaciones (evento durativos, dinámicos,
delimitado que progresa hacia un límite interno). Sin embargo, se observa también la
presencia significativa de verbos de logro en aquellas secuencias con prominencia de
Trayecto y priming Trayecto. Es decir, los hablantes codificarían la prominencia de
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 137
Trayecto como eventos del tipo [+dinámico +télico] (logros) y no como [+dinámico
-télico] (actividades), lo cual no refleja las expectativas planteadas en una de las
hipótesis del trabajo.
A modo de reflexión, podríamos explicar esta tendencia como la consecuencia de
un patrón de causa-consecuencia que se organiza de manera cronológica en nuestra
memoria al momento de recordar. El proceso de conceptualización es el resultado de
un proceso cognitivo que puede explicarse desde una perspectiva fenomenológica
o de procesamiento. Es decir, podemos abordarlo desde nuestra experiencia con el
objeto, en este caso, el ordenamiento visual de las escenas, o desde una perspectiva de
procesamiento, de actividad neurológica (Langacker 2008: 77). Si los sujetos narran
lo percibido como si fuera un “objeto”, podrían estar procesando las imágenes como
lo hace una cámara, de manera secuencial y consecutiva, y no como una unidad con
inicio y final. En tal caso, la actividad de ordenamiento o secuenciamiento de las
percepciones implica operaciones en las que el hablante necesariamente coloca límites
entre eventos, aun cuando esto no sea prominente en el video. A modo de ejemplo,
los verbos de logro como aparecen, empiezan a correr o se tropieza son indicativos
de hitos que marcan los hablantes y que posiblemente estén determinados por una
perspectiva subjetiva en el procesamiento. Es decir, quien percibe el fenómeno lo
aborda como objeto (perspectiva del cine, de la cámara) y no está dando cuenta de su
procesamiento del evento como una unidad de evocación en la memoria.
En contraste, la prominencia de Origen-Trayecto-Meta en el evento mayor motivó
selecciones léxicas de verbos de logro en tiempo presente por sobre las demás opciones,
como se observa en el Gráfico 3, lo cual fue congruente con las hipótesis planteadas.
Sin embargo, con la prominencia de Trayecto, las selecciones son más dispares, ya
que se observa el uso de verbos de logros en tiempo presente, y de actividades en
presente y en progresivo. El uso del tiempo presente puede interpretarse como una
marca aspectual abierta, ya que no se asocia a un intervalo de tiempo cerrado y, por
ende, permite lecturas donde un logro puede interpretarse como un evento abierto.
En la literatura, se ha asociado el tiempo presente a una localización atemporal del
evento. Tradicionalmente, se llamaba “presente histórico” al empleo del presente
para narrar algo que sucedió en el pasado como un mecanismo de reactualización
del relato que le permite al hablante lograr una mayor intensidad, como si lo narrado
estuviera sucediendo en el momento. A nivel del aspecto gramatical, el presente
138 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
introduce intervalos abiertos, motivo por el cual no podría presentar un evento como
completado (París c.p.= comunicación personal). A nivel cognitivo, el uso del presente
combinado con logros como se observa en los datos podría indicar que los sujetos
activan el recuerdo como un evento cerrado que ocurre en un intervalo abierto, como
una reactualización de lo observado a causa de la poca demora para la evocación
(10 minutos) que no les permite tomar una perspectiva narrativa. Esta tendencia se
corrobora en el Gráfico 4.
Con respecto al aspecto gramatical, se observó que cuando los sujetos son estimulados
con un priming Meta la utilización del tiempo presente es mayor comparado que
cuando se utiliza un priming Origen o Trayecto. Esto indicaría que existe una
correspondencia entre el Aktionart logro, que tiene característica [+dinámico +télico]
que combinado con la marca aspectual presente a nivel gramatical, expresa un tiempo
aspectual abierto que, por ende, permite lecturas como evento abierto. En el Gráfico
5, la interacción entre aspecto gramatical y priming muestra una correlación entre la
prominencia de Trayecto y la selección de presente simple.
Cabe destacar que nuestra hipótesis sobre la correlación entre el uso del pretérito
simple para eventos que son percibidos como cerrados, en contraste con el uso del
imperfecto para eventos abiertos no pudo ser comprobada por no contar con datos
experimentales. A continuación analizamos las posibles motivaciones de esta selección
aspectual y sus implicancias en la perspectiva narrativa.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 139
6. Conclusiones
Al usar el presente con verbos de logro y/o realización para narrar lo observado, el
hablante reactualiza por medio de la verbalización una construcción mental virtual
de ocurrencias observadas y que ha guardado en su memoria.
Soto (2011), siguiendo a De Swart (1998), explica este fenómeno de perspectiva
como la proyección de un tipo de situación en otro que deriva en una incompatibilidad
entre las opciones gramaticales y léxicas, lo cual crea un proceso inferencial de
“acomodación” que denomina coerción. El léxico contiene verbos especificados que
poseen un Aktionsart que el hablante puede elegir combinar con las marcas aspectuales
gramaticales. De esta manera, puede emplear el aspecto de punto de vista de modo
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 141
Referencias
Soto, G. 2011. Estructura narrativa y proyecciones entre situaciones homogéneas y discretas: léxico,
gramática y coerción. Lenguas Modernas 37 (1): 109-125.
Suárez Cepeda, S. y A. Nieto González. En prensa. La necesidad de marcar los límites en español.
En Estudios Cognitivos, Actas del 1º Congreso de la Asociación Argentina de Lingüística
Cognitiva (AALCO). Mendoza, Noviembre 2009.
Suárez Cepeda, S. (En prensa). La relación entre la percepción y la selección de aspecto léxico
gramatical en la verbalización de eventos. Publicación de las Actas del PROLEN Primer
Encuentro de Grupos de investigación sobre Procesamiento del Lenguaje. Homenaje a Juan
Seguí. Buenos Aires, 4-6 de mayo 2010.
Talmy, L. 1991. Path to realization: A typology of event conflation. Proceedings of the Annual
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Tversky, B., J. M. Zacks y B. Martin. 2008. The structure of experience. En T. F. Shipley y J. M.
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Vendler, Z. 1957. Verbs and times. The philosophical review 66 (2):143-160.
Verkuyl, H. J. 1993. A theory of aspectuality. The interaction between temporal and atemporal
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Weinrich, H. 1974. Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. Madrid: Gredos.
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A mind/brain perspective. Psychological Bulletin 133 (2): 273-293.
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 143 - 148
Universidad de Chile
RESEÑAS
del lenguaje en niños bilingües o los factores cognitivos que determinan los patrones de cambio
lingüístico, etc. En definitiva, si se analizan los cambios inducidos por contacto desde una
perspectiva dinámica e interdisciplinaria, Matras señala que su estudio puede entregarnos luces
acerca no solo del fenómeno en sí, sino de la estructuración interna y del procesamiento que
los grupos humanos hacen de sus lenguas.
El capítulo III, “Creoles and creolization” de Mufwene, trata acerca de la criollización, es
decir, la génesis de nuevas lenguas vernáculas que nacen del contacto entre variedades coloniales
no estándares de una lengua europea con distintas lenguas no europeas en el Atlántico, India,
y en parte de las colonias del Océano Pacífico durante el siglo XVII hasta los inicios del siglo
XX. Las preguntas que se abordan incluyen principalmente la forma del diseño estructural,
las condiciones socio-pragmáticas para su desarrollo y el mecanismo de adquisición. El autor
hace una revisión del concepto de criollo y sus diferencias tanto con el pidgin como con el
pidgin extendido, traza su historia y aborda cuestiones referentes a su desaparición, autonomía
y a la falta de sistematicidad en el uso del término. Respecto a la génesis del criollo, Mufwene
expone tres hipótesis actuales: a) de sustrato; b) de superestrato o dialectal y c) de universales
del lenguaje. Según el autor, en el estudio del criollo observamos un vínculo directo con
las dificultades asociadas a la identificación y definición de dialectos. Sin embargo, con la
creciente disponibilidad de corpora electrónicos existe la esperanza de poder realizar un
análisis gramatical más detallado y preciso y de entregar evidencia que podría servir de base
para una comparación más refinada y consistente entre las variedades en cuestión. Mufwene
concluye que queda mucho por hacer en este campo, afirmando, además, que la investigación
sobre criollos, su génesis y sus propiedades estructurales ofrece un gran potencial tanto para
la teorización lingüística general como para la tipología lingüística.
El capítulo IV, “Dialect” de Macaulay, expone las dificultades que han existido para definir
el concepto de dialecto y, a modo de conclusión, señala que una definición operacional del
término aún está pendiente. Según el autor, este hecho tiene dos explicaciones: a) una de carácter
práctico, relacionada con el incremento de las entidades lingüísticas que pueden ser definidas
bajo este concepto y b) uno de carácter teórico, relacionada con la imposibilidad de identificar
categóricamente los límites de una variedad determinada a partir de un conjunto delimitado de
rasgos claramente definidos. A pesar de estas dificultades, el autor señala que los avances en
la tecnología han permitido un gran desarrollo en la lingüística de corpus, lo que a su vez ha
revolucionado el campo de la dialectología, por lo que resulta esperable que las problemáticas
anteriormente enunciadas encuentren respuesta en los próximos años.
El capítulo V, “Dialectology” de De Schutter, trata acerca de la evolución de la
dialectología como campo de investigación y, de manera indirecta, responde a los problemas
de operacionalización planteados por Macaulay. En primer lugar, el autor señala que, en la
actualidad, las variedades lingüísticas no se definen solo geográficamente, sino que también
se basan en otros factores capaces de conformar agrupaciones sociales que se diferencian lo
suficientemente entre sí –en términos de estatus socioeconomico o étnico, edad, género, entre
otros– y de algún tipo de lengua estándar que se toma como punto de comparación. Junto con
esta expansión hacia dimensiones de corte sociolingüístico se incorporan, además, tópicos
recurrentemente tratados en esta área como la cortesía, los actos de habla, los marcadores
discursivos, etc. Finalmente, en el plano de la descripción interna, se incorpora el interés
por la variación sintáctica, continuamente desplazada por la variación fonológica, léxica y
morfológica. Así, ambos capítulos que tratan la dialectología como ámbito de investigación
tratan acerca de las problemáticas que surgen de la estrechez con que dicho campo ha sido
definido históricamente y de cómo una ampliación en su tratamiento puede abrir nuevas
perspectivas de investigación.
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 145
dialectos) para establecer un hipotético ancestro común (proto-lengua). Este tipo de trabajo se
ha llevado a cabo principalmente en el dominio de inventarios fonéticos y léxicos, a base de los
cuales es posible establecer hipótesis sobre proto-lenguas y relaciones genéticas entre lenguas.
Finalmente, Nurse señala que el uso de herramientas computacionales ha abierto posibilidades
que prometen provechosos resultados; sin embargo, también afirma que el número de lingüistas
que se están dedicando a esto es escaso, por lo que se requiere que más estudiosos se aboquen
a esta línea de trabajo para lograr una actividad a gran escala en el método comparativo.
El capítulo XV, “Register” de Dittmar, aborda las preguntas de investigación relacionadas
con la estratificación situacional de variedades de habla. El autor comienza delineando la historia
del concepto registro, siguiendo principalmente a Halliday, quien distinguió entre dialecto y
registro, entendiendo por el primero una variante que se define en términos de usuarios del
habla y el segundo como una variedad del uso constreñida por la situación. Luego, el autor se
refiere a la sistematización del concepto y señala que uno de los problemas más urgentes es la
diferenciación de ‘variedad’ y ‘registro’. Finalmente, al presentar perspectivas de tratamiento
del término, Dittmar expone brevemente reflexiones relevantes para la teoría que se han
dado en cuatro dominios: a) aproximación funcional al concepto realizada por Ferguson; (b)
comunicación intercultural; (c) pragmática lingüística y (d) lingüística variacional. El autor
destaca lo presentado en la lingüística variacional respecto de la existencia de una conexión
jerárquica entre las variedades diestrática y diafásica y señala que se debe investigar la
posibilidad de una integración de los niveles de la estructura jerárquica. Finalmente, aboga
por una línea de investigación pragmática que investigue las siguientes interacciones con
más detalle: a) uso del lenguaje y tipos de situación; b) uso del lenguaje y roles sociales/
institucionales y c) uso del lenguaje y diferentes ánimos/emociones de los hablantes.
En el capítulo XVI, “Typology” de Comrie, se tratan los problemas referentes a la tipología
lingüística y su relación con la pragmática. Mientras la investigación tipológica sigue
contribuyendo a nuestra comprensión de los patrones de variación en los sistemas gramaticales,
solo está comenzando a tratar la dimensión pragmática de la organización lingüística. Sin
embargo, el énfasis de los tipólogos en un fundamento empírico sólido conecta este ámbito
naturalmente con la pragmática, la que a su vez provee potenciales modelos que se pueden
explorar en la búsqueda de principios de explicación generales. Por lo tanto, un estudio
sistemático del uso lingüístico traza una nueva dirección en la que podemos investigar la base
socio-cognitiva de los sistemas gramaticales y proponer tipologías sustentadas empíricamente
que incluirán la variación pragmática.
El último capítulo del volumen, “Variational pragmatics” de Schneider, articula una
aproximación a la variación dialectal basada en la pragmática y la sociolingüística. El autor
presenta la investigación como una rama específica de la pragmática empírica, es decir, de
aquella preocupada por la variación. Esta intersección enriquece ambas partes pues, por un lado,
añade la dimensión pragmática al análisis de dialectos –incluyendo el análisis conversacional,
el análisis del discurso y la lingüística interaccional– y, por otro lado, entrega un espacio
conceptual para el estudio de la variación en categorías pragmáticas específicas. Más aún, se
puede establecer un paralelo entre su surgimiento y el de la sintaxis del dialecto en términos
de sus objetivos más amplios y contribuciones potenciales al análisis del lenguaje en general.
Ambos son ámbitos relativamente nuevos en el campo de la investigación variacionista y ambos
se preocupan de ir más allá de la sola identificación y descripción de las diferencias dentro de
una lengua entre sus respectivas áreas; uno de los objetivos de investigación comunes a estos
campos es la búsqueda y la comprobación empírica de modelos explicativos apropiados, ya sea
en una teoría sintáctica particular o bien en el dominio socio-cognitivo (a través del concepto
de modelos culturales, concepciones de construcción de la estructura gramatical, etc.). En este
148 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Comentarios generales
A nuestro juicio, el volumen reseñado representa una excelente introducción a la incorporación
de una perspectiva pragmática y socio-cognitiva al estudio del lenguaje en general y resulta
un aporte importante para la comprensión de la superación –al menos en las corrientes aquí
analizadas– del inmanentismo en la lingüística y para la adopción de una postura centrada
en los sujetos interactúantes en dicha disciplina. Lo anterior produce una apertura de
numerosas disciplinas –la lingüística histórica, la contactología, la tipología, la dialectología,
la psicolingüística, etc.– hacia el estudio de la interacción comunicativa, lo que tiene como
consecuencia el surgimiento de numerosas conexiones entre los más diversos campos de
estudio, fomentando así la interdisciplinariedad en la investigación. Finalmente, consideramos
que este cambio de perspectiva teórica, junto con el avance de la tecnología disponible para
recabar datos, son aspectos que prometen dar respuesta a problemáticas siempre complejas
en nuestra disciplina como los criterios para definir el concepto de dialecto o las causas que
motivan el surgimiento de los criollos.
En síntesis, consideramos que los capítulos del volumen dan cuenta de manera clara y
concisa de los cambios que ha producido la incorporación de una perspectiva socio-cognitiva
en los campos de estudios analizados y entrega una perspectiva general que permite al lector
formarse una visión global y holística de los estudios lingüísticos contemporáneos. Por esta
razón, el presente volumen es una lectura muy recomendable para estudiantes de cursos
avanzados de Lingüística e investigadores y profesores de las diversas áreas de dicha disciplina
que quieran actualizarse acerca del devenir del quehacer de los estudios del lenguaje.
Farzad Sharifian
Cultural Conceptualisations and Language. Theoretical framework and applications
Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins Publishing Company. 2011, xviii
+ 238 páginas
Este libro puede entenderse como la culminación de lo escrito y revisado por el autor, en
los últimos 10 años, en torno al fenómeno de la cognición cultural distribuida y emergente,
utilizando al lenguaje como punta de lanza. En efecto, leer los primeros capítulos que componen
el apronte teórico es prácticamente volver a revisar los artículos de Sharifian elaborados en el
último lustro, sin que por ello dejen de sorprender algunas actualizaciones y replanteamientos
propios de los procesos recopilatorios, pero conservando, acaso, algunas de las debilidades de
los escritos pretéritos. Por tales motivos, y porque el autor es relativamente desconocido en
estas latitudes, la presente reseña dará énfasis a los aspectos teóricos antes que a los múltiples
ejemplos y aplicaciones que la teoría supone, invitando con ello al lector a revisar la obra.
De acuerdo con Sharifian, el libro presenta en una propuesta interdisciplinaria que, abarcando
líneas de investigación como la lingüística cognitiva, la psicología cognitiva, la antropología
cognitiva, los estudios de cognición distribuida y la antropología lingüística, puede aplicarse a
distintas esferas de la lingüística aplicada, como la comunicación intercultural, la pragmática
transcultural (cross-cultural pragmatics), la lengua inglesa como L2 y el análisis del discurso
político. Sharifian utiliza los análisis lingüísticos para validar el enfoque modélico que da título
a su libro: las conceptualizaciones culturales (en adelante CC), concepto que define en los tres
primeros capítulos y que desarrolla de distinta manera en los posteriores.
1
Los autores señalados manifiestan diferencias teóricas en sus postulados. La postura de D’Andrade
(1995) sobre de los esquemas, por ejemplo, está enraizada en la antropología cognitiva de los años 60 y 70 y en
150 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
geertziana a través de Shore (1996) como la de de Hutchins (1994)2, señala que las CC se
desarrollan a través de la interacción entre los miembros de un grupo y permiten entender
una realidad de una manera más o menos similar. Las CC se negocian y renegocian tanto
intergeneracional como intrageneracionalmente. En función de estas dinámicas, las CC serían
más o menos cohesivas, dependiendo de una serie de factores como la integridad, la uniformidad
y la solidaridad de los sistemas y subsistemas cognitivos a lo largo del grupo cultural, lo que
supone una perspectiva conexionista, en el sentido de Rumelhart, Smolensky, McClelland y
Hinton (1986). Más específicamente, el autor plantea que cada uno de los miembros de un
grupo posee distintos focos, tipos o cantidades de información, pero nadie tiene la información
completa del esquema cultural. Es más, el esquema no puede concebirse a priori como un
acuerdo entre las partes, sino que emerge de las relaciones entre los individuos. En tal sentido,
se asume como distribuido y emergente.
Esta perspectiva supera las tesis monolíticas de las corrientes estructuralistas que veían
(y muchas aún ven, sobre todo desde la sociología) la estructura como algo superior a los
individuos, que los determina y guia sus destinos. La amplitud de criterio que utiliza Sharifian
para definir este fenómeno se entiende desde la lógica de la figura de la página 6, que ya había
sido utilizada por el autor en su trabajo de 2008 para explicar cómo se genera un modelo
cultural. Ahora amplía el alcance de este diseño y utiliza el mismo cuadro para referirse a
cómo se estructuran las CC (categorías, esquemas y metáforas), eliminando el concepto de
modelo cultural, posiblemente por la tendencia generalizada entre los antropólogos cognitivos
de sustituir el concepto de modelo por el de esquema (Quinn 2011) o por la homologación
entre ambos (D’Andrade 1995)3.
El autor define y describe distintos tipos de esquemas: (a) esquemas de eventos, referidos
a situaciones como cenas, bodas, etc.; (b) esquemas de rol, referidos a las estructuras de
conocimiento que las personas tienen respecto a las distintas posiciones de rol en un grupo;
(c) esquemas de imagen, que, mediando entre las imágenes mentales y las proposiciones
abstractas, corresponden a imágenes icónicas asociadas a experiencias sociales corporeizadas,
como cuando se habla de “la fundación del Estado de Derecho”; (d) esquemas proposicionales,
referidos a los conceptos y a sus relaciones, noción clásica de la entrevista etnográfica (Spradley
1979); y (e) esquemas de emoción, entendidos como instancias asociadas a eventos, discursos
y escenarios específicos. Los esquemas no se explican en función del modelo propuesto ni
se precisa si funcionan de manera ética o émica, si se relacionan entre sí o si en ocasiones
funcionan de modo independiente. Antes que constituir esto una debilidad, pareciera servir
de invitación a revisar cómo es que estos tipos de esquemas se desenvuelven en la realidad,
mostrando con ello el compromiso etnográfico (i.e. fenoménico y casuístico) del autor, que tiene
sus métodos, con una base más bien cartesiana de la lógica del esquema, vinculada, en consecuencia, con la nueva
etnografía. La postura de Shore (1996), por otro lado, concibe la lógica del esquema desde las ideas de Geertz
(1973), que consideran los aspectos colectivos de la cognición como fuera o por sobre los sujetos, señalando que
existen esquemas sociales distintos de los individuales. Strauss y Quinn (1997), por su parte, ven el problema
de la esquematización desde los postulados conexionistas vinculados a los trabajos de McClelland, Rumelhart
y el PDP Research Group (1986), que considera los aspectos modélicos como regularidades de activaciones de
respuesta entre los individuos. Desde una perspectiva epistemológica inclusiva, que es lo que intenta hacer el
autor, las posturas son ampliamente conciliables, pues cada una alude a una dimensión o modelación de lo que
se concibe como esquema.
2
Mostrando también con ello que es posible integrar distintos postulados teóricos cuando se habla de
un mismo fenómeno.
3
D’Andrade (1995) señala que un modelo cultural, dependiendo de su complejidad, puede estar compuesto
tanto por un esquema individual como por un grupo de esquemas.
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 151
más de diez años de investigaciones en terreno. Finalmente, se sostiene que las CC poseen, en
distintos niveles y modalidades, procesos de instanciación a través de medios físicos, rituales y
el lenguaje. Desde acá, Sharifian continúa manifestando su claro compromiso con el concepto
de cognición distribuida de Hutchins (1994, 2001) y con la lógica modélica de Shore (1996).
El segundo capítulo aborda la relación entre CC y lenguaje. El autor revisa nuevamente
el concepto de CC y su carácter distribuido y emergente, agregando, esta vez, la idea de que
la cognición cultural emergente opera como un sistema adaptativo complejo, utilizando la
noción de Waldrop (1992). Los sistemas adaptativos complejos presuponen que las partes que
constituyen el sistema no pueden contener al sistema completo, que los sistemas de control se
encuentran distribuidos y que poseen fuertes propiedades emergentes. Además, los agentes que
componen los sistemas son, ellos mismos, sistemas complejos. Sharifian vincula esta posición
con los postulados de Vygotsky (1978), que veía el fenómeno cognitivo como una corporeización
de los vínculos histórico-sociales. Esta interpretación de las CC como sistemas adaptativos
complejos se asocia, más que a los postulados de la inteligencia artificial, a los de la teoría de
sistemas con base en los múltiples trabajos de autores como Maturana, Varela y Luhmann.
Entendiendo que las relaciones de un sistema son distintas a las de otros, Sharifian señala que
diferentes lenguas tendrán distintas CC con distintos niveles de emergencia. Para ejemplificar
esto, utiliza un ejemplo de la lengua arabana que revitaliza, al menos interpretativamente, los
postulados whorfianos. El arabana, una lengua del grupo Palcu, de las lenguas Karnicas de
la familia Pama-Nyugan, posee pronombres que definen categoría de pertenencia a alguna
parcialidad de parentesco, como el nivel generacional. Uno de estos pronombres es aranthara
que marca la segunda persona plural de una parcialidad de parentesco y otro es karananthara
que marca la tercera persona plural de una partición de parentesco. Estas CC también se ven
reflejadas en la gramática bajo la forma de sufijos que marcan colectividad y vinculados a
alguno de estos pronombres. El sufijo en cuestión deriva una nueva forma verbal lexemática
que requiere un sujeto no-singular y que se añade al significado de la actividad que realizan los
participantes mencionados en el sujeto de la frase nominal (Dench 1987). Ahora bien, existen
casos donde el sufijo, antes que marcar colectividad, señala una relación de parentesco, como
en el ejemplo citado por el autor (p. 30):
(1) Nyiya karlpa – nyayi - ku wiya-larta panti-jang karnti-ka–ku
This climb - colec-pres see – fut sit - rel tree- locacc
‘This one is climbing up to see that one sitting in the tree’.
En este caso, el sufijo que marca colectividad (nyayi) cambia su función para comunicar
(pragmáticamente, en términos del autor 4) que los participantes del hecho pertenecen al mismo
conjunto de generaciones alternadas5.
El capítulo tercero aborda los aspectos de cognición colectiva y su asociación con el
lenguaje. Específicamente, se centra en las funciones metafóricas y pragmáticas de la lengua
y cómo estas deben ser entendidas en función del modelo de CC. Uno de los ejemplos es el
descrito por Yu (2007) sobre la concepción del corazón en chino (p. 42):
4
O metapragmático, en términos de M. Silverstein (1981, 1993) y A. Agha (2004).
5
Lo interesante de este ejemplo es que, desde la relación entre gramática y pragmática, entrega datos
para repensar las tesis del relativismo lingüístico y para los postulados de la gramática emergente.
152 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
(2)
怡悦 荡 心房。
Yiyue Dang xin-fang.
joy wave (in) heart-house/room
‘Joy rippled in the heart.’
2. Aplicaciones prácticas
En los once capítulos siguientes, el autor describe una serie de aplicaciones de sus postulados
y en uno que otro añade y concluye alguna característica extra de las CC. Los capítulos se
agrupan en partes definidas temáticamente. Se revisarán a continuación los aspectos generales
de cada parte, señalando las conclusiones más relevantes de cada una.
Los capítulos 4 y 5 revisan las CC en lenguas aborígenes; específicamente, los usos del
inglés aborigen (indígenas australianos que adoptaron el inglés como su lengua, en adelante
IAb) y las diferencias que estos tienen con el inglés australiano (en adelante IAus). Pese a que
ambas lenguas comparten lexemas similares, las CC de las culturas indígenas australianas se
trasladan a los lexemas del IAb compartidos con el IAus. Las variaciones generan un impacto
en la educación de los de los niños aborígenes, sobre todo si se considera que estas formas
de conceptualización no son visibles en el habla cotidiana. Estas aseveraciones refuerzan las
ideas de Boas (1911).
Los capítulos 6, 7 y 8 analizan el fenómeno de la comunicación intercultural. Se revisan
los conceptos de comunicación entre el IAus y el IAb y entre el inglés y el persa cuando el
inglés se aprende como una L2. En el caso de los primeros, el análisis muestra que el manejo
inadecuado de la CC del IAus por parte de los hablantes de IAb los deja en desventaja en
instancias como los procesos judiciales. En el caso del inglés y el persa, en cambio, muestra
que en inglés como L2, se mapean, a veces de manera inconsciente, las CC de la L1, lo que
genera diferencias en la comprensión.
Los capítulos 9 y 10 revisan el problema de la pragmática transcultural. Se analizan casos
de imposibilidad de traducción de algunos conceptos del persa por su complejidad pragmática.
También se revisan ciertos conceptos del inglés persa (IP) de Irán y cómo el IP recibe la
influencia de CC persas al emitir actos de habla homologables. El resultado muestra que, en
este caso, las CC estarían determinadas por un tipo de relación específica con el cuerpo y con
el entorno social y físico.
Los capítulos 11 y 12 abordan de lleno el problema de las CC, el cuerpo, el sí mismo (self)
y el lenguaje. El sí mismo lo analiza desde los conceptos persas de khod y nafs, poniendo
énfasis en su desarrollo histórico, el primero desde el persa y el segundo desde el árabe y la
religión sufí. La corporeización la analiza desde el concepto cheshm (ojo) y sus distintos usos
pragmáticos metafóricos, como, por ejemplo, que los ojos son el asiento del amor y la envidia.
Los capítulos 13 y 14, finalmente, tratan sobre el lenguaje en el discurso político
internacional, mostrando cómo una traducción inadecuada del lenguaje figurativo (con base en
las CC) puede derivar en incidentes internacionales. También analiza cómo la inexistencia de
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 153
2. Aportes
El libro posee aportes interesantes, sobre todo en el aspecto teórico, que permiten plantear
una discusión más profunda en distintas áreas. En primer lugar, la noción de CC implica una
perspectiva dinámica, pues los distintos niveles de análisis lingüístico (fonológico, gramatical,
léxico-semántico y discursivo) se instancian en uno o varios tipos de formas de CC (esquemas,
categorías o metáforas). Dicha instanciación tiene siempre una base semántica. Así, se puede
asumir –aunque el autor no sea explícito en este sentido– que la gramática, sobre todo en los
ejemplos entregados, posee un carácter principal, aunque no únicamente, categorial, y, en tal
sentido, funcionaría como un recurso cultural para ordenar el mundo.
El uso de métodos etnográficos en ciertos estudios previene al autor de sobreconceptualizar
situaciones y le permite elaborar explicaciones ad-hoc a los datos obtenidos, sobre todo
considerando criterios émicos de taxonomización y esquematización, sin que esto signifique
un laissez faire de los datos. En general, a través de las distintas aplicaciones, el modelo teórico
se explica por sí mismo, mostrando que los diversos fenómenos analizados son, al menos, un
tipo de forma de CC, y dejando abierta la posibilidad de que una idea, concepto o expresión
pueda tener un carácter diverso.
En función de lo señalado, el libro entrega una serie de datos articulados en conceptos
que permiten repensar el problema del relativismo lingüístico de manera novedosa y con un
fuerte compromiso sociocognitivo6, dejando abiertas una serie de interrogantes que ameritan,
sin duda, respuestas futuras.
3. Debilidades
Pese a que los aportes no son pocos, el texto muestra debilidades que, en ningún caso, se
entienden como insalvables, sino que, antes bien, se ven como oportunidades para mejorar la
propuesta teórica del autor. En primer lugar, se presenta una serie de planteamientos teóricos
que, como se señaló en una de las notas, no son del todo concordantes. Aunque define los
conceptos de manera relativamente clara, en algunos casos introduce autores y definiciones
cuya contribución es algo oscura, como la cita a Piaget (1970) o a Fauconnier (1997). No se
explica en ningún momento cuál será el uso teórico dado a los esquemas universales o a los
blendings conceptuales, respectivamente. Por otro lado, la teoría carece de unidad modélica, en
el sentido de que no explica cómo funciona cada uno de los fenómenos que Sharifian considera
como CC. De hecho, es más bien a través de un proceso inferencial en base a las lecturas citadas
que se pueden establecer explicaciones acerca del funcionamiento de cada caso. Finalmente, si
bien trabaja de manera adecuada con el método etnográfico, no propone un aporte a la teoría
desde este enfoque, que es una de las principales fortalezas que este método puede generar.
6
Superando por mucho las propuestas de Gumperz y Levinson (1991), Lucy (1997) o Boroditsky (2001).
154 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011
Referencias
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Southwestern Educational Laboratory
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Reflexive Language. Pp. 33–58. Nueva York: Cambridge University Press.
Spradley, J. 1979. The Ethnographic Interview. EEUU: Holt, Rinehart and Winston.
Strauss, C. y Quinn, N. 1997. A cognitive theory of cultural meaning. Cambridge: Cambridge
University Press.
Vygotsky, L. 1978. Mind in Society: The Development of Higher Psychological Processes.
Cambridge: Harvard University Press.
Waldrop, M. 1992. Complexity: The Emerging Science at the Edge of Order and Chaos. Nueva
York: Simon & Schuster.
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second language learning. En F. Sharifian y G. Palmer (Eds.), Applied Cultural Linguistics:
Implications for Second Language Learning and Intercultural Communication. Pp. 65–85.
Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins.
Cristian Prado
Universidad de Chile
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Instrucciones y normas para la presentación de trabajos a la revista
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Libro:
Carter, R. y M. McCarthy. 2006. Cambridge grammar of English. Cambridge:
Cambridge University Press.
Colaboración en volumen colectivo:
Kellerman, E. y E. Bialystok. 1997. On psychological plausibility in the study of
communication strategies. En G. Kasper y E. Kellerman (Eds.), Communication
strategies. Psycholinguistic and sociolinguistic perspectives. Pp. 31-48. Londres:
Longman.
Artículo:
Dörnyei, Z. y J. Kormos. 1998. Problem-solving mechanisms in L2 communication.
A psycholinguistic perspective. Studies in Second Language Acquisition 20:
349-385.
Tesis:
Tabilo, X. 2000. Estrategias léxicas compensatorias de comunicación utilizadas
por aprendientes de inglés como segunda lengua. Tesis para optar al grado de
Magíster en Lingüística con mención en Lengua Inglesa. Universidad de Chile.
Ponencia:
Giammatteo, M., A. Ghio y H. Albano. 2002. Incidencia de las estrategias
morfosemánticas en la comprensión textual. Ponencia presentada en el Simposio
Internacional Lectura y Escritura: Nuevos Desafíos. Mendoza.
Documento electrónico:
Nwogu, K. Structuring scientific discourse using the given-new perspective.
Forum33/4: 22 [en línea]. Disponible en: http://exchanges.state.gov/forum/vols/
vol33/no4/p22.htm [Consulta 15/04/2004].
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Dörnyei, Z. and J. Kormos. 1998. Problem-solving mechanisms in L2 communication.
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