Sociedades Tribales Caribes de Caracas
Sociedades Tribales Caribes de Caracas
Sociedades Tribales Caribes de Caracas
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enriquecieron con sus bases epistemológicas y sus abordajes metodológicos el
proceso de investigación llevado a cabo, obteniéndose una visión más amplía del
fenómeno o problema estudiado.
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ancestrales. Para ello, se desarrollaron aspectos como: el origen geológico y
geomorfológico de la región; la descripción del clima; la descripción del relieve y
la hidrografía; la determinación del origen y potencialidad de los suelos; y, la
determinación de las especies animales y vegetales de la región y el
aprovechamiento de las mismas por parte de los pueblos indígenas ancestrales.
3
En el subsistema social, se abarcaron aspectos como: la familia; el
matrimonio y el divorcio; las relaciones de parentesco y la residencia
postmatrimonial; patrones de asentamiento de las comunidades; y, la práctica de
la esclavitud. En el subsistema político, se estudiaron: la formación de las
sociedades tribales; los tipos de liderazgo dentro de estas sociedades; y, la
actividad bélica implementada por estos pueblos. En el subsistema económico, se
consideraron los siguientes aspectos: la densidad de la población indígena, en la
región histórica, para el siglo XVI; la agricultura como actividad productiva; la
caza, pesca y recolección; la navegación y sus alcances; y, el comercio llevado a
cabo por estas poblaciones indígenas y las rutas desplegadas para tal fin. En el
subsistema tecnológico, se estudiaron todas las tecnologías asociadas con las
siguientes actividades: agricultura; caza, pesca y recolección de recursos
naturales; domesticación de plantas y animales; la preparación de alimentos y
bebidas; construcción de viviendas; la navegación; la producción textil y
ornamental; la medicina y procedimientos curativos; metalurgia y orfebrería; y
con las actividades bélicas. Y por último, en el subsistema ideológico, se
abarcaron los aspectos concernientes a: las creencias mítico-religiosas de esas
sociedades, ahondando en el animismo, el chamanismo y el sentido ideológico de
la práctica de la antropofagia; el arte en su manifestación decorativa de la
cerámica y el tallado de dibujos o glifos en las piedras.
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Por último, este trabajo de investigación se enmarca históricamente en un
momento muy especial para este territorio hoy llamado Venezuela, donde el
reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas ha sentado precedente a
nivel mundial; consideramos que parte de esos derechos también es el estudio de
los pueblos indígenas que por razones expuestas en el presente trabajo
desaparecieron o se transformaron. Se espera que el presente trabajo dé
importantes aportes al conocimiento de la cultura de nuestros antepasados
indígenas ancestrales y permita construir una historia, más objetiva y justa, que
reivindique a las bases culturales que hemos heredado y a la memoria de sus
creadores.
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PRIMERA PARTE
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acciones de los hombres en un determinado espacio partiendo de las
informaciones que nos da la antropología, la sociología y la historia. Asimismo,
interesó la acción de la etnohistoria que se encargó de la reconstrucción de la vida
de los pueblos, lograda a través de fuentes documentales, arqueológicas y orales
usando el marco conceptual y el enfoque de la antropología sociocultural. 1
1
Estas cuestiones serán desarrolladas infra en la sección de la Metodología de esta investigación.
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En el contexto problemático, se agrupan los elementos y las fuerzas de
interacción entre ellos, en cinco (5) sectores que a saber, son: 1) el
desconocimiento, por parte del actual venezolano, de los modos de vida de los
pueblos indígenas ancestrales antes y durante el momento del contacto con los
españoles del siglo XVI; 2) el origen de los pueblos indígenas ancestrales de la
región y sus aspectos culturales; 3) El uso geohistórico de la región por parte de
esos pueblos; 4) la problemática presentada por investigaciones etnológicas y
arqueológicas realizadas anteriormente en la región; y 5) la perentoria necesidad
de una investigación interdisciplinaria, que aborde de una manera más sistemática
el fenómeno del proceso cultural de los pueblos indígenas ancestrales, de la región
mencionada, que integre los conocimientos de muchas disciplinas que realizaron
importantes aportes a esta interpretación fenomenológica.
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llena de grandes vacíos e incoherencias sobre el conocimiento de ese pasado,
como muestra de ello está lo captado por él a lo largo de su formación educativa,
que lo lleva al contacto con un vago conocimiento de la existencia de sólo dos
grandes sociedades tribales o pueblos en esa región, a los que conoce con las
denominaciones de los Teques y los Caracas, y de caciques como Guaicaipuro,
Tamanaco, Chacao y otros tantos, los cuales presentaron una gran resistencia ante
la conquista española durante las expediciones acometidas por Francisco Fajardo
y Diego de Losada. Otro conocimiento difuso sobre esos pueblos, es el que da
referencia a un desarrollo cultural incipiente en comparación con sus
conquistadores y la práctica del canibalismo o antropofagia.
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postura asumida por algunos de nuestros ilustres historiadores, en lo referente al
aporte de la cultura indígena del pasado a nuestra sociedad actual, que en muchos
casos se caracteriza por una postura reduccionista, que conlleva casi a calificar de
insignificante dicho aporte, dándole realce, en contraste, a la cultura hispana como
el centro fundamental de la formación social venezolana.
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sociales, políticas, económicas e ideológicas que han logrado mantenerlos unidos
por fuertes lazos de identificación a través del tiempo y de generación en
generación.
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Ahí se tiene un enfoque que conlleva a inferir que las dos culturas en
contacto, tienen sus propias caracterizaciones y sus propias visiones de la realidad
en un mismo contexto temporal, pero moldeadas de manera diferente por un
conjunto de circunstancias que producen distintas formas en el pensar y de asumir
el quehacer cotidiano. Diferencias que son claramente visibles en el plano de la
concepción de la realidad en lo social, lo político, lo económico, lo tecnológico y
lo ideológico.
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Esa postura metodológica, incluyendo a la corriente de pensamiento
antropológica donde se origina, que se contrapone al comparativismo cultural
derivado de la corriente denominada “Evolucionismo”, se desarrolló a partir del
siglo XIX, creada por Franz Boas y afianzada por sus discípulos posteriormente
durante el siglo XX. Con ella se busca desmontar la idea de reglas generales que
rigen la cultura a nivel mundial y los conceptos de primitivo y civilización como
estadios de una escala evolutiva de las sociedades, que permitían erróneamente
realizar comparaciones culturales. Culturas diferentes jamás pueden compararse
en niveles donde no existan igualdades o semejanzas y el estudio que de ellas
debe hacerse, ha de circunscribirse a sus propias superestructuras y a sus propias
características y valores. “El relativismo nos recuerda claramente que al estudiar
culturas diferentes a la nuestra debemos tratar de no dejarnos influir por nuestras
preconcepciones culturales” (Ob. Cit., p. 27).
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desarrollos culturales, en lo tangible e intangible, alcanzados por nuestros
antepasados indígenas.
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propio medio ambiente.” (Hardesty, 1977, p. 215). La etnoecología, entendida
como la disciplina encargada de estudiar la relación entre un pueblo determinado
y su entorno medioambiental, fue aplicada en nuestros estudios etnohistóricos con
las mismas precauciones de la aplicación de la arqueología. Por medio de ella,
llegamos a inferencias tentativas sobre el fenómeno cultural indígena, ya que
como sabemos es imposible conocer la forma de pensar o las ideas de esos
pueblos del pasado, extintos en la actualidad, pues apenas llegamos a parciales
reconstrucciones de sus modos o patrones de vida a través de relatos de terceros.
Estos relatos, que como indicamos con anterioridad, pueden estar cargados de
otros valores políticos, sociales y morales, y del análisis de los restos culturales.
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Como se observa, este autor que realiza un estudio del proceso, visto por
Krickeberg, presenta una secuencia temporal de las entradas de dichas oleadas a
nuestro actual territorio y referencias en cuanto al área territorial de expansión,
dando mayor descripción en la primera oleada y no así con las dos subsecuentes.
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condiciones geográficas, de las rutas de penetración y expansión, en el hoy
territorio venezolano, y de cronologías tentativas de esos acontecimientos. Aquí
hay que darse cuenta de la problemática que representa, para la formación
histórica del venezolano común, esa superficialidad de información, que se lleva a
cabo en nuestras instituciones educativas donde las obras de esos autores son
textos fundamentales de la enseñanza. Hace falta buscar las fuentes antropológicas
y arqueológicas que estudien con mayor profundidad y sistematización esos
procesos. Por cierto, los resultados de muchas investigaciones en esa área del
conocimiento, por parte de estas disciplinas, hasta ahora no han sido incorporados
a los programas del primer y segundo niveles de nuestro sistema educativo.
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En cuanto a la identificación de los pobladores de la región, muy pocos
autores de la historia venezolana trascienden los dos pueblos tribales que hicieron
resistencia a la conquista, los Caracas y los Teques, dejando por fuera a grupos
como los Arbacos, Tarmas, Paracotos, Mariches, Toromaimas y Cheregotos que
han sido identificados por la Etnología. A estos grupos, que ya estaban asentados
en la región para el momento de la llegada de los españoles, no se les conoce con
precisión las locaciones de sus asentamientos, ni los rasgos de sus culturas y
mucho menos su etnohistoria para el momento del proceso bicultural. Es de una
gran importancia conocer la cultura y la etnohistoria de estos pueblos, pues ello
nos permitirá no sólo reconstruir parcialmente la historia regional, de esa
sincronía de tiempo y espacio, sino que además ayudará a entender el
desenvolvimiento de la actual sociedad que hace vida en esa región.
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Al respecto, el geohistoriador Pedro Cunill Grau indica lo siguiente:
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El cuarto sector del planteamiento problemático, es el que tiene que ver
con las investigaciones etnológicas, etnográficas, etnohistóricas y arqueológicas
que se han realizado en la región. Al respecto se puede comenzar diciendo que los
pueblos indígenas ancestrales, como se indicó con anterioridad, fueron diezmados
casi en su totalidad por el genocidio acometido durante la conquista. No hay
descendientes directos sobre los cuales realizar estudios etnológicos, la única
evidencia sobre ellos, a parte de la referencia encontrada en las crónicas europeas
del siglo XVI, es la cultura material que aún yace tapiada en la región por
aluviones montañosos acumulados durante más de 500 años, más los topónimos
lingüísticos que aún son usados en la actualidad para identificar locaciones
geográficas.
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objeto del presente estudio, atendieron a dos corrientes de pensamiento, que a
saber fueron: 1) la corriente etnográfica y 2) la corriente etnohistórica.
21
los cronistas, sistematizados y analizados a la luz de los conocimientos de la
época” (Vargas Arena; 1976, p.164). Para él, la cultura indígena venezolana
tiene su origen en lo que hoy conocemos como región de los Andes Centrales y
región Circuncaribe, tomando en cuenta los procesos migratorios que se
realizaban desde y entre ambas regiones. En lo referente al valle de Caracas,
expone lo producido por las investigaciones de Marcano y lo descrito por los
cronistas españoles, no aportando datos directos de alguna investigación a nivel
de campo que se haya realizado.
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según L. Margolies y M. M. Suárez “[…] además de haber desarrollado
investigación etnohistórica, particularmente en grupos tribales extinguidos, ha
sido el primer etnólogo profesional en realizar docencia en antropología en la
Universidad Central de Venezuela” (citado en Amodio, 1998, p. 119). Publica
su obra “Estudios de Etnología Antigua de Venezuela” (1954), en la cual
establece las áreas culturales de la Venezuela Prehispánica (ver Mapa No 1.1).
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24
han sido tratados y presentados los datos etnográficos, es una de las principales
fuentes que se tiene de la etnografía de la región en estudio, pero se hace la
salvedad que dichos datos no han sido contrastados con los restos culturales
arqueológicos que aún no se han excavados y estudiados sistemáticamente.
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Dicho autor manifiesta que “al terminar la subida del camino del cerro
de Caracas a La Guaira en La Cumbre localizamos un peñasco de jadeíta con
varias señales de corte que manifiestan que de ella tomaron material para la
manufactura de hachas y planchuelas de adorno” (ob. Cit, p. 673). Esas
evidencias reportadas por la expedición de Oramas, tienden a tener poca
significación a la hora de establecer inferencias sobre la totalidad cultural de los
pueblos indígenas del pasado en la región. Otra obra que tiene que ver con la
región, pero que sólo arroja datos etnográficos sustraídos de las crónicas
españolas, es la de “Prehistoria y Arqueología de Venezuela” (1939).
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cuadro problemático que presenta la región en estudio, es necesario detenerse
en el análisis de ella.
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ideas y por tanto no sobrevivía en el registro arqueológico, sí
había muchos aspectos de la cultura, aparte del conocimiento de
la manufactura de los artefactos, que se reflejaban
arqueológicamente […] (citado en Trigger, 1992, pp. 259-260).
2
Al respecto, manifiestan:
Nuestra unidad clasificatoria es el estilo, palabra con la que designamos un
conjunto de caracteres cerámicos aislados en un yacimiento típico o cabecero,
conjunto que se repite en otros yacimientos… En el yacimiento cabecero y en las
demás estaciones homogéneas en las que el estilo no se presenta mezclado con
otros, se incluyen todos los caracteres cerámicos del material, forma y
ornamentación, reflejando así la totalidad de las costumbres referentes a la
alfarería poseídas por un pueblo o grupo durante un período de su historia
(Cruxent, y Rouse, 1982, pp. 22-23).
Esa definición de estilo, dentro de la relación planteada, corresponde a la de “fase”, término
empleado por Kidder (1944) y otros, como es el caso de Rouse (1955), y no debe confundirse con
la definición de “tipos cerámicos”, usada por este primer autor y otros como por ejemplo Ford y
Willey (1949).
Cruxent y Rouse, aclaran el por qué usan el término de estilo y no el de fase, acotando que:
Hemos preferido utilizar el concepto de estilo en lugar del de fase porque
poseemos tan escaso material no cerámico en la mayoría de nuestras estaciones
que nos ha parecido preferible definir las unidades culturales que proponemos en
término de los artefactos que poseemos, esto es, especialmente de la alfarería.
Cuando se disponga de mayor cantidad de material no cerámico, será quizás
posible volver a definir nuestros estilos considerándolos como fases. (Ibid., p. 23).
En estaciones arqueológicas donde los artefactos no sean cerámicos, usan el término de
“complejo”, el cual toman de la arqueología paleo-india, “para indicar […] que al clasificar
nuestras estaciones no cerámicas para definir la existencia de culturas, hemos tenido que manejar
en número relativamente pequeño de yacimientos y de tipos de artefacto que en ocasiones no ha
sido mayor de dos a tres” (Ibid., p.24).
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separado. A estos accidentes geográficos se les denominó con el término de
“sectores” y dentro de estos se consideraron las “áreas”.3
3
Estas divisiones quedaron establecidas de la siguiente forma: el sector de las Islas abarcó dos
áreas como fueron la de Los Roques y la de Margarita; el sector de la Costa, comprendió 10 áreas,
como fueron la de Maracaibo, la de Coro, la de Tucacas, la de Puerto Cabello, la de La Guaira, la
de Río Chico, la de Barcelona, la de Cumaná, la de Carúpano y la de Güiria; el sector de las
Montañas, abarcó 8 áreas como fueron la de San Cristóbal, la de Mérida, la de Trujillo, la de
Barquisimeto, la de San Felipe, la de Valencia, la de Los Teques y la de Caracas; el sector de los
Llanos, quedó dividido en 4 áreas como fueron la de Barinas, la de San Fernando, la de Valle de la
Pascua y la de El Tigre y el Sector del Río Orinoco, quedó divido en tres áreas como fueron la del
Alto Orinoco, la del Medio Orinoco y la del Bajo Orinoco.
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Una vez que establecieron la cronología relativa, crearon otras unidades
de clasificación. Una de ellas es la de “Serie”, que definimos como:
Según los estudios realizados por estos autores, evaluaremos ahora las
exploraciones arqueológicas realizadas en la región que estudiamos. En el caso
del área de Los Teques podemos manifestar que:
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Cruxent (1947) consistió en 826 tiestos cuyas técnicas de manufactura no
reflejan con claridad la utilización del enrollado y poseen superficies raspadas y
ligeramente alisadas con frecuentes manchas de ahumado. Entre las formas de
vasijas predominan los boles de panzas salientes (ver fig. 1.1), en minoría se
encuentran las ollas con panzas globulares y cuellos angulares (ver fig. 1.2).
Todas las bases son planas (ver fig. 1.3). Caracteriza a los boles su perfil
sinuoso producido por la combinación de un vértice de panza pronunciado, con
una concavidad de la misma que lo equilibra frecuentemente (ver fig. 1.4). Los
bordes tienen la tendencia de ser cónicos y redondeados. En cuanto a la
ornamentación, pocos tiestos la presentan, sólo se consiguieron: un fragmento
de asa unitubular, con otro con asa bitubular (ver fig. 1.5), cuatro apéndices
colocados sobre los bordes poseen ojos grano-de-café y al parecer representan
cabezas humanas (ver fig. 1.6), una rana toscamente modelada aparece en la
inflexión de un tiesto (ver fig. 1.7), en el interior de otro hay siete líneas incisas
(ver fig. 1.8). El engobe rojo es muy frecuente (Cruxent y Rouse, 1982).
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Fig. 1.1 Fragmento de bol con panza saliente
Nota. Tomado de Arqueología cronológica de Venezuela Vol II (p.148) por
J.M. Cruxen e Irving Rouse, 1982, Caracas: Ernesto Armitano Editor
32
Fig. 1.4 Cortes de boles sinuosos.
Nota. Tomado de Arqueología cronológica de Venezuela Vol II (p.148) por
J.M. Cruxen e Irving Rouse, 1982, Caracas: Ernesto Armitano Editor
33
Fig. 1.7 Apéndice modelado en forma de rana.
Nota. Tomado de Arqueología cronológica de Venezuela Vol II (p.149) por J.M.
Cruxen e Irving Rouse, 1982, Caracas: Ernesto Armitano Editor
34
Antonio Requena obtuvieron colecciones. Por último, la erosión
puso al descubierto cinco pipas de arcilla modeladas
fragmentarias en La Yaguara […] (Ibid., p. 322).
35
Fig. 1.9 Olas con panza globular y cuello angular
Nota. Tomado de Arqueología cronológica de Venezuela Vol II (p.150) por
J.M. Cruxen e Irving Rouse, 1982, Caracas: Ernesto Armitano Editor
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Fig.1.13.- Ornamentación con pequeña expansión Semicircular sobre el borde, incisa
con línea curva
Nota. Tomado de Arqueología cronológica de Venezuela Vol II (pl. 70) por J.M.
Cruxen e Irving Rouse, 1982, Caracas: Ernesto Armitano Editor
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El estilo El Pinar se emparenta con el estilo Valencia en cuanto a
material, formas y algo del engobe rojo, pero en cambio falta la ornamentación
característica de éste último. Los autores citados ubican provisionalmente este
estilo en el horizonte Valencioide.
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Arqueología, hay que hacer referencia a las limitantes que produce a la hora de
implementarlo. Los arqueólogos normativos tendieron a confundir las unidades
de clasificación que utilizaron en sus investigaciones, que se refieren a
artefactos de la cultura material, con los pueblos que la crearon. El uso
cotidiano de los términos comienza a producir una confusión, al denominar a
los creadores de la cultura material con los nombres de los estilos, las series, los
horizontes y las tradiciones que se emplearon para clasificar arqueológicamente
sus artefactos.
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país. Aportan nuevas redefiniciones de las categorías clásicas del materialismo
histórico, como son las de Formación Económica y Social y Modos de
Producción. El método que emplean para el análisis de los materiales, que
suministra la Arqueología y las fuentes históricas, se expresa como sigue:
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Este modelo presenta una nueva cronología y basa sus inferencias en el
determinismo económico de la cultura, que es el planteamiento propuesto por el
materialismo histórico. Este enfoque se implementa en la arqueología
venezolana, como una alternativa frente a los inconvenientes que ya venía
presentando el modelo normativo, al que anteriormente se hizo referencia. La
Arqueología Social, como así se le denomina a este enfoque, contrapone a la
visión normativa, un análisis crítico que nos lleva a la importancia del
individuo autónomo que ha sido excluido de todas las corrientes arqueológicas
(Hodder, 1988).
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investigación arqueológica. Es de suma importancia también, determinar los
asentamientos de los pueblos que habitaron el Valle de Caracas, de los que hace
referencia la etnología, y proceder a través de arqueológica sistematizadas a
ubicar los yacimientos a partir de los cuales se rescaten los artefactos
necesarios para ser analizados en la relación con las fuentes etnográficas y
etnohistóricas, para de esta forma concebir una visión más amplia del proceso
cultural de dichos pueblos ancestrales.
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fenómeno cultural que significó el desarrollo de la cultura indígena en esos
remotos tiempos.
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El criterio metodológico para establecer la delimitación de la Región
Histórica de Caracas atendió a los siguientes aspectos: 1) no se reproduce
dentro de los límites políticos administrativos actuales; 2) los limites asumidos
no son inmutables; 3) la geografía física no determina, por sí sola, la región
histórica, porque más bien viene a constituir un factor de interpretación de las
dinámicas geohistóricas acontecidas en el espacio; y 4) la delimitación
asumida atendió a la relación que existió entre los asentamientos de los
pueblos indígenas ancestrales y las características físicas de la región,
constituyendo como eje central del estudio el aprovechamiento de los recursos
naturales por parte de esas culturas humanas.
45
1. La investigación cualitativa es inductiva, o mejor cuasi-inductiva su ruta
metodológica se relaciona más con el descubrimiento y el hallazgo que
con la comprobación o la verificación.
2. En la metodología cualitativa el investigador ve al escenario y a las
personas en una perspectiva holística: las personas, los escenarios o los
grupos no son reducidos a variables., sino considerados como un todo.
3. Los investigadores cualitativos son sensibles a los efectos que ellos
mismos causan sobre las personas que son objeto de su estudio.
4. Los investigadores cualitativos tratan de comprender a las personas dentro
del marco de referencia de ellas mismas.
5. El investigador cualitativo suspende o aparta sus propias creencias,
perspectivas y predisposiciones.
6. Para el investigador cualitativo, todas las perspectivas son valiosas.
7. Los métodos cualitativos son humanistas, porque al ser aplicados sobre las
personas llegamos a conocerlas en lo personal y a experimentar lo que
ellas sienten en sus luchas cotidianas en la sociedad.
8. Los investigadores cualitativos dan énfasis a la validez en su
investigación, la cual es una pieza sistemática conducida con
procedimientos rigurosos, aunque no necesariamente estandarizado.
9. Para el investigador cualitativo, todos los escenarios y personas son dignas
de estudio.
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Dentro del marco metodológico se implementó, como proceso de
recolección de datos, un diseño documental sobre las fuentes de información
utilizadas, conformadas por las crónicas europeas del siglo XVI y demás
fuentes secundarias (historiográficas, etnológicas, arqueológicas, ecológicas y
geográficas) que trataban sobre la problemática planteada.
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Basándose en las características propias que presenta cada unidad espacial
que determinan a la región histórica, como afirma Pedro Cunill Grau, en ellas
se expresan “las correlaciones espaciales y los procesos históricos en el
ámbito de un territorio regional” (Cunill Grau, 1994, p. 38). Según el mismo
autor, para entender acertadamente la utilización y conformación del paisaje
es clave la cambiante geografía de la percepción, ya que los recursos
específicos y especies de la biodiversidad eran aceptados con variables
percepciones en esos siglos pasados (Cunill Grau, 2004). De igual manera
Ramón Tovar, también apoya esta postura afirmando que “la calidad del
recurso no obedece exclusivamente a la esencia natural sino a su
incorporación en el ámbito de una civilización y en determinado nivel de
desarrollo” (Tovar, 1994, p. 99).
48
Las fuentes de que se vale la etnohistoria representan recursos
documentales que deben ser sometidos a un riguroso análisis crítico, ya que
forman parte de testimonios emitidos por entes ajenos a la realidad cultural de
un pueblo determinado; que si bien dan cuentan de sus impresiones, no están
exentos de intereses y sus correspondientes esquemas mentales de que alguna
manera tienden deformar la realidad.
Las fuentes en las que se basó nuestra investigación fueron las crónicas de
viajeros del siglo XVI, por ser éstas las primeras descripciones “etnográficas”
de las culturas que habitaron este territorio en esa época y por ende pueden
considerarse como testimonios de “testigos presenciales” que recolectaron las
evidencias del desarrollo cultural de los pueblos ancestrales indígenas que
aquellos observaron para ese momento histórico.
Hay que acotar, que las descripciones realizadas por esos cronistas de
ese siglo y referenciadas por muchos historiadores, sobre la vida y el quehacer
de los indígenas del pasado, están impregnadas de una enorme subjetividad
que atendió a las tácticas, estrategias e intereses de la empresa conquistadora
implementada por la cultura invasora proveniente de Europa, para cuyo éxito
se fraguó a bases de mentiras y fantasías, desvirtuando de esta forma la
realidad histórica de nuestros antepasados indígenas. Esto nos ha hecho
herederos de una visión nada objetiva de los acontecimientos, quedándose
atrapados en el olvido elementos importantes que son fundamentales que nos
permite reconstruir la sociedad y la cultura de los pueblos de esos tiempos
históricos.
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desarrollo social fue básicamente interrumpido por la acción dominadora y
colonizadora de los europeos.5
Objetivo General:
5
En este sentido, debemos ante todo empezar a desechar la idea de que la historia de la región, y
de la América en general, como se ha venido haciendo desde antes del movimiento del V
Centenario del “Descubrimiento”, no comienza con la presencia de los europeos y menos que
únicamente forma parte de su “oficialista” visión heroica de la conquista. Así mismo, la
etnohistoria es una disciplina fundamental para terminar de tirar al traste el esquema evolucionista
de Lewis H. Morgan de –salvajismo, barbarie, civilización- que relegaba a las culturas indígenas al
primer estadio, en tanto que proporciona el método preciso por el que se evalúan estas sociedades
en su justa dimensión, activando de esta forma, un invalorable y necesario proceso reivindicativo.
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Objetivos Específicos:
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18) Evaluar los aspectos míticos y religiosos de la cultura indígena ancestral
de la Región Histórica de Caracas.
19) Establecer las bases etnográficas y etnohistóricas sobre la interpretación
de la fenomenología indígena ancestral, en la Región Histórica de Caracas,
de los siglos XV y XVI, para ser corroboradas por las futuras
investigaciones sistemáticas que ha de implementar la arqueología.
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frutos de posiciones o estudios cuya polémica tuvo lugar en el pasado, sino que se
retoma consecutivamente; representando hoy en día un asunto de notable
vigencia, en muy diversos ámbitos de la vida social americana.
Sería un momento para reflexionar sobre lo que significa y significará el hecho del
“descubrimiento” para toda la región latinoamericana. Oportunidad que conllevaría a exponer los
diversos rasgos culturales de los pueblos de América y al mismo tiempo permitiría que los pueblos
ibéricos asumieran el lugar que les corresponde en la historia y entre las naciones que conforman
el mundo actual (Zea, 1986).
A raíz de esto, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH) ha presentado una serie
de proyectos dirigidos al análisis de las diferentes expresiones que se encuentran en la región. La
Comisión de Historia, del Comité de Historia de las Ideas de dicho instituto, puso en marcha el
proyecto titulado “Las Ideas del Descubrimiento de América”, el cual, analizó esas ideas desde el
12 de octubre de 1492 al 12 de octubre de 1992.
Dicha Comisión de Historia, realizó el Primer Simposio sobre el tema entre los días 26 a 30 de
Noviembre de 1984, contando con el patrocinio de la Universidad Autónoma de México (UNAM)
y con la colaboración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), el Instituto de
Cooperación Iberoamericana (ICI) y la Asociación de Investigación y Especialización sobre
Temas Iberoamericanos (AIETI), estadounidenses y europeos. Anticipándose a los trabajos de
España la UNAM realizó, a través de la Cátedra Gaos, un ciclo de conferencias sobre el tema, de
este evento surgió el primer programa sobre la temática que habría de ser desarrollada hasta su
finalización el 12 de octubre de 1992.
El programa aprobado y puesto en práctica fue ampliado en un Seminario que se llevó a cabo en la
XIII Asamblea del IPGH realizada en Río de Janeiro, Brasil, entre los días 7 al 11 de abril de
1986. Lográndose con ello, que el proyecto aprobado en México fuese enriquecido con las
ampliaciones logradas con los puntos de vista de especialistas de esa amplía región de habla
portuguesa.
El Simposio “Las Ideas del Descubrimiento de América” celebrado en la ciudad de México del 26
al 30 de noviembre de 1984, tras analizar los puntos de vistas de las delegaciones latino-
norteamericanas, españolas y de tros países europeos aprobó una importante declaración al
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denominado movimiento de “Los No Descubiertos”, como respuesta a la
tendencia eurocéntrica de celebrar dicho acontecimiento. Este movimiento recluta
en sus filas a una serie de importantes intelectuales del sector universitario
venezolano, entre los que podemos mencionar a Agustín Blanco Muñoz, Carmen
Bohórquez, Alexis Caliman González, Arturo Cardozo, Jerónimo Carrera, Omar
González Ñañez, José Lira, Ángel Lombardi, D. F. Maza Zavala, Filadelfo
Morales, Fulvia Nieves, Luis Cipriano Rodriguez, Mery Sananes, Ramón
respecto contentiva de cinco (5) propuestas para una preparación del quinto centenario del
descubrimiento de América 1992.
La primera de ellas, propone una revisión sistemática de los siguientes términos: descubrimiento,
conquista, resistencia, encuentro, evasión, genocidio, asimilación, encubrimiento, enfrentamiento,
etcétera, considerando para ello a las diferentes opiniones de los distintos agrupamientos
socioculturales implicados, con el fin de construir una significación del proceso histórico que fuera
más allá de la connotación eurocéntrica, como hasta ahora ha sido establecida, y permitiera la
visión histórica de los pueblos subyugados. Esto nos llevaría al desmontaje de la historia oficial,
impuesta por los pueblos imperialistas que desde el siglo XVI hasta el presente nos han enmarcado
a nuestros pueblos dentro de su geopolítica expansionista y hegemónica.
Como segunda propuesta, está la elaboración de documentos por parte de los intelectuales del
Simposio, dirigido a los gobiernos de los países involucrados, para darles a conocer las nuevas
perspectivas que no aceptan visiones idealizadas del “Descubrimiento”, sino por el contrario, una
visión de dicho hecho histórico en sus verdaderas connotaciones ideológicas y de sus
consecuencias políticas, sociales, económicas para los pueblos que conforman al llamado
continente del “Nuevo Mundo”.
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Santaella y Fruto Vivas, quienes han elaborado trabajos al respecto desde 1985,
los cuales, han sido procesados y publicados por la Cátedra Pío Tamayo de la
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de
Venezuela (UCV).
[…]
Somos y seremos No Descubiertos, porque, aunque se nos haya
impuesto, no aceptamos la invasión, la expropiación, la violencia
explotadora, la injusticia, la desigualdad, la miseria y el hambre,
como formas de vida. Más allá de toda derrota temporal, pervive
la rebeldía, la decisión de ir abriendo grietas en los sólidos muros
55
de la dominación y dejar pasar los vientos rigurosos de los sones
que vienen resonando desde los milenios del tiempo (p. 26)
[…]
Buscamos las raíces par encontrar la verdad y la historia que
corresponde a los pueblos, a sus luchas, sus combates, sus
derrotas, para convertirlas en victorias. Vamos más allá de las
mentiras oficiales para advertir la inmensidad de la destrucción y
la infinita posibilidad que tienen los pueblos de levantarse sobre
los reveses, en sus anhelos de ser alfareros y constructores de un
tiempo distinto. De ser cantores del porvenir. (p. 27)
56
propias culturas autóctonas, perderían su identidad con una parte importante
de su pasado.
3.- Que los valores de uso de los recursos naturales que poseían los
hombres de esta tierra, son suplantados por el modelo “Civilización”, a partir
del hecho del “descubrimiento”, por otros valores impuestos como los de
cambio, germen de los procesos de explotación y de desigualdades. Antes
nuestros pueblos vivían en una armonía con el entorno ambiental, en beneficio
de sus comunidades y en el engrandecimiento de sus propias culturas, para
luego pasar a vivir en la explotación de los recursos para otros pueblos (los
invasores), dejándolos en plenas condiciones de empobrecimiento, de hambre
y de miseria.
57
4.- El proceso “civilizatorio” impuesto por los europeos a partir del 12
de octubre de 1492, establece una historia oficial basado en la violencia, la
expoliación y el exterminio. Es la creación de un nuevo modelo cultural de
dominación impuesto por la fuerza, que conllevó a la violencia física, la
violencia espiritual, la violencia ideológica y la violencia racial.
58
las grandes metrópolis (euronorteamericanas), desde donde operan las grandes
corporaciones transnacionales encargadas, en el ayer y en el hoy, del saqueo y
explotación excesiva de los recursos de los pueblos latinoamericanos y
restantes del llamado tercer mundo.7
7
Podemos decir al respecto de estos asuntos referidos anteriormente, que:
Estas situaciones y prácticas se inscriben en los conceptos del colonialismo
(1492-1824), semicolonialismo (1824-1930) y el neocolonialismo (1930 hasta
hoy). El imperialismo marca negativamente estas relaciones desde 1880 hasta
nuestros días. Tales conceptos revelan que a partir de 1492 se perdió la libertad y
la autonomía de este mundo (llamado hoy Latinoamérica o Nuestra América); no
somos independientes (en este sentido somos dependientes), y estamos violenta y
compulsivamente, sometidos a la explotación, descapitalización y
desnacionalización con graves pérdidas de todo tipo de recursos (que no pueden
ser utilizados para nuestra liberación pues son monopolizados por los
dominadores internos e internacionales) (L. Cipriano Rodríguez citado en Cátedra
Pio Tamayo, 1992, pp. 75-76).
59
Ese modelo dispone imponer a los pueblos de América la forma de
construir sus nuevas sociedades, atendiendo a los requerimientos de los
conquistadores y colonizadores.
60
Venezuela contemporánea. Esos modos de vida recogen años de experiencias
producidos en la relación del hombre indígena con su entorno natural, con su
grupo social, con sus necesidades vitales y culturales.
Los resultados que hasta los actuales momentos han ofrecido las
investigaciones de índole arqueológica y etnohistórica […]
fundamentadas en el estudio y comprensión de un proceso de
fusión de etnias y de patrones de vida, han demostrado que el
devenir de una Nación sólo puede entenderse enmarcándola en
la coyuntura propia de cada grupo o sociedad, sin desprenderse
de la dimensión espacial y temporal que le da especificidad, lo
cual en términos históricos podemos llamar “Historia regional”,
61
donde lo aborigen “prehispánico” no es un elemento extraño
sino por el contrario la raíz o fundamento de la sociedad
nacional y por ende de la identidad cultural de cada pueblo
(Ibid. pp.164-165).
La nueva óptica debe comenzar a crearse ya, y por ello a través del
presente trabajo de investigación pretendemos colaborar con ello. Se plantea
crear categorías conceptuales y de definición que de manera objetiva den
luces sobre la participación en el escenario histórico de aquellas pueblos, cuya
participación les fue negada por la “historia oficial”, permitiendo así conocer
la otra historia, la de aquellos que en el caso de las regiones de la América, la
han realizado durante casi 15.000 años y han dejado tus testimonio para la
posteridad.
62
Las categorías de “precolombino”, “prehispánico”, “postcolombino”,
“posthispánico” e “Indohispano” atienden a visiones, posturas y políticas
colonialistas impuestas por el eurocentrismo y muy usadas en la literatura
histórica, antropológica y arqueológica, que no tienen más que la clara misión
de asentar lo hispánico como eje central y motriz de nuestro desarrollo
sociocultural, negando casi de manera absoluta el aporte fundamental de otras
culturas, entre ellas la autóctona indígena. Para la presente investigación, no
existieron en nuestra historia “pueblos precolombinos” o “pueblos
prehispánicos”, sino por el contrario, lo que siempre existieron fueron pueblos
ancestrales indígenas portadores de un glorioso pasado lleno de vivencias,
creaciones y aportes culturales muy diversos.
63
América Latina se produjo a través de la obra titulada “Formación Histórico-
Social de América Latina”, terminada en 1977, como producto del proyecto
de investigación denominado “Desarrollo y Dependencia de América Latina”,
y auspiciado por la misma institución y el mismo equipo de investigadores
referidos.
En ese trabajo se puede inferir que los iberos en su relación inicial con el
hoy llamado territorio venezolano, establecieron núcleos denominados
primeros y primarios de explotación económica, a través de un proceso que
los investigadores llaman “implantación”. “Las actividades de captación de
riqueza ya generada por la base indígena consistieron, como indica su
denominación, en la obtención de esa riqueza directamente de manos de sus
poseedores, sin explotar las fuentes productoras” (CENDES, 1993, p. 27).
64
creaciones de los autóctonos, estableciendo sus poblados en los mismos
lugares donde estaban ubicados los asentamientos aldeanos de los indígenas,
utilizaran las calzadas o caminos construidos por éstos, se aprovecharan de la
producción de sus agriculturas, de sus minerías, y de sus actividades de caza y
pesca. Tal es el caso en la Región Histórica de Caracas, donde la ciudad
fundada por los conquistadores es construida en el mismo sitio donde estaba
asentada la aldea de los Toromaynas y el que más tarde se denominaría
Camino Real que comunicaba a Caracas con la zona costera del litoral central,
fuese también realizado sobre el camino que los indígenas habían construido
con iguales fines. De esa manera los invasores utilizaron toda la caminería
indígena de comunicación y emplearon los mismos recursos tanto hídricos,
provenientes de río Guaire y sus afluentes, como los suelos fértiles de los
campos agrícolas, la vegetación y la fauna cuya explotación por parte de los
indígenas ya estaba en marcha.
65
SEGUNDA PARTE
66
2.- ASPECTOS GENERALES DE LA REGIÓN HISTÓRICA DE
CARACAS EN TIEMPOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
ANCESTRALES.
67
de la cual Pimentel en su relación de 1578 determina la extensión de dicho
espacio geográfico y el origen de su nombre, manifestando que:
... esta provincia de Caracas tiene de Oriente a poniente como
treinta y cinco leguas y de norte a sur como veinte y cinco leguas
de la mar a los llanos llamase todo esta provincia generalmente
entre españoles Caracas por que los primeros cristianos que a
ella vinieron con los primeros indios que hablaron fue vna
nación que se llamaba caracas que esta en la costa del mar y
aunque en esta provincia ay otras naciones yndios demas
cantidad que los caracas ... tomo el nombre de esta provincia de
los caracas por lo arriba dicho y esta nación de indios caracas
tomo este nombre por que en su tierra ay muchos bledos que en
su lengua se llaman caracas (Pimentel, 1927a, pp. 231-232)
68
modelando de esta forma la estructura actual. A finales de este período y
durante el Terciario Inferior, se intensifican estos procesos orogénicos
69
70
responsables del levantamiento del bloque de El Ávila (Wehrmann, 1972 visto en
Villarroel, 1974).
Los valles intermedios son de dos tipos que podemos llamar Valles
menores y valles mayores. Los valles menores, entre los que se encuentran
el de Macarao, los de Altos Mirandinos, el Hatillo, Alto Hatillo y el de
Baruta, situados en las inmediaciones de la Serranía del Interior, son
originados por la erosión de los afluentes del río Guaire, asumen la forma
de “V” como evidencia de la acción fluvial. En el caso de los valles
mayores, que lo viene a representar el Valle de Caracas, es de origen
tectónico asumiendo una forma trapezoidal, debido a la acumulación
constante de los aluviones que provienen de las montañas (ver Fig. 2.1).
71
72
Desde el punto de vista geomorfológico, otro factor que influye en
el modelamiento de la región es el clima, especialmente los ciclos de
precipitaciones pluviales en las partes altas de las montañas, en donde el
agua de escorrentía arrastra los sedimentos desde la parte alta de las
mismas hasta las zonas bajas donde la pendiente es menor, provocando
acumulaciones de aluviones en forma de conos. Aunado a esto, está la
erosión causada por el río Guaire y sus afluentes, cuyas corrientes de agua
han ido erosionando la composición rocosa y han depositado, a lo largo
del tiempo, los sedimentos en los fondos de las depresiones. Este proceso
de erosión ha formado terrazas en la parte Norte del río, desapareciendo
las mismas hacia la parte Sur, esto debido a la poca consistencia del
terreno, que permitía una acción erosiva con mayor intensidad. Esto hace
que el Valle de Caracas sea un valle fluvial.
73
Haciendo referencia al Valle de Caracas, se puede decir que “es un
graven asimétrico limitado por fallas Este-Oeste, pronunciadas al Norte y
menos pronunciadas al Sur, en el que se intercalan abanicos fluviales
morfoclimáticos, depósitos lacustres y fluviales” (González de Juana,
1980, p 699).
74
75
El tiempo en que suceden los grandes cambios geológicos y
geomorfológicos trascienden al tiempo humano. Muchas generaciones
humanas se suceden en una era geológica, por lo cual, ellas sólo pueden
presenciar eventos geológicos y geomorfológicos poco trascendentales
para lo que significan un cambio en ese marco temporal.
76
Todo lo anterior evidencia que en el pasado esos eventos afectaron
a las poblaciones indígenas ancestrales que estaban asentadas en la región.
Los eventos tanto geológicos como geomorfológicos que hemos descrito
cumplen con períodos de recurrencia en su acción sobre el valle.
2.1.2.- CLIMA.
77
La influencia de la zona tropical sobre el clima del actual territorio
venezolano, se manifiesta a través de dos elementos importantes que a
saber son: la isotermia y la precipitación. La isotermia, es la diferencia no
mayor de 50 C en la temperatura promedio de los meses durante el año,
siendo una característica propia de los climas tropicales. Las
precipitaciones, tienen su gran importancia como manifestación que
acontece en el mayor tiempo del año, provocada por la convergencia de
vientos cargados de humedad en el trópico.
78
se originan precipitaciones medias abundantes, donde la media anual es
de 819 mm (Troconis, H. 1993). Las lluvias se presentan en el período
comprendido entre los meses de abril a noviembre. Particularmente, en
Caracas, durante los meses de abril, mayo y junio, son sumamente
abundantes, sin embargo, el día con mayor precipitación puede presentarse
fuera de este período.
79
intervención humana, ha provocado el aumento paulatino de la
temperatura.
Los vientos del Este y del Oeste que hacen su entrada al Valle de
Caracas pertenecen a una misma corriente que es la de los vientos Alisios
del Noreste. En su recorrido, una parte de ellos penetra a través de la
depresión de Barlovento y en el encuentro con numerosos accidentes
topográficos van descargando su humedad, hasta el momento que al llegar
al interior del valle, entrando por los lados de las Filas de Mariches, se
convierten en corrientes secas llamados vientos del Este de Caracas.
80
Los vientos que hacen su entrada a los Altos Mirandinos provienen
de Los Valles de Aragua y de los Valles de Tuy, en cuyo trayecto la
variada orografía modifica el curso de los mismos.
81
En este relato se encuentra una descripción de la hidrografía y de
las cordilleras que conforman nuestra región en estudio, arrojando datos
importantes sobre sus ríos principales en cuanto a su ubicación y trayecto
de sus causes.
82
del Río Guaire y del Río Grande o Caucagua, y al mismo tiempo
constituye un importante obstáculo para los vientos del Este (Vila, 1967b).
Los montes al sur y oeste del valle de Caracas esta alineados en una
dirección más o menos noreste, siguiendo el rumbo de la estructura
geológica presente en el área. Son mas bajos que la Serranía del Ávila y
tiene declives menos pronunciados y presentan valles angostos, la mayoría
de los cuales son paralelos a las filas de los montes. Sin embargo, algunos
son transversales (Dengo, 1951). Este conjunto se inicia al sur del valle de
Caracas y termina con el corte producido por el cauce del río Tuy (Vila,
1967a).
83
84
en la zona de Paparo. Anteriormente, el río Guaire debe haber corrido más cerca
de la zona de fallas, y más o menos paralelo a ellas.
85
- El Río Tócome, se origina al este de la fila maestra del Ávila (2.300
m.s.n.m.). Recibe por el oeste la quebrada Guayabal y atraviesa los
Chorros (Villarroel, 1974).
86
Por el sur el río Guaire también tiene importantes afluentes, ya que
su principal tributario dentro de la región viene en esta dirección, es el río
El Valle, que nace en la cortada del Guayabo con rumbo norte-sur.
También se encuentran en este sector sur los ríos Macarao y San Pedro
(ver Mapa 2.1). El primero nace en el Cerro de Las Peonías y recibe como
tributarios una serie de quebradas como son Sabaneta, Aguare, Las
Marías, Llano de Cura, El Cajón y Los Indios (Vila, 1956). El río San
Pedro nace en el cerro Los Canjilones, al norte de la población de El
Jarillo, en su recorrido pasa por los valles de San Pedro y los Teques, en
dirección sur hasta encontrarse con el río Macarao, para dar origen al
Guaire, como ya se refirió anteriormente.
Entre otros tributarios importantes del Guaire, que vienen desde el sur
se encuentran el río La Vega y la quebrada Baruta.
2.1.4.- SUELOS
Estos suelos han sido clasificados como suelos del orden zonal,
dentro del gran grupo de suelos color marrón rojizo lateríticos propios de
la zona norte del país. En donde, debido a su clima tropical menos lluvioso
87
con respecto a otras zonas del país, han tenido un proceso de laterización
menos intenso (Villarroel, 1974).
88
2.1.5.- FLORA.
89
factores climáticos cambiantes asociados como lo son la temperatura, la
presión, la disminución de oxígeno, entre otros, que influyen en un
proceso de adaptación de las especies vegetales, lo que conlleva a que en
cada piso altitudinal exista un determinado tipo de vegetación.
90
existencia de amplias áreas de sabanas en el Valle de Caracas, de
aproximadamente un 30 a un 50 % de extensión, ubicadas en las laderas
meridionales del Ávila, de La Silla de Caracas y del pico Naiguatá (Pereira
y Aso, 1984).
91
ecológicos, entre ellas se encuentran: Micay (Axonopus aureus) (Vareschi,
1968, p. 45); yaragua (Melinis minutiflora) (Ibid., p. 47); gamelote o
hierba de Guinea (Panicum maximum) (p. 49); Taparón (Miconia
albicans) (Ibid., p. 51); hipericón (Hypericum thesiifolium) (Ibid. p. 53);
salvia (Hyptis fulva) (Ibid. p. 56); fruta de culebra (Coccocypselum
lanceolatum) (Ibid. p. 56); clavel de pozo (Sipanea hispida) (Ibid. p. 58);
hierba San Martín (Sauvagesia sprengelii) (Ibid., p. 61), y taurepán
(Bubostylis paradoxa) (Ibid., p.61) .
92
(Caesalpinia coriaria) (Biord, 1995, p. 249), que se empleaba para
producir tinturas y tiene acciones astringentes; el onoto (Bixa orellana)
(Ibid., p. 270), empleado como repelente de mosquitos y como tintura para
tatuaje corporal, y el manzanillo (Thevete peruviana y Posoqueria
latifolia) (Ibid, p. 270), utilizado para preparar veneno.
La llamada selva de transición lleva este nombre por ser este piso
altitudinal una etapa intermedia entre la selva nublada y selva veranera,
esta condición hace que ésta posea una composición vegetal muy
heterogénea, convirtiendo esta zona en difícil de identificar por
componerse por especies vegetales de los niveles contiguos. Ésta ocupa las
vertientes medias del Ávila y de la Silla de Caracas, entre los 1600 y 1800
m.s.n.m.
93
Montaña (Brownea grandiceps) (Ibid., p. 21); Cují (Acacia) (Ibid., p. 21);
el guamo (Inga Edulis, I. fastuosa, I. spectabilis, I. panurensis) (Biord,
1995, p. 249) y (Inga spp) (Tello, 1968, p. 22); mamón (Melicocca)
(Tello, 1968, p. 22), que eran utilizados para la construcción y cultivados
también para comer; el indio desnudo (Bursera) (Troconis, 1995, p. 21);
Majagua o Damahagua (Eliocarpus trichopodus) (Tello, 1968, p. 23);
Rabo de Iguana (Piptadenia) (Troconis, 1995, p. 21) y Roble
(Platymiscium diadelphum, (Tello, 1968, p. 23), el cual era utilizado para
la construcción.
94
pubescens) (Ibid., p. 21), y caoba (Swietenia macrophylla) (Biord, 1995, p.
248).
95
composición florística muy heterogénea, ya que limita, desde su naciente
en el Subpáramo hasta su explayamiento o desembocadura en la Sabana,
con todos los pisos altitudinales nombrados, en donde cada uno de estos
comparte con este piso parte de su flora. Algunas especies que
comúnmente crecen en este piso son: el yagrumo (cecropia purpurea)
(Troconis, 1993, p. 21); el copey (Clusia) (Ibid., p. 21), y la Turagua
(anona purpurea) (Ibid., p. 21).
2.1.6.- FAUNA.
96
anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos; y por la rama de los
invertebrados, sólo se mencionarán los insectos, arácnidos y moluscos.
(Postigo, 1955).
97
describe las principales especies de anfibios presentes en el lugar del
estudio, que pasamos a mencionar a continuación:
98
pegajoso líquido similar al látex, y a medida que se seca se convierte en
una especie de chicle muy difícil de quitar, si se encuentra en gran
cantidad provoca estornudo, y si por alguna razón se lleva a los ojos éstos
se irritan al punto de imposibilitar la visión y provocar dolores de cabeza,
pero sin efectos permanentes; la ranita (Hyla misera) (Ibid., p. 280), a
pesar de ser ésta una especie de apreciada abundancia, es difícil de
conseguir por tener hábitos nocturnos, además de adherirse a las hojas de
las plantas de forma tal que quedan completamente escondidas; la ranita de
cristal (Cochranella fleishmanni) (Ibid.), debe su nombre a que posee la
parte ventral de su cuerpo transparente, lo que permite ver su corazón
palpitar así como otros órganos, es vista actualmente en las quebradas de
Caurimare.
Los reptiles son especies muy preciadas por sus pieles, además de
utilizarse en rituales y como elementos medicinales. Su carne se
consumía y el veneno de algunos de ellos era utilizado para la caza y la
guerra.
99
Dentro de este grupo del reino animal serán descritas las
serpientes, venenosas y no venenosas, que habitan o han habitado la
región histórica, debido a que estas son las más citadas en la bibliografía
referida al tema. Las pocas referencias de otras especies de reptiles
provienen de los trabajos de Marco Aurelio Vila (1967b), quien
menciona el caimán (Cocodrylus acutus) (Ob. Cit., p.105) ubicado en el
Río Tuy y sus afluentes, pero agrega que la baba (Caiman sclerops)
(Ibid) y la Iguana (Iguana iguana) (Ibid.) son especies de mayor
abundancia, aunque la segunda posee mayor amplitud de dispersión.
100
como lo indica su nombre, es verde. Es común encontrarla tanto en el
Valle de Caracas como en sus alrededores.
101
venezuelanus) (Ibid., p. 312), (Hetherondon guianenses) (Ibid., p. 312),
(Scitale neuwiedii) (Ibid., p. 313).
102
sonaja que posee en la cola, que genera un ruido particular cuando la
serpiente se irrita. Además posee un potente veneno, que ataca el sistema
nervioso y el aparato urinario.
103
La Mapanare ó Viejita (lachesis medusas) (Ibid., p. 323), es una
especie endémica de la parte central de la Cordillera de la Costa,
reconocida por su veneno. Es de tamaño pequeño (de 0,50 mts. a 0,70
mts.), de color gris a pardo claro y con manchas transversales
blanquecinas.
104
(Ibid.); Ernst (1877) a la anguila (Synbranchus marmoraus) (Ibid., p.
230), al corroncho (Hypostomus sp.) (Ibid.), poecílido (Poecilia
vivipara) (Ibid.) y a un bagre pimelódido (Sorubimichthys planiceps)
(Ibid.), esta especie de dudosa existencia de la ictiofauna del Río Guaire;
y, por último tenemos a Steindachner (1882) que menciona un corroncho
Chaetostomus (Ancistrus) dolichopterus (Ibid.).
105
Guarita, ambas en Baruta, y en la quebrada Tusmare en el Hatillo; el
Corroncho (Riuulus bondi) (Ibid., p. 241), capturado en la Quebrada
Sorocaima, tributario del Río Valle, cerca de La Mariposa. (Schultz,
1945); la Sardinita Gupi (Poecilia reticulata) (Ibid., p. 243), de la que
Peters (1859) señala que fue encontrada en el río Guaire; la Sardinita
Gupi (Girardinus reticulatus) (Ibid.), según Schultz (1949) fue
encontrada en el río Valle y Fernández, Yépez y Martín (1952) también
señalan que fue encontrada en la quebrada Ojo de Agua y en uno de sus
afluente, la quebrada El Encantado, también en la quebrada Los
Guayabitos, río Suapire, quebrada la Guairita y en la quebrada Tusmare;
la Sardinita Gupi (Lebistes reticulatus) (Ibid.) según Gunther (1866)
esta especie también fue hallada en la región de estudio, pero no se
especifica el lugar; la Anguila (Symbrandus marmoratus) (Ibid., p. 246),
según Bloch (1795) fue capturado en la Quebrada del Ávila y otros
riachuelos alrededor de la región histórica de nuestros ancestros,
Eigenmann (1920) la reseña también en el río Guaire y Fernández,
Yépez y Martín (1952) en la quebrada Ojo de Agua; el Mataguaro
(Crenicichla macrophthalma) (Ibid., p. 248), Heckel (1840) señala que
esta especie fue capturada en el río Suapire, Estado Miranda; Schultz
(1949) señala otra especie de mataguaro, la Sicydium punctatum (Ibid.,
p. 250), capturada al noreste de Petare, en una laguna.
106
2.1.6.4.- LAS AVES.
107
El bobito copetón vientre amarillo (Elania flavogaster) (Ibid., p.
370)
El canario de mangle (Dendroica petechia) (Ibid., p. 383)
El candelita gargantipizarra (Myioborus miniatus) (Ibid., p. 384)
El capa negra (Spinus psaltria) (Ibid., p. 406)
El chupaflor pechinegro (Anthracothouex nigricollis) (Ibid., p. 353)
El colibrí rubí (Chrysolampis mosquitus) (Ibid., p. 352)
El correporsuelo (Zonotrichia capensis) (Ibid., p. 407)
El curruñata saucito (Tanagra trinitatis)
El frutero cabecileonado (Thlypopsis fulviceps) (Ibid., p. 400)
El garrapatero (Crotophaga ani) (Ibid., p. 343)
El gran atrapamoscas listado (Myiodynastes maculatus) (Ibid., p.
374)
El guitio gargantiblanco (Synallaxis albescens) (Ibid., p. 361)
El maraquita (Scardafella sqammata) (Ibid., p. 340)
El paloma turca (Leptolila verreauxi) (Ibid., p. 341)
El paraulata lechosera (Saltador coerulescens) (Ibid., p. 401)
El paraulata ojo de candil (Turdus nudigenis) (Ibid., p. 378)
La pavita hormiguera (Thamnophilus doliatus) (Ibid., p. 362)
El perdiz (Colinus cristatus) (Ibid., p. 339)
El pico chato sulfuroso (Tolmomyias sulphurescens) (Ibid., p. 373)
El pico chato vientre perla (Idioptilon margaritaceiventer) (Ibid., p.
372)
El pico gordo guaro (Cianocompsa cyanea) (Ibid., p. 402)
El pitirre copete rojo (Myiozetetes similis) (Ibid., p. 369)
El ponchito pechicastaño (Grallaicula ferrugineipectus) (Ibid., p.
364)
La reinita (Coereba flaveola) (Ibid., p. 380)
La sauce (Tapera naevia) (Ibid., p. 344)
El semillero chirri (Volatinia jacarina) (Ibid., p. 406)
La tijereta (Muscivora tirannus) (Ibid., p. 367)
108
El tordito común (Tiaras bicolor) (Ibid., p. 405)
El titiriji (Talirostrum cinereum) (Ibid., p. 372)
El tordo mirlo (Molothrus bonariensis) (Ibid., p. 385)
El tordo negro (Quiscalus lugubris) (Ibid., p. 386)
El zamuro (Coragyps atratus) (Ibid., p. 337)
El turpial (Icterus icterus) (Ibid., p. 388), habita zonas áridas,
actualmente es muy importante por ser el ave nacional.
El trepador pico de garfio (Campyloramphus trochilirostris) (Ibid.,
p. 360), también se puede encontrar en las selvas transicionales.
109
Dentro de las Selvas nubladas del Valle y sus alrededores,
específicamente entre los arbustos que crecen bajo la alta vegetación, en
las selvas tupidas, zonas arbóreas, arbustivas y en el monte bajo, nuestros
ancestros podían encontrar las siguientes especies:
110
Las siguientes especies son cosmopolitas de la región histórica de
nuestros ancestros:
La ala de sable pecho violeta (Campylopterus falcatus) (Aveledo,
1968, p. 352);
La atrapamoscas cresta negra (Myiarchus tuberculifer) (Ibid., p.
373);
La atrapamoscas picón (Megarynchus pitangua) (Ibid., p. 368);
El azulejo golondrina (Tersina viridis) (Ibid., p. 389);
La cabeza de lacre (Tangara gyrola) (Ibid., p. 394);
La candelita migratoria (Setophaga ruticilla) (Ibid., p. 383), que
migra desde Norteamérica al país desde abril hasta septiembre;
El candelo (Piranga flava) (Ibid., p. 395);
El cardenal guanero (Piranga leucoptera) (Ibid., p. 396);
El cardenal migratorio (Piranga rubra) (Ibid., p. 395);
El carpintero habado (Centurus rubricapillus) (Ibid., p. 356);
El carpintero verde (Piculus rubiginosus), (Ibid., p. 355);
El chirito de chaparrales (Polioptila plumbea) (Ibid., p. 379);
El colibrí esmeralda (Chlorostilbon mellisuga) (Ibid., p. 351);
El colibrí Inca (Coeligena coeligena) (Ibid., p. 352), vive en las
selvas a más de 1000 mts. de altitud;
El colibrí pecho canela (Glausis hirsuta) (Ibid., p. 350);
El cristofué (Pitangus sulphuratus) (Ibid., p. 365);
El cucarachero (Troglodytes aedon) (Ibid., p. 376);
El currucucú (Otuscholiba) (Ibid., p. 345);
La curruñata Corona Azul (Tanagra musica) (Ibid., p. 391);
El gonzalito (Icterus nigrogularis) (Ibid., p. 387);
El gorro gris (Leptopogon superciliaris) (Ibid., p. 371);
La guacharaca (Ortalis Rificauda) (Ibid., p. 339);
El guaiti (Phacellodomus rufifrons) (Ibid., p. 362);
El hormiguero pechigris (Myrmeciza longipes) (Ibid., p. 363);
La lechuza listada (Asio clamator) (Ibid., p. 346);
111
El limpiacasa (Phaethornis augusti) (Ibid., p. 350);
El mirlo (Catharus aurantiirostis) (Ibid., p. 377);
La paraulata montañera (Turdus leucomelas) (Ibid., p. 378);
El periquito (Forpus passerinu) (Ibid., p. 343);
El pitirre chicharrero (Tyrannus melancholicus), (Ibid., p. 366);
La reinita gargantianaranjada (Dendroica fusca) (Ibid., p. 382), la
cual migra desde Norteamérica al país desde octubre hasta marzo.
La reinita montañera (Parula pitiayumi) (Ibid., p. 382)
El sirirí (Cyclarhis gujanenses) (Ibid., p. 379)
La tangara pintada (Tangara chrysophrys) (Ibid., p. 392)
El toche (Icterus chrysater) (Ibid., p. 386)
La tortolita grisácea (Columbigallina passerina) (Ibid., p. 340)
El tucuso de montaña (Cyanerpes Cyaneus) (Ibid., p. 382)
112
encontrados en los bosques de galería de la quebrada de Chacaito, a 1170
metros de altitud. (Ojasti y Mondolfi, 1968, p. 451)
113
arborícola de las selvas nubladas y de hábito vegetariano es la Pereza o
Perezoso (Bractypus infuscatus fluccidus) (Ojasti y Mondolfi, 1968, p.
446).
114
También pueden encontrarse en la región histórica ancestral al
Gato de monte (Felis tigrina pardinoides) (Ibid., p. 448); la Onza, Gato
Pardo u Ocelote (Felis yaguarundi), (Ibid., p. 435); el Puma (Felis
concolor) (Ibid., p. 448), visto en los Venados; el Tigre o Jaguar
(Pantheara onca) (Ibid., p. 450); el Huroncito (Mustela frenata
medridana) (Ibid., p. 448); el Cunaguaro (Felis (leopardus) pardalis)
(Pereira y Aso, 1984, p. 32 ).
115
el Insectívoro Brasileño (Eptesicus brasilensis) (Ibid.); el Insectívoro
Oscuro grande (Eptesicus fuscus miradorensis) (Ibid.), y el Escarchado
(Lasiurus amereus villosimus) (Ibid.).
116
2.1.6.6.- LOS ESCORPIONES (ARÁCNIDOS).
117
En el Guaraira Ripano: Chactas laevipes (Ibid., p. 213), Broteas
laevipes (Ibid.), Tityus bolivianus ecuadorensis (Ibid., p.215); en Los
Chorros y Los Rosales: Tityus clathratus (Ibid., p.217); en la actual
Ciudad Universitaria de Caracas: Tityus ramirezi(Ibid., p.217); en los
Chorros: Androcottus discrepans (Ibid., p.219); en los Venados: Tityus
melanostictus (Ibid., p.220);en el Distrito Federal y Los Teques: Tityus
spinipalpis (Ibid., p.221), Tityus discrepans (Ibid., p.219); en el Hatillo -
Estado Miranda-: Hadruroides lunatus (Ibid., p.221), Telegonus lunatus
(Ibid., p.221).
118
p.143), Physa rivales (Ibid., p.146), Physa acuta (Ibid., p.149), Physa
gyrima (Ibid., p.149), Succinea Tamsiana (Ibid., p.151), Succinea unguis
(Ibid., p.151), Limax lavéis (Ibid., p.154), Onchidium occidentale (Ibid.,
p.156) y Veroniella tenax (Ibid., p.129).
119
superficie de la tierra son entre pardas bermejas y
mezcladas en piedra marmoleña blanca rrequemadas y
ahondando algunos estados se an mostrado entre
moradas y azules y con el mismo guijarro blanco no se
sabe el secreto de lo que es (Pimentel, 1927b: pp. 287-
288).
120
TERCERA PARTE
121
las actividades de subsistencia y la cultura material asociada a tales desarrollos,
que en el ámbito de lo económico, político, social, tecnológico e ideológico nos
facilitó la reconstrucción de sus modos de vida y de cómo utilizaron el escenario
geográfico para lograr tales fines.
122
sucesivos estudios arqueológicos sistemáticos que se han venido realizando
en la región (Dupouy, 1952).
3.1.1.- LA TEORÍA DE LA H.
123
124
segmentos verticales, ubicados al este y oeste venezolanos, corresponden a
las contribuciones positivas que ha aportado el país a estas dos zonas de
desarrollo, como pudo haber sido la domesticación de la yuca (Rouse y
Cruxent, 1963).
125
hacia La Cabrera en la región del Lago de Valencia, sustentado esta
inferencia en las evidencias de la filiación que el material arqueológico de
estas dos regiones tiene como su posible centro el Perú. Sostiene Cruxent
además, que esas oleadas migratorias se extendieron luego hacia el norte a
través de la desembocadura del Río Orinoco y de la cadena de Las
Antillas.
126
3.1.2.- LOS TRONCOS LINGÜÍSTICOS: TIMOTO-CUICA,
ARAWACO Y CARIBE.
127
128
en algunas de las cuales, se encuentra la presencia de nieve perpetua. Existen en esta
región gran cantidad de páramos cubiertos de vegetación baja. Debido a la
influencia glacial se han conformado múltiples valles en forma de “U” y
lagunas como las de de Santo Domingo, Mucubají, Laguna Negra y
Laguna Verde. Los valles fluviales andinos, generalmente son alargados y
profundos, y las terrazas que se forman en ellos constituyen los suelos más
fértiles de la región donde se asentaron las poblaciones indígenas
ancestrales que se denominaron Timoto-Cuicas.
129
Trujillo. La segunda, que podrían ser los caquetíos del
noroeste de Venezuela, un grupo invasor. Algunos de estos
pueblos como Mucuria y Zamu, tenían poblaciones de hasta
2.500 habitantes, mayores que las que existían en los poblados
indohispanos hasta el siglo XVIII. (Ibid.)
130
el uso de terrazas artificiales. Emplearon la construcción de diques de
aguas en las alturas de las montañas, que luego trasladaban por medio de
canales o acequias hasta los sistemas de terrazas. No solo llegaron a
practicar la agricultura en las tierras altas sino también lo hicieron en las
tierras bajas, utilizando la técnica de la siembra intensiva a través de la
roza. Aprovecharon los diferentes pisos altitudinales para cultivar una gran
variedad de vegetales alimenticios. En cuanto a las creencias religiosas
habían alcanzado un mayor formalismo, que se ve evidenciado en sus
ceremonias rituales cotidianas, sus templos y las ofrendas votivas. Se
encuentra la presencia del chaman que era llamado “mohan”.
131
132
133
Para la llegada de los europeos existía una marcada dicotomía
lingüística en el territorio venezolano, representada por los pueblos de
habla arawaca y los pueblos de habla caribe.
134
3.1.3.- EL PROCESO MIGRATORIO CARIBE: SUS
MARCADORES ARQUEÓLOGICOS Y TOPONÍMICOS.
135
Lathrap (1970), Schwerin (1972), Meggers (1975), Durban (1977),
Roosevelt (1978, 1980) y Tarble (1985).
136
lingüísticos, etnohistóricos y etnológicos con las evidencias arqueológicas
(Tarble, 1985).
137
1) Una expansión a través del área de las Guayanas, que reemplaza
a grupos anteriores como los Arawac e independientes y a otros
cuyas lenguas no han sido clasificadas (Warao, Otomano,
Yaruro, Guahibo, Hoti, etc.). En la misma estuvieron
involucradas las siguientes subdivisiones lingüísticas: Caribe de
la Guayana este-oeste, Galibí, Caribe de la Guayana occidental y
Caribe del sur de Guayana.
2) Un moviendo desde la Guayana brasileña hacia el Amazonas
(Caribe del norte del Brasil y Caribe de la cuenca del Xingú).
3) Un movimiento desde la costa Caribe de Venezuela, a través de
los Llanos y el Orinoco, hasta el sur del Lago de Maracaibo y de
allí hacia la Sierra de Perijá y Colombia (Caribe de la costa)
(citado en Tarble, 1985, p. 49).
138
un gran auge en las riberas inundables de los ríos a través el cultivo del
maíz. Eso explicaría el porque en el caso de la yuca, ésta produce un gran
follaje en las tierras fértiles, sin afectarse el tamaño del tubérculo.
139
interfluviales selváticas, particularmente en la zona de
Guayana. Estos asentamientos eran pequeños, dispersos y
estaban y estaban integrados por una sola casa comunal
que servía de vivienda a unas 80 personas. La subsistencia
se basaba principalmente en el cultivo de la yuca y otros
tubérculos, pero también practicaban la caza, la pesca y la
recolección. La organización política era descentralizada,
con jefes locales con un poder que no era coercitivo, sino
más bien persuasivo. La actividad comercial jugaba un
papel importante para su vinculación con otras etnias, y
para la obtención de artículos básicos y de “lujo”.
3) […] La tercera estrategia corresponde a la sabana alta
(Escudo Guayanés). El patrón de asentamiento es aún más
disperso que en el caso anterior, debido a la pobreza de
recursos de la zona […] (Ob. Cit., pp. 51-52).
140
1) Primera modalidad: las comunidades que ocuparon la s
zonas interfluviales parecen haber adoptado una expansión
gradual, no lineal, debido, fundamentalmente, a que los
recursos que requerían para su estrategia adaptativa no
estaban concentrados en un solo sector, sino dispersos en
toda la región (…) La dirección de las migraciones para
esos grupos no fue intencional.
2) Segunda modalidad: los recursos requeridos para el patrón
ribereño están localizados de manera mucho más
restringida (tierras fértiles y régimen de lluvias adecuado
para el cultivo del maíz, pesca abundante, ríos navegables
para el comercio, etc.). Estas condiciones, aunadas a la
lucha por el control de las rutas comerciales, originaron
movimientos migratorios de carácter lineal y más
intencional […] el poblamiento de las riberas de los
grandes ríos siguió una cierta secuencia: en primer
momento los asentamientos se distribuyeron a lo largo del
río […] Luego, fueron ocupados los espacios intermedios.
En vista de que la explotación basada en el cultivo del
maíz-fríjol-yuca, y en la caza y la pesca, permite una
mayo densidad de población, los primeros asentamientos
pudieron crecer más y convertirse en los grandes centros
poblados o “provincias” que mencionan los cronistas […]
Al saturarse los sitios ribereños, se iniciaron las
migraciones tierra adentro o hacia otras zonas ribereñas.
3) Tercera modalidad: dentro de las sabanas altas […] los
movimientos de población dependieron principalmente de
las vías terrestres. La relativa pobreza de este medio
ambiente de sabana alta, en relación con las anteriores,
ocasionó reubicaciones más frecuentes y a mayores
distancias, en busca de parches selváticos para la
agricultura de tala y quema. Las “vecindades”, […] en este
patrón de asentamientos, estarían, por lo tanto, formadas
por casas aisladas (Ob. Cit., p. 54).
141
El modelo de expansión Caribe planteado por Tarble (1985),
consta de 4 cuatro etapas que a saber son las siguientes:
1) Primera etapa: data del 2500 A.C. – 1500 A.C. corresponde a la lenta
expansión de grupos sedentarios cuyo desplazamiento es determinado
por la abundancia y estacionalidad de la cacería y la recolección. El
centro de expansión se encontraba ubicado en la Guayana de
Venezuela, Guyana, Surinam o Guayana francesa (ver Mapa 3.5).
2) Segunda etapa: comienza alrededor de los 1500 A.C. (ver Mapa No
3.5), la estrategia de subsistencia a base del cultivo de la yuca
transmitido por lo Arawacos, los grupos Caribes experimentaron una
mayor sedentarización y aumento de la población. Las dinámicas
internas de cada pueblo (crecimiento/escisión, reubicación por
creencias o razones de salud), los factores ambientales (disminución de
recursos: caza, pesca, tierra cultivable cercana) y los factores sociales
(guerras, invasión de otros en expansión) pudieron haber influido en
los movimientos migratorios de esta etapa. Los Caribes se expanden a
través de las Guayanas, manteniendo un patrón de asentamiento
interfluvial, pero existe la probabilidad que se generan enfrentamientos
bélicos entre los grupos que dominaba los grandes ríos y los que
provenían del interior.
3) Tercera etapa: acontece alrededor del 400 D.C. cuando algunos grupos
Caribes desde el Amazonas o el Orinoco tendieron a dominar sectores
de los ríos circunvecinos, en los cuales desarrollaron nuevas estrategias
de adaptación (ver Mapa No 3.6). El complejo maíz/fríjol/calabaza
proveyó una fuente de proteína adicional a la proveniente de la caza o
la pesca, cuya disponibilidad fluctuaba estacionalmente. Unido a este
complejo proteínico se presentó la intensificación de las actividades
comerciales e interactivas con otros grupos de la región, cuyas posibles
repercusiones en lo social, económico y tecnológico se manifestaron
en un crecimiento de la densidad demográfica, una mayor
jerarquización política y ritual, nuevas inventivas tecnológicas y la
142
intensificación de las actividades agrícolas que conlleva a la
producción de excedentes, la especialización de otros productos para el
intercambio comercial, disputas territoriales, un aumento de la
actividad bélica y la utilización de “esclavos”.
Por no haberse alcanzado, durante este período, niveles más altos y
sofisticados de tecnologías aplicadas a las actividades agrícolas. Los
grupos humanos con una incipiente agricultura basa en el cultivo de la
yuca estarían limitados a asentarse en las franjas de las tierras
aluvionales de los grandes ríos. Los grupos humanos de las tierras
interiores, seguirían su proceso de expansión a través de las Guayanas,
empleando como vías los ríos secundarios.
4) Cuarta etapa: data del 1000 D.C. a 1500 D.C. y durante este período se
incrementa la actividad bélica y comercial, tal vez inducida por un
fuerte crecimiento de la población en las zonas ribereñas causada por
un mayor desarrollo de la agricultura. Los destinos de las migraciones
fueron los siguientes: por presiones de otros grupos (como los
Tupiguaraní y los Arawacos) que venían expandiéndose desde el sur y
el oeste pudieron haber desalojado a los Caribes del Orinoco Medio;
siguiendo los ríos secundarios se expanden fuera del Orinoco, hacia el
noreste y el noroeste, en busca de tierras aptas para el cultivo del
complejo maíz/fríjol/calabaza, que en el caso de no conseguirlas
pudieron readoptar el cultivo de la yuca; por vías fluviales y terrestre
los grupos del interior de Guayana se seguirían expandiendo; por
presiones de otros grupos, los Caribes penetraron más hacia la ribera
sur del Orinoco y hacia las sabanas altas, como la Gran Sabana y
Sabana de Rupununi. (ver Mapa No 3.7).
143
Mapa No 3.5
144
Mapa No 3.6
145
Mapa No 3.7
146
las lenguas Caribe, el cual se ubica geográficamente en Venezuela y
Colombia como sigue a continuación:
147
Warikyana (900 A. P.)
Parukoto (1300 A. P.)
Wayumara (1300 A. P.)
Yekuana (E. Amazonas) (900 A. P.)
Caribe del Sureste de Colombia (2300 A. P.):
Hianacoto (1000 A. P.)
Carijona (1000 A. P.)
Guaque (1000 A. P.)
Caribe de la Cuenca del Xingú (2800 A.P.):
Nahubwa (700 A. P.)
Bakairi (700 A. P.)
1) Primera etapa: a partir de los 3000 A.C., los grupos de habla Pro-
Caribe se dispersaron lentamente por las Guayanas, en donde
lingüísticamente se produjo una fragmentación formándose los grupos
del norte y los del sur. Para esta fecha la única evidencia arqueológica
de la presencia de los grupos Caribes en estas regiones nos la
suministran los restos líticos de Tukupen y Canaima en la Sabana Alta
de la Guayana venezolana (Cruxent, 1971), y en Sipaliwini, en
Surinam (Boomert citado en Tarble, 1985).
148
2) Segunda etapa: a partir del 1000 A.C., asociada a la introducción del
cultivo de la yuca y la expansión a través de las sabanas, se produjo la
separación de tres grupos lingüísticos Caribes: Guayana occidental,
Guayana este-oeste y sur de Guayana. Las evidencias arqueológicas
son muy limitadas en lo que respecta a los grupos Caribes del interior
de Guayana. La fase Corobal (Evans citado en Tarble, 1985) ubicada
en el río Ventuari, del actual Estado Amazonas, es una posible
correlación con algún grupo Caribe de la Guayana occidental a pesar
de ser situada en 800 A.C. a 500 D.C.
4) Cuarta etapa: comprendida entre los 1000 D.C. y 600 D.C Los
portadores de la cerámica con cauxí dominan toda la región del
Orinoco, presentado una densidad demográfica bastante alta y
evidenciada por el gran volumen de restos arqueológicos encontrados
en esa región. Los grupos asociados con la Serie Arauquinoide se
trasladaron fuera del Orinoco dirigiéndose hacia los Llanos
149
occidentales como lo evidencian los sitios Caño Caroní (Edo. Barinas),
Turén (Edo. Portuguesa), Matraquero y Guayabal (Edo. Guárico). En
este período aparecen en el escenario regional un nuevo grupo portador
de la cerámica que muestra semejanzas con los estilos de las series
Arauquinoide y Valloide en el Orinoco Medio (Zuchi y Tarble, 1984)
y en la zona de Valencia (Cruxent y Rouse, 1982). Este nuevo grupo se
le asocia con la Serie Valencioide, cuyos estilos se encuentran en la
costa norte de Venezuela, en la cordillera de la Costa (entre Tucaras y
Río Chico), y en el archipiélago de Los Roques (estilo Krasky). Las
evidencias arqueológicas reflejan una expansión de los grupos Caribes
de la costa a partir del Orinoco Medio hacia el norte utilizando dos
posibles vías de migración: hacia la cuenca del Lago de Valencia vía
los ríos Portuguesa y Pao, y hacia la costa oriental por el Guárico y el
Unare. Expandiéndose luego al resto de la costa y la Cordillera
Central. De igual forma, lo hicieron además por el Apure y El Meta,
donde sin embargo debieron encontrar resistencia en los grupos que ya
estaban asentados allí.
150
forma una interpretación más integral del fenómeno, cuyo enfoque
coincide con la visión metodológica de la presente investigación.
151
152
153
Los apéndices modelados-incisos con los que están decorada la
cerámica del estilo Arauquín, guardan una cierta semejanza con los del
estilo Barrancas.
154
Los marcadores toponímicos están representados por los nombres
de los sitios geográficos, y son el producto de la toponimía, la cual es una
disciplina que une a la historia, la geografía y la lingüística que consiste en
“[…] el estudio integral en el espacio y en el tiempo de los aspectos:
históricos, geográficos, socio-antropológicos y lingüísticos que
permitieron y permiten que un nombre de lugar se origine y subsista”
(Salazar Quijada, 1978, p. 8). El estudio toponímico permite la obtención
minuciosa de nombres geográficos indígenas, que con sus subsiguientes
análisis etimológicos y semánticos podemos proporcionar datos valiosos
para reconstruir el pasado.
155
continuación sus significados (Arístides Rojas, 1882; Salazar-Quijada,
1993; Cruxent, 1971; Chiossone, 1992; Casale, 1997; Montenegro, 1983)8:
8
El glosario de los topónimos es agregado al texto de manera directa y no como un anexo, con el
fin de permitir que a través de la lectura y análisis de primera mano de los mismos, se logre
relacionarlos dentro del contexto teorico-analítico que se viene planteando.
156
Cotos que es lo mismo que Gotos, que significa “Pueblo”, dialectos
Caribes. Se traduce, pues, como “el pueblo de las Báquiras”.
157
CAROHOTA: Término indígena, exclusivo de Venezuela, de origen
estrictamente Caribe. Se trata de la popular haba criolla, de intenso color
negro, plato obligado de la cocina nacional. Su nombre taxonómico es
phaseollus vulgaris.
158
nombre fue dado a un jefe indígena que dominó parte de la región aledaña
a Caracas.
159
GUAICAIPURO: (Municipio del Estado Miranda). El nombre del
municipio honra la memoria del indómito jefe de los indios Teques y
Caracas (Caribes), quien acaudilló la resistencia a la penetración española
de la región centro-norte de Venezuela. Guaicaipuro. Es palabra de origen
indígena cumanagoto (Caribe) que proviene de las voces Guaica “punta”,
“espina”, “lanza” e Ipur “cerro”, “colina”, de donde Guaicaipuro equivale
a “El lancero de la colina”.
160
cuando otro animal lo acecha, éste despide un mal olor tal que espanta a su
atacante. Se conoce igualmente con el nombre de Mapurite, a la Petiveria
alliacea, pequeña planta humilde con olor a ajo, cuya raíz machacada se
aplica sobre las muelas careadas para quitar el dolor, se le atribuye poder
abortivo y vermífugo. También se conoce con este nombre a un árbol de
tronco grueso (Fagara chiloperone), cuyas hojas tienen un fuerte olor que
recuerda al orín del mapurite y se dice que tiene efectos medicinales.
161
MINAS DE BARUTA: (Parroquia del Municipio Baruta, Estado
Miranda). La parroquia tomó el nombre de su capital. La denominación
del lugar recuerda unas minas de oro que fueron explotadas desde épocas
de la colonia. La voz Baruta, es de origen Caribe.
TEREPAIMA: este fue un cacique del pueblo de los Arbacos, el cual dio
muerte al conquistador Juan Rodríguez Suárez fundador de Mérida. El
dominio de este cacique alcanzaba los confines del río Unare. La loma de
los Arbacos se le conoce con el topónimo de Loma de Terepaima, pero
actualmente se le da el nombre de Fila de Marquez.
162
TOROMAIMAS: Este pueblo habitaba las inmediaciones del Valle de
Caracas y en las costas del litoral, teniendo su lugar de asiento en el lugar
donde más tarde los españoles fundaron la ciudad de Santiago de León de
Caracas. Entre los caciques más renombrados de este pueblo, tenemos:
Guaicamacuto, Guaraguta, Tiuna. Se le da también el nombre de
Toromayma a un pájaro que en su canto da la impresión que dice
“mayma” y por se llamado los pájaros “Toro”, surge este vocablo
compuesto que quiere decir “pájaro que canta mayma”.
163
la cruel conquista por parte de los españoles a partir del siglo XVI; 4) la
identificación de personajes indígenas en funciones de mando
denominados caciques; y 5) datos sobre algunas especies botánicas y
faunísticas conocidas y utilizadas por estas culturas indígenas.
164
[…] es una clase de fenómenos extrasomáticos y
suprabiológicos. Tiene una existencia que antecede al
nacimiento de todo individuo. Son externos a él e influyen
sobre él desde afuera. Son tradicionales; pasan de una a otra
generación, y pueden ser tomados en préstamo, lateralmente,
de contemporáneos y vecinos. La cultura consiste en
creencias, costumbres, instituciones, herramientas, utensilios,
etc. Que se apoderan de los organismos del Homo sapiens
desde el momento en que nacen y los moldean y conforman de
uno y otro modo (p. 194).
165
proceso, es necesario conceptuar lo que es medio ambiente y lo que es la
adaptación como proceso, y asumir la cultura como un sistema y no un
conjunto de ideas, valores y creencias compartidos. Para ello, hay que
compartir las conceptualizaciones que maneja la ecología cultural como
modelo teórico metodológico de la antropología.
166
La ecología cultural da un peso preponderante a los factores
extrasomáticos, denominados factores culturales, como elementos causales
de la transformación del ambiente natural en un ambiente efectivo, que es
capaz de permitir, a través del proceso de la adaptación, la sobrevivencia de
las agrupaciones humanas. La adaptación se concibe como “un proceso que
relaciona a los sistemas culturales con el medio ambiente” (Kaplan y
Manners, 1979, p. 145). Los antropólogos al estudiar una cultura
determinada, asumen que los humanos que la portan han logrado una
adaptación exitosa con el medio ambiente; de lo contrario, la cultura se
hubiera extinguido dejando apenas rastros arqueológicos de su existencia o
evidencia arqueológica de su fracaso adaptativo.
167
El primer aspecto, el sistema es un todo conformado por partes,
denominadas subsistemas, que tiene una clara relación con su entorno (con
el cual intercambia información, energía, insumos, entre otros) este último, a
su vez, puede de ser un sistema mayor denominado supersistema.
168
consanguínea en familias nucleares y extendidas, caseríos, aldeas, pueblos,
ciudades; siendo éstas las estructuras de asociación que llevan al
establecimiento de una sociedad humana. La función del subsistema social
podría ser en este ejemplo, el logro de la agrupación en sociedad de los seres
humanos a través de esos mecanismos culturales.
169
Fig.3.1.- La cultura como sistema.
170
subsistencia. De esta forma el estudio etnográfico de los pueblos Caribes que
ancestralmente habitaron la Región Histórica de Caracas fue abordado a
través de los subsistemas que conformaron dicha cultura.
171
las múltiples formas que adoptan los sistemas de interrelación
y las expresiones culturales (sistemas de organización social,
costumbres y normas comunes, pautas de conducta, lengua,
tradición histórica, producción material, etc.) y que está
condicionada y definida por las particularidades de su
estructura y dinámica sociohistórica, directamente relacionada
con los procesos de identificación intra-societal a nivel de la
conciencia habitual del grupo, en correspondencia con las
condiciones fundamentales del modo de vida particular, al fin
de sustentar y dar viabilidad histórica a las condiciones
particulares de desarrollo de la sociedad (Navarrete, 1990, p.
61)
172
social, dándole un tratamiento al medio ambiente circundante buscando la
transformación de éste y adaptándolo culturalmente a la estructura social
identitaria.
173
además, habitaba el núcleo familiar del individuo y por ende donde estuvo
asentado su hogar. En este espacio y gracias a las filiaciones de parentesco
y a los elementos que hacen capaz la identidad cultural consciente entre
los miembros del mismo grupo, es donde operan las relaciones
intrasocietales entre los individuos que componen al grupo social. El
segundo, es el espacio que denominaremos extralocal, que se encuentra
más allá de las inmediaciones del asentamiento, en el que entraron en
contacto con otras agrupaciones sociales a través de relaciones positivas y
negativas que pasamos a denominar como relaciones intersociales. Las
relaciones intersociales positivas pudieran quedar representadas por el
intercambio de bienes, ideas y establecimientos de acuerdos en la
explotación conjunta de los recursos naturales de esos ambientes
extralocales; y las relaciones negativas, por desacuerdos y desavenencias
entre los grupos socioculturales frente a la explotación ambiental. A pesar
de unas relaciones intersociales positivas como las descritas, los grupos
implicados en ella conservan la identidad cultural que posee cada uno, la
cual se originó en la relación con el ambiente local donde estaban
asentados (ver Fig. 3.2a y Fig. 3.2b).
174
Sociedad Tribal
ESPACIO LOCAL
175
Sociedad
Sociedad Tribal
Tribal
Espacio
Espacio Local
Local
Sociedad
Tribal
Espacio
Local
Espacio Extralocal
llocal
176
pero que tendieron a diferenciarse muy poco en las actividades extractivas
y productivas cuando se habla de la explotación de los recursos naturales,
en todo el ámbito del espacio geográfico de la mencionada región. Esa
poca diferenciación puede posiblemente deberse a que las características
físico-naturales de las localidades, que componen el espacio geográfico de
la Región Histórica, son muy semejantes entre si, lo que implicaría la
ejecución de actividades extractivas y productivas semejantes dentro del
marco de las estrategias adaptativas de estos grupos étnicos a ambientes
similares.
177
a una serie de relaciones determinadas por los vínculos identitarios que se
forman a partir del uso del espacio local.
178
éstos presentaron luego de su visita al actual territorio de a Venezuela.
Esto, junto con la aparición de los indios Caracas en las actividades de
resistencia indígena que se llevaron a cabo en la región en contra de los
españoles, pudo provocar la equivocada suposición de que esta sociedad
tribal habitaba en el valle que actualmente lleva su nombre.
179
180
La sociedad tribal de los Tarmas, mayormente concentrada en el Litoral Central,
se relaciona con la Región Histórica porque sus poblados llegaron a
asentarse en las localidades adyacentes a la quebrada de Tacagua, las
cuales se caracterizan por estar ubicadas en una zona bastante montañosa
con fácil acceso al mar. Esto hace suponer, que las poblaciones Tarmas de
esta zona estaban muy cercanas a la zona territorial de los Toromaimas,
los cuales se ubicaban al Sureste, limitando también con los Cheregotos al
Suroeste (ver Mapa No 3.10).
181
Embalse de La Mariposa, La Boyera, Pozo de Rosas, Las Guamas. Este
espacio esta irrigado por el río San Pedro, y sus quebradas tributarias La
Guama, La Virgen, El Rincón y Carrizal; constituyéndolo además los
valles de Los Altos Mirandinos. El área de influencia de Los Teques
limita: con los Toromaimas, al Noreste, con los Cheregotos, al Noroeste;
con los Arbacos, al Oeste; con los Paracotos, al Sur; y con los Mariches, al
Este (ver Mapa No 3.10).
182
3.2.3.-ASPECTOS ETNOGRÁFICOS DE LA CULTURA DE
LAS SOCIEDADES TRIBALES INDÍGENAS
ANCESTRALES.
183
En el subsistema social de los pueblos Caribes, se estudiaron sus
relaciones de parentesco, la familia, el matrimonio, para poder entender la
estructura social que poseían dichos grupos, y a través del estudio de los
patrones de asentamiento, saber como se organizaron para ocupar el
espacio doméstico. A continuación se presentan los resultados
encontrados.
184
actividades provocaran una desatención del hogar, pues siempre
existirían otros miembros de la familia extendida que atenderían las
labores del mismo.
185
el hijo a la madre y algunos a sus hermanas y desto aun se duda por
que de todas las demas usan mal hasta padres con hijas” (ob. Cit.,
p. 129). Pero al parecer, existió el tabú al incesto, como todas las
sociedades lo tienen, de donde las uniones entre padres e hijos, y
entre hermanos eran prohibidas. El incesto actuó en estos casos en
función a los sistemas de parentesco de los pueblos Caribes (Biord,
2002).
186
3.2.3.1.3.- RELACIONES DE PARENTESCO Y RESIDENCIA
POSTMATRINONIAL.
187
En el caso de los pueblos indígenas Caribes la relación de
parentesco es patrilineal. El etnógrafo Julio Salas (1921), nos
refiere en el caso de las incursiones bélicas Caribes para raptar
mujeres a otras tribus, lo siguiente:
188
Por otra parte, los hijos varones desde muy pequeños eran
adiestrados en conocimientos y estrategias de guerra, lo cual era de
su suma importancia. Cuando llegaban a la edad adulta se iban a
formar sus propias familias siguiendo el mencionado patrón
matrilocal, pero al momento de una incursión bélica contra otra
comunidad étnica, los mismos eran convocados, por un jefe mayor
y de gran prestigio, y éstos asistían para combatir
mancomunadamente.
189
Estos grupos representativos de familias extendidas se
asentaban en pequeñas aldeas, las cuales estuvieron conformadas
de tres, cuatros, seis casas o más, que los españoles del siglo XVI
llamaron barrios. Hay evidencias de que estas casas pudieron ser
viviendas multifamiliares. Las aldeas estaban separadas entre sí
con distancias aproximadas de dos (2) kilómetros, esto
aparentemente se atribuye a la necesidad de proveer a cada
comunidad de una cantidad suficiente de tierra alrededor de la
vivienda.
190
organización social de los pueblos Caribes, como lo podemos
evidenciar en el siguiente relato, proveniente de la obra de J. C.
Terrero Monagas, denominada “Ana Carina Rote”, publicada en
1933:
191
estratificada europea el esclavo era permanente, victima de la más
vil segregación y jamás podía tener la aspiración de formar parte de
la misma en iguales condiciones que el resto de sus integrantes.
192
precisamente la contradictoria visión de los cronistas a este
respecto.
Por una parte, las crónicas españolas del siglo XVI hacen
reiterada referencia al carácter guerrero de estos indígenas Caribes,
con un amplio conocimiento de fabricación de venenos de plantas
que utilizaban para impregnar sus puntas de flechas y así aumentar
la capacidad destructiva de dichos artefactos de guerra, también
hacen alusión a un gran número de caciques que en la región
organizaban y comandaban a los grupos indígenas en contra de los
invasores españoles. Por otra parte, las crónicas también hacen
referencia a la carencia de organización política de estos grupos
indígenas, como se evidencia en la “Relación del Gobernador
Pimentel” sobre la Provincia de Caracas (1578), al decir que “[…]
los naturales de esta provincia no tuvieron ni pulicia en cosa de
justicia ni en otra cossa que a esto parezca en [sic por es] behetría
que como no ay ni avido caciques ni señores no han tenido a quien
obedecser”. La reiteración de esta negación se continua
encontrando en esta fuente, cuando se expone que “no ay ni se ha
podido averiguar que en toda esta provincia de Caracas aya avido
caciques ni Señores de propiedad e señorio ni tributavan a
ninguno” (Pimentel, 1927a: p. 237) Esta última postura de las
fuentes pudiera estar influenciada por el carácter etnocéntrico de
los españoles, que les conllevó a desconocer todo tipo de avance y
desarrollo en la cultura aborigen, diezmándola en todo momento
(Biord, 2002).
193
subsistencia en el medio ambiente, en el cual tiene sus
asentamientos o poblaciones.
194
a su vez a sus relaciones de parentesco. Este tipo de familias, que
es equiparable a los grupos domésticos definidos por Sanoja y
Vargas, se asientan en el espacio geográfico de la región formando
aldeas en las distintas localidades que la conforman. Estas aldeas
supuestamente dirigidas por un jefe de familia o de grupo
doméstico, a través de factores de identidad cultural tienden a
conformar una estructura mayor como lo es la sociedad tribal.
195
tal fin, sino casualmente por las estructuras de parentesco o locales:
como los linajes, las familias extendidas y las aldeas, pareciéndose
de esta forma, a organizaciones ligeras que tienen a su cargo el
control de la vida cotidiana.
196
Cuando adviene el siglo XVI, las comunidades indígenas
que habitaron el norte de Venezuela, estaban constituidas por
pequeños grupos autónomos en términos de su organización política,
de los que surgieron algunos liderazgos de importancia, los cuales
poseyeron dos características resaltantes: en primer lugar, estos
liderazgos tenían un prestigio que sobrepasaba las fronteras de su
grupo local, y en segundo lugar, no conformaron una confederación
política bajo la dirección de un núcleo de dominación permanente
(Langebaek, 1992).
197
preeminencia, entra en ella, y sus seguidores no
son tanto sus subordinados personales como
sujetos al cargo en tanto que miembros del grupo.
La sucesión a la jefatura puede ser por
descendencia, o bien puede recaer en el más viejo,
por costumbre […] El jefe es, generalmente,
portavoz y maestro de ceremonia del grupo; a
parte de esto tiene poca influencia, contadas
funciones y ningún privilegio. Una palabra suya y
todos le complacen; pero por regla general se
procura que las cosas se gobiernen por sí mismas
en las comunidades de parientes próximos que
saben cómo comportarse debidamente entre sí y
suelen sentirse inclinados a ello, so pena de caer
en ridículo y de destruir la reciprocidad (Sahlins,
1977, p. 40).
198
[…] un hombre que no pasa a ocupar una posición
existente de jefatura sobre un hombre
determinado, si no que adquiere personalmente el
dominio sobre otros miembros de la comunidad,
un hombre que se levanta por encima del rebaño
común […] se conquista la obediencia por la
fuerza de su personalidad, sus dotes persuasivas,
tal vez por sus hazañas bélicas, como mago o
jardinero, y con frecuencia mediante la calculada
explotación de sus bienes; que se gana el respeto
otorgando favores a los demás y les inspira
prudencia y circunspección. Este es un […] gran
señor […] aún cuando no desempeñe ningún cargo
ni tiene ningún poder atribuido, ejerce influencia
sobre los otros y goza de alta reputación […] El
grado de influencia que esta clase de individuo
superior ejercerá, parece depender de la estructura
de la tribu y de la involucración de la comunidad
local en diversas maniobras de cooperación y
competición con otros grupos […] Al conquistarse
fama [el gran hombre] en otros grupos locales, un
jefe puede lograr unirlos a todos para la guerra, la
ceremonia o el comercio. Pero esta unión superior
es generalmente temporal y con ello lo es también
la mayor autoridad del jefe (Sahlins, 1977, pp. 40-
41).
199
cacique mayor al que obedecían directamente y a través de jefes
secundarios (caciques locales). Al desaparecer el peligro bélico se
volvía a descentralizar y los grupos vivían familiarmente sin que se
les impusiese más autoridad que la que exigían las costumbres y
las necesidades de la conveniencia.
200
Sorocaima (cacique local)
201
Guaicamacuto (cacique local)
Guaraguta (cacique local)
Chacao (cacique local)
202
sociedades indígenas que realizaron una resistencia férrea, frente a
las pretensiones expansionistas y de dominio del conquistador, lo fue
la de los pueblos Caribes, entre los que se encuentran los de la
Región Histórica de Caracas. El férreo carácter guerrero de la
resistencia caribe, se infiere de la siguiente información suministrada
por Julio Salas (1921), proveniente de su obra “Los Indios Caribes”:
203
cuando nosotros solemos jugar cañas y se flechan
unos a otros son tan diestros e sutiles en saberse
guardar de las flechas que sin sacar los pies tanto a
conpas como con ellos pueden ocupar haziendo
meneos y quebrando el cuerpo se guardan que no
les den las flechas y esta es valentia entre ellos se
tiene en mucho y las flechas llevan señaladas para
que se conozcan y se sepa la flecha que hirió al
contrario y al herido le da el que le hirio ciertos
cestos de comida que gasta mientras sana los
quales llevan para el efeto y con esto se paga la
herida […] (Pimentel, 1927a: p. 240)
204
hasta el mismo alojamiento y disparaban sus
flechas (citado en Biord,1995, p. 91).
205
En esta sección se abarcó el aspecto de la densidad de la
población indígena en la región; las formas de agricultura
desarrolladas por estos pueblos y los principales cultivos de su
producción; la caza y pesca, y las principales especies depredadas;
las actividades de recolección de frutos, semillas, moluscos,
crustáceos, entre otros; las actividades comerciales como el medio
de intercambio de bienes; y, la navegación y las vías de
comunicación terrestres como rutas impulsadas por el comercio
indígena.
206
Viven como en toda esta provincia como siete u
ocho mil yndios estan de buena paz y obedientes
al servicio de vuestra magestad como cuatro mil
los más cercanos a este pueblo de Santiago y
nuestra señora los demás estar tirtables uvo
muchos más yndios en esta provincia al tiempo
que en ella entraron los capitanes don Francisco
Fajardo y Diego de Losada y otros las causas de
ser oy menos son enfermedades de biruela
sarampión camaras y romadizo y el desasosiego de
sus guerras pasadas y la entrada de los españoles a
su pacificación […] (Pimentel, 1927a: p. 235)
3.2.3.3.2.- LA AGRICULTURA.
207
agrícola basada en el cultivo de raíces de tubérculos, mientras que
la semicultura se basa en el cultivo de semillas de granos.
208
Estas dos especies de cultivo suministraron una importante
cantidad de carbohidratos a la dieta de la población indígena, la
cual era complementada por las proteínas provenientes de otros
granos y de la carne animal obtenida a través de la caza, la pesca y
la recolección.
209
[…] ay tabaco de que alla se tiene rrelacion
tomandolo los españoles y naturales en humo por
la boca y molido por las narices tienese por muy
medicinal aunque aca no se sabe aplicar bien
tienenlo mucho los naturales y curan con este
tabaco especialmente humores frios y heridas […].
(Pimentel, 1927b: p. 286).
210
Fig.3.3.- Siembra en el conuco indígena
211
Fig.3.4.- La Planta del Maíz (Zea mayz)
212
Es importante indicar también que aparte de las especies
vegetales cultivadas por los indígenas, se encuentra un importante
número de especies silvestres que fueron utilizadas por ellos como
fuentes madereras, medicinales y de venenos.
213
principales ríos y afluentes de la cuenca hidrológica de la región; la
mayor obtención de pescado y de tortuga de mar, ricas también en
proteína y fósforo, eran obtenidas de la costa por medio del
intercambio comercial con las sociedades tribales de ese paraje
geográfico.
214
medios ambientes, simples vías de traslados y expansión, sino que
además les sirvieron de lugares de asentamiento.
215
recursos de origen marino pudieron ser compartidos por estos
pueblos, a través del intercambio con las sociedades Caribes que
estaban asentadas en las zonas costeras e insulares.
216
[…] a mas de quinza leguas de la ciudad de
nuestra señora de Caraballeda a la parte del oriente
del cabo de la codera ay una pequeña salina cerca
de la mar de que se trae poca sal y esta no es cierta
todo el año en borburata que esta como veynte y
dos leguas desta ciudad a la parte de poniente ay
dos salinas la una grande de que de mucho tiempo
ase solia aprovechar esta provincia y se provee
tanbien esta tierra de sal de la salina de araya que
esta en tierra firme la costa arriba hazía oriente
cerca de cumana frontero de la isla cubagua y de
una isla que esta norte sur con el cabo de la codera
quinze o veynte leguas en la mar que se dize la isla
de la tortuga tanbien se trae mucha sal y muy
buena […] (Pimentel, 1927b: p. 288).
217
Las picas indígenas en cuanto al tiempo de su uso, unas
llegaron a ser temporales y otras permanentes. “[…] Algunas
guardaban el misterio de comerse las distancias. Cuando andando
por un lado se tardaba una jornada completa para llegar al mar, por
otro se podía hacer lo mismo en la mitad del tiempo” (Rivero,
1982, p. 22), de lo que podemos deducir la existencia de picas a
largas distancias y de picas que servían de atajos.
218
desta ciudad hasta valencia y de alli se atraviesa la
sierra que seran como de ocho leguas a la mar y
luego la costa abaxo hasta coro es tierra llana
aunque muy mala de andar en ynvierno por los
rrios grandes que se han de pasar y cienagas y de
coro a zamora que es la laguna de Maracaybo se
va por tierra muy llana y tiene dos rrios en el
camino que pasar que ynvierno son peligrosos y
una laguna que por ella se camina dos leguas que
da a los cavallos el agua cerca de los pechos
(Pimentel, 1927a: pp. 236-237).
219
3.2.3.4.- ETNOGRAFÍA EN EL SUBSISTEMA
TECNOLÓGICO.
220
suponen ingenio y capacidad de invención y que
las gentes son capaces de aprovechar el método de
ensayo y error (p. 272).
221
[…] una actividad productiva en la cual los
hombres. A través de la utilización de un
instrumental apropiado, la acumulación de un
cuerpo de experiencias relativas al crecimiento y
desarrollo de determinadas plantas útiles, el
conocimiento sobre la forma de reproducir
artificialmente dichos ciclos naturales y la
organización de la fuerza de trabajo para llevar a
cabo toda la secuencia de actividades
tecnoeconómicas de apoyo y mejoramiento de
aquella actividad productiva, logran obtener la
cantidad necesaria de energía para alimentarse,
capacitando al grupo social para romper su
dependencia directa de los procesos de ampliación
natural de la biota (p. 21).
222
semicultura desarrolladas por los indígenas y que hemos definido
con anterioridad. Los pueblos Caribes desde sus orígenes, son
portadores de cultivos vegecultores importantes como fue, por el
ejemplo, entre tantos, el de la yuca, a los que se les atribuye su
domesticación, que ha subsistido hasta nuestros días y ha alcanzado
difusión a nivel mundial.
223
contenido de HCN que no puede ser consumida directamente, sino
por el contrario debe ser sometida a un proceso técnico de
disminución de dicha sustancia tóxica, creando una masa con la
que se fabrica la torta del casabe, la cual si es comestible. El
proceso de la yuca amarga lo describiremos con mayor
detenimiento cuando tratemos la tecnología culinaria.
224
Otro aspecto de las tecnologías asociadas a las actividades
agrícolas está lo referente al uso del suelo o espacio de labranza. El
conuco viene a representar el uso más típico que las sociedades
indígenas le dieron al suelo. El conuco es una porción de tierra en
el que los indígenas sembraban un policultivo a base de especies
vegecultoras y semicultoras entre las que se encuentran la caraota,
auyama, maní, fríjol, yuca, pericuar, ocumo, batata, zapacola,
tabaco, algodón, onoto, totumos, mapuey y otras. El conuco por la
diversidad de especies vegetales sembradas en él, era considerado
como la gran despensa de la familia o comunidad indígena.
225
La estrategia tecnológica de sembrar policultivos en el
conuco atiende a que las diversas especies que lo componen se
consumen diferencialmente los nutrientes del suelo evitando de
esta forma que éste se empobrezca. Esa misma diversidad no
permite la instauración de plagas o epidemias específicas. La
siembra se realiza de tal manera que la distribución de las especies
permita entre ellas una ayuda mutua, por ejemplo se distribuyen de
tal manera que las necesidades de crecimiento de sus raíces no se
vean estorbadas y que las plantas de más amplio follaje descarguen
sombra sobre las de menor tamaño, protegiéndolas así del impacto
de intensas lluvias (ver Fig. 3.7).
226
Fig.3.7.- Conuco Indígena con policultivo
227
hallado hartas piedras a yjada [¿jadeita, jade?] no se sabe de donde
han venido” (citado en Dupouy, 1946, p. 8), pudiera inferirse la
utilización de instrumentos de piedra elaborados con la tecnología
de la percusión lítica, con la que pudieron fabricarse hachas de
mano y otros instrumentos cortantes que fueron utilizados en el
desmonte y tala de árboles. También pudieron elaborar
instrumentos de labranza hechos de madera, entre los que podemos
mencionar las siguientes:
228
cultura portadora de la cerámica que arqueológicamente se le
denomina Valencioide, la descripción de la manufactura de ésta y
los utensilios que se elaboraban ilustra la posible cerámica de esas
sociedades.
229
230
3.2.3.4.2.- LA TECNOLOGÍA ASOCIADA A LAS
ACTIVIDADES DE CAZA, PESCA Y
RECOLECCIÓN.
231
232
Esta sustancia, sumamente venenosa, fue también muy
usada en las incursiones bélicas contra otros pueblos indígenas y se
convirtió en un arma mortal durante la confrontación con los
invasores españoles. La elaboración de los venenos y sus
respectivos antídotos, que junto a las sustancias medicinales que
más adelante describiremos, son consideradas como las más
preclaras manifestaciones de la tecnología química ancestral de las
sociedades indígenas Caribes.
233
234
Gobernador Pimentel: “[…] mugeres con sus uso cataures que es un cesto en que
meten su ajuar que es un uso y panapanillas quentas y algunas joyas
de oro y otras cosas […]” (Ob. Cit., p. 240).
235
3.2.3.4.4.- LA TECNOLOGÍA ASOCIADA A LA
PREPARACIÓN DE ALIMENTOS Y BEBIDAS.
236
Foto. 3.1.- Botellas, Boles y Ollas globulares.
Nota. Tomado de Apuntes sobre Arqueología Venezolana. En: Arte
Prehispánico de Venezuela (2da Edición) (pp. 123, 126 y 128 ) por
J.M. Cruxent. 1977, Caracas: Fundación Eugenio Mendoza.
237
De las plantas del maíz y la yuca se obtienen las básicas
preparaciones de alimentos ricos en carbohidratos. Una vez recogida
la mazorca de maíz, se desgrana y es colocado en un metate para ser
molido con una mano de piedra, formándose una fina harina, a la que
se le agrega agua hasta formar una masa. Luego con las manos se
toman pequeñas porciones de dicha masa, dándole la forma de una
pequeña torta aplanada y redonda, que es colocada sobre un aripo
caliente, ubicado sobre el fogón, para asarla y cocerla
completamente hasta estar lista para su consumo. Otra forma de
utilizar la masa de maíz para el consumo, es envolviendo porciones
de la misma en las hojas de la mazorca o en hojas de plátano y
cocinarla en agua hirviendo en una olla globular.
238
3) Una vez limpios, se rallan utilizando para ello grandes rallos que
se fabrican con una tabla de madera rectangular, en la cual se
incrustan minúsculas lascas líticas.
4) La pulpa rallada se recoge en curiaras o canoas desechadas (ver
Foto 3.2);
5) Se introduce luego en un sebucán o tipití que consiste en un
cilindro cerrado en su extremo inferior, tejido de las hojas de una
planta herbácea;
6) El tejido diagonal del sebucán permite estirarlo verticalmente y
cuando ello ocurre se reduce el diámetro del cilindro y se ejerce
presión sobre la pulpa;
7) Una vez lleno, se suspende el sebucán por el asa en su extremo
superior y se le presiona utilizando una palanca de madera que se
atraviesa por el asa en su parte inferior. Uno de los extremos de
la palanca queda fijo mientras que el otro se introduce en las
muescas labradas en un poste de madera clavado en el piso. A
medida que se forza la palanca hacia las muescas inferiores del
poste y se estira el sebucán, aumenta la presión sobre la pulpa y
se extrae así buena parte del jugo de la yuca (ver Foto 3.3). La
pulpa que queda en el sebucán se pasa por un tamiz, tejido
también con hojas herbáceas (ver Foto 3.4);
8) Y con la harina fina que se obtiene de este cernido se hace el
casabe;
9) Para la cocción del casabe se utiliza un budare de arcilla
colocado sobre un fogón;
10) Cuando el budare está caliente, se extiende sobre él una capa de
harina, formándose así la torta de casabe (ver Foto 3.5);
11) La harina se compacta con el calor y una vez que se ha cocido
por ambos lados, esta lista para el consumo (ver Foto 3.6);
239
12) Al final las tortas de casabe son secadas al sol, a veces sobre el
techo de los bohíos, a fin de eliminar el exceso de humedad que
queda en ellas (ver Foto 3.7).
240
Foto 3.2.- Rayado de la yuca en una curiara.
Nota. Tomado de El Casabe. (p. 11) por Thea Segall. 1979,
Caracas: Editorial Arte
241
Foto 3.3.- Pulpa de la yuca rayada guindada en un sebucán.
Nota. Tomado de El Casabe. (p. 16) por Thea Segall. 1979, Caracas:
Editorial Arte
242
Foto 3.4.- Cernido de la harina del casabe sobre el budare.
Nota. Tomado de El Casabe. (p. 21) por Thea Segall. 1979,
Caracas: Editorial Arte
243
244
Foto 3.6- Casabe ya hecho.
Nota. Tomado de El Casabe. (p. 29) por Thea Segall.
1979, Caracas: Editorial Arte
245
Foto 3.7.- Secado del casabe sobre los techos del bohío
Nota. Tomado de El Casabe. (p. 31) por Thea Segall. 1979,
Caracas: Editorial Arte
246
a pelear y en anflojando el macato [mazato] tanbien afloja la furia […]”
(Pimentel, 1927a: p. 241).
247
apisonada (Pimentel, 1578;. Dupouy, 1946; Salas, 1971; Gasparini y
Margolies, 1986; Biord, 1995).
248
249
250
251
lagos y el extenso mar en sus estrategias de expansión, actividades
bélicas y en el comercio.
252
también los costados de la barca […] (Gilij, 1987,
p. 78).
253
254
provistas de velas hechas de palma. Estas embarcaciones eran las
usadas por los Caribes en sus grandes travesías o en sus incursiones
bélicas.
255
tejidos e hilos del algodón (ver Fig. 3.15) que cultivaron en sus
conucos. El tejido a mano es la actividad textil más común entre
ellos. Se sabe que los indígenas tejían las hamacas, que eran sus
camas, constituyéndose en uno de los objetos de gran importancia
para ellos, y al mismo tiempo eran los más comercializados por los
mismos.
256
257
258
[…]” (Pimentel, 1927a: p. 239). De esta referencia, puede inferirse
que usaban pigmentos colorantes para pintar los tejidos de algodón.
259
arqueológicamente en zonas circunvecinas, se evidencia la
deformación craneal (ver Foto 3.8). También, utilizaban amarres en
las piernas, con cordones de algodón, para causar deformación,
como lo evidencia el siguiente relato:
260
Foto 3.8.- Figurina con deformación craneal.
Nota. Tomado de Apuntes sobre Arqueología Venezolana. En:
Arte Prehispánico de Venezuela (2da Edición) (p. 109) por J.M.
Cruxent. 1977, Caracas: Fundación Eugenio Mendoza.
261
enfermedades que padecieron los indígenas de la Región Histórica, como así se
atestigua en el siguiente relato:
262
cansancio. Las heridas solían también curarse con tratamiento a
base de hierbas, como lo evidencia el siguiente relato: “[…] Pero
un indio resultó herido y se fue al campo y buscó ‘dos maneras de
yerbas’, las cuales las mezclo y ‘majo’ entre piedras y el sumo de
ellas se las puso en las heridas, quedando sano […]” (Alegria,
1968, p. 140).
263
sus propiedades para tratar y curar enfermedades y heridas, hizo
que de esta práctica heredáramos, las generaciones del porvenir, un
amplio conocimiento de la etnobotánica, que ha servido de base
fundamental a la actual industria farmacéutica. También se tiene
que agregar que ese mismo conocimiento, permitió a los pueblos
ancestrales elaborar sustancias alucinógenas, que fueron utilizadas
exclusivamente en los actos rituales de los chamanes o piaches.
264
indígenas usaron, cuyo origen no se conoce con certeza si
provienen del comercio con otros pueblos o si son de elaboración
propia. Hay un indicio de Oviedo y Baños que ejemplifica el uso
de estos objetos de oro, cuando hace referencia al cacique Tiuna,
quien en una confrontación contra los españoles pierde la vida a
manos de éstos, diciendo que:
265
de los invasores, quienes trajeron dichas metalurgias a este ámbito
geográfico a partir del siglo XVI.
266
acción de los golpes o percusión, y que de cuyo desprendimiento
de éstas, van quedando filos cortantes. Esta tecnología llegó a
especializarse de tal modo, que de ella lograron elaborarse
diferentes artefactos de distintos tamaños, formas y capacidad
filosa. Las puntas líticas para flechas y lanzas, fueron los productos
de la tecnología de percusión más especializada. Los cuchillos de
pedernal son también un producto de elaboración lítica.
267
268
269
pedernal que eran los usados en la terminación
(Terrero Monagas, 1933, p. 49).
270
La macana es una de las armas más usadas por los guerreros
Caribes. La siguiente descripción nos ilustra en que consistió:
271
272
cronista Castellanos de la confrontación contra los invasores españoles: “[…] Y
fueron sus guerreros pareceres, -esperar en el campo como buenos,
con largas guaicas […]” (Ob. Cit., p. 38).
273
muger y otras cosas ponzoñosas […] (Pimentel,
1927a: p. 241).
274
Las manifestaciones de los sistemas de ideas se cristalizan
en el plano de las concepciones del mundo natural circundante, que
dieron origen a sus creencias y ritos. En el mundo mitológico
indígena encontramos los elementos necesarios, para poder
interpretar la concepción cosmogónica de cómo estas sociedades
tribales concebían su realidad. El subsistema ideológico de las
sociedades Caribes de la región estudiada, se evaluó
etnográficamente a través de las manifestaciones culturales: por un
lado, en lo religioso; y por el otro, en el plano de la concepción de
sus creaciones artísticas.
275
empírico, inverificable, misterioso e inexplicable en términos de la
razón humana. Todo lo que en el mundo de realidad no se
comprenda, en cuanto a su origen y funcionamiento, es ubicado en
lo sobrenatural. Las dinámicas sobrenaturales son interpretadas a
través de concepciones abstractas, que conllevan a crear en la
conciencia humana, un conjunto de seres inmateriales con poderes
para controlar las fuerzas que están inmersas en dichas dinámicas
(Kottak, 1994).
276
Pimentel (1578), al respecto de la concepción animista de
los Caribes nos relata que “[…] con más de un entendimiento
tienen puestos nombres a los demonios y a los sitios y lugares
donde presumen que estan aun o reputan por demonio del agua y a
otros del maiz y a otros de las camaras […]” (Pimentel, 1927a: p.
238). De este relato puede inferirse, que los pobladores Caribes de
la región identificaban con nombres a los espíritus y de todas las
cosas y fenómenos, que conformaban su entorno. Esto seres
sobrenaturales a los que se ha denominado “espíritus”, vinieron a
conformar el conjunto de deidades que los indígenas adoraban.
277
pie o sentados en un hoyo rredondo y con ellos su arco y flechas y
macanas y hamacas comida y bebida para el camino […]”
(Pimentel, 1927a: p. 240); en cambio, los de las mujeres se
enterraban con “[…] sus usos cataures que es un cesto en que
meten su ajuar que es en huso y panapanillas quentas y algunas
joyas de oro y otras cosas y sus comidas y bevidas […]” (ibid.). De
estos relatos, puede interpretarse la concepción que tenían los
indígenas de la existencia de una vida después de la muerte, ya que
acompañan al cadáver de provisiones para recorrer el “camino” que
ha de llevarlos a esa nueva vida.
278
Desde el punto de vista ideológico, la antropofagia es un
ritual que tiene sus orígenes en asignar poderes mágicos y
trascendentales al cuerpo humano, durante el cual se consume una
porción del cuerpo del difunto para poder así obtener su valor,
fuerza y prestigio que le eran característicos en vida. Este ritual no
puede ser interpretado fuera de la concepción simbólica del mismo,
pues en cuanto a su fundamentación animista, se buscaba preservar
el espíritu de los hombres y mujeres honorables. A este respecto, la
historiadora Zuly Chacón (1993), manifiesta que la antropofagia
debe concebirse:
279
Celebraban la victoria con grandes borracheras; a
las víctimas supliciadas, si eran jefes valientes o
no habían demostrado cobardía durante el
martirio, les lamían la sangre y aún devoraban
pedazos de sus miembros palpitantes, pues creían
con ello heredar el valor del vencido (p. 155).
280
[…] llaman pinches que quiere dezir sabio o como
alfaqui a los quales tienen los demás alguno
respeto y veneración, estos de hedad de catorce o
quinze años aprenden el […] oficio y para que lo
aprendan los meten dentro de su misma casa en
una camreta que para ello les hazen y alli estan
ayunando veynte o treinta dias y no comen ni
beven otra cosa sino un vao de macato que es el
vino dellos […] paranse muy flacos y no hablan
con nadie salen a trabaxar o a lo que les conviene
y se vuelven a meter en su camara hasta que se
acababa el ayuno y algunos dias mientras les dura
el ayuno entra de noche en la camareta un piache
donde esta el que aprende para serlo y alli le están
cantando de papo y el muchacho tambien no se
dexa entender lo que canta mas de que las palabras
conque llaman al Diablo [Espíritu del mundo
sobrenatural] se las muestran al discipulo y
acabado el tiempo del ayuno lo sacan y hazen una
gran fiesta que ellos llaman ytanera que quiere
decir borrachera […] (Pimentel, 1927a: p. 238).
281
esto es publico y todos entienden que entonces
llama al demonio [espíritu del mundo
sobrenatural] y cunado tiemblan entienden los
demas yndios que ya el diablo esta en el y le van a
ofrecer de lo que traen los mas de los que vienen a
la fiesta y son todas osas de comer y tienen para si
que ya aquellos no lo ofrecen al piache sino al
demonio y ansi el indio piache no les habla sino
como persona que ha venido de lejos y que no es
el que habla sino el demonio y alli le piden que
llueva y que les haga buenas labranzas y que no
los maten y que no enfermen y otras cosas y el
piache les responde y ellos entienden que es el
demonio y la respuesta las mas de las veces es
dudosa […] (Ibid).
282
Armellada (1972), denominaba al conjuro, utilizado en el exorcismo
realizado por un chaman, como “Taren” y el uso de éste, no era de
propiedad exclusiva de este individuo, pues pudiera ser conocido y
puesto en práctica por otros miembros de la comunidad, en un
número reducido de la misma conformado por quienes poseían y
dominaban dicho conocimiento.
283
Las manifestaciones del arte de las sociedades Caribes se
van a encontrar plasmadas en la decoración cerámica y en los
glifos labrados en piedra. Los ceramistas Caribes prefirieron el uso
de las arcillas de color rojo y en su defecto la gris. Emplearon
técnicas para el tratamiento de la superficie de las vasijas y
figurinas, y para la ornamentación de las mismas.
284
Los caribes emplearon además la técnica decorativa de la
incisión, la cual consistió en el efecto producido por medio de la
presión y deslizamiento de un instrumento de punta aguda o roma,
sobre la superficie de la vasija. Se produce por medio de esta técnica
un deslizamiento de la materia por la acción del instrumento
utilizado.
285
El uso ceremonial del tabaco entre las sociedades caribes de
la región, trajo como consecuencia la elaboración de pipas de arcilla
decoradas con las mismas técnicas del resto de la cerámica
Valencioide (ver Foto 3.12) con el fin de ser utilizadas en los ritos
del consumo de dicha planta.
286
Foto 3.9.- Apéndices cerámicos decorativos
zoomórficos y antropomórficos.
Nota. Tomado de Apuntes sobre Arqueología
Venezolana. En: Arte Prehispánico de Venezuela (2da
Edición) (pp. 124,125 y 126) por J.M. Cruxent. 1977,
Caracas: Fundación Eugenio Mendoza.
287
288
Foto 3.12- Pipas Valencioides
Nota. Tomado de Apuntes sobre Arqueología Venezolana.
En: Arte Prehispánico de Venezuela (2da Edición) (p. 135)
por J.M. Cruxent. 1977, Caracas: Fundación Eugenio
Mendoza.
289
290
291
se ha finalizado el estudio sobre estas agrupaciones humanas.
4.- CONCLUSIONES.
292
6) La esclavitud practicada por estas sociedades difiere completamente del
concepto que tenían los europeos. La esclavitud era temporal y los
individuos que eran sometidos a ella, eran luego insertados dentro de la
sociedad con los mismos derechos y deberes que poseían sus miembros
naturales.
7) En cuanto a la organización política, la conducción era comunal o
aldeana, la cual estaba a cargo del jefe de la familia extendida que la
constituía, al que se le denominó cacique local. Solamente, en casos de
eventos de guerras con otros pueblos es cuando se concibe la jefatura
central de la confederación de estas sociedades a manos de un cacique
principal, cuyas funciones cesaban una vez que la acción bélica había
finalizado.
8) Se puede considerar que las sociedades tribales ancestrales de la región,
eran agrupaciones guerreras como lo evidencia la enseñanza, que en
aspectos de combate, se impartía a los miembros de la comunidad desde
la niñez; y la fortaleza y resistencia que estos pueblos presentaron, ante
la invasión española del siglo XVI.
9) El arte de la guerra desarrollado por estas sociedades tribales estuvo
acompañado por claras y efectivas estrategias, sustentado además por
toda una tecnología artifactual y química que permitió la derrota de los
enemigos y la resistencia ante ellos.
10) Estas sociedades demostraron ser arduas y hábiles navegantes como lo
evidencian las embarcaciones que construían y los largos trechos de
dominio territorial fluvial, lacustre y marítimo que poseían para la época,
a través del cual expandieron su comercio.
11) Las Sociedades Tribales Ancestrales con el fin de lograr la subsistencia,
hicieron un uso del espacio geográfico equilibrado no produciendo
rompimientos ecológicos lamentables, como lo evidencian el uso del
policultivo rotatorio y la técnica de tala y quema del conuco como
unidad de producción agrícola.
293
12) El complejo yuca-maíz-calabaza-fríjol representa la base fundamental de
la agricultura de las sociedades tribales que era complementada por la
caza, la pesca y la recolección para así lograr sus dietas diarias. Dicho
complejo tendió a consumir de manera diferencial los nutrientes de los
suelos sin provocar el agotamiento de éstos.
13) La domesticación de plantas y animales son unas evidencias importantes
de la alta inventiva tecnológica, que en hibridación de especies,
alcanzaron las sociedades tribales ancestrales de la región, con la que
lograron optimizar dichas especies haciéndolas cada vez más aptas para
su consumo.
14) Hasta estos momentos se consideran a estos pueblos como sociedades
agrafas o sin escritura, por no tenerse evidencias que demuestren lo
contrario.
15) La cosmogonía de las sociedades tribales esta sustentada por el
animismo y el chamanismo, o sea por el carácter de vida espiritual que
concebían en todos los elementos de su entorno.
16) La figura del Chaman es concebida por estas sociedades tribales, como
el personaje encargado de los aspectos rituales en la cosmogonía.
17) La antropofagia practicada por estas sociedades en momentos de guerra,
no puede interpretarse fuera de su contexto. Para comprenderla hay que
estudiarla dentro de sus creencias cosmogónicas, puesto que los caribes
no eran meros comedores de carne humana, sino que dicha práctica tenía
toda una connotación ritual e ideológica. Lo del canibalismo atroz es una
propaganda política desprestigiadota implementada por los
conquistadores europeos.
18) Estas sociedades alcanzaron a desarrollar grandes manifestaciones en
cuanto al arte, representado por las hechuras de sus cerámicas y las
técnicas decorativas aplicadas a las mismas; por los diseños glíficos
multivariados tallados en las rocas; y por la música que los llevo a crear
implementos para tales labores y danzas al compás de los mismos.
294
5.- RECOMENDACIONES.
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