Introduccion Al Derecho
Introduccion Al Derecho
Introduccion Al Derecho
Derecho y Religión
Daniela Figueroa
C.I 19.472.412
Ramón Morales
V- 8.999.294
Carlos Rojas
V-13.616.392
Derecho y Religión se encuentran en continua interacción a lo largo de la historia. En el
origen de Occidente, el Derecho, el Poder, la Religión aparecen intrínsecamente unidos,
independizándose de forma progresiva. De hecho, en otras civilizaciones, el Derecho sigue
estrechamente vinculado con la identidad religiosa de un pueblo o de una nación, de forma
que las normas o reglas jurídicas no son sino una dimensión más de la religiosidad.
Ciertamente, de una forma u otra, los derechos estatales tienen algún tipo noción. En la
inmensa mayoría de los casos, el concepto de religión no se explicita en la Constitución o
en las leyes fundamentales de la convivencia jurídica. Más bien, se hilvana en la práctica
administrativa diaria o en la jurisprudencia.
Para conseguir detectar esos errores y potenciar esos aciertos del Derecho, es preciso
conocer fallos y proponer mejoras. Es la tarea constante de la doctrina académica que, sin
embargo, en lo que me consta, no ha efectuado un estudio particularizado y extenso sobre
esta cuestión.
Las razones de la ausencia de este estudio nos remiten a dos polos de atracción gravitatoria
que distraen el interés por la materia.
Religión y Derecho:
Históricamente estos dos términos, Religión y Derecho, aparecen siempre el uno al lado del
otro. No sólo porque siempre o casi siempre la vivencia colectiva de las creencias religiosas
termina organizándose colectivamente creando el Derecho confesional, sino también
porque la religión aparece indisolublemente unida a la organización jurídica de la
convivencia civil o Derecho secular.
En otras ocasiones la Iglesia se arroga una potestad directiva sobre el poder secular y su
Derecho o intenta influir en ese sentido utilizando las mayorías, identificando la ática válida
para todos con la de la mayoría, pretensión a la que responden los partidos políticos
confesionales.
Claro que también ocurre lo contrario: el poder político es el polo dominante invirtiéndose
en ese caso el sentido de la identificación, tanto total dando lugar al cesaropapismo, o
parcial abocando al modelo de Iglesia de Estado. En ambos supuestos es el Estado el que
utiliza a la Iglesia, dando lugar a la secularización del Derecho confesional y a la
equiparación y mimetismo de las Iglesias respecto del Estado.
Las confesiones religiosas no han abandonado su pretensión de que el Derecho estatal sea
traducción de la ética particular de cada una de ellas a la contra del reconoce miento del
plural ismo como uno de los principios cimeros de los ordenamientos. Han cambiado los
métodos, pero no el objetivo.
Dicho de otra manera, empujados por los tratados internacionales sobre derechos humanos
y el reconocimiento que en ellos se hace del derecho de libertad de conciencia, se proponen
como ideal a conseguir en su relación las creencias religiosas de sus ciudadanos el de la
laicidad en su sentido más moderno de laicidad abierta y positiva que implica
simultáneamente tres cosas. 1.— neutralidad, no sólo religiosa, sino también ideológica,
¿tica y cultural del Estado y de su Derecho, que es a lo que se refiere, y no a otra cosa, la
expresión laicidad abierta; 2.- separación del Estado respecto de las creencias religiosas y
no religiosas de la sociedad y de las correspondientes organizaciones sociales, excepción
hecha de los valores que forman parle de la identidad del Estado social y democrático de
Derecho y 3,— posibilidad de una acción positiva del Estado para hacer que la igualdad y
la libertad sean reales y efectivas o para remover los obstáculos que se opongan a su
plenitud; es únicamente a esta prestación de carácter asistencial, excepcional, por tanto, a la
que se refiere con la expresión laicidad positiva.