Ibarretxe - Antuñano, Iraide. Lexicografia Y Linguistica Cognitiva
Ibarretxe - Antuñano, Iraide. Lexicografia Y Linguistica Cognitiva
Ibarretxe - Antuñano, Iraide. Lexicografia Y Linguistica Cognitiva
IRAIDE IBARRETXE-ANTUÑANO*
Universidad de Zaragoza
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Este tipo de organización en las entradas de diccionario es útil, pero presenta algu-
nos problemas con respecto a cuestiones tanto teóricas como metodológicas.
Por un lado, la mayoría de estos diccionarios están basados en teorías estructu-
ralistas que postulan un significado basado y definido según unas características sufi-
cientes y necesarias, generales y distintivas1. Un significado denotativo que no tiene
que explicitar cuestiones contextuales. Sin embargo, las definiciones que se ofrecen en
los diccionarios están en conflicto con esta base teórica, ya que en muchos casos se
definen a partir de usos típicos, es decir, con información contextual (Geeraerts 2007:
1166). Además de incluir la prototipicidad de algunos significados, algunos dicciona-
rios a partir de las marcas connotativas –indican actitudes o valores por parte del
hablante como ‘peyorativo’, ‘irónico’, etc.– añaden características semánticas a estos
significados.
Otro de los problemas es la linealidad de este tipo de entradas. Las diferentes
acepciones se presentan en orden lineal, sin tener en cuenta su estructura interna ni las
posibles relaciones entre las mismas. Normalmente, en la tradición lexicográfica espa-
ñola se ha seguido un criterio etimológico que tiene en cuenta no la relación semánti-
ca entre las acepciones o su frecuencia de uso, sino la proximidad de la acepción con
respecto al étimo (Garriga Escribano 2003: 107). Como consecuencia de esta lineali-
dad, incluso muchas veces, como en el caso del DRAE, hay una separación conscien-
te entre las acepciones de la entrada y las expresiones fraseológicas, que se citan
aparte, al final del artículo. Esto no quiere decir que haya que cambiar el diseño de las
entradas léxicas, ya que muchas veces no depende del lexicógrafo sino de la edición
del diccionario, pero es importante tener en cuenta que esta linealidad oculta la natu-
raleza multidimensional de la estructura semántica de una entrada, tanto de sus acep-
ciones como de las expresiones idiomáticas derivadas de ella, a esta situación se le
conoce como el problema de la linealidad lexicográfica (Geeraerts 1990).
Aunque la función de los ejemplos en un diccionario es fundamental tanto
como ilustración del contorno sintáctico o como transmisor de datos sociales y cul-
turales (Lara 1992: 10), es decir, por sus funciones sintagmáticas, paradigmáticas y
pragmáticas (Martin 1989: 601), los ejemplos son también escasos en diccionarios
como el DRAE. Una de las posibles razones que explica esta escasez es la base teó-
rica estructuralista en la que se basan, que da mucha más importancia al sistema (la
lengua, el significado abstracto) que al uso en concreto (el habla, la realización del
significado).
Las marcas de transición semántica como la de figurado son problemáticas porque
incluyen bajo una misma etiqueta cualquier extensión semántica sin tener en cuenta el
mecanismo que la haya causado (metáfora, metonimia, etc.).
Finalmente, otra de las posibles insuficiencias se encuentra en la escasa informa-
ción gramatical que, a veces como en el DRAE, se limita a dar información descriptiva
sobre la categoría, el régimen preposicional o argumental del lema, pero sin considerar
que las construcciones también pueden aportar significado (Alarcón 2009).
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semánticas, connotativas, usos típicos); otras veces mezclan datos relativos al significa-
do, al sentido y a la acepción, que según algunos autores no deberían incluir los diccio-
narios (véase Hernández Hernández 1991; Trujillo 1994). La lingüística cognitiva al
tomar un punto de vista enciclopedista del significado justifica la inclusión de estos ele-
mentos, es más, no se comprendería una definición que no incluyera este tipo de datos,
ya que, se considerarían imprecisas. Hay que recordar que para este modelo los límites
o las diferencias entre la semántica y la pragmática son de grado, por lo que, la infor-
mación ‘contextual’ –siempre entendida del modo más general– tendría que formar parte
de estas definiciones.
Otro de los aspectos fundamentales en los que podría intervenir la lingüística
cognitiva es en la organización y constitución de la microestructura. Lo primero en
lo que podría influir sería en la eliminación de la linealidad total que existe en las
microestructuras de algunos diccionarios. Una microestructura desde el modelo cog-
nitivo se plantearía como la organización de los significados de una palabra en torno
a redes radiales que tuvieran diferentes niveles semánticos unidos por medio de
mecanismos cognitivos como la metáfora o la metonimia, y basados en la selección
de propiedades conceptuales provenientes del concepto central. Desde un punto de
vista teórico, hay varias justificaciones que explicarían este modo de trabajar con una
entrada léxica.
Una de ellas sería el propio concepto de polisemia. Un elemento es polisémico
cuando tiene varios significados que están relacionados conceptualmente entre sí. Es
decir, por un lado, se está refiriendo siempre a la relación conceptual de los signifi-
cados, no es una relación de palabras sino de conceptos, y por otro lado, es una rela-
ción motivada, hay una base experiencial que justifica la relación (véase Geeraerts
2001). Este planteamiento tiene también otras consecuencias. Por ejemplo, el trata-
miento de la homonimia. Este modelo, al estar basado no en la forma sino en la rela-
ción conceptual, postularía que todos aquellos casos en los que hubiera homonimia
deberían de organizarse en dos entradas léxicas distintas. En los diccionarios como el
DRAE, solo se contemplan como dos entradas distintas palabras homonímicas de
diferente origen etimológico, pero aquí recibirían el mismo trato todas aquellas pala-
bras cuyos significados hubieran perdido su relación conceptual a través del tiempo.
Por poner un ejemplo, una palabra como banco se tendría que dividir en dos, una
referida a la institución financiera (y todos sus significados como lugar de almacena-
je) y otra referida al asiento, ya que, en la actualidad, la relación motivada entre estos
dos significados no se reconoce.
Otro de los cambios en la microestructura sería la inclusión de la fraseología
dentro de cada una de las acepciones correspondientes2, y no al final del artículo,
como una subentrada. Hemos de tener en cuenta que el concepto de metáforas muer-
tas o de expresiones fijas de la lengua en lingüística cognitiva tiene una interpreta-
ción diferente. Por un lado, se admite que las expresiones idiomáticas (incluyendo en
esta categoría todo tipo de elementos como refranes, frases hechas, dichos, etc.) tie-
nen diferentes grados de fijación con respecto a los elementos lingüísticos que com-
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Una vez que hemos analizado algunas de las áreas en las que la lingüística cogni-
tiva puede ayudar a mejorar la entrada lexicográfica gracias a sus herramientas teóricas
y metodológicas podemos pasar a demostrar con un ejemplo cómo se podrían aplicar al
análisis lexicológico.
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Hemos tomado como ejemplo la entrada de cabeza del DRAE. Como ocurre con
los lexemas que designan las partes del cuerpo, cabeza es una palabra que presenta una
rica polisemia. Como se observa en la Figura 2, el DRAE propone más de veinte acep-
ciones.
Al observar las extensiones semánticas de cabeza tal y como vienen organizadas
en este artículo, lo primero que llama la atención es que, a pesar de estar organizadas
linealmente, algunos de los sentidos pueden inmediatamente relacionarse conceptual-
mente, aunque sea de manera intuitiva. Por ejemplo, si nos fijamos en las acepciones 4,
5, 6, 7, 8, 9 y 15, podemos observar que en todas ellas se está conceptualizando la cabe-
za como un indicador de ‘situación espacial’, en concreto, como un ‘extremo’. En algu-
nos casos, y dependiendo del objeto al que se le atribuye la cabeza, este extremo puede
interpretarse como la ‘parte superior’ (acepciones 6, 7, 8), como el ‘principio’ (acepción
4, 9) o simplemente como un ‘extremo cualquiera’ (acepciones 5, 15). Incluso si se tiene
en cuenta que las organizaciones jerárquicas se representan normalmente en forma pira-
midal, con los miembros más importantes situados en la parte superior, también se
podría relacionar con este grupo las acepciones 20 y 21. La cuestión siguiente es pre-
guntarse cómo se pueden representar estas relaciones, cómo se puede explicar la moti-
vación, si es que la hay, de estas extensiones semánticas. La respuesta se puede encontrar
en las herramientas de la lingüística cognitiva descritas en la sección anterior.
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El resultado de estos mecanismos es una red radial que parte del significado central
de cabeza como ‘parte del cuerpo’ y que se estructura en diferentes niveles y a través de
diferentes mecanismos cognitivos. La Figura 3 representa esta red radial de cabeza3.
3.1. Ventajas
La primera ventaja es que esta metodología evita la estructura lineal de la entrada
léxica. Hay dos consecuencias fundamentales. Primera, que al considerar la acepción 1
como el significado central del lexema cabeza, ya no se consideran todos los significa-
dos iguales (como se postularía en un enfoque más estructuralista), sino que se estable-
cería una jerarquía basada en significados prototípicos (cabeza como ‘parte del cuerpo’)
y significados menos prototípicos (el resto). Segunda, a través de la organización en
redes radiales se pueden establecer diferentes niveles de motivación conceptual entre las
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La principal ventaja de este tipo de organización radial es que permite al lector ver
rápidamente cuáles son las extensiones en las que estos dos lexemas coinciden y se dife-
rencian. Como se ve en la Figura 6, la cabeza tanto en vasco como en español tiene el
significado espacial de ‘extremo’, pero a diferencia del español, buru ‘cabeza’ tiene otro
segundo significado espacial, ‘centro’. Este tipo de metodología es además importante
porque puede señalar casos en los que ambas lenguas coinciden en la extensión semán-
tica, pero divergen en la motivación y en la estructuración interna de la misma. En este
caso, el significado de ‘importante’ se da en ambas lenguas, pero la metáfora tiene una
configuración diferente. En español, la metáfora IMPORTANTE ES ARRIBA se basa en una
estructura piramidal, mientras que en vasco, la metáfora es diferente, IMPORTANTE ES
CENTRAL, ya que tiene una base conceptual centrípeta4.
3.2. Problemas
A pesar de las ventajas que se han mencionado en la sección anterior, el lexicó-
grafo puede encontrarse con algunas dificultades metodológicas al hacer el análisis
semántico de ciertas palabras. Una de estas dificultades puede ser el determinar el sig-
nificado central de un lexema, así como los significados que van organizando los dife-
rentes niveles de la red radial.
En el caso de cabeza y, por lo general, en el de las partes del cuerpo, el significa-
do central está claro ya que suele coincidir con la acepción más prototípica de estas pala-
bras, su definición como ‘parte del cuerpo’. También hemos visto que uno de los nodos,
el de la acepción 4, englobaba a todas las diferentes acepciones espaciales bajo el signi-
ficado esquemático de ‘extremo’. Sin embargo, en otros casos resulta más difícil deter-
minar o escoger un significado central, ya que, no siempre el diccionario lo ofrece. Tal
y como proponen Inchaurralde et al. (2006), un ejemplo de esta situación sería el caso
de la entrada aisle en inglés del diccionario Merriam Webster Online.
Aunque aisle presenta tres acepciones diferentes (1 y 2a, 2b), se podría argumentar
que todas tienen en común el concepto de ‘pasillo’, pero que tendría diferentes interpreta-
ciones según el pasaje esté en una iglesia (1), en un teatro o tren (2a) o en un almacén (2b).
Para poder solucionar este caso, una posibilidad sería, por ejemplo, proponer un único sig-
nificado esquemático, ‘pasillo’, que resumiría las propiedades en común de estas acepcio-
nes. ‘Pasillo’ sería el significado central a partir del cual se derivarían por polisemia
composicional el resto de las acepciones como se esquematiza en la Figura 7.
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Más problemáticos son los casos como la entrada alcohol. Aquí, no solo no sabe-
mos realmente cuál es el significado prototípico sino que además tampoco está claro el
significado esquemático como en el ejemplo anterior.
Dentro de las acepciones que tiene esta entrada, es posible que resulten como pro-
totípicas las acepciones 2 ó 3, pero para poder estar seguros necesitaríamos o bien llevar
a cabo un experimento lingüístico con hablantes nativos para ver sus preferencias y
determinar cuál de estos significados lo categorizan como prototípico, o consultar un
diccionario de frecuencias. La solución más inmediata podría ser la última, pero aquí hay
una dificultad añadida, y es que los diccionarios de frecuencias no suelen contabilizar las
frecuencias de las acepciones sino de los lemas, lo cual no nos es de mucha utilidad
(Garriga Escribano 2003: 125).
Finalmente, otro de los problemas al que se podría enfrentar el lexicógrafo es el de
establecer el orden dentro de la estructural conceptual, es decir, el determinar qué signi-
ficado origina la extensión semántica. Veamos otro ejemplo tomado de Inchaurralde et
al. (2006: 38), la entrada academy.
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4. CONCLUSIONES
En este trabajo hemos intentado presentar algunas de las áreas en las que la lin-
güística cognitiva podría ser de utilidad a la práctica lexicográfica española5. Desde el
punto de vista teórico, la lingüística cognitiva evita contradicciones epistemológicas en
cuanto a la ordenación y motivación de los significados de una entrada léxica. Las defi-
niciones de los diccionarios actuales, a pesar de estar fundamentados en teorías estruc-
turalistas, incluyen, por ejemplo, datos de uso, de ‘habla’, lo cual es contradictorio con
los fundamentos estructuralistas con respecto al significado. En lingüística cognitiva, el
significado se entiende desde el punto de vista enciclopedista, es decir, que se tiene en
cuenta no solo la información denotativa sino también el conocimiento del hablante
sobre el concepto, por lo que este tipo de definiciones están respaldadas por la teoría.
Aún más interesante resultan las aportaciones prácticas. Utilizando conceptos como el
de red radial, significado prototípico y esquemático, polisemia composicional y meca-
nismos cognitivos como el de la selección de propiedades, la metáfora o la metonimia,
el análisis lexicográfico de una entrada de diccionario podría ofrecer una organización
conceptual motivada y estructurada de las diferentes acepciones de una misma entrada
léxica. Este tipo de organización, facilitaría la comprensión, y en su caso, el aprendiza-
je más duradero de las diferentes extensiones semánticas de una palabra (Boers y Linds-
tromberg 2006).
NOTAS
* Correspondencia a: Iraide Ibarretxe-Antuñano. Universidad de Zaragoza. Departamento de Lingüística
General e Hispánica. San Juan Bosco, 7. E-50009 Zaragoza. E-mail: [email protected]
* Investigación financiada por el proyecto del MEC (HUM2007-64200/FILO). Nos gustaría dar las gracias a
los revisores que han mejorado con sus comentarios este artículo.
1. A pesar de que Porto Dapena (2002: 79) señala que las teorías lingüísticas actuales, estructuralismo y gene-
rativismo “no han cristalizado todavía en una teoría lexicográfica”, la organización de la microestructura,
los conceptos de homonimia y polisemia, y sobre todo, la caracterización de la definición, que proponen los
lexicógrafos españoles incluido Porto Dapena responden claramente a la teoría semántica estructuralista.
También podemos apuntar, aunque sea brevemente, el desconocimiento de la semántica cognitiva en estos
círculos hispanos. Pero quizás, como apunta Geeraerts (2006), lo importante no es discutir si la lexicogra-
fía se ha dejado influir o no por la lingüística teórica, sino que muchas de las prácticas lexicográficas care-
cen de cualquier tipo de base teórica.
2. Autores como Casares (1950: 99) ya proponían este tipo de organización, pero otros autores como Porto
Dapena (2002: 181) siguen arguyendo que este tipo de organización dificultaría la búsqueda de expresiones
fijas. En nuestra opinión, la búsqueda no se ve entorpecida porque se puede seguir teniendo un orden alfa-
bético dentro de cada acepción, pero sí que ayudaría a comprender el significado al verlo relacionado con
la definición general de esta acepción.
3. La Figura 3 esquematiza toda la organización conceptual de cabeza. Dado el espacio reducido de este tra-
bajo, solo hemos usado como ejemplo una de las extensiones semánticas, ‘situación espacial’, pero hemos
dejado toda la red radial de este lexema para ilustrar cómo sería un análisis completo de una entrada léxica.
4. Existen datos antropológicos como arqueológicos que prueban que las organizaciones sociales se organiza-
ban en torno a un elemento central y no superior. También existen datos lingüísticos con este lexema de buru
‘cabeza’ que demuestran que la parte importante de algo en vasco hace referencia a la parte central (véase
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Ibarretxe-Antuñano 2002). Es importante tener en cuenta que la diferencia que estamos mencionando aquí
tiene que ver con la conceptualización espacial de esta parte del cuerpo en sus acepciones metafóricas. En
español también existe la metáfora IMPORTANTE ES CENTRAL, pero la diferencia está en que cuando se utiliza
el lexema de cabeza en castellano para indicar algo importante la conceptualización que subyace no es ‘cen-
tro’ sino ‘arriba’.
5. Las aplicaciones que hemos descrito en este artículo son interesantes para la lexicografía en general, pero
hemos incluido la etiqueta de española específicamente, porque este modelo teórico es más desconocido en
este ámbito que, por ejemplo, en la lexicología anglosajona (véase Hanks 1994; Hanks y Pearsall 2005;
Lipka 2002; Molina 2008).
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