CARACTEROPATIAS
CARACTEROPATIAS
CARACTEROPATIAS
CARACTEROPATIAS
Con el carácter no se nace, este se forma en la misma medida en que el ser humano
forma parte de la sociedad y enriquece sus conocimientos a través de la experiencia. El
carácter muchas veces es la cara de presentación de la personalidad. Una personalidad
esquiva, insidiosa, generalmente se acompaña de un carácter frío e introvertido. El
carácter agrio, amargo, muchas veces va de la mano de una personalidad inflexible y
hostil. Los rasgos obsesivos de la personalidad definen un tipo A de conducta que se
relaciona con múltiples enfermedades, sobre todo, de enfermedad isquémica del
corazón. Con esa primera conceptualización de la personalidad, se quiso enmarcar a un
número importante de personas que presentan ese comportamiento y que manifestaron
serias alteraciones en su estado de salud. Uno de los síntomas que manifiestan con
mayor frecuencia las personas con carateropatías, es el dolor precordial. Otro número
importante de personas manifiesta taquicardia secundaria a ansiedad.
Los cambios drásticos en el comportamiento y en la producción frecuente o constante
de conductas negativas se reconocen actualmente como caracteropatías. Esas reacciones
emocionales se acompañan de ira, desempeño agresivo en casi todas las actividades
diarias y de conductas inseguras ante diferentes situaciones ambientales, personales y
laborales. En la más estricta definición, las caracteropatías son alteraciones emocionales
que dañan a los demás y a nosotros mismos. Encontramos personas que tienen
predilección por las emociones destructivas, formando estas parte indisoluble de una
personalidad premórbida que produce diferentes enfermedades y síntomas en diferentes
sistemas y aparatos. Muchas veces las conexiones con el sistema vegetativo provoca
abundante sudoración, sobre todo en las manos y temblor casi imperceptible, así como
dolor precordial de localización cambiante. No se ha logrado establecer una relación
directa entre el número de personas que presentan caracteropatías y aquellas que
presentan síndrome disautonómico, aún cuando ambas situaciones concomitan en un
número no despreciable de pacientes. Entonces, nos encontramos ante una encrucijada
científica en la que es difícil definir hasta qué punto las alteraciones emocionales son
capaces de producir enfermedades o si son estas, finalmente, las que producen
repercusión en las reacciones emocionales de las personas, independientes de su credo,
nivel cultural o de su raza.
Se ha demostrado el papel determinante que juega la serotonina en el mantenimiento de
un estado de ánimo alegre, una apetencia sexual adecuada, un apetito agradable y un
comportamiento afable con todas las personas que nos rodean. La serotonina es una
proteína de bajo peso molecular que se sintetiza en varias zonas del cerebro y que es
capaz de estimular a la glándula pineal, una diminuta estructura de 5 mm de diámetro,
situada entre los lóbulos frontales del cerebro, específicamente en el techo del
diencéfalo, para que esta segregue melatonina, otra proteína de elevado peso molecular
que regula el estado de sueño y vigilia de nuestro organismo. Tenemos que señalar que
si bien es cierto que a la glándula pineal durante siglos no se le atribuyó ninguna
importancia, recientemente se le descubrió el importante papel que juega en los
mecanismos de orientación espacial del organismo.
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Actúa como una antena que permite detectar peligros geográficos inminentes, por lo
que se ha reportado como “el tercer ojo” del organismo humano y de muchos
invertebrados. Niveles o concentraciones sanguíneas variables de serotonina producen
cambios muy fluctuantes en el estado emocional de las personas, lo que también influye
en su comportamiento y en su vida de relaciones interpersonales.
Estudios recientes han demostrado que el asiento de las emociones positivas, es decir,
las que generan las grandes obras y los más brillantes pensamientos entre los grandes
creadores de la humanidad, están ubicados en el girus frontal intermedio izquierdo.
Efectivamente, se ha comprobado que existe un aumento significativo en la actividad
eléctrica gamma del cerebro, en esa región anatómica, relacionadas directamente con las
emociones positivas que son las que producen la sensación de bienestar físico y
espiritual. Esas personas son capaces de segregar mayores cantidades de endorfinas y de
encefalinas que como se sabe, actúan aliviando el dolor y potencializando sensaciones
agradables.
Las endorfinas fueron descubiertas en 1975 y son polipéptidos que actúan como
neurotransmisores. Son producidas a nivel de la hipófisis y del hipotálamo. Poco antes
del descubrimiento de las endorfinas se habían descubiertos los receptores específicos
para la morfina, nombre que rinde honor al Dios griego del sueño Morfeo, es un opiáceo
exógeno que eleva considerablemente el umbral del dolor, casi siempre produce sueño y
se utiliza en casi todos los servicios de urgencias del mundo para mitigar el dolor
precordial producido por el infarto agudo del miocardio. Luego, la endorfina puede
considerarse un opiáceo endógeno que en el plano emocional, incentiva las sensaciones
de placer, de alegría, de bienestar y hasta de euforia. Pero mejor aún, las endorfinas
producen objetivas modificaciones de los recuerdos tristes y deprimentes, barrándolos
de la memoria.
Estudios complementarios han demostrado que los pensamientos negativos generan
estímulos que deprimen la actividad normal de esa estructura, produciendo cambios
notables en el comportamiento de los seres humanos. De hecho, los grandes criminales
deprimen completamente la actividad de esa estructura, inhibiendo cualquier reflejo
positivo que pudiera salir de allí y reduciendo considerablemente los niveles sanguíneos
de endorfinas y encefalinas. Esta última está estrechamente relacionada con la endorfina
tanto estructural como funcionalmente, pero es una molécula mucho más pequeña,
formada por sólo una cadena de cinco aminoácidos.
La serotonina se aisló por primera vez en 1948 en la Clínica Clíveland, en Estados
Unidos. La 5 hidroxitriptamina, es una monoamina que es sintetizada en las neuronas
serotoninérgicas y en las células enterocromafines del tracto gastrointestinal de los seres
humanos. Se almacena fundamentalmente a nivel de las plaquetas. La serotonina tiene
la capacidad de deprimir las neuronas de todo el sistema nervioso central, bloqueando
las señales electrofisiológicas del dolor. En el sistema nervioso central, la serotonina
juega un papel importante como neurotransmisor en la inhibición del enojo, la agresión,
la temperatura corporal, el humor, el sueño, el vómito, la sexualidad y el apetito. Todas
estas inhibiciones están relacionadas directamente con síntomas de depresión.
En las últimas décadas se han producido notables avances en el estudio de las
reacciones psicológicas, bien sean positivas o negativas, demostrándose que en esas
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conductas encontramos mecanismos neurohormonales que estimulan o inhiben
estructuras cerebrales relacionadas y comprometidas de algún modo con las amígdalas
cerebrales y el hipotálamo. Del retardo que sufra el impulso nervioso para atravesar esas
estructuras, así será la respuesta emocional y conductual que se obtendrá. En las
conductas inapropiadas y para muchos “brutales” de los seres humanos, los impulsos
eléctricos atraviesan las amígdalas cerebrales y el hipotálamo a altas velocidades, sin
experimentar ningún retardo allí. Ese retardo define las reacciones emocionales y entre
otros aspectos, define la “flexibilidad” del pensamiento.
Esos conocimientos han llevado a que se tome conciencia de que al cerebro tenemos
que entrenarlo, tal y como hace un atleta con su musculatura esquelética. Los más
adelantados en esa materia son los grandes meditadores, generalmente monjes budistas.
Durante esas sesiones se produce una disminución ostensible en la actividad eléctrica
del cerebro, del estado de vigilia y de las percepciones. También se ha comprobado que
se produce una elevación significativa de los niveles de endorfinas y por lo mismo se
sale de ese estado con profundas sensaciones de bienestar espiritual. Hay que destacar
que durante ese proceso se segregan otros moduladores cerebrales de las conductas
humanas.
Son indiscutibles las ventajas del pensamiento flexible sobre la rigidéz del pensamiento,
lo que además de crear serios problemas de interrelación personales, conlleva a tomar
decisiones cotidianas erróneas, por simple que estas sean. El pensamiento rígido define
a una personalidad obsesiva y esta, generalmente, va acompañada de diferentes
alteraciones en el estado de salud. Varios estudios han demostrado que esas personas o
personalidades sufren con mayor frecuencia de patologías de cólon, como colon
espástico o colon irritable y de otras patologías del tracto gastrointestinal en sentido
general, como úlcera péptica y gastroduodenal. También se ha demostrado que entre
esas personas las enfermedades isquémicas del corazón, como angina de pecho en
cualquiera de sus modalidades y el infarto agudo del miocardio son mucho más
frecuentes y cualquiera de esas situaciones produce dolor precordial. De manera que los
estudios actuales están demostrando que existe una relación directa entre alteraciones de
la personalidad, de conducta y emocionales y la aparición de enfermedades físicamente
demostrables a diferentes niveles.
Un hecho controvertible en las sociedades modernas es el aumento significativo en las
tasas de suicidio. Suiza, un país altamente desarrollado y donde se supone que sus
ciudadanos no tienen grandes carencias materiales, muestra las más altas tasas de
suicidio a nivel mundial. Ese problema sociopatológico descansa sobre la base de los
altos índices de depresión que sufren muchas personas. Ese hecho les hizo plantear a
muchos científicos que más que por acciones materiales, los seres humanos se mueven
por motivaciones, las que a su vez pueden ser de índole material o espirituales. En Cuba
se han demostrado altos niveles de desmotivación en la población en sentido general, un
fenómeno sociopatológico que ha provocado oleadas de suicidios y de personas
desesperadas que se lanzan al mar en improvisadas balsas buscando un futuro mejor en
otros países cercanos. Esa es otra forma de suicidio, pues 7 de cada 10 personas mueren
en ese intento.
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Se han entrevistado a decenas de esos “balseros” suicidas y han relatado un estado de
conmoción cerebral duradero e imperturbable que hace que evadan la realidad del
peligro al que están sometidos.
Se ha estudiado meticulosamente el cerebro de los grandes deprimidos. Es verdad que el
peso del cerebro no cambia con relación a cerebros completamente sanos. Pero el
desarrollo fisiológico en cuanto a las sustancias que produce es determinante en el
comportamiento patológico de esas personas. Es verdad que las dictaduras producen
estados de histeria colectivas porque los propios dictadores son psicópatas que arrastran
a sus pueblos al sufrimiento y al sacrificio inútil. Hasta qué punto influye un dictador en
la formación de la personalidad de sus ciudadanos, es un tema que ha sido analizado
recientemente por varios científicos. En sentido general se ha planteado que esas
sociedades sufren enfermedades colectivas y estados masivos de delirios con infinidad
de síntomas asociados. Dentro de esos síntomas aparece el dolor precordial, fingido o
real, entre los más comunes. Eso conlleva a que se tomen algunos criterios que
aplicamos en nuestras consultas cotidianas.