Capítulo 7
Capítulo 7
Capítulo 7
J.K. Rowling construye a Harry Potter desde este germen mítico. Un niño de
finales del siglo XX queda huérfano y, desde muy temprana edad, vive bajo la tutela y
el maltrato de sus tíos y un insufrible primo, en un cuadro que lo alimenta
intertextualmente del imaginario mítico y la herencia de los cuentos de hadas, gracias a
los cuales la compasión del lector se funda en la prefiguración heroica de los signos que
se ensamblan en la historia de su nacimiento y en la evocación de un entorno similar al
de la Cenicienta.
“All you have to do is walk straight at the barrier between platforms nine and
ten. Don’t stop and don’t be scared you’ll crash into it, that’s very important”
(HPPF1:93)2. Ciertamente, la estación King’s Cross de la serie Harry Potter se
encuentra en la misma ciudad en la que podemos ubicarla en cualquier mapa, página
web o libro de referencia. Sin embargo, las características reales de ubicación de los
andenes nueve y diez no permiten el juego que el texto presenta, y ofrecen (aunque
involuntariamente), a raíz de lo que la propia autora ha reconocido como un error 3, una
alternativa de lectura que propicia ese reconocimiento de “un universo un poco extraño”
al que se refiere Eco. Este universo, en el caso de estas novelas, presenta
particularidades que lo hacen posible en nuestro mundo conocido e incrementan su
verosimilitud: según se desprende de la serie, los magos existen, y su presencia física en
las calles es tan sólo la de individuos con vestimentas de colores llamativos o sombreros
peculiares; el acceso al tren que lleva a los estudiantes a la escuela tiene lugar por medio
de una reconocida estación; el gobierno cuenta con un Ministerio de Magia, cuya tarea
principal “is to keep it from the Muggles that there’s still witches an’wizards up
an’down the country” (HPPF1:65). Los mundos mágico y muggle coexisten, y así como
el segundo cuenta con siglos de historia a lo largo de los cuales el saber mágico ha sido
históricamente discriminado, desmontado y negado, el primero “aprovecha” las ventajas
que esto representa y cuenta con mecanismos (mágicos, por supuesto) para que los
contactos entre ambos universos puedan permanecer ocultos o relegados al olvido.
2
A partir de este momento, aun cuando las citas extraídas de las novelas de la serie corresponden a las
ediciones norteamericanas, su procedencia será indicada por medio de las siguientes siglas, que las
identifican con los títulos traducidos al español y el orden de aparición de cada texto, para facilitar su
reconocimiento a los lectores del presente trabajo: HPPF1 (Harry Potter y la piedra filosofal, Harry
Potter and the Sorcerer’s Stone); HPCS2 (Harry Potter y la cámara secreta, Harry Potter and the
Chamber of Secrets); HPPA3 (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Harry Potter and the Prisoner of
Azkaban); HPCF4 (Harry Potter y el cáliz de fuego, Harry Potter and the Goblet of Fire); HPOF5 (Harry
Potter y la Orden del Fénix, Harry Potter and the Order of the Phoenix), y HPPM6 (Harry Potter y el
príncipe mestizo, Harry Potter and the Half-Blood Prince). Asimismo, se aclara que la aparición de la
denominación Harry Potter en itálicas se referirá a Harry Potter / texto, en tanto que la presencia del
nombre en caracterer planos aludirá directamente al personaje.
3
J.K. Rowling reconoce su confusión con las carácterísticas de la estación en una entrevista televisiva de
la BBC, transmitida el 28 de diciembre de 2001: http://www.quick-quote-quill.org/articles/2001/1201-
bbc-hpandme.htm).
Uno de los detalles que propician la inmersión lectora en Harry Potter, en
particular en los primeros volúmenes, reside precisamente en el hecho de que el joven
protagonista ha sido criado por diez años en un estado de ignorancia y silencio sobre
este mundo mágico al que pertenece y sobre su verdadero origen, y esta ignorancia es
compartida por el lector. En el texto, este estado está representado por el vacío temporal
entre los dos primeros capítulos de Harry Potter y la piedra filosofal: en un extraño
primer capítulo, aparecen lechuzas, y algunos objetos curiosos, como un objeto similar a
un encendedor (cuya función es inversa, es decir, apaga luces), e individuos
extrañamente ataviados hacen correr extraños rumores sobre un “You-Know-Who” que
parece, felizmente, haber desaparecido, y un niño pequeño que sobrevive a algo terrible
y es dejado por un extraño grupo de personajes protectores, luego de ser rescatado por
uno de ellos en una motocicleta volante, frente al hogar de sus tíos. El transcurso
repentino de diez años enfrenta al lector con un pequeño “ceniciento” que ha vivido “ten
miserable years” (HPPF1:29), al que el cabello le crece a velocidades poco corrientes,
que tiene un sueño incierto con una motocicleta voladora y que descubre que puede
comunicarse con las serpientes. Así, en principio, Harry Potter es un niño: en esta
condición, damos por sentadas en él ciertas características4. El silencio de esos “diez
años miserables” se presenta ante el lector como un desconocimiento de la historia del
personaje en ese período, del cual se reciben simplemente los indicios necesarios para
establecer una corriente de simpatía o conmiseración. Poco a poco vamos siendo
conducidos por un recorrido informativo en el cual se nos hacen saber ciertas cosas
sobre él: en que lector y protagonista van siendo llevados por el texto a los mismos
parajes: se les presentan las mismas sorpresas, los mismos hechos inexplicables;
comparten la misma ignorancia ante un mundo que, para ambos, comienza a
estructurarse, a abrirse ante sus ojos.
Harry descubre cosas sobre sí mismo. Es mago, y como tal, debe recibir la
educación que corresponde. Si bien contamos con una enciclopedia que nos dice qué
implica, a grandes rasgos, ser niño, la información con que contamos sobre el “ser
4
Eco refiere, a manera de ejemplo, las propiedades esenciales del personaje de Caperucita Roja: “el texto
no enumera todas las propiedades posibles de esa niña: al decirnos que es una niña deja para nuestras
capacidades de explicitación semántica la tarea de establecer que se trata de un ser humano de sexo
femenino, que tiene dos piernas, etc. Para ello el texto nos remite, salvo indicaciones en contrario, a la
enciclopedia que regula y define el mundo ‘real’. (Eco 1981:184, itálicas nuestras). Estas “indicaciones en
contrario” serán las que definan las características no compartidas por el genérico “niño” y el personaje
Harry Potter.
mago” es difusa y diversa. Por supuesto, tenemos relativamente clara la noción acerca
del individuo que ejecuta acciones poco corrientes o contrarias al “comportamiento
lógico” que atribuimos al mundo. Pero la enciclopedia está construida por piezas
separadas, entre las que tenemos constancia de magos no escolarizados que pueden
descubrir y orientar sus propios poderes (la serie Hechizada y la manera en que en ella
se nos presentan los poderes de algunos de sus personajes podría ser un ejemplo),
magos formados bajo la responsabilidad de tutores (Merlín), magos televisivos que
ejecutan actos sorprendentes de prestidigitación, sabios milenarios, hacedores de
milagros, etc. Poco a poco, el mundo de Harry Potter nos enfrenta a un mago que debe
aprender, sistematizar saberes, ejercitar destrezas y adquirir una formación completa en
términos del inmenso inventario de conocimientos asociados a la magia: en Hogwarts se
imparten asignaturas como las siguientes: astronomía, encantamientos, defensa contra
las artes oscuras, herbología, historia de la magia, transfiguración, pociones, runas
antiguas, cuidado de criaturas mágicas, aritmancia, adivinación, estudios del mundo
muggle. La escuela tiene una planificación académica rigurosa, y suma a los exámenes
regulares dos pruebas que marcan la culminación de dos ciclos en la formación mágica
(el examen de Ordinary Wizarding Level y los Nastily Exhausting Wizarding Tests) .
Igualmente, cuenta con una clase práctica para el aprendizaje del vuelo en escobas y un
uniforme en el que las túnicas negras y los sombreros puntiagudos son fundamentales.
Esto es adquirido en los comercios de una curiosa calle de Londres, a la que Harry y el
lector son llevados por Hagrid, ese guía que condujo al pequeño en la motocicleta
voladora, le hizo saber su identidad y se hizo cargo de introducirlo al mundo mágico.
Eco señala que “Dentro del marco de un enfoque constructivista de los mundos
posibles, también el llamado mundo ‘real’ de referencia debe considerarse como una
construcción cultural” (186), lo cual explica aludiendo a la mutabilidad de la
construcción de nuestras lógicas o sentidos de lo real a partir de los cambios que los
modelos de conocimiento vigentes producen en nuestra enciclopedia (con la mención a
nuestra incredulidad frente a la posibilidad del retorno de Caperucita del estómago del
lobo versus la validez, para un “lector antiguo”, del retorno de Jonás después de tres
días en el vientre de un animal). Si bien el propio Eco aclara que esto no cuestiona la
realidad de lo real (más sí de nuestros modos de describirla), observa enfáticamente el
hecho de que reflexiones como ésta “tienden a establecer un criterio operativo concreto
dentro del marco de una teoría de la cooperación textual” (186).
Así, Diagon Alley se abre ante nosotros como una extraña suma urbana de
elementos procedentes del imaginario de la magia y la brujería, pero, igualmente, estos
elementos han sido tocados por el imaginario y los valores de nuestro presente: se
venden calderos, varitas, túnicas, lechuzas y escobas … pero las escobas de este mundo
mágico, por ejemplo, son medios de locomoción tecnológicamente avanzados, sobre los
cuales pesa la admiración, el consumo y el sueño de una juventud que desea moverse a
altas velocidades. El acercamiento de la juventud mágica a las escobas de última
generación es muy similar al que tiene la juventud muggle para con automóviles o
motocicletas:
La identificación del lector con Harry se inicia con la empatía y prosigue con el
aprendizaje conjunto sobre el mundo que se abre ante ambos. Quizás el lector se
pregunte por la verosimilitud de todo cuanto empieza a pasar ante sus ojos por las
páginas del primer volumen, tal como el propio Harry se pregunta, al caminar por las
calles de Londres, rumbo a Diagon Alley:
Harry, en cambio, se sorprende con ciertos objetos del hogar de los Weasley: por
ejemplo, un reloj con una sola manecilla y sin números, con las horas identificadas de la
manera siguiente: “Written around the edge were things like Time to make tea, Time to
feed the chickens, and You’re late” (HPCS2:34).
“Un mundo posible no es un conjunto vacío, sino un conjunto lleno o, para usar
una expresión que circula en la literatura sobre el tema, un mundo amueblado” (Eco
1981:173). El mundo que J.K Rowling organiza para Harry Potter y para sus lectores
cuenta con un amoblamiento sumamente detallado. Un primer acercamiento es el
relativo al amoblamiento que compatibiliza el mundo cotidiano del personaje con el
mundo del lector, y que, al construir progresivamente un mundo nuevo para el primero,
lo hace también para el segundo.
“The standard pattern of fairy tale is to be found in myth as well, but there the
stakes for which the hero contends may be extremely high”, observa Eliot (1990:186).
Quizás en atención a la relación que esta reflexión traza entre las citas de Bettelheim y
Propp, podemos proponer un recorrido por la dimensión mítica de Harry Potter y
dibujar una hipótesis según la cual el crecimiento del personaje implica un crecimiento
de la complejidad del texto y una comprensión de la complejidad de aspectos que, en las
novelas iniciales, parecían sencillos. Después de todo, “el personaje y el discurso son
cómplices el uno del otro” (Barthes 1987:150).
Está claro que el éxito inicial de las novelas tiene lugar entre el público infantil.
Conocer a un niño de la misma época, que es desdichado en el hogar en el que le ha
tocado vivir y que descubre que tiene poderes mágicos y la posibilidad de desarrollarlos
alejándose de un entorno que lo oprime no es una experiencia de todos los días. Como
escribe Savater, el niño ha de “distanciarse del hogar para poder volver a él dándose
cuenta y sentarse junto a un fuego encendido con la brasa que él mismo haya traído de
lejos, robada de algún remoto volcán” (1993:73).
Harry no es un dios. Es un niño, “el niño que vivió”, que sobrevivió al ataque de
Voldemort, un ser maligno contra el cual nadie había podido jamás, y al que lo une una
profecía que apenas se conocerá en el quinto volumen. Huérfano como el “niño
primordial” de los mitos (Jesi 1972:12-3), su salvación, en principio inexplicable, se
atribuye al amor de su madre, una fuerza que va cobrando mayor importancia en la
progresión de los textos:
La definición del héroe salvado por el amor construye a Harry como una
sensibilidad profundamente humana: la cicatriz que dejó en su frente el ataque de
Voldemort cuando era apenas un bebé es la marca que lo señala como elegido. Sin
embargo, habría que destacar que estamos ante una doble codificación del personaje:
para el mundo muggle, que sirve de marco inicial a la ficción, Harry es, efectivamente,
superior en clase; para el entorno discursivo que se le construye en el mundo mágico, e
incluso en el diálogo mundo mágico/mundo muggle, es simplemente un muchacho más,
que va a una escuela a la que van muchos jóvenes magos. Pese al grado creciente de
peligro y dificultad de las pruebas a las que se ve sometido, podríamos afirmar que,
hasta el volumen Harry Potter y el príncipe mestizo, el joven responde al tipo de héroe
del romance6:
6
Este héroe que se define como humano es precisamente el héroe que puede ser amado: sus
imperfecciones, sus debilidades, lo hacen posible objeto de afecto. Campbell justifica así la tendencia
humana de amor protector hacia los niños, e incluso explica con este argumento la importancia de la
vulnerabilidad de Cristo: “That’s why some people have a very hard time loving God, becauyse there’s no
imperfection there. You can be in awe, but that would not be real love. It’s Christ on the cross that
becomes lovable” (1988:5). Los acontecimientos del sexto volumen podrían, quizás, aproximar a Harry a
un tipo más cercano al héroe épico o trágico de la tipología de Frye para el desarrollo del séptimo libro,
aunque no nos atreveríamos a asegurar una modificación de estas dimensiones.
Este héroe, en un juego de palabras que encerraría el sentido de la ficción como
constructora de alteridades, roman (novela) - romance – romántico, se erigiría en
prueba de que, efectivamente, no es casual el hecho de que “la literatura fantástica nace
como propuesta estética (…) en el contexto y en el espesor de las propuestas
románticas” (Bravo 1985:32). La suspensión de las leyes ordinarias de la naturaleza, por
el lado referencial propuesto por el organizador textual, y de la incredulidad, por el lado
de la recepción, propician un recorrido cuasi-mítico en el que un niño salvado por el
amor y el sacrificio maternos “inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia
una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una
victoria decisiva” (Campbell 1984:35). Este patrón que Campbell marca con el ciclo
separación-iniciación-retorno (35) es compartido a grandes rasgos por figuras como las
de Jasón, Prometeo, Moisés, Jesús, los caballeros de la Mesa Redonda, Buda, Luke
Skywalker y Harry Potter. Si bien la construcción heroica que nos ocupa es la propia del
romance, el viaje y la iniciación míticos permean todos los posibles dispositivos
miméticos y diegéticos de la trayectoria vital humana, y son útiles para la comprensión
del personaje y de la fidelidad de sus lectores. Como observa Moyers, al entrevistar a
Campbell, “what human beings have in common is revealed in myths. Myths are stories
of our search through the ages for truth, for meaning, for significance. We all need to
tell our story and to understand our story” (Campbell 1988:5).
Así, dentro de las unidades simbólicas de la estructura del recorrido mítico que
pueden resultarnos de utilidad, Villegas, apoyándose fundamentalmente en el propio
Campbell y en la visión de los ritos iniciatorios de Mircea Eliade, alude a los mitemas
del llamado, del cruce del umbral, del reino de la noche (o vientre de la ballena), del
camino de pruebas. Para el caso de Harry Potter, el “personaje despertador” (cf.
Villegas 1978:101) que lleva a cabo el llamado parece ser Rubeus Hagrid. Después de
conocer a Hagrid y tener acceso a información sobre su origen, Harry acepta viajar a
Hogwarts e integrarse al mundo mágico y cruza diversos umbrales, entre los cuales
podrían mencionarse el ingreso a Diagon Alley, el paso del andén 9 ¾ y el arribo final
al castillo que aloja al colegio Hogwarts, que los estudiantes del primer año realizan
conducidos en botes que atraviesan un lago que recuerda a la laguna Estigia o el río
Éstige, que tenía propiedades mágicas (como la que se manifestara al producir la
invulnerabilidad de Aquiles al ser sumergido por Tetis, v. Grimal 1981:178).
Harry se encuentra también con una figura protectora que le ofrece herramientas
para su defensa y para el cumplimiento de su destino: Albus Dumbledore. Director de
Hogwarts y encargado de poner a Harry en manos de su familia carnal (en la medida en
que permanecer cerca de la sangre de su madre constituye una protección, cf.
HPOF5:836), el anciano mago y maestro ofrece al muchacho y a sus amigos cercanos
diversos recursos: en HPPF1, le proporciona la capa de invisibilidad que había
pertenecido a su padre; en HPCS2, le hace llegar al ave fénix que le salvará la vida y la
espada del fundador de la casa Gryffindor, con la que podrá luchar; en HPPA3, será otro
maestro, Remus Lupin, quien le enseñará un hechizo poderoso, y Dumbledore ofrecerá
a Harry y a su compañera Hermione la posibilidad de corregir acontecimientos por
medio de un objeto que les permite viajar en el tiempo.
Las novelas quinta y sexta constituyen, en este sentido, desarrollos mucho más
introspectivos: Harry Potter es un adolescente, y las pruebas que debe superar en la
progresión narrativa tienen, independientemente de que el peligro que Voldemort
representa es aún mayor, un tinte más próximo a la educación sentimental del personaje.
Es cierto que, a grandes rasgos, Harry Potter continúa siendo “el niño que vivió”, el
único que puede enfrentar a Voldemort gracias al amor dejado en él por su madre, y su
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Según Campbell, “The Grail was brought down through the middle by the neutral angels. It represents
that spiritual path that is between pairs of opposites, between fear and desire, between good and evil”
(1988:195-6).
condición heroica se mantiene. Sin embargo, es visible igualmente, en el avance de la
serie, que Harry presenta dudas, desarraigos, crisis, cambios, ante los cuales aprende a
moldearse, a crecer, a soportarse a sí mismo. “La transformación del propio héroe
adquiere una importancia para el argumento, y en esta relación se reevalúa y se
reconstruye todo el argumento de la novela” (Bajtín 1982:212). Hay en la serie, vista en
conjunto, una propuesta que se acoge a las huellas del Bildungsroman: el joven Potter
aprende de acuerdo con los objetivos del sistema escolar al que pertenece, pero aprende
además de sus amigos, de sus relaciones, del contacto personal con sus maestros, de las
revelaciones que se presentan ante él. Adquiere cada vez más y mejores herramientas
para la lucha, y una visión menos ingenua y más compleja de la vida en ese mundo
mágico que, inicialmente, le había resultado grato y fascinante; Rowling parece jugar
con la afirmación bajtiniana “la vida aquí no sólo es un banco de prueba, sino también
una escuela” (Bajtín 1989:208), invirtiéndola en la trama narrativa de Harry Potter: “la
vida aquí no sólo es la escuela, sino también un banco de pruebas”8. Baquero Goyanes
comenta, al iniciar sus reflexiones sobre el Bildungsroman:
8
“La idea de la formación y de la educación, y la idea de la prueba no se excluyen una a otra dentro del
marco de la novela del período moderno; al contrario, pueden combinarse de manera profunda y orgánica.
La mayoría de los grandes modelos de la novela europea combina en sí misma, orgánicamente, ambas
ideas (especialmente en el siglo XIX, cuando los modelos puros de novelas de prueba y formativa se
hacen bastante raros). Así, en Parsifal se combina ya la idea de la prueba (predominante) con la idea de la
formación” (Bajtín 1989:208).
de estudios ha muerto ante sus ojos en una circunstancia que lo hace sentir culpable. Él
mismo se ha visto, conscientemente, más cerca de la muerte. El inicio del quinto
volumen nos muestra a un Harry Potter taciturno, molesto, acusado por la prensa de
haber inventado la historia del regreso de Voldemort y expulsado de la escuela por
utilizar su magia en el mundo muggle; un Harry perturbado por sueños que le muestran
desmanes reales de Voldemort.
Harry Potter and the Order of the Phoenix es el relato más oscuro de la serie.
Los magos opuestos a Voldemort, tanto adultos como adolescentes, funcionan en
grupos clandestinos, y la situación de Hogwarts es crítica: el Ministerio de Magia
nombra a una Gran Inquisidora, que a la larga sustituirá a Dumbledore en sus
funciones. La novela es una larga historia de represión, desconfianza y desilusiones: a
través de mecanismos mágicos de recuperación de recuerdos, Harry descubre que su
padre, James Potter, era un adolescente irreverente, burlón y despiadado con los
compañeros que no eran de su agrado:
Harry placed the point of the quill on the paper and wrote: I
must not tell lies.
He let out a gasp of pain. The words had appeared on the
parchment in what appeared to be shining red ink. At the same time,
the words had appeared on the back of Harry’s right hand, cut into his
skin as though traced by a scalpel … (HPOF5:266-7)
Harry es herido moral y físicamente en la novela. Sus pesadillas, su lealtad a
Dumbledore, la persecución de la Inquisidora, su desgano general, y ver cómo es
asesinado su padrino hacia el final del relato hacen de él un personaje irritable y poco
tolerante. Se siente culpable: “It was his fault Sirius had died” (HPOF5:820), se
pregunta si tuvo pretensiones heroicas que llevaron a su padrino a la muerte. No soporta
siquiera hablar con Dumbledore, su protector y maestro, y el penúltimo capítulo
consiste en una larga y difícil conversación en la que el joven pierde los estribos con
frecuencia:
[La muerte del otro] “me confirma que soy mortal, y me sorprende tal como soy,
es decir, inacabado” (291). Sirius había llegado hacía poco a la vida de Harry: su
condición de fugitivo le había impedido una relación más cercana. En la muerte del
padrino, nuestro héroe ve la imposibilidad de una continuidad, revive la muerte de sus
padres. Desesperado, busca medios para establecer contacto con un “más allá” en el que
cree que debe estar Sirius Black, e incluso interroga a los fantasmas acerca de la
posibilidad de que su padrino asuma la “vida” fantasmal … Esto, aparentemente, es
imposible en la medida en que Sirius Black no tenía miedo de morir.
Las pruebas y la formación del personaje ya no son retos a la escala de la
escuela, sino confrontaciones problemáticas con zonas oscuras de la vida. A medida que
el antagonista cobra poder, las situaciones ante las cuales se ve el héroe parecen menos
fácilmente solucionables.
Si bien es cierto que cada una de las novelas establece su versión de la estructura
del relato mítico, no podemos perder de vista el hecho de que la serie completa
constituye asimismo un relato: la historia de un desarrollo juvenil de siete años con su
iniciación, sus pruebas, sus laberintos, sus muertes. Y el crecimiento de Harry,
confrontado al retorno y a la revitalización de Voldemort, se hace intenso y difícil,
formativo, preparatorio para el enfrentamiento final, en el cual, de acuerdo con la
profecía que se revela en el quinto volumen, “either must die at the hand of the other for
neither can live while the other survives” (HPOF5:841).
El quinto libro constituye en sí mismo una dura prueba, o una serie de pruebas
en las que el héroe debe mantenerse a flote a lo largo de un año de suspicacia, decepción
y tristeza. Un libro en el que, además, el anuncio final de la profecía cambia la visión
que el personaje tiene de sí mismo. Afortunadamente para Harry, y para el lector que
continúa junto a él, experimentando sus buenos y malos momentos, para el inicio del
sexto libro ya la comunidad mágica ha aceptado oficialmente el retorno de Voldemort,
la reagrupación de sus seguidores, y la credibilidad de Harry Potter, Albus Dumbledore
y el difunto Sirius Black. Durante este sexto año de estudios, Harry tendrá nuevas
experiencias amorosas y nuevos hallazgos académicos, en particular en la asignatura
dedicada al aprendizaje de la preparación de pociones, gracias a un cambio de profesor
y a la aparición de un libro utilizado años atrás por un excelente estudiante en la
materia, que se convierte en objeto de ayuda para el desempeño y el aprendizaje de
Potter. Su misión junto a Dumbledore, consistente en descubrir cada vez más detalles
acerca de la vida y las fortalezas de Voldemort para formarse con los recursos
necesarios para enfrentarlo, va cumpliéndose a lo largo del año escolar. Comete errores,
vive su crisis de adolescente, pero el tiempo compartido con Dumbledore en busca de
información y recuerdos lo enriquece y lo serena en la conciencia de su destino y de lo
previsto en la profecía. Descubre la estrategia siniestra de Voldemort para mantenerse
con vida, y decide trabajar con Dumbledore para contrarrestarla. Y precisamente en esta
misión le corresponde ver cómo su maestro pierde la vida.
Una vez más, Harry ve morir a un ser querido. La muerte está cada vez más
cerca de su corazón. Ya tiene casi diecisiete años, la mayoría de edad en el mundo
mágico. Y en su aventura, este héroe que comenzó por ser un niño protegido por el
amor ha dejado atrás la infancia (y en cierto modo, su lector también); sus protectores se
han ido:
And Harry saw clearly as he sat under the hot sun how people
who cared about him had stood in front of him one by one, his mother,
his father, his godfather, and finally Dumbledore, all determined to
protect him; but now that was over. He could not let anybody else
stand between him and Voldemort; he must abandon forever the
illusion he ought to have lost at the age of one, that the shelter of a
parent’s arms meant tha nothing could hurt him. There was no waking
from his nightmare, no comforting whisper in the dark that he was
safe really, that it was all in his imagination; the last and greatest of
his protectors had died, and he was more alone than he had ever been
before. (HPPM6:645)
El mundo de Harry Potter, que tiene explicaciones mágicas para cosas tan
pequeñas como el hecho de que en el mundo muggle continuamente creemos haber
perdido nuestras llaves, las tiene también para la tristeza, la depresión y la angustia. La
propuesta de una entidad no visible junto a la cual el optimismo parece desaparecer de
nuestro horizonte y sólo nos dominan los malos recuerdos es perfectamente verosímil, y
aún más cuando leemos que, luego de una experiencia de proximidad con un dementor
(nótese la construcción morfológica: dementor: hacedor de demencia/dementes,
enloquecedor), la víctima comienza su recuperación con un trozo de chocolate.
“Los mitos son el alma de nuestras acciones (…). No podemos actuar sino
moviéndonos hacia un fantasma” (Valéry, citado en Held 1981:184-5). Quizás la
fantasía de un recorrido mítico por un mundo alterno podría verse como “evasiva” de la
realidad cotidiana. Sin embargo, “la evasión fácil no es por cierto patrimonio de lo
fantástico” (Held 1981:184): antes que una fascinación pasiva, textos como Harry
Potter plantean problemas humanos que, como individuos y como cultura, necesitamos
resolver: el crecimiento, la soledad, la muerte, el amor, el desarraigo, el racismo.
Ese Harry del aquí y del ahora toma un tren en King’s Cross. Su año escolar, su
año de aprendizaje sistemático y disciplinado, está plagado de encuentros con el
universo de lo que solemos considerar imaginario (lo cual no deja de ser sugerente y
propone, en la comunicación con el lector, una relación directa y complementaria entre
academia y alteridad, entre educación y fantasía). Rowling no da mayorers
explicaciones sobre ciertos seres y ámbitos: los pone a funcionar en el texto, en la
confianza de que, en algunos casos el marco general de la aventura, y en otros la
activación referencial por parte del lector, harán su trabajo.
9
Entre los centauros que aparecen en Harry Potter que tienen un rol de importancia en la primera novela,
uno de ellos, de nombre Firenze, que orienta al protagonista, se convertirá eventualmente en profesor de
Hogwarts, y será desdeñado por sus iguales por su contacto con los humanos. Este personaje parece
inspirarse en la imagen del centauro Quirón, a quien se atribuye la formación de héroes como Aquiles y
Hércules: “Cheiron has a totally different role from the others. He ius neither fierce and unpredictable nor
wild and uncultured. On the contrary, he is the gentle and gifted teacher par excellence” (Kirk 1973:159).
10
Las piezas de ropa para lograr la invisibilidad son parte del inventario mágico. Kieckhefer 1995:7-8)
refiere cómo un manual de magia demoníaca que se conserva en la Biblioteca Estadal de Bavaria en
Munich especifica los pasos a seguir para solicitar a los espíritus un sombrero con esta facultad.
adoptar la apariencia física de otra persona no dejan de tener múltiples resonancias. Otro
tanto sucede con la mención y descripción de plantas como la mandrágora 11, y con la
aparición de figuras cruciales para el relato como el ave fénix, reconocida en la
bibliografía simbólica y mítica “como esencia del complejo de ideas de inmortalidad y
resurrección” (Biedermann 1993:192), que muere en llamas y queda reducida a cenizas,
de las que resurge, y posee lágrimas con poderes curativos; la araña gigante
(acromántula) Aragog, correlato textual de la Shelob de El señor de los anillos; el
basilisco, “ser fabuloso pleno de simbolismo sacado del mundo de las serpientes”
(Biedermann 1993:66), cuya mirada es fatal y del que se dice que sólo puede ser
vencido por un espejo que le devuelva el veneno de su mirada o por el picotazo o el
canto de un gallo (Colbert 2001:36). En el texto, es el fénix quien hiere mortalmente al
basilisco en defensa de Harry.
Uno de los problemas más complejos que se presentan ante Harry en esta
segunda novela está relacionado con sus propias dudas acerca de su identidad, dudas
que tuvieron su inicio en el primer volumen, en el momento en que iba a realizarse su
adjudicación a una de las cuatro casas de la escuela: en ese momento, el mágico
sombrero seleccionador (Sorting Hat, o, como se resuelve inteligentemente en la
traducción francesa, Choixpeau) se detiene en la cabeza de Harry y escudriña sus
aptitudes, sus temores y sus aspiraciones. Harry, que con su poca experiencia en el
mundo mágico no siente simpatía por la casa Slytherin (que es la casa de origen de
Voldemort), es asignado, no sin algunas tensiones, a Gryffindor. Sin embargo, en la
segunda novela, experimentar el hecho de que su destreza para comprender
Parseltongue, el lenguaje de las serpientes suele ser una aptitud propia del lado oscuro,
y saber que el joven Lord Voldemort era físicamente similar a él, le hacen dudar de su
11
Biedermann observa que la forma de la raíz de la mandrágora evoca a una figura humana, y “contiene
varias sustancias venenosas (hiosciamina, atropina, escopolamina, etc.) que pueden provocar
alucinaciones. Por ello desempeñó un gran papel en los ungüentos de las brujas, y se convirtió en símbolo
de artes secretas de toda índole. (…) Decíase que al ser arrancada profería un grito escalofriante y
mortífero” (1993:290). No es casual que su nombre en inglés remita a un conocido mago de ficción
(Mandrake). En HPCS2, Hermione Granger comenta en clase las propiedades de la mandrágora, y apunta
que “The cry of the Mandrake is fatal to anyone who hears it”(92). Como nota curiosa, cabe señalar que
en la sesión de clase donde esto sucede, los estudiantes de Hogwarts trabajan con mandrágoras que son
apenas brotes: “their cries won’t cry yet”, indica la profesora. Sin embargo, los alumnos deben
manipularlas con protectores para los oídos.
lugar en el mundo12. Esta similitud lingüística y física, sumada a otros aspectos en
común, generan en la saga ciertos atisbos del problema del doble:
El temor a este doble posible angustia al personaje (“La puesta en escena del
doble es la puesta en escena del Mal”, observa Bravo 1985:146), y será la aparición de
la espada de Godric Gryffindor, de la que se asegura que sólo puede ser empuñada por
un auténtico miembro de la casa Gryffindor, lo que disipe sus dudas y lo reubique como
un verdadero Gryffindor y antagonista de Voldemort. La espada constituye, además de
un arma del héroe, otro activador de referencias, que evoca a Perseo y a Sigfrido, entre
otros, y, sobre todo, al imaginario artúrico, cuya leyenda de la espada Excalibur
incrustada en la roca que sólo podría ser empuñada por el verdadero rey ha llegado a los
más diversos públicos incluso en versión Disney.
Otros elementos hipercodificados mitológica y simbólicamente que van
apareciendo en la saga son el hipogrifo, el licántropo, la transformación del humano en
animal, la posibilidad de generar protección por medio de los recuerdos felices,
(HPPA3), los gigantes, las criaturas marinas (sirenas, por ejemplo), las veelas, la
esfinge, el dragón13, el objeto mágico que transporta a quien lo toca, el rito satánico de
12
La lengua de las serpientes, denominada por Rowling Parseltongue, es transmitida a Harry a través de
la herida que le produce Voldemort al intentar asesinarlo. La similitud del componente Parsel con el
vocablo Parsi, que designa a los seguidores del zoroastrismo, tiene algunos vínculos con el imaginario
potteriano: en el zoroastrismo el hombre es quien decide su propio destino, cosa que Dumbledore reitera
con frecuencia a Harry, ante disyuntivas como la de poder ser de Slytherin y desear y decidir estar en
Gryffindor. Asimismo, el zoroastrismo y la región de Persia, o Pars, son el punto de partida de los magi,
primeros magos de los que parece tenerse registro histórico en el mundo precristiano.
13
Sobre los dragones, Biedermann comenta lo siguiente: “En los mitos de la Creación, los dragones son
generalmente criaturas primitivas poderosas y violentas que deben ser vencidas por los dioses.
Posteriormente, héroes y antepasados de linajes nobles asumen el papel de matadores de dragones
(dominio del mundo indómito de la naturaleza por el hombre mentalmente superior). La victoria sobre el
dragón es, a menudo en cuentos y leyendas, una prueba a que es sometido el héroe, que mediante ello
logra un tesoro o salvar a una princesa cautiva. El dragón es en este sentido símbolo de la animalidad
salvaje que debe ser domeñada por la energía disciplinada. El simbolismo cristiano ve al dragón como
personificación de lo diabólico o del satánico Lucifer, al que el arcángel Miguel vence y arroja a las
profundidades del infierno” (1993:157-8). Nótese que la crianza de dragones es una actividad sumamente
controlada en el mundo de Harry Potter, y que la autora genera una variedad de dragones de distintos
orígrnes geográficos, como el Hungarian Horntail, el Norwegian Ridgeback, el Peruvian Vipertooth, entre
otros.
corporeización del personaje maligno14, el laberinto (simbólicamente iniciático por
excelencia, cf. Biedermann 1993:257), y el rescate, estos últimos como pruebas en el
Torneo de los Tres Magos (HPCF4). En los libros cuarto y quinto, quizás ya establecido
el pacto de lectura en el que el texto propone como aceptable la aparición de referencias
y entidades mitológicas (ya el protagonista está familiarizado con el mundo mágico, y la
información de amoblamiento del mundo es información dada cf. , tanto para el
personaje como para el lector 15), los elementos “nuevos” de este género (nos referimos,
por supuesto, a novedad intratextual) son más escasos, y tienen asimismo relación con
el aumento en el nivel de peligro que acecha al protagonista: algunos de éstos serían la
Orden del Fénix, suerte de cofradía caballeresca que recuerda a la Mesa Redonda,
emulada en cierto modo por los más jóvenes en la creación del ejército de Dumbledore
(Dumbledore’s Army, HPOF5), alianza de los magos del bien contra las fuerzas
malignas resucitadas, y los Inferi, especie de zombies (de los vocablos latinos inferus e
inferius, que indican procedencia del inframundo) con los cuales Voldemort refuerza
sus “tropas”.
Eco observa que “sólo se hacen libros sobre otros libros y en torno a otros
libros” (1985OJO:53), y la noción de intertextualidad, ya más que manejada en el
ámbito literario (y comprehensivamente sustentada por la discursividad computacional
en la interacción del hipertexto), contempla el hecho de que toda obra guarda una
relación de deuda hipertextual con otras (cf. Genette 1989:14 y ss.). Jacobs confronta,
en este sentido, la cosmogonía de Tolkien, el collage mítico-religioso de Lewis en Las
Crónicas de Narnia y la serie de Rowling, y observa la completitud mitopoética de la
obra del primero, la “promiscuidad mitográfica” del segundo y el logro de la tercera al
incorporar una diversidad de elementos en un marco de verosimilización ficcional que
lleva al crítico a afirmar que “as a literary artist she bears a far greater resemblance to
Tolkien” (Jacobs 2000:s/p). Si bien la serie de novelas sobre el joven mago no
constituye una genealogía mítica en sí misma como El señor de los anillos (de hecho,
14
El retorno corporal de Voldemort hacia el final de Harry Potter y el cáliz de fuego surge de un ritual
que implica actividades de profanación de tumbas, asesinato, obtención de carne y sangre: una suerte de
escenario anti-eucarístico que evoca los intentos que se atribuían a las brujas por crear engendros
demoníacos, y que definitivamente el texto identifica con las fuerzas del mal.
15
En este amoblamiento mitológico, la inserción de criaturas mágicas en los libros iniciales es esencial, y
se completa con la publicación del volumen Fantastic Beasts and where to find them, facsímil del texto
escolar que utiliza Harry durante sus estudios, en el que puede apreciarse la riqueza intertextual que
asocia la serie Harry Potter con la mitología y el juego de la autora con la creatividad y la invención. En
este sentido, este diálogo entre criaturas “existentes” en distintos saberes míticos (aparecen hasta los
kappa japoneses) y criaturas “nuevas” del mundo de Rowling es un cuestionamiento humorístico a los
cánones de definición de lo real por encima de la comprensión de la existencia de realidades.
no es ése su propósito textual desde el momento en que nos ubica a finales del XX), es
cierto que en el establecimiento de relaciones inter e intratextuales estructura un marco
organizativo que hace admisible la diversidad de alusiones, referencias y
precodificaciones. No resultaría serio afirmar que esta curiosa forma de coherencia es
obra de “la magia” de la autora, pero sí diremos que la magia como episteme, como
designación de un saber con una serie de implicaciones simbólicas e históricas,
independientemente de su destierro de la positividad de lo que hoy entendemos como
conocimiento legítimo (cf. Foucault 1968OJO:40-2), en el contexto que nuestro
imaginario contemporáneo le atribuye y en su potencial hibridizante, es el eje
estratégico sobre el cual Harry Potter puede ser maltratado por un primo que juega
videojuegos, volar sobre un hipogrifo, ser acosado por un profesor de Pociones, hablar
con las serpientes y empuñar la espada de los elegidos.
Jorge Luis Borges, en “El arte narrativo y la magia”, atribuye a ésta un orden
particular de la causalidad, del cual asegura es el propio de la “novela de continuas
vicisitudes” (1974:230). Putnam, en sus reflexiones acerca del lenguaje y el significado,
elige, entre los ejemplos sobre los que desarrolla el rol de las creencias en la
construcción de sentido, el caso de la palabra “bruja”. Nos encontramos ante dos
perspectivas analíticas diversas –una desde el abordaje literario, otra desde el examen de
la representación lingüística-, no sobre la magia y la brujería, sino sobre la manera de
verlas y codificarlas, que confluyen a un mismo problema:
16
“En innumerables pueblos exóticos existe la creencia en las brujas y el convencimiento del demonismo
de algunas mujeres consideradas caníbales, hechiceras, asesinas y destructoras de la potencia masculina
(…). Figuras brujeriles de esta índole son símbolos del lado negativo de lo femenino, su aspecto oscuro,
temido por el hombre (…). A los símbolos caracerísticos del temido ser de las brujas pertenecen las aves
nocturnas (lechuza, mochuelo) en las que las brujas pueden transformarse, sapos, serpientes, gatos
negros; entonces, entre su belleza seductora y su repulsiva fealdad, nada raramente también su desnudez
en rituales que dícese que se celebran bajo la presidencia del diablo –a menudo en figura de un
demoníaco macho cabrío– (…). Esta imagen de bruja, tal como la representa la tradición popular europea,
es solamente un caso especial de un temor difundido casi mundialmente ante el sexo femenino que se
manifiesta en algunas culturas con otras variantes externas (en el antiguo Japón, por ejemplo, figuras de
mujeres demoníacas se transforman en zorros, en ciertas tribus siberianas en lobos, etc.). La persecución
europea de las brujas dotó a este mundo de ideas de un aparato pseudocientífico y se convirtió en una
práctica asesina. (Biedermann 1993:71-2)
17
OJO, ARMAR DATOS
There were many reasons for opposing magic. Those who
practiced it were in danger of physical and spiritual assault from the
wily demons they sought to master. Even in its apparently innocent
and entertaining forms it was at best frivolous and vain. It could
involve presumptuous encroachment on the mysteries and creative
powers of God. It involved erroneous assumptions about the demons,
their power, and their dignity. All these arguments occur in medieval
discussion of magic. (Kieckhefer 1995:176)
El término magia, sin embargo, parecía abarcar demasiadas zonas del saber del
Medioevo. Kieckhefer reporta la existencia de un volumen tirolés conocido como el
manual de Wolfsthurn, un documento de recomendaciones domésticas diversas, y
señala:
18
Con respecto al uso de hierbas medicinales, por ejemplo, el mismo autor comenta: “A further
complicating factor is that the use of herbal magic, if it cannot be rigurously distinguished on one hand
from science, has links on the other hands to religion. Herbs and ointment were often compounded with
holy water, and it becomes artificial to distinguish between its function of ‘holy’ and its role as ‘water’”
(1995:68).
19
“El motivo del aliado del diablo se hace cada vez más frecuente a finales de la Edad Media. La
inquietud religiosa, que admitía la duda en no pocos dogmas de fe y que dio lugar finalmente a la
Reforma, y los sorprendentes resultados de las ciencias progresistas trajeron consigo una inseguridad que
hacía sospechar, como problemático y antidivino, del nuevo tipo humano que aparecía. Representantes
del pensamiento moderno como Paracelso, Nostradamus, Bacon, Galilei, adquirieron fama de tener
alianza con el diablo; la creencia en las brujas se extendió como una epidemia” (Frenzel 1980:10).
de lo mágico abarcaba haceres y saberes sumamente diversos, de los cuales surge la
clasificación más importante: la magia demoníaca, que se consideraba una perversión de
la religión (se mezclaban invocaciones a demonios con apelaciones a santos), y la
llamada magia natural, derivada (o precursora) de la ciencia (cf. Kieckhefer 1995:9). La
noción pérsica de los magi, sabios expertos en astrología, medicina y conocimientos
ocultos, influyó sin duda en la construcción de una percepción rodeada de misterio y
exotismo, a la que se sumaron el acercamiento a lo prohibido y pagano y la posibilidad
de ejercer influencia sobre otros para dominarlos o extraerles información contra su
verdadera voluntad. Frente a este intimidante panorama, también existió, como sigue
existiendo, la idea de la magia performativa, para entretener o impresionar.
Dentro de este imaginario, sin embargo, Rowling opta por amueblar el mundo
mágico como mundo redondo en sí mismo: no se trata de un universo en el que el aquí y
el ahora humanos no existen como referentes, ni de un mundo alterno opositor al mundo
real que se erija en enemigo peligroso. La alteridad no está fundada en una operación en
la que muggles/magos = bien/mal. Rowling anula el estereotipo brujeril del pacto con
el diablo como característica sustancial de lo mágico y propone un sistema de relaciones
en el que la magia en todas sus vertientes (piénsese en las asignaturas escolares:
Pociones, Adivinación, Aritmancia, Transformaciones, Herbología, Defensa contra las
Artes Oscuras, Cuidado de criaturas mágicas) constituye el conocimiento legítimo de
un sector de la población mundial y cuenta con sus instituciones y estructuras, además
de registrar una combinación entre el devenir histórico de sus “saberes tradicionales” y
la evolución de los mismos. Si bien es verdad que “[o]ne of the great pleasures for the
reader of her books is the wealth of details, from large to small, that mark the Magic
world as different from ours” (Jacobs 2000:s/p, itálicas nuestras), esto corresponde a la
expresión de una manera de hacer, de saber, de codificar el mundo y estar en el mismo;
no a los dilemas sociales y morales ni a los problemas humanos, que siguen siendo los
mismos: el amor, la soledad, la amistad, la ética, el poder, la lucha del bien contra el
mal, el aprendizaje, la muerte, no son umbrales de diferencia entre los mundos: antes
bien, constituyen los ejes de una problemática humana en la que ambos universos
(muggle, mágico) se insertan. De hecho, la perspectiva desde la cual se aborda la
narración, que es la que se sintetiza en la identificación entre el lector y el protagonista,
está claramente marcada en su consustanciación con la lucha contra el mal, incluso en el
plan de estudios de la escuela, en el que las Artes Oscuras son abordadas en una
asignatura en la cual el objetivo es la protección contra las mismas.
Los Death Eaters surgen (re-surgen, en vista de que son los antiguos seguidores
del mal, reconvocados por su retorno) para encender la intranquilidad en el mundo
mágico. El resto de la comunidad mágica está contra ellos y tiene un enorme respeto por
sus poderes. Aquí se cuestiona el estereotipo del supuesto origen demoníaco de toda
clase de magia: existen agrupaciones (la Orden del Fénix, por ejemplo, motivo
constructivo del quinto volumen) de claro apoyo a las fuerzas del bien (representado por
Albus Dumbledore, cuyo nombre evoca la blancura, la luminosidad y la pureza), y
existen magos comunes, que temen al mal y lo rechazan pero quizás no cuentan con el
ímpetu suficiente como para asumir el riesgo de enfrentarlo. La comunidad mágica es
una comunidad humana, diversa, compleja, y en ella bien y mal constituyen fuerzas en
tensión. El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras durante el primer año de Harry
en Hogwarts, Quirrell, sucumbe a la seducción de Voldemort y se convierte en su
21
Como ya se ha señalado, en el momento de selección de casas para el ingreso de Harry al colegio
Hogwarts, se hace evidente su búsqueda de identificación con el bien y su temor a la posibilidad de ser
asignado a la casa de origen de Voldemort. Cabe citar unas líneas de este pasaje, que concuerdan con la
cita de Bravo con respecto a la escisión interna del sujeto. Harry sabe que hay algo en él que tiene
vinculaciones con el lado oscuro. No comprende estas vinculaciones, pero intuye su fuerza. Mientras el
sombrero “piensa” cuál será la mejor ubicación para el muchacho, “Harry gripped the edges of the stool
and thought, Not Slytherin, not Slytherin” (HPPF1:121).
portador, y, en el encuentro final con Harry, dice a éste: “A foolish young man I was
then, full of ridiculous ideas about good and evil. Lord Voldemort showed me how
wrong I was. There is no good and evil, there is only power, and those too weak to seek
it” (HPPF1:291). El mal en el mundo mágico así construido se escuda en “el fin justifica
los medios”, y así se define Slytherin desde el primer volumen: “Those cunning folks
use any means / To achieve their ends” (HPPF1:118).
Dentro del replanteamiento de los estereotipos, así como no todas las brujas son
diabólicas, el bien no necesariamente puede aniquilar al mal con facilidad. Para el
momento en que la confrontación es explícita, el Primer Ministro del país es convocado
por el Ministerio de Magia (HPPM6:1-18), e informado acerca del problema de los
Death Eaters, que tiene implicaciones globales, no sólo para el interior del mundo
mágico:
El mal y el bien cuentan con medios similares, si bien es claro que lo oculto y lo
oscuro que se atribuye a la magia negra es temido por los propósitos de su poder
destructor: Así como Darth Vader y el emperador Palpatine intentan seducir a Luke
Skywalker motrándole la aparente omnipotencia del lado oscuro de la Fuerza (cruce
entre zen, arte marcial y magia), basada en su destructividad, el propio Sorting Hat
susurra al oído de Harry Potter: “‘Not Slytherin, eh? (…) Are you sure? You could be
great, you know, it’s all here in your head, and Slytherin will help you on the way to
greatness” (HPPF1:121). El estereotipo de la bruja mala y el mago sabio, sustentado
quizás por las estadísticas de lo que fueron las persecuciones a partir del Medioevo (v.
Kickhefer 1995:198) y la tradición literaria, en la que las mujeres utilizaban artilugios
para ejercer influencia sobre otros y los magos del sexo masculino tenían una
participación episódica (Bayard 1957:93, Kieckhefer 1995:111)22, posiblemente fue
22
“The magicians depicted in romances are almost always secondary figures, foils for the heroes.
Whehter allies or antagonists, they serve mainly to aid or challenge the heroes in their quest for adventure
manejado en términos de misoginia, pero sentó sus supuestas bases en la
intencionalidad de uso de la magia: el discurso literario atribuyó a hombres y mujeres
una diferenciación de intenciones cuya asociación con lo masculino y lo femenino
parece desvanecerse en el mundo de Rowling, en cuyos textos se mantiene la
importancia del propósito mágico para su valoración mítica, moral o religiosa: “The
difference between positive and negative magic lay not in their basic conception but in
the purposes they served” (Kieckhefer 1995:81). En esta alusión a la magia como saber
que puede ser bien o mal empleado, nuevamente aparece la metáfora del uso de los
saberes y las tecnologías, absolutamente válida en nuestro tiempo con respecto a la
utilización de la ciencia y la técnica (cf. Jacobs, supra).
Y es que el uso de poderes es, en cierto modo, como indica Held, un ejercicio
transgresor: trátese de hechizos o milagros, el ejercicio del poder mágico o fantástico se
opone a los principios y normas de lo natural y lo social (1981:99-100). Esta oposición
es una recodificación de la alteridad, en la medida en que el sueño o el deseo de
transformarse, de ser invisible o de influir sobre otros comienzan por el poder de
imaginar lo deseado (cf. Held 1981:111), de recomponer el orden por medio de aquello
que está en nuestro interior y quiere realizarse. Y en la alteridad que representan las
brujas y los magos en nuestro imaginario, una de las puestas en práctica más conocidas
es aquella que tiene cabida en la palabra como activadora de realidades: la magia
ejercida por la palabra23. El hechizo, el conjuro, el spell, que guarda en inglés una
importante coincidencia con la identificación secuencial alfabética (spelling).
23
Kieckhefer hace una interesante revisión del rol de las distintas lenguas en la configuración de conjuros.
(1995:19-21)
Densaugeo (de dens y augeo, hace crecer los dientes de la víctima); Locomotor Mortis
(incapacita a la víctima para caminar); Petrificus Totalus (rigidiza el cuerpo entero de la
víctima); Sonorus y Quietus (aumentan y disminuyen, respectivamente, el volumen de
la voz propia o ajena); Specialis Revelio (permite reconocer los ingredientes de una
poción); Tarantallegra (obliga a las piernas de la víctima a danzar sin control).
24
Llama la atención que, en la progresión de las maldiciones imperdonables (dominar, hacer sufrir,
matar) estén representados lingüísticamente los estereotipos de las culturas que tales conjuros evocan (el
poder del Imperio Romano, la entronización del sufrimiento en el Cristianismo, y el crimen contra Cristo,
en una maldición que fonéticamente también evoca a su contraparte, la noción de la Creación por el
verbo).
“well, it can’t hurt to give you an overview, of course. Just so
that you understand the term. A Horcrux is the word used for an object
in which a person has concealed part of their soul. (…)”
“Well, you split your soul, you see,” said Slughorn, “and hide
part of it in an object outside the body. Then, even if one’s body is
destroyed, one cannot die, for part of the soul remains earthbound and
undamaged. But, of course, existence in such a form …” (…)
“ … few want it, Tom, very few. Death would be preferable”.
(…) “How do you split your soul?”
“Well,” said Slughorn uncomfortably, “you must understand
that the soul is supposed to remain intact and whole. Splitting it is an
act of violation, it is against nature.”
“But how do you do it?”
“By an act of evil –the supreme act of evil. By commiting
murder. Killing rips the soul apart …” (HPPM6:497-8)
En los textos de Rowling, entonces, nos encontramos con una versión alterna de
nuestro propio mundo, y con una reformulación en la cual la visión estereotípica de la
brujería pasa a ser un subconjunto de un universo mágico mucho más amplio: como en
la perspectiva de Borges, la magia ha liberado a la ficción; como en la reflexión de
Putnam, puede verse en estos textos que “sólo un pequeño número de creencias
participa en la determinación del significado de un término” (v. supra), y que poner en
juego un conjunto más amplio y plural en el contexto de la condición humana, el
lenguaje y la historia resignifica las nociones de brujería y magia. Ahora, entonces,
cabría preguntarse: si en el mundo de la brujería hay elementos estigmatizados como
brujería (en el sentido demoníaco del estereotipo), ¿estamos ante un texto (o serie de
textos) que juega con las categorías de autoconciencia e inclusión?
Y aún hay más: por un lado, el nombre de pila del fundador de Gryffindor,
Godric (cuyas lecturas posibles incluyen: “guerrero de Dios”, “el que gobierna con
Dios” y “el que es rico en Dios”); por otro, el nombre de Salazar Slytherin, ligado al
25
Según Riffaterre, los nombres emblemáticos, además de respaldar significaciones particulares dentro de
la narración, constituyen una forma de exponer la autoconciencia ficcional del texto (v. Riffaterre
1990a:33).
dictador portugués António de Oliveira Salazar; y la lectura del apellido Slytherin,
vinculado al gerundio del verbo slither (escabullirse, reptar, deslizarse como una
serpiente) y al adjetivo sly (astuto, pillo), a lo que se suma la combinación de iniciales
S.S., alusivas al escuadrón alemán Schutzstaffel, participante directo, bajo el liderazgo
de Himmler, en el Holocausto nazi. Cabe observar, además, que estas iniciales se
repiten en el profesor guía a cargo de la casa, Severus Snape (¿no se asocia la fricativa
alveolar sorda a una sibilante sugerencia que evoca a las serpientes?), y que el
estudiante que rivaliza continuamente con Harry Potter en Hogwarts, de Slytherin, lleva
el apellido Malfoy (mala fe).
27
Es importante observar, pese a esto, que el antagonismo central en las novelas, Gryffindor/Slytherin,
tiene lugar entre casas fundadas por brujos varones, en tanto que las casas fundadas por Helga Hufflepuff
y Rowena Ravenclaw no presentan, hasta el momento, un rol proactivo en esta oposición. Llama la
atención el hecho de que el componente claramente masculino sea el involucrado en esta pugna, mientras
el femenino se mantiene a cierta distancia.
28
Con respecto al funcionamiento intratextual en el seno de la serie, es esencial reconocer que Rowling,
pese al concepto básicamente lineal de la vida escolar de Harry, incluye en cada volumen, a partir del
primero, elementos explicativos que pueden “situar” a los lectores que desconozcan el marco previo de lo
narrado.
constelación del Can Mayor? ¿No llevaban, el perro y el hombre, la seña de identidad
en la apariencia de uno y el nombre del otro?
Rowling amuebla así no sólo el mundo legible para el lector externo, ése que
sostiene el libro en sus manos, sino también para sus propios personajes, que se mueven
en un sistema de representaciones verbales sobreconscientes de lo que designan: objetos
como la cinta reparadora Spellotape, o el medicamento generador de huesos Skele-Gro,
la terrible prisión de Azkaban, con su nombre evocador de la estructura vocálica de
Alcatraz, o incluso el nombre de la enamorada de Harry en el sexto libro, la hermana
menor de Ron, Ginny Weasley, que responde al nombre de Ginevra, como la amada del
Rey Arturo, arman un aparato hipertextual que virtualiza ad infinitum las posibilidades
de lectura de los detalles constructivos de las novelas de la serie. Esta estructura
relacional que Rowling establece entre signo, símbolo, significante e intertexto,
recuerda a la definición de lo poético que hace Baudrillard a partir de Saussure:
Baudrillard se refiere a la exterminación del término (1992:226), con lo cual describe
aquellas construcciones lingüísticas en las que la compenetración entre significante y
significado hace del signo una suerte de entidad autosuficiente, que no deja restos ni
para uno ni para otro lado, que se realimenta en sí misma de sonido y sentido:
Pour qui sont ces serpents qui sifflent sur nos têtes?
El niño mago se acoge a una estructura del viaje mítico, con todas sus
implicaciones simbólicas, en cada uno de los volúmenes, pero realiza un macro-viaje en
el transcurso de las siete novelas; dentro de ese viaje –y de esos viajes–, los elementos
de su entorno dan fe permanente de su dimensionalidad simbólica y mítica como
construcciones culturales, y como construcciones de construcciones culturales. Así
como aparecen centauros, unicornios y basiliscos, aparecen redes complejas de
atributos: pertenecer a Slytherin no es simplemente ser miembro de una casa, sino ser
miembro de una casa sobre la que pesan las significaciones culturales esbozadas más
arriba: las de la serpiente, la astucia, el racismo, la SS, la dictadura, la oposición a los
otros tres animales emblemáticos del sistema ficcional … No era extraño que, en la
dinámica simbólica de luz y oscuridad, una familia de apellido Black tuviera
predominio de Slytherin, y un Gryffindor de apellido Black fuera considerado un
contrasentido, la oveja vergonzosa del árbol genealógico. La serie se erige en un
sistema de símbolos dentro de símbolos, de manipulación y organización de mitos y
submitos: el texto es claramente consciente de su ficcionalidad.
It was time for the rescuer to appear –but no one was coming to
help this time –
And then it hit him – he understood. He hadn’t seen his father –
he had seen himself –
Harry flung himself out of behind the bush and pulled out his
wand.
“EXPECTO PATRONUM!” he yelled. (HPPA3:411)
Harry y Hermione viajaron en el tiempo para cumplir con dos tareas que ya
habían cumplido. Es decir: en el texto, el viaje en el tiempo ya era parte del texto aún
antes de hacerse efectivo a los ojos de los personajes (y del lector).
Marvolo Riddle y su anagrama, la frase “I am Lord Voldemort”. En la edición española, el nombre del
personaje pasa a ser Tom Sorvolo Ryddle.
lector a un estado de alerta, crear una costumbre lectora que permita una mayor atención
y una decodificación más veloz de todo aquello que pueda ser significativo en la trama
(cf. GenetteFIII 1989:128), como la aparición, en el primer libro, del nombre de Sirius
Black, el joven que presta a Hagrid la motocicleta que le permite salvar a Harry, por
ejemplo; como las misteriosas referencias al hecho de que Hermione estuviera
asistiendo a clases simultáneas en el tercer año; o cómo se evoca, en el sexto libro, un
antídoto para todo tipo de pociones que había sido mencionado en la primera clase del
primer año. Las novelas, cada una en su interior y en la dinámica de los siete textos
(podemos decirlo, pese a que aún no se haya publicado el último), presentan una alta
densidad de alteraciones encubiertas (GenetteFIII 1989:249): “Los dos tipos de
alteración concebibles consisten bien en dar menos información de la que en principio
es necesaria, bien en dar más de la que en principio autoriza el código de focalización
que rige el conjunto”, y reciben respectivamente, los nombres de paralipsis (ya
conocido por la retórica) y paralepsis (acuñado por el propio Genette) (249-50). Hay
una omnisciencia narrativa premeditada, que manipula y escamotea el flujo informativo:
aunque parece exhaustiva y lineal, oculta (al protagonista y al lector) datos que a
posteriori se revelarán como necesarios, y satura (nuevamente a ambos) de
informaciones que, en las aparentes normas de focalización narrativa, Harry y el lector
pasan inicialmente por alto. Pero el entrenamiento obtenido a lo largo de seis novelas no
ha ocurrido en vano, y el lector ya está sobre aviso acerca del potencial estratégico de lo
que los textos dejan de decir y, sobre todo, de aquello que dicen y no parece tener
importancia en el presente inmediato. Ya sabe que las distinciones convencionales entre
la información nueva y la información dada hay juegos de relevancia que corresponden
a la intriga.
Este entrenamiento, sin embargo, prefigura una ironía narrativa, que al término
del sexto volumen replantea el estado de alerta del lector, y que se presenta bajo la
forma de la serie de atributos y acciones que se han ido adhiriendo progresivamente al
nombre de Severus Snape: profesor guía de Slytherin, manifiesta su simpatía por Draco
Malfoy y su antipatía por Harry desde el primer volumen, y, sin embargo, salva la vida
de Harry en un contexto en el que se hace creer al lector que en realidad busca
asesinarlo (HPPF1). A lo largo de las novelas, los acontecimientos que rodean a Snape
lo convierten en una figura escurridiza, cuyo sentido se escabulle permanentemente (se
desliza, quizás, como la serpiente), ora maltratando al personaje y pareciendo desleal al
lado del bien, ora incorporándose a la Orden del Fénix. Pese a la intuición y a la
aversión de Harry, y a su historia pasada como Death Eater y a su pasión por las artes
oscuras, Dumbledore insiste libro a libro en la confianza ciega que tiene en Snape
(“Whatever Dumbledore said, he [Harry] would never forgive Snape ... never ...”,
HPOF5:851):
Rowling, en diversas entrevistas, advierte que Snape debe estar bajo la mirada
vigilante del lector: una lectura posible cierra el círculo en el sexto volumen,
atribuyendo el asesinato de Dumbledore a la sinceración de la ubicación del personaje,
en la lucha del bien contra el mal, hacia el lado de este último. Otra podría tomar la
petición de Dumbledore (“Severus … please …”: ¿es Dumbledore hombre de implorar
que no lo maten, cuando en el primer volumen dice a Harry “After all, to the well-
organized mind, death is but the next great adventure”, HPPF1:297) como el deseo de
concretar la muerte y culminar con el sufrimiento. Dumbledore, víctima de una poción
que inexorablemente tuvo que beber en la búsqueda de Horcruxes con Harry, había
pedido al muchacho lo siguiente:
Dumbledore drank, and no sooner had he finished than he yelled,
“KILL ME!” (HPPM6:573)
“… And either must die at the hand of the other for neither can
live while the other survives …” (HPOF5:841)
“The romances differ strikingly from the sagas in their conception of the foci for
magical power. In the sagas, power inheres mainly in words; in the romances it resides
more in objects” (Kieckhefer 1995:106)30. Una vez inserto en el mundo amueblado de
Hogwarts y el entorno mágico, o al menos en aquellos aspectos del mismo que podían
resultar diferentes al mundo muggle, protagonista y lector ingresan a otra fase. Es
significativo que el hecho de haber visto la muerte conscientemente de cerca, como
sucede en Harry Potter y el cáliz de fuego cuando el protagonista presencia el asesinato
de Cedric Diggory, le permita ver a los thestrals, caballos alados negros, enormes y
delgados, con aspecto esquelético y rostro similar al de un dragón. El inventario de
criaturas del mundo mágico, o, más bien, de presentación de criaturas, disminuye en la
segunda mitad de la serie, y las experiencias que el personaje ha enfrentado le permiten
ver las criaturas no visibles, ver más allá del mundo físico habitual del universo
mágico.
30
Cabe observar que, tanto en la tradición de los romances como en la de las sagas, la magia es un
recurso, una ayuda externa, un ejercicio de personajes mágicos que ayudan al héroe o a sus oponentes.
Por ello es importante señalar que estaríamos ante un tipo particular de narración en este sentido, en vista
de que la magia es un poder constitutivo, una propiedad de los personajes del mundo en el que estamos
inmersos. Quizás esto es un argumento más a favor de nuestra propuesta de metaficcionalidad basada en
la presencia de magia dentro de la magia …
el año oscuro de Harry, acusado de mentir acerca del retorno del Señor Oscuro, y las
presiones que pesan sobre Dumbledore desembocan en duelos entre ambas partes en los
que el intercambio de conjuros de ataque, defensa y bloqueo constituye un eje
fundamental de la acción. Sobre la magia en las sagas, Kieckhefer apunta:
Otra afinidad de Harry Potter con las sagas nórdicas radica en la ubicación de la
magia en un mundo cotidiano, considerando, por supuesto, que la magia potteriana se
ficcionaliza como un mundo que funciona en la reficcionalización del propio mundo no
mágico como un as if en el que la magia hubiese continuado su desarrollo histórico. Las
sagas, según comenta Kieckhefer, “they depict magic as occurring amid realistic
accounts of everyday situations: in the thick of family feuds, in the exercise of judicial
business, in the ordinary grind of life, not in a fantasy world or an idealized or
enchanted realm” (1995:48).
Los magos, entonces, viven en las mismas estructuras (y en las mismas miserias
humanas) que configuran nuestro mundo original. A lo largo de las seis novelas hasta
ahora publicadas, Rowling nos muestra que los magos son humanos, y que como tales
se conducen. Su mundo no es demasiado distinto, salvo por otras realizaciones efectivas
de la educación, los medios de transporte y comunicaciones. Pero enfrentan los mismos
problemas, e intentaremos hacer una brevísima síntesis de algunos de los más
relevantes.
HARRY POTTER
RESCUE MISSION
Esta construcción de una faceta mágica del mundo termina por ser la inserción
de un colectivo con atributos mágicos (incluidas su tradición y su historia) en las
estructuras sociales e institucionales de un mundo que conocemos y reconocemos como
humano. Las detalladas descripciones que hace Rowling del gran comedor de Hogwarts,
con la iluminación lograda por medio de la suspensión de velas en el aire, de las
criaturas mágicas que los estudiantes conocen en sus cursos, de la pluma torturadora de
Umbridge, del funcionamiento del Quidditch o del vuelo de los thestrals, construyen el
escenario mágico de una problemática humana: no sólo la del individuo, en su búsqueda
interior y en su formación, sino la de las complejas interacciones sociales. Si pensamos
en el carácter de hermandad que vincula a los Death Eaters en su alianza y a los
partidarios de Dumbledore en la suya, podríamos sumarnos nuevamente a Kieckhefer
para comentar que la saga “is essentially a story of ruthless violence between families”
(1995:49). La alteridad del romance inicial, fascinante y maravillosa, da paso a la
realidad de la saga, en la que el contexto tiene “los pies en la tierra” y la magia es
crucial en la confrontación de los bandos.
En este sentido, interesa acotar que el recorrido realizado en este capítulo apunta
a la observación de la obra como un territorio sembrado de signos conscientemente
escogidos para propiciar, en cualquier nivel de lectura semántica o semiótica (cf. Eco
1992:36), la opción de una suerte de activación hipertextual e hipersimbólica de
relaciones culturales. Sí, se trata de una opción. Si el lector no cuenta con información
alguna sobre la relación mítica del unicornio con la prolongación de la vida, esto no
producirá problemas de lectura: la narración dispone de datos suficientes para ponerlo al
tanto de lo que pudiera ser necesario en el texto. Si es un experto mitólogo, detectará
rápidamente la relación entre la aparición de unicornios heridos o muertos y el peligro
que corre la piedra filosofal. La serie se presenta como un vasto hipertexto en el cual el
inventario de unidades culturales activables es inmenso, mas el trayecto lineal,
horizontal, sintáctico que se realiza a través de la historia narrada no sufre si no se
revelan conscientemente los sentidos simbólicos que son subsecuentes al uso de ciertos
signos (Barthes, v. supra); tampoco sufre la comprensión de este trayecto, que es el de la
aventura del héroe, si no se decodifican subsistemas sintácticos existentes entre
elementos que dialogan asimismo a nivel simbólico, y tampoco se descalabra la lectura
si se activan algunos de los enlaces hipertextuales y no otros. Novela seriada surgida de
una inmensa erudición, Harry Potter no necesita que sus lectores sean eruditos, ni que
reproduzcan especularmente el proceso codificador. ¿La razón? Posiblemente tenga
que ver con su construcción ficcional de una verdad:
En función de una macroestructura mítica que reúne la lucha del bien contra el
mal, el proceso individual de iniciación y la familiaridad de cierto funcionamiento
social, todo ello en el ropaje de una alteridad mágica, Rowling presenta un sistema de
verdades diversas: enunciados posiblemente sintéticos de la propuesta heroica, como el
hombre noble busca construir su destino y su identidad en la idea del bien, y cualquier
forma de poder y exclusión puede constituirse en un peligro, unidos en la presentación
de un personaje caracterizado por la orfandad, la salvación milagrosa por el amor
materno, la profecía de su elección como enemigo del mal, organizan una textualidad en
la que la magia se erige en núcleo de relaciones. Rowling no elige un tipo particular de
magia, ni define lo que la magia es: simplemente, se acoge a las más diversas visiones
que nos ha legado la historia, y las pone a funcionar en un concierto en el que el saber
mágico recupera su condición de espacio de confluencias. La magia, observa
Kieckhefer, constituye una intersección entre religión y ciencia, entre cultura popular y
letrada, entre realidad y ficción, entre humor y seriedad. Es, asimismo, un encuentro
multicultural, que se alimentó de fuentes judeocristianas, germánicas, célticas, arábigas,
entre otras (1995:1-2), y un lugar de creatividad lingüística e interlingüística. Y así la
presenta Rowling. ¿Que qué hay en Harry Potter de verdadero? Sueños: deseos de
vencer al mal, deseos de promover la igualdad; presencia de los mitos como las
primeras verdades que construimos sobre el mundo; magia: un espacio en el que
idealmente las formas y las fuentes del conocimiento no se excluyen unas a otras;
lenguaje, signos, símbolos, elementos constructores de ficciones. En un formato que
otros saberes considerarían posiblemente limitado en virtud de su apariencia fantástica,
y en siete volúmenes, como los días de Buddha y las Moradas de Santa Teresa, J. K.
Rowling nos dice quiénes y cómo somos.
Porque, como dice Umberto Eco, “[s]i una cosa no puede usarse para mentir, en
ese caso tampoco puede usarse para decir la verdad: en realidad, no puede usarse para
decir nada” (1985TRATADO:31).
KIECKHEFER magia y rel 15 alquimia y piedra filo 134 secretos crossroads 200 y 1 2
floo – humor romance 107
oclumencia, libro 5-27
(jurassic tech)