(En) La Masmédula
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(En) La Masmédula
DE UN NOMBRE
Roberto Retamoso
1)
Insistir en que una revista se llame, a esta altura de la Historia, Lamás Médula, tiene que
ver con algo más que con la mera persistencia. O en todo caso: la persistencia tiene que
ver con algo más que con el simple hecho de permanecer.
Porque el nombre, como todo nombre cuando es reapropiado, se vuelve blasón y
emblema; ícono tanto como símbolo. Lamás Médula es todo ello porque ha liberado al
nombre de su morfología de complemento circunstancial al elidir su preposición inicial,
para asentar, con vocación (acaso vana, pero de esas vanidades está hecha la historia de
la poesía) de eternidad, su forma de sintagma nominal (acoplando, girondianamente, el
artículo con el adverbio).
Un nombre - Lamás Médula - perenne: tal sería, acaso, uno de los sentidos posibles del
título de esta revista. Un nombre perenne que nombra, antes que la vida o los ciclos
vitales de su objeto -de hecho irregulares y sometidos a discontinuidades-, la
permanencia inalterable de un texto (o de una escritura, la de En la masmédula) en una
cultura, en una memoria, en un horizonte poéticos.
Se trata, desde ya, de una enunciación performativa: el nombre no describe un estado de
cosas, no opera como un término que designa referencialmente, sino como una voz, que
al decir, instituye. Si puede leer esa permanencia inalterable del texto es porque a la vez
la establece: la voz poética, como la voz divina, tiene la propiedad de alterar el mundo
generando eventos.
Y al generar eventos recupera identidades. Que son, desde ya, identidades aparentes,
nunca idénticas, en constante superposición y entrecruzamiento, pero identidades al fin.
La de un texto, o la de una escritura, como se dijo, en primer lugar. Y en segundo, tal
vez en filigrana, no como presencia plena sino como sombra o espectro, la de su ahora
lejano autor.
2)
3)
¿Podría ser este persistir en el nombre una cierta forma del anacronismo?...Cuando un
nombre del pasado insiste, a des-tiempo, corre el riesgo de ser juzgado como por fuera
de lo cronológico. Pero también puede insistir porque, investido por el peso de una
tradición, pugna por permanecer en el presente porque el aura que lo alumbraba al nacer
brilla todavía en la escena de la cultura contemporánea. El mérito o el demérito de su
persistencia corresponde menos al nombre que a quienes lo profieren y exponen en la
aldea parlante.
Lamás Médula, así, se presenta quizás como un desafío. El desafío de reivindicar una
lengua utópica en un tiempo de lenguas pragmáticas; el desafío de apostar por la poesía
en un tiempo dominado por los prosaísmos; el desafío de pensar y hablar musicalmente,
en un tiempo hecho de cálculos, cuentas y razones mercantiles. Los días y los años
-sólo ellos- habrán de juzgar si fue consumado.