Chipaya Crevels Muysken Lenguas de Bolivia I 2009-6

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Chipaya

Rodolfo Cerrón-Palomino*

1. Aspectos generales

En la presente sección, luego de describir brevemente la situación actual en la que se encuentra el chipaya,
buscaremos situarlo en el ámbito de su contexto social, cultural e histórico, haciendo referencia a los estudios
previos de la lengua, y a su condición de idioma minoritario dentro del sistema educativo nacional.

1.1 Situación actual

La lengua chipaya constituye en la actualidad una verdadera isla lingüística rodeada de pueblos de habla
aimara. La encontramos en el municipio de Santa Ana de Chipaya y en el cantón de Ayparavi (este último,
constituido a comienzos de la década del sesenta del siglo XX), de la provincia de Sabaya, del departamento
de Oruro, en un territorio salitroso y calcáreo de aproximadamente 425 kilómetros cuadrados, surcado por
el río Lauca. A una altitud promedio de 3.800 msnm, se accede a él por la ruta troncal de Oruro a Sabaya
hasta Huachacalla, de donde hay que desviar a la izquierda, en dirección sur, pasando por Escara, hasta
llegar a la sede del municipio. Según los resultados arrojados por el Censo Nacional 2001, su número de
hablantes es de 1.625 (cf. Molina & Albó 2006: cuadro 5.7).

1.2 Perfil sociolingüístico

No obstante su carácter de lengua supérstite, el chipaya goza de una extraordinaria vitalidad, y es fuente de
orgullo para sus hablantes, que son conscientes del carácter único de su idioma, y de su condición especial de
genuinos representantes de la otrora “nación” de los urus. Sin embargo, la lealtad étnico-idiomática de los
chipayas, que en situaciones de conflicto puede llegar hasta la exacerbación, parece ser de data reciente. En
efecto, diferente fue la actitud observada entre ellos por Alfred Métraux, quien realizó trabajos de campo en
la zona en la década del 30 del siglo pasado. El etnógrafo suizo refiere que la aimarización de los chipayas era
tal que la extinción de su lengua parecía inminente, pues no sólo habían adoptado el aimara como segundo

* Especialista en lenguas andi­nas,­ Ph.D. en Lingüística (Universidad de Illinois), profesor emérito de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y en actividad en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
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idioma sino que la preferencia por esta lengua se estaba generalizando entre las mujeres, menos expuestas a
todo contacto externo, e incluso entre las generaciones jóvenes. En un contexto de mudanza idiomática que
parecía irreversible, Métraux declaraba su satisfacción por haber registrado una lengua de la cual en pocos
años sólo se tendría el recuerdo (Métraux 1935). Sin embargo, la realidad de los hechos contradijo tales va-
ticinios, habiéndose revertido el peligro de desplazamiento, si en verdad lo hubo, a favor de la revitalización
y el mantenimiento de la lengua. En efecto, según se desprende de los datos proporcionados por el Censo
Nacional de 1992, el bilingüismo chipaya-aimara, importante especialmente entre los hombres más que en
las mujeres, y entre los adultos más que en los niños, registra un bajón considerable en la población compren-
dida entre los 20 a 34 años, para tornarse insignificante entre los jóvenes y niños; a su turno, el bilingüismo
chipaya-castellano, en general mayor entre los hombres antes que en las mujeres, por el contrario, se incre-
menta considerablemente, hasta llegar al 100% entre la población masculina comprendida entre los 19 y 34
años, y al 68% entre los niños de 6 a 9 años (cf. Albó 1995: sección 7.6.2). Ello demuestra, en primer lugar, el
reemplazo del aimara por el castellano como segunda lengua de los chipayas; y, en segundo lugar, de manera
más importante, a diferencia de lo que ocurre en otros contextos, el aprendizaje del castellano, generalmente
en la escuela, por parte de los niños, y fuera del lugar (especialmente en Chile) entre los adultos, no implica
la pérdida de la lengua materna, constituyéndose así el pueblo de Chipaya en una sociedad con bilingüismo
estable. De esta manera, contra las predicciones de Métraux (1935: 116-117), la lengua sigue transmitiéndose
de padres a hijos de modo espontáneo y hasta militante.

1.3 Perspectivas educativas

La presencia efectiva del Estado se hace patente en Chipaya con la creación de su centro escolar elemental
en 1940 y secundario sólo en 1985. La enseñanza que se ha venido impartiendo en tales centros, como en
la mayoría de los ­establecimientos educativos del área andina, hasta antes de la Reforma Educativa de 1994,
ha sido de corte asimilacionista, en la que los conocimientos se impartían exclusivamente en castellano, y, en
el caso chipaya, con la agravante de que los maestros eran aimarahablantes, cargados de prejuicios contra el
pueblo y la lengua del lugar. Ronald Olson, durante sus largas temporadas de residencia en Chipaya en la dé-
cada del 60 y buena parte del 70, hizo todo lo posible por conseguir que las autoridades educativas regionales
y centrales crearan un puesto para un maestro bilingüe chipaya-castellano, entrenado previamente por él en
la lecto-escritura de la lengua nativa. Sin embargo no solo no encontró respuesta ante su pedido sino que,
como lo refiere amargamente, los resultados de su gestión fueron “completamente al revés, la escuela [quería]
hacer desaparecer no solamente al idioma sino también a la cultura chipaya” (cf. Olson 1977: 193-194). Si,
en todo caso, ante un alumnado desconocedor del aimara, el ejercicio docente no podía evitar caer en una
suerte de educación bilingüe informal, ello se hacía sin perder de vista el objetivo fundamental perseguido
por la escuela: la alfabetización en castellano.
La Reforma Educativa de 1994, dentro de tal contexto, significa una ruptura de la práctica asimilacionis-
ta vigente en materia de enseñanza, pues hace suyo el reconocimiento del país como un estado plurilingüe
y multicultural en el que se reconocen las lenguas nativas como lenguas nacionales y, en consecuencia, se
adopta una política de educación intercultural bilingüe de carácter nacional. De hecho, el chipaya fue decla-
rado idioma oficial por Decreto Supremo No. 25894 del 2 de setiembre de 2000. Se abría de este modo el
marco legal para su reivindicación cultural en el ámbito educativo, a pesar de la desventaja de ser una lengua
minoritaria en términos demográficos, sin mencionar la carencia de maestros bilingües y de materiales de
enseñanza, en comparación con las lenguas mayores quechua y aimara. Había que vencer estas dificultades
para poder llevar a la práctica una verdadera educación intercultural bilingüe.
La lucha por el reconocimiento de la lengua como medio de instrucción no desmayó entre los chipayas a
pesar de los resultados frustrantes de sus permanentes gestiones. En esta gesta tuvo una participación activa y
permanente el Consejo de Implementación de la Lengua Nativa Uru-Chipaya (CILNUCH), integrada por
profesores normalistas y técnicos, cuyo objetivo más inmediato fue la elaboración de un alfabeto chipaya, la
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cual se conseguiría poco después. En 2000 egresaron los siete primeros maestros chipayas del Instituto Normal
Superior Intercultural Bilingüe de Caracollo, y todos ellos pasaron a formar parte de la plana docente en los
centros educativos del propio municipio, y al mismo tiempo se incorporaron como miembros del CILNUCH.
Por primera vez se contaba ahora con maestros chipayas que podían enseñar a sus coterráneos en su propia
lengua. Con el apoyo de las autoridades del Ministerio de Educación se inauguró, en abril de 2005, un taller
destinado a elaborar, previo consenso de todos los participantes, entre quienes estaban los representantes de
los cuatro aillus del municipio, la propuesta final del alfabeto que sería elevado a las autoridades del ramo
educativo para su eventual oficialización. A raíz de las contramarchas adoptadas por el gobierno del presidente
Morales en materia de política educativa, las medidas iniciadas en favor del uso del chipaya en la educación,
y que estaban en curso de aplicarse, parecen haberse estancado en medio de una atmósfera de incertidumbre
y desconcierto.

1.4 Perfil etnohistórico

La lengua chipaya o chipay(a) taqu es hoy día la única variedad vigente de la otrora familia lingüística uru-
chipaya que, juntamente con la puquina, precedió con mucha anterioridad a la aimara en el altiplano, sobre
todo a lo largo del eje lacustre Titicaca-Coipasa, mucho antes del arribo de esta última lengua a su actual
emplazamiento, procedente de los Andes Centrales (véase Cerrón-Palomino & Carvajal, este tomo, sección
1.4). Desplazado primeramente por el puquina, la lengua probable de Tiahuanaco, y luego, sucesivamente,
por el aimara, el quechua, y últimamente por el castellano, el uru (uchumataqu) fue cediendo, a lo largo de
los siglos, ante estos idiomas y sus hablantes. Desaparecido a mediados del siglo pasado en el lado peruano,
sobrevive hoy apenas con unos pocos hablantes terminales en su variedad de Irohito, pero se mantiene lozano
y vigoroso aún, transmitida de padres a hijos en Chipaya.
De esta manera, la del uru es una historia de desplazamientos idiomáticos iniciados en tiempos preincai-
cos, acentuados durante la colonia y la etapa republicana, y que al presente continúan, con la participación
del castellano como nueva “lengua general” del mundo andino. En cada situación, naturalmente, la lengua
a la que fueron sucumbiendo sus variedades era aquella que gozaba de hegemonía en la región. Así, para
mencionar los casos más recientes, y sólo los de algunos dialectos del lado boliviano, el aimara absorbió to-
talmente al murato (Poopó) en la primera mitad del siglo pasado, está en vías de aniquilar definitivamente al
irohito (Desaguadero), y estuvo a punto de hacer lo mismo con el chipaya, si tomamos en cuenta lo señalado
por Métraux. Cercado de pueblos de habla aimara, y alejado de las ciudades (La Paz y Oruro fundamental-
mente), el chipaya estaba enfrentado desigualmente a la lengua dominante de la región, que hasta mediados
del siglo pasado funcionaba como idioma exclusivo de “relación” entre la población indígena y la sociedad
nacional mestiza.
Conforme se mencionó, la lengua de comunicación con el mundo de fuera para los chipayas, como para
los muratos e irohitos en su momento, fue la aimara. Esta situación comenzó a cambiar drásticamente en la
segunda mitad del siglo pasado, y ello a raíz, entre otros factores, de la conquista del derecho a una escuela,
a iniciativa de los movimientos cacicales de la región, que luego el estado haría suya, para afianzar su política
de castellanización. La migración temporal hacia los centros de trabajo, en especial a las zonas pre-cordille-
ranas del vecino territorio chileno, fue otro factor que puso al poblador chipaya en contacto permanente con
el castellano. La apertura de tales espacios significó la pérdida de la hegemonía de que disfrutaba el aimara,
que pasó a un plano secundario, reemplazado por el castellano como segunda lengua. De esta manera, el ha-
blante de chipaya ya no se vio obligado a aprender el aimara, pues podía valerse del castellano para sus tratos
extracomunitarios. A diferencia de lo que ocurre en otros contextos, sin embargo, la castellanización de los
chipayas no parece constituir una amenaza para la transmisión de la lengua de padres a hijos, de manera que
el bilingüismo chipaya-castellano se configura como estable, apuntalado por una escuela que ahora cuenta
con maestros de su propia comunidad.
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1.5 Clasificación genética

Hasta donde se sabe, el uru, y por consiguiente el chipaya, que es la única lengua sobreviviente de la familia,
no ha sido demostrado que guarde alguna relación genética con ninguna otra familia idiomática. La falsa
identificación del uru con el puquina, postulada entre otros por de Créqui-Montfort & Rivet (1925), ha sido
la responsable de que ambas entidades fueran no solo subsumidas dentro de una misma unidad idiomática sino
que también estuvieran relacionadas con las lenguas de la familia arahuaca. Estudios posteriores, como los
de Torero (1972: 56-64) e Ibarra Grasso (1982: cap. IV) demostrarán aquello que ya habían adelantado Uhle
(1894) y Polo (1901), en el sentido de que puquina y uru eran lenguas genéticamente diferentes.1 Lo que no
quita que ambas lenguas hayan mantenido un contacto milenario y que, como resultado de ello, la primera
haya influido, en tanto lengua dominante, sobre la segunda. De hecho, como lo señalamos en otro lugar, es
posible identificar dentro del léxico chipaya vocablos de clara procedencia puquina (cf. Cerrón-­Palomino
2007: sección 7). Pues bien, sin descartar la posibilidad de que el puquina pudiera estar relacionado con las
lenguas arahuacas, lo cierto es que el uru nada tenía que hacer dentro de esta familia idiomática; en tal sentido,
la propuesta de Greenberg (1987: 84) sigue incurriendo en un viejo error.
Quien sin embargo lanzó una hipótesis con relaciones de carácter intercontinental fue nada menos que
Olson (1964, 1965), al proponer la afinidad entre el uru-chipaya y las lenguas mayas. En efecto, en los traba-
jos citados, el investigador norteamericano, tras presentar un juego de 12l cognados registrados por ambas
entidades, cree haber probado, concretamente, que “un grupo de lenguas sudamericanas, el uru-chipaya, está
específica y demostrablemente relacionado con una familia mesoamericana reconocida”. Pronto la hipótesis
de Olson fue tomada como un hecho probado por quienes han tenido particular predilección por las relacio-
nes genéticas a gran distancia, entre ellos Hamp (1967) y Stark (1972). Esta última llega incluso a postular
una conexión maya-yunga-chipaya, siguiendo, para esta última relación, una sugerencia hecha por Uhle
(1896). Sin embargo, tras un examen riguroso, la hipótesis de Olson resultó carente de base sólida, como lo
demostró taxativamente Campbell (1973). En efecto, este lingüista, luego del escrutinio minucioso de las 12l
correspondencias léxicas en que basa su propuesta, concluye que sólo unas 14 de ellas podrían calificar, en
el mejor de los casos, como indicadoras de una remota relación. En lo fundamental, y por lo que respecta al
material maya, Campbell encuentra que los cognados de Olson han sido arbitrariamente establecidos, con gran
desconocimiento de la historia y dialectología de la familia respectiva. Otro tanto podríamos decir del lado
del uru-chipaya, pues las formas léxicas postuladas como cognadas, aparte de contener aimarismos pasados
por alto (presentes incluso en la lista depurada de Campbell), están sesgadas por la interpretación peculiar
de la fonología del chipaya del investigador. De hecho, lejos de intentar postular un proto-uru-chipaya para
cotejarlo con su proto-maya, se contenta con tomar el chipaya como base de comparación, pasando por alto
que esta lengua tiene desarrollos propios que no podrían conferirse a la forma ancestral de la cual desciende
(cf. Cerrón-Palomino 2007).
Finalmente, Fabre (1995) encuentra similaridades léxicas interesantes entre el uru-chipaya y el grupo
pano-tacana, que atribuye, cautamente, a fenómenos de contacto antes que a relaciones genéticas. El corpus
uru empleado en dicha comparación fue previamente compilado y ordenado por el autor sobre la base de una
parte de los materiales disponibles hasta entonces (cf. Fabre 1991). Pues bien, como en el caso anterior, creemos
que aquí radica el carácter cuestionable de las formas uru-chipayas (“etimológicas”) seleccionadas para el cotejo
léxico, pues adolecen de los mismos problemas de selección que fueron señalados previamente. Sobra decir que
las correlaciones léxicas hechas al margen de la historia de las lenguas o familia de lenguas comparadas, como
en el presente caso, resultan arbitrarias desde el momento en que las formas cotejadas, lejos de ser represen-
tativas de la familia en su conjunto, proceden de una de sus variedades particulares con desarrollos propios y

1 La confusión entre ambas lenguas data, sin embargo de tiempos de la colonia (véase Cerrón-Palomino 2006: cap. I, sección 4, esp.
nota 15), y ello explica por qué los hablantes de uru llamaban también puquina a su lengua, como lo hacen aún los chipayas.
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relativamente recientes. Por lo demás, lo dicho respecto del corpus léxico uru-chipaya del trabajo comentado
no invalida la hipótesis ensayada por Fabre, ya que, fuera de las observaciones formuladas, el entronque uru-
pano-tacana sigue siendo bastante plausible, por lo que no debiera perdérselo de vista.

1.6 Antecedentes y fuentes de estudio

En relación con los estudios del chipaya, creemos oportuno ofrecer una periodización de su desarrollo, distin-
guiendo entre una primera etapa, que denominaremos pre-lingüística, y otra, más reciente, que llamaremos
lingüística propiamente dicha.
Dentro de la primera etapa, debemos destacar que, no obstante haber estado más alejados que los demás
grupos urus respecto de su habitat original, los chipayas han sido los primeros en tener registrada su lengua, aun
cuando dicho registro inicial siga hasta ahora inédito. En efecto, fue Max Uhle, el fundador de la arqueología
andina, quien en 1894 recoge, en el pueblo de Huachacalla, alrededor de cuatrocientas formas léxicas. Parte de
dicho material, que aún permanece inédito (cf. Uhle 1894, 1895), ha sido inicialmente analizado por nosotros (cf.
Cerrón-Palomino 2008). La segunda persona que se interesa por el chipaya es Arthur Posnansky, quien, aparte de
ofrecernos datos etnográficos, recoge y publica, por primera vez, materiales léxicos y fraseológicos de la lengua,
ordenados por dominios semánticos y lingüísticos (cf. Posnansky 1915, 1924). El tercer investigador que realiza
trabajos de campo de manera prolongada con los chipayas (por espacio de dos meses, febrero-marzo de 1931) es
el etnógrafo suizo Alfred Métraux, quien publica sus materiales tanto etnográficos como propiamente lingüísticos
algunos años después (cf. Métraux 1935, 1936; véase también Pauwels 1998). Un cuarto investigador, que dejó
valiosas informaciones acerca del pueblo y el idioma chipayas, como parte de sus estudios sobre los urus en general,
fue Jehan Vellard (1954: cap. XIII). Breves apuntes sobre la lengua, esta vez debido al esfuerzo nacional, también
los encontramos en Bacarreza (1910), que es más bien un informe sobre la realidad socioeconómica del cantón de
Santa Ana. Tal es, que sepamos, todo el material lingüístico chipaya disponible hasta la primera mitad del siglo XX.
Para una somera evaluación de tales fuentes de información, (véase Cerrón-Palomino, 2007: sección 3.1).
La segunda etapa de los estudios lingüísticos se inicia con los trabajos del lingüista norteamericano Ronald
Olson, miembro del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), quien permaneció con los chipayas por espacio
de diecisiete años, con algunos intervalos fuera del pueblo (1960-1977). Como resultado de sus diligencias de
campo, Olson publicó dos trabajos de índole comparatística, buscando probar, como se dijo, el parentesco “a
gran distancia” entre el maya y el chipaya, y otro de naturaleza descriptiva, específicamente sobre la estruc-
tura silábica de la lengua (cf. Olson 1967). Tales son, por decirlo así, los únicos estudios de corte académico
publicados por el autor. Fuera de ellos, sin embargo, el investigador norteamericano también editó materiales
de lecto-escritura chipaya (cinco cartillas), además de otros textos de apoyo, a manera de cuentos y relatos,
sin mencionar varios folletos de orden religioso-proselitista, con temas entresacados de la biblia, preparados
como un ensayo antes de la traducción del nuevo testamento a la lengua, que finalmente fue publicado por
la Comisión de Alfabetización y Literatura en Aymara (CALA) en 1978. Por lo demás, Olson ha preparado
también un vocabulario y varios estudios analíticos del idioma (fonología y morfosintaxis), los cuales sin
embargo nunca han sido publicados en forma definitiva, sino a lo sumo como documentos de trabajo (algunos de
ellos en castellano), que han circulado de modo muy restringido.
Los estudios del chipaya, interrumpidos tras el retiro del ILV del país, fueron retomados tiempo después por
Liliane Porterie, investigadora francesa del ­Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), quien pasó una
larga temporada en Santa Ana , entre el 12 de octubre de 1983 y el 31 de agosto de 1985. Cabe destacar que esta
investigadora, que había conducido in situ un extraordinario y meticuloso trabajo de campo, tuvo sin embargo la
mala suerte de no analizar sus propios materiales, pues, aquejada de una enfermedad incurable, dejó de existir en
diciembre de 1988. Una pequeña muestra del valioso material recogido, y parcialmente analizado por la autora, fue
editada por Rosaleen Howard (cf. Porterie-Gutiérrez 1990). Al presente hay proyectos en curso destinados a dar a
conocer los textos de tradición oral chipaya que la estudiosa alcanzó a registrar de labios de excelentes hablistas y
conocedores eximios de la cultura chipaya.
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Finalmente, concebido como un esfuerzo por saldar una vieja cuenta heredada de los estudiosos que nos precedie-
ron, iniciamos en 2001 el “Proyecto Chipaya”, que contemplaba el estudio y análisis de la lengua en todos sus niveles
estructurales: fonológico, gramatical y léxico-semántico. A la fecha hemos dado a conocer los primeros resultados del
trabajo, con la publicación de la gramática de la lengua (cf. Cerrón-Palomino 2006), y tenemos casi listo el vocabulario
chipaya-castellano / castellano-chipaya, preparado en trabajo conjunto con Enrique Ballón Aguirre (2008).

El autor trabajando con sus asesores chipayas en el local del CEPA en Oruro (Foto Jaime Barrientos 2007).

2. Esbozo gramatical

En las secciones que siguen presentaremos las estructuras fundamentales del chipaya basándonos en nuestro
propio análisis, tal como éste aparece en Cerrón-Palomino (2006), libro en el que el autor da cuenta y razón del
apoyo generoso que le brindaron sus asesores chipayas, a quienes vuelve a agradecer en esta oportunidad.

2.1 Fonología

El sistema fonológico del chipaya cuenta con un inventario abultado de fonemas cuyo número supera al de
cualquiera de las lenguas andinas conocidas. En efecto, el repertorio fonémico de este idioma cuenta con
cuarenta consonantes y diez vocales (ver cuadros ofrecidos). Como quiera que dicho sistema, en especial el
consonántico, se parece mucho, aunque no en términos inventariales, a los del quechua y del aimara (en este
último caso, sobre todo el de la rama central tupina), lo que haremos en las secciones siguientes es llamar
la atención sobre aquellos segmentos “novedosos” desde el punto de vista andino, buscando caracterizarlos
y ejemplificarlos en tanto unidades clasificatorias o distintivas. Por lo demás, dado el carácter del trabajo
anunciado, no es nuestra intención ofrecer aquí una descripción detallada de las reglas que dan cuenta de la
conducta y realización en el habla de los segmentos que integran dicho inventario.

2.1.1 Consonantes

El cuadro ofrecido a continuación presenta el inventario consonántico del chipaya.


chipaya 35

Cuadro 1
Inventorio consonántico
Bilabiales Dentales Alveolares Palatales Velares Postvelares
[-ret] [+ret] [-lab] [+lab] [-lab] [+lab]
Simples p t k kw q qw
Africadas Oclusivas

Aspiradas ph th kh qh
Glotalizadas p’ t’ k’ q’
Simples ts č ĉ
Aspiradas tsh čh ĉh
Glotalizadas ts č’ ĉ’
Fricativas ş s ŝ x xw X Xw
Nasales m n ñ ŋ
Laterales l λ 
Vibrante r
Semivocales w y

Tal como se anunció, en esta sección destacaremos, debido a su carácter “novedoso”, desde la perspectiva
del estudioso familiarizado con las lenguas andinas mayores, el estatuto y las propiedades de las consonantes
aspiradas y glotalizadas (llamadas en conjunto laringalizadas), las africadas, las postvelares, las labiovelarizadas
y las sibilantes. Asimismo, llamaremos la atención sobre los fonemas nasales y laterales propios de la lengua,
sin dejar de lado la conducta de la vibrante y de una de las semivocales.

2.1.1.1 Laringalizadas

Tal como se puede apreciar en el cuadro ofrecido, el chipaya distingue entre consonantes oclusivas simples,
aspiradas y glotalizadas. Como ello ocurre también ampliamente en el quechua cuzqueño-boliviano y en
el aimara (tanto tupino como collavino), nos exoneramos de proporcionar mayores detalles relativos a su
caracterización fónica específica.
Sin embargo, hay un aspecto importante que destacar, y que tiene que ver con la distribución fonotáctica
de tales consonantes. Sucede que, a diferencia de lo que acontece en el quechua, pero a semejanza de lo que
ocurre en el aimara, el chipaya admite doble laringalizada por raíz, y sobre todo de naturaleza mixta, aleján-
dose en esto último incluso de la segunda lengua: así, no son infrecuentes raíces del tipo /phanč’u/ ‘blando’,
/č’ukha/ ‘agua salobre’, /t’akhu/ ‘lana apelmazada’, /phalt’a/ ‘ancho’, etc. Casi no se registran, en cambio,
consonantes laringalizadas homorgánicas (/thutha/ ‘polilla’ es un caso aislado; y el préstamo aimara t’ant’a
está consignado como /t’anta/ ‘pan’); pero –lo que es más llamativo–, no es raro encontrar raíces en las que la
segunda oclusiva, y no la primera, es la que porta el rasgo laringal: así, por ejemplo, /kokhi/ ‘zorrino’, /tothi/
‘cuerno’, /takha/ ‘espeso’, etc. Obsérvese en tales instancias, de paso, la mayor ocurrencia de /Ch/; incluso en
casos de doble manifestación, la que menos aparece es /C’/.
Conviene señalar, en este punto, una peculiaridad en la realización de las oclusivas y de las líquidas en
posición final de sílaba absoluta: todas estas consonantes, en el contexto mencionado, suelen preaspirarse, tal
como puede apreciarse en los ejemplos ofrecidos:

ep [ehp] ‘padre’
ot-ş [ohtş] ‘cansarse’ cf. /ot-i/ ‘cansado’
oč [ohč] ‘cántaro’ cf. /oč-λa/ ‘cantarito’
mak-ş [mahkş] ‘introducir’ cf. /mak-a/ ‘¡introduce!’
muq-ş [muhqş] ‘anudar’ cf. /muq-i/ ‘anudado’
lul-ş [luhlş] ‘comer’ cf. /lul-i/ ‘comida’
wer [wehr] ‘yo’ cf. /wer-il/ ‘yo (enfático)’
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2.1.1.2. Africadas

Tal como se puede apreciar en el cuadro consonántico, a diferencia del quechua cuzqueño-boliviano y del ai-
mara collavino (mas no del tupino), el chipaya registra dos órdenes más de consonantes africadas: las alveolares
y las palatales retroflexas en sus series simples y laringalizadas. Aquí radica, precisamente, una de las tantas
peculiaridades fónicas de la lengua, que la muestran distinta a sus vecinas aimara y quechua. Seguidamente
ofrecemos algunos ejemplos que ilustran el juego de oposiciones en los que tales segmentos se involucran.
Nótese, de paso, que la frecuencia de ocurrencia de la consonante africada dentoalveolar es más baja que la
de la retroflexa.

(a) /ts/ versus /č/


/tsa:n-ş/ ‘saludar’ /čan-ş/ ‘entallar’
(b) /tsh/ versus /čh/
/tshiwi/ ‘parcela’ /čhiwi/ ‘pelvis’
(c) /tsh/ versus /ĉh/
/tshela/ ‘andrajoso’ /ĉhela/ ‘cochinillo’
(d) /ts’/ versus /č’/
/ts’iyan-ş/ ‘trasegar’ /č’iya/ ‘parcela’
(e) /ts’/ versus /ĉ’/
/ts’ut-ş/ ‘estirar’ /ĉ’ut-ş/ ‘remojar’
(f) /ĉ/ versus /č/
/ĉara/ ‘piedra caliza’ /čara/ ‘cabello’
(g) /ĉh/ versus /čh/
/ĉhuw-ş/ ‘soñar’ /čhu:-ş/ ‘reorientarse’
(h) /ĉ’/ versus /č’/
/ĉ’a:-ş/ ‘encorchar’ /č’a:-ş/ ‘discutir’

2.1.1.3 Postvelares

Es de notarse que el punto de articulación de las postvelares del chipaya no es, como en el caso del quechua y
del aimara, realmente la zona uvular. Su articulación toca más bien un punto ligeramente anterior a aquel en el
que tales segmentos se producen en estas lenguas. Una de las consecuencias de ello, chocante a la experiencia
de quienes están familiarizados con las lenguas mayores mencionadas, es su capacidad abridora facultativa
respecto del timbre de las vocales altas. Los ejemplos ofrecidos ilustran el fenómeno:

[qIčáş] ‘entrar’ [qhUtş] ‘girar’


[qIti] ‘zorro’ [qUλu] ‘presagio’
[qIša] ‘papa’ [q’Uşu] ‘melindroso’
[qhIsqį] ‘badajo’ [qhUyrų] ‘abrojo’

Por lo demás, los siguientes pares mínimos ilustran la oposición velar/postvelar:

/kara/ ‘ancho’ /qara/ ‘peine’


/khata/ ‘bóveda’ /qhata/ ‘brazada’
/kokhi/ ‘zorrino’ /qoqa/ ‘cactus’
/keka/ ‘pecho’ /qeqara/ ‘color de llama’
/kir-ş/ ‘empedrar’ /qiri/ ‘cerdo maltón’
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2.1.1.4 Labiovelarizadas

Otra de las peculiaridades fónicas del chipaya, esta vez ajena al resto de las lenguas andinas, es el registro
de consonantes que muestran coarticulación labiovelar: se trata de las consonantes velares /kw, xw/ y de las
postvelares /qw, Xw/. La frecuencia con que aparece es, como era de esperarse, bastante baja, y, lo que es más,
se encuentran en proceso de simplificación, en virtud del cual va desapareciendo el elemento coarticulado
labiovelar, como lo prueban los siguientes ejemplos alternantes:

/şkwari/ ~ /şkari/ ‘variedad de alga’


/Xwar-ş/ ~ /Xar-ş/ ‘arrancar objetos laminados’
/qwayra/ ~ /qayra/ ‘hilo recio’
/Xwer-ş/ ~ /Xer-ş/ ‘desatar’

Ahora bien, es posible que en etapas anteriores de la lengua, la modificación labiovelar se daba también
con otras consonantes. Así, por ejemplo, encontramos todavía alternancias del tipo [qhwaş] ~ [qhaş] ‘agua’.
Sin embargo, en tales casos es posible que estemos ante secuencias de consonantes y no ante unidades coar-
ticuladas, toda vez que la lengua siempre ha sido propensa a las elisiones vocálicas, responsables a su turno
del surgimiento de grupos consonánticos inesperados, en particular en posición inicial de palabra (véase
Cerrón-Palomino 2007: sección 5.1.3).

2.1.1.5 Sibilantes

Otra particularidad del chipaya, que junto con el registro de las africadas ya vistas atrajo la atención espe-
cial de investigadores como Vellard (1954: 100-101), es su prodigalidad en el registro de sibilantes, cuyo
número no deja de ser inusitado entre los idiomas andinos: en efecto, la lengua consigna tres sibilantes,
a saber: (a) ápico-dental /ş/, (b) dorso-alveolar /s/, y (c) retrofleja /ŝ/. De ellas, la ápico-dental adquiere
carácter palatal en contacto con vocales altas. Los ejemplos ofrecidos ilustran la oposición sistemática entre
las tres sibilantes:

/uşa/ ‘niño’
/uŝa/ ‘norte’
/aşi/ ‘fuerza’
/asi/ ‘comida espesa’
/skara/ ‘sombrero’
/şkara/ ‘sapo’
/ŝqara/ ‘halcón’

2.1.1.6 Nasales

En este punto lo único que hay que señalar es que, aparte de las consabidas /m, n, ñ/ (esta última de muy poca
frecuencia), la lengua distingue, aunque de manera restringida, entre una nasal alveolar y una velar, como lo
hacen también las lenguas aimaras, aunque en éstas, descontando ejemplos lexemáticos aislados, más bien
en contextos morfológicos precisos. Hay que notar, sin embargo, que a diferencia de lo que ocurre en el
quechua y el aimara, la articulación de la nasal alveolar en posición final de sílaba absoluta suele permanecer
inalterada. El par mínimo ofrecido ilustra la oposición mencionada:

/lan-ş / ‘palpar, tocar’


/laŋ-ş/ ‘trabajar’
38 lenguas de bolivia

2.1.1.7 Laterales

Una particularidad no menos notable de la lengua es el registro de una consonante lateral fricativa velarizada,
es decir //, la misma que, aunque tiene una ocurrencia limitada (aparece sólo en posición inicial de palabra,
y, actualmente, tampoco ante vocal anterior), no deja de ser llamativa. Los ejemplos ofrecidos ilustran el
registro de la consonante en cuestión:

/akş/ ‘axila’
/ok/ ‘sangre’
/oki/ ‘barro’ cf. /loki/ ‘mucho’
/ata/ ‘hembra’
/awa/ ‘delgado’ cf. /laku-ş/ ‘comer los animales en el agua’
/uwa/ ‘totora’

2.1.1.8 Semivocales

En esta sección llamaremos la atención sobre una conducta inusitada en las lenguas andinas: el reforzamiento
de la /w/, que suele pronunciarse como [ß]. En efecto, dicho fenómeno se da en la vecindad de una vocal an-
terior, sobre todo en posición intervocálica, aunque mayormente en contacto con /i/, y tal parece que incluso
esta última restricción se va eliminando. Los ejemplos proporcionados ilustran lo anotado:

[siwi] ~ [sißi] ‘barda’


[ŝewa] ~ [ŝeßa] ‘viudo’
[čhišwi] ~ [čhišßi] ‘carne’
[wisi] ~ [ßisi] ‘concuñado’
[lowánş] ~ [loßánş] ‘tener pesadillas’

El fenómeno contradice, sin embargo, la propensión del hablante de la lengua a reproducir como semivocal
[w] la fricativa bilabial del castellano, en palabras como abeja, cebada, cabeza, etc., que el bilingüe pronuncia
como [awexa], [sewada] y [kawesa], respectivamente.

2.1.2 Vocales

A diferencia del quechua y del aimara, el chipaya destaca especialmente por su sistema pentavocálico, parecido
al del castellano, con tres grados de apertura, pero a la vez duplicando dicho sistema cardinal mediante la
distinción entre vocales breves y largas, tal como se puede apreciar en el cuadro ofrecido.

Cuadro 2
Sistema vocálico

Anteriores Centrales Posteriores


Cantidad Breve Larga Breve Larga Breve Larga
Altas i i: u u:
Medias e e: o o:
Bajas a a:

Lo novedoso aquí, aparte del registro de la cantidad vocálica con valor distintivo (fenómeno que no es
del todo ajeno ni al quechua central ni al aimara en su conjunto), es la oposición entre vocales altas y medias.
chipaya 39

Como en el caso de las consonantes, aquí nos detendremos únicamente en el señalamiento de los aspectos
peculiares que presenta el vocalismo chipaya.

2.1.2.1 Vocales medias

Que éstas no son el mero producto de condicionamientos contextuales, como ocurre en las lenguas mayores
andinas, nos lo prueban los ejemplos ofrecidos a continuación:

(a) /i/ versus /e/


/is-ş/ ‘lamer’ /eş-ş/ ‘caer’
/hikş/ ‘camino’ /hek-ş/ ‘aparecer’

(b) /u/ versus /o/


/uwa/ ‘carestía’ /owa/ ‘rodilla’
/tuñi/ ‘estaca’ /toñi/ ‘ombligo’

Adviértase, sin embargo, que ello no significa que las postvelares no puedan abrir /i,u/, como en el
caso del quechua y del aimara. Por ejemplo, el sufijo aditivo -mi deviene [-me] cuando precede al restric-
tivo -qaş, como en [hek-me-qaş] ‘quienquiera que sea’. Según se adelantó, sin embargo, a diferencia de lo
que ocurre en dichas lenguas, la capacidad abridora de tales segmentos no es automática ni mecánica, de
modo que por momentos resulta imperceptible el efecto abridor, todo ello quizás porque, como se dijo,
su punto de articulación está muy próximo al de las velares y más alejado de la zona uvular. No extrañe,
pues, que el analista vacile muchas veces en la percepción del timbre de las vocales altas en contacto con
las postvelares. A su turno, tampoco debe extrañar que los analistas hayamos sido víctimas de la falsa
percepción de /q/ como /k/, y al revés, dado que aquí, a diferencia de lo que acontece con nuestras len-
guas mayores, recurrir a la “prueba de apertura vocálica” para distinguir tales fonemas, no siempre tiene
mucho sentido.
Sea que estemos ante efectos de apertura mayor o no, el hecho incuestionable es que la oposición entre
vocales altas y medias en contexto de una postvelar se da, tal como lo atestiguan los siguientes ejemplos:

/qhiña/ ‘engreído’ /qhena/ ‘lerdo’


/quyi/ ‘leña’ /qoya/ ‘canas’
/qhuča/ ‘tiesto’ /qhoča/ ‘pie’
/ŝquw-ş/ ‘tejer’ /sqora/ ‘liendres’

Nótese ahora que la base articulatoria del chipaya, ejercitada en la distinción entre vocales altas y me-
dias, tiene profundas repercusiones para el aprendizaje del castellano como segundo idioma: en este caso,
a diferencia de lo que ocurre con sus vecinos quechua y aimara parlantes, los chipayas no tienen mayores
problemas en reproducir nítidamente las oposiciones vocálicas respectivas del castellano. Es más, hemos
podido advertir cómo los hablantes perciben el fenómeno de la motosidad (confusión entre las vocales altas
y medias del castellano) en el habla de los bilingües aimara-castellanos, al punto de que suelen esgrimirlo
como un estereotipo propio de collas.

2.1.2.2 Vocales sordas

Otro detalle característico y notorio de esta lengua es su propensión al ensordecimiento vocálico. El contexto
favorito para el surgimiento de dicho fenómeno se da entre una oclusiva aspirada, una velar fricativa, una
aspirada glotal o una lateral fricativa, y otra de naturaleza sorda, particularmente velar o sibilante, aunque
40 lenguas de bolivia

también, esporádicamente, ésta puede ser una vibrante o un segmento labiovelar.2 Los ejemplos que siguen
ilustran el fenómeno apuntado:

[phusa] ‘angosto’ [khịrş] ‘escribir’ [họxş] ‘desgranar’


[thạxi] ‘sueño’ [qhạts] ‘sandalia’ [Xwạtş] ‘azotar’
[čhịwş] ‘bajar’ [thụtş] ‘escupir’ [ọki] ‘barro’

2.1.2.3 Vocales largas

De otro lado, tal como habrá podido apreciarse en el cuadro vocálico ofrecido, la lengua distingue entre
vocales breves y largas, como lo prueban los ejemplos proporcionados:

(a) /a/ versus /a:/


/pas-ş/ ‘extraviarse’ /pa:-ş/ ‘dinero’
(b) /e/ versus /e:/
/ĉhet-ş/ ‘sobrarcomida’ /ĉhe:t-ş/ ‘relajarse’
(c) /u/ versus /u:/
/uŝa/ ‘norte’ /u:şa/ ‘oveja’

Hay que observar, sin embargo, que la frecuencia de aparición de la longura vocálica es baja, y es de
sospecharse que ella sea el resultado de compensaciones por la pérdida de un segmento, semiconsonántico o
nasal, como lo señalamos en Cerrón-Palomino (2007: sección 5.2.2).

2.1.3 Estructura silábica

La estructura silábica del chipaya, tomando en cuenta como unidad de análisis la raíz y no la palabra (niveles
morfológicos que determinan una distinta conducta fonológica), es muy parecida a la de las lenguas andinas
mayores, con márgenes prenuclear y postnuclear simples, aunque con una pequeña complicación. En efecto,
de una manera que recuerda mucho al puquina, la lengua permite, en posición de ataque, grupos conso-
nánticos iniciales de sibilante más oclusiva (con exclusión de la palatal), además de la nasal bilabial. A guisa
de ilustración, listamos los siguientes ejemplos (donde C es una consonante oclusiva, y no africada, aunque
cubra también a la bilabial nasal):

(a) /sC/ (b) /şC/ (c) /ŝC/


/sqori/ ‘guiñoso’ /şkoşi/ ‘ovalado’ /ŝkati/ ‘cerca’
/spola/ ‘piel rugosa’ /şqala/ ‘chacra’ /ŝqara/ ‘halcón’
/smoya/ ‘mosquito’ /şmali/ ‘forzudo’

Por lo demás, existen buenos indicios de que tales grupos consonánticos en posición inicial de palabra sean
el resultado de cambios operados en toda la familia lingüística, tal como se puede inferir de la comparación de
los datos con los existentes para otras variedades hoy desaparecidas o en peligro de extinción. Sintomáticamente,
además, el grupo consonántico presenta notorias lagunas, pues no se encuentran grupos de sibilante seguida de
/t/ ni mucho menos de segmentos africados. Todo conduce a pensar que la partida inicial de tales grupos fue el
desgaste de elementos modificadores precedentes que dejaron como recuerdo únicamente la consonante ahora

2 Obsérvese que algunos de los autores que nos precedieron, en especial Olson, interpretaron dicho ensordecimiento como si se
tratara de una secuencia de vocal seguida de aspiración, en lo cual no estuvieron despistados, pues, como sabemos, las vocales
sordas son en verdad meras aspiraciones.
chipaya 41
42 lenguas de bolivia

seguidores, entrenados por el propio lingüista norteamericano; pero también la de la Nación Originaria
Uru (2001) y la de Francisca de Olson (2005), esta última con aprobación del Consejo de Implementación
de la Lengua Nativa Uru-Chipaya (CILNUCH). De manera que el alfabeto que emplearemos, si bien, en
alguna medida, es heredero directo de los esfuerzos de quienes nos antecedieron en el camino, se aparta de
las propuestas previamente mencionadas, por razones tanto técnicas como prácticas, tal como ya lo habíamos
adelantado en otra oportunidad (cf. Cerrón-Palomino 2002).
Teniendo en cuenta lo señalado, procedemos a ofrecer el inventario de grafías propuesto para la lengua,
en carácteres de mayúscula y minúscula, en un orden alfabético riguroso que atiende al mismo tiempo a la
naturaleza fónica de los segmentos a los cuales representa.4 Hechas tales advertencias, listamos a continuación
el alfabeto anunciado, que es el siguiente:

A-a, TS-ts, TSH-tsh, TS’-ts’, CH-ch, CHH-chh, CH’-ch’, TR-tr, TRH-trh, TR’-tr’, E-e, H-h, I-i,
J-j, K-k, KH-kh, K’-k’, L-l, LL-ll, LJ-lj, M-m, N-n, Ñ-ñ, O-o, P-p, PH-ph, P’-p’, Q-q, QH-qh,
Q’-q’, R-r, S-s, Z-z, ZH-zh, T-t, TH-th, T’-t’, U-u, W-w, Y-y.

Dejando de lado las letras comunes a las del alfabeto quechua y del aimara, que gozan de amplia difusión,
en lo que sigue buscaremos justificar solamente la introducción de aquellas grafías de índole relativamente
novedosa. Primeramente nos ocuparemos de las consonantes y luego de las vocales.

2.1.5.1 Grafías consonánticas

Dentro de las grafías consonánticas es necesario referirse: (a) a las africadas alveolares y las palatales retro-
flejas; (b) a las labializadas; (c) a las fricativas velar y postvelar; (d) a las sibilantes ápico-dental y retrofleja; y
(e) a la lateral fricativa.
En relación con las africadas, proponemos <ts> para la africada alveolar y <tr> para la retrofleja, valién-
donos, para sus respectivas laringalizadas (aspiradas y glotalizadas), de las convenciones empleadas a dicho
efecto en el quechua y el aimara. La elección de la primera no requiere mayor justificación, toda vez que ella
fue empleada no sólo por Métraux sino por el propio Olson, de manera que en este caso no inventamos nada.
Por lo que toca a la elección de <tr>, en ­cambio, debemos señalar que ella ha sido tomada de otros alfabetos
en modo alguno completamente ajenos al chipaya. En efecto, dicha consonante, común al quechua y aimara
centrales, por un lado, y al mapuche, por el otro, suele representarse precisamente por el dígrafo en cuestión,
el mismo que ha sido motivado, entre otras razones, por la pronunciación africada del grupo consonántico /tr/
en distintas áreas del mundo hispanoparlante, incluyendo el castellano de los propios chipayas bilingües. Su
empleo en el presente alfabeto, por lo demás, tiene la gran ventaja de librarnos del uso, siempre incómodo,
de los diacríticos (sean éstos la raya, la virgulilla o la cremilla) para marcar la retroflexión.
Por lo que respecta a las labializadas, siguiendo la práctica de nuestros predecesores, lejos de procurar
letras especiales para cada una de ellas, hemos optado por representarlas de manera secuencial, es decir es-
cribiendo la consonante base que sirve de soporte al elemento coarticulado labiovelar: <kw, qw, hw, jw>.
En cuanto a las fricativas, la elección de <h> y de <j> para graficar a la velar y la postvelar fricativas,
respectivamente, se hace con el objeto de eliminar el empleo de la <x>, innecesariamente introducida en el
aimara, cosa que habría sido inevitable de haberse optado por <j> para representar a la velar (como ocurre
en el alfabeto quechua boliviano).

4 Esto quiere decir, por ejemplo, que las grafías <ts> y <tr>, y sus correlatos aspirados y glotalizados, deben ordenarse no tras la
<t> sino antes y después de la <ch>, respectivamente, pues todas ellas representan fonemas africados con puntos de articulación
precisos. Por lo demás, el orden alfabético sugerido no es nada novedoso, ya que goza de amplia práctica en el registro léxico
de las variedades centrales del quechua y del aimara peruanos.
chipaya 43

Con respecto a las sibilantes, se opta por <z> para la ápicodental y por <zh> para la retrofleja, siguiendo
en parte a Olson (1962). De esta manera, como en el caso de las africadas retroflejas, evitamos el recurso
oneroso al empleo de diacríticos.
Finalmente, en relación con la lateral fricativa, optamos igualmente por la representación secuencial de
la lateral velar, es decir por <lj>, intuida ya por Métraux, y siguiendo la práctica apuntalada por Olson.5

2.1.5.2 Grafías vocálicas

En lo que respecta a la representación de las vocales largas, descartamos, en el presente caso, el empleo de la
diéresis como recurso diacrítico para tal efecto, por razones prácticas e incluso didácticas. Optamos en cam-
bio por el doblaje de las cortas (es decir, <aa>, <ee>, <ii>, <oo> y <uu>), siguiendo un viejo uso, que remonta
ya a la época colonial, y que, en el caso del chipaya, ha sido empleado también por Olson. En tal sentido,
consideramos innecesario complicar más la representación de tales vocales recurriendo, por ejemplo, a una
<h> intervocálica superflua, como se ha ensayado alguna vez. Tampoco creemos justificado representar el
ensordecimiento vocálico escribiéndose, como en las propuestas de Olson y del CILNUCH, como vocal
seguida de <h> o <j>, por cuanto el alfabeto propuesto es fonémico y no fonético.

2.2 Morfofonémica

El chipaya ostenta una morfofonémica a medio camino entre el quechua y el aimara: ni tan simple como en
la primera lengua ni tan compleja como en la segunda. En tal sentido, advertimos aquí fenómenos que afec-
tan tanto a vocales como a consonantes en contextos morfológicos específicos. En lo que sigue pasaremos a
señalar sólo algunos de los procesos morfofonémicos más llamativos, remitiendo al lector, para más detalles,
al capítulo pertinente de nuestro libro chipaya (cf. Cerrón-Palomino 2006: cap. III).

2.2.1 Fenómenos vocálicos

Por lo que toca a las vocales, uno de los aspectos más notorios es que ellas son objeto de truncamiento tanto
intermorfémico (al interior de una palabra) como transléxico (entre una y otra palabra). En el primer caso,
la supresión vocálica, no siempre predecible, parece estar siendo objeto de reinterpretación (donde la vocal
elidida es muchas veces irrecuperable ya, sobre todo en el interior de las formas verbales); en el segundo
caso, el truncamiento es predecible, y está condicionado por la estructura silábica de la forma truncada. Otro
fenómeno igualmente notorio, aunque de aplicación más restringida, es la semivocalización que afecta a la
vocal posterior /u/. En lo que sigue ilustraremos cada uno de los procesos morfofonémicos mencionados.

2.2.1.1 Truncamiento intermorfémico

Una regla obligatoria en la derivación de las formas infinitivas es la supresión de la vocal radical o temática
exigida por el sufijo respectivo, siempre y cuando aquélla no esté precedida de más de una consonante. De
esta manera se obtienen los siguientes ejemplos:

qul-z ‘salar’ llill-z ‘escaldarse’ jaw-z ‘diarrear’


up-z ‘acabarse’ wiy-z ‘soñar’

5 Debemos notar que esta grafía puede ser ambigua en una palabra como <walja> ‘mucho, bastante’, que en verdad es [wal.xa].
La desambiguación de <lj> podría hacerse, en este caso, mediante la inserción de un guión entre los componentes del dígrafo,
es decir se tendría <l-j>: sin embargo, dicho recurso no es práctico ni elegante. De manera que preferimos dejar las cosas como
están, pues la incidencia del problema es realmente mínima.
44 lenguas de bolivia

En tales ejemplos, sin embargo, la vocal elidida puede recuperarse gracias a que tales verboides se deri-
van de raíces nominales que se dan en su forma enteriza en el léxico. De esta manera, las formas infinitivas
ofrecidas parten de qulu ­‘bloque de sal’, upa ‘poco’, llilli ‘ingle’, wiya ‘sueño’ y jawi ‘diarrea’, respectivamente.
Históricamente, además, la marca infinitiva, a estar por los datos recogidos por Uhle (1895), provendría de
*-ča; de modo que formas actuales como uzín-z ‘jugar’ y onán-z ‘regalar’ tendrían como fuente inicial a *uzin-
cha y *onan-cha, respectivamente. Incidentalmente, nótese que el acento agudo en tales casos va delatando la
pérdida de la vocal final del tema.

2.2.1.2 Truncamiento transléxico

Este se da de manera regular en el interior de una frase nominal o de palabras compuestas, y es el modificador
el que pierde su vocal final delante del núcleo o cabeza de frase. Sean los siguientes ejemplos (donde la vocal
truncada aparece entre paréntesis):

qhar(a) wich’u ‘brazo’ trhuk(i) ata ‘párpado’


oz(a) pheta ‘fosas nasales’ qhar(a) moqo ‘pulso, muñeca’
ker(o) wallpa ‘gallo (lit. ‘gallina macho’)’ trhul(u) taqi ‘todo’
khuñ(i) laphi ‘pallar de la oreja’ chur(u) kula ‘quinua rojiamarilla’

Se trata, en verdad, de una regla muy parecida a la del aimara, y no sería extraño que aquí estemos ante
un fenómeno compartido por razones de convergencia. Al igual que en aquella lengua, aquí también la
restricción del truncamiento vocálico, que depende de la estructura silábica del modificador, sólo se da en
interior de frase, pues en final de enunciado la lengua admite grupos consonánticos de otro modo intole-
rables (como, por ejemplo, en la expresión coloquial [ana laŋşnakŝ] ‘no trabajarás’, cuya forma subyacente
es ana lanh-zh-n-a-ki-tra).
También el truncamiento vocálico parece haber afectado a la raíz antes de pausa, en algún momento de
su evolución, pues hoy día son muchos los lexemas nativos que acaban en consonante, y que, gracias a ciertos
contextos morfológicos, o eventualmente al cotejo con otras variedades de la familia lingüística, sabemos que
terminaban en vocal. Así, por ejemplo, encontramos la siguiente alternancia (donde el morfema -lla, tomado
del quechumara, ha servido como “protector” de la vocal trunca):

pats ‘canasta’ patsa-lla ‘canastita’


kits ‘adorno’ kitsa-lla ‘adornito’
qhats ‘bolsa’ qhatsa-lla ‘bolsita’
hikz ‘camino’ hikza-lla ‘caminito’
zipz ‘bigote’ zipza-lla ‘bigotito’

2.2.1.3 Semivocalización

Este proceso afecta exclusivamente a la vocal /u/ precedida de un segmento velar o postvelar, que deviene [w]
para metatizarse luego con la consonante que la precede. El contexto en el que se produce el fenómeno es el
de final de sílaba, siempre y cuando el segmento velar o postvelar vaya precedido de una vocal no posterior.
El resultado, a manera de compensación, es una consonante prelabializada del tipo [wC], donde [C] es un
segmento velar o postvelar. Son ejemplos:

hiku-z → [hi wk-ş] ‘hipar’


ch’aju-z → [č’awX-ş] ‘clavar’
traju-z → [ĉawX-ş] ‘aborrecer’
chipaya 45

peku-z → pewk-ş] ‘preguntar’


teku-z → [tewk-ş] ‘ausentarse’
paku-zh-tan → [pawk-ştan] ‘con el perro’
tseku-chuk → [tsewk-čuk] ‘hacia arriba’

En todos ellos, como se puede apreciar, se obtienen teóricamente consonantes labializadas, que se prela-
bializan automáticamente en el contexto estipulado. Es posible que en algunos casos, como el de las formas
infinitivas citadas, el resultado de la prelabialización esté siendo reinterpretado como parte constitutiva de la
estructura fonológica de la palabra respectiva.

2.2.2 Fenómenos consonánticos

En lo que sigue llamaremos la atención sobre tres de los varios procesos morfofonémicos que afectan a las
consonantes del chipaya: (a) asimilación; (b) deafricación; y (c) africación. En todos estos procesos están in-
volucradas casi exclusivamente las consonantes africadas y las sibilantes. Seguidamente nos ocuparemos de
cada uno de ellos.

2.2.2.1 Asimilación

Este fenómeno se da en el encuentro de dos sibilantes, lo cual ocurre, intermorfémicamente, cuando una raíz
o tema acaba precisamente en sibilante y el siguiente morfema empieza por otra igual. Como resultado de ello,
el segundo segmento adquiere las mismas propiedades fónicas de la sibilante precedente. Se trata, como se ve,
de un fenómeno de asimilación progresiva, del tipo X-Y→ X-X, donde el elemento asimilador le imprime sus
características fonéticas al elemento asimilado. Entre los morfemas nominales involucrados en el fenómeno
figuran la marca genitiva del masculino -zh, tanto cuando va sola o cuando integra el instrumental/comitativo
-zhtana y el comparativo -zhta, en el sistema nominal; y el benefactivo -zhin y el cis/translocativo -zhki, en
el sistema verbal. En ambos casos, el fenómeno se da cuando tales sufijos aparecen tras un radical acabado
en sibilante o, tratándose del verbo, cuando además de ello, van precedidos de un tema acabado en sibilante.
Los siguientes ejemplos ilustran la operación del fenómeno:

yooz-zh → [yo:şş] ‘de Dios’


lis-zhtana → [lísstan] ‘con la pierna’
maz-zhtana → [máşştan] ‘con una piedra’
Luwis-zhta → [luwíssta] ‘como Luis’
hikz-zhta → [híkşşta] ‘como un camino’
hwes-zhin-chi-ñ-tra → [hwessinčínĉa] ‘se lo saqué’
kiz-zhin-ch-am-tra → [kişşinčámĉa] ‘se lo robaste’
luz-zhki-a-lla → [luşşkáλ] ‘¡entra nomás!’
cher-as-zhki-chi-tra → [čerasskičíĉa] ‘se vieron allá’
luz-zhki-ay-ki-chi-tra → [lúşşkaykičíĉa] ‘dicen que entró antes’

Como puede apreciarse, el resultado de la asimilación se manifiesta en una geminación consonántica (surgi-
miento de consonantes idénticas), que finalmente puede resolverse, en el habla rápida, en una simplificación.

2.2.2.2 Deafricación

En virtud de este fenómeno, las africadas /č, ĉ/ se fricativizan cuando van precedidas de una sibilante; y en el
caso de la segunda, además, cuando el morfema que la contiene aparece en posición final de palabra o cuando
46 lenguas de bolivia
chipaya 47

Notemos también que, a diferencia de lo que ocurre en los casos anteriores, en los cuales la deafrica-
ción es automática, a tal punto que la restitución del carácter africado de los segmentos de los morfemas
involucrados escapa a la conciencia de los hablantes, según se vio, en el presente caso, se trata de un
fenómeno enteramente variable, que depende del estilo de habla, siendo por cierto el informal el que lo
promueve. En tal sentido puede decirse que la restitución del carácter africado del segmento involucrado
es algo controlado por el hablante, que no vacila en aceptar la pronunciación enteriza del segmento en
cuestión.

2.2.2.3 Retroflexión

Conforme vimos, la africada retrofleja tiende a simplificarse, tornándose fricativa, no sólo como producto
de su asimilación por una sibilante sino también como resultado de su aparición en posición final de sílaba,
como efecto a su vez de los procesos de truncamiento vocálico. No obstante ello, también se observa el fe-
nómeno contrario, en este caso el surgimiento de una retrofleja, la misma que se da en el contexto específico
de la secuencia Vt-zhCV, es decir cuando se encuentra una oclusiva alveolar seguida de una sibilante dental
o retrofleja. Todo parece indicar que el fenómeno está orientado a conjurar una estructura silábica anómala.
Los ejemplos ofrecidos ilustran la emergencia de una africada retrofleja:

ots-z-n-u-tra → [oĉnúĉa] ‘me canso’


wat-z-n-a → [wáhĉna] ‘¡encuentra!’
tsat-z-n-a-lla → [tsaĉná-λ] ‘¡baila nomás!’
thots-z-n-a-tra → [thoĉnáĉa] ‘me caeré’
Luwisit-zh-tana → [luwisíĉtan] ‘con Luisito’
uwanit-zhta-japa → [huwaniĉtajápa] ‘para Juanito’

2.3. Morfología

En esta sección, tras caracterizar tipológicamente la morfología de la lengua, presentaremos la estructura de


la palabra chipaya, sus componentes morfológicos, las categorías de su base, y, finalmente, esbozaremos los
procesos gramaticales de los que aquéllas participan.

2.3.1 Tipología morfológica

Morfológicamente, el chipaya es una lengua de tipo aglutinante con marcada tendencia hacia la fusión. Ello
es particularmente notorio en su paradigma verbal, donde la estructura interna de la palabra resulta por lo
general opaca, siendo por momentos problemático determinar sus lindes morfémicas de manera nítida, di-
ferenciándose en esto del aimara y sobre todo del quechua. Por lo demás, la lengua es predominantemente
sufijante, de manera que toda la morfología opera sobre la base de los procesos de flexión y derivación que
responden a reglas de concatenación orientada hacia la derecha. Hay, sin embargo, una nota que la distingue
de sus vecinas quechua y aimara, y ella es que esta lengua registra también, si bien marginalmente, algunos
prefijos, los mismos que se encuentran en franco proceso de obsolescencia.
Para ilustrar el grado de complejidad interna que puede alcanzar una palabra ofrecemos los siguientes
ejemplos, que constituyen expresiones habituales de la lengua:

(1) zat-s-qat-iñ-t-ki
correr-rfl-caus-hab-vbl-top
‘yo soy el que hace correr’
48 lenguas de bolivia

j-zh-maz-z-n-a-lla
pers-nopers-contar-rfl-mv-2.imp-at
‘Cuéntame (eso), por favor.’

atip-s-qat-ñi-pan-qaz-tra
vencer-rfl-caus-hab-cat-rstr-dcl
‘Solía dejarse vencer nomás siempre.’

wat-s-qat-zhin-ay-ch-am-tra
despertar-rfl-caus-ben-pri-pas-2-dcl
‘Lo hiciste despertar previamente.’

En líneas generales, dicha complejidad no empaña la transparencia interna de la palabra, en cuya estruc-
tura, pese a los efectos de los procesos morfofonémicos, no es difícil identificar las unidades que la conforman,
sobre todo por el hecho de que aquéllos, como se vio, son por lo general muy regulares. Con todo, el mismo
hecho de que no siempre resulta fácil segmentar e identificar un morfema o, incluso, determinar su estatuto,
constituye de por sí el reconocimiento del carácter no siempre transparente de la morfología chipaya.

2.3.2 Estructura de la palabra

El esquema ofrecido grafica de manera icónica, teniendo como núcleo una raíz (R), el orden posicional de
los prefijos y sufijos que integran una palabra chipaya.

(Pref) R (SD) SF SI

Dejando de lado el carácter obsolescente de los prefijos (Pref), cuya función es gramatical, los sufijos
derivacionales (SD) del chipaya ocupan una posición adjunta a la raíz (R), a la par que los flexivos (SF) se
ordenan, cuando concurren con los derivacionales, tras éstos; los independientes (SI), en fin, se ubican, siem-
pre que coaparezcan con los derivacionales y / o flexivos, luego de éstos, clausurando la palabra. En cuanto
al ámbito de su incidencia semántica, los sufijos derivacionales modifican el significado básico de la raíz; los
flexivos especifican funciones morfosintácticas; y los independientes u oracionales expresan relaciones modales
y discursivas que habitualmente trascienden el nivel de la palabra. En lo que sigue explicitaremos brevemente
las propiedades de tales componentes.

2.3.2.1 Clases de raíces

Formalmente, una raíz es la unidad mínima de significado conceptual que puede darse en forma libre o,
cuando aparece integrando una palabra, una vez despojada ésta de todo sufijo. De esta manera, las siguientes
expresiones, que constituyen palabras, permiten aislar, una vez identificados los sufijos que las integran, las
raíces que conllevan:

(2) qhuya-naka-kin(a) lik-ch-am-tra


casa-pl-loc beber-pas-2-dcl
‘En las casas.’ ‘(Tú) bebiste.’

ana-pan-tra
no-cat-dcl
‘Definitivamente no’
chipaya 49

Despojadas tales expresiones de los sufijos segmentados, quedan como elementos irreductibles qhuya
‘casa’, lik ‘beber’ y ana ‘no’, que constituyen raíces que, de otro lado, pueden aparecer también libremente
dentro de un enunciado, a diferencia de lo que ocurre en el quechua o en el aimara, donde la raíz verbal
carece de esa facultad.
Nótese, de paso, que la raíz chipaya puede ser, a lo sumo bisilábica; cuando ella registra más de dos sílabas
contiene con seguridad algún sufijo.
Distinguimos en el chipaya tres categorías básicas de raíces: (a) nombre, (b) verbo, y (c) partícula; y ello, en
virtud de criterios morfosintácticos, que toman en cuenta los tipos de afijos con los cuales pueden combinarse;
distributivos, que responden al orden de aparición de los elementos dentro de una frase; y semánticos, que atienden
a los valores referenciales expresados por tales elementos. En lo que sigue ofreceremos una caracterización de cada
una de tales clases de raíces o categorías léxicas.

2.3.2.1.1 Raíces nominales

Prototípicamente, las raíces nominales se caracterizan, en términos distribucionales, por constituir núcleo de
una frase; morfosintácticamente, es decir desde el punto de vista de su estructura interna, por admitir flexión
de género, número y caso; y, semánticamente, por tener un referente conceptual estable en el tiempo. Dentro
de esta clase se distinguen las siguientes subclases: (a) nombres, (b) pronombres, (c) adjetivos, (d) numerales y
(e) adverbios. De ellos, los pronombres y los numerales constituyen una clase cerrada, a diferencia del resto,
que puede ser objeto de ampliación creativa.

(a) Nombres. En términos de distribución, se caracterizan por constituir el núcleo o la cabeza de una frase,
como en paqh(i) zhoñi ‘hombre grande’, kul(a) zqala ‘sembrío de quinua’, tsok jwala ‘llama negra’, en las
que zhoñi, zqala y jwala son el núcleo de la frase. De otro lado, ejemplos como los de qut-kiztan(a) thon-
tra ‘viene del lago’ y maz-zhtan trak-tra ‘lo golpea con una piedra’, ilustran procesos flexivos que afectan
a los sustantivos quta (en caso ablativo) y maz (en caso instrumental), mientras que en qhuy-chiz(i) ‘con
casa’ y zkiti-lla ‘ropita’ estamos ante sustantivos derivados. Raíces como acha ‘cabeza’, ata ‘boca’, ziñi
‘huevo’, tsij ‘hueso’, qhwaz ‘agua’, zqora ‘serpiente’, trheri ‘comida’, etc., constituyen otros tantos ejemplos
de esta categoría.
(b) Pronombres. Como su nombre lo indica, son nombres que sustituyen a otro nombre. El chipaya distingue
tres subtipos de pronombres: (a) personales, (b) demostrativos, y (c) interrogativos. Los pronombres son
nombres que sustituyen a la persona que habla: wer ‘yo’ (=primera persona); a la persona con quien se
habla: am ‘tú’ (= segunda persona); a la persona o cosa que no está presente en el acto del habla: nii ‘él’ o
naa ‘ella’ (= tercera persona); y a la persona que habla y a la que oye: utrum ‘yo y tú’ (= cuarta persona).
Los pronombres demostrativos, como su nombre lo indica, se emplean para mostrar o señalar las enti-
dades a las que se hace referencia, teniendo como punto de partida de la posición que ocupa la persona
que habla, a saber: tii ‘éste’ y nii ‘ése’ o ‘aquél, con sus respectivas formas femeninas taa ‘ésta’ y naa ‘ésa’
o ‘aquélla’. Los interrogativos, a su turno, son pronombres que interrogan por los seres u objetos: trhulu
‘qué’, hek ‘quién’; por el lugar: haqzi ‘dónde’; por la cantidad de algo: qhazhu ‘cuánto’; por el tiempo:
thrul-ora ‘cuándo’; o el modo en que discurre un proceso determinado: haq-nuzhu ‘cómo’. Nótese que
los pronombres indefinidos no constituyen raíces primitivas, pues se forman sobre la base de los interro-
gativos, seguidos del sufijo independiente aditivo -mi. De esta manera tenemos: trhulu-mi ‘lo que sea’,
hek-mi ‘quienquiera’, haqzi-mi ‘dondequiera’, qhazhu-mi ‘cuanto quiera’, haq-nuzhu-mi ‘comoquiera’,
etc.
(c) Adjetivos. Esta subclase de nombres se caracteriza, en términos distributivos, por ocupar una posición
que precede al núcleo de una frase, y, desde el punto estructural, se define por ser susceptible de recibir
flexión de género (véase sección 2.3.3.1.1). Semánticamente, los adjetivos expresan una cualidad o atri-
buto referidos a una sustancia, como son color: tsok choma ‘lana negra’; tamaño: qulta uza ‘niño pequeño’;
50 lenguas de bolivia

condición: k’ar paku ‘perro bravo’; contextura: phanch’u puti ‘pelota blanda’, etc. Los siguientes ejemplos
son otras tantas raíces adjetivas que expresan diferentes cualidades: ljok ‘rojo’, zona ‘manso’, paqhi ‘grande’,
zhqayi ‘limpio’, qhuñi ‘seco’, saki ‘frío’, khezhi ‘liviano’, etc.
(d) Numerales. Al igual que en el quechua, el sistema numeral del chipaya es decimal, pero sólo retiene los
cuatro primeros números cardinales del protoidioma, mientras que los restantes fueron tomados del aima-
ra. Las formas numéricas que ofrecemos a continuación son las usadas corrientemente por los hablantes
de la lengua: tshii ‘uno’, pizk ‘dos’, chhep ‘tres’, paqpik ‘cuatro’, phisqa ‘cinco’, sujta ‘seis’, paqallaqu ‘siete’,
kimsaqallaqu ‘ocho’, llatunka ‘nueve’ y tunka ‘diez’. Nótese, de paso, que la lengua registra el verbo qan
‘contar’ y el derivado qan-i para designar al número.
(e) Adverbios. Aunque pueden preceder a un adjetivo o a otro adverbio, esta subclase de nombres, en
términos distributivos, ocupa básicamente un orden preverbal, y excepcionalmente reciben flexión de
número y caso. Así, por ejemplo, en: ancha wali ‘muy bueno’, anz-naka ‘estos tiempos (hogaño)’, tuki-
naka ‘aquellos tiempos (antaño)’, etc. Son adverbios de tiempo: tonje ‘hoy’, zezi ‘tarde’, waji ‘pronto’,
tuki ‘antes’, kezhu ‘cerca’; de lugar: teqzi ‘aquí’, neqzi ‘allí’, tseku ‘arriba, encima’, qosi ‘abajo, dentro’,
tuki ‘delante’, wiri ‘detrás’; de cantidad: upa ‘poco’, zmali ‘mucho’, ancha ‘demasiado’, yuqhu ‘abundan-
te’, thapa ‘todo’; de modo: nuzhu ‘así’, pejwa ‘rápido’, qhena ‘lento’, josi ‘casi’, wakchi ‘frecuentemente’,
nuku ‘inevitablemente’.

2.3.2.1.2 Raíces verbales

A diferencia de los nombres, los verbos expresan conceptos menos estables en el tiempo, en el sentido de que
aluden a estados, procesos o eventos. Desde el punto de vista distributivo, constituyen el núcleo de una frase
verbal, y, en cuanto a su comportamiento morfológico, participan dentro de un proceso de flexión y deriva-
ción de carácter exclusivos. Así, en: ititi-naka zhel-tra ‘hay flamencos’, piluta uzin-ñi-tra ‘suele jugar pelota’,
kullak-a-kin oqh-ch-am-tra ‘fue donde la hermana’, zina-lla qam-tra ‘vive solito’, donde pueden identificarse
los verbos zhel ‘haber’, uzin ‘jugar’, oqh ‘ir’ y qam ‘vivir’, respectivamente. Dentro de esta categoría de raíces
se distinguen cuatro subtipos verbales, a saber:

(a) Verbos intransitivos. Son aquellos que expresan procesos que no traspasan o afectan a otra entidad, pues el
sujeto es únicamente el que los sufre o experimenta. Así, por ejemplo, los verbos qaa ‘llorar’, thaj ‘dormir’
y qam ‘morar’, en: uza-ki qaa-chi-tra ‘el niño lloró’, hiliri-naka thaj-tra ‘las autoridades duermen’, wer-ki
neqzi qam-u-tra ‘yo vivo aquí’, respectivamente. Verbos como thaz ‘reír’, phalan ‘sudar’, zat ‘correr’, as
‘arder’, etc., constituyen otros tantos ejemplos que ilustran esta subcategoría verbal.
(b) Verbos transitivos. A diferencia de los intransitivos, esta subclase de verbos expresan procesos que
traspasan o afectan a otra entidad. Ello ocurre, por ejemplo, con los verbos lul ‘comer’, tan ‘atrapar’
y qhol ‘quebrar’, en oraciones como: we-t ep-ki chhizwi lul-tra ‘mi padre come carne’, zhoñi-ki qiti-zh
tan-a-ki-tra ‘el hombre atrapará al zorro’, kuchi-ki och qhol-tra ‘el chancho rompió la olla’, respecti-
vamente. Verbos como trak ‘golpear’, kon ‘matar’, atip ‘vencer’, tr’at ‘morder’, etc. pertenecen a esta
subcategoría.
(c) Verbos ditransitivos. Son aquellos que expresan procesos que traspasan o afectan a más de una entidad. Así,
thaa ‘dar’, on ‘prestar’, kinta ‘contar’, en ejemplos como am ep-zhkiz t’anta thaa-ch-am-tra ‘le diste pan a
tu padre’, amtruk-ki wer siklu on-a-ki-tra ‘ustedes me prestarán una bicicleta’, nii-ki am tshii kintu kinta-
tra ‘él te cuenta un cuento’, respectivamente. Otros verbos ditransitivos son toj ‘repartir’, maz ‘narrar’,
onan ‘regalar’, etc.
(d) Verbos copulativos. Son aquellos que tampoco se proyectan sobre otra entidad, aunque establecen una relación
de atribución o equivalencia entre el sujeto y alguna situación o propiedad, como en zmali zhoñi zhel-tra
‘hay muchas personas’ y am-ki ancha laa khis-tra ‘tú estarás muy enfermo’, en los que los verbos zhel ‘estar,
haber’ y khi ‘devenir, llegar a ser’ establecen una relación de existencia o de virtualidad.
chipaya 51

2.3.2.1.3 Partículas

Corresponden a esta clase una lista reducida de raíces que, semánticamente, constituyen adverbios de afir-
mación o negación, conjunciones, exclamaciones, interjecciones y salutaciones. Los ejemplos que ofrecemos
casi agotan las partículas que se han podido registrar.: ana ‘no’, hee-za ‘sí’, uzh ‘o’, hay ‘¡ay!’, qhan (expresión
de saludo de nuera a suegra), picha (expresión para llamar a alguien), pichuta (expresión para llamar a los tíos),
etc. Nótese que algunas de ellas portan sufijos independientes completamente soldados.

2.3.2.2 Afijos

Como se dijo, la lengua es predominantemente sufijante, pero exhibe aún los restos de un antiguo sistema
de prefijación, cada vez más en desuso. Notemos, además, que los prefijos son exclusivamente verbales, a la
par que los sufijos pueden ser nominales, verbales e independientes u oracionales.

2.3.2.2.1 Prefijos

Actualmente la lengua sólo registra dos prefijos, que se ordenan, cuando coaparecen, uno delante del otro.
Los ejemplos que siguen ilustran su ­ocurrencia:

(3) zh-lul-a zh-trak-chi-tra


nopers-comer-2.imp nopers-golpear-pas-dcl
‘¡come (eso)!’ ‘lo golpeó’

j-peku-zhki-a j-zh-thaa-z-la-lla
pers-preguntar-trans-2.imp pers-nopers-dar-rfl-hort-at
‘anda a preguntar por mí’ ‘danos (eso), por favor’

Como puede verse, en los ejemplos citados, los prefijos establecen una referencia no personal zh- y
personal j-, respectivamente. Una prueba de que en la actualidad tales prefijos apenas se reconocen es que
los hablantes, para decir lo mismo que en (3), prescinden cómodamente de ellos (cf. Cerrón-Palomino 2006:
cap. IV, sección 3.1).

2.3.2.2.2 Sufijos

Los sufijos que registra la lengua son de tres tipos: (a) nominales, (b) verbales, y (c) independientes u oracio-
nales, llamados también enclíticos. Los nominales y verbales pueden ser flexivos y derivativos, mientras que
los independientes u oracionales se distinguen semántica y sintácticamente. En lo que sigue, y sólo a modo
de ilustración, ofreceremos ejemplos de los principales tipos de sufijos.

(a) Sufijos nominales. Los ejemplos ofrecidos ilustran los tipos de sufijos que admite una raíz nominal
en la formación de palabras de estructura interna compleja. Los sufijos de (4a) son de tipo flexivo (y
marcan el género, número y caso, respectivamente) y los de (4b) son derivativos (indican posesión y
dimi­nutivo):

(4) a. wallp-i ‘gallina’ b. qhuy-chiz(i) ‘(persona) con casa’


wezhla-naka ‘aves’ thowa-lla ‘jovencito’
kur-kiztan(a) ‘desde el cerro’

52 lenguas de bolivia

(b) Sufijos verbales. Las expresiones verbales ofrecidas a continuación ilustran los tipos de sufijos verbales
admitidos por una raíz verbal. Los ejemplos de (5a) exhiben sufijos flexivos (de tiempo, aspecto, modo y
persona) y los de (5b) muestran sufijos derivativos:

(5) a. lul-u-tra ‘estoy comiendo’ b. thon-zhki-a ‘¡ven (para acá)!’


lul-chi-tra ‘(él) comió’ lul-ay-chi-n-tra ‘comí antes’
lul-ñi-tra ‘suele comer’ tsat-qat-ñi-tra ‘suele hacer bailar’
lul-a-sa-tra ‘comería’

(c) Sufijos independientes. A diferencia de los anteriores, los sufijos de este tipo, a la par que son los únicos que
pueden coaparecer con las partículas, suelen combinarse libremente con las otras dos categorías léxicas,
y expresan valores modales, aspectuales y propiamente gramaticales. Los ejemplos que siguen ilustran
su empleo:

(6) ana-pan-tra ‘definitivamente no’


nii-zaqaz-tra ‘eso nomás también (es)’
atip-a-qa ‘venceré (dicho con confianza)’
lul-chi-tra-la-ja ‘posiblemente comió’
lul-chi-ki-tra ‘dicen que comió’
oqh-chi-ta-qal-tra ‘se había ido (me consta)’

2.3.3 Morfología nominal

Los procesos morfológicos que afectan al nombre son de dos tipos: los de flexión y derivación. Seguidamente
nos ocuparemos de cada uno de tales procesos.

2.3.3.1 Flexión nominal

El nombre chipaya recibe flexión de género, número y caso. A diferencia de lo que ocurre con el quechua y
el aimara, esta lengua no registra flexión de persona; pero, en cambio, conoce flexión de género.

2.3.3.1.1 Género

La distinción de género es de orden natural y no gramatical, pues responde al sexo del referente, que puede ser
masculino o femenino. En consecuencia, se asigna género únicamente a las entidades animadas, aunque, por
razones culturales y mitológicas, los seres inanimados pueden también ser objetos de dicha flexión. Desde el
punto de vista de su manifestación, la distinción de género se hace en el nivel léxico y en el morfo-sintáctico.
La marca correspondiente al primer nivel constituye lo que denominaríamos género inherente; la segunda
marca corresponde a la que se da exclusivamente en las formas de la tercera persona, tanto dentro del sistema
pronominal como del casual.

(a) Género léxico. Los nombres femeninos se obtienen a partir de su forma masculina respectiva mediante la
supresión de la vocal final y su reemplazo por el sufijo -i. De esta manera, se tiene: azn-i ‘burra’, wallp-i
‘gallina’, uuz-i ‘oveja’, zqayt-i ‘gaviota (f)’, etc., a partir de aznu ‘burro’, wallpa ‘gallo’, uuza ‘carnero’ y
zqayta ‘gaviota (m)’, respectivamente. Al lado de este ­procedimiento, sin embargo, da la impresión de que
habría otro, esta vez consistente en la supresión de la vocal final de la forma masculina, como puede verse
en zhoñ ‘mujer’, mat ‘hija’, tsuñ ‘cuñada’, qit ‘zorra’, uz ‘niña’, qaz ‘pata’, sobre la base de zhoñi ‘hombre’,
mati ‘hijo’, tsuñi ‘cuñado’, qiti ‘zorro’, uza ‘niño’ y qaza‘pato’, respectivamente. No obstante, creemos
chipaya 53

que, en verdad, tales ejemplos se obtienen de la misma manera que en el caso anterior, sólo que en ellos
se suprime la marca del femenino, por razones de orden semántico y fonológico: semánticamente, los
cuatro primeros ejemplos, vendrían a ser equivalentes a sus formas masculinas respectivas, por lo que
la supresión de la marca femenina se hace necesaria; fonológicamente, en el primer grupo de ejemplos
ofrecidos, la supresión de la marca daría lugar a formas con estructura silábica prohibida (para mayores
detalles sobre el tema, véase Cerrón-Palomino 2006: cap. V: sección 1.1).
(b) Género gramatical. En el plano gramatical, el chipaya distingue, en la tercera persona, el género feme-
nino del masculino mediante el sufijo -a. Como en el caso anterior, aquí también las formas femeninas
se obtienen a partir de sus respectivas masculinas, como ocurre, por ejemplo, con los deícticos y con el
numeral, pronominalizados, según se puede apreciar en ta-a ‘ésta’, na-a ‘ésa’ y tsha-a ‘una’, que se for-
man a partir de tii-a ‘éste’, nii-a ‘ése’ y tshii-a ‘uno’, respectivamente. De otro lado, hay que notar que
cuando el posesor es una forma pronominal femenina, éste exige la marca de género -a, tras el morfema
genitivo -zh, como en naa-zh-a qhuya ‘casa de ella’ (cf. nii-zh qhuya ‘casa de él’); por el contrario, cuando
el posesor es un elemento nominal cualquiera, la marca de femenino expresa a la vez el genitivo, como
se ve en zhoñ-a trhuki ‘ojos de mujer’ (cf. zhoñ-zh trhuki ‘ojos de hombre’).

2.3.3.1.2 Número

El morfema de plural del que se sirve el chipaya es -naka, sufijo tomado del aimara. Su empleo es irrestricto
con los nombres, como se puede apreciar en ejemplos como: zhoñi-naka ‘hombres’, okhala-naka ‘niños’,
zhqara-naka ‘halcones’, maz-naka ‘piedras’, etc. Debemos señalar, sin embargo, que la lengua registra una
desinencia nativa, en la forma de -truk(a), que parece haberse empleado para pluralizar los pronombres per-
sonales, y cuyo uso ha quedado congelado en el de la segunda persona plural; así, por ejemplo, en am-truk(a)
‘ustedes’, frente a am ‘tú’.
De otro lado, es de notarse también que el chipaya distingue entre una primera persona inclusiva y otra
exclusiva, en este caso gracias al sufijo -naka, seguramente como resultado de un amoldamiento al patrón
aimara, que hace tal distinción. De esta manera, como ocurre en esta lengua, la forma exclusiva se obtiene
sobre la base del pronombre de primera persona: así, al lado de utrum ‘nosotros (inclusivo)’, se tiene wer-naka
‘nosotros (exclusivo)’.

2.3.3.1.3 Caso

El sistema de casos del chipaya está integrado por once distinciones casuales, cuyas marcas respectivas se
ofrecen en el cuadro siguiente:

Cuadro 3
Sistema de casos

Nominativo -ø
Genitivo -t ~ - ø ~ -(i)zh
Acusativo -ø
Dativo / ilativo -kiz(i) ~ - kin(a)
Benefactivo -(ta)-japa
Instrumental / comitativo -tan(a)
Locativo -kiz(i) ~ -kin(a)
Ablativo -kiztan(a)
Limitativo -kama
Causal -layku
Comparativo -zhta
54 lenguas de bolivia

En relación con el sistema de casos presentado, nótese que: (a) con excepción del nominativo y del acusativo,
la mayoría de ellos poseen una marca propia, aunque, por un lado, el ilativo y el locativo coinciden formalmente;
y, de otro lado, el ablativo parece una amalgama entre una de las formas del locativo y el instrumental-comitativo;
(b) las variantes completas del ilativo, instrumental-comitativo, locativo y ablativo solo se dan cuando aparecen
“protegidas” por los sufijos independientes -ki ‘marcador de tópico’ y -mi ‘aditivo’; (c) los casos ilativo, benefactivo,
instrumental-comitativo y ablativo requieren, para su asignación, de una base previamente genitivizada; y (d) las
marcas del limitativo y del causal han sido tomadas del quechua vía el aimara. En lo que sigue introduciremos cada
uno de los casos listados, señalando sus propiedades generales e ilustrándolos con ejemplos apropiados.

(a) nominativo: -ø (marca al sujeto o agente del proceso verbal)

(7) Luwisitu-ki quta-zh oqh-tra paku-ki mizi tr’at-chi-tra


Luisito-top lago-cncr ir-dcl perro-top gato morder-pas-dcl
‘Luisito va al lago.’ ‘El perro mordió al gato.’

(b) genitivo: -t ~ -ø ~ -(i)zh (marca la propiedad o pertenencia)

(8) tii aznu-ki Huwan-zh-ta taa azn-i-ki Huwan-a-ta


este burro-top Juan-gen-vbl esta burro-f-top Juana-gen-vbl
‘Este burro (es) de Juan.’ ‘Esta burra es de Juana.’

(c) acusativo: -ø (marca el objeto o la meta del verbo)

(9) am-ki chhizwi-m pek-tra wer-ki qhuya-l oqh-u-tra


tú-top carne-cncr querer-dcl yo-top casa-cncr ir-1-dcl
‘Tú quieres carne.’ ‘Yo voy a la casa.’

(d) dativo-ilativo: -kiz(i) ~ -kin(a) (marca objeto indirecto y dirección)

(10) naa-ki we-t-kiz t’anta onan-tra


ella-top yo-gen-dat pan dar-dcl
‘Ella me dio pan.’

nii okhala-ki maa-a-kin oqh-chi-tra


los niños-top mamá-gen-il ir-pas-dcl
‘Los niños fueron donde su mamá.’

(e) benefactivo: -(ta)-japa (marca al beneficiario o destinatario de algo)

(11) tii t’anta-ki Huwan-a-ta-japa-tra tii hak’u t’anti-japa-tra


este pan-top Juana-f-vbl-ben-dcl esta harina pan-ben-dcl
‘Este pan es para Juana.’' ‘Esta harina es para pan.’

(f) instrumental / comitativo: -tan(a) (marca instrumento y compañía)

(12) Luwis-ki par-zh-tan paku jwat-chi-tra


Luís-top palo-gen-ins perro golpear-pas-dcl
‘Luis golpeó al perro con un palo.’
chipaya 55

Huwanitu-ki Luwisit-zh-tan thon-chi-tra


Juanito-top Luisito-gen-com venir-pas-dcl
‘Juanito vino con Luisito.’

(g) locativo: -kiz(i) ~ -kin(a) (marca una relación presencial y no presencial, respectivamente, en el
espacio)­

(13) ampalas-kiz qam-tra nii-ki Orur-kin mat-chi-tra


tú plaza-loc vivir-dcl él-top Oruro-loc nacer-pas-dcl
‘Tú vives en la plaza.’ ‘Él nació en Oruro.’

(h) ablativo: -kiztan(a) (marca procedencia, tema o materia)

(14) wer-ki Waskir-kiztan thon-u-tra nii iklisya-ki aruw-kiztan-tra


yo-top Escara-abl venir-1-dcl el iglesa-top adobe-abl-dcl
‘Yo vengo de Escara.’ ‘La iglesia es de adobe.’

(i) limitativo: -kama (marca límite espacial o temporal)

(15) am-ki Waskir-kama oqh-ch-am-tra


tú-top Escara-lim ir-pas-2-dcl
‘Tú fuiste hasta Escara.’

qajma-kama oqh-u-tra
año.próximo-abl ir-1-dcl
‘Me voy hasta el próximo año.’

(j) causal: -layku (marca la causa o el motivo de algo)

(16) ¿trhul-layku ana thon-ch-am?


qué-csl no venir-pas-2
‘¿Por qué no viniste?’

wer-ki Huwan-a-layku-t oqh-a-tra-ni


yo-top Juana-f-csl-cncr ir-incmpl-dcl-hip
‘Yo podría ir en razón de Juana.’

(k) comparativo: -zhta (marca al modelo de una comparación)

(17) wer-ki paqhi-t-tra nii-zhta-qaz


yo-top grande-1-dcl él-comp-rstr
‘Yo soy grande como él nomás.’

tii okchaka-ki ketwan-zhta zhel-at-tra


este topo-top conejo-comp ser-ipfv-dcl
‘Este topo era como un conejo.’
56 lenguas de bolivia

2.3.3.2 Derivación

Dos son los tipos de derivación nominal que registra el chipaya: denominativa y deverbativa. Por el primero
se obtiene temas nominales a partir de una base nominal, a la par que por el segundo se consigue lo mismo
a partir de una base verbal.

2.3.3.2.1 Derivación denominativa

Se han encontrado tres sufijos derivativos de este tipo, a saber: (a) el posesivo -chiz(i), (b) el diminutivo -lla,
y (c) el aumentativo -rara, los dos últimos tomados del aimara. Por lo que respecta al primero, el sufijo res-
pectivo deriva temas que expresan la posesión del referente mentado por la raíz, por parte de otra entidad
implícita o explícita, como en qhuy-chiz ‘(persona) con casa’, zqal-chiz ‘(gente) con chacra’, zkar-chiz ‘(persona)
con sombrero’, kark-chiz ‘(animal) con carga’, etc. Por lo que toca al diminutivo, este sufijo deriva temas que
expresan el tamaño pequeño o la naturaleza afectiva del referente, como puede verse en ejemplos como uza-
lla ‘niñito’, kuru-lla ‘cerrito’, watha-lla ‘pueblito’, chakwa-lla ‘ancianito’, etc. El aumentativo, en fin, expresa
la abundancia del referente mentado por la raíz, como en maz-rara ‘pedregoso’, chhowa-rara ‘lleno de hollín’,
sami-rara ‘piojoso’, etc.

2.3.3.2.2 Derivación deverbativa

El cuadro ofrecido presenta los sufijos deverbativos del chipaya.

Cuadro 4
Sufijos deverbativos

-z(a) Infinitivizador
-i Concretador
-ñi Agentivizador
-chi Participial
-ta Resultativo
-chuk(a) Obligativo

Como se ve, la lengua maneja un conjunto de seis sufijos derivativos que forman nombres a partir de
verbos. De esta manera, el infinitivizador expresa el proceso verbal en forma abstracta, según se ve en lik-z
‘tomar’, ona-n-z ‘regalar’, kucha-n-z ‘ordenar’, tsat-qat-z ‘hacer bailar’, etc. Los temas derivados así sirven
para citar los verbos en su forma infinitiva, como en lul-z-ki wali-tra ‘el comer es bueno’. Por lo que toca al
concretador, como su nombre lo indica, el sufijo genera temas nominales que hacen referencia al proceso
en forma concreta o tangible, como en tuy-i ‘venta’, lul-i ‘comida’, zhet-i ‘vida’, tsat-i ‘baile’, etc. En cuanto
al agentivizador, éste deriva temas que hacen referencia al agente, al paciente, al experimentador, etc. del
proceso verbal, como se puede apreciar en jwat-ñi ‘el que golpea’, tik-ñi ‘el que muere’, lul-ñi ‘el que come’,
tsat-ñi ‘el que baila’, etc. Por lo que toca al participial, este derivador genera temas nominales que expresan
el carácter perfectivo (acabado) del proceso verbal; así, en uj-chi ‘quemado’, ekli-chi ‘quedado’, qhol-chi ‘que-
brado’, jwat-chi ‘golpeado’, etc. El resultativo, tomado del aimara, expresa también el proceso verbal como
algo perfectivo o consumado, como en qam-ta ‘vivido’, phal-ta ‘separado’, p’ak-ta ‘roto’, muqh-ta ‘podrido’,
etc. El obligativo, en fin, deriva temas que expresan el proceso verbal concebido como algo viable e incluso
necesario, como lo sugieren ejemplos como qam-chuka ‘vivible’, trhak-chuka ‘sembrable’, tsat-chuka ‘bailable’,
traju-chuka ‘aborrecible’, etc.
chipaya 57

2.3.4 Morfología verbal

Los procesos morfológicos que afectan al verbo chipaya son los de flexión y derivación. Los sufijos derivativos
ocupan una posición más cercana a la raíz, dentro de la estructura de la palabra verbal, y se caracterizan funda-
mentalmente por ampliar su significación léxica; los flexivos, a su turno, se alinean tras los sufijos derivativos,
cuando éstos forman parte de la estructura verbal, y desde el punto de vista del significado, se caracterizan por
establecer relaciones gramaticales que afectan todo el mensaje. En las secciones siguientes nos ocuparemos
primeramente de los procesos flexivos y luego de los derivativos.

2.3.4.1 Flexión

La flexión verbal comprende cuatro subclases flexivas: (a) persona, (b) tiempo-aspecto, (c) modo, y (d) sub-
ordinación. Lo que impacta en el chipaya, como se verá, es el carácter aligerado de sus paradigmas verbales,
con vacíos que seguramente son el resultado de diversos procesos de reanálisis operados en la lengua. Segui-
damente introduciremos cada una de tales subclases de procesos flexivos.

2.3.4.1.1 Persona

El chipaya registra cuatro personas, a saber: (a) la persona que habla (= primera persona); (b) la persona a quien
se habla (= segunda persona); (c) la persona de quien se habla (= tercera persona); y (d) la cuarta persona (=
la persona que incluye al hablante y al oyente). En relación con las referencias personales, una particularidad
digna de tomarse en cuenta es que en esta lengua las formas verbales correspondientes a la tercera persona
femenina de algunos paradigmas llevan la misma marca de la primera persona. Seguidamente introduciremos
las cuatro personas mencionadas.
Primera persona. Esta persona se muestra de manera supletiva, pues se manifiesta bajo las siguientes for-
mas: -u ~ -n ~ -t, de acuerdo con los siguientes paradigmas:

(a) presente y pasado imperfectivo: -u

wer-ki lul-u-tra6 ‘yo como’


wer-nak-ki lul-u-tra ‘nosotros (excl.) comemos’
wer-ki lul-at-u-tra ‘yo comía’
wer-nak-ki lul-at-u-tra ‘nosotros (excl.) comíamos’

(b) habitual y pasado perfectivo: -n

wer-ki lul-iñ-n-tra ‘yo suelo comer’


wer-nak-ki lul-iñ-n-tra ‘nosotros (excl.) solemos comer’
wer-ki lul-chi-n-tra ‘yo comí’
wer-nak-ki lul-chi-n-tra ‘nosotros (excl.) comimos’

Obsérvese que en el paradigma del habitual, una forma como lul-ñi-n-tra deviene [lulinĉa], pasan-
do por lul-iñ-n-tra; en cambio, en el paradigma del perfectivo la marca de primera persona permanece
intacta.

6 Nótese que aquí, y en los paradigmas y ejemplos restantes, las formas verbales aparecen en su forma enunciativa más neutral,
garantizada en virtud del empleo del morfema declarativo -tra, que es un sufijo oracional (véase sección 2.3.5.1).
58 lenguas de bolivia

(c) copulativo con verbo nulo: -t

wer-ki chhuñi-t-tra ‘yo soy bueno’


wer-ki chhuñi-t-ta-tra ‘yo fui bueno’
wer-ki thaj-z-maya-t-tra ‘yo estoy a punto de dormir’

Segunda persona. La marca de esta persona se da sólo en el habitual, en el pasado perfectivo, y en las
expresiones copulativas. Se realiza como -(a)m:

am-ki lul-ñ-am-tra ‘tú sueles comer’


am-ki lul-ch-am-tra ‘tú comiste’
am-ki zuma-m-tra ‘tú eres bueno’

Tercera persona. Como ocurre en muchas lenguas del mundo, la tercera persona masculina, y también la
femenina (en este caso, con excepción de algunos paradigmas ya entrevistos), no llevan marca propia alguna,
según puede verse en los paradigmas parciales ofrecidos:

(a) presente:
nii-ki lul-tra ‘él come’
naa-ki lul-tra ‘ella come’

(b) pasado imperfectivo:


nii-ki lul-at-tra ‘él comía’
naa-ki lul-at-tra ‘ella comía’

(c) futuro:
nii-ki lul-a-ki-tra ‘él comerá’
naa-ki lul-a-ki-tra ‘ella comerá’

(d) habitual y perfectivo:


nii-ki lul-ñi-tra ‘él suele comer’
nii-ki lul-chi-tra ‘él comió’

(e) copulativo:
nii-ki zuma-tra ‘él (es) excelente’
naa-ki zum-tra ‘ella (es) excelente’

Por lo demás, tampoco hay marca de persona en el presente y en el pasado imperfectivo de las segundas
personas y de la cuarta (inclusiva), ni en todo el paradigma del futuro y del condicional.
Cuarta persona. Como se dijo, esta persona incluye tanto a la primera como a la segunda (de allí que la
designermos como ‘inclusiva’). Los siguientes ejemplos ilustran su funcionamiento:

utrum-ki lul-tra ‘nosotros (incl.) comemos’


utrum-ki lul-chi-n-tra ‘nosotros (incl.) comimos’
utrum-ki lul-at-tra ‘nosotros (incl.) comíamos’
utrum-ki lul-iñ-n-tra ‘nosotros (incl.) solemos comer’
utrum-ki lul-a-ki-tra ‘nosotros (incl.) comeremos’
utrum-ki lul-a-sa-tra ‘nosotros (incl.) comeríamos’

chipaya 59

2.3.4.1.2 Número

Aparte de -truk, que es el pluralizador de la segunda persona (cf. am-truka ‘ustedes’), la otra marca, es decir
-trum, es una forma reducida del pronombre de cuarta persona (cf. utrum(i) ‘nosotros’). Estas formas pro-
nominales suelen interpretarse como refiriendo sólo a dos personas, cual si fueran duales, de manera que el
empleo de tales sufijos dentro de la estructura verbal conlleva la idea de una pluralidad de más de dos personas.
Los ejemplos ofrecidos ilustran su empleo.

(a) en el habitual:
utrum-nak-ki lul-iñ-n-trum-tra ‘nosotros (incl.) solemos comer’
am-truk-nak-ki lul-ñi-m-truk-tra ‘ustedes suelen comer’

(b) en el pasado perfectivo:


utrum-nak-ki lul-chi-n-trum-tra ‘nosotros (incl.) comimos’
amtruk-ki lul-chi-m-truk-tra ‘ustedes comieron’

(c) en las construcciones existenciales sin verbo expreso:


utrum-ki ancha zuma-trum-tra ‘nosotros (somos) muy buenos’
utrum-ki ancha zuma-trum-ta-tra ‘nosotros (éramos) muy buenos’
am-truk-ki ancha zuma-truk-tra ‘ustedes (son) muy buenos’
am-truk-ki ancha zuma-truk-ta-tra ‘ustedes (eran) muy buenos’

2.3.4.1.3 Tiempo-aspecto

Nuestro análisis del verbo chipaya reconoce un complejo tiempo-aspecto en forma fusionada, que en algunos
casos incluso aparece contaminado con las referencias personales. Hecha tal salvedad, postulamos para la
lengua una distinción temporal que se manifiesta entre un pasado y un no-pasado. La dimensión del pasa-
do distingue entre un imperfectivo y un perfectivo o acabado; la del no-pasado, a su turno, comprende un
presente, un habitual y un futuro. Seguidamente se introducen los paradigmas de los tiempos mencionados
anteriormente.
Presente absoluto. Las formas de este paradigma se obtienen sobre la base de la raíz verbal desprovista de
todo otro sufijo flexivo. Dependiendo de la situación comunicativa puede glosarse como un presente ilimitado
en el tiempo o como un durativo. El paradigma correspondiente es el siguiente:

wer-ki lul-u-tra ‘yo como’, ‘estoy comiendo’


am-ki lul-tra ‘tú comes’, ‘estás comiendo’
nii-ki lul-tra ‘él come’, ‘está comiendo’
naa-ki lul-tra ‘ella come’, ‘está comiendo’
utrum-ki lul-tra ‘nosotros (incl.) comemos’, ‘estamos comiendo’
wer-nak-ki lul-u-tra ‘nosotros (excl.) comemos’, ‘estamos comiendo’
amtruk-ki lul-tra ‘ustedes comen’, ‘están comiendo’
nii-naka-ki lul-tra ‘ellos comen’, ‘están comiendo’
naa-naka-ki lul-tra ‘ellas comen’, ‘están comiendo’

Presente habitual. Codificado por -ñi, que metatiza en -iñ, como se dijo, expresa un proceso recurrente
o habitual. El sufijo se contrae en -ñ ante otro que empieza por vocal, como puede verse en el paradigma
respectivo:
60 lenguas de bolivia

wer-ki lul-iñ-n-tra ‘yo como’, ‘suelo comer’


am-ki lul-ñ-am-tra ‘tú comes’, ‘sueles comer’
nii-ki lul-ñi-tra ‘él come’, ‘suele comer’
naa-ki lul-iñ-n-tra ‘ella come’, ‘suele comer’
utrum-ki lul-iñ-n-trum-tra ‘nosotros (incl.) comemos’, ‘solemos comer’
wer-nak-ki lul-iñ-n-tra ‘nosotros (excl.) comemos’, ‘solemos comer’
amtruk-ki lul-ñi-m-truk-tra ‘ustedes comen’, ‘suelen comer’
nii-naka-ki lul-ñi-tra ‘ellos comen’, ‘suelen comer’
naa-naka-ki lul-ñi-tra ‘ellas comen’, ‘suelen comer’

Pasado imperfectivo. Marcado por -at ~ -t, expresa un pasado indefinido, que se prolonga en el tiempo.
Seguidamente ofrecemos el paradigma correspondiente, aunque en ellos no aparece la forma abreviada:

wer-ki lul-at-u-tra ‘yo comía’, ‘estaba comiendo’


am-ki lul-at-tra ‘tú comías’, ‘estabas comiendo’
nii-ki lul-at-tra ‘él comía’, ‘estaba comiendo’
naa-ki lul-at-tra ‘ella comía’, ‘estaba comiendo’
utrum-ki lul-at-tra ‘nosoros (incl.) comíamos’,‘estábamos comiendo’
wer-nak-ki lul-at-u-tra ‘nosotros (excl.) comíamos’, ‘estábamos comiendo’
amtruk-ki lul-at-tra ‘ustedes comían’, ‘estaban comiendo’
nii-naka-ki lul-at-tra ‘ellos comían’, ‘estaban comiendo’
naa-naka-ki lul-at-tra ‘ellas comían’, ‘estaban comiendo’

Pasado perfectivo. Codificado por -chi ~ -ch, expresa un pasado acabado o terminado. La distribución
alomórfica del sufijo se da en contextos similares a los señalados para el habitual. El paradigma respectivo es
el siguiente:

wer-ki lul-chi-n-tra ‘yo comí’


am-ki lul-ch-am-tra ‘tú comiste’
nii-ki lul-chi-tra ‘él comió’
naa-ki lul-chi-n-tra ‘ella comió’
utrum-ki lul-chi-n-trum-tra ‘nosotros (incl.) comimos’
wer-nak-ki lul-chi-n-tra ‘nosotros (excl.) comimos’
amtruk-ki lul-chi-m-truk-tra ‘ustedes comieron’
nii-naka-ki lul-chi-tra ‘ellos comieron’
naa-naka-ki lul-chi-tra ‘ellas comieron’

Futuro. Marcado por -ki ~ -ø, este sufijo expresa un proceso cuyo desarrollo es proyectado a partir del
momento del habla en adelante. Como puede verse en el paradigma ofrecido, las formas de la primera persona
singular y exclusiva se caracterizan por no portar el sufijo en cuestión:

wer-ki lul-a-ø-tra ‘yo comeré’


am-ki lul-a-ki-tra ‘tú comerás’
nii-ki lul-a-ki-tra ‘él comerá’
naa-ki lul-a-ki-tra ‘ella comerá’
utrum-ki lul-a-ki-tra ‘nosotros (incl.) comeremos’
wer-naka-ki lul-a-ø-tra ‘nosotros (excl.) comeremos’
amtruk-ki lul-a-ki-tra ‘ustedes comerán’
nii-naka-ki lul-a-ki-tra ‘ellos comerán’
naa-naka-ki lul-a-ki-tra ‘ellas comerán’
chipaya 61

2.3.4.1.4 Modo

El proceso verbal puede ser concebido como un fenómeno real o como algo imaginado o deseado, y en tal
sentido el chipaya distingue tres maneras de encararlo. El primero, sin marca especial, corresponde al indi-
cativo; los otros dos, el potencial y el imperativo, sí portan marcas especiales. En lo que sigue introduciremos
los modos mencionados.
Indicativo. Una raíz o un tema verbal desprovistos de marca especial expresan por sí mismos el modo
indicativo, concebido como proceso verbal tanto factual o realizado como realizable. En tal sentido, los pa-
radigmas ofrecidos en la sección 2.3.4.1.1 constituyen ejemplos que ilustran el modo indicativo.
Modo optativo. Marcado por -sa, expresa el proceso verbal como un anhelo, pero también como una posi-
bilidad. Como el aimara registra un sufijo similar en forma y significado, lo más probable es que el chipaya lo
haya tomado de la lengua vecina. El paradigma parcial ofrecido ilustra el modo respectivo, cuya marca requiere
de la presencia del aspecto incompletivo (véase sección 2.3.4.2.1), que lo precede:

wer-ki lul-a-sa-tra ‘yo comería’, ‘ podría comer’


am-ki lul-a-sa-tra ‘tú comerías’, ‘podrías comer’
nii-ki lul-a-sa-tra ‘él comería’, ‘podría comer’
utrum-ki lul-a-sa-tra ‘nosotros (incl.) comeríamos’, ‘podríamos comer’
amtruk-ki lul-a-sa-tra ‘ustedes comerían’, ‘podrían comer’

Modo imperativo. Marcado por dos sufijos, expresa una orden que es impartida de manera directa, y ha-
bitualmente atenuada con la adición del sufijo independiente -lla. Las marcas respectivas son: -a ‘segunda
persona’7 y -la ‘persona inclusiva’ (=hortativo). Los ejemplos ofrecidos ilustran su empleo respectivo:

(a) segunda persona


zh-lul-a ~ lul-a ‘¡come (eso)!’
zh-lik-a ~ lik-a ‘¡toma (eso)!’
amtruk lul-a ‘¡coman ustedes (eso)!’

(b) primera inclusiva


zh-lul-la ~ lul-la ‘¡tomemos (eso)!’
zh-lik-la ~ lik-la ‘¡bebamos (eso)!’
zh-lul-z-la ~ lul-z-la ‘¡comámonoslo!’
zh-lik-z-la ~ lik-z-la ‘¡bebámonoslo!’
ana-zh oqh-la nii hikz-kin ‘no vayamos por ese camino’

2.3.4.1.5 Subordinación

El verbo chipaya registra un sistema elaborado de cinco subordinadores que aseguran, por un lado, la correfe-
rencia o no de los sujetos involucrados en la oración compleja, y, por el otro, la relación temporal en términos de
simultaneidad entre el verbo subordinado y el principal. El cuadro siguiente ofrece el conjunto de subordinadores
mencionados, cuyo empleo se ilustra más abajo (donde los suscritos i y j indican, respectivamente, la correferencia
o la no-correferencia de los sujetos involucrados).

7 En relación con el imperativo de segunda persona, hay que observar que el chipaya manejaba, según sostenía Olson (1966: sección
1.1.3.8), un sistema de sufijos que se manifestaba en formas de tratamiento que dependían del género de los interlocutores, así
como de la adultez del oyente. En la actualidad dicho sistema está seriamente deteriorado, y las generaciones jóvenes apenas
recuerdan su empleo (para otras formas de tratamiento, véase Cerrón-Palomino 2006: cap. VII, sub-sección1.1, 4.1).
62 lenguas de bolivia

Cuadro 5
Sistema de subordinadores
-kan(a) [+ corr, + sim]
-an(a) [- corr, + sim]
-zhku [+ corr, - sim]
-tan(a) [- corr, - sim]
-a [+ corr, - sim]

(a) -kan(a) [+ correferente, + simultáneo]

qaa-kani oqh-chi-trai chhizwi lul-kani tik-z-chi-ki-trai


llorar-sub ir-pas-dcl carne comer-sub morir-rfl-pas-evi-dcl
‘Llorando se fue.’ ‘Dicen que comiendo carne murió.’

(b) -an(a) [- correferente, + simultáneo]

wer cher-ani uri zat-chi-n-traj


yo ver-sub rápido correr-pas-1-dcl
‘Cuando me vio, corrí rápidamente.’

wer-izh uuza kon-ana-kii we-t hila-ki thon-chi-traj


yo-gen carnero matar-sub-top yo-gen hermano-top venir-pas-dcl
‘Mientras mataba el carnero, mi hermano llegó.’

(c) -zhku [+ correrefente, - simultáneo]

lul-zhkui oqh-a-sa-trai nii thowai zhkhor-zhku chul-z-chi-trai


comer-sub ir-incmpl-opt-dcl el joven abrazar-sub besar-rfl-pas-dcl
‘Luego de comer, podría ir.’ ‘Abrazando al joven, lo besó.’

(d) -tan(a) [- correferente, - simultáneo]

nii-ki thaj-tani, chiy-ch-am-traj


él-top dormir-sub hablar-pas-2-dcl
‘Cuando se durmió, tú hablaste.’

we-t qhuya-zh phal-z-tana-kii Oruru oqh-chi-n-traj


yo-gen casa-gen caer-rfl-sub-top Oruro ir-pas-1-dcl
‘Cuando mi casa se derrumbó, me fui a Oruro.’

(e) -a [+ correferente, - simultáneo]

trheri qaj-ai oqh-lay-ñi-ta-ki-trai


comida pedir-sub ir-fre-hab-vbl-evi-dcl
‘Dicen que andaba pidiendo comida.’

neqz-tana-ki Pir-zh-kin mayis-ai qallanti-chi-trai


luego-abl-top Pedro-gen-il suplicar-sub comenzar-pas-dcl
‘Luego comenzó a suplicar a Pedro.’

chipaya 63

2.3.4.2 Derivación

El sistema verbal derivativo chipaya no es tan complejo comparado con el de las lenguas andinas mayores.
Se distinguen dos tipos de sufijos derivativos: (a) deverbativos, y (b) denominativos. Debemos destacar
que el chipaya registra también sufijos derivativos tomados del aimara y plenamente integrados dentro
de su sistema, aunque poco productivos. Sobra decir que en esta presentación sólo serán introducidos
mayormente aquellos que le son propios a la lengua (para un estudio más completo del tema, ver Cerrón-
Palomino 2006: cap. VI, sección 2).

2.3.4.2.1 Derivación deverbativa

Desde el punto de vista funcional y semántico pueden agruparse en tres subcategorías: (a) aspectuales, (b)
gramaticales, y (c) direccionales. En general, se trata de un sistema bastante sencillo, dentro del cual han
conseguido asimilarse por lo menos dos sufijos aimaras, esta vez de manera productiva, y enriqueciéndolo
parcialmente. Seguidamente nos ocuparemos de cada una de las subclases de debervativos mencionadas.
Aspectuales. Caracterizados por describir la manera en que es encarado el proceso­ver­bal,­­­­­­­­los sufijos que
integran esta subcategoría son: (a) el incompletivo -a, (b) el priorizador -ay, (c) el obligativo -ta(n), (d) el in-
ceptivo -ta, y (e) el conativo -maya. El incompletivo, de significado difuso, expresa el fenómeno verbal como
un proceso proyectado o en curso, y se da en las expresiones del futuro, del optativo, del imperativo, y de
expresiones modales, como en thon-a-tra ‘vendré’, thon-a-sa-tra ‘vendría’, thon-a-tra-ni ‘posiblemente vendría
’, tik-z-n-a-ku ‘estando a punto de morir’, etc. El priorizador expresa la realización prioritaria de un proceso
verbal, como en thaj-ay- ‘dormir antes que nada’, luz-zhki-ay- ‘entrar en primer lugar’, wath-s-qat-ay-‘hacer
despertar antes’, lul-s-qat-ay- ‘hacer comer primeramente’, etc. El obligativo, a su turno, se manifiesta como
-ta cuando coocurre con el optativo -sa y como -tan en los demás contextos, como puede verse en oqh-ta-sa-
‘deber ir’, lul-z-tan- ‘deber comer’, etc. El inceptivo, de otro lado, Se manifiesta como -ta, y codifica el inicio
o el comienzo del proceso verbal, como en lul-a-ta- ‘estar por comer’, mat-a-ta- ‘estar por parir’, tik-z-n-a-ta-
‘estar por morir’, etc. El conativo, finalmente, expresa el intento o la inminencia en la realización del proceso
verbal, como puede verse en los siguientes ejemplos: tik-z-maya- ‘estar a punto de morir’, qaa-z-maya- ‘estar
a punto de llorar’, thaj-z-maya- ‘estar a punto de dormir’, etc.
Gramaticales. Como su nombre lo indica, los derivativos de esta clase modifican la estructura semántica del
verbo afectando el número de sus participantes. Dejando de lado los prefijos ya vistos (véase sección 2.3.2.2.1),
integran esta clase cinco sufijos, a saber: (a) el transitivizador -n(a), (b) el reflexivo-mediopasivo –z(i), (c) el
recíproco -as, (d) el causativo -qat, y (e) el benefactivo -zhin. El transitivizador tiene la virtud de aumentar la
valencia del verbo, tornándolo transitivo cuando es intransitivo y ditransitivo cuando es transitivo, como en
ara-n- ‘reprender’, thaji-n- ‘hacer dormir’, toju-n- ‘repartir’, formados a partir de ar- ‘parlar, thaj- ‘dormir’ y
toj- ‘partir’, respectivamente. El reflexivo-mediopasivo, tomado posiblemente del aimara, expresa una acción
refleja, disminuyendo la valencia del verbo transitivo; cuando se da con un verbo intransitivo, en cambio,
denota beneficio o involucramiento personal en el proceso verbal. Son ejemplos: lap’i-zi- ­‘reflexionar’, ­­­­­sam-
zi- ‘evaporarse’, trak-z- ‘golpearse uno mismo’, etc. El recíproco, como su nombre lo sugiere, hace recíproco
el proceso verbal, como se puede advertir en: cher-z-as- ‘verse el uno al otro’, trak-z-as- ‘golpearse mutua-
mente’, kich-as- ‘pegarse el uno al otro’, etc. El causativo tiene la virtud de introducir dentro de la estructura
semántica del verbo un participante que causa o permite que el proceso verbal se cumpla, según se puede
ver en: thaj-qat- ‘hacer dormir’, tsat-qat-z ‘hacer bailar’, thaa-qat-z ‘hacer dar’, etc. El benefactivo, en fin,
dependiendo del significado conceptual de la base, puede ser tanto benefactivo como detrimental, como en:
cher-zhin- ‘míraselo’, trhuj-zhin- ‘secárselo’, jwer-zhin- ‘arrancárselo’, etc.
Direccionales. Dentro de esta clase sólo encontramos dos sufijos: (a) el cis-translocativo -zhki, y (b) el
frecuentativo -lay. El primero tiene doble valor, ya que, dependiendo de la naturaleza del verbo, puede ser
cislocativo (en dirección del hablante), cuando aquél es de movimiento, y translocativo (fuera del lugar que
64 lenguas de bolivia

ocupa el hablante) cuando lo es de quietud. Son ejemplos: thon-zhki- ‘venir (de allá)’, luz-zhki- ‘entrar aquí’,
cher-as-zhki-‘verse allá’, jow-zhki- ‘extraer allí’, etc. El segundo, de poco uso en razón de su origen aimara,
aparece sólo con el verbo oqh ‘ir’, como en oqh-lay- ‘vagar’, ‘caminar sin rumbo’.

Cuadro 6
Orden de los sufijos deverbativos

1 2 3 4 5 6 7
-lay -zhin -z -as -qat -zhki
-n(a) -ay

2.3.4.2.2 Derivación denominativa

Los sufijos de esta clase, como su nombre lo indica, forman temas verbales a partir de raíces o temas nominales, y
en tal sentido poseen la capacidad de cambiar la categoría de la base. La lengua registra dos sufijos de este tipo: el
transformativo -khi y el verbalizador -ta. El primero, que en verdad es el mismo verbo khi- ‘devenir’, forma temas
verbales que expresan la transformación de alguna entidad en aquello que significa la base nominal, según se aprecia
en oñi-khi- ‘ensordecer’, chiwi-khi- ‘enblanquecer’, zura-khi- ‘enceguecer’, etc., que parten de las raíces nominales
oñi ‘sordo’, chiwi ‘blanco’ y zura ‘ciego’, respectivamente. El segundo, sin duda un verbo copulativo originariamen-
te, devino en sufijo que deriva expresiones existenciales con un matiz temporal pasado, como en thami-ta-tra ‘era
ventoso’, paku-ta-qal-tra ‘fue un perro (me consta)’, lul-ñi-ta-qal-tra ‘él solía comer (me consta)’, etc.

2.3.5 Sufijos independientes

Estos sufijos se caracterizan, desde el punto de vista distributivo, por ocupar una posición final dentro de la
estructura de la palabra y por no tener restricción de ocurrencia con cualquiera de las categorías léxicas de la
lengua; y, desde el ángulo semántico, por gramaticalizar una serie de modalidades epistémicas y actitudinales, así
como también enlaces y conexiones entre los enunciados del discurso, que en otras lenguas se dan analíticamen-
te. De acuerdo con los criterios señalados, tales sufijos se clasifican en ocho subclases, a saber: (a) enunciativos,
(b) modales, (c) evidenciales, (d) interrogativos, (e) concordantes, (f) conectores, (g) enfáticos, y (h) afectivos.
Seguidamente pasaremos a introducir cada una de tales subclases (para un tratamiento más detallado de los
mismos, (cf. Cerrón-Palomino 2006: cap. VII).

2.3.5.1 Enunciativos

Los sufijos que integran esta clase expresan enunciados de contenido informativo, tanto real o confidencial,
como de carácter emotivo, incluso con matices de sorpresa. Distinguimos entre ellos: (a) el declarativo,
(b) el sorpresivo, y (c) el confidencial. Todos ellos tienen en común su incompatibilidad de ocurrencia con
las oraciones imperativas e interrogativas. El declarativo, cuya forma más socorrida es -tra,8 se emplea en
la formulación de enunciados sobre los cuales se puede afirmar o negar, como en zhup oqh-u-tra ‘voy por
leña’, paku cher-chi-n-ta-tra ‘(yo) he visto un perro’, taa uz-ki ana-tra tik-zi-ñ ‘tu hija no está muerta’, etc. El
sorpresivo, marcado por -la, le imprime a la expresión una suerte de sorpresa o asombro ante una situación
descrita, como se puede apreciar en am-la thon-ch-am-ki ‘tú fuiste quien viniste (contra lo esperado)’, tii thami
liso-qala-la ‘este viento es liso (no lo esperaba)’, tii-ki awatiri-qaz-la ‘éste es sólo un pastor (no lo esperaba)’,

8 En verdad, este morfema integra un sistema de sufijos sensible a la distinción de género y edad, que se ponen en juego en la
interacción lingüística; para más detalles, véase Cerrón-Palomino 2006: cap. VII, sección 1.1). Recuérdese que este sufijo tiene
una conducta morfofonémica especial consistente en que, tras la elisión de su vocal, espirantiza su consonante antes del indefi-
nido, realizándose como -zh (ver sección 2.2.2.2).
chipaya 65

etc.9 El confidencial, en fin, realizado como -qa, expresa la confianza o seguridad personal del hablante acerca
de una situación o un evento real o imaginado, según se puede ver en ejemplos como tik-z-chi-qa tii mizi-ki
‘está muerto (sin duda) este gato’, wer nii qaza tan-a-qa ‘yo cazaré (de todos modos) ese pato’, wer nii qaza
ana tan-a-sa-qa ‘(de seguro) no podría cazar ese pato’, etc.

2.3.5.2 Modales

Expresan distintas modalidades epistémicas que se traducen en la incertidumbre, la sospecha, o la naturaleza


hipotética de una situación descrita o del evento anunciado por el hablante. Tres son los sufijos que comprende
esta categoría: (a) el indefinido -la, (b) el hipotético -ni, y (c) el conjetural -ja. Nótese que los dos últimos pueden
combinarse con el primero, y como consecuencia de ello, la incertidumbre de la expresión adquiere ribetes de
mayor indeterminación. El indefinido, que no debe confundirse con el sorpresivo, expresa, como su nombre lo
sugiere, una indeterminación, incertidumbre o imprecisión respecto de un estado o un fenómeno cualquiera.
Notemos que este sufijo suele perder su vocal no sólo ante pausa sino también ante -ni, siempre y cuando vaya
precedido de una consonante. Son ejemplos que ilustran su uso: qhuy-kiz-la zhel-tra ‘tal vez en la casa está’, ana-
pan-l-ni thon-a-sa-tra ‘tal vez no pueda venir’, its-ch-am-tra-la-ni am-ki ‘quizás cantaste tú’, etc. El hipotético, por
su parte, expresa, como su nombre lo sugiere, una suposición o hipótesis, respecto de una situación dada o de la
realización de un evento, como puede verse en hul-z-chi-tra-la-ni ‘probablemente se sentó’, chijñi thon-a-tra-ni
‘probablemente llegue la lluvia’, teqzi tik-z-n-a-tra-ni utrum-ki ‘aquí podríamos morir nosotros’, etc. El conjetural,
en fin, expresa, dependiendo del tiempo implicado por el verbo, una conjetura sobre una situación o la posibilidad
o esperanza respecto de algún acontecimiento, según se puede apreciar en thaaj-in-chi-tra-la-ja ‘quizás le enseñó’,
nii Maksimu thon-tra-ja ‘ojalá venga el Máximo’, we-t ep paj-u-tra-ja ‘tal vez (yo) conozca a mi padre’, etc.

2.3.5.3 Evidenciales

Expresan valores que responden a la fuente de datos, especialmente su obtención, evaluación, inferencia, y
que el hablante toma en cuenta al formular su enunciado. El chipaya registra dos morfemas que codifican
dicha información gramatical: el asertivo -qala y el reportativo -ki. El primero expresa la seguridad con que
el hablante emite un juicio o se pronuncia sobre algo, basado en la fuente directa de sus datos, como en
cheqa-pan Luwis-qal-tra nii zhoñi-ki ‘(de veras) era Luís ese hombre’, tsat-i qall-ti-chi-qal-tra ‘(me consta que)
comenzó a bailar’, tii thami liso-qala-qa ‘este viento sí que es liso’, etc. El segundo, expresa que lo afirmado o
negado no proviene de una constatación directa del hablante sino que su fuente de información es de segunda
mano, según se aprecia en qhaz ana zhel-at-ki-tra ‘dicen que no había agua’, puj-kin thots-ta-ki-tra ‘dicen que
se había caído al río’, ancha qhaz lik-chi-ki-tra ‘dicen que tomó mucha agua’, etc.

2.3.5.4 Interrogativos

La lengua registra básicamente dos morfemas que marcan interrogación: el corroborativo -qa y el informativo
-ta. Mediante el primero se forma preguntas que exigen una respuesta afirmativa o negativa, como en ¿okhal-chiz
am-qa-y? ‘¿tienes hijos?’, ¿ep-chiz am-qa-y? ‘¿tienes padre?’, ¿Luwisu thon-chi-qa-y? ‘¿vino Luis?’, etc. Mediante
el segundo, que requiere la presencia de los pronombres interrogativos, se formulan preguntas que requieren
información, según se aprecia en ¿thrulu lik-ch-am-ta-y? ‘¿qué tomaste?’, ¿hek cher-ch-am-ta-y? ‘¿a quién viste?’,
¿thrulu sikh-chi-ta-y? ‘¿qué trajo?, etc.

9 Nótese que el uso de este morfema es muy socorrido en los relatos míticos, pues se lo emplea como reportativo de tercera
persona indefinida, en la forma de khiy-la ‘dicen’, semejante a como ocurre en quechua y aimara con sus equivalentes ni-n o
si-w(a), respectivamente. Así en t’aj-zi-ñi-ta-tra khiy-l(a) ‘dicen que solía lavarse’.
66 lenguas de bolivia

2.3.5.5 Concordantes

Como su nombre lo sugiere, la función de estos sufijos es establecer una relación de concordancia entre el
sujeto participante de la oración y el elemento que los porta, el mismo que, dependiendo de la intención
focalizadora del hablante, puede variar de una posición a otra. Se trata, como se ve, de una particularidad
morfo-sintáctica inusitada en una lengua andina, y sensible, además, a la distinción de género. Ausente en las
oraciones imperativas, las marcas concordantes se dan tanto en las oraciones declarativas como en las interro-
gativas y dubitativas. Para mayores detalles sobre el tema, (cf.Cerrón-Palomino 2006: cap. VII, sección 1.5).
En los ejemplos ofrecidos, -(i)l, -(i)m e -(i)zh son las marcas concordantes de primera persona (y de tercera
femenina), segunda y tercera personas, respectivamente:

(18) wer quta-l oqh-u-tra am quta-m oqh-tra


yo lago-cncr ir-prog-dcl tú lago-cncr ir-dcl
‘Yo voy al lago.’ ‘Tú vas al lago.’

nii quta-zh oqh-tra naa quta-l oqh-tra


él lago-cncr ir-dcl ella lago-cncr ir-dcl
‘El va al lago.’ ‘Ella va al lago.’

2.3.5.6 Conectores

Los sufijos de esta clase se caracterizan por establecer una relación implícita o explícita entre un enunciado
y otro dentro del diálogo o del discurso. Seguidamente introduciremos los sufijos que integran esta clase.;
ellos son: (a) el topicalizador (b) el reanudador, (c) el inclusivo, (d) el restrictivo, y (e) el aditivo.

(a) El topicalizador, marcado por -ki, tiene la función de destacar una parte del enunciado considerada como
información recibida y sobre la cual se comenta, según se puede ver, en forma parafraseada, en Luwisu-ki
yaw-chi-tra ‘(fue) Luis quien subió’, weenz-ki thon-chi-tra ‘(fue) al amanecer que vino’, paqh zhoñi-ki tii-ki
‘mayor de edad es este hombre’, etc.
(b) El reanudador, realizado como -zti, claramente tomado del aimara, se emplea como retomador del hilo
del diálogo o del discurso, y, como tal, el constituyente que lo porta encabeza la oración, como en paku-
zti lul-zh-ñi-ta-ki-tra ‘y el perro se lo habría comido’, thowa-zti irz-tan-z-chi-ki-tra ‘y el joven se arropó’,
zhoñi-naka-zti, ¿haqzi-kin-tra-la-ja? ‘y los hombres, ¿en dónde estarían?’, etc.
(c) El inclusivo, codificado por -za, expresa la inclusión o el agregado de una entidad o de un proceso a otros
previamente mencionados en el transcurso del diálogo o del relato, según se ve en nii-ki thon-chi-za-tra
‘él vino también’, am-za-m thon-ch-am-tra ‘tú también viniste’, tara-za, kula-za, thapamana zhel-tra ‘hay
maíz, quinua, de todo’, etc.
(d) El restrictivo, marcado por -qaz, indica la manera exclusiva en que se da una situación determinada, a veces
esperable, pero también en cierto modo contrariamente a lo deseado; su traducción resulta ­espontánea
mediante la expresión “nomás” del castellano andino, como se aprecia en oqh-chi-pan-qaz-tra ‘se fue
nomás’, Orur-kiztan-qaz thon-chi-tra ‘vino de Oruro nomás’.
(e) Finalmente, el aditivo, realizado como -mi, expresa la adición de alguna situación o un proceso, que se
agrega o acumula a otro u otros mencionados anteriormente, según se puede apreciar en wer-mi-tra lul-
iñ ‘yo también suelo comer’, nii-ki lul-i-mi lik-i-mi oqh-tra ‘él viene a comer y a tomar’, etc.

2.3.5.7 Enfáticos

Tres morfemas integran esta modalidad, todos ellos compartidos por el quechua y el aimara, lengua esta última
de la cual fueron tomados con seguridad. Tales sufijos son: (a) el categórico -pani, (b) el corroborativo -ya, y (c)
chipaya 67

el puntualizador -pacha. Los ejemplos que ofrecemos ilustran su empleo: saki-pani-qaz zhel-tra ‘hace frío sin
duda alguna’, am cheq-zhki-a-tra-ya ‘te observaré, pues’, wer-pacha nii kintu kinti-n-chi-n-tra ‘yo precisamente
conté ese cuento’, respectivamente.

2.3.5.8 Afectivos

Dos son los sufijos que integran esta clase de modales que transmiten un sentimiento de simpatía o de
compasión con que el hablante se dirige al interlocutor o describe una situación dramática: el atenuador
-lla, tomado del aimara local, y el conmiserativo -jay. Son ejemplos de su empleo: ¡thon-zhki-a-lla! ‘¡ven,
pues, por favor!’, ¡on-z-n-a-lla! ‘¡dame (eso), por favor!’, por un lado, y qiti-jay ana-j wira tan-i at-ñi-ta-
ki-tra ‘¡y el zorro, ay, no podía atraparlo!’, halla neqztan-jay nii uza tik-z-chi-ki-tra ‘y luego, ay, el niño se
murió’, por el otro.

2.4 Sintaxis

En esta sección, tras una caracterización tipológica, ofrecemos un breve esbozo de la sintaxis de la lengua,
introduciendo sus construcciones frasales y oracionales básicas.

2.4.1. Tipología sintáctica

El chipaya, al igual que el quechua y el aimara, pertenece al tipo morfosintáctico nominativo-acusativo, es


decir es una lengua en la cual los roles de sujeto y objeto, desprovistos de una marca especial, se comportan
morfológicamente de manera indiferente a la naturaleza transitiva o intransitiva de los verbos, tal como se
puede apreciar en los ejemplos ofrecidos:

(19) a. zhoñi qaz jwat-chi-tra


hombre pato golpear-pas-dcl
‘Un hombre cazó un pato.’

b. zhoñi pampi-kin tik-chi-tra


hombre pampa-loc morir-pas-dcl
‘Un hombre murió en la pampa.’

En efecto, según se puede ver, el sujeto zhoñi ‘hombre’, ya sea desempeñándose como agente (19a), o como
paciente (19b), se manifiesta formalmente de modo único; y lo propio se puede decir del objeto qaz ‘pato’, que, al
igual que el sujeto en (19a), tampoco recibe marca alguna. Sin embargo, es cierto que (20a,b) son más normales
que sus correspondientes (19a,b), en las que el sujeto aparece focalizado con -ki:

(20) a. zhoñi-ki qaz jwat-chi-tra


b. zhoñi-ki pampi-kin tik-chi-tra

En cuanto al orden en que aparecen los constituyentes de una oración simple y declarativa, el chipaya se
define como una lengua del tipo SOV. En efecto, tal como se puede ver en los ejemplos ofrecidos, el orden
predominante es tal que el sujeto (S) va delante del objeto (O) y éste a su vez precede al verbo (V). Se trata
de un ordenamiento básico y no rígido, y a partir de él, tales constituyentes pueden intercambiar posiciones
por razones pragmáticas y comunicativas.
Ahora bien, en consonancia con el carácter de lengua SOV, el chipaya satisface plenamente las propiedades
concomitantes a toda lengua del tipo señalado, es decir:
68 lenguas de bolivia

(a) es una lengua fundamentalmente sufijante, tal como se ha podido observar en la presentación de su
morfología.

(b) el modificador de una frase nominal precede a su núcleo, según se ve en:

paqh(i) qhuya ‘casa grande’


chajukw(a) qhuya ‘casa vieja’

(c) en la frase genitiva el elemento posesor precede al elemento poseído, como en:

nii-zh chuwa ‘su plato (de él)’


naa-zh-a chuwa ‘su plato (de ella)’

(d) la cláusula subordinada adjetiva antecede al núcleo de la frase nominal a la cual modifica, según se aprecia
en:

[t’anta qhay-ñi] zhoñi-k ithon-chi-tra


pan comprar-nml hombre-top venir-pas-dcl
‘El hombre que compró pan vino.’

[am kula lul-chi]ø ana-m wali-tra


tú quinua comer-nml no-cncr valer-dcl
‘La quinua que comiste no vale.’

(e) las clásulas subordinadas preceden a sus correspondientes matrices, como se puede apreciar en:

nii-ki [chhizwi lul-z] pek-tra


él-top carne comer-nml querer-dcl
‘El quiere comer carne.’

wer-ki [am oqh-ñi]-l pek-u-tra


yo-top tú ir-nml-cncr querer-1.pers-dcl
‘Yo quiero que tú vayas.’

(f) el modelo, marcado en el caso ablativo precede al elemento con el cual se lo compara; así en:

Luwisit-kiztan tsant paqhi-tra wer-ki


Luisito-abl más grande-dcl yo-top
‘Yo (soy) más grande que Luisito.’

we-t-kiztan upa paqhi-tra Luwisitu-ki


yo-gen-abl menos grande-dcl Luisito-top
‘Luisito (es) menos grande que yo.’

2.4.2 La frase

La frase chipaya es una construcción sintáctica constituida por un núcleo, llamado también cabeza, con
o sin modificadores. Dependiendo de la categoría del núcleo, ella puede ser de tres tipos: frase nominal,
frase verbal y frase adverbial. En las secciones siguientes introduciremos brevemente cada una de tales
frases.
chipaya 69

2.4.2.1 Frase nominal

Se caracteriza estructuralmente como un sintagma formado por un núcleo, que en este caso es un nombre,
precedido o no de un modificador, entre los cuales se identifican: (a) los determinantes, (b) los numerales, (c)
los adjetivos, (d) los atributos, y (e) las cláusulas subordinadas. Todos ellos tienen la particularidad de prece-
der a su núcleo, y, cuando los cuatro primeros concurren, formando una misma frase compleja, lo hacen en
el orden presentado. Los ejemplos que ofrecemos ilustran el empleo de tales modificadores: tii thowa ‘este
joven’, nii zhoñi ‘ese hombre’ (con determinante); chhep okhala ‘tres niños’, tunka thuñi ‘diez días’ (con nu-
meral); chiwi paku ‘perro blanco’, qulta zhoñi ‘hombre pequeño’ (con adjetivo); kul zqala ‘chacra de quinua’,
aruwi qhuya ‘casa de adobe’ (con atributo); lik-ñi zhoñi ‘hombre que bebe’, qay-chi uza ‘niño que lloró’ (con
cláusula relativa adjetiva).

2.4.2.2 Frase verbal

La frase verbal chipaya comprende un núcleo, que es el verbo, con o sin modificadores; la posición normal
que ocupan éstos es la pre-verbal. Los modificadores, que pueden ser léxicos, frasales, e incluso oracionales,
dependen de la estructura semántica del núcleo, y en muchos casos son regidos directamente por éstos. De
acuerdo con la subcategoría del núcleo, pueden identificarse los siguientes tipos de frase verbal: (a) con verbo
copulativo, como en ancha trhoqa-l zhel-u-tra ‘estoy muy gordo’, ancha trhoqa-m khi-z-tra ‘tú llegarás a ser muy
gordo’, etc.; (b) con verbo intransitivo, según se ve en: paku-ki thaj-tra ‘el perro duerme’, wawa-ki qaa-chi-tra
‘la criatura lloró’, etc.; con verbo transitivo, así como en zhoñi-naka-ki kul aqhi-nti-chi-ki-tra ‘los hombres
recogieron la quinua’, azhnu-ki paku llaqu-chi-tra ‘el burro pateó al perro’; con verbo ditransitivo, como por
ejemplo en zhoñ-ki uz-zh-kiz t’anta thaa-tra ‘la señora da pan al niño’, am-za-m we-t-kiz trheri on-a-ki-tra ‘tú
también me regalarás comida’, etc.

2.4.2.3 Frase adverbial

La frase adverbial, como su nombre lo sugiere, modifica al verbo, al cual normalmente lo precede. Los siguientes
son algunos de los tipos de frases adverbiales frecuentes de la lengua: (a) modales, como en phejwa lay-chi-ki-tra
‘voló rápidamente’, jozi pal-z-chi-ki-tra ‘casi se derrumbó’; (b) temporales, como por ejemplo, haqa-ki parl-a-ki-
tra ‘mañana hablarás’, anz tsat-a-tra-ni am ‘ahora podrías bailar tú’; (c) de lugar, según se aprecia en khezhu-lla
qam-tra naa-ki ‘ella vive cerquita’, tseku-tan chhiw-chi-tra ‘bajó de arriba’; (d) causales, como en laa-kiztan ana
lul-chi-n-tra ‘no comí por estar enfermo’, ana tsat-z-layku ana thon-a-tra ‘no vendré por no bailar’.

2.4.3 La oración

A diferencia de la frase, la oración constituye una unidad sintáctica formada por un conjunto de palabras que,
independientemente del contexto en el que se la emplea, expresa un pensamiento completo. Nótese que para
que una frase tenga sentido cabal debe contener por lo menos un sujeto y un predicado, expresados por una
frase nominal y una frase verbal, respectivamente. El sujeto es el paciente, el experimentador o el agente de
los diferentes procesos o estados expresados por el predicado. De manera que, formalmente, toda oración
tiene dos componentes básicos: sujeto y predicado, que se ponen de manifiesto a través de frases nominales
o verbales, respectivamente, aun cuando, en el acto del habla, puede omitirse cualquiera de ellos. Así, por
ejempo, en la oración:

(21) alkanti-ki thon-chi-tra


alcalde-top llegar-pas-dcl
‘El alcalde llegó.’
70 lenguas de bolivia

se predica el hecho de que la autoridad en referencia acaba de llegar al lugar en el que se enuncia la oración. En
verdad, en el ejemplo citado, la sola frase thon-chi-tra constituye una oración, pues ella expresa suficientemente el
evento de la llegada, y esto lo sabemos porque el verbo conlleva la información del sujeto, que está codificado, dentro
de la estructura verbal, por la ausencia de toda marca personal, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en (22),

(22) thon-ch-am-tra
llegar-pas-2-dcl
‘Llegaste.’

en donde el sufijo -am codifica al sujeto, que en este caso es la segunda persona singular. Así, esta oración,
cuya forma completa sería am thon-ch-am-tra ‘tú llegaste’, y que está formada por la frase nominal sujeto am
‘tú’ y el predicado thon-ch-am-tra ‘llegaste’, puede reducirse a solo la frase verbal (= predicado), toda vez que
ésta ya tiene “copiado” al sujeto dentro de su estructura verbal.
Ahora bien, la “copia” del sujeto que se hace en el verbo se llama concordancia de sujeto-predicado, y
el procedimiento del copiado es obligatorio en la lengua, pues sólo así podemos saber qué persona (de las
cuatro que conoce la lengua) es la que realiza o experimenta el proceso verbal. En cambio, la concordancia
de número no es obligatoria (véase sección 2.3.4.1.2).

2.4.3.1 Clases de oración

Las oraciones pueden clasificarse, atendiendo a su complejidad estructural, en simples y compuestas. Son simples
cuando constan de un solo predicado, como en los ejemplos ofrecidos previamente; y son compuestas o complejas
cuando están formadas por más de un predicado. Como el núcleo básico de todo predicado es el verbo, puede
decirse que un enunciado univerbal constituye una oración simple, mientras que aquel que comprenda más de
uno resulta en una oración compleja. Así, pues, un enunciado como paku-ki chhizwi lul-z pek-tra ‘el perro quiere
comer carne’, al contener dos verbos: lul ‘comer’ y pek ‘querer’, constituye una oración compleja. Caracterizadas
de esta manera, las oraciones, sean simples o complejas, pueden subclasificarse, siguiendo criterios gramaticales
y semánticos, de acuerdo con: (a) la naturaleza del predicado, y entonces hablamos de predicativas o atributivas;
y (b) la modalidad del enunciado, pudiendo ser declarativas, interrogativas, exhortativas, obligativas, dubitativas,
hipotéticas, conjeturales y exclamativas. En lo que sigue introduciremos las clases de oraciones mencionadas.

2.4.3.1.1 Oraciones simples

Contienen un solo núcleo predicativo, y pueden clasificarse, atendiendo a dos criterios: (a) la naturaleza del
predicado, y (b) la modalidad del enunciado. En las secciones siguientes nos ocuparemos de cada una de estas
clases de oraciones.
Oraciones por la naturaleza del predicado. Son atributivas, llamadas también copulativas, cuando portan un
verbo copulativo y reciben como complemento un predicado nominal, que expresa un atributo o una con-
dición especial del sujeto, como se puede ver en los ejemplos de (23); son predicativas, cuando el predicado
expresa un proceso o un evento que altera una realidad determinada como resultado de la participación del
sujeto de la oración, según se ve en los ejemplos de (24):

(23) am-ki laa zhel-ñ-am-tra


tú-top enfermo estar-hab-2-dcl
‘Tú sueles estar enfermo.’

nii-ki aa khi-z-chi-tra
él-top enfermo devenir-rfl-pas-dcl
‘El devino enfermo.’
chipaya 71

Luwisu-ki palas-kiz zhel-tra


Luís-top plaza-loc estar-dcl
‘Luis está en la plaza.’

(24) qiti-ki pampi-kin tik-z-chi-tra


zorro-top pampa-loc morir-rfl-pas-dcl
‘El zorro murió en la pampa.’

zqal-kin ponawi kon-chi-tra okhala-ki


chacra-loc gorrión matar-pas-dcl niño-top
‘El niño mató un gorrión en la chacra.’

ana we-t-kiz ntu maz-ch-am-tra


no yo-gen-il cuento contar-pas-2-dcl
‘No me contaste el cuento.’

Oraciones por su modalidad. De acuerdo con la intención y las expectativas del hablante, las oraciones ad-
quieren distintas modalidades enunciativas, que se traducen en declaraciones, interrogaciones, exhortaciones,
obligaciones, etc. Los ejemplos de (25), (26), (27) y (28) ilustran cada una de tales oraciones:

(25) hazi-ki chhizwi poot-u-tra wer-ki


ahora-top carne cortar-1-dcl yo-top
‘Ahora yo estoy cortando la carne’.

ana-zh we-t astuna tii-ki


no-cncr yo-gen azadón este-top
‘Este no (es) mi azadón.’

(26) ¿am kintu ziz-qa-y? ¿trhulu-m pek-ta-y?


tú cuento saber-int-corr qué-cncr querer-int-corr
‘¿Sabes un cuento?’ ‘¿Qué quieres?’

(27) ¡qos-tana-lla chiy-a-lla! ¡we-t qhuy-kin lul-z-la-ll!


bajo-dir-dim hablar-2.imp-at yo-gen casa-loc comer-rfl-hort-at
‘¡Habla bajito, por favor!’ ‘¡Comamos en mi casa, por favor!’

(28) wer-ki anz zeztan lanz-z-tan-tra


yo-top ahora tarde trabajar-rfl-oblg-dcl
‘Yo debo trabajar esta tarde.’

wer-ki pampa-l oqh-chuka-tra


yo-top pampa-cncr ir-oblg-dcl
‘Yo tengo que ir a la pampa.’

2.4.3.1.2 Oraciones complejas

Como se dijo, una oración compuesta, a diferencia de una simple, es aquella que tiene dos o más verbos. Se
distinguen tres tipos de oraciones complejas: (a) yuxtapuestas, (b) coordinadas, y (c) subordinadas, que se
72 lenguas de bolivia

definen por el grado de cohesión y dependencia que guardan entre sí los predicados que las integran. Las
yuxtapuestas son aquellas cuyos constituyentes, que son oraciones simples, aparecen desprovistos de un nexo
formal que los enlaza, pero cuya unidad de sentido está garantizada por la entonación y las pausas que los
acompañan al momento de su enunciación. Las coordinadas, a su turno, son aquellas en las que la relación
interna que guardan entre sí los constituyentes que las integran se establece mediante un nexo coordinan-
te, que puede ser de naturaleza copulativa, distributiva, disyuntiva y adversativa. Las subordinadas, en fin,
constituyen oraciones cuyos componentes guardan entre sí una relación de dependencia, de modo que uno
de ellos, que es la oración propiamente subordinada o dependiente, aparece subordinado a otro, que viene
a ser la oración principal o matriz. En lo que sigue pasamos a introducir los tipos de oraciones yuxtapuestas
y coordinadas, dejando para la sección siguiente las subordinadas, que requieren mayor atención. Los ejem-
plos de (29) constituyen oraciones yuxtapuestas, a la par que los de (30) ilustran distintos tipos de oraciones
coordinadas:

(29) laa-ki ana-zh lul-tra, ana-zh lik-tra


enfermo-top no-cncr comer-dcl, no-cncr beber-dcl
‘El enfermo no come, no bebe.’

nii-ki piluta-zh uzin-tra, naa-ki wuli-zh uzin-tra


él-top pelota-cncr jugar-dcl, ella-top vóley-cncr jugar-dcl
‘El juega pelota, ella juega vóley.’

(30) a. Wanuni-kin qam-a-ki-tra-mi lanz-n-a-ki-tra-mi


Huanuni-loc vivir-incmpl-fut-dcl-adi trabajar-ep-incmpl-fut-dcl-adi
‘Vivirás y trabajarás en Huanuni.’

uw-a-tra-la-ni-m sak-a-tra-la-ni-mi
helar-incmpl-dcl-indf-hip-adi enfriar-incmpl-dcl-indf-hip-adi
‘Podría helar y hacer frío’.

b. tshiipa-kama-zh qaa-tra, tshiipa-kama-zh thaz-tra wawa-ki


por.momentos-cncr llorar-dcl, por.momentos-cncr reír-dcl criatura-top
‘Por momentos llora y por momentos ríe la criatura.’

matñilla-ki awiza-ki-zh lul-tra, awiza-ki-zh thaj-tra


abuelo-top a.veces-top-cncr comer-dcl, a.veces-top-cncr dormir-dcl
‘El abuelo a veces come y a veces duerme.’

c. am-ki lul-a-ki-ya uzh thaj-a-ja


tú-top comer-incmpl-fut-corr o dormir-incmpl-cnjt
‘Tú vas a comer o quizás a dormir.’

¿am-ki chiwi pek-ya uzh tsok pek?


tú-top blanco querer-corr o negro querer
¿Tú quieres blanco o negro?’

d. yuqa-ki ancha t’ajra-tra peru puq-ñi-tra


tierra-top muy seco-dcl pero producir-hab-dcl
‘El terreno es muy seco, pero produce.’
chipaya 73

qhuya-ki ancha qulta-lla-tra peru qhutñi-lla-tra


casa-top muy chica-dim-dcl pero caliente-dim-dcl
‘La casa es muy pequeña, pero muy abrigadora.’

2.4.3.1.2.1 Oraciones subordinadas

Al igual que el quechua y el aimara, el chipaya emplea dos estrategias principales en la formación de oraciones
subordinadas, dependiendo de la conducta del verbo subordinado: la subordinación con verbo no-finito, es
decir no conjugado, y la subordinación con verbo finito.

(a) Subordinadas no-finitas. En estas oraciones el verbo subordinado aparece nominalizado en virtud de los sufijos
nominalizadores vistos en sección 2.3.3.2.2, y, de acuerdo con la función que desempeña la oración depen-
diente previamente nominalizada, las subordinadas de este tipo pueden ser adjetivas, sustantivas, y adverbiales.
Nótese que en esta clase de subordinación el sujeto de la oración subordinada recibe marca de caso genitivo.
Seguidamente pasaremos a ilustrar los tres tipos de oraciones mencionados (donde la cláusula subordinada va
entre corchetes).

Subordinadas adjetivas

(31) [uywi-zh lul-z] pastu-ki ana zhel-at-tra


animal-gen comer-nml pasto-top no haber-ipfv-dcl
‘No había pasto que comer para los animales.’

[uy zana kuyti-ñi] zhoñi-ki ana wali-tra


corral entrada cuidar-nml hombre-top no valer-dcl
‘El hombre que cuida la entrada del cepo no sirve’.

wer-ki [tsat-chi] zhoñi-l qhur-u-tra


yo-top bailar-nml hombre-cncr buscar-1-dcl
‘Yo busco al hombre que bailó.’

[utrum-naka-zh qam-ta] qhuya-ki qwat-z-chi-tra


nosotros-pl-gen vivir-nml casa-top desaparecer-rfl-pas-dcl
‘La casa en la que vivimos desapareció.’

Subordinadas sustantivas

(32) [nii quzhi khezhin-z-qat-z] pek-at-tra


él carga aligerar-rfl-caus-nml querer-ipfv-dcl
‘El quiso aligerar la carga.’

[qhaz lik-i] tra qiti-ki


agua tomar-nml comenzar-dcl zorro-top
‘El zorro comenzó a tomar el agua.’

wer-ki [am-izh zezkhu thon-ta] ziz-chi-n-tra


yo-top tú-gen ayer venir-nml saber-pas-1-dcl
‘Yo supe que tú llegaste ayer.’
74 lenguas de bolivia

am-ki [wer azhqa thon-chi] ziz-ch-am-tra


tú-top yo antes venir-nml saber-pas-2-dcl
‘Yo supe que tú viniste hace tiempo.’

Subordinadas adverbiales

(33) am-ki [qos-chuk pasiy-i] oqh-ch-am-tra


tú-top abajo-dir pasear-nml ir-pas-2-dcl
‘Tú fuiste a pasearte por abajo.’

[threri qaj-a] oqh-chi-tra


alimentos prestar-nml ir-pas-dcl
‘Fue a prestarse alimentos.’

am-izh thon-chi-layku kula qis-chi-n-tra


tú-gen venir-nml-csl quinua cocinar-pas-1-dcl
‘Preparé quinua en razón de tu llegada.’

wer-ki lanz-n-a-tra tik-za-ñ-kama


yo-top trabajar-incmpl-dcl morir-¿?-nml-al
‘Yo trabajaré hasta que muera.’

(b) Subordinación con verbo finito. Este tipo de subordinación se realiza mediante el recurso a conectores
especiales, y, como su nombre lo sugiere, el verbo de la oración dependiente aparece en forma conju-
gada (en tiempo y persona) o como un gerundio. Distinguimos dos clases: adjetivas y adverbiales. Las
primeras se construyen con el pronombre nii topicalizado, que refiere al antecedente modificado, y
que, previa pausa, precede casi siempre a la oración principal. Las segundas comprenden subordina-
das condicionales, concesivas, causales, correlativas y circunstanciales, y aquí sólo introduciremos a
las primeras (para los demás tipos de subordinadas (véase Cerrón-Palomino 2006: cap. XIII, sección
3.2.2). Notemos que en éstas la marca de la cláusula condicional es el mismo pronombre nii, pero esta
vez congelado y reanalizado como ni-ki. Los ejemplos de (34) y (35) ilustran ejemplos de oraciones
subordinadas adjetivas y adverbiales, respectivamente:

(34) taa miz thaj-tra, naa-ki we-t-ti-tra


esta gata dormir-dcl ésa-top yo-gen-vbl-dcl
‘Esta gata que duerme, ésa era mía.’

naa zhoñ am cher-tra, naa-ki we-t maataqa-tra


la mujer tú ver-dcl ésa-top yo-gen mujer-dcl
‘La mujer que tú ves, ésa es mi mujer.’

(35) nii zhoñi thon-a-ki-tra niki, ana-l oqh-a-tra


el hombre venir-incmpl-fut-dcl cond no-cncr ir-incmpl-dcl
‘Si el hombre viene, no iré.’

wer paaz-chiz khi-u-tra-j niki-l, awtu qhay-a-tra-ni


yo plata-pos tener-1-dcl-cnjt cond-cncr, carro comprar-incmpl-dcl-hip
‘Si yo tuviera dinero, compraría un auto.’
chipaya 75

3. Muestra textual: Qaz ozmach-zh kintu10 ‘Cuento de los patitos’

t1 Qaz ozmachanaka qos qot mora tuytunkichi zhelattra.


qaz ozmacha-naka qos qot mora tuytunki-chi zhel-at-tra
pato polluelo-pl dentro lago centro nadar-pas estar-pas.ipfv-dcl
‘Unos patitos estaban nadando en el medio de un lago profundo.’

t2 Nii qitizti nii qaz ozmachanaka ancha tanz pekattra.


nii qiti-zti nii qaz ozmacha-naka ancha tan-z pek-at-tra
el zorro-rean el pato polluelo-pl mucho atrapar-nml querer-pas.ipfv-dcl
‘El zorro quería atrapar con ganas a los patitos.’

t3 Neqztan nii qaz ozmachanakaki liju atipchitra.


neqztan nii qaz ozmacha-naka-ki liju atip-chi-tra
entonces el pato polluelo-pl-top todos escapar-pas-dcl
‘Entonces los patitos escaparon completamente.’

t4 Nuzhkiz nii qitiki ancha otrchi eklichitra.


nuzh-kiz nii qiti-ki ancha otz-chi ekli-chi-tra
así-loc el zorro-top mucho cansar-ptcp quedar-pas-dcl
‘A causa de ello el zorro quedó muy cansado.’

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