Revista de Lenguas Modernas 38 Segundo S

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ISSN 0716 - 0542

LENGUAS

Nº 38
MODERNAS
Nº 38
SEGUNDO SEMESTRE 2011

LENGUAS MODERNAS

UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA

8806P - Lengua Modernas 38.indd 1 28-12-12 16:05


ISSN 0716 - 0542

LENGUAS
MODERNAS
Nº 38
SEGUNDO SEMESTRE 2011

Número monográfico
“Lenguaje, cognición y cultura.
Nuevas perspectivas sobre el contacto lingüístico”

Guillermo Soto
Felipe Hasler
Editores

UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA
UN I V ERS I D A D DE C HILE
Rector: Víctor Pérez

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

Decana: María Eugenia Góngora

DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA
Director: Abelardo San Martín

LENGUAS MODERNAS

Director Subrogante: Abelardo San Martín



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Abelardo San Martín
Guillermo Soto
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de São Paulo, Brasil
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Universidad de Los Andes - Mérida, Venezuela
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Pontificia Universidad Católica de Chile
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Universidad Central de Venezuela
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Universidad de Chile
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Asistente de Administración: Rosa Bahamondes
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trabajos originales en las áreas de adquisición y desarrollo de la lengua materna,
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y cognición, y análisis del discurso. Las colaboraciones pueden dar cuenta de
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Lenguas Modernas 38 (SEGUNDO SEMESTRE 2011)

ÍNDICE

Artículos

Guillermo Soto y Felipe Hasler


Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas sobre el
contacto lingüístico. ..................................................................................... 9

Azucena Palacios
Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto: hacia
un modelo dinámico del contacto de lenguas. ............................................. 17

Aldo Olate Vinet, Rodrigo Becerra Parra y Paula Alonqueo Boudon


Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones
en torno al castellano de América y de Chile. .............................................. 37

Élodie Blestel
El pluscuamperfecto de indicativo en contacto
con tres lenguas amerindias. ........................................................................ 63

Soledad Chávez Fajardo


Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico
de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas: vigencia
y urgencia en el español de Chile. ............................................................... 83

Paula Martínez Sagredo


Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos
coloniales (s.XVI-XVII) en la zona centro andina. ..................................... 107

Sonia Suárez Cepeda
Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y
gramatical en la verbalización. Un estudio experimental. 121

Reseñas

Mirjiam Fried, Jan-Ola Östman y Jef Verschueren (Eds.)


Variation and Change. Pragmatic perspectives
(Milena Araya y Felipe Hasler) .................................................................... 143

Farzad Sharifian
Cultural Conceptualisations and Language. Theoretical framework and
applications
(Cristian Prado) ............................................................................................ 149
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 9 - 16
Universidad de Chile

Introducción:
Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas
sobre el contacto lingüístico

Guillermo Soto
Universidad de Chile

Felipe Hasler
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Universidad de Chile

Resumen: Los últimos años han visto un resurgimiento en el estudio del contacto
lingüístico entre español y lenguas indígenas en América Latina. Este auge se ha
visto favorecido por cambios en el campo de la lingüística, las ciencias sociales
y las humanidades que han tenido por efecto una creciente preocupación por la
diversidad lingüística y el desarrollo de modos de aproximación más dinámicos y
situados a los hechos del lenguaje. También ha encontrado un clima favorable gracias
a las transformaciones ideológicas, sociales y políticas que han visibilizado tanto
las lenguas como los pueblos indígenas en la región. En este número de Lenguas
Modernas se presentan trabajos que exploran, desde nuevas perspectivas, el contacto
entre el español y las lenguas americanas.
Palabras clave: contacto lingüístico, lenguas americanas, español.

Introduction:
Language, cognition and culture. New perspectives on linguistic contact

Abstract: Recent years have seen a resurgence of language contact studies in Latin
America. This tendency has been favored by changes in the field of linguistics, the
social sciences and the humanities which have resulted in an increasing interest in
linguistic diversity and in the development of more dynamic and situated approaches
to language phenomena. These language contact studies have also been spurred
by ideological transformations and social policies that have given visibility to
both indigenous languages and peoples in the region. The papers in this issue of
Lenguas Modernas explore, from new perspectives, the contact between Spanish
and American languages.
Key words: language contact, American languages, Spanish.
Recibido: septiembre 2011 Aceptado: diciembre 2011

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Departamento de Lingüística, Facultad de Filosofía


y Humanidades, Universidad de Chile, Av. Cap. Ignacio Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago, Chile o a los
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10 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Los últimos años han visto un resurgimiento de los estudios de contacto en América
Latina, particularmente entre el castellano o español y las lenguas indígenas (De Granda
1994, 1995, Cerrón Palomino 2003, Contreras 2009, Palacios 2011, entre otros). Este
cambio ha sido motivado tanto por innovaciones teóricas y metodológicas en el campo
de la contactología y de la lingüística, como por el avance de nuevos paradigmas en las
ciencias sociales y humanas, y transformaciones sociales, ideológicas y políticas en la
región. La idea de que los usos lingüísticos son simples epifenómenos causados por un
sistema cerrado, sea este caracterizado como social, a la manera estructuralista, o como
mental, al modo generativista, ha sido fuertemente cuestionada desde distintas áreas
por su incapacidad para dar cuenta de los aspectos más dinámicos y los fenómenos no
siempre discretos que caracterizan las situaciones de contacto lingüístico (De Granda
1996, Thomason 2001, Martínez 2010, Aikhenvald y Dixon 2007, entre otros). Más
ampliamente, la influencia de interdisciplinas centradas en la relación entre lenguaje,
mente, sociedad y cultura –la psicolingüística, la sociolingüística y la antropología
lingüística– ha llevado a cambiar el foco de las estructuras inmanentes a sistemas
abiertos y de fronteras difusas, conectados con la experiencia psicológica, social y
cultural del ser humano (Evans y Levinson 2009, Tomasello 1998, Saville-Troike
1989, Duranti 2000). El desarrollo de campos multidisciplinarios como el análisis del
discurso, con herramientas metodológicas diseñadas no para observar lo invariable
y automático, sino, precisamente, lo variable en cuanto tal y las opciones que toman
los hablantes en situaciones determinadas para lograr fines específicos, ha permitido,
también, abordar problemas que trascienden los límites del código y se internan en las
cuestiones del uso del lenguaje y su vinculación con la sociedad, la cultura, la ideología
y la identidad (van Dijk 2000, Gee 2005). El análisis conversacional, en particular,
ha mostrado que la interacción verbal es sistemática, no caótica (Garfinkel 1964,
Duranti 2000), y, consecuentemente, que la regularidad que se observa en los actos
lingüísticos concretos no se explica simplemente por un sistema ideal previo al uso.
Las transformaciones hasta aquí expuestas han sido posibles, en gran medida, por
aquello que podríamos denominar el giro pragmático en los estudios del lenguaje –y,
más extensamente aún, en las ciencias humanas y en la filosofía (Cabanchik, Penelas y
Tozzi 2003) 1. No se trata tan solo de que hayan surgido nuevos problemas a preguntas
preexistentes, las mismas interrogantes se han reformulado y han aparecido áreas
completas de investigación que han significado nuevos desafíos. Este giro ha implicado
el resurgimiento de tres nociones que los enfoques estructuralistas y generativistas
habían soslayado: el uso, esto es, la interacción verbal concreta, situada contextual y
cognitivamente; la agentividad, entendida como el papel de los sujetos como actores
de los procesos lingüísticos; y el cambio, como un aspecto no escindible de la teoría
del lenguaje.
El desarrollo de corrientes como la lingüística cognitiva y los distintos tipos de
lingüística funcional (no estructuralista) con sus propuestas de gramática basada en el

1
Para un enfoque filosófico de las ciencias cognitivas que integra cognición, cerebro, cuerpo y mundo,
véase Clark (1997).
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 11

uso, (inter)subjetividad, categorización prototípica (o, más precisamente, sensible a los


efectos de prototipicidad) y gramaticalización, entre otros, ha aportado herramientas
analíticas que han llevado a caracterizaciones gramaticales funcional y cognitivamente
motivadas, sensibles, en mayor o menor grado, al carácter dinámico del lenguaje
(Bybee 2006, Croft y Cruse 2008, Cuenca y Hilferty 1999, Dik 1997, Geeraerts y
Cuyckens 2007, Givón 1995, Langacker 1988, Maldonado 1993, entre otros).
En estrecha conexión con lo anterior, el creciente estudio de lenguas no
indoeuropeas ha ido dejando en claro que la variación lingüística es mucho mayor
de lo que se venía pensando en el paradigma generativista y que estas diferencias
inciden, aunque no de modo dramático, en la cognición (véanse, por ejemplo, los
trabajos de Deutscher 2011, Evans y Levinson 2009, Majid, Bowerman, Kita, Haun
y Levinson 2004). Esto ha tenido por efecto una revalorización de la diversidad
lingüística en cuanto tal.
Junto con los cambios disciplinarios en la lingüística y, de modo más extendido, en
las ciencias sociales y las humanidades, también han incidido en el resurgimiento de
los estudios de contacto las transformaciones experimentadas en América Latina como
resultado del auge de los movimientos indígenas. Este proceso ha tenido como correlato
una mayor visibilización de los pueblos indígenas de la región y, conjuntamente, un
reposicionamiento de sus demandas tradicionales, entre las que tiene especial fuerza
la revitalización lingüística. Los crecientes procesos de demandas de autonomía y
formación nacional (Bengoa 2007), junto con la lucha por la descolonización material
y cultural y el reconocimiento de las lenguas como derechos humanos fundamentales
(Loncon 2002), han modificado el lugar que las lenguas ocupan en las sociedades
americanas. Consecuentemente, han surgido nuevas perspectivas de la relación no
solo entre lenguas sino también entre pueblos, que superan la visión jerarquizada de
las culturas en contacto, colocando a las lenguas indígenas en una posición igualitaria
con respecto al español.
La mayor influencia de los pueblos indígenas ha tenido incidencia, también, en
el campo institucional, lo que se ha expresado en cambios en tratados y convenios
de validez internacional y, consecuentemente, en la legislación de los países que los
suscriben. Por ejemplo, el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales
promueve la protección de los derechos de esos pueblos y el respeto de su integridad,
tarea que deben asumir los gobiernos en conjunto con los pueblos interesados. Este
convenio sanciona, entre otras cosas, el reconocimiento de la propiedad de las tierras
indígenas, la obligación de consultar a representantes de los pueblos indígenas ante el
desarrollo de medidas legislativas que los afecten y el reconocimiento de su calidad
de pueblos –en lugar de etnias o poblaciones–, y su posibilidad de autodeterminación
(Antileo et al. 2011). Con respecto a las lenguas indígenas, el Convenio señala, en el
artículo 28, que “siempre que sea viable, deberá enseñarse a los niños de los pueblos
interesados a leer y a escribir en su propia lengua indígena”. Este convenio ha sido
ratificado por gran parte de los países latinoamericanos, como México en 1990, Bolivia
en 1991, Paraguay en 1993, Perú en 1994, Ecuador en 1998, Argentina en 2000 y
Chile en 2008, entre otros.
12 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Por otro lado, la importancia de las lenguas y culturas de los pueblos indígenas,
su transmisión y revitalización ha sido reconocida en otros tratados y declaraciones
internacionales, como la Convención de los Derechos del Niño, de 1990, la
Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, de
2007, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, de 2009
(RED EIB 2010). Más allá de la aplicación concreta de las medidas en cada país,
la aprobación de estos tratados ha generado un marco legal amplio que otorga una
mayor posibilidad de actuar a favor del reposicionamiento de las lenguas y culturas
indígenas en la región.
En síntesis, el desarrollo actual de los estudios sobre lenguas en contacto en
América Latina se ha visto favorecido por cambios en el campo de la lingüística,
las ciencias sociales y las humanidades que han tenido por efecto una creciente
preocupación por la diversidad lingüística y el desarrollo de modos de aproximación
más dinámicos y situados a los hechos del lenguaje. También ha encontrado un clima
favorable gracias a las transformaciones ideológicas, sociales y políticas que han
visibilizado tanto las lenguas como los pueblos indígenas en la región. El presente
número de Lenguas Modernas, que hemos titulado “Lenguaje, cognición y cultura.
Nuevas perspectivas sobre el contacto lingüístico”, da cuenta, de modo, por cierto,
parcial y limitado, de estas transformaciones a partir de una selección de trabajos que
indagan, desde distintas perspectivas, en problemas relacionados con las lenguas en
contacto y, en particular, con el contacto entre el español y las lenguas indígenas.
En el primer trabajo del volumen, Azucena Palacios propone un modelo dinámico
de cambio inducido por contacto, en que este, sea directo o indirecto, se caracteriza
considerando no solo los códigos en juego sino también a los hablantes que los crean
y difunden. Su modelo permite observar el continuo cubierto por los cambios que
van contra las tendencias internas del sistema y aquellos que las potencian, fenómeno
que, en ocasiones, dificulta el establecimiento de fronteras nítidas entre las influencias
de las lenguas indígenas y las tendencias internas del español. La autora ilustra su
propuesta con ejemplos del español en contacto con el guaraní y en contacto con el
quechua de Chinchero, Perú, y el quichua de Ecuador.
Por su parte, Aldo Olate, Rodrigo Becerra y Paula Alonqueo revisan los cambios
que ha experimentado, en los últimos años, el estudio de las lenguas en contacto
en América. A juicio de los autores, el reciente desarrollo de enfoques cognitivos
y funcionales ha permitido pasar de una perspectiva que privilegiaba el estudio del
código a otra centrada en las interacciones y las conceptualizaciones de los hablantes.
Esta nueva perspectiva resulta especialmente fructífera para dar cuenta de fenómenos
discursivos, pragmáticos y de frecuencia que eran desestimados por los enfoques de
orientación estructural. Los autores ilustran su exposición con un breve análisis del
sintagma nominal de una variedad de español en contacto con mapudungun.
Élodie Blestel analiza dos usos no canónicos del pluscuamperfecto del indicativo
en el español andino y paraguayo actuales. Para la autora, los empleos admirativos y
evidenciales que se observan en estas variedades responden tanto a la influencia de las
lenguas de adstrato (familias Quechua y Aru en el área andina y guaraní en el Paraguay)
como a operaciones cognitivas propias del uso del pluscuamperfecto en español.
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 13

Soledad Chávez presenta un estudio metalexicográfico del prólogo y la introducción


del Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas
americanas de Lenz (1905-1910), con el objeto de develar los supuestos ideológicos de
su trabajo teórico. A juicio de la autora, estos paratextos muestran que Lenz rompe con
la tradición hispanista de su época, de corte eurocentrista y normativista, planteando
un proyecto lingüístico nacional de tipo descriptivo en que juega un papel central la
relación lingüística e histórica entre el español y el mapudungun.
Paula Martínez, en un estudio de corte filológico, examina textos coloniales de
los siglos XVI y XVII en que se observa la convivencia de rasgos de español andino
y de español koinizado, de base andaluza, con el objeto de explorar la koinización
prehispánica de las lenguas amerindias en la zona centro andina y la koinización del
español trasplantado a América. En su estudio, propone la posibilidad de reconstruir
el avance de la castellanización colonial a partir del análisis de fuentes escritas.
Finalmente, el trabajo de Sonia Suárez Cepeda, el único que no aborda directamente
situaciones de contacto, permite pensar en líneas de desarrollo experimental en
el campo de la contactología. Basándose en la relación entre conceptualización y
producción del lenguaje, indaga experimentalmente en la interacción entre el aspecto
de situación, o aktionsart, y el aspecto gramatical en descripciones orales de eventos
realizada por hablantes de español en el dominio del movimiento. El estudio muestra
que los hablantes seleccionan las unidades léxicas y gramaticales motivados por la
dinámica del evento que describen y la percepción del mismo como un episodio
limitado o no limitado. El paradigma experimental propuesto parece especialmente
adecuado tanto para el contraste entre las conceptualizaciones vinculadas con la
descripción del movimiento en español y en lenguas americanas, como para la
exploración de posibles transferencias en situaciones de contacto.
Como se advierte, los trabajos exploran diversos modos en que el lenguaje,
la cognición y la cultura se vinculan, o pueden potencialmente relacionarse, en
situaciones de contacto lingüístico. Aun cuando, como hemos afirmado más arriba,
transformaciones tanto en el campo lingüístico y de las ciencias humanas en general,
como en el social e ideológico, han potenciado o facilitado este tipo de estudios
en los últimos años, la exploración de las relaciones entre el español y las lenguas
indígenas desde una perspectiva amplia que integra factores psicológicos y culturales
no es nueva. Precisamente uno de los autores referidos en este volumen, Rodolfo
Lenz, desarrolló una extensa labor investigativa que, en el marco conceptual de la
filología, entendida como ciencia general de la cultura y de los pueblos, exploró las
propiedades y relaciones entre el mapudungun y el español de Chile, considerando
información no solo lingüística sino también social, histórica y psicológica, y
haciendo uso de diversas herramientas metodológicas, entre ellas algunas de corte
cuasiexperimental2. Con ideas que iban en contra de las dominantes en el contexto
académico del Chile de la época, Lenz estudió el “habla vulgar” chilena y propuso que

2
Para una revisión de los aportes de Lenz al estudio de la lengua y cultura mapuches, y la motivación
que tuvo para su estudio el lingüista alemán en relación con el español de Chile, véase Sánchez (1992).
14 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

sus rasgos obedecían no solo a causas intralingüísticas (de corte fundamentalmente


fonético, a su juicio) sino también etnológicas, vinculadas al proceso de contacto y
mestizaje entre españoles y mapuches que, de acuerdo con la información histórica
a que tenía acceso, constituía el pueblo chileno. Ciertamente, las ideas de Lenz no
estaban ajenas al contexto nacionalista imperante en el período3; su privilegio del
rol de la fonética en la configuración gramatical es excesivo, y, como se ha repetido
quizás en demasía, su hipótesis de que lenguaje hablado por el pueblo de Chile “es,
principalmente, español con sonidos araucanos” (1940 [1893]) no puede sostenerse
hoy en los mismos términos4. No obstante, tanto sus rigurosas descripciones del
mapudungun y del español, como su proyecto filológico, entendido como un estudio
del lenguaje en que se integran aspectos lingüísticos, socioculturales y psicológicos
con el objeto de caracterizar no solo una lengua sino las propiedades de un pueblo,
se dejan ver, hasta cierto punto, al trasluz de indagaciones como las aquí expuestas.
No deja de ser significativo que estas aproximaciones figuren en una publicación de
la misma Facultad de Filosofía y Humanidades donde Lenz ejerció la docencia y la
investigación.
Este número especial de Lenguas Modernas no habría sido posible sin el auxilio de
diversas personas, en particular el de Abelardo San Martín, director de la revista, quien
nos apoyó cuando le propusimos la idea. También fue fundamental la colaboración de
Marcos Espinoza en la revisión o redacción de las traducciones al inglés. Finalmente,
debemos agradecer al proyecto SOC 10/19-2 de la Universidad de Chile, que nos ha
permitido el estudio del contacto entre español y mapudungun.

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Bengoa, J. 2007. La emergencia indígena en América Latina. Santiago de Chile y México: Fondo
de Cultura Económica.

3
Obsérvese, por ejemplo, su afirmación de que “Chile debe lo que es a su pueblo bajo, a esa raza de
sangre mezclada española y araucana” (1894: 132).
4
La posición dominante en la lingüística hispánica actual sigue siendo, en línea con la crítica de Alonso
(1940), contraria a la hipótesis indigenista formulada por Lenz. Así, Fontanella de Weinberg (1992) expresa:
“que a esta altura de los estudios del español americano resulta injustificable ya atribuir en términos generales
sus peculiaridades al influjo del sustrato” (31). Con todo, a fines del siglo pasado, De Granda (1995) volvió a
plantear la cuestión, dentro de ciertos límites, estableciendo escenarios que favorecerían la influencia de las
lenguas indígenas en el español americano. Específicamente, en contextos de bilingüismo, en ciertas zonas
como las andinas y en sectores socioculturales bajos (Sánchez Méndez 2003). Como sugieren trabajos de este
volumen, la influencia puede darse también en otras condiciones.
G. Soto y F. Hasler / Introducción: Lenguaje, cognición y cultura. Nuevas perspectivas... 15

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Nuevas perspectivas en el estudio del cambio


inducido por contacto: hacia un modelo dinámico
del contacto de lenguas

Azucena Palacios
Universidad Autónoma de Madrid, España

Resumen: En este trabajo se propone un modelo de cambio inducido por contacto


más dinámico. Se hace especial hincapié en dos tipos de cambios inducidos por
contacto (directos e indirectos) y se ejemplifican con estudios de caso del español
en contacto con lenguas indígenas en Hispanoamérica.
Palabras clave: contacto de lenguas, variación y cambio inducido por contacto,
cambios directos e indirectos.

New perspectives on the study of contact-induced change: towards a dynamic


model of language contact

A bstract : This paper proposes a more dynamic model of contact-induced


change. Special emphasis is placed on two types of changes induced by
contact (direct and indirect). These changes are illustrated with case studies of
Spanish in contact with indigenous languages in Latin
​​ America.
Key words: Language Contact, Variation and Contact-induced Change, Direct and
Indirect Contact-induced Changes.
Recibido: noviembre 2011 Aceptado: enero 2012

1. Introducción

Desde hace relativamente pocos años, los investigadores reconocen de manera


explícita que las situaciones de multilingüismo son mayoritarias en el mundo y que
el contacto lingüístico aparece cuando los hablantes de distintas lenguas interactúan
unos con otros, dando como resultado producciones lingüísticas en las que unas
lenguas influyen sobre las otras. Este cambio de perspectiva ha conllevado un interés
acentuado por las situaciones de contacto lingüístico y cultural; interés que ha dado
lugar a una gran cantidad de publicaciones sobre el tema desde diversas perspectivas
teóricas y metodológicas (Thomason y Kaufman 1988; Granda 1988, 1996, 1999 y

Para correspondencia dirigirse la dirección postal: Departamento de Filología Española, Facultad de


Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Madrid, c/ Francisco Tomás Valiente, 1, Ciudad Universitaria de
Cantoblanco, 28049, Madrid, España o al correo electrónico: <[email protected]>
18 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

2001; Zimmermann 1995 y 2001; Martínez 2000 y 2010; Thomason 2001; Pavlenko
y Jarvis 2002, Heine y Kuteva 2005; Palacios 2005, 2008, 2010, en prensa; Pfänder
2009; Matras y Sakel 2007; entre otros).
Quizá porque el tema es muy complejo y las perspectivas para abordarlo son
múltiples (adquisición de la lengua en contextos bilingües; cambio lingüístico y
tipología de lenguas; procesos, mecanismos y resultados lingüísticos del contacto;
restricciones, tendencias universales y escalas de jerarquías lingüísticas; ámbitos
de uso de las lenguas en contacto; desplazamiento, sustitución o mantenimiento de
las lenguas, etc.), no existe un único marco teórico que dé cuenta de los complejos
aspectos lingüísticos, psicolingüísticos o sociolingüísticos que intervienen en las
situaciones de contacto de lenguas. Sin embargo, son mayoría los autores que
constatan la diversidad lingüística como inherente a las situaciones de contacto,
incluso se explicita la necesidad de estudiar las modalidades locales donde tienen
lugar las variaciones lingüísticas debidas al contacto. En el caso de Hispanoamérica,
donde las situaciones de contacto lingüístico son tan ricas y complejas, es preciso
abordar estas situaciones desde una perspectiva libre de prejuicios heredados y de
concepciones apriorísticas sobre las lenguas indígenas y sus hablantes. Esa situación
era bien conocida por Manuel Alvar (2002: 155), quien instaba a conocer la realidad
lingüística hispanoamericana de las áreas de contacto de lenguas, donde las lenguas
indígenas ejercían sobre el español una constatable influencia:
[…] parece lógico conocer cuáles son las modalidades locales [de español] que esos hablantes
van a necesitar. Al menos en un primer nivel, la lengua que van a aprender se conformará con la
norma habitual de la región [...]. Hay que tener en cuenta esa modalidad –o las modalidades de
cada Estado– para poder resolver adecuadamente los numerosos problemas que el bilingüismo
va a plantear (interferencias de sistemas, rechazo de sonidos, usos sintácticos, modalidades
léxicas, etc.).

Ahora bien, no siempre se acepta este estudio como objeto per se; antes al contrario,
todavía se insiste en que las variaciones lingüísticas que aparecen en las situaciones
de contacto no afectan en ningún caso a la estructura de las lenguas. El mismo Alvar
(2002: 78) afirma, quizá por reminiscencia de postulados teóricos estructuralistas, que
“nada de esto [las variaciones lingüísticas] puede hacernos pensar en una alteración
de carácter sustancial; por el contrario, la tesis de la acción de los sustratos está cada
vez más desprestigiada”.
El postulado de que la variación lingüística pertenece a la periferia de la lengua
–es decir, al habla–, sigue permeando, pues, muchos de los trabajos que abordan
el contacto de lenguas, lo que implica una concepción de los cambios lingüísticos
inducidos por contacto como interferencias de la lengua materna en la lengua segunda,
esto es, en la variedad hablada de individuos cuya competencia en la lengua segunda
no es completa. Esto supone que esas interferencias podrían evitarse si estos hablantes
bilingües tuvieran competencia plena de las lenguas que manejan. Por otra parte, se
aceptan estas variaciones lingüísticas en tanto que pertenecientes a la esfera de lo
efímero e intrascendente, solo como cambios inestables que no afectarán en ningún
caso al sistema de la lengua. Y en efecto, la variación lingüística (y más en el caso de
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 19

las situaciones de contacto hispanoamericano) se asocia, como hemos comentado,


con fenómenos transitorios producidos en muchos casos por la adquisición deficiente
de la segunda lengua que pueden revertirse con una enseñanza adecuada de la norma
estándar.
Estrechamente relacionado con lo anterior, las concepciones esencialistas de la
lengua contribuyen a tomar el contacto lingüístico como un mal evitable. En este
sentido, el ideal de pureza lingüística y el concepto de “corrección” han condicionado
una gran parte de los estudios sobre contacto de lenguas en Hispanoamérica. En efecto,
muchos de los trabajos que abordaban estas áreas tenían un carácter prescriptivo
explícito o soterrado, y modelaban una concepción del contacto de lenguas como
errores o desvíos lingüísticos que debían evitarse. Así, las variaciones lingüísticas
que se han descrito en algunas modalidades de español hablado en áreas bilingües
se han considerado como “subestándares”, usos rechazables que se apartaban de la
norma estándar y que debían evitarse (Toscano 1953, Abadía de Quant e Irigoyen
1980, entre otros). La concepción de estas variaciones como errores de adquisición
de lengua segunda cerraba de nuevo la discusión, pues se afirmaba de manera general
que esos grupos bilingües no tenían una adquisición completa de español, de ahí sus
continuos errores y desvíos de la norma castellana.
Ahora bien, si partimos de una perspectiva teórica que concibe las gramáticas
de las lenguas (y de las variedades de las lengua) como sistemas dinámicos donde
los hablantes categorizan modos de representar la realidad, podemos afirmar que,
en las zonas de contacto lingüístico, la coexistencia de lenguas puede conllevar
distintos modos o sistemas de categorización que podrían manifestarse en variaciones
lingüísticas significativas en las variedades de lengua que usan los hablantes de esas
zonas bilingües. Si esto es así, entenderíamos que en estas variaciones subyacen
procesos cognitivos distintos, que conllevarían cambios de significado, adaptaciones,
mezclas, reorganizaciones de sistemas o subsistemas lingüísticos, etc. En un proceso
distinto, de difusión de estas variaciones, esto es, de los cambios inducidos por contacto,
la presión de la norma (social e institucional) puede frenar considerablemente su
expansión, ya que estos cambios están ligados, en muchos casos, a una categorización
social que los sitúa en una esfera poco prestigiosa e incluso marginal 1.

2. Un marco teórico dinámico del contacto lingüístico

En estas páginas propongo una visión más creativa y positiva del contacto lingüístico,
que no tome en cuenta las consideraciones sociales y que sea más cercana a los

1
Es un hecho ampliamente conocido que, en general, los cambios inducidos por contacto que se asocian
con población indígena tienen una menor difusión ya que suelen estar indexados socialmente. Véase, como
ejemplo, casos de cambios inducidos por contacto en la variedad andina ecuatoriana del tipo lo aplasto las
papas, asociados a hablantes indígenas bilingües, que están fuertemente estigmatizados y actualmente en franca
regresión, frente a casos del tipo le aplasto las papas, asociados a hablantes quiteños de instrucción media y
medio-alta, ampliamente difundidos y aceptados por la sociedad mayoritaria (Palacios 2006).
20 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

procesos de creación lingüística de los hablantes, que hacen aparecer nuevos usos
en sus prácticas lingüísticas cotidianas –usos “desviados” de las formas estándares–
quizá porque las formas canónicas pueden no ser suficientes para conseguir el éxito
comunicativo esperado. En este sentido, podemos pensar que el hablante bilingüe
de las áreas de contacto lingüístico en Hispanoamérica aprovecha las estructuras de
las lenguas que maneja, en nuestro caso lenguas indígenas y español, para introducir
diferencias, valores o matices que la variedad estándar no tiene pero sí las lenguas
indígenas (y viceversa). De esta manera, el hablante explota nuevas estrategias
comunicativas y las integra a sus prácticas de habla cotidianas.
La variación y el cambio lingüístico en estas áreas de contacto lingüístico intenso
deben vincularse, pues, con la variación y el contacto lingüístico diario que los
hablantes han mantenido históricamente, y que siguen manteniendo. Así, concibo la
variación y el cambio inducido por contacto como procesos dinámicos que implican
en muchos casos cambios conceptuales, cognitivos, culturales o pragmáticos; cambios
complejos, sistemáticos o individuales, en los que subyace una explicación racional,
sin importar si se trata de un hecho de lengua o de habla, si es un uso transitorio o se
ha difundido y ha pasado a toda la comunidad de manera relativamente permanente. Se
trata, en definitiva, de cambios lingüísticos en los que subyacen maneras distintas de
representar y concebir el mundo. En esta línea de pensamiento, hago mías las palabras
de Martínez (en prensa: 1) que reclama que la complejidad lingüística y cultural de
estas áreas de contacto “reproduce proximidades y alejamientos culturales en distintos
espacios comunicativos. En efecto, las soluciones sintácticas que encuentran los
hablantes a sus necesidades comunicativas no pueden disociarse de los contenidos
con que cada comunidad expresa su lugar en el mundo”.
Dentro de este marco, es preciso entender las situaciones de contacto lingüístico
como un continuum complejo donde se superponen, incluso en una misma comunidad,
hablantes con distinto grado de bilingüismo español/lenguas indígenas, lo que implica
la coexistencia de varias modalidades de habla como práctica cotidiana. Se trata de
un continuum de uso en donde los extremos presentan las situaciones más claras
(hablantes monolingües de lenguas indígenas y de castellano); por el contrario,
las modalidades de los hablantes bilingües simétricos y consecutivos (cuya lengua
materna puede ser el castellano o la lengua indígena) son las que están sujetas a
mayor variación por su propio carácter dinámico y gradual. El gráfico siguiente
intenta mostrar el carácter gradual, no discreto, de estas situaciones de contacto de
lenguas y su complejidad:

Gráfico 1. Continuum de modalidades lingüísticas en situaciones de contacto

Monolingües ßà bilingües consecutivos ßà bilingües simétricos ßà monolingües


↓ ↓ ↓ ↓
Lengua indígena L1 lengua indígena L1=L2 español

Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 21

En este continuum se espera que tengan lugar todos los procesos de cambio lingüístico
inducidos por contacto que se describen en la bibliografía especializada, desde el
cambio de código al préstamo léxico. Dado que no existe una tipología consensuada
que describa y explique los distintos fenómenos que aparecen en las situaciones de
contacto lingüístico, propongo, reelaborando la propuesta de Auer (1999), una tipología
dinámica del cambio inducido por contacto, que permita una explicación general de
las variaciones y cambios lingüísticos de hablantes monolingües y bilingües de las
mismas áreas de contacto; esto es, el mismo modelo deberá dar cuenta de fenómenos
aparentemente tan diversos como: a) la incorporación tanto de elementos aislados
como de sintagmas y constituyentes mayores, así como de estructuras sintácticas
–a los que he denominado cambios directos–; b) la reelaboración de estructuras
ya existentes, la reorganización de elementos que formen un sistema o subsistema
lingüístico, la adopción de nuevos significados semánticos o pragmáticos, la variación
de frecuencias relativas de uso de un fenómeno lingüístico, la eliminación o ampliación
de restricciones lingüísticas que difundan o frenen un cambio en progreso, la
preferencia por una forma alternativa ya existente en la lengua porque tiene elementos
significativos o cognitivos comunes con formas similares en la lengua materna, entre
otros. A estos últimos cambios les he denominado cambios indirectos; c) el cambio de
código –la alternancia lingüística que obedece a intenciones significativas, pragmáticas
o identitarias– y d) la mezcla de códigos –alternancias que no tienen esa motivación.
Así, los fenómenos de cambio y de mezcla de códigos se situarán en las
modalidades bilingües, al igual que la incorporación tanto de elementos aislados
como de constituyentes mayores, de estructuras o incluso de sistemas o subsistemas
completos (cambios directos inducidos por contacto). En los extremos, podríamos
situar la inserción de elementos aislados, esto es, el préstamo ocasional según la
consideración tradicional.
En cuanto a las modalidades de habla de los monolingües (en ambos extremos del
continuum), los datos muestran que en estas variedades aparecen cambios inducidos
por contacto que afectan a reelaboraciones de estructuras gramaticales, a adopción
de nuevos usos semánticos o pragmáticos, a reorganizaciones de paradigmas, a
variación de frecuencias de uso, ampliación o eliminación de restricciones para que un
fenómeno tenga lugar, o selección congruente de usos lingüísticos de acuerdo con las
características de las lenguas en contacto (cambios indirectos inducidos por contacto).
Se trata de cambios muy extendidos entre la comunidad lingüística que pueden ser
adoptados incluso por hablantes de zonas en las que no ha habido un bilingüismo
histórico2. Por otra parte, estas modalidades de español monolingüe son estables y
se transmiten intergeneracionalmente, por lo que no puede hablarse de variedades
transicionales de aprendizaje de lengua segunda, aunque haya casos en que esto sea así.

2
Es el caso de la oposición de pretérito perfecto simple y compuesto que se da en la variedad de español
serrano ecuatoriano, donde se ha demostrado que la influencia del quichua ha potenciado la adopción de valores
evidenciales en estos usos verbales; usos que se han extendido a la variedad de español de la costa ecuatoriana,
donde la influencia del quichua no ha tenido una fuerza significativa (Bustamante 1991, Palacios 2007).
22 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Es preciso puntualizar que cambios inducidos por contacto similares pueden


encontrarse en los distintos grados del continuum. De hecho, muchos de los cambios
inducidos por contacto que encontramos entre los monolingües, aparecen también entre
los bilingües3 ya que, como advertíamos, este continuum representa la coexistencia
de muchas modalidades de habla. Ahora bien, será una tarea difícil o imposible
predecir qué cambio va a aparecer en un determinado punto del continuum. En este
sentido, coincido con Thomason (2000:174), que afirmaba que “language change
is unpredictable, with particular attention to externally-motivated change” 4. La
creatividad del hablante rompe las predicciones, restricciones y jerarquías que los
lingüistas proponemos.
El carácter dinámico de un modelo teórico de cambio inducido por contacto como
este debe permitir dar cuenta de manera general de fenómenos aparentemente tan
diversos como los enumerados arriba, ya que no se conciben la variación y el cambio
lingüístico inducidos por contacto como fenómenos estancos y compartimentados
sino como puntos difusos dentro de un continuum dinámico. En estas páginas, sin
embargo, me ocuparé únicamente de dos tipos de cambios inducidos por contacto que
recubren una amplia gama de fenómenos: cambios directos e indirectos inducidos por
contacto. Esta tipología se ha mostrado bastante útil para explicar algunos fenómenos
documentados en las áreas de contacto en otras investigaciones (Palacios 2005, 2007,
2010, en prensa).

3. Cambios directos inducidos por contacto

Los cambios directos pueden definirse como aquellos en los que existe importación
de material ajeno a la lengua, ya sea este léxico o funcional, ya sea importación
de patrones o estructuras. Esta incorporación de elementos o la copia de patrones
inexistentes en la lengua meta (en el sentido de Heine y Kuteva 2005) pueden dar
lugar a reinterpretaciones funcionales o pragmáticas de estos elementos importados
para satisfacer mejor las necesidades comunicativas de los hablantes. Sus efectos
pueden llegar a variar los patrones de marcación del género, del número o incluso
del caso; pueden llegar incluso a crear un sistema completo de evidencialidad que
matice las órdenes, ruegos y mandatos, o la actitud y compromiso del hablante con
la información que transmite. Este tipo de cambios directos no son, en mi opinión,

3
Así ocurre, por ejemplo, en el caso del español serrano ecuatoriano, donde muchas de las variaciones
lingüísticas que aparecen en la modalidad de español de los monolingües de la sierra, y que se ha mostrado que
se deben al contacto con el quichua (dar + gerundio, gerundio de anterioridad, etc.), se constatan igualmente
en la variedad de español de los bilingües (De la Vega y Haboud 2008, Haboud 1998).
4
Thomason (2000:174) arguye que el cambio lingüístico es impredecible porque: “First, language change
is unpredictable because even the most natural changes often fail to occur; therefore, although it is often possible
to state necessary conditions for change, it is never possible to state sufficient conditions for change. And second,
since speakers can and do change their language deliberately, and since counterexamples have been provided
to all the linguistic constraints that have been proposed on contact-induced change, it is extremely unlikely that
there are nontrivial linguistic constraints on contact effects”.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 23

sistemáticos e infringen todas las restricciones lingüísticas propuestas para regular el


cambio lingüístico (Palacios 2010). Veremos algunos ejemplos, a continuación, que
ilustren esta propuesta.
Con respecto a la variación de patrones de marcación, aludiré a la marcación del
objeto directo en guaraní. En efecto, en el guaraní paraguayo actual los objetos directos
humanos aparecen marcados con la posposición –pe, equivalente de la preposición
–a en español, como se aprecia en (1):
(1) A-hecha-kuri nde sý-pe
1sg.-ver- pasado tu madre-a
‘Vi a tu madre’
Ahora bien, en opinión de Dietrich (2009), este patrón de marcación del objeto
directo guaraní es una importación del español, que requiere que el objeto directo
vaya precedido de la preposición a cuando el referente es humano o animado 5. Afirma
este investigador que el guaraní clásico no marcaba el objeto directo humano con la
posposición –pe, ni tampoco este aparece marcado en otras lenguas emparentadas con
el guaraní que pertenecen a la familia tupí-guaraní. Concluye, así, que este cambio
lingüístico que experimenta hoy el guaraní paraguayo se debe a la influencia del
castellano. En mi opinión, se trata de un caso de cambio lingüístico directo, de un
trasvase de patrones de marcación del castellano al guaraní debido al contacto intenso
que estas lenguas mantienen desde hace varios siglos en Paraguay.
El segundo ejemplo de cambio directo que quiero mostrar en estas páginas atañe
a un sistema gramatical completo y afecta, igualmente, al guaraní y al castellano en
Paraguay. En el español paraguayo oral coloquial se constata la aparición de distintos
marcadores evidenciales guaraníes para expresar matices relacionados con la fuente
de conocimiento de la información y el grado de vinculación del hablante con la
veracidad de la información transmitida (ndaje, katu, voi) (Palacios 2008: 287 y
sigs.). Los ejemplos de (2)6 permiten apreciar esta incorporación de estos marcadores
guaraníes en oraciones castellanas:
(2) a. Péa katu, atyra [un montón] de personas acudieron ayer a los locales de
Amandau por el día nacional del helado gratis, como lo denominó la empresa
al regalar más de 15 mil kilos de helado.
b. […] los docentes instalaron carpas voi frente al plato volador, porque en la
fecha será tratado el presupuesto 2012 en la Cámara de Diputados.
c. El filicida volvió a repetir que “el demonio le apuraba mucho” porque le había
pedido dinero, ndaje, para construir una casita.

5
En la actualidad, este patrón a + OD se está extendiendo hasta objetos cuyos referentes son inanimados
en distintas variedades de español.
6
Estos ejemplos han sido extraídos del periódico paraguayo Popular, cuyos periodistas escriben en la
variedad de lo que podríamos llamar “español oral coloquial paraguayo”, donde el cambio de código español
y guaraní es constante. Su versión on line puede encontrarse en http://www.popular.com.py/ [consultado por
última vez el 9 de noviembre de 2011].
24 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Los marcadores katu y voi muestran el mismo valor de evidencial que tienen en
guaraní 7, esto es, la certeza de que la información que se transmite es confiable y
verdadera y el hablante se compromete con ella, mientras que ndaje implica que la
información transmitida es reportada y no ha sido experimentada personalmente, lo
que permite que el hablante no tenga ninguna responsabilidad sobre su veracidad.
La veracidad de los hechos que el hablante relata se puede cuestionar también
mediante el marcador gua’u, que aparece en el discurso para indicarle al oyente
que estos no son reales sino fingidos, como se muestra en el fragmento siguiente,
igualmente extraído del mismo periódico paraguayo, donde el periodista indica a los
lectores mediante gua’u que los individuos que entraron en el local fingen ser clientes:
(3) a. Tres delincuentes entraron a una despensa como clientes gua’u para luego
reducir al dueño y a toda su familia. Los mantuvieron cautivos por media
hora. Uno de los bandidos, para no despertar sospechas, cerró el local para
proceder a su gusto.
Quisiera mencionar, finalmente, la copia del esquema de atenuación de las peticiones
y ruegos dar + gerundio que los hablantes bilingües ecuatorianos han trasladado a
su español a partir del quichua (de la Vega y Haboud 2008: 178). Se trata de una
estructura muy productiva que se emplea mayoritariamente como imperativo atenuado
(no entiendo este juego; por favor dame saliendo ‘ayúdame a salir del juego’) y que
se ha extendido a los hablantes monolingües quiteños en situaciones informales,
incluso en construcciones que ya no implican una petición directa sino que expresan
la realización de un favor (me daba cuidando a mi hija mientras yo me iba a la
universidad ‘me cuidaba como favor a mi hija mientras yo me iba a la universidad’).
Puede, incluso, documentarse en anuncios publicitarios (damos comprando, damos
vendiendo ‘compramos, vendemos [propiedades] por/para usted’).
Es preciso hacer notar que, si bien los cambios directos son incorporaciones de
las lenguas indígenas al español, los más estigmatizados son precisamente los que
se asocian con las comunidades indígenas y son categorizados socialmente como de
bajo prestigio. Tomemos, como ejemplo, dos rasgos similares como la copia del orden
quechua en las estructuras posesivas de la variedad peruana (de María su casa ‘la
casa de María’) y la copia, también del quechua, de la estructura dar + gerundio de la
variedad ecuatoriana que acabamos de mencionar. Solo el primero, que se identifica
con el “español de indígenas”, es el que cuenta con mayor desprestigio entre la
sociedad mayoritaria; en el caso ecuatoriano, esta construcción se ha difundido entre la
población mestiza monolingüe de Quito y no se asocia con las comunidades indígenas.
Sin embargo, ambas estructuras son cambios directos del quechua al español.
En definitiva, los efectos lingüísticos del contacto de lenguas son tan complejos
que se pueden documentar alternancias de código, consideradas como la importación
de elementos llevada al extremo, constantes en el habla de los bilingües simétricos,

7
En el guaraní yopará actual los matices que diferenciaban katu y voi se están diluyendo, llegando a ser
considerados por los hablantes paraguayos casi como marcadores evidenciales sinónimos.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 25

como ocurre con el español y el guaraní en el caso de Paraguay8. En este fragmento


se reproduce el diálogo que tuvo lugar entre un periodista y una persona que había
matado a sus dos hijos. Nótese la alternancia del español y del guaraní incluso en
una misma intervención:
(4)
– ¿Cuántos hijos tenés con tu esposa?
– Solamente esos dos tengo, peante.
– ¿Mba’éicha pico rejuka la mitakuérape?
– Y en un abrir y cerrar de ojos oiko. Primero, el más chico empezó a lloriquear,

upéa chembo nervioso mavoi. Entonces, tupápe le apreté la nariz y la boca,
empezó a patalear y le maté. Mucho luchó para no morirse. Después puse mi
oreja contra su pecho para escuchar su corazón y dejó de latir. Entonces dije:
‘ko’a ya omanóma’.
– ¿Y al otro cómo le mataste?
– Ha upéa oikóma kuri, eso fue a la una de la madrugada.
Igualmente se documentan en Ecuador casos de mezclas de lenguas o lenguas mixtas,
la llamada media lengua o chapu shimi de Imbabura, resultado del contacto prolongado
e intenso de los hablantes de quichua con el castellano. Los bilingües han adaptado
ambas lenguas a sus necesidades comunicativas mediante la relexificación masiva del
vocabulario quechua y la conservación de las estructuras gramaticales de la lengua
indígena (Muysken 1997; Gómez Rendón 2005). Los hablantes de la media lengua
aluden a su variedad como parte de su propia identidad grupal y la consideran como
un indicador de reetnicidad que les permite conservar su lengua ancestral frente al
castellano, a pesar de que está muy estigmatizada. Un ejemplo de la misma, tomado
de Gómez Rendón (2005) se muestra en (5):
(5) Muy pokito disayuno-ta da-li-k ka-rka.
Muy poquito desayuno-ACUS dar-OI-DUR ser-PRET.
‘Nos daban muy poquito desayuno’.

4. Cambios indirectos inducidos por contacto

Entiendo los cambios indirectos inducidos por contacto como cambios multicausales
compatibles con las tendencias internas del sistema. Este tipo de cambios ha sido
motivado tanto interna (evolución interna de la lengua) como externamente (por el
contacto con otras lenguas). No supone importación de material ajeno, ya que el
cambio lingüístico se produce a partir de una variación ya existente en la lengua.
Así, mediante la influencia indirecta de una lengua en contacto A surgen variaciones
gramaticales muy significativas, generalmente en el registro oral coloquial de la

8
Fragmento del periódico paraguayo Popular <http://www.popular.com.py/> [consultado por última
vez el 9 de noviembre de 2011].
26 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

lengua B, que aprovechan la propia evolución interna de esa lengua B para hacer
aflorar estrategias gramaticales cuya funcionalidad comunicativa obedece a procesos
cognitivos de la lengua A de contacto.
Estos cambios pueden implicar la aceleración de un cambio en proceso y
la eliminación de las restricciones lingüísticas que impidan su expansión, la
reestructuración de un sistema completo o la reasignación de nuevos valores a
estructuras existentes en la lengua, entre otros efectos. El mecanismo que actúa
en estos cambios es la convergencia lingüística, entendida esta como fue definida
primero por Gumperz y Wilson (1971) y matizada posteriormente por Granda (1996)
y Palacios (2005).
El papel que juega la lengua de contacto en este tipo de cambios es el de acelerador
del proceso de variación, produciendo un cambio lingüístico que puede llegar a
reorganizar un paradigma completo de la lengua, que se materializa en las prácticas
lingüísticas de la comunidad. En definitiva, se trata de cambios en los que se perciben
reajustes estructurales y funcionales a los que subyacen estructuras cognitivas ajenas
al español.
Es en estos cambios donde se observa que determinadas áreas de la gramática son
particularmente vulnerables, debido a su inestabilidad, por lo que están más expuestas
al cambio. Esto se traduce en que los hablantes de variedades distintas pueden hacer
categorizaciones diferentes sobre las mismas realidades, lo que tiene su reflejo en la
aparición de usos lingüísticos diferenciados. Y es precisamente la coexistencia de
las dos lenguas en una misma comunidad la que potencia esta posibilidad. En este
sentido, los efectos lingüísticos de estos cambios inducidos por contacto se apartan
de los resultados esperables en los cambios motivados internamente.
Un ejemplo de este tipo de cambios puede ser el comportamiento de los sistemas
pronominales átonos de tercera persona en distintas variedades de español, ya que en
estos sistemas se documenta variación desde la Edad Media. Para ilustrar mi propuesta,
mostraré qué cambios han tenido lugar en el sistema pronominal en la variedad de
español central de España y cuáles en las variedades de contacto de español y quechua;
es decir, cómo se han desarrollado algunos procesos de cambio producidos en la lengua
sin intervención de factores externos y cómo estos varían su comportamiento cuando
en estos mismos casos de variación intervienen factores externos.
En los sistemas pronominales de la variedad de español central peninsular,
Fernández Ordóñez (2001) o Klein-Andreu (2000) han constatado que existe una
tendencia de cambio que favorece el patrón de género por encima de cualquier otro.
Se trata de los sistemas referenciales donde se dan los llamados fenómenos de laísmo
y leísmo del tipo:
(6) a. La di un regalo a María / Le di un regalo a Juan.
b. La veo (a María) / Le veo (a Juan).
En opinión de Fernández Ordóñez (2001: 436), la génesis de estos sistemas
pronominales está en la propia evolución del sistema, en la adopción de patrones de
género en la categorización del referente que sustituyeron a los originarios patrones
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 27

de caso. Según esta autora “Esta etapa del cambio no parece estar condicionada
externamente, sino obedecer a un proceso de nivelación sincrética interna al paradigma
nominal […] esa reconstrucción, basada sobre datos modernos y antiguos, no sólo
no se contradice sino que se ajusta perfectamente a lo que predicen las tendencias
de cambio lingüístico construidas sobre la evidencia de la variación interlingüística”
(Fernández Ordóñez 2001: 438).
En definitiva, la autora considera que el cambio lingüístico experimentado por el
sistema referencial ha tenido lugar siguiendo las tendencias de cambio universales,
esto es, el cambio afecta a la marcación de las categorías menos nucleares en la lengua,
reforzándose las más nucleares o internas, como muestra la escala de jerarquías que
establece a partir de los universales 32, 36 y 39 de Greenberg 1963:
Número > Género > Caso 9.
Estos universales expresan la relación icónica existente entre la distancia de los afijos
con respecto al núcleo y su grado de cohesión con este. El carácter más externo del
caso parece incuestionable, puesto que relaciona predicados con argumentos, esto es,
no afecta a la semántica del núcleo, a diferencia del número o del género, sino que
establece una relación entre el evento verbal y el referente nominal participante en el
mismo. Siguiendo esta línea de argumentación, Mairal y Gil (2004: 75) afirman que
los principios que se han establecido para regular el orden de los constituyentes en las
lenguas, como la Primera Ley de Behael –que postula que aquellos constituyentes que
forman una unidad semántica y conceptual con sus núcleos deben estar más próximos
a este–, el Principio de la Distancia de Haiman (1985) –que indica que la proximidad
lingüística es un fiel reflejo de la distancia conceptual– o el Principio de Orientación
Centrípeta de Dik (1997), así parecen confirmarlo.
En un proceso de cambio lingüístico en el que se produce pérdida morfológica,
esta jerarquía predice que el caso se neutralice antes que el género y el número,
por su posición más externa, menos nuclear. En los cambios que se describen para
las variedades centrales peninsulares, la diferenciación del caso se perderá en el
sistema referencial en primer lugar, por lo que la selección pronominal no estará
ya condicionada por la distinción casual. El caso que prevalece en los procesos de
cambio, según las tendencias universales de cambio, es precisamente el no marcado,
ya que los procesos de cambio analógico parece que están orientados a favor de las
formas no marcadas. Fernández Ordóñez así lo considera tras apelar a la quinta ley
de Kurylowicz (1949: 31), que establece que “Pour rétablir une différence d’ordre
central la langue abandonne une différence d’ordre plus marginal” o al cuarto principio
del cambio analógico propuesto por Elvira (1998: 227) “El cambio analógico está
orientado desde las formas menos marcadas o más frecuentes hacia las marcadas o
menos frecuentes”. En el caso que nos ocupa, el dativo sería el caso marcado, –menos
nuclear que el acusativo, ya que este último es el caso distribucionalmente menos

9
En estas páginas hago una simplificación de su argumentación, mucho más compleja y exhaustiva.
28 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

restringido y que tiene menos diferencias formales. Siguiendo la argumentación


anterior, el cambio se orienta desde las formas menos marcadas, el acusativo, hacia
las más marcadas, el dativo. Así, el dativo habría copiado analógicamente las marcas
de género del acusativo, como muestran los ejemplos de (6).
La argumentación que aporta Fernández Ordóñez permite explicar la reorganización
del sistema pronominal referencial: la pérdida del caso marcado a favor del caso no
marcado y la copia de las marcas de género en la marcación del objeto. En definitiva,
los cambios experimentados en los sistemas referenciales castellanos producen una
simplificación del paradigma a partir de la pérdida de caso marcado, el dativo, y la
extensión de las formas del caso menos marcado, el acusativo, para marcar el objeto
indirecto; cambios estos que pueden ser explicados mediante la evolución interna de
la lengua y las tendencias universales de cambio lingüístico.
Como es bien sabido, en las distintas variedades americanas de español hablado en
contacto con lenguas amerindias se han descrito cambios lingüísticos en los sistemas
pronominales átonos que han dado lugar a reorganizaciones parciales o totales de los
mismos (si bien estos cambios no siempre han sido considerados así); cambios que
han sido explicados generalmente por la influencia de las lenguas amerindias debido
al contacto intenso de estas con el español local 10. Estos cambios tienen lugar a partir
del sistema pronominal etimológico o distinguidor común al español general de
América, que se caracteriza por la distinción de patrones de caso (dativo y acusativo)
y de género (solo en el acusativo).
Sin embargo, en las zonas de contacto histórico del español con lenguas amerindias
los patrones que rigen los sistemas pronominales átonos no son los mismos. Como
anunciábamos, se documentan cambios lingüísticos cuyo efecto es la simplificación
y reinterpretación funcional de los pronombres átonos. En este sentido, Palacios
(2005 y en prensa) propone que todos estos cambios de las distintas variedades de
español en contacto con lenguas amerindias forman parte de un proceso de cambio
lingüístico general y sistemático que trasciende la localidad de cada zona concreta.
Apunta que estos cambios reflejan dos tendencias de cambio sucesivas, produciéndose
así la reorganización parcial (si solo tiene lugar un primer cambio: sistema bicasual
simplificado) o total (si se completa un segundo cambio adicional: sistema simplificado
leísta) de estos sistemas pronominales átonos.
El primer cambio que ha tenido lugar en estas áreas (y es el estado actual de muchas
de ellas) implica, como decíamos, una reestructuración parcial del sistema pronominal
átono etimológico general en el español americano. Este cambio tiene lugar a partir de
la neutralización del rasgo de género que condiciona la selección de los pronombres
de objeto directo (la para antecedentes femeninos, lo para antecedentes masculinos)

10
Flores Farfán (1999) y García Tesoro (2005 y 2006) estudian el español hablado por nahuas o mayas;
Godenzzi (1986), Klee (1990), Calvo (1996-7), Martínez (2000), Granda (2001) o Palacios (2005 y 2006) se
han ocupado del español en contacto con el quechua en el área andina; o Granda (1996), Martínez (2000) y
Palacios (1998, 2000) del estudio del español en contacto con el guaraní.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 29

y no a partir de la neutralización del caso, como ocurría en los sistemas centrales de


España. El cuadro 1 muestra este sistema.

Cuadro 1. Sistema simplificado bicasual


Masculino/ Femenino
Acusativo Lo(s)
Dativo Le(s)

Mostraré este cambio a partir de datos tomados de las variedades de español de


bilingües quechuas de Chinchero (Perú) (García Tesoro 2011) y de hablantes bilingües11
y monolingües de zonas de influencia quichua en Ecuador 12. Como se verá, en este
sistema la forma pronominal lo remite o anticipa el objeto directo sin distinción de
género y la forma le remite a un objeto indirecto (ejemplos tomados de García Tesoro
2011):
(7) a Sí, chicha de jora lo hacemos […].Esa chicha también lo preparan del maíz.
b. la cruz lo llevaban con sus danzas al templo, ese era la fiesta más grande acá.
c. llevo mi oveja, lo entrego y me da mi comida.
d. Creen en las enfermedades, eeeh... por ejemplo, hay un árbol por ejemplo que
se llama sauco que no tú debes dormir ahí, [...] te lo va a consumir tu corazón
y te va a dar enfermedades.
e. Entonce lo botaron así por tener asco al hombre, al viejito, y entonces como
lo botaron se regresó.

(8) a. No hay que darle nada de nuestra sabiduría.


b. Y se fue por las alturas, y le dijo: “no miras atrás, mira adelante, atrás me
sigues”.
c. Y no le dieron una comidita como debe ser.
El cambio que está teniendo lugar en estos sistemas pronominales de variedades de
contacto de lenguas elimina la asimetría que se da en el sistema etimológico entre
el objeto directo y el indirecto. Así, se equiparan las manifestaciones de las formas
pronominales de ambos objetos: le será el marcador del objeto indirecto y lo del directo,
indistintamente del género de sus antecedentes. En otras palabras, la marcación del
género del referente no condicionará la selección de las formas pronominales de objeto
indirecto o directo, a diferencia de lo que ocurre en el español estándar americano de
las áreas sin contacto con lenguas amerindias que rodea estas zonas bilingües.

11
Datos tomados de hablantes de la zona de Otavalo, área bilingüe al norte de Quito.
12
Es bien sabida la situación de bilingüismo histórico quichua y español que se ha mantenido en la sierra
ecuatoriana y que llega hasta nuestros días. Esta situación ha servido para explicar distintos procesos de cambio
lingüístico que se dan en esta zona a diferencia de lo que ocurre en la costa ecuatoriana, donde tal situación de
bilingüismo histórico no se ha dado (véanse, entre otros, los trabajos de Haboud 1998, Olbertz y Muysken 2005
o Palacios 2006). La variedad ecuatoriana de quechua se denomina en este país quichua; en Perú se denomina
quechua.
30 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Se produce, pues, una simplificación del sistema pronominal que se reorganiza


en torno a un parámetro de caso. Las formas pronominales le / lo se convierten en
marcadores de caso de un sistema bicasual simplificado (Palacios 2005), que en muchas
ocasiones anuncian la aparición del objeto en la misma oración. La neutralización
de los rasgos de género del objeto directo no es más que la evidencia de que se ha
producido un cambio que refuerza la distinción de caso, a diferencia de lo que ocurre
en los sistemas pronominales centrales de España donde la distinción casual se pierde
a favor del género. Lo significativo es que en los sistemas pronominales americanos
de áreas bilingües se ha producido un cambio analógico que parece ir en contra de
las tendencias universales que seguían los sistemas españoles (la 5ª ley de Kurylowic
y el 4º principio del cambio analógico de Elvira).
En efecto, si las tendencias de cambio universales apuntan a que la dirección del
cambio sea desde las formas menos marcadas hacia las marcadas –el acusativo, con su
diferenciación de género, se impone al dativo, que adopta esa misma diferenciación–,
en los sistemas americanos que nos ocupan se produce un proceso de expansión
analógica contrario, ya que es el caso menos marcado el que copia la morfología del
marcado; esto es, el dativo es el que se impone al acusativo, que pierde la distinción
de género. En estas áreas no se da, pues, la pérdida del marcador de caso, que como
vimos, parece ser la categoría menos nuclear y, por tanto, más marcada con respecto al
género o al número según la jerarquía que vimos antes: (Número > Género > Caso). En
contra de lo esperable y contradiciendo las tendencias generales, el cambio apunta a la
pérdida de la distinción de género de las formas pronominales y a la conservación del
caso. Este cambio, por tanto, no sigue las tendencias generales de cambio que se han
formulado a partir de los universales del lenguaje y de las jerarquías interlingüísticas
propuestas.
A diferencia de lo que ocurre en Chinchero, donde los hablantes mantienen el
sistema bicasual simplificado “puro”, en el caso de hablantes bilingües y monolingües
de español de áreas de contacto quichua cercanas a Quito, Ecuador, se documenta
un sistema de transición, donde prima la distinción de caso, pero fundamentalmente
con objetos directos inanimados, pues cuando el objeto es animado, este es marcado
mediante la forma le, como muestran los datos de (9)13:
(9) a. Que no le puedes ver [a los ecuatorianos].
b. Mi hijita se quedó en Loja pero le traje.
c. Yo te lo voy a obsequiar [un sombrero]. Yo tengo uno que me lo mandan.
e. La feria creo que lo hacen los viernes.
En este sistema de transición, el objeto directo con referentes animados se marca
mediante el pronombre le, sin embargo, si es inanimado, la forma pronominal que
se favorece es lo, como los casos vistos en (9). En el cuadro 2 aparece representado
este sistema.

13
Ejemplos tomados a partir del trabajo de campo realizado en Llanogrande, Ecuador, en 2011.
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 31

Cuadro 2. Sistema de transición


Animado Inanimado
Masc Fem Masc Fem
Acusativo le(s) lo(s)
Dativo le(s)

En este sistema se mantiene la distinción de caso, pero un segundo cambio empieza a


tomar forma: la neutralización del caso a favor de la forma pronominal dativa cuando
los objetos directos son animados. Este cambio se consolida en el sistema pronominal
átono simplificado o leísta de los monolingües quiteños de cualquier estatus social,
incluidos los que tienen educación universitaria, al menos en su registro oral, y puede
verse en los casos de (10) tomados de hablantes quiteños en 2011:
(10) a. Supuestamente la policía le tenía [al presidente], le tenía encerrado.
b. Yo les miraba a esas colombianas, les miraba, les miraba.
c. Y a las doce de la noche le quemamos a ese muñeco.
d. La carne de cerdo le preparamos de otra manera.
En este sistema simplificado se ha producido un segundo cambio que ha neutralizado
la distinción de caso del sistema bicasual le/lo, produciéndose la reorganización
completa del sistema con una única forma pronominal le(s), que remite tanto al
objeto indirecto como al objeto directo, ya sea con referentes animados o inanimados,
femeninos o masculinos. Esta forma le(s) es ahora una marca estructural de objeto, sin
especificación de caso. Es preciso decir que en estos sistemas simplificados se tiende a
elidir la forma pronominal de objeto directo cuando el referente es inanimado siempre
que la información pueda recuperarse14, como aparece en los ejemplos siguientes:

(11) a. Los libros Æ dejé en mi oficina.


b. –¿Has visto las fotos que te he mandado?
–No, no Æ vi, no me alcanzó para abrir el correo.
De esta manera, la forma pronominal plena alterna con una forma fonéticamente no
realizada para referir a objetos directos inanimados, como muestra el cuadro siguiente:

Cuadro 3. Sistema simplificado monocasual leísta


Masculino/Femenino Masculino/ Femenino
Acusativo / Animado Inanimado
Dativo Le(s) Æ

14
Los sistemas bicasuales simplificados y de transición también muestran la misma tendencia a elidir
la forma pronominal de objeto directo cuando el referente es inanimado. Así, en todos ellos coexiste la forma
pronominal con el cero fonético. Para una explicación más detallada, véase Palacios 2006.
32 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Nótese que este segundo cambio contradice igualmente las tendencias de cambio
universales que apuntaban a la difusión de las categorías menos marcadas a costa
de las marcadas, pues el pronombre que se impone finalmente es el dativo sobre el
acusativo. Se ha producido una reorganización de los pronombres originarios, cuyo
efecto es que la forma le(s) se convierte en una unidad gramatical no referencial sin
especificación de género ni de caso. Se ha consolidado un proceso de gramaticalización
que abandona los parámetros esperables en el castellano (variedad central de España)
o en el resto de las lenguas románicas.
La razón que explica la dirección contraria de los cambios experimentados por
los sistemas pronominales átonos del español de áreas de contacto con lenguas
amerindias, a diferencia de los que han tenido lugar en el centro peninsular español,
es precisamente la intervención de un factor exógeno, el contacto intenso del
español con las lenguas amerindias en esas áreas, en nuestro caso el quechua. Las
características estructurales del quechua que permiten explicar hacia dónde se ha
producido el cambio en la variedad de español serrano ecuatoriano son, como ya ha
mostrado Palacios (2006: 225), las siguientes: a) el quechua no dispone de un sistema
pronominal átono de 3ª persona similar al español; b) no marca el género mediante
procedimientos morfológicos; c) los casos dativo y acusativo que explican el sistema
pronominal distinguidor del español no se corresponden con los casos morfológicos del
quechua; d) las marcas de concordancia de objeto que el quechua incorpora al verbo
son siempre animados; e) en la tercera persona esta incorporación del objeto es un
morfema cero en la tercera persona; f) esta elisión de la tercera persona se extiende a
las otras personas en el quichua ecuatoriano oral. Estas características explicarían los
cambios producidos en estos sistemas simplificados: los pronombres átonos pierden la
distinción de género y se convierten en auténticos marcadores de caso en los sistemas
bicasuales simplificados o marcadores de objeto en los monocasuales o leístas.
Mediante el mecanismo de la convergencia lingüística, el cambio registrado
induce e incentiva un acercamiento a los rasgos significativos de la lengua amerindia
implicados en el cambio. Así, si en los cambios de las variedades peninsulares
predomina un patrón de género por encima del caso; en los cambios inducidos por
contacto no hay un patrón de género establecido porque el género no es relevante
gramaticalmente en la lengua amerindia implicada, y sí lo es, por el contrario, los
rasgos de caso o de animacidad, que son los que deciden el patrón pronominal
resultante. La reorganización del sistema pronominal inducida por el contacto con el
quechua ha eliminado así distinciones funcionales existentes en el castellano general
que no son relevantes para esta lengua, lo que ha dado lugar a una recategorización
cuyos efectos lingüísticos, la simplificación parcial (sistemas loístas) o total (sistemas
leístas), obedecen a la aplicación de procesos generales que siguen pautas sistemáticas.
Esto apunta a que estamos ante un único proceso general de cambio inducido
por contacto, que supone la consolidación de un proceso de gramaticalización más
evolucionado que el que se da en los sistemas pronominales de España. En esta línea,
estos fenómenos de contacto suponen procesos generales de cambio, no locales,
comunes a todas las áreas de contacto, que tienen lugar en el mismo punto de la
estructura de la lengua y actúan en la misma dirección dado que se trata de procesos
Azucena Palacios / Nuevas perspectivas en el estudio del cambio inducido por contacto... 33

de cambio generales en los que intervienen mecanismos similares, que dan lugar a
efectos o consecuencias lingüísticas similares también. En definitiva, en estos cambios
indirectos inducidos por contacto, los factores externos y los internos juegan papeles
esenciales, ambos, sin que la prevalencia de uno sobre otro sea relevante en el proceso
de cambio. Si uno de los factores tipificados no estuviera implicado (bien el externo,
bien el interno) el resultado del cambio sería completamente distinto, como hemos
visto en la evolución de los sistemas pronominales en las variedades peninsulares o
en la relativa fosilización que muestran los sistemas pronominales en las variedades
americanas de español sin contacto lingüístico. Así, el análisis de estos sistemas
pronominales permite contemplar la evolución gradual de los cambios de manera
sincrónica, desde los sistemas no simplificados que aún no han registrado cambios
lingüísticos (sistema etimológico) a los sistemas muy simplificados, resultado de
distintos procesos de cambio lingüístico (sistema simplificado leísta), pasando por
sistemas menos evolucionados que permanecen en un estado de evolución intermedio
(sistema simplificado bicasual y de transición).
En los cambios vistos en esta sección, el hablante acerca su variedad de castellano
a las lenguas indígenas y aprovecha las estructuras de las lenguas implicadas para
introducir diferencias, valores o matices que el castellano no tiene pero sí las lenguas
indígenas. De esta manera, el hablante explota nuevas estrategias comunicativas que
el castellano no tenía.

A modo de cierre

He de decir, a pesar de lo visto en estas páginas sobre los cambios directos e indirectos
inducidos por contacto, que los límites entre ambos no son siempre discretos; se trata
más bien de un continuum donde, en algunos casos, es difícil establecer una frontera
nítida entre unos y otros, coherentemente con la naturaleza de nuestra propuesta. A este
respecto, tomemos el caso de los hablantes del Nordeste argentino, zona de contacto
intenso con el guaraní, que muestran variaciones del régimen preposicional del tipo
apoyé la bici por la pared ‘apoyé la bici en la pared’. Se ha tomado esta construcción
como una copia del régimen posposicional guaraní (rehe ‘por’), esto es, un cambio
directo inducido por contacto. Ahora bien, cuando se pregunta a un hablante de estas
áreas por qué dice por la pared y no en la pared en estos casos, contesta de inmediato
que en significa dentro, en el interior, mientras que por implica en la superficie. Así,
no pueden decir “apoyar la bici en la pared” o “poner un prendedor en la cabeza de
alguien” porque significaría dentro de la pared o dentro de la cabeza, y no es eso lo
que quieren expresar. Una explicación alternativa supone que quizá las acepciones
que, según el Diccionario de la Lengua Española (2011), tiene por en español como
localización aproximada o como parte o lugar concreto sean más congruentes con
la reorganización que hacen los hablantes del Nordeste argentino en este tipo de
construcción. Así, no se trataría de un cambio directo sino de un cambio indirecto
inducido por contacto, cuyo efecto es una reorganización del sistema locativo (a
‘dirección’/ en ‘meta, interior’ / por ‘superficie’). El hablante aproximaría entonces
34 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

las estructuras del guaraní y del español para poder expresar un juego de elementos
locativos más rico que el que presenta el español estándar, aprovechando las estructuras
de ambas lenguas.
Como hemos visto en este repaso somero, en estas áreas de contacto intenso las
variedades de español han experimentado numerosos cambios por la influencia, directa
o indirecta, de las lenguas amerindias. Algunos de estos rasgos se han extendido a la
población monolingüe de estas áreas, debido probablemente a que son los que menos
se identifican con las lengua indígenas y, por tanto, con las comunidades indígenas.
Esos rasgos, aunque también son debidos a la influencia de las lenguas indígenas,
no están estigmatizados y han tenido amplia difusión entre la sociedad mayoritaria
(compárese el caso del español ecuatoriano serrano: lo veo a la niña, vinculado al
español de indígenas, y le veo a la niña, indexado con las clases mestizas de Quito).
En efecto, las lenguas indígenas no gozan de prestigio y, más allá de las políticas
oficiales, reales o ficticias, de cada país, como apunta Zimmermann (2001), es la
sociedad mayoritaria en sus actos cotidianos la que define las actitudes positivas o
negativas hacia las lenguas y culturas amerindias, pero también hacia la variedad de
español que se habla en estas zonas de contacto intenso. Un modelo dinámico como
el que he presentado pretende analizar el cambio lingüístico inducido por contacto sin
tener en cuenta los estereotipos negativos que se han generado y difundido sobre el
“español de indígenas”. Pretende igualmente explicar el cambio inducido por contacto
de una manera global, tomando en cuenta tanto las causas como los efectos del cambio
y centrando la atención no solo en los procesos de cambio sino en el propio hablante
que los crea y difunde. Aspira, en definitiva, a averiguar por qué los hablantes crean
nuevos usos lingüísticos y si estos obedecen a categorizaciones diferentes, o si en
esos usos subyacen estrategias cognitivas de la lengua de contacto que el hablante
explota para expresar de manera más efectiva aquello que necesita o quiere comunicar.

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Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 37 - 62
Universidad de Chile

Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas


miradas e interpretaciones en torno al castellano
de América y de Chile

Aldo Olate Vinet


Universidad de La Frontera, Chile

Rodrigo Becerra Parra


Universidad de Concepción, Chile

Paula Alonqueo Boudon


Universidad de La Frontera, Chile

Resumen: En el presente artículo, se discute el problema del cambio lingüístico desde


el dominio del contacto de lenguas, proponiéndose un análisis a la luz del progreso
de los estudios sobre contactología. En este contexto, se presentan los principales
aportes teóricos realizados por autores que, en una primera etapa, rechazaron una
postura rigidizante a priori y, en una etapa más contemporánea, han pretendido dar
cuenta de este fenómeno complejo desde la multidimensionalidad de perspectivas
funcionalistas y cognitivistas. En este sentido, se presenta una revisión de las
hipótesis de Lenz, a 100 años de su formulación, con la actualización de los marcos
de referencia teóricos y disciplinares llevados a cabo durante los últimos 30 años.
De manera particular, se presenta la discusión suscitada en América Latina, en que
se critica la postura hispanista, hegemónica y estigmatizante, que ha prevalecido en
el dominio de los estudios del español de América. Finalmente, se expone una breve
reflexión sobre el español de contacto hablado en áreas de convergencia mapuche-
español, proponiendo la posibilidad de transferencias gramaticales desde la lengua
mapuche a la lengua castellana.
Palabras clave: contacto de lenguas, cambio lingüístico, español, mapudungun.

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Universidad de La Frontera, Campus Integrado Andrés
Bello, Francisco Salazar 01145, Temuco, Chile o a los correos electrónicos: <[email protected]>, <robecerr@
udec.c> y <[email protected]>
38 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Linguistic Change and Language Contact. New perspectives and interpretations on


Spanish in South America and Chile

Abstract: This paper discusses the theoretical problem of linguistic change


from a language contact approach. In this context, we present the main
theoretical contributions made by different authors who at first rejected
an a priori rigid conceptualization of language change and have tried,
more recently, to account for linguistic change from a multidimensional
approach based on functionalist and cognitive perspectives. In this
respect, Lenz’s hypothesis is revisited 100 years later in the light of
the renewal of the theoretical and disciplinary frameworks developed
over the last 30 years. We focus particularly on the discussion of
contact-induced change of Spanish in Latin America and criticize the
hegemonic and stigmatizing Hispanist perspective that has prevailed
in the studies of Spanish in America. Finally, we propose a theoretical
and methodological approach to study Spanish in Mapuche-contact
areas in which we put forward the possibility of grammatical transfers
from Mapuche to Spanish.

Key words: language contact, linguistic change, spanish variations, mapuche


language

Recibido: noviembre 2011 Aceptado: enero 2012

1. Introducción

Cual protagonistas de una trama, las lenguas en contacto interactúan en un marco


geosociocultural particular. La interacción ocurre en términos dialécticos de
complementariedad y oposición, lo que provoca el conflicto lingüístico (Godenzi
2007). Este fenómeno se articula en el contexto de un proceso histórico en permanente
cambio, en que los hablantes se tornan agentes fundamentales, por lo que una lengua,
su diacronía y su estado actual se describen sobre la base de la historia sociolingüística
de los hablantes.
En este marco, el presente artículo da cuenta del alcance de las discusiones
acerca del lenguaje, del contacto de lenguas y del cambio lingüístico, al interior de la
lingüística del contacto, a partir de la observación de las relaciones de convivencia/
interacción de dos o más lenguas en un espacio geográfico determinado. Esta línea
se ha preocupado de estudiar, entre otras problemáticas, la competencia lingüística,
el cambio lingüístico y la permeabilidad de los sistemas en contacto (Silva Corvalán
2001).
En la academia, el acercamiento a estos fenómenos lingüístico-sociales se ha
realizado en concomitancia con teorías del lenguaje específicas. De este modo,
por ejemplo, en el dominio del cambio lingüístico abundan las teorizaciones y
descripciones que operacionalizan la perspectiva estructuralista-formal. Por el
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 39

contrario, el marco computacional-biológicista tiende a excluirse de este debate, pues


la situación de convergencia lingüístico-cultural reviste factores externos, los cuales
no son considerados por dicho dominio. Por último, la visión práctico-conductual
se ha generalizado a la luz de los enfoques funcionales basados en el uso, los que
han cobrado especial importancia en este campo de estudio desde la década de 1980.
Este artículo discute las posturas que se han encargado de ofrecer respuestas
al problema de las lenguas en contacto, y, más específicamente, a la situación del
cambio lingüístico. En este escenario, nuestra propuesta se aleja de las posiciones
“normativistas” e “inmanentistas”, acercándose a un abordaje que concilia
emergentismo, interactividad y acción situada. Con este fin, la estructura del trabajo
es la siguiente: En primer lugar, se discute el marco teórico y disciplinar que sustenta
el estudio tradicional del cambio lingüístico en nuestro medio, a la vez que se fija
una postura crítica desde la cual plantear una revisión de tales enfoques debido a su
falta de poder explicativo. De este modo, se reseñan los nuevos enfoques para dar
cuenta de los fenómenos complejos de contacto y cambio lingüístico. En segundo
lugar, se exponen las perspectivas arraigadas más tradicionalistas respecto al español
de América, y se presenta la controversia de larga data que ha experimentado una
renovación a la luz de las perspectivas funcionalistas, interaccionistas y cognitivistas
del contacto lingüístico. Finalmente, se plantea la discusión de la posibilidad de
transferencias gramaticales en el castellano de Chile, entendida como lengua “meta”
o “réplica” a partir del contacto con la lengua mapuche. Con este fin, se estudia el
caso del sintagma nominal y se traza un posible camino teórico-metodológico para
futuras investigaciones.

2. Cambio lingüístico y contacto de lenguas

2.1. Tres enfoques en los estudios del cambio lingüístico

En general, la lingüística ha adoptado una posición de rechazo frente a la posibilidad de


que en situaciones de contacto lingüístico ocurran fenómenos de transferencia de rasgos
o recursos gramaticales, ya sea, en general, la adopción de un sistema o subsistema
gramatical íntegro por parte de una lengua que está en situación de contacto, o, en
particular, transferencias en el nivel morfológico o, incluso, en el dominio de las reglas
fonológicas (Sala 1988). Si bien Thomason y Kaufman (1988) y Granda (1996a) han
criticado esta postura, según la cual no es posible la transferencia gramatical entre
lenguas en contacto que no compartan “tendencias evolutivas comunes” prefijadas
por los mismos sistemas, largos años de hegemonía de la postura inmanentista han
redundado en la naturalización de muchos de sus supuestos, con consecuencias
negativas para el estudio del cambio lingüístico en situaciones de contacto, pues sus
argumentos estructurales, genéticos y puristas han tendido a la sobregeneralización, a
la rigidización teórica, a la invisibilización de los fenómenos concretos y a la sanción
normativa.
40 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Esta discusión general puede ser aplicada a la situación del castellano de


América, ya que los especialistas que se han ocupado del fenómeno de las “posibles”
transferencias por contacto desde las lenguas indígenas al castellano americano han
subestimado, desconocido e, incluso, estigmatizado la realidad de estos hechos, a los
que consideran marginales en el proceso histórico de constitución de esta variedad
y, por ende, prescindibles de su estudio. Debe destacarse que esta perspectiva de
negación, que sustenta una visión estigmatizadora de las variedades locales, no
responde a una posición puramente teórica y académica. Por el contrario, responde a
una visión purista, hegemónica y prejuiciada que defiende una posición de la lengua,
la cultura y la sociedad que supera lo puramente lingüístico. Sin embargo, aun en el
contexto americano, existen estudios que se han esforzado por demostrar el fenómeno
en su particularidad, echando mano a factores externos (Granda 1996a; Escobar 2001;
entre otros), junto con demostrar que las posturas inmanentistas llegan a falsear la
realidad lingüística, al desestimar la variación como “marginal” (Granda 2001).
Dado este marco general, podemos plantear tres posturas que abordan la temática:
(1) una visión normativista, basada en apreciaciones vinculadas al sistema, a la
norma y al prestigio; (2) una visión inmanentista, fundada en enfoques genéticos y
estructuralistas; y (3) un enfoque externista, que funda su postura en las nociones de
contacto y transferencia.
La visión normativista se centra en la variación del español desde el punto de vista
de la corrección o incorrección del hablante respecto del sistema, la norma y el habla.
Coseriu (1992) es quien propone la triada: sistema1, norma2 y habla3, asumiendo que
tanto el sistema como la norma son unidades metalingüísticas/abstractas que pre-
existen en la realidad concreta, el habla. En este marco, la noción de competencia
lingüística es redefinida por Coseriu y redireccionada hacia las ideas de corrección/
incorrección y congruencia/incongruencia de las variantes lingüísticas. Por lo tanto,
si bien se asume la “realidad” de la manifestación lingüística concreta (el habla), la
que tendría efectos sobre la norma, e, incluso, sobre la lengua, se sostiene que dichas
manifestaciones y modificaciones solo se presentan como desviaciones.
De este modo, en la visión normativista se considera una competencia lingüística
general donde se analiza la congruencia e incongruencia de lo dicho (enunciado),
siendo utilizado el sistema para la explicación de tal hecho. Por otro lado, la
competencia lingüística particular o histórica se analiza en términos de corrección
o incorrección; en este dominio ingresa la norma, por lo cual deben considerarse
factores extralingüísticos (diatópicos, diafásicos y diastráticos) que permiten adscribir
la corrección o incorrección de las variantes lingüísticas producidas. Por último, está
la competencia lingüística textual o situacional, la cual condiciona lo adecuado o

1
Entendido como un sistema de posibilidades que solo exige que no se afecten las condiciones funcionales
del instrumento lingüístico (Coseriu 1973).
2
Definida como el sistema de realizaciones obligadas que se impone según la región o situación (Coseriu
1973).
3
Referida a la actuación creativa por parte del hablante (Coseriu 1973).
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 41

inadecuado de las variantes al tipo textual (Córdova 2002). En suma, la propuesta


normativista no considera los factores de contacto de lenguas y transferencia para el
desarrollo de sus planteamientos, por lo que, partiendo del supuesto de la desviación,
pasa por alto la relevancia de la variación y los factores multidimensionales que se
conjugan en la actualización de los sistemas lingüísticos.
Por otra parte, el marco inmanentista describe la lengua y los posibles casos de
cambio lingüístico como hechos explicables por evolución natural del sistema. En
otras palabras, describe los sistemas per se, excluyendo factores “ambientales” como
posibles causas de un cambio, pues la propia estructura lingüística de una lengua
contendría las causas que contribuyen a su evolución (Sala 1988). Según esta postura,
las variaciones observadas en la lengua se explicarían por tendencias internas de
cambio, las que, en el mejor de los casos, solo podrían ser reforzadas por elementos
externos. Sin embargo, tal constatación teórica es defendida sistemáticamente a
posteriori, por lo que en todos los casos se asume la relevancia del motor interno,
dejando sin explicar por qué una misma lengua puede variar paralelamente en
direcciones diferentes e, incluso, opuestas, en diferentes lugares, y con diferentes tasas
de cambio. Tampoco se explica que dichas tendencias se relacionen con acercamientos
hacia lenguas en contacto diferentes, ni hasta qué punto los casos diversos responden
a contextos locales variables (Thomason y Kaufman 1988).
Por lo tanto, tanto las posturas basadas en la norma como las inmanentistas fallan
al momento de proveer una explicación plausible de la situación de las lenguas en
contacto, pues, mientras las primeras parten del supuesto de un código homogéneo,
estable y autocontenido, valorizando la variación desde un marco adscrito a la
corrección/incorrección (norma), adecuación/inadecuación (habla) y congruencia/
incongruencia (sistema), las segundas reifican la codificación lingüística, olvidando
que ésta es un constructo dinámico fundado en las interacciones recurrentes que la
actualizan (y modifican), y que se relaciona con una base cognitiva experiencial.
En consecuencia, puesto que ninguna de las dos posturas comentadas considera la
“estabilidad dinámica” de la codificación, fruto de su conexión permanente a las
interacciones, al contexto y a la realidad social, ambas fallan en la observación del
contacto lingüístico, negando que los cambios estén condicionados por factores
históricos y sociales.
Sin embargo, hace unas tres décadas comienza a extenderse de manera sostenida
la postura externista, que, aun cuando no ha logrado desplazar totalmente las visiones
normativistas e inmanentistas, fuertemente naturalizadas, ha posicionado la discusión
a partir de factores externos y de las nociones de contacto y transferencia, los que
perfilan el fenómeno de manera local, específica y singular. En este marco, en la década
de 1980 se produjo un giro en relación con los problemas planteados por la lingüística
de contacto, la dialectología y el cambio lingüístico, provocado por el estudio de
Thomason y Kaufman (1988)4, quienes renovaron la discusión en esta temática,

4
A partir de este trabajo se activa en América Latina una fuerte corriente que expone las variedades del
español de América a la luz del contacto histórico de esta lengua con las lenguas indoamericanas.
42 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

añadiendo los factores sociolingüísticos como elementos nucleares de una situación


de contacto. Para los autores, la situación de contacto y su resultado se encuentran
en la historia sociolingüística de los hablantes. Esto supone que no es la estructura
lingüística la que determina el producto lingüístico en una situación de contacto, sino,
por el contrario, es la situación histórica de contacto la que debe fijarse como punto
de inicio para el estudio del cambio lingüístico.
El planteamiento de Thomason y Kaufman (1988), fundacional en esta línea, se
sostiene sobre tres supuestos: (1) todas las lenguas cambian a través del tiempo debido
al “movimiento natural de las lenguas”, (2) el cambio lingüístico puede ocurrir en
cualquier nivel del sistema y (3) el lenguaje se transmite de generación en generación,
desde los adultos a los niños.
El concepto de lenguaje que subyace a esta propuesta teórica se fundamenta en
una visión más flexible y dinámica del concepto de estructura, debido al ingreso
en el debate de los factores sociolingüísticos e históricos, que permiten ampliar el
dominio explicativo del fenómeno, considerando su contextualización en situaciones
socioculturales determinadas. En otras palabras, la situación de contacto y el cambio
lingüístico se instalan en el marco de la interacción social y cultural de dos o más
sistemas lingüísticos. Esta relación comporta un proceso histórico de interacción social,
lo que provoca la adecuación cognitiva y lingüístico-comunicativa de las estructuras
y contenidos de cognición modelados en el devenir comunitario. Este cambio en el
enfoque de estudio del cambio lingüístico se relaciona con un cambio paradigmático
mayor, que se ha inclinado desde las teorías estructuralista e innatista del lenguaje
hacia teorías funcionalistas y cognitivistas, que revalorizan el uso, el procesamiento
y la experiencia para la explicación de los hechos del lenguaje.
Como resultado, la posición externista ha significado una apertura disciplinaria
que ha ampliado el foco de los estudios del contacto lingüístico, los que han pasado a
ocuparse de dominios tales como: (1) cambio inducido por contacto y los mecanismos
que lo gatillan (interferencia, transferencia, préstamo y convergencia), (2) adquisición
del lenguaje, (3) procesamiento y producción del lenguaje, (4) conversación y discurso,
(5) ámbitos de uso, funciones sociales y política lingüística, (6) tipología lingüística
(Matras, 2010). En definitiva, esta apertura disciplinaria permite estudiar con mayor
adecuación los resultados lingüísticos de una situación de contacto.

2.2. Reconceptualizaciones y nuevos enfoques en el estudio del contacto de lenguas


Por lo general, en los estudios de contacto lingüístico se han adoptado ciertas
definiciones y posturas en relación con las nociones de transferencia, préstamo,
interferencia y convergencia. De este modo, los trabajos de Weinreich (1968) adoptan
el concepto de interferencia como término clave. Según el autor, la interferencia surge
en situaciones de bilingüismo y es definida como una desviación respecto de la norma
de cualquiera de las dos lenguas que están en contacto. La interferencia implicaría
un reajuste de patrones como resultado de la introducción de elementos extranjeros
en diversos niveles de la lengua: fonología, morfología, sintaxis, léxico (Moreno
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 43

Fernández 2005). Por lo general, la interferencia fue inicialmente reconocida como


un fenómeno del habla. En palabras del propio Weinreich:
Una teoría estructuralista de la comunicación que distingue entre habla (speech) y lengua
(language) (o parole y langue, mensaje y código, proceso y sistema, comportamiento y norma)
asume necesariamenteque “cada evento de habla pertenece a una lengua definida”. Solo a partir
de este supuesto es posible concebir un enunciado que contiene algunos elementos que pertenecen
a una lengua distinta del resto. Puesto que, ya sea el hablante, el oyente, o ambos, conocen a
qué lengua pertenece un enunciado en su conjunto, los elementos no-pertenecientes pueden
ser separados como “prestados” o transferidos. Esta es una manifestación de la interferencia
lingüística5 (Weinreich 1968: 7).

Los estudios actuales de contacto de lenguas consideran la noción de interferencia


como un problema complejo, altamente elaborado, que se analiza desde el punto de
vista lingüístico, sociolingüístico y psicolingüístico. Dado que se trata de un concepto
discutido, con connotación negativa, en la actualidad se ha preferido utilizar la noción
de transferencia, que evita el sentido normativo de agramaticalidad que comporta la
idea de interferencia (Moreno Fernández 2005).
La transferencia se define como la influencia que una lengua ejerce sobre otra y,
más específicamente, como el uso en una lengua B de rasgos característicos de una
lengua A, lo que modifica o reestructura los sistemas de la lengua. Este fenómeno afecta
principalmente a los sistemas léxico-gramaticales, al orden de los constituyentes, a la
desaparición de categorías obligatorias y a la frecuencia de uso de las categorías (Silva
Corvalán 2001, Moreno Fernández 2005). En este contexto, Silva Corvalán (1994,
2001) propone hablar de transferencias directas y de transferencias indirectas6. Las
primeras corresponden al reemplazo de una forma de la lengua B por una forma de la
lengua A, o la adición de una forma de A inexistente en B. Otra forma de transferencia
directa sería la incorporación del significado de una forma de la lengua A al de una
forma existente en la lengua B. Las transferencias indirectas, en tanto, consistirían
en el aumento de la frecuencia en el uso de una forma de B por corresponderse con
una forma prototípica o mayoritaria en la lengua A. Es, asimismo, una transferencia
indirecta la pérdida de una categoría o de una forma de la lengua B que no existe en
la lengua A (Moreno Fernández 2005).
En la presente discusión debemos destacar que los fenómenos de interferencia
se vinculan con el dominio del habla a nivel más individual, mientras que los de
transferencia se relacionan con el traspaso de elementos de una lengua a otra, que se
mantienen de manera más o menos estable en la lengua receptora (Silva Corvalán
2001). En nuestro análisis, interferencia y transferencia corresponden a fenómenos
relacionados, diferenciados en el grado de generalización en términos de comunidad

La traducción es nuestra.
5

También ocupan un lugar relevante en la discusión los fenómenos de préstamo y de convergencia. El


6

primero sería un tipo de transferencia directa, en los términos de Silva Corvalán (1994, 2001), mientras que el
segundo se comprende en el marco de las transferencias indirectas.
44 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

lingüística y frecuencia de uso, así como por la perspectiva analítica subyacente7.


Así, se puede postular un continuum, en cuyo polo más individual y ocasional se
encontraría la interferencia, mientras que en el polo más social y generalizado se
encontraría la transferencia.

2.2.1. Préstamos e interferencias en la visión de Thomason y Kaufman


En términos generales, la teoría del contacto lingüístico de Thomason y Kaufman
(1988) desarrolló una reconceptualización de las ideas de préstamo8 e interferencia9.
Según los autores, en el marco de las relaciones sociolingüísticas entre dos o más
lenguas, existe un vínculo de influjo entre una lengua etiquetada como lengua meta
(LM) y otra reconocida como lengua materna o nativa (LN). En este contexto, puede
ocurrir tanto la interferencia10 como el préstamo. La primera afecta a la lengua meta
y surge en situaciones de cambio o de desplazamiento de lenguas. La interferencia,
según lo anterior, se produciría debido a que el aprendizaje de la lengua meta (LM)
por parte de un grupo de hablantes de la lengua madre o nativa (LN) es incompleto.
Algunos ejemplos pueden ser:
Quechua (LN) - Español (LM): el español hablado por quechua hablantes cuya primera lengua
es el quechua.
Mapudungun (LN) - Español (LM): el español hablado por mapuche hablantes cuya primera
lengua es el mapudungun.

El “préstamo”, en tanto, se define como la incorporación de rasgos en la lengua


materna en situaciones de conservación de lengua (Thomason y Kaufman 1988;
Silva Corvalán 2001). El préstamo, según este enfoque, es un proceso que ocurre

7
Así, en el estudio de los procesos de enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas comúnmente se utiliza
el término “interferencia”, puesto que se lo sitúa a un nivel individual (más que social) y se lo considera un
problema (más que un dato). Por el contrario, el estudio del contacto y el cambio lingüístico, desde un punto
de vista socio y etnolingüístico, lidia con fenómenos sociales (generalizados y frecuentes, aunque expresados
individual y contextualmente), a los que no considera como deficientes, sino como partes de un fenómeno
sociolingüístico que da cuenta de procesos multidimensionales.
8
Estos conceptos –préstamo e interferencia– aparecen en Weinreich (1968), quien vincula a la primera
con una transferencia estable en nivel de sistema y a la segunda con una anomalía pasajera en el nivel del habla.
9
Nuestra pregunta es: ¿Cuál es la definición de préstamos que utilizaremos en el presente trabajo?
Pues bien, hay diversas posturas respecto a dicho concepto. Sin embargo, en la actualidad, dado el carácter
confuso y vago de la noción de préstamo, se utiliza la noción de transferencia como idea general vinculada
al fenómeno particular del cambio inducido por contacto. Este concepto lo encontramos en Silva Corvalán
(1994, 2001); Moreno Fernández (2005); Heine y Kuteva (2005) y en Aikhenvald (2006), entre otros. De este
modo, para Aikhenvald, el concepto de préstamo debe entenderse en un marco amplio, es decir, se trataría de la
transferencia de un rasgo de cualquier tipo de una lengua a otra. Por otro lado, Heine y Kuteva también ocupan
la noción de transferencia en lugar de la de préstamo. La transferencia es para ellos un fenómeno amplio, que
involucra tanto patrones como significados gramaticales, lo que permite reconocer la réplica gramatical, que se
diferencia del préstamo por ser menos visible y muy frecuente en casos de contacto extendidos en el tiempo.
Estas reconceptualizaciones se distancian de las visiones clásicas de préstamo e interferencia (Weinreich 1968
[ver nota 7]).
10
Thomason y Kaufman llaman a este fenómeno “interferencia de sustrato” y lo definen como un sub-
tipo de interferencia. Como se señaló más arriba, en este artículo consideramos la noción de interferencia en
relación con la más general de transferencia.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 45

después de un largo período, y produciría cambios y transferencias estructurales.


En situaciones de préstamo, los hablantes pueden “moverse” desde la lengua nativa
a la lengua meta, lo que gatilla procesos de interferencia y préstamo en esta última
(Thomason y Kaufman 1988; Silva Corvalán 2001).

2.2.2. La noción de convergencia y el estudio del español en contacto


Además de la reinterpretación de los conceptos de préstamo e interferencia desarrollada
por Thomason y Kaufman (1988), en el dominio del cambio lingüístico y del contacto
se ha vuelto común la noción de convergencia. Este concepto, promovido en primera
instancia por los lingüistas praguenses, a través de la noción de evolución convergente,
supone la existencia de un proceso de acercamiento estructural entre las lenguas en
contacto. Dicho acercamiento implicaría una convergencia de naturaleza tipológica y no
genética (Escobar 2001). Esta categoría descriptiva fue retomada durante la década de
1970, y definida por Granda (1996b) como “un conjunto de procesos pluridireccionales,
aunque paralelos en su sentido teleológico, que conduce al desarrollo de estructuras
gramaticales homólogas en lenguas que han estado en situación de intenso contacto
durante segmentos temporales notablemente prolongados” (Granda 1996b:181).
En este caso, la convergencia representa otro proceso, distinto a los de préstamo
e interferencia. Tal fenómeno es guiado, tomando en consideración la propuesta
praguense y la definición de Granda (1996b), por un proceso de homologación e
identificación de rasgos existentes, tanto en la lengua receptora como en la lengua
meta. Comúnmente se sostiene que en la convergencia no ocurre una adaptación
de los rasgos de una lengua a otra, sino más bien, se generalizan, identifican e
intensifican elementos, sistemas y subsistemas que ya existen en la lengua receptora
o meta. Evidentemente, esta definición es de naturaleza inmanentista, pues asume un
acercamiento tipológico y estructural entre las lenguas en contacto.

2.2.3. La replicación gramatical de Heine y Kuteva


La idea de convergencia es muy similar a la de replicación gramatical11, propuesta por
Heine y Kuteva (2005) y comentada más abajo, aunque la primera hace referencia
a un fenómeno más amplio, en tanto que la segunda se refiere a un proceso más
puntual al interior de lo que podría ser –aunque no necesariamente– un proceso de
convergencia. Así, sería posible identificar casos de replicación gramatical como
manifestación de la convergencia entre dos lenguas. Como consecuencia de lo anterior,
otra diferencia radica en que la primera se interpreta comúnmente como un proceso
con una direccionalidad en ambos sentidos, en tanto que la segunda, dado su carácter
más puntual, implica una única dirección, desde la lengua modelo a la réplica.
En la teoría de la gramaticalización no solo se postula que el cambio gramatical
es posible, sino que cualquier parte del sistema gramatical puede transferirse de una
lengua a otra, y que el procedimiento específico del cambio gramatical consiste en

Esta idea será tratada en el punto 2.2.4.


11
46 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

procesos de gramaticalización inducidos por contacto (Heine y Kuteva 2005). En


este caso, se entiende que el cambio gramatical es un proceso general y natural que
ocurre en todas las lenguas del mundo, por diversas razones (relaciones genéticas,
desarrollo sociohistórico, desarrollos paralelos y tendencias, y contacto de lenguas) y,
en particular, los autores afirman que las transferencias de estructuras y de significados
gramaticales son modeladas y reguladas por procesos universales. En este contexto,
se asume la existencia de cambios inducidos por contacto como procesos igualmente
generales que ocurren en situaciones de convergencia de lenguas.
De este modo, lo central de la teoría es la constatación de la transferencia del
significado gramatical, esto es, el tipo de transferencia que considera significados
gramaticales y funciones gramaticales, y combinaciones de significados gramaticales.
En este marco, operaría un tipo de transferencia de naturaleza unidireccional, cuya
denominación –replicación gramatical– sirve de nombre para la teoría. Durante
el proceso de replicación gramatical se distinguen las lenguas modelo (M), que
proveen el modelo para la transferencia, de las lenguas réplica (R)12, que utilizan
dicho modelo de lengua para implementar la replicación en su interior. Los autores
señalan que estas situaciones son comunes y, como anteriormente se expuso, dan
cuenta de transferencias de significados y no de préstamos de forma y significado.
En este contexto, Dreidemie (2010) sostiene que la réplica gramatical manifiesta un
desplazamiento o transformación en la semántica, en la distribución u organización de
los recursos que son propios de la lengua nativa en función de un modelo lingüístico
externo13. En este sentido, la diferencia entre préstamo y replicación radica en que los
productos de esta última son menos visibles, aunque muy extendidos en situaciones
de contacto14.
La replicación gramatical requiere de un proceso cognitivo complejo, pues supone
algún tipo de relación de equivalencia entre las lenguas en que los hablantes generan
la transferencia.De este modo, los hablantes unen un concepto o estructura gramatical
(Mx) de una lengua modelo (M) con un concepto o estructura gramatical (Rx) de
una lengua réplica (R). Esta operación conlleva habilidades del hablante en cuanto al
análisis de las formas y estructuras originales, que luego deben ser copiadas genérica y
selectivamente por los hablantes, para, finalmente, reacomodarlas al código lingüístico
matriz e incorporarlas a la lengua nativa (Dreidemie 2010; Heine y Kuteva 2005).
En términos más generales, el proceso de cambio inducido por contacto se basa
en algún tipo de identificación interlingüística, por lo que los hablantes en situaciones
de contacto intenso tienden a desarrollar diversos mecanismos para hacer equivaler
conceptos y categorías similares entre las lenguas. Así, es común la utilización de

12
Debe señalarse que las nociones de lengua modelo y de lengua réplica son relativas, pues un sistema
lingüístico puede asumir ambos roles.
13
Sin embargo, resulta problemático interpretar cambios estructurales en una lengua receptora o réplica
a partir de la transferencia de significados gramaticales, ya que este proceso no conlleva en todos los casos la
incorporación en la lengua réplica de unidades significativas completas (Dreidemie 2010).
14
Dreidemie (2010) agrega que las réplicas son difícilmente controlables por ideologías o prácticas
puristas.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 47

fórmulas de equivalencia o isomorfismo, herramientas que buscan la correspondencia


entre estructuras de lenguas y dialectos diferentes. En este sentido, se puede destacar
el carácter cognitivo del proceso de cambio lingüístico, puesto que la replicación
gramatical implica la transferencia de significados y funciones gramaticales, los que
se relacionan con la estructuración conceptual de la lengua (Talmy 2000) y, en general,
con sistemas funcionales generales orientados discursivamente (Givón 2001). De
acuerdo con lo anterior, la replicación gramatical surgiría a partir de fenómenos que
tienen que ver con el procesamiento y que se estructurarían parcialmente a través de
la lengua.

2.2.4. La Teoría de la Difusión de rasgos de Aikhenvald y Dixon


Al igual que la teoría de la replicación gramatical (Heine y Kuteva 2005), la teoría de
la difusión de rasgos (Aikhenvald y Dixon 2006) es de naturaleza funcionalista y se
basa en la noción de gramaticalización. Según esta teoría, los rasgos de una lengua
pueden difundirse en otra cuando existen hablantes con algún nivel de competencia
en ambas lenguas en contacto15. De este modo, la variedad lingüística que se forma
en este proceso dependerá de los hablantes y de su competencia, así como de factores
sociolingüísticos generales.
En esta teoría se trabaja con el concepto de préstamo, pero en su sentido amplio,
es decir, entendido como la transferencia de un rasgo lingüístico de cualquier tipo
de una lengua a otra. Se considera que tanto las formas como los patrones son
elementos transferibles, y son entendidos como factores de facilitación del cambio.
Aquí, la forma de un elemento y sus preferencias de uso están condicionadas por la
función y la expresión de una categoría, así como por su correlación con estereotipos
socioculturales (Aikhenvald y Dixon 2006; Aikhenvald 2006).
En relación con la noción de transferencia presentada por los autores (Aikhenvald
y Dixon 2006), se afirma la necesidad de considerar las áreas geográficas para
comprender la difusión de rasgos. La transferencia, por tanto, se entiende como una
difusión de rasgos lingüísticos en una zona geográfica determinada donde conviven
dos o más lenguas. Este proceso puede ser unidireccional o multidireccional. Por lo
general, en las áreas en que hay situaciones de contacto intenso se desencadena la
transferencia y/o la difusión de formas y patrones (rasgos). Aquí, se reconoce que las
lenguas que comparten un área conviven en un estado de interacción permanente. Esta
interacción puede representarse en equilibrio o desequilibrio. En el primer caso, las
lenguas convergen hacia un tipo común. Por el contrario, en el segundo caso, se trata
de un proceso de cambio y/o desplazamiento donde la lengua dominante desplaza a
la minoritaria, lo cual provocaría procesos mínimos de difusión.
Según la teoría de la difusión de rasgos, todas las lenguas son resultado de mezclas,
ya que en algún momento de su historia han acogido formas léxicas y otros recursos
lingüísticos de sus vecinos, lo que es concordante con las tesis dinámicas defendidas

15
Aikhenvald (2006) sostiene que si los rasgos lingüísticos están abiertos a la difusión, entonces puede
transferirse una forma, o bien puede traducirse dicha forma morfema por morfema de una lengua a otra.
48 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

por los modelos funcionalistas ligados al uso y al contexto, así como por los modelos
cognitivistas que defienden la dinamicidad de las representaciones (van Dijk 1993-
1994, 1996; Talmy 2000, 2006; Feldman 2006). En particular, para esta teoría, los
sistemas mixtos o entremezclados (intermixing) emergen de una serie de factores
sociolingüísticos particulares motivados por comportamientos semiconscientes de
los hablantes16. Así, estas lenguas son resultado de fuertes procesos de difusión de
rasgos y de elaboraciones creativas desarrolladas por grupos étnicos, relacionadas
con la prevalencia de su identidad17.
La difusión de rasgos inducida por contacto permite incorporar –o eliminar– una
forma o un patrón, a la vez que se puede mantener la forma o patrón original de la
lengua con una diferencia funcional, o bien, producir una forma o patrón híbrido.
En este contexto, los autores distinguen los “préstamos de sistemas gramaticales”18
de la “adición” de un elemento en un sistema ya existente19. Como resultado, el
cambio inducido por contacto implica la reestructuración de sistemas y subsistemas
gramaticales, lo que puede producir el cambio paulatino en el perfil tipológico de la
lengua.

3. Contacto y cambio lingüístico en los estudios del español de América

3.1. Marco histórico del contacto del español

El panorama general del español en América Latina se articula a partir de condiciones


sociales e históricas variables y dinámicas, que, en el campo específico del contacto
lingüístico, pueden ser descritas en los siguientes escenarios: (1) contactos entre el
español y las lenguas amerindias; (2) contactos entre el español y algunas lenguas
africanas y (3) contactos entre el español y otras lenguas europeas (Granda 1996a). En
términos más generales, se puede observar que la lengua española está en constante
interacción con otras lenguas, lo que se hace más patente si se considera la situación
del español en contacto en cuatro continentes, a saber: (a) en América; (b) en Europa;
(c) en Asia y (d) en África (Silva Corvalán 1995).
En particular, Escobar (2010) describe el proceso histórico del asentamiento
lingüístico del español en América, organizándolo en tres etapas generales de contacto

16
En este caso, el ejemplo propuesto es el de la media lengua, sistema utilizado en la zona andina peruana
y que se caracteriza por tener vocabulario español y sistema gramatical quechua.
17
Aikhenvald y Dixon (2006) sostienen que estas lenguas son resultado de una ingeniería lingüística
semiconsciente realizada por los hablantes. Lo anterior refleja lealtad entre comunidades y mantención de una
conciencia étnica entre las minorías no territoriales.
18
Una lengua puede perder un subsistema gramatical cuando está en contacto, i.e., la marca de número.
19
Por ejemplo, una lengua puede marcar número singular y no-singular y una lengua vecina puede tener
marca de número dual. En este caso, el sistema que no tiene número dual puede innovar, a través de procesos
de gramaticalización o por préstamos.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 49

entre el español y las lenguas indígenas americanas20. En la actualidad, los escenarios


más importantes de contacto español-lenguas amerindias son: (1) Mundo andino
(quechua, aymara), (2) México y Guatemala (maya, nahuatl), (3) Paraguay (guaraní),
(4) Chile (mapudungun).

3.2. La controversia en el español de América

Los trabajos sobre contacto lingüístico y dialectología desarrollados en América


Latina se caracterizan por seguir dos líneas diferenciadas. Por una parte, encontramos
estudios fundamentados desde la dialectología hispanista, fuertemente influenciados
en su origen por los planteamientos normativistas coserianos. Por otra parte, están las
posturas que atienden a factores sociales y de contacto, que, en general, se relacionan
con una mirada más americanista, encabezada por Granda (1994), Zimmermann (1995)
y Calvo Pérez (2000), entre otros.
No obstante la renovación en el campo teórico anteriormente comentada, en
los estudios dialectológicos del español americano sigue predominando un sesgo
fuertemente hispanista. En él, se desestima la idea de transferencia de elementos,
subsistemas, funciones o patrones desde las lenguas indoamericanas hacia el
español, suponiendo que las explicaciones pueden encontrarse en las lógicas internas
del “sistema”. A estas razones epistemológicas deben sumarse las sociológicas,
caracterizadas por una actitud de menosprecio hacia las variaciones del castellano en
situación de contacto. Subyacentes a estas opciones teóricas se encuentran las escuelas
estructuralistas, normativistas, generativistas y comparativistas, a las cuales se recurre
para, junto con invocar una adecuación explicativa, intentar validar la existencia de
sistemas lingüísticos cerrados, que no aceptan formas o variaciones exógenas (Granda
1996a). Inexplicablemente, esta perspectiva supone que la variación que localmente es
considerada como normativa –mediante procesos de legitimación social e histórica– es
parte integrante del “sistema”, mientras que aquélla que es considerada como fuera
de la “norma” solo corresponde a casos anómalos, fenómenos de “registro” que
constituyen interferencias a nivel de habla. Así, esta postura olvida el carácter social
y dinámico de estos fenómenos.

20
La primera etapa se produce durante los siglos XVI y XVII, época en la que se generaron varias
gramáticas de las lenguas indígenas más vitales de esos tiempos. La segunda etapa se produce durante la
colonia española, entre los siglos XVII y XVIII, período en que el contacto lingüístico se generó en razón de
tres contextos de interacción, a saber: (1) tipo de asentamiento hispánico, (2) su localización geográfica y (3)
el tamaño y complejidad de la comunidad. La tercera etapa comienza con la formación de los nuevos Estados
nacionales hispanohablantes durante el siglo XIX (Escobar 2010). Este hecho implicó un cambio en las relaciones
político-sociales, cuestión que llevó la promesa implícita de validar a los indígenas, sus culturas y lenguas, lo
que, sin embargo, no ocurrió. Como resultado, se produjeron diversos movimientos de los grupos indígenas
de América que manifestaron su disconformidad con el incumplimiento de dicha promesa. Estas protestas
trajeron consigo, durante el siglo XX, la atención de los Estados nacionales sobre políticas multiculturales,
multilingüísticas y multiétnicas, lo que generó un proceso de concientización por parte de algunos países en
relación con la mantención de la lengua y la identidad indígenas.
50 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Sin embargo, el estudio de Thomason y Kaufman (1988) activó en América Latina


una corriente creciente que analiza las variedades del español a la luz del contacto
histórico con las lenguas indoamericanas. Esta postura discute la posición hasta
entonces hegemónica, afirmando que las interferencias y transferencias cumplen un rol
importante en el proceso de cambio lingüístico en la lengua receptora. En particular,
esta controversia ha llevado a reconocidos especialistas del contacto a afirmar que
la lingüística moderna ha desvalorizado los fenómenos de transferencia en el nivel
gramatical (Granda 1996a). Como corolario, se sostiene que los cambios se producen
por la situación de interacción e interrelación histórica de dos lenguas en contacto
(Escobar 2001). Más aun, se puede distinguir una tesis americanista, que afirma que
la variedad de español de América ha recibido influencia lingüística intensa de parte
de las lenguas indoamericanas.
Hoy en día, dicha corriente se ve consolidada por las nociones de convergencia
(Silva Corvalán 1994, 1995; Granda 1996b; Palacios 2000, 2007, entre otros), de
difusión de rasgos y de réplica gramatical. Además de la implementación de marcos
de referencia funcionales y cognitivos que abordan el fenómeno (Aikhenvald y Dixon
2001, 2006; Company 2001; Heine y Kuteva 2005; Matras 2010).
En términos generales, para el caso que nos compete, el español como lengua
receptora recibe influencias de todas las lenguas indoamericanas con las que ha
convivido por un periodo histórico sostenido. De este modo, por ejemplo, en la relación
español–mapudungun, pueden estudiarse los cambios suscitados con el mapudungun
como lengua de contacto y con el español como lengua receptora. No sería extraño,
en este caso, que los habitantes de zonas donde interactúan el mapudungun con el
castellano presentasen comportamientos lingüístico-comunicativos singulares, debido
al contacto lingüístico histórico. Aun más, podría postularse una influencia general
de la lengua mapuche sobre el castellano de Chile, de modo que las singularidades
de este último pudieran explicarse parcialmente como cambio inducido por contacto
lingüístico y no solo como la deriva particular de una variante de la lengua castellana
en una posición de aislamiento relativo.

3.3. Cambios gramaticales en los estudios del español de América

La hipótesis externista del cambio lingüístico ha tenido que competir, en América, con
visiones que la han criticado duramente. Baste recordar la controversia suscitada entre
el hispanista Amado Alonso y el indoamericanista Rodolfo Lenz. Para este último, se
debía “investigar hasta qué límites ha llegado esta mezcla del lenguaje español con el
indio en el territorio de la República de Chile” (Lenz 1912: 5). El programa propuesto
por este lingüista marcará la pauta de lo que años más tarde se reconocerá como la
postura que defiende la influencia de las lenguas indoamericanas en la lengua española.
Según Lenz (1912), la lengua española fue trasplantada a los vastos territorios de
América y en este contexto tuvo que amoldarse a la naturaleza de este nuevo mundo,
por lo cual debió adaptarse a otro sistema de vida, uno distinto del español original.
Como se planteó en páginas anteriores, la lingüística moderna desvalorizó la
postura de Lenz y las perspectivas afines. De este modo, en América se reaccionó
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 51

negativamente a los trabajos que defendían el influjo de sustrato por parte de las
lenguas indígenas sobre el español. Famosa es la tesis contraria de Alonso (1939), quien
desestimó los supuestos de Lenz y atribuyó las variaciones del sistema a fenómenos
genéticos internos. Esta controversia ha sido especialmente fuerte en América Latina,
donde continúa una fuerte pugna entre ambas visiones.
Sin embargo, las tesis de Lenz han sido revaloradas por diversos especialistas
(Granda 1994, 1996a; Escobar 2001; Godenzi 1995, 1996; Calvo Pérez 2000 entre
otros), situación que se ha replicado en Chile, donde han resurgido algunas posturas
que sostienen que el castellano local estaría profundamente influido por la lengua
mapuche.
Así, el panorama actual es más matizado y, aunque la tesis hispanista sigue siendo
hegemónica en muchos contextos, ésta ha debido replantear la discusión, asumiendo
las posibilidades de explicar los cambios a partir de factores externos al sistema.
Asimismo, las controversias han acercado las posiciones, por lo que, asumiéndose
la posibilidad del influjo de las lenguas indígenas, las discusiones se han centrado
en la relación entre factores sociales y cambio lingüístico, en el carácter “resistente”
del sistema gramatical y en la posibilidad de explicar las diferencias de patrones de
cambio, ya sea por factores socio-históricos, ya sea por aquéllos conjugados con
factores internos de la lengua meta.
En relación con la permeabilidad de los niveles lingüísticos al cambio, actualmente
la bibliografía del castellano reporta préstamos y transferencias en los distintos niveles
de la lengua, entre las que se distinguen transferencias fonológicas, morfológicas,
sintácticas y pragmático-comunicativas (Calvo Pérez 2000, Silva Corvalán 2001,
entre otros). Nuestra discusión se enfoca en el nivel gramatical, cuestión por la cual
desarrollaremos este punto con mayor especificidad. En particular, Silva Corvalán
afirma que el estudio de la transferencia sintáctica dependerá de la definición de
sintaxis que maneje el especialista. En este sentido, si se considera la noción de sintaxis
como un componente formal de estructuras y relaciones que contraen relaciones
sintagmáticas sin considerar su significado, entonces será imposible la identificación
de ejemplos de transferencia sintáctica. Por el contrario, considerando, afirma la autora,
que los bilingües no transfieren estructuras sintácticas, sino funciones pragmático-
discursivas, nos situamos desde una visión funcionalista, cognitiva y dinámica de la
sintaxis.
De acuerdo con lo anterior, la permeabilidad sintáctica será efectiva en algunos
casos, únicos según Silva Corvalán (2001)21. Sin embargo, según la autora, se
reconocen algunos fenómenos sintácticos al interior del estudio de la lingüística de
contacto, dentro de los cuales se cuentan: las relaciones de orden de constituyentes, la

21
Según Silva Corvalán (1994), el sistema sintáctico de las lenguas es muy resistente a la penetración
de elementos foráneos. El carácter resistente del sistema gramatical, coincidente con la postura tradicional, es
discutido en la bibliografía. Thomason y Kaufman (1988) señalan la permeabilidad del sistema gramatical,
defendiendo que puede transferirse cualquier elemento lingüístico. Se podría sostener que la diferencia de
opinión a este respecto tiene relación con las realidades de contacto y con los supuestos teóricos de los autores.
52 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

concordancia, la dependencia y la opcionalidad en la expresión de algunos argumentos.


La transferencia puede manifestarse también a través de un cambio en la frecuencia
de uso de algunas categorías y construcciones.
Granda (1996b), por otra parte, presenta una taxonomía elemental de fenómenos
propios del contacto lingüístico a nivel morfosintáctico. De esta manera, presenta siete
fenómenos, a saber: (1) la adopción de elementos morfosintácticos procedentes de la
lengua de contacto; (2) sustitución de un elemento morfosintáctico propio por otro
originario de la lengua de contacto; (3) eliminación de un elemento morfosintáctico
propio por influjo de la lengua de contacto; (4) calco funcional de la lengua de
contacto; (5) reestructuración morfosintáctica por presión de la lengua de contacto;
(6) ampliación en la distribución de un rasgo morfosintáctico existente en una lengua
dada por influencia de la lengua de contacto; (7) reducción en la distribución de un
rasgo morfosintáctico existente en una lengua dada por influjo de la lengua de contacto.
En otra línea, Palacios (2000, 2007, este número) habla de cambios indirectos
inducidos por contacto en el nivel gramatical, lo que quiere decir que no serían
necesarios los cambios directos22para que se hable efectivamente de cambio lingüístico
asociado al contacto. Por el contrario, bastaría que existieran estructuras gramaticales
comunes entre las lenguas para afirmar que ha operado el cambio inducido por contacto
a través de la convergencia lingüística. De esta manera, afirma la autora, la existencia
de rasgos o estructuras similares en dos lenguas A y B facilita la influencia de una
para satisfacer las necesidades comunicativas de sus hablantes.
Escobar (2001:11) señala los procesos de cambio lingüístico morfosintáctico en el
castellano en contacto con el quechua, los que atribuye a factores semánticos, tanto en
su proceso (relación de los sistemas semánticos) como en su resultado (extensiones
semánticas).
[…]las características semánticas de ambas lenguas han interactuado de modo que se
han incorporado distinciones nuevas a esta variedad, lo que ha dado como resultado una
reorganización o reinterpretación de los contrastes que subyacen al sistema del español. Este
nuevo subsistema de contrastes se debe a extensiones semánticas, las cuales, a su vez, son el
resultado de que el significado gramatical tiende a generalizarse a través del tiempo, no debido
a un debilitamiento del contenido semántico de la expresión lingüística, sino, más bien, a un
incremento en las funciones que ésta adquiere en oposición a las que tenía en la etapa anterior.

En este contexto, retomando a Aikhenvald y Dixon (2006), se afirma que el contacto


lingüístico intenso e histórico implica la difusión de patrones, los cuales son añadidos a
la lengua en el curso de su historia. En este proceso, un sistema lingüístico se estratifica
en capas de elementos que pueden ser influenciados por la lengua de contacto. De
acuerdo con lo anterior, se constituye un continuo en uno de cuyos extremos se
ubican los rasgos genéticos nucleares de la lengua, y, en el otro, las construcciones

22
En términos de esta autora, “cambios directos” o “transferencias”, pues utiliza esta última noción como
equivalente a la de préstamo. Sin embargo, como se ha discutido en el apartado 2.2, creemos que el concepto
de transferencia corresponde a una noción amplia que contiene transferencias directas (préstamos) e indirectas
(que pueden considerarse fenómenos de convergencia y replicaciones).
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 53

que pueden ser influidas por el contacto. Dichos rasgos nucleares estarían integrados,
según Aikhenvald (2006), por la morfología flexiva, núcleo que sería difícilmente
influido, seguido luego por el núcleo del lexicón. Posteriormente, las construcciones
sintácticas ocupan el tercer lugar en la jerarquía, finalizando la estratificación con las
estructuras discursivas y las expresiones idiomáticas.
En esta misma línea, retomando los supuestos de Heine y Kuteva (2005), diremos
que el cambio gramatical es posible sobre la base de los patrones de uso y de las
categorías gramaticales. La transferencia no solo obedece a formas gramaticales
explícitas sino también a extensiones de los significados gramaticales y a la capacidad
de los hablantes para construir estructuras isomórficas de las lenguas en contacto. A
nivel gramatical, por tanto, son posibles las transferencias. Asimismo, en opinión
de Aikhenvald (2006), cada lengua tiene de forma subyacente alguna influencia de
sus vecinos, producida en un momento histórico particular. En conclusión, diversos
autores (Silva Corvalán 1994, 2001; Granda 1996b; Moreno Fernández 2005; entre
otros) afirman que el nivel morfosintáctico de una lengua A puede recibir influencias
de la lengua de contacto B. Esta influencia puede acelerar el cambio que estaba en
curso en la lengua A antes del contacto con B, pudiendo ser directo o indirecto, o bien,
dar inicio a un tipo de cambio lingüístico que haga derivar la lengua hacia patrones
y formas no contempladas en ningún prediseño. Por otro lado, la transferencia de
patrones y formas dependerá directamente de las expresiones y funciones que existan
en las lenguas en contacto. De este modo, si la lengua A posee elementos para expresar
algún rasgo de la lengua B, entonces los utilizará y traspasará un patrón, una forma
o un significado léxico o gramatical de B a su sistema.
Respecto a lo anterior, nuestra postura se distancia de la visión general adoptada
por los investigadores, pues concebimos que la estructura de la lengua receptora es
relevante, aunque no determinante en los procesos de cambios inducidos por contacto.
En este sentido, consideramos la lengua como un constructo activo y dinámico, no
rigidizado ni autocontenido. Este supuesto tiene tres consecuencias relevantes: i) la
codificación lingüística ofrece un sistema de opciones recurrentes que experimentan
“sedimentación” pero no “autonomización” de los procesos activos que la constituyen;
en consecuencia, ii) la variación y el cambio lingüístico son procesos constitutivos de
la historia de actualización del sistema lingüístico; y, en la práctica, iii) la gramática
corresponde a un sistema de estructuración conceptual (en términos de Talmy 2000)
y de automatización (del subsistema del código comunicativo, en términos de Givón
2001), que se presenta en un equilibrio dinámico, en el sentido de que, no siendo
rígida, tiende a la sedimentación y a la perduración mediante el uso de las mismas
estructuras para funciones pragmático-discursivas nuevas (Givón 2001). En este
sentido, reafirmamos que, junto a los factores lingüísticos, pragmáticos y discursivos,
los procesos sociolingüísticos, el desarrollo histórico-social y la dimensión socio-
cognitiva constituida en las comunidades son condiciones básicas y elementales para
la constitución del código y el estudio del cambio lingüístico.
En este marco, solo resta reafirmar que, a la luz de los hechos históricos y
del desarrollo teórico de la lingüística de contacto, son insostenibles las posturas
formuladas desde la visión hispanista. Así, el reconocimiento explícito de factores
54 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

históricos, sociales, geográficos y culturales hacen que las visiones centradas en la


estructura per se sean insuficientes para explicar la complejidad de un fenómeno
interactivo, sociocognitivo e histórico-cultural.

4. El castellano como lengua receptora en su interacción con el mapudungun

Los trabajos sobre el castellano hablado en comunidades mapuches23 han sido


diversos en relación con los sujetos estudiados, los objetivos ylas metodologías.
Así, mientras algunos se orientan a la población adulta bilingüe mapuche-castellano
(Álvarez-Santullano y Contreras 1995 24; Contreras 1999, 2009), otros se detienen en
la población escolar (Hernández y Ramos 1978, 1979, 1984 25; Lagos y Olivera 1988).
Por otra parte, el objetivo ha variado desde la descripción de rasgos particulares de
un tipo de variante del castellano en distintos niveles lingüísticos –fonético, léxico y
morfosintáctico– (Hernández y Ramos 1978, 1979, 1984; Lagos y Olivera 1988), al
estudio de la variación entre variables sociolingüísticas (en los distintos niveles de la
lengua) en relación con los ámbitos de uso (en el seno familiar, en la escuela, en las
ceremonias tradicionales, etc.) (Contreras 1998, 1999), y al estudio, finalmente, de
ciertas construcciones (en el nivel morfosintáctico, en particular, el sintagma nominal
y el verbal), comparando la singularidad de las construcciones castellanas con la
sintaxis mapuche (Acuña y Menegotto 1996). Por último, las metodologías han sido
principalmente descriptivas (Álvarez-Santullano y Contreras 1995; Contreras 1998,
1999, 2009; Hernández y Ramos 1978, 1979, 1984; Lagos y Olivera 1988), aunque
también se han establecido descripciones y comparaciones entre las dos lenguas en
contacto (Acuña y Menegotto 1996).
En esta sección, se presenta una descripción general del sintagma nominal
castellano en relación con el mapuche, en la línea propuesta por Acuña y Menegotto
(1996), enfatizando sus similitudes y diferencias, seguida de una reflexión acerca de
los lineamientos que, a partir de las investigaciones ya realizadas (Álvarez-Santullano
y Contreras 1995; Contreras 1998, 1999, 2009; Hernández y Ramos 1978, 1979,

23
Hernández y Ramos (1978, 1979 y 1984) llaman “castellano mapuchizado” a esta variedad. En este
artículo, le llamamos castellano hablado por mapuches o castellano de comunidades en contacto.
24
Álvarez-Santullano y Contreras (1995) presentan un trabajo vinculado con el español hablado por
huilliches; este trabajo es de naturaleza descriptiva, al igual que los desarrollados por Hernández y Ramos,
y se enfoca fundamentalmente en precisiones de naturaleza dialectológicas. En este sentido, se afirma que el
castellano hablado por huilliches presentará rasgos particulares que derivan del contacto con el tsesungun y
de la lateralidad de la zona con respecto a otros lugares donde se practica una versión más estandarizada del
castellano. Los fenómenos se describen de acuerdo con niveles del lenguaje; de esta forma, se consideran para
la descripción los niveles fonológicos, léxicos y morfosintácticos, siguiendo la pauta planteada por Hernández
y Ramos (1978, 1979).
25
La tesis fundamental que se propone en dichos estudios se vincula con la existencia de un castellano
que se aparta de la norma estándar, lo cual trae consigo problemas comunicativos y de aprendizaje entre los
niños. Se sostiene, además, que se requiere la implementación de planes y programas de enseñanza-aprendizaje
del castellano entre las comunidades rurales de la región. El bilingüismo, de este modo, representa, para estos
autores, un problema que repercute en las prácticas pedagógicas y en las interacciones comunicativas.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 55

1984; Lagos y Olivera 1988; Acuña y Menegotto 1996), pueden trazarse en nuevas
indagaciones.

4.1. El sintagma nominal en castellano y en mapudungun

En esta sección, se van a tratar tres aspectos gramaticales del sintagma nominal (formas
y patrones) cuya variación en el castellano de contacto con el mapudungun ha sido
estudiada en distinto grado: i) morfología de las palabras (Acuña y Menegotto 1996;
Lagos y Olivera 1988; Contreras 1999); ii) concordancia de género y número (v.gr.,
sustantivo-adjetivo) (Hernández y Ramos 1978, 1979; Lagos y Olivera 1988; Acuña
y Menegotto 1996; Contreras 1999; 2009); y iii) orden de palabras (Lagos y Olivera
1988; Acuña y Menegotto 1996; Contreras 1999). A continuación, se presentan las
similitudes y diferencias entre la organización sintagmática nominal en las lenguas
mapuche y castellana, con un énfasis en los aspectos en que se centra la discusión
de este artículo.
En primer lugar, a pesar del carácter polisintético de la lengua mapuche, que se
manifiesta mediante abundante sufijación, ésta es ostentada mayoritariamente por el
verbo (Salas 1992; Zúñiga 2006; Smeets 2008, de modo tal que, comparativamente,
la morfología nominal y adjetiva es reducida en cantidad de categorías/morfemas y
en frecuencia de uso. Así, la lengua mapuche concentra en el verbo –por contraste
con el sintagma nominal y adjetivo– la mayor carga en la expresión de las categorías
gramaticales. En particular, a diferencia del castellano, el mapudungun no marca género
ni número en la morfología nominal, y, en general, no marca género morfológicamente
en ninguna clase de palabras26. Por el contrario, la lengua mapuche puede marcar
número –gramatical– en algunos adjetivos, que, por tanto, no concuerdan en número
con ninguna marca morfológica del sustantivo27. Sin embargo, está sujeto a discusión
si los sustantivos, así como los adjetivos y pronombres, pueden exhibir otras categorías
gramaticales, a saber, evidencialidad (sufijo “-(ü)rke”) (1), énfasis (sufijo “-lle”) (2) e
implicación emotiva (sufijo “-(y)em”) (3), o bien, constituyen partículas libres cuyo

26
En el caso del número, éste se señala mediante distintos procedimientos, algunos de los cuales pueden ser
concurrentes: i) en sustantivos animados, preferentemente, por medio de la partícula “pu”; ii) con la anteposición
de lexemas que indican pluralidad (numerales, adjetivos pluralizados, formas adverbiales); iii) mediante la
formación de sustantivos de naturaleza colectiva (sufijos “-wen” ‘asociativo’ (Smeets, 2008) o ‘construcción
diádica’ (Evans, Golluscio y Mellico 2010) y “-(e)ntu” ‘colectividad de elementos naturales similares’); iv)
mediante el uso de los pronombres complementarios “engu” o “engün” (dual y plural, respectivamente); o v) en
ausencia de marcas en el sintagma nominal, mediante la indexación del referente en un morfema dual o plural
del verbo.
27
En el adjetivo, por otra parte, se puede utilizar el sufijo “–ke” como pluralizador (Salas 1992). Según
Smeets (2008), aunque tiene el resultado de pluralizar, este sufijo no es un real pluralizador, sino que cumple
una función distributiva. En definitiva, tanto la descripción expuesta en esta nota como en la nota anterior
demuestran que la categoría gramatical número –aunque en menor grado que el género– no es preeminente en
la lengua mapuche.
56 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

ámbito podría exceder el del sustantivo para extenderse, más ampliamente, sobre el
sintagma nominal en su conjunto28:
(1) Tami ñuke-rke tüfey
tumadre-EVI aquélla29
Ah, así que aquélla es tu madre.
(2) Tañi domo-lle küdaw-ke-y
mi mujer-ENF trabajar-HAB-3.IND
Mi mujer trabaja (habitualmente).
(3) Tañi ñuke-yem la-y
mi madre-EMO morir-3.IND
Mi mujer trabaja (habitualmente).
En segundo lugar, como fue expuesto en el párrafo anterior, el sintagma nominal
mapuche no requiere establecer concordancia entre sustantivo y determinantes,
adjetivos, ni algún otro modificador nominal. Así, a diferencia del español, cuyo
sistema de hiperconcordancia está bien descrito (Hernández 1996; Marcos Marín et
al. 2007; Asociación de Academias 2009; 2010) 30, el mapuche tiende a especificar
género31(3) y número (4) solo en algunos casos, y mediante procedimientos no siempre
concurrentes. En definitiva, no se establece concordancia, entendida ésta como la
manifestación de marcas morfológicas equivalentes y sistemáticas (3 y 4)32.

(3.a) Tañi küme lamngen küpa-l-i feychi yewün.


mi buen- herman- venir- CAUS-3.IND ese paquete
Mi buen/a hermano/a trajo ese paquete.

28
Si bien podría discutirse el carácter ligado de dichos morfemas (o, por el contrario, su carácter
de partículas libres), éste se podría sostener a partir de su dependencia fonológica y estructural. Un grupo
relativamente distinto de morfemas, que podrían identificarse como partículas libres, está integrado por “no”
`polaridad negativa’, “peno” ‘modalidad epistémica irrealis (duda/confirmación)’, “chi” ‘modalidad epistémica
irrealis (duda/posibilidad)’, “am” ‘presuposición’; “may” ‘confirmación de presuposición’, y algunas más.
29
En este trabajo se utilizan las siguientes abreviaciones gramaticales: 3: 3º persona gramatical; CAUS:
causativo; DEF: determinante definido; EMO: implicación emotiva; ENF: enfático; EVI: evidencialidad; HAB:
habitual, IND: modo indicativo; PL: plural.
30
Hernández (1996) sostiene que tanto el morfema de género como el de número deben considerarse
como morfemas de sintagma, esto es, morfemas que afectan a todo el sintagma nominal. En este caso, el género
operará como infraestructura de la frase nominal, mientras que el número lo hará superpuesto al género. Ambos
elementos conformarían el “entramado articulador” que soporta todo el grupo nominal funcional.
31
Como se dijo más arriba, el mapudungun no ostenta marcas morfológicas de género, y solo lo hace
marginalmente con el número. En cuanto al género, los procedimientos más comunes son la utilización de
nombres heterónimos (“domo” ‘mujer”, “kuse” ‘anciana’, “wentru” ‘hombre’, “peñi” ‘hermano hombre’),
algunos de los cuales pueden anteponerse a sustantivos de uso ambiguo (“domo wenüy” ‘mujer amig-’ versus
“wentru wenüy” ‘hombre amig-”), o de no especificación lingüística. Traducimos “wenüy” por ‘amig-‘, ya que
no indica género.
32
Aunque se presentan frecuentemente marcas morfológicas concurrentes en el número, tal concurrencia
no es obligatoria, y de hecho, según Smeets (2008), las marcas indican categorías diferentes (“pu” indicaría
‘colectividad’ (el conjunto de los x), en tanto “-ke” indicaría ‘distributividad’ (todos y cada uno de los x)). En
este artículo, no abundaremos en su especificidad, por lo que ambos serán traducidos como plural.
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 57

(3.b) Tañi domo lamngen küpa-l-i feychi yewün.


mi mujer herman- venir- CAUS-3.IND ese paquete
Mi hermana (mujer) trajo ese paquete.
(4.a) Tati che aku-y.
DEFgente llegar.acá-3.IND
La gente llegó acá.
(4.b) Tati pu che aku-y.
DEFPL gente llegar.acá-3.IND
Las personas llegaron acá.
(4.c) Tati fücha-ke che aku-y.
DEF anciano-PLgente llegar.acá-3.IND
Los ancianos llegaron acá.
(4.d) Tati pu fücha-ke che aku-y.
DEFPL anciano-PL gente llegar.acá-3.IND
Los ancianos (~el grupo de ancianos) llegaron acá.

En tercer lugar, el orden de constituyentes del sintagma nominal es similar, pero


diferente, entre el mapuche y el castellano. Ambas lenguas encabezan el sintagma con
un determinante, que puede ser artículo, posesivo, demostrativo o cuantificador33, el que
es seguido, ya sea por el núcleo nominal, ya sea por los modificadores. Sin embargo,
mientras en el mapuche la posición del modificador adjetivo es invariablemente antes
del nombre34, en el castellano es, frecuentemente, posterior35 (comparar las versiones
castellana y mapuche de 3 y 4).
En resumen, aunque las tres características del sintagma nominal han recibido
atención en la bibliografía, la concordancia y, por ende, la morfología, han sido más
estudiadas que el orden de palabras, probablemente debido a las singularidades que
se han observado en el castellano de contacto. Adicionalmente, cabe destacar que
los autores, en general, han enfocado estos fenómenos desde teorías normativistas,
considerando que el castellano “mapuchizado” corresponde, por carencia, a un
alejamiento de la norma culta. Así, Contreras y Álvarez-Santullano (1997) y Contreras
(1999), si bien reconocen el carácter funcional e histórico de las variantes, abrazan
la concepción de la “carencia” y del “alejamiento de la norma”. Ambos autores le

33
Se ha discutido la propiedad de considerar la existencia de un artículo propiamente tal en la lengua
mapuche (Raguileo, s.f.; Hernández, Ramos y Huenchulaf 2006). Una opción es considerar dicha categoría como
producto de un proceso de emergencia diacrónica en marcha (Jacqueline Caniguan, comunicación personal),
relacionada a la historia de contacto con el castellano. Nuestra opinión es similar, en tanto el uso de alguno de
los determinantes (“artículos”) mapuches (“chi”, “ti”, “tichi”, “tati”, “tachi”, etc.) parece ser esporádico, poco
frecuente, y dependiente del contexto y del registro.
34
Solo algunas oraciones de relativo, que en su expresión más reducida pueden estar formadas por una
sola palabra (un verbo nominalizado), deben ir postpuestas al núcleo nominal.
35
Por otro lado, mientras en castellano las cláusulas relativas son postpuestas (en relación con el sustantivo),
la lengua mapuche acepta cláusulas relativas antepuestas y postpuestas.
58 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

denominan “discordancias” a algunos procesos de replicación gramatical (de género


y número) inducidos por el contacto del mapuche sobre el castellano. Algunos de sus
ejemplos son los siguientes:

(5.1) Antes existía más la costumbre original nuestro (Contreras 1998).


(5.2) En veces los chiquillo(s) llevan bien su estudio (Contreras 1998).
(5.3) Se quedan debajo de los monte (Contreras y Álvarez-Santullano 1997).
(5.4) Antes Ø jóvenes no sabían hablar castellano (Contreras 1998).

A partir de los ejemplos anteriores, llama la atención que los autores denominen
“discordancias” a los casos de replicación gramatical que, a partir del modelo
mapuche, no indiquen las marcas morfológicas de género, al tiempo que llamen
“pseudodiscordancias” a la tendencia hacia la eliminación de las marcas de número (5.2
y 5.3). Tal como señalan los autores, en el segundo caso no solo intervienen factores
morfológicos, sino también –fuertemente– rasgos fonológicos muy extendidos en el
castellano de Chile. Por lo tanto, nuestra constatación de que el término “discordancia”
entrañaría una visión normativista se vería refrendada con el acomodo teórico que
proponen dichos textos para evitar desconocer la variante del castellano chileno general
como la estándar. Por el contrario, el señalamiento de elementos (transferencias)
que se han modificado en el castellano a partir del contacto con la lengua mapuche,
cuestionaría su carácter de “estándar”, denominación que, de mantenerse, supondría un
“estándar” dinámico, actualizado en la interacción real, abierto al cambio lingüístico
por contacto, y con probable influencia indígena. Desde una visión hispanista, se
podría argumentar, “en el mejor de los casos”, que el límite entre algunos rasgos
de la variante general no mapuche y de la variante mapuche comunitaria es difuso.

5. El castellano de contacto. Proyección y reflexiones

Uno de los objetivos de este trabajo fue el de explicitar el problema del contacto
lingüístico entre el castellano y las lenguas indoamericanas, con especial atención
a la interacción entre el mapudungun y el castellano de Chile. Para conseguir dicho
fin, presentamos y discutimos –en ocasiones críticamente– una serie de planteos
vinculados a la problemática, ejemplificamos, además, a través de un breve análisis
del SN del castellano de la comunidad o castellano de contacto.
Como hemos tratado de demostrar, el estudio de este fenómeno lingüístico debe
considerarse en el marco de la historia sociolingüística de los hablantes y, además, en
vinculación íntima con la dinámica sociohistórica e interactiva que se ha desarrollado
entre los códigos en contacto. Por lo anterior, sostenemos la necesidad de volver a
estudiar las influencias posibles –y comprobables– de la lengua mapuche sobre el
castellano de Chile.
Es en este contexto donde explicamos el castellano de contacto a partir de
la interacción de dos sistemas de lenguas tipológicamente diferentes, los cuales
Aldo Olate et al. / Cambio lingüístico y contacto de lenguas. Nuevas miradas e interpretaciones... 59

organizan de forma distinta tanto las estructuras sintagmáticas como las categorías
gramaticales en la estructura del SN. Este hecho nos lleva a sostener la transferencia
de los significados gramaticales de género y número en forma de patrones (Aikhenvald
y Dixon 2006) desde la lengua mapuche al castellano de contacto. Según lo anterior,
la variedad de contacto prescinde de las categorías morfológicas en el adjetivo y,
en ocasiones, en los determinantes, lo que genera la restricción de las opciones del
inventario castellano a un único término, ambiguo en relación con el género, que
corresponde frecuentemente a la terminación masculina.
Por otra parte, desde la teoría de la replicación gramatical, se diría que los hablantes
mapuches de los ejemplos citados han establecido un cambio semántico a partir del
análisis e identificación (por lo tanto, de un procesamiento cognitivo) de las categorías
gramaticales de su segunda lengua en relación con las de su lengua materna. En este
sentido, los hablantes producirían un cambio en la distribución y organización de
algunos recursos semántico-gramaticales a partir de un modelo externo.
Sin embargo, ¿respecto a qué español hacer la comparación del español de
comunidades en contacto? ¿Cómo establecer una referencia válida? A partir de la
discusión que se llevó al final del apartado 4, nos parece problemático referirnos a
una “norma” española estable, identificando con ella el castellano de las élites. En
términos más generales, la norma i) es un constructo histórico e, incluso, político, por
lo que no es “aséptico” ni “imparcial”; ii) en tanto construcción social, es también una
expresión de las actitudes lingüísticas (por ende, puede acercarse más al ámbito del
deseo que al de la interacción real); iii) es una abstracción de la variación lingüística
generada en relación con los dialectos, registros, idiolectos, etc.; por lo tanto, iv) es
variable diacrónicamente y situacionalmente, y, finalmente, v) incluye elementos de
las variedades locales (por ejemplo, indígenas) en distinto grado, por lo que sería más
adecuado hablar de continuum entre variantes.
Así, incluso los enunciados lingüísticos que pueden considerarse como parte de la
“norma” o del “estándar” corresponden a variantes del castellano que pueden ostentar,
en distintos niveles lingüísticos y grados de abundancia y frecuencia, variables que
se han transferido desde las lenguas indígenas y, en el caso del castellano chileno,
desde la lengua mapuche, entre otras36. Por lo tanto, la tesis sostenida por Lenz (1912)
hoy vuelve a plantearse desde las teorías de la singularidad del español americano.
Con todo, este trabajo constituye un primer acercamiento al tema, ya que a través
de él fijamos las bases teóricas y los principios operativos que guiarán estudios futuros
del castellano de contacto.

36
Sin embargo, cabe retomar la problematicidad del estudio de las “discordancias” de número a que nos
referimos al final del apartado anterior, pues sostenemos que este tópico requiere de la máxima rigurosidad, ya
que, en su producción e interpretación no solo interviene el nivel morfológico, sino también el fonológico.
60 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

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Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 63 - 82
Universidad de Chile

El pluscuamperfecto de indicativo en contacto


con tres lenguas amerindias

Élodie Blestel
Universidad de Rennes 2 – Haute Bretagne, Francia

Resumen: Ciertas manifestaciones dialectales del pretérito pluscuamperfecto de


indicativo presentan en Hispanoamérica características que discrepan del valor
que se atribuye tradicionalmente a este tiempo verbal –a saber, la expresión de una
acción pasada, anterior a otra también pasada– ya que permiten expresar o bien la
admiratividad o la evidencialidad, que son categorías semánticas presentes en las
lenguas adstráticas de las zonas implicadas (familias quechua y aru en el área andina
y guaraní en el Paraguay). Si bien tales manifestaciones han de ser estudiadas a la
luz de estas presiones adstráticas, no se ha considerado hasta ahora con suficiente
claridad las causas internas que permiten semejante convergencia. En este trabajo,
volvemos sobre esas manifestaciones diatópicas y proponemos que es la operación
cognitiva inherente al uso del pretérito pluscuamperfecto de indicativo en la lengua
la que permite no solamente la aparición de tales manifestaciones discursivas en
América, sino su mantenimiento y convivencia con valores más normativos de este
tiempo verbal.
Palabras clave: pretérito pluscuamperfecto de indicativo, contacto, variación,
cognición, convergencia.

Spanish pluperfect indicative in contact with three Native American languages


Abstract: Some Latin American diatopic occurrences of the Spanish pluperfect
indicative differ from the traditional uses of this tense –namely, the expression
of an action in the past that occurred before another action in the past –. These
occurrences can express mirativity or evidentiality, which are semantic categories
present in the adstratic languages of those areas (the Quechua and Aru families in the
Andean area, and Guarani in Paraguay). Although these cases have been regarded
as effects of cross-linguistic influence, we must also look for the internal causes that
allow such convergence. In this paper, we revisit those diatopic occurrences and
argue that it is the cognitive operation involved in the use of pluperfect in language
which allows not only the emergence of such discursive occurrences in American
Spanish, but also their use and coexistence with more canonical uses of that tense.
Key words: Spanish pluperfect indicative, contact, variation, cognition, cross-
linguistic convergence.
Recibido: noviembre 2011 Aceptado: enero 2012

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Departement de Langues Étrangères Appliquées, Université
de Rennes 2, 428, Bâtiment E, Site Rennes-Villejean, France o al correo electrónico: <[email protected]>
64 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

1. El pretérito pluscuamperfecto entre norma y variación diatópica

Tradicionalmente, las gramáticas de la lengua española han ido afirmando que el


pretérito pluscuamperfecto de indicativo ha de ser considerado como un tiempo
relativo, que remite a una situación anterior a una primera situación pasada. Así, en
la Nueva Gramática de la Lengua Española (en adelante NGLE):
El Pretérito Pluscuamperfecto (Había cantado) designa una situación pasada y concluida,
anterior a otra igualmente pasada, que puede mencionarse o no (Real Academia Española y
Asociación de Academias de la Lengua Española –en adelante RAE– 2009: 1786).

Sin embargo, la misma gramática reconoce que en algunos países de Hispanoamérica se


presentan usos del pluscuamperfecto documentados como “imperfectos evidenciales”,
en los cuales la acepción de anterioridad deja paso a la de sorpresa del hablante:
En efecto, en el español peruano andino (no necesariamente en el costeño) resultan naturales
oraciones como Así que habías tenido novia, con el sentido de ‘Recién me entero de que tienes
novia’. [...]. Así, en la Sierra ecuatoriana no resultaría extraña la siguiente secuencia: Ayer,
cuando la llamé por teléfono, había sido tarde y nadie me contestó, en la que se entiende ‘Caí
en la cuenta de que era tarde’. [...] En el español popular paraguayo se atestigua el empleo
de había sido a modo de expresión adverbial que precede o sigue la oración, como en Había
sido ya es tarde (‘Recién me entero de que ya es tarde’) o Ya es tarde había sido, de idéntico
significado (RAE 2009: 1789).

Como se puede comprobar en estos enunciados citados por la NGLE, no es la acepción


de anterioridad la que impera, ni mucho menos la de pasado. Lo que expresa el
pluscuamperfecto aquí es únicamente el hecho de que el hablante renuncie a sus
expectativas con respecto a una información. En el primer ejemplo, el hecho de que
el oyente tenga novia había sido y sigue siendo verdadero en el mundo referencial.
Ahora, el remitente del mensaje lo ignoraba, se da cuenta de ello y expresa su sorpresa
mediante el uso de un pluscuamperfecto.
Asimismo, la acepción de anterioridad tampoco prevalece en el otro uso que, en el
mismo apartado de la gramática, los académicos asimilan esta vez con el “condicional
de rumor”:
En Bolivia se registran usos evidenciales del pluscuamperfecto similares al condicional de
rumor, como en Había ido a la fiesta (‘Habría ido a la fiesta’ o ‘Talvez fue, pero no me consta
que sea así’) (RAE 2009: 1789).

La NGLE no nos proporciona más explicaciones. Tras haber expuesto el valor que
considera como principal o básico para este tiempo verbal, describe lo que califica de
“variantes”: al igual que “la variante de cortesía”, el pluscuamperfecto es presentado
en su “variante” evidencial. Eso sí, el contexto evidencial es la última variante que se
nos presenta y no sabemos si se tiene que atribuir al hecho de que se trata de un uso
exclusivamente americano, o si es porque “Estas construcciones no han pasado a los
registros formales” (RAE 2009: 1789). En todo caso, lo que sí asoma es una voluntad
implícita de parte de la NGLE de presentarnos este fenómeno como una manifestación
periférica del pluscuamperfecto.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 65

Nosotros, en cambio, consideraremos este fenómeno con el mayor intéres, pues son
muchas las interrogantes que surgen ante semejantes manifestaciones discursivas. Si
no podemos considerar este pluscuamperfecto como la expresión de una anterioridad,
y tampoco la de un pasado, entonces ¿qué transmite este tiempo para que los
hablantes lo hayan elegido a pesar de todo? ¿Cuáles son los elementos inherentes al
pluscuamperfecto que contribuyen a expresar la idea de sorpresa en estos usos y la
de pasado de pasado en otros? La pregunta fundamental sería de índole teórica: ¿qué
lugar tienen que ocupar estos usos a la hora de hallar un significado que subsuma
todas las manifestaciones discursivas del pluscuamperfecto de indicativo?
Podríamos considerar que las manifestaciones discursivas antes expuestas son
excepciones que no ponen en tela de juicio el significado de lengua1 de “situación
pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada”. Ésta es la postura de la NGLE,
que, dicho sea de paso, es la única gramática general de la lengua española que
menciona estos giros problemáticos, ya que las demás los ocultan rotundamente2. En
este caso, le tocará al lingüista explicar el porqué de estas manifestaciones. Hasta ahora,
es lo que se ha ido haciendo, aunque de forma fragmentaria y dispersa, a la luz de las
hipótesis adstráticas, las cuales describiremos de manera detenida en la segunda parte
de este trabajo. Veremos sin embargo que si bien esas hipótesis ayudan a entender en
parte lo que se da en esas zonas de contacto de lenguas, no evitan el escollo de la unidad
de la lengua en un sentido más abstracto: en todos y cada uno de los casos, lo que se
usa es un mismo significante, o mejor dicho, la misma asociación de significantes,
a saber, el giro perifrástico conocido bajo el nombre de pretérito pluscuamperfecto
de indicativo. Esta unidad semiológica tiene que conllevar forzosamente una unidad
de significado, lo que supone que ninguna manifestación discursiva pueda entrar
en contradicción con este significado. Este escollo lo analizaremos, con otros, en la
tercera parte de nuestro estudio.
Ante estas manifestaciones diatópicas, optaremos por otro enfoque: el que
consiste en cuestionar ante todo el significado tradicionalmente admitido para el
pluscuamperfecto, pues nos parece que, antes de atribuirlo todo a la influencia de
las lenguas adstráticas, tal vez sea conveniente plantearse de nuevo lo que supone el
empleo del pluscuamperfecto a nivel cognitivo. Ello no implica necesariamente que
renunciemos a las hipótesis adstráticas que se han ido avanzando hasta ahora, sino
que nuestra propuesta pretende contribuir a la comprensión del fenómeno desde una
perspectiva más unitaria que dé cabida a las conclusiones necesarias pero, repitamos,
fragmentarias de los estudios dialectales que se han llevado a cabo hasta ahora. Esta
propuesta la presentaremos en la cuarta y última parte del presente estudio.

1
El término “lengua” ha de entenderse aquí en su acepción guillaumiana, es decir, por oposición a
“discurso”.
2
En efecto, el problema no se menciona en las gramáticas del español sino solamente en estudios
monográficos sobre la evidencialidad (Aikhenvald 2004), o, exceptuando el trabajo de F. Bermúdez (2008), en
estudios lingüísticos que tratan del español de América (véanse Lienhard 1992, Sánchez 2004, Navarro Gala
2006, Olbertz 2009, Speranza 2006 y 2010, además de los estudios que citaremos más adelante).
66 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

2. Las hipótesis adstráticas

Un interesante acercamiento al fenómeno considerado lo podemos encontrar en los


trabajos que describen y explican las rasgos específicos de las distintas variedades
dialectales del español americano. Ya en su época, Charles Kany describía estos usos
del pluscuamperfecto como una “especie de elipsis del pensamiento del hablante”
que había que considerar “con un sentido de presente”:
Es interesante el uso popular del pluscuamperfecto había sido, más un sustantivo, pronombre o
adjetivo generalmente, con sentido de presente o imperfecto de indicativo para expresar sorpresa
o admiración: ¡había sido usted! con el significado de ¡conque es (o era) usted! Esta locución
parece representar una especie de elipsis del pensamiento del hablante: era usted y yo no lo
sabía, o yo no creí que era usted, o que había de ser usted (Kany 1969: 202).

Sin embargo, el estudioso norteamericano no daba más detalles sobre su posible


procedencia. Otros lingüistas han formulado una explicación: se trataría de un préstamo
funcional procedente de dos categorías semánticas presentes en las lenguas adstráticas
de las zonas implicadas: la de admiratividad y la de evidencialidad 3. La miratividad se
manifiesta por la aparición de marcadores lexicales o morfosintácticos que permiten
al hablante expresar su sorpresa ante una información nueva o inesperada y, sobre
todo, ante su propia toma de conciencia: ya sea porque este mismo hablante ignoraba
lo que acaba de descubrir, o bien porque no lo había tomado en consideración. La
evidencialidad, en cambio, codifica la fuente de la información transmitida por el
emisor del mensaje, es decir que permite llegar a saber si el hablante ha tenido un
acceso directo o indirecto a la información4.
Estudiemos primero el caso del contacto del pluscuamperfecto con la lengua guaraní
y luego el de la variante andina del español en contacto con las familias aru y quechua.

a. El pluscuamperfecto en contacto con el guaraní 5

Detengámonos en este primer ejemplo sacado de nuestro corpus6. En este fragmento


de una novela de J. B. Rivarola Matto, Daniel finge darse cuenta de que los aros que

3
En este aspecto seguimos a S. DeLancey, el cual distingue la miratividad de las categorías epistémicas,
y evidenciales (véanse DeLancey 1997 y 2001).
4
Numerosos idiomas no tienen marcadores específicos de una u otra categoría y las dos se expresan
mediante el léxico o la sintaxis. En el caso de las lenguas amerindias, en cambio, estamos ante la presencia de
marcadores morfosintácticos específicos de la miratividad o de la evidencialidad. Ahora, como son dos categorías
muy próximas, a veces coinciden en un mismo marcador gramatical, pues uno puede caer en la cuenta de algo
porque adquiere la información de segunda mano.
5
Retomamos aquí las principales conclusiones que hemos expuesto en otro estudio aún por publicar:
Blestel É. Contact de langues et convergence morphosyntaxique: quelle est la nature du changement ? Le cas
de había sido au Paraguay [Comunicación presentada durante el XIII coloquio internacional de linguística
ibero-románica, universidad de Leuven, 3-5 febrero 2011]. Revue Romane (John Benjamins).
6
Se trata del corpus que sustenta nuestro trabajo de tesis “Pour une autre approche du plus-que-parfait :
le cas de la périphrase había sido en espagnol contemporain” para optar al grado de Doctor en Linguística,
Universidad de Rennes 2 – Haute Bretagne (Francia).
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 67

ha elegido para Ofelia son los que le quedan mejor. Se lo notifica a Ofelia mediante
un empleo adverbial del verbo ser conjugado en la tercera persona del singular del
pluscuamperfecto:

(1) Ofelia suspiró, resignada:


- ¿De qué me vale? Hoy quería estrenar los aros que me trajiste y me tuve
que disfrazar para el espejo... No hay nadie para mirar un poco por una.
- ¡Jha’é! -protestó Daniel, con esa seriedad jocosa que daba tanta risa-. Hace
rato que lo vi. Me callaba nomás por delicadeza -y sonriendo como para
disculparse por una confidencia, agregó-. No me vas a creer, pero busqué
mucho hasta encontrar el que me pareció que te quedaría mejor... ¡acerté,
había sido!
- ¡Mentiroso! -gimió Ofelia, largándole un pellizco (Rivarola Matto, J. B.,
Yvypóra, Paraguay, 1970)7.

Los especialistas que han estudiado hasta ahora la variante dialectal del español de
Paraguay atribuyen este efecto discursivo a la traducción del morfema verbo-temporal
guaraní -ra’e 8. Ciertamente, en ciertos contextos, el morfema -ra’e y el giro había
sido parecen coincidir perfectamente tanto desde un punto de vista semántico como
sintáctico.

i. Afinidades semánticas
Aunque desconozcan los estudios lingüísticos mencionados, los hablantes bilingües
español-guaraní saben perfectamente que -ra’e puede ser traducido por había sido,
y a la inversa, pues los dos pueden, juntos o de manera separada, marcar la sorpresa
del hablante. Existen casos en los cuales, antes que recurrir al calco había sido, los
hablantes insertan el mismo préstamo guaraní en su oración castellana. Un buen
ejemplo se puede encontrar en este titular del Diario Popular 9:

(2) Los ronquidos pueden llegar a matar ra’e (Diario Popular, Paraguay, 2007).

Otras veces, los periodistas emplean uno para sustituirlo enseguida por el otro, siempre
con la intención de manifestar el descubrimiento de una realidad que los protagonistas
no habían tenido en cuenta:

(3) Buscaban como loco la cocaína y había sido estaba techo ári

7
En todos los ejemplos del corpus las cursivas son nuestras.
8
Se utiliza la expresión “verbo-temporal” para diferenciar estos morfemas de los morfemas nominales
que también pueden expresar tiempo en guaraní. En el caso de -ra’e, se trata de un morfema verbal retrospectivo
y evidencial que marca el acceso indirecto a una información pasada. En ciertos contextos, recubre una acepción
admirativa.
9
Numerosos ejemplos de nuestro corpus fueron sacados del Diario Popular en el cual encontramos una
variante del español paraguayo más bien coloquial y por consiguiente fuertemente marcada por las interferencias
del guaraní.
68 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

[…] Los agentes de la Senad se las arreglaron para encontrar la merca que ra’e
estaba escondida sobre el techo de la vivienda allanada (Diario Popular,
Paraguay, 2009)10.

Había sido y -ra’e también pueden aparecer juntos, como en este nuevo ejemplo del
mismo periódico:

(4) Y había sido ra’e cuando hacés dieta tu cuerpo debe acostumbrase a ella
para abandonarla o si no, subís el doble (Diario Popular, Paraguay, 2007).

La correspondencia es tal que numerosos son los estudiosos del guaraní que recurren
al calco para explicar el morfema -ra’e. Es el caso de N. Krivoshein de Canese y
F. Acosta que califican el morfema guaraní de “cognoscitivo” antes de traducirlo por
el giro antes descrito:

[c]ognoscitico ra’e […]


Osẽ ra’e – Había sido que salió (Krivoshein de Canese y Acosta 2001: 29).
M. Correa de Báez también adopta esta postura:
Omba’apónipo – había sido que trabaja
Ojoguánipora’e – había sido que compró (Correa de Báez 1999: 117).

De ahí a afirmar que se trata de un guaranismo, hay poco trecho y es lo que tal vez
explique la aseveración de B. Usher en su estudio sobre el castellano paraguayo:
En el Paraguay es muy corriente “había sido”, en expresiones como éstas: “Estaba enfermo, había
sido” o “Había sido que estaba enfermo” = Hasy nipora’e, con la significación de “había estado
o estuvo enfermo verdaderamente”. [...]. Es de notar que la gramática guaraní del P. Restivo
(p. 304, año 1724) ya lo registra como traducción del nipora’e, lo cual autorizaría a pensar que
el giro “había sido que” es un guaranismo (Usher de Herreros 1976: 75).

Si bien los autores que han llegado a citar el estudio de B. Usher no se han pronunciado
sobre el origen del giro admirativo había sido, todos señalan que el verbo ser en
pluscuamperfecto es la forma más adecuada para traducir el morfema -ra’e en el
dialecto paraguayo (véanse Liuzzi 1987: 88, Liuzzi y Kirtchuk 1989: 13, Palacios
Alcaine 1999: 60 y 2008: 291).

ii. Afinidades sintácticas


Desde un punto de vista sintáctico, el pluscuamperfecto había sido aparece en tres
configuraciones posibles en el español paraguayo.

10
Notemos que se da una alternancia análoga a la de “-ra’e” y “había sido” entre “techo ári” y “sobre el
techo”.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 69

La primera (5) no pone en tela de juicio las normas sintácticas del castellano, pues
aquí solamente el contexto de la enunciación nos permite tener la relación predicativa
por admirativa:

(5) [Mapa - 15-9-2006 a 02:36] : Mbaeichapa re ñeñandu ko yvy porame


“Paraguay”. Mboheara, avy a reimehaguere koape, tere hasa poraite nde
rogayguani. Añoa ha pojopy […]
[¿Cómo te sentís en esta linda tierra, Paraguay, profesora ? Me alegro de que
te encuentres aquí, que pases bien con tus familiares. Abrazos y apretón de
manos (para vos...)]11
[Florencia - 15-9-2006 a 19:51] Hola MAPA!!! Profesor de nuestra dulce
lengua guarani habias sido!!! Gracias por la linda bienvenida en nuestro
idioma nativo (La Cueva, Paraguay, 2006).

Al darse cuenta Florencia de que Mapa se expresa con fluidez en guaraní, lo califica de
verdadero “profesor”. Pero, desde un punto de vista puramente sintáctico, no contradice
la norma, pues podría entenderse también como una expresión de anterioridad.
Un segundo tipo de estructura es la del verbo cópula ser, conjugado en la tercera
persona del singular del pluscuamperfecto seguido de una oración subordinada
completiva introducida por el morfema que. Es así como se manifiesta el giro en la
nota publicada por Brigitte Colmán en el diario Última Hora a raíz de la elección de
un nuevo Jefe de Estado en Paraguay (6):

(6) “Había sido que se puede…”  


La semana pasada estuve a punto de escribir un comentario sobre el presidente
electo y las desmedidas esperanzas y expectativas que su gobierno despierta,
aun cuando faltan todavía dos meses para que asuma. […] (Última Hora,
Paraguay, 2008).

Este segundo tipo podría relacionarse con el giro correspondiente en presente de


indicativo es que como en estos ejemplos sacados de la NGLE :

(7) Tú no podrás estar más cansado; más cansado no; y es que habrás caminado
mucho, a caballo, a pie (Fuentes, Artemio); Laura enseguida me lo nota. Has
estado de servicio. Y es que no lo aguanto, se me hunden los ojos y tardo
tres días en reponerme (Martín-Santos, Tiempo); Era casi un analfabeto. Y
casi lo sigo siendo. Y es que el que nace lechón muere cochino (Chamizo,
Paredes) (RAE 2009: 3484)12.

En la Gramática descriptiva de la lengua española, Ma J. Fernández Leborans


califica los giros del tipo es que de “oraciones copulativas especificativas reducidas”

Le damos las gracias al Mag. Miguel Ángel Verón por la traducción.


11

Las cursivas son nuestras.


12
70 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

(Fernández Leborans 1999: 2403-2407). La autora ve en es que una construcción que


requiere un contexto comunicativo previo que permita considerar que la oración es el
atributo de un contenido implícito, que puede ser fácilmente inferido del contexto o
de la expectativa creada por la situación inmediata. Una vez más aquí, es el empleo
de una perífrasis aspectual el que introduce un cambio, pero desde una perspectiva
puramente sintáctica, el giro impersonal ser que no es ninguna novedad en español.
El tercer y último tipo de uso que se da en Paraguay sí plantea problemas con
respecto a la norma sintáctica. Se trata de un fenómeno que se puede observar en el
registro oral y/o coloquial del español paraguayo y que consiste en un uso adverbial
del giro perifrástico había sido, como en (8), (9) y (10):

(8) Había sido se perdió su pasaporte, por eso no pudo viajar Marín (Diario
Popular, Paraguay, 2009).
(9) Ayer, de nuevo en el programa “Fútbol a lo grande”, que conduce Arturo
Máximo Rubín, volvieron a pasar la grabación de Roque [...]. También le
hicieron una nota al cantante Leo Barreto de “Los cucarachos del Paraguay”,
quien enseñó a vocalizar a Roque. Ellos había sido se reúnen siempre voi a
tocar la guitarra y darle con todo al canto (Diario Popular, Paraguay, 2004).
(10) “Yo seguía estudiando y había faltado a una clase de investigación en el
Archivo Nacional. Pensé que me iba a reclamar esa ausencia. ‘Buenas tardes,
profesor’ saludé. Desde el otro lado de la línea escucho: ‘Ya quisiera ser su
profesor’. Era, había sido, Gumersindo, quien me invitó a tomar un cafecito
en el centro”, cuenta la viuda del poeta (Villarik, Paraguay, 2004).

Desde un punto de vista funcional, había sido afecta aquí al conjunto del enunciado.
¿Acaso este fenómeno tiene que ser atribuido a la interferencia del morfema guaraní?
Podríamos afirmarlo a la vista de la sintaxis de los morfemas de tiempo de la lengua
indígena: estos afectan no solamente al verbo sino también al sistema deíctico y
nominal, como lo afirman S. Liuzzi y P. Kirtchuk:
Un hecho de gran importancia respecto a los morfemas de tiempo y de aspecto en este idioma es
que pueden afectar no solo a las partes de la oración generalmente designadas como “verbo”, sino
también a aquellas que forman parte del sistema deíctico y nominal (Liuzzi y Kirtchuk 1989: 3).

Tal vez sea esta posibilidad del guaraní la que ha llevado N. Krivoshein de Canese
y F. Acosta  a identificar en un primer tiempo -ra’e como un adverbio para luego
documentarlo de nuevo entre los morfemas de modo sin mencionar la expresión del
pasado, contrariamente a la gran mayoría de los especialistas de la lengua guaraní 13 :

13
Véanse Guash 1948, Krivoshein de Canese 1998, Trinidad Sanabria 1998, Palacios Alcaine 1999 y
2008, Zarratea 2002, Silvero Sanz y Manfroni 2006, Verón 2006 o De Guarania 2008. Todos incluyen -ra’e
entre los morfemas de pasado.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 71

Ra’e : adverbio, “conque, ahora me doy cuenta que” [...].


El modo expresado por -ra’e indica el conocimiento que adquiere el hablante o su sorpresa al
enterarse en un momento dado de la realización de una acción, y puede usarse con verbos en
tiempo presente, pasado y futuro (Krivoshein de Canese y Acosta 2001: 29 y 101).

Esta incidencia de segundo grado bien podría ser un rasgo sintáctico prestado de la
sintaxis del guaraní: debido a su afinidad semántica, los hablantes amoldarían había
sido al modelo sintáctico de -ra’e. Sin embargo, vamos a ver más adelante que algunos
elementos nos invitan a matizar esta hipótesis.

b. El pluscuamperfecto de indicativo en el área andina

Las variantes evidenciales del pluscuamperfecto de indicativo las encontramos más


bien en las zonas caracterizadas por estar en contacto con las lenguas de las familias
quechua y aru14. Estas lenguas constan de marcadores morfosintácticos que marcan
la categoría semántica que hemos expuesto más arriba, que señala la relación del
hablante con la fuente informativa del mensaje transmitido15.
Los estudiosos de estos dos grupos de lenguas han destacado una diferenciación
funcional entre formas de pasado que denotan el conocimiento directo del hablante
(pasado no narrativo) y otras que transmiten acontecimientos que no han sido
presenciados por el mismo hablante: el pasado narrativo o delegatorio. Así, los
elementos morfológicos -ñaq en el quechua central y -šqa en el quechua periférico se
oponen funcionalmente a la marca -rqa que caracteriza las formas verbales de pasado
no narrativo (De Granda 2002: 259). A estas marcas exclusivamente verbales, tenemos
que añadir los sufijos -mi/-n (conocimiento directo) y -ši/-s (conocimiento inferido)
que pueden agregarse a palabras de cualquier categoría gramatical (Manley 2007: 1).
En aimara, el pasado delegatorio se marca mediante el elemento -tayna (Hardman
1983 y Laprade 1981 citados por De Granda 2002: 258) y, como en quechua, existen
también las marcas -siw/siwa y -qa, -psa que indican respectivamente el carácter
indirecto e inferencial de la información.
En el ya famoso estudio de C. A. Klee y A. M. Ocampo publicado en 1995, las
autoras señalaban que “The past perfect is used to indicate that the speaker has not
witnessed the action or state described by the verb or that the speaker was unaware
of the situation.” (Klee y Ocampo 1995: 62). Así, según las autoras, los hablantes
bilingües español-quechua habrían reinterpretado el sentido del pluscuamperfecto
de manera que “The temporal distance that these tenses mark in standard Spanish is
transposed to an evidential distance in bilingual Spanish” (Klee y Ocampo 1995: 64).
De Granda comparte esta opinión cuando describe cuáles son las funciones respectivas
del pasado compuesto y del pluscuamperfecto en el español andino:

14
Para un resumen sobre la cuestión de las denominaciones relativas a estas dos familias lingüísticas,
véase De Granda 2002: 258.
15
Sobre la diferenciación evidencial en quechua, véanse Cerrón Palomino 1976: 174-176, 1987: 273-274
y 1994: 109-111, Caravedo 1996: 165 y De Granda 1994, 2001 y 2002.
72 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

[…] En otros términos, el pasado compuesto (o simple) del español andino denota el
conocimiento directo por parte del hablante de la acción o circunstancia transmitida mientras
que el pluscuamperfecto indica el conocimiento indirecto, no personal, de la misma […] (De
Granda 1994 : 183-184 y 2002 : 261-262).

Mientras que De Granda atribuye este fenómeno a un calco funcional con los sufijos
verbales -šqa y -rqa, para A. M. Escobar, esta reinterpretación ha de ser atribuida a los
sufijos evidenciales -ši/-s y mi/-n, los cuales tienen carácter obligatorio en quechua:
The evidential use of the pluperfect, however, is attributed to the influence of the reportative
suffixes of Quechua (Schumacher) and Aymara (Hardman 152). The Quechua verbal system
includes two past suffixes. One is -rqa, which can appear with all persons and indicates a past
event; it is the past form which appears in verbs in propositions with the evidential morpheme
-m(i) for witnessed information. The second suffix is -sqa, which can appear with all persons
and is used to refer to past situations which describe myths, historical information, or reported
information. It ap-pears in verbs in propositions with the evidential morpheme -s(i) for reported
infor-mation. Since evidential markers are obligatory in Quechua, Wilck has suggested that for
past events, in particular, the main concern of Quechua speakers is “the reliability, validity, and
source of the information” (1991, 264; also Martin) (Escobar 1997: 865)16.

En las zonas caracterizadas por el contacto entre el español y la lengua aimara, A.


Laprade ha observado que el pluscuamperfecto ha experimentado la influencia de
la lengua indígena ya que, según el estudioso, este tiempo “expresses the aspect of
surprise and non personal knowledge upon encountering an unknown or something
seen for the first time or something that occurred without one realizing it” (Laprade
1981: 223, citado por Manley 2007: 3).
En los ejemplos reproducidos a continuación, los usos del pluscuamperfecto
son muy parecidos a los que aparecen en el castellano paraguayo en contacto con el
guaraní, tanto en los usos impersonales de ser que como en los que establecen una
relación predicativa entre un sujeto y un atributo ( tú > ser < mujer en el primer
ejemplo):

(11) Verónica Mercado, 24 años


“Teníamos un poco de miedo”
Al inicio teníamos un poco de miedo, porque nos dijeron que las personas
que trabajaban en las refinerías eran mayores. En el lugar no había operadores
mujeres tanto así que en el área de procesos no había baños para mujeres. En
ese sentido también, el otro día estaba abriendo una válvula, llega un señor
de Transredes, me ve de espaldas y cuando me ve de frente me dice: “ay
habías sido mujer”. Y claro, como si una mujer no podría hacer lo que hacen
los hombres. Hemos tenido la oportunidad de demostrar que las mujeres
también pueden (Plataforma energética, Bolivia, 2007).

16
Las cursivas son nuestras.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 73

(12) Ahora que recuerdo, durante el último ciclo de vida estuve oliendo de
esos aromas de limpieza pero no lograba ubicar la fuente. Pensé que eran del
local de frascos y frasquitos […]. Pero ahora me doy cuenta de que había
sido que estaban limpiando el local este y no me había percatado de ello. En
realidad nadie se había percatado de ello, pues ni Toddy, ni la tropa de los
20 y por supuesto yo, nos habíamos dado cuenta de lo que estaba pasando
(Una marmota en el barrio de Lima, Perú, 2008).
(13) Por el lado de Chávez, informes de fuentes de inteligencia venezolanas
dicen que poseen pruebas de las relaciones del Gobierno de Uribe con las
desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Y la carta de
Correa es que, según las investigaciones de los ecuatorianos, la incursión,
que en un principio Colombia dijo que había sido que fue una persecución
en caliente, fue planeada y con ayuda de alguna “potencia extranjera”, desde
la base de Manta (Ecuador), operada por EE.UU. en virtud de un convenio
que no va a ser renovado (El Diario, Ecuador, 2008).

Si el ejemplo (11) es claramente mirativo, podríamos considerar que los dos siguientes
son reinterpretaciones evidenciales como se ha ido avanzando en los estudios
mencionados. No obstante, vamos a ver que algunos elementos no nos permiten
adherir completamente a esta hipótesis.

3. Problemas teóricos planteados por las hipótesis adstráticas

a. ¿Un calco funcional?

En todos los efectos discursivos descritos en estas tres distintas variantes del español
americano, el hablante tiene un uso del pluscuamperfecto que discrepa del valor
comúnmente admitido para este tiempo verbal, a saber, el que consiste en designar “una
situación pasada y concluida, anterior a otra igualmente pasada, que puede mencionarse
o no” (RAE 2009: 1786). Si seguimos a los partidarios de las hipótesis adstráticas,
estaríamos ante la aparición de nuevos empleos del pluscuamperfecto debidos a la
interferencia de las lenguas indígenas. Esta interferencia habría intervenido por lo
menos al principio, pues J. Dubois et al. definen ésta como un fenómeno “individual”
e “involuntario”, contrariamente al préstamo y al calco:
On dit qu’il y a interférence quand un sujet bilingue utilise dans une langue-cible A un trait
phonétique, morphologique, lexical ou syntaxique caractéristique de la langue B. L’emprunt et
le calque sont souvent dus, à l’origine, à des interférences. Mais l’interférence reste individuelle
et involontaire, alors que l’emprunt et le calque sont en cours d’intégration ou sont intégrés dans
la langue A (Dubois et al. 2007: 252-253).

Estas interferencias iniciales habrían dado lugar a los calcos que observamos ahora
en las variantes del español en contacto con el guaraní, el quechua o el aimara. Pero
si los hablantes traducen, “reproducen” o “imitan” – para retomar los términos de T.
74 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Lewandowski17 –, ¿cuáles son los elementos que reproducen? ¿Qué han reconocido
los hablantes en el pluscuamperfecto que los haya llevado a traducir las categorías
de la admiratividad o de la evidencialidad así? Si estos calcos introducen un cambio,
¿en qué consiste este cambio?
Si en castellano paraguayo el pluscuamperfecto mirativo es un “guaranismo”,
como se ha afirmado, se trataría entonces de un mecanismo de analogía: el morfema
retrospectivo -ra’e que contribuye en el discurso a expresar la categoría de la
admiratividad, habría originado esta posibilidad discursiva en el pluscuamperfecto.
Los hablantes atribuirían entonces al pluscuamperfecto un nuevo efecto discursivo
que habrían prestado de la lengua guaraní. Esta forma de préstamo sería pues el calco
que hemos descrito. Ahora bien, el calco, a diferencia del préstamo, está constituido
de elementos que ya forman parte del sistema lingüístico con sus valores y posibles
efectos discursivos. Esto no deja de plantear problemas, pues si el pluscuamperfecto
ha cambiado de “valor”, entonces estaríamos ante una reestructuración completa del
sistema verbal, pues el conjunto de las formas (imperfecto, pasado compuesto, etc.)
tendría que reorganizarse en función de este cambio.
Además, se plantea otro problema que es el del origen: admitamos que ahora se
haya dado un cambio en el significado del pluscuamperfecto en estos países, cosa
que no creemos, en el origen, ¿por qué los primeros hablantes han optado por el
pluscuamperfecto entonces para expresar la evidencialidad o la admiratividad? Pues
alguien ha de haber empezado algún día.

b. Y en el principio había sido era...

A. M. Escobar afirma que estos nuevos giros evidencian una forma de evolución del
pluscuamperfecto:
Historically, the pluperfect can develop an epistemic meaning and then become a subjunctive
(Klein-Andreu; Bybee et al. 234), as did the Latin indicative pluperfect, which became the
subjunctive imperfect (in -ra) in Spanish (Klein-Andreu). Conse-quently, we may regard the
evidential use of the pluperfect in Spanish in contact with Quechua (a use which marks a type
of epistemic meaning) as constituting a more advanced stage in the evolution of the pluperfect
in Spanish (Escobar 1997: 865-866).

Pero al optar por esta postura, A. M. Escobar no explica cómo este calco ha aparecido
en los primeros tiempos. Además, la autora no toma en cuenta que no todos los
estudiosos sacan las mismas conclusiones en cuanto a los empleos de los tiempos
verbales en los Andes. Constan las conclusiones de M. Manley para la zona del español
en contacto con el quechua:
The finding that these seventy participants seemed to avoid the use of the past perfect in Spanish
and clearly communicated information that was gathered through direct, firsthand experience

17
“Calco. 4. Traducción elemento a elemento, reproducción formal y semántica de unidades de la lengua
donante en la lengua propia, imitación del elemento extranjero […]” (Lewandowski 2000: 42).
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 75

in the few instances when the past perfect was employed contradicts the claim made by Klee
and Ocampo (1995), Lipski (1996), Escobar (1997), Lee (1997) and de Granda (2001), among
others, that the Spanish present perfect and past perfect verb tenses indicate a contrast in epistemic
meaning (Manley 2007: 16).

Por otra parte, si nos atenemos a las estudios que hemos llevado a cabo en Paraguay,
podemos percatarnos de que los dos tipos de empleos, es decir, pluscuamperfecto
admirativo y pluscuamperfecto “canónico” o normativo, todavía cohabitan sin
ocasionar ningún problema de identificación. Así, en el fragmento que sigue, el
periodista no vacila en emplear primero un había salido que designa una situación
anterior a otra designada por volvió, para luego seguir con un había sido que impersonal
e indiscutiblemente admirativo:

(14) Un extraño suceso ocurrió ayer a eso de las 8:30 horas, cuando tres sujetos
a cara descubierta llegaron a bordo de un automóvil [...]. La casa es propiedad
del médico Jesús Amarilla Núñez (61), quien minutos antes había salido
para ir a caminar y cuando volvió se encontró con el vehículo frente a su
residencia. Había sido que dos de los sujetos que portaban placas policiales
ya estaban dentro de su residencia, exigiendo a la empleada que le entregue
todo lo que había de valor en el sitio (Diario Popular, Paraguay, 2008).

Es más: si el origen de estos giros tiene que ser atribuido a una que otra presión
adstrática, entonces, ¿cómo explicar la existencia de esos usos en zonas que no
están en contacto con las lenguas indígenas mencionadas? En efecto, en su obra de
1969, C. Kany citaba a Tiscornia – el cual presumía que estaba ante un “uso típica
o exclusivamente gaucho” (!) – antes de enumerar todos los países en los cuales se
ha atestiguado este empleo del pluscuamperfecto: Bolivia, Perú, Ecuador, Chile,
Argentina, Uruguay… pero no el Paraguay. Luego, numerosos autores han mencionado
este giro desde entonces. Así, H. Toscano Mateus en 1953:
Paralelamente con el empleo de ha sido por es, el pluscuamperfecto suele reemplazar al
imperfecto de indicativo. Este uso está menos circunscrito que el anterior, pues hay ejemplos
de habla gauchesca (BDH, III, pág. 264) y en toda la Argentina, en el Uruguay, Bolivia y Perú.
Este uso tiene también sentido admirativo y supone ignorancia previa: “vino un nuevo al colegio;
había sido (era) negro”[...] (Toscano Mateus 1953: 260-261).

V. J. Pérez Sáez ha estudiado este empleo en el español del noroeste argentino


(Pérez Sáez 1996). El autor se asombra también de la diferencia entre el valor del
pluscuamperfecto que se suele encontrar en las obras especializadas y esta posibilidad
diatópica. Para él, se trata de un caso de “neutralización con el presente”, la cual
no diferiría de las neutralizaciones que podemos observar con el imperfecto o el
pretérito simple. Pero, para explicar la coexistencia de estas neutralizaciones con el
uso “general” –entendamos aquí estándar o normativo– de los tiempos verbales, el
autor opone el argumento del “efecto estilístico”:
Cabría preguntarse si la actual alternancia del pluscuamperfecto con los otros tres tiempos [id
est presente, imperfecto y presente compuesto] y su coexistencia con el uso general podría ser
76 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

interpretada como una presencia simultánea de dos normas: una superada en el español general
y otra más moderna (Pérez Sáez 1996: 776).

¿Signo de modernidad? ¿Efecto estilístico? Como no logra explicar la emergencia de


estos usos, el autor pasa revista a todas las posibles explicaciones adstráticas antes de
adoptar la tesis del “arcaísmo” de un uso “ya atestiguado antes de 1492”, pero cuya
pervivencia no puede explicar (Pérez Sáez 1996: 776).
En todo caso, parece que el “arcaísmo” de V. J. Pérez Sáez tiene el futuro por delante
si nos atenemos a la gran vitalidad de la cual goza todavía este giro en Argentina, como
aquí en este intercambio entre dos internautas argentinos en el foro de la enciclopedia
Wikipedia en español. Mientras que Marcelo y Barteik intercambian consejos sobre
el uso de la plataforma, Marcelo se percata de que su interlocutor es argentino, y se
lo notifica por el verbo ser conjugado en pluscuamperfecto:

(15) [Barteik - 23:28 - 2 nov 2008] Ya está retiré las plantillas, por cierto mil
disculpas, conosco a los dos, ya que yo tambien soy argentino. ¿Te parece
correcto que agregue un infobox a Aniceto Latorre? Quedaría mas completo.
Saludos, y mil veces disculpas, es un problema técnico.
[Marcelo - 23:34 - 2 nov 2008] Eso me pasa por mirar el primer mensaje en
lugar de tu página de usuario. Yo escribiéndote de tú y por poco no de vosotros
y vos habías sido argentino... Bueno, sobre las infobox, [...] (Wikipedia, La
enciclopedia libre, Argentina, 2010).

c. ... ¿era evidencial?

En la variedad del español chileno, N. Olguín y G. Soto ven en el giro del tipo
¡No se me había ocurrido nunca! una variante admirativa del pluscuamperfecto en
Chile. Aunque esta variante presente cierto número de restricciones con respecto a
sus equivalentes andinos y paraguayos, los autores llegan a sugerir “que el pretérito
pluscuamperfecto, por su estructura temporal, se presta para la expresión de este
significado” (Soto y Olguín 2010: 102). Esta es la idea desarrollada también por F.
Bermúdez en su estudio sobre el pluscuamperfecto de indicativo, en el cual el autor
no menciona las presiones adstráticas del todo sino que presume que se trata más
bien de la naturaleza del significado primario de este tiempo verbal la que explicaría
la existencia de estos giros:
Esto nos llevó a explorar la posibilidad de que el significado primario del PCP no fuera temporal
(ubicar un evento en un ámbito temporal determinado) sino evidencial, más concretamente
un marcador con el que el hablante se distancia epistémicamente de lo dicho en el enunciado,
asignándole una perspectiva evidencial (Bermúdez 2008).

No adherimos al término “evidencial” propuesto por el autor, pues ello significaría


que el pluscuamperfecto marca la fuente de la información y no es el caso, pero sí
compartimos con F. Bermúdez, N. Olguín y G. Soto la opinión de que la aparición de
tales usos se debe explicar por las distintas posibilidades potenciadas por el significado
del pluscuamperfecto.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 77

4. El enfoque del significado cognitivo en Lengua

a. Una doble extracción

Ya sea admirativa, evidencial, relativa o pasada, la perífrasis había sido, para seguir
con un ejemplo recurrente en el presente estudio, permanece sin cambios: que se
le atribuyan o no estas etiquetas, son estos dos mismos significantes los que la
lengua manifiesta en cada uno de los casos. Por lo tanto, proponemos caracterizar el
pluscuamperfecto no por lo que puede llegar a “designar” en el discurso –es decir una
situación pasada y terminada en la mayoría de los casos, pero también, a veces, una
situación presente como hemos podido comprobar– sino más bien en función de la
operación de conceptualización que permite la asociación de estos dos significantes.
El pluscuamperfecto es la combinación de dos elementos. Para definir el primer
elemento –había–, recurriremos a la terminología establecida por G. Luquet en su
nueva teoría de los modos en la descripción del verbo español, donde el autor pone en
tela de juicio la oposición tradicional entre modo indicativo y modo subjuntivo para
establecer otra entre las formas modalmente actualizadoras y las formas modalmente
inactualizadoras. Las primeras (actualizadoras) son las “formas que usa un hablante
cuando quiere (y puede) relacionar directamente un acontecimiento con su presente
de experiencia” (Luquet 2004: 63) cuando las formas modalmente inactualizadoras
son las “que usa un hablante cuando no quiere (o no puede) relacionar directamente
un acontecimiento con su presente de experiencia” (Luquet 2004: 64). Para establecer
esta dicotomía, el autor se basa en la distinción objetiva según la cual todos los
paradigmas verbales del modo actualizador evidencian una diferencia de significante
entre la persona 1 (yo) y la persona 3 (él, ella, usted), cuando los paradigmas del modo
inactualizador no diferencian las personas mencionadas18.
De esta manera, la forma –había– corresponde a lo que G. Luquet califica de
“presente inactualizador”, el cual permite al hablante conceptualizar “un presente
desligado de toda experiencia de tiempo” (Luquet 2004: 51). Esta forma inactualizadora
de presente conjugada en tercera persona se ve asociada en el discurso a un participio
con el cual se representa la relación predicativa como terminada. Con había sido por
ejemplo, el enunciador marca cierta distancia con la relación atributiva mediante un
doble movimiento de extracción con respecto al momento de habla: primero porque
decide relegar esta relación atributiva al modo inactualizador, entonces ya no la
considera como parte de su tiempo de experiencia. Por otra parte, marca de nuevo una

18
G. Luquet aclara que utiliza las expresiones de “formas actualizadoras” o “inactualizadoras” y no de
formas de “lo actual” o de “lo inactual” para “subrayar que, excepto en las condiciones sintácticas que imponen el
uso de unas u otras, la elección de un modo es una operación –es decir, un acto de lenguaje– que refleja el punto
de vista adoptado por un hablante en el momento de referir a una determinada situación de experiencia”. Señala
al respecto que en la historiografía gramatical española, las nociones de “actualidad” y de “inactualidad” han sido
utilizadas para ilustrar posiciones muy parecidas, y cita los trabajos de H. Weinrich (Le temps, 1973), Eugenio
Coseriu (Das romanische Verbalsystem, 1976) y Wolf Dietrich (“Zur Funktion der Spanischen Verbform auf
-ra” y “Actualité et inactualité de l’action: les fonctions modales dans le système verbal des langues romanes”,
1981) (véase Luquet 2004: 64, nota 42).
78 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

distancia al mostrar la relación como terminada cuando en el mundo referencial esta


relación sigue vigente. De hecho, solo la enunciación permite al interlocutor entender
que ese había sido ha de ser entendido como admirativo.
Bien vemos que entre el mundo referencial y lo que dice el hablante al respecto,
hay mucha diferencia. Cuando Marcelo dice (15) “y vos habías sido argentino” porque
se acaba de enterar de que Barteik es argentino, ubica (con “habías”) esta relación
atributiva fuera de su presente de experiencia. Es también lo que haría un español
en una situación análoga, pues diría “no sabía que eras español”. En cambio, lo que
diferencia el giro admirativo del español peninsular es el aspecto terminativo: mediante
este empleo, el hablante introduce una ruptura, pues muestra como terminada una
relación atributiva que no se ha terminado en la realidad, y los actantes de la situación
lo saben muy bien. Es así como el hablante marca su toma de conciencia.
Cabe señalar por otra parte que C. Kany atestigua este sentido de sorpresa con
el presente perfecto (Kany 1969: 205). En el caso del pluscuamperfecto admirativo,
la combinación de un auxiliar en presente inactualizador amplifica esta distancia:
visualizar la relación desde una ulterioridad ya no es suficiente, necesita el hablante
visualizarla en un eje desligado de su actualidad, pues esta relación predicativa va en
contra de sus expectativas.
Lo que ocurre con el sentido evidencial del pluscuamperfecto descrito en las
variantes andinas es un fenómeno muy parecido pues el presente inactualizador
asociado con un participio aparece como una excelente herramienta para quien quiere
expresar una situación pretérita que no ha podido presenciar: el modo inactualizador
le permite al hablante poner de manifiesto que el acontecimiento no lo puede vincular
con su propia experiencia, ya que, simplemente, no estaba ahí.

b. Los límites de la influencia adstrática

La operación de doble extracción con respecto al momento de habla es lo que, según


nuestra opinión, ha permitido la traducción de -ra’e en Paraguay y es la misma que
ha llevado a los hablantes andinos a utilizar el pluscuamperfecto como marcador
evidencial en ciertos contextos. Pero, según nos parece, estas traducciones no son sino
utilizaciones discursivas, o, por decirlo así, “contextuales”, que han sido posibilitadas
por el significado primario del pluscuamperfecto español. Es por eso que también
encontramos empleos muy parecidos en zonas que no experimentan el contacto con
las tres lenguas indígenas que son el guaraní, el quechua y el aimara.
En guaraní, el morfema -ra’e expresa la admiratividad mediante un proceso
semejante: es porque se trata de un morfema aspectual de naturaleza evidencial por
lo que puede llegar a expresar la sorpresa. Este morfema, en el sistema del guaraní
paraguayo, marca que el hablante dirige una mirada retrospectiva hacia una situación
pretérita que no ha podido presenciar. Incluso si el significado del pluscuamperfecto
en español no es evidencial (en este aspecto discrepamos de Bermúdez 2008), es
probablemente este movimiento de distancia que los hablantes han reconocido y unido
cuando han traducido el morfema.
Élodie Blestel / El pluscuamperfecto de indicativo en contacto con tres lenguas amerindias 79

En cuanto a la sintaxis adverbial de había sido que hemos descrito en (8), (9),
y (10), parece ser que es exclusiva del español de Paraguay. ¿Acaso es un cambio
debido a la presión del guaraní? Una vez más, no podemos afirmarlo, ya que parece
que el significado de había sido tiene que ver con ello. Las pruebas aplicadas nos han
permitido afirmar que, desde un punto de vista funcional, estos empleos adverbiales
tienen una incidencia de segundo grado, pues afectan al conjunto del enunciado. Con
respecto al giro impersonal, observamos una desaparición del morfema que y una
mayor libertad en el orden de los constituyentes. Así:

(16) Había sido que era Gumersindo…


Ø Había sido era Gumersindo
Ø Era, había sido, Gumersindo quién…
Ø Era Gumersindo quien me invitó había sido.

Pero si nos atenemos al funcionamiento de otros modalizadores, podemos preguntarnos


si esta sintaxis es tan novedosa en la lengua oral española:

(17) Y esto creo que es muy importante (TVE, España, 1990).


(18) Cuando al mero principio se llevó una temporada de ballet ruso, llegó una
bailarina rusa, no recuerdo ahora, muy famosa, me quería mucho, pues todo
mundo me quería mucho, yo no se por qué, yo creo era el renacuajo aquel
que andaba por Bellas Artes y me re me regaló unas zapatillas suyas, no sé
si tú, ahora que dije de zapatillas, no sé si tú sabes que el suelo de Bellas
Artes, el del escenario, es movible, entonces se quedan unas rajas de unos
cinco centímetros entre duela y duela (CREA, oral, México).
(19) Había un poeta que se llamaba Pablo Neruda. Y una noche, en su casa de
Isla Negra (tras una numerosa peregrinación de admiradores que le dedicaron
versos, cantaron cuecas, tocaron y reverenciaron al poeta), nos quedamos,
invitados por él, un puñado –media docena, me parece– de personas que él
conocía: Díaz Casanueva, el poeta que era, creo, embajador de Chile en
Argel, Vargas Llosa (que había llegado a Chile recabando firmas para pedir
la independencia de Puerto Rico) y alguien más cuyos nombres he olvidado
(El Mundo, España, 1995).
(20) Bueno, oye una cosa. Los problemas que tenéis vosotros, como pareja,
vienen de fuera, creo yo (Radio Madrid, España, 1991).

Los significados de creo y de había sido tienen en común el hecho de que ponen en
perspectiva el contenido de la información, aparezca éste o no subordinado en una
oración principal. Este funcionamiento se encuentra en todos los verbos conocidos
bajo el término de parentéticos (Urmson 1952), entre los cuales podemos incluir
“me parece que/me parece”, “se me hace/se me hace que”, etc. Al fin y al cabo,
los empleos atípicos de había sido en Paraguay parecen manifestar un empleo de
convergencia morfosintáctica en el sentido de E. Prince, para quien “Speakers in a
80 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

contact situation attempt to “match up” forms in a source language with forms in a
borrowing language” (Prince 1992: 6).

5. Conclusión

Las manifestaciones evidenciales y admirativas del pluscuamperfecto de indicativo son


rasgos dialectales característicos del español americano en contacto con las lenguas
andinas y con el guaraní. Si no podemos negar que estas últimas lenguas hayan influido
en la adopción de estos giros y su mantenimiento en el habla de los países andinos y
en Paraguay, hemos querido mostrar en el presente estudio que el pluscuamperfecto
de indicativo no sufre ningún cambio bajo las presiones de las lenguas indígenas,
sino que su significado primario de presente inactualizador terminativo no impide
la aparición de tales efectos discursivos. Esto explica también la presencia de giros
muy parecidos en zonas que no experimentan la influencia de las lenguas indígenas
que hemos mencionado.

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Universidad de Chile

Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de


su Diccionario etimológico de las voces chilenas
derivadas de lenguas indígenas americanas: vigencia
y urgencia en el español de Chile

Soledad Chávez Fajardo


Universidad de Chile

Resumen: En el presente estudio se analizarán los componentes lexicográficos


paratextuales del Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas
indígenas americanas de Rodolfo Lenz (1905-1910). La finalidad es mostrar cómo
este discurso se articula como una herramienta lingüística de absoluta vigencia
hasta nuestros días, a un poco más de un siglo de su escritura. Una herramienta
lingüística es un elemento fundamental en el proceso estandarizador, en especial,
en la dinámica codificadora. El análisis mostrará cómo estos paratextos se articulan
como actos glotopolíticos, los cuales inauguran los estudios científicos y, por sobre
todo, los de lingüística de contacto del español de Chile.
Palabras clave: estandarización, análisis histórico del discurso, contacto lingüístico,
glotopolítica.

Lenz´s linguistic ideas in the paratexts of his Etymological dictionary of Chilean


words derived from Amerindian languages: validity and urgency in Chilean Spanish

Abstract: The present study analyzes the paratextual lexicographical components in


Rodolfo Lenz’s Etymological dictionary of Chilean words derived from Amerindian
languages (1905-1910). The purpose of this study is to show how this type of
discourse represents a linguistic tool still relevant to this day, even a little over a
century after its publication. A linguistic tool is a key element in any standardizing
process, especially in the coding process/stage. The analysis will show how these
paratexts express glottopolitic acts that gave birth to scientific studies and, above
all, to the studies involving Chilean Spanish language contact.
Key words: standardization, historical discourse analysis, language contact,
glottopolitics.
Recibido: diciembre 2011 Aceptado: enero 2012

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Departamento de Lingüística, Facultad de Filosofía y


Humanidades, Universidad de Chile, Av. Cap. Ignacio Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago, Chile o al correo
electrónico: <[email protected]>
84 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Introducción

En comparación con las primeras producciones lexicográficas monolingües y


diferenciales chilenas1, el trabajo de Lenz fue absolutamente revolucionario: funda
el estudio lingüístico no solo del español de Chile, sino que el de sus contactos,
inaugurando, de esta forma, la investigación de avanzada respecto al mapudungun. El
presente estudio utilizará como corpus, justamente, uno de sus trabajos más relevantes:
su Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas
americanas 2. La finalidad será dar cuenta del rol que cumple el paratexto de esta obra
(el Prólogo y la Introducción) en tanto instrumento discursivo. En efecto, el paratexto
se instala como un referente textual necesario al momento de ilustrar lo que se entiende
por cuestión de la lengua en Chile con una metodología absolutamente novedosa, al
integrar un prisma mucho más amplio de lo que se entiende por norma lingüística.
Para llevar a cabo este análisis se trabajará con la teoría de la estandarización,
aplicada a las lenguas romances de Metzeltin (2004 y 2007). Se hará uso, también,
de los conceptos utilizados por la historiografía lingüística desarrollada en Francia
por Arnoux (1992 y 1997), además de la metodología utilizada por el análisis
histórico del discurso que viene realizando desde hace más de una década la Escuela
Lingüística de Campinas (Orlandi 2000 y 2002), además de la importancia del concepto
ideología (van Dijk 1999), el cual se reproduce de manera más idónea en los espacios
discursivos. Asimismo, las consideraciones globales que en glotopolítica ha venido
desarrollando N. de Arnoux (2008) y cómo se trabaja con las construcciones del objeto
lengua española (Zimmermann 2010) y de las lingüísticas nacionales (Zimmermann
2003). Además, se hará una referencia a la obra misma, desde una perspectiva
metalexicográfica, utilizando como muestra una cala de un artículo lexicográfico.

1. Acerca del Diccionario etimológico

El Diccionario etimológico (compuesto por un total de 1661 artículos) es diacrónico,


monolingüe, semasiológico y, en algunos artículos lexicográficos, ejemplificado. Es
un diccionario diferencial, ya que incluye voces propias de Chile y de América. Iba a
formar parte de un estudio mayor: Los elementos indios del castellano de Chile, sin
embargo las investigaciones de Lenz llegaron hasta esta obra, considerada maestra

1
Producciones que estuvieron influenciadas por el magisterio de Bello en Chile, el cual da inicio a una serie
de codificaciones altamente prescriptivas, como el Diccionario de chilenismos (1875) de Zorobabel Rodríguez,
el Diccionario manual de locuciones viciosas y de correcciones de lenguaje (1893) de Camilo Ortúzar Montt,
el Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas (1901-1918) de Manuel Antonio Román
o Chilenismos, apuntes lexicográficos (1928) de José Toribio Medina, entre otras.
2
De ahora en adelante nos referiremos a él como el Diccionario etimológico. Trabajamos para la siguiente
investigación con la edición de Mario Ferreccio (1979).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 85

no solo por los lexicógrafos, sino que por lingüistas, etnólogos y antropólogos, entre
otros3.
El autor señala en la Advertencia que una primera parte de su diccionario −la cual
llegaba hasta parte de la letra <m>− la hizo circular privadamente. Además, publicó
esta parte en una primera edición el año 1905, después de un trabajo de impresión que
tardó más de un año. Lenz pensó que a lo largo de 1906 completaría el diccionario,
pero no fue así 4: después de cinco años se tuvo acceso al diccionario completo, con
la edición de 1910.
La novedad del Diccionario etimológico radica en que es el primer trabajo
lexicográfico que da cuenta del contacto de una forma estrictamente lingüística5. El
autor fue detectando formas actuales y desusadas en el rastreo histórico de documentos,
además de aquellas voces que erróneamente han sido consideradas indigenismos, sin
ser tales6. Esto no significa que antes no se encontrara una codificación relacionada con
el mapudungun, sin embargo, la existente remite al trabajo realizado por misioneros,
obra fundamental dentro de los procesos estandarizadores coloniales, pero insuficiente
desde una perspectiva lingüística7.

3
Se presentan algunas referencias a este trabajo más extenso que iba a desarrollar y publicar Lenz
dentro de los paratextos del Diccionario, como: “En otra parte de mi trabajo daré un resumen estadístico sobre
la distribución de voces indias usadas en Chile que también se encuentran en otras regiones” (Introducción, p.
48); “Todas estas leyes de fonética tendré que exponerlas en el segundo tomo de mi libro, y entonces se hará
una revisión minuciosa de las etimologías” (Advertencia, vi); “He creído necesario además agregar una lista
estrictamente alfabética de todas las voces chilenas, americanas y, en general, castellanas que se tratan en el libro.
Esta lista aparecerá por separado y contendrá a la vez etimologías indias del mapuche en escritura fonética […]
En la lista alfabética de todas las palabras convendrá por eso escribir las etimologías en transcripción fonética, en
cuanto sea posible en vista de la falta de tipos en el imprenta, o, al menos, de un modo uniforme” (Advertencia,
vi). Esta lista, de alguna manera, vino a complementarla Ferreccio en la edición que hizo. Por otro lado, estas
referencias son absolutamente novedosas dentro de los estudios lingüísticos del español de Chile. El mismo
Lenz supone: “De este modo se ganará una base segura y cómoda para la consulta durante la prosecución de los
estudios lingüísticos y etnológicos con que espero continuar este trabajo conforme a lo expuesto en el Prólogo”
(Advertencia, vi).
4
“Desgraciadamente el mal estado de mi salud, quebrantada por el exceso de trabajo que me había
costado la preparación del libro, junto con una acumulación extraordinaria de tareas, a la que me obligaban
mis cátedras y una suplencia en el Instituto Pedagógico, no me permitieron seguir copiando y ordenando para
la imprenta mis papeletas. Solo en mayo de 1908, un tanto aliviado y más libre de obligaciones extraordinarias
pude volver a este trabajo. En agosto del mismo año comenzó la impresión de la segunda mitad (pág. 449 y sig.)
y desde entonces nunca ha faltado manuscrito en la imprenta. Por desgracia, a muy a pesar mío, la impresión
solo se hizo muy despacio, de modo que mis esperanzas de ver el libro concluido en septiembre o en último
caso en diciembre de 1909, como lo había anunciado, quedaron nuevamente frustradas” (Advertencia, v).
5
“Dejando a un lado todos los elementos de lenguaje que trajeron los conquistadores a Chile, quiero
estudiar cómo se refleja en el idioma actual del país el efecto del continuo roce con gentes de otros idiomas,
con los indígenas americanos” (Prólogo, p. 22).
6
“He tratado de juntar todas las palabras de origen indio que se usan en Chile entre gente de habla
castellana. Incluyo también voces de igual procedencia que se encuentran en los cronistas e historiadores del
país desde la conquista hasta nuestros días y que ya no están en uso corriente; agrego, además, algunas palabras
que se han creído o podrían fácilmente creerse de origen americano indio, por no ser manifiesta su relación con
la lengua castellana, aunque personalmente estoy convencido de que no son indias, sino por ejemplo, africanas”,
(Introducción, p. 47).
7
“Las obras publicadas, especialmente el Arte de la Lengua General del Reino de Chile por el padre
Andrés Febrés (Lima 1765) no contenían trozos en lenguaje fidedigno, sino casi solo traducciones sospechosas
86 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Lenz no buscó como destinatario al profesor que ve en el español hablado en Chile


una variedad viciosa, llena de barbarismos que extirpar 8, sino que su Diccionario
etimológico está destinado a la difusión y el conocimiento del contacto lingüístico y
su incidencia en el español de Chile 9. El destinatario ideal es aquel sujeto instruido
que requiera de una obra lexicográfica de tipo etimológico10, un diccionario cuya
finalidad sea difundir desde aquellas voces diferenciales de origen indígena, hasta
aquellos indigenismos, los cuales los hablantes no tienen conocimiento de su origen11.
El Diccionario etimológico cumple de manera cabal algunos de los requisitos de la
lexicografía actual, por ejemplo, citar las fuentes usadas. Es así como en el Prólogo,
Lenz da cuenta de las fuentes primarias a las que accedió para elaborar su diccionario.
Fuera de las referencias escritas12, el autor toma por corpus el habla vernacular,
registrada en conversaciones13. De esta forma legitima una fuente que no ha sido
tomada en cuenta hasta el día de hoy al momento de redactar una obra de carácter
diferencial: la de aquellas voces que no presentan registro textual14. Por lo tanto, la
base del trabajo de Lenz, heredero de la labor dialectológica −pandialectologismo
señala Ferreccio (1979: 11) en su Presentación de la edición− serán las fuentes orales:
“[…] fuera de los términos de historia natural, mi principal fuente es el uso oral”
(Prólogo, p. 31).
Por otro lado, en la Introducción, bajo el título de “Fuentes del diccionario”−título
inédito en otra codificación publicada en Chile−, Lenz da cuenta de las obras secundarias
que consultó para su trabajo15. Él mismo, dentro de los niveles paratextuales, hace
una referencia a la metodología empleada con el trabajo diccionarístico, así como

del castellano al mapuche” (Prólogo, p. 23). Es más, el modelo en general de este tipo de trabajo de codificación
es criticado por Lenz: “Si bien el diccionario de Febrés me era de suma utilidad, la gramática, como todas las
gramáticas de los misioneros, presentaba solo un conjunto de reglas según el modelo de la gramática latina, que
evidentemente violentaba a la lengua” (Prólogo, p. 23).
8
“Tampoco escribo para los profesores de castellano que creen encontrar la salvación de la lengua
castellana en América en la corrección de lo que llaman vicios de lenguaje” (Prólogo, p. 40).
9
“Escribo para aquellas personas eruditas que desean saber cómo habla el pueblo chileno, y en particular,
cuántas cosas tuvieron que aprender los orgullosos castellanos de los pobres indios a quienes tanto despreciaban”
(Prólogo, pp. 40-41).
10
“Escribo para todos los que buscan el significado y el origen de tantas palabras que, por más que se
diga, forman parte del patrimonio chileno” (Prólogo, p. 41).
11
“Los que usan el lenguaje del cual el diccionario que sigue forma una parte integrante no son indios
sino chilenos puros, de los cuales muchos ni siquiera sospechan que las voces que usan pertenecieron a otra
lengua” (Prólogo, p. 41).
12
“Un número respetable de voces se ha sacado de la lectura de obras literarias chilenas, tanto históricas
como novelas de costumbres y poesías populares” (Introducción, p. 48).
13
“Pues muchas voces hay que en la conversación familiar y la vida doméstica son indispensables y de
frecuente uso, pero que rara vez se escriben [Prólogo, p. 12]. (…) he apuntado muchísimas palabras directamente
de fuente oral o de listas que me fueron entregadas por personas amigas, según dejé dicho en el Prólogo”
(Introducción, p. 48).
14
“En esta categoría habrá que contar la mayor parte de las voces que van sin ninguna cita [Introducción,
p. 48] (…) No se puede negar que tales palabras forman parte del diccionario común, aunque no aparezcan
nunca en obras de literatura propiamente tales; sobre todo si su uso es común” (Prólogo, p. 12).
15
“Como fuentes de las cuales he sacado las palabras reunidas en el Diccionario tengo que citar en primer
lugar los Diccionarios de chilenismos que se enumeran en la Bibliografía; en seguida he extractado algunas listas
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 87

con el trabajo de contrastividad que ha llevado a cabo, a partir del cotejo de diversos
diccionarios de americanismos y de las obras lexicográficas generales usadas a lo
largo de toda su investigación16. Este trabajo de contrastividad se ve, además, dentro
de la investigación etimológica misma. Es allí donde Lenz enfatiza la necesidad de un
diccionario del español medieval o un diccionario histórico de la lengua española, con
los que precisar y corroborar datos. Estas carencias, para Lenz, dificultan un trabajo
lexicográfico de este tipo17. El interés por la historia de la lengua española no se
queda solo en este tipo de reflexiones, sino que se hace presente en las observaciones
relacionadas con el contacto lingüístico18.
En síntesis, la metodología utilizada por Lenz da cuenta, tal como expresa en su
Prólogo e Introducción, de un constante manejo de la contrastividad lexicográfica,
metodología clave al momento de trabajar con lexicografía diferencial.
Por otra parte, Lenz hace mención a las zonas de Chile donde mejor obtuvo acopio
de voces, así como reconoce que hubo zonas donde no obtuvo informantes ni la
información necesaria19. Por esta misma razón, el diccionario tendría algunas lagunas
en relación con voces que provienen del contacto lingüístico en determinadas zonas 20.
Respecto al trabajo estrictamente etimológico, el autor es claro frente a las
problemáticas y dilemas de una disciplina como esta, sobre todo al no tener certeza
del origen de algunos étimos21. De todas formas, Lenz precisará, en la predicación,
cuándo se presenta una etimología exacta y será cuidadoso cuando esté insinuando o

de palabras dadas en obras gramaticales, históricas, etnográficas y literarias, y en particular las concordancias
de nombres vulgares de plantas y animales dadas por Gay” (Introducción, p. 48).
16
“Encontrándose una palabra en varios Diccionarios apunto generalmente solo el libro más antiguo
como fuente. Para poder juzgar de la expansión o área de distribución geográfica de cada palabra he registrado
concienzudamente todos los Diccionarios de Americanismos que enumero en la Bibliografía y que son casi
todos los que existen. También dejo apuntado con toda exactitud si un término se encuentra en el Diccionario
de la Real Academia (13a edición) o en el Diccionario Enciclopédico de la Lengua Castellana de Zerolo, que
es, sin duda alguna, la publicación que contiene mayor número de voces castellanas” (Introducción, p. 48).
17
“El número de las voces que no figuran en el Diccionario oficial y sin embargo parecen ser antigua
propiedad castellana es bastante elevado, por desgracia no existe, por ahora, un diccionario de todas las voces
conservadas en los documentos del castellano antiguo y anteclásico (¡hace falta un Godefroy!). Por este motivo,
en muchos casos, no es posible solucionar con todo acierto las cuestiones dudosas” (Advertencia: vi).
18
“Si queremos investigar cómo los castellanos de la época de la conquista asimilaron las voces americanas
a su propia pronunciación, será necesario explicar primero brevemente en qué se distinguió esa pronunciación
castellana de la de hoy. Veremos que las voces españolas aceptadas por los indios, hasta hoy llevan vestigios de
la fonética antigua del castellano” (Prólogo, p. 38).
19
“A este respecto tengo que decir que muy poco es lo que he tomado de fuente oral de las provincias
del norte. En cambio el centro y el sur del país (con excepción de las provincias de Valdivia y Llanquihue) y
también la isla de Chiloé me dieron muchísimas voces” (Introducción, p. 49). Algo que, después de la publicación
de 1905 se enmendó, en parte, al recibir información de las zonas menos informadas, tal como lo señala en el
Suplemento III.
20
“No me cabe la menor duda de que en el norte propiamente chileno, en las provincias de Atacama y
Coquimbo, existe un gran número de voces vulgares de origen quechua que no se han propagado hacia el centro.
No tuve ocasión de hacer estudios en esas regiones y solo pude aprovechar la colaboración de pocas personas
de por allá. Lo mismo tengo que decir de las provincias de Valdivia y Llanquihue en el sur, donde habrá muchas
palabras araucanas en uso que no llegaron a mi noticia” (Introducción, p. 49).
21
“No se me escapa que unas cuantas de las etimologías propuestas como posibles (¡no como seguras!),
sobre todo en la primera parte, parecerán a los filólogos competentes un tanto atrevidas. En algunos casos el
88 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

proponiendo alguna hipótesis. Él mismo hace referencia a las situaciones en las que
se ve enfrentado el etimólogo, como dar con un étimo al encontrar otro de otra voz o
dar con un étimo de manera absolutamente casual 22.
El autor explicita la planificación lexicográfica paso a paso, por lo que es fácil
comprender la estructura de la obra, es decir, el ordenamiento general de la macro y
microestructura.
La macroestructura se presenta del siguiente modo:

I. Prólogo: “Los elementos indios de castellano de Chile”23


1. Carácter de las publicaciones sobre americanismos
2. El castellano en América
3. Necesidad de un Diccionario hispano-americano completo
4. Objeto del libro presente
5. Fuentes: Nombres de plantas y animales según Gay y su revisión
6. Voces sacadas de los cronistas de Chile
7. Fuentes lexicográficas y sus citas
8. Expansión geográfica de las palabras
9. Comprobación de las etimologías indias
10. Fuentes lexicográficas i sus citas
11. Expansión geográfica de las palabras
12. Comprobación de las etimologías indias
13. Estudio sicológico i etnológico de los elementos indios
14. Carácter especial del libro

II. Introducción
1. Observaciones sobre el material del diccionario
2. Clasificación geográfica de las palabras
3. Admisión de palabras simples y derivadas
4. Clasificación social de las palabras
5. Orden y arreglo de los artículos

III. Bibliografía crítica de las obras sobre americanismos


1. Chile
2. Sudamérica con excepción de Chile: Argentina, Perú, Ecuador,
Colombia, Venezuela, Brasil

afán de proponer algo me ha seducido más allá tal vez de lo permitido. Ruego, sin embargo, a los críticos que
se fijen bien, si doy una etimología con el carácter de categoría o como mera insinuación” (Advertencia: vi).
22
“A veces descubrimientos posteriores de otros significados de alguna palabra han confirmado a posteriori
lo que en un principio parecía difícil. Además, antes de haber recogido y comparado todo el material para cada
fenómeno fonético, yo mismo carecía de base segura” (Advertencia: vi).
23
Dentro de los niveles paratextuales, se presenta un Prólogo, el cual lo sería de la obra completa −es
decir, de Los elementos indios del castellano de Chile−, frente a la Introducción, la cual lo es del diccionario
mismo. Esto explica su coexistencia y las temáticas de cada uno.
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 89

3. Centro-América: Costa Rica, San Salvador, Honduras, Guatemala, México,


Cuba.
4. Listas generales de americanismos

IV. Ortografía y pronunciación


1. Ortografía antigua castellana
2. Escritura de las lenguas indias
3. Mapuche; sinopsis ortográfica del mapuche; quechua y aimara

V. Autores citados
VI. Abreviaturas
VII. Signos
VIII. Cuerpo del diccionario
IX. Suplemento I (Palabras que se han omitido en su lugar alfabético
correspondiente)
X. Suplemento II (Correcciones y adiciones a las voces enumeradas en
el Diccionario Etimológico)
XI. Suplemento III (Correcciones y adiciones al prólogo y a la
introducción)
XII. Registro léxico integral 24

El hecho de que en la macroestructura se encuentren tres tipos de suplementos tiene


que ver con el tiempo que hubo entre los trabajos de imprenta (1908) y la salida de
la edición definitiva del diccionario (1911). En este periodo pudo Lenz adicionar y
enmendar algunos aspectos tanto de la macroestructura como de la microestructura
de algunos artículos lexicográficos, gracias a la información entregada por los que
leyeron la primera entrega (sobre todo exalumnos) y a sus propias pesquisas.
Después de los suplementos, Ferreccio integró un Registro léxico integral de las
voces presentes en el cuerpo del diccionario, tanto lematizadas como sublematizadas
(voces pluriverbales y derivados). En esta lista irán en negrita aquellas voces que
funcionan como lemas-entrada; aquellas que se agregaron en el Suplemento II irán
seguidas de un asterisco (*); aquellas que fueron eliminadas en el Suplemento I irán
seguidas de una cruz (); aquellas que el autor haya dudado de su etimología o, bien,
haya tenido algún reparo, irán seguidas de una exclamación (¡). Además, Ferreccio
agregó, entre paréntesis, las ortografías actuales de algunas voces al usar, Lenz, la
ortografía chilena en su obra.

24
De autoría de Mario Ferreccio.
90 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Respecto a la microestructura del artículo lexicográfico, Lenz hace referencia


a las marcas diastráticas25, diafásicas26 y connotativas27 presentes en la marcación.
La estructura de un artículo lexicográfico se inicia con la voz estudiada centrada
y enumerada en negrita, funcionando como encabezado. En el caso de la muestra
que elegimos (el quechuismo charqui), le sigue una estrella (). Esto significa que
haya una enmienda o adición del artículo lexicográfico en el Suplemento II, el cual
el autor agregó, justamente, como una corrección de los artículos publicados en
esta primera parte de 1905. En este caso, tal como se puede ver en la muestra, el
aporte es un derivado (charqueo). Posteriormente, el lema aparece antecedido por un
asterisco (*), esto significa que es una voz usual en Santiago de Chile. Cada una de las
acepciones aparece enumerada con números arábigos. En el caso de charqui, consta
de 9 acepciones y una más aportada por el Suplemento II. De estas acepciones, dos
son univerbales (la primera acepción y la aportada en el Suplemento II) y el resto son
pluriverbales, cada una destacada en negrita y lematizada íntegramente. Las acepciones
van separadas por doble barras (║). El ordenamiento de estas, señala Lenz, empieza
por el sentido más histórico (“que no es siempre el más usado” 1911: 57) hasta llegar
al más nuevo. En algunos artículos, la definición va seguida de una cita (no es el caso
de charqui). Cuando la acepción tiene un uso diatópicamente marcado, este va entre
corchetes después de la definición, como se ve en la segunda acepción de charqueo.
En el caso de una de las voces pluriverbales (la fórmula oracional llegó charqui a
Coquimbo), Lenz entrega la información etimológica en un cuerpo menor en la misma
acepción, es decir, en una sección independiente a la información general. De esta
forma da cuenta del homónimo en el charqui de esta fórmula oracional, producto de
una etimología popular.

25
Para Lenz: “Vulgares denomino las palabras que pertenecen al dialecto vulgar de Chile, y no corren
entre gente de cierta educación. Muchos de estos términos aun serán desconocidos para la mayor parte de mis
lectores, y quizás solo tienen curso entre el pueblo bajo de ciertas regiones” (Introducción, p. 56).
26
De esta marcación, Lenz señala: “Literario es para mí todo término que se encuentra con cierta
frecuencia impreso o que no tendría ningún chileno educado escrúpulo en escribir; prescindo naturalmente de
todos los literatos y profesores que por razones teóricas creen que los provincialismos afean el lenguaje, y que
por eso no comen callampas sino hongos o setas, aunque ninguna cocinera sepa cocinar estos y ni siquiera se
vendan en los almacenes, donde andan como callampas o champiñones. Bajo este grupo comprendo también
las voces que doy como términos de historia (de los cronistas e historiadores de Chile) de botánica o zoología
(a no ser que haya otro nombre más usado entre la gente educada) de minería, etc.” (Introducción, p. 56). Con
este comentario, Lenz vuelve a dar cuenta de su actitud lingüística ante el español de Chile: la de no aceptar,
bajo ningún motivo, el purismo y monocentrismo lingüístico. Para los suplementos agregó, además, la marca
metafórico.
27
En esta marcación, Lenz integra dos tipos: “Familiar llamo a toda expresión cuyo uso no es raro en
boca de gente educada, pero que no se escribirían fácilmente porque la lengua común tiene otros términos más
o menos sinónimos” (Introducción, p. 56). Con esta afirmación, Lenz hace referencia, justamente, a aquellas
voces que tomó de ‘oídas’ y no de fuentes escritas. Además incluye −haciendo un gran avance respecto a la
pudibundez característica de los repertorios lexicográficos de la época− las voces tabuizadas: “Bajo es un término
que se evita en la buena sociedad y aun entre gente sin educación en presencia de personas de respeto. Algunos
de estos términos en el fondo son familiares, los más vulgares. Se refieren casi todos a las relaciones sexuales
del hombre” (Introducción, p. 56). Para los suplementos agregó, además, burlesco.
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 91

Posteriormente, se incluyen las variantes de la voz en cuestión, bajo el subtítulo


variante en mayúscula. Después, le sigue toda la información lexicológica y
lexicográfica donde la voz está citada, así como toda referencia etnográfica pertinente
(en el caso de charqui, por ejemplo, aparece la referencia de la obra de Gay). En
primer lugar se cita al DRAE, siempre y cuando la voz en cuestión ya esté lematizada
allí. No es el caso de charqui, por lo que no hay referencia al diccionario académico.
Sí la hay de las obras lexicológicas y lexicográficas latinoamericanas donde la voz
aparece citada.
En el apartado etimología, destacado en mayúscula, le sigue la indicación de
la lengua de donde proviene la voz, así como la primera fuente donde esta voz fue
mencionada, además de la ortografía indígena en cursiva (ch’arqui, en este caso). El
guión corto da cuenta de que la información que sigue es la definición del indigenismo
o su traducción. La presencia de la línea vertical simple (|) en el apartado etimología
divide y tematiza la información que Lenz entrega, la cual es variada. Por ejemplo,
en charqui la información está relacionada, sobre todo con el quechuismo en contacto
con los mapuches. Por último, Lenz entrega los derivados bajo este mismo subtítulo en
mayúscula. En algunos artículos lexicográficos, estos pueden ir antes de la información
etimológica. No está presente en el artículo charqui, pero toda vez que Lenz tenga
reparo o duda respecto a la información que entrega, incluirá un signo de exclamación
entre paréntesis (¡).
Como se puede ver, los artículos lexicográficos del Diccionario etimológico
son mucho más que la mera información de la etimología: encontramos en ellos
información prosódica, gramatical, referencia a voces uni y pluriverbales con
su respectiva información, datos documentales, tanto de fuentes primarias como
secundarias e información diatópica. Todo esto hace de la obra de Lenz un referente
lexicográfico fundamental en la codificación no solo chilena sino latinoamericana.

362. Charqui. 
*charqui, m. – 1. lit. – carne (esp. de vaca, ocasionalmente tb. de otros animales
domésticos y de caza, como huanacos) cortada en lonjas delgadas, casi siempre
ligeramente salada, y secada al sol para conservarla; tasajo, cecina. Para consumir el
charqui se le asa un poco y se machaca o muele en la piedra; molido se come crudo,
machacado sirve para guisos, p. ej. el valdiviano: cp. Rodríguez 471. Por su fácil
conservación y valor alimenticio el charqui junto con la harina tostada todavía guarda su
importancia para la vida del chileno en el campo, las minas y sobre todo en viajes. ║2.
charqui de zapallo, tomate, membrillo, peras y otras frutas, se llaman lonjas espirales o
tajadas de las mismas que se ponen a secar para guardarlas para el tiempo en que no hay
fruta fresca. ║3. Se usa en sentido metaf. en muchos giros y adagios familiares como:
pan por charqui –que expresa que uno da algo para recibir otra cosa de igual valor;
‘dadivoso para recibir’, ‘donde las dan las toman’. ║4. ¡ojo al charqui! -¡ojo! ¡alerta!
¡cuidado! ║5. estar con el charqui largo – con el labio inferior colgando, haciendo
la mueca, estar de mal humor, descontento. ║6. hacer un charqui a uno –darle por
broma un golpe con el índice sobre la boca, haciendo doblarse el labio inferior. ║7.
darle vuelta al charqui – dedicarse con empeño a un asunto, esp. insistir a una niña
92 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

con pretensiones amorosas. ║ 8. hacer charqui a uno = charquear*. ║ 9. llegó charqui


a Coquimbo – tb. llegó charqui a Penco – se dice cuando llega una visita inoportuna
y molesta, alguien que perturba la fiesta.
Este refrán hoy parece no tener sentido y por eso se dice a veces ‘llegó charqui de
los fondos’ y aun se continúa ‘apolillado y hediondo’ con lo que se quiere decir que
llegó charqui malo, como no sucede rara vez en los establecimientos mineros del norte.
La explicación del giro ‘llegó charqui a Coquimbo’ se encuentra por la frase, también
proverbial en Chile, de igual sentido «llegó el almirante». Ambas se refieren al hecho
histórico de la llegada sorpresiva del almirante inglés Bartolomé Sharp a Coquimbo
en 1680. El 12 de diciembre llegó el pirata a Coquimbo, atacó y tomó al día siguiente
la vecina ciudad de La Serena. Barros Arana v 203. «Así, pues, el arribo de Sharp al
puerto de Coquimbo había sido una sorpresa para los habitantes de la Serena» (p. 204).
«La noticia de estos sucesos llegó rápidamente a Santiago. Produjo entonces la más
agitada alarma en todo el reino». (p. 207). Más tarde tomó a Iquique y Huasco. Varios
otros piratas continuaron molestando la costa de Chile durante los decenios siguientes,
de manera que el susto de los almirantes duró muchos años. El nombre de Sharp lo
pronunciaron los chilenos Charpe (así como de Hawkins salió Aquines en los cronistas).
Cuando se olvidó el nombre y no se comprendió el adagio se cambió charpe en charque
y charqui.
Variante: charque, hoy poco usado.
Charqui se usa en Perú, Palma 27 (el acento charquí de la edición de Lima será errata).
–Ecuador, Ceballos 53; Tobar 138. –Argentina, Catamarca y las demás provincias
arribeñas, Lafone 95, Granada 186. Las otras provincias según Granada 185 dicen
charque, lo mismo que el Uruguay. De Río Grande do Sul da Beaurepaire charque o
xarque, Arona 176 da también charque del Perú y varias citas de Garcilaso acerca del
charqui de la época de los incas…
Sobre la preparación del charqui en Chile cp. Gay, Agr. I 427 y Carvallo 27.
Etimología: quechua, Middendorf 381: ch’arqui –carne salada y secada al sol. |
Los mapuches habrán conocido la preparación peruana desde la conquista de los incas.
Valdivia da charqui – cecina; Febrés: charqui – el charqui o cecina. Hoy la palabra más
usada entre los mapuches es anim; cp. Est. Ar. II, V, XII 175 – Rodríguez 150.
Derivados: I *charquear o charquiar – lit. –preparar carne para charqui. ║ 2.
despedazar, cortar carne o frutas. ║ 3. Vulgar. – coser a puñaladas, dar a uno muchos
tajos con el “corvo”.
II. *charquéo –m. lit.-operación de preparar charqui (v.p. 861).

[Suplemento]
362. Charqui. – charqueo ║2. Edificio donde se prepara el charqui, y donde tb.
se vende la carne que no sirve para hacer charqui, la cual es muy barata [Llanquihue,
Valdivia].

La estructura del Diccionario etimológico se ha constituido en el paradigma de lo que


debe ser un diccionario etimológico enciclopédico y crítico (cf. Rabanales 2002: 170).
Asimismo, desde un punto estrictamente lexicográfico, su importancia radica en que
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 93

es la primera publicación, en la historia de la codificación en Chile, de un diccionario


científico completo28 del español de Chile. De esta forma, el diccionario de Lenz no
se remite a un diccionario etimológico exclusivamente. En él se encuentran datos
riquísimos de antropología, usos y costumbres, dialectología, etnología, folklore,
historia y literatura, los cuales reflejan, justamente, la función del diccionario como
el reflejo de una comunidad lingüística (cf. Lara 1997).
En síntesis, Lenz se adelanta al quehacer lexicográfico con una serie de
metodologías anteriormente expuestas. Es más, una de las premisas fundamentales
en el trabajo diccionarístico actual −el trabajar en equipo− la resalta nuestro autor
como una manera de invitar a lectores e interesados a que le sigan enviando listas con
voces y observaciones para complementar el diccionario, así como observaciones y
críticas a su obra, para así enmendarla29. De esta forma, el Diccionario etimológico
se presenta como un referente para seguir haciendo, justamente, más lexicografía
histórica en Chile, trabajo prácticamente inexistente desde la aparición de esta obra.

2. Estandarización y conciencia de una lengua nacional

Los estudios de las lenguas nacionales en diversos tipos de discursos (monografías,


ensayos, diccionarios, gramáticas, entre otras) se entienden como una de las
producciones de la estandarización en su fase de codificación (cf. Metzeltin 2007)
y dentro de este espacio cabría la obra completa que Rodolfo Lenz hizo en Chile30.
Parte de los estudios lingüísticos de contacto del lingüista alemán formaron parte de
un gran proyecto: Los elementos indios del castellano de Chile. Estudio lingüístico
y etnológico, cuya “Primera parte” (y única en concretarse en un texto) fue este
diccionario.
La estandarización está directamente relacionada con la idea de formación del
Estado moderno y la necesidad de este de organizar su información (cf. Giddens 1987).
Este tipo de Estado en formación requiere de una serie de praxis para constituirse,
es decir, de prácticas como las que ejerce la nación política31, entre ellas, delimitar e

28
Por diccionario completo Rabanales señala que es una obra: “sin exclusión, por lo tanto, del ‘vocabulario
familiar, vulgar, bajo y jergal’” (2002: 170).
29
“Un diccionario de la índole del presente solo puede ser obra colectiva, es inevitable que entre los
centenares de voces y acepciones que aquí se publican por primera vez en letras de molde, haya errores y
equivocaciones posibles” (Suplemento III, 901); “Ruego a todos los lectores chilenos e hispano americanos en
general, se sirvan mandarme directamente todas las observaciones acerca del uso de los indianismos castellanos
que puedan contribuir a completar y rectificar mi trabajo, Asimismo, quedaría muy agradecido a los críticos y
editores de revistas que se publiquen observaciones acerca de mi libro si quisieran hacerme llegar un ejemplar
de sus artículos, para poder tomarlos en cuenta para la continuación del trabajo” (Advertencia, vi).
30
Para una referencia más detallada de la obra de Lenz en Chile, remitirse a la Presentación de Ferreccio
al Diccionario etimológico (1979), Escudero (1963) y Rabanales (2002).
31
La conformación del Estado moderno requiere de una condición ciudadana: “patriotas capaces de admitir
y aceptar la identidad social que transmiten los grupos dirigentes a través de su acción nacionalista” (Pinto
2003: 90). De esta forma el Estado crea una nación política: “que permita a los grupos dirigentes transformar
a la población en un cuerpo social sobre el cual ejercer dominación” (Idem).
94 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

imponer cuál será su lengua nacional o sus lenguas nacionales (Metzeltin 2004) para,
posteriormente, producir este tipo de codificaciones32. El Estado moderno chileno no
impone un plurilingüismo, sino que un monolingüismo, con el español como única
lengua nacional.
Entra aquí a operar, por lo tanto, lo que Zimmermann (2003 y 2010) denomina
construcción del objeto lengua española, donde la disciplina de estudio −el español−
se organiza a partir de una dinámica lingüística de inclusión y exclusión. Además:
“valiéndose de una combinación de criterios estructurales, políticos e históricos”
(Zimmermann 2003: 511), se genera un movimiento dentro de la estandarización
donde la imposición del monolingüismo, por medio de diversos medios, ha sido la
tónica general en Latinoamérica después de los procesos independentistas.
En Chile este monolingüismo tendrá dos vertientes: por un lado, la del español de
Chile entendida como una variante viciosa, la cual hay que modificar a partir de un
modelo prestigioso y, por otro lado, la del español de Chile como una realidad que
hay que estudiar y analizar de una forma absolutamente lingüística y, de esta forma,
‘hispanizar’ con ella. En la primera vertiente, la lengua se prescribe y se impone por
medio de preceptores y maestros. La finalidad de la construcción del objeto lengua
española es, justamente, lograr una variedad estándar. Esta lengua española operó
con un objetivo: mantener la unidad idiomática por medio de una política lingüística
que intentara imponer un modelo considerado prestigioso. Este modelo es el español
centro-septentrional de la Península Ibérica, el cual es el difundido por una entidad:
la Real Academia Española y cada una de las academias correspondientes que se
fueron fundando en las excolonias. Por consiguiente, la necesidad de implementar
codificaciones como la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los
americanos de Andrés Bello o la elaboración de los primeros diccionarios diferenciales
formará parte del plan estandarizador que opera con esta lógica normativa (“la
corrección”, “el chilenismo como desviación”, “articular como se articula el español
peninsular en su realización centro-norteña”, entre otras posturas). La función
de este trabajo lexicográfico será mostrar los elementos léxicos diferenciales. La
distribución será binaria: por un lado, presentar todas las divergencias, entendidas como
barbarismos, exotismos, vicios o variantes que hay que frenar por medios normativos
y, por otro lado, presentar su equivalente, la norma prestigiosa, el español hablado
en España, entendido como el español estándar con el que, según la aspiración de los
hispanistas, habrá de expresarse la población americana. La codificación empezará a
operar, entonces, de esta forma. Con una lexicografía diferencial que es normativa y
está supeditada a una variante prestigiosa, monocentrista y absolutamente europeizante.

32
Suele suceder que la invención de estos Estados es producto de una elite o clase dominante, algo que
también sucede en Chile: “[…] tempranamente en nuestros países, tan pronto concluyó la Independencia. En
la mayoría de estos, los grupos dirigentes comprendieron que la creación del Estado era vital para darle forma
a sus proyectos políticos y económicos. Vale decir, tuvieron que fijar territorios, población, establecer cuerpos
legales, formar el aparato burocrático-militar y transformar a los antiguos súbditos de la corona en individuos
leales, obedientes y comprometidos con el proyecto que se les estaba imponiendo” (Pinto 2003: 94).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 95

Sin embargo, Rodolfo Lenz cambiará el tratamiento que se tiene de la


diferencialidad. El lingüista alemán había llegado a Chile en 1890, contratado por
el gobierno de José Manuel Balmaceda para ejercer como profesor en el Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile. Ya instalado, Lenz inició el estudio de la
lengua española en Chile desde un punto de vista absolutamente lingüístico, algo
nuevo en un ambiente donde la normatividad en pos de una lengua estándar era, como
se ha visto, la visión preponderante33. Además, inaugura los estudios lingüísticos de
contacto del español de Chile con lenguas indígenas. Para ello, llevó a cabo un trabajo
de campo, in situ, con el mapudungun34.
Un estudio lingüístico de este tipo suele encasillarse en la actitud ‘descriptivista’
sin más. Sin embargo, esta actitud, tanto por refrenos lexicológicos (la normatividad
que habrá siempre dentro de un ejercicio de codificación, tal como afirma Seco 1999:
xiii), como por las ideologías siempre presentes en un discurso (cfr. van Dijk 1999)
no puede ser objetiva. Por lo tanto, el descriptivismo lo utilizaremos en oposición al
prescriptivismo, como una forma de dar cuenta del estudio lingüístico de un objeto.
Para ello tomamos la concepción descriptivista de Zimmermann (2003: 508), en tanto
la praxis lingüística que define al objeto, lo enfoca desde un compromiso sociopolítico
e interviene en él.
Fuera de eso, a lo largo de los discursos de Lenz se detectan ideas y actitudes
que están en relación directa con el momento cultural e histórico en el cual vivió
(cf. notas 39, 40, 41 y 42) y que hacen de sus enunciados un testimonio fundamental
de una nueva forma de abordar el español de Chile (cf. Zimmermann 2003: 506 y
Zimmermann 2010: 45). Esto no significa que la codificación en sí haya sufrido un
giro, sino que empiezan a coexistir dos formas de estudio: uno en donde se presenta la
lengua nacional supeditada a un monocentrismo y otra que ve en el estudio lingüístico
del plurivariacionismo un deber, siendo Lenz uno de sus precursores en Chile.
Vamos por partes. Para Lenz es fundamental el conocimiento del español, es
decir, perfilar esa lengua nacional que habla Giddens, el construir el objeto lengua
española de Zimmermann. Sin embargo, hasta su llegada a Chile, esta necesidad de
establecer cuál será el estándar para poder definir la corrección solo se había fijado
desde un enfoque purista, el cual es duramente criticado por nuestro autor 35. En efecto,

33
“No se trata para mí de indicar que tal palabra sea recomendable, tal otra censurable” (Prólogo, p. 40).
Lo interesante es que renueva las lecturas de los fundamentos del prescriptivismo hispanoamericano, dándole
nuevos aires: “Yo digo con Andrés Bello: para mí la sola [autoridad] irrecusable en lo tocante a una lengua es
la lengua misma” (Prólogo, p. 10).
34
Lenz inicia sus estudios de mapudungun hacia 1890, con la lectura de la Gramática del padre Febrés.
Sin embargo era insuficiente este método, así que opta por la inmersión lingüística: “Además tenía que oír el
idioma de los indios mismos para juzgar de la pronunciación” (Prólogo, p. 23), señala Lenz y eso mismo hizo
en verano de 1891: fue a Collipulli a oír hablar mapudungun y entablando amistad con el cacique Juan Amasa.
Este tipo de viajes en vacaciones de verano se fueron repitiendo con los años a diferentes zonas (Perquenco,
Temuco, Cholchol, Nueva Imperial).
35
“[Los autores de los diccionarios prescriptivos] Quieren hacer distinción entre barbarismos,
provincialismos y castellano castizo sin advertir que primero habría que saber qué lenguaje merece el título de
castellano. Distinción de castellano, qué se entiende por ‘castellano’” (Prólogo, p. 10).
96 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

lo fundamental para él es determinar, antes de cualquier tipo de actitud lingüística,


qué se entiende por castellano36. ¿Cuál sería el castellano para Lenz? En este caso,
sienta las bases de la norma culta: “Contestaría que el castellano es la lengua general
y común de la gente culta del país, incluyendo las palabras técnicas de los artesanos y
los hombres de historia natural, que poco se usan entre gente culta” (Prólogo, p. 14).
Es decir, una metodología que se aleja de la prescriptividad y se acerca al estudio y
análisis a partir de un modelo sociolingüístico de lengua: el uso culto en determinada
zona lingüística.
En el caso del Diccionario etimológico, el estudio lingüístico aborda un aspecto
determinado para conocer y delimitar el español: las voces de origen indígena que
se usan en Chile37. De alguna manera, esta codificación da cuenta de uno de los
procesos más controversiales en la historia de Chile: la ocupación de la Araucanía.
Las reflexiones de Lenz, en efecto, vienen a ser el testimonio lingüístico de las
problemáticas respecto a qué hacer con la población indígena después de la ocupación
del territorio mapuche38. En efecto, en Chile la hispanización impuesta queda patente
bajo dos de los ámbitos que señala Zimmermann (2010: 44) en relación con la
expansión de la lengua castellana: la del desplazamiento local del mapudungun a
“regiones de refugio” (en este caso, la región de la Araucanía) y el desplazamiento-
sustitución del mapudungun por la lengua castellana. En ambos casos lo que se refleja
es, sin duda alguna, un monolingüismo impuesto por la nación política.
Prácticas desarrolladas a lo largo de la historia de Chile, como el exterminio
del pueblo mapuche39 o, desde un punto de vista lingüístico, la indiferencia por los

36
“[C]on lo que deberían haber comenzado los estudios sobre provincialismos es con establecer de una
manera clara qué se entiende por «castellano»” (Prólogo, p. 10).
37
“Por esto también hago entrar en mi estudio todas las voces de origen americano que se usan en Chile,
aunque sean igualmente usadas en España y estén en todos los léxicos” (Prólogo, p. 40).
38
Respecto al monolingüismo en Chile, frente a otras lenguas marginadas, Lenz es tajante: “Sobre mil
indios que hablan el castellano de una manera comprensible, no habrá ni un chileno siquiera que sepa expresarse
medianamente en lengua mapuche y esto hablando de la región al sur del Biobío, pues al norte de este río no
existe ningún resto inmediato de la lengua araucana” (Prólogo, p. 42).
39
La tesis del exterminio indígena se extiende a toda América. Allí donde la intelectualidad latinoamericana
está influenciada por el positivismo, se ve la europeización como la manera más eficaz de llegar al progreso. Bajo
esta lógica, el mundo indígena se establecía como un obstáculo que había que erradicar. Reflexiones como: “se
trata del triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la humanidad sobre la bestialidad” (Correspondencia de
El Mercurio, julio de 1859. Tomada de Pinto 2003: 154) o de “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente
y como animales selváticos, sin provecho del género humano y como una asociación de bárbaros, tan bárbaros
como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras que es urgente encadenar o destruir
en el interés de la humanidad y en bien de la civilización” (Del reportaje de El Mercurio “La civilización y la
barbarie”, junio de 1859. Tomada de Pinto 2003: 154-155) eran usuales entre la intelectualidad chilena. Uno de
los mayores defensores del exterminio mapuche durante la segunda mitad del siglo XIX fue Vicuña Mackenna.
Para él, el mapuche: “no era sino un bruto indomable, enemigo de la civilización, porque solo adora los vicios
en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones
que constituyen la vida salvaje” (Benjamín Vicuña Mackenna, “Primer discurso sobre la pacificación de Arauco”
1868. Tomado de Pinto 2003: 168). Recordadas han sido sus vehementes palabras no solo en relación con
los mapuches, sino que con todo el mundo indígena en general: “aunque seamos solo dos millones de almas,
representamos una población casi tan grande como la de México, que tiene seis millones de indios, enteramente
inútiles para la civilización, y por consiguiente, más inclinados a combatirla que a aceptarla” (Benjamín Vicuña
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 97

estudios de su lengua, vienen a encontrar en Lenz una excepción: la del académico


que fomenta y difunde el estudio del mapudungun y su incidencia en el español de
Chile.
También se encuentran, en su discurso, referencias en torno al “éxito” lingüístico
de la ocupación de la Araucanía y la imposición de un hispanismo, por ejemplo,
en afirmaciones como que el monolingüismo de castellano en la zona ocupada es
prácticamente absoluto40. Es decir, en lo que pudo percibir o verificar Lenz, lo que se
daría en la Araucanía sería el desplazamiento-sustitución más que el desplazamiento
local del mapudungun a “regiones de refugio” (Zimmermann 2010), en oposición a lo
que podemos afirmar hoy en día. Es más, le sorprende a Lenz que el chileno no sepa
hablar la lengua marginada41, algo que sucede hasta nuestros días. De esta forma, el
proceso de la imposición hispánica en Chile operó con un éxito que las observaciones
del sabio alemán pueden comprobar.
Por lo tanto, no encontramos en el discurso de Lenz, al lingüista que trabaje en pos
de un plurilingüismo. Lenz forma parte del grupo que opta por la occidentalización
del pueblo mapuche42, una occidentalización que va de la mano, justamente, con la
hispanización, pero no con la hispanización monocéntrica y europeizante, sino con
uno de los primeros casos de hispanización pluricéntrica, donde en cada variedad se
fija y se construye una norma.
En consecuencia, el trabajo de Lenz con su Diccionario etimológico tiene
importantes repercusiones en relación con el monolingüismo impuesto: un

Mackenna, “Conferencia ante el ‘Club de los viajeros’ de Nueva York sobre la condición presente y porvenir
de Chile”, 1866. Tomado de Pinto 2003: 172).
40
“Esta región fue solo pacificada después de duras luchas, pero está completamente castellanizada. No
quedará en ella hoy en día ningún individuo que hable el mapuche, pero las palabras araucanas que se usan solo
en esta región, sin pasar por el Maule al norte, son numerosas” (Introducción, p. 51).
41
“En cuanto al estado lingüístico de la antigua Araucanía es notable que en general el chileno no sepa
casi nada de la lengua de los indios” (Introducción, p. 52).
42
“Ojalá que mis estudios contribuyan a hacer simpática la figura del indio, para que se comprenda
que esos millares -más de cincuenta, quizás ochenta- no deben ser aniquilados cuanto antes, sino civilizados y
asimilados a la nación chilena” (Prólogo, p. 42). La postura de Lenz está relacionada con toda una tradición que
ve en el exterminio un proceder que hay que evitar. No hay que olvidar que el organismo precursor y difusor
de las ideas civilizatorias fue la Revista Católica, la cual argumentaba: “en que se pide a nuestro gobierno el
EXTERMINIO de los araucanos, sin más razón que la barbarie de sus habitantes y la conveniencia de apoderarnos
de su rico territorio, nuestro corazón latía indignado al presentarse a nuestra imaginación un lago de sangre
de los héroes araucanos, y que anhela revolcarse en ella en nombre de la civilización, es un amargo sarcasmo
en el siglo en que vivimos, es un insulto a las glorias de Chile; es el paganismo exhumado de su oscura tumba
que levanta su voz fatídica negando el derecho de respirar al pobre y desgraciado salvaje que no ha inclinado
todavía su altiva cerviz para recibir el yugo de la civilización” (Revista Católica, 1859: 90. Tomada de Pinto
2003: 164). Sin embargo, si bien la crítica va directamente hacia el empleo de la fuerza: “El hombre civilizado
se presenta al salvaje con espada en mano y le dice: yo te debo hacer partícipe de los favores de la civilización;
debo ilustrar tu ignorancia, y aunque no comprendas cuáles son las ventajas que te vengo a proporcionar, ten
entendido que una de ellas es perder la independencia de tu patria; pero, con todo, elije entre esta disyuntiva:
o te civilizo, o te mato. Tal es en buenos términos la civilización a mano armada” (Revista Católica n° 588.
Tomada de Pinto 2003: 165), la finalidad de la Iglesia era cristianizar al mapuche, es decir, aplicar “otro” tipo
de acto civilizatorio donde, veían ellos, se podía salvar el alma de muchísimos individuos. En el caso de Lenz,
la idea es occidentalizar como una forma de acceder al progreso, al conocimiento.
98 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

monolingüismo y una occidentalización que se comprueban a lo largo de su discurso43.


Sin embargo, hay que volver a un punto fundamental en las praxis del Estado en
relación con la cuestión de la lengua: lo que puede lograr la nación cultural 44. Es
decir, las formas de estandarizaciones donde no prima, ya, la voluntad de una nación
política, impositiva, arbitraria, sino la de aquellas codificaciones que van emanando de
los mismos ciudadanos, los cuales van perfilando, delineando, creando una identidad.
Con el Diccionario etimológico sería la primera vez que una obra presenta un estudio
de contacto lingüístico y reivindica el estudio de una lengua marginada, la cual es
fundamental para la construcción del objeto español de Chile. Esto es producto,
justamente, de la nación cultural. Es, sin lugar a dudas, una nueva forma de entender
la estandarización.
El discurso de Lenz, en efecto, dialoga con las reflexiones liberales que se hicieron
en las primeras décadas republicanas, donde la nación mapuche era todavía considerada
y no marginada45:
Este enorme número de palabras araucanas y quechuas incorporadas en la lengua castellana
son como las cicatrices de la lucha gigantesca en que el español de Chile venció al indio de
Chile, y lo obligó a aprender un idioma europeo y a formar con él una nacionalidad nueva
y firme, la más sólida y homogénea que se engendró en suelo americano pisado por español
(Prólogo, p. 41)

Es la labor de Lenz, por lo tanto, la que inaugura un nuevo tratamiento de la


diferencialidad lingüística. Esto no implica que no exista una prescriptividad en su
obra –cosa que siempre se dará desde el momento en que uno aborda un fenómeno
lingüístico– (cf. Seco 1999: xiii), pero ella será relevante en la medida en que se
conozca el fenómeno lingüístico, se lo estudie y caracterice.

43
“El alcance de lo que acabo de decir quizás no sepan apreciarlo los mismos chilenos que no saben
cómo está la cuestión de razas y lenguas en la mayor parte de las demás naciones sudamericanas. Tal vez en
ningunas de ellas el indio de un modo tan completo ha dejado de ser un factor de importancia como en Chile,
donde solo en las provincias de la antigua frontera quedan indígenas cuya asimilación al chileno adelanta cada
año y cada día” (Prólogo, p. 42).
44
Por nación cultural se entiende a una “realidad histórica que otorga a sus miembros un sentido de
pertenencia por el territorio que habitan, el pasado común que comparten y ciertas prácticas sociales legitimadas
por la misma comunidad. Las naciones culturales surgen casi espontáneamente, existiendo más allá de la voluntad
de algunos individuos de crearla, otorgando a sus miembros un sentido de identidad que se reconoce o se vive,
sin que medie acción alguna tendiente a establecerla. Por eso mismo, la nación cultural pertenece, esencialmente,
a la comunidad.” (Pinto 2003: 90).
45
Lastarria señalaba, por ejemplo, que las “reducciones de chilenos naturales, que sin mezclarse con
la población española, mantenían como en depósito sagrado los recuerdos y parte de las costumbres de sus
antecesores” (Pinto 2003: 87) y Ramón Valentín García, de la Facultad de Teología y Ciencias Sagradas de la
Universidad de Chile, afirmaba que: “los araucanos deberían ser siempre recordados por nosotros por su valentía
y por los esfuerzos heroicos que hicieron por no subordinarse al poder de los conquistadores” (Íbid.).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 99

3. El diccionario etimológico de Lenz como un especial tipo de instrumento


lingüístico

Según Arnoux (1992), tanto gramáticas, como ortografías y diccionarios, entre otros
productos de la gramatización46, deben entenderse como instrumentos lingüísticos, es
decir, como objetos que sirven de referencia para los usuarios en relación con el uso
de una lengua nacional. En el análisis histórico del discurso, tal y como lo plantea la
Escuela de Campinas (Orlandi 2000) y Arnoux (2008), los instrumentos lingüísticos
funcionan como discursos 47. Estos discursos, siguiendo la lectura de van Dijk (1999),
son las principales prácticas de la reproducción de la ideología48. Están, además,
directamente relacionados con las condiciones de producción, las cuales, en sentido
estricto, tienen que ver con la figura del lexicógrafo, su contexto y se manifiestan
de forma directa en los espacios paratextuales, como los que estamos analizando en
este ensayo.
De esta forma, el Diccionario etimológico, en cuanto discurso, dará cuenta de una
serie de aspectos relacionados con el tratamiento de la lengua y cómo esta es manejada
en los procesos de estandarización de las nuevas naciones americanas, pero no desde
la óptica detectada en la mayoría de los diccionarios diferenciales de la época, sino
que con una visión absolutamente novedosa y vigente hasta nuestros días.
En efecto, la tradición lexicográfica diferencial se ha establecido a partir de actos
de habla directivos 49, tanto en los paratextos como en la macro y microestructura.
Estos actos de habla no son más que una de las tantas formas en que se manifiesta el
trabajo estandarizador en pos de un ideal de lengua. El camino hacia la convergencia
lingüística implica imponer, por lo tanto, una norma prestigiosa que sea conocida por
la comunidad hablante. Para la construcción de la unidad idiomática española, ésta
se centrará en el español hablado en España, específicamente en Madrid. Se asignó,
entonces, el manejo de esta variedad lingüística estabilizada −una variedad−, para
constituir, de esta forma, una unidad dentro de la sociedad republicana. Esta variante
se establecerá, entonces, como el español estándar, algo que se reflejó en la producción
lexicográfica durante el siglo XIX.
Siguiendo la lógica de Arnoux (1997), se legitima la manipulación del
monolingüismo de un Estado-nación en particular, absolutamente centralista y
europeizante. Un monolingüismo que en el caso de Chile equivaldría al uso de esta
norma prestigiosa y a la eliminación de todo resabio de ‘diferencialidad’ entendida
como uso vicioso. Este tipo de práctica, en palabras de Zimmermann (2010: 47),

46
Arnoux entiende por gramatización: “[...] le processus qui conduit à décrire et à outiller une langue sur
la base des deux technologies, qui sont encore aujord’hui les piliers de notre savoir linguistique: la grammaire
et le dictionnaire” (1992 :28), por lo que es un proceso fundamental dentro de la estandarización.
47
Tal como lo platea Courtine (1981: 30), es decir, como objetos integralmente lingüísticos e históricos.
48
Es decir “creencias generales (conocimiento, opiniones, valores, criterios de verdad, etc.), de sociedades
enteras o de culturas” (van Dijk 1999: 92).
49
El propósito del acto de habla directivo es intentar que el oyente: “[…] actúe de tal modo que su
conducta concuerde con el contenido proposicional del acto de habla directivo” (Searle 2001: 134).
100 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

impide o dificulta la percepción de la realidad lingüística en espacios multilingües o


multivariacionales. Se genera, por lo tanto, un desconocimiento adquirido y heredado,
en una comunidad, de la riqueza lingüística que puede tener una zona determinada.
Una carencia que se magnifica, claro está, con las prácticas de políticas lingüísticas
que imponen un monolingüismo con una variedad estándar.
Para Lenz, la función de los instrumentos lingüísticos como los diccionarios
estaría dada por otros parámetros. Lenz era crítico al momento de referirse al trabajo
diccionarístico que se había venido haciendo50, lo mismo respecto a la lexicografía
chilena publicada hasta ese momento51. En Problemas del Diccionario Castellano
en América (1927) señala que, en rigor, no debería rechazarse regionalismo alguno
por el hecho de no aparecer en el diccionario académico52. De hecho, su actitud
hacia el trabajo académico estaba sujeta a la misma mirada crítica53. De esta forma,
al momento de referirse al criterio de selección de voces hispanoamericanas en el
diccionario académico, la critica sin reparos54. Es así como llega a una evaluación
de lo que es el DRAE: un diccionario sin criterios científicos claros55. Además de no
querer someterse a la hegemonía de la Real Academia Española56, su actitud se opone,
incluso, al proceder lexicográfico usual, donde se toma, justamente, el objeto DRAE
como el filtro respecto a que una palabra ‘exista’, ‘esté aceptada’, ‘no exista’, entre

50
“Todos estos autores sustituyen el Diccionario de la Real Academia Española a la lengua, aceptando
como dogma que lo que está en ese Diccionario es castellano, lo que no está, no lo es. La prueba de la verdad
de tal aserción no la da nadie, y ¡difícil sería darla!” (Prólogo: 10).
51
“La mayor parte de los tratados sobre provincialismos de América no explican sino critican. Sus autores
parten de la base de corregir el lenguaje de sus connacionales en conformidad con lo que creen “el castellano
castizo”. En la mayor parte de ellos prevalece la charla literaria y algunos de esos tratados son verdaderas
caricaturas filológicas” (Prólogo: 8).
52
No se cambia el carácter social o estético de una palabra por el hecho de aparecer en el Diccionario de
la Academia desde cierta fecha. No se transforma así lo “vicioso” en “castizo”, como creen muchos literatos”.
(1927: 23).
53
Al hacer una crítica vigente hasta el día de hoy del DRAE: “Mientras esa corporación no comience su
diccionario con un prólogo que exponga con claridad según qué principios admite y excluye voces, no sabría
realmente qué provecho podría sacar de mi diccionario” (Prólogo, p. 40). Crítica que se extiende a los niveles
del lemario mismo del DRAE, al hacer notar la ausencia en este tipo de voces diferenciales diastráticas y
diafásicas hispanoamericanas: “Faltan por prurito de decencia en el Diccionario voces muy frecuentes y antiguas
como v. gr. aquel reniego tan usado por los españoles que en Chile ha llegado a ser apodo despreciativo para
los peninsulares (véase Echeverría, Voces usadas en Chile pág. 150 después de la palabra coñac)” (Prólogo,
p. 40). Frente a la presencia de otro tipo de voces: “en cambio se registran innumerables términos de germanía
solo conocidos entre gente de la peor especie, otros tantos provincialismos españoles y americanos de uso
limitadísimo y desconocidos fuera de estrechas regiones, y arcaísmos tan raros que no se encuentran en ningún
documento, aun de castellano antiguo, de mediana importancia” (Prólogo, p. 40).
54
“Sabido es que los Académicos intencionalmente han excluido muchas voces propuestas por miembros
correspondientes y que de hecho se emplean continuamente en todos los diarios castellanos del mundo” (Prólogo,
p. 40).
55
“Así como es, el Diccionario de la Academia no es ni un diccionario literario (que debería excluir todo
lo que no se puede usar por escrito) ni un diccionario completo de toda la lengua; es un libro sin principios
científicos claros” (Prólogo, p. 40).
56
“No aspiro a que la Real Academia Española tome nota del fruto de mis desvelos para decidirse a
aceptar en el Léxico oficial alguna voz que hasta hoy no figura en él” (Prólogo, p. 40).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 101

otras usuales creencias, presentes hasta el día de hoy57. En síntesis, en su actitud no


habría una actitud servil ante la Academia. Esto se refleja en las críticas que hace de
la entidad, ante el criterio lingüístico de sus académicos y ante su obra más popular.
Con esta postura, Lenz viene a instalar una nueva forma de codificación dentro del
proceso estandarizador: la del trabajo lingüístico, paralelo al prescriptivo, que emana
de las labores científicas de investigación. Por lo tanto, se integra un nuevo tipo de
normativización dentro de esta misma lógica: la de la universidad como espacio de
estudio, análisis e investigación de la realidad lingüística. En otras palabras, el lingüista
en su rol de profesor universitario como un sujeto que norma y cuyas herramientas
lingüísticas aportan una nueva visión respecto a la cuestión de la lengua. Sin duda
alguna, las ideas de Lenz vienen a perfilar una nueva forma de construir el concepto
español de Chile.
Más interesante aún es la forma en que el autor introduce la lengua no impuesta,
sino que marginada en el proceso de configuración del Estado chileno: el mapudungun.
Los instrumentos lingüísticos se instalan, entonces, como un referente al momento
de perfilar lo que se entiende por lengua nacional y, en el caso del Diccionario
etimológico, para dar cuenta de la importancia de las lenguas marginadas. El proceso
de estandarización en Chile, tal como se ha visto, fluctúa entonces entre la defensa
de una norma de carácter monocéntrica y el estudio científico, tanto del español de
Chile como de sus contactos y la necesidad de establecer un trabajo que instale un
plurivariacionismo dentro de la lengua española.

4. El Diccionario etimológico como un acto glotopolítico

Los trabajos codificadores de Lenz presentan una nueva forma de construir el concepto
español de Chile. Nuestro autor, por ejemplo, retoma reflexiones y les entrega una
nueva mirada, además de inaugurar disciplinas de estudio en el panorama nacional.
Este tipo de actitud ante un objeto de estudio −el español de Chile− refleja, sin duda
alguna, un quehacer disciplinario que va más allá de meras metodologías. El trabajo
de Lenz da cuenta de un tipo de acto glotopolítico, siguiendo el término de Arnoux
(2008). Desde esta perspectiva, una herramienta lingüística como el Diccionario
etimológico refleja construcciones de identidades nacionales en relación con las
prácticas codificadoras. Por lo tanto, en función o en contenido, las codificaciones
serán fundamentales para ver cómo se construye el objeto español de Chile, cómo se
presenta la idea de lengua oficial o cómo se trata a una lengua marginada, a partir del
análisis de la obra lexicográfica en cuestión.
Asimismo, pensando ya en su recepción, las ideas lingüísticas de una herramienta
discursiva como este diccionario poseen una función totalmente estandarizadora no

57
“Si una palabra figura o no en el Diccionario de la Academia, no significa nada en absoluto ni con
respecto a su uso literario o vulgar, general o limitado, no aun para saber si es conocida en España” (Prólogo,
p. 40).
102 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

tanto en su momento de producción, sino que en su vigencia. Es decir, el actualizar


las ideas lingüísticas de Lenz se replantearía la concepción que de español de Chile se
tiene hasta el día de hoy y cómo se piensa el peso del contacto español-mapudungun.
A propósito de esto, es totalmente relevante lo que señala Anthony Giddens
(1987) respecto a la conformación del Estado moderno. Para el sociólogo, un aspecto
fundamental de la estructuración de un Estado sería la organización de su información,
es decir, de los discursos, a partir de un lenguaje uniformado. Estas herramientas, en
consecuencia, delimitan, caracterizan, fundamentan e imponen una identidad nacional.
En Latinoamérica, por ejemplo, los procesos de codificación ayudaron a construir
imaginarios identitarios nacionales, necesarios después de los procesos emancipadores
en Latinoamérica. La vigencia del trabajo de Lenz va por este camino: hasta qué
punto se modifica el objeto español de Chile gracias a sus ideas lingüísticas. Uno de
los aportes más relevantes de nuestro autor va, justamente, por esta línea. En efecto,
la lengua española debe entenderse como una disciplina transcultural, gracias al
desarrollo de culturas particulares de contacto y a la diversa interacción con las culturas
existentes anteriormente en cada una de las zonas americanas donde se habla español
(cfr. Zimmermann 2003: 512). Bajo esta óptica, en consecuencia, veremos en Lenz a
uno de los primeros lingüistas que logró dar cuenta de esta transculturalidad en Chile
a partir de sus estudios y, sobre todo, con su Diccionario etimológico.
De esta forma la vigencia de Lenz se comprueba en la fijación que hizo, por medio
de codificaciones, de una lengua marginada58 y, a su vez, por su adhesión al grupo
intelectual que en Chile ha estado, de una u otra forma, por su estudio y vigencia59.
Por otro lado, su vigencia se comprueba también al presentar un trabajo que dio justa
cuenta de la importancia de las lenguas de contacto y cómo estas incidieron en la
conformación del español de Chile. Es decir, al mostrar cómo el español se perfila
y se configura de identidad propia a partir del contacto lingüístico60, entre otros

58
Lengua que Lenz aprecia, así como su cultura: “No hace un siglo todavía que los chilenos se gloriaban
de ser descendientes de la más valerosa raza americana por la mitad de su sangre. En mi libro verán sin falsa
vergüenza hasta qué grado le deben también a su lengua, su pensamiento” (Prólogo, p. 41).
59
En efecto, la tesis civilización y barbarie, que tuvo adeptos que buscaban la aniquilación de los
indígenas (cfr. nota 39), surge después de desgastadas las consignas independentistas que veían en las grandes
figuras indígenas, bastiones de identidad: “que los autores de americanos de himnos y de proclamas invocaban
durante la reyerta las sombras de Montezuma, de Guatimozin, de Atahualpa, de Caupolicán y de Lautaro, se
ostentaban como sus vengadores, y maldecían a sus verdugos; pero aquella era pura ilusión retórica que les
hacía desconocer extrañamente la verdad de las cosas”, decía con justa razón en la segunda mitad del siglo XIX
el historiador Miguel Luis Amunátegui (citado por Pinto 2003: 173). Frente a esta actitud, se pueden encontrar
posturas pacifistas pero no menos occidentalizantes, como la de la iglesia católica (cfr. nota 42) o la postura
más bien progresista, en casos como el mismo Lenz o en las ideas y discursos del presidente Balmaceda: “Hoy
invadimos el suelo de aquellos bravos, no para incendiar la montaña, ni para hacer cautivos, ni para derramar
la sangre de nuestros hermanos, ni para sembrar la desolación y el terror, con el ferrocarril llevamos a la región
del sur la población y el capital, y con la iniciativa del gobierno, el templo donde se aprende la moral y se
recibe la idea de Dios, la escuela en la cual se enseña la noción de la ciudadanía y el trabajo, y las instituciones
regulares a cuya sombra crece la industria” (José Manuel Balmaceda, discurso en la inauguración del viaducto
del Malleco publicado en El Colono de Angol, en diciembre de 1890. Tomado de Pinto 2003: 202).
60
“Verán cuántos útiles conocimientos del pueblo chileno actual son debidos al indio que puso nombre
a tantas plantas y a tantos animales” (Prólogo, pp. 40-41).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 103

factores. Con esto Lenz viene a inaugurar una disciplina en Chile: la de los estudios
de contacto lingüístico. Además, nos deja una obra que aun no ha sido superada: su
Diccionario etimológico.
En esta obra, además, se trabajará con un nuevo enfoque en relación con aspectos
sociolingüísticos conflictivos hasta el día de hoy en el quehacer lexicográfico. Tal
es el caso del concepto ‘vulgarismo’. Reflexiones como: “no es nunca el pueblo el
que corrompe la lengua, aunque introduzca vocablos vulgares para enriquecer el
vocabulario académico” (Lenz citado en Rabanales 2002: 178) son revolucionarias
en un medio académico que veía en estas voces vicios que había que expurgar, o bien,
realidades que no debían aparecer en un diccionario. Es más, afirmaciones como:
“Cambios que entran desde abajo, son siempre conformes al genio de la lengua.
Verdadera corrupción puede solo venir cuando los que se creen con el derecho de
gobernar la lengua, quieren imponerle sus caprichos como ‘reglas de la gramática’”
(Lenz citado por Rabanales 2002: 179) son discursos que hasta el día de hoy no son
del todo aceptados por la comunidad hablante.
En esto, justamente, radica la vigencia de las ideas lingüísticas de Lenz: en estudiar
el español de Chile bajo una óptica exenta de los prejuicios ideológicos de quienes
imponen una lengua estándar considerada prestigiosa. Su estudio se acerca más al que
tiene un lingüista con su disciplina, disciplina que entendemos como una construcción
social (Zimmermann 2003)61, la cual va reconstruyéndose y remodelándose con la
percepción de campos antes no tomados en cuenta.
La actualidad de Lenz en relación con la glotopolítica va, además, por otra de sus
adelantadas propuestas: la de presentar la idea de un diccionario integral y regional
en cada zona lingüística. Para él, solo de esta forma se podrá saber con certeza qué
es, exactamente, lo que se entiende por castellano62, asimismo, se podrá dar cuenta
de lo general y lo pluricéntrico en la lengua española. Una reflexión de este tipo
no solo es relevante para la lexicografía hispanoamericana, sino que es relevante
para la construcción de la identidad lingüística hispana en general. ¿Qué es lo que
nos une? ¿Qué es lo que nos diferencia? ¿Qué nos hermana con determinada zona
lingüística? Son reflexiones glotológicas que han tomado peso en los últimos lustros
en Hispanoamérica y en Lenz comprobamos a uno de sus precursores.
En síntesis, este instrumento lingüístico, de carácter histórico y contrastivo,
es uno de los elementos identitarios fundamentales dentro de una comunidad
lingüística pluricéntrica. Frente a un proceso de estandarización, donde la imposición
monolingüista se reducía a una variante prestigiosa, el Diccionario etimológico no
viene a ser complementario de una herramienta lingüística “mayor”, como lo es el
DRAE, tal como sucede con otro tipo de repertorios contrastivos. En efecto, las voces

61
“(…) un trabajo metadisciplinar continuo de delimitación, división, ampliación, renovación, justificación,
exclusión, inclusión” (Zimmermann 2003: 504).
62
“Más tarde cuando en todas las repúblicas americanas exista un diccionario nacional y cuando exista lo
mismo en España, entonces se podrá decidir cuáles voces son “castellanas” es decir pertenecen al tesoro común
de todas las naciones que creen hablar el idioma de Cervantes” (Prólogo, p. 20).
104 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

diferenciales en la obra de Lenz no se subordinan en tanto barbarismos o exotismos


de una “variante prestigiosa”, sino que se integran como parte de la realidad léxica.
Además, el hecho de inaugurar disciplina con los estudios de contacto lingüístico
viene, de una u otra forma, a mostrar la importancia del estudio, monográfico o paralelo,
de las lenguas marginadas dentro del proceso de estandarización e hispanización.
Lenz se establece, por lo tanto, como el punto de partida de una tradición lingüística
que cada día tiene más relevancia dentro de los estudios de la disciplina. Esto es el
reflejo, sin duda alguna, de un nuevo tipo de estandarización, distinta a la que se ha
llevado a cabo entre las codificaciones diferenciales hispanoamericanas y, por lo tanto,
de nuevas políticas lingüísticas.

5. Conclusiones

A partir de la revisión de los paratextos en el Diccionario etimológico se puede


constatar una codificación en donde predominan discursos con una voluntad de
intervención lingüística. Dentro de este espacio, Lenz rompe con la tradición normativa
vigente, la de una hispanización de corte eurocentrista e impositiva. En cambio, instala
los perfiles de un nuevo tipo de tratamiento de español de Chile. En efecto, en su
trabajo encontramos un afán hispanista pero con una praxis distinta: la del quehacer
lingüístico como base para estudiar, describir y codificar una lengua.
Su Diccionario viene a ser un nuevo tipo de acto glotopolítico, el cual muestra
una voluntad de trabajo disciplinario que va más allá de la mera hispanización.
En él se aprecian las cimientes de aquella concepción de lingüística nacional (cfr.
Zimmermann 2003: 521-522), necesaria para el conocimiento de una diatopía, en
este caso, del español de Chile. Esta concepción lleva a la construcción de una teoría
lingüístico-comunicacional, donde es fundamental dar cuenta de la relación lingüística
e histórica entre el español y el mapudungun, sus interinfluencias, cómo se ha dado
el desplazamiento del mapudungun y el bilingüismo de sus hablantes, entre otros
aspectos. En efecto, en el Diccionario etimológico podemos ver los bosquejos de
una teoría del contacto entre el español y el mapudungun, así como en los estudios
monográficos de Lenz63. Estos serían los aportes iniciales para una tarea que está,
aun, por hacerse.
Además, con su trabajo se inicia una nueva fase en el proceso de estandarización,
donde las codificaciones se producen desde los espacios universitarios. Por lo tanto, es
el profesor de lingüística quien difunde, en la academia y comunidad, su concepción
del español de Chile. Su tratamiento difiere del que se venía haciendo, ya que esta
variante −el español de Chile− no es una desviación, sino que posee una serie de
particularidades producto, entre otras cosas, de las lenguas en contacto. Por lo tanto
se está ante el resultado de un trabajo estrictamente lingüístico (descriptivo). Con

63
De la lengua araucana (1894), Estudios araucanos (1895-1897), Araukanische Märchen (1896) y De
la literatura araucana (1897).
Soledad Chávez F. / Ideas lingüísticas de Lenz en los paratextos de su Diccionario etimológico... 105

este tipo de investigación, Lenz sienta las bases de lo que tendría que generarse en
los espacios académicos: codificaciones, estudios, investigaciones que no penan una
diatopía, sino que impulsan su estudio.
Por otro lado, con el Diccionario etimológico tenemos un claro ejemplo de lo que
puede generarse en una nación cultural desde un punto de vista lingüístico. Es decir, ya
no se está dentro del plan hispanizador que vela por un monolingüismo europeizante,
sino que ante un plan hispanizador que vela por el conocimiento de una diatopía.
Además, es el primer ejemplo que emana desde esta nación cultural 64, un ejemplo
que impulsa el estudio de las lenguas marginadas y cómo estas influyen en el español.
Así se comprueba la importancia de volver a estudiar una obra como el Diccionario
etimológico. Es decir, analizarla a la luz de nuevas perspectivas y metodologías
lingüísticas. De esta forma se demuestran su vigencia y su relevancia no solo para la
lexicografía histórica, sino para la historia del español de Chile y, sobre todo, para los
estudios de contacto lingüístico. Este es, entonces, el objetivo del presente ensayo.
Objetivo que nos muestra la riqueza de una obra como esta.

Referencias

1. Corpus
Lenz, R. 1979 [1ª edición 1905-1910]. Diccionario etimológico de las voces chilenas derivadas de
las lenguas indígenas americanas. Edición dirigida por Mario Ferreccio. Santiago: Universidad
de Chile, Seminario de Filología Hispánica.
Seco, M. 1999. Diccionario del español actual. Madrid, Aguilar.

2. Estudios
Arnoux, E. 1992. A revolução tecnológica da gramatização. Campinas: Editora da UNICAMP.
Arnoux, E. 1997. La réalité de l’hyperlangue. Langages 127: 110–121. París: Armand Colin.
Arnoux, E. 2008. Los discursos sobre la nación y el lenguaje en la formación del Estado (Chile,
1842-1862). Estudio glotopolítico. Buenos Aires: Santiago Arcos.
Courtine, J. 1981. Analyse du discours politique (Le discours communiste adressé aux chrétiens).
Langages 62: 9-128. París: Armand Colin.
Escudero, A. 1963. Rodolfo Lenz. Thesaurus XVIII (2): 445-484. Bogotá: Imprenta patriótica del
Instituto Caro y Cuervo.
Ferreccio, M. 1979. Presentación. En R. Lenz, Diccionario etimológico de las voces chilenas
derivadas de las lenguas indígenas americanas. Pp. 7-24. Santiago: Universidad de Chile,
Seminario de Filología Hispánica.
Giddens, A. 1987. Contemporary Critique of Historical Materialism II. Cambridge: Polity Press.
Lara, L. 1997. Teoría del diccionario monolingüe. México: El Colegio de México.

64
Es por esta razón que lamentamos los conflictos que tuvo Lenz a lo largo de su vida académica en
Chile, respecto a su condición de ‘no ser chileno’, de ‘ser extranjero’ (cfr. Escudero 1963 y Ferreccio 1979).
Solo con este ejemplo, esta sola obra, su Diccionario etimológico, una cala de su gran labor de investigación,
se puede comprobar lo que hizo por Chile, desde los espacios universitarios.
106 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Lenz, R. 1927. Problemas del Diccionario Castellano en América. Buenos Aires: Imprenta de la
Universidad.
Metzeltin, M. 2004. Las lenguas románicas estándar. Historia de su formación y de su uso. Uviéu:
Academia de la Llingua Asturiana.
Metzeltin, M. 2007. Del Renacimiento a la actualidad (I). Procesos de codificación de las lenguas
románicas. En J. Gargallo y M. Bastardas (Coords.), Manual de lingüística románica. Pp. 147-
154. Barcelona: Ariel.
Orlandi, E. de. 2000. Análise de Discurso. Princípios e procedimientos. Campinas: Pontes.
Orlandi, E. de. 2002. Língua e conhecimiento lingüístico. Para uma História das Idéias no Brasil.
São Paulo: Cortez.
Pinto, J. 2003. La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche. De la inclusión a la
exclusión. Santiago de Chile: DIBAM.
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transgresión de fronteras. Lexis 1-2: 503-527.
Zimmermann, K. 2010. La hispanofonía, la lingüística hispánica y las academias de la lengua:
propuestas para una nueva cultura lingüísticas. En J. Ortega (Ed.), Nuevos hispanismos
interdisciplinarios y trasatlánticos. Pp. 44-59. Madrid: Iberoamericana-Vervuert.
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 107 - 120
Universidad de Chile

Consideraciones sobre el contacto quechua-


español a través de documentos coloniales
(s. XVI-XVII) en la zona centro andina

Paula Martínez Sagredo1


Universidad Autónoma de Chile

Resumen: En el presente artículo se revisan los principales rasgos lingüísticos


asociados a la zona de contacto entre la lengua quechua –principalmente– y española
durante los primeros siglos de la Colonia en la región centroandina. A través del
análisis de documentos, algunos inéditos, se postula la posibilidad de reconstruir
el avance de la castellanización impuesta por la evangelización y las regulaciones
de la corona.
Palabras clave: lingüística de contacto, Colonia, quechua, aymara, español,
documentos.

Reflections on Quechua-Spanish contact through XVIth and XVIIth century


Andean documents

Abstract: This article reviews the main linguistic features associated with the
language-contact area between Quechua –mainly- and Spanish in the central-andean
region during the first centuries of the Colony. Through the analysis of documents,
some of them unpublished, it is postulated that it is possible to reconstruct the
development of castilianization imposed by evangelization and the regulations of
the Spanish crown.
Key words: Language contact, Colony, Quechua, Aymara, Spanish, documents.
Recibido: diciembre 2011 Aceptado: enero 2012

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Universidad Autónoma de Chile, Pedro de Valdivia
641, Carlos Antúnez/Providencia, Santiago, Chile o al correo electrónico: <[email protected]>
1
Doctora (c) en Literatura (Universidad de Chile), docente en Universidad Autónoma de Chile. Este
artículo forma parte del proyecto Fondecyt 1090110 “Discursos andinos coloniales: soportes, confluencias,
transformaciones”.
108 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Hacia 1602, el español Dávalos y Figueroa reconocía que “es tan codiciosa la [lengua]
española de abraçar las [lenguas] estrañas, o nosotros de valernos dellas, que tenemos
ya por inseparables algunos vocablos destas barbaras, y los vsamos como si en la
nuestra faltasen mejores términos para aquello mesmo” (apud Cerrón Palomino
2003: 123). A pesar de la datación relativamente tardía del testimonio, los relatos de
una situación no solo de préstamos léxicos sino también de contactos en el plano de
la pronunciación, de la morfología y de la sintaxis, corrían ya desde prácticamente
los comienzos mismos de la dominación española. Independientemente de lo que
ocurriera en el ámbito judicial y legal2, la vida cotidiana generó una serie de espacios
que propiciaron rápidamente la profunda interacción y la consiguiente mixtura entre
las lenguas indígenas predominantes y la española. Las “mudanzas” o préstamos no
solo se dieron desde las lenguas indígenas hacia el español, también se produjeron
cambios estructurales en las lenguas amerindias. Sin embargo, tal como veremos más
adelante, con el correr del tiempo, no corresponderá referirse a las variedades nacidas
de este contacto como formas interferidas, sino ya como muestras de un nuevo dialecto
nacido de ellas: el castellano (o español) andino.
En este artículo se presentan fragmentos de crónicas, relaciones y documentos
legales de los siglos XVI y XVII donde conviven rasgos lingüísticos tanto de la variante
andina del español como de la andaluza (previamente koinizada3). Esta metodología,
ya puesta a prueba por Olga Cock (1969), permite constituir un corpus histórico a
partir de códices unicos donde se analizan fenómenos lingüísticos de distintos niveles4.

2
Ejemplo paradigmático es la 1ª constitución promulgada por el III Concilio limense donde se ordena
que “[siendo los indios de poco entendimiento], a todos los que entienden y entendieren en la doctrina de los
indios, en todo nuestro arzobispado e obispados a él sufragáneos, que les enseñen una misma doctrina, y las
pláticas que se les hicieren, unas y conformes a una Instrucción que está al cabo destas nuestras constituciones.
Y las oraciones comunes de Pater noster, Ave María, Credo, mandamientos e obras de misericordia, artículos de
la fee, etc., sean en nuestra lengua castellana, conforme a la Cartilla que esta Santa Sínodo [sic] tiene ordenada”
(Vargas Ugarte 1951, tomo I: 7).
3
Fontanella (1992: 2) señala que “Pese a que koiné es un término de larga tradición lingüística, que
fue aplicado con anterioridad al español de América (véase, entre otros, Catalán 1958; Boyd Bowman 1956, y
Guitarte 1959), el término koinización –y su estudio como proceso– es reciente en la bibliografía lingüística, ya
que fue introducido por Siegel (1985) y aplicado por primera vez al español de América dos años después por
Fontanella de Weinberg (1987). Siegel considera que una koiné «es el resultado estabilizado de la mezcla de
subsistemas lingüísticos, tales como dialectos regionales o literarios» (1985: 363). Estos procesos, de acuerdo
con los estudios y descripciones de los últimos años, son particularmente característicos de las situaciones en
las que inmigrantes procedentes de distintas regiones dialectales confluyen en nuevos territorios (Hock 1984:
128) tal como ocurrió en las distintas zonas americanas”. Muro y Chumaceiro (2004) añaden que a partir del
proceso de la koinización una nueva variedad es producida gracias a la confluencia de distintos dialectos donde
se reducen y simplifican algunos rasgos y donde algunos de ellos se vuelven predominantes. Posteriormente, “la
nueva variedad se convierte en la forma nativa de las nuevas generaciones” (Muro, A. y Chumaceiro, I. 2004:
59).
4
La propuesta de Cock, escasamente difundida en los estudios lingüísticos, apunta precisamente a
subsanar vacíos significativos en la historia lingüística. Tal como ha resumido Zimmermann (2011) al estudiar
las propuestas de historia de la lengua española de los últimos diez años, el problema del español andino solo ha
sido abordado profundamente por Lipski (1994) y en menor grado por Moreno de Alba (1993) y Sánchez Méndez
(2003). Si bien hay estudios de la variedad andina del español (véase Cerrón Palomino 2003), la sistematización
que ofrece Zimmermann (a partir de la comparación de obras como las de Juan A. Frago Gracia, Historia del
español de América, 1999; Juan A. Frago Gracia y Mariano Franco Figueroa, El español de América 2003; Juan
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 109

Revisaremos brevemente los dos procesos de koinización que confluyeron en la


variante andina del español: la koinización prehispánica de las lenguas amerindias
en la zona centro andina y la koinización del español trasplantado a América, para
luego establecer algunos de los rasgos que se presentan en los documentos coloniales.

Contexto lingüístico prehispánico y colonial: el mosaico lingüístico y el español


andino

De acuerdo con Alfredo Torero (2002: 49), hacia el siglo VI d.C., las lenguas habladas
en la zona mesoandina eran, entre otras, quechua, arahuaco (arawak), aru (aimara),
puquina (Arequipa, Titicaca, Cusco), uruquilla (circumlacustre Titicaca), mochica
(Costa Norte del Perú), etc. (Torero 1989). Estas lenguas, gracias al imperio Huari,
habrían estado generando interacciones cuyo punto cúlmine ocurrió precisamente
entre los siglos VI y VII. Señala el lingüista que, a pesar de que no hay evidencias
de una “Lengua imperial”, la reconstrucción lingüística indicaría que de haber
existido una, no podría ser otra que el protoaymara, que corresponde al aru, utilizado
en la zona ayacuchana “[…] es a ese período que puede asignarse el inicio de un
nuevo movimiento expansivo del quechua de la costa central (quechua II) […] En
todo caso, aru y quechua, en intenso contacto por entonces, acentúan sus mutuas
influencias” (Torero 2002: 48). A partir de la fase Janabarriu –máxima expansión del
Horizonte Chavín– una serie de convergencias y de dinámicas de préstamo y difusión
comenzaron a ocurrir. Como consecuencia de ello, “de los idiomas testimoniados
hoy, se aproximaron uno a otro lingüísticamente el cholón, el quechua y el aru, con
el quechua entremedio” (Torero: 50), potenciándose la interpenetración entre el
quechua y el aru5, concomitancia que se perpetuaría también durante los períodos
Chavín, Huari-Tiahuanacu y Tahuantinsuyu (existente al momento de la conquista
española).

Sánchez Méndez, Historia de la lengua española en América, 2003; Irma Chumaceiro y Alexandra Álvarez, El
español de América: Historia del español en el continente americano, 2004; José L. Ramírez Luengo, Breve
historia del español de América, 2007; John M. Lipski, El español de América, 1994; José G. Moreno de Alba,
El español en América, 1993; Enrique Obediente, Biografía de una lengua. Nacimiento, desarrollo y expansión
del español, 2007) involucra un punto de vista de toda la lengua española y no solo en su variedad dialectal.
5
El aru, también denominado cauqui-aymara o jaqi-aru tiene una dsitribución geográfica que abarca el
sureste peruano, noroeste boliviano y algunas zonas del norte grande chileno. Tipológicamente es una lengua
aglutinante y sufijadora, al igual que el quechua.
110 LENGUAS MODERNAS 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Mapa nº 1: Lenguas habladas en la zona mesoandina (Torero 2002)

Desde el siglo VIII en adelante, el quechua comenzó a imponerse en toda la zona


andina y a ser considerado como lengua prestigiosa, de cultura, utilizada en las
actividades comerciales, gubernamentales y de relación interregional. Actualmente,
la lengua quechua comprende una variedad de dialectos que son hablados en
Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y zonas aisladas del norte de Chile.
Existen 2 dialectos principales de esta lengua, los que, a su vez, se subdividen en
otras varieades (QI o Waywash y el QII o Yúngay –A, B y C). Las variedades Q.IIB
y Q.IIC6 corresponden a lo que en la Colonia se entendió como “quechua o lengua
general” (o del Cuzco o Inca).

6
La forma Q.IIA también recibe el nombre de Límay, mientras que las formas QIIB y Q.IIC se agrupan
y denominan Chinchay, en virtud de su distribución geográfi ca.
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 111

En lo que respecta a la distribución del castellano en la zona centro andina –que


incluye todos los textos abordados en el presente artículo– y su imposición a partir
de 1531, ha desembocado en una desigual conformación lingüística en términos
de su arraigamiento, aunque se puede establecer que es una lengua dominante y
generalizada7.
Cuando los españoles llegaron a los territorios incaicos (ca.1532), la realidad
lingüística a la que se enfrentaron puede ser descrita en términos de un “mosaico”
(Cerrón Palomino 2003: 137), caracterizado por una diversidad de lenguas que gozaban
de distintos grados de difusión y variedad dialectal: “todo ello era el resultado de
procesos dialécticos de unidad y ruptura político-culturales protagonizados por los
pueblos andinos a lo largo de milenios. Precisamente uno de los últimos intentos
de unidad político-económica e idiomático-cultural había sido el imperio incaico”
(Cerrón Palomino 2003: 137). Los datos entregados por la lingüística histórica, la
arqueología y la historia permiten postular que previo a la Conquista habría ocurrido
un proceso de koinización entre las lenguas indígenas suramericanas (parte del cual
es el reconstruido en el párrafo anterior). Esto habría determinado que la variante
llamada “Lengua general” fuese ya una lengua koinizada, lo que implica que los
rasgos lingüísticos –aparte de una extensa lista de caracterización– habrían tendido a
la simplificación. Julio Calvo Pérez (2001: 521) señala tres etapas: la primera, donde
los incas son originariamente hablantes de puquina; la segunda, donde se vuelven
aimarahablantes; y la tercera, correspondiente solo a la etapa expansiva final, donde
aprendieron el quechua. Así, los incas, gobernantes del territorio conquistado por los
españoles, si bien no eran originariamente quechuahablantes lo fueron por motivos
políticos. Los incas lograron revestir con un aspecto oficialista al quechua, ya difundido
en el “Chinchaysuyo mucho antes de que ellos salieran del Cuzco, encerrados como
estaban en zonas de habla aymara. La lengua general habría sido, pues, una variante
del quechua hablado en la costa centro-sur peruana, localizable en el antiguo señorío
de Chincha” (Calvo 2001: 521). El quechua que conocieron los conquistadores
operaba como lingua franca, sin embargo, tal como señalara Cerrón Palomino, el
“mosaico lingüístico” implicaba que no todas las regiones mostraban un mismo grado
de dominación lingüística (aunque bien sabemos que una de las catacterísticas de la
dominación incaica era el respeto por la cultura y religión de los pueblos conquistados).
Esto significó que, con la conquista de los territorios recientemente anexados por los
incas, solo la elite conocía esta lengua común 8.
Asimismo, tal como lo anticipamos más arriba, el español como lengua trasplantada
también había vivido una serie de ajustes vinculados con los procesos koinizadores.

7
Desde la constitución política peruana de 1993, el castellano es lengua oficial junto con el quechua –oficial
desde 1975–, aimara y las demás lenguas aborígenes. A pesar de ello, el doctor Cerrón Palomino considera que
estas disposiciones “no pasan de ser un saludo a la bandera” (Cerrón Palomino, 2003: 110).
8
“No obstante, como dialecto de superestrato en las zonas previamente quechuizadas, como segunda
lengua en los territorios de habla diferente, o como idioma de relaciones en los confines del imperio, la variedad
quechua koiné, por lo mismo llamada general, garantizaba plenamente la comunicación dentro de los ámbitos
del vasto imperio” (Calvo 2001: 521).
112 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Al respecto, Muro y Chumaceiro (2004: 59), a partir de los aportes de Guitarte 1980,
Fontanella 1992 y de Granda 1994, identifican tres etapas de nivelación lingüística.
En términos cronológicos y lingüísticos, la primera etapa –que es la de nuestro
interés– se habría desarrollado (aproximadamente) entre el desembarco (1492) y los
albores del siglo XVII (dependiendo de cada zona)9. Asimismo, señalan que a pesar
de que “no parece haber acuerdo entre los lingüistas, ni sobre el tiempo que duró el
proceso de formación de la koiné, ni sobre cuáles fueron las influencias dialectales
que prevalecieron, tampoco hay consenso sobre cómo fue la evolución de dicha koiné
en el continente”, sí parece haberlo con respecto a los rasgos lingüísticos que habrían
caracterizado a la koiné americana hasta 1650. Así, Fontanella (1992) señala que hacia
esa fecha ya la mayoría de las zonas americanas se encontraba superando la etapa
del multidialectalismo característico y pasando a la etapa de coexistencia de distintos
sistemas fonológicos, entre los cuales podemos considerar como más relevantes10 el
seseo (c.1), la aspiración o pérdida de inicial de /f-/ (c.2), la velarización del diptongo
inicial /ue-/ (c.3), la vacilación en el uso de /b/ y /g/ antes de vocal posterior (c.4), la
pérdida de /-d-/ intervocálica (c.5), la confusión de /r/ y /l/ (c.6), la pérdida y aspiración
de /-s/ implosiva (c.7), y el yeísmo (c.8).
Por otra parte, ya no desde el punto de vista de la evolución interna de la lengua,
sino desde su interacción con el sustrato o adstrato, es necesario relevar los rasgos
lingüísticos que permiten identificar la variedad andina del español. Previo a esta
identificación, hecha a partir de la visión que ofrece la lingüística de contacto,
deberemos revisar ciertos aspectos que pasan a ser relevantes para explicar la génesis
de una variante. Si bien el hecho de que dos lenguas distintas se encuentren en zonas
contiguas no implica que existan influencias de una sobre la otra, en el caso específico
de las lenguas indígenas americanas con respecto al español, y más concretamente aún,
del quechua sobre el español y viceversa, se ha corroborado la existencia de una serie
de factores y situaciones que permiten afirmar que ha habido contacto lingüístico desde
la llegada de los conquistadores. Según Azucena Palacios (1997: 4-5), algunos de los
factores11 que podemos mencionar son “el grado de adquisición del español y si esta
adquisición tiene lugar de manera formal o informal, los elementos socioculturales que
rodean la comunidad, el nivel de escolarización, el aislamiento geográfico o el nivel
socioeconómico”. Estos, según las dinámicas regionales con las que se desenvuelvan,
determinarán la variedad de español local así como también “el mantenimiento o
abandono de esa variedad subestándar, socialmente desprestigiada”. Con respecto al

9
La primera ocurre en la Península Ibérica, previo al embarque hacia América y sus principales focos
son Huelva, Sevilla y Cádiz; la segunda, corresponde a un período forzado de viaje de al menos cuarenta días
en alta mar; finalmente, en la tercera etapa, denominada antillana (en la isla La Española), los conquistadores
se veían forzados a detener su viaje para partir hacia las distintas zonas americanas.
10
Identificaremos los rasgos del castellano o español bajo la rúbrica “c”, mientras que para los rasgos
provenientes de lenguas indígenas será “i”.
11
Weinreich (1953) consideró imprescindibles los factores extralingüísticos para poder determinar el grado
de interferencia entre lenguas en contacto. Así, será necesario entonces analizar el tamaño del grupo bilingüe,
la homogeneidad o diferenciación sociocultural y las actitudes hacia las lenguas y culturas de cada comunidad
lingüística (cf. Cerrón Palomino 2003: 138 y ss.).
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 113

nivel de escolarización al que se refiere Palacios, es importante señalar en este punto


que en la zona centroandina, las escuelas para indígenas, más específicamente, para
hijos de caciques o principales, solo comenzaron a funcionar, muy distintamente de
lo que se ordenaba desde España12 y Roma, a comienzos del siglo XVII (1621, en el
caso del Cuzco), por lo que la instrucción formal no puede ser considerada como un
factor determinante en el inicio de la variante andina del español. Sin embargo, sí lo
fue la instrucción informal que, como lo veremos a través del documento de Guamán
Poma, tuvo distintas realizaciones. Entre las más destacables de esta región podemos
mencionar la divulgación o enseñanza intrafamiliar, los hospitales de naturales, las
cofradías, cárceles y los talleres de escritura (de cuyo ejemplo son los textos de Guamán
Poma y de Pachacuti, más adelante incorporados)13.
Para Navarro (2007), los rasgos asociados al influjo del sustrato en la variante
del español andino son la motosidad o reducción del sistema vocálico (i.1), la
vacilación o discordancia de género y número (i.2), la reestructuración del sistema
pronominal (i.3), los usos anómalos del gerundio y las perífrasis de gerundio (i.4),
usos de ser intensivo (i.5), reestructuración de los tiempos verbales de pasado
(i.6), la aparición de modales evidenciales (i.7), las formas de atenuación (i.8), las
alteraciones de orden de constituyentes (i.9), el cambio del régimen preposicional
(i.10), la elisión de elementos como artículos, cópula verbal o preposiciones (i.11),
mantención del morfema locativo –i (<y>), con valor deíctico, conmutable por el
lexema “ahí”14 (i.12).

12
De esta manera, desde el comienzo de la conquista, la corona española consideró dentro de sus objetivos
la castellanización y evangelización de los naturales, ejemplo de lo cual es la ordenanza del 7 de junio de
1550 (la ley nº XIX [xviiii]), de Carlos I de Castilla, señor de las Indias, “que donde fuere possible se pongan
Escuelas de la lengua Castellana, para que la aprendan los Indios” donde se establece que: “Haviendo hecho
particular examen sobre si aun en la mas perfecta lẽgua de los Indios se pueden explicar bien, y con propiedad
los Misterios de Nuestra Santa Fe Catolica, se ha reconocido, que no es possible sin cometer grandes disonancias,
é imperfecciones, y aunque están fundadas Catedras, donde sean enseñados los Sacerdotes, que huvieren de
doctrinar á los Indios, no es remedio bastante, por ser mucha la variedad de lenguas. Y habiendo resuelto, que
convendrá introducir la Castellana, ordenamos, que á los Indios se les pongan Maestros, que enseñen á los que
voluntariamente la quisieren aprẽnder, como les sea de menos molestia, y sin costa: y ha parecido, que esto
podrían hazer bien los sacristanes, como en las Aldeas de estos reynos enseñan á leer, y escribir, la Doctrina
Christiana” (Citado en Cárdenas y Vincent 1988: 463, el destacado es nuestro).
13
Véase Martínez, p. 2011.
14
Para Navarro (2007: 87), este fenómeno es atribuible al contacto con el aymara, y que habría traspasado
al español andino a través de un proceso de retención por contacto.
114 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Veamos cómo se presentan estos rasgos, tanto de la variante koinizada del español
como de la andina15 en el presente documento16 autógrafo fechado para el año de 1666,
de don Diego de Alata, cacique principal y gobernador del corregimiento de Collana17:
Don Diego Alata cacique prin[ci]pal y gouernador deste rrepartimiento de collana aymara [i.9
“aymara de Collana] por el presente doy Poder [i.11, elisión “por quanto”] quan Bastante se
rrequiere de derecho a Don Diego rrozales cacique del pueblo de guaquirca para que presentado
como propio mi persona[i.2 “propia persona”, y i.9 “como mi propia persona”] en el pueblo de
mollebamba callcausso Y vito en ella haga delegençia pusible[i.1 “posible”] de cobrar las tasas
y Juntar [i.10 elisión de preposición “a”] los yndios alistados en la plassa [c.1 “plaza”]18 publica
en el pueblo de mollebamba para traer todo juntamente con sus comidas y carneros y mugeres
a guarquirca que, de an de ser despacho[i.2 “despachados”] en Lunes sin falta assi manda el
Señor Correg[id]or. Y assi los caciques y alcaldes de los d[ic]hos pueblostenga[i.2 “tengan”]
por su gouernador y acudan a su llamamiento rrespeten y acaten como a su mayor si algunos
contrario[i.2 “contrarios”, e i.11 “fuesen contrarios”] se hiziere pena que seran castigados con
todo rrigor de Justicia assi lo mando y firme en el pueblo de antabamba en siete días del mes
de enero de mill y seis cientos y sesenta y seis años.Diego Alata [rubricado].

Dos textos fechados entre 1613 y 1617 presentan rasgos similares. El primero,
terminado de escribir en 1613, es de autoría de Joan de Santacruz Pachacuti
Yamqui Salcamaygua y lleva por título (otorgado por la historiografía) Relación
de antigüedades deste Reyno del Pirú 19, obra que aun sin estar rubricada ha sido
considerada consensuadamente por la crítica20 como autógrafa. Pachacuti corresponde
a una cuarta generación de indios aculturizados “todos ellos caçiques principales que
fueron de la dicha prouinçia y cristianos profesos en las cosas de nuestra Santa Fe

15
El cruzar estos análisis, si bien por un lado puede ser riesgoso y discutible, apunta también por otra parte
a llenar un vacío epistémico y disciplinar desde la construcción del objeto de estudio –lengua. De tal manera lo
señala Zimmermann (2011: 11) cuando establece que “hoy en día es posible distinguir dos constructos/enfoques
diferentes del concepto de lengua: El enfoque estructuralista, que restringe el objeto de análisis al sistema
lingüístico, enfoque que excluye de su teoría la relación del ser humano como lugar y creador de este sistema,
y el enfoque contrario, que incluye todos los aspectos cognitivos, psicológicos, comunicativos y pragmáticos,
culturales, sociales, políticos y económicos del lenguaje: La forma de una lengua esta relacionada de manera
múltiple con los aspectos mencionados. La lengua es una creación específica de los seres humanos que viven
en comunidad y es su capacidad (e incapacidad) cognitiva (y articulatoria) e incluso la necesidad y el deseo
emocional de comunicación-interacción para sobrevivir, la que ha producido este fenómeno particular en el
mundo biológico”.
16
ADC, Colegio de Ciencias, leg. 76, cuad.8, 1 foja.
17
Nos amparamos en los postulados de Klaus Zimmermann (2011: 15) para revestir de la importancia
lingüística que goza a la descripción biográfica de los autores de estos documentos: “En la lingüística (en la
estructuralista) tiene vigencia la presuposición de que la estructura de la lengua y los procesos no tienen actores
o protagonistas. No comparto esta presuposición. El problema es más bien un problema metodológico: el que
muchas veces no podemos identificar a los innovadores y protagonistas. Este hecho, no puede, sin embargo,
llevarnos a transformarlo en la inexistencia de actores y protagonistas. En la historiografía de la lengua se debe
buscar tales actores y protagonistas en los momentos decisivos, e incluso emitir hipótesis sobre eventuales
grupos de interés o de provecho de un cambio lingüístico o política lingüística”.
18
Este es el único rasgo por evolución interna del español que encontramos en este documento.
19
El manuscrito consta de 43 folios recto y vuelto. Aquí presentamos un brevísimo fragmento con el
propósito de no abultar la lectura y de relevar rasgos distintos de los que aparecen en los otros documentos aquí
mismo incluídos.
20
Duviols e Itier (1993), Navarro Gala (2007).
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 115

Católica” (f. 1r) y era originario de los pueblos de Santiago de Hanan Wayua y Hurin
Wayua Canchi, del Orcosuyu, “entre Canas y Canchis Collasuyu”, en los límites
entre la Audiencia de Lima y del Obispado de Cuzco (Navarro Gala 2007: 25). Para
Navarro Gala (2007: 26), “cabe suponer que estamos frente a un hablante, que muy
posiblemente sabe quechua, pero cuya lengua de cultura es el castellano, un castellano
con el que debió de entrar en contacto ya en la cuna […] un castellano influido por
el quechua o el aimara”:
[Foja 21v]
Vbo un milagro que como vn yauarica o amaro abia salido del serro [c.1] de pachatuzan muy
fiera bestia media legua de largo y gruesso de dos braças y medio ancho y con orejas y colmillos.
Y viene por yuncay pampa y [12] sinca y de allí entra a la laguna de quibipay, y entonces salen
de aosancata Dos sacacas de fuego. Y passa a potina, y [i.12 “ahí”] otro viene para mas abaxo
de guamanca que esta y [i.12 “ahí”] tres o quatro serros muy altos y cubierto [c.7 e i.2]21 de
nieves los quales dizen [i.7]22 que eran animales con alas y orejas y quatro pies y encima de las
espaldas muchas espinas como de pescado y desde lejos dizen [i.7] que les pareçio todo fuego[…]

Dado que en este texto aparece un rasgo que puede ser atribuible a la acción del
sustrato aymara, mostramos a continuación el Mapa de lenguas recomendadas por
la catequización de 1580 (según AGI. Indif. gl. 532), donde podemos apreciar que en
la región correspondiente a la actual Bolivia, zona donde vivió el autor del fragmento
señalado, existía una predominancia del aymara (A) aunque el quechua (Q), y en
menor grado el puquina (P), no dejan de estar presentes, habiendo localidades, como
Camata, Ambana y Carabuco, donde se recomienda el uso de las 3.

21
Se puede interpretar este rasgo apelando a la explicación interna, es decir, como la pérdida de –s
implosiva; o bien por sustrato, como una discordancia en los morfemas numéricos nominales entre el sustantivo
y el adjetivo.
22
Una de las formas tradicionales de traducir al español el evidencial quechua es a través de la frase “dicen
que”, “se cuenta que”, etc. Lo que lleva a observar tipos de influencia. Se trata eso en el trabajo de Palacios.
116 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Mapa nº 2: Lenguas recomendadas por la catequización de 1580 (según AGI. Indif. gl. 532)

El texto de Pachacuti presenta rasgos que pueden ser adjudicables tanto al contacto
con el quechua como con el aymara –como es el caso del locativo -i-. Según Navarro,
la Relación corresponde a “una tipología intermedia entre la interferencia23 y la
convergencia por contacto [que] se denomina convergencia límite. […]. El permanente
contacto de estas dos lenguas deja indeleble huella en la fonética, morfosintaxis y
léxico de la obra de Pachacuti Yamqui” (2006: 79-80).
Ahora bien, señalamos al comienzo de este artículo que estos documentos nos
darían la posibilidad también de entrever algunas de las prácticas y espacios que
habrían posibilitado la difusión del castellano en la zona. En el caso del manuscrito
de Pachacuti, nos encontramos frente a la escritura de al menos dos amanuenses
que intervienen en distintas partes del documento. Estos datos nos24 han llevado a

23
Para Klee y Linch, “las situaciones de interferencia lingüística se caracterizan, en principio, por la
adquisición incompleta de una lengua meta entre miembros de un grupo muy numeroso, debido a factores como
la distancia social entre los dos grupos o la falta de instrucción o una isntrucción restringida en la lengua meta
[…] Según Thomason y Kaufman (1988), los cambios que caracterizan las situaciones de interferencia tienden
a darse principalmente en los planos fonológicos y sintácticos de la lengua, con pocas innovaciones léxicas. Esta
pauta es la opuesta a la que encontramos en una situación de préstamo, donde los primeros cambios principales
son léxicos” (2009: 16).
24
Véase Martínez, P. (2011). Al respecto, Navarro señala que “Aunque no se puede asegurar que Pachacuti
Yamqui escribiera de su puño y letra la Relación, por no presentar rúbrica alguna, no hay por qué desechar su
posible autoría. Muy por el contrario, la mayor participación del segundo amanuense […] hace presumible que
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 117

plantear la posibilidad (a partir del análisis de un corpus mayor de documentos que


presentan las mismas características) el hecho de que en la colonia andina hubiesen
funcionado modalidades locales de lo que en la Edad Media se denominó “talleres
de escritura”, espacio y prácticas que, a nuestro modo de ver, permitirían explicar,
en parte, la enseñanaza informal no solo de la lengua castellana hablada, sino mucho
más complejo aún, de su escritura.
Un documento que se vincula con la Relación, no solo desde su configuración
lingüística de contacto, sino también de su manufactura colectiva, es la Nueva Corónica
y Buen Gobierno, de Felipe Guamán Poma de Ayala. La misma lingüista española se
refiere a este problema, señalando que “el propio Huamán Poma […] asegura que tiene
discípulos a los que enseña a leer y escribir […] como señala Rolena Adorno (2002),
hay que repensar en el carácter potencialmente colectivo de las obras cronísticas en
general” (Navarro 2007: 15). El que algunos indígenas principales (de la elite) tuvieran
ayudantes, escribanos o secretarios personales que les sirvieran en sus propósitos no
era algo inusual para la época25”.
La obra del mestizo Felipe Guamán Poma de Ayala, la Nueva corónica y buen
gobierno (1615-1616) consta de más de mil folios, de los cuales casi cuatrocientos
corresponden a dibujos donde también se integran textos. Escrita mayoritaramente en
español, la obra inserta extensos fragmentos en lenguas indígenas como el quechua,
aymara, además de algunas expresiones en latín. Nacido hacia 1556 en Lucanas (zona
aymara26), Ayacucho, el llamado cronista príncipe sirvió de “asistente-lenguaraz”
para distintas empresas vinculadas con la evangelización y extirpación de idolatrías
entre las que podemos mencionar la campaña de Cristóbal de Albornoz (lenguaraz) y
la obra del fraile mercedario Martín de Murúa (amanuense en su taller de escritura).
Guamán Poma era trilingüe, quechua, español y aymara. Sin embargo, el cronista que
gozaría hasta el día de hoy de una de las famas más reputadas no recibió educación
formal. En la foja 15 de su crónica, el autor se refiere a su hermano, Martín de Ayala,
quien habiéndose criado en los pasillos del Hospital de Naturales del Cuzco (obra
puesta en marcha por el capitán Garcilaso de la Vega, padre del cronista Garcilaso de
la Vega), aprendió a leer y escribir:

Pachacuti Yamqui comenzara confiando la escritura de este borrador en sus primeros folios a algún escribano,
tal vez próximo a su círculo familiar, para acabar concluyéndolo él mismo” (Navarro 2007: 15).
25
“Se sabe que alrededor de los curacas, principales e incluso algunos indios enriquecidos rápidamente
gracias al comercio, pululaban indígenas que ejercían de ayudantes, muchos de ellos, dedicados a labores
administrativas. Por otra parte estaban los sacerdotes, quienes, además de tener como ayudantes a indios,
parece que animaban a éstos a hacerse escribanos (estas labores exigían el conocimiento del castellano, pues su
función era la de ejercer de mediadores entre los colonizadores y las masas indígenas. Muchos de estos indios
no tardaron en adoptar la lengua y la técnica de los colonizadores junto a las costumbres exteriores) (Navarro
2007: 16).
26
Cerrón Palomino (1999) identifica dos grandes zonas aymaras: la sureña (zona circunlacustre del lago
Titicaca), cuyas subáreas corresponden a Lupaca (Puno), Collahua –o Collagua– (Arequipa), Cuzqueña, Pacasa
–o Pacaje– (La Paz), Variantes modernas collavinas; y la central (sierra de Lima), con las subáreas Jaqaru (Tupe,
en Yauyos) y Cauqui (Cachuy, en Yauyos).
118 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Que le daua el dicho exenplo y castigo y dotrina que le dio a su entenado Martín de Ayala,
mestizo sancto, y le enpuso y le metió a seruir a Dios. Y rrecibió el áuito de hermitaño de edad
de doze años y le puso en estudio y dotrina; con sus propias manos le castigaua, el qual por
dónde uino a creser.
Y el dicho sancto hombre le enseñó a sus hermanos y al autor deste dicho libro, por dónde se
bino a escriuirse la dicha Primer corónica por este dicho galardón mestizo, por los uertudes y
oraciones que hazía este dicho cacique prencipal y su señora.

Rolena Adorno señala, comentando el método de producción de la Nueva corónica


de Guamán Poma de Ayala, que es posible seguir las hipótesis de Ossio con respecto
a que Guamán Poma27 se habría valido de un equipo familiar para llevar a cabo su
labor, mientras que, en cuanto a la prosa de la Nueva corónica, Cárdenas Bunsen
(2001: 70-71, 75, 92-98) propone “que la obra es en gran parte responsabilidad de
uno o varios amanuenses. Su análisis es lingüístico; compara las obras transcritas
con el texto redactado y también estudia los tipos grafémicos empleados. Identifica
tres tipos distintos”, de los cuales solo el tercero –autor de las más de ciento veinte
enmiendas a pie de página– sería Guamán Poma.
En la foja 395 [397], el cronista se refiere a las dificultades comunicativas que
hubo entre españoles e indígenas:
Cómo los primeros españoles fueron chapetones, acimismo [c.1] los dichos yndios no se
entendían el uno ni al otro, pediendo agua, traýan leña, deziendo “anda, puto”, trayýan cobre
y calauasas [c.1]. Porque anda es cobre, puto, calauasas. Y algunos yndios se hacían ladinos,
los yanaconas dezían: “Obeja chincando, pacat tuta buscando, mana tarinchos, uira cocha.”
Como los mestisos [c.1] del Cuzco y de Xacxauana y de Cochacalla dicía [i.1 “decía”]: “Ya,
señor sara paruayando, capón asando, todo comiendo, mi madre pariua, yo agora mirando
chapín de la mula.” Y ancí [c.1] los unos como los otro pasaron grandes trauajos, los yndios
como los cristianos, y en los Collas decían: “Anda, puto”. Decía los yndios: “Putu sapi hiley
haccha puto sapi hila.”

En “Obeja chincando, pacat tuta buscando, mana tarinchos, uira cocha.”, encontramos
un caso de quechua criollizado, donde al lexema verbal quechua se le añade el morfema
de gerundio –ando: “Perdieron una oveja. Se escondió. La buscaron por la noche y
diz que no la encuentran, caballero” (Adorno 2001: 397).
El texto de Guamán Poma no es el único que demuestra los problemas a los que
se vieron enfrentados tanto españoles como andinos en el plano de la traducción. El
mismo párrafo ilustra la convergencia léxica entre el español, el quechua y el aymara,

27
Recordemos que Guamán Poma ya había participado previamente en la campaña iniciada por Cristóbal
de Albornoz, cuyas prácticas escriturarias parecen tener cierta relevancia en este contexto de estudio. Según
Urbano y Duviols, Albornoz “también alude a los Memoriales; es decir, a los papeles y documentos de su archivo
particular, los cuales podían incluir tanto sus apuntes personales como textos ajenos, versando sobre los ritos y
creencias, pasados o presentes, de los indígenas. Según declara él mismo al final, la Instrucción es un extracto
de aquellos memoriales. Es, pues, un compendio elaborado en base a otros informes más detallados” (Urbano
y Duviols 138). Una hipótesis plausible, entonces, es que Guamán Poma hubiese aprendido estas prácticas y
técnicas –o bien, las hubiese reforzado– en su estadía con Albornoz.
Paula Martínez S. / Consideraciones sobre el contacto quechua-español a través de documentos... 119

hecho comprensible si tomamos en cuenta no solo la historia lingüística interna de


cada una de estas lenguas, sino también los procesos históricos señalados por Torero.
Aparte de los rasgos atribuibles a la evolución interna o a la acción del sustrato, es
posible caracterizar estos documentos añadiendo a la lista de los rasgos reconocidos
la apertura vocálica de /i/ y /u/ en /e/ y /o/ ,respectivamente (“amaro” por “amaru”,
“aosancata” por ausancata”, “uertudes” por “uirtudes”, “prencipal” por “principal”), el
amplio uso de léxico indígena (“Putu sapi hiley haccha puto sapi hila”), criollismos
léxicos (“paruayando”) y arcaísmos (“sancto” por “santo”).
Es evidente que un objeto de estudio como los orígenes del español andino debe
ser abordado desde una perspectiva mucho más compleja que la expuesta en este
breve trabajo, sin embargo nuestra intención ha sido intentar llevar la atención de la
disciplina hacia el estudio de los documentos de época no solo desde una perspectiva
lingüística histórica evolucionista interna, sino también relevando los aportes que los
datos filológicos (manufactura, escribanías, amanuenses, etc.) pudieran entregar para
dilucidar las dinámicas de aprendizaje del español como lengua dominadora en los
Andes del período colonial, arrojando luces también en los grados de inmersión de
los indígenas y criollos en la nueva cultura.

Referencias

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Universidad de Chile

Relación entre percepción, segmentación de


eventos y aspecto léxico y gramatical en la
verbalización. Un estudio experimental

Sonia Suárez Cepeda


Universidad Nacional de La Pampa
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Resumen: En el siguiente trabajo analizamos, desde una perspectiva pragmático-


semántica, cómo interactúan las selecciones léxicas (Aktionsarten) y el aspecto
gramatical que el hablante elige realizar con el fin de expresar su representación
temporal de los eventos percibidos en una secuencia fílmica. Nuestra propuesta de
trabajo se enmarca en la metodología experimental propuesta por Slobin (1997,
2003:167) de “pensar para hablar” y en la perspectiva semántico-pragmática
propuesta por París (2007) y la Teoría de la segmentación de eventos de Zacks
(2001, 2007, Tversky et al. 2008). Asumimos que el tipo aspectual o Aktionart
de cada verbo es determinado por las propiedades semánticas intrínsecas de su
respectiva Representación Léxico Semántica (RLS), previo a cualquier combinatoria
morfosintáctica, la cual se proyecta de manera ‘composicional’ en la oración
(Verkuyl 1993, Krifka 1998, París 2007). Por otro lado, el aspecto gramatical
caracteriza los intervalos de tiempo como (im)perfectos. Ambos planos semánticos se
interrelacionan y dan como resultado un sistema complejo de nociones temporales.
El corpus de datos analizado consiste en descripciones orales de eventos realizadas
por hablantes de español en el dominio del movimiento. Nuestra hipótesis de trabajo
es que la decisión sobre el uso de una forma aspectual progresiva o (im)perfecta
depende de dos rasgos: la dinámica del evento por describir y la percepción del
mismo como un episodio limitado o no. Los resultados demuestran que la percepción
y verbalización son instancias en las que la distancia epistémica del sujeto está
determinada por: 1) su condición de experimentador, 2) la inmediatez del evento
percibido y 3) las propiedades del objeto percibido. Las variaciones en las marcas
aspectuales están determinadas por la distancia epistémica que el sujeto elija expresar
al momento de la verbalización.
Palabras clave: cognición, segmentación de eventos, aspecto gramatical, Aktionsart,
narrativa.

Experimental study on perception, event segmentation and lexical and grammatical


aspect in oral narrative

Abstract: In this paper we analyze, from a pragmatic-semantic perspective, the


interaction between the speakers’ selection of lexical aspect (Aktionsart) and

Para correspondencia dirigirse a la dirección postal: Departamento de Lenguas Extranjeras, Facultad de


Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa, Coronel Gil 353, 2° piso, (6300), Santa Rosa, La Pampa,
Argentina o al correo electrónico: <[email protected]>
122 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

grammatical aspect to express their temporal representation of the events observed


in a sequence of videos. Our study draws on the assumptions that speakers’ choices
are the result of a “thinking for speaking” process (Slobin 1997, 2003:167), and
that their organization of perceptions follows a hierarchical order, as proposed by
Zack in his Theory of Event Segmentation (Zacks 2001, 2007; Tversky et al 2008).
We also follow París’ pragmatic-semantic approach (París 2007) and assume that
the lexical aspect or Aktionsart is determined by the intrinsic semantic properties
of each verb prior to any compositional analysis, and that it is part of the Lexical
Semantic Representation (LSR) of the verb (Verkuyl 1993, Krifka 1998, París 2007).
In contrast, grammatical aspect expresses time in terms of (im)perfect intervals. Both
aspectual systems interact, yielding a complex system of temporal notions encoded
in the Spanish language. Our hypotheses were that the speakers’ decisions on the
use of (im)perfect, progressive or preterite morphosyntactic markings to express
temporal notions depend on two main features: the dynamics of the event itself, and
the speakers’ perception of the event as a bounded or unbounded episode. The results
showed that perception and verbalization are distinct instances in which the epistemic
distance is determined by: 1) the experiencer, 2) the immediacy of the experience
itself and 3) the properties of the perceived object. Aspectual markings present
variations according to the epistemic distance the speakers’ choose to express.
Key words: cognition, event segmentation, grammatical aspect, Aktionsart, narrative.
Recibido: noviembre 2011 Aceptado: enero 2012

Introducción

De acuerdo a la clasificación de Talmy (1991, 2000) las lenguas del mundo pueden
dividirse en lenguas del tipo V (verb-framed) que codifican el trayecto del movimiento
en el verbo principal o raíz verbal (por ejemplo, español, turco, hebreo) y aquellas
del tipo S (satellite-framed) que codifican el trayecto en elementos satélites, es
decir, partículas o preposiciones y/o componentes subordinados al verbo principal
(por ejemplo, inglés, ruso, alemán). Una tercera clasificación son las lenguas con
estructuras equilibradas (equipollently-framed), propuesta por Slobin (2004: 249),
y que es aplicable a aquellas lenguas con construcciones seriales, como el chino
mandarín, que permiten la expresión del trayecto y manera por medio de dos formas
lingüísticas que tienen el mismo nivel morfosintáctico.
En el caso de los verbos de movimiento, las diferencias observadas en la forma
en que las lenguas codifican la noción de manera parecerían indicar categorizaciones
diferentes de un mismo fenómeno físico. Algunas lenguas prefieren indicar el trayecto
y el punto de llegada de la acción, como en el caso de los verbos en español entrar,
salir, mientras que otras como el inglés destacan la manera en que se realiza el
movimiento, con verbos como crawl, run. La pregunta que surge es si estas diferencias
son el resultado de una conceptualización diferente u obedecen a condicionamientos
lingüísticos que impone la lengua que codifica ese concepto.
Berman y Slobin (1994), Slobin (1999, 2003), retomando la postura de relativismo
lingüístico débil de Lucy (1992) proponen la noción de “pensar para hablar” como
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 123

el resultado de hábitos lingüísticos que los hablantes adquieren por medio de rutinas
de preparación, producción e interpretación de mensajes verbales a lo largo de sus
vidas y que se basan principalmente en codificar mentalmente experiencias de manera
que podamos describirlas más tarde, de acuerdo a los limitaciones que nos impone
nuestra propia lengua.
De acuerdo a estos autores, el uso frecuente de determinadas formas dirige
la atención hacia su función semántica y discursiva, y hace que éstas sean más
prominentes a nivel conceptual. Estos sistemas están organizados en las lenguas
como sistemas compactos, que incluyen determinados rasgos y excluyen otros,
determinando la manera de pensar del hablante y condicionando las elecciones que éste
hace al momento de hablar la lengua. Desde una perspectiva psicolingüística, Levelt
(1989: 71) explica que para que el proceso de codificación de la emisión se inicie,
el hablante debe “ordenar” una especie de “formulador” (la estructura conceptual)
que realice la codificación de sus percepciones en forma de pensamientos y busque
las especificaciones léxicas semánticas que le permitan verbalizar sus pensamientos.
De esta manera, la información que se explicita a través del lenguaje reflejaría los
dominios que son más codificables y pueden expresarse a través de los patrones de
lexicalización o procesos de gramaticalización, que permitirían a los hablantes recordar
determinados rasgos de situaciones/eventos mejor que otros, por ser más accesibles
para el proceso de memorización.
Desde esta perspectiva “pensar para hablar” (Slobin 2003), el factor determinante al
momento de hablar sería la disponibilidad o accesibilidad lingüística que cada hablante
activa al momento de la codificación. La pregunta que surge es: ¿qué sucede en las
instancias en que uno de los rasgos –manera o trayecto– aparece como prominente
en el estímulo y dicho rasgo no está accesible en su propia lengua? ¿Es posible que al
momento de la categorización del evento predominen los rasgos del estímulo visual por
sobre los patrones lingüísticos del hablante? O es posible que el repertorio lingüístico
del hablante actúe como filtro selectivo en el proceso de categorización, atención,
creación de la imagen mental y la memoria sobre el evento percibido?
En caso que la lengua no presente las categorías para expresar lo que se percibe, ¿se
recurrirá a estructuras complementarias o periféricas para lograr una mayor precisión
o se adecuará la percepción a las categorías disponibles en la lengua en detrimento de
los rasgos del estímulo? En el caso que la lengua presente posibilidades de codificación
de toda la información, ¿se expresará todo o solo lo que el hablante perciba como
cognitivamente prominente?
Estudios recientes sobre categorización, relativismo lingüístico y memoria señalan
los efectos de la lengua sobre la categorización, procesamiento y memorización de
las percepciones. Los resultados muestran que las conceptualizaciones reales de
los eventos de movimiento difieren entre los hablantes de lenguas tipológicamente
diferentes al momento de verbalizarlas y que los dominios de la experiencia son
percibidos con mayor precisión si existe una habituación creada por las categorías de
la lengua que facilitan medios de expresión accesibles para describir sus propiedades
(Oh 2003).
124 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Por otro lado, estudios sobre memoria de eventos y comprensión (Rumelhart


1977) demuestran que las personas usan representaciones de eventos organizadas de
manera jerárquica para entender (y separar) una actividad de otra, los cuales ocurren
de manera secuencial. Estos mecanismos son similares a la formación de chunks o
bloques de significado que se utilizan para el procesamiento semántico y que tienen
como objetivo conformar unidades de sentido que faciliten el almacenamiento y el
posterior recuerdo de lo visualizado.
El siguiente trabajo presenta un análisis, desde la perspectiva de aspecto léxico
y aspecto gramatical, de las elecciones lingüísticas y su relación con la percepción
observadas en un estudio piloto experimental realizado con hablantes de español
utilizando secuencias de videos. En la primera parte del trabajo definimos el marco
teórico de análisis, presentando los conceptos sobre procesamiento en base a la Teoría
de la Segmentación de eventos (Zacks et al. 2001; 2007; Tversky et al. 2008) y su
relación con la percepción. A continuación brindamos una breve reseña sobre las
nociones semánticas inherentes al aspecto léxico y al aspecto gramatical progresivo
e imperfecto. En la última parte del trabajo procedemos a analizar el contexto de
ocurrencia de las formas aspectuales mencionadas y la relación de éstas con la
percepción de determinados rasgos semánticos. Nuestra conclusión intenta explicar
que la decisión sobre el uso de determinada forma aspectual depende de nuestro
conocimiento general sobre el evento a describir y de la percepción del mismo como
un episodio limitado o no.

2. Procesamiento de eventos

La Teoría de la Segmentación de eventos (Zacks et al. 2007) postula que los sistemas
de percepción segmentan de forma automática cualquier actividad en eventos como
una estrategia para guardar la información y así poder recuperarla y predecir futuras
ocurrencias en contextos similares. Como resultado de este tipo de procesamiento,
tendemos a marcar los límites de los eventos en las instancias en que percibimos
un cambio en el estímulo. Estos cambios pueden ser alteraciones en los objetivos o
propósitos de la actividad que realiza el sujeto, o bien de causalidad o cambios físicos
que afecten a los participantes. En el caso de cambios de locación o de movimiento
en el espacio, Zacks (2007) observó en tareas experimentales con videos que los
observadores tendían a segmentar secuencias de eventos cuando percibían cambios
en los parámetros de movimiento (mayor aceleración o lentitud), o cambios en la
posición entre los sujetos/objetos involucrados en la escena.
En las secuencias visuales, los eventos tienen una estructura jerárquica que va desde
los detalles mínimos o de grano fino que se acoplan a aquellos de rasgos más generales
para conformar una unidad eventiva. Por ejemplo, la actividad de hacer un sándwich
puede pensarse como un evento con dos subeventos: 1) retirar los ingredientes de
la heladera, 2) el “armado “ del sándwich, los cuales a su vez contienen subeventos
menores como cortar, untar, combinar los diferentes ingredientes. Cuando percibimos
y comprendemos actividades en general tendemos a agrupar la secuencias en eventos
generales o principales que subsumen subeventos que “suceden” dentro de ese marco.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 125

De esta manera, los límites de los eventos cumplen una doble función. Por un
lado, permiten que se mantenga la información “enmarcada” en la memoria activa
durante el procesamiento en línea; por otro lado, permiten que se guarde información
relevante que luego se recuperará de la memoria a largo plazo. Este proceso se realiza
de manera automática en cada límite de evento, que es utilizado por los sujetos para
“actualizar” la información entrante y “re adecuarla” a la ya guardada en la memoria
a largo plazo, un proceso que ocurre durante la comprensión de textos narrativos,
historias con dibujos y videos.
Nuestra propuesta a nivel cognitivo se enmarca en la metodología experimental
expuesta por Zacks en su Teoría de la Segmentación de eventos (Zacks et al. 2001,
2007; Tversky et al. 2008) y está organizada en base a las siguientes nociones sobre
procesamiento, a saber:
1.- Evento: La noción de evento en el contexto de este trabajo experimental refiere a un
segmento de tiempo en un determinado espacio que es concebido por el observador
con un inicio y un final. Algunos ejemplos de la vida real que se podrían denominar
eventos serían: la instancia de hacer la cama, preparar la comida, bañarse, entre
otros.
2.- Estructura jerárquica: Son representaciones de eventos organizados de manera
jerárquica que desarrollan las personas para entender y separar una actividad de
otra, las cuales ocurren de manera secuencial. Estos mecanismos son similares a la
formación de chunks o bloques de significado que se utilizan para el procesamiento
semántico y que tienen como objetivo conformar unidades de sentido que faciliten
el almacenamiento y el posterior recuerdo de lo visualizado. Los eventos en las
secuencias visuales tienen una estructura jerárquica que va desde los detalles
mínimos que se acoplan a aquellos de rasgos más generales para conformar una
unidad eventiva, que se denomina evento mayor. Por ejemplo, la actividad de
poner ropa a lavar puede pensarse como un evento mayor con 2 subeventos: 1)
“juntar la ropa sucia”, 2) “meterla al lavarropas”, los cuales a su vez contienen
subeventos menores que refieren a instancias más específicas del evento mayor,
como “enchufar el lavarropas”, “colocar el jabón en polvo” y “programar el
lavado de la prenda”, que constituyen los detalles mínimos. La figura 1 muestra
una representación de una jerarquía de eventos.

Figura 1. Jerarquía de eventos


126 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

3.- Percepción y codificación: Las personas usan representaciones de eventos


organizadas de manera jerárquica para entender (y separar) las actividades ocurren
de modo secuencial. A tal efecto, los sistemas de percepción visual segmentan,
de manera automática, cualquier actividad en eventos y subeventos como una
estrategia para guardar la información y poder recuperarla y predecir. Los límites
de los eventos actúan como indicadores de cambio.
4.- Familiaridad y predicción: El concepto de familiaridad refiere a la activación de
esquemas . Este concepto se relaciona con la capacidad de predecir los subeventos
que componen el evento mayor una vez que éste ha sido identificado. Es decir, si
las personas están familiarizadas o no con los detalles, podrán realizar procesos
inferenciales o predictivos sobre la base de su conocimiento previo.
5.- Límite: Se tiende a identificar los límites de los eventos mayores como indicadores
de cambio de estímulo. Estos cambios son percibidos como modificaciones en los
objetivos o motivaciones del sujeto que realiza la actividad, como indicadores de
causalidad, o como cambios locativos.

A los efectos del presente trabajo, nos interesa observar cómo los procesos de
organización del recuerdo pueden ser afectados por:

1. Las características del evento mayor y los correspondientes subeventos: En


este caso, tomaremos en cuenta las propiedades semánticas inherentes al evento de
movimiento : Origen-Trayecto-Meta y la prominencia de algunos de estos componentes
en los verbos usados para describir los diferentes eventos mayores.
2. El efecto de priming en el recuerdo del evento mayor. Asumimos que un
priming visual que destaque cualquiera de las categorías semántica del movimiento
(por ejemplo, Inicio, Trayecto o Meta) afectará el recuerdo del evento. A modo de
ejemplo, nuestra hipótesis es que un priming inicial o final activará el recuerdo del
evento en su totalidad, con nociones de límites más claramente establecidas, mientras
que un priming que destaque trayecto tendrá un efecto opuesto (Suárez Cepeda y
Nieto González, en prensa, Suárez Cepeda, en prensa).
En el siguiente apartado nos referiremos a las marcas lingüísticas que el hablante
elige utilizar al momento de expresar su percepción de los eventos y que denominamos
aspecto léxico y aspecto gramatical.

3. Eventos y aspecto léxico

Las marcas aspectuales que un hablante decide codificar indican su perspectiva del
evento, el cual puede ser percibido como una actividad en desarrollo (imperfecto) o
como algo que ha concluido (perfectivo), lo que en español normalmente está expresado
en la flexión verbal o por medio de marcadores morfosintácticos. Denominamos
Aktionsart a la marca aspectual, a nivel léxico, que refleja la naturaleza temporal
intrínseca del evento, de acuerdo a una serie de rasgos binarios: [télico vs. atélico],
[durativo vs. no durativo], [estático vs. dinámico]. Estos rasgos léxicos se combinan
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 127

con las marcas aspectuales gramaticales que, a nivel composicional, determinan


las propiedades aspectuales generales de una oración. Vendler (1957) propone una
representación de la eventualidad en términos de un esquema temporal que combina
los rasgos anteriormente mencionados, y propone 4 categorías básicas para el aspecto
léxico o Aktionsart, que denominó eventualidades. El Cuadro 1 resume estas nociones.

Cuadro 1. Tipos de Aktionsart según Vendler (1957)

Definimos la categoría léxica de verbo como una eventualidad, es decir, una relación o
un conjunto de relaciones entre individuos que se mantiene o desarrolla en un período
de tiempo t (París 2007). La eventualidad es una supracategoría que subsume eventos y
estados. Los eventos se subclasifican a su vez en actividades, logros (achievements) y
realizaciones (accomplishments) (Vendler 1957). Las diferentes categorías del aspecto
léxico remiten a los distintos modos en que la(s) relación(es) denotada(s) por un verbo
se mantiene(n) o desarrolla(n) en ese intervalo t (París 2007:611). De acuerdo a París,
la relación entre este tiempo t y el desarrollo de la acción determina las categorías de
estados vs. logros y realizaciones. Cuando la relación se mantiene invariable en un
tiempo t hablamos de estado, porque es una relación homogénea, con una distribución
que no se altera con el paso del tiempo: los estados permanecen inalterables, como por
ejemplo, tener, ser, estar. En contraste, las nociones de logro y realización denotan
eventos que satisfacen descripciones ‘télicas’ que contienen intrínsecamente un cambio
de estado (al final de t) y son, por lo tanto, ‘heterogéneas’. Un logro es una clase de
128 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

evento télico que solo incluye eventos no durativos, instantáneos, que denotan solo
el cambio de estado, y que tiene lugar en un lapso de tiempo mínimo; por ejemplo,
estallar. En contraste, una realización consiste típicamente en un proceso y en un
cambio de estado; por ejemplo, construir.
París propone una segunda categorización que toma en cuenta la noción de cambio
intrínseco: tanto las actividades como los estados no presentan un cambio de estado
intrínseco y, en consecuencia, son atélicos, es decir, son homogéneos y distribuibles1,
como por ejemplo, correr. Sin embargo, los estados y actividades se diferencian entre
sí porque éstas últimas son ‘dinámicas’ mientras que los estados son todo lo contrario,
es decir estáticos. Según París y autores varios, el concepto de dinamicidad es la
característica que define las actividades, ya que esta noción está ligada a la liberación
de cierta energía por un participante (actor) al interior de un evento, sin la cual este
no se sostendría.
De esta manera, las aspectualidad léxica estaría determinada por la fijación de dos
parámetros semánticos que serían inherentes a los verbos. Por un lado, la presencia o
ausencia de límite intrínseco (es decir, verbos télicos vs. atélicos) y por otro la presencia
o ausencia de dinamismo (por ejemplo las actividades vs. Los estados). Las actividades
constituirían una categoría híbrida en cuanto son atélicas como los estados, pero con
propiedades dinámicas como los verbos télicos (París 2007: 610). Esta clasificación
daría 3 categorías de verbos que tendrían una representación semántica léxica (RSL)
más compleja, de acuerdo a la propuesta de París (2007), como lo muestra el Cuadro 2.

TÉLICO ATÉLICO
Logro
+ DINÁMICO Actividades
Realización
- DINÁMICO Estados
Cuadro 2. Representación Semántica Léxica compleja (RLS) propuesta por París (2007)

Si bien el tipo aspectual o Aktionsart de cada verbo es el resultado de sus propiedades


intrínsicas, esta pueden combinarse con la semántica del argumento paciente, realizado
por el objeto directo, a nivel oracional. Krifka (1998), Verkuyl (1993) y París (2007)
categorizan este tipo de afectación semántica como un fenómeno de composicionalidad
aspectual 2 que marca una transición. Los rasgos [+/- plural/singular], [+/-contable/no
contable] del argumento paciente afectan la RSL del verbo al introducir o quitar límites
intrínsecos del verbo, alterando, por ejemplo, el tipo de eventualidad de verbos de

1
La noción de distribuible puede definirse en los siguientes términos: “La propiedad de ser ‘distribuibles’:
si la descripción de un Estado (codificada en una oración) es verdadera en relación a un periodo t, lo es también
de un periodo t’ tal que t’ es una parte propia de t” (París 2007: 612).
2
La noción del análisis composicional del aspecto (Krifka 1998; Verkuyl 1993) plantea que la clase
aspectual de una oración en su totalidad está determinada por la naturaleza semántica del verbo, por las
características de los sintagmas nominales que llenan los argumentos, y por la manera en que el verbo se relaciona
con sus argumentos (De Swart 1998: 350).
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 129

actividad. De esa manera, la composicionalidad aspectual permite que una actividad


pueda ser transformada en una realización, como se observa en (1 a, b)

(1) a. Federico pinta cuadros hermosos.


b. Federico pintó un cuadro bellísimo.

Estas transiciones operan en el nivel oracional y están condicionadas por las


propiedades del Objeto Directo (OD) que introduce el límite interno que no está
presente en la RSL del verbo. Siguiendo a Moens (1987), París (2007) emplea la noción
de transición (shift) para explicar la interacción entre aspecto léxico y gramatical, por
medio de la cual el aspecto gramatical opera con marcadores aspectuales explícitos
sobre las nociones léxicas, marcando una transición o shift en la noción original 3.
París (2007), siguiendo a Smith (1997), propone analizar el aspecto léxico
y el gramatical como dos nociones independientes que interactúan y se pueden
complementar. Las nociones de (a)telicidad ((a)telicity) e (i)limitación ((un)
boundedness) son inherentes al aspecto léxico y estarían expresadas en las categorías
propuestas por de Vendler (1957). El aspecto gramatical refiere a intervalos de tiempo
t que se relacionan entre sí de manera de adyacencia, precedencia o solapamiento. La
noción de “intervalos” codifica la variable “tiempo” en la RSL del evento al introducir
la propiedad de “terminación” (o no) que se mide en intervalos abiertos o cerrados.
Un intervalo cerrado tiene inicio y final y es conceptualizado como limitado en un
espacio temporal de ocurrencia. Por otro lado, París destaca que la noción de intervalo
no está relacionada con la de telicidad, ya que esta última remite a un “límite inherente
motivado en la finalización de un cambio (…) y es una propiedad de eventos”. Por
ejemplo, en caso de los verbos de logro, la telicidad estaría determinada por el logro
en sí mismo, mientras que para los verbos de realización, la telicidad marcaría la
delimitación del evento (París 2007). Estas nociones semánticas operan a nivel léxico y
pueden ser enmarcadas en estructuras temporales, o “intervalos”, que son el resultado
de implicaturas que realiza el hablante a partir de inferencias conversacionales.
París (2007) propone para el español la interacción de estas dos variables en lo
que refiere a aspecto gramatical:

1. La semántica del pretérito simple (expresado por el morfema –ó-) que opera a
nivel de intervalos y refiere al evento en su máxima extensión: no marca tiempos
intermedios y tiene un inicio y final, es decir, es cerrado;
2. El aspecto imperfecto (expresado por el morfema –aba-) que asigna un intervalo
abierto al evento.

3
Para De Swart (1998) esta transición está motivada por las nociones aspectuales inherentes a la
eventualidad o Aktionsart y las restricciones que impone algún operarador aspectual a nivel oración que
fuerzan una reinterpretación o revaluación de las nociones aspectuales a nivel léxico con las que el hablante
está familiarizado. Esta reinterpretación se da en un contexto y está determinada por cuestiones pragmáticas
que operan sobre el nivel léxico y que De Swart denomina coerción.
130 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Ambos determinan una interpretación pragmática de los eventos –una implicatura– que
puede afectar las nociones semánticas inherentes siempre que no medie información
que la cancele. De esta manera, la oposición pretérito simple (perfectivo) vs. imperfecto
les permite a los hablantes nativos referir un evento como limitado (cerrado) o ilimitado
(abierto), independientemente de las propiedades de la RSL del verbo. La figura 2
muestra cómo la elección que realiza el hablante determina una conceptualización
diferente, de acuerdo al tipo aspectual que seleccione para expresar su percepción.

Figura 2. Interpretación pragmática de eventos

En el Cuadro 3 mostramos la interacción aspecto léxico / aspecto gramatical y los


resultados a nivel de implicatura pragmática:

Aspecto Léxico Aspecto Gramatical


RSL Telicidad Pretérito Implicatura Imperfecto Implicatura
(+ Cerrado) (+ Abierto)
Estado Atélico Hay una La noción
Estar Estoy muy Estuve noción Estaba enferma de límite
bien enferma de límite está ausente.
impuesto por El hablante
el aspecto necesita que
gramatical. se “cancele”
El hablante la noción
intuye que el de tiempo
sujeto no está indefinido
más enfermo con un
intervalo
marco (por
ejemplo,
“cuando la
visité”) para
que tenga
sentido.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 131

Actividad Atélico El intervalo La


correr C o r r e m o s Corrí ayer. del evento ¿? Corría ayer combinación
todos los días. es percibido de aspecto
como léxico atélico
cerrado, + imperfecto
pero no se necesita que
especifican el hablante
los límites de cancele el
Télico la actividad intervalo
Corremos 5 Corrí 5 (eventualidad) # Corría ayer 5 abierto
kilómetros kilómetros kilómetros para que la
todos los ayer. Pero sí: oración tenga
días. La noción Ayer corría sentido.
de intervalo 5 kilómetros
cerrado y de cuando …
límites de la
eventualidad
están claros.
Cuadro 3. Interacción entre aspecto léxico y aspecto gramatical a nivel composicional

Teniendo en cuenta estas implicaturas y la composicionalidad del aspecto léxico,


nuestra hipótesis de trabajo indica que, al momento de verbalizar las percepciones,
los hablantes consideran:

1. La noción de límite inherente (telicidad) al momento de la selección léxica.


Por ejemplo, si la prominencia del evento a describir es Inicio (Origen) y/o
Meta, es probable que los verbos seleccionados para narrar expresen eventos
durativos delimitados (por ejemplo, realizaciones) o que recurran a mecanismos
de composicionalidad, es decir, al uso de delimitadores espaciales (frases
preposicionales) que permiten que una actividad se entienda como un evento
delimitado. Por ejemplo, nadar+ hasta el fondo.
2. Las variables de “intervalo abierto o cerrado” en que ocurre la eventualidad.
Dichas variables están en relación con la prominencia de alguna de las propiedades
semánticas inherentes al evento de movimiento (es decir, Origen-Trayecto-Meta),
la cual estará determinada por el priming utilizado para desencadenar el recuerdo
de la narración.

La interacción de estas variables se observa a tres niveles:

A nivel de procesamiento:
Si se utiliza un priming que destaque el Inicio (Origen)- y/o Meta, los sujetos
tenderán a evocar el evento en su totalidad porque el priming activaría el recuerdo
de los límites del evento. De acuerdo a la Teoría de la Segmentación, la recuperación
de la totalidad se da por activación de los límites. Si el priming activa un sub-evento
alejado de los límites, por ejemplo Trayecto, es muy probable que los sujetos
recuerden instancias parciales o subeventos y no la totalidad (Zacks et al. 2007).
132 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

A nivel léxico:
Si los sujetos observan un evento que presenta Inicio-Trayecto-Meta en su totalidad
o Inicio-Meta, la tendencia será conceptualizarlo como “limitado en un espacio
temporal de ocurrencia” (París 2007) y codificarlo en términos de intervalo
cerrado. Si en ese intervalo cerrado se observan eventualidades que tienen un
límite intrínseco, el hablante seleccionará verbos que expresen estas nociones (por
ejemplo, logros como salió, entró), o bien podrá combinar verbos que expresen
situaciones dinámicas, durativas y atélicas (por ejemplo, nadar, correr) con marcas
aspectuales (verbos inceptivos del tipo de empezar a) que introduzcan un límite
externo a las propiedades léxicas de la eventualidad, transformándola en télica
(por ejemplo, empezó a / terminó de /salió a + nadar/correr). Si el evento presenta
prominencia de Trayecto, la tendencia será al uso de verbos que no denoten límite
interno, es decir, actividades.
A nivel aspecto-gramatical:
El pretérito simple se usará para referir un evento desde una perspectiva temporal
pasada, que es percibido como en su máxima extensión, cerrado, y que no marca
tiempos intermedios. Por lo contrario, cuando el hablante necesite pragmáticamente
“abrir un evento cerrado” o mantener el evento como intervalo abierto, ya sea
como marco temporal o simplemente porque no percibe un intervalo cerrado
en lo que observa, recurrirá al imperfecto. Por ejemplo, bajaba+hasta …
(Realización+delimitador espacial+imperfecto), para expresar una acción que no
tiene límites inherentes, a la cual se le agrega composicionalmente el límite, pero
aun así, se deja el intervalo abierto con el uso del Imperfecto.
Por otro lado, si los sujetos observan un evento que presenta Trayecto como
característica más prominente, la tendencia será a conceptualizar el evento como
dinámico, atélico, sin límite intrínseco y como intervalo abierto, recurriendo al
uso de progresivo (perífrasis de gerundio con el verbo estar) que excluye toda
noción de finalización, aun con verbos télicos, al tiempo que diluye la noción de
temporalidad (presente, pasado) como anclaje referencial.

4. Desarrollo experimental

Los datos experimentales fueron obtenidos de narraciones orales realizadas por 12


alumnos entre 18-22 años (5 mujeres, 7 varones) ingresantes a las carreras de Historia,
Geografía e Inglés de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional
de La Pampa, Argentina, durante el año 2010. El material experimental consta de
una selección de videos extraídos de dibujos animados que muestran secuencias
de movimiento que incluyen Origen, Trayecto, Destino, Dirección y Manera4. Los
videos, a su vez, combinan:

4
El modelo experimental piloto se encuentra disponible en el sitio http://sites.google.com/site/
lexicalpatterns/Home.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 133

a) manera de movimiento (dar vueltas en círculos, rodar, rebotar, deslizarse, etc.).


b) escenarios con diferentes objetos de fondo (rampas o trayectos inclinados, espacios
con objetos de fondo (por ejemplo, árbol+paisaje; casa+paisaje), espacios que
indiquen interior/exterior (por ejemplo: casa+puerta; pozo+entrada).
c) trayectos dirigidos (movimiento hacia arriba/derecha; abajo; izquierda).
d) trayectos interrumpidos vs. trayectos que finalizan (por ejemplo, el movimiento
de la figura es obstaculizado o finaliza en una instancia que no permite presuponer
continuidad).

La sesión experimental consistió en dos instancias separadas entre sí por un tiempo


de demora de 10 minutos. En la primera sesión, cada sujeto miró un video y luego
fue demorado durante 10 minutos aproximadamente para posteriormente trasladarse
a otra habitación donde se le pidió que recordara lo que había visto y lo narrara a
partir de la visualización de una imagen (priming) que mostrara el Inicio, Trayecto
o el Final de la secuencia a recordar. Las narraciones de cada secuencia realizada
por los sujetos fue filmada y grabada. La figura 3 y la 4 muestran las Secuencia 1 y
Secuencia 3, respectivamente.

Figura 3. Priming para Secuencia 1 con prominencia de Origen-Trayecto-Meta

Figura 4. Priming para Secuencia 3 con prominencia de Trayecto


(S. Cepeda en prensa)
134 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Los eventos y subeventos fueron analizados teniendo en cuenta la noción de


jerarquía propuesta por Zacks (2007), como lo muestra La figura 5 para la Secuencia
4. Se utilizaron las imágenes de priming que muestra la figura 6.

Figura 5. Jerarquía de eventos mayores y menores en la Secuencia 4 de video

Figura 6. Imágenes de priming para la Secuencia 4



Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 135

Los datos obtenidos de las transcripciones se volcaron a una planilla Excel, computando
las variables de aspecto léxico de eventos (Aktionsart): actividad, realización y logro;
aspecto gramatical: presente, imperfecto, pretérito simple y progresivo y priming
visual: Origen, Trayecto, Meta, como lo muestra el cuadro 4.

Cuadro 4. Datos sobre aspecto léxico y gramatical

5. Resultados

El gráfico 1 muestra que cuando el priming es Origen o Meta (Sec. 1.1 y Sec 1.3,
respectivamente), la selección léxica predominante es la de logros.

Gráfico 1. Efecto de la interacción entre prominencia Origen-Trayecto-Meta


y priming en la selección léxica
136 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

La selección de Realizaciones se incrementa cuando el priming es Trayecto (Sec.


1.2). En los tres casos, las Actividades no son significativas en comparación con los
Logros (Sec1.1 y 1.3) y las Realizaciones (1.2). La tendencia observada parecería
indicar que la prominencia de la propiedad léxica del evento general, que en este caso
delimita la ocurrencia de la acción a un inicio y final, activa nociones de límites en
la percepción que luego son expresados a través de elecciones léxicas que implican
lo mismo. Esta tendencia se vuelve más significativa cuando el priming activa los
límites iniciales y finales del evento (1.2 y 1.3) y aparecen mayoritariamente verbos de
logro y realizaciones cuando el priming refiere a una instancia que incluye Trayecto.
El hecho de que las realizaciones sean más frecuentes en la Sec. 1.2 podría indicar
que los hablantes activan la noción de dinamicidad y duratividad por sobre el límite
intrínseco del evento, al percibir el Trayecto como más prominente.
En el Gráfico 2, a continuación, se observa una preferencia por verbos que denotan
actividades (evento dinámico, ilimitado) por sobre logros cuando la prominencia en
el video fue Trayecto, excepto en la Sec. 3.3 con un priming en la Meta. Este dato
corrobora lo expresado en nuestra hipótesis sobre la tendencia en los hablantes a
conceptualizar eventos que tengan prominencia de Meta en términos de intervalo
cerrado, como “limitados en un espacio temporal de ocurrencia” (París 2007).

Gráfico 2. Efecto de prominencia Trayecto y priming en la selección léxica

El análisis de los datos a nivel léxico nos muestra que en el caso de 3.3 aparecen
verbos con se (se centran, se tropiezan), o verbos del tipo (salir+corriendo,
venir+jugando) como combinaciones que introducen una noción de límite a partir
expresado en el verbo principal. Asimismo, el uso de marcadores aspectuales inceptivos
como empezar a +jugar denotan por parte del hablante la intención de introducir
un límite en el evento a narrar. La expresión de límite no es esperable cuando la
prominencia del evento mayor es Trayecto. Sin embargo, podría haber sido inducida
por la presencia del priming que muestra a los participantes finalizando la acción. De
acuerdo con nuestra hipótesis, habría una correlación entre la prominencia del evento
mayor (Trayecto) y la descripción de las acciones con verbos de tipo actividades
(evento durativo, dinámico, ilimitado) o realizaciones (evento durativos, dinámicos,
delimitado que progresa hacia un límite interno). Sin embargo, se observa también la
presencia significativa de verbos de logro en aquellas secuencias con prominencia de
Trayecto y priming Trayecto. Es decir, los hablantes codificarían la prominencia de
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 137

Trayecto como eventos del tipo [+dinámico +télico] (logros) y no como [+dinámico
-télico] (actividades), lo cual no refleja las expectativas planteadas en una de las
hipótesis del trabajo.
A modo de reflexión, podríamos explicar esta tendencia como la consecuencia de
un patrón de causa-consecuencia que se organiza de manera cronológica en nuestra
memoria al momento de recordar. El proceso de conceptualización es el resultado de
un proceso cognitivo que puede explicarse desde una perspectiva fenomenológica
o de procesamiento. Es decir, podemos abordarlo desde nuestra experiencia con el
objeto, en este caso, el ordenamiento visual de las escenas, o desde una perspectiva de
procesamiento, de actividad neurológica (Langacker 2008: 77). Si los sujetos narran
lo percibido como si fuera un “objeto”, podrían estar procesando las imágenes como
lo hace una cámara, de manera secuencial y consecutiva, y no como una unidad con
inicio y final. En tal caso, la actividad de ordenamiento o secuenciamiento de las
percepciones implica operaciones en las que el hablante necesariamente coloca límites
entre eventos, aun cuando esto no sea prominente en el video. A modo de ejemplo,
los verbos de logro como aparecen, empiezan a correr o se tropieza son indicativos
de hitos que marcan los hablantes y que posiblemente estén determinados por una
perspectiva subjetiva en el procesamiento. Es decir, quien percibe el fenómeno lo
aborda como objeto (perspectiva del cine, de la cámara) y no está dando cuenta de su
procesamiento del evento como una unidad de evocación en la memoria.
En contraste, la prominencia de Origen-Trayecto-Meta en el evento mayor motivó
selecciones léxicas de verbos de logro en tiempo presente por sobre las demás opciones,
como se observa en el Gráfico 3, lo cual fue congruente con las hipótesis planteadas.

Gráfico 3. Comparación de selecciones léxicas y aspecto gramatical en base a la


prominencia en el evento.

Sin embargo, con la prominencia de Trayecto, las selecciones son más dispares, ya
que se observa el uso de verbos de logros en tiempo presente, y de actividades en
presente y en progresivo. El uso del tiempo presente puede interpretarse como una
marca aspectual abierta, ya que no se asocia a un intervalo de tiempo cerrado y, por
ende, permite lecturas donde un logro puede interpretarse como un evento abierto.
En la literatura, se ha asociado el tiempo presente a una localización atemporal del
evento. Tradicionalmente, se llamaba “presente histórico” al empleo del presente
para narrar algo que sucedió en el pasado como un mecanismo de reactualización
del relato que le permite al hablante lograr una mayor intensidad, como si lo narrado
estuviera sucediendo en el momento. A nivel del aspecto gramatical, el presente
138 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

introduce intervalos abiertos, motivo por el cual no podría presentar un evento como
completado (París c.p.= comunicación personal). A nivel cognitivo, el uso del presente
combinado con logros como se observa en los datos podría indicar que los sujetos
activan el recuerdo como un evento cerrado que ocurre en un intervalo abierto, como
una reactualización de lo observado a causa de la poca demora para la evocación
(10 minutos) que no les permite tomar una perspectiva narrativa. Esta tendencia se
corrobora en el Gráfico 4.

Gráfico 4. Distribución del aspecto gramatical y léxico en relación al priming

Con respecto al aspecto gramatical, se observó que cuando los sujetos son estimulados
con un priming Meta la utilización del tiempo presente es mayor comparado que
cuando se utiliza un priming Origen o Trayecto. Esto indicaría que existe una
correspondencia entre el Aktionart logro, que tiene característica [+dinámico +télico]
que combinado con la marca aspectual presente a nivel gramatical, expresa un tiempo
aspectual abierto que, por ende, permite lecturas como evento abierto. En el Gráfico
5, la interacción entre aspecto gramatical y priming muestra una correlación entre la
prominencia de Trayecto y la selección de presente simple.

Gráfico 5. Selección de aspecto gramatical en base al priming

Cabe destacar que nuestra hipótesis sobre la correlación entre el uso del pretérito
simple para eventos que son percibidos como cerrados, en contraste con el uso del
imperfecto para eventos abiertos no pudo ser comprobada por no contar con datos
experimentales. A continuación analizamos las posibles motivaciones de esta selección
aspectual y sus implicancias en la perspectiva narrativa.
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 139

6. Conclusiones

Se observó un alta frecuencia de uso de eventos cerrados (logros y realizaciones) o eventos


cerrados a nivel composicional (construcciones perifrásticas inceptivas+Actividades/
Realizaciones+delimitadores espaciales) en la mayoría de las narraciones. El uso de
eventos cerrados en instancias de prominencia de Trayecto y priming Trayecto no
se corresponde con la hipótesis de la correlación planteada en el trabajo, aunque se
podría explicar como una estrategia narrativa de delimitación de hitos o bien como
una perspectiva del hablante sobre el objeto a narrar (efecto cámara). Por otro lado,
las variables de “intervalo abierto o cerrado” y su relación con la percepción del
evento como una unidad demostraron que, a nivel procesamiento, los sujetos evocaron
con verbos de logro y realizaciones la mayoría de los eventos en las secuencias que
presentaban OrigenTrayecto-Meta, lo que indicaría la recuperación del evento mayor
como una unidad. A su vez, se observó un efecto de alineación y jerarquización entre
los eventos que da cuenta de la existencia de una jerarquía partonímica (una relación
entre partes y todo) para la organización de la percepción y la eventual evocación
por medio del recuerdo. La mayoría de las acciones descriptas por los hablantes
fueron expresadas como logros o realizaciones, no como actividades o estados, lo que
demuestra que la lengua expresa intenciones y objetivos por medio de la expresión de
los límites de los eventos. Un evento que ocupa una posición alta en la jerarquía de
eventos dispara una serie de conexiones causales que determinan el objetivo general
de la historia. Por ejemplo: Final del evento mayor 1:“Guarda las monedas” è Final
del evento mayor 2= “tira agua” è Inicio de evento mayor 3: “Sale patinando”.
El procesamiento bottom-up de los rasgos físicos que marcan el cambio se
correlaciona con el procesamiento conceptual top-down de las intenciones y/o
motivaciones: los sujetos tienden a “comprender” las situaciones asignándole una
motivación al personaje, quien desencadena una serie de situaciones que tienen como
fin el logro de un objetivo. Los cambios físicos (movimientos, traslación, cambio
de posición, cambios locativos) son interpretados por los sujetos como cambios en
la motivación de los personajes que marcan transiciones dentro del una estructura
narrativa (Schank y Abelson 1977) y, por ende, son percibidos y guardados en la
memoria para luego ser evocados como indicadores del progreso de la narración.
Es decir, el hablante integra a ambos en una unidad conceptual que luego expresa
lingüísticamente por medio de verbos de logro y realización.
A nivel del aspecto gramatical, el uso del presente combinado con verbos de logro
y/o de realización puede ser analizado como un mecanismo de reactualización durante
el proceso narrativo, como lo mencionamos anteriormente. De acuerdo a Langacker
(2008), en el proceso de aprehensión de los estímulos existen tres componentes que
determinan una “distancia epistémica”: el sujeto Conceptualizador, la Experiencia
Inmediata (que es la instancia de percepción) y la Realidad Inmediata, donde se ubica
el objeto a percibir, como lo muestra la figura 7.
140 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Figura 7. Proceso de aprehensión

La distancia epistémica la determina el observador y es marcada, en muchas lenguas,


por evidenciales epistémicos, como sería el caso del presente y el pretérito simple en
español para indicar la oposición entre lo inmediato y lo no inmediato. Para el presente,
el tiempo del acto de habla marca la prominencia de una temporalidad inmediata de
aprehensión a nivel cláusula. El pretérito simple refiere a una distancia epistémica
mayor porque el trayecto epistémico cruza el límite de la realidad inmediata. La
diferencia entre el presente y el pretérito simple radica en determinar si el objeto de
aprehensión se encuentra en la realidad inmediata, que sería la percepción online, o la
no inmediata, que estaría mediada por la representación que tiene el hablante del hecho
observado en la memoria. La figura 8 muestra estas dos instancias a nivel perceptual.

Figura 8. Distancia epistémica

Al usar el presente con verbos de logro y/o realización para narrar lo observado, el
hablante reactualiza por medio de la verbalización una construcción mental virtual
de ocurrencias observadas y que ha guardado en su memoria.
Soto (2011), siguiendo a De Swart (1998), explica este fenómeno de perspectiva
como la proyección de un tipo de situación en otro que deriva en una incompatibilidad
entre las opciones gramaticales y léxicas, lo cual crea un proceso inferencial de
“acomodación” que denomina coerción. El léxico contiene verbos especificados que
poseen un Aktionsart que el hablante puede elegir combinar con las marcas aspectuales
gramaticales. De esta manera, puede emplear el aspecto de punto de vista de modo
Sonia Suárez C. / Relación entre percepción, segmentación de eventos y aspecto léxico y gramatical... 141

congruente con el ítem léxico –opción no marcada– o de modo incongruente con el


objeto y así proyectar un tipo de situación en otro distinto. Este mecanismo le permite
al hablante construir relatos a partir del uso de perífrasis verbales aspectuales, por
ejemplo, para adscribirle a los eventos perspectivas personales y a veces novedosas.
Según Soto, que un mismo hecho pueda presentarse como homogéneo –i.e. actividad,
estado– o discreto –i.e. logro o realización– muestra que se trata de un significado
de corte cognitivo y no puramente referencial, lo que se debe a que el significado
aspectual de una situación se determina en un nivel de conceptualización distinto del
sistema léxico-gramatical, en el que primaría la perspectiva o proyección que quiera
darle el hablante al hecho narrado.

Referencias

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Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 143 - 148
Universidad de Chile

RESEÑAS

Mirjiam Fried, Jan-Ola Östman y Jef Verschueren (Eds.)


Variation and Change. Pragmatic perspectives
Amsterdam/Filadelfia: John Benjamins Publishing Company. 2010, 275 páginas.

El libro que reseñamos a continuación trata de la evolución que ha tenido el campo de la


variación y el cambio lingüístico en distintas dimensiones: a) desde el estudio excluyente de los
sistemas morfo-fonológicos y léxicos hacia el análisis de los patrones sintácticos y pragmáticos;
b) desde la reconstrucción comparativa y la filología orientada a los textos hacia los enfoques
actuales orientados funcional y socio-cognitivamente; c) desde un enfoque inmanentista
(como el de los neogramáticos, estructuralistas y generativistas) hacia la incorporación de la
dimensión sociolingüística de la variación orientada hacia la contextualización interaccional
de las estructuras lingüísticas y d) desde el alcance intra-lingüístico de la variación hacia una
inclusión sistemática de la comunicación intercultural y el enriquecimiento de la investigación
translingüística. De esta manera, las contribuciones del presente volumen presentan argumentos
a favor de la incorporación de la perspectiva socio-cognitiva en el análisis lingüístico como
una fuente particularmente promisoria tanto de metodología como de modelos explicativos
que parten de la base de la interacción social y las relaciones humanas y no solo a partir de las
formas lingüísticas y sus frecuencias descontextualizadas.
El capítulo I, “Borrowing” de Treffers-Daller, muestra los cambios que el tratamiento de
dicho concepto ha tenido en los últimos años. La autora señala que el préstamo, entendido
como la incorporación de rasgos de una lengua a otra, se ha expandido más allá del léxico en
dos sentidos principalmente: a) ha incorporado otros tipos de préstamo, como los de categorías
y patrones gramaticales y los de naturaleza pragmática, lo que a su vez implica considerar
el papel que juegan los hablantes en el proceso de préstamo y b) ha ampliado sus objetivos
teóricos hacia la identificación de principios generales que rigen todos los tipos mencionados
(borrowability).
El capítulo II, “Contact linguistics” de Meeuwis y Östman, y el capítulo XIII, “Language
contact” de Matras, tratan acerca del contacto lingüístico. Meeuwis y Östman enfatizan en el
papel que tienen los hablantes que interactúan en zonas de contacto en la producción de los
cambios inducidos por dicho fenómeno. De manera más específica, señalan que estos cambios
no se relacionan exclusivamente con variaciones estructurales, sino también con patrones
de uso que varían –motivados pragmática, cultural y cognitivamente– por el contacto entre
lenguas. En otras palabras, los autores conciben el fenómeno del contacto desde una perspectiva
pragmática que toma en cuenta el proceso continuo de adaptación social que tiene lugar en
estas situaciones, asumiendo así una postura dinámica en la que lengua, mente y cultura se
definen como un todo inseparable que se pone en juego en la interacción comunicativa. En una
línea similar, Matras señala que los cambios inducidos por contacto se encuentran anclados
en las especificidades, tanto lingüísticas como sociales, del contexto discursivo: el tópico, el
estatus de los interlocutores, los géneros conversacionales, etc. El autor señala, además, que
si bien el contacto lingüístico nació estrechamente vinculado con la sociolingüística –debido
a que incorpora fenómenos externos al sistema lingüístico– esta ampliación de su definición
y su ámbito de investigación permite enlazarlo con otras áreas de la lingüística como la
psicolingüística, en temas como la relación entre la lengua y la mente/cerebro, la adquisición
144 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

del lenguaje en niños bilingües o los factores cognitivos que determinan los patrones de cambio
lingüístico, etc. En definitiva, si se analizan los cambios inducidos por contacto desde una
perspectiva dinámica e interdisciplinaria, Matras señala que su estudio puede entregarnos luces
acerca no solo del fenómeno en sí, sino de la estructuración interna y del procesamiento que
los grupos humanos hacen de sus lenguas.
El capítulo III, “Creoles and creolization” de Mufwene, trata acerca de la criollización, es
decir, la génesis de nuevas lenguas vernáculas que nacen del contacto entre variedades coloniales
no estándares de una lengua europea con distintas lenguas no europeas en el Atlántico, India,
y en parte de las colonias del Océano Pacífico durante el siglo XVII hasta los inicios del siglo
XX. Las preguntas que se abordan incluyen principalmente la forma del diseño estructural,
las condiciones socio-pragmáticas para su desarrollo y el mecanismo de adquisición. El autor
hace una revisión del concepto de criollo y sus diferencias tanto con el pidgin como con el
pidgin extendido, traza su historia y aborda cuestiones referentes a su desaparición, autonomía
y a la falta de sistematicidad en el uso del término. Respecto a la génesis del criollo, Mufwene
expone tres hipótesis actuales: a) de sustrato; b) de superestrato o dialectal y c) de universales
del lenguaje. Según el autor, en el estudio del criollo observamos un vínculo directo con
las dificultades asociadas a la identificación y definición de dialectos. Sin embargo, con la
creciente disponibilidad de corpora electrónicos existe la esperanza de poder realizar un
análisis gramatical más detallado y preciso y de entregar evidencia que podría servir de base
para una comparación más refinada y consistente entre las variedades en cuestión. Mufwene
concluye que queda mucho por hacer en este campo, afirmando, además, que la investigación
sobre criollos, su génesis y sus propiedades estructurales ofrece un gran potencial tanto para
la teorización lingüística general como para la tipología lingüística.
El capítulo IV, “Dialect” de Macaulay, expone las dificultades que han existido para definir
el concepto de dialecto y, a modo de conclusión, señala que una definición operacional del
término aún está pendiente. Según el autor, este hecho tiene dos explicaciones: a) una de carácter
práctico, relacionada con el incremento de las entidades lingüísticas que pueden ser definidas
bajo este concepto y b) uno de carácter teórico, relacionada con la imposibilidad de identificar
categóricamente los límites de una variedad determinada a partir de un conjunto delimitado de
rasgos claramente definidos. A pesar de estas dificultades, el autor señala que los avances en
la tecnología han permitido un gran desarrollo en la lingüística de corpus, lo que a su vez ha
revolucionado el campo de la dialectología, por lo que resulta esperable que las problemáticas
anteriormente enunciadas encuentren respuesta en los próximos años.
El capítulo V, “Dialectology” de De Schutter, trata acerca de la evolución de la
dialectología como campo de investigación y, de manera indirecta, responde a los problemas
de operacionalización planteados por Macaulay. En primer lugar, el autor señala que, en la
actualidad, las variedades lingüísticas no se definen solo geográficamente, sino que también
se basan en otros factores capaces de conformar agrupaciones sociales que se diferencian lo
suficientemente entre sí –en términos de estatus socioeconomico o étnico, edad, género, entre
otros– y de algún tipo de lengua estándar que se toma como punto de comparación. Junto con
esta expansión hacia dimensiones de corte sociolingüístico se incorporan, además, tópicos
recurrentemente tratados en esta área como la cortesía, los actos de habla, los marcadores
discursivos, etc. Finalmente, en el plano de la descripción interna, se incorpora el interés
por la variación sintáctica, continuamente desplazada por la variación fonológica, léxica y
morfológica. Así, ambos capítulos que tratan la dialectología como ámbito de investigación
tratan acerca de las problemáticas que surgen de la estrechez con que dicho campo ha sido
definido históricamente y de cómo una ampliación en su tratamiento puede abrir nuevas
perspectivas de investigación.
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 145

En el capítulo VI, “Evolutionary pragmatics” de Wildgens, el autor señala que el campo


de la pragmática evolutiva se relaciona con las fuerzas que dan forma al lenguaje humano y,
en este contexto, vincula estrechamente el análisis diacrónico con los conceptos de adaptación
y selección. El autor enmarca esta vinculación en el enfoque socio-cognitivo, ya que este
toma el hecho básico de compartir información en el seno de la vida social como un concepto
esencial para identificar las posibles motivaciones del desarrollo de lenguaje. En esta línea, la
pragmática adquiere un lugar central, pues esta rama de estudios sobre la evolución del lenguaje
toma como base de investigación y como centro del lenguaje a la comunicación humana y
la interacción social y no las estructuras lingüísticas consideradas de manera inmanente. Por
esta razón, el estudio de la evolución del lenguaje se concibe como el estudio de la pragmática
evolutiva, ya que se considera que las fuerzas que dieron forma al lenguaje emergen desde la
interacción de patrones de acción y patrones de estructuración social en un grupo determinado.
En el capítulo VII, “Historical linguistics” de Goosens, el autor realiza una breve reseña de
la historia de la Lingüística Histórica, enfatizando en la manera en que se ha ampliado el campo
de investigación dentro de esta área. El autor señala que, en general, los cambios lingüísticos
en la actualidad no se comprenden solo como fenómenos internos de la lengua, sino como una
consecuencia colectiva no intencionada de un conjunto de acciones individuales intencionadas.
Esta visión implica la integración de factores socio-históricos y el reconocimiento de que
las actitudes lingüísticas y las ideologías de los sujetos co-determinan el cambio lingüístico.
En el capítulo VIII, “Historical pragmatics” de Jucker, se revisan las motivaciones
pragmáticas para el cambio semántico. El autor revisa la historia de esta área –definida como
el campo de estudio que investiga los aspectos pragmáticos en la historia de las lenguas– y los
métodos utilizados para desarrollarla, con especial énfasis en la manera en que la pragmática
histórica incorpora a los estudios diacrónicos elementos del análisis del discurso y temas
asociados tradicionalmente con principios pragmáticos, como la evolución de los sistemas de
cortesía, los marcadores discursivos, etc. De esta manera, los dos últimos capítulos muestran
que la lingüística diacrónica puede realizar aportes que van más allá de establecer relaciones
genéticas entre lenguas. Al ampliar el campo de estudio e incorporar nuevos métodos, los
estudios diacrónicos pueden aportar en otras áreas de investigación, relacionadas con el estudio
de: a) los patrones cognitivos y comunicativos de la gramaticalización; b) la comparación
translingüística; c) la emergencia de nuevas lenguas (como la creolización) y d) la comprensión
del fenómeno de la muerte de lenguas, entre otras.
En el capítulo IX, “Implicature and language change” de Kearns, la autora discute varios
patrones inferenciales que pueden influir en diferentes tipos de cambio semántico, apelando
a teorías neo-griceanas de principios conversacionales y, particularmente, al Principio de
Información –en tanto constituye una fuente de explicación relevante. El capítulo examina
las propiedades de las implicaturas conversacionales generalizadas y las caracteriza como un
mecanismo inferencial especial que puede dar cuenta de un tipo de cambio semántico diferente
de los producidos por la metáfora o de la metonimia. Se postula que este tipo de implicatura
constituye el estadio inicial de un cambio semántico, caracterizado por inferencias que guían
a una interpretación más informativa o más específica que la ofrecida por el significado
literal. La autora argumenta que se requiere un análisis más fino de las relaciones de sentido
asociadas con una forma, integrando los contextos en que los diferentes sentidos pueden darse.
Por consiguiente, tanto metáfora como metonimia representan una adición de sentido, lo que
resulta en una polisemia donde cada sentido es asociado con un contexto diferente, mientras
que la implicatura conversacional constituye un patrón de sustitución del significado: ambos
significados están disponibles simultáneamente en un contexto dado.
146 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

El capítulo X, “Interlanguage pragmatics” de Kasper, introduce el campo de la pragmática


de interlengua, cuyo foco de investigación está puesto en la forma transitoria que los aprendices
de una segunda lengua desarrollan durante su proceso de adquisición. El interés principal se
encuentra en la dimensión pragmática de este proceso, es decir, en la capacidad de transferencia
de patrones y estrategias conversacionales. En este cometido, la variación es estudiada desde
la perspectiva de la transferibilidad, atendiendo recientemente a preguntas más generales que
incluyen las condiciones para la transferencia pragmática y la interacción, entre varios factores
involucrados en ella. Kasper señala que la investigación de este tipo tiene que lidiar con el
hecho de que la evaluación del éxito relativo del aprendiz de L2, a su vez, debe considerar la
inherente variación en L1. Por ahora, la investigación de la interlengua se ha llevado a cabo
principalmente de modo sincrónico, dirigida hacia el estudio de casos de uso del lenguaje,
más que hacia el rastreo del desarrollo de la competencia pragmática a través del tiempo. Sin
embargo, también resulta evidente la potencial contribución al análisis diacrónico, lo que puede
constituir otra línea de investigación de la interlengua.
El capítulo XI, “Jargon” de Rojo, intenta clarificar el concepto de ‘jerga’, el que según
la autora es un fenómeno lingüístico que ha sido mal comprendido, a pesar de que se han
realizado múltiples estudios sociolingüísticos y del uso que se le da en el habla cotidiana
(variedad sub-estándar, entre otras). En su intento de clarificación, Rojo discute mayormente
el caso paradigmático de la jerga delictual, aunque también aborda otros fenómenos, como las
jergas de profesiones y, en particular, la jerga juvenil y la jerga común. La autora comienza con
el estudio y explicación de las dicotomías ‘normal’/‘anormal’ y ‘correcto’/‘incorrecto’, pues
considera que con ello contribuye a la comprensión de las variedades mencionadas, así como
a un acercamiento al orden sociolingüístico. Este capítulo presenta una serie de desafíos a los
que la investigación dialectal se puede ver enfrentada, pues esta misma –como una búsqueda
científica– se puede ver afectada (y distorsionada) por actitudes sociales. La autora concluye
que muchas de las explicaciones y evaluaciones de las variedades lingüísticas como las jergas
deben ser entendidas en el marco de las luchas de poder en que se pretende que la gente hable
de una manera determinada. Finalmente, afirma que una perspectiva de análisis de las jergas
más justa y precisa debe tener en cuenta las diversas funciones sociales de estas y de otras
variedades lingüísticas, además de concederles un estatus sociolingüístico menos sesgado.
El capítulo XII, “Language change” de Hickey, trata los problemas característicos de
aquella forma de investigación de la variación que consiste en identificar y describir el
cambio diacrónico. El autor lleva a cabo una revisión comprensiva del dominio diacrónico
que comienza por trazar la historia del campo, para lo cual define la constante evolución de
los temas de investigación, el carácter de los datos, los objetivos, los métodos y la importancia
teórica del estudio del cambio lingüístico. De esta manera, este capítulo se constituye como
una vista previa de muchos de los tópicos que son desarrollados en otros capítulos del libro,
incluyendo la relevancia de los productos del contacto y los problemas tipológicos frente al
cambio lingüístico. Hickey señala que el campo del análisis diacrónico comenzó como una
empresa de descubrimiento y documentación de las instancias de cambio, pero en décadas
recientes la investigación diacrónica ha dirigido su atención hacia la explicación y la sugerencia
de generalizaciones para estas, sentando así las bases para la identificación y explicación de
los tipos recurrentes de cambio y la dirección en que este ocurre. En el proceso también se
ha vuelto más claro el hecho de que la evidencia diacrónica tiene que ver con problemas que
resultan centrales para el desarrollo de una teoría del lenguaje adecuada en general.
En el capítulo XIV, “Reconstruction” de Nurse, se discute en detalle el método de la
reconstrucción asociado al método comparativo. En este capítulo, la reconstrucción se basa
en evaluar correspondencias no atestiguadas entre rasgos comparables de múltiples lenguas (o
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 147

dialectos) para establecer un hipotético ancestro común (proto-lengua). Este tipo de trabajo se
ha llevado a cabo principalmente en el dominio de inventarios fonéticos y léxicos, a base de los
cuales es posible establecer hipótesis sobre proto-lenguas y relaciones genéticas entre lenguas.
Finalmente, Nurse señala que el uso de herramientas computacionales ha abierto posibilidades
que prometen provechosos resultados; sin embargo, también afirma que el número de lingüistas
que se están dedicando a esto es escaso, por lo que se requiere que más estudiosos se aboquen
a esta línea de trabajo para lograr una actividad a gran escala en el método comparativo.
El capítulo XV, “Register” de Dittmar, aborda las preguntas de investigación relacionadas
con la estratificación situacional de variedades de habla. El autor comienza delineando la historia
del concepto registro, siguiendo principalmente a Halliday, quien distinguió entre dialecto y
registro, entendiendo por el primero una variante que se define en términos de usuarios del
habla y el segundo como una variedad del uso constreñida por la situación. Luego, el autor se
refiere a la sistematización del concepto y señala que uno de los problemas más urgentes es la
diferenciación de ‘variedad’ y ‘registro’. Finalmente, al presentar perspectivas de tratamiento
del término, Dittmar expone brevemente reflexiones relevantes para la teoría que se han
dado en cuatro dominios: a) aproximación funcional al concepto realizada por Ferguson; (b)
comunicación intercultural; (c) pragmática lingüística y (d) lingüística variacional. El autor
destaca lo presentado en la lingüística variacional respecto de la existencia de una conexión
jerárquica entre las variedades diestrática y diafásica y señala que se debe investigar la
posibilidad de una integración de los niveles de la estructura jerárquica. Finalmente, aboga
por una línea de investigación pragmática que investigue las siguientes interacciones con
más detalle: a) uso del lenguaje y tipos de situación; b) uso del lenguaje y roles sociales/
institucionales y c) uso del lenguaje y diferentes ánimos/emociones de los hablantes.
En el capítulo XVI, “Typology” de Comrie, se tratan los problemas referentes a la tipología
lingüística y su relación con la pragmática. Mientras la investigación tipológica sigue
contribuyendo a nuestra comprensión de los patrones de variación en los sistemas gramaticales,
solo está comenzando a tratar la dimensión pragmática de la organización lingüística. Sin
embargo, el énfasis de los tipólogos en un fundamento empírico sólido conecta este ámbito
naturalmente con la pragmática, la que a su vez provee potenciales modelos que se pueden
explorar en la búsqueda de principios de explicación generales. Por lo tanto, un estudio
sistemático del uso lingüístico traza una nueva dirección en la que podemos investigar la base
socio-cognitiva de los sistemas gramaticales y proponer tipologías sustentadas empíricamente
que incluirán la variación pragmática.
El último capítulo del volumen, “Variational pragmatics” de Schneider, articula una
aproximación a la variación dialectal basada en la pragmática y la sociolingüística. El autor
presenta la investigación como una rama específica de la pragmática empírica, es decir, de
aquella preocupada por la variación. Esta intersección enriquece ambas partes pues, por un lado,
añade la dimensión pragmática al análisis de dialectos –incluyendo el análisis conversacional,
el análisis del discurso y la lingüística interaccional– y, por otro lado, entrega un espacio
conceptual para el estudio de la variación en categorías pragmáticas específicas. Más aún, se
puede establecer un paralelo entre su surgimiento y el de la sintaxis del dialecto en términos
de sus objetivos más amplios y contribuciones potenciales al análisis del lenguaje en general.
Ambos son ámbitos relativamente nuevos en el campo de la investigación variacionista y ambos
se preocupan de ir más allá de la sola identificación y descripción de las diferencias dentro de
una lengua entre sus respectivas áreas; uno de los objetivos de investigación comunes a estos
campos es la búsqueda y la comprobación empírica de modelos explicativos apropiados, ya sea
en una teoría sintáctica particular o bien en el dominio socio-cognitivo (a través del concepto
de modelos culturales, concepciones de construcción de la estructura gramatical, etc.). En este
148 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

capítulo se enfatiza particularmente que el trabajo comparativo necesita extenderse a categorías


pragmáticas, las que recientemente comenzaron a jugar un rol en la investigación dialectal.

Comentarios generales
A nuestro juicio, el volumen reseñado representa una excelente introducción a la incorporación
de una perspectiva pragmática y socio-cognitiva al estudio del lenguaje en general y resulta
un aporte importante para la comprensión de la superación –al menos en las corrientes aquí
analizadas– del inmanentismo en la lingüística y para la adopción de una postura centrada
en los sujetos interactúantes en dicha disciplina. Lo anterior produce una apertura de
numerosas disciplinas –la lingüística histórica, la contactología, la tipología, la dialectología,
la psicolingüística, etc.– hacia el estudio de la interacción comunicativa, lo que tiene como
consecuencia el surgimiento de numerosas conexiones entre los más diversos campos de
estudio, fomentando así la interdisciplinariedad en la investigación. Finalmente, consideramos
que este cambio de perspectiva teórica, junto con el avance de la tecnología disponible para
recabar datos, son aspectos que prometen dar respuesta a problemáticas siempre complejas
en nuestra disciplina como los criterios para definir el concepto de dialecto o las causas que
motivan el surgimiento de los criollos.
En síntesis, consideramos que los capítulos del volumen dan cuenta de manera clara y
concisa de los cambios que ha producido la incorporación de una perspectiva socio-cognitiva
en los campos de estudios analizados y entrega una perspectiva general que permite al lector
formarse una visión global y holística de los estudios lingüísticos contemporáneos. Por esta
razón, el presente volumen es una lectura muy recomendable para estudiantes de cursos
avanzados de Lingüística e investigadores y profesores de las diversas áreas de dicha disciplina
que quieran actualizarse acerca del devenir del quehacer de los estudios del lenguaje.

Milena Araya y Felipe Hasler


Universidad de Chile
[email protected]
Lenguas Modernas 38 (Segundo Semestre 2011), 149 - 155
Universidad de Chile

Farzad Sharifian
Cultural Conceptualisations and Language. Theoretical framework and applications
Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins Publishing Company. 2011, xviii
+ 238 páginas

Este libro puede entenderse como la culminación de lo escrito y revisado por el autor, en
los últimos 10 años, en torno al fenómeno de la cognición cultural distribuida y emergente,
utilizando al lenguaje como punta de lanza. En efecto, leer los primeros capítulos que componen
el apronte teórico es prácticamente volver a revisar los artículos de Sharifian elaborados en el
último lustro, sin que por ello dejen de sorprender algunas actualizaciones y replanteamientos
propios de los procesos recopilatorios, pero conservando, acaso, algunas de las debilidades de
los escritos pretéritos. Por tales motivos, y porque el autor es relativamente desconocido en
estas latitudes, la presente reseña dará énfasis a los aspectos teóricos antes que a los múltiples
ejemplos y aplicaciones que la teoría supone, invitando con ello al lector a revisar la obra.
De acuerdo con Sharifian, el libro presenta en una propuesta interdisciplinaria que, abarcando
líneas de investigación como la lingüística cognitiva, la psicología cognitiva, la antropología
cognitiva, los estudios de cognición distribuida y la antropología lingüística, puede aplicarse a
distintas esferas de la lingüística aplicada, como la comunicación intercultural, la pragmática
transcultural (cross-cultural pragmatics), la lengua inglesa como L2 y el análisis del discurso
político. Sharifian utiliza los análisis lingüísticos para validar el enfoque modélico que da título
a su libro: las conceptualizaciones culturales (en adelante CC), concepto que define en los tres
primeros capítulos y que desarrolla de distinta manera en los posteriores.

1. Los postulados teóricos

El libro parte con una aproximación general al concepto de conceptualización, señalando


que esta puede tener, básicamente, un carácter ora categorial ora esquemático. En el primer
caso, las conceptualizaciones como categorías, se logra apreciar el eco de algunos estudios
fundacionales de la antropología y psicología cognitivas, como Berlin, Breedlove y Raven
(1973) o Rosch (1978) (el primero no reconocido como influencia en la bibliografía, a diferencia
del segundo). También incluye aquí a Lakoff y Johnson (1980) con su tesis de las metáforas
de la vida cotidiana. En el segundo caso, las conceptualizaciones como esquemas, el autor,
partiendo de clásicos como Bartlett (1932), Bobrow y Norman (1975) y Rumelhart (1980),
revisa aproximaciones que, aunque distintas, pueden interpretarse como complementarias
o correspondientes a diferentes niveles de análisis de los esquemas culturales. Los autores
que considera son los que más extensivamente han trabajado el concepto como Rice (1980),
D’Andrade (1995), Shore (1996) y Strauss y Quinn (1997)1, además de sus propios aportes
en Malcolm y Sharifian (2002).
Desde este punto, comienza a definir de manera más detallada el concepto de
conceptualizaciones culturales (CC). En primera instancia, y en esto se ve tanto la influencia

1
Los autores señalados manifiestan diferencias teóricas en sus postulados. La postura de D’Andrade
(1995) sobre de los esquemas, por ejemplo, está enraizada en la antropología cognitiva de los años 60 y 70 y en
150 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

geertziana a través de Shore (1996) como la de de Hutchins (1994)2, señala que las CC se
desarrollan a través de la interacción entre los miembros de un grupo y permiten entender
una realidad de una manera más o menos similar. Las CC se negocian y renegocian tanto
intergeneracional como intrageneracionalmente. En función de estas dinámicas, las CC serían
más o menos cohesivas, dependiendo de una serie de factores como la integridad, la uniformidad
y la solidaridad de los sistemas y subsistemas cognitivos a lo largo del grupo cultural, lo que
supone una perspectiva conexionista, en el sentido de Rumelhart, Smolensky, McClelland y
Hinton (1986). Más específicamente, el autor plantea que cada uno de los miembros de un
grupo posee distintos focos, tipos o cantidades de información, pero nadie tiene la información
completa del esquema cultural. Es más, el esquema no puede concebirse a priori como un
acuerdo entre las partes, sino que emerge de las relaciones entre los individuos. En tal sentido,
se asume como distribuido y emergente.
Esta perspectiva supera las tesis monolíticas de las corrientes estructuralistas que veían
(y muchas aún ven, sobre todo desde la sociología) la estructura como algo superior a los
individuos, que los determina y guia sus destinos. La amplitud de criterio que utiliza Sharifian
para definir este fenómeno se entiende desde la lógica de la figura de la página 6, que ya había
sido utilizada por el autor en su trabajo de 2008 para explicar cómo se genera un modelo
cultural. Ahora amplía el alcance de este diseño y utiliza el mismo cuadro para referirse a
cómo se estructuran las CC (categorías, esquemas y metáforas), eliminando el concepto de
modelo cultural, posiblemente por la tendencia generalizada entre los antropólogos cognitivos
de sustituir el concepto de modelo por el de esquema (Quinn 2011) o por la homologación
entre ambos (D’Andrade 1995)3.
El autor define y describe distintos tipos de esquemas: (a) esquemas de eventos, referidos
a situaciones como cenas, bodas, etc.; (b) esquemas de rol, referidos a las estructuras de
conocimiento que las personas tienen respecto a las distintas posiciones de rol en un grupo;
(c) esquemas de imagen, que, mediando entre las imágenes mentales y las proposiciones
abstractas, corresponden a imágenes icónicas asociadas a experiencias sociales corporeizadas,
como cuando se habla de “la fundación del Estado de Derecho”; (d) esquemas proposicionales,
referidos a los conceptos y a sus relaciones, noción clásica de la entrevista etnográfica (Spradley
1979); y (e) esquemas de emoción, entendidos como instancias asociadas a eventos, discursos
y escenarios específicos. Los esquemas no se explican en función del modelo propuesto ni
se precisa si funcionan de manera ética o émica, si se relacionan entre sí o si en ocasiones
funcionan de modo independiente. Antes que constituir esto una debilidad, pareciera servir
de invitación a revisar cómo es que estos tipos de esquemas se desenvuelven en la realidad,
mostrando con ello el compromiso etnográfico (i.e. fenoménico y casuístico) del autor, que tiene

sus métodos, con una base más bien cartesiana de la lógica del esquema, vinculada, en consecuencia, con la nueva
etnografía. La postura de Shore (1996), por otro lado, concibe la lógica del esquema desde las ideas de Geertz
(1973), que consideran los aspectos colectivos de la cognición como fuera o por sobre los sujetos, señalando que
existen esquemas sociales distintos de los individuales. Strauss y Quinn (1997), por su parte, ven el problema
de la esquematización desde los postulados conexionistas vinculados a los trabajos de McClelland, Rumelhart
y el PDP Research Group (1986), que considera los aspectos modélicos como regularidades de activaciones de
respuesta entre los individuos. Desde una perspectiva epistemológica inclusiva, que es lo que intenta hacer el
autor, las posturas son ampliamente conciliables, pues cada una alude a una dimensión o modelación de lo que
se concibe como esquema.
2
Mostrando también con ello que es posible integrar distintos postulados teóricos cuando se habla de
un mismo fenómeno.
3
D’Andrade (1995) señala que un modelo cultural, dependiendo de su complejidad, puede estar compuesto
tanto por un esquema individual como por un grupo de esquemas.
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 151

más de diez años de investigaciones en terreno. Finalmente, se sostiene que las CC poseen, en
distintos niveles y modalidades, procesos de instanciación a través de medios físicos, rituales y
el lenguaje. Desde acá, Sharifian continúa manifestando su claro compromiso con el concepto
de cognición distribuida de Hutchins (1994, 2001) y con la lógica modélica de Shore (1996).
El segundo capítulo aborda la relación entre CC y lenguaje. El autor revisa nuevamente
el concepto de CC y su carácter distribuido y emergente, agregando, esta vez, la idea de que
la cognición cultural emergente opera como un sistema adaptativo complejo, utilizando la
noción de Waldrop (1992). Los sistemas adaptativos complejos presuponen que las partes que
constituyen el sistema no pueden contener al sistema completo, que los sistemas de control se
encuentran distribuidos y que poseen fuertes propiedades emergentes. Además, los agentes que
componen los sistemas son, ellos mismos, sistemas complejos. Sharifian vincula esta posición
con los postulados de Vygotsky (1978), que veía el fenómeno cognitivo como una corporeización
de los vínculos histórico-sociales. Esta interpretación de las CC como sistemas adaptativos
complejos se asocia, más que a los postulados de la inteligencia artificial, a los de la teoría de
sistemas con base en los múltiples trabajos de autores como Maturana, Varela y Luhmann.
Entendiendo que las relaciones de un sistema son distintas a las de otros, Sharifian señala que
diferentes lenguas tendrán distintas CC con distintos niveles de emergencia. Para ejemplificar
esto, utiliza un ejemplo de la lengua arabana que revitaliza, al menos interpretativamente, los
postulados whorfianos. El arabana, una lengua del grupo Palcu, de las lenguas Karnicas de
la familia Pama-Nyugan, posee pronombres que definen categoría de pertenencia a alguna
parcialidad de parentesco, como el nivel generacional. Uno de estos pronombres es aranthara
que marca la segunda persona plural de una parcialidad de parentesco y otro es karananthara
que marca la tercera persona plural de una partición de parentesco. Estas CC también se ven
reflejadas en la gramática bajo la forma de sufijos que marcan colectividad y vinculados a
alguno de estos pronombres. El sufijo en cuestión deriva una nueva forma verbal lexemática
que requiere un sujeto no-singular y que se añade al significado de la actividad que realizan los
participantes mencionados en el sujeto de la frase nominal (Dench 1987). Ahora bien, existen
casos donde el sufijo, antes que marcar colectividad, señala una relación de parentesco, como
en el ejemplo citado por el autor (p. 30):
(1) Nyiya karlpa – nyayi - ku wiya-larta panti-jang karnti-ka–ku
This climb - colec-pres see – fut sit - rel tree- locacc
‘This one is climbing up to see that one sitting in the tree’.
En este caso, el sufijo que marca colectividad (nyayi) cambia su función para comunicar
(pragmáticamente, en términos del autor 4) que los participantes del hecho pertenecen al mismo
conjunto de generaciones alternadas5.
El capítulo tercero aborda los aspectos de cognición colectiva y su asociación con el
lenguaje. Específicamente, se centra en las funciones metafóricas y pragmáticas de la lengua
y cómo estas deben ser entendidas en función del modelo de CC. Uno de los ejemplos es el
descrito por Yu (2007) sobre la concepción del corazón en chino (p. 42):

4
O metapragmático, en términos de M. Silverstein (1981, 1993) y A. Agha (2004).
5
Lo interesante de este ejemplo es que, desde la relación entre gramática y pragmática, entrega datos
para repensar las tesis del relativismo lingüístico y para los postulados de la gramática emergente.
152 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

(2)
怡悦 荡 心房。
Yiyue Dang xin-fang.
joy wave (in) heart-house/room
‘Joy rippled in the heart.’

El corazón, en chino, es el centro del procesamiento de actividades cognitivas, específicamente,


los procesos mentales y emocionales, además de ser un órgano del cuerpo y un contenedor
como cuerpo físico. Las variaciones metafóricas provendrían desde la antigua medicina china
que consideraba al corazón como el órgano del pensamiento. Este ejemplo muestra cómo las
CC, en distintos niveles, obedecen a criterios variados determinados por los resultados de las
negociaciones colectivas.

2. Aplicaciones prácticas

En los once capítulos siguientes, el autor describe una serie de aplicaciones de sus postulados
y en uno que otro añade y concluye alguna característica extra de las CC. Los capítulos se
agrupan en partes definidas temáticamente. Se revisarán a continuación los aspectos generales
de cada parte, señalando las conclusiones más relevantes de cada una.
Los capítulos 4 y 5 revisan las CC en lenguas aborígenes; específicamente, los usos del
inglés aborigen (indígenas australianos que adoptaron el inglés como su lengua, en adelante
IAb) y las diferencias que estos tienen con el inglés australiano (en adelante IAus). Pese a que
ambas lenguas comparten lexemas similares, las CC de las culturas indígenas australianas se
trasladan a los lexemas del IAb compartidos con el IAus. Las variaciones generan un impacto
en la educación de los de los niños aborígenes, sobre todo si se considera que estas formas
de conceptualización no son visibles en el habla cotidiana. Estas aseveraciones refuerzan las
ideas de Boas (1911).
Los capítulos 6, 7 y 8 analizan el fenómeno de la comunicación intercultural. Se revisan
los conceptos de comunicación entre el IAus y el IAb y entre el inglés y el persa cuando el
inglés se aprende como una L2. En el caso de los primeros, el análisis muestra que el manejo
inadecuado de la CC del IAus por parte de los hablantes de IAb los deja en desventaja en
instancias como los procesos judiciales. En el caso del inglés y el persa, en cambio, muestra
que en inglés como L2, se mapean, a veces de manera inconsciente, las CC de la L1, lo que
genera diferencias en la comprensión.
Los capítulos 9 y 10 revisan el problema de la pragmática transcultural. Se analizan casos
de imposibilidad de traducción de algunos conceptos del persa por su complejidad pragmática.
También se revisan ciertos conceptos del inglés persa (IP) de Irán y cómo el IP recibe la
influencia de CC persas al emitir actos de habla homologables. El resultado muestra que, en
este caso, las CC estarían determinadas por un tipo de relación específica con el cuerpo y con
el entorno social y físico.
Los capítulos 11 y 12 abordan de lleno el problema de las CC, el cuerpo, el sí mismo (self)
y el lenguaje. El sí mismo lo analiza desde los conceptos persas de khod y nafs, poniendo
énfasis en su desarrollo histórico, el primero desde el persa y el segundo desde el árabe y la
religión sufí. La corporeización la analiza desde el concepto cheshm (ojo) y sus distintos usos
pragmáticos metafóricos, como, por ejemplo, que los ojos son el asiento del amor y la envidia.
Los capítulos 13 y 14, finalmente, tratan sobre el lenguaje en el discurso político
internacional, mostrando cómo una traducción inadecuada del lenguaje figurativo (con base en
las CC) puede derivar en incidentes internacionales. También analiza cómo la inexistencia de
Lenguas Modernas 38, Segundo Semestre 2011 153

los conceptos de “concesión” y “compromiso” en el turco, árabe y persa, ha generado malas


traducciones de estos conceptos, que han derivado en una valoración negativa de los mismos
sobre la base de las CC.

2. Aportes

El libro posee aportes interesantes, sobre todo en el aspecto teórico, que permiten plantear
una discusión más profunda en distintas áreas. En primer lugar, la noción de CC implica una
perspectiva dinámica, pues los distintos niveles de análisis lingüístico (fonológico, gramatical,
léxico-semántico y discursivo) se instancian en uno o varios tipos de formas de CC (esquemas,
categorías o metáforas). Dicha instanciación tiene siempre una base semántica. Así, se puede
asumir –aunque el autor no sea explícito en este sentido– que la gramática, sobre todo en los
ejemplos entregados, posee un carácter principal, aunque no únicamente, categorial, y, en tal
sentido, funcionaría como un recurso cultural para ordenar el mundo.
El uso de métodos etnográficos en ciertos estudios previene al autor de sobreconceptualizar
situaciones y le permite elaborar explicaciones ad-hoc a los datos obtenidos, sobre todo
considerando criterios émicos de taxonomización y esquematización, sin que esto signifique
un laissez faire de los datos. En general, a través de las distintas aplicaciones, el modelo teórico
se explica por sí mismo, mostrando que los diversos fenómenos analizados son, al menos, un
tipo de forma de CC, y dejando abierta la posibilidad de que una idea, concepto o expresión
pueda tener un carácter diverso.
En función de lo señalado, el libro entrega una serie de datos articulados en conceptos
que permiten repensar el problema del relativismo lingüístico de manera novedosa y con un
fuerte compromiso sociocognitivo6, dejando abiertas una serie de interrogantes que ameritan,
sin duda, respuestas futuras.

3. Debilidades

Pese a que los aportes no son pocos, el texto muestra debilidades que, en ningún caso, se
entienden como insalvables, sino que, antes bien, se ven como oportunidades para mejorar la
propuesta teórica del autor. En primer lugar, se presenta una serie de planteamientos teóricos
que, como se señaló en una de las notas, no son del todo concordantes. Aunque define los
conceptos de manera relativamente clara, en algunos casos introduce autores y definiciones
cuya contribución es algo oscura, como la cita a Piaget (1970) o a Fauconnier (1997). No se
explica en ningún momento cuál será el uso teórico dado a los esquemas universales o a los
blendings conceptuales, respectivamente. Por otro lado, la teoría carece de unidad modélica, en
el sentido de que no explica cómo funciona cada uno de los fenómenos que Sharifian considera
como CC. De hecho, es más bien a través de un proceso inferencial en base a las lecturas citadas
que se pueden establecer explicaciones acerca del funcionamiento de cada caso. Finalmente, si
bien trabaja de manera adecuada con el método etnográfico, no propone un aporte a la teoría
desde este enfoque, que es una de las principales fortalezas que este método puede generar.

6
Superando por mucho las propuestas de Gumperz y Levinson (1991), Lucy (1997) o Boroditsky (2001).
154 Lenguas Modernas 38, SEGUNDO SEMESTRE 2011

Referencias

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Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins.

Cristian Prado
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de acuerdo con las convenciones ejemplificadas a continuación

Libro:
Carter, R. y M. McCarthy. 2006. Cambridge grammar of English. Cambridge:
Cambridge University Press.
Colaboración en volumen colectivo:
Kellerman, E. y E. Bialystok. 1997. On psychological plausibility in the study of
communication strategies. En G. Kasper y E. Kellerman (Eds.), Communication
strategies. Psycholinguistic and sociolinguistic perspectives. Pp. 31-48. Londres:
Longman.

Artículo:
Dörnyei, Z. y J. Kormos. 1998. Problem-solving mechanisms in L2 communication.
A psycholinguistic perspective. Studies in Second Language Acquisition 20:
349-385.

Tesis:
Tabilo, X. 2000. Estrategias léxicas compensatorias de comunicación utilizadas
por aprendientes de inglés como segunda lengua. Tesis para optar al grado de
Magíster en Lingüística con mención en Lengua Inglesa. Universidad de Chile.

Ponencia:
Giammatteo, M., A. Ghio y H. Albano. 2002. Incidencia de las estrategias
morfosemánticas en la comprensión textual. Ponencia presentada en el Simposio
Internacional Lectura y Escritura: Nuevos Desafíos. Mendoza.

Documento electrónico:
Nwogu, K. Structuring scientific discourse using the given-new perspective.
Forum33/4: 22 [en línea]. Disponible en: http://exchanges.state.gov/forum/vols/
vol33/no4/p22.htm [Consulta 15/04/2004].

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communication strategies. In G. Kasper and E. Kellerman (Eds.), Communication
strategies. Psycholinguistic and sociolinguistic perspectives. Pp. 31-48. London:
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Article:
Dörnyei, Z. and J. Kormos. 1998. Problem-solving mechanisms in L2 communication.
A psycholinguistic perspective. Studies in Second Language Acquisition 20:
349-385.

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morfosemánticas en la comprensión textual. Paper presented at the International
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Nwogu, K. Structuring scientific discourse using the given-new perspective. Forum
33/4: 22 [on line]. http://exchanges.state.gov/forum/vols/vol33/no4/p22.htm
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correspondente(s). Poderá fazer o mesmo com citações indiretas e indicações.
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do(s) nome(s). No caso de vários autores, esta ordem será invertida a
partir do segundo nome do autor.
b) Ano de publicação. No caso de citar vários trabalhos de um mesmo autor
publicados no mesmo ano, devem distinguir-los com letras minúsculas
depois do número do ano(sem mediar espaços e vírgulas).
c) Título da publicação. Os títulos de publicação autónomas (livros,
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d) Lugar da publicação.
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informação, a numeração da primeira e última página do capítulo, precedida pela
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13. No caso de uma referência a um artigo, depois do título devem remeter ao
nome do volume e número a que este corresponde e, como última informação,
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14. Todos os trabalhos citados no texto devem ser incluídos na seção Referências de
acordo com as normas exemplificadas em seguida:

Livro:
Carter, R. e M. McCarthy. 2006. Cambridge grammar of English. Cambridge:Cambridge
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Colaboração em volume coletivo:


Kellerman, E. e E. Bialystok. 1997. On psychological plausibility in the study of
communication strategies. En G. Kasper e E. Kellerman (Eds.), Communication
strategies. Psycholinguistic and sociolinguistic perspectives. Pp.31-48. Londres:
Longman.
Artigo:
Dörnyei, Z. e J. Kormos. 1998. Problem-solving mechanisms in L2 communication:
a psycholinguistic perspective. Studies in Second Language Acquisition 20:
349-385.

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Magíster en Lingüística con mención en Lengua Inglesa. Universidad de Chile.

Palestras:
Giammatteo, M., A. Ghio e H. Albano. 2002. Incidencia de las estrategias
morfosemánticas en la comprensión textual. Ponencia presentada en el Seminario
Internacional Lectura y Escritura: Nuevos Desafíos. Mendoza.

Documento eletrônico:
Nwogu, K. Structuring scientific discouse using the given-new person. Forum 33/4:22
(on line). Disponivel em: http://exchanges.state.gov/forum/vol33/ No4/p22.htm
[Consulta 15/04/2004).
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