Trabajo 1
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Debe quedar claro que los griegos ya tenían experiencia en expandirse por
diferentes zonas del Mediterráneo, teniendo contacto en numerosas expediciones con
los fenicios, lo que se repitió en la península. Se ha llegado a la conclusión que
realmente las primeras presencias de navegantes de origen griego, Samios y Foceos,
comenzaron en el siglo VIII a.C., pero realmente el contacto comercial comenzaría a ser
relevante los siglos posteriores. Otra de las ideas que quiere dejar clara el autor es la de
que en estos primeros momentos no se puede hablar de “colonias”, dado que no se
crearon este tipo de asentamientos. Se estaba produciendo una forma diferente de
contacto, en la que una serie de actores compartían unos intereses y entre ellos se
producían una serie de intercambios. Ya con el siglo VI a.C. obtenemos una
información literaria y arqueológica que nos permite argumentar mejor la experiencia
griega. Me gustaría destacar las referencias que utiliza al historiador Heródoto, uno de
los que mejor refleja esas expediciones de Samios y Foceos; los datos geográficos de
Anaximandro; o la referencia más antigua a Iberia propuesta por Avieno en su Ora
Marítima. Con esto quiero defender la intención del autor de recoger información de
estos autores clásicos para poder entender la historia que se conocía por aquel entonces
y poder comenzar a hilar la que nosotros queremos contar. Por ejemplo, gracias a buena
parte de esta información, defiende que la presencia Rodia no fue tan temprana como
muchos estudiosos defendían, sino que se produjo en el siglo V, destacando antes la
primera presencia de estos pueblos eubeos.
Dentro de su investigación también hace hincapié en la toponimia, la cual le ha
permitido saber más de las zonas de las que más podemos recoger información y de los
pueblos que allí interactuaron. Es aquí donde debemos entender que Iberia albergaba
diferentes pueblos, destacando a los Tartessos, que entraron en contacto con las
primeras potencias que se decidieron lanzar hacia el sudoeste, como los fenicios o los
griegos. De hecho, los griegos utilizaban un topónimo para esta zona de la Península
Ibérica, en los escritos de Heródoto podemos ver reflejado el contacto entre Tartesos y
Foceos. Este historiador se acaba centrando en esta zona onubense para explicar mejor
esta presencia y comercio, dónde además se han encontrado numerosas cerámicas,
construcciones de tipo religioso e inscripciones…lo que nos hace pensar que aquí se
produjo una presencia duradera de estos Foceos, además de otros con diferente origen,
convirtiéndose en un importante emporio.
Los comerciantes griegos pusieron sus ojos en la zona de Huelva durante los
siglos VII a.C. y VI a.C., no solo por su importancia como lugar de culto, ya que
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seguramente se construyó un santuario dedicado a la diosa Afrodita, sino como un lugar
muy rico en materias primas, se sobre todo en metales. A lo largo del texto, observamos
que no podemos hablar de colonias al sur de Ampurias, otro de los grandes debates de
este campo. Los Foceos únicamente querían unas instalaciones administradas donde
poder realizar los intercambios o transacciones necesarias, siendo esta la definición de
los emporios. No podemos denominar colonia a aquello que no lo es, siendo la única
polis que la podemos denominar como tal a Ampurias. De hecho, estos emporios se
caracterizaban por que quién lo administraba era el poder local en los lugares de culto o
santuarios. Eran espacios muy plurales y abiertos, de hecho, había griegos de diferentes
orígenes, destacando la presencia de Dorios.
Los griegos se habían convertido en unos especialistas en el comercio con Siria,
Tracia, el Mar Negro…influenciaban con fuerza en estas culturas y recogían mucho de
ellas. La más evidente interacción es la que se produce entre griegos y fenicios, dos
pueblos con experiencia comercial, que comparten el mar como principal medio de
comunicación y transporte. En la zona onubense podemos ver un reflejo de cómo se
retroalimentan estas culturas, en muchas ocasiones sumándoles la influencia de una
cultura local, como la de los Tartessos. No es de extrañar por tanto que dejaron en
manos de poderes locales o fenicios esos emporios de los que saldrán futuros puntos
estratégicos como Emporión, Sagunto o Malaka.
Estaríamos en el camino equivocado si mantuviéramos la mentalidad de los
antiguos estudios que encasillaban a este tipo de pueblos como agrupaciones coloniales
fijas, como meros actores que venían a la península, cumplían sus necesidades propias y
mostraban unas características rígidas. Desde finales del siglo XX la historiografía del
mundo antiguo se ha abierto a numerosas interpretaciones que permiten entender este
mundo tan plural de intercambio y contacto, en la que es evidente que estas
civilizaciones mostraban rasgos propios, pero no les impedía interactuar con otras
diferentes, siendo algo de lo más frecuente. Hemos podido ver como hay inscripciones
griegas en cerámicas locales, divinidades muy parecidas, negocios compartidos…Este
tipo de actitudes y actividades contribuyen a enriquecer las culturas y sin duda el legado
clásico que nos dejaron los griegos se vio muy favorecido por ello.
Como futuro historiador comparto la idea de poder mostrar historias más veraces
que muestren las cosas comunes que tenían pueblos tan diferentes, en el caso del mundo
griego de la época arcaica, creo que esto sirve para darle aún mayor valor a la
importancia de la cultura griega, una cultura con rasgos de modernidad para su tiempo.
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Bibliografía
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Ibérica (ss. IX-VI a.C.): mitos, probabilidades, certezas”, en de Hoz, M.P. y
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- CHIC GARCÍA, G, y, DE FRUTOS REYES, G: “La Península Ibérica en el
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