Libro El Espacio Protegido Del Dilogo
Libro El Espacio Protegido Del Dilogo
Libro El Espacio Protegido Del Dilogo
Protegido del
Diálogo
PRESENTACIÓN
La lectura del “El Camino del Diálogo” me dejó una agradable
sensación y la certeza de que Sergio y Rosario han tocado de manera
magistral el tema, tanto del origen como de la salida del caos fragmenta-
dor que en nuestras relaciones vivimos actualmente los humanos en el
planeta tierra. Me parece que retratan el conflicto humano fundamental
entre al tener y el ser, de manera muy directa, profunda y tan simple
como sucede en la cotidianeidad, desde el nivel individual hasta el
global, pasando por el familiar y el comunitario.
Ponen el dedo en la llaga al afirmar con claridad y contundencia, tal
vez de manera despiadada aunque necesaria, que para revertir los patro-
nes dolorosos, destructivos y tristemente repetitivos presentes en todos
los niveles de la relación humana, es necesario mucho más que una
simple buena intención, es necesario invertir en un proceso de desarrollo
de la conciencia personal. Mirar hacia adentro, observarse a sí mismo es
la clave para sortear la tentación de la salida fácil: voltear hacia fuera y
culpar a todo y a todos por lo que no podemos obtener. “Los padres de
corazón grande y conciencia chiquita suelen creer inocentemente en el
poder absoluto de la buena intención y del amor romántico” o en el favor
divino que solucione los conflictos más terribles sin que haya que tomar
decisiones o experimentar procesos difíciles y dolorosos. Ponen el dedo
en la llaga al denunciar la triangulación en la que los padres incurren al
utilizar a los hijos como rehenes y “embarrarlos” abierta o sutilmente de
sus limitaciones al momento de enfrentar sus diferencias.
En general veo que su descripción sobre la guerra cotidiana,
abiertamente enconada o hábilmente soterrada, tanto en el nivel familiar
como el de pareja, es una copia fiel del conflicto de la dualidad, que nos
impregna a nivel social, nacional e internacional en esta época. A través
del texto puedo ver la forma en que la experiencia cotidiana refuerza el
modelo fragmentado y dual, y puedo inferir cómo éste, a su vez,
configura las relaciones humanas cotidianas.
Me parece que Sergio y Rosario exponen perfectamente tanto la
ignorancia ingenua como la pobreza de comunicación en la vida cotidia-
3 Los Caminos del Diálogo
INTRODUCCIÓN
Las crisis que, en diferentes niveles, vive hoy el ser humano lo
impactan de diversas maneras. Hay quienes ven tocadas su conciencias
por las condiciones de pobreza extrema de una gran proporción de
pobladores de nuestro país y de nuestro mundo; hay quienes ven con
alarma los cambios climáticos y la contaminación que nos desborda con
sus múltiples orígenes y manifestaciones; En el nivel social, abunda la
corrupción, la drogadicción, el pandillerismo, el suicidio, la violencia
intrafamiliar, el abuso sexual, la inestabilidad. Como común denomina-
dor, a través de los diferentes niveles socioeconómicos los seres
humanos muestran una gran dificultad para mantener relaciones
interpersonales, especialmente en la pareja y la familia, por lo menos
medianamente estimulantes y constructivas.
Los caminos explorados han sido igualmente variados: Hay quienes
buscan con urgencia cambios en el mundo exterior; promueven vivienda
digna, mayor productividad, creación de fuentes de trabajo, leyes y
protocolos para la protección ecológica, hábitos de consumo moderados,
retorno a los valores tradicionales, la práctica de la oración, leyes y
castigos más severos contra los infractores y los corruptos, pena de
muerte a los secuestradores, etc., etc.
Como observadores de los medios de comunicación ya no nos
sorprende la pobreza de los modelos de interacción humana ahí
exhibidos. Basta con asomarnos a cualquier hogar con televisor y seguir,
por ejemplo, alguno de esos concursos dirigido por buenas conciencias
primitivas que en su búsqueda de audiencia montan modernos circos
romanos y de manera “sana e inofensiva” maltratan, ofenden, hostigan o
expulsan a los aspirantes a convertirse un día en el nuevo ídolo o
cantante de moda. Esta es la manera de prepararlos para la vida; entre
mayor es el hostigamiento mayor es la popularidad del programa cuyo
“modelo educativo” promueve y a la vez se alimenta de conciencias
primitivas.
Cualquier espacio público, o privado, –una cenaduría, un parque, el
comedor de algún hogar– es testigo silencioso de las pobres relaciones
familiares. La familia puede estar físicamente cercana pero distante en el
5 Los Caminos del Diálogo
Ahora bien: ¿Qué nos toca hacer más allá de sentirnos objetos
lanzados por la inercia de tantos hábitos destructivos en ésta nuestra
comunidad, nuestro país y nuestra aldea global? ¡Éste es el reto que nos
ocupa en este libro!
Sugieren los pioneros del movimiento “Simple living”: Piensa
globalmente pero actúa localmente. Para nosotros actuar localmente si-
gnifica comenzar ya, de una manera humildemente poderosa y concreta,
a partir del hogar. Se trata de convertir a la familia en un espacio de
crecimiento emocional sustentable. Sí, de crecimiento sustentable lo cual
quiere decir –que nos perdonen por la blasfemia nuestros colegas
profesionales de la salud mental– que no se requiere construir una
dependencia, otra más, de un especialista o agente ajeno para mantener
un proceso de sanación y desarrollo continuo en la familia. Sostenemos
que la familia posee un gran potencial; la capacidad de salir adelante por
sí misma y reencontrar su función original de ser espacio privilegiado de
desarrollo a través del recurso viable y de gran impacto –tema de este
libro–: “El espacio protegido del diálogo” (ver Cáp. VIII).
La historia de la humanidad da cuenta de revoluciones gestadas en la
esperanza de cambios profundos y de la construcción de un mundo
mejor. Sin embargo, cuando dichas revoluciones bien intencionadas con
su pretendida transformación de estructura (social, política, económica,
religiosa, etc.) no ocurren en paralelo con un desarrollo de la conciencia
personal, el cambio pretendido se diluye en la retórica. Observamos
discursos brillantes e ideas innovadoras en bocas de personas atrapadas y
limitadas por sus propias áreas ciegas, por sus propias limitaciones
modeladas tempranamente en el seno familiar. Hay líderes que hacia
afuera predican el camino de los valores, de la democracia, de la
emancipación, de la defensa de los derechos fundamentales, de la
hermandad, el amor, etc.; pero al interior de su organización y de sus
propios hogares resultan autoritarios, adictos al poder, incapaces de
escuchar, de resolver conflictos de manera verdaderamente constructiva
y respetuosa.
En las cámaras legislativas aparecen iniciativas, proyectos de ley, y
reformas muchas veces valiosas e interesantes, surgen debates que
eventualmente degeneran en espectáculos deplorables. En la televisión
las declaraciones de los bandos políticos enemigos muestran que cada
7 Los Caminos del Diálogo
hablar con él. ¿Cómo voy a hablar con el hermano que me ofendió si ni
siquiera estoy conectado con mi conciencia? es decir, si ni siquiera la
reconozco, si no me doy cabalmente cuenta de lo que me ha lastimado.
El camino para iniciar la construcción de un mundo menos corrupto,
más transparente y constructivo; el camino de la sanación de las
relaciones fracturadas; el camino del autoconocimiento curiosamente
está más cerca de lo que las personas se imaginan. Está precisamente en
el espacio privilegiado del diálogo con quien tenemos a un lado. Quienes
nos producen más escozor, más dificultad, más sentimientos incómodos,
son potencialmente nuestros mejores maestros en el camino del
desarrollo de la conciencia.
Para nosotros, autores de esta obra, los problemas referidos incluido
la depredación ecológica –con todas sus manifestaciones– han sido
fabricados por el hombre y por ello una cuestión fundamental es iniciar
el proceso de adentro hacia fuera; explorar y buscar soluciones a partir
del hombre mismo. Todos los problemas mencionados, de diferente
manera, son a la vez síntomas y causas. Algunos de ellos requieren desde
luego atención inmediata, sin embargo, llegar a la raíz requiere algo más
que soluciones urgentes; requiere de un trabajo de tejido permanente y
silencioso con los hilos “magicos” de la conciencia y el diálogo.
Gabriel Marcel y de manera casi simultanea Erick Fromm, y
después otros muchos pensadores han apuntado a las dos orientaciones
existenciales básicas de la conciencia humana: el tener o el ser. Los
humanos solemos evaluar a los demás y a nosotros mismos por lo que
tenemos en términos de: la apariencia, el dinero, el estatus, el grado
académico, etc. Gastamos nuestra energía en la vida buscando cosas y
logros que ciertamente tienen su importancia relativa pero perdemos de
vista lo esencial: independientemente de cuanto tenemos, llevamos a
cuestas existencias pobres cargadas de relaciones pobres donde ni
siquiera parecemos tener permiso de ser nosotros mismos.
Este libro responde a la inquietud surgida de observar un fenómeno
que por cotidiano y “normal” poco a poco ha dejado de sorprendernos:
las relaciones de familia y de pareja –no solamente son pobres sino con
frecuencia francamente destructivas–. Violeta Parra cantaba en los años
setentas “sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente; Para
nosotros, la construcción de una cultura de la paz, de la solidaridad, de la
Rosario Chávez y Sergio Michel 10
1
En el ámbito laboral y organizacional: En Busca de la comunidad, segunda edición: S.
Michel. Ed. Trillas (dic 2008). En el ámbito escolar El Maestro Facilitador (Chávez y
Michel 2003: Ed. Norte-Sur).
13 Los Caminos del Diálogo
conductas propias de sus hijos. El que un niño sea travieso e inquieto con
frecuencia no es un problema del pequeño, sino del padre y de su
intolerancia. Un padre que realiza un trabajo poco estimulante y mal
remunerado con frecuencia, sin ser muy conciente de ello, se encontrará
resentido y lastimado por la vida e inevitablemente experimentará falta
de consistencia y de energía amorosa y aceptante para con sus hijos y su
pareja. Un padre ansioso, inseguro, frustrado, y para colmo de males de
conciencia pequeña, con frecuencia no distingue entre una falta seria y
una travesura irrelevante; sus reacciones y castigos dependerán más de
su estado de ánimo en ese momento o de sus propias heridas que de la
gravedad de la falla. La capacidad de auto-observación –el desarrollo de
su conciencia– le permite a un padre dar la respuesta adecuada en el
momento adecuado, es decir atreverse a poner y sostener limites
razonables cuando así toca y a escuchar con total atención y respeto
cuando es tiempo de hacerlo. Un padre de conciencia primitiva, es decir,
un padre sin capacidad de auto-observarse, funciona de manera
totalmente reactiva y su mente no cesa de “brincotear”: Cuando es
tiempo de poner limites se siente culpable y se falta a sí mismo al respeto
al prometer pero no cumplir; y cuando es tiempo de escuchar tampoco lo
hace bien, termina regañando y reclamando.
Por otra parte, independientemente de sus condiciones económicas y
laborales, los padres se conducen con intolerancia y torpeza simple y
llanamente por imitación –esa tendencia humana a repetir patrones de
relación observados durante la infancia–. En otras palabras, papá y mamá
no pueden darles a sus hijos lo que ellos mismos no aprendieron ni están
dispuestos a aprender. Los padres heredaron de sus propios padres su
historia, sus heridas personales y sus carencias que llegado el momento
también depositarán en sus hijos. Una hija de padre alcohólico,
mujeriego, golpeador, etc., de pronto, sin saber porqué, se encuentra
siendo atraída por pretendientes muy parecidos a papá y que tarde o
temprano repiten el patrón y “sacan el cobre”. Los hijos de madres
sumisas o autoritarias también “inexplicablemente” se ven atraídos por
una especie de esposa-mamá parecida. Pareciera que todo es cuestión de
una fatídica química de la atracción, sin embargo, dicha química no es
más que parte de un aprendizaje, que aunque manifiesto de generación
en generación, no es ni inevitable ni irreversible.
Rosario Chávez y Sergio Michel 16
le da lugar a su hija. Sin embargo, tal vez nunca se de cuenta de algo que
sólo aparece con el desarrollo de la conciencia: Que paralelamente a la
realidad tangible de “mi pareja no me cuida” existe también otra realidad
menos visible pero igualmente real: “Yo tampoco me cuido”. La mamá
primero y después también la hija esperan que el “otro” las cuide pues no
son capaces de tomar la responsabilidad de hacerse cargo de la persona
más importante –ellas mismas– y llevarlas; al concierto, al curso, al cine,
al viaje, a la conferencia, etc., y a todo lo que para ellas es
verdaderamente significativo: Estoy tan ocupada viendo todo lo que tu
no me cuidas que no alcanzo a ver todo lo que yo me descuido –parece
ser la consigna de la mujer “descuidada”.
Otro de los escenarios trágicos, que trataremos más adelante en este
libro, se refiere a los padres que, viviendo juntos o separados, no han
resuelto ni hablado suficientemente sus problemas de pareja; son
incapaces de escucharse a través de un verdadero diálogo y entonces
convierten a sus hijos en rehenes de sus conflictos constantes. Este
fenómeno, llamado triangulación, ocurre cuando los esposos le depositan
–o mejor dicho le embarran y contaminan– al hijo lo que no pudieron
hablar entre ellos: La madre, por ejemplo, frente a los hijos ofende,
desacredita y habla mal del padre y éste a su vez contesta de la misma
forma: ofende e invalida a la madre de manera pública. La triangulación
puede ser asimismo más discreta pero igualmente destructiva: La madre
se lleva al hijo a la cocina y le sirve su desayuno especial mientras
“amorosamente” le pone la mano sobre el hombro y le comenta que su
padre ya anda con otra vieja, o que su padre sigue tomando, o que su
padre no le da dinero, etc. El joven termina odiando al padre mientras la
madre en medio de sus sollozos sonríe –interna, casi inconcientemente–
por “su triunfo”: Se vengó del marido a costa de embarrarle mierda a su
hijo.
En un escenario menos trágico pero más cotidiano, no necesa-
riamente existe una guerra abierta entre papá y mamá. La no agresión no
significa paz y armonía. El distanciamiento, el silencio, el sarcasmo, los
comentarios casi imperceptiblemente agresivos o el simple alejamiento
afectivo son también formas de intercambiar rechazo entre los padres
que los hijos finalmente perciben y “cargan en sus espaldas”.
Rosario Chávez y Sergio Michel 18
—Equis
—Ta bueno
—Nos vemos.
El factor económico también interviene en el deterioro de las
relaciones. Con frecuencia observamos una carencia creciente de tiempo
en las familias donde ambos padres tienen que trabajar para aportar al
sustento del hogar y para mantener con gran esfuerzo “un nivel de vida”
siempre insuficiente. A veces con un gran esfuerzo, robando tiempo a
sus apretados horarios, un padre o un esposo logra dedicarle a su hijo o a
su pareja cinco minutos, media hora o excepcionalmente toda una tarde a
la semana y, sin embargo, el tiempo cronológico invertido en “los
tiempos libres” resulta ser, con honrosas excepciones, un espacio
conflictivo, tenso, frío o en el mejor de los casos simplemente insípido y
poco estimulante.
Algunas familias y parejas “afortunadas” a lo más que llegan cuando
disponen de unas vacaciones o fines de semana para convivir de manera
agradable y constructiva, es a ver algún programa o película juntos o a la
distracción del juego: Juegan a las cartas, al dominó, a la pelota, al
turista, etc. Desde luego que el juego tiene su parte atractiva y divertida.
El juego tiene ciertamente la función de compartir momentos agradables
y fomenta la interacción social. Sin embargo, el juego y la distracción
también en ocasiones sólo sirven para matar el tiempo o hacerlo
transcurrir sin demasiado aburrimiento. El juego y la distracción con
frecuencia fungen como el único recurso disponible de convivencia y
funciona en lugar de, no además del diálogo. La gente que sólo sabe
jugar y distraerse, en el fondo tal vez tiene miedo de abrirse y arriesgarse
y entonces, por decirlo metafóricamente, eligen la joyería de fantasía, las
perlitas de plástico en lugar del regalo de los diamantes; Toman las
migajas y renuncian al banquete de compartir experiencias significativas,
de conocerse, de sanar resentimientos, de perdonarse, de acercarse y
estrechar lazos, de aprender y crecer en las diferencias y de tantas
experiencias gratificantes que se dan naturalmente al calor estimulante
del diálogo.
3
La propuesta metodológica de este libro “el espacio protegido del diálogo” gira
alrededor de este recurso que será descrito más adelante, especialmente en el Cap. VIII.
Rosario Chávez y Sergio Michel 28
los sentimientos del otro es muchas veces más importante que conven-
cerlo de su error o sentirme culpable y defenderme.
Cuando al tratar de escuchar al otro me siento culpable, entonces
probablemente me ponga a la defensiva y no podré escuchar, pues
defenderme o justificarme es algo totalmente incompatible con escuchar.
Reiteramos: escuchar no significa ni estar de acuerdo ni cargar la culpa
del sentimiento ajeno, escuchar significa simplemente reproducir lo que
el otro expresó de manera provisional; escuchar significa entender a
alguien con inocente frescura; alguien a quien quiero descubrir y veo con
profundo interés. Cuando escucho me asomo al mundo del otro como lo
haría si fuese la primera vez que veo y escucho a dicha persona; como lo
haría ante alguien que no me ha lastimado y a quien tampoco he
lastimado; como lo haría finalmente ante quien no quiero –
verdaderamente no me interesa– cambiar. Cuando quiero cambiar al
otro a toda costa, pronto empiezo a sugerir, aconsejar, criticar, etc., y
entonces difícilmente lo escucho. Escuchar y querer cambiar al otro son
funciones incompatibles: la energía que pongo en querer cambiar al
prójimo es energía que dejo de utilizar en entenderlo y viceversa:
Cuando yo empiezo a querer cambiar al otro, ya sea abierta o sutilmente,
dejo de escuchar; y de manera complementaria cuando me concentro en
escuchar con auténtico interés, cuando estoy absorto en la experiencia
del otro, en esa medida me olvido de quererlo cambiar “por su bien”.
Al querer cambiar al otro, dejo de escucharlo y al no ser escuchado
de manera paradójica el otro experimenta más resistencia al cambio: Esta
es la tragedia de las interacciones entre conciencias primitivas: se
estimulan entre sí para no escucharse, para resistirse al cambio a fuerza
de quererse cambiar mutuamente.
Cuando puedo escuchar bien a alguien con total atención, soy capaz
de frenar provisionalmente mis bien intencionadas RAB´s (respuestas
automáticas bloqueadoras5) y entonces ambos interlocutores experimen-
tamos apertura y accedemos de manera natural a un nuevo aprendizaje.
5
Son respuestas que ocurren de manera automática y dificultan la comunicación: Regañar,
aconsejar, burlarse, discutir, cambiar de tema, etc. (la docena sucia de Thomas Gordon es
una versión de RAB´s)
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"Me dices estas cosas para hacerme sentir mal, o tal vez me lo
dices porque te aconseja tu mamá o tu hermana o alguna de tus amigas
controladoras y chismosas que quieren tener a sus maridos vigilados…
Rosario Chávez y Sergio Michel 42
—De seguro que tu hermana te fue con ese chisme, ella cree que
todos son como su marido.
Desde dicho espacio, la pareja se encuentra de pronto tan enredada
en sus propias reacciones emocionales de “santa indignación y justa
cólera” que le resulta imposible llevar a cabo una revisión interna
honesta, un aprendizaje constructivo, un verdadero diálogo reparador.
Los sentimientos desagradables que las personas experimentan en
el transcurso de una interacción humana –una conversación, un
intercambio de miradas, etc.– tienen que ver en última instancia con su
historia, con sus propias heridas, con sus abandonos, con sus carencias,
con sus apegos6. En otras palabras, lo ofensivo, lo “fuera de contexto y
de tono” que a “ella, en la última fiesta, le pareció mi comentario”
puede ser que no tenga absolutamente nada que ver con mi intención
–de divertir, de distraer, de cambiar de canal y alejarme de temas
dolorosos o incómodos, de hacer sonreír, etc.–. Así, cuando un
miembro de la pareja expresa por ejemplo:
El silencio Interior
II.- EXPRESAR
Escuchar es apenas la mitad del paquete del diálogo. La comunica-
ción constructiva sólo llega a completarse cuando se da la segunda
competencia básica para el diálogo. Además de ser buenos receptores es
necesario también ser emisores afinados o asertivos, es decir con
capacidad de expresar y compartir sentimientos, deseos y percepciones
de manera clara directa y personal. Al parafrasear el pasaje bíblico del
Eclesiastés: “Hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar...”,
se nos ocurre, con el mismo espíritu, el equivalente “bíblico de la
comunicación”: Hay un tiempo para escuchar, para reflejar, para
dar un eco para salirme de mi postura y ponerme en los zapatos del
otro... y hay también un tiempo para regresar a mí mismo; a
conectar y expresar mi experiencia interna; para sacar a la luz, para
no dejar como agua estancada que se pudre y se hace tóxica, los
sentimientos guardados: Hay un tiempo para hablar con honestidad,
claridad y “sin andar con rodeos”. Sólo pues, cuando se dan y se
respetan ambos tiempos –tiempo de hablar y tiempo de escuchar– es
posible construir el recurso central y tema de este libro que ya
elaboraremos más adelante: el espacio protegido del diálogo.
La comunicación familiar fracasa rotundamente cuando uno de los
interlocutores, en lugar de guardar silencio para escuchar, comienza a dar
su opinión. Un hijo, por ejemplo, después de algunos meses de haberse
ido de su casa un día, a pesar del trabajo que le cuesta, se anima a hablar
por teléfono con su padre y explicarle sus razones para huir de la casa.
—Papá soy José, te estoy hablando de la capital –expresa el joven
tímidamente.
—Quiero que regreses inmediatamente, esas no son maneras de
largarse, no puedes dejar la escuela así nomás tirada, no es un buen
ejemplo el que le das a tus hermanos menores –el padre lo interrumpe
atropelladamente sin dejar espacio al joven para terminar su frase.
El joven se queda callado mientras su padre deja fluir todos sus
reclamos (válidos por cierto pero expresados en el momento
Rosario Chávez y Sergio Michel 48
Lo que ayer fue útil ahora ya es obsoleto y destructivo. Los padres con
incapacidad para expresar transmiten el mensaje de “es peligroso o
inapropiado hablar de ti”; Los hijos de estos modelos por su parte suelen
presentar diversos tipos de trastornos conductuales y/o psicosomáticos.
Cuando la boca no puede hablar finalmente, como se vara más adelante
en el capitulo correspondiente al actino out, el cuerpo lo hace a través de
ansiedades, depresiones, agresiones y diversos síntomas psicosomáticos.
Muchas veces gracias a la aparición de estos problemas en sus propios
hijos los padres por primera vez se ven invitados –más bien dicho
arrastrados– por la vida para revisar y cuestionar sus viejas formas de
comunicarse, es decir, sus formas de “no escucharse, ni expresarse”.
Martín y Marta
De la expresión al desahogo.
que los discursos”, o “La manera como me lo dices expresa tanto que
no alcanzo a escuchar lo que me dices”. Desgraciadamente el
aprendizaje temprano –las experiencias vividas en la familia de origen
de cada miembro de una nueva pareja– suelen proporcionar un muy
pobre modelo de comunicación. De niños usualmente los varones
aprenden a no escuchar tanto como a no expresar sentimientos. Los
padres de quienes ahora son padres, que a su vez tuvieron a sus propios
padres, recibieron en su momento un pobre ejemplo y por consecuencia
un pobre aprendizaje tanto en el arte de escuchar como en el de
expresar sentimientos, necesidades y preferencias. Así entonces la
adquisición de nuevas formas de comunicación constructiva –escuchar
con empatía y expresar con respeto, honestidad y claridad– se convierte
en la vida adulta en algo tan difícil no tanto por lo que hay que aprender
sino por todo lo que requiere ser desaprendido. La comunicación
deficiente en la infancia suele ser el primer eslabón para que el día de
mañana esos niños –al convertirse en padres de familia– lleguen a su
vez a ser promotores de experiencias traumáticas; facilitadores de un
pobre desarrollo emocional; modelos de triangulaciones e incapaces de
manejar los conflictos cotidianos de manera saludable, etc, etc.
Entre las herencias invisibles del aprendizaje en el seno familiar,
podemos resumir: la incapacidad para escuchar, para expresar
sentimientos y para pedir. Si el hijo observa que su padre raramente
expresa lo que le pasa, de manera inadvertida irá asumiendo que esa es
la forma natural de comportarse en las relaciones. El padre transmite
así implícitamente a su hijo una creencia: “quien de verdad te quiere
sabrá lo que te ocurre, te adivinará tus necesidades sin esperar a que tú
lo comuniques”.
Cuando, ante un incipiente conflicto familiar, un miembro expresa
una molestia o un sentimiento desagradable y entonces obtiene como
única respuesta una reacción defensiva y de resistencia por parte del
“supuesto escuchador”, generalmente la persona que se atrevió a
hablar, como mejor pudo –aunque sea en forma de reclamo– opta a
partir de entonces por callarse y refugiarse en una postura cómoda,
destructiva y victimezca:
Rosario Chávez y Sergio Michel 58
pensamientos pueden ser discutidos pero los hechos sólo pueden ser
observados y descritos. A pesar de que existen visiones radicales,
“quántica-postmodernistas” de la ciencia, que sostienen que no es
posible ser objetivos en la descripción de un hecho pues prácticamente
todo es subjetivo, nosotros proponemos que para fines de un diálogo, sí
es viable hacer descripciones objetivas parcialmente independientes del
observador. De cualquier manera, la importancia de esta distinción más
que de orden teórico, es de valor estrictamente práctico pues el no
distinguir claramente entre las diferentes categorías propuestas resulta
en una comunicación extremadamente pobre y enmarañada.
Uno de los errores cotidianos más comunes que impide el proceso
de diálogo resulta cuando las personas por ejemplo tratan lo que piensan
o interpretan como si fuera una realidad:
—Me ves con odio,
—Me rechazas.
—Te vale un cacahuate mi opinión
—Te caigo mal.
—Ya no me quieres.
Es imprescindible, en aras del diálogo, separar los hechos de los
pensamientos o interpretaciones. Decir, por ejemplo: Cuando llegas
tarde del trabajo yo comienzo a pensar, a imaginar que no te soy
importante, me empiezo a sentir insegura e imagino cosas que no puedo
evitar: por ejemplo que tal vez andes con alguien más, etc.; es muy
diferente a decir –aunque se refiera al mismo suceso – Seguro que andas
con otra vieja, ..que ya no te importo …que eres un mentiroso, siempre
llegas tarde, etc.
La importancia de distinguir categorías, reiteramos, es vital para
facilitar que la otra persona realmente escuche y se pueda así construir
un verdadero diálogo. Cuando una persona dice: siento que no me
quieres, de alguna manera pone al otro en una gran tentación de discutir
ese sentimiento al presentarlo como un hecho pues quien escucha puede
justificadamente replicar desde una perspectiva lógica: No es cierto si te
quiero, lo que pasa es que tú nunca ves lo que hago, bla bla bla bla…
Por otro lado: la descripción cuidadosa tanto de sentimientos
como de hechos invitan al interlocutor a simplemente asomarse al
mundo referido pues ni los sentimientos ni los hechos descritos son
Rosario Chávez y Sergio Michel 60
—Pos no le grites
—Este es un problema entre ella y yo
Papá también se siente automáticamente no respetado; ignorado por
su hijo, y así también automáticamente comienza a subir el tono.
Papá le tira un golpe. Alejandro alcanza apenas a esquivar la mano
agresora pero se resbala y cae al piso. Papá está frente a él con los puños
cerrados y la cara roja de rabia cuando atropelladamente llegan, entre
gritos y sollozos, el hermano menor y la mamá interponiéndose entre los
dos. La cena resulta todo un fracaso y así durante los siguientes días en
la casa sólo hay caras largas y silencio.
Santiago Ramírez observa que los seres humanos tendemos a vivir
las mismas emociones de la infancia una y otra vez como en la pieza
musical del bolero de Ravel donde la melodía aunque con diferentes
instrumentos se repite constantemente durante toda la vida de la pieza.
Así soy yo y así es mi pareja –parece ser la conclusión –; Ni me puedo
separar bien ni puedo convivir armoniosamente. Ni lo perdono ni lo dejo
ir, tal como sugiere aquella vieja canción popular: Contigo porque me
matas y sin ti porque me muero.
El gran drama de los círculos viciosos se inicia precisamente cuando
quien expresa un conflicto interno, una necesidad no satisfecha, o un
sentimiento fuerte cualquiera, lo hace sin las condiciones mínimas, de
manera tan indirecta, tan poco clara, tan agresiva, tan fuera de lugar, tan
provocadora, tan sarcástica… tan automática. En los siguientes capítulos
nos referimos asimismo a la triangulación y al “pasaje a la acción”, como
mecanismos automáticos de “relación humana”. La mamá de Alejandro
por ejemplo ante la llegada tarde de su hijo experimenta automáticamen-
te esa vieja y conocida sensación de ser ignorada –y desde ese lugar, no
puede escuchar, sólo atina a amenazar. A su vez, quien recibe el reclamo,
sólo atina –también de manera totalmente automática– a defenderse, a
justificarse, a contraatacar; Es incapaz de escuchar más allá de la forma,
más allá de lo aparente. Una respuesta automática de agresión
generalmente responde a una experiencia interna de dolor, de rechazo de
abandono, de exclusión. El camino del diálogo que terminaremos de
exponer en el ultimo capítulo precisamente nos invita a registrar y
aprovechar la primera oportunidad “protegida” –no precisamente en el
momento de la crisis, cuando Alejandro sube al auto y comienza el
Rosario Chávez y Sergio Michel 70
Sin darnos cuenta, hacemos cosas para que nos pateen y luego nos
quejamos amargamente; En automático nos ponemos de pechito y luego
también en automático nos defendemos: Jorge le contaba a Maribel,
desde que eran novios, dos o tres mentiras a la semana, y luego ya de
casados un día le reclama todo indignado:
—¡Es que tú no me has sabido dar confianza!
Los estímulos que Jorge percibe, en su relación de pareja, son a su vez
respuestas condicionadas-automáticas de Maribel. Entre ellos, como
esposos, parece establecerse, como entre las naciones, una especie de
zona de libre comercio donde se intercambian con abundancia estímulos
y reacciones. Al final todo parece una madeja difícil de desenredar: las
conductas o reacciones de José; sus gestos, sus comentarios, hasta el
tono de su voz, estimulan en María sus propias reacciones (gestos
comentarios expresiones) y viceversa. En otras palabras, lo que para uno
es una simple reacción automática para el otro es un estímulo que
provoca su propia reacción. Watzlawick uno de los más importantes
estudiosos de la comunicación humana se refería, por ejemplo, en uno de
sus “axiomas” a que cada persona tiene su propia puntuación, es decir, su
manera de colocar las causas y los efectos, los estímulos y los
reforzadores –lo que yo hago lo refuerza a él y lo que él hace me
refuerza a mí–. Cuando al alcohólico, por ejemplo, se le pregunta porqué
toma, éste contesta que para olvidar a la metiche insoportable de su
mujer. Al preguntarle a ella por que es tan metiche e insoportable ella
pide que no la malinterpreten, que definitivamente no es metiche que
simplemente está haciendo algo heroico y altruista; está cuidando y
vigilando a su esposo para que no tome.
–Si con toda esta vigilancia, él de todos modos toma; imagínese si no
lo cuido –se queja amargamente la mujer –.
71 Los Caminos del Diálogo
Más de lo mismo
sus células cuando piden su dosis de enkefalina. Así pues las personas a
través de este mecanismo, por extraño y auto-destructivo que parezca, se
han hecho adictos (como puede ocurrir con cualquier otra droga) a
ciertos estados emocionales a través de las substancias que estos
producen y que a su vez las células “demandan”. ¿Que significa esto?
Que paradójicamente, aunque una parte de la persona –racional y lógica–
afirme con honestidad y candidez: “Odio sentirme así”, finalmente se
comportará en sentido contrario. Su cuerpo –de la misma manera que
puede depender del alcohol, de la heroína o de la morfina– en un nivel
celular será adicto a la experiencia de ser víctima, inseguro, abandonado,
traicionado, controlador, en competencia constante, atacado, hecho
menos, humillado, etc., etc. El ser humano común y corriente –más de lo
que es capaz de reconocer para sí mismo– funciona como un adicto
inconciente que busca su droga en cada esquina de la vida, y aunque, por
ejemplo, por una parte expresa “odio que me critiquen”, por otro lado se
pone de pechito saca a pasear a su niño herido; anda buscando como si
fuera un hobby mental con la lupa selectiva de su percepción: caras,
gestos y personas que tienen la apariencia de hostilidad. La persona
adicta es como un cazador de mortificaciones. Así: aunque en un grupo
de diez personas nueve me aprueben, me estaré fijando y amplificando la
imagen de la única persona que no lo hizo; la única que me vio feo o se
volteó a otro lado o tal vez enchuecó la boca en señal de desaprobación;
Cuando llego tarde, asimismo, estaré buscando caras de desaprobación
y si no las encuentro –las personas con frecuencia tienen cosas más
importantes que hacer que estar hostigando– pues de cualquier manera,
las inventaré.
Las personas que, por ejemplo, responden con comentarios,
sentimientos y pensamientos de victimez –siempre la riego, nadie me
quiere, soy de lo peor gorda fea y tonta, etc.– lo hacen con todo su
cuerpo a través de sensaciones generadas por la química interna de las
células que se ve afectada con la presencia de los neuropéptidos que
selectivamente entran en sus receptores especializados. Parece ser que
cada determinado tiempo –como ocurre con cualquier otra droga– las
células experimentan un estado de abstinencia que estimula a través de
un cierto mecanismo, el bombardeo, proveniente del hipotálamo, de la
enkefalina correspondiente produce sensaciones, evoca sentimientos y
77 Los Caminos del Diálogo
El intercambio interminable
IV.- AUTOCONOCIMIENTO O
DESARROLLO DE LA CONCIENCIA.
Juan Antonio tenía siete años cuando se dio cuenta que su papá
era muy seco y no lo acompañaba a los festivales de fin de años,
tampoco salía con ellos, como su tío Luís lo hacía con sus hijos. Un día
se atrevió como pudo –en forma de pregunta-reclamo– a expresarle su
percepción, es decir su realidad de niño:
—Papá: ¿Porqué tú no nos quieres?
—Papá: ¿Porqué mi tío Luís si saca a mis primos y tú nunca nos sacas?
—Papá: ¿Porqué…..?
No se supo cual exactamente fue la pregunta que hizo Juan
Antonio, pudo haber sido cualquiera, la respuesta que recibió, sin
embargo, fue lo verdaderamente importante. Papá se sintió tenso con
dicha intervención de su hijo y al sentirse así en lugar de abrirse y
escuchar, su corazón se cerraba y se ponía a la defensiva. Parecía que
mentalmente abría alguno de los cajones de su cerebro donde guardaba
sus viejas y conocidas respuestas automáticas bloqueadoras, esas que él
mismo había aprendido de sus maestros y padres. Ese día no fue la
excepción y cuando su hijo lo confrontó papá echó mano de un soberano
rollo; bien intencionado y razonable pero también bastante “mareador”.
–Hay hijo un día cuando seas grande te darás cuenta que no es fácil ser
padre; ahora no entiendes nada de la vida, si te quiero pero lo que pasa es
que tengo que trabajar mucho… bla, bla, bla.
A treinta años de dicho incidente Juan Antonio después de haber
tomado algunos cursos y hecho algunas lecturas finalmente “ya sabía
como escuchar”. Un buen día, ya como padre, su propio hijo le hace unas
preguntas más o menos parecidas y aunque ahora Juan Antonio
aparentemente es capaz de escuchar con empatía es decir, “dar acuse de
recibo o reflejar a la otra persona de manera impecable”, sin embargo, en
esta ocasión sus conocimientos parecen insuficientes; está a punto de
repetir el mismo patrón frente a su hijo; se da cuenta que está tentado a
utilizar la misma herramienta de su padre; se da cuenta, experimenta en
su interior –en automático–, la imperiosa necesidad de convencer a su
hijo de que “eso no es cierto”; está a punto de recetarle una serie de
Rosario Chávez y Sergio Michel 80
12
Ver “Busca de la Comunidad” y “Aprender a ser y a dejar ser Vol I” (S. Michel y R.
Chávez Ed. Cipremex 2003)
83 Los Caminos del Diálogo
Niveles de Conciencia
Teresa de Ávila.
apegada a las cosas del mundo. Aunque el ego “con sus cosas del
mundo” puede volver a atrapar al ser humano, éste está ahora despierto,
y eso hace una gran diferencia. La tercera morada representa un tránsito
hacia la esencia espiritual mucho más fluido pues ya se ha ganado la
batalla contra la naturaleza inferior (o ego). En esta y en la siguiente
etapa la persona avanza en la capacidad interior de vivir “el silencio”. En
las tres últimas etapas el camino continúa hacia el éxtasis y la
experiencia de unidad. Desde la óptica de la primera morada o etapa del
adormilamiento pareciera que quien llega a las últimas moradas, o
estados avanzados de conciencia lo hacen en un estado de privación
dolorosísima, pero no es así, en realidad la experiencia interna que
Teresa de Avila reporta es de un profundo júbilo unidad y armonía.
Ouspenski.
Figura 1.
La figura 1., muestra las diferentes etapas, según el modelo de las
mesetas, por donde puede transitar el ser humano. Para llegar a la etapa
de mayor desarrollo (integración) a partir de la etapa del campo
primitivo, es decir para recorrer el rectángulo de abajo hacia arriba, la
93 Los Caminos del Diálogo
15
Distribuida en Español como Noche de Paz.
Rosario Chávez y Sergio Michel 94
Figura 2
16
Ver el capítulo correspondiente en el libro aprender a ser II.
97 Los Caminos del Diálogo
(R. y S. Michel. Del libro Aprender Ser y a dejar ser Vol I; 2002).
cuando ya me venía, al pasar por una tienda de ropa interior que está a la
entrada del centro comercial, me acordé que ya no tengo ni calzones que
ponerme, y ahora que veo en la tienda unas ofertas, ya no traigo ni un
peso para lo mío; ¡Ni para unos pinches calzones me alcanza!
—Me imagino que te has de sentir bien frustrada cuando todo el
dinero que traes lo gastas para cosas de la casa y al final para lo tuyo ya
no te queda ni un peso –responde el marido con un tono pausado y
cálido.
Conforme ella es capaz de voltear hacia adentro –mientras el
esposo simplemente le escucha y le sigue preguntando y explorando los
sentimientos de su mujer– puede finalmente compartir nuevos elementos
y sentimientos que se encuentran a mayor profundidad en el recipiente
de su conciencia, es decir, más allá de su estructura de superficie.
—Pues sí, esto me provoca esa misma sensación de cuando veía a
mi mamá trabajando sin parar para que luego mi papá llegara
tranquilamente y no aportara ni un cinco a la casa, y se quedara ahí
viendo la televisión sin hacer nada.
—Y en este momento, me imagino que es una sensación
parecida, a la de tu mamá que no para todo el día de trabajar y el hombre
de la casa ahí aplastado –el marido se tuvo que morder la lengua para no
sacar la espada; para no contestar con la típica respuesta de defensa
personal: “...y yo que culpa tengo , si yo no soy tu papá yo si trabajo,
etc., etc.”
—No sabes cuánto se me revuelve el estómago cuando veo eso
–continúa la mujer explorando sus sentimientos a mayor profundidad–.
Desde que tengo doce años me ponen a cuidar a mis hermanos y no
puedo jugar con mi samigas. Me veo en esa edad: no puedo perder el
tiempo pues tengo que estar al pendiente de ellos y muchas veces no
tengo ropa decente que ponerme pues a mamá no le alcanza para
comprarme “lujos” y en la escuela mis compañeras se burlan de mí
porque traigo los zapatos todos agujereados.
Conforme avanza el diálogo, en la medida que Esperanza es
escuchada, se atreve a explorar a niveles más profundos su experiencia;
Avanza así de la superficie hacia las capas más profundas del “contene-
dor”. Poco a poco cae en cuenta que el atribuir su enorme molestia al
hecho de ver a su marido “aplastado sin hacer nada” es sólo la nata del
Rosario Chávez y Sergio Michel 100
cosas, por ejemplo, cuando “sin querer” llego tarde para no oír sus
reclamos, cuando prefiero ver la tele que platicar con ella.
destino hasta el morir....” “Yo ya sabía que así son los hombres”. Puede
ser que Tere pase toda su vida echándole la culpa al mundo de los
hombres por su victimez y entonces al estar tan ocupada con sus
explicaciones mentales alimentada con las historias que le ocurren con
los “hombres de afuera”, ya no le quede ni un resquicio de silencio
interior para ver con claridad hacia adentro y reconocer su propia
adicción; su insistencia a reciclar viejas formas de percibir al mundo y de
ver constantemente “moros con tranchete” y “abandonos en el
horizonte”. Su incapacidad de reconocer su propia adicción a “jugarle a
la víctima”, una adicción que todo mundo ve menos ella, le impide
trascender esa trampa a la que se aferra: “echarle la culpa a los demás”.
Construir afuera lo que veo adentro significa que ante cualquier pequeño
retraso Tere va a reaccionar con un gran drama.
—Ya no me quieres ¿verdad?
—Has de andar con otra vieja
Cuando una persona es incapaz de voltear hacia adentro, se niega a
descubrir algo del mecanismo de su mente que funciona de manera
curiosa; es como si tuviese incrustado en la corteza cerebral, un pequeño
y potente proyector desde el cual pinta imágenes en las caras de los
demás. A pesar de que dichas caras tienen sus propios rasgos y
expresiones, la luz del proyector interno es tan poderosa, que opaca
totalmente la realidad de afuera para imponerle la realidad proyectada
desde adentro.
La intención y la buena voluntad son totalmente independientes de
la conciencia. Las conciencias chiquitas o primitivas de primer orden que
ya hemos mencionado son excelentes “proyectadoras”; quieren cambiar
al mundo de afuera con pura buena intención y con frecuencia sólo
cosechan más resistencia al cambio. Mientras una conciencia
proyectadora no se expanda, es decir, mientras no se asome a reconocer
que ella finalmente es la dueña del proyector y que la vieja receta
utilizada volverá a producir los mismos pasteles duros y feos, estará
condenada a vivir alimentando su adicción; a echarle la culpa al mundo;
a registrar y describir minuciosamente todo lo que el otro hace y deja de
hacer; a querer cambiar al mundo de afuera sin tener que revisar y
transformar su propio mundo interior. Finalmente una conciencia
chiquita es como un pequeña traviesa que carga con su proyector a todas
111 Los Caminos del Diálogo
veces son las diez de la noche y tu llegas cansado del trabajo y yo tengo
ganas de ver una película o de cenar a gusto solos los dos y entonces tú
te vas a ver a tu papá en su cuarto y te quedas las horas con él y claro
cuando llegas yo ya estoy dormida. Parece que en ésta casa yo siempre
quedo en último lugar; siempre tienes tiempo para los demás pero nunca
para mí.
—Contigo no se puede hablar
—Lo que pasa es que no te gusta que te diga la verdad; a mí me
dejas siempre en último lugar.
Chano y Marta dan por terminado su diálogo justamente cando él
contesta su celular y después de un par de minutos ella se desespera y se
va dando un ruidoso portazo. El asunto se queda inconcluso y se repite la
misma historia de siempre: en lugar de sentirse mejor, cada uno esta peor
que antes del seudo diálogo; se sienten más frustrados que cuando lo
iniciaron.
Están tan metidos en el intercambio de dolores acumulados y de
resentimientos que no pueden ver ni siquiera con un mínimo de claridad
el juego en el que están enredados: algo tan fácil de detectar por
cualquier observador externo pero tan difícil de reconocer cuando están
ahí atascados en el lodo del intercambio interminable.
pareja: Quiere una relación más rica pero siguiendo la misma receta (con
la boca te digo habla y al minuto con mi conducta te digo no te escucho)
y lo que va a obtener será el mismo resultado; una relación dura y fea tal
como los pasteles de su vecina “la mensa”.
Ese día, sábado social por la noche, la historia se está repitiendo por
enésima ocasión: justo en el momento que el marido habla, ella, en lugar
de escuchar, contesta con su propio dolor. El dolor de Marta aunque
ciertamente es muy válido y entendible, es expresado en el momento
equivocado. De pronto en la “mesa del diálogo” hay dos bocas hablando
y ninguna oreja para escuchar. Al terminar el ríspido intercambio
deciden también dar por terminada su participación en la “simpática
reunión social” con sus compadres. En el camino a la casa se percibe en
el auto un ambiente pesado. Los dos se sienten aún más solos, ahora sí,
él está más instalado y atrincherado en su cueva y de plano ya no
responde nada cuando su mujer en un segundo intento por ser
comprensiva le pregunta con empática calidez ¿Tase-nojado?
¡Platícame que te pasa! El ni siquiera le contesta.
Así, atorada en este patrón tan “menso” –de brincar de una reacción
a otra– aparentemente sin salida, en el que han estado enredados como
pareja cada tercer día durante los últimos quince años, Marta finalmente
después de un par de semanas de silencio y reflexión, ve con claridad
que si quiere hornear un pastel más sabroso tiene que probar una receta
diferente. Por primera vez en su vida le cae el veinte de que tiene que
cambiar de receta si quiere cocinar una relación diferente; Por primera
vez se deja de concentrar en cambiar al marido, en retenerlo, en hacerlo
entrar en razón, etc. Ahora está preparada para concentrarse en ella
misma y en conectar sus sentimientos detrás de las palabras. Antes de
escucharlo a él, con calidad, debe aprender a escucharse a sí misma.
Invierte algunas horas en la exploración interior de sus sentimientos.
Después de dedicarse un tiempo a la lectura de libros como éste y a la
observación de sus sensaciones y pensamientos, un buen día logra
integrar el rompecabezas con todos los pedazos de su aprendizaje. Ese
día su conciencia comienza a crecer; ese día decide escribirse esta carta:
persona real que ahí está enfrente pues ni siquiera la veo. La cara del
otro funciona simplemente como una pantalla en blanco donde yo
embarro mi propia proyección. Hablar del pasado, tal como se siente
en el presente, frente a alguien que a pesar de “traerlo atravesado”, sin
embargo, me puede escuchar con todo su corazón, es paradójicamente
la mejor manera de soltar mis resentimientos, de perdonar, de sanar
para finalmente estar libre para concentrarme ahora sí en el presente.
17
La Teoría de los Potenciales de Experiencia de Alvin Mahrer se refiere a una especie
de comunidad interior que habita en cada persona. No existe un yo rector sino múltiples
estados de experiencia que se activan y salen al escenario durante la actividad cotidiana.
La persona puede experimentarse alternativamente como alguien poderoso, miedoso,
envidioso, inseguro, generoso, etc.
Rosario Chávez y Sergio Michel 120
El Reclamo
vez el más difícil. Las heridas del pasado, existentes en las personas de
conciencias comunes y corrientes, con gran frecuencia son expresadas en
una de las formas favoritas aprendidas en la cultura dominante: el
reclamo –cuya forma gramatical utiliza la segunda persona del singular o
del plural.
La persona lastimada es incapaz de expresarse constructivamente
según la guía del diálogo protegido que enunciamos en el último
capítulo: Yo me sentí dolida cuando hace algunos días te pedí… y tú
hiciste o dejaste de hacer…. En lugar de ello es muy frecuente escuchar
por ejemplo a una mujer reclamarle a su marido:
—No me alcanza para comprar lo que necesitamos ¡ah pero eso
si! tú siempre tienes para apoyar a otras gentes, a tu mamá, a tu hermana
a tu compadre, etc., pero no a mí. Para ti, el trabajo siempre es primero y
no tienes tiempo para acompañarnos a tus hijos y a mí etc., etc.
Por el otro lado está la experiencia de quien se encuentra
“escuchando” que en realidad más bien esta tocando su propia herida. En
otras palabras, mientras oye el reclamo de su pareja, la persona está
experimentando en su cuerpo una incómoda sensación de ataque: Se
siete atacado y de manera automática se pone a la defensiva.
—Fui al supermercado y a la salida estaba una tienda de ropa de
mujer y vi una blusa que me hace falta y pues claro no traigo dinero ni
para comprarme unos calzones pero eso sí, tú le estás ayudando a tu
hermano con los gastos de su accidente.
—Y que quieres ¿que lo deje ahí para que lo metan a la cárcel?
—Pues claro tu hermano y tu mamá siempre han sido más importantes
que nosotros
—¿No acabo de pagar el mes pasado la remodelación de la cocina?
Las formas de responder ante un reclamo por parte del hombre aunque
también es posible que sean de parte de una mujer de un “reclamón”,
rara vez incluye la escucha empática; en lugar de ello más bien:
—Se queda callado
—Se aísla.
—Responde con furia, contraataca
—Se cierra, evade, le da sueño
Rosario Chávez y Sergio Michel 126
PRIMER ACTO
SEGUNDO ACTO
TERCER ACTO
CUARTO ACTO
QUINTO ACTO
VII.- LA TRIANGULACION:
“EL ARTE DE EMBARRAR”
—Asómate a ver con quien está papá, a ver si no está platicando con
esa vieja resbalosa,
—Pídele a tu papá que nos de lo de la semana antes de que empiece
a tomar.
—A ti que te hace más caso dile que nos saque a pasear.
—Tu papá no sale con nosotros porque tiene cosas más importantes
que hacer como su fútbol.
—Tu papá es un borracho
—Tu mamá ha de andar de puta
—Tu mamá no sabe ni cocinar bien
Si tu hermano te ofendió
Aunque estés en el lecho de tu muerte
Sé fiel a la consigna y repite
No me pasa nada, no me pasa nada, no me pasa nada.
—Mi madre descubrió que mi papá tenía una novia y un día me pidió
que la acompañara a las siete de la mañana a buscarlo a la casa de la
fulana –María Elena comenzó a recordar, durante el proceso de su
terapia.
—Ese día papá no había ido a dormir y mamá ya había sido avisada,
por una de sus amigas, acerca del lugar donde mi padre se quedaba en
sus escapadas nocturnas. Fuimos muy temprano y mi mamá estuvo
tocando en la casa de rejas verdes. En la planta alta se vio un
movimiento en las cortinas y de pronto todo se quedo en silencio. Nadie
salía a abrirnos. Mamá tomó una piedra y rompió el vidrio de una
ventana de la planta alta. Nadie se asomó por más que mamá continuó
139 Los Caminos del Diálogo
tan estúpidos. ¡Los odiaba con todas mis vísceras! Una noche después de
leer en algún lado que los sentimientos fuertes 18 son los grandes maestros
del auto-conocimiento me quedé pensando en ese sentimiento fuerte que
me producía el ver a mi hermana “haciéndole la barba a mi padre” La
pregunta que en ese momento trate de hacerme con honestidad fue: ¿qué
tiene ella de mí que yo no acepto? Siempre había creído que desde luego,
¡yo no tenía nada que ver con esas reacciones ridículas y estúpidas de mi
hermana! Para contestar la pregunta incómoda me imaginé por un
momento, estrictamente a manera de juego inofensivo, que yo era mi
hermana e imaginé también, insisto: estrictamente a manera de juego
inofensivo, la experiencia interna de mi hermana, es decir sus
sentimientos mientras abrazaba a papá. Así, “jugando, jugando”, empecé
a sentir fugazmente, casi a escondidas, una sensación de gran gozo ante
el abrazo imaginario de papá. Era como experimentar un gozo que por
otra parte me apenaba reconocer. Si en otro momento alguien me hubiese
sorprendido o “cachado” en ese efímero instante de experimentar
descaradamente dicho gocecillo de ser yo la consentida, si alguien me
hubiese dicho “Miren ella se siente la consentida y le gusta éjele”, yo
me hubiera indignado, me hubiera sentido ofendida y desde luego lo
hubiera negado rotundamente –tal como lo ordena el niño Tesusubito
patrono de las conciencias chiquitas–; Esa afrenta la hubiese guardado en
mi corazón en forma de resentimiento profundo contra el atrevido que
aparentemente me malinterpretó. Sin embargo, ahora estaba en un
momento diferente de mi vida, una parte, desconocida para mí,
necesitaba crecer; quería evolucionar más allá de mi círculo vicioso de
toda la vida (pasar de sentirme víctima de la vida, a estar enojada con mi
papá; de víctima a enojada, de enojada a víctima y así atrapada en esa
brincadera mental durante el noventa por ciento de mi vida). Ahora, en
lugar de cambiar de tema me quedé concientemente en esa escena
disfrutando furtivamente, entre apenada y sorprendida, de la experiencia
gozosa del abrazo. Me di cuenta entonces que mi hermana había estado
fungiendo para mí como un espejo. ¡Sí! –que pena pero ahora estaba
dispuesta a reconocerlo– ella sólo era la pantalla de afuera donde yo
18
La búsqueda del momento de sentimiento fuerte representa la consigna básica de la
terapia Experiencial y de la terapia de reconstrucción experiencial. En el capítulo
siguiente se explora la importancia de los MSF (momentos de sentimiento fuerte).
141 Los Caminos del Diálogo
lámpara que cae al piso. Veo a mi madre tirada en el piso con la mirada
perdida musitando la frase “me quiero morir” Me agacho y al verla tengo
la convicción de que mi madre está al borde de la muerte. Sólo tengo
diez años y volteó desesperado con mi papá para pedirle que me ayude y
el sólo dice: “está loca”. Yo siento verdaderamente que mi madre se va a
morir y a nadie parece importarle. Papá seguramente sabía que las
pastillas que se había tomado no la iban a matar, pero yo eso lo ignoraba;
estaba viendo a mamá con la mirada perdida y hablando con la lengua
arrastrada. Olía a vino y tenía un frasco de pastillas vacío en su mano
derecha. En ese momento sin darme cuenta yo tomo una decisión que
habría de cargar durante un largo tiempo: Si mi madre no tiene un
esposo que la proteja si tiene un hijo que nunca la va a dejar sola. Me
convierto ese día –sin ser plenamente consciente de ello– en una especie
de esposito para mi madre y también ese día decido, dentro de mi
confusión, odiar a mi padre. Inicia una temporada larga de agresiones
contra mi padre. Ese día renuncio emocionalmente a mi padre para
identificarme totalmente con mamá. Yo me convierto en su confidente y
ella es para mí el tesoro más preciado del mundo. Un día la escucho
hablar por teléfono con mi tía Cuca; Le dice que yo soy un gran apoyo,
que soy como una bendición. Tengo totalmente comprado el boleto de
ser la salvación de mamá; en ese momento lo siento como un romántico
privilegio, sin embargo, hasta ahora me doy cuenta de lo pesado e injusta
que resultaba esa carga para mi edad. Tuve pocos amigos varones. La
mayoría de mis compañeros me hacían burla por ser tan consentido de
mamá. Mi mamá era mi amiga y confidente. Por momentos sentía que
nada me faltaba, yo no necesitaba de un papá. Ahora me doy cuenta que
con mi mejor intención al tomar partido con mamá perdí el contacto y tal
vez la posibilidad de identificarme con mi papá. Ahora soy homosexual
y no me arrepiento, pero en algún rincón me pregunto como sería mi
vida si no hubiese tenido que tomar partido, si hubiese podido
mantenerme al margen de sus broncas queriéndolos a los dos aunque
ellos a ratos no se quisieran entre sí. No lo sé.
Carta a mi madre
exigido a cambiar, me siento aceptado hoy como ayer, tal como soy. Con
él no tengo que tomar partido.
Contigo fue todo lo contrario. Sabía que me querías y mucho, pero ese
amor tenía un precio. Siempre sentí que si osaba acercarme a mi papá,
tú no me lo perdonarías. Muchas veces me dijiste sin decírmelo, es decir
de manera implícita, por debajo de la mesa: “te quiero mucho,
muchísimo pero a condición de que seas como necesito que seas, a
condición de que te pongas de mi lado”. Yo en aquel tiempo no podía
descifrar el mensaje, simplemente me sentía atrapado.
Como es la vida mamá, ahora a mi me toca venirte a hablar de papá.
Ahora yo vengo a decirte que ojalá hubieses hablado y resuelto tus
problemas con él en lugar de venir a quejarte conmigo. Esto que te digo
a ti también se lo he dicho a él: Mi padre me solía decir, sin palabras,
con su manera de actuar: “no necesito que cambies o que tomes partido
para que yo te quiera”. Este mensaje lo recibí de mi padre ciertamente
no con mucha frecuencia pero si con consistencia, con claridad cada vez
que fue necesario. Eso para mí fue más que suficiente.
El mensaje tuyo, por otra parte, nunca lo escuche expresado
literalmente en palabras, fue a través de tus gestos, de tus comentarios
indirectos, de tus actitudes, de tu sutil manera de hacerte la víctima a
quien yo valientemente tenía que rescatar. Tu mensaje no verbalizado es
algo que hasta ahora puedo traducir más o menos así:
“Si de verdad me quieres tienes que estar de mi lado pues ese es el
signo mayor de amor y lealtad a mí. Tienes que tomar partido del lado
de la justicia y tú sabes; la justicia está de mi lado. Si te acercas a tu
padre o si accedes a salir con él, quiere decir que estás contra mi, quiere
decir que tú también me abandonas, que de alguna manera tú también
decides traicionarme. En otras palabras mis broncas con tu papá tú las
debes de abanderar, las debes de hacer tuyas. O estás conmigo o estás
contra mí”.
Querida mamá, antes de despedirme quiero decirte que tengo la
esperanza de un día poder sentir no sólo con mis palabras, sino con todo
mi corazón que realmente ya te perdoné que vuelvo a sentir ganas de
visitarte sin ese antiguo miedo de sentirme como el depósito de tu odio
por mi papá; quizás un día pueda ocurrir eso, pero todavía no lo siento.
Antes de hacerlo necesito decirte con todas mis palabras, aquello que en
151 Los Caminos del Diálogo
asomarte para ver los eventos de la vida a través del mismo periscopio
o que un buen día, cansada de tanta victimez te atrevas a construir uno
nuevo desde donde tú también te perdones y perdones a los que te
ofendieron y disfrutes tu jugo de naranja de las mañanas y tantas otras
cosas. Tal vez esto sea algo que logres hacer, como dicen los hindúes,
en esta vida o dentro de unas dos, tres o cuatro existencias… lo harás
cuando estés lista.
Y yo también, por mi parte, espero, cuando esté preparado, ojalá sea
en esta vida, te pueda perdonar, y entonces cuando lo haga sé que me
sentiré liberado –para no repetir– con mis hijos lo mismo que tú hiciste
conmigo como madre.
Sabes madre, hace uno años en una borrachera un amigo, de esos que
solo que sólo hablan de asuntos personales y profundos cuando están
tomados-- me compartió una carta, Al terminar de leerla, los dos nos
sorprendimos llorando como chiquillos. Le confesé que me hubiera
gustado enviarle una carta así a mi madre.
Ahora pienso que tal vez un día pueda agradecerte –o tal vez ya lo
estoy comenzando a hacer– que lo vivido contigo sea parte de mi
preparación para yo algún día recibir mi propia carta de
agradecimiento.
Madre: Ahora que soy padre de tres hijos y te veo ya grande y con
caminar cansado por todo lo que tuviste que enfrentar en la vida, quiero
que sepas –pues tal vez nunca te lo dije como hoy quiero hacerlo, con
total claridad– que estoy profundamente agradecido por uno de los más
grandes regalos que pude recibir de ti. De hecho mi agradecimiento no
es por algo que me hayas dado o por algo que me hayas dicho o
expresado de manera verbal. Lo que tú me diste, madre, fue algo que
con el paso del tiempo cada vez valoro más: Tuviste muchas ocasiones
más que justificadas para desacreditar la imagen de papá ante mis ojos;
muchas veces te sentiste ofendida engañada por mi padre, incluso hubo
un par de ocasiones en los que mi padre te golpeo después de alguna
discusión, y sin embargo no caíste en la tentación de triangularme, es
decir, no te fuiste por la salida fácil de tantas madres, que conozco de
153 Los Caminos del Diálogo
VIII. EL DIÁLOGO
actos del otro, aunque no es algo mayormente tratado como tema en este
libro, sabemos que ha de ser aplicado con consistencia, sin culpas y en el
momento correspondiente. La consistencia se logra cuando un padre de
familia le dice a su hijo “si repruebas te cambio de escuela o te pongo a
trabajar…” y lo hace; Cuando una esposa le dice a su marido “si me
sigues gritando me bajo del auto…” y lo hace, “si me vuelves a golpear
te demando” …y lo hace; “si vuelvo a saber de una aventura tuya,
demando divorcio… y lo hace, etc. Sin embargo, mientras no llegue el
momento de despedirse de una relación y ésta siga viva, el momento de
“aplicar consecuencias” ha de hacerse no en lugar de, sino además de la
práctica de la escucha en un espacio protegido para el diálogo.
La dirección del cambio se clarifica durante el proceso. El transitar
por los caminos del diálogo, con frecuencia, lleva a “los dialogantes” de
manera natural a establecer nuevos límites y nuevas formas de
relacionarse desde un lugar totalmente diferente al habitual. No desde la
coerción y el castigo impuesto desde afuera como “medida correctiva y
necesaria” sino desde un lugar sorprendente de libertad y
responsabilidad. Así, la construcción del diálogo, especialmente en
medio de circunstancias conflictivas y difíciles, surgen de manera a
veces inesperada nuevas formas de comprender la realidad; de ver las
cosas y de plantear y resolver “el problema”.
19
Terapia de Reconstrucción Experiencial (Michel y Chávez, 2005) ver capítulos 7 y 8.
161 Los Caminos del Diálogo
marido le encantaba escuchar esa canción del siglo pasado cantada por
Daniela Romo que en un párrafo dice: Quiero amanecer con alguien que
no me quiera cambiar, que me acepte como soy.
Ser capaz de dar a las ideas y sentimientos del otro una importancia
semejante a la que daríamos a los nuestros.
ganas de comunicarse bastan para sacar “la verdadera sopa”, para curar
las heridas, ni para promover el acercamiento respetuoso. La persona
aprende a hablar, a conectar y a reconocer sus verdaderos sentimientos
poco a poco en la medida que se siente escuchada y entendida.
La única manera de romper patrones y trascender formas repetitivas
de actuar y de responder; la única forma de desembarazarse del yugo de
tantas automaticidades irracionales y destructivas que saturan el
repertorio humano y lo atrapan en conflictos interminables, es a través de
experiencias concretas y vivas de expansión de conciencia …y
precisamente una manera privilegiadas y viables de promover la
expansión de la conciencia y liberarse de dichos patrones automáticos en
el seno de la familia es a través de la humilde y poderosa práctica del
diálogo.20El diálogo en otras palabras permite de manera sorprendente un
proceso de evolución de un sistema humano –llámese pareja, familia o
grupo– hacia niveles de mayor inteligencia, comunicación, armonía, etc.
El diálogo promueve un proceso permanente e desarrollo y evolución,
donde por un momento se trascienden viejos juegos de comunicación,
patrones21 complementarios, simétricos o cruzados de poder, de
sumisión, de manipulación, de mentira: La esposa juega primero a la
mamá buena que se sacrifica y luego a la mamá mala que reclama y
controla; la niña o niño-esposo juega a “si te digo la verdad te enojas” y
entonces “te miento mientras me pescas y me regañas” etc. De pronto
ante una práctica inofensivamente poderosa cuya consigna provisional es
renunciar a cambiar al otro y poner toda la energía en entenderlo; la
relación se mueve a un lugar inesperado de integración, intercambio y
fluir de información que a su vez promueven en el sistema –llámese
familia pareja u organización– una transformación hacia estados mas
evolucionados, “complejos” e inteligentes. (ver nota 24)
Al no invalidarse la experiencia del otro, se descubren así, otras
formas de ver el mundo, otras maneras de percibir y de construir la
realidad. El diálogo conduce pues a la construcción de un nuevo
20
Nuestra propuesta de diálogo está inspirada en la práctica de los círculos de
aprendizaje interpersonal, así como en las ideas de autores como: Rosemberg, Rogers,
Lafarga, Mahrer y David Bohm
21
Watzalwick en sus axiomas de la comunicación da cuenta de los niveles y patrones de
comunicación en la interacción humana.
Rosario Chávez y Sergio Michel 164
22
Compartir un sentimiento fuerte, por sí solo puede ser el recurso más poderoso del
diálogo. Muchos hombres y algunas mujeres tienen dificultad para conectar sus
sentimientos y les es mucho más fácil hablar de lo que piensan que de lo que sienten.
Para ellos es una experiencia poderosa y a la vez facilitadora el simplemente compartir
una escena de sentimiento fuerte sin más nada, si quererla explicar, justificar, sin usar
deberías, etc. Invitamos al lector a darse la oportunidad e ir directamente al grano y
simplemente compartir un MSF –en un espacio protegido—y entonces decidir si vale o
no la pena.
173 Los Caminos del Diálogo
23
Así como en el capítulo II mencionamos las respuestas automáticas bloqueadoras
(RAB´s) de la escucha; en esta ocasión nos referimos al mismo efecto bloqueador de
dichas respuestas cuando llega el “tiempo de expresar”.
24
Una crisis con sus variadas formas representa en el lenguaje de Prigogine un
“bombardeo de información”. Así una guerra, una catástrofe natural, una muerte, un
conflicto una enfermedad una experiencia cercana a la muerte, etc., son todas
situaciones de crisis, de bombardeos de información que tienen el potencial de llevar a
la destrucción o a la evolución y desarrollo. En esta misma linea, para Barbara Hubbard
(1993) en su libro “The Revelation: Our Crisis is a Birth” cada crisis es una
oportunidad equiparable a un nacimiento.
Rosario Chávez y Sergio Michel 180
27
En las organizaciones y ambientes de trabajo esta misma idea es explorada a partir de
los círculos de de aprendizaje interpersonal (CAI) y de retroalimentación (CR)
esbozados en el libro “En Busca de la Comunidad” (S. Michel: Ed. Trillas, 2008)
Rosario Chávez y Sergio Michel 186
puede ser una experiencia transformadora; puede ser el inicio del cambio
de adentro hacia afuera.
Si bien el EPD es una práctica estimulante en tiempos de paz y
relativa ausencia de conflictos y crisis, su establecimiento como un
ejercicio sistemático y de rutina semanal, quincenal o mensual; resulta
más que aconsejable, vital especialmente cuando aparecen los
desacuerdos y problemas. Si alguna oportunidad tiene la relación de
crecer a partir de la crisis, es precisamente a partir de su disponibilidad
para no dejar pasar mucho tiempo y concentrarse humilde y poderosa-
mente en la expresión y escucha experiencial de los sentimientos fuertes
que van surgiendo de una y otra parte. Después de la escena del teléfono,
por ejemplo, es posible que ahora ella comience a escuchar y
sorprendentemente, a conectarse con otra escena: Ahora él esta hablando
y ella resonando en la escena cuando él llega después de un viaje largo y
su oficina está toda revuelta, su secretaria le informa que anteayer llegó
su esposa y revolvió todo
–Ahí estás –dice “experiencialmente” la mujer, dirigiéndose al
marido– sentado sobre tu escritorio todo revuelto sintiéndote totalmente
invadido, humillado; en tu propia oficina. Te sientes ante toda tu gente
sin ninguna autoridad. Te sientes el centro de la burla. Sientes en el
estómago que algo se revuelve; es algo entre una tristeza profunda y un
enojo enorme. En ese momento quisieras ahorcarme, estás temblando. Te
imaginas la cara de todos en la oficina diciendo: ni su mujer lo respeta.
Te sientes verdaderamente humillado devaluado ante los demás.
Después de reconocer –tal como ella lo hizo en su momento con
él– que su mujer realmente le describió y reflejó su experiencia aun con
mayor exactitud y profundidad, la sesión del diálogo de ese día se da por
terminada. Durante ese intercambio ambos renunciaron a cambiar o a
solucionar nada; renunciaron a hacer y a contestar preguntas. Mientras él
escuchaba a su mujer en diversos momentos estuvo tentado a decir pues
mejor terminemos, así no funciona la cosa, si no me respetas mejor me
voy, y cosas por el estilo. Ella también se vio tentada a mandarlo al
ultimo infierno, sin embargo el compromiso que habían establecido fue
de escucharse durante tres meses antes de decidir nada, durante ese
tiempo no tenían que elegir ni siquiera perdonarse, separarse, o
187 Los Caminos del Diálogo
BIB LIOGRAFÍA
Cziczenmilhayi
Gary Foreman
193 Los Caminos del Diálogo
Korzybski, A. (1933) Science and Sanity. Lakeville, Ct: The International Non
Aristotelian Library.
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Rogers, C. (1951). Client Centered Therapy: Its current Practice, Implications and
Theory. Boston: Houghton Mifflin.
Lafarga