Delincuencia Juvenil Como Desviación Sociocriminal 14-10-19

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 15

LA DELINCUENCIA JUVENIL COMO DESVIACIÓN SOCIOCRIMINAL Y LOS DERECHOS

PERSONALÍSIMOS DE LOS ADOLESCENTES PRIVADOS DE LIBERTAD (En proceso de


arbitraje Revista La Pasión del Saber Ujap14/10/19)

JUVENILE DELINQUENCY AS SOCIAL PHENOMENON AND HUMAN RIGHTS OF JUVENILE


DETAINEES

Autores:
Jesús Antonio, Villarreal Hernández
[email protected]

José Jesús, Rodríguez Faría


[email protected]

Jesús Argenis, Villarreal Hernández


[email protected]
Universidad José Antonio Páez
San Diego- Venezuela.

Universidad de Carabobo
Valencia-Venezuela.

RESUMEN
Ninguna sociedad está exenta de que en su seno se desenvuelvan individuos cuya conducta
se aparte de las normas establecidas. El delito como desviación sociocriminal y los elementos
que motivan a sus autores, han sido ampliamente estudiados por diversas disciplinas
científicas. La delincuencia juvenil es un fenómeno criminal que se encuentra en franco
aumento desde las perspectivas cuantitativa y cualitativa, es decir, cada vez son mayores las
estadísticas que reflejan a individuos menores de 18 años de edad como autores de hechos
punibles y los delitos que éstos cometen son cada vez más atroces. El objetivo de este trabajo,
es revisar desde una perspectiva holística, la falla en los agentes de control social, como hecho
generador de la delincuencia juvenil. Esta investigación se enmarca en la modalidad
documental y bibliográfica y los resultados arrojados fueron obtenidos a través del análisis de
contenido de los textos de referentes teóricos de la sociología criminal.
Palabras Claves: Delincuencia Juvenil, Criminalidad, Control Social.

ABSTRACT

No society is exempt from the flourishing of individuals whose behaviors stray from the
established norms. The crime as a socio-criminal deviation and the elements that motivate their
authors, have been extensively studied by various scientific disciplines. Juvenile crime is a
criminal phenomenon currently on the rise from quantitative and qualitative perspectives, that is,
the statistics reflecting individuals with ages under 18 as authors of offenses are progressively
increasing and the committed crimes are gradually more atrocious. The aim of this paper is to
review from a holistic perspective, the failure of the agents of social control, as a generating
factor for juvenile delinquency. This research is framed under the documentary and
bibliographical method and the results obtained were achieved through analysis of the contents
of texts of theoretical referents of criminal sociology.
Keywords: Juvenile Delinquency, Crime, Social Control

INTRODUCCIÓN

Ya es bien sabido, que la adolescencia se erige como una de las etapas más cruciales del
desarrollo humano, púes en ella se forja el carácter y se fijan los valores y pautas culturales
que ha de poseer el individuo. Hoy en día debe comprenderse al adolescente como un sujeto
cuya conducta es modelable. Se trata de un individuo que atraviesa un periodo de crecimiento
biopsicosocial, el cual se encuentra híper-estimulado por su entorno. Los agentes de control
social, que rodean la vida del adolescente, han de ser los responsables de la adaptación de su
conducta a las normas establecidas en la sociedad donde cohabita; lo que sucede es que
cuando tales agentes socializadores, a saber, la familia, la sociedad civil, la escuela, la iglesia,
los medios de comunicación, entre otros, fallan en su proceso socializador, existe un enorme
riesgo y una certera posibilidad de que tales jóvenes se vean inmersos en conductas socio
criminales.

La delincuencia juvenil es una desviación sociocriminal, que impacta diametralmente la


estabilidad de la sociedad moderna; es un fenómeno social con multifacéticas causas, en
donde son los jóvenes quienes cometen actos violatorios de las normas legales impuestas por
el Estado. Ante el impacto que genera este fenómeno, criminólogos, sociólogos, psicólogos y
destacados juristas, se han afanado en el estudio de las causales que motivan el origen de la
delincuencia juvenil. A criterio del autor, resulta forzoso en vez de ahondar detalladamente las
causas motivantes de la delincuencia juvenil, delimitar las fallas de los agentes de control
social, así como destacar algunas salidas a este fenómeno sociocriminal.

1.- El fenómeno de la delincuencia juvenil como desviación sociocriminal


“Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia
absoluta” Aristóteles.

En la sociedad contemporánea, los exacerbados aumentos en los índices delictivos son


alarmantes; los últimos años son prueba fehaciente del incremento de los niveles de
criminalidad en los países del hemisferio. A diario, se acrecienta el número de víctimas de una
variada gama de hechos punibles que lesionan bienes jurídicos tutelados y salvaguardados por
la ley. Homicidios, robos, extorsiones, secuestros, violaciones y un sinfín de tipos penales
están siendo perpetrados diariamente por individuos cuya conducta se aleja de las pautas y
normas que ha establecido el Estado.

Es menester resaltar, que en esta desviación sociocriminal, que se configura propiamente


como delincuencia, gran parte de los autores son jóvenes que no superan la mayoría de edad;
lo que ha dado origen a que se estudien por separado, los factores motivantes en adultos y
jóvenes delincuentes. Son variados los delitos perpetrados por los adolescentes, sin embargo
los más frecuentes son el robo y los homicidios.

A estas alturas, es necesario precisar que la delincuencia juvenil en gran parte está compuesta
por adolescentes socialmente excluidos, que alguna vez fueron niños de la calle o hijos de
padres ausentes, que generalmente no terminan o nunca empezaron la escolaridad. Estos
jóvenes en el transcurso de sus vidas van desarrollando conductas delictivas aprendidas
quizás en una etapa de supervivencia, en donde “gracias” a la falta de educación, de

1
acompañamiento, de orientación familiar, recurren al delito para subsistir. En esta desviación
social, el “delincuente juvenil” actúa en detrimento a los códigos que ha pautado la sociedad.

Su conducta anormal, se configura propiamente como una desviación negativa, púes además
de violar pautas morales que ha impuesto el grupo humano, transgrede normas jurídicas
impuestas por el Estado. Sánchez (1975) define a los delincuentes juveniles diciendo: “Se
llama delincuente juvenil al adolescente de un sexo o del otro cuya conducta se desvía de los
códigos imperantes de la sociedad. (p.316)”. Además de configurarse la delincuencia juvenil
como un gravísimo mal social, que afecta y lesiona a la sociedad en general, debe ser visto
como un problema individual, por lo que el autor anteriormente citado explica:

A la vez que constituye un grave mal social, la delincuencia juvenil es un


serio problema personal, ya que la conducta indeseable es un síntoma de
desajuste en el individuo, que no puede satisfacer en forma moderada sus
necesidades de una manera socialmente aceptable. (p.317)

La delincuencia juvenil representa una situación bastante compleja, púes son múltiples las
causas que llevan a un joven a cometer hechos punibles. Estos adolescentes que violentan la
ley, generalmente son jóvenes marginados, que no han tenido oportunidades educativas, o
laborales. Es preocupante que exista un altísimo número jóvenes que no tengan acceso a este
derecho básico de la educación, siendo esta una de las herramientas fundamentales para
combatir la delincuencia. Si habrían de mencionarse las causas o los factores que influyen la
comisión de hechos punibles en los adolescentes, una de las más importantes sería la
inadecuación del hogar, fenómeno muy frecuente en los estratos económicos más bajos de la
población.

Esta inadecuación en los hogares, evita que se satisfagan todas las necesidades económicas y
afectivas del adolescente; en muchas ocasiones por ausencia del padre o de la madre, la falta
de instrucción académica y empleo en el seno del hogar, por la multiplicidad de personas que
cohabitan en una misma vivienda, no se dan las condiciones normales que propicien una sano
desarrollo infanto-juvenil. Sobre la inadecuación del hogar, Tosta (1972) explica que un hogar
en la indigencia, en una vivienda incomoda, lanza los niños a la calle y los coloca en el camino
de cometer hechos delictuosos. Idea que desarrolla más ampliamente Sánchez (1975), en su
Psicología educativa, diciendo:

La inadecuación del hogar se refleja en la insatisfacción de las necesidades


fundamentales de los niños. La deficiencia económica se traduce en mala
salud y desnutrición, factores que, a su vez, contribuyen a impulsar al niño a
una conducta reprobable. (p.319)

Sin embargo, la inadecuación del hogar, aunque es un móvil que conforma las condiciones
necesarias, motivantes de la delincuencia juvenil, no es la única. La falta de oportunidades
educativas, recreacionales, también juegan un rol determinante. En esta desviación social-
criminal, el entorno donde se desenvuelve el adolescente es pieza clave; si el joven se
desarrolla en un ambiente inadecuado, en donde coexisten delincuentes, pandillas, malos
ejemplos y sumado a eso, en su hogar no recibe las pautas morales sobre las cuales debe
basar su accionar, es probable que desarrolle conductas desviadas que transgredan el
ordenamiento jurídico. Sánchez (1975) considera que la comisión de actos delictivos por

2
jóvenes se debe a en gran parte a condiciones desfavorables en el adiestramiento moral,
asunto que explica diciendo:

Las deficiencias económicas y educativas del ambiente guardan íntima


relación con la frecuencia de los actos delictivos. El hacinamiento, la falta de
oportunidades para la recreación estimulante y saludable, los malos
ejemplos de adultos y amistades, etcétera, son condiciones desfavorables
en el adiestramiento moral. (p.319)

Resulta forzoso sentenciar como “ilógico” a que en la actualidad, se apoyen, las desgastadas y
prescritas concepciones, que creían que los delincuentes llevaban consigo una carga genética
que los predisponía a cometer delitos, que por tanto la condición delincuencial era “nata” o
hereditaria; ni mucho menos apoyar las creencias primitivas, de que los seres humanos que
transgredían la ley, lo hacían porque estaban poseídos por un ente maligno sobrenatural. En el
estado en el que se encuentra la ciencia jurídica moderna, es una obligación concebir este tipo
de conductas desviadas en los adolescentes, como producto de una elección natural o como
consecuencia de un desarrollo anormal, producto de un ambiente alejado de lo sano. Los
jóvenes, no nacen con un “gen delincuencial”, son más bien llevados por el medio social a
cometer estas conductas desviadas, tal como Izquierdo (1999) citado por Jiménez (2005)
señala:

La delincuencia es una situación asocial de la conducta y en el fondo una


ruptura de la posibilidad normal de la relación interpersonal. El delincuente
no nace, como pretendía Lombroso, según sus teorías antropométricas o
algunos criminólogos constitucionalistas germanos; el delincuente es un
producto del genotipo humano que se ha maleado por una ambientosis
familiar y social. Puede considerarse al delincuente más bien que un
psicópata un sociópata. Para llegar a esa sociopatía se parte de una
inadaptación familiar, escolar o social. (p.237)
Claro ha quedado entonces, que este gravísimo mal social es engendrado por una sociedad
donde los agentes socializadores fallan en su misión. Por ultimo hay que destacar que este
fenómeno que está poderosamente vinculado con la pobreza y la marginalidad, también ocurre
en los estratos socioeconómicos más altos de la sociedad, aunque en una destacada menor
proporción y generalmente con variaciones en los delitos cometidos.

2.- Rol de los Agentes de Control Social en la prevención de conductas delincuenciales de


adolescentes.
La delincuencia juvenil concebida como una desviación sociocriminal ha impactado la vida
social desde los inicios de la humanidad. Esta conducta desviada en la que incurren miles de
jóvenes, encuentra multidimensionales causas, pero al mismo tiempo existen factores
socializadores que pueden prevenir dichas conductas delictivas. En concreto, la familia
interpreta un rol trascendente dentro de esta situación. Estos jóvenes que delinquen,
generalmente provienen de familias disfuncionales, en donde el padre, la madre o ambos
están ausentes; en donde muchas veces el padre o la madre no tienen un trabajo estable ni
instrucción educativa alguna; pueden provenir también de familias en donde está presente la
violencia doméstica, en donde ellos mismos son víctimas del maltrato. Son todas estas causas
de una lamentable consecuencia, jóvenes obligados a delinquir.

3
La familia es el primer patrón socializador, y es responsable del estado la sociedad; es la
fuente productora de los hombres y mujeres que integran el grupo social. Cuando la familia no
cumple con su papel de educar los valores del trabajo, la educación, el respeto, la honestidad,
entre otros y además dentro del seno familiar se dan episodios de violencia, no se satisfacen
todas las necesidades y no se dan las óptimas condiciones de desarrollo del adolescente, en
vez de prevenir las conductas delincuenciales, se constituye un terreno sobre el cual se
potencia la necesidad de que el joven acometa acciones ilegales. Sobre este punto, Vázquez
(2003) señala,

La familia juega un papel relevante en el proceso de socialización de los


jóvenes, influyendo en gran medida en su futuro comportamiento (prosocial o
antisocial). Estrechos vínculos entre padres e hijos, buena comunicación,
supervisión y control de los hijos (Seydlitz y Jenkins, 1998), o una disciplina
adecuada, reducen el riesgo de delincuencia juvenil (s/p)
Dentro de la sociedad latinoamericana existen muchísimas anomalías sociales; para el tema
central de este trabajo, debe traerse a colación: la “maternidad en soltería”, que viene
acompañada casi siempre con multiplicidad de hijos que con frecuencia son de padres
diferentes, y que además no cuentan con los recursos necesarios para satisfacer sus
necesidades materiales y afectivas. Tal anomalía generalmente se traduce como uno de los
más trágicos episodios sociales del hemisferio. Es aquí en donde, producto de la
desestabilización familiar, las bajas condiciones económicas y la falta de oportunidades,
tristemente se encuentran múltiples potenciales delincuentes; es aquí donde la familia se
convierte en la principal fuente productora de hombres y mujeres tendentes a delinquir.

La paternidad y la maternidad deben ser tomadas con mayor seriedad, pues traer un hijo al
mundo implica grandes responsabilidades, asunto que pareciera no estar muy claro. Esta
responsabilidad de crianza, no solo implica el soporte económico, pues finalmente los padres
poseen una tarea de igual o mayor importancia, la de inculcar valores y buenas costumbres a
fines de formar hombres y mujeres llenos de valores y ciudadanía. De aquí se desprende el
primer punto de acción, para “atacar” el fenómeno de la delincuencia juvenil. La consolidación y
el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas y las oportunidades de desarrollo que
poseen las familias, es vital para la prevención de que sigan existiendo hogares inadecuados al
sano desarrollo biopsicosocial del adolescente.

La familia concebida como el espacio donde se desarrolla el ser humano, debe activar su
mecanismo socializador, debe construir las condiciones y el ambiente apropiado para un sano
desarrollo infanto-juvenil, para hacer de esta forma que los adolescentes eviten cometer
conductas delictivas y se interesen en la educación, la cultura o el deporte.

Por otro lado la sociedad también es corresponsable. En la sociedad actual existe un amplio
debilitamiento de los medios tradicionales de apoyo para el desarrollo de la niñez y de la
adolescencia. La sociedad se ha debilitado y no ha sabido dar respuesta efectiva a dicha
problemática. La delincuencia juvenil está presente en sociedades en donde los antivalores de
violencia, agresividad, consumo, irrespeto se imponen sobre los valores fundamentales de la
sociedad, como la solidaridad, la tolerancia, el respeto y la justicia.

La sociedad debe dejar de ser espectadora de la realidad social, y empezar a tomar su rol
protagónico, para así oportunamente coadyuvar al restablecimiento de los valores que toda
sociedad debe tener. Son muchas las cosas que una sociedad organizada puede lograr; se
debe señalar que los sistemas de asistencia y recreación son medios alternos que pueden
4
ayudar a erradicar dicha problemática. Jiménez (2005) sobre este punto señala que mediante
la recreación y apertura de espacios destinados a los jóvenes, para que tengan en que ocupar
su tiempo libre, es una de las formas de prevención de la delincuencia juvenil, ya que a su
juicio los espacios culturales o deportivos guían a los adolescentes hacia formas de vida en
favor de una sociedad comunitaria, que viva en armonía y paz.

La sociedad civil debe ejercer una participación protagónica y demandar la aplicación de


programas culturales, deportivos y educativos, que apoyen el sano desarrollo infanto-juvenil. Al
mismo tiempo pueden promover actividades dentro de sus comunidades, que orienten a los
jóvenes y los persuadan de la importancia que tiene la educación en el contexto
contemporáneo.

A estas alturas, es imperativo señalar, que la escuela como agente socializador, también está
fallando. En muchos casos los colegios siguen enfatizando una praxis pedagógica orientada al
aprendizaje de contenidos. La pedagogía en estos tiempos de globalización, debe tener como
norte, que el escolar desarrolle competencias y habilidades que lo hagan explotar al máximo
sus capacidades. Los docentes además de procurar que los escolares adquieran las
competencias académicas del grado, deben procurar cultivar los valores de la libertad, el
respeto, la honestidad, entre otros.

Por último se debe hacer una breve mención, al papel de los medios de comunicación y las
nuevas tecnologías, en cuanto a la transmisión de patrones o modelos de conducta. Es una
realidad, desafortunada o afortunada, pero cierta, el hecho de que los medios de comunicación,
en especial la televisión, hoy en día son agentes modeladores y transmisores de pautas
sociales. En atención a lo anterior, resulta prudente que los contenidos tecnológicos
consumidos por los niños y adolescentes, sean los más favorables a su desarrollo
biopsicosocial.

3.- Breve reflexión sobre la Justicia Penal Juvenil

En los últimos años se han reconocido con mayor fuerza los derechos humanos de las
personas menores de 18 años que se encuentran sometidos al sistema penal, y uno de los
puntos más resaltantes de este proceso ha sido la adopción de garantías cada vez más
específicas tendentes a resguardar los derechos de los adolescentes privados de libertad.
Cuando un adolescente comete un hecho reprochable por la colectividad y sancionado por la
ley, debe ser llevado ante un proceso penal que se adapte a su condición “especial”.

La justicia penal juvenil está concebida como el sistema de administración de justicia que tiene
como destinatarios a los adolescentes que han participado en la comisión de una infracción a la
ley. Sin embargo debe subrayarse que en este sistema que extiende los derechos y garantías
del debido proceso a los adolescentes, lo más resaltante es la finalidad educativa y
sancionadora de la pena, lo que, primeramente permite la reparación del daño causado y
finalmente busca la menor restricción de derechos a la hora de imponer una sanción, siendo
usada la privación de libertad de forma excepcional y solo para infracciones muy graves.

El principal fin de la justicia penal juvenil es ayudar a que los adolescentes se responsabilicen
de sus actos, asegurando siempre su bienestar y su efectiva reinserción social; por lo que el
administrador de justicia a la hora de juzgar un hecho delictivo perpetrado por un adolescente,
no solo evaluar la infracción legal cometida, si no todos los factores psicológicos, familiares y
sociales que rodean al hecho.

5
En este proceso penal juvenil, las garantías deben estar más fortalecidas, debido
principalmente a la condición del destinatario, pues el adolescente infractor es una persona que
está en pleno desarrollo y pudiera encontrarse en un mayor estado de indefensión. Sobre este
punto la Ley Orgánica para la protección del Niño, Niña y Adolescente, dispone tácitamente en
su artículo 528:

El o la adolescente que incurra en la comisión de hechos punibles responde


por el hecho en la medida de su culpabilidad, de forma diferenciada del
adulto. La diferencia consiste en la jurisdicción especializada y en la sanción
que se le impone. (Art.528)

Cuando un adolescente participa como sujeto activo en la comisión de un hecho punible, el


Estado haciendo uso del Ius Puniendi, debe sancionarlo, aplicándole en estricto apego al
principio de legalidad, la sanción penal correspondiente, respetando las garantías judiciales y
llevándolo ante un proceso de judicial que se adapte a su condición. Todo esto sin menoscabar
los derechos fundamentales que posee como ser humano y que aseguran su dignidad como
persona. Aspecto que Adams et. al (1975) vislumbran hablando de la dignidad humana al
expresar “Toda persona posee cierta dignidad, honor y valor que merecen el respeto de los
demás y que debe salvaguardar a toda costa, aun de la muerte. Tal es el valor que suele
describirse literalmente como dignidad de la persona.” (p.55)

4.- Derechos Humanos y Privación de Libertad


Es un hecho irrebatible, que dentro del seno de los grupos sociales, existen individuos cuya
conducta contraviene las normas previamente establecidas. Estos acontecimientos
sancionados por el Estado, son una forma de inadaptación social que se configura como
delincuencia. Jiménez (2005) sobre este punto explica: “La delincuencia es una forma de
inadaptación social y al producirse esa anomalía se da un desafío a la misma sociedad y a su
normativa de convivencia (p.237)”. Estos hechos delictivos han existido siempre en todas las
sociedades, asunto que Durkheim (1972) explica diciendo:

El delito no aparece sólo en la mayoría de las sociedades de tal o cual


especie, sino en todas las sociedades de todos los tipos. No existen, lugares
en los que no haya delincuencia. Su forma cambia, y los actos calificados de
ese modo no son por doquier los mismos; pero en todas partes siempre
hubo hombres cuya conducta determino que se les reprimiese por penas.
(p.99)
El Derecho en su plenitud no puede olvidarse de la sociedad; el Derecho penal
especialmente debe recordar a quien va dirigido y adecuarse; debe servir como
herramienta para garantizar el orden y la estabilidad social, pero lamentablemente
parece ser un mero instrumento utilizado para condenar actos antijurídicos. Este poder
atribuido al estado, para imponer penas, pareciera no estar cumpliendo su objetivo
final; púes con la imposición de una sanción penal, no solo se busca atribuir una
consecuencia a un acto antijurídico sino que también se debe perseguir la reinserción
del sujeto culpable. Desafortunadamente, cuando la sanción es la privación de libertad,
la pena impuesta pareciera ser mayor, púes en algunas ocasiones, al no garantizar las
condiciones mínimas en los recintos penitenciarios, se está atentando contra la
dignidad del ser humano y se están violando los derechos personalísimos inherentes a
su condición humana. Las reglas de las Naciones Unidas para la protección de los

6
menores privados de libertad, adoptadas por la Asamblea General el 14 de diciembre
de 1990, disponen que por privación de libertad a de entenderse:
Por privación de libertad se entiende toda forma de detención o
encarcelamiento, así como el internamiento en un establecimiento público o
privado del que no se permita salir al menor por su propia voluntad, por
orden de cualquier autoridad judicial, administrativa u otra autoridad pública.
(Art. 11.b)

La legislación Venezolana en materia de niños, niñas y adolescentes establece, que


presupuestos deben cumplirse para que se le prive de la libertad a un infractor de la ley. A
saber la LOPNNA en el artículo 628 dispone:

Privación de libertad

Consiste en la internación del o de la adolescente en establecimiento público


del cual sólo podrá salir por orden judicial. Parágrafo Primero. La privación
de libertad es una medida sujeta a los principios de excepcionalidad y de
respeto a la condición peculiar de persona en desarrollo. En caso de
adolescentes que tengan catorce años o más, su duración no podrá ser
menor de un año ni mayor de cinco años. En caso de adolescentes de
menos de catorce años, su duración no podrá ser menor de seis meses ni
mayor de dos años. En ningún caso podrá imponerse al o a la adolescente
un lapso de privación de libertad mayor al límite mínimo de pena establecido
en la ley penal para el hecho punible correspondiente.

Parágrafo Segundo. La privación de libertad sólo podrá ser aplicada cuando


él o la adolescente:
a) Cometiere alguno de los siguientes delitos: homicidio, salvo el culposo;
lesiones gravísimas, salvo las culposas; violación; robo agravado; secuestro;
tráfico de drogas, en cualesquiera de sus modalidades; robo o hurto sobre
vehículos automotores.
b) Fuere reincidente y el hecho punible objeto de la nueva sanción prevea
pena privativa de libertad que, en su límite máximo, sea igual o mayor a
cinco años.
c) Incumpliere, injustificadamente, otras sanciones que le hayan sido
impuestas. En este caso, la privación de libertad tendrá una duración
máxima de seis meses.
A los efectos de las hipótesis señaladas en los literales a) y b), no se
tomarán en cuenta las formas inacabadas o las participaciones accesorias,
previstas en el Código Penal.

Teniendo en cuenta que la privación de libertad es una medida cuyo carácter es excepcional,
aplicable ante la comisión de los delitos más graves por parte de los adolescentes, es menester
dejar claro, que la privación jurisdiccional de la libertad no es ni será nunca, causa de
suspensión de los derechos personalísimos o fundamentales. Es más, al ser, estos derechos
inherentes a la condición humana, gozan de un carácter “eterno”, son imprescriptibles,
irrenunciables, progresivos, y dejan de existir individualmente con el fenecimiento individual.
Razón por la cual, bajo privación de libertad se debe garantizar un trato digno, compatible con
el ser humano, tal como lo dispone la Resolución 1/08, referente a los Principios y Buenas

7
Practicas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas, de la
Comisión Interamericana de los derechos humanos:
Toda persona privada de libertad que esté sujeta a la jurisdicción de
cualquiera de los Estados Miembros de la Organización de los Estados
Americanos será tratada humanamente, con irrestricto respeto a su dignidad
inherente, a sus derechos y garantías fundamentales, y con estricto apego a
los instrumentos internacionales sobre derechos humanos. En particular, y
tomando en cuenta la posición especial de garante de los Estados frente a
las personas privadas de libertad, se les respetará y garantizará su vida e
integridad personal, y se asegurarán condiciones mínimas que sean
compatibles con su dignidad.(Principio I)
Ahora bien, pensar que todos los sistemas penitenciarios son garantes del respeto a los
derechos humanos, es pretender quitar la mirada de la realidad. Desafortunadamente las
normas nacionales e internacionales que se han esgrimido en relación a las condiciones
mínimas que deben respetarse dentro de los recintos penitenciaros, parecieran ser
francamente inobservadas; solo basta con revisar las condiciones sanitarias, infraestructura,
salubridad, alimentación, entre otros aspectos, para darse cuenta de que dichos espacios van
en detrimento de la dignidad humana. Las condiciones penitenciarias de algunos países son
preocupantes, el hacinamiento agudo, la falta de una alimentación adecuada, de condiciones
sanitarias, de asistencia médica y oportuna, de medidas de seguridad apropiadas, de
programas de rehabilitación efectiva, de actividades que combatan al ocio, de equipos
multidisciplinarios que traten a los internos, representan finalmente graves violaciones a los
derechos humanos.

¿Cómo alguien mejora y cambia viviendo en un lugar cuyas condiciones en algunas


ocasiones no son compatibles con la dignidad humana? En donde no se come tres veces al
día; en donde se reciben tratos crueles, inhumanos y degradantes; en donde reina la ley del
más fuerte; en donde muchas veces para sobrevivir, el interno debe asesinar o agredir a otro;
¿Cómo se reinserta alguien en condiciones tan deplorables? Sencillamente en la actualidad es
algo bastante utópico pensar que la cárcel persigue la reinserción social del individuo y más
aún que durante su estadía se le brinde un trato justo y humano, idea que soporta Jiménez
(2005) al decir:

La prisión en la actualidad es un sinsentido; se trata del último reducto al que


debieran acudir los jóvenes delincuentes. La prisión agrava la situación,
destruye los valores de la persona y se convierte en enclave de la
alienación, cuando no de violencia, soledad, vagancia, incomprensión y
amoralidad e inmoralidad. La cárcel es generadora de nuevas y más graves
delincuencias. Los estigmas de la prisión son desgarradores y crueles,
perduran durante gran parte de la vida y por lo regular el interno queda
traumatizado para siempre. (p.243)
La situación carcelaria es digna de estudios y reflexiones ya que en algunas ocasiones los
Estados parecieran olvidar que finalmente los privados de libertad son seres humanos y que
para cumplir esas penas o sanciones se deben respetar garantías mínimas dentro de espacios
humanizados. El hecho de haber cometido un delito, el haber violentado la ley tiene una
consecuencia jurídica, una sanción o pena, pero esto no representa la suspensión total de los
derechos humanos.

8
5.- El Estado como garante de los derechos personalísimos de los Adolescentes privados de
libertad por mandato judicial

El sistema carcelario es manejado por el Estado, por consiguiente el respeto de los derechos
personalísimos de los adolescentes privados de libertad es responsabilidad exclusiva de los
agentes del estado. Si bien es cierto, estos adolescentes deben ser sancionados púes han
cometido un acto (delito) que viola las leyes del Estado, esto no representa jamás la pérdida de
derechos fundamentales.

Ante la privación de libertad, el Estado está sometido incondicionalmente al respeto de los


derechos fundamentales, debe procurar que las penas privativas del derecho fundamental a la
libertad, sean para resocializar al individuo y estas sean cumplidas en espacios humanizados
acordes con la dignidad humana, donde el interno reciba un trato humano, especializado y en
donde pueda desarrollar actividades educativas, deportivas, culturales que garanticen su sana
evolución y su futura reinserción social. Del criterio reflejado en el “Análisis de la
Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Materia de Integridad
Personal y Privación de Libertad (2010) se desprende lo siguiente:

Recae sobre los Estados una obligación específica respecto a las personas
que permanecen bajo su tutela. Así, la Corte ha establecido en su
jurisprudencia que, conforme a lo dispuesto en el artículo 5.2 de la
Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en
condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y además el
Estado debe garantizarles el derecho a la vida y a la integridad personal. A
esa particular ha referido específicamente la Corte en el caso “Instituto de
Reeducación del Menor”, en cuya sentencia hizo referencia a la existencia
de una “relación e interacción especial de sujeción entre el interno y el
Estado”. Esta relación, reiteró el Tribunal, genera la obligación para el
Estado de procurar a las personas privadas de libertad “las condiciones
mínimas compatibles con su dignidad”. De esta manera, la Corte ha
establecido que los Estados deben asumir una serie de responsabilidades
particulares y tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los
reclusos las condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y
contribuir al goce efectivo de aquellos derechos que bajo ninguna
circunstancia pueden restringirse o de aquellos cuya restricción no deriva
necesariamente de la privación de libertad y que, por tanto, no es permisible.
De no ser así, ello implicaría que la privación de libertad despoja a la
persona de titularidad respecto de todos los derechos humanos, lo que no es
posible aceptar. (Pp.94-95)
Además de la obligación Estatal, en cuanto a las condiciones mínimas que debe
brindar para el cumplimiento de la sanción penal correspondiente, en el mismo criterio
de la Corte (2010) se señala de forma expresa que cuando existen condiciones de
encierro que deterioren la integridad física, psíquica o moral del individuo debe ser
considerado como un trato cruel y por lo tanto los agentes del Estado incurrirían en
delitos que deben ser igualmente sancionados:
Por otra parte, para la Corte, si bien “las sanciones penales son una
expresión de la potestad [punitiva] del Estado e implican menoscabo,
privación o alteración de los derechos de las personas, como consecuencia
de una conducta ilícita” las lesiones, sufrimientos, daños a la salud o

9
perjuicios sufridos por una persona mientras se encuentra privada de libertad
pueden llegar a constituir una forma de pena cruel cuando, debido a las
condiciones de encierro, exista un deterioro de la integridad física, psíquica y
moral, que está estrictamente prohibido por el inciso 2 del artículo 5 de la
Convención. Las situaciones descritas son contrarias a la finalidad esencial
de las penas privativas de libertad, como establece el inciso 6 del citado
artículo, es decir, la reforma y la readaptación de los condenados. Las
autoridades judiciales deben tomar en consideración estas circunstancias al
momento de aplicar o evaluar las penas establecidas (p.95)

Aun cuando el joven infringe la ley, este posee derechos que el Estado debe garantizar. La
legislación nacional, otorga un conjunto de derechos que se constituyen propiamente como
obligaciones para el Estado Venezolano, en cuanto a las garantías que tiene el adolescente
privado de su libertad, a saber, la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescente, en el articulo 638 dicta:

Derechos del o de la adolescente sometido a la medida de privación de


libertad

Además de los consagrados en el Artículo anterior, el o la adolescente


privado o privada de libertad tiene los siguientes derechos:
a) Permanecer internado o internada en la misma localidad o en la más
próxima al domicilio de sus padres, madres, representantes o responsables.
b) Que el lugar de internamiento satisfaga las exigencias de higiene,
seguridad y salubridad, cuente con acceso a los servicios públicos
esenciales y sea adecuado para lograr su formación integral.
c) Ser examinado o examinada por un médico o médica, inmediatamente
después de su ingreso a la institución de internamiento, con el objeto de
comprobar anteriores violaciones a su integridad personal y verificar
cualquier estado físico o mental que requiera tratamiento.
d) Que se le mantenga, en cualquier caso, separado o separada de
personas adultas condenadas por la legislación penal.
e) Participar en la elaboración del plan individual de ejecución de la medida.
f) Recibir información sobre el régimen interno de la institución,
especialmente sobre las medidas disciplinarias que puedan serle aplicadas y
sobre los procedimientos para imponerlas y ejecutarlas.
g) Impugnar las medidas disciplinarias adoptadas, en el caso concreto, por
las autoridades de la institución.
h) No ser trasladado o trasladada arbitrariamente de la institución donde
cumple la medida. El traslado sólo podrá realizarse por una orden escrita del
juez o jueza.
i) No ser, en ningún caso, incomunicado o incomunicada ni sometido o
sometida a castigos corporales.
j) No ser sometido o sometida a régimen de aislamiento, salvo cuando sea
estrictamente necesario para evitar actos de violencia contra sí mismo o
contra terceros.
k) Ser informado o informada sobre los modos de comunicación con el
mundo exterior; mantener correspondencia con sus familiares, amigos y
amigas, y al régimen de convivencia, por lo menos semanalmente.
l) Tener acceso a la información de los medios de comunicación.

10
m) Mantener la posesión de sus objetos personales y disponer de local
seguro para guardarlos, recibiendo comprobante de aquellos que hayan sido
depositados en poder de la institución.
n) Realizar trabajos remunerados que complementen la educación que le
sea impartida.
o) Realizar actividades recreativas y recibir asistencia religiosa, si así lo
desea.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en sentencia, del 19 de Enero de 1995 Caso


Neira Alegría y otros Vs. Perú, dispuso la obligación del Estado de garantizar los derechos
fundamentales de los privados de libertad, a saber:

Toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de


detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe
garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. En consecuencia,
el Estado, como responsable de los establecimientos de detención, es el
garante de estos derechos de los detenidos. (párr.60)

La responsabilidad del Estado entonces es evidente. Debe ser el garante del pleno respeto a
los derechos humanos, especialmente de los jóvenes que se encuentran privados de libertad.
Es de gran valía resaltar algo que señaló la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
sentencia del 19 de Noviembre de 1999, en el caso Villagrán Morales y Otros versus
Guatemala:

El derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce es un


prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no
ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón del carácter
fundamental del derecho a la vida, no son admisibles enfoques restrictivos
del mismo. En esencia, el derecho fundamental a la vida comprende, no
sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida
arbitrariamente, sino también el derecho a que no se le impida el acceso a
las condiciones que le garanticen una existencia digna. Los Estados tienen
la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran
para que no se produzcan violaciones de ese derecho básico y, en
particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él. (párr.144)

El derecho a la vida no solo representa el derecho de todo ser humano de no ser privado de su
vida arbitrariamente si no que se respeten todos los demás derechos que persigan una
existencia digna. Es aquí en donde el Estado está faltando, púes quizás no se prive a nadie de
su vida de forma arbitraria, pero al estos espacios no poseer condiciones de detención
compatibles con la dignidad personal del ser humano, estamos ante una clara violación del
derecho a la vida, a una existencia digna.
Un sistema penitenciario en donde se respeten los derechos humanos es posible. Cárceles en
donde se trate a los jóvenes privados de libertad como seres humanos y en donde exista un
sistema integral de rehabilitación efectiva. Primeramente el Estado a través de la defensoría del
pueblo, el ministerio público y los tribunales, debe cumplir efectivamente con la vigilancia,
protección y defensa de los derechos humanos de la población reclusa, y de esa manera evitar
cualquier hecho u actuación que menoscabe los derechos humanos de los privados de libertad
y sancionar a todos los funcionarios responsables de actos que atenten contra los derechos
fundamentales.
11
En segundo lugar se deben promover la educación, el deporte y la cultura, ya que estas
representarían herramientas para combatir directamente el ocio y el cambio de la conducta del
individuo. Seguramente con la correcta aplicación de todas estas herramientas, los índices de
violencia carcelaria disminuirían paulatinamente y se inculcarían valores, buenos hábitos y
aprendizajes que finalmente le permitan al joven privado de libertad una útil y positiva
reinserción social. Quizás lo antes mencionado sea sumamente difícil, pero la reinserción es un
hecho posible, solo hace falta que se asuman las correspondientes responsabilidades y se
apliquen las medidas idóneas.

Con un arduo trabajo en donde existan acciones concertadas, entre el Estado, la familia y
sociedad, es seguro el logro, primeramente, de que cada vez haya menos delincuencia juvenil
por tanto menos cárceles y que en las que existan se respeten plenamente los derechos
humanos.

El Estado es entonces, el garante de los derechos personalísimos de los adolescentes privados


de libertad; debe indefectiblemente hacer uso de su Ius Puniendi, para sancionar a la
delincuencia juvenil como desviación sociocriminal, que atenta contra la integridad del grupo
social. A estas alturas cabe cuestionar si ante esta anomalía social el Estado debe limitarse a
solo reprimir los hechos antijurídicos o si por el contrario debe pretender elaborar un
tratamiento holístico que procure la reinserción de estos jóvenes que han transgredido la ley.
¿Cuál debe ser la política del Estado hacia los jóvenes delincuentes, atacar la raíz de esa
desviación sociocriminal o reprimirla? Pregunta que Jiménez (2005) respondería diciendo “El
estado debe tener como objetivo la rehabilitación social del joven infractor y no restringir la
política de readaptación social al encarcelamiento”. (p.256).

El Estado debe simultáneamente, atacar las causas del fenómeno para evitar que más joven
sigan sumándose a las filas de la delincuencia juvenil, y simultáneamente debe sancionar y
procurar la reinserción de aquellos jóvenes que han sido declarados responsables de la
comisión de un hecho punible.

CONCLUSIONES

Si algo habría que concluir en el estudio de la delincuencia juvenil es que los controles sociales
están fallando. Esta acción controladora y persuasiva que ejercen los agentes del control social
no ha logrado cumplir sus fines, pues no han conseguido evitar que miles de jóvenes ejecuten
conductas que transgreden el pacto social.

La Escuela, la Iglesia, los medios de Comunicación, la Familia, las Universidades, han


fracasado parcialmente en el proceso de socialización del individuo. Púes si bien la inexistencia
de anomalías sociales es imposible, los altísimos niveles de hechos punibles cometidos por
adolescentes, son prueba irrefutable de un debilitamiento en el control social informal.

La delincuencia juvenil vista como patología sociocriminal es un problema social, cuya solución
requerirá la intervención mancomunada del Estado, la Familia, la Sociedad, y en general las
instituciones que hacen vida dentro del seno de la sociedad. Se debe procurar el desarrollo de
condiciones favorables para la niñez y la adolescencia, que procuren su bienestar y sano
desenvolvimiento.

Ante este fenómeno sociocriminal, el abordaje debe darse desde dos dimensiones: la individual
y la socio-comunitaria. Las acciones deben versar, en primer lugar en el mejoramiento de las

12
condiciones y oportunidades socioeconómicas de los grupos familiares, en aras de lograr la
consolidación de hogares funcionales, en donde se materialice un proceso de socialización que
procure la formación de individuos amantes de la paz. En segundo lugar deben revisarse los
modelos pedagógicos y replantear el sistema educativo; para que este tenga como centro la
consolidación de un espacio que procure el desarrollo de las habilidades individuales. Resulta
imperioso, potenciar las oportunidades recreacionales y las capacidades laborales de los
grupos juveniles.

Es una de las tareas sociales pendientes, el evitar que más jóvenes sigan sumándose a las
filas delictivas; pero dejar caer esta tarea sobre las espaldas de un solo agente socializador es
continuar desde una óptica fracasada. Esta misión supone el trabajo coordinado entre familias,
escuelas, iglesias, sociedad civil, medios de comunicación, empresas y autoridades
gubernamentales.

Si hay algo que debe quedar claro es que los derechos humanos nacen y mueren con los seres
humanos, y el hecho de estar privado judicialmente de la libertad no es factor de supresión de
estos derechos fundamentales. Ciertamente la situación de estos jóvenes privados de libertad
preocupa muchísimo y debe cambiar; los Estados Latinoamericanos deben darse cuenta que
estos son seres humanos y que merecen un trato digno.

Es por ello que los Estados, deben dirigir todos sus esfuerzos a fines de mejorar la situación
actual, y finalmente hacer de las cárceles centros de reinserción social. La delincuencia juvenil
vista como patología sociocriminal es un problema social, cuya solución requerirá la
intervención mancomunada del Estado, la Familia, la Sociedad, y en general las instituciones
que hacen vida dentro del seno de la sociedad. Se debe procurar el desarrollo de condiciones
favorables para la niñez y la adolescencia, que procuren su bienestar y sano desenvolvimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Adams, Richard; Guillin, John; Holmberg, Allan ; Lewis Oscar; Patch, Richard; Wagley, Charles; Bryson, Lyman
(1965). Cambios Sociales en América Latina. Sus derivaciones para la política de los Estados Unidos.
Editorial Libreros Mexicanos Unidos. Primera Edición. México DF

Caldera, Rafael (1964) Apuntes de Sociología Jurídica. Editorial Juris Mar. Caracas- Venezuela

Durkheim, Emile. (1972). Las Reglas del Método Sociológico. Editorial la Pléyade. Buenos Aires- Argentina.

Sánchez, Efraín. (1975) Psicología Educativa. Editorial Universitaria- Universidad de Puerto Rico.

Tosta, Virgilio. (1972) Manual de Sociología. Librería Mundial. Décima Edición. Caracas-Venezuela.

REFERENCIAS LEGALES:

Ley Orgánica para la Protección de Niño y del Adolescente. Gaceta Oficial N. 5.859 del 10 de diciembre de 2007.

RREFERENCIAS ELECTRÓNICAS:

Asamblea General de las Naciones Unidas (1990, Diciembre 14). Reglas de las Naciones Unidas para la
protección de los menores privados de libertad. Resolución 45/113. Disponible en línea en la siguiente
dirección electrónica:. Consultado: 10 de Marzo de 2009.

13
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2007, Marzo 31). Principios y Buenas Prácticas sobre la
Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas. Resolución 1/08. Disponible en
línea en la siguiente dirección electrónica:
http://www.cidh.oas.org/pdf%20files/RESOLUCION%20108%20ESP%20FINAL.pdf. Consultado: 2 de Abril
de 2009

Corte Interamericana de Derechos Humanos (1999). Sentencia del 19 de Noviembre de 1999, en el caso
Villagrán Morales y Otros versus Guatemala. Disponible en línea en la siguiente dirección electrónica:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_63_esp.pdf. Consultado: 01 de Abril de 2012

Corte Interamericana de Derechos Humanos (1995).Sentencia, del 19 de Enero de 1995 Caso Neira Alegría y
otros Vs.Perú. Disponible en línea en la siguiente dirección electrónica:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_20_esp.pdf. Consultado: 01 de Abril de 2012

Corte Interamericana de Derechos Humanos (2010). Análisis de la Jurisprudencia de la Corte Interamericana


de Derechos Humanos en Materia de Integridad Personal y Privación de Libertad (Artículos 7 y 5 de
la Convención Americana de Derechos Humanos). Disponible en línea en la siguiente dirección
electrónica: http://www.corteidh.or.cr/tablas/26393.pdf. Consultado: 12 de Diciembre de 2010

Jiménez, René (2005) La Delincuencia Juvenil: Fenómeno de la Sociedad Actual. Publicado en “Papeles de
Población” enero-marzo, número 043. Universidad Nacional Autónoma del Estado de México. Disponible
en la siguiente dirección electrónica: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/112/11204310.pdf. Consultado: 01 de
Marzo de 2012

Vásquez, Carlos. (2003) Predicción y Prevención de la Delincuencia Juvenil según las teorías del
desarrollo social. Revista de Derecho Valdivia, Universidad Austral de Chile. Disponible en la siguiente
dirección electrónica:
http://mingaonline.uach.cl/scielo.php?pid=S071809502003000100008&script=sci_arttext. Consultado: 01
de Marzo de 2012

14

También podría gustarte