Catecismo de La Iglesia Catolica. Numerales 1878 Al 1885

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

TERCERA PARTE

LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU

CAPÍTULO SEGUNDO
LA COMUNIDAD HUMANA

ARTÍCULO 1
LA PERSONA Y LA SOCIEDAD

I. Carácter comunitario de la vocación humana

1878 Todos los hombres son llamados al mismo fin: Dios. Existe cierta
semejanza entre la unión de las personas divinas y la fraternidad que los
hombres deben instaurar entre ellos, en la verdad y el amor (cf GS 24, 3). El
amor al prójimo es inseparable del amor a Dios.

1879 La persona humana necesita la vida social. Esta no constituye para ella
algo sobreañadido sino una exigencia de su naturaleza. Por el intercambio con
otros, la reciprocidad de servicios y el diálogo con sus hermanos, el hombre
desarrolla sus capacidades; así responde a su vocación (cf GS 25, 1).

1880 Una sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por


un principio de unidad que supera a cada una de ellas. Asamblea a la vez
visible y espiritual, una sociedad perdura en el tiempo: recoge el pasado y
prepara el porvenir. Mediante ella, cada hombre es constituido “heredero”,
recibe “talentos” que enriquecen su identidad y a los que debe hacer fructificar
(cf Lc 19, 13.15). En verdad, se debe afirmar que cada uno tiene deberes para
con las comunidades de que forma parte y está obligado a respetar a las
autoridades encargadas del bien común de las mismas.

1881 Cada comunidad se define por su fin y obedece en consecuencia a reglas


específicas, pero “el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones
sociales es y debe ser la persona humana” (GS 25, 1).

1882 Algunas sociedades, como la familia y la ciudad, corresponden más


inmediatamente a la naturaleza del hombre. Le son necesarias. Con el fin de
favorecer la participación del mayor número de personas en la vida social, es
preciso impulsar, alentar la creación de asociaciones e instituciones de libre
iniciativa “para fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos,
profesionales y políticos, tanto dentro de cada una de las naciones como en el
plano mundial” (MM 60). Esta “socialización” expresa igualmente la
tendencia natural que impulsa a los seres humanos a asociarse con el fin de
alcanzar objetivos que exceden las capacidades individuales. Desarrolla las
cualidades de la persona, en particular, su sentido de iniciativa y de
responsabilidad. Ayuda a garantizar sus derechos (cf GS 25, 2; CA 16).

1883 “La socialización presenta también peligros. Una intervención


demasiado fuerte del Estado puede amenazar la libertad y la iniciativa
personales. La doctrina de la Iglesia ha elaborado el principio llamado
de subsidiariedad. Según éste, “una estructura social de orden superior no
debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior,
privándole de sus competencias, sino que más bien debe sostenerle en caso de
necesidad y ayudarle a coordinar su acción con la de los demás componentes
sociales, con miras al bien común” (CA 48; Pío XI, enc. Quadragesimo anno).

1884 Dios no ha querido retener para Él solo el ejercicio de todos los poderes.


Entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer, según las
capacidades de su naturaleza. Este modo de gobierno debe ser imitado en la
vida social. El comportamiento de Dios en el gobierno del mundo, que
manifiesta tanto respeto a la libertad humana, debe inspirar la sabiduría de los
que gobiernan las comunidades humanas. Estos deben comportarse como
ministros de la providencia divina.

1885 El principio de subsidiariedad se opone a toda forma de colectivismo.


Traza los límites de la intervención del Estado. Intenta armonizar las
relaciones entre individuos y sociedad. Tiende a instaurar un verdadero orden
internacional.

También podría gustarte