La Verdadera Oración Del Señor

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La oracion Sacerdotal de Jesús: La verdadera oración del señor: Juan 17

Como sabemos hermanos La oración expresa el anhelo del corazón ante Dios, del pueblo de Dios
ante su Padre celestial: misericordioso y compasivo.
La Biblia ordena la oración y contiene ejemplos de oraciones de personas piadosas tanto en el
antiguo testamento como en el nuevo testamento.
Pero el ejemplo supremo de oración en las Escrituras viene de la vida del Señor Jesucristo. Desde el
principio hasta el final, el ministerio terrenal de Jesús estuvo marcado por momentos frecuentes de
oración.
Pero de todas las oraciones de Jesús, la registrada aquí en el capítulo 17 del Evangelio de Juan es
no sólo la más extensa, sino la más profunda y magnífica de las oraciones.
Sus palabras son claras pero majestuosas; simples pero misteriosas. Sumergen al lector en
profundidades insondables de la comunicación intertrinitaria entre el Padre y el Hijo.
Abarcan temas de toda la glorificación, de la regeneración, revelación, iluminación, santificación y
preservación.
Jesús lleva al lector al lugar santísimo, al mismo trono de Dios. El valor de su riqueza es infinita.
No hay otro capítulo como este en la Biblia. Spurgeon entendió con agudeza la importancia de la
oración intercesora. Se dirigió a su congregación con estas palabras dramáticas: ¡Ah, que
Dios me ayude si ustedes dejan de orar por mí! Déjenme saber de ese día, y yo dejaré de
predicar. Déjenme saber cuando pretendan parar sus oraciones y yo clamaré: “Ah, mi Dios,
dame en ese día la tumba y déjame dormir en el polvo”

Veamos por un momento EL AMBIENTE DE ESTA ORACIÓN

Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; (17:1a)

En las horas siguientes a Jesús lo traicionarían (18:2), lo arrestarían (18:12), lo juzgarían (18:19), lo
abandonarían (18:25-27; cp. 16:32), lo acusarían falsamente (18:38; 19:4), lo golpearían (19:1), se
burlarían de Él (19:5) y lo crucificarían (19:16).
Jesús comenzó esta oración levantando los ojos al cielo, una postura conocida para reconocer que
el trono de Dios está en el cielo.
Al dirigir esta oración a su Padre, Jesús enfatizó la comunión íntima que tenía con Dios.
Su oración inicia con palabras dramáticas: “La hora ha llegado”. La frase hace referencia a la
consumación de su ministerio terrenal y abarca su muerte, resurrección y ascensión.
Los planes hechos desde el pasado eterno, culminaban en ese momento.
Había venido la hora: Qué hora había llegado?
La hora en que el Hijo del Hombre se ofrecería como la única expiación perfecta en sacrificio
por el pecado.
La hora en que quien no tenía pecado se haría pecado por los creyentes,
Esta era la hora en que Cristo cancelaría “el acta de los decretos que había contra nosotros,
que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14).
Era la hora en que las profecías sobre la muerte del Mesías en el Antiguo Testamento se
cumplirían; cuando la cabeza de la serpiente sería herida (Gn. 3:15);
La hora cuando Dios, a través del sacrificio de Cristo, derrotaría el pecado, la muerte y a Satanás y
redimiría a un pueblo para Él.

¿Cuál es LA SUSTANCIA DE SU ORACIÓN?: La petición de Jesús al Padre

Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; (17:1b)

Jesús pidió que el Padre glorificara al Hijo, para que también tu Hijo glorificara al Padre. Su enfoque
predominante había sido siempre glorificar a su Padre, someterse por completo a su voluntad en
todo, incluso hasta el final.
A lo largo de todo su ministerio, buscó continuamente “la gloria del que le envió.
Es por eso que vemos que : “La gloria de Dios”, declarada en el versículo 1, se hace eco por
todo el pasaje.

Tal como el Hijo glorificó al Padre mediante su fidelidad en la tierra (17:4),

Así también el Padre glorificaría al Hijo junto con Él, con la misma gloria que el Hijo había compartido
con el Padre desde antes del inicio del tiempo (17:5).

También los discípulos glorificarían al Padre al darle gloria al Hijo (17:10);

ellos, junto con todos los creyentes en el Hijo, compartirían su gloria (17:22),

le alabarían eternamente por la gloria que recibió del Padre (17:24).

La oración se ajusta fácilmente en tres secciones:

La oración de Jesús por Él (vv. 1-5): el plan eterno de Dios: Es por la obra de Dios

La oración por sus discípulos (vv. 6-19): Los encomienda a Dios como agentes y continuadores
de su obra

La oración por la Iglesia (vv. 20-26): objeto de su obra, donde ha de brillar la gloria de su Padre

Pero a lo largo de las tres secciones, el punto central ES LA GLORIA DE DIOS, La cual será
manifestada por medio de la cruz.

LA IMPORTANCIA DE ESTA ORACIÓN

La importancia de este pasaje es que no sólo los discípulos tuvieron acceso a la conversación más
profunda y santa sino que hoy día cuando los creyentes leen esta oración, se sienten
transportados al lugar santísimo, donde se encuentran con su gran sumo sacerdote.

I: La oración de Jesús y el plan eterno de Dios:1-5

Cuando Jesús dijo al Padre: “Glorifica a tu Hijo”, estaba pidiendo que el plan eterno de redención
se consumara exactamente como se había determinado en su soberanía. Es importante notar que
ésta fue la única petición de Jesús que la voluntad del Padre se haga en Él. Jesús no buscaba nada
para Él.

1. EL DERECHO QUE POSEE:


Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
(17:2)

De acuerdo con el plan eterno de Dios para la salvación, el Hijo recibió potestad sobre toda carne (la
humanidad) para dar vida eterna a todos los que el Padre le dio. Esa autoridad, concedida a Él por
su Padre, se hizo posible por medio de la cruz. Al morir por los pecados de quienes creerían en Él,
se le otorgó el derecho de darles vida eterna. A Jesús se le ha dado toda autoridad en el cielo y en
la tierra (Mt. 28:18), inclusive la autoridad para juzgar. El tema central del Evangelio de Juan es
que Jesucristo es la fuente de la vida eterna.
2. LA RELACIÓN QUE OFRECE
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado. (17:3)

La vida eterna solo se entrega a quienes conozcan (la palabra griega no solo implica conocimiento
intelectual, sino una relación de amor íntima y profunda al único Dios verdadero y eso solamente es
posible a través de Jesucristo, a quien el Padre ha enviado. La vida eterna se refiere en DISFRUTAR
la comunión íntima con Dios ahora y siempre. La vida eterna no es solo una posesión futura, sino
una realidad presente. Por supuesto, no EXPERIMENTARÁN esa vida hasta la era por venir
cuando vean a Cristo cara a cara y le adoren en la gloria y gozo del cielo.
3. EL REQUISITO QUE SATISFACE

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. (17:4)

este versículo implica la impecabilidad de Cristo (la ausencia de pecado). El escritor de Hebreos
declaró que aun cuando “fue tentado en todo”, fue “sin pecado” (He. 4:15) y pasa a caracterizarlo
como “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”

LA REVERENCIA QUE MERECE

Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que
el mundo fuese. (17:5)

Habiendo llevado todo a cabo, de acuerdo al plan predeterminado de Dios, Jesús sabía que sería
exaltado al lugar donde había estado antes de la encarnación; a la diestra gloriosa de su Padre
Era tiempo para su coronación, descrita por Pablo en Filipenses 2:9-11: Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y
toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
La gloria que le esperaba le pertenecía por derecho, tanto por su título divino (por ser el segundo
miembro de la Trinidad) como por su sumisión perfecta (pues se había sometido al Padre a la
perfección).
De no haber sido por la cruz, no habría salvación por el pecado para nadie en ninguna época, no
habría evangelio de la gracia, no habría esperanza en esta vida y el infierno sería el único destino
eterno. Sin la cruz, el plan eterno de la salvación que Dios prometió desde antes de los tiempos no
habría producido fruto.

II.Jesús ora por sus discípulos: Como aquellos que el Padre le entregó:6-10
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste,
y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado,
proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han
conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos;
no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y
lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. (17:6-10)

Acá vemos dos cosas:


La doctrina de la soberanía divina (Dios eligió a los pecadores para salvación desde la eternidad)
y la responsabilidad humana (los pecadores son responsables de su respuesta al evangelio) y eso
se enseña claramente en las Escrituras y juega un papel importante en este pasaje.
Sin excusas ni disculpas, la Biblia enseña que el Padre “escogió en [Jesucristo a los creyentes] antes
de la fundación del mundo.
Aunque Pablo predicó el evangelio a miles, solo “creyeron todos los que estaban ordenados para
vida eterna” (Hch. 13:48). Ninguna persona externa a los elegidos de Dios para la salvación se
acercará a Jesucristo como Salvador.
De hecho, de los veintiséis versículos que comprenden la oración de Jesús en Juan 17, catorce se
centran específicamente en los discípulos (vv. 6-19), siete más se centran en quienes creerían
en Cristo en el futuro por medio de los ministerios extendidos de ellos (vv. 20-26).
Lamina 9
Porque Jesús hace este ruego?
PORQUE ELLOS ERAN UN Regalo del Padre para El

REGALO DEL PADRE PARA ÉL


Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. (17:9-10)
Los discípulos mostraban evidencia de lo que Jesús siempre había dicho antes—que fueron
escogidos del mundo por el Padre como regalo para el Hijo—, porque habían respondido con fe y
demostraban la autenticidad de su fe por medio de su obediencia continua.
Jesús confiaba en que el Padre le concedería su oración por los discípulos; el Padre se aseguraría
de protegerlos y purificarlos (santificarlos) porque eran el regalo a su Hijo (cp. vv. 11, 15, 17).
Hablaba exclusivamente por los que el Padre le dio, Jesús dejó claro que no rogaba por el mundo.
La obra intercesora de Cristo como sumo sacerdote es solo para quienes le pertenecen
eternamente, porque el Padre se los regaló.
Los cristianos son los escogidos de Dios, sus hijos, sus súbditos, sus esclavos y sus ovejas.
Quienes pertenecen al Padre, pertenecen al Hijo, y viceversa.
Los verdaderos discípulos de Cristo, como los once, permanecen en su Palabra (Jn. 8:31) y
obedecen sus mandamientos en amor (Jn. 14:15). Tal comportamiento solamente es posible porque
Dios ha cambiado sus corazones, los ha llevado al Hijo (Jn. 6:44) y los ha regenerado a través del
Espíritu (Tit. 3:5).
Jesús ora por aquellos que el Padre le entregó:6-10 pero también
III: Jesús Ora por sus discípulos: Como aquellos que está por dejar: 11-19
Esta parte de la oración que hace Jesús se ha dividido en tres secciones.
Recordemos que en la primera oración (vv. 1-5), Jesús oró por su gloria; en la última (vv. 20-26), oró
por todos los creyentes. Pero entre las dos, el Señor oró específicamente por los once
discípulos; por quienes el Padre le dio (vv. 6-10) y a quienes estaba a punto de despedir (vv.
11-19).
Los doce habían estado presentes en el aposento alto cuando Jesús lavó sus pies (13:5) y cuando
comieron la última cena juntos (13:12). Pero no todos los doce eran verdaderos discípulos. Uno de
ellos, Judas el hijo de Simón Iscariote, era traidor; una característica que había ocultado a todos
menos a Cristo.
De hecho, cuando Jesús mencionó que alguien lo traicionaría, ningún otro discípulo sospechó de
Judas (13:22). Después de exponer a Judas como traidor, le dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo más
pronto” (13:27).

Una vez Judas se fue, solo quedaron los once. Y oró por ellos específicamente en los versículos
6-19. Jesús conocía el comportamiento de aquellos once subraya la necesidad de la oración de
Jesús por ellos. Ninguno de ellos parecía muy inteligente o ingenioso. No eran altamente educados,
ni tenían muchos recursos materiales, pues lo habían dejado todo por seguir a Jesús Muchos eran
pescadores comunes, Mateo recaudador de impuestos. Eran hombres comunes y corrientes con
debilidades comunes y corrientes. Pedro era impetuoso, Tomás era escéptico y Santiago y Juan
eran exaltados, “hijos del trueno”
Todos se volvieron cobardes cuando arrestaron al Señor (Jn. 16:32). Desde la perspectiva
humana, este grupo de seguidores era todo menos extraordinario o impresionante pero aun
así, habiendo recibido la responsabilidad de llevar el evangelio por el mundo (Mt. 28:18-20; cp.
Hch. 1:8) y de pastorear a la Iglesia con sus enseñanzas y supervisión (cp. Hch. 2:42; 6:4), ellos
estaban llamados a continuar la obra de Jesús después de que Él se fuera. Jugaban un papel vital
en el futuro de la fe cristiana, porque Dios los había escogido para contarle al mundo la redención
por medio de su Hijo (cp. Ef. 2:20).
Jesús pide : guardarlos, la unidad y santidad
A- LA PETICIÓN DE PROTECCIÓN ESPIRITUAL: guardarlos y la unidad

La primera petición de Jesús, guardarlos (reiterada en el v. 15), es una petición por la seguridad
espiritual de los discípulos. Esa petición es más abarcadora, se extiende a todos los creyentes. Ese
guardar significa todo. Guardarlos de alejarse; de las malas doctrinas; de que los venza la pena, la
tribulación o el sufrimiento; guardarlos en la vida y en la muerte. De esta primera petición de nuestro
Señor aprendemos la seguridad absoluta del verdadero creyente.
Segunda, la protección del Padre también aseguraba la unidad entre ellos; que fueran uno, así
como Cristo y el Padre. La unidad que el Señor tenía en mente es la unidad espiritual que todos los
creyentes poseen. El Espíritu Santo, que mora en todos los creyentes, la produce- el fruto del ES:
produce el amor común por el Señor, el compromiso con su Palabra, el afecto por su pueblo y la
separación de lo impío y lo mundano

B- LA PETICIÓN DE LA PUREZA SANTIFICADORA

Jesús pidió a su Padre santificarlos en su verdad, para apartarlos del pecado. El instrumento de la
santificación es la palabra de Dios revelada en las Escrituras, contenida en los Testamentos Antiguo
y Nuevo, cuya totalidad es verdad. La Palabra de Dios y la verdad son sinónimos. “Tu palabra es
verdad” Toda ella, desde Génesis hasta Apocalipsis, es verdad (cp. Sal. 19:7; 119:160). Y toda ella
es necesaria para la santificación del creyente.

IV. Jesús ora por todos los creyentes: Que estén unidos en la verdad en el presente

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra
de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo
les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para
que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado. (17:20-23)

la unidad por la que Cristo oró no es externa, u organizacional, sino interna, espiritual, con base
en la vida en Cristo de los creyentes.

¿Cómo se manifiesta la unidad espiritual en la práctica? unidad que caracteriza a la verdadera


Iglesia que los creyentes sientan “lo mismo”. “el mismo amor”; “unánimes” “una misma cosa. La
palabra griega significa literalmente “de un alma”., excluye actitudes divisorias como ambición
personal, egoísmo, odio, envidia, celos y las innumerables manifestaciones del mal fruto del amor
propio. tener un objetivo común: promover el reino de Dios.

El Señor hizo dos peticiones por ellos: que estuvieran unidos en la verdad y que se reunieran
con Él en la gloria eterna.

Esta oración revela cinco características de la unidad que la Iglesia imita.


La Iglesia también está unida en el compromiso común de la gloria a Dios.
La Iglesia vive para ir en pos del objetivo único de evangelizar a los perdidos, eso queda claro en las
palabras de Jesús en el versículo 18: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al
mundo” (cp. Mt. 28:19-20).
La Iglesia también está unificada en su compromiso de proclamar la verdad singular de la Palabra de
Dios.
La iglesia en santidad Cuando los incrédulos ven a los creyentes unidos en pos de la santidad, se
verán atraídos a Cristo.
Finalmente, unidos en amor.
Finalmente LA COMUNIÓN DE LA GLORIA FUTURA Padre, aquellos que me has dado, quiero
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, (17:24a)

La apasionada petición final en la oración de Cristo es que aquellos que el Padre le ha dado puedan
estar con él en su gloria eterna celestial. La petición específica de Cristo por quienes el Padre le ha
dado, “que donde yo estoy, también ellos estén conmigo”, expresa además su deseo de comunión
eterna con ellos. Él quiere que todos los escogidos desde la eternidad estén con Él donde está
ahora: en el cielo

En el plan misericordioso de Dios los creyentes no solo ven la gloria de Cristo, también la
comparten;
Las peticiones de Cristo en esta oración, la más grande de todas, se pueden resumir en siete
palabras.

El Señor oró por la preservación de los creyentes (“Padre santo, a los que me has dado, guárdalos
en tu nombre”, v. 11),
por su gozo (“Que tengan mi gozo cumplido en sí mismos”, v. 13),
liberación (“Que los guardes del mal”, v. 15),
santificación (“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”, v. 17),
unificación (“Que todos sean uno”, v. 21),
asociación (“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén
conmigo”, v. 24)
y glorificación (“Que vean mi gloria”, v. 24)

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