Una Teología Puritana Muestra 1

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© 2021 Poiema Publicaciones


¡El Evangelio para cada rincón de la vida!
“Por más de medio siglo la investigación primaria de los teólogos puritanos ha estado en pleno apogeo. Aquí
y ahora hay un tremendo compendio de los descubrimientos, digeridos en sesenta vibrantes capítulos. Las
habilidades expositivas de los autores mantendrán a los lectores en alerta, y el interés de los puritanos por la
vida piadosa, que lo abarca todo, enviará a los lectores a sus rodillas. Este libro es un hito en todos los sentidos”.
—J. I. Packer, Junta de gobernadores, profesor de Teología, Regent College, autor de Conocer a Dios

“La obra de Joel Beeke y Mark Jones es un hito en el estudio de la teología puritana y reformada de comien-
zos de la era moderna, presentando en ensayos académicos modernos un examen de un cuerpo completo
de divinidad del siglo diecisiete. La obra demuestra una comprensión importante de los textos primarios
y un excelente conocimiento de la literatura secundaria, proporcionando tanto una introducción sana a la
teología puritana como poniendo a un lado los mitos de un sistema rígido, racionalista y monolítico de pen-
samiento divorciado de la vida cristiana. Quizá el tema más consistente y unificado en el libro es la conexión
profunda entre la fe y práctica, lo cual, para los puritanos y otros reformados a comienzos de la era moderna,
era la base de la exposición de toda la doctrina. Una teología puritana: Doctrina para la vida proporcionará
un punto de partida para un estudio más profundo del pensamiento puritano en los días por venir”.
—Richard A. Muller, profesor de Teología Histórica, Calvin Theological Seminary

“Sin duda, los puritanos son una de las fuentes de teología que es tanto doctrinal como práctica en medidas
iguales. Este tremendo volumen de Joel Beeke y Mark Jones proporciona al lector una introducción com-
prehensiva al pensamiento puritano. Es una obra importante de síntesis histórica-teológica y un libro al que
regresaré una y otra vez, tanto para referencias académicas como para devoción personal. Simplemente, un
logro asombroso”.
—Carl R. Trueman, profesor de historia eclesiástica de Paul Woolley, Westminster Theological Seminary

“La teología experiencial comienza con esto—Jesucristo vino al mundo a salvar a pecadores. Está personali-
zado de esta manera—me amó y se entregó a Sí mismo por mí. No puede estudiarse a sangre fría por causa
de la gracia que nos ha librado de la ignorancia, la vergüenza y el infierno. ¿Quién es el Dios que ha hecho
esto? ¿Quién soy yo para que Él haya hecho esto por mí? La teología responde estas preguntas. Las respues-
tas incorrectas llevarán a vivir incorrectamente. Ningún cuerpo de hombres es más útil en la enseñanza de la
teología más profunda, y aún así accesible, que los puritanos. Eran lúcidos y estaban apasionados en aplicar
lo que era verdad. Este libro llevará a un conocimiento más profundo; también llevará a un amor más grande
por Él, quien es objeto de toda verdadera teología, el Dios viviente”.
—Geoffrey Thomas, pastor de Alfred Place Baptist Church, Aberystwyth, Gales

“Joel Beeke y Mark Jones deben ser felicitados por la publicación de este volumen. Han colaborado en
producir un libro faltante en los estudios puritanos: una síntesis de loci y temas en la teología puritana.
Esta colección de estudios presenta, tanto una labor de amor espiritual como un amor a la labor espiritual.
Demuestra una comprensión extensiva de la literatura relevante y pronto se convertirá en la primera para-
da para cualquier consulta seria de las perspectivas puritanas en temas teológicos. Más que eso, será una
herramienta devocional por derecho propio, puesto que la teología puritana estaba interesada mayormente
en encender las almas, tanto como lo estaba en informar la mente. ¡Que sea usada por Dios para que nos
capacite para amarlo con el corazón, la mente, y la fuerza, así como amamos nuestros antepasados puritanos
como a nosotros mismos!”.
—Iain D. Campbell, ministro de Free Church of Scotland, Point, Isla de Lewis, Escocia

“Este es un libro extraordinario, invaluable para nuestro estudio de los puritanos, pero más que eso, in-
valuable para hacernos puritanos, usando la Biblia y su teología de la manera en la que nuestro Padre la
diseñó para la transformación de nuestros corazones y vidas. Muy claramente y de manera muy sucinta,
organiza los grandes temas puritanos en contextos y secuencias que podemos reconocer. Nos pone al día
en lo que respecta a la erudición en los temas más polémicos y nos guía cuidadosamente en la evaluación de
esa erudición. Encuentro este libro especialmente útil en mostrarnos cómo pensar de una manera Cristo-
céntrica—algo de lo que hablamos mucho pero sin saber que decimos”.
—D. Clair Davis, profesor emérito de Historia Eclesiástica, Westminster Theological Seminary

“Todo cristiano serio estará agradecido por la labor de amor que realizaron los doctores Beeke y Jones en
la compilación de Una teología puritana. El libro será una excelente referencia para todos los que estudian o
enseñan teología, o aquellos que quieren entender el pensamiento puritano o qué contribución hicieron a
una loci particular de teología. Pero puesto que está tan bien escrito, también será de edificación para cual-
quiera que simplemente lo lea seriatim”.
—Joseph A. Pipa Jr., presidente y profesor de Teología Sistemática
e Histórica, Greenville Presbyterian Seminary

“En Una teología puritana Joel Beeke y Mark Jones nos ayudan a saborear una porción de lo mejor del bufete
teológico puritanos sobre la vida cristiana. Muchos de nosotros hemos festejados suntuosamente gracias
a estos siervos selectos de Dios que han permanecido impotentemente mientras veíamos su producción
prodigiosa, preguntándonos cómo hemos de sentirnos del gastronómico entero. ¡Aquí está la respuesta a
nuestras oraciones! El tamaño de este libro no debe hacerte vacilar de unirte a este festín. Más bien, que abra
tu apetito para indagar con más profundidad en aquella comida que ha vuelto muchos niños espirituales en
hombres maduros en Cristo”.
—Conrad Mbewe, pastor de Kabwata Baptist Church, Lusaka, Zambia

“¡Al fin! Un libro que no habla simplemente de un solo escritor puritano o una sola doctrina, sino que pre-
senta la anchura de la teología puritana, y no solo lo hace para teólogos profesionales, sino para cada creyen-
te que quiere conocer la bendición de esta ‘doctrina para la vida’ en su propia vida. Los autores no hacen esto
dando su propio resumen del pensamiento puritano, sino presentando una gran variedad de pensadores
puritanos y dejando que hablen por sí mismos, yendo a las fuentes primarias y citándolos extensamente.
Este inmenso volumen representa una vida de investigación y reflexión por autores que comparten la fe
puritana. Es ciertamente una obra magna que pronto se convertirá en el libro de texto estándar de su tema”.
—Robert B. Strimple, profesor emérito de Teología Sistemática, Westminster Seminary California

“Una teología sistemática, que cubre el loci principal de doctrina, desde una perspectiva puritana, con co-
mentarios profundos y un análisis de dos eruditos puritanos respetados de nuestros tiempos. ¿Qué más se
puede decir como recomendación? Un texto necesario para seminaristas y todo estudiante serio de teología”.
—Derek W. H. Thomas, profesor de Teología Sistemática e Histórica, Reformed Theological Seminary

“En este volumen de renacimiento tremendo en los estudios puritanos que se ha estado haciendo desde
los años 1960 encuentro su obra magna, un recurso verdaderamente fabuloso para todo aquel que esta
interesado y ama a los puritanos. Si bien es casi tan exhaustivo como se podría desear, también está repleto
de capítulos que detallan el pensamiento de puritanos individuales. Sin duda, este será un libro guía indis-
pensable para el pensamiento y la práctica puritana en los años por venir”.
—Michael A. G. Haykin, profesor de Historia Eclesiástica y
Espiritualidad Bíblica, The Southern Baptist Theological Seminary

“Ninguna expresión de la fe cristiana se ha destacado por encima de la de los grandes puritanos y de los que
siguieron sus pasos. Este excelente volumen por el Dr. Beeke y el Dr, Jones presenta al lector un abundante
festín tanto en teología académica como divinidad práctica. Merece ser leído, estudiado y releído por todos
lo que tienen hambre de conocer mejor a Dios y de saber cómo glorificarlo más”.
—Maurice Roberts, ministro emérito en Inverness, Free Church of Scotland
“Los puritanos siguen siendo una mina de oro, por su profundidad exegética, precisión teológica, y devoción
reconfortante. Hay grandes ediciones modernas de muchos clásicos puritanos, antologías que reúnen sus
citas sobre varios temas, e innumerables estudios del movimiento. Así que, es un poco sorprendente que
una teología puritana sistemática, como esta, nunca se haya escrito. Estoy feliz de que se haya escrito, y por
dos pastores y eruditos cuya familiaridad con las fuentes primarias y secundarias es insuperable. No podía
dejar de leerlo y volveré a el una y otra vez. Es una tarea ambiciosa, pero el esfuerzo de los autores es nuestra
ganancia. Esta será una obra de referencia perdurable al igual que un recurso devocional”.
—Michael Horton, profesor de Teología Sistemática y Apologética, Westminster Seminary California

“Los eruditos al frente de los estudios puritanos, Joel Beeke y Mark Jones, unen sus fuerzas para ofrecer un
tratamiento comprehensivo y sorprendente de la enseñanza puritana en la mayoría del loci más sobresalien-
te, o temas de teología, abarcando desde prolegómeno a escatología. Este libro es un logro único, pues so-
brepasa todos los libros previos de teología puritana en su amplitud de alcance y abundancia tanto en detalle
histórico como en perspectiva teológica. Este libro será de interés para una audiencia amplia, de teólogos a
historiadores, de pastores a laicos educados, que quieren aprender cómo los puritanos querían renovar la
teología en conjunto con la práctica de la piedad. Al mismo tiempo, muestra al lector moderno que en la
teología puritana la actividad racional está incorporada con la receptividad espiritual profundamente bíblica
que rara vez encontramos en la teología moderna. En efecto, la teología puritana es teología para la vida!”.
—Willem J. Van Asselt, Profesor de teología histórica,
The Evangelical Theological Faculty en Leuven, Bélgica

“Sin duda, esta es la obra magna de Joel Beeke y Mark Jones—su contribución al estudio de nuestros an-
cestros calvinistas, los puritanos. Con un cuerpo masivo, los autores hacen una contribución tremenda a
nuestra comprensión de la teología puritana al compilar esta reserva de su enseñanza. Este trabajo es aca-
démico, está bien fundamentado, es preciso y comprehensivo en alcance, y aún así, es accesible en su estilo.
Este volumen único de teología nos permite sentarnos a los pies de estas figuras luminosas y ser enseñados
por sus escritos llenos de las Escrituras y saturados de Dios”.
—Steven J. Lawson, pastor de Christ Fellowship Baptist Church, Mobile,
Alabama, y autor en la serie Un gran legado de héroes de la fe

“Una obra obvia de amor, Una teología puritana es al mismo tiempo un estudio sorprendentemente com-
petente y balanceado de teología histórica. Hará mucho disipando ideas equivocadas presentes entre los
que piensan que saben, ya sea aprobatoria o despectivamente, lo que dijeron los puritanos. Al leerlo me
volví a sorprender de la profundidad y de las calurosas líneas de continuidad que existen entre Calvino y la
corriente principal de la ortodoxia reformada del siglo diecisiete, de la cual, como lo demuestra este estudio,
los puritanos eran parte; y lo mejor de las perspectivas redentoras-históricas de la teología bíblica reformada
más reciente. Una audiencia amplia, desde eruditos hasta laicos interesados, leerán esta ‘doctrina para la vida’
(su subtítulo) lúcida y escrita de forma cautivadora, con gran ganancia. Queda sumamente recomendada”.
—Richard B. Gaffin Jr., profesor emérito de Teología Bíblica
y Sistemática, Westminster Theological Seminary
UNA TEO L OG Í A
PU R ITA NA
D OCT RINA PA R A L A V I DA

Joel R. Beeke
& Mark Jones

PRÓLOGO POR SINCLAIR B. FERGUSON


Una teología puritana
Joel R. Beeke y Mark Jones
© 2021 por Poiema Publicaciones y Reformation Heritage Books

Traducido del libro A Puritan Theology: Doctrine for Life © 2012 por Joel R. Beeke y Mark Jones,
publicado por Reformation Heritage Books, 2965 Leonard St. NE, Grand Rapids, MI 49525. Partes
del capítulo 3 y 14 fueron extraídos de The Devoted Life: An Invitation to the Puritan Classics editado por
Kelly M. Kapic y Randall C. Gleason. © 2004 por Kelly M. Kapic and Randall C. Gleason. Usado con el
permiso de InterVarsity Press, PO Box 1400, Downers Grove, IL 60515.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de La Santa Biblia, Versión Reina-
Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas,
1988. Usada con permiso.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada
en un sistema de recuperación, o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea electrónico,
mecánico, fotocopia, grabación, u otros, sin el previo permiso por escrito de la casa editorial.

Poiema Publicaciones
[email protected]
www.poiema.co

Impreso en Colombia
ISBN: 978-1-950417-94-0
SDG211
Para
David P. Murray
Hermano espiritual, amigo solícito, colega leal,
un predicador que exalta a Cristo y un maestro talentoso
Y para los estudiantes de teología
a quienes he tenido el privilegio de enseñar teología puritana en
Puritan Reformed Theological Seminary
Reformed Theological Seminary
Westminster Seminary California
Westminster Theological Seminary (Philadelphia)
Grand Rapids Theological Seminary
Y
Seminarios en unas pocas docenas de países extranjeros alrededor del mundo.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente
de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:20-21).
—JRB

Para
Barb
Esposa, amiga, estrella de fútbol y madre de nuestros amados hijos
Y
Robert J. McKelvey, James F. Wright, Mark A. Herzer,
John L. Ronning, and Patrick Stevenson,
que me han enseñado “doctrina para la vida”.
Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra,
la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5:13).
—MJ
Tabla de contenido

Prólogo �����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������xiii
Reconocimientos������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������xvii
Introducción �����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������1

Prolegómena
1. Los puritanos sobre la teología natural y sobrenatural�������������������������������������������������������� 11
2. Hermenéutica y exégesis puritana������������������������������������������������������������������������������������������ 29
3. El doctor erudito William Ames y la médula de la sagrada teología��������������������������������� 45

Teología propia
4. Stephen Charnock sobre los atributos de Dios��������������������������������������������������������������������� 65
5. Los puritanos sobre la Trinidad ��������������������������������������������������������������������������������������������� 95
6. John Owen sobre la comunión con el Dios trino��������������������������������������������������������������� 113
7. William Perkins sobre la predestinación����������������������������������������������������������������������������� 131
8. Thomas Goodwin y Johannes Maccovius
sobre la justificación desde la eternidad������������������������������������������������������������������������������� 149
9. El supralapsarianismo cristológico de Thomas Goodwin ������������������������������������������������ 167
10. Los puritanos sobre la providencia��������������������������������������������������������������������������������������� 181
11. Los puritanos sobre los ángeles �������������������������������������������������������������������������������������������� 201
12. Los puritanos sobre los demonios���������������������������������������������������������������������������������������� 213

Antropología y teología del pacto


13. Los puritanos sobre la pecaminosidad del pecado ������������������������������������������������������������� 227
14. Los puritanos sobre el pacto de obras����������������������������������������������������������������������������������� 243
15. Los puritanos sobre el pacto de redención��������������������������������������������������������������������������� 265
16. Los puritanos sobre el pacto de gracia��������������������������������������������������������������������������������� 289
17. Los puritanos sobre el antiguo y el nuevo pacto: ¿Un Moisés de gracia?������������������������ 311
18. Informe minoritario: John Owen sobre Sina�������������������������������������������������������������������� 325
19. Los puritanos sobre las condiciones del pacto�������������������������������������������������������������������� 337

Cristología
20. Los puritanos sobre la ley y el evangelio������������������������������������������������������������������������������� 357
21. Cristología puritana ��������������������������������������������������������������������������������������������������������������� 371
22. Los puritanos sobre los oficios y estados de Cristo������������������������������������������������������������ 385
23. La sangre de Cristo en la piedad puritana��������������������������������������������������������������������������� 399
24. Anthony Burgess sobre la intercesión de Cristo por nosotros ����������������������������������������� 415
25. Thomas Goodwin sobre el hermoso corazón de Jesús������������������������������������������������������� 433
26. Los puritanos sobre entender y usar las promesas de Dios����������������������������������������������� 449

Soteriología
27. Los puritanos sobre el Espíritu Santo ��������������������������������������������������������������������������������� 471
28. La gracia preparatoria puritana �������������������������������������������������������������������������������������������� 497

- xi -
Una teología puritana

29. Los puritanos sobre la regeneración������������������������������������������������������������������������������������� 519


30. Los puritanos sobre la unión con Cristo, la justificación y la regeneración �������������������� 539
31. John Owen sobre la justificación solo por fe����������������������������������������������������������������������� 549
32. Los puritanos sobre venir a Cristo ��������������������������������������������������������������������������������������� 567
33. Los puritanos sobre vivir en Cristo��������������������������������������������������������������������������������������� 587
34. Los puritanos sobre la adopción������������������������������������������������������������������������������������������� 601
35. Los puritanos sobre el tercer uso de la ley��������������������������������������������������������������������������� 621
36. Richard Sibbes sobre albergar al Espíritu Santo���������������������������������������������������������������� 641
37. William Perkins y su caso de conciencia más grande�������������������������������������������������������� 655
38. Los puritanos sobre la perseverancia de los santos ������������������������������������������������������������ 671

Eclesiología
39. Los puritanos sobre el gobierno de la iglesia����������������������������������������������������������������������� 693
40. Los puritanos sobre los oficios de la iglesia������������������������������������������������������������������������� 715
41. John Owen sobre la adoración y el Sábado cristiano��������������������������������������������������������� 727
42. La predicación puritana (1)��������������������������������������������������������������������������������������������������� 757
43. La predicación puritana (2)��������������������������������������������������������������������������������������������������� 777
44. La predicación al corazón de John Bunyan ������������������������������������������������������������������������� 791
45. Los puritanos y el paidobautismo ���������������������������������������������������������������������������������������� 807
46. Los puritanos sobre la Cena del Señor�������������������������������������������������������������������������������� 825
47. Las oraciones puritanas por las misiones mundiales ��������������������������������������������������������� 845

Escatología
48. “La ciudad asentada sobre un monte”: La perspectiva optimista
de los puritanos americanos sobre el fin de los tiempos���������������������������������������������������� 859
49. Thomas Manton sobre el juicio según las obras����������������������������������������������������������������� 877
50. Cómo la historia informa al historicista:
La lectura de Apocalipsis de Thomas Goodwin ���������������������������������������������������������������� 893
51. Christopher Love sobre las glorias del cielo y los terrores del infierno��������������������������� 911

Teología en la práctica
52. Teología puritana moldeada por una mentalidad de peregrino ��������������������������������������� 939
53. Los puritanos sobre el andar piadoso en el hogar ������������������������������������������������������������� 957
54. Matthew Henry sobre un método práctico de oración diaria������������������������������������������� 977
55. La práctica puritana de la meditación����������������������������������������������������������������������������������� 991
56. Los puritanos sobre la conciencia���������������������������������������������������������������������������������������1013
57. Los puritanos sobre la casuística�����������������������������������������������������������������������������������������1035
58. Celo sacrificial puritano�������������������������������������������������������������������������������������������������������1057
59. Lecciones prácticas dela teología puritana hoy en día �����������������������������������������������������1073

Epílogo
60. Una palabra final�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������1087

Trabajos de refencia����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������1091
Índice temático������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������1127

- xii -
Prólogo

Las mil páginas y más de medio millón de palabras que ahora sostienes en tus manos, cons-
tituyen la exposición más grande y comprehensiva de la teología de los puritanos británicos
hasta la fecha. Es un logro extraordinario, el fruto de muchas décadas combinadas de lectu-
ra, investigación y reflexión por parte de sus autores.
El Dr. Joel R. Beeke y el Dr. Mark Jones son dos expertos publicados en teología puri-
tana. Aquí han combinado sus recursos para producir una obra de exposición y análisis tan
amplia que, ciertamente, pasarán muchos años antes de que lo mismo se intente nuevamente.
Aquí hay algo para todos. Una teología puritana es una verdadera fuente de biografías
de la era puritana. Aquí, el lector del siglo veintiuno puede imaginar que se transporta a
Londres, Cambridge y Oxford en el siglo diecisiete para tocar hombres con una de las her-
mandades espirituales más asombrosas de la historia del cristianismo de habla inglesa. Aquí
nos encontramos con William Perkins, cuya predicación dejó un impacto tan grande en la
ciudad y universidad de Cambridge que cuando Thomas Goodwin se matriculó siendo aún
joven, diez años después de su muerte, “el pueblo aún estaba lleno de su [de Perkins] predi-
cación”. Y ese solo era el comienzo. Pues pronto, nos encontramos a los gigantes gemelos del
congregacionalismo, Thomas Goodwin y John Owen, al igual que al maestro de la exposi-
ción de la ley de Dios, Anthony Burgess; el expositor sistemático textual y el capellán real
Thomas Manton; el “gotero dulce”, Richard Sibbes; Stephen Charnock saturado de Dios; el
comentarista Matthew Henry; y muchos otros. A medida que se vuelve al mundo del siglo
veintiuno, no se puede dejar de sentir que, en aquellos días había gigantes en la tierra.
Hay demasiadas características sobresalientes en este volumen para enumerarlas de ma-
nera adecuada. El rango auténtico de teología que se cubre—se toca cada locus de la enciclope-
dia teológica—es asombroso; el enfoque de atención en algunos de los pensadores, predicado-
res y escritores (que además eran hombres, quienes a un nivel impresionante, combinaban los
tres) es profundamente impresionante. Sin embargo, dentro de este amplio contexto, algunos
énfasis ciertamente impresionarán incluso al lector somero de estos sesenta capítulos.
Lo primero es con cuanta profundidad—hombres que pasaron la mayoría de sus vidas
en el ministerio pastoral—estudiaron las Escrituras. A menudo uno se asombra con una
cantidad de textos y pasajes elevados como un diamante recién cortado, que es lentamente
girado para que cada una de sus caras refleje la luz. Estos eran los teólogos bíblicos—en

- xiii -
Una teología puritana

ambos sentidos del término: bíblicos en que sacaban su teología de la Biblia, pero también,
bíblicos en el sentido más moderno de la comprensión y el interés en exponer el flujo unifi-
cado de la historia de la salvación y de ver cada elemento en su lugar correcto de la historia.
Para muchos que nunca han leído a los puritanos en detalle, la declaración de un erudito
reciente de que John Owen es igual a (¡si no mejor!) que Geerhardus Vos como teólogo
bíblico puede parecer incomprensible;1 pero ninguno que haya leído las obras de estos hom-
bres en detalle pensara que simplemente eran “citadores”, interesados en una cita aquí y unas
frases allá. Su profundo sentido de cómo las Escrituras están interconectadas es, en efecto,
impresionante. Por lo tanto, en este volumen la discusión de la teología del pacto toma unas
cien páginas.
Pero en segundo lugar, si bien eran biblistas en el mejor sentido (después de todo, creían
que las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios), también
estaban profundamente conscientes de que estaban llamados a comprender la anchura, la
altura, y la profundidad del amor de Dios “con todos los santos” (Ef. 3:18). De esta manera, si
bien a menudo se piensan estrechamente de ellos como “Calvinistas”, ellos mismos eran pro-
fundamente conscientes de que estaban en una tradición más grande y más antigua que la de
Ginebra. En efecto, es mucho más probable encontrarlos citando a Agustín que a Calvino,
por ejemplo. Al igual que Bernard de Chartres, estaban conscientes de que eran “enanos
sentados en los hombros de gigantes, para ver mejor”. 2
Pero además de esto está claro que en “la hermandad puritana” había hombres que pen-
saban teológica, profunda y devocionalmente. Leer sus obras, ya sea sobre la Trinidad, la
persona de Cristo o la santidad del cristiano, es entrar en una atmósfera muy diferente a la
que estamos acostumbrados. Por ejemplo, cuando descubrimos que uno de los tratados más
celebrados de John Owen, On the Mortification of Sin (La mortificación del pecado),3 debe
sus orígenes a sermones predicados a congregaciones compuestas de adolescentes en su ma-
yoría, en la universidad de Oxford, puede que nos sintamos un poco mareados. Pero luego,
al reflexionar, comenzamos a entender que Owen y sus camaradas en armas estaban en lo
correcto: enseñar a cristianos creyentes cómo tratar con el pecado debe hacerse antes de que
seamos superados por el pecado por casa de nuestra ingenuidad sobre nuestra propia fuerza
espiritual y nuestra ignorancia de instrucción bíblica.
Estas páginas no están repletas de complejidades y secretos. Tampoco son una lectura
ligera. Se nos recuerdan algunas palabras de John Owen cuando era joven (¡en aquel enton-
ces, de casi treinta años!) mientras presenta su obra The Death of Death in the Death of Christ
(La muerte de la muerte en la muerte de Cristo) con algunos comentarios para el lector:


1
Ver Richard C. Barcellos, The Family Tree of Reformed Biblical Theology (Owensboro, Ky.: Reformed Baptist Academic
Press, 2010).

2
John of Salisbury, The Metalogicon of John of Salisbury: A Twelfth-Century Defense of the Verbal and Logical Arts of the
Trivium, traducido, con introducción y notas por Daniel E. McGarry (Berkeley: University of California Press, 1955), 167.

3
Este tratado puede hallarse en The Works of John Owen, ed. William H. Goold (Edimburgo: Johnstone and Johnstone,
1850–1853), 6:1–86.

- xiv -
Prólogo

Si quieres continuar, te ruego que te quedes aquí por unos momentos. Si eres, como
muchos en esta edad lo son, alguien que solo lee el título, y vienes a los libros como
Catón al teatro, para luego salir—ya has tenido tu entretenimiento; ¡adiós!4

Pero si compartes el interés de los puritanos de pensar bíblicamente para vivir para la
gloria de Dios, estas páginas serán sin duda, una mina de oro y un ejemplo de lo que Pablo
llamó “ la verdad que es según la piedad” (Tito 1:1).
Consiguientemente, aquí hay un hallazgo único: un tesauro de tesoro teológico, inte-
lectual, espiritual y práctico. El Dr. Beeke y el Dr. Jones nos han puesto en deuda y estamos
agradecidos por eso. Así que, puesto que los puritanos se consideraban seguidores de las
raíces de Agustín, todo lo que resta por decirse puede expresarse en las palabras que llevaron
a su gran cambio: Tolle lege—¡toma el libro y léelo!

— Sinclair B. Ferguson
First Presbyterian Church
Columbia, South Carolina

En The Works of John Owen, ed. William H. Goold (Edimburgo: Johnstone and Johnstone, 1850–53), 10:149.
4

- xv -
Reconocimientos

Ningún libro de este tamaño deja a sus autores sin un agradecimiento sustancial a una canti-
dad de personas piadosas. Yo, Joel Beeke, quiero agradecer a Mark Jones, mi co-autor, por su
cooperación asombrosa al escribir este libro. ¡Hay pocos eruditos reformados en el mundo
con quienes es tan fácil trabajar como Mark Jones! Originalmente, me había enviado varios
capítulos sobre perspectiva puritana sobre el pacto de obras y el de gracia para que los consi-
derara para publicación. Cuando compartí mi visión de escribir una “una teología sistemática
puritana de este tipo”, la cual esperaba escribir después de jubilarme de maestro, mostró
interés en ser co-autor. Bosquejé un plan de más o menos setenta capítulos, que lo abrumó
(¡y a mí también!). Lo acortamos a treinta capítulos, pero después creció a sesenta. En todo,
Mark Jones fue diligente y útil. Sin ti, Mark, este libro no hubiera visto la luz del día por otra
década o dos, y no hubiera sido tan bueno como lo es ahora.
También estoy profundamente agradecido con mi profesor ayudante, Paul Smalley, por
su ayuda escribiendo varios capítulos, además de ser co-autor en cuatro capítulos (6, 11, 12
y 28) junto conmigo. Estoy particularmente agradecido por nuestros tiempos diarios de ora-
ción juntos, que incluyeron muchas peticiones de bendición divina sobre este volumen. Paul,
tu corazón de siervo, tu amor por la teología puritana y tu conocimiento cada vez mayor de
los puritanos han sido una fuente de gran gozo y fortaleza para mi.
Gracias, también, a mis otros amigos coautores: Jan Van Vliet (capítulo 3), Sinclair B.
Ferguson (capítulo 10), James A. La Belle (capítulos 26 y 56), Tim Worrell (capítulo 37) y
Matthew Westerholm (capítulo 44). Gracias, también, a Sinclair por su excelente prólogo.
Todos ustedes han sido una fuente de ánimo tremenda.
Todos o varios de estos capítulos han sido leídos, revisados y/o editados por Kate
DeVries, Tammy Ditmore, Annette Gysen, Ray B. Lanning, Phyllis Ten Elshof e Irene
VandenBerg. Agradecimientos sinceros a cada uno de ustedes por su buen trabajo. Han
perseverado y se han distinguido en su compromiso.
Tanto Mark como yo, queremos agradecer al personal de Reformation Heritage Books
por su ayuda invaluable. Steve Renkema, como gerente, tu emoción por publicar este libro
nos detuvo de pescar en otras aguas editoriales. Jay Collier, tu lealtad y afición por el deta-
lle me ha ayudado a hacer de este un mejor libro. Gracias a Laura Mustafa por rastrear la

- xvii -
Una teología puritana

información bibliográfica en algunas citas al pie de página tercas y a Jonathon Beeke por
recopilar la bibliografía.
También quiero agradecer a Gary y a Linda de Hollander, mi fiel equipo revisor y de
composición tipográfica, y a Amy Zevenbergen por su diseño de portada. Los libros anti-
guos en la portada son muestras de volúmenes muy usados de nuestro Puritan Resource
Center, almacenados en Puritan Reformed Theological Seminary. Agradezco a mi personal
en Puritan Reformed Theological Seminary (PRTS) y Reformation Heritage Books, y la
Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids, donde serví como pastor,
por su ánimo y paciencia mientras escribo un libro. Doy gracias particularmente a mis cole-
gas del seminario Gerald Bilkes, David Murray, y William VanDoodewaard, y a mis colegas
del ministerio Foppe VanderZwaag y Maarten Kuivenhoven. No podría haber tenido mejo-
res colegas o un mejor personal con quien trabajar.
También agradezco a todos nuestros estudiantes y egresados de PRTS, al igual que de
otros seminarios al rededor del mundo, a asistentes de conferencias y a quienes he enseñado
teología puritana. Varios de estos capítulos han salido de clases de seminario en mi clase de
teología puritana o de ponencias en diferentes países sobre aspectos del pensamiento puritano.
Mi querida y fiel esposa, Mary, es una fuente constante de inspiración. Le agradezco por
su dedicación increíble a mí y a mi trabajo. Sin ella, no podría alcanzar ni la mitad de lo que
he tenido el privilegio de alcanzar. Estoy agradecido con mis dulces hijos Calvin, Esther y
Lydia, cuya amabilidad hacia mí es aleccionadora.
Por encima de todo, estoy agradecido al Dios trino y Salvador, quien se hace cada vez
más encantador mientras más envejezco. Ciertamente puedo decir con Samuel Rutherford
(1600–1661) que no se cuál persona de la Trinidad amo más, al Padre, al Hijo, o al Espíritu
Santo—pero sé que las amo y las necesito a todas. Una cosa que me ha atraído de los pu-
ritanos, a quienes he leído por cincuenta y cinco años desde los nueve años de edad, es su
obsesión con el Dios trino. Cada vez más codicio su centralidad trinitaria, como teólogos y
también como creyentes en Cristo.
En cuanto a influencias pasadas que despertaron dentro de mí un amor por la lectura
de los puritanos, lo debo en su mayoría a mi padre, John Beeke, y sus conversaciones expe-
rienciales conmigo, siendo un adolescente. Reforzaban sus libros de bolsillo en su estantería,
los cuales devoré. También estoy agradecido con Iain Murray y los libros y conferencias de
Banner of Truth Trust; Sinclair B. Ferguson y su pasión por John Owen; y D. Clair Davis y
su ánimo mientras estudiaba la perspectiva puritana de la seguridad de la salvación para mi
tesis doctoral del Westminster Seminary.

* * *
Yo, Mark Jones, deseo agradecer a una cantidad de personas que han hecho esta obra posible
directa o indirectamente. Eruditos que han sido especialmente influyentes en mi incluyen a
los profesores Ernestine van der Wall, Michael A. G. Haykin, Richard A. Muller, Willem J.
van Asselt y Crawford Gribben. A quienes deseo reconocer mi deuda intelectual.

- xviii -
Reconocimientos

Los amigos a continuación se destacan como aquellos que me han ayudado con este
proyecto de alguna manera: Ruben (y Heidi) Zartman, D. Patrick Ramsey, Rowland Ward,
Benjamin Swinburnson, Ryan Kelly, Jed Schoepp, Paul Walker, Jonathan Bos, Michael
Dewalt y Cornelius Ellebogius.
Algunos de los capítulos que escribí fueron escritos en colaboración. Tengo el privilegio
de haber escrito en conjunto con dos de mis mentores, Mark Herzer (capítulo 29) y Bob
McKelvey (capítulo 51). Me enseñaron en el seminario y en esta vida, siempre serán mis su-
periores en doctrina y vida. Michael Haykin (capítulo 27), Danny Hyde (capítulo 41), Ryan
Kelly (capítulo 39), Gert van den Brink (capítulo 8) y Ted van Raalte (capítulo 45) también
escribieron capítulos conmigo. Estoy siendo sutil al decir que los capítulos que escribieron
conmigo son mucho mejores de lo que hubieran sido si los hubiera hecho solo. Los lectores
se beneficiaran mucho de su erudición, al igual que yo. Gracias, también, a Hunter Powell
por toda su ayuda.
Debo mucho a Joel Beeke, mi coautor. Hace varios años nunca habría soñado con es-
cribir una obra tan substancial sobre teología puritana con él. Pero a través de distintas
providencias se me ha dado este maravilloso privilegio, y solo espero que mi trabajo no se vea
fuera de lugar junto al de él. Es un puritano viviente tanto en aprendizaje como en piedad.
Escribir este libro no ha tomado una pequeña cantidad de tiempo. Estoy profunda-
mente agradecido con mi congregación en Faith Vancouver Presbyterian Church. Algo del
tiempo que he invertido en este libro, quizá pudo haberse invertido en ellos. Reconozco
voluntariamente sus sacrificios haciendo este proyecto una realidad.
Con el nacimiento de mis gemelos, Thomas y Matthew, en Julio del 2010, me pregun-
taba si este libro sería publicado alguna vez. Junto con las responsabilidades bastante im-
portantes que ya tenía con mis otros dos hijos del pacto, Katie y Josh, reconozco felizmente
la ayuda de mi esposa, Barbara, cuyo amor, paciencia y ánimo son las razones principales,
humanamente hablando, por las que este libro se ha completado.
Al Dios trino que me amó con amor eterno, y que continuará amándome para siempre
por causa de Jesucristo, me uno al apóstol Pablo en la doxología: “Porque de Él, y por Él, y
para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén”. (Ro. 11:36).

—Joel R. Beeke y Mark Jones

- xix -
Introducción

La palabra “puritano” se originó en los años 1560 como un término despectivo contra los
que querían impulsar la reforma en la iglesia de Inglaterra. Mientras que algunos histo-
riadores sociales piensan que el término debe desecharse debido a las distintas formas en
las que se usaba durante los siglos dieciséis y diecisiete, los que se identifican a sí mismos
como reformados o calvinistas defienden que se continúen usando los términos “puritano” y
“puritanismo”.
Este libro es sobre teología puritana. Sus capítulos abordaran diferentes áreas de la
teología sistemática del puritanismo. Ya existen excelentes estudios sobre la teología purita-
na. Algunos se refieren a los puritanos en general1 y algunos se enfocan en el trabajo de un
teólogo puritano en particular.2 Sin embargo, hasta la fecha, no ha habido una sola obra que
provea un resumen del pensamiento puritano en cuanto a las doctrinas principales de las
Escrituras tomadas en cuenta histórica y sistemáticamente. Esperamos que este libro llene
esa brecha. Comenzaremos afirmando lo que cubriremos y lo que no cubriremos.

Los puritanos y el puritanismo


Una de las tareas más difíciles para los historiadores de la iglesia es definir el puritanismo3.
No sería una exageración sugerir que una definición completa doblaría la extensión de esta
introducción. No obstante, es importante destacar algunos pensamientos.

1
Ver, por ejemplo, Geoffrey Nuttall, The Holy Spirit in Puritan Faith and Experience (Chicago: University of Chicago Press,
1992); Ernest Kevan, The Grace of Law: A Study in Puritan Theology (1964; repr., Grand Rapids: Reformation Heritage Books,
2011).

2
Ver, por ejemplo, J. I. Packer, The Redemption and Restoration of Man in the Thought of Richard Baxter: A Study in Puritan
Theology (Vancouver, B.C.: Regent College, 2000).

3
Sobre esta sección, ver Joel R. Beeke, The Quest for Full Assurance: The Legacy of Calvin and His Successors (Edimburgo:
Banner of Truth Trust, 1999), 82n1; Joel R. Beeke y Randall J. Pederson, Meet the Puritans: With a Guide to Modern
Reprints (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2006), xiii–xix; Ralph Bronkema, The Essence of Puritanism (Goes:
Oosterbaan and LeCointre, 1929); Jerald C. Brauer, “Reflections on the Nature of English Puritanism,” Church History
23 (1954): 98–109; A. G. Dickens, The English Reformation (University Park: Penn State Press, 1991), 313–321; Basil
Hall, “Puritanism: The Problem of Definition,” in Studies in Church History, ed. G. J. Cumming (London: Nelson, 1965),
2:283–296; Charles H. George, “Puritanism as History and Historiography,” Past and Present 41 (1968): 77–104; Richard
Mitchell Hawkes, “The Logic of Assurance in English Puritan Theology,” Westminster Theological Journal 52 (1990): 247;

-1-
Una teología puritana

De acuerdo con John Coffey y Paul C. H. Lim, “el puritanismo era una variedad de pro-
testantes reformados, estaban alineados con las iglesias continentales calvinistas antes que
con los luteranos”.4 Dicen que el puritanismo era una “variedad distinta y particularmente
intensa de protestantismo reformado a comienzos de la era moderna, que se originaron
dentro de la iglesia de Inglaterra y eran producto de ese ambiente único y de sus tensiones.
Bajo Isabel I, la iglesia de Inglaterra se consideraba ampliamente como iglesia reformada”.5
No hay duda de que los teólogos puritanos eran en su mayoría reformados o calvinistas. Aun
así, no insistimos en que los puritanos eran exclusivamente reformados. Definir la ortodoxia
reformada es complicado, pero los documentos confesionales tales como las Tres Formas
de Unidad6 y, más pertinente a este libro, los Estándares de Westminster7 nos proveen un
resumen acertado de la teología reformada.
Richard Baxter (1615-1619) era con toda certeza un puritano, pero no era reformado
a la manera de la William Perkins (1558-1602), Thomas Goodwin (1600-1680) y John
Owen (1616-1683). Los intensos debates teológicos entre Baxter y Owen revelan que sus
diferencias iban más allá de la semántica. Baxter pensó que podía ratificar los Cánones de
Dort, pero no tenía la misma simpatía por los documentos de Westminster, que excluían
varias de sus perspectivas, notablemente la mayoría eran sobre la justificación y la expiación.
Si bien contribuyó con otros ministros en la escritura de A New Confession of Faith, or the
first Principles of the Christian Religion necessary to bee laid as a Foundation by all such as desire
to build on unto Perfection (Una nueva confesión de fe, o, Los principios primordiales de la
religión cristiana que necesariamente deben ponerse como fundamento de parte de todos
los que desean ser edificados para la perfección) (1654), Baxter no aprobó su forma final. Es
más, acusó a Owen, Goodwin y Thomas Manton (1620-1677) de no tener el juicio necesa-
rio para una obra como esa.
El puritanismo era más diverso de lo que pudiera parecer desde nuestra posición privi-
legiada hoy en día. El uso de esta palabra como un término teológico en este libro debe ser
entendido cuidadosamente. Baxter no es el único que desafía la clasificación, también lo hace
John Goodwin (1594-1665), arminiano; John Milton (1608-1674), arriano; John Bunyan
(1628-1688), bautista y John Eaton (c. 1575-c. 1631), antinominiano; de los cuales todos
son a menudo considerados puritanos. Coffey y Lim sugieren que los “bautistas calvinistas,
por ejemplo, eran ampliamente considerados como piadosos y ortodoxos y la iglesia nacional

William Lamont, “Puritanism as History and Historiography: Some Further Thoughts,” Past and Present 42 (1969): 133–
146; Richard Greaves, “The Nature of the Puritan Tradition,” in Reformation, Conformity and Dissent: Essays in Honour
of Geoffrey Nuttall, ed. R. Buick Knox (London: Epworth Press, 1977), 255–273; John Morgan, Godly Learning: Puritan
Attitudes towards Reason, Learning, and Education, 1560–1640 (Cambridge: Cambridge University Press, 1986), 9–22; D.
M. Lloyd-Jones, “Puritanism and Its Origins,” in The Puritans: Their Origins and Successors (Edinburgh: Banner of Truth,
1987), 237–259; J. I. Packer, A Quest for Godliness: The Puritan Vision of the Godly Life (Wheaton, Ill.: Crossway, 1990),
21–36; Tae-Hyeun Park, The Sacred Rhetoric of the Holy Spirit: A Study of Puritan
4
John Coffey and Paul C. H. Lim, introduction to The Cambridge Companion to Puritanism (Cambridge: Cambridge
University Press, 2008), 2.
5
Coffey and Lim, introduction to Cambridge Companion, 3.
6
Los estándares doctrinales de las iglesias holandesas reformadas y de las denominaciones afines fuera de Holanda: La
Confesión de Fe de Bélgica, el Catecismo de Heidelberg y los Cánones de Dort
7
Mayor (Confesión de Fe, Catecismo Mayor y Menor) y Menor (Directorio Para la Adoración Pública de Dios, Forma de la
Iglesia Presbiteriana y The Sum of Saving Knowledge).

-2-
Introducción

puritana de la era Cromwelliana incorporaba algunos bautistas junto a los presbiterianos y


los congregacionalistas”.8
Sin embargo, la vasta mayoría de los puritanos eran parte de un movimiento teológico
llamado ortodoxia reformada.9 El parlamento británico sin duda quería que las naciones de
fe fueran comprendidas como reformadas y protestantes. El gran plan de la convocatoria de
la Asamblea de Westminster tenía la intención de asegurar la “uniformidad de religión” en
los tres reinos de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Pero eso no quiere decir que los puritanos
siempre estuvieron de acuerdo en asuntos teológicos. Sostuvieron debates vivaces sobre va-
rias doctrinas (sin mencionar los asuntos de liturgia y gobierno eclesiástico), como se mos-
trará en los próximos capítulos.10 Pero estaban unidos procurando demoler los errores de los
católicos romanos semipelagianos, los socinianos antitrinitarios y los arminianos del libre al-
bedrío. Se opusieron a católicos romanos tales como el predicador jesuita Robert Bellarmine
(1542-1621). Rechazaron el socinianismo, particularmente la perspectiva de Laelius (1525-
1562) y Faustus (1539-1604) y el Catecismo Racoviano polaco (1605). Lucharon contra los
arminianos, especialmente contra sus perspectivas erróneas acerca de la predestinación, la
doctrina de Dios, la expiación, la Trinidad y la doctrina de la justificación.11
Además de sus grandes polémicas con los grupos previamente mencionados (y otros),
los puritanos dan evidencia de una división cada vez más grande entre los teólogos reforma-
dos y luteranos. El luteranismo fue muy influyente a principios de la reforma inglesa, pero
como Coffey y Lim lo señalan, los luteranos no eran parte del movimiento puritano. Hay
algunas referencias a Martín Lutero (1483-1546) y Philip Melanchthon (1497-1560) en
los escritos puritanos, pero generalmente las referencias a la teología luterana son negativas,
especialmente en las áreas de cristología y la Cena del Señor. El enorme corpus de Owen
tiene una sorprendente ausencia de citas de escritores luteranos, ¡aunque casi pareciera que
cita a todos los demás!12 Los puritanos creían que la adoración luterana retenía demasiadas
prácticas anti-bíblicas anteriores a la reforma.13 Quizá esa es la razón principal por la cual
los luteranos eran considerados sospechosos teológicamente, a pesar de su contribución y
concordancia general en cuanto a la compresión de la justificación solo por fe.
El puritanismo debe entenderse como un movimiento que procuraba una reforma más
avanzada en la iglesia de Inglaterra en conformidad con la Palabra de Dios. Los puritanos
fueron exitosos alcanzando este objetivo por un tiempo, como lo evidencia el trabajo reali-
zado por la Asamblea de Westminster, la introducción de la ordenación presbiteriana y el

8
Coffey y Lim, introduction to Cambridge Companion, 5.
9
Carl Trueman, hablando sobre el Acta de Uniformidad de 1662, a través del cual los puritanos fueron expulsados de la iglesia
de Inglaterra, señala que este “garantizaba que la teología reformada que la mayoría de ellos defendía ya no fuera una fuerza
significativa en estos tres ámbitos [político, educativo y eclesiástico]” “Puritan Theology as Historical Event: A Linguistic
Approach to the Ecumenical Context,” en Reformation and Scholasticism: An Ecumenical Enterprise, ed. Willem J. van Asselt
and Eef Dekker (Grand Rapids: Baker, 2001), 253. Para una breve discusión sobre la ortodoxia reformada véase, Richard A.
Muller, After Calvin: Studies in the Development of a Theological Tradition (New York: Oxford University Press, 2003), 33ff
10
Sobre este asunto, ver también Michael A. G. Haykin y Mark Jones, eds., Drawn into Controversie: Reformed Theological
Diversity and Debates within Seventeenth-Century British Puritanism (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 2011).
11
Ver Aza Goudriaan, “Justification by Faith and the Early Arminian Controversy,” en Scholasticism Reformed: Essays in Honour
of Willem J. van Asselt, ed. Maarten Wisse, Marcel Sarot y Willemien Otten (Leiden: Brill, 2010), 155–178.
12
Por cierto, a pesar de todo, él toma una perspectiva “luterana” de la relación del antiguo pacto con el nuevo.
13
“Al igual que los reformados, los puritanos creían que la iglesia luterana era demasiado “papal” en su liturgia, su teología
sacramental y su gobierno de la iglesia”. Coffey y Lim, introduction to Cambridge Companion, 2.

-3-
Una teología puritana

gobierno de la iglesia en varios lugares, la ascensión de puritanos a posiciones de influencia


en la iglesia y el estado y en las antiguas universidades de Oxford y Cambridge. Pero el
puritanismo recibió un duro golpe como movimiento reformado dentro de las iglesias de
Inglaterra, como lo señala Carl Trueman: “En 1622, con el paso del Acta de Uniformidad,
aquellos dentro de la iglesia de Inglaterra que deseaban una reforma más completa en sus
prácticas y que se encontraban incapaces de aceptar lo que consideraban como aspectos pa-
pales del Libro de Oración Común, fueron forzados a tomar una decisión difícil: O se con-
formaban y renunciaban a las creencias sobre la iglesia a las que se aferraban profundamente,
o debían dejar la iglesia en protesta. Cerca de dos mil escogieron la segunda opción y así el
puritanismo hizo su transición a la inconformidad”.14
¿Qué fue del puritanismo? Una vez Norman Sykes dio este conciso resumen:

El siglo dieciocho fue testigo de un marcado rechazo por el fervor religioso de sus
predecesores entre todas las iglesias. Con la ascensión de la casa de Hanover,15 co-
menzó una era de moderación, sobriedad y convención. La iglesia establecida estaba
salvaguardada por el Acta del Examen y el Acta de Corporación16; los protestantes
disidentes17, seguros en su tolerancia18 y bastante divididos por controversias teoló-
gicas, se establecieron en una posición de consentimiento pasivo. Políticamente, su
organización dentro de los diputados disidentes19 les permitió preservar el estatus
quo en materia de tolerancia legal, pero no extenderla; y su aceptación del botín
real, el regium donum,20 como una contribución anual a sus caridades, constituyó su
establecimiento para estar a sus anchas en Sion.21

Algunos, como Trueman, sugieren que 1622 fue el fin de la era puritana, puesto que
sus intentos de reformar la iglesia de Inglaterra terminaron con la restauración triple de la
monarquía, el episcopado histórico y el Libro de Oración Común. Otros, como Skyes, sos-
tienen que la transición del puritanismo a la disidencia protestante vino después de 1689
con el Acta de Tolerancia. Algunos dirían que el puritanismo terminó con la muerte de John
Howe (1630-1705), ministro de la iglesia presbiteriana Silver Street en Londres. Cualquiera
que sea el año, el puritanismo tenía referencias especiales a problemas del estado y la igle-
sia, la teología y la adoración en los siglos dieciséis y diecisiete. Después de 1689, todos los
14
Truman, “Puritan Theology as Historical Event,” 253.
15
En 1714 George Louis, elector de Hanover, tomó el trono británico como el rey George I.
16
Leyes que, hasta 1828, impusieron exámenes religiosos para tener un cargo público, que requerían, inter alia, que oficiales
y empleados públicos recibieran la Sagrada Comunión anualmente en la iglesia de Inglaterra.
17
Que pronto serian conocidos simplemente como “inconformistas”, e “inconformidad”
18
En 1689, el Acta de Tolerancia le dio libertad de culto a los protestantes disidentes trinitarios, les permitió reunirse en casas
de adoración registradas con las autoridades.
19
Comenzando en 1732 aproximadamente, cada congregación bautista, congregacional y presbiteriana dentro de un radio de
diez millas cerca de Londres designaba diputados para actuar concertadamente como un comité o grupo de acción política
para proteger los derechos e intereses de los inconformistas. La revocación del Acta del Examen y el Acta de Corporación
fue en su mayoría fruto de su trabajo.
20
Comenzando en 1721, un “regalo real” de los fondos públicos para ayudar a ministros inconformistas necesitados y gauss
viudas, era distribuido por los representantes de las iglesias bautistas, congregacionales y presbiterianas. Fue discontinuado
en 1857.
21
Norman Sykes, The English Religious Tradition: Sketches of Its Influence on Church, State, and Society (London: SCM Press,
1953), 66.

-4-
Introducción

grupos de los grandes conflictos de las primeras décadas bajaron sus armas y comenzaron a
coexistir pacíficamente, más o menos.
Esto es importante porque aunque Jonathan Edwards (1703-1758) era un puritano
en la teología y la piedad y a veces considerado como el último de los puritanos, no era un
puritano en el sentido histórico estrictamente. Por lo tanto, este libro no incluye capítulos
sobre la teología de Edwards, a pesar de lo fascinante que hubieran sido. Los hombres de la
Médula, los separatistas de Escocia, los valiosos “Antiguos de Princeton”, Thomas Chalmers
(1780–1847), Charles Haddon Spurgeon (1834–1892), John Charles Ryle (1816–1900),
Martyn Lloyd-Jones (1899–1981), James I. Packer (1929–2020) y otras luminarias, aun-
que eran profundamente solidarios con los puritanos, no pueden considerarse como purita-
nos en el sentido en el que lo eran los divinos de Westminster. Si lo fueran, el puritanismo
perdería cualquier significado histórico.
Al entender a los puritanos, deberíamos considerar lo que Tom Webster dice sobre las
tres características de los puritanos. Dice, en primer lugar, los puritanos tenían una comu-
nión dinámica con Dios que moldeaba sus mentes, afectaba sus emociones y penetraba sus
almas. Estaban fundamentados en algo y alguien fuera de sí mismos: el Dios trino de las
Escrituras. En segundo lugar, los puritanos abrazaron un sistema compartido de creencias
basados en las Escrituras. Hoy nos referimos a este sistema como ortodoxia reformada. En
tercer lugar, con base en su experiencia espiritual común y unidad en la fe, los puritanos
establecieron una red de relaciones entre los creyentes y los ministros.22 Esta comunidad de
hermandad cooperativa nació en la Inglaterra isabelina del siglo dieciséis y se desarrolló en
la Inglaterra y Nueva Inglaterra del siglo diecisiete. El carácter distintivo del puritanismo
era su objetivo de alcanzar una vida formada por la Palabra de Dios. Los puritanos esta-
ban comprometidos a escudriñar las Escrituras, organizar y analizar sus descubrimientos
y luego, aplicarlos a todas las áreas de la vida. Tenían un enfoque confesional, teológico y
trinitario que instaba a la conversión y a la comunión con Dios en la vida personal, familiar,
eclesiástica y nacional.
Así que, al llamar puritano a Thomas Goodwin, por ejemplo, estamos diciendo que él
era parte de una red espiritual de líderes basados en las creencias reformadas y en la comu-
nión experimental con Dios. Los puritanos como Goodwin se esforzaron por una reforma
basada en la Biblia y un avivamiento impulsado por el poder del Espíritu a nivel personal,
familiar, eclesiástico y nacional en Inglaterra desde los años 1560 hasta los años 1660. Sus
escritos y los escritos de sus contemporáneos, eran sobre “doctrina para la vida”, sosteniendo
la creencia, como los presbiterianos americanos señalaron luego, de que “la verdad es im-
portante para la bondad: la gran piedra de toque, es la tendencia a promover la santidad”.23
En resumen, el movimiento del puritanismo a finales del siglo dieciséis y principios del
siglo diecisiete era un tipo de calvinismo vigoroso. Experimentalmente, era caluroso y con-
tagioso; en cuanto al evangelismo, era agresivo, pero delicado; eclesiásticamente, procuraba


22
Tom Webster, Godly Clergy in Early Stuart England: The Caroline Puritan Movement, c. 1620–1643 (Cambridge: Cambridge
University Press, 1997), 333–335.

23
“Preliminary Principles,” Form of Government of the Presbyterian Church in the U.S.A. (Philadelphia: Presbyterian Board of
Publication, 1839), Bk. 1, Ch. 1, Sec. 4.

-5-
Una teología puritana

practicar el señorío de Cristo sobre la fe, la adoración, el orden de Su cuerpo, la iglesia; polí-
ticamente, era activa, balanceada y estaba restringida por la conciencia delante de Dios, con
relación al rey, el parlamento y los súbditos.24 J. I. Packer lo dice bien: “El puritanismo era un
movimiento santo y evangélico que procuraba implementar su visión de renovación espiri-
tual nacional y personal, en la iglesia, el estado y el hogar; en la educación, el evangelismo y
la economía; en el discipulado y la devoción individual, en la aptitud y cuidado pastoral”.25

Objetivo del libro y de los capítulos


Algunos capítulos en este libro se refieren a muchos puritanos, otros a unos pocos y otros a
solo uno. Esto es intencional de nuestra parte por una variedad de razones. Los capítulos que
hablan de muchos puritanos ofrecen una descripción de algo que puede llamarse “posición
puritana” o “consenso puritano”.26 Cuando se habla de solo unos pocos puritanos, podemos
hablar del pensamiento de cada autor con mayor detalle, pero también notar diferencias,
matices y énfasis en cada autor. Finalmente, los capítulos que se enfocan principalmente en
un puritano, aunque en interacción con sus contemporáneos, nos permiten tener una pers-
pectiva bastante completa de cómo pensaba un teólogo en particular a través de una doctrina
en particular. Los autores tratados como tema principal de un capítulo son típicamente un
reflejo de la teología puritana básica, o en el caso del capítulo sobre el supralapsarianismo
cristológico de Thomas Goodwin, una posición que era aceptable dentro de la tradición
reformada. En algunos casos, un capítulo dedicado a un solo autor puritano nos permite dar
un vistazo más detallado a puritanos que otros han ignorado, tales como Thomas Manton,
Christopher Love (1618-1651) y Stephen Charnock (1628–1680).
Algunos capítulos también interactúan con teólogos de la Europa Continental. Esto
también es intencional de nuestra parte. Cualquiera que esté familiarizado con los escritos
de los puritanos descubrirá que citaban a cientos de autores de muchas tradiciones distintas
y de todos los periodos de la historia eclesiástica. Hemos decidido interactuar con muchos
teólogos reformados continentales puesto que los puritanos de los que hablamos se consi-
deraban como parte de un movimiento internacional de ortodoxia reformada. Juan Calvino
(1509-1564), Johannes Maccovius (1588–1644), Johannes Cocceius (1603–1669), Francis
Turretin (1623–1687), Herman Witsius (1636–1708) y otros son traídos a la mesa fre-
cuentemente para mostrar las similitudes o diferencias ocasionales entre los puritanos y los
teólogos reformados de la Europa Continental.
En muchos capítulos, sentimos que solo hemos tocado la superficie. Por ejemplo, inten-
tar dar un resumen del tomo, The Existence and Attributes of God (La existencia y los atri-
butos de Dios), de Stephen Charnock en un solo capítulo es casi imposible. Esperamos que
estos capítulos ofrezcan un cuadro general y al mismo tiempo acertado de varias doctrinas,
mientras abrimos el apetito de los estudiantes del puritanismo a involucrarse en estudios
más detallados de estas doctrinas.

24
Beeke y Pederson, Meet the Puritans, xviii–xix.
25
J. I. Packer, “An Anglican to Remember—William Perkins: Puritan Popularizer,” St. Antholin’s Lectureship Charity
Lecture, 1996, 1–2.
26
En los capítulos sobre el pacto de obras y los pactos nuevo y antiguo, por ejemplo, vemos unidad y diversidad.

-6-
Introducción

Hemos intentado ser equitativamente completos, pero debemos reconocer que no he-
mos cubierto todas las áreas de la Teología Puritana.27 Grandes obras de un solo volumen
típicamente sufrirán de una falta de anchura y profundidad posible en una obra de varios
volúmenes. Sin embargo, casi todas las doctrinas puritanas principales son discutidas y al-
gunos capítulos cubren temas que fácilmente pudieran ser expandidos en un ensayo o una
disertación (por ejemplo la visión beatífica o predicación puritana).
En este libro también hemos intentado hacer teología responsable e histórica. Los ca-
pítulos están diseñados para dar un cuadro acertado de lo que los puritanos dijeron, no lo
que nos hubieran gustado que hubieran dicho. Reconocemos que hubo fortalezas y debi-
lidades en la teología puritana. No hay duda en que la escatología de Thomas Goodwin,
tan fascinante como es, tenía muchos problemas. En la última parte de su vida, Goodwin
lamentó haberle puesto una fecha al principio del milenio (supuestamente en 1666). Los
puritanos no se destacaron en escatología. Los teólogos reformados del siglo veinte y vein-
tiuno le dieron a la iglesia un reporte más sostenible exegéticamente de cómo entender, por
ejemplo, el libro de Apocalipsis. Con esto dicho, creemos que los puritanos no solo estaban
en lo cierto, sino que también sobresalieron en la mayoría de las áreas de la teología. Pocos
teólogos anteriores a los puritanos pudieron escribir con una precisión teológica como esa
y al mismo tiempo aplicar la teología a los corazones y mentes de los que escuchaban sus
sermones o leían sus libros. “Doctrina para la vida” era un énfasis constante en los escritos
de los puritanos, que casi siempre eran teólogos altamente preparados y también pastores
de iglesias. Muchos olvidan que la mayoría de los grandes teólogos que Dios le ha dado a la
iglesia también eran pastores y maestros en la iglesia local.
También esperamos que este libro ponga fin a muchas ideas equivocadas sobre los
puritanos. Esto explica nuestro énfasis en las fuentes primarias en cada capítulo. Estamos
agradecidos de tener literatura secundaria sana sobre los puritanos, pero hasta ahora nos
hemos apoyado (por mucho) en documentos primarios de los siglos dieciséis y diecisiete
para escribir este libro. Por ejemplo, la crítica de que los puritanos eran legalistas nunca
parece desvanecerse.28 Sin embargo, si la gente prestara atención a toda la teología puritana,
probablemente se encontrarían pensando esa crítica dos veces. También esperamos que con
este libro podamos desacreditar la supuesta historiografía “Calvino contra los calvinistas”, si
en efecto no ha sido ya desacreditada desde hace mucho tiempo. Esperamos que una lectura
cuidadosa de los capítulos de este libro te muestren lo que los puritanos realmente dijeron
sobre cierta doctrina, lo cual pudiera compararse con lo que otros pudieran pensar o afirmar
que dijeron los puritanos.

27
Tampoco hemos introducido mucho del material bibliográfico sobre los autores puritanos expuestos o el material biblio-
gráfico de sus libros re-impresos, puesto que esto ya se ha hecho por Beeke y Pederson, Meet the Puritans. Ese volumen
cuenta la historia de los cerca de 150 puritanos que han sido re-impresos desde el resurgimiento de la literatura puritana en
los años 1950 y provee descripciones cortas de los casi setecientos títulos puritanos re-impresos, sirviendo como un tipo de
volumen compañero de este libro.
28
Coffey y Lim parecen implicar que los puritanos eran legalistas: “Y al igual que los reformados, típicamente certificaban
la antítesis de Lutero entre la ley y el evangelio, enfatizando el papel de la ley de Dios dentro de la vida cristiana y la comu-
nidad local e intentando recrear Genevas piadosas en Inglaterra y America. Este legalísmo provocó una ´reacción antino-
miana desde adentro, pero a pesar de que los puritanos rechazaron las ideas de la ortodoxia reformada sobre la ley moral,
la predestinación o el bautismo de niños, aún se definían en relación a la tradición reformada.” Introducción a Cambridge
Companion, 3.

-7-
Una teología puritana

Este libro concluye con ocho capítulos que muestran una variedad de maneras en las
que los puritanos ponían su teología en práctica. Aunque “doctrina para la vida” se encuentra
a través de todo el libro (los puritanos no podían escaparse de su “uso” de cada doctrina y
mientras exponemos sus creencias nosotros tampoco podemos), consideramos apropiado y
acertado que la teología puritana llegue a esa conclusión. J. I. Packer, en la introducción de su
excelente obra, A Quest for Godliness (La búsqueda de la santidad), comentó que los ensayos
en su libro “no son solo historia y teología histórica; tienen en sí mismos como objetivo mí-
nimo, la espiritualidad, más que cualquier otra cosa que haya escrito”.29 Coincidimos con ese
sentimiento y oramos que esta obra no solo afecte las mentes sino también los corazones de
los lectores. Los puritanos encontrarían esto como un resultado más deseable.
Confiamos que este libro sobre la teología puritana atraiga a diferentes tipos de persona.
Los eruditos encontrarán útil este libro, dada nuestra atención a recursos y esfuerzos pri-
marios para reflejar acertadamente lo que los puritanos creían sobre varias doctrinas. Pero
el público objetivo no es principalmente académico. Más bien, esperamos que este libro sea
atractivo para cristianos laicos, estudiantes de teología, seminaristas y líderes eclesiásticos
ordenados tales como pastores, ancianos gobernantes y diáconos. Alcanzar este variado gru-
po no es fácil, pero hicimos lo mejor que pudimos para elaborar un libro que permita—ci-
tando una frase bien conocida—“que los elefantes naden y que los niños jueguen en el agua”.
Casi todas las palabras, frases y oraciones latinas, griegas y hebreas han sido traducidas para
el lector. Al final, se nos recuerda el comentario del arzobispo James Ussher (1581–1656)
de que se requiere todo nuestro conocimiento para hacer estas cosas simples. Hemos hecho
lo mejor para lograr eso.
La mayoría de los capítulos que hemos escrito son originales para este libro. Algunos
han sido reimpresos de otras partes y estamos agradecidos por el permiso de varias edito-
riales de incluirlas aquí; sin embargo, casi en todos los casos hemos editado y vuelto a es-
cribir esos capítulos previamente publicados; en la mayoría de los casos, considerablemente.
También debería señalarse que nos hemos tomado la libertad de modernizar la ortografía
en las citas de libros antiguos.

Packer, A Quest for Godliness, 16.


29

-8-
Prolegómena
Capítulo 1

Los puritanos sobre


la teología natural y sobrenatural

En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las
revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron
entregadas por Mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre cono-
ce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
— Mateo 11:25-27

El concepto de la revelación natural y sobrenatural no era un tema principal en los escritos


de los puritanos, pero no era algo que desconocían.1 Se escribieron varias obras impresio-
nantes sobre la naturaleza de la revelación, abordando los conceptos de la teología natural y
de la revelación sobrenatural. Una hipótesis del pensamiento reformado en general y de los
puritanos que se identificaban como teólogos reformados en particular, era la idea de que
ningún conocimiento de Dios es posible a menos que venga de Él. Él es la fuente de todo
conocimiento y particularmente del conocimiento de Sí mimo. El conocimiento de Dios
solo es posible por Su propia revelación.
Para los puritanos, la teología natural estaba estrechamente ligada a la creación de Adán
a la semejanza de Dios y, por lo tanto, fue bendecido con una teología natural (theologia
naturalis) o conocimiento de Dios tanto innato como adquirido por la obra de Dios a su


1
Ver el artículo J. V. Fesko y Guy M. Richard, “Natural Theology and the Westminster Confession of Faith,” en The Westminster
Confession into the 21st Century: Essays in Remembrance of the 350th Anniversary of the Westminster Assembly, ed. J. Ligon
Duncan (Fearn, Scotland: Mentor, 2003), 3:223–266.

- 11 -
Esperamos que hayas disfrutado esta pequeña muestra
del libro Una teología puritana

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