Articulo Algebra y Biologia
Articulo Algebra y Biologia
Articulo Algebra y Biologia
nº 23 Mayo-Agosto 2006
Miguel A. Herrero
Matemática Aplicada. Universidad Complutense
INTRODUCCIÓN
Las líneas que siguen presentan una reflexión acerca de la relación entre las Matemáticas y la
Biología. Con frecuencia ambas ciencias aparecen como polos opuestos del pensamiento humano:
implacablemente rigurosa la primera, interesada en todo tipo de mutación y variabilidad la segunda. Al
igual que tantos estudiosos de ayer y de hoy, podemos preguntarnos si alguna de las dos tiene algo que
aportar a la otra.
¿No son los seres vivos demasiado complejos para que las ciencias cuantitativas (Matemáticas,
Física,...) puedan contribuir de forma significativa a su conocimiento? Descendiendo a cuestiones
concretas ¿es posible describir el crecimiento de un embrión (o el de un tumor), mediante ecuaciones
matemáticas? ¿Tiene sentido plantearse la posibilidad de elaborar una teoría matemática de la
consciencia ?. Esta es la cuestión que planteamos. Oigamos algunas opiniones sobre estos temas.
UN RECORRIDO EN EL TIEMPO
La fascinación por las Matemáticas está presente del pensamiento humano desde la
Antigüedad. Un rasgo característico de esta ciencia, ya presente en los primeros textos que han llegado
hasta nosotros, es el papel crucial que en ella juega el concepto de demostración, es decir, el
establecimiento de verdades inmutables deducidas mediante un razonamiento lógico. Esta perennidad
de las conclusiones contrasta de manera evidente con la idea de desarrollo, florecimiento y decadencia
que caracteriza a los objetos del mundo real. Escuchemos a un viejo maestro:
…Hay hombres que no admiten más demostraciones que las de las matemáticas, otros no
quieren más que ejemplos: otros no encuentran mal que se invoque el testimonio de los poetas. Los
hay, por último, que exigen que todo sea rigurosamente demostrado, mientras que otros encuentran
este rigor insoportable, ya porque no pueden seguir la serie encadenada de las demostraciones, ya
porque piensan que es perderse en futilidades… Es preciso, por lo tanto, que sepamos ante todo qué
suerte de demostración conviene a cada objeto particular, porque sería un absurdo confundir y
mezclar la indagación de la ciencia y la del método, dos cosas cuya adquisición presenta grandes
dificultades. No debe exigirse rigor matemático en todo, sino tan sólo cuando se trata de objetos
inmateriales. Y así, el método matemático no es el de los físicos, porque la materia es probablemente
el fondo de toda la naturaleza.
(cf. Aristóteles (1). Nótese, para valorar correctamente el final del párrafo anterior, que para
Aristóteles la “física” consiste en el estudio de la naturaleza en general, incluyendo a los seres vivos.
Esta desconfianza hacia las Matemáticas se presenta acompañada en el filósofo de un interés bien
documentado por la Biología y la Medicina; de hecho, a Aristóteles, hijo de un médico, se le atribuye
la realización de un considerable número de disecciones (principalmente en animales, pero también en
humanos) en el curso de sus trabajos, que incluyen varias obras sobre Biología, pero de los que no ha
sobrevivido ninguno sobre Matemáticas (2).
...Mi principal propósito a sido ocupar el tiempo que me sobraua de negoçios en ver y
reconocer las obras de Aristotiles,... y llegando a las preguntas mecánicas que están a la fin del
libro…
Con la finalidad de que: Se conozca la utilidad que sale de las sciencias matemáticas, puestas
en obra para estas cosas que cada día nos van entre las manos.
No se sabe porqué el círculo mayor da la vuelta en una línea igual que el círculo menor
cuando son concéntricos.
En otras palabras: dos círculos concéntricos, al moverse solidariamente, recorrerían una misma
longitud, de donde cabría deducir que sus radios son siempre iguales, lo que es absurdo, y permite
abundar en la conveniencia de restringir el empleo de las Matemáticas al estudio de los objetos
inmateriales .
¿Por qué los maderos son tanto más endebles cuanto más largos y se doblan más al ser
levantados, aunque el corto de dos codos, pongamos, sea fino y el de cien codos sea grueso?.
Muchos siglos después, Galileo Galilei, que había enseñado en Parma la mecánica aristotélica,
reformuló esta observación en términos de un problema de optimización: la caracterización de los
cuerpos de forma dada que poseen el máximo tamaño posible, sin colapsar bajo su propio peso.
2
En la que es quizás su obra maestra (4), Galileo obtiene, mediante la aplicación de lo que
llamaríamos hoy un argumento de similaridad, el siguiente resultado:
Proposición VII (4): Entre todos los prismas y cilindros pesados de similar figura, existe uno ,
y solo uno, que bajo el esfuerzo de su propio peso, permanece en el límite entre romperse o no; de
modo que todo objeto mayor es incapaz de sustentar su propio peso y se rompe, y todo objeto menor
puede resistir alguna fuerza adicional tendente a romperlo.
Observemos de pasada que para Galileo son cilindros similares aquellos en los que la
proporción entre longitud y altura permanece constante. Una vez establecida la Proposición anterior,
Galileo plantea formalmente un problema de diseño óptimo:
Proposición VIII (4): Dado un cilindro o prisma de longitud máxima y que no se rompe bajo su
propio peso, y dada una longitud mayor, calcular el diámetro de otro cilindro o prisma de esta nueva
longitud que sea del tamaño máximo capaz de sustentar su peso.
Como ilustración, he dibujado un hueso cuya longitud natural ha sido incrementada tres veces,
y cuyo grosor ha sido amplificado hasta que pueda cumplir la misma función que el hueso pequeño
desempeña en el animal pequeño (ver Figura).
3
DE LO COMPLEJO A LO SIMPLE: UN VIAJE DE IDA Y VUELTA
El mismo año 1642 en que murió Galileo nació Isaac Newton, cuya influencia sobre el mundo
contemporáneo es difícil de exagerar. En su gran obra Principia (5), Newton desarrolló un tipo de
razonamiento mediante el que se obtiene información esencial acerca de problemas complejos a partir
del estudio de ejemplos bien escogidos, relativamente simples, discutidos en términos matemáticos
(fundamentalmente geométricos en su caso). Según esta visión, expuesta aquí de manera esquemática,
la matemática permitiría por si sola revelar los secretos más recónditos de la naturaleza, como es el
caso del movimiento de los cuerpos celestes, imponiendo así la primacía de la razón sobre el fárrago
de los hechos experimentales, confusos y cambiantes.
Uno de los entusiastas defensores de esta idea fue Voltaire, a quien se debe en gran medida la
difusión en el continente europeo de la obra de Newton, que conoció como exiliado en Londres. S.
Chandrasekhar nos recuerda en (6) una anécdota reveladora. Newton había postulado, mediante
cálculos matemáticos, un valor para la excentricidad (esto es, de la desviación de la forma
perfectamente esférica) de la Tierra que contradecía la evidencia astronómica de su tiempo. Para
aclarar esa discrepancia, Maupertuis y Clairaut se desplazaron a Laponia, y realizaron cuidadosas
mediciones que confirmaban el achatamiento de la Tierra por los polos, predicho por Newton. El
comentario mordaz de Voltaire no tiene desperdicio:
El Siglo de las Luces marcó tal vez el apogeo de la confianza ilimitada en la capacidad de las
matemáticas como herramienta para entender el mundo. Se desarrollaron entonces detallados estudios
fisiológicos, y es interesante hacer notar que la primera aparición detallada de las ecuaciones de
movimiento de un fluido tiene lugar en esa época, en el contexto del estudio de la circulación
sanguínea (7).
En concreto, en (9) se describen los resultados de un famoso debate que tuvo lugar en Cold
Spring Harbor en 1934, y en el que uno de los pioneros de la Biología Matemática en el siglo XX,
Nicolas Rashevsky, expuso su modelo físico-matemático de la célula (que suponía esférica). La
respuesta de los biólogos presentes fue en general, hostil. El entonces Director del centro (Eric
Ponder) resumió esos puntos de vista en un memorando, en el que se podía leer:
...Un punto en el que hay acuerdo general es que parece haber muy poca relación entre el
esfuerzo dedicado a lo que se ha dado en llamar las matemáticas del crecimiento, y la comprensión
obtenida de ese campo... Es intrínsecamente improbable que el comportamiento de un sistema en
crecimiento deba ajustarse al de un simple sistema químico, y la idea de crecimiento como un simple
proceso físico-químico no puede ser aceptada en ausencia de una prueba directa y fehaciente… Es
inútil conjurar en la imaginación un sistema de ecuaciones diferenciales con objeto de describir
hechos que no sólo son muy complejos, sino en gran medida desconocidos…
4
Lo que necesitamos en la actualidad es más mediciones y menos teoría… En la hora presente
existe una desdichada confusión entre Biología Cuantitativa y Biomatemática. Hasta que los datos
experimentales nos hayan suministrado más hechos biológicos, prefiero la primera ciencia a la
segunda...
Los párrafos anteriores merecen ciertamente una reflexión, en cuanto que reflejan una actitud
de desconfianza ante lo que a veces se considera una inexplicable presunción por parte de algunos
matemáticos, celosos guardianes de una técnica capaz de explicar todos los misterios del Universo. A
ello se superpone una idea que emerge periódicamente a lo largo de la historia, y que se encuentra
implícita en el párrafo de Aristóteles que abre estas páginas: la existencia de un Principio Vital
característico de los seres vivos, y sólo de ellos, y que no podría reducirse a las leyes físico-químicas
que rigen para la materia inorgánica. Incidentalmente, esa cuestión está en origen del desarrollo de la
Biología Molecular contemporánea, una de las joyas científicas del siglo XX. En efecto, para muchos
autores, la importancia atribuida a esa posibilidad por Niels Bohr, y el encargo hecho a su discípulo
Max Delbrück para que estudiara ese problema (ver, p. ej., (10)), marca el punto de partida de esa
amplia e importante área de estudios.
Si bien los textos citados reflejan un claro distanciamiento entre matemáticos y biólogos, no
faltaron, ni faltan, voces discrepantes. Por ejemplo, en el año 2000, John Bonner, a quien se deben
algunos estudios clásicos en la Biología del siglo XX, se preguntaba en (11) si existirá una explicación
simple para ciertos procesos de desarrollo:
...Este triunfo del reduccionismo nos lleva naturalmente a considerar si existirá una
macroexplicación que buscar antes de ser abrumados por los detalles, por maravillosos que estos
sean. A primera vista, parecería que no hay nada nuevo que decir a este respecto, y que tendremos
que conformarnos con la explicación tradicional, según la cual hay una cascada de relaciones
causales que nos conduce a los detalles de cada uno de estos pasos. A mi me gustaría ver la cosa de
otro modo. Hay un deseo profundo de explicaciones simples que trasciendan los detalles, aunque
dependan completamente de éstos.
Bonner se refiere a un celebrado artículo (12) publicado por A. Turing en 1952 sobre las bases
químicas de la morfogénesis, que comienza así:
5
Figura 3: Alan M. Turing (1912-1954).
A partir de esa fecha es perceptible un interés renovado por la aplicación de métodos y modelos
matemáticos en Biología del Desarrollo. Es interesante hacer notar que en un manual bien conocido en
ese campo como es el de Wolpert (15), y que se abre con una mención a la hipótesis epigenética de
Aristóteles (página 3), es posible encontrar una página (317) dedicada a comentar, no sin cierto
distanciamiento, la posible aplicación de sistemas de reacción-difusión para explicar la formación de
estructuras orgánicas en el curso del desarrollo.
Figura 5: Generación y regeneración de una estructura (reproducido de la Monografía (14)). A) Esquema reactivo:
se parte de una sustancia autocatalítica (el activador, A) y de un antagonista suyo que se difunde con mayor rapidez (el
inhibidor, H), (b, c). Formación de estructuras en una cadena lineal de células: las concentraciones de activador e inhibidor
se representan en función de la posición y el tiempo; (b) Una distribución uniforme de ambas sustancias es estable; un
incremento de activador (flecha) desaparece a consecuencia de un crecimiento compensatorio de la concentración de
inhibidor. Sin embargo, un pequeño incremento local de activador (o incluso una fluctuación aleatoria) no puede ser
compensada, ya que la cantidad de inhibidor producida adicionalmente se difunde rápidamente en el medio; (c) la
estructura así formada posee propiedades de autoregulación; en particular, es capaz de regeneración. Al eliminar un
máximo de la concentración de activador, el inhibidor restante decrece, y un nuevo máximo aparece por autocatálisis.
6
CONCLUSIÓN
He aquí, separadas por más de veinte siglos, dos visiones críticas sobre la utilidad de las
matemáticas. La primera desafía su capacidad para abarcar, con sus rígidos métodos, la complejidad
del mundo de los seres vivos, y el de la naturaleza en general. La historia ha demostrado
fehacientemente que al menos una parte de esta opinión era infundada, y el desarrollo, mutuamente
benéfico, pero no carente de alguna tensión, de la Física y las Matemáticas, así lo atestigua.
El último texto llama la atención sobre el ensimismamiento de las Matemáticas (o tal vez de
algunos matemáticos), atentas sólo a su propio desarrollo, considerado como un fin en si mismo y
ajeno al mundo en el que tiene lugar. Es curioso observar que esta tendencia, real sin duda, ha
coexistido tradicionalmente con la contraria, es decir con lo que podríamos caracterizar como
comportamiento invasor de las Matemáticas (o tal vez de algunos matemáticos) dispuestos a explicar
a otros investigadores los secretos de sus propias ciencias, tal vez ocultos a sus ojos tras la maraña de
los detalles.
Habiendo abusado sobradamente de la paciencia del lector, a quien por fuerza habrá que
suponer curioso, con la exposición de estas opiniones, concluiremos con una más. Pensamos que las
Matemáticas pueden aportar mucho a la Biología y a la vez beneficiarse en gran medida de su contacto
con ésta. Empezando por esta última afirmación, cabe observar que el desarrollo de grandes áreas de
las Matemáticas en el siglo XX (como son la estadística, la teoría de ecuaciones diferenciales, etc.) se
ha visto en gran medida estimulado, cuando no dirigido, por la necesidad de comprender fenómenos
biológicos relevantes. Por ejemplo, el estudio de los mecanismos de transmisión de señales en el
sistema nervioso ha influido considerablemente en el desarrollo de la teoría de ondas viajeras en
ecuaciones diferenciales, lo que a su vez ha afectado de modo significativo al tipo de problemática
abordada en ese campo. De hecho, y tomando prestado un término de uso común, podríamos decir que,
en este intercambio, la balanza de pagos científicos es hasta ahora favorable a la Biología. Nos toca
ahora equilibrarla, y para ello probablemente habrá que atender a la llamada de Ortega y proceder a un
esfuerzo de simplificación en el método, acompañado por la renuncia a muchas técnicas, penosamente
puestas a punto durante años, y al desarrollo de otras. Esta selección de contenidos es perfectamente
natural, y de hecho cada generación de investigadores ha abandonado en muchos casos (y
redescubierto en otros) gran parte del trabajo científico de las generaciones anteriores.
REFERENCIAS