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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)

Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Arquitectura funeraria y ritual en el sector de

Monqachayuq, Wari

Martha Cabrera Romero


José Ochatoma Paravicino

Palabras clave
arquitectura funeraria, área sagrada, culto a los ancestros, prácticas funerarias,
ofrendas

1. Introducción

La etapa histórica que comprende el Horizonte Medio o época del Imperio wari es, sin
lugar a dudas, una de las más complejas, pero al mismo tiempo importantes, dentro del
contexto de la arqueología andina porque en ella aparece un Estado que se caracteriza por
tener un sistema monolítico, centralizador y conquistador que se expandió por una gran
parte del territorio peruano, incorporando bajo su dominio a un conjunto de Estados
regionales. Los antecedentes de Wari tienen sus raíces en Ayacucho, una región hasta ese
entonces algo marginal dentro del proceso civilizatorio de los Andes Centrales, donde la
cultura regional Huarpa procesaría algunas innovaciones trascendentes en sus fases tardías.
Se ha señalado la importancia que habrían tenido los tradicionales contactos de la región
ayacuchana con la costa de Ica y Nazca, así como con la sierra sur y el altiplano del Titicaca
—desde donde habría recibido notables influencias de Nasca y Tiahuanaco respectivamente
(Menzel 1964, 1968), en el proceso de surgimiento del fenómeno wari.
Como producto de las influencias recibidas sucesivamente surgió un Estado expansivo
cuya sede principal fue la metrópoli de Wari. Se afirma que se trata de una ciudad con
sectores diferenciados funcionalmente y cuya construcción se hizo de modo planificado.
Sobre la base de las características de los restos de estructuras arquitectónicas se sabe que
había sectores dedicados al culto religioso, palacios destinados a los gobernantes y
funcionarios relacionados con el poder político, áreas de cementerios con mausoleos de
piedra labrada, almacenes, áreas residenciales, áreas de producción artesanal, entre otros.
Hasta la actualidad, la ciudad de Wari no ha tenido una suficiente información como
resultado de investigaciones sistemáticas; las existentes si bien significativas aún son
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

escasas para la comprensión de los diversos modos de vida que se dieron al interior de esta
gran urbe. En este marco, conociendo la complejidad del problema urbano y organizacional
al interior de Wari centramos nuestra atención en el sector de Monqachayuq y nos
propusimos responder a un conjunto de interrogantes: ¿cuál fue la función que tuvo este
complejo?, ¿se trata, en efecto, de un área funeraria donde fue enterrada parte de la elite
gobernante de Wari?, ¿en qué momento fueron construidos los mausoleos y las cámaras
semisubterráneas halladas?, ¿están relacionadas las evidencias de saqueo con los procesos
con el colapso del Estado imperial?
Los trabajos de investigación realizados durante las diferentes temporadas nos han
permitido responder parcialmente las preguntas formuladas, las cuales se basan
estrictamente en la información empírica de la cual damos cuenta en el presente trabajo.

2. Antecedentes de la investigación

Las primeras referencias acerca del sector de Monqachayuq las encontramos en los
trabajos de Walter Wong (1977), quien menciona la existencia de galerías subterráneas con
abundante cantidad de restos óseos humanos en su interior. Asimismo, se refiere a la
existencia de una considerable cantidad de bloques de piedra finamente tallados, con
perforaciones circulares como si formaran parte de un sistema de tuberías para la
conducción de agua.
En 1977 se iniciaron trabajos auspiciados por Instituto Nacional de Cultura y el
Ministerio de Industria, Comercio, Turismo e Integración. Sus labores consistieron en la
limpieza, conservación y excavaciones restringidas a cargo de Abelardo Sandoval y
Francisco Solano, quienes intervinieron en dos temporadas que se prolongaron hasta 1978.
La primera temporada se concentró en las excavaciones de las galerías subterráneas y la
segunda se realizó en 1978, cuando se completaron las excavaciones en las galerías y en un
recinto con planta en forma de «D» con 18 hornacinas en el que se hicieron dos pozos de
cateo.
De acuerdo con la información proporcionada en ambas temporadas se sabe que
develaron una galería funeraria subterránea dividida en cuatro partes. Tenía una planta de
forma rectangular alargada y forma trapezoidal en corte. Su longitud era de 48 m divididos
en cuatro tramos, cada uno de ellos de 12 m de largo. Su cubierta estaba compuesta por
grandes lajas de piedra labrada de forma rectangular con pequeños agujeros a modo de
respiraderos que se prolongaban a través de unos canales en los muros interiores. Dentro de
las galerías se hallaron fragmentos de cerámica fina, conchas marinas, conchas terrestres,
restos de tejidos, evidencias de cuero, cuentas de turquesa y abundantes restos óseos
humanos que correspondían a un total de 87 individuos (Solano & Guerrero 1981).
Vera Tiesler (1996) realizó análisis de los restos óseos humanos recuperados en las
galerías funerarias subterráneas del sector de Monqachayuq que correspondían a entierros
secundarios de un total de 95 individuos identificados a partir de un número similar de tibias
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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

y 75 cráneos relativamente completos. Del total de las piezas completas, 12 cráneos


correspondían a niños, 11 a adolescentes y 52 a adultos de diferentes edades. En los restos
craneanos predominan las lesiones debido a traumatismo, con una incidencia mayor en
individuos de sexo masculino que en los de sexo femenino. También destacan los focos
inflamatorios, que son interpretados como señales de tuberculosis o treponematosis. Entre
las características bioculturales se reporta la deformación cefálica intencional, las huellas de
trepanación o de desmembramiento óseo, así como algunas características morfológicas
debidas a actividades cotidianas. El tipo de deformación cefálica que predomina es un
aplastamiento de la superficie lámbdica de menor grado, que es una variante de la
deformación tabular, probablemente hecha con tablas ajustadas de manera directa sobre la
cabeza del infante con lo que se lograba la forma oblicua del cráneo, mientras que la
deformación erecta se solía lograr por medio de las cunas.
Ismael Pérez (2001) reportó el descubrimiento de una probable tumba real con planta en
forma de llama en el nivel inferior, la cual alguna vez habría albergado a un gobernante wari.
Aunque saqueada por completo, esa tumba es el mejor ejemplo que se ha encontrado de
arquitectura monumental funeraria construida con piedras labradas. Se componía de
pequeñas celdas o cámaras subterráneas de forma rectangular y circular que tenían hasta
cuatro niveles, los que se conectaban unos con otros por medio de pasadizos angostos y
celdas. En el nivel inferior había un conjunto de compartimientos con accesos internos
cuyas paredes estaban enlucidas y pintadas de blanco. En ese nivel resaltaba la presencia de
una estructura cilíndrica con más de 5 m de profundidad que tenía piedras salientes en su
interior y con los cuales se accedía al fondo. Por las características que presentaba es
probable que se haya tratado de una de las tumbas wari más importantes y que perteneciera a
uno de los principales gobernantes. Desafortunadamente, estaba saqueada pero en los
niveles subterráneos y a una profundidad de 8 y 15 m se encontró parte del ajuar funerario,
el cual era poco significativo en información. Este hecho refuerza la propuesta de una
profanación y robo durante la época de abandono del sitio. Un dato adicional es que encima
de las galerías y a sus costados se registró un conjunto de unidades habitacionales con muros
enlucidos y pintados de blanco en los que se desarrollaron actividades rituales como parte
del culto a los ancestros.
En 2002, con motivo de la realización de trabajos de conservación, se hicieron hoyos para
los postes de la cubierta protectora, los cuales develaron unas fosas con ofrendas de algo
más de 350 piezas de cerámica en miniatura. González Carré y Soto (2004) dieron cuenta
detallada de los contextos y las vasijas que, en el caso de las cerradas, tenían la boca tapada
y sellada con una especie de argamasa de barro y diatomita. Las vasijas eran imitaciones de
otras de tamaño normal; entre ellas se identificaron formas de los estilos Chakipampa y
Huamanga. Junto a las vasijas en miniatura también había tupus o prendedores envueltos en
tejidos de textura fina. Según los autores, se trataría de una ofrenda de carácter propiciatorio
cuyo valor simbólico radica en la expresión o reconocimiento a sus difuntos y divinidades
(González Carré & Soto 2004).
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

3. El sector de Monqachayuq

Monqachayuq es uno de los sectores de la ciudad prehispánica de Wari. Su nombre se


deriva de una expresión quechua que significa ‘lugar de las monjas’. Se ubica a 23 km. de la
actual ciudad de Ayacucho, en la margen izquierda de la carretera Ayacucho-Quinua, entre
las coordenadas 13°03'39'' de latitud sur y 74°11'58'' de longitud oeste y a una altitud de
2705 msnm. Se extiende aproximadamente por 4 ha y está en el extremo oeste del complejo
arqueológico (Figura 1).
Colinda con el templo de Vegachayuq Moqo por el sur; por el este con el sector de
Sullucruz y el terreno denominado Patipampa, y por el oeste con la carretera
Ayacucho-Quinua y el lugar llamado Chupapata. Está aislado por altas y anchas murallas
que delimitan una avenida. El sitio está dividido en dos (uno hacia el norte y el otro hacia el
sur) debido a que fue cortado por la carretera mencionada. El sector norte corresponde al
lado izquierdo de la carretera en el que hay muros perimétricos con un conjunto de
estructuras arquitectónicas que fueron excavadas parcialmente desde fines de la década de
los setenta. Entre ellas hay un recinto con planta en forma de «D», galerías funerarias con
diferentes niveles y divisiones a modo de cámaras y estructuras que correspondían a un área
de innegable función funeraria y habitacional de los personajes de la elite gobernante.

4. Las investigaciones arqueológicas

Las excavaciones formaron parte del proyecto Investigaciones Arqueológicas en la Zona


Sagrada de Wari, el mismo que se realizó en diferentes temporadas. La primera fue en 2013,
donde se intervino el área colindante al lugar donde en 1997 trabajó Ismael Pérez. Dicha
área correspondía a un probable mausoleo en proceso de construcción y permaneció sin
concluir. De igual modo, se descubrió parte de las galerías subterráneas del lado sur y los
entierros colectivos secundarios. En la segunda temporada, en 2014, se continuó con los
trabajos en las galerías funerarias subterráneas y se halló otro mausoleo elaborado con
mampostería fina de piedras labradas al interior de una estructura con planta en forma de
«D». Finalmente, en el lapso 2016-2017 se dio la última temporada, en la que se intervino el
lado norte y se descubrió un conjunto arquitectónico asociado a fosas y cistas cavadas en la
roca debajo de los pisos que estaban rotos como producto del intenso saqueo que ocurrió
después del abandono del lugar. Como producto de los trabajos realizados se obtuvo
novedosa información acerca de arquitectura y prácticas funerarias que correspondían a
diferentes grupos sociales, inferencia que se hizo sobre la base de los contextos en que
fueron encontradas.

4.1. Mausoleo en proceso de construcción


Esta estructura está ubicada hacia el lado este de las galerías subterráneas excavadas por
Solano y Guerrero (1981), colindante por el lado este con el supuesto mausoleo real
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develado por Ismael Pérez en 1997. Inicialmente, la superficie del área correspondía a una
depresión cultural alargada de orientación norte-sur que estaba cubierta en su integridad por
arbustos, gramíneas, cactus y escombros de excavaciones anteriores que, al ser excavada,
mostró restos arquitectónicos dentro de un gran patio hundido de forma rectangular y
esquinas curvas. Tiene 24 m de largo, 11,39 m de ancho y una profundidad aproximada de 5
m desde el nivel de la superficie (Figura 2). Tiene dos muros laterales adosados a la roca en
los lados este y oeste, con una altura máxima de 4,50 m y tres escalones a modo de pequeñas
plataformas que estaban destruidas en tramos. No se hallaron evidencias de muros hacia el
lado norte, donde se observaba una gran destrucción y afloramientos rocosos, mientras que
el muro periférico del lado sur estaba asociado a dos probables cámaras funerarias en
proceso de construcción con un posible acceso escalonado hacia el sureste.
Fue construido con mampostería mixta conformada por piedras de diversos tamaños,
entre ellas lajas, pachillas y piedras labradas unidas con mortero de barro. Se caracteriza por
la utilización de lajas de piedra canteada de forma alargada con la cara plana hacia el
paramento interno y asentadas con mortero de barro. Detrás del paramento hay un relleno
con piedras irregulares y barro que sirvió para darle solidez.
La parte interna del espacio arquitectónico de planta rectangular estaba cubierta por un
relleno de componentes prehispánicos y contemporáneos. El relleno moderno correspondía a
escombros de excavaciones realizadas en el mausoleo, mientras que el relleno antiguo,
estaba compuesto por tierra suelta y semicompacta que cubría una gran cantidad de piedras
dispersas de diversas dimensiones que mostraban trabajo de canteado y labrado fino. Las
piedras labradas son rectangulares, trapezoidales con orificios centrales y cuadrangulares.
También hay formas curiosas y que recuerdan a televisores antiguos debido a que cinco de
sus lados labrados eran planos, mientras que el otro era de forma cónica irregular; es
probable que sirvieran para adosarse a la pared o para la construcción de muros de dos
hileras.
A una profundidad aproximada de 4,50 a 5 m se encontró parte del piso, que fue hecho
por medio de la nivelación de la roca. En ese piso se definieron varias fosas y cistas
disturbadas que estaban cubiertas por rellenos de piedras y tierra. No se encontraron restos
óseos ni parte del ajuar asociado, pero había uno que contenía tiestos del estilo Huarpa a una
profundidad de más de 3 m. En otras fosas había lajas de piedra labrada de forma
rectangular enterradas que probablemente sirvieron de cubierta a las tumbas (Figura 2).
La evidencia que llamó nuestra atención fue el hallazgo de unos trazos escalonados
dibujados en la parte plana del piso paralelo al muro del lado oeste. Estaban marcadas
claramente por medio de una incisión hecha con un instrumento puntiagudo y se
identificaron al limpiarse la superficie. La presencia de gran cantidad de piedras labradas
dispersas dentro del área nos llevó a suponer que, tal vez, se estaba proyectando construir un
nuevo mausoleo con cámaras y celdas que nunca se llegó a concretar (Figura 3).
Para su construcción se tuvo que extraer una considerable cantidad de roca de
consistencia suave, lo que fue hecho por medio de cinceles. Las marcas de estas
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

herramientas quedaron impresas en las paredes de los muros adosados en los cuatro lados.
El piso era de roca natural y en él había varias fosas que tenían forma cilíndrica y una
profundidad de entre 1,50 a 2 m. De igual modo, se identificaron cistas disturbadas
destruidas parcialmente y cubiertas con tierra y piedras que, al parecer, correspondían a la
ocupación temprana del sitio ya que aparecen asociadas a tiestos de los estilos Huarpa,
Chakipampa Temprano, Caja y Ocros.
La definición de la función del lugar, al que inicialmente denominamos ‘patio hundido’,
se hizo en base al hallazgo de dos probables cámaras adosadas a la pared interna y a un
probable acceso. Estaban hechas con piedras labradas (Figura 4). La primera estaba ubicada
hacia el lado sureste y se conectaba con un vano de acceso. Se trata de una probable cámara
funeraria de planta rectangular compuesta por tres muros de una sola cara en la parte interna.
Sus dimensiones, incluyendo el ancho del muro, son 2,60 m de largo por 2,50 m de ancho.
La parte interna mide 1,90 m de largo por 1,80 m de ancho, con un espesor del muro que
varía de 30 a 70 cm. La base de la estructura está asentada sobre la roca natural y encima de
un relleno que sirvió para nivelar el piso. Los muros se componen de piedras labradas
unidas con un mortero fino de arcilla y arena fina. Para la unión de las piedras se utilizó
puzolana blanca. Un elemento característico es la presencia de una acanaladura de 22 a 26
cm de ancho y una altura de 1,15 m ubicada en el paramento del lado este.
La segunda cámara se ubica cerca de la esquina del lado suroeste y tiene planta
rectangular. Se compone de tres muros y sus dimensiones internas son de 3 m de largo por
1,60 m de ancho, y sus muros tienen un grosor variable de 20 a 60 cm. Fue construida sobre
una superficie previamente nivelada con piedras menudas y tierra compactada. En las
uniones se observa también arcilla y puzolana. Presenta una acanaladura redondeada en el
paramento interno del muro del lado este, mientras que en la esquina del lado sureste hay
una hornacina de forma rectangular de 50 por 40 cm (Figura 5).

4.2. Contextos de ofrendas


A pesar de la gran disturbación que sufrió el sitio se han encontrado depósitos de ofrendas
relacionadas probablemente al proceso constructivo del mausoleo. Se trata de contextos
ubicados en la cabecera y en la cimentación de uno de los muros hacia el lado sureste.
El primero corresponde a una concentración de cuentas sobre la cabecera del muro de la
primera plataforma formada a partir de muros adosados y situada hacia el lado sureste del
conjunto arquitectónico. Su hallazgo se produjo al desmontarse el muro que estaba a punto
de colapsar con la finalidad de consolidarlo. Estaba debajo de bloques de piedra canteada
con los que se edificó el muro sobre el que previamente se colocó un mortero de barro; al
parecer, esto fue el resultado del desprendimiento de un collar de cuentas ya que estas no
tenían una disposición especial. Esta concentración estaba asociada a una pequeña capa de
pigmento de color verde agua y rosado sobre la que estaba parte del material. No había otro
tipo de evidencia, por lo que suponemos que este contexto se formó como parte de los
rituales en el que las ofrendas se hicieron a partir de un ajuar compuesto por un collar con
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diferentes tipos de cuentas entre las que se registraron 13 cuentas alargadas de concha
Spondylus, así como una cuenta semicircular, cuatro circulares, siete cilíndricas, 12
trapezoidales y una de forma cuadrangular, todas elaboradas de turquesa. Asimismo, la
mayor cantidad corresponde a cuentas circulares hechas de conchas de caracol terrestre y
marino y tienen un orificio central. Sus bordes están redondeados de manera regular (Figura
6).
El segundo contexto fue ubicado en la misma dirección de los anteriores y estaba en la
cimentación del primer muro de la plataforma. Lo componen otra concentración de cuentas
pequeñas de forma circular hechas de turquesa, conchas diversas y concha Spondylus, así
como un caracol marino íntegro del tipo cono (Conus patricius). Estaban al interior de una
especie de canaleta tallada en la roca sobre la que se edificó el muro; se distribuían dentro de
un espacio de 1,50 m de largo por 40 cm de ancho. Las cuentas estaban impregnadas en una
capa de barro junto con el caracol marino y muy cerca había restos óseos de un ave no
identificada sobre una capa de pigmento de color verde agua. Los hallazgos registrados son
una concha de caracol marino cono (Conus patricius), 22 cuentas de concha Spondylus de
forma alargada, cuatro cuentas de turquesa de forma trapezoidal, dos cuentas de turquesa
circulares, dos cuentas de turquesa de forma cilíndrica, 220 cuentas circulares de concha
Spondylus y 1006 cuentas circulares de turquesa (Figura 7).
Por último, se recuperó un contexto de ofrendas no alterado al interior de un recinto muy
disturbado. Se trata de un pequeño contexto cerrado que tiene una planta casi cuadrangular
formado a partir de cuatro piedras planas a modo de lajas que formaban una especie de
pequeña caja. Se consolidó con mortero de barro e incluía una cubierta con lajas de piedra
de forma casi rectangular. Tenía una matriz de 70 cm aproximadamente y en su interior
había una pequeña figurina de camélido hecha en bronce que estaba parada en la parte
media. Su estado de conservación es regular y tiene evidencias de corrosión natural de color
verdoso. La figurina mide 4,4 cm de largo por 3,8 cm de alto (Figura 8).
Por la información obtenida, es evidente que la estructura de planta rectangular construida
debajo de la superficie, corresponde a un mausoleo que estaba en proceso de construcción
para el cual ya se habían acumulado los materiales necesarios. La presencia de una gran
cantidad de bloques de piedra labrada de diferente tipología en el interior demuestra que ya
se había habilitado un espacio que previamente había servido como área funeraria y
correspondía a una etapa anterior. Las fosas cavadas debajo del piso para entierros antiguos
fueron niveladas con rellenos intencionales previa extracción de su contenido. Por los
materiales asociados, estas datarían del final del Período Intermedio Temprano y las fases
iniciales del Horizonte Medio.

4.3. Las galerías funerarias subterráneas


Durante las diversas temporadas se descubrieron cuatro tramos de galerías subterráneas
funerarias de planta rectangular alargada y corte trapezoidal, con muros laterales adosados a
la roca. Espacios arquitectónicos de planta rectangular en la parte superior de distintas partes
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

de Monqachayuq cubrían a modo de protección el conjunto de las galerías (Figura 9). Las de
mayor dimensión, situadas en el lado sur del patio hundido, están en buen estado de
conservación y tienen una orientación de este a oeste. Miden 16,40 de largo por 1,44 m de
ancho, y 2,04 m de altura. Muestran evidentes signos de haber sido profanadas por la
presencia de muros y techos colapsados en el extremo oeste, donde había una gran laja que
separaba un ambiente pequeño asociado a otra fosa. Presentan un tipo constructivo de
mampostería ordinaria con piedras planas unidas con una capa fina de mortero de barro y
cuyo lado recto está orientado hacia el paramento interno, donde se aprecian cinco pilastras
ubicadas en el muro sur. Sobre el paramento se perciben evidencias aisladas de pintura
blanca sin revoque de barro. El techo tiene nueve grandes bloques rectangulares de roca
andesítico-basáltica a manera de cubierta de la galería. En cada una de sus uniones hay un
orificio en la parte media que funciona como un tragaluz que ilumina la fosa cavada en la
roca ubicada inmediatamente por debajo al interior de la galería subterránea (Figura 10). En
el fondo hay un pavimento plano de 3 a 5 cm de espesor colocado sobre la roca madre y que
fue hecho con diatomita, puzolana y arena, lo que le dio una consistencia muy compacta. A
lo largo del pasadizo interno se definieron con claridad cinco intrusiones en el piso que, al
excavarlas, develaron la presencia de cinco fosas de forma cilíndrica cavadas en la roca; su
profundidad oscila entre 2 a 2,80 m y estaban cubiertas por un relleno de tierra y piedras.
Ninguna de las fosas tenía un contexto intacto porque todas fueron disturbadas
probablemente durante la época de abandono y solo hay tiestos, restos óseos humanos y de
animales dispersos.
La segunda galería está ubicada en lado noroeste, colindante por el este con el segundo
mausoleo descubierto por Cabrera en 2015. En la parte superior se definió un espacio
arquitectónico de forma rectangular, con muros con revoque y pintura blanca, y un piso
compacto compuesto de puzolana con diatomita que cubría unas lajas rectangulares que
servían de techo a la galería subterránea. Esta tenía una orientación de sur a norte, una
longitud visible de 10,60 por 2,20 m de ancho y una altura de 1,85 a 1,90 m. Presenta un
corte de forma trapezoidal y muros laterales hechos con mampostería ordinaria y piedras
planas canteadas con las caras planas orientadas hacia el interior, donde hay tres pilastras.
Su acabado es un tanto rústico ya que hay pachillas entre las uniones de barro (Figura 11).
Hacia el lado sur no fue excavada en su totalidad debido a una gran destrucción en parte de
los muros laterales y en dinteles que están dentro de las galerías. Nueve bloques de piedra
labrada de forma rectangular y cuadrangular permanecen in situ; también hay cuatro
orificios laterales hacia el este que están asociados a otras fosas cilíndricas cavadas en la
roca. En otros casos hay una especie de canal en una de las paredes laterales de la galería
interna cuya proyección coincide con la boca de las fosas (Figura 12).
Sobre el piso se encontró una capa fina de limo compactado que cubría tiestos
correspondientes a botellas pequeñas del estilo Huamanga. De igual modo, se hallaron
puntas de proyectil de obsidiana y basalto, una lámina de oro en forma de flecha y
fragmentos dispersos de restos óseos humanos, como molares y costillas. Al retirar el limo
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producido por filtración de agua se definió un piso compacto de diatomita con puzolana en
el que había huellas de cuatro intrusiones que correspondían a fosas cavadas en la roca (con
una profundidad de 2,50 a 2,85 m) y que estaban cubiertas por un relleno de tierra y piedras
(Figura 13). Al interior se hallaron escasos restos óseos humanos dispersos.
La tercera galería fue encontrada debajo de un espacio arquitectónico de planta
rectangular. Estaba orientada de este a oeste y mide 8 m de largo por 2,10 m de ancho. El
acceso se ubica en el muro del lado norte, el cual tiene 1,10 m de ancho y donde se observan
jambas de 80 cm de altitud y un umbral de 10 cm de grosor. Asimismo, en el muro del lado
norte hay tres hornacinas de planta ligeramente trapezoidal con restos de enlucido de color
blanco en buen estado de conservación (Figura 14). Los muros, de mampostería ordinaria, se
construyeron con piedras planas unidas con argamasa de barro. En cuanto a los acabados del
paramento, exhiben un revoque de 8 a 10 cm de grosor que estaba pintado de color blanco y
su estado de conservación es regular. El piso se compone de agregados de puzolana con
diatomita de consistencia compacta y 8 cm de grosor; allí se definió la presencia de seis
intrusiones irregulares que cortan el piso y se conectaban con unos orificios circulares
tallados en los bloques de piedra. El piso fue colocado sobre un apisonado de barro que, a su
vez, descansaba sobre bloques grandes de forma rectangular que servían de techo de la
galería situada debajo.
La galería tiene una planta rectangular de 7,30 m de largo por 1,70 m de ancho y una
altura de 2 m desde el piso hasta el techo. Bloques megalíticos tallados de forma rectangular
sirven como piso del recinto superior, y como techo o cubierta de la galería funeraria
subterránea. Esta tiene un corte ligeramente trapezoidal y consiste de dos muros paralelos
que se construyeron luego de haberse cavado una ancha zanja; a sus lados se adosaron los
muros, los cuales tienen una sola cara interna y paramento uniforme, y sobre ellos se
colocaron lajas rectangulares como cubierta. Presenta dos columnas o pilastras edificadas
con la técnica de la mampostería mixta, con una altura de 1,74 m por 62 cm de ancho y 26
cm de espesor. Están dispuestas cada 1,90 m y forman una especie de tres paneles que sirven
de soporte a los dinteles y a las lajas de piedra labrada. En las paredes de los muros
interiores de la galería subterránea se aprecia una mampostería mixta compuesta de bloques
de piedras labradas de forma cuadrangular y piedras planas unidas con mortero de barro. En
algunos segmentos del paramento se puede observar que probablemente se utilizó una
mezcla de puzolana con diatomita que reemplazó al mortero de barro para darle una mayor
solidez a la estructura (Figura 15).
La cubierta o techo está compuesta por seis grandes lajas de tipo andesítico-basáltico de
forma rectangular y esquinas redondeadas. Sus dimensiones varían entre 1,95 m y 1,80 m de
largo, 1,20 m y 1,72 m de ancho, y 24 cm y 28 cm de espesor. Asimismo, presenta tres
orificios a modo de tragaluz dispuestos a una distancia de 2, 2,50 y 2,60 m; se conforman a
base de tallados semicirculares ubicados en el extremo medio de las lajas y los dinteles. Al
ser ensamblados forman círculos de entre 14 a 16 cm de diámetro (Figura 16) y cuya
proyección central coincide casi con la parte media de unas fosas cavadas debajo del piso.
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El piso de la galería —a una profundidad de 2 m con relación a las cubiertas— está formado
a partir de la mezcla compacta de agregados de puzolana con diatomita (Figura 17). A lo
largo de su recorrido el piso está alterado por seis intrusiones de formas irregulares que
tenían un relleno de tierra, puzolana y piedras a nivel del piso; tres de ellas corresponden a
fosas funerarias cuya profundidad oscila entre 2,50 a 3 m (Figura 18). Cabe destacar que en
una de las fosas disturbadas se encontraron restos óseos humanos dispersos que incluían
huesos que correspondían a una cabeza, por lo que constituye una de las pocas evidencias
que demostrarían que, al interior de las fosas de forma cilíndrica, cavadas en la roca, se
habrían colocado individuos en posición fetal, probablemente en fardos.
No se han hallado evidencias de un acceso a la parte inferior y todo parece indicar que las
galerías funerarias subterráneas fueron selladas una vez que se depositaron los cadáveres en
las fosas. Estas fueron cubiertas, a su vez, por losas circulares con un orificio central (Figura
19), el mismo que se alineaba en línea recta con otro orificio del techo, con lo que se
generaba un acceso de luz directo hacia las fosas (Figura 20). El material cultural
recuperado dentro del relleno estaba compuesto por tiestos de los estilos Chakipampa,
fragmentos de ollas en miniatura del estilo Huamanga, Huarpa Negro sobre Blanco, Huarpa
Ante, Okros, Wari Negro, Huamanga, Viñaque, Cruz Pata, Caja y un fragmento tosco con
bastante mica presumiblemente de filiación chanca. También había restos óseos humanos en
escasa cantidad, como costillas, fémures, rotulas y fragmentos de cráneos, entre otros
dispersos al interior del relleno.
Por último, el cuarto tramo de las galerías corresponde a otra orientada de este a oeste,
colindante con la segunda galería, pero de menores dimensiones y más destruido. Al igual
que en las anteriores, en la parte superior hay un recinto de planta rectangular cuyas paredes
tenían, probablemente, nichos internos y piso compacto de puzolana con diatomita que
presenta evidencias de una gran destrucción debido a que los bloques de piedra labrada que
cubrían la parte interna fueron removidos parcialmente se mantienen en su lugar dos bloques.
Debajo del espacio arquitectónico había otra galería subterránea cuyas dimensiones son de
5,80 m de largo por 1,50 m de ancho, y una altura entre 1,95 a 2 m. Tiene dos pilastras y
muros de corte trapezoidal construidos con piedras planas cuya cara plana estaba orientada
hacia el paramento interno. El techo, compuesto por losas de piedra tallada, tiene tres
orificios labrados que se alinean de manera vertical con la parte media de las tres fosas de
forma cilíndrica cavadas en la roca (Figura 21). Un hallazgo muy importante lo constituye
un bloque de piedra tallada de forma circular con orificio central que estaba recostada en la
pared, al costado de una de las fosas. Ello demuestra que las fosas tenían cubiertas de piedra
a nivel del pavimento interno; estas habrían facilitado el acceso al interior y sobre ellas se
habrían depositado ofrendas. Otra particularidad es la presencia de dos hornacinas en los
muros laterales cuya base estaba a nivel del piso y se proyecta hasta la parte media. Tienen
forma trapezoidal y están parcialmente destruidas. Los materiales culturales asociados al
relleno de la galería y las fosas están compuestos por tiestos y restos óseos humanos y de
animales dispersos sin orden alguno ni asociación.
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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

El hallazgo de fosas asociadas a orificios o respiraderos es un dato importante pues hasta


ahora se desconocía de su existencia pese a que otras galerías subterráneas habían sido
intervenidas por otros investigadores que no se percataron de su existencia.
Desafortunadamente, ninguna de las fosas excavadas en casi todas las galerías descubiertas
estaba intacta, ya que los cadáveres fueron extraídos con todas sus ofrendas. Creemos que
cada fosa albergaba un individuo, mientras que las ofrendas pudieron haber sido colocadas a
lo largo del pasadizo. Aún no sabemos quiénes fueron los responsables de este hecho, pero
las evidencias nos orientan a formular la hipótesis de que pudo haberse realizado un ritual
funerario realizado por los mismos wari para extraer los cadáveres y llevarlos a otro lugar, o
que pobladores ajenos a ellos saquearon las tumbas y deshicieron los restos de los ancestros
wari durante el proceso de crisis y colapso de la ciudad.
El hecho de que cada orificio del techo de las galerías esté relacionado directamente con
las fosas a modo de un tragaluz, tal como lo hemos observado y comprobado durante las
investigaciones, nos lleva a proponer que su construcción obedeció a ciertos criterios
vinculados con la cosmovisión. La luz que penetraba a través de los orificios iluminaba
directamente la fosa estableciéndose una especie de comunicación entre el inframundo y el
supramundo (Figura 22). Por otro lado, se ha cuestionado la propuesta, hasta ahora aceptada,
de que las galerías constituían una especie de recintos funerarios con entierros colectivos
que correspondían a la clase media. Ahora, gracias a las excavaciones, sabemos que estas
galerías podrían haber pertenecido, más bien, a tumbas familiares o de personajes
importantes de la elite gobernante.
Cabe señalar que encima de las galerías cubiertas por grandes lajas de piedra se cubrió
con un piso compacto de cal y se levantaron edificaciones alargadas de planta rectangular
hechas cuidadosamente y con paredes enlucidas y pintadas de blanco. Su función está
vinculada con la realización de rituales en honor a los muertos, cuyo culto debió ser muy
importante.

4.4. Entierros secundarios colectivos


Otro de los hallazgos significativos dentro del área que corresponde al sector de
Monqachayuq es el develamiento de una tumba secundaria colectiva. Algunos de los
individuos tienen el cráneo deformado y si bien los restos óseos están desarticulados y
superpuestos, a excepción de algunas vertebras articuladas, se pudo identificar que
corresponden a niños, hombres y mujeres jóvenes, adultos y ancianos (Figura 23).
La tumba fue encontrada en un pequeño montículo en el lado norte, casi en la parte media
entre el mausoleo en proceso de construcción y el mausoleo real descubierto por Martha
Cabrera en 2015. Apareció casi inmediatamente después de despejar las capas superficiales
y no tiene mucha profundidad. Se trata de una fosa alargada de forma irregular orientada de
sur a norte y que mide 4,80 m de largo por 2,50 m de ancho. Presenta una concavidad no
muy profunda, de 90 cm hasta 1,10 m (Figura 24). De acuerdo con el informe preliminar
presentado por Tiffiny Tung (2017) se ha determinado que hubo, por lo menos, 69
56
Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

individuos identificados a partir de la presencia de 56 cráneos completos y 69 húmeros que


correspondían mayoritariamente a adultos, seguido por adolescentes y niños.
Cronológicamente corresponderían a la segunda mitad del Período Intermedio Tardío y no
son parte de la población wari ya que el sitio fue reutilizado 300 años después del colapso de
la ciudad.
El dato que llama la atención es que hay una alta frecuencia de traumas en los restos
óseos humanos que hacen suponer que fueron víctimas de una masacre. Más del 35% de la
población adulta y más del 20% de los niños presentan traumatismo craneal perimortem. La
presencia de marcas de corte en un gran porcentaje de los huesos lleva a proponer que los
cuerpos fueron desmembrados y los músculos eliminados de manera intencional. Para ello,
se intentó buscar dos posibles interpretaciones. La primera consistía en que podría
corresponder a un tratamiento mortuorio único en el que los cuerpos de los fallecidos eran
desmembrados extrayéndose todo el tejido muscular; la segunda apuntaba a que podría
tratarse de una probable práctica de canibalismo en el que la eliminación intencional de los
músculos pudo haber servido para el consumo (Tung 2017). Un dato adicional es que hay
varios restos óseos que tenían pintura de color verde y rojo que parece corresponden a algún
tratamiento corporal o ritual con cinabrio en el momento del reentierro. Asociados al
entierro recuperaron escasos restos óseos de camélidos, pequeñas cuentas circulares de
caracol terrestre y cuatro botellas de acabado tosco, dos ollas pequeñas y una escudilla de
base redondeada (Figura 25).
Por la información preliminar con que se cuenta, no hay duda de que se trata de un
reentierro del Período Intermedio Tardío. Se trata de una práctica que cada vez cuenta con
información empírica consistente en diversos sectores de la antigua ciudad de Wari. El
hecho de volver a enterrar a sus muertos dentro de una fosa alargada e irregular y sin mucha
preparación manifiesta un acto muy breve y apresurado. Por el momento aún no
encontramos una respuesta a la interrogante de porqué se llevaba a los muertos a la ciudad
de Wari para reenterrarlos.

4.5. Entierros en cistas y fosas


Hacia el lado sureste del sector de Monqachayuq, colindante con las galerías funerarias
subterráneas, se develó un conjunto arquitectónico de planta cuadrangular en cuyo interior
se definió un conjunto de recintos con pasadizos y patios que fueron construidos sobre
edificaciones tempranas que fueron desmontadas de manera parcial. Si bien se pudo
identificar y delimitar los espacios arquitectónicos, se pudo definir que habían sido
disturbados por la presencia de muros destruidos.
Con las excavaciones en cada uno de ellos se pudo determinar que todos estaban
disturbados por la presencia de pisos fracturados. Luego de retirar el relleno que los cubría
se fueron definiendo gradualmente piedras labradas que servían como tapas de tumbas que,
en algunos casos, correspondían a cistas, fosas y, en otros, a una combinación de ambas. La

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

mayoría de espacios arquitectónicos, incluidos el patio y los pasadizos, tenían evidencias de


haber contenido tumbas, ya fuera en cistas o en simples cavidades talladas en la roca blanda.
Con la finalidad de presentar los diferentes tipos de contextos funerarios a continuación
describiremos los más representativos. El primero corresponde a un espacio arquitectónico
de planta rectangular de 4,70 m de largo por 1,84 m de ancho. Los muros fueron hechos con
mampostería ordinaria de piedras canteadas, cantos rodados y bloques de puzolana, y no
presentaban revoque.
En la parte media debajo del piso disturbado se develaron dos bloques de piedra labrada
de forma semicircular, que juntos tenían una forma oblonga irregular de 1,64 m de largo por
76 cm de ancho y 14 cm de espesor. En el centro había un orificio de 10 cm de diámetro que
probablemente estuvo cerrado con un tapón (Figura 26). Debajo había una cista de forma
cilíndrica con forma de bota con una altura de 4,04 m desde la tapa de la tumba hasta el piso.
Su base era ancha y la boca ligeramente menor en diámetro. Estaba construida con piedras
canteadas y presentaba una ligera curvatura en la parte inferior para darle forma al
paramento interno (Figura 27). Dadas las evidencias encontradas se puede afirmar que esta
tumba tuvo dos niveles superpuestos correspondientes a dos eventos en diferentes
momentos.
El primero corresponde al nivel más profundo que conecta con la base, donde hay un piso
formado por lajas de piedra labrada que se colocaron sobre una capa de barro encima de la
roca previamente nivelada. Al mismo nivel del pavimento y hasta una altura de 1,50 m se
proyecta una concavidad con una profundidad de 1,81 m, lo que hace que adquiera una
forma de bota. El acceso tiene un dintel elaborado en piedra labrada de forma rectangular
alargada con las jambas ligeramente curvas. En su interior se halló un relleno con escaso
material cultural compuesto por escasos fragmentos de cerámica y restos óseos de camélidos,
entre ellos parte de un cráneo en descomposición. Al costado había un nicho pequeño con
dintel cuya profundidad era de 50 cm. En su interior solo había relleno de tierra (Figura 28).
El segundo nivel fue definido a partir de la presencia de fragmentos de un piso compacto
de puzolana y diatomita encontrado a una profundidad de 2,20 m desde la cubierta de la fosa.
Desde este nivel hacia la parte superior la cista fue remodelada con la aplicación de un
revoque y evidencias de pintura blanca. Es en este nivel donde se observan tres forados que
rompen la pared de la cista y se proyectan al exterior (Figura 29). Es de suponer que se
ingresó a la tumba a través de ellos con el fin de saquearla o extraer sus ofrendas y el cuerpo
de los ancestros para ponerlos a buen recaudo.
Entre el material cultural recuperado del relleno de la cista podemos mencionar el
hallazgo de fragmentos de cerámica de diferentes estilos, entre los que destacan Huarpa
Ante, Huarpa Negro sobre Blanco, Kumunsenqa, Chakipampa Temprano, Aqo Wayqo,
Viñaque y Huamanga. Entre los objetos líticos había dos manos de molienda, desechos de
obsidiana, una micropunta de obsidiana, y tres cuentas de turquesa y concha de caracol
terrestre. También había granos de maíz carbonizado junto con restos óseos de camélidos,

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

entre ellos fragmentos de falanges, un metatarso, un fémur, huesos largos, costillas, un


hueso calcinado y restos óseos de roedor.
Un caso especial de cista construida con piedras labradas fue encontrado al interior de un
recinto ubicado hacia el lado oeste del mausoleo en proceso de construcción y a un costado
de las galerías subterráneas. Se trata de un espacio arquitectónico de planta rectangular de 5
m de largo por 1,53 m de ancho. Sus muros estaban destruidos y en proceso de colapso. El
pavimento apenas fue identificado por el alto proceso de destrucción y solo se mantenía
parcialmente sobre bloques de piedra labrada, debajo de los cuales estaba la cista. Su
excavación no fue concluida por motivos de seguridad.
La cubierta está compuesta por dos bloques de piedra de forma rectangular con dos de sus
esquinas redondeadas que se unían por la parte recta. En su parte central hay un semicírculo
que al unirse con el otro forma un orificio circular. De este modo resultaba una cubierta de
forma cuadrada con las cuatro esquinas redondeadas cuyo ancho era de 1,70 m (Figura 30).
La parte interna muestra una técnica constructiva diferente a las demás ya que se usaron
piedras labradas de forma rectangular y cuadrangular con el lado interior ligeramente
cóncavo, con lo que la estructura adquiría una planta circular. Fueron unidas con mortero de
arcilla y se emplearon pachillas para darle consistencia (Figura 31).
En la parte superior debajo de la cubierta se definieron dos intrusiones que rompen parte
de la pared interna y a través de las cuales ingresaron los saqueadores para extraer el
contenido de la tumba. Se excavó hasta 1,50 m de profundidad, pero el trabajo se suspendió
por el alto deterioro y peligro de colapso. Lo que se observó es que la base era más ancha y
se acorta gradualmente al llegar a la cubierta. Los materiales culturales recuperados son muy
escasos: había tiestos así como fragmentos de huesos de camélidos y probablemente
humanos dispersos dentro del relleno que cubría la cista.
Los tipos de enterramiento hallados en Monqachayuq no tienen un patrón estándar ya que
se han registrado algunas particularidades. Uno de los casos frecuentes es el enterramiento
en fosas simples cavadas en roca cuya consistencia no es muy sólida. La mayoría de este
tipo de tumbas fue encontrada dentro de un conjunto de unidades arquitectónicas de planta
cuadrada y rectangular con pasadizos y patios en cuyo interior había tumbas. El área se
ubica hacia el lado sureste del mausoleo en proceso de construcción y al sur de las galerías
subterráneas. En este sector se definieron hasta 14 espacios arquitectónicos, de los cuales
dos correspondían a cistas y el resto a fosas individuales y colectivas.
Entre las fosas colectivas destaca una que tiene una cubierta formada por dos bloques de
piedra labrada con semicírculos que, al unirse, forman un orificio circular. Tiene una forma
irregular debido a su estado de conservación, con 1,85 m de largo por 95 cm de ancho.
Debajo de los bloques de piedra estaba la boca de una fosa de forma ovalada e irregular en
planta cavada en la roca madre y tiene 3,20 m de profundidad desde la cabecera del muro
hasta un piso compacto. La particularidad que presenta es que en la periferia interna de la
fosa de forma casi cilíndrica se cavaron cinco concavidades, con diferentes profundidades,
que vistas en planta se asemejan a los pétalos de una flor. Las concavidades fueron hechas a
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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

nivel del pavimento de la fosa. El pavimento fue hecho con puzolana y diatomita y su grosor
varía de 5 a 8 cm; presenta intrusiones como resultado de la disturbación.
Esta es una de las pocas tumbas que nos muestra con claridad evidencias de saqueo pues
se han encontrado asociadas a entierros disturbados al interior de por lo menos cuatro
concavidades. Una de ellas, ubicada hacia el lado oeste, tenía una profundidad de 1,15 m y
en su interior había restos óseos humanos sobrepuestos entre los que se identificaron tres
cráneos, huesos largos, pelvis, fragmentos de mandíbula y dientes en mal estado de
conservación. Asociados a ellos había fragmentos de cerámica de los estilos Huarpa Ante y
Polícromo y Chakipampa, fragmentos de carbón, cuentas circulares de conchas de caracol
terrestre y cuentas tubulares de Spondylus, lapislázuli y turquesa dispersos en el relleno. En
otra concavidad solo se recuperaron fragmentos de restos óseos humanos dispersos y
sobrepuestos, entre los que destaca un fémur, una tibia y un cúbito asociados a fragmentos
de cerámica huarpa y chakipampa. Destaca el hallazgo de 65 cuentas circulares de concha
de caracol terrestre que formaban parte del ajuar funerario. Muy cerca de las concavidades
que contenían los entierros secundarios había fosas pequeñas en el piso que, al parecer,
contenían parte del ajuar funerario que fue extraído por los saqueadores (Figura 32).
Los materiales culturales recuperados en el relleno que cubría la fosa son significativos ya
que demuestran que esta tumba en fosa corresponde a las fases iniciales de la época wari
pues había fragmentos de cerámica huarpa asociados a fragmentos del estilo Chakipampa
Temprano. Igualmente son importantes los hallazgos de cuentas circulares con orificio
central de concha de caracol terrestre, conchas fragmentadas de Spondylus y Strombus,
cuentas circulares de turquesa, cuentas tubulares de lapislázuli, una punta de proyectil de
obsidiana, un fragmento de metal amorfo oxidado (posiblemente cobre), una cuenta circular
de oro con cuatro orificios de 1,30 cm de diámetro y una lámina de oro de forma romboidal
con los bordes redondeados (de 1,60 cm de largo y 1,20 cm de ancho).
Por último, se encontró un tipo de tumbas mixtas en los que se conjugan las fosas con las
cistas, lo que incluye ductos de comunicación entre unas y otras. Estos casos se registraron
al interior de dos espacios arquitectónicos dentro del conjunto arquitectónico situado en el
lado sureste de Monqachayuq (Figura 33). En realidad, corresponde a un recinto de planta
rectangular que fue dividido en dos por un muro intermedio que forma dos recintos de
planta casi cuadrada con paredes que tenían restos de revoque. Tenían un piso muy
deteriorado que cubría parte de una cubierta de tumba compuesta por dos bloques de piedra
labrada; en la parte media de ambos estaban talladas acanaladuras semicirculares, las que
formaban un agujero central al unirse las piedras por su lado recto (Figura 34). Al igual que
las anteriores, presenta un forado al costado a través del cual se ingresó al interior para
extraer el ajuar funerario. La cista tiene un diámetro de 86 cm, una forma cilíndrica en
planta y su profundidad es de 1,73 m desde la boca hasta la base; a partir de allí se proyecta
una concavidad que va en forma ascendente a modo de una rampa. Presenta un acceso de 96
cm de altura, 20 cm de ancho superior y 48 cm de ancho inferior y fue elaborada tallando
directamente la roca, que no es muy compacta. Tiene un piso llano con ligera forma convexa,
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

mientras que el cielo raso es abovedado, tallado de forma cóncava en la misma roca madre
(Figura 35). La estructura estaba asociada a un contexto de concentración de cuentas de
conchas marinas y terrestres de forma circular e irregular con orificio central. Estaba
distribuida dentro de un diámetro de 15 cm y, al parecer, formaron parte de un collar. Junto a
ellas había fragmentos de carbón, huesos humanos (entre ellos un maxilar con dos dientes) y
fragmentos de cerámica de los estilos Chakipampa, Ocros, Huarpa Negro sobre Blanco,
Huarpa Ante, Huarpa Polícromo, Wari Negro y Viñaque.
El recinto contiguo no tenía cubierta y solo hay lajas de piedra con barro alrededor de la
boca sobre la que se asentó la cubierta. Corresponde a una fosa de forma cilíndrica cavada
en la roca, con una profundidad de 1,90 m cuya pared tenía un revoque de barro para darle
cierta uniformidad interna. La fosa tiene dos concavidades de forma casi oblonga cavadas en
la roca que se comunican con la otra tumba en cista a través de un forado en el que hay un
acceso de forma casi trapezoidal construido con lajas de piedra con la cara plana orientada
hacia el paramento (Figura 36).
Es importante mencionar que asociados a las fosas había restos óseos humanos, entre
ellos partes de cráneos, dientes, fémures, escápulas, un maxilar fragmentado, tibias y
vertebras en mal estado de conservación que corresponden a varios individuos. Estaban
dispersos o concentrados unos sobre otros junto a fragmentos de carbón y una significativa
cantidad de tiestos de los estilos Huarpa Polícromo, Ocros, Cruz Pata y Chakipampa
Temprano. De igual modo, se identificaron restos óseos de camélidos fragmentados.
En los estratos inferiores, cerca de los cimientos, había un muro circular con indicios de
revoque y pintura roja que, al parecer, correspondió a parte de algún recinto ceremonial de la
época huarpa; fue desmontado para construir una nueva edificación y habilitar los espacios
internos como tumbas en fosas y cistas. Este es un patrón recurrente no solo en la metrópoli
de Wari, sino en poblados periféricos como Conchopata y Aqo Wayqo. Todo parece indicar
que el conjunto arquitectónico fue construido con fines rituales para el culto a los ancestros,
ya que no se han hallado evidencias de la realización de actividades domésticas.

4.6. El mausoleo real


Constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura funeraria. Presenta muros de
piedra finamente trabajada que formaban parte de un conjunto con pasajes y una estructura
central que estaban cubiertos por un gran relleno intencional al interior de una edificación
que tenía planta en forma de «D». El conjunto funerario monumental se ubica en el lado
noroeste del patio hundido y al este de las galerías funerarias orientadas de norte a sur. Las
evidencias de su existencia no eran claras puesto que inmediatamente después de haberse
retirado la maleza y los cactus de la superficie inicial se expuso la cabecera de un muro
grueso. Conforme era develado se vio que correspondía a un recinto con planta en forma de
«D», con la particularidad de que este no tenía hornacinas, como las hay en otras estructuras
en el mismo sector de Monqachayuq y en Vegachayuq Moqo (Figura 37).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

El espacio en «D» tiene el muro recto orientado hacia el sur, donde está el acceso. Su
diámetro externo varía de 18 a 18,40 m. El grosor del muro que circunda el recinto oscila de
2,75 a 3 m debido a que lo conforman dos muros adosados que fueron unidos con mortero
de barro. Para su construcción se emplearon grandes bloques de piedras planas canteadas,
cuyas caras planas están orientadas hacia la parte interna. Había escasas evidencias de un
piso compacto en el lado este, pegado al muro. Debajo de la capa superficial y dentro del
espacio interno se definió un muro de lados irregulares con orientación norte-sur, el cual no
tenía cimentación y fue construido muy rústicamente, tal vez con el objeto de proteger el
conjunto y despistar a los saqueadores.
Las capas superficiales tenían una consistencia compacta, pero conforme se fue
profundizando se definió un gran relleno de tierra semicompacta compuesto en su mayor
parte de bloques de piedra canteada grandes, medianos y pequeños probablemente
desmontados de muros de otros recintos, así como bloques de piedras labradas sin orden
alguno. El indicio de la presencia de probables tumbas se debió al hallazgo de una concha
Spondylus debajo de un lente de arena de color amarillento a una profundidad de 3,34 m. La
concha contenía pintura roja y estaba protegida por una piedra que correspondía a la
cimentación del muro. Asociados al relleno se registraron diversos objetos, tales como
cuentas de concha marina y de turquesa, restos óseos humanos y animales en escasa
proporción, chancadores y pulidores de piedra en regular proporción y una significativa
cantidad de tiestos de diferentes estilos, entre los que destaca la presencia recurrente de unas
botellas pequeñas del estilo Huamanga que, al parecer, fueron rotas como parte del ritual del
entierro.
Luego de haber extraído toneladas de piedra y tierra que, evidentemente, demostraban un
gran despliegue de fuerza de trabajo utilizado para cubrir de manera intencional el mausoleo
y el recinto con planta en forma de «D» se ubicó un primer hallazgo a 4,50 m de
profundidad. Este consistió de un gran bloque megalítico de piedra labrada con orificio
central que se encontraba sobre la roca madre, hacia el lado este, pegado al muro y muy
cerca de una cista parcialmente destruida que tenía forma ovalada en planta. La cista tiene
de 2,40 a 2,60 m de ancho y su profundidad es de 3,46 m. En su parte interna había un
relleno de tierra y piedras con escaso material cultural, como fragmentos de cerámica.
Inusual por sus dimensiones, fue construida cavando previamente la roca madre y erigiendo
un muro adosado perimétrico interno en el que se utilizaron piedras planas canteadas con las
caras planas hacia el interior. Hacia el lado oeste se observa un gran bloque de piedra
labrada de forma cuadrangular insertado en el muro, prueba de que se utilizó una técnica
constructiva mixta al combinar las piedras canteadas y labradas para unirlas luego con
mortero de barro (Figura 38).
En un nivel inferior hacia el lado oeste, debajo de la cista y la roca madre, a una
profundidad aproximada de 6,50 m, se identificaron muros de piedra finamente trabajados
que, al develarlos en su totalidad, se determinó que formaban parte de estructuras de planta
rectangular a modo de pasajes o cámaras (Figura 39). En la parte media había una estructura
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

principal de planta cuadrada (de 1,87 m por lado) y una hornacina de 2,12 m de altura en el
muro del lado este (Figura 40).
Tanto los pasajes como la estructura central fueron construidos con dobles muros de
sillares o bloques rectangulares de piedras labradas. Su pulimento permitió el perfecto
encaje pues no hay argamasa visible. Sobre los muros se colocaron bloques rectangulares a
modo de cornisas que cubren el ancho superior, dándoles sobriedad y solidez. La cámara
central y parte de los pasajes no tienen techo, a excepción de los ubicados en el extremo
noreste, donde hay dos lajas rectangulares colocadas entre los muros paralelos a manera de
dinteles (Figura 41).
Los muros presentan un paramento de tipo sedimentario constituido por hileras de sillares
con pilastras a modo de contrafuertes. Los sillares, de distintos tamaños y ángulos rectos,
encajan perfectamente entre sí (Figura 42). Los planos de superposición y encaje se hicieron,
al parecer, con un sistema de medidas cuyas huellas han quedado impresas en la parte media
de los muros en forma de alineamientos verticales y horizontales así como ángulos de 90
grados con alineamiento perpendicular de color rojo y negro (Figura 43). Esto nos lleva a
proponer que los constructores fueron especialistas con gran conocimiento de obras de
ingeniería y que usaron instrumentos que les permitieron lograr un óptimo manejo de los
materiales en cualquier tipo de construcción, ya fuera de pequeñas proporciones o de escala
monumental, como en el caso del mausoleo. Para la construcción del conjunto se niveló
previamente la superficie, sobre la que se pusieron hasta tres capas delgadas de arena fina
compactada de diferentes colores. Sobre ellas se dispusieron, de manera directa, los bloques
de piedra. No hay indicio alguno de cimentación.
El conjunto arquitectónico tiene ocho pasajes o espacios que se interrumpen en la parte
media, donde hay una cámara central cuadrangular que divide proporcionalmente los pasajes
los que tiene una orientación norte-sur. La estructura central presenta un vano de acceso
ubicado en el lado noreste del muro norte, y que se comunica con una de las cámaras o
pasajes. El vano tiene un ancho de 65 cm y una pequeña altura de 67 cm; su muro tiene un
grosor variable de 92 a 110 cm (Figura 44). El muro del lado este tiene una hornacina de
forma rectangular desde la base hasta la parte alta; tiene 2 m de altura y 72 cm de ancho,
mientras que las partes laterales o jambas presentan 40 cm de ancho.
El pavimento es plano y está compuesto por una superposición de capas de arena. La
primera, de color blanquecino, tiene consistencia suelta y granulometría fina y le sigue otra
de color gris verdoso; debajo de esta había otras capas de arena de color gris verdoso de
consistencia semicompacta en las que se hicieron dos intrusiones de forma circular y cuatro
hoyos pequeños que contenían ofrendas.
Los depósitos de ofrendas en hoyos están en las esquinas del muro del lado este y uno en
la parte central. El primero tenía cinco pequeños bloques de pintura de color verde agua y
rosado, los cuales mostraban huellas de haber estado amarrados en pequeñas bolsas; el
segundo tenía un bloque más grande de pintura de color verde agua con improntas de tela.
El tercero, ubicado también dentro de otra fosa pequeña en la parte media del recinto, tenía
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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

dos fragmentos de concha trabajados de forma alargada y espiralada dispuestos con las
partes distales orientadas hacia arriba y abajo, dos fragmentos de Spondylus y un lente de
pintura de color verde agua (Figura 45). Finalmente, un hoyo en la parte media del piso de la
hornacina contenía dos valvas de Spondylus cubiertas con pintura de color verde agua
(Figura 46). De manera adicional, dentro de los estratos al interior del recinto central se
encontraron cuentas de Spondylus con perforación en el centro, una pequeña esfera de oro y
fragmentos de cerámica de diferentes estilos.

5. Comentarios finales

De acuerdo con la información empírica obtenida de las excavaciones arqueológicas,


estamos en condiciones de hacer algunas propuestas preliminares con relación a la secuencia
ocupacional y funcionalidad del sitio. En primer lugar, debemos confirmar que el sector de
Monqachayuq corresponde a un sector cuya función está vinculada a la realización de
prácticas y ritos funerarios en los que hay diferentes tipos de estructuras, desde las más
complejas hasta las sencillas. Estas corresponden a las elites que gobernaron la ciudad de
Wari o núcleos familiares vinculados con estos grupos. La presencia de diversos tipos de
infraestructura funeraria demuestra una clara diferenciación y jerarquización entre los
individuos que fueron sepultados en este sector de la ciudad.
Por las características que presentan las diferentes formas de enterramiento se puede
afirmar que no había un patrón generalizado. La presencia de dos mausoleos
primorosamente edificados con piedras labradas, entierros en fosas cilíndricas cavadas en la
roca dentro de espacios arquitectónicos, galerías subterráneas con tumbas en fosas, cistas
con muros de mampostería de piedras rectangulares o de piedras labradas, y fosas grandes
con concavidades internas nos lleva a proponer que hubo, por los menos, dos grupos de elite
vinculados con el gobierno de la ciudad. De igual modo, pudo haber tumbas de personajes
importantes o miembros de núcleos familiares vinculados con los grupos de poder.
Al parecer, muchas de las edificaciones que corresponden a espacios arquitectónicos
fueron construidas para ser las «moradas» de los difuntos. Allí, igualmente, se realizaron
una serie de rituales funerarios para rendirles culto ya que se convertían en ancestros con
poderes especiales a los que se les consultaba para tomar decisiones de importancia. Por ello,
era importante la preservación de sus nuevas formas físicas en mausoleos, galerías
subterráneas, fosas o simples cavidades cavadas en la roca que estaban sellados y protegidos
con cubiertas de piedra labrada; sobre estas estructuras se construyeron las «viviendas» de
los muertos.
Se han identificado hasta tres momentos de ocupación funeraria en el sitio. La primera
está vinculada a fosas profundas que datan de una época pretérita, identificada con los
huarpa. La segunda está relacionada con las primeras fases del surgimiento del Estado wari,
mientras que el período de mayor ocupación corresponde a la época de máximo desarrollo

64
Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

de la ciudad, en la que se construyen tramos de galerías subterráneas y mausoleos con


bloques finos de piedra labrada que forman pasajes subterráneos y cámaras.
La presencia de cistas individuales finamente elaboradas, fosas cavadas en la roca y las
galerías funerarias de corte trapezoidal con techos de grandes losas de piedra con orificios
conectados de manera directa a fosas en el interior nos demuestra un complejo sistema de
creencias vinculado probablemente con la cosmovisión andina. Las edificaciones de un
conjunto de recintos encima de las galerías cuyos pisos proyectaban los orificios de las losas
que estaban taponadas nos llevan a proponer que se desarrollaron un conjunto de actividades
vinculadas con rituales de carácter funerario. El develamiento de las galerías subterráneas
producto de excavaciones sistemáticas puso en evidencia que no se practicaron entierros
masivos de la elite, sino la construcción de una especie de criptas especiales con cinco o seis
entierros en fosas de hasta 3 m de profundidad asociados a orificios tallados en los bloques
de piedra que sirvieron como dinteles. Proponemos que está infraestructura estaba vinculada
con la cosmovisión en la que existían tres planos cósmicos que tuvo el poblador andino
prehispánico: el inframundo (la fosa), la tierra o kay pacha (el piso) y el cielo o qana pacha
(el orificio por el que se introducía la luz que iluminaba directamente cada una de las fosas).
El patio hundido, cuya construcción demandó una considerable fuerza de trabajo, fue
parte del proyecto de un nuevo mausoleo que no se llegó a concretar puesto que la gran
cantidad de piedras labradas distribuidas en la parte interna sumada a los trazos en el piso
demuestran que estaba en sus etapas iniciales de edificación. Las fosas y cistas que existían
previamente fueron retiradas y cubiertas por rellenos con el fin de nivelar el terreno.
El espacio arquitectónico con planta en forma de «D» debajo del cual se descubrió el
mausoleo, corresponde a una edificación posterior que se hizo con la finalidad de cubrirlo y
protegerlo. Su construcción difiere de otras estructuras de Wari puesto que solo mantiene la
planta y no hay hornacinas, como usualmente ocurre en otros recintos.
Sobre la base de los indicios de la presencia del piso que se conservó en tramos muy
reducidos adosados al muro podemos proponer que pudieron haberse realizado actividades
de carácter ceremonial vinculadas a rituales fúnebres. La gran cantidad de relleno de piedras
y tierra con que se cubrió los mausoleos y el recinto con planta en forma de «D» nos lleva a
sugerir que su entierro se hizo de una manera planificada con la finalidad de esconder las
estructuras funerarias para su preservación. Al parecer, esta actividad se hizo como parte de
un evento ritual con participación de un grupo numeroso de personas que trasladaron piedras,
desmontaron muros y extrajeron tierra para cubrir la totalidad de la infraestructura. El caso
singular que nos ha llamado la atención es el hallazgo recurrente, dentro de todo el relleno,
de una abundante cantidad de fragmentos de cerámica correspondientes a botellas pequeñas
de uso doméstico solo con decoración de unos chevrones en el gollete. Aparentemente, estas
botellas fueron rotas de manera intencional durante el proceso de entierro de las estructuras,
lo cual nos permite inferir el consumo de bebidas como parte de festines y banquetes que se
hicieron en ceremonias fúnebres.

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

El descubrimiento de un conjunto de compartimientos construidos con mampostería fina


y el empleo de piedras primorosamente labradas demuestran que se trata de un mausoleo
construido para una de las elites gobernantes de la ciudad. No tenemos evidencias de
entierros en su interior pues los pisos estaban limpios y da la impresión de que los cadáveres
fueron extraídos para ser trasladados a otro lugar. Esta afirmación se sustenta en el hallazgo
de cuentas de turquesa, lapislázuli y pequeñas placas de oro de forma circular que, al parecer,
correspondían al ajuar funerario de los individuos enterrados.
La construcción del mausoleo está plenamente vinculada a la época de máximo apogeo de
la ciudad, en el que está presente la influencia de la cultura Tiwanaku. El arte del tallado en
la piedra y del uso de mampostería fina son una contribución de la cultura altiplánica que
llegó a Ayacucho y cuyos rasgos se generalizaron durante la época de máxima expansión del
Imperio wari. Antes de su presencia no hay indicios de una tradición de tallado de la piedra
con la destreza y la técnica registradas. Según la información obtenida en las investigaciones
previas se sabe que Wari inicialmente se desarrolló a partir de una cultura local identificada
como Huarpa, la cual tuvo una fuerte interacción con la cultura costeña Nazca. Esto la llevó
a consolidarse como una organización estatal que se convirtió en un imperio de manera
posterior. Más que respuestas definitivas, hay nuevas interrogantes que, estamos seguros, se
irán respondiendo con el análisis riguroso de la información existente y con la apertura de
nuevas áreas de excavación en el sitio.

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Key words
funerary architecture, sacred area, ancestor cults, funerary practices, offerings

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

MONQACHAYUQ

Figura 1. Ubicación del sector de Monqachayuq dentro del contexto de la ciudad de Wari (Lumbreras 2010).

Figura 2. Fosas cavadas en el nivel inferior del piso. Corresponden a restos de tumbas de etapas
precedentes que fueron rellenadas para nivelar el terreno (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 3. Representación de trazos escalonados en el piso rocoso paralelos al muro del lado oeste
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 4. Vista del mausoleo en proceso de construcción con paredes periféricas internas con los
ángulos curvos, dos cámaras en proceso de construcción y un acceso clausurado (foto: José Ochatoma
y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 5. Detalle de la segunda probable cámara funeraria en el lado sur del mausoleo (foto: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

Figura 6. Concentración de cuentas circulares como parte de las ofrendas en la construcción del muro del
mausoleo (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 7. Detalle del hallazgo del caracol marino cono (Conus patricius) (foto: José Ochatoma y Martha
Cabrera).

Figura 8. Figurina de camélido


parada en el centro de una especie de
caja cuadrangular en un recinto
disturbado (foto: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 9. Cámara funeraria con un pasadizo con piso en la parte superior. La galería está asociada a fosas
funerarias debajo del piso (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 10. Galerías subterráneas de corte


trapezoidal. En el fondo se aprecian lajas de piedra
y orificios en los dinteles cuyas proyecciones
coinciden con la parte central de las fosas funerarias
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 11. Vista de la segunda galería funeraria subterránea al sureste de Monqachayuq. Los muros son
rústicos y de corte trapezoidal (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 12. Vista desde el fondo de la fosa funeraria hacia el techo. Se observan las grandes lajas y el orificio
que permite que la luz ilumine la fosa (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 13. Fosa cavada en la roca madre debajo del piso de la galería subterránea (foto: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

Figura 14. Recinto de planta rectangular con paredes enlucidas y piso compacto. Debajo de este hay una
galería subterránea (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).
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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 15. Dibujo de planta del Espacio Arquitectónico 20. En el piso se observan tres orificios que conectan
con las galerías subterráneas (elaboración del dibujo: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 16. Vista desde la fosa hacia el


techo de piedra labrada. El eje del
orificio central coincide con el centro
de la boca de la fosa y funciona como
un tragaluz para la galería funeraria
subterránea (foto: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 17. Corte de la parte interna de la galería con relleno de tierra al momento de su hallazgo (elaboración
del dibujo: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 18. Corte con muros y piso de lajas, galería subterránea y fosas cavadas en la
roca (elaboración del dibujo: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 19. Tapas o cubiertas circulares con las que se sellaban las fosas cavadas en el piso (foto: José
Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 20. Fosas cilíndricas cavadas en la roca


madre debajo del piso de la galería subterránea
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 21. Galerías funerarias subterráneas disturbadas. Se aprecia una fosa, nichos laterales y dintel con
orificios (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 22. Galería subterránea con piso, hornacinas laterales y fosas cavadas en la roca con una cubierta de
piedra labrada de forma circular con orificio en la parte media (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 23. Proceso de excavación del entierro secundario múltiple en una fosa alargada superficial
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 24. Detalle del hallazgo de entierros secundarios colectivos en una fosa poco profunda (foto: José
Ochatoma y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 25. Vasijas de acabado rústico del Período Intermedio Tardio asociadas al entierro secundario múltiple
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 26. Tumba con cubierta de dos bloques de piedra labrada al interior de un recinto disturbado (foto: José
Ochatoma y Martha Cabrera).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 27. Izquierda: corte transversal de la cista con concavidad en forma de bota; derecha: Vista en detalle
del acceso hacia el interior (elaboración del dibujo y foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 28. Parte inferior de la cista correspondiente al segundo nivel asociado a las cistas laterales en forma de
bota (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 29. Izquierda: dibujo de corte de la cista; derecha: fotografía desde el interior hacia el techo donde
aparece el orificio central tallado (elaboración del dibujo y foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 30. Detalle de la cubierta de piedras labradas de la cista (foto: José Ochatoma y Martha
Cabrera).

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Figura 31. Parte interna de la cista, con bloques de piedra labrada (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 32. Detalle de una de las concavidades con restos óseos humanos disturbados al interior de la fosa
funeraria (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 33. Espacios arquitectónicos asociados a tumbas en fosas y cistas (foto: José Ochatoma y Martha
Cabrera).

Figura 34. Cubierta de tumba en cista al interior de un espacio arquitectónico (foto: José Ochatoma y Martha
Cabrera).

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『人類学研究所 研究論集』第 8 号(2019)
Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 35. Vista del acceso hacia uno de los nichos de la cista mayor (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 36. Vista desde la cista hacia la fosa a través de un forado que conecta a las dos tumbas (foto:
José Ochatoma y Martha Cabrera).
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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 37. Vista en planta de la estructura


en forma de «D» con los dos niveles
inferiores en proceso de excavación (foto:
José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 38. Laja de forma cuadrangular con orificio. Estaba ubicada en el primer nivel del mausoleo situado en
el lado este (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Figura 39. Cabeceras de muros de piedra labrada del mausoleo. Se observa el relleno que lo cubre
(foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 40. Parte de los mausoleos reales, con compartimentos al interior del recinto con planta en forma de
«D» (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 41. Estado actual del mausoleo después del proceso de restauración. Se observan los pasajes y la
estructura central (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 42. Paramento del muro con piedras labradas en el mausoleo (foto: José Ochatoma y Martha
Cabrera).

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Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 43. Detalle de la cámara central del mausoleo. Se observan las hornacinas y el piso de arena
fina (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 44. Muros construidos con piedras finamente labradas en uno de los pasadizos (foto: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

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Arquitectura funeraria y ritual en el sector de Monqachayuq, Wari

Figura 45. Ofrenda al interior de un hoyo. Consiste de dos cuentas espiraladas alargadas sobre una base de
pigmentos (foto: José Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 46. Vista en detalle de una ofrenda de Spondylus cubierta por pigmentos de color verde y rosado (foto:
José Ochatoma y Martha Cabrera).
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Research Papers of the Anthropological Institute Vol.8 (2019)

Figura 47. Plano general del sector de Monqachayuq con las áreas
develadas durante las temporadas 2013 y 2014 (elaboración del plano: José
Ochatoma y Martha Cabrera).

Figura 48. Mausoleos, galerías subterráneas y el patio hundido (elaboración del plano: José Ochatoma y
Martha Cabrera).

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