Multiculturalidad e Interculturalidad
Multiculturalidad e Interculturalidad
Multiculturalidad e Interculturalidad
Resumen
Abstract
INTRODUCCIÓN
Históricamente, según Demorgon (1998), son cuatro los tipos de sociedades que forman parte
de las características multiculturales del planeta.2 Sin embargo, en la mayoría de los pueblos
indígenas, de los países latinoamericanos, se identifican principalmente sociedades
comunitarias vinculadas al comercio y la sociedad de la información. Donde la población y sus
comunidades sufren carencias económicas y han sido socialmente discriminados (Van Dijk,
2007). Así, la noción de multiculturalidad representa las realidades geohistóricas, políticas,
sociales y culturales de las sociedades indígenas de América Latina, pero al mismo tiempo es
evidente que las principales formas culturales de las comunidades indígenas se han
desarrollado a partir de los intercambios singulares con las sociedades dominantes de los
estados nacionales. Se trata de intercambios que fueron producidos por relaciones
generalmente violentas (Quilaqueo, 2009). Además, la transición entre las formas culturales y
sociales, la violencia y también los acuerdos entre ambos tipos de sociedades revelaron la
importancia de los intercambios comerciales y evidenciaron el aspecto intercultural de las
relaciones. Esto se demuestra, por ejemplo, en los encuentros y contactos entre los mapuches
con comerciantes y misioneros (Coña, 1984; Bengoa, 1996; Orellana, 2005).
Ahora bien, cuando las relaciones han estado basadas en la dominación de los pueblos
indígenas como la radicación en reducciones,3 en el caso mapuche (Bengoa, 2004), se observa
que la situación multicultural se hace evidente en el distanciamiento y el aislamiento de las
sociedades y los grupos humanos (Wieviorka, 1996). En efecto más allá de los momentos de
contacto y de experiencia religiosa, política, económica, por ejemplo, y más allá de las guerras
desgarradoras, muchas veces, los aspectos de sobrevivencia buscados por las comunidades
indígenas con las sociedades dominantes del Estado-Nación han impuesto acuerdos que
conllevan nuevas condiciones de separación en los territorios que fueron ocupados por los
indígenas (Cantoni, 1978; Orellana, 1994). Este es el caso de la mayoría de los pueblos
indígenas de los países latinoamericanos, luego de la formación de las repúblicas
independientes de España y Portugal, donde se observa un proceso de incorporación del
indígena a las normas de los Estados, caracterizado por sustentarse en una política colonial de
los independentistas criollos de origen europeo basada en la marginación, el racismo y la
discriminación social de los pueblos indígenas (Bartolomé, 2010). Desde entonces, con la
conquista de los territorios ocupados por los indígenas, por parte de los colonizadores, se
crearon zonas de refugios o de reducciones (Aguirre Beltrán, 1967). Allí, los Estados
establecieron relaciones interétnicas con las comunidades indígenas, donde se crearon
condiciones multiculturales (Marroquin, 1977), es decir, contextos socioculturales que han
favorecido la dominación colonial y racial impuesta en Latinoamérica. Estas relaciones se
establecieron mediante un tipo de pensamiento particular que ha definido la estructuración de
los sistemas de poder y saberes coloniales (Quijano, 2000).
Se observa que la situación multicultural actual de los pueblos indígenas ha cambiado a partir
de la disminución demográfica de sus comunidades de origen y el aumento de ella en el medio
urbano, como resultado de las migraciones sucesivas y finalmente su traslado definitivo a las
principales ciudades (Gundermann y González, 2008). Esta situación ha dado paso a
numerosas proximidades espaciales y entornos culturales parcialmente comunes, por ejemplo,
en el caso de Chile, la cohabitación en una misma zona geográfica, en contextos urbanos y en
actividades generales como la política y el comercio. En síntesis, las proximidades espaciales y
los entornos culturales han generado términos y conceptos que ilustran, de alguna manera, la
percepción de la sociedad multicultural y del derecho de las minorías. A la luz de esta situación,
las instituciones públicas y privadas manifiestan su voluntad de promover un nuevo trato con
las poblaciones indígenas discriminadas y que, además, son las más desfavorecidas
económicamente (Schmelkes, 2010). Esto es, por lo menos, lo que se observa en la agenda
política y en las leyes de discriminación positiva o de la acción afirmativa de los Estados
(Costa-Lascoux, 1999).
En el contexto actual de los pueblos indígenas, las relaciones que mantienen con los estados
nacionales son generalmente de tipo multicultural. Son vistos económicamente como pobres,
socialmente inferiores, pero con una gran riqueza cultural y lingüística (Merino, Pilleux,
Quilaqueo y San Martín, 2009); Quilaqueo, Quintriqueo y Llanquinao, 2012). Así, la pobreza
material es vista como símbolo del ser indígena sin considerar sus patrimonios culturales. En
este sentido, se puede constatar que “la investigación social cualitativa y los mismos datos
estadísticos estatales revelan que los pueblos originarios siguen siendo víctimas de la
explotación económica, la inferiorización y exclusión social y la discriminación ideológica”
(Bartolomé, 2010:15). De esta forma, se mantiene una representación desde el marco
socioeconómico que inferioriza, limita y excluye la matriz cultural indígena como una alternativa
para reconfigurar el desarrollo social tanto local como global (Quilaqueo, 2012). En el caso
mapuche,5 los textos jurídicos dan cuenta de que las relaciones entre las comunidades y el
Estado han sido relaciones que, desde los años 80 del siglo pasado, incluyen los conceptos
multicultural e intercultural para referirse a las relaciones establecidas en el proceso de
democratización del país, respecto del tipo de educación para los indígenas.
Desde otra perspectiva utilizada en la mayoría de los países de América Latina, los términos
multicultural e intercultural se refieren a la educación intercultural bilingüe. Esta educación es
sugerida por dirigentes indígenas e intelectuales de las ciencias sociales, con el objeto de
contextualizar los saberes escolares con los saberes culturales y educativos de los pueblos
indígenas (Quilaqueo, Quintriqueo y Cárdenas, 2005; Walsh, 2008). No obstante, para Walsh
(2008), Gasché (2010), Dietz y Mateos (2011) y Quilaqueo (2012) el concepto intercultural
también se refiere a una relación que compromete saberes culturales y educativos en las
relaciones intergrupales y entre personas. Sin embargo, en la perspectiva de las instituciones
gubernamentales subyace el punto de vista monocultural y monolingüe, donde lo intercultural
es propuesto principalmente para los indígenas (Briones et al., 2006; Quilaqueo et al., 2005;
Gasché, 2008). Por su parte, Ferrão identifica la configuración de una interculturalidad dirigida
a los grupos minorizados que, desde una perspectiva funcional, “…deben ser integrados a la
sociedad nacional” (Ferrão, 2010:339). En esta comprensión del concepto intercultural aflora la
idea del multiculturalismo practicado en países donde a las comunidades indígenas se les
considera como comunidades culturales separadas, no incorporadas al desarrollo ni a la
actividad cultural del país. Para Dietz (2008:11), “el auge reciente del discurso intercultural y de
la educación intercultural ha conllevado una recepción crítica y una apropiación selectiva de los
paradigmas multiculturales de origen anglosajón”. Según este autor, la promulgación de
políticas públicas de discriminación positiva como mecanismo de antidiscriminación “ilustran la
creciente ‘migración discursiva’ de enfoques político-pedagógicos desde los clásicos países
emisores del multiculturalismo (Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Australia) tanto hacia
Europa como hacia Latinoamérica” (Dietz, 12).
Al referirse a la educación en áreas indígenas de América Latina, Inge Sichra (2003) y Luis
Enrique López plantean un enfoque lingüístico-cultural, cuyo objetivo es favorecer a los
estudiantes de origen indígena en el desarrollo de su lengua vernácula y el aprendizaje del
castellano como vehículo de comunicación con la sociedad hegemónica, buscando fortalecer el
pluralismo cultural. Estos autores subrayan que “la educación intercultural bilingüe no puede
entenderse como un modelo rígido (…) sino como una estrategia educativa que debe ser
adecuada y diferenciada en su ejecución a las características sociolingüísticas y socioculturales
de los educandos y sus comunidades” (Sichra y López, 2003:22).
Igual que el caso de los mapuches, es importante la participación indígena en las propuestas
educativas, especialmente desde el aspecto sociocultural, es decir, la incorporación de sus
visiones tradicionales para el diálogo e interacción con la sociedad hegemónica. Por otra parte,
como opción política educativa, entre las variadas interpretaciones del término interculturalidad,
se puede rescatar que el cambio de las relaciones sociales y culturales desde una perspectiva
de equidad y de pertinencia es de relevancia para la innovación curricular y, de esta manera,
atender la diversidad sociocultural.
No obstante, en América Latina se observan todavía políticas específicas para los pueblos
indígenas. Se trata del legado indigenista o postindigenista que ha influido en la manera como
se ha adaptado el multiculturalismo a las diversas realidades latinoamericanas. En este
contexto, lo intercultural y la educación intercultural constituyen hoy temas centrales, tanto en la
formación profesional y de persona como a nivel de las ciencias humanas. Así, en la última
década, los términos multicultural e intercultural aparecen como conceptos que permiten
fundamentar las propuestas de acción positiva de las universidades situadas en contextos
indígenas (Quintriqueo, 2010). Del mismo modo, en varios países se ha propuesto la educación
intercultural bilingüe mediante programas para los niveles de educación parvularia, básica y
media (MINEDUC, 1990; CONADI, 1993). Al mismo tiempo, la educación intercultural, como
tema de investigación, surge principalmente como problema político, sin mayor contenido
indígena ni contenido educativo propio desde la visión de los pueblos indígenas. Así, la
incorporación de estudiantes a la formación profesional en las universidades emerge como
acción de discriminación positiva o, en algunos casos, como reparación histórica (MIDEPLAN,
2009). En tanto, en investigación, la educación intercultural se estudia como diálogo cultural
entre indígenas y no indígenas, lo que implica que sea poco crítica respecto de los contenidos
desarrollados, como por ejemplo, los estudios sobre contenidos socioculturales y educativos
indígenas (Torres y Quilaqueo, 2011).
Ahora bien, desde una perspectiva crítica de la interculturalidad, Jorge Gasché recalca que la
dominación-sumisión de los pueblos indígenas se expresa tanto en términos objetivos como
subjetivos y señala que “hablar de la interculturalidad como de una relación horizontal, no es
más que un eufemismo para disfrazar las relaciones verticales” (Gasché, 2008:273). Esto
queda objetivamente de manifiesto por la falta de reconocimiento constitucional como
entidades de derecho público y no únicamente como sujetos de interés público.
Subjetivamente, las personas indígenas insertas en el medio urbano suelen sentir vergüenza
de hablar su lengua indígena y de reconocer prácticas culturales propias (Sartorello, 2009). En
este punto, cabe agregar un elemento adicional que limita el desarrollo de las personas
indígenas y es el que se refiere al enfoque de los programas de educación intercultural que han
estado “…destinados a los estratos sociales dominados, en particular los indígenas, con el fin
de que ellos ‘respeten’ y ‘toleren’ ––¿A quiénes?–– a los que los dominan, los desprecian, los
engañan, los explotan” (Gasché, 2010:115). Es decir, el diseño de los programas gira en torno
a prácticas focalizadas en los dominados, en lugar de estar centrado en modificar las actitudes
y conductas de los dominantes.
En síntesis, la epistemología, entendida como disciplina que tiene como objeto de estudio el
conocimiento científico, se refiere a aspectos más específicos sobre los problemas del conocer,
del saber y los conceptos relacionados con el sentido y la inteligencia (Castellano e Hinestroza,
2009). Se trata, en definitiva, de una práctica continua y móvil, aunque esté plagada de leyes
fijas e inmutables, donde el científico-investigador se encarga de desenterrar elementos
estáticos que sustentan la ciencia en su generalidad (Jaramillo, 2003). Así, la epistemología va
más allá de ser una ciencia utilizada para comprender disciplinas específicas o la historia de la
construcción del conocimiento. La epistemología da la posibilidad de estar constantemente
descifrando lo que ocurre en el mundo, con el objeto de comprender y confrontar los
conocimientos que emergen, porque sabemos que hay paradigmas epistemológicos
concurrentes, contradictorios y diferentes (Ardoino, 2005), que permiten generar una
epistemología contextualizada e intercultural, porque existen diferentes formas de construir
conocimiento en contextos multiculturales y territorios indígenas.
PROBLEMATIZAR LAS SITUACIONES INTERCULTURALES
Finalmente, todos estos temas constituyen metatemas que se refieren a lo intercultural desde
la perspectiva del campo profesional, pero situar lo intercultural solamente desde la perspectiva
de las profesiones lo transforma en un instrumento que se despoja de su complejidad, lo que
incidiría en el empobrecimiento de la perspectiva de las prácticas profesionales. Ahora bien, si
consideramos que estamos en una época donde los cambios profesionales son frecuentes,
cometeríamos un error al no considerar la extensión, la diversidad y la complejidad que implica
asumir la interculturalidad como opción de vida y los problemas que se derivan de ello. Es
cierto que cada uno lo acotará a su ámbito de trabajo y al nivel socioeconómico al cual
pertenece, por esto tenemos presente, en esta exposición, que la diversidad y la complejidad
de representaciones de lo intercultural son elementos vitales que se deben considerar para
pasar, si es necesario, de un actor a otro, o de un nivel a otro en función tanto de los contextos
socioculturales como los de interés profesional y la libertad de cada sujeto.
CONCLUSIONES
Considerando las dimensiones abordadas en este trabajo, se revela que los desafíos
epistemológicos de los conocimientos indígenas en el medio escolar se relacionan con la
acción y reconocimiento de los estudiantes de origen indígena. Esto requiere de un proceso de
configuración de nuevos marcos epistémicos que cambien las estructuras dominantes y
coloniales que continúan operando en el medio académico para el desarrollo de la
investigación y la implementación de propuestas educativas interculturales. Para ello, un
aspecto clave es redefinir el concepto de interculturalidad, que suele quedar estereotipado
como interacción de culturas o diálogo para los grupos minorizados, es decir, la
interculturalidad implica una orientación ontológica, filosófica y epistemológica basada en la
diversidad de las matrices culturales y en la subjetividad e intersubjetividad de las personas
involucradas en relaciones que implican consensos y conflictos. Por su parte, desde el ámbito
de una interculturalidad crítica, queda abierta la posibilidad de que la interacción entre los
sujetos signifique el volver a mirarse para despojarse de prejuicios y estereotipos que pueden
ser explícitos o implícitos. En este sentido, una propuesta innovadora en educación intercultural
en el contexto regional y latinoamericano requiere de la interpelación de los no indígenas, tanto
docentes como estudiantes, para que de esta forma se supere la situación de negación,
discriminación y racismo de los grupos minorizados. Desde esta perspectiva, los nuevos
marcos legales y el análisis crítico de las corrientes funcionalistas, que han tenido como
propósito impulsar la asimilación y homogenización de los pueblos indígenas, constituyen una
alternativa que invita a considerar un nuevo paradigma que asuma en la interculturalidad la
posibilidad de visibilizar a los indígenas y de transformar las estructuras académicas
alienantes. Finalmente, los aspectos que pueden orientar la construcción de relaciones
interculturales sustentadas en el conocimiento multicultural e intercultural que considere los
desafíos epistemológicos de la escolarización que se lleva a cabo en contextos indígenas son:
1) la incorporación de contenidos educativos y socioculturales indígenas en la escolarización,
en contextos urbanos y rurales, para estudiantes de origen indígena y no indígena; 2) la
generación de condiciones científico-académicas para consolidar un paradigma de
investigación intercultural y 3) el fomento de la discusión epistémica con un enfoque
intercultural en la formación entregada por las universidades desde la investigación.
NOTAS
1
Este artículo es parte de los resultados del Proyecto Fondecyt Nº 1110677 y de los Talleres
Metodológicos del Núcleo Milenio, Centro de Investigación en Educación en Contexto Indígena
e Intercultural CIECII.
2
Las grandes orientaciones culturales históricas son las sociedades comunitarias y la realeza
(en el caso de Europa) o el imperio (en el caso de China), que durante mucho tiempo lucharon
entre ellas. De las luchas y alianzas, surge una tercera forma de organización, altamente
diversificada, es el caso de las naciones comerciantes. Sin embargo, a fines del siglo XX
surgen las condiciones de una cuarta forma de sociedad, reconocida como sociedad de la
información, que se extiende rápidamente por el mundo. Por otra parte, “en numerosas
regiones del mundo se encuentran todavía sociedades comunitarias. Estas han subsistido por
razones geográficas ligadas a condiciones biológicas extremas” (Demorgon, 1998:30).
3
En el caso mapuche, la reducción se refiere al tipo de tenencia de tierra que el Estado chileno
creó para reagrupar a los mapuches sobrevivientes de la guerra denominada “Pacificación de
La Araucanía”. Hoy, una parte de la población mapuche habita en contextos rurales y ocupa
lotes de tierra en nuevas comunidades, como resultado de la organización sociopolítica creada
por el Estado (Ley indígena Nº 19.253). Pero la mayoría de la población mapuche habita hoy
en contextos urbanos (INE, 2008).
4
En relación con esta idea, en varias universidades de los Estados Unidos se entrega una
formación ligada a estudios étnicos y educación multicultural. Así, la educación multicultural se
dirige esencialmente a las minorías étnicas o a los emigrantes. Algunos programas de estudios
elaboran currículum de carácter multicultural que tienen en cuenta los grupos de emigrantes
como los hispánicos o las primeras naciones (Banks, 1997).
5
En efecto, los mapuches constituyen uno de los pueblos indígenas más numerosos del país y
han habitado sucesivamente en cuatro tipos de contextos socioculturales: 1) en espacios
territoriales según su propia orientación sociopolítica y cultural; 2) en reducciones, que es
donde el Estado chileno reagrupó a los sobrevivientes de la guerra llamada “Pacificación de La
Araucanía”; 3) en nuevas comunidades, como consecuencia de adjudicaciones de tierras de
acuerdo con la Ley Indígena de Protección, Fomento y Desarrollo de los Indígenas de Chile y
4) en el medio urbano, como efecto de la carencia económica por falta de tierras y la
sobrepoblación de sus comunidades de origen.
6
Para ello, algunos ejemplos de temas de problematización permiten plantear que el
investigador también está involucrado en la interculturalidad, por ejemplo: entre mayoría y
minoría en una sociedad nacional; entre el emigrado y la comunidad de acogida; entre cultura
nacional (cultura del Estado) y una cultura indígena; entre la cultura regional y mapuche o la
cultura de la ecología; entre la cultura nacional o regional y la cultura virtual; entre la cultura de
la escuela y la cultura de las comunidades indígenas, etc.
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