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Molina Artaloytia Francisco Tesis

La tesis doctoral de Francisco Molina Artaloytia examina los discursos biomédicos sobre la homosexualidad en los regímenes autoritarios ibéricos del siglo XX, analizando su estigmatización y diagnóstico. A través de un enfoque epistemológico y axiológico, se abordan las interacciones sociales y las implicaciones de estos discursos en la construcción de la homosexualidad como un fenómeno institucional. La investigación incluye un análisis de contextos históricos, legislativos y médicos que han influido en la percepción de la homosexualidad en la península ibérica.

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Molina Artaloytia Francisco Tesis

La tesis doctoral de Francisco Molina Artaloytia examina los discursos biomédicos sobre la homosexualidad en los regímenes autoritarios ibéricos del siglo XX, analizando su estigmatización y diagnóstico. A través de un enfoque epistemológico y axiológico, se abordan las interacciones sociales y las implicaciones de estos discursos en la construcción de la homosexualidad como un fenómeno institucional. La investigación incluye un análisis de contextos históricos, legislativos y médicos que han influido en la percepción de la homosexualidad en la península ibérica.

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TESIS DOCTORAL

ESTIGMA, DIAGNOSIS E INTERACCIÓN:


Un análisis epistemológico y axiológico
de los discursos biomédicos sobre la homosexualidad
en los autoritarismos ibéricos del siglo XX

Francisco Molina Artaloytia


Licenciado en Filosofía

2015

Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la


Ciencia
FACULTAD DE FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
(U.N.E.D.)

1
Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la
Ciencia

FACULTAD DE FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
(U.N.E.D.)

TESIS DOCTORAL

ESTIGMA, DIAGNOSIS E INTERACCIÓN:


Un análisis epistemológico y axiológico de los discursos
biomédicos sobre la homosexualidad en los regímenes
autoritarios ibéricos del siglo XX

Autor:

Francisco Molina Artaloytia


Licenciado en Filosofía

Directores:

Dr. D. Francisco Vázquez García (UCA)


Dr. D. David Teira Serrano (UNED)

2
AGRADECIMIENTOS
Nunca podré expresar suficientemente mi agradecimiento a
todas las personas que de una manera u otra han contribuido a que
pueda llevar a buen puerto este trabajo, alguna de las cuales incluso
nos han dejado en el transcurso de su elaboración.

En primer lugar a mis directores, Francisco Vázquez García y


David Teira Serrano, sin su magisterio, orientación e infinita paciencia
habría sido imposible esta investigación. No tienen precio tampoco la
acogida, trato y ingente cantidad de información y material recibidos
por parte António Fernando Cascais, de la Universidade Nova de
Lisboa, que me guió en Portugal. Tengo que hacer una mención
especial a los expertos Richard Cleminson, Javier Ugarte y Enrique
González Duro por su consejo, apoyo y docta opinión.

En mi Universidad de origen he contado con el ánimo, apoyo y


asesoramiento de Eloy Rada, Julio César Armero, Amparo Díez,
Francisco José Martínez, Luis Vega, Eduardo de Bustos, Francisco
José Martínez, José Francisco Álvarez, Jesús P. Zamora, María
Jiménez-Buedo y Francisco Javier Vidarte (qed). Junto a ellos quiero
en este trabajo reconocer gratitud a todos los que contribuyeron a mi
formación filosófica previa: Pilar Castrillo, Emilio Lledó, Javier
Muguerza, Simón Marchán, Aurora Marquina, Carlos Solís, Manuel
Sellés, Javier San Martín, Manuel Fraijó, Cristina Peretti, Ana Lucas
(qed), Fernando Quesada, Antonio García-Santesmases, Andrés
Martínez Lorca, José María Ripalda, Eduardo Subirats, Juan García-
Morán, Carlos Gómez, Salvador Mas, Paz Moreno, Honorio Velasco,
Eugenia Ramírez, Jacinto Rivera y resto del profesorado. A mis tutores
en la licenciatura, Jesús Mendo, Fermín Muñoz, Ángel Silva y Paqui
Calle. De la UNED también, he de expresar mi agradecimiento a
Raquel Osborne e Hipólito de la Torre.

Gracias también al personal de la UNED de Mérida,


especialmente a su Directora Irene Mañas y a la bibliotecaria María
Luisa Romero Mora. A la Real Academia de Medicina, especialmente
a su bibliotecario Ignacio Díaz-Delgado, a la Biblioteca Nacional de
España y a todas las instituciones referidas al final de este trabajo

A los informantes, anónimos y nominales y las personas que


han colaborado para obtener dicha información. A Antoni Ruiz,
presidente de la Asociación de Ex-Presos Sociales, a Jordi Griset, al

3
historiador José Berasaluce y al médico Lorenzo de Lemus.

A los especialistas Albert Mira, José Lázaro, José Morgado


Pereira, Ana Leonor Pereira, João Rui Pita, Ricardo Campos, Lucas
Platero, Javier Fernández Galeano, Jordi Terrasa, Fabrizzio Guerrero,
Geoffroy Huard, Enrique Perdiguero, Luis Montiel, Alfredo
Menéndez, Iván Crozier, Mark Seymour, Josep M. Comelles, Ana
María Brandão, Sean Brady, Julia Eisner, Steven Epstein, Emilio
Martínez Navarro, Karori Mbugua, Antón Fernández de Rota y Àlvar
Martínez por su apoyo o colaboración y haberme facilitado
documentación o asesoramiento.

Sentimiento de especial gratitud al Dr. Adrián Gramary y al


Exmo. Sr. Provedor del Centro Hospitalar Conde de Ferreira - Casa da
Misericorda de Oporto por haber facilitado y autorizado la
disponibilidad de un documento inédito de Egas Moniz.

Por la revisión de traducciones, profundo agradecimiento a


María Eugenia Torres, Francisco Javier Marcos y Angelina Rita
Carvalho Tiago A la familia Ramos Pinto y Sally Crystal por ayuda
documental.

A mi familia, que bien sabe lo difícil que ha sido este proceso


por circunstancias ajenas a la investigación. A mis padres, siempre
apoyo en mis estudios. A mi padre (qed), al que he perdido mientras
redactaba esta Tesis y al que se le dedica expresamente. A Fernando,
solo él sabe bien por qué. A Fergus Crystal por su apoyo y
imprescindible ayuda con el inglés. A mis hermanas y sobrinos. A
Carmen Artaloytia Lázaro.

De una manera u otra, y dejándome seguro a alguien sin


escribir, pero no en mi recuerdo, gracias a Diego Martín Arce (qed),
Diego Díez, Víctor Bermúdez, Diego Picarzo, María del Carmen
López Alegre, Francisco J. Amaya, Raquel Rodríguez Niño, Carmen
Sánchez, Rafael España, Mateo Borreguero, Miguel Ángel Tejada,
Joaquín Paredes, a Faustino Lobato, Jonatham Moriche, Alfonso
Rodríguez, Rogelio Nuñez, Gaëtan Regent, Antonio Castellet y Rafa,
Elena Comellas y Catalina Vega. Y muy especialmente a mi alumnado
y los que lo fueron, por el que vale la pena todo esto y más: Tomasi
Pérez, Elena Rueda, Alberto Serrano, Alejandro Gómez, Catalina,
María Toledo, Hilario Blanco, Carlos Moreno, Carlos Rubio y una lista
interminable.

4
ÍNDICE GENERAL

Filiación de la Tesis 2

Agradecimientos 3

ÍNDICE GENERAL 5

Lista de figuras y tablas 11

INTRODUCCIÓN 13

DESARROLLO

I. HERRAMIENTAS FILOSÓFICAS 31

1.1. La filosofía como herramienta de análisis de las tipologías


humanas 31

a) "Making up" people. Las clases interactivas 37

b) La "naturalidad" de las clases de orientación sexual 48

c) La herramienta filosófica para nuestro análisis 53

1.2. La homosexualidad como hecho institucional 60

a) El papel de la praxis: una revisión de la teoría searliana a


través de una ontología materialista 62

b) El régimen de sexualidad 66

1.3. Hipótesis represiva e hipótesis productiva en Francisco Vázquez 76

1.4. El enfoque materialista de Javier Ugarte 82

1.5. Sesgos, borrosidad y eclecticismo. Versatilidad. Teoría y biografía 85

5
II. LOS CONTEXTOS DE LA "HOMOSEXUALIDAD" EN LOS
REGÍMENES AUTORITARIOS IBÉRICOS DEL SIGLO XX 89

2.1. El marco legislativo 95

2.2. Las antropologías del nuevo hombre 104

2.3. Cuarteles y escuelas 111

a) Los «cuadros médicos militares» 111

b) Las preocupaciones educativas 130


26

III. LAS RAÍCES DE LA MIRADA SOBRE EL HOMOEROTISMO EN LA


PENÍNSULA IBÉRICA 143

3.1. Lo innombrable y sus prolongaciones 145

3.2. La noción de sodomía entre el Romanticismo y la Ilustración 157

3.3. Visibilizando a los invisibles 173

3.4. Prevenciones para lo que sigue 177

IV. LA FORMACIÓN DE LA CONCEPCIÓN DE LA CRIMINOLOGÍA


LUSA SOBRE EL HOMOEROTISMO 182

4.1. Los devassos de Francisco Ferraz Macedo 184

4.3. Desviación y antropología. Mendes Corrêa 192

4.4. Criminosos homossexuais 206

4.5. Lopes Vieira y la medicina judiciaria de la inversión genital 216

4.6. Criminalidad y homosexualidad: un balance provisional 221

V. LOS GRANDES DISCURSOS SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD EN


PORTUGAL 226

5.1. Alienados y tribunales: Júlio de Matos 226

6
5.2. Amor sáfico y socrático en Monteiro 241

a) Subjetividad y actos. ¿"Quién" es "qué"? 246

b) El barniz moral de Monteiro 268

c) Un apartado para la Psiquiatría 271

d) Teorías sobre la homosexualidad 274

e) La apuesta de Monterio: la teoría de la anomalía 282

f) Propuestas de intervención 290

g) La homosexualidad en perspectiva histórica y cultural 297

h) Partidarias de Safo 307

i) Un balance 313

5.2. EGAS MONIZ: Y LA HOMOSEXUALIDAD: ENTRE LOS VICIOS Y


LA NORMALIZACIÓN 321

a) El discurso biomédico . 330

b) Problemas de metodología y sociología. Estudios de caso 340

c) Diagnosis, pronóstico y tratamiento 344

d) Balance 347

e) Homosexualidad femenina 353

f) Un informe pericial 359

5.4. MEDICINA LEGAL Y HOMOEROTISMO EN ASDRÚBAL DE


AGUIAR 388

a) La perspectiva histórica de las Ordenações 390

b) El estudio de las homosexualidades 393

c) La homosexualidad masculina 401

d) Estudios de casos 414

7
e) Discusión sobre los estudios de casos 449

f) La homosexualidad femenina 456

g) Um caso de homosexualidade feminina (1932) 463


h) Balance: el lesbianismo en la mirada médica portuguesa 475
i) La psiquiatría legal: Luiz Cebolla 478

5.5. UN PROTAGONISTA BIOGRÁFICO: VALENTIM DE BARROS 480


a) Exposición del caso: una biografía truncada 482
b) Análisis de la información disponible 491
c) Documentos gráficos 496

VI. MEDICINA Y HOMOSEXUALIDAD EN EL FRANQUISMO 503

6.1. CRIMINOLOGÍA Y PELIGROSIDAD SOCIAL A PRINCIPIOS DEL


SIGLO XX 503
a) Higienismo y peligrosidad 503
b) La antesala científica de la psiquiatría nacional 511

6.2. DEL PECADO A LA ENFERMEDAD Y DE LA ENFERMEDAD AL


PECADO 514
a) Los avatares "nacionales" de la psiquiatría 514
b) Un lugar para la homosexualidad 519

6.3. VALLEJO NÁGERA: DESECHOS DE PRISIÓN Y CRISIS DE


VIRILIDAD 526
a) La "cruzada" contra la "anti-biología" 528
b) La haraganería viciosa y feminoide (F. de la Portilla y Peña) 535
c) La homosexualidad y la anti-España 537

6.4. LA PSICOLOGÍA CRIMINAL DE ECHALECU Y CANINO 542

8
a) Las coordenadas de la obra de Echalecu 542
b) La homosexualidad en la psicología criminal franquista 552
c) Exterminio, redención o corrección 556

6.5. CIENCIA Y LEY: «RIGOR EN OCASIONES, CARIDAD SIEMPRE Y


SIMPATÍA NUNCA» 558
a) Recapitulación y contextualización de dos Discursos 558
b) El Discurso sobre la homosexualidad de Pérez Argiles 563
c) Rigor y caridad sin simpatía: Luis Vivas Marzal 571
d) La sexología forense española: López y Gisbert 573

6.6. LÓPEZ IBOR: DE LA PSIQUIATRÍA "NACIONAL" A LA


INTERNACIONAL PSIQUIÁTRICA 576
a) Homosexualidad y psiquiatría en López Ibor 579
b) La vida (homo) sexual 583
c) La decisión del paciente 589
d) El Referendum y una cita "psicoquirúrgica" para la historia 591

VII. NUEVAS (Y VIEJAS) SUBJETIVIDADES Y NUEVAS (Y VIEJAS)


TEORÍAS: LA CUESTIÓN EN EL DECLIVE DE LOS
AUTORITARISMOS 598

7.1. Los discursos médicos en el camino hacia la Ley de Peligrosidad (1970)


y su desarrollo. 598
a) El discurso correccionalista sobre las perversiones 601
b) Otros protagonistas ibéricos 610
c) La perspectiva médico-antropológica de Alonso-Fernández 614
d) Glándulas y educación: Francisco Arasa 621
e) La armonización de los enfoques de la propuesta antropológica en
Gómez Infante y Pérez Millán 623
g) Las tensiones entre la normalización y el estigma 629

9
7.2. La recepción del psicoanálisis, la psiquiatría antropológica y la sexología
en Portugal 633

7.3. Conductismo y homosexualidad en España y Portugal 640


a) Afonso de Albuquerque y las técnicas galvánicas 645
b) Sociología, aprendizaje y electroterapia: Juan Masana 650

7.4. Clasificación e interacción: El Informe Chamorro (1970) 660


a) Del redentorismo al correccionalismo 660
b) El contexto del estudio de Chamorro Gundín 663
c) La posición teórica y la clasificación por roles 667
d) Resultados de la aplicación de las técnicas proyectivas 679
e) Nuestro análisis 683

CONCLUSIONES 695

BIBLIOGRAFÍA 719

10
LISTA DE TABLAS Y FIGURAS

TABLAS

Fichas de las observaciones de Asdrúbal D' Aguiar (1926?)

Tabla 1 Observación 1ª p. 416


Tabla 2 Observación 2ª p. 417
Tabla 3 Observación 3ª p. 419
Tabla 4 Observación 4ª p. 420
Tabla 5 Observación 5ª p. 422
Tabla 6 Observación 6ª p. 424
Tabla 7 Observación 7ª p. 426
Tabla 8 Observación 8ª p. 428
Tabla 9 Observación 9ª p. 430
Tabla 10 Observación 10ª p. 432
Tabla 11 Observación 11ª p. 434
Tabla 12 Observación 12ª p. 436
Tabla 13 Observación 13ª p. 438
Tabla 14 Observación 14ª p. 440
Tabla 15 Observación 15ª p .441
Tabla 16 Observación 16ª p. 442
Tabla 17 Observación 17ª p. 443
Tabla 18 Observación 18ª p. 444
Tabla 19 Observación 19ª p. 445
Tabla 20 Observación 20ª p. 447
___________________________
Tabla 21 Clasificación de homosexuales por F. Chamorro (1970) p. 674

FIGURAS

Figura 1 Lámina de los años 30 . Porto Ramos Pinto p. 181


Figura 2 Teoría ovogenética Monteiro (1922: 384) p. 284

Láminas de estudios de casos (D' Aguiar, 1942?)

Figura 3 «La Serpiente Española» (Fig. 398) p. 418


Figura 4 «A Moura» ( Fig. 400) p. 421
Figura 5 «A Boneca» (Fig. 411) p. 423
Figura 6 «A Rainha dos Pililampos» (Fig. 392) p. 425
Figura 7 «A Pertetua cheirosa» (Fig. 390) p. 427
Figura 8 «A Princesa Bohemia» (Fig. 396) p. 429
Figura 9 «A Violeta» ( Fig. 410) p. 431

11
Figura 10 «A Marqueza do Faial» (Fig. 404) p. 433
Figura 11 «A Ló-Ló» ( Fig. 412) p. 435
Figura 12 «A Alice« ( Fig. 402) p. 437
Figura 13 «O Casa pia» (Fig. 391) p. 439
Figura 14 «A Petiza do Bairro Alto» (Fig.399) p. 446
Figura 15 «A Moura» ( Fig. 401) p. 448

Documentos gráficos Pabellón de Seguridad del Hospital Miguel Bombarda


de Lisboa y su Museo.

Figura 16 Pabellón de Seguridad p. 497


Figura 17 Vista exterior Pabellón p. 497
Figura 18 Puerta de la celda de Valentim de Barros p. 498
Figura 19 Baños del Pabellón de Seguridad p. 498
Figura 20 Instrumental técnico electroconvulsionante p. 499
Figura 21 Instrumental técnico electroconvulsionante p. 499
Figura 22 Camisa de fuerza. p. 500
Figura 23 Instrumental quirúrgico p. 500

Documentos gráficos de Bruno Horta (2014) (Vid. Bibliografía)

Figuras 24 y 25 Valentim de Barros p. 501


Figura 26 Vista aérea del Pabellón de Seguridad p. 502

Gráficos de análisis del informe Chamorro

Figura 27 Pasivos activos y ocasionales p. 675


Figura 28 Activos dentro de los ocasionales p. 675
Figura 29 Sujetos de rol activo dentro de activos ocasionales p. 676

12
INTRODUCCIÓN

Este trabajo es un estudio filosófico y un análisis comparativo


de la categoría científica de "homosexualidad" en los discursos
biomédicos desarrollados durante los autoritarismos ibéricos del siglo
XX. El enfoque adoptado será el de una epistemología histórica que
trascienda los discursos de la historia interna y las comunidades
expertas para atender a las interacciones psico-sociales, circularidades
y construcciones conceptuales que permitan no sólo un enfoque
metodológico sino axiológico o crítico-cultural.

Los estudios sobre la homosexualidad son un clásico en la


historia de la psicopatología. La eliminación de dicha categoría de los
manuales de diagnóstico psiquiátrico y de los criterios internacionales
de la Organización Mundial de la Salud no le han restado importancia.
Ahora, bajo los tópicos más amplios de género y orientación sexual,
aparece con frecuencia en estudios sexológicos, antropológicos y de
las ciencias sociales en general, con una intencionalidad heurística a la
par que ética o emancipatoria.

Los estudios de género (Gender Studies) son un enfoque


consolidado en las tradiciones de los estudios sociales, lo que incluye
en nuestro caso los Estudios Sociales sobre la Ciencia, área
emparentada con la Epistemología. Ciertas concepciones de la filosofía
postpositivista de la ciencia tienen ese sabor crítico heredero tanto de
la atención frankfurtiana a "lo otro" como del análisis exhaustivo de
los discursos, sujetos e instituciones, propio del postestructuralismo.
La aparición de los Gay and Lesbian Studies tiene lugar en el marco

13
teórico proporcionado por esos enfoques de género al traer a primera
línea de las discusiones los conceptos de sexo, género, identidad
sexual, orientación sexual y prácticas sexuales. En ese sentido la
categoría de "homosexualidad" será un tópico central en el
denominado estudio de las masculinidades.

Paralelamente, hemos asistido a la proliferación de historias del


tratamiento de dicha categoría en las que se recuperan las diferentes
articulaciones de los discursos en juego, los factores científicos y
políticos que los han determinado y las consecuencias para las
personas y los colectivos. Incluso los enfoques sociobiológicos han
producido sus propios discursos, en el interregno biológico y
sociológico, acerca de la sexualidad disidente del sistema.

A raíz de la genealogía foucaltiana y de su revisión filosófica


de las diferentes articulaciones del poder en relación con la gestión de
los cuerpos y los placeres, han surgido diversos estudios filosóficos
tales como los centrados en la biopolítica y los más radicalizados
discursos queer, herederos asimismo de las tradiciones de la
deconstrucción y de ciertos extremos de las teorías de género. En este
orden de cosas, la propia epistemología ha tenido adalides que han
conjugado fecundamente nociones foucaltianas con los enfoques más
analíticos de la propia filosofía de la ciencia. Es en esta reformulación
donde encontramos la epistemología histórica de Ian M. Hacking,
Arnold I. Davidson (2004) y más recientemente Julie Mazaleigue-
Labaste (2104) . Sus posiciones metateóricas, unidas a clásicos de la
filosofía del lenguaje como John Searle proporcionan útiles
herramientas para un análisis de segundo orden de los discursos

14
producidos en torno a la categoría que tratamos. Esta metodología es la
sugerida por Francisco Vázquez García (2011a) como alternativa a la
dicotomía entre esencialismo y construccionismo sobre la que han
debatido los estudios sobre el género y las sexualidades. Creemos, con
Vázquez que es necesaria una forma de construccionismo temperado
(2009), y la reconsideración de las hipótesis productiva y represiva de
Foucault. Esta empresa puede nutrirse de las perspectivas analíticas del
nominalismo dinámico de Hacking y de la pragmática de Searle, en
particular su ontología de los hechos institucionales. El estilo de
trabajo debe confluir en un meta-discurso que permita armonizar la
historia y la filosofía de la ciencia más rigurosas, con los afanes más
emancipatorios y desenmascaradores de la historia y la sociología
crítica de los saberes sexológicos. Encontraremos además una mayor
consistencia si atendemos a la dimensión material de los modos de
producción y reproducción como factores muy influyentes en los
discursos analizados, metodología y estudios que nos proporciona la
producción más reciente de Javier Ugarte (2011; 2012; 2014).

Como vamos a examinar, el devenir de las subjetividades


sexuales disidentes no se produce de forma lineal ni sucesiva. Cuando
los discursos científicos comiencen a ocuparse de dichas identidades
no se producirán cortes abruptos sino recombinación de significados.
Por otra parte, a la luz de los estudios empíricos no cabe concebir que
ciertos modos de ser sexual fuesen diseñados por los expertos y luego
asimilados por las poblaciones de forma meramente pasiva.
Constataremos que el proceso no solo es bidireccional sino interactivo
y que los sujetos clasificados, tanto si son considerados normales como
"anormales", resignificarán las categorías que les son atribuidas.

15
A los protagonistas que describe la ciencia (teóricos) se
sobrepondrán los estilos de vida y los comportamientos de los sujetos
concretos (protagonistas biográficos). Por otra parte la
"homosexualidad" es una categoría que ha sido objeto cruzado de la,
moral, la teología, la biología, la medicina, la psicología y el derecho.
Esa interdisciplinariedad ha abonado el carácter ecléctico y difuso de
la articulación lógica del discurso experto, en otras palabras, ha
fomentado la borrosidad para tratar un territorio "disidente". Se
analizará hasta qué punto eso genera flexibilidad en las prácticas
discursivas y no discursivas tanto por parte de los expertos como de
los sujetos "estudiados".

Esta empresa, si quiere rendir cuentas de la complejidad del


dispositivo de sexualidad, habrá de adoptar una metodología
comparada, transnacional y más atenta a los solapamientos que a las
sucesiones teleológicas (Vázquez, 2011a: 36). También refuerza el
enfoque "comparatista" el punto de vista de la historiadora alemana
Dagmar Herzgo, que en su estado de la cuestión «Syncopated sex:
transforming european sexual cultures» ha resaltado cómo son
precisamente los estudios comparados los que constituyen una de las
vías más prometedoras y que requieren un mayor desarrollo en historia
de la sexualidad (Hergoz, 2009: 1287 y 1296)

En prosecución de ese objetivo, determinamos examinar los


casos de la biomedicina portuguesa y española, en un periodo en el que
ambos países viven simultáneamente los dos periodos autoritarios más
largos de la historia europea. Nuestra tarea se orientará al examen de la
construcción de ciertas subjetividades en relación con la producción de

16
discursos verdaderos (psiquiatría, criminología, etc.) comparando los
procesos en el marco de los autoritarismos ibéricos del siglo XX.

En el transcurso de esa historia paralela, se planteó un


acotamiento temporal entre 1940 y 1975, que fue finalmente
modificado por un motivo que contiene advertir en esta introducción.
En el caso portugués, es imprescindible abordar la biomedicina de
principios del siglo XX, dado que en el primer tercio del mismo
encontramos las producciones paradigmáticas sobre la
homosexualidad que mantendrán vigencia científica a lo largo de los
periodos autoritarios.

El hecho de que en Portugal no se produjese una contienda


civil y que se constate la continuidad de una "scientia medica" con
cierta autonomía a lo largo del Estado Novo, hacía necesario atender a
la producción republicana previa al momento dictatorial. El auge del
positivismo, la apertura atlántica de Portugal, particularmente hacia
ámbitos anglosajones, y los procesos de descolonización necesitan ser
abordados desde una perspectiva que encuentra sus raíces incluso en la
segunda mitad del siglo XIX, si bien nos resulta suficiente la datación
en el XX.

Los principales expertos sobre la "homosexualidad" en


Portugal habían hecho gran parte de su carrera en el régimen
republicano y continuaron su desarrollo profesional durante el
estadonovismo. Como analizaremos, su obra es la obra paradigmática
"sobre la homosexualidad"del periodo. Ello se une a que, a diferencia
de España, la represión jurídica comienza en 1912 y prosigue sin

17
grandes alteraciones hasta el final del salazarismo.

En el caso español, la Guerra Civil y la consiguiente Dictadura,


produjeron una brecha incalculable, con eliminación sistemática del
pasado. Esto incluyó barreras insalvables de readaptación
(depuraciones). Los análisis de los discursos previos y el tener en
cuenta los cambios en la intensidad producidos en la dictadura
primorriverista examinados en Los invisibles de Vázquez y Clemison
(2011) permitirán captar bien la fuerte discontinuidad y atisbar los
elementos que se conservan por vías no siempre oficiales.

Desde el punto de vista legal, en la persecución de los


homosexuales, la época de Franco supuso un giro y un significativo
retroceso de tintes bien dramáticos para muchas personas. Pero en el
ámbito de la teoría médica a lo largo de la etapa, aunque de forma
desigual en los diferentes expertos, se fue destilando en sus repertorios
categoriales gran parte de producción sexológica pre-franquista y la de
otros autores foráneos. Es cierto que hubo un cambio cualitativo en los
discursos "oficiales" sobre la homosexualidad durante el franquismo,
tanto en el sentido de minusvalorar la producción previa, como en el
rechazo de cualquier idea "extranjerizante".

Pero a lo largo de un periodo tan vasto, parte de la teoría


precedente y de la producción alóctona se filtró en los médicos y
psicólogos del régimen autoritario. Eso produjo un interés renovado
por la cuestión, como se aprecia en la proliferación de obras en el
cenit de la etapa y la reedición de la legislación de "defensa social" en
1970, lo que ni de lejos ocurriría en Portugal.

18
Consideramos que la ausencia de producción sobre el tema en
la última etapa del autoritarismo luso se explica por el mantenimiento
del modelo de los grandes sexólogos republicanos, sin que ello
signifique que las prácticas médicas se estancaran. Como en España,
los portugueses utilizaron y evaluaron las posibilidades del
conductismo hasta el final del régimen.

Sobre la homosexualidad en el periodo de nuestro estudio


contamos con la magnífica obra introductoria de São José Almeida
(2010) sobre los homosexuales en el Estado Novo. Hay así mismo un
artículo que presenta el tratamiento de la homosexualidad en el Premio
Nobel portugués Egas Moniz (Cleminson y Molina, 2012) incluido en
un monográfico sobre Homosexualidades coordinado por Francisco
Vázquez (2012) en la Revista Ayer. De carácter históricamente más
amplio, el volumen Pelo vaso traseiro, editado por Johnson y Dutra
(2006) reúne una serie de trabajos sobre la "sodomía" en el mundo
lusófono. Para Portugal son también de obligada referencia el
monográfico de Drumond Braga (2011) sobre el lesbianismo, titulado
Fihlas de Safo y las imprescindibles obras de Ana María Brandão
«Breve contributo para uma história de luta pelos direitos de gays e
lesbianas na sociedade portuguesa» (2008) y «Da sodomita à lesbica: o
género nas representações do homo-erotismo feminino» (2010). Sobre
el activismo gay-lésbico en Portugal contamos con el estudio realizado
por António Fernando Cascais ( 2006).

En una perspectiva general sociocrítica y en relación con los


ámbitos médicos, se cuenta con la tesis doctoral de Gabriela Moita
(2011) «Discursos sobre a homossexualidade no contexto clínico. A

19
homossexualidade de dois lados do espelho», y también los trabajos
académicos de Luís Quintais (2012) para el estudio de lo forense y
Gameiro (1998) centrado en el homoerotismo.

Sobre los fenómenos de marginalidad en las dictaduras ibéricas


es imprescindible O Estado Novo e o seus vadios de Susana Bastos
Pereira, y Pobreza, marginación y políticas sociales bajo en
franquismo, editado por. Mir, Agustí y Gelonch, y acerca de los
discursos biomédicos anteriores, resulta fundamental la obra titulada
Los ilegales de la naturaleza (2000) de Ricardo Campos, José
Martínez y Rafael Huertas.

Todo el periodo previo a la Guerra Civil española ha sido


estudiado por Francisco Vázquez y Richard Cleminson en Los
invisibles (2011). La obra se ha completado con la reconstrucción del
discurso biomédico sobre la identidad sexual en Los hermafroditas
(2013). Estos autores ya habían abordado estas problemáticas en otras
investigaciones (2000; 2003; 2007). También consideramos
imprescindibles los trabajos independientes o en colaboración con
otros autores (Cleminson, 1995; 1999; 2000; 2006; Vázquez, 2001;
2002; 2009; 2011a; 2011b; 2012; 2013; Vázquez y Moreno Mengíbar,
1997; 2006) o los referidos a cuestiones filosóficas vinculadas.

En comparación con Portugal, existe en España un mayor


número de obras que han tratado los aspectos globales de la represión
de la homosexualidad durante el franquismo. Así, en Una
discriminación universal, coordinada por Javier Ugarte (2008c) que
amplía y profundiza el número monográfico sobre el mismo tema,

20
publicado en el número 7 de la Revista Orientaciones (2004). En
ambas obras son para nosotros de capital importancia los análisis sobre
la psiquiatría llevados a cabo por Martínez y Donat, también
recogidos en «Homosexuality, psychiatry and legal medicine in
Franco's regime and Democratic Transition in Spain (1936-1979)»
(2008). Desde una perspectiva de la historia del derecho español y
comparado, es de gran interés Sodomía de Chamozo Cantudo (2012).

Geoffrey Huard ha analizado y comparado recientemente los


casos español y francés en Los Asociales (2014). Obras menos
ambiciosas pero con información de interés son Vagos, maleantes... y
homosexuales de Nathan Baidez (2007) y el texto Identidad.
Represión hacia los homosexuales en el franquismo de Lucas Jurado
Martín (2014). En esa perspectiva de recuperación de la memoria,
Eres Rigueria y Villagrasa coordinaron en 2008 el trabajo
Homosexuals i Transseuals: els altres represaliats i discriminats del
franquisme, des de la memòria històrica.

El profundo estudio coordinado por Javier Ugarte, ya


mencionado, se completa con otras dos obras; la de carácter histórico
Redada de violetas, de Arturo Arnalte (2004) y la más periodística
pero conteniendo valiosos testimonios, de Fernando Olmeda, El látigo
y la pluma (2004). Como obra de conjunto acerca de la conformación
de la cultura homosexual en nuestro país, son de obligada mención la
monumental De Sodoma a Chueca, de Albert Mira (2004), que dedica
un capítulo al periodo franquista. Sobre la biopolítica1 en el
franquismo contamos con investigaciones de gran importancia, como

1 Sobre biopolítica y capitalismo véase Calvo y Ugarte (2010).

21
las de de Polo Blanco (2006) y Salvador Cayuela (2014), así como los
análisis de Richard Cleminson (2005). Este último acaba de publicar
un excelente trabajo sobre la eugenesia en Portugal (Cleminson, 2014),
que también guarda relación con los temas que aquí abordamos. Sobre
historia crítica y social de la ciencia hemos de incluir dos obras
editadas por especialistas españoles, Ciencia y Fascismo, por Rafael
Huertas y Carmen Ortiz (1998) y Ciencia y fascismos. La ciencia
española de posguerra a cargo de Amparo Gómez y Antonio Francisco
Canales (2009), que recopilan excelentes trabajos de gran utilidad para
contextualizar los discursos biomédicos bajo los fascismos.

El ya citado Javier Ugarte ha publicado recientemente dos


obras (2011; 2013) cuya epistemología materialista nos ha resultado de
gran utilidad en este trabajo. Ellas se suman a otras producciones del
mismo autor en un enfoque de historia y filosofía del homoerotismo y
otros estudios biopolíticos que ha contribuido a la formación de
nuestro criterio (2003; 2004; 2005a; 2005b; 2006; 2007; 2008a;
2008b, 2011; 2012; 2013)2.

Una revisión bibliográfica bastante completa para su momento,


es la que ofrece Werner Altmann (2006) en «"Vicio repugnante en lo
social, aberración en lo social, perversión en lo psicológico y defecto
en lo endocrino" Un ensayo bibliográfico sobre la homosexualidad y
los homosexuales en la dictadura franquista».

Sabemos también de las investigaciones que se están llevando a


cabo en este momento especialmente desde el ámbito de la historia del

2 Con Germán Cano (Cano y Ugarte, 2010)

22
derecho y la represión penal por parte de Jordi Terrasa y Javier
Fernández Galeano, cuyos resultados esperamos que sean óptimos.

Los estudios sobre lesbianismo son menos abundantes, pero


para el caso de España contamos con el estudio Mujeres bajo
sospecha, coordinado por Raquel Osborne (2012), que rescata la
memoria de la sexualidad de las mujeres desde los años treinta hasta el
final del franquismo, así como el estudio de identidades llevado a cabo
por R. Lucas Platero (2008; 20123). En referencia concreta a los
procesos de la transición democrática y el activismo son de interés la
Historia y análisis político del lesbianismo, de Beatriz Jimeno (2007),
y la obra de Gracia Trujillo (2008) Deseo y Resistencia, más centrada
en el proceso de transición a la democracia. También sobre la
transición contamos con la obra monográfica de Manuel Ángel
Soriano (2005).
En el ámbito de la UNED, además del trabajo monográfico
coordinado por Osborne, contamos con los trabajos sobre antropología
sexual realizados por José Antonio Nieto (1989; 1997), y la edición de
Antropología de la sexualidad y diversidad cultural (2003), en un área
que parece tener que ser defendida en los sucesivos planes de estudio.
También está vinculado con la UNED Jordi M. Monferrer Tomàs,
autor de Identidad y cambio social (2010), que ha examinado también
las relaciones entre el activismo gay y la Ley de Peligrosidad de 1970
(Monferrer, 2003) y ha analizado la figura de Ramón Serrano Vicéns,
el "Kinsey español" (Monteferrer, 2012).4 Por último hay que señalar
diversas producciones en línea queer del prematuramente fallecido

3 Incluido en la obra editada por Raquel Osborne (2012).


4 Incluido en la obra editada por Raquel Osborne (2012).

23
Francisco Javier Vidarte ( 2007)5.

Nuestro trabajo comenzará con un capítulo filosófico en el que


examinaremos las principales teorías necesarias para un análisis de las
tipologías humanas como el que se efectúa sobre el hecho institucional
de "la homosexualidad". A continuación rastrearemos las raíces de la
categoría mediante el examen del sexo "abyecto" en producciones
ibéricas anteriores,y otras muy influyentes en las peninsulares.

Acometeremos el primer lugar el análisis de la medicina


portuguesa. Esta parte ocupará gran parte de nuestro trabajo. La mayor
extensión obedece a la inexistencia de una descripción y análisis de las
grandes obras de la scientia sexualis que se centraron en la
homosexualidad en el país vecino. A diferencia del caso español, del
que partíamos ─ a hombros de gigantes─ de Vázquez y Cleminson
(2011), no existía nada parecido en el país vecino 6. Dada esa laguna,
se hacía necesario describir y examinar la obra propiamente
portuguesa que da forma a las homosexualidades contemporáneas. A
ello se suma que los grandes autores que veremos, produjeron vastas
obras sobre la cuestión y que disponemos de un caso bastante
documentado de psicocirugía, cosa que no hemos encontrado en
España.

Pasaremos luego al examen de los discursos españoles de la


época de la dictadura. Para el caso de los médicos que siguen la línea
más oficialista del régimen, renovaremos los análisis ya efectuados
5 En colaboración con Ricardo Llamas: Llamas y Vidarte (1999; 2001), con D.
Córdoba y J. Saez editó Teoría queer (2005).
6 Para una historia social a partir de la ficción literaria sobre la homosexualidad
occidental del XIX, véase Robb (2012).

24
mediante el utillaje filosófico referido. Asimismo hemos encontrado
otros autores que no han sido analizados hasta la fecha, mostrando
puntos de vista diferentes que nos permiten vislumbrar el camino
desde el redentorismo de los años 40 al correccionalismo de los 60,
alcanzando su clímax en la legislación de los 70. Este proceso no tiene
un paralelo en Portugal dado que allí no hubo reediciones de las
normas sobre "peligrosidad" de tanto calado. La parte final constatará
la coincidencia de las prácticas conductistas en ambos países y se
tendrá que detener un poco más en España para evaluar la producción
experta vinculada a la Ley de Peligrosidad.

El repertorio de fuentes utilizadas en nuestro trabajo está


constituido en su mayor parte por publicaciones ibéricas de la época,
de carácter biomédico, forense y criminológico y de los saberes
psicológicos, pedagógicos y morales asociados. Algunas de ellas
tuvieron una mayor difusión al ser destinadas a un público culto más
generalista, otras se restringieron al ámbito formativo y profesional de
los especialistas médicos, educativos o policiales. En concreto, en el
caso de Portugal, las obras más relevantes y los informes de casos ─
con la excepción de la muy divulgada A Vida Sexual de Egas Moniz ─
se publicaron bajo los auspicios de los Institutos de Medicina Legal y
estaban destinadas fundamentalmente a especialistas. Son localizables
en los Archivos de esos Institutos sin que en muchos casos estén en su
totalidad presentes en las Facultades de Medicina o Derecho. En
ocasiones ha sido la consulta a centros psiquiátricos, que ya estuvieran
funcionando en la época estudiada, lo que nos ha permitido acceder a
algún documento esencial. Es el caso de un informe forense sobre un
caso de homosexualidad masculina en un contencioso civil-

25
matrimonial que se encontraba en el Centro Hospitalar Conde de
Ferrerira - Casa da Misericorda. El apoyo de las autoridades médicas y
administrativas de dicho Centro nos ha permitido el acceso y su
reproducción, siempre que se dejara a salvo la identidad de los
litigantes. Del mismo modo, completado con un reportaje poco
conocido en Portugal, accedimos a tener noticia de la reclusión y
penurias de un bailarín portugués que pasó más de media vida
internado en el Pabellón de Seguridad del Hospital Miguel Bombarda
de Lisboa y del que por diferentes investigaciones, se sabe fue
intervenido psico-quirúrgicamente. En España, los Archivos y Anales
de la Real Academia Nacional de Medicina y Actas de Congresos
médicos nos han permitido localizar documentos que muestran las
discusiones y preocupaciones de los expertos de la etapa. Artículos de
revistas médicas, sobre todo en la España tardofranquista han
constituido un material fundamental para reconstruir la preocupación
clínica por una cuestión que estaba en auge en puertas de la reformas
legislativas que seguirían afectando a los homosexuales. Los prólogos
a las ediciones españolas de obras sexológicas europeas pioneras de la
segunda mitad del siglo XX reflejan también ese renovado interés
inexistente en España desde el primer tercio del siglo. Portugal, por su
parte, parece que siguió de forma más estable la producción autóctona
de sus grandes forenses, alguno de los cuales, en particular Arnildo C.
Monteiro, hizo auténticas recensiones del repertorio sexológico
occidental sobre las homosexualidades. La gran mayoría de los
informes médicos y jurídicos de casos, que no fueran publicados en
Archivo, fueron destruidos, según nos informó el investigador António
Fernando Cascais7. En España siguen inaccesibles por razones legales

7 Entrevistas en Lisboa: 17-18 de abril de 2011 y 20 de diciembre de 2014.

26
o están mal conservados en "unas cajas", según nos informó el
presidente de los Ex-presos sociales españoles8, que organizó una
campaña para su catalogación y correcta conservación de la que
fuimos testigos. Otros archivos penales ya son accesibles parcialmente
y han sido investigados por G. Huard (2014) y en este momento por
Terrasa y Fernández Galeano. Esos estudios son fundamentales y en
parte están hechos. La documentación divulgable ya ha sido publicada
y comentada en parte de la literatura crítica mencionada arriba. En
todo caso, casi siempre, son cuestiones complementaras para los
objetivos de nuestro estudio.

Por último queremos señalar que se ha dado voz a


protagonistas biográficos y a expertos que conocieron aquella etapa en
ambos países. En ocasiones esos testigos nos han facilitado acceso a
sus expedientes de peligrosidad, como el caso de Antoni Ruiz. En una
perspectiva más de ilustración y ejemplificación, nos parece necesario
contrastar en las experiencias concretas de los sujetos, cómo
acontecieron aquellas dinámicas. Los informantes darán testimonio de
su vivencia personal en las interacciones entre el punto de vista de la
autoridad y el de los que fueron tanto sometidos como "producidos"
por ella. Esas experiencias serán también las que hicieron a la teoría
establecer nuevas dinámicas y ajustes. La metodología no es
propiamente sociológica, dadas las dificultades de tratar con testigos
"vivos". En muchos casos había la necesidad de guardar el anonimato,
y damos por descontada la falta de visibilidad de la inmensa mayoría
de las personas afectadas. Si han pasado a la luz pública es porque se
han involucrado en cierta acción a favor de la recuperación de la

8 Entrevista telefónica el 18 de noviembre de 2011.

27
memoria histórica. Por otra parte los expertos de ambos países a veces
son recelosos de que se los identifique con un aparato de represión que
formaba "el protocolo" en que se formaron. En el caso portugués,
como nos refirió un especialista de allí «Aquí no somos precisamente
el Instituto Hirschfeld».9 Además en el país vecino y dentro de la
academia biomédica, el respeto y veneración que se guarda a la figura
del Nobel Egas Moniz levanta ciertas suspicacias si alguien de un
saber "externo" se aproxima a su "territorio". En cualquier caso,
cuando hemos tenido oportunidad de explicar nuestro enfoque e
incluso participar en sus convocatorias, siempre hemos encontrado
simpatía intelectual y colaboración.

Nuestro objetivo al recoger esos testimonios como discursos no


oficiales y la perspectiva individual a la que hemos dado sitio en
nuestro estudio, es incidir en la importancia de la experiencia vivida
para acogerla en un metadiscurso (filosófico) sobre la
homosexualidad ibérica, atento a los sujetos protagonistas.

Nuestro enfoque no pretende una reconstrucción o relato sobre


la persecución de los individuos homosexuales en las etapas referidas,
no es tampoco un estudio de las instituciones que gestionaron esos
procesos. Aunque puede sernos de utilidad transversal, la historia
social de las conductas, instituciones punitivas o educativas, aparatos
legislativos, policiales y judiciales relacionadas con la homosexualidad
no es algo que pueda esperarse encontrar aquí ni pretendíamos que así
fuera. Además esas temáticas, como hemos visto, han sido
desarrolladas y siguen siéndolo. Para Portugal queda mucha más tarea

9 Informante B. Entrevista realizada en Portalegre, el 6 de mayo de 2013.

28
por hacer y consideramos que nuestra aportación sería todavía de
mayor interés, dado que para establecer la comparación hemos sido
muy descriptivos e incluso prolijos con la producción médica lusa al
respecto. Nuestro enfoque quiere constituirse como una intersección
entre la epistemología histórica y los estudios sociales de la ciencia
(aquí también llamados Ciencia, Tecnología y Sociedad) aplicado a la
historia comparada de la conceptualización biomédica de las
subjetividades homoeróticas en España y Portugal bajo sus respectivos
autoritarismos contemporáneos.

29
DESARROLLO DE LA TESIS

A mi padre, Francisco Molina Paredes (1936-2015), in memoriam

30
I. HERRAMIENTAS FILOSÓFICAS

1.1. LA FILOSOFÍA COMO HERRRAMIENTA DE ANÁLISIS DE


LAS TIPOLOGÍAS HUMANAS

El nominalismo dinámico de Ian Hacking ha proporcionado


importantes nociones que permiten replantear el problema del
construccionismo social. El debate sobre esencia y construcción ha
acompañado desde el principio a los estudios sobre las
homosexualidades (Llamas, 1998:22).

La ontología histórica de Hacking no se ocupa de grandes


abstracciones sino de trayectorias particulares. La "construcción" de
personas acontece en procesos específicos y no hay una naturaleza
humana previamente determinada sobre la que discutir (Martínez,
2010:136). Por otro lado, el conjunto de su filosofía de la ciencia
marca un giro práctico o experimental en la epistemología
contemporánea que sirve para replantear oposiciones clásicas en la
historia de la filosofía como esencialismo-nominalismo, realismo-
antirrealismo, y de forma más cercana a la tradición de los estudios
sobre las identidades sexuales, la dicotomía construcción social y
esencia o qué tipo de "naturalidad" tienen las clases de persona según
las orientaciones sexuales (Hacking, 2002).

Su alcance para una historia crítica y cultural de la psiquiatría y


sus taxonomías ya ha sido explorado (Huertas, 2012: 102-124) y ha

31
sido también fecundamente aplicado al caso de la homosexualidad
masculina en España (Vázquez y Cleminson, 2011).
Cromby y Nightingale (1999: 13-36) en el capítulo «What's
wrong with social constructionism» exponen los rasgos que consideran
podrían ser lugar común de los diferentes construccionismos
(sociales).

En primer lugar, la consideración de que nuestra experiencia


del mundo y de las personas que en él encontramos es
fundamentalmente un resultado de procesos sociales. Cuando se
reproducen y transforman significados, convenciones, prácticas
morales y discursivas, se están conformando nuestras relaciones y
nuestro propio ser. Esto coloca al lenguaje como eje central de nuestras
actividades. En segundo lugar, los construccionismos sostienen la
tesis de que lo que conocemos es histórica y culturalmente específico.
De esa forma no solamente se explicitan las variaciones (histórico-
culturales) sino que se deja patente que las mismas son productos de la
cultura o las épocas. Por último mantienen una concepción unitaria de
acción y conocimiento. Nuestra comunicación, nuestros interrogantes
y la forma de responderlos van ligados a nuestras prácticas e
intenciones. Surgen procesos de negociación en los que es plausible la
existencia de diferentes versiones del conocimiento (diferentes
construcciones) que llevan asociadas determinadas formas de acción.
Ello suele desembocar en la adopción de una posición relativista y
crítica frente a las concepciones objetivistas del conocimiento

Hacking (2001: 87-89) diferencia en The Social Construction


of What? diferentes sentidos en que ha sido planteada la cuestión del

32
constructivismo. Uno de los sentidos es el que nos interesa aquí,
denominado por Hacking construccionismo, normalmente reforzado
terminológicamente como construccionismo social cuando se quieren
enfatizar los aspectos sociales del mismo. Esta posición se orienta
hacia una investigación crítica acerca de los aspectos históricos,
sociales, culturales, que están o han estado involucrados en el
nacimiento, consolidación o alteración de una entidad existente.

En todos los casos, Hacking indica que se trata de alegatos por


un desvelamiento de que las cosas "no son lo que parecen", por lo que
reciben en su seno teórico la tradición griega de la esencia y apariencia
que Platón consolidó y a la que Kant dio una forma definitiva ya en la
filosofía moderna.

La noción de un construccionismo universal, ampliamente


criticada por John Searle (Hacking, 2001:52-53), es de hecho un
proyecto poco reivindicado por los teóricos clásicos de la construcción
social como Berger y Luckmann (1986). En ningún caso estos autores
llegaron al extremo de sugerir que nada pudiera existir a no ser que
fuera socialmente construido.

La construcción social es un proceso que se puede aplicar a


diferentes tipos de cosas (Hacking, 2001:48-52):

Objetos, que están en el mundo en lo que denominaríamos "sentido


corriente". Algunos objetos, siguiendo la distinción searliana, pueden
ser ontológicamente subjetivos, porque necesitan de los sujetos e
instituciones humanas para existir, pero epistemológicamente objetivos

33
en cuanto a las condiciones y posibilidad de su conocimiento.

Ideas, es decir, conceptos, ideas, concepciones, creencias, teorías, sean


o no privadas. En esta noción se incluyen las clasificaciones aunque
las extensiones de las mismas sean objetos del mundo.

Palabras ascensor. Los hechos, la verdad, la realidad y el


conocimiento. Se dice que son construidos y si bien no están en el
mundo como objetos, los usamos para decir algo sobre el mundo o
sobre lo que decimos o pensamos acerca del mundo. Estas palabras
suelen definirse de forma circular y además tanto ellas como sus
adjetivos derivados (fáctico, real, verdadero...) tienen una variada
historia de transformaciones en su sentido y su valor.

Estas distinciones tienen especial interés cuando se confunden


en las diferentes tesis sobre la construcción social. Así, es frecuente
que se haga referencia con el mismo término a los objetos de una
clasificación y a los objetos de su extensión. Una confusión entre
objetos e ideas. Esta indistinción puede tener efectos lamentables en lo
que pretendemos teorizar o defender. Así por ejemplo, el abuso infantil
es un mal real, y ya lo es antes de la construcción social de su concepto
(idea) asociado. No obstante, el propio Hacking reconoce que no es
necesaria una oposición frontal entre realidad y construcción. Desde el
punto de vista de la filosofía como una actividad de
«desenmascaramiento» y crítica del conocimiento, es pertinente no
confundir ideas con objetos. Las ideas se acaban reificando y eso no se
puede pasar por alto, especialmente cuando nos movemos en las
ciencias tecnosociales y las reificaciones tienen efectos políticos sobre

34
los seres humanos.

El realismo afirma la existencia del mundo independientemente


de nuestra actividad lingüística-cognitiva. Dicha posición lleva
aparejada una teoría de la verdad y una visión del conocimiento como
una empresa que cada vez nos proporciona una visión y una
descripción más verdadera de dicha realidad, dentro de un marco de
"verdad global y total". Esta concepción del realismo no es compartida
por Hacking. Para él la complejidad del mundo no permitiría dicha
teoría global y la diversidad de herramientas metodológicas para
abordar la empresa del conocimiento.

El realismo ha sido asimismo acotado en ocasiones como


"realismo científico". Esta concepción admite a la vez diferentes
versiones. Se puede incidir en las teorías científicas (realismo de
teorías) como intentos de aproximarse a una verdad acerca de la
constitución de lo real, y se puede hacer más hincapié ontológico, el
llamado realismo de entidades, al afirmar la existencia de los objetos
de forma totalmente independiente de nuestro conocimiento. Ambos
puntos de vista son solapables pero no necesariamente. Se puede ser
realista en relación con las teorías y antirrealista en relación con las
entidades, o se puede seguir el camino tomado por Hacking: realismo
en relación con las entidades pero no así con las teorías, que pueden no
ser verdaderas.

El papel del experimento en la distinción entre realismo teórico


y realismo de entidades es de capital importancia. Si abogamos por el
realismo teórico nos veremos encajonados en un mundo

35
representacional y siempre estará la tentación del antirrealismo.
Hacking cree que lo que ha estado mal enfocado es el propio
planteamiento de la cuestión. Cree que en el nivel teórico-
representacional, el realismo y el antirrealismo no encuentran terreno
sólido sobre el que argumentar. Él quiere apuntar hacia el nivel de la
actuación, no de la teoría: es ahí donde radica su análisis crítico sobre
representación e intervención. Hacking tiene claro que la realidad tiene
más que ver con lo que hacemos en el mundo que con lo que pensamos
acerca de él. Es en la práctica experimental donde se puede apoyar un
realismo teórico a salvo de ataques y tentaciones antirrealistas.

El pensamiento epistemológico posterior al positivismo lógico


había sumergido parcialmente el realismo científico en el
escepticismo. Hacking intentará el rescate10 al declararse realista en
relación con las entidades no observables abordables mediante
generalizaciones de bajo nivel sobre sus propiedades y las formas en
que interactúan con los otros elementos de la realidad. Así se genera
una verdad "doméstica", en forma de creencia compartida, que puede
ser utilizada en diferentes teorías y experimentos sin que estos tengan
que ser consistentes entre sí.

Ian Hacking expone las líneas básicas de su filosofía de las


ciencias naturales11 en su obra Representing and Intervening (1983).

10 Hacking encuentra dos argumentos a favor del realismo científico. En primer


lugar el argumento de la ingeniería. La realidad no está constituida por la
manipulación, pero la manipulación experimental de entidades para interactuar
con otras partes de la naturaleza nos da buenas razones que sirven de criterio de
existencia. El otro es el denominado argumento de la coincidencia, esto es,
cuando una entidad teórica se hace observable por varios instrumentos que
utilizan sistemas físicos no relacionados, es sensato suponer que dicha entidad
teórica existe y no es un artefacto.
11 Para un análisis profundo de la filosofía de la ciencia de Hacking [sigue en]37

36
Entre otros análisis, allí incide en la concepción de la ciencia como
actividad y la creación de fenómenos naturales mediante la
intervención de los científicos (así por ejemplo en "Efecto Compton").
Estos fenómenos son creados en la historia de la ciencia y a partir de
ahí son estables y no son constituidos históricamente (aunque sí en la
historia), en el sentido de que no se ven afectados por el desarrollo de
las teorías científicas.

a) "Making up" people. Las clases interactivas

Una de las tareas de la ciencia es la que tiene que ver con la


clasificación. En filosofía de la ciencia, se entienden como ejes de la
actividad científica las prácticas clasificatorias y, por ende, los
conceptos clasificatorios con ellas asociados. El caso más interesante
para las ciencias naturales es el de la taxonomía, esto es, la jerarquía de
clasificaciones.

Las clasificaciones tienen una serie de condiciones de


adecuación (Mosterín, 2000: 17-26) que se agrupan en formales,
referidas a la propia estructura de la misma y que puede ser objeto de
un tratamiento más o menos formalizado, y las materiales, que tienen
que ver con la fecundidad heurística de las mismas, es decir, con su
utilidad real para alcanzar conocimiento acerca de la realidad. Así,
podría ser una condición formal el hecho de que las categorías
clasificatorias no sean solapantes, es decir, que un mismo criterio no
permita agrupar en la misma categoría a individuos de diferente tipo,
que una categoría incluya a otra en un mismo nivel jerárquico, o que –

[viene de]36 puede verse: M. Iglesia de Castro (2003).

37
y eso es el solapamiento más habitual – un mismo elemento clasificado
cayese bajo diferentes categorías o pudiera de alguna forma transitar
de una a otra de forma no predecible. Así una clasificación que permita
que un mismo elemento caiga en varias "clases" o que dejara
elementos del conjunto sin clasificar, no sería formalmente adecuada.
Por lo que se refiere a la adecuación, pensemos en lo poco útil que
sería para la zoología una clasificación de los animales en función de
la edad promedio que alcanzan, mientras que sí sería útil una
clasificación con criterios filogenéticos. Ni qué decir tiene que cuando
nos movemos en los parámetros de la borrosidad, propio de las lógicas
fuzzy, el requisito de no solapamiento y demás condiciones formales de
adecuación quedan debilitados.12

Entre las formas de clasificar a los seres humanos y los propios


seres humanos que han sido clasificados, surgen interacciones. Las
clasificaciones trascienden el lenguaje y se deslizan hacia prácticas,
instituciones y las interacciones materiales con las personas y con las
cosas. Estas interacciones ocurren dentro de matrices en las que
encontramos elementos sociales y materiales obvios. No son procesos
meramente discursivos. En el caso de las personas es incluso un
truismo recordar que éstas piensan sobre sí mismas y se
12 Véase Mosterín (2000: 16-27). En general, las condiciones formales de
adecuación de una clasificación sobre un conjunto de elementos es que esta sea
una partición matemática del mismo. Dado un conjunto no vacío, la partición lo
dividiría en unos subconjuntos no vacíos de manera que todos los elementos del
conjunto quedarían dentro de uno de esos subconjuntos. Además no habría
ningún elemento que perteneciera a la vez a dos subconjuntos y no hay
elementos que queden sin asignar a alguno de los subconjuntos. El solapamiento
se produce cuando un elemento cae en más de una categoría o subconjunto. Las
tipologías humanas también tienen muchos problemas para ajustarse a esta
taxonomía formal. A los efectos de nuestro trabajo los elementos clasificados
(seres humanos) no se están quietos sino que se mueven por los subconjuntos e
incluso modifican la estructura de la clasificación (interacciones), asimismo el
hecho de incluirlos en una clasificación provoca que sus características cambien.

38
conceptualizan a sí mismas, mientras que las cosas inanimadas no
tienen conocimiento de sí mismas en el mismo sentido.
Así Hacking habla de clases indiferentes, en las que los objetos
clasificados no interactúan con su clasificación, están asimismo las
clases interactivas, fruto de la actividad taxonómica y diagnóstica de
las ciencias humanas y sociales, y asimismo de las ciencias biomédicas
asociadas con la patología mental (psiquiatría y psicología). En
concreto en Rewriting the soul (1995) y Mad travelers (1998), realiza
un estudio de las prácticas taxonómicas en materia de salud mental.

Hemos visto como Hacking habla de la posibilidad de crear


fenómenos en el ámbito de las ciencias experimentales. En este caso,
además, la propia naturaleza impone ciertas condiciones a dicha
actividad. En lo que se refiere a los seres humanos, la posibilidad de
creación y clasificación de fenómenos humanos y modos de ser
persona, el abanico es más amplio. Al mismo tiempo los efectos
producen mayores consecuencias dado que determinan sentimientos,
vivencias y comportamientos de las personas. Las clasificaciones
humanas crean y limitan posibilidades de elección y acción, interfieren
en las identidades y las conductas asociadas, alteran la propia
concepción que de sí mismas tienen las personas al ser clasificadas.

Los cambios inducidos en las personas por las clasificaciones


pueden provocar también lo que Hacking denomina efecto bucle
(looping effect), esto es, cuando los comportamientos y prácticas de los
sujetos alteran las propias clasificaciones que en su momento los
constituyeron. Hay que mencionar también la noción de biobucle,
cuando estas clasificaciones entran en terreno de la interacción

39
psicosomática.

En relación con el construccionismo Hacking se muestra


especialmente crítico con la limitación del uso "construcción social" al
hecho evidente de la dimensión social de los conceptos y actividades,
mientras que considera buena práctica filosófica el recoger el reto del
construccionismo cuando se trata de efectuar una crítica de
desenmascaramiento de la actitud dogmática que intenta anquilosar
ciertas prácticas discursivas o ciertas formas de entender la ciencia y la
persona.

Caben ciertas distinciones dentro de las clasificaciones


humanas. No es lo mismo hablar de clases elaboradas totalmente en
relación con un entorno social (ejemplo, mujer refugiada o niño
televidente) de otras clases que tienen posibles o evidentes
implicaciones biológicas (ciertas enfermedades mentales). No es lo
mismo la enfermedad con base orgánica de aquella que sólo se concibe
como enfermedad "social". El proyecto de la filosofía de la ciencia
social de Hacking es en este caso superar los límites del
construccionismo. Si los construccionistas sociales critican la posición
esencialista de que las cosas son inevitablemente así, lo hacen
aludiendo al hecho de que las categorías aplicadas (taxones) y las
personas así clasificadas lo han sido de una forma social, cultural,
contingente y que el curso de las cosas podría haber sido otro. Cuando
habla de la "construcción social de qué", lo hace teniendo en mente
que hemos constituido diferentes "qué", que a su vez, en el caso de las
clases humanas, constituyen tipos de personas reales.

40
Las prácticas clasificatorias asumidas y establecidas alteran
sustancialmente la manera en que las personas se ven y actúan. Un
tema central en esta discusión será si los hechos que aparecen en la
práctica tienen como consecuencias las clasificaciones, o, si nuestra
actividad de clasificar incide en los hechos.

La posición de Hacking se denomina nominalismo dinámico o


realismo dialéctico. La actividad humana, las prácticas, se conforman
como constituyentes causales de lo que llega a ser (en la realidad). En
el caso de las ciencias que se ocupan del ser humano, el análisis
filosófico sugerido atenderá a las actividades clasificatorias que
inciden en la realidad personal o colectiva y cómo todos estos
elementos entran en resonancia e interrelación. La presencia de clases
interactivas o de clases indiferentes será el criterio dirimente para
diferenciar las ciencias físico-naturales de las ciencias humanas y
sociales, siendo estas últimas las que versan, generan o fundamentan
clasificaciones interactivas.

Las clases interactivas van acompañadas de la invención o


creación de las categorías que las clasifican. Esto remite a un problema
clásico de la historia de la filosofía, a saber, el problema de los
universales (existencia de las clases en la realidad, naturaleza de esas
clases, relación de dichas clases en caso de existir, con los objetos
individuales). El nominalismo tradicional zanjó el problema
concediendo únicamente existencia a los objetos particulares y a las
características de dichos individuos. Hacking pretende una
reelaboración de dicho nominalismo estático o tradicional. Se asume
que el nominalismo sostiene que no hay clasificaciones que no sean

41
mentales. Hasta ahí hay un paralelismo, que ahora matizamos, con el
nominalismo dinámico del filósofo canadiense. No obstante el carácter
del nominalismo tradicional hace que se alegue que dichas
clasificaciones, aunque revisables, son básicamente fijas y que no hay
interacción con lo clasificado. Hacking sostendrá (y ahora viene la
matización) que dicha posición metateórica es insuficiente para
explicar la procedencia natural de muchas clasificaciones y el carácter
no estático de las mismas. Valorará asimismo el esfuerzo nominalista
de Kuhn cuando en su filosofía de la ciencia nos muestre que un buen
número de categorías "llega a ser" en los momentos de ciencia
revolucionaria (nominalismo revolucionario).

Hacking, en esta discusión, simpatiza con los trabajos de


Ludwick Fleck (1986), en relación con la tesis de que el mundo no
viene estructurado y que los hechos científicos sólo existen dentro de
un determinado estilo de pensamiento. No obstante se distanciará en
puntos clave como son la distinción que hace Hacking entre teoría y
habilidad adquirida, y la autonomía que otorga a la experimentación.
La importancia del experimento presente en la obra "La vida en el
laboratorio" de Bruno Latour y Steve Wollgar (1995), es reconocida
por nuestro autor, aunque considera que sucumbe a las tentaciones del
antirrealismo.

La propuesta de Hacking, el nominalismo dinámico, necesita


mostrar cómo la clasificación o categoría, y lo clasificado (lo que cae
bajo la misma) entran en una interacción que hace que clases de
personas, y de sus modos de ser o sus acciones, surjan al mismo

42
tiempo que las correspondientes clasificaciones, y que tanto personas
como clasificaciones entren en la interacción. Los objetos de las
ciencias humanas se forman históricamente y de forma dinámica.
Existe una diferencia con las ciencias naturales que conviene repasar, a
saber, la creación de fenómenos del ámbito físico-natural no se hace
"sin permiso" del mundo, no va en contradicción con el
comportamiento de la realidad natural. En los fenómenos humanos,
sean individuales o sociales, la generación de clases humanas y de
acciones es tan abierta como la cantidad de clasificaciones o categorías
que se ideen: making up people es entonces mucho más fuerte que
making up the world.

No hay por lo tanto una clase de personas o modos de serlo que


fuera paulatinamente cada vez más reconocido por los científicos
sociales, sino que dicha clase de personas adviene al mismo tiempo
que se inventa dicha clase. En esta visión, le resultan atractivas como
ilustración las categorías relacionadas con la homosexualidad y la
heterosexualidad, los trabajos acerca de la estadística y las obsesiones
del análisis moral en el siglo XIX (índices de suicidio, de prostitución,
de vagancia..., que crearon nuevos espacios y nuevos sentidos de ser
persona).

En el artículo clave «Make up people» (1990) la


ejemplificación de Hacking se hace tomando cuatro ejemplos:
caballos, planetas, guantes y personalidad múltiple. Para los dos
primeros, el nominalismo tradicional se hace ininteligible (¿se puede
pedir obediencia a nuestras actividades mentales por parte de esos
entes naturales?), en el caso de las dos segundas, partiendo del carácter

43
fabricado del guante, Hacking considera que la personalidad múltiple
se parece más al guante que al caballo. La construcción de personas no
sólo tiene que ver con lo que se es o con lo que se hace, sino que se
abre al espacio de las posibilidades (lo que se podía haber hecho y lo
que se podrá hacer). El nominalismo, por ejemplo, fundamentará la
afirmación de que antes de determinada época no era posible incluir a
alguien en cierta clase sexual porque dicha clase no estaba disponible.

El caso de la personalidad múltiple es sometido a análisis en


Rewriting the Soul. El análisis se centra en la dinámica existente entre
las personas clasificadas, el conocimiento de los mismos y los
expertos. Hacking considera necesario tener en cuenta dos vectores,
uno referido a los expertos que efectúan el etiquetado creando de esa
forma una realidad que la gente hace suya, otro a las personas
clasificadas bajo esa categoría que crean interactivamente una realidad
a la que debe hacer frente el experto. La personalidad múltiple es
tratada por Hacking como una enfermedad mental transitoria, esto es,
dura un tiempo de la vida del individuo, y lo que es más interesante
históricamente, sólo se presenta en algunas épocas y lugares por lo que
se conjetura que está relacionada con las culturas de esa ubicación
espacio-temporal.

Las interacciones entre las personas clasificadas y las


clasificaciones se denominan efectos bucle, como arriba indicamos.
Existe una tendencia de las personas clasificadas a ajustarse a los
modos de ser y expectativas de su clasificación y al desarrollar sus
propias formas conductuales, las clasificaciones precisarán de

44
revisiones frecuentes. Las prácticas clasificatorias producen efectos
tanto en las personas que no caen bajo la clasificación, tengan o no
control sobre las personas clasificadas, esto es, a la forma en que ven y
tratan a las personas bajo la categoría en cuestión, como a la
autoimagen de las personas clasificadas. Las interacciones generan a
su vez prácticas e instituciones que dan pie a combinaciones
socialmente aceptables, de síntomas, enfermedades y reacciones de los
clasificados. Las personas, en cuanto agentes, actúan de acuerdo con
descripciones y aquello que determinan hacer o no hacer, o los modos
de ser adoptados, son dependientes de las descripciones disponibles
(organizadas taxonómicamente). Los cambios en las personas
clasificadas interactúan con el conocimiento que se tiene de ellas y
provocan nuevos caminos de ser y de actuar.

Es muy interesante además la noción de redescripción. Estados


de cosas y acciones anteriores pueden ser reinterpretadas a la luz de la
nueva descripción que incide tanto en sus significados como en la
intencionalidad. Si la descripción no estaba formulada antes, en ese
momento no era posible una intencionalidad asociada. El pasado puede
ser reinterpretado. Esto no sólo tiene una dimensión histórica colectiva
sino una proyección en el desarrollo o deterioro personal. Como
referiremos después, no se trata solo de construir gente, sino de
construirnos a nosotros mismos a través de reelaborar (retrabajar)
nuestros recuerdos. Así podemos evaluar el pasado retrospectivamente,
alterar parcial o sustancialmente nuestras valoraciones acerca de lo que
se hizo y además, debido a los cambios de comprensión y sensibilidad,
se produce una redescripción o repoblación de dicho pasado con
acciones intencionales que no estaban antes presentes.

45
Las enfermedades mentales han sido clasificadas bien a través
del análisis de la sintomatología, bien mediante el análisis etiológico
de las causas, sean estas predisponentes o precipitantes. En las ciencias
experimentales la consideración de real viene acompañada de
optimismo manipulativo y transformador (se tiene la habilidad de
intervenir y alterar las cosas). Los médicos en esa línea pretenden
conocer las causas pero también curar, de forma que se pase de la
intervención a las causas, de una práctica clínica a la demanda de una
teoría. Para estos análisis Hacking recupera conceptos foucaltianos,
aunque no transcribe su terminología. Toma lo que Foucault llamó
"arqueología". Existen cambios radicales en los sistemas de
pensamiento que establecen lo que luego se presenta como inevitable y
determinado. La noción de "revolución científica" kuhniana quedaría
ampliada por la noción de "saber" foucaltiana (más extensa que la
noción de ciencia) y analizada en términos de desenmascaramiento de
relaciones entre los sistemas del poder y las prácticas discursivas
(saberes).

Los sujetos quedan así, tanto para Foucault como para


Hacking, constituidos gradualmente por multiplicidad de elementos en
interacción entre los que figuran pensamientos, fuerzas, materiales,
etc.
También interesa la influencia de la noción foucaltiana de
formación discursiva en su noción de la metáfora del nicho ecológico.
No calca la terminología porque quiere afinar su concepto matizándolo
y diferenciándolo. El lenguaje tiene que ver con la formación de un

46
nicho ecológico, pero no lo agota (como en el caso de la metáfora
foucaltiana): hay que incluir lo que la gente hace, los modos de vida.
Esto se expresa en la necesidad de atender a diferentes vectores. La
idea, por ejemplo de transitoriedad de la enfermedad13, se explica por
la necesidad de enraizamiento en un nicho ecológico cuya existencia
posibilita la de dicha enfermedad. Los vectores que diferencia Hacking
son:
* vector médico que incluye herramientas diagnósticas y taxonomías
de las patologías.
* vector de polaridad cultural, que sitúa la enfermedad entre la virtud
y el vicio;
* vector de la observabilidad, esto es, visibilidad del sufrimiento por
parte de legos y expertos;
* vector de liberación, dado que el comportamiento patológico permite
alcanzar metas en la vida no posibles en la normalidad.

Para un análisis filosófico que incluya las nociones de "ciencia"


y "valor", como es nuestro caso, resulta muy aprovechable esta
concepción, dado que las actividades clasificatorias conllevan
problemas de índole tanto ética como cognoscitiva. Las ciencias
humanas clasifican también problemas y además están cargadas
axiológicamente en cuanto que aparecerán tipos de personas deseables
o indeseables, actividades que se pueden o que no se pueden hacer.
Habrá que llevar a cabo entonces, de acuerdo con Hacking, la
dilucidación de un entramado epistemológico, ontológico y axiológico.
Nuestros modos de conocer afectan a nuestra actividad taxonómica y
ésta constituye un sistema axiológico inherente a la propia

13 No enfermedades "pasajeras" sino las que "aparecen" y "desaparecen" a lo largo


de la historia.

47
clasificación. Este análisis debería mostrar cómo se interrelacionan
todas las prácticas para generar un mundo material y social (humano).

b) La "naturalidad" de las clases de orientación sexual

Hacking (2002) ha tratado de forma específica la cuestión de


la "orientación sexual" en el artículo «How "Natural" Are "Kinds" of
Sexual Orientation?» . En dicha publicación establece un debate en
relación con las propuestas de Stein (1999) en The Mismeasure of
Desire. En particular se plantea si la orientación sexual debería o no
ser estudiada14. Hacking repasa la dicotomía sobre el esencialismo y el
construccionismo y nos recuerda la amplitud de posibilidades que
ofrece la producción foucaltiana sin que tengan que ceñirse a un
"construccionismo" poco imaginativo.

Quizá por la tradición que ha considerado "anti-natural" la


homosexualidad, algunos investigadores han querido contribuir a la
"normalización" de la homosexualidad mediante su caracterización
como natural. Stein propone la noción de "clase natural humana", lo
que parece a Hacking contradictorio en los términos que él planteo la
teoría filosófica de las clasificaciones. El filósofo canadiense recuerda
que el problema de las clasificaciones tiene una larga tradición en los
estudios de sistemática propios de la historia natural anterior a la
biología. El problema consistía en si las clasificaciones eran naturales
o artificiales. El debate no es solo propio de las ciencias biológicas
sino que en astronomía, por ejemplo, se considera que el agrupamiento
de estrellas por constelaciones es artificial y utilitario, mientras que el

14 En los términos de lo que se estudia es "la homosexualidad" y no "la


heterosexualidad".

48
agrupamiento por nebulosas sería natural. Los elementos de una clase
natural tienen que compartir una serie de características, y esto es
necesario, pero no suficiente. Tiene que haber, además, una historia
causal compartida por los elementos de la clase. El rasgo se tiene que
dar en todos los individuos y tiene que darse por la misma causalidad.

Stein (1999: 81) toma la idea de Putnam (1981) de que las


clases naturales juegan un rol en las leyes y explicaciones, pero
Hacking vuelve a considerarlo condición necesaria y no suficiente. Las
causas subyacentes deberían ser las mismas en todos y cada uno de los
individuos. Cita como ejemplo los estudios que buscan una
explicación genética de la homosexualidad: no buscan solo una
correlación entre marcadores genéticos y orientación sexual sino que
conjuran la existencia de un gen que causa la homosexualidad.

Para Hacking, artificial se opone a natural. Hay otro tipo de


clases, las de artefactos (artifactual kinds) constuidas por los objetos
que no encontramos en la naturaleza, por ejemplo, un lápiz. Las
clasificaciones artefactuales se pueden confundir con las artificiales,
pero son cosas muy diferentes. La clase que constituyen los lápices no
es artificial en absoluto. Que los lápices sean artificiales no significa
que la clase "lápices" lo sea. Stein (1999:79) intenta definir la clase
"artefactual" como un grupo de cosas que tienen una propiedad en
común solo en virtud de intenciones humanas. Hacking (2002b: 102)
encuentra que esto es confuso. El oro, por poner un ejemplo
tradicional, no era un valor de intercambio hasta que los humanos lo
descubrieron e inteactuaron con él, y sin embargo es una clase natural.

49
Stein (1999: 84) considera que el esencialismo es el punto de
vista que considera que las orientaciones sexuales son clases naturales
humanas, mientras que el construccionismo piensa que no. La
respuesta de Hacking apunta a un contrasentido en el uso del concepto
de esencialismo. Si se entiende que "el esencialismo sobre los Xs es la
concepción que considera que los Xs son una clase natural humana",
¿qué ocurriría si X significara cualquier cosa, por ejemplo, una
enfermedad infecciosa,? Por mucho que tenga interés en términos
científicos, y exista una historia causal común, parece complicado que
algún filósofo fuera a aceptar eso como una esencia de una clase
natural humana.
Hacking (2002b:104) no quiere incurrir en una tediosa
disquisición terminológica sino aclarar cuál es el sentido de su teoría
de las clasificaciones. El usa "clase humana" en contraste con "clase
natural". Lo que le interesaba con el contraste es analizar cómo
interactúan las personas clasificadas con las clasificaciones. La
clasificación natural es indiferente. Comparando con el tema tratado,
"el fósforo no sale del armario" (2002b:105) porque llamar fósforo al
fósforo no provoca interacciones. Sin embargo, al clasificar seres
humanos generamos clases de personas que se comportarán de forma
diferente (no mejor ni peor, pero sí diferente). Las afirmaciones que se
hicieran de tal categoría cambiarán porque las personas clasificadas
han cambiado. Se producirán bucles. Eso no ocurrirá jamás con las
clases naturales.

Si la clasificación intenta organizar el conocimiento, este no se


verá alterado si clasificamos elementos químicos. Pero en el caso de
las personas,

50
The truths about that category of people will change
because the people have changed. In consequence, the
classifications may themselves have to be modified, for
what is being classified has changed. Certainly the
knowledge that the classifications are used to encode will
change. That is, classifications interact with the classified
(Hacking, 2002b: 104).15 16
En el caso concreto de la homosexualidad hay examinar que aunque
fue un concepto en poder de los expertos médicos y legales
the people categorized as homosexuals took over the
ownership of the concept, and changed names, changed
meanings, changed the world. "Homosexual" became
what I have called a "self-ascriptive kind (2002b:105). 17

Pero ese es solo uno de los tipos posibles de bucle. Lo que


Hacking desea con la etiqueta "clases humanas" es introducir el
análisis de ese fenómeno de la interacción en las clasificaciones. Le
daría igual echar por la borda el el término de "clase natural". Lo que
le interesaba resaltar es que mientras existen clasificaciones
interactivas hay otras clases que resultan indiferentes, en relación con
los objetos clasificados. Esa indiferencia no es para nosotros, que
naturalmente podemos cambiar lo que hacemos a partir del
conocimiento generado por la clasificación.

15 Nota sobre las traducciones contenidas en este trabajo. Las traducciones son
nuestras. Se han traducido el inglés,el italiano y la latín. Son traducciones
literales. En el caso del portugués se han traducido de forma, también literal,
solo los fragmentos que tenían cierta extensión y podrían resultar confusos para
el lector español culto. Entendemos que lo que se ha dejado sin traducir se
entiende con facilidad.
16 Traducción: las verdades sobre esa categoría de personas cambiarán porque la
gente ha cambiado. En consecuencia las clasificaciones pueden tener que ser
modificadas, porque lo esta siendo clasificado ha cambiado. Es cierto que
el reconocimiento que las clasificaciones son usados para codificar cambiará. Es
decir, las clasificaciones interactuaron con los clasificados
17 Traducción: las personas categorizadas como homosexuales asumieron la
propiedad del concepto, y cambiaron nombres, cambiaron significados,
cambiaron el mundo. "Homosexual" llegó a ser lo que he llamado una clase
"auto-adscriptiva".

51
Pero en el caso de las clasificaciones interactivas no se trata
solo de las consecuencias que puedan venir para los sujetos (por
ejemplo ser encarcelado) sino que los sujetos clasificados piensan de
forma diferente acerca de sí mismos, establecen nuevas posibilidades
de acción.
Los tipos de clasificación que le interesan entonces son
interactiva e indiferente, sin que sean naturales o no naturales de forma
mutuamente excluyente. En relación con la orientación sexual,
preferiría no asignar ninguna clasificación. Pero ante el reto de Stein, y
su pregunta por la legitimidad de la investigación científica sobre el
asuntol, comprende que esa investigación ha sido biomédica y que se
ha traducido en distinciones como normal/desviado, sano/patológico.
Asimismo la investigación científica buscaría establecer universales
humanos. En el caso de la orientación universal partimos de que en los
diferentes contextos históricos y culturales no ha tenido la misma
importancia. Hacking entiende que esa investigación tenderá a intentar
descubrir las estructuras fisiológicas, bioquímicas, neurológicas, etc.
que subyacen a la orientación sexual. Él es escéptico al respecto
aunque concede que las ciencias biológicas han hecho avances
impresionantes. Pero la dificultad mayor para Hacking es que el
modelo de investigación biomédica es inadecuado para las
orientaciones sexuales dado que no son clasificaciones indiferentes,
como se asume en este tipo de investigación "científica". La
homosexualidad, como las demás orientaciones sexuales, constituyen
un objetivo de investigación interactivo y dinámico que no
permanecerá "estable" al ser diagnosticado, etiquetado o clasificado.

52
c) La herramienta filosófica para nuestro análisis

Lo hasta aquí dicho implica una serie de responsabilidades


morales para la actividad científica como actividad que forma parte de
la cultura. Hemos visto que su propuesta incide en una concepción de
la ciencia no momificada ni monolítica, que tenga en cuenta las
dimensiones de la intervención humana, y estas prácticas llevan
asociadas acontecimientos únicos que impiden una teoría generalista o
gran narrativa de la ciencia. La ciencia ha de estudiarse de una forma
"particular" es necesaria asimismo una atención holística al conjunto
de la cultura. Las nociones de acción-intervención llevan implícita la
idea de un sujeto colectivo y además da relevancia a la creación de
fenómenos en cuanto que los efectos científicos se consideran como
respuestas a la intervención humana. El científico acaba siendo un
intermediario entre el ser humano y la naturaleza, o entre la cultura y
la naturaleza.
Así vistas las cosas, parece necesaria una reevaluación de
algunas de nuestras principales nociones ontológicas y
epistemológicas. Esto debe llevarse a cabo en primer lugar mediante el
reconocimiento de las mismas como históricas y generadas mediante
nuestra interacción con el mundo (intervención). Lo epistémico y lo
ontológico no están separados sino íntimamente mediados por la
práctica experimental.

Las implicaciones pueden tener mayor alcance, desde el


momento en que también puede replantearse críticamente nuestra
concepción de la naturaleza. Se provoca un distanciamiento de la

53
concepción teórica de la realidad y también de cualquier concepción
esencialista. No hay esencias ni se aceptará la noción de la verdad
como correspondencia (aquí parece que Hacking está llevando el
pragmatismo a sus consecuencias últimas). Si admitimos que la
naturaleza no se nos presenta de forma "total", nos alejamos del ideal
de la física clásica, del punto de vista que considera que la realidad
natural y su esencia están ahí y que sólo hace falta descubrirla. El
análisis de Hacking además critica todas las formas de determinismo,
sea lógico-semántico o sociológico. Ni desea concederlo todo al
campo del pensamiento y el lenguaje (visión teórica), ni desea dejarlo
en manos de variables socioculturales (visión histórica): se trata de
tomar en consideración ambas variables de forma ajustada, de forma
que se supere la tensión kuhniana entre estabilidad y evolución en la
ciencia.
Por lo que se refiere a las clases de personas, es
necesario hacer el llamamiento a la necesaria responsabilidad en el
tema de construir personas. Cualquier acción entraña responsabilidad y
tiene un sujeto, de forma que existirán responsabilidades con la
naturaleza y con el modo de construir personas y modos de ser.

Hacking considera entonces que en su enfoque, al que ha


denominado
dynamic nominalism ─ attracts my realist self spurred on
by theories about the making of homosexual and the
heterosexual as kinds of persons or by my observations
about official statistics. The claim of dynamic nominalism
is not that there was a kind of person who came
increasingly to be recognized by bureaucrats or by
students of human nature but rather that a kind of person
came into being at the same time as the kind it self was
being invented. In some cases, that is, our classifications
and our classes conspire to emerge hand in hand each

54
eggeing the other on (Hacking, 1990: 78) «[...] numerous
kinds of human beings and human acts come into being
hand on hand with our invention of the categories labeling
them» (1990: 87).18

La aplicabilidad a la homosexualidad o a los actos


homosexuales, y todo el imaginario de subjetividades que están en
relación con el homoerotismo, está a la vista. Además no se trata de
procesos verticales en los que la autoridad científica (o la que sea) es la
generadora de las categorías que aplica sobre un terreno inexplorado.
Se trata de un proceso interactivo, con categorías anteriores (y clases
de gente) y los propios sujetos clasificados (o sus prácticas) que pasan
a existir en el momento de la clasificación o etiquetaje. Como es de
esperar, los propios individuos bajo diagnosis actuarán afectando a la
propia clasificación, con lo que entramos en la noción de bucle. Los
sujetos podrán establecer estrategias para salir de la delimitación sujeta
a etiqueta, o desplazarse hacia otra "clase" que les conviene más. Los
individuos, además, reelaborarán sus recuerdos y la propia
consideración de sus biografías. De este modo se despliegan procesos
públicos y privados constituidos por
dynamics of the relation between people who are known
about, the knowledge about them, and the knowers. That
is a public dynamics. There is also a more private one.
The theory and practice [...] is bound up with memories of
childhood, memories that are to be not only recovered but
also resdescribed. New meanings change the past. It is

18 Traducción: el nominalismo dinámico ─ atrae a mi sentido de realismo,


espoleado por teorías de la fabricación del homosexual y el heterosexual como
tipos de personas, o por mis observaciones sobre estadística oficial. La
afirmación de nominalismo dinámico no trata de un tipo de persona que pasó a
ser cada vez mas reconocida por los burócratas o los estudiosos de la humana,
sino un tipo de persona que aparecía a la vez de su propia invención. En algunos
casos, nuestras clasificaciones y clases conspiran para surgir cogidos de la mano,
incitándose mutuamente.

55
reinterpreted, yes, but more than that, it is reorganized,
repopulated. It becomes filled with new actions, new
intentions, new events that cause us to be as we are. I
have to discuss not only making up people but making up
ourselves by reworking our memories (Hacking, 1995:
6).19

En el párrafo precedente se estaba examinando la clase de


personas con "personalidad múltiple". Si la cambiamos por la
"homosexualidad", "homosexualidad transitoria", "seducción por
parte de un invertido", "inversión sexual" o "sodomía", el análisis de
Hacking sigue siendo válido y resulta muy esclarecedor. Si además
tenemos en cuenta que las sexualidades pueden constituir instituciones,
en el sentido searliano ─ como veremos en el siguiente apartado ─
tendremos elementos para comprender el dinamismo de las
subjetividades y las interacciones entre legos y expertos, clasificados y
clasificadores y la figura del lego-experto. Esta última se refiere a las
personas que conocen con cierta profundidad los discursos
proyectados sobre sus subjetividades y pueden utilizarlos, entablar
contradiscursos o estrategias de diferente índole. Los hechos
institucionales conforman las acciones significativas en las que
consisten las categorías sexuales utilizadas en nuestras clasificaciones.
Veremos también que esas instituciones quedan mejor comprendidas si
se tiene en cuenta un punto de vista materialista que las fundamente.

Existe pues un sujeto descrito por las narrativas expertas, en


19 Traducción: dinámicas de la relación entre personas que son conocidas, el
conocimiento de ellas, y los conocedores. Eso es un dinamismo público.
También hay uno más privado. La teoría y la práctica [...] están ligadas con los
recuerdos la de niñez, aquellas que no solo tienen que ser recuperados sino
redescritos. Los nuevos significados cambian el pasado. Es reinterpretado, sí,
pero es más: está reorganizado y repoblado. Vuelve a ser llenado con nuevas
acciones, nuevas intenciones y nuevos eventos que nos hacen ser quienes somos.
Tengo que analizar no solo la fabricación de personas sino la fabricación de
nosotros mismos por la reelaboración de nuestros recuerdos.

56
nuestro estudio estas son sobre todo biomédicas, que es lo que
podemos llamar un "protagonista teórico"20. Es el ejemplar descrito en
las categorías. El "homosexual" del tipo que sea, porque tiene unas
prácticas a su vez clasificadas, con un significado adquirido por la vía
institucional que ahora analizaremos. Pero los individuos concretos,
son "protagonistas biográficos" que están radicados en un contexto
socicultural y en una concepción del mundo y de sí mismos a partir de
las cuales viven y sobreviven. En el análisis que exponemos, estos
individuos (protagonistas biográficos) son clasificados mediante
categorías (protagonistas teóricos) con las que entablan interacciones.
Incluso llegan a alterar la clasificación. Una de las vías de hacerlo
puede ser la alteración de su conducta para ajustarla a determinados
hechos institucionales. Por si fuera poco complejo el entramado
interactivo, los protagonistas teóricos son fruto de la interacción del
discurso experto con las narrativas vivenciales de los sujetos
concretos, como bien se constata en la obra de Krafft-Ebing
(Oosterhuis, 2000) y en la de los autores que tratamos aquí.

Esta teoría ha sido ya aplicada al estudio de las


homosexualidades por Vázquez y Cleminson (2011: 7-8). Con estos
autores hemos de afirmar que el esencialismo goza de ciertas ventajas
a la hora de entablar estrategias políticas,21 lo que sucede asimismo con
las biografías individuales (2001: 7). Sin embargo existe aquí el riesgo
de proyectar una identidad más o menos estable y hacerla desplazarse
de forma transhistórica, sin comprender la relación intrínseca de las
diferentes "subjetividades" con los diferentes discursos expertos
20 Esta terminología de "protagonistas teóricos" y "protagonistas biográficos" es
propuesta por nosotros. Véase el epígrafe 1.5. de este trabajo.
21 Sobre las ventajas y límites del enfoque esencialista y el carácter occidental del
binarismo, véase Sedgwick (1991: 94-97).

57
(biomédico, teológico, jurídico...). Las categorías que propone
Halperin (2000) son sodomía activa, inversión sexual, afeminamiento,
homosexualidad y homosociabilidad, y no se suceden unas a otras de
forma lineal. Pueden solaparse en a lo largo del tiempo y aparecer en
diferentes discursos. La tipología es útil para dar cuenta de los
diferentes tipos generados al yuxtaponer el discurso experto
(biomédico) con las culturas y subculturas (Vázquez y Cleminson,
2011: 11-12).

El resultado epistemológico y ontológico es rechazar una


versión fuerte del construccionismo social que concibe las identidades
"homoeróticas" como meras idealizaciones. Se trata de desplegar un
realismo dialéctico capaz de desenmascarar los procesos de
conformación histórica de las subjetividades, pero dando cuenta cabal
de los efectos materiales y concretos para los individuos clasificados
(Vázquez y Cleminson, 2011:8). La teoría está vinculada al concepto
de estigma de la teoría del etiquetado de Erving Goffman (1968) pero
con la peculiaridad de que Hacking, apunta a las interacciones y
efectos bucle que se producen entre los individuos y la clasificación.

En ocasiones estas son directas (del conocimiento de haber sido


etiquetados) y en otras indirectas, por los efectos administrativos
proyectados sobre los sujetos estigmatizados, que muchas veces no
tienen por qué conocer las teorías que los catalogan (Huertas, 2012:
115).

La teoría de Hacking es además compatible con otras de


diferente estilo filosófico y el proponer una ontología fuerte, redunda

58
en mayores posibilidades de adaptación para la investigación y la
reflexión. En este sentido, Rafael Huertas sugiere que el nominalismo
dinámico ofrece una perspectiva crítica para reflexionar no solo sobre
el hecho de que
la manera (cultural) de entender el malestar ha traído
consecuencias, sobradamente conocidas, no solo en el
ejercicio de la psiquiatría y la psicología, sino en una
suerte de psiquiatriazación de la vida cotidina, sobre las
que, no obstante, conviene seguir reflexionando (Huertas,
2012: 120).

La utilidad para una reflexión sobre las sexualidades, en


perspectiva diacrónica y de patente actualidad, está a la vista. En ello
tiene que ver el hecho de que en la identidad del individuo moderno
«los deseos y los placeres del sexo perfilan la idiosincrasia del sujeto,
configuran su intimidad más recóndita, su verdad más profunda y por
ello más insidiosamente oculta» (Vázquez y Moreno Mengíbar, 1997:
23) y que llegado el Estado del Bienestar «los orgasmólogos y los
nuevos corifeos del sexo nos ofertan el sueño de un individuo feliz,
enjabelgado en un clímax sin término» (1997: 184).

Arnold I. Davidson ha aplicado la epistemología histórica al


surgimiento de la sexualidad y las perversiones en La aparición de la
sexualidad (2004). En esta obra analiza las fricciones que generan los
conceptos sexuales, la epistemología de las pruebas distorsionadas y la
importancia de examinar los diferentes estilos de razonamiento
involucrados.

59
1.2. LA HOMOSEXUALIDAD COMO HECHO INSTITUCIONAL

Francisco Vázquez y Andrés Moreno Mengíbar, en Sexo y


Razón (1997:16) consideran que la homosexualidad es una institución
en los términos de la ontología social de John Searle (1985: 50-52).
La sexualidad sería una «acción significativa». El lenguaje no está
representando la realidad sino constituyéndola22.

Para Searle, los hechos institucionales son aquellos que


dependen del lenguaje y se constituyen como convenciones que
entretejen la estructura social. Nuestro objetivo es examinar si los
discursos sobre la homosexualidad se avienen a la propuesta teórica
searliana, en el sentido de que las categorías y las concepciones
sociales reúnen las características requeridas por Searle para los
"hechos institucionales".

El texto de Berger y Luckmann (1966) arriba mencionado es


una obra clásica del construccionismo social, elaborada desde una
posición fenomenológica. El texto de Searle podría considerarse una
crítica al construccionismo desde una posición analítica, aunque su
mayor o menor connivencia con dicha postura y su carácter ontológico
idealista es objeto de controversia en la filosofía de las ciencias
sociales. Una de las vías que entendemos puede solucionar y mejorar
ese idealismo es la consideración de que esas instituciones no son
meramente lingüísticas o simbólicas sino que el hecho institucional se

22 Winch (1972: 113-114) cit apud Vázquez y Moreno Mengíbar (1997: 16).

60
produce en un contexto material dado (Searle, 1997; Vázquez,
2011a:11) y además mediante un entramado interactivo.23

Searle (1997:132) establece la diferencia entre los hechos


brutos (brute physical facts), independientes de los estados mentales y
de las instituciones humanas, y hechos institucionales (institucional
facts), que dependen del lenguaje y son convenciones que tienen que
ver con las creencias y los estados mentales. Estos hechos
institucionales son un tipo de hechos sociales que se caracterizan por:

* La intencionalidad colectiva, propia de los hechos sociales, que


requiere que el estado mental intencional sea compartido.
* Asignación de funciones de status: se impone una función a un
objeto u hecho preexistente de forma que es la intencionalidad
colectiva, y no las propiedades físicas del hecho u objeto, la que
posibilita el cumplimiento de esa función.
* Reglas constitutivas, que no regulan comportamientos preexistentes
sino que son como reglas de juego y constituyen sus condiciones de
posibilidad. Estas reglas constituyen los hechos institucionales y
describen su estructura como "X cuenta como Y en el contexto C".

La posición de Searle es mentalista: la realidad social estaría


constituida por las actitudes que tomamos hacia ellas. Los estados
mentales serían los componentes de esa realidad, además de los
"hechos brutos" que les sirven de base material.
Los hechos institucionales se aplican sobre un hecho (sea
institucional o un hecho bruto) al que se aplica una función de status

23 Véase el epígrafe 1.1.b de este trabajo.

61
(de forma no causativa, dado que el hecho-objeto es insuficiente) en un
contexto donde existe intencionalidad colectiva y que requiere cierta
aceptación intersubjetiva de las reglas constitutivas. Esta aceptación
genera lo que denomina poderes deónticos (normas, derechos,
obligaciones, prohibiciones…). En todo este utillaje se hace
imprescindible el lenguaje en tanto que requisito de simbolización para
la asignación de funciones.

De acuerdo con Searle, la realidad social es construida, pero su


ontología es realista y lleva aparejada una teoría de la verdad como
correspondencia: dicha construcción se hace sobre una realidad bruta,
preexistente y necesaria. Los hechos brutos tienen primacía lógica
sobre los institucionales, pues, al final de la cadena, siempre habrá
hechos brutos (aunque el hecho institucional se hiciera sobre otra
institución). En una concepción realista estos hechos brutos son
independientes de las representaciones humanas y los estados
mentales. Lo "real" de la realidad institucional es su descanso sobre los
hechos brutos. Dicha concepción le ha acarreado críticas en lo que se
refiere a su cercanía con el construccionismo y sus presuntos
idealismos.

a) El papel de la praxis: Una revisión de la teoría searliana a


través de una ontología materialista.

José Antonio Noguera (2002) realiza algunas matizaciones de


la teoría referida e intenta, mediante una ontología materialista, suplir
alguna de las deficiencias que encuentra en la misma. Entiende
Noguera que Searle no se distancia demasiado de alguno de los

62
construccionismos en cuanto que se aproxima a una ontología social
idealista. Cita como ejemplo el que a su vez utilizan Berger y
Luckmann (1966), a saber, el caso del vudú y las posesiones
demoníacas como ejemplo de construcción social. Una aplicación
simple de la teoría searliana, vendría a bendecir a las posesiones
demoníacas como hechos institucionales, en el mismo sentido que
pudiera serlo, por ejemplo, el dinero. En ambas "instituciones" se
verifican las condiciones de intencionalidad colectiva, la asignación de
funciones de status y las reglas constitutivas, sin importar - como
quiere Searle – que los agentes sean conscientes del mecanismo, o
incluso que tengan todo tipo de ideas falsas al respecto. Los dos frentes
por los que cabría abordar la dicotomía entre hecho bruto e
institucional, serían dos reduccionismos, apunta Noguera siguiendo a
Domènech (prologuista de Searle), una versión del reduccionismo
institucional, articulada por un construccionismo fuerte y universal
(que nos abocaría a que en última instancia todo es institucional o
construido, extremo que pocos teóricos de dicha posición suscribirían),
o alguna suerte de reduccionismo hacia los propios hechos brutos,
como hicieran ciertas teorías filosóficas basadas en la biología.

Ambos reduccionismos pueden ser sorteados con cierta fortuna


por Searle sin que ello solucione las posibles dificultades de su teoría;
la propuesta de Noguera, que aceptaremos también en nuestra
aplicación del concepto, consiste en tomar la distinción searliana y
pulir en ella los posibles mentalismos (que la abocan al
construccionismo) aplicando una ontología materialista que tenga en
práctica las prácticas de los agentes involucrados. Esto conduce a una
ontología tricotómica en la que además de hechos mentales y brutos,

63
tendríamos que habérnoslas con prácticas sensibles. Noguera cree que
Searle – en el ánimo de huir de la autorreferencialidad de las reglas
constitutivas - aunque reconozca el papel de la actividad humana, no le
confiere suficiente entidad ontológica. Así, piensa, sin tener en cuenta
las prácticas sensibles de los agentes, resultarían inabordables con la
dicotomía bruto/institucional, regularidades científico-sociales o
mecanismos causales como los estudiados por Elster, o las situaciones
de interacción estudiadas por la teoría de juegos, o las desigualdades
económicas, que no son ni hechos brutos (dado que requieren
instituciones), ni puramente mentales.

En palabras del propio Noguera, «las prácticas son


constitutivas de (muchas de) las instituciones porque deben ser
efectivamente causadas por la asignación de status para que haya
institución». Las creencias no son acciones ni existe una relación tan
mecánica y automática entre ellas. De acuerdo con Searle, la función
de status incide en la actividad de las personas (en cuanto que
establece poderes deónticos); lo que añade la posición ontológico-
materialista es que las actividades, las prácticas no son algo
sintomático ni posterior (ni empírica ni lógicamente) sino que
constituyen el hecho institucional en la misma medida que los otros
factores. La aceptación de una regla debe además ir unida a su
cumplimiento (Noguera, 2002: 53). A la primacía de los hechos brutos
habría que añadir la primacía lógica de la praxis sobre las creencias, el
reconocimiento y las funciones de status.

El sistema de aceptación depende muchas veces del sistema de


fuerzas, y no hay que obviar que el sistema de fuerzas tiene muchos

64
mecanismos coercitivos diferentes de la pura fuerza física. Además de
los discursos explícitos de la moral, la teología, la medicina, la
psicología y la psiquiatría (digamos discursos articulados), existen
discursos no siempre explicitados ni sistematizados que recorren el
conjunto de las creencias sociales. Se trata básicamente de formas no
articuladas (discursivamente) de prejuicio que no desarrollan un
discurso explícito, ni pretenden ningún tipo de racionalidad teórica o
práctica. Estos prejuicios se constituyen como supuestos, o
presupuestos, de los discursos más elaborados y recorren tanto el
imaginario social como puntos de partida "científicos".

Vamos a revisar algunos elementos presentes en los discursos


sobre la homosexualidad, tanto espontáneos como estructurales de los
mismos, a la luz de la noción de hecho institucional. Aunque los
ejemplos de Searle tienen una familiaridad muy jurídica, nos
permitimos extender la reflexión en la línea de considerar los hechos
institucionales como hechos convencionales que siguen el patrón
descrito aunque no tengan la forma tan explícita.

La propuesta se ajusta a nuestros presupuestos filosóficos para


el análisis del "homoerotismo" en los términos arriba expuestos.
Veíamos cómo el nominalismo dinámico permitía una reflexión sobre
la construcción de las "homosexualidades" en la que se tiene en
cuenta de forma irrenunciable, a los individuos concretos y las
consecuencias que para ellos tienen los discursos que los diagnostican
y estigmatizan.

65
b) El régimen de sexualidad.

En el telón de fondo de las relaciones sociales existe un


presupuesto fundamental en el tema que nos ocupa. La forma correcta
o normativa de gestión de la sexualidad. La distinción entre sexo y
género es un lugar común en las ciencias sociales. Mantendremos,
entonces, esa distinción y llamaremos sexo a la realidad biológica y
género a las prácticas y expectativas sociales vinculadas culturalmente
al sexo. La sexualidad no sería entonces ni sexo ni género, por más que
esté imbricada entre ellos, sino un conjunto de prácticas, normas,
vivencias eróticas, de deseos, placeres y afectos. Las sociedades, en
este punto, han sido heteronormativas, es decir, han considerado que la
forma sexual de conducirse aceptable es la relación (hetero) sexual y,
en muchos momentos de la historia, si no conducente a fines
reproductivos, sí al menos no incompatible con dicha posibilidad.
Dicha heteronormatividad, a la luz de los análisis de Searle, podría
considerarse un poder deóntico dimanante de toda una seria de
creencias, intencionalidad colectiva, funciones de estatus y reglas que
estipulan las prácticas aceptables, o no, en materia sexual.

Pero esa sexualidad y la gestión de la misma es un dispositivo


histórico producido por el biopoder, como analizaremos en el epígrafe
siguiente. Es necesario concebir la represión también como un
resultado producido por el mismo dispositivo reflexionado por
Foucault (1976) y Vázquez (2001).

Ser la pareja (hetero) sexual de alguien conllevaría intenciones,

66
funciones y reglas que además concretan formas de parentesco
normalizadas, aceptadas ampliamente y con funciones definidas en su
contexto.
El hecho bruto sobre el que se apoya la institución de la
"heterosexualidad" es la diferencia biológica del sexo y sus
connotaciones reproductivas, por más que en la práctica sexual real la
reproducción sea gestionada independientemente.

Así las cosas, el género, como categoría social, se funde con el


hecho institucional heterosexual y heterocentrado: los roles o papeles
tanto sociales como sexuales quedan delimitados dentro de un campo
que marca lo permisible y lo que no lo es. Lo que se escapa de dicho
régimen de sexualidad es objeto de prohibición y represión, además de
toda suerte de mecanismos que impidan que otros hechos brutos
(relaciones de afecto con placer con personas con las que se tiene
coincidencia anatómica) sean institucionales. Es decir, hablaríamos de
una relevancia social de la coincidencia anatómica como hecho
institucional. El régimen además ha establecido a lo largo de la historia
mecanismos que permiten el androcentrismo como "sociodicea" y el
patriarcado como forma de poder. Pero lo que se escapa y el discurso
de la represión, y el contradiscurso que la denuncia, forman parte de
algo a elucidar mediante una hipótesis productiva.

Un caso particular, puede ser la consideración de la efectividad


de las uniones civiles o matrimonios. Los países en los que, como en el
nuestro, dichas uniones se han autorizado para personas del mismo
sexo, han vivido debates – a veces como para producir sonrojo al
rememorar tiempos en los que muchos gastaban energías para negar

67
derechos a minorías – sobre la aceptación, las funciones y las reglas,
con el objetivo de impedir a una minoría el acceso a un derecho civil o
de facilitar una redefinición del hecho institucional que permitiera la
ampliación de ese derecho.

En el régimen de sexualidad, género y parentesco, unas


instituciones se montan sobre otras y al final de la cadena,
encontraríamos la realidad física. Lo que se considere relevante o
significativo de la anatomía también es susceptible de ser considerado
un hecho institucional cuando se producen las asociaciones de género.
En relación con el validez de la "diferencia" anatómica entre los
"sexos", Laqueur (1990) ha cuestionado decisivamente el valor de la
misma y por otro lado los cuerpos anatómica, cromosómica y
hormonalmente ambiguos, ponen esa "diferencia" en tela de juicio.

El intercurso sexual entre dos personas del mismo sexo (x)


cuenta como "homosexualidad" (y) en nuestro entorno, sociedad,
nación, iglesia… ( C ). Y así un hecho institucional puede ser base
para otro. La homosexualidad (x') cuenta como patología /y') en
nuestro contexto médico (C'). Así para, "heterosexualidad",
"inversión", "homosexualidad latente", etc.

Incluso como veremos el qué se hace, cuándo y con quién


también tendrá efectos para la acción significativa pertinente. Así en
un contexto en el que no hay mujeres de forma forzosa, el intercurso
sexual entre dos varones puede ser "otra institución", lo mismo vale
para las formas de homosociabilidad o el tono subido que pueda
alcanzar la amistad entre personas del mismo sexo.

68
La diferencia anatómica cuenta como marcador de normalidad
o anormalidad en nuestro entorno. La estructura lógica se simultanea
con creencias compartidas, asignación de funciones de estatus, por
cuanto se atribuyen funciones sociales y políticas a los objetos y
relaciones que van mucho más allá del objeto de partida, y esto de
acuerdo con una regulación que constituye las propias instituciones.
Podríamos albergar reticencias al hablar de "no regular
comportamientos preexistentes", dado que las prácticas sexuales
preexisten a los discursos, pero la propia dicotomía institucional/bruto
nos da la solución. El comportamiento heterosexual u homosexual,
queda constituido como tal comportamiento por esas reglas
constitutivas.

Ha de tenerse en cuenta que las diferencias anatómicas, son


también hechos institucionales, como han mostrado Vázquez y
Cleminson (2013)24. Como tales pueden instituciones funcionar como
base ( o hecho bruto) para otros hechos institucionales. Además todo el
proceso de "institucionalización" no se da en un espacio vacío, solo es
parcialmente lingüistico. Requiere el contexto y eso incluye elementos
no discursivos.

Naturalmente las instituciones y los significados serían muchos


más. Aquí hemos simplificado para un modelo de orientación sexual
binario "homosexual o heterosexual". Las posibilidades del análisis
serán múltiples a la hora de analizar subjetividades, prácticas,
diagnósticos y estigmas. Como la institución heteronormativa no es en

24 Judith Butler, a lo largo de su producción, también cuestionará la consideración


"bruta" del sexo y la institucional del "género". Véanse Butler (1977; 2004)

69
principio cuestionada, se la define negativamente a partir de su no
coincidencia y rechazo de las prácticas no autorizadas (Llamas, 1998),
sea adulterio, homosexualidad….

Las creencias y la asignación de funciones o características que


sobrepasan y dan significado a ciertas prácticas, de acuerdo con
ciertas reglas, entran también en juego en la delimitación de lo relapso,
de lo punible. La función no tiene que ser interpretada siempre en
clave funcionalista, por lo que podríamos darle un significado más
analítico como el de significado o papel social. La inutilidad
reproductiva de las prácticas fue usada como criterio de delimitación
precientífica y bien podría considerarse como algo que supera a las
prácticas propiamente dichas en cuanto que se atribuye según un
criterio que va más allá del hecho en sí, o de otras posibles funciones
(placer, satisfacción, afecto…).

El hecho de la existencia de discursos pastorales, teológicos y


sus formas de traducción jurídica, desplaza el hecho institucional hacia
la creencia de que "lo que dice A vale B en este contexto", con esto se
pasa por alto la asimilación de un discurso racionalizado por parte de
los agentes sociales y sí se insiste en su aceptación de una autoridad.
Por otra parte la interiorización no se produce de una forma
admonitoria o intencional. Tiene más que ver con el concepto de
habitus de Bourdieu25. Es preintencional y se asume de forma
inconsciente de manera que las operaciones sobre sus estructuras son
muy complicadas.
El mecanismo del insulto, y la atribución de una esencia

25 Véase el siguiente epígrafe.

70
degenerada pueden seguir el mismo patrón. El insulto y la
estigmatización, dentro de un orden de poder deóntico, pueden ser
analizados en los términos apuntados.26

Cabe añadir que, además, se pueden seguir institucionalizando


hechos o instituciones de forma que se asocie la institución en juego a
una teleología. En el caso de "la homosexualidad" se ha asociado esta
característica con la morbilidad (Eribon, 1999). El caso de la pandemia
de VIH y sus implicaciones políticas son una buena muestra de ello. Se
establece así una equivalencia "homosexualidad = muerte" que
reconstruye el cuerpo homosexual como un cuerpo político marcado
con un estigma tanatocrático en tiempos del SIDA (Llamas, 1994).

Las políticas, los diagnósticos, los sistemas de exclusión social


y represión policial y/o sanitaria, la negación efectiva de derechos,
cuando no las sanciones penales, son prácticas que constituyen y
retroalimentan las instituciones y el mapa de los posibles cursos de
acción admisibles. También las propias acciones de los sujetos
estigmatizados, o clasificados, de acuerdo con la teoría de Ian Hacking
arriba expuesta.La homosexualidad queda constituida como "otredad",
lo otro, lo abyecto que puede ser usado como arma arrojadiza por
discursos diametralmente opuestos.

En su momento, la ciencia psicológica y la psiquiatría


redefinieron el estigma heredado de los discursos morales y teológicos.
En otras palabras, tomaron y dieron un nuevo significado a
instituciones preexistentes y lo que es más importante, que siguieron

26 Para este análisis remitimos a Eribon (1999).

71
existiendo. Por otra parte, la medicina, heredera en su versión de
higiene, de ciertos elementos derivados de la pastoral religiosa, al
diagnosticar, está creando un nuevo sujeto y nuevas redes de
relaciones sociales. El poder establecido autoriza a los especialistas
sanitarios para que sean dirimentes en materia de higiene, también
social, y despliegan una serie de elementos que constituyen un poder.
Los agentes sociales implicados conocen, aplican y practican una serie
de redes sociales conformadas por los diferentes hechos
institucionales: diagnóstico, terapia, curación, ostracismo…

Los contextos, reglas, funciones y creencias compartidas


delimitarán además los tipos de homosexualidades y su diferente
catalogación. Sirva el ejemplo apuntado antes de la "homosexualidad
situacional", fruto de la ausencia de personas del mismo sexo durante
largos periodos de tiempo. En este contexto, la relación sexual no
produce estigma y resulta transitoria en el imaginario social. Tampoco
es puramente homosexualidad la que se practica con fines económicos
(prostitución). Es su asociación pura con el placer y el deseo lo que
marca la estigmatización institucionalizada.

Las personas que han tenido relaciones homosexuales a lo


largo de su vida son muchas más que las que se declaran o consideran
socialmente como homosexuales: es evidente que hay una regulación
social y una red de significados fluctuante, por lo demás, débil por
cuanto las creencias son flexibles. Los hechos institucionales y el
contexto propician la resignificación de las conductas. La atribución
social de poder científico a organizaciones científicas (APA-OMS)
también es un hecho de este tipo, así como las concesiones de

72
credibilidad en el correspondiente régimen deóntico a comunidades
religiosas o similares.

Resulta ilustrativo, en este sentido, el análisis que podemos


hacer de las nociones de "activo" y "pasivo" mediante la aplicación de
las herramientas searlianas. Ya los estudios de Halperin (1990),
Foucault (1976), etc. llaman la atención sobre la importancia que tenía
el rol sexual en la ordenación del deseo y del placer en las sociedades
clásicas romana y griega. Como tendremos oportunidad de examinar
en lo que sigue, el hecho es que la feminización del pasivo ha sido un
lugar común en los discursos sobre la homosexualidad. Incluso las
tareas médico-taxonómicas jugaron a menudo con el pasivo-
congénito-femenino por oposición al activo-adquirido-masculino.
Dado el hecho bruto de una determinada práctica corporal-sexual, la
interpretación que se hace de ella se sitúa por encima, como hecho
institucional. De nuevo hacer X cuenta como Y en el contexto C, de
nuevo hay intencionalidad colectiva, asignación de funciones de status,
existencia de reglas constitutivas, etc. Ni qué decir tiene que
intervienen las prácticas médicas, policiales, penitenciarias, etc. en la
constitución de la institución. Así, la estructura de la pederastia griega
respondía a patrones de hecho institucional, como también las
posibilidades sexuales del varón ciudadano romano en su papel de
activo. Más cerca en el tiempo, tenemos el caso de la consideración de
no homosexuales que tenían los sujetos de preferencia activa.

Llamas (1998: 184-185) refiere la literatura antropológica que


nos informa de que en ciertos ambientes de México, el homosexual
"masculinizado" que responde a su rol de género masculino y es

73
activo, no es considerado propiamente un homosexual. Nos recuerda
cómo el estigma recae en el feminizado pasivo, provocador y lascivo,
siempre atento para aprovecharse de una sexualidad masculina
desbordante, que responderá a la provocación. Queda, en alguna
forma, justificado el heterosexual que se desahoga sexualmente con un
homosexual, sin comprometer su identidad de género, y – por supuesto
– cualquier práctica violenta contra ese homosexual antes, durante o
después del encuentro.27
Desde el punto de vista de las prácticas, hay que hacer notar
que, para exterminar homosexuales, lo mismo han valido argumentos
genetistas como ambientalistas y que en ocasiones incluso se han
simultaneado. Vale la pena, en ese sentido, reflexionar sobre los
debates planteados por Steven Pinker (2003) en relación con la
naturaleza humana.

Las interpretaciones de la realidad social son hechos


institucionales hasta el punto que determina "formas de existir",
subjetividades. Los sujetos clasificados interactúan con la
clasificación y con las redes de poder relacionadas. Así, volviendo al
ejemplo latinoamericano, Reinaldo Arenas en 1980 consiguió salir de
Cuba declarándose "maricón-pasivo". Aquellos que conservaban el rol
activo28 no eran considerados homosexuales por el castrismo (Sánchez,
2008).

27 Un ejemplo de modelo mediterráneo de (homo) sexualidad. Este modelo queda


bien ilustrado por Chauncey (1994) y explicado por Hergoz (2009: 1297-1298) y
Vázquez y Cleminson (2011:13). En el modelo mediterráneo habría una marcada
importancia del género (masculino/femenino) en correspondencia con los roles
sexuales (activo/pasivo) frente al modelo identitario (nórdico) basado en las
preferencias de objeto sexual.
28 De nuevo el modelo mediterráneo.

74
Otro ejemplo de interacción es la que nos mostrarán los presos-
pacientes peligrosos sociales del franquismo, que analizaremos en este
trabajo. Cuando la Administración interrogaba para clasificar como
activo o pasivo, con fines de "destino penitenciario", los propios
afectados podían sugerir cualquier tipo de preferencia para conseguir
el destino deseado. Naturalmente el discurso bio-psicológico forense
nos previene que los presos podrían burlar el sistema, por palabra o por
hecho, para conseguir tal o cual clasificación e irse donde existían
compañeros sexuales más adecuados. Estaba claro que un preso social
homosexual se preocupaba en lo fundamental por seguir practicando
sus perversiones, y desde luego, no cabían otras consideraciones.
También la taxonomía fracasa al comprobar que muchos sujetos se
escurrían entre los taxones al cambiar de rol según las circunstancias,
etc. Y es que estos pervertidos, según se pensaba, eran insaciables y su
esencia era desbordante en materia sexual, premisas todas ellas que
funcionan desde los albores de la producción biomédica sobre el tema.

Para finalizar tengamos en cuenta el punto de vista sobre las


entidades que dimana de la ontología institucional e histórica. El
"homosexual", como hecho institucional, es tan real como pueda serlo
el hecho bruto de una eyaculación con una persona del mismo sexo.
Ambos existen. Lo que varía es el modo de existir. Conviene, como
recuerda Vázquez (2011a: 12) recordar la diferenciación de planos
objetivo y subjetivo exigida por el propio Searle (1997: 27-28). Esta
distinción debe aplicarse tanto ontológica como epistemológicamente.

Los hechos institucionales son entidades ontológicamente

75
subjetivas porque se constituyen mediante prácticas sociales (las
instituciones que hemos analizados y sus elementos constituyentes que
incluyen aspectos no simbólicos). En el enfoque epistemológico son
objetivos porque las instituciones sociales (la homosexualidad), son
asertos que se pueden hacer corresponder con la realidad y determinar
su valor veritativo.

Las filosofías de Ian Hacking y John Searle nos resultan


totalmente asumibles en las interpretaciones que hacen de ella
Vázquez (2011a) y Moreno Mengíbar (1997); Vázquez y Cleminson
(2011), y Huertas (2012) sin necesidad ahora de abordar las
problemáticas y debates que siguen generando sus discursos en la
academia filosófica.

1.3. HIPÓTESIS REPRESIVA E HIPÓTESIS PRODUCTIVA EN


FRANCISCO VÁZQUEZ

Los estudios foucaltianos tienen una amplia tradición filosófica


e historiográfica. No es este el lugar para intentar reconstruirlas ni
describirlas, pero sí seguir la argumentación de Francisco Vázquez
García (2011a)29 en su conferencia «Hipótesis represiva e hipótesis
productiva. Fecundidad y límites de la propuesta foucaltiana» 30 dado

29 Nosotros vamos a citar siguiendo la numeración de páginas del documento


íntegro citado en la bibliografía. http://rodin.uca.es/xmlui/handle/10498/15008

30 IV Seminario Internacional de la Asociación de Estudios de Investigación de


Historia de las Mujeres (AEIHM). Las huellas de Foucault en la historiografía.
Poderes, cuerpos y deseos. 7 y 8 de octubre de 2011. Madrid. Un extracto ha
sido publicado posteriormente, véase Vázquez García (2013).

76
que vamos a asumirlas y contrastarlas en nuestro estudio. Ya en los
apartados precedentes y en el que sigue hemos seguido la posición
filosófica de Vázquez al modelar una propuesta de historia de las
"sexualidades" que no desemboque en anacronismos esencialistas ni
exageraciones construccionistas. Ahora nos centraremos en la cuestión
de la superación de la conceptualización en términos de represión
mediante la hipótesis de producción de las sexualidades.

En las producción previa a La volonté de savoir (1976),


Foucault31 analiza la relación entre poder y sexualidad de forma
negativa. Sigue inmerso en la lo que más tarde cuestionará como
hipótesis represiva (Vázquez, 2011a:1-2).

Tanto el contexto social como el historiográfico están saturados


de referencias a esa visión de "represión" para las cuestiones sexuales
desde los diferentes poderes. Son de especial relevancia las tesis de
Van Ussel (1974) sobre la represión del cuerpo de placer por el cuerpo
productor y la de la desublimación represiva de Herbert Marcuse
(Vázquez, 2011a: 4-5). En ese estado de la cuestión Foucault publicó
Vigilar y castigar (1975) y La voluntad de saber (1976). En estas obras
se aleja de la concepción liberal del poder consistente en la capacidad
coercitiva y la marxista en términos de opresión y dominación,
derivada de las relaciones de producción.
el poder concebido como relación y como técnica no
como sustancia y ley- funciona productivamente,
modelando cuerpos dóciles y útiles, gestando
subjetividades, administrando ilegalismos y engendrando
dominios de objetividad y de saber. [...] Esta condición
productiva sería propia de una nueva dinastía de técnicas
de poder que, surgidas entre los siglos XVII y XVIII,

31 Foucault (1969:252-253; 1971: 63; 1994: 162 ).

77
vendrían a superponerse con el viejo poder de la ley, de la
soberanía. Se trata del "biopoder", cuyo funcionamiento
obedecía a una lógica de gestión e intensificación de las
fuerzas vitales de la población (Vázquez, 2011a: 5-6).

En esto consiste la hipótesis productiva, término procedente de


Carolyn Dean (1994) pero que, según Vázquez refleja fielmente el
punto de vista que analizamos.

Tiene lugar así una desnaturalización de la sexualidad, que no


va a ser considerada un instinto sino un dispositivo histórico, el
resultado de unas tecnologías (disciplinas y regulaciones) en buscaban
ajustar el crecimiento demográfico y el de las fuerzas productivas. En
este proceso se localiza el proceso de codificación clínica de la
pastoral de confesión. Los núcleos fundamentales de ese control de las
conductas mediante la sexualización se centran en la sexualidad
infantil y la lucha contra la masturbación, la medicalización de las
perversiones mediante las clasificaciones de los desviados, la
histerización de las mujeres y la socialización de la procreación
mediante la eugenesia y la pareja malthusiana (Foucault, 1976: 137-
139; Vázquez, 2011a: 6).

Las ciencias sexológicas encuentran objetos (el instinto) y


sujetos (por ejemplo, el homosexual) y se conforman por prácticas
discursivas (expertas) y no discursivas. Se proporcionan medios para
evitar el anacronismo al concebir la sexualidad de esa forma y al
incluir incluso el discurso contra la represión como parte de esa
institución encuadrada en su contexto.

Con esto en ningún momento está negando que la sexualidad

78
haya sido reprimida a lo largo de la historia. Lo que pone de
manifiesto es que el empeño en la crítica de esa represión forma parte
de la institución de la sexualidad producida a partir del biopoder y la
gestión de las poblaciones (Vázquez, 2011a: 8). Al formularse las
críticas desde los propios dispositivos por ellas abordados, se produce
una reproducción de las relaciones de poder "criticadas".

De acuerdo con Vázquez es necesario delimitar las fronteras


entre las propuestas de Foucault y cierta vulgata foucaltiana que
intenta convertirlas en un deconstruccionismo textualista. En el caso
del "homosexual" tendríamos que sería un producto psiquiátrico luego
interiorizado por los legos.

Esta visión es refutable por varios motivos (Vázquez,


2011a:11). Primero porque la homosexualidad, como institución, en el
sentido searliano antes apuntado, requiere el lenguaje, pero no se
puede entender sin toda la matriz interactiva y de prácticas no
discursivas que ha explicado Hacking en las teorías anteriores. Esto
mismo había sido subrayado por Searle al requerir el concurso
imprescindible del contexto material (no discursivo). En segundo
lugar, la interiorización de hechos institucionales como la
(homo)sexualidad no se produce de forma admonitoria sino por la
asimilación del habitus (Bourdieu, 1988:28-48) . Este está compuesto
de disposiciones y capacidades preintencionales asumidas de forma no
siempre explícita y que se consideran "naturales". Por último Foucault
ha insistido en esa interacción entre prácticas discursivas y no
discursivas, que está presente en las ontologías sociales e históricas de
los autores analizados al inicio del capítulo. Junto con el

79
reconocimiento de la represión, se concibe la producción de
identidades que constituyen las clases de persona de las que hablara
Hacking.

Tenemos entonces en la propuesta de Vázquez un análisis de


los enfoques represión-producción de la sexualidad en el que
confluyen el postestructuralismo y la filosofía de la ciencia y se
calibran sus posibilidades. De hecho creemos que las precisiones
metodológicas de Vázquez y Cleminson (2011) son imprescindibles al
articular de forma filosóficamente fecunda las posiciones de Hacking,
Searle y Foucault y reconducirlas como epistemologías de gran
alcance para el estudio de la sexualidad que no incurran en deslices
ontológicos.

Vázquez (2011b) ha diseccionado las relaciones de Foucault


con la filosofía analítica. Estas se vieron muy limitadas en el mundo
intelectual y universitario español por circunstancias en que se
desenvolvía el mundo académico en la época de la recepción de la
obra del filósofo francés.

Foucault no solo importó gran parte de sus herramientas


filosóficas de la tradición analítica sino que se mantuvo en diálogo
crítico con alguno de sus representantes más brillantes. Un ejemplo es
la fecundidad con que aplicó y discutió la teoría de los actos de habla
de la pragmática filosófica de John Searle. Vázquez (2011b: 71-75)
nos ofrece una explicación del uso de dicha teoría en el desarrollo
foucaltiano del concepto de parrhêsia32 y su contraste con la

32 Del griego, παρρησία. Hablar con franqueza, con libertad, decirlo "todo".

80
«confesión». Por otra parte filósofos analíticos como el mencionado
Ian Hacking o Arnold I. Davidson33 han replanteado las posiciones de
Foucault desde sus estudios epistemológicos.

Por último, el constructivismo34 para Vázquez García (2009)


debe ser replanteado en una actualidad donde la dicotomía
esencia/construcción se encuentra en un contexto muy diferente y en la
que ya hemos podido vislumbrar los excesos de ciertas versiones
radicales. Centra su análisis en la construcción del "cuerpo", uno de
los tópicos de dichos proyectos. A partir del análisis de los avatares
del constructivismo y de sus relaciones con la metafísica de la
subjetividad ─ contra la que parecía erigirse ─ considera que en el
actual estado de desarrollo de las biotecnologías y las políticas
neoliberales, obliga a una revisión del concepto de modo que no olvide
el cuerpo vivido que la fenomenología había señalado como a priori .
El constructivismo debe en primer lugar revisar su rechazo a lo
natural. Lo corporal es una instancia cultural, pero también está en una
relación de continuidad con el resto de los seres vivos y la biosfera.
Sugiere
recuperar lo biológico pero desde una perspectiva que
atendiera a la complejidad, pluralidad, fluidez y libertad
como elementos ya presentes en el espacio de la biosfera
(frente a la fijeza, carácter dicotómico y simplicidad que
se le suele asignar), no como atributos exclusivamente
humanos (Vázquez, 2009: 10).

En segundo lugar hay que ser consciente de que ciertas formas


radicales de constructivismo se aproximan a la visión del cuerpo como
un «campo de ilimitada experimentación» y del agresivo mercado de
33 En concreto para cuestiones relacionadas con la epistemología de la sexualidad
en la línea aquí tratada se puede profundizar la discusión en Davidson (2004 )
34 Usamos, con el autor, constructivismo.

81
intervención que lo acompaña. Las contribuciones críticas que ha
aportado deben confluir con aproximaciones que permitan captar el
"cuerpo vivido" desde el que la experiencia y las narrativas en primera
persona son constituidas. Finalmente en el plano epistemológico, hay
que constar que los hechos (el cuerpo-objeto) no se puede malear
indefinidamente por la teoría sino que existe una resistencia en los
objetos que marca límites e incluso permite la evaluación de teorías.
Hay, por lo tanto «hechos ontológica y epistemológicamente objetivos,
independientes de nuestras prácticas lingüísticas e institucionales»
(Vázquez, 2009: 11)

Con la propuesta de Vázquez de un «constructivismo bien


temperado», se valoran las aportaciones críticas que las versiones más
postmodernas han efectuado y se llama la atención sobre la necesidad
de matizar fenomenológica y epistemológicamente las pretensiones de
cierto «constructivismo "impaciente». Asimismo recupera la atención a
la dimensión biológica de una forma no antropocéntrica en un modelo
que sigue permitiendo la "desnaturalización" que puede ser necesaria
para permitir el ejercicio de la libertad.

1.4. EL ENFOQUE MATERIALISTA DE JAVIER UGARTE

Nación, género, clase y etnicidad son las cuatro identidades


"normales" que se construyen junto con la sexualidad. Esto ha sido
conceptualizado en la noción de "interseccionalidad", fundamental hoy
en las ciencias sociales.35 La historia de la sexualidad no puede

35 Véase Andersen y Hill, eds. (2004).

82
cantonalizarse (Herzog, 2009; Vázquez, 2011a: 21-22; Vázquez, 2012)
sino que debe formar parte esencial de los estudios históricos junto con
las demás historias de la cultura.

Un enfoque cuyo valedor nos ha ofrecido producciones


recientes de gran importancia para nuestro trabajo es el análisis
materialista propuesto por Javier Ugarte. Está expuesto en sus líneas
fundamentales en «Del género a lo genital» (2012), y desarrollado en
Las circunstancias obligaban (2011), y en una perspectiva socio-
histórica y con un tono más antropológico-cultural en Placer que
nunca muere (2013).

Este análisis explica la experiencia del homoerotismo en


función de una diversidad de factores como la procedencia geográfica,
el género, la nacionalidad, el género36... a partir de los cuales se da
cuenta de los comportamientos a partir del contexto económico y la
extracción social. Intenta superar la dicotomía esencia/construcción en
la medida que afirma que « aunque el homoerotismo se da en todas las
épocas (algo defendido por el esencialismo), se expresa en identidades
históricamente determinadas (lo que avala el construccionismo)»
(Ugarte, 2012: 25).

El enfoque materialista no solo es compatible con un


construccionismo matizado en la línea de Hacking (y Vázquez y
Cleminson) sino que viene a reforzarlo de forma consistente una
modalidad de esencialismo. Por otra parte es un complemento esencial
para subsanar las deficiencias ontológicas materialistas que ha

36 Esto es, las identidades construidas referidas dos párrafos arriba.

83
señalado Noguera para la teoría de los hechos institucionales de John
Searle. El análisis materialista nos parece absolutamente esencial para
dar un armazón fundamental a las bases de los discursos y las
interacciones sobre el homoerotismo. Las investigaciones recogidas en
Los Asociales de G. Huard (2014) y el trabajo en preparación de
Fernández Galeano vienen a corroborar en las experiencias históricas
la validez de dicho modelo interpretativo.

Mediante el análisis del modo productivo y del sistema de


reproducción en las diferentes épocas de la historia y en diferentes
modelos nacionales, Ugarte argumenta la validez de dos tesis. En
primer lugar, la represión del homoerotismo se habría agudizado en
circunstancias socioeconómicas críticas que alteraban el modo de
producción y la generación de identidades. En segundo lugar, se afirma
también que la sustitución de identidades operada en la
contemporaneidad obedece a factores de tipo productivo, en concreto
«la incorporación de los homosexuales a un sistema productivo que
impulsa los empleos que exigen alta cualificación, remuneran de
acuerdo con ella y desincentivan la natalidad» (Ugarte, 2011: 13-14).

Una tercera tesis (denominada «Mohebiex») se sustenta en un


estudio de corte antropológico37 (en este caso se acentúa la atención
sobre la antropología del parentesco38). Esta denominación el acrónimo
de los elementos que explicarían la represión del homoerotismo en las
sociedades occidentales: Monoginia, herencia bilateral y
expansionismo estatal.

37 Ugarte (2014).
38 Para el caso de la familia europea, véase Goody (2000).

84
En nuestro trabajo asumimos como válidas las tesis de Ugarte
como presupuestos de partida y comprobaremos que quedan
ejemplificadas y corroboradas por los casos concretos de los
autoritarismos contemporáneos en España y Portugal

En relación con la asunción de una postura determinista


materialista estricta, somos más precavidos. Entendemos que la
explicación materialista está en la base de los discursos,
contradiscursos e identidades. Pero creemos que el determinismo debe
ser matizado por la intervención de más factores y por la existencia de
fenómenos de retroalimentación entre la estructura económica y la
superestructura ideológica.

La minuciosa atención que dispensa Ugarte (2011:14) al


individuo concreto ─ que busca sus fines a través de esas identidades
en transformación ─ permite detectar un individualismo metodológico
(Elster, 1998 ) que palia en gran medida cualquier "exceso" holista-
materialista. Entendemos que estas debates desbordan nuestros
actuales objetivos y dejamos abierta la cuestión, sin perjuicio de la
asunción de los análisis y metodología proporcionados por el enfoque
examinado.

1.5. SESGOS, BORROSIDAD, ECLECTICISMO Y


VERSATILIDAD. TEORÍA Y BIOGRAFÍA

En el estudio de la homosexualidad nos hemos encontrado con


importantes sesgos metodológicos. El hecho de que la propia

85
definición de homosexualidad se haya hecho teóricamente en precario
contribuye a una dispersión y flexibilidad conceptuales que han
propiciado una mayor influencia de factores externos a los procesos de
investigación, explicación e intervención. Lo que llamaremos
borrosidad teórica es un resultado de la mixtificación del eclecticismo,
el uso de conceptos difusos y unas prácticas científicas que, lejos de
estar hipostasiadas, se hallan en interacción continua con los
individuos sobre los que ejercen su discurso.

España y Portugal no dedicaron grandes esfuerzos


institucionales a la investigación directa sobre la homosexualidad. El
eclecticismo va a estar presente en una scientia sexualis ibérica que es
sobre todo receptora y que obtiene sus particularidades por las
interacciones que se desarrollan en el contexto discurso y no
discursivo. Sin desdeñar casos en los que cabe rastrear cierta
innovación en la teoría o en las actitudes, el tono general fue receptivo
y borroso. Ello ha de entenderse en el mismo contexto de profusión
teórica por la procedencia extranjera y conceptualmente muy
heterogénea, de los fundamentos básicos usados por los especialistas
españoles y portugueses.
Los discursos biomédicos sobre "la homosexualidad" discurren
paralelamente a la evolución de los mecanismos efectivos de
persecución de la disidencia afectivo-sexual asociada (el
homoerotismo masculino y femenino) y de las identidades producidas
por las tecnologías del biopoder. Esto además acontece en unas
determinadas modalidades de contexto material que hay que atender.
Los discursos y las prácticas médicas no siempre van acompasadas,
pero la urgencia que imprime al asunto el hecho de ser objeto del

86
ámbito de lo forense, provocan que las relaciones entre teoría y praxis
se conformen de forma singular.
En primer lugar debemos destacar que el uso de una
fundamentación teórica ecléctica y plena de entidades difusas, permite
una amplia versatilidad ejecutiva. Esta consiste en la posibilidad
coexistencia de interpretaciones, diagnósticos, decisiones clínicas y
administrativas inconsistentes entre sí. El grado de arbitrariedad
quedará en manos de los expertos. Pero los sujetos no serán meros
receptores pasivos sino que establecen bucles y estrategias.

Por otra parte, el alto impacto que en la vida de los sujetos


podían tener las prácticas de diagnosis (y muy especialmente la
localización por los agentes punitivos), lleva a a su clímax lo que Ian
Hacking ha denominado interacción de los sujetos clasificados con las
propias taxonomías y su rendimiento coercitivo. Además de estas
interacciones, tenemos que tener presente que las dificultades de las
ciencias humanas entre teoría, observador y observado, alcanzan
«cotas superiores en el caso de la antropología sexual» (Nieto, 1993:
75) y entendemos que también en los otros saberes sobre la
sexualidad.

La arbitrariedad que introducen las llamadas "medidas de


seguridad" en un sistema sin garantías combinada con la ambigüedad y
amplio repertorio de discursos posibles convierten a estos en una
"cama de Procusto" multiusos. Los individuos a los que se podría
ampliar la maquinaria de control desarrollarán asimismo sus propias
estrategias.

87
Herramientas de análisis de diferente estirpe pueden ayudar a
interpretar o reinterpretar algunos de los discursos y prácticas clave
relacionados con el problema y la época. Para nosotros ha sido
imprescindible el utillaje metateórico arriba referido al que cabe unir la
distinción de los modelos "mediterráneo" e "identitario-noroccidental"
de (homo)sexualidad y los análisis sobre las subjetividades
"homoeróticas" contemporáneas (Chauncey, 1994) .

El significado cultural de los modelos, así como la presencia


solapada de diferentes subjetividades (Halperin, 2002) inducen a
aplicar las ontologías y filosofías de las ciencias sociales expuestas.
Con este equipamiento se podrá reconstruir la caracterización de los
protagonistas teóricos y su interacción con los protagonistas
biográficos tal y como queda recogida en documentos paradigmáticos.

Esperamos poner de manifiesto las consecuencias de la sinergia


entre la borrosidad teórica una empiria sesgada asociadas con el
intervencionismo del del biopoder en el franquismo y el salazarismo
así como las especificidades de cada caso. Constataremos que esta
borrosidad facilitará el control y al mismo tiempo influirá en la forma
de adaptarse de los agentes sociales afectados. En eso consiste la doble
cara de la versatilidad ejecutiva. De un lago permite un vasto margen
de maniobra a los expertos y administradores, de otro y ─ según sus
recursos ─ abre las posibilidades estratégicas y contra-discursivas de
los sujetos implicados.

88
II. LOS CONTEXTOS DE LA "HOMOSEXUALIDAD"
EN LOS REGÍMENES AUTORITARIOS IBÉRICOS DEL
SIGLO XX

En la II República Española, régimen que no penalizaba la


homosexualidad explícitamente, el Diario El Sol de Madrid publicaba
el 15 de febrero de 1936 una reseña del texto de Adler, El
homosexualismo y otros estudios sexuales, en la que se destacaba lo
innovador de la consideración adquirida de la perversión homosexual
imprescindible para el médico, que no podrá curar; para el
magistrado, que no podrá juzgar; para el abogado, que no
podrá defender, y para el educador, que no podrá preparar
debidamente al individuo propenso al homosexualismo o
a las demás perversiones.

Más tarde, el Diario La Voz de Madrid, el 30 de noviembre de


1937, en plena Guerra Civil española, se publicaba un artículo titulado
«El Tercer Reich: un estado "sólo para hombres"» en el que su autor,
Rodney Collin, especulaba sobre la homosexualidad inherente a la
Alemania nazi en términos muy patologizantes. Así refiere que «Los
teutones siempre se han apasionado por la disciplina militar, y ésta [...]
es al mismo tiempo el enemigo reconocido de la heterosexualidad».
Además nada menos que Hitler y Goering serían «dos hombres
sexualmente anormales [...] incapaces de concebir el normal objetico
de un amor pleno e igualmente heterosexual».

Durante la dictadura franquista, Vallejo Nágera (1937a?)


atribuía a los líderes de izquierdas una retahíla de patologías, entre las

89
que se encontrarían la homosexualidad y la misoginia y Mauricio
Carlavilla (1956) veía homosexualidad detrás de cualquier disidencia
política. Ya en 1974, cuando se produjo la Revolución de los Claveles
en Portugal, desde el búnker franquista se intentó vincular la caída del
Estado Novo con la visibilidad de la homosexualidad en la sociedad
portuguesa (González, 2013: 111) y «la gloriosa efusión de los
movimientos de homosexuales y las ligas de prostitutas» (Sandoval,
1974: 29 cit. apud. González, 2013: 115).

La izquierda y la derecha políticas se acusaban mutuamente de


homosexualidad39. Se trata de lo que Javier Ugarte (2008a) ha llamado
«Una discriminación universal», y en el periodo de nuestro estudio no
encontraremos que sea diferente el estilo en la práctica totalidad de los
países occidentales. Como concluye Llamas (1998: 127):
"la homosexualidad" es «el atributo que se reserva a los
enemigos»; un efecto de la consideración una instancia
como denostada, o el instrumento que permite esa
alienación. Es más: "la homosexualidad" sirve, en la
práctica totalidad de los casos, como elemento de
integración negativa (de comunión en el rechazo) y de
justificación de todo tipo de actuaciones.

La homosexualidad pasaba a constituir un espacio de desorden


total en el individuo que afectaba negativamente al conjunto social. En
el caso de España los homosexuales serían parte de esa anti-España
contra la que el régimen de Franco se batiría hasta el final. En el caso
luso «O Estado Novo dizia que não havia homossexuais, mas
perseguia-os» (Almeida, 2009). En España se generó una psiquiatría
de corte fascista e integrista que igualaba a los homosexuales con la
peor condición moral imaginable. En Portugal siguieron aplicándose
39 Sobre el uso de la acusación de "homosexualidad" como arma arrojadiza, véase
Mira (2004: 77-78, 207)

90
las leyes republicanas de defensa social que ya venían funcionando
desde 1912 y se mantuvo la autoridad de sus principales médicos. En
ambos casos las leyes vigentes sobre "homosexualidad" eran las
destinadas a controlar y reprimir los estratos más bajos de la sociedad.

La frontera entre España y Portugal es la más antigua de


Europa. Por razones muy comprensibles ambos países ibéricos han
compartido contextos y experiencias similares en sus respectivas
historias, y no lo es menos que desde la Edad Moderna y las tensiones
entre la gran Castilla (iberizante y centrífuga) y el costero Portugal
(proyectado hacia el Atlántico) existan diferencias sustantivas cuya
heterogeneidad se explica de forma paradójica dada la homogeneidad
de "lo ibérico" que se apreciaba desde el exterior (Torre, 2000a).

En un primer análisis, tenemos que detenernos en el calado e


importancia de la idea de "imperio" que históricamente compartieron
España y Portugal. Ambas habían sido durante la Edad Moderna dos
potencias que marcarían la historia mundial con particular incidencia
en el continente americano y ambas habían entrado en un declive muy
acusado de sus respectivas proyecciones coloniales. El problema
colonial tuvo efectos muy distintos que se traducen bien, tanto en la
caracterización de sus crisis finiseculares como en el papel que habría
de tener en el desenlace final de los autoritarismos salazarista y
franquista.

En segundo lugar, hay que considerar el imperio y su relación


con la identidad nacional, así como la diferente dirección de los
esfuerzos para su conservación. Estos empeños provocaron en ambos

91
países un movimiento regeneracionista que compartía la pesadumbre
por las pérdidas de hegemonía y una respuesta cultural de innovación.
Ello tuvo muy dispares efectos en las monarquías, el desarrollo del
liberalismo y la conformación de las respuestas políticas en forma de
democratización o autoritarismo (Torre, 2000b: 107).

El estadonovismo portugués y el franquismo español surgen de


circunstancias muy diferentes y en el mismo periodo en que se asiste al
ocaso de los movimientos totalitarios europeos. Comparten el hecho de
haberse mantenido hasta mediados de la década de los setenta, esto es,
treinta años después de que los fascismos contemporáneos que
marcaron la Segunda Guerra Mundial se hubiesen derrumbado. Este
mantenimiento en el tiempo constituye el periodo más largo de
(aparente) paralelismo político entre los países peninsulares.

Existe abundante literatura que examina los fenómenos y la


historia comparada del salazarismo y del franquismo. Se trata de dos
autoritarismos de corte católico y clerical ─ más acentuado en España
─ y proceden de Repúblicas con proyectos de secularización de la
sociedad y de sus instituciones. A diferencia del totalitarismo nazi, los
movimientos fascistas ibéricos no van a vertebrar sus prácticas desde
una ideología de la pureza racial. Existieron intentos de forjar unas
antropologías de la raza lusa e ibérica, respectivamente, e incluso
maniobras de aproximación a los delirios de etnicidad propios del
nacionalsocialismo. Estos proyectos quedaron atemperados por el
catolicismo y su reticencia hacia las prácticas eugénicas (Álvarez,
1998; Jiménez, 1998; Cleminson, 2005). El estilo ibérico introdujo
suficientes elementos para una versión más espiritualista o podríamos

92
decir "cultural" y menos afín al determinismo biológico. Las aristas del
problema no son pocas y desbordan desde luego los objetivos de este
trabajo, aunque ya anotamos en los presupuestos que el caso de
Portugal sería diferente por su relación esquizoide con el catolicismo.
(Cleminson, 2014: 5-26).

De acuerdo con Zubía (2010:1) ambas dictaduras, a través de


un ideario de nación, religión y familia, deseaban hacer renacer esas
"naciones eternas" que por diferentes crisis políticas se encontraban en
un estado de decaimiento impropio de su «egregio pasado».
Precisamente este autor aborda en su investigación cómo las obras de
Goytisolo y Lobo Antunes comienzan, respectivamente, el proceso de
desmitificación de esa mentalidad en España y Portugal.

En España un proceso de guerra civil y posterior represalia,


avivó el proyecto de eliminar al enemigo por medios cruentos. En el
caso de los disidentes sexuales no se produjo un exterminio con los
tintes del practicado por la Alemania de Hitler. La posibilidad de
negociar con el entorno hostil era más posible para los honrados
hombres casados que tenían un desliz y cierta solvencia cultural y
económica mientras que era más complicado para la juventud y los
estratos socioeconómicos más bajos (Ugarte, 2011; Huard, 2014). El
hecho de que las Leyes pioneras contra los homosexuales fueran la
Ley de Vagos y Maleantes y la Lei para a represão da vadiagem ya es
un indicador de las propias preocupaciones sociales que las motivaron.
Estas leyes de peligrosidad social nacieron en los periodos no
autoritarios precedentes. En el caso español no existía una
contemplación de la homosexualidad en la Ley original republicana de

93
1933, modificada ad hoc por el franquismo en 1954 a tal efecto.

La normativa predelictual portuguesa incluía las praticas


contra natureza desde 1912. Todos los estados totalitarios son
natalistas, pero el caso nazi se decantaba por la calidad más que por la
cantidad. Los países católicos del sur, con menos recursos, preferían
masas de población con menos problemas de pureza racial y
cualificación técnica (Ugarte, 2008a: 15 y ss.). La familia ibérica, lusa
y española, era la horma de socialización del mayor número posible de
descendencia que habría de incorporarse a la labores rurales o a la
industria, mucho menos desarrollada que en el resto de Europa. Para el
ideario nacionalsocialista, empero, el adulto degenerado no tenía
remedio y además era un foco de contagio para una juventud en la que
se depositaban muchas más esperanzas.

España y Portugal, con los otros fascismos europeos,


idealizaron la juventud como representante de los valores patrios, si
bien con menos acento en la presencia de posibles rasgos biológicos.
La mortalidad infantil era algo muy preocupante, al contar con un
desarrollo sociocultural y económico mucho menor. Más que una
higiene racial, por tanto, se intentaba promover una higiene cultural,
educativa y sanitaria básica. Las connivencias con las versiones más
radicales del totalitarismo europeo se menguaron a partir de la victoria
aliada. Una muestra patente fue la disminución en la frecuencia del uso
del saludo fascista. Portugal siempre se mantuvo abierto al Atlántico,
con el problema del creciente desmoronamiento de su Imperio, y
España soñaba con un Imperio que ya solo podía ser espiritual y se
erigía como un baluarte contra el comunismo ateo internacional.

94
Por lo que se refiere a los estilos autoritarios hay que tener en
cuenta que el franquismo brota a partir de una guerra de exterminio,
mientras que el Estado Novo nace de un proceso político de tintes
compromisarios (Torre, 2000a: 17). Es absolutamente fundamental
para nuestra investigación tener en cuenta que el salazarismo tuvo un
carácter cívico y generó estructuras institucionales coherentes con los
elementos clásicos del sistema liberal. Ello se tradujo también en el
mantenimiento del tratamiento republicano de la homosexualidad,
tanto desde el punto de vista legal como desde el punto de vista de los
expertos biomédicos. Ese estilo compromisario luso era sorteable en la
práctica, pero la praxis represiva salazarista resultaba tan eficaz como
flexible y templada en términos comparativos con el caso español. En
España se mantuvo todo el periodo franquista el militarismo y no se
generó una legalidad ni para aparentar ni para limitar el poder absoluto
del Caudillo (Torre, 2000a: 17)

2.1. EL MARCO LEGISLATIVO

La legislación represiva para el franquismo ha sido estudiada


entre nosotros por Jordi Terrasa (2004; 2008) y Arturo Arnalte (2003;
2004) y está recogida en Portugal por los trabajos de São José Almeida
(2010: 65-81). Hacemos un balance de la normativa aplicable y
remitimos a dichos trabajos para cualquier profundización ulterior. En
relación con la aplicación de la norma tenemos estudios que muestran
que en general los estratos más bajos de la sociedad franquista eran los
que sufrían mayor represión (Ugarte, 2001; Huard, 2014) y a la luz de
las fuentes portuguesas esa era la tónica general también en el país
vecino.

95
España tuvo su primera normativa represiva de la
homosexualidad durante el siglo XX en el Código Penal (1928) de la
dictadura de Primo de Rivera. Contemplaba sanciones económicas e
inhabilitación para los actos contrarios al pudor, al tiempo que
consideraba agravante la naturaleza homoerótica de los abusos
deshonestos. La Segunda República volvió a la situación jurídica
anterior, aunque promulgó una ley de defensa social, la Ley de Vagos y
Maleantes (1933) que no incluía la homosexualidad. Fue precisamente
modificada en el franquismo (15 de julio de 1954) con el único
objetivo de incluir a los homosexuales entre los tipos sujetos a medidas
de seguridad. En el Preámbulo (Terrasa, 2004:85) se explicaba el
espíritu de la Ley que no era otro que proteger las buenas costumbres
españolas de aquellos que habían caído «al más bajo nivel moral».

Podría colegirse de una interpretación literal de la Ley de 1954


que por el mero hecho de ser homosexual se caía en el tipo jurídico.
Terrasa40 (2004:86) ya nos ha señalado que la Jurisprudencia de la Sala
Especial de Apelaciones y Revisiones matizaría el asunto detallando
qué tipos de actos caían en consideración 41 y la necesidad de cierta
reincidencia. El internamiento en centro de trabajo, el destierro y la
sumisión a vigilancia eran las medidas explicables. Asimismo el
Reglamento de Prisiones (Terrasa, 2004: 87) reforzaría el control
sexual en las prisiones al considerar falta muy grave los actos

40 Según nos ha comunicado Jordi Terrasa, tiene prevista la defensa de su Tesis


Doctoral en la Universidad de Barcelona en marzo de 2016, con el título
Control, represión y reeducación de los homosexuales durante el franquismo y
el inicio de la Transición. Estamos seguros de que será una contribución de
primer orden.
41 Básicamente cualquier tipo de contacto sexual o afectivo de connotación sexual
entre personas del mismo sexo.

96
contrarios a la moral.

La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970 fue


una versión correccionalista42 de la normativa de "defensa social". En
los debates se apreciará cierta sintonía con parte de la producción
biomédica inmediatamente anterior. Así, ya se utilizaba la idea de que
existían maneras "inofensivas" de conducirse dentro de la condición
biológica de la homosexualidad43. Terrasa (2004: 89-90) y Arnalte
(2003: 115 y ss.) han recogido los debates jurídicos en los que la
condición innata (endocrinológica...) y las conductas anti-sociales eran
sometidas al discusión. En estas intervenciones, además del tópico
sobre la etiología congénito-adquirido, se volvía a otros lugares
comunes como la corregibilidad y la contagiosidad. Llama la atención
que se tratase en ellos la cuestión de la homosexualidad femenina y las
controversias entre moral y derecho. Esto último no es de extrañar por
la llegada de un importante turismo procedente de países donde la
homosexualidad no estaba penada (Terrasa, 2004: 91; Arnalte, 2003).
La ley se desarrolló en diferentes reglamentos y sufrió modificaciones
que constituyen un interesante episodio de la historia del derecho
predelictual español.

En el caso de Portugal la normativa republicana ya incluyó las


medidas de seguridad para las prácticas contra naturaleza. Además la
preocupación del Estado Novo por los fenómenos de marginalidad en
las urbes profundizó la mirada criminológica sobre las minorías

42 Sobre la diferencia entre el estilo correccionalista y el redentorista remitimos al


apartado 7.4.a de este trabajo. Asimismo para ver los discursos biomédicos
previos a esta normativa, puede verse el epígrafe 7.1. completo.
43 Sobre este particular se ampliará al hablar de algunas psiquiatrías antropológico-
existenciales. Véase epígrafe 7.1.c de este trabajo.

97
disidentes y los marginales en general. De acuerdo con Cándido
D'Agra (2015) la Constitución de 1933 había consolidado la dictadura.
Los procesos de industrialización de los años 30 produjeron un
importante éxodo rural hacia las ciudades. Las administraciones
estaban atentas al incremento del desorden en las conductas que
pudiera producirse en los grandes centros urbanos. Mendicidad,
prostitución y mendicidad pasaron a ser preocupaciones prioritarias del
Estado Novo. Se reestructuró el sistema jurídico y se creó la policía
política así como tribunales especializados. En general y durante 50
años, Portugal vivió parcialmente de espaldas al mundo. Entre las
consecuencias más destacadas hay que mencionar un retroceso y
paralización científicos. La inversión pública en investigación decayó
y se produjo un profundo aislamiento. También hubo un exilio de
académicos por razones políticas, aunque sin llegar a las depuraciones
tan extremas de la posguerra española. Sin embargo los grandes
médicos de la República, autores de la producción sexológica,
permanecieron en sus puestos durante el salazarismo e incluso Moniz
alcanzó el Premio Nobel en ese periodo. Los médicos del liberalismo
burgués y conservador pudieron desarrollar sus trabajos bajo diferentes
estilos teóricos. Su labor quedaba más o menos inmune a la
importancia que pudiera tener la Iglesia Católica, en cualquier caso,
muy inferior a la que tenía en la España del general Franco.

Desde el punto de vista legal, en los Códigos portugueses de


1852 y 1886 no existía una preocupación explícita por los delitos de
sodomía. Sin embargo, bajo la figura de agravante o de atentados
contra la honestidad, las prácticas sexuales desviadas podrían ser
fiscalizadas, especialmente en función de la publicidad que pudieran

98
tener.

La primera norma que sí tipifica expresamente la


homosexualidad es la Lei de 20 de Julho de 1912, sobre a
Mendicidade. La ley formaba parte de las medidas de defensa social
contra el vadiagem, la falta de medios de subsistencia y la mendicidad.
En el artículo 3º primer punto, se castigaba con prisión correccional de
un mes a un año a los que se entregaran a vicios contra la naturaleza.
La comisión de actos homosexuales quedaba pues equiparada ─
gradualmente ─ a la condición de vadiagem. La norma contemplaba
un castigo creciente para la reincidencia, ligeramente asimétrica con
otros tipos de la Ley. La primera reincidencia se castigaría con pena de
seis meses a dos años y la segunda produciría la equivalencia con el
vadiagem (no inferior a seis meses y no superior a dos años) y la
tercera y siguientes serían como reincidencias en vadiagem, lo que
podía conllevar una pena no inferior al doble de la pena anterior y no
superior a 6 años. Además, el artículo 13º permitía la deportación a
ultramar de los casos incorregibles y peligrosos si había una propuesta
disciplinar motivada. Esa sería una pena excepcional, dado que para el
cumplimiento estandarizado se crearían una Casa correccional de
trabajo y una Colonia Penal Agrícola. La norma incluía,
explícitamente, los casos de homosexualidad femenina, que se
destinarían al correccional de Aljube en Lisboa, quedando sus
responsables, sujetas a régimen de trabajo (Almeida, 2010: 68-69).
Para los extranjeros se contemplaba la expulsión de Portugal.

El Estado Novo no introdujo en principio ninguna variación


sustantiva dado que

99
o homossexual subertia igualmente os valores de honra
masculinos, confundia as identidades de género,
perturbava os códigos que geriam as relações entre os
dois sexos, recusava a instituição familiar ─ pilar do
Estado Novo. Todavia ao contrário da prostituta
(concebida como «louca moral», «degenerada, regregida a
uma primitividade selvagem), os «actos contra a
natureza» do homossexual eram menos, segunda a
perspectiva médica, o resultado de uma hereditariedade
mórbida mas, sobretudo, o producto de «episódios de
educação», de «contágio moral» por «maux exemplos»,
de «privações de relações sexuais com mulheres, do
«temor da gravidez», do «receio da impotência», do
«medo das doenças venéreas» etc. . Passivo ou n versão
«arrebenta» (como era habitual dizer-se na gíria), o
homossexual punha assim em causa a ordem social e
moral preconzcada e, nesse sentido, era concebido como
um «estado de perigosidade» (Bastos, 1997:238).

El ideario médico procedía de Egas Moniz (1927) cuya


autoridad sexológica seguiría vigente durante el Estado Novo. Se
producía una subversión de las instituciones familiares y de género
vigentes, y como ello dependía de la voluntad de los individuos, era
exigible la responsabilidad y el castigo.

La normativa de defensa social introducía una arbitrariedad


importante en el sistema, dado que creaba la forma de juicio
sumarísimo para estos casos, preveía prisión preventiva obligatoria y
además, las infracciones, en las grandes ciudades de Lisboa y Oporto,
serían juzgadas por los jueces de «investigação». Por si fuera poco se
otorgaron poderes jurisdiccionales a funcionarios de la administración
y jefes policiales (Albuquerque, 2003 cit apud Almeida, 2010: 69-70).
Ello queda reflejado en el Decreto 5.576 de 10 de mayo de 1919, que
otorga esas capacidades a los directores de policía de investigación y
sus adjuntos. Estas competencias se reforzaron y ampliaron con el

100
Decreto 8435 de 21 de octubre de 1922.44

Solo en 10 años (1912-1922) de historia de la normativa sobre


homosexualidad en Portugal, se habían producido más cambios
legislativos que en todo el periodo franquista. A nuestro juicio ello
obedece a una mayor tecnificación jurídica provocada por la necesidad
de proseguir con el garantismo compromisario que impregnaba el
proyecto del Estado Novo. En la práctica este proceder era burlado por
el autoritarismo de Salazar, y por los términos de la propia normativa,
al otorgar poderes judiciales a los jefes de Policía, con la arbitrariedad
que ello podía suponer.

La primera modificación estadonovista data de 1929, cuando se


aprobó un Código de Proceso Penal que permitía la prisión preventiva
para los homosexuales. El Código Penal vigente seguía siendo el de
1886 pero para la parte referida al vadiagem y asimilados se remitía a
la norma de 1912 (Almeida, 2010:70-71). Por su parte además, el
régimen salazarista había vuelto a reforzar las competencias de los
jefes policiales45 para juzgar sobre peligrosidad social, y a partir de
1936 era posible el prolongamiento indefinido de los internamientos
(Albuquerque, 2003:489 y 519).

En 1940 se crearon dos centros para el cumplimiento de las


penas de vadiagem. Se trataba del Albergue da Mitra y de la Colonia
de Trabajo de Pisão46. El que fuera ministro de Justicia entre 1944 y

44 La ampliación venía amparada por una ley promulgada entre esos años, en
concreto la número 969 de 11 de mayo de 1920, aumentando las penas de
deportación para vadios y equiparados hasta 10 años.
45 Decreto nº 12469 de 20 de octubre de 1926.
46 Decreto-Lei 30.389, de 20 de abril de 1940.

101
1954, Manuel Gonçalves Cavaleiro de Ferreira, procedió a modificar
el sistema y diseñó las llamadas medidas de seguridad (Almeida,
2010:72), retiró las competencias policiales para la aplicación de
justicia y creó para tal menester los tribunales de execução de penas47.
Aunque las autoridades policiales no podían juzgar, la Polícia [sic]
Judiciaria y la Polícia Internacional e de Defesa do Estado (PIDE)
podrían aplicar prisiones preventivas48. A la Policía Judicial
(Judiciaria) incumbía la vigilancia de los homosexuales y con ellos
otras figuras del vadiagem. Se trataba de controlar a aquellos que con
apariencia de vida honesta o profesión legal, llevaran una vida
criminal. En particular para los homosexuales podían proponer las
medidas a los tribunales de ejecución.49 Con todo eran los presos
políticos sobre los que más recaían las medidas de seguridad.

Si hasta la fecha la homosexualidad había estado controlada


por las leyes de defensa social, el Estado Novo hizo un cambio que
supone una curiosa coincidencia con España. En 1954, cuando el
franquismo modificó la Ley de Vagos y Maleantes de 1933 para incluir
la homosexualidad, el gobierno de Salazar modificaba el Código Penal
para incluir allí los crímenes contra naturaleza. La revisión del Código
portugués en su artículo 70º contemplaba la posibilidad de
internamiento en un manicomio criminal, casas de trabajo o colonias,
por un plazo máximo de tres años, además de otras medidas como la
libertad vigilada, el control de conducta y profesional y, por otra parte,
el artículo 71º mencionaba expresamente a los que se entreguen
habitualmente a los actos contra natura. Ahora se exigía habitualidad.
47 Decreto-Lei 34.553 de 30 de abril de 1945.
48 Decreto-Lei 35,042, de 20 de octubre de 1945 y Decreto-Lei nº 35.046, de 22 de
octubre de 1945.
49 Artículos 21º y 22º del Decreto-Lei 35.042 n.8

102
Esta revisión fue la última empresa legislativa del ministro Cavaleiro
de Ferreira, que fue endurecida por Antunes Varela50 sin que ello
afectara expresamente a vadios y equiparados (Almeida, 2010:76).

La llegada de Marcelo Caetano al poder cambió la situación. Se


aprobó una nueva Constitución en 1971 y una nueva revisión del
Código Penal (1972). Se suavizaron las medidas de seguridad con la
reintroducción de plazos máximos y se suspendió la aplicación de la
prisión provisional y de medidas de seguridad que conllevasen
privación de libertad, con excepción de los ingresos de "locos" en
manicomios criminales.

En relación con lo que resultaba de aplicación a los


homosexuales, la libertad provisional resultaba inadmisible para los
casos punibles con más de 8 años de prisión mayor, o en caso de
reincidencia, vadio o equiparado, de crimen doloso, con pena de
prisión superior a un año. Considera Pinto de Albuquerque (2003:662-
663) que con ello se suavizaba el régimen vigente desde 1945, que
contemplaba la prisión preventiva para delitos punibles a partir de 2
años de prisión o cuando el reo fuera delincuente de difícil corrección,
o un vadio o equiparado. A partir de la Revolución de los Claveles la
aplicación real de las medidas para los homosexuales solía quedarse en
libertad vigilada (Almeida, 2010: 80). La norma se mantendrá hasta la
revisión del Código Penal en 1982 (Brandão, 2008), si bien su
aplicación en los últimos años ya era muy infrecuente.

Hay un caso que recoge São José Almeida (2010: 80-81), el de

50 Decreto-Lei nº 40.550 de 12 de marzo de 1956.

103
la autodefensa que realizada por el juez Bernardo de Fischer Sá
Noguerira, que ejerció entre 1975 y 1982. Se le atribuyó la condena a
deportación a Castro Carim, de dos lesbianas. Como ese era el destino
penal de delincuentes sexuales, el juez argüía habérsele atribuido
falsamente una sentencia que no era tal. Sostenía que la condena
dictada era por curanderismo e intrusismo profesional, con resultado
de dos pacientes muertos, un caso que había sido denunciado por
médicos.
Como pasará en España, la aplicación de penas por otros
delitos a personas homosexuales siempre comportará la duda sobre la
naturaleza de la sentencia, el plus de peligrosidad asignado y la gran
arbitrariedad en algo tan nebuloso como la defensa social. Como Lamo
de Espinosa (1989) ha apuntado, la represión que aplica este tipo de
normas se centra en los estratos más desfavorecidos de la sociedad. Es
algo que se aprecia igualmente en la investigación de Almeida (2010)
y Ugarte (2011), Huard (2014) y Fernández Galeano (en preparación).

Es relevante que la homosexualidad, en ambos países, pasara a


formar parte de las legislaciones positivas contemporáneas, dentro de
leyes de "defensa social" para Vadiagem y para Vagos y Maleantes. La
equiparación no parece tanto una cuestión de nivelación en lo penable
cuanto una profecía autocumplida.

2.2. LAS ANTROPOLOGÍAS DEL NUEVO HOMBRE

Una de las preocupaciones del regeneracionismo finisecular era

104
la conexión bicondicional entre la pérdida de masculinidad y el declive
de las naciones. Con Vázquez y Cleminson (2011: 179) hay que
señalar que lo que aquí se pone en liza no es tanto la homosexualidad,
noción que alude únicamente al sexo de la persona que es objeto del
deseo sexual, sino la «inversión» que era en le época un concepto de
género y sexo, incluyendo el afeminamiento, el trasvestismo y la
pasividad. La homosexualidad se opone a la heterosexualidad, pero la
«inversión» o el «estetismo» se oponen a la masculinidad, cuya crisis,
vinculada a la decadencia nacional, era la que interesaba a los
regeneracionistas.

A lo largo de este trabajo tendremos oportunidad de comprobar


que los discursos médicos hispano-lusos acerca del homoerotismo van
asimilando ─asimétricamente─ la sexología europea, pero se
mantienen en el modelo de la "homosexualidad" como inversión.
Veremos también como, de acuerdo con Halperin (2005) y Sedgwick
(1994), las nuevas subjetividades conviven con las anteriores sin
especial tensión. No hay una desaparición de las subjetividades
antiguas por el cambio introducido en el discurso experto, porque
además, en este caso, este presenta un marcado eclecticismo, dotando
su alcance de gran flexibilidad.

El regeneracionismo aparece vinculado a las preocupaciones


del liberalismo nacionalista. Con el mantenimiento de su carácter
programático, la implementación del mismo experimentó una
metamorfosis hacia formas fascistoides que, para el caso ibérico,
gozarían de una amplia extensión temporal.

105
En el caso portugués se produjo una adaptación de la
intelectualidad liberal al estilo censurado y autoritario del Estado
Novo.51 Portugal en ese sentido, compartirá con España el sesgo
conservador y católico. No obstante, como hemos afirmado arriba, el
salazarismo permitió el mantenimiento de estructuras sociopolíticas
(aunque fueran muchas veces un recubrimiento) y una actividad
cultural más continuista. Ello no tiene un paralelismo en España por el
advenimiento del franquismo y sus rupturas. Mientras que muchos
intelectuales lusos pudieron seguir con las debidas adaptaciones en su
actividad, producción y, en su caso, funciones públicas
(docentes/investigadoras), una mayoría de la intelectualidad española
se vio purgada, eliminada, exterminada o exiliada. Algunos pensadores
de la tradición liberal más o menos católica pudieron regresar para
seguir en contacto con las instituciones culturales de la "Nueva
España", pero en cierta situación de exilio interno.

En relación con el discurso humanístico, en ambos países se


desarrolló una antropología oficial auspiciada por los intelectuales
autóctonos. En este empeño exploraban la historia de las respectivas
naciones y presentaban un modelo de ser humano asociado a una
determinada manera de entender la masculinidad y la femineidad 52.
Estos nuevos modelos de "humanidad"53 se entendían como los
apropiados para una innovación del Estado. En Portugal un proyecto
de carácter compromisario y heredero de las crisis de un experimento

51 Sobre los intelectuales y el Estado Novo véase Torgal (2003)


52 En esto hay una prolongación de las preocupaciones regeneracionistas sobre el
género y la decadencia nacional. Para la cuestión de la femineidad y la
masculinidad en el franquismo es fundamental atender a los trabajos de Platero
(2009). Para un el problema de la mujer, en su conjunto, Osborne (2012).
53 Estos modelos de "humanidad" son analizados por Benadusi (2005) cuando
estudia las concepciones antropológicas del fascismo italiano.

106
republicano mucho más extenso. En España un modelo procedente de
una cruenta Guerra Civil a la que prosiguió la purga y la aniquilación
de cualquier disidencia que se hubiera desarrollado en el breve periodo
de la II República.

Eran dos formas de nacionalismo autoproclamado como


"innovador". El caso portugués se recoge en la forma del Estado Novo,
y en caso español la "Nueva España". En ambos casos se lleva a cabo
una "animalización" en el sentido etimológico (anima) del aparato
estatal que se vivifica totalmente unificado con la patria. A estos
Estados corresponderían sus correspondientes discursos sobre el
ciudadano portugués y español. El nacionalismo portugués buscaba el
mantenimiento de su esplendor colonial y salvar una posición
internacional en precario, que venía padeciendo desde el final del
Antiguo Régimen. En la España de Franco, si bien no están olvidados
los sueños imperiales, la ocupación central era la eliminación
sistemática de cualquier oposición interna. La antropología oficial del
franquismo y su "hombre nuevo" (vale decir también "mujer nueva")
es la de los buenos españoles, de patriotismo indiscutible y totalmente
opuestos a cualquier atisbo de residuo liberal, democrático o laicista
que pudiera proceder de la malparada II República, a la que se había
literalmente demonizado.

La conformación de la propia "humanidad" de los


sujetos venía mediatizada por la idea de la Patria. A ella se debía la
máxima entrega y el propio ser. Asimismo había una identificación
con el líder. Por lo que a eso respecta, la identificación con Salazar no
alcanzó los tintes cuasi-sagrados de la figura del general Franco

107
durante su mandato. Hay en el modelo español una mayor cercanía a
los totalitarismos europeos y su veneración mitológica del líder
carismático y plenipotenciario.

Las conformaciones de lo que sería la "hispanidad", como de lo


que sería la nacionalidad portuguesa, vendrán a ser establecidas por
una vía pseudo-científica, altamente especulativa y "metafísica", sin
que por ello se pueda pasar por alto la presencia de la investigación
etnográfica.

De acuerdo con Sánchez Gómez (1998) en su análisis de la


antropología "oficial" luso-española, los primeros pasos de los estudios
antropológicos en ambos países tuvieron lugar en el siglo XIX. En
Portugal estaban caracterizados por un nacionalismo en continua
revisión (e innovación), algo tal vez explicable por la necesidad de
reforzar una identidad en crisis. En España ya se acusaban las
tensiones identitarias con lo que ahora llamamos autonomías históricas
y sus discursos nacionales. Los nacionalismos hispánicos siempre
contaron con una represión bastante reactiva, especialmente en el
franquismo, hasta el punto de que la españolidad parecería agotarse en
la disolución de los particularismos. Portugal, en otro escenario,
buscará hablar de un substrato común detrás de la riqueza de la
diversidad.

La idea de pureza del pueblo portugués más genuino es la


noción en la que fundamentó sus trabajos Leite de Vasconcelos. Este
constituye una figura emblemática de la etnología lusa, que sirve de

108
puente entre la investigación decimonónica y la llevada a cabo en el
Estado Novo. Esta última buscaría fines mucho más aprovechables
para la propaganda autoritaria hacia el interior y para fines
pragmáticos en el exterior. Ese optimismo "primitivista" sobre la
cultura popular será puesto en tela de juicio en el cambio de siglo
como reacción al romanticismo y como predominio de una teoría
antropológica evolucionista (Leal, 1996:126). Ya bajo el signo del
autoritarismo, António Jorge Dias y su equipo recopilarán ingentes
colecciones de datos bajo los auspicios del Centro de Estudos de
Etnologia Peninsular (CEEP), controlado por el antropológo físico
António Augusto Esteves Mendes Corrêa, sustituido luego por Dias.
De acuerdo con la crítica, posiblemente severa, realizada por la
antropología posterior, la obra de Corrêa estará limitada por su filtro
burgués-conservador (Moutinho, 1980: 71). A su vez, aunque se
reconoce el valor de la investigación de Dias, no se le deja de
reprochar su distinción entre cultura popular y cultura superior, siendo
ésta última la que desempeñaba una misión histórica y civilizadora
(Moutinho, 1980:90). Un análisis bibliométrico de la producción
etnográfica (Sánchez Gómez, 1998: 34) muestra el desinterés
existente hacia las condiciones de vida material.

El Centro de Estudos de Etnologia Peninsular estaría desde su


origen vinculado al centro homónimo en España, dependiente del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los proyectos
de colaboración no llegaron a consolidarse y quedaron en contactos
personales. En España destacaron los trabajos de la sección de
Etnología del Instituto Bernardino de Sahagún (también en el CSIC) y
sus investigaciones sobre folklore. Julio Caro Baroja sería en España la

109
figura equivalente a Dias. Al no tener un equipo de investigación y
─sin poner en tela de juicio la calidad de su trabajo─, desde el punto
de vista etnográfico, el volumen de su producción era mucho menor
que el conseguido en Portugal, donde se contaba con muchos menos
medios institucionales. (Sánchez Gómez, 1998:140-141).

Tenemos por un lado una continuidad de las ciencias


antropológicas que se vio dificultada por los fascismos. Aunque podría
parecer que el proceso portugués podía beneficiarse de no haber
sufrido la brecha del caso español, adolecería de problemáticas
internas del área como lo es el hecho de que sus principales figuras
fueran desapareciendo en el primer tercio del siglo.

Los intentos de oficialización del saber etnográfico-folklórico


estaban orientados a una función propagandística al servicio del
Estado, con la versión antropológica de estudios luso-españoles. Estos
estudios también los encontraremos en la psiquiatría y la neurología,
con el mismo problema: proyectos comunes no perfeccionados y un
papel preponderante de los contactos o relaciones personales entre
determinadas figuras. Asimismo compartieron la concepción de la
pureza de lo rural-tradicional, de tintes míticos y nacionalistas, que en
el mundo portugués se salda con un proyecto de reaportuguesamiento
54
[sic] y en el español con la alabanza de la vida rural frente a los
tumultos urbanos y extranjerizantes55. Ambas concepciones de
ensalzamiento de lo tradicional-rural encontrarán un contrapeso en
ideas lusas de la cultura superior, y en las españolas de una hispanidad

54 «Reaportuguesamento dos usos e costumes», según el Ministro de Corporações


en discurso de 1956 citado por Moutinho,180: 95
55 Véase Richards (2006).

110
con misión universal. En ambos casos la definición de los géneros
habría de ser la tradicional. Sobre el afeminamiento de los varones
(que iría además en correlación positiva con la masculinización de las
mujeres) recaía una deleznable consideración en términos patrióticos e
históricos56.

2.3. CUARTELES Y ESCUELAS

a) Los «cuadros médicos-militares»

Desde el enfoque de nuestro estudio tienen especial relevancia


las ideas médicas militares sobre la homosexualidad.57 No se trata de la
punibilidad de los contactos homosexuales en el seno de los ejércitos,
indudablemente penados con los Códigos militares. Lo que nos
interesa ahora analizar son los cuadros médicos de exclusiones donde
se establecían criterios nosológicos a fin de determinar la inaptitud
para el servicio y las causas de exclusión del mismo.

Una de las funciones de la medicina castrense, además de


atender la salud del personal militar, tanto en periodos bélicos como en
periodos de paz, era la de determinar la aptitud psicofísica de los
miembros candidatos a formar parte de las fuerzas armadas. Estos
candidatos hoy en día son aspirantes al desempeño de determinados
puestos de trabajo, pero históricamente el grueso de las tropas se nutría
56 El caso de la Sección Femenina Española introduce en eso una diferencia
cualitativa. Véase Osborne (2011). Sobre el problema del género además de lo
mencionado, remitimos a Platero (2009) y Brandão (2010)
57 Sobre homoerotismo y fuerzas armadas véase Mira (2004: 331-337).

111
de levas extraídas de entre los varones nacidos en determinados
periodos, normalmente el del cumplimiento de la mayoría de edad o el
que determinase la Administración. La fecha de incorporación podría
verse adelantada con alguna ventaja para esos voluntarios, o retrasada
mediante prórrogas por causas de diferente naturaleza.

Los cuadros médicos de exclusiones tenían como misión


clasificar y gestionar las características individuales, minusvalías o
enfermedades que excluían de la obligatoriedad de realizar el servicio,
bien de forma temporal, bien de forma definitiva. Desde la
profesionalización de los ejércitos, dicho cuadro recogería criterios de
selección y requisitos de los aspirantes en forma positiva (tener ciertas
características) o negativa (no tener otras).

El cumplimiento del mismo suponía, salvo excepciones, el


desplazamiento por largos periodos de tiempo fuera del hogar de
origen. Había que vivir en acuartelamientos situados en la mayoría de
los casos en las proximidades de capitales de provincia, lo que suponía
el contacto con nuevas formas de vivir. Dentro del imaginario popular
existía la idea de rito de paso vinculada a la proceso de "hacerse un
hombre" mediante esa ruptura con la familia, las actividades cotidianas
y la inmersión en la vida del ejército. Para muchos jóvenes suponía un
contacto con la vida urbana y un alejamiento de la comunidad de
referencia con todo lo que ello conllevaba.

En conversaciones con personas que vivieron las épocas del

112
servicio militar obligatorio58, hemos constatado que el ideario de
masculinización vinculado a la vida militar temporal estaba latente.
En el caso español, el indisimulado militarismo del régimen confería
una aureola de poder a las fuerzas armadas, de la que ─como era
esperable─ no participaban los militares de reemplazo. Incluso los
jóvenes con formación universitaria podían acceder a la oficialidad de
forma provisional, lo que hacía bien distinta la experiencia. La
insumisión al sistema era penada con prisión y tenía consecuencias
para el futuro profesional de los disidentes.

Desde el punto de vista biomédico, las pruebas de


reconocimiento para los contingentes anuales era un procedimiento
universal, y no es de extrañar que con harta frecuencia dicho examen
fuera la primera ocasión en que muchos sujetos eran sometidos a
control higiénico y/o corporal. En un principio las pruebas eran un
trámite en el que la exclusión obedecía a la presencia de enfermedades
muy limitantes o infecto-contagiosas. Más adelante eran una
oportunidad para muchos jóvenes que alegaban tener enfermedades
para conseguir la exención. A medida que las consecuencias de no
haber realizado el servicio en filas se fueron atenuando, (por ejemplo
para el acceso a la función pública) y se diseñaron servicios de
prestación social sustitutoria menos penosos, el sistema de exclusiones
se hizo más riguroso antes de conceder eximentes.

Los Códigos de justicia militar venían recogiendo

58 Informante G., entrevista telefónica realizada el 11 de julio de 2012 y el 6 de


marzo de 2105. Informante H., entrevista realizada en Mérida el 16 de
noviembre de 2015. En relación con esto se ha tenido en cuenta la información
de los demás informantes que hicieron el servicio militar y se confirman en
general las opiniones de G. y H.

113
expresamente como punibles las conductas deshonestas de tipo
homosexual. Al castigo explícito se unía el que se daba sin duda de
forma implícita en un entorno fuertemente masculinizado y
jerarquizado. Dicha jerarquía no debe entenderse sólo en los términos
institucionales o formales sino como mecanismos de dominación entre
los propios subordinados. Dentro del entorno castrense obligatorio era
habitual el ejercicio cruel de superioridad sobre los novatos por parte
de los veteranos, con la aquiescencia o por lo menos indiferencia de la
superioridad.

De acuerdo con la entrevista a Ñ. 59, él era uno de los


"mariquitas" que hizo la mili en los años 60. Pasó sin mayores trámites
los controles médicos, si bien refiere un examen genital y del pecho,
que a la vista de un lego parecía bastante más exhaustivo de lo que
sería un reconocimiento estandarizado. Esta práctica diagnóstica, si
bien se avendría a los intentos de medición biomédica, no parece que
tuviera relevancia alguna, al menos en el caso que referimos. Nos
informa nuestro colaborador de que durante el servicio militar, y ante
la posibilidad de ser objeto de burlas u hostigamiento por parte de
otros reclutas, fue acogido por un suboficial de reemplazo, al que
recuerda muy viril, – con la novia a bastantes kilómetros – que le
brindó protección y abrigo al tiempo que sostenían relaciones sexuales
en privado. El caso no trascendió a la superioridad o simplemente se
pasó por alto. Pero el respeto a la fortaleza psíquica y física del
protector, y el que ejerciera de "macho" de Ñ, ilustra un ejercicio del
"modelo mediterráneo" de homosexualidad. De otra parte, dado que
nuestro informante ( Ñ ) ha compartido con nosotros sus recuerdos

59 Entrevista realizada en Jerez de la Frontera, el viernes 22 de junio de 2012.

114
totalmente interpretados en ese modelo, es muy posible que nos
encontremos ante un caso de interacción protagonizado por quien se
sabe dentro de un articulado de roles con los que vive y se adapta al
sistema, tanto ahora, como entonces.

De acuerdo con la experiencia de H.60 y G61. , ambos


desde la oficialidad, los posibles problemas de los homosexuales en el
ejército serían los mismos que en la sociedad civil aunque potenciados
por un entorno muy masculinizado. Era una cuestión de adaptación
individual. G. pertenecía a la oficialidad médica y dice que la norma
era no eximir a nadie por homosexualidad, a excepción de ciertas
etapas, ya tardofranquistas o democráticas, en las que algunos reclutas
muy concretos podrían alegar la condición para eximirse. Hay que
tener en cuenta que en etapas anteriores el diagnóstico podría tener
consecuencias más allá de la exención del servicio.

H. explica cómo en los años 60 no era una cuestión de


la que se hablase. A los afeminados se los miraba con cierto desdén y
se los consideraba "inferiores". Naturalmente se podía sospechar que
ocurrían "cosas" pero la oficialidad, en general, no lo investigaba a no
ser que produjera escándalo. Refiere un recuerdo, en una capital de
Provincia, en la que al ver pasar una autoridad eclesiástica con todas
sus vestimentas talares, otro capellán castrense le comentó, mira «Ahí
viene el maricón más grande de L.62».

A ambos oficiales les parece que en ocasiones incluso


60 Entrevista en Mérida. el 16 de noviembre de 2015.
61 Entrevista telefónica realizada el 11 de julio de 2012 y el 6 de marzo de 2105.
62 Era una capital del sur andaluza. Omitimos el nombre por petición del
informante.

115
se producía una interesante interacción, con soldados amanerados, sin
calificarlos "expresamente" de "homosexuales". H. ve muy normal que
pudieran ser preferidos por los oficiales para las tareas de asistencia.
Eran más hábiles en las ocupaciones femeninas y no existía "peligro"
alguno con las esposas y las hijas. Eso procuraba al soldado
"diferente" cierta protección. Señala H. que el cuartel era un sitio muy
masculinizado, machista, donde la broma sobre la genitalidad era
recurrente. No le extraña en absoluto que se pudieran dar lazos
homoeróticos en entornos sin presencia de la mujer. Las relaciones
explícitas, si sucedían, no tenían lugar, desde luego, en el entorno del
cuartel. Recuerda un caso acontecido en Sevilla, del que se hizo eco la
prensa, en la que un capellán militar fue asesinado por un recluta. Se
rumoreaba que había existido entre ellos algún tipo de relación
afectivo-sexual y que el asesinato fue el fatal desenlace de una relación
turbulenta en la que presumiblemente hubo chantajes. En su
experiencia personal refiere haber experimentado una evolución
intelectual muy acusada en relación con la "homosexualidad". Durante
su formación en el Seminario se tomaban el vicio innombrable al pie
de la letra: Ni se mencionaba. No obstante se tomaban medidas para
prevenir las relaciones entre los seminaristas. En su experiencia militar
y sacerdotal, con frecuencia, sentía una profunda compasión por el
sufrimiento que experimentaban estas personas, muchas de las cuales
se casaban y tenían incluso varios hijos. Acabó concluyendo, y en ello
dice que le influyeron sus estudios en Roma durante los años 70, que
la homosexualidad formaba parte de la diversidad humana y que si por
Dios es querida la sexualidad, también lo era la homosexualidad. La
discusión sería si hay una "desviación" de la naturaleza. Cree que no,
que los sentimientos homosexuales son absolutamente naturales en el

116
sujeto que los experimenta. Refiere el caso de un muchacho, del que
fue consejero, que intentaba cambiar sus "tendencias". Acabó
desarrollando tal fobia hacia la mujer que eso sí que podía considerarse
anormal. Pero H. considera que es fruto de la presión externa 63,
precisamente por no permitir el desarrollo de su naturaleza.

La intersección entre relaciones e identidades


homoeróticas y fuerzas armadas no sólo ha sido una tensión a lo largo
de la historia, sino que sigue teniendo actualidad. Es una versión del
problema más general del forjado de la identidad masculina vinculado
al vigor nacional y a su expresión militar. La tensión se genera por las
situaciones esquizoides que pueden surgir en sociedades varoniles,
donde se fomenta la camaradería y las circunstancias obligan a un
elevado componente de contacto físico y convivencia, al tiempo que se
condena en grado absoluto la expresión afectivo-sexual del
sentimiento. Lejos de ser algo nefando o innombrable, en estos
contextos son innumerables las referencias a la propia genitalidad, la
chanza relacionada con los homosexuales (que siempre son los otros,
claro) o la puesta en tela de juicio de la hombría mediante acusaciones
de afeminamiento.

Asimismo no se puede obviar el contexto general en que se


desarrollan las funciones militares.

Los imperativos sociales se derivan de los valores


predominantes en la sociedad. Las instituciones militares
no pueden ser muy diferentes de lo que indican los

63 Apreciamos en H. rasgos importantes de la concepción antropológico-existencial


que abordaremos más adelante. Por su periodo de formación es seguro que le
influyó.

117
valores predominantes en la sociedad. Si la sociedad
acepta la homosexualidad como algo natural en grado
creciente, las instituciones militares, tarde o temprano,
tienen que aceptarlo también, aunque pauten tal
aceptación adaptándola a requisitos propios de «la vida
en los cuarteles» y otras consideraciones(Fontana, 2005:
4-5).64

Será precisamente dentro de esos requisitos y consideraciones


donde la indefinición normativa permita una mayor arbitrariedad o el
advenimiento de medidas como la controvertida máxima del "no digas,
no preguntes".

Resulta bastante increíble que alguien alegara como


eximente la condición de homosexual dadas las consecuencias sociales
y jurídicas que ello podía tener para el sujeto, amén de que la
fragilidad del diagnóstico – desde el punto de vista teórico y práctico –
se volvería en contra del interesado. Se entiende que se lo podría
calificar de simulador, categoría que desde la psiquiatría de guerra
estaba bastante estudiada. No deja de ser un contraste que la misma
precariedad diagnóstica no era obstáculo para la aplicación de medidas
de seguridad.

En tiempos en que el servicio militar no es una


obligación que interrumpe el desarrollo personal y social sino una
salida profesional, la detección de homosexuales para excluirlos podrá
responder a criterios teóricos parecidos, pero las consecuencias reales
para los sujetos son bien diferentes. La homosexualidad en las fuerzas
armadas seguirá siendo un tema espinoso. Estas fricciones no sólo no
se suavizan con las medidas inclusivas, como el matrimonio igualitario

64 La cursiva es nuestra.

118
en España y Portugal, sino que al menos de forma temporal, las
agudizan por mor de la visibilidad.

La cuestión homosexual en el ejército tiene un


tratamiento específico en una obra sobre el debate en 1991 acerca del
servicio militar en España (Petit, 1991:71-73).65 Constata la homofobia
ambiental de los cuarteles y la invisibilidad en que se encontraban los
homosexuales de conducta varonil. En efecto, y como cabría esperar
de los cuadros médicos de exclusiones analizados, las exenciones
tendrían su aplicación a transexuales u homosexuales fuertemente
feminizados, cuestiones, en suma, que podrían evidenciarse en la vida
civil.

Por lo que se refiere a la aplicación de dicho cuadro


médico en general, se resalta la visión fisicalista de las patologías con
una no explícita ampliación para el caso de las adicciones, así como lo
sumamente aleatorio del proceso de evaluación médica, dadas las
condiciones en que dichos exámenes tenían lugar. No cabe duda de
que en el aspecto psíquico, la simulación podría, en principio, ser más
plausible, pero si se tiene en cuenta el peso de los informes médicos
previos a la vida militar y el carácter estigmatizador de las patologías
mentales, las cosas no parecen tan fáciles.

La gestión de los requisitos de militarización se llevaba


a cabo mediante cuadros médicos en los que se establecían las

65 La cuestión sexual en general ocupa de la página 71 a la 75, lo que permite una


pequeña reflexion bibliométrica de baja escala. La medicina militar aplicada al
servicio, se trata en las páginas 17-19.

119
patologías que comprometían la aptitud del candidato. Al establecerse
grupos de enfermedades, el hecho de que la "homosexualidad" fuese
una de las causas de exclusión dependería de que el perito considerase
que dicha entidad estaba dentro de alguno de esos grupos. Dada la
proliferación conceptual y el eclecticismo teórico, la entidad
nosográfica "homosexualidad" podría estar dentro de un grupo u otro
según el marco teórico elegido o, incluso, según las reacciones e
interacciones que el sujeto clasificado manifestase sobre la misma. Las
cosas estaban más claras en Portugal, donde sí se hizo ─ aunque no
siempre ─ mención explícita a la inversión sexual o a la
homosexualidad.

Un gran organicismo biológico está presente en la


reglamentación más arcaica. En la normativa posterior se aprecia una
tendencia con el tiempo al agrupamiento de patologías y a una mayor
precisión técnica.

El último cuadro médico del franquismo fue aprobado


en 1969 (Anexo II del Decreto 3087/1969, de 6 de noviembre, por el
que se aprueba el Reglamento de la Ley General del Servicio Militar -
BOE 295) y modificado en 1971 (Decreto 2075/71 de 23 de julio –
BOE 224). La modificación de 1971, en su preámbulo, quiere ser
benévola con aquellos que están menos capacitados y no son
necesarios para los contingentes anuales66. Estas buenas intenciones no

66 Literalmente: «Siendo intención del Gobierno evitar la incorporación a filas de


aquellas personas que no sean indispensables para la defensa nacional se ha
considerado conveniente una modificación del Cuadro Médico de Exclusiones,
que, al hacerlo más estricto, permita la adecuada selección de los más
capacitados físicamente para cumplir el servicio en filas, respondiendo así a las
necesidades y conveniencias de los nuevos medios militares, y excluyendo por
este procedimiento indirecto a los que por sus condiciones físicas [sigue en]121

120
supusieron alteración ninguna de interés para nuestro estudio. Ninguno
de los dos reglamentos menciona la homosexualidad. Se la podría
incluir con los adecuados matices dentro de la «Neurosis obsesiva
grave, otras psiconeurosis o psicopatías graves que incapaciten para el
Servicio Militar», dentro de las enfermedades del sistema nervioso
central periférico. Este cuadro, perteneciente al Grupo primero era
excluyente de forma automática. El Grupo Segundo, para el que
procedía exclusión temporal, se refiere a cuadros psiconeuróticos
susceptibles de remisión, previa observación. No obstante, tanto la
redacción como las prácticas clasificatorias, no parece que indujesen a
una búsqueda de perversiones en los contingentes y además nos ofrece
un marco teórico de la psiquiatría (en la que ni aparece el término)
totalmente organicista y biologicista.

En el caso de la normativa militar, dado que el ejército suele


ser una institución muy tradicional en la que los cambios son lentos,
nos interesa atender al tratamiento del asunto ya en la época
democrática.

Tanto en ello como en su silencio acerca de la homosexualidad


el Real Decreto 2670/1983, de 5 de octubre 67, no hace más que seguir
prácticamente sin alteraciones lo que fue el último cuadro médico de
exclusiones de la dictadura franquista.

De particular interés es resaltar la «Incapacidad para


vestir el uniforme, para usar o transportar una parte esencial del equipo
[viene de]120 el servicio en filas resultaría más gravoso».
67 «por el que se aprueba el cuadro médico de exclusiones y normas sobre
exención del servicio militar activo de los excedentes del contingente» (BOE
249).

121
militar, así como para seguir el régimen de vida de alimentación o de
ambientación social disciplinaria que se exige en el ejército» (en el
citado R.D., Principios Generales de Clasificación, Grupo 1, 1) que
será iluminado por unas muy significativas Normas Orientadoras:
1º Se excluirá a los individuos inadaptables, ineficientes,
peligrosos o gravosos para los intereses del Ejército,
aprovechando sin embargo al máximo el contingente.

2º Se respetarán los intereses de los individuos en cuanto


se encuentren afectados por su personalidad enferma o
anormal, evitando el perjuicio que por la vida militar
pueda arrogarse en su integridad psicofísica tarada
previamente.

3.° Además de lo indicado en los apartados anteriores y en


atención al criterio social, se incluyen algunos defectos
que son motivo de repulsión o ridículo. Su importancia no
debe ser exagerada y debe restringirse lo más posible su
aplicación.

4.° Al aplicar el presente cuadro debe seguirse un criterio


esencialmente funcional y pronóstico para clasificar en
cualquier caso a un sujeto en los distintos apartados. El
trastorno anatomo-morfológico sólo tendrá importancia
en lo que afecta a lo funcional
o pronóstico

5º [...] El presente cuadro contiene suficiente número de


ejemplos y observaciones para servir de orientación al
seleccionador en los casos no especificados. No obstante,
los médicos militares podrán hacer propuesta de exclusión
por cualquier enfermedad no incluida en este cuadro
siempre que se cumplan los principios generales
enunciados.68

Es decir, un homosexual que fuera visible podría ser


excluido si aquella vida le iba a resultar perjudicial a él o al ambiente
social militar. La decisión, por supuesto, quedaba en manos del médico
pero evidentemente el sujeto sería interrogado al respecto y podría

68 Real Decreto 2670/1983, de 5 de octubre

122
según los casos mostrar lo que quisiera. Con estas normas orientadoras
y con los criterios generales no era necesario en absoluto precisar la
"homosexualidad" como alteración concreta. Por otra parte hay que
aprovechar el contingente al máximo y en ciertos casos el Médico
militar podría pensar que el servicio tendría un valor "terapéutico".

Ya más avanzada la democracia, la posibilidad de


exención de los que "padecieran" travestismo y ciertos casos de
homosexualidad pasó a la opinión pública y con los mismos términos
médico-clasificatorios69

Por traer el asunto a la actualidad, el cuadro médico


español70 establecido en la Orden PRE/2622/2007, el ANEXO de
patologías, en el subapartado de Psiquiatría71 contempla un total de 12
grupos patológicos, de los que queremos detenernos en siete:
 Trastornos del humor (afectivos) incluso en
situación asintomática o en remisión.
 Estructuras neuróticas de la personalidad.
Reacciones de ansiedad incompatibles con la profesión
militar.
 Trastornos neuróticos, incluidos los secundarios a
situaciones estresantes y somatomorfos, incompatibles
con la profesión militar o su adaptación a la misma.
 Trastornos del comportamiento asociados a
disfunciones fisiológicas y a factores somáticos
incompatibles con la profesión militar o su adaptación a la
misma.
 Trastornos o estructuras anómalas de la personalidad

69 Así se podía leer en El País del 24 de marzo de 1986 el artículo de Carlos


Yáñoz, "Travestismo y algunos casos de homosexualidad, motivos de exención
del servicio militar". (Disponible en el archivo de internet:
http://elpais.com/diario/1986/03/24/espana/512002806_850215.html)
70 Orden PRE/2622/2007 de 7 de septiembre, por la que se aprueba el cuadro
médico de exclusiones exigible para el ingreso en los centros docentes militares
de formación. B.O.E. 220 de 13 de septiembre de 2007.
71 A su vez dentro del apartado C, Neurología y Psiquiatría.

123
y del comportamiento del adulto, incompatibles con la
profesión militar o su adaptación a la misma.
 Trastornos del desarrollo psicológico, del
comportamiento y de las emociones de comienzo habitual
en la infancia y adolescencia que continúen en la edad
adulta incompatibles con la profesión militar o su
adaptación a la misma.
 Cualquier otra alteración psíquica que afecte al
individuo y que comprometa la correcta realización de sus
actividades.

Estas categorías podrían, de acuerdo con algunos especialistas,


seguir incluyendo a la homosexualidad como subtipo o síntoma. Esta
posibilidad quedaría naturalmente rubricada por el hecho de que la
homosexualidad siguió catalogada patológicamente por la OMS hasta
1990. Dada la evolución de estos cuadros, la eliminación de la
homosexualidad como excluyente no se hace por un cambio radical de
estructura o grandes grupos patológicos. El proceso representa un
fenómeno externo, a saber, el acuerdo más bien extendido en la
comunidad médica de que la homosexualidad, por sí misma, no
constituye una enfermedad. Asimismo la redacción y los propios ítems
permitirían un uso indiscriminado que, entendemos, no es el que se
produce. Consideramos que nuestro informante G.72, que también ha
consultado con sus colegas al respecto, se deja llevar por el periodo en
que transcurrió la mayor parte de su ejercicio profesional. Eso
contextualiza su criterio en la normativa de los años 80 y con su visión
personal del asunto como cuestión personal y respetable.

El problema con la transexualidad mostrará los mismos


flecos y polivalencias de este tipo de cuadros médicos. Ello sirve de
muestrario de las consecuencias de las clasificaciones, tanto cuando

72 Entrevistas telefónicas realizadas el 11 de julio de 2012 y el 6 de marzo de 2015.

124
son exhaustivas como cuando son vagas o imprecisas.

El Informante G. y sus compañeros, recuerdan que, mediado el


franquismo existía permisividad con la visibilidad del afeminado
aunque según los acuartelamientos podría existir un mayor o menor
hostigamiento siempre ejercido por la suboficialidad o los compañeros.
Ello a nuestro juicio no exime de responsabilidad a la oficialidad si era
indiferente. El informante H.73 refiere que la posible indiferencia tenía
que ver con el evitar nombrarlo o no tener que responder a la pregunta
de cuál era el interés en ese asunto.

Debido a la reglamentación, no existía posibilidad alguna de


que se consintieran explícitamente las relaciones, pero reconocen la
posibilidad de que hubiera homosexuales afeminados que tuvieran
relaciones sexuales con compañeros en un acuerdo donde ambos
obtenían algo a cambio. De acuerdo con el testimonio del informante
Ñ.74 obtenía sexo y protección, y su compañero encontraba una fuente
de desahogo que, dadas las circunstancias, no le generaba ninguna
ansiedad en relación con su propia hombría. Esta funcionalidad del
homosexual afeminado coincide e instancia la estudiada por Javier
Ugarte (2011) y está totalmente inmersa en el "modelo mediterráneo"
(Chauncey, 1994; Vázquez y Cleminson, 2011).

Era en general mucho más importante para el régimen


de Franco el cumplimiento con el servicio que descender a esos
detalles. Casos de escándalo o mayor visibilidad siempre podrían ser
castigados con todo el peso del Código Militar y luego proseguir en la

73 Entrevista telefónica realizada el 16 de noviembre de 2015.


74 Entrevista en Jerez de la Frontera realizada el 22 de julio de 2012.

125
vida civil con fichas policiales, de modo que los homosexuales
quedaban bien advertidos.

Ya en la Transición, o pasada esta, podría haber quien


alegara la condición para librarse del servicio bajo la amplia coartada
que proporcionaban esas genéricas situaciones de neurosis o
características incompatibles con la vida castrense.

Una mayor tecnificación en los dispositivos de


clasificación alumbró nuevas posibilidades estratégicas para los
homosexuales. Cuando disminuyó el peligro legal en el país para los
homosexuales, la propia "orientación" podría ser alegada para escapar
de la leva si se era capaz de asumir las consecuencias o resultaban
indiferentes, dado que no eran conducentes a un total ostracismo
social. En la época anterior, cuando tanto ley como sociedad
aconsejaban redoblar las cautelas, los homosexuales de apariencia
masculina podrían pasar desapercibidos y si tenían novia en el pueblo,
real o imaginaria, podrían disponer de los servicios sexuales de los
afeminados. A estos últimos siempre habría de irles peor, pero tenían
las posibilidades de adaptación referidas. Por último otros soldados,
suficientemente desinhibidos, podrían también ser compañeros
sexuales de los afeminados.

De alguna manera se reproduce en el cuartel lo que


pasaba en la sociedad. La ley siempre habría de cebarse con el más
visible o débil y siempre estaba disponible la estrategia del
fingimiento. El homosexual "mariquita" tendría que buscar un rol
aceptable en la institución militar y hacer valer como ventaja la

126
condición cuya otra cara era mucho más penosa. Sobre casi todos estos
cuadros médicos sobrevuela en vigor la Ley de 17 de julio de 1945 por
la que se aprueba y promulga el Código de Justicia Militar (B.O.E. nº
211, de 30 de julio de 1945), que en su artículo 352 decía que «el
militar que cometa actos deshonestos con individuos de su mismo sexo
será castigado con la pena de seis meses y un día a seis años de prisión
militar. Cualquier que sea la pena impuesta por este delito llevará
siempre consigo la separación del servicio»

El caso de la precisión terminológica con que se aborda


el asunto en Portugal, no tiene parangón en España y se constituye
como arma de doble filo por cuanto se produce una esencialización
patológica. Más allá de las características que el imaginario tanto lego
como experto atribuyera a los sujetos subsumidos bajo la misma, y que
fueran, además, incompatibles con la vida castrense.

En 1919 se publica el «Regulamento do Serviço de


Saúde Naval» (Diario do Governo, I Série, Número 216, 18/11/1914).
Entre las funciones del mismo estaría la clasificación y control
sanitario del personal marinero y de la armada. El cuadro médico de
exclusiones detalladas lo tenemos en el reglamento que lo sustituirá en
1939 (Diario do Governo, I Série, número 183, 7/8/1939) y allí,
agrupadas con las enfermedades neurológicas o nerviosas, aparecen en
las diferentes tablas las «Psicoses ou psicopatias, ainda quando só
fundamentamente presumidas» (XV, 78). En una línea muy similar
programa la admisibilidad de los candidatos el Decreto nº 41255
(Diário do Governo, I Série, Número 201 de 6 de septiembre de 1957),
que establece unas tablas de inaptitud, ampliando el repertorio

127
nosográfico al hacer referencia también a neurosis, psiconeurosis e
hiperemotividad (A. XV 87 y 88, B. XIV 65 y 67). Por primera vez se
hace alusión a las alteraciones que sean incompatibles o muy
incompatibles con el servicio. En los siguientes reglamentos, (Decreto
42.193, Diário do Governo I Série Número 68 de 26 de marzo de
1959, y Drecreto 45.162, Diário do Governo I Série Número 176 de 27
de julio de 1963) se mantienen los cuadros de exclusión. En todos
estos cuadros se incluían las alteraciones psicológicas en el epígrafe
general de patologías del sistema nervioso. Una primera variación,
que hace aparecer la palabra mental y un mayor detalle de patologías,
lo encontramos en el cuadro de inaptitud para el servicio militar
recogido en la Portaria 448/72, en cuya tabla de exclusiones se incluye
el apartado X. «Doenças de sistema nervoso e mentais» y se detalla
más al citar diferentes tipos de psiconeurosis (ansiosa, histérica,
obsesiva grave) y de psicosis (exógenas, no alcohólicas, alcohólicas,
maníaco-depresivas).

No hay en general unas diferencias relevantes en las


normativas examinadas, sea cual fuera el departamento o fecha.
Después se incrementa la exhaustividad y el ánimo de unificación de
criterios en 1973, para valoraciones de las juntas militares en la
Portuaria de Octubre (Nº 657/73, Diário do Goberno I Série, número
231 de 2 de octubre), que es inmediatamente seguida de una
concreción para aeronáutica (Portaria nº 709/73, Diário do Governo, I
Série, número 243) donde se establece, en la tabla complementaria,
una primera distinción entre neurología y psiquiatría (que establece
una dicotomía en el Capítulo X) y en el punto 127, dentro de
personalidades psicopáticas de cualquier tipo, aparece el primer

128
subgrupo de (a) «Anormais sexuais, em particular invertidos75».

A medida que avanza la democracia en el país, se afina más en


la localización de los homosexuales para declarar su ineptitud militar.
Por ejemplo en la Portaria 28/00 del Diário da República, I Série,
número 14, de 17 de enero de 1989. En este caso lo que hace el
Legislador es basarse en la Nomenclatura y Clasificación Internacional
de enfermedades, traumatismos y causas de muerte de la Organización
Mundial de la Salud (O.M.S.) y añade, en cada caso si la patología es
incapacitante. En el Capítulo VI, de enfermedades mentales, dentro del
apartado B, Transtornos neuróticos, de la personalidad y otros no
psicóticos se considera incapaz para el servicio el que padezca dentro
de los «Desvíos y trastornos sexuales», «Homosexualidad y otras
perversiones sexuales» (302.5).

Como sabemos la O.M.S. retiró justo un año después la


homosexualidad de esta tabla. Ya en la normativa portuguesa de 1993
sólo aparecen de forma genérica los disturbios psicosexuales (302.131)
como incapacitantes según los casos (Portaria 542/93, Diário da
República, I Série B, nº 122, de 26 de mayo de 1993) y desaparece de
la normativa de 1999 en la que quedan las generalidades
psicopatológicas que perturben el servicio (Portaria 790/99, Diário da
República, I Série B, nº 209, de 7 de septiembre de 1999).

La comparación entre ambos países indicaría que hay una


creciente tecnificación de los cuadros de clasificación y que a medida
que podía existir una mayor visibilidad de la homosexualidad, se abría

75 La cursiva es nuestra.

129
la posibilidad de que ésta fuera causa de exclusión. En ambos países
era un hecho la represión que expresaba la normativa, si bien también
en ambos eran posibles estrategias de distanciamiento y de
supervivencia. Por lo que respecta a las referencias explícitas a la
homosexualidad, vemos que existen en el caso portugués y no en el
caso español, si bien la ambigüedad de la normativa española podría
prever la inclusión. Cuando el estigma de homosexualidad podía
suavizarse, cabría entonces que fuera incluso utilizado por los
candidatos para librarse de un servicio de armas que era obligatorio,
naturalmente esto sería muy excepcional. Dentro del contexto de
ambos países y sus autoritarismos, y transiciones democráticas, podría
decirse que los cuarteles de alguna manera reproducían la sociedad
civil general en lo que al servicio militar respectaba, hecha la salvedad,
muy importante, de que el ejército es una institución total 76 y
androcéntrica, donde los valores masculinos son exaltados en extremo.
Por otra parte ese mismo culto a la masculinidad podría bien servir
como medio estratégico complementario.

b) Las preocupaciones educativas

En la totalidad de los autores estudiados, la atención a las


formas latentes o adquiridas de la homosexualidad conducía a
propuestas profilácticas en materia educativa. Se entendía que la niñez
y la adolescencia eran etapas críticas en las que el buen desarrollo
psicosexual podía torcerse irremediablemente77.

En la figura de Almerindo Lessa (1908-1995) tenemos una

76 Véase la discusión sobre la noción de institución total en el epígrafe 5.5.b


77 Este es un tema recurrente. Véase Vázquez y Moreno Mengíbar, 1997: 49-184.

130
biografía que cubre prácticamente todo el periodo de nuestro estudio.
Asimismo sus intereses recorren puntos clave del pensamiento
portugués que pudiera tener implicaciones biopolíticas. Se interesó por
la antropología, la medicina social y la educación sexual. Lessa
desempeñó funciones médicas en diferentes misiones médicas en las
colonias, desde mediados del salazarismo hasta más allá del final del
mismo. Sus obras fueron difundidas en Brasil, Argentina y España.

Su obra temprana, A Educação Sexual da Mocidade (1934) es


un manual de pedagogía que recopila un gran número de referencias
bibliográficas del momento y, aunque las citas de autores lusos son
escasas, recogen las principales obras sobre educación sexual en el
Portugal de su tiempo. El propio Lessa se queja de la falta de
educación sexual, o lo que era peor, la visión confusa sobre la materia
y la proliferación de una moral de las apariencias que desconocía las
enfermedades venéreas. José Pacheco (2012) considera sobre este
particular que es pertinente delimitar la extensa área de acuerdo entre
conservadores y progresistas en torno a un problema sexual que incluía
la masturbación, la prostitución, la homosexualidad y el sexo antes del
matrimonio (Pacheco, 2012: 98). A partir de un acuerdo generalizado
que desaprobaba estas prácticas, la diferencia estribaba en que
mientras los conservadores preferían el silencio, los progresistas
apostaban por la visibilidad, el tratamiento y la prevención mediante la
acción pedagógica y la publicidad. A pesar de citar autores como
Asdrúbal D´Aguiar y Egas Moniz, que fueron prolijos en su
tratamiento de la homosexualidad, fue este tema precisamente uno de
los asuntos que Lessa prefirió omitir. En efecto, incluso los más
progresistas podían omitir deliberadamente alguna cuestión. Pasar por

131
alto lo que para los grandes de la sexología era una cuestión mayor es
un reflejo de una actitud intermitente entre los expertos y divulgadores.

Las posiciones sobre muchas cuestiones eran ambivalentes o


confusas, borrosas. Así, en la cuestión de la virginidad prematrimonial
Lessa parecía defender las dos cosas. Ello ilustra cómo la borrosidad
doctrinal parece extenderse por diversas cuestiones de sexualidad y
moralidad y que como era esperable, no constituía un problema
específico del tratamiento del homoerotismo. Como ha señalado
Llamas (1998), los investigadores enfrentan un problema a la hora de
hablar de la homosexualidad, lo que muchas veces pasa por aclarar su
propia orientación. Los manuales dirigidos al gran público se editaron
con frecuencia, en forma de colecciones donde se abordaba la
pluralidad de la experiencia sexual humana (Lucenay en España o
Jaime Brazil, en Portugal).

Por si no fuera suficiente con la autocensura que se aplicaban


los autores, en 1934 el Estado Novo, después de la dictadura que lo
gestó (1928-1934), aplicó la censura en materia sexual. Se limitó el
acceso a A Vida Sexual de Egas Moniz y las obras de Jaime Brazil,
divulgador sexológico, recibieron el acoso de los sectores católicos
(Cleminson, 2014:108). Como veremos, el tratado sexológico de
Moniz siguió teniendo un acceso restringido para profesionales y
estudiantes de medicina, y podía adquirirse mediante prescripción
médica en las farmacias. En este sentido, España y Portugal, a pesar de
estar sometidas a regímenes autoritarios, no diferían mucho del
panorama de escándalo por temas sexuales donde se encontraban las

132
naciones occidentales liberales y democráticas. Solo hubo unos años,
coincidentes además con el ocaso de los regímenes ibéricos, en los que
se produjo una mayor asimetría. Hasta la década de los 60, la censura
no permitió obras de índole sexopedagógica en Gran Bretaña (Weeks,
1981) , y las obras de Kinsey no fueron precisamente bien recibidas
por el público conservador norteamericano (D' Emilio y Freedman,
1997).

Dado que la sexualidad y la desviación sexual son


comprendidas bajo los mismos discursos, y que uno de los campos de
aplicación más fecundo era el pedagógico o educativo, una
contextualización de los discursos sobre la (homo) sexualidad en el
Portugal contemporáneo, parece pertinente. La presencia de lugares
comunes con las obras que explícitamente sí hablan de homoerotismo
nos permitirá reconstruir la historia cultural de forma más completa.

Por lo que se refiere a España, los discursos de carácter


pedagógico habían proliferado en los aledaños y desarrollo de la II
República de la mano de la Institución Libre de Enseñanza y las
preocupaciones didácticas del Regeneracionismo (Vázquez, 1990;
Vázquez y Moreno Mengíbar, 1996; Cleminson y Amezúa, 1999;
Seoane, 2006). Es notoria la creación de la Sección de Pedagogía en la
Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid 78, y luego en
Barcelona. La noción de la infancia en peligro y de los cuidados para
el correcto desarrollo psicosexual, comprendido básicamente en clave

78 "Para el cultivo de las Ciencias de la Educación y el desarrollo de los estudios


superiores pedagógicos y para la formación del Profesorado de la Segunda
Enseñanza y Escuelas Normales, Inspección de la Primera enseñanza y
Directores de grandes escuelas graduadas.[...]" Artículo 1º del Decreto
27/01/1932.

133
de género, se encuentran en la abundante literatura y en los
imaginarios social e intelectual dominantes (Vázquez y Cleminson,
2011: 129-170 ).

La brecha de la contienda civil y la dictadura abortaron todos


los procesos pedagógicos liberales y republicanos. En la órbita de la
prevención de la "perversión homosexual", seguirá siendo lugar común
la prevención hacia la figura del invertido corruptor, algo que lleva a
sus extremos y hasta el esperpento, Mauricio Carlavilla (1956).

La educación preuniversitaria quedaría en gran medida, como


en Portugal, en manos de las órdenes religiosas 79. Los fundamentos de
la pedagogía católica, en muchos casos una auténtica teología de la
educación, serán los ejes sobre los que pivote la educación nacional80.
El adjetivo "nacional" no debe en ningún caso entenderse en un
sentido generalista, sino dentro de los márgenes de la antropología del
"nuevo hombre" español fruto de la victoria franquista.

Hay un camino paralelo entre el desarrollo del sistema


penitenciario y su evolución del redentorismo al correccionalismo 81 y
los desarrollos legislativos que en materia de educación culminarían
con la Ley General de Educación de 1970 y la autonomía que en los
años siguientes tomarían las especialidades de Psicología y Pedagogía.
El papel in crescendo jugado por las ciencias tecnosociales, en este
caso pedagógicas, en la gestión del control social se acusa en los

79 El salazarismo utilizó como el franquismo el lema «Patria, Dios y Familia» y la


Iglesia le rindió grandes servicios, pero no llegó a los extremos identificativos
del nacionalcatolicismo.
80 Esto es lo que se llamó "educación para la castidad", veáse Pérez López (1994)
81 Epígrafe 7.4.a de este trabajo.

134
documentos legislativos tanto criminológicos como psicopedagógicos.

En este contexto y en camino hacia los años 70, la Revista de


Educación de Madrid, constituía un foro de debate limitado donde los
problemas específicos del sistema educativo y cuestiones pedagógicas
de todo tipo eran expuestas a un público especializado. La sección a
cargo de Consuelo de la Gándara («La educación en las revistas») es a
su vez un meta-análisis de lo que se venía discutiendo en las diferentes
publicaciones del ramo. En una de sus producciones, De la Gándara
(1964, 165-LVI: 39) analiza la problemática de las llamadas
"amistades particulares".82 Éstas habían sido un tema preocupante en la
historia de la educación católica, y específicamente en la formación
dentro de los noviciados y seminarios (Arbiol, 1791 83); el asunto
seguía en el candelero. La novedad que analiza De la Gándara (1964)
radica en un posicionamiento novedoso encontrado en Baén (1964).
Las relaciones o amistades particulares eran aquellas establecidas entre
muchachos o muchachas del mismo sexo donde había una atracción
sensible, así como una afectividad y exclusividad acentuadas y un
peligro evidente de conducir a la perversión. Baén consideraba que
existía mucha confusión con la problemática de las amistades
particulares. Ello se debía a que se había considerado que todas las
amistades de ese tipo caían en un tipo idéntico negativizado. Era
importante para poder evaluarlas el atender a la edad en que se
producían, las posibles diferencias de edad y el carácter abierto o
cerrado de las mismas.

82 La cuestión y el término habían sido literariamente explotados por Roger


Peyrefitte (1944) y llevado más tarde al cine por Jean Delannoy, 1964.
83 Sobre Arbiol, véase Vázquez y Moreno Mengíbar (1997: 300-301).

135
El hecho de que un educador viese peligro por todas
partes y mirase suspicazmente lo que el adolescente vivía como una
amistad sincera, conduciría al joven a mayor confusión si cabe. Baén
creía que había que discernir los tipos de amistad de forma adecuada y
evitar actitudes prohibicionistas que esterilizaran la fecundidad de la
amistad. Baén considera que la manera correcta de orientar estas
amistades es la de contemplarlas como algo transitorio que no debe ser
promovido ni cercenado, y que, en todo caso, debe ser conducido hacia
la apertura al grupo para que éste opere como absorbente, y generador
de espíritu de equipo (Baén, 1964 cit apud. De la Gándara, 1964).

Nuestro informante H.84 nos ha referido la preocupación


obstinada que existía en los seminarios con ese tipo de relaciones. No
obstante se producían con frecuencia contactos entre seminaristas que
tenían cierta diferencia de edad, uno de los cuales actuaba como
protector o guía del otro. H. consideraba que en la fase de desarrollo
psicoevolutivo de la adolescencia era normal que, al brotar una mayor
energía sexual, esta se dirigiese hacia los compañeros e iguales. En un
entorno diferente, la dirección de jóvenes en asociaciones católicas,
nos ha comentado que, ante el rumor de relaciones íntimas entre dos de
los jóvenes (en las que quizá había cierto abuso por parte de uno de
ellos, cosa que no estaba clara), la "mayoría" actuaba dejando
constancia muy machista de su heterosexualidad hasta extremos
grotescos, lo que incluía relatar aventuras donde hacían gala de una
virilidad extrema85 yendo "de putas" o acosando mujeres. Estas
84 Entrevista en Mérida, el 16 de noviembre de 2015.
85 Sobre este particular habitus homofóbico, Albert Mira (2004:67) nos recuerda
cómo «ahora que la homosexualidad se ha situado en el interior del individuo,
cualquiera puede ser homosexual, cualquiera puede estar bajo sospecha y por lo
tanto todos los hombres tienen algo que mostrar», situación que ya había
detectado Foucault.

136
declaraciones causaban sorpresa en H. que creía que no estaban
precisamente demostrando mucha "moralidad".

En el transcurso de la conversación confirmamos las


noticias de las prohibiciones en ciertos seminarios y noviciados,
proscribiendo la permanencia de dos seminaristas o internos solos en
una misma habitación. Con cierta chanza recordamos lo que Umberto
Eco relata sobre los templarios en El péndulo de Foucault, aquello de
que si quieres conocer las costumbres de un grupo, no tienes más que
mirar la lista de las prohibiciones.

Francisco Arasa86, sobre el que luego trataremos aquí, se hace


eco de las necesidades de diferenciar el erotismo heterogéneo del
homogéneo. Para él es necesario diferenciar lo aceptable del segundo,
al que denomina homoerotismo, al que considera normal y fecundo,
incluso más allá de la adolescencia, en una línea de amor entre iguales
o amor pedagógico:

puede ser desarrollado, con especiales intensidades en la


pubertad. Pero véase que entonces se manifiesta
preferentemente en na experiencia harto sana, cual es la
amistad. De igual modo, en edades posteriores, tampoco
puede ser desconocida. Resulta natural que ─basándonos
en el "amaos los unos a los otros"─un hombre puede
llegar a estimar a otro por su bondad o bien por su
apariencia, por su carácter o bien por su valer. Es muy
frecuente incluso que hombres maduros hallen placer en
el trato con jóvenes bien estructurados psíquica y
espiritualmente, a la vez que corporal y somáticamente,
llegándose a sentir psíquicamente atraídos. Como es
lógico esto sucede también a la inversa, o sea que ciertos
jóvenes estimen y valoren a hombres ya maduros, o
incluso los idolatren (Arasa, 1963: 3).

86 Epígrafe 7.1.d de este trabajo.

137
Ambas conductas, consideradas "realmente
normales" pasarían a ser denostadas si aparecía en escena "el instinto
sexual". Llama también la atención que para Arasa la relación
homoerótica aceptable sea entre varones, mientras que la
homosexualidad femenina es tratada en términos de seducción
prácticamente irreversible. En la parte que podríamos llamar
"profiláctica", la coeducación y el no despertar temores o rechazo por
el sexo contrario serán recomendaciones del autor.

Vemos pues como se mantiene vigorosa una categoría ancestral


de la moralidad católica, reconsiderándose como un elemento que
puede ser aprovechado para los objetivos sociales y grupales. Se huye
del moralismo, pero siguen presentes la advertencias de los peligros (si
bien descritos de otra forma) y la necesidad de intervención educativa
para poner esas relaciones en su cauce. Por otra parte el carácter
cerrado de las mismas, la persistencia de aquellas en la edad adulta o la
diferencia de edad excesiva quedan ahí como criterios de lo
inaceptable, con las salvedades expresadas arriba por Arana.

A medida que se avance en los conocimientos de cierta lectura


de Freud y de la psicología evolutiva, se hará lugar común la admisión
de la existencia de contactos o sentimientos homoeróticos en la
adolescencia, transitorios por la inmadurez, al tiempo que se enfatiza
la necesidad de intervención psicológica si la etapa se anquilosa y se
previene del peligro de que en esa época de zozobra intervenga el
adulto "perverso". El informante F.87 nos ha relatado cómo era esa la

87 Entrevista en Madrid, el 4 de octubre de 2011.

138
interpretación que daban de su caso. Siempre insistían, sacerdotes y
psicólogos, en que sus tendencias eran una fase y que era importante
que no hablase de ello con adultos que pudieran parecer muy
interesados en él.
En lo que se refiere a la vida concreta de los individuos, las
entrevistas mantenidas (F.88, H.89) nos hacen detectar la interacción de
esos sujetos. La mirada escrutadora del educador podía diagnosticar el
mal de la "amistad particular" aunque no hubiera motivos suficientes
que temer, asociados a la perversión. El temor de los protagonistas de
esas "amistades", al estigma podría evitar que derivaran en la
perversión. Así se promovían la camaradería con el igual y la
protección del débil en el marco del género masculino, así como la
intimidad y comunicación especial con el femenino. F. también nos ha
referido que cuando dejó el seminario para aclarar su vocación, una de
las autoridades del mismo (que desconocía sus problemas de
orientación) en la entrevista de despedida, le dijo «tampoco es bueno
mientras te decides que salgas con chicas "a solas" porque si eres casto
la chica va a pensar que eres un "marica o algo así"». El horror al
etiquetado, o incluso la reelaboración de la propia vida psíquica al hilo
de las prácticas tipificadas (e incluso presentes en los reglamentos
implícitos) era un hecho con diferente costo en términos de
sufrimiento para la conformación de la propia personalidad.

Por otra parte, hechos institucionales como la amistad entre los


del mismo sexo, se convierten a su vez en hechos brutos para nuevos
hechos institucionales al combinarse con una serie de reglas que en
términos searlianos dan lugar a una nueva institución. Lo que se

88 Entrevista en Madrid, el 4 de octubre de 2011.


89 Entrevista en Mérida, el 16 de noviembre de 2015.

139
considerase como "amistad particular" podría variar si variaba el hecho
institucional asociado. la amistad particular, a su vez posibles bases
para una tipificación más sofisticada (añadiendo reglas de edad,
características, etc). La diversidad de la experiencia afectivo-sexual de
los individuos será tratada de forma tipificada, lo que sin duda
conducía a clasificaciones que no cumplían demasiados requisitos de
adecuación, aunque posiblemente fueran útiles a efectos de controlar y
disuadir.
La tolerancia que encontramos en algunos discursos
(Arasa, 1969) pone en juego nociones como el "instinto sexual" y pasa
el relevo al campo de intervención de la medicina y sus prácticas
clasificatorias, que además en este caso son diagnósticas, terapéuticas
y de pronóstico. Es un lenguaje bien distinto al tono de las épocas
centrales del franquismo. En los manuales de educación sentimental se
consideraba que los ambientes eran los «despertadores más eficaces y
logreros en la depravación de la infancia» (García D' Figar, 1947: 27)
y que en la pubertad una simple «lectura de un mal libro puede ser la
chispa del incendio; una conversación con un disoluto, el acicate para
el estrabismo futuro» (1947: 43), la educación debería prevenir contra
esas amistades que culminan en pecados que claman al cielo y cuyo
veneno es la muerte (1947:149).90 A medida que avance el régimen, se
irá desarrollando una «evangelización de bata blanca» (Polo, 2009)
que no dudará en usar el recurso científico para salvar las almas de los
individuos, y garantizar el progreso de la patria.
Desde las filas propiamente eclesiásticas, quizá el autor más
emblemático fuera el arzobispo Luis Alonso Muñoyerro91 que publicó

90 El fragmento completo está incluido en este trabajo en un apartado en que se


trata el ideario teológico de la sodomía, epígrafe 3.1. p.151 de este trabajo.
91 También analizado por Polo (2006)

140
diferentes manuales sobre las relaciones entre cuestiones canónicas y
médicas. En La Moral médica de los Sacramentos de la Iglesia (1951)
proponía una educación sexual cristiana, por oposición a la naturalista,
que no sea ni técnica ni pública, y por supuesto dentro de una
educación segregada por sexos (Muñoyerro, 1951:147-149). La
homosexualidad era incluida dentro de los defectos o vicios por
«disfuncionamiento». Para corregir estos vicios se requería la buena
disposición del afectado, el uso de anafrodisíacos y una reeducación
basada en valores correctos. Si existían además obsesiones y fobias,
proponía el recurso al psiquiatra. Finalizaba su exhorto indicando que
la medicina proponía a veces terapias con «inconvenientes de orden
moral, o que al menos exigían «ciertas notas» para librarse se
inmoralidad. Tales eran «el comercio sexual ilícito, el espermocultivo,
el rejuvenecimiento, el hipnotismo, el psicoanálisis». (Muñoyerro,
1951: 155).92
A pesar del carácter "republicano" del Estado Novo existió una
mayor separación Iglesia-Estado que en España, también encontramos
proyectos de "educación para la castidad" durante la etapa. Podemos
considerar una muestra de dicho modelo el manual de A. Mendes
(1949) Virilidade: a fisiologia sexual na vida psiquica e na educação
da mocidade. La hebética española93 tenía su homóloga portuguesa en
esta forma de educación para la pureza con mucho discurso médico
adaptado. Se insistía en la orientación al matrimonio y la reproducción,
la unidad de vida física, psíquica y moral, la economía espermática y
la continencia asociada. Este tipo de producciones ponía la medicina al
servicio de la ideología política y puede ser considerada como
diametralmente opuesta a la obra sexológica de Egas Moniz (Pacheco,

92 Las cursivas en el original.


93 Véase Polo (2009).

141
2000: 215) que será analizada en el curso de este trabajo.
Por lo que se refiere a normativa educativa no hubo normativa
específica para la homosexualidad, pero la Orden del Ministerio de
Educación y Ciencia de 1 de febrero de 1971 contemplaba que para la
idoneidad psicofísica de los aspirantes a maestros de educación
primaria, sean causas de exclusión las perversiones sexuales (Anexo I,
32) y específicamente la intersexualidad y el homosexualismo (Anexo
I, 45). La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970) introdujo
la necesidad de prácticas reincidentes para caer dentro de la
peligrosidad social.94 El hecho de que en la mencionada Orden sobre
el profesorado sea suficiente para exclusión con la "condición" ilustra
la persistencia de la noción de "infancia en peligro" y del perverso
corruptor de menores (Sahuquillo, 1997; Váquez y Cleminson, 2011:
129-170).95

El hecho de no contemplar exclusiones para la docencia en


otros niveles, a tenor del contexto, no permite inferir que se fuera
condescendiente con los "disidentes sexuales" en sus vidas laborales, y
mucho menos en el ámbito educativo. Para la gran mayoría de los
otros autores que aquí tratamos, la escuela, el internado, el cuartel, el
club deportivo eran los caldos de cultivo más adecuados para la
proliferación de la perversión, con lo que había que mantener alejados
a los focos contaminantes, de las funciones de responsabilidad.
Curiosamente, el experto portugués Monteiro (1922) había
recomendado que los homosexuales varones que fueran buenos
candidatos a la enseñanza, ejercieran su magisterio en centros
femeninos, y viceversa para las mujeres lesbianas.

94 La Ley de 1954 consideraba suficiente la condición de homosexual.


95 Sobre la medicalización de la infancia anormal, véase Huertas (2008: 65-106)

142
III. LAS RAÍCES LAS MIRADA SOBRE EL
HOMOEROTISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Francisco Vázquez y Richard Cleminson (2011) han


diseccionado y reconstruido los procesos de conformación de la
«homosexualidad» en España desde la perspectiva clínica y cultural.
Aunque nuestro trabajo se centra en los discursos biomédicos podemos
considerar que de alguna manera es una humilde continuación de su
trabajo en la parte médica. Sigue la línea cronológica a partir de la
brecha que constituyó la brecha de la Guerra Civil y que ya ha sido
muy dignamente explorada por el trabajo coordinado por Javier Ugarte
(2008c) y el realizado de forma independiente para forjar un discurso
explicativo en términos materialistas y antropológicos de fuerte rigor
histórico que o incluyen expresamente el caso español (Ugarte, 2011)
o tienen proyección universalista (Ugarte 2014).

Estos trabajos constituyen un armazón histórico y analítico más


allá de las discusiones ontológicas y epistemológicas que pueda alentar
su fuerte componente materialista. Un enfoque, por lo demás
honestamente evidenciado por Ugarte. Este proceder analítico,
comprendido desde su propia metodología, hace recordar a los
investigadores la necesidad de buscar las bases materiales
(productivas, reproductivas) sobre las que se edifican las ideologías.
Esta superestructura nutre el punto de vista sobre la sexualidad
correcta y en ella, al mismo tiempo, se producen los contradiscursos.
Esto es, la economía y la organización básica de las sociedades
determinan, hasta cierto punto ─ incluso mucho96 ─ el pensamiento
96 Decir que lo determinan totalmente quizá sería una tesis demasiado [sigue en]144

143
moral, científico y filosófico. Esta aportación es asumible sin
demasiadas fricciones dada la calidad de los análisis ofrecidos en esa
investigación. Como ya se ha argumentado en la parte introductoria de
esta Tesis, ello podrá sumarse fecundamente con las precisiones
metodológicas que explicitan los autores de Los invisibles en la
Introducción (Vázquez y Cleminson, 2011: 1-28).

La homosexualidad es una categoría mixtificada construida a


partir de diferentes discursos y si algo marcó su historia desde la mitad
del XIX es el proceso de medicalización creciente. Como ya hemos
señalado, los países de tradición napoleónica habían tenido relativa
tolerancia con la vida sexual de los ciudadanos mientras no fuera
motivo de escándalo. En el caso de España, imperó cierta tranquilidad
durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX con el
bien conocido paréntesis que supuso la dictadura de Primo de Rivera.

La II República volvió a dejar las aguas en calma y la victoria


fascista en la contienda civil cambiaría de nuevo las cosas de forma
abrupta. Como hemos visto, Portugal contará con legislación represiva
desde la República. Por lo que se refiere a la medicina mental
española, disciplina que en gran medida era el reverso de la medicina
legal a efectos de la responsabilidad e imputabilidad de los individuos,
muchos de sus especialistas vieron sus carreras interrumpidas o
acabadas. En el caso portugués la mayoría de las eminencias médicas
de la República continuaron siéndolo durante el estadonovismo. Toda
la medicina hispano-lusa sobre la homosexualidad es ecléctica y es una

[viene de]143 fuerte para muchos teóricos, pero sí asumimos que están en la
base de cualquier explicación si no de forma determinante, sí de forma
"dirimente" o fundamental.

144
reelaboración y asimilación de las diferentes corrientes europeas.
Como se verá existe una relación asimétrica de la psiquiatría con el
discurso moral-teológico sobre la sexualidad en ambos países. En
ambos casos, además, fue operativa la noción de sodomía que durante
el la Edad Moderna sería el paradigma de la contra-naturaleza y de la
ruptura de la societas Dei.

97
3.1. LO INNOMBRABLE Y SUS PROLONGACIONES

Es frecuente y clásico en los estudios sobre las


homosexualidades citar a Foucault cuando afirma que mientras el
sodomita de la teología era un relapso, el homosexual de la medicina
es ahora una «especie» (Foucault, 1976: 56-57). Constituye un debate
de esta rama académica dado que no está aclarado que Foucault
mantuviese a lo largo de toda su obra ese cambio del acto a la
subjetividad. Sí lo está, sin embargo, que lo que podríamos llamar la
vulgata foucaltiana98, ha convertido ese punto de vista en una piedra
angular, especialmente a la hora de emprender maniobras
construccionistas.

Se ha asumido entonces que se produce una transición del


pecado a la enfermedad, del "acto" a la " identidad. La sodomía, de
acuerdo con la opinión extendida a partir de Foucault, era una práctica
penada por el orden jurídico, mientras que el homosexual de la
medicina es una biografía sobre la que se dirige la mirada médica. No

97 Este apartado recoge, con ligeras adaptaciones, parte importante de una


publicación del autor de la tesis (Molina, 2012a)
98 Véase la posición de Vázquez García en el epígrafe 1.3. de este trabajo.

145
obstante el sujeto jurídico reaparece en la medicina legal y el derecho
del siglo XX y el individuo esencializado parece atisbarse de algún
modo en la teología de la sodomía desde la Edad Media99.

En los autores centrales de nuestro estudio no se produce


ninguna innovación o creación ex nihilo. Están inmersos en una
tradición médica y en una tradición jurídico-teológica. Ambas se
interconectan a lo largo de sus obras y están en sintonía tanto con las
mentalidades de la época como con los aparatos legislativos que
intentaban el control y represión de las prácticas homoeróticas. Es por
eso que tiene un sentido particularmente importante el repasar la
noción de sodomía en la historia ibérica y en las fuentes medievales y
modernas de que directamente se nutrían.

Antes del periodo estudiado por Vázquez y Cleminson, la


noción de sodomía había tenido sus avatares en España y Portugal. Es
un concepto teológico y jurídico.

Asimismo cabe hacer toda una historia de la teología en


relación a la noción de "contra-naturaleza". El sodomita es un anti-
creador que renuncia a su colaboración con la divinidad en el
crecimiento y multiplicación de la estirpe. Las diferentes figuras y
categorías con que se han comprendido desde fuera, y desde sí
mismos, los involucrados en relaciones afectivo-sexuales con personas
del mismo sexo, han generado multiplicidad de debates muchos de los
cuales son genuinamente filosóficos y como tales interdependientes de
los estudios históricos.

99 Para una revisión del debate sobre la tesis foucaltiana puede verse Stephen
Garton (2014: 48-82).

146
No es cuestión baladí dada la importancia que le atribuyen los
clásicos hispano-lusos de nuestro periodo de estudio. Si bien una parte
importante se muestran alejados de aquellos tiempos, que miran con
los ojos del historiador, otros parece que añorasen o al menos no se
sintieran demasiado descontentos con el recuerdo de los tiempos
inquisitoriales. La Inquisición manejaba la categoría de sodomía,
aunque como bien ha mostrado Javier Ugarte (2011: 76-83) el
ensañamiento penal siempre habría de ser mayor con los más
indefensos o desfavorecidos.

En el análisis de la obra de Arnildo Camilo Monteiro100 y


Vallejo Nágera,101 quedan evidenciados los guiños a la tradición
medieval-moderna, fuertemente punitiva. El psiquiatra militar español
se atreve a pedir la recuperación de un cuerpo funcionarial de
inquisidores que velase por las esencias cristianas hispanas (Cita). Una
obra de Mauricio Carlavilla, publicada en la España de los años
cincuenta, titulada "Sodomitas" es un ataque furibundo contra el
homoerotismo en todo tiempo y lugar; es un texto que incluso hace
parecer al comedido Gregorio Marañón como un defensor de la causa
de los homosexuales. En efecto, este pedía la despenalización por la
vía del humanitarismo médico, pero en ningún caso podemos
convertirle en un defensor de la causa homosexual (Mira, 2007: 186 y
ss.).

La noción de sodomía procede del episodio bíblico (Génesis


19, 1-28 y Jueces, 19, 22-30) que evocan, o al menos registran, tanto
juristas como algunos médicos. La exegética posterior así como la

100 Véase el epígrafe 5.2. de este trabajo.


101 Veáse el epígrafe 6.3. de este trabajo.

147
investigación histórica (Gafo, 1998; Boswell, 1992 y 1996) han
contribuido a debilitar la tesis de la implacable condena bíblica y
cristiana de la homosexualidad.

La sodomía tiene que ver con la violación de un desideratum


teleológico, o más precisamente teo-teleológico, a saber, el carácter
co-creador del ser humano en la reproducción. A medida que avance la
historia este desideratum adquirirá versiones fisiocéntricas, al sustituir
hasta cierto punto el orden divino por el orden racional-natural en la
Ilustración, y posteriormente social-funcionales, con la importancia
atribuida a los roles de los géneros en la contemporaneidad.

Hay elementos de la teología de la sodomía que se conservan


en la biomedicina contemporánea. El barniz ilustrado producirá una
secularización de los discursos sobre el homosexual que describe
Foucault, pero esa ontologización, esa entidad esencializada solo por
mor del discurso científico, no aparece de forma abrupta. Se pueden
rastrear algunas ideas mucho más atrás, sin quitarle valor al cambio
cualitativo general que describe el autor francés. De acuerdo con las
últimas investigaciones ese paso "del acto a la subjetividad" tan
proclamado por la vulgata foucaltiana, ha sido reconsiderado. Antes
del homosexual de la psiquiatría decimonónica existían formas de
subjetividad, y no solo actos homoeróticos. Pero esa subjetividad no es
la del "homosexual" o gay102, como querría el esencialismo de
Boswell. El cynaedus romano (individuo con preferencias por el sexo
pasivo), el sodomita viril medieval (Ruggiero,1985; Röcke, 1987) el

102 Entendemos gay, sociológicamente, como varón de clase media, con estudios
medios y superiores, que busca parejas de su generación (Ugarte, 2011: 178-
186).

148
molly británico de 1700 (Trumbach, 1989;1991), el fairy neoyorquino
(Chauncey, 1994), los mariquitas y los maricones españoles o el
señorón español (Ugarte, 2011, Vázquez y Cleminson, 2011), y otras,
son formas de subjetividad específicas de los contextos históricos pero
no coinciden con el homosexual de la psiquiatría de finales del XIX.

Por ejemplo, Pedro Damián, en su Liber Gomorrhianus


(Jordan, 2002: 73 y ss.) describe la sodomía como un pecado especial
por el efecto que produce en el agente. Este es disolvente del alma ya
que elimina de ella toda virtud, sea teologal o cardinal. Es, en términos
ontológicos, una aniquilación, un cambio sustancial. Aunque no
identifica al sodomita por los signos externos, sí le atribuye cierto
afeminamiento. Este afeminamiento no es el del invertido moderno
sino una suerte de reblandecimiento o debilidad ético-ontológica. No
obstante, teniendo en cuenta cómo se interpretó la desvirilización de
los varones en los discursos regeneracionistas de finales del XIX no
hay que perder de vista esa posible raíz. En la psiquiatría hispanolusa
del periodo de nuestro estudio se hallan analogías o metáforas con
hechos disolventes como fenómenos putrefactivos, existencia echada a
perder, o desorganización total de la vida psíquica. Estos discursos
conviven con tímidos pasos, a veces más explícitos, hacia la
«normalización» en el sentido de un acercamiento cada vez mayor al
paradigma de orientación sexual. Con frecuencia, el uso del término
"perversión" en la literatura biomédica estudiada, y no digamos ya en
el imaginario social, no viene de la mano de la teoría psicoanalítica
sino que interpreta como suerte de degeneración, depravación y alto
grado de contaminación moral de consecuencias irreparables. Es la
noción agustiana de perversio, alteración del corazón que da la espalda

149
a la divinidad. Asimismo el término "degeneración" no siempre estaba
vinculado a la tradición médica degeneracionista que lo usó como
herramienta conceptual básica.

Por su parte Pablo de Hungría en su Summa de poenitentia,


escrita entre 1219 y 1221, (Jordan, 2001: 139) considera que la
sodomía es peor que el incesto con la propia madre, rompe la societas
con Dios, es pecado nefando, ensucia bocas y oídos y difícilmente
confesable por eso mismo. El fuego eterno es lo que espera a los que
persiguen carne extraña. Establezcamos una comparación entre esta
concepción del siglo XIII, con un manual de edificación pedagógica
que proliferó en el franquismo cuyo autor ya hemos citado:
No faltan amistades malas entre los jóvenes del mismo
sexo que tienen su culminación en pecados que Dios
abrasó con fuego llovido del cielo. Son una peste; y son
ladinos y astutos para captar voluntades vírgenes,
haciéndolas partícipes de sus vicios. Tienen singular
inclinación por los más inocentes y los más puros. ¡Qué
ángel han de tener estos para no dejarse engañar! ¡Que
pidan a Dios todos los días una clara visión para conocer
a los "infames"!, aunque ellos mismos se descubren por
sus maneras femeniles y sus palabras envenenadas de
sensualidad. Es necesario huirlos, como se huye de la
víbora o del alacrán. Su veneno es muerte (García de
Figar, 1947: 149).103

Este texto combina elementos transhistóricos. El corruptor,


feminoide, puede contaminar a todos, particularmente a los más
inocentes. Se trata del peor pecado y vicio, que mereció y merece el
fuego divino: es envenenamiento. Pero hay que estar muy alerta
porque es frecuente y porque cualquiera podría ser su víctima. Todos
son agentes y pacientes potenciales de la abominación pero hay unos

103 Véase el epígrafe 2.3.b de este trabajo.

150
sujetos especialmente dedicados a esas seducciones. Vemos
instanciadas la teología del pecado más infame, la seducción de los
inocentes y los ladinos feminoides, cenit de corrupción moral, que
pueden echar a perder lo más puro.

Aunque el Portugal contemporáneo no contó con tantos


excesos literarios, sí cabe recuperar un caso particular. Uno de los
autores fundamentales de la sexología forense portuguesa, Arnildo
Camilo Monteiro, escandalizado por la proliferación del nefasto vicio
homosexual, en concreto en la Lisboa de su tiempo, hace un alegato
del que no se libran ni las criaturas irracionales. Es evidente que el
texto del sexólogo portugués es perfectamente solidario de la noción
previa de sodomía de la que hace una actualización aplicable a su
tiempo y lugar al sugerir que Dios, caso de reeditar el episodio de
Sodoma, debería hacer llover fuego y azufre:
não só inexorávelmente sôbre Lisboa, como no resto da
Terra, onde a mesma lascívia campeia, não apenas entre o
género humano, mas ainda no própio reino animal. E se
acaso a decisão Divina, não querendo deixar incólume
nenhum sítio profanado pele èrro, a punir, sem clemência,
se investisse da imperturbável e soberana
irrevogabilidade, o globo ficaria numa perpétua maldição,
a rolar pelo espaço, em volta do sol, a sua face
incinerada... (Monteiro, 1922: 214).104

Los discursos vinculados a una interpretación literal y concreta


de la Biblia se verán, avanzada la Edad Media, afectados por el propio

104 Traducción: No solo inexorablemente sobre Lisboa, en el resto de la Tierra,


donde la misma lascivia domina, no solo entre el género humano sino también
en el propio reino animal. Y si acaso la decisión divina, no queriendo dejar
incólume ningún lugar profanado por el error, castigando, sin clemencia, se
invistiera de la imperturbable y soberana irrevocabilidad, el globo quedaría en
una perpetua maldición, rodando por el espacio, alrededor del sol, su faz
incinerada.

151
desarrollo de la historia de la filosofía. El reforzamiento de la
teleología viene, como no puede ser de otra forma, de Aristóteles
apuntalado con la producción médica árabe. La llegada del
aristotelismo traerá cierto impulso de naturalización en el sentido de
una physis que no es la naturaleza griega, sino la natura creada y
aparece con vigor la influencia del Canon de Avicena. Todo ello
moviéndose siempre en las mismas coordenadas de teleologismo. El
filósofo musulmán introducirá elementos de tipo naturalista, e incluso
mecánicos, a la hora de explicar el mal de los que padecen esas
inclinaciones, es decir, aluminati.

Asimismo la influencia aristotélica será patente en Alberto


Magno, que investigará la idea de una posible fisiología sodomítica
(Jordan, 2002: cap. 6), cuyo enfoque enlazará con el de Roger Bacon.
La constante será el argumento teleológico de la reproducción, unido a
los peligros del placer. Los vasos debido o indebido usados para el
sexo, la aceptabilidad de las posturas del coito, la recuperación de los
conceptos de humedad y sequedad asociados a la fecundidad, formarán
parte de una medicina formulada para teólogos. En este discurso la
connivencia de una filosofía de la naturaleza aristotélica y algunos
elementos de la tradición médica griega con la exegética bíblica,
conducirá no pocas veces a cierto marasmo conceptual .

Será Tomás de Aquino (Jordan, 2002: cap. 7) el que deje claro


para la posteridad, la importancia y caracterización del innombrable
vicio contra naturaleza. Es un pecado de los que claman al cielo. Para
su adecuada contextualización, es importante rescatar las nociones de
ley natural y su papel a la hora de articular la filosofía práctica tomista.

152
La ley eterna con la que Dios gobierna el mundo tiene una franquicia
impresa para la criatura racional, el hombre, esta es la ley natural (ética
teológica), que en todo caso debe ser el límite externo de la ética social
y la política (ley positiva). La ley natural se ordena a los fines
naturales y sobrenaturales del hombre que son lo mismo en una visión
teológica como la de De Aquino. Dado que confluyen lo temporal y lo
espiritual en una organización teo-teleológica de la realidad que
incluye dimensión político-social humana al ser esta natural. Hay un
alejamiento evidente del agustinismo político que entendía los fines
del estado como necesariamente coercitivos dada la intrínseca maldad
humana. Para Tomás de Aquino lo natural adquiere una proyección
ética. Los actos que no se adecuen a dicho ordenamiento, son
contrarios a la ley natural y, por ende, a la ley eterna, o lo que es lo
mismo, contra Dios y su orden. Pero algunos pecados son
especialmente contra-naturales.

Sobre estos actos contra natura hallamos una explicación y


tipología en la Suma de Teología (II, 154) al describir la inmundicia o
molicie. Esta existe cuando se procura polución sin coito, el coito pero
con especie diferente (bestialidad), y el coito con el sexo no debido
(ad non debitum sexum), el vicio sodomítico. A eso añade la
posibilidad de indebidos instrumentos o formas bestiales y
antinaturales. Tomás de Aquino sintetiza elementos aristotélicos con el
cristianismo al conservar una teleología zoológica y mantener la
tradición teológica anterior. Se trata de establecer bien la diferencia
entre el usus debitus y la delectatio nefanda. Lo que es casi hilarante
es que a los ojos del Aquinate parece que la sodomía procura un
placer tan intenso que disuelve el alma (Jordan, 2002: Ibid.)

153
El asunto de la peligrosidad en una única dosis nos recuerda a
la imagen de las mariposas obsesionadas con el fuego (León, 1981).
Este imaginario pirófilo ha recibido ya sustanciosos análisis en el
estudio de los sodomitas en la España moderna (Garza, 2002). La
actividad obsesiva de la captura de los transgresores de la societas Dei
alcanzará su mayor virulencia a partir del final de la Edad Media, con
las fisuras y quiebras del feudalismo anterior para dar paso a los
centralismos absolutistas sacralizados por su identidad con el orden
divino: este pecado pasaría a ser el pecado por excelencia (Carrasco y
Rábade, 2008: 125).

Si muchos autores contemporáneos repasan la teología de la


sodomía como parte de estudios introductorios y preliminares a su
tratamiento médico de la homosexualidad, otros van más lejos. Vallejo
Nágera (1937?) ensalzaba las posibilidades de la Escolástica para una
adecuada comprensión del ser humano alejada de la ineficacia del
conductismo, la endocrinología y el psicoanálisis, a los que llegaba a
tildar de simples esnobismos estériles.

Aunque en algunos autores medievales se da la búsqueda de


una determinada fisiología y una introducción de elementos
naturalistas, especialmente en Avicena, conviene tener muy presente
que en ningún caso nos encontramos en las coordenadas de la
concepción decimonónica en términos de instinto sexual alterado. En
ese sentido sí hay una distinción conceptual y un marco epistémico
totalmente diferente. Para los efectos del control de la conducta, lo
que importa es ese algo que se torcía (aunque no fuera el instinto
sexual) y que al hacerlo sometía el cuerpo y el alma, o su unidad, a una

154
torsión tal que provocaba efectos disolventes en esta vida y en el más
allá.105

El sodomita, como explicaba Foucault, era un relapso y el


homosexual será especie, pero ni la abyección está ausente en la
literatura médica contemporánea ni la sodomía quedaba en un acto
punible en las fuentes medievales . En los discursos contemporáneos
para la profilaxis y la prevención pedagógica de las perversiones, los
autores especulaban sobre la posibilidad de alguna suerte de trans-
especiación producida por el despertar de esa posibilidad inmunda. La
idea de corrupción, de contagiosidad moral era patente. Algo intrínseco
había de tener todo ser humano que el ambiente podía desatar para
perdición de su alma o de su mente. Los más tenaces defensores de
una medicina moralizada tenían muchos reparos tanto con el
psicoanálisis como con esa endrocrinología que parecía convertir la
realidad humana en sede de reacciones químicas. Asimismo eran
recelosos del pansexualismo de uno y del materialismo de la otra. Sin
embargo, el carácter universal de esas concepciones conducía a la
conclusión estratégica de la necesidad de ser todavía más precavidos
con la prevención. Si hay una bisexualidad mental constitutiva
(Psicoanálisis) o químicamente no hay tanto abismo entre lo masculino
y lo femenino sino más bien una continuación, hay que redoblar la
vigilancia. En el caso de Portugal, ya en el periodo de estudio, existe
un menor uso de recursos teológicos pero la idea de corrupción y
contagiosidad moral no está ausente en absoluto.

El carácter abyecto de las prácticas recorre la historia y no deja

105 Sobre el sodomita como subjetividad moral pecaminosa en la teología de la


Contrarreforma véase Hurteau (1993).

155
de fluir, y no solo excepcionalmente, a través de la ciencia sexual de
España y Portugal . La distinción entre perversos y pervertidos, el
homosexual por vicio y el innato, facilitan que se simultaneen
posiciones ancestrales con la modernidad sexológica. Por otra parte, la
variación de roles que para desconcierto de los técnicos se observaba
en los sujetos106 era una posibilidad inherente a cierta malignidad que
podía venir tanto de la constitución del individuo, como de la vida a la
que se había acostumbrado.

Más allá de que las formas de comprender la realidad variasen,


los mismos hechos brutos, en terminología searliana, servirían de
apoyo a instituciones sociales muy diferentes a lo largo de la historia.
La práctica totalidad de los discursos médicos dedicados a la
construcción o aclaración de la categoría de «homosexualidad» y los
dispositivos para subsanarla, establecen un hilo conector que va desde
la bisexualidad en el mundo clásico, a través de la sodomía en el
mundo medieval y moderno hasta la inversión y la homosexualidad
contemporáneas. Aunque nosotros podamos prevenir el anacronismo al
sugerir que se trataba no solo de diferentes significados sino de
dispares estilos de pensamiento (Davidson, 2004: 187-210) es crucial
entender que para nuestros expertos, para los médicos hispano-lusos
del siglo XX, sí estamos ante el mismo problema. El que llevó a la
ruina a la Antigüedad, el nefando vicio que condenaba la tradición
cristiana y las alarmantes prácticas que parecían proliferar con los
fenómenos de la urbanización creciente sin obviar el deterioro de la
masculinidad de las naciones y sus consecuencias. España y Portugal
además eran imperios venidos a menos y en el regeneracionismo, el

106 Véase el tratamiento del Informe Chamorro (1970) en el epígrafe 7.4. de este
trabajo.

156
motivo de la pérdida de virilidad, era una preocupación mayor.

Lo que hace que los textos diacrónicos sobre la


«homosexualidad» incluso actuales recorran todas las etapas no es solo
el hecho bruto en sí porque además estaría por discutir si esos hechos
brutos no vienen también cargados de teoría. Este problema ya lo
abordó Searle, como hemos visto en la parte filosófica, al considerar
que ciertos hechos institucionales pueden a su vez ser hechos base
(brutos) para nuevas instituciones, con lo que la carga teórica estaría
explicada. Es un debate prolijo si los hechos institucionales que
constituyen la pederastia griega, la sodomía, la inversión y la
homosexualidad pudieran tener alguna concatenación pero desde luego
está en los programas de los autores estudiados que así sea. Esa misma
relación interna es la que los apologistas del homoerotismo buscaban,
y buscan, al escarbar en la historia para descubrir la heterodoxia de
figuras relevantes de la historia de la cultura, o a la hora de identificar
a los homófobos de cada época histórica, con la inhumanidad de las
prácticas inquisitoriales o el genocidio nazi, que resultan más
familiares a las sensibilidades contemporáneas.

3.2. LA NOCIÓN DE SODOMÍA ENTRE EL ROMANTICISMO Y


LA ILUSTRACIÓN

La caracterización de la Ilustración en la academia histórica y


filosófica apunta a una serie de lugares comunes. Están entre ellos el
papel de la razón secularizada, la prosecución del desarrollo del
antropocentrismo renacentista, los ideales de educación y progreso y la

157
atención al estudio de la naturaleza (lo que incluye la preocupación por
la naturaleza humana).

El desarrollo de la secularización incluirá el paso de una


naturaleza creada, a una naturaleza estudiada. La naturaleza, si bien
no se desliga de la concepción teleológica conservar frecuentemente
la figura del deísmo, sí hará gala de una desacralización novedosa en
materia de moral y costumbres. Esto se traducirá en los códigos
penales y en la producción cultural. Esta laicidad no debe inducirnos,
en ningún caso, a pensar que la Ilustración era condescendiente con la
disidencia sexual. Con alguna venerable excepción que luego
abordaremos, los ilustrados seguirán manteniendo un ideal de
naturaleza y, consecuentemente, un papel para la contra-naturaleza, si
bien, se alejarán marcadamente de la mentalidad teocéntrica y clerical.

La concepción teleológica ordena la sexualidad a la


reproducción y faltaba mucho todavía para que se interpretase en
cualquier otro sentido. . El hecho de que se produzca una
secularización de la razón y el fenómeno del giro del teísmo al deísmo
no impidieron que persistiera un telos en la naturaleza y que la
inteligencia ordenadora y creadora estuviese garantizada por la
incipiente religión natural.

Los debates científicos sobre la generación de los seres


muestran elementos teo-teleológicos. Así, Nicolas Malebranche al
intentar solucionar el atolladero lógico donde había desembocado el
preformacionismo de Jan Swammerdam (Hankins, 1988: 143-144),
estableció que todas las generaciones estaban preformadas una dentro

158
de otra desde la creación, lo que resolvía biológica y mecánicamente
una explicación del pecado original al estilo de las muñecas rusas.
También hay no poca teología en los reparos que suscitaba la teoría
animalculista-homunculista, que situaba el embrión preformado en la
cabeza del gusano espermático: los espermatozoos eran muy
abundantes, y no tenía sentido ni lógico ni teológico que Dios diseñara
un mecanismo genésico que derrochara tanta criatura (Hankins, 1988:
144-145). No hace falta ser un insigne teólogo moralista para saber
qué opinión podía generar el jugar indebidamente con los vasos, o el
depositar en sitio incorrecto una legión de humanos preformados.

Un análisis clave sobre producción filosófica y el contexto


sociocultural europeo sobre la sodomía y los sodomitas en el inicio de
la Modernidad, es el estudio preliminar (introducción) de la edición
que realiza Francisco Vázquez García en la edición conjunta con José
Luis Tasset Carmona (2002) de la obra de Jeremy Bentham Offences
Against One’s Self (1785). Esta constituye la primera ocasión en que
la filosofía posterior a la Grecia Clásica se muestre partidaria de la
despenalización de las relaciones homoeróticas consentidas entre
adultos. Para el fundamento de sus posiciones, Bentham deberá
desarticular o inhabilitar algunos de los argumentos de condena o
prevención que la Ilustración siguió esgrimiendo sobre el asunto del
homoerotismo, dentro de la nueva ontología general y social que
manejaban sus contemporáneos.

De acuerdo con Vázquez (Bentham, 2002) los fenómenos de la


urbanización y secularización del siglo XVIII muestran elementos
iluminadores del estado de la cuestión en la época referida. La vida

159
anónima y los demás fenómenos asociados a la urbanización en las
principales ciudades europeas, van a facilitar la constitución de
subculturas clandestinas, entre las que figura la subcultura sodomítica.
El sodomita del XVIII, cada vez más llamado pederasta, difiere del
sodomita tradicional. El rasgo más acusado será su inversión de género
(afeminamiento, búsqueda de varones sin reciprocidad identitaria,
etc.). El nuevo sodomita no es ya el abominable y nefandario pecador
que arremete contra el orden cósmico, sino un sujeto que subvierte el
orden de los géneros. La transgresión, si alcanza lo sexual, no requiere,
como el homosexual contemporáneo, de la reciprocidad de su
compañero (que no será otro sodomita sino un soldado, un marinero,
un mozo particularmente estimulado…). Este análisis incluye hasta
cierto punto una historia social y económica del homoerotismo que
Javier Ugarte (2011) llevará a una perspectiva filosófica marcadamente
materialista. El estudio de la historia de las masculinidades ha
permitido sugerir una línea nueva de investigación que replantease las
concatenaciones categoriales a través de las variaciones de los modos
de producción unido a la violencia simbólica ejercida por el régimen
dominante (Eribon, 2001). Hay actos tan temibles que alteran la
esencia del ser (lo reontologizan) y hay seductores que se encargan de
su difusión. Que sea el mismísimo Diablo o alguien que lo encarne en
forma de tenebroso o afeminado ser es una varianteque regulará el
cambio de mentalidad ilustrado.

Un dato fundamental que apunta el mencionado estudio de


Vázquez es que el sistema de género se constituirá a partir de la
diferenciación anatómico-sexual, novedad contemporánea si tenemos
en cuenta que la tradición galénico-hipocrática no escinde dos sexos-

160
roles, sino que considera a la mujer varón imperfecto (Laqueur, 1992).
El género pasa a ser una propiedad orgánica en la que además se
institucionaliza todo un entramado jurídico y social. De ahí que como
apuntábamos arriba la teo-teleología que se había convertido en fisio-
teleología, sea además ahora una socio-teleología. Advienen además
durante el XIX las ciencias sociales que, sabedoras acerca de las
diferencias de lo natural con lo social, no dudarán en buscar en el
método científico que se ocupa de lo primero, las posibilidades de
control de lo segundo. Esto es un requerimiento que se hace más
acuciante cuando los sistemas sociales tienen una complejidad
creciente y crear sentido en ellos se convierte cada más en una tarea
imposible debido a los procesos de desencantamiento que ya anunció
Max Weber (cita).

En el discurrir de esos procesos, y de acuerdo con Vázquez y


Moreno Mengíbar (1997: 231-233 y 224-225) se operan una serie de
transformaciones conceptuales desde el pecado innombrable, nefando,
traición a todo el orden cósmico, poco elaborado discursivamente (por
su mismo carácter y por los peligros inherentes), hasta una intensa
proliferación discursiva encaminada hacia la secularización y
moralización de la sodomía que desemboca en la figura del pederasta.

No estamos ante el pecador medieval-moderno (en cuyo cuerpo


debe cebarse el castigo), ni ante el homosexual contemporáneo (donde
la medicina encontrará un objeto de intervención), sino frente a una
figura intermedia, objeto de la intervención de una gestión biopolítica
que ha sustituido el castigo severo por el control social minucioso y el
control de prácticas y cuerpos dentro de una nueva policía social. Las

161
redadas, la inflación discursiva, lejos de centrifugar la figura del
sodomita, lo van a lanzar al meollo de la vida social y a los análisis
realizados sobre ella. Estos acontecimientos no son una etapa que se
supere de forma abisal con la medicalización sino que prosiguen en el
proceso de racionalización de la vida social e individual que marca el
siglo XX en cada nación.

Los nuevos discursos sobre la punibilidad, como es el caso de


Beccaria (1882) y el propio texto de Bentham, no entenderán cómo los
horrorosos castigos del Antiguo Régimen podrían ser defendibles para
una cuestión moral como es la de los sodomitas. La mayoría de los
ilustrados, muy en sintonía con su preocupación antropológica y
pedagógica, propondrán explicaciones sociogénicas y educativas, y
eventualmente, un tratamiento del mismo estilo para evitar funestas
consecuencias en la historia de los pueblos. Bentham, no obstante, y en
base a la historia del homoerotismo clásico grecorromano, no cree que
dichas prácticas menoscaben la virilidad ni las posibilidades
reproductivas, sino que éstas más bien se limitan por otras cuestiones
de orden económico y social.

Tenemos, en el balance ilustrado, un desplazamiento del


problema sexo-género hacia una anatomización del segundo, y el
surgimiento de la biopolítica, proceso debidamente analizado por la
corriente de estudios que abre M. Foucault. Hay una secularización del
pensamiento y de la sociedad que alcanza a la disidencia sexual en el
nuevo contexto. El nuevo marco se mantiene en las concepciones
negativas, ya morales y no cosmológicas o lo que era lo mismo,
teológicas. Las prácticas homoeróticas serán ahora anti-naturales en

162
una naturaleza también secularizada. El contrapunto lo pondrá el
valiente ejercicio intelectual de Bentham al no encontrar motivos para
la condena, ni moral ni legal, de las relaciones de corte homoerótico.

Caso peculiar, merecedor de un análisis aparte, es la


concepción sadiana de la sodomía. La naturaleza descarnada y atea de
Sade otorga a la sodomía el papel de una afirmación humana contra las
concepciones teológicas y teleológicas, es una anti-teología y anti-
teleología de la sexualidad, pero no dentro de un balance de afirmación
del homoerotismo, sino del erotismo y la transgresión. Se trataría, por
tanto, de un enaltecimiento de la sexualidad sin telos, de la sodomía
bisexualizada.

Nuestra Ilustración y nuestro Romanticismo parecen, en


muchos textos clásicos, ir a remolque de nuestra particular
idiosincrasia. Va sin duda ligada al desarrollo del liberalismo español y
el papel jugado por la Iglesia Católica. La animadversión al enemigo
francés, jaleada por una Iglesia capaz de ponerse en cualquier sitio
para no perder sus privilegios, hizo mella irreversible en el proceso de
asimilación de la Ilustración europea. Esto no es extraño dado la
omnipresencia que tenía dicha institución en todos los estratos
sociopolíticos. El mimetismo y la formidable adaptabilidad del clero
católico según sus propias jerarquías, le hacían monopolizar tanto el
conservadurismo más radical, como influir en los primeros pasos del
constitucionalismo español. Así las cosas, pensar en una Ilustración o
un Romanticismo del mismo talante que los europeos es poco más que
ilusorio.
Es una ventaja para nuestro estudio que una de las figuras más

163
destacadas de la Ilustración española tratara explícitamente la cuestión
sodomítica. Se trata del padre Benito Feijoo. Aquí tenemos a un
ilustrado cristiano, que no dejará de ser una cosa, ni la otra, y cuya
pasión por la razón es simultánea con su cristianismo. Esta situación
parece producirse en la configuración de Feijoo como un racionalista y
como un cristiano, y no precisamente como un "racionalista cristiano"
como afirma González Ruiz (1977: 160-161).

En Feijoo se refleja el tópico de que el sodomita (o lo que se


sea como disidente sexual) es el otro, el extranjero de mi nación, de mi
ideología, de mi clase, de mi raza, de mi fe, de mi especie (Llamas,
1998: 91-129). Hace Feijoo, por tanto, una instanciación de los
mecanismos de exclusión a través del desplazamiento al otro, que por
cierto han recibido un lúcido tratamiento filosófico por parte de Jon
Elster (1999: I.3) cuando habla de los mecanismos proverbiales. Una
de sus características es la posibilidad de utilizar el mismo argumento,
para afirmar algo y su contrario.

La teología cristiana fue la que dio los primeros pasos en la


deshumanización de la figura del sodomita. El horror de su pecado lo
animalizaba, lo dejaba sin palabras ante Dios (Jordan, 1997). El
problema de la naturaleza humana de los colonizados, o de los pueblos
descubiertos (desde una visión evolucionista perfectamente podrían ser
calificados como inferiores en el desarrollo progresivo de la
humanidad), preside teóricamente algunos de los episodios más
deleznables de la humanidad. Para los analistas y comentadores la
práctica sodomítica era un signo de la inhumanidad de esos pueblos.
Así, en su Teatro crítico universal (Feijoo, 1726-1740: t. IV, disc. 13,

164
1ª XXV-91) nos ilustra sobre esos colonizados que «abusaban de uno y
otro sexo públicamente sin pudor, sin vergüenza alguna; en tanto
grado, que según refiere Pedro Cieza, había Templos, donde la
Sodomía se ejercía como acto perteneciente al culto».

Este desplazamiento etnográfico también tendrá lugar en el


país vecino. Uno de sus historiadores, Luiz Mott (1992) nos explica
cómo los colonizadores se escandalizaban al comprobar que los
nativos tenían afición al pecado nefando con la peculiaridad de que el
que hace de activo puede tenerlo como viril proeza. De la mano del
mismo investigador (Mott, 2007), podemos constatar la persecución
inquisitorial desde 1535 a 1821, aunque, como en el caso español, los
tribunales del Santo Oficio del periodo dieciochesco no aplicaron
sistemáticamente las penas previstas. Otro dato relevante es que los
manuales inquisitoriales fueran compartidos por los dos países
ibéricos.

La teología post-tridentina producirá variaciones que se


recogerán en la producción ibérica. Dicha teología irá virando hacia la
consideración del sodomita como un sujeto moral, como una persona
que ha perdido el adecuado norte marcado por Dios, pero en el sentido
de que su depravación es sintomática de su error en la fe. La sodomía
ya no viola el entramado teocéntrico, sino que se trasluce un interior
altamente deteriorado moralmente (Hurteau, 1993: 1-26 ; Vázquez y
Moreno Mengíbar, 1997: 228-229;). Esta focalización en el sujeto
resulta todavía más próxima a la "esencialización" contemporánea.

Tenemos algunas perlas teológicas que circularon por los

165
ámbitos académicos y eclesiales. Un rasgo de las ediciones tanto
teológicas como médicas es la redaccción en latín de las partes
referidas a la sexualidad, evidentemente con el fin de no desedificar
moralmente a los legos. Marcos de Santa Teresa (1805) hace suyos los
análisis tradicionales sobre la contra-naturaleza y en su discurso, si
bien excluye de la categoría de sodomía ciertas prácticas, sigue
manteniéndolas en el ámbito de lo contranatural y por ende gravísimas
desde el punto de vista de la teología moral. Ahora además tiene que
enfrentarse a los atolladeros característicos de la tipificación de la
sodomía femenina y a las formas no anales del derramamiento de
semen fuera del vaso debido.

La definición de sodomía adoptada por De Santa Teresa es la


tradicional que requiere la penetración (accessus), para diferenciarla de
la simple polución fuera del vaso debido. Esta también iría contra la
naturaleza pero es menos grave. El agravante de la sodomía radica en
vertido del semen in vase opposito107 al fin de la naturaleza. Así es
sodomítico el «Accessus ad non debitum sexum, puta masculi ad
masculum, vel faeminae ad faeminam».108 Hay, por tanto, posibilidad
de una sodomía femenina. Las demás formas de lujuria, con la
excepción de la bestialidad, son embargo circa debitum sexum.109

La sodomía femenina ya empieza a complicar las cosas, porque


ahora es indiferente el vaso. La especificidad sodomítica viene ahora
por ser ad non debitum sexum, es decir se recupera la perfección e
imperfección de la sodomía en función de apuntar hacia el sexo
107 Traducción: En vaso opuesto.
108 Traducción: Penetración al sexo no debido, por ejemplo del masculino al
masculino, o del femenino al femenino.
109 Traducción: Bajo el sexo debido.

166
correcto. El uso de instrumentos es también sodomítico y agravado por
añadirse indebitum instrumentum.110

Hay pues instrumenta debidos e indebidos, según el sexo de los


participantes, y no acaba de aclararse en qué consista el accessus sin
instrumento entre mujeres. Posiblemente se referían, aunque no
explicitan, a las prácticas de las fricatrices, frotamientos mutuos o a la
penetración de una mujer por otra por otra megaclitoridea. Estas
prácticas son referidas por Asdrúbal D' Aguiar en el siglo XX
portugués por lo que las conceptualizaciones están presentes en el
tratamiento del lesbianismo ibérico contemporáneo. Si se trata de dos
hombres en juego erótico, conducente a la polución, sin acceso por
vaso alguno, sin embargo no hay sodomía a no ser que haya deseo por
el vaso trasero, en cuyo caso la malignidad sodomítica queda
evidenciada.

Los requisitos de penetración por donde no se debe o a quien


no se debe se combinan para el adecuado diagnóstico penitencial. En
el caso de que se trate de una penetración indebida (in vaso
praepostero111), pero con el sexo debido, esto es, una relación
heterosexual no natural, no hay en esencia sodomía, pero en el fuero
externo se tiene por tal, por analogía con la otra. Tampoco es
sodomítico el sexo oral, pero provoca grandes deformidades y, por
supuesto, debe ser objeto de confesión. Si nduda se produce un cambio
relevante al no interpretar la penetración por vaso indebido entre
hombre y mujer como sodomía sino por analogía. Se explicita con ello
el hecho de que en la práctica era la interpretación homoerótica de la

110 Traducción: instrumento indebido.


111 Traducción: vaso posterior.

167
sodomía la que prevalecía.

La sexualidad entre mujeres sin concurso de varón fue


analizada por el italiano Sinistrati en el siglo XVII que refiere con
admiración la obra de juristas españoles como Gregorio López y
Antonio Gómez (Chamozo Cantudo, 2008). En la Edad
Contemporánea ibérica el asunto será retomado por Marcos de Santa
Teresa. Que la práctica fuera una atrocidad moral, aunque no se sabe
muy bien cuándo es o no es sodomía, no era algo que fuera objeto de
discusión. Es de sumo interés que se explicite la cuestión de la
sodomía femenina que abre la puerta en la interpretación de De Santa
Teresa al lesbianismo (vel faeminae ad faeminam) La ocultación del
sexo lésbico, su negación, es una posición recurrente en la
historiografía de la sexualidad. Además antes del siglo XIX el asunto
del lesbianismo es controvertido. La relación mujer-mujer antes de la
Modernidad se concebía sobre el modelo varón-mujer, algo que por
otra parte también se filtrará a la producción biomédica
contemporánea.112 Las menciones al mismo en la tradición
grecorromana iban más en la línea de la chanza y el esperpento
(Marcial), aunque anotan ya ideas como la deformidad monstruosa del
clítoris que tendrá posteriores consecuencias teóricas. En el modelo del
sexo único estudiado por Laqueur113 (1992) la mujer megaclitoridea
no era propiamente una mujer sino una forma imperfecta de varón.
Para Sinistrati, la auténtica sodomía requiere esa deformación
monstruosa, aunque bien delimitada en geografía y credo. De Santa
Teresa no se adentra en ese problema e intenta hacer una reducción
112 Para este debate véase Faderman y Smith Rosenberg vs. Adrienne Rich y
Blanche W. Cook en Garton (2014: 151-155).
113 Se tratará en más ocasiones en este trabajo. Es el modelo que concibe un único
sexo, masculino y considera la mujer un sexo deficitario respecto a aquel.

168
sodomítica del sexo indebido (entre los partenaires del mismo sexo),
sin prescindir de la teoría tradicional de la necesidad del acceso carnal.
El uso o no de instrumenta auxiliar para las penetraciones daría para
una exhaustiva historiografía de los dildos de la que sólo hemos hecho
algunas anotaciones que permitan sondear el asunto.

Hemos incidido en la importancia de la aparición del segundo


sexo, independiente del primero, y en todas sus consecuencias
socioculturales de acuerdo con Vázquez (Bentham, 2002) y los
estudios de Laqueur (1992). Los discursos sobre la sodomía femenina
estaban antes ausentes o difusos antes, y ahora explícitos cuando no
obsesivos.

Hay noticias (Klobucka, 2009) del caso portugués en el siglo


XVIII que resultarían particularmente interesantes en esta proliferación
de la preocupación teológica y moral sobre lo que las mujeres hacen
entre ellas. Así sucede con la publicación por parte del Visconde de
Asseca de Defensa Feminina em abono da Manisse das Senhoras
Mulheres contra a murmuração dos homens, y la correspondiente
respuesta clerical por parte de fray João Manuel titulada Invectiva da
fermosura contra o indecoroso abuso da manice em resposta à
defença femenina feita para manifesta ainda que indigna protecção do
mesmo delírio.

Dentro de las peculiaridades del Romanticismo español


tenemos algunas muestras literarias que podrían ilustrar la cuestión
sodomítica a estas alturas muy alterada por las transformaciones
culturales acontecidas en la Ilustración. Por ejemplo, Ros de Olano

169
narra la historia, por lo demás llamativa, de una relación entre un
varón y un cuervo, amigo suyo del alma, con una trama simbólica
implícitamente homosexual y con fatales consecuencias (Vallejo,
1997). En el caso luso es necesario recordar el caso del Marqués de
Valada (Howes, 2002), una suerte de perverso sadiano portugués,
salvando todas las distancias, cuyo procesamiento y persecución bien
puede ponerse en paralelo con los avatares de otras persecuciones
europeas.

La teología moral sigue en su línea, por lo demás nada nueva y


algunos teólogos más presentes en las bibliotecas religiosas y
universitarias se reiteran en la caracterización clásica, cuando refieren
que «Sodomia est commixtio cum persona ejusdem sexus. Alia est
perfecta114, ad quam requiritur congressus duorum virorum in vase
indebito seu praepostero», reservando la imperfecta para otras
modalidades, según hemos venido analizando. Entre ellas la femenina
como «congressus feminae cum femina in vase sive anteriori, sive
praepostero»115 (Goritia, 1862: 142).

Como muestra de una "medicina teológica" hay que señalar la


influyente obra de P. J. C. Debreyne (1859: 52) sacerdote y Doctor en
medicina, que seguirá la versión tomista del sexo indebido
(«concubitus ad non debitum sexum, puta masculi ad masculum, vel
feminae ad feminam»)116, haciendo digresiones clásicas en la
perfección e imperfección de la comisión sodomítica.
114 Cursiva del autor. Traducción: La sodomía es el acto sexual de persona del
mismo sexo. Una es perfecta , para lo que se requiere la unión de dos varones en
vaso indebido o trasero
115 Traducción: unión de mujer con mujer en vaso bien anterior o bien posterior.
116 Traducción: coito con sexo no debido, por ejemplo de varón con varón o de
mujer con mujer.

170
Frente a lo que señaló Foucault, la figura del homosexual no
sustituye aquí a la del sodomita, sino que ambas se recombinan de un
modo singular y estratégico que intenta generar un híbrido que permita
simultanear la gestión de la sexualidad por parte de las pujantes
instancias científicas y de un poder eclesial receloso de todo
positivismo o naturalismo. Para captar esta peculiar recombinación es
fundamental el momento de tránsito entre los siglos XVIII y XIX,
cuando el viejo discurso teológico-moral (en las obras dieciochescas,
por ejemplo, de Alfonso de Ligorio o de los Salmanticenses
Moralistas) se va a encontrar al mismo tiempo cuestionado y
reafirmado por los nuevos discursos emergentes del higienismo. Es
entonces cuando la retroalimentación entre ciencia y teología se intenta
reeditar en nuevos discursos y prácticas que en nuestro caso, a cuenta
de la influencia del catolicismo, cobrarán especial relevancia.

Mención aparte merece la preocupación por el sexo lésbico, tan


olvidado en la historia, y que comienza a recibir un tratamiento más
exhaustivo al hilo de la producción de los teólogos referidos. Esa
preocupación, apropiada por el discurso científico estará patente en los
principales autores de la sexología forense lusa que se considera
clásica hasta la mitad del siglo XX (Moniz, E., 1901; Aguiar, 1926;
Monteiro, 1922) mientras que no encontraremos, en principio, dicho
tratamiento exhaustivo en la obra de los especialistas más
representativos de biomedicina franquista.

Una necesidad que la teología moral va a mantener y proyectar


sobre la medicina de algunos autores, es la del libre arbitrio de los

171
agentes del pecado. Si el ser humano no es libre por algún tipo de
mecanismo biológico, químico, esto es, natural, se desbarataría toda
posibilidad de exigir una rendición de cuentas. No obstante cuando se
llegue al ocaso de los regímenes fascistas, comprobaremos como el
caso más sangrante y genocida, el nacionalsocialismo alemán, alternó
y combinó explicaciones tanto innatistas como ambientalistas para el
tratamiento de los homosexuales. Como ha señalado Steven Pinker
(2003) no hay, de suyo, nada especialmente temible en la explicación
biológica, sino en el uso que los seres humanos hacemos de ella.

La obsesión con los sodomitas no había acabado con el


advenimiento del siglo XIX y el XX y su entusiasta biomedicina
positivista. Como hemos visto y preveíamos al principio, bastantes de
sus elementos se filtran hacia esa tradición a pesar de los cambios de
mentalidad. La propia ambigüedad que arrastra consigo la teorización
sobre la sodomía se transmitió a de la homosexualidad. Con todas las
reservas necesarias, se detectan en ambos casos clasificaciones,
cuadros y tipologías cuya complejidad crecía al ritmo de su esterilidad
heruística, en proporción inversa respecto a su versatilidad ejecutiva,
esto es, respecto a la arbitrariedad en las decisiones que provocaban
efectos reales sobre los sujetos. Los afectados no eran espectadores
inertes, sino que como estamos viendo a lo largo de nuestro trabajo,
podían emprender diferentes estrategias, desde la más o menos
consciente interacción con la clasificación, a acciones deliberadas de
supervivencia.
En el repertorio de la sociología de la desviación encontramos
la referencia a la alimaña sodomita, deseosa de corromper a la inocente
juventud (Carlavilla, 1956: 11-12) o la mezcla de enfermedad y

172
contaminación responsable formulada por una autoridad médica de
primer orden en medicina legal (Pérez Argilés, 1959: 26). Ambos
casos merecerán, más adelante, un tratamiento más detallado.

Las ideas sobre los personajes que componen este camino, el


sodomita tradicional, el sodomita moderno, el invertido, el pederasta y
el homosexual patológico aparecerán a veces mimética y a veces
explícitamente en las producciones de la medicina ibérica bajo los
autoritarismos franquista y salazarista.

3.3. VISIBILIZANDO A LOS INVISIBLES117

Para las raíces de la «homosexualidad» en la España anterior a


la Guerra Civil nos remitimos a Los invisibles. Si seguimos la
reconstrucción de Vázquez y Cleminson (2011:29-86), entre 1840 y
1918 asistimos al nacimiento del «invertido» en un truncado proceso
de medicalización. Este proceso constituye el que se produjo cuando
viró la explicación de la conducta punible o delictiva de la sodomía en
el sentido teológico-jurídico más estandarizado, a objeto de
tratamiento médico. Este viraje pivota desde la condición
monomaníaca hasta los frutos de la paulatina introducción de modelos
patológicos, tanto neurológicos como psiquiátricos. El avance de las
«nuevas ideas» no conllevó el desplazamiento de las anteriores, fueran
éstas diagnósticas o moralizantes. Vicio, contagio y tendencia latente
se unirían como factores predisponentes y precipitantes de la etiología

117 Contiene algunas partes, adaptadas, de la Reseña sobre la obra de Vázquez y


Cleminson (2011) reseñada por el autor en la Revista Dynamis.

173
de la «homosexualidad». Sin acudir a la declaración, por lo demás ya
desgastada, del proverbial retraso de la ciencia española, el hilo
explicativo atiende a la disparidad entre especialidades médicas, al
fuerte eclecticismo y al esnobismo teórico para rendir cuentas de una
medicalización truncada y de un interés limitado en el asunto,
relacionado posiblemente con la ausencia de una condena legal
explícita como herencia del respeto liberal a la vida privada entre
adultos.

Posteriormente, se asiste a la apertura de la theoria médica y


psiquiátrica en un contexto de nuevas exigencias sociopolíticas que
vuelve los ojos atentamente a la cuestión sexual en general, y por lo
tanto a sus alteraciones. Esta intensificación es paralela a otras
gestiones y proclamas de calado biopolítico que incluirán
preocupaciones sobre la intervención racional en la población, la
construcción de la nación y la eugenesia. La conceptualización se
centra en el «invertido», revestido de doble desviación (género y
sexualidad) sin que ello suponga una sustitución de categorías o
conceptos, fueran estos de linaje lego o experto.

Este marco cognoscitivo, requerido para la acción técnico-


racional en lo social y la necesidad de crear ciudadanos saludables
propiciaron el diseño de dispositivos de intervención sobre la
masturbación precoz o colectiva, los peligros derivados de la
maleabilidad impúber y la nefasta influencia de compañeros o adultos
contagiosos. Existía oscilación diagnóstica entre lo congénito y lo
adquirido en lo que a la degeneración se refiere.

174
La producción de saberes expertos para la intervención social
se concierta con el llamado "regeneracionismo" y las aprensiones por
los males nacionales. La obcecación por el declive español y su
asociación con la desvirilización y al afeminamiento centran algunas
de la obsesiones del periodo. La decadencia nacional sería entonces
consecuencia de su falta de valor masculino y del brote del varón
feminoide, figura afín al disidente sexual. Tanto en este punto, como
en otros, hay que reseñar la presencia subyacente de cierto modelo
mediterráneo de sexualidad que en contraste con el modelo identitario
nórdico, es más suspicaz con las cuestiones de género (masculino-
femenino) y rol (pasividad-actividad). El afeminamiento será asunto
todavía más alarmante con la visibilización del invertido o el
afeminado en la vida de las grandes ciudades. El análisis de estas
subculturas es siempre complejo debido a los fuertes sesgos
introducidos por los agentes racionales (y emocionales) en interacción.
La intersección de discursos y otras prácticas que elucidan las teorías
clasificatorias de Hacking quedan aquí como telón de fondo. Se abrirá
una encrucijada de los discursos expertos (medicina, pedagogía...), los
discursos de lo punible (derecho...), y la producción artística
(literatura...). Esta última llegará a anunciar la palabra en primera
persona como reacción al imaginario científico y social.

La historiografía de la homosexualidad, merced a la particular


idiosincrasia del concepto «historizado», no ha podido soslayar el
verse inmersa en debates de profundo calado filosófico como los
derivados de la dicotomía esencialista-construccionista, los avatares de
la clasificación de los seres humanos y la emergencia de "clases de
gente" (making up people) como hemos examinado en la introducción

175
filosófica.118 Estos metaconceptos son los que permiten entender en
gran medida las interacciones y discusiones que recorren la historia del
homoerotismo y también del periodo de la recepción científica de la
«homosexualidad» tanto en España como en Portugal, lo que
constituye cronológicamente parte fundamental de nuestro estudio.
Que en el caso español, merced a la Guerra Civil, el proceso fuera
diverso, es algo que estamos teniendo muy en cuenta.

Se producirá en este periodo, como posteriormente, la


"creación" (making up) de sujetos que surgen al tiempo que son
clasificados, las interacciones entre discursos y sujetos, y la propia
conformación de una noción que se desliza de lo moral, social y
teológico, a lo legal, artístico y patológico, al tiempo que mantiene
semánticas históricas paralelas y solapantes de diferente índole
(sodomita, invertido, perverso, homosexual...). Esto genera
proliferación terminológica y mezcolanza de metodologías de
tratamiento y análisis en principio difícilmente compatibles y que están
presentes en la literatura biomédica ibérica desde mediados del siglo
XIX, prosiguiendo durante los autoritarismos.

Queremos insistir en la continuidad temporal-conceptual de las


diferentes identidades que se intuye desde el medievo. En efecto son
paralelas y llegan a solaparse. Todo ello hace que, en ocasiones, el
discurso del técnico (médico, jurista, pedagogo...) no haga más que
recoger el imaginario popular haciendo su versión racionalizada o
posibilitar la confluencia de conceptos clasificatorios de incoherente
estirpe. Estos últimos no resisten los principios de lo que en la más

118 Capítulo I de este trabajo.

176
pura taxonomía formal llamaríamos adecuación.119

La filosofía y la historia de la medicina andarán con la vista


puesta no sólo en su materia primera, sino en diálogo con el las propias
filosofías e historias del derecho, la educación, los sistemas sociales y
de las demás producciones culturales. La figura del «peligroso social»
y la prevención correccionalista que recorren los dos siglos pasados,
sirven de indicadores de los procesos anunciados. Se hace preciso
explorar las coimplicaciones entre lo higiénico y lo socialmente
aceptable, lo aceptable y lo legal, así como las interacciones de todo
tipo entre los sujetos agentes dentro de su contexto social .

En Portugal no se había procedido a la reconstrucción de estos


procesos. Nosotros, centrados en la perspectiva biomédica,
mostraremos en el discurrir de la medicina legal lusa que comparten el
mismo eclecticismo y servicio al orden burgués dominante, pero que
discurre con alguna reseñable diferencia del proceso español como
recogeremos en las conclusiones.

3.3.PREVENCIONES PARA LO QUE SIGUE

Por lo poliédrico de esta historia conceptual y porque es


además la historia de una represión, es conveniente hacer algunas
prevenciones. La historia de una represión siempre es también una
historia económica que se repite en más sitios. La propia noción de
represión debe ser afinada. La hipótesis represiva ha sido ampliamente

119 Véase las referencias al solapamiento en las clasificaciones explicado en el


capítulo I de este trabajo.

177
cuestionada desde Foucault. El ejercicio del poder es productivo, esto
es, produce identidades, subjetividades, saberes, placeres, más que
represivo.120 La psiquiatrización del homosexual en el franquismo y el
salazarismo produjo a este personaje dentro de un programa de gestión
biopolítica de las poblaciones, bien retratado y analizado por Salvador
Cayuela (2014) y Antonio Polo (2006) no se limitó a reprimir
identidades y subjetividades preexistentes.

No podremos sin más caer en una versión "localista" o que cargue las
tintas en el sentido que nos previno personalmente el Dr. González
Duro.121 Fue en efecto el franquismo, como a su modo el salazarismo,
un régimen que combinó una extremada dureza con una inusual
duración. El llamado "régimen del 18 de julio", como el salazarismo,
contó con apoyos internacionales intermitentes y con los resortes del
catolicismo más conservador como ideología de base. En ambos
autoritarismos todavía se discute su carácter y su memoria y todavía
existen en ambos países quienes intentan dar versiones edulcoradas o
balsámicas de los mismos. Esto en el caso español resulta
particularmente doloroso habida cuenta del exterminio de la disidencia
política que tuvo lugar en la guerra y la posguerra. Además, en ambas
dictaduras muchas personas homosexuales de ambos sexos fueron
masacradas, perseguidas y en todos los casos vieron alteradas sus vidas
para adaptarse a un sistema que los tenía como enemigos públicos. No
obstante, y reconocido eso, sería históricamente inexacto y
filosóficamente confuso afirmar que solo autoritarismos católicos
como los que estudiamos fueron especialmente hostigadores de los y

120 Véase el capítulo I de este trabajo.


121 Entrevista en Madrid el 22 de julio de 2011.

178
las homosexuales de forma que en otros países hubiera existido un
paraíso homofílico. Tampoco sería correcto igualar el tratamiento a los
homosexuales en los regímenes ibéricos a lo que aconteció en la
Alemania nazi, sin que con ello queramos edulcorar el hecho de que a
muchos de los expertos que estudiamos, así lo hubieran deseado. 122 Es
importante señalar, como ha mostrado Huard (2014) que la represión
en otros países, en concreto en Francia, podía ser mucho más
encarnizada. Esto se debería a un mejor funcionamiento policial y a
que en el caso español la clase social era determinante, algo que
también se aprecia por los trabajos de Fernández Galeano (en
preparación).

Aunque sin duda los regímenes franquistas y salazarista


contribuyeron a la tardanza en la despenalización eso no los coloca
demasiado distantes en el tiempo de las normativas de muchos países
occidentales, muchos de los cuales lo hicieron notoriamente después.
Con el paso de decenios, ambos países han protagonizado cómo
proyectos políticos de normalización, caso del matrimonio igualitario
han visto la luz antes que otros en los que existía una tradición de
mayor tolerancia. Sus legislaciones han evolucionado más rápido que
otras en las que resultaba «menos peligroso» ser un disidente sexual.
Pero ambas dictaduras fueron proyectos con un fuerte componente de
clase123 cuyo enemigo declarado era la izquierda política (lo que les
122 Lo más parecido a campos de exterminio para homosexuales fueron los de
Nanclares de Oca y Tefía. Sobre Nanclares de Oca nos habló en Dr. González
Duro (entrevista el 22 de julio de 2011), al parecer se envió allí a homosexuales.
Las condiciones eran temibles y el campo estaba pensado para los desertores
italianos de las tropas enviadas por Italia en auxilio el ejército nacional español
durante la Guera Civil. Para información sobre Tefía, véase Arnalte (2003: 61 y
ss.)
123 Son fundamentales en este sentido los trabajos de Huard (2014) y Fernández
Galeano (en preparación) referidos en el párrafo anterior.

179
valió en ambos casos alianzas externas) y la anti-nación que en cada
uno de los casos se construía como convenía a los fines del Estado,
que no eran otra cosa que los de las clases más poderosas. En este
sentido ser homosexual en función de la clase social, la ideología y la
red sociofamiliar podría resultar bastante menos inconveniente que ser
una persona declaradamente izquierdista. Lo que sí va a ocurrir, y esta
es otra cara del problema, es que la red social podía ser más
comprensiva con los perseguidos por razones políticas. En más de una
ocasión los familiares de perseguidos políticos habían presenciado
años antes la misma persecución, mientras que el estigma de la
homosexualidad, de la peligrosidad social, era un problema
difícilmente digerible de una forma universal, como sugiere el título
seleccionado por Ugarte (2008c) para el estudio monográfico que
coordinó.

180
Fig. 1 Lámina de los años 30. Porto Ramos Pinto124
124 Al parecer tuvieron algunos problemas con la censura. La imagen juega con el
homoerotismo femenino. Los descendientes nos han facilitado la imagen y
contamos con su consentimiento para utilizarla aquí.

181
IV. LA FORMACIÓN DE LA CONCEPCIÓN DE LA
CRIMINOLOGÍA LUSA SOBRE EL HOMOEROTISMO

Todo o acto praticado por um grupo ou individuo que (…)


ameaça ou perturba as condições de existencia d´um outro
grupo ou das suas unidades componentes, provoca e
determina da parte d'este uma reacção defensiva externa o
interna, que tende já directamente a evitar as
consequencias do ataque, já indirectamente a prevenir a
sua repetição (Martins, 1903: 73 cit. Dias , Faria y Agra,
2012: 72).125

Los saberes tecnosociales, como la Criminología, se


caracterizan por su interdisciplinariedad teórica y su preocupación
práctica. Son ciencias auxiliares de la ciencia criminológica la
sociología, la psiquiatría, la psicología, la economía, la antropología y
la biología. El hecho de que se otorgue más peso a unos u a otros
connota considerablemente el concepto de delito o desviación
utilizado. Ello no solo acontece por la historia interna de la ciencia
principal y de las auxiliares sino que en una perspectiva externa y
contextual viene con frecuencia marcado por las relaciones con el
poder.

La multiplicidad de disciplinas en concurso está bien ilustrada


en el título de la obra coordinada por Cândido da Agra (2012) cuyo
título incluye el sintagma um arquipiélago interdisciplinar. El

125 Traducción: Todo acto practicado por un grupo o individuo que […] amenaza o
perturba las condiciones de existencia de otro grupo o de sus unidades
componentes, provoca y determina por parte de este [grupo] una reacción
defensiva externa o interna, que propende ya sea directamente a evitar las
consecuencias del ataque, ya sea indirectamente a prevenir su repetición.

182
desarrollo de estudios de pedagogía y psicología en Portugal también
afectará al pensamiento criminológico a la par que la Medicina, la
legislación criminal y la evolución de reformas penitenciarias que se
van sucediendo (Maldonado, 1968 :20). La connivencia teórica es muy
acentuada con algunas ramas médicas, de paradigma muy joven, y así
hay que partir de una concepción «de la Criminología y de la
Psiquiatría como disciplinas gemelas, que comparten la misma
mayéutica» (Dias, Faria y Agra, 2012: 78).

La ciencia del delincuente se comienza a desarrollar en


Portugal entre el siglo XIX y XX. En ese recorrido inicial influye una
recepción crítica del positivismo italiano y de los estudios concretos
sobre las condiciones de vida en las prisiones. Portugal no será, como
tampoco España, productor de teoría en la etapa que estudiamos sino
más bien depositario de los desarrollos científicos internacionales. En
el caso español habrá una permeabilidad selectiva y una reelaboración
que sólo se entiende por la brecha del franquismo y la ausencia de la
apertura atlántica que tenía Portugal, especialmente por sus relaciones
con el mundo británico.

El positivismo italiano y en especial la obra de Lombroso


encontrarán suelo fértil en un Portugal que ya había iniciado estudios
de antropología física, paleoantropología y arqueología prehistórica a
mediados del siglo XIX. De ello hay incluso reflejo institucional en el
mundo universitario como muestra la creación de la cátedra del área en
la Universidad de Coimbra (Pereira y Pita, 1993; T; Dias, Faria y Agra,
2012: 80)

183
La noción de un criminal nato por instinto, como quería el
lombrosianismo, es un lugar común en la transición del siglo XIX al
XX. Los rasgos constitucionales de estos sujetos serían anacronismos
bio-psico-sociales estables e identificables que suponían un retroceso y
los conducían a delinquir por su inadaptación al entorno actual.
(Freire, 1889:133-134) Esta concepción del criminal nato, y muy
especialmente la heredabilidad de dichos rasgos, confirman la
recepción favorable del positivismo y el degeneracionismo en la
versión de Lombroso. La idea de degeneración ya se encontraba
presente en Morel126 como una desviación mórbida, pero el concepto
resulta reinterpretado por el italiano. Para Lombroso la degeneración
suponía una detención de la evolución física o psíquica. La herencia
jugaría un papel determinante, pero también alteraciones del desarrollo
embrionario, el crecimiento y las condiciones físicas, psíquicas y
sociales, lo que será recogido por especialistas portugueses como
Basilio de Costa Freire (1889).

3.1. LOS DEVASSOS DE FCO. FERRAZ MACEDO

La recepción del degeneracionismo es diversa en cada caso y


no siempre es pasiva. La evolución intelectual de los expertos influye
notoriamente, como queda patente en el caso de Francisco Ferraz de
Macedo (1845-1907)127. El carácter exhaustivo y minucioso de los

126 Para una revisión de las teorías de Morel, en particular las referidas a las
perversiones de orden moral,véase Javier Ugarte (2011: 113).
127 Nuestro tratamiento del autor, en lo referido a la "homosexualidad" parte del
realizado por Robert Howes (2001b) lo mismo que un esbozo del presente
análisis aparece en Cleminson y Molina (2012: 11-12)

184
estudios empíricos de Macedo lo convierten en un buen practicante de
la metodología positivista. El carácter de urgencia en la intervención
que reviste la psiquiatría se hace más patente en la investigación a
medida que nos separamos de una antropología científica para caminar
hacia una aplicación de ese mismo saber convertido en antropología
criminal, la otra cara del mismo discurso psiquiátrico.

Macedo consagró su vida a los estudios antropométricos y la


cuestión de si podía hallarse en ellos alguna señal que permitiese
atisbar la peligrosidad social no era un asunto baladí. La propia
observación de centenares de cráneos le llevó a la conclusión de que
no podía encontrar especificidades físicas en los criminales. En efecto,
encontró anomalías en cráneos de más de mil portugueses en cuyas
biografías no había rastro de criminalidad alguna. No valían, pues, las
pretensiones deterministas del optimismo diagnóstico lombrosiano.
(Dias, Faria y Agra. , 2012: 82)

Gracias a su rigor observacional, el autor no distorsionaba los


datos ni caía en el eclecticismo cuando la teoría no concordaba con los
hechos, sino que optaba por rectificarla o rechazarla. A nosotros,
después del magistral análisis llevado a cabo desde una antropología
crítica, (Gould, 2003) las cuestiones antropométricas se nos antojan
arbitrarias y distópicas, fundamentalmente por las consecuencias
políticas que la exacerbación de la mirada biológica ocasionó en los
totalitarismos. Cualquier filosofía de la ciencia que quiera conservar su
carácter crítico no puede perder de vista que la medida en ciencias
sociales, además de un problema metodológico denso, puede ser la
fragua de multitud de problemas éticos y políticos cuando se intentan

185
extraer conclusiones prácticas.
En el caso de la "homosexualidad", la evolución teórica de
Macedo es ecléctica y está acompaña de potentes juicios de valor
condenatorios. Un primer acercamiento a la cuestión de la
homosexualidad la encontramos en su tesis doctoral, Da Prostituição
em Geral, e em Particular em Relação á Cidade do Rio de Janeiro:
Prophylaxia da Syphilis (1873). Los afanes empíricos están presentes
en la metodología seguida. El acercamiento a la homosexualidad tiene
lugar a partir del estudio de la prostitución femenina por la incidencia
de ciertas prácticas en las meretrices (práctica sexual anal,
masturbación y lesbianismo). El tópico del lesbianismo de las
prostitutas estaba muy extendido en Parent Duchâlet, Lombroso y
Ferrero (Corbin, 1982: 443-444) y aparece reiteradamente en los
autores de nuestro estudio.

La asociación entre homosexualidad y prostitución en el caso


de los hombres viene rubricada por el propio epígrafe titulado
«Sodomía o prostitución masculina». Macedo formula asimismo lo
que será un aviso para navegantes recurrente en las diferentes
producciones sobre el tema: no hay clase social o grupo de edad en el
que la homosexualidad sea más abundante que en otro. El
establecimiento de una relación de equivalencia entre homosexualidad
y prostitución masculina introduciría un matiz de depravación y
ostracismo para las prácticas sexuales con el mismo sexo a la vez que
elimina los elementos afectivos o personalizadores .

La asociación de la prostitución femenina, que se nutriría de


estratos socialmente desfavorecidos, con la homosexualidad

186
masculina, universal, sólo puede entenderse en la clave de un discurso
que pivota entre la moral y la preocupación higienista. La perspectiva
es asimétrica dado que esta última concibe las relaciones
homosexuales con un plus de peligrosidad todo lo amplio que se
quiera, lo que favorece el apoyo en el discurso moral. Por otro lado
dice mucho la naturaleza de los hechos empíricos a los que podría
acceder el ojo criminológico. Se trata, como tantas veces, de datos
obtenidos a partir de unas prácticas clandestinas en la calle y en
lugares semipúblicos donde los participantes se veían impelidos a
acudir para satisfacer sus necesidades sexuales o mitigar sus
necesidades económicas. El comercio prostitucional conlleva oferta y
demanda. Si el tema de la tesis de Macedo, esto es, la protección
venereológica, afectaría a ambas partes de la relación sexual, es
notorio que sólo en el caso de la homosexualidad masculina se postula
una identidad entre prostitución y homoerotismo.

La sexualidad homoerótica aparece así bajo el estigma genérico


del sexo comercializado y localizado fuera de la normalidad. No
parece posible imaginar en la época una "normalización" de tiempos y
espacios para la sexualidad disidente por lo que la coimplicación entre
homosexualidad y marginalidad resulta un truismo. La descripción
tiene el alcance teórico de una definición con afán ontológico y
deontológico: la sexualidad homosexual es, de suyo, "anormal" y por
eso se materializa de esa forma. Las causas sociales, económicas y de
relaciones de dominación que puedan estar debajo de esas conductas
"anormales" quedan obviadas para convertirse en efectos de la propia
depravación.

187
Una agenda política muy específica de descalificación y
estigma, a partir de estereotipos sociales, e inmersa en un naturalismo
positivista, se encuentra también en O barão de Lavos (1891)128, de
Abel Botehlo. En esta obra se perfila la figura de un prostituto
homosexual astuto y arribista que no puede darse sin más como
universal. El apadrinado joven, que no prostituto común, aprovechaba
el menor control social del entorno urbano para llevar una vida más
licenciosa (Almeida, 2010:34-37; Gameiro, 1998: 84-85).

Si los individuos que buscaban relaciones homoeróticas habían


de diseñar sus propias estrategias, éstas incluían la adaptación de
tiempos y lugares para los encuentros. La imposibilidad efectiva de
una homosociabilidad exenta de riesgos legales (o en general de
estigma social) conlleva adaptaciones, mimetismos y búsqueda de
seguridad donde no la hay. Pero las posibilidades de ser etiquetado o
de tener problemas con la autoridad eran inversamente proporcionales
a la solvencia de algún padrino129con el que se mantuviera una relación
más estable (Gameiro, 1998:85). Los espacios de exclusión eran
conocidos por las autoridades y en ellos era más fácil ser amonestado o
detenido. La estabilidad, por el contrario, facilitaba mantenerse alejado
de esos ambientes. La literatura de la mala vida (Campos, 2009) en
España y Portugal recogerá con notoriedad esos espacios que en sí
mismos ya constituyen un sesgo provocado por los objetos del análisis,
y su interacción con los discursos imperantes caracterizados por una
taxonomía difusa (Campos, 2014).

128 Existe traducción española de Carlos Sanrune (Botehlo, 2015).


129 Cuadra con la figura del señorón analizada por Javier Ugarte (2011).

188
Macedo mantiene la distinción entre sodomitas activos y
pasivos (Howes, 2001b). Esta persistencia de las viejas categorías en
los paisajes nuevos, referidos a la inversión y la homosexualidad, ha
sido subrayada por Sedgwick (1994) Para esta autora, que pone en
cuestión el debate entre esencialismo y construccionismo, en un
paisaje histórico determinado, coexisten categorías que proceden de
tiempos diferentes, y constituyen un conjunto no coherente. La
sodomía, las categorías activo/pasivo, etc, no desaparecen con la
llegada de la homosexualidad en el siglo XIX.130

Los pasivos vivirán su perversión de forma indolente,


frecuentemente asociada a la prostitución. Como se hizo una
identificación moral entre sodomía y prostitución se dejaba abierta la
puerta a una disyunción no exclusiva. Por un lado tenemos un
prostituto homosexual pasivo identificable por sus ademanes y marcha
femenina, manera de hablar, ropas, perfumes... todo ello bajo el manto
de la inversión del género.131 Por el otro la figura de niños de la calle,
de baja extracción social también involucrados en ese comercio. El
grupo de los activos está formado con la reiterada figura del soldado,
sin recursos de tiempo o economía suficiente, y otros protagonistas de
la vida social que no desean el trato sexual con prostitutas, entre otras
razones, por miedo al contagio de sífilis (Howes, 2001b: 285). No
tener tiempo o dinero, o tener miedo a un contagio, sin duda suponen
defensas de una propia masculinidad que no se ve alterada por una
condición estigmatizante.

130 Este argumento ha sido recogido por David M. Halperin (2002) adaptándolo a un
planteamiento construccionista. Véase el Capítulo I de este trabajo.
131 Es el modelo del fairy bien descrito por Chauncey (1994)

189
Todo ello constituye un imaginario social y la información
policial, basada en auto-informes de autodefensa de los afectados, que
nutre el discurso biomédico en sentido amplio. La baja fiabilidad de
los auto-informes efectuados por varones que tienen actividad sexual
con otros hombres y se consideran a sí mismos "heterosexuales" ha
sido objeto de estudios cuyo interés se ha resucitado en los últimos
tiempos por las investigaciones epidemiológicas relacionados con el
VIH. La disparidad entre las prácticas y la identidad asumida y
comunicada es notoria, y además se trata de sujetos de auto-
clasificación heterosexual que se acompañan de partenaires "gay" o
transexuales y del desempeño con un rol activo o insertivo (anal u
oral) en la relación (Pathela, 2006: 423). Ello se ajusta a un modelo de
identidades pre-gay muy diferente de un modelo de identidades pre-
gay y los avatares de la propia noción posterior de "bisexualidad" sin
consecuencias de reconocimiento (Ugarte, 2011).

En realidad, se trata de personas que operan con una identidad


pregay (y por tanto prehomosexual y preheterosexual), con el modelo
activo/pasivo, pero que siguen existiendo hoy. Como nos ha mostrado
Halperin (2002) , eso no significa que sean figuras arcaicas y "menos
avanzadas".132

Ello es compatible con la subsistencia del modelo


mediterráneo (Chauncey, 1994; Vázquez y Cleminson, 2011) y con
dispositivos de desplazamiento y elaboración de la propia experiencia

132Presuponer esto es sugerir que el modelo occidental y eurocéntrico del gay es el


que todo el mundo debería adoptar. Supone introducir una narrativa teleológica, que
no se corresponde con lo desvelado por Sedgwick (1994)

190
(Llamas, 1998), así como una nueva interpretación de los propios
recuerdos y biografía.

Ferraz de Macedo describe estas interacciones y adaptaciones.


En efecto, la identificación de los sodomitas pasivos, contrasta con la
dificultad para hacer lo mismo con los activos, sólo reconocibles
cuando van acompañados de los primeros (Howes, 2001b: 285).
Existen homosexuales exclusivos, que sienten aversión hacia las
mujeres, mientras que otros pueden tener sexo con ellas. Para tomar
contacto establecen una serie de códigos discretos como movimiento
de la cabeza, invitaciones, o pedir un cigarrillo. Todo esto indica la
coexistencia incoherente y coetánea de figuras que pertenecen a
tiempos distintos

La extensión del vicio resulta alarmante en jóvenes de buenas


familias por las prácticas de masturbación mutua en colegios, lo que se
asocia con la noción de infancia en peligro propia del liberalismo
burgués (Vázquez y Cleminson, 2011). Las prácticas tienen un alcance
potencialmente universal y Macedo considera que la educación puede
ejercer una función profiláctica dada la extensión del problema en las
clases iletradas. Además se sugiere la laborterapia preventiva para
concentraciones de varones que puedan estar ociosos (Howes, 2001b:
286).

La obra de Macedo, inmersa en una metodología positivista de


principios del XX, es una muestra de minuciosidad descriptiva. En el
análisis de la homosexualidad, los datos que pudieran resultar
contradictorios se disuelven en la magnitud del conjunto, el detalle tan

191
fino, y por no existir un marco teórico muy elaborado. Tanto el relativo
optimismo preventivo como la discusión teórica varían en la obra
posterior, Os Devassos, Concupiscentes e Sodomitas: Patologia e
Crimes (1902). La criminalidad homosexual es sometida a una dura
crítica del estilo de vida asociado y de las costumbres licenciosas en
general. Se trata de un alegato de tipo moral y condenatorio sin datos
concretos sobre Portugal. Lo que Macedo llama Patologia es
interpretado por Howes (2001b:286) como una teorización confusa a
partir de ideas morfológicas, psiquiátricas y citológicas, imbuidas de
fraseología clínica, con fuertes dosis de degeneracionismo que le
conducen finalmente a apelar a la eugenesia como forma de
prevención social.

4.2. DESVIACIÓN Y ANTROPOLOGÍA. MENDES CORRÊA

El papel del medio en el desarrollo de la personalidad criminal


será reivindicado por el criminólogo António Azevedo Castelo Branco.
Condiciones de vida, el abandono infantil y las perversiones
fomentadas por la vida penitenciaria serán factores fundamentales a
tener en cuenta sin perjuicio de la existencia de criminales por razones
de su biología y constitución, especialmente ladrones, estupradores y
violadores (Maldonado, 1968, 63 y ss.).

Los datos empíricos invitaban a un replanteamiento de la teoría


italiana. José de Oliveira (1904: pp 97 y ss.) la revisó profundamente
al declarar que Lombroso confundía atavismo con degeneración. Para

192
este autor una cosa es el atavismo (estado biológico) y otra la
degeneración (estado patológico). Existen degeneraciones no atávicas.
Para nosotros resulta especialmente iluminador el hecho de que sean
las perversiones del instinto sexual las que actúan como
contraejemplo. Mientras que para Lombroso serían la reedición de las
costumbres depravadas de la antigüedad (Grecia y Roma), Oliveira no
creía en absoluto que puedan considerase atávicas ni que la ausencia
de ciertos estigmas pueda considerarse que estamos ante un sujeto
normal. (Dias, Faria y Agra, 2012: 83). La confrontación con los
estudios empíricos dejaba malparada la teoría desde hacía tiempo.
Desde los trabajos dactiloscópicos de Carlos Lopes (1913) no hacía
sino debilitarse la idea de una fisiología criminal y el valor de la
detección de sus estigmas.

João Gonçalves afina en las distinciones teóricas. El atavismo


sería el retorno a un estado evolutivo anterior y menos perfecto pero
normal en el sentido de equilibrio funcional (con la posibilidad de que
siguiese la evolución), mientras que la degeneración comprometería el
equilibrio de las funciones físicas y psíquicas de modo que provocaría
inferioridad. No excluyó la posibilidad de que, siendo cosas distintas,
la regresión atávica y la degeneración se presentaran simultáneamente
en algunos sujetos (Gonçalves, 1922-23: 49, 56 cit apud; Dias, Faria y
Agra, 2012: 84).

Estas críticas y distinciones abren el paso a rupturas que


permiten prestar atención a los factores sociales. La creencia en
fuerzas ciegas de la naturaleza que determinarían el ser delictivo se
considera como algo distante del ideario de justicia, regeneración y

193
corrección del individuo. Si no existe un espacio para la libertad,
entonces ni tiene sentido exigir responsabilidad ni parece que sea algo
que pueda enmendarse.
Las explicaciones de corte psicológico y cultural eran, en
principio, menos proclives al determinismo. Esta necesidad de atender
a la dimensión social ya la encontramos a finales del XIX (Deusdado,
1889) y afectará a la concepción del propio crimen como fenómeno
social dado que «a existência do delito implica a existência da
sociedade»(D´Oliveira, 1929: 9).

Las medidas de seguridad como forma jurídica surgieron a


partir del ideal de regeneración y corrección, aunque tampoco eran
incompatibles con posiciones deterministas. Las medidas para
fiscalizar y controlar las vidas de los sujetos de forma "preventiva"
pueden fundamentarse en explicaciones deterministas o
indeterministas, innatistas o ambientalistas. En España y Portugal estas
medidas se reflejaron en el ideario de peligrosidad social y su
prevención, que se plasmó en España y Portugal bajo la figura de los
vagos (Vadios)133. En efecto la Lei de 20 de Juhlo, estabecelendo várias
providências para a repressão da medicidade e da vadiagem introduce
esas medidas de seguridad y de profilaxis social. Supone además la
primera vez que hay una inclusión específica en la tipología jurídica de
la homosexualidad, al condenar a prisión correccional, de un mes a un

133 En España la República promulgará en 1933 la Ley de Vagos y


Maleantes(LVM)) modificada por el franquismo en 1954 sólo a los efectos de
incluir en ella a los homosexuales. Siendo estas Ley síntoma de un ideario de
profilaxis social, su aplicabilidad durante el franquismo se verá afectada por el
ideario de redentorismo penitenciario que impregnó la mayor parte de la etapa,
para recuperar el carácter de intervención tecno-social con la Ley de
Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS) de 1970 a la que nos vamos a
referir en el epígrafe 7.1. de este trabajo.

194
año, a los que se entregar à prática de vicios contra a natureza.

Posteriormente, en 1954, se dará una coincidencia en el interés


legislativo: España modifica la Ley de Vagos y Maleantes para
introducir la homosexualidad y Portugal hace lo propio con el Código
Penal. El análisis diacrónico para el caso luso debe dirigirnos hacia la
ley de medidas de seguridad citada, una producción legal republicana,
previa a las dictaduras y que está impregnada de correccionalismo
liberal. En España también hay que retrotraerse a la II República
(1933) aunque allí la ley no incluyera a los homosexuales.

Los centros para el cumplimiento de las penas no son prisiones


al uso sino una Casa Correccional de Trabajo y una Colonia Penal
Agrícola. El ideal de laborterapia no puede aplicarse a los condiciones
de campo de concentración y exterminio que, en la práctica, suponían
las colonias españolas de Nanclares de Oca (1940-1947) y Tefía (1954-
1966) donde se destinó a bastantes homosexuales.

La Ley lusa para la represión de la mendicidad y el vadiagem


es coherente con el perfil de corte sociológico y psicológico que la
criminología, en discusión crítica con el positivismo, viene a adoptar
en esos momentos. Se generó una antropología psico-sociológica. El
enfoque psicológico ya venía siendo desarrollado por el antropólogo y
criminólogo Mendes Corrêa. Junto a su papel como adalid de la crítica
psicológica del lombrosianismo (Dias, Faria y Agra, 2012: 86) es
también el artífice de una serie de lugares comunes sobre el
homoerotismo (en perspectiva penitenciaria) que se repetirá al pie de
la letra en diferentes manuales criminológicos portugueses durante

195
todo el Estado Novo.

Mendes Corrêa guarda respeto al positivismo italiano y concibe


sus críticas como necesarias para el progreso del mismo programa. Su
proyecto de una Nova Antropologia Criminal (1931) pretende aflojar
el rígido corsé del determinismo biológico en que Lombroso
subyugaba la tipología de delincuentes. Para ello da prioridad a la
dimensión psico-moral de la delincuencia aunque sigue respetando las
explicaciones proporcionadas en clave biológica y sociológica. Lo
biológico y lo sociológico habían de interpretarse en torno a la
cuestión fundamental de la mente criminal. De la esfera psíquica brota
el crimen que luego modulan las condiciones biológicas y sociales. Por
otra parte en los criminales se encuentra normalmente una anomalía
moral que puede a su vez tener raíces diversas de tipo biológico,
psicológico, sociológico, pedagógico o social. No caben por tanto
reduccionismos explicativos y queda garantizado el concurso de
diferentes saberes para contribuir a la razón criminológica si bien
pasan a ocupar un lugar central la personalidad y la moralidad en la
teoría (Dias, Faria y Agra, 2012: 88).

Para Mendes Corrêa (1925) la mayoría de los criminales


tienen una fisiología psico-física normal, lo que supone un nuevo
alejamiento del lombrosianismo y una clasificación en la que la
anormalidad podrá tener diferentes formas, no todas mediadas
constitucionalmente:
 Anormales de diferente tipo en los que existe una fuerte
disposición constitucional a la criminalidad.
 Anormales cuya criminalidad es independiente de dichas

196
anomalías constitucionales.
 Normales, a los que los científicos han prestado menos
atención.
 Anormales por educación defectuosa.

El primer tipo es el menos abundante. Los "normales" serían


aquellos a los que se había prestado hasta ahora menos atención. Es
llamativo el hecho de que no tenga en cuenta que los "anormales" de
etiología educativa serán con frecuencia normales constitucionales,
aunque deja entreabierta esa posibilidad al proponer un continuo
ontológico y metodológico entre normales y anormales. Cuando no
encontramos una predisposición constitucional fuertemente arraigada,
la vía de intervención correccional requiere un estudio individualizado
que sólo puede aplicarse mediante una intervención psicológica y
moral.

El determinismo biológico no siempre ha sido proclive a una


mayor comprensión de los sujetos "desviados", pero en las ciencias
penales post-ilustradas está muy presente la idea de inimputabilidad o
atenuación para aquellos que no tienen libertad de decisión. También
es obvio que la reducción epistémica a las ciencias naturales
(fisicalismo, biologicismo) confiere patente de corso a las
explicaciones que se basan en ella. La recuperación de la normalidad
física en los desviados concede una mayor autonomía a las ciencias
comprensivas (del espíritu) y aleja cierto formato de estigma vinculado
a la patología. Al mismo tiempo se abre una perspectiva más flexible
y se generan nuevas formas de etiquetado (nuevos estigmas) en manos
de nuevos expertos. Esa flexibilidad dará pábulo a la arbitrariedad y a

197
la utilización política por parte de los sistemas autoritarios posteriores.
Os criminosos portugueses. Estudos do Anthropologia
Criminal (1914) de Mendes Corrêa es una obra de referencia para la
criminología posterior. Constituye un texto capital para el estudio del
periodo postrepublicano. En esta obra la morfología y la biología de
los delincuentes son estudiadas a conciencia, junto con la influencia
del medio físico y social y las concreciones jurídicas propias del país.
La psicología y la moral de los sujetos serán los anclajes desde los que
se construye su edificio para el estudio de la desviación. Un rasgo
peculiar es el reconocimiento de la necesidad de cierto relativismo
metodológico débil134 que tiene perspectiva jurídica, moral, cultural e
histórica. Las consideraciones morales y legales varían en el tiempo y
en el espacio y el antropólogo Corrêa no lo pasa por alto: la
prostitución, el valor de la vida humana, el aborto, el respeto a los
ancianos, la brujería, el duelo y la propia homosexualidad (pederastia)
son tratados de forma dispar y ello ilustra la relatividad del crimen y la
moral . El crimen y su variabilidad, tanto en la consideración como en
la frecuencia en que aparece son fenómenos biosociales, lo que hace
de la criminología una ciencia compleja. (Corrêa, 1914: 1-10)

En materia de genitalidad parte de una posición mixta sin


compromisos lombrosianos. Entre los criminales existen individuos
con instinto genésico normal y otros con instinto genésico alterado.
Con la excepción de los delincuentes sexuales, Mendes Corrêa insinúa
que el instinto sexual no es muy poderoso dado que muchos «apreciam

134 Aceptamos a la diferencia entre relativismo metodológico débil y fuerte; el


primero es un criterio de investigación y no se postula como una afirmación de
alcance ético y/o ontológico. En ese sentido Corrêa constata las diferencias
culturales y nacionales, lo que es un factum criminológico, pero no se
compromete con ello en cuanto a las valoraciones de alcance universal.

198
mais um copo de vinho o un calice de aguardente do que a mais gentil
das mulheres» (Corrêa, 1914: 191). Esta normalidad sexual se asocia
con alteraciones en el entorno penitenciario: «Em grande numero de
delinquentes o senso genital é normal, mas o regimen carcerario leva-
os a praticarem, quando presos, o onanismo e a pedarastia activa»
(Correa, 1914: 192).

Su posición sobre las prácticas pederásticas sentará autoridad y


será incluso reproducida literalmente por otros textos fundamentales
del periodo salazarista. En concreto se conserva la distinción entre
pederastia activa y pasiva con un análisis de los mecanismos internos
en el entorno de la prisión.
A pedarastia, apezar de punida pelos regulamentos das
prisões, é por vezes alli praticada. Os activos são
delinquientes de senso genital exaltado, quasi sempre pela
abstinencia sexual prolongada. A suas victimas ou são
jovens Adonis, effeminados e galantes, que por
degenerescencia neuropathica, sentem gosos na sua
inversão, chegando mesmo a offerecer as suas caricias, ou
são pobres diabos, incapazes de esboçar uma resistencia
seria, que tinhamentrado intactos mas que o erotismo
feroz dos companheiros de prisão immóla e sacrifica... na
ara de Venus (Mendes Corrêa, 1914: 193).135

Como analizaremos más adelante136el activo se asocia a un


exceso pero dentro de la normalidad, mientras que el pasivo o es
neurópata o abdicando de su masculinidad ha se ha convertido en algo
inferior y se ha estigmatizado. Las estrategias que siguieran esos
jóvenes afeminados se metamorfosean para el antropólogo en huella

135 La traducción se encuentra en el apartado 5.2.f (ii, "Análisis del documento")


donde se recoge el mismo fragmento para ilustrar un análisis sobre un
documento pericial de Egas Moniz.
136 Epígrafe 5.2.f de este trabajo.

199
indeleble, y para los otros casos se denuncia la falta de resistencia
entendida como una falta de virilidad. El afeminamiento como juego
de supervivencia a un alto precio (Ugarte, 2011) es interpretado por el
experto como señal degenerada.137 Además, dejarse someter
sexualmente no se interpreta como una derrota en un entorno violento
sino inadecuación a un modelo de masculinidad cuyo propio
desbordamiento es con frecuencia la causa de la propia delincuencia.
En ambos casos la falta de masculinidad genera la explicación.

Un discurso reiterado en los diferentes autores que abordamos,


son los estudios empíricos sobre casos. Estos son una buena muestra
del entramado entre protagonista teórico y protagonista biográfico.
Estas descripciones interpretadas serán las que también nos ofrezca
Chamorro en la España de los 70 con mucho más aparato psicológico
y son las que llenan las páginas de las obras de Asdrúbal D´Aguiar o
las que Egas Moniz dedica al personaje anónimo cuya homosexualidad
y vivencias analiza. Todos ellos siguen una tradición ya patente en la
Psycopathia sexualis de Krafft-Ebing y otros padres del estudio de las
desviaciones. Este estilo de examen de casos se aviene bien a un
repertorio empírico muy reducido, y especialmente, muy dispar en
cuanto a los datos relevantes. La relevancia de los datos viene dada por
la teoría y si esta no es muy nítida (borrosidad), el experto puede
interpretar a demanda, esto es, según las necesidades sean heurísticas
sean de control. Este proceder científico inscribe las categorías
descritas en el catálogo teratológico de aquello que se sale del esquema
y no es razonable con propio estilo de pensamiento (Davidson, 1998) y

137 Como veremos más adelante, la degeneración requería la presencia de diferentes


estigmas. Uno solo, por sí mismo, podría resultar insuficiente. La cuantía y
naturaleza de los mismos era flexible y variable.

200
de acuerdo con lo que venimos investigando, va ajustando al
individuo, y ya no solo su conducta, a los conceptos disponibles. De
alguna forma eso "normaliza" al producir una retorsión hacia las
subjetividades producidas. Los individuos, como venimos analizando,
podrán establecer sus propias estrategias. El éxito y diversidad de las
mismas irá en función de los recursos disponibles de todo tipo
(económicos, intelectuales, red social...).

En la galería de la anormalidad impera la necesidad de una


descripción minuciosa, solidaria del positivismo más puntillista. Ello
es poco compatible con la localización de regularidades pero exhibe un
naturalismo fuera de toda duda. Cualquier intento de regularización
por el que se intente reducir los casos a un esquema nomológico se
acompaña de la teoría contraria o de la inmediata excepción. La
minuciosidad descriptiva con una teoría muy débil propicia la
conversión de las descripciones en camas de Procusto.

El descenso al detalle facilita que no todos los sujetos posibles


sean falsadores potenciales. Los casos excepcionales son múltiples, la
teoría se ensancha, y además deja incólume el aparato de control que
se verá beneficiado en flexibilidad. Un resultado bibliográfico es que
el catálogo tipológico y la narrativa de casos ocupan mucho más que
los discursos teóricos. Además las descripciones no están ni
jerarquizadas ni relacionadas, o lo hacen en clasificaciones con tal
borrosidad taxonómica que resultan teóricamente estériles, si bien muy
ejecutivas desde el punto de vista de la intervención.
El caso relatado por Corrêa (1914: 193-195) es el de dos

201
jóvenes del penal de la Cadeia de Relação138 entregados a la pederastia
pasiva. Uno de ellos, de 18 años, es un jardinero que cumple condena
por robo. Se trata de un muchacho en cuyo historial familiar hay
signos acusados de degeneración (madre con ataques nerviosos, abuelo
epiléptico, abuela materna enferma mental, tía paterna neurópata y
fallecida por un ataque de causas no explicadas, tres hermanos nacidos
muertos...). En su historial personal se registra un traumatismo craneal,
varicela y sarampión, blenorragia a los 13 años (internamiento
penitenciario con 14). Practica la masturbación desde muy pequeño.
Su descripción física lo caracteriza elegante, de cierta belleza y
femineidad, un adonis moreno de fisionomía triste que sólo sonríe a
veces. Está marcado por un tatuaje – asunto este que gustaba explorar
a la criminología lusa – que dice le fue hecho mientras dormía. En el
interrogatorio se trabuca y tiene una «emotividad fácil» que se desata
especialmente cuando se le habla de su madre. Corrêa añade un dato
antropométrico aislado, la longitud de 62,5 milímetros de su pene en
estado fláccido. En el historial del muchacho hay varios traslados
penitenciarios motivados por su pederastia pasiva. Estos traslados son
los que, a juicio del criminólogo, motivan que el joven niegue sus
prácticas, por otra parte confirmadas por sus compañeros. Su excusa es
similar a la de haber sido tatuado: ocurrió mientras dormía. Si se le
presiona, contesta que aunque fuera verdad, no fue consciente de ello.

En el interrogatorio acerca de la orientación de su deseo, el


joven se va sintiendo acorralado. No le gustan las mujeres pero dice
cortejar a una. Al señalarle la incoherencia, reconoce hacerlo con
objetivos de obtener sus servicios domésticos. Al aumentar la presión

138 Este análisis se recoge de nuevo en el apartado 5.2.f para ilustrar un análisis de
un documento pericial de Egas Moniz.

202
deja abierta la respuesta hacia la normalidad pero su comunicación
cinestésica le traiciona (Corrêa, 1914: p.194):
Procurei ajuiziar das suas tendencias sexuaes,
preguntando-lhe se gostava de mulheres.Que não gosta,
responde, mas tem um namoro.

─ Ora essa! Se não gostas de mulheres, para que tens um


namoro?
─ Quero uma menina séria para me remedar as calças,
para me tratar dos arranjos de casa, etc.
─ Para mais nada?
─ Sim..., diz elle com frouxo enthusiasmo, sorrindo
ligeiramente e encolhendo os hombros.139

El otro joven referido tiene 21 años y procede de Lisboa.


Cumple condena de 22 meses por robo, al que dice se vio abocado por
la necesidad. Los antecedentes familiares mórbidos también están
presentes: padre sordo, madre fallecida por tuberculosis, problemas
mentales y neurológicos en los abuelos y se hace constar que tiene tres
primas prostitutas de las cuales una cumple condena en ese momento
por hurto. Por lo que se refiere a su historial personal hay traumatismo
craneal, sífilis y un caso de blenorragia. Su psiquismo es nervioso y de
baja emotividad. Su descripción física incorpora datos craneales muy
al uso del positivismo (submicrocéfalo) y recibe una interpretación
global de fisonomía melancólica. Presenta cierta limitación en el oído
izquierdo y esta vez el pene tiene 73 mm. Debido a su historial de
pederastia fue también trasladado de prisión, aunque él jura que las
acusaciones son falsas, y muestra como ejemplo que acude a los

139 Intenté averiguar sus tendencias sexuales, preguntándole si le gustaban las


mujeres. Que no le gustan, contesta, pero tiene un coqueteo.
- ¡Y eso! ¿Si no te gustan las mujeres, para que tienes un coqueteo?
- Quiero una chica seria, para arreglarme los pantalones, para arreglarme la
casa, etc.
- ¿Y nada más?
- Sí…, contesta él con poco entusiasmo, sonriendo levemente y encogiendo
los hombros.

203
servicios de sus primas en Lisboa. El científico considera que le
miente hipócritamente y simula sufrimiento.
Ambos jóvenes son objetivos de la voluptuosidad sexual de los
otros presos que conocen sus tendencias. Nos encontramos con dos
sujetos melancólicos, de estirpe degenerada, y en ambos casos Corrêa
tiene claro que en los auto-informes hay falsedad y contradicción.
Este peritaje se realiza mediante la entrevista y mediante el diálogo, de
modo que las excusas de los muchachos pueden ser increpadas por el
experto. Éste interpreta que los muchachos intentan disimular
infructuosamente sus deplorables tendencias desarrolladas en un
determinado marco social. La psicología débil y la apariencia de
efebos, reforzada por la edad, cuadran con un protagonista teórico o
"tipo", el pederasta pasivo. Todo el registro de datos referidos a la
anámnesis familiar y personal y a rasgos físicos y temperamentales
parece sedimentar el suelo psicofísico donde se desarrolla la
aberración en forma de tendencia.

El hecho de que otros internos, sin "esa tendencia" mostraran


similitudes en el historial no evita que los datos sean absorbidos en la
imagen del protagonista previsto. Cuando Mendes Corrêa haga un
balance sobre el alcance criminológico de la «filiación», los dos casos
se usarán para reforzar el vínculo entre pederastia y antecedentes
hereditarios (Corrêa, 1914: 294). No hay tampoco una exploración
similar de los individuos que aprovechan la tendencia de los jóvenes,
se entiende que desde un rol activo. En estos casos, la masculinidad
sometida a aislamiento daría la respuesta o la explicación: existe un
superávit de instinto en el varón que puede conducirle, de forma muy
comprensible, al uso de los servicios de la prostitución en libertad, o

204
de estos jóvenes pasivos en el internamiento. Los pasivos afeminados
no solo darían satisfacción a sus tendencias sino que estas prácticas les
reportarían beneficios materiales o protección.

El tipo del pederasta activo, aunque sus prácticas por sí


mismas pueden alterar su conducta, responde a otro imaginario. Los
intercambios sexuales de los jóvenes efebos, de labios delgados,
mirada melancólica y discurso mentiroso, son bien distintos del caso
registrado de un activo que cometió un llamativo delito por delirio de
celos. La masculinidad del activo se adereza ahora con la celotipia y la
violencia. El caso ocurrió en 1893, y consistió en un triple delito de
asesinato con incendio y robo en la casa de un soltero misántropo y
excéntrico. La investigación señaló como culpable a un vecino
carpintero, conocido como Mestre Lobo, que fue detenido días
después, mientras se encontraba completamente ebrio en un parque. El
asesino resultó ser un degenerado psicópata, alcohólico, epiléptico y
pederasta activo, por celos y venganza al descubrir que su amante, el
soltero – invertido sexual – tenía relaciones con otro amante. La
exaltação genital, que no el amor, está presente en todos los crímenes
sexuales que suelen estar protagonizados por sujetos con anomalías en
el instinto genital (Corrêa, 1917:195-97).

Estos protagonistas "tipo", ciertamente recurrentes, aparecen en


la obra de Corrêa. Los jóvenes de 18 y 21 años tienen su reflejo en las
calles desde edades más tempranas. En esas edades comenzarán sus
historiales delictivos y sus padecimientos venéreos como constan en
los expedientes de los casos analizados. Llama la atención sobre estos
jóvenes de las grandes ciudades que «cedo se iniciam nas praticas

205
homosexuaes, anciosos de lucro, e desgraçadamente sobejam os
amadores que d´essas praticas se utilisam» (1914: 243).

4.4. CRIMINOSOS E HOMOSSEXUAIS

La teorización de Corrêa sienta las bases para la producción


posterior. Además, el interés suscitado por las reformas penitenciarias
propicia estudios que pretenden una exposición global de la vida diaria
de los presos en los penales portugueses, como la hallada en Crime e
Prisões (1925) de Rodolfo Xavier Da Silva y en el texto del abogado
Ary dos Santos, Como nascem, como vivem e como morrem os
criminosos (1938) . En ambas obras, bien auto-exonerados los autores
por tener que tratar temas tan escabrosos y motivadores de escándalo,
reconocen la importancia de abordar el problema homosexual en las
prisiones. Ha de tenerse en cuenta que la prisión supone un exhaustivo
control de las vidas sexuales de los individuos y permite un examen de
las relaciones sexuales en un enfoque que redunda con la perspectiva
criminológica al tener lugar entre sujetos considerados más proclives a
la transgresión moral y social en general. La penitenciaría es, como el
manicomio, una institución total (Goffman, 1961).140

El entorno penitenciario ofrece la posibilidad de un trabajo de


campo en el que el sesgo no sólo no es evaluado como distorsión sino
como marco privilegiado para el examen de la desviación sexual.
Naturalizar espacios distorsionados es una estrategia recurrente como
cuando Monteiro (1922) y Asdrúbal D' Aguiar (1926; 1934; 1942?)
utilizan las obras de la mala vida y los escenarios de bajos fondos para
140 Discutimos la noción en el análisis del caso manicomial recogido en el epígrafe
5.5. de este trabajo.

206
discutir el ecosistema propio de los homosexuales. Allí no sólo habitan
sujetos transgresores sino que su convivencia y aislamiento pueden
servir de desencadenantes de una aberración innombrable y
particularmente temida por su extensión. Lo denostado de las prácticas
convive en particular oxímoron con el hecho de su potencialidad
universal.

Da Silva (1925: 133-134) destaca que tanto la pederastia como


el tribadismo son vicios abundantes en las prisiones. El hecho de
nombrar los dos formatos de homosexualidad, masculina y femenina,
trasluce lo que serían mayores preocupaciones en una perspectiva de
inversión del género. El problema entre hombres se considera más
acuciante y se insiste en el desorden que supone la pederastia pasiva.
Para las prácticas lésbicas se selecciona el tribadismo, de alguna
manera más transgresor, y en el que la activa se erige como la
transgresora por excelencia. El hecho de constatar la existencia de
homosexualidad femenina para luego tratarla de forma muy escueta o
con poco interés se repite en obras españolas de una época posterior
(Echalecu, 1946). En ese mismo marco, y después de reproducir
literalmente la cita de Corrêa mencionada arriba, Da Silva constata la
existencia de jóvenes y adultos, especialmente de origen provinciano,
que se entregan a una pederastia pasiva no por placer sino para
procurarse tabaco y otros bienes. Para ese objetivo no dudan en
afeminarse todo lo necesario para conseguir una ilusión más perfecta
del sucedáneo en que se convierten con objeto de suplir la falta de
mujeres. Ello lleva al extremo de aceptar y favorecer nombres
femeninos de connotación popular (Rita da Caneca, a Carlotinha).
Asdrúbal de Aguiar (1942?:564-565) hará un importante registro de

207
esos nombres Alcunha que también aparecen en la literatura de mala
vida141. Otro lugar común que ilustra Da Silva es la preocupación por
la extensión, de tintes epidemiológicos (más de cien pederastas pasivos
en una población presidiaria de poco más de 550 presos en la Cadeia
Nacional de Lisboa en 1923) y el inevitable estilo proclive a incluir
anécdotas como la protagonizada en 1916 por un preso que, con ropas
femeninas y con una llave falsa, se paseaba por la prisión, burlando a
los vigilantes y repartiendo sus caricias entre los compañeros (Da
Silva, 1925: 134).

Dos Santos (1938) también realiza un tratamiento de la


homosexualidad en las coordenadas marcadas por el texto mencionado
de Corrêa, y dentro de un entorno penitenciario. Salvadas las cautelas
de evitar el escándalo, Dos Santos reconoce que el problema sexual en
las prisiones, particularmente en las condenas de larga duración, es
interesante y alarmante. Reproduce al pie de la letra la caracterización
que hemos indicado arriba, sobre los activos y sus víctimas (Dos
Santos, 1938: 171 y ss.) La homosexualidad, entendida en clave de
pederastia, va de la mano del onanismo como males endémicos de los
entornos penitenciarios y que además constituyen un problema de
salud de los internos.

Dos Santos baraja la idea de permitir a los reclusos relações


sexuales normais (Santos, 1938: 175) con la finalidad de mitigar el
problema de salud. Al evaluar esta posibilidad Dos Santos inquiere tres
interrogantes para estructurar el problema, cuyos contenidos nos
facilitan comprender la concepción imperante de la sexualidad. En

141 Véase Campos (2009) y Vázquez y Cleminson (2011: 231-274).

208
primer lugar es necesario determinar si la continencia o falta de
relaciones sexuales normales supone un problema de salud para los
presos. En caso afirmativo aparecen dos cuestiones adicionales, una, el
peligro de transmisión a la descendencia, de taras psicopatológicas o
estigmas, con lo que se mantiene un esquema genetista, y en segundo
lugar cómo gestionar dichos permisos. Las tres cuestiones quedan
zanjadas acudiendo al criminólogo brasileño José Gabriel de Lemos
Brito que considera como absolutamente falso el hecho de que la
continencia absoluta sea perniciosa (Santos, 1938: 176). En auxilio de
este punto de vista se cuenta con el parecer de otros especialistas
centroeuropeos e incluso con Krafft-Ebing y con teorías de enfoque
sociológico y ambientalista que atenúan el valor de la herencia
primando lo exógeno sobre lo endógeno (Santos, 1938: 179). Pero si
la continencia no es perjudicial, es preocupante la incidencia de dos
prácticas opuestas a ella (onanismo y homosexualidad) que además de
ser transgresores de la moralidad, suponen un serio problema de salud.
La propuesta de intervención pasa por un estilo panóptico 142 que será
recurrente. A ese control total se sumará la frecuente inspección
médica para detectar las prácticas, la asistencia religiosa que prevenga
y muestre las consecuencias de los hábitos contra naturaleza y, «como
las palabras se las lleva el viento», laborterapia que incluya trabajos
físicos pesados, alimentación adecuada, y prohibición de sustancias

142 Recordemos que el panóptico es un tipo de construcción carcelaria ideada por el


filósofo Jeremy Bentham en la que la disposición del guardia hace que sea fácil
tener una vista completa de los vigilados, que están recluidos en celdas
alrededor. Los vigilados nunca saben si son observados. El concepto ha sido
aprovechado filosóficamente por Foucault (1975) que hace extensible la
reflexión sobre el mismo a la escuela, el cuartel, las fábricas. La idea no es tanto
no ser visto sino la capacidad del poder para hacerse efectivo. Un ejemplo de
panóptico es el Pabellón de Seguridad del Hospital Miguel Bombarda. Este
panóptico fue diseñado por J. M. Nepomuceno y está recogido como
documentación gráfica en el epígrafe 5.5.c.

209
excitantes o que perjudiquen la inhibición.
No debe permitirse el contacto sexual normal como desahogo,
dado que la castidad no es mala, sino que se debe evitar todo contacto
con el otro sexo por la posibilidad de que desate deseos que en
condiciones de reclusión facilitarán la perversión. Llegado el
momento se evaluará incluso el uso de depresores químicos del deseo
sexual y duchas frías. Como terapias especializadas no se descartan el
uso de cinturones de castidad para los onanistas y, desde luego, el
aislamiento absoluto de los pederastas (Santos, 1938: 180-181).

A medida que nos adentramos en el siglo XX, se va plasmando


institucionalmente la criminología. En el régimen republicano crearon
el Instituto de Criminología de Lisboa (Decreto-Lei nº5:609 de 10 de
mayo de 1919), y ya en el Estado Novo, el de Coimbra (Decreto-Lei nº
13:254, de 9 de marzo de 1927) y el de Oporto (Decreto-Lei nº 26:256
de 26 de diciembre de 1935). Estos centros publicaban unos Boletines
en los que se divulgaban las estadísticas, recomendaciones, estudios
monográficos o generales. A los doce años de su creación, el Boletim
do Instituto de Criminologia de Lisboa, publicó un monográfico
titulado Dos crimenes sexuais, obra del propio Ary dos Santos (1932),
en el que analiza jurídica y criminológicamente los atentados contra el
pudor, el estupro y el adulterio. Hay dos presupuestos explícitos. En
primer lugar la diferencia entre crimen y la simple contravención de la
moral. Do Santos cree que la falta de diferenciación nítida en algunos
casos introduce una profunda arbitrariedad (1932: 317). El hecho de
que cohabiten en un mismo espacio discursivo crímenes y
contravenciones morales produce una profunda indefinición. Utilizar
las buenas costumbres como criterio no hace sino complicar las cosas

210
(Santos, 1932: 318). Para la homosexualidad, en concreto, se reconoce
que no hay crimen cuando no hay escándalo ni publicidad con lo que
ahora la indefensión se pone en función de esos dos conceptos
puramente sociales (Santos, 1932: 328). No hay indefinición, sin
embargo, en aseverar que cuando los atentados al pudor se producen
entre personas del mismo sexo, ello se convierte en agravante.

Los criminales son medicalizados de forma global, dado que en


todo caso son diferentes especies de enfermos. Para Do Santos es
menester estimar la mayor gravedad del suceso cuando haya atentado
de hombre a hombre o de mujer a mujer y tener en cuenta la patología
asociada. Hasta cierto punto considera natural, aunque criminal, el
atentado de hombre contra mujer, al ser coherente con un instinto de la
naturaleza. Pero en el caso de que se produzca contra la naturaleza,
esto es en el « atentado levado a efeito por um homem sôbre outro ou
por uma mulher sôbre outra, a par dessa manifestação criminosa há
manifestação de um instinto pervertido» (Santos, 1932: 333). La
diversidad y su tipificación rigurosa en los atentados contra el pudor
pueden establecerse en base la "naturaleza" de las relaciones que
tuvieron lugar.

Hemos tenido oportunidad de examinar el Boletim Medico-


Psicologico propuesto al ministro de Justicia y Cultos, sin fecha
concreta, pero en cuya parte justificativa dice obedecer a las
instrucciones de 1919 por las que se crea el Instituto lisboeta.143 En la
ficha, que consta de varios folios, tras las generalidades de
identificación personal, huellas dactilares y tatuajes se procede a un

143 La normativa está en el párrafo arriba.

211
informe de datos físicos lleno de datos antropométricos. En la parte de
Medicina física no hay alusión alguna a los antecedentes familiares,
que sin embargo aparecen en el examen psíquico. En la parte destinada
a los estigmas de degeneración, se dejan dos líneas en blanco para los
físicos mientras que en los psíquicos se dispone de mucho más espacio
y se listan las posibles alteraciones. Creemos que la mayor evidencia
de las alteraciones físicas no precisa la finura del análisis que requiere
la descripción de rasgos psíquicos. Estos se subdividen en
intelectuales, morales y sociales, y dentro de los segundos está
consignado el apartado de «aptitudes y tendencias» donde se citan
expresamente las perversiones sexuales. No está incluida aquí la
homosexualidad, que sí lo estará expresamente en la parte destinada al
examen biográfico en el apartado Vida no crime: «aberraciones del
carácter o de la sexualidad. Homosexualidad. Convivencia sospechosa
con menores.» (folha 4). De una parte tenemos la perversión sexual
como signo de degeneración, pero ─ a pesar de todas las relaciones
que la literatura técnica establecía ─ la homosexualidad se propone de
forma independiente para describir la vida delictiva o antecedentes del
sujeto, y de nuevo junto al onanismo, al describir la vida en la cárcel
bajo la cuestión de la «sociabilidad en prisión». No hay referencias a la
perversión sexual ni a la homosexualidad en los antecedentes
genéticos de los diferentes ascendientes (sí la hay por ejemplo de
alcoholismo o prostitución). Aunque es evidente que lo que se pusiera
en la ficha dependería del técnico de turno, el hecho de las
orientaciones ya nos muestra una doble articulación, entre lo penal-
social y lo científico-médico de manera que los alcances de ambas
pueden oscilar como péndulos a través de las relaciones entre la teoría
y la práctica de las ciencias punitivas. Se abre también la escisión entre

212
la perversión como estigma de degeneración y la biografía del sujeto,
tanto en su desarrollo social como en la vida de reclusión. Este paso de
la condición, posiblemente detectable por la inversión de género, a las
prácticas efectivas y su diferente consideración desde la ciencia y la
ley, es algo que no encontraremos en la España de Franco hasta los
replanteamientos criminológicos de la última etapa de la dictadura. Las
disposiciones que dan instrucciones para la aplicación de la Ley de
Peligrosidad Social de 1970 tendrán en cuenta que los que cometen
actos de homosexualidad, para caer en tal tipo peligroso, han de
hacerlo con asiduidad.

La explícita referencia a los "actos" ya estaba presente en


Portugal en la primera mitad de siglo como ejemplifica el Manual de
Investigação Criminal de Eurico de Campos (1928) para uso de la
policía, comisarios, y demás responsables públicos. A diferencia del
manual de Echalecu (1946) que hemos analizado, es un manual
policial en sentido estricto. No hallaremos ninguna discusión
psicológica ni de otras ramas teóricas sino legislación y conceptos
para su aplicación directa . El autor no es médico ni psicólogo sino
inspector de policía. Se cita de forma global a los que caen bajo la
categoría de vadios como sujetos que deben ser internados en
establecimientos correccionales (Campos, 1928:77) y los que se
entregan a vicios contra naturaleza quedan categorizados cuando lo
hacen en segunda reincidencia (Campos, 1928: 104-105). La
concepción de "actos" tiene las resonancias teológicas de la noción de
sodomía. Un informe estadístico publicado en 1931 por el Arquivo da
Repatição de Antropologia Criminal, Psicologia Experimental e
Identificação Civil de Oporto confirma la persistencia de la categoría

213
al registrar tres casos de sodomía separados del vadiagem, ofensas a la
moral y otros ultrajes, en el periodo que va desde Marzo hasta Agosto
de ese mismo año.

Portugal no es ajeno a la modernización de los sistemas


penitenciarios en otros países. Hasta el liberalismo no era práctica
extraña que los presos no recibieran vestido o manutención o que se
les obligara a costear su propio encarcelamiento, lo que era paliado por
la acción de órdenes religiosas o de caridad. La revisión de las
condiciones de cumplimiento de las condenas tiene su antecedente en
1826. Era necesario garantizar la higiene y la posibilidad de un
programa de regeneración moral, lo que quedó en una expresión de
buenas intenciones (Dias, Faria y Agra, 2012: 89-90). Por otra parte, a
medida que avanza el positivismo, y las respuestas más o menos
críticas, se va constituyendo una alianza entre ciencia y justicia que
renueva la concepción del ser humano en general y consiguientemente
la del delincuente. El esperado choque se encuentra entre una
antropología indeterminista y las pretensiones deterministas
lombrosianas que habían sido neutralizadas por la interpretación
psicológico-moral de Corrêa. La ausencia de responsabilidad que
pudiera colegirse de algunos casos constitucionales o patológicos era,
no obstante, compatible con el hecho de la peligrosidad social. La
necesidad de la defensa social puede ser fundamentada por
explicaciones dispares de la desviación. Estos medios de defensa
podrían llegar a medidas eugenésicas extremas sin que tuvieran una
aceptación muy amplia en los medios portugueses, que promovían la
obtención la máxima defensa social con el mínimo sufrimiento
individual (Martins, 1903:73, cit. apud Dias, Faria y Agra, 2012:92)

214
con lo que el internamiento sería el método de elección. En el caso de
los criminales natos la reclusión a perpetuidad garantizaba evitar la
pena de muerte. El castigo capital era poco acorde con los valores
sociales, y la reclusión cumplía con las funciones de defensa a la vez
que tenía el efecto eugenésico de impedir la reproducción, lo que ya
venía argumentándose desde finales de XIX (Sena, 1888 cit. apud
Cardoso, 2008: 170).

El régimen celular o de aislamiento total no se consideraba


idóneo para todos los delincuentes y se debatió sobre los tratamientos
penitenciarios más adecuados. En el caso del criminal nato la
instrucción moral, de cuño católico, no se mostraba muy eficaz. Los
analistas de la vida carcelaria intentan valorar la utilidad de los saberes
positivos y conocen las dificultades a las que se enfrentan tanto el
conocimiento científico como la legislación, para humanizar el
cumplimiento de las penas y evitar que las cárceles se convirtiesen en
escuelas del crimen. Sin embargo el régimen de aislamiento total era el
indicado para los pederastas dados los efectos de contagiosidad
propios de dichas conductas

Hallamos de forma difusa explicaciones ambientalistas,


especialmente cuando se trata de la homosexualidad propia de la vida
de reclusión, pero siempre aparece la figura del pederasta pasivo, que
altera la identidad de género, y en el que sí cabe constatar antecedentes
de base biológica y hereditaria. Los condicionantes físicos se conciben
en forma de amalgama propiciatoria o predisposición poco aclarada.
No se registraba una "pederastia" presente en los progenitores u otros
ascendientes, sino que se anotaban otras alteraciones y taras, en

215
ocasiones muy inespecíficas o muy poco relacionas con lo genésico-
sexual. Si los expertos habían recomendado instrucción moralizadora
es porque existía un campo de acción profiláctico. Dicha instrucción se
consideraba inútil para incorregibles natos como venía apuntando
Maria de Sena desde el XIX (1888, cit. apud Cardoso, 2008: 167) que
juzga «inútil o ensinar ao criminoso-nato a moral de Christo». Por
último, respecto a la instrucción general (otra educación no religiosa o
moral) de los desviados, cabía la posibilidad de que formarlos
resultara contraproducente, ofreciéndoles herramientas para una mejor
ejecución de los crímenes que estaban llamados a perpetrar (Frias,
1880: 67).

4.5. LOPES VIEIRA Y LA MEDICINA JUDICIARIA DE LA


INVERSIÓN GENITAL

A.X. Lopes Vieira (1908) nos ofrece una perspectiva forense y


atenta a las tipologías en su descripción de las anomalías del instinto
genital. Seguía en su discurso el punto de vista de Thoinot (1898).
Cuando estas perversiones se daban en enfermos degenerados (idiotas,
imbecis, debeis de espirito, dementes, paralyticos geraes, epilepticos
confirmados y otros), no había problema para valorar la
irresponsabilidad dado que el trastorno mayor era esa enfermedad y la
perversión constituiría un episodio concomitante (Vieira, 1908: 386).
Pero en los degenerados superiores la cuestión se complicaba a la hora
de declarar la irresponsabilidad. Entre estas aberraciones, que
consideraba mucho más frecuentes en estos degenerados estaban la

216
inversión sexual, el exhibicionismo, el fetichismo, el sadismo-
masoquismo, la bestialidad, la necrofilia, la satiriasis/ninfomanía y la
erotomanía (Vieira, 1908: 387). Estas prácticas podían desarrollarse de
forma irresponsable por degenerados que obraban a partir de un
impulso irresistible144, pero también eran protagonizadas por
individuos normales que lo harían a causa del vicio y la depravación.

El uranismo en el hombre aparecía en la pubertad y se


caracterizaba por su carácter invencible por la voluntad. La aberración
no comportaba desviaciones físicas excepto en casos excepcionales.
En su hábito externo lo más frecuente era que se mostraran normales
aunque otros exhibirían formas femeninas en su comportamiento.
Algunos aceptaban su condición con resignación y otros la sufrían
intensamente. Eran capaces de amar con apasionamiento pero eran
poco constantes. En relación con el objeto de sus pasiones preferirían
adultos normales y vigorosos, muy raramente niños u otros
pervertidos. Podían llegar a casarse. (Vieira, 1908:389-390) En cuanto
a sus prácticas
Alguns uranistas homosexuais limitam-se a um amor
platonico, entregando-se a um onanismo solitario, e não
se atrevendo nunca a quasquer contactos sexuaes. Mas
outros, e por certo a maioria d'elles, descem á prática do
amor homosexual, ou a masturbação, quer activa quer
passiva, quer recoiproca; ou simplesmente, os abraços e
qualquer otro contacto, visto como oranismo se
acompanha em geral de hyperesthesia genital (Lopes
Vieira, 1989: 390).145
144 La cuestión de las relaciones entre locura, moralidad y responsabilidad están
abordadas con profundidad en Vázquez y Cleminson (2011: 31 y ss.)
145 Traducción: Algunos uranistas homosexuales se limitan a un amor platónico,
entregándose a un onanismo solitario, no atreviéndose nunca a cualesquiera
contactos sexuales. Pero otros, y por cierto la mayoría de ellos, bajan a la
práctica del amor homosexual o la masturbación, ya sea activa o pasiva, o
reciproca; o simplemente, los abrazos y cualquier otro contacto, visto como
uranismo, se acompaña en general de hiperestesia genital.

217
En la mujer (Vieira, 1908: 390-391) no había tampoco
alteraciones fisiológicas. En sus maneras y hábito externo sí
propendían a la masculinización. Solo procuraban tener relaciones
sexuales con mujeres. Si se casaban, solo llegarían a soportar
pasivamente las relaciones con el marido. En relación con sus prácticas
se contaban el tribadismo o roce de sus partes sexuales, la
masturbación oral que sería safismo o lesbianismo, así como la
masturbación recíproca. También se hallaban formas platónicas y al ser
particularmente celosas, existía el riesgo de desenlaces trágicos.

En ambos tipos de inversión sexual, Lopes Vieira (1908: 390-


391) creía que era posible la detección desde la infancia y
especialmente en la pubertad. La inversión podía ser congénita o
adquirida y esta última se considera "latente" y desencadenada por las
circunstancias. Según la intensidad, y de forma creciente, se
encontrarían el hermafroditismo psíquico (permite tener relaciones con
uno u otro sexo), la homosexualidad (en la que se excluyen las
relaciones con el otro sexo, pero conservando los caracteres del
propio), el afeminamiento o masculinización, respectivamente. En
estas dos últimas se incorporarían hábitos y aspecto externo propios
del sexo contrario. Los muchachos homosexuales intentarían
feminizarse para atraer a los otros muchachos, lo mismo que las chicas
homosexuales harían mediante la masculinización al tratar con otras
muchachas (Vieira, 1908:391). El caso extremo lo representaban la
androginia y la ginandria en las que hombres y mujeres parecerían lo
contrario de lo que eran en el grado más elevado.

218
Para diferenciar el uranismo congénito del adquirido por vicio
─ de acuerdo con Thoinot ─ había que atender a la repugnancia por el
sexo contrario y la invencibilidad de los deseos. Ambos rasgos serían
propios de los congénitos. Lopes Vieira (1908:392-393) creía que
estas verificaciones no eran fáciles y propuso una distinción austera
que facilitara la investigación:

a) Depravación: adquirida como resultado del abuso de los placeres


venéreos. Este comportamiento conduce a la impotencia en relaciones
normales, lo que hace que el depravado busque satisfacción en las
prácticas anti-naturales. La masturbación excesiva también sería un
factor de riesgo al acostumbrarse a prescindir de las relaciones
naturales.

b) Por oficio: sería la prostitución masculina. Se entregan a prácticas


pederásticas, activas o pasivas, y si es necesario se afeminan para
conseguir sus objetivos.

c) Por necesidad y ausencia de personas del sexo contrario en


situaciones de aglomeración.

d) El miedo de los contactos sexuales normales por temor a contraer


enfermedades lleva a las prácticas invertidas que proporcionarían una
falsa sensación de seguridad.

Lopes Vieira realizó una sistematización de utilidad forense


sencilla y con poca densidad teórica. Se buscaba facilitar las labores

219
judiciales. Su concepción estaba imbuida de degeneracionismo, al
tiempo que utilizaba un concepto de homosexualidad en clave de
inversión de género que se mantendrá presente en los siguientes
autores que examinamos. El degeneracionismo iría debilitándose, pero
la inspiración en Thoinot le hace permanecer dentro de sus límites. Por
otra parte la teoría de la degeneración seguiría siendo muy utilizada en
la práctica forense como parte de un protocolo "estéril".

Sobre las categorías que tuvieran consecuencias penales, y en


relación con el inveterado concepto de sodomía, Lopes Vieira (1908:
382) reivindicaba una taxonomía nomenclatura rigurosas:
Mas por que mal parecerá que os peritos troquem ou
confundam a significação e emprego dos termos especiais
de cada especie de sodomia, ou perversão venerea ou
sexual alem de que poderão assim dar origem a mal
entendidos e erros de interpretação ou duvidas; e ainda
para que os magistrados e causidicos posam esclarecer-se
facilmente damos afinal uma resenha a toda a
nomenclatura e sua definição. 146

Había una nebulosa terminológica y podemos considerar que


ello es sintomático de una teoría borrosa. El propio Vieiria denunciaba
esa situación. Esto se ilustra cuando más adelante escribía: «A sodomia
ou copula com animal irracional» (Lopes Vieira, 1908: 382) para
posteriormente ampliar «destinamos estes termos para significar todo o
acto sexual contra a natureza, e não sómente a copula com irracionais»
(Vieira, 1908: 404)

146 Pero porque mal parecerá [Como parecerá mal] que los expertos cambien o
confundan la significación y empleo de los términos especiales de cada especie
de sodomía, perversión venérea o sexual, además de que podrán así originar
[originando] malentendidos y errores de interpretación o dudas; y además, para
que los magistrados y abogados se puedan aclarar fácilmente, damos al final una
reseña de toda la nomenclatura y su definición.

220
El discurso experto recogía conceptualizaciones de diferente
origen y respondía a diferentes subjetividades homoeróticas que
venían desarrollándose desde momentos históricos y contextos sociales
muy diferentes. Las preocupaciones de nuestro especialista forense
giraban en torno a las clasificaciones con repercusión jurídica.
Manifestaba interés por clarificar los conceptos, o al menos
preocupación por su borrosidad. Los factores que Lopes Vieira
consideró claves para determinar el carácter congénito o adquirido
eran relativamente controlados por los sujetos, pero difícilmente
comprobables por los expertos.

4.6. CRIMINALIDAD Y HOMOSEXUALIDAD: UN BALANCE


PENINSULAR

La producción criminológica portuguesa que dedica una parte


monográfica de su esfuerzo a la cuestión de la homosexualidad es más
prolífica que la española posterior a la Guerra Civil. Pero es que en
general lo es la producción de ese saber en el país vecino. Nosotros lo
interpretamos como una continuación de los estilos penitenciarios
correccionalistas republicanos ya entrado el Estado Novo. Lo que no
hallaremos, y menos a finales de los 60, es un estudio monográfico del
estilo del informe Chamorro en España.

Por otra parte la fecundidad psiquiátrica y forense, y ahí sí con


carácter monográfico, llegará separada de las ciencias punitivas para

221
incorporarse a la más sólida producción académica que constituye la
Medicina legal. El mayor calado positivista se traduce en una mayor
presencia de los estudios que intentan analizar racionalmente la
cuestión de los delitos y las penas. Además, el hecho de no existir una
ruptura como la que supuso la Guerra Civil española permite una
mayor continuidad con la producción intelectual republicana cuyos
médicos, abogados y criminólogos siguen siendo considerados
autoridades. Algo parecido es lo que podría pasar con figuras como
Gregorio Marañón en España, con la salvedad de que éstas sólo fueron
acogidas si sus posturas políticas no eran revolucionarias, si bien
siempre con un ojo puesto en la pureza de sus teorías.

Hay que dejar constancia de que las teorías antropológicas que


sustentan las prácticas policiales y criminológicas ya anuncian sus
posibilidades desde el último cuarto del siglo XIX pero quedaron muy
lejos de una aplicación sistemática, por lo menos hasta 1936
(Madureira, 2005). En el caso español, y siempre considerando que
hablamos de la posguerra147, las intentos de aplicación explícita no
tendrían lugar hasta finales de los años sesenta, y como hemos visto, el
asunto quedó más en informes aislados orientados a técnicas de control
(separación por roles, estudios). Si bien se comparten las prácticas de
medidas de seguridad, estas habían sido empezadas a aplicarse mucho
antes en Portugal, donde se genera un volumen de producción
criminológica y preventiva ininterrumpida, lo que tal vez tenga como
secuela el hecho de la permanencia explícita de una terminología
científica sobre homosexualidad en la medicina militar.

147 En general para el análisis de las relaciones entre ciencia y criminología antes de
la Guerra Civil, remitimos a Galera (1991) y Campos, Martínez y Huertas
(2000).

222
Ya a finales del XIX las ideas deterministas fueron puestas en
jaque por autores como Ferraz de Macedo (1892), mientras que otros
como Roberto Frías, Basílio Freire y José Joyce siguieron sosteniendo
la idea de que el criminal lo era de forma hereditaria e inevitable y que
ello sería patente en ciertas características psicofísicas (Madureira,
2005: 49).

El Estado Novo tuvo su propia idiosincrasia que Cândido Agra


(2015: 9) define como un periodo de sombras caracterizado por el
autoritarismo, la depuración de académicos, la creación de figuras
desviadas por motivos políticos y penas que consistían con frecuencia
en la deportación a las colonias. Aunque como era de esperar, se
produjeron rupturas, no fueron tan abruptas como las generadas por la
Guerra Civil en España. En la España franquista la positivización de
las ciencias punitivas (y preventivas), tuvo que esperar a ciertas
transformaciones internas del régimen para deshacerse de sus iniciales
connivencias con el fascismo europeo más genuino. En ambos países
las dinámicas en los ámbitos académicos y profesionales no son ajenas
a esos procesos, y en ambos casos el papel de la Iglesia católica,
legitimadora por una parte y controladora por otra, será determinante.
En Portugal encontramos una influencia notable del periodo liberal
pre-estadonovista, en gran medida laicista y anticlerical, que – con los
adecuados filtros – era adaptable a las necesidades del salazarismo, en
particular para el asunto de la disidencia sexual. Al mismo tiempo, los
portugueses no tenían las mismas urgencias de maquillaje y
transformación por su proyección al Atlántico y sus relaciones con el
mundo anglosajón.

223
Las diferentes velocidades en España y Portugal nos ofrecen lo
que consideramos un balance desigual pero coherente. En Portugal
encontramos una tradición liberal de más calado y una evolución
laicista y positivista ya en el siglo XIX. No es de extrañar que el
tratamiento de la homosexualidad venga de la mano de las más
importantes figuras de la Medicina y en concreto de la Medicina
Legal. El cuerpo mayor de la producción tiene lugar antes del Estado
Novo y sin que se produzcan rupturas en la esfera institucional, dichas
obras magnas recorren todo el periodo con reediciones y nuevos
estudios. El estado autoritario hace su advenimiento en unos términos
que permiten conservar el valor y operatividad de esa producción
médica. El tratamiento del tema era exhaustivamente técnico y forense,
con lo que no había que hacer grandes ajustes cuando el pensamiento
católico tradicional se vio reforzado por el salazarismo. En España el
efecto de la Guerra Civil y el advenimiento del nacionalcatolicismo
dió al traste con el positivismo y los conatos de positivización
sexológica. La rapidez de los cambios de la II República y el hecho de
que en el primer cuarto de siglo proliferara otra literatura divulgativa
que abordaba la cuestión del homoerotismo, como el caso de Martín de
Lucenay (Cleminson, 2004) contrastará con la eliminación sistemática
que generó la contienda civil y la subsiguiente dictadura.

La brecha no es sólo social, sino académica, institucional y


educacional. Las figuras de la investigación hubieron de someterse a
exilio exterior o interior y desde luego toda la literatura divulgativa
sexológica quedaría proscrita. Encontramos nuevos manuales que
intentan concentrar el saber psiquiátrico y forense de manera que

224
encaje con el ideario de la Nueva España y ello se hará de la mano de
un discurso solidario con la superioridad no sólo moral, sino
intelectual, física e higiénica de los vencedores.

Una muestra extrema, pero significativa en un entorno que


también lo era, es el documento más o menos panfletario Sodomitas en
el que Mauricio Carlavilla (1956) reparte el estigma del vicio
innombrable entre personajes de la Historia que consideraba ajenos al
ideario de la España Imperial. Si Carlavilla considera que el
liberalismo católico de Marañón y sus estudios endocrinológicos eran
propaganda sodomítica, es fácil considerar lo que se pensaría de
cualquier intento explicativo o programa investigador en este sentido.

225
V. LOS GRANDES DISCURSOS SOBRE LA
HOMOSEXUALIDAD EN PORTUGAL

5.1. ALIENADOS Y TRIBUNALES: JÚLIO DE MATOS

La figura de Júlio Xavier de Matos (1856-1922) es de obligada


mención en cualquier estudio histórico de la Medicina portuguesa de
los siglos XIX y XX. Aunque el nuestro se centra en los
autoritarismos, es fundamental atender a quien fue "maestro" de los
demás expertos que abordamos en este trabajo. Además consideramos
de interés apreciar en él a un testigo del periodo médico que le tocó
vivir. Desde un punto de vista general Júlio de Matos era un
convencido partidario de la teoría degeneracionista. Por otra parte
estaba atento a las teorías externas que asimilaba desde sus propios
supuestos teóricos.

Obtuvo la licenciatura en 1880 y fue Profesor de Psiquiatría en


la Facultad de Medicina de Oporto y Director del Hospital Conde de
Ferreria de esa misma ciudad hasta 1911. Luego pasó a la capital
donde fundó el primer Hospital psiquiátrico que hoy lleva su nombre.
Se especializó en Medicina y psiquiatría legal y forense. Fue un
entusiasta de la filosofía de Augusto Comte y uno de los fundadores y
codirectores de la revista O Positivismo (Fiolhais y Martins, 2010: 95).

Su concepción de la psiquiatría estaba imbuida del

226
degeneracionismo y hunde sus raíces en el alienismo anterior en que se
formó. En una obra redactada poco después de su licenciatura, expone
las posibilidades explicativas de la teoría de la degeneración y el papel
predisponente de la herencia, no tanto en la búsqueda de antecedentes
familiares de "locura" sino en herencias mórbidas de diferente índole
(Quintais, 2012: 67):
[...] hoje a esfera da ação hereditária tende a dilatar-se,
colocando-se sob ela todos os casos de alienação realizados nos
descendentes dos neuropatias, dos alcoólicos e dos afetados de
doenças diatésicas148. Segundo este modo de ver, o alienado
representa, não a repetição necessária da loucura ancestral, mas
o último termo de uma longa série de íntomas degenerações
físicas e psicológicas (Matos, 1884: 14-15).149

Dentro de estos estigmas hay determinadas antropometrías


craneales, asimetría en otras partes del cuerpo, especialmente con
conformación irregular de la dentición, orejas o genitales, estrabismo,
tics nerviosos, retardo en empezar a hablar, excentricidad, exaltación,
vanidad y egoísmo. Los degenerados aprecian poco la justicia, son
perturbadores, coléricos, inconstantes, impulsivos, lo que les hace con
frecuencia abusar del alcohol y practicar actos abyectos. En ocasiones
destacan intelectualmente, pero solo en ciertas parcelas, nunca de
forma enciclopédica o interdisciplinar (Quintais, 2013:68; Matos,
1884: 15-16)

Dentro de su lombrosianismo era determinista biológico y

148 Una enfemedad diatésica es aquella para la que existe predisposición hereditaria,
del griego, διάθεσις (predisposición).
149 Traducción: actualmente la esfera de la acción hereditaria tiene tendencia a
dilatarse, poniendo sobre ella todos los casos de alienación realizados en los
descendientes de las neuropatías, de los alcohólicos y de los afectados por
enfermedades diatésicas. Según esta perspectiva, el alienado representa no la
repetición necesaria de la locura ancestral, pero el último término de una larga
serie de síntomas y degeneraciones físicas y psicológicas.

227
filosóficamente pretendía resolver la oposición entre mente y cuerpo
mediante un único modelo explicativo (Quintais, 2013: 72). Ese
biologicismo adquiría una potencia social y política sin precedentes al
combinarse con la utilización sistemática de las clasificaciones al uso.
Estas se caracterizan por la enorme plasticidad semántica de muchas
de sus categorías nosográficas. Con frecuencia se aprecia un estatuto
clasificatorio inestable pautado «por una ambigüedad permanente entre
lo patológico y lo inmoral, la locura y la maldad» (Quintais, 2012: 73).

Para nosotros es muy iluminador el hecho de encontrar ese


zigzagueo patológico-moral, de límites difusos que permitía la
flexibilidad de un modelo muy ambicioso. Esa ambigüedad será
acompañada de eclecticismo e indefinición teórica (borrosidad) cuando
se opte por abandonar el modelo degeneracionista en sus versiones
más fuertes y se empiece a solapar con otras explicaciones de
diferente linaje, conservando muchas veces como testimonio
positivista el lenguaje del estigma, que se irá abandonando
paulatinamente. De momento esta nosología revelaba a «constelação
degeneracionista em ação, capaz de potenciar deslocamentos entre o
normal e o patológico incessantemente reiteradores de avaliações
sociaes e forenses vastíssimas» (Quintais, 2012) 74). La amplitud de
esas avaliações no era otra cosa que flexibilidad y versatilidad
ejecutiva.

Estos amplios objetivos hacen que Júlio de Matos sea uno de


los protagonistas de las tensiones entre peritos psiquiátricos y jueces
que se habían iniciado en el siglo XIX. En concreto uno de los casos
sobre los que tuvo que efectuar peritaje forense, y que resolvió

228
considerando irresponsable al acusado, fue un escándalo homosexual
de primer orden en la sociedad portuguesa: el caso del alférez Marinho
Da Cruz. En el informe pericial se reflejan casi punto por punto las
condiciones que había sugerido De Matos para el diagnóstico de
degeneración:

O alferes MARINHO DA CRUZ, producto de geradores que à


epocha do seu nascimento haviam ultrapassado os limites da edade madura,
filho de mãe epileptica, sobrinho de poitrinaires e tendo tido dos irmãos,
apenas ambos degenerados, um hydrocephalo e morto em convulsões aos 13
mezes, outro invertido sexual, morbidamente religioso e morto de febre
tiphoide com preponderantes manifestações cerebro-spinaes, foi elle proprio
affectado na infancia de accessos de terror nocturno, de ataques convulsivos
parciaes durante a dentição e depois d'ella, manifestando ulteriormente ainda
inexplicaveis crises de excitcão e depressão, que o denunciavam como um
ser anormal aos amigos e mesmo aos serviçaes da casa.

Recidivista nos attentados pessoaes, irritavel e duro, instavel na


tristeza e na alegria, explodindo em coleras e ameaças de morte, ao mais
ligeiro motivo, extremadamente vaidoso, simultaneamente aggresivo e
pusilanime, de uma exagerada emotividade, que o fazis passar d'um
momento do insulto grosseiro ás lagrimas de humilhação, intermittente no
modo de trabalhar, sujeito a obsesões, periodicamente affectado de
cephalalgias, exhibicionista, pervertido da sexualidade, dado aos abusos
alcoolicos e urinando no leito, MARINHO DA CRUZ é ainda sob ponto de
vista da anthropologia um ser inferior, asymetrico, de craneo mal
conformado e de physhionomia criminal.
Pelo que respeita ao acto arguido, o homicidio de um antigo amante
que repudiara, nenhuma duvida deixam os documentos testemunhaes de que
elle foi precedido, acompanhado e succedido dos symptomas proprios do
equivalente psycho-epileptico simples.

Preso e conduzcido ao carcere militar, onde o visitamos pouco tempo


antes do julgamento, MARINHO DA CRUZ não cessou de manifestar a
respeito do seu crime aquella desdenhosa indifferença que são attributos
constantes dos loucos moraes.

Da eloquente convergencia de todos estes elementos medicos


julgaram-se os alienistas auctorisados a concluir que o reu é um degenerado
hereditario da cathegoria dos epilepticos larvados, inteiramente irresponsavel

229
do crime levado a effeito, mas devendo sequestrar-se n'um asylo de alienados
por extremadamente perigoso á ordem social150 (Matos, 1889: 283; también
citado por Monteiro, 1922: 330-331).151

La valoración efectuada por Júlio de Matos está inmersa en la


tradición degeneracionista de corte lombrosiano. Se recoge todo el
historial familiar, siendo de interés los posibles problemas físicos de
salud en sus hermanos y el ambiente social en que se había
desarrollado su infancia. La perversión sexual, que además sería de
especial interés en el caso, dado que estaba siendo juzgado por el
homicidio de su amante, está dentro de un repertorio de estigmas
psíquicos, somáticos (explícitamente frenológicos), con pervivencia de

150 Las cursivas en el original.


151 El alférez MARINHO DA CRUZ, producto de progenitores que en la época de
su nacimiento habían sobrepasado los límites de la edad madura, hijo de una
madre epiléptica, sobrino de poitrinaires e habiendo tenido dos hermanos, ambos
degenerados, uno hidrocéfalo, muerto por convulsiones con 13 meses, el otro
invertido sexual, mórbidamente religioso y muerto a causa de fiebre tifoidea, con
preponderantes manifestaciones cerebro-spinaes, fue él también afectado en la
infancia por ataques de terror nocturno, ataques convulsivos parciales durante la
dentición y después de ella, manifestando posteriormente inexplicables crisis de
excitación y depresión que lo delataban como un ser anormal delante de sus
amigos e incluso a los criados de la casa./Reincidente en los atentados
personales, irritable y duro, inestable en su tristeza y alegría, explotando en
ataques de cólera y amenazas de muerte al más mínimo motivo, extremadamente
vanidoso, a la vez agresivo y pusilánime, de exagerada emotividad que le hacía
pasar en un momento del insulto grosero a las lágrimas de humillación,
intermitente en su forma de trabajar, sujeto a obsesiones, periódicamente
afectado por cefaleas, exhibicionista, sexualmente pervertido, dado a abusos
alcohólicos y orinando en el lecho, MARINHO DA CRUZ es además, bajo el
punto de vista de la antropología, un ser inferior, asimétrico, de cráneo mal
conformado y de fisionomía criminal./Cuanto al hecho imputado, el homicidio
de un viejo amante a quien había repudiado, no deja duda los documentos
testimoniales que le han precedido, acompañado y sucedido de los síntomas
propios del equivalente psico-epiléptico simple./Preso y llevado a la cárcel
militar, donde le visitamos poco tiempo antes del juicio, MARINHO DA CRUZ
no dejó de manifestar respecto de su crimen aquella desdeñosa indiferencia que
es atributo constante de los locos morales. /De la elocuente convergencia de
todos estos elementos médicos, se creyeron los alienistas autorizados a concluir
que el reo es un degenerado y hereditario de la categoría de los epilépticos
desequilibrados, totalmente irresponsable del crimen ocurrido, pero que se debe
internar en un asilo para alienados por ser extremadamente peligroso para el
orden social.

230
elementos teóricos pre-psiquiátricos ("locura moral"). Todo el cuadro
permite diagnosticarlo como degenerado que además es irresponsable
de sus actos, sin dejar de recomendar su reclusión por peligrosidad
social. El mismo Matos protestará por la falta de acatamiento del
peritaje médico por parte de los jueces. Es por tanto un episodio que
ilustra bien las tensiones entre jueces y peritos que hemos indicado
arriba. El profesor De Matos recogerá sus experiencias en una obra
monumental, Os alienados nos tribunais (1902, 1903 y 1907). En los
estudios publicados se aprecia el lenguaje degeneracionista.
Posteriormente la República refinaría y perfeccionaría el aparato del
Estado para el tratamiento de las diferencias. De acuerdo con Quintais
(2012: 82):
O espectro degeneracionista assolava a Europa, e a
Medicina legal dos alienados, a então emergente
psiquiatria forense lusa, era, tal como a sus congéneres
europeias (sobretudo a francesa e a italiana), uma oficina
de produção da diferença. A matriz liberal e republicana
de então não poderia ser mais propícia à aceitação de tais
mecanismos de produção diferença. E, em grande medida,
a Medicina legal dos alienados metamorfoseava-se numa
Medicina legal dos degenerados de contornos, saberes,
exigências profissionais e políticas vastísimas. 152

Esos contornos y exigencias profesionales van desarrollando la


noción de peligrosidad y la defensa social. Las normas promulgadas
bajo los regímenes liberales y republicanos con esas concepciones se
llevaron a sus posibilidades extremas bajo el signo de los fascismos

152 El espectro degeneracionista asolaba Europa, y la Medicina legal de los


alienados, la entonces emergente psiquiatría forense lusa, era, tal como la de sus
congéneres europeas (sobre todo la francesa e italiana) un taller de producción
de la diferencia. La matriz liberal y republicana de entonces no podría ser más
propicia a la aceptación de tales mecanismos de producción diferencia. Y en gran
medida, la Medicina legal de los alienados se metamorfoseaba en una Medicina
legal de los degenerados de contornos, saberes, exigencias profesionales y
políticas vastísimas.

231
del siglo XX. En el caso español, el nacionalcatolicismo teñirá los
procesos de defensa social que, como analizaremos, se convirtieron en
una especie de redentorismo y fue más tarde cuando recuperó el estilo
correccionalista. Solo a finales del régimen de Franco el ideal de
salvación "espiritual" en un entorno posbélico fue transformándose en
una visión positivista de las posibilidades de rehabilitación y
reeducación.

El ocaso y el declive del degeneracionismo están vinculados


en Portugal a un episodio de la historia de las relaciones entre la
Medicina y el Derecho. El caso del Marinho da Cruz pasa a la historia
como señal de los tiempos y un caso que marcó la época (Antunes,
Santos Costa, 2002) en la que tuvo lugar el enfrentamiento entre
médicos y juristas. Se convirtió en ejemplo de una sinrazón de la
justicia, como un malogro del Derecho (Quintais, 2012: 104) que no se
avenía a los desvelos de insignes médicos que todavía hoy están
revestidos de un aura de gloria intelectual (Curado, 2007).

Ese ingente proyecto degeneracionista, que por explicarlo todo


parecía que no explicaba nada, unido a cierta popularización de la
teoría fue entrando en declive en Portugal. En ello tuvo que ver el
avance de la teoría psicoanalítica, algo imposible en la España del
mismo momento, una vez que hubo de exiliarse la incipiente escuela
gestada entre la Dictadura de Primo y la Segunda República. El
psicoanálisis de Freud, cuya influencia se venía percibiendo desde
finales del XIX era apreciado por figuras del relieve de Egas Moniz,
pero totalmente denostado por Arnildo Camilo Monteiro, que era al
mismo tiempo un crítico de las deficiencias del degeneracionismo, al

232
menos como explicación suficiente para la homosexualidad.

La evolución de los sistemas punitivos y las concepciones


criminológicas no fue abrupta. Más bien fueron produciendo turbias
síntesis en las que coexistían diferentes modelos. Ello se echa de ver
en el mismo Monteiro, tratado aquí de forma independiente.

En una obra de carácter general podemos encontrar la teoría


estándar sobre la inversión sexual de Júlio de Matos. Se trata del
manual Elementos de Psychiatria (1911), publicada por Júlio de
Matos cuando era Director del Manicomio Conde de Ferreira.

Júlio de Matos consideraba que había que estar atento a las


«ideas eróticas», entre ellas la inversión, que son uno de los síntomas
de degeneración obsesiva (Matos,1911:75). Los degenerados con
frecuencia tenían un instinto sexual precoz y presentaban perversiones
sexuales como la pederastia, la homosexualidad (Matos, 1911: 18), el
sadismo y el masoquismo (Matos, 1911: 111). Estas podían
considerarse vicios ancestrales de carácter hereditario (Matos,
1911:34).

De acuerdo con Tanzi, las aberraciones sexuales constituirían


un subgrupo dentro de las anomalías mentales, que a su vez eran
psicosis constitucionales (Matos, 1911: 161). Constituyen auténticos
desvíos evolutivos conduciendo al hombre a la brutalidad y a una
condición salvaje (Matos, 1911: 165).

233
La inversión sexual también se denomina homosexualidad
constitucional o uranismo y acontece
todas as vezes que o representante de um sexo sente
irresistivel attração pelos representantes do mesmo sexo e
indifferencia ou repulsão pelos do sexo contrario. O grau
de atrracção é variavel, podendo ir desde o simples prazer
da convivencia (uranismo casto) até aos contactos
impuros da pederastia e do tribadismo, por exemplo
(Matos, 1911: 521).153

Por lo que hace al otro sexo, el uranista experimentaría


indiferencia o repulsión hasta el punto de que la mera presencia sería
suficiente para bloquear todo erotismo genésico (Matos, 1911: 522).

Describe una homosexualidad dada en términos de inversión de


género, porque «o invertido comporta-se em face do seu sexo
precisamente como o individuo normal em face do sexo contrario»
(Matos, 1911:522) . De Matos considera que no se trata de mera
voluptuosidad sexual, de hecho, establece una analogía entre el amor
normal y el que experimenta un invertido, que sentiría: «e encanto do
convivio, a saudade na ausencia, a disposição aos sacrificios, a tortura
do ciume e, no caso de morte, o desespero inconsolavel e mesmo a
loucura». La posible "humanización" del invertido por vía de la
analogía queda abruptamente truncada dado que se trata de «uma
irreparavel anomalia, um desvio de evolução, uma verdadera
monstruosidade tributaria de factores endógenes» (Matos, 1911: 522)
De acuerdo con Júlio de Matos esta homosexualidad
conceptualizada como inversión es poco frecuente y no debe

153 Todas las veces que el representante de un sexo siente irresistible atracción por
los representantes del mismo sexo e indiferencia o repulsión por los del sexo
opuesto. El grado de atracción es variable, yendo desde el simple placer de la
convivencia (uranismo casto) hasta los contactos impuros de la pederastia y
tribadismo, por ejemplo.

234
confundirse con la "homosexualidad accidental", por otra parte
extremadamente común. Ésta, por el contrario, depende de factores
exógenos y es curable, sin embargo hay casos de diversa etiología y
pronóstico.
Para el análisis de la homosexualidad accidental, Júlio de
Matos se hace eco de las teorías de la ultrasexualidad del italiano
Eugenio Tanzi (1856-1934). Esto se vió facilitado porque Tanzi se
había formado bajo la influencia lombrosiana, si bien sus teorías
neurológicas fueron más allá. En concreto para la "homosexualidad
fortuita" utiliza una teoría de la ultrasexualidad que queda bien
ilustrada en el siguiente fragmento:
A homo-sexualidade fortuita não representa, inicialmente
pelo menos, senão um erro provisorio, ou casual desvio
do instincto genésico. Absolutamente cego na sua
primeira phase de evolução, este instincto não passa, com
effeito, duma tendencia vaga e imprecisa a que o
proposito da fecundação é ainda perfeitamente extranho,
de um vehemente desejo, indeterminado todavia na fórma
da sua realisação e no seu propio objecto. Assim, o
homem procurando outro homem que o encantou pela
esthetica de fórmas incompletamente desenvolvidas, mas
de linhas harmónicas, manifesta apenas a sua
ultravirilidade (TANZI); a mulher deixando-se seduzir
por outra mulher que a corteja, não faz senão denunciar a
sua ultrafeminilidade (TANZI).
Sendo extraphysiologicos, estes individuos não são
antiphysiologicos, mas hyperphysiologicos (TANZI). E,
por seu turno, os partners, elemento activo feminino e
elemento passivo masculino, se não tem a desculpal-os a
ultrasexualidade, podem invocar o concurso de
circunstancias que lhes impedem a livre escolha sexual,
ou ainda o principio de que ás conquistas mais apetitosas
se antepõem muitas vezes as mas faceis e menos
arriscadas (TANZI). Mas estes falsos acasalamentos
cessam, se as circumstancias mudam; e os homo-sexuaes
d`hoje serão os inter-sexuaes d' amanhã 154 (Matos, 1911:
522-523).155
154 Las cursivas son del autor.
155 Traducción: La homosexualidad fortuita no representa, [sigue en]236

235
La doctrina de una hipersexualización (o hiposexualización) en
los diferentes marcos de pensamiento (degeneracionismo,
evolucionismo, endocrinología, psicoanálisis, conductismo) es algo
que aparece recurrentemente en los intentos de "naturalizar" las
homosexualidades.

En retrospectiva, esta naturalización se apreciaba en los


excesos de masculinidad de los pueblos salvajes, que consideraban
signo de particular hombría el someter sexualmente a otros varones,
para escándalo de los descubridores, y en la concepción clásica y
particularmente romana de la bisexualidad (Cantarello,1991;
Roudinesco, 2009: 55-56). Pero en estos casos la explicación sería
siempre en términos del paradigma del sexo único. Esta concepción
entiende que existiría un único sexo, el masculino, entendiendo el
femenino como un sexo deficitario (Laqueur, 1990, 1992). Así, se
consideraba que había exceso o defecto de virilidad, siendo el defecto
la femineidad.

[viene de]235 inicialmente por lo menos, más que una equivocación provisoria o
desvío casual del instinto genésico. Absolutamente ciego en su primera fase de
evolución, este instinto no es más que, en efecto, una tendencia vaga e imprecisa,
a la cual el propósito de la fecundación es todavía perfectamente extraño, de un
vehemente deseo, indeterminado aún en la forma de su realización y en su
propio objeto. Así, el hombre buscando otro hombre que lo ha hechizado por la
estética de formas incompletamente desarrolladas, pero de líneas armoniosas,
manifiesta solamente su ultravirilidad (TANZI); la mujer que se deja seducir
por otra mujer que la cortea, no hace más que denunciar su ultrafemineidad
(TANZI). Siendo extrafisiológicoss, estos individuos no son antifisiológicos ,
sino hiperfisiológicos (TANZI). Y por su turno los partners, elemento activo
femenino y elemento pasivo masculino, si no tienen a disculparlos la
ultrasexualidad, pueden invocar el concurso de circunstancias que les impiden la
libre elección sexual, o aún el principio de que a las conquistas más apetitosas
se anteponen muchas veces las más fáciles y menos arriesgadas (TANZI). Pero
estos falsos emparejamientos cesan, si las circunstancias cambian; y los
homosexuales de hoy serán los intersexuales de mañana.

236
El texto de Tanzi/Matos habla de una ultrasexualidad con dos
dimensiones de hipertrofia funcional (masculina y femenina) lo que es
un lenguaje novedoso en ese orden de cosas, pero la continuidad del
imaginario se percibe en que la mujer que muestra ultrafemineidad «se
deja seducir por otra mujer que la corteja», y no se dice nada de las
características de la agente del cortejo.

La teoría de Tanzi, a pesar de sus raíces lombrosianas, se sitúa


en la estela del pensamiento organicista kraepeliniano. En relación con
la homosexualidad, Tanzi no concordaba con la idea de una
preformación homosexual del sujeto sino que consideraba que los
invertidos totales eran una minoría, mientras que en la mayoría
persistía una parcela de heterosexualidad. Para estos invertidos (no
totales) no era previsible una repugnancia por el acto sexual a que
están naturalmente destinados sino una falta de simpatía con el cuerpo
femenino. A pesar de estar atraídos por el mismo sexo, no renuncian a
la virilidad: «Molti di questi pretesi invertiti non accetterebbero a
nessun patto il ruolo passivo»156 (Tanzi, 1911: 254) y los que son
pasivos no se contentan con eso dado que algo esperan obtener al
explotar la perversión de los demás. La homosexualidad

non constituisca nè una malattia specifica, nè una


mostruisità schematica, ma una forma accidentale di
aberrazione, che è conciliabile con ogni grado
d'intelligenza e com ogni sorta di carattere, lo provano le
varie incarnazioni psichiche sotto le quali si presentano
gli omo-sessuali.[...] (Tanzi, 1911: 255-256, cit. apud. por
Monteiro, 1922: 343).157

156 Traducción: Muchos de estos llamados pasivos no aceptaría en ningún término el


rol pasivo.
157 Traducción: no constituye tampoco una enfermedad específica, ni una
monstruosidad esquemática, sino una forma de aberración [sigue en]238

237
Hay que detenerse en el uso del término inter-sexual que hace
De Matos. Se está empleando inequívocamente como equivalente a
158
"relaciones entre personas de diferente sexo", y sin relación alguna
con los estados intersexuales marañonianos ni otras teorías.

En el caso del uranista o invertido congénito no hay posibilidad


de que se convierta en un «intersexual del mañana». Todo lo que puede
conseguir es mantenerse dentro de la continencia si tiene suficiente
sentido moral (Matos, 1911: 523). El congénito siempre reaccionaba
ante los estímulos de su mismo sexo: «Assim foi e assim será sempre»
(Matos, 1911: 524). Es una víctima de la anomalía que no resulta
condenable moralmente. Las prácticas de los invertidos no merecen
para Matos (1911:525) mayor análisis. Se conocen desde la Edad
Antigua y no tienen valor nosológico, solo son útiles desde un punto
de vista de la Medicina Legal.

Dentro de los auténticos invertidos hay dos grupos


diferenciados. Por una parte están los que presentan en su
conformación características físicas del sexo contrario o atenuación en
las del sexo propio (invertidos femeniliformes e invertidas
masculiniformes) (Matos, 1911: 524) El corolario de los síntomas
físicos será que también comparten los gustos y los hábitos del sexo
que no es el suyo. Sus compañeros sexuales serán habitualmente
homosexuales fortuitos en los que se hayan señales de ultrasexualidad:
hombres fuertes y mujeres muy débiles. El segundo grupo está
[viene de]237 accidental, que es conciliable con algún grado de inteligencia y
con todo tipo de caracteres, lo probamos por las diversas encarnaciones
psíquicas en las cuales se presenta la homosexualidad.
158 De acuerdo con Katz (1995) la "heterosexualidad" es un concepto perfilado más
tardíamente que la "homosexualidad" y además tenía connotaciones de
perversión por tratarse de prácticas no vinculadas a la reproducción.

238
constituido por los que tienen bien acentuados los rasgos del propio
sexo, a estos ninguna señal los delata.

Por último llama «pseudo-homosexuales aos intersexuaes quem


não só não repugnam as praticas uranistas, mas n'ellas representam
indifferentemente os papeis activo e passivo. São libertinos, mas não
doentes ou degenerados» (Matos, 1911: 524-525).159

El estigma estable de pederastia podría hallarse en los


degenerados (Matos, 1889: 595-596) pero concomitante con otros. El
cuadro dibujado por el médico degeneracionista incluso el listado y
añade consideraciones de tipo social, educativo, etc.

Obs. XXIII . Imbecilidade. Estigmas physicos - habitos


de pederastia. J., de 20 annos, solteiro, sem profissão
actual, é admittido no meu serviço e, Junho de 85. Este
doente, que nos é remettido pela auctoridade
administrativa, não tem familia conhecida e vivia como
un vagabundo, depois de ter sido por algum tempo
corneteiro n'um regimento da guarnição de COIMBRA.
Desconheço os seus antecedentes hereditarios e historia
anamnestica.

Do craneo pequeno e asymetrico, de face volumosa e


tronco mal conformado, offerece do lado mental uma
apreciavel debilidade, que apenas lhe permite occupar-se
de grosseiros serviços manuaes.

Surprehendido em flagrante delicto de pederastia activa,


confessou-me sem reticencias que na vida livre satisfizera
sempre por aquelle meio e pela masturbação os desejos
sexuaes, que n'elle são intensos e imperativos. 160 161

159 Cursiva del autor.


160 Las cursivas son del autor. La referencia es la indicada arriba, 1889: 595-596.
161 Traducción: Obs. XXIII. Imbecilidad. Estigmas físicos – costumbres de
pederastia. J., de 20 años de edad, soltero, sin profesión actual, es admitido en
mi servicio en Junio del 85. Este enfermo, que nos es enviado por [sigue en]240

239
En efecto, J. es la imagen de un vadio joven y sin medios. Los
hábitos pederásticos forman parte del conjunto de la degeneración en
la que hay además una sexualidad fogosa. Como nos recuerda Quintais
(2012: 69) ya Foucault (1994) había señalado que la regulación del
sexo a través de un dispositivo de sexualidad se articula
insistentemente como una preocupación vehemente por la sangre. Así
el juego de palabras que concibe en estructura intercambiable que la
sangre de la burguesía fue su sexo, y su sexo su sangre, permite
comprender la conformación de la familia como administradora de la
sexualidad, emplazándola en la esfera de la ley. El vadio es un
producto del sistema de alianzas que ha quedado descolgado de la
familia, de la sociedad, la ciencia lo genera y las leyes de defensa
social preparan su control.

La visión de la homosexualidad que desarrolla Júlio de Matos


está profundamente enraizada en la idea de inversión. Además es casi
un corolario la pasividad de los invertidos varones y el carácter activo
de las invertidas mujeres.

Los pseudo-homosexuales, que en puridad son intersexuales


libertinos, son los que pueden alternar el rol. Solo queda una cuestión

[viene de]239 la autoridad administrativa, no tiene familia conocida y vivía


como un vagabundo, después de haber sido durante algún tiempo corneta en un
regimiento de la guarnición de COIMBRA. Desconozco sus antecedentes
hereditarios e historia anamnética. De cráneo pequeño y asimétrico, cara
voluminosa y tronco mal conformado, ofrece del lado mental una apreciable
debilidad que solamente le permite ocuparse de groseros servicios manuales./De
cráneo pequeño y asimétrico, cara voluminosa y tronco mal conformado, ofrece
del lado mental una apreciable debilidad que solamente le permite ocuparse de
groseros servicios manuales./Sorprendido en flagrante delito de pederastia
activa, me confesó sin reticencias que en su vida libre siempre había satisfecho
de aquella manera y a través de masturbación, los deseos sexuales que en él son
intensos e imperativos.

240
importante sin desarrollar. Los invertidos varones y mujeres sin
inversión, que además de acuerdo con el autor «são menos raros»
(Matos, 1911: 525) quedan prácticamente sin análisis. Parece que se
constata su existencia y abundancia comparados con el grupo que sí
manifiesta inversión física, pero que al final solo es aprovechable para
un estudio forense como el ya analizado de Lopes Vieira (1908).

De Matos en general va a ser tratado por un crítico portugués


temprano, Monteiro162, con mucho más respeto y benevolencia que el
que encontramos en el trato que dispensa a los autores
degeneracionistas más clásicos. El degeneracionismo seguía siendo
útil pero cada vez se ponía más en tela de juicio su omnipotencia
heurística dado que muchos estigmas tenían relevancia por sí mismos
y no se hallaban necesariamente acompañados de otros problemas.
Además, como hemos visto, los aspectos psicosociales irán
adquiriendo cada vez más importancia. Monteiro, en su exposición y
análisis de las teorías de Tanzi, se muestra ambivalente y sin detectar
de forma expresa las raíces lombrosianas.

5.2. AMOR SÁFICO Y SOCRÁTICO EN MONTEIRO

En el capítulo segundo, se ha citado a Arnildo Camilo Monteiro


(1888-1956) como ejemplo de autor en el que están presentes alegatos
teológicos que sin embargo son muy anacrónicos con el resto de su
exposición sobre el homoerotismo. Era un médico con intereses

162 Epígrafe 5.2. de este trabajo.

241
humanísticos, en particular la historia y la literatura pero muy
especialmente la historia de la ciencia y de la medicina. Dedicó el
extenso monográfico Amor sáfico e socratico (1922) al estudio del
homoerotismo en perspectiva cultural, histórica y sexológica-forense.
Su obra es la monografía lusa más extensa y profunda sobre la
homosexualidad en todo el periodo que estudiamos.

La declaración de intenciones de Monteiro es programática. La


reeducación y el control de las colectividades desde las herramientas
de la Medicina social es un deber irrenunciable de los países
avanzados. Esta es una cuestión interdisciplinar que partiendo de la
Medicina legal debe ser tenida en cuenta por los demás sanitarios,
abogados, jueces, legisladores y todos aquellos

a quem preocupam a questões de higiene social, os


educadores, os directores dos colégios ou institutos de
ensino, e assim, os que estão à frente doutras
colectividades ou formações, onde existe a vida em
comum obrigatoria, a fim de promover pelos meios
possíveis à reeducação e regeneramiento dêsses
indivíduos anómalos ou prevenir a expansão de tais
tendências e o seu alastramento no seio da comunidade
(Monteiro, 1922: 3).163

Los lugares de convivencia obligada como fuente de


preocupación profiláctica constituyen un tópico en esta literatura.
Cuarteles, colegios, internados, prisiones, barcos han de ser objeto de
la minuciosa atención en la doble vertiente de la regeneración de los

163 Traducción: A quienes preocupan cuestiones de higiene social, los educadores,


los directores de los colegios o institutos de enseñanza, y asimismo los que están
delante de otras colectividades o formaciones, donde existe vida en común
obligatoria, con el fin de promocionar mediante los medios posibles a la
reeducación y regeneración de esos individuos anómalos o prevenir la difusión
de tales tendencias y su propagación en el seno de la comunidad.

242
anómalos, fácilmente localizables en este tipo de instituciones, y a la
hora de controlar la expansión del mal. La idea de contagiosidad moral
corre pareja a los intentos de positivización de los saberes sexuales.

El programa de Monteiro se comprende dentro del proyecto de


ingeniería social burgués deudor de un positivismo nacido un siglo
antes como fecundador de las incipientes ciencias sociales.

Monteiro conoce la terminología de los pioneros de la


homosexualidad. Registra que la noción de homosexual como
"individuo capaz de tener relaciones sexuales con personas del mismo
sexo y que manifiesta acentuada repulsa hacia el opuesto" es
demasiado estricta y necesita flexibilizarse. Muchos homosexuales son
capaces de excitarse con personas del sexo contrario e incluso de tener
muchos hijos. Esto puede ser una concesión a los convencionalismos
sociales pero la teoría debe atender esa diversidad. Repasa las figuras
del uranista y dionista de Ulrichs y el concepto de instinto sexual
contrario de Westphal. En relación con el uranismo recuerda al lector
que es un término que no arrastra toda la connotación penal y jurídica
de la tradición. Según Monteiro y por vía francesa, el término
uranismo sería más utilizado para los varones y lesbianismo para la
homosexualidad femenina, de acuerdo con Adelino de Silva (1885).

En relación con el término homo-sexual entra en una curiosa


disquisición jugando con la etimología y las diferentes combinaciones
que le procuran los lexemas homo y sexual. Sobre la pederastia, muy
utilizada para referirse directamente a prácticas de penetración anal,
cita a H. Schoiten en su artículo «Formas de hablar falsas o poco

243
comprensibles sobre la terminología de la ciencias sexuales»
(Monteiro, 1922: 224). Ese artículo explica cómo la palabra
pederastia, de origen clásico, ha sufrido importantes transformaciones
semánticas difíciles de explicar, desde el amor a los muchachos,
incluyendo o no aspectos sexuales, pero insistiendo sobre todo en sus
aspectos "ideales", al acto de penetración anal en sí, que queda mucho
más explícito en el término latino pedicatio.

Monteiro, efectuada la revisión de los insignes Hirschfeld,


Krafft-Ebing y Havelock Ellis, (1922: 231-233) hace las siguientes
propuestas terminológicas:

1) Destinar el término "homosexual" al individuo con determinadas


tendencias psíquicas sin entrar en las prácticas sexuales concretas. Se
trataría de un término genérico al que cabría añadir los
correspondientes especificativos según las prácticas preferidas:
felatário, pedicário, etc. El objetivo es diferenciar a otros sujetos
viciosos que no entran en la caracterización psíquica de los
homosexuales.

2) Así homosexualidad y homosexualismo tendrían este carácter


genérico. El segundo se reservaría para el estudio médico-forense del
primero, que es la anomalía.

3) Aplicar también los términos de "uranistas", "invertidos", y


"orfeístas" a los que cultivan el amor con personas del mismo sexo. El
término orfeísta es de producción propia de Monteiro y así lo
reinvindica. Se trata de un neologismo en evocación del culto de Orfeo

244
y sería aplicable con mayor propiedad a los músicos, cantantes y
poetas afectados por esta tendencia. Argumenta que hay una sinonimia
entre uranismo, inversión y orfeísmo que tiene la ventaja estilística de
evitar la repetición de término, sin por ello perderse la precisión y
esclarecimiento que deben regir en las ciencias sexuales.

4) Propone el mantenimiento de pederastia para el acto pedicatorio


(penetración anal, o la pedicatio latina) y pederasta a su practicante.
Aquí encontramos todo un excurso, dada la importancia de los roles
activo y pasivo. Si bien pederasta se usa en ambos casos y es
pedicador la traducción literal del paedicator latino, se usarán en
portugués cinedo, pedicastra o pedicatário para el activo y pedicário,
pedicária y pático para los sujetos pasivos (aquí incluye la mujer como
protagonista pasiva del acto pederástico).

5) Entre las otras formas de lujuria está la felación como de especial


interés. Aquí también la felação tendrá protagonistas el que recibe la
caricia (fellatario) y los que la practican (fellador, fellastra, felladora y
felllataria). El coito intercrural será fricação o femuração y sus
practicantes fricadores, fricatários, fricários y femurários. Las
prácticas de frotamiento entre mujeres reciben su nomenclatura propia.

6) En cuanto a la sodomía y el pecado nefando propone respetar el uso


antiguo inquisitorial y penitencial a la vez que evoca la existencia del
genérico molicias para estas formas de sensualidad con excepción de
la penetración anal.

245
En cuanto a la mixoscópia descrita por Albert Moll, la
modalidad de lascivia consistente en el placer por observar o
vouyerismo, presenta el neologismo de espectarismo y para sus
aficionados los términos espectários o espectaristas. En relación con
otras modalidades de desviación deja bisexualidad con el significado
actual de instinto dirigido a los dos sexos y el androginismo
caracterizado por ser una disposición embrionaria a partir de la cual
aparecerán características tanto masculinas como femeninas.

a) Subjetividad y actos. ¿"Quién" es "qué"?

En su profusión terminológica Monteiro muestra una


preocupación por deslindar la homosexualidad como anomalía de las
prácticas concretas que pueden ser llevadas a cabo por personas que
no son homosexuales. Eso le aleja de las concepciones tradicionales de
la sodomía, por más que respete el término en su discurso, y nos
permite incluirle en la tradición médica de la «homosexualidad»
entendida como independiente de la conducta. Asimismo el detalle con
que se refiere a los roles es propio del modelo mediterráneo de
sexualidad del que ya hemos hablado durante nuestro trabajo.

La preocupación por acotar bien la clasificación se acompaña


con frecuencia, y este es el caso, de un concepto de homosexualidad
verdadera. Es homosexualidad verdadera «êsse complexo de
idealismo, emotividade e expansão sensual que se resume no amor,
tendo por móbil ou objectivo o mesmo sexo» (Monteiro, 1922: 235)

246
La verdadera homosexualidad, a diferencia de otras formas que
Bloch denominó pseudohomosexualidad, es ─ y en esto sigue a
Hirschfeld ─ congénita y suele revelarse precozmente en la infancia o
la adolescencia. En algunos sujetos, empero, se da un descubrimiento
tardío dado que han vivido en la ignorancia de su propia personalidad.
Algún episodio fortuito, entonces, desvela la verdadera condición y
ello permite reinterpretar el pasado con lucidez:
apreendem a noção precisa do impulso que abrigam e, só então,
num relance retrospectivo, evocando as impressões indecisas e
vagas do passado e certos emotivos que se lhes afiguravam por
vezes extravagantes ou inexplicáveis, vêem esclarecido o
mistério do pendor innato que os animava (Monteiro, 1922:
236).164

Es muy significativo este fragmento para constatar en el


protagonista teórico evocado por los médicos algo que también ocurre
en el protagonista biográfico. El balance existencial retrospectivo se
convierte en la reelaboración de los propios recuerdos explicada por
Ian Hacking. De alguna manera al «apreender a noção precisa» todo
cuadra. Previsiblemente la reelaboración del recuerdo hará que encaje
más todavía: ajusta la propia biografía. La noción de homosexualidad
es el concepto clasificatorio aplicado y en la perspectiva de Monteiro
conlleva innatismo de modo que atraviesa la vida de los individuos
como el «pendor innato que os animava». Los episodios fortuitos
podrían ser de diferente naturaleza pero eran algo que dominaba la
vida psíquica y no un simple encuentro sexual. De particular interés es
que la noción constituye un término teórico que permite identificarse y
que son los conceptos disponibles los que permiten pensarse a sí

164 Traducción: Aprehenden la noción precisa del impulso que albergan y, sólo
entonces, en una mirada retrospectiva, evocando las impresiones indecisas y
vagas del pasado y ciertas emociones que se les figuraban a veces extravagantes
o inexplicables, ven aclarado el misterio de la tendencia innata que les animaba.

247
mismo a partir de algo que moviliza la vida mental. En algunos casos
(Informante F.165) hemos comprobado cómo un acto sobrevenido 166 se
convirtió en obsesivo e hizo reinterpretar el pasado en clave de una
nueva subjetividad. Si además el sujeto tiene cierta capacidad
intelectual, la lectura o la información serán tomadas de forma
selectiva para organizar su propia identidad, o incluso los intentos de
arreglarla si se consideraba en desorden. Que la obsesión sobrevenga
por una fuerte introyección de culpabilidad (exógena-endógena) es un
arma de doble filo: puede ser leída en clave de la artificiosidad de la
moral social (lectura del medio como represivo) o en clave de que la
conciencia moral avisa de que las cosas no discurren por donde deben
(lectura de la conciencia como garante de una moral no revisable). En
la perspectiva de una hipótesis productiva (Vázquez, 2011), serían las
estrategias del individuo en la interacción con las subjetividades
producidas por el sistema.

Un caso muy notorio de redescripción nos lo ha referido la


informante J167. A partir de sus reflexiones e inquietud acerca de la
homosexualidad, ha realizado recientemente una auto-adscripción a la
categoría de "bisexual". A partir de aquí nos refiere cómo al mirar el
pasado se da cuenta de que lo había sido siempre. Considera que haber
sido madre le impidió tomarse en serio "quién era ella realmente".
Alude a fuertes escrúpulos de origen religioso y a cómo ella misma
había sido una persona muy poco comprensiva con la homosexualidad
de los demás. Dice que precisamente a partir de cursos de formación
bíblica recibidos en la parroquia, había las interpretaciones más
165 Entrevista en Madrid, el 4 de octubre de 2011.
166 Según F. todo el proceso se desencadenó a partir de un contacto sexual con otro
chico que le gustaba.
167 Entrevista en Madrid, el 10 de julio de 2015.

248
literales y homófobas de los textos sagrados. Es muy crítica con la
jerarquía eclesiástica, pero se siente muy cómoda con el nuevo Papa
Francisco. Tenemos entonces que las interacciones no solo proceden
de las instancias científicas sino de las teológicas. En el caso de
personas que sean muy sensibles al discurso eclesiástico, un cambio
del punto de vista "moral" desde arriba, provoca una reconsideración
de la propia identidad. Asimismo entendemos que los saberes
teológicos, el poder teológico que representa Roma, se van ajustando a
las nuevas subjetividades a las que tienen que salvar o condenar.

La homosexualidad para Monteiro está impresa en la esfera del


psiquismo. En principio podría apreciarse en el hábito externo pero no
necesariamente en lo somático. Son los determinantes afectivos los
que tienen un auténtico valor diagnóstico. No obstante de acuerdo con
la existencia de estigmas que denuncian la condición que además
pueden darse con relativa frecuencia se sigue la tradicional división
entre los homosexuales viriles, de apariencia normal, y otros a los que
traiciona un grado más o menos acentuado de femineidad
(homosexuales femeninos). El examen físico no es determinante
porque los caracteres femeninos por sí mismos no clarifican el
diagnóstico. Cierto desvío embriogenético sería el responsable
mientras que la esfera psíquica podría seguir siendo heterosexual.

El médico debe explorar una vida psíquica que empieza en la


infancia. Existiría en los homosexuales una predilección por las
madres mientras que los heterosexuales reparten más sus afectos.
Monteiro conoce la obra de Freud pero junto con otros críticos no ve
suficiente una teoría de la homosexualidad sustentada en ese proceso

249
afectivo. Bien podría ser que los homosexuales sintiéndose débiles
acudieran a la madre y que los padres fueran más reticentes a las
excentricidades de los hijos. En esto, y con Hirschfeld, sigue una
tradición explicativa de la homosexualidad que critica algunos puntos
del psicoanálisis (Monteiro, 1922: 237).

La socialización del género parece también diferente en los


homosexuales y los heterosexuales, pero ello no se vive con la misma
intensidad en los diferentes individuos. Monteiro reconoce que el
medio es muy influyente. Naturalmente los dispositivos teóricos que
maneja el autor no le permiten diferenciar sexo, género y orientación
con total nitidez, pero la existencia de excepciones y el papel jugado
por el ambiente le colocan en el camino de hacerlo. Asimismo es
notorio que dé cuenta del dato de la prevalencia del suicidio en la
infancia y adolescencia uranistas. La interpretación se da en clave de
desesperación amorosa y tortura pasional. Según el autor hay algo de
desorden emocional general en los uranistas que los hace
especialmente románticos, sensibles y predispuestos a estos sucesos.
Esa desorganización es una suerte de desnortamiento existencial, una
reelaboración clínica de la perversio teológica agustiniana. Si la
perversión era «volver la espalda al Señor»168, ahora su versión clínica
es volver la espalda no solo a la divinidad, también a la naturaleza, a la
sociedad pero por una instancia incontrolable que domina la vida
psíquica, de ahí el elemento patológico.

Monteiro tiene en cuenta las estrategias y sentimientos de los


homosexuales en función de su adaptación a los padres y ha destacado

168 Sobre el concepto agustiniano de perversión, véase Dollimore (1991: 131-147),

250
la importancia del medio en la socialización del género. Por ello
parece una laguna que no tenga en cuenta los factores exógenos en el
sufrimiento de los disidentes sexuales, pero es sin duda comprensible
si se valora el vaivén de hostigamiento moral y afán terapéutico en
que se sitúa Monteiro. Cuando profundice en su análisis rescatará ese
malestar provocado por el entorno pero en última instancia la
hostilidad exterior es un legítimo mecanismo de defensa natural-moral
ante la amenaza que supone la "homosexualidad".

Por lo que se refiere a las capacidades mentales, los


homosexuales parecen estar dotados de una inteligencia poco común y
una exaltada fantasía que descontrolada puede ser perjudicial por
distracción. Eligen como vocación las humanidades y artes (música,
diseño) lo que explica que muchos literatos hagan apología de su
condición (Monteiro, 1922: 240).

En el paso de la pubertad a la adultez se dan procesos que


llaman mucho la atención desde el punto de vista físico, pero ya hemos
aludido a los reparos que tiene el autor en considerarlos determinantes
durante una infancia y adolescencia que no obstante sintetiza así:

os rapazes uranistas manifestam preferência em brincar


com crianças, evitando as brincaderas peculiares aos
rapazes, e são dotados na maneira de se comportar, no
carácter e até, bastas vezes, no seu aspecto exterior, de
certa feminilidade que determina[...] a observação
frequente das famílias:«É exactamente uma menina».
Preferindo a sociedade das rapárigas, apresentam uma
instintiva reserva e vergonha em presença dos outros
rapazes, chegando, por vezes, a apaixonarem-se por um
professor ou companheiro (Monteiro, 1922: 241).169

169 Traducción: Los chicos uranistas manifiestan preferencia por jugar [sigue en]252

251
Hay invertidos que en la vida adulta exhiben una ansiedad
anómala. De acuerdo con Moll (Monteiro, 1922: 41) un 20% de ellos
no habría tenido relación sexual de naturaleza alguna, con lo que se
vuelve a constatar la independencia de los actos consumados. Estos
solo cobran relevancia a posteriori cuando permiten la reinterpretación
del pasado y el desvelamiento de la auténtica personalidad. El gusto
por el travestismo tampoco es síntoma dirimente, dado que si bien
goza de predicamento entre los varones "homosexuales", no es así
entre los "masculinos", a los que llega a producir repulsión. El análisis
de los recuerdos oníricos revestiría cierto interés, aunque Monteiro lo
hace sin la menor clave psicoanalítica, más bien solo como expresión
del deseo o la verdadera personalidad. Con otros autores piensa que la
existencia de excitación y placer en esos sueños sería de importancia
diagnóstica dado que «muitos uranistas teem pudor de revelar as
inclinações no estado de vigília, não se importando, no emtanto, de
fazer a narrativa de seus sonhos extravagantes» (Monteiro, 1922: 242).

Los homosexuales se sentirían fascinados con los personajes de


la misma tendencia que encuentran en la literatura y gustan de la
fotografía del desnudo masculino, hasta el punto de que esta afición
podría ser síntoma para un diagnóstico suficiente. La búsqueda de
referentes positivos o la visualización de erotismo en privado como
mecanismos que hoy consideraríamos de protección o auto-evaluación
de la propia subjetividad quedan entonces disponibles a la mirada
médica para producir el personaje que se dibuja en los manuales
[viene de]251 con niñas, evitando los juegos peculiares de los chicos, y tienen,
en la forma de comportarse, en el carácter y hasta muchas veces en su aspecto
exterior, cierta femineidad que determina […] la observación frecuente de las
familias: «Es exactamente una niña». Prefiriendo la compañía de las niñas,
presentan una instintiva reserva y vergüenza en presencia de los chicos, llegando
a veces a enamorarse de un profesor o compañero.

252
sexológicos. En ello nosotros podemos valorar que hay componentes
del estigma y del "peligro en una sola dosis" del que ya se hablaba en
las raíces de la «homosexualidad». El simple acercamiento, la
búsqueda, es síntoma de una descomposición interior. Si los horrores
escatológicos no son suficientes se rodea todo el fenómeno
homoerótico y sus fronteras de un elemento de contaminación
indeleble.

Como ocurrirá con las lesbianas, los varones homosexuales


gozan de la camaradería de las personas del sexo opuesto durante la
infancia, en cuyos juegos participan, pero esa sintonía se convertirá en
fobia aunque existan excepciones en las que se da cierta complicidad
con mujeres solteras de edad avanzada. Este mecanismo de
socialización que examinaremos también para el homoerotismo
femenino conduce a una interpretación del lesbianismo que combina
tradición y modernidad. Existe una subjetividad homosexual o lésbica
pero se sigue manteniendo una interpretación de lo homoerótico en
clave de inversión cuasi-total de la vida psíquica y social de los
invertidos, sean hombres o mujeres. Pervive la referencia a la
desviación de género en el discurso psiquiátrico y sexológico incluso
tras introducirse la categoría de homosexualidad (Halperin, 2002 ;
Sedwick, 1994)

En relación con la vida afectiva-sexual, los homosexuales


viven con frecuencia episodios de tintes idealistas o platónicos.
Muchos son impotentes para el coito normal con mujer, mientras que
otros son capaces de forma pasajera mediante manipulaciones
mecánicas o uso de la fantasía. Tanto aquí como en el tratamiento de la

253
homosexualidad femenina, sigue las cifras y clasificaciones de
Hirschfeld, lo que es un lugar común con otros autores lusos. La
existencia del síntoma de «impotencia paradójica» no es significativa.
Esta consiste en la eyaculación precoz con desentumecimiento del
miembro viril. Esto ocurriría también en individuos no homosexuales.

Para conseguir tener relaciones concretas utilizan la fantasía o


se sirven de los resortes de la llamada irritabilidad periférica, algo así
como la estimulación mecánica que genere la reacción espontánea,
mientras que otros son del todo capaces. El verse obligados a las
relaciones heterosexuales les hace llegar a una creciente repulsa que
podría traducirse en comportamientos sádicos. Aunque llegaran a ser
capaces de una relación sexual, los gestos de cariño asociados son lo
que les resultaría más desagradable. Asimismo exhiben una profunda
indiferencia posterior. Antes del acto les falta el deseo, durante el
mismo se distraen buscando otros estímulos y no suelen llegar al
orgasmo más que por las vías descritas.

Llegan al matrimonio bien por desconocimiento de su


verdadera condición, bien en busca de un encubrimiento de su
aberración. Llegan a entablar acuerdos con mujeres que les toleran sus
prácticas. Toman afrodisíacos, guardan fotografías masculinas para
excitarse antes de ir a la cama con sus mujeres y en ocasiones
proponen prácticas triolistas (tríos introduciendo un tercer varón en el
juego sexual) como disfraz de sus verdaderos deseos. En ocasiones hay
mujeres que siguen vírgenes después de 10 años de matrimonio con un
uranista impotente.

254
En relación con las prácticas, los uranistas por razones obvias
suelen acudir a la masturbación para desahogarse. Esta práctica
compartida también es común entre ellos, así como el coito intercrural,
la felación y la penetración anal. Parece que las prácticas de sexo oral
serían especialmente frecuentes, mientras que la penetración anal es
menos frecuente, lo que todavía hoy chocaría con el imaginario
popular dado que «as práticas pedicatórias não são as mas
características nem vulgares entre os invertidos, sucedendo até serem,
muitas vezes, apanágio de libertinos hetero-sexuais, própriamente
denominados pseudo-homo-sexuais» (Monteiro, 1922: 250).

La clasificación de Hirschfeld, que transcribimos establece las


siguientes categorías y porcentajes (Monteiro, 1922: 251 y 258)

* Según sus caracterísitcas son viriles (50%) o femeninos (50%). Estos


porcentajes se dicotomizan en fuerte o débilmente viriles (25% y 25%)
y fuerte o débilmente femeninos (25 y 25%)
* Según las preferencias sexuales, prevalecen los que gustan de
jóvenes entre 17 y 25 años, efebófilos, con un 45% y los que buscan
varones adultos, andrófilos, con otro 45%, quedando dos 5%
respectivos para los que prefieren niños, pedófilos, o ancianos,
gerontófilos.
* De acuerdo con las características del amante elegido, se dividen en
tres tercios idénticos los que prefieren hombres homosexuales
(homófilos), los que los prefieren heterosexuales (aliófilos) y los que
prefieren bisexuales (anfífilos).
* Por último se dividen en 50 y 50% los activos y pasivos de acuerdo
con las preferencias en el acto sexual.

255
Semejante taxonomía alumbra multitud de combinaciones y así
y todo no llega a cubrir todas las posibilidades dado que según el
propio Monteiro reconoce, tiene un valor convencional, genérico,
didáctico e incluso mnemotécnico. A pesar de la finura de la
clasificación, o quizá por ella, hay tipos intermedios que no caen en
ninguna de las posibilidades. Máxime si luego se tienen en cuenta
detalles como la preferencia por hombres con barba o sin ella, así
como otras características.

Es necesario resaltar que el propio Monteiro critique el cuadro


taxonómico ofrecido aunque lo transcriba literalmente. Por nuestra
parte hemos de apuntar que es de interés que se otorgue la importancia
que se da al rol sexual (activo/pasivo) cuando se ha hablado
recientemente de lo poco frecuente que es dicha práctica. La baja
incidencia de la pedofilia contrastaría con las obsesiones sobre las
relaciones entre homosexualidad y abuso infantil que han recorrido
todo el siglo XX y alcanzan el XXI (Sahuquillo, 1997; Vázquez y
Cleminson, 2011:129-170).

Un apartado que merece consideración aparte es el referido a la


molimina menstrualia, a saber, los episodios periódicos análogos a la
menstruación femenina que se hallan en los homosexuales femeninos,
desde estados anímicos a efectos somáticos pasando por hemorragias
en las mucosas.(Monteiro, 1922: 254-255).170 Esa identificación tan
170 Monteiro se hace testigo de un documento del español Juan de Quiñones, «Carta
provando que os judeos eram menstruados», Cod. Manuscrito n. 868 (B-16-18)
a fol. 73 a 87. Biblioteca Nacional de Lisboa. Parece que en un alegato anti-
hebraico De Quiñones habría defendido el castigo divino que los hebreos habrían
recibido. Monteiro considera que este juicio es demasiado parcial sin dejar de
apuntar que acaso lo que se pretendía era probar las prácticas [sigue en]257

256
extrema con la mujer estaría presente en casos en los que el uranista
considera que sus genitales masculinos son algo de lo que se libraría
de buen grado. Fenómenos que hoy caerían bajo una cuestión de
identidad de género y posible transexualidad eran subsumidos en
versiones extremas del uranismo. Los casos de criptorquismo y
fimosis, así como epispadias, hipospadias, azospermia o aspermia
tendrían el mismo valor que en los heterosexuales, y no se hallan
tampoco diferencias en los espermatozoides. En relación con los
genitales hay tanto hiperdesarrollo como infantilismo, además de una
mayoría dentro de la normalidad.

Monteiro (1922: 256) considera más bien fabulaciones las


extrañas señales físicas que expuso Tardieu (1933) en sus Estudios
médico-legales sobre los atentados contra las costumbres. El perito
francés había sugerido toda una galería de los horrores urológicos y
proctológicos (Llamas, 1998: 281-282) para los practicantes de la
homosexualidad como resultado de la insalubridad de sus prácticas.

En relación con la concomitancia con otras patologías mentales


habría un grupo de homosexuales perfectamente sanos, sin taras
hereditarias, que cabría calificar de normales. En esto sigue a Iwan
Bloch que además los considera el grupo más numeroso. Refiere
asimismo la variación del punto de vista de Krafft-Ebing que no tuvo
más remedio que reconocer que muchos homosexuales eran personas
sanas.

[viene de]256 homosexuales entre los judíos en los procesos inquisitoriales dado
que la molimina menstrualia era aceptada por las Inquisiciones ibéricas como
prueba del pecado nefando. Para la cuestión de los varones menstruantes y todo
el repertorio del hermafroditismo remitimos a Vázquez y Cleminson (2012).

257
Desde el punto de vista de la existencia de patología
psiquiátrica aneja o asociada, así como a la etiología de la propia
homosexualidad, diferenciará, de nuevo con Hirschfeld entre los
innatos (uranismus genuinus) o la ya citada adquirida, denominada
pseudo-homosexualidad (uranismus spurius). Si la homosexualidad es
el único problema, hablamos de uranismo simple, si hay otros males
asociados, uranismus complicatus o complejo (Monteiro, 1922: 258).

Existe para Monteiro una homosexualidad aislada, normal,


natural al individuo, que prácticamente no puede domeñar y que no
altera en nada ni su vida ni su salud hasta el punto de que podrían ser
considerados normales

com o carácter estável de uma inclinação passional,


ingénita, e quási invencível, sem envolver alterações
psíquicas, reveladas foro do âmbito dêsse erotismo modal,
comportando-se os indivíduos nas suas outras
manifestações como se fôssem normais (1922: 285). 171

Pero en puridad no es así, dado que la homosexualidad es una


aberración conductual que afecta a la esfera del psiquismo, de
complicadas raíces y múltiples manifestaciones. Los hechos han de ser
descritos con cierta honestidad intelectual. Hay homosexuales
"normales", en la medida en que pueden serlo, y esta siempre será
deficiente. El criterio valorativo es una normalidad heterosexual que
favorecen la naturaleza y las culturas, lo que se salga de ahí es
condenable. Los homosexuales deben auto-gestionar su problema por
deber social y familiar. Estos homosexuales "sanos" a veces son más
171 Traducción: con el carácter estable de una inclinación pasional, innata y casi
invencible, sin involucrar alteraciones psíquicas, reveladas fuera del ámbito de
ese modo de erotismo, comportándose los individuos en sus otras
manifestaciones como si fueran normales.

258
platónicos o idealistas y a veces son más sensualistas, pero en ello son
como las personas sanas (entendemos que heterosexuales).

Existe un repertorio de aberraciones voluptuosas de diferente


grado que están presentes en los uranistas y que dan lugar a lo que se
llama uranismo complejo o complicado. Pero aquí el autor, introduce
un dato clave, estas anomalías y perturbaciones son también
verificables en los individuos heterosexuales (Monteiro, 1922:286). Se
trata de alteraciones mentales y corporales, tanto funcionales como
estructurales, de muy diferente naturaleza. De la mano, de nuevo, de
los clásicos europeos describirá los casos de fetichismo en los que no
hay prácticas con sujetos del mismo sexo sino ensoñaciones u
obsesiones con objetos con ellos relacionados. El travestismo, más
conocido e incluso con presencia en diferentes culturas (cita por
ejemplo los mugerados mexicanos), se considera una variante del
fetichismo. Una modalidad que podría resultar más pintoresca es el
amor por las estatuas, que Monteiro bautizará con su neologismo de
orfeismo estatuário (y análogamente orfeismo pictórico).

Son relevantes también los casos de masoquismo y sadismo,


así como los de voyeurismo (espectarismo) y exhibicionismo. El
subcojunto homosexual dado a estas prácticas preferirá que los
terceros observados u observantes sean del mismo sexo. Hay quienes
tienen gustos por la orina y los excrementos y cuyas fantasías pasan
desde lo olfativo al contacto directo. A los apasionados por los malos
olores se los denominará bromófilos y a los que sienten debilidad por
las heces, estercorários o coprófilos. Como en los individuos normales
están presentes el exceso y el defecto de intensidad de las sensaciones

259
voluptuosas, la hiperestesia sexual y su inversión especular, la
hipoestesia sexual, sin que falte la anestesia sexual completa.

La bisexualidad sería la coexistencia de una tendencia sexual


normal, la heterosexualidad, y otra aberrante, la homosexualidad y que
ambas estuviesen presentes de una forma intensa en la esfera psíquica
de los individuos. Fue tratada como urano-dionismo por Ulrichs y
como hermafroditismo psíquico por Krafft-Ebing. Puede ir
acompañada o no de prácticas lascivas. Hay que aplicar, de acuerdo
con el autor, todas las cautelas para no confundir las meras prácticas
con bisexualidad. El hecho de que un heterosexual tuviese prácticas
homosexuales no revestiría la condición de bisexualidad si no se diera
la atracción física y psíquica requerida. En ocasiones también se da
una fluctuación en la tendencia sexual y cambios diacrónicos y
oscilantes de los impulsos. Luego están los casos de pseudo-
homosexualidad lo que dificulta enormemente la demarcación. Casos
clásicos como Julio César, omnium virorum mulierem et omnium
mulierem virum, le parecen más bien satíricos que descriptivos.

Le parece que el hecho de que algunos autores consideren una


bisexualidad en el hombre normal es una extravagancia y un
contrasentido. Cita a Fliess y Pudor y su teoría de que todas las
criaturas son en cierto modo bisexuales (Monteiro, 1922: 294-295) y
le encoleriza la idea de que se pueda proponer que los homosexuales,
que no serían otra cosa que bisexuales diferenciados como
homosexuales, contraigan matrimonio para alcanzar su plenitud
psicológica y social. En este apartado no podría faltar una referencia a
Freud y su teoría de la bisexualidad constitutiva. Monteiro cree que

260
todos estos autores hipergeneralizan (1922: 295).

En la misma línea sigue a Hirschfeld al clasificar a los


bisexuales de acuerdo con la actividad o pasividad de la conducta
sexual y la edad de los compañeros eróticos. Muchos casos de
homosexualidad tardía podrían ser bisexuales. Existe, como esclarece
Iwan Bloch, también una bisexualidad juvenil como fenómeno propio
de la pubertad y que no reviste la mayor importancia ni significado en
la disquisición teórica, pero sí como potencialidad a tener en cuenta en
las medidas profilácticas.

Tenemos que volver a llamar la atención de las cauciones


epistemológicas de Monteiro con las clasificaciones. Son tantas las
variaciones que las clasificaciones dejan ver su carácter esquemático
que contrasta con la diversidad de formas de vivir. En efecto, la
naturalidad o artificialidad de las clasificaciones es un venerable tema
de la historia y de la metodología científicas.

¡¿Mas fora disso quantas alterações morfológicas,


anomalias variadas, de natureza nervosa ou psíquica,
como transições e combinações bizarras se podem
apresentar que tornam impossível o seu descritivo e
completo relato? ! Pos a classificação é sempre um
esquema, e a vida a diversidade indefenida. (Monteiro,
1922: 292).172

Monteiro en el fondo se está quejando, excusando, pero


levantando acta de que el asunto se puede escapar del ojo clínico y

172 Traducción: Pero fuera de eso, ¡¿Pero fuera de eso, cuántas alteraciones
morfológicas, anomalías variadas, de naturaleza nerviosa o psíquica, como
transiciones y combinaciones bizarras se pueden presentar que hacen imposible
su descriptivo y completo relato?! Pues la clasificación es siempre un esquema,
y la vida la diversidad indefinida.

261
jurídico. Nosotros ya tenemos la perspectiva de haber pasado el siglo
XX y ver cómo aquellas categorías de entonces se han ido
difuminando, disolviendo o sustituyendo. Que una de las finalidades
de las clasificaciones es la utilidad, es algo notorio y aceptado y que al
hacer una tipología de seres humanos existe una intencionalidad de
control individual o grupal no es algo difícil de suponer. En el caso de
la sexología forense se trata de intervenir para paliar los males sociales
que estas prácticas podrían generar en la sociedad. El discurso se viene
a hacer cada vez más precario si no explicitara programáticamente sus
objetivos: la defensa social en que se hallan inmersos estos médicos
legales.

Las relaciones y episodios de homosexualidad que surgen en


forma de epidemia en lugares de concentración forzosa de personas del
mismo sexo serían, según Bloch, casos de pseudo-homosexualidad.
Esta valoración le parece poco rigurosa a Monteiro quien cree que en
esos casos habrá también algunos homosexuales verdaderos y
bisexuales (Monteiro, 1922: 301).

De alguna manera, como ocurría con Moniz ─ aunque hay


marcadas diferencias entre el enfoque de ambos médicos ─ la
homosexualidad y la heterosexualidad eran dos caminos paralelos, por
lo que al no acabarse de ver dónde radica la anormalidad y
establecerse una continua comparación y analogía se va caminando
hacia la normalización. Esto es así a pesar de que en otros muchos
párrafos dejara claro Monteiro que tal cosa le parecía una
abominación. En el momento que se considerase normal la
homosexualidad, se le daría autonomía.

262
Es el momento de incidir en la escasa importancia de los actos
comparados con las actitudes psíquicas y reacciones emocionales, y en
una línea ya explorada por Hirschfeld:

o acto sexual não possui o valor de prova para a diagnose


do impulso erótico. E assim, o facto de existir relações
entre homem e mulher não pode demonstrar que são
hetero-sexuais, como as relações de homem para homem
e de mulher para mulher denunciar que se trata de
homose-sexuais (Monteiro, 1922: 303).173

Ya estamos entonces en las coordenadas del homosexual


clínico contemporáneo, esto es, un sujeto que presenta una alteración
fundamentalmente psíquica que le hace orientar el deseo hacia los de
su mismo sexo. Dado que los actos, por sí mismos, no son dirimentes
en la diagnosis, se ha de prestar atención a las reacciones emocionales
antes, durante o después del acto sexual. Por mor de la relativa
independencia entre los centros cerebrales y los órganos genésicos
(Monteiro, 1922: 303) y de una visión neurologista de la actividad
psíquica, el funcionamiento orgánico-genital no será condición
suficiente sino que es necesario atender
a importância que os participantes dão às manifestaçãoes
de carinho anteriores, concomitantes e posteriores ao acto.
E pelo contrário, quanto menos cerebral fôr a inclinação,
mais aborrecidas, desdenhosas ou desagradáveis essas
expansões (Monteiro, 1922: 304).174

173 Traducción: el acto sexual no tiene el valor de prueba para la diagnosis del
impulso erótico. Y asimismo, el hecho de existir relaciones entre hombre y mujer
no puede demostrar que son heterosexuales, como las relaciones entre hombre y
entre hombre y mujer y mujer denunciar que se tratan de homosexuales.
174 Traducción: la importancia que los participantes dan a las manifestaciones de
cariño anteriores, concomitantes y posteriores al acto. Y por el contrario, cuanto
menos cerebral sea la inclinación, más aburridas, desdeñosas o desagradables
esas expansiones [afectivas].

263
La intervención de actividades cerebrales y las asociaciones
afectivas son lo que más debería importar a la ciencia. Entre las
prácticas concomitantes, el beso es muy significativo. Como norma
general un homosexual que llegara a ser capaz de relaciones sexuales
encontraría muy desagradables los besos y caricias. Este análisis está
en sintonía con la concepción, compartida con Egas Moniz, de que
estos mismos fenómenos han de hallarse con cierta simetría en los
heterosexuales, por lo que estos últimos podrían tener relaciones
sexuales homoeróticas en las mismas circunstancias.

Dentro de las pautas de actuación que se pueden encontrar en


las relaciones homosexuales, sabemos que muchos hombres que tienen
una marcada tendencia y excitación homosexual difícilmente soportan
las muestras de cariño dada la ansiedad que les provoca porque ellos
«no son maricones», simplemente estaban excitados.175 Para ellos sería
inconcebible un modelo alejado del que se basa en el afeminamiento y
los roles que contribuían, de una parte a reducir su ansiedad, y en
segundo lugar a tener estrategias de distanciamiento y supervivencia.
Este modelo empezó a hacer aguas por razones de cambio
socioeconómico y cultural. Se camina hacia otro modelo que ya ha
sido explorado y en que en 1903 era posible observar en una casa de
baños,
a scene that would have been almost inconceivable to the
fairies and normal" men[...]: two men spent a
considerable amount of time lying on a couch, embracing
and kissing, and each played both active" and "passive"
roles (Chauncey, 1994: 219; también analizado y citado
en Ugarte, 2011: 183). 176
175 Nos lo comenta el informante K. (entrevista en Torremolinos el 10 de diciembre
de 2012) y el informante M. (entrevista en Badajoz, el 7 del 5 de 2010).
176 Traducción: una escena que hubiera sido algo inconcebible para maricas y
hombres "normales" [...]: dos hombres pasaban una cantidad de [sigue en]265

264
Las subjetividades que analiza a continuación Monteiro, con
Hirschfeld, no son propiamente homosexuales. Dado que solo de
forma pasajera, o temporal, tienen relaciones de esta naturaleza,
normalmente en edades tempranas (entre los 15 y los 25 años) y en los
que se encuentra inalterada la heterosexualidad. Al repasar la tipología
de pseudo-homosexuales podemos contemplar hasta qué punto son
intercambiables heterosexualidad y normalidad.

Dentro de los que sin ser homosexuales verdaderos cultivan


estas prácticas tenemos en primer lugar a los prostitutos. De estos solo
los heterosexuales serían auténticos pseudohomosexuales porque los
demás podrían presentar bisexualidad u homosexualidad,
especialmente afeminada (con dedicación a clientes más mayores).
Además estarían los mono-sexuales o auto-mono-sexuales que
simplemente harán lo que sea a cambio de dinero pero que
sexualmente se dedican básicamente a la auto-masturbación sin
fantasear.

Aparte de los que se dedican a la prostitución hay otro grupo de


lascivos normais que sin ser homosexuales se entregarán a estas
prácticas por condescendencia, deseo de agradar, amistad, gratitud,
dependencia, etc. Estas relaciones normalmente acaban en un
matrimonio normal en el que incluso el uranista verdadero que fue
compañero hace las veces de padrino de la boda, de los hijos
convirtiéndose en una figura protectora siempre disponible. Esta
relación de padrinazgo no causaba demasiada alarma social como nos

[viene de]264 tiempo considerable tumbados en un sofá, abrazándose y


besándose el uno el otro, alternando los papeles de "activo" y "pasivo".

265
ha mostrado Gameiro (1998: 84 y ss.). Por último están los que
recurren a una especie de masturbación compensatoria, aunque
incluya sexo anal, que serían los que practican estas relaciones por
ausencia del sexo contrario: conventos, prisiones, barcos, asilos, etc...

En nuestra visión, el que se prostituye, en principio, lo hace por


necesidad y llegado el caso se trata de un estilo de ganarse la vida que
podrían dejarse. En ocasiones serían el matrimonio o un cambio en la
situación económica (si es que no van parejos) los que harían volver
las aguas a su cauce. Si no se precisara el dinero, si aparecen
candidatos sexuales del sexo opuesto, o si se forma una familia, esto
es, si se recupera la normalidad, se recupera la heterosexualidad. La
equivalencia entre normalidad y heterosexualidad será la piedra
angular de su teoría.

El concepto de pseudo-homosexualidad es un auténtico cajón


de sastre. Es el cenit de la borrosidad teórica porque además, salvo que
la relación de prostitución esté muy aclarada, no terminan de verse con
nitidez los límites. El concepto no solo acoge toda la diversa casuística
de posibles relaciones entre personas del mismo sexo de forma que
nada escape al ojo clínico, aún sin ser patología, sino que abre la
puerta a estrategias de distanciamiento como las analizadas por
Ricardo Llamas (1998: 183), en este caso «cómo hacer sexo y lograr
que parezca otra cosa».

Desde nuestro punto de vista,el sub-grupo 2 es el más fecundo


para ejemplificar casos de interacción y estrategias gracias a la
borrosidad teórica. Para empezar no acaba de verse clara la diferencia

266
entre la prostitución con estigma y ciertas formas de agradecimiento
que entrañan relaciones sexuales. Es de temer que se trate de una pura
cuestión de clase social. Quien necesita favores y no dinero en
metálico pertenece a un grupo social bien diferente del que necesita el
dinero para sus necesidades básicas. Las otras estrategias analizadas
por Llamas (1998: 184 y ss.) están también presentes, a saber, el rol
de género, la atribución de la iniciativa al otro (al que se quiere
agradar), la transitoriedad, la adopción de formas más presentables
(amistad), la pérdida del control (no saber qué ha pasado). De acuerdo
con Llamas (1998: 188-189):
Las estrategias de negación señalan focos de resistencia,
pero también prácticas de connivencia y complicidad con
el régimen de sexualidad. Si el "sexo" está establecido
como clave de identidad, la negación del sexo es una
negación de sí. Quizás no una negación absoluta, pero sí
manifestada en el contexto de una existencia social. [...]
sólo pueden argumentarse de modo precario. Ninguna de
ellas resiste una confrontación lógica con los principios
operativos del régimen. Ese ordenamiento es siempre
potencialmente exhaustivo.

Llamas reconoce la operatividad de esas posibilidades de


negación y la potencial aplicación de efectos represivos a cualquiera
que estuviera involucrado en esas prácticas. Nosotros por nuestra parte
volvemos a rescatar la "hipótesis productiva", al entender que el propio
sistema genera las subjetividades y los placeres. En el caso en concreto
en que se está produciendo el discurso de Monteiro, están
simultaneándose diferentes procesos socioculturales en la sociedad
portuguesa y en el mundo experto. De una parte la recepción de la
sexología europea, de otra la calibración del alcance por los propios
médicos-pacientes-presos de Portugal, y en el caso concreto de nuestro
autor, el mantenimiento de potentes concepciones morales arcaizantes

267
y enraizadas en la teología más tradicional.

b) El barniz moral de Monteiro.

En este análisis Monteiro ha seguido a Hirschfeld y así lo


reconoce. En general le ha otorgado un papel central y ha reproducido
con fidelidad sus clasificaciones. Ya introdujo alguna crítica a las
dificultades taxonómicas sobre la variabilidad humana, pero
finalmente llega a cuatro conclusiones, de las cuales las dos primeras
se refieren a la homosexualidad verdadera y las otras al análisis crítico
de la bisexualidad y la pseudo-homosexualidad.

Lo que Monteiro está dispuesto a aceptar se expone en


conclusiones explícitas. La primera y segunda sirven para delimitar
los términos de uranismo simple y complejo. El uranismo simple
acontece cuando el instinto sexual solo se puede orientar hacia el
mismo sexo, de forma innata y sin que existan otras manifestaciones
anormales. Si este mismo impulso erótico acontece asociado a otras
aberraciones, neurosis o psicosis estaríamos ante un uranismo
complexo. Este es el territorio de la homosexualidad verdadera, esté o
no asociada con otras patologías.

La tercera conclusión contempla la posibilidad de que se


simultaneen las tendencias homosexual y la heterosexual, de forma
permanente o accidental, con alteración de los centros cerebrales y
existencia de representaciones psíquicas. Es a nuestro juicio
fundamental que aquí introduzca la posibilidad de gradaciones:
Várias modalidades gradativas se observam nesta
categoria de indivíduos, desde o predomínio do impulso

268
normal até ao do pendor uranista, assumindo, por vezes,
carácter efémero o impulso menos pronunciado, e
manifestando-se quer precoce quer tardiamente
(Monteiro, 1922: 307).177

Cree que la tipología para la bisexualidad de Hirschfeld abre el


camino a la confusión y las «extravagâncias devaneadoras de Freud e
da sua escola» (Monteiro, 1922: 307). Nuestro autor portugués prefiere
considerar heterosexuales depravados a esos individuos a los que
compara con Messalinas y Tenorios, sátiros y ninfómanas que tienen
relaciones con los dos sexos.

Por último, en cuarto lugar, por lo que se refiere a la


pseudohomosexualidad o falsa homosexualidad de Iwan Bloch,
considera que debería utilizarse de forma más restringida para aquellos
en los que a pesar de conservar el impulso normal (heterosexualidad
con representaciones cerebrales hacia el sexo contrario)
se entregam a práticas luxuriosas com indivíduos do seu
sexo ou por abdicação mora, na mira do interêsse, como
são os prostitutos que vivem explorando o comércio com
os uranistas para sustentarem as amantes, como aquelles
indivíduos que transigem aos actos torpes, em virtude de
fraqueza de vontade, dependência ou várias condições,
sem experimentarem com isso prazer e muito menos
atracção psíquica e, alêm disso, aqueles indivíduos que,
na falta de relações normais, recorrem a práticas
invertidas de lubricidade, compensando-as com a
representação mental de pessoas de sexo contrário, do
mesmo modo que certos uranistas (os pseudo-homo-
sexuais) conseguem satisfazer os desejos da consorte sob
a evocação idealista das criaturas preferidas do seu sexo,
servindo às vezes o alcool como incentivo da imaginação
para a prática dêsses actos, em discordância com a sua

177 Traducción: Varias modalidades graduales se observan en esta categoría de


individuos, desde el predominio del impulso normal hasta el de la inclinación
uranista, a veces, [con] carácter efímero o impulso menos pronunciado, y
manifestándose sea precoz o tardíamente.

269
índole (Monteiro, 1922: 308).178

Entonces la pseudo-homosexualidad redunda en su carácter


polivalente para el diagnóstico pero conjura y elimina toda otra
interpretación en clave pseudo-hermafrodita u orgánica que bajo la
discusión de la homosexualidad aparente, había sido analizada
someramente antes.

Como hemos visto este mismo problema de la homosexualidad


accidental (la pseudo-homosexualidad de Iwan Bloch) es el que sirve
de excusa al ilustre Júlio de Matos para adentrarse un poco en la
cuestión mediante la asimilación de la doctrina de Tanzi179

La existencia de esos pseudo-homosexuales uranistas que


ocasionalmente y mediante recursos mentales (fantasía) satisfacen su
libido, convierte la categoría en una especie de especificativo que
paradójicamente se difumina. Por otra parte, y exactamente en la línea
que analizaremos la normalización de la homosexualidad en Egas
Moniz. Monteiro coincide con el Nobel al postular paralelismos,
analogías funcionales y simetrías cuasi-especulares con la

178 Traducción: se entregan a prácticas lujuriosas con individuos de su sexo o por


abdicación lenta, en la mira del interés, como lo son los prostitutos que viven
explorando el comercio con los uranistas para sustentar las amantes, como
aquellos individuos que transigen a los actos repugnantes, en virtud de su
debilidad, dependencia o varias condiciones, sin experimentar con eso placer y
mucho menos atracción psíquica y además aquellos individuos que, a la falta de
relaciones normales, recurren a prácticas invertidas de lubricidad,
compensándolas con la representación mental de personas del sexo opuesto, de
la misma manera que ciertos uranistas (los pseudohomosexuales) consiguen
satisfacer los deseos de su consorte bajo la evocación idealista de las criaturas
preferidas de su sexo, sirviendo a veces el alcohol como incentivo de la
imaginación para la práctica de esos actos, en desacuerdo con su índole.
179 Aunque Monteiro no lo explicita, nuestra investigación apunta al psiquiatra
italiano Eugenio Tanzi (1856-1934). Véase su tratamiento en el epígrafe 5.2. de
este trabajo.

270
heterosexualidad.

Asimismo es novedosa la existencia de un cuadro de


gradaciones sutiles. La idea de gradación ontológica no es ni mucho
menos nueva en la historia del pensamiento, de hecho está detrás del
modelo del sexo único (Laqueur, 1990, 1992), pero sí encontramos
innovador que se refiera a ello en relación con la orientación del deseo.

c) Un apartado para la Psiquiatría

La noción de uranismo complejo, esto es, la homosexualidad


verdadera acompañada de otras perversiones, neurosis o psicosis, abre
el campo de actuación autónomo de la Psiquiatría, a la que Monteiro
dedica un capítulo. En otros autores encontramos que se refunden la
Psiquiatría con la Medicina Legal o la Sexología Forense mientras que
el texto de Monteiro le dedica un capítulo independiente dedicado
exclusivamente a analizar las relaciones entre la homosexualidad y
otras enfermedades mentales, particularmente las relaciones de
coimplicación patológica que pudieran establecerse.

En el siglo XIX «Schopenhauer aúna materialismo biológico y


romanticismo para explicar el impulso reproductor que mantiene la
especie a costa del individuo, mientras este es víctima de un amor
ciego a cuya dinámica atribuye el cenit de su existencia» (Ugarte,
2011:99) y al mismo filósofo, Monteiro increpa su devaneo metafísico
al considerar las prácticas pederásticas como «una prueba del
maravilloso poder de adaptación y previsión de la naturaleza» para
evitar la propagación de los viejos y evitar la decadencia de la especie

271
(Monteiro, 1922: 324-325). Esa asociación entre decrepitud, vejez y
homosexualidad es aprovechada por el autor para citar las asociaciones
que diferentes autores habían establecido entre estados de senilidad y
homoerotismo, entre ellos el insigne portugués Júlio de Matos quien
declara que en la demencia senil se da un erotismo sexual exagerado
que conduce con frecuencia a toda suerte de abusos entre los que se
incluye la homosexualidad y la pederastia (Matos, 1911: 34). Además
de la cita a su maestro, dedica bastante extensión a los estudios de
Krafft-Ebing y Tarnowski, tanto en lo que se ocupan de las relaciones
con la ancianidad patógena como a los episodios epileptoides de
homosexualidad que provocan pederastia de forma compulsiva e
inconsciente.

Analiza críticamente el marco europeo de la psiquiatría al


examinar los planteamientos de Kraepelin. La homosexualidad para
Kraepelin sería una aberración sexual y por lo tanto estaría dentro de
los estados psicopáticos originarios. La idea de que la masturbación en
solitario tuviera efectos desencadenantes de las aberraciones sexuales,
concepción que enlaza con ciertas teorías de Krafft-Ebing, le parece
inadecuada. El Tratado de Psiquiatría180 kraepeliniano del que cita
varios pasajes, considera que la homosexualidad sería siempre
originaria, hereditaria, que tendría numerosas señales somáticas y que
afectaría al psiquismo provocando irritabilidad, poca constancia en el
trabajo psíquico y tendencia a lo fantástico. La crítica de Monteiro es
contundente. Por lo que se refiere a la falta de constancia en el trabajo
mental de los que llama partidários da aversa-Vénus cree que en el
apartado histórico y cultural ha dado suficientes pruebas documentales

180 Contó con ocho ediciones desde 1883 a 1915

272
de que es insostenible. Muchos homosexuales han dado señales de una
gran fecundidad literaria, artística u filosófica. Por lo que se refiere a la
fantasía no cree que sea una señal de debilidad mental, y todavía así,
existe con tanta frecuencia en heterosexuales que no podría ser un
síntoma serio de la anomalía homosexual. Para Monteiro, Kraepelin es
un psiquiatra notable pero en este asunto se fundamenta en
«afirmações ou postulados, carecendo de elementos explicativos e
suasórios» (Monteiro, 1922: 337). Muy especialmente le reprochará la
inconsistencia de sus posiciones en relación con el carácter adquirido o
no de la anomalía.

Las patologías concomitantes no son para Monteiro una


herramienta adecuada de análisis en relación al problema considerado
y además se muestra especialmente contundente en su crítica a los que
intentan establecer esas relaciones a los que acusa de simplistas:
A degenerescência, as neuroses e psicoses, a
excitabilidade nervosa, a hereditariedade patológica, não
servem de interpretação ao problema da
homossexualidade, pois todos estes factores, a
degenerescência, a neuropatia, a loucura, et., não
determinam forçosamente e, na maioria dos casos,
coincidem até mesmo com manifestações exuberantes do
instinto genésico normal.

A associação, ou antes a coexistência de dos fenómenos


ou caracteres não implica lógicamente a conclusão de que
um dèles seja a causa do outro. Só um critério simplicista
e superficial o poderá desprevenidamente admitir
(Monteiro, 1922: 345).181
181 Traducción: La degeneración, las neurosis y psicosis, la excitabilidad nerviosa,
la herencia patológica, no sirven de interpretación para el problema de la
homosexualidad, pues todos estos factores, la degeneración, la neuropatía, la
locura, etc., no determinan forzosamente y, en la mayoría de los casos, coinciden
incluso con manifestaciones exuberantes del instinto genésico normal./ La
asociación, o bien la coexistencia de dos fenómenos o caracteres no implica, por
supuesto, la conclusión de que uno de ellos sea la causa del otro. Solo un criterio
simplista y superficial lo podrá, desprevenidamente, admitir.

273
Quizá dejando aparte la monomania de transformação sexual,
interpretable como una psicosis que se desarrolla a partir de un
impulso innato, el resto de problemas mentales severos (neurosis y
psicosis) no pueden constituir para Monteiro la etiología del erotismo
homosexual. En todo caso lo que hacen es favorecer o potenciar
tendencias que estuvieran ya latentes en los enfermos y que estaban
inhibidas por efecto de la razón lúcida o el sentido moral íntegro. Ello
explicaría que estas tendencias no se encuentren más que en una
proporción parecida a la que se encontrara en los sanos. Solo se hallará
en los predispuestos de forma que en la explicación etiológica la
patología mental actuaría como precipitante, el producir la ausencia de
inhibición (falta de razón o de moral) de algo que existía como
propensión o causa predisponente.

d) Teorías sobre la homosexualidad

Monteiro sintetiza y comenta las principales teorías sobre el


origen de la homosexualidad. En su exposición parte de la explicación
platónica en «los moldes poéticos de la mitología» a la que afea dejar
sin explicar la variedad de la bisexualidad. La lectura de una edición
del Prometheus de Ulrichs (1898) le conduce a su crítica despiadada.
Para Monteiro es una fabulación que juega con la idea de
metempsicosis para acabar como un «devaneo teleológico e
interpretativo» que no tiene nada de científico (Monteiro, 1922: 352).
Antes de adentrarse en las teorías científicas hace algunas
consideraciones sobre algunas concepciones filosóficas acerca del el
homoerotismo. Así Schopenhauer entiende este desvío como
mecanismo de conservación y perfeccionamiento de la especie y

274
«nesta ordem de ideas, chega quási a compor o elogio da própria
inversão sexual». (Monteiro, 1922: 354) Esta doctrina también se
vislumbra en Chamfort.

Por su parte Hartman, en su Filosofía del Insconsciente perfila


estas teorías en las que parece que priman los intereses de la especie en
una suerte de teoría evolutiva del amor como expusiera también
Roux182 en su psicología del instinto sexual . En general para Monteiro
estas teorías "filosóficas" están revestidas de fantasía y locuacidad, son
deudoras de un idealismo exagerado. Por otra parte, si Schopenhauer
tuviera razón, entonces todas las degeneraciones y enfermedades
serían una previsión organizada por la naturaleza en beneficio del
género humano, y la teoría de Roux se desvanecería ante
circunstancias como la bisexualidad, la homosexualidad transitoria y el
hecho de que muchos homosexuales tienen hijos (Monteiro,
1922:355).

Otras teorías inciden en la adquisición de la homosexualidad


(Kraepelin, Feré, Schrenck-Notzing). Para estos autores no se trata de
una condición ni congénita ni hereditaria sino de una «tendência
adquirida no cursa da vida, mercê de influências externas, atribuindo,
em particular, à abstinência de relações normais, assim como à
sedução papel preponderante» (Monteiro, 1922: 357). El corolario
jurídico-terapéutico que se extraería consiste en el deber de castigar a
los homosexuales, y la curabilidad de todos ellos. Sin embargo,
Monteiro no cree que esto sea coherente con las observaciones. Así
argumenta que toda la severidad de los castigos inquisitoriales no era

182 Roux (1889: 5-59 n. 84).

275
suficiente para corregirlos.

Ciertos tipos de lo que ha denominado pseudo-homosexualidad


sí podrían caer bajo una explicación de conducta aprendida o
adquirida, pero el homosexual puro, especialmente si se ha mantenido
abstinente de toda relación sexual por diferentes motivos, ¿cómo
podría adquirir dicha condición? Aquí Monteiro se deja llevar por su
propia teoría al minusvalorar la importancia de los actos sexuales dado
que en su conceptualización de la homosexualidad pesa mucho más la
esfera física y emocional.

Sin embargo la importancia de los actos aislados es palpable en


los casos en que hablaba de los episodios que despertaban la
condición homosexual. La importancia del acto sería como factor
precipitante que actualizaba una potencialidad latente, de una
homosexualidad no totalmente adquirida porque ya estaba presente en
tanto que homosexualidad virtual.

En el análisis del degeneracionismo, Monteiro parte del éxito


que esta teoría tuvo en ámbitos científicos tanto formales como
informales, literarios y periodísticos. Constataba que era una teoría
muy prometedora, pues bajo un vocabulario neo-científico pretendía
resolver todos los misterios. Monteiro hace una dura crítica que no se
dirige tanto a los autores clásicos de la teoría de la degeneración como
al uso que otros habían hecho de ella al intentar explicar mediante
dicha hipótesis todo lo que no encontraba explicación rápida.

Como era de esperar la teoría de la degeneración resultará

276
estéril al vérselas con homosexuales sin estigmas concomitantes ni
síntomas degenerativos en el árbol familiar y con unas manifestaciones
en su vida psíquica totalmente normales. Lombroso consideró que la
anomalía del instinto sexual era un estigma por considerar
conjuntamente con los demás que se portaran, Morel por su parte,
estimaba que era una señal de degeneración. Así opinaban también
Tardieu, Charcot y Magnan. Para estos autores «A inversão era um
fenómeno psicopático de degeneresència e todo o portador da
anomalia un doente » (Monteiro, 1922: 360). Pero la teoría dejaba sin
explicación la anomalía sexual de los que no presentaran otros
estigmas y por lo demás tuvieran una genealogía normal y una vida
psíquica ajustada. Asimismo la proliferación de las conductas
homosexuales en situaciones forzosas de aglomeraciones o
hacinamiento, algo sobradamente documentado, arrastraría a la
conclusión inaceptable de que todos los involucrados en ellas serían
degenerados. También lo serían los bisexuales y los pseudo-
homosexuales y el círculo se ampliaría sin límite al tener que
considerar degenerados neuropsicopáticos a todos los animales que
muestran conductas de tipo homosexual.

Vinculadas con estas teorías estaban las que consideraban el


uranismo como un retardo en el desarrollo, explicación de corte
biológico que contrastaba con la ofrecida por autores como Binet, para
el que la inversión sexual, como otras explicaciones, tenía un origen
de linaje conductista, a saber, por la determinación de una asociación
en el aprendizaje sexual de suerte que la primera excitación tenía
lugar con un persona del mismo sexo.

277
Por lo que se refiere a la punibilidad, se perfila una distinción
que ha tenido cierta fortuna posteriormente. Se trata de la diferencia
entre el vicio, que depende de la voluntad del agente, y cierta
condición innata que ha subvertido el instinto. Así para Ball (1893; cit.
apud Monteiro, 1922: 363) la pederastia sería punible y condenable,
mientras que la inversión sexual por sí misma es un impulso instintivo.
Pederastas e invertidos serían los grupos tercero y cuarto de posibles
anómalos sexuales, encabezados por los sanguinarios y los necrófilos.

La teoría de Mantegazza, expuesta en El amor de los hombres


(Monteiro, 1922: 365) resulta de especial interés por el doble uso que
hace del término "sodomía". Para este autor existe una sodomía
psíquica y otra física. La segunda incluye rasgos de la
«homosexualidad» contemporánea y la posibilidad de ser llevada con
cierta dignidad en su versión platónica. La primera es para Monteiro
una fantasía anatómica, que a nosotros nos trae a la mente la teoría de
Avicena expuesta antes: una anomalía anatómica habría implicado
ramificaciones voluptuosas al recto, a partir de ahí se explicarían las
necesidades de sexuales de ciertos sujetos, que además suelen pedir
caricias y presiones táctiles en la zona a las mujeres cuando mantienen
relaciones con ellas.

Hay una cuestión que preocupa de forma insistente a Monteiro:


las explicaciones de tipo biológico o psicológico que postulan la
bisexualidad universal o cierta potencialidad homosexual
omnipresente y que con ello amparen, legitimen o normalicen lo que
no es para él legitimable ni normalizable. De estas teorías analiza en
primer lugar la expuesta por O. Weiniger en Sexo y Carácter para el

278
que
todo o homem possui em si próprio, independentemente
de componentes viris, componentes femininos, sucedendo
o mesmo quanto as mulheres, que a uma parcela, no geral
mais acentuada de elementos ou atributos feminis,
associam um grau variável de qualidades másculas
(Monteiro, 1922: 368).183

Esta teoría quedaría esquematizada de la siguiente forma,


siendo U los caracteres masculinos y D los femeninos, tendríamos para
dos individuos, A y B, varón y mujer, que A presentaría una
configuración dada por α U y α' D y B la dada por β D y β' U,
variando los coeficientes dentro se los rangos dados por los intervalos
siguientes

0<α<1 0 < α' < 1 0<β<1 0 < β' <


1,

de manera que otorgando valores a α, α', β y β' se obtendrían


numéricamente todas las variaciones individuales desde el punto de
vista sexual. Para Weiniger además no existe la inversión pura ni existe
la heterosexualidad pura, a no ser como ideales teóricos, y todos serían
en principio bisexuales. La homosexualidad no sería entonces ni un
retardo ni una anomalía sino un caso especial de las leyes de la
naturaleza. Monteiro considera que si bien la teoría explica muchos
casos, queda sin resolver el caso de los individuos puros, que para él
indudablemente existen. Se trata de una deficiencia insalvable de la
teoría, por no hablar ya de las consecuencias morales y subversivas de

183 Traducción: todo el hombre tiene en sí mismo, independientemente de sus


componentes viriles, componentes femeninos, ocurriendo lo mismo en cuanto a
las mujeres, que a una parte, generalmente más acentuada de elementos o
atributos femeninos, asocian un grado variable de cualidades masculinas.

279
la misma (Monteiro, 1922: 369-370). Para que esta teoría de los grados
intermedios pudiera ser aclarada sería necesario fijar el número exacto
de homosexuales y bisexuales en su variada gama.

La crítica de Monteiro, que extenderá a los que proponen el


concepto de la bisexualidad constitutiva por vía psíquica (el
psicoanálisis), se concentra en los siguientes puntos:
Aunque se haga una interpretación amplia y laxa de la categoría de
bisexualidad, lo que incluye la categoría de pseudo-homosexualidad de
Iwan Bloch, se constata que muchos de los casos allí referidos
corresponden con individuos profundamente heterosexuales y que
además constituyen la mayoría. Normalmente la homosexualidad
episódica puede sobrevenir en establecimientos de concentración
forzosa de personas del mismo sexo es muy importante.
levado a crer que os homo-sexuais constituem um número
menor que os hetero-sexuais puros, porque as leis da
evolução dos seres, da sua propagação e gradual
aperfeiçoamento ao longo da escala zoológica, como a
diferenciação de funções - impõem e dão predomínio ao
amor hetero-sexual, ainda a moral e a legislação dos
vários povos, censurando, reprimindo, condenando, com
maior ou menor severidade, vem, no geral, trazer a esta
conclusão, pois essas sanções resumem, em regra, o
consenso da maioria dos que as acatam - abstraio os casos
em que uma minoria audaciosa ou estulta domina ou
prevalece sòbre o corpo inerte do um povo em
decomposição - e seria inadmissível, sendo maior a
percentagem dos bi-sexuais, que estes elaborassem
medidas e tolerassem, até mesmo, as cruezas e
barbaridades que os iam atingir.
E, portanto, utopia considerar o indíviduo hetero-sexual
puro, como anomalia comparável ao homo-sexual
genuíno, revelando-se errónea em face dos factos essa
interpretação que vai agravar, sem vantagem, a moral e o
consenso genéricos da humanidade (Monteiro,
1922:372).184
184 Traducción: llevado a creer que los homosexuales constituyen un [sigue en]281

280
La homosexualidad tiene en su contra que la propia naturaleza
impone la heterosexualidad, pero por si fuera poco las legislaciones de
los pueblos también. Estas legislaciones resumen el convenio de la
mayoría, salvo excepciones poco probables. Ese consenso expresa la
moral y el consenso de la humanidad. La homosexualidad o la
bisexualidad no tienen ventaja alguna y sin embargo son elementos
corruptores.

Como muestra de los efectos moralmente devastadores de la


teoría de los grados, Monteiro critica severamente la interpretación de
Weiniger en la que la amistad nunca está desprovista de elementos
sensuales, en mayor o menor medida. Esto le parece una barbaridad
ofensiva que enturbia la pureza de la amistad por afinidad mental o
moral.
Estos argumentos contra la bisexualidad constitutiva valen
también contra Freud y sus seguidores. A esos argumentos añade que
si las neuropatías fueran como una válvula de escape, entonces no
serían compatibles con las aberraciones sexuales, y sin embargo se
presentan de forma concomitante.

[viene de]280 número menor que los heterosexuales, porque las leyes de la
evolución de los seres, de su propagación y gradual perfeccionamiento a lo largo
de la escala zoológica, como la diferenciación de funciones – imponen y dan
predominio al amor heteo-sexual, incluso la moral y la legislación de los varios
pueblos, censurando, reprimiendo, condenando, con mayor o menor severidad,
trae de forma general, esta conclusión, ya que esas sanciones resumen, regla
general, el consenso de la mayoría de los que las acatan – abstraigo los casos en
los cuales una minoría osada o necia domina o prevalece sobre el cuerpo inerte
de un pueblo en descomposición – y sería inadmisible, siendo mayor el
porcentaje de los bisexuales, que esto elaboraran medidas y toleraran, incluso,
las crueldades y barbaridades que les iban a atingir./ Es, por lo tanto, utopía
considerar el individuo heterosexual puro, como anomalía comparable al
homosexual genuino,revelándose errónea delante de los hechos esa
interpretación va a agravar, sin ventaja, la moral y el consenso genéricos de la
humanidad.

281
e) La apuesta de Monteiro: La teoría de la anomalía

Monteiro ha citado frecuentemente, sin que ello excluya la


crítica, las teorías de Iwan Bloch185 y de Magnus Hirschfeld. Ambos
autores rechazan el degeneracionismo e inciden en la normalidad
psíquica o salubridad de un gran número de homosexuales. Conoce
asimismo la obra de Ulrichs, Krafft-Ebing, Havelock Ellis y Albert
Moll y otros autores clásicos en los estudios históricos de la sexología.
Es capaz de asimilar las terminologías y tipologías de estos autores,
así como de explotar los casos empíricos expuestos, pero en el
momento en que la teoría sea proclive a la más mínima justificación
moral, Monteiro despliega toda su crítica. Antes de hacer una
propuesta propia, en la que va a tener importancia toda la revisión
previa, hace unas consideraciones de carácter metateórico. La
concurrencia de nuevos casos para cualquier teoría es un reto. Si no se
pueden subsumir por analogía en los casos conocido habrá que
replantearla o cambiarla. Se asume el carácter contingente de las
mismas. La teoría es
um modo esquemático de o nosso espírito interpretar, sob
forma abreviada, um aglomerado de factos ou fenómenos,
contendo, porêm, de manera mnemónica tôdas as
conseqùências ou ilações resultantes da observação
dêstes, e devendo ser aplicável a qualquer dêles em
separado (Monteiro, 1922: 382).186

Las explicaciones de causas últimas y esencias se nos escapan,


corresponden a la metafísica y la filosofía. Anunciado este alegato
185 Para ampliar sobre este autor, citado reiteradamente por Monteiro, véase Llorca
(1996).
186 Traducción: un modo esquemático de que nuestro espirito interprete, bajo forma
abreviada, un aglomerado de hechos o fenómenos, conteniendo, sin embargo, de
forma mnemónica, todas las consecuencias o ilaciones resultantes de la
observación de estos, y debiendo ser aplicable a cualquiera de ellos por
separado.

282
positivista y que avanza cierta pre-metodología falsacionista,
(Monteiro (1922: 383) se decanta por una explicación que llamaremos
teoría ovogénica de la anomalía.

El individuo humano es una organización compleja cuyas


virtualidades o manifestaciones, esto es, tanto lo potencial como lo
actual, se encuentran en las células con que se contribuyó a la
fecundación. Para ello propone partir teóricamente de una pareja tipo
ideal que tuviera una perfecta diferenciación de sus cualidades
somáticas y psíquicas. Esta interpretación se antojará al lector
rápidamente materialista, y por ello Monteiro se apresura a hacer una
prevención:
eo amor normal [...] não é uma propriedade física,
consoante pretendem os idolatras da matéria inerte, mas
sim um sistema complexo de emoções físicas e psíquicas,
de atracção, impressionabilidade e receptividade especial,
em face do sexo oposto, podendo assumir apenas a feição
idealista, sem implicar actos de sensualidade (Monteiro,
1922: 385).187

Sean a, b y c los caracteres masculinos, y a', b' y c' los


femeninos en gradiente descendiente de dominancia sin que sea
posible establecer unidades precisas. Las distinciones serían infinitas y
se escaparían a la labor de científico positivo. Tenemos que a y a'
serían respectivamente el amor viril y el femenino orientados
respectivamente a la mujer y al hombre de forma máxima. Sean b y b'
grupos de características físicas, masculinas y femeninas y c y c'
grupos de características psíquicas.
187 Traducción: y el amor normal […] no es una propiedad física, como pretenden
los idólatras de la materia inerte, pero sí un sistema complejo de emociones
físicas y psíquicas, de atracción, impresionabilidad y receptividad especial, de
cara al sexo opuesto, pudiendo asumir solamente el aspecto idealista, sin
conllevar actos de sensualidad.

283
Fig. 2 (Monteiro, 1926: 384)
Del cruzamiento de los tipos a y a' resulta un número definido
que tienen esos tipos ideales por extremos, así

x = n a + a' (1 ─ n); 0 ≤ n ≤ 1
Es trivial apreciar que cuando n toma valor 0, x es igual a a, sin
ninguna participación a', y cuando n toma el valor máximo, 1, x es
igual a a' sin ninguna participación de a. Dado que los grupos de
características a (y a') marcaban la orientación del deseo, los diferentes
valores de x representarían la amplia gama de tendencias eróticas,
desde la mera heterosexualidad, hasta las diferentes bisexualidades y la
homosexualidades. Con ello queda cubierta esa variación que
Monteiro consideraba no bien explicada por otras teorías.
Para explicar la presencia o no de masculinización y
feminización tanto somática como física habría que aplicar el mismo
algoritmo para las correspondientes características b (y b') y c (y c').

284
y = n' b + b' (1 ─ n'); 0 ≤ n' ≤ 1
z = n'' c + c' (1 ─ n''); 0 ≤ n'' ≤ 1

El individuo, I, vendría entonces caracterizado por:

I=x+y+z=
= n a + a' (1 ─ n) + n' b + b' (1 ─ n')+ n'' c + c' (1 ─ n'')

La interpretación de los individuos como esa suma de caracteres de


diferente naturaleza que vengan conformados por asociaciones viables
(adaptadas, pues en otro casi desaparecerían incluso antes de nacer),
nos sugiere:
como a conformação física, a mentalidade e os pendores
erótico se podem revelar associados em tôda a sua
diversidade de variantes, mantendo, por assim dizer, uma
certa independência entres si, de modo a um dêles, seja
determinado aspecto físico, não implicar necessáriamente
certa modalidade psíquica ou propensão erótica, pois, pele
facto de um homem ser efeminado, não é admissível
concluir que seja homo-sexual, assim como o exterior
acentuadamente másculo não exclui noutros as tendências
uranistas (Monteiro, 1922: 386).188

Una apreciación que queremos hacer es que los caracteres


masculinos y femeninos están en dependencia al estar acompañados de
un factor covariable. Si varía la n variará necesariamente el valor de 1

188 Traducción: Tal como la conformación física, la mentalidad y las tendencias


eróticas se pueden revelar asociadas en toda su diversidad de variantes,
manteniendo, por decirlo de alguna manera, una cierta independencia entre sí, de
forma que a uno de ellos, sea determinado aspecto físico, no conlleve
necesariamente cierta modalidad psíquica o propensión erótica, ya que por el
hecho de que un hombre sea afeminado, no es admisible concluir que es
homosexual, así como el exterior fuertemente masculino no excluye en otros las
tendencias uranistas.

285
─ n, y así para n´ y n ´´. De este modo a, b y c son cualitativamente
diferentes de a´, b´y c´ pero su influencia en el sujeto es
codependiente, de suerte que la influencia de lo femenino podrá
expresarse en función de la variable masculina (y viceversa).

La determinación genética será clara en algunos casos, pero


también en muchas ocasiones las tendencias y características de los
individuos serán el resultado de un proceso que Monteiro considera en
gran parte un misterio, a saber,
na evolução do óvulo fecundado, numa distribução
divergente dos variados caracteres, mercê de
circunstâncias ou condições tão esquivas a nosso juízo,
como aquelas que o orientam no sentido favorável à
procriação (Monteiro, 1922: 387).189

La herencia y los procesos de la vida combinan la tendencia a


perpetuar lo ancestral y a provocar también disociación y variedad. El
mantenimiento de ciertos tipos generales vendría por una selección
previa a la propia vida fetal. Eso explica por qué las anomalías físicas
(afeminamiento físico, viragos, hermafroditas) son menos frecuentes,
mientras que la vida psíquica, más compleja, nos ofrecerá más
variación y anomalías en los sujetos al tener menor impacto en su
adaptabilidad a la vida intrauterina. La cantidad de sujetos muy
masculinos somática y mentalmente que muestran tendencias
aberrantes es mucho mayor que lo que comúnmente se cree.

¿Por qué los heterosexuales puros son mayoría? Porque lo


heterosexual es el equilibrio, la sinergia, la coordinación funcional y
189 Traducción: en la evolución del óvulo fecundado, en una distribución divergente
de los variados caracteres, merced a circunstancias o condiciones tan esquivas a
nuestro juicio, como aquellas que lo orientan en un sentido favorable a la
procreación.

286
estructural. Además, la influencia de los padres, y la socialización
ejercen una presión de forma que se reconcilia el ser humano con la
naturaleza:
porquanto se a vida espiritual dos pais deve exercer
influência nos filhos e descendentes, as impressões
constantes, os interêsses sociais, as múltiplas sugestões
intelectuais, estéticas, morais e religiosas, são no sentido
de imprimir a cada indivíduo a tendência erótica mais
conforme ao se sexo orgânico, conciliando-se, dêste
modo, a mente do homem com a natureza, vindo a
favorecer a lei da reprodução mais de acôrdo com ela, e
assim ainda a diferenciação de funções, já intensamente
gravadas nos sucessivos lanços da escala animal.
A hetero-sexualidade é a lei na natureza, a origem da
vida, o fenómeno harmónico com esta, e por isso o mais
avultado é o número de seres que a perfilham e lhe
obedecem. A homo-sexualidade é a excepção, variante
inútil, senão prejudicial à conservação da espécie, com
que entra em conflito e oposição (Monteiro, 1922: 389). 190

El amor normal, esto es, heterosexual, además se encuentra


favorecido para su desarrollo en todo sitio y lugar. Los bisexuales y
homosexuales se enfrentan a tantos obstáculos contra los que ellos
mismos rechazan. protestan. Si una teoría expuesta pudiera sugerir la
más mínima consideración de normalidad para la bisexualidad (no
digamos ya la homosexualidad), Monteiro considera que ello sería
científicamente ilógico y moralmente inaceptable. En la mente humana

190 Traducción: Ya que la vida espiritual de los padres debe de ejercer influencia en
los hijos y descendentes, las impresiones constantes, los intereses sociales, las
múltiples sugerencias intelectuales, estéticas, morales y religiosas son [se
dirigen] en el sentido de imprimir en cada individuo la tendencia erótica más
acorde a su sexo orgánico, conciliándose de esta forma, la mente del hombre con
la naturaleza, favoreciendo la ley de la reproducción más acorde con ella, y
asimismo además la herencia de funciones, ya intensamente imprimidas en los
sucesivos escalones de la escala animal./La heterosexualidad es la ley en la
naturaleza, el origen de la vida, el fenómeno armonioso con esta, y por eso lo
más abultado es el número de seres que la perfilan y la obedecen. La
homosexualidad es la excepción, variante inútil, si no prejudicial a la
conservación de la especie, con lo que entra en conflicto y oposición.

287
se pode descobrir um senso ético, nos castigos, indo até à
pena eliminatória daqueles que infringem as leis e
interêsses da agremiação ─ a moralidade é um factor
social e de largo alcance evolutivo, cuja ausência os
psiquiatras tão justamente assinalam como manifestação
de loucura (a loucura moral) e que de modo algum para o
homem de sciência poder ter valor desprezível ou
secundário (Monteiro, 1922: 390).191

La teoría aplica la genética mendeliana y podría entenderse


como una antropología. El venerable problema de la tabula rasa
quedaría explicado por una explicación hereditaria no simplificada que
cubriría todas las posibilidades y dejaría abierta la intervención
cultural-moral en forma de mecanismos correctivos cuasi-
eugenésicos192 donde se implican los propios procesos naturales con
los culturales como la socialización y la presión moral y legal. La
explicación en términos de cierto innatismo, no determinante, se funde
con una concepción que racionaliza hegelianamente193 la realidad
sociopolítica circundante de suerte que reconcilia la naturaleza y la
humanidad.
El corolario es que la homosexualidad es «uma tendência
congénita, explicável como fenómeno de variação biológica; 2º ─

191 Traducción: Se puede descubrir un sentido ético, en los castigos, yendo hasta la
pena eliminatoria de aquellos que infringen las leyes e intereses del grupo – la
moralidad es un factor social y de largo alcance evolutivo, cuya ausencia los
psiquiatras tan injustamente señalan como manifestación de locura (la locura
moral) y que de modo alguno para el hombre de la ciencia puede tener valor
despreciable o secundario.
192 Utilizamos la expresión cuasi-eugenésicos porque Monteiro no propone una
eugenesia pura, pero de alguna forma el espíritu de los pueblos es el que termina
de moldear las conductas y es considerado como un factor social de algo alcance
evolutivo. No habla de un programa eugenésico ni de selección deliberada de
forma previa. Sobre la eugenesia, remitimos a Cleminson (2014).

193 Nos referimos a la caracterización que hace Hegel de lo real como racional y lo
racional como real, dando además al Estado burgué contemporáneo al grado de
máximo desarrollo en el progreso.

288
constituir essencialmente uma anomalia e não uma doençã» (Monteiro,
1922: 392 ). Así, de forma solidaria con Iwan Bloch y Bleuler apuesta
por una "simplicidad" explicativa en términos de fenómenos
biológicos, que apuntala con una teoría de corte cultural-espiritual que
deje a salvo la moral tradicional.

Monteiro se previene de lo primero que podría venirse a la


mente del lector: la distinción entre anomalía y enfermedad. Si bien la
mayoría de los médicos asocian las anomalías con la idea de morbidez
o degeneración, considera que establecer una equivalencia entre las
dos nociones es flexibilizar demasiado las cosas. Llamar enfermedad a
cualquier variación, paradoja o fenómeno poco habitual es pereza
intelectual. La confusión puede derivar de que hay enfermedades e
intoxicaciones que determinan variaciones y anomalías.194 La
distinción es fecunda y metodológicamente recomendable porque evita
llamar enfermedad a entidades no explicadas, permite ser consistente
con los resultados de otras ramas del saber, y reduce la inflación de los
tipos patológicos dado que las anomalías se pueden atenuar o corregir
muy raramente (Monteiro, 1922: 404). La homosexualidad en concreto
es una anomalía y no enfermedad ni degeneración porque puede
aparecer tanto en el hombre de talento como en el mediocre o en el
imbécil. Los estigmas de la degeneración formaban síndromes, no
tenían un significado aislado y ese paradigma, aunque no lo asuma
totalmente, lo conoce bien Monteiro.

194 Sobre la distinción entre anomalía y enfermedad, véase Canguillem (1971: 91-
112)

289
f) Propuestas de intervención

Al ser la homosexualidad una anomalía, el término curación


resulta poco apropiado pero Monteiro cree que en ocasiones puede
corregirse por mor de la plasticidad de la vida psíquica mediante la
voluntad, el control y la educación. Pone el ejemplo clásico de la
supercompensación195 de Demóstenes.

El esfuerzo del espíritu con la fuerza de voluntad será capaz de


controlar las tendencias aberrantes y la psicoterapia puede ser un
coadyuvante, pero nunca superior a la autosugestión y la constancia
frutos de la propia decisión. La victoria en esa batalla podrá ser
auxiliada con la higiene moral y física que deben procurar los médicos
pero es el individuo el que ha de vencer «mercê de sus próprios
recursos de inteligência e vontade» (Monteiro, 1922: 438). El médico
deberá estar atento al equilibrio de la salud física y mental en general
que puede haberse visto alterado por la disonancia entre el medio y el
individuo. En este sentido cada individuo, su propio psiquismo y sus
recursos emocionales serán determinantes:
Na clínica particular, a não ser excepcionalmente, tratar-
se há quási sempre de pessoas possuindo certo grau de
cultura, que lhe veem confiar suas intimidades, na
perspectiva de aliviarem o sofrimento e sinceramente
renuncarem a um impulso que reconhecem em
desarmonia com a su natureza, ou constituìção, e com o
meio (Monteiro, 1922: 439).196

195 El término supercompensación es nuestro. No lo maneja el autor.


196 Traducción: En la clínica particular, a no ser de forma excepcional, se trata casi
siempre de personas que tienen un cierto grado de cultura, que vienen a confiar
sus intimidades, en la perspectiva de aliviar el sufrimiento y renunciar
sinceramente a un impulso que reconocen en desarmonía [falta de armonía] con
su naturaleza o constitución, y con el medio.

290
Los cuestionarios popularizados por Hirschfeld y que el propio
Monteiro ha incluido en su obra serán de gran utilidad al clínico y
supondrán para el paciente un examen de conciencia que obre a favor
de la motivación. La actitud del médico debe ser benévola y debe
poner todo su empeño en el auxilio de estos individuos.

Según Monteiro, los terapeutas no deben confundir congénito


con irresponsable. La irresponsabilidad del individuo deriva de su
propensión innata, pero no es reivindicable ante la familia y la
sociedad. La ley moral debe imponerse porque el individuo y la
comunidad tienen deberes recíprocos. El grado de responsabilidad
atribuible variará según las disposiciones individuales y en algunos
casos las deficiencias pueden ser tales que el asunto debe quedar en
manos del poder judicial y la psiquiatría.

Para Monteiro nada más osado que la actitud de los militantes


del uranismo, que llegaban a promover las uniones homosexuales. De
su derecho a la vida pasaron al ataque a la moral social y eso era
inaceptable. Son apóstoles sectarios para los que la moral y la justicia
solo tienen el límite de su desvarío. Hay que prevenir de esas
distorsiones a los homosexuales que estén en el trance de su
corrección. Hay que promover valores activos y alejarse del
escepticismo que normalmente solo conduce a ocultar la dificultad
para producir nada valioso. Esos valores constituyen una moral que es
« absolutamente necessária. Só ela permite dar unidade, continuìdade e
harmonia à la vida» (Monteiro, 1922: 442).

291
Las técnicas de psicoterapia deberán encaminarse a la
educación de la voluntad. Monteiro cree que otros medios no serán
eficaces si no se consigue que el individuo adquiera un control de sí
mismo. La autosugestión le parece más decisiva que la hipnosis dado
que el individuo conserva plena conciencia de la influencia ejercida
por él mismo. Entre las diferentes sesiones son esperables las recaídas.
El individuo en esos momentos de peligro debe tener las herramientas
para enfrentarse al problema sin la presencia del médico. Este, por su
parte, debe aprovechar las capacidades del homosexual para hacerle
encarar sus obsesiones y malestar. Si es poeta puede invitarle a
reconducir sus sentimientos hacia mujeres hipotéticas, si es religioso,
el terapeuta debe aprovechar esa dimensión a favor de la corrección.

De acuerdo con L' Omo Genio de Lombroso (Monteiro, 1922:


443), las personas geniales estaría exentas de la procreación por lo
mucho que ya aportan a la humanidad. Para Monteiro esto debería ser
de aplicación en sentido inverso a los homosexuales, máxime cuando
no le parece adecuado el casamiento dado que generará angustias y
además podría tener malas consecuencias hereditarias:
assim tambêm justo e lógico era que os uranistas, não
contribuindo para a sociedade com a prole ─ e para
desejar seria no tocante aos bi-sexuais tambêm a não
pudessem ter ─ concorressem com mais ampla
contibuição individual para esta, do que os hetero-sexuais
prolíficos (Monteiro, 1922: 443-444).197

Más allá de las esperanzas correctivas, el carácter perjudicial


que la homosexualidad tiene para el medio, la familia y el progreso de

197 Traducción: Asimismo sería justo y lógico que los uranistas, no contribuyendo
para la sociedad con descendencia – y deseable sería que en cuanto a los
bisexuales no la pudieran tener – concurriesen con más amplia contribución
individual para esta [la sociedad] que los heterosexuales prolíficos.

292
los pueblos requiere la profilaxis y el control por parte de las instancias
médicas y administrativas (Monteiro, 1922: 446). En la medida en que
sean aprovechables, no deben desdeñarse las cualidades de los
homosexuales. La eliminación sistemática como la que ejerció el
Santo Oficio posiblemente trajo más perjuicios, por cuanto muchos
homosexuales habrían contribuido notoriamente al desarrollo de la
humanidad. Monteiro es benévolo con la teología tradicional pero no
con las aplicaciones inquisitoriales, aunque su tono de condena no es
demasiado contundente. Por otra parte indica que los genios
homosexuales tampoco son abundantes y casos como los de Dante,
Leonardo o Muret son excepcionales. En general las leyes no deben
ser crueles ni sanguinarias porque causan más estragos que beneficio a
las sociedades a las que se aplican.

Dada la contagiosidad moral es necesario extremar la


vigilancia en todas las instituciones en que por su naturaleza puedan
darse episodios de homosexualidad, siquiera fortuita. En particular, si
se localiza un individuo contaminante en alguna institución educativa
debe ser expulsado y quedar bajo la atenta mirada familiar y del
médico. Los reglamentos de régimen interior de los centros deberían
contemplar estos extremos y dificultar en la medida de lo posible la
intimidad entre los internos, mientras que debe darse cierta libertad
que facilite en el futuro las relaciones heterosexuales.

Los castigos corporales deben evitarse y el motivo radica en


que «incidindo em zonas erogéneas, poderem determinar una excitação
sexual associada a estímulo perverso» (Monteiro, 1922: 447). Aquí
nuestro autor enlaza con una tradición de relación entre ciertos azotes

293
y la excitación sexual que fue usada, en tiempos como terapia, y que
ahora propone evitar, por temor a desencadenar la excitación. Deben
favorecerse la higiene mental y física, los ejercicios y eliminarse la
ociosidad peligrosa. Si no se tienen estas medidas en cuenta, la vida de
internado puede ser negativa tanto para uno como para el otro sexo. La
detección precoz de la anomalía es fundamental para que la devolución
a la familia pueda corregirla de forma más efectiva y para obstaculizar
la propagación. En caso de que la acción médica y familiar resulte
ineficaz, habrá que valorar el uso de educación especial, y de colonias
agrícolas o profesionales que estén más cualificadas para controlar
estos casos (Monteiro, 1922: 447-448).

Es importante también la selección del personal docente y la


fiscalización de sus tareas educativas. Aquí Monteiro hace una curiosa
sugerencia:
A professores com tendências homo-sexuais puras devia
tão sómente ser permitida a sua missão em colégios de
meninas, e quanto às partidárias de Safo, não haveria
inconveniente, verificada a sua indeclinável proficiência,
no exercício se seu mister em colégios de rapazes
(Monteiro, 1922: 44).198

En efecto Monteiro quiere aprovechar las posibilidades


docentes de los homosexuales capacitados, y en particular las que
ofrecen las profesoras partidárias de Safo. La sugerencia es curiosa
porque en otros ámbitos directamente se habría excluido de la
docencia a los homosexuales y lesbianas.

198 Traducción: A los profesores con tendencias homosexuales puras se les debería
permitir solamente ejercer en colegios de niñas, mientas que a las partidarias de
Safo, no habría inconveniente, verificada su indeclinable competencia, el
ejercicio de su labor en colegios de niños.

294
Los educadores, según Monteiro, deberían prestar atención a
los primeros amores por el fuerte impacto que podrían producir en la
vida afectiva de sus tutelados, así como a las lecturas y material
artístico a los que tuvieran acceso. La literatura inmoral debería ser
perseguida y prueba de su influencia en las aberraciones son los
muchos casos en los que las lecturas las desataron.

La importancia de la profilaxis es tal que Monteiro aboga por


centralizar la acción preventiva bajo el control de expertos mediante
una observación continuada del sistema educativo y de la cultura para
fomentar la higiene moral y la salud pública (Monteiro, 1922: 452 y
ss). Este proyecto debería censurar las producciones artísticas e incluso
el formato en el que el periodismo trata las noticias en las que se
informa de crímenes o asuntos de naturaleza sexual. Había que
proteger entonces a la sociedad y muy particularmente a los más
jóvenes para que la perversión y la inmoralidad no hicieran presa ellos,
y en ese empeño «não resulta prescindível o recurso da sanção legal e
o da polícia de costumes» (Monteiro, 1922: 455). La Medicina legal
tendrá que hacerse cargo de este problema. Los casos platónicos serán
de interés, si acaso, en los procesos de divorcio o separación. No
procede actuar penalmente contra ellos mientras no se hayan cometido
prácticas lascivas.

Dentro de las prácticas lascivas Monteiro repasa las ya


analizadas y se hace eco de las dificultades de la carga de la prueba y
del examen pericial. En ocasiones las prácticas dejan vestigios (de la
eyaculación) pero en gran cantidad de casos la labor forense se torna
impracticable. En los casos de tocamientos, y caricias genitales, tanto

295
orales como manuales, se recomienda a los peritos prudencia porque
en la mayoría de los casos no se encontrarán alteraciones notables.

En la búsqueda de la señal de las prácticas pederásticas repasa


las apreciaciones de Tardieu en relación con las deformaciones
urológicas y proctológicas de las prácticas de sexo anal. Monteiro ya
manifestó su disconformidad y ahora recoge la opinión crítica de otros
autores que han mostrado su desacuerdo y su sorpresa en relación con
esas modificaciones en el pene de los agentes activos de esas prácticas
pedicatorias. Otros autores aluden a la presencia de restos fecales en el
prepucio como prueba de que hubo un acto activo de penetración.
(Monteiro, 1922: 458 y ss.) Las señales en la pederastia pasiva serían
más evidentes en forma de escoriaciones, desgarros o inflamación,
pérdidas de tono o excrecencias y coloraciones tegumentosas. Tiene
carácter subsidiario la presencia de enfermedades venéreas. En general
cobra importancia forense la búsqueda de restos de semen, lo que no se
alejaría de las actuales técnicas para la determinación de interacción o
agresión sexual. De particular relevancia criminológica serán los
episodios de violencia, a veces con resultado de muerte, en que hayan
intervenido homosexuales o relaciones con ellos. Otros aspectos que se
han tenido en cuenta tienen que ver con la vestimenta, hábitos,
maneras, preferencias, depilación, tatuajes, y de forma más delatoria la
presencia de cuerpos extraños introducidos por los orificios corporales.

Por lo que se refiere a la mujer recalca la importancia de tener


en cuenta los datos psicológicos y sociales que suelen ser más
relevantes que el examen somático-genital. Las prácticas a las que se
entregan son las referidas a lo largo de la obra y las señales que pueden

296
dejar tienen poco valor decisorio. Algunas de las señales pueden
proceder de ciertas relaciones heterosexuales. En las prácticas
digitales, las señales o erosiones dejadas por las uñas podrían ser
informativas, pero siempre cabía la posibilidad de que se tratara de una
auto-masturbación.

g) La homosexualidad en perspectiva histórica y cultural

Como otros autores lusos, Arnildo Camilo Monteiro hará un


recorrido histórico-geográfico con afanes incluso antropológicos para
explicar cuándo y dónde se fraguan esos amores sáficos y socráticos.
Es de especial relevancia para él la búsqueda de citas literarias que
sean piedra de toque de cómo se experimentaban esos placeres
disidentes en diferentes momentos y cómo la cultura normativa los
asimilaba o repudiaba. A esta tarea dedica la primera parte de la obra
(Monteiro, 1922: 21-214) precedida de una breve presentación del
estado de las ciencias sexuales europeas. Recorrerá la Antigua Roma
(capítulo II), la historia antigua de la homosexualidad (Egipto, celtas,
persas, paganismo-cristianismo) y el caso de Italia en el capítulo III,
Francia será estudiada de forma monográfica en el cuarto, agrupa
Inglaterra, Alemania, Austria-Hungría, Rusia y el Oriente en el quinto.
Su exposición se asoma fuera de Europa en el capítulo VI (América,
Australia, África) y se dedica a la península ibérica en los capítulos del
VII al X (el primero a España y los otros tres a Portugal en secuencia
cronológica).

La Iberia del suroeste europeo le parece a Monteiro un


territorio en que la lujuria se expande a sus anchas bajo los ardores del

297
sol peninsular y la homosexualidad lo hizo a la par que ésta (Monteiro,
1922: 8). Es tierra donde la Inquisición tuvo que habérselas con el
pecado de Sodoma. Registra diferentes casos y señala que algunos
acusados del vicio nefando trataban de refugiarse en España huyendo
de los rigores de la Inquisición lusa.

Ya en su contexto sociocultural, Monteiro considera dignos de


mención dos textos que - por otra parte - son paradigmáticos del
enfoque de las desviaciones y de la lógica de los borroso (Campos,
2009). Se trata de los textos de La Mala Vida en Barcelona de Max
Bembo y La Mala Vida en Madrid de Bernaldo de Quirós y Llanas de
Aguilaniedo199 (Monteiro, 1922: 118). El tratamiento de la
homosexualidad femenina en España se inicia con las referencias
criminológicas a lo que acontece en los presidios de la mano de los
estudios de Rafael Salillas (1888). En los relatos sobre las galeras ya
aparecen perfectamente delimitados los roles de las lésbias activa y la
pasiva:
Dois tipos de lésbias desenha entra a população criminal.
A activa - alentada marimacho, amotinadora e
violenta, usando nomes masculinos, quer esguia mas
sacudida, loquaz e vibrátil- e a passiva duma docilidade
tôda feminil para a amante dominadora e exigente
(Monteiro, 1922: 121).200

Portugal se desmembró de España y por ende participa de los


vicios que no solo se habían desencadenado en el territorio de forma
originaria sino «mas ainda das que os invasores lhe haviam inoculado.

199 Han aparecido frecuentes veces en este trabajo. Véase Campos (2009) y Vázquez
y Cleminson (2011: 231-274).
200 Traducción: Dos tipos de lesbianas se dibujan en la población criminal. La activa
– corpulenta marimacho, amotinadora y violenta, que usa nombres masculinos,
espigada pero ágil, locuaz y vibrante – y la pasiva, dócil y femenina para la
amante dominadora y exigente.

298
E o amor anómalo, como se achara terreno propício, com larga pujança
se expandiu entre os lusitanos» (Monteiro, 1922: 123)

En su repaso histórico introduce la idea de alternancia entre


homosexualidad y heterosexualidad de forma que la primera es
episódica de la misma forma que se alternan la salud y la locura. Va
introduciendo conceptos que luego analizará detenidamente a lo largo
de la monografía. Para estos casos considera Monteiro que sería
preferible la clasificación como bisexual o pseudo-homosexual. En
todo caso se trata de algo aberrante que además tendrá efectos
debilitantes a largo plazo. Esta idea cuadra con las preocupaciones
nacionales finiseculares del siglo XIX y principios del XX con las que
discurrió paralelo el degeneracionismo. La debilidad de los pueblos
iría pareja a su afeminamiento y en esto tiene alta responsabilidad el
daño provocado por el vicio socrático que «imprime com o decurso do
tempo carácter às gerações nascentes, mutilando as qualidades viris e
fixando por sua vez os estigmas de inconstância, timidez, cobardia e
efemenação» (Monteiro, 1922:134). Este discurso, plenamente
contemporáneo, encuentra sus fundamentación histórica en el hecho de
que los cronistas hayan probado la influencia perniciosa de estos vicios
sobre las virtudes heroicas de la raza.

La vista hacia atrás preocupada por esta decadencia no solo se


dirige hacia el problema de la degeneración sexual sino que además,
particularmente en las ciudades, la abundancia de esclavos y
representantes de raças inferiores que, pelo cruzamento
com o tipo nacional - conforme ressalta da percentagem
de mouriscos e mulatos - contribuíram para o
abastardamento e decadência da raça. Dóceis na condição
subalterna e dependente que a sociedade ao tempo lhes

299
fixava, êles eram os instrumentos dos libertinos caprichos
de fidalgos e seus amos, e por sua vez, dotados de
sensualidade ingénita e desensofrida [sic] incontinência
bárbara, constituíam elementos de corrupção (Monteiro,
1922: 141).201

El degeneracionismo y la idea de regeneración se mezclan con


los ideales nacionalistas y racistas de una antropología en ciernes que
alcanza a nuestro periodo de estudio. La progresiva pérdida de
hegemonía de los países ibéricos, en este caso particular de Portugal,
tendría sus raíces en los males del cruce con razas inferiores, siglos
atrás202. Por otra parte el exceso de sensualidad de los inferiores, y la
necesidad de estar atentos a su potencial contaminador es algo que
también encontraremos en España203.

El número de los practicantes de la sodomía crece de forma


avasalladora durante el siglo XVII a juicio de Monteiro. Insinúa que
tal vez ello tuviera que ver con un exceso de celo en el trabajo de los
tribunales inquisitoriales aunque no se posiciona al respecto. Hoy, la
investigación histórica (Garza, 2002) nos ha mostrado que así fue.
Antes de llegar a la contemporaneidad Monteiro nos ilustra sobre
numerosos casos y el desenlace de los mismos.

201 Traducción: Representantes de razas inferiores que, mediante el cruce con el tipo
nacional – según resalta del porcentaje de moriscos y mulatos – contribuyeron
para el abastardamiento y decadencia de la raza. Dóciles en la condición
subalterna y dependiente establecida por la sociedad, eran los instrumentos de
los libertinos caprichos de hidalgos y sus amos, y a su vez, dotados de
sensualidad innata y bárbara incontinencia desenfrenada, constituyan elementos
de corrupción.
202 Véanse los comentarios sobre la «miscegenation» en Cleminson (2014: 203-246)
203 Véase en este trabajo el epígrafe 6.3.

300
Los tiempos que le tocan vivir a Monteiro están inmersos en las
preocupaciones del higienismo. Entre ellos destacan los estudios
criminológicos y sanitarios sobre la prostitución. En la mitad y hacia
finales del XIX este afán cuenta con varias obras relevantes de las que
se hace eco nuestro autor. Este vínculo con la prostitución, ya
analizado en Ferraz de Macedo, es un lugar común en la literatura
criminológica posterior así como en la mencionada literatura sobre la
mala vida. Como se encontrará en otros autores lusos coetáneos,
existen referencias a la procacidad sexual y falta de límites de las
prostitutas que las llevan a las prácticas homoeróticas.204 Se establece
además un camino de ida y vuelta. La aberración podría ir desde la
lubricidad homosexual hacia la prostitución o en sentido contrario. La
idea, en cualquiera de los casos, es la voluptuosidad sensual de las
protagonistas.

Se cita a Francisco Ignacio dos Santos Cruz, médico y socio de


la Academia Real de las Ciencias de Lisboa que además ejerció como
Presidente del Consejo de Salud Pública del Reino, que en su
largamente intitulada «Da Prostitução na Cidade de Lisboa ou
Considerações Historicas, hygienicas e administrativas en geral sobre
as prostitutas, e em especial na referida cidade; com a expressão da
legislação portugueza a sea respeito, e proposta de medidas
regulamentares, necessarias para a manutenção da Saude Publica e da
Moral» (Monteiro, 1922: 182) en la que relata la corrupción lésbica en
que fueron involucradas muchachas jóvenes atraídas por las jefas de la
casa (Cruz, 1841: 116-177).

204 De nuevo remitimos a Corbin (1982: 443-444).

301
Otro médico dedicado a tareas de inspección sanitaria es el Dr.
Francisco Pereira de Azecedo muy dedicado al análisis del placer
lésbico entre las prostitutas en su Historia da Prostitução e Policia
Sanitaria no Porto y citado en la versión portuguesa de la Historia de
la Prostitución de Pedro Dufour (Monteiro, 1922: 183). Con ellos ya
se llega al cambio de siglo de la mano de Francisco Ferraz de
Macedo.205

Arnildo Camilo Monteiro, como en muchos de los estudios de


casos recogidos por estos expertos, se mueve entre dos polos de la
dinámica social. Los personajes de los bajos fondos se alternan con
personalidades de los estratos más altos de la sociedad. Estos últimos
con frecuencia ven protegido su honor mediante el uso de siglas
mientras que el mote será una seña de identidad. Así se recoge al
narrar el caso contemporáneo de finales del XIX protagonizado del
Marquês de V. Este representante de la aristocracia constitucional fue
sorprendido mientras realizaba actos libidinosos con un soldado. Es
llamativo que la discreción con que se trata la identidad del potentado
se acompañe de detalles minuciosos sobre lo sucedido, por ejemplo el
lugar (Travessa da Espera, 63, 1º). Mientras que el soldado fue
detenido, el noble buscó refugio en el entorno familiar. Los datos
policiales se entremezclan con la cháchara de las gentes hasta el límite
de lo folletinesco que en muchos casos, por ejemplo en este, sirvió de
fuente argumental y vis comica a obras teatrales (Monteiro, 1922: 188-
190). La irrupción de la jocosidad es síntoma del prejuicio y el
ostracismo, pero no sería útil sino fuera asimismo un elemento que
gozara de cierta universalidad en el imaginario social. No puede causar

205 Epígrafe 4.1. de este trabajo.

302
risa lo que es pura disonancia cognitiva y aquí el público sabe de qué
se está hablando. Es aquello de lo que nadie quiere hablar, pero de lo
que todo el mundo tiene noticia. El Psicoanálisis y la posterior
sociología de las desviaciones habrá de rendir cuentas de estas
elaboraciones del estigma.

También en su nobleza se abriga el anonimato del Visconte de


X, de la misma época. Sus flaquezas (sic) le llevaron a caer en manos
de pandilleros aprovechados de este tipo de tráfico vergonzoso y le
costó el robo un reloj muy valioso de su noviazgo. Formuladas las
denuncias acabó siendo interrogado O Manuelsinho, jefe de los
invertidos profesionales y pandilleros, lo que se saldó con la rápida
devolución de la valiosa joya talismã valioso da sua felicidade
conjugal. (Monteiro, 1922: 190-192) Es llamativo el contraste entre
los auténticos peligrosos, profesionales invertidos, expertos en el
tráfico carnal vergonzoso, fácilmente localizables por las autoridades,
y el noble anónimo, que en este caso se atrevió a denunciar y que
consiguió fácilmente la restitución de lo robado. La pérdida del objeto
podría haber puesto en aprietos la paz conyugal y después de todo X
estaba casado y era un jurista destacado que tenía esas debilidades. En
todo lo demás encajaba en lo socialmente aceptable, si bien para poner
orden en el asunto tuvo que sentirse robado, dañado y humillado.

Caso diferente es el de los mercenarios socráticos, auténticas


lacras sociales que provocan las pasiones irrefrenables de lo mejor de
la sociedad. De nuevo será el Marqués de V. el que se verá envuelto en
asuntos turbios cuando uno de estos sujetos provoque el
desencadenamiento de la irrefrenable tendencia que lo domina. Así,

303
bajo pretextos se alejó para seguir al provocador a las calles de la
Baixa donde será víctima de robo y violencia. (Monteiro, 1922: 192-
193). Hay que prestar atención a la condescendencia con las clases
altas y la localización del factor corruptor en los bajos fondos. Estos
individuos, de infame existencia, habían en ocasiones sido más o
menos tolerados por las autoridades dado que sus peculiaridades y
habilidades sociales parecían hacerlos buenas fuentes de información
sobre delincuentes más peligrosos. La delación como mecanismo de
auto-protección es un hecho tanto contrastado empíricamente como
utilizado de forma sesgada para hipergeneralizaciones.

La situación de discriminación universal en que se encontraban


los homosexuales de ambos sexos los hacía muy vulnerables y
expuestos al no contar con una red social-familiar efectiva. Sus redes
sociales relacionadas con su disidencia sexual eran muy débiles y
estaban muy tamizadas por el anonimato y cierto desenfreno
emocional provocado por la necesaria rapidez y despersonalización
con que tenían que producirse sus contactos. Esto provocaba en
ocasiones pactos no explícitos con las autoridades para la obtención de
información.206

Los que sí contaban con una red familiar efectiva sabían bien el
estigma que podía conllevar el descubrimiento de su mala vida y
llegado el caso resultaba rentable en términos estratégicos hacer un
acto de contrición ante la autoridad, apoyado en los factores que
posibilitarían la vuelta a la normalidad (tener familia, empleo, buen
nombre...), y en la buena voluntad de colaborar mediante información

206 González Duro, en la entrevista de 22 de julio de 2011, nos refirió que ese tipo
de pactos eran a veces explícitos en las prisiones.

304
relevante sobre otros homosexuales de un perfil más insocial. La
delación, por tanto, no sería monopolio de las clases bajas.

La hipergeneralización hace el recorrido contrario al suponerse


que los y las homosexuales no son aptos para tareas de guarda de
secretos o alta responsabilidad por su exposición al chantaje y la
extorsión. Además se asumía que cierta debilidad moral en estos
individuos era frecuente y los hacía más proclives. Sobre este
particular, y aunque ese ideario existió en nuestro entorno, es
paradigmático en caso de los Estados Unidos (D'Emilio y Freedman,
1988).

Los casos empíricos relatados por Monteiro refuerzan y


ejemplifican nuestras posiciones teóricas de partida y muy
especialmente los análisis de Javier Ugarte (2011) en relación con los
condicionamientos materiales del homoerotismo a lo largo de la
historia. Las circunstancias, si no obligaban... casi lo hacían.

En el otro extremo social de los protagonistas nobles descritos


por Monteiro tenemos figuras propias de los bajos fondos lusos como
el referido O Manoelsinho. La travesti conocida como A gata fue un
personaje muy conocido. Su detención fue acompañada de la de otros
muchos personajes de su entorno. De acuerdo con el relato de
Monteiro había gran curiosidad social y el Gobierno Civil, consciente
de ello, procuraba los traslados de los presos de forma discreta
(Monteiro, 1922: 193-194). En relación con el procedimiento judicial
Monteiro se muestra muy crítico. Esa misma discreción se extendió a
la investigación y su obstaculización. Llega a sugerir que era

305
comparable con el alcance del escándalo protagonizado por Guillermo
II de Alemania (el caso Harden-Moltke) si bien en esa ocasión sin
personalidades de la realeza. Monteiro se queja de la vida política
portuguesa en la que la hipocresía y el deseo de no aumentar el
escándalo impedían una correcta investigación y aplicación de la ley.
Cree que las responsabilidades, sean de los practicantes de las
aberraciones o de acusadores en falso, deben depurarse. La situación
permitía que personalidades de la vida política y cultural pudieran
desarrollar sus prácticas lascivas sin mayores problemas (Monteiro,
1922: 195-196).

Aunque se extiende por todas las clases, con lo que redunda en


la transversalidad del fenómeno, Monteiro incide en la frecuencia del
vicio entre los artistas, comerciantes, militares y especialmente en la
marinería, tanto de tropa como la oficialidad. Dicha mención es poco
más que explicativa dado que no solo es heterogénea sino que añade
en su redacción elementos que fomentan la ambigüedad (como ainda
no seio de outras classes) (Monteiro, 1922: 196).

Recoge la información de la Policía cívica lisboeta a partir del


documento «Mapas estatísticos e gráficos por crimes, delitos e outrtas
ocorrencias policiais» El número de individuos masculinos es más del
triple que el de mujeres. Monteiro analiza la documentación e informes
obtenidos. La gran mayoría de los encausados en materia de pudor,
moral y vadiagem son personas del mundo de la prostitución, jóvenes
y sin profesión. Existe una correlación entre el vadiagem y las
prácticas homosexuales, sea por inclinación o por lucro. A veces es la
vida penitenciaria la que fomenta las prácticas anómalas por

306
contaminación en personas que no eran invertidas de nacimiento. El
contagio parece más llamativo en el caso de las mujeres (Monteiro,
1922: 198-200). Las propuestas de solución pasan por las colonias de
trabajo y cierto ideario de laborterapia que contribuya a la templanza.
Vemos que las clases más desfavorecidas son las que reciben una
mayor presión policial.

Monteiro hace un alegato o llamado a la ira teológica vetero-


testamentaria que expresa bien las coordenadas en las que se despliega
su pensamiento y la severidad con la que considera debiera tratarse. La
referencia ha sido expuesta y analizada en la comparación pertinente
entre las concepciones arcaizantes de la «homosexualidad» y las
propias raíces de la misma en la Iberia pre-contemporánea. Si Dios
hubiera de volver a hacer el castigo que hizo caer sobre Sodoma y
Gomorra, ese mismo fuego y azufre debería caer de nuevo y muy
especialmente en Lisboa.207

h) Partidarias de Safo208

Quizá por su apertura al Atlántico, quizá por la forma en que se


produjo el tránsito hacia el sistema autoritario y fascista del
salazarismo, encontraremos abundante material sobre la
homosexualidad femenina en los autores lusos en comparación con sus
homólogos españoles. Ya el título de la obra de Monteiro sugiere que
también se va a tratar de forma extensa el amor sáfico. La inversión
207 El párrafo donde lo hace está recogido en este trabajo, epígrafe 3.1.
208 Para la elaboración de este apartado se han tenido en cuenta los borradores
manejados en el artículo en preparación de Richard Cleminson y Francisco
Molina : ‘Simulando assim a cópula normal’: Sapphists, tribades, fricatrixes and
lesbians between biomedical taxonomical categories and identity in Portugal
(1850-1950).

307
sexual puede darse en ambos sexos, con lo que ambas
homosexualidades, masculina y femenina, serán explicadas de acuerdo
con un mismo modelo, si bien actuando mecanismos diferentes
(Monteiro, 1922: 221)

La parte "cultural" testimonia un lugar común en la


historiografía del homoerotismo, a saber, un tratamiento menos prolijo
de la homosexualidad femenina, una menor presencia de casos. Parece
que el amor lésbico tuviera menos virulencia y que además su
presencia puede ser oscilante, como en el caso de las las inglesas que
oscilan entre la normalidad y el safismo (Monteiro, 1922: 84). Recoge
la cita mencionada referencia del español Rafael Salillas que
caracteriza el ambiente prisional como el más proclive a convertirse en
una región del tribadismo, una «Lesbos repugnante».

La polaridad sexual se reedita para la inversión sexual


femenina en las tipologías activa y pasiva del lesbianismo. Se distancia
de las concepciones en las que la activa era una virago, un hombre
insuficiente, una mujer de cierta monstruosidad. Esa categoría quedará
reservada solo para ciertos casos extremos. No obstante las activas
serán calificadas como masculinas, amotinadoras, y las pasivas el
dócil reverso de sus dominantes compañeras sexuales (Monteiro, 1922:
119-121).

Es precavido y cuidadoso al desgranar las tipologías de práctica


sexual. Un dato de interés es la caracterización de la sodomía femenina
en términos de pedicatio o penetración anal a la mujer por parte del
varón en algunas zonas coloniales. En la tradición teológica de la

308
sodomía eso era un acto contra la naturaleza por analogía. En la
práctica la idea de lo anti-natural se reservó para las relaciones entre
personas del mismo sexo. La sodomía entre mujer y varón no tenía que
ver con la caracterización de la sodomía femenina en términos del acto
sexual entre mujeres utilizando instrumentos no debidos.

Con Ferraz de Macedo (cit Monteiro, 1922: 187 y ss) denuncia


cómo estas mujeres van «emproadas como as gondolas de Veneza,
vaporisando vaidade por todos os poros da pele fedentinosa pelas
essencias, proferiendo em cada phrase tres asneiras, em cada
pensamento uma tolice».209

En su análisis monográfico del lesbianismo introduce la


historicidad o diacronía psíquica como relevante para la conformación
de la aberración. De la biologización del delincuente que vio su
cumbre en el siglo anterior se pasa a una psicologización deudora de
las preocupaciones pedagógicas correctivas del regeneracionismo. La
teoría de las anomalías vendrá a explicar por un positivismo
biologicista la multiplicidad de potenciales lesbianismos, pero la
confrontación con la realidad familiar, cultural y moral regulará los
efectos reales.

Una alteración en las relaciones familiares, especialmente en el


trato con el padre, y un descontrol de energías masculinas o viriles
podrían abocar al desencadenante del lesbianismo. De forma precoz
podrían delatarse en sus preferencias académicas, los juegos e incluso
209 Traducción: por las calles, presuntuosas como las góndolas de Venecia,
despidiendo vanidad por todos los poros de la piel apestosa por las esencias,
profiriendo en cada frase tres errores [burradas], y en cada pensamiento una
insensatez.

309
el sentido del gusto gastronómico (sabores fuertes...) Como en los
uranistas masculinos hay una desinhibición onírica en la que pueden
detectarse sus tendencias aberrantes. Con frecuencia protagonizan
sueños en los que actúan como Romeos de sus Julietas. El amor, en la
vida real, podrá revestir la forma de apasionamiento que muestre fuerte
rivalidad con los varones, o un sentimentalismo de tipo casi literario.

Puede darse incluso una alteración fisiológica en la


menstruación de las uranistas femeninas dado que físicamente pueden
presentar irregularidades no solo estructurales sino funcionales. En el
desarrollo somático de esta, los elementos femeninos pueden atenuarse
y el caso extremo de masculinización sería la virago. No obstante y de
acuerdo con su teoría general de la homosexualidad, esas alteraciones
físicas serán menos frecuentes y podría haber mujeres de perfil
andrógino que fueran, sin embargo, heterosexuales. Se hace necesaria
una evaluación más exhaustiva para determinar la tendencia sexual.

El aspecto físico masculino, o más frecuentemente las maneras


y aspectos masculinizantes, alterarán las relaciones con los hombres.
Como pasaba con los muchachos uranistas, en la infancia y la pubertad
pueden preferir la compañía del sexo opuesto por su afinidad con ellos,
pero esa afinidad se convertiría al madurar en todo lo contrario. Ya en
la madurez aunque puedan llegar a establecer relaciones con los
varones, siempre existirá un rechazo frontal a la posibilidad de sentirse
deseadas por ellos. Asimismo pueden entablar cierta competitividad
con ellos lo que explicaría las relaciones entre lesbianismo y
feminismo. Estas connivencias son evidentes para Monteiro, si bien
expresa todo su reconocimiento a algunas escritoras feministas.

310
Monteiro ilustra los modelos de lesbianismo masculino y
femenino mediante dos casos bajo su observacion. La masculina tenía
fuerte virilización en contraste con la docilidad de su compañera. Este
contraste se acusaba también en la vestimenta y preferencias de todo
tipo. La mujer machona, marimacho, es el reverso del homosexual
femenino, el "mariquita" ibérico. Para su análisis en el caso español,
extrapolable según nuestro estudio al luso, nos remitimos al estudio de
dichas figuras efectuado por Javier Ugarte (2011). Ellas quieren ser
aquello que les está vedado, salirse de los límites que la sociedad pone
a su sexo mientras que ellos rebajan su condición. La lesbiana
femenina tiene en su biografía relaciones heterosexuales frustrantes, lo
que es un tópico heterocentrista para explicar el homoerotismo en
términos de fracaso de la "sexualidad correcta". En ambas prevalece el
horror al sexo contrario, la androfobia. Una mujer virilizada seductora
y una víctima débil y femenina son protagonistas teóricos de elección
en la visión de Monteiro.

Para este autor en el medio portugués prevalecen la hipocresía,


la ignorancia y la baja frecuencia de estas investigaciones. Además, las
mujeres consultan poco con los médicos con lo que no existe ni
cantidad ni calidad en la información. Para terminar de complicar las
cosas abundan mujeres con esas perversiones en el mundo de la
prostitución, y se vincularían especialmente con el sadomasoquismo.

Las presiones del entorno pueden conducirlas al matrimonio,


aunque en algunas la androfobia puede ser tan fuerte que lo dificulte
seriamente. Como pasaba con los hombres homosexuales, podrían

311
recurrir a la fantasía para soportar las relaciones sexuales con el sexo
contrario pero ello generaría una gran frustración, especialmente con
todo lo referido a las caricias, besos y muestras de afecto vinculadas a
las prácticas.

Como en el caso masculino, sigue a Hirschfeld en su


taxonomía de las prácticas sexuales:

a) digitiario (dedos)
b) linctio (oral)
c) apressio (femoral)
d) olisbismus (membral)

Un importante 40% tendría preferencias digitarias y el mismo


porcentaje para las orales, mientras que el tribadismo (femuração)
sería preferido por un 12%, quedando un 8% para el olisbismo. Afirma
Monteiro que algunas llegan a consultar al médico por la posibilidad
de obtener un miembro viril. Los papeles activos y pasivos en el sexo
se repartirían por igual (50%). La clasificación incluye categorías
englobando a las que prefieren vírgenes (partenófilas), mujeres
adultas (ginecófilas), impúberes (korófilas) o ancianas (graófilas). Un
5% correspondería a cada una de esas tendencias. En relación con las
preferencias sexuales de las parejas elegidas se dividen en homófilas
(prefieren otras mujeres homosexuales), alófilas (mujeres
heterosexuales) o las bisexuales (antífilas). El reparto también sigue un
equitativo 33%. El retrato es homólogo al ofrecido para el uranismo
masculino.

312
Para el diagnóstico, pese a la existencia de figuras
exteriormente masculinizadas (con el extremo de la virago) y
femeninas, Monteiro (1922:481) considera que son determinantes los
análisis de tipo psicológico. Desde el punto de vista genital parece que
tuvieran órganos sexuales internos en general más pequeños y un
himen resistente quizá en relación con las alteraciones fisiológicas
descritas al principio. En cuanto al clítoris hay debates sobre su forma
y atrofia y se considera la posibilidad de que sean productos de la
fantasía. Los clítoris mastodónticos gozan de una larga tradición en la
historia de las sexualidades y no iban a faltar en este estudio, pero
Monteiro, con mirada positivista, sospecha de la veracidad de dichos
informes.

i) Balance

Monteiro es un conocedor de la sexología de su tiempo y


además tiene una vasta cultura humanística que le permite recorrer la
historia del fenómeno homosexual, eso sí, desde una perspectiva de
fuerte tono moral condenatorio en la que hay alegatos teológicos y
felicitaciones a la tradición de los inquisidores que com tanto esmêro
versaram a matéria (Monteiro, 1922: 233). Es consciente de ser uno
de los pocos que en su territorio se atreven con un problema que en los
médicos requiere
reprimir muita vez a repulsa natural da sua sensibilidade e
carácter - pondo de parte susceptibilidades e preconceitos,
e norteado somente pela directriz moral, dedicar-lhe
aturada atenção e indulgente benevolência, para
serenamente buscar alívio ou remédio ao portador do
morbo ou anomalia, tendo em vista exerçer, ao menos
tempo, a acção profiláctica no meio e salvar as gerações
futuras e a própria raça ao contágio do mal que a subverte

313
(Monteiro, 1922: 234).210

El problema es serio, afecta a las poblaciones y el médico tiene


una misión fundamental en el alivio y muy fundamentalmente en la
profilaxis. La preocupación pedagógica va unida a las raíces del
pensamiento regeneracionista que cabe rastrear en toda la Europa
finisecular y de principios del XX211.

El sesgo teológico queda patente en algunos de los autores


mediterráneos, particularmente en el caso español por las razones que
vamos desgranando en este trabajo, por el papel sustentador ideológico
de la Iglesia Católica sin que ello sea, por sí mismo, determinante. Los
proyectos eugénicos que sobrevuelan la península ibérica son poco
compatibles con la teología al uso. Por otra parte como en Egas Moniz
hay un talante humanitario conforme al espíritu hipocrático que en
todo caso tiene que ajustarse a las funciones que la Medicina legal
tiene encomendadas, y muy especialmente a la defensa social ante un
mal que se concibe como contagioso.

Monteiro levanta acta, como los demás expertos, de la


existencia de esos legos-expertos que son los propios afectados que
acuden a la ciencia y muestran cierto grado de politización. Ello se
echa de ver en que
Há muito que as revelações e particularidades íntimas

210 Traducción: reprimir muchas veces la repulsa natural de su sensibilidad y


carácter – apartando susceptibilidades y prejuicios, guiado únicamente por la
directriz moral, dedicarle continua atención e indulgente benevolencia, para
serenamente buscar alivio o remedio al portador del morbo o anomalía,
intentando ejercer, a la vez, la acción profiláctica en el entorno y salvar a las
generaciones futuras y a la propia raza del contagio del mal que la subvierte.

211 Para la cuestión sobre nacionalismo y sexualidad, remitimos a Mosse (1985).

314
desta classe de indivíduos passaram do reservado àmbito
do segrèdo do confessionário e do profissional de
Medicina para o amplo domínio da publicidade
scientífica. As primeiras tentativas para trazer à tela da
discussão estes problemas foram iniciadas pelos
partidários das estranhas tendências que insistentemente
solicitavam a atenção dos obreiros da sciência para o
estudo das suas próprias dores (Monteiro, 1922: 223). 212

En efecto fueron los afectados los que pasaron los límites de la


penitencia o la clínica privada para politizar la cuestión, hacerla
pública de la mano de una ciencia positivista en la que acaso pudiera
encontrar apoyo. El problema, entre otros, es que el positivismo no es
una ideología emancipatoria sui generis sino que le cabe ser utilizada
como el órganon de la racionalidad burguesa postrevolucionaria. Las
medidas represivas contribuyen decisivamente al silenciamiento y más
en regímenes autoritarios o totalitarios, pero los intersticios de la vida
social en que cupiera el más mínimo contra-discurso fueron utilizados.

Algunos pensadores dieron voz a los afectados, siendo Moniz


en el caso portugués el que lo hiciera con más nitidez. Otros expertos
ejercían un filtro censor mucho más poderoso que puede ser la otra
cara de una interpretación científica sesgada de la información
facilitada por el eclecticismo dominante. En cualquier caso el
conocimiento del panorama legal, social y científico serán variables en
función de la cuales los y las homosexuales podrían organizar su
resistencia privada, personal o pública. Existe un juego entre los

212 Traducción: Hace mucho que las revelaciones y particularidades intimas de esta
clase de individuos ha pasado del ámbito reservado del secreto del confesionario
y del profesional de la Medicina, para el amplio dominio de la publicidad
científica. Los primeros intentos para traer estos problemas a la discusión, fueron
iniciados por los partidarios de las extrañas tendencias que insistentemente
solicitaban la atención de los obreros de la ciencia para el estudio de sus propias
dolencias.

315
afectados y los administradores del saber y del poder, un diseño más o
menos consciente de estrategias de interacción con las categorías que
les eran aplicadas. Estas interacciones podrían ser más o menos
conscientes pero eran una cuestión de supervivencia. La posible
politización en el caso hispanoluso se vio mediada por la considerable
duración de las dictaduras y por unos procesos de transición en los que
la oposición no tenía especiales preocupaciones sexuales en su agenda.

El tratamiento del lesbianismo es tanto en Monteiro como en D'


Aguiar o Egas Moniz, más prolijo que en los autores españoles,
aunque en ocasiones parece que una vez hechas las exposiciones
básicas, el discurso empezara a ir a remolque del referido a la
homosexualidad masculina que es la que despertaba mayor
preocupaciones sociales y legales.

La obra de Monteiro es de capital importancia para entender las


transiciones de estilo de pensamiento en la historia de la biomedicina
lusa sobre la «homosexualidad». Demuestra un conocimiento
profundo, en ocasiones muy prejuzgado, como ocurre con la obra de
Freud, de las principales corrientes sexológicas europeas. Se escapa
del eclecticismo dominante aunque demuestra desenvolverse en él. A
partir de las diferentes teorías y sus insuficiencias postula una
propuesta en términos biológicos que incluye un esencial componente
moral y cultural. Su posición se declara deudora y crítica con el saber
que le era coetáneo y redunda cuando considera haber hecho alguna
aportación. Está más inmerso en la tradición degeneracionista de lo
que él parecería reconocer, aunque esas distinciones son más propias
de nuestro análisis al reconstruir la historia que de sus preocupaciones

316
médicas y sociales.

En su propuesta la homosexualidad es una anomalía, de


carácter congénito, para cuya gestión, profilaxis y posibles
correcciones se hace necesaria la intervención social, médica y llegado
el caso, penal. La prevención pasa por una fiscalización de la vida
pública y cultural para que esa dimensión del ser humano domeñe las
malas jugadas de las combinaciones ovogenéticas y se procure esa
reconciliación en que la naturaleza pone su parte, y la moral y la
cultura, la suya. La moral y cultura moralizada tienen un sentido
evolutivo.

El afán con que Monteiro se empeña en la vigilancia de cualquier


elemento que favorezca la disidencia sexual contrasta con el
tratamiento que propone para el homosexual: benevolencia y
aprovechar sus posibilidades como ciudadano. Es más, le pide que
contribuya en la medida de lo posible a la sociedad con todas sus
capacidades.

Por otra parte, su trato comedido los excesos del castigo, y su


completa asimilación de la tradición teológica católica, hacen de él un
defensor empedernido del fortalecimiento de la voluntad como medio
de auto-control del homosexual. El homosexual es anómalo, no está
enfermo. No podemos, pues, esperar una curación, pero sí pedirle que
sea capaz de gestionar y mantener bajo control su aberración. En esto
el médico habrá de valorar las capacidades del sujeto para ponerlas al
servicio de su victoria, y esta victoria solo se entiende en clave de
castidad.

317
Monteiro ilustra los fenómenos de la problemática lego-
experto y las propias interacciones de los clasificados con los
discursos. Para empezar solo ciertos tipos de personas acudirán a la
consulta del médico y se espera que la Medicina sea un factor de
apoyo para un cambio que al final queda en manos del sujeto, al que ha
de tratarse con benevolencia. Las posibilidades de interacción con los
discursos y las categorías que se manejan en los mismos queda
advertida por el temor que tiene nuestro autor a que los pacientes se
sientan seducidos por teorías como las de Ulrich que tienden hacia una
normalización de lo anormal. Aquí entra en juego la responsabilidad
del sujeto. El homosexual, la lesbiana, no son responsables de su
tendencia, pero sí de cómo la viven. Hay un deber con la familia y la
sociedad y no se puede dar pábulo a la anomalía. Esta constituye por sí
misma una señal, un estigma, pero al no acompañarse de otros no
conforma un individuo degenerado.

La posición de Monteiro está reflejada hoy por hoy en la


posición oficial de la Iglesia católica. Aunque Monteiro explica cómo
puede acontecer la homosexualidad pero el proceso no está
esclarecido. Se trata de un fenómeno que tiene diferentes
manifestaciones a través de la historia y las culturas, pero son de suyo
algo desordenado y contrario a la naturaleza. A los afectados se los ha
de tratar con respeto, aprovechar de ellos sus cualidades para que se
desarrollen como personas y la solución está en la castidad obtenida
mediante el auto-dominio.

Estas consideraciones pueden encontrarse casi literalmente en

318
la posición del Catecismo de la Iglesia Católica:

2357 La homosexualidad designa las relaciones entre


hombres o mujeres que experimentan una atracción
sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del
mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los
siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en
gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada
Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf
Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la
Tradición ha declarado siempre que "los actos
homosexuales son intrínsecamente desordenados"
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona
humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto
sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera
complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir
aprobación en ningún caso.

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres


presentan tendencias homosexuales profundamente
arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada,
constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba.
Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza.
Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación
injusta. Estas personas están llamadas a realizar la
voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al
sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden
encontrar a causa de su condición.

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la


castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que
eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo
de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia
sacramental, pueden y deben acercarse gradual y
resueltamente a la perfección cristiana.

No en una moral religiosa sino en los márgenes de la biología y


en términos genéticos más plausibles, pero hoy por hoy totalmente
especulativos, la sociobiología también se refirió a la homosexualidad
en términos de «anormalidades» pero para producir una "legitimación"

319
(Wilson, 1975: 255; Ruse: 1980: 134-137), aunque explicables desde
diferentes puntos de vista. Uno de ellos incorporaba la selección
familiar como una liberación de la reproducción para atender más al
cuidado de la familia y otras posibilidades de explicación en términos
biológicos (Ruse, 1980: 134-138). En el fondo resuena la idea de una
mayor contribución a la comunidad como la que ha postulado
Monteiro pero en un sentido explicativo inverso. La sociobiología
daría explicación y una ─ muy discutible─ legitimación por vía
biológica a la orientación sexual, mientras que la propuesta de
Monteiro está concebida en unos términos de deberes comunitarios. Lo
temible es que el camino podría ser de ida y vuelta en este tipo de
explicaciones. El debate ha sido ampliamente desarrollado en
perspectiva filosófica (Ruse, 1989: 152-170) y en la bioética de perfil
teológico (Lacadena, 2008: 50-52) y por ahora rescatamos la idea de
Steven Pinker (2005) sobre la polivalencia de las explicaciones
incompatibles para los mismos fines políticos.

Por último reseñar que al estigma y a las interacciones se añade


que la teoría de Monteiro no está exenta de borrosidad dado que pone
un pie en la ciencia más positiva, incluso matematizada, para luego
postular un mecanismo idealista y misterioso de fomento de la
heterosexualidad, y además de la heterosexualidad de la sociedad
burguesa de los siglos XIX-XX. El diagnóstico permanece en gran
medida en zonas grises y parece que los más deficientes, mentalmente,
pero entendemos que en todos los sentidos (cultural, académica y
económicamente...) serán los más sometidos a las instancias de un
control que se comprende como centralizado y experto.

320
5.2. EGAS MONIZ Y LA HOMOSEXUALIDAD: ENTRE LOS
VICIOS Y LA NORMALIZACIÓN

A Vida Sexual de Egas Moniz y su discurso en torno a la


homosexualidad213 Egas Moniz publicó su obra A Vida Sexual en
sus dos partes diferenciadas en 1901 y 1902 para luego reeditarlas
conjuntamente.214 Dichas partes están referidas respectivamente a la
fisiología y a la patología y contienen el desarrollo de su tesis doctoral,
defendida en la Universidad de Coimbra. Sería en esta Universidad
donde fue profesor desde 1902 hasta 1911, cuando pasó a ocuparse de
la docencia de la Neurología en Lisboa.215

El tratamiento de la homosexualidad tiene lugar en la parte


destinada a la patología, de acuerdo con el enfoque general de su
época. Allí la categoría estará acompañada de la heterosexualidad
mórbida, las parafilias y las perversiones. El hecho de informar sobre
la contracepción y la eugenesia, sus consideraciones de tipo freudiano
en alguna de sus explicaciones, y el uso del repertorio de
«perversiones» explicado por Krafft-Ebing (1886),216 la convertían en

213 Este epígrafe contiene, adaptado o literalmente, gran parte del artículo
Cleminson y Molina (2012)

214 La evolución de las varias ediciones del libro y de la producción hasta la fecha es
evaluada por él mismo (1944: 39-86)

215 Moniz es una figura muy interesante que supo adaptarse al Estado Novo. Se sabe
también que perteneció a una importante logia masónica. Para este asunto y una
visión de su vida y obra, remitimos a Correia (2006; 2013). Pueden verse
también Antunes (1991) y Pereira (2007). Para una perspectiva crítica véase
Cascais (2001).
216 Como es sabido, la obra de este autor era de referencia sexológica en la época y
aun posteriormente, plagada de informes peculiares sobre lo que se llamaban
aberraciones sexuales y perversiones.

321
una obra pionera y más o menos actualizada, al tiempo que propiciaba
el rubor y el escándalo de la conservadora burguesía portuguesa. Las
diecinueve ediciones son, sin lugar a dudas, muestra de dicho impacto
editorial.

Un dato muy iluminador de lo avanzado de las concepciones de


Moniz es que a pesar de estar todavía lejano el modelo que explica la
orientación sexual, el uso que hace de los términos "homosexual" y
"heterosexual" está encaminándose hacia ese estilo de pensamiento.
Como ya hemos visto, la heterosexualidad se conceptualiza después de
la homosexualidad y además lo hace en términos de perversión, dado
que se refiere a las prácticas sexuales no procreativas por placer (Katz,
2007). Éstas están categorizadas como heterosexualidad mórbida en su
obra (Moniz, 1927 345-416) y en particular las depravaciones
heterosexuales. No obstante el propio autor reconoce que existe
dificultad para diferenciar la normalidad de la morbosidad (Moniz,
1927: 345). Su explicación general de la sexualidad se hace en
términos de instinto y la normalidad viene definida en los siguientes
términos (Moniz, 1927:5) :«O homen é essenticalmente sexual, a
mulher é essencialmente mãi. Tudo o que se afaste disto é anormal.
Todo o amor que não aspire a alguna destas realizações é un amor
mórbido».217

La caracterización nosográfica como patología no está exenta


de zozobras. La diversidad de etiologías que sugiere y de posibles
abordajes del proceso diagnóstico, desplegados en el interfaz de sus
estudios empíricos de casos y el contexto médico en el que se
217 Traducción: El hombre es esencialmente sexual, la mujer es esencialmente
madre. Todo lo que se aparte de esto es anormal. Todo amor que no aspira a una
de estas realizaciones es un amor mórbido.

322
desenvolvía, determinan una posición teórica en precario.

El advenimiento del Estado Novo y la recuperación de otros


valores, traerá consigo que la adquisición de la obra hubiese de hacerse
en las farmacias y bajo prescripción médica. Teniendo en cuenta el
número de ediciones, podemos sugerir que fue prescrita de forma
generosa (Fernandes, 1983: 155).

Para Moniz la cuestión es problemática, distante de lo


teoremático de una clasificación fuerte o de un manual de confesión.
Ello se hace patente cuando nuestro autor, ya en el principio de la obra
se refiere a Hoessli (1784-1864),218 que minusvalora el valor de los
genitales para la determinación del sexo psíquico, amén de considerar
la homosexualidad como innata y natural. Dicha polémica puede
también apreciarse en el recorrido de la proliferación terminológica
acerca de las prácticas homoeróticas y sus aledaños (Vázquez y
Cleminson, 2011: 1-27; Llamas, 1998: 49).

Así hay uranismo, pederastia, sodomía, afeminamiento,


androginia, commasculatio para el caso masculino, y safismo,
lesbianismo y tribadismo para las mujeres. Conservará el término
"pederastia" para la sodomía, en el sentido restringido – si tenemos en
cuenta el inveterado recorrido del término – entendida como lo que
los peritos medievales y sus divulgadores denominaban "sodomía
perfecta", esto es el coito anal de varón con varón. El término por el
que se decide nuestro autor es "uranismo", aunque a veces utilice
"homosexualidad" o "inversión sexual".

218 Sobre él, véase Kennedy (1988: 101-104).

323
Moniz, positivista y por ende deudor de los datos empíricos,
subraya la normalidad biológica (fisiológica y anatómica) de los
homosexuales: «rigorosamente acentuados os atributos da sua
virilidade, isto é, o seu pénis e o seus testículos serem absolutamente
normais sob o ponto de vista da conformação exterior e das suas
funções» (Moniz, 1927: 420-21). Pueden apreciar subjetivamente la
belleza de una mujer, mas no experimentar ninguna atracción que
despierte sus instintos sexuales.

No repite la asociación establecida en tiempos pasados y


recurrentes incluso en el siglo XX, de que una morfología errada o
malformada conduce a la desviación en la sexualidad.219 Así, aboga por
la normalización, por lo menos corporal, de los homosexuales, o por lo
menos su especificidad: «os hermafroditas podem manifestar
tendencias contrárias às da sua preponderancia sexual, mas daí não
deve concluir-se que haja ligações esta deformação física e a
homosexualidade» (Moniz, 1927: 484).

La ciencia de su época evidencia la existencia de tendencias


femeninas en varones con un desarrollo anatómico normal, y su
correspondiente versión femenina en mujeres con una orientación
masculinizada con idéntica normalidad. Entonces el objeto de la
ciencia ha de ser la excitación, es decir, el desenlace de las
consecuencias del instinto sexual y sus alteraciones. Esa variación o
inversión de la excitación genésica que hace que el varón se excite con
varón y la mujer con mujer es lo que Moniz tratará como
homosexualidad (Moniz, 1927: 417).

219 Sobre esta asociación, véase Vázquez y Cleminson (2013).

324
Cuándo y por qué acontece el homoerotismo es un interrogante
clásico de la producción sexológica, que aparece intermitente y
recurrentemente. Moniz no está al margen de ese interrogante y lo
plantea en una perspectiva histórica (humana) e incluso universalista
desde el punto de vista zoológico. Las tendencias homosexuales no
serán entonces una especificidad humana. Autores recogidos por
nuestro autor como Ramdohr y Moll (Moniz, 1927: 422) habían
anotado la homosexualidad en animales no humanos, aunque siempre
en el sentido de necesidad imperiosa de satisfacción de la libido. En
una suerte de hipótesis multifocal o multirregional hace que el
fenómeno brote de forma independiente por lo que es una patología
universal, tanto cultural como históricamente.

As perversões homossexuais não são acidentais, mas


nìtidamente patólogicas, sobrevindo em condições
determinadas. Com efeito, estas anomalias foram
observadas em todas as épocas e em todos os países
mesmo em indivíduos que ignoravam completamente o
que em outros se praticava, e sempre com os mesmos
caracteres que se têm identificado num grande número de
biografias e auto-biografias de uranistas, a pesar das
diferenças individuais que naturalmente existem (Moniz,
1927: 420).220

El análisis histórico del homoerotismo es un tópico en obras de


autores lusos contemporáneos a Moniz como D’Aguiar y Monteiro, y
el anterior trabajo de Jeremy Bentham. La diacronía de la perversión
sexual, apuntada en Charles Mauriac, y el recurso a las fuentes clásicas

220 Traducción: Las perversiones homosexuales no son accidentales, pero


claramente patológicas, ocurriendo en condiciones determinadas. Con efecto,
estas anomalías han sido observadas en todas las épocas y en todos los países,
incluso en individuos que ignoraban completamente lo que se practicaba en
otros, y siempre con los mismos caracteres que se han identificado en un gran
número de biografías y auto-biografías de uranistas, a pesar de las diferencias
individuales que naturalmente existen.

325
parece catalizar el impacto social que puede tener el abordaje de tan
escabroso tema.

Diseña así un marco para la observación científica y una


propuesta de curación socio-médica antes que represiva. De esta
manera, coincide con las grandes tendencias europeas sexológicas del
momento y, además, huelga decir, de los «apologistas» de la
homosexualidad como André Gide en Francia y Alberto Nin Frías en
América Latina y España, quienes abogaron por elucidar una
trayectoria histórica de la presencia homosexual para justificar o su
continuidad en el presente o su trato más liberal (o ambas cosas).

A pesar de aceptar la historicidad del homosexualismo, Moniz


declara que las perversiones en general, y las homosexuales en
particular, habrían proliferado especialmente en las sociedades cultas y
desarrolladas, encontrándose en cierto punto del cenit en su
desarrollo.221

Así «quando o uranismo florescia na Grécia quási que se


desconohecia em Roma, que começava então a levantar-se enérgica e
vigorosa» (Moniz, 1927: 425). Son las sociedades decadentes en las
que prolifera dicho mal mientras que las vigorosas y nacientes no lo
padecen.
nas populações nascentes o amor homosexual é raríssimo,
ao passo que nos povos altamente civilizados e muito
desenvolvidos, quer material, quer psíquicamente, as

221 De acuerdo con autores como Gibbon, Historia de la decadencia y caída del
Imperio Romano (1776, 1781, 1788). En contraste, los apologistas de la
homosexualidad daban otro sentido a un argumento similar, equiparando la
homosexualidad con el genio. Hay traducción española a cargo de Sánchez de
León Menduiña (Gibbon, 2012).

326
manifestações homosexuais e, em geral, as perversões
genésicas abundam extraordinàriamente (Moniz, 1927:
425).222

Esta posición teórica reaparece en los diferentes discursos


sobre el homoerotismo y deja claro el papel de la medicina legal en
eliminar la peligrosidad de la homosexualidad en la sociedad
contemporánea. La debilidad nacional (Mosse, 1985) es proclive a
padecerla dado que es causa, y a la vez consecuencia. Se establece un
curioso bicondicional entre el debilitamiento de la raza y las prácticas
que lo favorecen. Insinúa un degeneracionismo cultural:
As raças e as civilizações têm uma evolução inteiramente
comparável à dos indivíduos. O extenuamento e o
definhamento das sociedades é devido a um conjunto
grande de circunstâncias que especialmente se reúnem nas
taras que pesam sôbre as sociedades cultas (Moniz, 1927:
425).223

En su examen histórico, aunque también se hace eco de los


libros bíblicos, especialmente el Levítico, Moniz declara que las
manifestaciones más claras de homoerotismo tienen lugar en los lares
de la cultura clásica y explica sucintamente la institución de la
pederastia, los ecos literarios del asunto y se detiene especialmente en
las referencias incluidas en El Banquete de Platón y las Odas de
Anacreonte. Es significativo que autores no tenidos por afectos a
dichas prácticas sexuales fueran testigos documentales de las mismas
en su época. Este comentario es especialmente ilustrativo si tenemos

222 Traducción: En las poblaciones nacientes el amor homosexual es rarísimo, al


tiempo que en en los pueblos altamente civilizados y muy desarrollados, bien
material, bien psíquicamente, las manifestaciones homosexuales, y en general,
las perversiones genésicas, abundan extraordinariamente.
223 Traducción: Las razas y las civilizaciones tienen una evolución totalmente
comparable a de los individuos. El enflaquecimiento y desmedro de las
sociedades se debe a un gran conjunto de circunstancias que se reúnen
especialmente en los desequilibrios que pesan sobre las sociedades cultas.

327
en cuenta que considera que las manifestaciones literarias y artísticas
en general son un buen indicador del estado moral de una sociedad.

Afirma que las victorias romanas sobre el mundo asiático y


griego llevaron en contrapartida un regalo envenenado, a saber, el
contagio de los vicios homoeróticos, entre hombres o entre mujeres.
Estos vicios además tuvieron el mejor caldo de cultivo en una sociedad
opulenta, fácilmente corruptible con dirigentes poco edificantes
(Moniz, 1927: 427-428). Revisa, por ejemplo, el caso de Julio César,
considerado también "reina de Bitinia" por su devaneo bisexual, y
otros emperadores en los cae la sospecha de la práctica de la
perversión sexual. El alto desarrollo del uranismo en Roma ─ como
hemos indicado vil regalo de los conquistados ─ tiene sus
proyecciones sociales en la aparición de una importante prostitución
masculina y la frecuencia de las prácticas homosexuales en espacios
fuertemente masculinizados como los baños. No se quedará la herencia
en los varones sino que también las mujeres romanas materializaron
dichas prácticas hasta los últimos extremos (Moniz, 1927: 429). Por
supuesto atiende a los orígenes del lesbianismo y rinde sus debidas
cuentas a Safo en un análisis que llama la atención por su prolijidad en
comparación con los otros (Moniz, 1927, 425-427).

La hipótesis multirregional se ve muy respaldada por el hecho


de constatar las prácticas pederásticas en las culturas precolombinas
que no habían tenido contacto previo con sus colonizadores. Los
colonizadores llevaron nuevas perversiones, pero al menos la
pederastia ya les resultaba conocida:

328
Mesmo no seio das sociedades menos civilizadas aparece
a perversão espontâneamente. Há factos bem
demonstrativos em povos completamente estranhos ao
movimento da civilização. Assim, na América, encontrou-
se a pederastia. Outros males lhe levaram os
descobridores com a enormíssima vantagem da
civilização, mas o uranismo, pelo menos sob a forma
especial da pederastia, era já conhecido no Panamá, Perú
e em outros pontos do continente novo. Nas sociedades
cultas e de morigerados costumes desenhara-se o mesmo
fenómeno por uma forma frisante (Moniz, 1927: 429). 224

Este surgimiento espontáneo de la pederastia en pueblos "no


civilizados" no es consistente con la teoría del ocaso degenerado de
las civilizaciones, pero por otra parte refuerza la multirregionalidad y
la universalidad. Es cierto que puede darse una generación espontánea
de la aberración, pero también fruto de los procesos degenerativos o
por contaminación cultural.

La fuerza de los instintos sexuales y la influencia ambiental


será, de acuerdo con Moniz, la que haga que las perversiones se
mantengan y proliferen así donde supuestamente el cristianismo se
había empeñado en controlarlo o perseguirlo y, dicho sea de paso, con
presencia de lo perseguido dentro de la propia institución religiosa.
Como casos de importancia registra la perversión de altos cargos
eclesiásticos, episodios de misticismo femenino monástico con halos
de tribadismo, así como relevantes personalidades culturales como

224 Las cursivas son del autor. Traducción: Incluso en el seno de las sociedades
menos civilizadas surge espontáneamente la perversión. Hay hechos que lo
demuestran bien en pueblos totalmente extraños al movimiento de la
civilización. Asimismo se ha encontrada pederastia en América. Otros males les
llevaron los descubridores, con la "enormísima" ventaja de la civilización, pero
el uranismo, al menos en la forma de pederastia, era ya conocido en Panamá,
Perú y en otros puntos del nuevo continente. En las sociedades cultas y de
buenas costumbres, se había dibujado el mismo fenómeno de forma
significativa.

329
Miguel Ángel o William Shakespeare que no se sustrajeron a estos
placeres.

Las conclusiones que extrae Moniz apuntan a que la


homosexualidad brota como una fuerza indómita independiente de la
inteligencia de los individuos y la presión que puedan ejercer tanto sus
creencias como el medio:

o uranismo aparece por vezes imperiosamente como fôrça


superior às próprias crenças e às mais respeitadas leis;
com êste mal nada tem que ver a intelectualidade dos
infelizes que não podem furtar-se à sua deletéria
influência (Moniz, 1927: 431).225

Esa mirada a los universos natural y social en perspectiva


espaciotemporal, le permite a Moniz esbozar un proyecto de
naturalización de la homosexualidad. Las maravillas de la inducción,
de raigambre clásicamente empirista y de renovado interés en el
positivismo, serán las herramientas de trabajo del médico cuando ha de
habérselas con algo que está a caballo entre la naturaleza y la cultura.

a) El discurso biomédico

El discurso de Moniz sobre la etiología y patogenia de la


homosexualidad seguirá la doble vía usual en la psiquiatría sexual y la
sexología europea. Tanto la predisposición genética – que Moll
consideraría en clave determinista – como las condiciones
precipitantes (por ejemplo la separación de los sexos y las malas
225 Traducción: el uranismo aparece a veces imperiosamente como fuerza superior a
las propias creencias y a las más respectadas leyes; con este mal nada tiene que
ver la intelectualidad de los infelices que no pueden huir de su corrupta
influencia.

330
influencias anotadas por Schrenck-Notzing) han de tenerse en cuenta
(Moniz, 1927: 471-472). La plasticidad en la concepción del deseo
para el autor queda patente al anotar que la homosexualidad puede
tener desencadenantes tan diferentes como la práctica del onanismo, la
contemplación de animales en prácticas homosexuales, amistades que
conllevan excitación o la sensibilización sexual del ano. Y en lo que se
refiere a la biografía del paciente, se aprecia el lugar común de la
noción de infancia-adolescencia en peligro (Sahuquillo, 1997;
Vázquez y Cleminson, 2011: 129-170) y la potencialidad de la
contagiosidad moral que Tarnowsky considerara fundamental. La
ausencia de mujeres y otras circunstancias situacionales de la llamada
«homosexualidad situacional» son también tenidas en cuenta por el
autor.
Dichas tensiones, cuyo reflejo después de la revolución
darwiniana es la discusión entre el determinismo biológico y el
determinismo ambiental (o si se quiere educativo, sociológico),
constituyen el eje de reflexión y del debate de buena parte de la
producción de las ciencias humanas. En la línea en la nos encontramos,
no cabe duda de que Moniz está haciendo ciencia tecnosocial. El
fatalismo determinista se aviene mal a los proyectos higienistas
sociales porque parece conducir al nihilismo terapéutico: « nada há
mais cómodo para o niilismo [sic] terapêutico do que a teoria da
heretariedade que, além de tudo, tem a vantagem de deixar tranqüilos
os homosexuais a fim de não procurarem tratamento para a sua doença
(Moniz, 1927: 470).226

226 Comparte el punto de vista de Schrenck-Notzing. Traducción: no hay nada más


cómodo que el nihilismo terapéutico que la teoría de la herencia que además
tiene la ventaja de tranquilizar los homosexuales con el fin de que no busquen
tratamiento para su enfermedad.

331
La homosexualidad, por lo tanto, puede ser una neuropatía
congénita, pero también un mal adquirido. Ambas etiologías
permitirán valorar el papel de la herencia y la nefasta influencia de los
medios que favorecen la homosexualidad (Moniz, 1927: 433).

La homosexualidad no conlleva una conformación anatómica


determinada ni un cuerpo «monstruoso». Como hemos visto arriba hay
una normalización somática de la homosexualidad. Las únicas
malformaciones presentes en los uranistas serían las consecuencias de
los efectos mecánicos de prácticas sexuales y afectarían más al ano de
los sujetos pasivos. Considera críticamente las deformaciones de que
las hablase Tardieu (1863), más no en el pene de los activos. Los penes
«afilados» serán causa, pero no consecuencia de la práctica para estos
últimos, en la amplia imaginería urológico-proctológica que va desde
dichos autores hasta otro clásico como Lorulot. 227Lo único
significativo entre los uranistas en términos anatómicos, son las
posibles consecuencias derivadas de la práctica sexual anal, y eso
valdrá especialmente para las prácticas pasivas, sin olvidar las
consecuencias de jugar con objetos en la zona, recogiendo así la
creencia acerca de la persistencia de anos infundibuliformes entre los
invertidos. No cree que en los uranistas activos existan mayores
deformaciones del pene que las que pueden hallarse en los varones
heterosexuales. Algunos uranistas pasivos presentarán nalgas
femeninas, pero es el examen interno del ano lo único que podrá ser
determinante en términos forenses.

227 Pueden verse reproducidos varios artículos de Lorulot en Cleminson (1995).

332
Según Moniz, en un principio el ser humano nace con
neutralidad de género. La excitación prematura de los órganos
sexuales, accidentalmente o por el medio, no está relacionada con la
orientación hacia un particular objeto sexual (ni con personas del otro
sexo) y se parece más a algo reflejo que a una vivencia psíquica
consciente. El posterior desarrollo anatómico y fisiológico genital se
acentúa mediante una serie de elementos diferenciadores. Estos llevan
aparejadas las bases del desarrollo de un estado mental conforme al
sexo biológico. Si la ontogenia cursa con normalidad, este paralelo
psicofísico se acompañará del surgimiento del deseo sexual por las
personas del sexo contrario hasta tal extremo que las alteraciones
genitales posteriores no tendrán efecto.

El desarrollo genital, con su importancia, no es el factor


determinante ni exclusivo del desarrollo psicosexual, y así, como ya
sabemos, la homosexualidad puede aparecer en individuos con un
desarrollo anatomo-fisiológico totalmente normal y completo lo que
hace que sea necesario postular una disposición psicosexual anormal.
Ahora bien, las causas físicas que pueden estar relacionadas nos
resultan desconocidas si bien ciertas señales indican degeneración:
As causas anatómicas e funcionais que determinan esta
anormalidade são ainda desconhecidas. O que sabemos é
que sôbre o invertido, para nos servirnos duma expressão
vulgar e muito característica, pesam geralmente taras
neuropáticas, devendo considerar-se esta anomalia do
sentimento psico-sexual como um estigma de
degenerscência funcional (Moniz, 1927: 432-433). 228

228 Traducción: Las causas anatómicas y funcionales que determinan esta anomalía
son todavía desconocidas. Lo que sabemos es que sobre el individuo, para
servirnos de una expresión vulgar y muy característica, pesan generalmente
desequilibrios neuropáticos, debiendo considerarse esta anomalía del sentido
psico-sexual como un estigma de degeneración funcional.

333
En relación con el debate congénito-adquirido, se decanta por
una doble vía que ya hemos anunciado. Ello, por otra parte, no era
inusual en la psiquiatría sexual y la sexología europea. Ambas
etiologías permitirán valorar el papel de la herencia y la nefasta
influencia de los medios que favorecen la homosexualidad (Moniz,
1927: 433).

El fenómeno homosexual puede concebirse en una forma de


gradación que recorrería desde el hermafroditismo psíquico hasta la
personalidad moral afectada por la perversión sexual. Esa complejidad
diagnóstica y de difícil taxonomía se complica a la hora de establecer
cuantitativamente el número de uranistas, que, no obstante, parecen
concentrarse en los grandes centros urbanos. Su presencia recorre toda
la estratificación social aunque parece que las clases altas y los medios
más cultos son más proclives al desarrollo de la perversión sexual.

O uranista vive a nosso lado e pertence a todas as classes.


O amor heterosexual é atributo geral da nossa espécie,
mas a homosexualidade é vício que pertence a todos os
graus da escala social. Contudo assevera-se, e com razão,
que êste fenómeno mórbido aparece mais vezes entre as
classes elevadas da sociedade, o que, como diz MOLL,
não devemos estranhar atendendo a que as predisposições
nervosas são condições favoráveis ao desenvolvimento da
perversão sexual e que esta predisposição existe
sobretudo nos meios mais cultos (Moniz, 1927: 435).229

229 Traducción: El uranista vive a nuestro lado y pertenece a todas las clases. El
amor heterosexual es un atributo general de nuestra especie, pero la
homosexualidad es un vicio que pertenece a todos los grados de la escala social.
Sin embargo, se asevera que este fenómeno mórbido surge más veces entre las
clases altas de la sociedad, o, como dice MOLL, no nos debe parecer raro,
atendiendo a que las predisposiciones nerviosas son condiciones favorables al
desarrollo de la perversión sexual y que esta predisposición existe sobre todo en
los medios más cultos.

334
Además de sopesar el valor relativo de las teorías en torno a la
homosexualidad como fenómeno heredado o adquirido, Moniz
despierta en el lector un vívido interés por el «mundo homoerótico» de
la época. De acuerdo con un análisis casi antropológico fundamentado
en su experiencia clínica, dibuja las líneas de la subcultura homosexual
con insigne exactitud. De acuerdo con esta visión, afirma que el
uranista no se vincula por amistad con otros hombres sino que se deja
envolver por un potente enamoramiento, que no se diferencia del
apasionamiento heterosexual en todas sus dimensiones. El amor
uranista tiene las características del amor femenino, quizá menos
apasionado al principio, pero más duradero y capaz de increíbles
sacrificios que podrían vincularse con el deseo masoquista de querer
ser esclavo del amante.

O uranista é capaz dos maiores sacrifícios pelo homem


que ama. Diz Ulrichs que o amor do uranista é superior
ao que o homem experimenta pela mulher porque,
acrescenta, normalmente o amor da mulher é superior ao
amor do homem nas relações heterosexuais. Eu direi de
outa forma: o amor uranista tem as caraterísticas do amor
da mulher: menos intenso talvez nos primeiros momentos,
mas mais duradoiro e capaz de maiores sacrifícios. O
uranista chega a desejar ser escravo daquele a quem se
dedica e nas suas mãos é muitas vezes um instrumento
inconsciente. O masoquismo homosexual, que existe com
todas as imagináveis submissões, é uma demonstração
clara da hipertrofia da dedicação que o uranista tributa. O
masoquismo é vulgaríssimo nos homosexuais. E sua
fidelidade? Por vezes chega a assombrar (Moniz, 1927:
445).230

230 Traducción: El uranista es capaz de los más grandes sacrificios por el hombre
que ama. Dice Ulrichs que el amor del uranista es superior al amor que el
hombre siente hacia una mujer porque, añade, normalmente el amor de la mujer
es superior al amor del hombre en la relaciones heterosexuales. Yo lo diría de
otra forma: el amor uranista tiene las características del amor de una mujer:
menos intenso quizás en los primeros momentos, pero más duradero y capaz de
mayores sacrificios. El uranista llega a desear ser esclavo de aquél [sigue en]336

335
Moniz conoce las tipologías de homosexuales, haciendo una
demostración de erudición taxonómica, muy al gusto de la sexología
contemporánea,. Todas las combinaciones de edad son posibles, así
como todas las prácticas sexuales que caerían en lo patológico
(exhibicionismo, gerontofilia, pedofilia, sadomasoquismo…) Esta
amplitud de potenciales perversiones no está en Moniz orientada al
encarnizamiento diagnóstico de orientación moralista. Es más bien una
muestra de normalidad. Esta normalización, en ciernes, se atisba
cuando caracteriza al amor uranista como capaz de los mayores
sacrificios y de la mayor entrega. El carácter efímero de las relaciones
homosexuales sería, como se ha dicho, origen de inestabilidad pero las
ideas de Ulrichs sobre institucionalización le parecen disparatadas.

Asimismo, el isomorfismo con la heterosexualidad lleva a la


práctica del comercio sexual: existe una prostitución homosexual, lo
mismo que existe una heterosexual, pero de igual manera que a los
heterosexuales, no les parece moralmente aceptable a los propios
homosexuales. De hecho los «homosexuales mercenarios» no son
realmente tales.

En cualquier caso la vía de la normalización se establece con el


isomorfismo en cierta taxonomía de las relaciones afectivo-sexuales
homo y heterosexuales que pueden ser simplemente físicas, psíquicas

[viene de]335 a quien se dedica y en sus manos es a menudo un instrumento


inconsciente. El masoquismo homosexual, que existe con todas las sumisiones,
es una clara demostración de la hipertrofia de la dedicación que tributa el
uranista. El masoquismo es muy vulgar entre los homosexuales. ¿Y la fidelidad?
Llega a asombrar.

336
y físicas, o incluso puramente platónicas. Puede preferirse una sola
pareja o varias (hay uranistas monoándricos y poliándricos como hay
heterosexuales monógamos o polígamos). También puede la vivencia
de la sexualidad tornarse obsesiva (erotomanía). En el catálogo de
variedades recupera la figura del dionista de Ulrichs, esto es, el
uranista que prefiere hombres normales que a su vez prefieren a las
mujeres. El pluralismo amatorio incluye parejas de edades diferentes,
exactamente igual que los heterosexuales (Moniz, 1927: 446-447).

La conformación de las parejas sigue el rol de polo femenino o


dominado y polo masculino o dominante, y en lo que se refiere a la
edad de las prácticas está presente en todas las edades, aunque los roles
preferidos en la pareja o en la práctica sexual pueden evolucionar con
la edad. Con frecuencia se observa la transición de activos a pasivos, y
algunos pasivos sufren una disminución importante de su deseo sexual,
pero son raros porque hay una deleznable imagen que se reitera:
«velhos que andam nos grandes centros «de rua em rua, e sobretudo
pelas imediações dos quarteis, à procura de quem possa sexualmente
satisfazê-los» (Moniz, 1927: 437).

Por lo que se refiere a las dedicaciones profesionales, podemos


encontrar uranistas en todas aunque destacarán en algunas que
requieran mayor sensibilidad y una habilidad femenina. Estas
cualidades les son propias por su naturaleza afeminada: «É verdade
que há uranistas em todas as profissões, mas é certo também que os
alfaiates, cabeleireiros, floristas, actores, cozinheiros e escritores são
os que dão o contigente mais avultado para a inversão» (Moniz, 1927:
438).

337
Esta especial sensibilidad también se traducirá en su
propensión a la emoción artística (Moniz, 1927: 439-440), y la
vinculación de dicha estética con los deseos voluptuosos permite
atisbar un arte característico homoerotizado como puede apreciarse en
los artistas homosexuales.

Lo que los psicopatólogos denominan "afeminamiento"


(efeminação) es una característica secundaria que se echa de ver en los
andares, gestualidad y en la preocupación por los detalles y por la
vestimenta y cuidado de la imagen, la preferencia por gustos no
masculinos y la obsesión con su condición, que los hace incluso darse,
entre ellos, nombres femeninos. Su detección podría efectuarse
grafológicamente y los afectados se reconocen entre ellos de una
forma discreta que los desprevenidos no perciben. Este fenómeno se
aprecia ya en la edad infantil, en los congénitos. En la edad adulta,
dicha inversión de género puede extremarse desde lo grotesco hasta la
ausencia. Estas costumbres, cuando son explícitas, los delatan
especialmente en los bailes públicos, en los que llegan a travestirse
haciendo metamorfosis en una suerte de prostitutas soeces que andan a
la caza de algún ebrio incauto. Otros son discretos, no se travisten ni
son detectables, y buscan compañero sexual con el pacto de no
denunciarse y, mientras extienden su peligrosidad moral, van cayendo
en una vida vergonzosa, falsa y miserable (Moniz, 1927: 441).
También la privación de relaciones heterosexuales puede facilitar la
ocurrencia de episodios de homosexualidad sin olvidar el miedo al
embarazo o a contraer algún mal venéreo, sin dejar a un lado la vida
disoluta que les lleve a buscar sensaciones nuevas.

338
De nuevo la figura del fairy (Chauncey, 1994) y del
afeminamiento estratégico (Ugarte, 2011) hacen presencia. También
las estrategias de la discreción y los pactos y la asimetría en el
tratamiento de los personajes. Así el ebrio incauto podrá alegar su
embriaguez y no se daría cuenta de lo que estaba haciendo. El
afeminado es el culmen de la peligrosidad. El imaginario literario y
social lo hace también proxeneta y misógino, como el invertido de El
árbol de la ciencia (1911) :

 […] el matón es un hombre afeminado a quien


llaman el Cotorrita, que ayuda a la celestina al secuestro
de mujeres. Este invertido se viste de mujer, se pone
pendientes, porque tiene agujeros en las orejas, y va a la
caza de muchachas.
 Qué tipo.
 Es una especie de halcón. Este eunuco, por lo que
han contado las mujeres de la casa, es de una crueldad
terrible con ellas, y las tiene aterrorizadas (Baroja, 1982:
272).

Este personaje, analizado por Mérida Jiménez (2009: 17-19) es


un personaje de la peor catadura moral. El ser afeminado se nos
muestra como un secuestrador, criatura tenebrosa, eunuco, va a la caza
de mujeres. La heterodoxia sexual, se vincula a lo siniestro, al
chantaje, a la extorsión (Llamas, 1998: 19) Ahora la hipersexualización
recorre el sujeto hacia un resultado estéril, sin sombra de afectividad y
con todos los resabios del «hermafrodita peligroso» confirmados
(Vázquez y Moreno Mengíbar, 1997: 219 y ss.). La criatura que
describe Pío Baroja en la misma época, se convierte en uno de esos
individuos que son el pretexto para una intervención de defensa social
y de la medicina asociada:
Ora uranista é um doente e, geralmente, um inútil, porque
é estéril; e nós devemos lutar pelo seu bem-estar e pelo da

339
sociedade. […] temos obrigação […] não só de libertar o
doente dos seus hábitos uranistas, mas também dos seus
sintomas de efeminação (Moniz, 1927: 495).231

Vemos, otra vez, como las subjetividades no desaparecen sin


más del escenario histórico y social. A pesar de la incipiente
normalización física y el camino analógico hacia una comparación
fecunda con la heterosexualidad, el disidente sexual está lejos de ser
un individuo del que la sociedad no deba preocuparse.

A pesar de la experiencia clínica de Moniz, no suelen acudir al


médico para que les alivie de su tormentosa vida. Es de esperar que
por sus actividades sexuales contraigan enfermedades venéreas, pero
para tratarlas acuden a médicos con los que se sienten seguros.

La elección del médico es una maniobra entre legos y expertos.


Solo acudirán a aquel que es de su confianza, y esto no siempre tiene
que ser por la calidad clínica. En ocasiones puede ser que se elija un
médico que sea condescendiente con las prácticas o que convencido de
la incurabilidad opte por cierto nihilismo en la terapia.

b) Problemas de metodología y sociología. La importancia de los


estudios de caso

El fatalismo al que conduce pensar que todas las características


morales vienen dadas de forma congénita hace inviable cualquier
proyecto de educación lo mismo que el mencionado nihilismo

231 Traducción: El uranista es un enfermo y generalmente un inútil, porque es


estéril; y nosotros debemos luchar por su bien estar y por el de la sociedad. […]
tenemos la obligación […] de no sólo liberar el enfermo de sus costumbres
uranistas, pero también de sus síntomas de afeminamiento.

340
terapéutico. Haciendo gala de un lamarquismo no explícito explica
Moniz la posibilidad de mejorar o deteriorar, con los hábitos, el
patrimonio hereditario de forma que se afecte a los descendientes. En
la inversión sexual hay que atender a dos aspectos (Moniz, 1927: 471-
472): una predisposición hereditaria y su desarrollo en función de las
condiciones ambientales, educativas y las prácticas de individuo.

Las tensiones referidas, el eclecticismo teórico y el vaivén


biológico-conductual es una de las dificultades metodológicas que
debe abordar la biomedicina, siendo aquéllas confesadas por Moniz
(1927: 472): la complejidad diagnóstica y la difícil taxonomía
complican el momento de establecer cuantitativamente el número de
uranistas que, no obstante, parecen concentrarse en los grandes centros
urbanos.

Como ha constatado previamente, su presencia recorre toda la


estratificación social aunque parece que las clases altas y los medios
más cultos son más proclives al desarrollo de la perversión sexual. Ya
hemos señalado que la práctica médica habitual no puede ser fuente de
mucha información. Además, los propios sujetos pueden mentir,
aceptar dramáticamente su condición, ocultarla, sobrevivir con
adaptación de género o en ciertas profesiones.

Todo ello responde a un proceso de interacción como el


sugerido por Ian Hacking al referirse a las clasificaciones humanas. En
una singular reformulación de la filosofía de Foucault bajo el signo de
cierta filosofía analítica, este autor canadiense nos ofrece una teoría de
las clasificaciones que queda bien ejemplificada en los protagonistas

341
de las dificultades empíricas de Moniz.

Como hemos examinado232 Hacking sostiene que hay sujetos


que pasan a «ser» en el propio momento en el que son clasificados, y
que el resultado de las prácticas clasificatorias de este estilo (las que
tienen que ver con los seres humanos en general, y particularmente las
psicopatológicas, pedagógicas y sociológicas) es interactivo por cuanto
que los propios sujetos clasificados no son neutrales y pasarán a
interactuar con la clasificación de múltiples formas. Entre otras cosas,
es efecto interactivo la reelaboración de los propios recuerdos, la
concepción de la propia identidad y el imaginario social asociado. Las
interacciones no tienen por qué darse solo con las tipologías científicas
ya que pueden establecerse con las instituciones sociales, en el sentido
searliano, que sirven de semántica a las diferentes categorías. Es decir,
el conocimiento del significado que cobran determinados hechos en
según qué contextos, es saber acerca del hecho semántico que tiene
consecuencias en el estigma. No es solo que los individuos sean
"creados" al tiempo que la clasificación. Como en los procesos
sociales hay resignificaciones y consecuencias importantes para la
propia biografía, los individuos que conozcan aunque sea difusamente
cómo se establecen los significados podrán establecer estrategias de
defensa, adaptación y éxito. Con frecuencia la maniobra puede ser
advertida por el experto que procederá a interpretarla con su repertorio
teórico. Así Moniz parte de que los uranistas son mentirosos, como
veremos a continuación, pero también señala que otros son personas
con muchas características que apuntan a la normalidad o capaces de
esfuerzos por las personas a las que quieren. A la hora de explicar esto

232 Epígrafe 1.1.

342
conviven dos enfoques, por una parte es un amor como el que el
sistema de género de la época asigna a las mujeres (normalización),
por otra esos esfuerzos son excesivos y provocan un sufrimiento
propio de quien busca masoquismo (patologización).

Engaños, tergiversación, doble lectura, matiz, camuflaje,


adaptación de género (en todas sus variantes), formas de acceder al
médico (experto) serían ejemplos de interacción. Muchas veces no
hace sino aplicar el prejuicio social, sea en el papel de médico
fiscalizador o de paciente a la defensiva, con lo que las torsiones y
retorsiones entre legos y expertos, tanto en las prácticas discursivas
como no discursivas, no pueden hacerse esperar.

Así el travestismo, el afeminamiento («efeminação»), y la


adopción de un aspecto afín a la prostitución de unos, contrasta con el
secretismo, discreción y pactos diversos fomentado por otros. Con la
mujer muestran diversidad de actitudes, entre los extremos de la
misoginia o la alianza. En efecto, pueden llegar a casarse
compartiendo, mediante arreglo, los compañeros sexuales o amantes
de la propia mujer (Moniz, 1927: 442-443).

Resulta clave en la metodología de Moniz el caso de A.A.,


sujeto anónimo citado como caso empírico. Es un individuo mentiroso
e insensato, con alto grado de pudor que anda enfrascado en pasiones
intensas por diferentes varones aunque no es muy constante en
ninguna de ellas. A.A. nunca sintió deseos por la mujer y nunca llegó a
mantener relaciones sexuales heterosexuales. El caso citado ilustra la
impotencia que suelen padecer los uranistas para las relaciones con las

343
mujeres. En un procedimiento que recuerda los análisis detallados de
Krafft-Ebing (1886), A.A. ilustrará los mecanismos de satisfacción
sexual preferidos. Este personaje anónimo prefiere la masturbación
bucal. El sexo oral, la masturbación mutua, la masturbación anal y los
coitos anal, inter femora e in axilam completan el repertorio de
prácticas. Sus besos van acompañados de besos linguales como en los
heterosexuales. Como era habitual en textos de contenido sexual,
algunas partes se incluyen en latín. Así nos hablará de la frecuencia
de la immissio membri in os, acompañada de la práctica de llegar a
semen alterius ejaculatum in os proprium devorare o más raramente
ejaculavit semen in os alterius vul ut hic semen devoret. También en
lengua latina más adelante, después de dejar clara que se puede llegar a
extremos de sadismo y masoquismo, son frecuentes oscula applicare
ad anum alterius, o tener satisfacción cuando alter immittit urinam in
os proprium (Moniz, 1927:448-449).233

c) Diagnosis, pronóstico y tratamiento

Si Moniz se debate entre las teorías congénitas y ambientales,


es lógico que la distinción entre perversión (dolencia) y perversidad
(vicio) apuntada por Krafft-Ebing le parezca útil, pero no válida de
forma universal. Los que se inician en la homosexualidad de forma
casual o mercenaria, podrán verse abocados a la inversión a través de
una sensualización invertida fruto de la repetición. En otros casos
cierto hermafroditismo psíquico abocará directamente a la condición.
Hay una teoría difusa, borrosa, que todo podrá abarcarlo. Si al

233 Traducciones: introducción del miembro en la boca/ devorar en la propia boca la


eyaculación del otro/ eyacular en la boca del otro para que devore su semen./
besar el ano del otro/ el otro orina en la propia boca.

344
degeneracionismo se le acusaba de que por querer explicarlo todo,
terminaba por no explicar nada, ahora tenemos que el eclecticismo
puede explicarlo todo y va facilitar la flexibilidad de la acción médica
y administrativa.

La variedad de casos y etiologías hace difícil el diagnóstico,


especialmente si a ello le sumamos que será complicado obtener el
testimonio real de los afectos al ser un mal muy condenado
socialmente. Muchos de los uranistas se dan por felices con su
trastorno y tergiversarán el discurso sobre sus prácticas. Todo ello
redunda en la complejidad de su localización. Es la habilidad y
suspicacia del médico la que debe permitirse conducir al enfermo hasta
obtener la confesión o elementos diferenciales que permitan esclarecer
la situación. En este sentido sugiere Moniz evitar el dramatismo y
comunicar al enfermo que el uranismo es un mal que cualquiera podría
tener y en el que la medicina puede ayudar.

Los esfuerzos clasificatorios de Krafft-Ebing y otros, aunque


útiles, no le parecen sustanciales. Lo crucial para él, sería delimitar si
estamos ante una homosexualidad ocasional o transitoria, o una
verdadera inversión. El pronóstico tendrá importantes variaciones
individuales, siendo en cualquier caso agravante la presencia de
problemas mentales.

El carácter patológico y la necesidad terapéutica vienen


argumentados en Moniz por una vía funcionalista. La conservación del
individuo y la de la especie deben quedar aseguradas por la vía de los
instintos. Las prácticas sexuales invertidas evidentemente son

345
contrarias a ese orden. Sin embargo, reconoce nuestro autor que a
pesar de ser una enfermedad, las prácticas heterosexuales forzadas e
insatisfactorias pueden ser todavía más negativas (Moniz, 1927: 495)
que las prácticas invertidas para el propio uranista.

Lo primero que debe hacer el médico es abandonar cualquier


prejuicio derivado de la repugnancia moral. La misión del médico es
curar enfermos, convertir, en este caso, la esterilidad e inutilidad social
del uranista en las virtudes de un individuo sano y útil a la sociedad. El
bienestar del propio paciente y el social son los horizontes que deben
presidir la acción terapéutica.

Cumpliendo con su misión como médico, Moniz, al final de la


sección sobre el uranismo ofrece algunas claves para evitar su
proliferación. Parece aceptar la sugestión y la inculcación del deber
(Schenck-Notzing), acompañado de las indicaciones de Krafft-Ebing a
propósito de la inversión sexual, que se pueden resumir en tres
medidas: combatir el onanismo, eliminar el estado neurasténico
producido por la mala higiene sexual, y utilizar el tratamiento psíquico
adecuado para combatir las tendencias homosexuales. Si la
psicoterapia básica no resulta suficiente, Moniz recomienda el uso de
la hipnosis que parece dar unos deslumbrantes resultados, técnica no
sin relación con su creciente interés en el psicoanálisis, reflejado en los
prólogos a las sucesivas ediciones de A Vida Sexual.

Con Moll, Moniz (1927: 496) no puede evitar introducir una


cuestión clave. ¿No existe una razonable duda deontológica a la hora
de plantearse la terapia de una persona cuyo psiquismo afeminado se

346
ha desarrollado en esa línea y cuyo tratamiento quizá le genere otros
importantes desequilibrios? ¿No sería una práctica médica abusiva?
No lo cree Moniz. Considera que existe la obligación de liberar al
uranista tanto de los hábitos sexuales como de las características
asociadas a la inversión de género (afeminamiento), lo que permitiría
una cura sin producir desequilibrios como él y otros han constatado.

Además, la masculinización será fácilmente asociada al cambio


de hábitos sexuales. Considera que una vez rehabilitado el paciente
debe ser instado a evitar la reproducción por los medios
anticonceptivos oportunos (Moniz, 1927: 498). Pocos son sin embargo
los homosexuales que acuden a buscar ayuda. Una gran mayoría vive
su vergüenza en silencio, con resignación o culpabilidad, haciendo uso
de la discreción para evitar el ostracismo social. Las dificultades
inherentes a esa condición infame, heredera del concepto teológico de
lo nefando o innombrable, hacen que Moniz sugiera que el médico
debe guiar al paciente a declarar la situación de forma delicada. No
podemos evitar sentir resonancias, en versión clínica, de la pastoral de
los manuales de confesión cuando indicaban cómo llevar al penitente a
decirlo, sin decirlo el confesor, no fueran a darse pistas o a forzar
mucho las cosas.

d) Balance

Era este deseo – curar a los homosexuales su enfermedad – el


que constituía la motivación básica tras el tratamiento realizado de la
materia tal y como se presenta en A Vida Sexual. Moniz siguió a
algunos expertos médico-legales e higienistas portugueses que habían

347
analizado el asunto de la homosexualidad a finales del siglo XIX tales
como Ferraz de Macedo y Adelino Silva y había absorbido las
enseñanzas de sendas figuras internacionales de renombre como
Krafft-Ebing y Moll para vertebrar su sexología. En este sentido,
aunque el tratamiento exhaustivo del tema no fue frecuente, tampoco
fue una excepción y A Vida Sexual se sitúa en la estela de una serie de
monografías sobre la homosexualidad y la prostitución masculina,
editadas a lo largo del territorio europeo.

Muchos factores hacen que la obra de Egas Moniz destaque en


relación con las obras anteriores. Entre ellos podemos incluir una
posición menos condenatoria hacia la homosexualidad, su discusión
del lesbianismo, su consideración de la homosexualidad junto a los
desórdenes heterosexuales, su compromiso con la producción de
autores extranjeros en relación con estas cuestiones en un grado que no
encontramos en la literatura lusa médico-legal y sexológica anterior,
así como la descripción del ambiente propio de la homosexualidad
portuguesa a principios del siglo XX.

A lo largo de toda la sección sobre la inversión sexual el autor


trata por todos los medios de presentar la homosexualidad como una
inclinación natural que siempre ha existido, a pesar de aparecer en un
volumen sobre patología sexual y de su evidente consideración de la
misma como una perversión. Esta normalización se argumenta
mediante abundantes analogías con el mundo animal, el
distanciamiento que establece entre homosexualidad y
hermafroditismo físico, rechazando sugerir cualquier conexión entre
homosexualidad y monstruosidad corporal o teratología así como

348
afirmando que la homosexualidad puede provocar un amor tan fuerte
como la heterosexualidad.

Estas comparaciones y distinciones generan un hilo conductor


entre la sexualidad, sana y desviada, y cierto grado de
despatologización de la inversión sexual. Tal instancia se confirma, a
primera vista de forma paradójica, con la condena de la prostitución
masculina, que describe como una de las mayores vergüenzas del siglo
que precisa ser erradicada. En parte, esta crítica procede del punto de
vista moral e higienista contra la prostitución, haciéndose eco del
trabajo de Ferraz de Macedo, Da Prostituição em Geral (1873), pero
quizá también procede de la discusión de Moniz acerca de que los
prostitutos a menudo no eran uranistas en absoluto, sino muchachos
desesperados que habían caído en ese vicio o que querían ganar dinero
con el intercambio (Moniz, 1927: 459-460). En los mismos términos
analógicos, considerará que de la misma forma que los heterosexuales
ven mal la prostitución femenina, también lo será la masculina por
parte de los auténticos uranistas. Se conserva en ellos cierta capacidad
de valoración moral, pero también puede entenderse como rechazo a
tener intercambio sexual con quienes no son "como ellos".

Este énfasis, que vino haciéndose común entre lo que


podríamos llamar médicos humanistas, se refleja también en su
descripción más o menos optimista de los deseos y prácticas
homosexuales, rayano en la etnología y la antropología. Mientras que
se consideraba que muchos uranistas eran afeminados, propensos a la
mentira y abundantes en ciertas profesiones tales como la peluquería o
la sastrería, por otra parte otros eran masculinos, monógamos o

349
polígamos y a menudo repartían las tareas domésticas de acuerdo con
los modelos de género establecidos en el Portugal de la época. Es
importante poner de relieve que el discurso de Egas no es una simple
derivación de los textos sobre la materia tanto nacionales como del
exterior. Hay que apuntar que da voz a su paciente A. A., que le había
confiado sus deseos, con lo que, evidentemente, las teorías de Egas
Moniz se desarrollan a medio camino entre las declaraciones
personales del «paciente» y las evidencias científicas de los textos
producidos por las autoridades internacionales sobre la materia. Ese
medio camino es el que posibilita la interacción teórico-biográfica que
venimos señalando a lo largo de esta Tesis.

Las subjetividades homoeróticas que describe Moniz vuelven a


ejemplificar la persistencia de las categorías a través del tiempo en la
línea de los análisis de Halperin (2002) y Sedgwick (1994) que ya
hemos tratado aquí. Esa diversidad también desconcierta a los clínicos
que han de aplicar categorías que se solapan y deben tratar con
individuos que además no son objetos inertes sino que interactúan en
todos estos procesos.

El uso explícito y extenso de comentadores extranjeros, como


Krafft-Ebing, Hoessli y Moll, entre bastantes más, muestra una
actualización científica y un uso ecléctico de las últimas teorías sobre
inversión sexual. Aunque la producción de conocimiento sexológico en
Portugal que hemos apuntado no es tan prolífica como pudieran serlo
los casos alemán y francés, no puede decirse que la pequeña
comunidad científica lusa que seguía estos avatares estuviese tan lejos
de sus colegas internacionales. Ciertamente Portugal está en la

350
periferia en términos del volumen de producción de tratados
sexológicos, pero resulta de importancia capital en términos de
recepción de estas ideas.

Como cualquier trabajo de esta naturaleza, A Vida Sexual no


puede leerse de cualquier forma. A pesar de la naturalización de la
homosexualidad y la discusión del lesbianismo de forma extensa,
Moniz también confirma su convencimiento del carácter patológico o
moralmente erróneo de la inversión sexual. Su descripción de las
prácticas sexuales, aunque es amplia y se distancia de la simplicidad
de igualar "inversión sexual" con "sodomía", confirma la antigua
división mediterránea entre los roles activo/pasivo en las relaciones
sexuales entre personas del mismo sexo y se enraíza
fundamentalmente en las normas de género del momento. Quizá
porque es fácil desarrollar una afición por la homosexualidad como
resultado de una predisposición mórbida, o por la casi voluntaria
observación de dos perros macho copulando, es una tarea que se da a
sí mismo el médico la de erigirse en salvaguarda contra su posible
desarrollo mediante una batería de intervenciones médicas: ayuda
psicológica cuando fuera requerida, oposición a la masturbación,
considerada como un tobogán hacia la inversión y creación de una
cultura sexual que promoviese una heterosexualidad sana.

Concluye Moniz con un alegato: «a homosexualidade trata-se e


cura-se», y una arenga a los profesionales médicos para no cesar en su
lucha por combatir este mal con el horizonte de misión que no es otra
que «curar doentes» (Moniz, 1927: 501), en este caso concreto
enfermo tan frecuente que, como ya vimos, «vive ao nosso lado e

351
pertence a todas as classes» (Moniz, 1927: 435).

Por otro lado, en el propio hecho de ejercer una reflexión sobre


la propia práctica clínica acerca de la conveniencia, o no, del
tratamiento y al aludir a medidas que fueran peores incluso que la
propia «desviación», Moniz mostró un talante humanitario. Esa
apertura a la auto-crítica le aleja de ser evaluado como practicante de
una medicina inhumana que solo pretenda erigirse en técnica de
control social. Sus análisis respondían a cuestiones circunstanciales
(cuándo, cómo, dónde, por qué, para qué…), con resultados dispares e
incluso contradictorios. Su fecundidad heurística difícilmente podría
traducirse a términos nomológicos o legaliformes de los que gusta una
buena ciencia positivista. Esta visión, como analiza refiriéndose a
otras cuestiones sexuales «delicadas», sigue un movimiento pendular.
Los métodos anticonceptivos son necesarios, pero no deben facilitar el
fraude genésico. La masturbación es normal en la adolescencia, pero
no debe extenderse más allá ni ser obsesiva, dejando así entrever
ciertos titubeos en su sexología. La verificación de la existencia y
universalidad de las prácticas y de lo irremediable de muchas de ellas,
convive con el miedo al desbordamiento y la transgresión. Es el
médico escindido entre la atención a la individualidad del paciente y a
sus deberes higienistas sociales. Moniz es el intelectual que ha de
articular el individualismo contemporáneo con las ansias de gestionar
una maquinaria social desde el saber, algo acuciante cuando se estaba
gestando un intenso cambio sociopolítico en Portugal en el que el
propio autor sería intelectual y político de renombre.

No podemos, a fin de cuentas, como en el caso vecino español,

352
decir que los portugueses, ni Moniz, fueran originales en sus discursos
biomédicos sobre la homosexualidad. Son receptores de una sexología
incipiente y practicantes de la positivización de saberes y técnicas. Su
importancia radica en la asimilación más que en la producción. Este
tema, en el entorno sociopolítico del autor, no puede dejar de lado el
caldo de cultivo de lo que será la siguiente etapa del país luso: la I
República (1910-1926) y sus continuidades, en la que el propio Moniz
haría carrera política. Sus rupturas han de entenderse en ese contexto y
así también su timidez en relación con las aristas del paso de un
modelo social a otro. No sólo Moniz sino los demás psiquiatras de
relieve fueron algo así como los «ilustrados» de la revolución
portuguesa, cuyas luces, y especialmente las sombras, conducirían al
autoritarismo del Estado Novo, en el que – no obstante – supieron
seguir haciendo ciencia, e incluso obtener, como en el caso de nuestro
autor, un premio Nobel que le daría proyección internacional.

e) Homosexualidad femenina

A Vida Sexual refleja que Moniz compartía la preocupación de


los médicos portugueses por el fenómeno del lesbianismo. El estudio
terminológico se justifica con la explicación de las prácticas sexuales
más frecuentes. Los términos tienen un valor general pero también
especificativo. Safismo podía tener tanto un significado general como
referirse a las prácticas oro-genitales. El lesbismo «deriva de Lesbos, a
conhecida ilha em que a tradição colocou a origem da masturbação
bucal. As práticas da mútua masturbação manual, os toques anais com
os dedos, aas fricções voluptuosas, etc., são também designados por

353
êste termo» (Moniz, 1927: 419). Por lo que se refiere al tribadismo,
especifica las formas de masturbación recíproca facilitadas por las
mujeres que poseen un clítoris excepcionalmente grande, que les
permite simular la cópula "normal". Le parecen términos factibles,
quedando así, de forma marginal el uso de uranismo feminino.

Como el uranismo masculino, la práctica tiene presencia de


carácter universal y posee una especial incidencia en las prostitutas y
en las mujeres de la aristocracia (Moniz, 1927: 461)234. También entre
las mujeres casadas. De forma paralela a los varones invertidos,
presentan roles y no tienen una fisiología determinante:
Por vezes uma desempenha o papel activo e outa o
passivo. Em geral, a fisionomia e as maneiras exteriores
das tríbades nada apresentem de particular. Assim, as
mulheres que têm o rosto coberto de pêlos como o dos
homens não estão por isso particularmente predispostas à
inversão sexual. Contudo, muitas vezes, apresentam
traços masculinos, quer na sua conduta, quer ainda nas
linhas gerais do rosto (Moniz, 1927: 462).235

La evolución del deseo es variable y como en los hombres, en


ocasiones se puede hacer un diagnóstico precoz en la infancia, pero los
fenómenos de incipiente masculinización no son dirimentes. Incluso
puede darse que en una pareja lésbica, la que presente tendencias más
masculinas tenga sin embargo preferencias sexuales pasivas (Moniz,
1927: 462). Se exponen por tanto caracterizaciones plagadas de
posibles excepciones a las reglas generales que solo la mirada del
234 La vinculación entre prostitución y lesbianismo es un tópico que venimos
analizado a lo largo de este trabajo (Corbin, 1984).
235 Traducción: A veces una desempeña el papel activo y la otra el pasivo. En
general, la fisionomía y las maneras exteriores de las lesbianas no presentan nada
de singular. Por lo tanto, las mujeres que tienen el rostro cubierto de pelos como
los hombres no están por eso particularmente predispuestas para la inversión
sexual. Sin embargo, a menudo presentan trazos masculinos, ya sea en su
conducta o en los trazos generales de su rostro.

354
médico podrá calibrar adecuadamente, como ocurría con los uranistas.

El estado de viraginidade (virago) se adquiere si la


masculinización se culmina mediante el desarrollo de trabajos
masculinos y el rechazo de trabajos femeninos, así como en juegos,
preferencias académicas, etc. Sienten rechazo a la maternidad.
Aunque en ocasiones son discretas, otras veces explicitan su
condición. Hay una afirmación de mucho calado que hace justicia al
repertorio científico disponible.
A tríbade passa uma vida íntima de torturas por não ter
nascido homem: ela e o uranista completar-se-iam operando
una troca de órgãos sexuais. Dentro duma forma feminina
existe uma alma de homem(Moniz, 1927: 463). 236 237

Esta visión afín a la idea de hermafroditismo psíquico aleja a


nuestro médico del modelo de orientación sexual, que sin embargo
parecía vislumbrarse en otros puntos. La posible normalización se
acusa cuando la lesbiana es capaz de los mayores excesos por causa de
amor, igual que los heterosexuales y uranistas, sea la naturaleza de los
afectos mórbida o salubre.

Moniz está atento a las formas de contacto y establecimiento de


relaciones homosexuales entre las lesbianas. Destaca su insistencia y
empeño, muy superior en ocasiones al de los hombres heterosexuales.
Las mujeres seducidas por lesbianas son consideras víctimas y la
seductora suele tener rasgos masculinos y ser extremadamente celosa.
En relación con el matrimonio, las lesbianas casadas serían más

236 Eso es el extremo de la concepción de la inversión, de acuerdo con la


pervivencia de subjetividades analizada por Halperin (2002) y Segdwick (1994).
237 Traducción: La lesbiana sufre una vida íntima de tortura por no haber nacido
hombre: ella y el uranista se completarían operando un intercambio de órganos
sexuales. Dentro de una forma femenina existe el alma de un hombre.

355
frecuentes que los varones homosexuales:
Algumas dessas são hermafroditas psíquicas, outas são
lésbicas que apenas consideram o casamento como uma
necessidade social, nunca a manifestação duma aspiração
genésica. Para a tríbada o casamento é uma comodidade
para a melhor consecução dos seus fins. A mulher depois
de casada pode ter mais extensas relações e livrar-se
fàcilmente das críticas dos soalheiros femininos (Moniz,
1927:465).238

En efecto, en el modelo de género imperante podría resultar


para la mujer una estrategia el matrimonio con fines sociales. Hay que
tener en cuenta que a diferencia de lo que ocurre con los varones, la
sociedad mediterránea es más condescendiente con la amistad íntima
entre las mujeres e incluso con su contacto físico.

Por lo que se refiere a las prácticas sexuales, el sexo oral y


manual puede llegar a serles mucho más placentero que la cópula. Por
eso también reclaman a los potenciales amantes masculinos la práctica
de cunilingus. Esta práctica sexual no orientada a la procreación, y por
tanto poco saludable, se convierte así en las mujeres heterosexuales en
una posible señal de su depravación lésbica latente. Además de esas
caricias. Dentro de las prácticas destacan la cópula imperfecta por
medio del clítoris. Este órgano se verá agrandado por las propias
prácticas invertidas (Moniz, 1927: 465-466)..

La alternancia de roles en las caricias orales y manuales sería


238 Traducción: Algunas de esas son hermafroditas psíquicas, otras son lesbianas
que solo consideran el matrimonio una necesidad social, nunca la manifestación
de una aspiración genésica. Para la tríbada, el matrimonio es una comodidad
para la mejor consecución de sus fines. La mujer después de casada puede tener
relaciones más extensas y librarse fácilmente de las críticas de los rumores
femeninos.

356
mayor que en los pederastas según Coffignon, mientras que estarían
muy delimitados de acuerdo con Moll (Moniz, 1927: 466). Los casos
de amor platónico son frecuentes, pero de menos duración que los
uranistas, mientras que los episodios de sadomasoquismo, que también
comparten con ellos, aparecen en mucho menor número. Busca la
autoridad de Adelino Silva (1869), como la mayoría de los portugueses
que estudiamos, y transcribe el caso francés de la princesa Ratazzi que
este ya había divulgado.

Por último redunda en la vinculación entre lesbianismo y


prostitución. Moniz considera que es una forma de vivir juntas sin
dificultad y cita casos que lo ilustran, siguiendo a Martineu (Moniz,
1927). Este vínculo puede ser mayor si se tiene en cuenta que existe el
uso prostitucional que pueden hacer como clientas buscando dichas
relaciones sexuales con las mujeres de esas casas.

De acuerdo con el trabajo que estamos realizando con Richard


Cleminson «‘Simulando assim a cópula normal’: Sapphists, tribades,
fricatrixes and lesbians between biomedical taxonomical categories
and identity in Portugal (1850-1950)»239 el trabajo de Moniz sobre el
lesbianismo está dentro de su intento de naturalizar en la medida de lo
posible el homoerotismo. Ello queda patente en su tratamiento
moderadamente neutral cuando afirma que
Há homens que só se excitam genèsicamente com a
aproximação de outros homens, e há mulheres que só
experimentan desejos sexuais quando se aproximam de
outras mulheres (Moniz, 1927: 417). 240

239 Se utilizan a continuación borradores de ese trabajo que ha sido presentado para
su evaluación a la revista International Journal of Iberian Studies (IJIS)
240 Traducción: Hay hombres que solo se excitan genésicamente con la
aproximación de otros hombres, y hay mujeres que solo [sigue en]358

357
Se ha constatado además que Moniz libera las relaciones
homoeróticas entre mujeres del estricto modelo mediterráneo que las
divide en activas y pasivas al admitir la posibilidad del intercambio de
roles, y ha rechazado que los rasgos conductuales en la infancia o el
aspecto físico puedan tener valor pronóstico o diagnóstico
respectivamente. En esto es crítico con ciertos lugares comunes de la
sexología contemporánea. Sin embargo en las vinculaciones con la
prostitución, que nos evocan la visión de Parent-Duchâlet (1836), De
la prostitution dans la ville de Paris, vuelven a establecerse esas
relaciones de forma explícita.

Articula en su teoría la coexistencia de factores hereditarios y


ambientales y la distinción entre perversión y perversidad que como
vimos le parecía útil pero artificiosa:
Se é certo que as taras hereditárias muito conseguem do
indivíduo sôbre que pesam, não é menos certo que o
contágio educativo não é menos importante. A
homosexualidade tem tido épocas de maior e menor
desenvolvimento e, por mais que queiramos recorrer à
distinção, por vezes artificiosa, de perversão e
perversidade, é for a de dúvida que muitos invertidos
deixariam de o ser, se não tivessem sido contagiados e
influenciados pelo meio (Moniz 1927: 470). 241

Con algunas diferencias, explicables en gran medida por efecto

[viene de]357 experimentan deseos sexuales cuando se aproximan a otras


mujeres.
241 Traducción: Si es cierto que las taras hereditarias pueden mucho con su peso en
el individuo, no es menos cierto que el contagio educativo no es menos
importante. La homosexualidad ha tenido épocas de mayor y menor desarrollo y
por más que quisiéramos recurrir a la distinción, a veces artificiosa, de
perversión y perversidad, no hay duda de que muchos invertidos dejarían de
serlo si no hubieran sido contagiados e influenciados por el entorno.

358
indirecto de las concepciones imperantes del género, la
homosexualidad femenina en Moniz es tratada en los mismos
parámetros que la masculina y entra también de lleno en ese
intermedio entre vicio genésico y normalización en que la hemos
situado. Este modelo explicativo de la homosexualidad intenta abarcar
subjetividades bien diferentes. De alguna forma, los efectos de la
borrosidad teórica y el eclecticismo del que hacen gala estos expertos
no solo tiene un valor ejecutivo, esto es, permitir un amplio margen de
acción médica y forense. Esta acción pretende explicar, pero también
localizar y fiscalizar esa nebulosa de sodomitas, pederastas,
degenerados, invertidos, pervertidos, prostitutos, señorones y sus
equivalentes femeninos. También son la forma en que el discurso
biomédico es capaz de dar luz "científica" a ese repertorio de
subjetividades coexistentes, asimétricas desde el punto de vista
temporal, cultural y social. En coherencia con lo sugerido en este
trabajo y que ha sido ya analizado (Chauncey, 1994; Halperin, 2002;
Sedgwick, 1998; Ugarte, 2011; Vázquez y Cleminson, 2011 y 2013).

f) Un informe pericial242
242 Este epígrafe contiene partes íntegras, solo con pocas adaptaciones de contenido
y formato, del trabajo « "Más piedad que improperios".Un informe pericial del
Dr. Egas Moniz sobre homosexualidad», del mismo autor de esta Tesis. El
artículo ha sido aceptado para su publicación en la Revista Dynamis. Acta
Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam. En la
publicación se hará constar que este trabajo forma parte de la investigación
correspondiente a la Tesis Doctoral en curso inscrita en la UNED, Estigma,
diagnosis e interacción: un análisis epistemológico y axiológico de los discursos
biomédicos sobre la homosexualidad en los regímenes autoritarios ibéricos del
siglo XX, bajo la dirección de los doctores Francisco Vázquez (UCA) y David
Teira (UNED), con la orientación por estancia de investigación en el CECL de la
Universidade Nova de Lisboa por el Dr. António Fernando Cascais. El
documento objeto de análisis se encuentra en el Museo del Centro Hospitalar
Conde de Ferreira - Santa Casa da Misericórdia de Oporto y este trabajo se
realiza con el permiso para el uso del documento con fines científicos concedido
por el Exmo.Sr. Provedor de dicho Centro y con el apoyo técnico [sigue en]360

359
A principios del siglo XX, Egas Moniz emitió un informe
pericial sobre homosexualidad para un caso de anulación matrimonial
que constituye un material de gran valor como ejemplo de aplicación
efectiva del conocimiento sexológico disponible en la época. En este
mismo periodo la flamante legislación republicana establecería la
anulación del matrimonio contemplando causas de carácter médico y
se tipificaron penalmente las relaciones entre personas del mismo
sexo, o contra natura. En su informe, Egas Moniz intenta interpretar
desde las categorías sexológicas de la época distintos elementos de la
vida del sujeto estudiado, ilustrando la interacción entre estas
categorías y las formas cambiantes que adopta la homosexualidad (o
las personas homosexuales) de la época.

(i) El documento y su contexto.

En el primer cuarto del siglo XX Portugal conoció un régimen


republicano (1910) que alcanzaría hasta el Estado Novo. Muchos de
los médicos eminentes, entre los que se incluye Egas Moniz, cuya
formación y ejercicio se situó en el cambio de siglo, continuaron
siendo figuras relevantes durante la República y más allá. En este
periodo se fue conformando la Psiquiatría como disciplina y ya se
había consolidado el ejercicio pericial de los médicos en los procesos
jurídicos cuyos inicios fueron tensos (Curado, 2007). Esta articulación
de lo jurídico y lo científico fue acompañada de los proyectos de
higienismo y defensa social que desarrollaron los ideales positivistas
del XIX por toda Europa.
[viene de]359 del Dr. Adrián Gramary, Director Médico del mismo. A todos ellos
y al Dr. Richard Cleminson (University of Leeds) se desea expresar gratitud y
reconocimiento.

360
Los médicos se convirtieron entonces en auténticos maestros
de una verdad invisible (Quintais, 2012), el discurso de la medicina
legal y, dentro de esta, la llegada a primera línea de la Psiquiatría
forense. La cuestión de la imputabilidad y la responsabilidad, los
debates sobre el alcance del determinismo, fuera este interno o
externo, la recepción del psicoanálisis, el carácter fundante o accesorio
de la explicación en términos biológicos (o incluso el debate sobre
una reducción teórica) siguieron la andadura que habían comenzado
en el siglo anterior. La participación en calidad de experto en procesos
judiciales sitúa a Egas Moniz, sin ser él propiamente un criminólogo,
junto a figuras que sí lo fueron de forma más especializada como
Sobral Cid y Júlio de Matos. Los tres fueron peritos del famoso caso
de Maria Adelaide Coelho da Cunha (Gramary, 200) entre la segunda
y tercera década del siglo pasado y que tenía como centro de referencia
el Hospital Conde de Ferreira de Oporto. En esos mismos años y para
la Dirección Médica del mismo Hospital, Egas Moniz redactó un
informe sobre un caso de homosexualidad para un proceso de
anulación matrimonial. Dos episodios anteriores de la historia legal
han de ser tenidos en cuenta, la promulgación de la primera ley del
divorcio y de las Leyes de Familia (1910) en Portugal y la tipificación
explícita de la homosexualidad (actos contra naturaleza) en la
legislación de defensa social (1912). En el informe pericial Egas
Moniz describió los elementos de la conducta del marido que le
permitirían diagnosticar su homosexualidad e ir desmontando las
excusas o alegaciones que hacía el inculpado.

361
A partir de la teoría de la homosexualidad que Egas Moniz
expuso en su A Vida Sexual y del propio documento pericial
intentaremos analizar el caso mediante el uso de algunas herramientas
filosóficas para explicar las tensiones entre experiencia y teoría. Estas
a su vez se caracterizan, la primera por estar inmersa en un contexto
represivo y la segunda por una notable borrosidad, lo que ha de ser
tenido en cuenta para una correcta hermenéutica del documento y su
significación.

El Relatório (informe) es un documento que se conserva, y nos


ha sido facilitado, por el Centro Hospitalar Conde de Ferreira - Santa
Casa da Misericórdia do Porto243. Consta de 8 folios numerados más
una portada. Contiene el informe realizado por el Dr. Egas Moniz en
un caso de anulación de un matrimonio portuense seguido a instancias
de la esposa. El documento no tiene fecha pero su contenido y otros
elementos permiten colegir que se debió de redactar en los primeros
años 20 del siglo pasado.

El matrimonio tuvo lugar en 1919 y los cónyuges habían


cohabitado durante ocho meses, durante los cuales el marido, YYY, no
consumó el mismo. Iniciado en 1920 el proceso de nulidad, el examen
médico reveló que la mujer permanecía virgen por lo que el marido no
había poseído a su mujer XXX como tal (Moniz, s/d: f.1 y f.3).
Constatada de forma forense la virginidad de la demandante, el

243 El documento objeto de análisis es un documento inédito. Relatório do Exm.


Snr. Dr. António Caetano de Abreu Freire Egas Moniz sobre o processo de
anulação de casamento do XXX e do YYY. Localizado en el Museo del Centro
Hospitalar - Santa Casa da Misericórdia Conde de Ferreria (Oporto). (s/d) 8 f. y
que se transcribe con permiso) con omisión del nombre de las personas afectadas
por el proceso. Se usará XXX para la mujer y YYY para el marido.

362
informe se centra en describir y analizar la conducta del marido, lo que
conducirá finalmente a un diagnóstico de homosexualidad.

La determinación médica de la homosexualidad del demandado


se basaba en el examen de sus conductas y preferencias. No hay en
este documento referencia alguna a estigmas hereditarios propios de
las teorías degeneracionistas y de otra producción experta
contemporánea como analizaremos más adelante. Una batería de
signos permitían el juicio del técnico:
a) que tinha as orelhas furadas;
b) que possuia, para seu uso, roupas femininas, tales
como calças com rendas e laços, ligas, meias de senhora
de diversas côres, etc.;
c) que possuia outros adornos femininos tais como varios
pares de brincos uma pulseira de ouro e um furador das
orelhas;
d) que se intrometia em casa nos arranjos proprios das
mulheres. Cosia e tinha agulhas, linhas e dedais para seu
uso;
e) que convivia intimamente com un individuo do seu
sexo, que introducia no quarto do casal, demorando-se
com ele em meia obscuridade e deixando, ao retirarem-se,
o leito em desalinho;
f) que desde Março de 1917 até Maio de 1919 (ano
do seu casamento) não teve relações sexuais com
mulheres.
Atribue essa impotencia a uma infecção intestional
de que ainda se dizia convalescente dois anos depois.
Pretende atenuar a importancia deste facto dizendo
que nesse periodo de dos anos tivera algumas
erecções, como ejaculação, algumas das quais
durante o sono.
g) como defeza faz ainde notar o reu que o segundo
exame medico a que foi sujeito (e que foi adiado um
mês da data que primeiramente lhe foi marcada
mostrou a existencia de uma uretrite de natureza
gonococcica (Moniz, s/d: f.1 y f.2).244
244 Traducción: a) que tenía las orejas agujeradas; b) que tenía, para su uso, ropas
femeninas, tales como pantalones de encaje y lazos, ligas, medias [sigue en]364

363
Los hechos imputados al demandado fueron comentados
detenidamente. Egas Moniz valoraba el alcance de los mismos, su
significado clínico e interpretó las explicaciones que el propio acusado
(reu) daba sobre su conducta.

YYY manifestaba hábitos femeninos por el hecho de coser y


dedicarse a las faenas de la casa que eran propias de mujeres, con
especial preocupación por la ropa. Los agujeros en las orejas son un
hecho que el propio acusado intentaba ocultar para evitar las burlas de
la gente y que justificó aduciendo que se los había hecho para
participar en una obra de teatro (recita da estudantes). Aceptada la
explicación, Moniz consideró que ello no le restaba anormalidad dado
que no hacía falta ir tan lejos y que podía haber utilizado pendientes de
presión como habrían preferido individuos normales que en ningún
caso se habrían prestado a las perforaciones. Además el encausado
poseía pendientes y otro utillaje de adorno para su uso particular fuera
del ámbito teatral estudiantil. Estos adornos debían de estar más bien
destinados a su utilización en las relaciones homosexuales dado que
«Os invertidos tomam todos os habitos femininos. Em poucos casos,

[viene de]363 de señora de diferentes colores, etc.; c) que tenía otros adornos
femeninos tales como varios pendientes y una pulsera de oro, y perforador de
orejas; d)que se entrometía en casa en nos arreglos propios de las mujeres. Cosía
y tenía agujas, hilos y dedales para su uso; e) que convivía íntimamente con un
individuo de su sexo, a quien metía en su habitación de matrimonio, ahí
quedando en media obscuridad e dejando el lecho desordenado al salir; f) que
desde marzo de 1971 hasta mayo de 1919 (año de su matrimonio) no mantuvo
relaciones sexuales con mujeres. Atribuye esa impotencia a una infección
intestinal de la cual se decía aún convaleciente dos años más tarde. Pretende
atenuar la importancia de este hecho diciendo que en ese periodo de dos años
había tenido algunas erecciones, como eyaculación, algunas de las cuales
mientras dormía como defensa hace notar el reo que la segunda prueba médica a
que había sido sujetoo (y que había sido aplazada un mes de la fecha concertada
inicialmente, demostró la existencia de una uretritis de naturaleza gonocócica)

364
porem, se poderão tão largamente documentar como neste uranista»
(Moniz, s/d: f.3).245 Estos rituales de afeminamiento tendrían por
objetivo seducir a sus cómplices como hacían en general los
homosexuales. Indumentaria y hábitos femeninos eran suficientes para
el retrato psicológico que el perito pretendía mostrar al diagnosticar
que se trataba de «um invertido de velha data que pouco a pouco foi
descendo até o arranjo de todas as connecidas seducções uranistas tão
vulgares nos lupanares homosexuais" (Moniz, s/d: f.3).246

Su condenable falta de virilidad le hacía ser un impotente


heterosexual incapaz de cumplir sexualmente con su esposa. Ella se
mostraba propicia e intentó, dentro de la honestidad, atraer su atención.
Para Moniz incluso aunque no hubiera sido así, un hombre potente
normal la habría obligado a tener relaciones sexuales dada la fogosidad
de la libido en los varones normales, hasta el extremo que ninguna
esposa podría obstaculizarlo247.
La virginidad de XXX, unida a la homosexualidad que se ha
detectado en YYY, confirmaría entonces la incapacidad conyugal del
marido.
A virgindade da autora junto ao facto da provada
homosexualidade de reu YYY, demonstram, de uma

245 Traducción: Los invertidos toman los hábitos femeninos. En pocos casos, sin
embargo, se podría documentar de forma tan extensa como en este uranista.
246 Traducción: un invertido de "vieja fecha" (hace mucho), que poco a poco fue
descendiendo hasta la confabulación de todas las conocidas seducciones
uranistas tan frecuetnes en los lupanares homosexuales.
247 Así dice que « […] um homen potente normal força-la-ia á pratica do acto
sexual. O libido impulsiona todos os normais á realisação da copula duma
manera imperiosa. Não haveria resistencias invenciveis. Sucederia com a autora
o que sucede com as outras esposas. Acabaria por ceder» (Egas Moniz, s/d , f.3-
4). Traducción: un hombre potente normal la forzaría a la práctica del acto
sexual. La libido impulsa a todos los normales a la realización de la cópula e una
manera imperiosa. No habría resistencias invencibles. Sucedería con la autora
(demandante) lo que sucede con las otras esposas. Acabaría por ceder.

365
maneira insufismavel [sic] que ele era um impotente,
incapaz de realisar a copula, para quem a mulher era tâo
indeferente como para um heterosexual são indeferentes
os individuos do seu sexo (Moniz, s/d: f.8).248
La impotencia para tener relaciones sexuales con mujeres fue
admitida por el propio marido. Este había alegado una infección
intestinal como causa de dicha disfunción. El juicio médico establecía
la inexistencia de patologías intestinales que permitiesen al reo el
desempeño de sus funciones laborales y al mismo tiempo le
impidiesen tener relaciones sexuales. Se argüía a este respecto que la
libido sexual era «a força mais imperiosa da existencia» (Moniz, s/d:
f.8) y que no cedería a las más diversas situaciones. Si a la edad del
acusado no se desplegó por el plazo de dos años era señal de una
anormalidad. YYY confesaba haber tenido erecciones y eyaculaciones,
lo que no puso en duda Moniz. Estas debieron de ser con individuos de
su mismo sexo, únicos capaces de despertar su libido. Ello sería
coherente con la sintomatología de estos «psicópatas» y pudo tener
lugar durante el sueño experimentando seducir a sus amantes
masculinos, vestido de mujer.

Moniz alegaba que los invertidos tienen «alma femenina» lo


que se podría constatar en los hábitos, los adornos, las maneras,
incluso a veces en el físico, pero muy especialmente en las
predilecciones sexuales. Un homosexual con las características que
concurrían en YYY es «constitucionalmente una mujer».

La depravación podía darse también en heterosexuales pero «os

248 Traducción: La virginidad de la autora [demandante], junto al hecho de la


comprobada homosexualidad del reo YYY, demuestra indudablemente que él era
impotente, incapaz de realizar cópula, para él su mujer era tan indiferente como
para un heterosexual son indiferentes los individuos de su mismo sexo.

366
uranistas verdadeiros abominam as mulheres para a realisação das
praticas normais» (Moniz, s/d: f.5). De acuerdo con un notable
psiquiatra, que no se cita, frecuentemente los órganos sexuales sólo
servirían para hacer un diagnóstico erróneo del sexo siendo las
tendencias las que lo determinarían. Esta impotencia la manifestaría
YYY no sólo con su esposa sino que le habría de pasar lo mismo con
otras mujeres. Cuando se entregaba a sus prácticas uranistas se
sentiría seducido por los atributos masculinos de la misma forma que
el hombre normal con los femeninos.

En relación con las prácticas Moniz hizo notar que la


pederastia249 no era la única forma de amor homosexual ni siquiera la
más corriente. Habían de considerarse también «a masturbações
mutuas o imissio membri in os, inter femora250, a masturbação anal os
contactos dos orgãos sexuais» (Moniz, s/d: f.5).. Ello se evidenciaba en
la presencia de manchas de semen en sus ropas femeninas y en su
cama de matrimonio donde con un amante, según testimonió la esposa,
se entregaba YYY a las prácticas uranistas. Los sentimientos de
idolatría, dedicación máxima, defensa y amistad hacia su amante
completaban lo que se considera el cuadro uranista (Moniz, s/d: f.6).

Falei ha pouco do amor heterosexual. A designação é bem


apropriada e o reu bem o demonstra nas intimidades de
relações com aquele individu do seu sexo a quem
dispensava todas as atenções e o melhor do seu tempo.
Era o seu idolo. Defendia-o com entusiasmo e com calor.
Não prescindia do seu convivio nem da sua amisade.251 252
249 En el contexto la pederastia es el sexo anal con penetración.
250 Traducción: introducción del miembro en la boca, entre los muslos.
251 La cursiva es nuestra. Puede parecer una errata. Véase el análisis.
252 Traducción: Hace poco hablé sobre el amor heterosexual. La designación es
apropiada y el reo así lo demuestra en las intimidades de relaciones con aquel
individuo de su mismo sexo a quien daba todas las atenciones y lo [sigue en]368

367
YYY intentó utilizar la presencia de una afección venérea
(uretritis gonocócica) como prueba de haber tenido relaciones
heterosexuales. Ello no probaba nada ante la mirada médica, dado que
esas enfermedades u otras venéreas, como la sífilis, se encontraban
también en los homosexuales. Sabiendo las prácticas era fácil saber
que podrían ser contagiados. Para Moniz el reo, en el afán de desnortar
a la justicia había llegado al extremo de contagiarse a propósito dado
que dicha patología uretral no suponía asumir un gran riesgo y la
presencia de la misma podría introducir una duda razonable en persona
legas en psicopatología sexual.

Estos datos, que además resultaban sospechosos a los ojos del


médico, no alteraron el diagnóstico de una enfermedad constitucional,
la homosexualidad, que le impedía al paciente mantener relaciones
sexuales normales. Esta condición explicaba que
Para este homosexual a mulher não entre na esfera do seu
libido. E uma sua igual, sexualmente falando. A sua
atração é pelo homem. A ele se submete com todos os
requintes amorosos, pretendendo dar-lhe as seduções
femininas do vestuario e dos adornos das mulheres,
gosando o prazer dos seus travestis, dos seus habitos e
predileções (Moniz, s/d: f.7). 253

YYY fue presentado como un enfermo homosexual no


hermafrodita incapaz de copular con su mujer. A ella arrastró a la
desgracia en un intento ilusorio de regeneración al casarse, lo que fue
[viene de]367 mejor de su tiempo. Era su ídolo. Lo defendía con entusiasmo y
calor. No prescindía de su compañía ni de su amistad.
253 El subrayado es del original.Traducción: Para este homosexual, la mujer no entra
en la esfera de su libido. Es su igual, sexualmente hablando. Su atracción es
hacia el hombre. A él se somete, con todo el refinamiento amoroso, pretendiendo
darle las seducciones femeninas del traje y adornos de las mujeres, gozando el
placer de sus travestis, de sus costumbres y predilecciones.

368
quizá su última tentativa para reformar una pasión irresistible y sin
duda constituyó una coartada (disfraz):

.O reu YYY como uranista inveterado era um impotente


absoluto para a mulher. Incapaz de realisar a copula, preso
á sua paixão homosexual, chorava a sua desgraça junto da
companheira que arrastou para a desventura de uma vida
comum inviavel; mas sentia-se de cada vez mais
indiferente [sic] a todos os encantos femininos. É um
homosexual sem sombra de hermafroditismo. O
casamento foi para ele um disfarze [sic] e talvez uma
ultima tentativa de regeneração. Regeneração ilusoria!
Pena e que reu não tenha a coragem, que ainda assim não
e extremadamente rara, de confesar o seu mal.
Para os medicos e para os magistrados não passa esta
aberração de uma doença que merece mais piedade do
que improperios.
A confissão, porem, pouco importa. Mas do que ela valem
os factos e estes levam-nos a seguinte
Conclusão O reu YYY e um antigo homosexual e
um impotente, incapaz de ter relações sexuais com
mulheres (Moniz, s/d: f.7).254

Según Moniz, era una lástima que el paciente no tuviera el


coraje de reconocer su aberración, más merecedora de piedad que de
otra cosa, y a pesar de que YYY era reacio a confesar, al Doctor no le
cabía la menor duda de que los hechos conducían irremisiblemente a
la conclusión que había indicado al principio y que luego había

254 Traducción: El reo YYY como uranista inveterado era un impotente absoluto
para su mujer. Incapaz de realizar la cópula, preso a su pasión homosexual,
lloraba su desgracia junto a su compañera a quien arrastró para la desventura de
una vida en común inviable; pero se sentía cada vez más indiferente a todos los
encantos femeninos. Es un homosexual sin sombra de hermafroditismo. El
matrimonio fue para él un disfraz y quizás un último intento de regeneración.
¡Regeneración ilusoria!/Pena es que el reo no tenga el valor, que aún así no es
extremadamente raro, de confesar su mal./Para los médicos y para los
magistrados esta aberración no pasa de una enfermedad que merece más bien la
piedad que improperios. /La confesión sin embargo no importa. Más que ella
importan los hechos, y estos nos llevan a la siguiente conclusión /El reo YYY es
un viejo homosexual y un impotente, incapaz de mantener relaciones sexuales
con mujeres.

369
intentado argumentar.

(ii) Análisis del Documento

En el momento del proceso estaban en vigor la Lei do


Divorcio255 y las Leis da Familia256. El divorcio contemplaba como
motivos el adulterio del marido y la enfermedad o aberración de
carácter sexual257. Asimismo las leyes de la familia incluían la
posibilidad de anulación por ignorancia de enfermedad física o
anomalía incurable o heredable, como la impotencia que fuera
anterior258. La presencia de la anulación según juristas posteriores
parecía haberse hecho con los ojos puestos en el derecho canónico
(Santos Silva, 1966)259 cuya primera articulación se realizó
precisamente en 1917260, cuando Portugal estaba en una situación de
secularización de la vida civil. La norma de 1910 estipulaba un límite
de un año, con lo que la demandante estaba en tiempo y forma. Tanto
el divorcio como la anulación abrían la puerta a la palabra pericial. Es
notorio el esfuerzo de Moniz insistiendo en la impotencia de YYY que
sería crónica, y anterior, por causa de la homosexualidad.

Por lo que se refiere a la presencia de la homosexualidad en

255 Decreto- Lei de 10 Novembro de 1910. Diário do Governo, nº 26, 4/11/1910.


256 Leis da Familia. 1ª de 25 Dezembro. Lei do casamento como contrato civil.
Diário do Governo, nº 70, 27/1910.
257 Artículo 4º, puntos 2º y 10º. Decreto-Lei, n.21
258 Lei 1ª, n.24, capítulo III, artículo 20.3
259 Para los problemas de secularización del matrimonio en la República véase,
Cordeiro (2011).
260 El error en la cualidad, cuando no era de sexo, rango o estado, estaba mal
cubierto en el Derecho canónico de 1917 como explica la parte histórica de
Regueiro (1997). Se fue flexibilizando por jurisprudencia hasta el Código de
1983. La primera anulación por homosexualidad es muy tardía, 1969. Véase
Rozados (1976)

370
cuestiones litigiosas y judiciales parece que la cuestión tuvo cierta
relevancia por sensibilidad moral en un caso de asesinato pasional
protagonizado por un militar en 1886261 pero no la homosexualidad por
sí misma.

Hay que señalar que, guardando cierto paralelismo con el caso


español, y ya transcurridas las épocas inquisitoriales, los Códigos de
Derecho Penal de ambos países consideraban la sodomía o las
prácticas anti-naturales, desde una herencia napoleónica compartida, es
decir, no explícitamente punitiva. Ello por supuesto, no significa que
no pudiera generarse un serio problema para el ciudadano involucrado
en tales asuntos. Este podía ser acusado si se recurría a la figura de los
atentados contra la honestidad o contra el pudor, cuya aplicación era
más o menos extensible.

Las leyes de defensa social, sin embargo, eran ya el producto


del espíritu del degeneracionismo y de las demás escuelas de
criminología positivista. El homosexual sería objeto de la atenta
mirada de la antropología criminal y la psiquiatría, que se
desarrollaron en Portugal como dos caras de una misma moneda (Dias,
Faria, Agra, 2012: 78). El eclecticismo teórico fue una nota común a
los diferentes autores lusos, rasgo que compartían con sus colegas
españoles de la misma época (Vázquez y Cleminson, 2011:29). Esta
mezcolanza, e incluso solapamiento de paradigmas explicativos
aparentemente incompatibles, se acompañaba de la versatilidad
ejecutiva, esto es, una amplia flexibilidad en la aplicación a los sujetos,
por parte de una sociedad burguesa en expansión y con periódicas

261 Véase el caso de Marinho en el epígrafe 5.1. de este trabajo.

371
reacciones conservadoras. Para el caso de la homosexualidad y otras
situaciones peligrosas se contemplaron medidas punitivas262 en la Lei
de 20 de Julho, estabecelendo várias providências para a repressão da
medicidade e da vadiagem, de 1912. Más tarde la legislación
republicana española haría lo mismo con la Ley de Vagos y Maleantes
(1933). Esta última no incluyó a los homosexuales hasta que el
franquismo la modificó en 1954. Todo ello respondía a la articulación
de unas medidas de seguridad que plasmaban un ideal científico de
control que justificaba la necesidad de defenderse de los que
perturbaban las condiciones de existencia (Martins, 1903: 72, cit. Dias,
Faria y Agra, 2012: 91).

El que las leyes de defensa social y la persecución de los


delitos sin víctima (Lamo de Espinosa, 1989) pudieran ensañarse con
ciertos grupos fue algo que sin duda potenciaron los autoritarismos del
siglo XX (Campos, Martínez y Huertas, 2000: 112).

Egas Moniz había tratado prolijamente la homosexualidad


masculina en A Vida Sexual. Allí recoge las teorías de los principales
sexólogos como Krafft-Ebing, Höessli y Moll e hizo un uso ecléctico
de las mismas. La importancia de los portugueses, como de los
españoles, radicó más en la recepción que en la producción de
conocimiento sexológico. Antes de nuestro reo YYY, Moniz había
tenido la oportunidad de interpretar el testimonio de un paciente
homosexual al que denomina A.A. en su tratado sexológico. Se planteó
las cuestiones deontológicas vinculadas al ejercicio terapéutico y en

262 Este examen de la normativa está ya incluido en el capítulo II del presente


trabajo. Aquí se reitera la información al estar incluida en el comentario legal del
documento que forma parte del estudio.

372
los temas espinosos, como la homosexualidad, la contracepción o la
masturbación adoptó una actitud mixta, entre la comprensión de la
complejidad de la sexualidad y el miedo a la transgresión propio del
liberalismo burgués (Cleminson y Molina, 2012: 86-88)263. Declaraba
la capital importancia del conocimiento sexológico en clave médica y
psicoanalítica, aunque ello le supusiera incomprensión, como señaló
en un discurso científico en 1921 (Moniz y Freire, 2012).

El diagnóstico de homosexualidad se acompañó del uso de otra


terminología presente en las tradiciones médicas desde mediados del
XIX y que el propio Moniz había recogido en su A Vida Sexual. Se
reservaba el término pederastia para la sodomía en su sentido técnico
tradicional y se tomaba la idea de afeminamiento como signo indeleble
de la inversión. Cuando se habla del individuo como perteneciente a
cierto grupo (los que comparten la condición) en el texto aparece el
término uranista y reservaba inversión sexual y homosexualidad
cuando se hacía necesaria la irrupción de un lenguaje médico más
exhaustivo. Era como un doble enfoque sociológico y clínico que se
solapaba y marcaba mediante categorías más o menos equivalentes.

El afeminamiento era la piedra de toque del concepto de


inversión sexual. Como han analizado Vázquez y Cleminson (2011:
14), nos encontramos ante el sodomita pasivo que se materializa en un
desajuste entre alma y cuerpo y en las expectativas culturales del
género. Aunque Moniz describió las prácticas sexuales de los
uranistas, en general, no entró en las del sujeto analizado. Se las
atribuyó en el informe desde la concepción teórica que manejaba. No

263 Esto está referido en el epígrafe de este trabajo 5.2.d

373
hubo un examen corporal exhaustivo al estilo de la galería de los
horrores urológico-proctológicos de Tardieu sino una evaluación
basada en el género y en el testimonio del inculpado, por otra parte
poco fiable dados sus probables intentos de esquivar el juicio clínico y
el legal. El personaje biográfico YYY intentó escaparse por las rendijas
de criterios diagnósticos que entraban dentro de lo que podríamos
llamar una clasificación de lo difuso (Campos, 2009). .Estos personajes
pasaban la vida en una cuerda floja entre el delito y la simple
irregularidad o falta de encaje en las buenas costumbres. YYY había ido
demasiado lejos y no contaba con el apoyo del entorno inmediato.
Además el afeminamiento que podría haber jugado a favor en otras
circunstancias se volvía en contra. Además Moniz, a partir de los datos
disponibles, seleccionó aquello que pericialmente apuntalaría una
impotencia incurable y utilizó todo el arsenal del homosexual teórico a
partir de la inversión de género.

Podríamos llevar todavía más allá el concepto de lo difuso,


haciendo notar que en general cierta borrosidad teórica impregna
mucho del discurso experto. Los límites entre los diferentes tipos no
están claros, hay elementos que podrían pertenecer a más de un
concepto clasificatorio (solapamiento) y los criterios de inclusión o
diagnóstico no responden a una lógica estándar. Así las cosas un
mismo hecho es interpretable de forma divergente desde la misma
teoría, y por si fuera poco, los elementos clasificados, individuos en
los que se manifiestan los fenómenos, pueden alterarlos, modificarlos,
asumirlos, interiorizarlos, rechazarlos, etc. En otras palabras,
interactúan con la clasificación y por lo tanto con la teoría que articula
los conceptos en juego.

374
La clasificación de tipos humanos, como es el caso, es una
clasificación interactiva en los términos explicados por Ian Hacking
(1998). Los sujetos clasificados surgen de alguna forma al mismo
tiempo que la clasificación y no son meros receptores de la misma,
sino que se reconsideran a sí mismos desde los conceptos
clasificatorios e interactúan con ellos. Se puede añadir a este análisis
que si los límites entre los conceptos no estaban claros (borrosidad) las
posibilidades de interacción se potenciaban. Los aplicadores de los
criterios (médicos, jueces, policías...) gozaban de un amplio campo de
versatilidad ejecutiva y muchas vías de solución coherentes con el
discurso justificador. Moniz era tan comprensivo como implacable.
Las personas sobre las que se aplicaron (pacientes, presos, acusados,
educandos...) podían conocer el discurso dominante y sus mallas e
intentar estrategias de distanciamiento, ocultamiento, o duda
razonable. Podían además adoptar roles o características según
circunstancias (por ejemplo el afeminamiento) para establecer su
identidad o para cualquier otro objetivo264.
En el caso de la homosexualidad, condición socialmente
estigmatizada y además penada legalmente, la interacción pudo
adoptar el formato de estrategias de supervivencia. Moniz desarticuló
las posibles defensas y excusas de YYY (obras de teatro, promiscuidad
heterosexual...) Es más, sospechaba de antemano.

El antropólogo criminal Mendes Corrêa (1914)265 en una obra


264 Una muestra muy significativa son las estrategias con las que los presos
homosexuales intentaban hacerse pasar por activos o pasivos. Chamorro (1970).
Además una adecuada inserción social podía usarse para sembrar una duda
razonable a favor del acusado como ha descrito Ugarte (2011) También Huard
(2014).
265 Este análisis ya ha sido presentado en la Tesis en el epígrafe 4,3,

375
que habría de ser citada en los siguientes textos-base de las ciencias
penitenciarias lusas, había apuntado en relación con la pederastia en
las prisiones existían dos roles:
Los activos son delincuentes de sentido genital exaltado, casi
siempre por la abstinencia sexual prolongada. Sus víctimas o
son jóvenes Adonis, afeminados y elegantes, que por
degeneración neuropática sienten disfrute en su inversión,
llegando incluso a ofrecer sus caricias, o son pobres diablos,
incapaces de esbozar una resistencia seria, que habían entrado
intactos pero que el erotismo feroz de sus compañeros de
prisión inmola y sacrifica, en el altar de Venus266..

El rol activo fue entonces asociado con una normalidad que se


había desbordado, pero quedaba para el pasivo la doble posibilidad de
la degeneración neuropática o la incapacidad para resistirse a las
reclamaciones sexuales de los activos. Dos de estos jóvenes
afeminados y efébicos, fueron analizados por Corrêa267 que recalcó
cómo intentaron mentir, simular y despistar a pesar de las evidencias.

Por otra parte ambos tenían, como pedía el dispositivo teórico


utilizado, antecedentes familiares de enfermedad mental y estigmas
físicos y psíquicos. Este enfoque representaba un sedimento de
degeneracionismo, nunca abandonado del todo, a pesar del
advenimiento de concepciones sociológicas y psicológicas de la
desviación (Dias, Faria, Agra, 2012: 77-109). No hay, sin embargo,
rastro en el informe de Moniz de una etiología hereditaria, mas sí
mención al carácter «constitucional» del mal, lo que no entraba en
contradicción con su aceptación de teorías de diferente raigambre, y
además se ajustaba al eclecticismo y borrosidad teórica que venimos
apuntando.
266 Es la traducción de la cita ya realizada en el análisis de la obra de Corrêa,
epígrafe 4.3. de este trabajo.
267 Véase el epígrafe 4.3. de este trabajo.

376
Este uso discrecional del cuerpo teórico en el que a veces había
estigma físico y a veces no, en unas ocasiones exceso de masculinidad,
en otras defecto, podía traducirse en un amplio campo de prácticas
forenses. Era una cautela adoptada ante un problema que, como
aconteció en otros tratados acerca de la defensa y peligrosidad social
(por ejemplo, el alcohol) se extendía por todas las clases sociales. Para
el caso concreto de la homosexualidad, ya Moniz (1927: 435) había
establecido que «O uranista vive ao nosso lado e pertence a todas as
classes».

Los diferentes testimonios apuntaron además a que la clase en


concreto y los recursos económicos y culturales tuvieron mucho que
ver con las posibles estrategias de desplazamiento y negación.
Hay que tener en cuenta además que los procesos de
urbanización e industrialización fueron acompañados de un viraje en la
forma de concebir lo sexualmente inaceptable (Ugarte, 2011: 89-152).
A medida que el criterio de naturalidad teleológica (reproductiva) no
fue dirimente para la aceptación de las prácticas (placer no
reproductivo), se irían resignificando los comportamientos según una
ortodoxia o heterodoxia sexuales que se coimplicaban.

Parece que la borrosidad teórica instaurara un juego paradójico.


La flexibilidad y borrosidad que posibilitaban la arbitrariedad y la
eficacia en el control son las que hacían que los afectados disidentes
tuvieran más resquicios por los que escaparse en una rejilla difusa, de
modo que el control se tornaba quimérico. Pero estas categorías
desdibujadas no eran creaciones ex nihilo aplicadas verticalmente
desde las instancias teóricas, sino que ya desde el inicio de la

377
psicopatología de las perversiones brotaron a partir de un juego
agónico entre los gestores del saber y las narrativas vitales de los
implicados (Oosterhuis, 2000). Estas narrativas y su interpretación se
desplegaban en un interfaz de biografías y sesgos que confluían en el
diseño de los protagonistas teóricos. Los conceptos clasificatorios que
correspondieran a esos protagonistas se desplazaban zigzagueantes y
se aplicarían por desigual a los nuevos sujetos (biográficos) que fueran
apareciendo ante la mirada clínica y la valoración pericial: «El carácter
imprevisible de los criterios con que juzgan los epistemólogos de la
homosexualidad no hace sino reforzar su capacidad de control»
(Llamas, 1998: 37). No hay más que ver los contrastes entre YYY y los
activos y los pasivos diferenciados por Mendes Corrêa.

En ese análisis de los sujetos los especialistas en el discurso de


las perversiones recogían historias de casos268, estos relatos llenos de
eclecticismo conceptual diseñaron unos protagonistas teóricos en los
que además la condición sexual aparecía como esencia totalizadora de
cualquier otra experiencia, generando una suerte de carga teórica para
cualquier otra característica empírica y vivencial del sujeto. Estos
protagonistas habitaban los conjuntos definidos por los conceptos
clasificatorios. El protagonista biográfico (empírico) se encontraba
como paciente (en sentido amplio) ante un sistema cuyos mecanismos
podían alterar significativamente su vida. Los expertos intentaban
cuadrar concepto y realidad cual cama de Procusto y dada la potente
retroalimentación entre tipologías y vidas humanas, los afectados
podían favorecer o no el ajuste con la teoría según su perspicacia
estratégica. Las interacciones dependerían no solo del discurso oficial

268 Algo en lo que evidentemente siguen al paradigmático Krafft-Ebing.

378
(médico, político) sino del imaginario social.

YYY pudo temer más que los efectos de una anulación


matrimonial, cosa que el propio Moniz conocía cuando afirmó que el
reo intenta burlar la justicia: la homosexualidad estaba penada y
además le falló un dispositivo de defensa de la clase media y alta al no
tener la complicidad de sus convivientes y recurrir al
afeminamiento269.

(iii) Moniz, YYY y la homosexualidad

Moniz no estableció de forma definida una tipología de


homosexual para YYY más allá de indicar que era verdadero, lo que
introducía el extremo de una gradación difusa. Como señalamos, otros
autores anteriores habían aceptado la diferencia entre activo y pasivo.
De alguna manera, el Nobel caminaba hacia las décadas siguientes del
siglo y el consiguiente paradigma de la orientación sexual. Pero hemos
de recalcar el hecho de que asoció homosexualidad e inversión de
género, con lo que el sujeto descrito por Moniz y ejemplificado por
YYY encajaría con la figura del fairy neoyorkino analizado por George
Chauncey (1994) o del "mariquita" ibérico que estudian Vázquez y
Cleminson (2011), es decir individuos de extracción normalmente
humilde, de género invertido que se travestían para mantener
relaciones sexuales con los trade o los "maricones", de rol activo y
género normalizado con lo que la ansiedad de estos últimos, cuya vida
estaba más ajustada a las expectativas sociales, disminuía. Pero tanto

269 La permanencia o disidencia del rol de género y las posibilidades de defensa


para las clases media y alta están analizadas por Ugarte (2011), Huard (2014), y
Fernández Galeano (en preparación).

379
el discurso de Moniz como el caso peritado de YYY suponían una
torsión teórica y una contorsión social respectivamente. Moniz conocía
y valoraba el psicoanálisis freudiano, y su tratamiento de la
homosexualidad y la heterosexualidad en clave de elección de objeto
así lo confirmaría. Sin embargo hacía convivir esa concepción con el
paradigma anterior de la inversión (homosexual masculino
afeminado...) y YYY no era de baja extracción. El afeminamiento
consolidaba el diagnóstico y su irreversibilidad. Existía un proceso
degenerativo que introducía una perspectiva diacrónica en la
conformación de la homosexualidad, que empezaba por ser activa
(esto es, más ajustada al rol) y tenía su cenit en la pasividad, la pérdida
del deseo y una vida siniestra y excluida (Moniz, 1927: 437). En el
informe no se explicitó la extracción social de YYY, pero un caso de
anulación matrimonial con intervenciones periciales de este calibre y
la referencia indirecta a estudios no básicos (que incluían actividades
teatrales), así como otros datos270 hacen pensar en un origen medio-
alto. En tal caso YYY imitaba en la intimidad la figura del invertido
afeminado, y además lo hacía en una situación ambivalente dado que
vivía en la coartada de estar casado con una mujer (como los trade o
los maricones). El afeminamiento y el travestismo serían tanto indicios
como prueba concluyente, por mor de la flexibilidad, de la condición
perversa.

Cuando YYY intentaba excusar los hechos que se le venían


encima no pretendía sino intentar cambiar la estructura del hecho
institucional que regulaba los significados. No estamos ante hechos
brutos descriptibles proposicionalmente sino ante hechos

270 Confirmamos que estudió en la Universidad.

380
institucionales que conllevan una acción significativa (X vale Y en el
contexto C) con su historicidad, contexto y un con lenguaje que no
solo los representa sino que los constituye 271. La dura realidad se podía
reinterpretar y así salvar la situación. Moniz lo sabía, y consideró que
incluso el matrimonio con una mujer era un acto desesperado.

Lo aparentemente nimio de agujerear las orejas para pendientes


constituía una marca del género que conllevaba expectativas de rol (De
Miguel, 2004: 20-21). De acuerdo con ello, el hecho de romper las
reglas del juego simbólico suponía una transgresión del sistema. Si el
alcance de un hecho institucional es de calado, lo será también la
transgresión deliberada del mismo. Se había ido más allá, de acuerdo
con Moniz, del mero uso de pendientes – que podría tener amparo con
una excusa como la que puso YYY, a saber, participar en una obra
teatral- puesto que se había perforado las orejas. YYY había ido
demasiado lejos, produciendo una perforación física que se convertía
en estigma indeleble. De alguna manera el propio ser social del
encausado quedaba más afectado por una señal que era, como
decíamos arriba, marca física y simbólica. El atrevimiento podía
explicarse por la necesidad de afeminarse para buscar compañeros
sexuales, pero ello reflejaba indirectamente la profunda alteración que
el sujeto era capaz de hacerse a sí mismo buscando satisfacer una
depravación, circunstancia que llevaba a esencializar su condición. La
piel social y la importancia del adorno del cuerpo han sido estudiados
por la antropología cultural como aquello que no sólo comunica
nuestras identidades sino que las constituye (Velasco, 2007: 197). En
este caso se producía un afeminamiento que esencializaba al invertido

271 Véase Vázquez y Moreno (1997: 16). Explica la teoría de John Searle. Más
desarrollado en el epígrafe 1.2 de este trabajo.

381
y tenía que ver además con la pasividad, máxima expresión de lo
homosexual.

El travestismo como medio de afeminamiento se consideraba


desde el imaginario social una hipérbole de sexualidad depravada.
Signo de una «dualidad sexual tenebrosa» (Mérida, 2009: 17-19).
Años después seguiría siendo el afeminamiento hasta el extremo del
travestismo lo que visibilice las prácticas pederásticas pasivas:
«Toman hábitos de mujeres, miradas, gestos y requiebros femeninos y,
para hacer la ilusión más perfecta, son conocidos entre la banda por
nombres pertenecientes al sexo femenino» (Silva, 1925: 134). 272 Sobre
este particular consta el caso de un preso que vestido de mujer, y con
una llave robada, se dedicaba a visitar a sus compañeros de presidio
repartiendo «caricias». La inspección rutinaria detectó pelucas y todo
el utillaje para travestirse y afeminarse (Silva, 1925: Ibidem)

Esta inversión no tuvo reflejo en el físico de YYY, dado que no


hay sombra de hermafroditismo. Los vínculos entre homosexualidad y
hermafroditismo ya han sido examinados recientemente (Vázquez y
Cleminson, 2012) al tiempo que se ha levantado acta de la importancia
del juicio experto para constituir las identidades.

(iv) Las tensiones de la recepción de la modernidad sexual

Hay que detenerse a continuación en esas incipientes


coordenadas de orientación sexual que parecen alentar el discurso de

272 Estos casos de afeminamiento ya han sido tratados en en apartado 4.4. este
trabajo y se incluyen ahora aquí por su pertinencia para el análisis del
documento.

382
Moniz. Por un lado eran solidarias de terminología y concepciones
anteriores. De hecho superponía la existencia de la homosexualidad y
la heterosexualidad con la moralidad de cuño teológico, con la
inversión sexual asociada al género: hay solapamiento y
recombinación categorial.

La normalidad psicosexual se definió por una vía negativa, a


saber, es normal lo que no es anómalo, y la homosexualidad se elevó a
modelo de anormalidad sexual. Como ha hecho notar Katz (2007), la
heterosexualidad también fue una invención que en sus albores se
situaba en los márgenes de la práctica sexual anti-comunitaria. Hasta
los años veinte denotó también una pasión sexual mórbida. Se
desarrollaba en el seno de una pareja, centrífuga a los modelos de
parentesco extensos, que disponía del placer como una práctica
desvinculada de la reproducción, lo que por muy coherente que sea
con el imaginario actual, no dejaba de ir contra el criterio reproductivo
de normalidad sexual manejado por la medicina de las desviaciones
(Ugarte, 2011: 102).

La heterosexualidad era un atributo de la especie humana para


Moniz con lo que se distancia de la visión anterior. A su vez la
homosexualidad, como alteración, estaba presente, según Moniz, en
todos los estratos sociales mediante los que la especie se organizaba
socioculturalmente (Moniz, 1927: 435). El corpus teórico de Moniz
conjuraba, de forma nuevamente borrosa, una heterosexualidad no
esencialmente perversa. En efecto el acto sexual por excelencia era el
coito entre varón y mujer. A pesar de mantener ese criterio, empezaba
a manejar un concepto de sexualidad connotado por la ruptura con

383
fines reproductivos como atestiguan su tratamiento de la contracepción
o la consideración de los beneficios de la vida sexual, aunque la
sociedad pudiera pedir a algunos individuos evitar la reproducción
para impedir la proliferación de alguna herencia morbosa
(eugenesia).273

En la descripción del documento apuntábamos una posible


errata. En el argumento confirmatorio Moniz se remitía a su discurso
previo sobre la heterosexualidad y luego especificó los rasgos íntimos
de los sentimientos del inculpado hacia un hombre que había
introducido en su dormitorio. Si bien es posible pensar en términos de
una errata, otra lectura es plausible. Un eje fundamental de la teoría de
Moniz radicaba en que se establece un isomorfismo entre
homosexualidad y heterosexualidad. Lo intercambiable de ambas
lecturas, que sea una errata o que no lo sea, procede del hecho de que
el parecido con los sentimientos heterosexuales, su parodia, su
pretendida equivalencia, es lo que confirmaba la patología homosexual
y al mismo tiempo la colocaba en un camino de normalización como
sugieren varios puntos del documento examinado en los que la
condición homosexual era explicada como inversión especular de la
heterosexual.

YYY había intentado una maniobra de regeneración sin frutos.


Era pura ilusión y había tenido consecuencias nefastas para su esposa.
La historia biográfica no era sólo una colección de antecedentes de
relevancia jurídica sino la etiopatogenia de su dolencia. Ello ponía de
relieve cómo se articuló la existencia de un psicodinamismo. Concibió

273 Sobre la eugenesia, Cleminson (2014).

384
la sexualidad y la homosexualidad como un continuo graduado. Este
proceso no tenía intervalos de edad para su desarrollo. Como dijimos,
se acusaba un inicio en el rol activo que se iría tornando en pasividad a
medida que se instauraba la perversión. La feminización in crescendo,
en la que algunos examinados llegaban a referir furor uterino,
desembocaría con frecuencia en una asexualidad amorfa (Moniz, 1927:
437-438). La indiferencia hacia la mujer, hacia la cópula normal, no
retrocedería. Se irían convirtiendo en seres abyectos y repelentes y
raramente serían capaces de una confesión con efectos terapéuticos
(Moniz, 1927: 495). Ante el médico o ante el juez solo les cabía la
simulación. Habían de inspirar lástima al constatar cómo lo ilusorio de
su conducta para atraer amantes cobraba tal fuerza en el dinamismo de
la patología que convertían todo intento de regeneración en una
«regeneração ilusoria».

La feminización, signo de la patología, no sólo era para Moniz


una estrategia de seducción para satisfacer las depravaciones. Era
también un proceso de difícil arreglo y de degeneración moral. Nos
encontramos ante un auténtico bucle etiológico. De la normalidad se
iría virando hacia una anormalidad que corroía al propio ser del sujeto,
enfrascado en la simulación de un género y unas prácticas inversas,
pero necesarias para alcanzar sus fines. Pero el disimulo, las tentativas
de pasar por heterosexual lo abocarían a un estado de insatisfacción
permanente. Moniz admitía que esforzarse en mantener relaciones
heterosexuales sería perjudicial y anormal para el homosexual (Moniz,
1927: 495).

385
Nos encontramos ante una enfermedad cuyas prácticas
asociadas eran para el sujeto, sin embargo, más saludables que los
intentos de curarse. Se estaba ante unas prácticas repugnantes que el
médico debía afrontar mostrándose humanitario.

Los protagonistas teóricos, los tipos disidentes de la scientia


sexualis, eran dibujados de forma borrosa en una amalgama que era
capaz de articular lo hereditario y lo adquirido, lo condenable y lo
lamentable, lo curable y lo incurable. Estas dicotomías en tensión se
destilaron en una visión de la homosexualidad que la hacía tan
deplorable como comprensible dado su isomorfismo con la
heterosexualidad. El teórico y el clínico, el perito y el informado
tribunal, sabían de la farsa y de su carácter irremediable.

Egas Moniz con su enfoque sobre la homosexualidad, tanto


teórico como pericial, se convertiría en un receptor de la modernidad
sexológica que encarnan Krafft-Ebing y Moll, y luego Freud. Pivotó
entre la posición humanitaria, como Krafft-Ebing, y las reticencias
condenatorias, como las de Moll. Como ellos comprendió la
desviación sexual (y la sexualidad) como parte integral de un instinto
autónomo y continuo. Introdujo en el mundo lusófono elementos para
pensar la sexualidad en términos de orientación, algo posiblemente
muy facilitado por su asimilación del psicoanálisis.

Detectamos un camino hacia la normalización que además


adquiría la versión ética de la compasión ante lo que consideraba tan
enfermo como paralelo con lo normal. La metodología de dar voz a los
afectados ejemplificó las tensiones entre legos y expertos. Empezó a

386
quitar peso al criterio reproductivo de aceptabilidad reconociendo la
importancia del placer en una fuerza irremediable como es la
sexualidad. Muchos de esos elementos, analizados por Oosterhuis
(2012) constituyen una modernidad sexual, que no se puede
comprender independientemente de los otros procesos cognoscitivos y
sociopolíticos de las sociedades contemporáneas como pide Francisco
Vázquez (2012). A ello también debería contribuir una historia
filosófica que aunando perspectivas propicie una crítica racional, sin
dogmatismos, de esa encrucijada entre el derecho, la moral, la ciencia
y las subjetividades.

387
5.4. MEDICINA LEGAL Y HOMOEROTISMO EN ASDRÚBAL DE
AGUIAR

A los estudiosos de la historia de la medicina lusa no les


resultará en absoluto extraña la figura de Asdrúbal D'Aguiar (1883-
1961). El tratamiento forense más extenso que hace del homoerotismo,
lo encontramos en el capítulo II del segundo volumen (Sexologia
Forense) su enciclopédica Medicina Legal (1942?274). El contenido de
esta se halla de forma más esquemática su Guía clínica médico-legal
(D'Aguiar:1929).

Su monográfico sobre el homoerotismo de carácter más


histórico y antropológico es Evolução da Pederastia e do Lesbismo na
Europa (1926275) donde además recogió una serie de análisis de caso
que resultan fundamentales para nuestra investigación. La falta de una
relación extensa de casos sobre el homoerotismo entre mujeres es
paliada por un informe completo que publicó como «Um caso de
homo-sexualidade feminina» (1932). De interés histórico y menos
extensa tenemos la obra Homosexualidade masculina através dos
tempos (1934), que recapituló partes de lo publicado en 1926 pero
amplia la perspectiva fuera Europa. Hizo una contribución a la historia
criminológica portuguesa de la Edad Moderna de gran importancia
publicada en diferentes contribuciones titulada Crimes e delitos
sexuais em Portugal na época das Ordenações, de las que
particularmente tienen relación con nuestro trabajo las referidas a la

274 La fecha la hemos atribuido en función de las investigaciones.


275 La fecha que aparece en portada es 1926, sin embargo hay referencias de
"publicidad" de otras obras del autor en 1942? que la datan en 1927.

388
Sexualidade anormal (1930) D' Aguiar entendía toda su producción
sexológica como parte de un mismo proyecto de Sciência Sexual.

En general la obra de Asdrúbal de Aguiar es más forense que la


de los otros grandes autores. Su interés es por una parte histórico y
cultural, pero sobre todo legal y diagnóstico. D' Aguiar no es tan
clínico como Moniz ni tan moralista como Monteiro, y sin embargo
esas perspectivas no están ausentes de su obra. Fue el máximo
responsable del Instituto de Medicina Legal de Lisboa, ciudad en la
que nació, y además encargado de la docencia de dicha materia en
niveles superiores.

A este Instituto forense se incorporó nada más finalizar sus


estudios de Medicina en 1912 (Howes, 2001a). Toda su obra está
impregnada de un esfuerzo de objetividad y neutralidad. A estas habían
renunciado Ferraz de Macedo y A.Camilo Monteiro de una forma
bastante explícita que contrasta con la perspectiva médica humanista
más moderada de Egas Moniz y D'Aguiar.

Este talante se rompe, más avanzado el Estado Novo, cuando el


profesor de la Universidad de Coimbra, Luís A. Duarte-Santos (1943)
formule fuertes invectivas desde una posición teórica ambientalista.
Duarte Santos considera que la homosexualidad es totalmente
atribuible a la responsabilidad de los individuos en su relación con
factores exógenos y además es condenable. En esta misma obra
celebra que el poeta António Botto fuera separado del servicio en sus
funciones públicas.276
276 El proceso contra António Botto está recogido en Fernandes (1998:52) y el
documento legal vinculado fue publicado en el Diário do Governo, II serie,
núm.262, de 9 de noviembre de 1942. Asimismo véase Almeida (2010: 95).

389
a) La perspectiva histórica de las Ordenações

Como Egas Moniz y Arnildo Camilo Monteiro, Asdrúbal hace


una investigación de carácter histórico. Pero a diferencia de ellos tiene
una amplia producción de obras monográficas de carácter histórico-
cultural, que al menos desde el punto de vista bibliométrico, indican un
interés superlativo en la cuestión desde un punto de vista no solo
médico sino antropológico al que se aproxima quizá Monteiro.

Los crímenes y delitos sexuales de carácter anormal


constituyen cinco grupos: sodomía, lesbianismo, travestismo, molicia
y bestialidad y el aparato legal estaba formado por las Ordenações y
las Leis Extravagantes (D' Aguiar, 1930:118-119). El médico forense,
metido en labores de historiador, desgrana todas las tipologías y los
castigos previstos, donde las penas de muerte en la hoguera eran
trasunto común.

En particular, la sodomía era considerada, de acuerdo con la


visión moderna que hemos visto como el pecado más nefasto contra
Dios y contra el mundo que acababa con la propia naturaleza del sujeto
que lo cometía. Estos no solo merecerían el fuego en las Ordenaçães
alfonsinas (D'Aguiar, 1930: 119) sino también, en las Manuelinas277, la
confiscación de bienes en líneas ascendiente y descendiente. Para
prevenir que alguien no denunciase, tanto estas disposiciones como las
Filipinas fueron más allá al disponer que

277 Sobre cronología, las Alfonsinas son de mediados del siglo XV, las Manuelinas,
de 1512 a 1605, las Filipinas son una reforma efectuada por Felipe I (II de
España).

390
toda a pessoa sabedora de que alguém se entregava à
sodomia e não acussase em público ou em particular à
justiça seria condenada à confiscação de seus bens e a
degrêdo perpétuo para fora do Pais (D' Aguiar, 1930:
120).278

Dado que el castigo y el estigma caían sobre toda la familia, los


legisladores se prevenían y adoptaban sus cautelas. Evidentemente los
descendientes y herederos de alguien no iban a delatarlo si con ello
perdían su herencia, luego había que penar todavía más con el
destierro para aumentar la disuasión. Asimismo se ofrecieron
recompensas para los delatores. Era un crimen imperdonable excepto
para los casos en que el inculpado colaborase mediante la delación.

Las Leis Extravagantes, promulgadas por Filipe II instaban a


las autoridades civiles y militares a la persecución de la sodomía. Las
competencias para la conocer sobre estos casos las tenía el Santo
Oficio de la Inquisición, que de acuerdo con el capítulo VIII, título X
del Reglamento recopilado por el inquisidor general D. Pedro del
Castilho (1613 cit. D'Aguiar, 1930: 124):
eram os inquisidores a quem competia conhecer do
pecado da sodomia, fôsse qual fôsse a sua qualidade, grau
ou posição, punindo-os não só nas penas religiosas, que
lhes parecesse, mas ainda nas que as Ordenações
estabeceliam até serem entregues à justiça secular, e que a
punição seria feita em auto de fé público, salvo caso em
que parecesse ao inquisidor tal não deve ser feito. 279

278 Traducción: cualquier persona en conocimiento de que alguien se entregaba a la


sodomía y no le acusara en público o en particular a la justicia, sería condenada a
la confiscación de sus bienes y al destierro perpetuo.
279 Traducción: era a los inquisidores a quienes incumbía conocer el pecado de la
sodomía, cualquiera que fuera su grado o posición, castigándolos no sólo con las
penas religiosas que eligieran sino también con las establecidas por las
Ordenaciones hasta que fueran entregados a la justicia secular y que el castigo
seria hecho en auto de fe público, excepto en el caso de que al inquisidor no le
pareciese que tal debería ser (hecho).

391
Todo el aparato fiscal y de enjuiciamiento es descrito
documentalmente. El proceso se incoaba por testimonios de acusación,
una vez localizado un sodomita se le preguntaría por sus cómplices y
«se preciso fôsse, poderia ser pôsto a tormentos (D' Aguiar, 1930, 130,
n.1)280

El tribadismo también era considerado un crimen muy grave y


el castigo también caía sobre los descendientes. D' Aguiar registra que
en algunos códigos no había referencias, pero que en las Ordenações
Manuelinas y Filipinas ya se incluían la condena a muerte y
confiscación de bienes, así como las medidas contra el encubrimiento
y el proceso probatorio que hemos visto para la sodomía, pero esta vez
aplicado a las mujeres. De acuerdo con las Leis Extravagantes, se
determinó que
houvesse as mesma pena que haveria o homem que tal
pecado com outro macho cometesse segundo forma de
sua ordenação. E isto se entende assy naquella que for
como homem como naquella que consente como mulher
(Determinação Regia 20/12/1499 cit. D' Aguiar, 1930:
132).281

En el caso del travestismo, caracterizado como «Do homen, que se


vestir em trajos de molher ou molher em trajos de homem, e dos que
trazem mascaras» (Ordenações, cit. De Aguiar, 1930: 133), se penaba
con azotes en público para las clases más bajas y con destierro y multa
para otros casos.

280 La nota del autor recoge: Ordenações e Leis do Reino de Portugal, recopiladas
per mandado del rei D. Filipe o primeiro, Libro V, Título, XII, 7º y 8º.
281 Traducción: hubiese la misma sentencia que tendría el hombre que tal pecado
hubiese cometido con otro macho según forma de su ordenación. Y esto así se
entiende en lo que sea como hombre o como en aquella que consiente como
mujer.

392
b) El estudio de la homosexualidades

En su Homosexualidade Masculina através os tempos


D'Aguiar hace un extracto de las partes históricas sobre
homosexualidad masculina incluidas en Evolução da pederastia e do
lesbismo na Europa (1926) y añade estudios sobre Asia, África y
América. El estudio diacrónico está justificado en la Nota Preliminar
donde alega que «Do estudo da homosexualidade faz parte integrante a
sua historia» y mediante esta empresa se confirmará que:
Invertidos e pervertidos encontram-se em todas os países
desde os ultra-civilizados aos mais selvagens, sob tôdas as
latitudes, em todos os climas e dentro de cada país nas
várias classes sem excepção. Há, porém, nações em que
êles mais abundam, contando-se categorias sociais em
que se mostram mais freqüentes (D' Aguiar, 1934: 16). 282

Es la hipótesis multirregional de la que ya había hablado Egas


Moniz. Sin embargo las actitudes de cada grupo humano hacia la
homosexualidad son dispares y además evolucionan de una forma
independiente:
A homosexualidade tem sido diversamente apreciada e
julgada e, se vários povos chegaram a tê-la como uma
honra e a considerar o amòr homosexual superior ao
heterosexual outros lhe voltaram o menosprezo; se
algumas religões a exaltaram, outras, como a hebrea e a
cristã a fistigam; se em muitas legislações é desconhecida,
em não menos numerosas é punida com severidade (D'
Aguiar, 1934: 18).283

282 Traducción: Invertidos y pervertidos se encuentran en todos los países, desde los
ultra-civilizados a los más salvajes, en todas las latitudes, en todos los climas y
dentro de cada país en sus varias clases sin excepción. Hay, sin embargo,
naciones donde más abundan, contándose categorías sociales en las cuales
parecen ser más frecuentes.
283 Traducción: La homosexualidad ha sido diversamente apreciada y juzgada y si
varios pueblos han llegado a tenerla como un honor y a considerar [sigue en]394

393
La distinción de roles de actividad y pasividad tendrían para D'
Aguiar un valor universalizable. El pasivo es el que desempeña en sus
relaciones lúbricas el papel que en las relaciones normales
correspondería a una mujer. El intercambio de roles, lo que se llama
vulgarmente la versatilidad, lo atribuye especialmente a los
homosexuales relacionados con la prostitución. Solo el interés
económico podría hacer mudar el rol:
Uns dêsses indivíduos são sempre exclusivamente
activos, outros outros são sempre exclusivamente
passivos e outros ainda são ora passivos ora activos
conforme o carpicho do cliente (D' Aguiar, 1934: 19). 284

La terminología diferente en cada país para activos y pasivos


refuerza la tesis de D'Aguiar, así por ejemplo en Marruecos, Zameul
para los pasivos y Louat para los activos (D'Aguiar, 1934: 289-290).
Pero también fuera del mundo mediterráneo, Okama (o Nauchoku) y
Okitsu para ambos roles respectivamente en Japón (D'Aguiar, 1934:
285). También con cierta frecuencia se halla el afeminamiento y
travestismo de los pasivos. El repertorio etnográfico que maneja el
autor es impresionante.

La distinción activos y pasivos, en cuanto al rol desempeñado,


se solapa con otra distinción sobre la que luego volveremos: la que
existe entre los verdaderos homosexuales, os invertidos, y los pseudo-
homosexuales, os perversos.

[viene de]393 el amor homosexual superior al heterosexual, otros le han


otorgado menosprecio; si algunas religiones la han exaltado, otras, como la
hebrea y la cristiana, la han castigado; si en muchas legislaciones es
desconocida, en no menos es punida con severidad.
284 Traducción: Algunos de esos individuos son siempre exclusivamente activos,
otros son siempre exclusivamente pasivos y hay otros que son activos o pasivos
según el capricho del cliente.

394
Asdrúbal de Aguiar considera fundamental el estudio científico
de la homosexualidad «atendendo ao seu desenvolvimento tanto nas
épocas de antanho como na actual. Indivíduos de todas as categorias
sociais e dum e doutro sexo lhe têem prestado e prestam culto
(D'Aguiar, 1926: 7». Este desarrollo es el que atiende particularmente
en las obras referidas en el epígrafe anterior.

La parte médico-científica es prácticamente coincidente en su


prolija producción y se encuentra especialmente desarrollada y
sistematizada en su Sexologia Forense (1942?). El capítulo II,
consagrado a la «Homosexualidad» se inicia con una distinción
fundamental que ya hemos anunciado arriba: la existente entre
inversión y perversión sexuales.

El punto de partida es la concepción heterosexual dominante en


la que los sexos contrarios se atraen y los mismos se repelen. La
atracción y repulsión irán en función, a su vez, de la masculinidad y la
femineidad que muestren los individuos. La virilidad y la feminidad no
son algo determinado de una vez por todas sino que puede oscilar en
los diferentes individuos (D' Aguiar, 1942?, 487). Si ocurre una
atracción en un sentido contrario a este bajo un desarrollo normal de la
masculinidad y la femineidad es que tales cualidades eran solo
aparentes.

Con ello D' Aguiar no sigue una caracterización en la línea de


Tanzi y recogida por Júlio de Matos en la que cierta ultrasexualidad
determinaría la homosexualidad, aunque de forma fortuita. Su punto de
partida, en principio, no resulta incompatible con el de Moniz y

395
Monteiro. Los hombres con déficit de virilidad son afeminados. Ellos
y las mujeres viragínicas constituyen los polos opuestos entre la
virilidad del varón y la femineidad de la mujer. En estos la atracción
hacia el propio sexo es más notoria e incluso enérgica. Su proximidad
respectiva al otro sexo los convierte en homens-fêmeas y mulheres-
macho (D'Aguiar, 1942?: 488).

Los hombres andrófobos y las mujeres ginófobas, a los que


repugnan las prácticas con el propio sexo, constituyen el grupo de los
heterosexuales puros. Paralelamente, los hombres ginófobos y las
mujeres andrófobas, son los homosexuales puros. El caso mixto en el
que se da la posibilidad de que un individuo lleve a cabo prácticas
normales, con el sexo contrario, y anormales con el propio, se
considera bisexualidad.

D'Aguiar apuesta por un modelo de inversión de género en el


que se comienzan a establecer gradaciones. La idea de gradación
ontológica recibe un impulso con los desarrollos de la biología
decimonónica en la que estos autores se formaron. Paralelamente la
teoría celular está vinculada a una ciencia más romántica donde la
idea de autonomía cobra relevancia (Mason, 1985, IV). Así el
recorrido por los saberes de la vida, de la historia natural y la fisiología
que empiezan constituir ahora una única ciencia, la biología, no es algo
independiente del marco cultural y tiene su impacto en las
concepciones biomédicas. La idea de gradación es también la rúbrica
de corte ontológico, telón de fondo de una Medicina social que ha de
habérselas con una diversidad de individuos difícilmente reducible.
Los científicos positivistas suelen operar por reducción y esta se

396
tornaba casi imposible con las tipologías humanas de la sociedad
industrial. La reducción consiste en búsqueda de economía y
utilización de teoría más básica, normalmente procedente de las
ciencias naturales. En el caso de los disidentes sexuales, se trataba de
hacerse cargo científico de las diferentes subjetividades que produce el
sistema (Vázquez, 2013) y que además coexisten de forma simultánea
(Halperin, 2002; Sedgwick, 1994).

Dentro de los que practican relaciones homosexuales, algunos


lo hacen «porque uma fôrça estranha, um impulso da natureza, um
pendor independente da sua vontade, dominan-do-os inteiramente, lhes
anula tôda resistência que seria natural reveleram (D' Aguiar, 1942?:
488-489)»285 y constituyen el grupo de los homosexuales verdaderos,
los invertidos. Sin embargo otros «se comportam assim por imitação,
por vício, por curiosidade, por divertimento até, e quem em si não
contêm qualquer estímulo íntimo que a tal os leve» (D'Aguiar, 1942?:
489).286

Se establecen entonces los dos grupos: invertidos y perversos,


que ya tenía cierta tradición en la sexología. La distinción, de Krafft-
Ebing había sido considerada un artificio útil por Egas Moniz.
Monteiro hacía una explicación de las tendencias a partir de su teoría
ovogénica de la anomalía y hacía las valoraciones morales a partir de
la voluntad de los individuos. Todos los sujetos, según Monteiro,
debían controlar con el ejercicio volitivo sus tendencias. Naturalmente
285 Traducción: porque una fuerza extraña, un impulso de la naturaleza, una
inclinación independiente de su voluntad, los dominan enteramente, les anula
todo resistencia que sería natural revelar.
286 Traducción: se comportan así por imitación, por vicio, por curiosidad, por
diversión incluso, y que en sí no contienen ningún estímulo íntimo que a tal cosa
los lleve.

397
el arraigo de las tendencias podría exigir más esfuerzo y por lo tanto
más mérito en una victoria cuyo intento no podían excusar so pena de
ir contra el universo moral y cultural, que como vimos tenía un sentido
evolutivo y perfeccionador-colaborador de la naturaleza. La pseudo-
homosexualidad, que para D' Aguiar es perversión, es para Monteiro
una de las posibilidades explicada por la teoría de la anomalía.

En Asdrúbal de Aguiar la distinción entre invertidos y


perversos es nítida y fundamental:

Os invertidos puros não são merecedores de censura, de


asco, de respulsa, pelo seu proceder. São homosexuais
porque assim nasceram. Nêles a homosexualidade é um
sentimiento normal. Têm tanta culpa de serem
homosexuais como os heterosexuais a têm de serem
heterosexuais, como os cegos de nascença de não ver,
como os surdos congénitos de não ouvir. Já não sucede
isso com os pervertidos. Êstes se praticam actos
homosexuais, é porque assim o querem e não porque a
sua maneira de ser a isso os leve sem remédio (D'Aguiar,
1934: 14; D'Aguiar, 1942?: 489).287

Los homosexuales verdaderos son personas masculinas o


femeninas a las que su naturaleza les impele a ser como son. Pueden
ser personas destacadas en muchos ámbitos. Los perversos o
pervertidos son los que no destacan en nada más que por su
depravación, su indignidad, el chantaje: entre ellos es frecuente el
delito. Sobre los primeros lo único que cabe es el lamento por su forma
287 Traducción: Los invertidos puros no son merecedores de censura, de asco, de
repulsa, por su forma de proceder. Son homosexuales porque así han nacido. En
ellos, la homosexualidad es un sentimiento moral. Son tan culpables por ser
homosexuales como los heterosexuales lo son por ser heterosexuales, como los
ciegos al nacer lo son por no ver, como los sordos congénitos lo son por no oír.
Lo mismo no ocurre con los pervertidos. Estos practican actos homosexuales
porque lo quieren hacer y no porque su manera de ser a eso los lleve, sin
remedio.

398
natural de ser; en relación con los segundos no merecen nada de la
compasión que sí deben despertar los primeros.

La posición de los homosexuales verdaderos es compleja; si el


entorno reprime su tendencia natural se hallan entre dos fuerzas que les
impiden desarrollarse:

Dum lado, a maneira de ver dos seis concidadãos


heterosexuais que para êles requerem a acção da lei e a
infâmia, consecutiva e que, à viva fôrça, pretendem
proïbir-lhes a satisfação do seu pendor, e de outro lado, a
íntima e irrsistível inclinação para os indivídios do seu
sexo, inclinação que para êles, atendendo a sua maneira
de ser, é coisa perfeitamente natural. E, assim, se
satisfazem o seu pendor, a lei persegue-os e a deshonra
cai-lhes em cima; se o não satisfazem, a sua natureza
revolta-se e sobrevêm-lhes tôdas as conseqüências da
abstinência sexual à maneira das que torturam os
heterosexuais puros quando lhes faltam os indivíduos do
outro sexo (D' Aguiar, 1942?: 490-491).288

Es relevante que el médico sea portavoz de una situación de


difícil solución. La situación del homosexual ha de frustrarlo por
necesidad. Si se conduce sexualmente conforme a lo que le resulta
natural, será hostigado por la ley o por la moral social. Si no lo hace,
verá su sexualidad frustrada con la tortura que ello supone. Reclama
una visión de talante humanitario al comparar con lo que les pasaría a

288 Traducción: De una parte, la manera de ver de los seis conciudadanos


heterosexuales que para ellos requieren la acción de la ley y la infamia,
consecutiva y que, forzosamente, pretenden prohibirles la satisfacción de su
tendencia, y de otra parte, la íntima e irresistible inclinación hacia los individuos
del mismo sexo, inclinación que para ellos, atendiendo a su forma de ser, es algo
perfectamente natural. Y así, si satisfacen su tendencia, la ley les persigue y el
deshonor cae sobre ellos; si no la satisfacen, su naturaleza se rebela e les
sobrevienen todas las consecuencias de la abstinencia sexual de la misma manera
que las que torturan los heterosexuales puros cuando sienten falta de los
individuos de otro sexo.

399
los heterosexuales en las mismas circunstancias.

Asimismo asistimos al apuntalamiento de una distinción entre


homosexual por nacimiento y homosexual por vicio que ha tenido
mucha fortuna posterior. Las consecuencias prácticas para los sujetos
concretos eran muy relevantes. La idea de mayor compasión con los
"verdaderos" no siempre ha tenido éxito. Precisamente en ocasiones se
ha querido ver en ellos una corrupción incorregible que era el foco de
contaminación de los adquiridos o viciosos. Algunos colegas D'Aguiar
(Duarte, 1943) arremeten contra cualquier explicación congénita para
la totalidad de los homosexuales y proyectan esta crítica en forma de
invectiva moral.

Otras veces el mecanismo ha sido absolutamente interactivo


en los términos de Hacking : las prácticas que son asumidas como una
condición natural tienen menos carga ansiógena. Por una parte eximen
de la responsabilidad, por otra la sociedad puede aceptar que se ha
nacido así. Asimismo los hechos no son neutros sino que vienen
institucionalizados. El significado que vayan a tener etapas o episodios
de la biografía de los sujetos tendrá plasticidad para la construcción de
una teoría acerca de la propia vida o la vida del otro-objeto. El
informante F.289 nos ha referido cómo durante la adolescencia, el
argumento de haber sido siempre así, que ahora en la madurez no tiene
tan claro, le sirvió de atenuante en el entorno familiar. La familia
paulatinamente fue recordando a otros familiares queridos que quizá
eran homosexuales pero no llegaron a declararlo, en una especie de
reconfortante genealogía interna. Este informante no tenía ninguna

289 Entrevista en Madrid el 4 de octubre de 2011.

400
señal externa que pudiera servirle de prueba al uso ─ era muy
masculino ─ y eso mismo generó tensiones para que llegaran a creerle.
En otros casos, un informante E.290, nos refiere cómo su padre le
llamaba despectivamente desde edades muy tempranas y se mantenía
distante, mientras que la madre lo acogía y protegía. E. hace una
interpretación a partir de pensar que su padre "conocía" su
homosexualidad por su amaneramiento.

c) La homosexualidad masculina

D' Aguiar establece unas distinciones conceptuales para aclarar


el uso indiscriminado como sinónimo, de términos que en realidad no
lo son aunque tengan cierta relación:

a) la pederastia o pedofilia es el amor a los niños, y hay que entenderlo


en la clave más estética que sensual del mundo clásico;
b) la sodomia o pedicação que debe ser entendida en sentido
restringido como coito anal a pesar de que hay confusión con otras
formas de la sodomía tradicional como la felación o la bestialidad;
c) el uranismo es la experimentación de sensaciones solo con
individuos del mismo sexo, independientemente de los actos
concretos.
d) la commasculácio son los actos sexuales entre individuos del sexo
masculino en general.

La preocupación por las tipologías se renueva con el espíritu


forense de D'Aguiar enlazando con los trabajo de Lopes Vieira.

290 Entrevista mantenida en Estremoz, el 21 de diciembre de 2014.

401
D' Aguiar considera que el fenómeno tiene extensión universal.
Le parece significativa la proliferación homosexual que hubo en
Alemania, por los datos ofrecidos por los propios sexológos germanos
en la primera parte del siglo. Para España utiliza datos procedentes de
Max Bembo. Para Portugal cita un registro policial en el que un agente
se hizo pasar por un homosexual. Hacía creer a algunos individuos que
lo merodeaban y que estaba disponible para tener relaciones sexuales.
Con esa treta y con la excusa de llevarlos a un hostal, lo llevaba a la
comisaría. Con esa técnica llegó a juntar a 18 en una hora (D'Aguiar,
1942?: 492-493)

Las señales que permiten identificar las prácticas denostadas no


siempre están claras. Como se ha dicho, unos son activos, otros
pasivos y otros pueden ser versátiles, normalmente por pago de sus
servicios (prostitución). Los activos pueden pasar desapercibidos.
Buscan amigos o prostitutos con los que desahogarse. Si pueden, se
vinculan de forma más estable con algún pasivo. Los pasivos sí serían
identificables exteriormente.

Nuestro médico forense establecía una vinculación particular


entre homosexualidad pasiva y prostitución, si bien con las salvedades
que hemos apuntado arriba. Se refiere a una prostitución evidente a la
vista, por el comportamiento en público y por los movimientos dentro
de la ciudad: ciertas horas, ciertos barrios, ciertos locales... Dentro de
la prostitución, los homosexuales pasivos pueden ser de alta o baja
extracción social (D'Aguiar, 1942?: 494). La prostitución de élite es
menos visible porque los sujetos que la practican suelen tener solo un

402
amante del que viven. Suelen estar en barrios selectos, visten
lujosamente y nunca se mezclarían con los otros. Estos otros, los de
clase baja intentan llamar la atención, por ejemplo marcando la región
glútea con ropa apretada. También se visten con frecuencia de mujeres
(D'Aguiar, 1942:494-495). En ocasiones ese vestuario femenino es
completo y lo utilizan para marcar ciertas partes del cuerpo.

El travestismo (transvestitismo) puede darse con la inversión


sexual o de forma independiente. Tendríamos entonces travestidos que
solo tendrían una «inversão sexual estética» (D'Aguiar, 1942?: 495)
para lo que utilizan también cosméticos, peluquería y otros abalorios.
En Portugal estas costumbres estaban muy perseguidas y por eso se
trata de una práctica poco frecuente (al menos en público).

El homosexual pasivo procura un afeminamiento lo más creíble


posible para ofrecerse como mujer a sus amantes. Esto los hace
visibles. Otros son delatados por su forma de andar, de mirar, por su
gestualidad, etc. Son capaces asimismo de comunicarse entre ellos
mediante códigos que solo conocen los iniciados en esas prácticas.

Acepta la posibilidad de que aparezcan características


somáticas femeninas. La región glútea de los pasivos puede ser muy
exagerada, lo que aprecian los activos. Esto a nuestro juicio es una
mixtificación de elementos, porque antes ha referido que la
prominencia de las nalgas era provocada con la ropa, y en segundo
lugar porque luego afirma que no es algo privativo de los
homosexuales. Además estos procuran disimular su masculinidad
física (D'Aguiar, 496) Por lo que se refiere al timbre de voz, en

403
ocasiones no lo cambian a la edad normal y cuando ya se cambia
tardíamente, pueden modificarla a voluntad en modo falsete o soprano.
A pesar de sus esfuerzos, los brazos fuertes, el pecho plano y las
manos velludas los marcan como los hombres que son, pero la
presencia de esos signos viriles en algunas mujeres le resta
importancia diagnóstica (D'Aguiar, 1942:499).

Por lo que se refiere a la «piel social» tienen tatuajes que


recuerdan a los de las prostitutas y con frecuencia tienen motivos o
emplazamientos obscenos. Estás búsquedas de los tatuajes son de
origen lombrosiano y siguieron siendo un lugar común de la
criminología cuando esa corriente cayó en desuso291, entre otras cosas
porque constituyen una forma de identificación estable.

Los homosexuales pasivos tienen predilección por las artes y la


literatura y poca por las matemáticas. No les gusta la gimnasia dado
que les falta coraje y fuerza. En la pubertad pueden tener una
religiosidad exagerada. D' Aguiar (1942?:499), contra Monteiro y con
Kraepelin, considera que la fantasía que desarrollan perjudica su
intelectualidad. En ocasiones su excelencia en ciertas áreas es por
sentirse atraídos por determinado profesor. Les gusta la fotografía del
desnudo y hacen poesía apologética de sus amantes. Sus sueños son de
naturaleza homosexual y aunque son capaces de narrar lo que hacen en
los sueños, les avergonzaría decir lo que hacen en vigilia. Las
profesiones varían por los diferentes países, pero los homosexuales
291 Hay que recordar que el desuso era más bien teórico, porque desde el punto de
vista práctico los estigmas y los datos recogidos en la documentación forense
seguían teniendo un halo completamente degeneracionista. La diferencia clave
es que el degeneracionismo era una explicación omnicomprensiva y cuando fue
menos usado en el cuerpo teórico, seguía apareciendo con carácter subsidiario en
los casos prácticos.

404
pasivos predominan en tareas de tipo femenino, aunque puede haber
importantes variaciones por países.

Estos rasgos no son nuevos en la construcción médica del


homosexual. Si bien D' Aguiar ha naturalizado hasta cierto punto las
tendencias homosexuales verdaderas, ahora hace una interpretación
total de los sujetos y sus gustos como «homosexuales». No vale que el
desnudo, el erotismo en los sueños, el enamoramiento de profesores, la
poesía al ser amado o la fantasía puedan ser también rasgos presentes
en cualquier heterosexual. De alguna forma la homosexualidad de los
sujetos se concibe como algo que absorbe toda su vida psíquica y
social: es la llave de su identidad personal. Pero evidentemente ellos
están en contacto con las prácticas biomédicas por ser precisamente
homosexuales. Los heterosexuales no son objeto de la mirada médica
por ser heterosexuales, todo lo más cuando hay una anomalía
totalmente independiente de su heterosexualidad. Igual que se
afirmaba que Tota mulier in utero (Vázquez y Moreno Mengíbar,
1997: 359-444), parece que ahora tuviésemos "todo el homosexual en
su sexualidad"292. Hay que poner un límite a esa analogía y a esa
naturalización. D' Aguiar (1926: 25) lo hace de forma elocuente
cuando interpreta los paralelismos así: «O amor dos homosexuais é
como que a caricatura do amor normal». Pero no es amor normal.

La semejanza con la mujer los lleva a mostrarse


frecuentemente débiles y anémicos durante la pubertad, se enamoran
de adultos de su mismo sexo, tienen predilección por sus padres y para
algunos su mayor felicidad sería tener un hijo. Se hace alusión al

292 Esto se aprecia todavía en la España de 1970. Véase el epígrafe 7.4.e del este
trabajo.

405
fenómeno de hombres menstruantes, la molimina menstrualia a la que
se concede cierta veracidad hasta el punto de que las hemorragias en
ocasiones requieren intervención médica.

Por lo que se refiere a las tipologías, adapta las de Hirschfeld y


las subdivisones de Max Bembo (D'Aguiar, 1942?: 502). En relación
con las edades de los compañeros preferidos pueden ser gerontófilos
(ancianos), pederastas (chicos) y pedófilos (niños). Esta clasificación
se afina más. Los gemeõs prefieren gente de la misma edad, los
infantilistas, niños pequeños incluyendo lactantes (aunque considera
ese extremo muy raro), pederastas, que siguen a los impúberes, los
pedicones a los adolescentes, los filadelfos siguen a los jóvenes entre
20 y 30 años, los virastas, apasionados por hombres maduros entre 30
y 45 y los senectos que aprecian especialmente a los hombres que han
superado los 50.

Los femeninos prefieren a los masculinos y viceversa, pero los


masculinos no soportan el travestismo. En general experimentan
repulsión por los homosexuales del mismo tipo. También hay
preferencias por mayor o menor pilosidad, ciertas ropas, especialmente
ropa muy elegante o ropas profesionales.

En relación con la tendencia sexual del compañero, los


homófilos prefieren a otros homosexuales, los alófilos, tienen
predilección por los heterosexuales, y los anfífilos por los bisexuales.
Hirschfeld consideraba que se repartían estas tendencias en tercios
iguales.

406
La forma de hablar, el color o tipo de cabello, la marcha, el
color o tamaño de los ojos, y cualquier otro dato físico también puede
marcar la preferencia del compañero deseable. Existe fetichismo en
ese sentido y lo físico parece pesar más que lo psíquico (D'Aguiar,
1942: 503)

En relación con su sociabilidad tienen centros de reunión en las


grandes ciudades donde en ocasiones simulan bodas en la que todos
los papeles tradicionales eran representados por homosexuales,
estando vestido de novia uno de los que se "casaba".

Desde el punto de vista anatómico presentan alteraciones


genitales en la misma proporción que los heterosexuales, normalmente
de atrofia (criptorquidia, monarquidia) así como hipospadia y
extragenitales con hernias inguinales. Como ya había informado
Monteiro no hallaremos alteraciones microscópicas en el esperma
(D'Aguiar, 1942?: 504).

En la etiología (D'Aguiar, 1942?: 543), de forma sistemática


trata la homosexualidad adquirida y la congénita. Esta última es un
impulso o fuerza íntima independiente de la voluntad y del medio. Por
lo que se refiere a las causas de la adquirida son múltiples:

a) Aislamiento de los sexos.


b) Aglomeración de personas del mismo sexo.
c) Despotismo; autoridad de unos sobre otros.
d) Celibato.

407
e) Falta de mujeres.
f) Recelo al contagio de la sífilis y otras enfermedades venéreas.
g) Temor a fecundar.
h) Impotencia debida al onanismo.
i) Existencia de enfermedades repelentes.
j) Difusión de libros inmorales.
k) Disgustos íntimos.
l) Matrimonios infelices.
m) Agotamiento de la sensibilidad en placeres normales.
n) Intoxicación crónica por el alcohol.
o) Convivencia prolongada con el mismo sexo por motivos de
profesión.
p) Educación muy libre.
1) Reposo en la misma cama.
r) Clima
s) Imitación
Etc.

La lista queda abierta. Muchas de los factores predisponentes


parecen profecías auto-cumplidas, otros podrían interpretarse como
consecuencias y no como causas, otros podrían obedecer a excusas que
los propios inculpados podrían dar, otros parecen simplemente factores
que mejoran la disponibilidad del compañero. Es una relación tan
prolija que posiblemente podría continuarse de forma indefinida.

D’Aguiar ilustra el uso de una teoría flexible y la necesidad de


intervención en ciertos ámbitos. Los factores que considera como
influyentes en la conducta sexual podrían ser consecuencias de la

408
misma conducta que pretende ser analizada y son además muy
inespecíficos.

En el análisis de las prácticas lúbricas Asdrúbal de Aguiar


desciende más al detalle que otros autores. Posiblemente esto se debe a
que el texto es un manual médico que debe usar el forense. El
repertorio incluye "todo"293
As prácticas a que os homosexuais em geral se entregam,
são a sodomia, o coito interfemural, o coito axilar, o
onanismo simples ou mútuo, o coito buco-peniano, etc.
Deve acentuar-se que muitos nunca exacutam quaisquer
actos lúbricos em que participe a aproximação dos órgaõs
sexuais. Beijos simplesmente, contactos linguais, sucções
bucais no pescoço e peito, abraços, contactos do corpo
peito a peito, sem ir mas além, bastam muitas vezes para
satisfazer certos homosexuais aos quais repugna mesmo a
intervenção genital nos seus arroubos (D' Aguiar, 1942?,
505).294

El coito anal es poco frecuente, el coito bucal es más frecuente


que el interfemoral y este que el interaxilar. Se utiliza con mucha
frecuencia la masturbación. El coito bucal es muy practicado por los
verdaderos homosexuales dado que el que usa la boca lo hace en
sustitución de la ausente cavidad vulgar. Las variaciones en la práctica
son múltiples, incluso refiere la autofelación de que serían capaces
ciertos contorsionistas dado que «tem a mobilidade articular bastante»

293Quine (1948;1953) afirma que ante la pregunta metafísica ¿qué es lo que hay?
La respuesta es simple: todo; y luego cada uno "se sirve". Algo parecido
encontramos en la pequeña ontología regional del catálogo de prácticas.
294 Traducción: Las prácticas a las cuales los homosexuales se entregan en general
son la sodomía, el coito interfemoral, el coito axilar, el onanismo simple o
mutuo, el coito buco-peneano, etc. Se debe acentuar que muchos no ejecutan
cualesquier actos lúbricos donde participe la aproximación de los órganos
sexuales. Simplemente besos, contactos con la lengua, succiones bucales en el
cuello y pecho, abrazos, contacto del cuerpo pecho a pecho, sin ir más allá, son
muchas veces suficientes para satisfacer ciertos homosexuales a los cuales les
repugna incluso la intervención genital en sus arrebatos

409
(D'Aguiar, 1942?: 506).

Cita dos párrafos latinos con descripciones de prácticas de una


especie de reglamento que un "felador" proponía y que había sido
recogido por Moll (D'Aguiar, 1942?: 506 n. 2):
Nonnuli immittunt totum membrum in os alterius ut non
solum glans includatur; aliis solum glandem immittunt ut
lingua et labris alterius tangatur, dum membri altera pars
manet extra cadum oris; saepe haec pars eodem tempore
circumcluditur manibus viri dilecti. 295

Este también está recogido por Moniz (1927: 454-455):


Denudas te ipsum eumque. Deinde collocas te in ventrem,
alterque pedes tuos lingia lambere debet, praecipue inter
digitus et plantam longus tempus. Si erectionem habes,
decumbis eo modo ut alter una manu membrum tuum
alteraque testiculos tuos fringat, eodem tempore nates
tuas lambere debet linguamque immitere in anum tam
profunde quam potest, quoad ejaculationem seminis habes
(D' Aguiar, 1942?: 507).296

Las prácticas ocurrían en las casas particulares, pero también


en lugares públicos que pudieran ser discretos a ciertas horas del día o
de la noche.

En perspectiva comparada la sodomía era practicada en Europa


menos que en otras partes del mundo y ocurría lo contrario con la

295 Traducción: Algunos introducen todo el pene (miembro) en la boca del otro de
manera que no sólo se chupe el glande; otros introducen el glande solo para que
lo soben la lengua y los labios del otro, mientras que la otra parte del pene
(miembro) permanece fuera del cántaro de la boca; muchas veces al mismo
tiempo esta parte la rodean las manos del hombre deseado.
296 Traducción: Te desnudas a ti mismo y a él. Luego te colocas boca abajo (sobre el
vientre), el otro debe lamer tus pies, especialmente entre los dedos y la planta
largo tiempo. Si tienes una erección te acomodas de manera que el otro frote tu
pene con una mano y con la otra tus testículos, al mismo tiempo debe lamer tus
nalgas e introducir su lengua en tu ano tan profundamente como pueda, hasta
que te tengas la eyaculación.

410
felación. Sin embargo el onanismo estaba por todas partes. Parece
además que sodomía se daría más en los pervertidos que en los
invertidos y que es abundante en pueblos salvajes.

Nuestro médico-forense sabe que a pesar del horror que los


homosexuales pueden llegar a sentir por las relaciones con el otro
sexo, algunos de ellos se llegan a casar. Entre los motivos puede estar
el intento de corregirse, el gustarles la convivencia con la mujer,
conveniencias de diferente índole y por supuesto ocultamiento de la
propia anomalía (D'Aguiar, 1942?: 508).

El sufrimiento que depare este tipo de uniones irá en


proporción inversa a la naturaleza amorosa de la mujer (D'Aguiar,
1942?: 509). Si es una mujer ardiente lo pasará mucho peor que si es
una mujer frígida. La existencia de celos por parte de la mujer podía
complicar también la situación. Estos matrimonios con mucha
frecuencia estarían abocados al fracaso y a turbulencias de todo tipo.

Aunque algunos llegaban a ser capaces de tener relaciones


normales, con el paso del tiempo les podría resultar hacer imposible.
El recurso clásico de utilizar la fantasía está también presente. Así
estaríamos ante el homosexual que «tentando relações com mulheres
executá-las por completo pensando em pessoas do sexo masculino»
(D'Aguiar, 1942?: 510). En este repertorio de estrategias se hace eco
de los informes de otros sexólogos europeos, como ya había hecho
Monteiro (1926).

411
La convivencia con la mujer les resulta agradable a muchos,
especialmente las mujeres mayores. La relación con la madre es
especial (D'Aguiar, 1942?: 511), debido a que no tienen que repartir el
afecto con lo hijos como ocurre con los heterosexuales.

D'Aguiar recoge información de los sitios de encuentro de las


culturas homosociales europeas y del Portugal de su tiempo. Conoce
incluso listados de sobrenombres y apodos (alcunhas) con que se
conoce tanto a homosexuales activos como pasivos. En ocasiones se
celebraban bailes para homosexuales a los que muchos de ellos
acudían travestidos. Los asistentes solían estar pre-seleccionados y
eran como ellos o no tenían ningún problema con esas costumbres
sexuales. En Europa se habían llegado a organizar en asociaciones
informales. Se hace eco de la frecuencia de los lugares de encuentro en
el Berlín de años atrás.

De España se hace referencia a locales del Barrio Chino y no


conoce locales que sean explícitamente para homosexuales en el
Portugal de su tiempo. Resulta comprensible, porque cuando la
autoridad tenía noticia de ello intervenía. Así narra el caso de un baile
en 1923 donde más de 300 hombres, travestidos y sin travestir, habían
organizado un encuentro en la casa de Graça. (D'Aguiar, 1942?: 525-
526) No había ninguna mujer entre los asistentes. La casa se había
alquilado y los arrendadores no sabían con qué gente estaban tratando.
Al darse cuenta de que allí se estaban produciendo escándalos
llamaron a la policía. Algunos consiguieron escapar, entre ellos
personas de alta alcurnia, y otros fueron detenidos. En la crónica del
juicio, que tuvo lugar en un ambiente generalizado de mofa y que

412
terminó con una sentencia condenando al pago de multas, se recoge la
siguiente conversación entre el juez y uno de los reos (D'Aguiar,
1942?: 526):

─ Senhor juiz, não me conformo com a sentença. Quero


salir daqui com honra.
A o que o magistrado replicou no meio dos risos da
assistência.
─ Honra? Para isso é melhor recorrer ao Instituto de
Medicina Legal.297

El ambiente de ese baile con personajes de la vida pública que


consiguieron escapar con su honra a salvo, o con algo menos de buena
fama y una sanción, no es el de los burdeles y el mundo de la
prostitución masculina que también trata nuestro experto. D'Aguiar
conoce su formato en diferentes países de los cinco continentes. En el
caso de Lisboa reconoce que ya no forman parte, como antes, de la
plantilla estable de los prostíbulos. En el siglo XIX hubo incluso
escándalos de relieve.

La explicación que da nuestro autor de que ya no existieran


habitualmente prostitutos masculinos en los burdeles, es curiosa. Se
trataba de un problema en la gestión interna más que resultado de la
presión externa:
O seu afastamento dessas casas obrou-se por um motivo
de defesa. A concorrência de que a prostituïção masculina
fazia á feminina era maior achando-se nas mesmas casas
indivídios prostitutos dos dois sexos que estando
apartados. Hoje há mesmo ódio entre as duas classes.

297 Traducción: - Señor juez, no me conformo con la sentencia. Quiero salir de aquí
con honor./A lo que el magistrado contestó en medio de las risas de la
asistencia./ ¿Honra? Hombre, para eso mejor recurrir al Instituto de Medicina
Legal.

413
Qualquer palavra ofensiva dirigida a uma prostituta por
um pederasta fere-a muito mais que partindo dum
indivíduo de hábitos heterosexuais, O mesmo sucede com
os pederastas que se sentem mais melindrados com os
sarcasmos vindos de meretrizes que provindo de
quaisquer outras personas (D' Aguiar, 1942?: 531). 298

El mundo homosexual, además, estaba plagado de chantajes,


robos y otros tipos delictivos. Esto era una asociación común en la
Medicina forense y se debía al vínculo de la homosexualidad con la
mala vida. Los homosexuales también tenían que convivir con los
escándalos y crímenes pasionales, entre ellos el caso del alférez
Marinho da Cruz, estudiado por Júlio de Matos.

d) Estudio de casos

Asdrúbal de Aguiar (1926: 243-253) incorpora un total de 20


casos de observación en la Cadeia Nacional y en el Instituto de
Medicina Legal de Lisboa. Se trata de informes empíricos de los que
hacemos un análisis mediante la elaboración de unas fichas 299 en las
que sistematizamos los datos recurrentes. Hemos obtenido los datos
redactados por el autor y los hemos agrupado diseñando un item para
cada característica que aparecía reiteradamente en muchos de los
estudiados. En el caso de los estigmas se indica si el autor los cita, no

298 Traducción: Su alejamiento de esas casas ocurrió por un motivo de defensa. La


competencia de que la prostitución masculina hacia a la femenina era mayor,
encontrándose en las mismas casas individuos prostitutos de ambos sexos que
estaban apartados. Actualmente hay incluso odio entre las dos clases. Cualquier
palabra ofensiva dirigida a una prostituta por un pederasta la hiere mucho más
que habiendo sido hecha por un individuo de costumbres heterosexuales. Lo
mismo ocurre con los pederastas que se sienten más afectados por los sarcasmos
de las meretrices que si hubiesen venido de cualquier otra persona.
299 Las fichas son de nuestra autoría a partir de los datos repartidos en dos obras. Así
los informes están en D' Aguiar (1926) y hemos localizado las fotografías en
D'Aguiar (1942?).

414
especificamos cuáles por su prolijidad. Hay otros datos físicos que
hemos tratado independientemente y que también podrían considerase
estigmas degenerativos.

Con una sola excepción, los sujetos son menores de 30 años.


Solo uno aparece registrado como casado. La extracción social es baja
o muy baja, con un par de casos que pudieran considerarse quizá de
clase media-baja. En todos ellos se aprecian signos feminoides, sea
físicamente, sea en sus gustos. La mayoría ejerce algún tipo de
prostitución, tienen marcadas tendencias homosexuales, con un par de
excepciones bisexuales.

415
TABLA 1- OBSERVACIÓN 1 ª ─ (D' Aguiar, 1926: 243 )
Nombre y apodo M.A.E.
Edad - Estado Civil 20 año, soltero
Dedicación - Alfabetización Trabajador alfabetizado
Estancias en prisión y No tiene
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Muchos estigmas y deficiencias
Pilosidad Fina, hipotricosis y atricosis en tronco y
miembros. Vello facial mal sembrado.
Pecho, glándulas mamarias
Ano
Glúteos y región Contorneados
Manos y pies Polidactilia en manos.
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujeres Nunca
Relación con la familia -
Erotismo Sueños solo con hombres
Aficiones, gustos -
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía pasiva, masturbación.
Edad de inicio en las prácticas Antes de los 10 años
Observaciones A cambio de sumas de dinero.

416
TABLA 2 - OBSERVACIÓN 2ª - (D' Aguiar, 1926: 243-234 )
Nombre y apodo L.S. «La serpiente hespañola» (SIC)
Edad - Estado Civil 24 años, soltero
Dedicación - Alfabetización Transformista, otras. Alfabetizado
Estancias en prisión y 3 encarcelamientos por agresión, burla y locura.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Delgadez.
Pilosidad Atricosidad en tronco y miembros. Hipotricosis
en axilas y pubis. Vello facial mal sembrado.
Pecho, glándulas mamarias Salientes. Pezones pigmentados con
Sensibilidad.
Ano Esfínter relajado. Esbozo de infundíbulo anal.
Glúteos y región Salientes, adiposidad.
Manos y pies -
Pene Diminuto.
Voz Trémula. Canta en soprano.
Rasgos psíquicos Desconfiado, miedoso, vanidoso
Sexo con mujeres
Relación con la familia Parecido con hermana bailarina
Erotismo Con hombres en general
Aficiones, gustos Femeninos
Colores favoritos -
Parafilias Sadismo, exhibicionismo
Prácticas sexuales Masturbación, felación, sodomía.
Edad de inicio en las prácticas 10 años en la masturbación, 18 con intercambio
sexual.
Observaciones Umbral del dolor muy bajo. Sexo por cualquier
cuantía.

417
Fig. 3
R.S. «La Serpiente Española» (SIC)
D'Aguiar, 1942?: Fig.398

418
TABLA 3 . OBSERVACIÓN 3ª - (D' Aguiar, 1926: 244-245 )
Nombre y apodo M.M. V. «O Passarola»
Edad - Estado Civil 21 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Trabajador del hierro. Analfabeto.
Estancias en prisión y 6 encarcelamientos (4 de hurto y 2 por
antecedentes penales desorden)
Estigmas y rasgos físicos Algunos. Cuello femenino.
Pilosidad Bigote mal sembrado. Atricosis excepto en
zona púbica.
Pecho, glándulas mamarias Glándulas salientes. Mamilas grandes y
sensibles. Aureolas extensas.
Ano -
Glúteos y región -
Manos y pies Pequeños
Pene -
Voz Trémula.
Rasgos psíquicos Desconfiado, miedoso, vanidoso, fantasioso.
Irritable. Colérico. Alucinaciones.
Sexo con mujeres Nunca. Ninguna excitación.
Relación con la familia -
Erotismo Hombres desnudos, particularmente rostro y
genitales. Sueños con hombres de significado
banal.
Aficiones, gustos Juegos infantiles femeninos.
Colores favoritos Verde y luego el rosa.
Parafilias Sadismo y exhibicionismo.
Prácticas sexuales Masturbación. Sodomía como pasivo.
Edad de inicio en las prácticas 10 años en auto-masturbación. Demás prácticas
también desde niño.
Observaciones Tatuajes con iniciales de varones (no lo niega).
Andares. bamboleantes. Hipersensible al dolor.

419
TABLA 4 - OBSERVACIÓN 4ª - (D' Aguiar, 1926: 245 )
Nombre y apodo F.G. o C.D. «O Catita»
Edad - Estado Civil 25 años, soltero
Dedicación - Alfabetización Herrero. Analfabeto
Estancias en prisión y 14 encarcelamientos (5 agresiones, siete hurtos
antecedentes penales y 2 por apedrear.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad Facial mal sembrado de aparición tardía. Pelos
finos y lacios.
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región -
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos Memoria e inteligencia débiles. Hablador,
desconfiado, miedoso.
Sexo con mujeres Sí.
Relación con la familia Parecido físico y moral con la madre-
Erotismo Sueños con ambos sexos. Atracción a ambos
sexos. Prefiere ver actores que ver actrices.
Aficiones, gustos Perfumes, flores. Teatro.
Colores favoritos
Parafilias
Prácticas sexuales Masturbación, sodomía pasiva.
Edad de inicio en las prácticas
Observaciones Vive con una mujer con la que tiene dos hijos.
Le gustaría haber nacido mujer.

420
F.G. O Catita
D'Aguiar, 1942?: Fig. 400

421
TABLA 5 - OBSERVACIÓN 5ª - (D' Aguiar, 1926: 245-246 )
Nombre y apodo F. N. « A Boneca»
Edad - Estado Civil 17 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Sirviente.
Estancias en prisión y Dos encarcelamientos. Dos por hurto y otro por
antecedentes penales actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Rasgos generales femeninos.
Pilosidad Ausente excepto hipotricosis en axila y pubis.
Pecho, glándulas mamarias Desarrollado. No exuberante. Mamilas gruesas
y sensibles con intensa pigmentación.
Ano Esfínter relajado. Infundíbulo anal.
Glúteos y región Prominentes. Femenino.
Manos y pies Pequeños.
Pene Diminuto.
Voz Femenina. Aflautada.
Rasgos psíquicos Miedoso.
Sexo con mujeres Nunca.
Relación con la familia Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo Desnudos. Erección con hombres.
Aficiones, gustos Teatro, perfumes, flores.

Colores favoritos -
Parafilias Masoquismo por el dolor sodomítico. Pellizcos.
Prácticas sexuales Masturbación, sodomía y felación.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Andares femeninos. Desearía haber nacido
niña. Amancebado con un individuo que le paga
la habitación.

422
Fig. 5
F.N. «A Boneca»
D'Aguiar, 1942?: Fig. 411

423
TABLA 6 - OBSERVACIÓN 6ª - (D' Aguiar, 1926: 246-247 )
Nombre y apodo C.R. «A Rainha dos Pirilampos»
Edad - Estado Civil 17 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Criado. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Cuatro encarcelamientos: dos por hurto, una por
antecedentes penales agresión y otra por actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Rasgos generales femeninos. Algún estigma.
Pilosidad Ausente facial.
Pecho, glándulas mamarias Glándulas bien delimitadas. Mamilas salientes y
con aureola pigmentada.
Ano
Glúteos y región Prominentes. Femenino.
Manos y pies Pequeños.
Pene Diminuto.
Voz Femenina. Soprano.
Rasgos psíquicos Insomne. Poca inteligencia y memoria.
Sexo con mujeres Nunca.
Relación con la familia Durmió muchos años con una hermana.
Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo Sueños con hombres. Desnudez.
Aficiones, gustos Perfumes, flores. Ropas femeninas. Teatro.
Colores favoritos Rosa y verde.
Parafilias -
Prácticas sexuales Masturbación, sodomía y felación.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Desearía haber nacido niña. Vive amancebado
con un suboficial de marinería que se enamoró
de él y que le paga la habitación. Vive de la
prostitución.

424
Fig. 6

C.R. «A Rainha dos Pirilampos»


D'Aguiar, 1942: Fig.392

425
TABLA 7 - OBSERVACIÓN 7ª - (D' Aguiar, 1926: 247 )
Nombre y apodo J.P.L. «A Perpétua Cheirosa»
Edad - Estado Civil 21 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Criado. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Dos encarcelamientos por hurto.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Varios. Mala constitución.
Pilosidad Ausente facial. Atricosis e hipotricosis en axila
y pubis.
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Prominentes.
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer -
Relación con la familia Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo Actores y actrices semidesnudos.
Aficiones, gustos Perfumes. Revistas teatrales con elenco semi-
desnudo.
Colores favoritos Verde, azul y rojo.
Parafilias -
Prácticas sexuales Masturbación, sodomía pasiva.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Se emborracha a veces.

426
Fig. 7
J.P.L.«A Perpétua cheirosa»
D' Aguiar, 1942?: Fig.390

427
TABLA 8 - OBSERVACIÓN 8ª - (D' Aguiar, 1926: 248 )
Nombre y apodo E.F.S.P. «A Princeza Boémia»
Edad - Estado Civil 17 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Sirviente. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Dos encarcelamientos por abuso de confianza y
antecedentes penales por hurto y actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Algunos. Cuello femenino.
Pilosidad Ausente facial. Atricosis e hipotricosis en axila
y pubis.
Pecho, glándulas mamarias Glándulas bien delimitadas. Mamilas erectas.
Ano Esfínter relajado. Infundíbulo anal.
Glúteos y región Femenino.
Manos y pies Dedos delgado y manos femeninas. Pequeños.
Pene Órganos sexuales casi infantiles.
Voz Soprano.
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer -
Relación con la familia
Erotismo Sueños eróticos con hombres.
Aficiones, gustos Perfumes. Flores. Ropa. Objetos femeninos.
Teatro, por los actores. Representaciones
plásticas.
Colores favoritos
Parafilias Exhibicionismo.
Prácticas sexuales Masturbación, sodomía, felación.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Juegos infantiles femeninos. Ademanes
femeninos. Sexo a cambio de cualquier cosa o
de nada. No vive de la prostitución. Desearía
haber sido mujer.

428
Fig. 8
E.F.S.P. «A Princesa Bohemia»
D'Aguiar, 1942?: Fig. 396

429
TABLA 9 - OBSERVACIÓN 9ª - (D' Aguiar, 1926: 248-249 )
Nombre y apodo A.C.C. «A Violeta»
Edad - Estado Civil 18 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Criado. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Tres encarcelamientos por agresión, actos
antecedentes penales deshonestos y hurto.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad Facial mal sembrado. Atricosis en el cuerpo e
hipotricosis en axila y genitales.
Pecho, glándulas mamarias Bien diseñadas. Mamilas salientes.
Ano Esfínter relajado.
Glúteos y región Prominente. Femenino.
Manos y pies
Pene Órganos genitales atrofiados.
Voz Soprano.
Rasgos psíquicos Desconfiado. Emotividad descontrolada.
Sexo con mujer Nunca.
Relación con la familia -
Erotismo Impulsado a la sodomía.
Aficiones, gustos Teatro con actores en ropas ceñidas. Perfumes,
flores.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Vive del trabajo. No prostitución.

430
Fig. 9
A.C.C. «A Violeta»
D'Aguiar, 1942?: Fig.410

431
TABLA 10 - OBSERVACIÓN 10ª - (D' Aguiar, 1926: 249 )
Nombre y apodo E.J.C. «A Marqueza do Faial»
Edad - Estado Civil 18 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Criado.
Estancias en prisión y Tres encarcelamientos. Dos por hurto y una por
antecedentes penales actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad -
Pecho, glándulas mamarias Poco desarrolladas. Mamilas pequeñas.
Ano Infundíbulo.
Glúteos y región Prominente. Femenino.
Manos y pies -
Pene Pequeño.
Voz -
Rasgos psíquicos Desconfiado.
Sexo con mujer Nunca.
Relación con la familia Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo
Aficiones, gustos Teatro con semidesnudos.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Masturbación, felación, sodomía.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Andares femeninos. Sexo por diversión.

432
Fig. 10
E.J.C. «A
«Marqueza do Faial»
D'Aguiar, 1942?: Fig. 404

433
TABLA 11 - OBSERVACIÓN 11ª - (D' Aguiar, 1926: 249-250 )
Nombre y apodo F.S. «A Ló-ló»
Edad - Estado Civil Soltero.
Dedicación - Alfabetización Sirviente.
Estancias en prisión y Tres encarcelamientos. Dos por hurto y una por
antecedentes penales actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad Facial mal sembrada.
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Saliente. Femenino.
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos No mira de frente al hablar.
Sexo con mujer -
Relación con la familia -
Erotismo -
Aficiones, gustos -
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones -

434
Fig. 11
F.N. «A Ló-Ló»
D'Aguiar, 1942?: Fig.412.

435
TABLA 12 - OBSERVACIÓN 12ª - (D' Aguiar, 1926: 250)
Nombre y apodo A.M.A. «A Alice»
Edad - Estado Civil -
Dedicación - Alfabetización Empleado de comercio. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Tres encarcelamientos. Dos por hurto y una por
antecedentes penales actos deshonestos.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad Facial mal sembrada.
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Saliente. Formas redondeadas.
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos No mira de frente al hablar.
Sexo con mujer -
Relación con la familia -
Erotismo -
Aficiones, gustos Perfumes y flores.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía pasiva.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones

436
Fig. 12
A.M.A. «A Alice»
D'Aguiar, 1942?: Fig.402

437
TABLA 13- OBSERVACIÓN 13ª - (D' Aguiar, 1926: 250-251)
Nombre y apodo A.F. « O Casa-Pia»
Edad - Estado Civil 21 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Vendedor de lotería.
Estancias en prisión y Once encarcelamientos: diez por hurto y una
antecedentes penales por desórdenes.
Estigmas y rasgos físicos Algunos.
Pilosidad Atricosis. Pelo solo en axila y pubis.
Pecho, glándulas mamarias Bien visibles, mamilas grandes y sensibles.
Ano Inicio de infundíbulo.
Glúteos y región Muy prominente. Redondeado.
Manos y pies -
Pene Órganos genitales diminutos.
Voz Aflautada.
Rasgos psíquicos No mira de frente al hablar.
Sexo con mujer -
Relación con la familia -
Erotismo Hombres, especialmente rostro y nalgas.
Aficiones, gustos Perfumes y flores. Ropa que marca las formas
corporales. Joyas. Perfumes y flores. Teatro
para ver actores.
Colores favoritos -
Parafilias Ligero sadismo.
Prácticas sexuales Sodomía pasiva, felación y masturbación. Muy
frecuentes, más de una vez al día.
Observaciones Tatuajes. Se emborracha alguna vez. Se azora al
desvestirse delante de mujeres pero no con
hombres. Se prostituye.

438
Fig. 13
A.F. «O Casa Pia»
D'Aguiar, 1942: Fig. 391

439
TABLA 14 - OBSERVACIÓN 14ª - (D' Aguiar, 1926: 251)
Nombre y apodo F.
Edad - Estado Civil 66 años.
Dedicación - Alfabetización -
Estancias en prisión y -
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Mala implantación dentaria.
Pilosidad -
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Prominente.
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer -
Relación con la familia -
Erotismo -
Aficiones, gustos Flores.
Colores favoritos -
Parafilias Sodomía pasiva.
Prácticas sexuales -
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones -

440
TABLA 15 - OBSERVACIÓN 15ª - (D' Aguiar, 1926: 251)
Nombre y apodo L.P.C.
Edad - Estado Civil 24 años.
Dedicación - Alfabetización Ebanista. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Ocho encarcelamientos: cuatro por hurto, dos
antecedentes penales por vadiagem, y dos por burla.
Estigmas y rasgos físicos Dos ataques epilépticos en infancia.
Pilosidad -
Pecho, glándulas mamarias Salientes, mamilas grandes y sensibles.
Ano -
Glúteos y región -
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos Mal genio. Alucinaciones. Miedoso de pequeño.
Sexo con mujer -
Relación con la familia Siempre durmió con hermanas y luego con un
hermano. Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo Mujeres.
Aficiones, gustos Flores, perfumes. Representaciones plásticas y
mujeres semidesnudas en teatro.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía pasiva en prostitución.
Edad de inicio en las prácticas 10 años en masturbación.
Observaciones Embriaguez frecuente. Preferiría haber nacido
mujer. Juegos infantiles femeninos. Intento de
suicidio. Practica prostitución.

441
TABLA 16 - OBSERVACIÓN 16ª - (D' Aguiar, 1926: 251)
Nombre y apodo J.E. «A petisa dos jornais»
Edad - Estado Civil 16 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Vendedor de periódicos. Analfabeto.
Estancias en prisión y Diez encarcelamientos: por hurto y vadiagem.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Alguno. Sin relevancia.
Pilosidad -
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región -
Manos y pies -
Pene Órganos genitales pequeños.
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer Nunca.
Relación con la familia Parecido físico y moral con la madre.
Erotismo Hombres, especialmente rostro y nalgas.
Aficiones, gustos Perfumes y flores. Perfumes y flores. Teatro
para ver actores semidesnudos
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía pasiva, felación y masturbación. Muy
frecuentes, más de una vez al día.
Edad de inicio en las prácticas Desde los doce años.
Observaciones Se prostituye por cualquier precio.

442
TABLA 17 - OBSERVACIÓN 17ª - (D' Aguiar, 1926: 251-252)
Nombre y apodo P.M.
Edad - Estado Civil 24 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Escribiente. Alfabetizado.
Estancias en prisión y Una prisión por abuso de confianza.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Aspecto femenino. Algún estigma.
Pilosidad
Pecho, glándulas mamarias Mamilas sensibles al tacto.
Ano
Glúteos y región
Manos y pies Pequeños.
Pene Órganos genitales atrofiados.
Voz Titubeante.
Rasgos psíquicos Timidez.
Sexo con mujer Sí
Relación con la familia -
Erotismo Hombres: rostro, muslos, glúteos. Se masturba
pensando en los dos sexos.
Aficiones, gustos Teatro para ver actores en maillot.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Masturbación. Sodomía pasiva.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Se prostituye por cualquier precio.

443
TABLA 18 - OBSERVACIÓN 18ª - (D' Aguiar, 1926: 252)
Nombre y apodo J.S.
Edad - Estado Civil 25 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Hojalatero. Analfabeto.
Estancias en prisión y Dos prisiones por robo.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Varios. Rostro femenino.
Pilosidad Facial rara. Atricosis en tronco e hipotricosis en
axilas y pubis.
Pecho, glándulas mamarias Delimitadas. Mamilas grandes, con aureola
grande y pigmentada.
Ano Esfínter relajado con infundíbulo.
Glúteos y región Muy prominente.
Manos y pies -
Pene Órganos genitales pequeños.
Voz Trémula y titubeante.
Rasgos psíquicos Hablador, mal genio. Inestabilidad emocional.
Sexo con mujer Sí.
Relación con la familia -
Erotismo Sueños bisexuales.
Aficiones, gustos Flores y teatro por ver semidesnudos.
Colores favoritos -
Parafilias Ligero sadismo.
Prácticas sexuales Sodomía, masturbación felación
Edad de inicio en las prácticas 13 años con mujeres.
Observaciones Azoramiento por desnudez propia. Juegos
femeninos en infancia. Ropa provocadora. Se
embriaga. No pide dinero pero lo acepta.

444
OBSERVACIÓN 19ª - (D' Aguiar, 1926: 253)
Nombre y apodo M.S.P. «A petiza do Bairro Alto»
Edad - Estado Civil 21 años, soltero.
Dedicación - Alfabetización Alfabetizado.
Estancias en prisión y Dos prisiones por hurto y por travestismo.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos Constitución débil. Femenino.
Pilosidad
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Saliente.
Manos y pies Pequeños.
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer No.
Relación con la familia -
Erotismo Travestismo.
Aficiones, gustos Flores. Travestirse.
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía, felación y masturbación.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones Prostitución por cantidades pequeñas.

445
Fig. 14
M.S.P. «A Petiza do Bairro Alto»
D'Aguiar, 1942?: Fig. 399

446
TABLA 20 - OBSERVACIÓN 20ª - (D' Aguiar, 1926: 253)
Nombre y apodo J.L.M. «A Moura»
Edad - Estado Civil 27 años, casado
Dedicación - Alfabetización Pescadero. Analfabeto.
Estancias en prisión y Un encarcelamiento por hurto.
antecedentes penales
Estigmas y rasgos físicos -
Pilosidad -
Pecho, glándulas mamarias -
Ano -
Glúteos y región Desarrollado.
Manos y pies -
Pene -
Voz -
Rasgos psíquicos -
Sexo con mujer -
Relación con la familia -
Erotismo -
Aficiones, gustos -
Colores favoritos -
Parafilias -
Prácticas sexuales Sodomía pasiva.
Edad de inicio en las prácticas -
Observaciones -

447
Fig. 15
J.L.M. «A Moura»
D'Aguiar, 1942?: 401

448
d) Discusión sobre los estudios de casos

En los análisis vemos que los cuestionarios de los que se ha


servido el perito conducían las respuestas. No puede ser una
casualidad que a los que les gustaba el teatro acudieran
sistemáticamente para ver actores semi-desnudos. Se trata
evidentemente de que las preguntas han ido conduciendo a los
interrogados. Algo parecido ocurre con las cuestiones sobre perfumes
y flores. Cuando hay respuesta incluso se especifican los tipos de
flores y perfumes preferidos. En una de nuestras entrevistas el Dr.
Lorenzo de Lemus300 nos explicó que en la práctica médica cotidiana,
incluso de la consulta del médico de familia, el clínico debe cuidar
mucho de no "dirigir" las respuestas del enfermo. Esto se produce
porque se siguen unos protocolos y se puede "ver" lo que se "quiere"
ver. Al debatir con él sobre clasificaciones interactivas de Hacking
comentaba que veía en ello una explicación de muchas cuestiones de
la práctica clínica en las que se supone hay una condición que marca o
estigmatiza.

Con frecuencia el entrevistado deja de decir lo que no se le


pregunta y responde sobre cuestiones que no eran relevantes pero que
cobran inmediatamente relevancia al ser convertidas en una pregunta

300 Entrevista en Mérida, el 15 de noviembre de 2013. En relación con la


homosexualidad se encontró con algún caso en el que indirectamente trató con
sus pacientes el "problema" de sus tendencias sexuales, pero siempre como algo
adicional, un dato más, que solo era problemático cuando el paciente lo vivía de
ese modo. Supo también de personas que habían marchado para vivir a grandes
ciudades

449
por el experto. En ningún momento se tiene en cuenta la distorsión,
importante, introducida por las circunstancias en que tenía lugar la
entrevista. La timidez, no mirar a los ojos, la ira, el miedo, serían
emociones totalmente explicables por la situación.

Por otra parte prácticamente todos los individuos


seleccionados tenían antecedentes penales. Algunos de ellos muy
notorios, otros menos, pero en cualquier caso hay un sesgo inevitable.
Esto sería en general algo habitual en cualquier estudio sobre una
población determinada. El problema es que a estos individuos no se
los ha seleccionado de entre la ciudadanía sino que han sido
seleccionados por homosexualidad o bisexualidad a partir de un grupo
poblacional penitenciario.

Desconocemos el motivo por el que en algunos casos hay


muchos datos y en otros la presencia del individuo parece meramente
testimonial. Asimismo hay una cuestión metodológica trivial, a saber,
se reiteran los datos que son previamente buscados y parecen omitirse
totalmente cuando no concuerdan (por ejemplo, las manos grandes o
los glúteos no prominentes). Esto es fácilmente explicable porque en
cualquier investigación la carga teórica afecta a la selección de los
datos pero en este caso son varias las teorías aplicadas y ninguna es la
principal.

Los análisis parten de una posición teórica bastante precaria y


ecléctica. Ello permite que se pueda dar mayor peso a ciertos

450
fenómenos que caen bajo términos teóricos articulados o esenciales en
las hipótesis fundamentales de una teoría determinada. También cabe
incluso aplicar más una teoría que otra según los casos. Se seleccionan
no solo los datos sino las teorías (del repertorio ecléctico). Así parece
que las relaciones familiares que puedan producir extrañeza o denoten
actitudes poco comunes solo son referidas en algunos casos. No todas
las teorías sobre la homosexualidad incidían en factores de tipo
familiar. Entonces se estarían seleccionado los datos en función de la
teoría o hipótesis disponible. Esto es un sesgo de confirmación tanto
en la recolección de datos como en la interpretación. Esta distorsión
cognitiva no debe confundirse con el sesgo de la profecía auto-
cumplida en la que el investigador puede hacer que lo que se espera,
acontezca (Darley y Gross, 2000: 212). Por otra parte esas profecías
también estarían presentes de acuerdo con la directividad de los
interrogatorios.

Hay un importante sesgo de correspondencia o error


fundamental de atribución (Gilbert y Malone, 1995). Este consiste en
la sobrevaloración de los motivos internos sin prestar la adecuada
atención a circunstancias exógenas. El afeminamiento, la timidez, la
ira, las prácticas sexuales, la prostitución, la precocidad sexual, todo lo
que es más psicológico y conductual es utilizado como factor
explicado por la homosexualidad y la vez la homosexualidad queda
bien descrita con ellos. Ello se ilustra bien porque conocemos la teoría
desde la que está trabajando el estudio D'Aguiar. La explicación de los
comportamientos vendría dada entonces por la clase de persona que

451
son los sujetos y esto es algo que el experto sabía de antemano.
Más allá de los sesgos posibles en toda entrevista en tales
condiciones y sobre una cuestión tan compleja, desde el punto de vista
de las teorías que está utilizando D'Aguiar en los cuestionarios, lo
primero que se aprecia es un uso sistemático de las teorías
degeneracionistas. Parece más bien una utilización propia de una
teoría que ya estaba en decadencia pero que todavía prestaba servicios
técnicos. Asimismo están presentes los anos infundibuliformes de
Tardieu (1863) en algunos de los sujetos. De acuerdo con D'Aguiar
serían consecuencia de las prácticas sodomíticas. Las referencias a las
relaciones familiares y en particular con la madre tenían ya cierta
tradición, y no solo por el psicoanálisis freudiano, que a diferencia de
Egas Moniz, D'Aguiar no parecía valorar en demasía. D'Aguiar había
dado las explicaciones de las especiales relaciones con los
progenitores y había hecho intervenir la ausencia de hijos. La
inversión de género está transversalmente presente en el estudio e
incluso problemáticas de identidad sexual («desearía haber sido una
niña»).

El que todos los casos recogidos muestren esa inversión,


propia de los fairies o los traffics (prostitutos) analizados por George
Chauncey (1994) vuelve a reforzar nuestra hipótesis de la persistencia
de subjetividades pre-gay. Estas persistirán aunque se produzcan
cambios en los discursos médicos e incluso proliferen los discursos en
primera persona de las subjetividades gay:

452
It reflected a reorganization of boundaries of the male
sexual categories and the transition from a world divided
into "fairies" and "men" on the basis of gender persona to
one divided into "homosexuals" and "heterosexuals" on
the basis of sexual object-choice (Chauncey, 1994:
358).301

Uno de nuestros informantes (Ñ302), era un homosexual con el


perfil fairy. Este individuo defendía que él no era gay. Usaba en
concreto la expresión «yo soy un mariquita, o mejor maricón, que
suena a bóveda, un maricón de Franco». Refiere su condición desde
niño, que jugaba como las niñas, que le gustaban las tareas de la casa,
cantar y bailar. El padre, un trabajador manual, nunca lo aceptó.
Encontró abrigo en la madre y luego en el mundo del folklore. Fue,
como muchos de los individuos de este perfil en Portugal, criado
doméstico. En Madrid nunca fue molestado por la Policía, sí en su
ciudad de origen, pero sólo si era sorprendido en los parques con otros
homosexuales. Él, decía, no era como los gais de ahora, aunque tenía
muchos amigos gais. A él le gustan los hombres que le hagan sentir
mujer, y sin embargo él no se sentía "una mujer", Algunos en
circunstancias similares acabaron presos. Nuestro informante Ñ nunca
tuvo antecedentes penales ni se vio sometido a cuestionarios
exhaustivos ni especializados y sin embargo habría respondido en gran
parte de forma similar a los invertidos de D'Aguiar.

301 Traducción: Esto reflejaba una reorganización de los límites de las categorías de
la sexualidad masculina y la transición de un mundo dividido entre "maricas" y
"hombres" bajo la categoría de personaje genérico, a otro mundo dividido entre
"homosexuales" y "heterosexuales" bajo la distinción de objeto sexual- elección.

302 Entrevista en Jerez de la Frontera el 22 de junio de 2012.

453
El repertorio de las preguntas usado por D'Aguiar tiene todas
las resonancias de los cuestionarios de Hirschfeld en Vom Wesen der
Liebe, Der urnische Mensch e Naturgesetze der Liebe (cit. Monteiro,
1922: 323), en los que se refiere a asuntos actitudinales y
conductuales. No obstante, lo que usó con seguridad fue el Protocolo
do relatório e exame de individuos em casos de qualquer modalidade
de sexualismo irregular, para lo que el perito debe usar el Exame
geral físio-psíquico de indivíduos com manifestações sexuais
irregulares ajustado para el caso homosexual (D'Aguiar, 1942?:595).
Este cuestionario contiene 20 cuestiones abiertas (D'Aguiar, 1942?:
595-600) que exponemos a continuación:
1) Motivo por el que se hace el examen.
2) Presencia de caracteres físicos del sexo opuesto: pilosidad, mamas,
regiones corporales determinadas (glúteos), muscular, órganos
sexuales, voz, deambulación...
3) Presencia de caracteres psíquicos del sexo opuesto: inclinaciones
amorosas, azoramiento por desnudez propia ante el propio sexo,
sueños, erotismo, celos.
4) Manifestaciones propias del sexo opuesto: perfumes, joyas, ajuar,
hábitos, vocaciones profesionales, maquillaje, adorno...
5) Deseos de haber nacido con el sexo opuesto.
6) Deseos de tener atributos viriles en las mujeres y femeninos en los
hombres.
7) Simulación de sexo: se ha intentado pasar por el otro sexo.
8) Tendencias homosexuales: comportamiento sexual hasta la fecha.

454
9) Fecha de que datan las tendencias homosexuales.
10) Impotencia para las relaciones sexuales normales: posibilidad,
placer o repugnancia, uso de ideas fantasiosas y autosugestión.
11) Preferiría tener impulsos heterosexuales en vez de homosexuales.
12) Prácticas sexuales preferidas.
13) Características de los actos homosexuales practicados: frecuencia,
periodicidad, motivación, intensidad del deseo, papel desempeñado
(activo o pasivo o ambos).
14) Predilección por algún tipo de individuos en particular, de acuerdo
con la extensa tipología que está expuesta en su discurso teórico.
15) Exclusividad de relaciones homosexuales o presencia de
heterosexuales.
16) ¿Cuándo y cómo ocurren las erecciones con uno y otro sexo?
17) Rapidez en la eyaculación con personas de uno y otro sexo.
18) Aumento o disminución de la potencia sexual en los actos
homosexuales.
19) Travestismo.
20) Otras perversiones sexuales que acompañan a la homosexualidad.
El cuestionario convierte al afeminamiento de los varones y la
masculinización de las mujeres en el eje diagnóstico por excelencia
para diagnosticar la homosexualidad. Que esta condición de inversión
sea más somática o más psicológica, variará en función de las
necesidades y en todo caso serán dos análisis que dada la flexibilidad
teórica gozarán de completa complementariedad y serán inmunes a
cualquier falsador potencial.

455
f) La homosexualidad femenina303

La homosexualidad femenina, en ningún caso denominada


"uranismo" femenino como hacía Monteiro, se considera menos
evidente que la masculina:
não é rara, mas é menos pública e menos aparente que a
masculina, pois, podem-se mesmo realizar diante de
outras pessoas, certas práticas homosexuais que, dese que
se não esteja prevenido, passarão despercebidas, como
beijos, carícias várias, etc. (D'Aguiar, 1926: 31). 304

El autor constata cómo en la cultura portuguesa los gestos de


cariño y cierta intimidad entre las mujeres pueden pasarse por alto si
el observador no está prevenido de que se está ante un caso de
homosexualidad. Esto podría ocurrir por todo el escenario social,
como en el caso de los hombres.

Asimismo en las lesbianas también se da la doble tipología


innata y adquirida, es decir, invertidas y pervertidas, con la misma
explicación para ambos fenómenos que se dio para los homosexuales
varones, y también se mantiene la diferencia entre activas y pasivas.

303 En este epígrafe se utilizan borradores del trabajo conjunto con el Dr. Richard
Cleminson: ‘Simulando assim a cópula normal’: Sapphists, tribades, fricatrixes
and lesbians between biomedical taxonomical categories and identity in
Portugal (1850-1950). En preparación. Ha sido entregado para su evaluación a
la Revista International Journal of Iberian Studies (IJIS)

304 Traducción: no es rara, pero menos pública y menos aparente que la masculina,
pues se pueden incluso realizar delante de otras personas ciertas prácticas
homosexuales que, desde que uno no esté prevenido, pasarán desapercibidas,
como besos, caricias varias, etc.

456
Para D´Aguiar el lesbianismo lisboeta es abundante, pero poco
visible. Desde el punto de vista del impacto en las familias y la vida
matrimonial considera que es más ofensivo e insultante para el
cónyuge que se produzca una infidelidad por parte de un homosexual
masculino que femenino. Es algo así como una permisividad hacia las
travesuras lésbicas, que no acaban de tener una entidad propiamente
sexual.

D'Aguiar es más detallista que otros autores a la hora de referir


las prácticas. Tactos linguales, masturbación mutua, caricias anales y
fricciones, tanto manuales como vulva con vulva. Existen, como
hemos dicho, los roles de la activa y la pasiva. Las sáficas, aficionadas
a la fricación o roce y sexo oral, no involucran en sus prácticas la
totalidad de la vagina. Pueden también tener contactos heterosexuales.
El tribadismo exige una hipertrofia del clítoris para prácticas de
clitorismo. D´Aguiar acepta las posibilidad de conformaciones de
clítoris mastodónticos305 que asemejándose a penes sean capaces de
penetración. Existe un estigma de virilización en las activas, que
además se tatúan, adoptan modos masculinos e incluso dejan crecer
libremente el vello, que podrá ser abundante dado que también parece
haber una funcionalidad alterada. Ello se percibe también en
irregularidades menstruales.

En la tipología, D´Aguiar recoge los tipos clásicos que había


expuesto Monteriro (a partir de Hirchfeld), siendo más exhaustivo a la

305 Es una idea muy antigua. Véase Donoghue (1993).

457
hora de establecer subtipos según las edades. Existen pocas
infantilistas (que buscan niñas) y luego hay pederastas (que siguen
prepúberes), pediconas (que prefieren adolescentes), filadelfas
(aficionadas a las mujeres entre 20 y 30 años) y las virastas, que
buscan mujeres en madurez. También clasifica homófilas, cuando
prefieren otras lesbianas, alófilas, que acechan heterosexuales y
bisexuales o anfífilas (D'Aguiar, 1942?:544-548)

Las sáficas son viciosas y se acercan ocasionalmente a la


aberración. Encuentran interesantes a los hombres. Son una clase de
pseudohomosexuales. Las tríbadas muestran inversión congénita y
desprecian a los hombres, con los que no pueden alcanzar satisfacción.
Entre ellas pueden reconocerse con la mirada. Las sáficas pueden
tener un físico normal pero una profunda anomalía psíquica. Esto se
refleja en unas prácticas que no producen la propagación de la especie
sino la pasión por la mujer. Se observan casos de travestismo y
D'Aguiar recoge anécdotas sobre este particular en Lisboa (D'Aguiar,
1942?:552-558). Cuando las mujeres travestidas de hombres son
descubiertas llegan a tener que ser protegidas por la autoridad para
que el pueblo no las castigue. Entonces la detención policial se
convierte en salvación del castigo popular

Las activas se muestran protectoras con sus pasivas. Existe


incluso la anécdota de dos enfermeras del Hospital de Santa Marta. La
sobreprotección entre ellas fue causa de expulsión (D'Aguiar, 1926:
260). Mantenían a la vista una relación de pareja. En muchos casos

458
hay una ausencia total de discreción. Especialmente en las activas.
Existen lesbianas en todas las profesiones y en todas las clases
sociales. La terminología para referirse al homoerotismo femenino
aparece en todas las lenguas. Ello es para D'Aguiar una prueba de la
universalidad del fenómeno. No obstante hay focos donde puede
favorecerse el lesbianismo, como en situaciones donde las mujeres
pasan mucho tiempo solas (costureiras) y desde luego en el mundo de
la prostitución, como ya analizaron Monteiro y Moniz.. Estima que un
75% de las prostitutas han practicado estas perversiones. A ese vínculo
con los "bajos fondos" hay que añadir el interés policial que tienen la
prevalencia de escándalos y crímenes pasionales.

La homosexualidad femenina adquirida se puede ver


favorecida por factores como una educación demasiado libre y el
acceso a cierta literatura, la lubricidad, el temor o terror a las
relaciones heterosexuales por consecuencias venéreas o de embarazo,
las aglomeraciones, las amistades extremas, las perversiones
masculinas y la falta de varones. En líneas generales se sigue la misma
etiología de la homosexualidad masculina, pero se han añadido la
lubricidad, los miedos relacionados con la maternidad, la amistad
extrema, las perversiones masculinas y lecturas de libros que refieren
estas prácticas.

Por otra parte existen también clubes, especialmente en


grandes núcleos urbanos europeos donde asimismo se constata la
prostitución. En ese sentido se reitera la autoridad de Pârent-

459
Duchatelet (Corbin, 1982:443-444).

D'Aguiar utiliza el término de lesbianismo para toda la


homosexualidad femenina y establece las distinciones entre safismo y
tribadismo. El clitorismo sería un tribadismo más voluptuoso, donde
el clítoris simula ser un pene, lo que exige unahipertrofia considerable.
Cita un caso muy pintoresco en el que una mujer, tras copular con su
marido, fue capaz de inseminar y fecundar a la compañera sexual con
la que tuvo sexo después (D'Aguiar, 1926:34).306 De nuevo existe la
polarización activa y pasiva con los roles de género asociados. La
imitación del varón llega hasta el tatuaje del nombre de sus amantes.

Con frecuencia se establecen lazos pasionales con profesoras,


compañeras de escuela y otras chicas. En el ámbito familiar se sienten
mejor con padres y hermanos307 que con madres y hermanas.
Estaríamos hablando de un centro psico-sexual masculino en un
cerebro y cuerpos femeninos. Posteriormente, en la vida adulta y
fuera del entorno familiar, la proyección política y social de las activas
las conduce a querer evitar a los hombres en todas las demás esferas
de la vida, no solo la sexual, lo que las convierte en activistas del
feminismo.

D´Aguiar establece una relación directa entre safismo y


pseudo-homosexualidad, de carácter adquirido y vicioso, y el
306 Véase Donoghue (1993).
307 Al contrario que fuera del hogar donde a partir de la adolescencia mirarán con
suspicacia a los varones con los que pueden establecer competencia y actitudes
de rechazo.

460
tribadismo como algo más constitutivo, una auténtica inversión: son
las verdaderas homosexuales. Así, las sáficas
são arrastradas ao amor antifisico pelas dificuldades
encontradas nos amores com homens ou levadas pelas
companheiras corrompidas. Não têem carácter viril, não
sentem aversão pelo homem, com quem realizam cópula
normal e também as práticas buco-penianas, idênticas às
«cunnilinguis». [...] são mais homosexuais por vício e por
ocasião, são antes as pseudo-homosexuais a que Ivan
Bloch se refere; as tríbades são mais homosexuais por
espírito, por congenitalide, são antes as verdadeiras
homosexuais de Ivan Bloch (D'Aguiar, 1926: 37).308

El espectacular desarrollo clitorídeo es un tema recurrente.


Aquí nuestro médico establece un interesante "viaje de ida y vuelta".
El tamaño naturalmente grande del clítoris conduce a una
hipersexualización, masculinización y al deseo de prácticas invertidas,
pero por otra parte las propias prácticas pervertidas, particularmente el
cunnilingus puede producir una elongación de dicho órgano. El
fenómeno recibe una interpretación teleológica en doble sentido. Se
considera estigma que permite predecir las conductas como signo de
que se han llevado a cabo.

No solo es preferible el adulterio homosexual de la mujer que


el del hombre como ya se ha referido, sino que los varones en general

308 Traducción: son arrastradas hacia el amor antifísico por las dificultades
encontradas en los amores con hombres o llevadas por las compañeras
corrompidas. No tienen carácter viril, no sienten aversión hacia el hombre, con
quien realizan cópula normal y también las prácticas buco-peneanas, idénticas al
«cunnilingus» […] son más bien homosexuales por vicio y ocasión, son las
pseudo-homosexuales a las cuales Ivan Bloch se refiere; las tríbadas son más
homosexuales por espíritu, por congenitalidad [de forma congénita], son más
bien las verdaderas homosexuales de Ivan Bloch.

461
aceptarían mejor amantes femeninas para sus mujeres que amantes
heterosexuales masculinos (D'Aguiar, 1926: 40). De forma análoga a
los invertidos homosexuales, muchas son capaces de llevar una vida
heterosexual (D'Aguiar, 1942: 561-562), con los mecanismos y
estrategias de adaptación que puedan establecer, en muchos casos los
mismos. La mujer cuenta además con la ventaja del mayor mimetismo
en la vida social.

Entre ellas, como ya se ha dicho, funcionan intercambios de


miradas, romanticismo apasionado y la homosexual genuina mediante
caricias irá seduciendo y conduciendo a la mujer normal hasta
despertar su voluptuosidad sexual.

Una característica que las acerca a la "normalidad" es que


comparten problemas graves con los homosexuales masculinos y con
los heterosexuales, por ejemplo, los celos. En este sentido D´Aguiar
quiere resaltar la curiosidad de que las más bellas sientan celos por las
menos agraciadas. Naturalmente la aberración va asociada a la
delincuencia y al exceso, a la exclusión y lo patológico-social: los
crímenes pasionales, suicidios individuales o por parejas, asesinatos
seguidos de suicidio no son infrecuentes y merecen la atención de la
Criminología. Su vinculación con la prostitución favorece además
estos episodios de los que relata algunos.

Más adelante en la obra, hace un estudio geográfico-europeo


del lesbianismo y se detiene más prolijamente en Portugal (D'Aguiar,

462
1926: 258ss). Como en otros países, son focos importantes los lugares
de concentración femenina y los ambientes de prostitución en los que
se paga más por sus servicios. No hay diferencia en la estratificación
social. Repasa casos que llamaron la atención de la población
portuguesa con escándalo y difusión como el referido del Hospital de
Santa Marta descrito y el caso de María Rapaz, caso típico en la que
la condición de "marimacho" venía desde la infancia. Este último caso
es el que abordamos detenidamente en el siguiente epígrafe.

g) Um caso de homosexualidade feminina (1932)

Vamos a completar el estudio de D’ Aguiar mediante el análisis


del documento «Um caso de homo-sexualidade feminina» (1932). El
análisis versa sobre un caso de lesbianismo registrado por nuestro
autor . Se trata de la muchacha A, nacida en 1905 en la población X de
acuerdo con el informe de Archivo. El informe fue crucial para
D'Aguiar y de hecho se refiere a él en las otras obras (1926: 261 y ss. ;
1942?:585-587). La exposición del caso en 1926 le quita algo de
discreción al informarnos de que era natural de Lagarinhos, concejo
de Gouveia (Distrito da Guarda). Se le da asimismo el nombre Maria-
Rapaz, y se informa del nombre de varón que adoptó, Mário dos
Santos (D'Aguiar, 1926: 262). A pesar de esa información adicional,
que incluye también el nombre de algunas calles de Lisboa,
preferimos usar para nuestro análisis el documento completo
publicado en 1932.

463
(i) Autobiografía narrada

En primer lugar A. narra su propia historia que es recogida por


el médico. Su mala suerte comenzó pronto. Después de su nacimiento,
su padre se había ausentado temporalmente del domicilio familiar por
razones laborales. En ese periodo su madre había estado manteniendo
relaciones íntimas con un hermano y como resultado del incesto tuvo
una hija. Llegado esto a oídos del padre, resolvió volver a la casa para
saber de lo sucedido. Se le recibió con alegría y cuando dormía fue
asesinado por la esposa, el amante y otro hermano. Se deshicieron del
cadáver esa misma noche y dijeron en el pueblo que se había vuelto a
marchar. El hermano del amante y cómplice del asesinato, estando
ebrio en una taberna, dijo saber dónde estaba el cadáver del hermano
y que lo confesaría por dinero De hecho condujo a otros ciudadanos al
lugar donde se encontraba el cadáver. La verdad se supo y los dos
hermanos y la mujer fueron detenidos, juzgados y condenados a
destierro.

Contando sólo con dos años y medio, A. compareció en el


juzgado, de modo que una señora del público se hizo cargo de ella. La
trató como una hija hasta los 9 años. La muerte de la mujer la dejó a
cargo del marido viudo, que se volvió a casar y mandó a A. a casa de
la abuela, que no teniendo recursos para mantenerla la mandó a Lisboa
bajo la custodia de un vendedor de fruta a fin de que este la entregara
a su vez a un hermano.

464
Las condiciones en que vivían hacían imposible que se
hicieran cargo de una muchacha de la edad de A., de modo que acabó
en manos de la caridad. Desde este establecimiento se la remitió a
diferentes casas como criada. No conseguía estabilidad en ninguno de
los destinos que le iban asignando en el servicio doméstico, ayudando
en tareas agro-pecuarias o de pesca.

Ya con 13 o 14 años volvió a estar con esos familiares que se


la iban pasando de domicilio en domicilio por no tener medios.
Finalmente la señora de la casa intentó darle un oficio y le comenzó a
enseñar el trabajo de costurera. Estas enseñanzas fueron totalmente
infructuosas por su falta de maña, lo mismo de lo que había adolecido
cuando le encargaban tareas domésticas y de cocina.

Se mudaron y estuvo acogida en casas de conocidos y dadas


las situaciones de precariedad fue despedida con excusa por un motivo
cualquiera. Su hermano la abandonaría definitivamente.

Viéndose desamparada y sin techo fue a dormir a una


hospedería. Pasó la noche pensando cómo dar salida a su situación:

Resolveu vestir-se de rapaz, procurando mester próprio


do sexo masculino. Além da esperança de se poder
governar melhor com o novo traje, acrescia o desejo de
se livrar de várias frases e propostas que certos
indivíduos lhe faziam na rua por que passava e que a
irritavam. Satisfazia-a a ideia da mudança de traje, e, se
por um lado experimentava certo receio de qyue
descobrissem o facto, por outro sentia-se animada com a

465
lembrança de que, tendo-se vestido em tempos de rapaz
pelo Carnaval, todos a tinham achado com modos do
sexo masculino (D’Aguiar, 1932, 143).309

Con el dinero que tenía compró la indumentaria masculina


necesaria, y se cortó el pelo. Se echó a las calles, vagando sin rumbo
fijo. Al anochecer, vio un portal oscuro y decidió usarlo para terminar
su cambio de vestuario. Se expuso al público y parecía que la
transformación se había efectuado con éxito, lo que la tranquilizó.

Después se fue a comer a un restaurante. No tenía valor para


presentarse con ese aspecto en la casa del hermano y buscó en un
periódico ofertas de empleo para hombres. Al acudir a las ofertas
constató que nadie se percataba de que no era un hombre. Se empleó
en un almacén de mercancías como mozo de recados. Posteriormente
encontró empleo en una sastrería, lo que supuso una mejora, y luego
en una oficina. No aceptó la posibilidad de irse en ciertas condiciones
favorables a Oporto. Finalmente se empleó en una aseguradora y
aprendió mecanografía, lo que le permitió promocionar . Allí hubiera
seguido si no hubiese sido detenida el 21 de enero de 1921 y llevada a
un reformatorio donde fue sometida a observación.

309Traducción. Decidió vestirse como un chico, buscando trabajo propio del sexo
masculino. Además de la esperanza de poder gobernarse mejor con el nuevo
traje, se añadía el deseo de liberarse de varias comentarios y proposiciones que
ciertos individuos le hacían en la calle por donde pasaba y que la molestaban. La
satisfacía la idea de cambiarse el traje y, si por una parte experimentaba cierto
recelo de que se descubriera el hecho, por otra parte se sentía animada por el
recuerdo de que, habiéndose vestido de chico, en tiempos, en Carnaval, a todos
les había parecido que tenía maneras del sexo masculino.

466
(ii) El informe pericial de Asdrúbal de Aguiar

Los datos que se contienen en el informe tienen la fecha de


1921. Consigna los datos personales referidos a edad, 15 años,
orígenes y cierto grado de instrucción académica. Solo tiene como
antecedente una detención por venta ilegal, sin importancia. Cuenta
con dos hermanos, de 28 y 15 años, y dos hermanas, de 20 y 13 años.
«Tanto êles como elas em ponto de honra são honestos em toda a
acepção da palavra» (D’Aguiar, 1932: 11). Tiene parientes lejanos y
no mantiene buena relación con la familia en general, excepción hecha
de una hermana. Le gusta su localidad natal pero prefiere Lisboa.

Los datos físicos indican una estatura (no llega a 154 cm), y
la condición algo desnutrida . Solo se aprecian los huesos claviculares
y especulares. Muestra los esteatomas femeninos extremadamente
reducidos.

La cabeza es de tamaño normal con la frente alta y el pelo


corto y revuelto es de color castaño, sedoso y brillante. No hay
presencia de estigmas demasiado relevantes. La boca es pequeña con
ligera asimetría, de grosor normal. Las mejillas son continuas y sin
pilosidad facial. Hay normalidad ocular y de los anejos aunque cierto
estrabismo. Su mirada es baja y la expresión tierna pero desconfiada.
El cuello es corto y más masculino que femenino por su grosor,
presentando una prominente nuez, (pomo de Adão) como los
individuos masculinos.

467
El tronco es característicamente femenino, con cintura
pronunciada. Tórax deprimido, especialmente a la altura del apéndice
xifoides. Senos salientes, aunque con mamilas exuberantes y gruesas,
con grandes aureolas acastañadas. La palpación revela glándulas
mamarias diminutas, mostrando un dolor intenso al tocarlas.
Extremada sensibilidad en las los mamilos. Lordosis dorso-lombo-
sagrada. Vientre saliente y redondeado. Monte de Venus ligeramente
pronunciado. Caderas abultadas. Reducción adiposa en los miembros,
los músculos no tienen un gran desarrollo pero se destacan. Manos
intermedias con uñas descuidadas así como la piel que en general es
áspera. Se percibe pilosidad en zona axilar y púbica. Es corta y espesa,
especialmente en la zona pudenda.

En el examen genital muestra un himen semi-lunar de larga


abertura y sin lesiones, y permite la entrada de un dedo por completo y
de los dos primeros nudillos de dos dedos a la vez sin dificultad. Hay
un desarrollo de las ninfas un poco superior a lo normal con una
longitud de 3 cm 3 de altura y uno de espesor junto a los bordes libres.
Están muy pigmentadas. Los labios mayores son normales, delgados,
poco consistentes no se adaptan el uno al otro por interposición de los
menores. En la entrada contraste el color rosáceo con el pigmento de
los labios menores y con el color castaño aceitunado del clítoris. Éste,
sin llegar a ser impresionante, tiene longitud y grosor mayores de lo
normal. Se aprecian bien 5 cm y da la impresión de un cuerpo con el
grosor de un lápiz fino (dos veces menos gruesos que uno grueso que
miden unos 5 mm de calibre). El glande clitorídeo con su freno

468
perfectamente visible, presenta un color castaño. La primera
menstruación ha sido reciente. Es diestra.

No conoció a sus padres. Le han dicho que tiene mayor


parecido con el padre y con uno de los hermanos. No tanto con la
madre y ninguno con las hermanas. Le gustaría haber nacido hombre y
se irrita si se le dice que es una mujer. No le gustan las tareas
femeninas y si trabaja en mecanografía es porque es un trabajo para
ambos sexos. En caso de poder elegir preferiría empleos masculinos.
Ya de pequeña prefería los juegos de los chicos y en el colegio, mixto,
se fugaba del patio de las chicas al de los chicos, lo que le ocasionó
castigos. Estos castigos no surtían efecto porque repetía la acción.
Saltos, tirar piedras, peleas y todo tipo de actividades más propias de
los muchachos eran de su afición y agrado. Le queda una cicatriz
como testimonio de aquella etapa.

No le gusta la ropa femenina sino la masculina. Ahora en la


escuela correccional viste de mujer por obligación. Después de haber
usado la ropa masculina ahora le gusta todavía menos. El periodo en
el que ha vivido como hombre lo señala como el más feliz de su vida.
Le gusta todo lo que tiene que ver con los hombres. Incluso cuando ya
vestía de hombre acudía al barbero para que le pasara la navaja
aunque no hubiera barba. Este dinero lo daba por muy bien empleado.
No le gusta la cosmética ni los perfumes, con excepción de las
esencias de violetas. Cuando vestía de hombre cuidaba la
indumentaria mientras que no tiene esa delicadeza cuando viste de

469
mujer. No le gustaban las joyas, solo las compró ocasionalmente para
alguna de sus enamoradas. Le gusta la música, sobre todo la
melodiosa y sentimental. Toca el fado con la guitarra y también le
gusta cantar. Le gusta el teatro, aunque nunca representó ninguna
obra. Le gusta especialmente el drama y la revista. El primero por los
enredos y la segunda por las actrices y coristas, a las que gusta
contemplar desinteresándose totalmente por el trabajo de los actores
varones. Le sucede lo mismo cuando ve las muchachas en maillot,
porque siempre prefiere verlas desnudas que vestidas. En las
representaciones plásticas prefiere las que tienen motivos femeninos.
Le llama mucho la atención el rostro de las personas y no le gustan las
mujeres sucias ni defectuosas.

Duerme bien y tiene sueños de carácter erótico con


muchachas. No ha tenido alteraciones neurológicas aunque refiere
cefaleas. Presenta inestabilidad emocional que muestra con cierta
incontinencia y exageración en la risa y en el llanto.

En cuanto a sus gustos, destacan la pintura, sin modalidades


preferentes. Le gusta asimismo la historia, en particular los episodios
bélicos. Manifiesta tener intereses en la vida sociopolítica hasta el
punto de haber participado, vestida de hombre, en centros
republicanos y afiliarse a asociaciones políticas. El gusto por estas
actividades propiamente masculinas complementa el disgusto con las
femeninas: con su desconocimiento culinario y el rechazo de la
costura y otras actividades de su sexo. Dice ser mentirosa cuando

470
calla, caritativa. Fuma y bebe. No tiene religión. El tener agujeros en
las orejas es una de las cosas que más le molesta de su vida. Cuando
va vestida de hombre dice que se los hicieron en unos carnavales por
una broma estúpida.

En lo que se refiere a su vida amorosa «tem muito que contar »


(D'Aguiar, 1932:147). La primera vez que escuchó hablar de
sexualidad tendría 7 u 8 años, pero no comprendía de qué se trataba. A
esa edad sufrió una tentativa de violación por un sujeto en casa de la
señora que la recogió. En su pueblo dormía con una hermana o con
dos hermanos y nunca tuvo contactos lúbricos con ellos. Ni de
pequeña ni después se masturbó y además «nunca executoi actos
sexuais normais o anormais com qualquer homem, como coito buco-
peniano, ou masturbação, ou sodomia, nunca executou coit buco-
clitorídeo» (D'Aguiar, 1932: 147).310 De forma jocosa enamoró a un
joven pero siempre le daba excusas, pero la idea de tener trato sexual
con un hombre le producía enojo y repugnancia. (1932: 148).

Cuando entró en el centro de caridad tuvo su primera


experiencia de carácter sexual al enamorarse de una empleada del
establecimiento (C. en el informe). Sentía celos cuando ella trataba
con otras internas, buscaba el contacto físico y finalmente se atrevió a
meterse en la cama con ella. A partir de ahí lo hizo reiteradamente.
Com ela executou, sempre que se juntavam, actos sexuais
«vulva a vulva», «língua a língua», só se afastando uma
310 Traducción: Nunca ejecutó actos sexuales normales o anormales con cualquier
hombre, como coito buco-peneano, o sodomía, nunca ejecutó el coito buco-
clitorídeo.

471
da outra quando se sentiam, como ela declara
textualmente «orvahladas em baixo». Sempre pretendia
portar-se «como homem», requerendo constantamente
para si, na ocasião das práticas lúbricas executadas, a
posição, relativamente a C., que o homem costuma tomar
relativamente à mulher em cópula normal. Só com a idea
de dominar a C. se sentia satisfeita. Não admitia de forma
alguma que a C. viesse a ter relações sexuais com outra
rapariga ou com qualquer homem[...] (D'Aguiar, 1932:
148).311

Al abandonar el establecimiento de acogida, siguió


manteniendo contacto con su amante. Una vez que hizo el cambio de
"identidad de género" se comportaba como un joven. Enamoraba
muchachas, les escribía, les hacía regalos y las invitaba a pasear. La
vestimenta le permitía dar rienda suelta a sus sentimientos. Para evitar
cualquier desastre, solía preguntar a sus compañeras sobre su
«maneira de ser sexual» y si ellas no se mostraban muy reacias
empezaba a hablar de cuestiones libidinosas. Sentía que tenía una gran
influencia sobre esas muchachas. Tuvo diferentes enamoradas pero
especialmente importante fue I (su amante en el internamiento), la
única con la que mantuvo relaciones sexuales.

Desde el punto de vista de sus preferencias A. rompía los


esquemas: «nunca olhava as categorias.[...] Todas lhe serviam desde
311 Traducción: Con ella ejecutó, siempre que se juntaban, actos sexuales «vulva a
vulva», «lengua a lengua», alejándose solamente una de la otra cuando se
sentían, como declaraba ella textualmente «orvalladas abajo» [mojadas].
Pretendía siempre actuar «como un hombre», requiriendo constantemente para
sí misma, en el momento de las prácticas lúbricas ejecutadas, la posición, en
relación a C., que el hombre suele asumir en relación a la mujer en cópula
normal. Solo con la idea de dominar a C. se sentía satisfecha. No admitía bajo
ningún concepto que C. tuviese relaciones sexuales con otra chica o con
cualquier otro hombre .

472
que possuíssem certos requisitos. Assim preferia as raparigas de idade
semelhante à sua» (D'Aguiar, 1932: 149).312 La última, que tenía solo
14 años, era una excepción y así lo declaraba: «Não é como as outras»
(1932: 149. En general las prefiere altas, morenas y de cabellos
castaños, más bien delgadas. Le gustan mucho los ojos verdes pero no
desdeña los ojos azules o castaños. Las prefería en general de forma
que fueran «um todo femenino»: de piel fina, de boca pequeña, con
oficios propios de mujer, con manera de pensar y actuar femeninas...
(D'Aguiar, 1932: 149). Por las calles se desenvolvía como un joven y
cuando en el mundo lisboeta tuvo contacto con prostitutas y estas se le
insinuaban, se sintió en la tentación de tener relaciones sexuales con
ellas, pero nunca lo hizo. Lo consideraba malo en sí y además tenía
temor a que se descubriera su identidad.

El peritaje que hace D'Aguiar concluye que se trataba una


mujer con algunas características que la alejaban del patrón femenino
normal. El desequilibro se revelaba por las proporciones de los datos
antropométricos (ofrece decenas de datos y relaciones matemáticas),
por ausencia de rasgos femeninos (en caderas, adiposidad, piel...) y la
presencia de rasgos masculinos. Además, desde la infancia sentía
inclinación por los desempeños propios de los varones y rechazo por
los del "bello sexo". Mostraba practicar un travestismo persistente.
Sus inclinaciones amorosas se dirigían hacia su mismo sexo con
rechazo del opuesto. La conclusión es que A.:

312 Traducción: Nunca miraba las categorías. Todas le servían con que tuvieran
ciertos requisitos. Así prefería las muchachas de edad semejante a la suya.

473
é uma homo-sexual feminina do tipo tríbade completo,
tendo bem frisadas as características másculas de
actividade, quer no que corresponde ao seu papel físico
nos actos lúbricos a executar, quer no que se refere ao
transvestitismo, quer ainda no que respeita à ânsia do
dominio e restante psiquismo (D'Aguiar, 1932: 154). 313

El modelo de análisis de la homosexualidad la asocia


fuertemente a la polaridad de roles sexuales y géneros socioculturales.
Asimismo hay una masculinización física. Es una homosexualidad
comprendida desde la inversión de género. En todo ello hay
paralelismo con el tratamiento dado a los invertidos varones.

Desde nuestra óptica los valores en juego suponen un concepto


de normalidad que incluye lo social-moral. Las críticas
epistemológicas serán las mismas que merecen los estudios que hasta
la fecha han intentado utilizar las normas estadísticas y por supuesto el
ya citado trabajo de Gould (2003) sobre la invalidez de la
antropometría como criterio y las zozobras de la investigación
científica sobre la homosexualidad (Ruse, 1989).314 El sistema de
evaluación aplicado es, de forma mucho más exhaustiva, el que ha
utilizado para los varones (D'Aguiar, 1926) y que ya hemos discutido.
En este caso vuelve a hacer depender el diagnóstico de
homosexualidad de la masculinización de la mujer, como lo hacía en
los otros casos en la feminización de los varones.

313 Traducción: es una homosexual femenina del tipo tríbada completo, con las
características masculinas de actividad bien marcadas, ya sea en su papel físico
en los actos lúbricos a ejecutar, como cuanto al travestismo, o incluso en la ansia
de dominio y demás psiquismo.
314 La búsqueda de una determinada constitución corporal se mantendrá a lo largo
de gran parte del siglo XX, como por ejemplo Coppen (1966).

474
h) Balance sobre el lesbianismo en la mirada médica portuguesa

Con mucho, Asdrúbal de Aguiar es el médico de nuestro


estudio que prestó mayor atención a la homosexualidad femenina. Eso
nos permite avanzar una reflexión sobre la cuestión médica del sexo
entre mujeres.

En nuestra aproximación se encuentran algunos focos que


pueden nutrir elementos para una reflexión filosófica y al mismo
tiempo pueden ser explorados por esa misma reflexión. Es un
mecanismo análogo al que se da en general entre un saber y su meta-
saber o filosofía.

Los estudios sobre las tipologías humanas son un caso


concreto y muy interesante. La proliferación terminológica y la pasión
del afán clasificatorio sin fecundidad heurística, son característicos de
los textos de Asdrubal D’Aguiar, así como en los anteriormente
analizados. En dicha taxonomías manejan conceptos extremadamente
borrosos que se mueven en zonas grises. Se establece una teoría, pero
con tal grado de flexibilidad que queda casi en nada. La teoría bebe
con frecuencia del imaginario social, de la religión y las costumbres.

A principios del XX contamos con un público lector que se


interesa por estas cuestiones, con lo que empieza la figura del lego-
experto. Las lesbianas cuyas historias relatan nuestros médicos son las
lesbianas de los escándalos. A diferencia de los casos con

475
homosexuales masculinos hay menos casos que indiquen una
interacción más directa entre el médico y el sujeto-objeto. El estudio
empírico con testigos de épocas inmediatamente posteriores, todavía
deudoras educativa y teóricamente de la autoridad de Moniz, de D
´Aguiar o de Monteiro nos sirve para saber que en muchos casos las
mujeres que amaban a otras mujeres sabían cómo escapar de las redes
del poder, sin que ello reste un ápice a la violencia represiva ejercida.

Como apuntan nuestros médicos, la afectividad femenina en el


contexto mediterráneo evidencia un mimetismo. Se trata de mujeres
solteras que intiman con otras solteras o viudas. Los propios gestos
externos del afecto o del placer podían soslayarse. Asimismo, como
pasaba con los homosexuales masculinos, podían ampararse en las
zonas grises de los discursos: podían casarse, seguir siendo femeninas,
o buscar acomodo a la proyección social de sus preferencias. La
marimacho existía en España como lo hacía en Portugal; según su
funcionalidad social podía ser más o menos tolerada. Si iba demasiado
lejos sería más fácil que fuera reprimida. La violación de las reglas del
género las sometía a una evidente exposición. Los médicos, juristas y
familiares, podían también utilizar las zonas grises.

A la vista de los textos de nuestros médicos casi podría decirse


que salvo en casos muy "in fraganti" e incluso a la vista de los
mismos, cualquier cosa podría ser lesbianismo y cualquier cosa no
serlo, y lo que tiene consecuencias para las protagonistas: cualquiera
podría ser lesbiana. La universalidad y extensión por todas las clases y

476
la importancia de multitud de factores en los casos adquiridos hacía lo
demás. Los casos que recogen, a los que dedican incluso varias
páginas, son escándalos notorios en los que las prácticas discursivas y
no discursivas se habían ceñido sobre las mujeres en cuestión. La
transgresión que propiciara un desorden social, y la de género era una
de ellas por excelencia, sería especialmente objeto de la mirada
médica y criminológica.

Una apreciación global nos permite colegir que la


homosexualidad masculina se trataba de forma análoga y paralela a la
femenina Si bien, en términos generales, ocupa menos espacio y los
datos parecen más dispersos en el tiempo y en el espacio.

La explicación de la homosexualidad se hace esencialmente en


términos de inversión sexual. El examen médico se dirige a lo
somático y lo mental a la búsqueda de alteraciones que delaten lo
femenino en el hombre y lo masculino en la mujer. Si no se encuentra
directamente se buscará la interpretación cuantitativa a la prospectiva
de desviaciones significativas y se dirigirá el interrogatorio hacia el
puerto que se espera. También hay algo que resulta notorio. Como ha
afirmado Ugarte (2011) se paga un precio por la adopción de las
formas del sexo opuesto. El varón afeminado y la mujer
masculinizada eran más fáciles de detectar, no solo de forma global,
sino porque esas estrategias ocurrirían con frecuencia en entornos
sociales a los que estaba más atenta la Administración y por lo tanto,
la Medicina Social.

477
i) La psiquiatría legal: Luiz Cebolla

En los mismos años de ejercicio profesional de D'Aguiar, Luiz


Cebolla publicó un manual de Psiquiatría Clínicae e Forense para
Médicos práticos, Jurisconsultos e Estudantes de Medicina e Direito
(1940). En él encontramos las tipologías psiquiátricas que había
desarrollado Júlio de Matos (1911) con una nosología menos
degeneracionista.

Las perversiones sexuales para este autor pueden tener un


origen constitucional o ser secundarias. Su tratamiento evoca el que
realizara años atrás Lopes Vieira (1908) aunque en una versión menos
degeneracionista. En ambos es fundamental la determinación de la
atribución de la responsabilidad. Para ello Cebolla (1940: 354)
considera imprescindible averiguar en primer lugar si el individuo
analizado es un depravado a la búsqueda de nuevas sensaciones, en
segundo lugar si hay un desvío constitucional y en tercer lugar si
alguna psicosis o demencia son las responsables de la alteración del
instinto genésico.
Para la el correcto discernimiento de los criterios anteriores, el
perito habrá de poner «en jogo as aptidões de psiquiatra
experimentado» (Cebolla, 1940:354). El desenvolvimiento en otras
esferas de la vida individual y social es un buen indicador. En general
se puede considerar responsable al individuo que las desarrolla
correctamente y no presenta síntomas de herencia o adquisición

478
patológicas. La irresponsabilidad es aplicable cuando hay estados
mentales capaces de disminuir o diluir la inhibición de los bajos
instintos. Este el caso en el «hipergenitalismo duma anomalia,
dalgumas psicoses ou de complexos durante a infància recalcados e
mais tarde reavivados por leituras o espectáculos eróticos» (Cebolla,
1940:355).315
Dentro de sus modales, la homosexualidad puede tener un
carácter tan obsesivo que muchos peversos de cateogoría social
elevada y esmerada educación se involucran en contactos sexuales con
personas de muy diferente extracción con el riesgo de escándalo
(Cebolla, 1940: 355).
Cebolla (1940:195) refiere las técnicas terapéuticas y
profilácticas y las características de las medidas de internamiento.
Entre ellas aparece la aplicable al vadiagem, esto es, el internamiento
en colonias agrícolas. Estas tienen carácter profiláctico y están
concebidas como granjas donde los los enfermos crónicos, válidos y
tranquilos se dedican a la agricultura y la cría de animales domésticos.
El psiquiatra forense se muestra preocupado
fundamentalmente por cuestiones jurídicas como la imputabilidad. En
el resto de su discurso no se aprecia una discusión teórica sino una
búsqueda de utilidad para la práctica. Se acusa un marcado constraste
en el enfoque del psiquiatra frente a la profundidad, prolijidad e
interés que demostraban las grandes obras de Monteiro, D' Aguiar y
Moniz.

315 Traducción: hipergenitalismo de una anomalía de algunas psicosis o de


complejos durante la infancia recalcados y reavivados más tarde por lecturas o
espectáculos eróticos.

479
5.5. UN PROTAGONISTA BIOGRÁFICO: VALENTIM DE
BARROS316

a) Exposición del caso: una biografía truncada

El paso de la historia pondrá a nuestro alcance una mayor


cantidad de fuentes sobre los procesos médico-penales que vivieron
muchos homosexuales del franquismo y el salazarismo, y lo mismo
valdría para cualquier otro tiempo y lugar. Como ya señalamos en la
parte metodológica, existen muchas dificultades no solo de carácter
legal, externas, sino alteraciones, destrucción documental, fenómenos
de la memoria, reinterpretaciones sesgadas e incluso efectos de los
procesos interactivos referidos por Hacking.

Hemos tenido acceso por diferentes vías al caso del bailarín


Valentim de Barros (1916-1986), conocido como o bailarino. Antes
de comentar y analizar el caso queremos dejar constancia del velo
paradójico que se extiende sobre el caso de este hombre. Así hemos
podido recabar informantes que se han negado a proporcionar el
nombre de terceros que suministraron datos y hemos obtenido la
mayor parte de la información a través de la prensa (Horta, 2014).
Personalmente pudimos acudir al Centro donde estuvo internado (ver

316 La fuente es el reportaje de Bruno Horta (2014) en la revista digital Lifestyle,


consultada en enero del 2015 y disponible en http://lifestyle.sapo.pt/vida-e-
carreira/em-foco/artigos/valentim-de-barros-o-bailarino-a-quem-roubaram-a-
vida.

480
anexo documental) y charlar con funcionarios317, y al mismo tiempo
parece que la familia no está interesada en absoluto en remover el
caso. Valentim de Barros constituye un arquetipo de protagonista
teórico y biográfico al mismo tiempo. La fusión de ambos es un
producto médico y penal. En él se concentran la imagen de la
represión más encarnizada de cariz "terapéutico", el interés de haber
sido todo un personaje de la vida pública de Portugal y al mismo
tiempo una prolongada reclusión que fue más allá del propio Estado
Novo.

Valentim de Barros nació el 11 de noviembre de 1916 en el


seno de una familia bajo-burguesa y conservadora. Su madre Ana de
Encarnação Monteiro Figueredo perdió tres hijos, Joaquim, Amélia y
António por diferentes patologías. Los otros hermanos eran Maria,
António (otro), Ester y José. El padre, Joaquim José de Barros (1882-
1938) era de origen humilde y su perseverancia en el estudio le llevó a
ser una persona relevante en el mundo de las ciencias. Obtuvo el
grado de Doctor y fue profesor universitario. Falleció por causa no
esclarecida y se le dedicó un extenso obituario por la Sociedade
Broteriana de Coimbra, a la que pertenecía. Tenemos por tanto un
origen humilde y cierto prestigio ganado con mucho esfuerzo, lo que
hace moverse a nuestro bailarín en una moral conservadora y
especialmente puntillosa, propia de las clases medias.

La madre insistía en la inusual belleza del joven Valentim y en


317 Los funcionarios con los que se charló eran de Cultura, ilustrativo cambio de
departamento a la hora de gestionar lo que aquel sitio fue.

481
sus habilidades para las tareas domésticas y femeninas. A la edad de
14 años descubre la danza y se relaciona con un profesor, de nombre
no citado, que lo visitará asiduamente con ánimo de instruirle. La
madre piensa que ello fue un error porque este hombre «lhe "mete o
vício no corpo"». El paso de los años confirmaría la homosexualidad
de Valentim, condición que siempre se le supuso aunque no se quería
ver, incluso cuando relata que robaba los novios a las hermanas: «As
minhas filhas não gostavam dele, ele às vezes roubava-lhes os
namorados».

La sexualidad de Valentim marcó su vida. Sus relaciones


homosexuales están recogidas en los informes médicos del Hospital
psiquiátrico donde fue recluido. Se inició en la vida sexual a los 14
años de la mano de un hombre casado, G.P. que fue una relación
fundamental para él. Cuando cumplió los 20 marchó a España para
emprender, de una forma un tanto novelesca, su carrera artística. Al
regresar supo que su amigo había fallecido, lo que le ocasionó gran
pesar. En el informe, el médico inquiere por más relaciones y cita a A.
del que recuerda su virilidad e inteligencia, un hombre de gran
solvencia socioeconómica. De él rememora el apasionamiento en las
relaciones sexuales que adquirían cierta voluptuosidad y que tenía
«um membro mais avantajado que G.P.» Cita otros amantes, J.H.,
diseñador, muy enamorado de él, y un empleado de una empresa de
frigoríficos, C. Los amantes más permanentes le ocupaban bastante
tiempo y no tuvo muchos ocasionales. Estos amantes estables estaban
desvinculados del medio artístico y bien podrían pasar por honorables

482
padres de familia. En el medio teatral era cortejado tanto por hombres
como por mujeres, pero él no cedía, así recordaba cómo «o R.C.
entrou no meu camarim, começou a palpar-me as coxas e as nádegas e
a fazer-me propostas libidinosas, mas eu não cedi.»

La pasión por el baile le llevó a enfrentarse a su padre que no


quería que siguiera por esa vía. El afeminamiento de Valentim debía
asimismo ser algo que alarmaba a la familia en una época en la que la
vida social portuguesa estaba muy marcada por el género: «É a época
em que os homens não saem à rua sem fato, gravata, chapéu e bigode;
as mulheres, sem longos vestidos; uns e outros de cores fechadas»
(Horta, 2014).

Marcha a España y disfruta del éxito en Madrid y Barcelona.


De la época guardaba confusos recuerdos recogidos por los periodistas
Luís D´Oliveria Nunes, del Diário do Lisboa (6/4/1968) y Maria João
Avillez, del Expresso (10/5/80). Se desencadena la Guerra Civil
Española y es apresado por los republicanos, pero consigue fugarse a
Italia de una forma rocambolesca, tal y como confirma la entrevista
de 1968:
Foi feito prisioneiro pelos republicanos. Conseguiu-se
evadir deste cativeiro duma forma rocambolesca.
Aproveitando a sua beleza e jeito para o travesti,
refugiou-se num convento e conseguiu fugir, disfarçado
de freira, conjuntamente com um grupo de membros da
coletividade a que se recolhera (D´Oliveira Nunes, 1968
citado por Horta, 2014).318
318 Traducción: Fue hecho prisionero por los republicanos. Pudo escaparse de este
cautiverio de una forma rocambolesca. Aprovechándose de su belleza y
facilidad para travestirse, se refugió en un convento y pudo huir [sigue en]484

483
En Alemania, donde llegó posteriormente, protagonizó toda
suerte de aventuras: actuó delante del público alemán más culto y en
presencia del propio Führer, conoció a Marlene Dietrich, fue
condecorado, encarcelado, falsificó sus datos personales, vivió
aventuras amorosas y finalmente, debido a lo que parecía un
comportamiento díscolo e indisciplinado, perdió su contrato y fue
deportado a Portugal. El gobierno alemán lo expulsó sin que quede
del todo aclarado por qué, pero él se había adaptado estratégicamente
al sistema, incluso firmó cartas saludando al final con el "Heil Hitler"
como era costumbre.
Al regresar , en 1939, pasa a la custodia de la Polícia de
Vigilância e Defesa do Estado (PVDE) creada por Salazar en 1933, y
dedicada al control internacional y de fronteras. Su ficha es la 10988.
En su reclusión preventiva empieza a dar señales de alteración mental
que en un primer momento fueron tomadas como fingimiento de
locura. Intentó escaparse con todo descaro y su comportamiento era
anómalo. Al final, tras ser valorado pericialmente, se le clasifica como
irresponsable de sus actos y es acompañado al Hospital Miguel
Bombarda, o Rilhafoles.

Verificando-se do relatório médico-legal passado no


Hospital Conde Ferreira que ao preso não cabe
responsabilidade criminal, tenho a honra de o fazer
apresentar a V. Exª, a fim de ser entregue às pessoas de
família que o mesmo possui nessa cidade (Horta,
2014).319

[viene de]483 disfrazado de monja, en conjunto con un grupo de miembros de la


institución a donde había ido.
319 Traducción: Verificándose por el informe médico legal del [sigue en]485

484
Las casualidades de la historia hacen que el mismo año en que
Benkert acuñara el término "homosexualidad" (1848), se otorgara el
título de Duque de Saldanha al psiquiatra Miguel Bombarda, que
daba nombre al Hospital donde fue conducido Valentino. Después de
un breve periodo de estancia con su madre se le atribuyeron episodios
de locura que "justificaron" el internamiento. En este centro
hospitalario se produce el diagnóstico de acuerdo con el repertorio
médico disponible y uno de los médicos recoge en los informes que:
Cumprimenta-me à entrada, senta-se quando lhe ordeno.
Modos afeminados, melífluos, dengosos, denunciantes da sua
inversão sexual. Perfeitamente calmo, humor natural.
Respostas adaptadas, longas, circunstanciadas, voz afeminada
(Horta, 2014).320

Es un episodio recurrente de la historia de la psiquiatría


portuguesa el enfrentamiento entre Egas Moniz, adalid de las técnicas
psicoquirúrgicas, y el entonces director del Hospital Miguel
Bombarda, el eminente Sobral Cid que ocupó el cargo desde 1922 a
1941. Del Hospital Miguel de Bombarda salieron los primeros
enfermos para ser leucotomizados según informa la correspondencia
entre Moniz y el difusor americano de la técnica, Walter Freeman.
Este que la versionó como lobotomía, poniendo en marcha una técnica
más sencilla pero no menos destructiva. Sobral Cid no quería que se
utilizase a los enfermos para estas técnicas, entre otras cosas por los

[viene de]484 Hospital Conde Ferreira que no le cabe responsabilidad criminal


al preso, tengo el honor de presentarlo a V.E., con el fin de ser entregado a las
personas de su familia que se encuentran en esa ciudad.
320 Traducción: Me saluda al entrar, se sienta cuando le ordeno. Formas afeminadas,
melifluos, melindrosos, denunciando su inversión sexual. Perfectamente
tranquilo, humor natural. Respuestas adaptadas, largas, circunstanciadas, voz
afeminada.

485
precarios resultados y la alta mortalidad.

En el historial de Valentim se constata su ingreso durante unos


meses en 1939 y ya de forma más o menos permanente a partir de
1940. Según los médicos toda su actividad estaba dirigida en un
sentido sexual, lo que la convertía en patológica. La sexualidad
parecía ocupar el centro de la vida del bailarino de una forma
obsesiva. La idea de que la homosexualidad supone un
desbordamiento de tinte obsesivo ha sido recurrente en la literatura
biomédica al respecto, obviando que es en general la sexualidad la que
puede ser una pulsión desbordante.

El diagnóstico era Psicopatía homossexual e pederastia


passiva y se anota que tuvo en la crianza un desarrollo somático y
psíquico normal. Valentim, sin embargo, relata que se le ingresó por
sentirse enfermo, falto de recursos y en mal estado psíquico y físico.
Según él eso provocó que la madre lo internara. Sin embargo el
periodista que lo entrevistó en 1968 no tiene dudas en que estuvo
internado solo por ser homosexual y por su imprudencia al aparecer
travestido.

A finales del verano de 1948 se celebró en el Miguel de


Bombarda un Congreso Internacional de Psicocirugía donde Egas
Moniz cosecharía los apoyos necesarios que le llevarían al Premio
Nobel. El 10 de junio anterior Valentim de Barros fue sometido a una
intervención de leucotomía prefrontal para lo que se le practicaron dos

486
abordajes en el cráneo con el fin de lesionar fibras nerviosas y reducir
así su agitación constante.

El único diagnóstico que obraba en la documentación era el de


homosexualidad y ésta, no obstante, no era propiamente una psicosis.
Se sabe que del 9 a 24 de junio Valentim no estuvo en el Hospital
Miguel Bombarda, por lo que allí no tuvo lugar la intervención. Si ya
de por sí las técnicas psicoquirúrgicas eran, por su agresividad,
discutibles en grado sumo, aún impresiona más la lectura del informe
que Bruno Horta (2014) transcribe, dado que la polémica operación se
aplicó en un caso que ni siquiera estaba entre aquellos para los que se
indicaba la intervención. Se trata de una valoración del médico que
trataba a Valentim desde 1938:

Será o doente portador de qualquer psicose? Examinei-o


cuidadosamente nesse sentido e cheguei a resultados
negativos. Fiz-lhe um interrogatório apertado, mandei-o
resolver vários problemas, submeti-o a vários testes e
conclui que não tem psicose. Eu, que tenho acompanhado
o doente desde a sua primeira admissão até agora, acho
que não houve qualquer alteração da sua personalidade
depois da leucotomia (Horta, 2014).321

De acuerdo además con lo que comunica un enfermero


identificado por el médico como Silvino, «o doente conserva a mesma
actividade sexual antes e depois da leucotomia» porque «Se dantes

321 Traducción: ¿Tendrá el enfermo alguna psicosis? Lo he examinado


cuidadosamente en ese sentido y mis conclusiones son negativas. Le hice un
interrogatorio completo, le ordené resolver varios problemas, le sometí a varias
pruebas y concluí que no tiene una psicosis. Yo, habiendo acompañado el
enfermo desde su primer ingreso hasta ahora, creo que no ha habido cualquier
cambio en su personalidad después de la leucotomía.

487
convidava os outros doentes para práticas homossexuaise se metia na
cama com eles, depois da leucotomia faz precisamente a mesma
coisa". Lo que resulta más inquietante es que existe una contrapartida,
el enfermo es ahora más dócil: «já não agride o pessoal de
enfermagem, é mais obediente e respetia mais as leis da casa».

Después, con un «estado de mejoría», le es dada el alta en


noviembre pero regresará en enero. En ese intervalo volvió a trabajar
en el teatro y protagonizó un escándalo que le condujo de nuevo a un
definitivo internamiento: agredió a una señora que entró en pánico al
descubrirlo travestido en el baño de mujeres. No recibió solo la
leucotomía sino que también fue objeto de otro de los tratamientos
más agresivos de la psiquiatría contemporánea, los electrochoques.
Así lo refiere en una carta de los años 60, difícilmente legible y cuyo
intento de transcripción por Bruno Horta recogemos por su interés y
por el valor para la "memoria de una memoria" que fue mutilada322:

Lisboa, dia 2 de Novembro de 196[?]

Havendo entrado para o Hospital Miguel Bombarda no


ano de 1938 mês de Julho e depois de vários anos de
internado havêr obtido alta médica definitiva para eu
podêr conservar-me trabalhando na minha profição de
bailarino de ópera (Balet) e havendo-me ido a minha casa
a polícia buscar-me de novo para êste hospital onde
obedecendo ao rigoroso tratamento e electro-choques na
6ª enfª me mandaram para a 8ª enfª donde escrevo esta
carta a V.ças Ex.as. Anotaram a roupa boa que eu trazia
no corpo mas não (segundo me diceram na secretaria do
hospital M.B.) um porta-moedas [?] cor creme com
430$000 dinheiro que me faz bastante [falta] para a

322 Se aprecian partes ilegibles que se señalan [?] siguiendo a Horta (2014).

488
minha vida aqui [...] A polícia foi-me a casa buscar
mandada pelo Dr. Fernando Ilharco ao hospital Júlio de
Matos [?] de me haverem no Júlio de Matos operado a
cabeça […] havendo eu ficado com dois côncavos
[marcados] para toda a minha [vida]. O Dr. Ilharco
escreveu uma [?] para eu e minha irmã [?] (que foi quem
me acompanhou na jornada) para entregar ao Dr. Amaral
(director do hospital Miguel Bombarda nessa ocasião
havendo falecido pouco tempo depois) e que nesse
momento não estava de serviço no hospital, então o sr.
Chefe Ferreira recebeu a carta que estava fechada e disse
que o sr. Dr. Amaral não estava e deteve-me de novo para
a enfermaria e opus-me mas em vão alegando que estava
com alta definitiva passada pelo médico a minha mãe Dr.
Sanctos Freitas. Fizeram-me entregar tudo que trazia
incluso o porta-moedas com o dinheiro, que até hoje
nunca mais vi, mais [?] enfermeiro chamado Carlos,
[natural] de Mirandela que já não trabalhando cá no
Miguel Bombarda vai para hanos. [?] peço a V.ª Exª. o
favor de [?] deslindar êste assumpto pois [custa-me]
muito em cima de tudo [estar] sem aquilo que é meu. [?]
Peço desculpa de só agora me queixar a V.ª Exª. disto.
Se digne aceitar meus respeitosos cumprimentos e desde
já agradeço respeitosamente.323

323 Traducción: Habiendo ingresado en el Hospital Miguel Bombarda en el año


1938, mes de julio, y después de varios años ingresado, haber conseguido el alta
médica definitiva para poder seguir trabajando en mi profesión como bailador
de ópera (ballet) y habiendo ido la policía a recogerme en mi casa para traerme
de nuevo a este hospital, donde obedeciendo al rigoroso tratamiento y electro-
choques en la 6ª enfermería, me han enviado a la 8ª enfermería, desde donde le
escribo esta carta a V. E. Han tomado nota de la ropa buena que traía vestida en
el cuerpo pero no (según me han dicho en la secretaria del hospital M.B.) un
monedero [?] de color beige con 430$00, dinero que me hace bastante [falta] en
mi vida aquí […]. La policía me fue a recoger a casa enviada por el Dr.
Fernando Ilharco al hospital Júlio de Matos [?] de haberme operado la cabeza en
el Júlio de Matos […]me he quedado con dos cóncavos [marcados] a de por
toda mi [vida]. Dr. Ilharco escribió una […] a mí y mi hermana […], quien me
acompañó en la jornada) para entregar al Dr. Amaral (director del hospital
Miguel Bombarda en esa ocasión, habiendo fallecido poco tiempo después) y
quien en ese momento no se encontraba en servicio en el hospital, entonces el
Sr. Jefe Ferreira recibió la carta que estaba cerrada y dijo que el Dr. Amaral no
estaba y me detuvo de nuevo a la enfermería y me puse en vano, alegando que
tenía alta definitiva escrita por el médico de mi madre, el Dr. Santos Freitas. Me
hicieron entregar todo lo que traía incluso el monedero con el [sigue en]490

489
Bailarino, Valentim de Barros

Valentim pasará por las diferentes enfermerías y tres años después de


la leucotomía acabó en la 8ª, el Pabellón de Seguridad, que hemos
tenido la oportunidad de visitar en el transcurso de nuestra
investigación. Su estructura es totalmente panóptica y resulta
francamente complejo mantener la objetividad ante el espectáculo
museístico de lo que no hace tantos años era un medio terapéutico.
Frías habitaciones, en concreto la que ocupó nuestro personaje,
instrumental psicoquirúrgico y aparatos de electrochoque completan
un cuadro impresionante.324
Allí seguirá Valentim hasta su muerte sin que se sepa
exactamente por qué. En 1951 contaba a uno de los médicos que se
sentía sosegado, cómodo y adaptado al medio. Al inquirirle por la
posibilidad de pedir el alta decía que no sabía a quién y que el director
parecía estar enfermo también. Se muestra durante estos años lúcido y
orientado, hostil con la familia, en particular con su madre a la que
acusa de tenerlo allí recluido por evitar que se dedique a su carrera
artística. Su estado va de mal en peor. Los visitantes quedan perplejos
ante un hombre que habla fluidamente alemán, francés y español
además de su lengua nativa y que se había adaptado muy bien a la
institución, dedicado a tareas de pintura, manualidades y a quejarse

[viene de]489 dinero, que hasta hoy no he vuelto a ver, además [?] enfermero
llamado Carlos, [natural] de Mirandela que ya no trabajando aquí en el Miguel
Bombarda desde hace años. [?] Le pido a V. E. el favor de [?] aclarar este asunto
pues [me cuesta] mucho por encima de todo [estar] sin lo que es mío [?] Pido
perdón por sólo ahora me quejar DE ESTO a V. E. Se digne aceptar mis más
respetuosos saludos y agradecer desde ya, atentamente.
324 Ver apartado con material documental, epígrafe 5.5.c de este trabajo.

490
de la comida y de la televisión. A partir de 1974 tenía un régimen
semiabierto pero él seguía en el Pabellón, en su celda, donde se sentía
cómodo con sus cuadros, sus fotografías y recuerdos que eran para él
como el territorio personal (territory of the self) de acuerdo con la
concepción de Erving Goffman (1971: 28), esto es, donde que el
individuo puede sentirse con capacidad de uso, disposición y control.

Muere en 1986, es enterrado, luego trasladado y finalmente al


no pagarse las tasas se dan sus restos por abandonados y son
quemados. La historia cultural de la medicina actual y unas
instituciones que miran de reojo a su pasado han organizado
exposiciones con sus obras, pero la cuestión de su reclusión y
tratamiento sigue en gran medida siendo objeto de polémica,
obstrucción y dificultades de acceso académico.

b) Análisis de la información disponible

Incluso con una contextualización relativista en el sentido


epistemológico más fuerte, es decir con el presupuesto de que un
homosexual fuera un enfermo psíquico, lo que se hizo con Valentim
transgredía cualquier honestidad clínica y desvela el último sentido de
una psiquiatría cuya finalidad sería el orden social a cualquier precio,
que no tenía problema en invadir no solo la libertad externa, sino la
interna, mediante el abordaje del cerebro.

Valentim de Barros aúna en sí el protagonista teórico descrito

491
por la medicina legal y la vida del homosexual afeminado que no tiene
problemas en travestirse e incluso desafiar el entorno. Su falta de
docilidad le trajo continuamente problemas. La visibilidad era algo
imperdonable para una sociedad fuertemente marcada por el género y
cuya legislación condenaba las prácticas contra natureza. Aunque
pareciera que había elementos de desorden mental el hecho es que la
documentación médica sólo recoge el diagnóstico de homosexualidad
y pederastia pasiva y ahí muestra la brecha en la que es posible mirar.
Que Valentim de Barros fuera una persona indisciplinada o
temperamental no sería de suyo una patología, pero sí puede serlo en
los márgenes de operatividad de una medicina mental entendida al
servicio del orden y la estabilidad sociales, máxime en un régimen
autoritario.

Es clave además entender que hay profecía autocumplida en el


hecho de que la vida sexual se convierta en el centro obsesivo de
motivación de una persona que es estigmatizada con una condición
innombrable. Los procesos de socialización son complicados cuando
la construcción del sí-mismo (self) se ve con semejante presión. Eso
puede poner a cualquier en riesgo psicológico. Por otra parte si están
los conceptos patológico o de "perversión" delimitados en el sistema
se puede entablar con ellos la correspondiente interacción. Valentim
hablaba de su homosexualidad con los médicos pero en sus
testimonios encontramos una gran naturalidad, como la que pudiera
encontrarse en cualquier persona que hablara de su pasado amoroso.

492
Se protegía más ante los periodistas. Se hizo más obediente al
ser destruidos parcialmente los centros de su sistema nervioso pero su
sexualidad seguía presente. Si se evaluaba la vida sexual posterior a
la cirugía era porque esa sexualidad se argüía como causa de la
intervención . Reducir la agitación iba en nuestro protagonista
necesariamente unido a reducir su homosexualidad. Era un complejo
de desorganización psíquica donde la perspectiva holista no sirve para
aclarar sino para justificar cualquier cosa, como fue el caso. La
naturalidad con que él vivía su homosexualidad, reflejada en los auto-
informes, habría de chocar necesariamente con la condición de
estigma.

Por otro lado era, y es, lugar común reconocer que en el


mundo artístico existe cierta permisividad de costumbres que reflejan
no solo los autores más clásicos que hemos recorrido sino el
imaginario social. Las autoridades de ambos países podían mirar para
otro lado aunque siempre cupiese la posibilidad de que las tornas
cambiaran totalmente para homosexuales aparentemente
"consentidos" por el sistema, en el caso de que se hicieran molestos
para el mismo. En ocasiones podía bastar un enfrentamiento personal
y que alguien se molestase en mover la maquinaria legal para que ésta
se desplegara sobre el encausado.

Que el estigma sirve de fusión entre lo teórico y lo biográfico


es algo que se constata en Valentim. Asimismo, y sin que podamos ni
debamos especular sobre sus sentimientos e intenciones, está claro que

493
la imponente violencia con que fue tratado lo enfermaron hasta el
extremo de apartarlo de una vida libre. Cuando el sistema se suavizó
él ya no tenía interés más que en el territorio personal donde tenía su
vida. El espacio, donde además desarrollaba su pintura y acumulaba
su dañada memoria: su celda. Esto era lo que tenía, estaríamos todavía
más allá, en ese sentimiento que describía Simmel como la esfera
ideal que no puede ser invadida sin destrucción del valor de la
personalidad del individuo (Simmel, Wolff, 1950:321), si bien esto
tiene que ver mucho con una discreción que él no ostentó dado que
minaría su propio yo. Esto además se vivía en el régimen panóptico de
una institución total como era el psiquiátrico y más en concreto el
Pabellón de Seguridad sin el que Valentim parecía capaz de
desenvolverse sin el acogimiento institucional hasta el final de sus
días. En ello muy posiblemente tuvieran que ver las secuelas
quirúrgicas de las técnicas a que fue sometido.
El Pabellón es estructural y funcionalmente un panóptico. Es
una buena instancia de lo que Erving Goffman (1961) denominó o al
menos popularizó como "institución total" (total institution)325. En este
tipo de establecimientos, del tipo asilo, todas las personas son tratadas
por igual y el comportamiento se encuentra totalmente regulado. En
ese contexto cobraba mayor valor su propio espacio (territory of self).
En estas instituciones se hace residir a un número significativo de
individuos por un largo periodo de tiempo. Habitaciones idénticas,
iguales horarios y control permanente, son propios de estas

325 No obstante, otros autores han destacado que el término procedería de


conferencias pronunciadas por Everett Hughes (Fine y Manning, 2003: 36). En
todo caso Goffman popularizó la expresión.

494
instituciones de las que podrían ser prototípicos el asilo, la prisión o el
hospital psiquiátrico. En este caso nos hallaríamos ante un tipo
mixtificado ya que los internos ni pueden cuidarse a sí mismos (tipo 2)
ni son aptos para la vida social (tipo 3) (Goffman, 1961: 15). Es
evidente que hay una despersonalización y una búsqueda del máximo
control posible. Valentim una vez operado ya no representaba un
problema serio de disrupción para la vida manicomial, pero sí de
comportamiento sexual. Él decía, no obstante, sentirse bien en el
Pabellón cuando había tranquilidad.

El informe de ingreso inicial de Valentim destacaba su


colaboración con el médico. Los datos previos policiales unían a la
demencia su falta de autocontrol y los exámenes postquirúrgicos las
ventajas de la docilidad inducida. No parece, por tanto, que haya un
mismo hilo conductor y que el único que acaso se mantuvo durante
todo el proceso fuera ese diagnóstico de homosexualidad y sus
obsesiones artísticas, lo que además de no ser corregido por la
operación, encontró hasta el final de sus días espacio en los recuerdos
de su celda y en las costumbres contrarias a su género que le hacían
ser quien era.

Todo ello no puede entenderse sin la potente personalidad de


Valentim, dispuesto a enfrentarse al sistema de género de su tiempo, a
la autoridad familiar y a lanzarse a la aventura por la Europa de los
fascismos viviendo su sexualidad abiertamente. Por otra parte
internamientos tan prolongados con cirugía demoledora no serían el

495
prototipo de tratamiento de los homosexuales ni en Portugal ni en
España, y mucho menos ingresos de carácter psiquiátrico. Parece a
todas luces que Valentim quería ser Valentim, el bailarino, y más bien
se atisba que sus relaciones afectivo-sexuales no le hacían
identificarse con comunidad alguna, dado que encontraba lo que
quería en el licencioso mundo teatral y relaciones más estables con
hombres casados de "doble vida". Su caso es entonces muy particular
pero reviste un especial dramatismo y un gran valor histórico
mediante un análisis contextualizado. Algo así solo podría explicarse
si se acompaña de una falta de apoyo socio-familiar (o incluso un
apoyo familiar a las medidas terapéuticas) y una visibilidad que fuera
considerada muy disruptiva. Quien podría haber sido una figura de
renombre internacional para el propio orgullo patrio, acabó su
existencia apartado de la vida pública y sometido a tremendas
técnicas quirúrgicas, inventadas por el que fue y sigue siendo
personaje principal de las ciencias portuguesas, Egas Moniz. La
recuperación, parcial, de la memoria histórica del bailarino no ha
prestado demasiada atención ni al hecho de su homosexualidad ni a lo
que se le hizo. Quienes sí lo han rescatado lo han hecho desde el
periodismo o desde una literatura valiente y que ha iniciado la
reconstrucción inteligible de aquellos tiempos, un propósito (Almeida,
2010) al que pretendemos contribuir siquiera ligeramente.

c) Documentos gráficos

496
Fig. 16 y 17
Pabellón donde estaba interno Valentim (imágenes propias)
Pabellón de Seguridad del Hospital Miguel de Bombarda, Lisboa

497
Fig. 18 y 19
Puerta de la celda de Valentim y zona de baños comunes

498
Fig. 20 y 21
Instrumental técnico electroconvulsionante
(Museo del Hospital Miguel de Bombarda, Lisboa)

499
Fig. 22 y Fig 23 Camisa de fuerza y material quirúrgico
(Hospital Miguel Bombarda - Museo)

500
Fig. 24 y Fig. 25
Valentim de Barros [Reportaje por Bruno Horta citado]326

326 Disponible en http://lifestyle.sapo.pt/vida-e-carreira/em-foco/artigos/valentim-


de-barros-o-bailarino-a-quem-roubaram-a-vida.

501
Fig. 26
Visión aérea del Pabellón327 de Seguridad.
[Reportaje328 por Bruno Horta citado]

327 El edificio, obra del arquitecto J.M. Nepomuceno, es un claro ejemplo de


panóptico. Se construyó en 1896 en el entonces Hospital de Rilhafoles. La
nueva denominación en honor al psiquiatra data de 1911.
328 Disponible en http://lifestyle.sapo.pt/vida-e-carreira/em-foco/artigos/valentim-
de-barros-o-bailarino-a-quem-roubaram-a-vida.

502
VI. MEDICINA Y HOMOSEXUALIDAD EN EL
FRANQUISMO

6.1. CRIMINOLOGÍA Y PELIGROSIDAD SOCIAL A PRINCIPIOS


DEL SIGLO XX

a) Higienismo y peligrosidad

El desarrollo del degeneracionismo y la medicina social en España


entre 1876 y 1923 ha recibido un exhaustivo análisis en Los ilegales
de la naturaleza (Campos, Martínez, Huertas: 2000). Lo que está
relacionado con el homoerotismo está igualmente reconstruido en Los
invisibles (Vázquez y Cleminson, 2011; 2013)329). En este proceso
tienen lugar las mismas tensiones entre ciencia y derecho que en el
resto de Europa, y Portugal. El derecho clásico no era capaz adaptarse
a los cambios que esperaban los científicos positivistas. Por otra parte
la lucha "científica" de la burguesía contra la desviación no siempre
era eficaz por esos desajustes.

Tanto en España como en Portugal los médicos se quejarían del


anquilosamiento jurídico. Hemos visto aquí como el psiquiatra luso
Júlio de Matos330 formuló alegatos enérgicos en ese sentido a raíz del

329 Igualmente para la «identidad sexual», Vázquez y Cleminson (2013).


330 Epígrafe 5.1. de este trabajo.

503
caso de Marinho da Cruz. Las necesidades de la defensa social
indicaban que
Era preciso adaptarse a las nuevas corrientes y dejar de
juzgar el crimen para pasar a juzgar al criminal. Actuando
así, era posible encontrar en ellos los signos físicos y
psíquicos que demostrarían su enfermedad y que
permitirían aplicar la terapéutica correccional adecuada:
sustituir la cárcel por el manicomio. No obstante, cuando,
años después, la opinión de los médicos empezó a ser
tenida en cuenta, serán ellos mismos quienes denuncien
la inoperancia de la perspectiva degeneracionista para
llevar a cabo la "defensa social"; lo que sin duda
contribuyó a la pérdida de vigencia de ambas
aportaciones de la Medicina (Campos, Martínez y
Huertas: 2000: 108).

La determinación de la responsabilidad de los individuos cedía ante la


prospección de su peligrosidad social. «El concepto de temibilidad,
como sustituto del libre albedrío se abre paso rápidamente» (Lecha
Marzo, Piga, 1915: 307-308 cit. apud Campos, Martínez, Huertas,
2000: 111). Este será la vía para construir la noción de peligrosidad. El
proyecto se concretaba en la caracterización psico-física de sujetos
que pudieran atentar contra el orden establecido. La noción de
peligrosidad331 resultará particularmente útil para los regímenes ─
autoritarios o no ─ que las incorporaron en la promulgación de
medidas de seguridad. El primero que las estableció en España fue el
Código Penal de Primo de Rivera en 1928 (Campos, Martínez,
Huertas, 2000: 112). Justo en las inmediaciones de la contienda civil,
entre 1920 y 1936, se desarrollaría en España un activo programa de

331 Sobre este tema remitimos a Foucault (1990: 230-264) y para España, en el
terreno jurídico Terradillos (1981).

504
higienismo social fundamentado precisamente en la peligrosidad y la
defensa sociales (Campos, 1997; Campos y Huertas, 1998).
En la década de los años 20 vieron la luz instituciones como la
Asociación Española de Neuropsiquiatras (1926) y la Liga de Higiene
Mental (1928). Ambas formaban parte de una tendencia humanizadora
de las prácticas psiquiátricas en particular de un intento de
transformación de la asistencia (Campos y Huertas, 1998). A pesar de
ese humanismo, tanto en el talante teórico como en la práctica clínica,
los médicos y las autoridades percibían la inquietud generada en la
sociedad por el enfermo mental (Campos, 1997: 40).

En el proyecto de remedicalización de la locura, los expertos


se encontraron con numerosas dificultades de tipo interno (de la teoría
y la práctica científica) que intentaron solventar acudiendo a
conceptos de orden externo, a saber, sociales y administrativos. Se
daba paso en España al flexible concepto de peligrosidad social332.

La reforma de la asistencia psiquiátrica en los años 20 se


inspiraba en la profilaxis y la higiene mental, además de intentar
alejarse de la precaria situación manicomial (Campos, 1997; Campos

332 Resulta cuanto menos llamativo que la legislación de peligrosidad predelictual


usara denominaciones relacionadas con la exclusión social (vagos, mendicidad)
que se establecieron en la 2ª República (1933), que dicha normativa fuera solo
modificada por el Franquismo para incluir a los homosexuales (1954) y que la
reedición pretendidamente más científica de dicha legislación hubiese de esperar
hasta 1970 (Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social) para recuperar
nítidamente la terminología. En el caso de Portugal la normativa de defensa
social venía trabajándose desde el siglo XIX, encontró ya plasmación jurídica en
la República, se prolongó y en todo caso endureció durante el Estado Novo y no
tuvo reediciones significativas durante todo el periodo.

505
y Huertas, 1998). Se barajaba la posibilidad del tratamiento extra-
hospitalario. Hubo que recalificar y reclasificar a los enfermos, de
acuerdo con el carácter agudo o crónico de sus dolencias y se
consideró que la libertad y la actitud del paciente era factores de gran
influencia. El límite de ese ideal humanitario fue precisamente algo
tan difuso, pero al mismo tiempo tan impactante, como la alarma
social. Se trataba también de delimitar la peligrosidad en función de la
comisión del delito con lo que se excluía la peligrosidad predelictual.
De acuerdo con la autoridad del psiquiatra francés Toulouse 333
(Campos, 1997:44-45) no serían peligrosos los que eran conscientes
de su mal, reclamaban atención y tratamiento y los que no reclamando
esa atención, la aceptaban con sumisión.

La otra cara de la moneda fue que la peligrosidad no era


diagnosticada a priori sino que quedaba pendiente (o en función de)
las reacciones individuales y sociales de los enfermos (Campos y
Huertas, 1998: 105). A partir de estas reacciones se habrían de tomar
medidas de diferente naturaleza (Ballet, 1919:4 cit. apud Campos,
1997). Este panorama es el que se debatía antes, y después de, la
Primera Guerra Mundial en Francia y sería adoptado por la
psiquiatría española (Campos, 1997: 45-46)

Los flecos entre la teoría y la práctica y el papel jugado por los


propios individuos generan versatilidad ejecutiva. Esta consiste en un
amplio abanico de acción para las administraciones. Ello era

333 Toulouse (1901). Sobre la importancia de esta figura véase Campos (1998).

506
especialmente útil para el caso en que hubiera que vérselas con sujetos
capaces de entablar contradiscursos o establecer estrategias. La
administración y sus expertos contaban con una teoría todo lo elástica
que se quisiera y una zona gris de aplicación muy difusa en la que
caían muchos individuos cuya inserción en la sociedad dependía
fundamente de su interacción con el sistema.

Todo el proceso dependía en gran medida de las reacciones


individuales y sociales de los sujetos. La capacidad de interacción del
paciente o encausado, con el sistema podría ser de gran calado
especialmente en casos como el del homosexual cuyas funciones
mentales se encontraran perfectamente. Bastaría adaptarse lo
necesario. Por otra parte la red social de apoyo era absolutamente
fundamental. El destino administrativo de un individuo podía
depender en gran medida de los asideros que tuviera en su red
personal y social. Cuando el sistema médico y penal se encuentran en
un marco totalitario o autoritario, esa misma versatilidad podrá
disfrazar de discrecionalidad técnica tanto la arbitrariedad como la
disposición de una herramienta represiva con respaldo científico:
La prevención del delito está, como resulta evidente,
invariablemente ligada a la idea de peligrosidad social.
La evolución moderna de dicho concepto tendió hacia
fórmula jurídica nueva que permitió la declaración de
peligrosidad de ciertos individuos antes de que hubieran
cometido delito alguno, lo que se denominó
«peligrosidad predelictual». En España, juristas como
Luis Jiménez de Asúa defendieron la unificación jurídica
de la peligrosidad «postdelictual» ─llamada por Ferri
«peligrosidad criminal─ y la «predelictual» ─ entendida
como peligrosidad social por los autores italianos
(Huertas, 1998:108).

507
Tanto en España como en Portugal tenemos que considerar que
la noción de peligrosidad social es una noción extracientífica con
serios problemas de definición. Al analizar la criminología lusa hemos
examinado las tensiones entre diferentes perspectivas o paradigmas y
con frecuencia como se solapaban eclécticamente. Tanto en un caso
como en el otro la aplicación irá en función de factores ajenos al
peligro representado siendo de capital importancia la extracción
social. Se va perfilando el delito sin víctima, el peligro predelictual.
(Lamo de Espinosa, 1989; Ugarte, 2011).

La idea de potencialidad delictiva (el delincuente en potencia)


choca con las concepciones jurídicas clásicas que solo pueden
determinar tal condición a partir del hecho criminal. Los expertos
encontraron en el posivitismo italiano herramientas para localizar los
anormales, fijar su peligrosidad y determinar los adecuados
mecanismos de defensa (Peset, 1983; Álvarez-Uría, 1983: 182 y ss.
cit. apud Campos, 1997:47-48). Dicha concepción generaría en
ocasiones un enconado conflicto entre juristas y médicos.334 Se acabó
decantando la idea de lo peligroso a través de una valoración moral
sobre el fondo de lo normativo-social. Esta visión moralizante no
estuvo nunca alejada de la medicina mental y ahora se podría hacer
valer más que nunca como una psiquiatría al servicio del orden social
establecido. Los discursos sobre «delitos sin víctima» dejan así al aire
sus ambivalencias morales sobre los vicios (Lamo de Espinosa, 1989:

334 Como también había pasado en Portugal.

508
127 y ss.).
Este proceder sería útil en extremo cuando se aplicase a los
protagonistas de la mala vida que caerían en las redes teóricas de lo
patológico cuando fuera necesario. El hecho quedaría plasmado en la
inclusión de cuestiones como la mendicidad, la vagancia, la
prostitución o el suicidio en la II Reunión Nacional de la Liga
Española de Higiene Mental en 1928 (Campos, 1997: 49). Muchas de
esas cuestiones serían las abordabas por la Ley de Vagos y Maleantes
(1933 y 1954). La patologización de las ideologías y formas de vida
sería quizá la expresión más enconada de ese modelo de psiquiatría
social. Si en1928 Ruiz Maya ya apuntaba el carácter patológico de los
proclives a las revoluciones, ese tipo de discurso llegará a un extremo
delirante con la conversión de los militantes de izquierdas en enfermos
mentales peligrosos, concepto promovido por el psiquiatra militar
Vallejo Nágera.

En los orígenes de ese procedimiento patologizante está tanto


la responsabilidad de los líderes desviados como la anormalidad de los
comportamientos que pusieran en jaque los cimientos de la sociedad.
Los que protestaban o se desviaban eran locos peligrosos, no había
espacio para la expresión del descontento. Se establecía por tanto una
descalificación ad hominem con argumentario médico-social
(Campos, 1997: 49-50)335.
335 Todavía más atrás los líderes de la Comuna de París habían sido tildados de
locos y Lombroso había considerado de esa guisa a los anarquistas. Parece
además que ese estilo no ha desaparecido cuando la respuesta de los medios
conservadores a los nuevos movimientos sociales en el siglo XXI sigue
haciéndose ad hominem y en el nombre de la descalificación personal-social,
esta vez ya no revestida de manto clínico sino de baja fiabilidad [sigue en]510

509
Los médicos eran conscientes del abismo que se establecía
entre la práctica y la teoría llegando a concluir que la determinación
del peligro era contingente, si bien se podría apelar a su experiencia
como garantía de la competencia que tenían para dicha misión técnica
(Campos, 1997-51).

En la contienda entre clínicos y tribunales, el efímero Código


Penal primorriverista (1928) ─ que, por cierto, condenaba
explícitamente la homosexualidad ─ es un ejemplo de la polémica
que suscita el concepto de responsabilidad cuando se debate entre lo
jurídico y lo psiquiátrico. Los médicos denunciaban el carácter
"metafísico" y científicamente infundado de mucho de lo establecido
en los proyectos de la normativa. Se trata, en definitiva, de un sistema
que al trabajar con las nociones de responsabilidad (e
irresponsabilidad) moral cae en una dualidad en la que encuentra su
sitio el psiquiatra forense.

Las disputas desembocaban finalmente en una búsqueda de


alianzas entre jueces y clínicos. El Código incorporaría nociones
científicas pero no todas las que hubiesen querido los expertos. De
acuerdo con Campos (1997: 56) la patologización e individualización
caían en una contradicción entre los principios humanitarios de fondo
y las posibles consecuencias prácticas de su aplicación. La psiquiatría
buscaba su espacio profesional y social. Junto al deseo de humanizar
el tratamiento del delincuente, estaba ofreciendo una herramienta muy
[viene de]509 social en el sistema neoliberal (perroflautas, universitarios
disruptivos y becarios...)

510
poderosa al orden burgués para retroalimentarse y sostenerse. Esta
herramienta se aprovechará hasta extremos más cruentos por los
nacientes movimientos fascistas

b) La antesala científica de la psiquiatría nacional

La transición hacia un nuevo modelo ha sido explorada por


Vázquez y Cleminson (2011). Las depuraciones de la posguerra y el
modelo de psiquiatría "nacional" suponen una drástica ruptura que han
analizado González Duro336 (1978; 1997) y Huertas (1998; 2009), pero
cabe detectar que la idea del homosexual como peligroso social va a
persistir a través de la guerra y en el franquismo.

Tanto Escuder como Valentí Vivo diseñaron unas categorías en


las que las ideas positivistas y degeneracionistas convivían con el
inveterado concepto de sodomía y su repertorio asociado. Se produjo
una resignificación que dotaba al sodomita de una idiosincrasia
psíquica. La medicalización no impide el mantenimiento del
imaginario anterior:

Se está ante una medicalización quebrada, truncada, llena


de injertos y de bucles retroactivos. Esto no significa que
la invención de las nuevas categorías no alterara la
experiencia colectiva y no interviniera en la producción
de nuevas clases de «persona». Lo que sucede es que el
proceso, además de no ser lineal tampoco fue vertical,
como si los conceptos emanaran de las autoridades
médicas y colonizaran una previa experiencia salvaje.
336 Una ensayo centrado en la crítica a "los psiquiatras de Franco" se encuentra en
González Duro (2008)

511
Depende de factores institucionales, externos al discurso
médico y a los que éste debió amoldarse para lograr su
difusión (Vázquez y Cleminson, 2011: 51-52).

En este contexto hay que recordar la literatura de la mala vida


(Llanas Aguilaniedo, Quirós) donde se describe ese mundo tenebroso
del suburbio en que habitan las criaturas que describe la antropología
criminal (Vázquez y Cleminson, 2011: 56-57). Dentro de un marcado
eclecticismo aborda la inversión sexual junto con la prostitución. En
esto existe una coincidencia muy evidente con los antropólogos
criminales portugueses como Ferraz de Macedo (referencia) y Mêndes
Correia (referencia). Como ellos también disociaban la inversión
física de la inversión del instinto sexual. Así la anatomía o fisiología
impropias del sexo (eunucoides, viragismo) no siempre estaba
asociada a la inversión del instinto propia de uranistas y tríbadas,
cuyas características psíquicas eran las que los convertían en peligros
potenciales (2011, 57-58). El modelo mediterráneo y sus polos de
pasividad y actividad se refuerza ahora como una dicotomía que se
solapa con la distinción entre los invertidos genuinos, hasta cierto
puntos fruto de una naturaleza errada, y los depravados, cuyas
elecciones viciosas los convertían en tales. Esta recombinación de
nociones seculares como ideas sexológicas contemporáneas podrá
apreciarse en toda la producción hispano-lusa de las épocas que
estudiamos.

Las tesis marañonianas de la intersexualidad concebían las


sexualidades como un desarrollo diacrónico en el que cabían estados

512
intermedios. Los fracasos o alteraciones de este proceso permiten al
internista español dar cuenta cabal de las diferentes tendencias
sexuales tanto en una perspectiva somática como psíquica. La
virilización de la mujer se entendía como superación mientras que la
feminización del hombre era una regresión (Marañón, 1976: 182)337.
Tanto para Marañón como para Freud la homosexualidad sería natural
y estaba relacionada con la libertad de elección de objeto propia de la
primera infancia y de estadios primitivos de la humanidad (Vázquez y
Cleminson, 2011: 101). El corolario ético invita a despenalizar la
homosexualidad, lo que le valió las invectivas fanáticas de Carlavilla
(1956). Aunque la psiquiatría nacional tendría su propio campo de
actuación, lo cierto es que guardaban cierto respeto a la figura de
Marañón. Con la recepción de Freud no se puede decir lo mismo, ya
que se tradujo relativamente tarde y con muchas "cauciones". La
fecundidad heurística de la endocrinología (Guera, 1974; García
Valdés, 1981a; 1981b) era todavía un tema central en los años 70 y 80
y el psicoanálisis, aunque mirado con suspicacia, se filtrará en obras
como las de Echalecu y, progresivamente, a medida que nos alejamos
del periodo de la posguerra.

Las ideas sobre la sodomía, la inversión sexual, la inversión


del instinto, los estados intersexuales y las perversiones constituirán
una amalgama ecléctica que sirvió de base teórica para los discursos
biomédicos sobre la homosexualidad en el franquismo. He ahí unas
continuidades fundamentales aunque, en la otra cara, se redujeran a su

337 Original de 1928.

513
mínima expresión las referencias al lesbianismo y aumentasen el tono
condenatorio moral y la acción legal efectiva.

6.2. DEL PECADO A LA ENFERMEDAD (Y DE LA


ENFERMEDAD AL PECADO)

a) Los avatares "nacionales" de la psiquiatría

En uno de los títulos más significativos para el tratamiento de


la homosexualidad durante el franquismo, Javier Ugarte (2004) elige
el título «Entre el pecado y la enfermedad». Con él se acota ese
interregno en el que las prácticas homoeróticas quedaban emplazadas.
En efecto no se trata de que la homosexualidad quedara "a medio
camino" sino que había una región solapada, un territorio común.

La medicalización de los criminales sugirió otras


intersecciones entre lo patológico y lo delictivo. Ahora, lo
"homosexual" era tanto una alteración psicopática como una
perversión moral de acuerdo con toda la tradición de la teología de la
sodomía. Ello será patente por las relaciones existentes entre lo
teológico y lo psiquiátrico por parte de los poderes psiquiátricos del
autoritarismo español

Un enfoque que nos parece fecundo es seguir a González Duro

514
(1978) cuando reconstruye los discursos del final del periodo
autoritario franquista ─que habían de vérselas con cambios sociales
más acusados─ para luego ahondar en las raíces de ese pensamiento
psiquiátrico que se hunden en lo más reaccionario del pensamiento
español del primer cuarto del siglo.

La idea de cierta contagiosidad moral fue recuperada por


Francisco Llavero Avilés (1970a), ya en la última etapa de la
dictadura. La teoría de los focos alienantes (González Duro, 1978:42-
43) de este autor no tiene reparos en utilizar el término "plaga" para
referirse a las costumbres y fenómenos psicosociales que amenazaban
la pureza y pulcritud de la sociedad española. Entre estas plagas cabía
resaltar la drogadicción, el alcoholismo, el hippismo, la rebeldía
juvenil, y por supuesto, la homosexualidad. Que en ese mismo año se
publicara la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación social no es una
casualidad.

De acuerdo con Llavero sería característica de los individuos


foco, la insidia con que intentaban propagar su carácter morboso al
resto de la sociedad tradicional. Llamativos en ciertos aspectos de su
estructura psíquica y vivencial, estos agentes propagadores de
alienación eran inteligentes y capaces de mimetizarse aparentando
sumisión. En ellos había una biografía problemática por presentar una
alteración de la personalidad o una desestructuración familiar. En
analogía con un proceso cancerígeno que va de lo local a lo sistémico,
los focos alienantes se dirigían hacia los puntos más débiles del grupo

515
o subgrupo social donde habían conseguido introducirse y de forma
taimada lo contaminaban: se trataba de una auténtica metástasis
anímica. Había incluso una heredabilidad ambiental, no biológica, a la
que se denominará transmisión generacional.

Se reeditan los discursos del higienismo para proteger la


nación de sus enemigos. Estos, avanzado del franquismo, no eran solo
los tradicionales procedentes del comunismo, el judaísmo y la
masonería, sino los subproductos de la modernización social. La
sociedad necesitaba que los profesionales sanitarios se formaran
adecuadamente para evitar la putrefacción de la sociedad. 329 Había que
localizar, declarar la peligrosidad, aislar y tratar. A todo eso se le llamó
«psiquiatría preventiva». La teoría de Llavero se movió siempre en
una nebulosa muy especulativa y abstracta con poca aplicabilidad: era
poco operativa y no estaba conectada ideas profilácticas. (González
Duro, 1978:42-45).

Rojas Ballesteros (1972) también defendería que la


modernización y el progresismo ideológico eran compañeros de esas
enfermedades sociales, particularmente la drogadicción. Para él era
necesario acentuar la represión efectiva por parte de los aparatos
policiales y sanitarios. La vigilancia debía extremarse en el delicado
periodo juvenil338 porque es cuando los sujetos podían torcerse.
(González Duro, 1978:44-46).

329Véase sobre este particular Richards (2004; 2010) y Cayuela (2014)


338 De acuerdo con Rojo Sierra (1973) este periodo de época peligrosa se situaría
entre los 14 y los 19 años. (González Duro, 1978: 45)

516
La medicina del final del régimen de Franco, ante los cambios
sociales, retomaba en sus discursos de peligrosidad social las ideas del
inicio de la dictadura. De una parte la imagen del médico como
representante de la sociedad normativa, como proponía Sarro en los
años 40. De otra el nacionalcatoliscismo, que dotaba de de un sentido
trascendente a la eliminación del hedonismo destructor del cuerpo
social (González Duro, 1978: 45-46).

Esta fiscalización de la vida de los individuos en aras del orden


social la encontramos repartida a lo largo de todo el periodo, y no solo
actuaba contra sujetos cuya diferencia o diversidad era construida
como una patología por razones ideológicas. También afectaría
negativamente a otras personas cuyos padecimientos sí requerían
cuidados y comprensión médica específica, como por ejemplo los
esquizofrénicos. El comportamiento de los enfermos se interpretaba
como falta de sujeción y desorden (Delgado Roig, 1957: 291).

La concepción generalista de la enfermedad como desorden de


todo tipo (González Duro, 1978: 41) permitía reivindicar un papel de
ordenador social para el facultativo al tiempo que diseñaba una
theoria lo suficientemente extensible, fundamentada en conceptos de
raigambre moral. El estilo psiquiátrico permitía la condena moral del
enfermo y la patologización del "inmoral".

Esta misión reordenadora para paliar desórdenes ─ orgánicos

517
o no ─ habría de practicarse aprovechando el «amplio margen que
exige y permite el orden social imperante con arreglo a la idiosincrasia
de la raza y grado de cultura» y desde luego el «trabajo obligatorio»
sería una herramienta de primer orden (Llavero Avilés, 1970b; cit.
apud. González Duro, 1979: 41).

Se hicieron notables esfuerzos por diseñar una antropología


filosófica que sustentara la psicoterapia nacional. Por ejemplo el
psiquiatra Ramón Sarró encontró en Künkel (1950) las tonalidades
religiosas que necesitaba, si bien con las adecuadas prevenciones para
no caer en el vitalismo protestante de dicho autor. Esta psicoterapia
tendía a una intervención total en el individuo que habría de ser
renovado. Y desde luego la catolicidad del médico debería ser motivo
más que sobrado para depositar en él la confianza. La psicoterapia
adquiría tintes pastorales y sobrenaturales.

La psiquiatría, en cuya primera línea se encontraban estos


autores, se autoconcebía como cura de almas. Resultaba posible
combinar la logoterapia del vienés Víctor E. Frankl, o el psicodrama
de Schultz con los ejercicios espirituales ignacianos y la mística
española con los que se creía encontrar vínculo. No obstante se
resaltaba que "el latino" precisaría una adaptación de aquel «fakirismo
psicoterapéutico» que funcionaba "mejor" en los países nórdicos
(González Duro, 1978: 100-101).

Incluso se intentó construir una antropología hispano-germana

518
para la fundamentación de la práctica clínica. Algo se filtró de la
teoría psicológica centroeuropea, bien depurada de cualquier elemento
freudiano, al menos en lo que fuera más áspero de combinar con la
concepción aristotélico-tomista acerca de la unión sustancial de
cuerpo y alma. El psicoanálisis no era una buena herramienta para una
realidad española que precisaba una técnica más profunda y
conocedora de "nuestras raíces". Esta técnica pasaba por una potente
moralización de la medicina mental que evidentemente habría de
abordar como un todo desordenado al individuo homosexual. En el
fondo, el homosexual, como otros asociales, manifestaba con ese
desajuste su pertenencia a lo que se llamaba la "anti-España".339

La moral no podía desligarse de la terapia (Otaloa, 1957: 166


ss) con lo que acaba generándose un muy simple corolario moralista, a
saber, «el enfermo psíquico es malo, y para curarlo el médico ha de
convencerle de que ha de ser bueno» (González Duro, 1978: 103).

b) Un lugar para la homosexualidad

Con estos mimbres ideológicos la "psiquiatría nacional"


abordó la "homosexualidad". Las relaciones contra natura gozaban de
una notable tradición en la teología moral. La moralización de una
categoría que la ciencia médica había patologizado el siglo anterior
era un camino fácil de recorrer, y además, en ambos sentidos. Las
redes teológicas podían cubrir perfectamente el discurso biomédico y

339 Entrevista con Enrique González Duro en Madrid, 22 de julio del 2011.

519
éste, a su vez, dotaba a la moral religiosa de cierto naturalismo. Este
último nunca fue un requisito imprescindible en una misión que tenía
como competencia devolver la "luz de Trento" o ser "faro de
Occidente"340 (González Duro, 1978).

El exterior de España estaba desnortado precisamente por los


naturalismos y positivismos que eliminaban lo espiritual del ser
humano y lo conducían al relativismo. La "pastoralización" de lo
psicológico y la "psicologización" de la pastoral, en diferentes grados,
posibilitaba una concepción variable de la severidad de la condena. La
oficialidad normativa era implacable, pero la práctica se adaptaba
"pastoralmente" a los individuos y, por ende, a su situación
socioeconómica (Llamo de Espinosa, 1989; Ugarte, 2011).

La homosexualidad era una categoría intermedia entre el


pecado y la enfermedad, pero también una cosa o la otra, o las dos en
su máxima graduación. La responsabilidad del homosexual pasaría a
la primera línea del discurso.341

La posición oscilante de la homosexualidad no exige una


disyunción exclusiva. En ocasiones la práctica repetida del pecado,
por contagiosidad moral, provocará la condición enferma. En otras la

340 Entrevista con Enrique González Duro en Madrid, 22 de julio del 2011.
341 Rescoldos de esa concepción son los que muestra la postura oficial de la Iglesia
católica actual cuando condena los actos pero no a las personas y cuando
algunos de sus sectores llegan a promover la acogida de las personas
homosexuales, pero movilizan todos sus medios en contra cuando los Estados
intentan mejorar la vida de estas personas o simplemente acercar sus realidades
personales a un mayor cumplimiento de los derechos humanos.

520
enfermedad, real o latente, no controlada por el enfermo, le hará pecar,
porque no ha perdido el libre albedrío y la capacidad de obrar
responsable que exigen la moral y el derecho.

Al mismo tiempo el zigzagueo permite cierto juego que en


principio no se aprecia en los discursos normativos, tanto médicos
como legales. La medicina de la que hablamos es fundamentalmente
forense y no se puede permitir ambigüedades explícitas. Esa
flexibilidad de bordes difusos luego estará provocada por el acentuado
eclecticismo teórico y la diversidad en los sesgos empíricos. Ello
genera conclusiones borrosas. Esa borrosidad y los contornos difusos
de las categorías permiten un margen amplio de actuación y decisión
para aplicadores o vigilantes, sean estos oficiales u oficiosos.

Los oficiales tendrán el abanico de actuación que permite la


flexibilidad teórica, lo desdibujado del protagonista teórico. Clérigos,
policías y jueces tomarán las decisiones necesarias según el caso
presentado y no extraña en absoluto que la condición económica, la
capacidad para el escándalo o el posible contra-discurso del
encausado, sean factores determinantes. Los oficiosos, la familia, los
vecinos, podrán mostrar relativa tolerancia con los casos que no
resulten desestructurantes para sus funciones, sin que falte la
exclusión de aquellos que resulten más turbadores.

En ambos casos, la adaptación al género concordante con el


sexo y el disimulo o la adaptación con roles que resulten funcionales o

521
aceptables serán fundamentales. El médico obrará de acuerdo con las
competencias que su ejercicio profesional le determine. En el caso del
médico penitenciario, cuyo trabajo ya le viene prácticamente hecho
por la policía, ese ejercicio tiene funciones más bien clasificatorias. El
médico de atención primaria, de toda la vida, se convertirá en una
versión del observador oficioso mientras que al médico privado le
convendrá llegar a los acuerdos que sean necesarios con el paciente y
con sus preocupados familiares.

El protagonista biográfico, el sujeto que había de vérselas con


el estigma de la homosexualidad o con la posibilidad de que se le
asignara, podía adecuar sus estrategias en función de los recursos de
todo tipo que tuviera disponibles: su nivel académico, posición
socioecómica, rol, aspecto físico, relaciones personales, etc.

Javier Ugarte (2011) ha explicado cómo en España, y en este


sentido creemos que análogamente en Portugal, el desarrollo
socioeconómico fue determinante en los cambios de actitud y en las
prácticas de los diferentes protagonistas. Así, esa labor del director
espiritual laico en que se transmutaba el médico requería muchas
veces la voluntariedad del "enfermo". Naturalmente ésta debe
matizarse muy bien. Podían existir factores de orden externo
(consecuencias reales) o interno (interiorización del prejuicio) que
afectarían a su libertad.

El individuo homosexual conocía los problemas inherentes a

522
su condición. Si estaba formado, además, se percataría de que sobre
el problema legal-moral se cernía un discurso científico asociado. Ese
discurso procedía de la necesidad de
definir, tipificar, clasificar «tratar» con formas
supuestamente neutrales y asépticas, la conducta
socialmente anómala de cualquier individuo que
incomprensible e imprevisiblemente altera de alguna
manera del orden social vigente, o rechace visiblemente
sus valores esenciales. (González Duro, 1978: 132)

Como ilustra Vallejo Nájera (1942: 117):

El enfermo psíquico introduce desorden en la vida social,


pues en muchos casos es un inadaptado social, un sujeto
antisocial. El personaje influye perniciosamente sobre el
matrimonio, sobre la familia, sobre la profesión y sobre
la vida económica, política y otros tantos fenómenos
sociales. En los enfermos psíquicos es frecuente la
tendencia a la delincuencia, también a la inactividad y a
la improductividad, representando una carga para la
sociedad y para la familia.

Si la homosexualidad era enfermedad psíquica, e inmanejable,


y la enfermedad era un serio problema para el orden social, se sigue
que la homosexualidad sería un inmanejable problema de orden social.
La categoría de "homosexualidad" podrá ser considerada además
como lo abyecto por excelencia al violar la salubridad, la
espiritualidad y el orden de género hispánicos.

Un análisis del texto precedente, si lo aplicamos en concreto a


la homosexualidad, puede resultar de cierta fecundidad para el
análisis de las interacciones y procesos que se generan antes, durante

523
y/o después de los fenómenos de diagnosis y consiguiente estigma.
Los sujetos homosexuales tratarán de escapar de esos fenómenos (lo
que resulta difícil una vez hecho el etiquetado), y sobre todo evitar
que se produzcan.

Vallejo cita el matrimonio y la familia, precisamente


instituciones que servían de coartada a muchos homosexuales y
lesbianas. El éxito en la estrategia, como se podrá colegir, depende de
gran cantidad de factores que tienen que ver con las dinámicas
internas de cada caso. La idea de "secreto de familia" es adecuada para
describir lo que sucedía frecuentemente. Las posibilidades de llevar
una vida homosexualmente activa serán muy diferentes en cada caso.
Otra solución plausible era la vida religiosa o el sacerdocio secular. La
funcionalidad social y económica estarían irían imbricadas con lo
anterior. En esto los paralelismos en la historia económica y social
entre los dos países ibéricos en el periodo de estudio han de ser
tenidos en cuenta. Se trataba de sociedades en crecimiento,
fuertemente clasistas y con una moral tradicional católica.

Una familia hostil podría sin duda conducir a un homosexual


rebelde a la exclusión social con lo que habría una profecía
autocumplida en las palabras del militar psiquiatra. Por otra parte los
antecedentes de homosexualidad tenían consecuencias directas
penales y posteriores que impedirían la normalización socioeconómica
de los individuos. Serían entonces esas consecuencias penales y no la
propia homosexualidad las causantes de la disfunción.

524
Es clave la idea de que la homosexualidad, o los actos contra
naturaleza, quedaran desde su tipificación legislativa, tanto en España
como en Portugal, alojados en las leyes de defensa social. Como
pudiera ser la borrachera habitual o la mendicidad, eran problemas
sociales ante los que la sociedad debía defenderse. No solo eran
individuos inútiles sino peligrosos predelictuales, protagonistas de
delitos sin víctima. (Lamo de Espinosa, 1989)

La idea de rehabilitación, que ya está prevista en los términos


de la legislación española de 1970, albergaba la posibilidad de un
éxito correctivo. Esa sería una posible forma de cambiar el
"etiquetaje" que solo podría realizar el mismo discurso biomédico. La
idea de "incurabilidad" no era consistente con ello y si había estigma
los sujetos tendrían poca motivación para colaborar. La posibilidad de
arreglo terapéutico vendrá de la mano del psicoanálisis y el
conductismo que llegarían más tarde a España que a Portugal. La
laborterapia o trabajos forzados en las prisiones o en las colonias de
ambos países fue lo que se aplicó a los que unían a su "contra-
naturaleza" otros factores de exclusión.

A medida que van cambiando las circunstancias en los países


ibéricos y se hace necesario invertir más en la formación de los
sujetos, irán haciéndose notorios casos de individuos socialmente muy
funcionales a los que ya no cabe aplicar la "defensa social" sin
perjuicio para la propia sociedad (Ugarte, 2011; 2012).

525
6.3. VALLEJO NÁGERA: DESECHOS DE PRISIÓN Y CRISIS DE
VIRILIDAD

Antonio Vallejo Nágera (1889-1960)342 es la figura más


relevante del elenco de la medicina "mental" franquista de posguerra
y uno de los principales psiquiatras del régimen. Su perfil ha sido muy
analizado por los estudios sociales de la medicina debido a sus
simpatías con el nazismo y por la utilización sistemática que hizo de la
ciencia médica para apuntalar la ideología343 del régimen posterior a la
Guerra Civil (Huertas, 2009; Richards, 2010). En materia psicológica
consideraba que en gran medida el conductismo, el psicoanálisis y las
aportaciones de la endocrinología eran esnobismos (Vallejo Nágera,
1937a?: 14-22).

Son relevantes sus discusiones en torno a la eugenesia 344


(Álvarez Peláez, 1997) que debían ajustarse a una concepción católica
fundamentalista de la realidad y del ser humano. Su antropología es
de linaje tomista (Vallejo Nágera, 1937a?: 28), perfilada con matices
de su formación germanófila. Una de sus obsesiones fue la búsqueda
de bases biológicas que determinaran el psiquismo marxista y en ello
usó como objetos experimentales a los prisioneros de la guerra, si bien
de forma incruenta (Huertas, 2002:99). Desde su puesto en el
342 Para una biografía completa véase Huertas, 2002: 89-114.

343 Sobre las relaciones de medicina e ideología véase la obra coordinada por
Campos, Montiel y Huertas (2007)
344 Para la teología católica de la eugenesia, véase Cleminson ( 2005); para
Portugal, en el mismo sentido, Cleminson (2014).

526
Gabinete Central de Investigaciones Psicológicas, centro dependiente
de de la Inspección de los Campos de Concentración de Prisioneros,
Vallejo Nágera desarrolló sus investigaciones que fueron publicadas
en la Revista de Medicina y Cirugía de Guerra y en La Semana
Médica. Esta producción ha sido analizada en profundidad por
Huertas (1998; 2009), Richards (2010) y González Duro (2008).

En general, desde un elitismo ultraconservador, consideraba


que los anti-sociales, y entre ellos los revolucionarios, adolecían de
una desproporción entre sus ambiciones y sus capacidades. Era
partidario de la reinstauración de un cuerpo funcionarial de
inquisidores que velara por las esencias hispánicas (Huertas, 2009:214
y ss). Sus investigaciones y las políticas penitenciarias llegaron a
promover el apartamiento de niños de sus madres, para darles un
destino desconocido (Huertas, 2002:103)345. Con este historial no es
extrañar que se haya ganado un puesto destacado en el estudio de la
represión científica franquista.

Vallejo Nágera es el psiquiatra que nutre el ideario de la lucha


contra la anti-España (Richards, 2006). Ese concepto incluía a la
oposición política y a los vencidos en la Guerra pero también a
cualquiera que fuera contra los ideales del Nuevo Estado, entre ellos,
de acuerdo con González Duro346, los homosexuales y todos los que
contravinieran el orden socio-familiar. En su obra, Vallejo explica
345 Todo el aparato del régimen que pretendía psicopatologizar al enemigo con el
objetivo de eliminarlo desde la raíz ha sido estudiado de forma monográfica por
González Duro (2008).
346 Entrevista en Madrid, 22 de julio de 2011.

527
cómo el ateísmo, la impiedad, la disconformidad, la indiferencia
patriótica conducen a la inmoralidad y a las reacciones anti-sociales.
La psiquiatría se convirtió en algo equivalente a la moral
nacionalcatólica (Huertas, 1998: 103-105 y 2002:112; González Duro,
1978347). Su medicina mental es una amalgama del tomismo con la
biotipologia de Kretschmer (Vallejo Nágera, 1937a?:28 y ss; Huertas,
1998:100-101).

a) La "cruzada" contra la "anti-biología"

Para nuestra investigación cobra relevancia el papel que


desempeñó al proclamar un punto de vista que haría fortuna: el de la
invectiva médico-moral contra los homosexuales a los que agrupaba
como casos monstruosos con los infanticidas, los violadores y
pervertidos «de todas las categorías». En consonancia con su ideal
eugenésico pensaba que «pierde poco la sociedad en privar del
derecho a la paternidad a estos desechos de presidio. Mas no son los
médicos ni los biólogos los que deben decidir sobre la sanción que
corresponde a los delincuentes sexuales, sino a los juristas, y a ellos
endosamos el problema» (Vallejo Nágera, 1940: 89).

Este fragmento ha hecho fortuna entre los estudios de la


represión de los homosexuales durante el franquismo por lo
impresionante de su invectiva moral. Como han apuntado Adam y
Martínez (2004: 61) la idea era situar al homosexual junto al
delincuente y alejar el discurso del talante más humanitario mostrado
347 Entrevista en Madrid, 22 de julio de 2011.

528
por Gregorio Marañón. Nosotros añadimos que además no al lado de
cualquier delincuente, sino de unos tipos delictivos que podrían
producir especial alarma social. Esta alarma era la que acababa
determinando con frecuencia en qué consistía la peligrosidad social.
Está totalmente en sintonía con el texto que publicaría más tarde
Maurio Carlavilla (1956). Su libro, titulado Sodomitas: homosexuales,
políticos, científicos, criminales, espías, etc. explica cualquier desastre
buscando detrás la figura de un homosexual. Está absolutamente
obsesionado con la homosexualidad, que encuentra a lo largo de la
historia y detrás de cualquier rincón de la vida social dado que

La manada de fieras sodomitas, por millares, se lanza a


través de la espesura de las calles ciudadanas en busca de
su presa juvenil... Disfrazada de persona, la fiera
sodomítica ojea entre el matorral ambulante de las aceras
su pieza preferida, el cándido muchacho, más grato a su
ávida pupila cuando más inocencia lleva retratada en su
fisonomía (Carlavilla, 1956: 139).

Fiera que no es persona, desecho de presidio, causante de los


males de la patria, la figura del homosexual queda entonces situada
como el summum de la perversidad y de la inmoralidad. Enfermo pero
también delincuente. La ciencia de Vallejo Nágera y el obsesivo
exabrupto publicado por Mauricio Carlavilla pertenecen a una misma
misma concepción de la homosexualidad.

En general Vallejo Nágera no se refiere con frecuencia a la


homosexualidad en su producción médica (Adam y Martínez, 2004:
59). En su Propedéutica Clínica Psiquiátrica (1944) se incluye en la
«Historia» sexual de los enfermos varones la pregunta al respecto:

529
«¿Se ha sospechado o conocido vicio alguno con hombre?» (Vallejo
Nágera, 1944a: 26).348 Las ideas aparecen más explícitas en otra obra
de ese mismo año, cuando explica el uranismo como inversión del
instinto sexual presente en individuos con conformación genital
normal. La denominación es "pederastia" para los varones y
tribadismo o safismo para las mujeres. «La homosexualidad puede ser
activa y pasiva, adoptando el homosexual activo 349 los vestidos,
costumbres, gestos y ademanes de la persona del sexo contrario, por lo
cual experimenta repugnancia para las relaciones sexuales normales»
(Vallejo Nágera, 1944b, 213).

La homosexualidad se asocia también con la patología en


general (Adam y Martínez, 2004: 59-60; 2008: 123-124). Puede ser
concomitante en la psicopatía, dado que en la alteración de los
instintos que presentan las personalidades psicopáticas se consideran
frecuentes la precocidad y la perversidad sexual, a menudo
homosexual (Vallejo Nágera, 1956: 136; 1958). Esto es algo que ya
había registrado al concebir la homosexualidad como síntoma
accesorio de los psicópatas (Vallejo Nágera, 1952: 99) y de diferentes
enfermedades mentales como oligofrenias (1952: 99), paranoia
(1952:179) y cuadros postencefalíticos (1944: 834)

En la producción divulgativa, encontramos su opúsculo,

348 Se trata de una transcripción de la Hoja de Antecedentes que se usaba en el


Sanatorio Psiquiátrico de San José en Ciempozuelos (Madrid).
349 Sin duda se trata de un error. La homosexualidad pasiva era la que se asociaba
con la inversión. Adam y Martínez (2004: 59; 2008: 213) lo han detectado y
marcan un SIC con el término para evitar confusiones. Nosotros dejamos el
texto tal cual y hacemos la anotación.

530
Psicología de los sexos. Se trata de una Conferencia pronunciada en el
«Círculo Medina» de Madrid, también alrededor de 1944350 donde
establece la necesidad de asumir y fomentar la diferenciación
psicológica entre varón y mujer para zanjar esa «vieja polémica».
Bajo el lema de «El hombre piensa, la mujer siente» (Vallejo Nágera,
1944c?: 26) y arguyendo que la función de la mujer es maternal,
insiste en la necesidad de que la sociedad y las instituciones
educativas se adecuen a ese modelo. Todo lo que no vaya en esa línea
serán tendencias antibiológicas que desaparecerán o quedarán
embrionarias, como ocurriese con el matriarcado y la poliandria
(Vallejo Nágera, 1944c?: 37). En relación con nuestro trabajo son de
interés las palabras finales:

Ha de cultivar casa sexo las características psicológicas


que le son propias, pues distinto es su destino en el
mundo, sin que pueda disputarse la superioridad de uno y
otro sexo. La totalidad de las cualidades femeninas
céntrase [sic] en el amor maternal, como las masculinas
en la defensa y mantenimiento de la esposa y de la prole.
Toda desviación del destino biológico transmuta también
los caracteres psicológicos, y hace del varón un
afeminado, y de la hembra un marimacho (Vallejo
Nágera, 1944c?: 42-43).351

El varón afeminado y la hembra marimacho son entonces la


consecuencia psicológica del fomento de lo antibiológico lo y
antinatural. Las tendencias antinaturales parece que quedaran
controladas por la propia naturaleza.

350 La fecha la colegimos de las Notas biográficas del Editor, donde dice que el
autor nació hace 55 años.
351 La cursiva es nuestra.

531
La mayoría de las enfermedades mentales y nerviosas
trastornan en tan alto grado la vida social del individuo,
que las posibilidades de fecundación descienden
considerablemente. La selección de los homosexuales es
automática, por ser en ellos frecuente la infecundidad.
Los psicópatas tienen menos probabilidades de procrear
que los normales, a causa de sus frecuentes reacciones
antisociales, y también por suicidarse con frecuencia
(Vallejo Nágera, 1937b, VIII).352

Sus propuestas de intervención agresiva para eliminar de raíz


la anti-España parecen contar con la colaboración de la teleología353
natural y social. Naturaleza y sociedad parecen blindarse mutuamente
en el imaginario teológico y totalitario de Vallejo Nágera.

Pero parece que la naturaleza necesita que la ayuden siquiera


sea levemente. En 1946, Vallejo Nágera publica otra obra divulgativa,
Antes que te cases..., donde da orientaciones a los candidatos al
matrimonio. La preocupación por la crisis de los valores asociados al
género vuelve a estar patente. Nuestro psiquiatra militar describe una
«crisis de femineidad» de una mujer moderna que ha traicionado su
condición natural, particularmente al temer su principal función, esto
es, la maternidad (Vallejo Nágera, 1946: 155-157). La otra cara del
problema es la «crisis de virilidad». En este discurso quiere pasar por
alto el problema, pavoroso, de la inversión sexual, pero al insistir en
soslayarlo, lo comenta y además lo vincula al desnudismo y a la mala
educación.
Prescindimos de cualesquiera reflexiones sobre el
352 La cursiva es nuestra. No se da página de referencia al ser una fuente virtual.
Véase la Bibliografía. En el libro p. 15 cit. apud Ugarte (2004:17)
353 Concepción finalista y teleológica de la realidad que en el pensamiento de
Vallejo Nágera es también teológica.

532
pavoroso problema de la inversión sexual, que en algunos
países resta a la sociedad miles y miles de padres de
familia, no obstante las buenas cualidades que fuera de su
aberración muestran estos desgraciados. Concedemos
como médicos la existencia de la intersexualidad
congénita; pero como psicopatólogos sabemos la
influencia nefasta del medio ambiente en el incremento
terrible de la homosexualidad adquirida. Y culpamos
principalmente a la epidemia de desnudistas [sic] que se
padece en el mundo, con sus clubs y campos especiales
de vida al aire libre, sin que la mujer se libre de contagio.
La falta de virilidad de la moderna juventud radica en la
educación muelle que recibe y en la que se truecan
virtudes por pasiones, esfuerzo por holgazanería,
perseverancia por fáciles triunfos siguiendo la línea de
menor resistencia, austeridad por libertinaje (Vallejo
Nágera, 1946: 158).

Ese «desnudismo integral» también estaba presente en sus


preocupaciones eugénicas (1937b:XXIV) por sus nefastas
consecuencias morales. Ahora Vallejo reconoce el papel que puede
tener la explicación endocrinológica en cierta "intersexualidad", que
entiende como inversión sexual de tipo congénito. La fuerza de la
explicación biológica parece imponerse, pero la atención ha de
prestarse a esa homosexualidad adquirida por vía de una educación
permisiva y licenciosa y principalmente por el desnudismo.

A la hora de hacer un balance sobre la obra de Vallejo Nágera


hemos de reconocer en primer lugar el tratamiento experto que se le
ha dado desde la historia de la ciencia, en particular sobre la eugenesia
y el estudio crítico de las relaciones entre ciencia y fascismo, así como
en los estudios sobre la represión de los homosexuales en el

533
franquismo. En la primera cuestión Vallejo es de interés capital. En la
segunda lo es de forma derivada de la anterior y de forma directa
como portavoz privilegiado de un lenguaje agresivo que muestra lo
que se puede hacer con la "ciencia". Por lo demás intenta obviar la
cuestión: o lo considera una cuestión de castigo o lo incluye como
síntoma de una crisis de la masculinidad, que por cierto ya venía de
lejos (Vázquez y Cleminson, 2011).

Como han puesto de relieve Adam y Martínez (2008:122),


Vallejo Nágera obvia todos los desarrollos sexológicos posteriores al
siglo XIX. Pero es que además los combina con los elementos más
reaccionarios del integrismo religioso y del pensamiento totalitario
español. La higiene de la raza debería exaltar las cualidades biológicas
y morales del pueblo español (Álvarez Peláez, 1998: 95). En ese
empeño no había que desdeñar medios tan extremos como la
esterilización o la reglandulación pero parecía que no corregían la
perversión (Vallejo Nágera, 1934; 1940: 26, cit. apud. Adam y
Martínez, 2008:124).

Si el homosexual era un enfermo, está claro que era


incorregible incluso mediante los métodos más drásticos:

En suma, Vallejo Nágera situaba al homosexual más


próximo a la figura del delincuente que a la del enfermo.
Esta actitud criminalizadora, que también podemos
encontrar en los tratados de medicina legal de la época,
suponía una regresión ante las ideas expuestas por
Gregorio Marañón veinte años atrás, así como la
invalidación del modelo médico de la sexualidad de su

534
tiempo. Y, lo que es peor, con este abordaje de la
homosexualidad se justificaba desde el magisterio
universitario [...] el internamiento indiscriminado de los
homosexuales en los manicomios o en las cárceles y la
obligatoriedad de realizar unos tratamientos inhumanos
(Adam y Martínez, 2008: 125).354

Si en el siglo XIX había empezado la medicalización del


homosexual, Vallejo procede a la recriminalización. El primero de
estos procesos en España podría considerarse truncado (Vázquez,
2001; Vázquez y Cleminson, 2011) y de hecho toda la producción
republicana anterior, no tenía cabida en la "Nueva España". Esto no
afectaba sólo al discurso biomédico sobre la sexualidad y la
homosexualidad, sino a toda la medicina. Así, en el Congreso de la
Sociedad Española de Neurología y Psiquiatría en 1942, la
organización pretendía «hacer "borrón y cuenta nueva", olvidar la
herencia republicana y construir la nueva psiquiatría para el nuevo
estado» (Huertas, 2002: 111).

b) La haraganería viciosa y feminoide (Fernández de la Portilla y


Peña Díaz)

En esa nueva psiquiatría la ideología nacionalcatólica era un


componente esencial. Era un surgimiento del integrismo católico que
identificaba catolicidad e hispanidad y no un barniz ideológico
diseñado para edulcorar la dureza del régimen franquista o catalizar
los populismos de los otros fascismos coetáneos (Huertas, 1998: 103).
Esta catolicidad impregnaba también los ideales eugénicos (Álvarez,
354 El subrayado es nuestro.

535
1998, Cleminson, 2005; 2014) de una Europa de posguerra en la que
los médicos eugenistas
dejan de lado las penosas condiciones de vida de gran parte de
la población, a consecuencia de la industrialización, o de los
desastres bélicos de los años treinta y cuarenta, y vuelcan sobre
su moral la solución de los problemas sociales. La diferencia es
que en las naciones desarrolladas se proponía la intervención
del Estado, mientras que en las menos desarrolladas y
católicas, la solución era la continencia (Ugarte, 2004:18).

La continencia era cuestión médica de primer orden para la


medicina nacionalcatólica. Fernández de la Portilla, a la sazón colega
de Vallejo Nágera en la Academia médica desde antes de la Guerra
Civil, afirmó que «las normas de la castidad en cuanto a su
significación profiláctica, contienen un valor eugenésico de primera
línea, aun no considerando otro aspecto de la cuestión que el
netamente físico» (F. de la Portilla, 1943: 35).

La «arbitrariedad sexual» era la responsable de males venéreos


y desajustes constitucionales de todo tipo (F. de la Portilla, 1943: 10) y
viene fomentada por malas prácticas educativas y el ambiente, no por
ninguna imperiosidad instintiva como quería Krafft-Ebing (F. de la
Portilla, 1943:15). La educación sexual debía dedicarse a fomentar el
control de los instintos, no en nombre del terror sino a la luz de la
razón. Esto es enfatizado por Leonardo de la Peña y Díaz que en su
respuesta al Discurso355 de Fernández de la Portilla exhibe un alegato
moral preocupado también por los males de la feminización:

355 Se trataba de un Discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina (Madrid,


1943) en la que había un Discurso principal del académico electro, Fernández de
la Portilla, y una contestación de otro académico veterano, Leonardo de la Peña.

536
nuestra voluntad influye, de hecho en los hábitos y
género de vida a que nos entregamos, y es efectivamente
cierto que así como la inteligencia cultivada y despierta
constituye la antítesis de la pasión torpe e irreflexiva, no
cabe duda de que el trabajo activo, dinámico,
genuinamente masculino, es todo lo contrario de la
haraganería viciosa y feminoide del hombre libidinoso
(F. de la Portilla/Peña y Díaz, 1943: 64). 356

Es una llamada a la voluntad que recuerda, en otro entorno, a


las proclamas de auto-control de A.C. Monteiro en Portugal desde un
conocimiento mucho más profundo de la sexología de su tiempo. La
luz de la razón es la que permite orientarse a la criatura racional
porque con ella descubre la ley natural. Esa es la ética teológica de
Tomás de Aquino, que ahora aparece unida en un discurso que
exhorta al trabajo para alejar «la haraganería viciosa y feminoide» del
hombre anti-español.

c) La homosexualidad en la anti-España

Desde el punto de vista de la historia comparada con el país


vecino, Vallejo sigue inmerso en una interpretación que hace de la
homosexualidad una cuestión vinculada con la inversión, en la que
existen modalidades congénitas y otras perversas, por contaminación
moral. La moral, de acuerdo con su psicopatología, y contra Marañón
no podía concebirse que «radique en el entusiasmo y mucho menos
que [...] sea individual y casuística; antes al contrario, al ser morales
los actos libres en sentido positivo negativo, han de estar sujetos a las

356 La cursiva es nuestra.

537
normas peculiares de los seres dotados de albedrío» (Vallejo Nágera,
1937a?: 62). Es un tomismo hibridado con concepciones totalitarias
que quedan explícitas no solo en su recorrido militar y académico,
sino en el reconocimiento de que
España ha encontrado su Caudillo, despertando la
esperanza de que en el futuro nos veremos libres de que
los psicópatas influyan socialmente y de las posibilidades
de expansión de punibles tendencias psicopáticas. Por
razones biológicas, somos partidarios de la dictadora y
del mando único, si impiden el libre desarrollo de las
reacciones antisociales (Vallejo Nágera, 1937a?:52).

Se ha patologizado al enemigo. Los personajes relevantes del


pensamiento o de la política que le resultan incómodos eran tildados
de «Misántropos, irritables, explosivos, embusteros, homosexuales,
paraonides, epileptoides, impulsivos, alcohólicos y psicasténicos»
(Vallejo Nágera, 1937a?: 53)357 que llevaban a los pueblos y naciones
a su ruina social y moral. El proyecto de la higiene de la raza, en
términos de una biomedicina moralizante, ya fue anunciado en un
discurso de 1933:
Los psiquiatras podemos hacer mucho en beneficio de la
raza con nuestros diagnósticos y tratamientos; todavía
pueden hacer más los higienistas, y mucho más los
sociólogos. Pero hemos de advertir que cuando se trata de
una higiene de la raza básica, el papel principal les está
reservado a los moralistas. (Fernández de la Portilla y
Vallejo Nágera, 1933: 85).

El papel atribuido a la moral es determinante y todavía en ese


momento no debería sentirse en condiciones de imponer, por la fuerza,
el monoteísmo moral del que haría gala después, aunque no titubea en

357 La cursiva es nuestra.

538
mostrar su simpatía por la igualdad entre salubridad y moral cristiana
y entre buena psicología y psicología racional (metafísica):
Una sociedad moralizada destierra automáticamente el
alcoholismo, la prostitución, el libertinaje, la
delincuencia y otra serie de lacras sociales: crea una
atmósfera ambiental pura que regenera bien pronto los
genotipos. Nos limitamos a la necesidad de moralizar el
ambiente, pues cada uno encuentra el camino en su
propia ideología. Si quiere afirmarse, como es opinión
general en el día, que la moral cristiana es la que mejor
cumple tales fines moralizadores, nosotros apoyamos el
postulado.
Dicen bien los partidarios de la escuela psiquiátrica
filosófica cuando mantienen que psicología es la ciencia
del alma y que una psiquiatría pura y científica no puede
ser más que intuitiva, pues la psicología experimental nos
detiene siempre en el umbral del psiquismo. (Fdez. de la
Portilla y Vallejo Nágera, 1933, 81-82)

En relación con la homosexualidad, solo encontramos una


definición arcaizante y un vínculo con otras patologías. Su concepción
de la "enfermedad" es asimismo temible por el uso político que hace
de dicho discurso. Son párrafos de retórica fascista mezclada de
arenga médica para la recuperación de los valores tradicionales de la
diferencia de géneros, que ve en peligro, y una invectiva moral que
deja el problema en manos de las ciencias punitivas.

Lo que pudiésemos proyectar del pensamiento de Vallejo sobre


la cuestión del homoerotismo podría imaginarse fácilmente al saber su
perfil ideológico y su modo de proceder "científico". Este sí ha sido
explorado con gran profundidad al analizar la relación entre saber y
poder en la estela totalitaria. Por otra parte escribe como si no hubiese

539
existido producción sexológica en la historia de la biomedicina ni en
España ni en el resto del mundo. Solo hay un leve reconocimiento a
la existencia de la intersexualidad, pero en el fondo sigue palpitante el
lenguaje del desecho penitenciario.

En una visión tan integrista de la sexualidad podemos concebir


las reacciones de los propios homosexuales. En algunos casos
(Informante M.358) simplemente conocían que lo suyo era una cuestión
oscura de la que era mejor no hablar fuera del entorno de búsqueda de
desahogo sexual, y ni siquiera entonces. Otros, (informante F. 359)
incluso en fechas muy posteriores se reinterpretaron a sí mismos
como seres moralmente monstruosos con lamentables consecuencias
para su autoestima y acudieron sumisamente a una psicología que no
tardó en levantar acta de la profecía auto-cumplida de una
homosexualidad egodistónica.

En esta primera etapa del Franquismo la identificación de los


homosexuales con la anti-España sólo podía evitarse por los afectados,
en caso de caer en manos del aparato punitivo, mediante su clara
justificación de pertenecer de forma evidente a las filas de la "Nueva
España".

La ética de cuño teológico es una ideología que procura la


salvación de las almas. El problema es que el nacionalcatolicismo iba
a salvar a todos los españoles, quisieran o no quisieran. Esa es la otra
358 Entrevista en Badajoz, el 7 de mayo de 2010.
359 Entrevista en Madrid, 4 de octubre de 2011.

540
cara del redentorismo patriótico: la agresión y la represión. Una
muestra particularmente lamentable es el referido caso de los recién
nacidos de las prisioneras de guerra.

Una ilustración de cómo podían ser las terapias nos lo ofrece el


punto de vista con el que concluye, con otros expertos, Vallejo Nágera
sobre una técnica como el electrochoque o las inyecciones de
cardiazol:
Entre las medicaciones biológicas de las enfermedades
psíquicas ocupa el electrochoque un importante lugar, y
debe practicarse por todos los alienistas, especialmente
en los sanatorios, como recurso biológico y psicoterápico
simultáneamente. [...] Los resultados del electrochoque
parecen menos rápidos que los de la cardiazolterapia,
pero tiene el método eléctrico la ventaja de sus
posibilidades de dosificación y casi nulas
complicaciones. (Vallejo Nágera, Pelaz y Escudero, 1943:
481)

González Duro360 como psiquiatra clínico siempre vio castigos


encubiertos en estas prácticas. Nos ha referido que en sus primeros
años de ejercicio profesional en Madrid contempló con estupor como
su jefe de servicio ordenó aplicar un electrochoque, básicamente con
carácter punitivo, a un homosexual que había ingresado en el Hospital
con una crisis nerviosa por motivos amorosos.

Finalmente queremos remarcar que el punto de vista del


análisis circunstancial y materialista propuesto por Ugarte (2011)
queda verificado empíricamente. Ser un responsable padre de familia,

360 Entrevista en Madrid, el 22 de julio de 2011.

541
viril, católico y serio podía atenuar la represión sobre el individuo. En
este sentido los homosexuales masculinos que mostrasen adecuación
al sistema sociopolítico y a su género podrían tener más
posibilidades. Los afeminados y los de otra extracción habrían de
establecer sus estrategias en función de la red social disponible. En
principio de acuerdo con el Informante (Ñ.361) el mundo del folclore y
el espectáculo parecía un espacio de relativa seguridad. En relación
con la mujer, aunque Vallejo Nágera ha apuntado que no se libraba de
la homosexualidad adquirida por la vía del desnudismo, no constituía
una preocupación prioritaria. El problema del homoerotismo femenino
quedaba en el espacio de lo indecible e impensable en esta ideología
de género tan androcéntrica y patriarcal. Naturalmente las mujeres
emprendieron sus propias estrategias.362

6.4. LA PSICOLOGÍA CRIMINAL DE ECHALECU Y CANINO

a) Las coordenadas de la obra de Echalecu

¿Hemos de pensar, por tanto, que todo consistía en una patriótica


redención antes del proceso de tecnificación de las ciencias
penitenciarias del tardofranquismo? Aunque dicha idea contiene no
poca verdad, hay fuentes directas que nos permiten observar, ahora en

361 Entrevista en Jerez de la Frontera, 22 de junio de 2011.


362 Sobre este particular disponemos de amplia información en la obra editada por
Osborne (2012).

542
una vertiente aplicada como la psicología criminal, las tensiones
propias de la mezcolanza entre conservadurismo-integrista católico y
los flecos de influencia netamente fascista, no exentos en este caso de
una formación científica de tipo internacional. Desde una posición
formada en el biologicismo alemán (considerado superador del
lombrosianismo) y con un curriculum variopinto, hemos de
detenernos en la figura de Francisco Javier Echalecu y Canino (1897-
1957). Este especialista, amigo personal de Vallejo-Nágera y López
Ibor, asumió la dirección médica del Patronato para la Protección de la
Mujer y fue el redactor de los manuales de formación psicológico-
criminológica de la Escuela General de Policía. Aunque estuvo
vinculado a la policía nazi, eso no sirvió de obstáculo para que luego
llegase a ser promotor de la Interpol (Bandrés, Llavona y Zubieta,
2013: 55-56).

De sus obras cabe destacar el manual de Psicopatología


publicado en el Patronato de Protección de la Mujer en 1946 y el texto
de formación policial Psicología Criminal con nociones de
Psiquiatría Criminal de 1947. La lectura de ambos pone de manifiesto
que el segundo es una ampliación del primero, cuyos contenidos
integra, y asimismo éste no es más que una reedición de
Contestaciones al Programa de Psicología Criminal de 1943.

En éste último, y primero cronológicamente, es en el que


basan su análisis J. Bandrés, R. Llavona y E. Zubieta (2012),
investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, en un

543
lúcido examen general de lo que con acierto titulan «La Psicología
criminal en la Policía de Franco». En su estudio los autores explicitan
la fuerte filiación de nuestro criminólogo con la Biología criminal
alemana. De hecho este considera que la llamada Psicología criminal
forma parte tanto de la Psicopatología como de la Biología criminal.

Para los estudios de tipología criminal, Echalecu propone el


psicobiograma de Kretschmer. La superación del enfoque lombrosiano
radica, de acuerdo con el propio autor, en que ya no se trata de fijar
probabilidades delictivas sino de someter a análisis (constitucional-
biológico) al delincuente efectivo para captar la esencia de su
criminalidad y pautar los tratamientos efectivos. Muy influido por los
estudios del centro biológico-criminal de Baviera, compartirá la idea
de que la herencia juega un papel preponderante en la conducta
delictual (Bandrés, Llavona y Zubieta, 2013: 56-57).

Este modelo de psicobiología y legitimación de la limpieza


étnica será el que aportará a la formación de la policía española y
como muy bien destacan los analistas de la Universidad Complutense
(p.59) , no se trata de un modelo nazi genuino sino de puntos de vista
que los alemanes llevaban tiempo difundiendo en prestigiosas
publicaciones internacionales363

La producción de Echalecu y Canino tiene además una


importancia específica para nosotros por una serie de elementos que

363 Es el caso de Th. Viernstein (1932)

544
debemos comentar:

1) El autor se dedica a la formación específica de los cuerpos


policiales, con lo que cobra relieve en las tareas de identificación y
clasificación pre-penitenciarias. Esto tiene una lectura de represión
previa y propedéutica (y en ocasiones autosuficiente) y de evaluación
cargada de prejuicios. Ha de tenerse en cuenta que la actitud policial
era muchas veces la determinante para el desenlace posterior de los
casos de homosexualidad detectados.

2) Muestra un eslabón clave entre la concepción inquisitorial del


Estado y de la psiquiatría defendida por Vallejo Nágera (Huertas,
1998: 97-110) y las concepciones correctivas científicas de finales de
los 60. En este sentido participa del estilo fascista, todo lo matizado
que se quiera, propio de la psiquiatría de posguerra y su
patologización de cualquier tipo de disidencia. Este diagnóstico se
aplicó muy especialmente a los políticos de otras ideologías a los que
considera "fanáticos" ( Bandrés, Llavona y Zubieta, 2013: 57). Su
formación policial alemana y la influencia en su obra de la biología
criminal nazi le alejan no obstante de los sesgos más tradicionalistas y
católicos de los autores clásicos españoles.

3) Lo anterior se traduce en una actitud muy peculiar en relación con


las prácticas eugenésicas. Las connivencias entre eugenesia y fascismo
en España habían reproducido las propias disensiones entre la derecha
conservadora católica y el estilo nazi genuino (Cleminson, 2005) al

545
examinar los retorcimientos de la biología genética en la obra de
Vallejo Nágera en contraste con la producción de J. Medina (Álvarez
Peláez, 1998: 77-96) o para el caso portugués el episodio de la
inhabilitación de José Ayres de Azevedo Novais Basto (Castanheira,
2010). En este punto, Echalecu y Canino sostiene – consistente con su
enfoque biologicista germano - que el sentido de una heroica
profilaxis de la criminalidad:

sería la aplicación de los principios eugénicos y


prescindiendo desde una punto de vista religioso, moral y
jurídico, la esterilización de todos los psicópatas y
enfermos mentales, toxicómanos, etc., como por las
últimas disposiciones se efectúa en Alemania (Echalecu,
1947: 323).

4) Nos parece relevante su exposición de las diferentes escuelas


criminológicas, que incluyen la Psicoanalítica (Echalecu, 1947:13-14),
considerando el análisis del instinto sexual dentro de los parámetros
de dicha escuela, como luego expondremos. El reconocimiento a la
teoría psicoanalítica se encuentra repartido por toda la obra, pero ello
no obsta para que a la hora de rebatir la impunidad del delincuente
neurótico formule un alegato poco coherente con una concepción
positiva de la obra de Freud. Así afirma que

El psicoanálisis no ha podido suministrar la prueba respecto a la


existencia del denominado complejo de Edipo como fenómeno
humano genérico. Con ello caen también por tierra sus
fundamentos criminológicos (Echalecu, 1947: 174).»

Es notoria una descalificación del psicoanálisis que se produce

546
en unos términos epistemológicos alusivos a la carencia de pruebas
frente a las actitudes teológico-espirituales de la psiquiatría oficial y
su rechazo del "pansexualismo", máxime, si tenemos en cuenta que
Echalecu recurre a una actitud de este tipo cuando critica las teorías
sociológicas del delito por su materialismo económico y por implicar«
el fin de la responsabilidad del individuo y de la independencia del
espíritu, pero con ello también el fin de toda una cultura» (Echalecu,
1947: 343)

Este tratamiento de la teoría psicoanalítica, benévolo en


general aunque criticado de acuerdo con lo arriba indicado, contrasta
de manera muy acusada con la actitud antifreudiana del pensamiento
psiquiátrico oficial. Por otra parte su articulación positiva con otras
escuelas le hace discurrir a través de un eclecticismo teórico muy
temperado por sus filiaciones biologicistas.

5) Echalecu es el director médico del Patronato de Protección de la


Mujer.364 La protección de la mujer que bautiza al Instituto ha de ser
entendida en los términos de género365 que ya hemos analizado y
dentro de un regreso al reglamentarismo en materia de prostitución
después del abolicionismo republicano. La preocupación "por la
mujer" debe ribetearse con añadidos como que la mencionada
patologización de los adversarios políticos incluye a los defensores de
los derechos de la mujer (de uno y otro sexo) y su concepción sobre
cierta esencia domeñable en la mujer dado que
364 Guereña (2012:149-150) y Sánchez (2012)
365 En el capítulo II, en especial sobre la educación, epígrafe 2.3. (b).

547
la satisfacción sexual impulsa al hombre a la
posesión y a la mujer a dejarse poseer dado que […]
impulsos masoquistas débiles están difundidos en la
mujer normal como los que en una acepción amplia
tienden a causar dolor lo están en el hombre. (Echalecu,
1947: 256)

No es una cuestión menor lo inconmensurable de esta creación


franquista con su homónima republicana (1931-1935) o con el
llamado Patronato para la represión de la trata de blancas" (1904-
1931). Por la propia naturaleza de dicha institución, bajo cuyos
auspicios publicó el texto de 1946, es lógico que muestre un interés
muy pronunciado por la prostitución (Echalecu, 1946: 249-260 en
prácticamente reproducidas en Echalecu, 1947: 263-278). Se da por
hecho que se trata de un fenómeno femenino, con una única referencia
a la masculina que se considera como un propio subproducto de la
propia homosexualidad (masculina), en cuyo apartado se trata, y no en
el dedicado a la prostitución, y que «se recluta entre los elementos
humanos más indeseables» (Echalecu, 1947:260).

Protagonista de las tensiones entre conservadurismo y


fascismo y con una evidente propensión hacia el biologicismo fascista,
emisario─a su manera ─ del psicoanálisis, defensor de la eugenesia y
en la primera línea teórico-práctica del control de la cuestión de la
mujer en el franquismo, Echalecu considera fundamental el estudio
del instinto sexual y sus alteraciones para la comprensión de las
naturalezas desviadas. Ello abarca desde una comprensión de la
"normalidad" humana hasta un estudio profundo de las graves
alteraciones psíquicas que provocan « incendios, robos, y en las

548
mujeres, autoras de infanticidios […] teniendo que recurrir al
psicoanálisis para descubrir el oscuro fondo sexual de estos impulsos
criminales» (Echalecu, 1947: 248).

El instinto sexual es analizado en una óptica dinámica


psicoanalítica y compleja. Esta forma de entenderlo conlleva dotarlo
de un papel clave en la propia estructura psíquica que además viene
apuntalada y explicada en gran medida por la historicidad de la
psicología evolutiva y la atención a la sexualidad infantil. (Echalecu,
1947: .60-61)

Aquí combina elementos de la tradición de la scientia sexualis


orientada a la prevención de afecciones por experiencias traumáticas
(onanismo, perversidades reprimidas, haber sido testigo de relaciones
entre adultos, escrúpulos) que tienen una particular influencia en los
«hombres nerviosos» mientras que los que fueron «niños sanos y
robustos» se muestran inmunes. La exposición a lo sexual de alta
intensidad vendría tamizada por la constitución previa.

Echalecu (1947: 61-62) expone los complejos de Edipo y de


Electra, sus papeles en la historia de la psique y el camino hacia una
sexualidad adulta sana, si bien como advertíamos arriba no tiene
problema en tumbar más adelante las posibilidades heurísticas de la
explicación freudiana. A la hora de analizar las inhibiciones y los
problemas asociados al impulso sexual, recalca que éstos se
constituyen como tales (problemas) en temperamentos débiles y

549
proclives. Así, el sentimiento de pudor no es fruto de la moralina sino
que está anclado en la misma ambivalencia de lo sexual que se nos
puede mostrar como sublime y como repugnante, algo muy anclado en
la propia biología.

Por lo tanto el pudor, el rechazamiento [sic] y la timidez, tanto


en sus ausencias como exageraciones podrían generar alteraciones
psíquicas prodelictuales en sujetos particularmente predispuestos. Lo
sexual dinamiza y explica la vida psíquica saludable, amén de contar
con los mecanismos de conversión y sublimación que reconducen
todo ese excedente de energía (Echalecu, 1947: 63). En armonía con el
modelo biológico en el que se mueve, es la etiología predisponente
(constitucional) la que puede permitir enraizar problemas y
disfunciones de procesos precipitantes que en otros sujetos no tendrían
mayores consecuencias. Esta connivencia entre etiologías
predisponentes y precipitantes son un lugar común en la mayoría de
las explicaciones sobre el origen de la homosexualidad que hemos
venido analizando y el autor no va a ser una excepción en este caso.

Por otra parte entre delincuentes y prostitutas abundan


alteraciones del desarrollo sexual en una perspectiva orgánica, que se
hacen especialmente patentes en la coexistencia de elementos
masculinos y femeninos en las criminales y prostitutas (Echalecu,
1947:115) y en la importancia de tres categorías de interés
criminológico que se entrelazan en sus caracterizaciones, a saber,
eunucoides, intersexuales y sujetos con infantilismo e hipospadias

550
(1947: 134). No obstante, no llega a aclarar en qué consiste el interés
en las aplicaciones prácticas de los estudios de esas alteraciones más
que en el hecho general. Sólo indica que algunos desequilibrios
sexuales pueden conducir a la delincuencia como cuando ello
predispone a la homosexualidad en los esquizoides (1947: 129). Así
las cosas el enfoque biológico alemán es explicitado de forma
programática e ilustra lo que Bandrés, Llavona y Zubieta nos habían
advertido y que ya estaba presente en las Respuestas de 1943: las
intenciones son más modestas que las lombrosianas y tienen un
objetivo práctico sobre la evolución de una criminalidad ya
manifiesta, dado que el llegar a ser un delincuente presupone una
sinergia entre factores endógenos y una constelación exógena que se
une a ello (1947: 137)

Dentro de las perversiones sexuales remite a los estudios


clásicos de Krafft-Ebing y Moll. Encajar esta tradición en la
biotipología supone que la perversión ha de encontrar su fundamento
«en algún extremo de la disposición constitucional el sujeto, y, por
tanto […] deberá ser valorada como un fenómeno degenerativo, en el
el sentido más amplio del nombre». Y asimismo se hace eco de las
teorías endocrinas cuando añade que «también especialmente en
procesos causales de las glándulas de secreción interna». (Echalecu,
1947: 253-254).

551
b) La homosexualidad en la psicología criminal franquista

El balance de todo lo anterior permitirá comprender el punto


de vista de Echalecu sobre la homosexualidad. Antes de abordar la
cuestión y después de recorrer el onanismo, el exhibicionismo, el
fetichismo, el masoquismo y el sadismo, pasa a tratar la sodomía
(Echalecu, 1947: 259). En la cuestión de la sodomía, esta es descrita
como zoofilia. Esto supone la regresión a una concepción teológica de
la sodomía y una reducción selectiva del concepto, dado que el
bestialismo era solo una de las formas de sexualidad abominables 366.
El apartado sólo es conceptualmente moderno por el hecho de rescatar
también la denominación de "zoofilia erótica" (Krafft-Ebing) y por
seguir el análisis de Havelock Ellis.

La homosexualidad propiamente dicha es analizada bajo el


mismo epígrafe que la necrofilia si bien esta última solo recibe dos
líneas al final. El tratamiento teórico de las condiciones y relaciones
homosexuales se hace a partir de la idea del dinamismo del desarrollo
sexual normal y del papel desempeñado por los factores de
constitución. En el despliegue normal de la sexualidad son normales
las amistades apasionadas de matiz homoerótico; además este
desarrollo (normal) se basa en una constitución originariamente
bisexual. Al abrigo de la investigación animal, el peso cuantitativo de
los factores constitucionales sexuales (entendemos masculino y
femenino) determinará la madurez sexual corporal y psíquica

366 Sobre esta cuestión se ha tratado en el epígrafe 3.1. de este trabajo.

552
(Echalecu, 1947: 259). No le cabe duda a Echalecu de la existencia de
hombres orientados homosexualmente por factores constitucionales,
por ende, hereditarios, lo que se verifica por la reiteración de casos de
homosexualidad en algunas familias. Estos homosexuales
constitucionales masculinos (invertidos) ofrecen:

características que corresponden al sexo opuesto (por


ejemplo, ginecomastia, o sea tener pechos como los de la
mujer, caderas anchas, voz atiplada, anomalías en la
implantación del cabello) y presentan un carácter blando,
con tendencias femeninas, amaneramiento, gestos
femeninos, actitudes de mujer (1947: 260).

Una constitución feminoide tiene las resonancias del


parentesco entre homosexualidad y hermafroditismo que ha sido
recientemente destacado por Vázquez y Cleminson (2013: 233). Es
asimismo una concepción en términos de inversión. Las explicaciones
del vínculo entre las alteraciones de la conformación sexual primaria o
secundaria (biológica) y los rasgos psicosociales asociados
culturalmente (género) servirán de pivote a las diferentes teorías
manejadas por Echalecu y guiarán su investigación empírica. No era
infrecuente que la explicación de alteraciones asimilables al
hermafroditismo ─ bien contextualizado esto ─ se solapen de forma
recurrente con explicaciones sobre la propia homosexualidad y otras
conductas (o identidades) también consideradas punibles o al menos
sujetas a medidas de seguridad.

Pero la consumación efectiva de prácticas homosexuales


depende del resto de la personalidad. En este sentido es

553
particularmente importante la protección de la juventud (hasta los 21
años) por el hecho de que su indefinición sexual y la importancia de
las primeras experiencias, haría a los jóvenes susceptibles de
seducción y anclaje en la homosexualidad obstaculizando desarrollo
psicosexual adulto.

Para los homosexuales ya identificados, y con círculos de


referencia, el mutuo ensalzamiento y adoración son importantes, al
tiempo que quedan expuestos a todo tipo de chantajes y son dados al
consumo de drogas.

La lucha contra la homosexualidad se basa en la prevención,


particularmente la protección de los menores, la normalización
(reorientación) de las tendencias homosexuales en los psicópatas con
objeto sexual indiferenciado (además del peligro de las fantasías
masturbatorias), y ya como paliativos, la recomendación de la
psicoterapia para el alivio de la mentes atormentadas de los ya
identificados, así como evitar contraer matrimonio si conservan
«potencia respecto al sexo opuesto».

Se nos presenta una concepción de la homosexualidad


contextualizada dentro de un modelo dinámico y evolutivo de la
sexualidad en la que la bisexualidad originaria aparece de una forma
explícita requerida por la necesidad de fundamentaciones, que no tenía
lugar en la exposición sobre el instinto sexual.

554
El paso de las predisposiciones a la práctica requiere la
concurrencia de más factores de la personalidad, no analizados, si bien
deja bien clara la vulnerabilidad de la infancia y la juventud ante la
acción seductora de los homosexuales ya conformados. El potencial
contaminante y su emotividad lábil y menesterosa, así como el hecho
de ser con frecuencia víctimas de chantajes y consumidores de
estupefacientes afina una caracterización que alterna elementos físicos
y psíquico-conductuales a los que se da etiología hereditaria. Esto
implica la contraindicación del matrimonio (se entiende también que
de la reproducción). Observaciones empíricas como las amistades
pasionales en la pubertad, los estudios zoológicos y la incidencia en
grupos familiares, serán utilizadas para el respaldo de una teoría en la
que juegan un papel determinante las predisposiciones
constitucionales. En las prescripciones, el papel de la psicoterapia y
las insinuaciones eugenésicas nos evocan lo que ya hemos explorado
en la producción del médico portugués Egas Moniz 367, si bien en
Echalecu el programa preventivo y de modificación de la orientación
(entiéndase bien que no es normalización de la homosexualidad sino
evolución hacia la normalidad-heterosexualidad) pasa a primera línea
con lo que ello supone, dadas las soluciones sugeridas por los
practicantes de la línea de pensamiento en la que estaba formado
nuestro autor.

Aborda también la cuestión de la homosexualidad femenina,


aunque « no ofrece el mismo peligro social ni llega a la extensión que
367 Véase Cleminson y Molina (2012); en general y para Moniz tratado en
Cleminson (2014).

555
la del hombre» (Echalecu, 1947:261). Esta mayor tranquilidad le
permite un excurso histórico-cultural donde alude a la poetisa Safos,
el conocimiento de esta conducta desde la antigüedad así como las
diferentes terminologías al respecto (safismo, tribadismo, lesbianismo)
para luego resaltar el virilismo de origen hormonal presente en estas
mujeres (inversión en la fórmula endocrina). Esta virilización había
sido resaltada anteriormente como un rasgo constitucional afín a la
criminalidad.

El «tranevestitismo» [sic] sería la atracción irresistible hacia


ocupaciones propias del género femenino en hombres sin ninguna
homosexualidad constitucional, como ejemplifican dos casos
alemanes como el del obrero estudiado en una clínica psiquiátrica de
Tubinga por haber publicado una propuesta de matrimonio en la que
era condición que él realizaría las tareas de la casa antes de irse a la
fábrica, y el caso de un individuo aficionado a la limpieza y
observación de la cristalería doméstica hasta el extremo de
experimentar eyaculaciones. La descripción del "tranesvestitismo"
supone una alteración del género sin etiología constitucional cuyas
ejemplificaciones parece querer ser objeto más de chanza y curiosidad
que de interés teórico o práctico.

c) Exterminio, redención o corrección.

Desde la tradición alemana en la que se formó Echalecu , se


consideraba que sobre la pureza étnica se cernían como enemigos (1)

556
las razas inferiores, los minderwerting, (2) los arios aquejados de
enfermedades mentales, los lebensunwert, (3) y por último (4) los
"asociales" o gemeinschaftsfremd, individuos sin patología pero
extraños, inaceptables, inconformistas o pervertidos (Muñoz Conde,
2001; 2002). El régimen franquista hizo todo lo posible por alejarse de
los espectros del totalitarismo más agresivo y además el
nacionalcatolicismo no era proclive a racismos biológicos ni
eugenesias radicales. Para el nazismo las soluciones finales pasaban
por la reclusión indefinida, el exterminio o la esterilización. La gestión
de los "asociales" en el franquismo hubo de ajustarse, primero
redentorismo368 de la primera etapa del franquismo, y a medida que
avanzaba el régimen, hacia un modelo menos "concentracionario" y
más correcionalista (Lorenzo, 2011).

Los asociales, acabarán incluyendo a cualquier elemento


incapaz de encajar en el sistema, entre los que la criminología del
franquismo colocaría a los homosexuales. Para ello no suponía ningún
obstáculo que tanto la medicina nazi como la franquista utilizaran
alternativamente ─ o a la vez ─ modelos genetistas o ambientalistas
para la explicación de la homosexualidad. La práctica y los objetivos
de control estaban muy por encima de cualquier rigor teórico. A
medida que avance el régimen de Franco el interés persecutorio por la
"homosexualidad" irá incrementándose a la par que el discurso
biomédico intentará fomentar una mayor comprensión a los problemas

368 Epígrafe 7.4.a de este trabajo. La primera etapa del franquismo sí exterminó de
forma más sistemática a los disidentes políticos y a lo que se llamaba la anti-España
aunque no alcanzara los grados del nacionalsocialismo. Véase el epígrafe 6.3.

557
de estos "desviados".

Los discursos promotores de la liberación o comprensión con


los homosexuales no dejan de formar parte del mismo gobierno de las
poblaciones. Las quejas sobre la inhumanidad de los tratamientos y la
necesidad de reformarlos de manera que sean caritativos y eficaces,
forma parte del mismo entramado biopolítico. El homosexual es una
figura que estaba situada entre lo criminológico y lo psiquiátrico.
Tanto los alegatos a favor de reformar las prácticas penitenciarias
como las reflexiones médicas que pedían una reconsideración de la
homosexualidad, serían de acuerdo con Vázquez (2011: 8) parte de los
mismos dispositivos de la prisión y de la sexualidad.

6.5. CIENCIA Y LEY369: «RIGOR EN OCASIONES, CARIDAD


SIEMPRE, SIMPATÍA NUNCA»

a) Recapitulación y contextualización de dos Discursos

Como estamos recogiendo aquí, la homosexualidad fue


considerada una entidad nosográfica morbosa por la literatura
biomédica española de las tres primeras partes del siglo XX. Por otra

369 Los resultados parciales de la investigación, que aparece ampliada en este


epígrafe, fueron presentados en una comunicación en las IV Jornadas
Internacionais de História da Psiquiatria e Saúde Mental, Coimbra, 2013 y
posteriormente publicados en un libro-DVD. Véase Molina (2014).

558
parte, bajo la figura de la prevención social, la republicana Ley de
Vagos y Maleantes (1933) fue modificada en 1954 con el solo objeto
de incluir a los homosexuales entre aquellos a los que había que
aplicar las medidas de seguridad.

Hemos analizado cómo las doctrinas de la peligrosidad y


defensa social, de por sí versátiles y arbitrarias en lo que se han
llamado delitos sin víctima, constituyen unas herramienta represivas
de gran alcance bajo el signo de un poder totalitario. Dos expertos en
dos materias prioritarias, el derecho y la medicina forense, formularon
en la década entre 1959 y 1965 sendos discursos que podemos
considerar paradigmáticos del tratamiento de la homosexualidad que
hizo el nacionalcatolicismo. Se trata del Discurso sobre la
homosexualidad del Dr. Pérez Argiles (1959) y el discurso de ingreso
en la Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación,
Contemplación jurídico-penal de la homosexualidad, de Luis Vivas
Marzal (1965), contestado por Eduardo Molero Massa.

El texto de Pérez Argiles es central en nuestro estudio. Lo es


no solo de una forma cronológica. Constituye un momento en el que
se recupera cierta "cientificidad" en los discursos médicos sobre el
homoerotismo, después de la visión de posguerra que podría
condensarse en los puntos de vista de Vallejo-Nágera. La producción
de Echalecu, que también analizamos en esta investigación, sería un
aparte de tipo criminológico-policial. El Discurso se pronuncia
cuando ya tenía cierto recorrido la modificación de 1954 de la Ley de

559
Vagos y Maleantes que hemos anotado arriba, y cuando ya había sido
difundido socialmente el intempestivo Sodomitas (1956) de Carlavilla.
La homosexualidad había pasado a constituir una preocupación. De
otro modo no se entiende semejante concentración institucional de los
ojos administrativo y clínico sobre el asunto.

De acuerdo con un análisis materialista, en la línea de Ugarte


(2011) las condiciones socioeconómicas de posguerra habían
cambiado y ya había empezado a producir un éxodo rural importante
hacia las ciudades. Los fenómenos de urbanización en España datan
del siglo anterior, pero el lento desarrollo de la industrialización en el
país había propiciado procesos de diferente velocidad que ahora
retomaban fuerza.

El texto de Vivas Marzal es una producción jurídica


reveladora de una retórica arcaizante que a nuestro juicio estaría en
las mismas coordenadas del texto de Pérez Argiles, al que se refiere
con frecuencia como su fuente científica autóctona. Sin embargo tiene
la peculiaridad de que se produce ya cuando los discursos del final del
franquismo, que habremos de estudiar a continuación, estaban
prácticamente despuntando. El lema «Rigor en ocasiones, caridad
siempre, simpatía nunca» (Vivas Marzal, 1965: 24) aúna las
perspectivas de ambos autores, uno desde la medicina legal y el otro
desde el derecho.

La tradición napoleónica en la que se había venido

560
desarrollando el penalismo español a partir de mediados del siglo
XIX, excluyó de los Códigos Penales los delitos relacionados con las
prácticas homoeróticas. En esto hay que contar con las excepciones de
los Códigos de Justicia Militar y el periodo de la Dictadura de Primo
de Rivera. Esa exclusión del Código Penal se mantuvo durante la
dictadura franquista. Ello no puede considerarse en ningún caso
síntoma de que el régimen nacido del golpe de Estado y subsiguiente
Guerra Civil fuera comprensivo o condescendiente con la disidencia
sexual.

Para una adecuada comprensión de las formas articuladas del


discurso (Llamas, 1998) sobre la homosexualidad durante el periodo
acotado, se hace necesario situarlas en ese espacio «entre el pecado y
la enfermedad» en que las emplaza Javier Ugarte (2004). La
naturaleza confesional del Régimen amparaba unas estructuras de
poder institucionales (autoritaritarias) que asumían de forma
fundacional una moralidad pública y privada católica. En ese espacio
puede pensarse cabalmente "lo homosexual" como lo que puede ser
objeto de reprobación (y reparación moral-legal) y lo que puede ser
objeto de tratamiento médico (reparación moral-clínica/prevención).

La ya descrita idea de peligrosidad social será la que permita


ejercer la represión. La peligrosidad predelictual y los delitos sin
víctima (Lamo de Espinosa, 1989) constituyen una encrucijada entre
la moral social y la capacidad coercitiva del Estado. De orígenes
marcadamente positivistas, cuentan de partida con un oxímoron en sus

561
contenidos. El positivismo es el proyecto de la posibilidad de hacer
una ciencia dentro de un modelo de hechos. Este ideal discurre
paralelo al surgimiento de unas ciencias sociales que aspiraban a
justificar el aparato predictivo y de control del que gozaban las
ciencias de la naturaleza forjadas en el programa newtoniano. Dicho
positivismo se conjuga armónicamente con el utilitarismo como teoría
ética.370
En relación con el homoerotismo (para nuestros efectos el
antiguo crimen de sodomía), el utilitarismo ya había propiciado de la
mano de Jeremy Bentham (2002) un planteamiento disolvente para los
derroteros de la moral tradicional y religiosa. La utilidad que
constituye el bienestar de la mayoría es entendida en el sentido
restringido que estos discursos tenían antes del aldabonazo del
marxismo. Ese bienestar puede requerir la defensa social, pero de otra
parte no parece que el poder del Leviatán liberal y científico debiera
preocuparse demasiado por lo que libremente consientan dos adultos
en privado. Este estilo jurídico, que fue extendido por la influencia
napoleónica a países de tradición fuertemente católica como España y
Portugal se encontrará truncado mediante la aplicación de medidas
de seguridad. En el caso de España la brecha de la Guerra Civil dio al
traste con cualquier proyecto de modernidad.

En Portugal, el salazarismo se esforzó por ejercer su


autoritarismo bajo el manto de un «garantismo» que conservaba lo

370 Esta connivencia ya fue detectada por F. Nietzsche y la consideró el cuarto


paso del desarrollo del error metafísico-moral fundamental en que se había
venido basando el mundo occidental.

562
mejor de la intelectualidad republicana. Ello en términos globales no
mermaba la efectividad de este tipo de medidas. La aplicación además
gozará de todo el beneficio supone el tratamiento arbitrario y ad hoc
que requiere el mantenimiento de dos sociedades fuertemente clasistas
e inmersas en «monoteísmos políticos»371. Estos rasgos dejan más al
descubierto el asimétrico tratamiento que se realizaba de los sujetos
según su extracción social e ideología. También las migraciones de la
moral hacia el derecho bajo los auspicios del Estado racional
contemporáneo, en este caso autoritario, supondrán uno de los
episodios que ejemplifican cómo se reorganizaba la normalización de
las conductas. Esta se articulaba ahora bajo la forma de identidades
sobre las que operaban los saberes de intervención biopolítica.

En el franquismo, los textos legales sobre los que pivotan las


prácticas del Estado acerca de los y las homosexuales serán el Código
Penal (1944), bajo la flexible categoría de «escándalo público» y la
Ley de Vagos y Maleantes (1933) modificada como hemos dicho en el
franquismo, únicamente para incluir a los homosexuales (1954). Esta
última merecerá una reedición "científica"en la Ley de Peligrosidad y
Rehabilitación Social (1970) que siguió vigente hasta bien entrada la
democracia.

b) El Discurso sobre la homosexualidad de Pérez Argiles

El primero de los documentos a que nos referimos, el Discurso


371 Usamos la expresión monoteísmo político haciendo un símil con el concepto
weberiano. Nos referimos a que en ambas dictaduras la preocupación principal
de las autoridades era la persecución de cualquier disidencia política,
especialmente de linaje marxista.

563
sobre homosexualidad del Doctor Valentín Pérez Argiles, es un texto
académico presentado en la Real Academia de Medicina de Zaragoza
en 1959. En él se parte de lo lamentable y problemático del asunto, y
de la imposibilidad de obviarlo o ignorarlo. Se trata además de un
documento analizado con profundidad por los estudios sobre la
homosexualidad en el franquismo (Arnalte, 2003: 90-98; Ugarte,
2004: 20-21; Adam y Martínez, 2008:117-121; Martínez y Adam,
2008:108-111). En él se resumen ciertos lugares comunes de la
medicina de las perversiones, las zozobras de las búsquedas en lo
somático y sobre todo alegatos acerca de la corrección.

En el discurso se hace una inferencia de muy dudoso rigor


metodológico pero no por ello menos frecuente: dado que se observa
inversión sexual episódica en algunas patologías (epilepsia, parálisis
general y demencia senil), podemos inferir el carácter patológico de la
inversión. Tras recorrer explicaciones sociales y psicológicas, acude al
lugar común de la zoología (etología) que ya andaba hacía años
buscando conducta sexual invertida por toda la escala animal. La
búsqueda en la escala animal exhibía resonancias jerárquico-
lamarquistas que hacen ver cuán complejo resultaba, y sigue
resultando, la asimilación del evolucionismo darwinista para
mentalidades teo-teleológicas.

El modelo de la "inversión sexual" se solapaba con los


primeros pasos inciertos de la "homosexualidad" como concepto
médico-legal y con frecuencia se buscó amparo en la teoría de los

564
estados intersexuales de Gregorio Marañón (Adam y Martínez, 2008:
113-117; Vázquez y Cleminson, 2011). El texto hace un excurso
literario e histórico donde se examinan las prácticas homoeróticas en
la historia de las culturas. La «contagiosidad» es la constante que
Pérez Argilés deriva a partir de la consideración histórica y
etnográfica sobre otros tiempos y lugares. La posición defendida
quiere alejarse al mismo tiempo de lo "terrorífico" de la Edad media y
de la impunidad que parecían reclamar los apologetas de la inversión
(proselitismo homosexual): se sugiere el tratamiento médico.

El peligro fundamental del homosexual radica en su


«contagiosidad». Esta no solo debe tenerse en cuenta para la
protección de menores y la persecución del escándalo público sino
también para evitar que no activen el mal «en gran número de
individuos que ignora su predisposición». En esos casos el
homosexual actuará como un interruptor que «arrastra a un mundo de
ignominia y desesperación» (Pérez Argiles, 1959: 26). Este
mecanismo ya había sido explorado por Monteiro (1922) en su teoría
médica llena de connotaciones morales, y nosotros habíamos
considerado que describía un fenómeno de reconstrucción de la propia
identidad. En efecto el homosexual potencial podría «desenvolver
normalmente su vida, merecer el respeto de sus conciudadanos, crear
una familia, etc.». El contacto sexual con un homosexual "en acto"
produciría un estigma y un lastre. Entendemos que las dificultades
serían sobre todo de carácter exógeno (pérdida de respeto, de
posibilidad familiar...) pero indudablemente algo se pone en marcha

565
en el sujeto que lo aboca a esas pérdidas. Desde fuera se asigna el
estigma, desde dentro se genera una nueva identidad.

El homosexualismo no merece ninguna simpatía para Pérez


Argilés (1959: 78-82). Por eso considera digna de crítica exhaustiva la
teoría de Hirschfeld, que a su juicio, es proclive a dicha benevolencia.
Por otra parte intenta desmontar la apología de la homosexualidad
realizada por André Gide. La homosexualidad, tanto activa como
pasiva, provocará una «degradación de la virilidad». Supone para los
seres racionales un «monstruoso atentado a la moral» siendo inválidas
las homologaciones con el reino animal, ni siquiera respecto a la
belleza de sus machos, que no es comprable con la belleza presente en
la hembra humana. Además la homosexualidad no es espontánea. Lo
primario es la autosexualidad y como otros tantos aspectos de lo
humano, requiere la socialización y la educación para su correcto
desarrollo. Los alegatos de Gide son inválidos y peligrosos y debe
mantenerse a la juventud alejada de tales ideas. Antes de tratar la
cuestión científicamente, hace referencia a la existencia de la
homosexualidad femenina que es igualmente de origen arcaico y no
menos abundante en el curso de la historia (1959:36).

La raíz de la homosexualidad estaría en la constitución


cromosómica del sujeto. El sexo se determina anatómicamente desde
la infancia, pero hasta la adolescencia no despuntan los impulsos hacia
el otro sexo. Sobre ese fondo de bisexualidad originaria podrían actuar
factores exógenos (ambientales-educativos) o endógenos

566
(temperamento psicopático) que pueden llevar al desarrollo de las
tendencias homosexuales.

Habría signos morfológicos de intersexualidad que al ser


borrados por el desarrollo pueden oscurecer la explicación de la
homosexualidad constitucional. Así en los varones se hallarán
criptorquidias, ginecomastias y síndromes adiposogenitales
transitorios. En las mujeres hipertrofia del clítoris e hirsutismo. (Pérez
Argiles, 1959:37). Tenemos entonces una homosexualidad
somatógena, orgánica relacionada con factores somáticos y que sería
genuina. Es diferente de la homosexualidad psicógena desatada por
las lecturas, traumas, historial sentimental, timidez y, por supuesto, el
contacto con algún homosexual seductor de más edad. No obstante
siempre cabe preguntarse si esos factores exógenos no actuarían sobre
una predisposición constitucional.

Pérez Argiles entiende entonces la homosexualidad


constitucional como vinculada a una masculinización o feminización
somática, o como una desviación favorecida por ciertas circunstancias
sin descartar que las mismas actúen sobre una predisposición. En el
análisis morfológico y endocrino propone la búsqueda, en el
homosexual, del sexo contrario: tono de voz, ademanes, gustos y
preferencias, relaciones antropométricas, reparto piloso, genitales,
glándulas mamarias, distribución adiposa y la laxitud de la
articulación del codo (Pérez Argilés, 1959: 40)372. Esto ha de
372 En los hombres bien diferenciados sería imposible la maniobra que pueden
efectuar las mujeres de hiperextensión en supinación. La [sigue en]568

567
completarse con estudios de tisológicos y citológicos y con un perfil
endrocrinológico.
Pérez Argiles intenta rebatir los argumentos pro-homosexuales
que justifican o intentan atenuar la gravedad de dichos
comportamientos. De particular interés es la idea de "homoestásis
patológica"373. La enfermedad de alguna manera genera una reacción
de normalización y autorregulación en los organismos: eso le permite
a Pérez Argilés atacar la noción de homosexualidad normalizada
(pederastia normal) que Gide había postulado (y a la que ya Marañón
había respondido críticamente).

En la actualidad científica de Pérez Argilés (1959: 37 y ss.), la


homosexualidad es explicada por una potencialidad bisexual (orgánica
o funcional) sobre la que luego pueden operar factores exógenos
favorecedores. Es una combinación etiológica en la que incluye tanto
factores de predisposición como de desencadenamiento. Las
características físicas que propone estudiar son un primer paso para el
pronóstico. A mayor presencia de las mismas, menor probabilidad de
curación y efectividad por la vía psicológica (psicoanalítica). La
morfología homosexual se aproxima a una feminización que no llega
ni al hermafroditismo ni al pseudo-hermafroditismo. Los estudios
genéticos incluyen un examen familiar y estudios de corpúsculos
cromatínicos mediante biopsias cutáneas y frotis sanguíneos o de
[viene de]567 comprobación experimental se haría al intentar tocar los codos
entre sí con los brazos extendidos delante del tronco y las palmas hacia delante.
En los hombres sería imposible y se dibujaría una V, en las mujeres y hombres
mal diferenciados, sí es posible y obtendríamos una Y.
373 La noción de homoestasis patológica explica la "normalidad" en la
"enfermedad" por los mecanismos de compensación interna.

568
mucosas. Por último el estudio endocrinológico, que parecería
prometedor, se muestra a los ojos de Pérez Argilés como
rotundamente ineficaz a la hora de establecer pautas terapéuticas
generales.

Será fundamental entonces el estudio psicológico (Pérez


Argiles, 1959:41-42). La descripción de una inversión-perversión
(pseudo-inversión) le hace matizar que la diferencia entre el
(homosexual) uranista congénito y el (homosexual) pederasta374
adquirido es un artificio teórico, dado que sólo hay unos pocos
congénitos y una mayoría de individuos que fueron desviados en la
juventud (época de indiferenciación) por otros mayores que les
crearon un reflejo condicionado. El tratamiento pasaría por terapia
orientada a la sublimación, que le parece más fácil en los
homosexuales y en todo caso, sería preciso perseguir a los corruptores.

La comparación de la homosexualidad con la diabetes


propuesta por Marañón le parece demasiado laxa. Aquí entra en juego
la responsabilidad del homosexual. Tiene más que ver con un enfermo
que expandiera, a sabiendas y de forma indiscriminada, su
enfermedad.

Tampoco el tuberculoso es responsable de su


tuberculosis; pero tendrá una grave responsabilidad
cuando por odio al resto de la Humanidad sana (dolo), o
desinteresadamente del riesgo de su contagiosidad (dolo

374 Como veremos a continuación es la distinción que manejan López y Gisbert


(1962).

569
eventual), o por ignorancia, etc. (culposamente), se
dedique a la siembra de sus esputos bacilíferos. (Pérez
Argilés, 1959: 25-26).

El homosexual se asocia a la misantropía, a la indiferencia o a


la ignorancia. En todo caso es responsable de los contagios que
procure. Con tan gráfica comparación se está pidiendo a la Ley que
intervenga para frenar esas actuaciones (Ugarte, 2004: 21). Esa
intervención se justifica desde una mixtificación de elementos
biológicos, psicoanalíticos y conductistas. Estos últimos son los que
conceden mayor eficacia a los mecanismos de castigo.

Pérez Argilés muestra un profundo eclecticismo y será la obra


de Freud la que le proporcione tipologías, teoría y esperanzas de
tratamiento. La terapia, no obstante, parece que debe encaminarse
hacia la castidad. Esto resulta complicado, dada la voluptuosidad que
caracteriza a sus relaciones, al estar «disociadas sensualidad y
ternura» (Pérez Argiles, 1959:47). Es preferible la profilaxis mediante
la correcta educación, impidiendo la exposición prematura a estímulos
y muy especialmente mediante la persecución de los corruptores de
menores que expanden este amor, «siempre inferior al normal».

Hallamos por tanto en el Discurso de Pérez Argiles un condena


moral, una profilaxis social y una amalgama de teorías
contemporáneas que se resuelven en el logro de la continencia como
medio de evitar el contagio de un mal que puede corregirse en la
mayoría de los casos.

570
c) Rigor y caridad sin simpatía: Luis Vivas Marzal

El texto de Pérez Argilés es citado como autoridad por el


segundo de los documentos que analizamos, el discurso de Luis Vivas
Marzal, pronunciado en 1963 con motivo de su ingreso en la
Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación. En un contexto
de reflexión sobre las intersecciones de la moral y el derecho, Vivas
Marzal hace una revisión del penalismo sobre la homosexualidad,
fundamentalmente masculina, ya que, muy en la línea que sostiene la
invisibilidad lésbica, defiende que la femenina «no crea los problemas
que la otra, por su menor virulencia, o por permanecer en la más
completa clandestinidad» (Vivas, 1963: 7).

La cita de Pérez Argilés permite combinar la explicación


científica con base orgánica (lo que siempre da un espaldarazo de
"objetividad") con la noción de contagiosidad y prevención que harán
requerir la intervención de la defensa social, particularmente para
proteger a niños y jóvenes, que están psíquica y físicamente sin
formar. Previamente expone clasificaciones que proliferan a partir de
la dicotomía innato/adquirido y que el propio Pérez Argilés había
puesto en tela de juicio. La justificación de un mayor interés penalista
le hace acudir a la autoridad de J.A. Gisbert que vincula, desde la
medicina legal, la homosexualidad y la psicopatía, con todas las
consecuencias criminológicas que ello podía conllevar.
Vivas Marzal efectúa el recorrido histórico-cultural de rigor,

571
aunque se detiene más en la historia del derecho y el derecho
comparado. Cuando abandona la perspectiva diacrónica y se fija en la
legislación del momento, intenta denunciar, desde el Código Penal, la
"impunidad" de la homosexualidad (no olvidemos que dijera lo que
dijera el Código, las medidas de seguridad estaban vigentes, y que la
figura, esta sí penal, del "escándalo público" tenía una versatilidad que
permitía enseñarse con los homosexuales) (Terrasa, 2008).

Vivas Marzal repasa los delitos "relacionados" como el rapto,


la violación y los delitos sexuales en general en los que no hay
mención explícita a "lo sodomítico" ni a la homosexualidad. Aunque
en el tipo jurídico de los abusos cabe incluir la homosexualidad, no le
parece que se castigue en sí misma, sino por el abuso.

El escándalo público y los requisitos de trascendencia y


divulgación le parecen variables. Podrían distorsionarse por los dos
extremos que representan la repulsa hacia lo abominable y el purismo
de no querer confundir moral con derecho. El balance para Vivas
Marzal es que la legislación es insuficiente y confusa, para lo que
propone el endurecimiento de la pena de abusos cuando hay concurso
homosexual, que los actos sean tenidos por punibles siempre que
ocurran con menores de 21 años dado el peligro de la propagación,
que se eliminen ambigüedades para ser explícitos y severos con la
homosexualidad y con los conatos de propagación, y un refinamiento
técnico de la Ley de Vagos y Maleantes mediante técnicas
clasificatorias y la creación de instituciones especializadas de

572
tratamiento, lo que llegará con la ley de 1970.

Vivas Marzal pide refinamiento y tecnificación jurídicos para


reprimir las conductas homosexuales que le parecen tratadas
demasiado benévolamente por el derecho positivo. Reclama que se
incluya en el texto de la ley la prevención social que Pérez Argiles
invocaba como la mejor solución profiláctica.

d) La sexología forense española: López Gómez y Gisbert

Los dos discursos analizados en el apartado anterior nos


remiten a la autoridad forense de los Doctores López Gómez y Gisbert
Calabuig, concretamente aluden a su Tratado de Medicina Legal
(1962) que aborda las «perversiones sexuales» en el capítulo de
«Sexología forense». Vivas Marzal (1963: 10) hacía una llamada a la
autoridad de Gisbert en su discurso de ingreso y López y Gisbert
(1962:7) se hacen eco del Discurso de Pérez Argiles. Estas tres fuentes
junto con la que constituye la obra del juez Antonio Sabater Tomás
han sido comentadas por Martínez y Adam (2008).

La sexología forense de López y Gisbert se ocupa de la


homosexualidad como aberración sexual (1962:7-9). En su exposición
encontramos elementos sexológicos del siglo XIX como en las obras
equivalentes de los autores portugueses, si bien en un formato mucho
menos prolijo. El discurso está construido mediante piezas dispares a
las que los autores dan unidad. Para nuestros forenses la
homosexualidad masculina, también llamada inversión, uranismo y

573
pederastia, puede adoptar dos formas, una constitucional, en la que
los individuos son distintos de la generalidad por su afeminamiento
conductual y a veces somático. Se la llamaría «uranismo» y sería un
«estado interesexual de naturaleza funcional» (1962:8).
Experimentarían rechazo por el sexo opuesto y, de acuerdo con
Hirschfeld, practicarían mucho más actos orales y manuales que coitos
inter-femora o inter-feces.

La otra variedad, «que muchos llaman pederastia» (López y


Gisbert, 1962:8)375 es de aparición más tardía y es causada por
contagio o seducción. En este caso
el sujeto no presenta la contextura femenina acusada
como los uranistas, tiene tendencias bisexuales y todo el
conjunto de sus rasgos hace pensar más en una
depravación viciosa que en una desviación instintiva.
Esencialmente el homosexual de este tipo se siente
atraído de una forma predominante por el coito anal,
desempeñando tanto un papel activo como pasivo. Entre
estos homosexuales son frecuentes variadas
manifestaciones antisociales y aun graves delitos, incluso
el homicidio, motivados por las más bajas pasiones
(López y Gisbert, 1962:8).

Los dos tipos de homosexual descritos nos remiten al


imaginario de los fairies y al mariquita, y a sus figuras masculinas
correspondientes (Chauncey, 1994; Ugarte, 2011), con la peculiaridad
de que no se hace una atribución de la sexualidad pasiva a los
primeros, como venía siendo habitual. La atribución a los segundos de
un carácter bisexual tiene que ver con la forma de integración social
de muchos homosexuales mediante matrimonios con descendencia.
375 La cursiva en el original.

574
El discurso biomédico va intentando cubrir las diferentes
subjetividades con la aplicación indiferente de distintos conceptos
extraídos de la tradición sexológica. La presencia de homosexuales
que desempeñan tanto el rol activo como el pasivo y que no tienen
afectada su identidad de género ya nos sitúa en las subjetividades gays
contemporáneas, que coexisten con las figuras anteriores. Esto viene a
reforzar las propuestas de los análisis de Halperin (2002) y Sedgwick
(1994) que hemos referido en este trabajo.

La homosexualidad femenina, lesbianismo o safismo, también


se conoce desde la antigüedad (López y Gisbert, 1962:8-9). Se respeta
el término "tribadismo" para las prácticas de simulación del coito
mediante frotamiento. En ellas también se gradúa la aberración por la
inversión del género, siendo común la repugnancia que sienten hacia
los varones. Sus sentimientos pueden ir desde el platonismo idealista
«hasta las prácticas lascivas más extremadas». Se reconoce que los
hábitos sociales de proximidad afectiva entre mujeres pueden
mimetizar la contagiosidad del fenómeno en el que se empeñan con
tanto apasionamiento como para llegar también al suicidio y al
crimen.

Las prácticas pederásticas son atendidas en un apartado aparte


sobre las violaciones, entendidas como atentados pederásticos que
reciben el nombre de sodomía cuando se practican sobre mujeres
(López y Gisbert, 1962:18). Vemos de nuevo aparecer y reaparecer las

575
categorías con reasignación semántica. Recuerdan que «para que sea
perseguido ha de haber denuncia previa de su ejecución, por lo que
cuando es consentido no da lugar a actuaciones judiciales».

6.6. LÓPEZ IBOR: DE LA PSIQUIATRÍA "NACIONAL" A LA


INTERNACIONAL PSIQUIÁTRICA

López Ibor (1908-1991)376 es una figura fundamental de la


historia de la psiquiatría franquista. Su figura no está exenta de
controversias. En primer lugar y en relación con la homosexualidad
se ganó un puesto destacado como psiquiatra de relieve en la
fundamentación "científica" de la represión de los homosexuales.

Protagonizó una de las más lamentables luchas internas por el


poder psiquiátrico de posguerra (Castilla del Pino, 1977:86). López
Ibor era el psiquiatra más preparado de la derecha española. Los
máximos responsables no tenían motivo para recelar de un Consejero
Nacional de Falange. Pero López Ibor cometió el "error" de
adscribirse al manifiesto de Don Juan de Borbón contra el
franquismo, emitido en 1943. Se le expulsó de su cátedra que fue
«ocupada» por Vallejo Nágera.
376 No debe confundirse con su hijo, también psiquiatra de renombre, Juan José
López-Ibor Aliño(nac. 1941).

576
Lo interesante de esta pugna es que, más que una
coincidencia, se trata de la concreción, en el ámbito
psiquiátrico, de la lucha prolítica que se estaba
debatiendo en el régimen, entre la posición fascista y la
del oportunismo derechista, que consideraba irracional
conservar la primera, de la que se había valido mientras
le fue útil (Castilla, 1977:87).

Se trataba de un avispero donde el haber sido discípulo de


Lafora, Sacristán o Sanchiz Banís, era razón suficiente para desalentar
cualquier posibilidad de promoción. Con esos "restos" de las escuelas
de la República tuvo que compartir trabajo López Ibor mientras
mantenía una profunda adhesión al franquismo. Finalmente obtuvo la
cátedra en Salamanca, luego se trasladó a Valencia, y finalmente,
cuando ya se había reconciliado con un jubilado Vallejo Nágera, pasó
a Madrid, desde donde controló durante años la psiquiatría oficialista
española.

Es interesante saber de sus procedimientos y capacidad


mimética para comprender el relativo éxito internacional que
ostentaría posteriormente. Ello es si cabe más llamativo cuando había
sostenido en alguna ocasión posiciones que González Duro (1978:30)
ha tildado como «cerrilismo xenófobo». Ya no se sabría decir si es
xenofobia o burdo antisemitismo lo que destilan afirmaciones como

La mente judía tiene, implícito en sus creaciones, un


cierto factor deletéreo, según algunos autores. En favor
de esta tesis se esgrime que todas las teorías disolventes
de la época moderna, desde el marxismo al psicoanálisis,

577
han brotado de mentes judías (López Ibor, 1971:79)

Su concepción de la psiquiatría (López Ibor: 1971) está


impregnada de una teología fundamentalista y de nacionalismo
español de los que brotaba una retórica pseudo-metafísica. Sostenía
que el ser humano tenía cuatro dimensiones, dos horizontales y dos
verticales. En la vertical había un polo "hílico" enraizado en la tierra y
al que estaba vinculada la vida instintiva, antípoda de un polo
espiritual, de marca divina, que le hacía tender hacia arriba. El ser
humano español tendría poco desarrollada la horizontalidad, lo que le
hacía poco válido para el amor y la democracia. El hombre español
era vertical, entre esos polos hílico y espiritual, de lo que incluso era
una muestra gráfica el estilo pictórico de El Greco (González Duro,
1997:248). Si se producía una hipertrofia hílica (instintiva), brotaba el
desorden anárquico y destructivo. Por ello era necesario someter los
instintos que debían ordenarse a valores superiores. Si la hipertrofia se
daba en el polo espiritual daba frutos tan impresionantes como la
mística.

La sexualidad humana no le parecía a López Ibor una


dimensión que fuera a plenificar a la persona. Ideó un «instinto de
perfección» cuya función sería domeñar los instintos indeseables
(López Ibor, 1951: 100). Todo ello formaba además parte de la
cruzada contra el «pansexualismo embrutecedor» (González Duro,
1978: 71) de la obra de Sigmund Freud, que no tenía otra cosa que
ofrecer sino «un sucio panorama de sexualidad: Jamás con él la vida
adquiere plenitud». (López Ibor, 1951: 78). Cuesta creer que esto

578
fuera publicado por quien años después haría fama por sus múltiples
reediciones de un libro sobre la vida sexual.

En nuestra conversación con el Dr. González Duro nos recordó


cuál era la situación del psicoanálisis durante el franquismo, asunto
del que también ha dejado registro en su producción crítica en
psiquiatría. Cuando por fin se publicaron las obras del padre del
psicoanálisis, se aconsejaba en el Prólogo «la conveniencia de
cristianizar a Freud, para evitarse malas interpretaciones y posibles
efectos nocivos en los lectores y en los enfermos» (González Duro,
1978: 71).

El psicoanálisis debe ser estudiado con espíritu claro y


ecuánime por el psicólogo e interpretado con un sentido
cristiano. Lo mismo que los escolásticos hicieron de
Aristóteles un filósofo cristiano, así, hoy día, podemos
hacer que cuanto hay de útil en la doctrina de Freud sea
aplicado con equilibrada manera al mejor conocimiento
de la mente humana (Prólogo a las Obras Completas de
Freud, 1948, cit. apud. González Duro, 1978:71).

a) Homosexualidad y psiquiatría en López Ibor

En relación con la homosexualidad, su tono era mucho menos


agresivo que el de Vallejo Nágera como ya han analizado Ugarte
(2004:22) y Adam y Martínez (2008: 126). No obstante, como
también han apuntado estos análisis, la cuestión deriva también hacia
otro sitio. Vallejo Nágera lo había hecho a los juristas, López Ibor lo
hace a los ámbitos forenses de la medicina y la psiquiatría (López

579
Ibor, 1963: 84; Adam y Martínez, 2008: 127).

Una diferencia sustantiva es que López Ibor había accedido a


los estudios de Kinsey sobre la sexualidad humana. De ellos hace la
interpretación que cree más conveniente. Existe además la
coincidencia posterior de que, desde 1968, ostentaba la presidencia de
la Asociación Mundial de Psiquiatría, editora del del DSM-II, 377
donde a esas alturas ya se percibía el inicio de las tensiones entre la
filial norteamericana (A.P.A.) y los partidarios de la
despatologización de la homosexualidad (Adam y Martínez,
2008:127).

El texto donde aborda de forma más extensa el problema de la


homosexualidad son sus Lecciones de Psicología Médica378. Hecha la
salvedad arriba apuntada de que el asunto era más bien médico-legal
que psicológico, prosigue con la cuestión de la importancia de
delimitar la normalidad respecto a la anormalidad: «¿qué es lo que
nosotros debemos considerar como normalidad o anormalidad?»
(López Ibor, 1963:85).

Pasa después al análisis del «Kinsey rapport [sic]» 379.


Básicamente a lo que se dedica es a intentar desmontarlo. Para
empezar duda de la veracidad de las respuestas sobre la vida íntima.
No le parece bien que Kinsey usara el criterio de contabilizar el
377 Diagnostical and Statistical Manual for Mental Disorders. Es el manual
estandarizado de clasificación de las enfermedades mentales.
378 Tiene múltiples ediciones, nosotros vamos a usar la de 1963.
379 Entendemos que es un desliz hacia el francés.

580
número de actos de cualquier tipo que produjeran eyaculación. A
López Ibor no le cuadran los datos y le parece que los resultados de
Kinsey están exagerados. Las consecuencias sociopolíticas que
podrían derivarse de semejante extensión de prácticas sexuales
disidentes le parecen «muy vidriosas» (López Ibor, 1963:89). Pero
para nuestro psiquiatra, aunque los datos fueran inobjetables, no cree
que se pudiera colegir que representan la «normalidad sexual» dado
que «el concepto de normalidad no deriva de la frecuencia de un rasgo
biológico, ni mucho menos de una cualidad psíquica».

Adam y Martínez (2008: 129) han hecho notar que López Ibor
omite de forma deliberada la conclusión fundamental de Kinsey sobre
la anormalidad del homosexual: que no se puede mantener que sean
relaciones raras, ni antinaturales ni patológicas. Además han detectado
(2008:130) una variación actitudinal e inconsistencias en una de las
últimas ediciones de las Lecciones. Olvida la cifra clásica de Kinsey
del 37% de varones que habría tenido alguna relación homosexual y lo
sustituye por la afirmación de que la «mayoría» habría presentado
rasgos homosexuales en algún momento de su vida y por la
afirmación de que ante tales cifras las leyes represoras serían injustas.

De forma muy lúcida, Adam y Martínez (2008:130-131)


explican el malabarismo que hace López Ibor en relación con la
cuestión de la legalidad de las prácticas.

en algunos [países] es un delito penado por el Código, como en


Inglaterra; en otros, como en el nuestro, no es delito penado por

581
el Código, sino un delito por atentado a las costumbres, y sólo
en tanto en cuanto sea un acto público y vaya acompañado de
determinadas circunstancias entra dentro del orden gubernativo
(López Ibor, 1973: 371 cit. apud. Adam y Martínez, 2008:130)

Hacemos nuestro el punto de vista de Adam y Martínez


(2008:130-131) cuando se asombran dado que la homosexualidad
estaba despenalizada en Inglaterra desde 1967, información que
contenían las sucesivas ediciones de El libro de la vida sexual,
mientras que en España en 1973 estaba vigente la Ley de Peligrosidad
y Rehabilitación social que incluía las relaciones homosexuales
consentidas entre adultos y en privado, junto con otra normativa que
impedía, por ejemplo, el acceso al magisterio (Calvo Borobia, 2002 cit
apud Adam y Martínez, 2008:131).380

Nosotros añadimos que hay además una seria confusión de


naturaleza jurídica. La Sexual Offenses Act de 1967 supuso una
despenalización parcial dado que las relaciones habrían de ser en
privado, amén de requisitos de edad y consentimiento. El Código
Penal es el que establece los delitos y las faltas, por lo que no tiene
sentido alguno decir que en España no está en el Código, y luego
afirmar que es un «delito por atentado a las costumbres». En realidad
como han mostrado los análisis jurídicos (Terrasa, 2008), el delito de
escándalo público, que sí estaba contemplado en el Código Penal
Español, se consideraba tipificado incluso en relaciones en privado
que tuviesen la más mínima trascendencia. La Ley de Peligrosidad y
Rehabilitación Social es una ley de medidas de seguridad para la

380 Analizamos esta norma en el capítulo II de este trabajo.

582
peligrosidad predelictual. En la práctica era la que podía tener un
efecto más represivo por cuanto penaba las prácticas en cualquier
circunstancia.

b) La vida (homo) sexual

En relación con la inconsistencia respecto a los datos


suministrados en El libro de la vida sexual, quizá eso no habría de
extrañarnos si tenemos en cuenta que él no fue el autor. Los redactores
de la obra eran "colaboradores", entre 8 y 10 personas, que solo
aparecían conjuntamente sin que podamos atribuir las aportaciones
concretas de cada uno. González Duro381nos informaba del estupor
que producía que en el libro se contuviesen puntos de vista que no
encajaban con los del autor principal de la obra. A lo largo de las
sucesivas ediciones se fue transformando el enfoque sobre la
homosexualidad.

Desde nuestros criterios actuales, el libro presenta una


confusión generalizada entre los conceptos de sexo, género,
orientación sexual e identidad sexual. La transición más llamativa se
produce en cuanto a las esperanzas de curación, declaradas en 1968 y
desechadas en 1980 (Adam y Martínez, 2008:134). Se mantiene en
ambas ediciones la idea de contagiosidad y la necesidad de evitar el
«proselitismo que puedan desarrollar en colegios, cuarteles,
asociaciones deportivas, etc.» (López Ibor, 1968: 568; 1973: 435;

381 Entrevista en Madrid, 22 de julio de 2011.

583
1980:435; Adam y Martínez, 2008:134).

Las homosexualidades, tanto masculina como femenina, son


tratadas en el manual con introducciones de carácter cultural. Para el
caso masculino López Ibor recurre a una mezcla de elementos de
estirpe psicoanalítica que combina con la información sexológica más
reciente. Se habla de una «interpretación antropológica de la
homosexualidad».382 Se cita a Marañón, que aparecía ausente en la
producción anterior, y se establece una clasificación de los
homosexuales en completos, latentes, profesionales (las prostitutas) y
neuróticos (López Ibor, 1973:435).

De las clasificaciones anteriores entre pervertidos y perversos,


congénitos y adquiridos, se pasa a diferenciar «los auténticos» de los
que pueden presentar episodios aislados. Luego refiere el lugar común
de la homosexualidad entre las prostitutas y una homosexualidad que
no es tal, sino más bien un síntoma neurótico. El vínculo entre
homosexualidad y enfermedad ya lo había explorado López Ibor
mucho antes, en concreto en relación con la paranoia estudiada por
Freud (López Ibor, 1949:50).

Por lo que se refiere a las prácticas, informa de que el coito


anal es menos frecuente de lo que se piensa y enumera los actos de
tocamientos, caricias más o menos lascivas, masturbación
mutua, incluso coito inter femora (entre los muslos. La
382 Sobre esa perspectiva, que incurre en el idealismo y obvia los
condicionamientos personales, sociales y culturales, nos detendremos más
adelante.

584
succión bucal del pene, unilateral o recíproca, según nos
demuestran las historias clínicas de numerosos
investigadores es mucho más frecuente (López Ibor,
1973:435).

Este catálogo de prácticas evoca, mucho menos desarrollado,


las descripciones de las monografías portuguesas que hemos
estudiado. No olvidemos que una de ellas, A Vida Sexual, de Moniz,
comparte título con la obra de López Ibor, aunque sus inicios se
remonten a 1901.

La afectividad de los homosexuales es para López Ibor


(1973:435), tormentosa. Buscan la servidumbre sexual, experimentan
celos violentos vinculados a delitos, hay infidelidades y muchos de
ellos se comportan como donjuanes. Es llamativo que estas
características se atribuyan, de suyo, a las relaciones homoeróticas
mientras que no se establezca ninguna analogía con la "normalidad"
heterosexual, como si esos rasgos no estuvieran presentes en esta,
máxime en una sociedad androcéntrica y patriarcal.

Desde el punto de vista del pronóstico, la homosexualidad es


incurable (López Ibor, 1973: 437) aunque el psicoanálisis y la
psicoterapia ofrecerían cierto auxilio. Serían en general poco eficaces
y contraproducentes las recomendaciones de entablar relaciones
heterosexuales si no hay «cierto ajuste» por las consecuencias
ansiógenas que conllevaría.

Por lo que se refiere a la homosexualidad femenina, la

585
considera menos complicada aunque es «al parecer, mucho más
frecuente que la masculina» (López Ibor, 1973:438). Sin embargo se
ha considerado menos problemática, en primer lugar porque los gestos
de afecto entre mujeres no se interpretan culturalmente como
homosexualidad y, en segundo lugar, porque normalmente la
homosexualidad masculina sale a la luz con la comisión de delitos,
siendo así menos discreta que la femenina. Además,
es más fácil a las mujeres homosexuales, dentro de cierto
grado de desviación, el sostener relaciones
heterosexuales, en las que adoptan un papel totalmente
pasivo, y así incluso muchas logran en apariencia llevar
una vida matrimonial normal, cumpliendo con las
obligaciones que la misma impone en el orden sexual
(López Ibor, 1973:438).

De acuerdo con el manual sexológico, la mujer podría


experimentar atracciones y sentimientos sin percatarse de que pudiera
haber una desviación en ellos. En la pubertad se pueden entablar
relaciones que van elevando el grado de afectividad y contacto físico.
Si esas relaciones tienen un fondo endógeno y se hacen factibles,
entonces se puede producir una desviación difícilmente corregible.
Mientras que los juegos eróticos pueden no ser relevantes y además
las participantes conservan intacta su femineidad, en «las
homosexuales activas, endógenas, es corriente observar, ya desde
jóvenes, manifestaciones y aspectos viriloides» (López Ibor,
1973:438). Estas homosexuales activas exhiben su masculinización en
gustos, constitución somática, hábitos, y suelen tomar la iniciativa con
las mujeres por quien se sienten atraídas. Pueden establecer
camaradería con los varones pero siempre con la cautela de no

586
despertar atracción sexual, como ya previó Monteiro (1922).383 En
caso de llegar al matrimonio, las prácticas sexuales les resultan
insoportables, y
Sólo en aquellos casos en que a la homosexualidad se
añade el deseo de anular la virilidad del esposo,
consienten el coito, al que llevan tantas exigencias y
angustia, que en muchas ocasiones aboca en una
impotencia, equivalente a una verdadera castración
(López Ibor, 1973: 439).

La vinculación entre feminismo y homosexualidad femenina


ya había sido apuntada también por Monteiro. Los deseos
emancipatorios de la mujer se habían entendido con cierta frecuencia
como una masculinización de la mujer que subvertía el orden natural y
social. Era paradigmática en ese sentido la obra de Vallejo Nágera
(1937a?; 1946). Ahora López Ibor establece nebulosos vínculos entre
el deseo de anular al varón y la connivencia sexual con él, con
resultados nefastos para la sexualidad viril. El lesbianismo pasa de ser
una realidad obviada, inexistente, indecible, a ser un disolvente de la
sexualidad varonil.

Un tratamiento más exhaustivo lo encontramos en una obra de


1981 que se sale de nuestro periodo de estudio. Se trata del volumen
dedicado a La homosexualidad masculina en su "Biblioteca Básica de
la Educación Sexual del Dr. López Ibor".384 Los contenidos culturales
e históricos, tanto del homoerotismo como de la teoría sobre el mismo

383 Epígrafe 5.2. de este trabajo.


384 Las referencias se hacen al autor, Dr. Federido Benítez. López Ibor solo saba
nombre a la colección. La obra tenía como Director Editorial a José Antonio
Valverde y como Coordinador a José Miguel López-Ibor Aliño.

587
son mucho más extensos. A la hora de hablar del tratamiento se
plantea:
¿Es necesario? ¿Qué se debe tratar? La respuesta parece
clara si tenemos en cuenta que «enfermo es aquel que va
al médico». Es decir, la necesidad o no de recibir
tratamiento la recibe el propio futuro paciente al dirigirse
al médico y manifestar que ha de ser tratado y al explicar
por qué quiere serlo (Benítez, 1981: 100).

Esto nos conduce al anunciado terreno donde conserva un espacio de


acción terapéutica dado que
lleva a algunos ámbitos de la sexología a defender la
legitimidad de la aplicación de terapias a aquellas
personas que desean cambiar su orientación sexual, aun
cuando son razones de tipo social las que inspiran estos
deseos (Llamas, 1998:338).

Pero luego estaría la «homosexualidad autodistónica»


(Benítez, 1981: 103) que permite barajar la posibilidad de seguir
siendo homosexual «sin ansiedad, vergüenza o depresión».

Sobre los tratamientos para la auto-aceptación, dice el texto


que no hay resultados contrastados. Sin embargo se pasan por alto la
cantidad de fracasos y objeciones científicas que ya en esa fecha
tenían registradas las diferentes formas de terapia a las que ha aludido
para el tratamiento de la homosexualidad egodistónica. Sin embargo
se describen bastante bien la causas por las que los pacientes van al
médico, además de la distonía, los síntomas neuróticos asociados a la
condición u obsesiones, y las presiones familiares y sociales (Benítez,
1981: 104).

588
d) La decisión del paciente

El reconocimiento de que la actitud del enfermo es


determinante provoca nuevas interacciones. Se trata, en parte, de un
proceso democratizador de las prácticas biomédicas que en su
deontología irán dando cada vez mayor peso a la autonomía del
paciente. Ahora es el protagonista biográfico el que puede aceptar
colocarse bajo la sombra de determinado protagonismo teórico y
tomar las decisiones necesarias acerca de su tratamiento.

Esto naturalmente no quiere decir que se trate siempre de una


decisión libre y meditada. La biografía de cada cual puede incluir
multitud de factores distorsionantes y coercitivos. Como también ha
analizado Ugarte (2011 y 2012), al sistema económico no le resulta
eficaz formar tanto y a tanta gente que luego pueda ser simplemente
excluida. El paciente "egodistónico" suele tener un perfil social medio
o medio-alto dado que este tipo de psicoterapia está poco cubierto por
el sistema público. Cuando acude a terapia ya ha interiorizado la teoría
previa, médica o social, ha efectuado interacciones con los discursos e
incluso ha construido una determinada imagen de sí mismo. El
resultado de esa imagen, o de las relaciones sociales vinculadas a ella,
le está resultando psicológicamente doloroso. De ahí que acuda a
pedir ayuda técnica.

También puede resultar complicado para cualquier sujeto el


hacer contrastar toda su realidad personal y social con una cada vez

589
más visible realidad gay con la que, por los motivos que sea, puede no
sentirse identificado. Esta realidad es la que suministran los medios de
comunicación y los espacios de concentración homosexual en las
grandes ciudades. Estos espacios permiten una sociabilidad pero
también están altamente genitalizados, lo que pueden generar
tensiones adicionales. Si no lo estuvieran, ya se encargan los medios
de seleccionar la información para mostrarlos así.

Entre estos motivos de distonía pueden existir componentes


homofóbicos, pero también las dificultades inherentes a establecer un
sentido de la propia vida que no se ajusta a las instituciones sociales
dominantes, pero tampoco a ese ambiente en gran medida creado de
forma mercantilista. Las otras instituciones sociales también están
fundadas en un modo de producción que incluye esa dimensión, pero
quedan más inmunes a la crítica porque cuentan con todo el peso de la
tradición familiar en que el sujeto ha sido socializado. Como veremos
a continuación, los estudios sociológicos desmontaron el parecido
entre tres tipos de homosexuales (Schofield, 1969). Así un
homosexual en la cárcel se parecerá más a un heterosexual en la cárcel
que a un homosexual sin problemas con la ley, que se parecerá más a
su vez a un heterosexual sin problemas con la ley.

En los espacios de socialización homoerótica el rasgo en


común de los individuos es simplemente la orientación sexual. Es
ilusorio pensar que el individuo va a encontrar en esos ambientes un
sentido existencial. Si se hace, será porque la orientación sexual ha

590
absorbido toda la realidad personal, y se estará produciendo una
identificación con un estilo de vida gay, que es otra subjetividad
producida por el sistema y que además no está al alcance ni de todas
las sensibilidades, ni de todos los cuerpos ni de todas las
microeconomías. Los individuos que tengan dificultades para
encontrar medios de esparcimiento y relaciones sociales satisfactorias
podrán ser de nuevo objeto de la mirada clínica por su desajuste. El
problema por desenmascar es que las nuevas clasificaciones, las
nuevas tipologías de personas generarán nuevos espacios de
solapamiento, nuevas necesidades de ajustar la biografía a la teoría, o
al imaginario social, nuevas estrategias, y previsiblemente nuevas
patologías.

d) El Referendum y una cita "psicoquirúrgica" para la historia

En 1974, la Asociación Psiquiátrica Americana convocó un


Referéndum sobre la homosexualidad, para someter a aprobación una
propuesta de la Directiva tomada en diciembre 1973, sobre la
eliminación de la "homosexualidad" del Diagnosis and Statistical
Manual of Mental Disorders (D.S.M.) y la aparición de la figura de la
homosexualidad egodistónica con el nombre de "Sexual Orientation
Disturbation". López Ibor (1974) dedica un Editorial de las Actas
Luso-Españolas de Neurología, Psiquitría y Ciencias Afines a la
cuestión, sometida a votación dentro de la APA.

López Ibor expone que la A.P.A. ha basado sus decisiones en

591
el criterio de demarcación del desorden mental. Se «exige que
subjetivamente sea causa de angustia, pena o sufrimiento o que se
asocie con un deterioro general en la eficacia o actividad de la persona
afecta» (López Ibor, 1974: 165).

Al hallarse muchos homosexuales aparentemente satisfechos


con su orientación y estar incorporados a la vida social, no sería
adecuado considerar su tendencia como un trastorno. También se hace
eco de los psiquiatras que se mostraban contrarios a la medida por
considerar que con ella se consideraría la «pura homosexualidad como
normal». A López Ibor (1974:166) le parece una discusión nominalista
y no cree que «ningún psiquiatra con sensibilidad pueda utilizar el
diagnóstico de homosexualidad como una acusación discriminativa».

Rememora entonces el I Congreso Internacional de Sexología


en San Remo (1973) sobre el «Comportamiento de los desviados
sexuales», cuyas Actas acababan de publicarse. Allí se encontraban las
más diversas tendencias, desde los que aplicaban el psicoanálisis, los
que trabajaban sobre una "moral de la homosexualidad", los que la
hacían equiparable a las adicciones (Gebsathel y Kunz) e incluso
quien como Rosse había «operado a algunos "desviados" que llevaban
en la cárcel largo tiempo ─años─ por conflictos sociales derivados de
su desviación» (López Ibor, 1974: 167).385

No puede pasarse por alto la referencia a las "operaciones".

385 La cursiva es nuestra.

592
Posiblemente la psicocirugía (lobotomías, leucotomías...) constituya
uno de los capítulos más oscuros de la historia de la medicina. Cuando
aparecieron nuevos fármacos dejó de utilizarse. El inventor, como se
sabe, fue Egas Moniz, quien por otra parte no la recomendaba para la
homosexualidad. El hecho de ser el creador de dicho método y de
obtener el premio Nobel, ha suscitado todo tipo de controversias. 386
Sabemos que se hicieron, pero parece que no de una forma sistemática
ni en Portugal ni en España, ni particularmente por motivo de
homosexualidad.

Hay casos evidentes en Portugal, como el del bailarino


Valentim, anteriormente analizado, pero las dificultades de acceso a la
información y nuestra entrevista sobre el tema con González Duro
apuntan a que en el futuro serían necesarias más investigaciones sobre
el tema, con todas las dificultades que se pueden imaginar.

González Duro387 nos ha comentado que si bien se practicaron,


no era algo sistemático y desde luego no en el ámbito de la salud
pública. Esas operaciones debieron tener lugar en el ámbito de la
clínica y el Hospital privado, posiblemente con un complot familiar
para llevarlas a cabo. El psiquiatra nos sugirió la lectura del
impresionante texto Monos como Becky, obra de Barceló y Fernández
(2001). Estas técnicas se iniciaron en España en 1949 y algunos
médicos mandaron bastantes enfermos para recibir la psicocirugía con
386 En general sobre la lobotomía, véase Barceló y Fernández (2001). Sobre Moniz
y la lobotomía , Cascais (2001), Morgado Pereira (2000;2007), Correia (2006),
Antunes (2010).
387 Entrevista en Madrid, 22 de julio de 2011.

593
resultados que no fueron «demasiado buenos» (González Duro, 1978:
154). Entre los que se enviaron había «desviados sexuales» pero no
consta que fuera algo sistemático o que se hiciera a la fuerza en las
prisiones. A nuestro juicio queda bastante por saber.

Asimismo nos comentó que el uso sistemático que se hizo en


otros países, en Estados Unidos y en el norte de Europa, era algo
terrible y digno de un estudio que se le antojaba extremadamente
complicado por la propia naturaleza de lo que aconteció.

Sin embargo López Ibor habla de que Rossle había intervenido


a presidiarios. La literatura, sobre todo periodística 388, ha insistido en
que esas operaciones pudieron realizarse de forma forzosa sobre
presos homosexuales durante en el franquismo. A nosotros, no nos
consta algo así.

Dejamos anotada aquí una importante línea de investigación


histórica y reflexión filosófica que desborda completamente los
objetivos de este trabajo. Hacer afirmaciones drásticas sobre una
cuestión tan penosa y acerca de la cual nos falta información, resulta
muy complicado .
Todo apunta a que ese imaginario sensacionalista acerca de los
horrores quirúrgicos carcelarios no se corresponde demasiado con lo
acontecido, como a veces se da entender. Por eso no podemos sino
388 Homosexuales bajo el Yugo de Franco, Público 25.97.2012,
http://www.publico.es/espana/homosexuales-yugo-franco.html, Gais,lesbianas y
transgénero durante el franquismo, www.jotdown.es/2015/09/homosexuales-
lesbianas-y-transexuales-durante-el-franquismo/

594
manifestar nuestras reservas con el texto de Arturo Arnalte (2003)
cuando se hace eco de este tipo de prácticas en la cárcel de
Carabanchel.389 No podemos afirmar que cosas así llegaran a pasar,
todo apunta a que hay cierta exageración.
Se hicieron, no obstante, lobotomías relacionadas con la
homosexualidad. Así lo confirma el propio López Ibor390, de acuerdo
con la cita de Alain Sotto que realiza Lamo de Espinosa (1989: 84
n.129):
Mi último paciente era un desviado. Después de la
intervención quirúrgica en el lóbulo inferior del cerebro
presenta, es cierto, trastornos de la memoria y en la vista,
pero se muestra más ligeramente atraído por las mujeres.

La cita de Sotto se refiere a un Congreso médico en San


Remo, celebrado en los inicios de los 70. Nosotros creemos que es el
mismo Congreso del que hemos hablado y al que se refiere López Ibor
(1974:166). La delegación española estaba formada por Obiols,
Velasco Escasi, López-Ibor Aliño y él mismo. El psiquiatra informa
que en el público había grupos clamando «en pro de la "Gay

389 Arnalte (2003:102) señala: «más radical era la curación por lobotomía, una
intervención quirúrgica para modificar el cerebro. Al menos dos médicos
españoles aplicaron esta técnica. Según el historiador Pablo Fuentes, hasta
comienzos de la década de los sesenta, el doctor Moniz quemó parte del cerebro
de homosexuales para curarlos en la cárcel de Carabanchel, de la que era jefe
médico». Desde luego no podría tratarse del Doctor Egas Moniz que había
fallecido en 1955 y que nunca fue jefe médico de ninguna prisión española. No
tenemos idea de qué otro Dr. Moniz pudiera ser ni hay más referencias que
permitieran una investigación. La interpretación más plausible es que sea un
error, que una vez salvado, no afearía la magnífica obra de Arnalte, a la que
tanto debemos. Si hay otros datos que corrijan nuestra interpretación, nosotros ─
desde luego ─ no los tenemos en el momento de redactar este trabajo.
390 De acuerdo con la entrevista con el Dr. González Duro (22/7/11) López Ibor no
era neurocirujano. Podría haberlo recomendado o haber hecho el seguimiento
del paciente.

595
Liberation"», lo que corrobora la identidad de los Congresos
aludidos.391
La cita de López Ibor ha hecho correr ríos de tinta y está
recogida por doquier, sin embargo creemos que no debe conducirnos a
pensar que se era sistemático lo que no lo era. La represión de la
homosexualidad en el franquismo fue muy dura, como también lo era
en el resto del mundo en las mismas fechas, pero no alcanzó las cotas
del exterminio nazi ni propició la agresividad de los usos
experimentales que se desarrollaron el Tercer Reich.392

En efecto, se usaron técnicas psicoquirúrgicas para tratar la


desviación en España, esto parece probado, pero no se trató de una
práctica más sistemática que en otros sitios, y además tuvo el
resultado paradójico de que aumentaba las conductas homosexuales en
un 60% de los casos (Zlotlow y Paganini, 1959). Incluso otras técnicas
como la estereotaxia con implantación de electrodos aplicados a
homosexuales pedófilos (Roeder, 1966).

López Ibor (1974:167-168) finaliza el comentario sobre el


Referéndum relatando un caso de un muchacho de 22 años que acudió
a su consulta forzado por los padres. El paciente advirtió de ese
particular y de que el médico no podría hacer nada por él. Solo había
aceptado para evitar una discusión. López Ibor le contestó que de
acuerdo, que era mejor no perder el tiempo. El muchacho pidió que ya

391 Las actas estaban recién publicadas en 1973.


392 Puede verse el mónográfico «Exterminio bajo el nazismo» de Orientaciones, 5,
Particularmente Ugarte (2003) pero también todo el número en conjunto.

596
que estaban allí, si podían charlar un rato. Refiere el médico:
Quise ayudarle a enfocar sus problemas humanos, y
cuando le hablé de su probable futuro, de mi
preocupación por el sufrimiento de su condición, me
interrumpió diciendo: "Siento dentro de mí un gran
miedo a la vejez. Ya sé que estoy condenado al tormento
de la soledad, que yo mismo me crearé, y ya me estoy
creando, porque el amor del "desviado" es siempre tan
insatisfactorio que necesita un continuo vuelo como las
libélulas, de flor en flor." Me sorprendió que a su edad
tuviera una visión tan exacta. [...] La "gay liberation" es
un espejismo que necesitan. Incluso la búsqueda de una
organización, de un grupo, es pura necesidad, como para
el sediento el beber (1974: 167-168).393

Queremos finalizar este apartado destacando cómo el médico


dirigió la conversación hacia el sitio conveniente. El amor «del
"desviado"» es precario e insatisfactorio. Ni una alusión a los factores
exógenos de esa satisfacción y de la inestabilidad que ya otros (Giese,
1965) habían alegado mucho antes. La condición del homosexual para
López Ibor es fundamentalmente sufriente. La búsqueda de grupos de
referencia no se entiende en una clave de socialización constructiva
sino como un espejismo, como si no fuera también «pura necesidad»,
la que siente cualquier grupo humano con características
estigmatizadoras.

El orden social, la norma, quedan a salvo. La psiquiatría de


López Ibor sigue estando al servicio de ese orden. Los daños
personales se atribuyen al individuo como responsable de sus acciones
y los que provocaran las terapias, solo la autoridad del médico puede
evaluarlos.
393 La cursiva es nuestra.

597
VII. NUEVAS (Y VIEJAS) SUBJETIVIDADES Y
NUEVAS (Y VIEJAS) TEORÍAS: LA CUESTIÓN EN EL
DECLIVE DE LOS AUTORITARISMOS

7.1. LOS DISCURSOS MÉDICOS EN EL CAMINO HACIA LA


LEY DE PELIGROSIDAD (1970) Y SU DESARROLLO

Los años previos a la promulgación de la Ley de Peligrosidad


y Rehabilitación Social de 1970, el académico José Antonio Escudero
Valverde nos sitúa adecuadamente en el contexto. Aunque Escudero
(1967) se refiere fundamentalmente a graves enfermedades mentales,
como la esquizofrenia, y sus efectos. No obstante, la discusión sobre
esa patología y aspectos concretos de su discurso nos ponen en la
senda de la nueva legislación correccionalista.

El punto de partida es la declaración de que debería ser un


objetivo de la psiquiatría la colaboración con la defensa social
mediante la determinación del alcance de la responsabilidad de los
psicóticos. Hay que diferenciar si son enfermos o si se trata de
personas que libremente atentan contra la sociedad.

Esta propuesta de buena práctica psiquiátrica pertenece más a


la reflexión sobre la responsabilidad de los enajenados que al modelo
de defensa social, al que sin embargo se alude comentando que « el
enfermo mental, por su propio descontrol interno, lleva implícito un

598
descontrol para lo social, encierra un riesgo y puede causar algún daño
a esa otra persona, múltiple y diversa, que es la sociedad; hemos
llegado así a definir la peligrosidad social» (Escudero, 1967: 8).

Por lo que se refiere a la inmoralidad, estos enfermos psíquicos


con frecuencia presentan perversiones sexuales, así «provocan
altercados por exhibicionismo, "voyeurísmo" [SIC], fetichismo,
sodomía, homosexualidad, violación, ninfomanía, paidofilia,
necrofilia, estupro, etc.» (Escudero, 1967:9). El discurso asocia estas
perversiones con desórdenes sociales protagonizados especialmente
por enfermos psicóticos, en particular esquizofrénicos. La
concomitancia de la homosexualidad con otros males psíquicos era
una asociación reiterada.

En la conclusión, Escudero Valverde (1967:30) creía que si se quería

lograr un tratamiento adecuado de los delincuentes


psíquicamente enfermos, se impone una actualización del
sistema psiquiátrico-penitenciario, con la promulgación
de una Ley de Defensa Social del y para el enfermo
mental que incluyera un plan asistencial escalonado,
aproximadamente, en el siguiente sentido:
a) Posibilidad de internamiento obligatorio en clínica de
observación.
b) Centros psico-judiciales que vigilen y controlen a los
enfermos ambulatorios sospechosos y a los egresados de
los Centros penitenciarios psiquiátricos por considerarlos
rehabilitados socialmente.
c) Enfermos psíquicos, delincuentes ocasionales que, por
no preverse en ellos peligrosidad social, pero precisar de
tratamiento médico, puedan hacer vida ordinaria dentro
del hospital psiquiátrico común.
d) Delincuentes anormales peligrosos que precisan de

599
Centros penitenciarios psiquiátricos con garantías
absolutas de vigilancia, con posibilidades de
rehabilitación en algunos casos y de largas permanencias
en los peores, pero que aporten al ser humano que por su
peligrosidad la sociedad ha segregado de su seno una
asistencia y una existencia dignas, ya que no libres, al
menos siempre esperanzadas.

La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970 se


formuló cuando algunos sectores de la juventud ya habían empezado a
desafiar el rígido corsé moral en que se habían educado sus padres. La
droga también empezaba a ser un incipiente problema social.
Asimismo el turismo extranjero era una de las mayores fuentes de
riqueza del país y por esa vía entraban nuevos hábitos y nuevas formas
de entender la vida que resultaba difícil controlar. En el caso de los
homosexuales, ya en aquella época, muchos enclaves costeros se
convirtieron en destinos frecuentados.

Un ejemplo de documento que ilustra, e intenta vincular, dos


de las preocupaciones que incluye la ley de peligrosidad nos lo ofrece
el artículo «Homosexualidad. Drogas y alcohol» en 1976. Además de
otras conclusiones, las que vinculan directamente los problemas
tratados establecen relación directa entre el consumo de
estupefacientes y la conducta homosexual, en el sentido de
favorecerlas. Además

la acción favorecedora de la determinación de una


conducta homosexual se produce simultánea e
independientemente por un doble mecanismo de acción.
Por liberación de impulsos sexuales con o sin

600
debilitamiento de la conciencia de identificación sexual
o, y, por el incremento de la apetencia sexual , con o sin
la influencia de la acción dinámica del grupo (cuando la
ingesta ha sido colectiva ( Ortega, González y Pérez,
1976: 162).

a) El discurso correccionalista sobre las perversiones

Un manual de 1963 sobre sexología básica para uso de


facultativos, La sexualidad en la práctica médica, aborda la cuestión
de las anomalías en la conducta sexual con el objetivo de auxiliar a los
médicos cuando sus pacientes consulten sobre este asunto.

El autor, el Dr. José María Dexeus Trías de Bes, reconoce que


el concepto de anormalidad no tiene límites bien definidos y que en
gran medida tiene que ver con algo variable como es la ética de las
sociedades. La normalidad, de forma tradicional se cifra en lo que
tiende a cumplir el fin reproductivo del instinto sexual (Dexeus, 1963:
77). La homosexualidad quedará agrupada con las «perversiones»
como deformación del objeto sexual.

En relación con la génesis de las anomalías cree que las teorías


constitucionales son poco fecundas. En efecto un problema
constitucional y hereditario, de tipo endocrinológico o intelectual,
tendrá para Dexeus (1963:78) influencia en el control de la perversión
por parte del afectado, pero no en la perversión por sí misma. Al
perverso le impele hacia la anormalidad lo mismo que a otros la
conducta normal. En la mayoría de los casos el perverso está de

601
acuerdo con su perversidad: «el conflicto no emana de su Yo, sino del
choque con la sociedad, de forma que algunos perversos se preocupan
cuando se enteran del juicio moral que su conducta merece».

Dexeus conoce el psicoanálisis y aunque no cree que «todas


las personas pasen claramente por las fases descritas por Freud» cree
que en la sexualidad adulta es muy influyente lo acontecido en la
infancia. Para el caso concreto de la homosexualidad:

Si un muchacho queda identificado con su madre en vez


de hacerlo con su sexo en la figura del padre, tenderá a
reaccionar femeninamente y a una conducta homosexual.
De hecho en muchos homosexuales adultos se halla una
madre dominante. [...] También la niña ha de superar la
identicación [sic] a la madre y luego al padre, porque la
excesiva dependencia al mundo materna la hace
inmadura y la identificación con el padre frena la vuelta
final a la madre, así como la identificación con el propio
sexo, comprometiéndose su capacidad de entrega
femenina y quedando vinculada al tentador mundo
patriarcal de dominio y poder. La detención del proceso
de individuación en la fijación al padre puede explicar
algunas homosexualidades femeninas (Dexeus, 1963:78).

El autor está describiendo una teoría de la homosexualidad de


perfil psicoanalítico, si bien ha establecido las cautelas pertinentes
para no entender las explicaciones desde un punto de vista
determinista.

Es muy significativa la atención a la homosexualidad

602
femenina, prácticamente ausente de la mayoría de los trabajos que
hablaban de la homosexualidad, y lo que sería incluso más
significativo, en el objetivo de la obra ha dejado ver la figura de un
paciente más involucrado con el propio conocimiento de sí mismo. Se
espera que el paciente vaya y pregunte al médico. Está claro que el
paciente homosexual de los años sesenta en España no va a descubrir
la hostilidad ambiental porque se lo diga el médico. Que la
homosexualidad estaba mal vista y además estaba perseguida por la
ley era algo de dominio público. El paciente de los sesenta al que se
refiere Dexeus es sin duda alguien con cierto nivel de formación y
cierta capacidad de auto-conocimiento que hacen que, al menos, haya
detectado un malestar interior por su condición, lo que le podría
hacerle consultar al médico.

Dexeus conoce los resultados del Informe Kinsey y cree que


tales resultados solo pueden comprenderse por factores sociales. En
este sentido acude de la explicación dada por Hans Bürger-Prinz.
Sugiriendo cierta sociogénesis, este doctor daría cuenta del aumento
de la homosexualidad y la pedofilia en el siglo XX. Por esos factores
sociológicos puede explicarse que:

la homosexualidad que dominó en el terreno de las


perversiones tras la Primera Guerra Mundial haya
cedido su triste primacía, tras la Segunda, al
avasallamiento sexual de menores y a la agresión
por bandas juveniles, de parejas de novios o mujeres
solas. Para BÜRGER- PRINZ sería debido a que el
hombre moderno, cada vez más apremiado por los
esfuerzos que se exige su bienestar material, su

603
promoción social, tiende a ahorrar esfuerzo vital con
el ejercicio de una sexualidad regresiva. Es
innegable que una relación heterosexual verdadera
exige el complemento de capas emocionales
superiores mientras que un sexualidad infantil exige
menos esfuerzo emocional, y en ese sentido cabe
interpretar la homosexualidad que ahorra el
abismarse en el mundo femenino, o aún más la
relación con menores en que la trabazón psíquica
queda prácticamente anulada. También es un factor
social la pérdida de respeto por la tradición que
involucra un desdén por la moral tradicional
(Dexeus, 1963: 79).

Ahora bien, las insuficiencias de la explicación psicológica no


son resueltas sin más por la explicación sociológica. Tras la
explicación ofrecida porla sociogénesis sigue habiendo una
explicación psicogenética necesariamente complementaria. En esa
explicación la relación heterosexual es entendida como relación
madura y la homosexual como una falta de madurez y expresión de un
miedo o una infantilización.

En ello tendría que ver, de acuerdo con Dexeus (1963:69), el


uso intempestivo de la sexualidad y el desgaste excesivo de energías.
Algo se atisba del enfoque antropológico-existencial (Giese, 1965)
que será vindicado por Alonso-Fernández (1966).394 Con algunos
ajustes el enfoque de Dexeus y el antropológico-existencial podrían
solaparse. Ello podría explicarse porque el psicoanálisis y el enfoque
antropológico no son incompatibles. Hasta cierto punto podrían ser
394 Básicamente en el uso de Bürger-Prinz que es compartido con Giese (1965:325)

604
cercanos, especialmente por la vía del estudio de la identidad que
ofrecen analistas como Erik H. Erikson (Guera, 1965: 13).

La homosexualidad queda definida como la perversión


caracterizada por la desviación del instinto hacia personas del mismo
sexo. Dexeus (1963:85-86) desmonta algunas explicaciones
tradicionales. En primer lugar no puede tratarse de algo dependiente
de la voluntad de los sujetos dado que muchos de ellos abandonarían
con gusto su perversión. Tampoco hay base alguna para considerar
que se trate de una degeneración, especialmente teniendo en cuenta la
existencia de genios homosexuales. Por último la explicación
endocrinológica de los estados intersexuales explicaría un número
muy reducido de casos.

Para Dexeus (1963:86), en la etiología de la homosexualidad


concurren diversos factores. En primer lugar la insuficiencias en el
desarrollo psicosexual, pero desde luego también los factores externos
de orden sociocultural y familiar que perturban la acción maduradora
del Yo.
La elección del compañero sexual vendría marcada por los
procesos psicogenéticos que hayan estado involucrados en el
desarrollo de la perversión. La identificación con la madre o con un
padre "tierno" hace que adopten un papel activo y que busquen
individuos más jóvenes a los que tratan como desearían haber sido
tratados ellos. La fijación en fases anales sado-masoquistas explicaría
la tendencia al papel pasivo.

605
El afeminamiento de los homosexuales varones y la
masculinización de las lesbianas es variable: puede darse, o no existir
en absoluto. En el caso de las lesbianas, las que son femeninas con
frecuencia tienen relaciones homosexuales y heterosexuales. No así
las lesbianas masculinas, de tendencia viriloide.

Deseux cree que la falta de madurez psicosexual se confirma


porque los homosexuales con frecuencia tienen
estigmas de otras perversiones: narcisismo,
exhibicionismo, sadomasoquismo o bien alcoholismo o
neurosis. En todo homosexual puede haber una neurosis
concomitante que expresa el conflicto del Yo con sus
tendencias, y que es más frecuente en los hombres que en
las mujeres, lo cual podría ser influido porque la
homosexualidad de la mujer tiene menos condenación
social y legal que la masculina (Dexeus, 1963: 86).

Es una consecuencia de la inmadurez el hecho de que «se


prestan sus cuerpos» para gratificarse con un desinterés a priori, al
resultarles corporalmente conocido. Ello, junto con la esterilidad de
las relaciones y la deslealtad son las responsables del carácter efímero
de sus relaciones. La deslealtad de acuerdo con Deseux (1963:86) se
origina porque el homosexual «está acostumbrado a vivir en la
falsedad para no chocar con la sociedad». El envilecimiento de sus
relaciones, determinado en parte por efecto de la burla y la infamia
sociales, los convierte en seres peligrosos «por constituir un grupo
minoritario, aliado en los lazos de la perversión y terreno abonado
para el chantaje, que les aboca a veces al espionaje o a la injusticia a
favor de otros homosexuales». Los esfuerzos por conseguir estabilidad

606
en la pareja les producen un gran desgaste emocional y eso puede
llegar a convertirse en agresividad.

Por esa condición peligrosa, Deseux insta a las instituciones


estatales y eclesiásticas a defenderse de los homosexuales pero
suavizando las leyes de forma que no se los considere «vulgares
malhechores». Hay que enfocar el problema desde un punto de vista
médico y no solo penal. El peligro radica especialmente en que

atentan al imprescindible neutralismo sexual entre


individuos del mismo sexo, y pueden ser de influencia
nefasta en sociedades comunitarias juveniles (colegios) o,
impulsados por conductas maníacas, atentar contra los
derechos de los demás en urinarios o vestuarios (Deseux,
1963: 86).

Desde el punto de vista clínico no se debe nunca recomendar a


un homosexual el establecimiento de relaciones heterosexuales por el
grado de frustración que ello le producirá. La psicoterapia y la
conductoterapia disminuirán la psicopatía y el alcoholismo, pero ello
está en relación inversa a la edad del sujeto. Las mujeres
homosexuales acudirán menos al médico por las razones referidas
(Deseux, 1963:87).

En general el tratamiento de las perversiones puede intentarse


recurriendo al psicoanálisis. Las técnicas hormonales y el electroshock
son inútiles. No es cierto que se trate de males incurables, pero sí de
complicado pronóstico. Todo depende de la voluntad del paciente,

607
dado que el perverso tiene que enfrentarse a lo que le proporciona
placer motivado por un objetivo lejano que no se lo produce. Deseux
(1963:91) considera que los médicos deben animar a sus pacientes
perversos a los que deben tratar con caridad a pesar de la repugnancia.
Parece que los establecimientos socio-psiquiátricos serían más
efectivos que la «inoperante prisión».

Sin duda Deseux se mueve en unas coordenadas bien


diferentes de las de la criminología al uso, y está bastante lejos de la
psiquiatría de los primeros tiempos del franquismo. Esto se debe en
gran medida al perfil psicoanalítico de su discurso y a la atención que
presta a las problemáticas internas y externas de los homosexuales. No
puede evitar sesgar la interpretación por la vía de las profecías
autocumplidas, algo prácticamente constante en los discursos que
venimos analizando, pero al menos en este caso el clínico parece
consciente del sufrimiento del sujeto.

No se tiene en cuenta que la experiencia de los homosexuales


en consulta viene mediada ya por conflictos y que lo que se relata
acerca de las relaciones entre homosexuales está filtrado por esa
perspectiva. El informante D. 395 nos ha referido cómo ha mantenido la
misma pareja desde su juventud hasta la actualidad sin mayor
conflicto que la necesidad de cierta alerta en función de las
circunstancias. Su relación ha sido exactamente igual que la de sus
familiares "heterosexuales" emparejados y los problemas han sido

395 Entrevista en Cádiz el 25 de julio de 2014.

608
parecidos. Sin duda D. jamás habría tenido que ir a un médico a hablar
de sus problemas con la homosexualidad. Es lo que la psiquiatría
antropológico-existencial denominaría un "homosexual vinculado"
como veremos en este capítulo.

Tanto si se trata de una decisión propia, como si es una medida


que se acepta por sumisión a la familia o a la autoridad, estaríamos
ante un sesgo fundamental de selección de la muestra.

Finalmente hay que incidir en la existencia más o menos


acentuada de los demás sesgos que venimos analizando en este
trabajo. Particularmente, como se parte de un presupuesto indiscutible
de anomalía, se empiezan a establecer correlaciones ilusorias sin que
falten además distorsiones por atribución que explican todo lo que
acontece a una persona X por la categoría en la que la hemos incluido.
Habría que analizar si la inestabilidad afectiva, la agresividad, la
deslealtad, serían rasgos apreciables en otros muchos sujetos, de
forma independiente de la tendencia sexual. En esos casos los
fenómenos se explican por otros factores que, sin embargo, quedan
obviados en el caso de la explicación de lo que les acontece a los
homosexuales.

609
b) Otros protagonistas ibéricos

Si el informante D396 vivía con normalidad y Ñ397 vivió una identidad


fairy ibérica con resonancias folclóricas, hay otros informantes que
nos ofrecen experiencias diferentes. Ninguno de ellos vivió de acuerdo
con una subjetividad diseñada por los saberes expertos, pero en todos
ellos hay elementos que los harían clasificables en las categorías
establecidas, dado su carácter flexible, y al mismo tiempo,
demostraban capacidades individuales para efectuar estrategias en
caso de una situación adversa

Un homosexual algo más mayor, nuestro informante N398, nos


contaba sus experiencias en el Madrid de los años 50. Residía en una
pensión con una familia y era un joven esbelto y elegante al que
gustaba "vestir de blanco" y utilizar perfumes. Presenció y sufrió el
hostigamiento policial: «Cosas de aquella época» suspira. Había
algunos locales en el centro de Madrid al que acudían los
homosexuales y en las redadas policiales se llevaban grupos
detenidos. Nos cuenta azorado cómo tuvo una aventura con uno de los
mandos («de los que no iban de uniforme») que llevaba un coche
aparte. Coincidió con él en una de las redadas, y el policía al
reconocerlo dijo a sus subordinados "a ese me lo dejáis a mí", dando a
entender que "le iba a pegar una paliza o algo así", de modo que se lo
llevó a él solo en el coche para tener un rato de intimidad. N es un

396 Entrevista en Cádiz el 25 de julio de 2014


397 Entrevista en Jerez de la Frontera, el 22 de junio de 2012.
398 Entrevista en Don Álvaro, el 1 de julio de 2010.

610
hombre muy elegante pero no responde al patrón del afeminamiento.
Era un "señor respetable"399 aunque si iba muy perfumado y de blanco,
algunas personas "le miraban mal". En relación con el sexo nos
contaba que cada uno disfruta como puede. Apreciamos en él una
persona más cultivada que Ñ, y no solamente por la experiencia
urbana. Su discurso en primera persona no es defensivo ni exagerado.
En ningún caso le pareció que su homosexualidad fuera una cuestión
médica. Como estaba enfermo cuando lo entrevistamos, decía
elegantemente: "lo que tengo ahora sí que es una enfermedad, en
aquellos tiempos simplemente la gente no nos quería y mucho menos
quería se nos notara nada".

Otro de nuestros informantes, Q.400 sería, años después, uno de


esos policías nacionales. Se trata de un hombre muy viril cuyo aspecto
físico le procuraba el éxito tanto con mujeres como con los hombres
homosexuales. Desde el punto de vista sexual no le gustan nada los
hombres afeminados, aunque muchos de sus mejores amigos
responderían al modelo del fairy. En la cama dice ser "activo" porque
no le gusta la sensación "contraria", no ve en ello ningún componente
de dominación. Le gustan los hombres muy varoniles y "sin pluma".
Su familia era de clase media baja y siempre sospecharon algo pero
nunca le decían nada. Las pocas veces que tuvo pareja estable incluso
llegó a llevarlos a la casa del pueblo. Conoce muy bien el ambiente
homosexual de la Transición (vinculado a la llamada "Movida

399 Esto que encontramos son las figuras analizadas por Ugarte (2011) con matices
individuales.
400 Entrevistado en Madrid, el 28 de agosto de 2010.

611
madrileña"). El ambiente "folklórico" de la homosexualidad le llama
la atención y juega con ello. A veces, en broma, habla en femenino o
utiliza expresiones sacadas de la copla como «soy como la falsa
"monea" que de mano en mano va, y ninguno se la "quea"» para
explicar por qué no tiene pareja estable. Cuenta con emoción sus
aventuras de juventud y tiene miedo al envejecimiento. En relación
con sus vivencias en la policía insiste en que no había demasiada
persecución a los homosexuales "normales", aunque sabe que había
que tener cuidado dentro del Cuerpo policial. Era bastante
indisciplinado. Refiere dos aventuras con compañeros policías, pero
era cosa "entre machos", de hecho, los otros estaban casados. También
recuerda un día en que patrullando en el centro de Madrid, él y un
compañero vieron dos mujeres besándose en la boca dentro de un
coche. El compañero quería intervenir pero Q. le disuadió. Nosotros
entendemos que gran parte de la actividad profesional de Q fue ya en
el tardofranquismo y la democracia, mientras que por su edad el
informante anterior, N vivió periodos de mayor dureza en las prácticas
policiales. Q., el ex-policía, hace gala de cierto corporativismo y se
enfada si se le insinúa la existencia de prácticas abusivas en los
cuerpos policiales de la época.

El punto de vista de K.401 es muy diferente. También de clase


media, se marchó muy joven a una de las islas españolas, 402 porque en
su ciudad403 se le hizo imposible vivir. Dice incluso: «me tiraban

401 Entrevista en Torremolinos, el 10 de diciembre de 2010.


402 Se omite deliberadamente.
403 Una pequeña ciudad de La Mancha, cercana a Andalucía.

612
piedras por la calle». En la vida insular, con mucho turismo y
extranjeros, lo pasaba en general muy bien, pero dice que la policía
ejercía sobre los gais españoles una presión muy fuerte. De los
extranjeros "se pasaba". Refiere palizas y humillaciones terribles. Es
un tanto exagerado y teatral en el conjunto de su discurso, que no
parece coherente con la gravedad de lo que está contando, pero podría
ser un mecanismo de defensa. Parece que todo terminaba con palizas y
ajustes en la propia comisaría, como si los agentes se divirtieran con
ello.

Una visión de la vida y de su "sexualidad" muy distinta es la


de nuestro informante P.404 , un hombre de edad muy avanzada.
Refiere que mientras algunos tenían que apañárselas en secreto, como
él, organizando fiestas en casas de campo, era de dominio público que
dos socios dueños de una de las principales empresas de la ciudad eran
"pareja". Con esos nadie se metía. Pero claro, los demás para conocer
gente como nosotros teníamos que usar un sexto sentido y mucha
mano izquierda, o ir a parques y sitios de esos donde te podían coger
los municipales. Era una ciudad pero no tan grande y se enteraría todo
el mundo. Es curioso que P. a sus 85 años siga llevando su
homosexualidad como un asunto muy siniestro. No es afeminado, es
un solterón, y su entorno dice que es un "maricón de toda la vida, pero
jamás a su cara". Él no ha ido nunca a sitios "de esos de maricones".

404 Entrevista en Zafra, el 2 de abril de 2011.

613
c) La perspectiva médico-antropológica de Alonso-Fernández

En la X Sesión Científica de la Real Academia de Medicina


del día 22 de marzo de 1996, varios médicos españoles trataron el
tema de «Las perversiones sexuales: Su concepción antropológica y
orientación terapéutica» El ponente principal era Francisco Alonso-
Fernández. Estaban presentes también los Doctores Escudero Valverde
y López Ibor entre otros.

La dimensión antropológico-existencial había entrado en las


discusiones sobre la homosexualidad de la mano de Hans Giese con su
obra El homosexual y su ambiente, traducido al español el año anterior
y prologado por Alfredo Guera Miralles.

De acuerdo con esta perspectiva, la homosexualidad no sería


una perversión sino una "aberración":

El homosexual encuentra solamente ante sí modelos de


comportamiento normal en forma de instituciones, a las
que no le es posible aproximarse, o bien modelos a los
que muy pocos homosexuales pueden adaptarse.[...] La
tarea del médico me parece consistir en corregir la falta
de vinculación (hacia el mundo propio del paciente y
hacia nuestro mundo según las condiciones de su «ser en
el mundo».[...] Lo importante es el hecho de la
vinculación sin prejuzgar si ésta es homo o heterosexual.
[...] Lo que importa ante todo es atacar la forma enviciada
de desarrollo de la actividad homosexual, es decir,
detener la perversión propiamente «patológica» (Giese,
1965: 324-325).

614
La aberración es una anomalía con respecto a las posibilidades
de ser humanas y normativas, cuya importancia es diferente en casa
caso (Giese, 1965:326). La homosexualidad solo devendría perversión
cuando se produce un comportamiento destructivo, de manera que el
aberrar se desarrolla en el orden, mientras que la perversión va contra
el orden. Las soluciones pasan por asumir la continencia o la
vinculación.

Los homosexuales vinculados querían menos expuestos a la


perversión destructiva y su comportamiento sería constructivo a pesar
de la anomalía. Frente a la alternativa heterosexualidad o continencia,
que es hacia donde se han orientado todas las terapias de forma
insatisfactoria, Giese (1965:327) propone la alternativa continencia o
"vinculación" y «para comprometer al individuo a que viva según
medida, es preciso conocerla».

Este novedoso enfoque es expuesto por Alonso-Fernández que


empieza calificando como desafortunado el enfoque estrictamente
forense del complejo campo de las perversiones (1966:190). Explicita
la distinción entre perversión y aberración. Califica la "vinculación"
como una «especie de matrimonio homosexual» (1966:192). Los
comportamientos básicos serían de tres tipos:

la continencia, en la que rige el lema «la corporalidad-


para-Dios»; la homosexualidad vinculada, es decir «la
corporalidad-para-el-otro», y la homosexualidad
desvinculada, es decir, «la corporalidad-para-sí-mismo».
El homosexual voluntariamente no vinculado suele

615
complacerse en humillar y destruir a su compañero
existencial. Por ello debe agruparse en el seno de los
auténticos perversos sexuales. Pero la mayor parte de los
homosexuales por Giese encuestados manifiestan su
preferencia por la vida erótica vinculada exclusivamente
a un ser del mismo sexo, y esta vida en común, presidida
por la mutua fidelidad suscita en la pareja la vivencia del
«nosotros» y otros psicólogicos ingredientes de matiz
constructivo. Por ello se tiende a considerar a estos
homosexuales como seres de erótica no destructiva, sino
extraviada; es decir, como seres sexualmente aberrantes.
(Alonso-Fernández, 1966: 193-194).

Considera el académico que Giese innova al proponer una


psiquiatría antropológica que permita desglosar una amplia serie de
homosexuales del mundo de los perversos y a incluir como
perversiones otros comportamientos que sin embargo contarían con
mayor tolerancia, como el donjuanismo o el onanismo. No cree sin
embargo que se pueda considerar la homosexualidad homologable a la
impotencia o a la frigidez de orden psíquico (Alonso-Fernández, 1966:
192-193).

Un punto de vista semejante, es el que estima que los


homosexuales son seres «desviados de la orientación normativa que
no incurren en una conducta puramente destructora» (Alonso-
Fernández, 1966: 192).

Otra cuestión que aborda es la importancia de la educación


para la determinación del sexo en los casos dudosos de pseudo-
hermafroditismo. Cree que se causa un gran perjuicio a los individuos

616
si se intentan modificaciones por vía de terapias más o menos
agresivas. Propone ser conservadores del sexo adjudicado por la
educación que tenga lugar después de los dos años, (Alonso-
Fernández, 1966:200) para no causar al individuo sufrimientos que
incluso pueden conducirlo al suicidio, evitando experiencias ajenas al
«yo». Finalmente, propone revisar la terminología y eliminar el
término "perversión" en general de la psiquiatría, por sus
connotaciones morales (1966:201). Lo que realmente va marcar un
antes y un después es la consideración de que no existe un
bicondicional entre homosexualidad y perversión.

Existen formas constructivas de conducirse como homosexual,


y no solo la que prescribe continencia. Esto todavía tiene más relieve
al reconocer el académico que el diagnóstico de perversión sexual
sinónimo de «sexualmente malo, vicioso y depravado, por encerrar
una connotación condenadora, es un diagnóstico destructor de
posibilidades terapéuticas» (Alonso-Fernández, 1966: 201).

Desde nuestro análisis el hecho de que mantenga ciertas


terapias para las perversiones, en particular el recondicionamiento
para casos de fetichismo y transvestismo, matizan el posible
optimismo emancipatorio en materia de liberación sexual. Se conserva
un importante papel para el médico. Éste será el que deba discernir
entre lo perverso y lo aberrante y quedan a salvo terapias muy
discutibles, ya entonces, como ciertos psicofármacos o técnicas
conductistas. Se sugiere también la conveniencia de que la medicina

617
entone el mea culpa, por las connotaciones morales dadas a la
perversión. Ese matiz peyorativo no sólo había estado presente sino
que había sido determinante en la psiquiatría nacional sobre la
«homosexualidad». Después de todo la cuestión de la sexualidad, y ya
no digamos la homosexualidad, está medicalizada. Lo que el enfoque
de Giese recalca es que el camino que llevaban las terapias al uso era
infructuoso.

Si nos detenemos en la respuesta de López Ibor (Alonso-


Fernández, 1966: 207-208), al insigne psiquiatra, lo considera un
tema «sugerente» y hace algunos comentarios que según él solo
pretenden remarcar las ideas del ponente principal. A nuestro juicio
no responde ni enfatiza remarca nada. Incide en la distinción entre
homosexualidad endógena y exógena y en la influencia de los factores
socioculturales (cita el caso de los berdaches americanos). Según
López Ibor han fallado las diferentes teorías y considera que quizá
toda la explicación sea psíquica sin que eso sea incompatible con la
existencia de una «alteración psicogenética». No hace ninguna
referencia a las innovaciones de Giese y vuelve a algunos lugares
comunes de la psiquiatría aunque reconoce que los resultados de la
psicoterapia sobre homosexuales no eran nada convincentes.

En principio podría resultar difícil imaginar una exposición


como la de Alonso-Fernández a mediados de los años 60, en la Real
Academia de Medicina. No obstante es cierto que el libro de Giese ya
llevaba publicado un año. La perspectiva antropológico-existencial,

618
con cierto halo fenomenológico, abría las puertas a una normalización
sin precedentes que no se va a plasmar en la medicina oficial ni en la
legislación.

Sin embargo esta obra, y otras que empezarán a circular a


partir de esas fechas, permitirán a legos y expertos acceder a un
lenguaje por lo menos, respetuoso con las personas homosexuales y
puntos de vista alternativos. Esa perspectiva permitiría afirmar que los
homosexuales que describía Deseux (1963) eran perversos y
"desvinculados", pero que existían alternativas. Permite reflexionar
sobre la idea de que tanto en la identidad de género como en las
tendencias psicosexuales debería primar el interés del desarrollo
integral y lo más pleno posible del individuo dentro de su anomalía, y
que esta podría entenderse como "diversidad".

Ser portavoz de este punto de vista, dentro de los límites de un


discurso sobre la desviación, convierte a Alonso-Fernández en una
figura relevante en nuestro estudio. Presenta un perfil muy humanista,
como demuestra al pedir cambios en la terminología para evitar
connotaciones inapropiadas. Que la obra Giese tenga resonancias
religiosas o metafísicas en sus conceptos es ya otra cuestión bien
diferente. Al menos ahora eso no era utilizado con ánimo represivo.

Pero no queremos obviar que como se ha analizado:


la antropología existencial sólo ha podido ofrecer a la
psiquiatría una subjetivación más o menos espiritualizada
o metafísica, de la realidad conflictiva del enfermo,

619
puesto que no la interpreta en términos de su realidad
concreta (González Duro, 1978: 222).

Quizá esa subjetivación tenía un efecto más emancipatorio en


las subjetividades sexuales mientras que era absolutamente inoperante
en las enfermedades mentales clásicas.

En la perspectiva de análisis que venimos desarrollando, las


tesis de la psiquiatría antropológica, que indudablemente evocan la
inspiración cristiana de la psicopatología de Jaspers, provocan un
ensanchamiento de la teoría.

El protagonista teórico homosexual parece que ha de


enfrentarse a una pluralidad de posibilidades biográficas, no todas las
cuales revisten la forma de la perversión. O digamos que existe cada
vez más constancia de formas de vivir la homosexualidad que escapan
a las posibilidades de flexibilidad de la teoría y requieren dicotomías
tan tajantes como la de homosexualidad "vinculada" y "desvinculada".

Por otra parte habría que calibrar hasta qué punto el discurso
de este tipo de psiquiatría produce efectos diferentes para la
"homosexualidad" y para las otras entidades nosográficas. Los excesos
de espiritualización desconectarán de la realidad concreta del enfermo.
Al no ser el homosexual un enfermo por el mero hecho de serlo, se
está atendiendo a la diversidad de realidades "homosexuales" y
trasladando el problema al encaje de su persona consigo misma y con
la realidad.

620
En la medida en que fomentaba la dignidad de la persona, el
enfoque abría posibles liberaciones, en la medida en que se
considerase la realidad social como el orden natural, seguiría siendo
atribuible un "desorden" y un discurso pseudo-condenatorio. El propio
carácter de este enfoque permitirá líneas de fuga hacia la
emancipación sexual desde una ética personalista (normalmente
cristiana) y al mismo tiempo evitaría inconsistencias con la psicología
de tipo pastoral que en esa época se fomentaba.

d) Glándulas y educación: Francisco Arasa

Francisco Arasa (1969) utilizó directamente el término


«antropología» en el título del artículo que publicaría en Folia
Humanística. Esta revista era una publicación de Humanidades para
médicos. Su enfoque integral está esta vez afectado de una mayor
relevancia de la explicación biológica. Si la mayoría de autores
preferirá decantarse por una vía psicoanalítica más o menos
atemperada, Arana prefiere las explicaciones que proporcionan la
genética y la herencia. En materia terapéutica parece que no está
dispuesto a desdeñar ninguna posible vía de intervención y evalúa las
técnicas aversivas ─ con bastante tecnificación dado que hace
intervenir un penis-pletismógrafo ─ y los intentos de la psicoterapia.

Los resultados obtenidos por los métodos conductistas y los


psicoterapéuticos son para Arasa (1969: 12) lo bastante pobres como
para buscar soluciones en métodos más biológicos, en particular los

621
referidos a la glándula pineal. A partir de los estudios sobre la
calcificación de dicha glándula y las hormonas involucradas en la
sexualidad humana, cree posible mediante inyecciones o implantes
producir una corrección de la hipersexualidad homosexual. Arasa
estima que este procedimiento, combinado con el tratamiento psíquico
daría buenos resultados. Así, dice:

he tratado a tres homosexuales mediante la inyección de


un extracto pineálico con muy altentadores resultados,
uniendo a este método una adecuada psicoterapia. La
conjunción de ambos métodos se nos antoja la mejor de
todas las terapéuticas actuales(Arasa, 1969: 14).405

Desconocemos cuándo y cómo se llevaron a cabo esos


experimentos y resulta cuanto menos llamativa la sencillez con la que
se describen procedimientos no exentos de riesgos severos. Estos
métodos de poco servirían si no se tomase muy en serio la profilaxis,
como venía siendo preocupación común a lo largo de todo el siglo.
Así, la educación será determinante para que el ambiente no influya en
lo que puede venir de la herencia (1969:15).

Se sabe, por la referencia de la publicación, que el texto que


manejamos es una ampliación de una conferencia pronunciada en la
Universidad de Würzburg en octubre de 1968 y que su autor era
director de esta Revista de Humanidades médicas (Folia
Humanística). Estos tratamientos no eran en absoluto extraños en la
medicina de las desviaciones del siglo XX y no son un producto

405 La cursiva es del autor.

622
ibérico. Que se trataba de una figura de relieve internacional lo pone
de manifiesto que un grupo de científicos lo propusiera para Premio
Nobel de la Paz406 por sus estudios sobre el "hombre y sus problemas"
y por su labor en pro de la unidad de la ciencia.

No obstante, por una consideración de caridad cristiana, Arasa


creía que era necesario reconsiderar el tratamiento dado por la
sociedad a estos pobres seres, víctimas de una predisposición
hereditaria, a veces favorecida por el ambiente y que «merecen más
comprensión o compasión que desprecio o castigo407. En especial la
sociedad cristiana debe cambiar su conducta, para proteger y ayudar a
estos hombres» (Arasa, 1969:15).

e) La armonización de los enfoques de la propuesta antropológica


en Gómez Infante y Pérez Millán

La adopción de un enfoque antropológico, que también insiste


en la patología y la justificación del tratamiento, está expuesta en el
artículo titulado «Aspectos psíquicos de la homosexualidad» (1973)
de José M. González Infante, profesor de Psiquiatría de la Universidad
de Sevilla.

406 ABC, día Octubre de 17 de octubre de 1970. p.73.


407 La semejanza con el argumento de la piedad evocada por Egas Moniz (s.d.) es
destacable, si bien el Nobel luso no hacía alegatos cristianos.

623
Su argumento sigue la perspectiva más psicológica, que junto
con la biológica y la social deberían articular un enfoque "integral".
De modo que el discurso se pretende antropológico pero es sobre todo
una reelaboración de ciertas tendencias psicoanalíticas. Sigue a Jung
para explicar los diferentes momentos del desarrollo psicosexual, de
manera que la homosexualidad queda explicada por una fijación o
detenimiento de ese proceso.

Ese desarrollo normal, que debería culminar en la


heterosexualidad, se puede ver alterado por factores negativos y
positivos (González Infante, 1973: 226-227). Entre los negativos, esto
es, los que separan al sujeto de la heterosexualidad, se incluirían la
inhibición adquirida sobre cuestiones (hetero)sexuales por una
educación excesivamente censora, la mala resolución de los deseos
incestuosos y la pérdida de confianza en la propia potencia sexual. Los
factores positivos son los que provocarían atracción respecto a la
homosexualidad: búsqueda de seguridad por alteración de las
normales relaciones paterno-filiales, baja auto-estima que se intenta
paliar mediante la posesión de alguien admirado y "erotización del
objeto amenazador"408 como puede ocurrir con frecuencia en otros
animales superiores.

Para González Infante (1976: 227-228)


no existen bases genéticas, endocrinas u orgánicas, en
general, que puedan ser esgrimidas como favorecedoras
de un comportamiento homosexual. El sexo genético
408 Así algunos machos involucran a otros, a los que temen, en relaciones sexuales
como forma de contender con ellos o de evitar las hostilidades.

624
(cromosómico), como gonadal del invertido es idéntico al
del sujeto heterosexual.

El enfoque antropológico conlleva la necesidad de aceptar la


necesidad de articular positivamente las diferentes dimensiones del
hombre. Por lo tanto un efecto que se va a producir en estos discursos
es que pueden coexistir junto con otros de diferente perfil bajo la
misma perspectiva antropológica dado que están trabajando con
«niveles de la esencia de lo humano, que representan los factores bio-
psíquico-sociales de la homosexualidad» (González Infante, 1976:
223).

Excluidas las bases orgánicas, resulta un poco extraño que


vuelvan a estar presentes al afirmar que en la génesis de la
homosexualidad influye una pluri-dimensionalidad factorial,
representada por lo tríada somato-psico-social (González Infante,
1976:228). Una vez que ha empezado un discurso aglutinante en torno
a las esencias, lo somático podrá absorberse en el discurso. Para
justificar la acción psiquiátrica se recurre a algo más concreto que esa
triada pseudo-metafísica, a saber, el sufrimiento individual dado que
esa conducta homosexual
puede determinar una inadaptación a su medio ambiente,
evidentemente un tipo de conducta, que es motivo de todas las
desventajas de un grupo minoritario estigmatizado, es lógico
que engendre una conflictiva insufrible para su portador
(González Infante, 1976: 228-229).

Por ello la acción del psiquiatra está más que justificada.


González Infante vindica una terapia que ayude a superar la fase

625
homosexual a aquellos que no son capaces de hacerlo por sí mismos.
Al tiempo deja abierto un margen de reflexión sobre la propia práctica
clínica y los potenciales pacientes. Por primera vez en estos discursos,
vemos declarar la existencia de convencionalismos a los que quizá los
sujetos no deban someterse. Así expresa la necesidad de
evitar la situación de que, debido al tratamiento
satisfactorio de algunos, se considere que los
homosexuales, en general, tienen la responsabilidad moral
de someterse a tratamiento. Para muchos homosexuales,
la homosexualidad es probablemente el papel más
satisfactorio y aceptable que pueden desear [...]. Sería
moral y socialmente erróneo esperar que adoptaran un
papel distinto, simplemente para satisfacer un
convencionalismo social. (González Infante, 1976: 234).

En nuestro análisis apreciamos que se hace una especie de


hipóstasis de una «esencia» que, no aclarada ni debatida, acaba
identificando una metafísica de lo individual-social con el estado de
cosas vigente en la norma social y legal. En los diferentes discursos
prevalece el proyecto de mantener un amplio margen de actuación
terapéutica.

Pérez Millán (1971) reivindica ese espacio de acción. Su


exposición muestra un conocimiento profundo de la teoría
psicoanalítica, extraída directamente de las fuentes, y de las
discusiones en torno a la cuestión de la bisexualidad originaria.
Observamos en su postura cómo se combina ese enfoque psicológico
con elementos sociológicos (Schofield, 1969), antropológico-
existenciales (Giese, 1965) y con estudios endocrinológicos y
hormonales. De nuevo las dimensiones psico-socio-somáticas son

626
agrupadas dentro de un enfoque amplio, justificatorio de la terapia y
proclive, llegado el caso, a flexibilizar las implicaciones para los
"pacientes".

El abordaje terapéutico debe ser global, es decir, debe


contemplar la problemática vital del paciente y no dirigirse
directamente a la homosexualidad. Hay más éxito «cuando la
terapéutica de propone el tratamiento de los problemas del paciente en
su conjunto» y se evita «un énfasis excesivo en los aspectos sexuales
de sus deficiencias adaptativas» (Pérez Guillén, 1971:58).

Además, de acuerdo con este autor, son esperables las


interacciones de los enfermos, que estarán a la defensiva. De acuerdo
con West (1968) los homosexuales son propensos a la simulación
cuando no están en su comunidad clandestina. Redunda en las
vinculaciones entre la homosexualidad y otros males sociales:
La violación de la norma social y situación que deriva del
hecho de sustraerse a las normas, la relación que existe
entre criminalidad, asociabilidad y homosexualismo ha
sido señalada a menudo, en especial en los estudios
sociológicos sobre la prostitución homosexual masculina.
Igualmente es conocida la influencia de ciertas
intoxicaciones[...] que suelen darse en las asociaciones
masculinas (Pérez Guillén, 1971: 59).

Pérez Guillén desarrolla prolijamente la distinción entre


aberración y perversión de Giese (1965) y analiza los factores
químicos del comportamiento y su papel secundario. Hecho ese repaso
interdisciplinar se replantea lo discutible de la condena de la

627
homosexualidad desde un punto de vista ético a partir de la obra de
Thomas S. Szasz. A partir de esta referencia de la psiquiatría crítica,
muy notoria, se plantea la analogía y equivalencia morales de la
frustración del homosexual y del heterosexual. De ello concluye lo
mucho que queda por «investigar y aceptar en relación con la
etiología, aspectos y comprensión a un nivel vivencial de esta
actividad sexual» (Pérez Guillén, 1971:63).

El eclecticismo que durante los XIX-XX había exhibido los


diferentes discursos biomédicos sobre la homosexualidad, ahora
parece verse rubricado por una antropología cuyo concepto de ser-
humano desempeña el rol de unificador como lo hizo el concepto de
energía con la física en el siglo XIX. Lo mismo que en las ciencias
físico-naturales, las discusiones teóricas no impidieron en ningún caso
las aplicaciones técnicas. La medicina correctiva, en forma de
psicoanálisis, psicoterapia o terapia aversiva, seguiría estando
operativa mucho más tiempo.

Teorías humanísticas, antropológico-filosóficas, antropológico-


culturales, sociológicas, psicoanalíticas, genéticas, endocrinológicas,
volverán a verse expuestas, a veces jerarquizando sus papeles. A veces
con la armonía que Pérez Guillén (1971) propone y a veces en
edulcorada exclusión recíproca, como sugiere González Infante. En
ambos casos se acaba planteando una vía de autocrítica y de
comprensión vivencial, más acusada en el primero.
Al mismo tiempo seguirán publicándose estudios que inciden

628
en los lugares comunes, como el afeminamiento, la culpabilidad, las
relaciones familiares distorsionadas y la referencia a un inicio precoz
en la homosexualidad (Soler, Ruiz y Llora, 1974).

g) Las tensiones entre la normalización y el estigma

En la biomedicina del tardofranquismo en relación con la


homosexualidad, se aprecian diferentes formas de explicación y
diferentes velocidades en los diversos discursos. Resulta llamativo en
todo caso esa apertura fenomenólogica que viene acompañada de
otros procesos al tiempo que persisten las explicaciones más
biológicas y naturalistas. Ello se acompañó de una doble tendencia de
producción tanto biomédica como de otros saberes sociales. Ambas
eran incompatibles entre sí pero potencialmente consistentes con la
nebulosa antropológico-existencial ─ a veces con tintes
psicoanalíticos ─ en que se había sumergido el saber psiquiátrico.

La importancia del individuo responsable y su mundo


vivencial van en aumento. Al dar importancia a la noción de persona,
a la que incluso cabe consultar para la terapia. Cada vez producirán
menos disonancia producciones en las que se dé voz a los principales
afectados y sus experiencias, así como cada vez más, a expertos con
puntos de vista heterodoxos (persistiendo también los ortodoxos).
Valgan como ejemplos La rebelión de los homosexuales (1977) de
Alonso García Pérez, Los homosexuales (1977) de Baldomero
Montoya, El homosexual ante la sociedad enferma (1978), de José

629
Ramón Enríquez, y Los homosexuales ante la ley (1978) de Victoriano
Domingo Loren. En el caso de Homosexualidad y represión, de
Manuel Soriano Gil (1978) se habla ya explícitamente en términos de
"liberación".409

Aunque esto ya sería tema para otro trabajo, es de destacar a


modo de ejemplo, que dentro de la obra editada por Enríquez (1978),
cuyo título no puede ser más significativo, sea la sociedad la tildada
de «peligrosa» por uno de los coautores (Fernando Savater) o que los
especialistas médicos se hallen ya insertos en un discurso
emancipatorio. No en balde, uno de ellos, José María Farré,
coordinará una Guía Práctica de la Sexualidad (1983)410 donde la
homosexualidad ya no es una anomalía sino una variante.

Una aportación realmente brillante en el ámbito de la


sexología femenina es la obra del médico de familia Ramón Serrano
Vicéns. Aunque la obra no se ocupa monográficamente el lesbianismo,
contribuye a desmitificarlo. Es, en palabras de Jordi M. Monferrer
(2012), el Kinsey español.411 De acuerdo con el análisis llevado a cabo
por Monferrer, Serrano Vicéns fue capaz de hacer un monumental
estudio contracorriente, en el que analizaba y normalizaba la
masturbación, el homoerotismo, las fantasías, y muchos otros aspectos

409 En perspectiva psicoanalítica y sobre la "represión sexual" hay que referirse


también al opúsculo Sexualidad y Represión de Carlos Castilla del Pino (1971)
410 No podemos omitir que sea Joan Masana i Ronquillo [sic], uno de los
principales valedores del tratamiento aversivo de la homosexualidad quien
prologue el libro. Véase epígrafe 7.3.b de este trabajo.
411 González Duro en la entrevista mantenida el 22 de julio de 2011 nos llamó la
atención sobre este médico que constituía un caso muy brillante.

630
de la sexualidad femenina que se encontraban eclipsados por la
concepción de las mujeres como madres y esposas. Contribuyó,
además a desvelar «el desacuerdo existente entre lo fisiológicamente
normal y las reglas morales y médicas preestablecidas, que conducían
a la mujer a una infelicidad íntima por contención» (Monteferrer,
2012: 229).

En el otro lado, como recidiva, tenemos producción jurídica y


biomédica que considera fundamental el sistemático control de la
plaga homosexual. Así desde antes de la norma española de
peligrosidad, el juez Antonio Sabater Tomás (1962; 1965?,1967;
1972) venía desarrollando una prolífica tarea como defensor del
modelo de defensa social que dicha ley articularía. En estos textos
incluye datos médicos dispersos que dan cobertura científica a la
represión jurídica y una evaluación del estado jurídico de la cuestión
en otros países (Martínez y Adam, 2008).

La persistencia de un modelo médico con tonalidades


condenatorias se puede apreciar bien en el artículo de Antonio Sabater
Sanz (1975) en la flamante revista Sexualmédica. Después de repasar
algo la historia del fenómeno nos ilustra con una clasificación de los
homosexuales, dividiéndolos en constitucionales o endógenos,
genuinos homosexuales, sintomáticos, en los que la homosexualidad
se sobrepone a un padecimiento psiquiátrico mayor, y aberrantes. Aquí
la palabra "aberración" no tiene nada que ver con el sentido de
anomalía encauzable que la psiquiatría antropológica venía

631
anunciando.
Homosexuales aberrantes, perversos, degenerados,
depravados, etc. que estaría compuesto por aquellos
individuos que, con una tendencia instintiva heterosexual
completamente normal, poseen unos valores ético-
morales de escasa calidad, bien por haberse desenvuelto
en ambientes de depravación y vicio, bien por snobismo
[sic] y ansia de nuevos placeres, etc. El caso es que
recurren a la búsqueda de prácticas anómalas, y muchos
de ellos no solo explotan a los componentes de los grupos
anteriores, sino que llegan a seducir y pervertir a jóvenes
adolescentes (Sabater Sanz, 1975: 32).

En un sólo párrafo se concentra, aunque para un solo tipo de


homosexuales, el imaginario de condenación persistente durante
decenios, y que se había moderado ligeramente al combinarse con los
enfoques antropológicos. Algo de esa moderación podría quedar al
aceptar que algunos homosexuales pueden estar bien adaptados dentro
de su «precario equilibrio» y en la honestidad deontológica que se
exhibe al afirmar que «la obligación primordial del médico en su
consulta es ayudar al paciente, no salvaguardar las normas morales de
la sociedad» (Sabater Sanz, 1975: 35). En la parte de casos prácticos
extrae la información de su propia práctica clínica en la Clínica de
Salud Mental del Jefferson Medical College.

Si hay una obra que se puede situar a medio camino entre las
dos líneas de "normalización" y estigmatización, es la tesis doctoral de
Alberto García Valdés, publicada en 1981: Historia y presente de la
homosexualidad. Su publicación tuvo ya lugar en la democracia y
cuando la legislación no penaba expresamente las conductas

632
homosexuales, pero sus estudios se desarrollaron años antes con
reclusos de la cárcel de Carabanchel. La descripción que hace Arturo
Arnalte (2003: 111) de las fotografías incluidas en la publicación
recoge fielmente que, pese a unas conclusiones de «normalidad» y
despatologización se aprecia una metodología que explicita el estigma
y un tratamiento absolutamente experimental de los sujetos.

7.2. LA RECEPCIÓN DEL PSICOANÁLISIS, LA PSIQUIATRÍA


ANTROPOLÓGICA Y LA SEXOLOGÍA EN PORTUGAL

En España, como hemos visto, la psiquiatría nacional bloqueó


e ideologizó la recepción del psicoanálisis412. Si a ello se suma que
algunas de sus figuras más importantes, como Ángel Garma,
marcharon al exilio (Huertas, 2002: 64-88),413 podemos hacernos una
idea de la situación en el régimen de Franco. No obstante, antes de la
contienda había existido bastante permeabilidad hacia los estudios
freudianos (Glick, 1988: 209). Después, podemos apreciar que, a

412 Sobre este el psicoanálisis durante el franquismo, remitimos a Carpintero y


Mestre (1984) y Druet (2012a; 2013). En la misma etapa, sobre la recepción en
la cultura popular véase Porcel (2012). Sobre los procesos de
institucionalización, véase Bermejo (1994); con carácter más general, véanse
Carles, Muñoz, Llor y Marset (2000), Sánchez-Barranco, A., Sánchez-Barranco,
P. y Sánchez-Barranco, I. (2007), Sánchez-Barranco, A., Sánchez-Barranco, P. y
Balbuena (2012), en perspectiva comparada con el mundo anglófono, Allodi
(2012). Para la recepción en la península, véase Delacampagne (1982).
413 La relación del psicoanálisis en el exilio con el interior, en Druet (2012b).

633
pesar del tono de desdén y rechazo que se advierte en la psiquiatría
más oficialista, las ideas psicoanalíticas se filtraban en los análisis
sobre la homosexualidad que hemos revisado. En ocasiones se detecta
un "psicoanálisis" implícito, que opera sin nombrar la obra de Freud o
que aparece solapado en algunos análisis existenciales.

Dada la importancia que para la historia de la filosofía y de la


ciencia tiene la obra del neurólogo vienés, la recepción de su corpus
teórico en cada nación reviste un gran interés historiográfico. Para el
caso de la concepción biomédica de la homosexualidad, la
hermenéutica de la obra de Freud y de las diferentes escuelas
psicoanalíticas ha propiciado interpretaciones diametralmente
opuestas (Mondimore, 1998: 93-104; Sáez, 2004: 35-48), de manera
que en muchos casos podemos detectar una permeabilidad "selectiva"
a la hora de completar los puntos de vista inicialmente establecidos.

En Portugal, la recepción de Freud414 ha sido analizada por


Alirio Queirós (2009). Durante la República y el Estado Novo
encontró vías explícitas de desarrollo, aunque como era de esperar,
más problemáticas durante la fase autoritaria. Esas tensiones, que
nunca llegaron al nivel de lo acontecido en España, se reflejan cuando
Osório de Oliveira, traductor de de Tres ensayos sobre una teoría de
la sexualidad, en 1932, se disculpa alegando no ser persona inmoral
414 Además de Queirós (2009), véase Martinho (2001) y Pereira y Pita (2005). Para
una visión de la recepción de Freud en Portugal desde un punto de vista cultural,
véase Gil y Martins (2011). Para su repercusión en los diferentes psiquiatras
portugueses, Fernandes (1984). Sobre los paradigmas psiquiátricos en Portugal
y el psicoanálisis, véase Pereira (2010); sobre la recepción hasta la actualidad y
las actitudes sociales véase Morbek y Pereirinha (2006).

634
por mencionar a Freud. Con esas salvedades parece que el
psicoanálisis fue asimilado por lo más selecto de la intelectualidad
lusa, tanto a lo largo del Estado Novo, como después (Queirós, 2009:
166-167).

Egas Moniz, como hemos visto, valoraba y aplicaba el


psicoanálisis. Así en «O conflito sexual» (1921)415 expone las líneas
básicas del psicoanálisis y el estudio de la sexualidad desde la
infancia. El padre de la psicocirugía mantuvo este interés a lo largo de
toda su carrera profesional, algo que también se aprecia en el lenguaje
del adalid de las técnicas lobotómicas en Estados Unidos, Walter
Freeman (Manuel Correia 2014).

Un caso de transición y recepción ecléctica lo representa


Sobral Cid, cuya obra seguía los parámetros de la psicopatología de
Kraepelin y era capaz de atender igualmente al saber psicoanalítico y
fenomenológico, aunque siempre de forma subsidiaria. Su postura se
aleja del materialismo de sus predecesores como Miguel Bombarda o
Júlio de Matos, pero en realidad no se inmiscuyó demasiado en
debates epistemológicos importantes. Así, en su trabajo aprovechó las
ideas de Krapelein, Bonhoeffer, Bleuler, Kretschmer y en menor
medida ─ pero también ─ de Jaspers, Freud y Jung. (Fernandes,
1984:286-287). Más que intentar discutir los presupuestos filosóficos,

415 Este discurso fue pronunciado el 30 de junio de 1921 en el Congreso Luso-


Español de las Asociaciones para el Progreso de las Ciencias, recogido luego
en un artículo (Moniz, 1921). Véase Moniz y Freire, 2012. Sobre Moniz y la
sexualidad infantil en perspectiva psicoanalítica, véase Maurisen y Pereira
(2012)

635
intentaba establecer una posición sintética que se colocaba en ese
entramado «propiamente psiquiátrico» situado entre las neurociencias
y la psicopatología (Barahona Fernandes,1984: 290).

De acuerdo con nuestro informante B.416 el psicoanálisis en


Portugal podía ser la herramienta de interpretación psicológica que
ayudase a la "autoaceptación" de los homosexuales, pero en las épocas
de represión, con frecuencia podía ocurrir todo lo contrario. Esto
naturalmente tenía lugar sobre todo en el ámbito privado. Por lo que
se refiere a la evolución posterior al salazarismo, comenta que dentro
del psicoanálisis y la psicoterapia portuguesas todavía cabía encontrar
posiciones un tanto ambigüas en relación con "algunas clases" de
homosexualidad, aunque en teoría los profesionales se ceñían a lo
políticamente correcto. Cree que algo parecido pasa en España.

Por otra parte, la influencia de la fenomenología quedó


reflejada como una forma de reacción anti-positivista, lo mismo que
sucedía con la psiquiatría antropológico existencial, pero no parece
que tuviera mucha relevancia. Autores como Delfim Santos estuvieron
entre sus practicantes en Portugal (Barahona Fernandes, 1984: 319).
Esta corrientes encontraron cierta acogida en la revista católica Accão
Médica, de orientación tomista y poca relevancia (Fernandes, 1984:
275). La mayoría acababa por deslizarse hacia cierto positivismo o
hacia el psicoanálisis, sin que existan producciones sexológicas que
merezcan un interés mayor que la de los autores ya analizados. Hay
416 Entrevista en Portalegre, 6 de mayo de 2013.

636
que señalar además que la antropología de Delfim Santos combinaba
el tomismo con el existencialismo (Pinharanda, 2000: 340), mientras
que la psiquiatría antropológica española, por más que cayera en
idealizaciones metafísicas, no declaraba tales vínculos. El informante
B.417 nos confirma que la psiquiatría de corte fenomenológico y
existencialista tuvo poco impacto en Portugal. A este respecto
comparte con nosotros la visión de que en España la incidencia fue
mucho mayor debido a la mayor presencia del catolicismo en los
círculos intelectuales, y también ─ indirectamente ─ por ser
concordante con ideas freudianas que no siempre era bueno
"explicitar".

Por lo que se refiere a la sexología, António Fernando


Cascais418 nos ha comentado que en Portugal la producción
hegemónica sobre la homosexualidad durante todo el periodo que
estudiamos era la de estos grandes autores aquí comentados. Después
prácticamente no se encuentra nada. La autoridad de eminencias
como Egas Moniz es la que se considera referencia sexológica
principal en las obras que analizan la etapa (Pacheco, 2000: 146-148;
158-159). Es llamativo que la obra de un figura tan poliédrica y no
adepta al régimen salazarista, se hubiera mantenido tan en boga. Es
posible que influya el hecho de que fue el único Nobel portugués hasta
José Saramago y que supo adaptarse muy bien tanto al entorno
republicano como al salazarista419. La estructura "garantista",

417 Entrevista en Portalegre el 6 de mayo de 2013.


418 Entrevista en Lisboa el 18 de abril de 2011 y 20 de diciembre de 2014.
419 Para un análisis sobre la figura remitimos, de nuevo, a Manuel Correia (2013).

637
republicana y "relativamente" secularizada del Estado Novo permitía
que esto fuera posible al tiempo que en otros ámbitos se divulgaba la
"educación para la pureza" (Mendes, 1949).

Ya a finales de los 80 encontramos una contribución de José


Calisto Santos (1987: 155-164) en la obra Sexologia em Portugal.
Sexualidade e Cultura420, donde no existe ni una sola referencia
bibliográfica portuguesa. Ofrece un repaso muy completo de la
homosexualidad desde el punto de vista cultural y donde se hace eco
de la Gay Liberation. Por lo que hemos podido conversar con Cascais,
los grandes autores sobre la "homosexualidad" pasaron de ser
considerados como autoridades a ser olvidados en ese aspecto de su
producción. Particularmente Matos, Lopes Vieira, Egas Moniz,
Asdrúbal D'Aguiar y Duarte Santos son conocidos en los ámbitos de
historia de la medicina, pero sus discursos sobre el homoerotismo han
permanecido eclipsados hasta la actualidad.

En la misma obra de Calisto Santos, encontramos un capítulo


de García Pereira sobre las relaciones entre ley y prácticas sexuales,
donde se avisa de las ambigüedades de la despenalización y
normalización de la homosexualidad. Si es cierto que deja de estar
contemplada como punible por sí misma, eso no significa que no
pueda ejercerse una potente coacción contra tales prácticas a partir del
concepto de "moralidad sexual" (Pereira, 1987:205). El texto señala

420 Entre los editores está Afonso de Albuquerque, al que nos vamos a referir en la
parte referida a las prácticas aversivas y conductistas, epígrafe 7.3.a

638
asimismo cómo la mayor persecución de la homosexualidad
masculina queda "compensada" por el hecho de la menor libertad
sexual de la mujer, a la que no se le permite socialmente esa «válvula
de escape».
García Pereira (1987: 202) hace una lectura materialista de la
aparente descriminalización de la homosexualidad. La "liberalización"
de la prostitución y de la homosexualidad sería lo más conveniente
para el Estado dejaría así de preocuparse persiguiendo a individuos
concretos. Se mantienen también figuras jurídicas que por la vía de la
"moralidad" permitirían cierto grado de intromisión pública en las
conductas sexuales, cuando fuera necesario. La marginalidad seguiría
siendo requerida para que «a classe dominante possa preservar a sua
própria "moralidade", essa marginalidade é afinal a "capa protectora"
da honra dos seus filhos e filhas!...». El análisis ofrece una concepción
represiva de la acción del Estado. Encontramos en la posición referida
un análisis materialista, fuertes ecos de la hipótesis represiva y una
evidente descripción de la versatilidad ejecutiva que antes hemos
comentado. De acuerdo con García Pereira, la indefinición de la
«moralidad sexual» permitiría la acción cuando se estimara necesario,
al tiempo que al Estado dejaba de considerar rentable la persecución
de los homosexuales. Este punto de vista ha sido ampliamente
desarrollado por Javier Ugarte (2011; 2013) con una argumentación
amplia y documentada. También habría que matizar la hipótesis
represiva en la línea apuntada por la parte filosófica del presente
trabajo.421

421 Véase el punto de vista de Vázquez García en la parte filosófica, epígrafe 1.3.

639
7.3. CONDUCTISMO Y HOMOSEXUALIDAD EN ESPAÑA Y
PORTUGAL

Con las debidas cautelas hemos reconocido la importancia del


enfoque antropológico-existencial para una renovación de los puntos
de vista sobre la homosexualidad. En el discurso que de Alonso-
Fernández hemos rescatado de los Anales de la Real Academia se
describe un tipo de técnicas que son las que ahora vamos tratar aquí.
Se trata de las técnicas de recondicionamiento. Para el caso, por
ejemplo del fetichismo o transvestismo mal dirigidos o destructivos:

consisten en presentar a la persona eróticamente anormal


el objeto de la tendencia anómala, asociado con un
estímulo desagradable, por ejemplo, con una inyección de
apomorfina o una estimulación farádica. La repetida
aplicación simultánea de estas estimulaciones mixtas
consigue algunas veces la elaboración de un reflejo
condicionado de aversión hacia el fetiche o las ropas del
otro sexo como constituyentes de la diana objeto de una
flechas eróticas destructivas o mal dirigidas (Alonso-
Fernández, 1966:199).

Estas terapias farádicas son las que aplicaron a Jordi Grisset,


uno de nuestros informantes.422 Grisset ya ha colaborado con la
investigación histórica en repetidas ocasiones y tuvo la amabilidad
atendernos. El relato de lo que pasó ha sido descrito con brillantez por
Arturo Arnalte (2003: 83-90), nosotros solo queríamos completarlo
con algunos datos de la interacción lego-experto.

422 Entrevista telefónica el 27 de diciembre de 2013.

640
Grisset acudió a terapia con toda la voluntariedad que puede
dar la presión familiar combinada con un poderoso sentido de
culpabilidad. La terapia consistía en enseñarle fotografías eróticas de
varones, acompañadas de las desagradables corrientes farádicas, que
eran interrumpidas al presentarle fotografías pornográficas femeninas.

Al propio Grisset le llama la atención la asimetría en el tipo de


fotos seleccionada. En las primeras sesiones estaba el médico pero
luego las sesiones quedaban en manos de la enfermera. La terapia no
condujo a ninguna parte y al final el paciente y el enfermo llegaron al
acuerdo de que dirían a la familia que el asunto estaba solucionado y
que el servicio militar ya terminaría la terapia. Años después Grisset
pidió consulta con el mismo médico para que le explicara lo que le
había hecho. No sacó nada en claro, aunque le cobraron la visita.
Grisset comprende que ese era «el protocolo» y que después de todo él
fue voluntariamente. No hubo disculpas aunque desde nuestra
perspectiva al médico siempre le cabe pronunciarlas incluso en
nombre de la ciencia que le tocó aplicar.

Hay un evidente acuerdo entre el médico y el enfermo para


dejar a salvo la efectividad de los discursos científicos. Esta debía
quedar más o menos incólume, así como las virtudes de la terapia del
médico, y llego un momento en que también la integridad psicofísica
de Grisset.

641
Estos tratamientos eran los propuestos por el Dr. Juan Masana.
Fueron además comunicados en el X Congreso Nacional de
Neuropsiquiatría celebrado en Barcelona en 1969 (Masana y Cirera,
1969 cit González Duro, 1978: 163).

En nuestra entrevista con González Duro,423 incluye estas


prácticas en lo que él denomina una «escuela de Barcelona». En la
concepción popular, la gente confunde electrochoque con
electroterapia. Si bien ambas son técnicas de castigo, la primera es
muchísimo más contundente. El enfermo queda inconsciente después
de su aplicación. No así en la terapia farádica. Estas sesiones duraban
veinticinco o treinta minutos, dos o tres veces por semana. Al final del
tratamiento se esperaba «desaparición o disminución de la
homosexualidad, instauración o incremento de la heterosexualidad»
(González Duro, 1978: 163).

Juan Masana ya venía siendo desde unos años atrás un


divulgador de las posibles aplicaciones de la teoría del aprendizaje a la
homosexualidad (Masana, 1967). Poco después ya ofrece un balance
que titula «Enfoque actual de las desviaciones sexuales» (Masana
1969a).

Estas técnicas estaban en uso. Especialistas que luego han


hecho una brillante carrera sexológica tienen productos intelectuales
en el albor de la misma que necesitan ser rescatados para apreciar

423 Entrevista de 22 de julio de 2011.

642
cuánto han cambiado los discursos. Mucho menos agresivo, pero en
la misma línea424 está Agripino Matesanz al proponer la evaluación de
«Estímulos auditivos en terapia aversiva: Una nueva técnica.
Aplicación a un caso de homosexualidad». Lo más relevante del
estudio es que la novedad consiste en usar otros estímulos, pero
reconociendo que los estímulos eléctricos presentan «ventajas
sustanciales de tipo práctico y metodológico sobre otros estímulos»
(Matesanz, 1979: 1063). Parece que años después se seguía en la
misma línea (Matesanz, 1983).

Se empezaron a utilizar dispositivos tecnológicos, los penis-


pletismógrafos, para detectar la tumescencia del pene. Es la línea del
conductismo sexológico. Su utilización ya las distorsiones de la
imaginación requerirán la atención de los expertos (Freund, 1966;
Yates, 1973; McConaghy, 1974; Feldman, 1975). Con este
instrumental se pretendía «medir» la excitación, y era aplicable a las
conductas sexuales y a sus disfunciones, en general. No parece que en
la clínica sexológica privada tuvieran muchos "homosexuales" en
comparación con los casos de impotencia o frigidez. También se usó
un medio más incontrolable por el paciente como la evaluación de la
pupila, pero se constató que se veía afectada también por las

424 Queremos hacer mención a algo que de acuerdo con otro de nuestros informante
B., médico psiquiatra portugués , en relación con la agresividad de los métodos
nos ha llamado la atención. El carácter impresionante de métodos biológicos
como la psicocirugía o ciertas técnicas aversivas nos ha desnortado
parcialmente. Se refiere a que la psicoterapia no invasiva, biológicamente puede
tener unos efectos terroríficos en los individuos, y es un método mucho más
económico y sobre el que tanto paciente como familia suelen tener menos
reticencias. Entrevista en Portalegre, 6 de mayo de 2013.

643
circunstancias y por las expectativas y el perfil del experimentador
(Chapman, 1969).

Otro informante (F.425) nos ha narrado que a los 16 años se


enamoró de un compañero del Colegio; sentía cierta atracción hacia
los varones, pero hasta ese momento no se materializó. La relación fue
muy turbulenta. F. comenzó a leer todo lo que pudo sobre
homosexualidad y decidió pedir ayuda. Esta vino de un psicólogo
amigo de la familia. El psicólogo estableció que la relación con el
amigo era una fijación, normal en la edad, y muy destructiva. Se
utilizó el test de Rorschach y la terapia consistió en masturbarse con
revistas pornográficas heterosexuales e interrumpir el contacto con el
"amigo". Este era otro formato de técnica de recondicionamiento que
requería menos tecnología. F. refiere cómo ante las dificultades usaba
la estrategia de fijarse en los hombres de esas revistas, o pensar en
otras cosas (homosexuales) y volver a la revista cuando la eyaculación
no tenía marcha atrás. La familia era hostil sobre todo a la relación
que mantenía con el compañero. Cuando la relación con el otro chico
ya se había normalizado y F. estaba más tranquilo interpretaba que esa
tranquilidad es que se había empezado a "curar". Lo que desde luego
se calmó fue la alarma familiar. Que hacía "trampas" en los deberes de
masturbarse heterosexualmente es algo que dice ahora con la vista
vuelta hacia atrás.

425 Entrevista en Madrid el 4 de octubre de 2011.

644
a) Afonso de Albuquerque y las técnicas "galvánicas"

Sabemos que las técnicas aversivas estaban en uso también en


el Portugal de la misma época si bien no hemos hallado producción
científica nativa al respecto. Se trató de una técnica exportada. Sí hay
una referencia extensa en la entrevista que realiza São José Almeida
(2010: 56) al médico psiquiatra Afonso de Albuquerque. Los informes
de este médico se refieren también a terapias electroconvulsivas y no
solo a terapias farádicas. En concreto Albuquerque relata cómo se
aplicaban con anestesia. Pero presume que fueron usadas como medio
punitivo contras los homosexuales. Para un ingreso hospitalario por
«homosexualidad» parece que era suficiente con un informe médico
que lo prescribiera y la autorización familiar. No obstante
consideramos que, igual que pasaría en España, el internamiento
psiquiátrico no fue ni mucho menos sistemático. Tenían que concurrir
una serie de circunstancias de forma concomitante. No obstante, lo
importante para nosotros, es que era una posibilidad práctica siempre
disponible.

También a finales de los 60, Carlos Alberto Pinto (Almeida,


2010:57-58) recibió tratamientos de electrochoque "justificados" por
sus padecimientos mentales, dentro de los cuales estaba la
homosexualidad. Carlos Alberto había interiorizado que esas terapias
estaban justificadas para sus problemas. Es además un caso de
represión en el entorno militar. Se llegó a realizar una investigación
sobre su pasado en su aldea de origen. Le aplicaron las técnicas

645
electroconvulsivas en el Hospital Júlio de Matos y en el Hospital do
Lorvão.

La versión más estilizada de la electroterapia, la que aplica


corrientes para establecer condicionamientos también se utilizará en
Portugal en la misma época que en España (Almeida, 2010: 58). Las
correntes galvânicas (las corrientes farádicas de Masana) fueron
utilizadas sistemáticamente a finales de los sesenta por el propio
Afonso de Alburquerque. Gabriela Moita insiste en destacar el
carácter innovador de estas técnicas y que no se descontextualice la
acción de unos médicos que querían ayudar. Como en España, los
legos en estas terapias las confunden con el electrochoque.
Albuquerque estudió en Inglaterra entre 1964 y 1968 y se formó en
estas técnicas. Llegó a ser miembro del Royal College of Psychiatrists.
En la Universidad de Londres, el profesor Isaac Marks le informó de
una revolucionaria terapia diseñada por británicos en África del Sur.
Era el trabajo de la escuela conductista por oposición a la
psicoanalítica. El conductismo procedente del Este se abría paso
ofreciendo soluciones prácticas allí donde el psicoanálisis no las daba.
Se consideraba en concreto que estas terapias resultaban útiles para el
tratamiento de fobias y la homosexualidad. Después Albuquerque
pasaría a estudiar en Oxford con John Bancroft, a la sazón futuro
director del Instituto Kinsey.

La declaración de Albuquerque a São José Almeida (2010:59)


es muy iluminadora:

646
O tratamento era a exposição gradual à situação fóbica. O
doente era acompanhado pelo terapeuta ao longo de dez a
quinze sessões. Pensava-se que o comportamento homossexual
era por receio do diferente. O error foi generalizar essa terapia
para a generalidade dos homossexuais, quando a maioria dos
homossexiais não o são por fobia. O erro foi pense-se que a
teoria era válida para todos (Albuquerque en Almeida,
2010:59).

Afirma también que la polémica giraba en torno a los


procedimientos aversivos porque la exposición gradual a una situación
fóbica no generaba las mismas reticencias deontológicas. El error, y
grave, fue la generalización que describe el propio psiquiatra.

La técnica que usaba Albuquerque requería la participación


activa de los pacientes homosexuales. Así refiere cómo eran ellos los
que seleccionaban las fotografías de hombres y mujeres que eran
proyectadas y sobre las que se les pedía fantasear eróticamente. Las
consiguientes erecciones se tornaban desagradables si se acompañaban
de corrientes eléctricas en la piel. Para que los legos lo entiendan, la
sensación es parecida al calambre que recibimos ocasionalmente
desde los coches por la electricidad estática (Almeida, 2010: 59).

En el procedimiento se disponía un dispositivo que


transformaba la electricidad en galvánica y se dirigía hacia la piel
mediante una pulsera y un interruptor. Era el paciente el encargado
de aplicarse a sí mismo la terapia de manera que primero se
proyectaban las imágenes homoeróticas y se le pedía que fantasease.
En cuanto empezaba a sentir la erección debía él mismo aplicarse las
descargas que eran recibidas como un hormigueo incómodo, pero lo

647
suficiente como para disminuir la excitación. Luego se repetía el
proceso con imágenes heteroeróticas y se repetía la fantasía sin
descarga (Almeida, 2010: 60).

Este método fue introducido por Afonso de Albuquerque en el


Hospital Júlio de Matos entre 1969 y 1971. Allí pidió los recursos
necesarios al entonces catedrático de la Universidad de Lisboa, Dr.
Polonio. El catedrático se mofó inicialmente de la propuesta y no
facilitó en primera instancia los recursos (Almeida, 2010:60). Al cabo
de un año y por la insistencia de Albuquerque, que incluso había
comprado por sus medios parte del equipo, le facilitaron un gabinete.
Durante dos años trató a 30 homosexuales y llegó a la conclusión de el
método era ineficaz. Tal vez un tercio pasaba a un comportamiento
heterosexual pero sin abandonar el homosexual.

Los pacientes los obtuvo estableciendo contacto directamente


con homosexuales. Luego contó con la colaboración de una mujer,
obesa, asexuada y maternal, que se dedicaba junto al Aqueduto das
Águas Livres, y que daba cobijo y amparo a los homosexuales.
Refiere la conversación con ella como un dialogo entre terapeutas
(Almeida, 2010: 60-61). Quiso una casualidad del destino que uno de
los pacientes de Albuquerque fuera el luego activista por los derechos
de los gays, António Serzedelo. Hoy en día son amigos. Acudió a la
terapia por sugerencia de una novia, con la que también tiene buena
relación actualmente, porque querían casarse y aquello ofrecía una
solución que se antojaba simple. El tratamiento no sirvió para nada,

648
dice Sezedelo que «a não ser que passei a ter relações e a divertir-me
sem problemas!» (Serzedelo, en Almeida, 2010: 61).

Nosotros hemos podido hablar por un rato con otro portugués


que recibió terapia en aquellos tiempos, L. 426 Fue llevado por la
familia, de clase media-alta, al médico y recibió posteriormente
tratamiento psicoterapéutico. En el transcurso del mismo el terapeuta
comentó con la familia la existencia de esas técnicas "aversivas", pero
nunca se le aplicaron. De alguna forma extraña se produjo,
posiblemente por autosugestión, la "curación". Se casó y tuvo hijos y
seguía sientiéndose atraído por los varones. Finalmente, con edad
avanzada se divorció, aunque "no por eso", y ahora es un homosexual
"discreto". Casi nadie sabe "lo suyo". Se mostraba particularmente
suspicaz ante nuestro interés. Tiene la visión de que aquellos tiempos
pasaron gracias "progreso" y que es mejor no volver a esas cuestiones.
Jamás habría aceptado darnos cualquier información que lo hiciera
identificable.

Como podemos apreciar, la formación que los psicólogos y


médicos ibéricos desplegaban en sus prácticas clínicas conductistas no
era producto peninsular sino de origen anglosajón. Estas terapias
precisaban de cierta colaboración por parte del paciente. Luego, cada
uno de ellos integraba la experiencia, como podía, en su propia
biografía. Aquí no se dibuja un protagonista teórico «homosexual»

426 Informante L. Entrevista en Badajoz, el 6 de mayo de 2013.

649
sino que se aplica directamente la técnica sobre un sujeto biográfico,
al que su propia biografía le ha hecho llegar hasta ese punto, para
alentar y desalentar comportamientos mediante refuerzos.

Una característica específica del conductismo es ser una


técnica que pretende aplicar los resultados de la teoría del aprendizaje
y trabaja sobre las conductas a erradicar sin tener una teoría acerca de
ellas. Se limita a lo observable. No tiene una teoría de mente, ni de la
enfermedad. Que se trabaje sobre síntomas, fenómenos observables,
sin teoría, no es nada nuevo en la medicina, pero desde luego puede
plantear cuestiones de tipo ético. Para empezar, la precariedad teórica
sin duda facilitaba el confundir las cosas y generalizar la condición
fóbica a todos los homosexuales. Ante la falta de resultados, siempre
se podía simplemente tramar un resultado pactado, como hizo Grisset
con su médico, o abandonar las terapias como más científicamente
hizo Albuquerque. Para González Duro (1978: 163) la falta de
tecnificación en España, y entendemos que en Portugal, podría poner
«más al descubierto su carácter coercitivo y moralizante».

b) Sociología, aprendizaje y electroterapia: Juan Masana.

Esto no significa que los médicos involucrados con esas


técnicas no tuviesen preocupaciones teóricas en la medida en que
legimitaban sus prácticas clínicas. Juan Masana prologó la versión
española de la obra de Michael Schofield, Aspectos sociológicos de
la homosexualidad (1969). Los tres tipos de homosexuales que el

650
propio Schofield anuncia en el subtítulo, son los encarcelados, los que
acuden al médico y los que están perfectamente adaptados a su
condición. Luego compara estos grupos con grupos no-homosexuales
y suficientemente homogéneos como para establecer comparaciones.
El estudio arrojó que los presos homosexuales se parecían mucho más
a los presos no-homosexuales que a los otros homosexuales. Lo
mismo ocurría con los pacientes psiquiátricos: se parecían más a los
pacientes heterosexuales que a los otros grupos de su misma
tendencia. De acuerdo entonces con estos resultados, la
homosexualidad dejaba de ser una entidad nosológica para convertirse
en un síntoma aislado que podía coincidir con multitud de estados.

Con estos datos empíricos, Masana (1969b:9) cree que el


psiquiatra está desencaminado y su mirada sesgada por el hecho de
que «los homosexuales que acuden al médico son individuos
atormentados por su condición y cuya personalidad se resiente de esta
situación conflictiva».

Sin embargo Masana (1969b:10) difiere de Schofield cuando


se trata del tema del papel de la teoría del aprendizaje en relación con
la homosexualidad. Si Schofield era pesimista al respecto de los
tratamientos aversivos, Masana considera que los resultados que él ha
tenido son muy satisfactorios con un 41,6% de éxitos y un 83% de
mejorías (Masana, 1967; Masana y Cirera, 1969). También reconoce
que estos son datos recientes y que Schofield no los tendría por qué
conocer.

651
Desde nuestro punto de vista es gratificante al mirar la historia
de la biomedicina, encontrar procesos de comunicación científica que
resultaban fructíferos. Sobre todo si había consecuencias positivas
para la dignidad de los seres humanos, que es lo que Masana dice
buscar (1969b:11) cuando pide se evalúen las legislaciones sobre estas
cuestiones. No obstante, mucho nos tememos que esos éxitos bien
podrían ser en más de un ocasión un efecto parecido al de Jordi
Grisset, esto es, una construcción en el despacho. No estamos en
condiciones de afirmar que el caso de Jordi Grisset fuera extrapolable,
pero sí nos llama la atención la disparidad de los resultados de Masana
y de Albuquerque. También creemos que los pacientes podrían decir
cualquier cosa y que la imposibilidad de fiscalizar totalmente sus
vidas impediría que se supiera qué estaba pasando realmente. En ello
no consideramos tanto la estrategia de "mentir" o falsificar los datos,
como que los pacientes interpretaban que tenía que pasar algo que no
estaba pasando realmente. Por ejemplo F. 427 refiere como interpretó el
estar curado con tener la suficiente motivación como para eludir sus
tendencias durante un tiempo.

En su trabajo de revisión «Enfoque actual de las desviaciones


sexuales», Masana (1969a) hizo un repaso de las teorías anteriores.
Reconocía que el tema era de tratamiento complejo por la emotividad
que despertaba y por las dificultades metodológicas (1969a:129). En
relación con las teorías orgánicas, aunque está convencido de que la
senda biológica sería el futuro de las ciencias de la mente, lo cierto era

427 Entrevista en Madrid, el 4 de octubre de 2011.

652
que «hasta el momento esta última no ha podido dar respuesta al
problema de la desviación sexual» (1969a:131). Por lo que se refiere a
las teorías psicógenas, incluye en ellas las psicoanalíticas y las
antropológico-culturales. De estas últimas alega la importancia de los
factores culturales que dimana de los estudios de Ford y Beach (1965).

A raíz de los mismos se explica que «las distintas conductas


sexuales son hábitos impuestos culturalmente por la sociedad en que
el sujeto se desarrolla» (Masana, 1969a:133). De hecho en las
sociedades donde hay permisividad con la homosexualidad, esta
conducta se encuentra ampliamente presente.

A medida que la actitud va endureciéndose, el porcentaje


disminuye hasta alcanzar los límites de nuestra sociedad,
en la cual la tolerancia es poca. Sin embargo, en
sociedades más pequeñas, los efectos de la intolerancia
pueden ser aún mayores que en la nuestra, ya que el
menor número de individuos permite un control más
completo de los mismos (Masana, 1969a:133).

A partir de aquí Masana (1969a:134-135) extrae


provisionalmente once conclusiones que pasamos a extractar en forma
de resumen y analizar conjuntamente.

La homosexualidad sería diferente a otras desviaciones tanto


por su frecuencia como por su presencia en la escala animal. A la hora
de explicarla, se podía postular un elemento genético, pero este solo
tendría un papel explicativo de la predisposición a la conducta.

653
La predisposición podría entenderse como específica para las
orientaciones heterosexual y homosexual, pero todo apunta a que es
mejor entender la orientación como un continuum entre dos polos que
es modelado por factores genéticos y ambientales. La distribución a lo
largo de ese continuum no afectaría por sí misma a otras esferas de la
personalidad. Los homosexuales, así, no son necesariamente
enfermos. Pueden ser «de todas las maneras», de acuerdo con los
estudios de Schofield (1967).

Estamos entonces ante una normalización cada vez mayor de


la homosexualidad en la línea sugerida por Schofield (1969), y de otra
forma, por Giese (1965). La teoría aparece ahora deliberadamente
ecléctica con una atención a los factores antropológico-culturales que
era imposible obviar por su incidencia en la producción sexológica de
la segunda mitad del siglo XX.

Así la homosexualidad «no imprime carácter» y

es razonable postular que para aquellos que busquen


ayuda, porque su biografía religiosa, sociológica,
sociológica o cultural les impide aceptar su forma de ser,
será una conducta apropiada el intentar eliminar la
homosexualidad sin preocuparse excesivamente de todo
lo demás (Masana, 1969a:135).428

La legitimidad terapéutica viene del deseo de ayudar al


homosexual para que realice un ajuste con su propia realidad y
circunstancias. El protagonista biográfico, como hemos dicho, recibe
428 El subrayado el nuestro.

654
sobre sí la terapia. Una terapia que no está preocupada «de todo lo
demás». Ese todo lo demás es un protagonista teórico429 todavía por
perfilar.

En esa búsqueda de la teoría se admite que herencia y


ambiente están implicados en la explicación. Pero los resultados que
hasta la fecha ha obtenido Masana (1967) le permiten ser optimista y
además avanzar que el ambiente, lo aprendido, lo ambiental, será
mucho más importante que lo heredado, natural, congénito. Esto
también es valedero para la mayoría de las desviaciones sexuales no
homosexuales. Sin embargo parece que los éxitos estarían más
concentrados en los tratamientos aversivos sobre desviaciones no-
homosexuales que sobre la homosexualidad por sí misma.

Masana reconoce la importancia de lo aprendido en los


primeros años de vida, con lo que se hace una concesión ─ muy
parcial ─ al psicoanálisis. Lo cerebral no debe tampoco despreciarse,
pero se desaconseja establecer causalidades fuertes. Como se ha dicho
arriba, Masana es un profeta de la importancia de los estudios
biológicos para el siglo XXI, que además finaliza sus conclusiones
reconociendo la provisionalidad de las teorías, su carácter transitorio
a la espera de que investigaciones rigurosas derriben muchas de ellas.

Es también relevante que los estudios antropológico-culturales


que pueden conducir a una crítica cultural y con ello a una reflexión

429 Véase el capítulo I, en particular el epígrafe 1.5. de este trabajo.

655
filosófica de cariz emancipador, se utilicen para levantar acta de que la
diversidad cultural va vinculada a la normatividad social y que la
terapia reparadora estaría justificada.

La teoría queda por hacer, pero entretanto la acción terapéutica


sobre los individuos concretos ya se ha instaurado. De alguna forma
los pacientes son llamados a tener un rol más activo en su propia
curación. Estos pacientes son el grupo II de Schofield (1969), los que
acuden con problemas vinculados a su sexualidad.

Dos años después, unos cuadernos sexológicos divulgativos incluían


una ficha bibliográfica de la obra de Schofield precedida de una
exposición de los puntos de vista de Juan Masana. Aquí el psiquiatra
de orientación conductista examinaba los resultados del informe
Kinsey y hacía una curiosa afirmación al decir que era
fácil darse cuenta de la magnitud que el problema de la
homosexualidad plantea a nuestra sociedad. O quizá sea
mejor anunciar la cuestión totalmente al revés. Es decir,
en términos de la magnitud del problema que la sociedad
plantea a este numerosísimo grupo de homosexuales
(Masana, 1971: 13).

Masana consideró que los trabajos de Schoefield eran de una


importancia extraordinaria. Constataba que las «montañas de libros»
que intentaban explicar la homosexualidad solo recogían el punto de
vista e investigaciones de sus autores. De ahí que se hubiera
estandarizado un cierto concepto de "homosexualidad" y una
caracterización específica para estas personas (1971:15). Creyó que tal

656
punto de vista, después de las investigaciones sociológicas es era
insostenible. Habría homosexuales de todo tipo. Y si los había
enfermos, era necesario tener en cuenta que más que ser la
homosexualidad el resultado de una enfermedad, sería la situación de
apartheid [sic] en la que los colocaba la sociedad, la responsable de
los sufrimientos. Las reacciones neuróticas serían exógenas y frutos de
un entorno hostil. La homosexualidad femenina habría de ser
considerada de forma análoga. (Masana, 1971: 17-18). En relación
con las causas, repasó todos los puntos de vista vigentes en su
momento. No se mostraba especialmente partidario de ninguno de
ellos, pero la concepción en términos de aprendizaje desde la infancia
le parecía la más aceptable. Especulaba con la combinación de

Al no ser una enfermedad, Masana (1971: 24-28) se planteó la


necesidad o legitimidad ética de efectuar un "tratamiento". Como ya
había argumentado en sus publicaciones anteriores, creía que el
médico debía hacer lo posible por cambiar las tendencias
homosexuales a requerimiento del paciente, con la finalidad de
mejorar su adaptación a un medio inhóspito. Informaba del desuso de
las terapias hormonales que ─ a su juicio ─ habían contribuido a
elevar la intensidad de las necesidades sexuales de los pacientes pero a
no disminuir la tendencia.430 Las terapias disponibles eran la
psicoterapia y las técnicas conductistas. Hacía una valoración
pesimista de las posibilidades de la primera, tanto freudiana como
existencial, dados los malos resultados obtenidos. Por otro lado, las
430 Se usaban hormonas masculinas para los hombres y femeninas para las mujeres.
Masana (1971:27) se refiere a esta modalidad, que no fue la única.

657
técnicas aversivas (conductistas) eran explicadas detalladamente por el
autor. Evaluaba los resultados "muy alentadores" aunque se lamentaba
de la falta de adhesión al tratamiento por parte de los pacientes.

En relación a esto, F.431, el que fuera un adolescente con los


deberes domiciliarios de masturbarse con pornografía "normativa",
nos ha contado que más adelante, cuando tuvo una crisis personal que
le hizo replantearse su orientación, pero ya en una fecha bastante
posterior a la que cubre nuestro estudio, acudió de nuevo a otro
psiquiatra. Pidió expresamente la posibilidad de cambiar de
orientación sexual por algún medio. El psiquiatra le dijo que era algo
que se podía intentar, pero que las posibilidades de éxito eran escasas
y desde su punto de vista incluso en ese caso eran desacordes con su
ética profesional.

Habría prácticamente que desmontar la personalidad y eso le


parecía una mala práctica psicoterapéutica para homosexuales de
finales del siglo XX. Había que mejorar la autoestima y aprender a
vivir con las propias características personales que en este caso, no
eran una enfermedad propiamente dicha. Estábamos ya en el reino de
la homosexualidad egodistónica.

Por lo que se refiere al uso forzoso de estas técnicas nos


encontramos en una situación parecida a lo que hemos apuntado sobre
la psicocirugía. La literatura periodística se hace eco de ello, pero

431 Entrevista en Madrid el 4 de octubre de 2011.

658
nuestros informantes nos hacen ser cautelosos. Incluso el caso de
Antoni Ruiz432 que estuvo en el penal de Badajoz en la época de
aplicación de la Ley de Peligrosidad Social dice que no había ningún
tipo de tratamiento más que «coser balones». Pensamos que sobre
todo se aplicó también en el contexto de la clínica privada, sin negar
categóricamente que pudieran darse otras situaciones. En concreto,
sobre el penal de Huelva, Fernando Olmeda (2004:193-194) indica:

la asistencia médica era mínima. El doctor pasaba


consulta una hora diaria, y no era fácil lograr una salida
al exterior. No había asistencia psicológica. Apenas unas
charlas impartidas por el capellán y y el maestro, que no
aspiraban a lograr grandes éxitos rehabilitadores o
educativos.[...] Armario niega tajantemente que se
practicasen terapias aversivas, sencillamente porque no
había médico ni psiquiatra. La única «terapia» era el
trabajo manual.

Los centros penitenciarios de Badajoz y Huelva eran los


especializados para esa rehabilitación que, seguramente por fortuna
para los internos, no estaba programada ni parecía posible con los
recursos disponibles. Según los testimonios (Olmeda, 2009: 187 y ss.)
los presos se adaptaban como podían y se perseguían las relaciones
sexuales con severidad. Pero no había ningún programa psicológico o
médico para tratarlos.

432 Entrevista en Mérida los días 30 y 31 de marzo de 2011.

659
7.4. CLASIFICACIÓN E INTERACCIÓN: EL INFORME
CHAMORRO (1970)433

a) Del redentorismo al correccionalismo

Un manual universitario de Psicología Penitenciaria (García


García y Sancha Mata: 1983) editado cinco años después de la
Constitución (1978) ya reconocía que, desde que aparecieran los
primeros equipos psicológicos penitenciarios en Estados Unidos
(1919) y hasta los 80, los establecimientos penitenciarios seguían
siendo centros de custodia, orden y disciplina distantes del objetivo de
rehabilitación social (1983: 86). Que los autores del manual fueran
dos psicólogos ocupados de la dirección del penal de Ocaña (director
y subdirector respectivamente) da una idea de su contacto con la
realidad de estas instituciones. Ello los hace además transmisores
privilegiados de una problemática totalmente a caballo entre el
sistema franquista y la incipiente democracia. Su tratamiento de las
fuentes demuestra un conocimiento bastante exhaustivo de la literatura
psicológica y psiquiátrica (así como sociológica) de orientación
criminológica y en perspectiva internacional. La preocupación por la
humanización y reinserción incluye teorías de cariz más filosófico,

433 Un parte introductoria del presente análisis fue expuesta en una ponencia
invitada titulada «Clasificación e interacción: el caso de los "delincuentes
homosexuales (1970)» en el V Simposio Internacional de Teoría de la
Medicina: celebrado los días 24 y 25 de mayo de 2011 en la Facultad de
Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid dentro del Proyecto de
Investigación "Filosofía de las tecnociencias sociales y humanas" (MEC Ref.
FFI-2008-03599). Se agradecen las aportaciones del relator Dr. Javier
Echeverría y demás participantes.

660
que propician una reflexión crítica sobre las propias ciencias y hechos
punitivos. Es muestra de cierta tirantez que los autores citen a
Foucault (García García y Sancha Mata,1983:8) y adopten una
posición ambigua sobre los tratamientos aversivos cuando otros
expertos españoles, cinco años antes y en un ejercicio clínico-
psiquiátrico, habían dejada clara la brutalidad de dichos medios y su
carácter de castigo encubierto (1983: 69).434

La propia evolución de las instituciones y prácticas


penitenciarias durante el franquismo, como ha estudiado en
profundidad César Lorenzo Rubio (2011), recorrieron el camino desde
el "redentorismo patriótico" hasta el "correccionalismo
psicopedagógico".

En la visión patriótica, los presos debían redimirse, con ayuda


de los encargados de su vigilancia, en un programa totalitario de
inspiración híbrida con el integrismo católico. La versión pedagógico-
correccional quería ser científica y resocializadora. Este proceso venía
promovido por los diferentes encuentros internacionales que, a partir
del genocidio nazi, discutieron las condiciones de los presos después
de la experiencia del concentracionismo. Ahora, los presos son
internos que no están en cárceles sino en Instituciones
penitenciarias435que ─ teóricamente ─ tenían como objetivo la
434 La apreciación de "castigo encubierto" es del Dr. González Duro, entrevista
(22/7/2011). También en González Duro (1978: 161 y ss).
435 De acuerdo con el Decreto 1530/68 de 12 de julio por el que se aprueba el
Reglamento orgánico del Ministerio de Justicia « […] se mantienen las actuales
estructuras en el nivel Dirección General, variando tan sólo la denominación de
la de Prisiones, para con un sentido más realista y actual, al tiempo[sigue en]662

661
regeneración y la rehabilitación.436

Ya en 1967 se había creado la Central de Observación


Penitenciaria437, entre cuyas competencias estaría la observación y
determinación de los homosexuales (con un Departamento especial a
tal efecto). En coherencia con esta evolución, la normativa para
reestructurar los Cuerpos Penitenciarios (1970)438 creará (Art.1) el
Cuerpo Técnico de Instituciones Penitenciarias con el objetivo de
acometer:
funciones propias de su especialidad en materia de
observación, clasificación y tratamiento de los internos,
así como las de dirección e inspección de las
Instituciones y Servicios. Deberán poseer título de
Enseñanza Superior Universitario o Técnica y acreditar
los conocimientos de la especialidad de que se trate. 439

Sus especialidades serán Criminología, Psicología, Pedagogía,


440
Psiquiatría, Endocrinología, Sociología y Moral cuya necesidad ya
se había establecido en el Decreto 162/1968 441. Todas estas
especialidades tenían un rol funcional y un discurso específico para la

[viene de]661 que mas [sic] tradicional, designarla como Dirección General de
Instituciones Penitenciarias ».
436 Es relevante y muy anterior Fernández Cuevas (1953): en esta obra se intentaba
una maniobra de cambio de imagen del universo penitenciario, no en balde
publicado por la Dirección General de Propaganda del flamante Ministerio de
Información y Turismo, y que nada más y nada menos podía adquirirse en los
quioscos.
437 Orden de 22 de Septiembre, BOE 248
438 Ley 39/70,de 22 de diciembre de reestructuración de los Cuerpos Penitenciarios.
BOE 313
439 Ley 39/70 art. 2.1.
440 Ley 39/70 art. 2.2.
441 Decreto 162/1968, de 25 de enero, sobre modificación de determinados artículos
del Reglamento del servicio de prisiones de 2 de febrero de 1956. BOE 31.

662
cuestión de la homosexualidad tanto masculina como femenina y no
cabe duda de que la sustitución de la Ley de Vagos y Maleantes
(1933/1954) mediante la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social
(1970) está empapada de ese halo de rehabilitación y pedagogía
correctiva de cariz psicosociológico y biomédico. Los Departamentos
estarán dotados de personal técnico-científico, si bien la permanencia
de residuos del sistema represivo anterior tardará mucho en irse
difuminando.
El valor concedido al servicio de estas técnicas debe
entenderse en el marco de las reformas en el aparato represor del
Estado, como nos sugiere Roldán Barrero (1988) al afirmar que:
fue el franquismo de los 60 el que, en un alarde de
ductibilidad y plegamiento a formas que anunciaban
continuidad, se reabrió a la efervescencia de
modernizados saberes, ciencias salutadas [sic]
alborozadamente en la reciente democracia española 442

b) El contexto del estudio de Chamorro Gundín

En este contexto se realiza una investigación promovida desde


el Departamento de Homosexuales de la Central de Observación. Los
informes, de fuerte componente interdisciplinar, estaban orientados a
la clasificación, intervención y tratamiento de los internos para su
rehabilitación y especialmente para evitar la contagiosidad entre ellos.
El caso homosexual y la obsesión por su clasificación en términos de
una conducta sexual estereotipada es una concreción del ideal de
tratamiento y control de la "infección" moral que puede suponerse en

442 Citado por Lorenzo (2011).

663
el seno de una institución, como la penal, donde la homosexualidad
situacional era conocida por la Administración.

El producto documental más representativo de ese estilo de


práctica correccional es la edición del trabajo de investigación
coordinado por el psicólogo Fernando Chamorro Gundín (1970),
Resultados obtenidos con técnicas proyectivas en una muestra de 200
delincuentes homosexuales españoles. Este trabajo ha sido objeto de
análisis desde enfoques complementarios. Por un lado del abordaje
histórico por Arturo Arnalte (2003) que se completa con otro que
atiende con más profundidad a la propia realidad penitenciaria
(Arnalte, 2004). Por otro, el estudio llevado a cabo por Richard
Cleminson (2005), al reconstruir críticamente diferentes instancias de
la biopolítica de la España contemporánea.

El Equipo del Departamento Especial de Homosexuales está


formado por el mismo psicólogo coordinador, a la sazón licenciado en
Derecho y profesor de Criminología, el psiquiatra, Jesús Chamorro
Piñero y el Médico-Internista Fernando Medina Gómez. Las
especialidades biosanitarias son un reflejo institucional de la propia
dinámica de los discursos científicos y terapéuticos sobre la
orientación sexual, aunque llama la atención el papel otorgado a la
medicina interna, algo mucho más propio de los años 30 y donde
resultaría fundadora la figura de Gregorio Marañón (Cleminson, 2005:
130 ).
El estudio fue realizado sobre 200 presos. La forma de

664
selección era variable: expediente policial previo, detección de estas
prácticas en las penitenciarías, aspectos y conductas "sospechosos".
Abre el estudio una introducción en la que se explicitan los
presupuestos teóricos de los que se parte en el estudio, así como la
descripción de la muestra que se hizo en función de los conceptos que
vertebran las teorías indicadas.

El marco del discurso no puede ser más ilustrativo: el contexto


es «nuestra sociedad heterosexual» y el interés suscitado en ella por
«esa especie de campo maldito con que denomina la inversión"»443 .

Esta combinación de las nociones de heterosexualidad y su


"otro", el campo maldito de la inversión se aviene con estudios
históricos de profundidad que apuntan a la articulación pivotante entre
ellas. De acuerdo con Javier Ugarte (2011: 97) la heterosexualidad
irrumpe en escena a finales del XIX como algo elegido que reúne las
características de cumplimiento del rol de género, orientación al sexo

443Remite a Álvarez Villar, prólogo de la obra de A.M. Krich (1966) y a la


intervención sobre «Psicodinamia de la homosexualidad» del Dr. Frutos
Carabias en una mesa redonda monográfica organizada por la Sociedad de
Neurología y Psiquiatría de Madrid y recogida en Mundo Hospitalario, II, 41:
pp.9 y ss. Esta sesión se celebró el 21 de noviembre de 1969 con la participación
de los Doctores Frutos Carabias, Velasco Escassi y Abrisqueta, el profesor
Ferrer Sama y el Padre Antonio Aradillas en la calle Villanueva 11 de Madrid.
(ABC, 21/11/1969, edición de la mañana página 60). El hecho de que el
sacerdote católico Antonio Aradillas haya mantenido opiniones heterodoxas en
relación con el respeto a la intimidad homosexual y la posibilidad de la
normalización en el momento de la aprobación del matrimonio homosexual en
España nos hace detenernos en la existencia de un clero disidente de la condena
sin paliativos de la homosexualidad y que ese clero estaba abierto a la reflexión
sexológica y al conocimiento psiquiátrico. Puede verse en general la obra
coordinada por Javier Gafo (1998).

665
contrario y reivindicación del placer (Katz, 2007) .

El fomento de la reproducción gozará de prédica social e


institucional durante el desarrollo del franquismo. El discurso
sanitario era una prolongación y refinamiento (y no sustitución) de la
misma pastoral de Estado en la que el nacionalcatolicismo subsumía a
la población (Polo, 2006). La heterosexualidad es un término
inicialmente «cargado de connotaciones negativas, dado que se
atribuía a personas que buscaban gratificación sin preocuparse por el
futuro de su comunidad» (Ugarte, 2011:102). Su aparición en la
literatura médica del franquismo va aumentando paulatinamente a
medida que el régimen avance en un proceso que no fue otro que el de
su descomposición. A estas alturas no tenía ninguna connotación
negativa.

La represión y los efectos terapéuticos coercitivos sobre las


prácticas homosexuales no eran en puridad muy diferentes de otras
naciones de régimen democrático, aunque en la práctica el sistema
dictatorial le daría características mucho más agresivas. El
constitucionalismo y «garantismo» lusos burlaban los ecos del pasado
republicano y la omnipotencia del dictador español y su concepción
del mundo eran algo incuestionable.
La atención al control de las vidas privadas era satisfecha
desde diferentes instancias y el mayor intervencionismo institucional
se vincula a los fenómenos de la concentración urbana: ello nos vale
para ambos países ibéricos. En un principio la biomedicina lusa tenía

666
un cariz más internacional mientras que la posguerra española sumía
al país en una autarquía no solo económica sino intelectual. No
obstante, a finales de la dictadura franquista los técnicos españoles ya
habían tenido oportunidad de proyectarse internacionalmente y recibir
ciertas influencias del exterior.

c) La posición teórica y la clasificación por roles

Las obras sexológicas y criminológicas españolas de esta


última etapa tendían a basarse en las obras extranjeras e incluso a
informes policiales de otros países. Los expertos coordinados por
Fernando Chamorro en la España de 1969 querían basarse en informes
de la policía británica bastante anteriores444 .En ellos se acusa un
aumento vertiginoso de la misma, casi de tintes epidemiológicos (de
un 400 a 500% desde la II Guerra Mundial). Para calmar los ánimos,
aunque constatada la deriva, se afirma que la homosexualidad
auténtica, conceptualizada como desviación e inversión de instinto
sexual hacia sus mismos congéneres de forma exclusiva, es
relativamente poco frecuente. Sólo alcanzaría a un 4% de los
homosexuales según Kinsey y un 2% de la muestra objeto de
discusión (Chamorro, 1970:20). De nuevo, como en el caso de López
Ibor, encontramos una interpretación selectiva de los informes del
padre de la sexología contemporánea.

444 Aunque no se cita referencia exacta de informe alguno, la información que da


Chamorro sugiere que los informes manejan datos hasta 1952 (Chamorro, 1970:
9).

667
Ante un fenómeno sobre el que se vuelca tal multiplicidad y
diversidad teórica, esas operaciones selectivas son algo sencillo. No
sólo se seleccionan los datos empíricos de acuerdo con la teoría
previa, sino que se seleccionan las teorías, en ausencia de estudios
empíricos, sesgadas totalmente a favor del punto de partida. Ello es
una decisión más política que metodológica y luego se aplica de
nuevo a la realidad empírica que resulta de ese modo parcialmente
comprendida y seleccionada.

El dato de Kinsey es extraído de un estudio con una


metodología mucho más compleja, que se omite, y cuyos resultados
arrojan una incidencia mucho más alta de las prácticas. En ningún
caso se alude a la importancia de las zonas grises en el informe
norteamericano y como era de esperar no hay referencias a la también
minoritaria heterosexualidad exclusiva.

El halo de contemporaneidad sexológica queda


inmediatamente difuminado por la medicina de las perversiones. En
ella sigue teniendo relieve la etiología hereditaria o adquirida. El
estudio de Chamorro es heredero de debates previos sobre la
dicotomía entre adquirido y congénito apuntada por Krafft-Ebing, y su
revisión crítica por A. Moll. Se ve históricamente afectado por la
proliferación teórica sobre las cuestiones de la etiopatogenia. Se
desarrolló una auténtica política «glandular» en función de los
problemas asociados con las conformaciones del género445. La

445 Véase Sengoopta (1998)

668
presencia de factores de predisposición constitucional y de
desencadenamiento exógeno se articulan para desembocar en un filón
endrocrinológico de corte marañoniano para el que, acorde con su
teoría de los estados intersexuales: «todos son congénitos y todos son
adquiridos» (Chamorro, 1970: 10).

Los factores ambientales desencadenantes son el objetivo


además, de una posible intervención en la estela del ideario de la
peligrosidad social y pasan a primer plano a través de las razonables
dudas expresadas por Storr (1957) y H. Von Sohel (1964):
En estos tiempos en que la Medicina se orienta
fuertemente en el sentido constitucional, es muy violento
suponer que una alteración tan ligada a la profundidad
psicológica e instintiva como el homosexualismo pueda
aparecer sin una base de predisposición original. Pero, a
la vez, los factores condicionantes del medio tienen una
influencia decisiva en la aparición o en la inhibición de
aquella tendencia (Chamorro, 1970:11). .

El debate genetismo-ambientalismo se zanja con una postura


capaz de armonizar ambas alternativas. Se seguirá el postulado de
Sohel, quien considera que la homosexualidad es síntoma de un
desorden profundo, en cuyo concurso podría hablarse de una etiología
orgánica predisponente y nunca determinante ni irreparable. Queda así
el camino abierto a la intervención terapéutica, toda vez que todos los
intentos de reparación de una posible anomalía constitucional sin
concurso de factores ambientales están, de suyo, abocados al fracaso.

Se produce un ensanchamiento que incluye no solo a los

669
congénitos o «invertidos sexuales auténticos» sino al «gran
contingente homosexual» con el que tratan los investigadores. De
acuerdo con esa concepción criminológica ampliada y siguiendo a
Seeling (1958)446 se considera homosexuales a aquellos «cuyo impulso
sexual se dirige, de forma exclusiva, habitual o preferente, hacia
individuos de igual sexo, con los que experimentan sensaciones
orgásmicas: aun cuando hayan tenido algunos contactos
heterosexuales, con o sin orgasmo». (Chamorro, 1970:11). Esto
genera un aumento del número si bien se excluyen en contrapartida
coherente los que han tenido experiencias homosexuales «en su
infancia adolescencia o juventud pero cuyo instinto se ha proyectado y
canalizado definitivamente hacia el sexo contrario». (1970:11)

A partir de aquí los autores hacen una tipología de la


homosexualidad y diferencian entre:
a) Congénito pasivo, cuyas características son las herederas del
invertido por su semejanza con la mujer y con alteración del género. A
éste se atribuye la "pureza" en la condición, al tiempo que se remarca
la inexistencia de un paralelo activo ("no existe el Homosexual
congénito activo"). Se consideran poco abundantes (un 2% de la
muestra).
b) Ocasional. Este es otro clásico del imaginario sociológico sobre la
homosexualidad. Es el que hace sexo con los de su mismo sexo por las
circunstancias, sin que ello suponga una alteración de su
masculinidad. Es el homosexual esporádico del barco, el internado, la

446 Veáse Chamorro (1970:11).

670
prisión, el cuartel... Fuera de esos entornos de aislamiento sexual no
tendría esas prácticas. Cuando en los ocasionales hay una
"homosexualidad latente", ello reviste para los autores una gran
relevancia criminológica y psicológica.
c) Habitual adquirido, que a base del hábito y la costumbre ha fijado la
desviación. Aquí hay una subclasificación:
(i) Activo, con rol de hombre en las relaciones.
(ii) Pasivo, que asume el papel femenino.
(iii) Mixto, que asume los papeles indistintamente según las
circunstancias.
La asunción del denominado "modelo mediterráneo"
(Chauncey, 1994; Vázquez y Cleminson, 2011) de homosexualidad es
evidente al tiempo que se omite cualquier alusión a la homosexualidad
femenina. Para reforzar el modelo nos remiten a la clasificación de V.
Sandor Ferenczi447 que establece la diferencia entre el homoerotismo
subjetivo (pasivo/invertido) y objetivo (activo). Consideran
"incurable" al primero, que suele llevar el asunto de forma interna sin
mayor problema, mientras que al segundo se le atribuye una mayor
conciencia de su degradación y una vida tortuosa presidida por la
obsesión.
Chamorro y sus colaborares expresan su afinidad con el punto
de vista de Kardiner que habla más de alternancia en los roles. Recoge
un testimonio anónimo de un "conocedor" de esos ambientes que
viene a explicar que la consecución de un rol activo o pasivo depende
de una suerte de "lucha" de personalidades o tipos en los que el

447 Sandor (1911) citado por Chamorro, 1970: 14. ».

671
vencedor será el activo.

Nuestro informante M448 ─que nunca estuvo en la cárcel─ nos


refiere cómo para él la diferencia entre activos y pasivos es
fundamental. Él se considera activo. En sus múltiples relaciones de
pareja ha tenido muchos problemas derivados de esto. Cuando era
joven la garantía de contar con un compañero "pasivo" venía dada por
el aspecto y las maneras. En parte esto resultaba muy frustrante,
porque prefería "tíos tíos", pero qué se le iba a hacer. Ahora según él
eso ha cambiado y los gais jóvenes quieren "darle a todo". Él prefiere
compañeros bastante más jóvenes que él y aunque es capaz de aceptar
el afeminamiento en su partenaire sexual, confiesa que se decanta por
los jóvenes varoniles. Dice que su insistencia en esas prácticas como
activo genera tensiones más allá de la vida sexual. Alega que no lo
comprende porque, literalmente, "follar es follar, ¿no?". En el fondo
considera que hay algo de sumisión en dejarse penetrar, pero parece
como si no encontrara las palabras para decirlo. Él, dice, puede dar a
otro lo que le gusta, y lo que no comprende es que los compañeros
sexuales que disfrutan del sexo pasivo puedan solicitarle el
intercambio de rol. Él no se va dejar "meter nada" por un pasivo. El
modelo mediterráneo funciona en esta ocasión de una forma radical.
No quiere saber nada de etiquetas ni denominaciones. Hace años
contrajo una enfermedad venérea y se sinceró con el médico. Éste le
sugirió que podría hablar con un psiquiatra. Desechó la posibilidad de
hacerlo pero quedó algo preocupado al respecto. Lo que parece que le

448 Entrevista mantenida en Badajoz, el 7 de mayo de 2010.

672
ha funcionado mejor es una sexualidad furtiva, el "cancaneo" en el
que se habla poco y se hace mucho y rápido. Por su parte K. 449 que
refiere normalmente ser pasivo y que es bastante afeminado dice que
con frecuencia "te llevas una sorpresa". Varones muy viriles que
fueron buscados por él esperando un rol sexual, luego resulta que
"tiene uno que hacerse cargo". Dice jocoso: "Esos que van tan
machitos, luego a lo mejor quieren lo que quieren. Y claro, es que
después de todo yo tengo lo que no tiene una mujer.

La experiencia de un "homosexual" recluso, se considera como


un testimonio de primer orden para interpretar los roles sexuales en
clave de dominación y claudicación de la voluntad. El hecho de que el
65,5% de la muestra se clasifiquen como mixtos (aunque con
predominancia activa o pasiva) facilita esa alternancia de roles que
viene respaldada además por ese informante. La estadística, el
testimonio del informante y la propia experiencia del Departamento
hacen llegar al convencimiento de que:
si se seleccionan y aíslan diez o doce de los
homosexuales que hemos calificado como de puramente
pasivos o activos y se les observa con cautela, nos
daremos cuenta de que pronto surgirán las parejas
correspondientes, con miras a las prácticas
homosexuales, respondiendo a lo que ellos piensan y
dicen "si no tengo lomo, tocino tomo" (Chamorro,
1970:18).

Por último habla de los que ejercen la prostitución en su


sentido más claro, que no serían propiamente homosexuales aunque

449 Entrevista mantenida en Torremolinos, el 10 de diciembre de 2010.

673
Chamorro recuerda la perfecta compatibilidad de homosexualidad y
prostitución, con lo que regresa a un lugar común de la producción
criminológica contemporánea.
Al final el estudio arrojará, en base al rol sexual prevalente,
una tricotomía entre (a) pasivos y mixtos de predominio pasivo, (b)
activos y mixtos de predominio activo y ( c ) mixtos sin predominio.
Cada tipo se dividirá, a su vez, en habituales y ocasionales. Los datos
a partir de la muestra (n=200) son los siguientes. Para la exposición
reproducimos y reorganizamos analíticamente los datos del informe
(Chamorro, 1970:19)450:
Tabla 21
Grupo A= Homosexuales Pasivos=30 Habitual=27 (13,5 %)
pasivos y mixtos de (15%) Ocasional=3 (1,5%)
predominio pasivo=99 Mixtos de Habitual=62 (31%)
(49,5 %) predominio Ocasional=7 (3,5 %)
pasivo= 69; (34,5
%)
Grupo B = Homosexuales Activos=37 Habitual=24 (12%)
activos y Mixtos de (18,5 %) Ocasional=13 (6,5)
predominio activo=74 Mixtos de Habitual=33 (16,5)
(37%) predominio Ocasional=4 (2 %)
activo= 37; (18,5)
Grupo C= Homosexuales mixtos sin Habitual=22 (11%)
predominios =27 Ocasional=5 (2,5 %)
(13,5 %)

450 Los agrupamientos como A, B y C proceden del informe.

674
Fig.27
Pasivos habituales y ocasiones (1= Habituales (1: 84%) y ocasionales
(2: 16%) en las prácticas (sobre el total)

Fig. 28

675
Activos (1: 53,16%) dentro de los ocasionales

Porcentaje de sujetos con rol exclusivo activo (1:75,46%)


dentro de los activos ocasionales
Fig. 29

De acuerdo con el modelo mediterráneo de polaridad activo-


pasivo podemos interpretar que el número mayor de homosexuales
pasivos, en sentido lato, obedece también al mayor peso de esas
prácticas en los criterios de identificación. Asimismo los mixtos en
todas sus variaciones alcanzan el 80% de la muestra.

La necesidad de estabilizar la identidad o de generar conceptos


clasificatorios estables puede venir del sujeto o de la forma en que se
realiza la investigación. El hecho de que entre los ocasionales una
mayoría sean activos (Fig. 29), se comprende por el hecho de que

676
muchos varones podrían tener estas prácticas sin comprometer su
masculinidad siempre que se limitasen a dicho rol en la relación
sexual.
Las subjetividades de las primeras generaciones de identidad
homoerótica451 quedaban encorsetadas en los roles, particularmente
por la necesidad psicológica y ajuste al imaginario social del género.
Ello podía tener implicaciones de carácter jurídico y estaba
permanente en retroalimentación con los discursos biomédicos. Esto
explica también el hecho de que los que estaban dispuestos a una
experiencia pasiva, tuvieran más facilitad para la adaptación al rol
activo. El caso contrario era menos habitual y dentro de los activos
ocasionales, el 76,47% lo era de forma exclusiva.

El individuo homosexual queda sujeto a una concepción del


instinto pulsional masculino que lo domina con la consiguiente
exclusión de la vida afectiva (Ugarte, 2011: 100). Todo él es
sexualidad compulsiva sin que tenga otra finalidad el emparejamiento
que las prácticas, y éstas, entendidas dentro de esos roles.

La selección de la muestra se hizo en base a su calificación


judicial y policial, la observación que haya permitido sorprender al
interno realizando dichas prácticas, "dudoso" comportamiento en la
esfera social y clara morfología y ademanes poco viriles.

El examen psicológico para determinar problemas de

451 Como se echa de ver en nuestros informantes, esas subjetividades siguen


vigentes.

677
personalidad y/o psicopatías, iba acompañado del examen somático,
particularmente centrado en los genitales y el recto, que debería
mostrar el estigma físico de las prácticas degeneradas. Vemos todavía
en vigor la tradición de Tardieu y sus obsesiones con la forma de los
penes y los anos de los sodomitas activos y pasivos.

No hay ningún dato relevante en el informe desde el punto de


vista físico, de lo que pudieran extraerse conclusiones que les resulten
útiles. Estos exámenes han perdurado particularmente para el estudio
anal en el caso de violaciones y en medicina forense, disciplina que
podemos considerar paradigmática en España y Portugal, se habían
venido utilizando normalmente para la determinación de las prácticas,
fueran o no consentidas, y asimismo para la formulación de los
diagnósticos (D´Aguiar, 1942?; López y Gisbert: 1962)

Según Chamorro, han de estudiarse también los expedientes


penales y penitenciarios, someter a los internos a un cuidadoso control
y observación, y hacer el mayor número posible de entrevistas
individualizadas.

Serán considerados datos relevantes de la esfera psicosocial, la


clasificación de roles antes analizada, la edad y el estado civil, la
procedencia, la profesión e instrucción y datos de carácter familiar así
como otras actividades delictivas simultáneas. Por lo que se refiere a
la edad el intervalo entre los 20 y 45 años es el más frecuente,
alcanzando picos entre los 20 y los 30. Las prácticas pasivas son más

678
frecuentes en solteros, de inteligencia menor a la media y formación
más escasa. La extracción predominante es humilde.

En una perspectiva biomédica y de antropología sexual, se


seguirá la venerable tipología corporal de Kretschmer. Los biotipos
leptosomáticos son predominantes en la muestra. La edad de
iniciación en las prácticas sexuales es precoz en los pasivos y mixtos-
pasivos, que no suelen tener historial heterosexual. Los mixtos-activos
y los activos se inician más tarde y pueden tener episodios de
heterosexualidad. Las prácticas descritas indican que la penetración es
menos frecuente de lo que parece, siendo sin embargo muy frecuentes
las prácticas de sexo oral y manual, sin que falte el sexo en grupo
como muestra de «gran degeneración» (Chamorro, 1970: 30).

d) Resultados de la aplicación de las técnicas proyectivas

La parte central del trabajo, catalogada como árida pero muy


útil por el propio coordinador del trabajo, es una colección de
informes psicométricos cualitativos y cuantitativos basados en los
métodos proyectivos de los que pretenden extraerse datos
universalizables.

(i) Test de Rorscharch

La aplicación del test arroja como resultado una menor


inteligencia del grupo A (pasivos) y respecto al tipo de vivencias, se

679
marca la diferencia del enfoque de la introversión y la extratensión,
algo que Jung considera estático y Rorschach dinámico. En cualquier
caso las conclusiones son que se trata de individuos con inteligencia
estereotipada y reproductiva, de inestable afectividad, círculos
sociales amplios pero relaciones personales superficiales, y otras
características indicadoras de neurosis obsesiva y otras compulsiones.

El diagnóstico apunta a un alto índice de egocentrismo,


fluctuante y una continua búsqueda de estímulos con inquietud
instintiva, tendencias narcisistas y represión patológica. El fondo de
los psiquismos analizados muestra angustia latente y manifiesta, de
tipo preferentemente sexual, síntomas neuróticos generalizados,
presencia de psicopatías (en particular psicastenia), alto grado de
inseguridad interior (mayor en los activos), agresividad de diversa
índole, desexualización en el caso de los mixtos sin predominio,
problemas con la propia virilidad en los pasivos, que también
muestran grave Complejo de Edipo

(ii) Apercepción temática (T.A.T.)

En esta técnica proyectiva aparecen distorsiones o confusiones


perceptuales relativas al sexo de los personajes, así como
desexualización mediante expresiones como "persona", "ser", etc. Esta
confusión se rubrica con la identificación con el sexo femenino,
síntoma de lo que el protocolo interpreta como homosexualidad
latente. Esto abunda en los homosexuales de predominio pasivo en los

680
que también aparecen actitudes de desprecio hacia las mujeres
jóvenes, en contraste con las actitudes frente a las figuras materna y
paterna dado que muestran sometimiento y necesidad de consejo de la
madre. Por otra parte se detecta una tendencia exhibicionista-
narcisista, especialmente en los mixtos sin preferencias aunque no
ofrece cuantificación.

En los otros rasgos no hay datos relevantes, salvo el


predominio del pesimismo, la mayor prevalencia de actitudes de celos
en los activos e infidelidad en los pasivos. Resaltan los autores que el
sentimiento de culpabilidad o vergüenza es una característica de los
homosexuales, que se difumina a medida que aumentan los contactos
sexuales. Hay gran presencia de actitud moralizadora en todos los
grupos

(iii)Test de Szondi

En este apartado se describe lo que nos parece una pintoresca


clasificación y subclasificación instintual. Valga como muestra este
botón: uno de los 8 tipos instintuales es "de las naturalezas de Caín
latentes", cuya subdivisión incluye la subclase de los moralistas y
puristas y los anal-eróticos. Esta práctica taxonómica que puede
sensatamente calificarse de "delirante clasificación científica"
(Arnalte, 2004:108) no es un diseño ad hoc para la homosexualidad.

En estos casos y en muchos otros, la psicología se hace sobre

681
todo técnica y se evalúa en función de los resultados. El test de Szondi
generaba problemas de aceptabilidad desde sus aplicaciones. Tras
constatar la vehemencia del debate sobre la utilidad, especialistas
hispanohablantes apuntaban a la obtención de unos resultados que no
resisten el más mínimo control de consistencia en los diagnósticos,
«algunos sensacionalmente correctos, otros indudablemente falsos y
otros incomprobables» (Solari, 1951: 56)

El test incide en el síndrome clásico del homosexual pasivo (y


la E negra), cuyos rasgos serían: necesidad de entrega y pasividad,
tendencia a la vergonzosidad y al ocultamiento, así como al Yo
espiritual, búsqueda de nuevos objetos y la infidelidad, así como la
unión y adherirse al ejemplo antiguo. La E negra se establece a partir
del síndrome clásico del homosexual pasivo. Curiosamente son una
minoría los que dan "positivo" en el test, y además, no sólo los
pasivos, sino que se encuentra también en activos y mixtos. De paso
nos encontramos con que dicha E aparece con frecuencia en los
esquizofrénicos paranoides, cosa que encuentran natural los autores
pues «de todos son conocidas las relaciones entre los enfermos
paranoides y la homosexualidad» (Chamorro, 1970.:89).

Los diferentes análisis instintuales indican:


– Un vector de inversión sexual, abundante, así como cierto
masoquismo, los demás ítems son menos relevantes, excepto el
referido a la necesidad fuerte de afecto, violencia infantil, datos que,
para los autores son sintomáticos de la infantilidad esencial del

682
homosexual: el homosexual es un niño grande.
–Importancia de la vergonzosidad y el ocultamiento y miedo
paranoide a que los demás crean que él es algo (en este caso,
homosexual).

El informe contiene luego el estudio de tres internos de forma


pormenorizada, donde se exponen los resultados de las técnicas
proyectivas y sus historias personales y penales y se extraen,
finalmente, los técnicos sus consecuencias prácticas para la profilaxis
del "mal" y evitar su práctica en las penitenciarías. Esta pasa
necesariamente por la prevención educativa y el exhaustivo control
penitenciario de los sujetos.

e) Nuestro análisis

De acuerdo con nuestra exposición de la teoría de las


clasificaciones de Hacking452, está claro que los sujetos clasificados y
el conjunto de la sociedad alterarán su conceptualización de sí mismos
y de los demás, y sus prácticas discursivas o no, a los parámetros de
una actividad clasificatoria que lleva demás carga de estigma.

El llamado "modelo mediterráneo", si hemos de dar crédito al


testimonio del interno que hablaba como observador participante, es el
código en el que él mismo interpreta las prácticas sexuales de los de
"su condición". La insistencia que demuestran los estudiosos en el

452 Véase el Capítulo I de este trabajo.

683
tema activo-pasivo, marca la preocupación por prácticas sexuales en
el ámbito de la reclusión. Se produce además una asociación entre
pasividad, promiscuidad, precocidad, e inestabilidad. La idea del
"marica", signo de lo innombrable en cuanto que renuncia a su
masculinidad, y del "maricón", perverso adquirido, activo cuya vida es
un sombrío caminar entre los remordimientos, los chantajes y la
ocultación vergonzante, se destila entre los datos psicométricos y las
apreciaciones cualitativas de las técnicas proyectivas.

El hecho es que los sujetos, sean o no homosexuales,


modifican, reinterpretan, conceptualizan su propio ser o sus relaciones
sociales de acuerdo con los marcos clasificatorios que les son de
aplicación. En el "modelo mediterráneo", muchos varones que tienen
sexo con otros varones no se considerarán a sí mismos
homosexuales.453

Para nuestro caso concreto es la que nos muestran los sujetos-


objeto de estos estudios. Se adaptan a los criterios y al mismo tiempo
los criterios se reformulan ante las reacciones de los sujetos. Cuando
la Administración interrogaba para clasificar como activo o pasivo,
con fines de "destino penitenciario", los propios afectados podían

453 En las páginas web para adultos homosexuales, destinadas a propiciar sexo
esporádico o relaciones de pareja, incluso en la autodescripción (para ser
catalogado) se abren menús desplegables que contienen los roles activo, pasivo,
versátil más activo y versátil más pasivo. (con otras opciones sobre preferencias
sexuales y descripción personal de lo más variopinto, incluyendo ítems que
también cabrían en los manuales biomédicos de su momento: fetichismo,
relaciones s-m, exhibicionismo, voyerismo...). El repertorio taxonómico se
recombina para el propio uso de los homosexuales.

684
sugerir cualquier tipo de preferencia para conseguir el destino
deseado. Naturalmente, el discurso forense nos previene señalando
que los presos podrían burlar el sistema, por palabra o por hecho, para
conseguir tal o cual clasificación e irse donde existían compañeros
sexuales más adecuados. La naturaleza perversa del preso social
homosexual le hace estar básicamente preocupado por seguir
practicando sus perversiones, y desde luego, no caben otras
consideraciones.

El deseo de irse al mismo centro que una persona con la que


se tuviera relación, incluso de pareja, o la cercanía de las familias a los
centros penales se eliminan como factores motivacionales demasiado
elevados. También la taxonomía fracasaba en su afán de control, al
comprobar que muchos sujetos se escapaban entre los taxones al
cambiar de rol según las circunstancias, etc. Y es que para el
imaginario sanitario-social, los pervertidos eran insaciables y su
esencia era sexual y desbordante.

La propia descripción taxonómica elaborada en el informe no


cumpliría las condiciones de no solapamiento o rigor formal que sería
exigible en una clasificación científica. Estos rigores taxonómicos
desde luego no son algo inexcusable y mucho menos en las ciencias
sociales. La movilidad de "clase" observada en los sujetos, en la
referida interacción apuntada, indica cómo esta afecta a las propias
condiciones formales de adecuación que más allá de un criterio
puramente lógico se orientan a la posibilidad de intervención. Por otra

685
parte, las condiciones materiales, deberían atender a una fecundidad
heurística y parece que las formales también se avendrían a un
enfoque pragmático.

Podemos preguntarnos si pueden formularse "teorías" o


predicciones interesantes de acuerdo con los criterios de clasificación.
La respuesta en una primera aproximación es negativa. No obstante,
quisiéramos replantearla en términos biopolíticos. Esas condiciones,
tanto formales como materiales, parecen apuntar en el caso de los
análisis sobre peligrosidad social a las posibilidades de control y
represión de los sujetos y sus prácticas. La clasificación y distribución
de los sujetos responde a la intención de evitar las prácticas
cuestionadas (no juntar activos con pasivos), y además para estipular
las posibilidades de curación y/o rehabilitación (intervención). La
propia movilidad (bucle) de los sujetos parece descuadrar los intentos
clasificatorios y sus metas de control/represión. La interpretación que
se hace de dicha movilidad, se efectúa leyendo "moralmente" los
comportamientos de los sujetos con un tono más cercano a la condena
del perverso que a un análisis más amplio de sus metas como seres
humanos, y no digamos ya como ciudadanos.

Los expertos internacionales hacía tiempo que habían


desaconsejado técnicas como la evaluación del afeminamiento porque
no tenía relación directa con la homosexualidad y además
metodológicamente era impracticable al no saber muy bien qué se
estaba midiendo. Estos mismos investigadores ya exponían claramente

686
las dificultades para interpretar los auto-informes de los afectados
cuando hablaban de conductas que se consideraban reprobadas (Ford
y Beach, 1952)

La lectura que se hace, esencializa sexualmente sus conductas


en una suerte de onto-praxeología sexual (el ser y las prácticas hacen
un todo con la condición peligrosa-enferma). Todo lo que el
homosexual hace, entonces, está guiado para la satisfacción de su
depravación, incluyendo la posibilidad de burlar el sistema
clasificatorio o de intentar su reclasificación.

Chamorro nos advierte de los problemas de profilaxis y


tratamiento (¿rehabilitación?) generados por los delicuentes
homosexuales, distinguiendo tres aspectos. En primer lugar la
maleabilidad sexual de los sujetos, que – como se constatará si son
cuidadosamente observados – alterarán sus roles para adaptarse a la
circunstancia, bajo el lema "si no tengo lomo, tocino como". Luego
contempla la posible picaresca a la hora de simular "roles" que
permitan acudir a un centro donde estén incardinados los
"complementos sexuales" oportunos. Así los pasivos se hacen pasar
por lo contrario para ser destinados donde puedan satisfacerse con una
actividad sexual grata (con los activos). Por último señala la existencia
de los tipos mixtos, que generan un auténtico problema, dado que su
actividad sexual muestra una versatilidad incontrolable.

687
La propuesta consiste en extremar las medidas de vigilancia,
desde el punto de vista de los tiempos y los espacios. Cleminson
(2005) detecta en ello una propuesta de "panóptico", más fácil
teniendo en cuenta la nueva estructura física de los establecimientos
penitenciarios. Una intervención biopolítica rigurosa y eficaz como
estructuras celulares, evitar la convivencia, observación sistemática,
medidas desde luego más eficaces que intentar predecir lo que parece
impredecible. El cansancio por el trabajo y el deporte, la huida de la
ociosidad y las charlas informativas formarán también parte del
programa de reeducación.

La descripción de Chamorro y sus propuestas ejemplifican la


teoría de las interacciones. La reacción de los propios sujetos está ya
prevista incluso por el propio sistema penitenciario, aunque
interpretada desde el presupuesto de un tipo determinado de sujeto
que se conceptualiza como dominado, de una forma u otra, por su ser
sexual.

Los autores no se comprometen con resultados diagnósticos en


un sentido fuerte y redundan en los casos "positivos" o a favor de su
interpretación, mientras que pasan de puntillas cuando el resultado es
incongruente (salen diagnósticos pasivos para los activos). Solo una
escueta minoría llevaría la "marca" psicodiagnóstica en alguna de las
técnicas (la E negra). Acerca de esto, nos gustaría hacer algunas
consideraciones. La distinción de roles, de gran tradición y
recientemente renovada (West, 1968) en esa época, parecía no

688
ajustarse a la realidad.

Ya en la parte introductoria, advertían los autores del tema


maldito que abordaban, y de la "sociedad heterosexual" desde la que
se realizaba la experiencia . En todo caso, el estudio no hace
referencia alguna a una comparación con las mismas técnicas
aplicadas en internos heterosexuales. No se cotejan los rasgos
criminológicos y de historial penal, edad, estudios, etc, no
relacionados con la sexualidad y que se pudieran aplicar a la
población reclusa en general. Se parte unilateralmente de un marco
teórico medicalizado en el sentido patológico y al mismo tiempo
"criminológico" para el estudio de la homosexualidad. Se pueden
apreciar rasgos caracteriológicos y psicosociales que recorren todo el
imaginario, experto y lego, en materia de disidencia sexual. El
resultado recuerda más bien a una versión "científica" del prejuicio
común. Hay un potente sesgo de atribución.

La forma de selección de la muestra, desde nuestro punto de


vista, impide que sea aplicable a la "homosexualidad", dado que ya en
la introducción teórica los autores dejan entrever que no tienen una
definición muy acotada, y cuando la presentan (mediante la idea de
homosexualidad exclusiva), hacen el estudio incluyendo un buen
número de individuos que no son "homosexuales exclusivos".
Consideramos indiscutible el sesgo introducido por el marco represivo
y penitenciario en que el análisis tiene lugar.

689
En el planteamiento teórico de la cuestión, los autores, citan a
Ferenczi y Kardiner. Nos parece de interés señalar que contamos con
un estudio, traducido al español en 1967 (año en el que empezarían
este tipo de estudios de acuerdo con el calendario legal) dondeH.
Ruitenbeek (1965:181:204) edita una serie de artículos , entre los que
se encuentran trabajos de los mencionados autores extranjeros,
acompañados de un estudio realizado por E. Hooker, «La adaptación
del homosexual manifiesto». En este estudio hacía tiempo que Hooker
(1957) explicó una experiencia en la que se aplicaron proyectivas
(Rorschach y T.A.T., incluyendo asimismo otras pruebas como el
M.A.P.S., entrevistas y escalas de actitudes) con dos grupos de 30
homosexuales y 30 heterosexuales, respectivamente, de edades
comprendidas entre los 25 y 50 años, y con la característica común de
no estar ni haber estado bajo tratamiento alguno. El estudio, valorado
por dos técnicos de forma independiente, arrojó una coincidencia en
las conclusiones de 42/60: no había forma de diferenciar, mediante los
datos obtenidos, a los homosexuales y a los heterosexuales. Otros
estudios siguieron en la línea de no poder encontrar trastornos en los
homosexuales, precisamente mediante la utilización de técnicas
proyectivas (Dean y Richardson, 1964; Fredman, 1968; Hopkinks,
1969).

Ni qué decir tiene que no se habían llevado a cabo estudios


sobre presos "heterosexuales" emplazados en parecidas circunstancias.
Se apreciarían igualmente rasgos semejantes de personalidad y
extracción social. El planteamiento del paradigma heterosexual como

690
normalidad (heteronormatividad) se acompaña de cinturones
protectores al no permitir sacar todas las consecuencias del
psicoanálisis utilizado: la constitución perversa polimorfa del ser
humano y el carácter represivo de toda cultura.

Se obvia totalmente la posibilidad de formular profecías


autocumplidas, como sucedía con psicopatías de origen exógeno
debidas a la estigmatización, los problemas familiares, sociales,
personales, culturales, laborales, judiciales, no generadores de la
homosexualidad, sino generados por la propia condición en un entorno
hostil.

También hay que establecer el contraste entre la poca utilidad


concedida a los datos físicos, antropométricos y hormonales en
comparación con las conclusiones prácticas que sí se auspician bajo
los exámenes mediante técnicas proyectivas. Se podría pensar que el
informe se basa sobre todo en esas técnicas (como sugiere el título del
trabajo). Pero también se constata que la indefinición teórica es mucho
mayor en los ámbitos de la psicología profunda y la utilidad para la
intervención mucho mayor.

En efecto, los estudios biométricos acerca de la


homosexualidad nunca acabaron de dar respaldo a versiones teóricas
fuertes. Al dejar en manos del ambiente y las propias prácticas la
dimensión precipitante del problema, la parte fisiológica y
constitucional presentaba mucho menos interés en los años 70 que en

691
la época de los ideales eugénicos.

Las conclusiones van orientadas al control penitenciario, con


algunos matices profilácticos. Las condiciones de adecuación material
vienen dadas por la necesidad de controlar a ciertos individuos, es
decir, a ciertos cuerpos y a ciertas conductas, y para ello se
seleccionan los hechos y las teorías, se mira hacia otro lado ante los
sesgos, y todo se reconduce al objetivo del control. Es evidente la
existencia de entramados interactivos entre los sujetos estudiados, los
encargados de su control y vigilancia, las instituciones y las medidas
adoptadas para la efectividad coercitiva, etc.

Estamos entonces ante un entramado interactivo que genera en


los pacientes/presos/homosexuales una reproducción, o una
contestación, o una parodia del imaginario, articulado y no articulado
discursivamente, de las características definitorias del concepto de
"homosexualidad" social e históricamente generado.

El tipo de homosexual ideal es relativamente joven, sin


estudios, de extracción humilde, une a su problema la falta de
instrucción y una menor inteligencia (especialmente en los casos de
pasividad o de homosexualidad por excelencia), y por supuesto lleva
asociadas otras entidades nosográficas psiquiátricas (Chamorro,
1970:149-151; Cleminson, 2005:145).

Más allá del problema de las profecías de autocumplimiento,


está claro que un homosexual de alta extracción social, con estudios y

692
poder económico no estaría sometido a las mismas condiciones de
represión. Esto es especialmente notorio en el caso de individuos
casados que podían (la mayoría de los pasivos del estudio son
solteros) utilizar su vida conyugal como amparo en los episodios de
detención. El alcohol, un error, la seducción de los auténticos
homosexuales, siempre podría valer como excusa, atenuante o
elemento exculpatorio. Los recursos económicos y culturales hacen
que las posibilidades de autodefensa funcionen mucho mejor (Ugarte,
2011: 195), y el asunto podía saldarse con una charla a modo de
amonestación, una paliza, o el susto que suponía pasar una noche en
las dependencias policiales, sin que la cosa fuera más allá. El afectado
podía llegar incluso a someterse voluntariamente a tratamiento
médico, dando así muestra de sus buenas intenciones.454
La infancia y la juventud en peligro, susceptibles de
perversión, vienen siendo los destinarios prima facie de la acción
preventiva (Sahuquillo, 1997; Vázquez y Cleminson, 2011). La
aceptación de la bisexualidad originaria o la potencialidad permite
mantener las obsesiones con la profilaxis (educativo social) y una
invasión sin ambages cuando hay evidencias. La mirada conductista y
su precaria expresión teórica intentarán encontrar el factor dirimente
en la primera experiencia sexual con orgasmo (Feldman, 1973: 142),

454 El testimonio del Dr. González Duro apunta a que las prácticas biomédicas, de
tipo privado, eran características de familias con posibles. Además, la violencia
terapéutica se desarrollaba con frecuencia en esos ámbitos por escrúpulos de los
sujetos o presiones familiares. Tenemos además constancia, para los casos de
más notoriedad pública que acababan en los tribunales de peligrosidad social,
que era posible conmutar la pena por tratamientos y que la cuestión médica
preocupaba a jueces y juristas (vid. VIVAS MARZAL: 1956, SABATER
TOMÁS: 1969).

693
lo que redundaba en la necesidad de vigilancia de una adolescencia
crítica (Feldman y MacCulloch, 1971). Para ello hace falta poder
hablar de un sujeto homosexual, lo que
sólo es posible cuando un conjunto de prácticas (médicas,
jurídicas, administrativas) convierten al sexo en criterio
decisorio para establecer la identidad individual […] es una
figura sólo posible en el marco de de esas reglas que
perfilan el dispositivo de la sexualidad, del mismo modo
que el jaque mate sólo tiene sentido en el ámbito restringido
de las reglas del ajedrez. (Vázquez y Moreno, 1997: 16)

O lo que es lo mismo: un hecho institucional. La complejidad


clasificatoria y los intereses en juego, vienen a complicar todavía más
la complejidad del mundo, de acuerdo con nuestras intenciones, que
no tienen que ser ni necesaria ni exclusivamente heurísticas. Hay
muchas formas de clasificar, y muchos objetivos a conseguir (Dupré,
1993).

694
CONCLUSIONES

SIMETRÍAS Y ASIMETRÍAS DE LOS DISCURSOS


BIOMÉDICOS DE ESPAÑA Y PORTUGAL BAJO LOS
AUTORITARISMOS CONTEMPORÁNEOS455

En el curso de las diferentes secciones que componen este


trabajo hemos intentado examinar la producción científica hispano-
lusa sobre "la homosexualidad" que resultó fundamental para articular
las prácticas biomédicas sobre "el homoerotismo". Asimismo se ha
intentado elucidar los procesos de construcción interactiva de las
identidades por parte de las instancias expertas ─ en este caso médicas
─ y los sujetos afectados.

Es ahora también el momento de explicitar la diferencia


terminológica entre homosexualidad y homoerotismo.456 La
homosexualidad se referiría a la construcción experta que se produce
en los saberes biomédicos a partir del siglo XIX, mientras que el
homoerotismo se referiría a la atracción y prácticas eróticas entre
personas del mismo sexo, con particular incidencia en el aspecto
físico.457 Naturalmente esto no supone asumir que existe una realidad
455 El resultado parcial de estas conclusiones fue presentado con la comunicación
Biomedical discourses and homosexuality in twentieth-century Iberian
totalitarianism en el Congreso «From Sodomy Laws to Same-Sex marriage:
Coupling, Questions of "Nature" and the State, 1786-2015» , celebrado en el
Birkbeck Institute for the Humanities (University of London) del 23 al 24 de
septiembre de 2015.
456 La sugerencia terminológica en los estudios más recientes se debe a Javier
Ugarte (2011) y es asumida por Vázquez García (2012). Sobre este particular
también, Cornejo (2009).
457 Nosotros a lo largo de este trabajo hemos usado libremente ambos [sigue en]696

695
natural que sería la homosexualidad y que los cambios que estudia la
historia de las homosexualidades sean los análisis de las
representaciones y prácticas que dicha realidad ha suscitado (Vázquez,
2012: 15). Precisamente hemos podido constatar a lo largo de este
trabajo que tanto en España como en Portugal las diferentes
subjetividades homoeróticas no están construidas verticalmente y de
forma determinada desde arriba por el saber psiquiátrico o médico-
forense. Las diferentes categorías descritas por Halperin (2000) no se
suceden de forma lineal. Ello introduce discontinuidades en esa visión
─que se había reiterado desde cierta lectura de Foucault─ de que
habría una sucesión de subjetividades que de acuerdo con el filósofo
francés encontrarían su paso más abrupto entre el sodomita-relapso y
el homosexual-especie.

En los discursos biomédicos examinados hallamos una


proliferación terminológica y en ocasiones unas inconcebibles
tipologías que intentan sortear científicamente una realidad que no era
estática e indiferente. Las descripciones incluyen personalidades,
corporeidades, formas de socialización y prácticas sexuales
heterogéneas.

Con frecuencia ello se sintetiza en pares o tríadas dicotómicos


(o tricotómicos) como "perversos y pervertidos", "activos, pasivos",
"uranistas, bisexuales y pseudo-homosexuales", "perversión y

[viene de]695 términos. Ha de entenderse en el contexto biomédico en que se


sitúan la mayoría de los discursos abordados y a que por supuesto, estas
distinciones, no se hacían en la época.

696
aberración", "congénitos y adquiridos", "puros, latentes y depravados"
"sáficas y tríbadas", "verdaderos y transitorios", "homosexualidad
vinculada y no vinculada", "auténticos, curiosos y ocasionales"
"egodistónicos y autodistónicos", "criminales, enfermos y
normalizados", "adaptados e inadaptados" e incluso "sanos y
enfermos". Las clasificaciones contemplan desde pares mutuamente
excluyentes a gradaciones potencialmente infinitas. Esta última idea,
presente en la teoría ovogenética de Monteiro (1922) y los estados
intersexuales descritos por Marañón (1928) vendrá a recibir un
impulso desde el psicoanálisis y los estudios de corte sociológico y
antropológico. La idea de una potencialidad homosexual en todos los
sujetos normalizaba parcialmente a algunos sujetos, en especial los
más adaptados, pero legitimaba todos los mecanismos de corrección y
profilaxis que estuvieran disponibles para otros casos.

Esta multitud de categorías y agrupamientos entre ellas no


requería que el punto de vista del médico tuviera que elegir entre una
de ellas. Con frecuencia están operativas en los mismos discursos
simultáneamente provocando no solo lo que podríamos llamar una
posición ecléctica ─y a veces escéptica─ sino una profunda
borrosidad teórica que hacía quedar las decisiones, si hubiera lugar a
ello, en manos del experto. Las diferentes subjetividades con que se
enfrentaba la medicina brotaban de los solapamientos y
combinaciones de pares procedentes de las categorías de género,
polaridad sexual, objeto sexual y forma de sociabilidad (Vázquez,
2012: 16) que constituían una constelación «móvil y borrosa de

697
figuras», que son los protagonistas teóricos aquí tratados.

Los sujetos concretos, los protagonistas biográficos de nuestro


estudio no asistían pasivamente al discurso biomédico. Desde luego,
por lo general, mucho más preocupados de evitar la persecución por
parte del Estado y de evitar la exclusión social, adaptaban sus
estrategias y con ello generaban interacciones con el discurso experto.
Dado que como individuos estaban inmersos en una realidad material
con condicionamientos socioeconómicos, las estrategias estuvieron
mediatizadas los recursos de todo tipo de que dispusiesen. En ambos
casos, tanto en España como en Portugal, hemos confirmado el fuerte
componente de clase que tenía tanto el desarrollo de una vida
"homosexual" como las consecuencias efectivas que ello podía
deparar. Estos análisis ya sostenidos por Ugarte (2011;2012;2013),
Huard (2014) y Fernández Galeano (en preparación) indican que los
factores de índole socioeconómica eran prioritarios en los procesos
personales y grupales de los protagonistas. Nosotros hemos constatado
cómo las redes sociales y familiares, el nivel cultural, las
posibilidades económicas, el aspecto físico, y cualquier otro recurso al
alcance de los individuos, podía facilitar la adaptación, cierta
inmunidad y en el peor de los casos, la defensa y la excusa.

Las posibilidades de una interacción con el discurso biomédico


se incrementaban significativamente en los dos extremos de la
estratificación social. En los estratos más bajos tenemos las figuras del
mariquita, típico del sur español (y portugués) más o menos folklórico

698
que dependía en todo caso de sus recursos de adaptación. El
afeminamiento podría tener una funcionalidad, como hemos visto en
en el transcurso de este trabajo. Esa "visibilidad" podía desplegarse
como estrategia en determinadas circunstancias.

Por otra parte tenemos los "delincuentes homosexuales", en su


inmensa mayoría de extracción social medio-baja o baja. En muchos
casos existían antecedentes penales distintos de sus prácticas sexuales.
Cumplían pena y estaban recluidos en instituciones totales más o
menos panópticas. Cuando no era plausible esta última posibilidad se
sugería el régimen de aislamiento, lo que por motivos obvios, no
resultaba siempre viable logísticamente en las cárceles del franquismo
y el salazarismo (o la I República portuguesa). A estos sujetos se les
podía someter a un estudio bajo coacción como los presentados por
Mêndes Correa (1914) , Asdrúbal de Aguiar (1934; 1942?) en Portugal
y Fernando Chamorro (1970) y García Valdés (1981a; 1981b) en
España. Además de los evidentes sesgos metodológicos en la
selección de la muestra y de atribución, así como las profecías
autocumplidas, las fechas remarcan otra de nuestras conclusiones. Los
estudios forenses con población reclusa se efectuaron en Portugal
antes del salazarismo o en sus primeras etapas, mientras que en el
franquismo estos estudios están vinculados al final del régimen y la
reformulación que supuso la Ley de Peligrosidad y Rehabilitacion
Social de 1970. En Portugal, a medida que el Estado Novo va
decayendo, las autoridades y el pueblo se ven con un serio problema
de guerras coloniales y se va haciendo menos efectiva la persecución

699
de los homosexuales. Prácticamente no hay producción biomédica que
acompañe esos procesos. En España, por el contrario, desde mediados
de los 60 se venía asistiendo a una serie de reformas penitenciarias
que tuvieron su correlato en los discursos científicos. Esto también
provocó la discusión ─poco o nada apreciable en Portugal─ y una
serie de producciones pioneras de "lo homosexual" en los primeros
años de la transición.

En el otro polo de la estratificación social tenemos a personas


de familias solventes que acudían a los servicios médicos privados
para procurar su "curación". Por más que las normativas de
peligrosidad social de ambos países hablaran de "reeducación", nunca
se organizó en ninguno de los dos un programa concreto. Solo
contamos con esbozos como el intento español de separar "activos" y
"pasivos" en los penales de Badajoz y Huelva respectivamente, con el
efecto interactivo de cambio de "rol" que hemos analizado y al que los
especialistas asistieron desconcertados.

Hemos visto como los intentos de aplicar técnicas galvánicas


en Portugal en centros públicos tuvo muy poco respaldo institucional
y no tuvieron un gran alcance. Otra cosa es que como medio de
defensa los procesados en un expediente de peligrosidad social
intentaran alegar sus intentos terapéuticos para que la discrecionalidad
técnica del juez lo tuviera en cuenta, pero no parece que fuera la
norma.
La norma es que la "homosexualidad" de las clases medias y

700
altas fuera tratada, si lo era, por el psiquiatra o en psicólogo en la
consulta privada. Junto con aquellos instados por sus familias tenemos
otros individuos que acudían por sí solos a terapia, o solicitaban la
ayuda del técnico, en busca de comprensión o al menos mitigar sus
culpabilidades y escrúpulos. Como recogen nuestros médicos es un
perfil de paciente con cierta formación. Constatamos que al menos la
suficiente como para reconocer las instancias médicas y psicológicas
como servicios de "utilidad" para sus problemas y con los suficientes
medios como para costear los gastos. En estos casos la interacción
médico(psicólogo)-paciente podía distorsionarse todavía más al no
existir ninguna institución total de control del individuo y por los
potentes mecanismos de autosugestión que se inducían en el individuo
tratado. En alguna ocasión hemos comprobado que se llegaba a
"acuerdos".

En este grupo hemos de apreciar que el perfil del paciente


podría ser muy conforme al género. Aunque el afeminamiento infantil
podría despertar las alarmas en las familias, en ocasiones era una señal
de "mal pronóstico". Un homosexual afeminado o una lesbiana
masculina de extracción alta eran vistos como casos "imposibles".
Los casos concretos de YYY (del informe pericial de Moniz) y el
bailarino Valentim ilustran las consecuencias dramáticas sobre los
individuos de buena posición cuando existía un afeminamiento (en la
intimidad como YYY, público y travestido como Valentim) sin los
necesarios apoyos familiares. Los pacientes más dóciles y más
ajustados a su género, especialmente si habían tenido alguna

701
experiencia con mujeres, eran casos con mejor pronóstico y
normalmente tenían más red familiar de apoyo.

En el caso del homoerotismo femenino era viable cierta


estrategia de adaptación si se unía al hecho de ser una mujer formada
e independiente, conectada con el feminismo, más o menos titubeante,
a lo largo de las dos dictaduras. En el caso de España la Sección
femenina era una posibilidad real de adaptación para ese género
discordante.

Durante todo el periodo de ambas dictaduras nunca se


abandonó la posibilidad de encontrar en la investigación biológica una
explicación para la "homosexualidad". Los grandes autores
portugueses mantuvieron que una somatización más o menos explícita
podría acompañar los casos más "puros", si bien ya eran totalmente
conscientes de que existían muchos casos en los que no había ningún
tipo de señal física. Los exámenes antropométricos y la especulación
genética están presentes en sus obras, especialmente en las de corte
más forense. Moniz por el contrario concedía una importancia
creciente a los factores psíquicos y ambientales, lo que es muy
coherente con su recepción de Freud. El psicoanálisis como hemos
visto tuvo un desarrollo exitoso incluso en el salazarismo, pero
también era recibido frecuentemente con carácter subsidiario por una
psiquiatría más bien kraepeliniana.

En España la visión organicista tuvo más fortuna, lo que tenía

702
un venerable predecesor en Gregorio Marañón. A medida que se aleja
la radicalidad de la posguerra se vuelve a recuperar el lenguaje de la
intersexualidad marañoniana. De hecho, se siguió buscando perfiles
hormonales peculiares en los homosexuales hasta el final del
franquismo e incluso por el camino hubo quien, como Arasa, se
dedicó a inyectar reactivos hormonales a algunos homosexuales.

La mayor actividad de este enfoque en España de alguna forma


compensaba las reticencias y deficiencias en relación con la psicología
científica y el psicoanálisis. Un determinismo biológico radical no
cuadraría en absoluto con la idea de libre arbitrio necesaria para poder
mantener un discurso moralizante, pero teniendo en cuenta los rasgos
de la "psiquiatría nacional", la moralización de la enfermedad y la
patologización de la moral permitían tender los puentes adecuados.

El psicoanálisis tuvo una recepción desigual en ambos países.


Portugal contó con un desarrollo mayor y no tuvo el truncamiento que
se sufrió en el franquismo. En la España de posguerra se albergaban
muchas reticencias con la teorías de Freud. Aunque Francisco de
Echalecu en los años 40 las conoce y las amalgama con otras teorías,
no encontraremos un tratamiento exhaustivo prácticamente hasta
bastante más tarde, y siempre suavizado por venir acompañado de lo
que llamaban el entramado bio-psico-social. Era lo que llamaban un
enfoque "integral" en el que la parte biológica quedaba muchas veces
en precario, la psicológica era psicoanalítica no explícita y la social
era la propiamente antropológica. Cuando por fin los discursos fueron

703
evidentemente psicoanalíticos, los partidarios de Freud se encontraron
con la acusación de oscuridad e ineficacia.

En la segunda mitad de los años 60 ambos países contaron con


especialistas que se formaron en las técnicas aversivas preconizadas
en Oxford y que no dudaron en aplicarlas. Para que este punto de vista
ateórico y eminentemente práctico del conductismo tuviera el calado
necesario, se hizo necesario el lugar común de cierta potencialidad
homosexual universal de la que hemos hablado arriba. Si Freud no
resultaba claro o suficiente, la argumentación podría proceder por la
permeabilidad selectiva de datos de la antropología y de los estudios
sexológicos desarrollados a partir de Kinsey. Nada menos que se
usaron la diversidad cultural y los resultados del padre norteamericano
de la sexología para justificar el tratamiento aversivo por
reforzamiento.

En la antropología se encontró suficiente contenido empírico


como para confirmar lo que la sexología y el psicoanálisis habían
afirmado: la universalidad de cierta pansexualidad en el ser humano. A
partir de aquí la homosexualidad por sí misma quizá no fuera una
patología, pero era una anomalía resultado de desajustes internos o
externos. Quedó conservado cierto espacio para las técnicas
psicoanalíticas, a las que se consideraba poco efectivas. Se
recapitulaban de alguna forma las tesis de A.C. Monteiro (1922) y se
daba carta de naturaleza a la intervención conductista. Esta ya no
postula una "teoría de la mente" y tampoco necesita una explicación

704
más allá de que hay unas conductas que deben desincentivarse porque
hacen infeliz y desajustado a quien las practica.

Ese perfil antropológico en el caso español se acompañará de


una influencia muy acusada de la psiquiatría de corte fenomenológico
y antropológico-existencial. Por una parte tenía un halo de
internacionalización más que evidente al proceder de las obras de
expertos alóctonos, y por otro daba cuenta de las subjetividades que se
generaban en unas nuevas circunstancias socioculturales fruto del
desarrollismo económico. La categoría del "homosexual vinculado",
"autodistónico", adaptado podía avenirse a muchos individuos que
estaban bien socializados, estaban formados y a los que perseguir
resultaba no solo complicado sino poco rentable. Por si fueran pocas
las ventajas, la visión fenomenológica y la psicoanalítica no eran
incompatibles. En Portugal, la psiquiatría antropológica contó con
muy poco desarrollo y estuvo muy vinculada a la filosofía
neoescolástica. Hay que tener en cuenta que la psiquiatría católica
contaba con sus propios órganos de difusión y no tenía demasiado
impacto en el resto de la academia médica. Esto incide en la
importancia de la asimétrica relación de España y Portugal con la
Iglesia Católica. Mientras que en España el nacionalcatolicismo
impregnaba toda la vida social y cultural, en Portugal se mantuvo
cierto espíritu laico republicano, aunque se tornara caricaturesco en
manos del autoritarismo.

Los factores psíquicos y socioculturales ya estaban recogidos

705
en la producción más temprana del Estado Novo. La continuidad del
psicoanálisis a lo largo del periodo permitía esos discursos alternativos
al organicismo sin necesidad de lo que se consideraban
"especulaciones filosóficas". El conductismo necesitó menos
argumentación antropológica y era más sencillo, en principio, permitir
que médicos lusos que se habían formado en Oxford hicieran sus
experimentos sobre individuos que lo consintieran. En materia de
homosexualidad se pasó de los grandes sexólogos de la primera etapa,
a un intermedio en que se mantenía la producción propia con la
recepción acrítica de la psiquiatría internacional vigente. Finalmente
cuando el conductismo entró en escena, lo hizo precisamente por esa
vía de modernización técnica sin que tuviera el más mínimo respaldo
institucional.

Esa internacionalización de la psiquiatría portuguesa se aprecia


bien si se examinan los cuadros médicos de exclusión militar. En
Portugal, a diferencia de España, aparece explícitamente la inversión
sexual como causa excluyente, y además es notorio que lo haga en una
fase tardía del régimen y usando precisamente ese término. En ambos
países se aprecia una importancia creciente de los factores psíquicos
independientemente de los neurológicos, pero España nunca incluyó
de forma inequívoca la "homosexualidad". Mientras España se
mantuvo con categorías nebuolsas, se produce en Portugal la aparición
de la categoría "homosexualidad" en los cuadros médicos militares a
finales de los 80. Desaparecería inmediatamente, cuando la
Organización Mundial de la Salud (1990) procedió a la

706
desclasificación. El paralelismo con los organismos interacionales era
tal que se incluían hasta los mismos códigos de identificación de las
patologías. En España había una batería de supuestos psicopatológicos
en los que podía caer cualquier cosa. En ambos países se consideraba
mucho más importante el contar con un numeroso ejército de
reemplazo, en el caso franquista por la militarización de la vida social,
y en el salazarista por las necesidades de defensa coloniales.

Existen simetrías apreciables en las antropologías del "hombre


nuevo" que se encontraban nutriendo los discursos patrióticos de
ambos países y que es también muy relevante en el fascismo italiano.
La idea de la bondad natural de la vida rural y tranquila, frente al
desenfreno y la degeneración de las zonas urbanas es un lugar común
en ambos imaginarios. Las grandes ciudades de los dos países se
vieron con un problema creciente de población y éxodo rural. Las
leyes de defensa social, en gran medida, obedecían a las necesidades
de control en agrupamientos humanos donde el efecto panóptico
producido por el entorno disminuía. Con ello hemos de resaltar cómo
en ambos países la homosexualidad entró en la norma jurídica por la
vía de estas leyes de vadiagem y vagos y maleantes, respectivamente.
En Portugal fueron las leyes republicanas las que procedieron a su
inclusión. Más adelante el Estado Novo dotó a las estructuras de su
administración de una enorme flexibilidad para la aplicación de esas
medidas de seguridad en las grandes ciudades. Ello respondía a la
urgencia con que el salazarismo quería controlar esas masas ingentes
de población suburbial. A medida que avance el régimen asistiremos a

707
un atenuación continuada de este tipo de medidas. En España, por el
contrario, la homosexualidad entraría en 1954, dos años antes de que
se reinstaurase el prohibicionismo en materia de prostitución y cuando
diferentes instituciones comenzaron a velar por la moral y costumbres
de forma más entusiasta. El rápido desarrollo experimentado por un
país que partía de la ruina más absoluta provocó cambios sociales
paralelos. A esta celeridad en los procesos sociales había de
acompañar la normativa jurídica y el discurso sanitario que
protagonizaron el camino hacia la nueva normativa de peligrosidad
social en 1970. Esta normativa había de controlar no tanto al "sin
medios" como a las nuevas subjetividades que ponían en jaque el
orden social. La homosexualidad no era "nueva" pero el desarrollo
urbano y el fenómeno del turismo habían incrementado una visibilidad
inaceptable. Ello explica la fecundidad legislativa y científica al
respecto a partir de mediados de los años 60.

El problema educativo fue una constante de ambos regímenes.


Hay que contar además con que en España se dio cierto monopolio de
la educación básica a las órdenes religiosas de la Iglesia católica
mientras que en Portugal ese monopolio fue menor aunque
importante. La situación socioeconómica y de infraestructuras era
bastante precaria en ambos casos lo que conllevaba que la adquisición
de nociones higiénicas básicas fuera fundamental. Dentro de ambas
sociedades se educaba en un acentuado modelo de género tradicional.
La finalidad del buen español y del buen portugués era ser útil a la
sociedad y fundar una familia. Las prácticas de la llamada "educación

708
para la pureza" se convertían así en la profilaxis de temidas
enfermedades venéreas y una excusa para un matrimonio temprano,
especialmente en las clases más desfavorecidas. Ello conllevaba una
presión adicional para los individuos con una afectividad o sexualidad
que no encajara con el modelo y la necesidad de establecer las
estrategias que fuera necesario. La mayoría de las ocasiones esto
pasaba por contraer matrimonio y arreglárselas como se pudiera o
marchar a la ciudad. Este éxodo se producía a veces en condiciones
bastante penosas, con la exposición a lo que se llamó la mala vida. En
el caso de las clases medias y altas las posibilidades de adaptación se
multiplicaban tanto por el periodo de formación universitario, siempre
en grandes ciudades, como por la disponibilidad de los recursos antes
mencionados.

Por lo que se refiere al patrón de (homo)sexualidad dominante


ambos países se mantienen dentro del modelo mediterráneo. En el
mismo lo dirimente son los roles adoptados en las prácticas sexuales.
La clásica distinción activo/pasivo unida además al mantenimiento o
inversión de género del "pasivo" era un tema recurrente en toda la
producción médica analizada y lo era tanto para el homoerotismo
masculino como para el femenino. En relación con este último hemos
de valorar el exhaustivo tratamiento que del mismo realizaron los
principales sexólogos portugueses, lo que contrasta con el silencio o
tratamiento muy marginal que hicieron sus homólogos españoles. Los
propios expertos admiten que en la cultura dominante resultaban
mucho menos visibles las realidades lésbicas. A medida que avanzaba

709
el Estado Novo, la censura provocó un silencio general sobre la
homosexualidad, que se acusaba todavía más en el caso de la
homosexualidad femenina, pero todos los demás factores que hemos
apuntado contribuían a que, al menos en los discursos cultos,
estuvieran más presentes. En España se asiste a la persistencia de un
modelo medicalizado (Celaya, 2012) de mujer orientado a la
procreación y amparado por las activas políticas natalistas. En los
años 70 asistiremos a algunos cambios de enfoque bastante reseñables.
Como característica simétrica entre ambos países encontramos el
homoerotismo femenino se consideraba vinculado a cualquier
aspiración de independencia de las mujeres en su vida personal o
social. Parece que los mayores cambios sociales en España
provocaron que las tornas se invirtieran y mientras la homosexualidad
femenina en España iba encontrando espacios de sociabilidad e
incluso discursos médicos alternativos, en Portugal se mantuviera un
velo más acusado.

Ambos periodos autoritarios fueron anormalmente largos en la


historia europea. En sus fases más totalitarias, coincidiendo con la II
Guerra Mundial, tuvieron dificultades para posicionarse con los
grandes movimientos fascistas europeos. La vocación atlántica de
Portugal y el hecho de no haber contado con una contienda civil, le
facilitó su inserción posterior con las naciones occidentales pero en
una posición semiperiférica. Portugal todavía tenía restos coloniales
de alguna importancia mientras que las ensoñaciones imperiales
españolas eran delirantes.

710
Fueron además dictaduras fuertemente clasistas y alentadas
por los elementos sociales más reaccionarios y empoderados de las
etapas anteriores que habían contemplado con estupor cómo los
movimientos obreros habían puesto en peligro sus privilegios. En
ambos casos, los partidos socialistas y comunistas estaban hostigados
de manera obsesiva. Una similaridad entre ambos países es la
indiferencia con la que la oposición política de izquierdas miraba a los
presos o disidentes sociales (prostitutas, homosexuales, drogadictos...)
Aunque el andar del tiempo vincularía la izquierda a las reclamaciones
de liberación sexual, no puede decirse─ en absoluto─ que
inicialmente hubiera ninguna condescendencia con el asunto. De
hecho, ser homosexual era considerado una traba para formar parte de
las organizaciones políticas clandestinas

La idea de un "hombre nuevo", propiamente fascista, de tintes


mesiánicos, encumbraba una masculinidad exacerbada, especialmente
militarizada en el caso español. Esta masculinización estaba en
connivencia ─ tanto en España como en Portugal ─ con formas de
matriarcado funcional mucho más acentuado en zonas marineras o
tierras de emigrantes donde los varones abandonaban por largos
periodos el hogar. En ocasiones las organizaciones más
declaradamente fascistas en España podían servir de medio de
socialización a mujeres masculinizadas, sin que parece que exista algo
parecido en Portugal.

711
Desde el punto de vista de los aparatos de represión, ambos
países contaban con fuerzas de seguridad muy agresivas. Estas fuerzas
de seguridad actuaban con impunidad y contaban con la colaboración
de parte importante de la ciudadanía. Se ejercía un control social
exhaustivo por la vía del cotilleo, la cháchara y la colaboración con el
poder en sistemas altamente corruptos en los que cualquier acción
valía para medrar socialmente o para proteger la propia imagen.

Desde el punto de vista de la medicina legal y de las demás


influencias entre medicina y otros discursos, sean el legal, el moral o
el religioso, es importante señalar que en España la Guerra Civil
introdujo una brecha importante. Mientras que en Portugal muchas
autoridades médicas republicanas continuaron siendo figuras de
indiscutible prestigio en el salazarismo458, la inmensa mayoría de la
academia española tuvo que exiliarse o fue removida de sus puestos
profesionales. Incluso figuras liberales y católicas conservadoras
como Gregorio Marañón, eran mirados con sospecha. El
nacionalcatolismo español extirpó toda influencia filosófica y
científica anterior y un halo de tomismo y pensamiento tradicionalista
se adueñó inicialmente del panorama.

Desde el punto de la producción médica sobre la


homosexualidad el Portugal del inicio del estadonovismo estaba
totalmente en sintonía con el resto de la producción sexológica forense
contemporánea. En la posguerra española, por el contrario, conoció un
458 No obstante se produjeron depuraciones y exilio de intelectuales por causas
políticas, pero nada comparable al caso español.

712
silencio solo roto por voces de extrema dureza y radicalidad. Los
puntos de partida son asimétricos. Sin embargo parece que se
produjeron dos velocidades en ambos países compensadas por la
apertura internacional de Portugal.

Si Portugal partía de una situación de ventaja, a medida que los


grandes teóricos de la homosexualidad, procedentes de la República
fueron desapareciendo, iba quedando solo su obra459 ─ particularmente
la de Egas Moniz por motivos "nacionalistas"─ sin que hubiera
producción de la misma profundidad o extensión que la reemplazara.
Portugal se iba ensimismando con sus problemas coloniales pero su
apertura atlántica y particularmente su relación, incluso reverencial,
con el mundo anglosajón, le hacía participar de los discursos
estandarizados del entorno internacional. El efecto real en las
instituciones fue prácticamente nulo dado que se atenuaba la represión
por el decaimiento que iba experimentando el país.

En España, y ciñéndonos a la "homosexualidad", el punto de


partida era mucho más precario en el discurso experto y no existía una
regulación legal. A partir de mediados de los años 50 comienza a
acentuarse la persecución administrativa y judicial y empieza
paralelamente a renovarse el discurso científico. Se puede decir que la
producción científica y el hostigamiento institucional van en
correlación negativa con el caso portugués.

459 Téngase en cuenta que la producción de los grandes sexólogos estaba destinada
a médicos, abogados y no estaba comercializada normalmente, excepto A Vida
Sexual de Egas Moniz, bajo prescripción médica.

713
Los sujetos clasificados por la medicina y las fuerzas de
seguridad no eran meros receptores de la clasificación. Las
clasificaciones que hemos examinado son interactivas interactivas.
Los sujetos clasificados interactuaron con la clasificación, son
conscientes de ella y por mecanismos de etiquetaje no solo llegaban al
auto-diagnóstico sino que reelaboran sus recuerdos y su identidad con
las identidades sociales disponibles. Además coexistirán diferentes
subjetividades que se irán retroalimentando con el imaginario médico.
El discurso experto, para hacerse comprensible, incluso efectivo,
debía acoger esas formas de subjetividad que en ningún caso eran
diseñadas "desde arriba".

Si a ello añadimos que había un potente eclecticismo y una


gran vaguedad en los conceptos clasificatorios empleados ─ lo que
hemos llamado borrosidad teórica ─ se entenderán bien las estrategias
que legos y expertos entablaban sobre este asunto. Los médicos,
policías, jueces, podrían siempre amoldar la teoría a una decisión que
normalmente habría de tomarse en función de circunstancias externas
al hecho en sí.

Para los individuos concretos hemos visto cómo excusas de


borrachera, fingimiento o no de afeminamiento con vistas al destino
penitenciario, alegar profesión de artista, exageración de una amistad
íntima que no ha sabido entenderse, el miedo al embarazo o a
enfermedades venéreas, considerarlo una fase o un error fruto de una

714
irresistible pasión pasajera, la necesidad de sexo gratuito o la
necesidad de ser pagado por ello, los noviazgos para mimetizarse con
el medio, etc. son ─ entre otras ─ estrategias de tensión entre el
sistema y las subjetividades. Estas interacciones además son posibles
por carácter que reviste la "sexualidad" como hecho institucional que
se constituye en ese interfaz entre los gestores de los saberes y los
individuos afectados. Una prueba palmaria fue cómo el enconamiento
del hostigamiento con la Ley de 1970 ha sido considerada el
desencadenante de la acción colectiva de los homosexuales en España
(Monferrer, 2003). De forma paralela el discurso médico paralelo tuvo
que articularse de formas nuevas recombinando y puliendo las
categorías de las que disponía y generando otras nuevas para
responder a esas nuevas interacciones y subjetividades.

Los protagonistas teóricos que describían los especialistas


estaban en una relación de significación bicondicional con los
protagonistas biográficos. Mientras tanto la teoría era borrosa,
flexible, y permite la versatilidad ejecutiva de las autoridades en la
aplicación de las medidas. Lo mismo vale para una cosa y para otra,
un mismo hecho tiene interpretaciones opuestas. Eso generaba una
gran arbitrariedad diagnóstica y clasificatoria, pero al mismo tiempo
dotaba a los sujetos de estrategias de distanciamiento.

Hemos analizado la construcción médica de las


homosexualidades en el Portugal de la primera mitad del siglo XX ─
que es la que será operativa durante su etapa autoritaria ─ tarea que

715
estaba por hacer, siquiera de forma introductoria, en el propio país
vecino. En ese sentido nos sentimos especialmente deudores del
asesoramiento y apoyo documental prestado por Fernando Cascais y
Richard Cleminson, del que esperamos hayamos hecho un uso digno y
hallamos comenzado esa "introducción".

Se han revisado los brillantes análisis que se habían hecho en


España para el franquismo aportando abundantes y significativas
fuentes que permiten una visión renovada y más profundidad sobre la
especificidad de los discursos biomédicos. Entendemos que es una
humilde continuación del proyecto emprendido con Los Invisibles de
Vázquez y Cleminson particularmente en lo que se refiere a la
medicalización de las subjetividades. Asimismo esperamos constituya
también una nueva exploración a partir de los estudios ofrecidos por
Javier Ugarte, Àlvar Martínez, Antoni Adam, Raquel Osborne, Lucas
Platero y Arturo Arnalte.

A partir del primer análisis, más novedoso, y el segundo, más


continuador, se ha establecido un estudio comparado entre los dos
países ibéricos intentando establecer sus simetrías y asimetrías. En el
transcurso de esa comparación hemos utilizado un utillaje filosófico
en sinergia proporcionado por la epistemología histórica, la ontología
social y el análisis materialista. Mediante estas herramientas hemos
ilustrado la interacción entre el saber y las diferentes subjetividades, la
instancia de las sexualidades como hechos institucionales, y la
importancia de atender a las circunstancias socioeconómicas y

716
culturales en que acontecieron estos procesos.

Quedarían como futuras propuestas de investigación el renovar


estos análisis a medida que la distancia del tiempo nos permita
acceder a cierta documentación460, con el menoscabo que supone que
al mismo tiempo perderíamos a muchos de sus protagonistas, cuyo
anonimato deseamos sea menos necesario a medida que pase el
tiempo. Queda también recorrer el enfoque comparativo en más casos
concretos, tarea inacabable. Merece una mención aparte la aplicación
de este utillaje histórico al caso de las técnicas psicoquirúrgicas,
asunto por examinar. Nosotros, no conformes con los resultados, no
tanto por insatisfacción, como por filo-sofía, proponemos no perder de
vista las cuestiones aquí abordadas.

Sería fundamental ver las líneas de continuidad y


discontinuidad de estas subjetividades y discursos en la España y el
Portugal del final del siglo XX y principios del XXI. Para ello
creemos imprescindible volver iterar este camino ─ en diferentes
direcciones ─ con la esperanza de analizar las historias parciales,
nutridas de casos empíricos en las fuentes disponibles. Estas fuentes,
por la cercanía temporal, experimentarán cambios en la calidad y la
cantidad que esperamos poder recoger en el futuro. Además, creemos

460 Si es que no acaba destruida. Como nos ha informado A. F. Cascais (Lisboa,


entrevistas el 17 y 18 de abril de 2011) eso ya ha ocurrido en Portugal y según el
Presidente Asociación de Ex-presos sociales de España (Mérida, entrevista el 30
y 31 de marzo de 2011 entrevistas, marzo 2011) aquí puede ocurrir.

717
que eso es seguir explorando las posibilidades de la filosofía de la

ciencia como herramienta no solo como saber normativo o


descriptiva, sino fundamentalmente crítico y desenmascador.

718
BIBLIOGRAFÍA

INSTITUCIONES, FUENTES Y
LITERATURA SECUNDARIA

719
INSTITUCIONES Y DOCUMENTACIÓN

En el desarrollo del presente trabajo se ha utilizado el


repertorio bibliográfico y documental de las los siguientes centros (I)
y se ha recibido apoyo y colaboración, en ocasiones mutua, de las
Instituciones indicadas (II).

I. DOCUMENTACIÓN

Centro Asociado de la U.N.E.D. en Mérida.

Centro de Comunicação e Linguagens (CECL) de la Universidade


Nova de Lisboa.

Complexo-Hospital Conde de Ferreira de Oporto

Centro Asociado de la U.N.E.D. en Mérida.

Centro de Comunicação e Linguagens (CECL) de la Universidade


Nova de Lisboa.

Centro Hospitalar Conde de Ferreira de Oporto ─ Santa Casa da


Misericorda

Biblioteca Nacional (Madrid).

Hospital de la Macarena de Sevilla - Universidad de Sevilla

Hospital Miguel Bombarda de Lisboa.

Instituto López Piñero - Universidad de Valencia

Instituto Nacional de Medicina Legal e Ciências Forenses de Portugal


(Lisboa, Oporto, Coimbra).

Real Academia Nacional de Medicina de Madrid.

720
Rebiun - Red de Bibliotecas Españolas

Universidad de Cádiz.

Universidade de Coimbra

Universidad Complutense de Madrid

Universidad de Extremadura

Universidade do Minho

Universidad Nacional de Educación a Distancia (Sede Central -


Madrid)

Universidade do Porto

Universidade de Lisboa

Universidade Nova de Lisboa

Rebiun - Red de Bibliotecas Españolas

II. INSTITUCIONES - ENTIDADES

* Asociación de Ex-presos Sociales de España.

* Birkbeck Institute for the Humanities. University of London.

* CEIS-20 Grupo de História e Sociologia da Ciência e da Tecnologia


- GHSCT/SHIS

* Centro de Comunicação e Linguagens (CECL) de la Universidad


Nova de Lisboa.

* Cátedra-Pfizer-UAM de Teoría de la Medicina.

721
* Grupo de investigación «El problema de la Alteridad en el mundo
actual». HUM-536 . Universidad de Cádiz y

* Projeto de I&D HC/0110/2009 . História da Cultura Visual da


medicina em Portugal. Centro de Estudos de Comunicação y
Linguagens. Universidade Nova de Lisboa. Fundação para a Ciência e
Tecnologia.

* Proyecto de investigación "Filosofía de las tecnociencias sociales y


humanas (I+D+I 2008-2010 MEC Referencia FFI-2008-03599).

* Fundación Iatros de Teoría de la Medicina.

* Fundación Medicina y Humanidades Médicas.

* Sociedad Española de Historia de la Medicina (SEHM).

722
FUENTES ORALES

Advertencia previa:

Hemos dividido en identificados y anónimos. Los identificados son


personas que no tienen problema en que sus nombres y apellidos
aparezcan de forma detallada. Se trata de personas que ya habían sido
entrevistas por diferentes medios o que son autores de publicaciones,
o que simplemente no tienen problema en darse a conocer. Dentro de
los anónimos se encuentran personas que sabían los objetivos de la
investigación pero con la condición de que sus nombres no aparezcan
e incluso que dijésemos otra ciudad como lugar de encuentro.
Nosotros no hemos preguntado los motivos pero en muchos casos
serán fáciles de imaginar. En otros casos incluso hemos sido nosotros
los que hemos asignado el anonimato por razones de diferente tipo.
Hay informantes anónimos que no saben "que lo han sido"
formalmente dado que dicho conocimiento por su parte no sólo habría
sesgado (entendemos que eso es inevitable) sino imposibilitado recibir
cualquier información.

INFORMANTES IDENTIFICADOS

* Dr. D. Enrique González Duro, psiquiatra. Además de informante


es una de las autoridades cuya producción crítica psiquiátrica hemos
utilizado de forma frecuente. La entrevista se celebró en su domicilio,
en Madrid, el 22 de julio de 2011.

* Dr. D. António Fernando Cascais, profesor universitario e


investigador. Ha desempeñado asimismo las funciones de supervisor
del doctorando en Lisboa. Su ayuda ha sido inestimable, así como las
facilidades logísticas para conseguir documentación. Lo incluimos
como informante como investigador portugués que ha profundizado
en la problemática de "las homosexualidades" en Portugal. Además ya

723
fue informante de São José Almeida (2010) y en el Diario Público de
Portugal. Entrevistas el 17 y 18 de abril de 2011 y 20 de diciembre de
2014 así como muchos contactos informales más.

* Antoni Ruiz, presidente de la Asociación de Ex-presos sociales. Su


caso ha sido recogido en diferentes obras (Arnalte, 2003); Olmedo
(2004) y en los medios. Tuvo la amabilidad de mostrarse disponible
durante todo el periodo de la investigación, si bien fue entrevistado de
forma más formal los días 30 y 31 de marzo de 2011 en Guareña,
provincia de Badajoz. Es relevante la conversación del 18 de
noviembre de 2011 relacionada con los archivos de peligrosidad.

* Jordi Grisset, su caso ha sido recogido mediáticamente y por


Arturo Arnalte (2003). Fuimos puestos en contacto con él
telefónicamente el 27 de diciembre de 2013. Fue sometido de forma
"voluntaria" a terapias aversivas.

* Dr. Lorenzo de Lemus Pulido, Licenciado en Medicina y Cirugía


con ejercicio en Extremadura como médico de familia y cargos de
coordinación. La problemática de la "homosexualidad" le llamaba la
atención durante su periodo de formación y su ejercicio. La mayor
parte de su vida profesional transcurrió en democracia, pero tiene
suficiente visión como para valorar la situación en las zonas rurales.
Entrevistado el 15 de noviembre de 2013.

INFORMANTES ANÓNIMOS

INFORMANTE B. Psiquiatra portugués actualmente en ejercicio. No


ejerció durante el salazarismo pero sí muchos de los compañeros que
ha tenido. Entrevista en Portalegre el 6 de mayo de 2013.

INFORMANTE D. Homosexual que lleva emparejado con su actual


marido desde hace 45 años. Entrevistado en Cádiz el 25 de julio de
2014. Tiene cerca de 65 años.

724
INFORMANTE E. Homosexual portugués de 65 años. Persona
formada y de cierto refinamiento lo que le valió enfrentamientos con
su padre. Actualmente es un homosexual declarado. Ejerció en
profesiones liberales. Entrevista en Estremoz, el 21 de diciembre de
2014.

INFORMANTE F. Informante que fue educado en centros religiosos y


seminarios y que recibió tratamiento psicoterapéutico en la
adolescencia en los inicios de la democracia española. Fue
entrevistado en Madrid el 4 de octubre de 2011.

INFORMANTE G. Este informante fue oficial médico militar de alta


graduación. La entrevista se celebró telefónicamente en varias
ocasiones, en 11 de julio de 2012 y el 6 de marzo de 2015.

INFORMANTE H. Este informante fue sacerdote y militar en los años


60 y se secularizó más tarde. Desempeñó sus funciones de capellán
castrense en diferentes destinos del territorio español. Ha sido
entrevistado en Mérida el 16 de noviembre de 2015.

INFORMANTE N. Homosexual de 80 años. Lamentablemente


fallecido antes de que finalizásemos la tesis. Vivió en Madrid durante
la dictadura. Fue entrevistado en Don Álvaro, el 1 de julio de 2010.

INFORMANTE Ñ. Este informante es un hombre de unos 75 años


andaluz. Se refiere a sí mismo como "mariquita" de la época de
Franco. Vivió en Madrid y en diferentes puntos de Andalucía. Estuvo
vinculado al mundo del folklore. Fue entrevistado en Jérez de la
Frontera, el 22 de junio de 2012.

INFORMANTE J. Mujer bisexual, que ha descubierto


"recientemente" su lesbianismo. Tiene 65 años. Fue entrevistada en
Madrid el 10 de julio de 2015.

725
INFORMANTE K. Homosexual de 70 años. Procedente del sur tuvo
que irse a vivir a las islas huyendo de la represión social. Preferimos
no decirle el interés académico de la conversación porque entendemos
que va a provocar mucha distorsión. Entrevistado en Torremolinos, el
10 de diciembre de 2010.

INFORMANTE L. Homosexual de 65 años, originario de un pueblo


portugués. Familia de clase media-alta. Recibió tratamiento
psicoterapéutico en la juventud. Ejerció una profesión liberal.
Entrevista realizada en Badajoz, el 6 de mayo de 2013.

INFORMANTE M. Homosexual de 70 años. Originario de un pueblo


de Badajoz. Marchó a vivir a Madrid. Ha tenido múltiples
emparejamientos siempre con hombres más jóvenes. Está muy
preocupado por el rol sexual y eso le genera problemas. Entrevista
realizada en Badajoz, el 7 de mayo de 2010.

INFORMANTE P. Hombre de 85 años, homosexual. Fue entrevistado


en Zafra, el 2 de abril de 2011.

INFORMANTE Q. Informante que fue policía "armada" durante el


franquismo y parte de la democracia. De origen humilde nacido en un
pueblo de Cáceres. Ha tenido parejas homosexuales. Entrevistado en
Madrid, 28 de agosto de 2010.

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