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Sala de Casación Civil Pago de Obligaciones en Us$

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SALA DE CASACIÓN CIVIL


Exp. 2020-000138

Magistrado Ponente: FRANCISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ

En el juicio por estimación e intimación de honorarios profesionales

seguido por el ciudadano  PHILIPPE GAUTIER RAMIA, representado

judicialmente por el abogado Luis Manuel Villa, Jesús Arturo Bracho y

Moisés Amado, inscritos en el I.P.S.A. bajo los Nos. 33.831, 25.402 y

37.120, contra la sociedad mercantil  PROMOTORA KEY POINT,

C.A., y CANAL POINT RESORT, C.A., sin representación judicial

acreditada en autos; el Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil,

Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana

de Caracas, dictó sentencia en fecha 4 de febrero de 2020, conforme a la

cual declaró sin lugar el recurso de apelación ejercido por el accionante,

con lo cual se confirma la decisión proferida por el Juzgado Segundo de

Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario de la

misma Circunscripción Judicial, de fecha 25 de octubre de 2019, que

declaró la inadmisibilidad de la presente demanda de estimación e

intimación de honorarios profesionales.


En fecha 13 de febrero de 2020, la parte actora anunció recurso de

casación.

Admitido el recurso de casación, fue oportunamente formalizado; no

hubo impugnación.

En fecha 4 de noviembre de 2020, se dio cuenta en Sala del presente

expediente y se designó ponente al Magistrado  FRANCISCO RAMÓN


VELÁZQUEZ ESTÉVEZ, quien con tal carácter suscribe el presente fallo:

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

Ú N I C A

         De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, se denuncia la violación en la recurrida de los

artículos 15 y 341 del mismo código, ya que la recurrida quebrantó formas

sustanciales que menoscaban el derecho a la defensa y el orden público

procesal, así como el principio  pro actione   contenido en el artículo 26 de la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

         El formalizante argumenta lo siguiente:


“…Así las cosas: la recurrida al declarar la inadmisibilidad
de la acción de estimación de costas y costos procesales
incluyendo los honorarios profesionales del abogado de la
parte gananciosa, menoscabando el derecho de la defensa y
cerceno el acceso a los órganos de administración de justicia
en flagrante violación del orden público procesal. Como se
ve el juzgado ad Ad-quem (sic) y el juez de la recurrida
evaluaron que la acción de cobro de honorarios profesionales
de abogado y costos y costas procesales era inadmisible. En
el caso sub iudice ambos juzgadores infringieron el debido
proceso al declarar inadmisible la mencionada acción
interpuesta, negando en consecuencia de ello, el legitimo
derecho de recurrir a la justicia para satisfacer mi pretensión,
quebrantando de manera irregular normas sustanciales que
menoscaban el derecho a la defensa, tutelado en nuestra carta
magna.
Ambos jueces, establecieron condiciones de inadmisibilidad
que la ley no contempla, con lo cual resultaron infringidos
los artículos 15 y 341 del código de procedimiento civil y el
artículo 26 de la constitución nacional, razón por la cual, con
este escrito de casación se busca el medio para provocar el
control sobre la regularidad formal tanto del orden público,
como del debido proceso, ambos violentados.
(…Omissis…)
(…) ambos jueces mal interpretaron y por ende
desnaturalizaron mi pretensión al decidir que había
reclamado mis honorarios y costos procesales en dólares
americanos, cosa que no está vedada por nuestro sistema
jurídico actual. Cuestión que podemos resumir como
ignorancia o desconocimiento de ambos jueces. En
consecuencia, la manera umbilical donde el juez Ad-quem
(sic) declaró la inadmisibilidad de la presente demanda, por
no existir una relación contractual y no darle trámite a la
presente demanda, cercenó el derecho a la defensa al
privarme a mí y a mi representado de acudir a los órganos de
justicia y exigir una tutela judicial efectiva, afectándose el
orden público procesal, principio pro actione puesto que, aun
cuando debió pronunciarse sobre el mérito de la controversia
sobre la procedencia o no del derecho al reclamo sobre los
costos y costas procesales que incluyen mis honorarios de
abogados demandante, prefirió declarar inadmisible la
demanda, cuando al entrar a estudiar las consideraciones de
la lectura del libelo, estas tienen consecuencias que son
propias del fondo del asunto y no in limine litis a la
demanda, lo que constituye un quebrantamiento de normas
sustanciales que menoscaban el derecho a la defensa
conforme al artículo 313 ordinal primero y los artículos 341
y 15 del Código de Procedimiento Civil; siendo como ha
quedado dicho, ambos juzgadores al analizar la demanda en
comento a los fines de su admisión, solo debieron examinar
si la misma era contraria o no al orden público, o a las
buenas costumbres o a alguna mención expresa de la ley,
pues de no ser así, estaban obligados a admitirla y dejar que
fueran las partes dentro del iter procesal, quienes debatieron
sobre los alegatos y defensas a que hubiera lugar, siendo así
y en base a las consideraciones anteriores, solicito
respetuosamente de esta digna Sala de Casación Civil,
restablezca el orden jurídico infringido y me garantice tanto
a mi posición de abogado reclamante, como a mi mandante el
reclamo justo por mis honorarios y costos y costos erogado
en una larga batalla judicial…”.
 

         Para decidir, la Sala observa:

         Se delata, en la única denuncia expuesta por el formalizante, el


menoscabo del derecho a la defensa y el acceso a la justicia, así como el

principio  pro actione , por cuanto la recurrida declaró inadmisible la acción,

mal interpretando y por ende desnaturalizando  mi pretensión al decidir que

había reclamado mis honorarios y costos procesales en dólares americanos .

Sobre el principio  pro actione  esta Sala se ha pronunciado entre otras

en sentencia N° 357 del 10 de agosto de 2010, expediente 2010-139, en la

que quedó expresado lo siguiente:


“…En este sentido cabe señalar, lo que ha expresado la Sala
Constitucional de este Tribunal Supremo de Justicia, en torno
al conocido  principio pro actione :
“...Igualmente, debe destacarse que el alcance del
principio pro actione, debe entenderse como que las
condiciones y requisitos de acceso a la justicia no
deben imposibilitar o frustrar injustificadamente el
ejercicio de la acción a través de la cual se deduce la
pretensión, toda vez que “(…) el propio derecho a la
tutela judicial efectiva garantiza la posibilidad de
ejercicio eficiente de los medios de defensa, así como
una interpretación de los mecanismos procesales
relativos a la admisibilidad que favorezca el acceso a
los ciudadanos a los órganos de justicia”
(...Omissis...)
Esta Sala debe destacar que, el derecho a la defensa y
al debido proceso, en lo particular, en lo referente a la
tutela judicial efectiva y al principio pro actione, son
elementos de rango constitucional que prevalecen y
desplazan otros fundamentos de rango legal, como son,
en este caso, el invocado por la Sala Político
Administrativa con respecto a la seguridad jurídica a
través de la estabilidad de los actos administrativos. No
puede imponerse un principio relacionado con la
efectividad de los proveimientos dictados por la
Administración, si con ello se impide por vía de
interpretación, el acceso de los particulares para
ejercer los medios de defensa ante los tribunales de la
República; valores de expresa delimitación y protección
constitucionales que no pueden disminuirse, se insiste,
por interpretación de preceptos legales.
(Vid. sentencia N° 1.064 del 19 de septiembre de 2000,
caso: C.A. Cervecería Regional, y fallo N° 165 del 23 de
marzo de 2010, Sala Constitucional, expediente N°
2008-1347, revisión incoada por SAKURA MOTORS
C.A.)
“...En efecto, esta Sala ha señalado que el principio pro
actione forma parte del núcleo esencial de los derechos
fundamentales a la tutela judicial eficaz y al debido
proceso.
Así, se encuentra que la Sala, en decisión Nº 2229 del
20 de septiembre de 2002, estableció lo siguiente:
“La Corte Primera de lo Contencioso Administrativo ha
debido juzgar pro actionae, según los lineamientos de la
interpretación de esta Sala acerca del alcance del
derecho de acceso a la jurisdicción, y apreciar, como
último eslabón de la cadena de conductas lesivas, la
omisión en la que habría incurrido la Administración en
su respuesta, del 18 de mayo de 2001, al último
requerimiento de las Administradas -sin que con ello
prejuzgue la Sala acerca de la procedencia de la
demanda al respecto- a partir del cual, y hasta la
interposición del amparo, no se produjo la caducidad.
Así, el criterio que fue vertido por la Corte Primera de
lo Contencioso Administrativo en la sentencia que está
sometida a revisión, obvió una interpretación que
realizó esta Sala en el marco del principio pro actione,
el cual impone la exigencia de la interpretación de los
requisitos de admisibilidad de las demandas en el
sentido que más favorezca el derecho de acceso a la
jurisdicción que establece el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
con lo cual incurrió en omisión de la aplicación de la
norma constitucional en cuestión y así se declara. Por
tal razón, se declara que ha lugar a la solicitud de
revisión que se examina y analiza y, en consecuencia, se
anula el fallo que el mencionado tribunal dictó el 6 de
noviembre de 2001, y se ordena que se pronuncie una
nueva decisión, en segunda instancia, en el proceso de
amparo que se inició con ocasión de la demanda de
amparo constitucional que intentaron Pesajes del
Puerto C.A. y Transporte Alca C.A.”
El alcance del principio pro actione   (a favor de la
acción) ha sido objeto de un sistemático tratamiento por
parte de esta Sala. La conclusión que se puede extraer
de las decisiones que han considerado el tema, es que
las condiciones y requisitos de acceso a la justicia no
deben imposibilitar o frustrar injustificadamente el
ejercicio de la acción a través de la cual se deduce la
pretensión, toda vez que “el propio derecho a la tutela
judicial efectiva garantiza la posibilidad de ejercicio
eficiente de los medios de defensa, así como una
interpretación de los mecanismos procesales relativos a
la admisibilidad que favorezca el acceso a los
ciudadanos a los órganos de justicia” (S.S.C. Nº 1.064
del 19.09.00).
Esta Sala ha señalado que el derecho al debido proceso
comprende el acceso a la justicia, al juzgamiento con
las debidas garantías y a la ejecución del fallo; al
respecto, estableció lo siguiente:
“Por otra parte, este Tribunal Superior de Justicia, en
sentencia del 8 de agosto de 2000 dictada por la Sala
Político-Administrativa, ha precisado que el derecho al
debido proceso (artículo 49 de la Constitución de 1999)
es un derecho complejo que encierra un conjunto de
garantías que se traducen en una diversidad de
derechos para el procesado entre los que figuran el
derecho a acceder a la justicia, a ser oído, a la
articulación de un proceso debido, de acceso a los
recursos legalmente establecidos, a un tribunal
competente, independiente e imparcial, a obtener una
resolución de fondo fundada en derecho, a un proceso
sin dilaciones indebidas, a la ejecución de las
sentencias, entre otros que se vienen configurando en la
jurisprudencia. Todos estos derechos se desprenden de
la interpretación de los ocho ordinales que consagra el
artículo 49 de la Carta Fundamental. (Sentencia Nº
1.614 del 29.08.01)…”.   (Cfr. Fallo N° 97 del 2 de marzo
de 2005, expediente N° 2003-2290, caso: Revisión
constitucional incoada por el BANCO INDUSTRIAL DE
VENEZUELA C.A.).
 

Conforme al criterio expuesto  ut supra, debe entenderse que las

condiciones y requisitos de acceso a la justicia no deben imposibilitar o

frustrar injustificadamente el ejercicio de la acción a través de la cual se

deduce la pretensión.

En el asunto de autos, la alzada declara inadmisible la acción por

cobro de honorarios profesionales, sustentada en lo siguiente:


“…En lo que se refiere a la admisibilidad de la demanda,
nuestro ordenamiento jurídico procesal vigente,
concretamente, el artículo 341 del Código de Procedimiento
Civil, dispone lo siguiente: (…)
En relación con el tema la Sala de Casación Civil del
Tribunal Supremo de Justicia, en criterio con carácter
vinculante, dictado en sentencia signada con el N° 180, de
fecha trece (13) de abril de dos mil quince (2015), dispuso lo
siguiente:
De la jurisprudencia supra transcrita, se colige que las
obligaciones en Venezuela expresadas en moneda
extranjera y pagadera en el territorio, se presumen salvo
convención especial que acrediten válidamente las
partes, como obligaciones que utilizan la divisa como
moneda de cuenta, es decir, de referencia del valor sobre
bienes y servicios en un momento determinado, según lo
que establece, el artículo 115 hoy 128 de la Ley del
Banco Central de Venezuela, (vigente para la fecha de la
contratación) ello refiere que el deudor de obligaciones
estipuladas en moneda extranjera se liberará entregando
a su acreedor el equivalente en bolívares de la moneda
extranjera aplicando la tasa del lugar a la fecha de pago.
(…Omissis…)
Ahora bien, yerra la recurrida al establecer que la
obligación debía de pagarse en bolívares al cambio en
que ha debido ser protocolizado el documento definitivo
de compra-venta, es decir, el 5 de mayo de 2006, pues el
artículo 115 de la Ley del Banco Central de Venezuela,
vigente para la fecha de la contratación, es contundente
cuando señala que  “…Los pagos estipulados en monedas
extranjeras se cancelan, salvo convención especial, con
la entrega de lo equivalente en moneda de curso legal,
al tipo de cambio corriente en el lugar de la fecha de
pago…”, lo que determina el error de interpretación de
dicha norma, pues no puede la recurrida ordenar el pago
a la tasa de cambio oficial cuando debió protocolizarse
el documento, ya que esto va en desmedro del
patrimonio de la demandada quien tiene derecho a
recibir el mejor precio posible por la venta del
inmueble. La finalidad de pactar en moneda extranjera
es que esta sirva como divisa de cuenta, pues estos son
mecanismos de ajuste del valor de la obligación para la
oportunidad de pago, por lo que debió establecer la
cantidad para la variación monetaria de la conversión
dólar-bolívar en la oportunidad en que se efectúe el
pago.”
Resulta necesario destacar igualmente que, conforme al
enunciado normativo previsto por la Ley del Banco Central
de Venezuela, se puede inferir que los pagos estipulados en
monedas extranjeras se cancelarán  salvo convención especial ,
con la entrega de lo equivalente en moneda de curso legal, al
tipo de cambio corriente en el lugar de fecha de pago.
En el caso que nos ocupa, como ya se explicó, el tribunal a-
quo, declaró inadmisible la demanda bajo el argumento
central de que la parte intimante al momento de estimar e
intimar sus honorarios profesionales lo había hecho en
moneda extranjera, específicamente en dólares americanos,
sin existir entre las partes ningún pacto de que los mismos
debían ser cancelados de esa manera, en consecuencia,
resulta forzoso declarar para este Sentenciador (sic) declarar
SIN LUGAR la apelación…”.
 

Con base en la exposición de la recurrida, esta justifica la

inadmisibilidad de la pretensión de cobro de honorarios profesionales en

dólares americanos, por cuanto no hubo pacto expreso entre las partes sobre

el cobro en dicha moneda, y por ende, amparada en el criterio

jurisprudencial manifestado por esta Sala en la decisión N° 180 del 13 de

abril de 2015 y el artículo 115 de la Ley de Banco Central de Venezuela,

declara inadmisible la acción.


Ahora bien, tal como se ha expresado en reciente fallo de esta Sala

(Cfr.  Sent. N° 128 del 27 de agosto de 2020), la cuestión sobre la

procedencia o no del cobro de honorarios profesionales pactados en moneda

extranjera, constituye materia que atañe al fondo del asunto, por lo que el

juzgador de alzada yerra al resolverlo como cuestión de inadmisibilidad.

No obstante, para determinar si se configura la violación acusada del

principio  pro actione  y el menoscabo del derecho a la defensa, con la

consiguiente necesidad de reposición de la causa, es imprescindible

examinar si la decisión causó gravamen que determine la nulidad del fallo.

En este sentido, se observa que el demandante reclama el pago de

honorarios profesionales, costos y costas del proceso alegando que se trata

de obligaciones dinerarias en moneda extranjera.

El fundamento jurídico alegado consiste básicamente en que, la

obligación sobre la cual versó el litigio en el cual se generaron las

actuaciones que constituyen el título de la pretensión de honorarios

profesionales, era una obligación dineraria en moneda extranjera, y que de

acuerdo con el artículo 128 de la Ley del Banco Central  de Venezuela, la

estipulación de obligaciones en moneda extranjera es válida tanto si se toma

como moneda de cuenta, como en el caso de que se establezca como moneda

de pago efectivo.

Al respecto, debe advertirse que la obligación que dio origen al litigio

en que el abogado prestó sus servicios, tiene una fuente distinta de la que da

origen a las obligaciones de pagar honorarios, costos y costas procesales.

En efecto, la obligación discutida en el juicio que da origen a la

pretensión de honorarios, fue creada por la voluntad de las partes mediante

un contrato en el cual se incorporó una estipulación especial que transformó


el régimen jurídico de la obligación dineraria para que la misma se

expresara en unidades de un signo monetario distinto de la moneda de curso

legal en la República Bolivariana de Venezuela, lo cual excepcionalmente

puede pactarse en aquellos contratos en que no está expresamente prohibido

por la ley, a la luz del artículo 128 de la Ley del Banco Central de

Venezuela.

En consecuencia, el ámbito de aplicación del referido artículo 128 de

la Ley del Banco Central de Venezuela está restringido a las obligaciones

nacidas de un acto jurídico en que se incluya una estipulación por virtud de


la cual el obligado previamente acepte la modalidad de pago en una

moneda extranjera (como unidad de cuenta o como cláusula de pago

efectivo), y además es indispensable que se determine cuál será la divisa

utilizada, todo lo cual  debe ser pactado por las partes antes o en el

momento del nacimiento de la obligación .

Por el contrario, no resulta aplicable el referido artículo a las

obligaciones no contractuales, donde el nacimiento de la obligación

dineraria deriva de un hecho jurídico al que la ley asigna directamente esta

consecuencia, como es el caso de las indemnizaciones por hechos ilícitos,

gestión de negocios, enriquecimiento sin causa, contribución a los gastos

de conservación de cosas comunes, reembolso de gastos efectuados por

mandatarios y administradores, y especialmente, para el caso de autos, el

pago de costos y costas procesales.

Esto porque en tal género de obligaciones, el deudor queda obligado

al pago de una cantidad de dinero por disposición de la ley una vez que se

ha verificado el hecho jurídico, sin que haya estipulación especial que

modifique el régimen jurídico de la obligación dineraria, por lo que esta


será indefectiblemente denominada y pagadera en la moneda de curso legal

al momento del nacimiento de la obligación.

En este último caso, la pretensión de cobro judicial o extrajudicial de

tales obligaciones como deudas en moneda extranjera, no solo es

improcedente por carecer de base legal, sino que podría configurar el delito

de usura, en caso de que el diferencial cambiario exceda los límites legales

de las tasas de interés que sean aplicables a la respectiva obligación.

En consecuencia, el cumplimiento de las obligaciones dinerarias no


nacidas de una estipulación contractual que se ajuste a lo dispuesto en el

artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela, se rigen por las

normas que regulan el cumplimiento de las obligaciones dinerarias en

moneda de curso legal, especialmente observando las limitaciones que

resultan del principio nominalístico (artículo 1737 del Código Civil) y las

normas que prohíben la obtención, por cualquier medio o bajo cualquier

denominación, de intereses superiores a los límites legales (Véase al

respecto sentencia de la Sala Constitucional del 24 de enero de 2002, caso:

créditos  indexados).

En esta clase de obligaciones, el reajuste nominal de la expresión

monetaria de la prestación debida solo procede mediante la indexación

judicial en los términos en que ha sido reconocida por la jurisprudencia, es

decir, calculada desde la fecha de admisión de la demanda hasta la fecha del

pago efectivo y tomando como factor el Índice Nacional de Precios al

Consumidor publicado por el Banco Central de Venezuela.

En el caso de autos, el demandante pretende el pago de honorarios

profesionales bajo el régimen de una obligación en moneda extranjera, sin

que exista un contrato de servicios profesionales en el cual el demandado


haya aceptado previamente esta modalidad, lo que hace inaplicable el

artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela para el regir

cumplimiento de la obligación.

En consecuencia, teniendo en cuenta las consideraciones previamente

expuestas, la pretensión no solamente es improcedente, sino que

presumiblemente violenta disposiciones de orden público sobre los efectos

de las obligaciones dinerarias, dado que lleva implícita la pretensión de

obtener una utilidad cambiaria que podría superar los límites legales de las

tasas de interés y la prohibición de la usura.

Todo lo anterior conlleva la conclusión de que el error del Superior al

declarar inadmisible la acción, no es determinante de la nulidad del fallo,

ya que la pretensión deducida es claramente improcedente, siendo inútil

decretar la reposición de la causa para emitir un nuevo juicio sobre la

misma.

         Por consiguiente, se debe desestimar la presente denuncia. Así se

decide.

D E C I S I Ó N

Por las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de


Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación
Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de
la ley, declara:  SIN LUGAR  el recurso de casación propuesto por la parte
accionante contra el fallo recurrido, dictado por  el Juzgado Superior Cuarto
en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas,  en fecha 4 de febrero de 2020.
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Segundo
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas. Particípese de
esta remisión al juzgado superior de origen ya mencionado, de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 316 del Código de Procedimiento Civil.

         Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de

Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los

veintinueve (29) días del mes de septiembre de dos mil veintiuno. Años:

211° de la Independencia y 162° de la Federación.


Presidente de la Sala,
 
 
 
 
_____________________________
YVÁN DARÍO BASTARDO FLORES
 
Vicepresidente,
 
 
 
____________________________
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ
 
Magistrado-Ponente,
 
 
 
_____________________________________
FRANCISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ
 
Magistrada,
 
 
 
_________________________________
VILMA MARÍA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
 
Magistrada,
 
 
 
__________________________________
MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA
 
 
 
 
Secretaria Temporal,
 
 
 
____________________________
LIESKA DANIELA FORNES DÍAZ
 
 
 
 
Exp.: Nº AA20-C-2020-000138
 
Nota : Publicado en su fecha a las
 
 
 
 
Secretaria Temporal

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