Economía de La Alemania Nazi

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Economía de la Alemania nazi

Al momento de la toma del poder de Hitler en 1933, la economía se


convirtió en un elemento crucial para la consolidación del NSDAP.
En 1934, el ministro de Economía Hjalmar Schacht desarrolló una
política de gasto, especialmente, destinado a obras públicas, como la
construcción de autopistas. Asimismo, redujo el déficit presupuestario
y luchó contra la inflación por medio de los denominados «bonos
Mefo», una circulación monetaria paralela, con los cuales el Estado
pagaba a las empresas. Este sistema sirvió para financiar el rearme con
solo un millón de Reichsmarks de capital. Marcada por un fuerte
intervencionismo, una política de obras públicas y de desarrollo del
sector industrial militar, la economía se empezó a recuperar. Para
1938, el desempleo había desaparecido e incluso faltaban trabajadores
para cubrir los puestos de trabajo disponibles.1 Si bien se promovió la Billete de cinco Reichsmarks
autarquía, Alemania no poseía todas las materias primas que requerían
su desarrollo socioeconómico, por lo que mantuvo redes de alianzas
económicas.

La Segunda Guerra Mundial y el inicio de una economía de guerra condujo a Alemania a un período de
privaciones y de destrucción, a pesar de haber absorbido las estructuras económicas e industriales de los
territorios europeos ocupados y la explotación de la fuerza de trabajo de los deportados. El fin del Tercer Reich
dejó a Alemania en una situación de colapso económico e hiperinflación con un , que pasó a estar bajo la
dirección de las fuerzas de ocupación aliadas.

Índice
Economía política
1933-1939
Privatización
1939-1945
Véase también
Referencias
Bibliografía

Economía política
Al principio de su carrera política, Adolf Hitler consideraba que los asuntos económicos eran relativamente
poco importantes. En 1922, Hitler afirmó que «la historia mundial nos enseña que ningún pueblo se ha
convertido en grande a través de su economía, pero un pueblo puede perecer por ella» y, más tarde, concluyó
que «la economía es algo de importancia secundaria».2 Hitler y los nazis tenían una concepción muy
idealista de la historia, la cual sostenía que los acontecimientos humanos son guiados por un pequeño número
de individuos excepcionales que siguen un ideal más alto. Creían que todas las preocupaciones económicas, al
ser puramente materiales, no merecían su consideración. Hitler incluso llegó a culpar a todos los gobiernos
alemanes previos desde Bismarck por su economicismo, y por haber «subyugado la nación al
materialismo»,3 es decir, por haber dado primacía a los factores económicos más que a los etno-culturales o
territoriales.

Por estas razones, los nazis nunca tuvieron un programa económico claramente definido. El «Programa de 25
puntos» del Partido, adoptado en 1920, mencionaba varias demandas económicas, que incluían la «supresión
de todos los ingresos no generados por trabajo», «la confiscación implacable de todos los beneficios de
guerra», «la nacionalización de todos los negocios que se han formado en empresas», «la participación de los
beneficios en las grandes empresas», «el amplio desarrollo de seguros para la vejez» y una «reforma agraria
adecuada a nuestras necesidades nacionales»;4 sin embargo, ha sido cuestionado el grado en que los nazis
apoyaron este programa en años posteriores. En los años 1920, se realizaron varios intentos por cambiar el
programa o reemplazarlo por completo. Así, en 1924, Gottfried Feder propuso un nuevo programa de 39
puntos que mantenía algunos, reemplazaba otros y añadía muchos puntos completamente nuevos.5 Hitler se
negó a permitir cualquier discusión del programa después de 1925, aparentemente, debido a que no era
necesaria ninguna discusión puesto que el programa era «inviolable» y no necesitaba ningún cambio. Al
mismo tiempo, Hitler nunca expresó apoyo público por el programa y muchos historiadores sostienen que, en
privado, se oponía a él. Hitler no mencionó ninguno de los puntos del programa en su libro Mein Kampf y solo
hablaba de él de paso como «el denominado programa del movimiento».6

La visión de Hitler sobre la economía, más allá de su previa creencia de que la economía era de importancia
secundaria, es debatida. La frase atribuida erróneamente a Hitler «somos socialistas, somos enemigos del
actual sistema económico capitalista», en realidad corresponde a Gregor Strasser, nazi y posterior opositor a
Hitler, y proviene de su libro de 1926 "Thoughts about the Tasks of the Future". 7 La superchería de atribuir
la frase a Hitler proviene de Toland (1976), quien no aporta fuentes de su procedencia y además afirma que
fue pronunciada por Hitler el 1 de mayo de 1927, pero lo cierto es que no hay evidencia documental de que
fuera pronunciada ese día por Hitler. Al respecto se pueden consultar las transcripciones de los discursos de
Adolf Hitler (1992, pp. 287-290).;8 . Hitler fue claro en destacar que su interpretación del socialismo «no tenía
nada que ver con el socialismo marxista», ya que «el marxismo está en contra de la propiedad; el verdadero
socialismo no lo está».9 Posteriormente, Hitler dijo «¡Socialismo! Es una palabra por completo
desafortunada [...] ¿Qué significa realmente socialismo? Si la gente tiene algo que comer y sus placeres,
entonces tienen su socialismo».10 En privado, Hitler afirmó que «insisto absolutamente en proteger la
propiedad privada [...] debemos promover la iniciativa privada».11 En otra ocasión, dijo que el gobierno
debía tener el poder para regular el uso de la propiedad privada para el bien de la nación.12 Hitler creía que la
falta de un programa económico preciso era una de las fortalezas del Partido nazi, al sostener que «la
característica básica de nuestra teoría económica es que no tenemos ninguna teoría».13 Si bien no adoptó
una corriente económica específica, Hitler empleó temas antisemitas para atacar los sistemas económicos de
otros países, al asociar a los judíos tanto con el comunismo (bolcheviques judíos)14 como con el Liberalismo
en época de crisis, a los cuales se opuso por igual.15 16

Hitler también pensaba que los individuos dentro de una nación luchan entre sí por la supervivencia y tal
competencia es buena para la salud de la nación, ya que promueve a los «individuos superiores» a las
posiciones más altas en la sociedad.17 Afirmó: "Estoy firmemente convencido de que los derechos de
propiedad... deben respetarse incondicionalmente. Cualquier cosa con ellos eliminaría uno de los incentivos
más vitales para la actividad humana y pondría en peligro el esfuerzo futuro".18 En su discurso en el Club de
industriales de Dusseldorf, el 27 de enero de 1932, Hitler explicó como la defensa de la propiedad privada
requiere un equivalente político en la dictadura del Führer Así como la propiedad privada es el resultado de la
desigualdad económica y derechos individuales diferentes, para defender la propiedad privada se requiere la
desigualdad política, la jerarquización y la autoridad férrea.19

1933-1939
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los nazis colocaron a profesionales expertos a cargo de la política
económica. Hitler nombró a Hjalmar Schacht, exmiembro del Partido Democrático Alemán, como presidente
del Reichsbank en 1933 y ministro de economía en 1934.20 Al principio, Schacht continuó las políticas
económicas introducidas para combatir los efectos de la Gran Depresión. Estas políticas se basaban en grandes
programas de obras públicas y el fomento de la industria de armamentos, respaldados por gastos deficitarios,
para estimular la economía y reducir el desempleo (que se situó en el 30% a principios de 193320 ). Hjalmar
Schacht creó un plan para financiar el déficit, en el que los proyectos de capital se pagaron con la emisión de
pagarés llamados bonos Mefo, que las empresas podrían intercambiar entre sí.21 Esto fue particularmente útil
para permitir que Alemania se rearmara, porque esos bonos Mefo no aparecían en el presupuesto federal, por
lo que ayudaron a ocultar el rearme.22 Hubo una gran reducción en el desempleo en los años siguientes,
mientras que los controles de precios evitaron la recurrencia de la inflación. En 1938 el desempleo estaba
prácticamente extinguido.23 Los líderes nazis fueron particulares al preparar la economía para una guerra
total, ya que sentían que la Primera Guerra Mundial se había perdido en el frente interno.24

Los nazis prohibieron los sindicatos independientes y prohibieron las huelgas, creando el Frente Alemán del
Trabajo (DAF), que se convirtió en una de las organizaciones más grandes de Alemania, con más de 35,000
empleados de tiempo completo para 1939.22 También ordenaron a Schacht que pusiera más énfasis en la
producción militar y el rearme. Después de la toma del poder nazi en 1933, Alemania comenzó a recuperarse
lentamente de la Gran Depresión.

Privatización

Después de que los nazis tomaron el poder, las empresas se privatizaron en masa. Varios bancos, astilleros,
líneas ferroviarias, navieras, organizaciones de asistencia social y más fueron privatizados.25 El gobierno nazi
adoptó la postura de que las empresas deberían estar en manos privadas siempre que sea posible.26 La
propiedad estatal debía ser evitada a menos que fuera absolutamente necesario para el rearme o el esfuerzo de
guerra, e incluso en esos casos "el Reich a menudo insistía en la inclusión en el contrato de una cláusula de
opción según la cual la empresa privada que operara una planta tenía derecho a comprarla”.26

Las empresas privatizadas por los nazis incluían los cuatro principales bancos comerciales de Alemania, que
habían sido propiedad pública durante los años anteriores: Commerz– und Privatbank, Deutsche Bank und
Disconto-Gesellschaft, Golddiskontbank y Dresdner Bank.25 26 También se privatizaron los Deutsche
Reichsbahn (Ferrocarriles alemanes), en ese momento la empresa pública más grande del mundo, Vereinigte
Stahlwerke AG (United Steelworks), la segunda sociedad anónima más grande de Alemania (la más grande
fue IG Farben, que apoyó financieramente el ascenso de Hitler al poder) y Vereinigte Oberschlesische
Hüttenwerke AG, una compañía que controlaba toda la producción de metales en la industria del carbón y el
acero de la Alta Silesia. El gobierno también vendió varias empresas de construcción naval y mejoró los
servicios público-privados a expensas de las empresas de servicios públicos de propiedad municipal.25 Así la
economía alemana durante el nazismo funcionó como una forma de capitalismo monopolistas.27 Además, los
nazis privatizaron algunos servicios públicos que habían sido prestados anteriormente por el gobierno,
especialmente los servicios sociales y laborales, y estos fueron tomados principalmente por organizaciones
afiliadas al Partido Nazi en las que se podía confiar para aplicar políticas raciales nazis.25

Entre las políticas que caracterizaron la economía de la era nazi, pueden mencionarse, además de la
privatización, el desarrollo de la organización obligatoria de los industriales (carteles obligatorios), el lugar
dominante que ocupan los monopolios, la ayuda considerable aportada por el Estado a la economía (bajo la
forma de pedidos masivos, garantía de créditos a las empresas) la importancia adquirida por la organización
profesional, el desarrollo de la legislación de precios y la organización ofensiva de las relaciones con el
mercado mundial (dumping, clearing).28
Una de las razones de la política de privatización de los nazis fue consolidar la asociación entre el gobierno y
los intereses comerciales.25 27 Otra razón fue financiera. Como el gobierno nazi enfrentó déficits
presupuestarios debido a su gasto militar, la privatización fue uno de los métodos que utilizó para recaudar más
fondos.25 Entre los años fiscales 1934-35 y 1937-38, la privatización representó el 1,4 por ciento de los
ingresos del gobierno alemán.25 También hubo una motivación ideológica. La ideología nazi consideraba que
el espíritu empresarial era muy importante y que “la propiedad privada se consideraba una condición previa
para desarrollar la creatividad de los miembros del pueblo Alemán en el mejor interés de la gente.26 El
liderazgo nazi creía que "la propiedad privada en sí misma proporcionaba incentivos importantes para lograr
una mayor conciencia de los costos, ganancias de eficiencia y progreso técnico".26 Hitler advirtió contra el
"manejo burocrático de la economía” que preservaría a los débiles, paralizaría el crecimiento y redistribución
de riquezas y "representaría una carga para la capacidad, la industria y el valor superiores".26

1939-1945
Desde comienzo de la guerra se llevó a cabo un bloqueo británico que restringió seriamente el acceso de los
alemanes a los mercados mundiales. El petróleo, el azúcar, el café, el chocolate y el algodón eran
extremadamente escasos. Alemania utilizó la gasificación del carbón para reemplazar las importaciones de
petróleo en una medida limitada, y confió en los campos petroleros rumanos en Ploiesti. Alemania dependió de
Suecia para la mayoría de su producción de mineral de hierro, y confió en que España y Portugal
proporcionaran tungsteno. Suiza como país neutral siguió comerciando con Alemania.29

El racionamiento se introdujo para los consumidores alemanes en 1939. Sin embargo, mientras Gran Bretaña
inmediatamente puso su economía en pie de guerra tan pronto como comenzó el conflicto, Alemania resistió
medidas equivalentes hasta más tarde en la guerra. Por ejemplo, los nazis se mostraron reacios a aumentar los
impuestos a los ciudadanos alemanes individuales para pagar la guerra, por lo que la tasa impositiva máxima
sobre los ingresos personales en 1941 fue del 13,7% en Alemania, frente al 23,7% en Gran Bretaña.30 El
gobierno alemán, en cambio, financió gran parte de su esfuerzo militar mediante el saqueo, especialmente el
saqueo de la riqueza de los ciudadanos judíos y otros "enemigos", tanto en el país como en los territorios
conquistados.31

Durante la guerra, cuando Alemania adquirió nuevos territorios (ya sea por anexión directa o instalando
gobiernos títeres en países derrotados), estos nuevos territorios se vieron obligados a vender materias primas y
productos agrícolas a compradores alemanes a precios extremadamente bajos. La política de Hitler de
lebensraum enfatizó fuertemente la conquista de nuevas tierras en el este y la explotación de estas tierras para
proporcionar productos baratos a Alemania. Sin embargo, en la práctica, la intensidad de los combates en el
Frente Oriental y la política soviética de la tierra quemada significó que los alemanes encontraron poco que
pudieran usar, y, por otro lado, una gran cantidad de bienes fluyeron a Alemania desde las tierras conquistadas
en el Oeste. Por ejemplo, dos tercios de todos los trenes franceses en 1941 se utilizaron para transportar
mercancías a Alemania. Noruega perdió el 20% de su ingreso nacional en 1940 y el 40% en 1943.30

Incluso antes de la guerra, la Alemania nazi mantenía una oferta de trabajo esclavo. Los "indeseables" (en
alemán: unzuverlässige Elemente), como las personas sin hogar, los homosexuales y los presuntos
delincuentes, así como los disidentes políticos, los comunistas, los judíos y cualquier otra persona que el
régimen deseara fuera del camino fueron encarcelados en campos de trabajo. Esta política se multiplicó e
intensificó durante la guerra, los prisioneros de guerra y los civiles fueron llevados a Alemania desde los
territorios ocupados después de las invasiones de Polonia y Francia. El trabajo necesario para la economía de
guerra alemana fue proporcionado por el nuevo sistema de campamentos, sirviendo como uno de los
instrumentos clave del terror. Los historiadores estiman que unos 5 millones de ciudadanos polacos (incluidos
los judíos polacos) pasaron por ellos32 Cientos de miles de personas en territorios ocupados fueron utilizados
como mano de obra esclava por corporaciones líderes alemanas, entre ellas Thyssen, Krupp, IG Farben,
Bosch, Blaupunkt, Daimler-Benz, Demag, Henschel, Junkers, Messerschmitt, Siemens y Volkswagen.33 En
las zonas rurales, la escasez de mano de obra agrícola fue cubierta por trabajadores forzados de los territorios
ocupados de Polonia y la Unión Soviética. En 1944, el trabajo esclavo constituía una cuarta parte de toda la
fuerza laboral de Alemania, y la mayoría de las fábricas alemanas tenían un contingente de prisioneros.34

La destrucción causada por la guerra y el sabotaje realizado por la Resistencia, sin embargo, significó que los
territorios conquistados nunca fueron tan productivos como Alemania había esperado. Las cadenas de
suministro agrícola se derrumbaron, en parte debido a la destrucción en tiempos de guerra y en parte debido al
bloqueo británico que impidió la importación de fertilizantes y otras materias primas de fuera de Europa.29 La
cosecha de granos en Francia en 1940 fue menos de la mitad de lo que había sido en 1938. Los rendimientos
de los cereales también cayeron (en comparación con sus niveles de preguerra) en la propia Alemania, así
como en Hungría y los Países Bajos ocupados y Yugoslavia. Las importaciones de cereales alemanes
procedentes de Yugoslavia y Hungría disminuyeron en casi 3 millones de toneladas, y esto solo pudo
compensarse parcialmente con el aumento de las entregas de Rumania.29 El carbón y el petróleo también eran
escasos, de nuevo porque Alemania no podía acceder a fuentes fuera de Europa. Los suministros de petróleo
de Alemania, cruciales para el esfuerzo de guerra, dependían en gran medida de las importaciones anuales de
1,5 millones de toneladas de petróleo, principalmente de Rumania.29

La proporción del gasto militar en la economía alemana comenzó a crecer rápidamente después de 1942, ya
que el gobierno nazi se vio obligado a dedicar más recursos económicos del país para luchar contra una guerra
perdida. Las fábricas civiles se convirtieron a uso militar y se colocaron bajo administración militar. Desde
mediados de 1943, Alemania cambió a una economía de guerra completa supervisada por Albert Speer. A
finales de 1944, casi toda la economía alemana estaba dedicada a la producción militar. El resultado fue un
aumento dramático en la producción militar, con un aumento de 2 a 3 veces de bienes vitales como tanques y
aviones, a pesar de la intensificación de la campaña aérea aliada y la pérdida de territorio y fábricas. Los
restaurantes y otros servicios fueron cerrados para enfocar la economía alemana en las necesidades militares.
Con la excepción de las municiones para el ejército, el aumento en la producción fue insuficiente para igualar a
los Aliados en cualquier categoría de producción. Parte de la producción se trasladó a la clandestinidad en un
intento de ponerla fuera del alcance de los bombarderos aliados. Desde finales de 1944, los bombardeos
aliados destruyeron fábricas y ciudades alemanas a un ritmo acelerado, lo que llevó al colapso final de la
economía de guerra alemana en 1945 (Stunde Null). La comida se volvió drásticamente escasa. La producción
de combustible sintético disminuyó un 86% en ocho meses, la producción de explosivos se redujo en un 42%
y la pérdida de producción del tanque fue de un 35%.35 La campaña de bombardeos aliados también mató
valiosa mano de obra, y Albert Speer (Ministro de Armamentos de Alemania) estimó que, en el verano de
1944, entre 200,000 y 300,000 hombres estaban empleados permanentemente para reparar instalaciones
petroleras y colocar la producción de petróleo bajo tierra.36

Véase también
Economía planificada

Referencias
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