Arte y Literatura en El Trecento Italiano
Arte y Literatura en El Trecento Italiano
Arte y Literatura en El Trecento Italiano
com/arte-y-literatura-en-el-
trecento-italiano-dante-pretarca-y-boccaccio/
Italia experimentó en el siglo XIV un momento de florecimiento cultural y artístico. Al mismo tiempo que
pintores como Cimabue o Giotto rescataban la pintura de lo que ellos consideraban la oscuridad, se
producía un desarrollo de la literatura en italiano. Destaca especialmente la tríada de literatos compuesta
por Dante Alighieri (1265-1321), Francesco Petrarca (1304-1374) y Giovanni Boccaccio (1313-1375).
Estos tres escritores, además de estar unidos por la amistad con algunos de
los más importantes pintores de su siglo, dejaron plasmado en sus obras
literarias el interés que sentían por el arte, llegando incluso, algunos, a
expresar opiniones que hoy día se estudian como parte de la teoría del arte, si
bien no siempre redactaron obras dedicadas a las artes de manera explícita.
Es llamativo y esclarecedor que una parte importante de las referencias
artísticas contenidas en las obras de los tres autores más arriba señalados,
entre otros muchos, tengan como protagonista al pintor florentino Giotto (1267-
1337), pudiendo considerarse esto como prueba de la importancia y fama que
este pintor tuvo incluso en vida.
Dante Gabriel Rossetti, Estudio para Giotto pintando el retrato de Dante, 1852. En la parte inferior aparecen los versos de
Dante en italiano
Dante
Así, Dante, en el Purgatorio de su Divina Comedia [1], inserta unos versos en
los que se menciona a Cimabue y Giotto junto al boloñés Guido Guinizelli y el
gran poeta del dolce stil novo Guido Cavalcanti. Son entonados por el
miniaturista Oderisi de Gubbio, que se encontraba en el círculo del Purgatorio
destinado a aquellos que en vida pecaron de orgullo:
¡Oh vanagloria del poder humano!
¡Cuán poco dura el verdor en la cima
A menos que le sigan tiempos de barbarie!
Creyó Cimabue no tener rival en la pintura;
Ahora es Giotto quien recibe las aclamaciones
Hasta oscurecer la nombradía de aquél.
Así un Guido ha despojado a otro de la gloria
De la lengua; y quizá es ya nacido
Quien a ambos precipite de su altura.
De este texto pueden extraerse varias ideas. Por un lado, encontramos una
concepción de la historia por parte de Dante basada en el progreso constante,
superando siempre lo anterior. Así, Giotto habría superado a su maestro
Cimabue, quien según la tradición literaria había descubierto por primera vez al
aún joven Giotto dibujando en el suelo mientras cuidaba ovejas. Esta misma
idea sería retomada por el pintor y teórico del arte del siglo XVI Giorgio Vasari
Vasari en susVidas de artistas y será de gran importancia para la tratadística
posterior.
Cimabue descubre a Giotto, según una litografía aparecida en la revista madrileña El Renacimiento el 11 de julio de 1847
Hemeroteca Digital de la BNE
Por otro lado, al establecer un paralelo entre dos célebres poetas de su tiempo
y dos pintores también conocidos, Dante está actualizando la celebérrima
sentencia de Horacio ut pictura poesis y por tanto equiparando, como arte
liberal, la pintura a la poesía. Este paralelismo entre pintura y poesía alcanzará
gran desarrollo en la literatura de los siglos XVI y XVII, constituyendo uno de
los principales argumentos de aquellos pintores que defendían la nobleza de
su arte frente a su habitual consideración como simple arte manual.
Petrarca
Se dice que Petrarca tuvo la intención de escribir un tratado sobre arte, si bien
se desconoce si el objeto del mismo serían las artes plásticas, y más
concretamente la pintura, o bien abarcaría el arte en el sentido más amplio de
la palabra.
En De rebus familiaribus, colección de epístolas en latín, Petrarca expresa
varias opiniones sobre el arte. Una de ellas se ha considerado el inicio de la
literatura del paragone, esto es, la polémica en torno a la cuestión de qué arte
es superior, la pintura o la escultura, polémica en torno a la cual se
posicionarán numerosos artistas y teóricos del arte:
Las obras del escultor están más vivas que las del pintor.
Si bien no tiene una relación explícita con el arte, es interesante cierto pasaje
del poema épico de Petrarca titulado África, dedicado a Escipión el Africano:
A ti, en cambio, a ti- como espera y desea mi alma- si me sobrevives muchos
años, te aguardan quizá tiempos mejores; este sopor de olvido no ha de durar
eternamente. Disipadas las tinieblas, nuestros nietos caminarán de nuevo en la
pura claridad del pasado[2].
De este fragmento se extrae una idea que desarrollará dos siglos después
Vasari en sus Vidas y que incluso el español Palomino[3] recogería en
su Parnaso español pintoresco laureado, una colección de vidas de artistas
que desarrollaron su actividad en la Península Ibérica durante la Edad
Moderna. Esta idea no es otra que la de la identificación de la Edad Media con
un período de oscuridad, la contraposición de la luz del mundo antiguo frente a
la oscuridad del mundo cristiano de los siglos siguientes. Petrarca, además,
parece convencido de que la luz resurgirá para disipar las tinieblas. No en
vano, Boccaccio, pocos años después, como veremos más adelante, dice de
Giotto que hizo tornar a la luz aquel arte que muchos siglos bajo errores ajenos
había estado sepultada. El propio Vasari usaría la expresión i primi lumi para
designar el período que abarcaba desde mediados del siglo XIII a finales del
siglo XIV.
Ya en el ámbito de la poesía, especialmente conocido es el soneto dedicado a
Simone Martini tras realizar el pintor sienés un retrato de la amada de Petrarca,
Laura:
Cuando a Simon la inspiración le vino
Que en mi nombre el pincel le puso en mano,
Si a la obra gentil le hubiese dado
Con la figura voz e inteligencia
Del pecho me quitara los suspiros,
Que vil es para mí lo que otros aman,
Puesto que humilde al parecer se muestra
Prometiéndome paz en el aspecto.
Mas cuando voy a razonar con ella,
muy benigna me parece que me escucha,
Si responder supiese a mis palabras
¡Pigmalión, cuánto alabarte debes
De aquella estatua tuya, si mil veces
Tuviste, lo que yo una vez querría![4]